Pasajes Da Biblia - Mensajes y Imágenes!



Pasajes Da Biblia - Mensajes y Imágenes!

Obsequio:  Alicia Munoz

La Biblia Una Arma Poderosa

Muchas veces el cristiano maduro sabe que una de las herramientas más poderosas que tenemos es la espada de doble filo, la Biblia, que muchas de las veces ha salvado almas perdidas y almas rescatadas del pecado. Sin embargo, muchos no creyentes omiten leer las sagradas Escrituras y esto se ve más aun en los jóvenes. Recuerdo que en el colegio donde yo estudie, llegaban muchas personas tres veces al año y no eran de la iglesia de Cristo. Sin embargo, estas personas repartían Nuevo Testamentos a muchos estudiantes, y me enardecía cuando escuchaba de sus labios que lo ocuparían para venderlos o para hacer avioncitos de papel. Yo me decía: “¡Qué importancia le dan a la palabra de Dios! No se dan cuenta que están irrespetando lo que Dios ha escrito”. Ahora la palabra de Dios ha estado funcionando explosivamente en corazones de muchos no creyentes y creyentes. Ya que esta palabra tiene el poder de cambiar vidas destrozadas. Existen algunas razones por las cuales muchos obvian leer las Escrituras y otras razones por las cuales muchos las leen. Aquí mencionaré algunas de las razones por las cuales no la leen: 1. Me da pereza leer la Biblia: La pereza es uno de los males que el cristiano tiene y son unas de las peores costumbres que adquirimos, pero esto lo podemos evitar. A veces es gracioso escucharlo pero es decepcionante que digan: ¡Mmm… no tengo sueño, mejor leeré la Biblia para que si me dé sueño! Y esto lo toman que fuera normal, tomar la Biblia como relajante para dormir (Proverbios 6.6). 2. Es que la Biblia no tiene nada emocionante: La Biblia no es ningún libro de acción o de ciencia ficción. La Biblia es un libro tan sagrado que lo contiene son las puras ideas de Dios Todopoderoso, y cada lectura que leemos es un mundo nuevo que conocer. La Biblia trae todas las respuestas a nuestras preguntas y es tan poderosa que llega hasta las entrañas de nuestro corazón y mente (2 Timoteo 3.16-17). 3. No tengo tiempo para leerla: Hay muchos que se afanan más en sus trabajos o en sus estudios, y peor aún se afanan más en sus novelas antes que leer las sagradas Escrituras, pero esto nos los salvara. Pero Cristo mismo dijo: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mi” (Juan 14.6). Nosotros no encontraremos la salvación ni la vida eterna en nuestro trabajo, ni en nada en que nos afanemos, pero Jesús es el único que nos dará la vida eterna. Muchos hermanos dicen que no pueden estudiar la palabra de Dios porque están trabajando o porque no se quieren perder el capítulo de la novela, o porque no quieren perderse el partido de fútbol. Creo que para Dios esto es injusto ya que el nos da la vida desde que nacimos hasta el día de hoy y nosotros no le damos nada. Razones por las cuales la leen: 1. Porque a Dios le debo toda mi vida: El me dio la sabiduría que para poder entender a su palabra y seguiré aprendiendo para enseñar a otros para que encuentren la salvación así como Jesús me la dio a mi (Juan 5. 39). 2. Porque trae la bendición para el hogar: Este es una de las mejores decisiones que uno puede tomar, auxiliarse a las Escrituras en momentos de soledad y tristezas, en momentos de alegría y esperanzas, en momentos de discordia y enojo, en todo momento hay que mantenerse apegados a la maravillosa palabra de Dios. 3. Porque hay que estar conectados con Dios: Los hombres escogidos de Dios siempre estaban santificados en la palabra y en las oraciones. Si ellos lo hicieron ¿porque nosotros no la haríamos? Dios nos ha mandado en sus Escrituras que meditemos en su palabra de día de noche así como lo hacía David (Salmos 1.1-2). Por lo tanto, la Biblia se merece todo el respeto del mundo, ya que es palabra de Dios, y si nosotros no la leemos seremos ignorantes. El único medio por el cual conoceremos más del Señor será manteniéndonos en su Palabra de día y de noche. Les doy un consejo a todos los cristianos: Levántense en la madrugada como a eso de las 4:00 AM y órenle a Dios de rodillas y verán que en sus vidas habrán cambios espirituales y luego lean su palabra que su espíritu tendrá un fortalecimiento potente.
¿Qué posición tenemos frente a la Biblia, la palabra de Dios? En la historia de la Iglesia, leemos que John Wycliff, de Inglaterra, consideraba mucho la palabra de Dios. Día y noche trabajó, junto con otros compañeros, para traducir la Biblia al idioma inglés (1378 hasta 1382). Mostraba mucho entusiasmo en su labor para dar a conocer la palabra de Dios a todos los hombres, ya que sólo en Cristo, se encuentra el camino de salvación. La traducción fue copiada a mano, haciendo muchas copias para todas las personas en el país; esa acción produjo una severa persecución por parte de las autoridades eclesiásticas de Roma. Los eclesiásticos querían que la Sagrada Escritura, quedara exclusivamente en sus manos. Los traductores sufrían cárcel, llamas, torturas, y finalmente, el martirio. Hubo otro hombre de nombre William Tyndale (1494-1536) que produjo secretamente otra traducción al inglés. Cuando se descubrió su obra, lo metieron a la cárcel, lo mataron y quemaron su cuerpo. Tales hombres amaban la palabra de Dios más que cualquier otra cosa, más que a su vida. Durante el dominio comunista en Europa oriental, hubo creyentes en Cristo que se ocultaban por años porque imprimieron la palabra de Dios con máquinas muy sencillas de su propia fabricación. A varios de sus colaboradores los descubrieron y los introdujeron a la prisión, otros copiaron las Escrituras, página por página, para entregar un texto claro y preciso a los que lo deseaban. Estos hombres y mujeres pensaban que la palabra de Dios, era su mayor tesoro. También en nuestros días hay mu chas personas que arriesgan su vida para tener la Biblia y poder vivir según sus enseñanzas, todos ellos aceptaron el riesgo y el peligro porque el amor por la palabra de Dios era grande; aun menospreciando sus vidas. Es muy penoso saber que para muchos la lectura de la palabra se ha hecho una rutina, otros la leen superficialmente, y otros aún la menosprecian. Dios te comunica su corazón a ti cuando lees en su Palabra. Dios quisiera hablar con cada uno de nosotros por medio de su Palabra, la Biblia; aunque nuestra vida no es nada más que “un vapor que es visible por un momento, y luego se disipa” (Santiago 4.14). Dios desea tener una estrecha relación con nosotros, deberíamos ser agradecidos y aceptar su oferta con humildad. Su Palabra nos inspira a hacer buenas obras, sus promesas nos animan, y nos consuelan en horas obscuras y tristes. Dios desea ser todo para nosotros. La palabra de Dios es guía en nuestra vida. También nos encontrará en aquel lugar donde daremos cuentas a Dios por nuestra vida. “La palabra que he hablado, esa le juzgará en el último día” (Juan 12.48). Nunca deberíamos olvidar ese hecho. La Biblia es un mensaje maravilloso que nos muestra la grandeza de Dios. Escudriñe la Palabra de Dios Jesús dijo a los judíos que escudriñen la palabra de Dios, pues en ella piensan tener la vida eterna. Y así es. Pero algunos no querían entender que vino para darles vida eterna (Juan 5.39-40). La Biblia nos dice que el corazón busca a Dios, el Salvador. Es muy importante también que busquemos la influencia del Espíritu Santo para que nos ayude a entender la palabra de Dios. En nuestra sociedad sigue prevaleciendo un agudo analfabetismo bíblico. Si no entendemos la Biblia, tampoco podemos conocer a Dios, y así no entenderemos las normas que Dios ha establecido para el bien de la raza humana. El hombre pasa en su tiempo libre con el internet, con discos, videos, y otras cosas. La Biblia es fundamental en tu vida. Muchos cristianos desean un aviva-miento, y oran por ello. Necesitamos un avivamiento bíblico, un regreso a la palabra de Dios, para hacer su voluntad. La Palabra trabaja con el Espíritu Santo, y el Espíritu Santo con la Palabra revelada de Dios. Su Palabra es la guía segura hacia Dios, sólo él puede decirnos exactamente en su Palabra, lo que hemos de hacer. Muchos sienten nostalgia por ver un tiempo de avivamiento espiritual. Necesitamos un despertar bíblico. La palabra de Dios nos da el entendimiento correcto por su Espíritu. El Espíritu Santo da a todos los que buscan el entender de la escritura, una visión clara y una interpretación correcta.
¿Cómo estudiar la Biblia?
Muchos cristianos hoy en dia estan descuidando una parte fundamental de su vida espiritual como es el estudio biblico. Las ocupaciónes los ajetreos y las preocupaciónes dejan poco o ningún espacio para leer la Biblia. El método inductivo de estudio bíblico consiste en tres elementos prácticos que se realizan uno después de otro pero que, de alguna manera, se entrecruzan y potencian: Observación, Interpretación y Aplicación. 1. Observación – Responde a la pregunta: ¿Qué dice el pasaje? Este primer paso establece los cimientos sobre los cuales se edificará el resto del estudio bíblico. ¿Alguna vez ha leído alguna parte de la Biblia y cinco minutos después no puede recordar lo que leyó? Muchas veces leemos la Biblia con nuestros ojos pero no con nuestras mentes. Esto se debe a que leemos sin prestar la debida atención a la lectura, o que leemos un largo pasaje de las Escrituras y no lo releemos o que, simplemente, creemos que la lectura bíblica se grabará profundamente en nuestras mentes, casi mágicamente, y que nunca olvidaremos lo que leímos. Por otro lado, debemos ser conscientes de que descubrir qué dice el pasaje toma tiempo y esfuerzo. Es leer con atención, asegurarnos de comprender el significado de cada palabra, saber cómo se relacionan las distintas oraciones y, en definitiva, saber explicar en nuestras propias palabras qué dice el pasaje. Una vez que nos aseguramos de saber lo que dice el pasaje leído, debemos pasar al segundo paso. En este primer paso, la lectura repetida del pasaje elegido es muy importante. Leer una y otra vez hasta que el pasaje «se haga carne» en nosotros. Cuanto más leamos el pasaje elegido su significado será más claro en nuestra mente. 2. Interpretación – Responde a la pregunta: ¿Qué significa el pasaje? Es claro que para interpretar cabalmente un pasaje debe basarse en una cuidadosa observación. La interpretación es el proceso de descubrir qué significa el pasaje. Cuando observamos cuidadosamente el pasaje, el significado se hará cada vez más cierto. Es evidente que una interpretación apresurada puede llevarnos a interpretar mal el pasaje. No debemos suponer sino interpretar. No son mis pensamientos –ni los de ninguna otra persona– sino los de la Palabra de Dios los que tienen que salir a la luz. A medida que practicamos estos sencillos pasos de estudio bíblico, será evidente que observación e interpretación son dos pasos que muchas veces se convertirán en uno, pues a medida que avanzamos en nuestra observación el significado del pasaje se hará cada vez más evidente. Por lo tanto, podemos decir que la interpretación fluirá de la observación naturalmente. En este paso preste atención a los diferentes tipos de literatura. Por ejemplo, asegúrese sobre qué tipo de pasaje se trata. ¿Es algo literal o alegórico? ¿Es algo cultural –aplicado a un tiempo y espacio específicos– o es algo general? ¿Es profecía o narración? ¿Es una enseñanza o un evento histórico? Es decir, en este paso debe hacerse todas las preguntas que se le ocurran. ¿Qué pasa en el pasaje? ¿Quién habla? ¿Por qué dice lo que dice? ¿Cómo se hace lo que pide el pasaje? ¿Hay otros pasajes similares en alguna otra parte de la Biblia? Todas estas preguntas y cualquier otra serán claves para interpretar el pasaje. No se canse de «interrogar al pasaje». Las preguntas iluminarán el significado del pasaje. 3. Aplicación – Responde a la pregunta: ¿Cómo el significado del pasaje se aplica a mi vida? Si bien es el tercer paso que presentamos, la aplicación es lo más importante del método. No solo debemos comprender e interpretar qué dice el pasaje, sino que debemos aplicar la enseñanza aprendida a nuestra vida diaria. La aplicación es el objetivo del estudio bíblico. Una vez que comprendemos un pasaje bíblico, somos responsables de obedecerlo y vivirlo. Lo que busca el estudio serio de la Palabra de Dios es una vida transformada por el poder del Espíritu Santo actuando en nuestras vidas a través de la Escritura aprendida. A lo que apunta el estudio bíblico es a desarrollar una relación personal con Dios a través de su Hijo Jesucristo. Recordemos las palabras de Pablo a Timoteo: «Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra» 2 Timoteo 3.16-17 Ese es el propósito de la Palabra de Dios, que cada persona que interactúe con ella sea enseñada, reprendida, corregida e instruida cabalmente con un claro objetivo: «Que la persona que busca agradar a Dios sea preparada, capacitada para toda clase de circunstancia.» Cuando sabemos lo que Dios dice, qué significa lo que dice y lo aplicamos a nuestra vida, el resultado es ser una persona mejor para la gloria de Dios. ¿Será esto posible? No solo es posible, sino que es la voluntad revelada de Dios. Vale la pena repetir que tanto la interpretación como la aplicación se basan en una correcta observación del pasaje bíblico, por tal motivo es de suma importancia que desarrollemos nuestra habilidad de observar cada pasaje bíblico con detenimiento. Esto tomará tiempo y esfuerzo pero vale la pena. A medida que practiquemos nuestra observación creceremos también en nuestra interpretación y aplicación del pasaje bíblico. No nos cansemos de observar cada detalle del pasaje elegido, comparémoslo con otros pasajes paralelos –por ejemplo, si es un pasaje de un evangelio busquemos el mismo episodio en otro evangelio y comparemos nuestra observación. Si es alguna enseñanza de Pablo, busquemos otra enseñanza paralela y comparémosla. Hagamos esto todas las veces que hagan falta hasta que estemos seguros de comprender el pasaje, luego pasemos a la interpretación. No nos desanimemos si al principio lo resultados no parecen ser tan impresionantes como quisiéramos. Este método resulta de la práctica y cuanto más lo practiquemos más fácilmente aparecerán las enseñanzas. Nunca olvidemos que la Biblia es la Palabra de Dios por lo tanto seamos siempre sensibles a la guía de Dios en nuestro estudio. Cuando alguna palabra o frase impacte su mente, deténgase y piense la razón, profundice su comprensión del pasaje y atesórelo en su corazón. Quizás Dios desee decirle algo específico. Preste atención. La memorización de esos pasajes que impactaron su vida de forma especial será una ventaja al adelantar en su estudio. Cuando alguna enseñanza bíblica impacte su vida compare lo que aprendió con su propia vida y busque acondicionar su vida a la nueva enseñanza recibida. A través del estudio diligente de la Palabra de Dios, bajo la guía del Espíritu Santo, podremos desarrollar la fortaleza necesaria para sobreponernos cuando las tormentas de la vida nos lleguen. Conoceremos más a Dios y podremos descansar en él de una manera más segura. Daniel 11.32 dice: «El pueblo que conoce a su Dios se esforzará y actuará».

El Canon De La Biblia Como Se Formo

El canon de la Biblia: ¿cómo se formó? Miércoles, 18 de Mayo de 2011 07:53 De todos los libros conocidos en la historia humana, ninguno es tan singular en su origen, tan maravilloso en sus afirmaciones, tan dinámico en sus promesas, o tan abarcante en su mensaje como lo es la Biblia. No es un libro común. Es más, no es un libro solo, sino una biblioteca con 39 libros en el Antiguo Testamento y 27 en el Nuevo. Su composición llevó siglos, y su autoridad viene durando más todavía. El primero de los 40 autores bíblicos (Moisés) está separado del último (Juan) por unos 1.600 años. Los autores proceden de diversas profesiones y recibieron educación en todos los niveles concebibles, desde el más alto hasta el más bajo. Difirieron en su condición y ocupación: Algunos fueron ganaderos, pastores, soldados y pescadores; otros fueron reyes, legisladores, estadistas, cortesanos, sacerdotes, poetas y médicos. Era inevitable que sus estilos literarios reflejasen las diferencias entre ellos. Algunos redactaron leyes; otros, poesía religiosa, y otros más, historia. Algunos emplearon prosa lírica; otros poesía lírica; unos escribían parábolas y alegorías, y otros biografías o diarios y memorias personales. Algunos escribieron profecía, y otros simplemente correspondencia personal. Con toda esta diversidad, ¿cómo fue que los 66 libros llegaron a ser considerados lo suficientemente especiales o divinamente inspirados para ser incluidos en lo que hoy llamamos el “Canon” de la Biblia? Lo primero que tenemos que entender aquí es que ningún individuo ni grupo de individuos compiló la Biblia. La Biblia fue creciendo. Este principio se aplica tanto al Antiguo como al Nuevo Testamentos. El principio unificador que hace de la Biblia algo santo, diferente y orgánicamente viviente es Cristo mismo, quien trae salvación. Al contemplar el proceso por el cual se escribieron estos libros y llegaron a ser aceptados como inspirados, notamos que Aquel que es este principio unificador, estaba obrando también. El canon del Antiguo Testamento “Pocos son los que se dan cuenta”, escribió George Smith, “que la Iglesia de Cristo posee una garantía superior para el canon del Antiguo Testamento que para el Nuevo”.1 Esta garantía superior consiste en la relación que Jesucristo estableció entre él mismo y los libros del Antiguo Testamento. Con frecuencia los citó como fuente de su autoridad. Tras la resurrección, les dijo a sus discípulos que la cruz y todo lo que le había ocurrido no era más que el cumplimiento de las profecías del Antiguo Testamento. De hecho, hay profecías mesiánicas intercaladas en todo el Antiguo Testamento. Obviamente, el Nuevo Testamento no recibió el mismo peso de la autoridad de Jesucristo porque todavía no había sido escrito. La autoridad del Antiguo Testamento fue aceptada por el pueblo al que estaba destinado —Israel— mucho antes de la llegada del Mesías. Bastará un ejemplo. En el curso de una limpieza del templo durante el reinado de Josías, se encontró “el libro de la ley” por mucho tiempo descuidado. El libro fue presentado al rey, quien lo leyó. Se dio cuenta de que se había extraviado debido a la indiferencia de sus predecesores. En épocas anteriores se lo mantenía en el tabernáculo, después en el templo, y los sacerdotes lo leían frecuentemente. El rey solía toner un segundo ejemplar. La recuperación del libro de la ley fue considerada por Josías y los cronistas posteriores como un evento de gran importancia. El rey leyó en alta voz al pueblo algunos pasajes tomados de Levítico 26 y Deuteronomio 28 y 29. De esto se deduce que el “libro de la ley” representaba los primeros cinco libros de la Biblia o al menos parte de ellos. El redescubrimiento de este libro fue el motivador de la reforma que ocurrió durante su reinado. Durante los 70 años del exilio babilónico, las palabras de los profetas fueron muy apreciadas. Judá como nación dejó de existir, incluyendo su capital y su templo. Pero todavía existían el libro de la ley y los libros de los profetas. El Talmud judío afirma que Esdras, quien dirigía al pueblo al final del exilio en Babilonia, emprendió la recopilación y el cuidado del texto de la Ley y los Profetas. También sugiere que se convocó una “gran sinagoga” (asamblea) y que por algunos años toda la Ley, los Profetas y los Escritos fueron examinados y evaluados. Además de la obra de Esdras mismo, muchos estudiosos han sugerido que miembros de esta gran asamblea hicieron trabajo editorial. Los libros del Antiguo Testamento se dividen comúnmente en cuatro secciones: el Pentateuco (los libros de Moisés), los libros históricos (Josué a Ester), los cinco libros de poesía y ética (Job a Cantares) y los libros de los profetas (Isaías a Malaquías). El trabajo de conformar lo que llamamos el Antiguo Testamento había comenzado, gracias a Esdras y la Gran Sinagoga, ya por el 450 a.C. La mayoría de los estudiosos acepta hoy que, para tiempos de Cristo, el Antiguo Testamento existía en la forma delineada arriba. Tras la caída de Jerusalén en el año 70 d.C. hubo bastante discusión sobre el canon bíblico. Un rabino llamado Yochanan ben Zakkai obtuvo permiso de las autoridades romanas para abrir una academia rabínica en Jamnia en la que se discutió el contenido del canon inspirado. El debate se centró en cuatro libros que algunos consideraban marginales: Proverbios, Eclesiastés, Cantares y Ester. Después de tratar los pros y contras, los eruditos acordaron incluirlos con los demás libros en el canon. De hecho, “los libros que decidieron reconocer como canónicos ya eran generalmente aceptados, aunque se habían levantado preguntas sobre ellos. Los que rehusaron aceptar nunca habían sido incluidos. Nunca expurgaron del canon ningún libro previamente aceptado”.2 La academia rabínica de Jamnia no invistió los libros de lo que llamamos el Antiguo Testamento con autoridad por el hecho de incluirlos en alguna lista sagrada. Los incluyeron en la lista —o canon— porque ya estaban reconocidos como inspirados por Dios, autoritativos, y lo habían sido, en la mayoría de los casos, ya por siglos. Un contemporáneo de Jesucristo, Filón de Alejandría, aceptó el canon del Antiguo Testamento en la forma reconocida hoy. Lo mismo ocurre con Flavio Josefo, autor del siglo primero. La lista más antigua de libros del Antiguo Testamento fue redactada por Melitón, obispo de Sardis, por el 170 d.C., y está preservada en el cuarto volumen de la Historia eclesiástica de Eusebio de Cesarea.3 El canon del Nuevo Testamento El Nuevo Testamento tiene tres categorías de libros: los narrativos (los cuatro evangelios y Hechos), las epístolas y un libro apocalíptico, el Apocalipsis de San Juan. Aunque llevó sólo unos 50 años escribir los libros del Nuevo Testamento, darle la forma que tiene actualmente llevó mucho más. No encontramos antes del 367 una enumeración de libros exactamente con la forma actual. Esta lista aparece en una carta pascual de un obispo cristiano, Atanasio. Durante los dos siglos y medio transcurridos entre la finalización del último libro del Nuevo Testamento y la lista de Atanasio hubo mucha discusión sobre qué libros debieran ser o no incluidos en el canon. El Antiguo Testamento era la Sagrada Escritura de los primeros cristianos. Gradualmente algunos escritos cristianos fueron colocados a la par del Antiguo Testamento, “no por algún decreto de un concilio sino por el consenso de los creyentes; la intuición espiritual de la Iglesia vino a decidir paulatinamente cuáles de sus escritos debieran ser considerados ‘canónicos’”.4 ¿Qué produjo “el consenso de los creyentes”? ¿Qué informó la “intuición espiritual de la iglesia”? Los libros descartados del canon del Antiguo Testamento llegaron a ser llamados “apócrifos”. Otro grupo de libros mal adjudicados —los pseudoepigráficos— también fue descartado. Los apócrifos contienen historia y dichos sapienciales. Los pseudoepigráficos contienen mucho de magia y poca historia. Al examinar los libros descartados del Nuevo Testamento —los apócrifos— nuevamente detectamos la acción de una influencia guiadora sobrenatural. Los libros incluidos fueron aquellos reconocidos como inspirados por Dios y capaces de ayudar espiritualmente a los seres humanos y dar a conocer a Cristo. Se los reconoció como escritos por hombres cercanos a Jesús e implicados en la gran aventura del primer siglo que llevó el evangelio a los límites del mundo entonces conocido. Un contemporáneo griego de Atanasio habló del “eco de una gran alma” que él declaraba percibir en los libros canónicos del Nuevo Testamento. William Barclay, el renombrado estudioso del Nuevo Testamento, dice: “El timbre de sublimidad se percibe en los libros del Nuevo Testamento. Llevan la grandeza impresa en sus rostros. Son autoevidentes”. Cuando el traductor bíblico J. B. Phillips comparó los libros del Nuevo Testamento “con los escritos que fueron excluidos del Nuevo Testamento por los antiguos Padres” no pudo menos que “admirar su sabiduría”. Afirmó: “Probablemente la mayor parte de la gente no ha tenido la oportunidad de leer los ‘evangelios’ y las ‘epístolas’ apócrifos, como lo han hecho los estudiosos. Sólo puedo decir que en tales escritos respiramos una atmósfera de magia y fantasía, de mito y fábula. En toda la tarea de traducir el Nuevo Testamento, no importa cuán grande fuera el desafío, nunca llegué a sentir que se me arrastraba a un mundo hechizado, embrujado y sometido a poderes mágicos tales como abundan en los libros rechazados del NuevoTestamento. Fue ese sentimiento de fe y confianza lo que me llevó a la convicción, difícil de expresar con palabras, que estamos frente a lo genuino y auténtico”.5 El argumento de la “autoevidencia” se hace más convincente al leer uno mismo los libros que casi entraron en el Nuevo Testamento, pero no lo lograron; libros cuyos autores quisieron que fuesen aceptados y no lo fueron. En el siglo II se escribió una serie de libros llamados “evangelios de la infancia”. Los cuatro evangelios canónicos no nos dan detalles de la primeras tres décadas de la vida de Jesús hasta el comienzo de su ministerio público. Estos “evangelios de la infancia” se propusieron llenar ese vacío. El llamado “evangelio de Tomás” supuestamente contiene un registro de la infancia de Jesús. El niño Jesús, mientras juega, aparece creando del barro pajaritos con vida, y haciendo caer muerto a un chico que “vino corriendo y se estrelló contra su hombro”. A Jesús, como aprendiz de carpintero, se lo presenta estirando las vigas de madera que no alcanzaban la medida como si fueran de goma, y ejerciendo toda una serie de poderes mágicos totalmente inútiles. Nadie puede confundir una cosa así con la verdadera Biblia. De hecho, la Escritura es autoevidente. Cuando se comparan los evangelios con estos libros, se hace claro por qué algunos libros quedaron adentro y otros fuera, sin apelación. La línea es claramente definida y no cabe discusión. Se tuvo mucho cuidado en asegurar que los autores de los libros canónicos hubieran conocido a Jesús personalmente.La señal distintiva de estos hombres era su preocupación de demostrar que el Jesús que verdaderamente hizo estas cosas en el pasado era el mismo Cristo viviente que sigue haciéndolas. En el libro de Hechos de los Apóstoles, cada uno de los sermones termina destacando la realidad de la resurrección. Para el Nuevo Testamento Jesús sobre todo es el Cristo viviente. Por cuanto los evangelistas estaban hablando de este Jesús viviente, dieron una cantidad desproporcionada de espacio a la última semana antes de la crucifixión y resurrección. El interés central de los discípulos, de la cristiandad y su teología, es la muerte y resurrección de Jesús. Los libros que no hicieron de esto su interés central simplemente fueron dejados de lado o deliberadamente excluidos. “Bien podemos creer”, dice el profesor F. F. Bruce, “que aquellos antiguos cristianos actuaron con una sabiduría mayor que la suya propia en este asunto, no sólo por lo que aceptaron, sino por lo que rechazaron”. “Lo que es de destacar especialmente es que el canon del Nuevo Testamento no fue delimitado por el decreto arbitrario de ningún concilio. Cuando por último el concilio eclesiástico —el sínodo de Hipona en el 393— elaboró una lista con los 27 libros del Nuevo Testamento no les confirió con ello ninguna autoridad que no poseyesen hasta entonces, sino simplemente registró su canonicidad establecida previamente”.6 En resumen, el proceso por el cual los libros del Nuevo Testamento llegaron a ser aceptados como inspirados por Dios fue, esencialmente, el mismo que llevó a la aceptación de los del Antiguo. Estos dos libros, la Biblia de los apóstoles y la Biblia que escribieron los apóstoles, unidos llegaron a abarcar lo que los cristianos aceptan como la Palabra escrita de Dios, el principio unificador de la cual es Cristo mismo, quien trae salvación. De ese modo la Biblia, la Palabra inspirada, tiene su origen, autoridad y genuinidad enraizada en Cristo, la Palabra (Verbo) encarnada.

LA Biblia /  Version Reina Valera de 1909

Antiguo Testamento

G�nesis LA BIBLIA Versión Reina-Valera de 1909 �NDICE [ 1 | 2 | 3 | 4 | 5 | 6 | 7 | 8 | 9 | 10 | 11 | 12 | 13 | 14 | 15 | 16 | 17 | 18 | 19 | 20 | 21 | 22 | 23 | 24 | 25 | 26 | 27 | 28 | 29 | 30 | 31 | 32 | 33 | 34 | 35 | 36 | 37 | 38 | 39 | 40 | 41 | 42 | 43 | 44 | 45 | 46 | 47 | 48 | 49 | 50 ] G�nesis 1 EN el principio cri� Dios los cielos y la tierra. Y la tierra estaba desordenada y vac�a, y las tinieblas estaban sobre la haz del abismo, y el Esp�ritu de Dios se mov�a sobre la haz de las aguas. Y dijo Dios: Sea la luz: y fu� la luz. Y vi� Dios que la luz era buena: y apart� Dios la luz de las tinieblas. Y llam� Dios � la luz D�a, y � las tinieblas llam� Noche: y fu� la tarde y la ma�ana un d�a. Y dijo Dios: Haya expansi�n en medio de las aguas, y separe las aguas de las aguas. E hizo Dios la expansi�n, y apart� las aguas que estaban debajo de la expansi�n, de las aguas que estaban sobre la expansi�n: y fu� as�. Y llam� Dios � la expansi�n Cielos: y fu� la tarde y la ma�ana el d�a segundo. Y dijo Dios: J�ntense las aguas que est�n debajo de los cielos en un lugar, y desc�brase la seca: y fu� as�. Y llam� Dios � la seca Tierra, y � la reuni�n de las aguas llam� Mares: y vi� Dios que era bueno. Y dijo Dios: Produzca la tierra hierba verde, hierba que d� simiente; �rbol de fruto que d� fruto seg�n su g�nero, que su simiente est� en �l, sobre la tierra: y fu� as�. Y produjo la tierra hierba verde, hierba que da simiente seg�n su naturaleza, y �rbol que da fruto, cuya simiente est� en �l, seg�n su g�nero: y vi� Dios que era bueno. Y fu� la tarde y la ma�ana el d�a tercero. Y dijo Dios: Sean lumbreras en la expansi�n de los cielos para apartar el d�a y la noche: y sean por se�ales, y para las estaciones, y para d�as y a�os; Y sean por lumbreras en la expansi�n de los cielos para alumbrar sobre la tierra: y fue. E hizo Dios las dos grandes lumbreras; la lumbrera mayor para que se�orease en el d�a, y la lumbrera menor para que se�orease en la noche: hizo tambi�n las estrellas. Y p�solas Dios en la expansi�n de los cielos, para alumbrar sobre la tierra, Y para se�orear en el d�a y en la noche, y para apartar la luz y las tinieblas: y vi� Dios que era bueno. Y fu� la tarde y la ma�ana el d�a cuarto. Y dijo Dios: Produzcan las aguas reptil de �nima viviente, y aves que vuelen sobre la tierra, en la abierta expansi�n de los cielos. Y cri� Dios las grandes ballenas, y toda cosa viva que anda arrastrando, que las aguas produjeron seg�n su g�nero, y toda ave alada seg�n su especie: y vi� Dios que era bueno. Y Dios los bendijo diciendo: Fructificad y multiplicad, y henchid las aguas en los mares, y las aves se multipliquen en la tierra. Y fu� la tarde y la ma�ana el d�a quinto. Y dijo Dios: Produzca la tierra seres vivientes seg�n su g�nero, bestias y serpientes y animales de la tierra seg�n su especie: y fu� as�. E hizo Dios animales de la tierra seg�n su g�nero, y ganado seg�n su g�nero, y todo animal que anda arrastrando sobre la tierra seg�n su especie: y vi� Dios que era bueno. Y dijo Dios: Hagamos al hombre � nuestra imagen, conforme � nuestra semejanza; y se�oree en los peces de la mar, y en las aves de los cielos, y en las bestias, y en toda la tierra, y en todo animal que anda arrastrando sobre la tierra. Y cri� Dios al hombre � su imagen, � imagen de Dios lo cri�; var�n y hembra los cri�. Y los bendijo Dios; y d�joles Dios: Fructificad y multiplicad, y henchid la tierra, y sojuzgadla, y se�oread en los peces de la mar, y en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra. Y dijo Dios: He aqu� que os he dado toda hierba que da simiente, que est� sobre la haz de toda la tierra; y todo �rbol en que hay fruto de �rbol que da simiente, seros ha para comer. Y � toda bestia de la tierra, y � todas las aves de los cielos, y � todo lo que se mueve sobre la tierra, en que hay vida, toda hierba verde les ser� para comer: y fu� as�. Y vi� Dios todo lo que hab�a hecho, y he aqu� que era bueno en gran manera. Y fu� la tarde y la ma�ana el d�a sexto. G�nesis 2 Y FUERON acabados los cielos y la tierra, y todo su ornamento. Y acab� Dios en el d�a s�ptimo su obra que hizo, y repos� el d�a s�ptimo de toda su obra que hab�a hecho. Y bendijo Dios al d�a s�ptimo, y santific�lo, porque en �l repos� de toda su obra que hab�a Dios criado y hecho. Estos son los or�genes de los cielos y de la tierra cuando fueron criados, el d�a que Jehov� Dios hizo la tierra y los cielos, Y toda planta del campo antes que fuese en la tierra, y toda hierba del campo antes que naciese: porque aun no hab�a Jehov� Dios hecho llover sobre la tierra, ni hab�a hombre para que labrase la tierra; Mas sub�a de la tierra un vapor, que regaba toda la faz de la tierra. Form�, pues, Jehov� Dios al hombre del polvo de la tierra, y alent� en su nariz soplo de vida; y fu� el hombre en alma viviente. Y hab�a Jehov� Dios plantado un huerto en Ed�n al oriente, y puso all� al hombre que hab�a formado. Y hab�a Jehov� Dios hecho nacer de la tierra todo �rbol delicioso � la vista, y bueno para comer: tambi�n el �rbol de vida en medio del huerto, y el �rbol de ciencia del bien y del mal. Y sal�a de Ed�n un r�o para regar el huerto, y de all� se repart�a en cuatro ramales. El nombre del uno era Pis�n: �ste es el que cerca toda la tierra de Havilah, donde hay oro: Y el oro de aquella tierra es bueno: hay all� tambi�n bdelio y piedra cornerina. El nombre del segundo r�o es Gih�n: �ste es el que rodea toda la tierra de Etiop�a. Y el nombre del tercer r�o es Hiddekel: �ste es el que va delante de Asiria. Y el cuarto r�o es el Eufrates. Tom�, pues, Jehov� Dios al hombre, y le puso en el huerto de Ed�n, para que lo labrara y lo guardase. Y mand� Jehov� Dios al hombre, diciendo: De todo �rbol del huerto comer�s; Mas del �rbol de ciencia del bien y del mal no comer�s de �l; porque el d�a que de �l comieres, morir�s. Y dijo Jehov� Dios: No es bueno que el hombre est� solo; har�le ayuda id�nea para �l. Form�, pues, Jehov� Dios de la tierra toda bestia del campo, y toda ave de los cielos, y tr�jolas � Adam, para que viese c�mo les hab�a de llamar; y todo lo que Adam llam� � los animales vivientes, ese es su nombre. Y puso Adam nombres � toda bestia y ave de los cielos y � todo animal del campo: mas para Adam no hall� ayuda que estuviese id�nea para �l. Y Jehov� Dios hizo caer sue�o sobre Adam, y se qued� dormido: entonces tom� una de sus costillas, y cerr� la carne en su lugar; Y de la costilla que Jehov� Dios tom� del hombre, hizo una mujer, y tr�jola al hombre. Y dijo Adam: Esto es ahora hueso de mis huesos, y carne de mi carne: �sta ser� llamada Varona, porque del var�n fu� tomada. Por tanto, dejar� el hombre � su padre y � su madre, y allegarse ha � su mujer, y ser�n una sola carne. Y estaban ambos desnudos, Adam y su mujer, y no se avergonzaban. G�nesis 3 EMPERO la serpiente era astuta, m�s que todos los animales del campo que Jehov� Dios hab�a hecho; la cual dijo � la mujer: �Conque Dios os ha dicho: No com�is de todo �rbol del huerto? Y la mujer respondi� � la serpiente: Del fruto de los �rboles del huerto comemos; Mas del fruto del �rbol que est� en medio del huerto dijo Dios: No comer�is de �l, ni le tocar�is, porque no mur�is. Entonces la serpiente dijo � la mujer: No morir�is; Mas sabe Dios que el d�a que comiereis de �l, ser�n abiertos vuestros ojos, y ser�is como dioses sabiendo el bien y el mal. Y vi� la mujer que el �rbol era bueno para comer, y que era agradable � los ojos, y �rbol codiciable para alcanzar la sabidur�a; y tom� de su fruto, y comi�; y di� tambi�n � su marido, el cual comi� as� como ella. Y fueron abiertos los ojos de entrambos, y conocieron que estaban desnudos: entonces cosieron hojas de higuera, y se hicieron delantales. Y oyeron la voz de Jehov� Dios que se paseaba en el huerto al aire del d�a: y escondi�se el hombre y su mujer de la presencia de Jehov� Dios entre los �rboles del huerto. Y llam� Jehov� Dios al hombre, y le dijo: �D�nde est�s t�? Y �l respondi�: O� tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque estaba desnudo; y escond�me. Y d�jole: �Qui�n te ense�� que estabas desnudo? �Has comido del �rbol de que yo te mand� no comieses? Y el hombre respondi�: La mujer que me diste por compa�era me di� del �rbol, y yo com�. Entonces Jehov� Dios dijo � la mujer: �Qu� es lo que has hecho? Y dijo la mujer: La serpiente me enga��, y com�. Y Jehov� Dios dijo � la serpiente: Por cuanto esto hiciste, maldita ser�s entre todas las bestias y entre todos los animales del campo; sobre tu pecho andar�s, y polvo comer�s todos los d�as de tu vida: Y enemistad pondr� entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; �sta te herir� en la cabeza, y t� le herir�s en el calca�ar. A la mujer dijo: Multiplicar� en gran manera tus dolores y tus pre�eces; con dolor parir�s los hijos; y � tu marido ser� tu deseo, y �l se ense�orear� de ti. Y al hombre dijo: Por cuanto obedeciste � la voz de tu mujer, y comiste del �rbol de que te mand� diciendo, No comer�s de �l; maldita ser� la tierra por amor de ti; con dolor comer�s de ella todos los d�as de tu vida; Espinos y cardos te producir�, y comer�s hierba del campo; En el sudor de tu rostro comer�s el pan hasta que vuelvas � la tierra; porque de ella fuiste tomado: pues polvo eres, y al polvo ser�s tornado. Y llam� el hombre el nombre de su mujer, Eva; por cuanto ella era madre de todos lo vivientes. Y Jehov� Dios hizo al hombre y � su mujer t�nicas de pieles, y visti�los. Y dijo Jehov� Dios: He aqu� el hombre es como uno de Nos sabiendo el bien y el mal: ahora, pues, porque no alargue su mano, y tome tambi�n del �rbol de la vida, y coma, y viva para siempre: Y sac�lo Jehov� del huerto de Ed�n, para que labrase la tierra de que fu� tomado. Ech�, pues, fuera al hombre, y puso al oriente del huerto de Ed�n querubines, y una espada encendida que se revolv�a � todos lados, para guardar el camino del �rbol de la vida. G�nesis 4 Y CONOCIO Adam � su mujer Eva, la cual concibi� y pari� � Ca�n, y dijo: Adquirido he var�n por Jehov�. Y despu�s pari� � su hermano Abel. Y fu� Abel pastor de ovejas, y Ca�n fu� labrador de la tierra. Y aconteci� andando el tiempo, que Ca�n trajo del fruto de la tierra una ofrenda � Jehov�. Y Abel trajo tambi�n de los primog�nitos de sus ovejas, y de su grosura. Y mir� Jehov� con agrado � Abel y � su ofrenda; Mas no mir� propicio � Ca�n y � la ofrenda suya. Y ensa��se Ca�n en gran manera, y decay� su semblante. Entonces Jehov� dijo � Ca�n: �Por qu� te has ensa�ado, y por qu� se ha inmutado tu rostro? Si bien hicieres, �no ser�s ensalzado? y si no hicieres bien, el pecado est� � la puerta: con todo esto, � ti ser� su deseo, y t� te ense�orear�s de �l. Y habl� Ca�n � su hermano Abel: y aconteci� que estando ellos en el campo, Ca�n se levant� contra su hermano Abel, y le mat�. Y Jehov� dijo � Ca�n: �D�nde est� Abel tu hermano? Y �l respondi�: No s�; �soy yo guarda de mi hermano? Y �l le dijo: �Qu� has hecho? La voz de la sangre de tu hermano clama � m� desde la tierra. Ahora pues, maldito seas t� de la tierra que abri� su boca para recibir la sangre de tu hermano de tu mano: Cuando labrares la tierra, no te volver� � dar su fuerza: errante y extranjero ser�s en la tierra. Y dijo Ca�n � Jehov�: Grande es mi iniquidad para ser perdonada. He aqu� me echas hoy de la faz de la tierra, y de tu presencia me esconder�; y ser� errante y extranjero en la tierra; y suceder� que cualquiera que me hallare, me matar�. Y respondi�le Jehov�: Cierto que cualquiera que matare � Ca�n, siete veces ser� castigado. Entonces Jehov� puso se�al en Ca�n, para que no lo hiriese cualquiera que le hallara. Y sali� Ca�n de delante de Jehov�, y habit� en tierra de Nod, al oriente de Ed�n. Y conoci� Ca�n � su mujer, la cual concibi� y pari� � Henoch: y edific� una ciudad, y llam� el nombre de la ciudad del nombre de su hijo, Henoch. Y � Henoch naci� Irad, � Irad engendr� � Mehujael, y Mehujael engendr� � Methusael, y Methusael engendr� � Lamech. Y tom� para s� Lamech dos mujeres; el nombre de la una fu� Ada, y el nombre de la otra Zilla. Y Ada pari� � Jabal, el cual fu� padre de los que habitan en tiendas, y cr�an ganados. Y el nombre de su hermano fu� Jubal, el cual fu� padre de todos los que manejan arpa y �rgano. Y Zilla tambi�n pari� � Tubal-Ca�n, acicalador de toda obra de metal y de hierro: y la hermana de Tubal-Ca�n fu� Naama. Y dijo Lamech � sus mujeres: Ada y Zilla, oid mi voz; Mujeres de Lamech, escuchad mi dicho: Que var�n matar� por mi herida, Y mancebo por mi golpe: Si siete veces ser� vengado Ca�n, Lamech en verdad setenta veces siete lo ser�. Y conoci� de nuevo Adam � su mujer, la cual pari� un hijo, y llam� su nombre Seth: Porque Dios (dijo ella) me ha sustitu�do otra simiente en lugar de Abel, � quien mat� Ca�n. Y � Seth tambi�n le naci� un hijo, y llam� su nombre En�s. Entonces los hombres comenzaron � llamarse del nombre de Jehov�. G�nesis 5 ESTE es el libro de las generaciones de Adam. El d�a en que cri� Dios al hombre, � la semejanza de Dios lo hizo; Var�n y hembra los cri�; y los bendijo, y llam� el nombre de ellos Adam, el d�a en que fueron criados. Y vivi� Adam ciento y treinta a�os, y engendr� un hijo � su semejanza, conforme � su imagen, y llam� su nombre Seth. Y fueron los d�as de Adam, despu�s que engendr� � Seth, ochocientos a�os: y engendr� hijos � hijas. Y fueron todos los d�as que vivi� Adam novecientos y treinta a�os, y muri�. Y vivi� Seth ciento y cinco a�os, y engendr� � En�s. Y vivi� Seth, despu�s que engendr� � En�s, ochocientos y siete a�os: y engendr� hijos � hijas. Y fueron todos los d�as de Seth novecientos y doce a�os; y muri�. Y vivi� En�s noventa a�os, y engendr� � Cain�n. Y vivi� En�s despu�s que engendr� � Cain�n, ochocientos y quince a�os: y engendr� hijos � hijas. Y fueron todos los d�as de En�s novecientos y cinco a�os; y muri�. Y vivi� Cain�n setenta a�os, y engendr� � Mahalaleel. Y vivi� Cain�n, despu�s que engendr� � Mahalaleel, ochocientos y cuarenta a�os: y engendr� hijos � hijas. Y fueron todos los d�as de Cain�n novecientos y diez a�os; y muri�. Y vivi� Mahalaleel sesenta y cinco a�os, y engendr� � Jared. Y vivi� Mahalaleel, despu�s que engendr� � Jared, ochocientos y treinta a�os: y engendr� hijos � hijas. Y fueron todos los d�as de Mahalaleel ochocientos noventa y cinco a�os; y muri�. Y vivi� Jared ciento sesenta y dos a�os, y engendr� � Henoch. Y vivi� Jared, despu�s que engendr� � Henoch, ochocientos a�os: y engendr� hijos � hijas. Y fueron todos los d�as de Jared novecientos sesenta y dos a�os; y muri�. Y vivi� Henoch sesenta y cinco a�os, y engendr� � Mathusalam. Y camin� Henoch con Dios, despu�s que engendr� � Mathusalam, trescientos a�os: y engendr� hijos � hijas. Y fueron todos los d�as de Henoch trescientos sesenta y cinco a�os. Camin�, pues, Henoch con Dios, y desapareci�, porque le llev� Dios. Y vivi� Mathusalam ciento ochenta y siete a�os, y engendr� � Lamech. Y vivi� Mathusalam, despu�s que engendr� � Lamech, setecientos ochenta y dos a�os: y engendr� hijos � hijas. Fueron, pues, todos los d�as de Mathusalam, novecientos sesenta y nueve a�os; y muri�. Y vivi� Lamech ciento ochenta y dos a�os, y engendr� un hijo: Y llam� su nombre No�, diciendo: Este nos aliviar� de nuestras obras, y del tabajo de nuestras manos, � causa de la tierra que Jehov� maldijo. Y vivi� Lamech, despu�s que engendr� � No�, quinientos noventa y cinco a�os: y engendr� hijos � hijas. Y fueron todos los d�as de Lamech setecientos setenta y siete a�os; y muri�. Y siendo No� de quinientos a�os, engendr� � Sem, Ch�m, y � Japhet. G�nesis 6 Y ACAECIO que, cuando comenzaron los hombres � multiplicarse sobre la faz de la tierra, y les nacieron hijas, Viendo los hijos de Dios que las hijas de los hombres eran hermosas, tom�ronse mujeres, escogiendo entre todas. Y dijo Jehov�: No contender� mi esp�ritu con el hombre para siempre, porque ciertamente �l es carne: mas ser�n sus d�as ciento y veinte a�os. Hab�a gigantes en la tierra en aquellos d�as, y tambi�n despu�s que entraron los hijos de Dios � las hijas de los hombres, y les engendraron hijos: �stos fueron los valientes que desde la antig�edad fueron varones de nombre. Y vi� Jehov� que la malicia de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del coraz�n de ellos era de continuo solamente el mal. Y arrepinti�se Jehov� de haber hecho hombre en la tierra, y pes�le en su coraz�n. Y dijo Jehov�: Raer� los hombres que he criado de sobre la faz de la tierra, desde el hombre hasta la bestia, y hasta el reptil y las aves del cielo: porque me arrepiento de haberlos hecho. Empero No� hall� gracia en los ojos de Jehov�. Estas son las generaciones de No�: No�, var�n justo, perfecto fu� en sus generaciones; con Dios camin� No�. Y engendr� No� tres hijos: � Sem, � Ch�m, y � Japhet. Y corrompi�se la tierra delante de Dios, y estaba la tierra llena de violencia. Y mir� Dios la tierra, y he aqu� que estaba corrompida; porque toda carne hab�a corrompido su camino sobre la tierra. Y dijo Dios � No�: El fin de toda carne ha venido delante de m�; porque la tierra est� llena de violencia � causa de ellos; y he aqu� que yo los destruir� con la tierra. Hazte un arca de madera de Gopher: har�s aposentos en el arca y la embetunar�s con brea por dentro y por fuera. Y de esta manera la har�s: de trescientos codos la longitud del arca, de cincuenta codos su anchura, y de treinta codos su altura. Una ventana har�s al arca, y la acabar�s � un codo de elevaci�n por la parte de arriba: y pondr�s la puerta del arca � su lado; y le har�s piso bajo, segundo y tercero. Y yo, he aqu� que yo traigo un diluvio de aguas sobre la tierra, para destruir toda carne en que haya esp�ritu de vida debajo del cielo; todo lo que hay en la tierra morir�. Mas establecer� mi pacto contigo, y entrar�s en el arca t�, y tus hijos y tu mujer, y las mujeres de tus hijos contigo. Y de todo lo que vive, de toda carne, dos de cada especie meter�s en el arca, para que tengan vida contigo; macho y hembra ser�n. De las aves seg�n su especie, y de las bestias seg�n su especie, de todo reptil de la tierra seg�n su especie, dos de cada especie entrar�n contigo para que hayan vida. Y toma contigo de toda vianda que se come, y all�gala � ti; servir� de alimento para ti y para ellos. E h�zolo as� No�; hizo conforme � todo lo que Dios le mand�. G�nesis 7 Y JEHOVA dijo � No�: Entra t� y toda tu casa en el arca porque � ti he visto justo delante de m� en esta generaci�n. De todo animal limpio te tomar�s de siete en siete, macho y su hembra; mas de los animales que no son limpios, dos, macho y su hembra. Tambi�n de las aves de los cielos de siete en siete, macho y hembra; para guardar en vida la casta sobre la faz de toda la tierra. Porque pasados a�n siete d�as, yo har� llover sobre la tierra cuarenta d�as y cuarenta noches; y raer� toda sustancia que hice de sobre la faz de la tierra. E hizo No� conforme � todo lo que le mand� Jehov�. Y siendo No� de seiscientos a�os, el diluvio de las aguas fu� sobre la tierra. Y vino No�, y sus hijos, y su mujer, y las mujeres de sus hijos con �l al arca, por las aguas del diluvio. De los animales limpios, y de los animales que no eran limpios, y de las aves, y de todo lo que anda arrastrando sobre la tierra, De dos en dos entraron � No� en el arca: macho y hembra, como mand� Dios � No�. Y sucedi� que al s�ptimo d�a las aguas del diluvio fueron sobre la tierra. El a�o seiscientos de la vida de No�, en el mes segundo � diecisiete d�as del mes, aquel d�a fueron rotas todas las fuentes del grande abismo, y las cataratas de los cielos fueron abiertas; Y hubo lluvia sobre la tierra cuarenta d�as y cuarenta noches. En este mismo d�a entr� No�, y Sem, y Ch�m y Japhet, hijos de No�, la mujer de No�, y las tres mujeres de sus hijos con �l en el arca; Ellos y todos los animales silvestres seg�n sus especies, y todos los animales mansos seg�n sus especies, y todo reptil que anda arrastrando sobre la tierra seg�n su especie, y toda ave seg�n su especie, todo p�jaro, toda especie de vol�til. Y vinieron � No� al arca, de dos en dos de toda carne en que hab�a esp�ritu de vida. Y los que vinieron, macho y hembra de toda carne vinieron, como le hab�a mandado Dios: y Jehov� le cerr� la puerta Y fu� el diluvio cuarenta d�as sobre la tierra; y las aguas crecieron, y alzaron el arca, y se elev� sobre la tierra. Y prevalecieron las aguas, y crecieron en gran manera sobre la tierra; y andaba el arca sobre la faz de las aguas. Y las aguas prevalecieron mucho en extremo sobre la tierra; y todos los montes altos que hab�a debajo de todos los cielos, fueron cubiertos. Quince codos en alto prevalecieron las aguas; y fueron cubiertos los montes. Y muri� toda carne que se mueve sobre la tierra, as� de aves como de ganados, y de bestias, y de todo reptil que anda arrastrando sobre la tierra, y todo hombre: Todo lo que ten�a aliento de esp�ritu de vida en sus narices, de todo lo que hab�a en la tierra, muri�. As� fu� destru�da toda sustancia que viv�a sobre la faz de la tierra, desde el hombre hasta la bestia, y los reptiles, y las aves del cielo; y fueron ra�dos de la tierra; y qued� solamente No�, y lo que con �l estaba en el arca. Y prevalecieron las aguas sobre la tierra ciento y cincuenta d�as. G�nesis 8 Y ACORDOSE Dios de No�, y de todos los animales, y de todas las bestias que estaban con �l en el arca; � hizo pasar Dios un viento sobre la tierra, y disminuyeron las aguas. Y se cerraron las fuentes del abismo, y las cataratas de los cielos; y la lluvia de los cielos fu� detenida. Y torn�ronse las aguas de sobre la tierra, yendo y volviendo: y decrecieron las aguas al cabo de ciento y cincuenta d�as. Y repos� el arca en el mes s�ptimo, � dicisiete d�as del mes, sobre los montes de Armenia. Y las aguas fueron decreciendo hasta el mes d�cimo: en el d�cimo, al primero del mes, se descubrieron las cimas de los montes. Y sucedi� que, al cabo de cuarenta d�as, abri� No� la ventana del arca que hab�a hecho, Y envi� al cuervo, el cual sali�, y estuvo yendo y tornando hasta que las aguas se secaron de sobre la tierra. Envi� tambi�n de s� � la paloma, para ver si las aguas se hab�an retirado de sobre la faz de la tierra; Y no hall� la paloma donde sentar la planta de su pie, y volvi�se � �l al arca, porque las aguas estaban a�n sobre la faz de toda la tierra: entonces �l extendi� su mano y cogi�ndola, h�zola entrar consigo en el arca. Y esper� a�n otros siete d�as, y volvi� � enviar la paloma fuera del arca. Y la paloma volvi� � �l � la hora de la tarde: y he aqu� que tra�a una hoja de oliva tomada en su pico: y entendi� No� que las aguas se hab�an retirado de sobre la tierra. Y esper� a�n otros siete d�as, y envi� la paloma, la cual no volvi� ya m�s � �l. Y sucedi� que en el a�o seiscientos y uno de No�, en el mes primero, al primero del mes, las aguas se enjugaron de sobre la tierra y quit� No� la cubierta del arca, y mir�, y he aqu� que la faz de la tierra estaba enjuta. Y en el mes segundo, � los veintisiete d�as del mes, se sec� la tierra. Y habl� Dios � No� diciendo: Sal del arca t�, y tu mujer, y tus hijos, y las mujeres de tus hijos contigo. Todos los animales que est�n contigo de toda carne, de aves y de bestias y de todo reptil que anda arrastrando sobre la tierra, sacar�s contigo; y vayan por la tierra, y fructifiquen, y multipl�quense sobre la tierra. Entonces sali� No�, y sus hijos, y su mujer, y las mujeres de sus hijos con �l. Todos los animales, y todo reptil y toda ave, todo lo que se mueve sobre la tierra seg�n sus especies, salieron del arca. Y edific� No� un altar � Jehov� y tom� de todo animal limpio y de toda ave limpia, y ofreci� holocausto en el altar. Y percibi� Jehov� olor de suavidad; y dijo Jehov� en su coraz�n: No tornar� m�s � maldecir la tierra por causa del hombre; porque el intento del coraz�n del hombre es malo desde su juventud: ni volver� m�s � destruir todo viviente, como he hecho. Todav�a ser�n todos los tiempos de la tierra; la sementera y la siega, y el fr�o y calor, verano � invierno, y d�a y noche, no cesar�n. G�nesis 9 Y BENDIJO Dios � No� y � sus hijos, y d�joles: Fructificad, y multiplicad, y henchid la tierra: Y vuestro temor y vuestro pavor ser� sobre todo animal de la tierra, y sobre toda ave de los cielos, en todo lo que se mover� en la tierra, y en todos los peces del mar: en vuestra mano son entregados. Todo lo que se mueve y vive, os ser� para mantenimiento: as� como las legumbres y hierbas, os lo he dado todo. Empero carne con su vida, que es su sangre, no comer�is. Porque ciertamente demandar� la sangre de vuestras vidas; de mano de todo animal la demandar�, y de mano del hombre; de mano del var�n su hermano demandar� la vida del hombre. El que derramare sangre del hombre, por el hombre su sangre ser� derramada; porque � imagen de Dios es hecho el hombre. Mas vosotros fructificad, y multiplicaos; procread abundantemente en la tierra, y multiplicaos en ella. Y habl� Dios � No� y � sus hijos con �l, diciendo: Yo, he aqu� que yo establezco mi pacto con vosotros, y con vuestra simiente despu�s de vosotros; Y con toda alma viviente que est� con vosotros, de aves, de animales, y de toda bestia de la tierra que est� con vosotros; desde todos los que salieron del arca hasta todo animal de la tierra. Establecer� mi pacto con vosotros, y no fenecer� ya m�s toda carne con aguas de diluvio; ni habr� m�s diluvio para destruir la tierra. Y dijo Dios: Esta ser� la se�al del pacto que yo establezco entre m� y vosotros y toda alma viviente que est� con vosotros, por siglos perpetuos: Mi arco pondr� en las nubes, el cual ser� por se�al de convenio entre m� y la tierra. Y ser� que cuando har� venir nubes sobre la tierra, se dejar� ver entonces mi arco en las nubes. Y acordarme he del pacto m�o, que hay entre m� y vosotros y toda alma viviente de toda carne; y no ser�n m�s las aguas por diluvio para destruir toda carne. Y estar� el arco en las nubes, y verlo he para acordarme del pacto perpetuo entre Dios y toda alma viviente, con toda carne que hay sobre la tierra. Dijo, pues, Dios � No�: Esta ser� la se�al del pacto que he establecido entre m� y toda carne que est� sobre la tierra. Y los hijos de No� que salieron del arca fueron Sem, Ch�m y Japhet: y Ch�m es el padre de Cana�n. Estos tres son los hijos de No�; y de ellos fu� llena toda la tierra. Y comenz� No� � labrar la tierra, y plant� una vi�a: Y bebi� del vino, y se embriag�, y estaba descubierto en medio de su tienda. Y Ch�m, padre de Cana�n, vi� la desnudez de su padre, y d�jolo � sus dos hermanos � la parte de afuera. Entonces Sem y Japhet tomaron la ropa, y la pusieron sobre sus propios hombros, y andando hacia atr�s, cubrieron la desnudez de su padre teniendo vueltos sus rostros, y as� no vieron la desnudez de su padre. Y despert� No� de su vino, y supo lo que hab�a hecho con �l su hijo el m�s joven; Y dijo: Maldito sea Cana�n; Siervo de siervos ser� � sus hermanos. Dijo m�s: Bendito Jehov� el Dios de Sem, Y s�ale Cana�n siervo. Engrandezca Dios � Japhet, Y habite en las tiendas de Sem, Y s�ale Cana�n siervo. Y vivi� No� despu�s del diluvio trescientos y cincuenta a�os. Y fueron todos los d�as de No� novecientos y cincuenta a�os; y muri�. G�nesis 10 ESTAS son las generaciones de los hijos de No�: Sem, Ch�m y Japhet, � los cuales nacieron hijos despu�s del diluvio. Los hijos de Japhet: Gomer, y Magog, y Madai, y Jav�n, y Tubal, y Meshech, y Tiras. Y los hijos de Gomer: Ashkenaz, y Riphat, y Togorma. Y los hijos de Jav�n: Elisa, y Tarsis, Kittim, y Dodanim. Por �stos fueron repartidas las islas de las gentes en sus tierras, cada cual seg�n su lengua, conforme � sus familias en sus naciones. Los hijos de Ch�m: Cush, y Mizraim, y Phut, y Cana�n. Y los hijos de Cush: Seba, Havila, y Sabta, y Raama, y Sabtecha. Y los hijos de Raama: Sheba y Ded�n. Y Cush engendr� � Nimrod, �ste comenz� � ser poderoso en la tierra. Este fu� vigoroso cazador delante de Jehov�; por lo cual se dice: As� como Nimrod, vigoroso cazador delante de Jehov�. Y fu� la cabecera de su reino Babel, y Erech, y Accad, y Calneh, en la tierra de Shinar. De aquesta tierra sali� Assur, y edific� � N�nive, y � Rehoboth, y � Calah, Y � Ressen entre N�nive y Calah; la cual es ciudad grande. Y Mizraim engendr� � Ludim, y � Anamim, y � Lehabim, y � Naphtuhim, Y � Pathrusim, y � Casluim de donde salieron los Filisteos, y � Caphtorim. Y Cana�n engendr� � Sid�n, su primog�nito y � Heth, Y al Jebuseo, y al Amorrheo, y al Gergeseo, Y al Heveo, y al Araceo, y al Sineo, Y al Aradio, y al Samareo, y al Amatheo: y despu�s se derramaron las familias de los Cananeos. Y fu� el t�rmino de los Cananeos desde Sid�n, viniendo � Gerar hasta Gaza, hasta entrar en Sodoma y Gomorra, Adma, y Zeboim hasta Lasa. Estos son los hijos de Ch�m por sus familias, por sus lenguas, en sus tierras, en sus naciones. Tambi�n le nacieron hijos � Sem, padre de todos los hijos de Heber, y hermano mayor de Japhet. Y los hijos de Sem: Elam, y Assur, y Arphaxad, y Lud, y Aram. Y los hijos de Aram: Uz, y Hul, y Gether, y Mas. Y Arphaxad engendr� � Sala, y Sala engendr� � Heber. Y � Heber nacieron dos hijos: el nombre de uno fu� Peleg, porque en sus d�as fu� repartida la tierra; y el nombre de su hermano, Joct�n. Y Joct�n engendr� � Almodad, y � Sheleph, y Hazarmaveth, y � Jera, Y � Hadoram, y � Uzal, y � Dicla, Y � Obal, y � Abimael, y � Seba, Y � Ophir, y � Havila, y � Jobad: todos estos fueron hijos de Joct�n. Y fu� su habitaci�n desde Mesa viniendo de Sephar, monte � la parte del oriente. Estos fueron los hijos de Sem por sus familias, por sus lenguas, en sus tierras, en sus naciones. Estas son las familias de No� por sus descendencias, en sus naciones; y de �stos fueron divididas las gentes en la tierra despu�s del diluvio. G�nesis 11 ERA entonces toda la tierra de una lengua y unas mismas palabras. Y aconteci� que, como se partieron de oriente, hallaron una vega en la tierra de Shinar, y asentaron all�. Y dijeron los unos � los otros: Vaya, hagamos ladrillo y coz�moslo con fuego. Y fu�les el ladrillo en lugar de piedra, y el bet�n en lugar de mezcla. Y dijeron: Vamos, edifiqu�monos una ciudad y una torre, cuya c�spide llegue al cielo; y hag�monos un nombre, por si fu�remos esparcidos sobre la faz de toda la tierra. Y descendi� Jehov� para ver la ciudad y la torre que edificaban los hijos de los hombres. Y dijo Jehov�: He aqu� el pueblo es uno, y todos �stos tienen un lenguaje: y han comenzado � obrar, y nada les retraer� ahora de lo que han pensando hacer. Ahora pues, descendamos, y confundamos all� sus lenguas, para que ninguno entienda el habla de su compa�ero. As� los esparci� Jehov� desde all� sobre la faz de toda la tierra, y dejaron de edificar la ciudad. Por esto fu� llamado el nombre de ella Babel, porque all� confudi� Jehov� el lenguaje de toda la tierra, y desde all� los esparci� sobre la faz de toda la tierra. Estas son las generaciones de Sem: Sem, de edad de cien a�os, engendr� � Arphaxad, dos a�os despu�s del diluvio. Y vivi� Sem, despu�s que engendr� � Arphaxad quinientos a�os, y engendr� hijos � hijas. Y Arphaxad vivi� treinta y cinco a�os, y engendr� � Sala. Y vivi� Arphaxad, despu�s que engendr� � Sala, cuatrocientos y tres a�os, y engendr� hijos � hijas. Y vivi� Sala treinta a�os, y engendr� � Heber. Y vivi� Sala, despu�s que engendr� � Heber, cuatrocientos y tres a�os, y engendr� hijos � hijas. Y vivi� Heber treinta y cuatro a�os, y engendr� � Peleg. Y vivi� Heber, despu�s que engendr� � Peleg, cuatrocientos y treinta a�os, y engendr� hijos � hijas. Y vivi� Peleg, treinta a�os, y engendr� � Reu. Y vivi� Peleg, despu�s que engendr� � Reu, doscientos y nueve a�os, y engendr� hijos � hijas. Y Reu vivi� treinta y dos a�os, y engendr� � Serug. Y vivi� Reu, despu�s que engendr� � Serug, doscientos y siete a�os, y engendr� hijos � hijas. Y vivi� Serug treinta a�os, y engendr� � Nach�r. Y vivi� Serug, despu�s que engendr� � Nach�r, doscientos a�os, y engendr� hijos � hijas. Y vivi� Nach�r veintinueve a�os, y engendr� � Thare. Y vivi� Nach�r, despu�s que engendr� � Thare, ciento diecinueve a�os, y engendr� hijos � hijas. Y vivi� Thare setenta a�os, y engendr� � Abram, y � Nach�r, y � Har�n. Estas son las generaciones de Thare: Thare engendr� � Abram, y � Nach�r, y � Har�n; y Har�n engendr� � Lot. Y muri� Har�n antes que su padre Thare en la tierra de su naturaleza, en Ur de los Caldeos. Y tomaron Abram y Nach�r para s� mujeres: el nombre de la mujer de Abram fu� Sarai, y el nombre de la mujer de Nach�r, Milca, hija de Har�n, padre de Milca y de Isca. Mas Sarai fu� esteril, y no ten�a hijo. Y tom� Thare � Abram su hijo, y � Lot hijo de Har�n, hijo de su hijo, y � Sarai su nuera, mujer de Abram su hijo: y sali� con ellos de Ur de los Caldeos, para ir � la tierra de Cana�n: y vinieron hasta Har�n, y asentaron all�. Y fueron los d�as de Thare doscientos y cinco a�os; y muri� Thare en Har�n. G�nesis 12 EMPERO Jehov� hab�a dicho � Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, � la tierra que te mostrar�; Y har� de ti una naci�n grande, y bendecirte he, y engrandecer� tu nombre, y ser�s bendici�n: Y bendecir� � los que te bendijeren, y � los que te maldijeren maldecir�: y ser�n benditas en ti todas las familias de la tierra. Y fu�se Abram, como Jehov� le dijo; y fu� con �l Lot: y era Abram de edad de setenta y cinco a�os cuando sali� de Har�n. Y tom� Abram � Sarai su mujer, y � Lot hijo de su hermano, y toda su hacienda que hab�an ganado, y las almas que hab�an adquirido en Har�n, y salieron para ir � tierra de Cana�n; y � tierra de Cana�n llegaron. Y pas� Abram por aquella tierra hasta el lugar de Sich�m, hasta el valle de Moreh: y el Cananeo estaba entonces en la tierra. Y apareci� Jehov� � Abram, y le dijo: A tu simiente dar� esta tierra. Y edific� all� un altar � Jehov�, que le hab�a aparecido. Y pas�se de all� � un monte al oriente de Bethel, y tendi� su tienda, teniendo � Bethel al occidente y Hai al oriente: y edific� all� altar � Jehov� � invoc� el nombre de Jehov�. Y movi� Abram de all�, caminando y yendo hacia el Mediod�a. Y hubo hambre en la tierra, y descendi� Abram � Egipto para peregrinar all�; porque era grande el hambre en la tierra. Y aconteci� que cuando estaba para entrar en Egipto, dijo � Sarai su mujer: He aqu�, ahora conozco que eres mujer hermosa de vista; Y ser� que cuando te habr�n visto los Egipcios, dir�n: Su mujer es: y me matar�n � m�, y � ti te reservar�n la vida. Ahora pues, di que eres mi hermana, para que yo haya bien por causa tuya, y viva mi alma por amor de ti. Y aconteci� que, como entr� Abram en Egipto, los Egipcios vieron la mujer que era hermosa en gran manera. Vi�ronla tambi�n los pr�ncipes de Fara�n, y se la alabaron; y fu� llevada la mujer � casa de Fara�n: E hizo bien � Abram por causa de ella; y tuvo ovejas, y vacas, y asnos, y siervos, y criadas, y asnas y camellos. Mas Jehov� hiri� � Fara�n y � su casa con grandes plagas, por causa de Sarai mujer de Abram. Entonces Fara�n llam� � Abram y le dijo: �Qu� es esto que has hecho conmigo? �Por qu� no me declaraste que era tu mujer? �Por qu� dijiste: Es mi hermana? poni�ndome en ocasi�n de tomarla para m� por mujer? Ahora pues, he aqu� tu mujer, t�mala y vete. Entonces Fara�n di� orden � sus gentes acerca de Abram; y le acompa�aron, y � su mujer con todo lo que ten�a. G�nesis 13 SUBIO, pues, Abram de Egipto hacia el Mediod�a, �l y su mujer, con todo lo que ten�a, y con �l Lot. Y Abram era riqu�simo en ganado, en plata y oro. Y volvi� por sus jornadas de la parte del Mediod�a hacia Bethel, hasta el lugar donde hab�a estado antes su tienda entre Bethel y Hai; Al lugar del altar que hab�a hecho all� antes: � invoc� all� Abram el nombre de Jehov�. Y asimismo Lot, que andaba con Abram, ten�a ovejas, y vacas, y tiendas. Y la tierra no pod�a darles para que habitasen juntos: porque su hacienda era mucha, y no pod�an morar en un mismo lugar. Y hubo contienda entre los pastores del ganado de Abram y los pastores del ganado de Lot: y el Cananeo y el Pherezeo habitaban entonces en la tierra. Entonces Abram dijo � Lot: No haya ahora altercado entre m� y ti, entre mis pastores y los tuyos, porque somos hermanos. �No est� toda la tierra delante de ti? Yo te ruego que te apartes de m�. Si fueres � la mano izquierda, yo ir� � la derecha: y si t� � la derecha, yo ir� � la izquierda. Y alz� Lot sus ojos, y vi� toda la llanura del Jord�n, que toda ella era de riego, antes que destruyese Jehov� � Sodoma y � Gomorra, como el huerto de Jehov�, como la tierra de Egipto entrando en Zoar. Entonces Lot escogi� para s� toda la llanura del Jord�n: y parti�se Lot de Oriente, y apart�ronse el uno del otro. Abram asent� en la tierra de Cana�n, y Lot asent� en las ciudades de la llanura, y fu� poniendo sus tiendas hasta Sodoma. Mas los hombres de Sodoma eran malos y pecadores para con Jehov� en gran manera. Y Jehov� dijo � Abram, despu�s que Lot se apart� de �l: Alza ahora tus ojos, y mira desde el lugar donde est�s hacia el Aquil�n, y al Mediod�a, y al Oriente y al Occidente; Porque toda la tierra que ves, la dar� � ti y � tu simiente para siempre. Y har� tu simiente como el polvo de la tierra: que si alguno podr� contar el polvo de la tierra, tambi�n tu simiente ser� contada. Lev�ntate, ve por la tierra � lo largo de ella y � su ancho; porque � ti la tengo de dar. Abram, pues, removiendo su tienda, vino y mor� en el alcornocal de Mamre, que es en Hebr�n, y edific� all� altar � Jehov�. G�nesis 14 Y ACONTECIO en los d�as de Amraphel, rey de Shinar, Arioch, rey de Elazar, Ch�dorlaomer, rey de El�, y Tidal, rey de naciones, Que �stos hicieron guerra contra Bera, rey de Sodoma, y contra Birsha, rey de Gomorra, y contra Shinab, rey de Adma, y contra Shemeber, rey de Zeboim, y contra el rey de Bela, la cual es Zoar. Todos estos se juntaron en el valle de Siddim, que es el mar salado. Doce a�os hab�an servido � Ch�dorlaomer, y al d�cimotercio a�o se rebelaron. Y en el a�o d�cimocuarto vino Ch�dorlaomer, y los reyes que estaban de su parte, y derrotaron � los Raphaitas en Ashteroth-carnaim, � los Zuzitas en Ham, y � los Emitas en Shave-Kiriataim. Y � los Horeos en el monte de Seir, hasta la llanura de Par�n, que est� junto al desierto. Y volvieron y vinieron � Emmisphat, que es Cades, y devastaron todas las haciendas de los Amalacitas, y tambi�n al Amorrheo, que habitaba en Hazez�n-tamar. Y sali� el rey de Sodoma, y el rey de Gomorra, y el rey de Adma, y el rey de Zeboim, y el rey de Bela, que es Zoar, y ordenaron contra ellos batalla en el valle de Siddim; Es � saber, contra Ch�dorlaomer, rey de Elam, y Tidal, rey de naciones, y Amraphel, rey de Shinar, y Arioch, rey de Elasar; cuatro reyes contra cinco. Y el valle de Siddim estaba lleno de pozos de bet�n: y huyeron el rey de Sodoma y el de Gomorra, y cayeron all�; y los dem�s huyeron al monte. Y tomaron toda la riqueza de Sodoma y de Gomorra, y todas sus vituallas, y se fueron. Tomaron tambi�n � Lot, hijo del hermano de Abram, que moraba en Sodoma, y su hacienda, y se fueron. Y vino uno de los que escaparon, y denunci�lo � Abram el Hebreo, que habitaba en el valle de Mamre Amorrheo, hermano de Esch�l y hermano de Aner, los cuales estaban confederados con Abram. Y oy� Abram que su hermano estaba prisionero, y arm� sus criados, los criados de su casa, trescientos dieciocho, y sigui�los hasta Dan. Y derram�se sobre ellos de noche �l y sus siervos, � hiri�los, y fu�los siguiendo hasta Hobah, que est� � la izquierda de Damasco. Y recobr� todos los bienes, y tambi�n � Lot su hermano y su hacienda, y tambi�n las mujeres y gente. Y sali� el rey de Sodoma � recibirlo, cuando volv�a de la derrota de Ch�dorlaomer y de los reyes que con �l estaban, al valle de Shave, que es el valle del Rey. Entonces Melch�sedec, rey de Salem, sac� pan y vino; el cual era sacerdote del Dios alto; Y bend�jole, y dijo: Bendito sea Abram del Dios alto, poseedor de los cielos y de la tierra; Y bendito sea el Dios alto, que entreg� tus enemigos en tu mano. Y di�le Abram los diezmos de todo. Entonces el rey de Sodoma dijo � Abram: Dame las personas, y toma para ti la hacienda. Y respondi� Abram al rey de Sodoma: He alzado mi mano � Jehov� Dios alto, poseedor de los cielos y de la tierra, Que desde un hilo hasta la correa de un calzado, nada tomar� de todo lo que es tuyo, porque no digas: Yo enriquec� � Abram: Sacando solamente lo que comieron los mancebos, y la porci�n de los varones que fueron conmigo, Aner, Esch�l, y Mamre; los cuales tomar�n su parte. G�nesis 15 DESPU�S de estas cosas fu� la palabra de Jehov� � Abram en visi�n, diciendo: No temas, Abram; yo soy tu escudo, y tu galard�n sobremanera grande. Y respondi� Abram: Se�or Jehov� �qu� me has de dar, siendo as� que ando sin hijo, y el mayordomo de mi casa es ese Damasceno Eliezer? Dijo m�s Abram: Mira que no me has dado prole, y he aqu� que es mi heredero uno nacido en mi casa. Y luego la palabra de Jehov� fu� � �l diciendo: No te heredar� �ste, sino el que saldr� de tus entra�as ser� el que te herede. Y sac�le fuera, y dijo: Mira ahora � los cielos, y cuenta las estrellas, si las puedes contar. Y le dijo: As� ser� tu simiente. Y crey� � Jehov�, y cont�selo por justicia. Y d�jole: Yo soy Jehov�, que te saqu� de Ur de los Caldeos, para darte � heredar esta tierra. Y �l respondi�: Se�or Jehov� �en qu� conocer� que la tengo de heredar? Y le dijo: Ap�rtame una becerra de tres a�os, y una cabra de tres a�os, y un carnero de tres a�os, una t�rtola tambi�n, y un palomino. Y tom� �l todas estas cosas, y parti�las por la mitad, y puso cada mitad una enfrente de otra; mas no parti� las aves. Y descend�an aves sobre los cuerpos muertos, y oje�balas Abram. Mas � la ca�da del sol sobrecogi� el sue�o � Abram, y he aqu� que el pavor de una grande obscuridad cay� sobre �l. Entonces dijo � Abram: Ten por cierto que tu simiente ser� peregrina en tierra no suya, y servir� � los de all�, y ser�n por ellos afligidos cuatrocientos a�os. Mas tambi�n � la gente � quien servir�n, juzgar� yo; y despu�s de esto saldr�n con grande riqueza. Y t� vendr�s � tus padres en paz, y ser�s sepultado en buena vejez. Y en la cuarta generaci�n volver�n ac�: porque aun no est� cumplida la maldad del Amorrheo hasta aqu�. Y sucedi� que puesto el sol, y ya obscurecido, dej�se ver un horno humeando, y una antorcha de fuego que pas� por entre los animales divididos. En aquel d�a hizo Jehov� un pacto con Abram diciendo: A tu simiente dar� esta tierra desde el r�o de Egipto hasta el r�o grande, el r�o Eufrates; Los Cineos, y los Ceneceos, y los Cedmoneos, Y los Hetheos, y los Pherezeos, y los Raphaitas, Y los Amorrheos, y los Cananeos, y los Gergeseos, y los Jebuseos. G�nesis 16 Y SARAI, mujer de Abram no le par�a: y ella ten�a una sierva egipcia, que se llamaba Agar. Dijo, pues, Sarai � Abram: Ya ves que Jehov� me ha hecho est�ril: ru�gote que entres � mi sierva; quiz� tendr� hijos de ella. Y atendi� Abram al dicho de Sarai. Y Sarai, mujer de Abram, tom� � Agar su sierva egipcia, al cabo de diez a�os que hab�a habitado Abram en la tierra de Cana�n, y di�la � Abram su marido por mujer. Y �l cohabit� con Agar, la cual concibi�: y cuando vi� que hab�a concebido, miraba con desprecio � su se�ora. Entonces Sarai dijo � Abram: Mi afrenta sea sobre ti: yo puse mi sierva en tu seno, y vi�ndose embarazada, me mira con desprecio; juzgue Jehov� entre m� y ti. Y respondi� Abram � Sarai: He ah� tu sierva en tu mano, haz con ella lo que bien te pareciere. Y como Sarai la afligiese, huy�se de su presencia. Y hall�la el �ngel de Jehov� junto � una fuente de agua en el desierto, junto � la fuente que est� en el camino del Sur. Y le dijo: Agar, sierva de Sarai, �de d�nde vienes t�, y � d�nde vas? Y ella respondi�: Huyo de delante de Sarai, mi se�ora. Y d�jole el �ngel de Jehov�: Vu�lvete � tu se�ora, y ponte sumisa bajo de su mano. D�jole tambi�n el �ngel de Jehov�: Multiplicar� tanto tu linaje, que no ser� contado � causa de la muchedumbre. D�jole a�n el �ngel de Jehov�: He aqu� que has concebido, y parir�s un hijo, y llamar�s su nombre Ismael, porque o�do ha Jehov� tu aflicci�n. Y �l ser� hombre fiero; su mano contra todos, y las manos de todos contra �l, y delante de todos sus hermanos habitar�. Entonces llam� el nombre de Jehov� que con ella hablaba: T� eres el Dios de la vista; porque dijo: �No he visto tambi�n aqu� al que me ve? Por lo cual llam� al pozo, Pozo del Viviente que me ve. He aqu� est� entre Cades y Bered. Y pari� Agar � Abram un hijo y llam� Abram el nombre de su hijo que le pari� Agar, Ismael. Y era Abram de edad de ochenta y seis a�os, cuando pari� Agar � Ismael. G�nesis 17 Y SIENDO Abram de edad de noventa y nueve a�os, apareci�le Jehov�, y le dijo: Yo soy el Dios Todopoderoso; anda delante de m�, y s� perfecto. Y pondr� mi pacto entre m� y ti, y multiplicarte he mucho en gran manera. Entonces Abram cay� sobre su rostro, y Dios habl� con �l diciendo: Yo, he aqu� mi pacto contigo: Ser�s padre de muchedumbre de gentes: Y no se llamar� m�s tu nombre Abram, sino que ser� tu nombre Abraham, porque te he puesto por padre de muchedumbre de gentes. Y multiplicarte he mucho en gran manera, y te pondr� en gentes, y reyes saldr�n de ti. Y establecer� mi pacto entre m� y ti, y tu simiente despu�s de ti en sus generaciones, por alianza perpetua, para serte � ti por Dios, y � tu simiente despu�s de ti. Y te dar� � ti, y � tu simiente despu�s de ti, la tierra de tus peregrinaciones, toda la tierra de Cana�n en heredad perpetua; y ser� el Dios de ellos. Dijo de nuevo Dios � Abraham: T� empero guardar�s mi pacto, t� y tu simiente despu�s de ti por sus generaciones. Este ser� mi pacto, que guardar�is entre m� y vosotros y tu simiente despu�s de ti: Ser� circuncidado todo var�n de entre vosotros. Circuncidar�is, pues, la carne de vuestro prepucio, y ser� por se�al del pacto entre m� y vosotros. Y de edad de ocho d�as ser� circuncidado todo var�n entre vosotros por vuestras generaciones: el nacido en casa, y el comprado � dinero de cualquier extranjero, que no fuere de tu simiente. Debe ser circuncidado el nacido en tu casa, y el comprado por tu dinero: y estar� mi pacto en vuestra carne para alianza perpetua. Y el var�n incircunciso que no hubiere circuncidado la carne de su prepucio, aquella persona ser� borrada de su pueblo; ha violado mi pacto. Dijo tambi�n Dios � Abraham: A Sarai tu mujer no la llamar�s Sarai, mas Sara ser� su nombre. Y bendecirla he, y tambi�n te dar� de ella hijo; s�, la bendecir�, y vendr� � ser madre de naciones; reyes de pueblos ser�n de ella. Entonces Abraham cay� sobre su rostro, y ri�se, y dijo en su coraz�n: �A hombre de cien a�os ha de nacer hijo? �y Sara, ya de noventa a�os, ha de parir? Y dijo Abraham � Dios: Ojal� Ismael viva delante de ti. Y respondi� Dios: Ciertamente Sara tu mujer te parir� un hijo, y llamar�s su nombre Isaac; y confirmar� mi pacto con �l por alianza perpetua para su simiente despu�s de �l. Y en cuanto � Ismael, tambi�n te he o�do: he aqu� que le bendecir�, y le har� fructificar y multiplicar mucho en gran manera: doce pr�ncipes engendrar�, y ponerlo he por gran gente. Mas yo establecer� mi pacto con Isaac, al cual te parir� Sara por este tiempo el a�o siguiente. Y acab� de hablar con �l, y subi� Dios de con Abraham. Entonces tom� Abraham � Ismael su hijo, y � todos los siervos nacidos en su casa, y � todos los comprados por su dinero, � todo var�n entre los dom�sticos de la casa de Abraham, y circuncid� la carne del prepucio de ellos en aquel mismo d�a, como Dios le hab�a dicho. Era Abraham de edad de noventa y nueve a�os cuando circuncid� la carne de su prepucio. E Ismael su hijo era de trece a�os cuando fu� circuncidada la carne de su prepucio. En el mismo d�a fu� circuncidado Abraham � Ismael su hijo. Y todos los varones de su casa, el siervo nacido en casa, y el comprado por dinero del extranjero, fueron circuncidados con �l. G�nesis 18 Y APARECIOLE Jehov� en el valle de Mamre, estando �l sentado � la puerta de su tienda en el calor del d�a. Y alz� sus ojos y mir�, y he aqu� tres varones que estaban junto � �l: y cuando los vi�, sali� corriendo de la puerta de su tienda � recibirlos, � inclin�se hacia la tierra, Y dijo: Se�or, si ahora he hallado gracia en tus ojos, ru�gote que no pases de tu siervo. Que se traiga ahora un poco de agua, y lavad vuestros pies; y recostaos debajo de un �rbol, Y traer� un bocado de pan, y sustentad vuestro coraz�n; despu�s pasar�is: porque por eso hab�is pasado cerca de vuestro siervo. Y ellos dijeron: Haz as� como has dicho. Entonces Abraham fu� de priesa � la tienda � Sara, y le dijo: Toma presto tres medidas de flor de harina, amasa y haz panes cocidos debajo del rescoldo. Y corri� Abraham � las vacas, y tom� un becerro tierno y bueno, y di�lo al mozo, y di�se �ste priesa � aderezarlo. Tom� tambi�n manteca y leche, y el becerro que hab�a aderezado, y p�solo delante de ellos; y �l estaba junto � ellos debajo del �rbol; y comieron. Y le dijeron: �D�nde est� Sara tu mujer? Y �l respondi�: Aqu� en la tienda. Entonces dijo: De cierto volver� � ti seg�n el tiempo de la vida, y he aqu�, tendr� un hijo Sara tu mujer. Y Sara escuchaba � la puerta de la tienda, que estaba detr�s de �l. Y Abraham y Sara eran viejos, entrados en d�as: � Sara hab�a cesado ya la costumbre de las mujeres. Ri�se, pues, Sara entre s�, diciendo: �Despu�s que he envejecido tendr� deleite, siendo tambi�n mi se�or ya viejo? Entonces Jehov� dijo � Abraham: �Por qu� se ha re�do Sara diciendo: Ser� cierto que he de parir siendo ya vieja? �Hay para Dios alguna cosa dif�cil? Al tiempo se�alado volver� � ti, seg�n el tiempo de la vida, y Sara tendr� un hijo. Entonces Sara neg� diciendo: No me re�; porque tuve miedo. Y �l dijo: No es as�, sino que te has re�do. Y los varones se levantaron de all�, y miraron hacia Sodoma: y Abraham iba con ellos acompa��ndolos. Y Jehov� dijo: �Encubrir� yo � Abraham lo que voy � hacer, Habiendo de ser Abraham en una naci�n grande y fuerte, y habiendo de ser benditas en �l todas las gentes de la tierra? Porque yo lo he conocido, s� que mandar� � sus hijos y � su casa despu�s de s�, que guarden el camino de Jehov�, haciendo justicia y juicio, para que haga venir Jehov� sobre Abraham lo que ha hablado acerca de �l. Entonces Jehov� le dijo: Por cuanto el clamor de Sodoma y Gomorra se aumenta m�s y m�s, y el pecado de ellos se ha agravado en extremo, Descender� ahora, y ver� si han consumado su obra seg�n el clamor que ha venido hasta m�; y si no, saberlo he. Y apart�ronse de all� los varones, y fueron hacia Sodoma: mas Abraham estaba a�n delante de Jehov�. Y acerc�se Abraham y dijo: �Destruir�s tambi�n al justo con el imp�o? Quiz� hay cincuenta justos dentro de la ciudad: �destruir�s tambi�n y no perdonar�s al lugar por cincuenta justos que est�n dentro de �l? Lejos de ti el hacer tal, que hagas morir al justo con el imp�o y que sea el justo tratado como el imp�o; nunca tal hagas. El juez de toda la tierra, �no ha de hacer lo que es justo? Entonces respondi� Jehov�: Si hallare en Sodoma cincuenta justos dentro de la ciudad, perdonar� � todo este lugar por amor de ellos. Y Abraham replic� y dijo: He aqu� ahora que he comenzado � hablar � mi Se�or, aunque soy polvo y ceniza: Quiz� faltar�n de cincuenta justos cinco: �destruir�s por aquellos cinco toda la ciudad? Y dijo: No la destruir�, si hallare all� cuarenta y cinco. Y volvi� � hablarle, y dijo: Quiz� se hallar�n all� cuarenta. Y respondi�: No lo har� por amor de los cuarenta. Y dijo: No se enoje ahora mi Se�or, si hablare: quiz� se hallar�n all� treinta. Y respondi�: No lo har� si hallare all� treinta. Y dijo: He aqu� ahora que he emprendido el hablar � mi Se�or: quiz� se hallar�n all� veinte. No la destruir�, respondi�, por amor de los veinte. Y volvi� � decir: No se enoje ahora mi Se�or, si hablare solamente una vez: quiz� se hallar�n all� diez. No la destruir�, respondi�, por amor de los diez. Y fu�se Jehov�, luego que acab� de hablar � Abraham: y Abraham se volvi� � su lugar. G�nesis 19 LLEGARON, pues, los dos �ngeles � Sodoma � la ca�da de la tarde: y Lot estaba sentado � la puerta de Sodoma. Y vi�ndolos Lot, levant�se � recibirlos, � inclin�se hacia el suelo; Y dijo: Ahora, pues, mis se�ores, os ruego que veng�is � casa de vuestro siervo y os hosped�is, y lavar�is vuestros pies: y por la ma�ana os levantar�is, y seguir�is vuestro camino. Y ellos respondieron: No, que en la plaza nos quedaremos esta noche. Mas �l porfi� con ellos mucho, y se vinieron con �l, y entraron en su casa; � h�zoles banquete, y coci� panes sin levadura y comieron. Y antes que se acostasen, cercaron la casa los hombres de la ciudad, los varones de Sodoma, todo el pueblo junto, desde el m�s joven hasta el m�s viejo; Y llamaron � Lot, y le dijeron: �D�nde est�n los varones que vinieron � ti esta noche? s�canoslos, para que los conozcamos. Entonces Lot sali� � ellos � la puerta, y cerr� las puertas tras s�, Y dijo: Os ruego, hermanos m�os, que no hag�is tal maldad. He aqu� ahora yo tengo dos hijas que no han conocido var�n; os las sacar� afuera, y haced de ellas como bien os pareciere: solamente � estos varones no hag�is nada, pues que vinieron � la sombra de mi tejado. Y ellos respondieron: Quita all�: y a�adieron: Vino �ste aqu� para habitar como un extra�o, �y habr� de erigirse en juez? Ahora te haremos m�s mal que � ellos. Y hac�an gran violencia al var�n, � Lot, y se acercaron para romper las puertas. Entonces los varones alargaron la mano, y metieron � Lot en casa con ellos, y cerraron las puertas. Y � los hombres que estaban � la puerta de la casa desde el menor hasta el mayor, hirieron con ceguera; mas ellos se fatigaban por hallar la puerta. Y dijeron los varones � Lot: �Tienes aqu� alguno m�s? Yernos, y tus hijos y tus hijas, y todo lo que tienes en la ciudad, s�calo de este lugar: Porque vamos � destruir este lugar, por cuanto el clamor de ellos ha subido de punto delante de Jehov�; por tanto Jehov� nos ha enviado para destruirlo. Entonces sali� Lot, y habl� � sus yernos, los que hab�an de tomar sus hijas, y les dijo: Levantaos, salid de este lugar; porque Jehov� va � destruir esta ciudad. Mas pareci� � sus yernos como que se burlaba. Y al rayar el alba, los �ngeles daban prisa � Lot, diciendo: Lev�ntate, toma tu mujer, y tus dos hijas que se hallan aqu�, porque no perezcas en el castigo de la ciudad. Y deteni�ndose �l, los varones asieron de su mano, y de la mano de su mujer, y de las manos de sus dos hijas seg�n la misericordia de Jehov� para con �l; y le sacaron, y le pusieron fuera de la ciudad. Y fu� que cuando los hubo sacado fuera, dijo: Escapa por tu vida; no mires tras ti, ni pares en toda esta llanura; escapa al monte, no sea que perezcas. Y Lot les dijo: No, yo os ruego, se�ores m�os; He aqu� ahora ha hallado tu siervo gracia en tus ojos, y has engrandecido tu misericordia que has hecho conmigo d�ndome la vida; mas yo no podr� escapar al monte, no sea caso que me alcance el mal y muera. He aqu� ahora esta ciudad est� cerca para huir all�, la cual es peque�a; escapar� ahora all�, (�no es ella peque�a?) y vivir� mi alma. Y le respondi�: He aqu� he recibido tambi�n tu s�plica sobre esto, y no destruir� la ciudad de que has hablado. Date priesa, esc�pate all�; porque nada podr� hacer hasta que all� hayas llegado. Por esto fu� llamado el nombre de la ciudad, Zoar. El sol sal�a sobre la tierra, cuando Lot lleg� � Zoar. Entonces llovi� Jehov� sobre Sodoma y sobre Gomorra azufre y fuego de parte de Jehov� desde los cielos; Y destruy� las ciudades, y toda aquella llanura, con todos los moradores de aquellas ciudades, y el fruto de la tierra. Entonces la mujer de Lot mir� atr�s, � espaldas de �l, y se volvi� estatua de sal. Y subi� Abraham por la ma�ana al lugar donde hab�a estado delante de Jehov�: Y mir� hacia Sodoma y Gomorra, y hacia toda la tierra de aquella llanura mir�; y he aqu� que el humo sub�a de la tierra como el humo de un horno. As� fu� que, cuando destruy� Dios las ciudades de la llanura, acord�se Dios de Abraham, y envi� fuera � Lot de en medio de la destrucci�n, al asolar las ciudades donde Lot estaba. Empero Lot subi� de Zoar, y asent� en el monte, y sus dos hijas con �l; porque tuvo miedo de quedar en Zoar, y se aloj� en una cueva �l y sus dos hijas. Entonces la mayor dijo � la menor: Nuestro padre es viejo, y no queda var�n en la tierra que entre � nosotras conforme � la costumbre de toda la tierra: Ven, demos � beber vino � nuestro padre, y durmamos con �l, y conservaremos de nuestro padre generaci�n. Y dieron � beber vino � su padre aquella noche: y entr� la mayor, y durmi� con su padre; mas �l no sinti� cu�ndo se acost� ella, ni cu�ndo se levant�. El d�a siguiente dijo la mayor � la menor: He aqu� yo dorm� la noche pasada con mi padre; d�mosle � beber vino tambi�n esta noche, y entra y duerme con �l, para que conservemos de nuestro padre generaci�n. Y dieron � beber vino � su padre tambi�n aquella noche: y levant�se la menor, y durmi� con �l; pero no ech� de ver cu�ndo se acost� ella, ni cu�ndo se levant�. Y concibieron las dos hijas de Lot, de su padre. Y pari� la mayor un hijo, y llam� su nombre Moab, el cual es padre de los Moabitas hasta hoy. La menor tambi�n pari� un hijo, y llam� su nombre Ben-amm�, el cual es padre de los Ammonitas hasta hoy. G�nesis 20 DE all� parti� Abraham � la tierra del Mediod�a, y asent� entre Cades y Shur, y habit� como forastero en Gerar. Y dijo Abraham de Sara su mujer: Mi hermana es. Y Abimelech, rey de Gerar, envi� y tom� � Sara. Empero Dios vino � Abimelech en sue�os de noche, y le dijo: He aqu� muerto eres � causa de la mujer que has tomado, la cual es casada con marido. Mas Abimelech no hab�a llegado � ella, y dijo: Se�or, �matar�s tambi�n la gente justa? �No me dijo �l: Mi hermana es; y ella tambi�n dijo: Es mi hermano? Con sencillez de mi coraz�n, y con limpieza de mis manos he hecho esto. Y d�jole Dios en sue�os: Yo tambi�n s� que con integridad de tu coraz�n has hecho esto; y yo tambi�n te detuve de pecar contra m�, y as� no te permit� que la tocases. Ahora, pues, vuelve la mujer � su marido; porque es profeta, y orar� por ti, y vivir�s. Y si t� no la volvieres, sabe que de cierto morir�s, con todo lo que fuere tuyo. Entonces Abimelech se levant� de ma�ana, y llam� � todos sus siervos, y dijo todas estas palabras en los o�dos de ellos; y temieron los hombres en gran manera. Despu�s llam� Abimelech � Abraham y le dijo: �Qu� nos has hecho? �y en qu� pequ� yo contra ti, que has atra�do sobre m� y sobre mi reino tan gran pecado? lo que no debiste hacer has hecho conmigo. Y dijo m�s Abimelech � Abraham: �Qu� viste para que hicieses esto? Y Abraham respondi�: Porque dije para m�: Cierto no hay temor de Dios en este Lugar, y me matar�n por causa de mi mujer. Y � la verdad tambi�n es mi hermana, hija de mi padre, mas no hija de mi madre, y tom�la por mujer. Y fue que, cuando Dios me hizo salir errante de la casa de mi padre, yo le dije: Esta es la merced que t� me har�s, que en todos los lugares donde lleg�remos, digas de m�: Mi hermano es. Entonces Abimelech tom� ovejas y vacas, y siervos y siervas, y di�lo � Abraham, y devolvi�le � Sara su mujer. Y dijo Abimelech: He aqu� mi tierra est� delante de ti, habita donde bien te pareciere. Y � Sara dijo: He aqu� he dado mil monedas de plata � tu hermano; mira que �l te es por velo de ojos para todos los que est�n contigo, y para con todos: as� fu� reprendida. Entonces Abraham or� � Dios; y Dios san� � Abimelech y � su mujer, y � sus siervas, y parieron. Porque hab�a del todo cerrado Jehov� toda matriz de la casa de Abimelech, � causa de Sara mujer de Abraham. G�nesis 21 Y VISITO Jehov� � Sara, como hab�a dicho, � hizo Jehov� con Sara como hab�a hablado. Y concibi� y pari� Sara � Abraham un hijo en su vejez, en el tiempo que Dios le hab�a dicho. Y llam� Abraham el nombre de su hijo que le naci�, que le pari� Sara, Isaac. Y circuncid� Abraham � su hijo Isaac de ocho d�as, como Dios le hab�a mandado. Y era Abraham de cien a�os, cuando le naci� Isaac su hijo. Entonces dijo Sara: Dios me ha hecho reir, y cualquiera que lo oyere, se reir� conmigo. Y a�adi�: �Qui�n dijera � Abraham que Sara hab�a de dar de mamar � hijos? pues que le he parido un hijo � su vejez. Y creci� el ni�o, y fu� destetado; � hizo Abraham gran banquete el d�a que fu� destetado Isaac. Y vi� Sara al hijo de Agar la Egipcia, el cual hab�a �sta parido � Abraham, que se burlaba. Por tanto dijo � Abraham: Echa � esta sierva y � su hijo; que el hijo de esta sierva no ha de heredar con mi hijo, con Isaac. Este dicho pareci� grave en gran manera � Abraham � causa de su hijo. Entonces dijo Dios � Abraham: No te parezca grave � causa del muchacho y de tu sierva; en todo lo que te dijere Sara, oye su voz, porque en Isaac te ser� llamada descendencia. Y tambi�n al hijo de la sierva pondr� en gente, porque es tu simiente. Entonces Abraham se levant� muy de ma�ana, y tom� pan, y un odre de agua, y di�lo � Agar, poni�ndolo sobre su hombro, y entreg�le el muchacho, y despidi�la. Y ella parti�, y andaba errante por el desierto de Beer-seba. Y falt� el agua del odre, y ech� al muchacho debajo de un �rbol; Y fu�se y sent�se enfrente, alej�ndose como un tiro de arco; porque dec�a: No ver� cuando el muchacho morir�: y sent�se enfrente, y alz� su voz y llor�. Y oy� Dios la voz del muchacho; y el �ngel de Dios llam� � Agar desde el cielo, y le dijo: �Qu� tienes, Agar? No temas; porque Dios ha o�do la voz del muchacho en donde est�. Lev�ntate, alza al muchacho, y �sele de tu mano, porque en gran gente lo tengo de poner. Entonces abri� Dios sus ojos, y vi� una fuente de agua; y fu�, y llen� el odre de agua, y di� de beber al muchacho. Y fu� Dios con el muchacho; y creci�, y habit� en el desierto, y fu� tirador de arco. Y habit� en el desierto de Par�n; y su madre le tom� mujer de la tierra de Egipto. Y aconteci� en aquel mismo tiempo que habl� Abimelech, y Phicol, pr�ncipe de su ej�rcito, � Abraham diciendo: Dios es contigo en todo cuanto haces. Ahora pues, j�rame aqu� por Dios, que no faltar�s � m�, ni � mi hijo, ni � mi nieto; sino que conforme � la bondad que yo hice contigo, har�s t� conmigo y con la tierra donde has peregrinado. Y respondi� Abraham: Yo jurar�. Y Abraham reconvino � Abimelech � causa de un pozo de agua, que los siervos de Abimelech le hab�an quitado. Y respondi� Abimelech: No s� qui�n haya hecho esto, ni tampoco t� me lo hiciste saber, ni yo lo he o�do hasta hoy. Y tom� Abraham ovejas y vacas, y di� � Abimelech; � hicieron ambos alianza. Y puso Abraham siete corderas del reba�o aparte. Y dijo Abimelech � Abraham: �Qu� significan esas siete corderas que has puesto aparte? Y �l respondi�: Que estas siete corderas tomar�s de mi mano, para que me sean en testimonio de que yo cav� este pozo. Por esto llam� � aquel lugar Beer-seba; porque all� juraron ambos. As� hicieron alianza en Beer-seba: y levant�se Abimelech y Phicol, pr�ncipe de su ej�rcito, y se volvieron � tierra de los Filisteos. Y plant� Abraham un bosque en Beer-seba, � invoc� all� el nombre de Jehov� Dios eterno. Y mor� Abraham en tierra de los Filisteos muchos d�as. G�nesis 22 Y ACONTECIO despu�s de estas cosas, que tent� Dios � Abraham, y le dijo: Abraham. Y �l respondi�: Heme aqu�. Y dijo: Toma ahora tu hijo, tu �nico, Isaac, � quien amas, y vete � tierra de Moriah, y ofr�celo all� en holocausto sobre uno de los montes que yo te dir�. Y Abraham se levant� muy de ma�ana, y enalbard� su asno, y tom� consigo dos mozos suyos, y � Isaac su hijo: y cort� le�a para el holocausto, y levant�se, y fu� al lugar que Dios le dijo. Al tercer d�a alz� Abraham sus ojos, y vi� el lugar de lejos. Entonces dijo Abraham � sus mozos: Esperaos aqu� con el asno, y yo y el muchacho iremos hasta all�, y adoraremos, y volveremos � vosotros. Y tom� Abraham la le�a del holocausto, y p�sola sobre Isaac su hijo: y �l tom� en su mano el fuego y el cuchillo; y fueron ambos juntos. Entonces habl� Isaac � Abraham su padre, y dijo: Padre m�o. Y �l respondi�: Heme aqu�, mi hijo. Y �l dijo: He aqu� el fuego y la le�a; mas �d�nde est� el cordero para el holocausto? Y respondi� Abraham: Dios se proveer� de cordero para el holocausto, hijo m�o. E iban juntos. Y como llegaron al lugar que Dios le hab�a dicho, edific� all� Abraham un altar, y compuso la le�a, y at� � Isaac su hijo, y p�sole en el altar sobre la le�a. Y extendi� Abraham su mano, y tom� el cuchillo, para degollar � su hijo. Entonces el �ngel de Jehov� le di� voces del cielo, y dijo: Abraham, Abraham. Y �l respondi�: Heme aqu�. Y dijo: No extiendas tu mano sobre el muchacho, ni le hagas nada; que ya conozco que temes � Dios, pues que no me rehusaste tu hijo, tu �nico; Entonces alz� Abraham sus ojos, y mir�, y he aqu� un carnero � sus espaldas trabado en un zarzal por sus cuernos: y fu� Abraham, y tom� el carnero, y ofreci�le en holocausto en lugar de su hijo. Y llam� Abraham el nombre de aquel lugar, Jehov� proveer�. Por tanto se dice hoy: En el monte de Jehov� ser� provisto. Y llam� el �ngel de Jehov� � Abraham segunda vez desde el cielo, Y dijo: Por m� mismo he jurado, dice Jehov�, que por cuanto has hecho esto, y no me has rehusado tu hijo, tu �nico; Bendiciendo te bendecir�, y multiplicando multiplicar� tu simiente como las estrellas del cielo, y como la arena que est� � la orilla del mar; y tu simiente poseer� las puertas de sus enemigos: En tu simiente ser�n benditas todas las gentes de la tierra, por cuanto obedeciste � mi voz. Y torn�se Abraham � sus mozos, y levant�ronse y se fueron juntos � Beer-seba; y habit� Abraham en Beer-seba. Y aconteci� despu�s de estas cosas, que fu� dada nueva � Abraham, diciendo: He aqu� que tambi�n Milca ha parido hijos � Nach�r tu hermano: A Huz su primog�nito, y � Buz su hermano, y � Kemuel padre de Aram. Y � Ch�sed, y � Hazo, y � Pildas, y � Jidlaph, y � Bethuel. Y Bethuel engendr� � Rebeca. Estos ocho pari� Milca � Nach�r, hermano de Abraham. Y su concubina, que se llamaba Re�ma, pari� tambi�n � Teba, y � Gaham, y � Taas, y � Maach�. G�nesis 23 Y FU� la vida de Sara ciento veintisiete a�os: tantos fueron los a�os de la vida de Sara. Y muri� Sara en Kiriath-arba, que es Hebr�n, en la tierra de Cana�n: y vino Abraham � hacer el duelo � Sara y � llorarla. Y levant�se Abraham de delante de su muerto, y habl� � los hijos de Heth, diciendo: Peregrino y advenedizo soy entre vosotros; dadme heredad de sepultura con vosotros, y sepultar� mi muerto de delante de m�. Y respondieron los hijos de Heth � Abraham, y dij�ronle: Oyenos, se�or m�o, eres un pr�ncipe de Dios entre nosotros; en lo mejor de nuestras sepulturas sepulta � tu muerto; ninguno de nosotros te impedir� su sepultura, para que entierres tu muerto. Y Abraham se levant�, � inclin�se al pueblo de aquella tierra, � los hijos de Heth; Y habl� con ellos, diciendo: Si ten�is voluntad que yo sepulte mi muerto de delante de m�, oidme, � interceded por m� con Ephr�n, hijo de Zohar, Para que me d� la cueva de Macpela, que tiene al cabo de su heredad: que por su justo precio me la d�, para posesi�n de sepultura en medio de vosotros. Este Ephr�n hall�base entre los hijos de Heth: y respondi� Ephr�n Hetheo � Abraham, en o�dos de los hijos de Heth, de todos los que entraban por la puerta de su ciudad, diciendo: No, se�or m�o, �yeme: te doy la heredad, y te doy tambi�n la cueva que est� en ella; delante de los hijos de mi pueblo te la doy; sepulta tu muerto. Y Abraham se inclin� delante del pueblo de la tierra. Y respondi� � Ephr�n en o�dos del pueblo de la tierra, diciendo: Antes, si te place, ru�gote que me oigas; yo dar� el precio de la heredad, t�malo de m�, y sepultar� en ella mi muerto. Y respondi� Ephr�n � Abraham, dici�ndole: Se�or m�o, esc�chame: la tierra vale cuatrocientos siclos de plata: �qu� es esto entre m� y ti? entierra pues tu muerto. Entonces Abraham se convino con Ephr�n, y pes� Abraham � Ephr�n el dinero que dijo, oy�ndolo los hijos de Heth, cuatrocientos siclos de plata, de buena ley entre mercaderes. Y qued� la heredad de Ephr�n que estaba en Macpela enfrente de Mamre, la heredad y la cueva que estaba en ella, y todos los �rboles que hab�a en la heredad, y en todo su t�rmino al derredor, Por de Abraham en posesi�n, � vista de los hijos de Heth, y de todos los que entraban por la puerta de la ciudad. Y despu�s de esto sepult� Abraham � Sara su mujer en la cueva de la heredad de Macpela enfrente de Mamre, que es Hebr�n en la tierra de Cana�n. Y qued� la heredad y la cueva que en ella hab�a, por de Abraham, en posesi�n de sepultura adquirida de los hijos de Heth. G�nesis 24 Y ABRAHAM era viejo, y bien entrado en d�as; y Jehov� hab�a bendecido � Abraham en todo. Y dijo Abraham � un criado suyo, el m�s viejo de su casa, que era el que gobernaba en todo lo que ten�a: Pon ahora tu mano debajo de mi muslo, Y te juramentar� por Jehov�, Dios de los cielos y Dios de la tierra, que no has de tomar mujer para mi hijo de las hijas de los Cananeos, entre los cuales yo habito; Sino que ir�s � mi tierra y � mi parentela, y tomar�s mujer para mi hijo Isaac. Y el criado le respondi�: Quiz� la mujer no querr� venir en pos de m� � esta tierra: �volver�, pues, tu hijo � la tierra de donde saliste? Y Abraham le dijo: Gu�rdate que no vuelvas � mi hijo all�. Jehov�, Dios de los cielos, que me tom� de la casa de mi padre y de la tierra de mi parentela, y me habl� y me jur�, diciendo: A tu simiente dar� esta tierra; �l enviar� su �ngel delante de ti, y t� tomar�s de all� mujer para mi hijo. Y si la mujer no quisiere venir en pos de ti, ser�s libre de este mi juramento; solamente que no vuelvas all� � mi hijo. Entonces el criado puso su mano debajo del muslo de Abraham su se�or, y jur�le sobre este negocio. Y el criado tom� diez camellos de los camellos de su se�or, y fu�se, pues ten�a � su disposici�n todos los bienes de su se�or: y puesto en camino, lleg� � Mesopotamia, � la ciudad de Nach�r. E hizo arrodillar los camellos fuera de la ciudad, junto � un pozo de agua, � la hora de la tarde, � la hora en que salen las mozas por agua. Y dijo: Jehov�, Dios de mi se�or Abraham, dame, te ruego, el tener hoy buen encuentro, y haz misericordia con mi se�or Abraham. He aqu� yo estoy junto � la fuente de agua, y las hijas de los varones de esta ciudad salen por agua: Sea, pues, que la moza � quien yo dijere: Baja tu c�ntaro, te ruego, para que yo beba; y ella respondiere: Bebe, y tambi�n dar� de beber � tus camellos: que sea �sta la que t� has destinado para tu siervo Isaac; y en esto conocer� que habr�s hecho misericordia con mi se�or. Y aconteci� que antes que �l acabase de hablar, he aqu� Rebeca, que hab�a nacido � Bethuel, hijo de Milca, mujer de Nach�r hermano de Abraham, la cual sal�a con su c�ntaro sobre su hombro. Y la moza era de muy hermoso aspecto, virgen, � la que var�n no hab�a conocido; la cual descendi� � la fuente, y llen� su c�ntaro, y se volv�a. Entonces el criado corri� hacia ella, y dijo: Ru�gote que me des � beber un poco de agua de tu c�ntaro. Y ella respondi�: Bebe, se�or m�o: y di�se prisa � bajar su c�ntaro sobre su mano, y le di� � beber. Y cuando acab� de darle � beber, dijo: Tambi�n para tus camellos sacar� agua, hasta que acaben de beber. Y di�se prisa, y vaci� su c�ntaro en la pila, y corri� otra vez al pozo para sacar agua, y sac� para todos sus camellos. Y el hombre estaba maravillado de ella, callando, para saber si Jehov� hab�a prosperado � no su viaje. Y fu� que como los camellos acabaron de beber, present�le el hombre un pendiente de oro que pesaba medio siclo, y dos brazaletes que pesaban diez: Y dijo: �De qui�n eres hija? Ru�gote me digas, �hay lugar en casa de tu padre donde posemos? Y ella respondi�: Soy hija de Bethuel, hijo de Milca, el cual pari� ella � Nach�r. Y a�adi�: Tambi�n hay en nuestra casa paja y mucho forraje, y lugar para posar. El hombre entonces se inclin�, y ador� � Jehov�. Y dijo: Bendito sea Jehov�, Dios de mi amo Abraham, que no apart� su misericordia y su verdad de mi amo, gui�ndome Jehov� en el camino � casa de los hermanos de mi amo. Y la moza corri�, � hizo saber en casa de su madre estas cosas. Y Rebeca ten�a un hermano que se llamaba Lab�n, el cual corri� afuera al hombre, � la fuente; Y fu� que como vi� el pendiente y los brazaletes en las manos de su hermana, que dec�a, As� me habl� aquel hombre; vino � �l: y he aqu� que estaba junto � los camellos � la fuente. Y d�jole: Ven, bendito de Jehov�; �por qu� est�s fuera? yo he limpiado la casa, y el lugar para los camellos. Entonces el hombre vino � casa, y Lab�n desat� los camellos; y di�les paja y forraje, y agua para lavar los pi�s de �l, y los pi�s de los hombres que con �l ven�an. Y pusi�ronle delante qu� comer; mas �l dijo: No comer� hasta que haya dicho mi mensaje. Y �l le dijo: Habla. Entonces dijo: Yo soy criado de Abraham; Y Jehov� ha bendecido mucho � mi amo, y �l se ha engrandecido: y le ha dado ovejas y vacas, plata y oro, siervos y siervas, camellos y asnos. Y Sara, mujer de mi amo, pari� en su vejez un hijo � mi se�or, quien le ha dado todo cuanto tiene. Y mi amo me hizo jurar, diciendo: No tomar�s mujer para mi hijo de las hijas de los Cananeos, en cuya tierra habito; Sino que ir�s � la casa de mi padre, y � mi parentela, y tomar�s mujer para mi hijo. Y yo dije: Quiz�s la mujer no querr� seguirme. Entonces �l me respondi�: Jehov�, en cuya presencia he andado, enviar� su �ngel contigo, y prosperar� tu camino; y tomar�s mujer para mi hijo de mi linaje y de la casa de mi padre: Entonces ser�s libre de mi juramento, cuando hubieres llegado � mi linaje; y si no te la dieren, ser�s libre de mi juramento. Llegu�, pues, hoy � la fuente, y dije: Jehov�, Dios de mi se�or Abraham, si t� prosperas ahora mi camino por el cual ando; He aqu� yo estoy junto � la fuente de agua; sea, pues, que la doncella que saliere por agua, � la cual dijere: Dame � beber, te ruego, un poco de agua de tu c�ntaro; Y ella me respondiere, Bebe t�, y tambi�n para tus camellos sacar� agua: �sta sea la mujer que destin� Jehov� para el hijo de mi se�or. Y antes que acabase de hablar en mi coraz�n, he aqu� Rebeca, que sal�a con su c�ntaro sobre su hombro; y descendi� � la fuente, y sac� agua; y le dije: Ru�gote que me des � beber. Y prestamente baj� su c�ntaro de encima de s�, y dijo: Bebe, y tambi�n � tus camellos dar� � beber. Y beb�, y di� tambi�n de beber � mis camellos. Entonces pregunt�le, y dije: �De qui�n eres hija? Y ella respondi�: Hija de Bethuel, hijo de Nach�r, que le pari� Milca. Entonces p�sele un pendiente sobre su nariz, y brazaletes sobre sus manos: E inclin�me, y ador� � Jehov�, y bendije � Jehov�, Dios de mi se�or Abraham, que me hab�a guiado por camino de verdad para tomar la hija del hermano de mi se�or para su hijo. Ahora pues, si vosotros hac�is misericordia y verdad con mi se�or, declar�dmelo; y si no, declar�dmelo; y echar� � la diestra � � la siniestra. Entonces Lab�n y Bethuel respondieron y dijeron: De Jehov� ha salido esto; no podemos hablarte malo ni bueno. He ah� Rebeca delante de ti; t�mala y vete, y sea mujer del hijo de tu se�or, como lo ha dicho Jehov�. Y fu�, que como el criado de Abraham oy� sus palabras, inclin�se � tierra � Jehov�. Y sac� el criado vasos de plata y vasos de oro y vestidos, y di� � Rebeca: tambi�n di� cosas preciosas � su hermano y � su madre. Y comieron y bebieron �l y los varones que ven�an con �l, y durmieron; y levant�ndose de ma�ana, dijo: Enviadme � mi se�or. Entonces respondi� su hermano y su madre: Espere la moza con nosotros � lo menos diez d�as, y despu�s ir�. Y �l les dijo: No me deteng�is, pues que Jehov� ha prosperado mi camino; despachadme para que me vaya � mi se�or. Ellos respondieron entonces: Llamemos la moza y pregunt�mosle. Y llamaron � Rebeca, y dij�ronle: �Ir�s t� con este var�n? Y ella respondi�: S�, ir�. Entonces dejaron ir � Rebeca su hermana, y � su nodriza, y al criado de Abraham y � sus hombres. Y bendijeron � Rebeca, y dij�ronle: Nuestra hermana eres; seas en millares de millares, y tu generaci�n posea la puerta de sus enemigos. Levant�se entonces Rebeca y sus mozas, y subieron sobre los camellos, y siguieron al hombre; y el criado tom� � Rebeca, y fu�se. Y ven�a Isaac del pozo del Viviente que me ve; porque �l habitaba en la tierra del Mediod�a; Y hab�a salido Isaac � orar al campo, � la hora de la tarde; y alzando sus ojos mir�, y he aqu� los camellos que ven�an. Rebeca tambi�n alz� sus ojos, y vi� � Isaac, y descendi� del camello; Porque hab�a preguntado al criado: �Qui�n es este var�n que viene por el campo hacia nosotros? Y el siervo hab�a respondido: Este es mi se�or. Ella entonces tom� el velo, y cubri�se. Entonces el criado cont� � Isaac todo lo que hab�a hecho. E introd�jola Isaac � la tienda de su madre Sara, y tom� � Rebeca por mujer; y am�la: y consol�se Isaac despu�s de la muerte de su madre. G�nesis 25 Y ABRAHAM tom� otra mujer, cuyo nombre fu� Cetura; La cual le pari� � Zimram, y � Joksan, y � Medan, y � Midiam, y � Ishbak, y � Sua. Y Joksan engendr� � Seba, y � Ded�n: � hijos de Ded�n fueron Assurim, y Letusim, y Leummim. E hijos de Midiam: Epha, y Epher, y Enech, y Abida, y Eldaa. Todos estos fueron hijos de Cetura. Y Abraham di� todo cuanto ten�a � Isaac. Y � los hijos de sus concubinas di� Abraham dones, y envi�los de junto Isaac su hijo, mientras �l viv�a, hacia el oriente, � la tierra oriental. Y estos fueron los d�as de vida que vivi� Abraham: ciento setenta y cinco a�os. Y exhal� el esp�ritu, y muri� Abraham en buena vejez, anciano y lleno de d�as y fu� unido � su pueblo. Y sepult�ronlo Isaac � Ismael sus hijos en la cueva de Macpela, en la heredad de Ephr�n, hijo de Zoar Hetheo, que est� enfrente de Mamre; Heredad que compr� Abraham de los hijos de Heth; all� fu� Abraham sepultado, y Sara su mujer. Y sucedi�, despu�s de muerto Abraham, que Dios bendijo � Isaac su hijo: y habit� Isaac junto al pozo del Viviente que me ve. Y estas son las generaciones de Ismael, hijo de Abraham, que le pari� Agar Egipcia, sierva de Sara: Estos, pues, son los nombres de los hijos de Ismael, por sus nombres, por sus linajes: El primog�nito de Ismael, Nabaioth; luego Cedar, y Abdeel, y Mibsam, Y Misma, y Duma, y Massa, Hadad, y Tema, y Jetur, y Naphis, y Cedema. Estos son los hijos de Ismael, y estos sus nombres por sus villas y por sus campamentos; doce pr�ncipes por sus familias. Y estos fueron los a�os de la vida de Ismael, ciento treinta y siete a�os: y exhal� el esp�ritu Ismael, y muri�; y fu� unido � su pueblo. Y habitaron desde Havila hasta Shur, que est� enfrente de Egipto viniendo � Asiria; y muri� en presencia de todos sus hermanos. Y estas son las generaciones de Isaac, hijo de Abraham. Abraham engendr� � Isaac: Y era Isaac de cuarenta a�os cuando tom� por mujer � Rebeca, hija de Bethuel Arameo de Padan-aram, hermana de Lab�n Arameo. Y or� Isaac � Jehov� por su mujer, que era est�ril; y acept�lo Jehov�, y concibi� Rebeca su mujer. Y los hijos se combat�an dentro de ella; y dijo: Si es as� �para qu� vivo yo? Y fue � consultar � Jehov�. Y respondi�le Jehov�: Dos gentes hay en tu seno, Y dos pueblos ser�n divididos desde tus entra�as: Y el un pueblo ser� m�s fuerte que el otro pueblo, Y el mayor servir� al menor. Y como se cumplieron sus d�as para parir, he aqu� mellizos en su vientre. Y sali� el primero rubio, y todo �l velludo como una pelliza; y llamaron su nombre Esa�. Y despu�s sali� su hermano, trabada su mano al calca�ar de Esa�: y fu� llamado su nombre Jacob. Y era Isaac de edad de sesenta a�os cuando ella los pari�. Y crecieron los ni�os, y Esa� fu� diestro en la caza, hombre del campo: Jacob empero era var�n quieto, que habitaba en tiendas. Y am� Isaac � Esa�, porque com�a de su caza; mas Rebeca amaba � Jacob. Y guis� Jacob un potaje; y volviendo Esa� del campo cansado, Dijo � Jacob: Ru�gote que me des � comer de eso bermejo, pues estoy muy cansado. Por tanto fu� llamado su nombre Edom. Y Jacob respondi�: V�ndeme en este d�a tu primogenitura. Entonces dijo Esa�: He aqu� yo me voy � morir; �para qu�, pues, me servir� la primogenitura? Y dijo Jacob: J�rame lo en este d�a. Y �l le jur�, y vendi� � Jacob su primogenitura. Entonces Jacob di� � Esa� pan y del guisado de las lentejas; y �l comi� y bebi�, y levant�se, y fu�se. As� menospreci� Esa� la primogenitura. G�nesis 26 Y HUBO hambre en la tierra, adem�s de la primera hambre que fu� en los d�as de Abraham: y fu�se Isaac � Abimelech rey de los Filisteos, en Gerar. Y apareci�sele Jehov�, y d�jole: No desciendas � Egipto: habita en la tierra que yo te dir�; Habita en esta tierra, y ser� contigo, y te bendecir�; porque � ti y � tu simiente dar� todas estas tierras, y confirmar� el juramento que jur� � Abraham tu padre: Y multiplicar� tu simiente como las estrellas del cielo, y dar� � tu simiente todas estas tierras; y todas las gentes de la tierra ser�n benditas en tu simiente. Por cuanto oy� Abraham mi voz, y guard� mi precepto, mis mandamientos, mis estatutos y mis leyes. Habit�, pues, Isaac en Gerar. Y los hombres de aquel lugar le preguntaron acerca de su mujer; y �l respondi�: Es mi hermana; porque tuvo miedo de decir: Es mi mujer; que tal vez, dijo, los hombres del lugar me matar�an por causa de Rebeca; porque era de hermoso aspecto. Y sucedi� que, despu�s que �l estuvo all� muchos d�as, Abimelech, rey de los Filisteos, mirando por una ventana, vi� � Isaac que jugaba con Rebeca su mujer. Y llam� Abimelech � Isaac, y dijo: He aqu� ella es de cierto tu mujer: �c�mo, pues, dijiste: Es mi hermana? E Isaac le respondi�: Porque dije: Quiz� morir� por causa de ella. Y Abimelech dijo: �Por qu� nos has hecho esto? Por poco hubiera dormido alguno del pueblo con tu mujer, y hubieras tra�do sobre nosotros el pecado. Entonces Abimelech mand� � todo el pueblo, diciendo: El que tocare � este hombre � � su mujer, de cierto morir�. Y sembr� Isaac en aquella tierra, y hall� aquel a�o ciento por uno: y bend�jole Jehov�. Y el var�n se engrandeci�, y fu� adelantando y engrandeci�ndose, hasta hacerse muy poderoso: Y tuvo hato de ovejas, y hato de vacas, y grande apero; y los Filisteos le tuvieron envidia. Y todos los pozos que hab�an abierto, los criados de Abraham su padre en sus d�as, los Filisteos los hab�an cegado y llenado de tierra. Y dijo Abimelech � Isaac: Ap�rtate de nosotros, porque mucho m�s poderoso que nosotros te has hecho. E Isaac se fu� de all�; y asent� sus tiendas en el valle de Gerar, y habit� all�. Y volvi� � abrir Isaac los pozos de agua que hab�an abierto en los d�as de Abraham su padre, y que los Filisteos hab�an cegado, muerto Abraham; y llam�los por los nombres que su padre los hab�a llamado. Y los siervos de Isaac cavaron en el valle, y hallaron all� un pozo de aguas vivas. Y los pastores de Gerar ri�eron con los pastores de Isaac, diciendo: El agua es nuestra: por eso llam� el nombre del pozo Esek, porque hab�an altercado con �l. Y abrieron otro pozo, y tambi�n ri�eron sobre �l: y llam� su nombre Sitnah. Y apart�se de all�, y abri� otro pozo, y no ri�eron sobre �l: y llam� su nombre Rehoboth, y dijo: Porque ahora nos ha hecho ensanchar Jehov� y fructificaremos en la tierra. Y de all� subi� � Beer-seba. Y apareci�sele Jehov� aquella noche, y dijo: Yo soy el Dios de Abraham tu padre: no temas, que yo soy contigo, y yo te bendecir�, y multiplicar� tu simiente por amor de Abraham mi siervo. Y edific� all� un altar, � invoc� el nombre de Jehov�, y tendi� all� su tienda: y abrieron all� los siervos de Isaac un pozo. Y Abimelech vino � �l desde Gerar, y Ahuzzath, amigo suyo, y Phicol, capit�n de su ej�rcito. Y d�joles Isaac: �Por qu� ven�s � m�, pues que me hab�is aborrecido, y me echasteis de entre vosotros? Y ellos respondieron: Hemos visto que Jehov� es contigo; y dijimos: Haya ahora juramento entre nosotros, entre nosotros y ti, y haremos alianza contigo: Que no nos hagas mal, como nosotros no te hemos tocado, y como solamente te hemos hecho bien, y te enviamos en paz: t� ahora, bendito de Jehov�. Entonces �l les hizo banquete, y comieron y bebieron. Y se levantaron de madrugada, y juraron el uno al otro; � Isaac los despidi�, y ellos se partieron de �l en paz. Y en aquel d�a sucedi� que vinieron los criados de Isaac, y di�ronle nuevas acerca del pozo que hab�an abierto, y le dijeron: Agua hemos hallado. Y llam�lo Seba: por cuya causa el nombre de aquella ciudad es Beer-seba hasta este d�a. Y cuando Esa� fu� de cuarenta a�os, tom� por mujer � Judith hija de Beeri Hetheo, y � Basemat hija de El�n Hetheo: Y fueron amargura de esp�ritu � Isaac y � Rebeca. G�nesis 27 Y ACONTECIO que cuando hubo Isaac envejecido, y sus ojos se ofuscaron quedando sin vista, llam� � Esa�, su hijo el mayor, y d�jole: Mi hijo. Y �l respondi�: Heme aqu�. Y �l dijo: He aqu� ya soy viejo, no s� el d�a de mi muerte: Toma, pues, ahora tus armas, tu aljaba y tu arco, y sal al campo, y c�geme caza; Y hazme un guisado, como yo gusto, y tr�eme lo, y comer�: para que te bendiga mi alma antes que muera. Y Rebeca estaba oyendo, cuando hablaba Isaac � Esa� su hijo: y fu�se Esa� al campo para coger la caza que hab�a de traer. Entonces Rebeca habl� � Jacob su hijo, diciendo: He aqu� yo he o�do � tu padre que hablaba con Esa� tu hermano, diciendo: Tr�eme caza, y hazme un guisado, para que coma, y te bendiga delante de Jehov� antes que yo muera. Ahora pues, hijo m�o, obedece � mi voz en lo que te mando; Ve ahora al ganado, y tr�eme de all� dos buenos cabritos de las cabras, y har� de ellos viandas para tu padre, como �l gusta; Y t� las llevar�s � tu padre, y comer�, para que te bendiga antes de su muerte. Y Jacob dijo � Rebeca su madre: He aqu� Esa� mi hermano es hombre velloso, y yo lampi�o: Quiz� me tentar� mi padre, y me tendr� por burlador, y traer� sobre m� maldici�n y no bendici�n. Y su madre respondi�: Hijo m�o, sobre m� tu maldici�n: solamente obedece � mi voz, y ve y tr�emelos. Entonces �l fu�, y tom�, y tr�jolos � su madre: y su madre hizo guisados, como su padre gustaba. Y tom� Rebeca los vestidos de Esa� su hijo mayor, los preciosos, que ella ten�a en casa, y visti� � Jacob su hijo menor: E h�zole vestir sobre sus manos y sobre la cerviz donde no ten�a vello, las pieles de los cabritos de las cabras; Y entreg� los guisados y el pan que hab�a aderezado, en mano de Jacob su hijo. Y �l fu� � su padre, y dijo: Padre m�o: y �l respondi�: Heme aqu�, �qui�n eres, hijo m�o? Y Jacob dijo � su padre: Yo soy Esa� tu primog�nito; he hecho como me dijiste: lev�ntate ahora, y si�ntate, y come de mi caza, para que me bendiga tu alma. Entonces Isaac dijo � su hijo: �C�mo es que la hallaste tan presto, hijo m�o? Y �l respondi�: Porque Jehov� tu Dios hizo que se encontrase delante de m�. E Isaac dijo � Jacob: Ac�rcate ahora, y te palpar�, hijo m�o, por si eres mi hijo Esa� � no. Y lleg�se Jacob � su padre Isaac; y �l le palp�, y dijo: La voz es la voz de Jacob, mas las manos, las manos de Esa�. Y no le conoci�, porque sus manos eran vellosas como las manos de Esa�: y le bendijo. Y dijo: �Eres t� mi hijo Esa�? Y �l respondi�: Yo soy. Y dijo: Ac�rcamela, y comer� de la caza de mi hijo, para que te bendiga mi alma; y �l se la acerc�, y comi�: tr�jole tambi�n vino, y bebi�. Y d�jole Isaac su padre: Ac�rcate ahora, y b�same, hijo m�o. Y �l se lleg�, y le bes�; y oli� Isaac el olor de sus vestidos, y le bendijo, y dijo: Mira, el olor de mi hijo Como el olor del campo que Jehov� ha bendecido: Dios, pues, te d� del roc�o del cielo, Y de las grosuras de la tierra, Y abundancia de trigo y de mosto. S�rvante pueblos, Y naciones se inclinen � ti: S� se�or de tus hermanos, E incl�nense � ti los hijos de tu madre: Malditos los que te maldijeren, Y benditos los que te bendijeren. Y aconteci�, luego que hubo Isaac acabado de bendecir � Jacob, y apenas hab�a salido Jacob de delante de Isaac su padre, que Esa� su hermano vino de su caza. E hizo �l tambi�n guisados, y trajo � su padre, y d�jole: Lev�ntese mi padre, y coma de la caza de su hijo, para que me bendiga tu alma. Entonces Isaac su padre le dijo: �Qui�n eres t�? Y �l dijo: Yo soy tu hijo, tu primog�nito, Esa�. Y Estremeci�se Isaac con grande estremecimiento, y dijo: �Qui�n es el que vino aqu�, que cogi� caza, y me trajo, y com� de todo antes que vinieses? Yo le bendije, y ser� bendito. Como Esa� oy� las palabras de su padre clam� con una muy grande y muy amarga exclamaci�n, y le dijo: Bend�ceme tambi�n � m�, padre m�o. Y �l dijo: Vino tu hermano con enga�o, y tom� tu bendici�n. Y �l respondi�: Bien llamaron su nombre Jacob, que ya me ha enga�ado dos veces; alz�se con mi primogenitura, y he aqu� ahora ha tomado mi bendici�n. Y dijo: �No has guardado bendici�n para m�? Isaac respondi� y dijo � Esa�: He aqu� yo le he puesto por se�or tuyo, y le he dado por siervos � todos sus hermanos: de trigo y de vino le he provisto: �qu�, pues, te har� � ti ahora, hijo m�o? Y Esa� respondi� � su padre: �No tienes m�s que una sola bendici�n, padre m�o? bend�ceme tambi�n � m�, padre m�o. Y alz� Esa� su voz, y llor�. Entonces Isaac su padre habl� y d�jole: He aqu� ser� tu habitaci�n en grosuras de la tierra, Y del roc�o de los cielos de arriba; Y por tu espada vivir�s, y � tu hermano servir�s: Y suceder� cuando te ense�orees, Que descargar�s su yugo de tu cerviz. Y aborreci� Esa� � Jacob por la bendici�n con que le hab�a bendecido, y dijo en su coraz�n: Llegar�n los d�as del luto de mi padre, y yo matar� � Jacob mi hermano. Y fueron dichas � Rebeca las palabras de Esa� su hijo mayor: y ella envi� y llam� � Jacob su hijo menor, y d�jole: He aqu�, Esa� tu hermano se consuela acerca de ti con la idea de matarte. Ahora pues, hijo m�o, obedece � mi voz; lev�ntate, y h�yete � Lab�n mi hermano, � Har�n. Y mora con �l algunos d�as, hasta que el enojo de tu hermano se mitigue; Hasta que se aplaque la ira de tu hermano contra ti, y se olvide de lo que le has hecho: yo enviar� entonces, y te traer� de all�: �por qu� ser� privada de vosotros ambos en un d�a? Y dijo Rebeca � Isaac: Fastidio tengo de mi vida, � causa de las hijas de Heth. Si Jacob toma mujer de las hijas de Heth, como �stas, de las hijas de esta tierra, �para qu� quiero la vida? G�nesis 28 ENTONCES Isaac llam� � Jacob, y bend�jolo, y mand�le diciendo: No tomes mujer de las hijas de Cana�n. Lev�ntate, ve � Padan-aram, � casa de Bethuel, padre de tu madre, y toma all� mujer de las hijas de Lab�n, hermano de tu madre. Y el Dios omnipotente te bendiga y te haga fructificar, y te multiplique, hasta venir � ser congregaci�n de pueblos; Y te d� la bendici�n de Abraham, y � tu simiente contigo, para que heredes la tierra de tus peregrinaciones, que Dios di� � Abraham. As� envi� Isaac � Jacob, el cual fu� � Padan-aram, � Lab�n, hijo de Bethuel Arameo, hermano de Rebeca, madre de Jacob y de Esa�. Y vi� Esa� c�mo Isaac hab�a bendecido � Jacob, y le hab�a enviado � Padan-aram, para tomar para s� mujer de all�; y que cuando le bendijo, le hab�a mandado, diciendo: No tomar�s mujer de las hijas de Cana�n; Y que Jacob hab�a obedecido � su padre y � su madre, y se hab�a ido � Padan-aram. Vi� asimismo Esa� que las hijas de Cana�n parec�an mal � Isaac su padre; Y fu�se Esa� � Ismael, y tom� para s� por mujer � Mahaleth, hija de Ismael, hijo de Abraham, hermana de Nabaioth, adem�s de sus otras mujeres. Y sali� Jacob de Beer-seba, y fu� � Har�n; Y encontr� con un lugar, y durmi� all� porque ya el sol se hab�a puesto: y tom� de las piedras de aquel paraje y puso � su cabecera, y acost�se en aquel lugar. Y so��, y he aqu� una escala que estaba apoyada en tierra, y su cabeza tocaba en el cielo: y he aqu� �ngeles de Dios que sub�an y descend�an por ella. Y he aqu�, Jehov� estaba en lo alto de ella, el cual dijo: Yo soy Jehov�, el Dios de Abraham tu padre, y el Dios de Isaac: la tierra en que est�s acostado te la dar� � ti y � tu simiente. Y ser� tu simiente como el polvo de la tierra, y te extender�s al occidente, y al oriente, y al aquil�n, y al mediod�a; y todas las familias de la tierra ser�n benditas en ti y en tu simiente. Y he aqu�, yo soy contigo, y te guardar� por donde quiera que fueres, y te volver� � esta tierra; porque no te dejar� hasta tanto que haya hecho lo que te he dicho. Y despert� Jacob de su sue�o dijo: Ciertamente Jehov� est� en este lugar, y yo no lo sab�a. Y tuvo miedo, y dijo: �Cu�n terrible es este lugar! No es otra cosa que casa de Dios, y puerta del cielo. Y levant�se Jacob de ma�ana, y tom� la piedra que hab�a puesto de cabecera, y alz�la por t�tulo, y derram� aceite encima de ella. Y llam� el nombre de aquel lugar Beth-el, bien que Luz era el nombre de la ciudad primero. E hizo Jacob voto, diciendo: Si fuere Dios conmigo, y me guardare en este viaje que voy, y me diere pan para comer y vestido para vestir, Y si tornare en paz � casa de mi padre, Jehov� ser� mi Dios, Y esta piedra que he puesto por t�tulo, ser� casa de Dios: y de todo lo que me dieres, el diezmo lo he de apartar para ti. G�nesis 29 Y SIGUIO Jacob su camino, y fu� � la tierra de los orientales. Y mir�, y vi� un pozo en el campo: y he aqu� tres reba�os de ovejas que yac�an cerca de �l; porque de aquel pozo abrevaban los ganados: y hab�a una gran piedra sobre la boca del pozo. Y junt�banse all� todos los reba�os; y revolv�an la piedra de sobre la boca del pozo, y abrevaban las ovejas; y volv�an la piedra sobre la boca del pozo � su lugar. Y d�joles Jacob: Hermanos m�os, �de d�nde sois? Y ellos respondieron: De Har�n somos. Y �l les dijo: �Conoc�is � Lab�n, hijo de Nach�r? Y ellos dijeron: S�, le conocemos. Y �l les dijo: �Tiene paz? Y ellos dijeron: Paz; y he aqu� Rach�l su hija viene con el ganado. Y �l dijo: He aqu� el d�a es a�n grande; no es tiempo todav�a de recoger el ganado; abrevad las ovejas, � id � apacentarlas. Y ellos respondieron: No podemos, hasta que se junten todos los ganados, y remuevan la piedra de sobre la boca del pozo, para que abrevemos las ovejas. Estando a�n �l hablando con ellos Rach�l vino con el ganado de su padre, porque ella era la pastora. Y sucedi� que, como Jacob vi� � Rach�l, hija de Lab�n hermano de su madre, y � las ovejas de Lab�n, el hermano de su madre, lleg�se Jacob, y removi� la piedra de sobre la boca del pozo, y abrev� el ganado de Lab�n hermano de su madre. Y Jacob bes� � Rach�l, y alz� su voz, y llor�. Y Jacob dijo � Rach�l como �l era hermano de su padre, y como era hijo de Rebeca: y ella corri�, y di� las nuevas � su padre. Y as� que oy� Lab�n las nuevas de Jacob, hijo de su hermana, corri� � recibirlo, y abraz�lo, y bes�lo, y tr�jole � su casa: y �l cont� � Lab�n todas estas cosas. Y Lab�n le dijo: Ciertamente hueso m�o y carne m�a eres. Y estuvo con �l el tiempo de un mes. Entonces dijo Lab�n � Jacob: �Por ser t� mi hermano, me has de servir de balde? decl�rame qu� ser� tu salario. Y Lab�n ten�a dos hijas: el nombre de la mayor era Lea, y el nombre de la menor, Rach�l. Y los ojos de Lea eran tiernos, pero Rach�l era de lindo semblante y de hermoso parecer. Y Jacob am� � Rach�l, y dijo: Yo te servir� siete a�os por Rach�l tu hija menor. Y Lab�n respondi�: Mejor es que te la d� � ti, que no que la d� � otro hombre: est�te conmigo. As� sirvi� Jacob por Rach�l siete a�os: y pareci�ronle como pocos d�as, porque la amaba. Y dijo Jacob � Lab�n: Dame mi mujer, porque mi tiempo es cumplido para que cohabite con ella. Entonces Lab�n junt� � todos los varones de aquel lugar, � hizo banquete. Y sucedi� que � la noche tom� � Lea su hija, y se la trajo: y �l entr� � ella. Y di� Lab�n su sierva Zilpa � su hija Lea por criada. Y venida la ma�ana, he aqu� que era Lea: y �l dijo � Lab�n: �Qu� es esto que me has hecho? �no te he servido por Rach�l? �por qu�, pues, me has enga�ado? Y Lab�n respondi�: No se hace as� en nuestro lugar, que se d� la menor antes de la mayor. Cumple la semana de �sta, y se te dar� tambi�n la otra, por el servicio que hicieres conmigo otros siete a�os. E hizo Jacob as�, y cumpli� la semana de aqu�lla: y �l le di� � Rach�l su hija por mujer. Y di� Lab�n � Rach�l su hija por criada � su sierva Bilha. Y entr� tambi�n � Rach�l: y am�la tambi�n m�s que � Lea: y sirvi� con �l a�n otros siete a�os. Y vi� Jehov� que Lea era aborrecida, y abri� su matriz; pero Rach�l era est�ril. Y concibi� Lea, y pari� un hijo, y llam� su nombre Rub�n, porque dijo: Ya que ha mirado Jehov� mi aflicci�n; ahora por tanto me amar� mi marido. Y concibi� otra vez, y pari� un hijo, y dijo: Por cuanto oy� Jehov� que yo era aborrecida, me ha dado tambi�n �ste. Y llam� su nombre Sime�n. Y concibi� otra vez, y pari� un hijo, y dijo: Ahora esta vez se unir� mi marido conmigo, porque le he parido tres hijos: por tanto, llam� su nombre Lev�. Y concibi� ota vez, y pari� un hijo, y dijo: Esta vez alabar� � Jehov�: por esto llam� su nombre Jud�: y dej� de parir. G�nesis 30 Y VIENDO Rach�l que no daba hijos � Jacob, tuvo envidia de su hermana, y dec�a � Jacob: Dame hijos, � si no, me muero. Y Jacob se enojaba contra Rach�l, y dec�a: �Soy yo en lugar de Dios, que te impidi� el fruto de tu vientre? Y ella dijo: He aqu� mi sierva Bilha; entra � ella, y parir� sobre mis rodillas, y yo tambi�n tendr� hijos de ella. As� le di� � Bilha su sierva por mujer; y Jacob entr� � ella. Y concibi� Bilha, y pari� � Jacob un hijo. Y dijo Rach�l: Juzg�me Dios, y tambi�n oy� mi voz, y di�me un hijo. Por tanto llam� su nombre Dan. Y concibi� otra vez Bilha, la sierva de Rach�l, y pari� el hijo segundo � Jacob. Y dijo Rach�l: Con luchas de Dios he contendido con mi hermana, y he vencido. Y llam� su nombre Nephtal�. Y viendo Lea que hab�a dejado de parir, tom� � Zilpa su sierva, y di�la � Jacob por mujer. Y Zilpa, sierva de Lea, pari� � Jacob un hijo. Y dijo Lea: Vino la ventura. Y llam� su nombre Gad. Y Zilpa, la sirva de Lea, pari� otro hijo � Jacob. Y dijo Lea: Para dicha m�a; porque las mujeres me dir�n dichosa: y llam� su nombre Aser. Y fu� Rub�n en tiempo de la siega de los trigos, y hall� mandr�goras en el campo, y tr�jolas � Lea su madre: y dijo Rach�l � Lea: Ru�gote que me des de las mandr�goras de tu hijo. Y ella respondi�: �Es poco que hayas tomado mi marido, sino que tambi�n te has de llevar las mandr�goras de mi hijo? Y dijo Rach�l: Pues dormir� contigo esta noche por las mandr�goras de tu hijo. Y cuando Jacob volv�a del campo � la tarde, sali� Lea � �l, y le dijo: A m� has de entrar, porque � la verdad te he alquilado por las mandr�goras de mi hijo. Y durmi� con ella aquella noche. Y oy� Dios � Lea: y concibi�, y pari� � Jacob el quinto hijo. Y dijo Lea: Dios me ha dado mi recompensa, por cuanto d� mi sierva � mi marido: por eso llam� su nombre Issach�r. Y concibi� Lea otra vez, y pari� el sexto hijo � Jacob. Y dijo Lea: Dios me ha dado una buena dote: ahora morar� conmigo mi marido, porque le he parido seis hijos: y llam� su nombre Zabul�n. Y despu�s pari� una hija, y llam� su nombre Dina. Y acord�se Dios de Rach�l, y oy�la Dios, y abri� su matriz. Y concibi�, y pari� un hijo: y dijo: Quitado ha Dios mi afrenta: Y llam� su nombre Jos�, diciendo: A��dame Jehov� otro hijo. Y aconteci�, cuando Rach�l hubo parido � Jos�, que Jacob dijo � Lab�n: Env�ame, � ir� � mi lugar, y � mi tierra. Dame mis mujeres y mis hijos, por las cuales he servido contigo, y d�jame ir; pues t� sabes los servicios que te he hecho. Y Lab�n le respondi�: Halle yo ahora gracia en tus ojos, y qu�date; experimentado he que Jehov� me ha bendecido por tu causa. Y dijo: Se��lame tu salario, que yo lo dar�. Y �l respondi�: T� sabes c�mo te he servido, y c�mo ha estado tu ganado conmigo; Porque poco ten�as antes de mi venida, y ha crecido en gran n�mero; y Jehov� te ha bendecido con mi llegada: y ahora �cu�ndo tengo de hacer yo tambi�n por mi propia casa? Y �l dijo: �Qu� te dar�? Y respondi� Jacob: No me des nada: si hicieres por m� esto, volver� � apacentar tus ovejas. Yo pasar� hoy por todas tus ovejas, poniendo aparte todas las reses manchadas y de color vario, y todas las reses de color oscuro entre las ovejas, y las manchadas y de color vario entre las cabras; y esto ser� mi salario. As� responder� por m� mi justicia ma�ana cuando me viniere mi salario delante de ti: toda la que no fuere pintada ni manchada en las cabras y de color oscuro en las ovejas m�as, se me ha de tener por de hurto. Y dijo Lab�n: Mira, ojal� fuese como t� dices. Y apart� aquel d�a los machos de cabr�o rayados y manchados; y todas las cabras manchadas y de color vario, y toda res que ten�a en s� algo de blanco, y todas las de color oscuro entre las ovejas, y p�solas en manos de sus hijos; Y puso tres d�as de camino entre s� y Jacob: y Jacob apacentaba las otras ovejas de Lab�n. Y tom�se Jacob varas de �lamo verdes, y de avellano, y de casta�o, y descortez� en ellas mondaduras blancas, descubriendo as� lo blanco de las varas. Y puso las varas que hab�a mondado en las pilas, delante del ganado, en los abrevaderos del agua donde ven�an � beber las ovejas, las cuales se recalentaban viniendo � beber. Y conceb�an las ovejas delante de las varas, y par�an borregos listados, pintados y salpicados de diversos colores. Y apartaba Jacob los corderos, y pon�alos con su reba�o, los listados, y todo lo que era oscuro en el hato de Lab�n. Y pon�a su hato aparte, y no lo pon�a con las ovejas de Lab�n. Y suced�a que cuantas veces se recalentaban las tempranas, Jacob pon�a las varas delante de las ovejas en las pilas, para que concibiesen � la vista de las varas. Y cuando ven�an las ovejas tard�as, no las pon�a: as� eran las tard�as para Lab�n, y las tempranas para Jacob. Y acreci� el var�n muy mucho, y tuvo muchas ovejas, y siervas y siervos, y camellos y asnos. G�nesis 31 Y OIA �l las palabras de los hijos de Lab�n que dec�an: Jacob ha tomado todo lo que era de nuestro padre; y de lo que era de nuestro padre ha adquirido toda esta grandeza. Miraba tambi�n Jacob el semblante de Lab�n, y ve�a que no era para con �l como ayer y antes de ayer. Tambi�n Jehov� dijo � Jacob: Vu�lvete � la tierra de tus padres, y � tu parentela; que yo ser� contigo. Y envi� Jacob, y llam� � Rach�l y � Lea al campo � sus ovejas, Y d�joles: Veo que el semblante de vuestro padre no es para conmigo como ayer y antes de ayer: mas el Dios de mi padre ha sido conmigo. Y vosotras sab�is que con todas mis fuerzas he servido � vuestro padre: Y vuestro padre me ha enga�ado, y me ha mudado el salario diez veces: pero Dios no le ha permitido que me hiciese mal. Si �l dec�a as�: Los pintados ser�n tu salario; entonces todas las ovejas par�an pintados: y si dec�a as�: Los listados ser�n tu salario; entonces todas las ovejas par�an listados. As� quit� Dios el ganado de vuestro padre, y di�melo � m�. Y sucedi� que al tiempo que las ovejas se recalentaban, alc� yo mis ojos y vi en sue�os, y he aqu� los machos que cubr�an � las hembras eran listados, pintados y abigarrados. Y d�jome el �ngel de Dios en sue�os: Jacob. Y yo dije: Heme aqu�. Y �l dijo: Alza ahora tus ojos, y ver�s todos los machos que cubren � las ovejas listados, pintados y abigarrados; porque yo he visto todo lo que Lab�n te ha hecho. Yo soy el Dios de Beth-el, donde t� ungiste el t�tulo, y donde me hiciste un voto. Lev�ntate ahora, y sal de esta tierra, y vu�lvete � la tierra de tu naturaleza. Y respondi� Rach�l y Lea, y dij�ronle: �Tenemos ya parte ni heredad en la casa de nuestro padre? �No nos tiene ya como por extra�as, pues que nos vendi�, y aun se ha comido del todo nuestro precio? Porque toda la riqueza que Dios ha quitado � nuestro padre, nuestra es y de nuestros hijos: ahora pues, haz todo lo que Dios te ha dicho. Entonces se levant� Jacob, y subi� sus hijos y sus mujeres sobre los camellos. Y puso en camino todo su ganado, y toda su hacienda que hab�a adquirido, el ganado de su ganancia que hab�a obtenido en Padan-aram, para volverse � Isaac su padre en la tierra de Cana�n. Y Lab�n hab�a ido � trasquilar sus ovejas: y Rach�l hurt� los �dolos de su padre. Y recat� Jacob el coraz�n de Lab�n Arameo, en no hacerle saber que se hu�a. Huy�, pues, con todo lo que ten�a; y levant�se, y pas� el r�o, y puso su rostro al monte de Galaad. Y fu� dicho � Lab�n al tercero d�a como Jacob se hab�a hu�do. Entonces tom� � sus hermanos consigo, y fu� tras �l camino de siete d�as, y alcanz�le en el monte de Galaad. Y vino Dios � Lab�n Arameo en sue�os aquella noche, y le dijo: Gu�rdate que no hables � Jacob descomedidamente. Alcanz� pues Lab�n � Jacob, y �ste hab�a fijado su tienda en el monte: y Lab�n plant� la con sus hermanos en el monte de Galaad. Y dijo Lab�n � Jacob: �Qu� has hecho, que me hurtaste el coraz�n, y has tra�do � mis hijas como prisioneras de guerra? �Por qu� te escondiste para huir, y me hurtaste, y no me diste noticia, para que yo te enviara con alegr�a y con cantares, con tambor�n y vihuela? Que aun no me dejaste besar mis hijos y mis hijas. Ahora locamente has hecho. Poder hay en mi mano para haceros mal: mas el Dios de vuestro padre me habl� anoche diciendo: Gu�rdate que no hables � Jacob descomedidamente. Y ya que te ibas, porque ten�as deseo de la casa de tu padre, �por qu� me hurtaste mis dioses? Y Jacob respondi�, y dijo � Lab�n: Porque tuve miedo; pues dije, que quiz�s me quitar�as por fuerza tus hijas. En quien hallares tus dioses, no viva: delante de nuestros hermanos reconoce lo que yo tuviere tuyo, y ll�vatelo. Jacob no sab�a que Rach�l los hab�a hurtado. Y entr� Lab�n en la tienda de Jacob, y en la tienda de Lea, y en la tienda de las dos siervas, y no los hall�, y sali� de la tienda de Lea, y vino � la tienda de Rach�l. Y tom� Rach�l los �dolos, y p�solos en una albarda de un camello, y sent�se sobre ellos: y tent� Lab�n toda la tienda y no los hall�. Y ella dijo � su padre: No se enoje mi se�or, porque no me puedo levantar delante de ti; pues estoy con la costumbre de las mujeres. Y �l busc�, pero no hall� los �dolos. Entonces Jacob se enoj�, y rega�� con Lab�n; y respondi� Jacob y dijo � Lab�n: �Qu� prevaricaci�n es la m�a? �cu�l es mi pecado, que con tanto ardor has venido en seguimiento m�o? Pues que has tentado todos mis muebles, �qu� has hallado de todas las alhajas de tu casa? Ponlo aqu� denlante de mis hermanos y tuyos, y juzguen entre nosotros ambos. Estos veinte a�os he estado contigo: tus ovejas y tus cabras nunca abortaron, ni yo com� carnero de tus ovejas. Nunca te traje lo arrebatado por las fieras; yo pagaba el da�o; lo hurtado as� de d�a como de noche, de mi mano lo requer�as. De d�a me consum�a el calor, y de noche la helada, y el sue�o se hu�a de mis ojos. As� he estado veinte a�os en tu casa: catorce a�os te serv� por tus dos hijas, y seis a�os por tu ganado; y has mudado mi salario diez veces. Si el Dios de mi padre, el Dios de Abraham, y el temor de Isaac, no fuera conmigo, de cierto me enviar�as ahora vac�o: vi� Dios mi aflicci�n y el trabajo de mis manos, y reprendi�te anoche. Y respondi� Lab�n, y dijo � Jacob: Las hijas son hijas m�as, y los hijos, hijos m�os son, y las ovejas son mis ovejas, y todo lo que t� ves es m�o: �y que puedo yo hacer hoy � estas mis hijas, � � sus hijos que ellas han parido? Ven pues ahora, hagamos alianza yo y t�; y sea en testimonio entre m� y entre ti. Entonces Jacob tom� una piedra, y levant�la por t�tulo. Y dijo Jacob � sus hermanos: Coged piedras. Y tomaron piedras � hicieron un majano; y comieron all� sobre aquel majano. Y llam�lo Lab�n Jegar Sahadutha: y lo llam� Jacob Galaad. Porque Lab�n dijo: Este majano es testigo hoy entre m� y entre ti; por eso fu� llamado su nombre Galaad. Y Mizpa, por cuanto dijo: Atalaye Jehov� entre m� y entre ti, cuando nos apart�remos el uno del otro. Si afligieres mis hijas, � si tomares otras mujeres adem�s de mis hijas, nadie est� con nosotros; mira, Dios es testigo entre m� y entre ti. Dijo m�s Lab�n � Jacob: He aqu� este majano, y he aqu� este t�tulo, que he erigido entre m� y ti. Testigo sea este majano, y testigo sea este t�tulo, que ni yo pasar� contra ti este majano, ni t� pasar�s contra m� este majano ni este t�tulo, para mal. El Dios de Abraham, y el Dios de Nach�r juzgue entre nosotros, el Dios de sus padres. Y Jacob jur� por el temor de Isaac su padre. Entonces Jacob inmol� v�ctimas en el monte, y llam� � sus hermanos � comer pan: y comieron pan, y durmieron aquella noche en el monte. Y levant�se Lab�n de ma�ana, y bes� sus hijos y sus hijas, y los bendijo; y retrocedi� y volvi�so � su lugar. G�nesis 32 Y JACOB se fu� su camino, y sali�ronle al encuentro �ngeles de Dios. Y dijo Jacob cuando los vi�: El campo de Dios es este: y llam� el nombre de aquel lugar Mahanaim. Y envi� Jacob mensajeros delante de s� � Esa� su hermano, � la tierra de Seir, campo de Edom. Y mand�les diciendo: As� dir�is � m� se�or Esa�: As� dice tu siervo Jacob: Con Lab�n he morado, y deten�dome hasta ahora; Y tengo vacas, y asnos, y ovejas, y siervos y siervas; y env�o � decirlo � mi se�or, por hallar gracia en tus ojos. Y los mensajeros volvieron � Jacob, diciendo: Vinimos � tu hermano Esa�, y �l tambi�n vino � recibirte, y cuatrocientos hombres con �l. Entonces Jacob tuvo gran temor, y angusti�se; y parti� el pueblo que ten�a consigo, y las ovejas y las vacas y los camellos, en dos cuadrillas; Y dijo: Si viniere Esa� � la una cuadrilla y la hiriere, la otra cuadrilla escapar�. Y dijo Jacob: Dios de mi padre Abraham, y Dios de mi padre Isaac, Jehov�, que me dijiste: Vu�lvete � tu tierra y � tu parentela, y yo te har� bien. Menor soy que todas las misericordias, y que toda la verdad que has usado para con tu siervo; que con mi bord�n pas� este Jord�n, y ahora estoy sobre dos cuadrillas. L�brame ahora de la mano de mi hermano, de la mano de Esa�, porque le temo; no venga quiz�, y me hiera la madre con los hijos. Y t� has dicho: Yo te har� bien, y pondr� tu simiente como la arena del mar, que no se puede contar por la multitud. Y durmi� all� aquella noche, y tom� de lo que le vino � la mano un presente para su hermano Esa�. Doscientas cabras y veinte machos de cabr�o, doscientas ovejas y veinte carneros, Treinta camellas paridas, con sus hijos, cuarenta vacas y diez novillos, veinte asnas y diez borricos. Y entreg�lo en mano de sus siervos, cada manada de por s�; y dijo � sus siervos: Pasad delante de m�, y poned espacio entre manada y manada. Y mand� al primero, diciendo: Si Esa� mi hermano te encontrare, y te preguntare, diciendo �De qui�n eres? �y ad�nde vas? �y para qui�n es esto que llevas delante de ti? Entonces dir�s: Presente es de tu siervo Jacob, que env�a � mi se�or Esa�; y he aqu� tambi�n �l viene tras nosotros. Y mand� tambi�n al segundo, y al tercero, y � todos los que iban tras aquellas manadas, diciendo: Conforme � esto hablar�is � Esa�, cuando le hallareis. Y dir�is tambi�n: He aqu� tu siervo Jacob viene tras nosotros. Porque dijo: Apaciguar� su ira con el presente que va delante de m�, y despu�s ver� su rostro: quiz� le ser� acepto. Y pas� el presente delante de �l; y �l durmi� aquella noche en el campamento. Y levant�se aquella noche, y tom� sus dos mujeres, y sus dos siervas, y sus once hijos, y pas� el vado de Jaboc. Tom�los pues, y pas�los el arroyo, � hizo pasar lo que ten�a. Y qued�se Jacob solo, y luch� con �l un var�n hasta que rayaba el alba. Y como vi� que no pod�a con �l, toc� en el sitio del encaje de su muslo, y descoyunt�se el muslo de Jacob mientras con �l luchaba. Y dijo: D�jame, que raya el alba. Y �l dijo: No te dejar�, si no me bendices. Y �l le dijo: �Cu�l es tu nombre? Y �l respondi�: Jacob. Y �l dijo: No se dir� m�s tu nombre Jacob, sino Israel: porque has peleado con Dios y con los hombres, y has vencido. Entonces Jacob le pregunt�, y dijo: Decl�rame ahora tu nombre. Y �l respondi�: �Por qu� preguntas por mi nombre? Y bend�jolo all�. Y llam� Jacob el nombre de aquel lugar Peniel: porque vi � Dios cara � cara, y fu� librada mi alma. Y sali�le el sol pasado que hubo � Peniel; y cojeaba de su anca. Por esto no comen los hijos de Israel, hasta hoy d�a, del tend�n que se contrajo, el cual est� en el encaje del muslo: porque toc� � Jacob este sitio de su muslo en el tend�n que se contrajo. G�nesis 33 Y ALZANDO Jacob sus ojos mir�, y he aqu� ven�a Esa�, y los cuatrocientos hombres con �l: entonces reparti� �l los ni�os entre Lea y Rach�l y las dos siervas. Y puso las siervas y sus ni�os delante; luego � Lea y � sus ni�os; y � Rach�l y � Jos� los postreros. Y �l pas� delante de ellos, � inclin�se � tierra siete veces, hasta que lleg� � su hermano. Y Esa� corri� � su encuentro, y abraz�le, y ech�se sobre su cuello, y le bes�; y lloraron. Y alz� sus ojos, y vi� las mujeres y los ni�os, y dijo: �Qu� te tocan �stos? Y �l respondi�: Son los ni�os que Dios ha dado � tu siervo. Y se llegaron las siervas, ellas y sus ni�os, � inclin�ronse. Y lleg�se Lea con sus ni�os, � inclin�ronse: y despu�s lleg� Jos� y Rach�l, y tambi�n se inclinaron. Y �l dijo: �Qu� te propones con todas estas cuadrillas que he encontrado? Y �l respondi�: El hallar gracia en los ojos de mi se�or. Y dijo Esa�: Harto tengo yo, hermano m�o: sea para ti lo que es tuyo. Y dijo Jacob: No, yo te ruego, si he hallado ahora gracia en tus ojos, toma mi presente de mi mano, pues que as� he visto tu rostro, como si hubiera visto el rostro de Dios; y hazme placer. Toma, te ruego, mi d�diva que te es tra�da; porque Dios me ha hecho merced, y todo lo que hay aqu� es m�o. Y porfi� con �l, y tom�la. Y dijo: Anda, y vamos; y yo ir� delante de ti. Y �l le dijo: Mi se�or sabe que los ni�os son tiernos, y que tengo ovejas y vacas paridas; y si las fatigan, en un d�a morir�n todas las ovejas. Pase ahora mi se�or delante de su siervo, y yo me ir� poco � poco al paso de la hacienda que va delante de m�, y al paso de los ni�os, hasta que llegue � mi se�or � Seir. Y Esa� dijo: Dejar� ahora contigo de la gente que viene conmigo. Y �l dijo: �Para qu� esto? halle yo gracia en los ojos de mi se�or. As� se volvi� Esa� aquel d�a por su camino � Seir. Y Jacob se parti� � Succoth, y edific� all� casa para s�, � hizo caba�as para su ganado: por tanto llam� el nombre de aquel lugar Succoth. Y vino Jacob sano � la ciudad de Sich�m, que est� en la tierra de Cana�n, cuando ven�a de Padan-aram; y acamp� delante de la ciudad. Y compr� una parte del campo, donde tendi� su tienda, de mano de los hijos de Hamor, padre de Sich�m, por cien piezas de moneda. Y erigi� all� un altar, y llam�le: El Dios de Israel. G�nesis 34 Y SALIO Dina la hija de Lea, la cual hab�a �sta parido � Jacob, � ver las hijas del pa�s. Y vi�la Sich�m, hijo de Hamor Heveo, pr�ncipe de aquella tierra, y tom�la, y ech�se con ella, y la deshonr�. Mas su alma se apeg� � Dina la hija de Lea, y enamor�se de la moza, y habl� al coraz�n de la joven. Y habl� Sich�m � Hamor su padre, diciendo: T�mame por mujer esta moza. Y oy� Jacob que hab�a Sich�m amancillado � Dina su hija: y estando sus hijos con su ganando en el campo, call� Jacob hasta que ellos viniesen. Y dirigi�se Hamor padre de Sich�m � Jacob, para hablar con �l. Y los hijos de Jacob vinieron del campo cuando lo supieron; y se entristecieron los varones, y se ensa�aron mucho, porque hizo vileza en Israel ech�ndose con la hija de Jacob, lo que no se deb�a haber hecho. Y Hamor habl� con ellos, diciendo: El alma de mi hijo Sich�m se ha apegado � vuestra hija; ru�goos que se la deis por mujer. Y emparentad con nosotros; dadnos vuestras hijas, y tomad vosotros las nuestras. Y habitad con nostros; porque la tierra estar� delante de vosotros; morad y negociad en ella, y tomad en ella posesi�n. Sich�m tambi�n dijo � su padre y � sus hermanos: Halle yo gracia en vuestros ojos, y dar� lo que me dijereis. Aumentad � cargo m�o mucho dote y dones, que yo dar� cuanto me dijereis, y dadme la moza por mujer. Y respondieron los hijos de Jacob � Sich�m y � Hamor su padre con enga�o; y parlaron, por cuanto hab�a amancillado � Dina su hermana. Y dij�ronles: No podemos hacer esto de dar nuestra hermana � hombre que tiene prepucio; porque entre nosotros es abominaci�n. Mas con esta condici�n os haremos placer: si hab�is de ser como nosotros, que se circuncide entre vosotros todo var�n; Entonces os daremos nuestras hijas, y tomaremos nosotros las vuestras; y habitaremos con vosotros, y seremos un pueblo. Mas si no nos prestareis o�do para circuncidaros, tomaremos nuestra hija, y nos iremos. Y parecieron bien sus palabras � Hamor y � Sich�m, hijo de Hamor. Y no dilat� el mozo hacer aquello, porque la hija de Jacob le hab�a agradado: y �l era el m�s honrado de toda la casa de su padre. Entonces Hamor y Sich�m su hijo vinieron � la puerta de su ciudad, y hablaron � los varones de su ciudad, diciendo: Estos varones son pac�ficos con nosotros, y habitar�n en el pa�s, y traficar�n en �l: pues he aqu� la tierra es bastante ancha para ellos: nosotros tomaremos sus hijas por mujeres, y les daremos las nuestras. Mas con esta condici�n nos har�n estos hombres el placer de habitar con nosotros, para que seamos un pueblo: si se circuncidare en nosotros todo var�n, as� como ellos son circuncidados. Sus ganados, y su hacienda y todas sus bestias, ser�n nuestras: solamente convengamos con ellos, y habitar�n con nosotros. Y obedecieron � Hamor y � Sich�m su hijo todos los que sal�an por la puerta de la ciudad, y circuncidaron � todo var�n, � cuantos sal�an por la puerta de su ciudad. Y sucedi� que al tercer d�a, cuando sent�an ellos el mayor dolor, los dos hijos de Jacob, Sime�n y Lev�, hermanos de Dina, tomaron cada uno su espada, y vinieron contra la ciudad animosamente, y mataron � todo var�n. Y � Hamor y � Sich�m su hijo los mataron � filo de espada: y tomaron � Dina de casa de Sich�m, y sali�ronse. Y los hijos de Jacob vinieron � los muertos y saquearon la ciudad; por cuanto hab�an amancillado � su hermana. Tomaron sus ovejas y vacas y sus asnos, y lo que hab�a en la ciudad y en el campo, Y toda su hacienda; se llevaron cautivos � todos sus ni�os y sus mujeres, y robaron todo lo que hab�a en casa. Entonces dijo Jacob � Sime�n y � Lev�: Hab�isme turbado con hacerme abominable � los moradores de aquesta tierra, el Cananeo y el Pherezeo; y teniendo yo pocos hombres, juntarse han contra m�, y me herir�n, y ser� destruido yo y mi casa. Y ellos respondieron �Hab�a �l de tratar � nuestra hermana como � una ramera? G�nesis 35 Y DIJO Dios � Jacob: Lev�ntate, sube � Beth-el, y est�te all�; y haz all� un altar al Dios que te apareci� cuando hu�as de tu hermano Esa�. Entonces Jacob dijo � su familia y � todos los que con �l estaban: Quitad los dioses ajenos que hay entre vosotros, y limpiaos, y mudad vuestros vestidos. Y levant�monos, y subamos � Beth-el; y har� all� altar al Dios que me respondi� en el d�a de mi angustia, y ha sido conmigo en el camino que he andado. As� dieron � Jacob todos los dioses ajenos que hab�a en poder de ellos, y los zarzillos que estaban en sus orejas; y Jacob los escondi� debajo de una encina, que estaba junto � Sich�m. Y parti�ronse, y el terror de Dios fu� sobre las ciudades que hab�a en sus alrededores, y no siguieron tras los hijos de Jacob. Y lleg� Jacob � Luz, que est� en tierra de Cana�n, (esta es Beth-el) �l y todo el pueblo que con �l estaba; Y edific� all� un altar, y llam� el lugar El-Beth-el, porque all� le hab�a aparecido Dios, cuando hu�a de su hermano. Entonces muri� D�bora, ama de Rebeca, y fue sepultada � las ra�ces de Beth-el, debajo de una encina: y llam�se su nombre Allon-Bacuth. Y apareci�se otra vez Dios � Jacob, cuando se hab�a vuelto de Padan-aram, y bend�jole. Y d�jole Dios: Tu nombre es Jacob; no se llamar� m�s tu nombre Jacob, sino Israel ser� tu nombre: y llam� su nombre Israel. Y d�jole Dios: Yo soy el Dios Omnipotente: crece y multipl�cate; una naci�n y conjunto de naciones proceder� de ti, y reyes saldr�n de tus lomos: Y la tierra que yo he dado � Abraham y � Isaac, la dar� � ti: y � tu simiente despu�s de ti dar� la tierra. Y fu�se de �l Dios, del lugar donde con �l hab�a hablado. Y Jacob erigi� un t�tulo en el lugar donde hab�a hablado con �l, un t�tulo de piedra, y derram� sobre �l libaci�n, y ech� sobre �l aceite. Y llam� Jacob el nombre de aquel lugar donde Dios hab�a hablado con �l, Beth-el. Y partieron de Beth-el, y hab�a a�n como media legua de tierra para llegar � Ephrata, cuando pari� Rach�l, y hubo trabajo en su parto. Y aconteci�, que como hab�a trabajo en su parir, d�jole la partera: No temas, que tambi�n tendr�s este hijo. Y acaeci� que al sal�rsele el alma, (pues muri�) llam� su nombre Benoni; mas su padre lo llam� Benjam�n. As� muri� Rach�l, y fu� sepultada en el camino del Ephrata, la cual es Beth-lehem. Y puso Jacob un t�tulo sobre su sepultura: este es el t�tulo de la sepultura de Rach�l hasta hoy. Y parti� Israel, y tendi� su tienda de la otra parte de Migdaleder. Y acaeci�, morando Israel en aquella tierra, que fu� Rub�n y durmi� con Bilha la concubina de su padre; lo cual lleg� � entender Israel. Ahora bien, los hijos de Israel fueron doce: Los hijos de Lea: Rub�n el primog�nito de Jacob, y Sime�n, y Lev�, y Jud�, � Issach�r, y Zabul�n. Los hijos de Rach�l: Jos�, y Benjam�n. Y los hijos de Bilha, sierva de Rach�l: Dan, y Nephtal�. Y los hijos de Zilpa, sierva de Lea: Gad, y Aser. Estos fueron los hijos de Jacob, que le nacieron en Padan-aram. Y vino Jacob � Isaac su padre � Mamre, � la ciudad de Arba, que es Hebr�n, donde habitaron Abraham � Isaac. Y fueron los d�as de Isaac ciento ochenta a�os. Y exhal� Isaac el esp�ritu, y muri�, y fu� recogido � sus pueblos, viejo y harto de d�as; y sepult�ronlo Esa� y Jacob sus hijos. G�nesis 36 Y ESTAS son las generaciones de Esa�, el cual es Edom. Esa� tom� sus mujeres de las hijas de Cana�n: � Ada, hija de El�n Hetheo, y � Aholibama, hija de Ana, hija de Zibe�n el Heveo; Y � Basemath, hija de Ismael, hermana de Navaioth. Y Ada pari� � Esa� � Eliphaz; y Basemath pari� � Reuel. Y Aholibama pari� � Je�s, y � Jaalam, y � Cora: estos son los hijos de Esa�, que le nacieron en la tierra de Cana�n. Y Esa� tom� sus mujeres, y sus hijos, y sus hijas, y todas las personas de su casa, y sus ganados, y todas sus bestias, y toda su hacienda que hab�a adquirido en la tierra de Cana�n, y fu�se � otra tierra de delante de Jacob su hermano. Porque la hacienda de ellos era grande, y no pod�an habitar juntos, ni la tierra de su peregrinaci�n los pod�a sostener � causa de sus ganados. Y Esa� habit� en el monte de Seir: Esa� es Edom. Estos son los linajes de Esa�, padre de Edom, en el monte de Seir. Estos son los nombres de los hijos de Esa�: Eliphaz, hijo de Ada, mujer de Esa�; Reuel, hijo de Basemath, mujer de Esa�. Y los hijos de Eliphaz fueron Tem�n, Omar, Zepho, Gatam, y Cenaz. Y Timna fu� concubina de Eliphaz, hijo de Esa�, la cual le pari� � Amalec: estos son los hijos de Ada, mujer de Esa�. Y los hijos de Reuel fueron Nahath, Zera, Samma, y Mizza: estos son los hijos de Basemath, mujer de Esa�. Estos fueron los hijos de Aholibama, mujer de Esa�, hija de Ana, que fu� hija de Zibe�n: ella pari� � Esa� � Je�s, Jaalam, y Cora. Estos son los duques de los hijos de Esa�. Hijos de Eliphaz, primog�nito de Esa�: el duque Tem�n, el duque Omar, el duque Zepho, el duque Cenaz, El duque Cora, el duque Gatam, y el duque Amalec: estos son los duques de Eliphaz en la tierra de Edom; estos fueron los hijos de Ada. Y estos son los hijos de Reuel, hijo de Esa�: el duque Nahath, el duque Zera, el duque Samma, y el duque Mizza: estos son los duques de la l�nea de Reuel en la tierra de Edom; estos hijos vienen de Basemath, mujer de Esa�. Y estos son los hijos de Aholibama, mujer de Esa�: el duque Je�s, el duque Jaalam, y el duque Cora: estos fueron los duques que salieron de Aholibama, mujer de Esa�, hija de Ana. Estos, pues, son los hijos de Esa�, y sus duques: �l es Edom. Y estos son los hijos de Seir Horeo, moradores de aquella tierra: Lot�n, Sobal, Zibe�n, Ana, Dis�n, Ezer, y Dis�n: estos son los duques de los Horeos, hijos de Seir en la tierra de Edom. Los hijos de Lot�n fueron Hori y Hem�n; y Timna fu� hermana de Lot�n. Y los hijos de Sobal fueron Alv�n, Manahath, Ebal, Sepho, y On�n. Y los hijos de Zibe�n fueron Aja, y Ana. Este Ana es el que descubri� los mulos en el desierto, cuando apacentaba los asnos de Zibe�n su padre. Los hijos de Ana fueron Dis�n, y Aholibama, hija de Ana. Y estos fueron los hijos de Dis�n: Hemd�n, Eshb�n, Ithram, y Cher�n. Y estos fueron los hijos de Ezer: Bilh�n, Zaav�n, y Ac�n. Estos fueron los hijos de Dis�n: Huz, y Ar�n. Y estos fueron los duques de los Horeos: el duque Lot�n, el duque Sobal, el duque Zibe�n, el duque Ana. El duque Dis�n, el duque Ezer, el duque Dis�n: estos fueron los duques de los Horeos: por sus ducados en la tierra de Seir. Y los reyes que reinaron en la tierra de Edom, antes que reinase rey sobre los hijos de Israel, fueron estos: Bela, hijo de Beor, rein� en Edom: y el nombre de su ciudad fu� Dinaba. Y muri� Bela, y rein� en su lugar Jobab, hijo de Zera, de Bosra. Y muri� Jobab, y en su lugar rein� Husam, de tierra de Tem�n. Y muri� Husam, y rein� en su lugar Adad, hijo de Badad, el que hiri� � Midi�n en el campo de Moab: y el nombre de su ciudad fu� Avith. Y muri� Adad, y en su lugar rein� Samla, de Masreca. Y muri� Samla, y rein� en su lugar Sa�l, de Rehoboth del R�o. Y muri� Sa�l, y en lugar suyo rein� Baalan�n, hijo de Achbor. Y muri� Baalan�n, hijo de Achbor, y rein� Adar en lugar suyo: y el nombre de su ciudad fu� Pau; y el nombre de su mujer Meetabel, hija de Matred, hija de Mezaab. Estos, pues, son los nombres de los duques de Esa� por sus linajes, por sus lugares, y sus nombres: el duque Timna, el duque Alva, el duque Jetheth, El duque Aholibama, el duque Ela, el duque Pin�n, El duque Cenaz, el duque Tem�n, el duque Mibzar, El duque Magdiel, y el duque Hiram. Estos fueron los duques de Edom por sus habitaciones en la tierra de su posesi�n. Edom es el mismo Esa�, padre de los Idumeos. G�nesis 37 Y HABITO Jacob en la tierra donde peregrin� su padre, en la tierra de Cana�n. Estas fueron las generaciones de Jacob. Jos�, siendo de edad de diez y siete a�os apacentaba las ovejas con sus hermanos; y el joven estaba con los hijos de Bilha, y con los hijos de Zilpa, mujeres de su padre: y noticiaba Jos� � su padre la mala fama de ellos. Y amaba Israel � Jos� m�s que � todos sus hijos, porque le hab�a tenido en su vejez: y le hizo una ropa de diversos colores. Y viendo sus hermanos que su padre lo amaba m�s que � todos sus hermanos, aborrec�anle, y no le pod�an hablar pac�ficamente. Y so�� Jos� un sue�o y cont�lo � sus hermanos; y ellos vinieron � aborrecerle m�s todav�a. Y �l les dijo: O�d ahora este sue�o que he so�ado: He aqu� que at�bamos manojos en medio del campo, y he aqu� que mi manojo se levantaba, y estaba derecho, y que vuestros manojos estaban alrededor, y se inclinaban al m�o. Y respondi�ronle sus hermanos: �Has de reinar t� sobre nosotros, � te has de ense�orear sobre nosotros? Y le aborrecieron a�n m�s � causa de sus sue�os y de sus palabras. Y so�� a�n otro sue�o, y cont�lo � sus hermanos, diciendo: He aqu� que he so�ado otro sue�o, y he aqu� que el sol y la luna y once estrellas se inclinaban � m�. Y cont�lo � su padre y � sus hermanos: y su padre le reprendi�, y d�jole: �Qu� sue�o es este que so�aste? �Hemos de venir yo y tu madre, y tus hermanos, � inclinarnos � ti � tierra? Y sus hermanos le ten�an envidia, mas su padre paraba la consideraci�n en ello. Y fueron sus hermanos � apacentar las ovejas de su padre en Sich�m. Y dijo Israel � Jos�: Tus hermanos apacientan las ovejas en Sich�m: ven, y te enviar� � ellos. Y �l respondi�: Heme aqu�. Y �l le dijo: Ve ahora, mira c�mo est�n tus hermanos y c�mo est�n las ovejas, y tr�eme la respuesta. Y envi�lo del valle de Hebr�n, y lleg� � Sich�m. Y hall�lo un hombre, andando �l perdido por el campo, y pregunt�le aquel hombre, diciendo: �Qu� buscas? Y �l respondi�: Busco � mis hermanos: ru�gote que me muestres d�nde pastan. Y aquel hombre respondi�: Ya se han ido de aqu�; yo les o� decir: Vamos � Doth�n. Entonces Jos� fu� tras de sus hermanos, y hall�los en Doth�n. Y como ellos lo vieron de lejos, antes que cerca de ellos llegara, proyectaron contra �l para matarle. Y dijeron el uno al otro: He aqu� viene el so�ador; Ahora pues, venid, y mat�moslo y ech�mosle en una cisterna, y diremos: Alguna mala bestia le devor�: y veremos qu� ser�n sus sue�os. Y como Rub�n oy� esto, libr�lo de sus manos y dijo: No lo matemos. Y d�joles Rub�n: No derram�is sangre; echadlo en esta cisterna que est� en el desierto, y no pong�is mano en �l; por librarlo as� de sus manos, para hacerlo volver � su padre. Y sucedi� que, cuando lleg� Jos� � sus hermanos, ellos hicieron desnudar � Jos� su ropa, la ropa de colores que ten�a sobre s�; Y tom�ronlo, y ech�ronle en la cisterna; mas la cisterna estaba vac�a, no hab�a en ella agua. Y sent�ronse � comer pan: y alzando los ojos miraron, y he aqu� una compa��a de Ismaelitas que ven�a de Galaad, y sus camellos tra�an aromas y b�lsamo y mirra, � iban � llevarlo � Egipto. Entonces Jud� dijo � sus hermanos: �Qu� provecho el que matemos � nuestro hermano y encubramos su muerte? Venid, y vend�mosle � los Ismaelitas, y no sea nuestra mano sobre �l; que nuestro hermano es nuestra carne. Y sus hermanos acordaron con �l. Y como pasaban los Midianitas mercaderes, sacaron ellos � Jos� de la cisterna, y traj�ronle arriba, y le vendieron � los Ismaelitas por veinte piezas de plata. Y llevaron � Jos� � Egipto. Y Rub�n volvi� � la cisterna, y no hall� � Jos� dentro, y rasg� sus vestidos. Y torn� � sus hermanos y dijo: El mozo no parece; y yo, �ad�nde ir� yo? Entonces tomaron ellos la ropa de Jos�, y degollaron un cabrito de las cabras, y ti�eron la ropa con la sangre; Y enviaron la ropa de colores y traj�ronla � su padre, y dijeron: Esta hemos hallado, reconoce ahora si es � no la ropa de tu hijo. Y �l la conoci�, y dijo: La ropa de mi hijo es; alguna mala bestia le devor�; Jos� ha sido despedazado. Entonces Jacob rasg� sus vestidos, y puso saco sobre sus lomos, y enlut�se por su hijo muchos d�as. Y levant�ronse todos sus hijos y todas sus hijas para consolarlo; mas �l no quiso tomar consolaci�n, y dijo: Porque yo tengo de descender � mi hijo enlutado hasta la sepultura. Y llor�lo su padre. Y los Midianitas lo vendieron en Egipto � Potiphar, eunuco de Fara�n, capit�n de los de la guardia. G�nesis 38 Y ACONTECIO en aquel tiempo, que Jud� descendi� de con sus hermanos, y fu�se � un var�n Adullamita, que se llamaba Hira. Y vi� all� Jud� la hija de un hombre Cananeo, el cual se llamaba S�a; y tom�la, y entr� � ella: La cual concibi�, y pari� un hijo; y llam� su nombre Er. Y concibi� otra vez, y pari� un hijo, y llam� su nombre On�n. Y volvi� � concebir, y pari� un hijo, y llam� su nombre Sela. Y estaba en Chezib cuando lo pari�. Y Jud� tom� mujer para su primog�nito Er, la cual se llamaba Thamar. Y Er, el primog�nito de Jud�, fu� malo � los ojos de Jehov�, y quit�le Jehov� la vida. Entonces Jud� dijo � On�n: Entra � la mujer de tu hermano, y desp�sate con ella, y suscita simiente � tu hermano. Y sabiendo On�n que la simiente no hab�a de ser suya, suced�a que cuando entraba � la mujer de su hermano vert�a en tierra, por no dar simiente � su hermano. Y desagrad� en ojos de Jehov� lo que hac�a, y tambi�n quit� � �l la vida. Y Jud� dijo � Thamar su nuera: Est�te viuda en casa de tu padre, hasta que crezca Sela mi hijo; porque dijo: Que quiz� no muera �l tambi�n como sus hermanos. Y fu�se Thamar, y est�vose en casa de su padre. Y pasaron muchos d�as, y muri� la hija de S�a, mujer de Jud�; y Jud� se consol�, y sub�a � los trasquiladores de sus ovejas � Timnath, �l y su amigo Hira el Adullamita. Y fu� dado aviso � Thamar, diciendo: He aqu� tu suegro sube � Timnath � trasquilar sus ovejas. Entonces quit� ella de sobre s� los vestidos de su viudez, y cubri�se con un velo, y arreboz�se, y se puso � la puerta de las aguas que est�n junto al camino de Timnath; porque ve�a que hab�a crecido Sela, y ella no era dada � �l por mujer. Y vi�la Jud�, y t�vola por ramera, porque hab�a ella cubierto su rostro. Y apart�se del camino hacia ella, y d�jole: Ea, pues, ahora entrar� � ti; porque no sab�a que era su nuera; y ella dijo: �Qu� me has de dar, si entrares � m�? El respondi�: Yo te enviar� del ganado un cabrito de las cabras. Y ella dijo: Hasme de dar prenda hasta que lo env�es. Entonces �l dijo: �Qu� prenda te dar�? Ella respondi�: Tu anillo, y tu manto, y tu bord�n que tienes en tu mano. Y �l se los di�, y entr� � ella, la cual concibi� de �l. Y levant�se, y fu�se: y quit�se el velo de sobre s�, y visti�se las ropas de su viudez. Y Jud� envi� el cabrito de las cabras por mano de su amigo el Adullamita, para que tomase la prenda de mano de la mujer; mas no la hall�. Y pregunt� � los hombres de aquel lugar, diciendo: �D�nde est� la ramera de las aguas junto al camino? Y ellos le dijeron: No ha estado aqu� ramera. Entonces �l se volvi� � Jud�, y dijo: No la he hallado; y tambi�n los hombres del lugar dijeron: Aqu� no ha estado ramera. Y Jud� dijo: T�meselo para s�, porque no seamos menospreciados: he aqu� yo he enviado este cabrito, y t� no la hallaste. Y acaeci� que al cabo de unos tres meses fu� dado aviso � Jud�, diciendo: Thamar tu nuera ha fornicado, y aun cierto est� pre�ada de las fornicaciones. Y Jud� dijo: Sacadla, y sea quemada. Y ella cuando la sacaban, envi� � decir � su suegro: Del var�n cuyas son estas cosas, estoy pre�ada: y dijo m�s: Mira ahora cuyas son estas cosas, el anillo, y el manto, y el bord�n. Entonces Jud� los reconoci�, y dijo: M�s justa es que yo, por cuanto no la he dado � Sela mi hijo. Y nunca m�s la conoci�. Y aconteci� que al tiempo del parir, he aqu� hab�a dos en su vientre. Y sucedi�, cuando par�a, que sac� la mano el uno, y la partera tom� y at� � su mano un hilo de grana, diciendo: Este sali� primero. Empero fu� que tornando �l � meter la mano, he aqu� su hermano sali�; y ella dijo: �Por qu� has hecho sobre ti rotura? Y llam� su nombre Phares. Y despu�s sali� su hermano, el que ten�a en su mano el hilo de grana, y llam� su nombre Zara. G�nesis 39 Y LLEVADO Jos� � Egipto, compr�lo Potiphar, eunuco de Fara�n, capit�n de los de la guardia, var�n Egipcio, de mano de los Ismaelitas que lo hab�an llevado all�. Mas Jehov� fu� con Jos�, y fu� var�n prosperado: y estaba en la casa de su se�or el Egipcio. Y vi� su se�or que Jehov� era con �l, y que todo lo que �l hac�a, Jehov� lo hac�a prosperar en su mano. As� hall� Jos� gracia en sus ojos, y serv�ale; y �l le hizo mayordomo de su casa, y entreg� en su poder todo lo que ten�a. Y aconteci� que, desde cuando le di� el encargo de su casa, y de todo lo que ten�a, Jehov� bendijo la casa del Egipcio � causa de Jos�; y la bendici�n de Jehov� fu� sobre todo lo que ten�a, as� en casa como en el campo. Y dej� todo lo que ten�a en mano de Jos�; ni con �l sab�a de nada m�s que del pan que com�a. Y era Jos� de hermoso semblante y bella presencia. Y aconteci� despu�s de esto, que la mujer de su se�or puso sus ojos en Jos�, y dijo: Duerme conmigo. Y �l no quiso, y dijo � la mujer de su se�or: He aqu� que mi se�or no sabe conmigo lo que hay en casa, y ha puesto en mi mano todo lo que tiene: No hay otro mayor que yo en esta casa, y ninguna cosa me ha reservado sino � ti, por cuanto t� eres su mujer; �c�mo, pues, har�a yo este grande mal y pecar�a contra Dios? Y fu� que hablando ella � Jos� cada d�a, y no escuch�ndola �l para acostarse al lado de ella, para estar con ella. Aconteci� que entr� �l un d�a en casa para hacer su oficio, y no hab�a nadie de los de casa all� en casa. Y asi�lo ella por su ropa, diciendo: Duerme conmigo. Entonces dej�la �l su ropa en las manos, y huy�, y sali�se fuera. Y acaeci� que cuando vi� ella que le hab�a dejado su ropa en sus manos, y hab�a hu�do fuera, Llam� � los de casa, y habl�les diciendo: Mirad, nos ha tra�do un Hebreo, para que hiciese burla de nosotros: vino �l � m� para dormir conmigo, y yo d� grandes voces; Y viendo que yo alzaba la voz y gritaba, dej� junto � m� su ropa, y huy�, y sali�se fuera. Y ella puso junto � s� la ropa de �l, hasta que vino su se�or � su casa. Entonces le habl� ella semejantes palabras, diciendo: El siervo Hebreo que nos trajiste, vino � m� para deshonrarme; Y como yo alc� mi voz y grite, �l dej� su ropa junto � m�, y huy� fuera. Y sucedi� que como oy� su se�or las palabras que su mujer le hablara, diciendo: As� me ha tratado tu siervo; encendi�se su furor. Y tom� su se�or � Jos�, y p�sole en la casa de la c�rcel, donde estaban los presos del rey, y estuvo all� en la casa de la c�rcel. Mas Jehov� fu� con Jos�, y extendi� � �l su misericordia, y di�le gracia en ojos del principal de la casa de la c�rcel. Y el principal de la casa de la c�rcel entreg� en mano de Jos� todos los presos que hab�a en aquella prisi�n; todo lo que hac�an all�, �l lo hac�a. No ve�a el principal de la c�rcel cosa alguna que en su mano estaba; porque Jehov� era con �l, y lo que �l hac�a, Jehov� lo prosperaba. G�nesis 40 Y ACONTECIO despu�s de estas cosas, que el copero del rey de Egipto y el panadero delinquieron contra su se�or el rey de Egipto. Y enoj�se Fara�n contra sus dos eunucos, contra el principal de los coperos, y contra el principal de los panaderos: Y p�solos en prisi�n en la casa del capit�n de los de la guardia, en la casa de la c�rcel donde Jos� estaba preso. Y el capit�n de los de la guardia di� cargo de ellos � Jos�, y �l les serv�a: y estuvieron d�as en la prisi�n. Y ambos � dos, el copero y el panadero del rey de Egipto, que estaban arrestados en la prisi�n, vieron un sue�o, cada uno su sue�o en una misma noche, cada uno conforme � la declaraci�n de su sue�o. Y vino � ellos Jos� por la ma�ana, y mir�los, y he aqu� que estaban tristes. Y �l pregunt� � aquellos eunucos de Fara�n, que estaban con �l en la prisi�n de la casa de su se�or, diciendo: �Por qu� parecen hoy mal vuestros semblantes? Y ellos le dijeron: Hemos tenido un sue�o, y no hay quien lo declare. Entonces les dijo Jos�: �No son de Dios las declaraciones? Cont�dmelo ahora. Entonces el principal de los coperos cont� su sue�o � Jos�, y d�jole: Yo so�aba que ve�a una vid delante de m�, Y en la vid tres sarmientos; y ella como que brotaba, y arrojaba su flor, viniendo � madurar sus racimos de uvas: Y que la copa de Fara�n estaba en mi mano, y tomaba yo las uvas, y las exprim�a en la copa de Fara�n, y daba yo la copa en mano de Fara�n. Y d�jole Jos�: Esta es su declaraci�n: Los tres sarmientos son tres d�as: Al cabo de tres d�as Fara�n te har� levantar cabeza, y te restituir� � tu puesto: y dar�s la copa � Fara�n en su mano, como sol�as cuando eras su copero. Acu�rdate, pues, de m� para contigo cuando tuvieres ese bien, y ru�gote que uses conmigo de misericordia, y hagas menci�n de m� � Fara�n, y me saques de esta casa: Porque hurtado he sido de la tierra de los Hebreos; y tampoco he hecho aqu� porqu� me hubiesen de poner en la c�rcel. Y viendo el principal de los panaderos que hab�a declarado para bien, dijo � Jos�: Tambi�n yo so�aba que ve�a tres canastillos blancos sobre mi cabeza; Y en el canastillo m�s alto hab�a de todas las viandas de Fara�n, obra de panadero; y que las aves las com�an del canastillo de sobre mi cabeza. Entonces respondi� Jos�, y dijo: Esta es su declaraci�n: Los tres canastillos tres d�as son; Al cabo de tres d�as quitar� Fara�n tu cabeza de sobre ti, y te har� colgar en la horca, y las aves comer�n tu carne de sobre ti. Y fu� el tercero d�a el d�a del nacimiento de Fara�n, � hizo banquete � todos sus sirvientes: y alz� la cabeza del principal de los coperos, y la cabeza del principal de los panaderos, entre sus servidores. E hizo volver � su oficio al principal de los coperos; y di� �l la copa en mano de Fara�n. Mas hizo ahorcar al principal de los panaderos, como le hab�a declarado Jos�. Y el principal de los coperos no se acord� de Jos�, sino que le olvid�. G�nesis 41 Y ACONTECIO que pasados dos a�os tuvo Fara�n un sue�o: Parec�ale que estaba junto al r�o; Y que del r�o sub�an siete vacas, hermosas � la vista, y muy gordas, y pac�an en el prado: Y que otras siete vacas sub�an tras ellas del r�o, de fea vista, y enjutas de carne, y se pararon cerca de las vacas hermosas � la orilla del r�o: Y que las vacas de fea vista y enjutas de carne devoraban � las siete vacas hermosas y muy gordas. Y despert� Fara�n. Durmi�se de nuevo, y so�� la segunda vez: Que siete espigas llenas y hermosas sub�an de una sola ca�a: Y que otras siete espigas menudas y abatidas del Solano, sal�an despu�s de ellas: Y las siete espigas menudas devoraban � las siete espigas gruesas y llenas. Y despert� Fara�n, y he aqu� que era sue�o. Y acaeci� que � la ma�ana estaba agitado su esp�ritu; y envi� � hizo llamar � todos los magos de Egipto, y � todos sus sabios: y cont�les Fara�n sus sue�os, mas no hab�a quien � Fara�n los declarase. Entonces el principal de los coperos habl� � Fara�n, diciendo: Acu�rdome hoy de mis faltas: Fara�n se enoj� contra sus siervos, y � m� me ech� � la prisi�n de la casa del capit�n de los de la guardia, � m� y al principal de los panaderos: Y yo y �l vimos un sue�o una misma noche: cada uno so�� conforme � la declaraci�n de su sue�o. Y estaba all� con nosotros un mozo Hebreo, sirviente del capit�n de los de la guardia; y se lo contamos, y �l nos declar� nuestros sue�os, y declar� � cada uno conforme � su sue�o. Y aconteci� que como �l nos declar�, as� fu�: � m� me hizo volver � mi puesto, � hizo colgar al otro. Entonces Fara�n envi� y llam� � Jos�; � hici�ronle salir corriendo de la c�rcel, y le cortaron el pelo, y mudaron sus vestidos, y vino � Fara�n. Y dijo Fara�n � Jos�: Yo he tenido un sue�o, y no hay quien lo declare; mas he o�do decir de ti, que oyes sue�os para declararlos. Y respondi� Jos� � Fara�n, diciendo: No est� en m�; Dios ser� el que responda paz � Fara�n. Entonces Fara�n dijo � Jos�: En mi sue�o parec�ame que estaba � la orilla del r�o: Y que del r�o sub�an siete vacas de gruesas carnes y hermosa apariencia, que pac�an en el prado: Y que otras siete vacas sub�an despu�s de ellas, flacas y de muy fea traza; tan extenuadas, que no he visto otras semejantes en toda la tierra de Egipto en fealdad: Y las vacas flacas y feas devoraban � las siete primeras vacas gruesas: Y entraban en sus entra�as, mas no se conoc�a que hubiese entrado en ellas, porque su parecer era a�n malo, como de primero. Y yo despert�. Vi tambi�n so�ando, que siete espigas sub�an en una misma ca�a llenas y hermosas; Y que otras siete espigas menudas, marchitas, abatidas del Solano, sub�an despu�s de ellas: Y las espigas menudas devoraban � las siete espigas hermosas: y helo dicho � los magos, mas no hay quien me lo declare. Entonces respondi� Jos� � Fara�n: El sue�o de Fara�n es uno mismo: Dios ha mostrado � Fara�n lo que va � hacer. Las siete vacas hermosas siete a�os son; y las espigas hermosas son siete a�os: el sue�o es uno mismo. Tambi�n las siete vacas flacas y feas que sub�an tras ellas, son siete a�os; y las siete espigas menudas y marchitas del Solano, siete a�os ser�n de hambre. Esto es lo que respondo � Fara�n. Lo que Dios va � hacer, halo mostrado � Fara�n. He aqu� vienen siete a�os de grande hartura en toda la tierra de Egipto: Y levantarse han tras ellos siete a�os de hambre; y toda la hartura ser� olvidada en la tierra de Egipto; y el hambre consumir� la tierra; Y aquella abundancia no se echar� de ver � causa del hambre siguiente, la cual ser� grav�sima. Y el suceder el sue�o � Fara�n dos veces, significa que la cosa es firme de parte de Dios, y que Dios se apresura � hacerla. Por tanto, prov�ase ahora Fara�n de un var�n prudente y sabio, y p�ngalo sobre la tierra de Egipto. Haga esto Fara�n, y ponga gobernadores sobre el pa�s, y quinte la tierra de Egipto en los siete a�os de la hartura; Y junten toda la provisi�n de estos buenos a�os que vienen, y alleguen el trigo bajo la mano de Fara�n para mantenimiento de las ciudades; y gu�rdenlo. Y est� aquella provisi�n en dep�sito para el pa�s, para los siete a�os del hambre que ser�n en la tierra de Egipto; y el pa�s no perecer� de hambre. Y el negocio pareci� bien � Fara�n, y � sus siervos. Y dijo Fara�n � sus siervos: �Hemos de hallar otro hombre como �ste, en quien haya esp�ritu de Dios? Y dijo Fara�n � Jos�: Pues que Dios te ha hecho saber todo esto, no hay entendido ni sabio como t�: T� ser�s sobre mi casa, y por tu dicho se gobernar� todo mi pueblo: solamente en el trono ser� yo mayor que t�. Dijo m�s Fara�n � Jos�: He aqu� yo te he puesto sobre toda la tierra de Egipto. Entonces Fara�n quit� su anillo de su mano, y p�solo en la mano de Jos�, � h�zole vestir de ropas de lino fin�simo, y puso un collar de oro en su cuello; E h�zolo subir en su segundo carro, y pregonaron delante de �l: Doblad la rodilla: y p�sole sobre toda la tierra de Egipto. Y dijo Fara�n � Jos�: Yo Fara�n; y sin ti ninguno alzar� su mano ni su pie en toda la tierra de Egipto. Y llam� Fara�n el nombre de Jos�, Zaphnath-paaneah; y di�le por mujer � Asenath, hija de Potipherah, sacerdote de On. Y sali� Jos� por toda la tierra de Egipto. Y era Jos� de edad de treinta a�os cuando fu� presentado delante de Fara�n, rey de Egipto: y sali� Jos� de delante de Fara�n, y transit� por toda la tierra de Egipto. E hizo la tierra en aquellos siete a�os de hartura � montones. Y �l junt� todo el mantenimiento de los siete a�os que fueron en la tierra de Egipto, y guard� mantenimiento en las ciudades, poniendo en cada ciudad el mantenimiento del campo de sus alrededores. Y acopi� Jos� trigo como arena de la mar, mucho en extremo, hasta no poderse contar, porque no ten�a n�mero. Y nacieron � Jos� dos hijos antes que viniese el primer a�o del hambre, los cuales le pari� Asenath, hija de Potipherah, sacerdote de On. Y llam� Jos� el nombre del primog�nito Manas�s; porque Dios (dijo) me hizo olvidar todo mi trabajo, y toda la casa de mi padre. Y el nombre del segundo llam�lo Ephraim; porque Dios (dijo) me hizo f�rtil en la tierra de mi aflicci�n. Y cumpli�ronse los siete a�os de la hartura, que hubo en la tierra de Egipto. Y comenzaron � venir los siete a�os del hambre, como Jos� hab�a dicho: y hubo hambre en todos los pa�ses, mas en toda la tierra de Egipto hab�a pan. Y cuando se sinti� el hambre en toda la tierra de Egipto, el pueblo clam� � Fara�n por pan. Y dijo Fara�n � todos los Egipcios: Id � Jos�, y haced lo que �l os dijere. Y el hambre estaba por toda la extensi�n del pa�s. Entonces abri� Jos� todo granero donde hab�a, y vend�a � los Egipcios; porque hab�a crecido el hambre en la tierra de Egipto. Y toda la tierra ven�a � Egipto para comprar de Jos�, porque por toda la tierra hab�a crecido el hambre. G�nesis 42 Y VIENDO Jacob que en Egipto hab�a alimentos, dijo � sus hijos: �Por qu� os est�is mirando? Y dijo: He aqu�, yo he o�do que hay v�veres en Egipto; descended all�, y comprad de all� para nosotros, para que podamos vivir, y no nos muramos. Y descendieron los diez hermanos de Jos� � comprar trigo � Egipto. Mas Jacob no envi� � Benjam�n hermano de Jos� con sus hermanos; porque dijo: No sea acaso que le acontezca alg�n desastre. Y vinieron los hijos de Israel � comprar entre los que ven�an: porque hab�a hambre en la tierra de Cana�n. Y Jos� era el se�or de la tierra, que vend�a � todo el pueblo de la tierra: y llegaron los hermanos de Jos�, � inclin�ronse � �l rostro por tierra. Y Jos� como vi� � sus hermanos, conoci�los; mas hizo que no los conoc�a, y habl�les �speramente, y les dijo: �De d�nde hab�is venido? Ellos respondieron: De la tierra de Cana�n � comprar alimentos. Jos�, pues, conoci� � sus hermanos; pero ellos no le conocieron. Entonces se acord� Jos� de los sue�os que hab�a tenido de ellos, y d�joles: Esp�as sois; por ver lo descubierto del pa�s hab�is venido. Y ellos le respondieron: No, se�or m�o: mas tus siervos han venido � comprar alimentos. Todos nosotros somos hijos de un var�n: somos hombres de verdad: tus siervos nunca fueron esp�as. Y �l les dijo: No; � ver lo descubierto del pa�s hab�is venido. Y ellos respondieron: Tus siervos somos doce hermanos, hijos de un var�n en la tierra de Cana�n; y he aqu� el menor est� hoy con nuestro padre, y otro no parece. Y Jos� les dijo: Eso es lo que os he dicho, afirmando que sois esp�as: En esto ser�is probados: Vive Fara�n que no saldr�is de aqu�, sino cuando vuestro hermano menor aqu� viniere. Enviad uno de vosotros, y traiga � vuestro hermano; y vosotros quedad presos, y vuestras palabras ser�n probadas, si hay verdad con vosotros: y si no, vive Fara�n, que sois esp�as. Y junt�los en la c�rcel por tres d�as. Y al tercer d�a d�joles Jos�: Haced esto, y vivid: Yo temo � Dios: Si sois hombres de verdad, quede preso en la casa de vuestra c�rcel uno de vuestros hermanos; y vosotros id, llevad el alimento para el hambre de vuestra casa: Pero hab�is de traerme � vuestro hermano menor, y ser�n verificadas vuestras palabras, y no morir�is. Y ellos lo hicieron as�. Y dec�an el uno al otro: Verdaderamente hemos pecado contra nuestro hermano, que vimos la angustia de su alma cuando nos rogaba, y no le o�mos: por eso ha venido sobre nosotros esta angustia. Entonces Rub�n les respondi�, diciendo: �No os habl� yo y dije: No pequ�is contra el mozo; y no escuch�steis? He aqu� tambi�n su sangre es requerida. Y ellos no sab�an que los entend�a Jos�, porque hab�a int�rprete entre ellos. Y apart�se �l de ellos, y llor�: despu�s volvi� � ellos, y les habl�, y tom� de entre ellos � Sime�n, y aprision�le � vista de ellos. Y mand� Jos� que llenaran sus sacos de trigo, y devolviesen el dinero de cada uno de ellos, poni�ndolo en su saco, y les diesen comida para el camino: � h�zose as� con ellos. Y ellos pusieron su trigo sobre sus asnos, y fu�ronse de all�. Y abriendo uno de ellos su saco para dar de comer � su asno en el mes�n, vi� su dinero que estaba en la boca de su costal. Y dijo � sus hermanos: Mi dinero se me ha devuelto, y aun helo aqu� en mi saco. Sobresalt�seles entonces el coraz�n, y espantados dijeron el uno al otro: �Qu� es esto que nos ha hecho Dios? Y venidos � Jacob su padre en tierra de Cana�n, cont�ronle todo lo que les hab�a acaecido, diciendo: Aquel var�n, se�or de la tierra, nos habl� �speramente, y nos trat� como � esp�as de la tierra: Y nosotros le dijimos: Somos hombres de verdad, nunca fuimos esp�as: Somos doce hermanos, hijos de nuestro padre; uno no parece, y el menor est� hoy con nuestro padre en la tierra de Cana�n. Y aquel var�n, se�or de la tierra, nos dijo: En esto conocer� que sois hombres de verdad; dejad conmigo uno de vuestros hermanos, y tomad para el hambre de vuestras casas, y andad, Y traedme � vuestro hermano el menor, para que yo sepa que no sois esp�as, sino hombres de verdad: as� os dar� � vuestro hermano, y negociar�is en la tierra. Y aconteci� que vaciando ellos sus sacos, he aqu� que en el saco de cada uno estaba el atado de su dinero: y viendo ellos y su padre los atados de su dinero, tuvieron temor. Entonces su padre Jacob les dijo: Hab�isme privado de mis hijos; Jos� no parece, ni Sime�n tampoco, y � Benjam�n le llevar�is: contra m� son todas estas cosas. Y Rub�n habl� � su padre, diciendo: Har�s morir � mis dos hijos, si no te lo volviere; entr�galo en mi mano, que yo lo volver� � ti. Y �l dijo: No descender� mi hijo con vosotros; que su hermano es muerto, y �l solo ha quedado: y si le aconteciere alg�n desastre en el camino por donde vais, har�is descender mis canas con dolor � la sepultura. G�nesis 43 Y EL hambre era grande en la tierra. Y aconteci� que como acabaron de comer el trigo que trajeron de Egipto, d�joles su padre: Volved, y comprad para nosotros un poco de alimento. Y respondi� Jud�, diciendo: Aquel var�n nos protest� con �nimo resuelto, diciendo: No ver�is mi rostro sin vuestro hermano con vosotros. Si enviares � nuestro hermano con nosotros, descenderemos y te compraremos alimento: Pero si no le enviares, no descenderemos: porque aquel var�n nos dijo: No ver�is mi rostro sin vuestro hermano con vosotros. Y dijo Israel: �Por qu� me hicisteis tanto mal, declarando al var�n que ten�ais m�s hermano? Y ellos respondieron: Aquel var�n nos pregunt� expresamente por nosotros, y por nuestra parentela, diciendo: �Vive a�n vuestro padre? �ten�is otro hermano? y declar�mosle conforme � estas palabras. �Pod�amos nosotros saber que hab�a de decir: Haced venir � vuestro hermano? Entonces Jud� dijo � Israel su padre: Env�a al mozo conmigo, y nos levantaremos � iremos, � fin que vivamos y no muramos nosotros, y t�, y nuestros ni�os. Yo lo f�o; � m� me pedir�s cuenta de �l: si yo no te lo volviere y lo pusiere delante de ti, ser� para ti el culpante todos los d�as: Que si no nos hubi�ramos detenido, cierto ahora hubi�ramos ya vuelto dos veces. Entonces Israel su padre les respondi�: Pues que as� es, hacedlo; tomad de lo mejor de la tierra en vuestros vasos, y llevad � aquel var�n un presente, un poco de b�lsamo, y un poco de miel, aromas y mirra, nueces y almendras. Y tomad en vuestras manos doblado dinero, y llevad en vuestra mano el dinero vuelto en las bocas de vuestros costales; quiz� fu� yerro. Tomad tambi�n � vuestro hermano, y levantaos, y volved � aquel var�n. Y el Dios Omnipotente os d� misericordias delante de aquel var�n, y os suelte al otro vuestro hermano, y � este Benjam�n. Y si he de ser privado de mis hijos, s�alo. Entonces tomaron aquellos varones el presente, y tomaron en su mano doblado dinero, y � Benjam�n; y se levantaron, y descendieron � Egipto, y present�ronse delante de Jos�. Y vi� Jos� � Benjam�n con ellos, y dijo al mayordomo de su casa: Mete en casa � esos hombres, y deg�ella v�ctima, y ader�za la; porque estos hombres comer�n conmigo al medio d�a. E hizo el hombre como Jos� dijo; y meti� aquel hombre � los hombres en casa de Jos�. Y aquellos hombres tuvieron temor, cuando fueron metidos en casa de Jos�, y dec�an: Por el dinero que fu� vuelto en nuestros costales la primera vez nos han metido aqu�, para revolver contra nosotros, y dar sobre nosotros, y tomarnos por siervos � nosotros, y � nuestros asnos. Y lleg�ronse al mayordomo de la casa de Jos�, y le hablaron � la entrada de la casa. Y dijeron: Ay, se�or m�o, nosotros en realidad de verdad descendimos al principio � comprar alimentos: Y aconteci� que como vinimos al mes�n y abrimos nuestros costales, he aqu� el dinero de cada uno estaba en la boca de su costal, nuestro dinero en su justo peso; y h�moslo vuelto en nuestras manos. Hemos tambi�n tra�do en nuestras manos otro dinero para comprar alimentos: nosotros no sabemos qui�n haya puesto nuestro dinero en nuestros costales. Y �l respondi�: Paz � vosotros, no tem�is; vuestro Dios y el Dios de vuestro padre os di� el tesoro en vuestros costales: vuestro dinero vino � m�. Y sac� � Sime�n � ellos. Y meti� aquel var�n � aquellos hombres en casa de Jos�: y di�les agua, y lavaron sus pies: y di� de comer � sus asnos. Y ellos prepararon el presente entretanto que ven�a Jos� al medio d�a, porque hab�an o�do que all� hab�an de comer pan. Y vino Jos� � casa, y ellos le trajeron el presente que ten�an en su mano dentro de casa, � inclin�ronse � �l hasta tierra. Entonces les pregunt� �l c�mo estaban, y dijo: �Vuestro padre, el anciano que dijisteis, lo pasa bien? �vive todav�a? Y ellos respondieron: Bien va � tu siervo nuestro padre; aun vive. Y se inclinaron, � hicieron reverencia. Y alzando �l sus ojos vi� � Benjam�n su hermano, hijo de su madre, y dijo: �Es �ste vuestro hermano menor, de quien me hablasteis? Y dijo: Dios tenga misericordia de ti, hijo m�o. Entonces Jos� se apresur�, porque se conmovieron sus entra�as � causa de su hermano, y procur� donde llorar: y entr�se en su c�mara, y llor� all�. Y lav� su rostro, y sali� fuera, y reprimi�se, y dijo: Poned pan. Y pusieron para �l aparte, y separadamente para ellos, y aparte para los Egipcios que con �l com�an: porque los Egipcios no pueden comer pan con los Hebreos, lo cual es abominaci�n � los Egipcios. Y sent�ronse delante de �l, el mayor conforme � su mayor�a, y el menor conforme � su menor�a; y estaban aquellos hombres at�nitos mir�ndose el uno al otro. Y �l tom� viandas de delante de s� para ellos; mas la porci�n de Benjam�n era cinco veces como cualquiera de las de ellos. Y bebieron, y alegr�ronse con �l. G�nesis 44 Y MANDO Jos� al mayordomo de su casa, diciendo: Hinche los costales de aquestos varones de alimentos, cuanto pudieren llevar, y pon el dinero de cada uno en la boca de su costal: Y pondr�s mi copa, la copa de plata, en la boca del costal del menor, con el dinero de su trigo. Y �l hizo como dijo Jos�. Venida la ma�ana, los hombres fueron despedidos con sus asnos. Habiendo ellos salido de la ciudad, de la que aun no se hab�an alejado, dijo Jos� � su mayordomo: Lev�ntate, y sigue � esos hombres; y cuando los alcanzares, diles: �Por qu� hab�is vuelto mal por bien? �No es �sta en la que bebe mi se�or, y por la que suele adivinar? hab�is hecho mal en lo que hicisteis. Y como �l los alcanz�, d�joles estas palabras. Y ellos le respondieron: �Por qu� dice mi se�or tales cosas? Nunca tal hagan tus siervos. He aqu�, el dinero que hallamos en la boca de nuestros costales, te lo volvimos � traer desde la tierra de Cana�n; �c�mo, pues, hab�amos de hurtar de casa de tu se�or plata ni oro? Aquel de tus siervos en quien fuere hallada la copa, que muera, y aun nosotros seremos siervos de mi se�or. Y �l dijo: Tambi�n ahora sea conforme � vuestras palabras; aqu�l en quien se hallare, ser� mi siervo, y vosotros ser�is sin culpa. Ellos entonces se dieron prisa, y derribando cada uno su costal en tierra, abri� cada cual el costal suyo. Y busc�; desde el mayor comenz�, y acab� en el menor; y la copa fu� hallada en el costal de Benjam�n. Entonces ellos rasgaron sus vestidos, y carg� cada uno su asno, y volvieron � la ciudad. Y lleg� Jud� con sus hermanos � casa de Jos�, que aun estaba all�, y postr�ronse delante de �l en tierra. Y d�joles Jos�: �Qu� obra es esta que hab�is hecho? �no sab�is que un hombre como yo sabe adivinar? Entonces dijo Jud�: �Qu� diremos � mi se�or? �qu� hablaremos? �� con qu� nos justificaremos? Dios ha hallado la maldad de tus siervos: he aqu�, nosotros somos siervos de mi se�or, nosotros, y tambi�n aqu�l en cuyo poder fu� hallada la copa. Y �l respondi�: Nunca yo tal haga: el var�n en cuyo poder fu� hallada la copa, �l ser� mi siervo; vosotros id en paz � vuestro padre. Entonces Jud� se lleg� � �l, y dijo: Ay se�or m�o, ru�gote que hable tu siervo una palabra en o�dos de mi se�or, y no se encienda tu enojo contra tu siervo, pues que t� eres como Fara�n. Mi se�or pregunt� � sus siervos, diciendo: �Ten�is padre � hermano? Y nosotros respondimos � mi se�or: Tenemos un padre anciano, y un mozo que le naci� en su vejez, peque�o a�n; y un hermano suyo muri�, y �l qued� solo de su madre, y su padre lo ama. Y t� dijiste � tus siervos: Tra�dmelo, y pondr� mis ojos sobre �l. Y nosotros dijimos � mi se�or: El mozo no puede dejar � su padre, porque si le dejare, su padre morir�. Y dijiste � tus siervos: Si vuestro hermano menor no descendiere con vosotros, no ve�is m�s mi rostro. Aconteci� pues, que como llegamos � mi padre tu siervo, cont�mosle las palabras de mi se�or. Y dijo nuestro padre: Volved � comprarnos un poco de alimento. Y nosotros respondimos: No podemos ir: si nuestro hermano fuere con nosotros, iremos; porque no podemos ver el rostro del var�n, no estando con nosotros nuestro hermano el menor. Entonces tu siervo mi padre nos dijo: Vosotros sab�is que dos me pari� mi mujer; Y el uno sali� de conmigo, y pienso de cierto que fu� despedazado, y hasta ahora no le he visto; Y si tomareis tambi�n �ste de delante de m�, y le aconteciere alg�n desastre, har�is descender mis canas con dolor � la sepultura. Ahora, pues, cuando llegare yo � tu siervo mi padre, y el mozo no fuere conmigo, como su alma est� ligada al alma de �l, Suceder� que cuando no vea al mozo, morir�: y tus siervos har�n descender las canas de tu siervo nuestro padre con dolor � la sepultura. Como tu siervo sali� por fiador del mozo con mi padre, diciendo: Si no te lo volviere, entonces yo ser� culpable para mi padre todos los d�as; Ru�gote por tanto que quede ahora tu siervo por el mozo por siervo de mi se�or, y que el mozo vaya con sus hermanos. Porque �c�mo ir� yo � mi padre sin el mozo? No podr�, por no ver el mal que sobrevendr� � mi padre. G�nesis 45 NO pod�a ya Jos� contenerse delante de todos los que estaban al lado suyo, y clam�: Haced salir de conmigo � todos. Y no qued� nadie con �l, al darse � conocer Jos� � sus hermanos. Entonces se di� � llorar � voz en grito; y oyeron los Egipcios, y oy� tambi�n la casa de Fara�n. Y dijo Jos� � sus hermanos: Yo soy Jos�: �vive a�n mi padre? Y sus hermanos no pudieron responderle, porque estaban turbados delante de �l. Entonces dijo Jos� � sus hermanos: Llegaos ahora � m�. Y ellos se llegaron. Y �l dijo: Yo soy Jos� vuestro hermano el que vendisteis para Egipto. Ahora pues, no os entristezc�is, ni os pese de haberme vendido ac�; que para preservaci�n de vida me envi� Dios delante de vosotros: Que ya ha habido dos a�os de hambre en medio de la tierra, y aun quedan cinco a�os en que ni habr� arada ni siega. Y Dios me envi� delante de vosotros, para que vosotros quedaseis en la tierra, y para daros vida por medio de grande salvamento. As� pues, no me enviasteis vosotros ac�, sino Dios, que me ha puesto por padre de Fara�n, y por se�or de toda su casa, y por gobernador en toda la tierra de Egipto. Daos priesa, id � mi padre y decidle: As� dice tu hijo Jos�: Dios me ha puesto por se�or de todo Egipto; ven � m�, no te detengas: Y habitar�s en la tierra de Gos�n, y estar�s cerca de m�, t� y tus hijos, y los hijos de tus hijos, tus ganados y tus vacas, y todo lo que tienes. Y all� te alimentar�, pues aun quedan cinco a�os de hambre, porque no perezcas de pobreza t� y tu casa, y todo lo que tienes: Y he aqu�, vuestros ojos ven, y los ojos de mi hermano Benjam�n, que mi boca os habla. Har�is pues saber � mi padre toda mi gloria en Egipto, y todo lo que hab�is visto: y daos priesa, y traed � mi padre ac�. Y ech�se sobre el cuello de Benjam�n su hermano, y llor�; y tambi�n Benjam�n llor� sobre su cuello. Y bes� � todos sus hermanos, y llor� sobre ellos: y despu�s sus hermanos hablaron con �l. Y oy�se la noticia en la casa de Fara�n, diciendo: Los hermanos de Jos� han venido. Y plugo en los ojos de Fara�n y de sus siervos. Y dijo Fara�n � Jos�: Di � tus hermanos: Haced esto: cargad vuestras bestias, � id, volved � la tierra de Cana�n; Y tomad � vuestro padre y vuestras familias, y venid � m�, que yo os dar� lo bueno de la tierra de Egipto y comer�is la grosura de la tierra. Y t� manda: Haced esto: tomaos de la tierra de Egipto carros para vuestros ni�os y vuestras mujeres; y tomad � vuestro padre, y venid. Y no se os d� nada de vuestras alhajas, porque el bien de la tierra de Egipto ser� vuestro. E hici�ronlo as� los hijos de Israel: y di�les Jos� carros conforme � la orden de Fara�n, y suministr�les v�veres para el camino. A cada uno de todos ellos di� mudas de vestidos, y � Benjam�n di� trescientas piezas de plata, y cinco mudas de vestidos. Y � su padre envi� esto: diez asnos cargados de lo mejor de Egipto, y diez asnas cargadas de trigo, y pan y comida, para su padre en el camino. Y despidi� � sus hermanos, y fu�ronse. Y �l les dijo: No ri��is por el camino. Y subieron de Egipto, y llegaron � la tierra de Cana�n � Jacob su padre. Y di�ronle las nuevas, diciendo: Jos� vive a�n; y �l es se�or en toda la tierra de Egipto. Y su coraz�n se desmay�; pues no los cre�a. Y ellos le contaron todas las palabras de Jos�, que �l les hab�a hablado; y viendo �l los carros que Jos� enviaba para llevarlo, el esp�ritu de Jacob su padre revivi�. Entonces dijo Israel: Basta; Jos� mi hijo vive todav�a: ir�, y le ver� antes que yo muera. G�nesis 46 Y PARTIOSE Israel con todo lo que ten�a, y vino � Beer-seba, y ofreci� sacrificios al Dios de su padre Isaac. Y habl� Dios � Israel en visiones de noche, y dijo: Jacob, Jacob. Y �l respondi�: Heme aqu�. Y dijo: Yo soy Dios, el Dios de tu padre; no temas de descender � Egipto, porque yo te pondr� all� en gran gente. Yo descender� contigo � Egipto, y yo tambi�n te har� volver: y Jos� pondr� su mano sobre tus ojos. Y levant�se Jacob de Beer-seba; y tomaron los hijos de Israel � su padre Jacob, y � sus ni�os, y � sus mujeres, en los carros que Fara�n hab�a enviado para llevarlo. Y tomaron sus ganados, y su hacienda que hab�a adquirido en la tierra de Cana�n, y vini�ronse � Egipto, Jacob, y toda su simiente consigo; Sus hijos, y los hijos de sus hijos consigo; sus hijas, y las hijas de sus hijos, y � toda su simiente trajo consigo � Egipto. Y estos son los nombres de los hijos de Israel, que entraron en Egipto, Jacob y sus hijos: Rub�n, el primog�nito de Jacob. Y los hijos de Rub�n: Hanoch, y Phallu, y Hezr�n, y Carmi. Y los hijos de Sime�n: Jemuel, y Jam�n, y Ohad, y Jach�n, y Zohar, y Sa�l, hijo de la Cananea. Y los hijos de Lev�: Gers�n, Coath, y Merari. Y los hijos de Jud�: Er, y On�n, y Sela, y Phares, y Zara: mas Er y On�n, murieron en la tierra de Cana�n. Y los hijos de Phares fueron Hezr�n y Hamul. Y los hijos de Issach�r: Thola, y Phua, y Job, y Simr�n. Y los hijos de Zabul�n: Sered y El�n, y Jahleel. Estos fueron los hijos de Lea, los que pari� � Jacob en Padan-aram, y adem�s su hija Dina: treinta y tres las almas todas de sus hijos � hijas. Y los hijos de Gad: Ziphi�n, y Aggi, y Ezb�n, y Suni, y Heri, y Arodi, y Areli. Y los hijos de Aser: Jimna, � Ishua, � Isui y Beria, y Sera, hermana de ellos. Los hijos de Beria: Heber, y Malch�el. Estos fueron los hijos de Zilpa, la que Lab�n di� � su hija Lea, y pari� estos � Jacob; todas diez y seis almas. Y los hijos de Rach�l, mujer de Jacob: Jos� y Benjam�n. Y nacieron � Jos� en la tierra de Egipto Manas�s y Ephraim, los que le pari� Asenath, hija de Potipherah, sacerdote de On. Y los hijos de Benjam�n fueron Bela, y Bech�r y Asbel, y Gera, y Naam�n, y Ehi, y Ros y Muppim, y Huppim, y Ard. Estos fueron los hijos de Rach�l, que nacieron � Jacob: en todas, catorce almas. Y los hijos de Dan: Husim. Y los hijos de Nephtal�: Jahzeel, y Guni, y Jezer, y Shillem. Estos fueron los hijos de Bilha, la que di� Lab�n � Rach�l su hija, y pari� estos � Jacob; todas siete almas. Todas las personas que vinieron con Jacob � Egipto, procedentes de sus lomos, sin las mujeres de los hijos de Jacob, todas las personas fueron sesenta y seis. Y los hijos de Jos�, que le nacieron en Egipto, dos personas. Todas las almas de la casa de Jacob, que entraron en Egipto, fueron setenta. Y envi� � Jud� delante de s� � Jos�, para que le viniese � ver � Gos�n; y llegaron � la tierra de Gos�n. Y Jos� unci� su carro y vino � recibir � Israel su padre � Gos�n; y se manifest� � �l, y ech�se sobre su cuello, y llor� sobre su cuello bastante. Entonces Israel dijo � Jos�: Muera yo ahora, ya que he visto tu rostro, pues aun vives. Y Jos� dijo � sus hermanos, y � la casa de su padre: Subir� y har� saber � Fara�n, y dir�le: Mis hermanos y la casa de mi padre, que estaban en la tierra de Cana�n, han venido � m�; Y los hombres son pastores de ovejas, porque son hombres ganaderos: y han tra�do sus ovejas y sus vacas, y todo lo que ten�an. Y cuando Fara�n os llamare y dijere: �cu�l es vuestro oficio? Entonces dir�is: Hombres de ganader�a han sido tus siervos desde nuestra mocedad hasta ahora, nosotros y nuestros padres; � fin que mor�is en la tierra de Gos�n, porque los Egipcios abominan todo pastor de ovejas. G�nesis 47 Y JOS� vino, � hizo saber � Fara�n, y dijo: Mi padre y mis hermanos, y sus ovejas y sus vacas, con todo lo que tienen, han venido de la tierra de Cana�n, y he aqu�, est�n en la tierra de Gos�n. Y de los postreros de sus hermanos tom� cinco varones, y present�los delante de Fara�n. Y Fara�n dijo � sus hermanos: �Cu�l es vuestro oficio? Y ellos respondieron � Fara�n: Pastores de ovejas son tus siervos, as� nosotros como nuestros padres. Dijeron adem�s � Fara�n: Por morar en esta tierra hemos venido; porque no hay pasto para las ovejas de tus siervos, pues el hambre es grave en la tierra de Cana�n: por tanto, te rogamos ahora que habiten tus siervos en la tierra de Gos�n. Entonces Fara�n habl� � Jos�, diciendo: Tu padre y tus hermanos han venido � ti; La tierra de Egipto delante de ti est�; en lo mejor de la tierra haz habitar � tu padre y � tus hermanos; habiten en la tierra de Gos�n; y si entiendes que hay entre ellos hombres eficaces, ponlos por mayorales del ganado m�o. Y Jos� introdujo � su padre, y present�lo delante de Fara�n; y Jacob bendijo � Fara�n. Y dijo Fara�n � Jacob: �Cu�ntos son los d�as de los a�os de tu vida? Y Jacob respondi� � Fara�n: Los d�as de los a�os de mi peregrinaci�n son ciento treinta a�os; pocos y malos han sido los d�as de los a�os de mi vida, y no han llegado � los d�as de los a�os de la vida de mis padres en los d�as de su peregrinaci�n. Y Jacob bendijo � Fara�n, y sali�se de delante de Fara�n. As� Jos� hizo habitar � su padre y � sus hermanos, y di�les posesi�n en la tierra de Egipto, en lo mejor de la tierra, en la tierra de Rameses como mand� Fara�n. Y alimentaba Jos� � su padre y � sus hermanos, y � toda la casa de su padre, de pan, hasta la boca del ni�o. Y no hab�a pan en toda la tierra, y el hambre era muy grave; por lo que desfalleci� de hambre la tierra de Egipto y la tierra de Cana�n. Y recogi� Jos� todo el dinero que se hall� en la tierra de Egipto y en la tierra de Cana�n, por los alimentos que de �l compraban; y meti� Jos� el dinero en casa de Fara�n. Y acabado el dinero de la tierra de Egipto y de la tierra de Cana�n, vino todo Egipto � Jos� diciendo: Danos pan: �por qu� moriremos delante de ti, por haberse acabado el dinero? Y Jos� dijo: Dad vuestros ganados, y yo os dar� por vuestros ganados, si se ha acabado el dinero. Y ellos trajeron sus ganados � Jos�; y Jos� les di� alimentos por caballos, y por el ganado de las ovejas, y por el ganado de las vacas, y por asnos: y sustent�los de pan por todos sus ganados aquel a�o. Y acabado aquel a�o, vinieron � �l el segundo a�o, y le dijeron: No encubriremos � nuestro se�or que el dinero ciertamente se ha acabado; tambi�n el ganado es ya de nuestro se�or; nada ha quedado delante de nuestro se�or sino nuestros cuerpos y nuestra tierra. �Por qu� moriremos delante de tus ojos, as� nosotros como nuestra tierra? C�mpranos � nosotros y � nuestra tierra por pan, y seremos nosotros y nuestra tierra siervos de Fara�n: y danos simiente para que vivamos y no muramos, y no sea asolada la tierra. Entonces compr� Jos� toda la tierra de Egipto para Fara�n; pues los Egipcios vendieron cada uno sus tierras, porque se agrav� el hambre sobre ellos: y la tierra vino � ser de Fara�n. Y al pueblo h�zolo pasar � las ciudades desde el un cabo del t�rmino de Egipto hasta el otro cabo. Solamente la tierra de los sacerdotes no compr�, por cuanto los sacerdotes ten�an raci�n de Fara�n, y ellos com�an su raci�n que Fara�n les daba: por eso no vendieron su tierra. Y Jos� dijo al pueblo: He aqu� os he hoy comprado y � vuestra tierra para Fara�n: ved aqu� simiente, y sembrar�is la tierra. Y ser� que de los frutos dar�is el quinto � Fara�n, y las cuatro partes ser�n vuestras para sembrar las tierras, y para vuestro mantenimiento, y de los que est�n en vuestras casas, y para que coman vuestros ni�os. Y ellos respondieron: La vida nos has dado: hallemos gracia en ojos de mi se�or, y seamos siervos de Fara�n. Entonces Jos� lo puso por fuero hasta hoy sobre la tierra de Egipto, se�alando para Fara�n el quinto; excepto s�lo la tierra de los sacerdotes, que no fu� de Fara�n. As� habit� Israel en la tierra de Egipto, en la tierra de Gos�n; y aposesion�ronse en ella, y se aumentaron, y multiplicaron en gran manera. Y vivi� Jacob en la tierra de Egipto diecisiete a�os: y fueron los d�as de Jacob, los a�os de su vida, ciento cuarenta y siete a�os. Y lleg�ronse los d�as de Israel para morir, y llam� � Jos� su hijo, y le dijo: Si he hallado ahora gracia en tus ojos, ru�gote que pongas tu mano debajo de mi muslo, y har�s conmigo misericordia y verdad; ru�gote que no me entierres en Egipto; Mas cuando durmiere con mis padres, llevarme has de Egipto, y me sepultar�s en el sepulcro de ellos. Y �l respondi�: Yo har� como t� dices. Y �l dijo: J�ramelo. Y �l le jur�. Entonces Israel se inclin� sobre la cabecera de la cama. 48 G�nesis 48Y SUCEDIO despu�s de estas cosas el haberse dicho � Jos�: He aqu� tu padre est� enfermo. Y �l tom� consigo sus dos hijos Manas�s y Ephraim. Y se hizo saber � Jacob, diciendo: He aqu� tu hijo Jos� viene � ti. Entonces se esforz� Israel, y sent�se sobre la cama; Y dijo � Jos�: El Dios Omnipotente me apareci� en Luz en la tierra de Cana�n, y me bendijo, Y d�jome: He aqu�, yo te har� crecer, y te multiplicar�, y te pondr� por estirpe de pueblos: y dar� esta tierra � tu simiente despu�s de ti por heredad perpetua. Y ahora tus dos hijos Ephraim y Manas�s, que te nacieron en la tierra de Egipto, antes que viniese � ti � la tierra de Egipto, m�os son; como Rub�n y Sime�n, ser�n m�os: Y los que despu�s de ellos has engendrado, ser�n tuyos; por el nombre de sus hermanos ser�n llamados en sus heredades. Porque cuando yo ven�a de Padan-aram, se me muri� Rach�l en la tierra de Cana�n, en el camino, como media legua de tierra viniendo � Ephrata; y sepult�la all� en el camino de Ephrata, que es Bethlehem. Y vi� Israel los hijos de Jos�, y dijo: �Qui�nes son �stos? Y respondi� Jos� � su padre: Son mis hijos, que Dios me ha dado aqu�. Y �l dijo: All�galos ahora � m�, y los bendecir�. Y los ojos de Israel estaban tan agravados de la vejez, que no pod�a ver. H�zoles, pues, llegar � �l, y �l los bes� y abraz�. Y dijo Israel � Jos�: No pensaba yo ver tu rostro, y he aqu� Dios me ha hecho ver tambi�n tu simiente. Entonces Jos� los sac� de entre sus rodillas, � inclin�se � tierra. Y tom�los Jos� � ambos, Ephraim � su diestra, � la siniestra de Israel; y � Manas�s � su izquierda, � la derecha de Israel; � h�zoles llegar � �l. Entonces Israel extendi� su diestra, y p�sola sobre la cabeza de Ephraim, que era el menor, y su siniestra sobre la cabeza de Manas�s, colocando as� sus manos adrede, aunque Manas�s era el primog�nito. Y bendijo � Jos�, y dijo: El Dios en cuya presencia anduvieron mis padres Abraham � Isaac, el Dios que me mantiene desde que yo soy hasta este d�a, El Angel que me liberta de todo mal, bendiga � estos mozos: y mi nombre sea llamado en ellos, y el nombre de mis padres Abraham � Isaac: y multipliquen en gran manera en medio de la tierra. Entonces viendo Jos� que su padre pon�a la mano derecha sobre la cabeza de Eprhaim, caus�le esto disgusto; y asi� la mano de su padre, para mudarla de sobre la cabeza de Ephraim � la cabeza de Manas�s. Y dijo Jos� � su padre: No as�, padre m�o, porque �ste es el primog�nito; pon tu diestra sobre su cabeza. Mas su padre no quiso, y dijo: Lo s�, hijo m�o, lo s�: tambi�n �l vendr� � ser un pueblo, y ser� tambi�n acrecentado; pero su hermano menor ser� m�s grande que �l, y su simiente ser� plenitud de gentes. Y bend�jolos aquel d�a, diciendo: En ti bendecir� Israel, diciendo: P�ngate Dios como � Ephraim y como � Manas�s. Y puso � Ephraim delante de Manas�s. Y dijo Israel � Jos�: He aqu�, yo muero, mas Dios ser� con vosotros, y os har� volver � la tierra de vuestros padres. Y yo te he dado � ti una parte sobre tus hermanos, la cual tom� yo de mano del Amorrheo con mi espada y con mi arco. G�nesis 49 Y LLAMO Jacob � sus hijos, y dijo: Juntaos, y os declarar� lo que os ha de acontecer en los postreros d�as. Juntaos y oid, hijos de Jacob; Y escuchad � vuestro padre Israel. Rub�n, t� eres mi primog�nito, mi fortaleza, y el principio de mi vigor; Principal en dignidad, principal en poder. Corriente como las aguas, no seas el principal; Por cuanto subiste al lecho de tu padre: Entonces te envileciste, subiendo � mi estrado. Sime�n y Lev�, hermanos: Armas de iniquidad sus armas. En su secreto no entre mi alma, Ni mi honra se junte en su compa��a; Que en su furor mataron var�n, Y en su voluntad arrancaron muro. Maldito su furor, que fu� fiero; Y su ira, que fu� dura: Yo los apartar� en Jacob, Y los esparcir� en Israel. Jud�, alabarte han tus hermanos: Tu mano en la cerviz de tus enemigos: Los hijos de tu padre se inclinar�n � ti. Cachorro de le�n Jud�: De la presa subiste, hijo m�o: Encorv�se, ech�se como le�n, As� como le�n viejo; �qui�n lo despertar�? No ser� quitado el cetro de Jud�, Y el legislador de entre sus pi�s, Hasta que venga Shiloh; Y � �l se congregar�n los pueblos. Atando � la vid su pollino, Y � la cepa el hijo de su asna, Lav� en el vino su vestido, Y en la sangre de uvas su manto: Sus ojos bermejos del vino, Y los dientes blancos de la leche. Zabul�n en puertos de mar habitar�, Y ser� para puerto de nav�os; Y su t�rmino hasta Sid�n. Issach�r, asno huesudo Echado entre dos tercios: Y vi� que el descanso era bueno, Y que la tierra era deleitosa; Y baj� su hombro para llevar, Y sirvi� en tributo. Dan juzgar� � su pueblo, Como una de las tribus de Israel. Ser� Dan serpiente junto al camino, Cerasta junto � la senda, Que muerde los talones de los caballos, Y hace caer por detr�s al cabalgador de ellos. Tu salud esper�, oh Jehov�. Gad, ej�rcito lo acometer�; Mas �l acometer� al fin. El pan de Aser ser� grueso, Y �l dar� deleites al rey. Nephtal�, sierva dejada, Que dar� dichos hermosos. Ramo fruct�fero Jos�, Ramo fruct�fero junto � fuente, Cuyos v�stagos se extienden sobre el muro. Y caus�ronle amargura, Y asaete�ronle, Y aborreci�ronle los archeros: Mas su arco qued� en fortaleza, Y los brazos de sus manos se corroboraron Por las manos del Fuerte de Jacob, (De all� el pastor, y la piedra de Israel,) Del Dios de tu padre, el cual te ayudar�, Y del Omnipotente, el cual te bendecir� Con bendiciones de los cielos de arriba, Con bendiciones del abismo que est� abajo, Con bendiciones del seno y de la matriz. Las bendiciones de tu padre Fueron mayores que las bendiciones de mis progenitores: Hasta el t�rmino de los collados eternos Ser�n sobre la cabeza de Jos�, Y sobre la mollera del Nazareo de sus hermanos. Benjam�n, lobo arrebatador: A la ma�ana comer� la presa, Y � la tarde repartir� los despojos. Todos estos fueron las doce tribus de Israel: y esto fu� lo que su padre les dijo, y bend�jolos; � cada uno por su bendici�n los bendijo. Mand�les luego, y d�joles: Yo voy � ser reunido con mi pueblo: sepultadme con mis padres en la cueva que est� en el campo de Ephr�n el Hetheo; En la cueva que est� en el campo de Macpela, que est� delante de Mamre en la tierra de Cana�n, la cual compr� Abraham con el mismo campo de Ephr�n el Hetheo, para heredad de sepultura. All� sepultaron � Abraham y � Sara su mujer; all� sepultaron � Isaac y � Rebeca su mujer; all� tambi�n sepult� yo � Lea. La compra del campo y de la cueva que est� en �l, fu� de los hijos de Heth. Y como acab� Jacob de dar �rdenes � sus hijos, encogi� sus pies en la cama, y espir�: y fu� reunido con sus padres. G�nesis 50 ENTONCES se ech� Jos� sobre el rostro de su padre, y llor� sobre �l, y bes�lo. Y mand� Jos� � sus m�dicos familiares que embalsamasen � su padre: y los m�dicos embalsamaron � Israel. Y cumpli�ronle cuarenta d�as, porque as� cumpl�an los d�as de los embalsamados, y llor�ronlo los Egipcios setenta d�as. Y pasados los d�as de su luto, habl� Jos� � los de la casa de Fara�n, diciendo: Si he hallado ahora gracia en vuestros ojos, os ruego que habl�is en o�dos de Fara�n, diciendo: Mi padre me conjur� diciendo: He aqu� yo muero; en mi sepulcro que yo cav� para m� en la tierra de Cana�n, all� me sepultar�s; ruego pues que vaya yo ahora, y sepultar� � mi padre, y volver�. Y Fara�n dijo: Ve, y sepulta � tu padre, como �l te conjur�. Entonces Jos� subi� � sepultar � su padre; y subieron con �l todos los siervos de Fara�n, los ancianos de su casa, y todos los ancianos de la tierra de Egipto. Y toda la casa de Jos�, y sus hermanos, y la casa de su padre: solamente dejaron en la tierra de Gos�n sus ni�os, y sus ovejas y sus vacas. Y subieron tambi�n con �l carros y gente de � caballo, � h�zose un escuadr�n muy grande. Y llegaron hasta la era de Atad, que est� � la otra parte del Jord�n, y endecharon all� con grande y muy grave lamentaci�n: y Jos� hizo � su padre duelo por siete d�as. Y viendo los moradores de la tierra, los Cananeos, el llanto en la era de Atad, dijeron: Llanto grande es este de los Egipcios: por eso fu� llamado su nombre Abelmizraim, que est� � la otra parte del Jord�n. Hicieron, pues, sus hijos con �l, seg�n les hab�a mandado: Pues llev�ronlo sus hijos � la tierra de Cana�n, y le sepultaron en la cueva del campo de Macpela, la que hab�a comprado Abraham con el mismo campo, para heredad de sepultura, de Ephr�n el Hetheo, delante de Mamre. Y torn�se Jos� � Egipto, �l y sus hermanos, y todos los que subieron con �l � sepultar � su padre, despu�s que le hubo sepultado. Y viendo los hermanos de Jos� que su padre era muerto, dijeron: Quiz� nos aborrecer� Jos�, y nos dar� el pago de todo el mal que le hicimos. Y enviaron � decir � Jos�: Tu padre mand� antes de su muerte, diciendo: As� dir�is � Jos�: Ru�gote que perdones ahora la maldad de tus hermanos y su pecado, porque mal te trataron: por tanto ahora te rogamos que perdones la maldad de los siervos del Dios de tu padre. Y Jos� llor� mientras hablaban. Y vinieron tambi�n sus hermanos, y postr�ronse delante de �l, y dijeron: Henos aqu� por tus siervos. Y respondi�les Jos�: No tem�is: �estoy yo en lugar de Dios? Vosotros pensasteis mal sobre m�, mas Dios lo encamin� � bien, para hacer lo que vemos hoy, para mantener en vida � mucho pueblo. Ahora, pues, no teng�is miedo; yo os sustentar� � vosotros y � vuestros hijos. As� los consol�, y les habl� al coraz�n. Y estuvo Jos� en Egipto, �l y la casa de su padre: y vivi� Jos� ciento diez a�os. Y vi� Jos� los hijos de Ephraim hasta la tercera generaci�n: tambi�n los hijos de Mach�r, hijo de Manas�s, fueron criados sobre las rodillas de Jos�. Y Jos� dijo � sus hermanos: Yo me muero; mas Dios ciertamente os visitar�, y os har� subir de aquesta tierra � la tierra que jur� � Abraham, � Isaac, y � Jacob. Y conjur� Jos� � los hijos de Israel, diciendo: Dios ciertamente os visitar�, y har�is llevar de aqu� mis huesos. Y muri� Jos� de edad de ciento diez a�os; y embalsam�ronlo, y fu� puesto en un ata�d en Egipto.

