E Aqui algunas de las preguntas que comunmente nos hacemos con sus respuestas, espero sean de utilidad a su vida espiritual

¿Por qué mis oraciones no son contestadas?
Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites” (Santiago 4:3). ¿Qué quiere Dios y qué quiero yo? Deberíamos hacernos esta pregunta siempre. La lucha que tenemos muchas veces es la siguiente: “Yo voy a orar por algo que no sé si es lo que Dios quiere”. Por ejemplo: “Señor, me gusta esa chica y quiero que ella me ame”. Esa es una oración que muchos adolescentes hacen, pero ¿estás convencido de que lo que pides es lo que Dios quiere? Tú deseas algo, pero: ¿Dios desea lo mismo que tú? Si crees que lo que estás pidiendo no es el deseo de Dios, es una señal de que tu vida no está sintonizada con Él. Por ejemplo, una buena oración sería: ¡Señor, ayúdame a cambiar mis malas actitudes!, porque sabes que Dios lo quiere así. Santiago nos dice que pedimos pero pedimos mal, para satisfacernos a nosotros mismos y no porque estemos convencidos de que lo que pedimos esté dentro del plan del Señor. Ahora bien, cuando eso ocurre pasan algunas de las siguientes situaciones: 1º No me siento bien, ni confiado, ni seguro delante de Dios. Eso no es sano ni bueno. Mi relación con Dios debe ser de completa confianza. No puedo tener áreas escondidas ni secretos. Todo debo exponerlo ante él. 2º Estaré con dudas. La duda y la fe no pueden convivir juntas. Para la oración necesitas fe, no dudas. Eso es pecado. 3º Tal vez pido para mi satisfacción personal. Eso es egoísmo. También es pecado. 4º Esa oración no será contestada (Isaías 59:1-2). Esas cosas impiden tu buena comunicación con el Creador. Dios no responde cuando el pecado se mete entre tú y Él. Examina: ¿Cómo estás orando? Lo que vas a pedir, ¿le agrada a Dios? ¿Hay pecado que obstaculice? No te imaginas cuánto es lo que Dios desea contestarte, hasta mandó su Espíritu para que te ayude a pedir. Pero debes hacerlo bajo las condiciones que Dios te da. Te envío un saludo grande. ¡Estoy orando por ti!
¿Te sientes solo (a)?
Cuántas veces nos hemos sentido solos. Cuántas veces traicionado, desalentado, defraudado y engañado. En cuántas ocasiones toleramos el desprecio de nuestros propios hermanos y el de nuestra propia familia. ¿Has experimentado alguna vez el regalo de una falsa sonrisa, un estrechen de manos vacía y la desconfianza de aquel que nos rodea? Por mi parte yo lo he sentido, pero no me desaliento. Es muy difícil vivir en este mundo, donde dicen que la hipocresía es una regla de educación. Jesús criticó a los hipócritas, una de ellas fue ésta: “¡Hipócrita! saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano” (Mateo 7.5). Expresa el diccionario Aristo sobre la hipocresía: Fingimiento y apariencia de cualidades o sentimientos que no se tienen. Sobre el hipócrita: Que finge y representa lo que no siente o lo que no es. Cuando te sientas sin fuerzas, abatido, cansado y sin ánimo, lee las escrituras, allí hay promesas y aliento de Dios para ti. “El da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas. Los muchachos se fatigan y se cansan, los jóvenes flaquean y caen; pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán” (Isaías 40.29-31). Jesús también estuvo solo, sintió dolor, creyó estar desamparado, fue traicionado y abandonado por sus propios discípulos. Pero Jesús no estuvo solo aunque en un momento creyó estarlo. Aún en la cruz, estaba cerca su madre y el discípulo amado. A pesar del intenso dolor y lo difícil de aquel momento, nunca estuvo solo, Dios estaba con él. Es por ello que cuando te sientas solo y que todo se acaba, que se han alejado tus amigos y que ya no hay remedio, mira al Señor y ten corazón para perdonar a todos los que ya no te aman. Incluso a tus enemigos. Porque Jesucristo dejó su enseñanza y él es nuestro Maestro.