Exodo del 1 al 40

ExodoLA BIBLIA Versión Reina-Valera de 1909 �NDICE [ 1 | 2 | 3 | 4 | 5 | 6 | 7 | 8 | 9 | 10 | 11 | 12 | 13 | 14 | 15 | 16 | 17 | 18 | 19 | 20 | 21 | 22 | 23 | 24 | 25 | 26 | 27 | 28 | 29 | 30 | 31 | 32 | 33 | 34 | 35 | 36 | 37 | 38 | 39 | 40 ] Exodo 1ESTOS son los nombres de los hijos de Israel, que entraron en Egipto con Jacob; cada uno entr� con su familia. Rub�n, Sime�n, Lev� y Jud�; Issach�r, Zabul�n y Benjam�n; Dan y Nephtal�, Gad y Aser. Y todas las almas de los que salieron del muslo de Jacob, fueron setenta. Y Jos� estaba en Egipto. Y muri� Jos�, y todos sus hermanos, y toda aquella generaci�n. Y los hijos de Israel crecieron, y multiplicaron, y fueron aumentados y corroborados en extremo; y llen�se la tierra de ellos. Levant�se entretanto un nuevo rey sobre Egipto, que no conoc�a � Jos�; el cual dijo � su pueblo: He aqu�, el pueblo de los hijos de Israel es mayor y m�s fuerte que nosotros: Ahora, pues, seamos sabios para con �l, porque no se multiplique, y acontezca que viniendo guerra, �l tambi�n se junte con nuestros enemigos, y pelee contra nosotros, y se vaya de la tierra. Entonces pusieron sobre �l comisarios de tributos que los molestasen con sus cargas; y edificaron � Fara�n las ciudades de los bastimentos, Phithom y Raamses. Empero cuanto m�s los oprim�an, tanto m�s se multiplicaban y crec�an: as� que estaban ellos fastidiados de los hijos de Israel. Y los Egipcios hicieron servir � los hijos de Israel con dureza: Y amargaron su vida con dura servidumbre, en hacer barro y ladrillo, y en toda labor del campo, y en todo su servicio, al cual los obligaban con rigorismo. Y habl� el rey de Egipto � las parteras de las Hebreas, una de las cuales se llamaba Siphra, y otra Ph�a, y d�joles: Cuando parteareis � las Hebreas, y mirareis los asientos, si fuere hijo, matadlo; y si fuere hija, entonces viva. Mas las parteras temieron � Dios, y no hicieron como les mand� el rey de Egipto, sino que reservaban la vida � los ni�os. Y el rey de Egipto hizo llamar � las parteras y d�joles: �Por qu� hab�is hecho esto, que hab�is reservado la vida � los ni�os? Y las parteras respondieron � Fara�n: Porque las mujeres Hebreas no son como las Egipcias: porque son robustas, y paren antes que la partera venga � ellas. Y Dios hizo bien � las parteras: y el pueblo se multiplic�, y se corroboraron en gran manera. Y por haber las parteras temido � Dios, �l les hizo casas. Entonces Fara�n mand� � todo su pueblo, diciendo: Echad en el r�o todo hijo que naciere, y � toda hija reservad la vida. Exodo 2UN var�n de la familia de Lev� fu�, y tom� por mujer una hija de Lev�: La cual concibi�, y pari� un hijo: y vi�ndolo que era hermoso, t�vole escondido tres meses. Pero no pudiendo ocultarle m�s tiempo, tom� una arquilla de juncos, y calafate�la con pez y bet�n, y coloc� en ella al ni�o, y p�solo en un carrizal � la orilla del r�o: Y par�se una hermana suya � lo lejos, para ver lo que le acontecer�a. Y la hija de Fara�n descendi� � lavarse al r�o, y pase�ndose sus doncellas por la ribera del r�o, vi� ella la arquilla en el carrizal, y envi� una criada suya � que la tomase. Y como la abri�, vi� al ni�o; y he aqu� que el ni�o lloraba. Y teniendo compasi�n de �l, dijo: De los ni�os de los Hebreos es �ste. Entonces su hermana dijo � la hija de Fara�n: �Ir� � llamarte un ama de las Hebreas, para que te cr�e este ni�o? Y la hija de Fara�n respondi�: Ve. Entonces fu� la doncella, y llam� � la madre del ni�o; A la cual dijo la hija de Fara�n: Lleva este ni�o, y cr�amelo, y yo te lo pagar�. Y la mujer tom� al ni�o, y cri�lo. Y como creci� el ni�o, ella lo trajo � la hija de Fara�n, la cual lo prohij�, y p�sole por nombre Mois�s, diciendo: Porque de las aguas lo saqu�. Y en aquellos d�as acaeci� que, crecido ya Mois�s, sali� � sus hermanos, y vi� sus cargas: y observ� � un Egipcio que her�a � uno de los Hebreos, sus hermanos. Y mir� � todas partes, y viendo que no parec�a nadie, mat� al Egipcio, y escondi�lo en la arena. Y sali� al d�a siguiente, y viendo � dos Hebreos que re��an, dijo al que hac�a la injuria: �Por qu� hieres � tu pr�jimo? Y �l respondi�: �Qui�n te ha puesto � ti por pr�ncipe y juez sobre nosotros? �piensas matarme como mataste al Egipcio? Entonces Mois�s tuvo miedo, y dijo: Ciertamente esta cosa es descubierta. Y oyendo Fara�n este negocio, procur� matar � Mois�s: mas Mois�s huy� de delante de Fara�n, y habit� en la tierra de Madi�n; y sent�se junto � un pozo. Ten�a el sacerdote de Madi�n siete hijas, las cuales vinieron � sacar agua, para llenar las pilas y dar de beber � las ovejas de su padre. Mas los pastores vinieron, y ech�ronlas: Entonces Mois�s se levant� y defendi�las, y abrev� sus ovejas. Y volviendo ellas � Rag�el su padre, d�joles �l: �Por qu� hab�is hoy venido tan presto? Y ellas respondieron: Un var�n Egipcio nos defendi� de mano de los pastores, y tambi�n nos sac� el agua, y abrev� las ovejas. Y dijo � sus hijas: �Y d�nde est�? �por qu� hab�is dejado ese hombre? llamadle para que coma pan. Y Mois�s acord� en morar con aquel var�n; y �l di� � Mois�s � su hija S�phora: La cual le pari� un hijo, y �l le puso por nombre Gersom: porque dijo: Peregrino soy en tierra ajena. Y aconteci� que despu�s de muchos d�as muri� el rey de Egipto, y los hijos de Israel suspiraron � causa de la servidumbre, y clamaron: y subi� � Dios el clamor de ellos con motivo de su servidumbre. Y oy� Dios el gemido de ellos, y acord�se de su pacto con Abraham, Isaac y Jacob. Y mir� Dios � los hijos de Israel, y reconoci�los Dios. Exodo 3Y APACENTANDO Mois�s las ovejas de Jethro su suegro, sacerdote de Madi�n, llev� las ovejas detr�s del desierto, y vino � Horeb, monte de Dios. Y apareci�sele el Angel de Jehov� en una llama de fuego en medio de una zarza: y �l mir�, y vi� que la zarza ard�a en fuego, y la zarza no se consum�a. Entonces Mois�s dijo: Ir� yo ahora, y ver� esta grande visi�n, por qu� causa la zarza no se quema. Y viendo Jehov� que iba � ver, llam�lo Dios de en medio de la zarza, y dijo: �Mois�s, Mois�s! Y �l respondi�: Heme aqu�. Y dijo: No te llegues ac�: quita tus zapatos de tus pies, porque el lugar en que t� est�s, tierra santa es. Y dijo: Yo soy el Dios de tu padre, Dios de Abraham, Dios de Isaac, Dios de Jacob. Entonces Mois�s cubri� su rostro, porque tuvo miedo de mirar � Dios. Y dijo Jehov�: Bien he visto la aflicci�n de mi pueblo que est� en Egipto, y he o�do su clamor � causa de sus exactores; pues tengo conocidas sus angustias: Y he descendido para librarlos de mano de los Egipcios, y sacarlos de aquella tierra � una tierra buena y ancha, � tierra que fluye leche y miel, � los lugares del Cananeo, del Hetheo, del Amorrheo, del Pherezeo, del Heveo, y del Jebuseo. El clamor, pues, de los hijos de Israel ha venido delante de m�, y tambi�n he visto la opresi�n con que los Egipcios los oprimen. Ven por tanto ahora, y enviarte he � Fara�n, para que saques � mi pueblo, los hijos de Israel, de Egipto. Entonces Mois�s respondi� � Dios: �Qui�n soy yo, para que vaya � Fara�n, y saque de Egipto � los hijos de Israel? Y �l le respondi�: Ve, porque yo ser� contigo; y esto te ser� por se�al de que yo te he enviado: luego que hubieres sacado este pueblo de Egipto, servir�is � Dios sobre este monte. Y dijo Mois�s � Dios: He aqu� que llego yo � los hijos de Israel, y les digo, El Dios de vuestros padres me ha enviado � vosotros; si ellos me preguntaren: �Cu�l es su nombre? �qu� les responder�? Y respondi� Dios � Mois�s: YO SOY EL QUE SOY. Y dijo: As� dir�s � los hijos de Israel: YO SOY me ha enviado � vosotros. Y dijo m�s Dios � Mois�s: As� dir�s � los hijos de Israel: Jehov�, el Dios de vuestros padres, el Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob, me ha enviado � vosotros. Este es mi nombre para siempre, este es mi memorial por todos los siglos. Ve, y junta los ancianos de Israel, y diles: Jehov�, el Dios de vuestros padres, el Dios de Abraham, de Isaac, y de Jacob, me apareci�, diciendo: De cierto os he visitado, y visto lo que se os hace en Egipto; Y he dicho: Yo os sacar� de la aflicci�n de Egipto � la tierra del Cananeo, y del Hetheo, y del Amorrheo, y del Pherezeo, y del Heveo, y del Jebuseo, � una tierra que fluye leche y miel. Y oir�n tu voz; � ir�s t�, y los ancianos de Israel, al rey de Egipto, y le dir�is: Jehov�, el Dios de los Hebreos, nos ha encontrado; por tanto nosotros iremos ahora camino de tres d�as por el desierto, para que sacrifiquemos � Jehov� nuestro Dios. Mas yo s� que el rey de Egipto no os dejar� ir sino por mano fuerte. Empero yo extender� mi mano, y herir� � Egipto con todas mis maravillas que har� en �l, y entonces os dejar� ir. Y yo dar� � este pueblo gracia en los ojos de los Egipcios, para que cuando os partiereis, no salg�is vac�os: Sino que demandar� cada mujer � su vecina y � su hu�speda vasos de plata, vasos de oro, y vestidos: los cuales pondr�is sobre vuestros hijos y vuestras hijas, y despojar�is � Egipto. Exodo 4ENTONCES Mois�s respondi�, y dijo: He aqu� que ellos no me creer�n, ni oir�n mi voz; porque dir�n: No te ha aparecido Jehov�. Y Jehov� dijo: �Qu� es eso que tienes en tu mano? Y �l respondi�: Una vara. Y �l le dijo: �chala en tierra. Y �l la ech� en tierra, y torn�se una culebra: y Mois�s hu�a de ella. Entonces dijo Jehov� � Mois�s: Extiende tu mano, y t�mala por la cola. Y �l extendi� su mano, y tom�la, y torn�se vara en su mano. Por esto creer�n que se te ha aparecido Jehov�, el Dios de tus padres, el Dios de Abraham, Dios de Isaac, y Dios de Jacob. Y d�jole m�s Jehov�: Mete ahora tu mano en tu seno. Y �l meti� la mano en su seno; y como la sac�, he aqu� que su mano estaba leprosa como la nieve. Y dijo: Vuelve � meter tu mano en tu seno: y �l volvi� � meter su mano en su seno; y volvi�ndola � sacar del seno, he aqu� que se hab�a vuelto como la otra carne. Si aconteciere, que no te creyeren, ni obedecieren � la voz de la primera se�al, creer�n � la voz de la postrera. Y si a�n no creyeren � estas dos se�ales, ni oyeren tu voz, tomar�s de las aguas del r�o, y derr�malas en tierra; y volverse han aquellas aguas que tomar�s del r�o, se volver�n sangre en la tierra. Entonces dijo Mois�s � Jehov�: �Ay Se�or! yo no soy hombre de palabras de ayer ni de anteayer, ni aun desde que t� hablas � tu siervo; porque soy tardo en el habla y torpe de lengua. Y Jehov� le respondi�: �Qui�n di� la boca al hombre? �� qui�n hizo al mudo y al sordo, al que ve y al ciego? �no soy yo Jehov�? Ahora pues, ve, que yo ser� en tu boca, y te ense�ar� lo que hayas de hablar. Y �l dijo: �Ay Se�or! env�a por mano del que has de enviar. Entonces Jehov� se enoj� contra Mois�s, y dijo: �No conozco yo � tu hermano Aar�n, Levita, y que �l hablar�? Y aun he aqu� que �l te saldr� � recibir, y en vi�ndote, se alegrar� en su coraz�n. T� hablar�s � �l, y pondr�s en su boca las palabras, y yo ser� en tu boca y en la suya, y os ense�ar� lo que hay�is de hacer. Y �l hablar� por ti al pueblo; y �l te ser� � ti en lugar de boca, y t� ser�s para �l en lugar de Dios. Y tomar�s esta vara en tu mano, con la cual har�s las se�ales. As� se fu� Mois�s, y volviendo � su suegro Jethro, d�jole: Ir� ahora, y volver� � mis hermanos que est�n en Egipto, para ver si a�n viven. Y Jethro dijo � Mois�s: Ve en paz. Dijo tambi�n Jehov� � Mois�s en Madi�n: Ve, y vu�lvete � Egipto, porque han muerto todos los que procuraban tu muerte. Entonces Mois�s tom� su mujer y sus hijos, y p�solos sobre un asno, y volvi�se � tierra de Egipto: tom� tambi�n Mois�s la vara de Dios en su mano. Y dijo Jehov� � Mois�s: Cuando hubiereis vuelto � Egipto, mira que hagas delante de Fara�n todas las maravillas que he puesto en tu mano: yo empero endurecer� su coraz�n, de modo que no dejar� ir al pueblo. Y dir�s � Fara�n: Jehov� ha dicho as�: Israel es mi hijo, mi primog�nito. Ya te he dicho que dejes ir � mi hijo, para que me sirva, mas no has querido dejarlo ir: he aqu� yo voy � matar � tu hijo, tu primog�nito. Y aconteci� en el camino, que en una posada le sali� al encuentro Jehov�, y quiso matarlo. Entonces S�phora cogi� un afilado pedernal, y cort� el prepucio de su hijo, y ech�lo � sus pies, diciendo: A la verdad t� me eres un esposo de sangre. As� le dej� luego ir. Y ella dijo: Esposo de sangre, � causa de la circuncisi�n. Y Jehov� dijo � Aar�n: Ve � recibir � Mois�s al desierto. Y �l fue, y encontr�lo en el monte de Dios, y bes�le. Entonces cont� Mois�s � Aar�n todas las palabras de Jehov� que le enviaba, y todas las se�ales que le hab�a dado. Y fueron Mois�s y Aar�n, y juntaron todos los ancianos de los hijos de Israel: Y habl� Aar�n todas las palabras que Jehov� hab�a dicho � Mois�s, � hizo las se�ales delante de los ojos del pueblo. Y el pueblo crey�: y oyendo que Jehov� hab�a visitado los hijos de Israel, y que hab�a visto su aflicci�n, inclin�ronse y adoraron. Exodo 5DESPU�S entraron Mois�s y Aar�n � Fara�n, y le dijeron: Jehov�, el Dios de Israel, dice as�: Deja ir � mi pueblo � celebrarme fiesta en el desierto. Y Fara�n respondi�: �Qui�n es Jehov�, para que yo oiga su voz y deje ir � Israel? Yo no conozco � Jehov�, ni tampoco dejar� ir � Israel. Y ellos dijeron: El Dios de los Hebreos nos ha encontrado: iremos, pues, ahora camino de tres d�as por el desierto, y sacrificaremos � Jehov� nuestro Dios; porque no venga sobre nosotros con pestilencia � con espada. Entonces el rey de Egipto les dijo: Mois�s y Aar�n, �por qu� hac�is cesar al pueblo de su obra? idos � vuestros cargos. Dijo tambi�n Fara�n: He aqu� el pueblo de la tierra es ahora mucho, y vosotros les hac�is cesar de sus cargos. Y mand� Fara�n aquel mismo d�a � los cuadrilleros del pueblo que le ten�an � su cargo, y � sus gobernadores, diciendo: De aqu� adelante no dar�is paja al pueblo para hacer ladrillo, como ayer y antes de ayer; vayan ellos y recojan por s� mismos la paja: Y hab�is de ponerles la tarea del ladrillo que hac�an antes, y no les disminuir�is nada; porque est�n ociosos, y por eso levantan la voz diciendo: Vamos y sacrificaremos � nuestro Dios. Agr�vese la servidumbre sobre ellos, para que se ocupen en ella, y no atiendan � palabras de mentira. Y saliendo los cuadrilleros del pueblo y sus gobernadores, hablaron al pueblo, diciendo: As� ha dicho Fara�n: Yo no os doy paja. Id vosotros, y recoged paja donde la hallareis; que nada se disminuir� de vuestra tarea. Entonces el pueblo se derram� por toda la tierra de Egipto � coger rastrojo en lugar de paja. Y los cuadrilleros los apremiaban, diciendo: Acabad vuestra obra, la tarea del d�a en su d�a, como cuando se os daba paja. Y azotaban � los capataces de los hijos de Israel, que los cuadrilleros de Fara�n hab�an puesto sobre ellos, diciendo: �Por qu� no hab�is cumplido vuestra tarea de ladrillo ni ayer ni hoy, como antes? Y los capataces de los hijos de Israel vinieron � Fara�n, y se quejaron � �l, diciendo: �Por qu� lo haces as� con tus siervos? No se da paja � tus siervos, y con todo nos dicen: Haced el ladrillo. Y he aqu� tus siervos son azotados, y tu pueblo cae en falta. Y �l respondi�: Est�is ociosos, s�, ociosos, y por eso dec�s: Vamos y sacrifiquemos � Jehov�. Id pues ahora, y trabajad. No se os dar� paja, y hab�is de dar la tarea del ladrillo. Entonces los capataces de los hijos de Israel se vieron en aflicci�n, habi�ndoseles dicho: No se disminuir� nada de vuestro ladrillo, de la tarea de cada d�a. Y encontrando � Mois�s y � Aar�n, que estaban � la vista de ellos cuando sal�an de Fara�n, Dij�ronles: Mire Jehov� sobre vosotros, y juzgue; pues hab�is hecho heder nuestro olor delante de Fara�n y de sus siervos, d�ndoles el cuchillo en las manos para que nos maten. Entonces Mois�s se volvi� � Jehov�, y dijo: Se�or, �por qu� afliges � este pueblo? �para qu� me enviaste? Porque desde que yo vine � Fara�n para hablarle en tu nombre, ha afligido � este pueblo; y t� tampoco has librado � tu pueblo. Exodo 6JEHOVA respondi� � Mois�s: Ahora ver�s lo que yo har� � Fara�n; porque con mano fuerte los ha de dejar ir; y con mano fuerte los ha de echar de su tierra. Habl� todav�a Dios � Mois�s, y d�jole: Yo soy JEHOVA; Y aparec� � Abraham, � Isaac y � Jacob bajo el nombre de Dios Omnipotente, mas en mi nombre JEHOVA no me notifiqu� � ellos. Y tambi�n establec� mi pacto con ellos, de darles la tierra de Cana�n, la tierra en que fueron extranjeros, y en la cual peregrinaron. Y asimismo yo he o�do el gemido de los hijos de Israel, � quienes hacen servir los Egipcios, y heme acordado de mi pacto. Por tanto dir�s � los hijos de Israel: YO JEHOVA; y yo os sacar� de debajo de las cargas de Egipto, y os librar� de su servidumbre, y os redimir� con brazo extendido, y con juicios grandes: Y os tomar� por mi pueblo y ser� vuestro Dios: y vosotros sabr�is que yo soy Jehov� vuestro Dios, que os saco de debajo de las cargas de Egipto: Y os meter� en la tierra, por la cual alc� mi mano que la dar�a � Abraham, � Isaac y � Jacob: y yo os la dar� por heredad. YO JEHOVA. De esta manera habl� Mois�s � los hijos de Israel: mas ellos no escuchaban � Mois�s � causa de la congoja de esp�ritu, y de la dura servidumbre. Y habl� Jehov� � Mois�s, diciendo: Entra, y habla � Fara�n rey de Egipto, que deje ir de su tierra � los hijos de Israel. Y respondi� Mois�s delante de Jehov�, diciendo: He aqu�, los hijos de Israel no me escuchan: �c�mo pues me escuchar� Fara�n, mayormente siendo yo incircunciso de labios? Entonces Jehov� habl� � Mois�s y � Aar�n, y di�les mandamiento para los hijos de Israel, y para Fara�n rey de Egipto, para que sacasen � los hijos de Israel de la tierra de Egipto. Estas son las cabezas de las familias de sus padres. Los hijos de Rub�n, el primog�nito de Israel: Hanoch y Phall�, Hezr�n y Carmi: estas son las familias de Rub�n. Los hijos de Sime�n: Jemuel, y Jam�n, y Ohad, y Jach�n, y Zoar, y Sa�l, hijo de una Cananea: estas son las familias de Sime�n. Y estos son los nombres de los hijos de Lev� por sus linajes: Gers�n, y Coath, y Merari: Y los a�os de la vida de Lev� fueron ciento treinta y siete a�os. Y los hijos de Gers�n: Libni, y Shimi, por sus familias. Y los hijos de Coath: Amram, � Izhar, y Hebr�n, y Uzziel. Y los a�os de la vida de Coath fueron ciento treinta y tres a�os. Y los hijos de Merari: Mahali, y Musi: estas son las familias de Lev� por sus linajes. Y Amram tom� por mujer � Joch�bed su t�a, la cual le pari� � Aar�n y � Mois�s. Y los a�os de la vida de Amram fueron ciento treinta y siete a�os. Y los hijos de Izhar: Cora, y Nepheg y Zithri. Y los hijos de Uzziel: Misael, y Elzaph�n y Zithri. Y tom�se Aar�n por mujer � Elisabeth, hija de Aminadab, hermana de Naas�n; la cual le pari� � Nadab, y � Abi�, y � Eleazar, y � Ithamar. Y los hijos de Cora: Assir, y Elcana, y Abiasaph: estas son las familias de los Coritas. Y Eleazar, hijo de Aar�n, tom� para s� mujer de las hijas de Phutiel, la cual le pari� � Phinees: Y estas son las cabezas de los padres de los Levitas por sus familias. Este es aquel Aar�n y aquel Mois�s, � los cuales Jehov� dijo: Sacad � los hijos de Israel de la tierra de Egipto por sus escuadrones. Estos son los que hablaron � Fara�n rey de Egipto, para sacar de Egipto � los hijos de Israel. Mois�s y Aar�n fueron �stos. Cuando Jehov� habl� � Mois�s en la tierra de Egipto, Entonces Jehov� habl� � Mois�s, diciendo: Yo soy JEHOVA; di � Fara�n rey de Egipto todas las cosas que yo te digo � ti. Y Mois�s respondi� delante de Jehov�: He aqu�, yo soy incircunciso de labios, �c�mo pues me ha de o�r Fara�n? Exodo 7JEHOVA dijo � Mois�s: Mira, yo te he constitu�do dios para Fara�n, y tu hermano Aar�n ser� tu profeta. T� dir�s todas las cosas que yo te mandar�, y Aar�n tu hermano hablar� � Fara�n, para que deje ir de su tierra � los hijos de Israel. Y yo endurecer� el coraz�n de Fara�n, y multiplicar� en la tierra de Egipto mis se�ales y mis maravillas. Y Fara�n no os oir�; mas yo pondr� mi mano sobre Egipto, y sacar� � mis ej�rcitos, mi pueblo, los hijos de Israel, de la tierra de Egipto, con grandes juicios. Y sabr�n los Egipcios que yo soy Jehov�, cuando extender� mi mano sobre Egipto, y sacar� los hijos de Israel de en medio de ellos. E hizo Mois�s y Aar�n como Jehov� les mand�: hici�ronlo as�. Y era Mois�s de edad de ochenta a�os, y Aar�n de edad de ochenta y tres, cuando hablaron � Fara�n. Y habl� Jehov� � Mois�s y � Aar�n, diciendo: Si Fara�n os respondiere diciendo, Mostrad milagro; dir�s � Aar�n: Toma tu vara, y �chala delante de Fara�n, para que se torne culebra. Vinieron, pues, Mois�s y Aar�n � Fara�n, � hicieron como Jehov� lo hab�a mandado: y ech� Aar�n su vara delante de Fara�n y de sus siervos, y torn�se culebra. Entonces llam� tambi�n Fara�n sabios y encantadores; � hicieron tambi�n lo mismo los encantadores de Egipto con sus encantamientos; Pues ech� cada uno su vara, las cuales se volvieron culebras: mas la vara de Aar�n devor� las varas de ellos. Y el coraz�n de Fara�n se endureci�, y no los escuch�; como Jehov� lo hab�a dicho. Entonces Jehov� dijo � Mois�s: El coraz�n de Fara�n est� agravado, que no quiere dejar ir al pueblo. Ve por la ma�ana � Fara�n, he aqu� que �l sale � las aguas; y t� ponte � la orilla del r�o delante de �l, y toma en tu mano la vara que se volvi� culebra, Y dile: Jehov� el Dios de los Hebreos me ha enviado � ti, diciendo: Deja ir � mi pueblo, para que me sirvan en el desierto; y he aqu� que hasta ahora no has querido oir. As� ha dicho Jehov�: En esto conocer�s que yo soy Jehov�: he aqu�, yo herir� con la vara que tengo en mi mano el agua que est� en el r�o, y se convertir� en sangre: Y los peces que hay en el r�o morir�n, y heder� el r�o, y tendr�n asco los Egipcios de beber el agua del r�o. Y Jehov� dijo � Mois�s: Di � Aar�n: Toma tu vara, y extiende tu mano sobre las aguas de Egipto, sobre sus r�os, sobre sus arroyos y sobre sus estanques, y sobre todos sus dep�sitos de aguas, para que se conviertan en sangre, y haya sangre por toda la regi�n de Egipto, as� en los vasos de madera como en los de piedra. Y Mois�s y Aar�n hicieron como Jehov� lo mand�; y alzando la vara hiri� las aguas que hab�a en el r�o, en presencia de Fara�n y de sus siervos; y todas las aguas que hab�a en el r�o se convirtieron en sangre. Asimismo los peces que hab�a en el r�o murieron; y el r�o se corrompi�, que los Egipcios no pod�an beber de �l: y hubo sangre por toda la tierra de Egipto. Y los encantadores de Egipto hicieron lo mismo con sus encantamientos: y el coraz�n de Fara�n se endureci�, y no los escuch�; como Jehov� lo hab�a dicho. Y tornando Fara�n volvi�se � su casa, y no puso su coraz�n aun en esto. Y en todo Egipto hicieron pozos alrededor del r�o para beber, porque no pod�an beber de las aguas del r�o. Y cumpli�ronse siete d�as despu�s que Jehov� hiri� el r�o. Exodo 8ENTONCES Jehov� dijo � Mois�s: Entra � Fara�n, y dile: Jehov� ha dicho as�: Deja ir � mi pueblo, para que me sirvan. Y si no lo quisieres dejar ir, he aqu� yo herir� con ranas todos tus t�rminos: Y el r�o criar� ranas, las cuales subir�n, y entrar�n en tu casa, y en la c�mara de tu cama, y sobre tu cama, y en las casas de tus siervos, y en tu pueblo, y en tus hornos, y en tus artesas: Y las ranas subir�n sobre ti, y sobre tu pueblo, y sobre todos tus siervos. Y Jehov� dijo � Mois�s: Di � Aar�n: Extiende tu mano con tu vara sobre los r�os, arroyos, y estanques, para que haga venir ranas sobre la tierra de Egipto. Entonces Aar�n extendi� su mano sobre las aguas de Egipto, y subieron ranas que cubrieron la tierra de Egipto. Y los encantadores hicieron lo mismo con sus encantamientos, � hicieron venir ranas sobre la tierra de Egipto. Entonces Fara�n llam� � Mois�s y � Aar�n, y d�joles: Orad � Jehov� que quite las ranas de m� y de mi pueblo; y dejar� ir al pueblo, para que sacrifique � Jehov�. Y dijo Mois�s � Fara�n: Glor�ate sobre m�: �cu�ndo orar� por ti, y por tus siervos, y por tu pueblo, para que las ranas sean quitadas de ti, y de tus casas, y que solamente se queden en el r�o? Y �l dijo: Ma�ana. Y Mois�s respondi�: Se har� conforme � tu palabra, para que conozcas que no hay como Jehov� nuestro Dios: Y las ranas se ir�n de ti, y de tus casas, y de tus siervos, y de tu pueblo, y solamente se quedar�n en el r�o. Entonces salieron Mois�s y Aar�n de con Fara�n, y clam� Mois�s � Jehov� sobre el negocio de las ranas que hab�a puesto � Fara�n. E hizo Jehov� conforme � la palabra de Mois�s, y murieron las ranas de las casas, de los cortijos, y de los campos. Y las juntaron en montones, y apestaban la tierra. Y viendo Fara�n que le hab�an dado reposo, agrav� su coraz�n, y no los escuch�; como Jehov� lo hab�a dicho. Entonces Jehov� dijo � Mois�s: Di � Aar�n: Extiende tu vara, y hiere el polvo de la tierra, para que se vuelva piojos por todo el pa�s de Egipto. Y ellos lo hicieron as�; y Aar�n extendi� su mano con su vara, � hiri� el polvo de la tierra, el cual se volvi� piojos, as� en los hombres como en las bestias: todo el polvo de la tierra se volvi� piojos en todo el pa�s de Egipto. Y los encantadores hicieron as� tambi�n, para sacar piojos con sus encantamientos; mas no pudieron. Y hab�a piojos as� en los hombres como en las bestias. Entonces los magos dijeron � Fara�n: Dedo de Dios es este. Mas el coraz�n de Fara�n se endureci�, y no los escuch�; como Jehov� lo hab�a dicho. Y Jehov� dijo � Mois�s: Lev�ntate de ma�ana y ponte delante de Fara�n, he aqu� �l sale � las aguas; y dile: Jehov� ha dicho as�: Deja ir � mi pueblo, para que me sirva. Porque si no dejares ir � mi pueblo, he aqu� yo enviar� sobre ti, y sobre tus siervos, y sobre tu pueblo, y sobre tus casas toda suerte de moscas; y las casas de los Egipcios se henchir�n de toda suerte de moscas, y asimismo la tierra donde ellos estuvieren. Y aquel d�a yo apartar� la tierra de Gos�n, en la cual mi pueblo habita, para que ninguna suerte de moscas haya en ella; � fin de que sepas que yo soy Jehov� en medio de la tierra. Y yo pondr� redenci�n entre mi pueblo y el tuyo. Ma�ana ser� esta se�al. Y Jehov� lo hizo as�: que vino toda suerte de moscas molest�simas sobre la casa de Fara�n, y sobre las casas de sus siervos, y sobre todo el pa�s de Egipto; y la tierra fu� corrompida � causa de ellas. Entonces Fara�n llam� � Mois�s y � Aar�n, y d�joles: Andad, sacrificad � vuestro Dios en la tierra. Y Mois�s respondi�: No conviene que hagamos as�, porque sacrificar�amos � Jehov� nuestro Dios la abominaci�n de los Egipcios. He aqu�, si sacrific�ramos la abominaci�n de los Egipcios delante de ellos, �no nos apedrear�an? Camino de tres d�as iremos por el desierto, y sacrificaremos � Jehov� nuestro Dios, como �l nos dir�. Y dijo Fara�n: Yo os dejar� ir para que sacrifiqu�is � Jehov� vuestro Dios en el desierto, con tal que no vay�is m�s lejos: orad por m�. Y respondi� Mois�s: He aqu�, en saliendo yo de contigo, rogar� � Jehov� que las diversas suertes de moscas se vayan de Fara�n, y de sus siervos, y de su pueblo ma�ana; con tal que Fara�n no falte m�s, no dejando ir al pueblo � sacrificar � Jehov�. Entonces Mois�s sali� de con Fara�n, y or� � Jehov�. Y Jehov� hizo conforme � la palabra de Mois�s; y quit� todas aquellas moscas de Fara�n, y de sus siervos, y de su pueblo, sin que quedara una. Mas Fara�n agrav� a�n esta vez su coraz�n, y no dej� ir al pueblo. Exodo 9ENTONCES Jehov� dijo � Mois�s: Entra � Fara�n, y dile: Jehov�, el Dios de los Hebreos, dice as�: Deja ir � mi pueblo, para que me sirvan; Porque si no lo quieres dejar ir, y los detuvieres a�n, He aqu� la mano de Jehov� ser� sobre tus ganados que est�n en el campo, caballos, asnos, camellos, vacas y ovejas, con pestilencia grav�sima: Y Jehov� har� separaci�n entre los ganados de Israel y los de Egipto, de modo que nada muera de todo lo de los hijos de Israel. Y Jehov� se�al� tiempo, diciendo: Ma�ana har� Jehov� esta cosa en la tierra. Y el d�a siguiente Jehov� hizo aquello, y muri� todo el ganado de Egipto; mas del ganado de los hijos de Israel no muri� uno. Entonces Fara�n envi�, y he aqu� que del ganado de los hijos de Israel no hab�a muerto uno. Mas el coraz�n de Fara�n se agrav�, y no dej� ir al pueblo. Y Jehov� dijo � Mois�s y � Aar�n: Tomad pu�ados de ceniza de un horno, y esp�rzala Mois�s hacia el cielo delante de Fara�n: Y vendr� � ser polvo sobre toda la tierra de Egipto, el cual originar� sarpullido que cause tumores apostemados en los hombres y en las bestias, por todo el pa�s de Egipto. Y tomaron la ceniza del horno, y pusi�ronse delante de Fara�n, y esparci�la Mois�s hacia el cielo; y vino un sarpullido que causaba tumores apostemados as� en los hombres como en las bestias. Y los magos no pod�an estar delante de Mois�s � causa de los tumores, porque hubo sarpullido en los magos y en todos los Egipcios. Y Jehov� endureci� el coraz�n de Fara�n, y no los oy�; como Jehov� lo hab�a dicho � Mois�s. Entonces Jehov� dijo � Mois�s: Lev�ntate de ma�ana, y ponte delante de Fara�n, y dile: Jehov�, el Dios de los Hebreos, dice as�: Deja ir � mi pueblo, para que me sirva. Porque yo enviar� esta vez todas mis plagas � tu coraz�n, sobre tus siervos, y sobre tu pueblo, para que entiendas que no hay otro como yo en toda la tierra. Porque ahora yo extender� mi mano para herirte � ti y � tu pueblo de pestilencia, y ser�s quitado de la tierra. Y � la verdad yo te he puesto para declarar en ti mi potencia, y que mi Nombre sea contado en toda la tierra. �Todav�a te ensalzas t� contra mi pueblo, para no dejarlos ir? He aqu� que ma�ana � estas horas yo har� llover granizo muy grave, cual nunca fu� en Egipto, desde el d�a que se fund� hasta ahora. Env�a, pues, � recoger tu ganado, y todo lo que tienes en el campo; porque todo hombre � animal que se hallare en el campo, y no fuere recogido � casa, el granizo descender� sobre �l, y morir�. De los siervos de Fara�n el que temi� la palabra de Jehov�, hizo huir sus criados y su ganado � casa: Mas el que no puso en su coraz�n la palabra de Jehov�, dej� sus criados y sus ganados en el campo. Y Jehov� dijo � Mois�s: Extiende tu mano hacia el cielo, para que venga granizo en toda la tierra de Egipto sobre los hombres, y sobre las bestias, y sobre toda la hierba del campo en el pa�s de Egipto. Y Mois�s extendi� su vara hacia el cielo, y Jehov� hizo tronar y granizar, y el fuego discurr�a por la tierra; y llovi� Jehov� granizo sobre la tierra de Egipto. Hubo pues granizo, y fuego mezclado con el granizo, tan grande, cual nunca hubo en toda la tierra de Egipto desde que fu� habitada. Y aquel granizo hiri� en toda la tierra de Egipto todo lo que estaba en el campo, as� hombres como bestias; asimismo hiri� el granizo toda la hierba del campo, y desgaj� todos los �rboles del pa�s. Solamente en la tierra de Gos�n, donde los hijos de Israel estaban, no hubo granizo. Entonces Fara�n envi� � llamar � Mois�s y � Aar�n, y les dijo: He pecado esta vez: Jehov� es justo, y yo y mi pueblo imp�os. Orad � Jehov�: y cesen los truenos de Dios y el granizo; y yo os dejar� ir, y no os detendr�is m�s. Y respondi�le Mois�s: En saliendo yo de la ciudad extender� mis manos � Jehov�, y los truenos cesar�n, y no habr� m�s granizo; para que sepas que de Jehov� es la tierra. Mas yo s� que ni t� ni tus siervos temer�is todav�a la presencia del Dios Jehov�. El lino, pues, y la cebada fueron heridos; porque la cebada estaba ya espigada, y el lino en ca�a. Mas el trigo y el centeno no fueron heridos; porque eran tard�os. Y salido Mois�s de con Fara�n de la ciudad, extendi� sus manos � Jehov�, y cesaron los truenos y el granizo; y la lluvia no cay� m�s sobre la tierra. Y viendo Fara�n que la lluvia hab�a cesado y el granizo y los truenos, persever� en pecar, y agrav� su coraz�n, �l y sus siervos. Y el coraz�n de Fara�n se endureci�, y no dej� ir � los hijos de Israel; como Jehov� lo hab�a dicho por medio de Mois�s. Exodo 10Y JEHOVA dijo � Mois�s: Entra � Fara�n; porque yo he agravado su coraz�n, y el coraz�n de sus siervos, para dar entre ellos estas mis se�ales; Y para que cuentes � tus hijos y � tus nietos las cosas que yo hice en Egipto, y mis se�ales que d� entre ellos; y para que sep�is que yo soy Jehov�. Entonces vinieron Mois�s y Aar�n � Fara�n, y le dijeron: Jehov�, el Dios de los Hebreos ha dicho as�: �Hasta cu�ndo no querr�s humillarte delante de m�? Deja ir � mi pueblo para que me sirvan. Y si a�n rehusas dejarlo ir, he aqu� que yo traer� ma�ana langosta en tus t�rminos, La cual cubrir� la faz de la tierra, de modo que no pueda verse la tierra; y ella comer� lo que qued� salvo, lo que os ha quedado del granizo; comer� asimismo todo �rbol que os produce fruto en el campo: Y llenarse han tus casas, y las casas de todos tus siervos, y las casas de todos los Egipcios, cual nunca vieron tus padres ni tus abuelos, desde que ellos fueron sobre la tierra hasta hoy. Y volvi�se, y sali� de con Fara�n. Entonces los siervos de Fara�n le dijeron: �Hasta cu�ndo nos ha de ser �ste por lazo? Deja ir � estos hombres, para que sirvan � Jehov� su Dios; �aun no sabes que Egipto est� destruido? Y Mois�s y Aar�n volvieron � ser llamados � Fara�n, el cual les dijo: Andad, servid � Jehov� vuestro Dios. �Qui�n y qui�n son los que han de ir? Y Mois�s respondi�: Hemos de ir con nuestros ni�os y con nuestros viejos, con nuestros hijos y con nuestras hijas: con nuestras ovejas y con nuestras vacas hemos de ir; porque tenemos solemnidad de Jehov�. Y �l les dijo: As� sea Jehov� con vosotros como yo os dejar� ir � vosotros y � vuestros ni�os: mirad como el mal est� delante de vuestro rostro. No ser� as�: id ahora vosotros los varones, y servid � Jehov�: pues esto es lo que vosotros demandasteis. Y ech�ronlos de delante de Fara�n. Entonces Jehov� dijo � Mois�s: Extiende tu mano sobre la tierra de Egipto para langosta, � fin de que suba sobre el pa�s de Egipto, y consuma todo lo que el granizo dej�. Y extendi� Mois�s su vara sobre la tierra de Egipto, y Jehov� trajo un viento oriental sobre el pa�s todo aquel d�a y toda aquella noche; y � la ma�ana el viento oriental trajo la langosta: Y subi� la langosta sobre toda la tierra de Egipto, y asent�se en todos los t�rminos de Egipto, en gran manera grave: antes de ella no hubo langosta semejante, ni despu�s de ella vendr� otra tal; Y cubri� la faz de todo el pa�s, y oscureci�se la tierra; y consumi� toda la hierba de la tierra, y todo el fruto de los �rboles que hab�a dejado el granizo; que no qued� cosa verde en �rboles ni en hierba del campo, por toda la tierra de Egipto. Entonces Fara�n hizo llamar apriesa � Mois�s y � Aar�n, y dijo: He pecado contra Jehov� vuestro Dios, y contra vosotros. Mas ruego ahora que perdones mi pecado solamente esta vez, y que or�is � Jehov� vuestro Dios que quite de m� solamente esta muerte. Y sali� de con Fara�n, y or� � Jehov�. Y Jehov� volvi� un viento occidental fort�simo, y quit� la langosta, y arroj�la en el mar Bermejo: ni una langosta qued� en todo el t�rmino de Egipto. Mas Jehov� endureci� el coraz�n de Fara�n; y no envi� los hijos de Israel. Y Jehov� dijo � Mois�s: Extiende tu mano hacia el cielo, para que haya tinieblas sobre la tierra de Egipto, tales que cualquiera las palpe. Y extendi� Mois�s su mano hacia el cielo, y hubo densas tinieblas tres d�as por toda la tierra de Egipto. Ninguno vi� � su pr�jimo, ni nadie se levant� de su lugar en tres d�as; mas todos los hijos de Israel ten�an luz en sus habitaciones. Entonces Fara�n hizo llamar � Mois�s, y dijo: Id, servid � Jehov�; solamente queden vuestras ovejas y vuestras vacas: vayan tambi�n vuestros ni�os con vosotros. Y Mois�s respondi�: T� tambi�n nos entregar�s sacrificios y holocaustos que sacrifiquemos � Jehov� nuestro Dios. Nuestros ganados ir�n tambi�n con nosotros; no quedar� ni una u�a; porque de ellos hemos de tomar para servir � Jehov� nuestro Dios; y no sabemos con qu� hemos de servir � Jehov�, hasta que lleguemos all�. Mas Jehov� endureci� el coraz�n de Fara�n, y no quiso dejarlos ir. Y d�jole Fara�n: Ret�rate de m�: gu�rdate que no veas m�s mi rostro, porque en cualquier d�a que vieres mi rostro, morir�s. Y Mois�s respondi�: Bien has dicho; no ver� m�s tu rostro. Exodo 11Y JEHOVA dijo � Mois�s: Una plaga traer� a�n sobre Fara�n, y sobre Egipto; despu�s de la cual �l os dejar� ir de aqu�; y seguramente os echar� de aqu� del todo. Habla ahora al pueblo, y que cada uno demande � su vecino, y cada una � su vecina, vasos de plata y de oro. Y Jehov� di� gracia al pueblo en los ojos de los Egipcios. Tambi�n Mois�s era muy gran var�n en la tierra de Egipto, � los ojos de los siervos de Fara�n, y � los ojos del pueblo. Y dijo Mois�s: Jehov� ha dicho as�: A la media noche yo saldr� por medio de Egipto, Y morir� todo primog�nito en tierra de Egipto, desde el primog�nito de Fara�n que se sienta en su trono, hasta el primog�nito de la sierva que est� tras la muela; y todo primog�nito de las bestias. Y habr� gran clamor por toda la tierra de Egipto, cual nunca fu�, ni jam�s ser�. Mas entre todos los hijos de Israel, desde el hombre hasta la bestia, ni un perro mover� su lengua: para que sep�is que har� diferencia Jehov� entre los Egipcios y los Israelitas. Y descender�n � m� todos estos tus siervos, � inclinados delante de m� dir�n: Sal t�, y todo el pueblo que est� bajo de ti; y despu�s de esto yo saldr�. Y sali�se muy enojado de con Fara�n. Y Jehov� dijo � Mois�s: Fara�n no os oir�, para que mis maravillas se multipliquen en la tierra de Egipto. Y Mois�s y Aar�n hicieron todos estos prodigios delante de Fara�n: mas Jehov� hab�a endurecido el coraz�n de Fara�n, y no envi� � los hijos de Israel fuera de su pa�s. Exodo 12Y HABLO Jehov� � Mois�s y � Aar�n en la tierra de Egipto, diciendo: Este mes os ser� principio de los meses; ser� este para vosotros el primero en los meses del a�o. Hablad � toda la congregaci�n de Israel, diciendo: En el diez de aqueste mes t�mese cada uno un cordero por las familias de los padres, un cordero por familia: Mas si la familia fuere peque�a que no baste � comer el cordero, entonces tomar� � su vecino inmediato � su casa, y seg�n el n�mero de las personas, cada uno conforme � su comer, echar�is la cuenta sobre el cordero. El cordero ser� sin defecto, macho de un a�o: tomar�islo de las ovejas � de las cabras: Y hab�is de guardarlo hasta el d�a catorce de este mes; y lo inmolar� toda la congregaci�n del pueblo de Israel entre las dos tardes. Y tomar�n de la sangre, y pondr�n en los dos postes y en el dintel de las casas en que lo han de comer. Y aquella noche comer�n la carne asada al fuego, y panes sin levadura: con hierbas amargas lo comer�n. Ninguna cosa comer�is de �l cruda, ni cocida en agua, sino asada al fuego; su cabeza con sus pies y sus intestinos. Ninguna cosa dejar�is de �l hasta la ma�ana; y lo que habr� quedado hasta la ma�ana, hab�is de quemarlo en el fuego. Y as� hab�is de comerlo: ce�idos vuestros lomos, vuestros zapatos en vuestros pies, y vuestro bord�n en vuestra mano; y lo comer�is apresuradamente: es la Pascua de Jehov�. Pues yo pasar� aquella noche por la tierra de Egipto, y herir� � todo primog�nito en la tierra de Egipto, as� en los hombres como en las bestias: y har� juicios en todos los dioses de Egipto. YO JEHOVA. Y la sangre os ser� por se�al en las casas donde vosotros est�is; y ver� la sangre, y pasar� de vosotros, y no habr� en vosotros plaga de mortandad, cuando herir� la tierra de Egipto. Y este d�a os ha de ser en memoria, y hab�is de celebrarlo como solemne � Jehov� durante vuestras generaciones: por estatuto perpetuo lo celebrar�is. Siete d�as comer�is panes sin levadura; y as� el primer d�a har�is que no haya levadura en vuestras casas: porque cualquiera que comiere leudado desde el primer d�a hasta el s�ptimo, aquella alma ser� cortada de Israel. El primer d�a habr� santa convocaci�n, y asimismo en el s�ptimo d�a tendr�is una santa convocaci�n: ninguna obra se har� en ellos, excepto solamente que aderec�is lo que cada cual hubiere de comer. Y guardar�is la fiesta de los �zimos, porque en aqueste mismo d�a saqu� vuestros ej�rcitos de la tierra de Egipto: por tanto guardar�is este d�a en vuestras generaciones por costumbre perpetua. En el mes primero, el d�a catorce del mes por la tarde, comer�is los panes sin levadura, hasta el veintiuno del mes por la tarde. Por siete d�as no se hallar� levadura en vuestras casas, porque cualquiera que comiere leudado, as� extranjero como natural del pa�s, aquella alma ser� cortada de la congregaci�n de Israel. Ninguna cosa leudada comer�is; en todas vuestras habitaciones comer�is panes sin levadura. Y Mois�s convoc� � todos los ancianos de Israel, y d�joles: Sacad, y tomaos corderos por vuestras familias, y sacrificad la pascua. Y tomad un manojo de hisopo, y mojadle en la sangre que estar� en una jofaina, y untad el dintel y los dos postes con la sangre que estar� en la jofaina; y ninguno de vosotros salga de las puertas de su casa hasta la ma�ana. Porque Jehov� pasar� hiriendo � los Egipcios; y como ver� la sangre en el dintel y en los dos postes, pasar� Jehov� aquella puerta, y no dejar� entrar al heridor en vuestras casas para herir. Y guardar�is esto por estatuto para vosotros y para vuestros hijos para siempre. Y ser�, cuando habr�is entrado en la tierra que Jehov� os dar�, como tiene hablado, que guardar�is este rito. Y cuando os dijeren vuestros hijos: �Qu� rito es este vuestro? Vosotros responder�is: Es la v�ctima de la Pascua de Jehov�, el cual pas� las casas de los hijos de Israel en Egipto, cuando hiri� � los Egipcios, y libr� nuestras casas. Entonces el pueblo se inclin� y ador�. Y los hijos de Israel se fueron, � hicieron puntualmente as�; como Jehov� hab�a mandado � Mois�s y � Aar�n. Y aconteci� que � la medianoche Jehov� hiri� � todo primog�nito en la tierra de Egipto, desde el primog�nito de Fara�n que se sentaba sobre su trono, hasta el primog�nito del cautivo que estaba en la c�rcel, y todo primog�nito de los animales. Y levant�se aquella noche Fara�n, �l y todos sus siervos, y todos los Egipcios; y hab�a un gran clamor en Egipto, porque no hab�a casa donde no hubiese muerto. E hizo llamar � Mois�s y � Aar�n de noche, y d�joles: Salid de en medio de mi pueblo vosotros, y los hijos de Israel; � id, servid � Jehov�, como hab�is dicho. Tomad tambi�n vuestras ovejas y vuestras vacas, como hab�is dicho, � idos; y bendecidme tambi�n � m�. Y los Egipcios apremiaban al pueblo, d�ndose priesa � echarlos de la tierra; porque dec�an: Todos somos muertos. Y llev� el pueblo su masa antes que se leudase, sus masas envueltas en sus s�banas sobre sus hombros. E hicieron los hijos de Israel conforme al mandamiento de Mois�s, demandando � los Egipcios vasos de plata, y vasos de oro, y vestidos. Y Jehov� di� gracia al pueblo delante de los Egipcios, y prest�ronles; y ellos despojaron � los Egipcios. Y partieron los hijos de Israel de Rameses � Succoth, como seiscientos mil hombres de � pie, sin contar los ni�os. Y tambi�n subi� con ellos grande multitud de diversa suerte de gentes; y ovejas, y ganados muy muchos. Y cocieron tortas sin levadura de la masa que hab�an sacado de Egipto; porque no hab�a leudado, por cuanto ech�ndolos los Egipcios, no hab�an podido detenerse, ni aun prepararse comida. El tiempo que los hijos de Israel habitaron en Egipto, fu� cuatrocientos treinta a�os. Y pasados cuatrocientos treinta a�os, en el mismo d�a salieron todos los ej�rcitos de Jehov� de la tierra de Egipto. Es noche de guardar � Jehov�, por haberlos sacado en ella de la tierra de Egipto. Esta noche deben guardar � Jehov� todos los hijos de Israel en sus generaciones. Y Jehov� dijo � Mois�s y � Aar�n: Esta es la ordenanza de la Pascua: Ning�n extra�o comer� de ella: Mas todo siervo humano comprado por dinero, comer� de ella despu�s que lo hubieres circuncidado. El extranjero y el asalariado no comer�n de ella. En una casa se comer�, y no llevar�s de aquella carne fuera de casa, ni quebrar�is hueso suyo. Toda la congregaci�n de Israel le sacrificar�. Mas si alg�n extranjero peregrinare contigo, y quisiere hacer la pascua � Jehov�, s�ale circuncidado todo var�n, y entonces se llegar� � hacerla, y ser� como el natural de la tierra; pero ning�n incircunciso comer� de ella. La misma ley ser� para el natural y para el extranjero que peregrinare entre vosotros. As� lo hicieron todos los hijos de Israel; como mand� Jehov� � Mois�s y � Aar�n, as� lo hicieron. Y en aquel mismo d�a sac� Jehov� � los hijos de Israel de la tierra de Egipto por sus escuadrones. Exodo 13Y JEHOVA habl� � Mois�s, diciendo: Santif�came todo primog�nito, cualquiera que abre matriz entre los hijos de Israel, as� de los hombres como de los animales: m�o es. Y Mois�s dijo al pueblo: Tened memoria de aqueste d�a, en el cual hab�is salido de Egipto, de la casa de servidumbre; pues Jehov� os ha sacado de aqu� con mano fuerte; por tanto, no comer�is leudado. Vosotros sal�s hoy en el mes de Abib. Y cuando Jehov� te hubiere metido en la tierra del Cananeo, y del Hetheo, y del Amorrheo, y del Hebeo, y del Jebuseo, la cual jur� � tus padres que te dar�a, tierra que destila leche y miel, har�s esta servicio en aqueste mes. Siete d�as comer�s por leudar, y el s�ptimo d�a ser� fiesta � Jehov�. Por los siete d�as se comer�n los panes sin levadura; y no se ver� contigo leudado, ni levadura en todo tu t�rmino. Y contar�s en aquel d�a � tu hijo, diciendo: H�cese esto con motivo de lo que Jehov� hizo conmigo cuando me sac� de Egipto. Y serte ha como una se�al sobre tu mano, y como una memoria delante de tus ojos, para que la ley de Jehov� est� en tu boca; por cuanto con mano fuerte te sac� Jehov� de Egipto. Por tanto, t� guardar�s este rito en su tiempo de a�o en a�o. Y cuando Jehov� te hubiere metido en la tierra del Cananeo, como te ha jurado � ti y � tus padres, y cuando te la hubiere dado, Har�s pasar � Jehov� todo lo que abriere la matriz, asimismo todo primerizo que abriere la matriz de tus animales: los machos ser�n de Jehov�. Mas todo primog�nito de asno redimir�s con un cordero; y si no lo redimieres, le degollar�s: asimismo redimir�s todo humano primog�nito de tus hijos. Y cuando ma�ana te preguntare tu hijo, diciendo: �Qu� es esto? decirle has: Jehov� nos sac� con mano fuerte de Egipto, de casa de servidumbre; Y endureci�ndose Fara�n en no dejarnos ir, Jehov� mat� en la tierra de Egipto � todo primog�nito, desde el primog�nito humano hasta el primog�nito de la bestia: y por esta causa yo sacrifico � Jehov� todo primog�nito macho, y redimo todo primog�nito de mis hijos. Serte ha, pues, como una se�al sobre tu mano, y por una memoria delante de tus ojos; ya que Jehov� nos sac� de Egipto con mano fuerte. Y luego que Fara�n dej� ir al pueblo, Dios no los llev� por el camino de la tierra de los Filisteos, que estaba cerca; porque dijo Dios: Que quiz� no se arrepienta el pueblo cuando vieren la guerra, y se vuelvan � Egipto: Mas hizo Dios al pueblo que rodease por el camino del desierto del mar Bermejo. Y subieron los hijos de Israel de Egipto armados. Tom� tambi�n consigo Mois�s los huesos de Jos�, el cual hab�a juramentado � los hijos de Israel, diciendo: Dios ciertamente os visitar�, y har�is subir mis huesos de aqu� con vosotros. Y partidos de Succoth, asentaron campo en Etham, � la entrada del desierto. Y Jehov� iba delante de ellos de d�a en una columna de nube, para guiarlos por el camino; y de noche en una columna de fuego para alumbrarles; � fin de que anduviesen de d�a y de noche. Nunca se parti� de delante del pueblo la columna de nube de d�a, ni de noche la columna de fuego. Exodo 14Y HABLO Jehov� � Mois�s, diciendo: Habla � los hijos de Israel que den la vuelta, y asienten su campo delante de Pihahiroth, entre Migdol y la mar hacia Baalzeph�n: delante de �l asentar�is el campo, junto � la mar. Porque Fara�n dir� de los hijos de Israel: Encerrados est�n en la tierra, el desierto los ha encerrado. Y yo endurecer� el coraz�n de Fara�n para que los siga; y ser� glorificado en Fara�n y en todo su ej�rcito; y sabr�n los Egipcios que yo soy Jehov�. Y ellos lo hicieron as�. Y fu� dado aviso al rey de Egipto c�mo el pueblo se hu�a: y el coraz�n de Fara�n y de sus siervos se volvi� contra el pueblo, y dijeron: �C�mo hemos hecho esto de haber dejado ir � Israel, para que no nos sirva? Y unci� su carro, y tom� consigo su pueblo; y tom� seiscientos carros escogidos, y todos los carros de Egipto, y los capitanes sobre ellos. Y endureci� Jehov� el coraz�n de Fara�n rey de Egipto, y sigui� � los hijos de Israel; pero los hijos de Israel hab�an salido con mano poderosa. Sigui�ndolos, pues, los Egipcios, con toda la caballer�a y carros de Fara�n, su gente de � caballo, y todo su ej�rcito, alcanz�ronlos asentando el campo junto � la mar, al lado de Pihahiroth, delante de Baalzeph�n. Y cuando Fara�n se hubo acercado, los hijos de Israel alzaron sus ojos, y he aqu� los Egipcios que ven�an tras ellos; por lo que temieron en gran manera, y clamaron los hijos de Israel � Jehov�. Y dijeron � Mois�s: �No hab�a sepulcros en Egipto, que nos has sacado para que muramos en el desierto? �Por qu� lo has hecho as� con nosotros, que nos has sacado de Egipto? �No es esto lo que te hablamos en Egipto, diciendo: D�janos servir � los Egipcios? Que mejor nos fuera servir � los Egipcios, que morir nosotros en el desierto. Y Mois�s dijo al pueblo: No tem�is; estaos quedos, y ved la salud de Jehov�, que �l har� hoy con vosotros; porque los Egipcios que hoy hab�is visto, nunca m�s para siempre los ver�is. Jehov� pelear� por vosotros, y vosotros estar�is quedos. Entonces Jehov� dijo � Mois�s: �Por qu� clamas � m�? Di � los hijos de Israel que marchen. Y t� alza tu vara, y extiende tu mano sobre la mar, y div�dela; y entren los hijos de Israel por medio de la mar en seco. Y yo, he aqu� yo endurecer� el coraz�n de los Egipcios, para que los sigan: y yo me glorificar� en Fara�n, y en todo su ej�rcito, y en sus carros, y en su caballer�a; Y sabr�n los Egipcios que yo soy Jehov�, cuando me glorificar� en Fara�n, en sus carros, y en su gente de � caballo. Y el �ngel de Dios que iba delante del campo de Israel, se apart�, � iba en pos de ellos; y asimismo la columna de nube que iba delante de ellos, se apart�, y p�sose � sus espaldas: E iba entre el campo de los Egipcios y el campo de Israel; y era nube y tinieblas para aqu�llos, y alumbraba � Israel de noche: y en toda aquella noche nunca llegaron los unos � los otros. Y extendi� Mois�s su mano sobre la mar, � hizo Jehov� que la mar se retirase por recio viento oriental toda aquella noche; y torn� la mar en seco, y las aguas quedaron divididas. Entonces los hijos de Israel entraron por medio de la mar en seco, teniendo las aguas como muro � su diestra y � su siniestra: Y sigui�ndolos los Egipcios, entraron tras ellos hasta el medio de la mar, toda la caballer�a de Fara�n, sus carros, y su gente de � caballo. Y aconteci� � la vela de la ma�ana, que Jehov� mir� al campo de los Egipcios desde la columna de fuego y nube, y perturb� el campo de los Egipcios. Y quit�les las ruedas de sus carros, y trastorn�los gravemente. Entonces los Egipcios dijeron: Huyamos de delante de Israel, porque Jehov� pelea por ellos contra los Egipcios. Y Jehov� dijo � Mois�s: Extiende tu mano sobre la mar, para que las aguas vuelvan sobre los Egipcios, sobre sus carros, y sobre su caballer�a. Y Mois�s extendi� su mano sobre la mar, y la mar se volvi� en su fuerza cuando amanec�a; y los Egipcios iban hacia ella: y Jehov� derrib� � los Egipcios en medio de la mar. Y volvieron las aguas, y cubrieron los carros y la caballer�a, y todo el ej�rcito de Fara�n que hab�a entrado tras ellos en la mar; no qued� de ellos ni uno. Y los hijos de Israel fueron por medio de la mar en seco, teniendo las aguas por muro � su diestra y � su siniestra. As� salv� Jehov� aquel d�a � Israel de mano de los Egipcios; � Israel vi� � los Egipcios muertos � la orilla de la mar. Y vi� Israel aquel grande hecho que Jehov� ejecut� contra los Egipcios: y el pueblo temi� � Jehov�, y creyeron � Jehov� y � Mois�s su siervo. Exodo 15ENTONCES cant� Mois�s y los hijos de Israel este c�ntico � Jehov�, y dijeron: Cantar� yo � Jehov�, porque se ha magnificado grandemente, Echando en la mar al caballo y al que en �l sub�a. Jehov� es mi fortaleza, y mi canci�n, Y hame sido por salud: Este es mi Dios, y � �ste engrandecer�; Dios de mi padre, y � �ste ensalzar�. Jehov�, var�n de guerra; Jehov� es su nombre. Los carros de Fara�n y � su ej�rcito ech� en la mar; Y sus escogidos pr�ncipes fueron hundidos en el mar Bermejo. Los abismos los cubrieron; Como piedra descendieron � los profundos. Tu diestra, oh Jehov�, ha sido magnificada en fortaleza; Tu diestra, oh Jehov�, ha quebrantado al enemigo. Y con la grandeza de tu poder has trastornado � los que se levantaron contra ti: Enviaste tu furor; los trag� como � hojarasca. Con el soplo de tus narices se amontonaron las aguas; Par�ronse las corrientes como en un mont�n; Los abismos se cuajaron en medio de la mar. El enemigo dijo: Perseguir�, prender�, repartir� despojos; Mi alma se henchir� de ellos; Sacar� mi espada, destruirlos ha mi mano. Soplaste con tu viento, cubri�los la mar: Hundi�ronse como plomo en las impetuosas aguas. �Qui�n como t�, Jehov�, entre los dioses? �Qui�n como t�, magn�fico en santidad, Terrible en loores, hacedor de maravillas? Extendiste tu diestra; La tierra los trag�. Condujiste en tu misericordia � este pueblo, al cual salvaste; Llev�stelo con tu fortaleza � la habitaci�n de tu santuario. Oir�nlo los pueblos, y temblar�n; Apoderarse ha dolor de los moradores de Palestina. Entonces los pr�ncipes de Edom se turbar�n; A los robustos de Moab los ocupar� temblor; Abatirse han todos los moradores de Cana�n. Caiga sobre ellos temblor y espanto; A la grandeza de tu brazo enmudezcan como una piedra; Hasta que haya pasado tu pueblo, oh Jehov�, Hasta que haya pasado este pueblo que t� rescataste. T� los introducir�s y los plantar�s en el monte de tu heredad, En el lugar de tu morada, que t� has aparejado, oh Jehov�; En el santuario del Se�or, que han afirmado tus manos. Jehov� reinar� por los siglos de los siglos. Porque Fara�n entr� cabalgando con sus carros y su gente de � caballo en la mar, y Jehov� volvi� � traer las aguas de la mar sobre ellos; mas los hijos de Israel fueron en seco por medio de la mar. Y Mar�a la profetisa, hermana de Aar�n, tom� un pandero en su mano, y todas las mujeres salieron en pos de ella con panderos y danzas. Y Mar�a les respond�a: Cantad � Jehov�; porque en extremo se ha engrandecido, Echando en la mar al caballo, y al que en �l sub�a. E hizo Mois�s que partiese Israel del mar Bermejo, y salieron al desierto de Shur; y anduvieron tres d�as por el desierto sin hallar agua. Y llegaron � Mara, y no pudieron beber las aguas de Mara, porque eran amargas; por eso le pusieron el nombre de Mara. Entonces el pueblo murmur� contra Mois�s, y dijo: �Qu� hemos de beber? Y Mois�s clam� � Jehov�; y Jehov� le mostr� un �rbol, el cual met�dolo que hubo dentro de las aguas, las aguas se endulzaron. All� les di� estatutos y ordenanzas, y all� los prob�; Y dijo: Si oyeres atentamente la voz de Jehov� tu Dios, � hicieres lo recto delante de sus ojos, y dieres o�do � sus mandamientos, y guardares todos sus estatutos, ninguna enfermedad de las que envi� � los Egipcios te enviar� � ti; porque yo soy Jehov� tu Sanador. Y llegaron � Elim, donde hab�a doce fuentes de aguas, y setenta palmas; y asentaron all� junto � las aguas. Exodo 16Y PARTIENDO de Elim toda la congregaci�n de los hijos de Israel, vino al desierto de Sin, que est� entre Elim y Sina�, � los quince d�as del segundo mes despu�s que salieron de la tierra de Egipto. Y toda la congregaci�n de los hijos de Israel murmur� contra Mois�s y Aar�n en el desierto; Y dec�anles los hijos de Israel: Ojal� hubi�ramos muerto por mano de Jehov� en la tierra de Egipto, cuando nos sent�bamos � las ollas de las carnes, cuando com�amos pan en hartura; pues nos hab�is sacado � este desierto, para matar de hambre � toda esta multitud. Y Jehov� dijo � Mois�s: He aqu� yo os har� llover pan del cielo; y el pueblo saldr�, y coger� para cada un d�a, para que yo le pruebe si anda en mi ley, � no. Mas al sexto d�a aparejar�n lo que han de encerrar, que ser� el doble de lo que sol�an coger cada d�a. Entonces dijo Mois�s y Aar�n � todos los hijos de Israel: A la tarde sabr�is que Jehov� os ha sacado de la tierra de Egipto: Y � la ma�ana ver�is la gloria de Jehov�; porque �l ha o�do vuestras murmuraciones contra Jehov�; que nosotros, �qu� somos, para que vosotros murmur�is contra nosotros? Y dijo Mois�s: Jehov� os dar� � la tarde carne para comer, y � la ma�ana pan en hartura; por cuanto Jehov� ha o�do vuestras murmuraciones con que hab�is murmurado contra �l: que nosotros, �qu� somos? vuestras murmuraciones no son contra nosotros, sino contra Jehov�. Y dijo Mois�s � Aar�n: Di � toda la congregaci�n de los hijos de Israel: Acercaos � la presencia de Jehov�; que �l ha o�do vuestras murmuraciones. Y hablando Aar�n � toda la congregaci�n de los hijos de Israel, miraron hacia el desierto, y he aqu� la gloria de Jehov�, que apareci� en la nube. Y Jehov� habl� � Mois�s, diciendo: Yo he o�do las murmuraciones de los hijos de Israel; h�blales, diciendo: Entre las dos tardes comer�is carne, y por la ma�ana os hartar�is de pan, y sabr�is que yo soy Jehov� vuestro Dios. Y venida la tarde subieron codornices que cubrieron el real; y � la ma�ana descendi� roc�o en derredor del real. Y como el roc�o ces� de descender, he aqu� sobre la haz del desierto una cosa menuda, redonda, menuda como una helada sobre la tierra. Y vi�ndolo los hijos de Israel, se dijeron unos � otros: �Qu� es esto? porque no sab�an qu� era. Entonces Mois�s les dijo: Es el pan que Jehov� os da para comer. Esto es lo que Jehov� ha mandado: Cogereis de �l cada uno seg�n pudiere comer; un gomer por cabeza, conforme al n�mero de vuestras personas, tomar�is cada uno para los que est�n en su tienda. Y los hijos de Israel lo hicieron as�: y recogieron unos m�s, otros menos: Y med�anlo por gomer, y no sobraba al que hab�a recogido mucho, ni faltaba al que hab�a recogido poco: cada uno recogi� conforme � lo que hab�a de comer. Y d�joles Mois�s: Ninguno deje nada de ello para ma�ana. Mas ellos no obedecieron � Mois�s, sino que algunos dejaron de ello para otro d�a, y cri� gusanos, y pudri�se; y enoj�se contra ellos Mois�s. Y recog�anlo cada ma�ana, cada uno seg�n lo que hab�a de comer: y luego que el sol calentaba, derret�ase. En el sexto d�a recogieron doblada comida, dos gomeres para cada uno: y todos los pr�ncipes de la congregaci�n vinieron � Mois�s, y se lo hicieron saber. Y �l les dijo: Esto es lo que ha dicho Jehov�: Ma�ana es el santo s�bado, el reposo de Jehov�: lo que hubiereis de cocer, cocedlo hoy, y lo que hubiereis de cocinar, cocinadlo; y todo lo que os sobrare, guardadlo para ma�ana. Y ellos lo guardaron hasta la ma�ana, seg�n que Mois�s hab�a mandado, y no se pudri�, ni hubo en �l gusano. Y dijo Mois�s: Comedlo hoy, porque hoy es s�bado de Jehov�: hoy no hallar�is en el campo. En los seis d�as lo recoger�is; mas el s�ptimo d�a es s�bado, en el cual no se hallar�. Y aconteci� que algunos del pueblo salieron en el s�ptimo d�a � recoger, y no hallaron. Y Jehov� dijo � Mois�s: �Hasta cu�ndo no querr�is guardar mis mandamientos y mis leyes? Mirad que Jehov� os di� el s�bado, y por eso os da en el sexto d�a pan para dos d�as. Est�se, pues, cada uno en su estancia, y nadie salga de su lugar en el s�ptimo d�a. As� el pueblo repos� el s�ptimo d�a. Y la casa de Israel lo llam� Man�; y era como simiente de culantro, blanco, y su sabor como de hojuelas con miel. Y dijo Mois�s: Esto es lo que Jehov� ha mandado: Henchir�s un gomer de �l para que se guarde para vuestros descendientes, � fin de que vean el pan que yo os d� � comer en el desierto, cuando yo os saqu� de la tierra de Egipto. Y dijo Mois�s � Aar�n: Toma un vaso y pon en �l un gomer lleno de man�, y ponlo delante de Jehov�, para que sea guardado para vuestros descendientes. Y Aar�n lo puso delante del Testimonio para guardarlo, como Jehov� lo mand� � Mois�s. As� comieron los hijos de Israel man� cuarenta a�os, hasta que entraron en la tierra habitada: man� comieron hasta que llegaron al t�rmino de la tierra de Cana�n. Y un gomer es la d�cima parte del epha. Exodo 17Y TODA la congregaci�n de los hijos de Israel parti� del desierto de Sin, por sus jornadas, al mandamiento de Jehov�, y asentaron el campo en Rephidim: y no hab�a agua para que el pueblo bebiese. Y alterc� el pueblo con Mois�s, y dijeron: Danos agua que bebamos. Y Mois�s les dijo: �Por qu� alterc�is conmigo? �por qu� tent�is � Jehov�? As� que el pueblo tuvo all� sed de agua, y murmur� contra Mois�s, y dijo: �Por qu� nos hiciste subir de Egipto para matarnos de sed � nosotros, y � nuestros hijos y � nuestros ganados? Entonces clam� Mois�s � Jehov�, diciendo: �Qu� har� con este pueblo? de aqu� � un poco me apedrear�n. Y Jehov� dijo � Mois�s: Pasa delante del pueblo, y toma contigo de los ancianos de Israel; y toma tambi�n en tu mano tu vara, con que heriste el r�o, y ve: He aqu� que yo estoy delante de ti all� sobre la pe�a en Horeb; y herir�s la pe�a, y saldr�n de ella aguas, y beber� el pueblo. Y Mois�s lo hizo as� en presencia de los ancianos de Israel. Y llam� el nombre de aquel lugar Massah y Meribah, por la rencilla de los hijos de Israel, y porque tentaron � Jehov�, diciendo: �Est�, pues, Jehov� entre nosotros, � no? Y vino Amalec y pele� con Israel en Rephidim. Y dijo Mois�s � Josu�: Esc�genos varones, y sal, pelea con Amalec: ma�ana yo estar� sobre la cumbre del collado, y la vara de Dios en mi mano. E hizo Josu� como le dijo Mois�s, peleando con Amalec; y Mois�s y Aar�n y Hur subieron � la cumbre del collado. Y suced�a que cuando alzaba Mois�s su mano, Israel prevalec�a; mas cuando �l bajaba su mano, prevalec�a Amalec. Y las manos de Mois�s estaban pesadas; por lo que tomaron una piedra, y pusi�ronla debajo de �l, y se sent� sobre ella; y Aar�n y Hur sustentaban sus manos, el uno de una parte y el otro de otra; as� hubo en sus manos firmeza hasta que se puso el sol. Y Josu� deshizo � Amalec y � su pueblo � filo de espada. Y Jehov� dijo � Mois�s: Escribe esto para memoria en un libro, y di � Josu� que del todo tengo de raer la memoria de Amalec de debajo del cielo. Y Mois�s edific� un altar, y llam� su nombre Jehov�-nissi; Y dijo: Por cuanto la mano sobre el trono de Jehov�, Jehov� tendr� guerra con Amalec de generaci�n en generaci�n. Exodo 18Y OYO Jethro, sacerdote de Madi�n, suegro de Mois�s, todas las cosas que Dios hab�a hecho con Mois�s, y con Israel su pueblo, y c�mo Jehov� hab�a sacado � Israel de Egipto: Y tom� Jethro, suegro de Mois�s � S�phora la mujer de Mois�s, despu�s que �l la envi�, Y � sus dos hijos; el uno se llamaba Gers�m, porque dijo: Peregrino he sido en tierra ajena; Y el otro se llamaba Eliezer, porque dijo, El Dios de mi padre me ayud�, y me libr� del cuchillo de Fara�n. Y Jethro el suegro de Mois�s, con sus hijos y su mujer, lleg� � Mois�s en el desierto, donde ten�a el campo junto al monte de Dios; Y dijo � Mois�s: Yo tu suegro Jethro vengo � ti, con tu mujer, y sus dos hijos con ella. Y Mois�s sali� � recibir � su suegro, � inclin�se, y bes�lo: y pregunt�ronse el uno al otro c�mo estaban, y vinieron � la tienda. Y Mois�s cont� � su suegro todas las cosas que Jehov� hab�a hecho � Fara�n y � los Egipcios por amor de Israel, y todo el trabajo que hab�an pasado en el camino, y c�mo los hab�a librado Jehov�. Y alegr�se Jethro de todo el bien que Jehov� hab�a hecho � Israel, que lo hab�a librado de mano de los Egipcios. Y Jethro dijo: Bendito sea Jehov�, que os libr� de mano de los Egipcios, y de la mano de Fara�n, y que libr� al pueblo de la mano de los Egipcios. Ahora conozco que Jehov� es grande m�s que todos los dioses; hasta en lo que se ensoberbecieron contra ellos. Y tom� Jethro, suegro de Mois�s, holocaustos y sacrificios para Dios: y vino Aar�n y todos los ancianos de Israel � comer pan con el suegro de Mois�s delante de Dios. Y aconteci� que otro d�a se sent� Mois�s � juzgar al pueblo; y el pueblo estuvo delante de Mois�s desde la ma�ana hasta la tarde. Y viendo el suegro de Mois�s todo lo que �l hac�a con el pueblo, dijo: �Qu� es esto que haces t� con el pueblo? �por qu� te sientas t� solo, y todo el pueblo est� delante de ti desde la ma�ana hasta la tarde? Y Mois�s respondi� � su suegro: Porque el pueblo viene � m� para consultar � Dios: Cuando tienen negocios, vienen � m�; y yo juzgo entre el uno y el otro, y declaro las ordenanzas de Dios y sus leyes. Entonces el suegro de Mois�s le dijo: No haces bien: Desfallecer�s del todo, t�, y tambi�n este pueblo que est� contigo; porque el negocio es demasiado pesado para ti; no podr�s hacerlo t� solo. Oye ahora mi voz; yo te aconsejar�, y Dios ser� contigo. Est� t� por el pueblo delante de Dios, y somete t� los negocios � Dios. Y ense�a � ellos las ordenanzas y las leyes, y mu�strales el camino por donde anden, y lo que han de hacer. Adem�s inquiere t� de entre todo el pueblo varones de virtud, temerosos de Dios, varones de verdad, que aborrezcan la avaricia; y constituir�s � �stos sobre ellos caporales sobre mil, sobre ciento, sobre cincuenta y sobre diez. Los cuales juzgar�n al pueblo en todo tiempo; y ser� que todo negocio grave lo traer�n � ti, y ellos juzgar�n todo negocio peque�o: alivia as� la carga de sobre ti, y llevarla han ellos contigo. Si esto hicieres, y Dios te lo mandare, t� podr�s persistir, y todo este pueblo se ir� tambi�n en paz � su lugar. Y oy� Mois�s la voz de su suegro, � hizo todo lo que dijo. Y escogi� Mois�s varones de virtud de todo Israel, y p�solos por cabezas sobre el pueblo, caporales sobre mil, sobre ciento, sobre cincuenta, y sobre diez. Y juzgaban al pueblo en todo tiempo: el negocio �rduo tra�anlo � Mois�s, y ellos juzgaban todo negocio peque�o. Y despidi� Mois�s � su suegro, y fu�se � su tierra. Exodo 19AL mes tercero de la salida de los hijos de Israel de la tierra de Egipto, en aquel d�a vinieron al desierto de Sina�. Porque partieron de Rephidim, y llegaron al desierto de Sina�, y asentaron en el desierto; y acamp� all� Israel delante del monte. Y Mois�s subi� � Dios; y Jehov� lo llam� desde el monte, diciendo: As� dir�s � la casa de Jacob, y denunciar�s � los hijos de Israel: Vosotros visteis lo que hice � los Egipcios, y c�mo os tom� sobre alas de �guilas, y os he tra�do � m�. Ahora pues, si diereis o�do � mi voz, y guardareis mi pacto, vosotros ser�is mi especial tesoro sobre todos los pueblos; porque m�a es toda la tierra. Y vosotros ser�is mi reino de sacerdotes, y gente santa. Estas son las palabras que dir�s � los hijos de Israel. Entonces vino Mois�s, y llam� � los ancianos del pueblo, y propuso en presencia de ellos todas estas palabras que Jehov� le hab�a mandado. Y todo el pueblo respondi� � una, y dijeron: Todo lo que Jehov� ha dicho haremos. Y Mois�s refiri� las palabras del pueblo � Jehov�. Y Jehov� dijo � Mois�s: He aqu�, yo vengo � ti en una nube espesa, para que el pueblo oiga mientras yo hablo contigo, y tambi�n para que te crean para siempre. Y Mois�s denunci� las palabras del pueblo � Jehov�. Y Jehov� dijo � Mois�s: Ve al pueblo, y santif�calos hoy y ma�ana, y laven sus vestidos; Y est�n apercibidos para el d�a tercero, porque al tercer d�a Jehov� descender�, � ojos de todo el pueblo, sobre el monte de Sina�. Y se�alar�s t�rmino al pueblo en derredor, diciendo: Guardaos, no sub�is al monte, ni toqu�is � su t�rmino: cualquiera que tocare el monte, de seguro morir�: No le tocar� mano, mas ser� apedreado � asaeteado; sea animal � sea hombre, no vivir�. En habiendo sonado largamente la bocina, subir�n al monte. Y descendi� Mois�s del monte al pueblo, y santific� al pueblo; y lavaron sus vestidos. Y dijo al pueblo: Estad apercibidos para el tercer d�a; no llegu�is � mujer. Y aconteci� al tercer d�a cuando vino la ma�ana, que vinieron truenos y rel�mpagos, y espesa nube sobre el monte, y sonido de bocina muy fuerte; y estremeci�se todo el pueblo que estaba en el real. Y Mois�s sac� del real al pueblo � recibir � Dios; y pusi�ronse � lo bajo del monte. Y todo el monte de Sina� humeaba, porque Jehov� hab�a descendido sobre �l en fuego: y el humo de �l sub�a como el humo de un horno, y todo el monte se estremeci� en gran manera. Y el sonido de la bocina iba esforz�ndose en extremo: Mois�s hablaba, y Dios le respond�a en voz. Y descendi� Jehov� sobre el monte de Sina�, sobre la cumbre del monte: y llam� Jehov� � Mois�s � la cumbre del monte, y Mois�s subi�. Y Jehov� dijo � Mois�s: Desciende, requiere al pueblo que no traspasen el t�rmino por ver � Jehov�, porque caer� multitud de ellos. Y tambi�n los sacerdotes que se llegan � Jehov�, se santifiquen, porque Jehov� no haga en ellos estrago. Y Mois�s dijo � Jehov�: El pueblo no podr� subir al monte de Sina�, porque t� nos has requerido diciendo: Se�ala t�rminos al monte, y santif�calo. Y Jehov� le dijo: Ve, desciende, y subir�s t�, y Aar�n contigo: mas los sacerdotes y el pueblo no traspasen el t�rmino por subir � Jehov�, porque no haga en ellos estrago. Entonces Mois�s descendi� al pueblo y habl� con ellos. Exodo 20Y HABLO Dios todas estas palabras, diciendo: Yo soy JEHOVA tu Dios, que te saqu� de la tierra de Egipto, de casa de siervos. No tendr�s dioses ajenos delante de m�. No te har�s imagen, ni ninguna semejanza de cosa que est� arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra: No te inclinar�s � ellas, ni las honrar�s; porque yo soy Jehov� tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos, sobre los terceros y sobre los cuartos, � los que me aborrecen, Y que hago misericordia en millares � los que me aman, y guardan mis mandamientos. No tomar�s el nombre de Jehov� tu Dios en vano; porque no dar� por inocente Jehov� al que tomare su nombre en vano. Acordarte has del d�a del reposo, para santificarlo: Seis d�as trabajar�s, y har�s toda tu obra; Mas el s�ptimo d�a ser� reposo para Jehov� tu Dios: no hagas en �l obra alguna, t�, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni tu extranjero que est� dentro de tus puertas: Porque en seis d�as hizo Jehov� los cielos y la tierra, la mar y todas las cosas que en ellos hay, y repos� en el s�ptimo d�a: por tanto Jehov� bendijo el d�a del reposo y lo santific�. Honra � tu padre y � tu madre, porque tus d�as se alarguen en la tierra que Jehov� tu Dios te da. No matar�s. No cometer�s adulterio. No hurtar�s. No hablar�s contra tu pr�jimo falso testimonio. No codiciar�s la casa de tu pr�jimo, no codiciar�s la mujer de tu pr�jimo, ni su siervo, ni su criada, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu pr�jimo. Todo el pueblo consideraba las voces, y las llamas, y el sonido de la bocina, y el monte que humeaba: y vi�ndolo el pueblo, temblaron, y pusi�ronse de lejos. Y dijeron � Mois�s: Habla t� con nosotros, que nosotros oiremos; mas no hable Dios con nosotros, porque no muramos. Y Mois�s respondi� al pueblo: No tem�is; que por probaros vino Dios, y porque su temor est� en vuestra presencia para que no pequ�is. Entonces el pueblo se puso de lejos, y Mois�s se lleg� � la osbcuridad en la cual estaba Dios. Y Jehov� dijo � Mois�s: As� dir�s � los hijos de Israel: Vosotros hab�is visto que he hablado desde el cielo con vosotros. No hag�is conmigo dioses de plata, ni dioses de oro os har�is. Altar de tierra har�s para m�, y sacrificar�s sobre �l tus holocaustos y tus pac�ficos, tus ovejas y tus vacas: en cualquier lugar donde yo hiciere que est� la memoria de mi nombre, vendr� � ti, y te bendecir�. Y si me hicieres altar de piedras, no las labres de canter�a; porque si alzares tu pico sobre �l, t� lo profanar�s. Y no subir�s por gradas � mi altar, porque tu desnudez no sea junto � �l descubierta. Exodo 21Y ESTOS son los derechos que les propondr�s. Si comprares siervo hebreo, seis a�os servir�; mas al s�ptimo saldr� horro de balde. Si entr� solo, solo saldr�: si ten�a mujer, saldr� �l y su mujer con �l. Si su amo le hubiere dado mujer, y ella le hubiere parido hijos � hijas, la mujer y sus hijos ser�n de su amo, y �l saldr� solo. Y si el siervo dijere: Yo amo � mi se�or, � mi mujer y � mis hijos, no saldr� libre: Entonces su amo lo har� llegar � los jueces, y har�le llegar � la puerta � al poste; y su amo le horadar� la oreja con lesna, y ser� su siervo para siempre. Y cuando alguno vendiere su hija por sierva, no saldr� como suelen salir los siervos. Si no agradare � su se�or, por lo cual no la tom� por esposa, permitirle ha que se rescate, y no la podr� vender � pueblo extra�o cuando la desechare. Mas si la hubiere desposado con su hijo, har� con ella seg�n la costumbre de las hijas. Si le tomare otra, no disminuir� su alimento, ni su vestido, ni el d�bito conyugal. Y si ninguna de estas tres cosas hiciere, ella saldr� de gracia sin dinero. El que hiriere � alguno, haci�ndole as� morir, �l morir�. Mas el que no arm� asechanzas, sino que Dios lo puso en sus manos, entonces yo te se�alar� lugar al cual ha de huir. Adem�s, si alguno se ensoberbeciere contra su pr�jimo, y lo matare con alevos�a, de mi altar lo quitar�s para que muera. Y el que hiriere � su padre � � su madre, morir�. Asimismo el que robare una persona, y la vendiere, � se hallare en sus manos, morir�. Igualmente el que maldijere � su padre � � su madre, morir�. Adem�s, si algunos ri�eren, y alguno hiriere � su pr�jimo con piedra � con el pu�o, y no muriere, pero cayere en cama; Si se levantare y anduviere fuera sobre su b�culo, entonces ser� el que le hiri� absuelto: solamente le satisfar� lo que estuvo parado, y har� que le curen. Y si alguno hiriere � su siervo � � su sierva con palo, y muriere bajo de su mano, ser� castigado: Mas si durare por un d�a � dos, no ser� castigado, porque su dinero es. Si algunos ri�eren, � hiriesen � mujer pre�ada, y �sta abortare, pero sin haber muerte, ser� penado conforme � lo que le impusiere el marido de la mujer y juzgaren los �rbitros. Mas si hubiere muerte, entonces pagar�s vida por vida, Ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie, Quemadura por quemadura, herida por herida, golpe por golpe. Y cuando alguno hiriere el ojo de su siervo, � el ojo de su sierva, y lo entortare, dar�le libertad por raz�n de su ojo. Y si sacare el diente de su siervo, � el diente de su sierva, por su diente le dejar� ir libre. Si un buey acorneare hombre � mujer, y de resultas muriere, el buey ser� apedreado, y no se comer� su carne; mas el due�o del buey ser� absuelto. Pero si el buey era acorneador desde ayer y antes de ayer, y � su due�o le fu� hecho requerimiento, y no lo hubiere guardado, y matare hombre � mujer, el buey ser� apedreado, y tambi�n morir� su due�o. Si le fuere impuesto rescate, entonces dar� por el rescate de su persona cuanto le fuere impuesto. Haya acorneado hijo, � haya acorneado hija, conforme � este juicio se har� con �l. Si el buey acorneare siervo � sierva, pagar� treinta siclos de plata su se�or, y el buey ser� apedreado. Y si alguno abriere hoyo, � cavare cisterna, y no la cubriere, y cayere all� buey � asno, El due�o de la cisterna pagar� el dinero, resarciendo � su due�o, y lo que fue muerto ser� suyo. Y si el buey de alguno hiriere al buey de su pr�jimo, y �ste muriere, entonces vender�n el buey vivo, y partir�n el dinero de �l, y tambi�n partir�n el muerto. Mas si era notorio que el buey era acorneador de ayer y antes de ayer, y su due�o no lo hubiere guardado, pagar� buey por buey, y el muerto ser� suyo. Exodo 22CUANDO alguno hurtare buey � oveja, y le degollare � vendiere, por aquel buey pagar� cinco bueyes, y por aquella oveja cuatro ovejas. Si el ladr�n fuere hallado forzando una casa, y fuere herido y muriere, el que le hiri� no ser� culpado de su muerte. Si el sol hubiere sobre �l salido, el matador ser� reo de homicidio: el ladr�n habr� de restituir cumplidamente; si no tuviere, ser� vendido por su hurto. Si fuere hallado con el hurto en la mano, sea buey � asno � oveja vivos, pagar� el duplo. Si alguno hiciere pacer campo � vi�a, y metiere su bestia, y comiere la tierra de otro, de lo mejor de su tierra y de lo mejor de su vi�a pagar�. Cuando rompiere un fuego, y hallare espinas, y fuere quemado mont�n, � haza, � campo, el que encendi� el fuego pagar� lo quemado. Cuando alguno diere � su pr�jimo plata � alhajas � guardar, y fuere hurtado de la casa de aquel hombre, si el ladr�n se hallare, pagar� el doble. Si el ladr�n no se hallare, entonces el due�o de la casa ser� presentado � los jueces, para ver si ha metido su mano en la hacienda de su pr�jimo. Sobre todo negocio de fraude, sobre buey, sobre asno, sobre oveja, sobre vestido, sobre toda cosa perdida, cuando uno dijere: Esto es m�o, la causa de ambos vendr� delante de los jueces; y el que los jueces condenaren, pagar� el doble � su pr�jimo. Si alguno hubiere dado � su pr�jimo asno, � buey, � oveja, � cualquier otro animal � guardar, y se muriere � se perniquebrare, � fuere llevado sin verlo nadie; Juramento de Jehov� tendr� lugar entre ambos de que no ech� su mano � la hacienda de su pr�jimo: y su due�o lo aceptar�, y el otro no pagar�. Mas si le hubiere sido hurtado, resarcir� � su due�o. Y si le hubiere sido arrebatado por fiera, traerle ha testimonio, y no pagar� lo arrebatado. Pero si alguno hubiere tomado prestada bestia de su pr�jimo, y fuere estropeada � muerta, ausente su due�o, deber� pagar la. Si el due�o estaba presente, no la pagar�. Si era alquilada, �l vendr� por su alquiler. Y si alguno enga�are � alguna doncella que no fuere desposada, y durmiere con ella, deber� dotarla y tomarla por mujer. Si su padre no quisiere d�rsela, �l le pesar� plata conforme al dote de las v�rgenes. A la hechicera no dejar�s que viva. Cualquiera que tuviere ayuntamiento con bestia, morir�. El que sacrificare � dioses, excepto � s�lo Jehov�, ser� muerto. Y al extranjero no enga�ar�s, ni angustiar�s, porque extranjeros fuisteis vosotros en la tierra de Egipto. A ninguna viuda ni hu�rfano afligir�is. Que si t� llegas � afligirle, y �l � m� clamare, ciertamente oir� yo su clamor; Y mi furor se encender�, y os matar� � cuchillo, y vuestras mujeres ser�n viudas, y hu�rfanos vuestros hijos. Si dieres � mi pueblo dinero emprestado, al pobre que est� contigo, no te portar�s con �l como logrero, ni le impondr�s usura. Si tomares en prenda el vestido de tu pr�jimo, � puestas del sol se lo volver�s: Porque s�lo aquello es su cubierta, es aquel el vestido para cubrir sus carnes, en el que ha de dormir: y ser� que cuando �l � m� clamare, yo entonces le oir�, porque soy misericordioso. No denostar�s � los jueces, ni maldecir�s al pr�ncipe de tu pueblo. No dilatar�s la primicia de tu cosecha, ni de tu licor, me dar�s el primog�nito de tus hijos. As� har�s con el de tu buey y de tu oveja: siete d�as estar� con su madre, y al octavo d�a me lo dar�s. Y hab�is de serme varones santos: y no comer�is carne arrebatada de las fieras en el campo; � los perros la echar�is. Exodo 23NO admitir�s falso rumor. No te concertar�s con el imp�o para ser testigo falso. No seguir�s � los muchos para mal hacer; ni responder�s en litigio inclin�ndote � los m�s para hacer agravios; Ni al pobre distinguir�s en su causa. Si encontrares el buey de tu enemigo � su asno extraviado, vuelve � llev�rselo. Si vieres el asno del que te aborrece ca�do debajo de su carga, �le dejar�s entonces desamparado? Sin falta ayudar�s con �l � levantarlo. No pervertir�s el derecho de tu mendigo en su pleito. De palabra de mentira te alejar�s, y no matar�s al inocente y justo; porque yo no justificar� al imp�o. No recibir�s presente; porque el presente ciega � los que ven, y pervierte las palabras justas. Y no angustiar�s al extranjero: pues vosotros sab�is c�mo se halla el alma del extranjero, ya que extranjeros fuisteis en la tierra de Egipto. Seis a�os sembrar�s tu tierra, y allegar�s su cosecha: Mas el s�ptimo la dejar�s vacante y soltar�s, para que coman los pobres de tu pueblo; y de lo que quedare comer�n las bestias del campo; as� har�s de tu vi�a y de tu olivar. Seis d�as har�s tus negocios, y al s�ptimo d�a holgar�s, � fin que descanse tu buey y tu asno, y tome refrigerio el hijo de tu sierva, y el extranjero. Y en todo lo que os he dicho ser�is avisados. Y nombre de otros dioses no mentar�is, ni se oir� de vuestra boca. Tres veces en el a�o me celebrar�is fiesta. La fiesta de los �zimos guardar�s: Siete d�as comer�s los panes sin levadura, como yo te mand�, en el tiempo del mes de Abib; porque en �l saliste de Egipto: y ninguno comparecer� vac�o delante de m�: Tambi�n la fiesta de la siega, los primeros frutos de tus labores que hubieres sembrado en el campo; y la fiesta de la cosecha � la salida del a�o, cuando habr�s recogido tus labores del campo. Tres veces en el a�o parecer� todo var�n tuyo delante del Se�or Jehov�. No ofrecer�s con pan leudo la sangre de mi sacrificio, ni el sebo de mi v�ctima quedar� de la noche hasta la ma�ana. Las primicias de los primeros frutos de tu tierra traer�s � la casa de Jehov� tu Dios. No guisar�s el cabrito con la leche de su madre. He aqu� yo env�o el Angel delante de ti para que te guarde en el camino, y te introduzca en el lugar que yo he preparado. Gu�rdate delante de �l, y oye su voz; no le seas rebelde; porque �l no perdonar� vuestra rebeli�n: porque mi nombre est� en �l. Pero si en verdad oyeres su voz, � hicieres todo lo que yo te dijere, ser� enemigo � tus enemigos, y afligir� � los que te afligieren. Porque mi Angel ir� delante de ti, y te introducir� al Amorrheo, y al Hetheo, y al Pherezeo, y al Cananeo, y al Heveo, y al Jebuseo, � los cuales yo har� destruir. No te inclinar�s � sus dioses, ni los servir�s, ni har�s como ellos hacen; antes los destruir�s del todo, y quebrantar�s enteramente sus estatuas. Mas � Jehov� vuestro Dios servir�is, y �l bendecir� tu pan y tus aguas; y yo quitar� toda enfermedad de en medio de ti. No habr� mujer que aborte, ni est�ril en tu tierra; y yo cumplir� el n�mero de tus d�as. Yo enviar� mi terror delante de ti, y consternar� � todo pueblo donde t� entrares, y te dar� la cerviz de todos tus enemigos. Yo enviar� la avispa delante de ti, que eche fuera al Heveo, y al Cananeo, y al Hetheo, de delante de ti: No los echar� de delante de ti en un a�o, porque no quede la tierra desierta, y se aumenten contra ti las bestias del campo. Poco � poco los echar� de delante de ti, hasta que te multipliques y tomes la tierra por heredad. Y yo pondr� tu t�rmino desde el mar Bermejo hasta la mar de Palestina, y desde el desierto hasta el r�o: porque pondr� en vuestras manos los moradores de la tierra, y t� los echar�s de delante de ti. No har�s alianza con ellos, ni con sus dioses. En tu tierra no habitar�n, no sea que te hagan pecar contra m� sirviendo � sus dioses: porque te ser� de tropiezo. Exodo 24Y DIJO � Mois�s: Sube � Jehov�, t�, y Aar�n, Nadab, y Abi�, y setenta de los ancianos de Israel; y os inclinar�is desde lejos. Mas Mois�s s�lo se llegar� � Jehov�; y ellos no se lleguen cerca, ni suba con �l el pueblo. Y Mois�s vino y cont� al pueblo todas las palabras de Jehov�, y todos los derechos: y todo el pueblo respondi� � una voz, y dijeron: Ejecutaremos todas las palabras que Jehov� ha dicho. Y Mois�s escribi� todas las palabras de Jehov�, y levant�ndose de ma�ana edific� un altar al pie del monte, y doce columnas, seg�n las doce tribus de Israel. Y envi� � los mancebos de los hijos de Israel, los cuales ofrecieron holocaustos y sacrificaron pac�ficos � Jehov�, becerros. Y Mois�s tom� la mitad de la sangre, y p�sola en tazones, y esparci� la otra mitad de la sangre sobre el altar. Y tom� el libro de la alianza, y ley� � o�dos del pueblo, el cual dijo: Haremos todas las cosas que Jehov� ha dicho, y obedeceremos. Entonces Mois�s tom� la sangre, y roci� sobre el pueblo, y dijo: He aqu� la sangre de la alianza que Jehov� ha hecho con vosotros sobre todas estas cosas. Y subieron Mois�s y Aar�n, Nadab y Abi�, y setenta de los ancianos de Israel; Y vieron al Dios de Israel; y hab�a debajo de sus pies como un embaldosado de zafiro, semejante al cielo cuando est� sereno. Mas no extendi� su mano sobre los pr�ncipes de los hijos de Israel: y vieron � Dios, y comieron y bebieron. Entonces Jehov� dijo � Mois�s: Sube � m� al monte, y espera all�, y te dar� tablas de piedra, y la ley, y mandamientos que he escrito para ense�arlos. Y levant�se Mois�s, y Josu� su ministro; y Mois�s subi� al monte de Dios. Y dijo � los ancianos: Esperadnos aqu� hasta que volvamos � vosotros: y he aqu� Aar�n y Hur est�n con vosotros: el que tuviere negocios, ll�guese � ellos. Entonces Mois�s subi� al monte, y una nube cubri� el monte. Y la gloria de Jehov� repos� sobre el monte Sina�, y la nube lo cubri� por seis d�as: y al s�ptimo d�a llam� � Mois�s de en medio de la nube. Y el parecer de la gloria de Jehov� era como un fuego abrasador en la cumbre del monte, � los ojos de los hijos de Israel. Y entr� Mois�s en medio de la nube, y subi� al monte: y estuvo Mois�s en el monte cuarenta d�as y cuarenta noches. Exodo 25Y JEHOVA habl� � Mois�s, diciendo: Di � los hijos de Israel que tomen para m� ofrenda: de todo var�n que la diere de su voluntad, de coraz�n, tomar�is mi ofrenda. Y esta es la ofrenda que tomar�is de ellos: Oro, y plata, y cobre, Y jacinto, y p�rpura, y carmes�, y lino fino, y pelo de cabras, Y cueros de carneros te�idos de rojo, y cueros de tejones, y madera de Sittim; Aceite para la luminaria, especias para el aceite de la unci�n, y para el sahumerio arom�tico; Piedras de onix, y piedras de engastes, para el ephod, y para el racional. Y hacerme han un santuario, y yo habitar� entre ellos. Conforme � todo lo que yo te mostrare, el dise�o del tabern�culo, y el dise�o de todos sus vasos, as� lo har�is. Har�n tambi�n un arca de madera de Sittim, cuya longitud ser� de dos codos y medio, y su anchura de codo y medio, y su altura de codo y medio. Y la cubrir�s de oro puro; por dentro y por fuera la cubrir�s; y har�s sobre ella una cornisa de oro alrededor. Y para ella har�s de fundici�n cuatro anillos de oro, que pondr�s � sus cuatro esquinas; dos anillos al un lado de ella, y dos anillos al otro lado. Y har�s unas varas de madera de Sittim, las cuales cubrir�s de oro. Y meter�s las varas por los anillos � los lados del arca, para llevar el arca con ellas. Las varas se estar�n en los anillos del arca: no se quitar�n de ella. Y pondr�s en el arca el testimonio que yo te dar�. Y har�s una cubierta de oro fino, cuya longitud ser� de dos codos y medio, y su anchura de codo y medio. Har�s tambi�n dos querubines de oro, labrados � martillo los har�s, en los dos cabos de la cubierta. Har�s, pues, un querub�n al extremo de un lado, y un querub�n al otro extremo del lado opuesto: de la calidad de la cubierta har�s los querubines en sus dos extremidades. Y los querubines extender�n por encima las alas, cubriendo con sus alas la cubierta: sus caras la una enfrente de la otra, mirando � la cubierta las caras de los querubines. Y pondr�s la cubierta encima del arca, y en el arca pondr�s el testimonio que yo te dar�. Y de all� me declarar� � ti, y hablar� contigo de sobre la cubierta, de entre los dos querubines que est�n sobre el arca del testimonio, todo lo que yo te mandar� para los hijos de Israel. Har�s asimismo una mesa de madera de Sittim: su longitud ser� de dos codos, y de uu codo su anchura, y su altura de codo y medio. Y la cubrir�s de oro puro, y le has de hacer una cornisa de oro alrededor. Hacerle has tambi�n una moldura alrededor, del ancho de una mano, � la cual moldura har�s una cornisa de oro en circunferencia. Y le har�s cuatro anillos de oro, los cuales pondr�s � las cuatro esquinas que corresponden � sus cuatro pies. Los anillos estar�n antes de la moldura, por lugares de las varas, para llevar la mesa. Y har�s las varas de madera de Sittim, y las cubrir�s de oro, y con ellas ser� llevada la mesa. Har�s tambi�n sus platos, y sus cucharas, y sus cubiertas, y sus tazones, con que se libar�: de oro fino los har�s. Y pondr�s sobre la mesa el pan de la proposici�n delante de m� continuamente. Har�s adem�s un candelero de oro puro; labrado � martillo se har� el candelero: su pie, y su ca�a, sus copas, sus manzanas, y sus flores, ser�n de lo mismo: Y saldr�n seis brazos de sus lados: tres brazos del candelero del un lado suyo, y tres brazos del candelero del otro su lado: Tres copas en forma de almendras en el un brazo, una manzana y una flor; y tres copas, figura de almendras en el otro brazo, una manzana y una flor: as� pues, en los seis brazos que salen del candelero: Y en el candelero cuatro copas en forma de almendras, sus manzanas y sus flores. Habr� una manzana debajo de los dos brazos de lo mismo, otra manzana debajo de los otros dos brazos de lo mismo, y otra manzana debajo de los otros dos brazos de lo mismo, en conformidad � los seis brazos que salen del candelero. Sus manzanas y sus brazos ser�n de lo mismo, todo ello una pieza labrada � martillo, de oro puro. Y hacerle has siete candilejas, las cuales encender�s para que alumbren � la parte de su delantera: Tambi�n sus despabiladeras y sus platillos, de oro puro. De un talento de oro fino lo har�s, con todos estos vasos. Y mira, y hazlos conforme � su modelo, que te ha sido mostrado en el monte. Exodo 26Y HARAS el tabern�culo de diez cortinas de lino torcido, c�rdeno, y p�rpura, y carmes�: y har�s querubines de obra delicada. La longitud de la una cortina de veintiocho codos, y la anchura de la misma cortina de cuatro codos: todas las cortinas tendr�n una medida. Cinco cortinas estar�n juntas la una con la otra, y cinco cortinas unidas la una con la otra. Y har�s lazadas de c�rdeno en la orilla de la una cortina, en el borde, en la juntura: y as� har�s en la orilla de la postrera cortina en la juntura segunda. Cincuenta lazadas har�s en la una cortina, y cincuenta lazadas har�s en el borde de la cortina que est� en la segunda juntura: las lazadas estar�n contrapuestas la una � la otra. Har�s tambi�n cincuenta corchetes de oro, con los cuales juntar�s las cortinas la una con la otra, y se formar� un tabern�culo. Har�s asimismo cortinas de pelo de cabras para una cubierta sobre el tabern�culo; once cortinas har�s. La longitud de la una cortina ser� de treinta codos, y la anchura de la misma cortina de cuatro codos: una medida tendr�n las once cortinas. Y juntar�s las cinco cortinas aparte y las otras seis cortinas separadamente; y doblar�s la sexta cortina delante de la faz del tabern�culo. Y har�s cincuenta lazadas en la orilla de la una cortina, al borde en la juntura, y cincuenta lazadas en la orilla de la segunda cortina en la otra juntura. Har�s asimismo cincuenta corchetes de alambre, los cuales meter�s por las lazadas: y juntar�s la tienda, para que se haga una sola cubierta. Y el sobrante que resulta en las cortinas de la tienda, la mitad de la una cortina que sobra, quedar� � las espaldas del tabern�culo. Y un codo de la una parte, y otro codo de la otra que sobra en la longitud de las cortinas de la tienda, cargar� sobre los lados del tabern�culo de la una parte y de la otra, para cubrirlo. Har�s tambi�n � la tienda una cubierta de cueros de carneros, te�idos de rojo, y una cubierta de cueros de tejones encima. Y har�s para el tabern�culo tablas de madera de Sittim, que est�n derechas. La longitud de cada tabla ser� de diez codos, y de codo y medio la anchura de cada tabla. Dos quicios tendr� cada tabla, trabadas la una con la otra; as� har�s todas las tablas del tabern�culo. Har�s, pues, las tablas del tabern�culo: veinte tablas al lado del mediod�a, al austro. Y har�s cuarenta basas de plata debajo de las veinte tablas; dos basas debajo de la una tabla para sus dos quicios, y dos basas debajo de la otra tabla para sus dos quicios. Y al otro lado del tabern�culo, � la parte del aquil�n, veinte tablas; Y sus cuarenta basas de plata: dos basas debajo de la una tabla, y dos basas debajo de la otra tabla. Y para el lado del tabern�culo, al occidente, har�s seis tablas. Har�s adem�s dos tablas para las esquinas del tabern�culo en los dos �ngulos posteriores; Las cuales se unir�n por abajo, y asimismo se juntar�n por su alto � un gozne: as� ser� de las otras dos que estar�n � las dos esquinas. De suerte que ser�n ocho tablas, con sus basas de plata, diez y seis basas; dos basas debajo de la una tabla, y dos basas debajo de la otra tabla. Har�s tambi�n cinco barras de madera de Sittim, para las tablas del un lado del tabern�culo, Y cinco barras para las tablas del otro lado del tabern�culo, y cinco barras para el otro lado del tabern�culo, que est� al occidente. Y la barra del medio pasar� por medio de las tablas, del un cabo al otro. Y cubrir�s las tablas de oro, y har�s sus anillos de oro para meter por ellos las barras: tambi�n cubrir�s las barras de oro. Y alzar�s el tabern�culo conforme � su traza que te fue mostrada en el monte. Y har�s tambi�n un velo de c�rdeno, y p�rpura, y carmes�, y de lino torcido: ser� hecho de primorosa labor, con querubines: Y has de ponerlo sobre cuatro columnas de madera de Sittim cubiertas de oro; sus capiteles de oro, sobre basas de plata. Y pondr�s el velo debajo de los corchetes, y meter�s all�, del velo adentro, el arca del testimonio; y aquel velo os har� separaci�n entre el lugar santo y el sant�simo. Y pondr�s la cubierta sobre el arca del testimonio en el lugar sant�simo. Y pondr�s la mesa fuera del velo, y el candelero enfrente de la mesa al lado del tabern�culo al mediod�a; y pondr�s la mesa al lado del aquil�n. Y har�s � la puerta del tabern�culo una cortina de c�rdeno, y p�rpura, y carmes�, y lino torcido, obra de bordador. Y har�s para la cortina cinco columnas de madera de Sittim, las cuales cubrir�s de oro, con sus capiteles de oro: y hacerlas has de fundici�n cinco basas de metal. Exodo 27HARAS tambi�n altar de madera de Sittim de cinco codos de longitud, y de cinco codos de anchura: ser� cuadrado el altar, y su altura de tres codos. Y har�s sus cuernos � sus cuatro esquinas; los cuernos ser�n de lo mismo; y lo cubrir�s de metal. Har�s tambi�n sus calderas para echar su ceniza; y sus paletas, y sus tazones, y sus garfios, y sus braseros: har�s todos sus vasos de metal. Y le har�s un enrejado de metal de obra de malla; y sobre el enrejado har�s cuatro anillos de metal � sus cuatro esquinas. Y lo has de poner dentro del cerco del altar abajo; y llegar� el enrejado hasta el medio del altar. Har�s tambi�n varas para el altar, varas de madera de Sittim, las cuales cubrir�s de metal. Y sus varas se meter�n por los anillos: y estar�n aquellas varas � ambos lados del altar, cuando hubiere de ser llevado. De tablas lo har�s, hueco: de la manera que te fue mostrado en el monte, as� lo har�s. Asimismo har�s el atrio del tabern�culo: al lado del mediod�a, al austro, tendr� el atrio cortinas de lino torcido, de cien codos de longitud cada un lado; Sus veinte columnas, y sus veinte basas ser�n de metal; los capiteles de las columnas y sus molduras, de plata. Y de la misma manera al lado del aquil�n habr� � lo largo cortinas de cien codos de longitud, y sus veinte columnas, con sus veinte basas de metal; los capiteles de sus columnas y sus molduras, de plata. Y el ancho del atrio del lado occidental tendr� cortinas de cincuenta codos; sus columnas diez, con sus diez basas. Y en el ancho del atrio por la parte de levante, al oriente, habr� cincuenta codos. Y las cortinas del un lado ser�n de quince codos; sus columnas tres, con sus tres basas. Al otro lado quince codos de cortinas; sus columnas tres, con sus tres basas. Y � la puerta del atrio habr� un pabell�n de veinte codos, de c�rdeno, y p�rpura, y carmes�, y lino torcido, de obra de bordador: sus columnas cuatro, con sus cuatro basas. Todas las columnas del atrio en derredor ser�n ce�idas de plata; sus capiteles de plata, y sus basas de metal. La longitud del atrio ser� de cien codos, y la anchura cincuenta por un lado y cincuenta por el otro, y la altura de cinco codos: sus cortinas de lino torcido, y sus basas de metal. Todos los vasos del tabern�culo en todo su servicio, y todos sus clavos, y todos los clavos del atrio, ser�n de metal. Y t� mandar�s � los hijos de Israel que te traigan aceite puro de olivas, molido, para la luminaria, para hacer arder continuamente las l�mparas. En el tabern�culo del testimonio, afuera del velo que est� delante del testimonio, las pondr� en orden Aar�n y sus hijos, delante de Jehov� desde la tarde hasta la ma�ana, como estatuto perpetuo de los hijos de Israel por sus generaciones. Exodo 28Y TU allega � ti � Aar�n tu hermano, y � sus hijos consigo, de entre los hijos de Israel, para que sean mis sacerdotes; � Aar�n, Nadab y Abi�, Eleazar � Ithamar, hijos de Aar�n. Y har�s vestidos sagrados � Aar�n tu hermano, para honra y hermosura. Y t� hablar�s � todos los sabios de coraz�n, � quienes yo he henchido de esp�ritu de sabidur�a; � fin que hagan los vestidos de Aar�n, para consagrarle � que me sirva de sacerdote. Los vestidos que har�n son estos: el racional, y el ephod, y el manto, y la t�nica labrada, la mitra, y el cintur�n. Hagan, pues, los sagrados vestidos � Aar�n tu hermano, y � sus hijos, para que sean mis sacerdotes. Tomar�n oro, y c�rdeno, y p�rpura, y carmes�, y lino torcido. Y har�n el ephod de oro y c�rdeno, y p�rpura, y carmes�, y lino torcido de obra de bordador. Tendr� dos hombreras que se junten � sus dos lados, y se juntar�. Y el artificio de su cinto que est� sobre �l, ser� de su misma obra, de lo mismo; de oro, c�rdeno, y p�rpura, y carmes�, y lino torcido. Y tomar�s dos piedras oniquinas, y grabar�s en ellas los nombres de los hijos de Israel: Los seis de sus nombres en la una piedra, y los otros seis nombres en la otra piedra, conforme al nacimiento de ellos. De obra de escultor en piedra � modo de grabaduras de sello, har�s grabar aquellas dos piedras con los nombres de los hijos de Israel; har�sles alrededor engastes de oro. Y pondr�s aquellas dos piedras sobre los hombros del ephod, para piedras de memoria � los hijos de Israel; y Aar�n llevar� los nombres de ellos delante de Jehov� en sus dos hombros por memoria. Har�s pues, engastes de oro, Y dos cadenillas de oro fino; las cuales har�s de hechura de trenza; y fijar�s las cadenas de hechura de trenza en los engastes. Har�s asimismo el racional del juicio de primorosa obra, le has de hacer conforme � la obra del ephod, de oro, y c�rdeno, y p�rpura, y carmes�, y lino torcido. Ser� cuadrado y doble, de un palmo de largo y un palmo de ancho: Y lo llenar�s de pedrer�a con cuatro �rdenes de piedras: un orden de una piedra s�rdica, un topacio, y un carbunclo; ser� el primer orden; El segundo orden, una esmeralda, un zafiro, y un diamante; El tercer orden, un rub�, un �gata, y una amatista; Y el cuarto orden, un berilo, un onix, y un jaspe: estar�n engastadas en oro en sus encajes. Y ser�n aquellas piedra seg�n los nombres de los hijos de Israel, doce seg�n sus nombres; como grabaduras de sello cada una con su nombre, vendr�n � ser seg�n las doce tribus. Har�s tambi�n en el racional cadenetas de hechura de trenzas de oro fino. Y har�s en el racional dos anillos de oro, los cuales dos anillos pondr�s � las dos puntas del racional. Y pondr�s las dos trenzas de oro en los dos anillos � las dos puntas del racional: Y los dos cabos de las dos trenzas sobre los dos engastes, y las pondr�s � los lados del ephod en la parte delantera. Har�s tambi�n dos anillos de oro, los cuales pondr�s � las dos puntas del racional, en su orilla que est� al lado del ephod de la parte de dentro. Har�s asimismo dos anillos de oro, los cuales pondr�s � los dos lados del ephod abajo en la parte delantera, delante de su juntura sobre el cinto del ephod. Y juntar�n el racional con sus anillos � los anillos del ephod con un cord�n de jacinto, para que est� sobre el cinto del ephod, y no se aparte el racional del ephod. Y llevar� Aar�n los nombres de los hijos de Israel en el racional del juicio sobre su coraz�n, cuando entrare en el santuario, para memoria delante de Jehov� continuamente. Y pondr�s en el racional del juicio Urim y Thummim, para que est�n sobre el coraz�n de Aar�n cuando entrare delante de Jehov�: y llevar� siempre Aar�n el juicio de los hijos de Israel sobre su coraz�n delante de Jehov�. Har�s el manto del ephod todo de jacinto: Y en medio de �l por arriba habr� una abertura, la cual tendr� un borde alrededor de obra de tejedor, como el cuello de un coselete, para que no se rompa. Y abajo en sus orillas har�s granadas de jacinto, y p�rpura, y carmes�, por sus bordes alrededor; y entre ellas campanillas de oro alrededor. Una campanilla de oro y una granada, campanilla de oro y granada, por las orillas del manto alrededor. Y estar� sobre Aar�n cuando ministrare; y oir�se su sonido cuando �l entrare en el santuario delante de Jehov� y cuando saliere, porque no muera. Har�s adem�s una plancha de oro fino, y grabar�s en ella grabadura de sello, SANTIDAD A JEHOVA. Y la pondr�s con un cord�n de jacinto, y estar� sobre la mitra; por el frente anterior de la mitra estar�. Y estar� sobre la frente de Aar�n: y llevar� Aar�n el pecado de las cosas santas, que los hijos de Israel hubieren consagrado en todas sus santas ofrendas; y sobre su frente estar� continuamente para que hayan gracia delante de Jehov�. Y bordar�s una t�nica de lino, y har�s una mitra de lino; har�s tambi�n un cinto de obra de recamador. Y para los hijos de Aar�n har�s t�nicas; tambi�n les har�s cintos, y les formar�s chapeos (tiaras) para honra y hermosura. Y con ellos vestir�s � Aar�n tu hermano, y � sus hijos con �l: y los ungir�s, y los consagrar�s, y santificar�s, para que sean mis sacerdotes. Y les har�s pa�etes de lino para cubrir la carne vergonzosa; ser�n desde los lomos hasta los muslos: Y estar�n sobre Aar�n y sobre sus hijos cuando entraren en el tabern�culo de testimonio, � cuando se llegaren al altar para servir en el santuario, porque no lleven pecado, y mueran. Estatuto perpetuo para �l, y para su simiente despu�s de �l. Exodo 29Y ESTO es lo que les har�s para consagrarlos, para que sean mis sacerdotes: Toma un becerro de la vacada, y dos carneros sin tacha; Y panes sin levadura, y tortas sin levadura amasadas con aceite, y hojaldres sin levadura untadas con aceite; las cuales cosas har�s de flor de harina de trigo: Y las pondr�s en un canastillo, y en el canastillo las ofrecer�s, con el becerro y los dos carneros. Y har�s llegar � Aar�n y � sus hijos � la puerta del tabern�culo del testimonio, y los lavar�s con agua. Y tomar�s las vestiduras, y vestir�s � Aar�n la t�nica y el manto del ephod, y el ephod, y el racional, y le ce�ir�s con el cinto del ephod; Y pondr�s la mitra sobre su cabeza, y sobre la mitra pondr�s la diadema santa. Y tomar�s el aceite de la unci�n, y derramar�s sobre su cabeza, y le ungir�s. Y har�s llegar sus hijos, y les vestir�s las t�nicas. Y les ce�ir�s el cinto, � Aar�n y � sus hijos, y les atar�s los chapeos (tiaras), y tendr�n el sacerdocio por fuero perpetuo: y henchir�s las manos de Aar�n y de sus hijos. Y har�s llegar el becerro delante del tabern�culo del testimonio, y Aar�n y sus hijos pondr�n sus manos sobre la cabeza del becerro. Y matar�s el becerro delante de Jehov� � la puerta del tabern�culo del testimonio. Y tomar�s de la sangre del becerro, y pondr�s sobre los cuernos del altar con tu dedo, y derramar�s toda la dem�s sangre al pie del altar. Tomar�s tambi�n todo el sebo que cubre los intestinos, y el reda�o de sobre el h�gado, y los dos ri�ones, y el sebo que est� sobre ellos, y los quemar�s sobre el altar. Empero consumir�s � fuego fuera del campo la carne del becerro, y su pellejo, y su esti�rcol: es expiaci�n. Asimismo tomar�s el un carnero, y Aar�n y sus hijos pondr�n sus manos sobre la cabeza del carnero. Y matar�s el carnero, y tomar�s su sangre, y rociar�s sobre el altar alrededor. Y cortar�s el carnero en pedazos, y lavar�s sus intestinos y sus piernas, y las pondr�s sobre sus trozos y sobre su cabeza. Y quemar�s todo el carnero sobre el altar: es holocausto � Jehov�, olor grato, es ofrenda quemada � Jehov�. Tomar�s luego el otro carnero, y Aar�n y sus hijos pondr�n sus manos sobre la cabeza del carnero: Y matar�s el carnero, y tomar�s de su sangre, y pondr�s sobre la ternilla de la oreja derecha de Aar�n, y sobre la ternilla de las orejas de sus hijos, y sobre el dedo pulgar de las manos derechas de ellos, y sobre el dedo pulgar de los pies derechos de ellos, y esparcir�s la sangre sobre el altar alrededor. Y tomar�s de la sangre que hay sobre el altar, y del aceite de la unci�n, y esparcir�s sobre Aar�n, y sobre sus vestiduras, y sobre sus hijos, y sobre las vestimentas de �stos; y �l ser� santificado, y sus vestiduras, y sus hijos, y las vestimentas de sus hijos con �l. Luego tomar�s del carnero el sebo, y la cola, y el sebo que cubre los intestinos, y el reda�o del h�gado, y los dos ri�ones, y el sebo que est� sobre ellos, y la espaldilla derecha; porque es carnero de consagraciones: Tambi�n una torta de pan, y una hojaldre amasada con aceite, y una lasa�a del canastillo de los �zimos presentado � Jehov�; Y lo has de poner todo en las manos de Aar�n, y en las manos de sus hijos; y lo mecer�s agit�ndolo delante de Jehov�. Despu�s lo tomar�s de sus manos, y lo har�s arder sobre el altar en holocausto, por olor agradable delante de Jehov�. Es ofrenda encendida � Jehov�. Y tomar�s el pecho del carnero de las consagraciones, que fue inmolado para la de Aar�n, y lo mecer�s por ofrenda agitada delante de Jehov�; y ser� porci�n tuya. Y apartar�s el pecho de la ofrenda mecida, y la espaldilla de la santificaci�n, lo que fue mecido y lo que fue santificado del carnero de las consagraciones de Aar�n y de sus hijos: Y ser� para Aar�n y para sus hijos por estatuto perpetuo de los hijos de Israel, porque es porci�n elevada; y ser� tomada de los hijos de Israel de sus sacrificios pac�ficos, porci�n de ellos elevada en ofrenda � Jehov�. Y las vestimentas santas, que son de Aar�n, ser�n de sus hijos despu�s de �l, para ser ungidos con ellas, y para ser con ellas consagrados. Por siete d�as las vestir� el sacerdote de sus hijos, que en su lugar viniere al tabern�culo del testimonio � servir en el santuario. Y tomar�s el carnero de las consagraciones, y cocer�s su carne en el lugar del santuario. Y Aar�n y sus hijos comer�n la carne del carnero, y el pan que est� en el canastillo, � la puerta del tabern�culo del testimonio. Y comer�n aquellas cosas con las cuales se hizo expiaci�n, para henchir sus manos para ser santificados: mas el extranjero no comer�, porque es cosa santa. Y si sobrare algo de la carne de las consagraciones y del pan hasta la ma�ana, quemar�s al fuego lo que hubiere sobrado: no se comer�, porque es cosa santa. As� pues har�s � Aar�n y � sus hijos, conforme � todas las cosas que yo te he mandado: por siete d�as los consagrar�s. Y sacrificar�s el becerro de la expiaci�n en cada d�a para las expiaciones; y purificar�s el altar en habiendo hecho expiaci�n por �l, y lo ungir�s para santificarlo. Por siete d�as expiar�s el altar, y lo santificar�s, y ser� un altar sant�simo: cualquiera cosa que tocare al altar, ser� santificada. Y esto es lo que ofrecer�s sobre el altar: dos corderos de un a�o cada d�a, sin intermisi�n. Ofrecer�s el un cordero � la ma�ana, y el otro cordero ofrecer�s � la ca�da de la tarde: Adem�s una d�cima parte de un epha de flor de harina amasada con la cuarta parte de un hin de aceite molido: y la libaci�n ser� la cuarta parte de un hin de vino con cada cordero. Y ofrecer�s el otro cordero � la ca�da de la tarde, haciendo conforme � la ofrenda de la ma�ana, y conforme � su libaci�n, en olor de suavidad; ser� ofrenda encendida � Jehov�. Esto ser� holocausto continuo por vuestras generaciones � la puerta del tabern�culo del testimonio delante de Jehov�, en el cual me concertar� con vosotros, para hablaros all�. Y all� testificar� de m� � los hijos de Israel, y el lugar ser� santificado con mi gloria. Y santificar� el tabern�culo del testimonio y el altar: santificar� asimismo � Aar�n y � sus hijos, para que sean mis sacerdotes. Y habitar� entre los hijos de Israel, y ser� su Dios. Y conocer�n que yo soy Jehov� su Dios, que los saqu� de la tierra de Egipto, para habitar en medio de ellos: Yo Jehov� su Dios. Exodo 30HARAS asimismo un altar de sahumerio de perfume: de madera de Sittim lo har�s. Su longitud ser� de un codo, y su anchura de un codo: ser� cuadrado: y su altura de dos codos: y sus cuernos ser�n de lo mismo. Y cubrirlo has de oro puro, su techado, y sus paredes en derredor, y sus cuernos: y le har�s en derredor una corona de oro. Le har�s tambi�n dos anillos de oro debajo de su corona � sus dos esquinas en ambos lados suyos, para meter los varales con que ser� llevado. Y har�s los varales de madera de Sittim, y los cubrir�s de oro. Y lo pondr�s delante del velo que est� junto al arca del testimonio, delante de la cubierta que est� sobre el testimonio, donde yo te testificar� de m�. Y quemar� sobre �l Aar�n sahumerio de aroma cada ma�ana cuando aderezare las l�mparas lo quemar�. Y cuando Aar�n encender� las l�mparas al anochecer, quemar� el sahumerio: rito perpetuo delante de Jehov� por vuestras edades. No ofrecer�is sobre �l sahumerio extra�o, ni holocausto, ni presente; ni tampoco derramar�is sobre �l libaci�n. Y sobre sus cuernos har� Aar�n expiaci�n una vez en el a�o con la sangre de la expiaci�n para las reconciliaciones: una vez en el a�o har� expiaci�n sobre �l en vuestras edades: ser� muy santo � Jehov�. Y habl� Jehov� � Mois�s, diciendo: Cuando tomares el n�mero de los hijos de Israel conforme � la cuenta de ellos, cada uno dar� � Jehov� el rescate de su persona, cuando los contares, y no habr� en ellos mortandad por haberlos contado. Esto dar� cualquiera que pasare por la cuenta, medio siclo conforme al siclo del santuario. El siclo es de veinte �bolos: la mitad de un siclo ser� la ofrenda � Jehov�. Cualquiera que pasare por la cuenta, de veinte a�os arriba, dar� la ofrenda � Jehov�. Ni el rico aumentar�, ni el pobre disminuir� de medio siclo, cuando dieren la ofrenda � Jehov� para hacer expiaci�n por vuestras personas. Y tomar�s de los hijos de Israel el dinero de las expiaciones, y lo dar�s para la obra del tabern�culo del testimonio: y ser� por memoria � los hijos de Israel delante de Jehov�, para expiar vuestras personas. Habl� m�s Jehov� � Mois�s, diciendo: Har�s tambi�n una fuente de metal, con su basa de metal, para lavar; y la has de poner entre el tabern�culo del testimonio y el altar; y pondr�s en ella agua. Y de ella se lavar�n Aar�n y sus hijos sus manos y sus pies: Cuando entraren en el tabern�culo del testimonio, se han de lavar con agua, y no morir�n: y cuando se llegaren al altar para ministrar, para encender � Jehov� la ofrenda que se ha de consumir al fuego, Tambi�n se lavar�n las manos y los pies, y no morir�n. Y lo tendr�n por estatuto perpetuo �l y su simiente por sus generaciones. Habl� m�s Jehov� � Mois�s, diciendo: Y t� has de tomar de las principales drogas; de mirra excelente quinientos siclos, y de canela arom�tica la mitad, esto es, doscientos y cincuenta, y de c�lamo arom�tico doscientos y cincuenta, Y de casia quinientos, al peso del santuario, y de aceite de olivas un hin: Y har�s de ello el aceite de la santa unci�n, superior ung�ento, obra de perfumador, el cual ser� el aceite de la unci�n sagrada. Con �l ungir�s el tabern�culo del testimonio, y el arca del testimonio, Y la mesa, y todos sus vasos, y el candelero, y todos sus vasos, y el altar del perfume, Y el altar del holocausto, todos sus vasos, y la fuente y su basa. As� los consagrar�s, y ser�n cosas sant�simas: todo lo que tocare en ellos, ser� santificado. Ungir�s tambi�n � Aar�n y � sus hijos, y los consagrar�s para que sean mis sacerdotes. Y hablar�s � los hijos de Israel, diciendo: Este ser� mi aceite de la santa unci�n por vuestras edades. Sobre carne de hombre no ser� untado, ni har�is otro semejante, conforme � su composici�n: santo es; por santo hab�is de tenerlo vosotros. Cualquiera que compusiere ung�ento semejante, y que pusiere de �l sobre extra�o, ser� cortado de sus pueblos. Dijo a�n Jehov� � Mois�s: T�mate aromas, estacte y u�a olorosa y g�lbano arom�tico � incienso limpio; de todo en igual peso: Y har�s de ello una confecci�n arom�tica de obra de perfumador, bien mezclada, pura y santa: Y moler�s alguna de ella pulveriz�ndola, y la pondr�s delante del testimonio en el tabern�culo del testimonio, donde yo te testificar� de m�. Os ser� cosa sant�sima. Como la confecci�n que har�s, no os har�is otra seg�n su composici�n: te ser� cosa sagrada para Jehov�. Cualquiera que hiciere otra como ella para olerla, ser� cortado de sus pueblos. Exodo 31Y HABLO Jehov� � Mois�s, diciendo: Mira, yo he llamado por su nombre � Bezaleel, hijo de Uri, hijo de Hur, de la tribu de Jud�; Y lo he henchido de esp�ritu de Dios, en sabidur�a, y en inteligencia, y en ciencia, y en todo artificio, Para inventar dise�os, para trabajar en oro, y en plata, y en metal, Y en artificio de piedras para engastar las, y en artificio de madera; para obrar en toda suerte de labor. Y he aqu� que yo he puesto con �l � Aholiab, hijo de Ahisamac, de la tribu de Dan: y he puesto sabidur�a en el �nimo de todo sabio de coraz�n, para que hagan todo lo que te he mandado: El tabern�culo del testimonio, y el arca del testimonio, y la cubierta que est� sobre ella, y todos los vasos del tabern�culo; Y la mesa y sus vasos, y el candelero limpio y todos sus vasos, y el altar del perfume; Y el altar del holocausto y todos sus vasos, y la fuente y su basa; Y los vestidos del servicio, y las santas vestiduras para Aar�n el sacerdote, y las vestiduras de sus hijos, para que ejerzan el sacerdocio; Y el aceite de la unci�n, y el perfume arom�tico para el santuario: har�n conforme � todo lo que te he mandado. Habl� adem�s Jehov� � Mois�s, diciendo: Y t� hablar�s � los hijos de Israel, diciendo: Con todo eso vosotros guardar�is mis s�bados: porque es se�al entre m� y vosotros por vuestras edades, para que sep�is que yo soy Jehov� que os santifico. As� que guardar�is el s�bado, porque santo es � vosotros: el que lo profanare, de cierto morir�; porque cualquiera que hiciere obra alguna en �l, aquella alma ser� cortada de en medio de sus pueblos. Seis d�as se har� obra, mas el d�a s�ptimo es s�bado de reposo consagrado � Jehov�; cualquiera que hiciere obra el d�a del s�bado, morir� ciertamente. Guardar�n, pues, el s�bado los hijos de Israel: celebr�ndolo por sus edades por pacto perpetuo: Se�al es para siempre entre m� y los hijos de Israel; porque en seis d�as hizo Jehov� los cielos y la tierra, y en el s�ptimo d�a ces�, y repos�. Y di� � Mois�s, como acab� de hablar con �l en el monte de Sina�, dos tablas del testimonio, tablas de piedra escritas con el dedo de Dios. Exodo 32MAS viendo el pueblo que Mois�s tardaba en descender del monte, alleg�se entonces � Aar�n, y dij�ronle: Lev�ntate, haznos dioses que vayan delante de nosotros; porque � este Mois�s, aquel var�n que nos sac� de la tierra de Egipto, no sabemos qu� le haya acontecido. Y Aar�n les dijo: Apartad los zarcillos de oro que est�n en las orejas de vuestras mujeres, y de vuestros hijos, y de vuestras hijas, y tra�dmelos. Entonces todo el pueblo apart� los zarcillos de oro que ten�an en sus orejas, y traj�ronlos � Aar�n: El cual los tom� de las manos de ellos, y form�lo con buril, � hizo de ello un becerro de fundici�n. Entonces dijeron: Israel, estos son tus dioses, que te sacaron de la tierra de Egipto. Y viendo esto Aar�n, edific� un altar delante del becerro; y pregon� Aar�n, y dijo: Ma�ana ser� fiesta � Jehov�. Y el d�a siguiente madrugaron, y ofrecieron holocaustos, y presentaron pac�ficos: y sent�se el pueblo � comer y � beber, y levant�ronse � regocijarse. Entonces Jehov� dijo � Mois�s: Anda, desciende, porque tu pueblo que sacaste de tierra de Egipto se ha corrompido: Presto se han apartado del camino que yo les mand�, y se han hecho un becerro de fundici�n, y lo han adorado, y han sacrificado � �l, y han dicho: Israel, estos son tus dioses, que te sacaron de la tierra de Egipto. Dijo m�s Jehov� � Mois�s: Yo he visto � este pueblo, que por cierto es pueblo de dura cerviz: Ahora pues, d�jame que se encienda mi furor en ellos, y los consuma: y � ti yo te pondr� sobre gran gente. Entonces Mois�s or� � la faz de Jehov� su Dios, y dijo: Oh Jehov�, �por qu� se encender� tu furor en tu pueblo, que t� sacaste de la tierra de Egipto con gran fortaleza, y con mano fuerte? �Por qu� han de hablar los Egipcios, diciendo: Para mal los sac�, para matarlos en los montes, y para raerlos de sobre la haz de la tierra? Vu�lvete del furor de tu ira, y arrepi�ntete del mal de tu pueblo. Acu�rdate de Abraham, de Isaac, y de Israel tus siervos, � los cuales has jurado por ti mismo, y d�choles: Yo multiplicar� vuestra simiente como las estrellas del cielo; y dar� � vuestra simiente toda esta tierra que he dicho, y la tomar�n por heredad para siempre. Entonces Jehov� se arrepinti� del mal que dijo que hab�a de hacer � su pueblo. Y volvi�se Mois�s, y descendi� del monte trayendo en su mano las dos tablas del testimonio, las tablas escritas por ambos lados; de una parte y de otra estaban escritas. Y las tablas eran obra de Dios, y la escritura era escritura de Dios grabada sobre las tablas. Y oyendo Josu� el clamor del pueblo que gritaba, dijo � Mois�s: Alarido de pelea hay en el campo. Y �l respondi�: No es eco de algazara de fuertes, ni eco de alaridos de flacos: algazara de cantar oigo yo. Y aconteci�, que como lleg� �l al campo, y vi� el becerro y las danzas, enardeci�sele la ira � Mois�s, y arroj� las tablas de sus manos, y quebr�las al pie del monte. Y tom� el becerro que hab�an hecho, y quem�lo en el fuego, y moli�lo hasta reducirlo � polvo, que esparci� sobre las aguas, y di�lo � beber � los hijos de Israel. Y dijo Mois�s � Aar�n: �Qu� te ha hecho este pueblo, que has tra�do sobre �l tan gran pecado? Y respondi� Aar�n: No se enoje mi se�or; t� conoces el pueblo, que es inclinado � mal. Porque me dijeron: Haznos dioses que vayan delante de nosotros, que � este Mois�s, el var�n que nos sac� de tierra de Egipto, no sabemos qu� le ha acontecido. Y yo les respond�: �Qui�n tiene oro? Apartadlo. Y di�ronmelo, y ech�lo en el fuego, y sali� este becerro. Y viendo Mois�s que el pueblo estaba despojado, porque Aar�n lo hab�a despojado para verg�enza entre sus enemigos, P�sose Mois�s � la puerta del real, y dijo: �Qui�n es de Jehov�? j�ntese conmigo. Y junt�ronse con �l todos los hijos de Lev�. Y �l les dijo: As� ha dicho Jehov�, el Dios de Israel: Poned cada uno su espada sobre su muslo: pasad y volved de puerta � puerta por el campo, y matad cada uno � su hermano, y � su amigo, y � su pariente. Y los hijos de Lev� lo hicieron conforme al dicho de Mois�s: y cayeron del pueblo en aquel d�a como tres mil hombres. Entonces Mois�s dijo: Hoy os hab�is consagrado � Jehov�, porque cada uno se ha consagrado en su hijo, y en su hermano, para que d� �l hoy bendici�n sobre vosotros. Y aconteci� que el d�a siguiente dijo Mois�s al pueblo: Vosotros hab�is cometido un gran pecado: mas yo subir� ahora � Jehov�; quiz� le aplacar� acerca de vuestro pecado. Entonces volvi� Mois�s � Jehov�, y dijo: Ru�gote, pues este pueblo ha cometido un gran pecado, porque se hicieron dioses de oro, Que perdones ahora su pecado, y si no, r�eme ahora de tu libro que has escrito. Y Jehov� respondi� � Mois�s: Al que pecare contra m�, � �ste raer� yo de mi libro. Ve pues ahora, lleva � este pueblo donde te he dicho: he aqu� mi �ngel ir� delante de ti; que en el d�a de mi visitaci�n yo visitar� en ellos su pecado. Y Jehov� hiri� al pueblo, porque hab�an hecho el becerro que form� Aar�n. Exodo 33Y JEHOVA dijo � Mois�s: Ve, sube de aqu�, t� y el pueblo que sacaste de la tierra de Egipto, � la tierra de la cual jur� � Abraham, Isaac, y Jacob, diciendo: A tu simiente la dar�: Y yo enviar� delante de ti el �ngel, y echar� fuera al Cananeo y al Amorrheo, y al Hetheo, y al Pherezeo, y al Heveo y al Jebuseo: (A la tierra que fluye leche y miel); porque yo no subir� en medio de ti, porque eres pueblo de dura cerviz, no sea que te consuma en el camino. Y oyendo el pueblo esta sensible palabra, vistieron luto, y ninguno se puso sus atav�os: Pues Jehov� dijo � Mois�s: Di � los hijos de Israel: Vosotros sois pueblo de dura cerviz: en un momento subir� en medio de ti, y te consumir�: qu�tate pues ahora tus atav�os, que yo sabr� lo que te tengo de hacer. Entonces los hijos de Israel se despojaron de sus atav�os desde el monte Horeb. Y Mois�s tom� el tabern�culo, y extendi�lo fuera del campo, lejos del campo, y llam�lo el Tabern�culo del Testimonio. Y fu�, que cualquiera que requer�a � Jehov�, sal�a al tabern�culo del testimonio, que estaba fuera del campo. Y suced�a que, cuando sal�a Mois�s al tabern�culo, todo el pueblo se levantaba, y estaba cada cual en pie � la puerta de su tienda, y miraban en pos de Mois�s, hasta que �l entraba en el tabern�culo. Y cuando Mois�s entraba en el tabern�culo, la columna de nube descend�a, y pon�ase � la puerta del tabern�culo, y Jehov� hablaba con Mois�s. Y viendo todo el pueblo la columna de nube, que estaba � la puerta del tabern�culo, levant�base todo el pueblo, cada uno � la puerta de su tienda y adoraba. Y hablaba Jehov� � Mois�s cara � cara, como habla cualquiera � su compa�ero. Y volv�ase al campo; mas el joven Josu�, su criado, hijo de Nun, nunca se apartaba de en medio del tabern�culo. Y dijo Mois�s � Jehov�: Mira, t� me dices � m�: Saca este pueblo: y t� no me has declarado � qui�n has de enviar conmigo: sin embargo, t� dices: Yo te he conocido por tu nombre, y has hallado tambi�n gracia en mis ojos. Ahora, pues, si he hallado gracia en tus ojos, ru�gote que me muestres ahora tu camino, para que te conozca, porque halle gracia en tus ojos: y mira que tu pueblo es aquesta gente. Y �l dijo: Mi rostro ir� contigo, y te har� descansar. Y �l respondi�: Si tu rostro no ha de ir conmigo, no nos saques de aqu�. �Y en qu� se conocer� aqu� que he hallado gracia en tus ojos, yo y tu pueblo, sino en andar t� con nosotros, y que yo y tu pueblo seamos apartados de todos los pueblos que est�n sobre la faz de la tierra? Y Jehov� dijo � Mois�s: Tambi�n har� esto que has dicho, por cuanto has hallado gracia en mis ojos, y te he conocido por tu nombre. El entonces dijo: Ru�gote que me muestres tu gloria. Y respondi�le: Yo har� pasar todo mi bien delante de tu rostro, y proclamar� el nombre de Jehov� delante de ti; y tendr� misericordia del que tendr� misericordia, y ser� clemente para con el que ser� clemente. Dijo m�s: No podr�s ver mi rostro: porque no me ver� hombre, y vivir�. Y dijo a�n Jehov�: He aqu� lugar junto � m�, y t� estar�s sobre la pe�a: Y ser� que, cuando pasare mi gloria, yo te pondr� en una hendidura de la pe�a, y te cubrir� con mi mano hasta que haya pasado: Despu�s apartar� mi mano, y ver�s mis espaldas; mas no se ver� mi rostro. Exodo 34Y JEHOVA dijo � Mois�s: Al�sate dos tablas de piedra como las primeras, y escribir� sobre esas tablas las palabras que estaban en las tablas primeras que quebraste. Aperc�bete, pues, para ma�ana, y sube por la ma�ana al monte de Sina�, y est�me all� sobre la cumbre del monte. Y no suba hombre contigo, ni parezca alguno en todo el monte; ni ovejas ni bueyes pazcan delante del monte. Y Mois�s alis� dos tablas de piedra como las primeras; y levant�se por la ma�ana, y subi� al monte de Sina�, como le mand� Jehov�, y llev� en su mano las dos tablas de piedra. Y Jehov� descendi� en la nube, y estuvo all� con �l, proclamando el nombre de Jehov�. Y pasando Jehov� por delante de �l, proclam�: Jehov�, Jehov�, fuerte, misericordioso, y piadoso; tardo para la ira, y grande en benignidad y verdad; Que guarda la misericordia en millares, que perdona la iniquidad, la rebeli�n, y el pecado, y que de ning�n modo justificar� al malvado; que visita la iniquidad de los padres sobre los hijos y sobre los hijos de los hijos, sobre los terceros, y sobre los cuartos. Entonces Mois�s, apresur�ndose, baj� la cabeza hacia el suelo y encorv�se; Y dijo: Si ahora, Se�or, he hallado gracia en tus ojos, vaya ahora el Se�or en medio de nosotros; porque este es pueblo de dura cerviz; y perdona nuestra iniquidad y nuestro pecado, y pos�enos. Y �l dijo: He aqu�, yo hago concierto delante de todo tu pueblo: har� maravillas que no han sido hechas en toda la tierra, ni en naci�n alguna; y ver� todo el pueblo en medio del cual est�s t�, la obra de Jehov�; porque ha de ser cosa terrible la que yo har� contigo. Guarda lo que yo te mando hoy; he aqu� que yo echo de delante de tu presencia al Amorrheo, y al Cananeo, y al Hetheo, y al Pherezeo, y al Heveo, y al Jebuseo. Gu�rdate que no hagas alianza con los moradores de la tierra donde has de entrar, porque no sean por tropezadero en medio de ti: Mas derribar�is sus altares, y quebrar�is sus estatuas, y talar�is sus bosques: Porque no te has de inclinar � dios ajeno; que Jehov�, cuyo nombre es Celoso, Dios celoso es. Por tanto no har�s alianza con los moradores de aquella tierra; porque fornicar�n en pos de sus dioses, y sacrificar�n � sus dioses, y te llamar�n, y comer�s de sus sacrificios; O tomando de sus hijas para tus hijos, y fornicando sus hijas en pos de sus dioses, har�n tambi�n fornicar � tus hijos en pos de los dioses de ellas. No har�s dioses de fundici�n para ti. La fiesta de los �zimos guardar�s: siete d�as comer�s por leudar, seg�n te he mandado, en el tiempo del mes de Abib; porque en el mes de Abib saliste de Egipto. Todo lo que abre matriz, m�o es; y de tu ganado todo primerizo de vaca � de oveja que fuere macho. Empero redimir�s con cordero el primerizo del asno; y si no lo redimieres, le has de cortar la cabeza. Redimir�s todo primog�nito de tus hijos, y no ser�n vistos vac�os delante de m�. Seis d�as trabajar�s, mas en el s�ptimo d�a cesar�s: cesar�s aun en la arada y en la siega. Y te har�s la fiesta de las semanas � los principios de la siega del trigo: y la fiesta de la cosecha � la vuelta del a�o. Tres veces en el a�o ser� visto todo var�n tuyo delante del Se�oreador Jehov�, Dios de Israel. Porque yo arrojar� las gentes de tu presencia, y ensanchar� tu t�rmino: y ninguno codiciar� tu tierra, cuando t� subieres para ser visto delante de Jehov� tu Dios tres veces en el a�o. No ofrecer�s con leudo la sangre de mi sacrificio; ni quedar� de la noche para la ma�ana el sacrificio de la fiesta de la pascua. La primicia de los primeros frutos de tu tierra meter�s en la casa de Jehov� tu Dios. No cocer�s el cabrito en la leche de su madre. Y Jehov� dijo � Mois�s: Escribe t� estas palabras; porque conforme � estas palabras he hecho la alianza contigo y con Israel. Y �l estuvo all� con Jehov� cuarenta d�as y cuarenta noches: no comi� pan, ni bebi� agua; y escribi� en tablas las palabras de la alianza, las diez palabras. Y aconteci�, que descendiendo Mois�s del monte Sina� con las dos tablas del testimonio en su mano, mientras descend�a del monte, no sab�a �l que la tez de su rostro resplandec�a, despu�s que hubo con El hablado. Y mir� Aar�n y todos los hijos de Israel � Mois�s, y he aqu� la tez de su rostro era resplandeciente; y tuvieron miedo de llegarse � �l. Y llam�los Mois�s; y Aar�n y todos los pr�ncipes de la congregaci�n volvieron � �l, y Mois�s les habl�. Y despu�s se llegaron todos los hijos de Israel, � los cuales mand� todas las cosas que Jehov� le hab�a dicho en el monte de Sina�. Y cuando hubo acabado Mois�s de hablar con ellos, puso un velo sobre su rostro. Y cuando ven�a Mois�s delante de Jehov� para hablar con �l, quit�base el velo hasta que sal�a; y saliendo, hablaba con los hijos de Israel lo que le era mandado; Y ve�an los hijos de Israel el rostro de Mois�s, que la tez de su rostro era resplandeciente; y volv�a Mois�s � poner el velo sobre su rostro, hasta que entraba � hablar con El. Exodo 35Y MOIS�S hizo juntar toda la congregaci�n de los hijos de Israel, y d�joles: Estas son las cosas que Jehov� ha mandado que hag�is. Seis d�as se har� obra, mas el d�a s�ptimo os ser� santo, s�bado de reposo � Jehov�: cualquiera que en �l hiciere obra, morir�. No encender�is fuego en todas vuestras moradas en el d�a del s�bado. Y habl� Mois�s � toda la congregaci�n de los hijos de Israel, diciendo: Esto es lo que Jehov� ha mandado, diciendo: Tomad de entre vosotros ofrenda para Jehov�: todo liberal de coraz�n la traer� � Jehov�: oro, plata, metal; Y c�rdeno, y p�rpura, y carmes�, y lino fino, y pelo de cabras; Y cueros rojos de carneros, y cueros de tejones, y madera de Sittim; Y aceite para la luminaria, y especias arom�ticas para el aceite de la unci�n, y para el perfume arom�tico; Y piedras de onix, y dem�s pedrer�a, para el ephod, y para el racional. Y todo sabio de coraz�n de entre vosotros, vendr� y har� todas las cosas que Jehov� ha mandado: El tabern�culo, su tienda, y su cubierta, y sus anillos, y sus tablas, sus barras, sus columnas, y sus basas; El arca, y sus varas, la cubierta, y el velo de la tienda; La mesa, y sus varas, y todos sus vasos, y el pan de la proposici�n. El candelero de la luminaria, y sus vasos, y sus candilejas, y el aceite para la luminaria; Y el altar del perfume, y sus varas, y el aceite de la unci�n, y el perfume arom�tico, y el pabell�n de la puerta, para la entrada del tabern�culo; El altar del holocausto, y su enrejado de metal, y sus varas, y todos sus vasos, y la fuente con su basa; Las cortinas del atrio, sus columnas, y sus basas, y el pabell�n de la puerta del atrio; Las estacas del tabern�culo, y las estacas del atrio, y sus cuerdas; Las vestiduras del servicio para ministrar en el santuario, las sagradas vestiduras de Aar�n el sacerdote, y las vestiduras de sus hijos para servir en el sacerdocio. Y sali� toda la congregaci�n de los hijos de Israel de delante de Mois�s. Y vino todo var�n � quien su coraz�n estimul�, y todo aquel � quien su esp�ritu le di� voluntad, y trajeron ofrenda � Jehov� para la obra del tabern�culo del testimonio, y para toda su f�brica, y para las sagradas vestiduras. Y vinieron as� hombres como mujeres, todo voluntario de coraz�n, y trajeron cadenas y zarcillos, sortijas y brazaletes, y toda joya de oro; y cualquiera ofrec�a ofrenda de oro � Jehov�. Todo hombre que se hallaba con jacinto, � p�rpura, � carmes�, � lino fino, � pelo de cabras, � cueros rojos de carneros, � cueros de tejones, lo tra�a. Cualquiera que ofrec�a ofrenda de plata � de metal, tra�a � Jehov� la ofrenda: y todo el que se hallaba con madera de Sittim, tra�ala para toda la obra del servicio. Adem�s todas las mujeres sabias de coraz�n hilaban de sus manos, y tra�an lo que hab�an hilado: c�rdeno, � p�rpura, � carmes�, � lino fino. Y todas las mujeres cuyo coraz�n las levant� en sabidur�a, hilaron pelos de cabras. Y los pr�ncipes trajeron piedras de onix, y las piedras de los engastes para el ephod y el racional; Y la especia arom�tica y aceite, para la luminaria, y para el aceite de la unci�n, y para el perfume arom�tico. De los hijos de Israel, as� hombres como mujeres, todos los que tuvieron coraz�n voluntario para traer para toda la obra, que Jehov� hab�a mandado por medio de Mois�s que hiciesen, trajeron ofrenda voluntaria � Jehov�. Y dijo Mois�s � los hijos de Israel: Mirad, Jehov� ha nombrado � Bezaleel hijo de Uri, hijo de Hur, de la tribu de Jud�; Y lo ha henchido de esp�ritu de Dios, en sabidur�a, en inteligencia, y en ciencia, y en todo artificio, Para proyectar inventos, para trabajar en oro, y en plata, y en metal, Y en obra de pedrer�a para engastar, y en obra de madera, para trabajar en toda invenci�n ingeniosa. Y ha puesto en su coraz�n el que pueda ense�ar, as� �l como Aholiab hijo de Ahisamac, de la tribu de Dan: Y los ha henchido de sabidur�a de coraz�n, para que hagan toda obra de artificio, y de invenci�n, y de recamado en jacinto, y en p�rpura, y en carmes�, y en lino fino, y en telar; para que hagan toda labor, � inventen todo dise�o. Exodo 36HIZO, pues, Bezaleel y Aholiab, y todo hombre sabio de coraz�n, � quien Jehov� di� sabidur�a � inteligencia para que supiesen hacer toda la obra del servicio del santuario, todas las cosas que hab�a mandado Jehov�. Y Mois�s llam� � Bezaleel y � Aholiab, y � todo var�n sabio de coraz�n, en cuyo coraz�n hab�a dado Jehov� sabidur�a, y � todo hombre � quien su coraz�n le movi� � llegarse � la obra, para trabajar en ella; Y tomaron de delante de Mois�s toda la ofrenda que los hijos de Israel hab�an tra�do para la obra del servicio del santuario, � fin de hacerla. Y ellos le tra�an a�n ofrenda voluntaria cada ma�ana. Vinieron, por tanto, todos los maestros que hac�an toda la obra del santuario, cada uno de la obra que hac�a. Y hablaron � Mois�s, diciendo: El pueblo trae mucho m�s de lo que es menester para la atenci�n de hacer la obra que Jehov� ha mandado que se haga. Entonces Mois�s mand� pregonar por el campo, diciendo: Ning�n hombre ni mujer haga m�s obra para ofrecer para el santuario. Y as� fue el pueblo impedido de ofrecer; Pues tenia material abundante para hacer toda la obra, y sobraba. Y todos los sabios de coraz�n entre los que hac�an la obra, hicieron el tabern�culo de diez cortinas, de lino torcido, y de jacinto, y de p�rpura y carmes�; las cuales hicieron de obra prima, con querubines. La longitud de la una cortina era de veintiocho codos, y la anchura de cuatro codos: todas las cortinas ten�an una misma medida. Y junt� las cinco cortinas la una con la otra: asimismo uni� las otras cinco cortinas la una con la otra. E hizo las lazadas de color de jacinto en la orilla de la una cortina, en el borde, � la juntura; y as� hizo en la orilla al borde de la segunda cortina, en la juntura. Cincuenta lazadas hizo en la una cortina, y otras cincuenta en la segunda cortina, en el borde, en la juntura; las unas lazadas enfrente de las otras. Hizo tambi�n cincuenta corchetes de oro, con los cuales junt� las cortinas, la una con la otra; � h�zose un tabern�culo. Hizo asimismo cortinas de pelo de cabras para la tienda sobre el tabern�culo, � h�zolas en n�mero de once. La longitud de la una cortina era de treinta codos, y la anchura de cuatro codos: las once cortinas ten�an una misma medida. Y junt� las cinco cortinas de por s�, y las seis cortinas aparte. Hizo adem�s cincuenta lazadas en la orilla de la postrera cortina en la juntura, y otras cincuenta lazadas en la orilla de la otra cortina en la juntura. Hizo tambi�n cincuenta corchetes de metal para juntar la tienda, de modo que fuese una. E hizo una cubierta para la tienda de cueros rojos de carneros, y una cubierta encima de cueros de tejones. Adem�s hizo las tablas para el tabern�culo de madera de Sittim, para estar derechas. La longitud de cada tabla de diez codos, y de codo y medio la anchura. Cada tabla ten�a dos quicios enclavijados el uno delante del otro: as� hizo todas las tablas del tabern�culo. Hizo, pues, las tablas para el tabern�culo: veinte tablas al lado del austro, al mediod�a. Hizo tambi�n las cuarenta basas de plata debajo de las veinte tablas: dos basas debajo de la una tabla para sus dos quicios, y dos basas debajo de la otra tabla para sus dos quicios. Y para el otro lado del tabern�culo, � la parte del aquil�n, hizo veinte tablas, Con sus cuarenta basas de plata: dos basas debajo de la una tabla, y dos basas debajo de la otra tabla. Y para el lado occidental del tabern�culo hizo seis tablas. Para las esquinas del tabern�culo en los dos lados hizo dos tablas, Las cuales se juntaban por abajo, y asimismo por arriba � un gozne: y as� hizo � la una y � la otra en las dos esquinas. Eran, pues, ocho tablas, y sus basas de plata diecis�is; dos basas debajo de cada tabla. Hizo tambi�n las barras de madera de Sittim; cinco para las tablas del un lado del tabern�culo, Y cinco barras para las tablas del otro lado del tabern�culo, y cinco barras para las tablas del lado del tabern�culo � la parte occidental. E hizo que la barra del medio pasase por medio de las tablas del un cabo al otro. Y cubri� las tablas de oro, � hizo de oro los anillos de ellas por donde pasasen las barras: cubri� tambi�n de oro las barras. Hizo asimismo el velo de c�rdeno, y p�rpura, y carmes�, y lino torcido, el cual hizo con querubines de delicada obra. Y para �l hizo cuatro columnas de madera de Sittim; y cubri�las de oro, los capiteles de las cuales eran de oro; � hizo para ellas cuatro basas de plata de fundici�n. Hizo tambi�n el velo para la puerta del tabern�culo, de jacinto, y p�rpura, y carmes�, y lino torcido, obra de recamador; Y sus cinco columnas con sus capiteles: y cubri� las cabezas de ellas y sus molduras de oro: pero sus cinco basas las hizo de metal. Exodo 37HIZO tambi�n Bezaleel el arca de madera de Sittim: su longitud era de dos codos y medio, y de codo y medio su anchura, y su altura de otro codo y medio: Y cubri�la de oro puro por de dentro y por de fuera, � h�zole una cornisa de oro en derredor. H�zole adem�s de fundici�n cuatro anillos de oro � sus cuatro esquinas; en el un lado dos anillos y en el otro lado dos anillos. Hizo tambi�n las varas de madera de Sittim, y cubri�las de oro. Y meti� las varas por los anillos � los lados del arca, para llevar el arca. Hizo asimismo la cubierta de oro puro: su longitud de dos codos y medio, y su anchura de codo y medio. Hizo tambi�n los dos querubines de oro, h�zolos labrados � martillo, � los dos cabos de la cubierta: El un querub�n de esta parte al un cabo, y el otro querub�n de la otra parte al otro cabo de la cubierta: hizo los querubines � sus dos cabos. Y los querubines extend�an sus alas por encima, cubriendo con sus alas la cubierta: y sus rostros el uno enfrente del otro, hacia la cubierta los rostros de los querubines. Hizo tambi�n la mesa de madera de Sittim; su longitud de dos codos, y su anchura de un codo, y de codo y medio su altura; Y cubri�la de oro puro, � h�zole una cornisa de oro en derredor. H�zole tambi�n una moldura alrededor, del ancho de una mano, � la cual moldura hizo la cornisa de oro en circunferencia. H�zole asimismo de fundici�n cuatro anillos de oro, y p�solos � las cuatro esquinas que correspond�an � los cuatro pies de ella. Delante de la moldura estaban los anillos, por los cuales se metiesen las varas para llevar la mesa. E hizo las varas de madera de Sittim para llevar la mesa, y cubri�las de oro. Tambi�n hizo los vasos que hab�an de estar sobre la mesa, sus platos, y sus cucharas, y sus cubiertos y sus tazones con que se hab�a de libar, de oro fino. Hizo asimismo el candelero de oro puro, � h�zolo labrado � martillo: su pie y su ca�a, sus copas, sus manzanas y sus flores eran de lo mismo. De sus lados sal�an seis brazos; tres brazos del un lado del candelero, y otros tres brazos del otro lado del candelero: En el un brazo, tres copas figura de almendras, una manzana y una flor; y en el otro brazo tres copas figura de almendras, una manzana y una flor: y as� en los seis brazos que sal�an del candelero. Y en el candelero hab�a cuatro copas figura de almendras, sus manzanas y sus flores: Y una manzana debajo de los dos brazos de lo mismo, y otra manzana debajo de los otros dos brazos de lo mismo, y otra manzana debajo de los otros dos brazos de lo mismo, conforme � los seis brazos que sal�an de �l. Sus manzanas y sus brazos eran de lo mismo; todo era una pieza labrada � martillo, de oro puro. Hizo asimismo sus siete candilejas, y sus despabiladeras, y sus platillos, de oro puro; De un talento de oro puro lo hizo, con todos sus vasos. Hizo tambi�n el altar del perfume de madera de Sittim: un codo su longitud, y otro codo su anchura, era cuadrado; y su altura de dos codos; y sus cuernos de la misma pieza. Y cubri�lo de oro puro, su mesa y sus paredes alrededor, y sus cuernos: � h�zole una corona de oro alrededor. H�zole tambi�n dos anillos de oro debajo de la corona en las dos esquinas � los dos lados, para pasar por ellos las varas con que hab�a de ser conducido. E hizo las varas de madera de Sittim, y cubri�las de oro. Hizo asimismo el aceite santo de la unci�n, y el fino perfume arom�tico, de obra de perfumador. Exodo 38IGUALMENTE hizo el altar del holocausto de madera de Sittim: su longitud de cinco codos, y su anchura de otros cinco codos, cuadrado, y de tres codos de altura. E h�zole sus cuernos � sus cuatro esquinas, los cuales eran de la misma pieza, y cubri�lo de metal. Hizo asimismo todos los vasos del altar: calderas, y tenazas, y tazones, y garfios, y palas: todos sus vasos hizo de metal. E hizo para el altar el enrejado de metal, de hechura de red, que puso en su cerco por debajo hasta el medio del altar. Hizo tambi�n cuatro anillos de fundici�n � los cuatro cabos del enrejado de metal, para meter las varas. E hizo las varas de madera de Sittim, y cubri�las de metal. Y meti� las varas por los anillos � los lados del altar, para llevarlo con ellas: hueco lo hizo, de tablas. Tambi�n hizo la fuente de metal, con su basa de metal, de los espejos de las que velaban � la puerta del tabern�culo del testimonio. Hizo asimismo el atrio; � la parte austral del mediod�a las cortinas del atrio eran de cien codos, de lino torcido: Sus columnas veinte, con sus veinte basas de metal: los capiteles de las columnas y sus molduras, de plata. Y � la parte del aquil�n cortinas de cien codos: sus columnas veinte, con sus veinte basas de metal; los capiteles de las columnas y sus molduras, de plata. A la parte del occidente cortinas de cincuenta codos: sus columnas diez, y sus diez basas; los capiteles de las columnas y sus molduras, de plata. Y � la parte oriental, al levante, cortinas de cincuenta codos: Al un lado cortinas de quince codos, sus tres columnas, y sus tres basas; Al otro lado, de la una parte y de la otra de la puerta del atrio, cortinas de � quince codos, sus tres columnas, y sus tres basas. Todas las cortinas del atrio alrededor eran de lino torcido. Y las basas de las columnas eran de metal; los capiteles de las columnas y sus molduras, de plata; asimismo las cubiertas de las cabezas de ellas, de plata: y todas las columnas del atrio ten�an molduras de plata. Y el pabell�n de la puerta del atrio fue de obra de recamado, de jacinto, y p�rpura, y carmes�, y lino torcido: la longitud de veinte codos, y la altura en el ancho de cinco codos, conforme � las cortinas del atrio. Y sus columnas fueron cuatro con sus cuatro basas de metal: y sus capiteles de plata; y las cubiertas de los capiteles de ellas y sus molduras, de plata. Y todas las estacas del tabern�culo y del atrio alrededor fueron de metal. Estas son las cuentas del tabern�culo, del tabern�culo del testimonio, lo que fu� contado de orden de Mois�s por mano de Ithamar, hijo de Aar�n sacerdote, para el ministerio de los Levitas. Y Bezaleel, hijo de Uri, hijo de Hur, de la tribu de Jud�, hizo todas las cosas que Jehov� mand� � Mois�s. Y con �l estaba Aholiab, hijo de Ahisamac, de la tribu de Dan, art�fice, y dise�ador, y recamador en jacinto, y p�rpura, y carmes�, y lino fino. Todo el oro empleado en la obra, en toda la obra del santuario, el cual fu� oro de ofrenda, fu� veintinueve talentos, y setecientos y treinta siclos, seg�n el siclo del santuario. Y la plata de los contados de la congregaci�n fu� cien talentos, y mil setecientos setenta y cinco siclos, seg�n el siclo del santuario: Medio por cabeza, medio siclo, seg�n el siclo del santuario, � todos los que pasaron por cuenta de edad de veinte a�os y arriba, que fueron seiscientos tres mil quinientos cincuenta. Hubo adem�s cien talentos de plata para hacer de fundici�n las basas del santuario y las basas del velo: en cien basas cien talentos, � talento por basa. Y de los mil setecientos setenta y cinco siclos hizo los capiteles de las columnas, y cubri� los capiteles de ellas, y las ci��. Y el metal de la ofrenda fue setenta talentos, y dos mil cuatrocientos siclos; Del cual hizo las basas de la puerta del tabern�culo del testimonio, y el altar de metal, y su enrejado de metal, y todos los vasos del altar. Y las basas del atrio alrededor, y las basas de la puerta del atrio, y todas las estacas del tabern�culo, y todas las estacas del atrio alrededor. Exodo 39Y DEL jacinto, y p�rpura, y carmes�, hicieron las vestimentas del ministerio para ministrar en el santuario, y asimismo hicieron las vestiduras sagradas para Aar�n; como Jehov� lo hab�a mandado � Mois�s. Hizo tambi�n el ephod de oro, de c�rdeno y p�rpura y carmes�, y lino torcido. Y extendieron las planchas de oro, y cortaron hilos para tejerlos entre el jacinto, y entre la p�rpura, y entre el carmes�, y entre el lino, con delicada obra. Hici�ronle las hombreras que se juntasen; y un�anse en sus dos lados. Y el cinto del ephod que estaba sobre �l, era de lo mismo, conforme � su obra; de oro, jacinto, y p�rpura, y carmes�, y lino torcido; como Jehov� lo hab�a mandado � Mois�s. Y labraron las piedras oniquinas cercadas de engastes de oro, grabadas de grabadura de sello con los nombres de los hijos de Israel: Y p�solas sobre las hombreras del ephod, por piedras de memoria � los hijos de Israel; como Jehov� lo hab�a � Mois�s mandado. Hizo tambi�n el racional de primorosa obra, como la obra del ephod, de oro, jacinto, y p�rpura, y carmes�, y lino torcido. Era cuadrado: doblado hicieron el racional: su longitud era de un palmo, y de un palmo su anchura, doblado. Y engastaron en �l cuatro �rdenes de piedras. El primer orden era un sardio, un topacio, y un carbunclo: este el primer orden. El segundo orden, una esmeralda, un zafiro, y un diamante. El tercer orden, un ligurio, un �gata, y un amatista. Y el cuarto orden, un berilo, un onix, y un jaspe: cercadas y encajadas en sus engastes de oro. Las cuales piedras eran conforme � los nombres de los hijos de Israel, doce seg�n los nombres de ellos; como grabaduras de sello, cada una con su nombre seg�n las doce tribus. Hicieron tambi�n sobre el racional las cadenas peque�as de hechura de trenza, de oro puro. Hicieron asimismo los dos engastes y los dos anillos, de oro; los cuales dos anillos de oro pusieron en los dos cabos del racional. Y pusieron las dos trenzas de oro en aquellos dos anillos � los cabos del racional. Y fijaron los dos cabos de las dos trenzas en los dos engastes, que pusieron sobre las hombreras del ephod, en la parte delantera de �l. E hicieron dos anillos de oro, que pusieron en los dos cabos del racional, en su orilla, � la parte baja del ephod. Hicieron adem�s dos anillos de oro, los cuales pusieron en las dos hombreras del ephod, abajo en la parte delantera, delante de su juntura, sobre el cinto del ephod. Y ataron el racional de sus anillos � los anillos del ephod con un cord�n de jacinto, para que estuviese sobre el cinto del mismo ephod, y no se apartase el racional del ephod; como Jehov� lo hab�a mandado � Mois�s. Hizo tambi�n el manto del ephod de obra de tejedor, todo de jacinto. Con su abertura en medio de �l, como el cuello de un coselete, con un borde en derredor de la abertura, porque no se rompiese. E hicieron en las orillas del manto las granadas de jacinto, y p�rpura, y carmes�, y lino torcido. Hicieron tambi�n las campanillas de oro puro, las cuales campanillas pusieron entre las granadas por las orillas del manto alrededor entre las granadas: Una campanilla y una granada, una campanilla y una granada alrededor, en las orillas del manto, para ministrar; como Jehov� lo mand� � Mois�s. Igualmente hicieron las t�nicas de lino fino de obra de tejedor, para Aar�n y para sus hijos; Asimismo la mitra de lino fino, y los adornos de los chapeos (tiaras) de lino fino, y los pa�etes de lino, de lino torcido; Tambi�n el cinto de lino torcido, y de jacinto, y p�rpura, y carmes�, de obra de recamador; como Jehov� lo mand� � Mois�s. Hicieron asimismo la plancha de la diadema santa de oro puro, y escribieron en ella de grabadura de sello, el r�tulo, SANTIDAD A JEHOVA. Y pusieron en ella un cord�n de jacinto, para colocarla en alto sobre la mitra; como Jehov� lo hab�a mandado � Mois�s. Y fue acabada toda la obra del tabern�culo, del tabern�culo del testimonio: � hicieron los hijos de Israel como Jehov� lo hab�a mandado � Mois�s: as� lo hicieron. Y trajeron el tabern�culo � Mois�s, el tabern�culo y todos sus vasos; sus corchetes, sus tablas, sus barras, y sus columnas, y sus basas; Y la cubierta de pieles rojas de carneros, y la cubierta de pieles de tejones, y el velo del pabell�n; El arca del testimonio, y sus varas, y la cubierta; La mesa, todos sus vasos, y el pan de la proposici�n; El candelero limpio, sus candilejas, las l�mparas que deb�an mantenerse en orden, y todos sus vasos, y el aceite para la luminaria; Y el altar de oro, y el aceite de la unci�n, y el perfume arom�tico, y el pabell�n para la puerta del tabern�culo; El altar de metal, con su enrejado de metal, sus varas, y todos sus vasos; y la fuente, y su basa; Las cortinas del atrio, y sus columnas, y sus basas, y el pabell�n para la puerta del atrio, y sus cuerdas, y sus estacas, y todos los vasos del servicio del tabern�culo, del tabern�culo del testimonio; Las vestimentas del servicio para ministrar en el santuario, las sagradas vestiduras para Aar�n el sacerdote, y las vestiduras de sus hijos, para ministrar en el sacerdocio. En conformidad � todas las cosas que Jehov� hab�a mandado � Mois�s, as� hicieron los hijos de Israel toda la obra. Y vi� Mois�s toda la obra, y he aqu� que la hab�an hecho como Jehov� hab�a mandado; y bend�jolos. Exodo 40Y JEHOVA habl� � Mois�s, diciendo: En el primer d�a del mes primero har�s levantar el tabern�culo, el tabern�culo del testimonio: Y pondr�s en �l el arca del testimonio, y la cubrir�s con el velo: Y meter�s la mesa, y la pondr�s en orden: meter�s tambi�n el candelero y encender�s sus l�mparas: Y pondr�s el altar de oro para el perfume delante del arca del testimonio, y pondr�s el pabell�n delante de la puerta del tabern�culo. Despu�s pondr�s el altar del holocausto delante de la puerta del tabern�culo, del tabern�culo del testimonio. Luego pondr�s la fuente entre el tabern�culo del testimonio y el altar; y pondr�s agua en ella. Finalmente pondr�s el atrio en derredor, y el pabell�n de la puerta del atrio. Y tomar�s el aceite de la unci�n y ungir�s el tabern�culo, y todo lo que est� en �l; y le santificar�s con todos sus vasos, y ser� santo. Ungir�s tambi�n el altar del holocausto y todos sus vasos: y santificar�s el altar, y ser� un altar sant�simo. Asimismo ungir�s la fuente y su basa, y la santificar�s. Y har�s llegar � Aar�n y � sus hijos � la puerta del tabern�culo del testimonio, y los lavar�s con agua. Y har�s vestir � Aar�n las vestiduras sagradas, y lo ungir�s, y lo consagrar�s, para que sea mi sacerdote. Despu�s har�s llegar sus hijos, y les vestir�s las t�nicas: Y los ungir�s como ungiste � su padre, y ser�n mis sacerdotes: y ser� que su unci�n les servir� por sacerdocio perpetuo por sus generaciones. Y Mois�s hizo conforme � todo lo que Jehov� le mand�; as� lo hizo. Y as� en el d�a primero del primer mes, en el segundo a�o, el tabern�culo fu� erigido. Y Mois�s hizo levantar el tabern�culo, y asent� sus basas, y coloc� sus tablas, y puso sus barras, � hizo alzar sus columnas. Y extendi� la tienda sobre el tabern�culo, y puso la sobrecubierta encima del mismo; como Jehov� hab�a mandado � Mois�s. Y tom� y puso el testimonio dentro del arca, y coloc� las varas en el arca, y encima la cubierta sobre el arca: Y meti� el arca en el tabern�culo, y puso el velo de la tienda, y cubri� el arca del testimonio; como Jehov� hab�a mandado � Mois�s. Y puso la mesa en el tabern�culo del testimonio, al lado septentrional del pabell�n, fuera del velo: Y sobre ella puso por orden los panes delante de Jehov�, como Jehov� hab�a mandado � Mois�s. Y puso el candelero en el tabern�culo del testimonio, enfrente de la mesa, al lado meridional del pabell�n. Y encendi� las l�mparas delante de Jehov�; como Jehov� hab�a mandado � Mois�s. Puso tambi�n el altar de oro en el tabern�culo del testimonio, delante del velo: Y encendi� sobre �l el perfume arom�tico; como Jehov� hab�a mandado � Mois�s. Puso asimismo la cortina de la puerta del tabern�culo. Y coloc� el altar del holocausto � la puerta del tabern�culo, del tabern�culo del testimonio; y ofreci� sobre �l holocausto y presente; como Jehov� hab�a mandado � Mois�s. Y puso la fuente entre el tabern�culo del testimonio y el altar; y puso en ella agua para lavar. Y Mois�s y Aar�n y sus hijos lavaban en ella sus manos y sus pies. Cuando entraban en el tabern�culo del testimonio, y cuando se llegaban al altar, se lavaban; como Jehov� hab�a mandado � Mois�s. Finalmente erigi� el atrio en derredor del tabern�culo y del altar, y puso la cortina de la puerta del atrio. Y as� acab� Mois�s la obra. Entonces una nube cubri� el tabern�culo del testimonio, y la gloria de Jehov� hinchi� el tabern�culo. Y no pod�a Mois�s entrar en el tabern�culo del testimonio, porque la nube estaba sobre �l, y la gloria de Jehov� lo ten�a lleno. Y cuando la nube se alzaba del tabern�culo, los hijos de Israel se mov�an en todas sus jornadas: Pero si la nube no se alzaba, no se part�an hasta el d�a en que ella se alzaba. Porque la nube de Jehov� estaba de d�a sobre el tabern�culo, y el fuego estaba de noche en �l, � vista de toda la casa de Israel, en todas sus jornadas.
Lev�ticoLA BIBLIA Versión Reina-Valera de 1909 �NDICE [1 | 2 | 3 | 4 | 5 | 6 | 7 | 8 | 9 | 10 | 11 | 12 | 13 | 14 | 15 | 16 | 17 | 18 | 19 | 20 | 21 | 22 | 23 | 24 | 25 | 26 | 27 ] Lev�tico 1Y LLAMO Jehov� � Mois�s, y habl� con �l desde el tabern�culo del testimonio, diciendo: Habla � los hijos de Israel, y diles: Cuando alguno de entre vosotros ofreciere ofrenda � Jehov�, de ganado vacuno � ovejuno har�is vuestra ofrenda. Si su ofrenda fuere holocausto de vacas, macho sin tacha lo ofrecer�: de su voluntad lo ofrecer� � la puerta del tabern�culo del testimonio delante de Jehov�. Y pondr� su mano sobre la cabeza del holocausto; y �l lo aceptar� para expiarle. Entonces degollar� el becerro en la presencia de Jehov�; y los sacerdotes, hijos de Aar�n, ofrecer�n la sangre, y la rociar�n alrededor sobre el altar, el cual est� � la puerta del tabern�culo del testimonio. Y desollar� el holocausto, y lo dividir� en sus piezas. Y los hijos de Aar�n sacerdote pondr�n fuego sobre el altar, y compondr�n la le�a sobre el fuego. Luego los sacerdotes, hijos de Aar�n, acomodar�n las piezas, la cabeza y el reda�o, sobre la le�a que est� sobre el fuego, que habr� encima del altar: Y lavar� con agua sus intestinos y sus piernas: y el sacerdote har� arder todo sobre el altar: holocausto es, ofrenda encendida de olor suave � Jehov�. Y si su ofrenda para holocausto fuere de ovejas, de los corderos, � de las cabras, macho sin defecto lo ofrecer�. Y ha de degollarlo al lado septentrional del altar delante de Jehov�: y los sacerdotes, hijos de Aar�n, rociar�n su sangre sobre el altar alrededor. Y lo dividir� en sus piezas, con su cabeza y su reda�o; y el sacerdote las acomodar� sobre la le�a que est� sobre el fuego, que habr� encima del altar; Y lavar� sus entra�as y sus piernas con agua; y el sacerdote lo ofrecer� todo, y har�lo arder sobre el altar; holocausto es, ofrenda encendida de olor suave � Jehov�. Y si el holocausto se hubiere de ofrecer � Jehov� de aves, presentar� su ofrenda de t�rtolas, � de palominos. Y el sacerdote la ofrecer� sobre el altar, y ha de quitarle la cabeza, y har� que arda en el altar; y su sangre ser� exprimida sobre la pared del altar. Y le ha de quitar el buche y las plumas, lo cual echar� junto al altar, hacia el oriente, en el lugar de las cenizas. Y la hender� por sus alas, mas no la dividir� en dos: y el sacerdote la har� arder sobre el altar, sobre la le�a que estar� en el fuego; holocausto es, ofrenda encendida de olor suave � Jehov�. Lev�tico 2Y CUANDO alguna persona ofreciere oblaci�n de presente � Jehov�, su ofrenda ser� flor de harina, sobre la cual echar� aceite, y pondr� sobre ella incienso: Y la traer� � los sacerdotes, hijos de Aar�n; y de ello tomar� el sacerdote su pu�o lleno de su flor de harina y de su aceite, con todo su incienso, y lo har� arder sobre el altar: ofrenda encendida para recuerdo, de olor suave � Jehov�. Y la sobra del presente ser� de Aar�n y de sus hijos: es cosa sant�sima de las ofrendas que se queman � Jehov�. Y cuando ofrecieres ofrenda de presente cocida en horno, ser� de tortas de flor de harina sin levadura, amasadas con aceite, y hojaldres sin levadura untadas con aceite. Mas si tu presente fuere ofrenda de sart�n, ser� de flor de harina sin levadura, amasada con aceite, La cual partir�s en piezas, y echar�s sobre ella aceite: es presente. Y si tu presente fuere ofrenda cocida en cazuela, har�se de flor de harina con aceite. Y traer�s � Jehov� la ofrenda que se har� de estas cosas, y la presentar�s al sacerdote, el cual la llegar� al altar. Y tomar� el sacerdote de aquel presente, en memoria del mismo, y har�lo arder sobre el altar; ofrenda encendida, de suave olor � Jehov�. Y lo restante del presente ser� de Aar�n y de sus hijos; es cosa sant�sima de las ofrendas que se queman � Jehov�. Ningun presente que ofreciereis � Jehov�, ser� con levadura: porque de ninguna cosa leuda, ni de ninguna miel, se ha de quemar ofrenda � Jehov�. En la ofrenda de las primicias las ofrecer�is � Jehov�: mas no subir�n sobre el altar en olor de suavidad. Y sazonar�s toda ofrenda de tu presente con sal; y no har�s que falte jam�s de tu presente la sal de la alianza de tu Dios: en toda ofrenda tuya ofrecer�s sal. Y si ofrecieres � Jehov� presente de primicias, tostar�s al fuego las espigas verdes, y el grano desmenuzado ofrecer�s por ofrenda de tus primicias. Y pondr�s sobre ella aceite, y pondr�s sobre ella incienso: es presente. Y el sacerdote har� arder, en memoria del don, parte de su grano desmenuzado, y de su aceite con todo su incienso; es ofrenda encendida � Jehov�. Lev�tico 3Y SI su ofrenda fuere sacrificio de paces, si hubiere de ofrecerlo de ganado vacuno, sea macho � hembra, sin defecto lo ofrecer� delante de Jehov�: Y pondr� su mano sobre la cabeza de su ofrenda, y la degollar� � la puerta del tabern�culo del testimonio; y los sacerdotes, hijos de Aar�n, rociar�n su sangre sobre el altar en derredor. Luego ofrecer� del sacrificio de las paces, por ofrenda encendida � Jehov�, el sebo que cubre los intestinos, y todo el sebo que est� sobre las entra�as, Y los dos ri�ones, y el sebo que est� sobre ellos, y sobre los ijares, y con los ri�ones quitar� el reda�o que est� sobre el h�gado. Y los hijos de Aar�n har�n arder esto en el altar, sobre el holocausto que estar� sobre la le�a que habr� encima del fuego; es ofrenda de olor suave � Jehov�. Mas si de ovejas fuere su ofrenda para sacrificio de paces � Jehov�, sea macho � hembra, ofrecer�la sin tacha. Si ofreciere cordero por su ofrenda, ha de ofrecerlo delante de Jehov�: Y pondr� su mano sobre la cabeza de su ofrenda, y despu�s la degollar� delante del tabern�culo del testimonio; y los hijos de Aar�n rociar�n su sangre sobre el altar en derredor. Y del sacrificio de las paces ofrecer� por ofrenda encendida � Jehov�, su sebo, y la cola entera, la cual quitar� � ra�z del espinazo, y el sebo que cubre los intestinos, y todo el sebo que est� sobre las entra�as: Asimismo los dos ri�ones, y el sebo que est� sobre ellos, y el que est� sobre los ijares, y con los ri�ones quitar� el reda�o de sobre el h�gado. Y el sacerdote har� arder esto sobre el altar; vianda de ofrenda encendida � Jehov�. Y si fuere cabra su ofrenda ofrecer�la delante de Jehov�: Y pondr� su mano sobre la cabeza de ella, y la degollar� delante del tabern�culo del testimonio; y los hijos de Aar�n rociar�n su sangre sobre el altar en derredor. Despu�s ofrecer� de ella su ofrenda encendida � Jehov�; el sebo que cubre los intestinos, y todo el sebo que est� sobre las entra�as, Y los dos ri�ones, y el sebo que est� sobre ellos, y el que est� sobre los ijares, y con los ri�ones quitar� el reda�o de sobre el h�gado. Y el sacerdote har� arder esto sobre el altar; es vianda de ofrenda que se quema en olor de suavidad � Jehov�: el sebo todo es de Jehov�. Estatuto perpetuo por vuestras edades; en todas vuestras moradas, ning�n sebo ni ninguna sangre comer�is. Lev�tico 4Y HABLO Jehov� � Mois�s, diciendo: Habla � los hijos de Israel, diciendo: Cuando alguna persona pecare por yerro en alguno de los mandamientos de Jehov� sobre cosas que no se han de hacer, y obrare contra alguno de ellos; Si sacerdote ungido pecare seg�n el pecado del pueblo, ofrecer� � Jehov�, por su pecado que habr� cometido, un becerro sin tacha para expiaci�n. Y traer� el becerro � la puerta del tabern�culo del testimonio delante de Jehov�, y pondr� su mano sobre la cabeza del becerro, y lo degollar� delante de Jehov�. Y el sacerdote ungido tomar� de la sangre del becerro, y la traer� al tabern�culo del testimonio; Y mojar� el sacerdote su dedo en la sangre, y rociar� de aquella sangre siete veces delante de Jehov�, hacia el velo del santuario. Y pondr� el sacerdote de la sangre sobre los cuernos del altar del perfume arom�tico, que est� en el tabern�culo del testimonio delante de Jehov�: y echar� toda la sangre del becerro al pie del altar del holocausto, que est� � la puerta del tabern�culo del testimonio. Y tomar� del becerro para la expiaci�n todo su sebo, el sebo que cubre los intestinos, y todo el sebo que est� sobre las entra�as, Y los dos ri�ones, y el sebo que est� sobre ellos, y el que est� sobre los ijares, y con los ri�ones quitar� el reda�o de sobre el h�gado, De la manera que se quita del buey del sacrificio de las paces: y el sacerdote lo har� arder sobre el altar del holocausto. Y el cuero del becerro, y toda su carne, con su cabeza, y sus piernas, y sus intestinos, y su esti�rcol, En fin, todo el becerro sacar� fuera del campo, � un lugar limpio, donde se echan las cenizas, y lo quemar� al fuego sobre la le�a: en donde se echan las cenizas ser� quemado. Y si toda la congregaci�n de Israel hubiere errado, y el negocio estuviere oculto � los ojos del pueblo, y hubieren hecho algo contra alguno de los mandamientos de Jehov� en cosas que no se han de hacer, y fueren culpables; Luego que fuere entendido el pecado sobre que delinquieron, la congregaci�n ofrecer� un becerro por expiaci�n, y lo traer�n delante del tabern�culo del testimonio. Y los ancianos de la congregaci�n pondr�n sus manos sobre la cabeza del becerro delante de Jehov�; y en presencia de Jehov� degollar�n aquel becerro. Y el sacerdote ungido meter� de la sangre del becerro en el tabern�culo del testimonio. Y mojar� el sacerdote su dedo en la misma sangre, y rociar� siete veces delante de Jehov� hacia el velo. Y de aquella sangre pondr� sobre los cuernos del altar que est� delante de Jehov� en el tabern�culo del testimonio, y derramar� toda la sangre al pie del altar del holocausto, que est� � la puerta del tabern�culo del testimonio. Y le quitar� todo el sebo, y har�lo arder sobre el altar. Y har� de aquel becerro como hizo con el becerro de la expiaci�n; lo mismo har� de �l: as� har� el sacerdote expiaci�n por ellos, y obtendr�n perd�n. Y sacar� el becerro fuera del campamento, y lo quemar� como quem� el primer becerro; expiaci�n de la congregaci�n. Y cuando pecare el pr�ncipe, � hiciere por yerro algo contra alguno de todos los mandamientos de Jehov� su Dios, sobre cosas que no se han de hacer, y pecare; Luego que le fuere conocido su pecado en que ha delinquido, presentar� por su ofrenda un macho cabr�o sin defecto. Y pondr� su mano sobre la cabeza del macho cabr�o, y lo degollar� en el lugar donde se deg�ella el holocausto delante de Jehov�; es expiaci�n. Y tomar� el sacerdote con su dedo de la sangre de la expiaci�n, y pondr� sobre los cuernos del altar del holocausto, y derramar� la sangre al pie del altar del holocausto: Y quemar� todo su sebo sobre el altar, como el sebo del sacrificio de las paces: as� har� el sacerdote por �l la expiaci�n de su pecado, y tendr� perd�n. Y si alguna persona del com�n del pueblo pecare por yerro, haciendo algo contra alguno de los mandamientos de Jehov� en cosas que no se han de hacer, y delinquiere; Luego que le fuere conocido su pecado que cometi�, traer� por su ofrenda una hembra de las cabras, una cabra sin defecto, por su pecado que habr� cometido: Y pondr� su mano sobre la cabeza de la expiaci�n, y la degollar� en el lugar del holocausto. Luego tomar� el sacerdote en su dedo de su sangre, y pondr� sobre los cuernos del altar del holocausto, y derramar� toda su sangre al pie del altar. Y le quitar� todo su sebo, de la manera que fue quitado el sebo del sacrificio de las paces; y el sacerdote lo har� arder sobre el altar en olor de suavidad � Jehov�: as� har� el sacerdote expiaci�n por �l, y ser� perdonado. Y si trajere cordero para su ofrenda por el pecado, hembra sin defecto traer�. Y pondr� su mano sobre la cabeza de la expiaci�n, y la degollar� por expiaci�n en el lugar donde se deg�ella el holocausto. Despu�s tomar� el sacerdote con su dedo de la sangre de la expiaci�n, y pondr� sobre los cuernos del altar del holocausto; y derramar� toda la sangre al pie del altar. Y le quitar� todo su sebo, como fu� quitado el sebo del sacrificio de las paces, y har�lo el sacerdote arder en el altar sobre la ofrenda encendida � Jehov�: y le har� el sacerdote expiaci�n de su pecado que habr� cometido, y ser� perdonado. Lev�tico 5Y CUANDO alguna persona pecare, que hubiere o�do la voz del que jur�, y �l fuere testigo que vi�, � supo, si no lo denunciare, �l llevar� su pecado. Asimismo la persona que hubiere tocado en cualquiera cosa inmunda, sea cuerpo muerto de bestia inmunda, � cuerpo muerto de animal inmundo, � cuerpo muerto de reptil inmundo, bien que no lo supiere, ser� inmunda y habr� delinquido: O si tocare � hombre inmundo en cualquiera inmundicia suya de que es inmundo, y no lo echare de ver; si despu�s llega � saberlo, ser� culpable. Tambi�n la persona que jurare, pronunciando con sus labios hacer mal � bien, en cualesquiera cosas que el hombre profiere con juramento, y �l no lo conociere; si despu�s lo entiende, ser� culpado en una de estas cosas. Y ser� que cuando pecare en alguna de estas cosas, confesar� aquello en que pec�: Y para su expiaci�n traer� � Jehov� por su pecado que ha cometido, una hembra de los reba�os, una cordera � una cabra como ofrenda de expiaci�n; y el sacerdote har� expiaci�n por �l de su pecado. Y si no le alcanzare para un cordero, traer� en expiaci�n por su pecado que cometi�, dos t�rtolas � dos palominos � Jehov�; el uno para expiaci�n, y el otro para holocausto. Y ha de traerlos al sacerdote, el cual ofrecer� primero el que es para expiaci�n, y desunir� su cabeza de su cuello, mas no la apartar� del todo: Y rociar� de la sangre de la expiaci�n sobre la pared del altar; y lo que sobrare de la sangre lo exprimir� al pie del altar; es expiaci�n. Y del otro har� holocausto conforme al rito; y har� por �l el sacerdote expiaci�n de su pecado que cometi�, y ser� perdonado. Mas si su posibilidad no alcanzare para dos t�rtolas, � dos palominos, el que pec� traer� por su ofrenda la d�cima parte de un epha de flor de harina por expiaci�n. No pondr� sobre ella aceite, ni sobre ella pondr� incienso, porque es expiaci�n. Traer�la, pues, al sacerdote, y el sacerdote tomar� de ella su pu�o lleno, en memoria suya, y la har� arder en el altar sobre las ofrendas encendidas � Jehov�: es expiaci�n. Y har� el sacerdote expiaci�n por �l de su pecado que cometi� en alguna de estas cosas, y ser� perdonado; y el sobrante ser� del sacerdote, como el presente de vianda. Habl� m�s Jehov� � Mois�s, diciendo: Cuando alguna persona cometiere falta, y pecare por yerro en las cosas santificadas � Jehov�, traer� su expiaci�n � Jehov�, un carnero sin tacha de los reba�os, conforme � tu estimaci�n, en siclos de plata del siclo del santuario, en ofrenda por el pecado: Y pagar� aquello de las cosas santas en que hubiere pecado, y a�adir� � ello el quinto, y lo dar� al sacerdote: y el sacerdote har� expiaci�n por �l con el carnero del sacrificio por el pecado, y ser� perdonado. Finalmente, si una persona pecare, � hiciere alguna de todas aquellas cosas que por mandamiento de Jehov� no se han de hacer, aun sin hacerlo � sabiendas, es culpable, y llevar� su pecado. Traer�, pues, al sacerdote por expiaci�n, seg�n t� lo estimes, un carnero sin tacha de los reba�os: y el sacerdote har� expiaci�n por �l de su yerro que cometi� por ignorancia, y ser� perdonado. Es infracci�n, y ciertamente delinqui� contra Jehov�. Lev�tico 6Y HABLO Jehov� � Mois�s, diciendo: Cuando una persona pecare, � hiciere prevaricaci�n contra Jehov�, y negare � su pr�jimo lo encomendado � dejado en su mano, � bien robare, � calumniare � su pr�jimo; O sea que hallando lo perdido, despu�s lo negare, y jurare en falso, en alguna de todas aquellas cosas en que suele pecar el hombre: Entonces ser� que, puesto habr� pecado y ofendido, restituir� aquello que rob�, � por el da�o de la calumnia, � el dep�sito que se le encomend�, � lo perdido que hall�, O todo aquello sobre que hubiere jurado falsamente; lo restituir�, pues, por entero, y a�adir� � ello la quinta parte, que ha de pagar � aquel � quien pertenece en el d�a de su expiaci�n. Y por su expiaci�n traer� � Jehov� un carnero sin tacha de los reba�os, conforme � tu estimaci�n, al sacerdote para la expiaci�n. Y el sacerdote har� expiaci�n por �l delante de Jehov�, y obtendr� perd�n de cualquiera de todas las cosas en que suele ofender. Habl� a�n Jehov� � Mois�s, diciendo: Manda � Aar�n y � sus hijos diciendo: Esta es la ley del holocausto: (es holocausto, porque se quema sobre el altar toda la noche hasta la ma�ana, y el fuego del altar arder� en �l:) El sacerdote se pondr� su vestimenta de lino, y se vestir� pa�etes de lino sobre su carne; y cuando el fuego hubiere consumido el holocausto, apartar� �l las cenizas de sobre el altar, y pondr�las junto al altar. Despu�s se desnudar� de sus vestimentas, y se pondr� otras vestiduras, y sacar� las cenizas fuera del real al lugar limpio. Y el fuego encendido sobre el altar no ha de apagarse, sino que el sacerdote pondr� en �l le�a cada ma�ana, y acomodar� sobre �l el holocausto, y quemar� sobre �l los sebos de las paces. El fuego ha de arder continuamente en el altar; no se apagar�. Y esta es la ley del presente: Han de ofrecerlo los hijos de Aar�n delante de Jehov�, delante del altar. Y tomar� de �l un pu�ado de la flor de harina del presente, y de su aceite, y todo el incienso que est� sobre el presente, y har�lo arder sobre el altar por memoria, en olor suav�simo � Jehov�. Y el sobrante de ella lo comer�n Aar�n y sus hijos: sin levadura se comer� en el lugar santo; en el atrio del tabern�culo del testimonio lo comer�n. No se cocer� con levadura: helo dado � ellos por su porci�n de mis ofrendas encendidas; es cosa sant�sima, como la expiaci�n por el pecado, y como la expiaci�n por la culpa. Todos los varones de los hijos de Aar�n comer�n de ella. Estatuto perpetuo ser� para vuestras generaciones tocante � las ofrendas encendidas de Jehov�: toda cosa que tocare en ellas ser� santificada. Y habl� Jehov� � Mois�s, diciendo: Esta es la ofrenda de Aar�n y de sus hijos, que ofrecer�n � Jehov� el d�a que ser�n ungidos: la d�cima parte de un epha de flor de harina, presente perpetuo, la mitad � la ma�ana y la mitad � la tarde. En sart�n se aderezar� con aceite; frita la traer�s, y los pedazos cocidos del presente ofrecer�s � Jehov� en olor de suavidad. Y el sacerdote que en lugar de Aar�n fuere ungido de entre sus hijos, har� la ofrenda; estatuto perpetuo de Jehov�: toda ella ser� quemada. Y todo presente de sacerdote ser� enteramente quemado; no se comer�. Y habl� Jehov� � Mois�s, diciendo: Habla � Aar�n y � sus hijos, diciendo: Esta es la ley de la expiaci�n: en el lugar donde ser� degollado el holocausto, ser� degollada la expiaci�n por el pecado delante de Jehov�: es cosa sant�sima. El sacerdote que la ofreciere por expiaci�n, la comer�: en el lugar santo ser� comida, en el atrio del tabern�culo del testimonio. Todo lo que en su carne tocare, ser� santificado; y si cayere de su sangre sobre el vestido, lavar�s aquello sobre que cayere, en el lugar santo. Y la vasija de barro en que fuere cocida, ser� quebrada: y si fuere cocida en vasija de metal, ser� fregada y lavada con agua. Todo var�n de entre los sacerdotes la comer�: es cosa sant�sima. Mas no se comer� de expiaci�n alguna, de cuya sangre se metiere en el tabern�culo del testimonio para reconciliar en el santuario: al fuego ser� quemada. Lev�tico 7ASIMISMO esta es la ley de la expiaci�n de la culpa: es cosa muy santa. En el lugar donde degollaren el holocausto, degollar�n la v�ctima por la culpa; y rociar� su sangre en derredor sobre el altar: Y de ella ofrecer� todo su sebo, la cola, y el sebo que cubre los intestinos. Y los dos ri�ones, y el sebo que est� sobre ellos, y el que est� sobre los ijares; y con los ri�ones quitar� el reda�o de sobre el h�gado. Y el sacerdote lo har� arder sobre el altar; ofrenda encendida � Jehov�: es expiaci�n de la culpa. Todo var�n de entre los sacerdotes la comer�: ser� comida en el lugar santo: es cosa muy santa. Como la expiaci�n por el pecado, as� es la expiaci�n de la culpa: una misma ley tendr�n: ser� del sacerdote que habr� hecho la reconciliaci�n con ella. Y el sacerdote que ofreciere holocausto de alguno, el cuero del holocausto que ofreciere, ser� para �l. Asimismo todo presente que se cociere en horno, y todo el que fuere aderezado en sart�n, � en cazuela, ser� del sacerdote que lo ofreciere. Y todo presente amasado con aceite, y seco, ser� de todos los hijos de Aar�n, tanto al uno como al otro. Y esta es la ley del sacrificio de las paces, que se ofrecer� � Jehov�: Si se ofreciere en hacimiento de gracias, ofrecer� por sacrificio de hacimiento de gracias tortas sin levadura amasadas con aceite, y hojaldres sin levadura untadas con aceite, y flor de harina frita en tortas amasadas con aceite. Con tortas de pan leudo ofrecer� su ofrenda en el sacrificio de hacimiento de gracias de sus paces. Y de toda la ofrenda presentar� una parte por ofrenda elevada � Jehov�, y ser� del sacerdote que rociare la sangre de los pac�ficos. Y la carne del sacrificio de sus pac�ficos en hacimiento de gracias, se comer� en el d�a que fuere ofrecida: no dejar�n de ella nada para otro d�a. Mas si el sacrificio de su ofrenda fuere voto, � voluntario, el d�a que ofreciere su sacrificio ser� comido; y lo que de �l quedare, comerse ha el d�a siguiente: Y lo que quedare para el tercer d�a de la carne del sacrificio, ser� quemado en el fuego. Y si se comiere de la carne del sacrificio de sus paces el tercer d�a, el que lo ofreciere no ser� acepto, ni le ser� imputado; abominaci�n ser�, y la persona que de �l comiere llevar� su pecado. Y la carne que tocare � alguna cosa inmunda, no se comer�; al fuego ser� quemada; mas cualquiera limpio comer� de aquesta carne. Y la persona que comiere la carne del sacrificio de paces, el cual es de Jehov�, estando inmunda, aquella persona ser� cortada de sus pueblos. Adem�s, la persona que tocare alguna cosa inmunda, en inmundicia de hombre, � en animal inmundo, � en cualquiera abominaci�n inmunda, y comiere la carne del sacrificio de las paces, el cual es de Jehov�, aquella persona ser� cortada de sus pueblos. Habl� a�n Jehov� � Mois�s, diciendo: Habla � los hijos de Israel, diciendo: Ning�n sebo de buey, ni de cordero, ni de cabra, comer�is. El sebo de animal mortecino, y el sebo del que fu� arrebatado de fieras, se aparejar� para cualquiera otro uso, mas no lo comer�is. Porque cualquiera que comiere sebo de animal, del cual se ofrece � Jehov� ofrenda encendida, la persona que lo comiere, ser� cortada de sus pueblos. Adem�s, ninguna sangre comer�is en todas vuestras habitaciones, as� de aves como de bestias. Cualquiera persona que comiere alguna sangre, la tal persona ser� cortada de sus pueblos. Habl� m�s Jehov� � Mois�s, diciendo: Habla � los hijos de Israel, diciendo: El que ofreciere sacrificio de sus paces � Jehov�, traer� su ofrenda del sacrificio de sus paces � Jehov�; Sus manos traer�n las ofrendas que se han de quemar � Jehov�: traer� el sebo con el pecho: el pecho para que �ste sea agitado, como sacrificio agitado delante de Jehov�; Y el sebo lo har� arder el sacerdote en el altar, mas el pecho ser� de Aar�n y de sus hijos. Y dar�is al sacerdote para ser elevada en ofrenda, la espaldilla derecha de los sacrificios de vuestras paces. El que de los hijos de Aar�n ofreciere la sangre de las paces, y el sebo, de �l ser� en porci�n la espaldilla derecha; Porque he tomado de los hijos de Israel, de los sacrificios de sus paces, el pecho que se agita, y la espaldilla elevada en ofrenda, y lo he dado � Aar�n el sacerdote y � sus hijos, por estatuto perpetuo de los hijos de Israel. Esta es por la unci�n de Aar�n y la unci�n de sus hijos, la parte de ellos en las ofrendas encendidas � Jehov�, desde el d�a que �l los alleg� para ser sacerdotes de Jehov�: Lo cual mand� Jehov� que les diesen, desde el d�a que �l los ungi� de entre los hijos de Israel, por estatuto perpetuo en sus generaciones. Esta es la ley del holocausto, del presente, de la expiaci�n por el pecado, y de la culpa, y de las consagraciones, y del sacrificio de las paces: La cual intim� Jehov� � Mois�s, en el monte de Sina�, el d�a que mand� � los hijos de Israel que ofreciesen sus ofrendas � Jehov� en el desierto de Sina�. Lev�tico 8Y HABLO Jehov� � Mois�s, diciendo: Toma � Aar�n y � sus hijos con �l, y las vestimentas, y el aceite de la unci�n, y el becerro de la expiaci�n, y los dos carneros, y el canastillo de los �zimos; Y re�ne toda la congregaci�n � la puerta del tabern�culo del testimonio. Hizo, pues, Mois�s como Jehov� le mand�, y junt�se la congregaci�n � la puerta del tabern�culo del testimonio. Y dijo Mois�s � la congregaci�n: Esto es lo que Jehov� ha mandado hacer. Entonces Mois�s hizo llegar � Aar�n y � sus hijos, y lav�los con agua. Y puso sobre �l la t�nica, y ci��lo con el cinto; visti�le despu�s el manto, y puso sobre �l el ephod, y ci��lo con el cinto del ephod, y ajust�lo con �l. P�sole luego encima el racional, y en �l puso el Urim y Thummim. Despu�s puso la mitra sobre su cabeza; y sobre la mitra en su frente delantero puso la plancha de oro, la diadema santa; como Jehov� hab�a mandado � Mois�s. Y tom� Mois�s el aceite de la unci�n, y ungi� el tabern�culo, y todas las cosas que estaban en �l, y santific�las. Y roci� de �l sobre el altar siete veces, y ungi� el altar y todos sus vasos, y la fuente y su basa, para santificarlos. Y derram� del aceite de la unci�n sobre la cabeza de Aar�n, y ungi�lo para santificarlo. Despu�s Mois�s hizo llegar los hijos de Aar�n, y visti�les las t�nicas, y ci��los con cintos, y ajust�les los chapeos (tiaras), como Jehov� lo hab�a mandado � Mois�s. Hizo luego llegar el becerro de la expiaci�n, y Aar�n y sus hijos pusieron sus manos sobre la cabeza del becerro de la expiaci�n. Y degoll�lo; y Mois�s tom� la sangre, y puso con su dedo sobre los cuernos del altar alrededor, y purific� el altar; y ech� la dem�s sangre al pie del altar, y santific�lo para reconciliar sobre �l. Despu�s tom� todo el sebo que estaba sobre los intestinos, y el reda�o del h�gado, y los dos ri�ones, y el sebo de ellos, � h�zolo Mois�s arder sobre el altar. Mas el becerro, y su cuero, y su carne, y su esti�rcol, quem�lo al fuego fuera del real; como Jehov� lo hab�a mandado � Mois�s. Despu�s hizo llegar el carnero del holocausto, y Aar�n y sus hijos pusieron sus manos sobre la cabeza del carnero: Y degoll�lo; y roci� Mois�s la sangre sobre el altar en derredor. Y cort� el carnero en trozos; y Mois�s hizo arder la cabeza, y los trozos, y el sebo. Lav� luego con agua los intestinos y piernas, y quem� Mois�s todo el carnero sobre el altar: holocausto en olor de suavidad, ofrenda encendida � Jehov�; como lo hab�a Jehov� mandado � Mois�s. Despu�s hizo llegar el otro carnero, el carnero de las consagraciones, y Aar�n y sus hijos pusieron sus manos sobre la cabeza del carnero: Y degoll�lo; y tom� Mois�s de su sangre, y puso sobre la ternilla de la oreja derecha de Aar�n, y sobre el dedo pulgar de su mano derecha, y sobre el dedo pulgar de su pie derecho. Hizo llegar luego los hijos de Aar�n, y puso Mois�s de la sangre sobre la ternilla de sus orejas derechas, y sobre los pulgares de sus manos derechas, y sobre los pulgares de sus pies derechos: y roci� Mois�s la sangre sobre el altar en derredor; Y despu�s tom� el sebo, y la cola, y todo el sebo que estaba sobre los intestinos, y el reda�o del h�gado, y los dos ri�ones, y el sebo de ellos, y la espaldilla derecha; Y del canastillo de los �zimos, que estaba delante de Jehov�, tom� una torta sin levadura, y una torta de pan de aceite, y una lasa�a, y p�solo con el sebo y con la espaldilla derecha; Y p�solo todo en las manos de Aar�n, y en las manos de sus hijos, � h�zolo mecer: ofrenda agitada delante de Jehov�. Despu�s tom� aquellas cosas Mois�s de las manos de ellos, � h�zolas arder en el altar sobre el holocausto: las consagraciones en olor de suavidad, ofrenda encendida � Jehov�. Y tom� Mois�s el pecho, y meci�lo, ofrenda agitada delante de Jehov�: del carnero de las consagraciones aquella fue la parte de Mois�s; como Jehov� lo hab�a mandado � Mois�s. Luego tom� Mois�s del aceite de la unci�n, y de la sangre que estaba sobre el altar, y roci� sobre Aar�n, y sobre sus vestiduras, sobre sus hijos, y sobre las vestiduras de sus hijos con �l; y santific� � Aar�n, y sus vestiduras, y � sus hijos, y las vestiduras de sus hijos con �l. Y dijo Mois�s � Aar�n y � sus hijos: Comed la carne � la puerta del tabern�culo del testimonio; y comedla all� con el pan que est� en el canastillo de las consagraciones, seg�n yo he mandado, diciendo: Aar�n y sus hijos la comer�n. Y lo que sobrare de la carne y del pan, hab�is de quemarlo al fuego. De la puerta del tabern�culo del testimonio no saldr�is en siete d�as, hasta el d�a que se cumplieren los d�as de vuestras consagraciones: porque por siete d�as ser�is consagrados. De la manera que hoy se ha hecho, mand� hacer Jehov� para expiaros. A la puerta, pues, del tabern�culo del testimonio estar�is d�a y noche por siete d�as, y guardar�is la ordenanza delante de Jehov�, para que no mur�is; porque as� me ha sido mandado. Y Aar�n y sus hijos hicieron todas las cosas que mand� Jehov� por medio de Mois�s. Lev�tico 9Y FU� en el d�a octavo, que Mois�s llam� � Aar�n y � sus hijos, y � los ancianos de Israel; Y dijo � Aar�n: Toma de la vacada un becerro para expiaci�n, y un carnero para holocausto, sin defecto, y ofr�celos delante de Jehov�. Y � los hijos de Israel hablar�s, diciendo: Tomad un macho cabr�o para expiaci�n, y un becerro y un cordero de un a�o, sin tacha, para holocausto; Asimismo un buey y un carnero para sacrificio de paces, que inmol�is delante de Jehov�; y un presente amasado con aceite: porque Jehov� se aparecer� hoy � vosotros. Y llevaron lo que mand� Mois�s delante del tabern�culo del testimonio, y lleg�se toda la congregaci�n, y pusi�ronse delante de Jehov�. Entonces Mois�s dijo: Esto es lo que mand� Jehov�; hacedlo, y la gloria de Jehov� se os aparecer�. Y dijo Mois�s � Aar�n: Ll�gate al altar, y haz tu expiaci�n, y tu holocausto, y haz la reconciliaci�n por ti y por el pueblo: haz tambi�n la ofrenda del pueblo, y haz la reconciliaci�n por ellos; como ha mandado Jehov�. Entonces lleg�se Aar�n al altar; y degoll� su becerro de la expiaci�n que era por �l. Y los hijos de Aar�n le trajeron la sangre; y �l moj� su dedo en la sangre, y puso sobre los cuernos del altar, y derram� la dem�s sangre al pie del altar; Y el sebo y ri�ones y reda�o del h�gado, de la expiaci�n, h�zolos arder sobre el altar; como Jehov� lo hab�a mandado � Mois�s. Mas la carne y el cuero los quem� al fuego fuera del real. Degoll� asimismo el holocausto, y los hijos de Aar�n le presentaron la sangre, la cual roci� �l alrededor sobre el altar. Present�ronle despu�s el holocausto, � trozos, y la cabeza; � h�zolos quemar sobre el altar. Luego lav� los intestinos y las piernas, y quem�los sobre el holocausto en el altar. Ofreci� tambi�n la ofrenda del pueblo, y tom� el macho cabr�o que era para la expiaci�n del pueblo, y degoll�lo, y lo ofreci� por el pecado como el primero. Y ofreci� el holocausto, � hizo seg�n el rito. Ofreci� asimismo el presente, � hinchi� de �l su mano, y lo hizo quemar sobre el altar, adem�s del holocausto de la ma�ana. Degoll� tambi�n el buey y el carnero en sacrificio de paces, que era del pueblo: y los hijos de Aar�n le presentaron la sangre (la cual roci� �l sobre el altar alrededor), Y los sebos del buey; y del carnero la cola con lo que cubre las entra�as, y los ri�ones, y el reda�o del h�gado: Y pusieron los sebos sobre los pechos, y �l quem� los sebos sobre el altar: Empero los pechos, con la espaldilla derecha, meci�los Aar�n por ofrenda agitada delante de Jehov�; como Jehov� lo hab�a mandado � Mois�s. Despu�s alz� Aar�n sus manos hacia el pueblo y bend�jolos: y descendi� de hacer la expiaci�n, y el holocausto, y el sacrificio de las paces. Y entraron Mois�s y Aar�n en el tabern�culo del testimonio; y salieron, y bendijeron al pueblo: y la gloria de Jehov� se apareci� � todo el pueblo. Y sali� fuego de delante de Jehov�, y consumi� el holocausto y los sebos sobre el altar; y vi�ndolo todo el pueblo, alabaron, y cayeron sobre sus rostros. Lev�tico 10Y LOS hijos de Aar�n, Nadab y Abi�, tomaron cada uno su incensario, y pusieron fuego en ellos, sobre el cual pusieron perfume, y ofrecieron delante de Jehov� fuego extra�o, que �l nunca les mand�. Y sali� fuego de delante de Jehov� que los quem�, y murieron delante de Jehov�. Entonces dijo Mois�s � Aar�n: Esto es lo que habl� Jehov�, diciendo: En mis allegados me santificar�, y en presencia de todo el pueblo ser� glorificado. Y Aar�n call�. Y llam� Mois�s � Misael, y � Elzaph�n, hijos de Uzziel, t�o de Aar�n, y d�joles: Llegaos y sacad � vuestros hermanos de delante del santuario fuera del campo. Y ellos llegaron, y sac�ronlos con sus t�nicas fuera del campo, como dijo Mois�s. Entonces Mois�s dijo � Aar�n, y � Eleazar y � Ithamar, sus hijos: No descubr�is vuestras cabezas, ni rasgu�is vuestros vestidos, porque no mur�is, ni se levante la ira sobre toda la congregaci�n: empero vuestros hermanos, toda la casa de Israel, lamentar�n el incendio que Jehov� ha hecho. Ni saldr�is de la puerta del tabern�culo del testimonio, porque morir�is; por cuanto el aceite de la unci�n de Jehov� est� sobre vosotros. Y ellos hicieron conforme al dicho de Mois�s. Y Jehov� habl� � Aar�n, diciendo: T�, y tus hijos contigo, no beber�is vino ni sidra, cuando hubiereis de entrar en el tabern�culo del testimonio, porque no mur�is: estatuto perpetuo por vuestras generaciones; Y para poder discernir entre lo santo y lo profano, y entre lo inmundo y lo limpio; Y para ense�ar � los hijos de Israel todos los estatutos que Jehov� les ha dicho por medio de Mois�s. Y Mois�s dijo � Aar�n, y � Eleazar y � Ithamar, sus hijos que hab�an quedado: Tomad el presente que queda de las ofrendas encendidas � Jehov�, y comedlo sin levadura junto al altar, porque es cosa muy santa. Hab�is, pues, de comerlo en el lugar santo: porque esto es fuero para ti, y fuero para tus hijos, de las ofrendas encendidas � Jehov�, pues que as� me ha sido mandado. Comer�is asimismo en lugar limpio, t� y tus hijos y tus hijas contigo, el pecho de la mecida, y la espaldilla elevada, porque por fuero para ti, y fuero para tus hijos, son dados de los sacrificios de las paces de los hijos de Israel. Con las ofrendas de los sebos que se han de encender, traer�n la espaldilla que se ha de elevar, y el pecho que ser� mecido, para que lo mezas por ofrenda agitada delante de Jehov�: y ser� por fuero perpetuo tuyo, y de tus hijos contigo, como Jehov� lo ha mandado. Y Mois�s demand� el macho cabr�o de la expiaci�n, y hall�se que era quemado: y enoj�se contra Eleazar � Ithamar, los hijos de Aar�n que hab�an quedado, diciendo: �Por qu� no comisteis la expiaci�n en el lugar santo? porque es muy santa, y di�la �l � vosotros para llevar la iniquidad de la congregaci�n, para que sean reconciliados delante de Jehov�. Veis que su sangre no fue metida dentro del santuario: hab�ais de comerla en el lugar santo, como yo mand�. Y respondi� Aar�n � Mois�s: He aqu� hoy han ofrecido su expiaci�n y su holocausto delante de Jehov�: pero me han acontecido estas cosas: pues si comiera yo hoy de la expiaci�n, �Hubiera sido acepto � Jehov�? Y cuando Mois�s oy� esto, di�se por satisfecho. Lev�tico 11Y HABLO Jehov� � Mois�s y � Aar�n, dici�ndoles: Hablad � los hijos de Israel, diciendo: Estos son los animales que comer�is de todos los animales que est�n sobre la tierra. De entre los animales, todo el de pezu�a, y que tiene las pezu�as hendidas, y que rumia, �ste comer�is. Estos empero no comer�is de los que rumian y de los que tienen pezu�a: el camello, porque rumia mas no tiene pezu�a hendida, hab�is de tenerlo por inmundo; Tambi�n el conejo, porque rumia, mas no tiene pezu�a, tendr�islo por inmundo; Asimismo la liebre, porque rumia, mas no tiene pezu�a, tendr�isla por inmunda; Tambi�n el puerco, porque tiene pezu�as, y es de pezu�as hendidas, mas no rumia, tendr�islo por inmundo. De la carne de ellos no comer�is, ni tocar�is su cuerpo muerto: tendr�islos por inmundos. Esto comer�is de todas las cosas que est�n en las aguas: todas las cosas que tienen aletas y escamas en las aguas de la mar, y en los r�os, aquellas comer�is; Mas todas las cosas que no tienen aletas ni escamas en la mar y en los r�os, as� de todo reptil de agua como de toda cosa viviente que est� en las aguas, las tendr�is en abominaci�n. Os ser�n, pues, en abominaci�n: de su carne no comer�is, y abominar�is sus cuerpos muertos. Todo lo que no tuviere aletas y escamas en las aguas, tendr�islo en abominaci�n. Y de las aves, �stas tendr�is en abominaci�n; no se comer�n, ser�n abominaci�n: el �guila, el quebrantahuesos, el esmerej�n, El milano, y el buitre seg�n su especie; Todo cuervo seg�n su especie; El avestruz, y la lechuza, y el laro, y el gavil�n seg�n su especie; Y el buho, y el somormujo, y el ibis, Y el calam�n, y el cisne, y el onocr�talo, Y el herodi�n, y el caradri�n, seg�n su especie, y la abubilla, y el murci�lago. Todo reptil alado que anduviere sobre cuatro pies, tendr�is en abominaci�n. Empero esto comer�is de todo reptil alado que anda sobre cuatro pies, que tuviere piernas adem�s de sus pies para saltar con ellas sobre la tierra; Estos comer�is de ellos: la langosta seg�n su especie, y el langost�n seg�n su especie, y el aregol seg�n su especie, y el haghab seg�n su especie. Todo reptil alado que tenga cuatro pies, tendr�is en abominaci�n. Y por estas cosas ser�is inmundos: cualquiera que tocare � sus cuerpos muertos, ser� inmundo hasta la tarde: Y cualquiera que llevare de sus cuerpos muertos, lavar� sus vestidos, y ser� inmundo hasta la tarde. Todo animal de pezu�a, pero que no tiene pezu�a hendida, ni rumia, tendr�is por inmundo: cualquiera que los tocare ser� inmundo. Y de todos los animales que andan � cuatro pies, tendr�is por inmundo cualquiera que ande sobre sus garras: cualquiera que tocare sus cuerpos muertos, ser� inmundo hasta la tarde. Y el que llevare sus cuerpos muertos, lavar� sus vestidos, y ser� inmundo hasta la tarde: hab�is de tenerlos por inmundos. Y estos tendr�is por inmundos de los reptiles que van arrastrando sobre la tierra: la comadreja, y el rat�n, y la rana seg�n su especie, Y el erizo, y el lagarto, y el caracol, y la babosa, y el topo. Estos tendr�is por inmundos de todos los reptiles: cualquiera que los tocare, cuando estuvieren muertos, ser� inmundo hasta la tarde. Y todo aquello sobre que cayere alguno de ellos despu�s de muertos, ser� inmundo; as� vaso de madera, como vestido, � piel, � saco, cualquier instrumento con que se hace obra, ser� metido en agua, y ser� inmundo hasta la tarde, y as� ser� limpio. Y toda vasija de barro dentro de la cual cayere alguno de ellos, todo lo que estuviere en ella ser� inmundo, y quebrar�is la vasija: Toda vianda que se come, sobre la cual viniere el agua de tales vasijas, ser� inmunda: y toda bebida que se bebiere, ser� en todas esas vasijas inmunda: Y todo aquello sobre que cayere algo del cuerpo muerto de ellos, ser� inmundo: el horno � hornillos se derribar�n; son inmundos, y por inmundos los tendr�is. Con todo, la fuente y la cisterna donde se recogen aguas, ser�n limpias: mas lo que hubiere tocado en sus cuerpos muertos ser� inmundo. Y si cayere de sus cuerpos muertos sobre alguna simiente que se haya de sembrar, ser� limpia. Mas si se hubiere puesto agua en la simiente, y cayere de sus cuerpos muertos sobre ella, tendr�isla por inmunda. Y si alg�n animal que tuviereis para comer se muriere, el que tocare su cuerpo muerto ser� inmundo hasta la tarde: Y el que comiere de su cuerpo muerto, lavar� sus vestidos, y ser� inmundo hasta la tarde: asimismo el que sacare su cuerpo muerto, lavar� sus vestidos, y ser� inmundo hasta la tarde. Y todo reptil que va arrastrando sobre la tierra, es abominaci�n; no se comer�. Todo lo que anda sobre el pecho, y todo lo que anda sobre cuatro � m�s pies, de todo reptil que anda arrastrando sobre la tierra, no lo comer�is, porque es abominaci�n. No ensuci�is vuestras personas con ning�n reptil que anda arrastrando, ni os contamin�is con ellos, ni se�is inmundos por ellos. Pues que yo soy Jehov� vuestro Dios, vosotros por tanto os santificar�is, y ser�is santos, porque yo soy santo: as� que no ensuci�is vuestras personas con ning�n reptil que anduviere arrastrando sobre la tierra. Porque yo soy Jehov�, que os hago subir de la tierra de Egipto para seros por Dios: ser�is pues santos, porque yo soy santo. Esta es la ley de los animales y de las aves, y de todo ser viviente que se mueve en las aguas, y de todo animal que anda arrastrando sobre la tierra; Para hacer diferencia entre inmundo y limpio, y entre los animales que se pueden comer y los animales que no se pueden comer. Lev�tico 12Y HABLO Jehov� � Mois�s, diciendo: Habla � los hijos de Israel, diciendo: La mujer cuando concibiere y pariere var�n, ser� inmunda siete d�as; conforme � los d�as que est� separada por su menstruo, ser� inmunda. Y al octavo d�a circuncidar� la carne de su prepucio. Mas ella permanecer� treinta y tres d�as en la sangre de su purgaci�n: ninguna cosa santa tocar�, ni vendr� al santuario, hasta que sean cumplidos los d�as de su purgaci�n. Y si pariere hembra ser� inmunda dos semanas, conforme � su separaci�n, y sesenta y seis d�as estar� purific�ndose de su sangre. Y cuando los d�as de su purgaci�n fueren cumplidos, por hijo � por hija, traer� un cordero de un a�o para holocausto, y un palomino � una t�rtola para expiaci�n, � la puerta del tabern�culo del testimonio, al sacerdote: Y �l ofrecer� delante de Jehov�, y har� expiaci�n por ella, y ser� limpia del flujo de su sangre. Esta es la ley de la que pariere var�n � hembra. Y si no alcanzare su mano lo suficiente para un cordero, tomar� entonces dos t�rtolas � dos palominos, uno para holocausto, y otro para expiaci�n: y el sacerdote har� expiaci�n por ella, y ser� limpia. Lev�tico 13Y HABLO Jehov� � Mois�s y � Aar�n, diciendo: Cuando el hombre tuviere en la piel de su carne hinchaz�n, � postilla, � mancha blanca, y hubiere en la piel de su carne como llaga de lepra, ser� tra�do � Aar�n el sacerdote, � � uno de los sacerdotes sus hijos: Y el sacerdote mirar� la llaga en la piel de la carne: si el pelo en la llaga se ha vuelto blanco, y pareciere la llaga m�s hundida que la tez de la carne, llaga de lepra es; y el sacerdote le reconocer�, y le dar� por inmundo. Y si en la piel de su carne hubiere mancha blanca, pero no pareciere m�s hundida que la tez, ni su pelo se hubiere vuelto blanco, entonces el sacerdote encerrar� al llagado por siete d�as; Y al s�ptimo d�a el sacerdote lo mirar�; y si la llaga a su parecer se hubiere estancado, no habi�ndose extendido en la piel, entonces el sacerdote le volver� � encerrar por otros siete d�as. Y al s�ptimo d�a el sacerdote le reconocer� de nuevo; y si parece haberse oscurecido la llaga, y que no ha cundido en la piel, entonces el sacerdote lo dar� por limpio: era postilla; y lavar� sus vestidos, y ser� limpio. Mas si hubiere ido creciendo la postilla en la piel, despu�s que fu� mostrado al sacerdote para ser limpio, ser� visto otra vez del sacerdote: Y si reconoci�ndolo el sacerdote, ve que la postilla ha crecido en la piel, el sacerdote lo dar� por inmundo: es lepra. Cuando hubiere llaga de lepra en el hombre, ser� tra�do al sacerdote; Y el sacerdote mirar�, y si pareciere tumor blanco en la piel, el cual haya mudado el color del pelo, y se descubre asimismo la carne viva, Lepra es envejecida en la piel de su carne; y le dar� por inmundo el sacerdote, y no le encerrar�, porque es inmundo. Mas si brotare la lepra cundiendo por el cutis, y ella cubriere toda la piel del llagado desde su cabeza hasta sus pies, � toda vista de ojos del sacerdote; Entonces el sacerdote le reconocer�; y si la lepra hubiere cubierto toda su carne, dar� por limpio al llagado: hase vuelto toda ella blanca; y �l es limpio. Mas el d�a que apareciere en �l la carne viva, ser� inmundo. Y el sacerdote mirar� la carne viva, y lo dar� por inmundo. Es inmunda la carne viva: es lepra. Mas cuando la carne viva se mudare y volviere blanca, entonces vendr� al sacerdote; Y el sacerdote mirar�, y si la llaga se hubiere vuelto blanca, el sacerdote dar� por limpio al que ten�a la llaga, y ser� limpio. Y cuando en la carne, en su piel, hubiere apostema, y se sanare, Y sucediere en el lugar de la apostema tumor blanco, � mancha blanca embermejecida, ser� mostrado al sacerdote: Y el sacerdote mirar�; y si pareciere estar m�s baja que su piel, y su pelo se hubiere vuelto blanco, dar�lo el sacerdote por inmundo: es llaga de lepra que se origin� en la apostema. Y si el sacerdote la considerare, y no pareciere en ella pelo blanco, ni estuviere m�s baja que la piel, sino oscura, entonces el sacerdote lo encerrar� por siete d�as: Y si se fuere extendiendo por la piel, entonces el sacerdote lo dar� por inmundo: es llaga. Empero si la mancha blanca se estuviere en su lugar, que no haya cundido, es la costra de la apostema; y el sacerdote lo dar� por limpio. Asimismo cuando la carne tuviere en su piel quemadura de fuego, y hubiere en lo sanado del fuego mancha blanquecina, bermejiza � blanca, El sacerdote la mirar�; y si el pelo se hubiere vuelto blanco en la mancha, y pareciere estar m�s hundida que la piel, es lepra que sali� en la quemadura; y el sacerdote declarar� al sujeto inmundo, por ser llaga de lepra. Mas si el sacerdote la mirare, y no pareciere en la mancha pelo blanco, ni estuviere m�s baja que la tez, sino que est� oscura, le encerrar� el sacerdote por siete d�as; Y al s�ptimo d�a el sacerdote la reconocer�: si se hubiere ido extendiendo por la piel, el sacerdote lo dar� por inmundo: es llaga de lepra. Empero si la mancha se estuviere en su lugar, y no se hubiere extendido en la piel, sino que est� oscura, hinchaz�n es de la quemadura: dar�lo el sacerdote por limpio; que se�al de la quemadura es. Y al hombre � mujer que le saliere llaga en la cabeza, � en la barba, El sacerdote mirar� la llaga; y si pareciere estar m�s profunda que la tez, y el pelo en ella fuera rubio y adelgazado, entonces el sacerdote lo dar� por inmundo: es ti�a, es lepra de la cabeza � de la barba. Mas cuando el sacerdote hubiere mirado la llaga de la ti�a, y no pareciere estar m�s profunda que la tez, ni fuere en ella pelo negro, el sacerdote encerrar� al llagado de la ti�a por siete d�as: Y al s�ptimo d�a el sacerdote mirar� la llaga: y si la ti�a no pareciere haberse extendido, ni hubiere en ella pelo rubio, ni pareciere la ti�a m�s profunda que la tez, Entonces lo trasquilar�n, mas no trasquilar�n el lugar de la ti�a: y encerrar� el sacerdote al que tiene la ti�a por otros siete d�as. Y al s�ptimo d�a mirar� el sacerdote la ti�a; y si la ti�a no hubiere cundido en la piel, ni pareciere estar m�s profunda que la tez, el sacerdote lo dar� por limpio; y lavar� sus vestidos, y ser� limpio. Empero si la ti�a se hubiere ido extendiendo en la piel despu�s de su purificaci�n, Entonces el sacerdote la mirar�; y si la ti�a hubiere cundido en la piel, no busque el sacerdote el pelo rubio, es inmundo. Mas si le pareciere que la ti�a est� detenida, y que ha salido en ella el pelo negro, la ti�a est� sanada; �l est� limpio, y por limpio lo dar� el sacerdote. Asimismo el hombre � mujer, cuando en la piel de su carne tuviere manchas, manchas blancas, El sacerdote mirar�: y si en la piel de su carne parecieren manchas blancas algo oscurecidas, es empeine que brot� en la piel, est� limpia la persona. Y el hombre, cuando se le pelare la cabeza, es calvo, mas limpio. Y si � la parte de su rostro se le pelare la cabeza, es calvo por delante, pero limpio. Mas cuando en la calva � en la antecalva hubiere llaga blanca rojiza, lepra es que brota en su calva � en su antecalva. Entonces el sacerdote lo mirar�, y si pareciere la hinchaz�n de la llaga blanca rojiza en su calva � en su antecalva, como el parecer de la lepra de la tez de la carne, Leproso es, es inmundo; el sacerdote lo dar� luego por inmundo; en su cabeza tiene su llaga. Y el leproso en quien hubiere llaga, sus vestidos ser�n deshechos y su cabeza descubierta, y embozado pregonar�: �Inmundo! �inmundo! Todo el tiempo que la llaga estuviere en �l, ser� inmundo; estar� impuro: habitar� solo; fuera del real ser� su morada. Y cuando en el vestido hubiere plaga de lepra, en vestido de lana, � en vestido de lino; O en estambre � en trama, de lino � de lana, � en piel, � en cualquiera obra de piel; Y que la plaga sea verde, � bermeja, en vestido � en piel, � en estambre, � en trama, � en cualquiera obra de piel; plaga es de lepra, y se ha de mostrar al sacerdote. Y el sacerdote mirar� la plaga, y encerrar� la cosa plagada por siete d�as. Y al s�ptimo d�a mirar� la plaga: y si hubiere cundido la plaga en el vestido, � estambre, � en la trama, � en piel, � en cualquiera obra que se hace de pieles, lepra roedora es la plaga; inmunda ser�. Ser� quemado el vestido, � estambre � trama, de lana � de lino, � cualquiera obra de pieles en que hubiere tal plaga; porque lepra roedora es; al fuego ser� quemada. Y si el sacerdote mirare, y no pareciere que la plaga se haya extendido en el vestido, � estambre, � en la trama, � en cualquiera obra de pieles; Entonces el sacerdote mandar� que laven donde est� la plaga, y lo encerrar� otra vez por siete d�as. Y el sacerdote mirar� despu�s que la plaga fuere lavada; y si pareciere que la plaga no ha mudado su aspecto, bien que no haya cundido la plaga, inmunda es; la quemar�s al fuego; corrosi�n es penetrante, est� lo ra�do en la haz � en el rev�s de aquella cosa. Mas si el sacerdote la viere, y pareciere que la plaga se ha oscurecido despu�s que fu� lavada, la cortar� del vestido, � de la piel, � del estambre, � de la trama. Y si apareciere m�s en el vestido, � estambre, � trama, � en cualquiera cosa de pieles, reverdeciendo en ella, quemar�s al fuego aquello donde estuviere la plaga. Empero el vestido, � estambre, � trama, � cualquiera cosa de piel que lavares, y que se le quitare la plaga, lavarse ha segunda vez, y entonces ser� limpia. Esta es la ley de la plaga de la lepra del vestido de lana � de lino, � del estambre, � de la trama, � de cualquiera cosa de piel, para que sea dada por limpia � por inmunda. Lev�tico 14Y HABLO Jehov� � Mois�s, diciendo: Esta ser� la ley del leproso cuando se limpiare: Ser� tra�do al sacerdote: Y el sacerdote saldr� fuera del real; y mirar� el sacerdote, y viendo que est� sana la plaga de la lepra del leproso, El sacerdote mandar� luego que se tomen para el que se purifica dos avecillas vivas, limpias, y palo de cedro, y grana, � hisopo; Y mandar� el sacerdote matar la una avecilla en un vaso de barro sobre aguas vivas; Despu�s tomar� la avecilla viva, y el palo de cedro, y la grana, y el hisopo, y lo mojar� con la avecilla viva en la sangre de la avecilla muerta sobre las aguas vivas: Y rociar� siete veces sobre el que se purifica de la lepra, y le dar� por limpio; y soltar� la avecilla viva sobre la haz del campo. Y el que se purifica lavar� sus vestidos, y raer� todos sus pelos, y se ha de lavar con agua, y ser� limpio: y despu�s entrar� en el real, y morar� fuera de su tienda siete d�as. Y ser�, que al s�ptimo d�a raer� todos sus pelos, su cabeza, y su barba, y las cejas de sus ojos; finalmente, raer� todo su pelo, y lavar� sus vestidos, y lavar� su carne en aguas, y ser� limpio. Y el d�a octavo tomar� dos corderos sin defecto, y una cordera de un a�o sin tacha; y tres d�cimas de flor de harina para presente amasada con aceite, y un log de aceite. Y el sacerdote que le purifica presentar� con aquellas cosas al que se ha de limpiar delante de Jehov�, � la puerta del tabern�culo del testimonio: Y tomar� el sacerdote el un cordero, y ofrecer�lo por la culpa, con el log de aceite, y lo mecer� como ofrenda agitada delante de Jehov�: Y degollar� el cordero en el lugar donde deg�ellan la v�ctima por el pecado y el holocausto, en el lugar del santuario: porque como la v�ctima por el pecado, as� tambi�n la v�ctima por la culpa es del sacerdote: es cosa muy sagrada. Y tomar� el sacerdote de la sangre de la v�ctima por la culpa, y pondr� el sacerdote sobre la ternilla de la oreja derecha del que se purifica, y sobre el pulgar de su mano derecha, y sobre el pulgar de su pie derecho. Asimismo tomar� el sacerdote del log de aceite, y echar� sobre la palma de su mano izquierda: Y mojar� su dedo derecho en el aceite que tiene en su mano izquierda, y esparcir� del aceite con su dedo siete veces delante de Jehov�: Y de lo que quedare del aceite que tiene en su mano, pondr� el sacerdote sobre la ternilla de la oreja derecha del que se purifica, y sobre el pulgar de su mano derecha, y sobre el pulgar de su pie derecho, sobre la sangre de la expiaci�n por la culpa: Y lo que quedare del aceite que tiene en su mano, pondr� sobre la cabeza del que se purifica: y har� el sacerdote expiaci�n por �l delante de Jehov�. Ofrecer� luego el sacerdote el sacrificio por el pecado, y har� expiaci�n por el que se ha de purificar de su inmundicia, y despu�s degollar� el holocausto: Y har� subir el sacerdote el holocausto y el presente sobre el altar. As� har� el sacerdote expiaci�n por �l, y ser� limpio. Mas si fuere pobre, que no alcanzare su mano � tanto, entonces tomar� un cordero para ser ofrecido como ofrenda agitada por la culpa, para reconciliarse, y una d�cima de flor de harina amasada con aceite para presente, y un log de aceite; Y dos t�rtolas, � dos palominos, lo que alcanzare su mano: y el uno ser� para expiaci�n por el pecado, y el otro para holocausto; Las cuales cosas traer� al octavo d�a de su purificaci�n al sacerdote, � la puerta del tabern�culo del testimonio delante de Jehov�. Y el sacerdote tomar� el cordero de la expiaci�n por la culpa, y el log de aceite, y mecer�lo el sacerdote como ofrenda agitada delante de Jehov�; Luego degollar� el cordero de la culpa, y tomar� el sacerdote de la sangre de la culpa, y pondr� sobre la ternilla de la oreja derecha del que se purifica, y sobre el pulgar de su mano derecha, y sobre el pulgar de su pie derecho. Y el sacerdote echar� del aceite sobre la palma de su mano izquierda; Y con su dedo derecho rociar� el sacerdote del aceite que tiene en su mano izquierda, siete veces delante de Jehov�. Tambi�n pondr� el sacerdote del aceite que tiene en su mano sobre la ternilla de la oreja derecha del que se purifica, y sobre el pulgar de su mano derecha, y sobre el pulgar de su pie derecho, en el lugar de la sangre de la culpa. Y lo que sobrare del aceite que el sacerdote tiene en su mano, pondr�lo sobre la cabeza del que se purifica, para reconciliarlo delante de Jehov�. Asimismo ofrecer� la una de las t�rtolas, � de los palominos, lo que alcanzare su mano: El uno de lo que alcanzare su mano, en expiaci�n por el pecado, y el otro en holocausto, adem�s del presente: y har� el sacerdote expiaci�n por el que se ha de purificar, delante de Jehov�. Esta es la ley del que hubiere tenido plaga de lepra, cuya mano no alcanzare lo prescrito para purificarse. Y habl� Jehov� � Mois�s y � Aar�n, diciendo: Cuando hubieres entrado en la tierra de Cana�n, la cual yo os doy en posesi�n, y pusiere yo plaga de lepra en alguna casa de la tierra de vuestra posesi�n, Vendr� aqu�l cuya fuere la casa, y dar� aviso al sacerdote, diciendo: Como plaga ha aparecido en mi casa. Entonces mandar� el sacerdote, y despejar�n la casa antes que el sacerdote entre � mirar la plaga, por que no sea contaminado todo lo que estuviere en la casa: y despu�s el sacerdote entrar� � reconocer la casa: Y mirar� la plaga: y si se vieren manchas en las paredes de la casa, cavernillas verdosas � rojas, las cuales parecieren m�s hundidas que la pared, El sacerdote saldr� de la casa � la puerta de ella, y cerrar� la casa por siete d�as. Y al s�ptimo d�a volver� el sacerdote, y mirar�: y si la plaga hubiere crecido en las paredes de la casa, Entonces mandar� el sacerdote, y arrancar�n las piedras en que estuviere la plaga, y las echar�n fuera de la ciudad, en lugar inmundo: Y har� descostrar la casa por dentro alrededor, y derramar�n el polvo que descostraren fuera de la ciudad en lugar inmundo: Y tomar�n otras piedras, y las pondr�n en lugar de las piedras quitadas; y tomar�n otro barro, y encostrar�n la casa. Y si la plaga volviere � reverdecer en aquella casa, despu�s que hizo arrancar las piedras, y descostrar la casa, y despu�s que fue encostrada, Entonces el sacerdote entrar� y mirar�; y si pareciere haberse extendido la plaga en la casa, lepra roedora est� en la casa: inmunda es. Derribar�, por tanto, la tal casa, sus piedras, y sus maderos, y toda la mezcla de la casa; y lo sacar� fuera de la ciudad � lugar inmundo. Y cualquiera que entrare en aquella casa todos los d�as que la mand� cerrar, ser� inmundo hasta la tarde. Y el que durmiere en aquella casa, lavar� sus vestidos; tambi�n el que comiere en la casa, lavar� sus vestidos. Mas si entrare el sacerdote y mirare, y viere que la plaga no se ha extendido en la casa despu�s que fue encostrada, el sacerdote dar� la casa por limpia, porque la plaga ha sanado. Entonces tomar� para limpiar la casa dos avecillas, y palo de cedro, y grana, � hisopo: Y degollar� la una avecilla en una vasija de barro sobre aguas vivas: Y tomar� el palo de cedro, y el hisopo, y la grana, y la avecilla viva, y mojar�lo en la sangre de la avecilla muerta y en las aguas vivas, y rociar� la casa siete veces: Y purificar� la casa con la sangre de la avecilla, y con las aguas vivas, y con la avecilla viva, y el palo de cedro, y el hisopo, y la grana: Luego soltar� la avecilla viva fuera de la ciudad sobre la haz del campo: As� har� expiaci�n por la casa, y ser� limpia. Esta es la ley acerca de toda plaga de lepra, y de ti�a; Y de la lepra del vestido, y de la casa; Y acerca de la hinchaz�n, y de la postilla, y de la mancha blanca: Para ense�ar cu�ndo es inmundo, y cu�ndo limpio. Aquesta es la ley tocante � la lepra. Lev�tico 15Y HABLO Jehov� � Mois�s y � Aar�n, diciendo: Hablad � los hijos de Israel, y decidles: Cualquier var�n, cuando su simiente manare de su carne, ser� inmundo. Y esta ser� su inmundicia en su flujo; sea que su carne destil� por causa de su flujo, � que su carne se obstruy� � causa de su flujo, �l ser� inmundo. Toda cama en que se acostare el que tuviere flujo, ser� inmunda; y toda cosa sobre que se sentare, inmunda ser�. Y cualquiera que tocare � su cama, lavar� sus vestidos; lavar�se tambi�n � s� mismo con agua, y ser� inmundo hasta la tarde. Y el que se sentare sobre aquello en que se hubiere sentado el que tiene flujo, lavar� sus vestidos, se lavar� tambi�n � s� mismo con agua, y ser� inmundo hasta la tarde. Asimismo el que tocare la carne del que tiene flujo, lavar� sus vestidos, y � s� mismo se lavar� con agua, y ser� inmundo hasta la tarde. Y si el que tiene flujo escupiere sobre el limpio, �ste lavar� sus vestidos, y despu�s de haberse lavado con agua, ser� inmundo hasta la tarde. Y toda aparejo sobre que cabalgare el que tuviere flujo, ser� inmundo. Y cualquiera que tocare cualquiera cosa que haya estado debajo de �l, ser� inmundo hasta la tarde; y el que la llevare, lavar� sus vestidos, y despu�s de lavarse con agua, ser� inmundo hasta la tarde. Y todo aquel � quien tocare el que tiene flujo, y no lavare con agua sus manos, lavar� sus vestidos, y � s� mismo se lavar� con agua, y ser� inmundo hasta la tarde. Y la vasija de barro en que tocare el que tiene flujo, ser� quebrada; y toda vasija de madera ser� lavada con agua. Y cuando se hubiere limpiado de su flujo el que tiene flujo, se ha de contar siete d�as desde su purificaci�n, y lavar� sus vestidos, y lavar� su carne en aguas vivas, y ser� limpio. Y el octavo d�a tomar� dos t�rtolas, � dos palominos, y vendr� delante de Jehov� � la puerta del tabern�culo del testimonio, y los dar� al sacerdote: Y har�los el sacerdote, el uno ofrenda por el pecado, y el otro holocausto: y le purificar� el sacerdote de su flujo delante de Jehov�. Y el hombre, cuando de �l saliere derramamiento de semen, lavar� en aguas toda su carne, y ser� inmundo hasta la tarde. Y toda vestimenta, � toda piel sobre la cual hubiere el derramamiento del semen, lavar�se con agua, y ser� inmunda hasta la tarde. Y la mujer con quien el var�n tuviera ayuntamiento de semen, ambos se lavar�n con agua, y ser�n inmundos hasta la tarde. Y cuando la mujer tuviere flujo de sangre, y su flujo fuere en su carne, siete d�as estar� apartada; y cualquiera que tocare en ella, ser� inmundo hasta la tarde. Y todo aquello sobre que ella se acostare mientras su separaci�n, ser� inmundo: tambi�n todo aquello sobre que se sentare, ser� inmundo. Y cualquiera que tocare � su cama, lavar� sus vestidos, y despu�s de lavarse con agua, ser� inmundo hasta la tarde. Tambi�n cualquiera que tocare cualquier mueble sobre que ella se hubiere sentado, lavar� sus vestidos; lavar�se luego � s� mismo con agua, y ser� inmundo hasta la tarde. Y si estuviere sobre la cama, � sobre la silla en que ella se hubiere sentado, el que tocare en ella ser� inmundo hasta la tarde. Y si alguno durmiere con ella, y su menstruo fuere sobre �l, ser� inmundo por siete d�as; y toda cama sobre que durmiere, ser� inmunda. Y la mujer, cuando siguiere el flujo de su sangre por muchos d�as fuera del tiempo de su costumbre, � cuando tuviere flujo de sangre m�s de su costumbre; todo el tiempo del flujo de su inmundicia, ser� inmunda como en los d�as de su costumbre. Toda cama en que durmiere todo el tiempo de su flujo, le ser� como la cama de su costumbre; y todo mueble sobre que se sentare, ser� inmundo, como la inmundicia de su costumbre. Cualquiera que tocare en esas cosas ser� inmundo; y lavar� sus vestidos, y � s� mismo se lavar� con agua, y ser� inmundo hasta la tarde. Y cuando fuere libre de su flujo, se ha de contar siete d�as, y despu�s ser� limpia. Y el octavo d�a tomar� consigo dos t�rtolas, � dos palominos, y los traer� al sacerdote, � la puerta del tabern�culo del testimonio: Y el sacerdote har� el uno ofrenda por el pecado, y el otro holocausto; y la purificar� el sacerdote delante de Jehov� del flujo de su inmundicia. As� apartar�is los hijos de Israel de sus inmundicias, � fin de que no mueran por sus inmundicias, ensuciando mi tabern�culo que est� entre ellos. Esta es la ley del que tiene flujo, y del que sale derramamiento de semen, viniendo � ser inmundo � causa de ello; Y de la que padece su costumbre, y acerca del que tuviere flujo, sea var�n � hembra, y del hombre que durmiere con mujer inmunda. Lev�tico 16Y HABLO Jehov� � Mois�s, despu�s que murieron los dos hijos de Aar�n, cuando se llegaron delante de Jehov�, y murieron; Y Jehov� dijo � Mois�s: Di � Aar�n tu hermano, que no en todo tiempo entre en el santuario del velo adentro, delante de la cubierta que est� sobre el arca, para que no muera: porque yo aparecer� en la nube sobre la cubierta. Con esto entrar� Aar�n en el santuario: con un becerro por expiaci�n, y un carnero en holocausto. La t�nica santa de lino se vestir�, y sobre su carne tendr� pa�etes de lino, y ce�ir�se el cinto de lino; y con la mitra de lino se cubrir�: son las santas vestiduras: con ellas, despu�s de lavar su carne con agua, se ha de vestir. Y de la congregaci�n de los hijos de Israel tomar� dos machos de cabr�o para expiaci�n, y un carnero para holocausto. Y har� allegar Aar�n el becerro de la expiaci�n, que es suyo, y har� la reconciliaci�n por s� y por su casa. Despu�s tomar� los dos machos de cabr�o, y los presentar� delante de Jehov� � la puerta del tabern�culo del testimonio. Y echar� suertes Aar�n sobre los dos machos de cabr�o; la una suerte por Jehov�, y la otra suerte por Azazel. Y har� allegar Aar�n el macho cabr�o sobre el cual cayere la suerte por Jehov�, y ofrecer�lo en expiaci�n. Mas el macho cabr�o, sobre el cual cayere la suerte por Azazel, lo presentar� vivo delante de Jehov�, para hacer la reconciliaci�n sobre �l, para enviarlo � Azazel al desierto. Y har� llegar Aar�n el becerro que era suyo para expiaci�n, y har� la reconciliaci�n por s� y por su casa, y degollar� en expiaci�n el becerro que es suyo. Despu�s tomar� el incensario lleno de brasas de fuego, del altar de delante de Jehov�, y sus pu�os llenos del perfume arom�tico molido, y meter�lo del velo adentro: Y pondr� el perfume sobre el fuego delante de Jehov�, y la nube del perfume cubrir� la cubierta que est� sobre el testimonio, y no morir�. Tomar� luego de la sangre del becerro, y rociar� con su dedo hacia la cubierta al lado oriental: hacia la cubierta esparcir� siete veces de aquella sangre con su dedo. Despu�s degollar� en expiaci�n el macho cabr�o, que era del pueblo, y meter� la sangre de �l del velo adentro; y har� de su sangre como hizo de la sangre del becerro, y esparcir� sobre la cubierta y delante de la cubierta: Y limpiar� el santuario, de las inmundicias de los hijos de Israel, y de sus rebeliones, y de todos sus pecados: de la misma manera har� tambi�n al tabern�culo del testimonio, el cual reside entre ellos en medio de sus inmundicias. Y ning�n hombre estar� en el tabern�culo del testimonio cuando �l entrare � hacer la reconciliaci�n en el santuario, hasta que �l salga, y haya hecho la reconciliaci�n por s�, y por su casa, y por toda la congregaci�n de Israel. Y saldr� al altar que est� delante de Jehov�, y lo expiar�; y tomar� de la sangre del becerro, y de la sangre del macho cabr�o, y pondr� sobre los cuernos del altar alrededor. Y esparcir� sobre �l de la sangre con su dedo siete veces, y lo limpiar�, y lo santificar� de las inmundicias de los hijos de Israel. Y cuando hubiere acabado de expiar el santuario, y el tabern�culo del testimonio, y el altar, har� llegar el macho cabr�o vivo: Y pondr� Aar�n ambas manos suyas sobre la cabeza del macho cabr�o vivo, y confesar� sobre �l todas las iniquidades de los hijos de Israel, y todas sus rebeliones, y todos sus pecados, poni�ndolos as� sobre la cabeza del macho cabr�o, y lo enviar� al desierto por mano de un hombre destinado para esto. Y aquel macho cabr�o llevar� sobre s� todas las iniquidades de ellos � tierra inhabitada: y dejar� ir el macho cabr�o por el desierto. Despu�s vendr� Aar�n al tabern�culo del testimonio, y se desnudar� las vestimentas de lino, que hab�a vestido para entrar en el santuario, y pondr�las all�. Lavar� luego su carne con agua en el lugar del santuario, y despu�s de ponerse sus vestidos saldr�, y har� su holocausto, y el holocausto del pueblo, y har� la reconciliaci�n por s� y por el pueblo. Y quemar� el sebo de la expiaci�n sobre el altar. Y el que hubiere llevado el macho cabr�o � Azazel, lavar� sus vestidos, lavar� tambi�n con agua su carne, y despu�s entrar� en el real. Y sacar� fuera del real el becerro del pecado, y el macho cabr�o de la culpa, la sangre de los cuales fu� metida para hacer la expiaci�n en el santuario; y quemar�n en el fuego sus pellejos, y sus carnes, y su esti�rcol. Y el que los quemare, lavar� sus vestidos, lavar� tambi�n su carne con agua, y despu�s entrar� en el real. Y esto tendr�is por estatuto perpetuo: En el mes s�ptimo, � los diez del mes, afligir�is vuestras almas, y ninguna obra har�is, ni el natural ni el extranjero que peregrina entre vosotros: Porque en este d�a se os reconciliar� para limpiaros; y ser�is limpios de todos vuestros pecados delante de Jehov�. S�bado de reposo es para vosotros, y afligir�is vuestras almas, por estatuto perpetuo. Y har� la reconciliaci�n el sacerdote que fuere ungido, y cuya mano hubiere sido llena para ser sacerdote en lugar de su padre; y se vestir� las vestimentas de lino, las vestiduras sagradas: Y expiar� el santuario santo, y el tabern�culo del testimonio; expiar� tambi�n el altar, y � los sacerdotes, y � todo el pueblo de la congregaci�n. Y esto tendr�is por estatuto perpetuo, para expiar � los hijos de Israel de todos sus pecados una vez en el a�o. Y Mois�s lo hizo como Jehov� le mand�. Lev�tico 17Y HABLO Jehov� � Mois�s, diciendo: Habla � Aar�n y � sus hijos, y � todos los hijos de Israel, y diles: Esto es lo que ha mandado Jehov�, diciendo: Cualquier var�n de la casa de Israel que degollare buey, � cordero, � cabra, en el real, � fuera del real, Y no lo trajere � la puerta del tabern�culo del testimonio, para ofrecer ofrenda � Jehov� delante del tabern�culo de Jehov�, sangre ser� imputada al tal var�n: sangre derram�; cortado ser� el tal var�n de entre su pueblo: A fin de que traigan los hijos de Israel sus sacrificios, los que sacrifican sobre la haz del campo, para que los traigan � Jehov� � la puerta del tabern�culo del testimonio al sacerdote, y sacrifiquen ellos sacrificios de paces � Jehov�. Y el sacerdote esparcir� la sangre sobre el altar de Jehov�, � la puerta del tabern�culo del testimonio, y quemar� el sebo en olor de suavidad � Jehov�. Y nunca m�s sacrificar�n sus sacrificios � los demonios, tras de los cuales han fornicado: tendr�n esto por estatuto perpetuo por sus edades. Les dir�s tambi�n: Cualquier var�n de la casa de Israel, � de los extranjeros que peregrinan entre vosotros, que ofreciere holocausto � sacrificio, Y no lo trajere � la puerta del tabern�culo del testimonio, para hacerlo � Jehov�, el tal var�n ser� igualmente cortado de sus pueblos. Y cualquier var�n de la casa de Israel, � de los extranjeros que peregrinan entre ellos, que comiere alguna sangre, yo pondr� mi rostro contra la persona que comiere sangre, y le cortar� de entre su pueblo. Porque la vida de la carne en la sangre est�: y yo os la he dado para expiar vuestras personas sobre el altar: por lo cual la misma sangre expiar� la persona. Por tanto, he dicho � los hijos de Israel: Ninguna persona de vosotros comer� sangre, ni el extranjero que peregrina entre vosotros comer� sangre. Y cualquier var�n de los hijos de Israel, � de los extranjeros que peregrinan entre ellos, que cogiere caza de animal � de ave que sea de comer, derramar� su sangre y cubrir�la con tierra: Porque el alma de toda carne, su vida, est� en su sangre: por tanto he dicho � los hijos de Israel: No comer�is la sangre de ninguna carne, porque la vida de toda carne es su sangre; cualquiera que la comiere ser� cortado. Y cualquiera persona que comiere cosa mortecina � despedazada por fiera, as� de los naturales como de los extranjeros, lavar� sus vestidos y � s� mismo se lavar� con agua, y ser� inmundo hasta la tarde; y se limpiar�. Y si no los lavare, ni lavare su carne, llevar� su iniquidad. Lev�tico 18Y HABLO Jehov� � Mois�s, diciendo: Habla � los hijos de Israel, y diles: Yo soy Jehov� vuestro Dios. No har�is como hacen en la tierra de Egipto, en la cual morasteis; ni har�is como hacen en la tierra de Cana�n, � la cual yo os conduzco; ni andar�is en sus estatutos. Mis derechos pondr�is por obra, y mis estatutos guardar�is, andando en ellos: Yo Jehov� vuestro Dios. Por tanto mis estatutos y mis derechos guardar�is, los cuales haciendo el hombre, vivir� en ellos: Yo Jehov�. Ning�n var�n se allegue � ninguna cercana de su carne, para descubrir su desnudez: Yo Jehov�. La desnudez de tu padre, � la desnudez de tu madre, no descubrir�s: tu madre es, no descubrir�s su desnudez. La desnudez de la mujer de tu padre no descubrir�s; es la desnudez de tu padre. La desnudez de tu hermana, hija de tu padre, � hija de tu madre, nacida en casa � nacida fuera, su desnudez no descubrir�s. La desnudez de la hija de tu hijo, � de la hija de tu hija, su desnudez no descubir�s, porque es la desnudez tuya. La desnudez de la hija de la mujer de tu padre, engendrada de tu padre, tu hermana es, su desnudez no descubrir�s. La desnudez de la hermana de tu padre no descubrir�s: es parienta de tu padre. La desnudez de la hermana de tu madre no descubrir�s: porque parienta de tu madre es. La desnudez del hermano de tu padre no descubrir�s: no llegar�s � su mujer: es mujer del hermano de tu padre. La desnudez de tu nuera no descubrir�s: mujer es de tu hijo, no descubrir�s su desnudez. La desnudez de la mujer de tu hermano no descubrir�s: es la desnudez de tu hermano. La desnudez de la mujer y de su hija no descubrir�s: no tomar�s la hija de su hijo, ni la hija de su hija, para descubrir su desnudez: son parientas, es maldad. No tomar�s mujer juntamente con su hermana, para hacerla su rival, descubriendo su desnudez delante de ella en su vida. Y no llegar�s � la mujer en el apartamiento de su inmundicia, para descubrir su desnudez. Adem�s, no tendr�s acto carnal con la mujer de tu pr�jimo, contamin�ndote en ella. Y no des de tu simiente para hacerla pasar por el fuego � Moloch; no contamines el nombre de tu Dios: Yo Jehov�. No te echar�s con var�n como con mujer: es abominaci�n. Ni con ning�n animal tendr�s ayuntamiento amancill�ndote con �l; ni mujer alguna se pondr� delante de animal para ayuntarse con �l: es confusi�n. En ninguna de estas cosas os amancillar�is; porque en todas estas cosas se han ensuciado las gentes que yo echo de delante de vosotros: Y la tierra fue contaminada; y yo visit� su maldad sobre ella, y la tierra vomit� sus moradores. Guardad, pues, vosotros mis estatutos y mis derechos, y no hag�is ninguna de todas estas abominaciones: ni el natural ni el extranjero que peregrina entre vosotros. (Porque todas estas abominaciones hicieron los hombres de la tierra, que fueron antes de vosotros, y la tierra fue contaminada:) Y la tierra no os vomitar�, por haberla contaminado, como vomit� � la gente que fu� antes de vosotros. Porque cualquiera que hiciere alguna de todas estas abominaciones, las personas que las hicieren, ser�n cortadas de entre su pueblo. Guardad, pues, mi ordenanza, no haciendo de las pr�cticas abominables que tuvieron lugar antes de vosotros, y no os ensuci�is en ellas: Yo Jehov� vuestro Dios. Lev�tico 19Y HABLO Jehov� � Mois�s, diciendo: Habla � toda la congregaci�n de los hijos de Israel, y diles: Santos ser�is, porque santo soy yo Jehov� vuestro Dios. Cada uno temer� � su madre y � su padre, y mis s�bados guardar�is: Yo Jehov� vuestro Dios. No os volver�is � los �dolos, ni har�is para vosotros dioses de fundici�n: Yo Jehov� vuestro Dios. Y cuando sacrificareis sacrificio de paces � Jehov�, de vuestra voluntad lo sacrificar�is. Ser� comido el d�a que lo sacrificareis, y el siguiente d�a: y lo que quedare para el tercer d�a, ser� quemado en el fuego. Y si se comiere el d�a tercero, ser� abominaci�n; no ser� acepto: Y el que lo comiere, llevar� su delito, por cuanto profan� lo santo de Jehov�; y la tal persona ser� cortada de sus pueblos. Cuando segareis la mies de vuestra tierra, no acabar�s de segar el rinc�n de tu haza, ni espigar�s tu tierra segada. Y no rebuscar�s tu vi�a, ni recoger�s los granos ca�dos de tu vi�a; para el pobre y para el extranjero los dejar�s: Yo Jehov� vuestro Dios. No hurtar�is, y no enga�ar�is, ni mentir�is ninguno � su pr�jimo. Y no jurar�is en mi nombre con mentira, ni profanar�s el nombre de tu Dios: Yo Jehov�. No oprimir�s � tu pr�jimo, ni le robar�s. No se detendr� el trabajo del jornalero en tu casa hasta la ma�ana. No maldigas al sordo, y delante del ciego no pongas tropiezo, mas tendr�s temor de tu Dios: Yo Jehov�. No har�s agravio en el juicio: no tendr�s respeto al pobre, ni honrar�s la cara del grande: con justicia juzgar�s � tu pr�jimo. No andar�s chismeando en tus pueblos. No te pondr�s contra la sangre de tu pr�jimo: Yo Jehov�. No aborrecer�s � tu hermano en tu coraz�n: ingenuamente reprender�s � tu pr�jimo, y no consentir�s sobre �l pecado. No te vengar�s, ni guardar�s rencor � los hijos de tu pueblo: mas amar�s � tu pr�jimo como � ti mismo: Yo Jehov�. Mis estatutos guardar�is. A tu animal no har�s ayuntar para misturas; tu haza no sembrar�s con mistura de semillas, y no te pondr�s vestidos con mezcla de diversas cosas. Y cuando un hombre tuviere c�pula con mujer, y ella fuere sierva desposada con alguno, y no estuviere rescatada, ni le hubiere sido dada libertad, ambos ser�n azotados: no morir�n, por cuanto ella no es libre. Y �l traer� � Jehov�, � la puerta del tabern�culo del testimonio, un carnero en expiaci�n por su culpa. Y con el carnero de la expiaci�n lo reconciliar� el sacerdote delante de Jehov�, por su pecado que cometi�: y se le perdonar� su pecado que ha cometido. Y cuando hubiereis entrado en la tierra, y plantareis todo �rbol de comer, quitar�is su prepucio, lo primero de su fruto: tres a�os os ser� incircunciso: su fruto no se comer�. Y el cuarto a�o todo su fruto ser� santidad de loores � Jehov�. Mas al quinto a�o comer�is el fruto de �l, para que os haga crecer su fruto: Yo Jehov� vuestro Dios. No comer�is cosa alguna con sangre. No ser�is agoreros, ni adivinar�is. No cortar�is en redondo las extremidades de vuestras cabezas, ni da�ar�s la punta de tu barba. Y no har�is rasgu�os en vuestra carne por un muerto, ni imprimir�is en vosotros se�al alguna: Yo Jehov�. No contaminar�s tu hija haci�ndola fornicar: porque no se prostituya la tierra, y se hincha de maldad. Mis s�bados guardar�is, y mi santuario tendr�is en reverencia: Yo Jehov�. No os volv�is � los encantadores y � los adivinos: no los consult�is ensuci�ndoos con ellos: Yo Jehov� vuestro Dios. Delante de las canas te levantar�s, y honrar�s el rostro del anciano, y de tu Dios tendr�s temor: Yo Jehov�. Y cuando el extranjero morare contigo en vuestra tierra, no le oprimir�is. Como � un natural de vosotros tendr�is al extranjero que peregrinare entre vosotros; y �malo como � ti mismo; porque peregrinos fuisteis en la tierra de Egipto: Yo Jehov� vuestro Dios. No hag�is agravio en juicio, en medida de tierra, ni en peso, ni en otra medida. Balanzas justas, pesas justas, epha justo, � hin justo tendr�is: Yo Jehov� vuestro Dios, que os saqu� de la tierra de Egipto. Guardad pues todos mis estatutos, y todos mis derechos, y ponedlos por obra: Yo Jehov�. Lev�tico 20Y HABLO Jehov� � Mois�s diciendo: Dir�s asimismo � los hijos de Israel: Cualquier var�n de los hijos de Israel, � de los extranjeros que peregrinan en Israel, que diere de su simiente � Moloch, de seguro morir�: el pueblo de la tierra lo apedrear� con piedras. Y yo pondr� mi rostro contra el tal var�n, y lo cortar� de entre su pueblo; por cuanto di� de su simiente � Moloch, contaminando mi santuario, y amancillando mi santo nombre. Que si escondiere el pueblo de la tierra sus ojos de aquel var�n que hubiere dado de su simiente � Moloch, para no matarle, Entonces yo pondr� mi rostro contra aquel var�n, y contra su familia, y le cortar� de entre su pueblo, con todos los que fornicaron en pos de �l, prostituy�ndose con Moloch. Y la persona que atendiere � encantadores � adivinos, para prostituirse tras de ellos, yo pondr� mi rostro contra la tal persona, y cortar�la de entre su pueblo. Santificaos, pues, y sed santos, porque yo Jehov� soy vuestro Dios. Y guardad mis estatutos, y ponedlos por obra: Yo Jehov� que os santifico. Porque var�n que maldijere � su padre � � su madre, de cierto morir�: � su padre � � su madre maldijo; su sangre ser� sobre �l. Y el hombre que adulterare con la mujer de otro, el que cometiere adulterio con la mujer de su pr�jimo, indefectiblemente se har� morir al ad�ltero y � la ad�ltera. Y cualquiera que se echare con la mujer de su padre, la desnudez de su padre descubri�; ambos han de ser muertos; su sangre ser� sobre ellos. Y cualquiera que durmiere con su nuera, ambos han de morir: hicieron confusi�n; su sangre ser� sobre ellos. Y cualquiera que tuviere ayuntamiento con var�n como con mujer, abominaci�n hicieron: entrambos han de ser muertos; sobre ellos ser� su sangre. Y el que tomare mujer y � la madre de ella, comete vileza: quemar�n en fuego � �l y � ellas, porque no haya vileza entre vosotros. Y cualquiera que tuviere c�pula con bestia, ha de ser muerto; y matar�is � la bestia. Y la mujer que se allegare � alg�n animal, para tener ayuntamiento con �l, � la mujer y al animal matar�s: morir�n infaliblemente; ser� su sangre sobre ellos. Y cualquiera que tomare � su hermana, hija de su padre � hija de su madre, y viere su desnudez, y ella viere la suya, cosa es execrable; por tanto ser�n muertos � ojos de los hijos de su pueblo: descubri� la desnudez de su hermana; su pecado llevar�. Y cualquiera que durmiere con mujer menstruosa, y descubriere su desnudez, su fuente descubri�, y ella descubri� la fuente de su sangre: ambos ser�n cortados de entre su pueblo. La desnudez de la hermana de tu madre, � de la hermana de tu padre, no descubrir�s: por cuanto descubri� su parienta, su iniquidad llevar�n. Y cualquiera que durmiere con la mujer del hermano de su padre, la desnudez del hermano de su padre descubri�; su pecado llevar�n; morir�n sin hijos. Y el que tomare la mujer de su hermano, es suciedad; la desnudez de su hermano descubri�; sin hijos ser�n. Guardad, pues, todos mis estatutos y todos mis derechos, y ponedlos por obra: y no os vomitar� la tierra, en la cual yo os introduzco para que habit�is en ella. Y no and�is en las pr�cticas de la gente que yo echar� de delante de vosotros: porque ellos hicieron todas estas cosas, y los tuve en abominaci�n. Empero � vosotros os he dicho: Vosotros poseer�is la tierra de ellos, y yo os la dar� para que la pose�is por heredad, tierra que fluye leche y miel: Yo Jehov� vuestro Dios, que os he apartado de los pueblos. Por tanto, vosotros har�is diferencia entre animal limpio � inmundo, y entre ave inmunda y limpia: y no ensuci�is vuestras personas en los animales, ni en las aves, ni en ninguna cosa que va arrastrando por la tierra, las cuales os he apartado por inmundas. Hab�is, pues, de serme santos, porque yo Jehov� soy santo, y os he apartado de los pueblos, para que se�is m�os. Y el hombre � la mujer en quienes hubiere esp�ritu phit�nico � de adivinaci�n, han de ser muertos: los apedrear�n con piedras; su sangre sobre ellos. Lev�tico 21Y JEHOVA dijo � Mois�s: Habla � los sacerdotes hijos de Aar�n, y diles que no se contaminen por un muerto en sus pueblos. Mas por su pariente cercano � s�, por su madre, � por su padre, � por su hijo, � por su hermano, O por su hermana virgen, � �l cercana, la cual no haya tenido marido, por ella se contaminar�. No se contaminar�, porque es pr�ncipe en sus pueblos, haci�ndose inmundo. No har�n calva en su cabeza, ni raer�n la punta de su barba, ni en su carne har�n rasgu�os. Santos ser�n � su Dios, y no profanar�n el nombre de su Dios; porque los fuegos de Jehov� y el pan de su Dios ofrecen: por tanto ser�n santos. Mujer ramera � infame no tomar�n: ni tomar�n mujer repudiada de su marido: porque es santo � su Dios. Lo santificar�s por tanto, pues el pan de tu Dios ofrece: santo ser� para ti, porque santo soy yo Jehov� vuestro santificador. Y la hija del var�n sacerdote, si comenzare � fornicar, � su padre amancilla: quemada ser� al fuego. Y el sumo sacerdote entre sus hermanos, sobre cuya cabeza fu� derramado el aceite de la unci�n, y que hinchi� su mano para vestir las vestimentas, no descubrir� su cabeza, ni romper� sus vestidos: Ni entrar� donde haya alguna persona muerta, ni por su padre, � por su madre se contaminar�. Ni saldr� del santuario, ni contaminar� el santuario de su Dios; porque la corona del aceite de la unci�n de su Dios est� sobre �l: Yo Jehov�. Y tomar� �l mujer con su virginidad. Viuda, � repudiada, � infame, � ramera, �stas no tomar�: mas tomar� virgen de sus pueblos por mujer. Y no amancillar� su simiente en sus pueblos; porque yo Jehov� soy el que los santifico. Y Jehov� habl� � Mois�s, diciendo: Habla � Aar�n, y dile: El var�n de tu simiente en sus generaciones, en el cual hubiere falta, no se allegar� para ofrecer el pan de su Dios. Porque ning�n var�n en el cual hubiere falta, se allegar�: var�n ciego, � cojo, � falto, � sobrado, O var�n en el cual hubiere quebradura de pie � rotura de mano, O corcobado, � laga�oso, � que tuviere nube en el ojo, � que tenga sarna, � empeine, � compa��n relajado; Ning�n var�n de la simiente de Aar�n sacerdote, en el cual hubiere falta, se allegar� para ofrecer las ofrendas encendidas de Jehov�. Hay falta en �l; no se allegar� � ofrecer el pan de su Dios. El pan de su Dios, de lo muy santo y las cosas santificadas, comer�. Empero no entrar� del velo adentro, ni se allegar� al altar, por cuanto hay falta en �l: y no profanar� mi santuario, porque yo Jehov� soy el que los santifico. Y Mois�s habl� esto � Aar�n, y � sus hijos, y � todos los hijos de Israel. Lev�tico 22Y HABLO Jehov� � Mois�s, diciendo: Di � Aar�n y � sus hijos, que se abstengan de las santificaciones de los hijos de Israel, y que no profanen mi santo nombre en lo que ellos me santifican: Yo Jehov�. Diles: Todo var�n de toda vuestra simiente en vuestras generaciones que llegare � las cosas sagradas, que los hijos de Israel consagran � Jehov�, teniendo inmundicia sobre s�, de delante de m� ser� cortada su alma: Yo Jehov�. Cualquier var�n de la simiente de Aar�n que fuere leproso, � padeciere flujo, no comer� de las cosas sagradas hasta que est� limpio: y el que tocare cualquiera cosa inmunda de mortecino, � el var�n del cual hubiere salido derramamiento de semen; O el var�n que hubiere tocado cualquier reptil, por el cual ser� inmundo, � hombre por el cual venga � ser inmundo, conforme � cualquiera inmundicia suya; La persona que lo tocare, ser� inmunda hasta la tarde, y no comer� de las cosas sagradas antes que haya lavado su carne con agua. Y cuando el sol se pusiere, ser� limpio; y despu�s comer� las cosas sagradas, porque su pan es. Mortecino ni despedazado por fiera no comer�, para contaminarse en ello: Yo Jehov�. Guarden, pues, mi ordenanza, y no lleven pecado por ello, no sea que as� mueran cuando la profanaren: Yo Jehov� que los santifico. Ning�n extra�o comer� cosa sagrada; el hu�sped del sacerdote, ni el jornalero, no comer� cosa sagrada. Mas el sacerdote, cuando comprare persona de su dinero, �sta comer� de ella, y el nacido en su casa: estos comer�n de su pan. Empero la hija del sacerdote, cuando se casare con var�n extra�o, ella no comer� de la ofrenda de las cosas sagradas. Pero si la hija del sacerdote fuere viuda, � repudiada, y no tuviere prole, y se hubiere vuelto � la casa de su padre, como en su mocedad, comer� del pan de su padre; mas ning�n extra�o coma de �l. Y el que por yerro comiere cosa sagrada, a�adir� � ella su quinto, y dar�lo al sacerdote con la cosa sagrada. No profanar�n, pues, las cosas santas de los hijos de Israel, las cuales apartan para Jehov�: Y no les har�n llevar la iniquidad del pecado, comiendo las cosas santas de ellos: porque yo Jehov� soy el que los santifico. Y habl� Jehov� � Mois�s, diciendo: Habla � Aar�n y � sus hijos, y � todos los hijos de Israel, y diles: Cualquier var�n de la casa de Israel, � de los extranjeros en Israel, que ofreciere su ofrenda por todos sus votos, y por todas sus voluntarias oblaciones que ofrecieren � Jehov� en holocausto; De vuestra voluntad ofrecer�is macho sin defecto de entre las vacas, de entre los corderos, � de entre las cabras. Ninguna cosa en que haya falta ofrecer�is, porque no ser� acepto por vosotros. Asimismo, cuando alguno ofreciere sacrificio de paces � Jehov� para presentar voto, � ofreciendo voluntariamente, sea de vacas � de ovejas, sin tacha ser� acepto; no ha de haber en �l falta. Ciego, � perniquebrado, � mutilado, � verrugoso, � sarnoso � ro�oso, no ofrecer�is �stos � Jehov�, ni de ellos pondr�is ofrenda encendida sobre el altar de Jehov�. Buey � carnero que tenga de m�s � de menos, podr�s ofrecer por ofrenda voluntaria; mas por voto no ser� acepto. Herido � magullado, rompido � cortado, no ofrecer�is � Jehov�, ni en vuestra tierra lo har�is. Y de mano de hijo de extranjero no ofrecer�is el pan de vuestro Dios de todas estas cosas; porque su corrupci�n est� en ellas: hay en ellas falta, no se os aceptar�n. Y habl� Jehov� � Mois�s, diciendo: El buey, � el cordero, � la cabra, cuando naciere, siete d�as estar� mamando de su madre: mas desde el octavo d�a en adelante ser� acepto para ofrenda de sacrificio encendido a Jehov�. Y sea buey � carnero, no degollar�is en un d�a � el y � su hijo. Y cuando sacrificareis sacrificio de hacimiento de gracias � Jehov�, de vuestra voluntad lo sacrificar�is. En el mismo d�a se comer�; no dejar�is de �l para otro d�a: Yo Jehov�. Guardad pues mis mandamientos, y ejecutadlos: Yo Jehov�. Y no amancill�is mi santo nombre, y yo me santificar� en medio de los hijos de Israel: Yo Jehov� que os santifico; Que os saqu� de la tierra de Egipto, para ser vuestro Dios: Yo Jehov�. Lev�tico 23Y HABLO Jehov� � Mois�s, diciendo: Habla � los hijos de Israel, y diles: Las solemnidades de Jehov�, las cuales proclamar�is santas convocaciones, aquestas ser�n mis solemnidades. Seis d�as se trabajar�, y el s�ptimo d�a s�bado de reposo ser�, convocaci�n santa: ninguna obra har�is; s�bado es de Jehov� en todas vuestras habitaciones. Estas son las solemnidades de Jehov�, las convocaciones santas, � las cuales convocar�is en sus tiempos. En el mes primero, � los catorce del mes, entre las dos tardes, pascua es de Jehov�. Y � los quince d�as de este mes es la solemnidad de los �zimos � Jehov�: siete d�as comer�is �zimos. El primer d�a tendr�is santa convocaci�n: ning�na obra servil har�is. Y ofrecer�is � Jehov� siete d�as ofrenda encendida: el s�ptimo d�a ser� santa convocaci�n; ninguna obra servil har�is. Y habl� Jehov� � Mois�s, diciendo: Habla � los hijos de Israel, y diles: Cuando hubiereis entrado en la tierra que yo os doy, y segareis su mies, traer�is al sacerdote un omer por primicia de los primeros frutos de vuestra siega; El cual mecer� el omer delante de Jehov�, para que se�is aceptos: el siguiente d�a del s�bado lo mecer� el sacerdote. Y el d�a que ofrezc�is el omer, ofrecer�is un cordero de un a�o, sin defecto, en holocausto � Jehov�. Y su presente ser� dos d�cimas de flor de harina amasada con aceite, ofrenda encendida � Jehov� en olor suav�simo; y su libaci�n de vino, la cuarta parte de un hin. Y no comer�is pan, ni grano tostado, ni espiga fresca, hasta este mismo d�a, hasta que hay�is ofrecido la ofrenda de vuestro Dios; estatuto perpetuo es por vuestras edades en todas vuestras habitaciones. Y os hab�is de contar desde el siguiente d�a del s�bado, desde el d�a en que ofrecisteis el omer de la ofrenda mecida; siete semanas cumplidas ser�n: Hasta el siguiente d�a del s�bado s�ptimo contar�is cincuenta d�as; entonces ofrecer�is nuevo presente a Jehov�. De vuestras habitaciones traer�is dos panes para ofrenda mecida, que ser�n de dos d�cimas de flor de harina, cocidos con levadura, por primicias � Jehov�. Y ofrecer�is con el pan siete corderos de un a�o sin defecto, y un becerro de la vacada y dos carneros: ser�n holocausto � Jehov�, con su presente y sus libaciones; ofrenda encendida de suave olor � Jehov�. Ofrecer�is adem�s un macho de cabr�o por expiaci�n; y dos corderos de un a�o en sacrificio de paces. Y el sacerdote los mecer� en ofrenda agitada delante de Jehov�, con el pan de las primicias, y los dos corderos: ser�n cosa sagrada de Jehov� para el sacerdote. Y convocar�is en este mismo d�a; os ser� santa convocaci�n: ninguna obra servil har�is: estatuto perpetuo en todas vuestras habitaciones por vuestras edades. Y cuando segareis la mies de vuestra tierra, no acabar�s de segar el rinc�n de tu haza, ni espigar�s tu siega; para el pobre, y para el extranjero la dejar�s: Yo Jehov� vuestro Dios. Y habl� Jehov� � Mois�s, diciendo: Habla � los hijos de Israel, y diles: En el mes s�ptimo, al primero del mes tendr�is s�bado, una conmemoraci�n al son de trompetas, y una santa convocaci�n. Ninguna obra servil har�is; y ofrecer�is ofrenda encendida � Jehov�. Y habl� Jehov� � Mois�s, diciendo: Empero � los diez de este mes s�ptimo ser� el d�a de las expiaciones: tendr�is santa convocaci�n, y afligir�is vuestras almas, y ofrecer�is ofrenda encendida � Jehov�. Ninguna obra har�is en este mismo d�a; porque es d�a de expiaciones, para reconciliaros delante de Jehov� vuestro Dios. Porque toda persona que no se afligiere en este mismo d�a, ser� cortada de sus pueblos. Y cualquiera persona que hiciere obra alguna en este mismo d�a, yo destruir� la tal persona de entre su pueblo. Ninguna obra har�is: estatuto perpetuo es por vuestras edades en todas vuestras habitaciones. S�bado de reposo ser� � vosotros, y afligir�is vuestras almas, comenzando � los nueve del mes en la tarde: de tarde � tarde holgar�is vuestro s�bado. Y habl� Jehov� � Mois�s, diciendo: Habla � los hijos de Israel, y diles: A los quince d�as de este mes s�ptimo ser� la solemnidad de las caba�as � Jehov� por siete d�as. El primer d�a habr� santa convocaci�n: ninguna obra servil har�is. Siete d�as ofrecer�is ofrenda encendida � Jehov�: el octavo d�a tendr�is santa convocaci�n, y ofrecer�is ofrenda encendida � Jehov�: es fiesta: ninguna obra servil har�is. Estas son las solemnidades de Jehov�, � las que convocar�is santas reuniones, para ofrecer ofrenda encendida a Jehov�, holocausto y presente, sacrificio y libaciones, cada cosa en su tiempo: Adem�s de los s�bados de Jehov� y adem�s de vuestros dones, y � m�s de todos vuestros votos, y adem�s de todas vuestras ofrendas voluntarias, que dar�is � Jehov�. Empero � los quince del mes s�ptimo, cuando hubiereis allegado el fruto de la tierra, har�is fiesta a Jehov� por siete d�as: el primer d�a ser� s�bado; s�bado ser� tambi�n el octavo d�a. Y tomar�is el primer d�a gajos con fruto de �rbol hermoso, ramos de palmas, y ramas de �rboles espesos, y sauces de los arroyos; y os regocijar�is delante de Jehov� vuestro Dios por siete d�as. Y le har�is fiesta � Jehov� por siete d�as cada un a�o; ser� estatuto perpetuo por vuestras edades; en el mes s�ptimo la har�is. En caba�as habitar�is siete d�as: todo natural de Israel habitar� en caba�as; Para que sepan vuestros descendientes que en caba�as hice yo habitar � los hijos de Israel, cuando los saqu� de la tierra de Egipto: Yo Jehov� vuestro Dios. As� habl� Mois�s � los hijos de Israel sobre las solemnidades de Jehov�. Lev�tico 24Y HABLO Jehov� � Mois�s, diciendo: Manda � los hijos de Israel que te traigan aceite de olivas claro, molido, para la luminaria, para hacer arder las l�mparas de continuo. Fuera del velo del testimonio, en el tabern�culo del testimonio, las aderezar� Aar�n desde la tarde hasta la ma�ana delante de Jehov�, de continuo: estatuto perpetuo por vuestras edades. Sobre el candelero limpio pondr� siempre en orden las l�mparas delante de Jehov�. Y tomar�s flor de harina, y cocer�s de ella doce tortas: cada torta ser� de dos d�cimas. Y has de ponerlas en dos �rdenes, seis en cada orden, sobre la mesa limpia delante de Jehov�. Pondr�s tambi�n sobre cada orden incienso limpio, y ser� para el pan por perfume, ofrenda encendida � Jehov�. Cada d�a de s�bado lo pondr� de continuo en orden delante de Jehov�, de los hijos de Israel por pacto sempiterno. Y ser� de Aar�n y de sus hijos, los cuales lo comer�n en el lugar santo; porque es cosa muy santa para �l, de las ofrendas encendidas � Jehov�, por fuero perpetuo. En aquella saz�n el hijo de una mujer Israelita, el cual era hijo de un Egipcio, sali� entre los hijos de Israel; y el hijo de la Israelita y un hombre de Israel ri�eron en el real: Y el hijo de la mujer Israelita pronunci� el Nombre, y maldijo: entonces le llevaron � Mois�s. Y su madre se llamaba Selomith, hija de Dribi, de la tribu de Dan. Y pusi�ronlo en la c�rcel, hasta que les fuese declarado por palabra de Jehov�. Y Jehov� habl� � Mois�s, diciendo: Saca al blasfemo fuera del real, y todos los que le oyeron pongan sus manos sobre la cabeza de �l, y apedr�elo toda la congregaci�n. Y � los hijos de Israel hablar�s, diciendo: Cualquiera que maldijere � su Dios, llevar� su iniquidad. Y el que blasfemare el nombre de Jehov�, ha de ser muerto; toda la congregaci�n lo apedrear�: as� el extranjero como el natural, si blasfemare el Nombre, que muera. Asimismo el hombre que hiere de muerte � cualquiera persona, que sufra la muerte. Y el que hiere � alg�n animal ha de restituirlo: animal por animal. Y el que causare lesi�n en su pr�jimo, seg�n hizo, as� le sea hecho: Rotura por rotura, ojo por ojo, diente por diente: seg�n la lesi�n que habr� hecho � otro, tal se har� � �l. El que hiere alg�n animal, ha de restituirlo; mas el que hiere de muerte � un hombre, que muera. Un mismo derecho tendr�is: como el extranjero, as� ser� el natural: porque yo soy Jehov� vuestro Dios. Y habl� Mois�s � los hijos de Israel, y ellos sacaron al blasfemo fuera del real, y apedre�ronlo con piedras. Y los hijos de Israel hicieron seg�n que Jehov� hab�a mandado � Mois�s. Lev�tico 25Y JEHOVA habl� � Mois�s en el monte de Sina�, diciendo: Habla � los hijos de Israel, y diles: Cuando hubiereis entrado en la tierra que yo os doy, la tierra har� s�bado � Jehov�. Seis a�os sembrar�s tu tierra, y seis a�os podar�s tu vi�a, y coger�s sus frutos; Y el s�ptimo a�o la tierra tendr� s�bado de holganza, s�bado � Jehov�: no sembrar�s tu tierra, ni podar�s tu vi�a. Lo que de suyo se naciere en tu tierra segada, no lo segar�s; y las uvas de tu vi�edo no vendimiar�s: a�o de holganza ser� � la tierra. Mas el s�bado de la tierra os ser� para comer � ti, y � tu siervo, y � tu sierva, y � tu criado, y � tu extranjero que morare contigo: Y � tu animal, y � la bestia que hubiere en tu tierra, ser� todo el fruto de ella para comer. Y te has de contar siete semanas de a�os, siete veces siete a�os; de modo que los d�as de las siete semanas de a�os vendr�n � serte cuarenta y nueve a�os. Entonces har�s pasar la trompeta de jubilaci�n en el mes s�ptimo � los diez del mes; el d�a de la expiaci�n har�is pasar la trompeta por toda vuestra tierra. Y santificar�is el a�o cincuenta, y pregonar�is libertad en la tierra � todos sus moradores: este os ser� jubileo; y volver�is cada uno � su posesi�n, y cada cual volver� � su familia. El a�o de los cincuenta a�os os ser� jubileo: no sembrar�is, ni segar�is lo que naciere de suyo en la tierra, ni vendimiar�is sus vi�edos: Porque es jubileo: santo ser� � vosotros; el producto de la tierra comer�is. En este a�o de jubileo volver�is cada uno � su posesi�n. Y cuando vendiereis algo � vuestro pr�jimo, � comprareis de mano de vuestro pr�jimo, no enga�e ninguno a su hermano: Conforme al n�mero de los a�os despu�s del jubileo comprar�s de tu pr�jimo; conforme al n�mero de los a�os de los frutos te vender� �l � ti. Conforme � la multitud de los a�os aumentar�s el precio, y conforme � la disminuci�n de los a�os disminuir�s el precio; porque seg�n el n�mero de los rendimientos te ha de vender �l. Y no enga�e ninguno � su pr�jimo; mas tendr�s temor de tu Dios: porque yo soy Jehov� vuestro Dios. Ejecutad, pues, mis estatutos, y guardad mis derechos, y ponedlos por obra, y habitar�is en la tierra seguros; Y la tierra dar� su fruto, y comer�is hasta hartura, y habitar�is en ella con seguridad. Y si dijereis: �Qu� comeremos el s�ptimo a�o? he aqu� no hemos de sembrar, ni hemos de coger nuestros frutos: Entonces yo os enviar� mi bendici�n el sexto a�o, y har� fruto por tres a�os. Y sembrar�is el a�o octavo, y comer�is del fruto a�ejo; hasta el a�o noveno, hasta que venga su fruto comer�is del a�ejo. Y la tierra no se vender� rematadamente, porque la tierra m�a es; que vosotros peregrinos y extranjeros sois para conmigo. Por tanto, en toda la tierra de vuestra posesi�n, otorgar�is redenci�n � la tierra. Cuando tu hermano empobreciere, y vendiere algo de su posesi�n, vendr� el rescatador, su cercano, y rescatar� lo que su hermano hubiere vendido. Y cuando el hombre no tuviere rescatador, si alcanzare su mano, y hallare lo que basta para su rescate; Entonces contar� los a�os de su venta, y pagar� lo que quedare al var�n � quien vendi�, y volver� � su posesi�n. Mas si no alcanzare su mano lo que basta para que vuelva � �l, lo que vendi� estar� en poder del que lo compr� hasta el a�o del jubileo; y al jubileo saldr�, y �l volver� � su posesi�n. Y el var�n que vendiere casa de morada en ciudad cercada, tendr� facultad de redimirla hasta acabarse el a�o de su venta: un a�o ser� el t�rmino de poderse redimir. Y si no fuere redimida dentro de un a�o entero, la casa que estuviere en la ciudad murada quedar� para siempre por de aquel que la compr�, y para sus descendientes: no saldr� en el jubileo. Mas las casas de las aldeas que no tienen muro alrededor, ser�n estimadas como una haza de tierra: tendr�n redenci�n, y saldr�n en el jubileo. Pero en cuanto � las ciudades de los Levitas, siempre podr�n redimir los Levitas las casas de las ciudades que poseyeren. Y el que comprare de los Levitas, saldr� de la casa vendida, � de la ciudad de su posesi�n, en el jubileo: por cuanto las casas de las ciudades de los Levitas es la posesi�n de ellos entre los hijos de Israel. Mas la tierra del ejido de sus ciudades no se vender�, porque es perpetua posesi�n de ellos. Y cuando tu hermano empobreciere, y se acogiere � ti, t� lo amparar�s: como peregrino y extranjero vivir� contigo. No tomar�s usura de �l, ni aumento; mas tendr�s temor de tu Dios, y tu hermano vivir� contigo. No le dar�s tu dinero � usura, ni tu vitualla � ganancia: Yo Jehov� vuestro Dios, que os saqu� de la tierra de Egipto, para daros la tierra de Cana�n, para ser vuestro Dios. Y cuando tu hermano empobreciere, estando contigo, y se vendiere � ti, no le har�s servir como siervo: Como criado, como extranjero estar� contigo; hasta el a�o del jubileo te servir�. Entonces saldr� de contigo, �l y sus hijos consigo, y volver� � su familia, y � la posesi�n de sus padres se restituir�. Porque son mis siervos, los cuales saqu� yo de la tierra de Egipto: no ser�n vendidos � manera de siervos. No te ense�orear�s de �l con dureza, mas tendr�s temor de tu Dios. As� tu siervo como tu sierva que tuvieres, ser�n de las gentes que est�n en vuestro alrededor: de ellos comprar�is siervos y siervas. Tambi�n comprar�is de los hijos de los forasteros que viven entre vosotros, y de los que del linaje de ellos son nacidos en vuestra tierra, que est�n con vosotros; los cuales tendr�is por posesi�n: Y los poseer�is por juro de heredad para vuestros hijos despu�s de vosotros, como posesi�n hereditaria; para siempre os servir�is de ellos; empero en vuestros hermanos los hijos de Israel, no os ense�orear�is cada uno sobre su hermano con dureza. Y si el peregrino � extranjero que est� contigo, adquiriese medios, y tu hermano que est� con �l empobreciere, y se vendiere al peregrino � extranjero que est� contigo, � � la raza de la familia del extranjero; Despu�s que se hubiere vendido, podr� ser rescatado: uno de sus hermanos lo rescatar�; O su t�o, � el hijo de su t�o lo rescatar�, � el cercano de su carne, de su linaje, lo rescatar�; � si sus medios alcanzaren, �l mismo se redimir�. Y contar� con el que lo compr�, desde el a�o que se vendi� � �l hasta el a�o del jubileo: y ha de apreciarse el dinero de su venta conforme al n�mero de los a�os, y se har� con �l conforme al tiempo de un criado asalariado. Si a�n fueren muchos a�os, conforme � ellos volver� para su rescate del dinero por el cual se vendi�. Y si quedare poco tiempo hasta el a�o del jubileo, entonces contar� con �l, y devolver� su rescate conforme � sus a�os. Como con tomado � salario anualmente har� con �l: no se ense�orear� en �l con aspereza delante de tus ojos. Mas si no se redimiere en esos a�os, en el a�o del jubileo saldr�, �l, y sus hijos con �l. Porque mis siervos son los hijos de Israel; son siervos m�os, � los cuales saqu� de la tierra de Egipto: Yo Jehov� vuestro Dios. Lev�tico 26NO har�is para vosotros �dolos, ni escultura, ni os levantar�is estatua, ni pondr�is en vuestra tierra piedra pintada para inclinaros � ella: porque yo soy Jehov� vuestro Dios. Guardad mis s�bados, y tened en reverencia mi santuario: Yo Jehov�. Si anduviereis en mis decretos, y guardareis mis mandamientos, y los pusiereis por obra; Yo dar� vuestra lluvia en su tiempo, cy la tierra rendir� sus producciones, y el �rbol del campo dar� su fruto; Y la trilla os alcanzar� � la vendimia, y la vendimia alcanzar� � la sementera, y comer�is vuestro pan en hartura y habitar�is seguros en vuestra tierra: Y yo dar� paz en la tierra, y dormir�is, y no habr� quien os espante: y har� quitar las malas bestias de vuestra tierra, y no pasar� por vuestro pa�s la espada: Y perseguir�is � vuestros enemigos, y caer�n � cuchillo delante de vosotros: Y cinco de vosotros perseguir�n � ciento, y ciento de vosotros perseguir�n � diez mil, y vuestros enemigos caer�n � cuchillo delante de vosotros. Porque yo me volver� � vosotros, y os har� crecer, y os multiplicar�, y afirmar� mi pacto con vosotros: Y comer�is lo a�ejo de mucho tiempo, y sacareis fuera lo a�ejo � causa de lo nuevo: Y pondr� mi morada en medio de vosotros, y mi alma no os abominar�: Y andar� entre vosotros, y yo ser� vuestro Dios, y vosotros ser�is mi pueblo. Yo Jehov� vuestro Dios, que os saqu� de la tierra de Egipto, para que no fueseis sus siervos; y romp� las coyundas de vuestro yugo, y os he hecho andar el rostro alto. Empero si no me oyereis, ni hiciereis todos estos mis mandamientos, Y si abominareis mis decretos, y vuestra alma menospreciare mis derechos, no ejecutando todos mis mandamientos, � invalidando mi pacto; Yo tambi�n har� con vosotros esto: enviar� sobre vosotros terror, extenuaci�n y calentura, que consuman los ojos y atormenten el alma: y sembrar�is en balde vuestra simiente, porque vuestros enemigos la comer�n: Y pondr� mi ira sobre vosotros, y ser�is heridos delante de vuestros enemigos; y los que os aborrecen se ense�orear�n de vosotros, y huir�is sin que haya quien os persiga. Y si aun con estas cosas no me oyereis, yo tornar� � castigaros siete veces m�s por vuestros pecados. Y quebrantar� la soberbia de vuestra fortaleza, y tornar� vuestro cielo como hierro, y vuestra tierra como metal: Y vuestra fuerza se consumir� en vano; que vuestra tierra no dar� su esquilmo, y los �rboles de la tierra no dar�n su fruto. Y si anduviereis conmigo en oposici�n, y no me quisiereis o�r, yo a�adir� sobre vosotros siete veces m�s plagas seg�n vuestros pecados. Enviar� tambi�n contra vosotros bestias fieras que os arrebaten los hijos, y destruyan vuestros animales, y os apoquen, y vuestros caminos sean desiertos. Y si con estas cosas no fuereis corregidos, sino que anduviereis conmigo en oposici�n, Yo tambi�n proceder� con vosotros, en oposici�n y os herir� a�n siete veces por vuestros pecados: Y traer� sobre vosotros espada vengadora, en vindicaci�n del pacto; y os recoger�is � vuestras ciudades; mas yo enviar� pestilencia entre vosotros, y ser�is entregados en mano del enemigo. Cuando yo os quebrantare el arrimo del pan, cocer�n diez mujeres vuestro pan en un horno, y os devolver�n vuestro pan por peso; y comer�is, y no os hartar�is. Y si con esto no me oyereis, mas procediereis conmigo en oposici�n, Yo proceder� con vosotros en contra y con ira, y os catigar� a�n siete veces por vuestros pecados. Y comer�is las carnes de vuestros hijos, y comer�is las carnes de vuestras hijas: Y destruir� vuestros altos, y talar� vuestras im�genes, y pondr� vuestros cuerpos muertos sobre los cuerpos muertos de vuestros �dolos, y mi alma os abominar�: Y pondr� vuestras ciudades en desierto, y asolar� vuestros santuarios, y no oler� la fragancia de vuestro suave perfume. Yo asolar� tambi�n la tierra, y se pasmar�n de ella vuestros enemigos que en ella moran: Y � vosotros os esparcir� por las gentes, y desenvainar� espada en pos de vosotros: y vuestra tierra estar� asolada, y yermas vuestras ciudades. Entonces la tierra holgar� sus s�bados todos los d�as que estuviere asolada, y vosotros en la tierra de vuestros enemigos: la tierra descansar� entonces y gozar� sus s�bados. Todo el tiempo que estar� asolada, holgar� lo que no holg� en vuestros s�bados mientras habitabais en ella. Y � los que quedaren de vosotros infundir� en sus corazones tal cobard�a, en la tierra de sus enemigos, que el sonido de una hoja movida los perseguir�, y huir�n como de cuchillo, y caer�n sin que nadie los persiga: Y tropezar�n los unos en los otros, como si huyeran delante de cuchillo, aunque nadie los persiga; y no podr�is resistir delante de vuestros enemigos. Y perecer�is entre las gentes, y la tierra de vuestros enemigos os consumir�. Y los que quedaren de vosotros decaer�n en las tierras de vuestros enemigos por su iniquidad; y por la iniquidad de sus padres decaer�n con ellos: Y confesar�n su iniquidad, y la iniquidad de sus padres, por su prevaricaci�n con que prevaricaron contra m�: y tambi�n porque anduvieron conmigo en oposici�n, Yo tambi�n habr� andado con ellos en contra, y los habr� metido en la tierra de sus enemigos: y entonces se humillar� su coraz�n incircunciso, y reconocer�n su pecado; Y yo me acordar� de mi pacto con Jacob, y asimismo de mi pacto con Isaac, y tambi�n de mi pacto con Abraham me acordar�; y har� memoria de la tierra. Que la tierra estar� desamparada de ellos, y holgar� sus s�bados, estando yerma � causa de ellos; mas entretanto se someter�n al castigo de sus iniquidades: por cuanto menospreciaron mis derechos, y tuvo el alma de ellos fastidio de mis estatutos. Y aun con todo esto, estando ellos en tierra de sus enemigos, yo no los desechar�, ni los abominar� para consumirlos, invalidando mi pacto con ellos: porque yo Jehov� soy su Dios: Antes me acordar� de ellos por el pacto antiguo, cuando los saqu� de la tierra de Egipto � los ojos de las gentes, para ser su Dios: Yo Jehov�. Estos son los decretos, derechos y leyes que estableci� Jehov� entre s� y los hijos de Israel en el monte de Sina� por mano de Mois�s. Lev�tico 27Y HABLO Jehov� � Mois�s, diciendo: Habla � los hijos de Israel, y diles: Cuando alguno hiciere especial voto � Jehov�, seg�n la estimaci�n de las personas que se hayan de redimir, as� ser� tu estimaci�n: En cuanto al var�n de veinte a�os hasta sesenta, tu estimaci�n ser� cincuenta siclos de plata, seg�n el siclo del santuario. Y si fuere hembra, la estimaci�n ser� treinta siclos. Y si fuere de cinco a�os hasta veinte, tu estimaci�n ser� respecto al var�n veinte siclos, y � la hembra diez siclos. Y si fuere de un mes hasta cinco a�os, tu estimaci�n ser� en orden al var�n, cinco siclos de plata; y por la hembra ser� tu estimaci�n tres siclos de plata. Mas si fuere de sesenta a�os arriba, por el var�n tu estimaci�n ser� quince siclos, y por la hembra diez siclos. Pero si fuere m�s pobre que tu estimaci�n, entonces comparecer� ante el sacerdote, y el sacerdote le pondr� tasa: conforme � la facultad del votante le impondr� tasa el sacerdote. Y si fuere animal de que se ofrece ofrenda � Jehov�, todo lo que se diere de el � Jehov� ser� santo. No ser� mudado ni trocado, bueno por malo, ni malo por bueno; y si se permutare un animal por otro, �l y el dado por �l en cambio ser�n sagrados. Y si fuere alg�n animal inmundo, de que no se ofrece ofrenda � Jehov�, entonces el animal ser� puesto delante del sacerdote: Y el sacerdote lo apreciar�, sea bueno � sea malo; conforme � la estimaci�n del sacerdote, as� ser�. Y si lo hubieren de redimir, a�adir�n su quinto sobre tu valuaci�n. Y cuando alguno santificare su casa consagr�ndola � Jehov�, la apreciar� el sacerdote, sea buena � sea mala: seg�n la apreciare el sacerdote, as� quedar�. Mas si el santificante redimiere su casa, a�adir� � tu valuaci�n el quinto del dinero de ella, y ser� suya. Y si alguno santificare de la tierra de su posesi�n � Jehov�, tu estimaci�n ser� conforme � su sembradura: un omer de sembradura de cebada se apreciar� en cincuenta siclos de plata. Y si santificare su tierra desde el a�o del jubileo, conforme � tu estimaci�n quedar�. Mas si despu�s del jubileo santificare su tierra, entonces el sacerdote har� la cuenta del dinero conforme � los a�os que quedaren hasta el a�o del jubileo, y se rebajar� de tu estimaci�n. Y si el que santific� la tierra quisiere redimirla, a�adir� � tu estimaci�n el quinto del dinero de ella, y quedar�se para �l. Mas si �l no redimiere la tierra, y la tierra se vendiere � otro, no la redimir� m�s; Sino que cuando saliere en el jubileo, la tierra ser� santa � Jehov�, como tierra consagrada: la posesi�n de ella ser� del sacerdote. Y si santificare alguno � Jehov� la tierra que �l compr�, que no era de la tierra de su herencia, Entonces el sacerdote calcular� con �l la suma de tu estimaci�n hasta el a�o del jubileo, y aquel d�a dar� tu se�alado precio, cosa consagrada � Jehov�. En el a�o del jubileo, volver� la tierra � aqu�l de quien �l la compr�, cuya es la herencia de la tierra. Y todo lo que apreciares ser� conforme al siclo del santuario: el siclo tiene veinte �bolos. Empero el primog�nito de los animales, que por la primogenitura es de Jehov�, nadie lo santificar�; sea buey � oveja, de Jehov� es. Mas si fuere de los animales inmundos, lo redimir�n conforme � tu estimaci�n, y a�adir�n sobre ella su quinto: y si no lo redimieren, se vender� conforme � tu estimaci�n. Pero ninguna cosa consagrada, que alguno hubiere santificado � Jehov� de todo lo que tuviere, de hombres y animales, y de las tierras de su posesi�n, no se vender�, ni se redimir�: todo lo consagrado ser� cosa sant�sima � Jehov�. Cualquier anatema (cosa consagrada) de hombres que se consagrare no ser� redimido: indefectiblemente ha de ser muerto. Y todas las d�cimas de la tierra, as� de la simiente de la tierra como del fruto de los �rboles, de Jehov� son: es cosa consagrada � Jehov�. Y si alguno quisiere redimir algo de sus d�cimas, a�adir� su quinto � ello. Y toda d�cima de vacas � de ovejas, de todo lo que pasa bajo la vara, la d�cima ser� consagrada � Jehov�. No mirar� si es bueno � malo, ni lo trocar�: y si lo trocare, ello y su trueque ser�n cosas sagradas; no se redimir�. Estos son los mandamientos que orden� Jehov� � Mois�s, para los hijos de Israel, en el monte de Sina�.