¿Estaré listo para el matrimonio?
Tengo una novia con quien deseo casarme pero sus familiares y los líderes espirituales de mi iglesia se oponen porque yo anteriormente había propuesto matrimonio a otras dos chicas y al fin no me casé. Ellos dicen que no estoy seguro de esta otra decisión de contraer matrimonio. ¿Qué me aconseja que haga, Señor Palau? Ante todo lo felicito por su actitud respetuosa hacia los líderes espirituales de su iglesia. En estos días de tanta rebeldía por parte de los jóvenes, Dios va a honrar esa actitud suya. Es obvio mi estimado joven que usted ha perdido la confianza de las personas que lo aprecian y a los que usted respeta. Quiero darle tres consejos prácticos. En primer lugar, usted y su novia deben estar seguros que este noviazgo sea genuino y esté en la voluntad de Dios. El matrimonio es para toda la vida y por lo tanto sus planes deben ser trazados teniendo esto en mente. En segundo lugar, es necesario someterse a las autoridades superiores. No sólo a las del gobierno, sino también a las de su iglesia y a los padres. La Biblia, en Hebreos capítulo 13 dice: “Obedeced a vuestros pastores y sujetaos a ellos, porque ellos velan por vuestras almas como quienes han de dar cuenta, para que lo hagan con alegría y no quejándose, porque esto no es provechoso”. En tercer lugar, hable usted sinceramente con todos aquellos que en alguna forma están involucrados en su caso, particularmente con sus padres y los de su novia. Explíqueles claramente las razones por las cuales usted resolvió no casarse anteriormente con las otras dos señoritas, y la decisión obvia de por qué está convencido de que esta chica sí es la joven que Dios ha destinado para ser su esposa. Es muy importante tener la bendición y el visto bueno de sus padres y los de ella. Si los padres de ambos aprueban su decisión, entonces los líderes de su iglesia deben estar enterados de esto, y así, todos de común acuerdo, pueden proceder a celebrar la boda. Debe existir comunicación abierta entre todos los interesados y lógicamente una convicción irrefutable entre su novia y usted de que efectivamente, Dios los hizo el uno para el otro. Aprecio mucho su confianza al escribirme y que Dios le bendiga.
¿Cómo pueden ser contestadas las oraciónes?
Para tener una vida de oración consistente y efectiva, la persona tiene que ser un creyente, Juan 9:31. Las promesas numerosas de respuestas a la oración, dejan claro que la persona que está orando es un hijo de Dios genuino, a través de la fe en Jesucristo como Señor y Salvador. Esto no quiere decir que Dios nunca responde a las oraciones de los pecadores. Muchísimas veces El se revela a los incrédulos escuchándoles sus plegarias desesperadas. Pero los casos son excepcionales. Una segunda condición para que la oración sea contestada, es que la persona no puede tener en su vida, pecados aún sin confesar, Salmos 66:18. Ella debe estar caminando en perfecta comunión con el Señor, así como permanecer en Cristo, Juan 15:7. Esto es algo que la persona no puede lograr si está cultivando iniquidad en su corazón. Tampoco puede permanecer en Dios si ha estado desobedeciéndole en áreas acerca de las cuales El ha hablado claramente en su Palabra, Juan 15:10 (permanecer es obedecer). Aquí hay unos pocos ejemplos de pecados que obstaculizan a Dios para que conteste nuestras oraciones: falta de voluntad para perdonar a otros, Mateo 5:23-24; 6:15; Marcos 11:25; pidiendo egoístamente, Santiago 4:3; relaciones matrimoniales sin armonía, 1 Pedro 3:6-7; cualquier desobediencia, 1 Juan 3:22; falta de compasión hacia los pobres, Proverbios 21:13; e idolatría, Ezequiel 14:3, además llamada codicia en la Palabra de Dios; un pecado rampante entre los creyentes modernos. ¡Y existen otros! Uno de los beneficios directos de una vida santa es una vida de oración efectiva La persona debe orar con fe, Mateo 9:28, 21:22: Santiago 1:6. Ella debe creer que Dios tiene la voluntad y capacidad para responder, y que no existe nada demasiado difícil para Él. Esta creencia no es una teoría generalizada para ser sostenida, sino una creencia en lo relacionado a las oraciones particulares que son