N�merosLA BIBLIA Versión Reina-Valera de 1909 �NDICE [1 | 2 | 3 | 4 | 5 | 6 | 7 | 8 | 9 | 10 | 11 | 12 | 13 | 14 | 15 | 16 | 17 | 18 | 19 | 20 | 21 | 22 | 23 | 24 | 25 | 26 | 27 | 28 | 29 | 30 | 31 | 32 | 33 | 34 | 35 | 36 ] N�meros 1Y HABLO Jehov� � Mois�s en el desierto de Sina�, en el tabern�culo del testimonio, en el primero del mes segundo, en el segundo a�o de su salida de la tierra de Egipto, diciendo: Tomad el encabezamiento de toda la congregaci�n de los hijos de Israel por sus familias, por las casas de sus padres, con la cuenta de los nombres, todos los varones por sus cabezas: De veinte a�os arriba, todos los que pueden salir � la guerra en Israel, los contar�is t� y Aar�n por sus cuadrillas. Y estar� con vosotros un var�n de cada tribu, cada uno cabeza de la casa de sus padres. Y estos son los nombres de los varones que estar�n con vosotros: De la tribu de Rub�n, Elisur hijo de Sedeur. De Sime�n, Selumiel hijo de Zurisaddai. De Jud�, Naas�n hijo de Aminadab. De Issach�r, Nathanael hijo de Suar. De Zabul�n, Eliab hijo de Hel�n. De los hijos de Jos�: de Ephraim, Elisama hijo de Ammiud; de Manas�s, Gamaliel hijo de Pedasur. De Benjam�n, Abid�n hijo de Gede�n. De Dan, Ahiezer hijo de Ammisaddai. De Aser, Phegiel hijo de Ocr�n. De Gad, Eliasaph hijo de Dehuel. De Nephtal�, Ahira hijo de En�n. Estos eran los nombrados de la congregaci�n, pr�ncipes de las tribus de sus padres, capitanes de los millares de Israel. Tom� pues Mois�s y Aar�n � estos varones que fueron declarados por sus nombres: Y juntaron toda la congregaci�n en el primero del mes segundo, y fueron reunidos sus linajes, por las casas de sus padres, seg�n la cuenta de los nombres, de veinte a�os arriba, por sus cabezas, Como Jehov� lo hab�a mandado � Mois�s; y cont�los en el desierto de Sina�. Y los hijos de Rub�n, primog�nito de Israel, por sus generaciones, por sus familias, por las casas de sus padres, conforme � la cuenta de los nombres por sus cabezas, todos los varones de veinte a�os arriba, todos los que pod�an salir � la guerra; Los contados de ellos, de la tribu de Rub�n, fueron cuarenta y seis mil y quinientos. De los hijos de Sime�n, por sus generaciones, por sus familias, por las casas de sus padres, los contados de ellos conforme � la cuenta de los nombres por sus cabezas, todos los varones de veinte a�os arriba, todos los que pod�an salir � la guerra; Los contados de ellos, de la tribu de Sime�n, cincuenta y nueve mil y trescientos. De los hijos de Gad, por sus generaciones, por sus familias, por las casas de sus padres, conforme � la cuenta de los nombres, de veinte a�os arriba, todos los que pod�an salir � la guerra; Los contados de ellos, de la tribu de Gad, cuarenta y cinco mil seiscientos y cincuenta. De los hijos de Jud�, por sus generaciones, por sus familias, por las casas de sus padres, conforme � la cuenta de los nombres, de veinte a�os arriba, todos los que pod�an salir � la guerra; Los contados de ellos, de la tribu de Jud�, setenta y cuatro mil y seiscientos. De los hijos de Issach�r, por sus generaciones, por sus familias, por las casas de sus padres, conforme � la cuenta de los nombres, de veinte a�os arriba, todos los que pod�an salir � la guerra; Los contados de ellos, de la tribu de Issach�r, cincuenta y cuatro mil y cuatrocientos. De los hijos de Zabul�n, por sus generaciones, por sus familias, por las casas de sus padres, conforme � la cuenta de sus nombres, de veinte a�os arriba, todos los que pod�an salir � la guerra; Los contados de ellos, de la tribu de Zabul�n, cincuenta y siete mil y cuatrocientos. De los hijos de Jos�: de los hijos de Ephraim, por sus generaciones, por sus familias, por las casas de sus padres, conforme � la cuenta de los nombres, de veinte a�os arriba, todos los que pod�an salir � la guerra; Los contados de ellos, de la tribu de Ephraim, cuarenta mil y quinientos. De los hijos de Manas�s, por sus generaciones, por sus familias, por las casas de sus padres, conforme � la cuenta de los nombres, de veinte a�os arriba, todos los que pod�an salir � la guerra; Los contados de ellos, de la tribu de Manas�s, treinta y dos mil y doscientos. De los hijos de Benjam�n, por sus generaciones, por sus familias, por las casas de sus padres, conforme � la cuenta de los nombres, de veinte a�os arriba, todos los que pod�an salir � la guerra; Los contados de ellos, de la tribu de Benjam�n, treinta y cinco mil y cuatrocientos. De los hijos de Dan, por sus generaciones, por sus familias, por las casas de sus padres, conforme � la cuenta de los nombres, de veinte a�os arriba, todos los que pod�an salir � la guerra; Los contados de ellos, de la tribu de Dan, sesenta y dos mil y setecientos. De los hijos de Aser, por sus generaciones, por sus familias, por las casas de sus padres, conforme � la cuenta de los nombres, de veinte a�os arriba, todos los que pod�an salir � la guerra. Los contados de ellos, de la tribu de Aser, cuarenta y un mil y quinientos. De los hijos de Nephtal�, por sus generaciones, por sus familias, por las casas de sus padres, conforme � la cuenta de los nombres, de veinte a�os arriba, todos los que pod�an salir � la guerra; Los contados de ellos, de la tribu de Nephtal�, cincuenta y tres mil y cuatrocientos. Estos fueron los contados, los cuales contaron Mois�s y Aar�n, con los pr�ncipes de Israel, que eran doce, uno por cada casa de sus padres. Y fueron todos los contados de los hijos de Israel por las casas de sus padres, de veinte a�os arriba, todos los que pod�an salir � la guerra en Israel; Fueron todos los contados seiscientos tres mil quinientos y cincuenta. Pero los Levitas no fueron contados entre ellos seg�n la tribu de sus padres. Porque habl� Jehov� � Mois�s, diciendo: Solamente no contar�s la tribu de Lev�, ni tomar�s la cuenta de ellos entre los hijos de Israel: Mas t� pondr�s � los Levitas en el tabern�culo del testimonio, y sobre todos sus vasos, y sobre todas las cosas que le pertenecen: ellos llevar�n el tabern�culo y todos sus vasos, y ellos servir�n en �l, y asentar�n sus tiendas alrededor del tabern�culo. Y cuando el tabern�culo partiere, los Levitas lo desarmar�n; y cuando el tabern�culo parare, los Levitas lo armar�n: y el extra�o que se llegare, morir�. Y los hijos de Israel asentar�n sus tiendas cada uno en su escuadr�n, y cada uno junto � su bandera, por sus cuadrillas; Mas los Levitas asentar�n las suyas alrededor del tabern�culo del testimonio, y no habr� ira sobre la congregac�on de los hijos de Israel: y los Levitas tendr�n la guarda del tabern�culo del testimonio. E hicieron los hijos de Israel conforme � todas las cosas que mand� Jehov� � Mois�s; as� lo hicieron. N�meros 2Y HABLO Jehov� � Mois�s y � Aar�n, diciendo: Los hijos de Israel acampar�n cada uno junto � su bandera, seg�n las ense�as de las casas de sus padres; alrededor del tabern�culo del testimonio acampar�n. Estos acampar�n al levante, al oriente: la bandera del ej�rcito de Jud�, por sus escuadrones; y el jefe de los hijos de Jud�, Naas�n hijo de Aminadab: Su hueste, con los contados de ellos, setenta y cuatro mil y seiscientos. Junto � �l acampar�n los de la tribu de Issach�r: y el jefe de los hijos de Issach�r, Nathanael hijo de Suar; Y su hueste, con sus contados, cincuenta y cuatro mil y cuatrocientos: Y la tribu de Zabul�n: y el jefe de los hijos de Zabul�n, Eliab hijo de Hel�n; Y su hueste, con sus contados, cincuenta y siete mil y cuatrocientos. Todos los contados en el ej�rcito de Jud�, ciento ochenta y seis mil y cuatrocientos, por sus escuadrones, ir�n delante. La bandera del ej�rcito de Rub�n al mediod�a, por sus escuadrones: y el jefe de los hijos de Rub�n, Elisur hijo de Sedeur; Y su hueste, sus contados, cuarenta y seis mil y quinientos. Y acampar�n junto � �l los de la tribu de Sime�n: y el jefe de los hijos de Sime�n, Selumiel hijo de Zurisaddai; Y su hueste, con los contados de ellos, cincuenta y nueve mil y trescientos: Y la tribu de Gad: y el jefe de los hijos de Gad, Eliasaph hijo de Rehuel; Y su hueste, con los contados de ellos, cuarenta y cinco mil seiscientos y cincuenta. Todos los contados en el ej�rcito de Rub�n, ciento cincuenta y un mil cuatrocientos y cincuenta, por sus escuadrones, ir�n los segundos. Luego ir� el tabern�culo del testimonio, el campo de los Levitas en medio de los ej�rcitos: de la manera que asientan el campo, as� caminar�n, cada uno en su lugar, junto � sus banderas. La bandera del ej�rcito de Ephraim por sus escuadrones, al occidente: y el jefe de los hijos de Ephraim, Elisama hijo de Ammiud; Y su hueste, con los contados de ellos, cuarenta mil y quinientos. Junto � �l estar� la tribu de Manas�s; y el jefe de los hijos de Manas�s, Gamaliel hijo de Pedasur; Y su hueste, con los contados de ellos, treinta y dos mil y doscientos: Y la tribu de Benjam�n: y el jefe de los hijos de Benjam�n, Abid�n hijo de Gede�n; Y su hueste, con los contados de ellos, treinta y cinco mil y cuatrocientos. Todos los contados en el ej�rcito de Ephraim, ciento ocho mil y ciento, por sus escuadrones, ir�n los terceros. La bandera del ej�rcito de Dan estar� al aquil�n, por sus escuadrones: y el jefe de los hijos de Dan, Ahiezer hijo de Amisaddai; Y su hueste, con los contados de ellos, sesenta y dos mil y setecientos. Junto � �l acampar�n los de la tribu de Aser: y el jefe de los hijos de Aser, Phegiel hijo de Ocr�n; Y su hueste, con los contados de ellos, cuarenta y un mil y quinientos: Y la tribu de Nephtal�: y el jefe de los hijos de Nephtal�, Ahira hijo de En�n; Y su hueste, con los contados de ellos, cincuenta y tres mil y cuatrocientos. Todos los contados en el ej�rcito de Dan, ciento cincuenta y siete mil y seiscientos: ir�n los postreros tras sus banderas. Estos son los contados de los hijos de Israel, por las casas de sus padres: todos los contados por ej�rcitos, por sus escuadrones, seiscientos tres mil quinientos y cincuenta. Mas los Levitas no fueron contados entre los hijos de Israel; como Jehov� lo mand� � Mois�s. E hicieron los hijos de Israel conforme � todas las cosas que Jehov� mand� � Mois�s; as� asentaron el campo por sus banderas, y as� marcharon cada uno por sus familias, seg�n las casas de sus padres. N�meros 3Y ESTAS son las generaciones de Aar�n y de Mois�s, desde que Jehov� habl� � Mois�s en el monte de Sina�. Y estos son los nombres de los hijos de Aar�n: Nadab el primog�nito, y Abi�, Eleazar, � Ithamar. Estos son los nombres de los hijos de Aar�n, sacerdotes ungidos; cuyas manos �l hinchi� para administrar el sacerdocio. Mas Nadab y Abi� murieron delante de Jehov�, cuando ofrecieron fuego extra�o delante de Jehov�, en el desierto de Sina�: y no tuvieron hijos: y Eleazar � Ithamar ejercieron el sacerdocio delante de Aar�n su padre. Y Jehov� habl� � Mois�s, diciendo: Haz llegar � la tribu de Lev�, y hazla estar delante del sacerdote Aar�n, para que le ministren; Y desempe�en su cargo, y el cargo de toda la congregaci�n delante del tabern�culo del testimonio, para servir en el ministerio del tabern�culo; Y guarden todas las alhajas del tabern�culo del testimonio, y lo encargado � ellos de los hijos de Israel, y ministren en el servicio del tabern�culo. Y dar�s los Levitas � Aar�n y � sus hijos: le son enteramente dados de entre los hijos de Israel. Y constituir�s � Aar�n y � sus hijos, para que ejerzan su sacerdocio: y el extra�o que se llegare, morir�. Y habl� Jehov� � Mois�s, diciendo: Y he aqu� yo he tomado los Levitas de entre los hijos de Israel en lugar de todos los primog�nitos que abren la matriz entre los hijos de Israel; ser�n pues m�os los Levitas: Porque m�o es todo primog�nito; desde el d�a que yo mat� todos los primog�nitos en la tierra de Egipto, yo santifiqu� � m� todos los primog�nitos en Israel, as� de hombres como de animales: m�os ser�n: Yo Jehov�. Y Jehov� habl� � Mois�s en el desierto de Sina�, diciendo: Cuenta los hijos de Lev� por las casas de sus padres, por sus familias: contar�s todos los varones de un mes arriba. Y Mois�s los cont� conforme � la palabra de Jehov�, como le fu� mandado. Y los hijos de Lev� fueron estos por sus nombres: Gers�n, y Coath, y Merari. Y los nombres de los hijos de Gers�n, por sus familias, estos: Libni, y Simei. Y los hijos de Coath, por sus familias: Amram, � Izhar, y Hebr�n, y Uzziel. Y los hijos de Merari, por sus familias: Mahali, y Musi. Estas, las familias de Lev�, por las casas de sus padres. De Gers�n, la familia de Libni y la de Simei: estas son las familias de Gers�n. Los contados de ellos conforme � la cuenta de todos los varones de un mes arriba, los contados de ellos, siete mil y quinientos. Las familias de Gers�n asentar�n sus tiendas � espaldas del tabern�culo, al occidente; Y el jefe de la casa del padre de los Gersonitas, Eliasaph hijo de Lael. A cargo de los hijos de Gers�n, en el tabern�culo del testimonio, estar� el tabern�culo, y la tienda, y su cubierta, y el pabell�n de la puerta del tabern�culo del testimonio, Y las cortinas del atrio, y el pabell�n de la puerta del atrio, que est� junto al tabern�culo y junto al altar alrededor; asimismo sus cuerdas para todo su servicio. Y de Coath, la familia Amram�tica, y la familia Izehar�tica, y la familia Hebron�tica, y la familia Oziel�tica: estas son las familias Coathitas. Por la cuenta de todos los varones de un mes arriba, eran ocho mil y seiscientos, que ten�an la guarda del santuario. Las familias de los hijos de Coath acampar�n al lado del tabern�culo, al mediod�a; Y el jefe de la casa del padre de las familias de Coath, Elisaph�n hijo de Uzziel. Y � cargo de ellos estar� el arca, y la mesa, y el candelero, y los altares, y los vasos del santuario con que ministran, y el velo, con todo su servicio. Y el principal de los jefes de los Levitas ser� Eleazar, hijo de Aar�n el sacerdote, prep�sito de los que tienen la guarda del santuario. De Merari, la familia Mahal�tica y la familia Mus�tica: estas son las familias de Merari. Y los contados de ellos conforme � la cuenta de todos los varones de un mes arriba, fueron seis mil y doscientos. Y el jefe de la casa del padre de las familias de Merari, Suriel hijo de Abihail: acampar�n al lado del tabern�culo, al aquil�n. Y � cargo de los hijos de Merari estar� la custodia de las tablas del tabern�culo, y sus barras, y sus columnas, y sus basas, y todos sus enseres, con todo su servicio: Y las columnas en derredor del atrio, y sus basas, y sus estacas, y sus cuerdas. Y los que acampar�n delante del tabern�culo al oriente, delante del tabern�culo del testimonio al levante, ser�n Mois�s, y Aar�n y sus hijos, teniendo la guarda del santuario en lugar de los hijos de Israel: y el extra�o que se acercare, morir�. Todos los contados de los Levitas, que Mois�s y Aar�n conforme � la palabra de Jehov� contaron por sus familias, todos los varones de un mes arriba, fueron veinte y dos mil. Y Jehov� dijo � Mois�s: Cuenta todos los primog�nitos varones de los hijos de Israel de un mes arriba, y toma la cuenta de los nombres de ellos. Y tomar�s los Levitas para m�, yo Jehov�, en lugar de todos los primog�nitos de los hijos de Israel: y los animales de los Levitas en lugar de todos los primog�nitos de los animales de los hijos de Israel. Y cont� Mois�s, como Jehov� le mand�, todos los primog�nitos de los hijos de Israel. Y todos los primog�nitos varones, conforme � la cuenta de los nombres, de un mes arriba, los contados de ellos fueron veinte y dos mil doscientos setenta y tres. Y habl� Jehov� � Mois�s, diciendo: Toma los Levitas en lugar de todos los primog�nitos de los hijos de Israel, y los animales de los Levitas en lugar de sus animales; y los Levitas ser�n m�os: Yo Jehov�. Y por los rescates de los doscientos y setenta y tres, que sobrepujan � los Levitas los primog�nitos de los hijos de Israel; Tomar�s cinco siclos por cabeza; conforme al siclo del santuario tomar�s: el siclo tiene veinte �bolos: Y dar�s � Aar�n y � sus hijos el dinero por los rescates de los que de ellos sobran. Tom�, pues, Mois�s el dinero del rescate de los que resultaron de m�s de los redimidos por los Levitas: Y recibi� de los primog�nitos de los hijos de Israel en dinero, mil trescientos sesenta y cinco siclos, conforme al siclo del santuario. Y Mois�s di� el dinero de los rescates � Aar�n y � sus hijos, conforme al dicho de Jehov�, seg�n que Jehov� hab�a mandado � Mois�s. N�meros 4Y HABLO Jehov� � Mois�s y � Aar�n, diciendo: Toma la cuenta de los hijos de Coath de entre los hijos de Lev�, por sus familias, por las casas de sus padres, De edad de treinta a�os arriba hasta cincuenta a�os, todos los que entran en compa��a, para hacer servicio en el tabern�culo del testimonio. Este ser� el oficio de los hijos de Coath en el tabern�culo del testimonio, en el lugar sant�simo: Cuando se hubiere de mudar el campo, vendr�n Aar�n y sus hijos, y desarmar�n el velo de la tienda, y cubrir�n con �l el arca del testimonio: Y pondr�n sobre ella la cubierta de pieles de tejones, y extender�n encima el pa�o todo de c�rdeno, y le pondr�n sus varas. Y sobre la mesa de la proposici�n extender�n el pa�o c�rdeno, y pondr�n sobre ella las escudillas, y las cucharas, y las copas, y los tazones para libar: y el pan continuo estar� sobre ella. Y extender�n sobre ella el pa�o de carmes� colorado, y lo cubrir�n con la cubierta de pieles de tejones; y le pondr�n sus varas. Y tomar�n un pa�o c�rdeno, y cubrir�n el candelero de la luminaria; y sus candilejas, y sus despabiladeras, y sus platillos, y todos sus vasos del aceite con que se sirve; Y lo pondr�n con todos sus vasos en una cubierta de pieles de tejones, y lo colocar�n sobre unas parihuelas. Y sobre el altar de oro extender�n el pa�o c�rdeno, y le cubrir�n con la cubierta de pieles de tejones, y le pondr�n sus varales. Y tomar�n todos los vasos del servicio, de que hacen uso en el santuario, y los pondr�n en un pa�o c�rdeno, y los cubrir�n con una cubierta de pieles de tejones, y los colocar�n sobre unas parihuelas. Y quitar�n la ceniza del altar, y extender�n sobre �l un pa�o de p�rpura: Y pondr�n sobre �l todos sus instrumentos de que se sirve: las paletas, los garfios, los braseros, y los tazones, todos los vasos del altar; y extender�n sobre �l la cubierta de pieles de tejones, y le pondr�n adem�s las varas. Y en acabando Aar�n y sus hijos de cubrir el santuario y todos los vasos del santuario, cuando el campo se hubiere de mudar, vendr�n despu�s de ello los hijos de Coath para conducir: mas no tocar�n cosa santa, que morir�n. Estas ser�n las cargas de los hijos de Coath en el tabern�culo del testimonio. Empero al cargo de Eleazar, hijo de Aar�n el sacerdote, estar� el aceite de la luminaria, y el perfume arom�tico, y el presente continuo, y el aceite de la unci�n; el cargo de todo el tabern�culo, y de todo lo que est� en �l, en el santuario, y en sus vasos. Y habl� Jehov� � Mois�s y � Aar�n, diciendo: No cortar�is la tribu de las familias de Coath de entre los Levitas; Mas esto har�is con ellos, para que vivan, y no mueran cuando llegaren al lugar sant�simo: Aar�n y sus hijos vendr�n y los pondr�n � cada uno en su oficio, y en su cargo. No entrar�n para ver, cuando cubrieren las cosas santas; que morir�n. Y habl� Jehov� � Mois�s diciendo: Toma tambi�n la cuenta de los hijos de Gers�n por las casas de sus padres, por sus familias. De edad de treinta a�os arriba hasta cincuenta a�os los contar�s; todos los que entran en compa��a, para hacer servicio en el tabren�culo del testimonio. Este ser� el oficio de las familias de Gers�n, para ministrar y para llevar: Llevar�n las cortinas del tabern�culo, y el tabern�culo del testimonio, su cubierta, y la cubierta de pieles de tejones que est� sobre �l encima, y el pabell�n de la puerta del tabern�culo del testimonio, Y las cortinas del atrio, y el pabell�n de la puerta del atrio, que est� cerca del tabern�culo y cerca del altar alrededor, y sus cuerdas, y todos los instrumentos de su servicio, y todo lo que ser� hecho para ellos: as� servir�n. Seg�n la orden de Aar�n y de sus hijos ser� todo el ministerio de los hijos de Gers�n en todos sus cargos, y en todo su servicio: y les encomendar�is en guarda todos sus cargos. Este es el servicio de las familias de los hijos de Gers�n en el tabern�culo del testimonio: y el cargo de ellos estar� bajo la mano de Ithamar, hijo de Aar�n el sacerdote. Contar�s los hijos de Merari por sus familias, por las casas de sus padres. Desde el de edad de treinta a�os arriba hasta el de cincuenta a�os, los contar�s; todos los que entran en compa��a, para hacer servicio en el tabern�culo del testimonio. Y este ser� el deber de su cargo para todo su servicio en el tabern�culo del testimonio: las tablas del tabern�culo, y sus barras, y sus columnas, y sus basas, Y las columnas del atrio alrededor, y sus basas, y sus estacas, y sus cuerdas con todos sus instrumentos, y todo su servicio; y contar�is por sus nombres todos los vasos de la guarda de su cargo. Este ser� el servicio de las familias de los hijos de Merari para todo su ministerio en el tabern�culo del testimonio, bajo la mano de Ithamar, hijo de Aar�n el sacerdote. Mois�s, pues, y Aar�n, y los jefes de la congregaci�n, contaron los hijos de Coath por sus familias, y por las casas de sus padres, Desde el de edad de treinta a�os arriba hasta el de edad de cincuenta a�os; todos los que entran en compa��a, para ministrar en el tabern�culo del testimonio. Y fueron los contados de ellos por sus familias, dos mil setecientos y cincuenta. Estos fueron los contados de las familias de Coath, todos los que ministran en el tabern�culo del testimonio, los cuales contaron Mois�s y Aar�n, como lo mand� Jehov� por mano de Mois�s. Y los contados de los hijos de Gers�n, por sus familias, y por las casas de sus padres, Desde el de edad de treinta a�os arriba hasta el de edad de cincuenta a�os, todos los que entran en compa��a, para ministrar en el tabern�culo del testimonio; Los contados de ellos por sus familias, por las casas de sus padres, fueron dos mil seiscientos y treinta. Estos son los contados de las familias de los hijos de Gers�n, todos los que ministran en el tabern�culo del testimonio, los cuales contaron Mois�s y Aar�n por mandato de Jehov�. Y los contados de las familias de los hijos de Merari, por sus familias, por las casas de sus padres, Desde el de edad de treinta a�os arriba hasta el de edad de cincuenta a�os, todos los que entran en compa��a, para ministrar en el tabern�culo del testimonio; Los contados de ellos, por sus familias, fueron tres mil y doscientos. Estos fueron los contados de las familias de los hijos de Merari, los cuales contaron Mois�s y Aar�n, seg�n lo mand� Jehov� por mano de Mois�s. Todos los contados de los Levitas, que Mois�s y Aar�n y los jefes de Israel contaron por sus familias, y por las casas de sus padres, Desde el de edad de treinta a�os arriba hasta el de edad de cincuenta a�os, todos los que entraban para ministrar en el servicio, y tener cargo de obra en el tabern�culo del testimonio; Los contados de ellos fueron ocho mil quinientos y ochenta, Como lo mand� Jehov� por mano de Mois�s fueron contados, cada uno seg�n su oficio, y seg�n su cargo; los cuales cont� �l, como le fu� mandado. N�meros 5Y JEHOVA habl� � Mois�s, diciendo: Manda � los hijos de Israel que echen del campo � todo leproso, y � todos los que padecen flujo de semen, y � todo contaminado sobre muerto: As� hombres como mujeres echar�is, fuera del campo los echar�is; porque no contaminen el campo de aquellos entre los cuales yo habito. E hici�ronlo as� los hijos de Israel, que los echaron fuera del campo: como Jehov� dijo � Mois�s, as� lo hicieron los hijos de Israel. Adem�s habl� Jehov� � Mois�s, diciendo: Habla � los hijos de Israel: El hombre � la mujer que cometiere alguno de todos los pecados de los hombres, haciendo prevaricaci�n contra Jehov�, y delinquiere aquella persona; Confesar�n su pecado que cometieron, y compensar�n su ofensa enteramente, y a�adir�n su quinto sobre ello, y lo dar�n � aquel contra quien pecaron. Y si aquel hombre no tuviere pariente al cual sea resarcida la ofensa, dar�se la indemnizaci�n del agravio � Jehov�, al sacerdote, � m�s del carnero de las expiaciones, con el cual har� expiaci�n por �l. Y toda ofrenda de todas las cosas santas que los hijos de Israel presentaren al sacerdote, suya ser�. Y lo santificado de cualquiera ser� suyo: asimismo lo que cualquiera diere al sacerdote, suyo ser�. Y Jehov� habl� � Mois�s, diciendo: Habla � los hijos de Israel, y diles: Cuando la mujer de alguno se desmandare, � hiciere traici�n contra �l, Que alguno se hubiere echado con ella en carnal ayuntamiento, y su marido no lo hubiese visto por haberse ella contaminado ocultamente, ni hubiere testigo contra ella, ni ella hubiere sido cogida en el acto; Si viniere sobre �l esp�ritu de celo, y tuviere celos de su mujer, habi�ndose ella contaminado; � viniere sobre �l esp�ritu de celo, y tuviere celos de su mujer, no habi�ndose ella contaminado; Entonces el marido traer� su mujer al sacerdote, y traer� su ofrenda con ella, la d�cima de un epha de harina de cebada; no echar� sobre ella aceite, ni pondr� sobre ella incienso: porque es presente de celos, presente de recordaci�n, que trae en memoria pecado. Y el sacerdote la har� acercar, y la har� poner delante de Jehov�. Luego tomar� el sacerdote del agua santa en un vaso de barro: tomar� tambi�n el sacerdote del polvo que hubiere en el suelo del tabern�culo, y echar�lo en el agua. Y har� el sacerdote estar en pie � la mujer delante de Jehov�, y descubrir� la cabeza de la mujer, y pondr� sobre sus manos el presente de la recordaci�n, que es el presente de celos: y el sacerdote tendr� en la mano las aguas amargas que acarrean maldici�n. Y el sacerdote la conjurar�, y le dir�: Si ninguno hubiere dormido contigo, y si no te has apartado de tu marido � inmundicia, libre seas de estas aguas amargas que traen maldici�n: Mas si te has descarriado de tu marido, y te has amancillado, y alguno hubiere tenido coito contigo, fuera de tu marido: (El sacerdote conjurar� � la mujer con juramento de maldici�n, y dir� � la mujer): Jehov� te d� en maldici�n y en conjuraci�n en medio de tu pueblo, haciendo Jehov� � tu muslo que caiga, y � tu vientre que se te hinche; Y estas aguas que dan maldici�n entren en tus entra�as, y hagan hinchar tu vientre, y caer tu muslo. Y la mujer dir�: Am�n, am�n. Y el sacerdote escribir� estas maldiciones en un libro, y las borrar� con las aguas amargas: Y dar� � beber � la mujer las aguas amargas que traen maldici�n; y las aguas que obran maldici�n entrar�n en ella por amargas. Despu�s tomar� el sacerdote de la mano de la mujer el presente de los celos, y mecer�lo delante de Jehov�, y lo ofrecer� delante del altar: Y tomar� el sacerdote un pu�ado del presente, en memoria de ella, y lo quemar� sobre el altar, y despu�s dar� � beber las aguas � la mujer. Dar�le pues � beber las aguas; y ser�, que si fuere inmunda y hubiere hecho traici�n contra su marido, las aguas que obran maldici�n entrar�n en ella en amargura, y su vientre se hinchar�, y caer� su muslo; y la mujer ser� por maldici�n en medio de su pueblo. Mas si la mujer no fuere inmunda, sino que estuviere limpia, ella ser� libre, y ser� fecunda. Esta es la ley de los celos, cuando la mujer hiciere traici�n � su marido, y se amancillare; O del marido, sobre el cual pasare esp�ritu de celo, y tuviere celos de su mujer: presentar�la entonces delante de Jehov�, y el sacerdote ejecutar� en ella toda esta ley. Y aquel var�n ser� libre de iniquidad, y la mujer llevar� su pecado. N�meros 6Y HABLO Jehov� � Mois�s, diciendo: Habla � los hijos de Israel, y diles: El hombre, � la mujer, cuando se apartare haciendo voto de Nazareo, para dedicarse � Jehov�, Se abstendr� de vino y de sidra; vinagre de vino, ni vinagre de sidra no beber�, ni beber� alg�n licor de uvas, ni tampoco comer� uvas frescas ni secas. Todo el tiempo de su nazareato, de todo lo que se hace de vid de vino, desde los granillos hasta el hollejo, no comer�. Todo el tiempo del voto de su nazareato no pasar� navaja sobre su cabeza, hasta que sean cumplidos los d�as de su apartamiento � Jehov�: santo ser�; dejar� crecer las guedejas del cabello de su cabeza. Todo el tiempo que se apartar� � Jehov�, no entrar� � persona muerta. Por su padre, ni por su madre, por su hermano, ni por su hermana, no se contaminar� con ellos cuando murieren; porque consagraci�n de su Dios tiene sobre su cabeza. Todo el tiempo de su nazareato, ser� santo � Jehov�. Y si alguno muriere muy de repente junto � el, contaminar� la cabeza de su nazareato; por tanto el d�a de su purificac�on raer� su cabeza; al s�ptimo d�a la raer�. Y el d�a octavo traer� dos t�rtolas � dos palominos al sacerdote, � la puerta del tabern�culo del testimonio; Y el sacerdote har� el uno en expiaci�n, y el otro en holocausto: y expiar�lo de lo que pec� sobre el muerto, y santificar� su cabeza en aquel d�a. Y consagrar� � Jehov� los d�as de su nazareato, y traer� un cordero de un a�o en expiaci�n por la culpa; y los d�as primeros ser�n anulados, por cuanto fu� contaminado su nazareato. Esta es, pues, la ley del Nazareo el d�a que se cumpliere el tiempo de su nazareato: Vendr� � la puerta del tabern�culo del testimonio; Y ofrecer� su ofrenda � Jehov�, un cordero de un a�o sin tacha en holocausto, y una cordera de un a�o sin defecto en expiaci�n, y un carnero sin defecto por sacrificio de paces: Adem�s un canastillo de cence�as, tortas de flor de harina amasadas con aceite, y hojaldres cence�as untadas con aceite, y su presente, y sus libaciones. Y el sacerdote lo ofrecer� delante de Jehov�, y har� su expiaci�n y su holocausto: Y ofrecer� el carnero en sacrificio de paces � Jehov�, con el canastillo de las cence�as; ofrecer� asimismo el sacerdote su presente, y sus libaciones. Entonces el Nazareo raer� � la puerta del tabern�culo del testimonio la cabeza de su nazareato, y tomar� los cabellos de la cabeza de su nazareato, y los pondr� sobre el fuego que est� debajo del sacrificio de las paces. Despu�s tomar� el sacerdote la espaldilla cocida del carnero, y una torta sin levadura del canastillo, y una hojaldre sin levadura, y pondr�las sobre las manos del Nazareo, despu�s que fuere ra�do su nazareato: Y el sacerdote mecer� aquello, ofrenda agitada delante de Jehov�; lo cual ser� cosa santa del sacerdote, � m�s del pecho mecido y de la espaldilla separada: y despu�s podr� beber vino el Nazareo. Esta es la ley del Nazareo que hiciere voto de su ofrenda � Jehov� por su nazareato, � m�s de lo que su mano alcanzare: seg�n el voto que hiciere, as� har�, conforme � la ley de su nazareato. Y Jehov� habl� � Mois�s, diciendo: Habla � Aar�n y � sus hijos, y diles: Asi bendecir�is � los hijos de Israel, dici�ndoles: Jehov� te bendiga, y te guarde: Haga resplandecer Jehov� su rostro sobre ti, y haya de ti misericordia: Jehov� alce � ti su rostro, y ponga en ti paz. Y pondr�n mi nombre sobre los hijos de Israel, y yo los bendecir�. N�meros 7Y ACONTECIO, que cuando Mois�s hubo acabado de levantar el tabern�culo, y ung�dolo, y santific�dolo, con todos sus vasos; y asimismo ungido y santificado el altar, con todos sus vasos; Entonces los pr�ncipes de Israel, las cabezas de las casas de sus padres, los cuales eran los pr�ncipes de las tribus, que estaban sobre los contados, ofrecieron; Y trajeron sus ofrendas delante de Jehov�, seis carros cubiertos, y doce bueyes; por cada dos pr�ncipes un carro, y cada uno un buey; lo cual ofrecieron delante del tabern�culo. Y Jehov� habl� � Mois�s, diciendo: T�malo de ellos, y ser� para el servicio del tabern�culo del testimonio: y lo dar�s � los Levitas, � cada uno conforme � su ministerio. Entonces Mois�s recibi� los carros y los bueyes, y di�los � los Levitas. Dos carros y cuatro bueyes, di� � los hijos de Gers�n, conforme � su ministerio; Y � los hijos de Merari di� los cuatro carros y ocho bueyes, conforme � su ministerio, bajo la mano de Ithamar, hijo de Aar�n el sacerdote. Y � los hijos de Coath no di�; porque llevaban sobre s� en los hombros el servicio del santuario. Y ofrecieron los pr�ncipes � la dedicaci�n del altar el d�a que fu� ungido, ofrecieron los pr�ncipes su ofrenda delante del altar. Y Jehov� dijo � Mois�s: Ofrecer�n su ofrenda, un pr�ncipe un d�a, y otro pr�ncipe otro d�a, � la dedicaci�n del altar. Y el que ofreci� su ofrenda el primer d�a fu� Naas�n hijo de Aminadab, de la tribu de Jud�. Y fu� su ofrenda un plato de plata de peso de ciento y treinta siclos, y un jarro de plata de setenta siclos, al siclo del santuario; ambos llenos de flor de harina amasada con aceite para presente; Una cuchara de oro de diez siclos, llena de perfume; Un becerro, un carnero, un cordero de un a�o para holocausto; Un macho cabr�o para expiaci�n; Y para sacrificio de paces, dos bueyes, cinco carneros, cinco machos de cabr�o, cinco corderos de un a�o. Esta fu� la ofrenda de Naas�n, hijo de Aminadab. El segundo d�a ofreci� Nathanael hijo de Suar, pr�ncipe de Issach�r. Ofreci� por su ofrenda un plato de plata de ciento y treinta siclos de peso, un jarro de plata de setenta siclos, al siclo del santuario; ambos llenos de flor de harina amasada con aceite para presente; Una cuchara de oro de diez siclos, llena de perfume; Un becerro, un carnero, un cordero de un a�o para holocausto; Un macho cabr�o para expiaci�n; Y para sacrificio de paces, dos bueyes, cinco carneros, cinco machos de cabr�o, cinco corderos de un a�o. Esta fu� la ofrenda de Nathanael, hijo de Suar. El tercer d�a, Eliab hijo de Hel�n, pr�ncipe de los hijos de Zabul�n: Y su ofrenda, un plato de plata de ciento y treinta siclos de peso, un jarro de plata de setenta siclos, al siclo del santuario; ambos llenos de flor de harina amasada con aceite para presente; Una cuchara de oro de diez siclos, llena de perfume; Un becerro, un carnero, un cordero de un a�o para holocausto; Un macho cabr�o para expiaci�n; Y para sacrificio de paces, dos bueyes, cinco carneros, cinco machos de cabr�o, cinco corderos de un a�o. Esta fu� la ofrenda de Eliab, hijo de Hel�n. El cuarto d�a, Elisur hijo de Sedeur, pr�ncipe de los hijos de Rub�n: Y su ofrenda, un plato de plata de ciento y treinta siclos de peso, un jarro de plata de setenta siclos, al siclo del santuario, ambos llenos de flor de harina amasada con aceite para presente; Una cuchara de oro de diez siclos, llena de perfume; Un becerro, un carnero, un cordero de un a�o para holocausto; Un macho cabr�o para expiaci�n; Y para sacrificio de paces, dos bueyes, cinco carneros, cinco machos de cabr�o, cinco corderos de un a�o. Esta fu� la ofrenda de Elisur, hijo de Sedeur. El quinto d�a, Selumiel hijo de Zurisaddai, pr�ncipe de los hijos de Sime�n: Y su ofrenda, un plato de plata de ciento y treinta siclos de peso, un jarro de plata de setenta siclos, al siclo del santuario; ambos llenos de flor de harina amasada con aceite para presente; Una cuchara de oro de diez siclos llena de perfume; Un becerro, un carnero, un cordero de un a�o para holocausto; Un macho cabr�o para expiaci�n; Y para sacrificio de paces, dos bueyes, cinco carneros, cinco machos de cabr�o, cinco corderos de un a�o. Esta fu� la ofrenda de Selumiel, hijo de Zurisaddai. El sexto d�a, Eliasaph hijo de Dehuel, pr�ncipe de los hijos de Gad: Y su ofrenda, un plato de plata de ciento y treinta siclos de peso, un jarro de plata de setenta siclos, al siclo del santuario; ambos llenos de flor de harina amasada con aceite para presente; Una cuchara de oro de diez siclos, llena de perfume; Un becerro, un carnero, un cordero de un a�o para holocausto; Un macho cabr�o para expiaci�n; Y para sacrificio de paces, dos bueyes, cinco carneros, cinco machos de cabr�o, cinco corderos de un a�o, Esta fu� la ofrenda de Eliasaph, hijo de Dehuel. El s�ptimo d�a, el pr�ncipe de los hijos de Ephraim, Elisama hijo de Ammiud: Y su ofrenda, un plato de plata de ciento y treinta siclos de peso, un jarro de plata de setenta siclos, al siclo del santuario; ambos llenos de flor de harina amasada con aceite para presente; Una cuchara de oro de diez siclos, llena de perfume; Un becerro, un carnero, un cordero de un a�o para holocausto; Un macho cabr�o para expiaci�n; Y para sacrificio de paces, dos bueyes, cinco carneros, cinco machos de cabr�o, cinco corderos de un a�o. Esta fu� la ofrenda de Elisama, hijo de Ammiud. El octavo d�a, el pr�ncipe de los hijos de Manas�s, Gamaliel hijo de Pedasur: Y su ofrenda, un plato de plata de ciento y treinta siclos de peso, un jarro de plata de setenta siclos, al siclo del santuario; ambos llenos de flor de harina amasada con aceite para presente; Una cuchara de oro de diez siclos, llena de perfume; Un becerro, un carnero, un cordero de un a�o para holocausto; Un macho cabr�o para expiaci�n; Y para sacrificio de paces, dos bueyes, cinco carneros, cinco machos de cabr�o, cinco corderos de un a�o. Esta fu� la ofrenda de Gamaliel, hijo de Pedasur. El noveno d�a, el pr�ncipe de los hijos de Benjam�n, Abid�n hijo de Gede�n: Y su ofrenda, un plato de plata de ciento y treinta siclos de peso, un jarro de plata de setenta siclos, al siclo del santuario; ambos llenos de flor de harina amasada con aceite para presente; Una cuchara de oro de diez siclos, llena de perfume; Un becerro, un carnero, un cordero de un a�o para holocausto; Un macho cabr�o para expiaci�n; Y para sacrificio de paces, dos bueyes, cinco carneros, cinco machos de cabr�o, cinco corderos de un a�o. Esta fu� la ofrenda de Abid�n, hijo de Gede�n. El d�cimo d�a, el pr�ncipe de los hijos de Dan, Ahiezer hijo de Ammisaddai: Y su ofrenda, un plato de plata de ciento y treinta siclos de peso, un jarro de plata de setenta siclos, al siclo del santuario; ambos llenos de flor de harina amasada con aceite para presente; Una cuchara de oro de diez siclos, llena de perfume; Un becerro, un carnero, un cordero de un a�o para holocausto; Un macho cabr�o para expiaci�n; Y para sacrificio de paces, dos bueyes, cinco carneros, cinco machos de cabr�o, cinco corderos de un a�o. Esta fu� la ofrenda de Ahiezer, hijo de Ammisaddai. El und�cimo d�a, el pr�ncipe de los hijos de Aser, Pagiel hijo de Ocr�n: Y su ofrenda, un plato de plata de ciento y treinta siclos de peso, un jarro de plata de setenta siclos, al siclo del santuario; ambos llenos de flor de harina amasada con aceite para presente; Una cuchara de oro de diez siclos, llena de perfume; Un becerro, un carnero, un cordero de un a�o para holocausto; Un macho cabr�o para expiaci�n; Y para sacrificio de paces, dos bueyes, cinco carneros, cinco machos de cabr�o, cinco corderos de un a�o. Esta fu� la ofrenda de Pagiel, hijo de Ocr�n. El duod�cimo d�a, el pr�ncipe de los hijos de Nephtal�, Ahira hijo de En�n: Y su ofrenda, un plato de plata de ciento y treinta siclos de peso, un jarro de plata de setenta siclos, al siclo del santuario; ambos llenos de flor de harina amasada con aceite para presente; Una cuchara de oro de diez siclos, llena de perfume; Un becerro, un carnero, un cordero de un a�o para holocausto; Un macho cabr�o para expiaci�n; Y para sacrificio de paces, dos bueyes, cinco carneros, cinco machos de cabr�o, cinco corderos de un a�o. Esta fu� la ofrenda de Ahira, hijo de En�n. Esta fu� la dedicaci�n del altar, el d�a que fu� ungido, por los pr�ncipes de Israel: doce platos de plata, doce jarros de plata, doce cucharas de oro. Cada plato de ciento y treinta siclos, cada jarro de setenta: toda la plata de los vasos, dos mil y cuatrocientos siclos, al siclo del santuario. Las doce cucharas de oro llenas de perfume, de diez siclos cada cuchara, al siclo del santuario: todo el oro de las cucharas, ciento y veinte siclos. Todos los bueyes para holocausto, doce becerros; doce los carneros, doce los corderos de un a�o, con su presente: y doce los machos de cabr�o, para expiaci�n. Y todos los bueyes del sacrificio de las paces veinte y cuatro novillos, sesenta los carneros, sesenta los machos de cabr�o, sesenta los corderos de un a�o. Esta fu� la dedicaci�n del altar, despu�s que fu� ungido. Y cuando entraba Mois�s en el tabern�culo del testimonio, para hablar con El, o�a la Voz que le hablaba de encima de la cubierta que estaba sobre el arca del testimonio, de entre los dos querubines: y hablaba con �l. N�meros 8Y HABLO Jehov� � Mois�s, diciendo: Habla � Aar�n, y dile: Cuando encendieres las l�mparas, las siete l�mparas alumbrar�n frente � frente del candelero. Y Aar�n lo hizo as�; que encendi� enfrente del candelero sus l�mparas, como Jehov� lo mand� � Mois�s. Y esta era la hechura del candelero: de oro labrado � martillo; desde su pie hasta sus flores era labrado � martillo: conforme al modelo que Jehov� mostr� � Mois�s, as� hizo el candelero. Y Jehov� habl� � Mois�s, diciendo: Toma � los Levitas de entre los hijos de Israel, y exp�alos. Y as� les har�s para expiarlos: roc�a sobre ellos el agua de la expiaci�n, y haz pasar la navaja sobre toda su carne, y lavar�n sus vestidos, y ser�n expiados. Luego tomar�n un novillo, con su presente de flor de harina amasada con aceite; y tomar�s otro novillo para expiaci�n. Y har�s llegar los Levitas delante del tabern�culo del testimonio, y juntar�s toda la congregaci�n de los hijos de Israel; Y cuando habr�s hecho llegar los Levitas delante de Jehov�, pondr�n los hijos de Israel sus manos sobre los Levitas; Y ofrecer� Aar�n los Levitas delante de Jehov� en ofrenda de los hijos de Israel, y servir�n en el ministerio de Jehov�. Y los Levitas pondr�n sus manos sobre las cabezas de los novillos: y ofrecer�s el uno por expiaci�n, y el otro en holocausto � Jehov�, para expiar los Levitas. Y har�s presentar los Levitas delante de Aar�n, y delante de sus hijos, y los ofrecer�s en ofrenda � Jehov�. As� apartar�s los Levitas de entre los hijos de Israel; y ser�n m�os los Levitas Y despu�s de eso vendr�n los Levitas � ministrar en el tabern�culo del testimonio: los expiar�s pues, y los ofrecer�s en ofrenda. Porque enteramente me son � m� dados los Levitas de entre los hijos de Israel, en lugar de todo aquel que abre matriz; helos tomado para m� en lugar de los primog�nitos de todos los hijos de Israel. Porque m�o es todo primog�nito en los hijos de Israel, as� de hombres como de animales; desde el d�a que yo her� todo primog�nito en la tierra de Egipto, los santifiqu� para m�. Y he tomado los Levitas en lugar de todos los primog�nitos en los hijos de Israel. Y yo he dado en don los Levitas � Aar�n y � sus hijos de entre los hijos de Israel, para que sirvan el ministerio de los hijos de Israel en el tabern�culo del testimonio, y reconcilien � los hijos de Israel; porque no haya plaga en los hijos de Israel, llegando los hijos de Israel al santuario. Y Mois�s, y Aar�n, y toda la congregaci�n de los hijos de Israel, hicieron de los Levitas conforme � todas las cosas que mand� Jehov� � Mois�s acerca de los Levitas; as� hicieron de ellos los hijos de Israel. Y los Levitas se purificaron, y lavaron sus vestidos; y Aar�n los ofreci� en ofrenda delante de Jehov�, � hizo Aar�n expiaci�n por ellos para purificarlos. Y as� vinieron despu�s los Levitas para servir en su ministerio en el tabern�culo del testimonio, delante de Aar�n y delante de sus hijos: de la manera que mand� Jehov� � Mois�s acerca de los Levitas, as� hicieron con ellos. Y habl� Jehov� � Mois�s, diciendo: Esto cuanto � los Levitas: de veinte y cinco a�os arriba entrar�n � hacer su oficio en el servicio del tabern�culo del testimonio: Mas desde los cincuenta a�os volver�n del oficio de su ministerio, y nunca m�s servir�n: Pero servir�n con sus hermanos en el tabern�culo del testimonio, para hacer la guarda, bien que no servir�n en el ministerio. As� har�s de los Levitas cuanto � sus oficios. N�meros 9Y HABLO Jehov� � Mois�s en el desierto de Sina�, en el segundo a�o de su salida de la tierra de Egipto, en el mes primero, diciendo: Los hijos de Israel har�n la pascua � su tiempo. El d�cimocuarto d�a de este mes, entre las dos tardes, la har�is � su tiempo: conforme � todos sus ritos, y conforme � todas sus leyes la har�is. Y habl� Mois�s � los hijos de Israel, para que hiciesen la pascua. E hicieron la pascua en el mes primero, � los catorce d�as del mes, entre las dos tardes, en el desierto de Sina�: conforme � todas las cosas que mand� Jehov� � Mois�s, as� hicieron los hijos de Israel. Y hubo algunos que estaban inmundos � causa de muerto, y no pudieron hacer la pascua aquel d�a; y llegaron delante de Mois�s y delante de Aar�n aquel d�a; Y dij�ronle aquellos hombres: Nosotros somos inmundos por causa de muerto; �por qu� seremos impedidos de ofrecer ofrenda � Jehov� � su tiempo entre los hijos de Israel? Y Mois�s les respondi�: Esperad, y oir� qu� mandar� Jehov� acerca de vosotros. Y Jehov� habl� � Mois�s, diciendo: Habla � los hijos de Israel, diciendo: Cualquiera de vosotros � de vuestras generaciones, que fuere inmundo por causa de muerto � estuviere de viaje lejos, har� pascua � Jehov�: En el mes segundo, � los catorce d�as del mes, entre las dos tardes, la har�n: con cence�as y hierbas amargas la comer�n; No dejar�n de �l para la ma�ana, ni quebrar�n hueso en �l: conforme � todos los ritos de la pascua la har�n. Mas el que estuviere limpio, y no estuviere de viaje, si dejare de hacer la pascua, la tal persona ser� cortada de sus pueblos: por cuanto no ofreci� � su tiempo la ofrenda de Jehov�, el tal hombre llevar� su pecado. Y si morare con vosotros peregrino, � hiciere la pascua � Jehov�, conforme al rito de la pascua y conforme � sus leyes as� la har�: un mismo rito tendr�is, as� el peregrino como el natural de la tierra. Y el d�a que el tabern�culo fu� levantado, la nube cubri� el tabern�culo sobre la tienda del testimonio; y � la tarde hab�a sobre el tabern�culo como una apariencia de fuego, hasta la ma�ana. As� era continuamente: la nube lo cubr�a, y de noche la apariencia de fuego. Y seg�n que se alzaba la nube del tabern�culo, los hijos de Israel se part�an: y en el lugar donde la nube paraba, all� alojaban los hijos de Israel. Al mandato de Jehov� los hijos de Israel se part�an: y al mandato de Jehov� asentaban el campo: todos los d�as que la nube estaba sobre el tabern�culo, ellos estaban quedos. Y cuando la nube se deten�a sobre el tabern�culo muchos d�as, entonces los hijos de Israel guardaban la ordenanza de Jehov� y no part�an. Y cuando suced�a que la nube estaba sobre el tabern�culo pocos d�as, al dicho de Jehov� alojaban, y al dicho de Jehov� part�an. Y cuando era que la nube se deten�a desde la tarde hasta la ma�ana, cuando � la ma�ana la nube se levantaba, ellos part�an: � si hab�a estado el d�a, y � la noche la nube se levantaba, entonces part�an. O si dos d�as, � un mes, � un a�o, mientras la nube se deten�a sobre el tabern�culo qued�ndose sobre �l, los hijos de Israel se estaban acampados y no mov�an: mas cuando ella se alzaba, ellos mov�an. Al dicho de Jehov� asentaban, y al dicho de Jehov� part�an, guardando la ordenanza de Jehov�, como lo hab�a Jehov� dicho por medio de Mois�s. N�meros 10Y JEHOVA habl� � Mois�s, diciendo: Hazte dos trompetas de plata; de obra de martillo las har�s, las cuales te servir�n para convocar la congregaci�n, y para hacer mover el campo. Y cuando las tocaren, toda la congregaci�n se juntar� � ti � la puerta del tabern�culo del testimonio. Mas cuando tocaren s�lo la una, entonces se congregar�n � ti los pr�ncipes, las cabezas de los millares de Israel. Y cuando tocareis alarma, entonces mover�n el campo de los que est�n alojados al oriente. Y cuando tocareis alarma la segunda vez, entonces mover�n el campo de los que est�n alojados al mediod�a: alarma tocar�n � sus partidas. Empero cuando hubiereis de juntar la congregaci�n, tocar�is, mas no con sonido de alarma. Y los hijos de Aar�n, los sacerdotes, tocar�n las trompetas; y las tendr�is por estatuto perpetuo por vuestras generaciones. Y cuando viniereis � la guerra en vuestra tierra contra el enemigo que os molestare, tocar�is alarma con las trompetas: y ser�is en memoria delante de Jehov� vuestro Dios, y ser�is salvos de vuestros enemigos. Y en el d�a de vuestra alegr�a, y en vuestras solemnidades, y en los principios de vuestros meses, tocar�is las trompetas sobre vuestros holocaustos, y sobre los sacrificios de vuestras paces, y os ser�n por memoria delante de vuestro Dios: Yo Jehov� vuestro Dios. Y fu� en el a�o segundo, en el mes segundo, � los veinte del mes, que la nube se alz� del tabern�culo del testimonio. Y movieron los hijos de Israel por sus partidas del desierto de Sina�; y par� la nube en el desierto de Par�n. Y movieron la primera vez al dicho de Jehov� por mano de Mois�s. Y la bandera del campo de los hijos de Jud� comenz� � marchar primero, por sus escuadrones: y Naas�n, hijo de Aminadab, era sobre su ej�rcito. Y sobre el ej�rcito de la tribu de los hijos de Issach�r, Nathanael hijo de Suar. Y sobre el ej�rcito de la tribu de los hijos de Zabul�n, Eliab hijo de Hel�n. Y despu�s que estaba ya desarmado el tabern�culo, movieron los hijos de Gers�n y los hijos de Merari, que lo llevaban. Luego comenz� � marchar la bandera del campo de Rub�n por sus escuadrones: y Elisur, hijo de Sedeur, era sobre su ej�rcito. Y sobre el ej�rcito de la tribu de los hijos de Sime�n, Selumiel hijo de Zurisaddai. Y sobre el ej�rcito de la tribu de los hijos de Gad, Eliasaph hijo de Dehuel. Luego comenzaron � marchar los Coathitas llevando el santuario; y entre tanto que ellos llegaban, los otros acondicionaron el tabern�culo. Despu�s comenz� � marchar la bandera del campo de los hijos de Ephraim por sus escuadrones: y Elisama, hijo de Ammiud, era sobre su ej�rcito. Y sobre el ej�rcito de la tribu de los hijos de Manas�s, Gamaliel hijo de Pedasur. Y sobre el ej�rcito de la tribu de los hijos de Benjam�n, Abid�n hijo de Gede�n. Luego comenz� � marchar la bandera del campo de los hijos de Dan por sus escuadrones, recogiendo todos los campos: y Ahiezer, hijo de Ammisaddai, era sobre su ej�rcito. Y sobre el ej�rcito de la tribu de los hijos de Aser, Pagiel hijo de Ocr�n. Y sobre el ej�rcito de la tribu de los hijos de Nephtal�, Ahira hijo de En�n. Estas son las partidas de los hijos de Israel por sus ej�rcitos, cuando se mov�an. Entonces dijo Mois�s � Hobab, hijo de Rag�el Madianita, su suegro: Nosotros nos partimos para el lugar del cual Jehov� ha dicho: Yo os lo dar�. Ven con nosotros, y te haremos bien: porque Jehov� ha hablado bien respecto � Israel. Y �l le respondi�: Yo no ir�, sino que me marchar� � mi tierra y � mi parentela. Y �l le dijo: Ru�gote que no nos dejes; porque t� sabes nuestros alojamientos en el desierto, y nos ser�s en lugar de ojos. Y ser�, que si vinieres con nosotros, cuando tuvi�remos el bien que Jehov� nos ha de hacer, nosotros te haremos bien. As� partieron del monte de Jehov�, camino de tres d�as; y el arca de la alianza de Jehov� fu� delante de ellos camino de tres d�as, busc�ndoles lugar de descanso. Y la nube de Jehov� iba sobre ellos de d�a, desde que partieron del campo. Y fu�, que en moviendo el arca, Mois�s dec�a: Lev�ntate, Jehov�, y sean disipados tus enemigos, y huyan de tu presencia los que te aborrecen. Y cuando ella asentaba, dec�a: Vuelve, Jehov�, � los millares de millares de Israel. N�meros 11Y ACONTECIO que el pueblo se quej� � o�dos de Jehov�: y oy�lo Jehov�, y enardeci�se su furor, y encendi�se en ellos fuego de Jehov� y consumi� el un cabo del campo. Entonces el pueblo di� voces � Mois�s, y Mois�s or� � Jehov�, y soterr�se el fuego. Y llam� � aquel lugar Taberah; porque el fuego de Jehov� se encendi� en ellos. Y el vulgo que hab�a en medio tuvo un vivo deseo, y volvieron, y aun lloraron los hijos de Israel, y dijeron: �Qui�n nos diera � comer carne! Nos acordamos del pescado que com�amos en Egipto de balde, de los cohombros, y de los melones, y de los puerros, y de las cebollas, y de los ajos: Y ahora nuestra alma se seca; que nada sino man� ven nuestros ojos. Y era el man� como semilla de culantro, y su color como color de bdelio. Derr�mabase el pueblo, y recog�an, y mol�an en molinos, � majaban en morteros, y lo coc�an en caldera, � hac�an de �l tortas: y su sabor era como sabor de aceite nuevo. Y cuando descend�a el roc�o sobre el real de noche, el man� descend�a de sobre �l. Y oy� Mois�s al pueblo, que lloraba por sus familias, cada uno � la puerta de su tienda: y el furor de Jehov� se encendi� en gran manera; tambi�n pareci� mal � Mois�s. Y dijo Mois�s � Jehov�: �Por qu� has hecho mal � tu siervo? �y por qu� no he hallado gracia en tus ojos, que has puesto la carga de todo este pueblo sobre mi? �Conceb� yo � todo este pueblo? �engendr�lo yo, para que me digas: Ll�valo en tu seno, como lleva la que cr�a al que mama, � la tierra de la cual juraste � sus padres? �De donde tengo yo carne para dar � todo este pueblo? porque lloran � m�, diciendo: Danos carne que comamos. No puedo yo solo soportar � todo este pueblo, que me es pesado en demas�a. Y si as� lo haces t� conmigo, yo te ruego que me des muerte, si he hallado gracia en tus ojos; y que yo no vea mi mal. Entonces Jehov� dijo � Mois�s: J�ntame setenta varones de los ancianos de Israel, que tu sabes que son ancianos del pueblo y sus principales; y tr�elos � la puerta del tabern�culo del testimonio, y esperen all� contigo. Y yo descender� y hablar� all� contigo; y tomar� del esp�ritu que est� en ti, y pondr� en ellos; y llevar�n contigo la carga del pueblo, y no la llevar�s t� solo. Empero dir�s al pueblo: Santificaos para ma�ana, y comer�is carne: pues que hab�is llorado en o�dos de Jehov�, diciendo: �Qui�n nos diera � comer carne! �cierto mejor nos iba en Egipto! Jehov�, pues, os dar� carne, y comer�is. No comer�is un d�a, ni dos d�as, ni cinco d�as, ni diez d�as, ni veinte d�as; Sino hasta un mes de tiempo, hasta que os salga por las narices, y os sea en aborrecimiento: por cuanto menospreciasteis � Jehov� que est� en medio de vosotros, y llorasteis delante de �l, diciendo: �Para qu� salimos ac� de Egipto? Entonces dijo Mois�s: Seiscientos mil de � pie es el pueblo en medio del cual yo estoy; y t� dices: Les dar� carne, y comer�n el tiempo de un mes. �Se han de degollar para ellos ovejas y bueyes que les basten? �� se juntar�n para ellos todos los peces de la mar para que tengan abasto? Entonces Jehov� respondi� � Mois�s: �Hase acortado la mano de Jehov�? ahora ver�s si te sucede mi dicho, � no. Y sali� Mois�s, y dijo al pueblo las palabras de Jehov�: y junt� los setenta varones de los ancianos del pueblo, � h�zolos estar alrededor del tabern�culo. Entonces Jehov� descendi� en la nube, y habl�le; y tom� del esp�ritu que estaba en �l, y p�solo en los setenta varones ancianos; y fu� que, cuando pos� sobre ellos el esp�ritu, profetizaron, y no cesaron. Y hab�an quedado en el campo dos varones, llamado el uno Eldad y el otro Medad, sobre los cuales tambi�n repos� el esp�ritu: estaban estos entre los escritos, mas no hab�an salido al tabern�culo; y profetizaron en el campo. Y corri� un mozo, y di� aviso � Mois�s, y dijo: Eldad y Medad profetizan en el campo. Entonces respondi� Josu� hijo de Nun, ministro de Mois�s, uno de sus mancebos, y dijo: Se�or m�o Mois�s, imp�delos. Y Mois�s le respondi�: �Tienes t� celos por m�? mas ojal� que todo el pueblo de Jehov� fuesen profetas, que Jehov� pusiera su esp�ritu sobre ellos. Y recogi�se Mois�s al campo, �l y los ancianos de Israel. Y sali� un viento de Jehov�, y trajo codornices de la mar, y dej�las sobre el real, un d�a de camino de la una parte, y un d�a de camino de la otra, en derredor del campo, y casi dos codos sobre la haz de la tierra. Entonces el pueblo estuvo levantado todo aquel d�a, y toda la noche, y todo el d�a siguiente, y recogi�ronse codornices: el que menos, recogi� diez montones; y las tendieron para s� � lo largo en derredor del campo. Aun estaba la carne entre los dientes de ellos, antes que fuese mascada, cuando el furor de Jehov� se encendi� en el pueblo, � hir�o Jehov� al pueblo con una muy grande plaga. Y llam� el nombre de aquel lugar Kibroth-hattaavah, por cuanto all� sepultaron al pueblo codicioso. De Kibroth-hattaavah movi� el pueblo � Haseroth, y pararon en Haseroth. N�meros 12Y HABLARON Mar�a y Aar�n contra Mois�s � causa de la mujer Ethiope que hab�a tomado: porque �l hab�a tomado mujer Ethiope. Y dijeron: �Solamente por Mois�s ha hablado Jehov�? �no ha hablado tambi�n por nosotros? Y oy�lo Jehov�. Y aquel var�n Mois�s era muy manso, m�s que todos los hombres que hab�a sobre la tierra, Y luego dijo Jehov� � Mois�s, y � Aar�n, y � Mar�a: Salid vosotros tres al tabern�culo del testimonio. Y salieron ellos tres. Entonces Jehov� descendi� en la columna de la nube, y p�sose � la la puerta del tabern�culo, y llam� � Aar�n y � Mar�a; y salieron ellos ambos. Y �l les dijo: Oid ahora mis palabras: si tuviereis profeta de Jehov�, le aparecer� en visi�n, en sue�os hablar� con �l. No as� � mi siervo Mois�s, que es fiel en toda mi casa: Boca � boca hablar� con �l, y � las claras, y no por figuras; y ver� la apariencia de Jehov�: �por qu� pues no tuvisteis temor de hablar contra mi siervo Mois�s? Entonces el furor de Jehov� se encendi� en ellos; y fu�se. Y la nube se apart� del tabern�culo: y he aqu� que Mar�a era leprosa como la nieve; y mir� Aar�n � Mar�a, y he aqu� que estaba leprosa. Y dijo Aar�n � Mois�s: �Ah! se�or m�o, no pongas ahora sobre nosotros pecado; porque locamente lo hemos hecho, y hemos pecado. No sea ella ahora como el que sale muerto del vientre de su madre, consumida la mitad de su carne. Entonces Mois�s clam� � Jehov�, diciendo: Ru�gote, oh Dios, que la sanes ahora. Respondi� Jehov� � Mois�s: Pues si su padre hubiera escupido en su cara, �no se avergonzar�a por siete d�as?: sea echada fuera del real por siete d�as, y despu�s se reunir�. As� Mar�a fu� echada del real siete d�as; y el pueblo no pas� adelante hasta que se le reuni� Mar�a. (13-1) Y DESPU�S movi� el pueblo de Haseroth, y asentaron el campo en el desierto de Par�n. N�meros 13Y Jehov� habl� � Mois�s, diciendo: Env�a t� hombres que reconozcan la tierra de Cana�n, la cual yo doy � los hijos de Israel: de cada tribu de sus padres enviar�is un var�n, cada uno pr�ncipe entre ellos. Y Mois�s los env�o desde el desierto de Par�n, conforme � la palabra de Jehov�: y todos aquellos varones eran pr�ncipes de los hijos de Israel. Los nombres de los cuales son estos: De la tribu de Rub�n, Sammua hijo de Zaccur. De la tribu de Sime�n, Saphat hijo de Huri. De la tribu de Jud�, Caleb hijo de Jephone. De la tribu de Issach�r, Igal hijo de Joseph. De la tribu de Ephraim, Oseas hijo de Nun. De la tribu de Benjam�n, Palti hijo de Raphu. De la tribu de Zabul�n, Gaddiel hijo de Sodi. De la tribu de Jos�, de la tribu de Manas�s, Gaddi hijo de Susi. De la tribu de Dan, Ammiel hijo de Gemalli. De la tribu de Aser, Sethur hijo de Mich�el. De la tribu de Nephtal�, Nahab� hijo de Vapsi. De la tribu de Gad, Gehuel hijo de Mach�. Estos son los nombres de los varones que Mois�s envi� � reconocer la tierra: y � Oseas hijo de Nun, le puso Mois�s el nombre de Josu�. Envi�los, pues, Mois�s � reconocer la tierra de Cana�n, dici�ndoles: Subid por aqu�, por el mediod�a, y subid al monte: Y observad la tierra qu� tal es; y el pueblo que la habita, si es fuerte � d�bil, si poco � numeroso; Qu� tal la tierra habitada, si es buena � mala; y qu� tales son las ciudades habitadas, si de tiendas � de fortalezas; Y cu�l sea el terreno, si es ping�e � flaco, si en �l hay � no �rboles: y esforzaos, y coged del fruto del pa�s. Y el tiempo era el tiempo de las primeras uvas. Y ellos subieron, y reconocieron la tierra desde el desierto de Zin hasta Rehob, entrando en Emath. Y subieron por el mediod�a, y vinieron hasta Hebr�n: y all� estaban Aim�n, y Sesai, y Talmai, hijos de Anac. Hebr�n fu� edificada siete a�os antes de Zo�n, la de Egipto. Y llegaron hasta el arroyo de Escol, y de all� cortaron un sarmiento con un racimo de uvas, el cual trejeron dos en un palo, y de las granadas y de los higos. Y llam�se aquel lugar Nahal-escol por el racimo que cortaron de all� los hijos de Israel. Y volvieron de reconocer la tierra al cabo de cuarenta d�as. Y anduvieron y vinieron � Mois�s y � Aar�n, y � toda la congregaci�n de los hijos de Israel, en el desierto de Par�n, en Cades, y di�ronles la respuesta, y � toda la congregaci�n, y les mostraron el fruto de la tierra. Y le contaron, y dijeron: Nosotros llegamos � la tierra � la cual nos enviaste, la que ciertamente fluye leche y miel; y este es el fruto de ella. Mas el pueblo que habita aquella tierra es fuerte, y las ciudades muy grandes y fuertes; y tambi�n vimos all� los hijos de Anac. Amalec habita la tierra del mediod�a; y el Hetheo, y el Jebuseo, y el Amorrheo, habitan en el monte; y el Cananeo habita junto � la mar, y � la ribera del Jord�n. Entonces Caleb hizo callar el pueblo delante de Mois�s, y dijo: Subamos luego, y pose�mosla; que m�s podremos que ella. Mas los varones que subieron con �l, dijeron: No podremos subir contra aquel pueblo; porque es m�s fuerte que nosotros. y vituperaron entre los hijos de Israel la tierra que hab�an reconocido, diciendo: La tierra por donde pasamos para reconocerla, es tierra que traga � sus moradores; y todo el pueblo que vimos en medio de ella, son hombres de grande estatura. Tambi�n vimos all� gigantes, hijos de Anac, raza de los gigantes: y �ramos nosotros, � nuestro parecer, como langostas; y as� les parec�amos � ellos. N�meros 14ENTONCES toda la congregaci�n alzaron grita, y dieron voces: y el pueblo llor� aquella noche. Y quej�ronse contra Mois�s y contra Aar�n todos los hijos de Israel; y d�joles toda la multitud: �Ojal� muri�ramos en la tierra de Egipto; � en este desierto ojal� muri�ramos! �Y por qu� nos trae Jehov� � esta tierra para caer � cuchillo y que nuestras mujeres y nuestros chiquitos sean por presa? �no nos ser�a mejor volvernos � Egipto? Y dec�an el uno al otro: Hagamos un capit�n, y volv�monos � Egipto. Entonces Mois�s y Aar�n cayeron sobre sus rostros delante de toda la multitud de la congregaci�n de los hijos de Israel. Y Josu� hijo de Nun, y Caleb hijo de Jephone, que eran de los que hab�an reconocido la tierra, rompieron sus vestidos; Y hablaron � toda la congregaci�n de los hijos de Israel, diciendo: La tierra por donde pasamos para reconocerla, es tierra en gran manera buena. Si Jehov� se agradare de nosotros, �l nos meter� en esta tierra, y nos la entregar�; tierra que fluye leche y miel. Por tanto, no se�is rebeldes contra Jehov�, ni tem�is al pueblo de aquesta tierra, porque nuestro pan son: su amparo se ha apartado de ellos, y con nosotros est� Jehov�: no los tem�is. Entonces toda la multitud habl� de apedrearlos con piedras. Mas la gloria de Jehov� se mostr� en el tabern�culo del testimonio � todos los hijos de Israel. Y Jehov� dijo � Mois�s: �Hasta cu�ndo me ha de irritar este pueblo? �hasta cu�ndo no me ha de creer con todas las se�ales que he hecho en medio de ellos?. Yo le herir� de mortandad, y lo destruir�, y � ti te pondr� sobre gente grande y m�s fuerte que ellos. Y Mois�s respondi� � Jehov�: Oir�nlo luego los Egipcios, porque de en medio de ellos sacaste � este pueblo con tu fortaleza: Y lo dir�n � los habitadores de esta tierra; los cuales han o�do que t�, oh Jehov�, estabas en medio de este pueblo, que ojo � ojo aparec�as t�, oh Jehov�, y que tu nube estaba sobre ellos, y que de d�a ibas delante de ellos en columna de nube, y de noche en columna de fuego: Y que has hecho morir � este pueblo como � un hombre: y las gentes que hubieren o�do tu fama hablar�n, diciendo: Porque no pudo Jehov� meter este pueblo en la tierra de la cual les hab�a jurado, los mat� en el desierto. Ahora, pues, yo te ruego que sea magnificada la fortaleza del Se�or, como lo hablaste, diciendo: Jehov�, tardo de ira y grande en misericordia, que perdona la iniquidad y la rebeli�n, y absolviendo no absolver� al culpado; que visita la maldad de los padres sobre los hijos hasta los terceros y hasta los cuartos. Perdona ahora la iniquidad de este pueblo seg�n la grandeza de tu misericordia, y como has perdonado � este pueblo desde Egipto hasta aqu�. Entonces Jehov� dijo: Yo lo he perdonado conforme � tu dicho: Mas, ciertamente vivo yo y mi gloria hinche toda la tierra, Que todos los que vieron mi gloria y mis se�ales que he hecho en Egipto y en el desierto, y me han tentado ya diez veces, y no han o�do mi voz, No ver�n la tierra de la cual jur� � sus padres: no, ninguno de los que me han irritado la ver�. Empero mi siervo Caleb, por cuanto hubo en �l otro esp�ritu, y cumpli� de ir en pos de mi, yo le meter� en la tierra donde entr� y su simiente la recibir� en heredad. Ahora bien, el Amalecita y el Cananeo habitan en el valle; volveos ma�ana, y part�os al desierto, camino del mar Bermejo. Y Jehov� habl� � Mois�s y � Aar�n, diciendo: �Hasta cu�ndo oir� esta depravada multitud que murmura contra m�, las querellas de los hijos de Israel, que de m� se quejan? Diles: Vivo yo, dice Jehov�, que seg�n hab�is hablado � mis o�dos, as� har� yo con vosotros: En este desierto caer�n vuestros cuerpos; todos vuestros contados seg�n toda vuestra cuenta, de veinte a�os arriba, los cuales hab�is murmurado contra m�; Vosotros � la verdad no entrar�is en la tierra, por la cual alc� mi mano de haceros habitar en ella; exceptuando � Caleb hijo de Jephone, y � Josu� hijo de Nun. Mas vuestros chiquitos, de los cuales dijisteis que ser�an por presa, yo los introducir�, y ellos conocer�n la tierra que vosotros despreciasteis. Y en cuanto � vosotros, vuestros cuerpos caer�n en este desierto. Y vuestros hijos andar�n pastoreando en el desierto cuarenta a�os, y ellos llevar�n vuestras fornicaciones, hasta que vuestros cuerpos sean consumidos en el desierto. Conforme al n�mero de los d�as, de los cuarenta d�as en que reconocisteis la tierra, llevar�is vuestras iniquidades cuarenta a�os, un a�o por cada d�a; y conocer�is mi castigo. Yo Jehov� he hablado; as� har� � toda esta multitud perversa que se ha juntado contra m�; en este desierto ser�n consumidos, y ah� morir�n. Y los varones que Mois�s envi� � reconocer la tierra, y vueltos hab�an hecho murmurar contra �l � toda la congregaci�n, desacreditando aquel pa�s, Aquellos varones que hab�an hablado mal de la tierra, murieron de plaga delante de Jehov�. Mas Josu� hijo de Nun, y Caleb hijo de Jephone, quedaron con vida de entre aquellos hombres que hab�an ido � reconocer la tierra. Y Mois�s dijo estas cosas � todos los hijos de Israel, y el pueblo se enlut� mucho. Y levant�ronse por la ma�ana, y subieron � la cumbre del monte, diciendo: Henos aqu� para subir al lugar del cual ha hablado Jehov�; porque hemos pecado. Y dijo Mois�s: �Por qu� quebrant�is el dicho de Jehov�? Esto tampoco os suceder� bien. No sub�is, porque Jehov� no est� en medio de vosotros, no se�is heridos delante de vuestros enemigos. Porque el Amalecita y el Cananeo est�n all� delante de vosotros, y caer�is � cuchillo: pues por cuanto os hab�is retra�do de seguir � Jehov�, por eso no ser� Jehov� con vosotros. Sin embargo, se obstinaron en subir � la cima del monte: mas el arca de la alianza de Jehov�, y Mois�s, no se apartaron de en medio del campo. Y descendieron el Amalecita y el Cananeo, que habitaban en aquel monte, � hiri�ronlos y derrot�ronlos, persigui�ndolos hasta Horma. N�meros 15Y JEHOVA habl� � Mois�s, diciendo: Habla � los hijos de Israel, y diles: Cuando hubiereis entrado en la tierra de vuestras habitaciones, que yo os doy, E hiciereis ofrenda encendida � Jehov�, holocausto, � sacrificio, por especial voto, � de vuestra voluntad, � para hacer en vuestras solemnidades olor suave � Jehov�, de vacas � de ovejas; Entonces el que ofreciere su ofrenda � Jehov�, traer� por presente una d�cima de un epha de flor de harina, amasada con la cuarta parte de un hin de aceite; Y de vino para la libaci�n ofrecer�s la cuarta parte de un hin, adem�s del holocausto � del sacrificio, por cada un cordero. Y por cada carnero har�s presente de dos d�cimas de flor de harina, amasada con el tercio de un hin de aceite: Y de vino para la libaci�n ofrecer�s el tercio de un hin, en olor suave � Jehov�. Y cuando ofreciereis novillo en holocausto � sacrificio, por especial voto, � de paces � Jehov�, Ofrecer�s con el novillo un presente de tres d�cimas de flor de harina, amasada con la mitad de un hin de aceite: Y de vino para la libaci�n ofrecer�s la mitad de un hin, en ofrenda encendida de olor suave � Jehov�. As� se har� con cada un buey, � carnero, � cordero, lo mismo de ovejas que de cabras. Conforme al n�mero as� har�is con cada uno seg�n el n�mero de ellos. Todo natural har� estas cosas as�, para ofrecer ofrenda encendida de olor suave � Jehov�. Y cuando habitare con vosotros extranjero, � cualquiera que estuviere entre vosotros por vuestras edades, si hiciere ofrenda encendida de olor suave � Jehov�, como vosotros hiciereis, as� har� �l. Un mismo estatuto tendr�is, vosotros de la congregaci�n y el extranjero que con vosotros mora; estatuto que ser� perpetuo por vuestras edades: como vosotros, as� ser� el peregrino delante de Jehov�. Una misma ley y un mismo derecho tendr�is, vosotros y el peregrino que con vosotros mora. Y habl� Jehov� � Mois�s, diciendo: Habla � los hijos de Israel, y diles: Cuando hubiereis entrado en la tierra � la cual yo os llevo, Ser� que cuando comenzareis � comer el pan de la tierra, ofrecer�is ofrenda � Jehov�. De lo primero que amasareis, ofrecer�is una torta en ofrenda; como la ofrenda de la era, as� la ofrecer�is. De las primicias de vuestras masas dar�is � Jehov� ofrenda por vuestras generaciones. Y cuando errareis, y no hiciereis todos estos mandamientos que Jehov� ha dicho � Mois�s, Todas las cosas que Jehov� os ha mandado por la mano de Mois�s, desde el d�a que Jehov� lo mand�, y en adelante por vuestras edades, Ser� que, si el pecado fu� hecho por yerro con ignorancia de la congregaci�n, toda la congregaci�n ofrecer� un novillo por holocausto, en olor suave � Jehov�, con su presente y su libaci�n, conforme � la ley; y un macho cabr�o en expiaci�n. Y el sacerdote har� expiaci�n por toda la congregaci�n de los hijos de Israel; y les ser� perdonado, porque yerro es: y ellos traer�n sus ofrendas, ofrenda encendida � Jehov�, y sus expiaciones delante de Jehov�, por sus yerros: Y ser� perdonado � toda la congregaci�n de los hijos de Israel, y al extranjero que peregrina entre ellos, por cuanto es yerro de todo el pueblo. Y si una persona pecare por yerro, ofrecer� una cabra de un a�o por expiaci�n. Y el sacerdote har� expiaci�n por la persona que habr� pecado por yerro, cuando pecare por yerro delante de Jehov�, la reconciliar�, y le ser� perdonado. El natural entre los hijos de Israel, y el peregrino que habitare entre ellos, una misma ley tendr�is para el que hiciere algo por yerro. Mas la persona que hiciere algo con altiva mano, as� el natural como el extranjero, � Jehov� injuri�; y la tal persona ser� cortada de en medio de su pueblo. Por cuanto tuvo en poco la palabra de Jehov�, y di� por nulo su mandamiento, enteramente ser� cortada la tal persona: su iniquidad ser� sobre ella. Y estando los hijos de Israel en el desierto, hallaron un hombre que recog�a le�a en d�a de s�bado. Y los que le hallaron recogiendo le�a traj�ronle � Mois�s y � Aar�n, y � toda la congregaci�n: Y pusi�ronlo en la c�rcel, por que no estaba declarado qu� le hab�an de hacer. Y Jehov� dijo � Mois�s: Irremisiblemente muera aquel hombre; apedr�elo con piedras toda la congregaci�n fuera del campo. Entonces lo sac� la congregaci�n fuera del campo, y apedre�ronlo con piedras, y muri�; como Jehov� mand� � Mois�s. Y Jehov� habl� � Mois�s, diciendo: Habla � los hijos de Israel, y diles que se hagan pezuelos (franjas) en los remates de sus vestidos, por sus generaciones; y pongan en cada pezuelo de los remates un cord�n de c�rdeno: Y serviros ha de pezuelo, para que cuando lo viereis, os acord�is de todos los mandamientos de Jehov�, para ponerlos por obra; y no mir�is en pos de vuestro coraz�n y de vuestros ojos, en pos de los cuales fornic�is: Para que os acord�is, y hag�is todos mis mandamientos, y se�is santos � vuestro Dios. Yo Jehov� vuestro Dios, que os saqu� de la tierra de Egipto, para ser vuestro Dios: Yo Jehov� vuestro Dios. N�meros 16Y COR�, hijo de Ishar, hijo de Coath, hijo de Lev�; y Dath�n y Abiram, hijos de Eliab; y Hon, hijo de Peleth, de los hijos de Rub�n, tomaron gente, Y levant�ronse contra Mois�s con doscientos y cincuenta varones de los hijos de Israel, pr�ncipes de la congregaci�n, de los del consejo, varones de nombre; Y se juntaron contra Mois�s y Aar�n, y les dijeron: B�steos, porque toda la congregaci�n, todos ellos son santos, y en medio de ellos est� Jehov�: �por qu�, pues, os levant�is vosotros sobre la congregaci�n de Jehov�? Y como lo oy� Mois�s, ech�se sobre su rostro; Y habl� � Cor� y � todo su s�quito, diciendo: Ma�ana mostrar� Jehov� qui�n es suyo, y al santo har�lo llegar � s�; y al que �l escogiere, �l lo allegar� � s�. Haced esto: tomad incensarios, Cor� y todo su s�quito: Y poned fuego en ellos, y poned en ellos sahumerio delante de Jehov� ma�ana; y ser� que el var�n � quien Jehov� escogiere, aquel ser� el santo: b�steos esto, hijos de Lev�. Dijo m�s Mois�s � Cor�: Oid ahora, hijos de Lev�: �Os es poco que el Dios de Israel os haya apartado de la congregaci�n de Israel, haci�ndoos allegar � s� para que ministraseis en el servicio del tabern�culo de Jehov�, y estuvieseis delante de la congregaci�n para ministrarles? �Y que te hizo acercar � ti, y � todos tus hermanos los hijos de Lev� contigo; para que procur�is tambi�n el sacerdocio? Por tanto, t� y todo tu s�quito sois los que os junt�is contra Jehov�: pues Aar�n, �qu� es para que contra �l murmur�is? Y envi� Mois�s � llamar � Dath�n y Abiram, hijos de Eliab; mas ellos respondieron: No iremos all�: �Es poco que nos hayas hecho venir de una tierra que destila leche y miel, para hacernos morir en el desierto, sino que tambi�n te ense�orees de nosotros imperiosamente? Ni tampoco nos has metido t� en tierra que fluya leche y miel, ni nos has dado heredades de tierras y vi�as: �has de arrancar los ojos de estos hombres? No subiremos. Entonces Mois�s se enoj� en gran manera, y dijo � Jehov�: No mires � su presente: ni aun un asno he tomado de ellos, ni � ninguno de ellos he hecho mal. Despu�s dijo Mois�s � Cor�: T� y todo tu s�quito, poneos ma�ana delante de Jehov�; t�, y ellos, y Aar�n: Y tomad cada uno su incensario, y poned sahumerio en ellos, y allegad delante de Jehov� cada uno su incensario: doscientos y cincuenta incensarios: t� tambi�n, y Aar�n, cada uno con su incensario. Y tomaron cada uno su incensario, y pusieron en ellos fuego, y echaron en ellos sahumerio, y pusi�ronse � la puerta del tabern�culo del testimonio con Mois�s y Aar�n. Ya Cor� hab�a hecho juntar contra ellos toda la congregaci�n � la puerta del tabern�culo del testimonio: entonces la gloria de Jehov� apareci� � toda la congregaci�n. Y Jehov� habl� � Mois�s y � Aar�n, diciendo: Apartaos de entre esta congregaci�n, y consumirlos he en un momento. Y ellos se echaron sobre sus rostros, y dijeron: Dios, Dios de los esp�ritus de toda carne, �no es un hombre el que pec�? �y airarte has tu contra toda la congregaci�n? Entonces Jehov� habl� � Mois�s, diciendo: Habla � la congregaci�n, diciendo: Apartaos de en derredor de la tienda de Cor�, Dath�n, y Abiram. Y Mois�s se levant�, y fu� � Dath�n y Abiram; y los ancianos de Israel fueron en pos de �l. Y �l habl� � la congregaci�n, diciendo: Apartaos ahora de las tiendas de estos imp�os hombres, y no toqu�is ninguna cosa suya, por que no perezc�is en todos sus pecados. Y apart�ronse de las tiendas de Cor�, de Dath�n, y de Abiram en derredor: y Dath�n y Abiram salieron y pusi�ronse � las puertas de sus tiendas, con sus mujeres, y sus hijos, y sus chiquitos. Y dijo Mois�s: En esto conocer�is que Jehov� me ha enviado para que hiciese todas estas cosas: que no de mi coraz�n las hice. Si como mueren todos los hombres murieren �stos, � si fueren ellos visitados � la manera de todos los hombres, Jehov� no me envi�. Mas si Jehov� hiciere una nueva cosa, y la tierra abriere su boca, y los tragare con todas sus cosas, y descendieren vivos al abismo, entonces conocer�is que estos hombres irritaron � Jehov�. Y aconteci�, que en acabando �l de hablar todas estas palabras, rompi�se la tierra que estaba debajo de ellos: Y abri� la tierra su boca, y trag�los � ellos, y � sus casas, y � todos los hombres de Cor�, y � toda su hacienda. Y ellos, con todo lo que ten�an, descendieron vivos al abismo, y cubri�los la tierra, y perecieron de en medio de la congregaci�n. Y todo Israel, los que estaban en derredor de ellos, huyeron al grito de ellos; porque dec�an: No nos trague tambi�n la tierra. Y sali� fuego de Jehov�, y consumi� los doscientos y cincuenta hombres que ofrec�an el sahumerio. Entonces Jehov� habl� � Mois�s, diciendo: Di � Eleazar, hijo de Aar�n sacerdote, que tome los incensarios de en medio del incendio, y derrame m�s all� el fuego; porque son santificados: Los incensarios de estos pecadores contra sus almas: y har�n de ellos planchas extendidas para cubrir el altar: por cuanto ofrecieron con ellos delante de Jehov�, son santificados; y ser�n por se�al � los hijos de Israel. Y el sacerdote Eleazar tom� los incensarios de metal con que los quemados hab�an ofrecido; y extendi�ronlos para cubrir el altar, En recuerdo � los hijos de Israel que ning�n extra�o que no sea de la simiente de Aar�n, llegue � ofrecer sahumerio delante de Jehov�, porque no sea como Cor�, y como su s�quito; seg�n se lo dijo Jehov� por mano de Mois�s. El d�a siguiente toda la congregaci�n de los hijos de Israel murmur� contra Mois�s y Aar�n, diciendo: Vosotros hab�is muerto al pueblo de Jehov�. Y aconteci� que, como se junt� la congregaci�n contra Mois�s y Aar�n, miraron hacia el tabern�culo del testimonio, y he aqu� la nube lo hab�a cubierto, y apareci� la gloria de Jehov�. Y vinieron Mois�s y Aar�n delante del tabern�culo del testimonio. Y Jehov� habl� � Mois�s, diciendo: Apartaos de en medio de esta congregaci�n, y consumir�los en un momento. Y ellos se echaron sobre sus rostros. Y dijo Mois�s A Aar�n: Toma el incensario, y pon en �l fuego del altar, y sobre �l pon perfume, y ve presto � la congregaci�n, y haz expiaci�n por ellos; porque el furor ha salido de delante de la faz de Jehov�: la mortandad ha comenzado. Entonces tom� Aar�n el incensario, como Mois�s dijo, y corri� en medio de la congregaci�n: y he aqu� que la mortandad hab�a comenzado en el pueblo: y �l puso perfume, � hizo expiaci�n por el pueblo. Y p�sose entre los muertos y los vivos, y ces� la mortandad. Y los que murieron en aquella mortandad fueron catorce mil y setecientos, sin los muertos por el negocio de Cor�. Despu�s se volvi� Aar�n � Mois�s � la puerta del tabern�culo del testimonio, cuando la mortandad hab�a cesado. N�meros 17Y HABLO Jehov� � Mois�s, diciendo: Habla � los hijos de Israel, y toma de ellos una vara por cada casa de los padres, de todos los pr�ncipes de ellos, doce varas conforme � las casas de sus padres; y escribir�s el nombre de cada uno sobre su vara. Y escribir�s el nombre de Aar�n sobre la vara de Lev�; porque cada cabeza de familia de sus padres tendr� una vara. Y las pondr�s en el tabern�culo del testimonio delante del testimonio, donde yo me declarar� � vosotros. Y ser�, que el var�n que yo escogiere, su vara florecer�: y har� cesar de sobre m� las quejas de los hijos de Israel, con que murmuran contra vosotros. Y Mois�s habl� � los hijos de Israel, y todos los pr�ncipes de ellos le dieron varas; cada pr�ncipe por las casas de sus padres una vara, en todas doce varas; y la vara de Aar�n estaba entre las varas de ellos. Y Mois�s puso las varas delante de Jehov� en el tabern�culo del testimonio. Y aconteci� que el d�a siguiente vino Mois�s al tabern�culo del testimonio; y he aqu� que la vara de Aar�n de la casa de Lev� hab�a brotado, y echado flores, y arrojado renuevos, y producido almendras. Entonces sac� Mois�s todas las varas de delante de Jehov� � todos los hijos de Israel; y ellos lo vieron, y tomaron cada uno su vara. Y Jehov� dijo � Mois�s: Vuelve la vara de Aar�n delante del testimonio, para que se guarde por se�al � los hijos rebeldes; y har�s cesar sus quejas de sobre m�, porque no mueran. E h�zolo Mois�s: como le mand� Jehov�, as� hizo. Entonces los hijos de Israel hablaron � Mois�s, diciendo: He aqu� nosotros somos muertos, perdidos somos, todos nosotros somos perdidos. Cualquiera que se llegare, el que se acercare al tabern�culo de Jehov� morir�: �acabaremos de perecer todos? N�meros 18Y JEHOVA dijo � Aar�n: T� y tus hijos, y la casa de tu padre contigo, llevar�is el pecado del santuario: y t� y tus hijos contigo llevar�is el pecado de vuestro sacerdocio. Y � tus hermanos tambi�n, la tribu de Lev�, la tribu de tu padre, hazlos llegar � ti, y j�ntense contigo, y servirte han; y t� y tus hijos contigo servir�is delante del tabern�culo del testimonio. Y guardar�n lo que t� ordenares, y el cargo de todo el tabern�culo: mas no llegar�n � los vasos santos ni al altar, porque no mueran ellos y vosotros. Se juntar�n, pues, contigo, y tendr�n el cargo del tabern�culo del testimonio en todo el servicio del tabern�culo; ning�n extra�o se ha de llegar � vosotros. Y tendr�is la guarda del santuario, y la guarda del altar, para que no sea m�s la ira sobre los hijos de Israel. Porque he aqu� yo he tomado � vuestros hermanos los Levitas de entre los hijos de Israel, dados � vosotros en don de Jehov�, para que sirvan en el ministerio del tabern�culo del testimonio. Mas t� y tus hijos contigo guardar�is vuestro sacerdocio en todo negocio del altar, y del velo adentro, y ministrar�is. Yo os he dado en don el servicio de vuestro sacerdocio; y el extra�o que se llegare, morir�. Dijo m�s Jehov� � Aar�n: He aqu� yo te he dado tambi�n la guarda de mis ofrendas: todas las cosas consagradas de los hijos de Israel te he dado por raz�n de la unci�n, y � tus hijos, por estatuto perpetuo. Esto ser� tuyo de la ofrenda de las cosas santas reservadas del fuego: toda ofrenda de ellos, todo presente suyo, y toda expiaci�n por el pecado de ellos, que me han de presentar, ser� cosa muy santa para ti y para tus hijos. En el santuario la comer�s; todo var�n comer� de ella: cosa santa ser� para ti. Esto tambi�n ser� tuyo: la ofrenda elevada de sus dones, y todas las ofrendas agitadas de los hijos de Israel, he dado � ti, y � tus hijos, y � tus hijas contigo, por estatuto perpetuo: todo limpio en tu casa comer� de ellas. De aceite, y de mosto, y de trigo, todo lo m�s escogido, las primicias de ello, que presentar�n � Jehov�, � ti las he dado. Las primicias de todas las cosas de la tierra de ellos, las cuales traer�n � Jehov�, ser�n tuyas: todo limpio en tu casa comer� de ellas. Todo lo consagrado por voto en Israel ser� tuyo. Todo lo que abriere matriz en toda carne que ofrecer�n � Jehov�, as� de hombres como de animales, ser� tuyo: mas has de hacer redimir el primog�nito del hombre: tambi�n har�s redimir el primog�nito de animal inmundo. Y de un mes har�s efectuar el rescate de ellos, conforme � tu estimaci�n, por precio de cinco siclos, al siclo del santuario, que es de veinte �bolos. Mas el primog�nito de vaca, y el primog�nito de oveja, y el primog�nito de cabra, no redimir�s; santificados son: la sangre de ellos rociar�s sobre el altar, y quemar�s la grosura de ellos, ofrenda encendida en olor suave � Jehov�. Y la carne de ellos ser� tuya: como el pecho de la mecedura y como la espaldilla derecha, ser� tuya. Todas las ofrendas elevadas de las cosas santas, que los hijos de Israel ofrecieren � Jehov�, helas dado para ti, y para tus hijos y para tus hijas contigo, por estatuto perpetuo: pacto de sal perpetuo es delante de Jehov� para ti y para tu simiente contigo. Y Jehov� dijo � Aar�n: De la tierra de ellos no tendr�s heredad, ni entre ellos tendr�s parte: Yo soy tu parte y tu heredad en medio de los hijos de Israel. Y he aqu� yo he dado � los hijos de Lev� todos los diezmos en Israel por heredad, por su ministerio, por cuanto ellos sirven en el ministerio del tabern�culo del testimonio. Y no llegar�n m�s los hijos de Israel al tabern�culo del testimonio, porque no lleven pecado, por el cual mueran. Mas los Levitas har�n el servicio del tabern�culo del testimonio, y ellos llevar�n su iniquidad: estatuto perpetuo por vuestras edades; y no poseer�n heredad entre los hijos de Israel. Porque � los Levitas he dado por heredad los diezmos de los hijos de Israel, que ofrecer�n � Jehov� en ofrenda: por lo cual les he dicho: Entre los hijos de Israel no poseer�n heredad. Y habl� Jehov� � Mois�s, diciendo: As� hablar�s � los Levitas, y les dir�s: Cuando tomareis de los hijos de Israel los diezmos que os he dado de ellos por vuestra heredad, vosotros presentar�is de ellos en ofrenda mecida � Jehov� el diezmo de los diezmos. Y se os contar� vuestra ofrenda como grano de la era, y como acopio del lagar. As� ofrecer�is tambi�n vosotros ofrenda � Jehov� de todos vuestros diezmos que hubiereis recibido de los hijos de Israel; y dar�is de ellos la ofrenda de Jehov� � Aar�n el sacerdote. De todos vuestros dones ofrecer�is toda ofrenda � Jehov�; de todo lo mejor de ellos ofrecer�is la porci�n que ha de ser consagrada. Y les dir�s: Cuando ofreciereis lo mejor de ellos, ser� contado � los Levitas por fruto de la era, y commo fruto del lagar. Y lo comer�is en cualquier lugar, vosotros y vuestra familia: pues es vuestra remuneraci�n por vuestro ministerio en el tabern�culo del testimonio. Y cuando vosotros hubiereis ofrecido de ello lo mejor suyo, no llevar�is por ello pecado: y no hab�is de contaminar las cosas santas de los hijos de Israel, y no morir�is. N�meros 19Y Jehov� habl� � Mois�s y � Aar�n, diciendo: Esta es la ordenanza de la ley que Jehov� ha prescrito, diciendo: Di � los hijos de Israel que te traigan una vaca bermeja, perfecta, en la cual no haya falta, sobre la cual no se haya puesto yugo: Y la dar�is � Eleazar el sacerdote, y �l la sacar� fuera del campo, y har�la degollar en su presencia. Y tomar� Eleazar el sacerdote de su sangre con su dedo, y rociar� hacia la delantera del tabern�culo del testimonio con la sangre de ella siete veces; Y har� quemar la vaca ante sus ojos: su cuero y su carne y su sangre, con su estiercol, har� quemar. Luego tomar� el sacerdote palo de cedro, � hisopo, y escarlata, y lo echar� en medio del fuego en que arde la vaca. El sacerdote lavar� luego sus vestidos, lavar� tambi�n su carne con agua, y despu�s entrar� en el real; y ser� inmundo el sacerdote hasta la tarde. Asimismo el que la quem�, lavar� sus vestidos en agua, tambi�n lavar� en agua su carne, y ser� inmundo hasta la tarde. Y un hombre limpio recoger� las cenizas de la vaca, y las pondr� fuera del campo en lugar limpio, y las guardar� la congregaci�n de los hijos de Israel para el agua de separaci�n: es una expiaci�n. Y el que recogi� las cenizas de la vaca, lavar� sus vestidos, y ser� inmundo hasta la tarde: y ser� � los hijos de Israel, y al extranjero que peregrina entre ellos, por estatuto perpetuo. El que tocare muerto de cualquiera persona humana, siete d�as ser� inmundo: Este se purificar� al tercer d�a con aquesta agua, y al s�ptimo d�a ser� limpio; y si al tercer d�a no se purificare, no ser� limpio al s�ptimo d�a. Cualquiera que tocare en muerto, en persona de hombre que estuviere muerto, y no se purificare, el tabern�culo de Jehov� contamin�; y aquella persona ser� cortada de Israel: por cuanto el agua de la separaci�n no fu� rociada sobre �l, inmundo ser�; y su inmundicia ser� sobre �l. Esta es la ley para cuando alguno muriere en la tienda: cualquiera que entrare en la tienda y todo lo que estuviere en ella, ser� inmundo siete d�as. Y todo vaso abierto, sobre el cual no hubiere tapadera bien ajustada, sera inmundo. Y cualquiera que tocare en muerto � cuchillo sobre la haz del campo, � en muerto, � en hueso humano, � en sepulcro, siete d�as ser� inmundo. Y para el inmundo tomar�n de la ceniza de la quemada vaca de la expiaci�n, y echar�n sobre ella agua viva en un vaso: Y un hombre limpio tomar� hisopo. y mojar�lo en el agua, y rociar� sobre la tienda, y sobre todos los muebles, y sobre las personas que all� estuvieren, y sobre aquel que hubiere tocado el hueso, � el matado, � el muerto, � el sepulcro: Y el limpio rociar� sobre el inmundo al tercero y al s�ptimo d�a: y cuando lo habr� purificado al d�a s�ptimo, �l lavar� luego sus vestidos, y � s� mismo se lavar� con agua, y ser� limpio � la tarde. Y el que fuere inmundo, y no se purificare, la tal persona ser� cortada de entre la congregaci�n, por cuanto contamin� el tabern�culo de Jehov�: no fu� rociada sobre �l el agua de separaci�n, es inmundo. Y les ser� por estatuto perpetuo: tambi�n el que rociare el agua de la separaci�n lavar� sus vestidos; y el que tocare el agua de la separaci�n, ser� inmundo hasta la tarde. Y todo lo que el inmundo tocare, ser� inmundo: y la persona que lo tocare, ser� inmunda hasta la tarde. N�meros 20Y LLEGARON los hijos de Israel, toda la congregaci�n, al desierto de Zin, en el mes primero, y asent� el pueblo en Cades; y all� muri� Mar�a, y fu� all� sepultada. Y como no hubiese agua para la congregaci�n, junt�ronse contra Mois�s y Aar�n. Y rega�� el pueblo con Mois�s, y hablaron diciendo: �Ojal� que nosotros hubi�ramos muerto cuando perecieron nuestros hermanos delante de Jehov�! Y �por qu� hiciste venir la congregaci�n de Jehov� � este desierto, para que muramos aqu� nosotros y nuestras bestias? �Y por qu� nos has hecho subir de Egipto, para traernos � este mal lugar? No es lugar de sementera, de higueras, de vi�as, ni granadas: ni aun de agua para beber. Y fu�ronse Mois�s y Aar�n de delante de la congregaci�n � la puerta del tabern�culo del testimonio, y ech�ronse sobre sus rostros; y la gloria de Jehov� apareci� sobre ellos. Y habl� Jehov� � Mois�s, diciendo: Toma la vara y reune la congregaci�n, t� y Aar�n tu hermano, y hablad � la pe�a en ojos de ellos; y ella dar� su agua, y les sacar�s aguas de la pe�a, y dar�s de beber � la congregaci�n, y � sus bestias. Entonces Mois�s tom� la vara de delante de Jehov�, como �l le mand�. Y juntaron Mois�s y Aar�n la congregaci�n delante de la pe�a, y d�joles: Oid ahora, rebeldes: �os hemos de hacer salir aguas de esta pe�a? Entonces alz� Mois�s su mano, � hiri� la pe�a con su vara dos veces: y salieron muchas aguas, y bebi� la congregaci�n, y sus bestias. Y Jehov� dijo � Mois�s y � Aar�n: Por cuanto no cre�steis en m�, para santificarme en ojos de los hijos de Israel, por tanto, no meter�is esta congregaci�n en la tierra que les he dado. Estas son las aguas de la rencilla, por las cuales contendieron los hijos de Israel con Jehov�, y �l se santific� en ellos. Y envi� Mois�s embajadores al rey de Edom desde Cades: As� dice Israel tu hermano: T� has sabido todo el trabajo que nos ha venido: C�mo nuestros padres descendieron � Egipto, y estuvimos en Egipto largo tiempo, y los Egipcios nos maltrataron, y � nuestros padres; Y clamamos � Jehov�, el cual oy� nuestra voz, y envi� �ngel, y sac�nos de Egipto; y he aqu� estamos en Cades, ciudad al extremo de tus confines: Rog�moste que pasemos por tu tierra; no pasaremos por labranza, ni por vi�a, ni beberemos agua de pozos: por el camino real iremos, sin apartarnos � la diestra ni � la siniestra, hasta que hayamos pasado tu t�rmino. Y Edom le respondi�: No pasar�s por mi pa�s, de otra manera saldr� contra ti armado. Y los hijos de Israel dijeron: Por el camino seguido iremos; y si bebi�remos tus aguas yo y mis ganados, dar� el precio de ellas: ciertamente sin hacer otra cosa, pasar� de seguida. Y �l respondi�: No pasar�s. Y sali� Edom contra �l con mucho pueblo, y mano fuerte. No quiso, pues, Edom dejar pasar � Israel por su t�rmino, y apart�se Israel de �l. Y partidos de Cades los hijos de Israel, toda aquella congregaci�n, vinieron al monte de Hor. Y Jehov� habl� � Mois�s y Aar�n en el monte de Hor, en los confines de la tierra de Edom, diciendo: Aar�n ser� reunido � sus pueblos; pues no entrar� en la tierra que yo di � los hijos de Israel, por cuanto fuisteis rebeldes � mi mandamiento en las aguas de la rencilla. Toma � Aar�n y � Eleazar su hijo, y hazlos subir al monte de Hor; Y haz desnudar � Aar�n sus vestidos, y viste de ellos � Eleazar su hijo; porque Aar�n ser� reunido � sus pueblos, y all� morir�. Y Mois�s hizo como Jehov� le mand�: y subieron al monte de Hor � ojos de toda la congregaci�n. Y Mois�s hizo desnudar � Aar�n de sus vestidos y visti�los � Eleazar su hijo: y Aar�n muri� all� en la cumbre del monte: y Mois�s y Eleazar descendieron del monte. Y viendo toda la congregaci�n que Aar�n era muerto, hici�ronle duelo por treinta d�as todas las familias de Israel. N�meros 21Y OYENDO el Cananeo, el rey de Arad, el cual habitaba al mediod�a, que ven�a Israel por el camino de los centinelas, pele� con Israel, y tom� de �l presa. Entonces Israel hizo voto � Jehov�, y dijo: Si en efecto entregares � este pueblo en mi mano, yo destruir� sus ciudades. Y Jehov� escuch� la voz de Israel, y entreg� al Cananeo, y destruy�los � ellos y � sus ciudades; y llam� el nombre de aquel lugar Horma. Y partieron del monte de Hor, camino del mar Bermejo, para rodear la tierra de Edom; y abati�se el �nimo del pueblo por el camino. Y habl� el pueblo contra Dios y Mois�s: �Por qu� nos hiciste subir de Egipto para que muramos en este desierto? que ni hay pan, ni agua, y nuestra alma tiene fastidio de este pan tan liviano. Y Jehov� envi� entre el pueblo serpientes ardientes, que mord�an al pueblo: y muri� mucho pueblo de Israel. Entonces el pueblo vino � Mois�s, y dijeron: Pecado hemos por haber hablado contra Jehov�, y contra ti: ruega � Jehov� que quite de nosotros estas serpientes. Y Mois�s or� por el pueblo. Y Jehov� dijo � Mois�s: Hazte una serpiente ardiente, y ponla sobre la bandera: y ser� que cualquiera que fuere mordido y mirare � ella, vivir�. Y Mois�s hizo una serpiente de metal, y p�sola sobre la bandera, y fu�, que cuando alguna serpiente mord�a � alguno, miraba � la serpiente de metal, y viv�a. Y partieron los hijos de Israel, y asentaron campo en Oboth. Y partidos de Oboth, asentaron en Ije-abarim, en el desierto que est� delante de Moab, al nacimiento del sol. Partidos de all�, asentaron en la arroyada de Zared. De all� movieron, y asentaron de la otra parte de Arn�n, que est� en el desierto, y que sale del t�rmino del Amorrheo; porque Arn�n es t�rmino de Moab, entre Moab y el Amorrheo. Por tanto se dice en el libro de las batallas de Jehov�: Lo que hizo en el mar Bermejo, Y en los arroyos de Arn�n: Y � la corriente de los arroyos Que va � parar en Ar, Y descansa en el t�rmino de Moab. Y de all� vinieron � Beer: este es el pozo del cual Jehov� dijo � Mois�s: Junta al pueblo, y les dar� agua. Entonces cant� Israel esta canci�n: Sube, oh pozo; � �l cantad: Pozo, el cual cavaron los se�ores; Cav�ronlo los pr�ncipes del pueblo, Y el legislador, con sus bordones. Y de Mathana � Nahaliel: y de Nahaliel � Bamoth: Y de Bamoth al valle que est� en los campos de Moab, y � la cumbre de Pisga, que mira � Jesim�n. Y envi� Israel embajadores � Seh�n, rey de los Amorrheos, diciendo: Pasar� por tu tierra: no nos apartaremos por los labrados, ni por las vi�as; no beberemos las aguas de los pozos: por el camino real iremos, hasta que pasemos tu t�rmino. Mas Seh�n no dej� pasar � Israel por su t�rmino: antes junt� Seh�n todo su pueblo, y sali� contra Israel en el desierto: y vino � Jahaz, y pele� contra Israel. E hiri�le Israel � filo de espada, y tom� su tierra desde Arn�n hasta Jaboc, hasta los hijos de Amm�n: porque el t�rmino de los hijos de Amm�n era fuerte. Y tom� Israel todas estas ciudades: y habit� Israel en todas las ciudades del Amorrheo, en Hesb�n y en todas sus aldeas. Porque Hesb�n era la ciudad de Seh�n, rey de los Amorrheos; el cual hab�a tenido guerra antes con el rey de Moab, y tomado de su poder toda su tierra hasta Arn�n. Por tanto, dicen los proverbistas: Venid � Hesb�n, Edif�quese y rep�rese la ciudad de Seh�n: Que fuego sali� de Hesb�n, Y llama de la ciudad de Seh�n, Y consumi� � Ar de Moab, A los se�ores de los altos de Arn�n. ��Ay de ti, Moab� Perecido has, pueblo de Ch�mos: Puso sus hijos en hu�da, Y sus hijas en cautividad, Por Seh�n rey de los Amorrheos. Mas devastamos el reino de ellos; pereci� Hesb�n hasta Dib�n, Y destruimos hasta Nopha y Medeba. As� habit� Israel en la tierra del Amorrheo. Y envi� Mois�s � reconocer � Jazer; y tomaron sus aldeas, y echaron al Amorrheo que estaba all�. Y volvieron, y subieron camino de Bas�n, y sali� contra ellos Og rey de Bas�n, �l y todo su pueblo, para pelear en Edrei. Entonces Jehov� dijo � Mois�s: No le tengas miedo, que en tu mano lo he dado, � el y � todo su pueblo, y � su tierra; y har�s de �l como hiciste de Seh�n, rey de los Amorrheos, que habitaba en Hesb�n. E hirieron � �l, y � sus hijos, y � toda su gente, sin que le quedara uno, y poseyeron su tierra. N�meros 22Y MOVIERON los hijos de Israel, y asentaron en los campos de Moab, de esta parte del Jord�n de Jeric�. Y vi� Balac, hijo de Zippor, todo lo que Israel hab�a hecho al Amorrheo. Y Moab temi� mucho � causa del pueblo que era mucho; y angusti�se Moab � causa de los hijos de Israel. Y dijo Moab � los ancianos de Madi�n: Ahora lamer� esta gente todos nuestros contornos, como lame el buey la grama del campo. Y Balac, hijo de Zippor, era entonces rey de Moab. Por tanto envi� mensajeros � Balaam hijo de Beor, � Pethor, que est� junto al r�o en la tierra de los hijos de su pueblo, para que lo llamasen, diciendo: Un pueblo ha salido de Egipto, y he aqu� cubre la haz de la tierra, y habita delante de m�: Ven pues ahora, te ruego, mald�ceme este pueblo, porque es m�s fuerte que yo: quiz� podr� yo herirlo, y echarlo de la tierra: que yo s� que el que t� bendijeres, ser� bendito, y el que t� maldijeres, ser� maldito. Y fueron los ancianos de Moab, y los ancianos de Madi�n, con las d�divas de adivinaci�n en su mano, y llegaron � Balaam, y le dijeron las palabras de Balac. Y �l les dijo: Reposad aqu� esta noche, y yo os referir� las palabras, como Jehov� me hablare. As� los pr�ncipes de Moab se quedaron con Balaam. Y vino Dios � Balaam, y d�jole: �Qu� varones son estos que est�n contigo? Y Balaam respondi� � Dios: Balac hijo de Zippor, rey de Moab, ha enviado � m� diciendo: He aqu� este pueblo que ha salido de Egipto, cubre la haz de la tierra: ven pues ahora, y mald�cemelo; quiz� podr� pelear con �l, y echarlo. Entonces dijo Dios � Balaam: No vayas con ellos, ni maldigas al pueblo; porque es bendito. As� Balaam se levant� por la ma�ana, y dijo � los pr�ncipes de Balac: Volveos � vuestra tierra, porque Jehov� no me quiere dejar ir con vosotros. Y los pr�ncipes de Moab se levantaron, y vinieron � Balac, y dijeron: Balaam no quiso venir con nosotros. Y torn� Balac � enviar otra vez m�s pr�ncipes, y m�s honorables que los otros. Los cuales vinieron � Balaam, y dij�ronle: As� dice Balac, hijo de Zippor: Ru�gote que no dejes de venir � m�: Porque sin duda te honrar� mucho, y har� todo lo que me dijeres: ven pues ahora, mald�ceme � este pueblo. Y Balaam respondi�, y dijo � los siervos de Balac: Aunque Balac me diese su casa llena de plata y oro, no puedo traspasar la palabra de Jehov� mi Dios, para hacer cosa chica ni grande. Ru�goos por tanto ahora, que reposeis aqu� esta noche, para que yo sepa que me vuelve � decir Jehov�. Y vino Dios � Balaam de noche, y d�jole: Si vinieren � llamarte hombres, lev�ntate y ve con ellos: empero har�s lo que yo te dijere. As� Balaam se levant� por la ma�ana, y cinch� su asna, y fu� con los pr�ncipes de Moab. Y el furor de Dios se encendi� porque �l iba; y el �ngel de Jehov� se puso en el camino por adversario suyo. Iba, pues, �l montado sobre su asna, y con �l dos mozos suyos. Y el asna vi� al �ngel de Jehov�, que estaba en el camino con su espada desnuda en su mano; y apart�se el asna del camino, � iba por el campo. Entonces hiri� Balaam al asna para hacerla volver al camino. Mas el �ngel de Jehov� se puso en una senda de vi�as que ten�a pared de una parte y pared de otra. Y viendo el asna al �ngel de Jehov�, peg�se � la pared, y apret� contra la pared el pie de Balaam: y �l volvi� � herirla. Y el �ngel de Jehov� pas� m�s all�, y p�sose en una angostura, donde no hab�a camino para apartarse ni � diestra ni � siniestra. Y viendo el asna al �ngel de Jehov�, ech�se debajo de Balaam: y enoj�se Balaam, � hiri� al asna con el palo. Entonces Jehov� abri� la boca al asna, la cual dijo � Balaam: �Qu� te he hecho, que me has herido estas tres veces? Y Balaam respondi� al asna: Porque te has burlado de m�: �ojal� tuviera espada en mi mano, que ahora te matar�a! Y el asna dijo � Balaam: �No soy yo tu asna? sobre m� has cabalgado desde que t� me tienes hasta este d�a; �he acostumbrado � hacerlo as� contigo? Y �l respondi�: No. Entonces Jehov� abri� los ojos � Balaam, y vi� al �ngel de Jehov� que estaba en el camino, y ten�a su espada desnuda en su mano. Y Balaam hizo reverencia, � inclin�se sobre su rostro. Y el �ngel de Jehov� le dijo: �Por qu� has herido tu asna estas tres veces? he aqu� yo he salido para contrarrestarte, porque tu camino es perverso delante de m�: El asna me ha visto, y hase apartado luego de delante de m� estas tres veces: y si de m� no se hubiera apartado, yo tambi�n ahora te matar�a � ti, y � ella dejar�a viva. Entonces Balaam dijo al �ngel de Jehov�: He pecado, que no sab�a que t� te pon�as delante de m� en el camino: mas ahora, si te parece mal, yo me volver�. Y el �ngel de Jehov� dijo � Balaam: Ve con esos hombres: empero la palabra que yo te dijere, esa hablar�s. As� Balaam fu� con los pr�ncipes de Balac. Y oyendo Balac que Balaam ven�a, sali� � recibirlo � la ciudad de Moab, que est� junto al t�rmino de Arn�n, que es el cabo de los confines. Y Balac dijo � Balaam: �No envi� yo � ti � llamarte? �por qu� no has venido � m�? �no puedo yo honrarte? Y Balaam respondi� � Balac: He aqu� yo he venido � ti: mas �podr� ahora hablar alguna cosa? La palabra que Dios pusiere en mi boca, esa hablar�. Y fu� Balaam con Balac, y vinieron � la ciudad de Husoth. Y Balac hizo matar bueyes y ovejas, y envi� � Balaam, y � los pr�ncipes que estaban con �l. Y el d�a siguiente Balac tom� � Balaam, � h�zolo subir � los altos de Baal, y desde all� vi� la extremidad del pueblo. N�meros 23Y BALAAM dijo � Balac: Edif�came aqu� siete altares, y prep�rame aqu� siete becerros y siete carneros. Y Balac hizo como le dijo Balaam: y ofrecieron Balac y Balaam un becerro y un carnero en cada altar. Y Balaam dijo � Balac: Ponte junto � tu holocausto, y yo ir�: quiz� Jehov� me vendr� al encuentro, y cualquiera cosa que me mostrare, te la noticiar�. Y as� se fu� solo. Y vino Dios al encuentro de Balaam, y �ste le dijo: Siete altares he ordenado, y en cada altar he ofrecido un becerro y un carnero. Y Jehov� puso palabra en la boca de Balaam, y d�jole: Vuelve � Balac, y has de hablar as�. Y volvi� � �l, y he aqu� estaba �l junto � su holocausto, �l y todos los pr�ncipes de Moab. Y �l tom� su par�bola, y dijo: De Aram me trajo Balac, Rey de Moab, de los montes del oriente: Ven, mald�ceme � Jacob; Y ven, execra � Israel. �Por qu� maldecir� yo al que Dios no maldijo? �Y por qu� he de execrar al que Jehov� no ha execrado? Porque de la cumbre de las pe�as lo ver�, Y desde los collados lo mirar�: He aqu� un pueblo que habitar� confiado, Y no ser� contado entre las gentes. �Qui�n contar� el polvo de Jacob, O el n�mero de la cuarta parte de Israel? Muera mi persona de la muerte de los rectos, Y mi postrimer�a sea como la suya. Entonces Balac dijo � Balaam: �Qu� me has hecho? hete tomado para que maldigas � mis enemigos, y he aqu� has proferido bendiciones. Y �l respondi�, y dijo: �No observar� yo lo que Jehov� pusiere en mi boca para decirlo? Y dijo Balac: Ru�gote que vengas conmigo � otro lugar desde el cual lo veas; su extremidad solamente ver�s, que no lo ver�s todo; y desde all� me lo maldecir�s. Y llev�lo al campo de Sophim, � la cumbre de Pisga, y edific� siete altares, y ofreci� un becerro y un carnero en cada altar. Entonces �l dijo � Balac: Ponte aqu� junto � tu holocausto, y yo ir� � encontrar � Dios all�. Y Jehov� sali� al encuentro de Balaam, y puso palabra en su boca, y d�jole: Vuelve � Balac, y as� has de decir. Y vino � �l, y he aqu� que �l estaba junto � su holocausto, y con �l los pr�ncipes de Moab: y d�jole Balac: �Qu� ha dicho Jehov�? Entonces �l tom� su par�bola, y dijo: Balac, lev�ntate y oye; Escucha mis palabras, hijo de Zippor: Dios no es hombre, para que mienta; Ni hijo de hombre para que se arrepienta: El dijo, �y no har�?; Habl�, �y no lo ejecutar�? He aqu�, yo he tomado bendici�n: Y �l bendijo, y no podr� revocarla. No ha notado iniquidad en Jacob, Ni ha visto perversidad en Israel: Jehov� su Dios es con �l, Y j�bilo de rey en �l. Dios los ha sacado de Egipto; Tiene fuerzas como de unicornio. Porque en Jacob no hay ag�ero, Ni adivinaci�n en Israel: Como ahora, ser� dicho de Jacob y de Israel: �Lo que ha hecho Dios! He aqu� el pueblo, que como le�n se levantar�, Y como le�n se erguir�: No se echar� hasta que coma la presa, Y beba la sangre de los muertos. Entonces Balac dijo � Balaam: Ya que no lo maldices, ni tampoco lo bendigas. Y Balaam respondi�, y dijo � Balac: �No te he dicho que todo lo que Jehov� me dijere, aquello tengo de hacer? Y dijo Balac � Balaam: Ru�gote que vengas, te llevar� � otro lugar; por ventura parecer� bien � Dios que desde all� me lo maldigas. Y Balac llev� � Balaam � la cumbre de Peor, que mira hacia Jesim�n. Entonces Balaam dijo � Balac: Edif�came aqu� siete altares, y prep�rame aqu� siete becerros y siete carneros. Y Balac hizo como Balaam le dijo; y ofreci� un becerro y un carnero en cada altar. N�meros 24Y COMO vi� Balaam que parec�a bien � Jehov� que el bendijese � Israel, no fu�, como la primera y segunda vez, � encuentro de ag�eros, sino que puso su rostro hacia el desierto; Y alzando sus ojos, vi� � Israel alojado por sus tribus; y el esp�ritu de Dios vino sobre �l. Entonces tom� su par�bola, y dijo: Dijo Balaam hijo de Beor, Y dijo el var�n de ojos abiertos: Dijo el que oy� los dichos de Dios, El que vi� la visi�n del Omnipotente; Ca�do, mas abiertos los ojos: �Cu�n hermosas son tus tiendas, oh Jacob, Tus habitaciones, oh Israel! Como arroyos est�n extendidas, Como huertos junto al r�o, Como lin�loes plantados por Jehov�, Como cedros junto � las aguas. De sus manos destilar�n aguas, Y su simiente ser� en muchas aguas: Y ensalzarse ha su rey m�s que Agag, Y su reino ser� ensalzado. Dios lo sac� de Egipto; Tiene fuerzas como de unicornio: Comer� � las gentes sus enemigas, Y desmenuzar� sus huesos, Y asaetear� con sus saetas. Se encorvar� para echarse como le�n, Y como leona; �qui�n lo despertar�? Benditos los que te bendijeren, Y malditos los que te maldijeren. Entonces se encendi� la ira de Balac contra Balaam, y batiendo sus palmas le dijo: Para maldecir � mis enemigos te he llamado, y he aqu� los has resueltamente bendecido ya tres veces. H�yete, por tanto, ahora � tu lugar: yo dije que te honrar�a, mas he aqu� que Jehov� te ha privado de honra. Y Balaam le respondi�: �No lo declar� yo tambi�n � tus mensajeros que me enviaste, diciendo: Si Balac me di�se su casa llena de plata y oro, yo no podr� traspasar el dicho de Jehov� para hacer cosa buena ni mala de mi arbitrio; mas lo que Jehov� hablare, eso dir� yo? He aqu� yo me voy ahora � mi pueblo: por tanto, ven, te indicar� lo que este pueblo ha de hacer � tu pueblo en los postrimeros d�as. Y tom� su par�bola, y dijo: Dijo Balaam hijo de Beor, Dijo el var�n de ojos abiertos: Dijo el que oy� los dichos de Jehov�, Y el que sabe la ciencia del Alt�simo, El que vi� la visi�n del Omnipotente; Ca�do, mas abiertos los ojos: Ver�lo, mas no ahora: Lo mirar�, mas no de cerca: Saldr� ESTRELLA de Jacob, Y levantar�se cetro de Israel, Y herir� los cantones de Moab, Y destruir� � todos los hijos de Seth. Y ser� tomada Edom, Ser� tambi�n tomada Seir por sus enemigos, E Israel se portar� varonilmente. Y el de Jacob se ense�orear�, Y destruir� de la ciudad lo que quedare. Y viendo � Amalec, tom� su par�bola, y dijo: Amalec, cabeza de gentes; Mas su postrimer�a perecer� para siempre. Y viendo al Cineo, tom� su par�bola, y dijo: Fuerte es tu habitaci�n, Pon en la pe�a tu nido: Que el Cineo ser� echado, Cuando Assur te llevar� cautivo. Todav�a tom� su par�bola, y dijo: �Ay! �qui�n vivir� cuando hiciere Dios estas cosas? Y vendr�n nav�os de la costa de Cittim, Y afligir�n � Assur, afligir�n tambi�n � Eber: Mas �l tambi�n perecer� para siempre. Entonces se levant� Balaam, y se fu�, y volvi�se � su lugar: y tambi�n Balac se fu� por su camino. N�meros 25Y REPOSO Israel en Sittim, y el pueblo empez� � fornicar con las hijas de Moab: Las cuales llamaron al pueblo � los sacrificios de sus dioses: y el pueblo comi�, � inclin�se � sus dioses. Y alleg�se el pueblo � Baal-peor; y el furor de Jehov� se encendi� contra Israel. Y Jehov� dijo � Mois�s: Toma todos los pr�ncipes del pueblo, y ah�rcalos � Jehov� delante del sol; y la ira del furor de Jehov� se apartar� de Israel. Entonces Mois�s dijo � los jueces de Israel: Matad cada uno � aquellos de los suyos que se han allegado � Baal-peor. Y he aqu� un var�n de los hijos de Israel vino y trajo una Madianita � sus hermanos, � ojos de Mois�s y de toda la congregaci�n de los hijos de Israel, llorando ellos � la puerta del tabern�culo del testimonio. Y vi�lo Phinees, hijo de Eleazar, hijo de Aar�n el sacerdote, y levant�se de en medio de la congregaci�n, y tom� una lanza en su mano: Y fu� tras el var�n de Israel � la tienda, y alance�los � ambos, al var�n de Israel, y � la mujer por su vientre. Y ces� la mortandad de los hijos de Israel. Y murieron de aquella mortandad veinte y cuatro mil. Entonces Jehov� habl� � Mois�s, diciendo: Phinees, hijo de Eleazar, hijo de Aar�n el sacerdote, ha hecho tornar mi furor de los hijos de Israel, llevado de celo entre ellos: por lo cual yo no he consumido en mi celo � los hijos de Israel. Por tanto di les: He aqu� yo establezco mi pacto de paz con �l; Y tendr� �l, y su simiente despu�s de �l, el pacto del sacerdocio perpetuo; por cuanto tuvo celo por su Dios, � hizo expiaci�n por los hijos de Israel. Y el nombre del var�n muerto, que fu� muerto con la Madianita, era Zimri hijo de Salu, jefe de una familia de la tribu de Sime�n. Y el nombre de la mujer Madianita muerta, era Cozbi, hija de Zur, pr�ncipe de pueblos, padre de familia en Madi�n. Y Jehov� habl� � Mois�s, diciendo: Hostilizar�is � los Madianitas, y los herir�is: Por cuanto ellos os afligieron � vosotros con sus ardides, con que os han enga�ado en el negocio de Peor, y en el negocio de Cozbi, hija del pr�ncipe de Madi�n, su hermana, la cual fu� muerta el d�a de la mortandad por causa de Peor. N�meros 26Y ACONTECIO despu�s de la mortandad, que Jehov� habl� � Mois�s, y � Eleazar hijo del sacerdote Aar�n, diciendo: Tomad la suma de toda la congregaci�n de los hijos de Israel, de veinte a�os arriba, por las casas de sus padres, todos los que puedan salir � la guerra en Israel. Y Mois�s y Eleazar el sacerdote hablaron con ellos en los campos de Moab, junto al Jord�n de Jeric�, diciendo: Contar�is el pueblo de veinte a�os arriba, como mand� Jehov� � Mois�s y � los hijos de Israel, que hab�an salido de tierra de Egipto. Rub�n primog�nito de Israel: los hijos de Rub�n: Hanoc, del cual era la familia de los Hanoch�tas; de Phall�, la familia de los Phalluitas; De Hesr�n, la familia de los Hesronitas; de Carmi, la familia de los Carmitas. Estas son las familias de los Rubenitas: y sus contados fueron cuarenta y tres mil setecientos y treinta. Y los hijos de Phall�: Eliab. Y los hijos de Eliab: Nemuel, y Dath�n, y Abiram. Estos Dath�n y Abiram fueron los del consejo de la congregaci�n, que hicieron el mot�n contra Mois�s y Aar�n con la compa��a de Cor�, cuando se amotinaron contra Jehov�. Que la tierra abri� su boca y trag� � ellos y � Cor�, cuando aquella compa��a muri�, cuando consumi� el fuego doscientos y cincuenta varones, los cuales fueron por se�al. Mas los hijos de Cor� no murieron. Los hijos de Sime�n por sus familias: de Nemuel, la familia de los Nemuelitas; de Jam�n, la familia de los Jaminitas; de Jach�n, la familia de los Jach�nitas; De Zera, la familia de los Zeraitas; de Saul, la familia de los Saulitas. Estas son las familias de los Simeonitas, veinte y dos mil y doscientos. Los hijos de Gad por sus familias: de Zeph�n, la familia de los Zephonitas; de Aggi, la familia de los Aggitas; de Suni, la familia de los Sunitas; De Ozni, la familia de los Oznitas; de Eri, la familia de los Eritas; De Aroz, la familia de los Aroditas; de Areli, la familia de los Arelitas. Estas son las familias de Gad, por sus contados, cuarenta mil y quinientos. Los hijos de Jud�: Er y On�n; y Er y On�n murieron en la tierra de Cana�n. Y fueron los hijos de Jud� por sus familias: de Sela, la familia de los Selaitas; de Phares, la familia de los Pharesitas; de Zera, la familia de los Zeraitas. Y fueron los hijos de Phares: de Hesr�n, la familia de los Hesronitas; de Hamul, la familia de los Hamulitas. Estas son las familias de Jud�, por sus contados, setenta y seis mil y quinientos. Los hijos de Issach�r por sus familias: de Thola, la familia de los Tholaitas; de Pu� la familia de los Puanitas; De Jasub, la familia de los Jasubitas; de Simron, la familia de los Simronitas. Estas son las familias de Issach�r, por sus contados, sesenta y cuatro mil y trescientos. Los hijos de Zabul�n por sus familias: de Sered, la familia de los Sereditas; de El�n, la familia de los Elonitas; de Jalel, la familia de los Jalelitas. Estas son las familias de los Zabulonitas, por sus contados, sesenta mil y quinientos. Los hijos de Jos� por sus familias: Manas�s y Ephraim. Los hijos de Manas�s: de Mach�r, la familia de los Mach�ritas; y Mach�r engendr� � Galaad; de Galaad, la familia de los Galaaditas. Estos son los hijos de Galaad: de Jezer, la familia de los Jezeritas; de Helec, la familia de los Helecitas; De Asriel, la familia de los Asrielitas: de Sech�m, la familia de los Sech�mitas; De Semida, la familia de los Semidaitas; de Hepher, la familia de los Hepheritas. Y Salphaad, hijo de Hepher, no tuvo hijos sino hijas: y los nombres de las hijas de Salphaad fueron Maala, y Noa, y Hogla, y Milca, y Tirsa. Estas son las familias de Manas�s; y sus contados, cincuenta y dos mil y setecientos. Estos son los hijos de Ephraim por sus familias: de Suthala, la familia de los Suthalaitas; de Bech�r, la familia de los Bech�ritas; de Tahan, la familia de los Tahanitas. Y estos son los hijos de Suthala: de Her�n, la familia de los Heranitas. Estas son las familias de los hijos de Ephraim, por sus contados, treinta y dos mil y quinientos. Estos son los hijos de Jos� por sus familias. Los hijos de Benjam�n por sus familias: de Bela, la familia de los Belaitas; de Asbel, la familia de los Asbelitas; de Ach�ram, la familia de los Ach�ramitas; De Supham, la familia de los Suphamitas; de Hupham, la familia de los Huphamitas. Y los hijos de Bela fueron Ard y Naam�n: de Ard, la familia de los Arditas; de Naam�n, la familia de los Naamanitas. Estos son los hijos de Benjam�n por sus familias; y sus contados, cuarenta y cinco mil y seiscientos. Estos son los hijos de Dan por sus familias: de Suham, la familia de los Suhamitas. Estas son las familias de Dan por sus familias. Todas las familias de los Suhamitas, por sus contados, sesenta y cuatro mil y cuatrocientos. Los hijos de Aser por sus familias: de Imna, la familia de los Imnaitas; de Issui, la familia de los Issuitas; de Beria, la familia de los Beriaitas. Los hijos de Beria: de Heber, la familia de los Heberitas; de Malch�el, la familia de los Malch�elitas. Y el nombre de la hija de Aser fu� Sera. Estas son las familias de los hijos de Aser, por sus contados, cincuenta y tres mil y cuatrocientos. Los hijos de Nephtal� por sus familias: de Jahzeel, la familia de los Jahzeelitas; de Guni, la familia de los Gunitas; De Jeser, la familia de los Jeseritas; de Sillem, la familia de los Sillemitas. Estas son las familias de Nephtal� por sus familias; y sus contados, cuarenta y cinco mil y cuatrocientos. Estos son los contados de los hijos de Israel, seiscientos y un mil setecientos y treinta. Y habl� Jehov� � Mois�s, diciendo: A estos se repartir� la tierra en heredad, por la cuenta de los nombres. A los m�s dar�s mayor heredad, y � los menos menor; y � cada uno se le dar� su heredad conforme � sus contados. Empero la tierra ser� repartida por suerte; y por los nombres de las tribus de sus padres heredar�n. Conforme � la suerte ser� repartida su heredad entre el grande y el peque�o. Y los contados de los Levitas por sus familias son estos: de Gers�n, la familia de los Gersonitas; de Coath, la familia de los Coathitas; de Merari, la familia de los Meraritas. Estas son las familias de los Levitas: la familia de los Libnitas, la familia de los Hebronitas, la familia de los Mahalitas, la familia de los Musitas, la familia de los Coritas. Y Coath engendr� � Amram. Y la mujer de Amram se llam� Joch�bed, hija de Lev�, la cual naci� � Lev� en Egipto: �sta pari� de Amram � Aar�n y � Mois�s, y � Mar�a su hermana. Y � Aar�n nacieron Nadab y Abi�, Eleazar � Ithamar. Mas Nadab y Abi� murieron, cuando ofrecieron fuego extra�o delante de Jehov�. Y los contados de los Levitas fueron veinte y tres mil, todos varones de un mes arriba: porque no fueron contados entre los hijos de Israel, por cuanto no les hab�a de ser dada heredad entre los hijos de Israel. Estos son los contados por Mois�s y Eleazar el sacerdote, los cuales contaron los hijos de Israel en los campos de Moab, junto al Jord�n de Jeric�. Y entre estos ninguno hubo de los contados por Mois�s y Aar�n el sacerdote, los cuales contaron � los hijos de Israel en el desierto de Sina�. Porque Jehov� les dijo: Han de morir en el desierto: y no qued� var�n de ellos, sino Caleb hijo de Jephone, y Josu� hijo de Nun. N�meros 27Y LAS hijas de Salphaad, hijo de Hepher, hijo de Galaad, hijo de Mach�r, hijo de Manas�s, de las familias de Manas�s, hijo de Jos�, los nombres de las cuales eran Maala, y Noa, y Hogla, y Milca, y Tirsa, llegaron; Y present�ronse delante de Mois�s, y delante del sacerdote Eleazar, y delante de los pr�ncipes, y de toda la congregaci�n, � la puerta del tabern�culo del testimonio, y dijeron: Nuestro padre muri� en el desierto, el cual no estuvo en la junta que se reuni� contra Jehov� en la compa��a de Cor�: sino que en su pecado muri�, y no tuvo hijos. �Por qu� ser� quitado el nombre de nuestro padre de entre su familia, por no haber tenido hijo? Danos heredad entre los hermanos de nuestro padre. Y Mois�s llev� su causa delante de Jehov�. Y Jehov� respondi� � Mois�s, diciendo: Bien dicen las hijas de Salphaad: has de darles posesi�n de heredad entre los hermanos de su padre; y traspasar�s la heredad de su padre � ellas. Y � los hijos de Israel hablar�s, diciendo: Cuando alguno muriere sin hijos, traspasar�is su herencia � su hija: Y si no tuviere hija, dar�is su herencia � sus hermanos: Y si no tuviere hermanos, dar�is su herencia � los hermanos de su padre. Y si su padre no tuviere hermanos, dar�is su herencia � su pariente m�s cercano de su linaje, el cual la poseer�: y ser� � los hijos de Israel por estatuto de derecho, como Jehov� mand� � Mois�s. Y Jehov� dijo � Mois�s: Sube � este monte Abarim, y ver�s la tierra que he dado � los hijos de Israel. Y despu�s que la habr�s visto, t� tambi�n ser�s reunido � tus pueblos, como fu� reunido tu hermano Aar�n: Pues fuisteis rebeldes � mi dicho en el desierto de Zin, en la rencilla de la congregaci�n, para santificarme en las aguas � ojos de ellos. Estas son las aguas de la rencilla de Cades en el desierto de Zin. Entonces respondi� Mois�s � Jehov�, diciendo: Ponga Jehov�, Dios de los esp�ritus de toda carne, var�n sobre la congregaci�n, Que salga delante de ellos, y que entre delante de ellos, que los saque y los introduzca; porque la congregaci�n de Jehov� no sea como ovejas sin pastor. Y Jehov� dijo � Mois�s: Toma � Josu� hijo de Nun, var�n en el cual hay esp�ritu, y pondr�s tu mano sobre �l; Y ponerlo has delante de Eleazar el sacerdote, y delante de toda la congregaci�n; y le dar�s �rdenes en presencia de ellos. Y pondr�s de tu dignidad sobre �l, para que toda la congregaci�n de los hijos de Israel le obedezcan. Y �l estar� delante de Eleazar el sacerdote, y � �l preguntar� por el juicio del Urim delante de Jehov�: por el dicho de �l saldr�n, y por el dicho de �l entrar�n, �l, y todos los hijos de Israel con �l, y toda la congregaci�n. Y Mois�s hizo como Jehov� le hab�a mandado; que tom� � Josu�, y le puso delante de Eleazar el sacerdote, y de toda la congregaci�n: Y puso sobre �l sus manos, y di�le �rdenes, como Jehov� hab�a mandado por mano de Mois�s. N�meros 28Y HABLO Jehov� � Mois�s, diciendo: Manda � los hijos de Israel, y diles: Mi ofrenda, mi pan con mis ofrendas encendidas en olor � m� agradable, guardar�is, ofreci�ndomelo � su tiempo. Y les dir�s: Esta es la ofrenda encendida que ofrecer�is � Jehov�: dos corderos sin tacha de un a�o, cada un d�a, ser� el holocausto continuo. El un cordero ofrecer�s por la ma�ana, y el otro cordero ofrecer�s entre las dos tardes: Y la d�cima de un epha de flor de harina, amasada con una cuarta de un hin de aceite molido, en presente. Es holocausto continuo, que fu� hecho en el monte de Sina� en olor de suavidad, ofrenda encendida � Jehov�. Y su libaci�n, la cuarta de un hin con cada cordero: derramar�s libaci�n de superior vino � Jehov� en el santuario. Y ofrecer�s el segundo cordero entre las dos tardes: conforme � la ofrenda de la ma�ana, y conforme � su libaci�n ofrecer�s, ofrenda encendida en olor de suavidad � Jehov�. Mas el d�a del s�bado dos corderos de un a�o sin defecto, y dos d�cimas de flor de harina amasada con aceite, por presente, con su libaci�n: Es el holocausto del s�bado en cada s�bado, adem�s del holocausto continuo y su libaci�n. Y en los principios de vuestros meses ofrecer�is en holocausto � Jehov� dos becerros de la vacada, y un carnero, y siete corderos de un a�o sin defecto; Y tres d�cimas de flor de harina amasada con aceite, por presente con cada becerro; y dos d�cimas de flor de harina amasada con aceite, por presente con cada carnero; Y una d�cima de flor de harina amasada con aceite, en ofrenda por presente con cada cordero: holocausto de olor suave, ofrenda encendida � Jehov�. Y sus libaciones de vino, medio hin con cada becerro, y el tercio de un hin con cada carnero, y la cuarta de un hin con cada cordero. Este es el holocausto de cada mes por todos los meses del a�o. Y un macho cabr�o en expiaci�n se ofrecer� � Jehov�, adem�s del holocausto continuo con su libaci�n. Mas en el mes primero, � los catorce del mes ser� la pascua de Jehov�. Y � los quince d�as de aqueste mes, la solemnidad: por siete d�as se comer�n �zimos. El primer d�a, santa convocaci�n; ninguna obra servil har�is: Y ofrecer�is por ofrenda encendida en holocausto � Jehov� dos becerros de la vacada, y un carnero, y siete corderos de un a�o: sin defecto los tomar�is: Y su presente de harina amasada con aceite: tres d�cimas con cada becerro, y dos d�cimas con cada carnero ofrecer�is; Con cada uno de los siete corderos ofrecer�is una d�cima; Y un macho cabr�o por expiaci�n, para reconciliaros. Esto ofrecer�is adem�s del holocausto de la ma�ana, que es el holocausto continuo. Conforme � esto ofrecer�is cada uno de los siete d�as, vianda y ofrenda encendida en olor de suavidad � Jehov�; ofrecerse ha, adem�s del holocausto continuo, con su libaci�n. Y el s�ptimo d�a tendr�is santa convocaci�n: ninguna obra servil har�is. Adem�s el d�a de las primicias, cuando ofreciereis presente nuevo � Jehov� en vuestras semanas, tendr�is santa convocaci�n: ninguna obra servil har�is: Y ofrecer�is en holocausto, en olor de suavidad � Jehov�, dos becerros de la vacada, un carnero, siete corderos de un a�o: Y el presente de ellos, flor de harina amasada con aceite, tres d�cimas con cada becerro, dos d�cimas con cada carnero, Con cada uno de los siete corderos una d�cima; Un macho cabr�o, para hacer expiaci�n por vosotros. Los ofrecer�is, adem�s del holocausto continuo con sus presentes, y sus libaciones: sin defecto los tomar�is. N�meros 29Y EL s�ptimo mes, al primero del mes tendr�is santa convocaci�n: ninguna obra servil har�is; os ser� d�a de sonar las trompetas. Y ofrecer�is holocausto por olor de suavidad � Jehov�, un becerro de la vacada, un carnero, siete corderos de un a�o sin defecto; Y el presente de ellos, de flor de harina amasada con aceite, tres d�cimas con cada becerro, dos d�cimas con cada carnero, Y con cada uno de los siete corderos, una d�cima; Y un macho cabr�o por expiaci�n, para reconciliaros: Adem�s del holocausto del mes, y su presente, y el holocausto continuo y su presente, y sus libaciones, conforme � su ley, por ofrenda encendida � Jehov� en olor de suavidad. Y en el diez de este mes s�ptimo tendr�is santa convocaci�n, y afligir�is vuestras almas: ninguna obra har�is: Y ofrecer�is en holocausto � Jehov� por olor de suavidad, un becerro de la vacada, un carnero, siete corderos de un a�o; sin defecto los tomar�is: Y sus presentes, flor de harina amasada con aceite, tres d�cimas con cada becerro, dos d�cimas con cada carnero, Y con cada uno de los siete corderos, una d�cima; Un macho cabr�o por expiaci�n: adem�s de la ofrenda de las expiaciones por el pecado, y del holocausto continuo, y de sus presentes, y de sus libaciones. Tambi�n � los quince d�as del mes s�ptimo tendr�is santa convocaci�n; ninguna obra servil har�is, y celebrar�is solemnidad � Jehov� por siete d�as; Y ofrecer�is en holocausto, en ofrenda encendida � Jehov� en olor de suavidad, trece becerros de la vacada, dos carneros, catorce corderos de un a�o: han de ser sin defecto; Y los presentes de ellos, de flor de harina amasada con aceite, tres d�cimas con cada uno de los trece becerros, dos d�cimas con cada uno de los dos carneros, Y con cada uno de los catorce corderos, una d�cima; Y un macho cabr�o por expiaci�n: adem�s del holocausto continuo, su presente y su libaci�n. Y el segundo d�a, doce becerros de la vacada, dos carneros, catorce corderos de un a�o sin defecto; Y sus presentes y sus libaciones con los becerros, con los carneros, y con los corderos, seg�n el n�mero de ellos, conforme � la ley; Y un macho cabr�o por expiaci�n: adem�s del holocausto continuo, y su presente y su libaci�n. Y el d�a tercero, once becerros, dos carneros, catorce corderos de un a�o sin defecto; Y sus presentes y sus libaciones con los becerros, con los carneros, y con los corderos, seg�n el n�mero de ellos, conforme � la ley; Y un macho cabr�o por expiaci�n: adem�s del holocausto continuo, y su presente y su libaci�n. Y el cuarto d�a, diez becerros, dos carneros, catorce corderos de un a�o sin defecto; Sus presentes y sus libaciones con los becerros, con los carneros, y con los corderos, seg�n el n�mero de ellos, conforme � la ley; Y un macho cabr�o por expiaci�n: adem�s del holocausto continuo, su presente y su libaci�n. Y el quinto d�a, nueve becerros, dos carneros, catorce corderos de un a�o sin defecto; Y sus presentes y sus libaciones con los becerros, con los carneros, y con los corderos, seg�n el n�mero de ellos, conforme � la ley; Y un macho cabr�o por expiaci�n: adem�s del holocausto continuo, su presente y su libaci�n. Y el sexto d�a, ocho becerros, dos carneros, catorce corderos de un a�o sin defecto; Y sus presentes y sus libaciones con los becerros, con los carneros, y con los corderos, seg�n el n�mero de ellos, conforme � la ley; Y un macho cabr�o por expiaci�n: adem�s del holocausto continuo, su presente y sus libaciones. Y el s�ptimo d�a, siete becerros, dos carneros, catorce corderos de un a�o sin defecto; Y sus presentes y sus libaciones con los becerros, con los carneros, y con los corderos, seg�n el n�mero de ellos, conforme � la ley; Y un macho cabr�o por expiaci�n: adem�s del holocausto continuo, con su presente y su libaci�n. El octavo d�a tendr�is solemnidad: ninguna obra servil har�is: Y ofrecer�is en holocausto, en ofrenda encendida de olor suave � Jehov�, un novillo, un carnero, siete corderos de un a�o sin defecto; Sus presentes y sus libaciones con el novillo, con el carnero, y con los corderos, seg�n el n�mero de ellos, conforme � la ley; Y un macho cabr�o por expiaci�n: adem�s del holocausto continuo, con su presente y su libaci�n. Estas cosas ofrecer�is � Jehov� en vuestras solemnidades, adem�s de vuestros votos, y de vuestras ofrendas libres, para vuestros holocaustos, y para vuestros presentes, y para vuestras libaciones y para vuestras paces. Y MOIS�S dijo � los hijos de Israel, conforme � todo lo que Jehov� le hab�a mandado. N�meros 30Y habl� Mois�s � los pr�ncipes de las tribus de los hijos de Israel, diciendo: Esto es lo que Jehov� ha mandado. Cuando alguno hiciere voto � Jehov�, � hiciere juramento ligando su alma con obligaci�n, no violar� su palabra: har� conforme � todo lo que sali� de su boca. Mas la mujer, cuando hiciere voto � Jehov�, y se ligare con obligaci�n en casa de su padre, en su mocedad; Si su padre oyere su voto, y la obligaci�n con que lig� su alma, y su padre callare � ello, todos los votos de ella ser�n firmes, y toda obligaci�n con que hubiere ligado su alma, firme ser�. Mas si su padre le vedare el d�a que oyere todos sus votos y sus obligaciones, con que ella hubiere ligado su alma, no ser�n firmes; y Jehov� la perdonar�, por cuanto su padre le ved�. Empero si fu�re casada, � hiciere votos, o pronunciare de sus labios cosa con que obligue su alma; Si su marido lo oyere, y cuando lo oyere callare � ello, los votos de ella ser�n firmes, y la obligaci�n con que lig� su alma, firme ser�. Pero si cuando su marido lo oy�, le ved�, entonces el voto que ella hizo, y lo que pronunci� de sus labios con que lig� su alma, ser� nulo; y Jehov� lo perdonar�. Mas todo voto de viuda, � repudiada, con que ligare su alma, ser� firme. Y si hubiere hecho voto en casa de su marido, y hubiere ligado su alma con obligaci�n de juramento, Si su marido oy�, y call� � ello, y no le ved�; entonces todos sus votos ser�n firmes, y toda obligaci�n con que hubiere ligado su alma, firme ser�. Mas si su marido los anul� el d�a que los oy�; todo lo que sali� de sus labios cuanto � sus votos, y cuanto � la obligaci�n de su alma, ser� nulo; su marido los anul�, y Jehov� la perdonar�. Todo voto, � todo juramento oblig�ndose � afligir el alma, su marido lo confirmar�, � su marido lo anular�. Empero si su marido callare � ello de d�a en d�a, entonces confirm� todos sus votos, y todas las obligaciones que est�n sobre ella: confirm�las, por cuanto call� � ello el d�a que lo oy�. Mas si las anulare despu�s de haberlas oido, entonces �l llevar� el pecado de ella. Estas son las ordenanzas que Jehov� mand� � Mois�s entre el var�n y su mujer, entre el padre y su hija, durante su mocedad en casa de su padre. N�meros 31Y JEHOVA habl� � Mois�s, diciendo: Haz la venganza de los hijos de Israel sobre los Madianitas; despu�s ser�s recogido � tus pueblos. Entonces Mois�s habl� al pueblo, diciendo: Armaos algunos de vosotros para la guerra, � ir�n contra Madi�n, y har�n la venganza de Jehov� en Madi�n. Mil de cada tribu de todas las tribus de los hijos de Israel, enviar�is � la guerra. As� fueron dados de los millares de Israel, mil por cada tribu, doce mil � punto de guerra. Y Mois�s los envi� � la guerra: mil por cada tribu envi�: y Phinees, hijo de Eleazar sacerdote, fu� � la guerra con los santos instrumentos, con las trompetas en su mano para tocar. Y pelearon contra Madi�n, como Jehov� lo mand� � Mois�s, y mataron � todo var�n. Mataron tambi�n, entre los muertos de ellos, � los reyes de Madi�n: Evi, y Recem, y Zur, y Hur, y Reba, cinco reyes de Madi�n; � Balaam tambi�n, hijo de Beor, mataron � cuchillo. Y llevaron cautivas los hijos de Israel las mujeres de los Madianitas, y sus chiquitos y todas sus bestias, y todos sus ganados; y arrebataron toda su hacienda. Y abrasaron con fuego todas sus ciudades, aldeas y castillos. Y tomaron todo el despojo, y toda la presa, as� de hombres como de bestias. Y trajeron � Mois�s, y � Eleazar el sacerdote, y � la congregaci�n de los hijos de Israel, los cautivos y la presa y los despojos, al campo en los llanos de Moab, que est�n junto al Jord�n de Jeric�. Y salieron Mois�s y Eleazar el sacerdote, y todos los pr�ncipes de la congregaci�n, � recibirlos fuera del campo. Y enoj�se Mois�s contra los capitanes del ej�rcito, contra los tribunos y centuriones que volv�an de la guerra; Y d�joles Mois�s: �Todas las mujeres hab�is reservado? He aqu� ellas fueron � los hijos de Israel, por consejo de Balaam, para causar prevaricaci�n contra Jehov� en el negocio de Peor; por lo que hubo mortandad en la congregaci�n de Jehov�. Matad pues ahora todos los varones entre los ni�os: matad tambi�n toda mujer que haya conocido var�n carnalmente. Y todas las ni�as entre las mujeres, que no hayan conocido ayuntamiento de var�n, os reservar�is vivas. Y vosotros quedaos fuera del campo siete d�as: y todos los que hubieren matado persona, y cualquiera que hubiere tocado muerto, os purificar�is al tercero y al s�ptimo d�a, vosotros y vuestros cautivos. Asimismo purificar�is todo vestido, y toda prenda de pieles, y toda obra de pelos de cabra, y todo vaso de madera. Y Eleazar el sacerdote dijo � los hombres de guerra que ven�an de la guerra: Esta es la ordenanza de la ley que Jehov� ha mandado � Mois�s: Ciertamente el oro, y la plata, metal, hierro, esta�o, y plomo, Todo lo que resiste el fuego, por fuego lo har�is pasar, y ser� limpio, bien que en las aguas de purificaci�n habr� de purificarse: mas har�is pasar por agua todo lo que no aguanta el fuego. Adem�s lavar�is vuestros vestidos el s�ptimo d�a, y as� ser�is limpios; y despu�s entrar�is en el campo. Y Jehov� habl� � Mois�s, diciendo: Toma la cuenta de la presa que se ha hecho, as� de las personas como de las bestias, t� y el sacerdote Eleazar, y las cabezas de los padres de la congregaci�n: Y partir�s por mitad la presa entre los que pelearon, los que salieron � la guerra, y toda la congregaci�n. Y apartar�s para Jehov� el tributo de los hombres de guerra, que salieron � la guerra: de quinientos uno, as� de las personas como de los bueyes, de los asnos, y de las ovejas: De la mitad de ellos lo tomar�s; y dar�s � Eleazar el sacerdote la ofrenda de Jehov�. Y de la mitad perteneciente � los hijos de Israel tomar�s uno de cincuenta, de las personas, de los bueyes, de los asnos, y de las ovejas, de todo animal; y los dar�s � los Levitas, que tienen la guarda del tabern�culo de Jehov�. E hicieron Mois�s y Eleazar el sacerdote como Jehov� mand� � Mois�s. Y fu� la presa, el resto de la presa que tomaron los hombres de guerra, seiscientas y setenta y cinco mil ovejas, Y setenta y dos mil bueyes, Y setenta y un mil asnos; Y en cuanto � personas, de mujeres que no hab�an conocido ayuntamiento de var�n, en todas trenita y dos mil. Y la mitad, la parte de los que hab�an salido � la guerra, fu� el n�mero de trescientas treinta y siete mil y quinientas ovejas. Y el tributo para Jehov� de la ovejas, fu� seiscientas setenta y cinco. Y de los bueyes, treinta y seis mil: y de ellos el tributo para Jehov�, setenta y dos. Y de los asnos, treinta mil y quinientos: y de ellos el tributo para Jehov�, setenta y uno. Y de las personas, diez y seis mil: y de ellas el tributo para Jehov�, trteinta y dos personas. Y di� Mois�s el tributo, por elevada ofrenda � Jehov�, � Eleazar el sacerdote, como Jehov� lo mand� � Mois�s. Y de la mitad para los hijos de Israel, que apart� Mois�s de los hombres que hab�an ido � la guerra; (La mitad para la congregaci�n fu�: de las ovejas, trescientas treinta y siete mil y quinientas; Y de los bueyes, treinta y seis mil; Y de los asnos, treinta mil y quinientos; Y de las personas, diez y seis mil:) De la mitad, pues, para los hijos de Israel tom� Mois�s uno de cada cincuenta, as� de las personas como de los animales, y di�los � los Levitas, que ten�an la guarda del tabern�culo de Jehov�; como Jehov� lo hab�a mandado � Mois�s. Y llegaron � Mois�s los jefes de los millares de aquel ej�rcito, los tribunos y centuriones; Y dijeron � Mois�s: Tus siervos han tomado raz�n de los hombres de guerra que est�n en nuestro poder, y ninguno ha faltado de nosotros. Por lo cual hemos ofrecido � Jehov� ofrenda, cada uno de lo que ha hallado, vasos de oro, brazaletes, manillas, anillos, zarcillos, y cadenas, para hacer expiaci�n por nuestras almas delante de Jehov�. Y Mois�s y el sacerdote Eleazar recibieron el oro de ellos, alhajas, todas elaboradas. Y todo el oro de la ofrenda que ofrecieron � Jehov� de los tribunos y centuriones, fu� diez y seis mil setecientos y cincuenta siclos. Los hombres del ej�rcito hab�an pillado cada uno para s�. Recibieron, pues, Mois�s y el sacerdote Eleazar, el oro de los tribunos y centuriones, y traj�ronlo al tabern�culo del testimonio, por memoria de los hijos de Israel delante de Jehov�. N�meros 32Y LOS hijos de Rub�n y los hijos de Gad ten�an una muy grande muchedumbre de ganado; los cuales viendo la tierra de Jazer y de Galaad, pareci�les el pa�s lugar de ganado. Y vinieron los hijos de Gad y los hijos de Rub�n, y hablaron � Mois�s, y � Eleazar el sacerdote, y � los pr�ncipes de la congregaci�n, diciendo: Ataroth, y Dib�n, y Jazer, y Nimra, y Hesb�n, y Eleale, y Sab�n, y Nebo, y Be�n, La tierra que Jehov� hiri� delante de la congregaci�n de Israel, es tierra de ganado, y tus siervos tienen ganado. Por tanto, dijeron, si hallamos gracia en tus ojos, d�se esta tierra � tus siervos en heredad, y no nos hagas pasar el Jord�n. Y respondi� Mois�s � los hijos de Gad y � los hijos de Rub�n: �Vendr�n vuestros hermanos � la guerra, y vosotros os quedar�is aqu�? �Y por qu� preven�s el �nimo de los hijos de Israel, para que no pasen � la tierra que les ha dado Jehov�? As� hicieron vuestros padres, cuando los envi� desde Cades-barnea para que viesen la tierra. Que subieron hasta la arroyada de Escol, y despu�s que vieron la tierra, preocuparon el �nimo de los hijos de Israel, para que no viniesen � la tierra que Jehov� les hab�a dado. Y el furor de Jehov� se encendi� entonces, y jur� diciendo: Que no ver�n los varones que subieron de Egipto de veinte a�os arriba, la tierra por la cual jur� � Abraham, Isaac, y Jacob, por cuanto no fueron perfectos en pos de m�; Excepto Caleb, hijo de Jephone Cenezeo, y Josu� hijo de Nun, que fueron perfectos en pos de Jehov�. Y el furor de Jehov� se encendi� en Israel, � h�zolos andar errantes cuarenta a�os por el desierto, hasta que fu� acabada toda aquella generaci�n, que hab�a hecho mal delante de Jehov�. Y he aqu� vosotros hab�is sucedido en lugar de vuestros padres, prole de hombres pecadores, para a�adir a�n � la ira de Jehov� contra Israel. Si os volviereis de en pos de �l, �l volver� otra vez � dejaros en el desierto, y destruir�is � todo este pueblo. Entonces ellos se allegaron � �l y dijeron: Edificaremos aqu� majadas para nuestro ganado, y ciudades para nuestros ni�os; Y nosotros nos armaremos, � iremos con diligencia delante de los hijos de Israel, hasta que los metamos en su lugar: y nuestros ni�os quedar�n en ciudades fuertes � causa de los moradores del pa�s. No volveremos � nuestras casas hasta que los hijos de Israel posean cada uno su heredad. Porque no tomaremos heredad con ellos al otro lado del Jord�n ni adelante, por cuanto tendremos ya nuestra heredad de estotra parte del Jord�n al oriente. Entonces les respondi� Mois�s: Si lo hiciereis as�, si os apercibiereis para ir delante de Jehov� � la guerra, Y pasareis todos vosotros armados el Jord�n delante de Jehov�, hasta que haya echado � sus enemigos de delante de s�, Y sea el pa�s sojuzgado delante de Jehov�; luego volver�is, y ser�is libres de culpa para con Jehov�, y para con Israel; y esta tierra ser� vuestra en heredad delante de Jehov�. Mas si as� no lo hiciereis, he aqu� habr�is pecado � Jehov�; y sabed que os alcanzar� vuestro pecado. Edificaos ciudades para vuestros ni�os, y majadas para vuestras ovejas, y haced lo que ha salido de vuestra boca. Y hablaron los hijos de Gad y los hijos de Rub�n � Mois�s, diciendo: Tus siervos har�n como mi se�or ha mandado. Nuestros ni�os, nuestras mujeres, nuestros ganados, y todas nuestras bestias, estar�n ah� en las ciudades de Galaad; Y tus siervos, armados todos de guerra, pasar�n delante de Jehov� � la guerra, de la manera que mi se�or dice. Entonces los encomend� Mois�s � Eleazar el sacerdote, y � Josu� hijo de Nun, y � los pr�ncipes de los padres de las tribus de los hijos de Israel. Y d�joles Mois�s: Si los hijos de Gad y los hijos de Rub�n, pasaren con vosotros el Jord�n, armados todos de guerra delante de Jehov�, luego que el pa�s fuere sojuzgado delante de vosotros, les dar�is la tierra de Galaad en posesi�n: Mas si no pasaren armados con vosotros, entonces tendr�n posesi�n entre vosotros en la tierra de Cana�n. Y los hijos de Gad y los hijos de Rub�n respondieron, diciendo: Haremos lo que Jehov� ha dicho � tus siervos. Nosotros pasaremos armados delante de Jehov� � la tierra de Cana�n, y la posesi�n de nuestra heredad ser� de esta parte del Jord�n. As� les di� Mois�s � los hijos de Gad y � los hijos de Rub�n, y � la media tribu de Manas�s hijo de Jos�, el reino de Seh�n rey Amorrheo, y el reino de Og rey de Bas�n, la tierra con sus ciudades y t�rminos, las ciudades del pa�s alrededor. Y los hijos de Gad edificaron � Dib�n, y � Ataroth, y � Aroer, Y � Atroth-sophan, y � Jazer, y � Jogbaa, Y � Beth-nimra, y � Bethar�n: ciudades fuertes, y tambi�n majadas para ovejas. Y los hijos de Rub�n edificaron � Hesb�n, y � Eleale, y � Kiriathaim, Y � Nebo, y � Baal-me�n, (mudados los nombres), y � Sibma: y pusieron nombres � las ciudades que edificaron. Y los hijos de Mach�r hijo de Manas�s fueron � Galaad, y tom�ronla, y echaron al Amorrheo que estaba en ella. Y Mois�s di� Galaad � Mach�r hijo de Manas�s, el cual habit� en ella. Tambi�n Jair hijo de Manas�s fu� y tom� sus aldeas, y p�soles por nombre Havoth-jair. Asimismo Noba fu� y tom� � Kenath y sus aldeas, y llam�le Noba, conforme � su nombre. N�meros 33Estas son las estancias de los hijos de Israel, los cuales salieron de la tierra de Egipto por sus escuadrones, bajo la conducta de Mois�s y Aar�n. Y Mois�s escribi� sus salidas conforme � sus jornadas por mandato de Jehov�. Estas, pues, son sus estancias con arreglo � sus partidas. De Rameses partieron en el mes primero, � los quince di�s del mes primero: el segundo d�a de la pascua salieron los hijos de Israel con mano alta, � ojos de todos los Egipcios. Estaban enterrando los Egipcios los que Jehov� hab�a muerto de ellos, � todo primog�nito; habiendo Jehov� hecho tambi�n juicios en sus dioses. Partieron, pues, los hijos de Israel de Rameses, y asentaron campo en Succoth. Y partiendo de Succoth, asentaron en Etham, que est� al cabo del desierto. Y partiendo de Etham, volvieron sobre Pi-hahiroth, que est� delante de Baalsephon, y asentaron delante de Migdol. Y partiendo de Pi-hahiroth, pasaron por medio de la mar al desierto, y anduvieron camino de tres d�as por el desierto de Etham, y asentaron en Mara. Y partiendo de Mara, vinieron � Elim, donde hab�a doce fuentes de aguas, y setenta palmeras; y asentaron all�. Y partidos de Elim, asentaron junto al mar Bermejo. Y partidos del mar Bermejo, asentaron en el desierto de Sin. Y partidos del desierto de Sin, asentaron en Dophca. Y partidos de Dophca, asentaron en Al�s. Y partidos de Al�s, asentaron en Rephidim, donde el pueblo no tuvo aguas para beber. Y partidos de Rephidim, asentaron en el desierto de Sina�. Y partidos del desierto de Sina�, asentaron en fmfm Kibroth-hataava. Y partidos de Kibroth-hataava, asentaron en Haseroth. Y partidos de Haseroth, asentaron en Ritma. Y partidos de Ritma, asentaron en Rimm�n-peres. Y partidos de Rimm�n-peres, asentaron en Libna. Y partidos de Libna, asentaron en Rissa. Y partidos de Rissa, asentaron en Ceelatha, Y partidos de Ceelatha, asentaron en el monte de Sepher. Y partidos del monte de Sepher, asentaron en Harada. Y partidos de Harada, asentaron en Maceloth. Y partidos de Maceloth, asentaron en Tahath. Y partidos de Tahath, asentaron en Tara. Y partidos de Tara, asentaron en Mithca. Y partidos de Mithca, asentaron en Hasmona. Y partidos de Hasmona, asentaron en Moseroth. Y partidos de Moseroth, asentaron en Bene-jaac�n. Y partidos de Bene-jaac�n, asentaron en el monte de Gidgad. Y partidos del monte de Gidgad, asentaron en Jotbatha. Y partidos de Jotbatha, asentaron en Abrona. Y partidos de Abrona, asentaron en Esion-geber. Y partidos de Esion-geber, asentaron en el desierto de Zin, que es Cades. Y partidos de Cades, asentaron en el monte de Hor, en la extremidad del pa�s de Edom. Y subi� Aar�n el sacerdote al monte de Hor, conforme al dicho de Jehov�, y all� muri� � los cuarenta a�os de la salida de los hijos de Israel de la tierra de Egipto, en el mes quinto, en el primero del mes. Y era Aar�n de edad de ciento y veinte y tres a�os, cuando muri� en el monte de Hor. Y el Cananeo, rey de Arad, que habitaba al mediod�a en la tierra de Cana�n, oy� como hab�an venido los hijos de Israel. Y partidos del monte de Hor, asentaron en Salmona. Y partidos de Salmona, asentaron en Phun�n. Y partidos de Phun�n, asentaron en Oboth. Y partidos de Oboth, asentaron en Ije-abarim; en el t�rmino de Moab. Y partidos de Ije-abarim, asentaron en Dib�n-gad. Y partidos de Dib�n-gad, asentaron en Almon-diblathaim. Y partidos de Almon-diblathaim, asentaron en los montes de Abarim, delante de Nebo. Y partidos de los montes de Abarim, asentaron en los campos de Moab, junto al Jord�n de Jeric�. Finalmente asentaron junto al Jord�n, desde Beth-jesimoth hasta Abel-sitim, en los campos de Moab. Y habl� Jehov� � Mois�s en los campos de Moab junto al Jord�n de Jeric�, diciendo: Habla � los hijos de Israel, y diles: Cuando hubiereis pasado el Jord�n � la tierra de Cana�n, Echar�is � todos los moradores del pa�s de delante de vosotros, y destruir�is todas sus pinturas, y todas sus im�genes de fundici�n, y arruinar�is todos sus altos; Y echar�is los moradores de la tierra, y habitar�is en ella; porque yo os la he dado para que la pose�is. Y heredar�is la tierra por suertes por vuestras familias: � los muchos dar�is mucho por su heredad, y � los pocos dar�is menos por heredad suya: donde le saliere la suerte, all� la tendr� cada uno: por las tribus de vuestros padres heredar�is. Y si no echareis los moradores del pa�s de delante de vosotros, suceder� que los que dejareis de ellos ser�n por aguijones en vuestros ojos, y por espinas en vuestros costados, y afligiros han sobre la tierra en que vosotros habitareis. Ser� adem�s, que har� � vosotros como yo pens� hacerles � ellos. N�meros 34Y JEHOVA habl� � Mois�s, diciendo: Manda � los hijos de Israel, y diles: Cuando hubiereis entrado en la tierra de Cana�n, es � saber, la tierra que os ha de caer en heredad, la tierra de Cana�n seg�n sus t�rminos; Tendr�is el lado del mediod�a desde el desierto de Zin hasta los t�rminos de Edom; y os ser� el t�rmino del mediod�a al extremo del mar salado hacia el oriente: Y este t�rmino os ir� rodeando desde el mediod�a hasta la subida de Acrabbim, y pasar� hasta Zin; y sus salidas ser�n del mediod�a � Cades-barnea; y saldr� � Hasar-addar, y pasar� hasta Asm�n; Y rodear� este t�rmino, desde Asm�n hasta el torrente de Egipto, y sus remates ser�n al occidente. Y el t�rmino occidental os ser� la gran mar: este t�rmino os ser� el t�rmino occidental. Y el t�rmino del norte ser� este: desde la gran mar os se�alar�is el monte de Hor; Del monte de Hor se�alar�is � la entrada de Hamath, y ser�n las salidas de aquel t�rmino � Sedad; Y saldr� este t�rmino � Ziph�n, y ser�n sus remates en Hasar-en�n: este os ser� el t�rmino del norte. Y por t�rmino al oriente os se�alar�is desde Hasar-en�n hasta Sepham; Y bajar� este t�rmino desde Sepham � Ribla, al oriente de Ain: y descender� el t�rmino, y llegar� � la costa de la mar de Cinnereth al oriente; Despu�s descender� este t�rmino al Jord�n, y ser�n sus salidas al mar Salado: esta ser� vuestra tierra: por sus t�rminos alrededor. Y mand� Mois�s � los hijos de Israel, diciendo: Esta es la tierra que heredar�is por suerte, la cual mand� Jehov� que diese � las nueve tribus, y � la media tribu: Porque la tribu de los hijos de Rub�n seg�n las casas de sus padres, y la tribu de los hijos de Gad seg�n las casas de sus padres, y la media tribu de Manas�s, han tomado su herencia: Dos tribus y media tomaron su heredad de esta parte del Jord�n de Jeric� al oriente, al nacimiento del sol. Y habl� Jehov� � Mois�s, diciendo: Estos son los nombres de los varones que os aposesionar�n la tierra: Eleazar el sacerdote, y Josu� hijo de Nun. Tomar�is tambi�n de cada tribu un pr�ncipe, para dar la posesi�n de la tierra. Y estos son los nombres de los varones: De la tribu de Jud�, Caleb hijo de Jephone. Y de la tribu de los hijos de Sime�n, Samuel hijo de Ammiud. De la tribu de Benjam�n; Elidad hijo de Chisl�n. Y de la tribu de los hijos de Dan, el pr�ncipe Bucci hijo de Jogli. De los hijos de Jos�: de la tribu de los hijos de Manas�s, el pr�ncipe Haniel hijo de Ephod. Y de la tribu de los hijos de Ephraim, el pr�ncipe Ch�muel hijo de Sipht�n. Y de la tribu de los hijos de Zabul�n, el pr�ncipe Elisaph�n hijo de Pharnach. Y de la tribu de los hijos de Issach�r, el pr�ncipe Paltiel hijo de Azan. Y de la tribu de los hijos de Aser, el pr�ncipe Ahiud hijo de Selomi. Y de la tribu de los hijos de Nephtal�, el pr�ncipe Pedael hijo de Ammiud. Estos son � los que mand� Jehov� que hiciesen la partici�n de la herencia � los hijos de Israel en la tierra de Cana�n. N�meros 35Y HABLO Jehov� � Mois�s en los campos de Moab, junto al Jord�n de Jeric�, diciendo: Manda � los hijos de Israel, que den � los Levitas de la posesi�n de su heredad ciudades en que habiten: Tambi�n dar�is � los Levitas ejidos de esas ciudades alrededor de ellas. Y tendr�n ellos las ciudades para habitar, y los ejidos de ellas ser�n para sus animales, y para sus ganados, y para todas sus bestias. Y los ejidos de las ciudades que dar�is � los Levitas, ser�n mil codos alrededor, desde el muro de la ciudad para afuera. Luego medir�is fuera de la ciudad � la parte del oriente dos mil codos, y � la parte del mediod�a dos mil codos, y � la parte del occidente dos mil codos, y � la parte del norte dos mil codos, y la ciudad en medio: esto tendr�n por los ejidos de las ciudades. Y de las ciudades que dar�is � los Levitas, seis ciudades ser�n de acogimiento, las cuales dar�is para que el homicida se acoja all�: y adem�s de �stas dar�is cuarenta y dos ciudades. Todas las ciudades que dar�is � los Levitas ser�n cuarenta y ocho ciudades; ellas con sus ejidos. Y las ciudades que diereis de la heredad de los hijos de Israel, del que mucho tomar�is mucho, y del que poco tomar�is poco: cada uno dar� de sus ciudades � los Levitas seg�n la posesi�n que heredar�. Y habl� Jehov� � Mois�s, diciendo: Habla � los hijos de Israel, y diles: Cuando hubiereis pasado el Jord�n � la tierra de Cana�n, Os se�alar�is ciudades, ciudades de acogimiento tendr�is, donde huya el homicida que hiriere � alguno de muerte por yerro. Y os ser�n aquellas ciudades por acogimiento del pariente, y no morir� el homicida hasta que est� � juicio delante de la congregaci�n. De las ciudades, pues, que dar�is, tendr�is seis ciudades de acogimiento. Tres ciudades dar�is de esta parte del Jord�n, y tres ciudades dar�is en la tierra de Cana�n; las cuales ser�n ciudades de acogimiento. Estas seis ciudades ser�n para acogimiento � los hijos de Israel, y al peregrino, y al que morare entre ellos, para que huya all� cualquiera que hiriere de muerte � otro por yerro. Y si con instrumento de hierro lo hiriere y muriere, homicida es; el homicida morir�: Y si con piedra de mano, de que pueda morir, lo hiriere, y muriere, homicida es; el homicida morir�. Y si con instrumento de palo de mano, de que pueda morir, lo hiriere, y muriere, homicida es; el homicida morir�. El pariente del muerto, �l matar� al homicida: cuando lo encontrare, �l le matar�. Y si por odio lo empuj�, � ech� sobre �l alguna cosa por asechanzas, y muere; O por enemistad lo hiri� con su mano, y muri�: el heridor morir�; es homicida; el pariente del muerto matar� al homicida, cuando lo encontrare. Mas si casualmente lo empuj� sin enemistades, � ech� sobre �l cualquier instrumento sin asechanzas, O bien, sin verlo, hizo caer sobre �l alguna piedra, de que pudo morir, y muriere, y �l no era su enemigo, ni procuraba su mal; Entonces la congregaci�n juzgar� entre el heridor y el pariente del muerto conforme � estas leyes: Y la congregaci�n librar� al homicida de mano del pariente del muerto, y la congregaci�n lo har� volver � su ciudad de acogimiento, � la cual se hab�a acogido; y morar� en ella hasta que muera el gran sacerdote, el cual fu� ungido con el aceite santo. Y si el homicida saliere fuera del t�rmino de su ciudad de refugio, � la cual se acogi�, Y el pariente del muerto le hayare fuera del t�rmino de la ciudad de su acogida, y el pariente del muerto al homicida matare, no se le culpar� por ello: Pues en su ciudad de refugio deber� aqu�l habitar hasta que muera el gran sacerdote: y despu�s que muriere el gran sacerdote, el homicida volver� � la tierra de su posesi�n. Y estas cosas os ser�n por ordenanza de derecho por vuestras edades, en todas vuestras habitaciones. Cualquiera que hiriere � alguno, por dicho de testigos, morir� el homicida: mas un solo testigo no har� f� contra alguna persona para que muera. Y no tomar�is precio por la vida del homicida; porque est� condenado � muerte: mas indefectiblemente morir�. Ni tampoco tomar�is precio del que huy� � su ciudad de refugio, para que vuelva � vivir en su tierra, hasta que muera el sacerdote. Y no contaminar�is la tierra donde estuviereis: porque esta sangre amancillar� la tierra: y la tierra no ser� expiada de la sangre que fu� derramada en ella, sino por la sangre del que la derram�. No contamin�is, pues, la tierra donde habit�is, en medio de la cual yo habito; porque yo Jehov� habito en medio de los hijos de Israel. N�meros 36Y LLEGARON los pr�ncipes de los padres de la familia de Galaad, hijo de Mach�r, hijo de Manas�s, de las familias de los hijos de Jos�; y hablaron delante de Mois�s, y de los pr�ncipes, cabezas de padres de los hijos de Israel, Y dijeron: Jehov� mand� � mi se�or que por suerte diese la tierra � los hijos de Israel en posesi�n: tambi�n ha mandado Jehov� � mi se�or, que d� la posesi�n de Salphaad nuestro hermano � sus hijas; Las cuales, si se casaren con algunos de los hijos de las otras tribus de los hijos de Israel, la herencia de ellas ser� as� desfalcada de la herencia de nuestros padres, y ser� a�adida � la herencia de la tribu � que ser�n unidas: y ser� quitada de la suerte de nuestra heredad. Y cuando viniere el jubileo de los hijos de Israel, la heredad de ellas ser� a�adida � la heredad de la tribu de sus maridos; y as� la heredad de ellas ser� quitada de la heredad de la tribu de nuestros padres. Entonces Mois�s mand� � los hijos de Israel por dicho de Jehov�, diciendo: La tribu de los hijos de Jos� habla rectamente. Esto es lo que ha mandado Jehov� acerca de las hijas de Salphaad, diciendo: C�sense como � ellas les pluguiere, empero en la familia de la tribu de su padre se casar�n; Para que la heredad de los hijos de Israel no sea traspasada de tribu en tribu; porque cada uno de los hijos de Israel se allegar� � la heredad de la tribu de sus padres. Y cualquiera hija que poseyere heredad de las tribus de los hijos de Israel, con alguno de la familia de la tribu de su padre se casar�, para que los hijos de Israel posean cada uno la heredad de sus padres. Y no ande la heredad rodando de una tribu � otra: mas cada una de las tribus de los hijos de Israel se llegue � su heredad. Como Jehov� mand� � Mois�s, as� hicieron las hijas de Salphaad. Y as� Maala, y Tirsa, y Hogla, y Milch�, y Noa, hijas de Salphaad, se casaron con hijos de sus t�os: De la familia de los hijos de Manas�s, hijo de Jos�, fueron mujeres; y la heredad de ellas qued� en la tribu de la familia de su padre. Estos son los mandamientos y los estatutos que mand� Jehov� por mano de Mois�s � los hijos de Israel en los campos de Moab, junto al Jord�n de Jeric�.
Deuteronomio LA BIBLIA Versión Reina-Valera de 1909 �NDICE [1 | 2 | 3 | 4 | 5 | 6 | 7 | 8 | 9 | 10 | 11 | 12 | 13 | 14 | 15 | 16 | 17 | 18 | 19 | 20 | 21 | 22 | 23 | 24 | 25 | 26 | 27 | 28 | 29 | 30 | 31 | 32 | 33 | 34 ] Deuteronomio 1ESTAS son las palabras que habl� Mois�s � todo Israel de esta parte del Jord�n en el desierto, en el llano delante del mar Bermejo, entre Par�n, y Thopel, y Lab�n, y Haseroth, y Dizahab. Once jornadas hay desde Horeb, camino del monte de Seir, hasta Cades-barnea. Y fu�, que � los cuarenta a�os, en el mes und�cimo, al primero del mes, Mois�s habl� � los hijos de Israel conforme � todas las cosas que Jehov� le hab�a mandado acerca de ellos; Despu�s que hiri� � Seh�n rey de los Amorrheos, que habitaba en Hesb�n, y � Og rey de Bas�n, que habitaba en Astarot en Edrei: De esta parte del Jord�n, en tierra de Moab, resolvi� Mois�s declarar esta ley, diciendo: Jehov� nuestro Dios nos habl� en Horeb, diciendo: Harto hab�is estado en este monte; Volveos, part�os � id al monte del Amorrheo, y � todas sus comarcas, en el llano, en el monte, y en los valles, y al mediod�a, y � la costa de la mar, � la tierra del Cananeo, y el L�bano, hasta el gran r�o, el r�o Eufrates. Mirad, yo he dado la tierra en vuestra presencia; entrad y poseed la tierra que Jehov� jur� � vuestros padres Abraham, Isaac, y Jacob, que les dar�a � ellos y � su simiente despu�s de ellos. Y yo os habl� entonces, diciendo: Yo no puedo llevaros solo: Jehov� vuestro Dios os ha multiplicado, y he aqu� sois hoy vosotros como las estrellas del cielo en multitud. �Jehov� Dios de vuestros padres a�ada sobre vosotros como sois mil veces, y os bendiga, como os ha prometido! �C�mo llevar� yo solo vuestras molestias, vuestras cargas, y vuestros pleitos? Dad me de entre vosotros, de vuestras tribus, varones sabios y entendidos y expertos, para que yo los ponga por vuestros jefes. Y me respondisteis, y dijisteis: Bueno es hacer lo que has dicho. Y tom� los principales de vuestras tribus, varones sabios y expertos, y p�selos por jefes sobre vosotros, jefes de millares, y jefes de cientos, y jefes de cincuenta, y cabos de diez, y gobernadores � vuestras tribus. Y entonces mand� � vuestros jueces, diciendo: Oid entre vuestros hermanos, y juzgad justamente entre el hombre y su hermano, y el que le es extranjero. No teng�is respeto de personas en el juicio: as� al peque�o como al grande oir�is: no tendr�is temor de ninguno, porque el juicio es de Dios: y la causa que os fuere dif�cil, la traer�is � m�, y yo la oir�. Os mand�, pues, en aquel tiempo todo lo que hab�ais de hacer. Y partidos de Horeb, anduvimos todo aquel grande y terrible desierto que hab�is visto, por el camino del monte del Amorrheo, como Jehov� nuestro Dios nos lo mand�; y llegamos hasta Cades-barnea. Entonces os dije: Llegado hab�is al monte del Amorrheo, el cual Jehov� nuestro Dios nos da. Mira, Jehov� tu Dios ha dado delante de ti la tierra: sube y pos�e la, como Jehov� el Dios de tus padres te ha dicho; no temas ni desmayes. Y llegasteis � m� todos vosotros, y dijisteis: Enviemos varones delante de nosotros, que nos reconozcan la tierra y nos traigan de vuelta raz�n del camino por donde hemos de subir, y de las ciudades adonde hemos de llegar. Y el dicho me pareci� bien: y tom� doce varones de vosotros, un var�n por tribu: Y se encaminaron, y subieron al monte, y llegaron hasta la arroyada de Escol, y reconocieron la tierra. Y tomaron en sus manos del fruto del pa�s, y nos lo trajeron, y di�ronnos cuenta, y dijeron: Es buena la tierra que Jehov� nuestro Dios nos da. Empero no quisisteis subir, antes fuisteis rebeldes al dicho de Jehov� vuestro Dios; Y murmurasteis en vuestras tiendas, diciendo: Porque Jehov� nos aborrec�a, nos ha sacado de tierra de Egipto, para entregarnos en mano del Amorrheo para destruirnos. �A d�nde subimos? Nuestros hermanos han hecho desfallecer nuestro coraz�n, diciendo: Este pueblo es mayor y m�s alto que nosotros, las ciudades grandes y muradas hasta el cielo; y tambi�n vimos all� hijos de gigantes. Entonces os dije: No tem�is, ni teng�is miedo de ellos. Jehov� vuestro Dios, el cual va delante de vosotros, �l pelear� por vosotros, conforme � todas las cosas que hizo por vosotros en Egipto delante de vuestros ojos; Y en el desierto has visto que Jehov� tu Dios te ha tra�do, como trae el hombre � su hijo, por todo el camino que hab�is andado, hasta que hab�is venido � este lugar. Y aun con esto no creisteis en Jehov� vuestro Dios, El cual iba delante de vosotros por el camino, para reconoceros el lugar donde hab�ais de asentar el campo, con fuego de noche para mostraros el camino por donde aduvieseis, y con nube de d�a. Y oy� Jehov� la voz de vuestras palabras, y enoj�se, y jur� diciendo: No ver� hombre alguno de estos de esta mala generaci�n, la buena tierra que jur� hab�a de dar � vuestros padres, Excepto Caleb hijo de Jephone: �l la ver�, y � �l le dar� la tierra que pis�, y � sus hijos; porque cumpli� en pos de Jehov�. Y tambi�n contra m� se air� Jehov� por vosotros, diciendo: Tampoco t� entrar�s all�: Josu� hijo de Nun, que est� delante de ti, �l entrar� all�: an�male; porque �l la har� heredar � Israel. Y vuestros chiquitos, de los cuales dijisteis ser�n por presa, y vuestros hijos que no saben hoy bueno ni malo, ellos entrar�n all�, y � ellos la dar�, y ellos la heredar�n. Y vosotros volveos, y part�os al desierto camino del mar Bermejo. Entonces respondisteis y me dijisteis: Pecado hemos contra Jehov�; nosotros subiremos y pelearemos, conforme � todo lo que Jehov� nuestro Dios nos ha mandado. Y os armasteis cada uno de sus armas de guerra, y os apercibisteis para subir al monte. Y Jehov� me dijo: Diles: No sub�is, ni pele�is, pues no estoy entre vosotros; porque no se�is heridos delante de vuestros enemigos. Y os habl�, y no disteis o�do; antes fuisteis rebeldes al dicho de Jehov�, y persistiendo con altivez, subisteis al monte. Y sali� el Amorrheo, que habitaba en aquel monte, � vuestro encuentro, y os persiguieron, como hacen las avispas, y os derrotaron en Seir, persigui�ndoos hasta Horma. Y volvisteis, y llorasteis delante de Jehov�; pero Jehov� no escuch� vuestra voz, ni os prest� o�do. Y estuvisteis en Cades por muchos d�as, como en los d�as que hab�is estado. Deuteronomio 2Y VOLVIMOS, y part�monos al desierto camino del mar Bermejo, como Jehov� me hab�a dicho; y rodeamos el monte de Seir por muchos d�as. Y Jehov� me habl�, diciendo: Harto hab�is rodeado este monte; volveos al aquil�n. Y manda al pueblo, diciendo: Pasando vosotros por el t�rmino de vuestros hermanos los hijos de Esa�, que habitan en Seir, ellos tendr�n miedo de vosotros; mas vosotros guardaos mucho: No os met�is con ellos; que no os dar� de su tierra ni aun la holladura de la planta de un pie; porque yo he dado por heredad � Esa� el monte de Seir. Comprar�is de ellos por dinero las viandas, y comer�is; y tambi�n comprar�is de ellos el agua, y beber�is: Pues Jehov� tu Dios te ha bendecido en toda obra de tus manos: �l sabe que andas por este gran desierto: estos cuarenta a�os Jehov� tu Dios fu� contigo; y ninguna cosa te ha faltado. Y pasamos de nuestros hermanos los hijos de Esa�, que habitaban en Seir, por el camino de la llanura de Elath y de Esiongeber. Y volvimos, y pasamos camino del desierto de Moab. Y Jehov� me dijo: No molestes � Moab, ni te empe�es con ellos en guerra, que no te dar� posesi�n de su tierra; porque yo he dado � Ar por heredad � los hijos de Lot. (Los Emimeos habitaron en ella antes, pueblo grande, y numeroso, y alto como fhnumeroso, y alto como fh gigantes: Por gigantes eran ellos tambi�n contados, como los Anaceos; y los Moabitas los llaman Emimeos. Y en Seir habitaron antes los Horeos, � los cuales echaron los hijos de Esa�; y los destruyeron de delante de s�, y moraron en lugar de ellos; como hizo Israel en la tierra de su posesi�n que les di� Jehov�.) Levantaos ahora, y pasad el arroyo de Zered. Y pasamos el arroyo de Zered. Y los d�as que anduvimos de Cades-barnea hasta que pasamos el arroyo de Zered, fueron treinta y ocho a�os; hasta que se acab� toda la generaci�n de los hombres de guerra de en medio del campo, como Jehov� les hab�a jurado. Y tambi�n la mano de Jehov� fu� sobre ellos para destruirlos de en medio del campo, hasta acabarlos. Y aconteci� que cuando se hubieron acabado de morir todos los hombres de guerra de entre el pueblo, Jehov� me habl�, diciendo: T� pasar�s hoy el t�rmino de Moab, � Ar, Y te acercar�s delante de los hijos de Amm�n: no los molestes, ni te metas con ellos; porque no te tengo de dar posesi�n de la tierra de los hijos de Amm�n; que � los hijos de Lot la he dado por heredad. (Por tierra de gigantes fu� tambi�n ella tenida: habitaron en ella gigantes en otro tiempo, � los cuales los Ammonitas llamaban Zomzommeos; Pueblo grande, y numeroso, y alto, como los Anaceos; � los cuales Jehov� destruy� de delante de los Ammonitas, quienes les sucedieron, y habitaron en su lugar: Como hizo con los hijos de Esa�, que habitaban en Seir, de delante de los cuales destruy� � los Horeos; y ellos les sucedieron, y habitaron en su lugar hasta hoy. Y � los Heveos que habitaban en Haserin hasta Gaza, los Caftoreos que salieron de Caftor los destruyeron, y habitaron en su lugar.) Levantaos, partid, y pasad el arroyo de Arn�n: he aqu� he dado en tu mano � Seh�n rey de Hesb�n, Amorrheo, y � su tierra: comienza � tomar posesi�n, y emp��ate con �l en guerra. Hoy comenzar� � poner tu miedo y tu espanto sobre los pueblos debajo de todo el cielo, los cuales oir�n tu fama, y temblar�n, y angustiarse han delante de ti. Y envi� mensajeros desde el desierto de Cademoth � Seh�n rey de Hesb�n, con palabras de paz, diciendo: Pasar� por tu tierra por el camino: por el camino ir�, sin apartarme � diestra ni � siniestra: La comida me vender�s por dinero y comer�: el agua tambi�n me dar�s por dinero, y beber�: solamente pasar� � pie; Como lo hicieron conmigo los hijos de Esa� que habitaban en Seir, y los Moabitas que habitaban en Ar; hasta que pase el Jord�n � la tierra que nos da Jehov� nuestro Dios. Mas Seh�n rey de Hesb�n no quiso que pas�semos por el territorio suyo; porque Jehov� tu Dios hab�a endurecido su esp�ritu, y obstinado su coraz�n para entregarlo en tu mano, como hoy. Y d�jome Jehov�: He aqu� yo he comenzado � dar delante de ti � Seh�n y � su tierra; comienza � tomar posesi�n, para que heredes su tierra. Y sali�nos Seh�n al encuentro, �l y todo su pueblo, para pelear en Jaas. Mas Jehov� nuestro Dios lo entreg� delante de nosotros; y herimos � �l y � sus hijos, y � todo su pueblo. Y tomamos entonces todas sus ciudades, y destruimos todas las ciudades, hombres, y mujeres, y ni�os; no dejamos ninguno: Solamente tomamos para nosotros las bestias, y los despojos de las ciudades que hab�amos tomado. Desde Aroer, que est� junto � la ribera del arroyo de Arn�n, y la ciudad que est� en el arroyo, hasta Galaad, no hubo ciudad que escapase de nosotros: todas las entreg� Jehov� nuestro Dios en nuestro poder. Solamente � la tierra de los hijos de Amm�n no llegaste, ni � todo lo que est� � la orilla del arroyo de Jaboc ni � las ciudades del monte, ni � lugar alguno que Jehov� nuestro Dios hab�a prohibido. Deuteronomio 3Y VOLVIMOS, y subimos camino de Bas�n, y sali�nos al encuentro Og rey de Bas�n para pelear, �l y todo su pueblo, en Edrei. Y d�jome Jehov�: No tengas temor de �l, porque en tu mano he entregado � �l y � todo su pueblo, y su tierra: y har�s con �l como hiciste con Seh�n rey Amorrheo, que habitaba en Hesb�n. Y Jehov� nuestro Dios entreg� tambi�n en nuestra mano � Og rey de Bas�n, y � todo su pueblo, al cual herimos hasta no quedar de �l ninguno. Y tomamos entonces todas sus ciudades; no qued� ciudad que no les tom�semos: sesenta ciudades, toda la tierra de Argob, del reino de Og en Bas�n. Todas �stas eran ciudades fortalecidas con alto muro, con puertas y barras; sin otras muy muchas ciudades sin muro. Y destru�moslas, como hicimos � Seh�n rey de Hesb�n, destruyendo en toda ciudad hombres, mujeres, y ni�os. Y tomamos para nosotros todas las bestias, y los despojos de las ciudades. Tambi�n tomamos en aquel tiempo de mano de dos reyes Amorrheos que estaban de esta parte del Jord�n, la tierra desde el arroyo de Arn�n hasta el monte de Herm�n: (Los Sidonios llaman � Herm�n Siri�n; y los Amorrheos, Senir:) Todas las ciudades de la llanura, y todo Galaad, y todo Bas�n hasta Salch� y Edrei, ciudades del reino de Og en Bas�n. Porque s�lo Og rey de Bas�n hab�a quedado de los gigantes que quedaron. He aqu� su cama, una cama de hierro, �no est� en Rabbath de los hijos de Amm�n?; la longitud de ella de nueve codos, y su anchura de cuatro codos, al codo de un hombre. Y esta tierra que heredamos entonces desde Aroer, que est� al arroyo de Arn�n, y la mitad del monte de Galaad con sus ciudades, d� � los Rubenitas y � los Gaditas: Y el resto de Galaad, y todo Bas�n, del reino de Og, d� lo � la media tribu de Manas�s; toda la tierra de Argob, todo Bas�n, que se llamaba la tierra de los gigantes. Jair hijo de Manas�s tom� toda la tierra de Argob hasta el t�rmino de Gessuri y Mach�ti; y llam�la de su nombre Bas�n-havoth-jair, hasta hoy. Y � Mach�r d� � Galaad. Y � los Rubenitas y Gaditas d� de Galaad hasta el arroyo de Arn�n, el medio del arroyo por t�rmino; hasta el arroyo de Jaboc, t�rmino de los hijos de Amm�n: Asimismo la campi�a, y el Jord�n, y el t�rmino, desde Cinereth hasta la mar del llano, el mar Salado, las vertientes abajo del Pisga al oriente. Y os mand� entonces, diciendo: Jehov� vuestro Dios os ha dado esta tierra para que la pose�is: pasar�is armados delante de vuestros hermanos los hijos de Israel todos los valientes. Solamente vuestras mujeres, vuestros ni�os, y vuestros ganados, (yo s� que ten�is mucho ganado,) quedar�n en vuestras ciudades que os he dado, Hasta que Jehov� d� reposo � vuestros hermanos, as� como � vosotros, y hereden tambi�n ellos la tierra que Jehov� vuestro Dios les da � la otra parte del Jord�n: entonces os volver�is cada uno a su heredad que yo os he dado. Mand� tambi�n � Josu� entonces, diciendo: Tus ojos vieron todo lo que Jehov� vuestro Dios ha hecho � aquellos dos reyes: as� har� Jehov� � todos los reinos � los cuales pasar�s t�. No los tem�is; que Jehov� vuestro Dios, �l es el que pelea por vosotros. Y or� � Jehov� en aquel tiempo, diciendo: Se�or Jehov�, t� has comenzado � mostrar � tu siervo tu grandeza, y tu mano fuerte: porque �qu� dios hay en el cielo ni en la tierra que haga seg�n tus obras, y seg�n tus valent�as? Pase yo, ru�gote, y vea aquella tierra buena, que est� � la parte all� del Jord�n, aquel buen monte, y el L�bano. Mas Jehov� se hab�a enojado contra m� por causa de vosotros, por lo cual no me oy�: y d�jome Jehov�: B�state, no me hables m�s de este negocio. Sube � la cumbre del Pisga, y alza tus ojos al occidente, y al aquil�n, y al mediod�a, y al oriente, y ve por tus ojos: porque no pasar�s este Jord�n. Y manda a Josu�, y an�malo, y conf�rtalo; porque �l ha de pasar delante de este pueblo, y �l les har� heredar la tierra que ver�s. Y paramos en el valle delante de Beth-peor. Deuteronomio 4AHORA pues, oh Israel, oye los estatutos y derechos que yo os ense�o, para que los ejecut�is, y viv�is, y entr�is, y pose�is la tierra que Jehov� el Dios de vuestros padres te da. No a�adir�is � la palabra que yo os mando, ni disminuir�is de ella, para que guard�is los mandamientos de Jehov� vuestro Dios que yo os ordeno. Vuestros ojos vieron lo que hizo Jehov� con motivo de Baal-peor; que � todo hombre que fu� en pos de Baal-peor destruy� Jehov� tu Dios de en medio de ti. Mas vosotros que os allegasteis � Jehov� vuestro Dios, todos est�is vivos hoy. Mirad, yo os he ense�ado estatutos y derechos, como Jehov� mi Dios me mand�, para que hag�is as� en medio de la tierra en la cual entr�is para poseerla. Guardadlos, pues, y ponedlos por obra: porque esta es vuestra sabidur�a y vuestra inteligencia en ojos de los pueblos, los cuales oir�n todos estos estatutos, y dir�n: Ciertamente pueblo sabio y entendido, gente grande es �sta. Porque �qu� gente grande hay que tenga los dioses cercanos � s�, como lo est� Jehov� nuestro Dios en todo cuanto le pedimos? Y �qu� gente grande hay que tenga estatutos y derechos justos, como es toda esta ley que yo pongo hoy delante de vosotros? Por tanto, gu�rdate, y guarda tu alma con diligencia, que no te olvides de las cosas que tus ojos han visto, ni se aparten de tu coraz�n todos los d�as de tu vida: y ense�arlas has � tus hijos, y � los hijos de tus hijos; El d�a que estuviste delante de Jehov� tu Dios en Horeb, cuando Jehov� me dijo: J�ntame el pueblo, para que yo les haga oir mis palabras, las cuales aprender�n, para temerme todos los d�as que vivieren sobre la tierra: y las ense�ar�n � sus hijos; Y os llegasteis, y os pusisteis al pie del monte; y el monte ard�a en fuego hasta en medio de los cielos con tinieblas, nube, y oscuridad. Y habl� Jehov� con vosotros de en medio del fuego: oisteis la voz de sus palabras, mas � excepci�n de oir la voz, ninguna figura visteis: Y �l os anunci� su pacto, el cual os mand� poner por obra, las diez palabras; y escribi�las en dos tablas de piedra. A m� tambi�n me mand� Jehov� entonces ense�aros los estatutos y derechos, para que los pusieseis por obra en la tierra � la cual pas�is para poseerla. Guardad pues mucho vuestras almas: pues ninguna figura visteis el d�a que Jehov� habl� con vosotros de en medio del fuego: Porque no os corromp�is, y hag�is para vosotros escultura, imagen de figura alguna, efigie de var�n � hembra, Figura de alg�n animal que sea en la tierra, figura de ave alguna alada que vuele por el aire, Figura de ning�n animal que vaya arrastrando por la tierra, figura de pez alguno que haya en el agua debajo de la tierra: Y porque alzando tus ojos al cielo, y viendo el sol y la luna y las estrellas, y todo el ej�rcito del cielo, no seas incitado, y te inclines � ellos, y les sirvas; que Jehov� tu Dios los ha concedido � todos los pueblos debajo de todos los cielos. Empero � vosotros Jehov� os tom�, y os ha sacado del horno de hierro, de Egipto, para que le se�is por pueblo de heredad como en este d�a. Y Jehov� se enoj� contra m� sobre vuestros negocios, y jur� que yo no pasar�a el Jord�n, ni entrar�a en la buena tierra, que Jehov� tu Dios te da por heredad. As� que yo voy � morir en esta tierra; y no paso el Jord�n: mas vosotros pasar�is, y poseer�is aquella buena tierra. Guardaos no os olvid�is del pacto de Jehov� vuestro Dios, que �l estableci� con vosotros, y os hag�is escultura � imagen de cualquier cosa, que Jehov� tu Dios te ha vedado. Porque Jehov� tu Dios es fuego que consume, Dios celoso. Cuando hubiereis engendrado hijos y nietos, y hubiereis envejecido en la tierra, y os corrompiereis, � hiciereis escultura � imagen de cualquier cosa, � hiciereis mal en ojos de Jehov� vuestro Dios, para enojarlo; Yo pongo hoy por testigos al cielo y � la tierra, que presto perecer�is totalmente de la tierra hacia la cual pas�is el Jord�n para poseerla: no estar�is en ella largos d�as sin que se�is destru�dos. Y Jehov� os esparcir� entre los pueblos, y quedar�is pocos en n�mero entre las gentes � las cuales os llevar� Jehov�: Y servir�is all� � dioses hechos de manos de hombres, � madera y � piedra, que no ven, ni oyen, ni comen, ni huelen. Mas si desde all� buscares � Jehov� tu Dios, lo hallar�s, si lo buscares de todo tu coraz�n y de toda tu alma. Cuando estuviereis en angustia, y te alcanzaren todas estas cosas, si en los postreros d�as te volvieres � Jehov� tu Dios, y oyeres su voz; Porque Dios misericordioso es Jehov� tu Dios; no te dejar�, ni te destruir�, ni se olvidar� del pacto de tus padres que les jur�. Porque pregunta ahora de los tiempos pasados, que han sido antes de ti, desde el d�a que cri� Dios al hombre sobre la tierra, y desde el un cabo del cielo al otro, si se ha hecho cosa semejante � esta gran cosa, � se haya o�do otra como ella. �Ha o�do pueblo la voz de Dios, que hablase de en medio del fuego, como t� la has o�do, y vivido? �O ha Dios probado � venir � tomar para s� gente de en medio de otra gente, con pruebas, con se�ales, con milagros, y con guerra, y mano fuerte, y brazo extendido, y grandes espantos, seg�n todas las cosas que hizo con vosotros Jehov� vuestro Dios en Egipto ante tus ojos? A ti te fu� mostrado, para que supieses que Jehov� �l es Dios; no hay m�s fuera de �l. De los cielos te hizo oir su voz, para ense�arte: y sobre la tierra te mostr� su gran fuego: y has o�do sus palabras de en medio del fuego. Y por cuanto �l am� � tus padres, escogi� su simiente despu�s de ellos, y sac�te delante de s� de Egipto con su gran poder; Para echar de delante de ti gentes grandes y m�s fuertes que t�, y para introducirte, y darte su tierra por heredad, como hoy. Aprende pues hoy, y reduce � tu coraz�n que Jehov� �l es el Dios arriba en el cielo, y abajo sobre la tierra; no hay otro. Y guarda sus estatutos y sus mandamientos, que yo te mando hoy, para que te vaya bien � ti y � tus hijos despu�s de ti, y prolongues tus d�as sobre la tierra que Jehov� tu Dios te da para siempre. Entonces apart� Mois�s tres ciudades de esta parte del Jord�n al nacimiento del sol, Para que huyese all� el homicida que matase � su pr�jimo por yerro, sin haber tenido enemistad con �l desde ayer ni antes de ayer; y que huyendo � una de estas ciudades salvara la vida: A Beser en el desierto, en tierra de la llanura, de los Rubenitas; y � Ramoth en Galaad, de los Gaditas; y � Gol�n en Bas�n, de los de Manas�s. Esta, pues, es la ley que Mois�s propuso delante de los hijos de Israel. Estos son los testimonios, y los estatutos, y los derechos, que Mois�s notific� � los hijos de Israel, cuando hubieron salido de Egipto; De esta parte del Jord�n, en el valle delante de Beth-peor, en la tierra de Seh�n rey de los Amorrheos, que habitaba en Hesb�n, al cual hiri� Mois�s con los hijos de Israel, cuando hubieron salido de Egipto: Y poseyeron su tierra, y la tierra de Og rey de Bas�n; dos reyes de los Amorrheos que estaban de esta parte del Jord�n, al nacimiento del sol: Desde Aroer, que est� junto � la ribera del arroyo de Arn�n, hasta el monte de Si�n, que es Herm�n; Y toda la llanura de esta parte del Jord�n, al oriente, hasta la mar del llano, las vertientes de las aguas abajo del Pisga. Deuteronomio 5Y LLAMO Mois�s � todo Israel, y d�joles: Oye, Israel, los estatutos y derechos que yo pronuncio hoy en vuestros o�dos: y aprendedlos, y guardadlos, para ponerlos por obra. Jehov� nuestro Dios hizo pacto con nosotros en Horeb. No con nuestros padres hizo Jehov� este pacto, sino con nosotros todos los que estamos aqu� hoy vivos. Cara � cara habl� Jehov� con vosotros en el monte de en medio del fuego, (Yo estaba entonces entre Jehov� y vosotros, para denunciaros la palabra de Jehov�; porque vosotros tuvisteis temor del fuego, y no subisteis al monte;) diciendo: Yo soy Jehov� tu Dios, que te saqu� de tierra de Egipto, de casa de siervos. No tendr�s dioses extra�os delante de m�. No har�s para ti escultura, ni imagen alguna de cosa que est� arriba en los cielos, � abajo en la tierra, � en las aguas debajo de la tierra: No te inclinar�s � ellas ni les servir�s: porque yo soy Jehov� tu Dios, fuerte, celoso, que visito la iniquidad de los padres sobre los hijos, y sobre los terceros, y sobre los cuartos, � los que me aborrecen, Y que hago misericordia � millares � los que me aman, y guardan mis mandamientos. No tomar�s en vano el nombre de Jehov� tu Dios; porque Jehov� no dar� por inocente al que tomare en vano su nombre. Guardar�s el d�a del reposo para santificarlo, como Jehov� tu Dios te ha mandado. Seis d�as trabajar�s y har�s toda tu obra: Mas el s�ptimo es reposo � Jehov� tu Dios: ninguna obra har�s t�, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu sierva, ni tu buey, ni tu asno, ni ning�n animal tuyo, ni tu peregrino que est� dentro de tus puertas: porque descanse tu siervo y tu sierva como t�. Y acu�rdate que fuiste siervo en tierra de Egipto, y que Jehov� tu Dios te sac� de all� con mano fuerte y brazo extendido: por lo cual Jehov� tu Dios te ha mandado que guardes el d�a del reposo. Honra � tu padre y � tu madre, como Jehov� tu Dios te ha mandado, para que sean prolongados tus d�as, y para que te vaya bien sobre la tierra que Jehov� tu Dios te da. No matar�s. No adulterar�s. No hurtar�s. No dir�s falso testimonio contra tu pr�jimo. No codiciar�s la mujer de tu pr�jimo, ni desear�s la casa de tu pr�jimo, ni su tierra, ni su siervo, ni su sierva, ni su buey, ni su asno, ni ninguna cosa que sea de tu pr�jimo. Estas palabras habl� Jehov� � toda vuestra congregaci�n en el monte, de en medio del fuego, de la nube y de la oscuridad, � gran voz: y no a�adi� m�s. Y escribi�las en dos tablas de piedra, las cuales me di� � m�. Y aconteci�, que como vosotros oisteis la voz de en medio de las tinieblas, y visteis al monte que ard�a en fuego, llegasteis � m� todos los pr�ncipes de vuestras tribus, y vuestros ancianos; Y dijisteis: He aqu�, Jehov� nuestro Dios nos ha mostrado su gloria y su grandeza, y hemos o�do su voz de en medio del fuego: hoy hemos visto que Jehov� habla al hombre, y �ste vive. Ahora pues, �por qu� moriremos? que este gran fuego nos consumir�: si torn�remos � oir la voz de Jehov� nuestro Dios, moriremos. Porque, �qu� es toda carne, para que oiga la voz del Dios viviente que habla de en medio del fuego, como nosotros la o�mos, y viva? Llega t�, y oye todas las cosas que dijere Jehov� nuestro Dios; y t� nos dir�s todo lo que Jehov� nuestro Dios te dijere, y nosotros oiremos y haremos. Y oy� Jehov� la voz de vuestras palabras, cuando me hablabais; y d�jome Jehov�: He o�do la voz de las palabras de este pueblo, que ellos te han hablado: bien est� todo lo que han dicho. �Qui�n diera que tuviesen tal coraz�n, que me temiesen, y guardasen todos los d�as todos mis mandamientos, para que � ellos y � sus hijos les fuese bien para siempre! Ve, diles: Volveos � vuestras tiendas. Y t� est�te aqu� conmigo, y te dir� todos los mandamientos, y estatutos, y derechos que les has de ense�ar, a fin que los pongan ahora por obra en la tierra que yo les doy para poseerla. Mirad, pues, que hag�is como Jehov� vuestro Dios os ha mandado: no os apart�is � diestra ni � siniestra; Andad en todo camino que Jehov� vuestro Dios os ha mandado, para que viv�is, y os vaya bien, y teng�is largos d�as en la tierra que hab�is de poseer. Deuteronomio 6ESTOS pues son los mandamientos, estatutos, y derechos que Jehov� vuestro Dios mand� que os ense�ase, para que los pong�is por obra en la tierra � la cual pas�is vosotros para poseerla: Para que temas � Jehov� tu Dios, guardando todos sus estatutos y sus mandamientos que yo te mando, t�, y tu hijo, y el hijo de tu hijo, todos los d�as de tu vida, y que tus d�as sean prolongados. Oye pues, oh Israel, y cuida de ponerlos por obra, para que te vaya bien, y se�is multiplicados, como te ha dicho Jehov� el Dios de tus padres, en la tierra que destila leche y miel. Oye, Israel: Jehov� nuestro Dios, Jehov� uno es: Y Amar�s � Jehov� tu Dios de todo tu coraz�n, y de toda tu alma, y con todo tu poder. Y estas palabras que yo te mando hoy, estar�n sobre tu coraz�n: Y las repetir�s � tus hijos, y hablar�s de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes: Y has de atarlas por se�al en tu mano, y estar�n por frontales entre tus ojos: Y las escribir�s en los postes de tu casa, y en tus portadas. Y ser�, cuando Jehov� tu Dios te hubiere introducido en la tierra que jur� � tus padres Abraham, Isaac, y Jacob, que te dar�a; en ciudades grandes y buenas que t� no edificaste, Y casas llenas de todo bien, que t� no henchiste, y cisternas cavadas, que t� no cavaste, vi�as y olivares que no plantaste: luego que comieres y te hartares, Gu�rdate que no te olvides de Jehov�, que te sac� de tierra de Egipto, de casa de siervos. A Jehov� tu Dios temer�s, y � �l servir�s, y por su nombre jurar�s. No andar�is en pos de dioses ajenos, de los dioses de los pueblos que est�n en vuestros contornos: Porque el Dios celoso, Jehov� tu Dios, en medio de ti est�; porque no se inflame el furor de Jehov� tu Dios contra ti, y te destruya de sobre la haz de la tierra. No tentar�is � Jehov� vuestro Dios, como lo tentasteis en Massa. Guardad cuidadosamente los mandamientos de Jehov� vuestro Dios, y sus testimonios, y sus estatutos, que te ha mandado. Y har�s lo recto y bueno en ojos de Jehov�, para que te vaya bien, y entres y poseas la buena tierra que Jehov� jur� � tus padres; Para que �l eche � todos sus enemigos de delante de ti, como Jehov� ha dicho. Cuando ma�ana te preguntare tu hijo, diciendo: �Qu� significan los testimonios, y estatutos, y derechos, que Jehov� nuestro Dios os mand�? Entonces dir�s � tu hijo: Nosotros �ramos siervos de Fara�n en Egipto, y Jehov� nos sac� de Egipto con mano fuerte; Y di� Jehov� se�ales y milagros grandes y nocivos en Egipto, sobre Fara�n y sobre toda su casa, delante de nuestros ojos; Y sac�nos de all�, para traernos y darnos la tierra que jur� � nuestros padres; Y mand�nos Jehov� que ejecut�semos todos estos estatutos, y que temamos � Jehov� nuestro Dios, porque nos vaya bien todos los d�as, y para que nos d� vida, como hoy. Y tendremos justicia cuando cuid�remos de poner por obra todos estos mandamientos delante de Jehov� nuestro Dios, como �l nos ha mandado. Deuteronomio 7CUANDO Jehov� tu Dios te hubiere introducido en la tierra en la cual t� has de entrar para poseerla, y hubiere echado de delante de ti muchas gentes, al Hetheo, al Gergeseo, y al Amorrheo, y al Cananeo, y al Pherezeo, y al Heveo, y al Jebuseo, siete naciones mayores y m�s fuertes que t�; Y Jehov� tu Dios las hubiere entregado delante de ti, y las hirieres, del todo las destruir�s: no har�s con ellos alianza, ni las tomar�s � merced. Y no emparentar�s con ellos: no dar�s tu hija � su hijo, ni tomar�s � su hija para tu hijo. Porque desviar� � tu hijo de en pos de m�, y servir�n � dioses ajenos; y el furor de Jehov� se encender� sobre vosotros, y te destruir� presto. Mas as� hab�is de hacer con ellos: sus altares destruir�is, y quebrar�is sus estatuas, y cortar�is sus bosques, y quemar�is sus esculturas en el fuego. Porque t� eres pueblo santo � Jehov� tu Dios: Jehov� tu Dios te ha escogido para serle un pueblo especial, m�s que todos los pueblos que est�n sobre la haz de la tierra. No por ser vosotros m�s que todos los pueblos os ha querido Jehov�, y os ha escogido; porque vosotros erais los m�s pocos de todos los pueblos: Sino porque Jehov� os am�, y quiso guardar el juramento que jur� � vuestros padres, os ha sacado Jehov� con mano fuerte, y os ha rescatado de casa de siervos, de la mano de Fara�n, rey de Egipto. Conoce, pues, que Jehov� tu Dios es Dios, Dios fiel, que guarda el pacto y la misericordia � los que le aman y guardan sus mandamientos, hasta las mil generaciones; Y que da el pago en su cara al que le aborrece, destruy�ndolo: ni lo dilatar� al que le odia, en su cara le dar� el pago. Guarda por tanto los mandamientos, y estatutos, y derechos que yo te mando hoy que cumplas. Y ser� que, por haber o�do estos derechos, y guardado y pu�stolos por obra, Jehov� tu Dios guardar� contigo el pacto y la misericordia que jur� � tus padres; Y te amar�, y te bendecir�, y te multiplicar�, y bendecir� el fruto de tu vientre, y el fruto de tu tierra, y tu grano, y tu mosto, y tu aceite, la cr�a de tus vacas, y los reba�os de tus ovejas, en la tierra que jur� � tus padres que te dar�a. Bendito ser�s m�s que todos los pueblos: no habr� en ti var�n ni hembra est�ril, ni en tus bestias. Y quitar� Jehov� de ti toda enfermedad; y todas las malas plagas de Egipto, que t� sabes, no las pondr� sobre ti, antes las pondr� sobre todos los que te aborrecieren. Y consumir�s � todos los pueblos que te da Jehov� tu Dios: no los perdonar� tu ojo; ni servir�s � sus dioses, que te ser� tropiezo. Cuando dijeres en tu coraz�n: Estas gentes son muchas m�s que yo, �c�mo las podr� desarraigar?; No tengas temor de ellos: acu�rdate bien de lo que hizo Jehov� tu Dios con Fara�n y con todo Egipto; De las grandes pruebas que vieron tus ojos, y de las se�ales y milagros, y de la mano fuerte y brazo extendido con que Jehov� tu Dios te sac�: as� har� Jehov� tu Dios con todos los pueblos de cuya presencia t� temieres. Y tambi�n enviar� Jehov� tu Dios sobre ellos avispas, hasta que perezcan los que quedaren, y los que se hubieren escondido de delante de ti. No desmayes delante de ellos, que Jehov� tu Dios est� en medio de ti, Dios grande y terrible. Y Jehov� tu Dios echar� � estas gentes de delante de ti poco � poco: no las podr�s acabar luego, porque las bestias del campo no se aumenten contra ti. Mas Jehov� tu Dios las entregar� delante de ti, y �l las quebrantar� con grande destrozo, hasta que sean destru�dos. Y �l entregar� sus reyes en tu mano, y t� destruir�s el nombre de ellos de debajo del cielo: nadie te har� frente hasta que los destruyas. Las esculturas de sus dioses quemar�s en el fuego: no codiciar�s plata ni oro de sobre ellas para tomarlo para ti, porque no tropieces en ello, pues es abominaci�n � Jehov� tu Dios; Y no meter�s abominaci�n en tu casa, porque no seas anatema como ello; del todo lo aborrecer�s y lo abominar�s; porque es anatema. Deuteronomio 8CUIDAR�IS de poner por obra todo mandamiento que yo os ordeno hoy, porque viv�is, y se�is multiplicados, y entr�is, y pose�is la tierra, de la cual jur� Jehov� � vuestros padres. Y acordarte has de todo el camino por donde te ha tra�do Jehov� tu Dios estos cuarenta a�os en el desierto, para afligirte, por probarte, para saber lo que estaba en tu coraz�n, si hab�as de guardar � no sus mandamientos. Y te afligi�, � h�zote tener hambre, y te sustent� con man�, comida que no conoc�as t�, ni tus padres la hab�an conocido; para hacerte saber que el hombre no vivir� de solo pan, mas de todo lo que sale de la boca de Jehov� vivir� el hombre. Tu vestido nunca se envejeci� sobre ti, ni el pie se te ha hinchado por estos cuarenta a�os. Reconoce asimismo en tu coraz�n, que como castiga el hombre � su hijo, as� Jehov� tu Dios te castiga. Guardar�s, pues, los mandamientos de Jehov� tu Dios, andando en sus caminos, y temi�ndolo. Porque Jehov� tu Dios te introduce en la buena tierra, tierra de arroyos, de aguas, de fuentes, de abismos que brotan por vegas y montes; Tierra de trigo y cebada, y de vides, � higueras, y granados; tierra de olivas, de aceite, y de miel; Tierra en la cual no comer�s el pan con escasez, no te faltar� nada en ella; tierra que sus piedras son hierro, y de sus montes cortar�s metal. Y comer�s y te hartar�s, y bendecir�s � Jehov� tu Dios por la buena tierra que te habr� dado. Gu�rdate, que no te olvides de Jehov� tu Dios, para no observar sus mandamientos, y sus derechos, y sus estatutos, que yo te ordeno hoy: Que quiz� no comas y te hartes, y edifiques buenas casas en que mores, Y tus vacas y tus ovejas se aumenten, y la plata y el oro se te multiplique, y todo lo que tuvieres se te aumente, Y se eleve luego tu coraz�n, y te olvides de Jehov� tu Dios, que te sac� de tierra de Egipto, de casa de siervos; Que te hizo caminar por un desierto grande y espantoso, de serpientes ardientes, y de escorpiones, y de sed, donde ning�n agua hab�a, y �l te sac� agua de la roca del pedernal; Que te sustent� con man� en el desierto, comida que tus padres no hab�an conocido, afligi�ndote y prob�ndote, para � la postre hacerte bien; Y digas en tu coraz�n: Mi poder y la fortaleza de mi mano me han tra�do esta riqueza. Antes acu�rdate de Jehov� tu Dios: porque �l te da el poder para hacer las riquezas, � fin de confirmar su pacto que jur� � tus padres, como en este d�a. Mas ser�, si llegares � olvidarte de Jehov� tu Dios, y anduvieres en pos de dioses ajenos, y les sirvieres, y � ellos te encorvares, prot�sto lo hoy contra vosotros, que de cierto perecer�is. Como las gentes que Jehov� destruir� delante de vosotros, as� perecer�is; por cuanto no habr�is atendido � la voz de Jehov� vuestro Dios. Deuteronomio 9OYE, Israel: t� est�s hoy para pasar el Jord�n, para entrar � poseer gentes m�s numerosas y m�s fuertes que t�, ciudades grandes y encastilladas hasta el cielo, Un pueblo grande y alto, hijos de gigantes, de los cuales tienes t� conocimiento, y has o�do decir: �Qui�n se sostendr� delante de los hijos del gigante? Sabe, pues, hoy que Jehov� tu Dios es el que pasa delante de ti, fuego consumidor, que los destruir� y humillar� delante de ti: y t� los echar�s, y los destruir�s luego, como Jehov� te ha dicho. No discurras en tu coraz�n cuando Jehov� tu Dios los habr� echado de delante de ti, diciendo: Por mi justicia me ha metido Jehov� � poseer esta tierra; pues por la impiedad de estas gentes Jehov� las echa de delante de ti. No por tu justicia, ni por la rectitud de tu coraz�n entras a poseer la tierra de ellos; mas por la impiedad de estas gentes Jehov� tu Dios las echa de delante de ti, y por confirmar la palabra que Jehov� jur� � tus padres Abraham, Isaac, y Jacob. Por tanto, sabe que no por tu justicia Jehov� tu Dios te da esta buena tierra para poseerla; que pueblo duro de cerviz eres t�. Acu�rdate, no te olvides que has provocado � ira � Jehov� tu Dios en el desierto: desde el d�a que saliste de la tierra de Egipto, hasta que entrasteis en este lugar, hab�is sido rebeldes � Jehov�. Y en Horeb provocasteis � ira � Jehov�, y enoj�se Jehov� contra vosotros para destruiros. Cuando yo sub� al monte para recibir las tablas de piedra, las tablas del pacto que Jehov� hizo con vosotros, estuve entonces en el monte cuarenta d�as y cuarenta noches, sin comer pan ni beber agua: Y di�me Jehov� las dos tablas de piedra escritas con el dedo de Dios; y en ellas estaba escrito conforme � todas las palabras que os habl� Jehov� en el monte de en medio del fuego, el d�a de la asamblea. Y fu� al cabo de los cuarenta d�as y cuarenta noches, que Jehov� me di� dos las tablas de piedra, las tablas del pacto. Y d�jome Jehov�: Lev�ntate, desciende presto de aqu�; que tu pueblo que sacaste de Egipto se ha corrompido: pronto se han apartado del camino que yo les mand�: hanse hecho una efigie de fundici�n. Y habl�me Jehov�, diciendo: He visto ese pueblo, y he aqu�, que �l es pueblo duro de cerviz: D�jame que los destruya, y raiga su nombre de debajo del cielo; que yo te pondr� sobre gente fuerte y mucha m�s que ellos. Y volv� y descend� del monte, el cual ard�a en fuego, con las tablas del pacto en mis dos manos. Y mir�, y he aqu� hab�ais pecado contra Jehov� vuestro Dios: os hab�ais hecho un becerro de fundici�n, apart�ndoos presto del camino que Jehov� os hab�a mandado. Entonces tom� las dos tablas, y arroj�las de mis dos manos, y quebr�las delante de vuestros ojos. Y postr�me delante de Jehov�, como antes, cuarenta d�as y cuarenta noches: no com� pan ni beb� agua, � causa de todo vuestro pecado que hab�ais cometido haciendo mal en ojos de Jehov� para enojarlo. Porque tem� � causa del furor y de la ira con que Jehov� estaba enojado contra vosotros para destruiros. Pero Jehov� me oy� a�n esta vez. Contra Aar�n tambi�n se enoj� Jehov� en gran manera para destruirlo: y tambi�n or� por Aar�n entonces. Y tom� vuestro pecado, el becerro que hab�ais hecho, y quem�lo en el fuego, y lo desmenuc� moli�ndole muy bien, hasta que fu� reducido � polvo: y ech� el polvo de �l en el arroyo que descend�a del monte. Tambi�n en Tabera, y en Massa, y en Kibroth-hataavah, enojasteis � Jehov�. Y cuando Jehov� os envi� desde Cades-barnea, diciendo: Subid y poseed la tierra que yo os he dado; tambi�n fuisteis rebeldes al dicho de Jehov� vuestro Dios, y no lo creisteis, ni obedecisteis � su voz. Rebeldes hab�is sido � Jehov� desde el d�a que yo os conozco. Postr�me, pues, delante de Jehov� cuarenta d�as y cuarenta noches que estuve postrado; porque Jehov� dijo que os hab�a de destruir. Y or� � Jehov�, diciendo: Oh Se�or Jehov�, no destruyas tu pueblo y tu heredad que has redimido con tu grandeza, al cual sacaste de Egipto con mano fuerte. Acu�rdate de tus siervos Abraham, Isaac, y Jacob; no mires � la dureza de este pueblo, ni � su impiedad, ni � su pecado: Porque no digan los de la tierra de donde nos sacaste: Por cuanto no pudo Jehov� introducirlos en la tierra que les hab�a dicho, � porque los aborrec�a, los sac� para matarlos en el desierto. Y ellos son tu pueblo y tu heredad, que sacaste con tu gran fortaleza y con tu brazo extendido. Deuteronomio 10EN aquel tiempo Jehov� me dijo: L�brate dos tablas de piedra como las primeras, y sube � m� al monte, y hazte un arca de madera: Y escribir� en aquellas tablas palabras que estaban en las tablas primeras que quebraste; y las pondr�s en el arca. E hice un arca de madera de Sittim, y labr� dos tablas de piedra como las primeras, y sub� al monte con las dos tablas en mi mano. Y escribi� en las tablas conforme � la primera escritura, las diez palabras que Jehov� os hab�a hablado en el monte de en medio del fuego, el d�a de la asamblea; y di�melas Jehov�. Y volv� y descend� del monte, y puse las tablas en el arca que hab�a hecho; y all� est�n, como Jehov� me mand�. (Despu�s partieron los hijos de Israel de Beerot-bene-jacaam � Moser�: all� muri� Aar�n, y all� fu� sepultado; y en lugar suyo tuvo el sacerdocio su hijo Eleazar. De all� partieron � Gudgod, y de Gudgod � Jotbath, tierra de arroyos de aguas. En aquel tiempo apart� Jehov� la tribu de Lev�, para que llevase el arca del pacto de Jehov�, para que estuviese delante de Jehov� para servirle, y para bendecir en su nombre, hasta hoy. Por lo cual Lev� no tuvo parte ni heredad con sus hermanos: Jehov� es su heredad, como Jehov� tu Dios le dijo.) Y yo estuve en el monte como los primeros d�as, cuarenta d�as y cuarenta noches; y Jehov� me oy� tambi�n esta vez, y no quiso Jehov� destruirte. Y d�jome Jehov�: Lev�ntate, anda, para que partas delante del pueblo, para que entren y posean la tierra que jur� � sus padres les hab�a de dar. Ahora pues, Israel, �qu� pide Jehov� tu Dios de ti, sino que temas � Jehov� tu Dios, que andes en todos sus caminos, y que lo ames, y sirvas � Jehov� tu Dios con todo tu coraz�n, y con toda tu alma; Que guardes los mandamientos de Jehov� y sus estatutos, que yo te prescribo hoy, para que hayas bien? He aqu�, de Jehov� tu Dios son los cielos, y los cielos de los cielos: la tierra, y todas las cosas que hay en ella. Solamente de tus padres se agrad� Jehov� para amarlos, y escogi� su simiente despu�s de ellos, � vosotros, de entre todos los pueblos, como en este d�a. Circuncidad pues el prepucio de vuestro coraz�n, y no endurezc�is m�s vuestra cerviz. Porque Jehov� vuestro Dios es Dios de dioses, y Se�or de se�ores, Dios grande, poderoso, y terrible, que no acepta persona, ni toma cohecho; Que hace justicia al hu�rfano y � la viuda; que ama tambi�n al extranjero d�ndole pan y vestido. Amar�is pues al extranjero: porque extranjeros fuisteis vosotros en tierra de Egipto. A Jehov� tu Dios temer�s, � �l servir�s, � �l te allegar�s, y por su nombre jurar�s. El es tu alabanza, y �l es tu Dios, que ha hecho contigo estas grandes y terribles cosas que tus ojos han visto. Con setenta almas descendieron tus padres � Egipto; y ahora Jehov� te ha hecho como las estrellas del cielo en multitud. Deuteronomio 11AMARAS pues � Jehov� tu Dios, y guardar�s su ordenanza, y sus estatutos y sus derechos y sus mandamientos, todos los d�as. Y comprended hoy: porque no hablo con vuestros hijos que no han sabido ni visto el castigo de Jehov� vuestro Dios, su grandeza, su mano fuerte, y su brazo extendido, Y sus se�ales, y sus obras que hizo en medio de Egipto � Fara�n, rey de Egipto, y � toda su tierra; Y lo que hizo al ej�rcito de Egipto, � sus caballos, y � sus carros; c�mo hizo ondear las aguas del mar Bermejo sobre ellos, cuando ven�an tras vosotros, y Jehov� los destruy� hasta hoy; Y lo que ha hecho con vosotros en el desierto, hasta que hab�is llegado � este lugar; Y lo que hizo con Dath�n y Abiram, hijos de Eliab hijo de Rub�n; c�mo abri� la tierra su boca, y trag�se � ellos y � sus casas, y sus tiendas, y toda la hacienda que ten�an en pie en medio de todo Israel: Mas vuestros ojos han visto todos los grandes hechos que Jehov� ha ejecutado. Guardad, pues, todos los mandamientos que yo os prescribo hoy, para que se�is esforzados, y entr�is y pose�is la tierra, � la cual pas�is para poseerla; Y para que os sean prolongados los d�as sobre la tierra, que jur� Jehov� � vuestros padres hab�a de dar � ellos y � su simiente, tierra que fluye leche y miel. Que la tierra � la cual entras para poseerla, no es como la tierra de Egipto de donde hab�is salido, donde sembrabas tu simiente, y regabas con tu pie, como huerto de hortaliza. La tierra � la cual pas�is para poseerla, es tierra de montes y de vegas; de la lluvia del cielo ha de beber las aguas; Tierra de la cual Jehov� tu Dios cuida: siempre est�n sobre ella los ojos de Jehov� tu Dios, desde el principio del a�o hasta el fin de �l. Y ser� que, si obedeciereis cuidadosamente mis mandamientos que yo os prescribo hoy, amando � Jehov� vuestro Dios, y sirvi�ndolo con todo vuestro coraz�n, y con toda vuestra alma, Yo dar� la lluvia de vuestra tierra en su tiempo, la temprana y la tard�a; y coger�s tu grano, y tu vino, y tu aceite. Dar� tambi�n hierba en tu campo para tus bestias; y comer�s, y te hartar�s. Guardaos, pues, que vuestro coraz�n no se infat�e, y os apart�is, y sirv�is � dioses ajenos, y os inclin�is � ellos; Y as� se encienda el furor de Jehov� sobre vosotros, y cierre los cielos, y no haya lluvia, ni la tierra d� su fruto, y perezc�is presto de la buena tierra que os da Jehov�. Por tanto, pondr�is estas mis palabras en vuestro coraz�n y en vuestra alma, y las atar�is por se�al en vuestra mano, y ser�n por frontales entre vuestros ojos. Y las ense�ar�is � vuestros hijos, hablando de ellas, ora sentado en tu casa, � andando por el camino, cuando te acuestes, y cuando te levantes: Y las escribir�s en los postes de tu casa, y en tus portadas: Para que sean aumentados vuestros d�as, y los d�as de vuestros hijos, sobre la tierra que jur� Jehov� � vuestros padres que les hab�a de dar, como los d�as de los cielos sobre la tierra. Porque si guardareis cuidadosamente todos estos mandamientos que yo os prescribo, para que los cumpl�is; como am�is � Jehov� vuestro Dios andando en todos sus caminos, y � �l os allegareis, Jehov� tambi�n echar� todas estas gentes de delante de vosotros y poseer�is gentes grandes y m�s fuertes que vosotros. Todo lugar que pisare la planta de vuestro pie, ser� vuestro: desde el desierto y el L�bano, desde el r�o, el r�o Eufrates, hasta la mar postrera ser� vuestro t�rmino. Nadie se sostendr� delante de vosotros: miedo y temor de vosotros pondr� Jehov� vuestro Dios sobre la haz de toda la tierra que hollareis, como �l os ha dicho. He aqu� yo pongo hoy delante de vosotros la bendici�n y la maldici�n: La bendici�n, si oyereis los mandamientos de Jehov� vuestro Dios, que yo os prescribo hoy; Y la maldici�n, si no oyereis los mandamientos de Jehov� vuestro Dios, y os apartareis del camino que yo os ordeno hoy, para ir en pos de dioses ajenos que no hab�is conocido. Y ser� que, cuando Jehov� tu Dios te introdujere en la tierra � la cual vas para poseerla, pondr�s la bendici�n sobre el monte Gerizim, y la maldici�n sobre el monte Ebal: Los cuales est�n de la otra parte del Jord�n, tras el camino del occidente en la tierra del Cananeo, que habita en la campi�a delante de Gilgal, junto � los llanos de Moreh. Porque vosotros pas�is el Jord�n, para ir a poseer la tierra que os da Jehov� vuestro Dios; y la poseer�is, y habitar�is en ella. Cuidar�is, pues, de poner por obra todos los estatutos y derechos que yo presento hoy delante de vosotros. Deuteronomio 12ESTOS son los estatutos y derechos que cuidar�is de poner por obra, en la tierra que Jehov� el Dios de tus padres te ha dado para que la poseas, todos los d�as que vosotros viviereis sobre la tierra. Destruir�is enteramente todos los lugares donde las gentes que vosotros heredareis sirvieron � sus dioses, sobre los montes altos, y sobre los collados, y debajo de todo �rbol espeso: Y derribar�is sus altares, y quebrar�is sus im�genes, y sus bosques consumir�is con fuego: y destruir�is las esculturas de sus dioses, y extirpar�is el nombre de ellas de aquel lugar. No har�is as� � Jehov� vuestro Dios. Mas el lugar que Jehov� vuestro Dios escogiere de todas vuestras tribus, para poner all� su nombre para su habitaci�n, �se buscar�is, y all� ir�is: Y all� llevar�is vuestros holocaustos, y vuestros sacrificios, y vuestros diezmos, y la ofrenda elevada de vuestras manos, y vuestros votos, y vuestras ofrendas voluntarias, y los primerizos de vuestras vacas y de vuestras ovejas: Y comer�is all� delante de Jehov� vuestro Dios, y os alegrar�is, vosotros y vuestras familias, en toda obra de vuestras manos en que Jehov� tu Dios te hubiere bendecido. No har�is como todo lo que nosotros hacemos aqu� ahora, cada uno lo que le parece, Porque aun hasta ahora no hab�is entrado al reposo y � la heredad que os da Jehov� vuestro Dios. Mas pasar�is el Jord�n, y habitar�is en la tierra que Jehov� vuestro Dios os hace heredar, y �l os dar� reposo de todos vuestros enemigos alrededor, y habitar�is seguros. Y al lugar que Jehov� vuestro Dios escogiere para hacer habitar en �l su nombre, all� llevar�is todas las cosas que yo os mando: vuestros holocaustos, y vuestros sacrificios, vuestros diezmos, y las ofrendas elevadas de vuestras manos, y todo lo escogido de vuestros votos que hubiereis prometido � Jehov�; Y os alegrar�is delante de Jehov� vuestro Dios, vosotros, y vuestros hijos, y vuestras hijas, y vuestros siervos, y vuestras siervas, y el Levita que estuviere en vuestras poblaciones: por cuanto no tiene parte ni heredad con vosotros. Gu�rdate, que no ofrezcas tus holocaustos en cualquier lugar que vieres; Mas en el lugar que Jehov� escogiere, en una de tus tribus, all� ofrecer�s tus holocaustos, y all� har�s todo lo que yo te mando. Con todo, podr�s matar y comer carne en todas tus poblaciones conforme al deseo de tu alma, seg�n la bendici�n de Jehov� tu Dios que �l te habr� dado: el inmundo y el limpio la comer�, como la de corzo � de ciervo: Salvo que sangre no comer�is; sobre la tierra la derramar�is como agua. Ni podr�s comer en tus poblaciones el diezmo de tu grano, � de tu vino, � de tu aceite, ni los primerizos de tus vacas, ni de tus ovejas, ni tus votos que prometieres, ni tus ofrendas voluntarias, ni las elevadas ofrendas de tus manos: Mas delante de Jehov� tu Dios las comer�s, en el lugar que Jehov� tu Dios hubiere escogido, t�, y tu hijo, y tu hija, y tu siervo, y tu sierva, y el Levita que est� en tus poblaciones: y alegrarte has delante de Jehov� tu Dios en toda obra de tus manos. Ten cuidado de no desamparar al Levita en todos tus d�as sobre tu tierra. Cuando Jehov� tu Dios ensanchare tu t�rmino, como �l te ha dicho, y t� dijeres: Comer� carne, porque dese� tu alma comerla, conforme � todo el deseo de tu alma comer�s carne. Cuando estuviere lejos de ti el lugar que Jehov� tu Dios habr� escogido, para poner all� su nombre, matar�s de tus vacas y de tus ovejas, que Jehov� te hubiere dado, como te he mandado yo, y comer�s en tus puertas seg�n todo lo que deseare tu alma. Lo mismo que se come el corzo y el ciervo, as� las comer�s: el inmundo y el limpio comer�n tambi�n de ellas. Solamente que te esfuerces � no comer sangre: porque la sangre es el alma; y no has de comer el alma juntamente con su carne. No la comer�s: en tierra la derramar�s como agua. No comer�s de ella; para que te vaya bien � ti, y � tus hijos despu�s de ti, cuando hicieres lo recto en ojos de Jehov�. Empero las cosas que tuvieres t� consagradas, y tus votos, las tomar�s, y vendr�s al lugar que Jehov� hubiere escogido: Y ofrecer�s tus holocaustos, la carne y la sangre, sobre el altar de Jehov� tu Dios: y la sangre de tus sacrificios ser� derramada sobre el altar de Jehov� tu Dios, y comer�s la carne. Guarda y escucha todas estas palabras que yo te mando, porque te vaya bien � ti y � tus hijos despu�s de ti para siempre, cuando hicieres lo bueno y lo recto en los ojos de Jehov� tu Dios. Cuando hubiere devastado delante de ti Jehov� tu Dios las naciones � donde t� vas para poseerlas, y las heredares, y habitares en su tierra, Gu�rdate que no tropieces en pos de ellas, despu�s que fueren destru�das delante de ti: no preguntes acerca de sus dioses, diciendo: De la manera que serv�an aquellas gentes � sus dioses, as� har� yo tambi�n. No har�s as� � Jehov� tu Dios; porque todo lo que Jehov� aborrece, hicieron ellos � sus dioses; pues aun � sus hijos � hijas quemaban en el fuego � sus dioses. Cuidar�is de hacer todo lo que yo os mando: no a�adir�s � ello, ni quitar�s de ello. Deuteronomio 13CUANDO se levantare en medio de ti profeta, � so�ador de sue�os, y te diere se�al � prodigio, Y acaeciere la se�al � prodigio que �l te dijo, diciendo: Vamos en pos de dioses ajenos, que no conociste, y sirv�mosles; No dar�s o�do � las palabras de tal profeta, ni al tal so�ador de sue�os: porque Jehov� vuestro Dios os prueba, para saber si am�is � Jehov� vuestro Dios con todo vuestro coraz�n, y con toda vuestra alma. En pos de Jehov� vuestro Dios andar�is, y � �l temer�is, y guardar�is sus mandamientos, y escuchar�is su voz, y � �l servir�is, y � �l os allegar�is. Y el tal profeta � so�ador de sue�os, ha de ser muerto; por cuanto trat� de rebeli�n contra Jehov� vuestro Dios, que te sac� de tierra de Egipto, y te rescat� de casa de siervos, y de echarte del camino por el que Jehov� tu Dios te mand� que anduvieses: y as� quitar�s el mal de en medio de ti. Cuando te incitare tu hermano, hijo de tu madre, � tu hijo, � tu hija, � la mujer de tu seno, � tu amigo que sea como tu alma, diciendo en secreto: Vamos y sirvamos � dioses ajenos, que ni t� ni tus padres conocisteis, De los dioses de los pueblos que est�n en vuestros alrededores cercanos � ti, � lejos de ti, desde el un cabo de la tierra hasta el otro cabo de ella; No consentir�s con �l, ni le dar�s o�do; ni tu ojo le perdonar�, ni tendr�s compasi�n, ni lo encubrir�s: Antes has de matarlo; tu mano ser� primero sobre �l para matarle, y despu�s la mano de todo el pueblo. Y has de apedrearlo con piedras, y morir�; por cuanto procur� apartarte de Jehov� tu Dios, que te sac� de tierra de Egipto, de casa de siervos: Para que todo Israel oiga, y tema, y no tornen � hacer cosa semejante � esta mala cosa en medio de ti. Cuando oyeres de alguna de tus ciudades que Jehov� tu Dios te da para que mores en ellas, que se dice: Hombres, hijos de impiedad, han salido de en medio de ti, que han instigado � los moradores de su ciudad, diciendo: Vamos y sirvamos � dioses ajenos, que vosotros no conocisteis; T� inquirir�s, y buscar�s, y preguntar�s con diligencia; y si pareciere verdad, cosa cierta, que tal abominaci�n se hizo en medio de ti, Irremisiblemente herir�s � filo de espada los moradores de aquella ciudad, destruy�ndola con todo lo que en ella hubiere, y tambi�n sus bestias � filo de espada. Y juntar�s todo el despojo de ella en medio de su plaza, y consumir�s con fuego la ciudad y todo su despojo, todo ello, � Jehov� tu Dios: y ser� un mont�n para siempre: nunca m�s se edificar�. Y no se pegar� algo � tu mano del anatema; porque Jehov� se aparte del furor de su ira, y te d� mercedes, y tenga misericordia de ti, y te multiplique, como lo jur� � tus padres, Cuando obedecieres � la voz de Jehov� tu Dios, guardando todos sus mandamientos que yo te prescribo hoy, para hacer lo recto en ojos de Jehov� tu Dios. Deuteronomio 14HIJOS sois de Jehov� vuestro Dios: no os sajar�is, ni pondr�is calva sobre vuestros ojos por muerto; Porque eres pueblo santo � Jehov� tu Dios, y Jehov� te ha escogido para que le seas un pueblo singular de entre todos los pueblos que est�n sobre la haz de la tierra. Nada abominable comer�s. Estos son los animales que comer�is: el buey, la oveja, y la cabra, El ciervo, el corzo, y el b�falo, y el cabr�o salvaje, y el unicornio, y buey salvaje, y cabra mont�s. Y todo animal de pezu�as, que tiene hendidura de dos u�as, y que rumiare entre los animales, ese comer�is. Empero estos no comer�is de los que rumian, � tienen u�a hendida: camello, y liebre, y conejo, porque rumian, mas no tienen u�a hendida, os ser�n inmundos; Ni puerco: porque tiene u�a hendida, mas no rumia, os ser� inmundo. De la carne de �stos no comer�is, ni tocar�is sus cuerpos muertos. Esto comer�is de todo lo que est� en el agua: todo lo que tiene aleta y escama comer�is; Mas todo lo que no tuviere aleta y escama, no comer�is: inmundo os ser�. Toda ave limpia comer�is. Y estas son de las que no comer�is: el �guila, y el azor, y el esmerej�n, Y el ixio, y el buitre, y el milano seg�n su especie, Y todo cuervo seg�n su especie, Y el b�ho, y la lechuza, y el cuclillo, y el halc�n seg�n su especie, Y el herodi�n, y el cisne, y el ibis, Y el somormujo, y el calam�n, y el corvej�n, Y la cig�e�a, y la garza seg�n su especie, y la abubilla, y el murci�lago. Y todo reptil alado os ser� inmundo: no se comer�. Toda ave limpia comer�is. Ninguna cosa mortecina comer�is: al extranjero que est� en tus poblaciones la dar�s, y �l la comer�: � v�ndela al extranjero; porque t� eres pueblo santo � Jehov� tu Dios. No cocer�s el cabrito en la leche de su madre. Indispensablemente diezmar�s todo el producto de tu simiente, que rindiere el campo cada un a�o. Y comer�s delante de Jehov� tu Dios en el lugar que �l escogiere para hacer habitar all� su nombre, el diezmo de tu grano, de tu vino, y de tu aceite, y los primerizos de tus manadas, y de tus ganados, para que aprendas � temer � Jehov� tu Dios todos los d�as. Y si el camino fuere tan largo que t� no puedas llevarlo por �l, por estar lejos de ti el lugar que Jehov� tu Dios hubiere escogido para poner en �l su nombre, cuando Jehov� tu Dios te bendijere, Entonces venderlo has, y atar�s el dinero en tu mano, y vendr�s al lugar que Jehov� tu Dios escogiere; Y dar�s el dinero por todo lo que deseare tu alma, por vacas, � por ovejas, � por vino, � por sidra, � por cualquier cosa que tu alma te demandare: y comer�s all� delante de Jehov� tu Dios, y te alegrar�s t� y tu familia. Y no desamparar�s al Levita que habitare en tus poblaciones; porque no tiene parte ni heredad contigo. Al cabo de cada tres a�os sacar�s todo el diezmo de tus productos de aquel a�o, y lo guardar�s en tus ciudades: Y vendr� el Levita, que no tiene parte ni heredad contigo, y el extranjero, y el hu�rfano, y la viuda, que hubiere en tus poblaciones, y comer�n y ser�n saciados; para que Jehov� tu Dios te bendiga en toda obra de tus manos que hicieres. Deuteronomio 15AL cabo de siete a�os har�s remisi�n. Y esta es la manera de la remisi�n: perdonar� � su deudor todo aqu�l que hizo empr�stito de su mano, con que oblig� � su pr�jimo: no lo demandar� m�s � su pr�jimo, � � su hermano; porque la remisi�n de Jehov� es pregonada. Del extranjero demandar�s el reintegro: mas lo que tu hermano tuviere tuyo, lo perdonar� tu mano; Para que as� no haya en ti mendigo; porque Jehov� te bendecir� con abundancia en la tierra que Jehov� tu Dios te da por heredad para que la poseas, Si empero escuchares fielmente la voz de Jehov� tu Dios, para guardar y cumplir todos estos mandamientos que yo te intimo hoy. Ya que Jehov� tu Dios te habr� bendecido, como te ha dicho, prestar�s entonces � muchas gentes, mas t� no tomar�s prestado; y ense�orearte has de muchas gentes, pero de ti no se ense�orear�n. Cuando hubiere en ti menesteroso de alguno de tus hermanos en alguna de tus ciudades, en tu tierra que Jehov� tu Dios te da, no endurecer�s tu coraz�n, ni cerrar�s tu mano � tu hermano pobre: Mas abrir�s � �l tu mano liberalmente, y en efecto le prestar�s lo que basta, lo que hubiere menester. Gu�rdate que no haya en tu coraz�n perverso pensamiento, diciendo: Cerca est� el a�o s�ptimo, el de la remisi�n; y tu ojo sea maligno sobre tu hermano menesteroso para no darle: que �l podr� clamar contra ti � Jehov�, y se te imputar� � pecado. Sin falta le dar�s, y no sea tu coraz�n maligno cuando le dieres: que por ello te bendecir� Jehov� tu Dios en todos tus hechos, y en todo lo que pusieres mano. Porque no faltar�n menesterosos de en medio de la tierra; por eso yo te mando, diciendo: Abrir�s tu mano � tu hermano, � tu pobre, y � tu menesteroso en tu tierra. Cuando se vendiere � ti tu hermano Hebreo � Hebrea, y te hubiere servido seis a�os, al s�ptimo a�o le despedir�s libre de ti. Y cuando lo despidieres libre de ti, no lo enviar�s vac�o: Le abastecer�s liberalmente de tus ovejas, de tu era, y de tu lagar; le dar�s de aquello en que Jehov� te hubiere bendecido. Y te acordar�s que fuiste siervo en la tierra de Egipto, y que Jehov� tu Dios te rescat�: por tanto yo te mando esto hoy. Y ser� que, si �l te dijere: No saldr� de contigo; porque te ama � ti y � tu casa, que le va bien contigo; Entonces tomar�s una lesna, y horadar�s su oreja junto � la puerta, y ser� tu siervo para siempre: as� tambi�n har�s � tu criada. No te parezca duro cuando le enviares libre de ti; que doblado del salario de mozo jornalero te sirvi� seis a�os: y Jehov� tu Dios te bendecir� en todo cuanto hicieres. Santificar�s � Jehov� tu Dios todo primerizo macho que nacer� de tus vacas y de tus ovejas: no te sirvas del primerizo de tus vacas, ni trasquiles el primerizo de tus ovejas. Delante de Jehov� tu Dios los comer�s cada un a�o, t� y tu familia, en el lugar que Jehov� escogiere. Y si hubiere en �l tacha, ciego � cojo, � cualquiera mala falta, no lo sacrificar�s � Jehov� tu Dios. En tus poblaciones lo comer�s: el inmundo lo mismo que el limpio comer�n de �l, como de un corzo � de un ciervo. Solamente que no comas su sangre: sobre la tierra la derramar�s como agua. Deuteronomio 16GUARDARAS el mes de Abib, y har�s pascua � Jehov� tu Dios: porque en el mes de Abib te sac� Jehov� tu Dios de Egipto de noche. Y sacrificar�s la pascua � Jehov� tu Dios, de las ovejas y de las vacas, en el lugar que Jehov� escogiere para hacer habitar all� su nombre. No comer�s con ella leudo; siete d�as comer�s con ella pan por leudar, pan de aflicci�n, porque apriesa saliste de tierra de Egipto: para que te acuerdes del d�a en que saliste de la tierra de Egipto todos los d�as de tu vida. Y no se dejar� ver levadura contigo en todo tu t�rmino por siete d�as; y de la carne que matares � la tarde del primer d�a, no quedar� hasta la ma�ana. No podr�s sacrificar la pascua en ninguna de tus ciudades, que Jehov� tu Dios te da; Sino en el lugar que Jehov� tu Dios escogiere para hacer habitar all� su nombre, sacrificar�s la pascua por la tarde � puesta del sol, al tiempo que saliste de Egipto: Y la asar�s y comer�s en el lugar que Jehov� tu Dios hubiere escogido; y por la ma�ana te volver�s y restituir�s � tu morada. Seis d�as comer�s �zimos, y el s�ptimo d�a ser� solemnidad � Jehov� tu Dios: no har�s obra en �l. Siete semanas te contar�s: desde que comenzare la hoz en las mieses comenzar�s � contarte las siete semanas. Y har�s la solemnidad de las semanas � Jehov� tu Dios: de la suficiencia voluntaria de tu mano ser� lo que dieres, seg�n Jehov� tu Dios te hubiere bendecido. Y te alegrar�s delante de Jehov� tu Dios, t�, y tu hijo, y tu hija, y tu siervo, y tu sierva, y el Levita que estuviere en tus ciudades, y el extranjero, y el hu�rfano, y la viuda, que estuvieren en medio de ti, en el lugar que Jehov� tu Dios hubiere escogido para hacer habitar all� su nombre. Y acu�rdate que fuiste siervo en Egipto; por tanto guardar�s y cumplir�s estos estatutos. La solemnidad de las caba�as har�s por siete d�as, cuando hubieres hecho la cosecha de tu era y de tu lagar. Y te alegrar�s en tus solemnidades, t�, y tu hijo, y tu hija, y tu siervo, y tu sierva, y el Levita, y el extranjero, y el hu�rfano, y la viuda, que est�n en tus poblaciones. Siete d�as celebrar�s solemnidad � Jehov� tu Dios en el lugar que Jehov� escogiere; porque te habr� bendecido Jehov� tu Dios en todos tus frutos, y en toda obra de tus manos, y estar�s ciertamente alegre. Tres veces cada un a�o parecer� todo var�n tuyo delante de Jehov� tu Dios en el lugar que �l escogiere: en la solemnidad de los �zimos, y en la solemnidad de las semanas, y en la solemnidad de las caba�as. Y no parecer� vac�o delante de Jehov�: Cada uno con el don de su mano, conforme � la bendici�n de Jehov� tu Dios, que te hubiere dado. Jueces y alcaldes te pondr�s en todas tus ciudades que Jehov� tu Dios te dar� en tus tribus, los cuales juzgar�n al pueblo con justo juicio. No tuerzas el derecho; no hagas acepci�n de personas, ni tomes soborno; porque el soborno ciega los ojos de los sabios, y pervierte las palabras de los justos. La justicia, la justicia seguir�s, porque vivas y heredes la tierra que Jehov� tu Dios te da. No te plantar�s bosque de ning�n �rbol cerca del altar de Jehov� tu Dios, que t� te habr�s hecho. Ni te levantar�s estatua; lo cual aborrece Jehov� tu Dios. Deuteronomio 17NO sacrificar�s � Jehov� tu Dios buey, � cordero, en el cual haya falta � alguna cosa mala: porque es abominaci�n � Jehov� tu Dios. Cuando se hallare entre ti, en alguna de tus ciudades que Jehov� tu Dios te da, hombre, � mujer, que haya hecho mal en ojos de Jehov� tu Dios traspasando su pacto, Que hubiere ido y servido � dioses ajenos, y se hubiere inclinado � ellos, ora al sol, � � la luna, � � todo el ej�rcito del cielo, lo cual yo no he mandado; Y te fuere dado aviso, y, despu�s que oyeres y hubieres indagado bien, la cosa parece de verdad cierta, que tal abominaci�n ha sido hecha en Israel; Entonces sacar�s al hombre � mujer que hubiere hecho esta mala cosa, � tus puertas, hombre � mujer, y los apedrear�s con piedras, y as� morir�n. Por dicho de dos testigos, � de tres testigos, morir� el que hubiere de morir; no morir� por el dicho de un solo testigo. La mano de los testigos ser� primero sobre �l para matarlo, y despu�s la mano de todo el pueblo: as� quitar�s el mal de en medio de ti. Cuando alguna cosa te fuere oculta en juicio entre sangre y sangre, entre causa y causa, y entre llaga y llaga, en negocios de litigio en tus ciudades; entonces te levantar�s y recurrir�s al lugar que Jehov� tu Dios escogiere; Y vendr�s � los sacerdotes Levitas, y al juez que fuere en aquellos d�as, y preguntar�s; y te ense�ar�n la sentencia del juicio. Y har�s seg�n la sentencia que te indicaren los del lugar que Jehov� escogiere, y cuidar�s de hacer seg�n todo lo que te manifestaren. Seg�n la ley que ellos te ense�aren, y seg�n el juicio que te dijeren, har�s: no te apartar�s ni � diestra ni � siniestra de la sentencia que te mostraren. Y el hombre que procediere con soberbia, no obedeciendo al sacerdote que est� para ministrar all� delante de Jehov� tu Dios, � al juez, el tal var�n morir�: y quitar�s el mal de Israel. Y todo el pueblo oir�, y temer�, y no se ensoberbecer�n m�s. Cuando hubieres entrado en la tierra que Jehov� tu Dios te da, y la poseyeres, y habitares en ella, y dijeres: Pondr� rey sobre m�, como todas las gentes que est�n en mis alrededores; Sin duda pondr�s por rey sobre ti al que Jehov� tu Dios escogiere: de entre tus hermanos pondr�s rey sobre ti: no podr�s poner sobre ti hombre extranjero, que no sea tu hermano. Empero que no se aumente caballos, ni haga volver el pueblo � Egipto para acrecentar caballos: porque Jehov� os ha dicho: No procurar�is volver m�s por este camino. Ni aumentar� para s� mujeres, porque su coraz�n no se desv�e: ni plata ni oro acrecentar� para s� en gran copia. Y ser�, cuando se asentare sobre el solio de su reino, que ha de escribir para s� en un libro un traslado de esta ley, del original de delante de los sacerdotes Levitas; Y lo tendr� consigo, y leer� en �l todos los d�as de su vida, para que aprenda � temer � Jehov� su Dios, para guardar todas las palabras de aquesta ley y estos estatutos, para ponerlos por obra: Para que no se eleve su coraz�n sobre sus hermanos, ni se aparte del mandamiento � diestra ni � siniestra: � fin que prolongue sus d�as en su reino, �l y sus hijos, en medio de Israel. Deuteronomio 18LOS sacerdotes Levitas, toda la tribu de Lev�, no tendr�n parte ni heredad con Israel; de las ofrendas encendidas � Jehov�, y de la heredad de �l comer�n. No tendr�n, pues, heredad entre sus hermanos: Jehov� es su heredad, como �l les ha dicho. Y este ser� el derecho de los sacerdotes de parte del pueblo, de los que ofrecieren en sacrificio buey � cordero: dar�n al sacerdote la espalda, y las quijadas, y el cuajar. Las primicias de tu grano, de tu vino, y de tu aceite, y las primicias de la lana de tus ovejas le dar�s: Porque le ha escogido Jehov� tu Dios de todas tus tribus, para que est� para ministrar al nombre de Jehov�, �l y sus hijos para siempre. Y cuando el Levita saliere de alguna de tus ciudades de todo Israel, donde hubiere peregrinado, y viniere con todo deseo de su alma al lugar que Jehov� escogiere, Ministrar� al nombre de Jehov� su Dios, como todos sus hermanos los Levitas que estuvieren all� delante de Jehov�. Porci�n como la porci�n de los otros comer�n, adem�s de sus patrimonios. Cuando hubieres entrado en la tierra que Jehov� tu Dios te da, no aprender�s � hacer seg�n las abominaciones de aquellas gentes. No sea hallado en ti quien haga pasar su hijo � su hija por el fuego, ni practicante de adivinaciones, ni agorero, ni sort�lego, ni hechicero, Ni fraguador de encantamentos, ni quien pregunte � pit�n, ni m�gico, ni quien pregunte � los muertos. Porque es abominaci�n � Jehov� cualquiera que hace estas cosas, y por estas abominaciones Jehov� tu Dios las ech� de delante de ti. Perfecto ser�s con Jehov� tu Dios. Porque estas gentes que has de heredar, � agoreros y hechiceros o�an: mas t�, no as� te ha dado Jehov� tu Dios. Profeta de en medio de ti, de tus hermanos, como yo, te levantar� Jehov� tu Dios: � �l oir�is: Conforme � todo lo que pediste � Jehov� tu Dios en Horeb el d�a de la asamblea, diciendo: No vuelva yo � oir la voz de Jehov� mi Dios, ni vea yo m�s este gran fuego, porque no muera. Y Jehov� me dijo: Bien han dicho. Profeta les suscitar� de en medio de sus hermanos, como t�; y pondr� mis palabras en su boca, y �l les hablar� todo lo que yo le mandare. Mas ser�, que cualquiera que no oyere mis palabras que �l hablare en mi nombre, yo le residenciar�. Empero el profeta que presumiere hablar palabra en mi nombre, que yo no le haya mandado hablar, � que hablare en nombre de dioses ajenos, el tal profeta morir�. Y si dijeres en tu coraz�n: �C�mo conoceremos la palabra que Jehov� no hubiere hablado? Cuando el profeta hablare en nombre de Jehov�, y no fuere la tal cosa, ni viniere, es palabra que Jehov� no ha hablado: con soberbia la habl� aquel profeta: no tengas temor de �l. Deuteronomio 19CUANDO Jehov� tu Dios talare las gentes, cuya tierra Jehov� tu Dios te da � ti, y t� las heredares, y habitares en sus ciudades, y en sus casas; Te apartar�s tres ciudades en medio de tu tierra que Jehov� tu Dios te da para que la poseas. Arreglarte has el camino, y dividir�s en tres partes el t�rmino de tu tierra, que Jehov� tu Dios te dar� en heredad, y ser� para que todo homicida se huya all�. Y este es el caso del homicida que ha de huir all�, y vivir�: el que hiriere � su pr�jimo por yerro, que no le ten�a enemistad desde ayer ni antes de ayer: Como el que fu� con su pr�jimo al monte � cortar le�a, y poniendo fuerza con su mano en el hacha para cortar alg�n le�o, salt� el hierro del cabo, y encontr� � su pr�jimo, y muri�; aqu�l huir� � una de aquestas ciudades, y vivir�; No sea que el pariente del muerto vaya tras el homicida, cuando se enardeciere su coraz�n, y le alcance por ser largo el camino, y le hiera de muerte, no debiendo ser condenado � muerte; por cuanto no ten�a enemistad desde ayer ni antes de ayer con el muerto. Por tanto yo te mando, diciendo: Tres ciudades te apartar�s. Y si Jehov� tu Dios ensanchare tu t�rmino, como lo jur� � tus padres, y te diere toda la tierra que dijo � tus padres que hab�a de dar; Cuando guardases todos estos mandamientos, que yo te prescribo hoy, para ponerlos por obra, que ames � Jehov� tu Dios y andes en sus caminos todos los d�as, entonces a�adir�s tres ciudades � m�s de estas tres; Porque no sea derramada sangre inocente en medio de tu tierra, que Jehov� tu Dios te da por heredad, y sea sobre ti sangre. Mas cuando hubiere alguno que aborreciere � su pr�jimo, y lo acechare, y se levantare sobre �l, y lo hiriere de muerte, y muriere, y huyere � alguna de estas ciudades; Entonces los ancianos de su ciudad enviar�n y lo sacar�n de all�, y entregarlo han en mano del pariente del muerto, y morir�. No le perdonar� tu ojo: y quitar�s de Israel la sangre inocente, y te ir� bien. No reducir�s el t�rmino de tu pr�jimo, el cual se�alaron los antiguos en tu heredad, la que poseyeres en la tierra que Jehov� tu Dios te da para que la poseas. No valdr� un testigo contra ninguno en cualquier delito, � en cualquier pecado, en cualquier pecado que se cometiere. En el dicho de dos testigos, � en el dicho de tres testigos consistir� el negocio. Cuando se levantare testigo falso contra alguno, para testificar contra �l rebeli�n, Entonces los dos hombres litigantes se presentar�n delante de Jehov�, delante de los sacerdotes y jueces que fueren en aquellos d�as: Y los jueces inquirir�n bien, y si pareciere ser aqu�l testigo falso, que testific� falsamente contra su hermano, Har�is � �l como �l pens� hacer � su hermano: y quitar�s el mal de en medio de ti. Y los que quedaren oir�n, y temer�n, y no volver�n m�s � hacer una mala cosa como �sta, en medio de ti. Y no perdonar� tu ojo: vida por vida, ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie. Deuteronomio 20CUANDO salieres � la guerra contra tus enemigos, y vieres caballos y carros, un pueblo m�s grande que t�, no tengas temor de ellos, que Jehov� tu Dios es contigo, el cual te sac� de tierra de Egipto. Y ser� que, cuando os acercareis para combatir, llegar�se el sacerdote, y hablar� al pueblo, Y les dir�: Oye, Israel, vosotros os junt�is hoy en batalla contra vuestros enemigos: no se ablande vuestro coraz�n, no tem�is, no os azor�is, ni tampoco os desalent�is delante de ellos; Que Jehov� vuestro Dios anda con vosotros, para pelear por vosotros contra vuestros enemigos, para salvaros. Y los oficiales hablar�n al pueblo, diciendo: �Qui�n ha edificado casa nueva, y no la ha estrenado? Vaya, y vu�lvase � su casa, porque quiz� no muera en la batalla, y otro alguno la estrene. �Y qui�n ha plantado vi�a, y no ha hecho com�n uso de ella? Vaya, y vu�lvase � su casa, porque quiz� no muera en la batalla, y otro alguno la goce. �Y qui�n se ha desposado con mujer, y no la ha tomado? Vaya, y vu�lvase � su casa, porque quiz� no muera en la batalla, y alg�n otro la tome. Y tornar�n los oficiales � hablar al pueblo, y dir�n: �Qui�n es hombre medroso y tierno de coraz�n? Vaya, y vu�lvase � su casa, y no apoque el coraz�n de sus hermanos, como su coraz�n. Y ser� que, cuando los oficiales acabaren de hablar al pueblo, entonces los capitanes de los ej�rcitos mandar�n delante del pueblo. Cuando te acercares � una ciudad para combatirla, le intimar�s la paz. Y ser� que, si te respondiere, Paz, y te abriere, todo el pueblo que en ella fuere hallado te ser�n tributarios, y te servir�n. Mas si no hiciere paz contigo, y emprendiere contigo guerra, y la cercares, Luego que Jehov� tu Dios la entregare en tu mano, herir�s � todo var�n suyo � filo de espada. Solamente las mujeres y los ni�os, y los animales, y todo lo que hubiere en la ciudad, todos sus despojos, tomar�s para ti: y comer�s del despojo de tus enemigos, los cuales Jehov� tu Dios te entreg�. As� har�s � todas la ciudades que estuvieren muy lejos de ti, que no fueren de las ciudades de estas gentes. Empero de las ciudades de estos pueblos que Jehov� tu Dios te da por heredad, ninguna persona dejar�s con vida; Antes del todo los destruir�s: al Hetheo, y al Amorrheo, y al Cananeo, y al Pherezeo, y al Heveo, y al Jebuseo; como Jehov� tu Dios te ha mandado: Porque no os ense�en � hacer seg�n todas sus abominaciones, que ellos hacen � sus dioses, y pequ�is contra Jehov� vuestro Dios. Cuando pusieres cerco � alguna ciudad, peleando contra ella muchos d�as para tomarla, no destruyas su arboleda metiendo en ella hacha, porque de ella comer�s; y no la talar�s, que no es hombre el �rbol del campo para venir contra ti en el cerco. Mas el �rbol que supieres que no es �rbol para comer, lo destruir�s y lo talar�s, y construye baluarte contra la ciudad que pelea contigo, hasta sojuzgarla. Deuteronomio 21CUANDO fuere hallado en la tierra que Jehov� tu Dios te da para que la poseas, muerto echado en el campo, y no se supiere qui�n lo hiri�, Entonces tus ancianos y tus jueces saldr�n y medir�n hasta las ciudades que est�n alrededor del muerto: Y ser�, que los ancianos de aquella ciudad, de la ciudad m�s cercana al muerto, tomar�n de la vacada una becerra que no haya servido, que no haya tra�do yugo; Y los ancianos de aquella ciudad traer�n la becerra � un valle �spero, que nunca haya sido arado ni sembrado, y cortar�n el pescuezo � la becerra all� en el valle. Entonces vendr�n los sacerdotes hijos de Lev�, porque � ellos escogi� Jehov� tu Dios para que le sirvan, y para bendecir en nombre de Jehov�; y por el dicho de ellos se determinar� todo pleito y toda llaga. Y todos los ancianos de aquella ciudad m�s cercana al muerto lavar�n sus manos sobre la becerra degollada en el valle. Y protestar�n, y dir�n: Nuestras manos no han derramado esta sangre, ni nuestros ojos lo vieron. Exp�a � tu pueblo Israel, al cual redimiste, oh Jehov�; y no imputes la sangre inocente derramada en medio de tu pueblo Israel. Y la sangre les ser� perdonada. Y t� quitar�s la culpa de sangre inocente de en medio de ti, cuando hicieres lo que es recto en los ojos de Jehov�. Cuando salieres � la guerra contra tus enemigos, y Jehov� tu Dios los entregare en tu mano, y tomares de ellos cautivos, Y vieres entre los cautivos alguna mujer hermosa, y la codiciares, y la tomares para ti por mujer, La meter�s en tu casa; y ella raer� su cabeza, y cortar� sus u�as, Y se quitar� el vestido de su cautiverio, y quedar�se en tu casa: y llorar� � su padre y � su madre el tiempo de un mes: y despu�s entrar�s � ella, y tu ser�s su marido, y ella tu mujer. Y ser�, si no te agradare, que la has de dejar en su libertad; y no la vender�s por dinero, ni mercadear�s con ella, por cuanto la afligiste. Cuando un hombre tuviere dos mujeres, la una amada y la otra aborrecida, y la amada y la aborrecida le parieren hijos, y el hijo primog�nito fuere de la aborrecida; Ser� que, el d�a que hiciere heredar � sus hijos lo que tuviere, no podr� dar el derecho de primogenitura � los hijos de la amada en preferencia al hijo de la aborrecida, que es el primog�nito; Mas al hijo de la aborrecida reconocer� por primog�nito, para darle dos tantos de todo lo que se hallare que tiene: porque aqu�l es el principio de su fuerza, el derecho de la primogenitura es suyo. Cuando alguno tuviere hijo contumaz y rebelde, que no obedeciere � la voz de su padre ni � la voz de su madre, y habi�ndolo castigado, no les obedeciere; Entonces tomarlo han su padre y su madre, y lo sacar�n � los ancianos de su ciudad, y � la puerta del lugar suyo; Y dir�n � los ancianos de la ciudad: Este nuestro hijo es contumaz y rebelde, no obedece � nuestra voz; es glot�n y borracho. Entonces todos los hombres de su ciudad lo apedrear�n con piedras, y morir�: as� quitar�s el mal de en medio de ti; y todo Israel oir�, y temer�. Cuando en alguno hubiere pecado de sentencia de muerte, por el que haya de morir, y le habr�s colgado de un madero, No estar� su cuerpo por la noche en el madero, mas sin falta lo enterrar�s el mismo d�a, porque maldici�n de Dios es el colgado: y no contaminar�s tu tierra, que Jehov� tu Dios te da por heredad. Deuteronomio 22NO ver�s el buey de tu hermano, � su cordero, perdidos, y te retirar�s de ellos: precisamente los volver�s � tu hermano. Y si tu hermano no fuere tu vecino, � no le conocieres, los recoger�s en tu casa, y estar�n contigo hasta que tu hermano los busque, y se los devolver�s. Y as� har�s de su asno, as� har�s tambi�n de su vestido, y lo mismo har�s con toda cosa perdida de tu hermano que se le perdiere, y t� la hallares: no podr�s retraerte de ello. No ver�s el asno de tu hermano, � su buey, ca�dos en el camino, y te esconder�s de ellos: con �l has de procurar levantarlos. No vestir� la mujer h�bito de hombre, ni el hombre vestir� ropa de mujer; porque abominaci�n es � Jehov� tu Dios cualquiera que esto hace. Cuando topares en el camino alg�n nido de ave en cualquier �rbol, � sobre la tierra, con pollos � huevos, y estuviere la madre echada sobre los pollos � sobre los huevos, no tomes la madre con los hijos: Dejar�s ir � la madre, y tomar�s los pollos para ti; para que te vaya bien, y prolongues tus d�as. Cuando edificares casa nueva, har�s pretil � tu terrado, porque no pongas sangre en tu casa, si de �l cayere alguno. No sembrar�s tu vi�a de varias semillas, porque no se deprave la plenitud de la semilla que sembraste, y el fruto de la vi�a. No arar�s con buey y con asno juntamente. No te vestir�s de mistura, de lana y lino juntamente. Hacerte has flecos en los cuatro cabos de tu manto con que te cubrieres. Cuando alguno tomare mujer, y despu�s de haber entrado � ella la aborreciere, Y le pusiere algunas faltas, y esparciere sobre ella mala fama, y dijere: Esta tom� por mujer, y llegu� � ella, y no la hall� virgen; Entonces el padre de la moza y su madre tomar�n, y sacar�n las se�ales de la virginidad de la doncella � los ancianos de la ciudad, en la puerta. Y dir� el padre de la moza � los ancianos: Yo d� mi hija � este hombre por mujer, y �l la aborrece; Y, he aqu�, �l le pone tachas de algunas cosas, diciendo: No he hallado tu hija virgen; empero, he aqu� las se�ales de la virginidad de mi hija. Y extender�n la s�bana delante de los ancianos de la ciudad. Entonces los ancianos de la ciudad tomar�n al hombre y lo castigar�n; Y le han de penar en cien piezas de plata, las cuales dar�n al padre de la moza, por cuanto esparci� mala fama sobre virgen de Israel: y la ha de tener por mujer, y no podr� despedirla en todos sus d�as. Mas si este negocio fu� verdad, que no se hubiere hallado virginidad en la moza, Entonces la sacar�n � la puerta de la casa de su padre, y la apedrear�n con piedras los hombres de su ciudad, y morir�; por cuanto hizo vileza en Israel fornicando en casa de su padre: as� quitar�s el mal de en medio de ti. Cuando se sorprendiere alguno echado con mujer casada con marido, entrambos morir�n, el hombre que se acost� con la mujer, y la mujer: as� quitar�s el mal de Israel. Cuando fuere moza virgen desposada con alguno, y alguno la hallare en la ciudad, y se echare con ella; Entonces los sacar�is � ambos � la puerta de aquella ciudad, y los apedrear�is con piedras, y morir�n; la moza porque no di� voces en la ciudad, y el hombre porque humill� � la mujer de su pr�jimo: as� quitar�s el mal de en medio de ti. Mas si el hombre hall� una moza desposada en la campo, y �l la agarrare, y se echare con ella, morir� s�lo el hombre que con ella se habr� echado; Y � la moza no har�s nada; no tiene la moza culpa de muerte: porque como cuando alguno se levanta contra su pr�jimo, y le quita la vida, as� es esto: Porque �l la hall� en el campo: di� voces la moza desposada, y no hubo quien la valiese. Cuando alguno hallare moza virgen, que no fuere desposada, y la tomare, y se echare con ella, y fueren hallados; Entonces el hombre que se ech� con ella dar� al padre de la moza cincuenta piezas de plata, y ella ser� su mujer, por cuanto la humill�: no la podr� despedir en todos sus d�as. No tomar� alguno la mujer de su padre, ni descubrir� el regazo de su padre. Deuteronomio 23NO entrar� en la congregaci�n de Jehov� el que fuere quebrado, ni el castrado. No entrar� bastardo en la congregaci�n de Jehov�: ni aun en la d�cima generaci�n entrar� en la congregaci�n de Jehov�. No entrar� Ammonita ni Moabita en la congregaci�n de Jehov�; ni aun en la d�cima generaci�n entrar� en la congregaci�n de Jehov� para siempre: Por cuanto no os salieron � recibir con pan y agua al camino, cuando salisteis de Egipto; y porque alquil� contra ti � Balaam hijo de Beor de Pethor de Mesopotamia de Siria, para que te maldijese. Mas no quiso Jehov� tu Dios oir � Balaam; y Jehov� tu Dios te volvi� la maldici�n en bendici�n, porque Jehov� tu Dios te amaba. No procurar�s la paz de ellos ni su bien en todos los d�as para siempre. No abominar�s al Idumeo, que tu hermano es: no abominar�s al egipcio, que extranjero fuiste en su tierra. Los hijos que nacieren de ellos, � la tercera generaci�n entrar�n en la congregaci�n de Jehov�. Cuando salieres � campa�a contra tus enemigos, gu�rdate de toda cosa mala. Cuando hubiere en ti alguno que no fuere limpio por accidente de noche, saldr�se del campo, y no entrar� en �l. Y ser� que al declinar de la tarde se lavar� con agua, y cuando fuere puesto el sol, entrar� en el campo. Y tendr�s un lugar fuera del real, y saldr�s all� fuera; Tendr�s tambi�n una estaca entre tus armas; y ser� que, cuando estuvieres all� fuera, cavar�s con ella, y luego al volverte cubrir�s tu excremento: Porque Jehov� tu Dios anda por medio de tu campo, para librarte y entregar tus enemigos delante de ti; por tanto ser� tu real santo: porque �l no vea en ti cosa inmunda, y se vuelva de en pos de ti. No entregar�s � su se�or el siervo que se huyere � ti de su amo: More contigo, en medio de ti, en el lugar que escogiere en alguna de tus ciudades, donde bien le estuviere: no le har�s fuerza. No habr� ramera de las hijas de Israel, ni habr� sodom�tico de los hijos de Israel. No traer�s precio de ramera, ni precio de perro � la casa de Jehov� tu Dios por ning�n voto; porque abominaci�n es � Jehov� tu Dios as� lo uno como lo otro. No tomar�s de tu hermano logro de dinero, ni logro de comida, ni logro de cosa alguna que se suele tomar. Del extra�o tomar�s logro, mas de tu hermano no lo tomar�s, porque te bendiga Jehov� tu Dios en toda obra de tus manos sobre la tierra � la cual entras para poseerla. Cuando prometieres voto � Jehov� tu Dios, no tardar�s en pagarlo; porque ciertamente lo demandar� Jehov� tu Dios de ti, y habr�a en ti pecado. Mas cuando te abstuvieres de prometer, no habr� en ti pecado. Guardar�s lo que tus labios pronunciaren; y har�s, como prometiste � Jehov� tu Dios, lo que de tu voluntad hablaste por tu boca. Cuando entrares en la vi�a de tu pr�jimo, comer�s uvas hasta saciar tu deseo: mas no pondr�s en tu vaso. Cuando entrares en la mies de tu pr�jimo, podr�s cortar espigas con tu mano; mas no aplicar�s hoz � la mies de tu pr�jimo. Deuteronomio 24CUANDO alguno tomare mujer y se casare con ella, si no le agradare por haber hallado en ella alguna cosa torpe, le escribir� carta de repudio, y se la entregar� en su mano, y despedir�la de su casa. Y salida de su casa, podr� ir y casarse con otro hombre. Y si la aborreciere aqueste �ltimo, y le escribiere carta de repudio, y se la entregare en su mano, y la despidiere de su casa; � si muriere el postrer hombre que la tom� para s� por mujer, No podr� su primer marido, que la despidi�, volverla � tomar para que sea su mujer, despu�s que fu� amancillada; porque es abominaci�n delante de Jehov�, y no has de pervertir la tierra que Jehov� tu Dios te da por heredad. Cuando tomare alguno mujer nueva, no saldr� � la guerra, ni en ninguna cosa se le ocupar�; libre estar� en su casa por un a�o, para alegrar � su mujer que tom�. No tomar�s en prenda la muela de molino, ni la de abajo ni la de arriba: porque ser�a prendar la vida. Cuando fuere hallado alguno que haya hurtado persona de sus hermanos los hijos de Israel, y hubiere mercadeado con ella, � la hubiere vendido, el tal ladr�n morir�, y quitar�s el mal de en medio de ti. Gu�rdate de llaga de lepra, observando diligentemente, y haciendo seg�n todo lo que os ense�aren los sacerdotes Levitas: cuidar�is de hacer como les he mandado. Acu�rdate de lo que hizo Jehov� tu Dios � Mar�a en el camino, despu�s que salisteis de Egipto. Cuando dieres � tu pr�jimo alguna cosa emprestada, no entrar�s en su casa para tomarle prenda: Fuera estar�s, y el hombre � quien prestaste, te sacar� afuera la prenda. Y si fuere hombre pobre, no duermas con su prenda: Precisamente le devolver�s la prenda cuando el sol se ponga, para que duerma en su ropa, y te bendiga: y te ser� justicia delante de Jehov� tu Dios. No hagas agravio al jornalero pobre y menesteroso, as� de tus hermanos como de tus extranjeros que est�n en tu tierra en tus ciudades: En su d�a le dar�s su jornal, y no se pondr� el sol sin d�rselo: pues es pobre, y con �l sustenta su vida: porque no clame contra ti � Jehov�, y sea en ti pecado. Los padres no morir�n por los hijos, ni los hijos por los padres; cada uno morir� por su pecado. No torcer�s el derecho del peregrino y del hu�rfano; ni tomar�s por prenda la ropa de la viuda: Mas acu�rdate que fuiste siervo en Egipto, y de all� te rescat� Jehov� tu Dios: por tanto, yo te mando que hagas esto. Cuando segares tu mies en tu campo, y olvidares alguna gavilla en el campo, no volver�s a tomarla: para el extranjero, para el hu�rfano, y para la viuda ser�; porque te bendiga Jehov� tu Dios en toda obra de tus manos. Cuando sacudieres tus olivas, no recorrer�s las ramas tras ti: para el extranjero, para el hu�rfano, y para la viuda ser�. Cuando vendimiares tu vi�a, no rebuscar�s tras ti: para el extranjero, para el hu�rfano, y para la viuda ser�. Y acu�rdate que fuiste siervo en tierra de Egipto: por tanto, yo te mando que hagas esto. Deuteronomio 25CUANDO hubiere pleito entre algunos, y vinieren � juicio, y los juzgaren, y absolvieren al justo y condenaren al inicuo, Ser� que, si el delincuente mereciere ser azotado, entonces el juez lo har� echar en tierra, y har�le azotar delante de s�, seg�n su delito, por cuenta. Har�le dar cuarenta azotes, no m�s: no sea que, si lo hiriere con muchos azotes a m�s de �stos, se envilezca tu hermano delante de tus ojos. No pondr�s bozal al buey cuando trillare. Cuando hermanos estuvieren juntos, y muriere alguno de ellos, y no tuviere hijo, la mujer del muerto no se casar� fuera con hombre extra�o: su cu�ado entrar� � ella, y la tomar� por su mujer, y har� con ella parentesco. Y ser� que el primog�nito que pariere ella, se levantar� en nombre de su hermano el muerto, porque el nombre de �ste no sea ra�do de Israel. Y si el hombre no quisiere tomar � su cu�ada, ir� entonces la cu�ada suya � la puerta � los ancianos, y dir�: Mi cu�ado no quiere suscitar nombre en Israel � su hermano; no quiere emparentar conmigo. Entonces los ancianos de aquella ciudad lo har�n venir, y hablar�n con �l: y si �l se levantare, y dijere, No quiero tomarla, Llegar�se entonces su cu�ada � �l delante de los ancianos, y le descalzar� el zapato de su pie, y escupir�le en el rostro, y hablar� y dir�: As� ser� hecho al var�n que no edificare la casa de su hermano. Y su nombre ser� llamado en Israel: La casa del descalzado. Cuando algunos ri�eren juntos el uno con el otro, y llegare la mujer del uno para librar � su marido de mano del que le hiere, y metiere su mano y le trabare de sus verg�enzas; La cortar�s entonces la mano, no la perdonar� tu ojo. No tendr�s en tu bolsa pesa grande y pesa chica. No tendr�s en tu casa epha grande y epha peque�o. Pesas cumplidas y justas tendr�s; epha cabal y justo tendr�s: para que tus d�as sean prolongados sobre la tierra que Jehov� tu Dios te da. Porque abominaci�n es � Jehov� tu Dios cualquiera que hace esto, cualquiera que hace agravio. Acu�rdate de lo que te hizo Amalec en el camino, cuando salisteis de Egipto: Que te sali� al camino, y te desbarat� la retaguardia de todos los flacos que iban detr�s de ti, cuando t� estabas cansado y trabajado; y no temi� � Dios. Ser� pues, cuando Jehov� tu Dios te hubiere dado reposo de tus enemigos alrededor, en la tierra que Jehov� tu Dios te da por heredar para que la poseas, que raer�s la memoria de Amalec de debajo del cielo: no te olvides. Deuteronomio 26Y SERA que, cuando hubieres entrado en la tierra que Jehov� tu Dios te da por heredad, y la poseyeres, y habitares en ella; Entonces tomar�s de las primicias de todos los frutos de la tierra, que sacares de tu tierra que Jehov� tu Dios te da, y lo pondr�s en un canastillo, � ir�s al lugar que Jehov� tu Dios escogiere para hacer habitar all� su nombre. Y llegar�s al sacerdote que fuere en aquellos d�as, y le dir�s: Reconozco hoy � Jehov� tu Dios que he entrado en la tierra que jur� Jehov� � nuestros padres que nos hab�a de dar. Y el sacerdote tomar� el canastillo de tu mano, y pondr�lo delante del altar de Jehov� tu Dios. Entonces hablar�s y dir�s delante de Jehov� tu Dios: Un Siro � punto de perecer fu� mi padre, el cual descendi� � Egipto y peregrin� all� con pocos hombres, y all� creci� en gente grande, fuerte y numerosa: Y los Egipcios nos maltrataron, y nos afligieron, y pusieron sobre nosotros dura servidumbre. Y clamamos � Jehov� Dios de nuestros padres; y oy� Jehov� nuestra voz, y vi� nuestra aflicci�n, y nuestro trabajo, y nuestra opresi�n: Y sac�nos Jehov� de Egipto con mano fuerte, y con brazo extendido, y con grande espanto, y con se�ales y con milagros: Y tr�jonos � este lugar, y di�nos esta tierra, tierra que fluye leche y miel. Y ahora, he aqu�, he tra�do las primicias del fruto de la tierra que me diste, oh Jehov�. Y lo dejar�s delante de Jehov� tu Dios, � inclinarte has delante de Jehov� tu Dios. Y te alegrar�s con todo el bien que Jehov� tu Dios te hubiere dado � ti y � tu casa, t� y el Levita, y el extranjero que est� en medio de ti. Cuando hubieres acabado de diezmar todo el diezmo de tus frutos en el a�o tercero, el a�o del diezmo, dar�s tambi�n al Levita, al extranjero, al hu�rfano y � la viuda; y comer�n en tus villas, y se saciar�n. Y dir�s delante de Jehov� tu Dios: Yo he sacado lo consagrado de mi casa, y tambi�n lo he dado al Levita, y al extranjero, y al hu�rfano, y � la viuda, conforme � todos tus mandamientos que me ordenaste: no he traspasado tus mandamientos, ni me he olvidado de ellos: No he comido de ello en mi luto, ni he sacado de ello en inmundicia, ni de ello he dado para mortuorio: he obedecido � la voz de Jehov� mi Dios, he hecho conforme � todo lo que me has mandado. Mira desde la morada de tu santidad, desde el cielo, y bendice � tu pueblo Israel, y � la tierra que nos has dado, como juraste � nuestros padres, tierra que fluye leche y miel. Jehov� tu Dios te manda hoy que cumplas estos estatutos y derechos; cuida, pues, de ponerlos por obra con todo tu coraz�n, y con toda tu alma. A Jehov� has ensalzado hoy para que te sea por Dios, y para andar en sus caminos, y para guardar sus estatutos y sus mandamientos y sus derechos, y para oir su voz: Y Jehov� te ha ensalzado hoy para que le seas su peculiar pueblo, como �l te lo he dicho, y para que guardes todos sus mandamientos; Y para ponerte alto sobre todas las gentes que hizo, para loor, y fama, y gloria; y para que seas pueblo santo � Jehov� tu Dios, como �l ha dicho. Deuteronomio 27Y MANDO Mois�s, con los ancianos de Israel, al pueblo, diciendo: Guardar�is todos los mandamientos que yo prescribo hoy. Y ser� que, el d�a que pasareis el Jord�n � la tierra que Jehov� tu Dios te da, te has de levantar piedras grandes, las cuales revocar�s con cal: Y escribir�s en ellas todas las palabras de esta ley, cuando hubieres pasado para entrar en la tierra que Jehov� tu Dios te da, tierra que fluye leche y miel, como Jehov� el Dios de tus padres te ha dicho. Ser� pues, cuando hubieres pasado el Jord�n, que levantar�is estas piedras que yo os mando hoy, en el monte de Ebal, y las revocar�s con cal: Y edificar�s all� altar � Jehov� tu Dios, altar de piedras: no alzar�s sobre ellas hierro. De piedras enteras edificar�s el altar de Jehov� tu Dios; y ofrecer�s sobre �l holocausto � Jehov� tu Dios; Y sacrificar�s pac�ficos, y comer�s all�; y alegrarte has delante de Jehov� tu Dios. Y escribir�s en las piedras todas las palabras de esta ley muy claramente. Y Mois�s, con los sacerdotes Levitas, habl� � todo Israel, diciendo: Atiende y escucha, Israel: hoy eres hecho pueblo de Jehov� tu Dios. Oir�s pues la voz de Jehov� tu Dios, y cumplir�s sus mandamientos y sus estatutos, que yo te ordeno hoy. Y mand� Mois�s al pueblo en aquel d�a, diciendo: Estos estar�n sobre el monte de Gerizim para bendecir al pueblo, cuando hubiereis pasado el Jord�n: Sime�n, y Lev�, y Jud�, � Issach�r, y Jos� y Benjam�n. Y estos estar�n para pronunciar la maldici�n en el de Ebal: Rub�n, Gad, y Aser, y Zabul�n, Dan, y Nephtal�. Y hablar�n los Levitas, y dir�n � todo var�n de Israel en alta voz: Maldito el hombre que hiciere escultura � imagen de fundici�n, abominaci�n � Jehov�, obra de mano de art�fice, y la pusiere en oculto. Y todo el pueblo responder� y dir�: Am�n. Maldito el que deshonrare � su padre � � su madre. Y dir� todo el pueblo: Am�n. Maldito el que redujere el t�rmino de su pr�jimo. Y dir� todo el pueblo: Am�n. Maldito el que hiciere errar al ciego en el camino. Y dir� todo el pueblo: Am�n. Maldito el que torciere el derecho del extranjero, del hu�rfano, y de la viuda. Y dir� todo el pueblo: Am�n. Maldito el que se echare con la mujer de su padre; por cuanto descubri� el regazo de su padre. Y dir� todo el pueblo: Am�n. Maldito el que tuviere parte con cualquiera bestia. Y dir� todo el pueblo: Am�n. Maldito el que se echare con su hermana, hija de su padre, � hija de su madre. Y dir� todo el pueblo: Am�n. Maldito el que se echare con su suegra. Y dir� todo el pueblo: Am�n. Maldito el que hiriere � su pr�jimo ocultamente. Y dir� todo el pueblo: Am�n. Maldito el que recibiere don para herir de muerte al inocente. Y dir� todo el pueblo: Am�n. Maldito el que no confirmare las palabras de esta ley para cumplirlas. Y dir� todo el pueblo: Am�n. Deuteronomio 28Y SERA que, si oyeres diligente la voz de Jehov� tu Dios, para guardar, para poner por obra todos sus mandamientos que yo te prescribo hoy, tambi�n Jehov� tu Dios te pondr� alto sobre todas las gentes de la tierra; Y vendr�n sobre ti todas estas bendiciones, y te alcanzar�n, cuando oyeres la voz de Jehov� tu Dios. Bendito ser�s t� en la ciudad, y bendito t� en el campo. Bendito el fruto de tu vientre, y el fruto de tu bestia, la cr�a de tus vacas, y los reba�os de tus ovejas. Bendito tu canastillo y tus sobras. Bendito ser�s en tu entrar, y bendito en tu salir. Pondr� Jehov� � tus enemigos que se levantaren contra ti, de rota batida delante de ti: por un camino saldr�n � ti, por siete caminos huir�n delante de ti. Enviar� Jehov� contigo la bendici�n en tus graneros, y en todo aquello en que pusieres tu mano; y te bendecir� en la tierra que Jehov� tu Dios te da. Confirmarte ha Jehov� por pueblo suyo santo, como te ha jurado, cuando guardares los mandamientos de Jehov� tu Dios, y anduvieres en sus caminos. Y ver�n todos los pueblos de la tierra que el nombre de Jehov� es llamado sobre ti, y te temer�n. Y te har� Jehov� sobreabundar en bienes, en el fruto de tu vientre, y en el fruto de tu bestia, y en el fruto de tu tierra, en el pa�s que jur� Jehov� � tus padres que te hab�a de dar. Abrirte ha Jehov� su buen dep�sito, el cielo, para dar lluvia � tu tierra en su tiempo, y para bendecir toda obra de tus manos. Y prestar�s � muchas gentes, y t� no tomar�s emprestado. Y te pondr� Jehov� por cabeza, y no por cola: y estar�s encima solamente, y no estar�s debajo; cuando obedecieres � los mandamientos de Jehov� tu Dios, que yo te ordeno hoy, para que los guardes y cumplas. Y no te apartes de todas las palabras que yo os mando hoy, ni � diestra ni � siniestra, para ir tras dioses ajenos para servirles. Y ser�, si no oyeres la voz de Jehov� tu Dios, para cuidar de poner por obra todos sus mandamientos y sus estatutos, que yo te intimo hoy, que vendr�n sobre ti todas estas maldiciones, y te alcanzar�n. Maldito ser�s tu en la ciudad, y maldito en el campo. Maldito tu canastillo, y tus sobras. Maldito el fruto de tu vientre, y el fruto de tu tierra, y la cr�a de tus vacas, y los reba�os de tus ovejas. Maldito ser�s en tu entrar, y maldito en tu salir. Y Jehov� enviar� contra ti la maldici�n, quebranto y asombro en todo cuanto pusieres mano � hicieres, hasta que seas destru�do, y perezcas presto � causa de la maldad de tus obras, por las cuales me habr�s dejado. Jehov� har� que se te pegue mortandad, hasta que te consuma de la tierra � la cual entras para poseerla. Jehov� te herir� de tisis, y de fiebre, y de ardor, y de calor, y de cuchillo, y de calamidad repentina, y con a�ublo; y perseguirte han hasta que perezcas. Y tus cielos que est�n sobre tu cabeza, ser�n de metal; y la tierra que est� debajo de ti, de hierro. Dar� Jehov� por lluvia � tu tierra polvo y ceniza: de los cielos descender�n sobre ti hasta que perezcas. Jehov� te entregar� herido delante de tus enemigos: por un camino saldr�s � ellos, y por siete caminos huir�s delante de ellos: y ser�s sacudido � todos los reinos de la tierra. Y ser� tu cuerpo muerto por comida � toda ave del cielo, y bestia de la tierra, y no habr� quien las espante. Jehov� te herir� de la plaga de Egipto, y con almorranas, y con sarna, y con comez�n, de que no puedas ser curado. Jehov� te herir� con locura, y con ceguedad, y con pasmo de coraz�n. Y palpar�s al mediod�a, como palpa el ciego en la oscuridad, y no ser�s prosperado en tus caminos: y nunca ser�s sino oprimido y robado todos los d�as, y no habr� quien te salve. Te desposar�s con mujer, y otro var�n dormir� con ella; edificar�s casa, y no habitar�s en ella; plantar�s vi�a, y no la vendimiar�s. Tu buey ser� matado delante de tus ojos, y t� no comer�s de �l; tu asno ser� arrebatado de delante de ti, y no se te volver�; tus ovejas ser�n dadas � tus enemigos, y no tendr�s quien te las rescate. Tus hijos y tus hijas ser�n entregados � otro pueblo, y tus ojos lo ver�n, y desfallecer�n por ellos todo el d�a: y no habr� fuerza en tu mano. El fruto de tu tierra y todo tu trabajo comer� pueblo que no conociste; y nunca ser�s sino oprimido y quebrantado todos los d�as. Y enloquecer�s � causa de lo que ver�s con tus ojos. Herirte ha Jehov� con maligna p�stula en las rodillas y en las piernas, sin que puedas ser curado: aun desde la planta de tu pie hasta tu mollera. Jehov� llevar� � ti, y � tu rey que hubieres puesto sobre ti, � gente que no conociste t� ni tus padres; y all� servir�s � dioses ajenos, al palo y � la piedra. Y ser�s por pasmo, por ejemplo y por f�bula, � todos los pueblos � los cuales te llevar� Jehov�. Sacar�s mucha simiente al campo, y coger�s poco: porque la langosta lo consumir�. Plantar�s vi�as y labrar�s, mas no beber�s vino, ni coger�s uvas; porque el gusano las comer�. Tendr�s olivas en todo tu t�rmino, mas no te ungir�s con el aceite; porque tu aceituna se caer�. Hijos � hijas engendrar�s, y no ser�n para ti; porque ir�n en cautiverio. Toda tu arboleda y el fruto de tu tierra consumir� la langosta. El extranjero que estar� en medio de ti subir� sobre ti muy alto, y t� ser�s puesto muy bajo. El te prestar� � ti, y t� no prestar�s � �l: �l ser� por cabeza, y t� ser�s por cola. Y vendr�n sobre ti todas estas maldiciones, y te perseguir�n, y te alcanzar�n hasta que perezcas; por cuanto no habr�s atendido � la voz de Jehov� tu Dios, para guardar sus mandamientos y sus estatutos, que �l te mand�: Y ser�n en ti por se�al y por maravilla, y en tu simiente para siempre. Por cuanto no serviste � Jehov� tu Dios con alegr�a y con gozo de coraz�n, por la abundancia de todas las cosas; Servir�s por tanto � tus enemigos que enviare Jehov� contra ti, con hambre y con sed y con desnudez, y con falta de todas las cosas; y �l pondr� yugo de hierro sobre tu cuello, hasta destruirte. Jehov� traer� sobre ti gente de lejos, del cabo de la tierra, que vuele como �guila, gente cuya lengua no entiendas; Gente fiera de rostro, que no tendr� respeto al anciano, ni perdonar� al ni�o: Y comer� el fruto de tu bestia y el fruto de tu tierra, hasta que perezcas: y no te dejar� grano, ni mosto, ni aceite, ni la cr�a de tus vacas, ni los reba�os de tus ovejas, hasta destruirte. Y te pondr� cerco en todas tus ciudades, hasta que caigan tus muros altos y encastillados en que t� conf�as, en toda tu tierra: te cercar�, pues, en todas tus ciudades y en toda tu tierra, que Jehov� tu Dios te habr� dado. Y comer�s el fruto de tu vientre, la carne de tus hijos y de tus hijas que Jehov� tu Dios te di�, en el cerco y en al apuro con que te angustiar� tu enemigo. El hombre tierno en ti, y el muy delicado, su ojo ser� maligno para con su hermano, y para con la mujer de su seno, y para con el resto de sus hijos que le quedaren; Para no dar � alguno de ellos de la carne de sus hijos, que �l comer�, porque nada le habr� quedado, en el cerco y en el apuro con que tu enemigo te oprimir� en todas tus ciudades. La tierna y la delicada entre vosotros, que nunca la planta de su pie prob� � sentar sobre la tierra, de ternura y delicadeza, su ojo ser� maligno para con el marido de su seno, y para con su hijo, y para con su hija, Y para con su chiquita que sale de entre sus pies, y para con sus hijos que pariere; pues los comer� escondidamente, � falta de todo, en el cerco y en el apuro con que tu enemigo te oprimir� en tus ciudades. Si no cuidares de poner por obra todas las palabras de aquesta ley que est�n escritas en este libro, temiendo este nombre glorioso y terrible, JEHOVA TU DIOS, Jehov� aumentar� maravillosamente tus plagas y las plagas de tu simiente, plagas grandes y estables, y enfermedades malignas y duraderas; Y har� volver sobre ti todos los males de Egipto, delante de los cuales temiste, y se te pegar�n. Asismismo toda enfermedad y toda plaga que no est� escrita en el libro de esta ley, Jehov� la enviar� sobre ti, hasta que t� seas destru�do. Y quedar�is en poca gente, en lugar de haber sido como las estrellas del cielo en multitud; por cuanto no obedeciste � la voz de Jehov� tu Dios. Y ser� que como Jehov� se goz� sobre vosotros para haceros bien, y para multiplicaros, as� se gozar� Jehov� sobre vosotros para arruinaros, y para destruiros; y ser�is arrancados de sobre la tierra, � la cual entr�is para poseerla. Y Jehov� te esparcir� por todos los pueblos, desde el un cabo de la tierra hasta el otro cabo de ella; y all� servir�s � dioses ajenos que no conociste t� ni tus padres, al le�o y � la piedra. Y ni aun entre las mismas gentes descansar�s, ni la planta de tu pie tendr� reposo; que all� te dar� Jehov� coraz�n temeroso, y caimiento de ojos, y tristeza de alma: Y tendr�s tu vida como colgada delante de ti, y estar�s temeroso de noche y de d�a, y no confiar�s de tu vida. Por la ma�ana dir�s: �Qui�n diera fuese la tarde! y � la tarde dir�s: �Qui�n diera fuese la ma�ana! por el miedo de tu coraz�n con que estar�s amedrentado, y por lo que ver�n tus ojos. Y Jehov� te har� tornar � Egipto en nav�os por el camino del cual te ha dicho: Nunca m�s volver�is: y all� ser�is vendidos � vuestros enemigos por esclavos y por esclavas, y no habr� quien os compre. Deuteronomio 29ESTAS son las palabras del pacto que Jehov� mand� � Mois�s concertara con los hijos de Israel en la tierra de Moab, adem�s del pacto que concert� con ellos en Horeb. Mois�s pues llam� � todo Israel, y d�joles: Vosotros hab�is visto todo lo que Jehov� ha hecho delante de vuestros ojos en la tierra de Egipto � Fara�n y � todos sus siervos, y � toda su tierra: Las pruebas grandes que vieron tus ojos, las se�ales, y las grandes maravillas. Y Jehov� no os di� coraz�n para entender, ni ojos para ver, ni o�dos para oir, hasta el d�a de hoy. Y yo os he tra�do cuarenta a�os por el desierto: vuestros vestidos no se han envejecido sobre vosotros, ni tu zapato se ha envejecido sobre tu pie. No hab�is comido pan, ni bebisteis vino ni sidra: para que supieseis que yo soy Jehov� vuestro Dios. Y llegasteis � este lugar, y sali� Seh�n rey de Hesb�n, y Og rey de Bas�n, delante de nosotros para pelear, y her�moslos; Y tomamos su tierra, y d�mosla por heredad � Rub�n y � Gad, y � la media tribu de Manas�s. Guardar�is, pues, las palabras de este pacto, y las pondr�is por obra, para que prosper�is en todo lo que hiciereis. Vosotros todos est�is hoy delante de Jehov� vuestro Dios; vuestros pr�ncipes de vuestras tribus, vuestros ancianos, y vuestros oficiales, todos los varones de Israel, Vuestros ni�os, vuestras mujeres, y tus extranjeros que habitan en medio de tu campo, desde el que corta tu le�a hasta el que saca tus aguas: Para que entres en el pacto de Jehov� tu Dios, y en su juramento, que Jehov� tu Dios acuerda hoy contigo: Para confirmarte hoy por su pueblo, y que �l te sea � ti por Dios, de la manera que �l te ha dicho, y como �l jur� � tus padres Abraham, Isaac, y Jacob. Y no con vosotros solos acuerdo yo este pacto y este juramento, Sino con los que est�n aqu� presentes hoy con nosotros delante de Jehov� nuestro Dios, y con los que no est�n aqu� hoy con nosotros. Porque vosotros sab�is c�mo habitamos en la tierra de Egipto, y c�mo hemos pasado por medio de las gentes que hab�is pasado; Y hab�is visto sus abominaciones y sus �dolos, madera y piedra, plata y oro, que tienen consigo. Quiz� habr� entre vosotros var�n, � mujer, � familia, � tribu, cuyo coraz�n se vuelva hoy de con Jehov� nuestro Dios, por andar � servir � los dioses de aquellas gentes; quiz� habr� en vosotros ra�z que eche veneno y ajenjo; Y sea que, cuando el tal oyere las palabras de esta maldici�n, �l se bendiga en su coraz�n, diciendo: Tendr� paz, aunque ande seg�n el pensamiento de mi coraz�n, para a�adir la embriaguez � la sed: Jehov� no querr� perdonarle; antes humear� luego el furor de Jehov� y su celo sobre el tal hombre, y asentar�se sobre �l toda maldici�n escrita en este libro, y Jehov� raer� su nombre de debajo del cielo: Y apartar�lo Jehov� de todas las tribus de Israel para mal, conforme � todas las maldiciones del pacto escrito en este libro de la ley. Y dir� la generaci�n venidera, vuestros hijos que vendr�n despu�s de vosotros, y el extranjero que vendr� de lejanas tierras, cuando vieren las plagas de aquesta tierra, y sus enfermedades de que Jehov� la hizo enfermar, (Azufre y sal, abrasada toda su tierra: no ser� sembrada, ni producir�, ni crecer� en ella hierba ninguna, como en la subversi�n de Sodoma y de Gomorra, de Adma y de Seboim, que Jehov� subvirti� en su furor y en su ira:) Dir�n, pues, todas las gentes: �Por qu� hizo Jehov� esto � esta tierra? �qu� ira es �sta de tan gran furor? Y responder�n. Por cuanto dejaron el pacto de Jehov� el Dios de sus padres, que �l concert� con ellos cuando los sac� de la tierra de Egipto, Y fueron y sirvieron � dioses ajenos, � inclin�ronse � ellos, dioses que no conoc�an, y que ninguna cosa les hab�an dado: Encendi�se por tanto, el furor de Jehov� contra esta tierrra, para traer sobre ella todas las maldiciones escritas en esta libro; Y Jehov� los desarraig� de su tierra con enojo, y con sa�a, y con furor grande, y los ech� � otra tierra, como hoy. Las cosas secretas pertenecen � Jehov� nuestro Dios: mas las reveladas son para nosotros y para nuestros hijos por siempre, para que cumplamos todas las palabras de esta ley. Deuteronomio 30Y SERA que, cuando te sobrevinieren todas estas cosas, la bendici�n y la maldici�n que he puesto delante de ti, y volvieres � tu coraz�n en medio de todas las gentes � las cuales Jehov� tu Dios te hubiere echado, Y te convirtieres � Jehov� tu Dios, y obedecieres � su voz conforme � todo lo que yo te mando hoy, t� y tus hijos, con todo tu coraz�n y con toda tu alma, Jehov� tambi�n volver� tus cautivos, y tendr� misericordia de ti, y tornar� � recogerte de todos los pueblos � los cuales te hubiere esparcido Jehov� tu Dios. Si hubieres sido arrojado hasta el cabo de los cielos, de all� te recoger� Jehov� tu Dios, y de all� te tomar�: Y volverte ha Jehov� tu Dios � la tierra que heredaron tus padres, y la poseer�s; y te har� bien, y te multiplicar� m�s que � tus padres. Y circuncidar� Jehov� tu Dios tu coraz�n, y el coraz�n de tu simiente, para que ames � Jehov� tu Dios con todo tu coraz�n y con toda tu alma, � fin de que t� vivas. Y pondr� Jehov� tu Dios todas estas maldiciones sobre tus enemigos, y sobre tus aborrecedores que te persiguieron. Y t� volver�s, y oir�s la voz de Jehov�, y pondr�s por obra todos sus mandamientos, que yo te intimo hoy. Y hacerte ha Jehov� tu Dios abundar en toda obra de tus manos, en el fruto de tu vientre, en el fruto de tu bestia, y en el fruto de tu tierra, para bien: porque Jehov� volver� � gozarse sobre ti para bien, de la manera que se goz� sobre tus padres; Cuando oyeres la voz de Jehov� tu Dios, para guardar sus mandamientos y sus estatutos escritos en este libro de la ley; cuando te convirtieres � Jehov� tu Dios con todo tu coraz�n y con toda tu alma. Porque este mandamiento que yo te intimo hoy, no te es encubierto, ni est� lejos: No est� en el cielo, para que digas: �Qui�n subir� por nosotros al cielo, y nos lo traer� y nos lo representar�, para que lo cumplamos? Ni est� de la otra parte de la mar, para que digas: �Qui�n pasar� por nosotros la mar, para que nos lo traiga y nos lo represente, � fin de que lo cumplamos? Porque muy cerca de ti est� la palabra, en tu boca y en tu coraz�n, para que la cumplas. Mira, yo he puesto delante de ti hoy la vida y el bien, la muerte y el mal: Porque yo te mando hoy que ames � Jehov� tu Dios, que andes en sus caminos, y guardes sus mandamientos y sus estatutos y sus derechos, para que vivas y seas multiplicado, y Jehov� tu Dios te bendiga en la tierra � la cual entras para poseerla. Mas si tu coraz�n se apartare, y no oyeres, y fueres incitado, y te inclinares � dioses ajenos, y los sirvieres; Prot�stoos hoy que de cierto perecer�is: no tendr�is largos d�as sobre la tierra, para ir � la cual pasas el Jord�n para poseerla. A los cielos y la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendici�n y la maldici�n: escoge pues la vida, porque vivas t� y tu simiente: Que ames � Jehov� tu Dios, que oigas su voz, y te allegues � �l; porque �l es tu vida, y la longitud de tus d�as; � fin de que habites sobre la tierra que jur� Jehov� � tus padres Abraham, Isaac, y Jacob, que les hab�a de dar. Deuteronomio 31Y FU� Mois�s, y habl� estas palabras � todo Israel, Y d�joles: De edad de ciento y veinte a�os soy hoy d�a; no puedo m�s salir ni entrar: � m�s de esto Jehov� me ha dicho: No pasar�s este Jord�n. Jehov� tu Dios, �l pasa delante de ti; �l destruir� estas gentes de delante de ti, y las heredar�s: Josu� ser� el que pasar� delante de ti, como Jehov� ha dicho. Y har� Jehov� con ellos como hizo con Seh�n y con Og, reyes de los Amorrheos, y con su tierra, que los destruy�. Y los entregar� Jehov� delante de vosotros, y har�is con ellos conforme � todo lo que os he mandado. Esforzaos y cobrad �nimo; no tem�is, ni teng�is miedo de ellos: que Jehov� tu Dios es el que va contigo: no te dejar� ni te desamparar�. Y llam� Mois�s � Josu�, y d�jole � vista de todo Israel: Esfu�rzate y an�mate; porque t� entrar�s con este pueblo � la tierra que jur� Jehov� � sus padres que les hab�a de dar, y t� se la har�s heredar. Y Jehov� es el que va delante de ti; �l ser� contigo, no te dejar�, ni te desamparar�; no temas, ni te intimides. Y escribi� Mois�s esta ley, y di�la � los sacerdotes, hijos de Lev�, que llevaban el arca del pacto de Jehov�, y � todos los ancianos de Israel. Y mand�les Mois�s, diciendo: Al cabo del s�ptimo a�o, en el a�o de la remisi�n, en la fiesta de las Caba�as, Cuando viniere todo Israel � presentarse delante de Jehov� tu Dios en el lugar que �l escogiere, leer�s esta ley delante de todo Israel � o�dos de ellos. Har�s congregar el pueblo, varones y mujeres y ni�os, y tus extranjeros que estuvieren en tus ciudades, para que oigan y aprendan, y teman � Jehov� vuestro Dios, y cuiden de poner por obra todas las palabras de esta ley: Y los hijos de ellos que no supieron oigan, y aprendan � temer � Jehov� vuestro Dios todos los d�as que viviereis sobre la tierra, para ir � la cual pas�is el Jord�n para poseerla. Y Jehov� dijo � Mois�s: He aqu� se han acercado tus d�as para que mueras: llama � Josu�, y esperad en el tabern�culo del testimonio, y le mandar�. Fueron pues Mois�s y Josu�, y esperaron en el tabern�culo del testimonio. Y apareci�se Jehov� en el tabern�culo, en la columna de nube; y la columna de nube se puso sobre la puerta del tabern�culo. Y Jehov� dijo � Mois�s: He aqu� t� vas � dormir con tus padres, y este pueblo se levantar� y fornicar� tras los dioses ajenos de la tierra adonde va, en estando en medio de ella; y me dejar�, � invalidar� mi pacto que he concertado con �l: Y mi furor se encender� contra �l en aquel d�a; y los abandonar�, y esconder� de ellos mi rostro, y ser�n consumidos; y le hallar�n muchos males y angustias, y dir� en aquel d�a: �No me han hallado estos males porque no est� mi Dios en medio de m�? Empero yo esconder� ciertamente mi rostro en aquel d�a, por todo el mal que ellos habr�n hecho, por haberse vuelto � dioses ajenos. Ahora, pues, escrib�os este c�ntico, y ens��alo � los hijos de Israel: ponlo en boca de ellos, para que este c�ntico me sea por testigo contra los hijos de Israel. Porque yo le introducir� en la tierra que jur� � sus padres, la cual fluye leche y miel; y comer�, y se hartar�, y se engordar�: y volver�nse � dioses ajenos, y les servir�n, y me enojar�n, � invalidar�n mi pacto. Y ser� que cuando le vinieren muchos males y angustias, entonces responder� en su cara este c�ntico como testigo, pues no caer� en olvido de la boca de su linaje: porque yo conozco su ingenio, y lo que hace hoy antes que le introduzca en la tierra que jur�. Y Mois�s escribi� este c�ntico aquel d�a, y ense��lo � los hijos de Israel. Y di� orden � Josu� hijo de Nun, y dijo: Esfu�rzate y an�mate, que t� meter�s los hijos de Israel en la tierra que les jur�, y yo ser� contigo. Y como acab� Mois�s de escribir las palabras de esta ley en un libro hasta concluirse, Mand� Mois�s � los Levitas que llevaban el arca del pacto de Jehov�, diciendo: Tomad este libro de la ley, y ponedlo al lado del arca del pacto de Jehov� vuestro Dios, y est� all� por testigo contra ti. Porque yo conozco tu rebeli�n, y tu cerviz dura: he aqu� que aun viviendo yo hoy con vosotros, sois rebeldes � Jehov�; y �cu�nto m�s despu�s que yo fuere muerto? Congregad � m� todos los ancianos de vuestras tribus, y � vuestros oficiales, y hablar� en sus o�dos estas palabras, y llamar� por testigos contra ellos los cielos y la tierra. Porque yo s� que despu�s de mi muerte, ciertamente os corromper�is y os aparter�is del camino que os he mandado; y que os ha de venir mal en los postreros d�as, por haber hecho mal en ojos de Jehov�, enoj�ndole con la obra de vuestras manos. Entonces habl� Mois�s en o�dos de toda la congregaci�n de Israel las palabras de este c�ntico hasta acabarlo. Deuteronomio 32ESCUCHAD, cielos, y hablar�; Y oiga la tierra los dichos de mi boca. Gotear� como la lluvia mi doctrina; Destilar� como el roc�o mi razonamiento; Como la llovizna sobre la grama, Y como las gotas sobre la hierba: Porque el nombre de Jehov� invocar�: Engrandeced � nuestro Dios. El es la Roca, cuya obra es perfecta, Porque todos sus caminos son rectitud: Dios de verdad, y ninguna iniquidad en �l: Es justo y recto. La corrupci�n no es suya: � sus hijos la mancha de ellos, Generaci�n torcida y perversa. �As� pag�is � Jehov�, Pueblo loco � ignorante? �No es �l tu padre que te posey�? El te hizo y te ha organizado. Acu�rdate de los tiempos antiguos; Considerad los a�os de generaci�n y generaci�n: Pregunta � tu padre, que �l te declarar�; A tus viejos, y ellos te dir�n. Cuando el Alt�simo hizo heredar � las gentes, Cuando hizo dividir los hijos de los hombres, Estableci� los t�rminos de los pueblos Seg�n el n�mero de los hijos de Israel. Porque la parte de Jehov� es su pueblo; Jacob la cuerda de su heredad. Hall�lo en tierra de desierto, Y en desierto horrible y yermo; Tr�jolo alrededor, instruy�lo, Guard�lo como la ni�a de su ojo. Como el �guila despierta su nidada, Revolotea sobre sus pollos, Extiende sus alas, los toma, Los lleva sobre sus plumas: Jehov� solo le gui�, Que no hubo con �l dios ajeno. H�zolo subir sobre las alturas de la tierra, Y comi� los frutos del campo, E hizo que chupase miel de la pe�a, Y aceite del duro pedernal; Manteca de vacas y leche de ovejas, Con grosura de corderos, Y carneros de Bas�n; tambi�n machos de cabr�o, Con grosura de ri�ones de trigo: Y sangre de uva bebiste, vino puro. Y engros� Jeshurun, y tir� coces: Engord�stete, engros�stete, cubr�stete: Y dej� al Dios que le hizo, Y menospreci� la Roca de su salud. Despert�ronle � celos con los dioses ajenos; Ensa��ronle con abominaciones. Sacrificaron � los diablos, no � Dios; A dioses que no hab�an conocido, A nuevos dioses venidos de cerca, Que no hab�an temido vuestros padres. De la Roca que te cri� te olvidaste: Te has olvidado del Dios tu criador. Y vi� lo Jehov�, y encendi�se en ira, por el menosprecio de sus hijos y de sus hijas. Y dijo: Esconder� de ellos mi rostro, Ver� cu�l ser� su postrimer�a: Que son generaci�n de perversidades, Hijos sin fe. Ellos me movieron � celos con lo que no es Dios; Hici�ronme ensa�ar con sus vanidades: Yo tambi�n los mover� � celos con un pueblo que no es pueblo, Con gente insensata los har� ensa�ar. Porque fuego se encender� en mi furor, Y arder� hasta el profundo; Y devorar� la tierra y sus frutos, Y abrasar� los fundamentos de los montes. Yo allegar� males sobre ellos; Emplear� en ellos mis saetas. Consumidos ser�n de hambre, y comidos de fiebre ardiente Y de amarga pestilencia; Diente de bestias enviar� tambi�n sobre ellos, Con veneno de serpiente de la tierra. De fuera desolar� la espada, Y dentro de las c�maras el espanto: As� al mancebo como � la doncella, Al que mama como el hombre cano. Dije: Echar�alos yo del mundo, Har�a cesar de entre los hombres la memoria de ellos, Si no temiese la ira del enemigo, No sea que se envanezcan sus adversarios, No sea que digan: Nuestra mano alta Ha hecho todo esto, no Jehov�. Porque son gente de perdidos consejos, Y no hay en ellos entendimiento. �Ojal� fueran sabios, que comprendieran esto, Y entendieran su postrimer�a! �C�mo podr�a perseguir uno � mil, Y dos har�an huir � diez mil, Si su Roca no los hubiese vendido, Y Jehov� no los hubiera entregado? Que la roca de ellos no es como nuestra Roca: Y nuestros enemigos sean de ello jueces. Porque de la vid de Sodoma es la vid de ellos, Y de los sarmientos de Gomorra: Las uvas de ellos son uvas ponzo�osas, Racimos muy amargos tienen. Veneno de dragones es su vino, Y ponzo�a cruel de �spides. �No tengo yo esto guardado, Sellado en mis tesoros? M�a es la venganza y el pago, Al tiempo que su pie vacilar�; Porque el d�a de su aflicci�n est� cercano, Y lo que les est� preparado se apresura. Porque Jehov� juzgar� � su pueblo, Y por amor de sus siervos se arrepentir�, Cuando viere que la fuerza pereci�, Y que no hay guardado, mas desamparado. Y dir�: �D�nde est�n sus dioses, La roca en que se guarec�an; Que com�an el sebo de sus sacrificios, Beb�an el vino de sus libaciones? Lev�ntense, que os ayuden Y os defiendan. Ved ahora que yo, yo soy, Y no hay dioses conmigo: Yo hago morir, y yo hago vivir: Yo hiero, y yo curo: Y no hay quien pueda librar de mi mano. Cuando yo alzar� � los cielos mi mano, Y dir�: Vivo yo para siempre, Si afilare mi reluciente espada, Y mi mano arrebatare el juicio, Yo volver� la venganza � mis enemigos, Y dar� el pago � los que me aborrecen. Embriagar� de sangre mis saetas, Y mi espada devorar� carne: En la sangre de los muertos y de los cautivos, De las cabezas, con venganzas de enemigo. Alabad, gentes, � su pueblo, Porque �l vengar� la sangre de sus siervos, Y volver� la venganza � sus enemigos, Y expiar� su tierra, � su pueblo. Y vino Mois�s, y recit� todas las palabras de este c�ntico � o�dos del pueblo, �l, y Josu� hijo de Nun. Y acab� Mois�s de recitar todas estas palabras � todo Israel; Y d�joles: Poned vuestro coraz�n � todas las palabras que yo os protesto hoy, para que las mand�is � vuestros hijos, y cuiden de poner por obra todas las palabras de esta ley. Porque no os es cosa vana, mas es vuestra vida: y por ellas har�is prolongar los d�as sobre la tierra, para poseer la cual pas�is el Jord�n. Y habl� Jehov� � Mois�s aquel mismo d�a, diciendo: Sube � este monte de Abarim, al monte Nebo, que est� en la tierra de Moab, que est� en derecho de Jeric�, y mira la tierra de Cana�n, que yo doy por heredad � los hijos de Israel; Y muere en el monte al cual subes, y s� reunido � tus pueblos; al modo que muri� Aar�n tu hermano en el monte de Hor, y fu� reunido � sus pueblos: Por cuanto prevaricasteis contra m� en medio de los hijos de Israel en las aguas de la rencilla de Cades, en el desierto de Zin; porque no me santificasteis en medio de los hijos de Israel. Ver�s por tanto delante de ti la tierra; mas no entrar�s all�, � la tierra que doy � los hijos de Israel. Deuteronomio 33Y ESTA es la bendici�n con la cual bendijo Mois�s var�n de Dios � los hijos de Israel, antes que muriese. Y dijo: Jehov� vino de Sina�, Y de Seir les esclareci�; Resplandeci� del monte de Par�n, Y vino con diez mil santos: A su diestra la ley de fuego para ellos. Aun am� los pueblos; Todos sus santos en tu mano: Ellos tambi�n se llegaron � tus pies: Recibieron de tus dichos. Ley nos mand� Mois�s, Heredad � la congregaci�n de Jacob. Y fu� rey en Jeshurun, Cuando se congregaron las cabezas del pueblo Con las tribus de Israel. Viva Rub�n, y no muera; Y sean sus varones en n�mero. Y esta bendici�n para Jud�. Dijo as�: Oye, oh Jehov�, la voz de Jud�, Y ll�valo � su pueblo; Sus manos le basten, Y t� seas ayuda contra sus enemigos. Y a Lev� dijo: Tu Thummim y tu Urim, con tu buen var�n Al cual tentaste en Massa, Y le hiciste re�ir en las aguas de la rencilla; El que dijo � su padre y � su madre: Nunca los vi: Ni conoci� � sus hermanos, Ni conoci� � sus hijos: Por lo cual ellos guardar�n tus palabras, Y observar�n tu pacto. Ellos ense�ar�n tus juicios � Jacob, Y tu ley � Israel; Pondr�n el perfume delante de ti, Y el holocausto sobre tu altar. Bendice, oh Jehov�, lo que hicieren, Y recibe con agrado la obra de sus manos: Hiere los lomos de sus enemigos, Y de los que le aborrecieren; para que nunca se levanten. Y � Benjam�n dijo: El amado de Jehov� habitar� confiado cerca de �l: Cubrir�lo siempre, Y entre sus hombros morar�. Y � Jos� dijo: Bendita de Jehov� su tierra, Por los regalos de los cielos, por el roc�o, Y por el abismo que abajo yace, Y por los regalados frutos del sol, Y por los regalos de las influencias de las lunas, Y por la cumbre de los montes antiguos, Y por los regalos de los collados eternos, Y por los regalos de la tierra y su plenitud; Y la gracia del que habit� en la zarza Venga sobre la cabeza de Jos�, Y sobre la mollera del apartado de sus hermanos. El es aventajado como el primog�nito de su toro, Y sus cuernos, cuernos de unicornio: Con ellos acornear� los pueblos juntos hasta los fines de la tierra: Y estos son los diez millares de Ephraim, Y estos los millares de Manas�s. Y � Zabul�n dijo: Al�grate, Zabul�n, cuando salieres: Y tu Issach�r, en tus tiendas. Llamar�n los pueblos al monte: All� sacrificar�n sacrificios de justicia: Por lo cual chupar�n la abundancia de los mares, Y los tesoros escondidos de la arena. Y a Gad dijo: Bendito el que hizo ensanchar � Gad: Como le�n habitar�, Y arrebatar� brazo y testa. Y �l se ha provisto de la parte primera, Porque all� una porci�n del legislador fu�le reservada, Y vino en la delantera del pueblo; La justicia de Jehov� ejecutar�, Y sus juicios con Israel. Y � Dan dijo: Dan, cachorro de le�n: Saltar� desde Bas�n. Y � Nephtal� dijo: Nephtal�, saciado de benevolencia, Y lleno de la bendici�n de Jehov�, Posee el occidente y el mediod�a, Y � Aser dijo: Bendito Aser en hijos: Agradable ser� � sus hermanos, Y mojar� en aceite su pie. Hierro y metal tu calzado, Y como tus d�as tu fortaleza. No hay como el Dios de Jeshurun, Montado sobre los cielos para tu ayuda, Y sobre las nubes con su grandeza. El eterno Dios es tu refugio Y ac� abajo los brazos eternos; El echar� de delante de ti al enemigo, Y dir�: Destruye. E Israel, fuente de Jacob, habitar� confiado solo En tierra de grano y de vino: Tambi�n sus cielos destilar�n roc�o. Bienaventurado t�, oh Israel, �Qui�n como t�, Pueblo salvo por Jehov�, Escudo de tu socorro, Y espada de tu excelencia? As� que tus enemigos ser�n humillados, Y t� hollar�s sobre sus alturas. Deuteronomio 34Y SUBIO Mois�s de los campos de Moab al monte de Nebo, � la cumbre de Pisga, que est� enfrente de Jeric�: y mostr�le Jehov� toda la tierra de Galaad hasta Dan, Y � todo Nephtal�, y la tierra de Ephraim y de Manas�s, toda la tierra de Jud� hasta la mar postrera; Y la parte meridional, y la campi�a, la vega de Jeric�, ciudad de las palmas, hasta Soar. Y d�jole Jehov�: Esta es la tierra de que jur� � Abraham, � Isaac, y � Jacob, diciendo: A tu simiente la dar�. H�tela hecho ver con tus ojos, mas no pasar�s all�. Y muri� all� Mois�s siervo de Jehov�, en la tierra de Moab, conforme al dicho de Jehov�. Y enterr�lo en el valle, en tierra de Moab, enfrente de Bethpeor; y ninguno sabe su sepulcro hasta hoy. Y era Mois�s de edad de ciento y veinte a�os cuando muri�: sus ojos nunca se oscurecieron, ni perdi� su vigor. Y lloraron los hijos de Israel � Mois�s en los campos de Moab treinta d�as: Y as� se cumplieron los d�as del lloro del luto de Mois�s. Y Josu� hijo de Nun fu� lleno de esp�ritu de sabidur�a, porque Mois�s hab�a puesto sus manos sobre �l: y los hijos de Israel le obedecieron, � hicieron como Jehov� mand� � Mois�s. Y nunca m�s se levant� profeta en Israel como Mois�s, � quien haya conocido Jehov� cara � cara; En todas las se�ales y prodigios que le envi� Jehov� � hacer en tierra de Egipto � Fara�n, y � todos sus siervos, y � toda su tierra; Y en toda aquella mano esforzada, y en todo el espanto grande que caus� Mois�s � ojos de todo Israel.