presentadas. La persona debe creer que Dios hará lo que El ha prometido y que El premia a los que le buscan con diligencia, Hebreos 11:6. También debe acercarse a Dios de corazón, lo cual quiere decir que debe hacerlo con sinceridad, Hebreos 10:22. Por ejemplo, no es sincero el pedirle a Dios que haga lo que la persona misma puede hacer. Orar para ser más obediente para con Dios, o para tener más consistencia en una vida devocional diaria, son ejemplos de falta de sinceridad en las oraciones. También es insincero orar para que ciertos individuos en una audiencia reciban un mensaje. Algunas personas tratan de arreglar argumentos, mover la opinión pública, o tener la palabra final con alguien a través de oraciones. Tales oraciones insinceras no se eleven más allá del techo, y ¡francamente debemos alegrarnos! Es algo falto de sinceridad orar cuando solamente se están articulando palabras. “No hay nada más inaceptable para Dios que el continuar hablando después de haber dejado la oración atrás.” (Dr. South, mencionado por Bridges en un libro en Eclesiastés). El debe orar en el nombre del Señor Jesucristo, Juan 14:13-14; 16:23.
¿Cuánto tiempo debemos invertir diariamente en oración?
No deben existir reglas establecidas. Debemos evitar en pensar en la oración como una carrera, competencia o maratón. En realidad la calidad de nuestra oración es muchísimo más importante que la cantidad de palabras o cuan larga ésta sea. El tiempo que gastamos en oración dependerá en una serie de factores tales como nuestra propia necesidad y urgencia, la prioridad que le demos entre las otras cosas que hacemos durante el día, la amplitud de nuestros intereses; y el nivel de nuestra madurez espiritual. Algunas veces el Espíritu de Dios nos conmueve para orar por largos períodos de tiempo. Otras veces la carga no parecerá tan grande. El hecho es que el Señor, en ocasiones, pasó toda la noche en oración, a lo mejor debido a su conocimiento de los tremendos conflictos espirituales y la necesidad que había a su alrededor. De manera semejante, aquellos que tienen conocimiento de grandes conflictos y necesidades actuales, harían muy bien en pasar mucho tiempo en oración. Debemos tener tiempos de oración regularmente durante el día, Salmos 55:17; Daniel 6:10, pero además deberíamos aprender a vivir en un ambiente de oración. Esto significa orando a Dios cada vez que se presenta la ocasión. Nehemías es una ilustración clásica de esto. Antes de responder a la pregunta del rey, él envió una oración al Señor del cielo, Nehemías 2:4. Pablo pensó que debía orar “sin cesar,” 1 Tesalonicenses 5:17, Efesios 6:18, y las Escrituras dan testimonio del hecho de que él practicaba lo que predicaba, Romanos 1:9; Efesios 1:16; Colosenses 1:3,4,9; 1 Tesalonicenses 1:2-3; 2 Timoteo 1:3. Si somos aquejados por la falta de sueño, podemos redimir el tiempo orando, Salmo 63:6. ¡Desperté repentinamente! El reloj marcó las dos. La casa está en silencio. Mis pensamientos tienen la libertad para divagar donde quieren. Conozco una cosa tranquila y hermoso para hacer: Es la hora de orar. R.W. Tobias Cuando el general Stonewall Jackson estuvo enseñando en el Instituto Militar de Virginia, él dijo: “Tengo tan marcado el hábito para orar en mi mente, que jamás llevo un vaso de agua a mis labios sin pedirle a Dios su bendición; nunca sello una carta sin colocar una oración bajo el sello; nunca recojo una carta del correo sin levantar mis pensamientos hacia el cielo; nunca cambio mis clases en el salón de conferencias sin una petición por los cadetes que salen y por los que entran.” Cuando encaramos un día común en cuanto a lo atareado, y en las carreras nos damos cuenta de que tenemos poco tiempo para orar, debemos recordar las palabras de Martín Lutero: “Me mantengo tan ocupado que no puedo seguir adelante sin siquiera pasar tres horas diarias en oración.” La pregunta que debemos hacernos a nosotros mismos no es: “¿Puedo darme el lujo de gastar tiempo orando?” sino más bien: “¿Puedo darme el lujo de no orar?” El levantarnos lo suficientemente temprano, y así tener bastante tiempo para orar, deberíamos considerarlo un sacrificio aceptable a Dios.