Josu� LA BIBLIA Versión Reina-Valera de 1909 �NDICE [1 | 2 | 3 | 4 | 5 | 6 | 7 | 8 | 9 | 10 | 11 | 12 | 13 | 14 | 15 | 16 | 17 | 18 | 19 | 20 | 21 | 22 | 23 | 24 ]Josu� 1Y ACONTECIO despu�s de la muerte de Mois�s siervo de Jehov�, que Jehov� habl� � Josu� hijo de Nun, ministro de Mois�s, diciendo: Mi siervo Mois�s es muerto: lev�ntate pues ahora, y pasa este Jord�n, t� y todo este pueblo, � la tierra que yo les doy � los hijos de Israel. Yo os he entregado, como lo hab�a dicho � Mois�s, todo lugar que pisare la planta de vuestro pie. Desde el desierto y este L�bano hasta el gran r�o Eufrates, toda la tierra de los Hetheos hasta la gran mar del poniente del sol, ser� vuestro t�rmino. Nadie te podr� hacer frente en todos los d�as de tu vida: como yo fu� con Mois�s, ser� contigo; no te dejar�, ni te desamparar�. Esfu�rzate y s� valiente: porque t� repartir�s � este pueblo por heredad la tierra, de la cual jur� � sus padres que la dar�a � ellos. Solamente te esfuerces, y seas muy valiente, para cuidar de hacer conforme � toda la ley que mi siervo Mois�s te mand�: no te apartes de ella ni � diestra ni � siniestra, para que seas prosperado en todas las cosas que emprendieres. El libro de aquesta ley nunca se apartar� de tu boca: antes de d�a y de noche meditar�s en �l, para que guardes y hagas conforme � todo lo que en �l est� escrito: porque entonces har�s prosperar tu camino, y todo te saldr� bien. Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente: no temas ni desmayes, porque Jehov� tu Dios ser� contigo en donde quiera que fueres. Y Josu� mand� � los oficiales del pueblo, diciendo: Pasad por medio del campo, y mandad al pueblo, diciendo: Preven�os de comida; porque dentro de tres d�as pasar�is el Jord�n, para que entr�is � poseer la tierra que Jehov� vuestro Dios os da para que la pose�is. Tambi�n habl� Josu� � los Rubenitas y Gaditas, y � la media tribu de Manas�s, diciendo: Acordaos de la palabra que Mois�s, siervo de Jehov�, os mand� diciendo: Jehov� vuestro Dios os ha dado reposo, y os ha dado esta tierra. Vuestras mujeres y vuestros ni�os y vuestras bestias, quedar�n en la tierra que Mois�s os ha dado de esta parte del Jord�n; mas vosotros, todos los valientes y fuertes, pasar�is armados delante de vuestros hermanos, y les ayudar�is; Hasta tanto que Jehov� haya dado reposo � vuestros hermanos como � vosotros, y que ellos tambi�n posean la tierra que Jehov� vuestro Dios les da: y despu�s volver�is vosotros � la tierra de vuestra herencia, la cual Mois�s siervo de Jehov� os ha dado, de esta parte del Jord�n hacia donde nace el sol; y la poseer�is. Entonces respondieron � Josu�, diciendo: Nosotros haremos todas las cosas que nos has mandado, � iremos adonde quiera que nos mandares. De la manera que obedecimos � Mois�s en todas las cosas, as� te obedeceremos � ti: solamente Jehov� tu Dios sea contigo, como fu� con Mois�s. Cualquiera que fuere rebelde � tu mandamiento, y no obedeciere � tus palabras en todas las cosas que le mandares, que muera; solamente que te esfuerces, y seas valiente. Josu� 2Y JOSU�, hijo de Nun, envi� desde Sittim dos esp�as secretamente, dici�ndoles: Andad, reconoced la tierra, y � Jeric�. Los cuales fueron, y entr�ronse en casa de una mujer ramera que se llamaba Rahab, y posaron all�. Y fu� dado aviso al rey de Jeric�, diciendo: He aqu� que hombres de los hijos de Israel han venido aqu� esta noche � espiar la tierra. Entonces el rey de Jeric�, envi� � decir � Rahab: Saca fuera los hombres que han venido � ti, y han entrado en tu casa; porque han venido � espiar toda la tierra. Mas la mujer hab�a tomado los dos hombres, y los hab�a escondido; y dijo: Verdad que hombres vinieron � m�, mas no supe de d�nde eran: Y al cerrarse la puerta, siendo ya oscuro, esos hombres se salieron, y no s� � d�nde se han ido: seguidlos apriesa, que los alcanzar�is. Mas ella los hab�a hecho subir al terrado, y hab�alos escondido entre tascos de lino que en aquel terrado ten�a puestos. Y los hombres fueron tras ellos por el camino del Jord�n, hasta los vados: y la puerta fu� cerrada despu�s que salieron los que tras ellos iban. Mas antes que ellos durmiesen, ella subi� � ellos al terrado, y d�joles: S� que Jehov� os ha dado esta tierra; porque el temor de vosotros ha ca�do sobre nosotros, y todos los moradores del pa�s est�n desmayados por causa de vosotros; Porque hemos o�do que Jehov� hizo secar las aguas del mar Bermejo delante de vosotros, cuando salisteis de Egipto, y lo que hab�is hecho � los dos reyes de los Amorrheos que estaban de la parte all� del Jord�n, � Seh�n y � Og, � los cuales hab�is destru�do. Oyendo esto, ha desmayado nuestro coraz�n; ni ha quedado m�s esp�ritu en alguno por causa de vosotros: porque Jehov� vuestro Dios es Dios arriba en los cielos y abajo en la tierra. Ru�goos pues ahora, me jur�is por Jehov�, que como he hecho misericordia con vosotros, as� la har�is vosotros con la casa de mi padre, de lo cual me dar�is una se�al cierta; Y que salvar�is la vida � mi padre y � mi madre, y � mis hermanos y hermanas, y � todo lo que es suyo; y que librar�is nuestras vidas de la muerte. Y ellos le respondieron: Nuestra alma por vosotros hasta la muerte, si no denunciareis este nuestro negocio: y cuando Jehov� nos hubiere dado la tierra, nosotros haremos contigo misericordia y verdad. Entonces ella los hizo descender con una cuerda por la ventana; porque su casa estaba � la pared del muro, y ella viv�a en el muro. Y d�joles: Marchaos al monte, porque los que fueron tras vosotros no os encuentren; y estad escondidos all� tres d�as, hasta que los que os siguen hayan vuelto; y despu�s os ir�is vuestro camino. Y ellos le dijeron: Nosotros seremos desobligados de este juramento con que nos has conjurado. He aqu�, cuando nosotros entr�remos en la tierra, t� atar�s este cord�n de grana � la ventana por la cual nos descolgaste: y t� juntar�s en tu casa tu padre y tu madre, tus hermanos y toda la familia de tu padre. Cualquiera que saliere fuera de las puertas de tu casa, su sangre ser� sobre su cabeza, y nosotros sin culpa. Mas cualquiera que se estuviere en casa contigo, su sangre ser� sobre nuestra cabeza, si mano le tocare. Y si t� denunciares este nuestro negocio, nosotros seremos desobligados de este tu juramento con que nos has juramentado. Y ella respondi�: Sea as� como hab�is dicho. Luego los despidi�, y se fueron: y ella at� el cord�n de grana � la ventana. Y caminando ellos, llegaron al monte, y estuvieron all� tres d�as, hasta que los que los segu�an se hubiesen vuelto: y los que los siguieron, buscaron por todo el camino, mas no los hallaron. Y torn�ndose los dos varones, descendieron del monte, y pasaron, y vinieron � Josu� hijo de Nun, y cont�ronle todas las cosas que les hab�an acontecido. Y dijeron � Josu�: Jehov� ha entregado toda la tierra en nuestras manos; y tambi�n todos los moradores del pa�s est�n desmayados delante de nosotros. Josu� 3Y LEVANTOSE Josu� de ma�ana, y partieron de Sittim, y vinieron hasta el Jord�n, �l y todos los hijos de Israel, y reposaron all� antes que pasasen. Y pasados tres d�as, los oficiales atravesaron por medio del campo, Y mandaron al pueblo, diciendo: Cuando viereis el arca del pacto de Jehov� vuestro Dios, y los sacerdotes y Levitas que la llevan, vosotros partir�is de vuestro lugar, y marchar�is en pos de ella. Empero entre vosotros y ella haya distancia como de la medida de dos mil codos: y no os acercar�is � ella, � fin de que sep�is el camino por donde hab�is de ir: por cuanto vosotros no hab�is pasado antes de ahora por este camino. Y Josu� dijo al pueblo: Santificaos, porque Jehov� har� ma�ana entre vosotros maravillas. Y habl� Josu� � los sacerdotes, diciendo: Tomad el arca del pacto, y pasad delante del pueblo. Y ellos tomaron el arca del pacto, y fueron delante del pueblo. Entonces Jehov� dijo � Josu�: Desde aqueste d�a comenzar� � hacerte grande delante de los ojos de todo Israel, para que entiendan que como fu� con Mois�s, as� ser� contigo. T�, pues, mandar�s � los sacerdotes que llevan el arca del pacto, diciendo: Cuando hubiereis entrado hasta el borde del agua del Jord�n, parar�is en el Jord�n. Y Josu� dijo � los hijos de Israel: Llegaos ac�, y escuchad las palabras de Jehov� vuestro Dios. Y a�adi� Josu�: En esto conocer�is que el Dios viviente est� en medio de vosotros, y que �l echar� de delante de vosotros al Cananeo, y al Heteo, y al Heveo, y al Pherezeo, y al Gergeseo, y al Amorrheo, y al Jebuseo. He aqu�, el arca del pacto del Se�oreador de toda la tierra pasa el Jord�n delante de vosotros. Tomad, pues, ahora doce hombres de las tribus de Israel, de cada tribu uno. Y cuando las plantas de los pies de los sacerdotes que llevan el arca de Jehov� Se�oreador de toda la tierra, fueren asentadas sobre las aguas del Jord�n, las aguas del Jord�n se partir�n: porque las aguas que vienen de arriba se detendr�n en un mont�n. Y aconteci�, que partiendo el pueblo de sus tiendas para pasar el Jord�n, y los sacerdotes delante del pueblo llevando el arca del pacto, Cuando los que llevaban el arca entraron en el Jord�n, as� como los pies de los sacerdotes que llevaban el arca fueron mojados � la orilla del agua, (porque el Jord�n suele reverter sobre todos sus bordes todo el tiempo de la siega,) Las aguas que ven�an de arriba, se pararon como en un mont�n bien lejos de la ciudad de Adam, que est� al lado de Sareth�n; y las que descend�an � la mar de los llanos, al mar Salado, se acabaron y fueron partidas; y el pueblo pas� en derecho de Jeric�. Mas los sacerdotes que llevaban el arca del pacto de Jehov�, estuvieron en seco, firmes en medio del Jord�n, hasta que todo el pueblo hubo acabado de pasar el Jord�n; y todo Israel pas� en seco. Josu� 4Y CUANDO toda la gente hubo acabado de pasar el Jord�n, Jehov� habl� � Josu�, diciendo: Tomad del pueblo doce hombres, de cada tribu uno, Y mandadles, diciendo: Tomaos de aqu� del medio del Jord�n, del lugar donde est�n firmes los pies de los sacerdotes, doce piedras, las cuales pasar�is con vosotros, y las asentar�is en el alojamiento donde hab�is de tener la noche. Entonces Josu� llam� � los doce hombres, los cuales hab�a �l ordenado de entre los hijos de Israel, de cada tribu uno; Y d�joles Josu�: Pasad delante del arca de Jehov� vuestro Dios al medio del Jord�n; y cada uno de vosotros tome una piedra sobre su hombro, conforme al n�mero de las tribus de los hijos de Israel; Para que esto sea se�al entre vosotros; y cuando vuestros hijos preguntaren � sus padres ma�ana, diciendo: �Qu� os significan estas piedras? Les responder�is: Que las aguas del Jord�n fueron partidas delante del arca del pacto de Jehov�; cuando ella pas� el Jord�n, las aguas del Jord�n se partieron: y estas piedras ser�n por memoria � los hijos de Israel para siempre. Y los hijos de Israel lo hicieron as� como Josu� les mand�: que levantaron doce piedras del medio del Jord�n, como Jehov� lo hab�a dicho � Josu�, conforme al n�mero de las tribus de los hijos de Israel, y pas�ronlas consigo al alojamiento, y las asentaron all�. Josu� tambi�n levant� doce piedras en medio del Jord�n, en el lugar donde estuvieron los pies de los sacerdotes que llevaban el arca del pacto; y han estado all� hasta hoy. Y los sacerdotes que llevaban el arca se pararon en medio del Jord�n, hasta tanto que se acab� todo lo que Jehov� hab�a mandado � Josu� que hablase al pueblo, conforme � todas las cosas que Mois�s hab�a � Josu� mandado: y el pueblo se di� priesa y pas�. Y cuando todo el pueblo acab� de pasar, pas� tambi�n el arca de Jehov�, y los sacerdotes, en presencia del pueblo. Tambi�n los hijos de Rub�n y los hijos de Gad, y la media tribu de Manas�s, pasaron armados delante de los hijos de Israel, seg�n Mois�s les hab�a dicho: Como cuarenta mil hombres armados � punto pasaron hacia la campi�a de Jeric� delante de Jehov� � la guerra. En aquel d�a Jehov� engrandeci� � Josu� en ojos de todo Israel: y temi�ronle, como hab�an temido � Mois�s, todos los d�as de su vida. Y Jehov� habl� � Josu�, diciendo: Manda � los sacerdotes que llevan el arca del testimonio, que suban del Jord�n. Y Josu� mand� � los sacerdotes, diciendo: Subid del Jord�n. Y aconteci� que como los sacerdotes que llevaban el arca del pacto de Jehov�, subieron del medio del Jord�n, y las plantas de los pies de los sacerdotes estuvieron en seco, las aguas del Jord�n se volvieron � su lugar, � su lugar, fkbcorriendo como antes sobre todos sus bordes. Y el pueblo subi� del Jord�n el diez del mes primero, y asentaron el campo en Gilgal, al lado oriental de Jeric�. Y Josu� erigi� en Gilgal las doce piedras que hab�an tra�do del Jord�n. Y habl� � los hijos de Israel, diciendo: Cuando ma�ana preguntaren vuestros hijos � sus padres, y dijeren: �Qu� os significan estas piedras? Declarar�is � vuestros hijos, diciendo: Israel pas� en seco por este Jord�n. Porque Jehov� vuestro Dios sec� las aguas del Jord�n delante de vosotros, hasta que hab�ais pasado, � la manera que Jehov� vuestro Dios lo hab�a hecho en el mar Bermejo, al cual sec� delante de nosotros hasta que pasamos: Para que todos los pueblos de la tierra conozcan la mano de Jehov�, que es fuerte; para que tem�is � Jehov� vuestro Dios todos los d�as. Josu� 5Y CUANDO todos los reyes de los Amorrheos, que estaban de la otra parte del Jord�n al occidente, y todos los reyes de los Cananeos, que estaban cerca de la mar, oyeron como Jehov� hab�a secado las aguas del Jord�n delante de los hijos de Israel hasta que hubieron pasado, desfalleci� su coraz�n, y no hubo m�s esp�ritu en ellos delante de los hijos de Israel. En aquel tiempo Jehov� dijo � Josu�: Hazte cuchillos afilados, y vuelve � circuncidar la segunda vez � los hijos de Israel. Y Josu� se hizo cuchillos afilados, y circuncid� � los hijos de Israel en el monte de los prepucios. Esta es la causa por la cual Josu� los circuncid�: todo el pueblo que hab�a salido de Egipto, los varones, todos los hombres de guerra, hab�an muerto en el desierto por el camino, despu�s que salieron de Egipto. Porque todos los del pueblo que hab�an salido, estaban circuncidados: mas todo el pueblo que hab�a nacido en el desierto por el camino, despu�s que salieron de Egipto, no estaban circuncidados. Porque los hijos de Israel anduvieron por el desierto cuarenta a�os, hasta que toda la gente de los hombres de guerra que hab�an salido de Egipto, fu� consumida, por cuanto no obedecieron � la voz de Jehov�; por lo cual Jehov� les jur� que no les dejar�a ver la tierra, de la cual Jehov� hab�a jurado � sus padres que nos la dar�a, tierra que fluye leche y miel. Y los hijos de ellos, que �l hab�a hecho suceder en su lugar, Josu� los circuncid�; pues eran incircuncisos, porque no hab�an sido circuncidados por el camino. Y cuando hubieron acabado de circuncidar toda la gente, qued�ronse en el mismo lugar en el campo, hasta que sanaron. Y Jehov� dijo � Josu�: Hoy he quitado de vosotros el oprobio de Egipto: por lo cual el nombre de aquel lugar fu� llamado Gilgal, hasta hoy. Y los hijos de Israel asentaron el campo en Gilgal, y celebraron la pascua � los catorce d�as del mes, por la tarde, en los llanos de Jeric�. Y al otro d�a de la pascua comieron del fruto de la tierra los panes sin levadura, y en el mismo d�a espigas nuevas tostadas. Y el man� ces� el d�a siguiente, desde que comenzaron � comer del fruto de la tierra: y los hijos de Israel nunca m�s tuvieron man�, sino que comieron de los frutos de la tierra de Cana�n aquel a�o. Y estando Josu� cerca de Jeric�, alz� sus ojos, y vi� un var�n que estaba delante de �l, el cual ten�a una espada desnuda en su mano. Y Josu� y�ndose hacia �l, le dijo: �Eres de los nuestros, � de nuestros enemigos? Y �l respondi�: No; mas Pr�ncipe del ej�rcito de Jehov�, ahora he venido. Entonces Josu� postr�ndose sobre su rostro en tierra le ador�; y d�jole: �Qu� dice mi Se�or � su siervo? Y el Pr�ncipe del ej�rcito de Jehov� repondi� � Josu�: Quita tus zapatos de tus pies; porque el lugar donde est�s es santo. Y Josu� lo hizo as�. Josu� 6EMPERO Jeric� estaba cerrada, bien cerrada, � causa de los hijos de Israel: nadie entraba, ni sal�a. Mas Jehov� dijo � Josu�: Mira, yo he entregado en tu mano � Jeric� y � su rey, con sus varones de guerra. Cercar�is pues la ciudad todos los hombres de guerra, yendo alrededor de la ciudad una vez: y esto har�is seis d�as. Y siete sacerdotes llevar�n siete bocinas de cuernos de carneros delante del arca; y al s�ptimo d�a dar�is siete vueltas � la ciudad, y los sacerdotes tocar�n las bocinas. Y cuando tocaren prolongadamente el cuerno de carnero, as� que oyereis el sonido de la bocina, todo el pueblo gritar� � gran voz, y el muro de la ciudad caer� debajo de s�: entonces el pueblo subir� cada uno en derecho de s�. Y llamando Josu� hijo de Nun � los sacerdotes, les dijo: Llevad el arca del pacto, y siete sacerdotes lleven bocinas de cuernos de carneros delante del arca de Jehov�. Y dijo al pueblo: Pasad, y rodead la ciudad; y los que est�n armados pasar�n delante del arca de Jehov�. Y as� que Josu� hubo hablado al pueblo, los siete sacerdotes, llevando las siete bocinas de cuernos de carneros, pasaron delante del arca de Jehov�, y tocaron las bocinas: y el arca del pacto de Jehov� los segu�a. Y los armados iban delante de los sacerdotes que tocaban las bocinas, y la gente reunida iba detr�s del arca, andando y tocando bocinas. Y Josu� mand� al pueblo, diciendo: Vosotros no dar�is grita, ni se oir� vuestra voz, ni saldr� palabra de vuestra boca, hasta el d�a que yo os diga: Gritad: entonces dar�is grita. El arca pues de Jehov� di� una vuelta alrededor de la ciudad, y vini�ronse al real, en el cual tuvieron la noche. Y Josu� se levant� de ma�ana, y los sacerdotes tomaron el arca de Jehov�. Y los siete sacerdotes, llevando las siete bocinas de cuernos de carneros, fueron delante del arca de Jehov�, andando siempre y tocando las bocinas; y los armados iban delante de ellos, y la gente reunida iba detr�s del arca de Jehov�, andando y tocando las bocinas. As� dieron otra vuelta � la ciudad el segundo d�a, y volvi�ronse al real: de esta manera hicieron por seis d�as. Y al s�ptimo d�a levant�ronse cuando sub�a el alba, y dieron vuelta � la ciudad de la misma manera siete veces: solamente este d�a dieron vuelta alrededor de ella siete veces. Y como los sacerdotes hubieron tocado las bocinas la s�ptima vez, Josu� dijo al pueblo: Dad grita, porque Jehov� os ha entregado la ciudad. Mas la ciudad ser� anatema � Jehov�, ella con todas las cosas que est�n en ella: solamente Rahab la ramera vivir�, con todos los que estuvieren en casa con ella, por cuanto escondi� los mensajeros que enviamos. Empero guardaos vosotros del anatema, que ni toqu�is, ni tom�is alguna cosa del anatema, porque no hag�is anatema el campo de Israel, y lo turb�is. Mas toda la plata, y el oro, y vasos de metal y de hierro, sea consagrado � Jehov�, y venga al tesoro de Jehov�. Entonces el pueblo di� grita, y los sacerdotes tocaron las bocinas: y aconteci� que como el pueblo hubo o�do el sonido de la bocina, di� el pueblo grita con gran vocer�o, y el muro cay� � plomo. El pueblo subi� luego � la ciudad, cada uno en derecho de s�, y tom�ronla. Y destruyeron todo lo que en la ciudad hab�a; hombres y mujeres, mozos y viejos, hasta los bueyes, y ovejas, y asnos, � filo de espada. Mas Josu� dijo � los dos hombres que hab�an reconocido la tierra: Entrad en casa de la mujer ramera, y haced salir de all� � la mujer, y � todo lo que fuere suyo, como lo jurasteis. Y los mancebos esp�as entraron, y sacaron � Rahab, y � su padre, y � su madre, y � sus hermanos, y todo lo que era suyo; y tambi�n sacaron � toda su parentela, y pusi�ronlos fuera del campo de Israel. Y consumieron con fuego la ciudad, y todo lo que en ella hab�a: solamente pusieron en el tesoro de la casa de Jehov� la plata, y el oro, y los vasos de metal y de hierro. Mas Josu� salv� la vida � Rahab la ramera, y � la casa de su padre, y � todo lo que ella ten�a: y habit� ella entre los Israelitas hasta hoy; por cuanto escondi� los mensajeros que Josu� envi� � reconocer � Jeric�. Y en aquel tiempo Josu� les jurament� diciendo: Maldito delante de Jehov� el hombre que se levantare y reedificare esta ciudad de Jeric�. En su primog�nito eche sus cimientos, y en su menor asiente sus puertas. Fu� pues Jehov� con Josu�, y su nombre se divulg� por toda la tierra. Josu� 7EMPERO los hijos de Israel cometieron prevaricaci�n en el anatema: porque Ach�n, hijo de Carmi, hijo de Zabdi, hijo de Zera, de la tribu de Jud�, tom� del anatema; y la ira de Jehov� se encendi� contra los hijos de Israel. Y Josu� envi� hombres desde Jeric� � Hai, que estaba junto � Beth-aven hacia el oriente de Beth-el; y habl�les diciendo: Subid, y reconoced la tierra. Y ellos subieron, y reconocieron � Hai. Y volviendo � Josu�, dij�ronle: No suba todo el pueblo, mas suban como dos mil � como tres mil hombre, y tomar�n � Hai: no fatigues � todo el pueblo all�, porque son pocos. Y subieron all� del pueblo como tres mil hombres, los cuales huyeron delante de los de Hai. Y los de Hai hirieron de ellos como treinta y seis hombre, y sigui�ronlos desde la puerta hasta Sebarim, y los rompieron en la bajada: por lo que se disolvi� el coraz�n del pueblo, y vino � ser como agua. Entonces Josu� rompi� sus vestidos, y postr�se en tierra sobre su rostro delante del arca de Jehov� hasta la tarde, �l y los ancianos de Israel; y echaron polvo sobre sus cabezas. Y Josu� dijo: �Ah, Se�or Jehov�! �Por qu� hiciste pasar � este pueblo el Jord�n, para entregarnos en las manos de los Amorrheos, que nos destruyan? �Ojal� nos hubi�ramos quedado de la otra parte del Jord�n! �Ay Se�or! �qu� dir�, ya que Israel ha vuelto las espaldas delante de sus enemigos? Porque los Cananeos y todos los moradores de la tierra oir�n, y nos cercar�n, y raer�n nuestro nombre de sobre la tierra: entonces �qu� har�s t� � tu grande nombre? Y Jehov� dijo � Josu�: Lev�ntate; �por qu� te postras as� sobre tu rostro? Israel ha pecado, y aun han quebrantado mi pacto que yo les hab�a mandado; pues aun han tomado del anatema, y hasta han hurtado, y tambi�n han mentido, y aun lo han guardado entre sus enseres. Por esto los hijos de Israel no podr�n estar delante de sus enemigos, sino que delante de sus enemigos volver�n las espaldas; por cuanto han venido � ser anatema: ni ser� m�s con vosotros, si no destruyereis el anatema de en medio de vosotros. Lev�ntate, santifica al pueblo, y di: Santificaos para ma�ana, porque Jehov� el Dios de Israel dice as�: Anatema hay en medio de ti, Israel; no podr�s estar delante de tus enemigos, hasta tanto que hay�is quitado el anatema de en medio de vosotros. Os allegar�is, pues, ma�ana por vuestras tribus; y la tribu que Jehov� tomare, se allegar� por sus familias; y la familia que Jehov� tomare, se allegar� por sus casas; y la casa que Jehov� tomare, allegar�se por los varones; Y el que fuere cogido en el anatema, ser� quemado � fuego, �l y todo lo que tiene, por cuanto ha quebrantado el pacto de Jehov�, y ha cometido maldad en Israel. Josu�, pues, levant�ndose de ma�ana, hizo allegar � Israel por sus tribus; y fu� tomada la tribu de Jud�; Y haciendo allegar la tribu de Jud�, fu� tomada la familia de los de Zera; haciendo luego allegar la familia de los de Zera por los varones, fu� tomado Zabdi; E hizo allegar su casa por los varones, y fu� tomado Ach�n, hijo de Carmi, hijo de Zabdi, hijo de Zera, de la tribu de Jud�. Entonces Josu� dijo � Ach�n: Hijo m�o, da gloria ahora � Jehov� el Dios de Israel, y dale alabanza, y decl�rame ahora lo que has hecho; no me lo encubras. Y Ach�n respondi� � Josu�, diciendo: Verdaderamente yo he pecado contra Jehov� el Dios de Israel, y he hecho as� y as�: Que vi entre los despojos un manto babil�nico muy bueno, y doscientos siclos de plata, y un changote de oro de peso de cincuenta siclos; lo cual codici�, y tom�: y he aqu� que est� escondido debajo de tierra en el medio de mi tienda, y el dinero debajo de ello. Josu� entonces envi� mensajeros, los cuales fueron corriendo � la tienda; y he aqu� estaba escondido en su tienda, y el dinero debajo de ello: Y tom�ndolo de en medio de la tienda, traj�ronlo � Josu� y � todos los hijos de Israel, y pusi�ronlo delante de Jehov�. Entonces Josu�, y todo Israel con �l, tom� � Ach�n hijo de Zera, y el dinero, y el manto, y el changote de oro, y sus hijos, y sus hijas, y sus bueyes, y sus asnos, y sus ovejas, y su tienda, y todo cuanto ten�a, y llev�ronlo todo al valle de Ach�r; Y dijo Josu�: �Por qu� nos has turbado? T�rbete Jehov� en este d�a. Y todos los Israelitas los apedrearon, y los quemaron � fuego, despu�s de apedrearlos con piedras; Y levantaron sobre �l un gran mont�n de piedras, hasta hoy. Y Jehov� se torn� de la ira de su furor. Y por esto fu� llamado aquel lugar el Valle de Ach�r, hasta hoy. Josu� 8Y JEHOVA dijo � Josu�: No temas, ni desmayes; toma contigo toda la gente de guerra, y lev�ntate y sube � Hai. Mira, yo he entregado en tu mano al rey de Hai, y � su pueblo, � su ciudad, y � su tierra. Y har�s � Hai y � su rey como hiciste � Jeric� y � su rey: s�lo que sus despojos y sus bestias tomar�is para vosotros. Pondr�s, pues, emboscadas � la ciudad detr�s de ella. Y levant�se Josu�, y toda la gente de guerra, para subir contra Hai: y escogi� Josu� treinta mil hombres fuertes, los cuales envi� de noche. Y mand�les, diciendo: Mirad, pondr�is emboscada � la ciudad detr�s de ella: no os alejar�is mucho de la ciudad, y estar�is todos apercibidos. Y yo, y todo el pueblo que est� conmigo, nos acercaremos � la ciudad; y cuando saldr�n ellos contra nosotros, como hicieron antes, huiremos delante de ellos. Y ellos saldr�n tras nosotros, hasta que los arranquemos de la ciudad; porque ellos dir�n: Huyen de nosotros como la primera vez. Huiremos, pues, delante de ellos. Entonces vosotros os levantar�is de la emboscada, y os echar�is sobre la ciudad; pues Jehov� vuestro Dios la entregar� en vuestras manos. Y cuando la hubiereis tomado, le prender�is fuego. Har�is conforme � la palabra de Jehov�. Mirad que os lo he mandado. Entonces Josu� los envi�; y ellos se fueron � la emboscada, y pusi�ronse entre Beth-el y Hai, al occidente de Hai: y Josu� se qued� aquella noche en medio del pueblo. Y levant�ndose Josu� muy de ma�ana, revist� al pueblo, y subi� �l, con los ancianos de Israel, delante del pueblo contra Hai. Y toda la gente de guerra que con �l estaba, subi�, y acerc�se, y llegaron delante de la ciudad, y asentaron el campo � la parte del norte de Hai: y el valle estaba entre �l y Hai. Y tom� como cinco mil hombres, y p�solos en emboscada entre Beth-el y Hai, � la parte occidental de la ciudad. Y el pueblo, todo el campo que estaba � la parte del norte de la ciudad, colocado ya cerca, y su emboscada al occidente de la ciudad, v�nose Josu� aquella noche al medio del valle. Lo cual como viese el rey de Hai, levant�se prestamente de ma�ana, y sali� con la gente de la ciudad contra Israel, �l y todo su pueblo, para combatir por el llano al tiempo se�alado, no sabiendo que le estaba puesta emboscada � las espaldas de la ciudad. Entonces Josu� y todo Israel, haci�ndose vencidos, huyeron delante de ellos por el camino del desierto. Y todo el pueblo que estaba en Hai se junt� para seguirlos: y siguieron � Josu�, siendo as� arrancados de la ciudad. Y no qued� hombre en Hai y Beth-el, que no saliera tras de Israel; y por seguir � Israel dejaron la ciudad abierta. Entonces Jehov� dijo � Josu�: Levanta la lanza que tienes en tu mano hacia Hai, porque yo la entregar� en tu mano. Y Josu� levant� hacia la ciudad la lanza que en su mano ten�a. Y levant�ndose prestamente de su lugar los que estaban en la emboscada, corrieron luego que �l alz� su mano, y vinieron � la ciudad, y la tomaron, y apresur�ronse � prenderle fuego. Y como los de la ciudad miraron atr�s, observaron, y he aqu� el humo de la ciudad que sub�a al cielo, y no tuvieron arbitrio para huir ni � una parte ni � otra: y el pueblo que iba huyendo hacia el desierto, se volvi� contra los que le segu�an. Josu� y todo Israel, viendo que los de la emboscada hab�an tomado la ciudad, y que el humo de la ciudad sub�a, tornaron, � hirieron � los de Hai. Y los otros salieron de la ciudad � su encuentro: y as� fueron encerrados en medio de Israel, los unos de la una parte, y los otros de la otra. Y los hirieron hasta que no qued� ninguno de ellos que escapase. Y tomaron vivo al rey de Hai, y traj�ronle � Josu�. Y cuando los Israelitas acabaron de matar � todos los moradores de Hai en el campo, en el desierto, donde ellos los hab�an perseguido, y que todos hab�an ca�do � filo de espada hasta ser consumidos, todos los Israelitas se tornaron � Hai, y tambi�n la pusieron � cuchillo. Y el n�mero de los que cayeron aquel d�a, hombres y mujeres, fu� doce mil, todos los de Hai. Y Josu� no retrajo su mano que hab�a extendido con la lanza, hasta que hubo destru�do � todos los moradores de Hai. Empero los Israelitas tomaron para s� las bestias y los despojos de la ciudad, conforme � la palabra de Jehov� que �l hab�a mandado � Josu�. Y Josu� quem� � Hai y red�jola � un mont�n perpetuo, asolado hasta hoy. Mas al rey de Hai colg� de un madero hasta la tarde: y como el sol se puso, mand� Josu� que quitasen del madero su cuerpo, y lo echasen � la puerta de la ciudad: y levantaron sobre �l un gran mont�n de piedras, hasta hoy. Entonces Josu� edific� un altar � Jehov� Dios de Israel en el monte de Ebal, Como Mois�s, siervo de Jehov�, lo hab�a mandado � los hijos de Israel, como est� escrito en el libro de la ley de Mois�s, un altar de piedras enteras sobre las cuales nadie alz� hierro: y ofrecieron sobre �l holocaustos � Jehov�, y sacrificaron v�ctimas pac�ficas. Tambi�n escribi� all� en piedras la repetici�n de la ley de Mois�s, la cual �l hab�a escrito delante de los hijos de Israel. Y todo Israel, y sus ancianos, oficiales, y jueces, estaban de la una y de la otra parte junto al arca, delante de los sacerdotes Levitas que llevan el arca del pacto de Jehov�; as� extranjeros como naturales, la mitad de ellos estaba hacia el monte de Gerizim, y la otra mitad hacia el monte de Ebal; de la manera que Mois�s, siervo de Jehov�, lo hab�a mandado antes, para que bendijesen primeramente al pueblo de Israel. Despu�s de esto, ley� todas las palabras de la ley, las bendiciones y las maldiciones, conforme � todo lo que est� escrito en el libro de la ley. No hubo palabra alguna de todas las cosas que mand� Mois�s, que Josu� no hiciese leer delante de toda la congregaci�n de Israel, mujeres y ni�os, y extranjeros que andaban entre ellos. Josu� 9Y ACONTECIO que como oyeron estas cosas todos los reyes que estaban de esta parte del Jord�n, as� en las monta�as como en los llanos, y en toda la costa de la gran mar delante del L�bano, los Hetheos, Amorrheos, Cananeos, Pherezeos, Heveos, y Jebuseos; Junt�ronse � una, de un acuerdo, para pelear contra Josu� � Israel. Mas los moradores de Gaba�n, como oyeron lo que Josu� hab�a hecho � Jeric� y � Hai, Ellos usaron tambi�n de astucia; pues fueron y fingi�ronse embajadores, y tomaron sacos viejos sobre sus asnos, y cueros viejos de vino, rotos y remendados, Y zapatos viejos y recosidos en sus pies, con vestidos viejos sobre s�; y todo el pan que tra�an para el camino, seco y mohoso. As� vinieron � Josu� al campo en Gilgal, y dij�ronle � �l y � los de Israel: Nosotros venimos de tierra muy lejana: haced pues ahora con nosotros alianza. Y los de Israel respondieron � los Heveos: Quiz�s vosotros habit�is en medio de nosotros: �c�mo pues podremos nosotros hacer alianza con vosotros? Y ellos respondieron � Josu�: Nosotros somos tus siervos. Y Josu� les dijo: �Qui�n sois vosotros y de d�nde ven�s? Y ellos respondieron: Tus siervos han venido de muy lejanas tierras, por la fama de Jehov� tu Dios; porque hemos o�do su fama, y todas las cosas que hizo en Egipto, Y todo lo que hizo � los dos reyes de los Amorrheos que estaban de la otra parte del Jord�n; � Seh�n rey de Hesb�n, y � Og rey de Bas�n, que estaba en Astaroth. Por lo cual nuestros ancianos y todos los moradores de nuestra tierra nos dijeron: Tomad en vuestras manos provisi�n para el camino, � id al encuentro de ellos, y decidles: Nosotros somos vuestros siervos, y haced ahora con nosotros alianza. Este nuestro pan tomamos caliente de nuestras casas para el camino el d�a que salimos para venir � vosotros; y helo aqu� ahora que est� seco y mohoso: Estos cueros de vino tambi�n los henchimos nuevos; helos aqu� ya rotos: tambi�n estos nuestros vestidos y nuestros zapatos est�n ya viejos � causa de lo muy largo del camino. Y los hombres de Israel tomaron de su provisi�n del camino, y no preguntaron � la boca de Jehov�. Y Josu� hizo paz con ellos, y concert� con ellos que les dejar�a la vida: tambi�n los pr�ncipes de la congregaci�n les juraron. Pasados tres d�as despu�s que hicieron con ellos el concierto, oyeron como eran sus vecinos, y que habitaban en medio de ellos. Y parti�ronse los hijos de Israel, y al tercer d�a llegaron � sus ciudades: y sus ciudades eran Gaba�n, Caphira, Beeroth, y Chiriath-jearim. Y no los hirieron los hijos de Israel, por cuanto los pr�ncipes de la congregaci�n les hab�an jurado por Jehov� el Dios de Israel. Y toda la congregaci�n murmuraba contra los pr�ncipes. Mas todos los pr�ncipes respondieron � toda la congregaci�n: Nosotros les hemos jurado por Jehov� Dios de Israel; por tanto, ahora no les podemos tocar. Esto haremos con ellos: les dejaremos vivir, porque no venga ira sobre nosotros � causa del juramento que les hemos hecho. Y los pr�ncipes les dijeron: Vivan; mas sean le�adores y aguadores para toda la congregaci�n, como los pr�ncipes les han dicho. Y llam�ndolos Josu�, les habl� diciendo: �Por qu� nos hab�is enga�ado, diciendo, Habitamos muy lejos de vosotros; una vez que mor�is en medio de nosotros? Vosotros pues ahora sois malditos, y no faltar� de vosotros siervo, y quien corte la le�a y saque el agua para la casa de mi Dios. Y ellos respondieron � Josu�, y dijeron: Como fu� dado � entender � tus siervos, que Jehov� tu Dios hab�a mandado � Mois�s su siervo que os hab�a de dar toda la tierra, y que hab�a de destruir todos los moradores de la tierra delante de vosotros, por esto temimos en gran manera de vosotros por nuestras vidas, � hicimos esto. Ahora pues, henos aqu� en tu mano: lo que te pareciere bueno y recto hacer de nosotros, hazlo. Y �l lo hizo as�; que los libr� de la mano de los hijos de Israel, para que no los matasen. Y constituy�los Josu� aquel d�a por le�adores y aguadores para la congregaci�n y para el altar de Jehov�, en el lugar que �l escogiese: lo que son hasta hoy. Josu� 10Y COMO Adonisedec rey de Jerusalem oy� que Josu� hab�a tomado � Hai, y que la hab�an asolado, (como hab�a hecho � Jeric� y � su rey, as� hizo � Hai y � su rey;) y que los moradores de Gaba�n hab�an hecho paz con los Israelitas, y que estaban entre ellos; Tuvieron muy gran temor; porque Gaba�n era una gran ciudad, como una de las ciudades reales, y mayor que Hai, y todos sus hombres fuertes. Envi� pues � decir Adonisedec rey de Jerusalem, � Oham rey de Hebr�n, y � Phiream rey de Jerimoth, y � Japhia rey de Lach�s, y � Debir rey de Egl�n: Subid � m�, y ayudadme, y combatamos � Gaba�n: porque ha hecho paz con Josu� y con los hijos de Israel. Y cinco reyes de los Amorrheos, el rey de Jerusalem, el rey de Hebr�n, el rey de Jerimoth, el rey de Lach�s, el rey de Egl�n, se juntaron y subieron, ellos con todos sus ej�rcitos, y asentaron campo sobre Gaba�n, y pelearon contra ella. Y los moradores de Gaba�n enviaron � decir � Josu� al campo en Gilgal: No encojas tus manos de tus siervos; sube prestamente � nosotros para guardarnos y ayudarnos: porque todos los reyes de los Amorrheos que habitan en las monta�as, se han juntado contra nosotros. Y subi� Josu� de Gilgal, �l y todo el pueblo de guerra con �l, y todos los hombres valientes. Y Jehov� dijo � Josu�: No tengas temor de ellos: porque yo los he entregado en tu mano, y ninguno de ellos parar� delante de ti. Y Josu� vino � ellos de repente, toda la noche subi� desde Gilgal. Y Jehov� los turb� delante de Israel, � hiri�los con gran mortandad en Gaba�n: y sigui�los por el camino que sube � Beth-oron, � hiri�los hasta Azeca y Maceda. Y como iban huyendo de los Israelitas, � la bajada de Beth-oron, Jehov� ech� sobre ellos del cielo grandes piedras hasta Azeca, y murieron: muchos m�s murieron de las piedras del granizo, que los que los hijos de Israel hab�an muerto � cuchillo. Entonces Josu� habl� � Jehov� el d�a que Jehov� entreg� al Amorrheo delante de los hijos de Israel, y dijo en presencia de los Israelitas: Sol, detente en Gaba�n; Y t�, Luna, en el valle de Ajal�n. Y el sol se detuvo y la luna se par�, Hasta tanto que la gente se hubo vengado de sus enemigos. �No est� aquesto escrito en el libro de Jasher? Y el sol se par� en medio del cielo, y no se apresur� � ponerse casi un d�a entero. Y nunca fu� tal d�a antes ni despu�s de aqu�l, habiendo atendido Jehov� � la voz de un hombre: porque Jehov� peleaba por Israel. Y Josu�, y todo Israel con �l, volv�ase al campo en Gilgal. Pero los cinco reyes huyeron, y se escondieron en una cueva en Maceda. Y fu� dicho � Josu� que los cinco reyes hab�an sido hallados en una cueva en Maceda. Entonces Josu� dijo: Rodad grandes piedras � la boca de la cueva, y poned hombres junto � ella que los guarden; Y vosotros no os par�is, sino seguid � vuestros enemigos, y heridles la retaguardia, sin dejarles entrar en sus ciudades; porque Jehov� vuestro Dios los ha entregado en vuestra mano. Y aconteci� que como Josu� y los hijos de Israel hubieron acabado de herirlos con mortandad muy grande, hasta destruirlos, los que quedaron de ellos se metieron en las ciudades fuertes. Y todo el pueblo se volvi� salvo al campo � Josu� en Maceda; que no hubo quien moviese su lengua contra los hijos de Israel. Entonces dijo Josu�: Abrid la boca de la cueva, y sacadme de ella � estos cinco reyes. E hici�ronlo as�, y sac�ronle de la cueva aquellos cinco reyes: al rey de Jerusalem, al rey de Hebr�n, al rey de Jerimoth, al rey de Lach�s, al rey de Egl�n. Y cuando hubieron sacado estos reyes � Josu�, llam� Josu� � todos los varones de Israel, y dijo � los principales de la gente de guerra que hab�an venido con �l: Llegad y poned vuestros pies sobre los pescuezos de aquestos reyes. Y ellos se llegaron, y pusieron sus pies sobre los pescuezos de ellos. Y Josu� les dijo: No tem�is, ni os atemoric�is; sed fuertes y valientes: porque as� har� Jehov� � todos vuestros enemigos contra los cuales pele�is. Y despu�s de esto Josu� los hiri� y los mat�, � h�zolos colgar en cinco maderos: y quedaron colgados en los maderos hasta la tarde. Y cuando el sol se iba � poner, mand� Josu� que los quitasen de los maderos, y los echasen en la cueva donde se hab�an escondido: y pusieron grandes piedras � la boca de la cueva, hasta hoy. En aquel mismo d�a tom� Josu� � Maceda, y la puso � cuchillo, y mat� � su rey; � ellos y � todo lo que en ella ten�a vida, sin quedar nada: mas al rey de Maceda hizo como hab�a hecho al rey de Jeric�. Y de Maceda pas� Josu�, y todo Israel con �l, � Libna; y pele� contra Libna: Y Jehov� la entreg� tambi�n � ella, y � su rey, en manos de Israel; y meti�la � filo de espada, con todo lo que en ella hab�a vivo, sin quedar nada: mas � su rey hizo de la manera que hab�a hecho al rey de Jeric�. Y Josu�, y todo Israel con �l, pas� de Libna � Lach�s, y puso campo contra ella, y combati�la: Y Jehov� entreg� � Lach�s en mano de Israel, y tom�la al d�a siguiente, y meti�la � cuchillo, con todo lo que en ella hab�a vivo, como hab�a hecho en Libna. Entonces Horam, rey de Gezer, subi� en ayuda de Lach�s; mas � �l y � su pueblo hiri� Josu�, hasta no quedar ninguno de ellos. De Lach�s pas� Josu�, y todo Israel con �l, � Egl�n: y pusieron campo contra ella, y combati�ronla: Y la tomaron el mismo d�a, y meti�ronla � cuchillo; y aquel d�a mat� � todo lo que en ella hab�a vivo, como hab�a hecho en Lach�s. Subi� luego Josu�, y todo Israel con �l, de Egl�n � Hebr�n, y combati�ronla; Y tom�ndola, la metieron � cuchillo, � su rey y � todas su ciudades, con todo lo que en ella hab�a vivo, sin quedar nada: como hab�an hecho � Egl�n, as� la destruyeron con todo lo que en ella hab�a vivo. Y volvi�ndose Josu�, y todo Israel con �l, sobre Debir, combati�la; Y tom�la, y � su rey, y � todas sus villas; y meti�ronlos � cuchillo, y destruyeron todo lo que all� dentro hab�a vivo, sin quedar nada; como hab�a hecho � Hebr�n, as� hizo � Debir y � su rey; y como hab�a hecho � Libna y � su rey. Hiri� pues Josu� toda la regi�n de las monta�as, y del mediod�a, y de los llanos, y de las cuestas, y � todos sus reyes, sin quedar nada; todo lo que ten�a vida mat�, al modo que Jehov� Dios de Israel lo hab�a mandado. E hiri�los Josu� desde Cades-barnea hasta Gaza, y toda la tierra de Gos�n hasta Gaba�n. Todos estos reyes y sus tierras tom� Josu� de una vez; porque Jehov� el Dios de Israel peleaba por Israel. Y torn�se Josu�, y todo Israel con �l, al campo en Gilgal. Josu� 11OYENDO esto Jab�n rey de Hasor, envi� mensaje � Jobab rey de Mad�n, y al rey de Simrom, y al rey de Achsaph, Y � los reyes que estaban � la parte del norte en las monta�as, y en el llano al mediod�a de Cinneroth, y en los llanos, y en las regiones de Dor al occidente; Y al Cananeo que estaba al oriente y al occidente, y al Amorrheo, y al Hetheo, y al Pherezeo, y al Jebuseo en las monta�as, y al Heveo debajo de Herm�n en tierra de Mizpa. Estos salieron, y con ellos todos sus ej�rcitos, pueblo mucho en gran manera, como la arena que est� � la orilla del mar, con gran muchedumbre de caballos y carros. Todos estos reyes se juntaron, y viniendo reunieron los campos junto � las aguas de Merom, para pelear contra Israel. Mas Jehov� dijo � Josu�: No tengas temor de ellos, que ma�ana � esta hora yo entregar� � todos �stos, muertos delante de Israel: � sus caballos desjarretar�s, y sus carros quemar�s al fuego. Y vino Josu�, y con �l todo el pueblo de guerra, contra ellos, y di� de repente sobre ellos junto � las aguas de Merom. Y entreg�los Jehov� en manos de Israel, los cuales los hirieron y siguieron hasta Sid�n la grande, y hasta las aguas calientes, y hasta el llano de Mizpa al oriente, hiri�ndolos hasta que no les dejaron ninguno. Y Josu� hizo con ellos como Jehov� le hab�a mandado: desjarret� sus caballos, y sus carros quem� al fuego. Y torn�ndose Josu�, tom� en el mismo tiempo � Hasor, � hiri� � cuchillo � su rey: la cual Hasor hab�a sido antes cabeza de todos estos reinos. E hirieron � cuchillo todo cuanto en ella hab�a vivo, destruyendo y no dejando cosa con vida; y � Asor pusieron � fuego. Asimismo tom� Josu� todas las ciudades de aquestos reyes, y � todos los reyes de ellas, y los meti� � cuchillo, y los destruy�, como Mois�s siervo de Jehov� lo hab�a mandado. Empero todas las ciudades que estaban en sus cabezos, no las quem� Israel, sacando � sola Asor, la cual quem� Josu�. Y los hijos de Israel tomaron para s� todos los despojos y bestias de aquestas ciudades: pero � todos los hombres metieron � cuchillo hasta destruirlos, sin dejar alguno con vida. De la manera que Jehov� lo hab�a mandado � Mois�s su siervo, as� Mois�s lo mand� � Josu�: y as� Josu� lo hizo, sin quitar palabra de todo lo que Jehov� hab�a mandado � Mois�s. Tom� pues Josu� toda aquella tierra, las monta�as, y toda la regi�n del mediod�a, y toda la tierra de Gos�n, y los bajos y los llanos, y la monta�a de Israel y sus valles. Desde el monte de Halac, que sube hasta Seir, hasta Baal-gad en la llanura del L�bano, � las ra�ces del monte Herm�n: tom� asimismo todos sus reyes, los cuales hiri� y mat�. Por muchos d�as tuvo guerra Josu� con estos reyes. No hubo ciudad que hiciese paz con los hijos de Israel, sacados los Heveos, que moraban en Gaba�n: todo lo tomaron por guerra. Porque esto vino de Jehov�, que endurec�a el coraz�n de ellos para que resistiesen con guerra � Israel, para destruirlos, y que no les fuese hecha misericordia, antes fuesen desarraigados, como Jehov� lo hab�a mandado � Mois�s. Tambi�n en el mismo tiempo vino Josu� y destruy� los Anaceos de los montes, de Hebr�n, de Debir, y de Anab, y de todos los montes de Jud�, y de todos los montes de Israel: Josu� los destruy� � ellos y � sus ciudades. Ninguno de los Anaceos qued� en la tierra de los hijos de Israel; solamente quedaron en Gaza, en Gath, y en Asdod. Tom�, pues, Josu� toda la tierra, conforme � todo lo que Jehov� hab�a dicho � Mois�s; y entreg�la Josu� � los Israelitas por herencia, conforme � sus repartimientos de sus tribus: y la tierra repos� de guerra. Josu� 12ESTOS son los reyes de la tierra que los hijos de Israel hirieron, y cuya tierra poseyeron de la otra parte del Jord�n al nacimiento del sol, desde el arroyo de Arn�n hasta el monte Herm�n, y toda la llanura oriental: Seh�n rey de los Amorrheos, que habitaba en Hesb�n, y se�oreaba desde Aroer, que est� � la ribera del arroyo de Arn�n, y desde en medio del arroyo, y la mitad de Galaad, hasta el arroyo Jaboc, el t�rmino de los hijos de Amm�n; Y desde la campi�a hasta la mar de Cinneroth, al oriente; y hasta la mar de la llanura, el mar Salado, al oriente, por el camino de Beth-jesimoth; y desde el mediod�a debajo de las vertientes del Pisga. Y los t�rminos de Og rey de Bas�n, que hab�a quedado de los Rapheos, el cual habitaba en Astaroth y en Edrei, Y se�oreaba en el monte de Herm�n, y en Salca, y en todo Bas�n hasta los t�rminos de Gessuri y de Maach�ti, y la mitad de Galaad, t�rmino de Seh�n rey de Hesb�n. A estos hirieron Mois�s siervo de Jehov� y los hijos de Israel; y Mois�s siervo de Jehov� di� aquella tierra en posesi�n � los Rubenitas, Gaditas, y � la media tribu de Manas�s. Y estos son los reyes de la tierra que hiri� Josu� con los hijos de Israel, de esta parte del Jord�n al occidente, desde Baal-gad en el llano del L�bano hasta el monte de Halac que sube � Seir; la cual tierra di� Josu� en posesi�n � las tribus de Israel, conforme � sus repartimientos; En montes y en valles, en llanos y en vertientes, al desierto y al mediod�a; el Hetheo, y el Amorrheo, y el Cananeo, y el Pherezeo, y el Heveo, y el Jebuseo. El rey de Jeric�, uno: el rey de Hai, que est� al lado de Beth-el, otro: El rey de Jerusalem, otro: el rey de Hebr�n, otro: El rey de Jarmuth, otro: el rey de Lach�s, otro: El rey de Egl�n, otro: el rey de Gezer, otro: El rey de Debir, otro: el rey de Geder, otro: El rey de Horma, otro: el rey de Arad, otro: El rey de Libna, otro: el rey de Adullam, otro: El rey de Maceda, otro: el rey de Beth-el, otro: El rey de Tappua, otro: el rey de Hepher, otro: El rey de Aphec, otro: el rey de Lasar�n, otro: El rey de Mad�n, otro: el rey de Hasor, otro: El rey de Simrom-meron, otro: el rey de Achsaph, otro: El rey de Taanach, otro: el rey de Megiddo, otro: El rey de Ch�des, otro: el rey de Jocneam de Carmel, otro: El rey de Dor, de la provincia de Dor, otro; el rey de Gentes en Gilgal, otro: El rey de Tirsa, otro: treinta y un reyes en todo. Josu� 13Y SIENDO Josu� ya viejo, entrado en d�as, Jehov� le dijo: T� eres ya viejo, de edad avanzada, y queda a�n muy mucha tierra por poseer. Esta es la tierra que queda; todos los t�rminos de los Philisteos, y toda Gessuri; Desde Sihor, que est� delante de Egipto, hasta el t�rmino de Accar�n al norte, rep�tase de los Cananeos: cinco provincias de los Philisteos; los Gazeos, Asdodios, Ascalonitas, Getheos, y Accaronitas; y los Heveos; Al mediod�a toda la tierra de los Cananeos, y Mehara que es de los Sidonios, hasta Aphec, hasta el t�rmino del Amorrheo; Y la tierra de los Gibleos, y todo el L�bano hacia donde sale el sol, desde Baal-gad � las ra�ces del monte Herm�n, hasta entrar en Hamath; Todos los que habitan en las monta�as desde el L�bano hasta las aguas calientes, todos los Sidonios; yo los desarraigar� delante de lo hijos de Israel: solamente repartir�s t� por suerte el pa�s � los Israelitas por heredad, como te he mandado. Parte, pues, t� ahora esta tierra en heredad � las nueve tribus, y � la media tribu de Manas�s. Porque la otra media recibi� su heredad con los Rubenitas y Gaditas, la cual les di� Mois�s de la otra parte del Jord�n al oriente, seg�n que se la di� Mois�s siervo de Jehov�: Desde Aroer, que est� � la orilla del arroyo de Arn�n, y la ciudad que est� en medio del arroyo, y toda la campi�a de Medeba, hasta Dib�n; Y todas las ciudades de Seh�n rey de los Amorrheos, el cual rein� en Hesb�n, hasta los t�rminos de los hijos de Amm�n; Y Galaad, y los t�rminos de Gessuri, y de Maach�ti, y todo el monte de Herm�n, y toda la tierra de Bas�n hasta Salch�: Todo el reino de Og en Bas�n, el cual rein� en Astaroth y Edrei, el cual hab�a quedado del residuo de los Rapheos; pues Mois�s los hiri�, y ech�. Mas � los de Gessuri y Maach�ti no echaron los hijos de Israel; antes Gessur y Maach�t habitaron entre los Israelitas hasta hoy. Empero � la tribu de Lev� no di� heredad: los sacrificios de Jehov� Dios de Israel son su heredad, como �l les hab�a dicho. Di�, pues, Mois�s � la tribu de los hijos de Rub�n conforme � sus familias: Y fu� el t�rmino de ellos desde Aroer, que est� � la orilla del arroyo de Arn�n, y la ciudad que est� en medio del arroyo, y toda la campi�a, hasta Medeba; Hesb�n, con todas sus villas que est�n en la llanura; Dib�n, y Bamoth-baal, y Beth-baal-me�n; Y Jaas, y Keddemoth, y Mephaath, Y Ch�riataim, y Sibma, y Zerethshahar en el monte del valle; Y Beth-peor, y Asdoth-pisga, y Beth-jesimoth; Y todas las ciudades de la campi�a, y todo el reino de Seh�n rey de los Amorrheos, que rein� en Hesb�n, al cual hiri� Mois�s, y � los pr�ncipes de Madi�n, Hevi, Recem, y Sur, y Hur, y Reba, pr�ncipes de Seh�n que habitaban en aquella tierra. Tambi�n mataron � cuchillo los hijos de Israel � Balaam adivino, hijo de Beor, con los dem�s que mataron. Y fueron los t�rminos de los hijos de Rub�n el Jord�n con su t�rmino. Esta fu� la herencia de los hijos de Rub�n conforme � sus familias, estas ciudades con sus villas. Di� asimismo Mois�s � la tribu de Gad, � los hijos de Gad, conforme � sus familias. Y el t�rmino de ellos fu� Jacer, y todas las ciudades de Galaad, y la mitad de la tierra de los hijos de Amm�n hasta Aroer, que est� delante de Rabba. Y desde Hesb�n hasta Ramath-mispe, y Betonim; y desde Mahanaim hasta el t�rmino de Debir: Y la campi�a de Beth-aram, y Beth-nimra, y Sucoth, y Saph�n, resto del reino de Seh�n, rey en Hesb�n: el Jord�n y su t�rmino hasta el cabo de la mar de Cinnereth de la otra parte del Jord�n al oriente. Esta es la herencia de los hijos de Gad, por sus familias, estas ciudades con sus villas. Tambi�n di� Mois�s herencia � la media tribu de Manas�s: y fu� de la media tribu de los hijos de Manas�s, conforme � sus familias. El t�rmino de ellos fu� desde Mahanaim, todo Bas�n, todo el reino de Og rey de Bas�n, y todas las aldeas de Jair que est�n en Bas�n, sesenta poblaciones. Di�se adem�s la mitad de Galaad, y Astaroth, y Edrei, ciudades del reino de Og en Bas�n, � los hijos de Mach�r, hijo de Manas�s, � la mitad de los hijos de Mach�r conforme � sus familias. Esto es lo que Mois�s reparti� en heredad en los llanos de Moab, de la otra parte del Jord�n de Jeric�, al oriente. Mas � la tribu de Lev� no di� Mois�s heredad: Jehov� Dios de Israel es la heredad de ellos como �l les hab�a dicho. Josu� 14ESTO pues es lo que los hijos de Israel tomaron por heredad en la tierra de Cana�n, lo cual les repartieron Eleazar sacerdote, y Josu� hijo de Nun, y los principales de los padres de las tribus de los hijos de Israel. Por suerte di�seles su heredad, como Jehov� lo hab�a mandado por Mois�s, que diese � las nueve tribus y � la media tribu. Porque � las dos tribus, y � la media tribu, les hab�a Mois�s dado heredad de la otra parte del Jord�n: mas � los Levitas no di� heredad entre ellos. Porque los hijos de Jos� fueron dos tribus, Manas�s y Ephraim: y no dieron parte � los Levitas en la tierra, sino ciudades en que morasen, con sus ejidos para sus ganados y reba�os. De la manera que Jehov� lo hab�a mandado � Mois�s, as� lo hicieron los hijos de Israel en el repartimiento de la tierra. Y los hijos de Jud� vinieron � Josu� en Gilgal; y Caleb, hijo de Jephone Cenezeo, le dijo: T� sabes lo que Jehov� dijo � Mois�s, var�n de Dios, en Cades-barnea, tocante � m� y � ti. Yo era de edad de cuarenta a�os, cuando Mois�s siervo de Jehov� me envi� de Cades-barnea � reconocer la tierra; y yo le refer� el negocio como lo ten�a en mi coraz�n: Mas mis hermanos, los que hab�an subido conmigo, menguaron el coraz�n del pueblo; empero yo cumpl� siguiendo � Jehov� mi Dios. Entonces Mois�s jur�, diciendo: Si la tierra que holl� tu pie no fuere para ti, y para tus hijos en herencia perpetua: por cuanto cumpliste siguiendo � Jehov� mi Dios. Ahora bien, Jehov� me ha hecho vivir, como �l dijo, estos cuarenta y cinco a�os, desde el tiempo que Jehov� habl� estas palabras � Mois�s, cuando Israel andaba por el desierto: y ahora, he aqu� soy hoy d�a de ochenta y cinco a�os: Pero aun hoy estoy tan fuerte como el d�a que Mois�s me envi�: cual era entonces mi fuerza, tal es ahora, para la guerra, y para salir y para entrar. Dame, pues, ahora este monte, del cual habl� Jehov� aquel d�a; porque t� o�ste en aquel d�a que los Anaceos est�n all�, y grandes y fuertes ciudades. Quiz� Jehov� ser� conmigo, y los echar� como Jehov� ha dicho. Josu� entonces le bendijo, y di� � Caleb hijo de Jephone � Hebr�n por heredad. Por tanto Hebr�n fu� de Caleb, hijo de Jephone Cenezeo, en heredad hasta hoy; porque cumpli� siguiendo � Jehov� Dios de Israel. Mas Hebr�n fu� antes llamada Ch�riath-arba; fu� Arba un hombre grande entre los Anaceos. Y la tierra tuvo reposo de las guerras. Josu� 15Y FU� la suerte de la tribu de los hijos de Jud�, por sus familias, junto al t�rmino de Edom, del desierto de Zin al mediod�a, al lado del sur. Y su t�rmino de la parte del mediod�a fu� desde la costa del mar Salado, desde la lengua que mira hacia el mediod�a; Y sal�a hacia el mediod�a � la subida de Acrabim, pasando hasta Zin; y subiendo por el mediod�a hasta Cades-barnea, pasaba � Hebr�n, y subiendo por Addar daba vuelta � Carca; De all� pasaba � Azm�n, y sal�a al arroyo de Egipto; y sale este t�rmino al occidente. Este pues os ser� el t�rmino del mediod�a. El t�rmino del oriente es el mar Salado hasta el fin del Jord�n. Y el t�rmino de la parte del norte, desde la lengua del mar, desde el fin del Jord�n: Y sube este t�rmino por Beth-hogla, y pasa del norte � Beth-araba, y de aqu� sube este t�rmino � la piedra de Boh�n, hijo de Rub�n. Y torna � subir este t�rmino � Debir desde el valle de Ach�r: y al norte mira sobre Gilgal, que est� delante de la subida de Adumin, la cual est� al mediod�a del arroyo: y pasa este t�rmino � las aguas de En-semes, y sale � la fuente de Rogel: Y sube este t�rmino por el valle del hijo de Hinnom al lado del Jebuseo al mediod�a: esta es Jerusalem. Luego sube este t�rmino por la cumbre del monte que est� delante del valle de Hinnom hacia el occidente, el cual est� al cabo del valle de los gigantes al norte: Y rodea este t�rmino desde la cumbre del monte hasta la fuente de las aguas de Nephtoa, y sale � la ciudades del monte de Ephr�n, rodeando luego el mismo t�rmino � Baala, la cual es Ch�riath-jearim. Despu�s torna este t�rmino desde Baala hacia el occidente al monte de Seir: y pasa al lado del monte de Jearim hacia el norte, esta es Chesal�n, y desciende � Beth-semes, y pasa � Timna. Sale luego este t�rmino al lado de Ecr�n hacia el norte; y rodea el mismo t�rmino � Sich�ron, y pasa por el monte de Baala, y sale � Jabneel: y sale este t�rmino � la mar. El t�rmino del occidente es la mar grande. Este pues, es el t�rmino de los hijos de Jud� en derredor, por sus familias. Mas � Caleb, hijo de Jephone, di� parte entre los hijos de Jud�, conforme al mandamiento de Jehov� � Josu�: esto es, � Ch�riath-arba, del padre de Anac, que es Hebr�n. Y Caleb ech� de all� tres hijos de Anac, � Sesai, Aiman, y Talmai, hijos de Anac. De aqu� subi� � los que moraban en Debir: y el nombre de Debir era antes Ch�riath-sepher. Y dijo Caleb: Al que hiriere � Ch�riath-sepher, y la tomare, yo le dar� � mi hija Axa por mujer. Y tom�la Othoniel, hijo de Cenez, hermano de Caleb; y �l le di� por mujer � su hija Axa. Y aconteci� que cuando la llevaba, �l la persuadi� que pidiese � su padre tierras para labrar. Ella entonces se ape� del asno. Y Caleb le dijo: �Qu� tienes? Y ella respondi�: Dame bendici�n: pues que me has dado tierra de secadal, dame tambi�n fuentes de aguas. El entonces le di� las fuentes de arriba, y las de abajo. Esta pues es la herencia de las tribu de los hijos de Jud� por sus familias. Y fueron las ciudades del t�rmino de la tribu de los hijos de Jud� hacia el t�rmino de Edom al mediod�a: Cabseel, y Eder, y Jagur, Y Cina, y Dimona, y Adada, Y Cedes, y Asor, � Itn�n, Ziph, y Telem, Bealoth, Y Asor-hadatta, y Ch�rioth-hesron, que es Asor, Amam, y Sema, y Molada, Y Asar-gadda, y Hesm�n, y Beth-pelet, Y Hasar-sual, Beersebah, y Bizotia, Baala, � Iim, y Esem, Y Eltolad, y Cesil, y Horma, Y Siclag, y Madmanna, Sansana, Y Lebaoth, Silim, y A�n, y Rimm�n; en todas veintinueve ciudades con sus aldeas. En las llanuras, Estaol, y Sorea, y Asena, Y Zanoa, y Engannim, Tappua, y Enam, Jerimoth, y Adullam, Soch�, y Aceca, Y Saraim, y Adithaim, y Gedera, y Gederothaim; catorce ciudades con sus aldeas. Sen�n, y Hadasa, y Migdalgad, Y Dil�n, y Mizpa, y Jocteel, Lach�s, y Boscath, y Egl�n, Y Cab�n, y Lamas, y Ch�tlis, Y Gederoh, Beth-dag�n, y Naama, y Maceda; diecis�is ciudades con sus aldeas. Libna, y Ether, y As�n, Y Jiphta, y Asna, y Nesib, Y Ceila, y Achzib, y Maresa; nueve ciudades con sus aldeas. Ecr�n con sus villas y sus aldeas: Desde Ecr�n hasta la mar, todas las que est�n � la costa de Asdod con sus aldeas. Asdod con sus villas y sus aldeas: Gaza con sus villas y sus aldeas hasta el r�o de Egipto, y la gran mar con sus t�rminos. Y en las monta�as, Samir, y Jattir, y Succoth, Y Danna, y Ch�riath-sanna, que es Debir, Y Anab, y Estemo, y Anim, Y Gos�n, y Ol�n, y Gilo; once ciudades con sus aldeas. Arab, y Dumah, y Es�n, Y Janum, y Beth-tappua, y Apheca, Y Humta, y Ch�riath-arba, que es Hebr�n, y Sior; nueve ciudades con sus aldeas. Ma�n, Carmel, y Ziph, y Juta, E Izreel, Jocdeam, y Zanoa, Ca�n, Gibea, y Timna; diez ciudades con sus aldeas. Halhul, y Bethfur, y Gedor, Y Maarath, y Beth-anoth, y Eltec�n; seis ciudades con sus aldeas. Ch�riath-baal, que es Ch�riath-jearim, y Rabba; dos ciudades con sus aldeas. En el desierto, Beth-araba, Midd�n, y Sech�ch�, Y Nibsan, y la ciudad de la sal, y Engedi; seis ciudades con sus aldeas. Mas � los Jebuseos que habitaban en Jerusalem, los hijos de Jud� no los pudieron desarraigar; antes qued� el Jebuseo en Jerusalem con los hijos de Jud�, hasta hoy. Josu� 16Y LA suerte del los hijos de Jos� sali� desde el Jord�n de Jeric� hasta las aguas de Jeric� hacia el oriente, al desierto que sube de Jeric� al monte de Beth-el: Y de Beth-el sale � Luz, y pasa al t�rmino de Archi en Ataroth; Y torna � descender hacia la mar al t�rmino de Japhlet, hasta el t�rmino de Beth-oron la de abajo, y hasta Gezer; y sale � la mar. Recibieron pues heredad los hijos de Jos�, Manas�s y Ephraim. Y fu� el t�rmino de los hijos de Ephraim por sus familias, fu� el t�rmino de su herencia � la parte oriental, desde Ataroth-addar hasta Beth-oron la de arriba: Y sale este t�rmino � la mar, y � Michmetat al norte, y da vuelta este t�rmino hacia el oriente � Tanath-silo, y de aqu� pasa al oriente � Janoa: Y de Janoa desciende � Ataroth, y � Naaratha, y toca en Jeric�, y sale al Jord�n. Y de Tappua torna este t�rmino hacia la mar al arroyo de Cana, y sale � la mar. Esta es la heredad de la tribu de los hijos de Ephraim por sus familias. Hubo tambi�n ciudades que se apartaron para los hijos de Ephraim en medio de la herencia de los hijos de Manas�s, todas ciudades con sus aldeas. Y no echaron al Cananeo que habitaba en Gezer; antes qued� el Cananeo en medio de Ephraim, hasta hoy, y fu� tributario. Josu� 17Y TUVO tambi�n suerte la tribu de Manas�s, porque fu� primog�nito de Jos�. Mach�r, primog�nito de Manas�s, y padre de Galaad, el cual fu� hombre de guerra, tuvo � Galaad y � Bas�n. Tuvieron tambi�n suerte los otros hijos de Manas�s conforme � sus familias: los hijos de Abiezer, y los hijos de Helec, y los hijos de Esriel, y los hijos de Sich�m, y los hijos de Hepher, y los hijos de Semida; estos fueron los hijos varones de Manas�s hijo de Jos�, por sus familias. Pero Salphaad, hijo de Hepher, hijo de Galaad, hijo de Mach�r, hijo de Manas�s, no tuvo hijos, sino hijas, los nombres de las cuales son estos: Maala, Noa, Hogla, Milch�, y Tirsa. Estas vinieron delante de Eleazar sacerdote, y de Josu� hijo de Nun, y de los pr�ncipes, y dijeron: Jehov� mand� � Mois�s que nos diese herencia entre nuestros hermanos. Y �l les di� herencia entre los hermanos del padre de ellas, conforme al dicho de Jehov�. Y cayeron � Manas�s diez suertes � m�s de la tierra de Galaad y de Bas�n, que est� de la otra parte del Jord�n: Porque las hijas de Manas�s poseyeron herencia entre sus hijos: y la tierra de Galaad fu� de los otros hijos de Manas�s. Y fu� el t�rmino de Manas�s desde Aser hasta Michmetat, la cual est� delante de Sich�m; y va este t�rmino � la mano derecha, � los que habitan en Tappua. Y la tierra de Tappua fu� de Manas�s; pero Tappua, que est� junto al t�rmino de Manas�s, es de los hijos de Ephraim. Y desciende este t�rmino al arroyo de Cana, hacia el mediod�a del arroyo. Estas ciudades de Ephraim est�n entre las ciudades de Manas�s: y el t�rmino de Manas�s es desde el norte del mismo arroyo, y sus salidas son � la mar. Ephraim al mediod�a, y Manas�s al norte, y la mar es su t�rmino: y encu�ntranse con Aser � la parte del norte, y con Issach�r al oriente. Tuvo tambi�n Manas�s en Issach�r y en Aser � Beth-san y sus aldeas, � Ibleam y sus aldeas, y los moradores de Dor y sus aldeas, y los moradores de Endor y sus aldeas, y los moradores de Taanach y sus aldeas, y los moradores de Megiddo y sus aldeas: tres provincias. Mas los hijos de Manas�s no pudieron echar � los de aquellas ciudades; antes el Cananeo quiso habitar en la tierra. Empero cuando los hijos de Israel tomaron fuerzas, hicieron tributario al Cananeo, mas no lo echaron. Y los hijos de Jos� hablaron � Josu�, diciendo: �Por qu� me has dado por heredad una sola suerte y una sola parte, siendo yo un pueblo tan grande y que Jehov� me ha as� bendecido hasta ahora? Y Josu� les respondi�: Si eres pueblo tan grande, sube t� al monte, y corta para ti all� en la tierra del Pherezeo y de los gigantes, pues que el monte de Ephraim es angosto para ti. Y los hijos de Jos� dijeron: No nos bastar� � nosotros este monte: y todos los Cananeos que habitan la tierra de la campi�a, tienen carros herrados; los que est�n en Beth-san y en sus aldeas, y los que est�n en el valle de Jezreel. Entonces Josu� respondi� � la casa de Jos�, � Ephraim y Manas�s, diciendo: T� eres gran pueblo, y tienes gran fuerza; no tendr�s una sola suerte; Mas aquel monte ser� tuyo; que bosque es, y t� lo cortar�s, y ser�n tuyos sus t�rminos: porque t� echar�s al Cananeo, aunque tenga carros herrados, y aunque sea fuerte. Josu� 18Y TODA la congregaci�n de los hijos de Israel se junt� en Silo, y asentaron all� el tabern�culo del testimonio, despu�s que la tierra les fu� sujeta. Mas hab�an quedado en los hijos de Israel siete tribus, � las cuales aun no hab�an repartido su posesi�n. Y Josu� dijo � los hijos de Israel: �Hasta cuando ser�is negligentes para venir � poseer la tierra que os ha dado Jehov� el Dios de vuestros padres? Se�alad tres varones de cada tribu, para que yo los env�e, y que ellos se levanten, y recorran la tierra, y la describan conforme � sus heredades, y se tornen � m�. Y la dividir�n en siete partes: y Jud� estar� en su t�rmino al mediod�a, y los de la casa de Jos� estar�n en el suyo al norte. Vosotros, pues, delinear�is la tierra en siete partes, y me traer�is la descripci�n aqu�, y yo os echar� las suertes aqu� delante de Jehov� nuestro Dios. Empero los Levitas ninguna parte tienen entre vosotros; porque el sacerdocio de Jehov� es la heredad de ellos: Gad tambi�n y Rub�n, y la media tribu de Manas�s, ya han recibido su heredad de la otra parte del Jord�n al oriente, la cual les di� Mois�s siervo de Jehov�. Levant�ndose pues aquellos varones, fueron: y mand� Josu� � los que iban para delinear la tierra, dici�ndoles: Id, recorred la tierra, y delineadla, y tornad � m�, para que yo os eche las suertes aqu� delante de Jehov� en Silo. Fueron pues aquellos varones y pasearon la tierra, deline�ndola por ciudades en siete partes en un libro, y tornaron � Josu� al campo en Silo. Y Josu� les ech� las suertes delante de Jehov� en Silo; y all� reparti� Josu� la tierra � los hijos de Israel por sus porciones. Y sac�se la suerte de la tribu de los hijos de Benjam�n por sus familias: y sali� el t�rmino de su suerte entre los hijos de Jud� y los hijos de Jos�. Y fu� el t�rmino de ellos al lado del norte desde el Jord�n: y sube aquel t�rmino al lado de Jeric� al norte; sube despu�s al monte hacia el occidente, y viene � salir al desierto de Beth-aven: Y de all� pasa aquel t�rmino � Luz, por el lado de Luz (esta es Beth-el) hacia el mediod�a. Y desciende este t�rmino de Ataroth-addar al monte que est� al mediod�a de Beth-oron la de abajo. Y torna este t�rmino, y da vuelta al lado de la mar, al mediod�a hasta el monte que est� delante de Beth-oron al mediod�a; y viene � salir � Ch�riath-baal, que es Ch�riath-jearim, ciudad de los hijos de Jud�. Este es el lado del occidente. Y el lado del mediod�a es desde el cabo de Ch�riath-jearim, y sale el t�rmino al occidente, y sale � la fuente de las aguas de Nephtoa: Y desciende aqueste t�rmino al cabo del monte que est� delante del valle del hijo de Hinnom, que est� en la campi�a de los gigantes hacia el norte: desciende luego al valle de Hinnom, al lado del Jebuseo al mediod�a, y de all� desciende � la fuente de Rogel: Y del norte torna y sale � Ensemes, y de all� sale � Geliloth, que est� delante de la subida de Adummim, y descend�a � la piedra de Bohan, hijo de Rub�n: Y pasa al lado que est� delante de la campi�a del norte, y desciende � los llanos: Y torna � pasar este t�rmino por el lado de Beth-hogla hacia el norte, y viene � salir el t�rmino � la lengua del mar Salado al norte, al cabo del Jord�n al mediod�a. Este es el t�rmino de hacia el mediod�a. Y el Jord�n acaba aqueste t�rmino al lado del oriente. Esta es la heredad de los hijos de Benjam�n por sus t�rminos alrededor, conforme � sus familias. Las ciudades de la tribu de los hijos de Benjam�n, por sus familias, fueron Jeric�, Beth-hogla, y el valle de Casis, Beth-araba, Samaraim, y Beth-el; Y Avim, y Para, y Ophra, Y Cephar-hammonai, Ophni, y Gaba; doce ciudades con sus aldeas: Gaba�n, Rama, Beeroth, Y Mizpa, Chephira, y Moza, Recom, Irpeel y Tarala, Y Sela, Eleph, Jebus, que es Jerusalem, Gibeath, y Ch�riath; catorce ciudades con sus aldeas. Esta es la heredad de los hijos de Benjam�n, conforme � sus familias. Josu� 19LA SEGUNDA suerte sali� por Sime�n, por la tribu de los hijos de Sime�n conforme � sus familias; y su heredad fu� entre la heredad de los hijos de Jud�. Y tuvieron en su heredad � Beer-seba, Seba, y Molada, Hasar-sual, Bala, y Esem, Heltolad, Betul, y Horma, Siclag, Beth-march�both, y Hasar-susa, Beth-lebaoth, y Saruh�n; trece ciudades con sus aldeas: A�n, Rimm�n, Eter, y As�n; cuatro ciudades con sus aldeas: Y todas las aldeas que estaban alrededor de estas ciudades hasta Baalath-beer, que es Ramat del mediod�a. Esta es la heredad de la tribu de los hijos de Sime�n, seg�n sus familias. De la suerte de los hijos de Jud� fu� sacada la heredad de los hijos de Sime�n; por cuanto la parte de los hijos de Jud� era excesiva para ellos: as� que los hijos de Sime�n tuvieron su heredad en medio de la de ellos. La tercera suerte sali� por los hijos de Zabul�n conforme � sus familias: y el t�rmino de su heredad fu� hasta Sarid. Y su t�rmino sube hasta la mar y hasta Merala, y llega hasta Dabbe-seth, y de all� llega al arroyo que est� delante de Jocneam. Y tornando de Sarid hacia oriente, donde nace el sol al t�rmino de Chisiloth-tabor, sale � Dabrath, y sube � Japhia; Y pasando de all� hacia el lado oriental � Gith-hepher y � Itta-kazin, sale � Rimm�n rodeando � Nea; Y de aqu� torna este t�rmino al norte � Hanat�n, viniendo � salir al valle de Iphtael; Y abraza Catah, y Naalal, y Simr�n, � Ideala, y Beth-lehem; doce ciudades con sus aldeas. Esta es la heredad de los hijos de Zabul�n por sus familias; estas ciudades con sus aldeas. La cuarta suerte sali� por Issach�r, por los hijos de Issach�r conforme � sus familias. Y fu� su t�rmino Izreel, y Chesullot, y Sunem, Y Hapharaim, y Si�n, y Anaarath, Y Rabbit, y Chisi�n, y Ebes, Y Rameth, y En-gannim, y En-hadda y Beth-passes; Y llega este t�rmino hasta Tabor, y Sahasim, y Beth-semes; y sale su t�rmino al Jord�n: diez y seis ciudades con sus aldeas. Esta es la heredad de la tribu de los hijos de Issach�r conforme � sus familias; estas ciudades con sus aldeas. Y sali� la quinta suerte por la tribu de los hijos de Aser por sus familias. Y su t�rmino fu� Helch�t, y Hal�, y Bet�n, y Axaph, Y Alammelec, y Amead, y Miseal; y llega hasta Carmel al occidente, y � Sihor-libnath; Y tornando de donde nace el sol � Beth-dag�n, llega � Zabul�n, y al valle de Iphtael al norte, � Beth-emec, y � Nehiel, y sale � Cabul � la izquierda; Y abraza � Hebr�n, y Rehob, y Hamm�n, y Cana, hasta la gran Sid�n; Y torna de all� este t�rmino � Horma, y hasta la fuerte ciudad de Tiro, y torna este t�rmino � Hosa, y sale � la mar desde el territorio de Achzib: Abraza tambi�n Umma, y Aphec, y Rehob: veinte y dos ciudades con sus aldeas. Esta es la heredad de la tribu de los hijos de Aser por sus familias; estas ciudades con sus aldeas. La sexta suerte sali� por los hijos de Nephtal�, por los hijos de Nephtal� conforme � sus familias. Y fu� su t�rmino desde Heleph, y All�n-saananim, y Adami-neceb, y Jabneel, hasta Lacum; y sale al Jord�n; Y tornando de all� este t�rmino hacia el occidente � Aznot-tabor, pasa de all� � Hucuca, y llega hasta Zabul�n al mediod�a, y al occidente confina con Aser, y con Jud� al Jord�n hacia donde nace el sol. Y las ciudades fuertes son Siddim, Ser, y Hamath, Raccath, y Cinneroth, Y Adama, y Rama, y Asor, Y Cedes, y Edrei, y En-hasor, E Ir�n, y Migdalel, y Horem, y Beth-anath, y Beth-semes: diez y nueve ciudades con sus aldeas. Esta es la heredad de la tribu de los hijos de Nephtal� por sus familias; estas ciudades con sus aldeas. La s�ptima suerte sali� por la tribu de los hijos de Dan por sus familias. Y fu� el t�rmino de su heredad, Sora, y Estaol, � Ir-semes, Y Saalab�n, y Ail�n, y Jeth-la, Y El�n, y Timnatha, y Ecr�n, Y Eltech�, Gibbeth�n, y Baalath, Y Jehud, y Bene-ber�c, y Gath-rimm�n, Y Mejarc�n, y Racc�n, con el t�rmino que est� delante de Joppa. Y falt�les t�rmino � los hijos de Dan; y subieron los hijos de Dan y combatieron � Lesem, y tom�ndola meti�ronla � filo de espada, y la poseyeron, y habitaron en ella; y llamaron � Lesem, Dan, del nombre de Dan su padre. Esta es la heredad de la tribu de los hijos de Dan conforme � sus familias; estas ciudades con sus aldeas. Y despu�s que acabaron de repartir la tierra en heredad por sus t�rminos, dieron los hijos de Israel heredad � Josu� hijo de Nun en medio de ellos: Seg�n la palabra de Jehov�, le dieron la ciudad que �l pidi�, Timnath-sera, en el monte de Ephraim; y �l reedific� la ciudad, y habit� en ella. Estas son las heredades que Eleazar sacerdote, y Josu� hijo de Nun, y los principales de los padres, entregaron por suerte en posesi�n � las tribus de los hijos de Israel en Silo delante de Jehov�, � la entrada del tabern�culo del testimonio; y acabaron de repartir la tierra. Josu� 20Y HABLO Jehov� � Josu�, diciendo: Habla � los hijos de Israel, diciendo: Se�alaos las ciudades de refugio, de las cuales yo os habl� por Mois�s; Para que se acoja all� el homicida que matare � alguno por yerro y no � sabiendas; que os sean por acogimiento del cercano del muerto. Y el que se acogiere � alguna de aquellas ciudades, presentar�se � la puerta de la ciudad, y dir� sus causas, oy�ndolo los ancianos de aquella ciudad: y ellos le recibir�n consigo dentro de la ciudad, y le dar�n lugar que habite con ellos. Y cuando el cercano del muerto le siguiere, no entregar�n en su mano al homicida, por cuanto hiri� � su pr�jimo por yerro, ni tuvo con �l antes enemistad. Y quedar� en aquella ciudad hasta que parezca en juicio delante del ayuntamiento, hasta la muerte del gran sacerdote que fuere en aquel tiempo: entonces el homicida tornar� y vendr� � su ciudad y � su casa y � la ciudad de donde huy�. Entonces se�alaron � Cedes en Galilea, en el monte de Nephtal�, y � Sich�m en el monte de Ephraim, y � Ch�riath-arba, que es Hebr�n, en el monte de Jud�. Y de la otra parte del Jord�n de Jeric�, al oriente, se�alaron � Beser en el desierto, en la llanura de la tribu de Rub�n, y � Ramoth en Galaad de la tribu de Gad, y � Gaul�n en Bas�n de la tribu de Manas�s. Estas fueron las ciudades se�aladas para todos los hijos de Israel, y para el extranjero que morase entre ellos, para que se acogiese � ellas cualquiera que hiriese hombre por yerro, y no muriese por mano del cercano del muerto, hasta que compareciese delante del ayuntamiento. Josu� 21Y LOS principales de los padres de los Levitas vinieron � Eleazar sacerdote, y � Josu� hijo de Nun, y � los principales de los padres de las tribus de los hijos de Israel; Y habl�ronles en Silo en la tierra de Cana�n, diciendo: Jehov� mand� por Mois�s que nos fuesen dadas villas para habitar, con sus ejidos para nuestras bestias. Entonces los hijos de Israel dieron � los Levitas de sus posesiones, conforme � la palabra de Jehov�, estas villas con sus ejidos. Y sali� la suerte por las familias de los Coathitas; y fueron dadas por suerte � los hijos de Aar�n sacerdote, que eran de los Levitas, por la tribu de Jud�, por la de Sime�n y por la de Benjam�n, trece villas. Y � los otros hijos de Coath se dieron por suerte diez villas de las familias de la tribu de Ephraim, y de la tribu de Dan, y de la media tribu de Manas�s; Y � los hijos de Gers�n, por las familias de la tribu de Issach�r, y de la tribu de Aser, y de la tribu de Nephtal�, y de la media tribu de Manas�s en Bas�n, fueron dadas por suerte trece villas. A los hijos de Merari por sus familias se dieron doce villas por la tribu de Rub�n, y por la tribu de Gad, y por la tribu de Zabul�n. Y as� dieron por suerte los hijos de Israel � los Levitas estas villas con sus ejidos, como Jehov� lo hab�a mandado por Mois�s. Y de la tribu de los hijos de Jud�, y de la tribu de los hijos de Sime�n dieron estas villas que fueron nombradas: Y la primera suerte fu� de los hijos de Aar�n, de la familia de Coath, de los hijos de Lev�; A los cuales dieron Ch�riath-arba, del padre de Anac, la cual es Hebr�n, en el monte de Jud�, con sus ejidos en sus contornos. Mas el campo de aquesta ciudad y sus aldeas dieron � Caleb hijo de Jephone, por su posesi�n. Y � los hijos de Aar�n sacerdote dieron la ciudad de refugio para los homicidas, � Hebr�n con sus ejidos; y � Libna con sus ejidos, Y � Jattir con sus ejidos, y � Estemoa con sus ejidos, A Hel�n con sus ejidos, y � Debir con sus ejidos, A Ain con sus ejidos, � Jutta con sus ejidos, y � Beth-semes con sus ejidos; nueve villas de estas dos tribus: Y de la tribu de Benjam�n, � Gibe�n con sus ejidos, � Geba con sus ejidos, A Anathoth con sus ejidos, � Alm�n con sus ejidos: cuatro villas. Todas las villas de los sacerdotes, hijos de Aar�n, son trece con sus ejidos. Mas las familias de los hijos de Coath, Levitas, los que quedaban de los hijos de Coath, recibieron por suerte villas de la tribu de Ephraim. Y di�ronles � Sich�m, villa de refugio para los homicidas, con sus ejidos, en el monte de Ephraim; y � Geser con sus ejidos. Y � Kibsaim con sus ejidos, y � Beth-oron con sus ejidos: cuatro villas: Y de la tribu de Dan � Eltheco con sus ejidos, � Gibeth�n con sus ejidos, A Ayal�n con sus ejidos, � Gath-rimm�n con sus ejidos: cuatro villas: Y de la media tribu de Manas�s, � Taanach con sus ejidos, y � Gath-rimm�n con sus ejidos: dos villas. Todas las villas para el resto de las familias de los hijos de Coath fueron diez con sus ejidos. A los hijos de Gers�n de las familias de los Levitas, dieron la villa de refugio para los homicidas, de la media tribu de Manas�s: � Gaul�n en Bas�n con sus ejidos, y � Bosra con sus ejidos: dos villas. Y de la tribu de Issach�r, � Cesi�n con sus ejidos, � Dabereth con sus ejidos, A Jarmuth con sus ejidos, y � En-gannim con sus ejidos: cuatro villas: Y de la tribu de Aser, � Miseal con sus ejidos, � Abd�n con sus ejidos, A Helch�th con sus ejidos, y � Rehob con sus ejidos: cuatro villas: Y de la tribu de Nephtal�, la villa de refugio para los homicidas, � Cedes en Galilea con sus ejidos, � Hammoth-dor con sus ejidos, y � Cart�n con sus ejidos: tres villas: Todas las villas de los Gersonitas por sus familias fueron trece villas con sus ejidos. Y � las familias de los hijos de Merari, Levitas que quedaban, di�seles de la tribu de Zabul�n, � Jocneam con sus ejidos, Cartha con sus ejidos, Dimna con sus ejidos, Naalal con sus ejidos: cuatro villas: Y de la tribu de Rub�n, � Beser con sus ejidos, � Jasa con sus ejidos, A Cedemoth con sus ejidos, y Mephaat con sus ejidos: cuatro villas: De la tribu de Gad, la villa de refugio para los homicidas, Ramoth en Galaad con sus ejidos, y Mahanaim con sus ejidos, Hesb�n con sus ejidos, y Jacer con sus ejidos: cuatro villas. Todas las villas de los hijos de Merari por sus familias, que restaban de las familias de los Levitas, fueron por sus suertes doce villas. Y todas la villas de los Levitas en medio de la posesi�n de los hijos de Israel, fueron cuarenta y ocho villas con sus ejidos. Y estas ciudades estaban apartadas la una de la otra cada cual con sus ejidos alrededor de ellas: lo cual fu� en todas estas ciudades. As� di� Jehov� � Israel toda la tierra que hab�a jurado dar � sus padres; y posey�ronla, y habitaron en ella. Y Jehov� les di� reposo alrededor, conforme � todo lo que hab�a jurado � sus padres: y ninguno de todos los enemigos les par� delante, sino que Jehov� entreg� en sus manos � todos sus enemigos. No falt� palabra de todas la buenas que habl� Jehov� � la casa de Israel; todo se cumpli�. Josu� 22ENTONCES Josu� llam� � los Rubenitas y � los Gaditas, y � la media tribu de Manas�s, Y d�joles: Vosotros hab�is guardado todo lo que Mois�s siervo de Jehov� os mand�, y hab�is obedecido � mi voz en todo lo que os he mandado. No hab�is dejado � vuestros hermanos en estos muchos d�as hasta hoy, antes hab�is guardado la observancia de los mandamientos de Jehov� vuestro Dios. Ahora pues que Jehov� vuestro Dios ha dado reposo � vuestros hermanos, como se lo hab�a prometido, volved, y tornad � vuestras tiendas, � la tierra de vuestras posesiones, que Mois�s siervo de Jehov� os di� de la otra parte del Jord�n. Solamente que con diligencia cuid�is de poner por obra el mandamiento y la ley, que Mois�s siervo de Jehov� os intim�: que am�is � Jehov� vuestro Dios, y and�is en todos sus caminos; que guard�is sus mandamientos, y os allegu�is � �l, y le sirv�is de todo vuestro coraz�n y de toda vuestra alma. Y bendici�ndolos Josu�, los envi�: y fu�ronse � sus tiendas. Tambi�n � la media tribu de Manas�s hab�a dado Mois�s posesi�n en Bas�n; mas � la otra media di� Josu� heredad entre sus hermanos de estotra parte del Jord�n al occidente: y tambi�n � �stos envi� Josu� � sus tiendas, despu�s de haberlos bendecido. Y habl�les, diciendo: Volveos � vuestras tiendas con grandes riquezas, y con grande copia de ganado, con plata, y con oro, y metal, y muchos vestidos: partid con vuestros hermanos el despojo de vuestros enemigos. Y los hijos de Rub�n y los hijos de Gad, y la media tribu de Manas�s, se tornaron, y parti�ronse de los hijos de Israel, de Silo, que est� en la tierra de Cana�n, para ir � la tierra de Galaad, � la tierra de sus posesiones, de la cual eran poseedores, seg�n palabra de Jehov� por mano de Mois�s. Y llegando � los t�rminos del Jord�n, que est� en la tierra de Cana�n, los hijos de Rub�n y los hijos de Gad, y la media tribu de Manas�s, edificaron all� un altar junto al Jord�n, un altar de grande apariencia. Y los hijos de Israel oyeron decir como los hijos de Rub�n y los hijos de Gad, y la media tribu de Manas�s, hab�an edificado un altar delante de la tierra de Cana�n, en los t�rminos del Jord�n, al paso de los hijos de Israel: Lo cual como los hijos de Israel oyeron, junt�se toda la congregaci�n de los hijos de Israel en Silo, para subir � pelear contra ellos. Y enviaron los hijos de Israel � los hijos de Rub�n y � los hijos de Gad y � la media tribu de Manas�s en la tierra de Galaad, � Phinees hijo de Eleazar sacerdote, Y � diez pr�ncipes con �l; un pr�ncipe de cada casa paterna de todas las tribus de Israel, cada uno de los cuales era cabeza de familia de sus padres en la multitud de Israel. Los cuales vinieron � los hijos de Rub�n y � los hijos de Gad, y � la media tribu de Manas�s, en la tierra de Galaad; y habl�ronles, diciendo: Toda la congregaci�n de Jehov� dice as�: �Qu� transgresi�n es �sta con que prevaric�is contra el Dios de Israel, volvi�ndoos hoy de seguir � Jehov�, edific�ndoos altar para ser hoy rebeldes contra Jehov�? �Nos ha sido poco la maldad de Peor, de la que no estamos a�n limpios hasta este d�a, por la cual fu� la mortandad en la congregaci�n de Jehov�? Y vosotros os volv�is hoy de seguir � Jehov�; mas ser� que vosotros os rebelar�is hoy contra Jehov�, y ma�ana se airar� �l contra toda la congregaci�n de Israel. Que si os parece que la tierra de vuestra posesi�n es inmunda, pasaos � la tierra de la posesi�n de Jehov�, en la cual est� el tabern�culo de Jehov�, y tomad posesi�n entre nosotros; pero no os rebel�is contra Jehov�, ni os rebel�is contra nosotros, edific�ndoos altar � m�s del altar de Jehov� nuestro Dios. �No cometi� Ach�n, hijo de Zera, prevaricaci�n en el anatema, y vino ira sobre toda la congregaci�n de Israel? y aquel hombre no pereci� solo en su iniquidad. Entonces los hijos de Rub�n y los hijos de Gad, y la media tribu de Manas�s, respondieron y dijeron � los principales de la multitud de Israel: El Dios de los dioses, Jehov�, el Dios de los dioses, Jehov�, �l sabe, y sabr� Israel: si por rebeli�n � por prevaricaci�n contra Jehov� (no nos salves hoy,) Nos hemos edificado altar para tornarnos de en pos de Jehov�, � para sacrificar holocausto � presente, � para hacer sobre �l sacrificios pac�ficos, el mismo Jehov� nos lo demande. Asimismo, si no lo hicimos por temor de esto, diciendo: Ma�ana vuestros hijos dir�n � nuestros hijos: �Qu� ten�is vosotros con Jehov� el Dios de Israel?; Jehov� ha puesto por t�rmino el Jord�n entre nosotros y vosotros, oh hijos de Rub�n � hijos de Gad; no ten�is vosotros parte en Jehov�: y as� vuestros hijos har�n que nuestros hijos no teman � Jehov�. Por esto dijimos: Hagamos ahora por edificarnos un altar, no para holocausto ni para sacrificio, Sino para que sea un testimonio entre nosotros y vosotros, y entre los que vendr�n despu�s de nosotros, de que podemos hacer el servicio de Jehov� delante de �l con nuestros holocaustos, con nuestros sacrificios, y con nuestros pac�ficos; y no digan ma�ana vuestros hijos � los nuestros: Vosotros no ten�is parte en Jehov�. Nosotros, pues, dijimos: Si aconteciere que tal digan � nosotros, � � nuestras generaciones en lo por venir, entonces responderemos: Mirad el s�mil del altar de Jehov�, el cual hicieron nuestros padres, no para holocaustos � sacrificios, sino para que fuese testimonio entre nosotros y vosotros. Nunca tal acontezca que nos rebelemos contra Jehov�, � que nos apartemos hoy de seguir � Jehov�, edificando altar para holocaustos, para presente, � para sacrificio, � m�s del altar de Jehov� nuestro Dios que est� delante de su tabern�culo. Y oyendo Phinees el sacerdote y los pr�ncipes de la congregaci�n, y las cabezas de la multitud de Israel que con �l estaban, las palabras que hablaron los hijos de Rub�n y los hijos de Gad y los hijos de Manas�s, fueron contentos de ello. Y dijo Phinees hijo del sacerdote Eleazar, � los hijos de Rub�n, � los hijos de Gad, y � los hijos de Manas�s: Hoy hemos entendido que Jehov� est� entre nosotros, pues que no hab�is intentado esta traici�n contra Jehov�. Ahora hab�is librado � los hijos de Israel de la mano de Jehov�. Y Phinees hijo del sacerdote Eleazar, y los pr�ncipes, volvi�ronse de con los hijos de Rub�n, y de con los hijos de Gad, de la tierra de Galaad � la tierra de Cana�n, � los hijos de Israel: � los cuales dieron la respuesta. Y el negocio plugo � los hijos de Israel, y bendijeron � Dios los hijos de Israel; y no hablaron m�s de subir contra ellos en guerra, para destruir la tierra en que habitaban los hijos de Rub�n y los hijos de Gad. Y los hijos de Rub�n y los hijos de Gad pusieron por nombre al altar Ed; porque es testimonio entre nosotros que Jehov� es Dios. Josu� 23Y ACONTECIO, pasados muchos d�as despu�s que Jehov� di� reposo � Israel de todos sus enemigos al contorno, que Josu�, siendo viejo, y entrado en d�as, Llam� � todo Israel, � sus ancianos, � sus pr�ncipes, � sus jueces y � sus oficiales, y d�joles: Yo soy ya viejo y entrado en d�as: Y vosotros hab�is visto todo lo que Jehov� vuestro Dios ha hecho con todas estas gentes en vuestra presencia; porque Jehov� vuestro Dios ha peleado por vosotros. He aqu� os he repartido por suerte, en herencia para vuestras tribus, estas gentes, as� las destru�das como las que quedan, desde el Jord�n hasta la gran mar hacia donde el sol se pone. Y Jehov� vuestro Dios las echar� de delante de vosotros, y las lanzar� de vuestra presencia: y vosotros poseer�is sus tierras, como Jehov� vuestro Dios os ha dicho. Esforzaos pues mucho � guardar y hacer todo lo que est� escrito en el libro de la ley de Mois�s, sin apartaros de ello ni � la diestra ni � la siniestra; Que cuando entrareis � estas gentes que han quedado con vosotros, no hag�is menci�n ni jur�is por el nombre de sus dioses, ni los sirv�is, ni os inclin�is � ellos: Mas � Jehov� vuestro Dios os allegar�is, como hab�is hecho hasta hoy; Pues ha echado Jehov� delante de vosotros grandes y fuertes naciones, y hasta hoy nadie ha podido parar delante de vuestro rostro. Un var�n de vosotros perseguir� � mil: porque Jehov� vuestro Dios pelea por vosotros, como �l os dijo. Por tanto, cuidad mucho por vuestras almas, que am�is � Jehov� vuestro Dios. Porque si os apartareis, y os allegareis � lo que resta de aquestas gentes que han quedado con vosotros, y si concertareis con ellas matrimonios, y entrareis � ellas, y ellas � vosotros; Sabed que Jehov� vuestro Dios no echar� m�s estas gentes delante de vosotros; antes os ser�n por lazo, y por tropiezo, y por azote para vuestros costados, y por espinas para vuestros ojos, hasta tanto que perezc�is de aquesta buena tierra que Jehov� vuestro Dios os ha dado. Y he aqu� que yo estoy para entrar hoy por el camino de toda la tierra: reconoced, pues, con todo vuestro coraz�n y con toda vuestra alma, que no se ha perdido una palabra de todas la buenas palabras que Jehov� vuestro Dios hab�a dicho de vosotros: todas os han venido, no se ha perdido de ellas ni una. Mas ser�, que como ha venido sobre vosotros toda palabra buena que Jehov� vuestro Dios os hab�a dicho, as� tambi�n traer� Jehov� sobre vosotros toda palabra mala, hasta destruiros de sobre la buena tierra que Jehov� vuestro Dios os ha dado; Cuando traspasareis el pacto de Jehov� vuestro Dios que �l os ha mandado, yendo y honrando dioses ajenos, � inclin�ndoos � ellos. Y el furor de Jehov� se inflamar� contra vosotros, y luego perecer�is de aquesta buena tierra que �l os ha dado. Josu� 24Y JUNTANDO Josu� todas las tribus de Israel en Sich�m, llam� � los ancianos de Israel, y � sus pr�ncipes, � sus jueces, y � sus oficiales; y present�ronse delante de Dios. Y dijo Josu� � todo el pueblo: As� dice Jehov�, Dios de Israel: Vuestros padres habitaron antiguamente de esotra parte del r�o, es � saber, Thar�, padre de Abraham y de Nach�r; y serv�an � dioses extra�os. Y yo tom� � vuestro padre Abraham de la otra parte del r�o, y tr�jelo por toda la tierra de Cana�n, y aument� su generaci�n, y d�le � Isaac. Y � Isaac d� � Jacob y � Esa�: y � Esa� d� el monte de Seir, que lo poseyese: mas Jacob y sus hijos descendieron � Egipto. Y yo envi� � Mois�s y � Aar�n, y her� � Egipto, al modo que lo hice en medio de �l, y despu�s os saqu�. Y saqu� � vuestros padres de Egipto: y como llegaron � la mar, los Egipcios siguieron � vuestros padres hasta el mar Bermejo con carros y caballer�a. Y como ellos clamasen � Jehov�, �l puso oscuridad entre vosotros y los Egipcios, � hizo venir sobre ellos la mar, la cual los cubri�: y vuestros ojos vieron lo que hice en Egipto. Despu�s estuvisteis muchos d�as en el desierto. Y os introduje en la tierra de los Amorrheos, que habitaban de la otra parte del Jord�n, los cuales pelearon contra vosotros; mas yo los entregu� en vuestras manos, y pose�steis su tierra, y los destru� de delante de vosotros. Y levant�se despu�s Balac hijo de Sephor, rey de los Moabitas, y pele� contra Israel; y envi� � llamar � Balaam hijo de Beor, para que os maldijese. Mas yo no quise escuchar � Balaam, antes os bendijo repetidamente, y os libr� de sus manos. Y pasado el Jord�n, vinisteis � Jeric�; y los moradores de Jeric� pelearon contra vosotros: los Amorrheos, Pherezeos, Cananeos, Hetheos, Gergeseos, Heveos, y Jebuseos: y yo los entregu� en vuestras manos. Y envi� t�banos delante de vosotros, los cuales los echaron de delante de vosotros, � saber, � los dos reyes de los Amorrheos; no con tu espada, ni con tu arco. Y os d� la tierra por la cual nada trabajasteis, y las ciudades que no edificasteis, en las cuales mor�is; y de las vi�as y olivares que no plantasteis, com�is. Ahora pues, temed � Jehov�, y servidle con integridad y en verdad; y quitad de en medio los dioses � los cuales sirvieron vuestros padres de esotra parte del r�o, y en Egipto; y servid � Jehov�. Y si mal os parece servir � Jehov�, escogeos hoy � qui�n sirv�is; si � los dioses � quienes siervieron vuestros padres, cuando estuvieron de esotra parte del r�o, � � los dioses de los Amorrheos en cuya tierra habit�is: que yo y mi casa serviremos � Jehov�. Entonces el pueblo repondi�, y dijo: Nunca tal acontezca, que dejemos � Jehov� por servir � otros dioses: Porque Jehov� nuestro Dios es el que nos sac� � nosotros y � nuestros padres de la tierra de Egipto, de la casa de sevidumbre; el cual delante de nuestros ojos ha hecho estas grandes se�ales, y nos ha guardado por todo el camino por donde hemos andado, y en todos los pueblos por entre los cuales pasamos. Y Jehov� ech� de delante de nosotros � todos los pueblos, y al Amorrheo que habitaba en la tierra: nosotros, pues, tambi�n serviremos � Jehov�, porque �l es nuestro Dios. Entonces Josu� dijo al pueblo: No podr�is servir � Jehov�, porque �l es Dios santo, y Dios celoso; no sufrir� vuestras rebeliones y vuestros pecados. Si dejareis � Jehov� y sirviereis � dioses ajenos, se volver�, y os maltratar�, y os consumir�, despu�s que os ha hecho bien. El pueblo entonces dijo � Josu�: No, antes � Jehov� serviremos. Y Josu� respondi� al pueblo: Vosotros sois testigos contra vosotros mismos, de que os hab�is elegido � Jehov� para servirle. Y ellos respondieron: Testigos somos. Quitad, pues, ahora los dioses ajenos que est�n entre vosotros, � inclinad vuestro coraz�n � Jehov� Dios de Israel. Y el pueblo respondi� � Josu�: A Jehov� nuestro Dios serviremos, y � su voz obedeceremos. Entonces Josu� hizo alianza con el pueblo el mismo d�a, y p�sole ordenanzas y leyes en Sich�m. Y escribi� Josu� estas palabras en el libro de la ley de Dios; y tomando una grande piedra, levant�la all� debajo de un alcornoque que estaba junto al santuario de Jehov�. Y dijo Josu� � todo el pueblo: He aqu� esta piedra ser� entre nosotros por testigo, la cual ha o�do todas las palabras de Jehov� que �l ha hablado con nosotros: ser�, pues, testigo contra vosotros, porque no mint�is contra vuestro Dios. Y envi� Josu� al pueblo, cada uno � su heredad. Y despu�s de estas cosas muri� Josu�, hijo de Nun, siervo de Jehov� siendo de ciento y diez a�os. Y enterr�ronlo en el t�rmino de su posesi�n en Timnath-sera, que est� en el monte de Ephraim, al norte del monte de Gaas. Y sirvi� Israel � Jehov� todo el tiempo de Josu�, y todo el tiempo de los ancianos que vivieron despu�s de Josu�, y que sab�an todas las obras de Jehov�, que hab�a hecho por Israel. Y enterraron en Sich�m los huesos de Jos� que los hijos de Israel hab�an tra�do de Egipto, en la parte del campo que Jacob compr� de los hijos de Hemor padre de Sich�m, por cien corderas; y fu� en posesi�n � los hijos de Jos�. Tambi�n muri� Eleazar, hijo de Aar�n; al cual enterraron en el collado de Phinees su hijo, que le fu� dado en el monte de Ephraim.