¿Porqué debemos orar cuando Dios sabe lo que queremos?
Es verdad que Dios conoce todo, y por lo tanto El sabe de antemano lo que queremos. Pero esa verdad necesita ser balanceada con el hecho de que El ha escogido darnos libertad de escoger y libertad de actuar. El ha escogido escuchar nuestros pedidos, así como responderlos, cuando las condiciones son correctas. Santiago 4:2 dice plenamente que si nos hace falta algo es debido a nuestra falta de oración, “…pero no tenéis lo que deseáis, porque no pedís.” Al pedir tomamos una posición de dependencia en Dios y así le honramos. Debemos orar porque el Señor nos ha mandado hacerlo. La orden de “pedir,” “buscar” y “tocar” en Lucas 11 es con referencia a la oración. Lucas 18:1 nos demuestra nuestra obligación de orar. “Orad sin cesar,” 1 Tesalonicenses 5:17, es también una orden. La obediencia lo demanda. Debemos orar porque la oración cambia cosas. Un hombre de Dios dijo, “Cuando oro, ocurren coincidencias. Cuando no oro, éstas no ocurren.” Jesús dijo, “…pedid y recibiréis,” Juan 16:24. Santiago nos dice que la oración eficaz del justo puede mucho.” La oración determina la medida de nuestra eficacia para el Señor. Ha sido bien dicho que podemos medir nuestra influencia por el número de personas que oran por nosotros. Debemos orar porque la obra de Dios no se lleva a cabo sin la oración. Se puede trabajar sin orar, pero ese trabajo no es la obra del Señor. Debemos orar porque nunca nos acercamos tanto a omnipotencia como cuando oramos en el Nombre pre-dominante de Jesucristo, el Señor. Nosotros nunca seremos omnipotentes, ni aún en los cielos, pero en la oración esgrimimos más poder que lo que podríamos hacer de cualquier otra manera. Debemos orar porque, tal como un escritor dijo, “Podemos cambiar eventos mundiales y organizar la historia a través de simples, pero poderosos instrumentos: la oración y el ayuno.” Creo que fue el mismo escritor quien dijo que los cristianos a través de la oración mantienen el balance de poder en el mundo. J.H. Jowett escribió, “¡Qué ministerios los que tenemos en nuestras manos para obrar maravillas en la dimensión prodigiosa de la oración! Podemos llevar rayos de sol a lugares fríos y sombríos. Podemos soltar las cadenas de esperanza en la prisión del desaliento. Podemos soltar las cadenas de los miembros de los prisioneros. Podemos llevar destellos y pensamientos de hogar hasta lugares lejanos. Podemos llevar cordialidad celestial a los espiritualmente débiles, así éstos estén trabajando más allá de los mares. ¡Todos estos son milagros en respuesta a la oración! Grandes milagros demoran, simplemente porque no caemos suplicantes en nuestras rodillas.” Es una cosa asombrosa que nuestra voluntad dada por Dios puede ser utilizada para obstaculizar y oponer al Señor con nuestra poca voluntad para orar. Ojalá que eso nunca tenga que ser dicho acerca de quienes leen este librito. Todos necesitamos hacer una pausa y confesar nuestra falta de oración, arrepentimos de ello, y orar.
¿Por qué pasamos por tormentas?
Las situaciones difíciles como el terrible tsunami que asoló el sudeste de Asia, los aumentos del precio de la gasolina, las aerolínea’, acogidas a la ley de quiebra, los despidos masivos en las empresas, y la temblé destrucción en la zona costera del sudeste de EE.UU. por parte de los azotes de los huracanes recientes, son desastres que han traído sufrimientos a cientos de miles de personas en todo el mundo. Luego de tales padecimientos, la gente ora por gozar de mejores tiempos-Todos nos enfrentamos a tormentas de vez en cuando, algunos a unas más severas que otras. Por tanto, puedo entender por qué las personas preguntan: “¿Por qué pasamos por tormentas?”, “¿Por que tengo tantos problemas y luchas?”, “¿No se supone que Dios me proteja?”. Al considerar estas preguntas, he determinado que es Satanás quien las planta en nuestro pensamiento para mantenernos concentrados en los problemas y no en la bondad de Dios. Satanás procura atraparnos en la tormentas y causa que vivamos afligidos. Sin embargo, el fin de algo siempre trae un nuevo comienzo, ¿Recuerda cuando Jesús visitó a María y Marta después que Lázaro, el hermano de éstas, llevaba cuatro días muerto? Cuando Jesús finalmente llegó. Marta le dijo; “Señor, si hubieses estado aquí, mi hermano no habría muerto. Mas también sé ahora que todo lo que pidas a Dios. Dios te lo dará” (Juan 11:21-22). ¿De veras creyó Marta esas palabras? La verdad es que me lo pregunto, porque cuando Jesús le dijo: “Tu hermano resucitará”, Marta respondió: “Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día postrero” (w. 23-24). En realidad, no creo que haya entendido lo que Jesús decía, porque Marta vislumbraba una posibilidad futura, no una realidad del presente. Cuando Jesús llegó, Marta no preguntó: “¿Por qué no viniste más temprano?” o “¿Por que no hiciste algo?”. En cambio, lo que dijo;”Si hubieses estado aquí —si hubieses obrado— mi hermano estuviera con vida”, No obstante, lo que dijo tuvo el mismo efecto de una pregunta. ¿No habrá muchos como Marta? Queremos que el transcurso de nuestra vida vaya sin problemas. Y cuando no marcha bien. Satanás se aprovecha de la inseguridad para hacernos dudar de que le importemos a Dios, Casi siempre, nuestra primera reacción es preguntar; “¿Por qué?”, cuando lo que realmente queremos decir es;”Dios, si de veras te importo y me amas, tú no hubieses permitido que esto sucediera”. En algún momento dado, ¿se ha hallado usted alguna vez preguntándole a Dios por qué existen tormentas en su vida? Aunque sea por un momentito, imaginemos que Dios le diga la razón por la cual usted atraviesa dificultades. ¿Acaso la respuesta de El cambiaría algo? Usted seguirá con los efectos de la tragedia, y el dolor será tan intenso como lo file anteriormente, ¿Cuál .será la lección que realmente usted tiene que aprender? He comenzado a pensar que no es “por qué” lo que los cristianos verdaderamente le preguntan a Dios. Considero que la pregunta que realmente hacemos es: “Dios, ¿tú me amas? ¿Te encargarías de mi dolor y tristeza? No me dejarías solo, ¿verdad?”. ¿Será posible que le pidamos explicaciones. a Dios por temer que no le importamos? Cn cambio, debemos aprender a decir- “Señor, yo sí creo. No entiendo, y es probable que nunca comprenda las razones por las cuales suceden las cosas malas, pero ciertamente sé que tú me amas y estás conmigo siempre”. Creo que suele tomar más fe el atravesar por una situación de forma victoriosa que ser librado de ella. No pierda la esperanza. Si está sufriendo ahora mismo por alguna perdida, sepa que usted está frente a un nuevo empezar. Dios ha prometido que todo obrará para nuestro bien. Ya deje de preguntarse “¿por qué?”, y confíe en Dios. JOYCE MEYER es una maestra de la Palabra y la autora de varios éxitos de ventas como; Controlando sus emociones, Serie ¡Ayúdenme. El desarrollo de un líder. La batalla es del Señor, Conozco a Dios Íntimamente, Como oír a Dios y Adicción a la aprobación. Su programa “Vida en la Palabra” se difunde mundialmente.
 
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