JuecesLA BIBLIA Versión Reina-Valera de 1909 �NDICE [1 | 2 | 3 | 4 | 5 | 6 | 7 | 8 | 9 | 10 | 11 | 12 | 13 | 14 | 15 | 16 | 17 | 18 | 19 | 20 | 21 ] Jueces 1Y ACONTECIO despu�s de la muerte de Josu�, que los hijos de Israel consultaron � Jehov�, diciendo: �Qui�n subir� por nosotros el primero � pelear contra los Cananeos? Y Jehov� respondi�: Jud� subir�; he aqu� que yo he entregado la tierra en sus manos. Y Jud� dijo � Sime�n su hermano: Sube conmigo � mi suerte, y peleemos contra el Cananeo, y yo tambi�n ir� contigo � tu suerte. Y Sime�n fu� con �l. Y subi� Jud�, y Jehov� entreg� en sus manos al Cananeo y al Pherezeo; y de ellos hirieron en Bezec diez mil hombres. Y hallaron � Adoni-bezec en Bezec, y pelearon contra �l: � hirieron al Cananeo y al Pherezeo. Mas Adoni-bezec huy�; y sigui�ronle, y prendi�ronle, y cort�ronle los pulgares de las manos y de los pies. Entonces dijo Adoni-bezec: Setenta reyes, cortados los pulgares de sus manos y de sus pies, cog�an las migajas debajo de mi mesa: como yo hice, as� me ha pagado Dios. Y meti�ronle en Jerusalem, donde muri�. Y hab�an combatido los hijos de Jud� � Jerusalem, y la hab�an tomado, y metido � cuchillo, y puesto � fuego la ciudad. Despu�s los hijos de Jud� descendieron para pelear contra el Cananeo que habitaba en las monta�as, y al mediod�a, y en los llanos. Y parti� Jud� contra el Cananeo que habitaba en Hebr�n, la cual se llamaba antes Ch�riath-arba; � hirieron � Sesai, y � Ahiman, y � Talmai. Y de all� fu� � los que habitaban en Debir, que antes se llamaba Ch�riath-sepher. Y dijo Caleb: El que hiriere � Ch�riath-sepher, y la tomare, yo le dar� � Axa mi hija por mujer. Y tom�la Othoniel hijo de Cenez, hermano menor de Caleb: y �l le di� � Axa su hija por mujer. Y cuando la llevaban, persuadi�le que pidiese � su padre un campo. Y ella se ape� del asno, y Caleb le dijo: �Qu� tienes? Ella entonces le respondi�: Dame una bendici�n: que pues me has dado tierra de secadal, me des tambi�n fuentes de aguas. Entonces Caleb le di� las fuentes de arriba y las fuentes de abajo. Y los hijos de Cineo, suegro de Mois�s, subieron de la ciudad de las palmas con los hijos de Jud� al desierto de Jud�, que est� al mediod�a de Arad: y fueron y habitaron con el pueblo. Y fu� Jud� � su hermano Sime�n, � hirieron al Cananeo que habitaba en Sephath, y asol�ronla: y pusieron por nombre � la ciudad, Horma. Tom� tambi�n Jud� � Gaza con su t�rmino, y � Ascal�n con su t�rmino, y � Ecr�n con su t�rmino. Y fu� Jehov� con Jud�, y ech� � los de las monta�as; mas no pudo echar � los que habitaban en los llanos, los cuales ten�an carros herrados. Y dieron Hebr�n � Caleb, como Mois�s hab�a dicho: y �l ech� de all� tres hijos de Anac. Mas al Jebuseo que habitaba en Jerusalem, no echaron los hijos de Benjam�n, y as� el Jebuseo habit� con los hijos de Benjam�n en Jerusalem hasta hoy. Tambi�n los de la casa de Jos� subieron � Beth-el; y fu� Jehov� con ellos. Y los de la casa de Jos� pusieron esp�as en Beth-el, la cual ciudad antes se llamaba Luz. Y los que espiaban vieron un hombre que sal�a de la ciudad, y dij�ronle: Mu�stranos ahora la entrada de la ciudad, y haremos contigo misericordia. Y �l les mostr� la entrada � la ciudad, � hiri�ronla � filo de espada; mas dejaron � aquel hombre con toda su familia. Y fuese el hombre � la tierra de los Hetheos, y edific� una ciudad, � la cual llam� Luz: y este es su nombre hasta hoy. Tampoco Manas�s ech� � los de Beth-sean, ni � los de sus aldeas, ni � los de Taanach y sus aldeas, ni � los de Dor y sus aldeas, ni � los habitantes de Ibleam y sus aldeas, ni � los que habitaban en Megiddo y en sus aldeas: mas el Cananeo quiso habitar en esta tierra. Empero cuando Israel tom� fuerzas hizo al Cananeo tributario, mas no lo ech�. Tampoco Ephraim ech� al Cananeo que habitaba en Gezer; antes habit� el Cananeo en medio de ellos en Gezer. Tampoco Zabul�n ech� � los que habitaban en Ch�tron y � los que habitaban en Naalol; mas el Cananeo habit� en medio de �l, y le fueron tributarios. Tampoco Aser ech� � los que habitaban en Ach�, y � los que habitaban en Sid�n, y en Ahlab, y en Achzib, y en Helba, y en Aphec, y en Rehod: Antes mor� Aser entre los Cananeos que habitaban en la tierra; pues no los ech�. Tampoco Nephtal� ech� � los que habitaban en Beth-semes, y � los que habitaban en Beth-anath, sino que mor� entre los Cananeos que habitaban en la tierra; mas fu�ronle tributarios los moradores de Beth-semes, y los moradores de Beth-anath. Los Amorrheos apretaron � los hijos de Dan hasta el monte; que no los dejaron descender � la campi�a. Y quiso el Amorrheo habitar en el monte de Heres, en Ajal�n y en Saalb�n; mas como la mano de la casa de Jos� tom� fuerzas, hici�ronlos tributarios. Y el t�rmino del Amorrheo fu� desde la subida de Acrabim, desde la piedra, y arriba. Jueces 2Y El �ngel de Jehov� subi� de Gilgal � Boch�m, y dijo: Yo os saqu� de Egipto, y os introduje en la tierra de la cual hab�a jurado � vuestros padres; y dije: No invalidar� jam�s mi pacto con vosotros; Con tal que vosotros no hag�is alianza con los moradores de aquesta tierra, cuyos altares hab�is de derribar: mas vosotros no hab�is atendido � mi voz: �por qu� hab�is hecho esto? Por tanto yo tambi�n dije: No los echar� de delante de vosotros, sino que os ser�n por azote para vuestros costados, y sus dioses por tropiezo. Y como el �ngel de Jehov� habl� estas palabras � todos los hijos de Israel, el pueblo llor� en alta voz. Y llamaron por nombre aquel lugar Boch�m: y sacrificaron all� � Jehov�. Porque ya Josu� hab�a despedido al pueblo, y los hijos de Israel se hab�an ido cada uno � su heredad para poseerla. Y el pueblo hab�a servido � Jehov� todo el tiempo de Josu�, y todo el tiempo de los ancianos que vivieron largos d�as despu�s de Josu�, los cuales hab�an visto todas las grandes obras de Jehov�, que el hab�a hecho por Israel. Y muri� Josu� hijo de Nun, siervo de Jehov�, siendo de ciento y diez a�os. Y enterr�ronlo en el t�rmino de su heredad en Timnath-sera, en el monte de Ephraim, el norte del monte de Gaas. Y toda aquella generaci�n fu� tambi�n recogida con sus padres. Y levant�se despu�s de ellos otra generaci�n, que no conoc�an � Jehov�, ni la obra que �l hab�a hecho por Israel. Y los hijos de Israel hicieron lo malo en ojos de Jehov�, y sirvieron � los Baales: Y dejaron � Jehov� el Dios de sus padres, que los hab�a sacado de la tierra de Egipto, y fu�ronse tras otros dioses, los dioses de los pueblos que estaban en sus alrededores, � los cuales adoraron; y provocaron � ira � Jehov�. Y dejaron � Jehov�, y adoraron � Baal y � Astaroth. Y el furor de Jehov� se encendi� contra Israel, el cual los entreg� en manos de robadores que los despojaron, y los vendi� en manos de sus enemigos de alrededor: y no pudieron parar m�s delante de sus enemigos. Por donde quiera que sal�an, la mano de Jehov� era contra ellos para mal, como Jehov� hab�a dicho, y como Jehov� se lo hab�a jurado; as� los afligi� en gran manera. Mas Jehov� suscit� jueces que los librasen de mano de los que los despojaban. Y tampoco oyeron � sus jueces, sino que fornicaron tras dioses ajenos, � los cuales adoraron: apart�ronse bien presto del camino en que anduvieron sus padres obedeciendo � los mandamientos de Jehov�; mas ellos no hicieron as�. Y cuando Jehov� les suscitaba jueces, Jehov� era con el juez, y libr�balos de mano de los enemigos todo el tiempo de aquel juez: porque Jehov� se arrepent�a por sus gemidos � causa de los que los oprim�an y aflig�an. Mas en muriendo el juez, ellos se tornaban, y se corromp�an m�s que sus padres, siguiendo dioses ajenos para servirles, � inclin�ndose delante de ellos; y nada disminu�an de sus obras, ni de su duro camino. Y la ira de Jehov� se encendi� contra Israel, y dijo: Pues que esta gente traspasa mi pacto que orden� � sus padres, y no obedecen mi voz, Tampoco yo echar� m�s de delante de ellos � ninguna de aquestas gentes que dej� Josu� cuando muri�; Para que por ellas probara yo � Israel, si guardar�an ellos el camino de Jehov� andando por �l, como sus padres lo guardaron, � no. Por esto dej� Jehov� aquellas gentes, y no las desarraig� luego, ni las entreg� en mano de Josu�. Jueces 3ESTAS, pues, son las gentes que dej� Jehov� para probar con ellas � Israel, � todos aquellos que no hab�an conocido todas las guerras de Cana�n; Para que al menos el linaje de los hijos de Israel conociese, para ense�arlos en la guerra, siquiera fuese � los que antes no la hab�an conocido: Cinco pr�ncipes de los Philisteos, y todos los Cananeos, y los Sidonios, y los Heveos que habitaban en el monte L�bano: desde el monte de Baal-herm�n hasta llegar � Hamath. Estos pues fueron para probar por ellos � Israel, para saber si obedecer�an � los mandamientos de Jehov�, que �l hab�a prescrito � sus padres por mano de Mois�s. As� los hijos de Israel habitaban entre los Cananeos, Hetheos, Amorrheos, Pherezeos, Heveos, y Jebuseos: Y tomaron de sus hijas por mujeres, y dieron sus hijas � los hijos de ellos, y sirvieron � sus dioses. Hicieron, pues, los hijos de Israel lo malo en ojos de Jehov�: y olvidados de Jehov� su Dios, sirvieron � los Baales, y � los �dolos de los bosques. Y la sa�a de Jehov� se encendi� contra Israel, y vendi�los en manos de Chusan-risathaim rey de Mesopotamia; y sirvieron los hijos de Israel � Chusan-risathaim ocho a�os. Y clamaron los hijos de Israel � Jehov�; y Jehov� suscit� salvador � los hijos de Israel y libr�los; es � saber, � Othoniel hijo de Cenez, hermano menor de Caleb. Y el esp�ritu de Jehov� fu� sobre �l, y juzg� � Israel, y sali� � batalla, y Jehov� entreg� en su mano � Chusan-risathaim, rey de Siria, y prevaleci� su mano contra Chusan-risathaim. Y repos� la tierra cuarenta a�os; y muri� Othoniel, hijo de Cenez. Y tornaron los hijos de Israel � hacer lo malo ante los ojos de Jehov�; y Jehov� esforz� � Egl�n rey de Moab contra Israel, por cuanto hab�an hecho lo malo ante los ojos de Jehov�. Y Junt� consigo � los hijos de Amm�n y de Amalec, y fu�, � hiri� � Israel, y tom� la ciudad de las palmas. Y sirvieron los hijos de Israel � Egl�n rey de los Moabitas diez y ocho a�os. Y clamaron los hijos de Israel � Jehov�; y Jehov� les suscit� salvador, � Aod, hijo de Gera, Benjamita, el cual ten�a cerrada la mano derecha. Y los hijos de Israel enviaron con �l un presente � Egl�n rey de Moab. Y Aod se hab�a hecho un pu�al de dos filos, de un codo de largo; y ci��sele debajo de sus vestidos � su lado derecho. Y present� el presente � Egl�n rey de Moab; y era Egl�n hombre muy grueso. Y luego que hubo presentado el don, despidi� � la gente que lo hab�a tra�do. Mas �l se volvi� desde los �dolos que est�n en Gilgal, y dijo: Rey, una palabra secreta tengo que decirte. El entonces dijo: Calla. Y sali�ronse de con �l todos los que delante de �l estaban. Y lleg�se Aod � �l, el cual estaba sentado solo en una sala de verano. Y Aod dijo: Tengo palabra de Dios para ti. El entonces se levant� de la silla. Mas Aod meti� su mano izquierda, y tom� el pu�al de su lado derecho, y meti�selo por el vientre; De tal manera que la empu�adura entr� tambi�n tras la hoja, y la grosura encerr� la hoja, que �l no sac� el pu�al de su vientre: y sali� el esti�rcol. Y saliendo Aod al patio, cerr� tras s� las puertas de la sala. Y salido �l, vinieron sus siervos, los cuales viendo las puertas de la sala cerradas, dijeron: Sin duda �l cubre sus pies en la sala de verano. Y habiendo esperado hasta estar confusos, pues que �l no abr�a las puertas de la sala, tomaron la llave y abrieron: y he aqu� su se�or ca�do en tierra muerto. Mas entre tanto que ellos se detuvieron, Aod se escap�, y pasando los �dolos, salv�se en Seirath. Y como hubo entrado, toc� el cuerno en el monte de Ephraim, y los hijos de Israel descendieron con �l del monte, y �l iba delante de ellos. Entonces �l les dijo: Seguidme, porque Jehov� ha entregado vuestros enemigos los Moabitas en vuestras manos. Y descendieron en pos de �l, y tomaron los vados del Jord�n � Moab, y no dejaron pasar � ninguno. Y en aquel tiempo hirieron de los Moabitas como diez mil hombres, todos valientes y todos hombres de guerra; no escap� hombre. As� qued� Moab sojuzgado aquel d�a bajo la mano de Israel: y repos� la tierra ochenta a�os. Despu�s de �ste fu� Samgar hijo de Anat, el cual hiri� seiscientos hombres de los Filisteos con una aguijada de bueyes; y �l tambi�n salv� � Israel. Jueces 4MAS los hijos de Israel tornaron � hacer lo malo en ojos de Jehov�, despu�s de la muerte de Aod. Y Jehov� los vendi� en mano de Jab�n rey de Cana�n, el cual rein� en Asor: y el capit�n de su ej�rcito se llamaba S�sara, y �l habitaba en Haroseth de las Gentes. Y los hijos de Israel clamaron � Jehov�, porque aqu�l ten�a nuevecientos carros herrados: y hab�a afligido en gran manera � los hijos de Israel por veinte a�os. Y gobernaba en aquel tiempo � Israel una mujer, D�bora, profetisa, mujer de Lapidoth: La cual D�bora habitaba debajo de una palma entre Rama y Beth-el, en el monte de Ephraim: y los hijos de Israel sub�an � ella � juicio. Y ella envi� � llamar � Barac hijo de Abinoam, de Cedes de Nephtal�, y d�jole: �No te ha mandado Jehov� Dios de Israel, diciendo: Ve, y haz gente en el monte de Tabor, y toma contigo diez mil hombres de los hijos de Nephtal�, y de los hijos de Zabul�n: Y yo atraer� � ti al arroyo de Cis�n � S�sara, capit�n del ej�rcito de Jab�n, con sus carros y su ej�rcito, y entregar�lo en tus manos? Y Barac le respondi�: Si t� fueres conmigo, yo ir�: pero si no fueres conmigo, no ir�. Y ella dijo: Ir� contigo; mas no ser� tu honra en el camino que vas; porque en mano de mujer vender� Jehov� � S�sara. Y levant�ndose D�bora fu� con Barac � Cedes. Y junt� Barac � Zabul�n y � Nephtal� en Cedes, y subi� con diez mil hombres � su mando, y D�bora subi� con �l. Y Heber Cineo, de los hijos de Hobab suegro de Mois�s, se hab�a apartado de los Cineos, y puesto su tienda hasta el valle de Zaananim, que est� junto � Cedes. Vinieron pues las nuevas � S�sara como Barac hijo de Abinoam hab�a subido al monte de Tabor. Y reuni� S�sara todos sus carros, nuevecientos carros herrados, con todo el pueblo que con �l estaba, desde Haroseth de las Gentes hasta el arroyo de Cis�n. Entonces D�bora dijo � Barac: Lev�ntate; porque este es el d�a en que Jehov� ha entregado � S�sara en tus manos: �No ha salido Jehov� delante de ti? Y Barac descendi� del monte de Tabor, y diez mil hombres en pos de �l. Y Jehov� desbarat� � S�sara, y � todos sus carros y � todo su ej�rcito, � filo de espada delante de Barac: y S�sara descendi� del carro, y huy� � pie. Mas Barac sigui� los carros y el ej�rcito hasta Haroseth de las Gentes, y todo el ej�rcito de S�sara cay� � filo de espada hasta no quedar ni uno. Y S�sara se acogi� � pie � la tienda de Jael mujer de Heber Cineo; porque hab�a paz entre Jab�n rey de Asor y la casa de Heber Cineo. Y saliendo Jael � recibir � S�sara, d�jole: Ven, se�or m�o, ven � mi, no tengas temor. Y �l vino � ella � la tienda, y ella le cubri� con una manta. Y �l le dijo: Ru�gote me des � beber una poca de agua, que tengo sed. Y ella abri� un odre de leche y di�le de beber, y torn�le � cubrir. Y �l le dijo: Est�te � la puerta de la tienda, y si alguien viniere, y te preguntare, diciendo: �Hay aqu� alguno? T� responder�s que no. Y Jael, mujer de Heber, tom� una estaca de la tienda, y poniendo un mazo en su mano, vino � �l calladamente, y meti�le la estaca por las sienes, y enclav�lo en la tierra, pues �l estaba cargado de sue�o y cansado; y as� muri�. Y siguiendo Barac � S�sara, Jael sali� � recibirlo, y d�jole: Ven, y te mostrar� al var�n que t� buscas. Y �l entr� donde ella estaba, y he aqu� S�sara yac�a muerto con la estaca por la sien. As� abati� Dios aquel d�a � Jab�n, rey de Cana�n, delante de los hijos de Israel. Y la mano de los hijos de Israel comenz� � crecer y � fortificarse contra Jab�n rey de Cana�n, hasta que lo destruyeron. Jueces 5Y AQUEL d�a cant� D�bora, con Barac, hijo de Abinoam, diciendo: Porque ha vengado las injurias de Israel, Porque el pueblo se ha ofrecido de su voluntad, Load � Jehov�. Oid, reyes; estad, oh pr�ncipes, atentos: Yo cantar� � Jehov�, Cantar� salmos � Jehov� Dios de Israel. Cuando saliste de Seir, oh Jehov�, Cuando te apartaste del campo de Edom, La tierra tembl�, y los cielos destilaron, Y las nubes gotearon aguas. Los montes se derritieron delante de Jehov�, Aqueste Sina�, delante de Jehov� Dios de Israel. En los d�as de Samgar hijo de Anath, En los d�as de Jael, cesaron los caminos, Y los que andaban por las sendas apart�banse por torcidos senderos. Las aldeas hab�an cesado en Israel, hab�an deca�do; Hasta que yo D�bora me levant�, Me levant� madre en Israel. En escogiendo nuevos dioses, La guerra estaba � las puertas: �Se ve�a escudo � lanza Entre cuarenta mil en Israel? Mi coraz�n est� por los pr�ncipes de Israel, Los que con buena voluntad se ofrecieron entre el pueblo: Load � Jehov�. Vosotros los que cabalg�is en asnas blancas, Los que presid�s en juicio, Y vosotros los que viaj�is, hablad. Lejos del ruido de los archeros, en los abrevaderos, All� repetir�n las justicias de Jehov�, Las justicias de sus villas en Israel; Entonces bajar� el pueblo de Jehov� � las puertas. Despierta, despierta, D�bora; Despierta, despierta, profiere un c�ntico. Lev�ntate, Barac, y lleva tus cautivos, hijo de Abinoam. Entonces ha hecho que el que qued� del pueblo, se�oree � los magn�ficos: Jehov� me hizo ense�orear sobre los fuertes. De Ephraim sali� su ra�z contra Amalec, Tras ti, Benjam�n, contra tus pueblos; De Mach�r descendieron pr�ncipes, Y de Zabul�n los que sol�an manejar punz�n de escribiente. Pr�ncipes tambi�n de Issach�r fueron con D�bora; Y como Issach�r, tambi�n Barac Se puso � pie en el valle. De las divisiones de Rub�n Hubo grandes impresiones del coraz�n. �Por qu� te quedaste entre las majadas, Para oir los balidos de los reba�os? De las divisiones de Rub�n Grandes fueron las disquisiciones del coraz�n. Galaad se qued� de la otra parte del Jord�n: Y Dan �por qu� se estuvo junto � los nav�os? Mant�vose Aser � la ribera de la mar, Y qued�se en sus puertos. El pueblo de Zabul�n expuso su vida � la muerte, Y Nephtal� en las alturas del campo. Vinieron reyes y pelearon: Entonces pelearon los reyes de Cana�n En Taanac, junto � las aguas de Megiddo, Mas no llevaron ganancia alguna de dinero. De los cielos pelearon: Las estrellas desde sus �rbitas pelearon contra S�sara. Barri�los el torrente de Cis�n, El antiguo torrente, el torrente de Cis�n. Hollaste, oh alma m�a, con fortaleza. Despalm�ronse entonces las u�as de los caballos Por las arremetidas, por los brincos de sus valientes. Maldecid � Meroz, dijo el �ngel de Jehov�: Maldecid severamente � sus moradores, Porque no vinieron en socorro a Jehov�, En socorro � Jehov� contra los fuertes. Bendita sea entre las mujeres Jael, Mujer de Heber Cineo; Sobre las mujeres bendita sea en la tienda. El pidi� agua, y di�le ella leche; En taz�n de nobles le present� manteca. Su mano tendi� � la estaca, Y su diestra al mazo de trabajadores; Y maj� � S�sara, hiri� su cabeza, Llag� y atraves� sus sienes. Cay� encorvado entre sus pies, qued� tendido: Entre sus pies cay� encorvado; Donde se encorv�, all� cay� muerto. La madre de S�sara se asoma � la ventana, Y por entre las celos�as � voces dice: �Por qu� se detiene su carro, que no viene? �Por qu� las ruedas de sus carros se tardan? Las m�s avisadas de sus damas le respond�an; Y aun ella se respond�a � s� misma. �No han hallado despojos, y los est�n repartiendo? A cada uno una moza, � dos: Los despojos de colores para S�sara, Los despojos bordados de colores: La ropa de color bordada de ambos lados, para los cuellos de los que han tomado los despojos. As� perezcan todos tus enemigos, oh Jehov�: Mas los que le aman, sean como el sol cuando nace en su fuerza. Y la tierra repos� cuarenta a�os. Jueces 6MAS los hijos de Israel hicieron lo malo en los ojos de Jehov�; y Jehov� los entreg� en las manos de Madi�n por siete a�os. Y la mano de Madi�n prevaleci� contra Israel. Y los hijos de Israel, por causa de los Madianitas, se hicieron cuevas en los montes, y cavernas, y lugares fuertes. Pues como los de Israel hab�an sembrado, sub�an los Madianitas, y Amalecitas, y los orientales: sub�an contra ellos; Y asentando campo contra ellos destru�an los frutos de la tierra, hasta llegar � Gaza; y no dejaban qu� comer en Israel, ni ovejas, ni bueyes, ni asnos. Porque sub�an ellos y sus ganados, y ven�an con sus tiendas en grande multitud como langosta, que no hab�a n�mero en ellos ni en sus camellos: as� ven�an � la tierra para devastarla. Era pues Israel en gran manera empobrecido por los Madianitas; y los hijos de Israel clamaron � Jehov�. Y cuando los hijos de Israel hubieron clamado � Jehov�, � causa de los Madianitas, Jehov� envi� un var�n profeta � los hijos de Israel, el cual les dijo: As� ha dicho Jehov� Dios de Israel: Yo os hice salir de Egipto, y os saqu� de la casa de servidumbre: Yo os libr� de mano de los Egipcios, y de mano de todos los que os afligieron, � los cuales ech� de delante de vosotros, y os d� su tierra; Y d�jeos: Yo soy Jehov� vuestro Dios; no tem�is � los dioses de los Amorrheos, en cuya tierra habit�is: mas no hab�is obedecido � mi voz. Y vino el �ngel de Jehov�, y sent�se debajo del alcornoque que est� en Ophra, el cual era de Joas Abiezerita; y su hijo Gede�n estaba sacudiendo el trigo en el lagar, para hacerlo esconder de los Madianitas. Y el �ngel de Jehov� se le apareci�, y d�jole: Jehov� es contigo, var�n esforzado. Y Gede�n le respondi�: Ah, Se�or m�o, si Jehov� es con nosotros, �por qu� nos ha sobrevenido todo esto? �Y d�nde est�n todas sus maravillas, que nuestros padres nos han contado, diciendo: �No nos sac� Jehov� de Egipto? Y ahora Jehov� nos ha desamparado, y nos ha entregado en manos de los Madianitas. Y mir�ndole Jehov�, d�jole: Ve con esta tu fortaleza, y salvar�s � Israel de la mano de los Madianitas. �No te env�o yo? Entonces le respondi�: Ah, Se�or m�o, �con qu� tengo de salvar � Israel? He aqu� que mi familia es pobre en Manas�s, y yo el menor en la casa de mi padre. Y Jehov� le dijo: Porque yo ser� contigo, y herir�s � los Madianitas como � un solo hombre. Y �l respondi�: Yo te ruego, que si he hallado gracia delante de ti, me des se�al de que t� has hablado conmigo. Ru�gote que no te vayas de aqu�, hasta que � ti vuelva, y saque mi presente, y lo ponga delante de ti. Y �l respondi�: Yo esperar� hasta que vuelvas. Y entr�ndose Gede�n aderez� un cabrito, y panes sin levadura de un epha de harina; y puso la carne en un canastillo, y el caldo en una olla, y sac�ndolo present�selo debajo de aquel alcornoque. Y el �ngel de Dios le dijo: Toma la carne, y los panes sin levadura, y ponlo sobre esta pe�a, y vierte el caldo. Y �l lo hizo as�. Y extendiendo el �ngel de Jehov� el bord�n que ten�a en su mano, toc� con la punta en la carne y en los panes sin levadura; y subi� fuego de la pe�a, el cual consumi� la carne y los panes sin levadura. Y el �ngel de Jehov� desapareci� de delante de �l. Y viendo Gede�n que era el �ngel de Jehov�, dijo: Ah, Se�or Jehov�, que he visto el �ngel de Jehov� cara � cara. Y Jehov� le dijo: Paz � ti; no tengas temor, no morir�s. Y edific� all� Gede�n altar � Jehov�, al que llam� Jehov�-salom: est� hasta hoy en Ophra de los Abiezeritas. Y aconteci� que la misma noche le dijo Jehov�: Toma un toro del hato de tu padre, y otro toro de siete a�os, y derriba el altar de Baal que tu padre tiene, y corta tambi�n el bosque que est� junto � �l: Y edifica altar � Jehov� tu Dios en la cumbre de este pe�asco en lugar conveniente; y tomando el segundo toro, sacrif�calo en holocausto sobre la le�a del bosque que habr�s cortado. Entonces Gede�n tom� diez hombres de sus siervos, � hizo como Jehov� le dijo. Mas temiendo hacerlo de d�a, por la familia de su padre y por los hombres de la ciudad, h�zolo de noche. Y � la ma�ana, cuando los de la ciudad se levantaron, he aqu� que el altar de Baal estaba derribado, y cortado el bosque que junto � �l estaba, y sacrificado aquel segundo toro en holocausto sobre el altar edificado. Y dec�anse unos � otros: �Qui�n ha hecho esto? Y buscando � inquiriendo, dij�ronles: Gede�n hijo de Joas lo ha hecho. Entonces los hombres de la ciudad dijeron � Joas: Saca fuera tu hijo para que muera, por cuanto ha derribado el altar de Baal y ha cortado el bosque que junto � �l estaba. Y Joas respondi� � todos los que estaban junto � �l: �Tomar�is vosotros la demanda por Baal? �le salvar�is vosotros? Cualquiera que tomare la demanda por �l, que muera ma�ana. Si es Dios, contienda por s� mismo con el que derrib� su altar. Y aquel d�a llam� �l � Gede�n Jerobaal; porque dijo: Pleitee Baal contra el que derrib� su altar. Y todos los Madianitas, y Amalecitas, y orientales, se juntaron � una, y pasando asentaron campo en el valle de Jezreel. Y el esp�ritu de Jehov� se envisti� en Gede�n, y como �ste hubo tocado el cuerno, Abiezer se junt� con �l. Y envi� mensajeros por todo Manas�s, el cual tambi�n se junt� con �l: asimismo envi� mensajeros � Aser, y � Zabul�n, y � Nephtal�, los cuales salieron � encontrarles. Y Gede�n dijo � Dios: Si has de salvar � Israel por mi mano, como has dicho, He aqu� que yo pondr� un vell�n de lana en la era; y si el roc�o estuviere en el vell�n solamente, quedando seca toda la otra tierra, entonces entender� que has de salvar � Israel por mi mano, como lo has dicho. Y aconteci� as�: porque como se levant� de ma�ana, exprimiendo el vell�n sac� de �l el roc�o, un vaso lleno de agua. Mas Gede�n dijo � Dios: No se encienda tu ira contra m�, si aun hablare esta vez: solamente probar� ahora otra vez con el vell�n. Ru�gote que la sequedad sea s�lo en el vell�n, y el roc�o sobre la tierra. Y aquella noche lo hizo Dios as�: porque la sequedad fu� s�lo en el vell�n, y en toda la tierra estuvo el roc�o. Jueces 7LEVANTANDOSE pues de ma�ana Jerobaal, el cual es Gede�n, y todo el pueblo que estaba con �l, asentaron el campo junto � la fuente de Harod: y ten�a el campo de los Madianitas al norte, de la otra parte del collado de More, en el valle. Y Jehov� dijo � Gede�n: El pueblo que est� contigo es mucho para que yo d� � los Madianitas en su mano: porque no se alabe Israel contra m�, diciendo: Mi mano me ha salvado. Haz pues ahora pregonar, que lo oiga el pueblo, diciendo: El que teme y se estremece, madrugue y vu�lvase desde el monte de Galaad. Y volvi�ronse de los del pueblo veintid�s mil: y quedaron diez mil. Y Jehov� dijo � Gede�n: Aun es mucho el pueblo; ll�valos � las aguas, y all� yo te los probar�; y del que yo te dijere: Vaya este contigo, vaya contigo: mas de cualquiera que yo te dijere: Este no vaya contigo, el tal no vaya. Entonces llev� el pueblo � las aguas: y Jehov� dijo � Gede�n: Cualquiera que lamiere las aguas con su lengua como lame el perro, aqu�l pondr�s aparte; asimismo cualquiera que se doblare sobre sus rodillas para beber. Y fu� el n�mero de los que lamieron las aguas, lleg�ndola con la mano � la boca, trescientos hombres: y todo el resto del pueblo se dobl� sobre sus rodillas para beber las aguas. Entonces Jehov� dijo � Gede�n: Con estos trescientos hombres que lamieron el agua os salvar�, y entregar� � los Madianitas en tus manos: y v�yase toda la gente cada uno � su lugar. Y tomada provisi�n para el pueblo en sus manos, y sus bocinas, envi� � todos los Israelitas cada uno � su tienda, y retuvo � aquellos trescientos hombres: y ten�a el campo de Madi�n abajo en el valle. Y aconteci� que aquella noche Jehov� le dijo: Lev�ntate, y desciende al campo; porque yo lo he entregado en tus manos. Y si tienes temor de descender, baja t� con Phara tu criado al campo, Y oir�s lo que hablan; y entonces tus manos se esforzar�n, y descender�s al campo. Y �l descendi� con Phara su criado al principio de la gente de armas que estaba en el campo. Y Madi�n, y Amalec, y todos los orientales, estaban tendidos en el valle como langostas en muchedumbre, y sus camellos eran innumerables, como la arena que est� � la ribera de la mar en multitud. Y luego que lleg� Gede�n, he aqu� que un hombre estaba contando � su compa�ero un sue�o, diciendo: He aqu� yo so�� un sue�o: que ve�a un pan de cebada que rodaba hasta el campo de Madi�n, y llegaba � las tiendas, y las her�a de tal manera que ca�an, y las trastornaba de arriba abajo, y las tiendas ca�an. Y su compa�ero respondi�, y dijo: Esto no es otra cosa sino la espada de Gede�n hijo de Joas, var�n de Israel: Dios ha entregado en sus manos � los Madianitas con todo el campo. Y como Gede�n oy� la historia del sue�o y su interpretaci�n, ador�; y vuelto al campo de Israel, dijo: Levantaos, que Jehov� ha entregado el campo de Madi�n en vuestras manos. Y repartiendo los trescientos hombres en tres escuadrones, di� � cada uno de ellos bocinas en sus manos, y c�ntaros vac�os con teas ardiendo dentro de los c�ntaros. Y d�joles: Miradme � m�, y haced como yo hiciere; he aqu� que cuando yo llegare al principio del campo, como yo hiciere, as� har�is vosotros. Yo tocar� la bocina y todos los que estar�n conmigo; y vosotros tocar�is entonces las bocinas alrededor de todo el campo, y dir�is: �Por Jehov� y Gede�n! Lleg� pues Gede�n, y los cien hombres que llevaba consigo, al principio del campo, � la entrada de la vela del medio, cuando acababan de renovar las centinelas; y tocaron las bocinas, y quebraron los c�ntaros que llevaban en sus manos: Y los tres escuadrones tocaron las bocinas, y quebrando los c�ntaros tomaron en las manos izquierdas las teas, y en las derechas los cuernos con que ta�ian, y dieron grita: �La espada de Jehov� y de Gede�n! Y estuvi�ronse en sus lugares en derredor del campo: y todo el campo fu� alborotado, y huyeron gritando. Mas los trescientos tocaban las bocinas: y Jehov� puso la espada de cada uno contra su compa�ero en todo el campo. Y el ej�rcito huy� hasta Beth-sitta, hacia Cerera, y hasta el t�rmino de Abel-mehola en Tabbat. Y junt�ndose los de Israel, de Nephtal�, y de Aser, y de todo Manas�s, siguieron � los Madianitas. Gede�n tambi�n envi� mensajeros � todo el monte de Ephraim, diciendo: Descended al encuentro de los Madianitas, y tomadles las aguas hasta Beth-bara y el Jord�n. Y juntos todos los hombres de Ephraim, tomaron las aguas de Beth-bara y el Jord�n. Y tomaron dos pr�ncipes de los Madianitas, Oreb y Zeeb: y mataron � Oreb en la pe�a de Oreb, y � Zeeb lo mataron en el lagar de Zeeb: y despu�s que siguieron � los Madianitas, trajeron las cabezas de Oreb y de Zeeb � Gede�n de la otra parte del Jord�n. Jueces 8Y LOS de Ephraim le dijeron: �Qu� es esto que has hecho con nosotros, no llam�ndonos cuando ibas � la guerra contra Madi�n? Y reconvini�ronlo fuertemente. A los cuales �l respondi�: �Qu� he hecho yo ahora como vosotros? �No es el rebusco de Ephraim mejor que la vendimia de Abiezer? Dios ha entregado en vuestras manos � Oreb y � Zeeb, pr�ncipes de Madi�n: �y qu� pude yo hacer como vosotros? Entonces el enojo de ellos contra �l se aplac�, luego que �l habl� esta palabra. Y vino Gede�n al Jord�n para pasar, �l y los trescientos hombres que tra�a consigo, cansados del alcance. Y dijo � los de Succoth: Yo os ruego que deis � la gente que me sigue algunos bocados de pan; porque est�n cansados, y yo persigo � Zeba y � Zalmunna, reyes de Madi�n. Y los principales de Succoth respondieron: �Est� ya la mano de Zeba y Zalmunna en tu mano, para que hayamos nosotros de dar pan � tu ej�rcito? Y Gede�n dijo: Pues cuando Jehov� hubiere entregado en mi mano � Zeba y � Zalmunna, yo trillar� vuestra carne con espinas y abrojos del desierto. Y de all� subi� � Penuel, y habl�les las mismas palabras. Y los de Penuel le respondieron como hab�an respondido los de Succoth. Y �l habl� tambi�n � los de Penuel, diciendo: Cuando yo tornare en paz, derribar� esta torre. Y Zeba y Zalmunna estaban en Carcor, y con ellos su ej�rcito de como quince mil hombres, todos los que hab�an quedado de todo el campo de los orientales: y los muertos hab�an sido ciento veinte mil hombres que sacaban espada. Y subiendo Gede�n hacia los que habitaban en tiendas, � la parte oriental de Noba y de Jogbea, hiri� el campo, porque estaba el ej�rcito sin recelo. Y huyendo Zeba y Zalmunna, �l los sigui�; y tomados los dos reyes de Madi�n, Zeba y Zalmunna, espant� � todo el ej�rcito. Y Gede�n hijo de Joas volvi� de la batalla antes que el sol subiese; Y tom� un mozo de los de Succoth, y pregunt�ndole, �l le di� por escrito los principales de Succoth y sus ancianos, setenta y siete varones. Y entrando � los de Succoth, dijo: He aqu� � Zeba y � Zalmunna, sobre los cuales me zaheristeis, diciendo: �Est� ya la mano de Zeba y de Zalmunna en tu mano, para que demos nosotros pan � tus hombres cansados? Y tom� � los ancianos de la ciudad, y espinas y abrojos del desierto, y castig� con ellos � los de Succoth. Asimismo derrib� la torre de Penuel, y mat� � los de la ciudad. Luego dijo � Zeba y � Zalmunna: �Qu� manera de hombres ten�an aquellos que matasteis en Tabor? Y ellos respondieron: Como t�, tales eran aquellos ni m�s ni menos, que parec�an hijos de rey. Y �l dijo: Mis hermanos eran, hijos de mi madre: �Vive Jehov�, que si los hubierais guardado en vida, yo no os matar�a! Y dijo � Jether su primog�nito: Lev�ntate, y m�talos. Mas el joven no desenvain� su espada, porque ten�a temor; que aun era muchacho. Entonces dijo Zeba y Zalmunna: Lev�ntate t�, y m�tanos; porque como es el var�n, tal es su valent�a. Y Gede�n se levant�, y mat� � Zeba y � Zalmunna; y tom� los adornos de lunetas que sus camellos tra�an al cuello. Y los Israelitas dijeron � Gede�n: S� nuestro se�or, t�, y tu hijo, y tu nieto; pues que nos has librado de mano de Madi�n. Mas Gede�n respondi�: No ser� se�or sobre vosotros, ni mi hijo os se�orear�: Jehov� ser� vuestro Se�or. Y d�joles Gede�n: Deseo haceros una petici�n, que cada uno me d� los zarcillos de su despojo. (Porque tra�an zarcillos de oro, que eran Ismaelitas.) Y ellos respondieron: De buena gana los daremos. Y tendiendo una ropa de vestir, ech� all� cada uno los zarcillos de su despojo. Y fu� el peso de los zarcillos de oro que �l pidi�, mil y setecientos siclos de oro; sin las planchas, y joyeles, y vestidos de p�rpura, que tra�an los reyes de Madi�n, y sin los collares que tra�an sus camellos al cuello. Y Gede�n hizo de ellos un ephod, el cual hizo guardar en su ciudad de Ophra: y todo Israel fornic� tras de ese ephod en aquel lugar; y fu� por tropiezo � Gede�n y � su casa. As� fu� humillado Madi�n delante de los hijos de Israel, y nunca m�s levantaron su cabeza. Y repos� la tierra cuarenta a�os en los d�as de Gede�n. Y Jerobaal hijo de Joas fu�, y habit� en su casa. Y tuvo Gede�n setenta hijos que salieron de su muslo, porque tuvo muchas mujeres. Y su concubina que estaba en Sich�m, tambi�n le pari� un hijo; y p�sole por nombre Abimelech. Y muri� Gede�n hijo de Joas en buena vejez, y fu� sepultado en el sepulcro de su padre Joas, en Ophra de los Abiezeritas. Y aconteci� que como muri� Gede�n, los hijos de Israel tornaron, y fornicaron en pos de los Baales, y se pusieron por Dios � Baal-berith. Y no se acordaron los hijos de Israel de Jehov� su Dios, que los hab�a librado de todos sus enemigos alrededor: Ni hicieron misericordia con la casa de Jerobaal Gede�n conforme � todo el bien que �l hab�a hecho � Israel. Jueces 9Y FU�SE Abimelech hijo de Jerobaal � Sich�m, � los hermanos de su madre, y habl� con ellos, y con toda la familia de la casa del padre de su madre, diciendo: Yo os ruego que habl�is � o�dos de todos los de Sich�m: �Qu� ten�is por mejor, que os se�oreen setenta hombres, todos los hijos de Jerobaal; � que os se�oree un var�n? Acordaos que yo soy hueso vuestro, y carne vuestra. Y hablaron por �l los hermanos de su madre � o�dos de todos los de Sich�m todas estas palabras: y el coraz�n de ellos se inclin� en favor de Abimelech, porque dec�an: Nuestro hermano es. Y di�ronle setenta siclos de plata del templo de Baal-berith, con los cuales Abimelech alquil� hombres ociosos y vagabundos, que le siguieron. Y viniendo � la casa de su padre en Ophra, mat� � sus hermanos los hijos de Jerobaal, setenta varones, sobre una piedra: mas qued� Jotham, el m�s peque�o hijo de Jerobaal, que se escondi�. Y reunidos todos los de Sich�m con toda la casa de Millo, fueron y eligieron � Abimelech por rey, cerca de la llanura del pilar que estaba en Sich�m. Y como se lo dijesen � Jotham, fu� y p�sose en la cumbre del monte de Gerizim, y alzando su voz clam�, y d�joles: Oidme, varones de Sich�m; que Dios os oiga. Fueron los �rboles � elegir rey sobre s�, y dijeron � la oliva: Reina sobre nosotros. Mas la oliva respondi�: �Tengo de dejar mi ping�e jugo, con el que por mi causa Dios y los hombres son honrados, por ir � ser grande sobre los �rboles? Y dijeron los �rboles � la higuera: Anda t�, reina sobre nosotros. Y respondi� la higuera: �Tengo de dejar mi dulzura y mi buen fruto, por ir � ser grande sobre los �rboles? Dijeron luego los �rboles � la vid: Pues ven t�, reina sobre nosotros. Y la vid les respondi�: �Tengo de dejar mi mosto, que alegra � Dios y � los hombres, por ir � ser grande sobre los �rboles? Dijeron entonces todos los �rboles al escaramujo: Anda t�, reina sobre nosotros. Y el escaramujo respondi� � los �rboles: Si en verdad me eleg�s por rey sobre vosotros, venid, y aseguraos debajo de mi sombra: y si no, fuego salga del escaramujo que devore los cedros del L�bano. Ahora pues, si con verdad y con integridad hab�is procedido en hacer rey � Abimelech, y si lo hab�is hecho bien con Jerobaal y con su casa, y si le hab�is pagado conforme � la obra de sus manos; (Pues que mi padre pele� por vosotros, y ech� lejos su vida por libraros de mano de Madi�n; Y vosotros os levantasteis hoy contra la casa de mi padre, y matasteis sus hijos, setenta varones, sobre una piedra; y hab�is puesto por rey sobre los de Sich�m � Abimelech, hijo de su criada, por cuanto es vuestro hermano:) Si con verdad y con integridad hab�is obrado hoy con Jerobaal y con su casa, que goc�is de Abimelech, y �l goce de vosotros. Y si no, fuego salga de Abimelech, que consuma � los de Sich�m y � la casa de Millo; y fuego salga de los de Sich�m y de la casa de Millo, que consuma � Abimelech. Y huy� Jotham, y se fug�, y fu�se � Beer, y all� se estuvo por causa de Abimelech su hermano. Y despu�s que Abimelech hubo dominado sobre Israel tres a�os, Envi� Dios un esp�ritu malo entre Abimelech y los hombres de Sich�m: que los de Sich�m se levantaron contra Abimelech: Para que el agravio de los setenta hijos de Jerobaal, y la sangre de ellos, viniera � ponerse sobre Abimelech su hermano que los mat�, y sobre los hombres de Sich�m que corroboraron las manos de �l para matar � sus hermanos. Y pusi�ronle los de Sich�m asechadores en las cumbres de los montes, los cuales salteaban � todos los que pasaban junto � ellos por el camino; de lo que fu� dado aviso � Abimelech. Y Gaal hijo de Ebed vino con sus hermanos, y pas�ronse � Sich�m: y los de Sich�m se confiaron en �l. Y saliendo al campo, vendimiaron sus vi�as, y pisaron la uva, � hicieron alegr�as; y entrando en el templo de sus dioses, comieron y bebieron, y maldijeron � Abimelech. Y Gaal hijo de Ebed dijo: �Qui�n es Abimelech y qu� es Sich�m, para que nosotros � �l sirvamos? �no es hijo de Jerobaal? �y no es Zebul su asistente? Servid � los varones de Hemor padre de Sich�m: mas �por qu� hab�amos de servir � �l? Fu�rame dado este pueblo bajo de mi mano, yo echar�a luego � Abimelech. Y dec�a � Abimelech: Aumenta tus escuadrones, y sal. Y Zebul asistente de la ciudad, oyendo las palabras de Gaal hijo de Ebed, encendi�se su ira; Y envi� sagazmente mensajeros � Abimelech, diciendo: He aqu� que Gaal hijo de Ebed y sus hermanos han venido � Sich�m, y he aqu�, que han cercado la ciudad contra ti. Lev�ntate pues ahora de noche, t� y el pueblo que est� contigo, y pon emboscada en el campo: Y por la ma�ana al salir del sol te levantar�s y acometer�s la ciudad: y �l y el pueblo que est� con �l saldr�n contra ti, y tu har�s con �l seg�n que se te ofrecer�. Levant�ndose pues de noche Abimelech y todo el pueblo que con �l estaba, pusieron emboscada contra Sich�m con cuatro compa��as. Y Gaal hijo de Ebed sali�, y p�sose � la entrada de la puerta de la ciudad: y Abimelech y todo el pueblo que con �l estaba, se levantaron de la emboscada. Y viendo Gaal el pueblo, dijo � Zebul: He all� pueblo que desciende de las cumbres de los montes. Y Zebul le respondi�: La sombra de los montes te parece hombres. Mas Gaal torn� � hablar, y dijo: He all� pueblo que desciende por medio de la tierra, y un escuadr�n viene camino de la campi�a de Meonenim. Y Zebul le respondi�: �D�nde est� ahora aquel tu hablar, diciendo; Qui�n es Abimelech para que le sirvamos? �No es este el pueblo que ten�as en poco? Sal pues ahora, y pelea con �l. Y Gaal sali� delante de los de Sich�m, y pele� contra Abimelech. Mas persigui�lo Abimelech, delante del cual �l huy�; y cayeron heridos muchos hasta la entrada de la puerta. Y Abimilech se qued� en Aruma; y Zebul ech� fuera � Gaal y � sus hermanos, para que no morasen en Sich�m. Y aconteci� al siguiente d�a, que el pueblo sali� al campo: y fu� dado aviso � Abimelech. El cual, tomando gente, reparti�la en tres compa��as, y puso emboscadas en el campo: y como mir�, he aqu� el pueblo que sal�a de la ciudad; y levant�se contra ellos, � hiri�los: Pues Abimelech y el escuadr�n que estaba con �l, acometieron con �mpetu, y pararon � la entrada de la puerta de la ciudad; y las dos compa��as acometieron � todos los que estaban en el campo, y los hirieron. Y despu�s de combatir Abimelech la ciudad todo aquel d�a, tom�la, y mat� el pueblo que en ella estaba, y asol� la ciudad, y sembr�la de sal. Como oyeron esto todos los que estaban en la torre de Sich�m, entr�ronse en la fortaleza del templo del dios Berith. Y fu� dicho � Abimelech como todos los de la torre de Sich�m estaban reunidos. Entonces subi� Abimelech al monte de Salm�n, �l y toda la gente que con �l estaba; y tom� Abimelech un hacha en su mano, y cort� una rama de los �rboles, y levant�ndola p�sosela sobre sus hombros, diciendo al pueblo que estaba con �l: Lo que me veis � m� que hago, haced vosotros prestamente como yo. Y as� todo el pueblo cort� tambi�n cada uno su rama, y siguieron � Abimelech, y pusi�ronlas junto � la fortaleza, y prendieron fuego con ellas � la fortaleza: por manera que todos los de la torre de Sich�m murieron, como unos mil hombres y mujeres. Despu�s Abimelech se fu� � Thebes; y puso cerco � Thebes, y tom�la. En medio de aquella ciudad hab�a una torre fuerte, � la cual se retiraron todos los hombres y mujeres, y todos los se�ores de la ciudad; y cerrando tras s� las puertas, subi�ronse al piso alto de la torre. Y vino Abimelech � la torre, y combati�ndola, lleg�se � la puerta de la torre para pegarle fuego. Mas una mujer dej� caer un pedazo de una rueda de molino sobre la cabeza de Abimelech, y quebr�le los cascos. Y luego llam� �l � su escudero, y d�jole: Saca tu espada y m�tame, porque no se diga de m�: Una mujer lo mat�. Y su escudero le atraves�, y muri�. Y como los Israelitas vieron muerto � Abimelech, fu�ronse cada uno � su casa. As� pues pag� Dios � Abimelech el mal que hizo contra su padre matando � sus setenta hermanos. Y aun todo el mal de los hombres de Sich�m torn� Dios sobre sus cabezas: y la maldici�n de Jotham, hijo de Jerobaal, vino sobre ellos. Jueces 10Y DESPU�S de Abimelech levant�se para librar � Israel, Tola hijo de P�a, hijo de Dodo, var�n de Issach�r, el cual habitaba en Samir, en el monte de Ephraim. Y juzg� � Israel veintitr�s a�os, y muri�, y fu� sepultado en Samir. Tras �l se levant� Jair, Galaadita, el cual juzg� � Israel veintid�s a�os. Este tuvo treinta hijos que cabalgaban sobre treinta asnos, y ten�an treinta villas, que se llamaron las villas de Jair hasta hoy, las cuales est�n en la tierra de Galaad. Y muri� Jair, y fu� sepultado en Cam�n. Mas los hijos de Israel tornaron � hacer lo malo en los ojos de Jehov�, y sirvieron � los Baales y � Astaroth, y � los dioses de Siria, y � los dioses de Sid�n, y � los dioses de Moab, y � los dioses de los hijos de Amm�n, y � los dioses de los Filisteos: y dejaron � Jehov�, y no le sirvieron. Y Jehov� se air� contra Israel, y vendi�los en mano de los Filisteos, y en mano de los hijos de Amm�n: Los cuales molieron y quebrantaron � los hijos de Israel en aquel tiempo dieciocho a�os, � todos los hijos de Israel que estaban de la otra parte del Jord�n en la tierra del Amorrheo, que es en Galaad. Y los hijos de Amm�n pasaron el Jord�n para hacer tambi�n guerra contra Jud�, y contra Benjam�n, y la casa de Ephraim: y fu� Israel en gran manera afligido. Y los hijos de Israel clamaron � Jehov�, diciendo: Nosotros hemos pecado contra ti; porque hemos dejado � nuestro Dios, y servido � los Baales. Y Jehov� respondi� � los hijos de Israel: �No hab�is sido oprimidos de Egipto, de los Amorrheos, de Losammonitas, de los Filisteos, De los de Sid�n, de Amalec, y de Ma�n, y clamando � m� os he librado de sus manos? Mas vosotros me hab�is dejado, y hab�is servido � dioses ajenos: por tanto, yo no os librar� m�s. Andad, y clamad � los dioses que os hab�is elegido, que os libren en el tiempo de vuestra aflicci�n. Y los hijos de Israel respondieron � Jehov�: Hemos pecado; haz t� con nosotros como bien te pareciere: solamente que ahora nos libres en este d�a. Y quitaron de entre s� los dioses ajenos, y sirvieron � Jehov�: y su alma fu� angustiada � causa del trabajo de Israel. Y junt�ndose los hijos de Amm�n, asentaron campo en Galaad: junt�ronse asimismo los hijos de Israel, y asentaron su campo en Mizpa. Y los pr�ncipes y el pueblo de Galaad dijeron el uno al otro: �Qui�n ser� el que comenzar� la batalla contra los hijos de Amm�n? �l ser� cabeza sobre todos los que habitan en Galaad. Jueces 11EXISTIA entonces Jepht�, Galaadita, hombre valiente, hijo de una ramera, al cual hab�a engendrado Galaad. Y la mujer de Galaad tambi�n le hab�a parido hijos; los cuales cuando fueron grandes, echaron fuera � Jepht�, dici�ndole: No heredar�s en la casa de nuestro padre, porque eres bastardo. Huyendo pues Jepht� � causa de sus hermanos, habit� en tierra de Tob; y junt�ronse con �l hombres ociosos, los cuales con �l sal�an. Y aconteci� que despu�s de d�as los hijos de Amm�n hicieron guerra contra Israel: Y como los hijos de Amm�n ten�an guerra contra Israel, los ancianos de Galaad fueron para volver � Jepht� de tierra de Tob; Y dijeron � Jepht�: Ven, y ser�s nuestro capit�n, para que peleemos con los hijos de Amm�n. Y Jepht� respondi� � los ancianos de Galaad: �No me hab�is vosotros aborrecido, y me echasteis de la casa de mi padre? �por qu� pues ven�s ahora � m� cuando est�is en aflicci�n? Y los ancianos de Galaad respondieron � Jepht�: Por esta misma causa tornamos ahora � ti, para que vengas con nosotros, y pelees contra los hijos de Amm�n, y nos seas cabeza � todos los que moramos en Galaad. Jepht� entonces dijo � los ancianos de Galaad: Si me volv�is para que pelee contra los hijos de Amm�n, y Jehov� los entregare delante de m�, �ser� yo vuestra cabeza? Y los ancianos de Galaad respondieron � Jepht�: Jehov� oiga entre nosotros, si no hici�remos como t� dices. Entonces Jepht� vino con los ancianos de Galaad, y el pueblo lo eligi� por su cabeza y pr�ncipe; y Jepht� habl� todas sus palabras delante de Jehov� en Mizpa. Y envi� Jepht� embajadores al rey de los Ammonitas, diciendo: �Qu� tienes t� conmigo que has venido � m� para hacer guerra en mi tierra? Y el rey de los Ammonitas respondi� � los embajadores de Jepht�: Por cuanto Israel tom� mi tierra, cuando subi� de Egipto, desde Arn�n hasta Jaboc y el Jord�n; por tanto, devu�lvelas ahora en paz. Y Jepht� torn� � enviar otros embajadores al rey de los Ammonitas, Para decirle: Jepht� ha dicho as�: Israel no tom� tierra de Moab, ni tierra de los hijos de Amm�n: Mas subiendo Israel de Egipto, anduvo por el desierto hasta el mar Bermejo, y lleg� � Cades. Entonces Israel envi� embajadores al rey de Edom, diciendo: Yo te ruego que me dejes pasar por tu tierra. Mas el rey de Edom no los escuch�. Envi� tambi�n al rey de Moab; el cual tampoco quiso: qued�se por tanto Israel en Cades. Despu�s, yendo por el desierto, rode� la tierra de Edom y la tierra de Moab, y viniendo por el lado oriental de la tierra de Moab, asent� su campo de estotra parte de Arn�n, y no entraron por el t�rmino de Moab: porque Arn�n t�rmino es de Moab. Y envi� Israel embajadores � Seh�n rey de los Amorrheos, rey de Hesb�n, dici�ndole: Ru�gote que me dejes pasar por tu tierra hasta mi lugar. Mas Seh�n no se fi� de Israel para darle paso por su t�rmino; antes juntando Seh�n toda su gente, puso campo en Jaas, y pele� contra Israel. Empero Jehov� el Dios de Israel entreg� � Seh�n y � todo su pueblo en mano de Israel, y venci�los: y posey� Israel toda la tierra del Amorrheo que habitaba en aquel pa�s. Poseyeron tambi�n todo el t�rmino del Amorrheo desde Arn�n hasta Jaboc, y desde el desierto hasta el Jord�n. As� que Jehov� el Dios de Israel ech� los Amorrheos delante de su pueblo Israel: �y lo has de poseer t�? Si Ch�mos tu Dios te echase alguno, �no lo poseer�as t�? As� poseeremos nosotros � todo aquel que ech� Jehov� nuestro Dios de delante de nosotros. �Eres t� ahora en algo mejor que Balac hijo de Sephor, rey de Moab? �tuvo �l cuesti�n contra Israel, � hizo guerra contra ellos? Cuando Israel ha estado habitando por trescientos a�os � Hesb�n y sus aldeas, � Aroer y sus aldeas, y todas las ciudades que est�n � los t�rminos de Arn�n, �por qu� no las hab�is reclamado en ese tiempo? As� que, yo nada he pecado contra ti, mas t� haces mal conmigo haci�ndome guerra: Jehov�, que es el juez, juzgue hoy entre los hijos de Israel y los hijos de Amm�n. Mas el rey de los hijos de Amm�n no atendi� las razones de Jepht� que le envi�. Y el esp�ritu de Jehov� fu� sobre Jepht�: y pas� por Galaad y Manas�s; y de all� pas� � Mizpa de Galaad; y de Mizpa de Galaad pas� � los hijos de Amm�n. Y Jepht� hizo voto � Jehov�, diciendo: Si entregares � los Ammonitas en mis manos, Cualquiera que me saliere � recibir de las puertas de mi casa, cuando volviere de los Ammonitas en paz, ser� de Jehov�, y le ofrecer� en holocausto. Pas� pues Jepht� � los hijos de Amm�n para pelear contra ellos; y Jehov� los entreg� en su mano. Y los hiri� de grand�simo estrago desde Aroer hasta llegar � Minnith, veinte ciudades; y hasta la vega de las vi�as. As� fueron dome�ados los Ammonitas delante de los hijos de Israel. Y volviendo Jepht� � Mizpa � su casa, he aqu� que su hija le sali� � recibir con adufes y danzas, y era la sola, la �nica suya; no ten�a fuera de ella otro hijo ni hija. Y como �l la vi�, rompi� sus vestidos diciendo: �Ay, hija m�a! de verdad me has abatido, y t� eres de los que me afligen: porque yo he abierto mi boca � Jehov�, y no podr� retractarme. Ella entonces le respondi�: Padre m�o, si has abierto tu boca � Jehov�, haz de m� como sali� de tu boca, pues que Jehov� ha hecho venganza en tus enemigos los hijos de Amm�n. Y torn� � decir � su padre: H�gasme esto: d�jame por dos meses que vaya y descienda por los montes, y llore mi virginidad, yo y mis compa�eras. El entonces dijo: Ve. Y dej�la por dos meses. Y ella fu� con sus compa�eras, y llor� su virginidad por los montes. Pasados los dos meses volvi� � su padre, � hizo de ella conforme � su voto que hab�a hecho. Y ella nunca conoci� var�n. De aqu� fu� la costumbre en Israel que de a�o en a�o iban las doncellas de Israel � endechar � la hija de Jepht� Galaadita, cuatro d�as en el a�o. Jueces 12Y JUNTANDOSE los varones de Ephraim, pasaron hacia el aquil�n, y dijeron � Jepht�: �Por qu� fuiste � hacer guerra contra los hijos de Amm�n, y no nos llamaste para que fu�ramos contigo? Nosotros quemaremos � fuego tu casa contigo. Y Jepht� les respondi�: Yo tuve, y mi pueblo, una gran contienda con los hijos de Amm�n, y os llam�, y no me defendisteis de sus manos. Viendo pues que no me defend�ais, puse mi alma en mi palma, y pas� contra los hijos de Amm�n, y Jehov� los entreg� en mi mano: �por qu� pues hab�is subido hoy contra m� para pelear conmigo? Y juntando Jepht� � todos los varones de Galaad, pele� contra Ephraim; y los de Galaad hirieron � Ephraim, porque hab�an dicho: Vosotros sois fugitivos de Ephraim, vosotros sois Galaaditas entre Ephraim y Manas�s. Y los Galaaditas tomaron los vados del Jord�n � Ephraim; y era que, cuando alguno de los de Ephraim que hab�a hu�do, dec�a, �pasar�? los de Galaad le preguntaban: �Eres t� Ephrateo? Si �l respond�a, No; Entonces le dec�an: Ahora pues, di, Shiboleth. Y �l dec�a, Siboleth; porque no pod�a pronunciar de aquella suerte. Entonces le echaban mano, y le degollaban junto � los vados del Jord�n. Y murieron entonces de los de Ephraim cuarenta y dos mil. Y Jepht� juzg� � Israel seis a�os: luego muri� Jepht� Galaadita, y fu� sepultado en una de las ciudades de Galaad. Despu�s de �l juzg� � Israel Ibzan de Beth-lehem; El cual tuvo treinta hijos y treinta hijas, las cuales cas� fuera, y tom� de fuera treinta hijas para sus hijos: y juzg� � Israel siete a�os. Y muri� Ibzan, y fu� sepultado en Beth-lehem. Despu�s de �l juzg� � Israel El�n, Zabulonita, el cual juzg� � Israel diez a�os. Y muri� El�n, Zabulonita, y fu� sepultado en Ajal�n en la tierra de Zabul�n. Despu�s de �l juzg� � Israel Abd�n hijo de Hillel, Piratonita. Este tuvo cuarenta hijos y treinta nietos, que cabalgaban sobre setenta asnos: y juzg� � Israel ocho a�os. Y muri� Abd�n hijo de Hillel, Piratonita, y fu� sepultado en Pirat�n, en la tierra de Ephraim, en el monte de Amalec. Jueces 13Y LOS hijos de Israel tornaron � hacer lo malo en los ojos de Jehov�; y Jehov� los entreg� en mano de los Filisteos, por cuarenta a�os. Y hab�a un hombre de Sora, de la tribu de Dan, el cual se llamaba Manoa; y su mujer era est�ril, que nunca hab�a parido. A esta mujer apareci� el �ngel de Jehov�, y d�jole: He aqu� que t� eres est�ril, y no has parido: mas concebir�s y parir�s un hijo. Ahora, pues, mira que ahora no bebas vino, ni sidra, ni comas cosa inmunda. Porque t� te har�s embarazada, y parir�s un hijo: y no subir� navaja sobre su cabeza, porque aquel ni�o ser� Nazareo � Dios desde el vientre, y �l comenzar� � salvar � Israel de mano de los Filisteos. Y la mujer vino y cont�lo � su marido, diciendo: Un var�n de Dios vino � m�, cuyo aspecto era como el aspecto de un �ngel de Dios, terrible en gran manera; y no le pregunt� de d�nde ni qui�n era, ni tampoco �l me dijo su nombre. Y d�jome: He aqu� que t� concebir�s, y parir�s un hijo: por tanto, ahora no bebas vino, ni sidra, ni comas cosa inmunda; porque este ni�o desde el vientre ser� Nazareo � Dios hasta el d�a de su muerte. Entonces or� Manoa � Jehov�, y dijo: Ah, Se�or m�o, yo te ruego que aquel var�n de Dios que enviaste, torne ahora � venir � nosotros, y nos ense�e lo que hayamos de hacer con el ni�o que ha de nacer. Y Dios oy� la voz de Manoa: y el �ngel de Dios volvi� otra vez � la mujer, estando ella en el campo; mas su marido Manoa no estaba con ella. Y la mujer corri� prontamente, y notici�lo � su marido, dici�ndole: Mira que se me ha aparecido aquel var�n que vino � m� el otro d�a. Y levant�se Manoa, y sigui� � su mujer; y as� que lleg� al var�n, d�jole: �Eres t� aquel var�n que hablaste � la mujer? Y �l dijo: Yo soy. Entonces Manoa dijo: C�mplase pues tu palabra. �Qu� orden se tendr� con el ni�o, y qu� ha de hacer? Y el �ngel de Jehov� respondi� � Manoa: La mujer se guardar� de todas las cosas que yo le dije: Ella no comer� cosa que proceda de vid que da vino; no beber� vino ni sidra, y no comer� cosa inmunda: ha de guardar todo lo que le mand�. Entonces Manoa dijo al �ngel de Jehov�: Ru�gote permitas que te detengamos, y aderezaremos un cabrito que poner delante de ti. Y el �ngel de Jehov� respondi� � Manoa: Aunque me detengas no comer� de tu pan: mas si quisieres hacer holocausto, sacrif�calo � Jehov�. Y no sab�a Manoa que aqu�l fuese �ngel de Jehov�. Entonces dijo Manoa al �ngel de Jehov�: �C�mo es tu nombre, para que cuando se cumpliere tu palabra te honremos? Y el �ngel de Jehov� respondi�: �Por qu� preguntas por mi nombre, que es oculto? Y Manoa tom� un cabrito de las cabras y un presente, y sacrific�lo sobre una pe�a � Jehov�: y el �ngel hizo milagro � vista de Manoa y de su mujer. Porque aconteci� que como la llama sub�a del altar hacia el cielo, el �ngel de Jehov� subi� en la llama del altar � vista de Manoa y de su mujer, los cuales se postraron en tierra sobre sus rostros. Y el �ngel de Jehov� no torn� � aparecer � Manoa ni � su mujer. Entonces conoci� Manoa que era el �ngel de Jehov�. Y dijo Manoa � su mujer: Ciertamente moriremos, porque � Dios hemos visto. Y su mujer le respondi�: Si Jehov� nos quisiera matar, no tomara de nuestras manos el holocausto y el presente, ni nos hubiera mostrado todas estas cosas, ni en tal tiempo nos habr�a anunciado esto. Y la mujer pari� un hijo, y llam�le por nombre Sams�n. Y el ni�o creci�, y Jehov� lo bendijo. Y el esp�ritu de Jehov� comenz� � manifestarse en �l en los campamentos de Dan, entre Sora y Esthaol. Jueces 14Y DESCENDIENDO Sams�n � Timnah, vi� en Timnah una mujer de las hijas de los Filisteos. Y subi�, y declar�lo � su padre y � su madre, diciendo: Yo he visto en Timnah una mujer de las hijas de los Filisteos: ru�goos que me la tom�is por mujer. Y su padre y su madre le dijeron: �No hay mujer entre las hijas de tus hermanos, ni en todo mi pueblo, para que vayas t� � tomar mujer de los Filisteos incircuncisos? Y Sams�n respondi� � su padre: T�mamela por mujer, porque �sta agrad� � mis ojos. Mas su padre y su madre no sab�an que esto ven�a de Jehov�, y que �l buscaba ocasi�n contra los Filisteos: porque en aquel tiempo los Filisteos dominaban sobre Israel. Y Sams�n descendi� con su padre y con su madre � Timnah: y como llegaron � las vi�as de Timnah, he aqu� un cachorro de le�n que ven�a bramando hacia �l. Y el esp�ritu de Jehov� cay� sobre �l, y despedaz�lo como quien despedaza un cabrito, sin tener nada en su mano: y no di� � entender � su padre ni � su madre lo que hab�a hecho. Vino pues, y habl� � la mujer que hab�a agradado � Sams�n. Y volviendo despu�s de algunos d�as para tomarla, apart�se para ver el cuerpo muerto del le�n, y he aqu� en el cuerpo del le�n un enjambre de abejas, y un panal de miel. Y tom�ndolo en sus manos, fu�se comi�ndolo por el camino: y llegado que hubo � su padre y � su madre, di�les tambi�n � ellos que comiesen; mas no les descubri� que hab�a tomado aquella miel del cuerpo del le�n. Vino pues su padre � la mujer, y Sams�n hizo all� banquete; porque as� sol�an hacer los mancebos. Y como ellos le vieron, tomaron treinta compa�eros que estuviesen con �l; A los cuales Sams�n dijo: Yo os propondr� ahora un enigma, el cual si en los siete d�as del banquete vosotros me declarareis y descubriereis, yo os dar� treinta s�banas y treinta mudas de vestidos. Mas si no me lo supiereis declarar, vosotros me dar�is las treinta s�banas y las treinta mudas de vestidos. Y ellos respondieron: Prop�nnos tu enigma, y lo oiremos. Entonces les dijo: Del comedor sali� comida, Y del fuerte sali� dulzura. Y ellos no pudieron declararle el enigma en tres d�as. Y al s�ptimo d�a dijeron � la mujer de Sams�n: Induce � tu marido � que nos declare este enigma, porque no te quememos � ti y � la casa de tu padre. �Hab�isnos llamado aqu� para poseernos? Y llor� la mujer de Sams�n delante de �l, y dijo: Solamente me aborreces y no me amas, pues que no me declaras el enigma que propusiste � los hijos de mi pueblo. Y �l respondi�: He aqu� que ni � mi padre ni � mi madre lo he declarado; y �hab�alo de declarar � ti? Y ella llor� delante de �l los siete d�as que ellos tuvieron banquete: mas al s�ptimo d�a �l se lo declar�, porque le constri��; y ella lo declar� � los hijos de su pueblo. Y al s�ptimo d�a, antes que el sol se pusiese, los de la ciudad le dijeron: �Qu� cosa m�s dulce que la miel? �Y qu� cosa m�s fuerte que el le�n? Si no araseis con mi novilla, Nunca hubierais descubierto mi enigma. Y el esp�ritu de Jehov� cay� sobre �l, y descendi� � Ascal�n, � hiri� treinta hombres de ellos; y tomando sus despojos, di� las mudas de vestidos � los que hab�an explicado el enigma: y encendido en enojo fu�se � casa de su padre. Y la mujer de Sams�n fu� dada � su compa�ero, con el cual �l antes se acompa�aba. Jueces 15Y ACONTECIO despu�s de d�as, que en el tiempo de la siega del trigo, Sams�n visit� � su mujer con un cabrito, diciendo: Entrar� � mi mujer � la c�mara. Mas el padre de ella no lo dej� entrar. Y dijo el padre de ella: Persuad�me que la aborrec�as, y d�la � tu compa�ero. Mas su hermana menor, �no es m�s hermosa que ella? t�mala, pues, en su lugar. Y Sams�n les repondi�: Yo ser� sin culpa esta vez para con los Filisteos, si mal les hiciere. Y fu� Sams�n y cogi� trescientas zorras, y tomando teas, y trabando aqu�llas por las colas, puso entre cada dos colas una tea. Despu�s, encendiendo las teas, ech� las zorras en los sembrados de los Filisteos, y quem� hacinas y mieses, y vi�as y olivares. Y dijeron los Filisteos: �Qui�n hizo esto? Y fu�les dicho: Sams�n, el yerno del Timnateo, porque le quit� su mujer y la di� � su compa�ero. Y vinieron los Filisteos, y quemaron � fuego � ella y � su padre. Entonces Sams�n les dijo: �As� lo hab�ais de hacer? mas yo me vengar� de vosotros, y despu�s cesar�. E hiri�los pierna y muslo con gran mortandad; y descendi�, y fij�se en la cueva de la pe�a de Etam. Y los Filisteos subieron y pusieron campo en Jud�, y tendi�ronse por Lehi. Y los varones de Jud� les dijeron: �Por qu� hab�is subido contra nosotros? Y ellos respondieron: A prender � Sams�n hemos subido, para hacerle como �l nos ha hecho. Y vinieron tres mil hombres de Jud� � la cueva de la pe�a de Etam, y dijeron � Sams�n: �No sabes t� que los Filisteos dominan sobre nosotros? �por qu� nos has hecho esto? Y �l les respondi�: Yo les he hecho como ellos me hicieron. Ellos entonces le dijeron: Nosotros hemos venido para prenderte, y entregarte en mano de los Filisteos. Y Sams�n les respondi�: Juradme que vosotros no me matar�is. Y ellos le respondieron, diciendo: No, solamente te prenderemos, y te entregaremos en sus manos; mas no te mataremos. Entonces le ataron con dos cuerdas nuevas, � hici�ronle venir de la pe�a. Y as� que vino hasta Lehi, los Filisteos le salieron � recibir con algazara: y el esp�ritu de Jehov� cay� sobre �l, y las cuerdas que estaban en sus brazos se tornaron como lino quemado con fuego, y las ataduras se cayeron de sus manos. Y hallando una quijada de asno fresca, extendi� la mano y tom�la, � hiri� con ella � mil hombres. Entonces Sams�n dijo: Con la quijada de un asno, un mont�n, dos montones; Con la quijada de un asno her� mil hombres. Y acabando de hablar, ech� de su mano la quijada, y llam� � aquel lugar Ramath-lehi. Y teniendo gran sed, clam� luego � Jehov�, y dijo: T� has dado esta gran salud por mano de tu siervo: �y morir� yo ahora de sed, y caer� en mano de los incircuncisos? Entonces quebr� Dios una muela que estaba en la quijada, y salieron de all� aguas, y bebi�, y recobr� su esp�ritu, y reanim�se. Por tanto llam� su nombre de aquel lugar, En-haccore, el cual es en Lehi, hasta hoy. Y juzg� � Israel en d�as de los Filisteos veinte a�os. Jueces 16Y FU� Sams�n � Gaza, y vi� all� una mujer ramera, y entr� � ella. Y fu� dicho � los de Gaza: Sams�n es venido ac�. Y cerc�ronlo, y pusi�ronle esp�as toda aquella noche � la puerta de la ciudad: y estuvieron callados toda aquella noche, diciendo: Hasta la luz de la ma�ana; entonces lo mataremos. Mas Sams�n durmi� hasta la media noche; y � la media noche se levant�, y tomando las puertas de la ciudad con sus dos pilares y su cerrojo, ech�selas al hombro, y fu�se, y subi�se con ellas � la cumbre del monte que est� delante de Hebr�n. Despu�s de esto aconteci� que se enamor� de una mujer en el valle de Sorec, la cual se llamaba Dalila. Y vinieron � ella los pr�ncipes de los Filisteos, y dij�ronle: Eng��ale y sabe en qu� consiste su grande fuerza, y c�mo lo podr�amos vencer, para que lo atemos y lo atormentemos; y cada uno de nosotros te dar� mil y cien siclos de plata. Y Dalila dijo � Sams�n: Yo te ruego que me declares en qu� consiste tu grande fuerza, y c�mo podr�s ser atado para ser atormentado. Y respondi�le Sams�n: Si me ataren con siete mimbres verdes que aun no est�n enjutos, entonces me debilitar�, y ser� como cualquiera de los hombres. Y los pr�ncipes de los Filisteos le trajeron siete mimbres verdes que aun no se hab�an enjugado, y at�le con ellos. Y estaban esp�as en casa de ella en una c�mara. Entonces ella le dijo: �Sams�n, los Filisteos sobre ti! Y �l rompi� los mimbres, como se rompe una cuerda de estopa cuando siente el fuego: y no se supo su fuerza. Entonces Dalila dijo � Sams�n: He aqu� t� me has enga�ado, y me has dicho mentiras: desc�breme pues ahora, yo te ruego, c�mo podr�s ser atado. Y �l le dijo: Si me ataren fuertemente con cuerdas nuevas, con las cuales ninguna cosa se haya hecho, yo me debilitar�, y ser� como cualquiera de los hombres. Y Dalila tom� cuerdas nuevas, y at�le con ellas, y d�jole: �Sams�n, los Filisteos sobre ti! Y los esp�as estaban en una c�mara. Mas �l las rompi� de sus brazos como un hilo. Y Dalila dijo � Sams�n: Hasta ahora me enga�as, y tratas conmigo con mentiras. Desc�breme pues ahora c�mo podr�s ser atado. El entonces le dijo: Si tejieres siete guedejas de mi cabeza con la tela. Y ella hinc� la estaca, y d�jole: �Sams�n, los Filisteos sobre ti! Mas despertando �l de su sue�o, arranc� la estaca del telar con la tela. Y ella le dijo: �C�mo dices, Yo te amo, pues que tu coraz�n no est� conmigo? Ya me has enga�ado tres veces, y no me has a�n descubierto en qu� est� tu gran fuerza. Y aconteci� que, apret�ndole ella cada d�a con sus palabras � importun�ndole, su alma fu� reducida � mortal angustia. Descubri�le pues todo su coraz�n, y d�jole: Nunca � mi cabeza lleg� navaja; porque soy Nazareo de Dios desde el vientre de mi madre. Si fuere rapado, mi fuerza se apartar� de m�, y ser� debilitado, y como todos los hombres. Y viendo Dalila que �l le hab�a descubierto todo su coraz�n, envi� � llamar � los pr�ncipes de los Filisteos, diciendo: Venid esta vez, porque �l me ha descubierto todo su coraz�n. Y los pr�ncipes de los Filisteos vinieron � ella, trayendo en su mano el dinero. Y ella hizo que �l se durmiese sobre sus rodillas; y llamado un hombre, rap�le siete guedejas de su cabeza, y comenz� � afligirlo, pues su fuerza se apart� de �l. Y d�jole: �Sams�n, los Filisteos sobre ti! Y luego que despert� �l de su sue�o, se dijo: Esta vez saldr� como las otras, y me escapar�: no sabiendo que Jehov� ya se hab�a de �l apartado. Mas los Filisteos echaron mano de �l, y sac�ronle los ojos, y le llevaron � Gaza; y le ataron con cadenas, para que moliese en la c�rcel. Y el cabello de su cabeza comenz� � crecer, despu�s que fu� rapado. Entonces los pr�ncipes de los Filisteos se juntaron para ofrecer sacrificio � Dag�n su dios, y para alegrarse; y dijeron: Nuestro dios entreg� en nuestras manos � Sams�n nuestro enemigo. Y vi�ndolo el pueblo, loaron � su dios, diciendo: Nuestro dios entreg� en nuestras manos � nuestro enemigo, y al destruidor de nuestra tierra, el cual hab�a muerto � muchos de nosotros. Y aconteci� que, y�ndose alegrando el coraz�n de ellos, dijeron: Llamad � Sams�n, para que divierta delante de nosotros. Y llamaron � Sams�n de la c�rcel, y hac�a de juguete delante de ellos; y pusi�ronlo entre las columnas. Y Sams�n dijo al mozo que le guiaba de la mano: Ac�rcame, y hazme tentar las columnas sobre que se sustenta la casa, para que me apoye sobre ellas. Y la casa estaba llena de hombres y mujeres: y todos los pr�ncipes de los Filisteos estaban all�; y en el alto piso hab�a como tres mil hombres y mujeres, que estaban mirando el escarnio de Sams�n. Entonces clam� Sams�n � Jehov�, y dijo: Se�or Jehov�, acu�rdate ahora de m�, y esfu�rzame, te ruego, solamente esta vez, oh Dios, para que de una vez tome venganza de los Filisteos, por mis dos ojos. Asi� luego Sams�n las dos columnas del medio sobre las cuales se sustentaba la casa, y estrib� en ellas, la una con la mano derecha, y la otra con la izquierda; Y dijo Sams�n: Muera yo con los Filisteos. Y estribando con esfuerzo, cay� la casa sobre los pr�ncipes, y sobre todo el pueblo que estaba en ella. Y fueron muchos m�s los que de ellos mat� muriendo, que los que hab�a muerto en su vida. Y descendieron sus hermanos y toda la casa de su padre, y tom�ronle, y llev�ronle, y le sepultaron entre Sora y Esthaol, en el sepulcro de su padre Manoa. Y �l juzg� � Israel veinte a�os. Jueces 17HUBO un hombre del monte de Ephraim, que se llamaba Mich�s. El cual dijo � su madre: Los mil y cien siclos de plata que te fueron hurtados, por lo que t� maldec�as oy�ndolo yo, he aqu� que yo tengo este dinero: yo lo hab�a tomado. Entonces la madre dijo: Bendito seas de Jehov�, hijo m�o. Y luego que �l hubo vuelto � su madre los mil y cien siclos de plata, su madre dijo: Yo he dedicado este dinero � Jehov� de mi mano para ti, hijo m�o, para que hagas una imagen de talla y de fundici�n: ahora pues, yo te lo devuelvo. Mas volviendo �l � su madre los dineros, tom� su madre doscientos siclos de plata, y di�los al fundidor: y �l le hizo de ellos una imagen de talla y de fundici�n, la cual fu� puesta en casa de Mich�s. Y tuvo este hombre Mich�s casa de dioses, � h�zose hacer ephod y teraphim, y consagr� uno de sus hijos; y fu�le por sacerdote. En estos d�as no hab�a rey en Israel: cada uno hac�a como mejor le parec�a. Y hab�a un joven de Beth-lehem de Jud�, de la tribu de Jud�, el cual era Levita; y peregrinaba all�. Este hombre se hab�a partido de la ciudad de Beth-lehem de Jud�, para ir � vivir donde hallase; y llegando al monte de Ephraim, vino � casa de Mich�s, para de all� hacer su camino. Y Mich�s le dijo: �De d�nde vienes? Y el Levita le respondi�: Soy de Beth-lehem de Jud�, y voy � vivir donde hallare. Entonces Mich�s le dijo: Qu�date en mi casa, y me ser�s en lugar de padre y sacerdote; y yo te dar� diez siclos de plata por a�o, y el ordinario de vestidos, y tu comida. Y el Levita se qued�. Acord� pues el Levita en morar con aquel hombre, y �l lo ten�a como � uno de sus hijos. Y Mich�s consagr� al Levita, y aquel joven le serv�a de sacerdote, y estaba en casa de Mich�s. Y Mich�s dijo: Ahora s� que Jehov� me har� bien, pues que el Levita es hecho mi sacerdote. Jueces 18EN aquellos d�as no hab�a rey en Israel. Y en aquellos d�as la tribu de Dan buscaba posesi�n para s� donde morase, porque hasta entonces no le hab�a ca�do suerte entre las tribus de Israel por heredad. Y los hijos de Dan enviaron de su tribu cinco hombres de sus t�rminos, hombres valientes, de Sora y Esthaol, para que reconociesen y explorasen bien la tierra; y dij�ronles: Id y reconoced la tierra. Estos vinieron al monte de Ephraim, hasta la casa de Mich�s, y all� posaron. Y como estaban cerca de la casa de Mich�s, reconocieron la voz del joven Levita; y lleg�ndose all�, dij�ronle: �Qui�n te ha tra�do por ac�? �y qu� haces aqu�? �y qu� tienes t� por aqu�? Y �l les respondi�: De esta y de esta manera ha hecho conmigo Mich�s, y me ha tomado para que sea su sacerdote. Y ellos le dijeron: Pregunta pues ahora � Dios, para que sepamos si ha de prosperar nuestro viaje que hacemos. Y el sacerdote les respondi�: Id en paz, que vuestro viaje que hac�is es delante de Jehov�. Entonces aquellos cinco hombres se partieron, y vinieron � Lais: y vieron que el pueblo que habitaba en ella estaba seguro, ocioso y confiado, conforme � la costumbre de los de Sid�n; no hab�a nadie en aquella regi�n que los perturbase en cosa alguna para poseer aquel estado; dem�s de esto, estaban lejos de los Sidonios, y no ten�an negocios con nadie. Volviendo pues ellos � sus hermanos en Sora y Esthaol, sus hermanos les dijeron: �Qu� hay? y ellos respondieron: Levantaos, subamos contra ellos; porque nosotros hemos explorado la regi�n, y hemos visto que es muy buena: �y vosotros os est�is quedos? no se�is perezosos en poneros en marcha para ir � poseer la tierra. Cuando all� llegareis, vendr�is � una gente segura, y � una tierra de ancho asiento; pues que Dios la ha entregado en vuestras manos; lugar donde no hay falta de cosa que sea en la tierra. Y partiendo los de Dan de all�, de Sora y de Esthaol, seiscientos hombres armados de armas de guerra, Fueron y asentaron campo en Ch�riath-jearim, en Jud�; de donde aquel lugar fu� llamado el campo de Dan, hasta hoy: est� detr�s de Ch�riath-jearim. Y pasando de all� al monte de Ephraim, vinieron hasta la casa de Mich�s. Entonces aquellos cinco hombres que hab�an ido � reconocer la tierra de Lais, dijeron � sus hermanos: �No sab�is como en estas casas hay ephod y teraphim, � imagen de talla y de fundici�n? Mirad pues lo que hab�is de hacer. Y lleg�ndose all�, vinieron � la casa del joven Levita en casa de Mich�s, y pregunt�ronle c�mo estaba. Y los seiscientos hombres, que eran de los hijos de Dan, estaban armados de sus armas de guerra � la entrada de la puerta. Y subiendo los cinco hombres que hab�an ido � reconocer la tierra, entraron all�, y tomaron la imagen de talla, y el ephod, y el teraphim, y la imagen de fundici�n, mientras estaba el sacerdote � la entrada de la puerta con los seiscientos hombres armados de armas de guerra. Entrando pues aquellos en la casa de Mich�s, tomaron la imagen de talla, el ephod, y el teraphim, y la imagen de fundici�n. Y el sacerdote les dijo: �Qu� hac�is vosotros? Y ellos le respondieron: Calla, pon la mano sobre tu boca, y vente con nosotros, para que seas nuestro padre y sacerdote. �Es mejor que seas t� sacerdote en casa de un hombre solo, que de una tribu y familia de Israel? Y alegr�se el coraz�n del sacerdote; el cual tomando el ephod y el teraphim, y la imagen, v�nose entre la gente. Y ellos tornaron y fu�ronse; y pusieron los ni�os, y el ganado y el bagaje, delante de s�. Y cuando ya se hab�an alejado de la casa de Mich�s, los hombres que habitaban en las casas cercanas � la casa de Mich�s, se juntaron, y siguieron � los hijos de Dan. Y dando voces � los de Dan, �stos volvieron sus rostros, y dijeron � Mich�s: �Qu� tienes que has juntado gente? Y �l respondi�: Mis dioses que yo hice, que llev�is juntamente con el sacerdote, y os vais: �qu� m�s me queda? �y � qu� prop�sito me dec�s: Qu� tienes? Y los hijos de Dan le dijeron: No des voces tras nosotros, no sea que los de �nimo col�rico os acometan, y pierdas tambi�n tu vida, y la vida de los tuyos. Y y�ndose los hijos de Dan su camino, y viendo Mich�s que eran m�s fuertes que �l, volvi�se y regres� � su casa. Y ellos llevando las cosas que hab�a hecho Mich�s, juntamente con el sacerdote que ten�a, llegaron � Lais, al pueblo reposado y seguro; y meti�ronlos � cuchillo, y abrasaron la ciudad con fuego. Y no hubo quien los defendiese, porque estaban lejos de Sid�n, y no ten�an comercio con nadie. Y la ciudad estaba en el valle que hay en Beth-rehob. Luego reedificaron la ciudad, y habitaron en ella. Y llamaron el nombre de aquella ciudad Dan, conforme al nombre de Dan su padre, hijo de Israel, bien que antes se llamaba la ciudad Lais. Y los hijos de Dan se levantaron imagen de talla; y Jonath�n, hijo de Gers�n, hijo de Manas�s, �l y sus hijos fueron sacerdotes en la tribu de Dan, hasta el d�a de la transmigraci�n de la tierra. Y levant�ronse la imagen de Mich�s, la cual �l hab�a hecho, todo el tiempo que la casa de Dios estuvo en Silo. Jueces 19EN aquellos d�as, cuando no hab�a rey en Israel, hubo un Levita que moraba como peregrino en los lados del monte de Ephraim, el cual se hab�a tomado mujer concubina de Beth-lehem de Jud�. Y su concubina adulter� contra �l, y fuese de �l � casa de su padre, � Beth-lehem de Jud�, y estuvo all� por tiempo de cuatro meses. Y levant�se su marido, y sigui�la, para hablarle amorosamente y volverla, llevando consigo un criado suyo y un par de asnos; y ella le meti� en la casa de su padre. Y vi�ndole el padre de la moza, sali�le � recibir gozoso; y det�vole su suegro, padre de la moza, y qued� en su casa tres d�as, comiendo y bebiendo, y reposando all�. Y al cuarto d�a, como se levantaron de ma�ana, levant�se tambi�n el Levita para irse, y el padre de la moza dijo � su yerno: Conforta tu coraz�n con un bocado de pan, y despu�s os ir�is. Y sent�ronse ellos dos juntos, y comieron y bebieron. Y el padre de la moza dijo al var�n: Yo te ruego que te quieras quedar aqu� esta noche, y alegrar�se tu coraz�n. Y levant�ndose el var�n para irse, el suegro le constri�� � que tornase y tuviese all� la noche. Y al quinto d�a levant�ndose de ma�ana para irse, d�jole el padre de la moza: Conforta ahora tu coraz�n. Y habiendo comido ambos � dos, detuvi�ronse hasta que ya declinaba el d�a. Levant�se luego el var�n para irse, �l, y su concubina, y su criado. Entonces su suegro, el padre de la moza, le dijo: He aqu� el d�a declina para ponerse el sol, ru�gote que os est�is aqu� la noche; he aqu� que el d�a se acaba, ten aqu� la noche, para que se alegre tu coraz�n; y ma�ana os levantar�is temprano � vuestro camino, y llegar�s � tus tiendas. Mas el hombre no quiso quedar all� la noche, sino que se levant� y parti�, y lleg� hasta enfrente de Jebus, que es Jerusalem, con su par de asnos aparejados, y con su concubina. Y estando ya junto � Jebus, el d�a hab�a declinado mucho: y dijo el criado � su se�or: Ven ahora, y v�monos � esta ciudad de los Jebuseos, para que tengamos en ella la noche. Y su se�or le respondi�: No iremos � ninguna ciudad de extranjeros, que no sea de los hijos de Israel: antes pasaremos hasta Gabaa. Y dijo � su criado: Ven, lleguemos � uno de esos lugares, para tener la noche en Gabaa, � en Rama. Pasando pues, caminaron, y p�soseles el sol junto � Gabaa, que era de Benjam�n. Y apart�ronse del camino para entrar � tener all� la noche en Gabaa; y entrando, sent�ronse en la plaza de la ciudad, porque no hubo quien los acogiese en casa para pasar la noche. Y he aqu� un hombre viejo, que � la tarde ven�a del campo de trabajar; el cual era del monte de Ephraim, y moraba como peregrino en Gabaa, pero los moradores de aquel lugar eran hijos de Benjam�n. Y alzando el viejo los ojos, vi� � aquel viajante en la plaza de la ciudad, y d�jole: �A d�nde vas, y de d�nde vienes? Y �l respondi�: Pasamos de Beth-lehem de Jud� � los lados del monte de Ephraim, de donde yo soy; y part� hasta Beth-lehem de Jud�; y voy � la casa de Jehov�, y no hay quien me reciba en casa, Aunque nosotros tenemos paja y de comer para nuestros asnos, y tambi�n tenemos pan y vino para m� y para tu sierva, y para el criado que est� con tu siervo; de nada tenemos falta. Y el hombre viejo dijo: Paz sea contigo; tu necesidad toda sea solamente � mi cargo, con tal que no tengas la noche en la plaza. Y meti�ndolos en su casa, di� de comer � sus asnos; y ellos se lavaron los pies, y comieron y bebieron. Y cuando estaban gozosos, he aqu�, que los hombres de aquella ciudad, hombres hijos de Belial, cercan la casa, y bat�an las puertas, diciendo al hombre viejo due�o de la casa: Saca fuera el hombre que ha entrado en tu casa, para que lo conozcamos. Y saliendo � ellos aquel var�n, amo de la casa, d�joles: No, hermanos m�os, ru�goos que no comet�is este mal, pues que este hombre ha entrado en mi casa, no hag�is esta maldad. He aqu� mi hija virgen, y la concubina de �l: yo os las sacar� ahora; humilladlas, y haced con ellas como os pareciere, y no hag�is � este hombre cosa tan infame. Mas aquellos hombres no le quisieron oir; por lo que tomando aquel hombre su concubina, sac�sela fuera: y ellos la conocieron, y abusaron de ella toda la noche hasta la ma�ana, y dej�ronla cuando apuntaba el alba. Y ya que amanec�a, la mujer vino, y cay� delante de la puerta de la casa de aquel hombre donde su se�or estaba, hasta que fu� de d�a. Y levant�ndose de ma�ana su se�or, abri� las puertas de la casa, y sali� para ir su camino, y he aqu�, la mujer su concubina estaba tendida delante de la puerta de la casa, con las manos sobre el umbral. Y �l le dijo: Lev�ntate, y v�monos. Mas ella no respondi�. Entonces la levant� el var�n, y ech�ndola sobre su asno, levant�se y fu�se � su lugar. Y en llegando � su casa, toma un cuchillo, y echa mano de su concubina, y desped�zala con sus huesos en doce partes, y envi�las por todos los t�rminos de Israel. Y todo el que lo ve�a, dec�a: Jam�s se ha hecho ni visto tal cosa, desde el tiempo que los hijos de Israel subieron de la tierra de Egipto hasta hoy. Considerad esto, dad consejo, y hablad. Jueces 20ENTONCES salieron todos los hijos de Israel, y reuni�se la congregaci�n como un solo hombre, desde Dan hasta Beer-seba y la tierra de Galaad, � Jehov� en Mizpa. Y los principales de todo el pueblo, de todas las tribus de Israel, se hallaron presentes en la reuni�n del pueblo de Dios, cuatrocientos mil hombres de � pie que sacaban espada. Y los hijos de Benjam�n oyeron que los hijos de Israel hab�an subido � Mizpa. Y dijeron los hijos de Israel: Decid c�mo fu� esta maldad. Entonces el var�n Levita, marido de la mujer muerta, respondi� y dijo: Yo llegu� � Gabaa de Benjam�n con mi concubina, para tener all� la noche. Y levant�ndose contra m� los de Gabaa, cercaron sobre m� la casa de noche, con idea de matarme, y oprimieron mi concubina de tal manera, que ella fu� muerta. Entonces tomando yo mi concubina, cort�la en piezas, y envi�las por todo el t�rmino de la posesi�n de Israel: por cuanto han hecho maldad y crimen en Israel. He aqu� que todos vosotros los hijos de Israel est�is presentes; daos aqu� parecer y consejo. Entonces todo el pueblo, como un solo hombre, se levant�, y dijeron: Ninguno de nosotros ir� � su tienda, ni nos apartaremos cada uno � su casa, Hasta que hagamos esto sobre Gabaa: que echemos suertes contra ella; Y tomaremos diez hombres de cada ciento por todas las tribus de Israel, y de cada mil ciento, y mil de cada diez mil, que lleven bastimento para el pueblo que ha de hacer, yendo contra Gabaa de Benjam�n, conforme � toda la abominaci�n que ha cometido en Israel. Y junt�ronse todos los hombres de Israel contra la ciudad, ligados como un solo hombre. Y las tribus de Israel enviaron varones por toda la tribu de Benjam�n, diciendo: �Qu� maldad es �sta que ha sido hecha entre vosotros? Entregad pues ahora aquellos hombres, hijos de Belial, que est�n en Gabaa, para que los matemos, y barramos el mal de Israel. Mas los de Benjam�n no quisieron oir la voz de sus hermanos los hijos de Israel; Antes los de Benjam�n se juntaron de las ciudades de Gabaa, para salir � pelear contra los hijos de Israel. Y fueron contados en aquel tiempo los hijos de Benjam�n de las ciudades, veintis�is mil hombres que sacaban espada, sin los que moraban en Gabaa, que fueron por cuenta setecientos hombres escogidos. De toda aquella gente hab�a setecientos hombres escogidos, que eran ambidextros, todos los cuales tiraban una piedra con la honda � un cabello, y no erraban. Y fueron contados los varones de Israel, fuera de Benjam�n, cuatrocientos mil hombres que sacaban espada, todos estos hombres de guerra. Levant�ronse luego los hijos de Israel, y subieron � la casa de Dios, y consultaron � Dios, diciendo: �Qui�n subir� de nosotros el primero en la guerra contra los hijos de Benjam�n? Y Jehov� respondi�: Jud� el primero. Levant�ndose pues de ma�ana los hijos de Israel, pusieron campo contra Gabaa. Y salieron los hijos de Israel � combatir contra Benjam�n; y los varones de Israel ordenaron la batalla contra ellos junto � Gabaa. Saliendo entonces de Gabaa los hijos de Benjam�n, derribaron en tierra aquel d�a veintid�s mil hombres de los hijos de Israel. Mas reanim�ndose el pueblo, los varones de Israel tornaron � ordenar la batalla en el mismo lugar donde la hab�an ordenado el primer d�a. Porque los hijos de Israel subieron, y lloraron delante de Jehov� hasta la tarde, y consultaron con Jehov�, diciendo: �Tornar� � pelear con los hijos de Benjam�n mi hermano? Y Jehov� les respondi�: Subid contra �l. Los hijos pues de Israel se acercaron el siguiente d�a � los hijos de Benjam�n. Y aquel segundo d�a, saliendo Benjam�n de Gabaa contra ellos, derribaron por tierra otros diez y ocho mil hombres de los hijos de Israel, todos los cuales sacaban espada. Entonces subieron todos los hijos de Israel, y todo el pueblo, y vinieron � la casa de Dios; y lloraron, y sent�ronse all� delante de Jehov�, y ayunaron aquel d�a hasta la tarde; y sacrificaron holocaustos y pac�ficos delante de Jehov�. Y los hijos de Israel preguntaron � Jehov�, (porque el arca del pacto de Dios estaba all� en aquellos d�as, Y Phinees, hijo de Eleazar, hijo de Aar�n, se presentaba delante de ella en aquellos d�as,) y dijeron: �Tornar� � salir en batalla contra los hijos de Benjam�n mi hermano, � estar�me quedo? Y Jehov� dijo: Subid, que ma�ana yo lo entregar� en tu mano. Y puso Israel emboscadas alrededor de Gabaa. Subiendo entonces los hijos de Israel contra los hijos de Benjam�n el tercer d�a, ordenaron la batalla delante de Gabaa, como las otras veces. Y saliendo los hijos de Benjam�n contra el pueblo, alejados que fueron de la ciudad, comenzaron � herir algunos del pueblo, matando como las otras veces por los caminos, uno de los cuales sube � Beth-el, y el otro � Gabaa en el campo: y mataron unos treinta hombres de Israel. Y los hijos de Benjam�n dec�an: Vencidos son delante de nosotros, como antes. Mas los hijos de Israel dec�an: Huiremos, y los alejaremos de la ciudad hasta los caminos. Entonces, levant�ndose todos los de Israel de su lugar, pusi�ronse en orden en Baal-tamar: y tambi�n las emboscadas de Israel salieron de su lugar, del prado de Gabaa. Y vinieron contra Gabaa diez mil hombres escogidos de todo Israel, y la batalla comenz� � agravarse: mas ellos no sab�an que el mal se acercaba sobre ellos. E hiri� Jehov� � Benjam�n delante de Israel; y mataron los hijos de Israel aquel d�a veinticinco mil y cien hombres de Benjam�n, todos los cuales sacaban espada. Y vieron los hijos de Benjam�n que eran muertos; pues los hijos de Israel hab�an dado lugar � Benjam�n, porque estaban confiados en las emboscadas que hab�an puesto detr�s de Gabaa. Entonces las emboscadas acometieron prestamente Gabaa, y se extendieron, y pasaron � cuchillo toda la ciudad. Ya los Israelitas estaban concertados con las emboscadas, que hiciesen mucho fuego, para que subiese gran humo de la ciudad. Luego, pues, que los de Israel se volvieron en la batalla, los de Benjam�n comenzaron � derribar heridos de Israel unos treinta hombres, y ya dec�an: Ciertamente ellos han ca�do delante de nosotros, como en la primera batalla. Mas cuando la llama comenz� � subir de la ciudad, una columna de humo, Benjam�n torn� � mirar atr�s; y he aqu� que el fuego de la ciudad sub�a al cielo. Entonces revolvieron los hombres de Israel, y los de Benjam�n se llenaron de temor: porque vieron que el mal hab�a venido sobre ellos. Volvieron, por tanto, espaldas delante de Israel hacia el camino del desierto; mas el escuadr�n los alcanz�, y los salidos de la ciudad los mataban, habi�ndolos encerrado en medio de ellos. As� envolvieron � los de Benjam�n, y los acosaron y hollaron, desde Menuch� hasta enfrente de Gabaa hacia donde nace el sol. Y cayeron de Benjam�n diez y ocho mil hombres, todos ellos hombres de guerra. Volvi�ndose luego, huyeron hacia el desierto, � la pe�a de Rimm�n, y de ellos rebuscaron cinco mil hombres en los caminos: fueron a�n acos�ndolos hasta Gidom, y mataron de ellos dos mil hombres. As� todos los que de Benjam�n murieron aquel d�a, fueron veinticinco mil hombres que sacaban espada, todos ellos hombres de guerra. Pero se volvieron y huyeron al desierto � la pe�a de Rimm�n seiscientos hombres, los cuales estuvieron en la pe�a de Rimm�n cuatro meses: Y los hombres de Israel tornaron � los hijos de Benjam�n, y pas�ronlos � cuchillo, � hombres y bestias en la ciudad, y todo lo que fu� hallado: asimismo pusieron fuego � todas ls ciudades que hallaban. Jueces 21Y LOS varones de Israel hab�an jurado en Mizpa, diciendo: Ninguno de nosotros dar� su hija � los de Benjam�n por mujer. Y vino el pueblo � la casa de Dios, y estuvi�ronse all� hasta la tarde delante de Dios; y alzando su voz hicieron gran llanto, y dijeron: Oh Jehov� Dios de Israel, �por qu� ha sucedido esto en Israel, que falte hoy de Israel una tribu? Y al d�a siguiente el pueblo se levant� de ma�ana, y edificaron all� altar, y ofrecieron holocaustos y pac�ficos. Y dijeron los hijos de Israel: �Qui�n de todas las tribus de Israel no subi� � la reuni�n cerca de Jehov�? Porque se hab�a hecho gran juramento contra el que no subiese � Jehov� en Mizpa, diciendo: Sufrir� muerte. Y los hijos de Israel se arrepintieron � causa de Benjam�n su hermano, y dijeron: Una tribu es hoy cortada de Israel. �Qu� haremos en cuanto � mujeres para los que han quedado? Nosotros hemos jurado por Jehov� que no les hemos de dar nuestras hijas por mujeres. Y dijeron: �Hay alguno de las tribus de Israel que no haya subido � Jehov� en Mizpa? Y hallaron que ninguno de Jabes-galaad hab�a venido al campo � la reuni�n: Porque el pueblo fu� contado, y no hubo all� var�n de los moradores de Jabes-galaad. Entonces la congregaci�n envi� all� doce mil hombres de los m�s valientes, y mand�ronles, diciendo: Id y poned � cuchillo � los moradores de Jabes-galaad, y las mujeres y ni�os. Mas har�is de esta manera: matar�is � todo var�n, y � toda mujer que hubiere conocido ayuntamiento de var�n. Y hallaron de los moradores de Jabes-galaad cuatrocientas doncellas que no hab�an conocido hombre en ayuntamiento de var�n, y traj�ronlas al campo en Silo, que es en la tierra de Cana�n. Toda la congregaci�n envi� luego � hablar � los hijos de Benjam�n que estaban en la pe�a de Rimm�n, y llam�ronlos en paz. Y volvieron entonces los de Benjam�n; y di�ronles por mujeres las que hab�an guardado vivas de las mujeres de Jabes-galaad: mas no les bastaron �stas. Y el pueblo tuvo dolor � causa de Benjam�n, de que Jehov� hubiese hecho mella en las tribus de Israel. Entonces los ancianos de la congregaci�n dijeron: �Qu� haremos acerca de mujeres para los que han quedado? Porque el sexo de las mujeres hab�a sido ra�do de Benjam�n. Y dijeron: La heredad de los que han escapado ha de ser lo que era de Benjam�n, porque no sea una tribu ra�da de Israel. Nosotros empero, no les podemos dar mujeres de nuestras hijas, porque los hijos de Israel han jurado, diciendo: Maldito el que diere mujer � Benjam�n. Ahora bien, dijeron, he aqu� cada un a�o hay solemnidad de Jehov� en Silo, que est� al aquil�n de Beth-el, y al lado oriental del camino que sube de Beth-el � Sich�m, y al mediod�a de Lebona. Y mandaron � los hijos de Benjam�n, diciendo: Id, y poned emboscada en las vi�as: Y estad atentos: y cuando viereis salir la hijas de Silo � bailar en corros, vosotros saldr�is de las vi�as, y arrebatar�is cada uno mujer para s� de las hijas de Silo, y os ir�is � tierra de Benjam�n: Y cuando vinieren los padres de ellas � sus hermanos � demand�rnoslo, nosotros les diremos: Tened piedad de nosotros en lugar de ellos: pues que nosotros en la guerra no tomamos mujeres para todos: que vosotros no se las hab�is dado, para que ahora se�is culpables. Y los hijos de Benjam�n lo hicieron as�; pues tomaron mujeres conforme � su n�mero, pillando de las que danzaban; y y�ndose luego, torn�ronse � su heredad, y reedificaron las ciudades, y habitaron en ellas. Entonces los hijos de Israel se fueron tambi�n de all�, cada uno � su tribu y � su familia, saliendo de all� cada uno � su heredad. En estos d�as no hab�a rey en Israel: cada uno hac�a lo recto delante de sus ojos.
RutLA BIBLIA Versión Reina-Valera de 1909 �NDICE [1 | 2 | 3 | 4] Rut 1Y ACONTECIO en los d�as que gobernaban los jueces, que hubo hambre en la tierra. Y un var�n de Beth-lehem de Jud�, fu� � peregrinar en los campos de Moab, �l y su mujer, y dos hijos suyos. El nombre de aquel var�n era Elimelech, y el de su mujer Noemi; y los nombres de sus dos hijos eran, Mahal�n y Cheli�n, Ephrateos de Beth-lehem de Jud�. Llegaron pues � los campos de Moab, y asentaron all�. Y muri� Elimelech, marido de Noemi, y qued� ella con sus dos hijos; Los cuales tomaron para s� mujeres de Moab, el nombre de la una Orpha, y el nombre de la otra Ruth; y habitaron all� unos diez a�os. Y murieron tambi�n los dos, Mahal�n y Cheli�n, quedando as� la mujer desamparada de sus dos hijos y de su marido. Entonces se levant� con sus nueras, y volvi�se de los campos de Moab: porque oy� en el campo de Moab que Jehov� hab�a visitado � su pueblo para darles pan. Sali� pues del lugar donde hab�a estado, y con ella sus dos nueras, y comenzaron � caminar para volverse � la tierra de Jud�. Y Noemi dijo � sus dos nueras: Andad, volveos cada una � la casa de su madre: Jehov� haga con vosotras misericordia, como la hab�is hecho con los muertos y conmigo. D�os Jehov� que hall�is descanso, cada una en casa de su marido: bes�las luego, y ellas lloraron � voz en grito. Y dij�ronle: Ciertamente nosotras volveremos contigo � tu pueblo. Y Noemi respondi�: Volveos, hijas m�as: �para qu� hab�is de ir conmigo? �tengo yo m�s hijos en el vientre, que puedan ser vuestros maridos? Volveos, hijas m�as, � idos; que yo ya soy vieja para ser para var�n. Y aunque dijese: Esperanza tengo; y esta noche fuese con var�n, y aun pariese hijos; �Hab�ais vosotras de esperarlos hasta que fuesen grandes? �hab�as vosotras de quedaros sin casar por amor de ellos? No, hijas m�as; que mayor amargura tengo yo que vosotras, pues la mano de Jehov� ha salido contra m�. Mas ellas alzando otra vez su voz, lloraron: y Orpha bes� � su suegra, mas Ruth se qued� con ella. Y Noemi dijo: He aqu� tu cu�ada se ha vuelto � su pueblo y � sus dioses; vu�lvete t� tras ella. Y Ruth respondi�: No me ruegues que te deje, y que me aparte de ti: porque donde quiera que t� fueres, ir� yo; y donde quiera que vivieres, vivir�. Tu pueblo ser� mi pueblo, y tu Dios mi Dios. Donde t� murieres, morir� yo, y all� ser� sepultada: as� me haga Jehov�, y as� me d�, que s�lo la muerte har� separaci�n entre m� y ti. Y viendo Noemi que estaba tan resuelta � ir con ella, dej� de hablarle. Anduvieron pues ellas dos hasta que llegaron � Beth-lehem: y aconteci� que entrando en Beth-lehem, toda la ciudad se conmovi� por raz�n de ellas, y dec�an: �No es �sta Noemi? Y ella les respondi�: No me llam�is Noemi, sino llamadme Mara: porque en grande amargura me ha puesto el Todopoderoso. Yo me fu� llena, mas vac�a me ha vuelto Jehov�. �Por qu� me llamar�is Noemi, ya que Jehov� ha dado testimonio contra m�, y el Todopoderoso me ha afligido? As� volvi� Noemi y Ruth Moabita su nuera con ella; volvi� de los campos de Moab, y llegaron � Beth-lehem en el principio de la siega de las cebadas. Rut 2Y TENIA Noemi un pariente de su marido, var�n poderoso y de hecho, de la familia de Elimelech, el cual se llamaba Booz. Y Ruth la Moabita dijo � Noemi: Ru�gote que me dejes ir al campo, y coger� espigas en pos de aquel � cuyos ojos hallare gracia. Y ella le respondi�: Ve, hija m�a. Fu� pues, y llegando, espig� en el campo en pos de los segadores: y aconteci� por ventura, que la suerte del campo era de Booz, el cual era de la parentela de Elimelech. Y he aqu� que Booz vino de Beth-lehem, y dijo � los segadores: Jehov� sea con vosotros. Y ellos respondieron: Jehov� te bendiga. Y Booz dijo � su criado el sobrestante de los segadores: �C�ya es esta moza? Y el criado, sobrestante de los segadores, respondi� y dijo: Es la moza de Moab, que volvi� con Noemi de los campos de Moab; Y ha dicho: Ru�gote que me dejes coger y juntar tras los segadores entre las gavillas: entr� pues, y est� desde por la ma�ana hasta ahora, menos un poco que se detuvo en casa. Entonces Booz dijo � Ruth: Oye, hija m�a, no vayas � espigar � otro campo, ni pases de aqu�: y aqu� estar�s con mis mozas. Mira bien el campo que segaren, y s�guelas: porque yo he mandado � los mozos que no te toquen. Y si tuvieres sed, ve � los vasos, y bebe del agua que sacaren los mozos. Ella entonces bajando su rostro inclin�se � tierra, y d�jole: �Por qu� he hallado gracia en tus ojos para que t� me reconozcas, siendo yo extranjera? Y respondiendo Booz, d�jole: Por cierto se me ha declarado todo lo que has hecho con tu suegra despu�s de la muerte de tu marido, y que dejando � tu padre y � tu madre y la tierra donde naciste, has venido � pueblo que no conociste antes. Jehov� galardone tu obra, y tu remuneraci�n sea llena por Jehov� Dios de Israel, que has venido para cubrirte debajo de sus alas. Y ella dijo: Se�or m�o, halle yo gracia delante de tus ojos; porque me has consolado, y porque has hablado al coraz�n de tu sierva, no siendo yo como una de tus criadas. Y Booz le dijo � la hora de comer: All�gate aqu�, y come del pan, y moja tu bocado en el vinagre. Y sent�se ella junto � los segadores, y �l le di� del potaje, y comi� hasta que se hart� y le sobr�. Levant�se luego para espigar. Y Booz mand� � sus criados, diciendo: Coja tambi�n espigas entre las gavillas, y no la avergonc�is; Antes echar�is � sabiendas de los manojos, y la dejar�is que coja, y no la reprend�is. Y espig� en el campo hasta la tarde, y desgran� lo que hab�a cogido, y fu� como un epha de cebada. Y tom�lo, y v�nose � la ciudad; y su suegra vi� lo que hab�a cogido. Sac� tambi�n luego lo que le hab�a sobrado despu�s de harta, y di�selo. Y d�jole su suegra: �D�nde has espigado hoy? �y d�nde has trabajado? bendito sea el que te ha reconocido. Y ella declar� � su suegra lo que le hab�a acontecido con aqu�l, y dijo: El nombre del var�n con quien hoy he trabajado es Booz. Y dijo Noemi � su nuera: Sea �l bendito de Jehov�, pues que no ha rehusado � los vivos la benevolencia que tuvo para con los finados. D�jole despu�s Noemi: Nuestro pariente es aquel var�n, y de nuestros redentores es. Y Ruth Moabita dijo: � m�s de esto me ha dicho: J�ntate con mis criados, hasta que hayan acabado toda mi siega. Y Noemi respondi� � Ruth su nuera: Mejor es, hija m�a, que salgas con sus criadas, que no que te encuentren en otro campo. Estuvo pues junta con las mozas de Booz espigando, hasta que la siega de las cebadas y la de los trigos fu� acabada; mas con su suegra habit�. Rut 3Y DIJOLE su suegra Noemi: Hija m�a, �no te tengo de buscar descanso, que te sea bueno? �No es Booz nuestro pariente, con cuyas mozas t� has estado? He aqu� que �l avienta esta noche la parva de las cebadas. Te lavar�s pues, y te ungir�s, y visti�ndote tus vestidos, pasar�s � la era; mas no te dar�s � conocer al var�n hasta que �l haya acabado de comer y de beber. Y cuando �l se acostare, repara t� el lugar donde �l se acostar�, � ir�s, y descubrir�s los pies, y te acostar�s all�; y �l te dir� lo que hayas de hacer. Y le respondi�: Har� todo lo que t� me mandares. Descendi� pues � la era, � hizo todo lo que su suegra le hab�a mandado. Y como Booz hubo comido y bebido, y su coraz�n estuvo contento, retir�se � dormir � un lado del mont�n. Entonces ella vino calladamente, y descubri� los pies, y acost�se. Y aconteci�, que � la media noche se estremeci� aquel hombre, y palp�: y he aqu�, la mujer que estaba acostada � sus pies. Entonces �l dijo: �Qui�n eres? Y ella respondi�: Yo soy Ruth tu sierva: extiende el borde de tu capa sobre tu sierva, por cuanto eres pariente cercano. Y �l dijo: Bendita seas t� de Jehov�, hija m�a; que has hecho mejor tu postrera gracia que la primera, no yendo tras los mancebos, sean pobres � ricos. Ahora pues, no temas, hija m�a: yo har� contigo lo que t� dijeres, pues que toda la puerta de mi pueblo sabe que eres mujer virtuosa. Y ahora, aunque es cierto que yo soy pariente cercano, con todo eso hay pariente m�s cercano que yo. Reposa esta noche, y cuando sea de d�a, si �l te redimiere, bien, red�mate; mas si �l no te quisiere redimir, yo te redimir�, vive Jehov�. Descansa pues hasta la ma�ana. Y despu�s que repos� � sus pies hasta la ma�ana, levant�se, antes que nadie pudiese conocer � otro. Y �l dijo: No se sepa que haya venido mujer � la era. Despu�s le dijo: Llega el lienzo que traes sobre ti, y ten de �l. Y teni�ndolo ella, �l midi� seis medidas de cebada, y p�soselas � cuestas: y v�nose ella � la ciudad. As� que vino � su suegra, �sta le dijo: �Qu� pues, hija m�a? Y declar�le ella todo lo que con aquel var�n le hab�a acontecido. Y dijo: Estas seis medidas de cebada me di�, dici�ndome: Porque no vayas vac�a � tu suegra. Entonces Noemi dijo: Reposa, hija m�a, hasta que sepas como cae la cosa: porque aquel hombre no parar� hasta que hoy concluya el negocio. Rut 4Y BOOZ subi� � la puerta y sent�se all�: y he aqu� pasaba aquel pariente del cual hab�a Booz hablado, y d�jole: Eh, fulano, ven ac� y si�ntate. Y �l vino, y sent�se. Entonces �l tom� diez varones de los ancianos de la ciudad, y dijo: Sentaos aqu�. Y ellos se sentaron. Luego dijo al pariente: Noemi, que ha vuelto del campo de Moab, vende una parte de las tierras que tuvo nuestro hermano Elimelech; Y yo decid� hac�rtelo saber, y decirte que la tomes delante de los que est�n aqu� sentados, y delante de los ancianos de mi pueblo. Si hubieres de redimir, redime; y si no quisieres redimir, decl�ramelo para que yo lo sepa: porque no hay otro que redima sino t�, y yo despu�s de ti. Y �l respondi�: Yo redimir�. Entonces replic� Booz: El mismo d�a que tomares las tierras de mano de Noemi, has de tomar tambi�n � Ruth Moabita, mujer del difunto, para que suscites el nombre del muerto sobre su posesi�n. Y respondi� el pariente: No puedo redimir por mi parte, porque echar�a � perder mi heredad: redime t� usando de mi derecho, porque yo no podr� redimir. Hab�a ya de largo tiempo esta costumbre en Israel en la redenci�n � contrato, que para la confirmaci�n de cualquier negocio, el uno se quitaba el zapato y lo daba � su compa�ero: y este era el testimonio en Israel. Entonces el pariente dijo � Booz: T�malo t�. Y descalz� su zapato. Y Booz dijo � los ancianos y � todo el pueblo: Vosotros sois hoy testigos de que tomo todas las cosas que fueron de Elimelech, y todo lo que fu� de Cheli�n y de Mahal�n, de mano de Noemi. Y que tambi�n tomo por mi mujer � Ruth Moabita, mujer de Mahal�n, para suscitar el nombre del difunto sobre su heredad, para que el nombre del muerto no se borre de entre sus hermanos y de la puerta de su lugar. Vosotros sois hoy testigos. Y dijeron todos los del pueblo que estaban � la puerta con los ancianos: Testigos somos. Jehov� haga � la mujer que entra en tu casa como � Rach�l y � Lea, las cuales dos edificaron la casa de Israel; y t� seas ilustre en Ephrata, y tengas nombrad�a en Beth-lehem; Y de la simiente que Jehov� te diere de aquesta moza, sea tu casa como la casa de Phares, al que pari� Thamar � Jud�. Booz pues tom� � Ruth, y ella fu� su mujer; y luego que entr� � ella, Jehov� le di� que concibiese y pariese un hijo. Y las mujeres dec�an � Noemi: Loado sea Jehov�, que hizo que no te faltase hoy pariente, cuyo nombre ser� nombrado en Israel. El cual ser� restaurador de tu alma, y el que sustentar� tu vejez; pues que tu nuera, la cual te ama y te vale m�s que siete hijos, le ha parido. Y tomando Noemi el hijo, p�solo en su regazo, y fu�le su ama. Y las vecinas diciendo, � Noemi ha nacido un hijo, le pusieron nombre; y llam�ronle Obed. Este es padre de Isa�, padre de David. Y estas son las generaciones de Phares: Phares engendr� � Hesr�n; Y Hesr�n engendr� � Ram, y Ram engendr� � Aminadab; Y Aminadab engendr� � Nahas�n, y Nahas�n engendr� � Salm�n; Y Salm�n engendr� � Booz, y Booz engendr� � Obed; Y Obed engendr� � Isa�, � Isa� engendr� � David.
1 Samuel LA BIBLIA Versión Reina-Valera de 1909 �NDICE [1 | 2 | 3 | 4 | 5 | 6 | 7 | 8 | 9 | 10 | 11 | 12 | 13 | 14 | 15 | 16 | 17 | 18 | 19 | 20 | 21 | 22 | 23 | 24 | 25 | 26 | 27 | 28 | 29 | 30 | 31 ]1 Samuel 1HUBO un var�n de Ramathaim de Sophim, del monte de Ephraim, que se llamaba Elcana, hijo de Jeroham, hijo de Eli�, hijo de Thohu, hijo de Suph, Ephrateo. Y ten�a �l dos mujeres; el nombre de la una era Anna, y el nombre de la otra Peninna. Y Peninna ten�a hijos, mas Anna no los ten�a. Y sub�a aquel var�n todos los a�os de su ciudad, � adorar y sacrificar � Jehov� de los ej�rcitos en Silo, donde estaban dos hijos de Eli, Ophni y Phinees, sacerdotes de Jehov�. Y cuando ven�a el d�a, Elcana sacrificaba, y daba � Peninna su mujer, y � todos sus hijos y � todas sus hijas, � cada uno su parte. Mas � Anna daba una parte escogida; porque amaba � Anna, aunque Jehov� hab�a cerrado su matriz. Y su competidora la irritaba, enoj�ndola y entristeci�ndola, porque Jehov� hab�a cerrado su matriz. Y as� hac�a cada a�o: cuando sub�a � la casa de Jehov�, enojaba as� � la otra; por lo cual ella lloraba, y no com�a. Y Elcana su marido le dijo: Anna, �por qu� lloras? �y por qu� no comes? �y por qu� est� afligido tu coraz�n? �No te soy yo mejor que diez hijos? Y levant�se Anna despu�s que hubo comido y bebido en Silo; y mientras el sacerdote Eli estaba sentado en una silla junto � un pilar del templo de Jehov�, Ella con amargura de alma or� � Jehov�, y llor� abundantemente. E hizo voto, diciendo: Jehov� de los ej�rcitos, si te dignares mirar la aflicci�n de tu sierva, y te acordares de m�, y no te olvidares de tu sierva, mas dieres � tu sierva un hijo var�n, yo lo dedicar� � Jehov� todos los d�as de su vida, y no subir� navaja sobre su cabeza. Y fu� que como ella orase largamente delante de Jehov�, Eli estaba observando la boca de ella. Mas Anna hablaba en su coraz�n, y solamente se mov�an sus labios, y su voz no se o�a; y t�vola Eli por borracha. Entonces le dijo Eli: �Hasta cu�ndo estar�s borracha?; digiere tu vino. Y Anna le respondi�, diciendo: No, se�or m�o: mas yo soy una mujer trabajada de esp�ritu: no he bebido vino ni sidra, sino que he derramado mi alma delante de Jehov�. No tengas � tu sierva por una mujer imp�a: porque por la magnitud de mis congojas y de mi aflicci�n he hablado hasta ahora. Y Eli respondi�, y dijo: Ve en paz, y el Dios de Israel te otorgue la petici�n que le has hecho. Y ella dijo: Halle tu sierva gracia delante de tus ojos. Y fu�se la mujer su camino, y comi�, y no estuvo m�s triste. Y levant�ndose de ma�ana, adoraron delante de Jehov�, y volvi�ronse, y vinieron � su casa en Ramatha. Y Elcana conoci� � Anna su mujer, y Jehov� se acord� de ella. Y fu� que corrido el tiempo, despu�s de haber concebido Anna, pari� un hijo, y p�sole por nombre Samuel, diciendo: Por cuanto lo demand� � Jehov�. Despu�s subi� el var�n Elcana, con toda su familia, � sacrificar � Jehov� el sacrificio acostumbrado, y su voto. Mas Anna no subi�, sino dijo � su marido: Yo no subir� hasta que el ni�o sea destetado; para que lo lleve y sea presentado delante de Jehov�, y se quede all� para siempre. Y Elcana su marido le respondi�: Haz lo que bien te pareciere; qu�date hasta que lo destetes; solamente Jehov� cumpla su palabra. Y qued�se la mujer, y cri� su hijo hasta que lo destet�. Y despu�s que lo hubo destetado, llev�lo consigo, con tres becerros, y un epha de harina, y una vasija de vino, y tr�jolo � la casa de Jehov� en Silo: y el ni�o era peque�o. Y matando el becerro, trajeron el ni�o � Eli. Y ella dijo: �Oh, se�or m�o! vive tu alma, se�or m�o, yo soy aquella mujer que estuvo aqu� junto � ti orando � Jehov�. Por este ni�o oraba, y Jehov� me di� lo que le ped�. Yo pues le vuelvo tambi�n � Jehov�: todos los d�as que viviere, ser� de Jehov�. Y ador� all� � Jehov�. 1 Samuel 2Y ANNA or� y dijo: Mi coraz�n se regocija en Jehov�, Mi cuerno es ensalzado en Jehov�; Mi boca se ensanch� sobre mis enemigos, Por cuanto me alegr� en tu salud. No hay santo como Jehov�: Porque no hay ninguno fuera de ti; Y no hay refugio como el Dios nuestro. No multipliqu�is hablando grandezas, altaner�as; Cesen las palabras arrogantes de vuestra boca; Porque el Dios de todo saber es Jehov�, Y � �l toca el pesar las acciones. Los arcos de los fuertes fueron quebrados, Y los flacos se ci�eron de fortaleza. Los hartos se alquilaron por pan: Y cesaron los hambrientos: Hasta parir siete la est�ril, Y la que ten�a muchos hijos enferm�. Jehov� mata, y �l da vida: El hace descender al sepulcro, y hace subir. Jehov� empobrece, y �l enriquece: Abate, y ensalza. El levanta del polvo al pobre, Y al menesteroso ensalza del esti�rcol, Para asentarlo con los pr�ncipes; Y hace que tengan por heredad asiento de honra: Porque de Jehov� son las columnas de la tierra, Y �l asent� sobre ellas el mundo. El guarda los pies de sus santos, Mas los imp�os perecen en tinieblas; Porque nadie ser� fuerte por su fuerza. Delante de Jehov� ser�n quebrantados sus adversarios, Y sobre ellos tronar� desde los cielos: Jehov� juzgar� los t�rminos de la tierra, Y dar� fortaleza � su Rey, Y ensalzar� el cuerno de su Mes�as. Y Elcana se volvi� � su casa en Ramatha; y el ni�o ministraba � Jehov� delante del sacerdote Eli. Mas los hijos de Eli eran hombres imp�os, y no ten�an conocimiento de Jehov�. Y la costumbre de los sacerdotes con el pueblo era que, cuando alguno ofrec�a sacrificio, ven�a el criado del sacerdote mientras la carne estaba � cocer, trayendo en su mano un garfio de tres ganchos; Y her�a con �l en la caldera, � en la olla, � en el caldero, � en el pote; y todo lo que sacaba el garfio, el sacerdote lo tomaba para si. De esta manera hac�an � todo Israelita que ven�a � Silo. Asimismo, antes de quemar el sebo, ven�a el criado del sacerdote, y dec�a al que sacrificaba: Da carne que ase para el sacerdote; porque no tomar� de ti carne cocida, sino cruda. Y si le respond�a el var�n, Quemen luego el sebo hoy, y despu�s toma tanta como quisieres; �l respond�a: No, sino ahora la has de dar: de otra manera yo la tomar� por fuerza. Era pues el pecado de los mozos muy grande delante de Jehov�; porque los hombres menospreciaban los sacrificios de Jehov�. Y el joven Samuel ministraba delante de Jehov�, vestido de un ephod de lino. Y hac�ale su madre una t�nica peque�a, y tra�asela cada a�o, cuando sub�a con su marido � ofrecer el sacrificio acostumbrado. Y Eli bendijo � Elcana y � su mujer, diciendo: Jehov� te d� simiente de esta mujer en lugar de esta petici�n que hizo � Jehov�. Y volvi�ronse � su casa. Y visit� Jehov� � Anna, y concibi�, y pari� tres hijos, y dos hijas. Y el joven Samuel crec�a delante de Jehov�. Eli empero era muy viejo, y oy� todo lo que sus hijos hac�an � todo Israel, y como dorm�an con las mujeres que velaban � la puerta del tabern�culo del testimonio. Y d�joles: �Por qu� hac�is cosas semejantes? Porque yo oigo de todo este pueblo vuestros malos procederes. No, hijos m�os; porque no es buena fama la que yo oigo: que hac�is pecar al pueblo de Jehov�. Si pecare el hombre contra el hombre, los jueces le juzgar�n; mas si alguno pecare contra Jehov�, �qui�n rogar� por �l? Mas ellos no oyeron la voz de su padre, porque Jehov� los quer�a matar. Y el joven Samuel iba creciendo, y adelantando delante de Dios y delante de los hombres. Y vino un var�n de Dios � Eli, y d�jole: As� ha dicho Jehov�: �No me manifest� yo claramente � la casa de tu padre, cuando estaban en Egipto en casa de Fara�n? Y yo le escog� por mi sacerdote entre todas las tribus de Israel, para que ofreciese sobre mi altar, y quemase perfume, y trajese ephod delante de m�; y d� � la casa de tu padre todas las ofrendas de los hijos de Israel. �Por qu� hab�is hollado mis sacrificios y mis presentes, que yo mand� ofrecer en el tabern�culo; y has honrado � tus hijos m�s que � m�, engord�ndoos de lo principal de todas las ofrendas de mi pueblo Israel? Por tanto, Jehov� el Dios de Israel dice: Yo hab�a dicho que tu casa y la casa de tu padre andar�an delante de m� perpetuamente; mas ahora ha dicho Jehov�: Nunca yo tal haga, porque yo honrar� � los que me honran, y los que me tuvieren en poco, ser�n viles. He aqu� vienen d�as, en que cortar� tu brazo, y el brazo de la casa de tu padre, que no haya viejo en tu casa. Y ver�s competidor en el tabern�culo, en todas las cosas en que hiciere bien � Israel; y en ning�n tiempo habr� viejo en tu casa. Y no te cortar� del todo var�n de mi altar, para hacerte marchitar tus ojos, y henchir tu �nimo de dolor; mas toda la cr�a de tu casa morir� en la edad varonil. Y te ser� por se�al esto que acontecer� � tus dos hijos, Ophni y Phinees: ambos morir�n en un d�a. Y yo me suscitar� un sacerdote fiel, que haga conforme � mi coraz�n y � mi alma; y yo le edificar� casa firme, y andar� delante de mi ungido todo los d�as. Y ser� que el que hubiere quedado en tu casa, vendr� � postr�rsele por un dinero de plata y un bocado de pan, dici�ndole: Ru�gote que me constituyas en alg�n ministerio, para que coma un bocado de pan. 1 Samuel 3Y EL joven Samuel ministraba � Jehov� delante de Eli: y la palabra de Jehov� era de estima en aquellos d�as; no hab�a visi�n manifiesta. Y aconteci� un d�a, que estando Eli acostado en su aposento, cuando sus ojos comenzaban � oscurecerse, que no pod�a ver, Samuel estaba durmiendo en el templo de Jehov�, donde el arca de Dios estaba: y antes que la l�mpara de Dios fuese apagada, Jehov� llam� � Samuel; y �l respondi�: Heme aqu�. Y corriendo luego � Eli, dijo: Heme aqu�; �para qu� me llamaste? Y Eli le dijo: Yo no he llamado; vu�lvete � acostar. Y �l se volvi�, y acost�se. Y Jehov� volvi� � llamar otra vez � Samuel. Y levant�ndose Samuel vino � Eli, y dijo: Heme aqu�; �para qu� me has llamado? Y �l dijo: Hijo m�o, yo no he llamado; vuelve, y acu�state. Y Samuel no hab�a conocido a�n � Jehov�, ni la palabra de Jehov� le hab�a sido revelada. Jehov� pues llam� la tercera vez � Samuel. Y �l levant�ndose vino � Eli, y dijo: Heme aqu�; �para qu� me has llamado? Entonces entendi� Eli que Jehov� llamaba al joven. Y dijo Eli � Samuel: Ve, y acu�state: y si te llamare, dir�s: Habla, Jehov�, que tu siervo oye. As� se fu� Samuel, y acost�se en su lugar. Y vino Jehov�, y par�se, y llam� como las otras veces: �Samuel, Samuel! Entonces Samuel dijo: Habla, que tu siervo oye. Y Jehov� dijo � Samuel: He aqu� har� yo una cosa en Israel, que � quien la oyere, le reti�ir�n ambos o�dos. Aquel d�a yo despertar� contra Eli todas las cosas que he dicho sobre su casa. En comenzando, acabar� tambi�n. Y mostrar�le que yo juzgar� su casa para siempre, por la iniquidad que �l sabe; porque sus hijos se han envilecido, y �l no los ha estorbado. Y por tanto yo he jurado � la casa de Eli, que la iniquidad de la casa de Eli no ser� expiada jam�s, ni con sacrificios ni con presentes. Y Samuel estuvo acostado hasta la ma�ana, y abri� las puertas de la casa de Jehov�. Y Samuel tem�a descubrir la visi�n � Eli. Llamando pues Eli � Samuel, d�jole: Hijo m�o, Samuel. Y �l respondi�: Heme aqu�. Y dijo: �Qu� es la palabra que te habl� Jehov�?; ru�gote que no me la encubras: as� te haga Dios y as� te a�ada, si me encubrieres palabra de todo lo que habl� contigo. Y Samuel se lo manifest� todo, sin encubrirle nada. Entonces �l dijo: Jehov� es; haga lo que bien le pareciere. Y Samuel creci�, y Jehov� fu� con �l, y no dej� caer � tierra ninguna de sus palabras. Y conoci� todo Israel desde Dan hasta Beer-sebah, que Samuel era fiel profeta de Jehov�. As� torn� Jehov� � aparecer en Silo: porque Jehov� se manifest� � Samuel en Silo con palabra de Jehov�. 1 Samuel 4Y SAMUEL habl� � todo Israel. Por aquel tiempo sali� Israel � encontrar en batalla � los Filisteos, y asent� campo junto � Eben-ezer, y los Filisteos asentaron el suyo en Aphec. Y los Filisteos presentaron la batalla � Israel; y trab�ndose el combate, Israel fu� vencido delante de los Filisteos, los cuales hirieron en la batalla por el campo como cuatro mil hombres. Y vuelto que hubo el pueblo al campamento, los ancianos de Israel dijeron: �Por qu� nos ha herido hoy Jehov� delante de los Filisteos? Traigamos � nosotros de Silo el arca del pacto de Jehov�, para que viniendo entre nosotros nos salve de la mano de nuestros enemigos. Y envi� el pueblo � Silo, y trajeron de all� el arca del pacto de Jehov� de los ej�rcitos, que estaba asentado entre los querubines; y los dos hijos de Eli, Ophni y Phinees, estaban all� con el arca del pacto de Dios. Y aconteci� que, como el arca del pacto de Jehov� vino al campo, todo Israel di� grita con tan grande j�bilo, que la tierra tembl�. Y cuando los Filisteos oyeron la voz de j�bilo, dijeron: �Qu� voz de gran j�bilo es esta en el campo de los Hebreos? Y supieron que el arca de Jehov� hab�a venido al campo. Y los Filisteos tuvieron miedo, porque dec�an: Ha venido Dios al campo. Y dijeron: �Ay de nosotros! pues antes de ahora no fu� as�. �Ay de nosotros! �Qui�n nos librar� de las manos de estos dioses fuertes? Estos son los dioses que hirieron � Egipto con toda plaga en el desierto. Esforzaos, oh Filisteos, y sed hombres, porque no sirv�is � los Hebreos, como ellos os han servido � vosotros: sed hombres, y pelead. Pelearon pues los Filisteos, � Israel fu� vencido, y huyeron cada cual � sus tiendas; y fu� hecha muy grande mortandad, pues cayeron de Israel treinta mil hombres de � pie. Y el arca de Dios fu� tomada, y muertos los dos hijos de Eli, Ophni y Phinees. Y corriendo de la batalla un hombre de Benjam�n, vino aquel d�a � Silo, rotos sus vestidos y tierra sobre su cabeza: Y cuando lleg�, he aqu� Eli que estaba sentado en una silla atalayando junto al camino; porque su coraz�n estaba temblando por causa del arca de Dios. Llegado pues aquel hombre � la ciudad, y dadas las nuevas, toda la ciudad grit�. Y como Eli oy� el estruendo de la griter�a, dijo: �Qu� estruendo de alboroto es �ste? Y aquel hombre vino apriesa, y di� las nuevas � Eli. Era ya Eli de edad de noventa y ocho a�os, y sus ojos se hab�an entenebrecido, de modo que no pod�a ver. Dijo pues aquel hombre � Eli: Yo vengo de la batalla, yo he escapado hoy del combate. Y �l dijo: �Qu� ha acontecido, hijo m�o? Y el mensajero respondi�, y dijo: Israel huy� delante de los Filisteos, y tambi�n fu� hecha gran mortandad en el pueblo; y tambi�n tus dos hijos, Ophni y Phinees, son muertos, y el arca de Dios fu� tomada. Y aconteci� que como �l hizo menci�n del arca de Dios, Eli cay� hacia atr�s de la silla al lado de la puerta, y quebr�sele la cerviz, y muri�: porque era hombre viejo y pesado. Y hab�a juzgado � Israel cuarenta a�os. Y su nuera, la mujer de Phinees, que estaba pre�ada, cercana al parto, oyendo el rumor que el arca de Dios era tomada, y muertos su suegro y su marido, encorv�se y pari�; porque sus dolores se hab�an ya derramado por ella. Y al tiempo que se mor�a, dec�anle las que estaban junto � ella: No tengas temor, porque has parido un hijo. Mas ella no respondi�, ni par� mientes. Y llam� al ni�o Ich�bod, diciendo: �Traspasada es la gloria de Israel! por el arca de Dios que fu� tomada, y porque era muerto su suegro, y su marido. Dijo pues: Traspasada es la gloria de Israel: porque el arca de Dios fu� tomada. 1 Samuel 5Y LOS Filisteos, tomada el arca de Dios, traj�ronla desde Eben-ezer � Asdod. Y tomaron los Filisteos el arca de Dios, y meti�ronla en la casa de Dag�n, y pusi�ronla junto � Dag�n. Y el siguiente d�a los de Asdod se levantaron de ma�ana, y he aqu� Dag�n postrado en tierra delante del arca de Jehov�: y tomaron � Dag�n, y volvi�ronlo � su lugar. Y torn�ndose � levantar de ma�ana el siguiente d�a, he aqu� que Dag�n hab�a ca�do postrado en tierra delante del arca de Jehov�; y la cabeza de Dag�n, y las dos palmas de sus manos estaban cortadas sobre el umbral, habi�ndole quedado � Dag�n el tronco solamente. Por esta causa los sacerdotes de Dag�n, y todos los que en el templo de Dag�n entran, no pisan el umbral de Dag�n en Asdod, hasta hoy. Empero agrav�se la mano de Jehov� sobre los de Asdod, y destruy�los, � hiri�los con hemorroides en Asdod y en todos sus t�rminos. Y viendo esto los de Asdod, dijeron: No quede con nosotros el arca del Dios de Israel, porque su mano es dura sobre nosotros, y sobre nuestro dios Dag�n. Enviaron pues � juntar � s� todos los pr�ncipes de los Filisteos, y dijeron: �Qu� haremos del arca del Dios de Israel? Y ellos respondieron: P�sese el arca del Dios de Israel � Gath. Y pasaron all� el arca del Dios de Israel. Y aconteci� que como la hubieron pasado, la mano de Jehov� fu� contra la ciudad con grande quebrantamiento; � hiri� los hombres de aquella ciudad desde el chico hasta el grande, que se llenaron de hemorroides. Entonces enviaron el arca de Dios � Ecr�n. Y como el arca de Dios vino � Ecr�n, los Ecronitas dieron voces diciendo: Han pasado � m� el arca del Dios de Israel por matarme � m� y � mi pueblo. Y enviaron � juntar todos los pr�ncipes de los Filisteos, diciendo: Despachad el arca del Dios de Israel, y t�rnese � su lugar, y no mate � m� ni � mi pueblo: porque hab�a quebrantamiento de muerte en toda la ciudad, y la mano de Dios se hab�a all� agravado. Y los que no mor�an, eran heridos de hemorroides; y el clamor de la ciudad sub�a al cielo. 1 Samuel 6Y ESTUVO el arca de Jehov� en la tierra de los Filisteos siete meses. Entonces los Filisteos, llamando los sacerdotes y adivinos, preguntaron: �Qu� haremos del arca de Jehov�? Declaradnos c�mo la hemos de tornar � enviar � su lugar. Y ellos dijeron: Si envi�is el arca del Dios de Israel, no la envi�is vac�a; mas le pagar�is la expiaci�n: y entonces ser�is sanos, y conocer�is por qu� no se apart� de vosotros su mano. Y ellos dijeron: �Y qu� ser� la expiaci�n que le pagaremos? Y ellos respondieron: Conforme al n�mero de los pr�ncipes de los Filisteos, cinco hermorroides de oro, y cinco ratones de oro, porque la misma plaga que todos tienen, tienen tambi�n vuestros pr�ncipes. Har�is pues las formas de vuestras hemorroides, y las formas de vuestros ratones que destruyen la tierra, y dar�is gloria al Dios de Israel: quiz� aliviar� su mano de sobre vosotros, y de sobre vuestros dioses, y de sobre vuestra tierra. Mas �por qu� endurec�is vuestro coraz�n, como los Egipcios y Fara�n endurecieron su coraz�n? Despu�s que los hubo as� tratado, �no los dejaron que se fuesen, y se fueron? Haced pues ahora un carro nuevo, y tomad luego dos vacas que cr�en, � las cuales no haya sido puesto yugo, y uncid las vacas al carro, y haced tornar de detr�s de ellas sus becerros � casa. Tomar�is luego el arca de Jehov�, y la pondr�is sobre el carro; y poned en una caja al lado de ella las alhajas de oro que le pag�is en expiaci�n: y la dejar�is que se vaya. Y mirad: si sube por el camino de su t�rmino � Beth-semes, �l nos ha hecho este mal tan grande; y si no, seremos ciertos que su mano no nos hiri�, nos ha sido accidente. Y aquellos hombres lo hicieron as�; pues tomando dos vacas que criaban, unci�ronlas al carro, y encerraron en casa sus becerros. Luego pusieron el arca de Jehov� sobre el carro, y la caja con los ratones de oro y con las formas de sus hemorroides. Y las vacas se encaminaron por el camino de Beth-semes, � iban por un mismo camino andando y bramando, sin apartarse ni � diestra ni � siniestra: y los pr�ncipes de los Filisteos fueron tras ellas hasta el t�rmino de Beth-semes. Y los de Beth-semes segaban el trigo en el valle; y alzando sus ojos vieron el arca, y holg�ronse cuando la vieron. Y el carro vino al campo de Josu� Beth-semita, y par� all� porque all� hab�a una gran piedra; y ellos cortaron la madera del carro, y ofrecieron las vacas en holocausto � Jehov�. Y los Levitas bajaron el arca de Jehov�, y la caja que estaba junto � ella, en la cual estaban las alhajas de oro, y pusi�ronlas sobre aquella gran piedra; y los hombre de Beth-semes sacrificaron holocaustos y mataron v�ctimas � Jehov� en aquel d�a. Lo cual viendo los cinco pr�ncipes de los Filisteos, volvi�ronse � Ecr�n el mismo d�a. Estas pues son las hemorroides de oro que pagaron los Filisteos � Jehov� en expiaci�n: por Asdod una, por Gaza una, por Ascal�n una, por Gath una, por Ecr�n una; Y ratones de oro conforme al n�mero de todas las ciudades de los Filisteos pertenecientes � los cinco pr�ncipes, desde las ciudades fuertes hasta las aldeas sin muro; y hasta la gran piedra sobre la cual pusieron el arca de Jehov�, piedra que est� en el campo de Josu� Beth-semita hasta hoy. Entonces hiri� Dios � los de Beth-semes, porque hab�an mirado en el arca de Jehov�; hiri� en el pueblo cincuenta mil y setenta hombres. Y el pueblo puso luto, porque Jehov� le hab�a herido de tan gran plaga. Y dijeron los de Beth-semes: �Qui�n podr� estar delante de Jehov� el Dios santo? �y � qui�n subir� desde nosotros? Y enviaron mensajeros � los de Ch�riath-jearim, diciendo: Los Filisteos han vuelto el arca de Jehov�: descended pues, y llevadla � vosotros. 1 Samuel 7Y VINIERON los de Ch�riath-jearim, y llevaron el arca de Jehov�, y meti�ronla en casa de Abinadab, situada en el collado; y santificaron � Eleazar su hijo, para que guardase el arca de Jehov�. Y aconteci� que desde el d�a que lleg� el arca � Ch�riath-jearim pasaron mucho d�as, veinte a�os; y toda la casa de Israel lamentaba en pos de Jehov�. Y habl� Samuel � toda la casa de Israel, diciendo: Si de todo vuestro coraz�n os volv�is � Jehov�, quitad los dioses ajenos y � Astaroth de entre vosotros, y preparad vuestro coraz�n � Jehov�, y � s�lo �l servid, y os librar� de mano de los Filisteos. Entonces los hijos de Israel quitaron � los Baales y � Astaroth, y sirvieron � solo Jehov�. Y Samuel dijo: Juntad � todo Israel en Mizpa, y yo orar� por vosotros � Jehov�. Y junt�ndose en Mizpa, sacaron agua, y derram�ronla delante de Jehov�, y ayunaron aquel d�a, y dijeron all�: Contra Jehov� hemos pecado. Y juzg� Samuel � los hijos de Israel en Mizpa. Y oyendo los Filisteos que los hijos de Israel estaban reunidos en Mizpa, subieron los pr�ncipes de los Filisteos contra Israel: lo cual como hubieron o�do los hijos de Israel, tuvieron temor de los Filisteos. Y dijeron los hijos de Israel � Samuel: No ceses de clamar por nosotros � Jehov� nuestro Dios, que nos guarde de mano de los filisteos. Y Samuel tom� un cordero de leche, y sacrific�lo entero � Jehov� en holocausto: y clam� Samuel � Jehov� por Israel, y Jehov� le oy�. Y aconteci� que estando Samuel sacrificando el holocausto, los Filisteos llegaron para pelear con los hijos de Israel. Mas Jehov� tron� aquel d�a con grande estruendo sobre los Filisteos, y desbarat�los, y fueron vencidos delante de Israel. Y saliendo los hijos de Israel de Mizpa, siguieron � los Filisteos, hiri�ndolos hasta abajo de Beth-car. Tom� luego Samuel una piedra, y p�sola entre Mizpa y Sen, y p�sole por nombre Eben-ezer, diciendo: Hasta aqu� nos ayud� Jehov�. Fueron pues los Filisteos humillados, que no vinieron m�s al t�rmino de Israel; y la mano de Jehov� fu� contra los Filisteos todo el tiempo de Samuel. Y fueron restitu�das � los hijos de Israel las ciudades que los Filisteos hab�an tomado � los Isrelitas, desde Ecr�n hasta Gath, con sus t�rminos: � Israel las libr� de mano de los Filisteos. Y hubo paz entre Israel y el Amorrheo. Y juzg� Samuel � Israel todo el tiempo que vivi�. Y todos los a�os iba y daba vuelta � Beth-el, y � Gilgal, y � Mizpa, y juzgaba � Israel en todos estos lugares. Volv�ase despu�s � Rama, porque all� estaba su casa, y all� juzgaba � Israel; y edific� all� altar � Jehov�. 1 Samuel 8Y ACONTECIO que habiendo Samuel envejecido, puso sus hijos por jueces sobre Israel. Y el nombre de su hijo primog�nito fu� Joel, y el nombre del segundo, Abia: fueron jueces en Beer-sebah. Mas no anduvieron los hijos por los caminos de su padre, antes se ladearon tras la avaricia, recibiendo cohecho y pervirtiendo el derecho. Entonces todos los ancianos de Israel se juntaron, y vinieron � Samuel en Rama, Y dij�ronle: He aqu� t� has envejecido, y tus hijos no van por tus caminos: por tanto, constit�yenos ahora un rey que nos juzgue, como todas las gentes. Y descontent� � Samuel esta palabra que dijeron: Danos rey que nos juzgue. Y Samuel or� � Jehov�. Y dijo Jehov� � Samuel: Oye la voz del pueblo en todo lo que te dijeren: porque no te han desechado � ti, sino � m� me han desechado, para que no reine sobre ellos. Conforme � todas las obras que han hecho desde el d�a que los saqu� de Egipto hasta hoy, que me han dejado y han servido � dioses ajenos, as� hacen tambi�n contigo. Ahora pues, oye su voz: mas protesta contra ellos declar�ndoles el derecho del rey que ha de reinar sobre ellos. Y dijo Samuel todas las palabras de Jehov� al pueblo que le hab�a pedido rey. Dijo pues: Este ser� el derecho del rey que hubiere de reinar sobre vosotros: tomar� vuestros hijos, y pondr�los en sus carros, y en su gente de � caballo, para que corran delante de su carro: Y se elegir� capitanes de mil, y capitanes de cincuenta: pondr�los asimismo � que aren sus campos, y sieguen sus mieses, y � que hagan sus armas de guerra, y los pertrechos de sus carros: Tomar� tambi�n vuestras hijas para que sean perfumadoras, cocineras, y amasadoras. Asimismo tomar� vuestras tierras, vuestras vi�as, y vuestros buenos olivares, y los dar� � sus siervos. El diezmar� vuestras simientes y vuestras vi�as, para dar � sus eunucos y � sus siervos. El tomar� vuestros siervos, y vuestras siervas, y vuestros buenos mancebos, y vuestros asnos, y con ellos har� sus obras. Diezmar� tambi�n vuestro reba�o, y ser�is sus siervos. Y clamar�is aquel d�a � causa de vuestro rey que os habr�is elegido, mas Jehov� no os oir� en aquel d�a. Empero el pueblo no quiso oir la voz de Samuel; antes dijeron: No, sino que habr� rey sobre nosotros: Y nosotros seremos tambi�n como todas las gentes, y nuestro rey nos gobernar�, y saldr� delante de nosotros, y har� nuestras guerras. Y oy� Samuel todas las palabras del pueblo, y refiri�las en o�dos de Jehov�. Y Jehov� dijo � Samuel: Oye su voz, y pon rey sobre ellos. Entonces dijo Samuel � los varones de Israel: Idos cada uno � su ciudad. 1 Samuel 9Y HABIA un var�n de Benjam�n, hombre valeroso, el cual se llamaba Cis, hijo de Abiel, hijo de Seor, hijo de Bech�ra, hijo de Aphia, hijo de un hombre de Benjam�n. Y ten�a �l un hijo que se llamaba Sa�l, mancebo y hermoso, que entre los hijos de Israel no hab�a otro m�s hermoso que �l; del hombro arriba sobrepujaba � cualquiera del pueblo. Y hab�anse perdido las asnas de Cis, padre de Sa�l; por lo que dijo Cis � Sa�l su hijo: Toma ahora contigo alguno de los criados, y lev�ntate, y ve � buscar las asnas. Y �l pas� al monte de Ephraim, y de all� � la tierra de Salisa, y no las hallaron. Pasaron luego por la tierra de Saalim, y tampoco. Despu�s pasaron por la tierra de Benjam�n, y no las encontraron. Y cuando vinieron � la tierra de Suph, Sa�l dijo � su criado que ten�a consigo: Ven, volv�monos; porque quiz� mi padre, dejado el cuidado de las asnas, estar� congojado por nosotros. Y �l le respondi�: He aqu� ahora hay en esta ciudad un hombre de Dios, que es var�n insigne: todas las cosas que �l dijere, sin duda vendr�n. Vamos pues all�: quiz� nos ense�ar� nuestro camino por donde hayamos de ir. Y Sa�l respondi� � su criado: Vamos ahora: �mas qu� llevaremos al var�n? Porque el pan de nuestras alforjas se ha acabado, y no tenemos qu� presentar al var�n de Dios: �qu� tenemos? Entonces torn� el criado � responder � Sa�l, diciendo: He aqu� se halla en mi mano la cuarta parte de un siclo de plata: esto dar� al var�n de Dios, porque nos declare nuestro camino. (Antiguamente en Israel cualquiera que iba � consultar � Dios, dec�a as�: Venid y vamos hasta el vidente: porque el que ahora se llama profeta, antiguamente era llamado vidente). Dijo entonces Sa�l � su criado: Bien dices; ea pues, vamos. Y fueron � la ciudad donde estaba el var�n de Dios. Y cuando sub�an por la cuesta de la ciudad, hallaron unas mozas que sal�an por agua, � las cuales dijeron: �Est� en este lugar el vidente? Y ellas respondi�ndoles, dijeron: S�; helo aqu� delante de ti: date pues priesa, porque hoy ha venido � la ciudad en atenci�n � que el pueblo tiene hoy sacrificio en el alto. Y cuando entrareis en la ciudad, le encontrar�is luego, antes que suba al alto � comer; pues el pueblo no comer� hasta que �l haya venido, por cuanto �l haya de bendecir el sacrificio, y despu�s comer�n los convidados. Subid pues ahora, porque ahora le hallar�is. Ellos entonces subieron � la ciudad; y cuando en medio de la ciudad estuvieron, he aqu� Samuel que delante de ellos sal�a para subir al alto. Y un d�a antes que Sa�l viniese, Jehov� hab�a revelado al o�do de Samuel, diciendo: Ma�ana � esta misma hora yo enviar� � ti un var�n de la tierra de Benjam�n, al cual ungir�s por pr�ncipe sobre mi pueblo Israel, y salvar� mi pueblo de mano de los Filisteos: pues yo he mirado � mi pueblo, porque su clamor ha llegado hasta m�. Y luego que Samuel vi� � Sa�l, Jehov� le dijo: He aqu� �ste es el var�n del cual te habl�; �ste se�orear� � mi pueblo. Y llegando Sa�l � Samuel en medio de la puerta, d�jole: Ru�gote que me ense�es d�nde est� la casa del vidente. Y Samuel respondi� � Sa�l, y dijo: Yo soy el vidente: sube delante de m� al alto, y comed hoy conmigo, y por la ma�ana te despachar�, y te descubrir� todo lo que est� en tu coraz�n. Y de las asnas que se te perdieron hoy ha tres d�as, pierde cuidado de ellas, porque se han hallado. Mas �por qui�n es todo el deseo de Israel, sino por ti y por toda la casa de tu padre? Y Sa�l respondi�, y dijo: �No soy yo hijo de Benjam�n, de las m�s peque�as tribus de Israel? y mi familia �no es la m�s peque�a de todas las familias de la tribu de Benjam�n? �por qu� pues me has dicho cosa semejante? Y trabando Samuel de Sa�l y de su criado, meti�los en la sala, y di�les lugar � la cabecera de los convidados, que eran como unos treinta hombres. Y dijo Samuel al cocinero: Trae ac� la porci�n que te d�, la cual te dije que guardases aparte. Entonces alz� el cocinero una espaldilla, con lo que estaba sobre ella, y p�sola delante de Sa�l. Y Samuel dijo: He aqu� lo que estaba reservado: ponlo delante de ti, y come; porque de industria se guard� para ti, cuando dije: Yo he convidado al pueblo. Y Sa�l comi� aquel d�a con Samuel. Y cuando hubieron descendido de lo alto � la ciudad, �l habl� con Sa�l en el terrado. Y al otro d�a madrugaron: y como al apuntar del alba, Samuel llam� � Sa�l, que estaba en el terrado; y dijo: Lev�ntate, para que te despache. Levant�se luego Sa�l, y salieron fuera ambos, �l y Samuel. Y descendiendo ellos al cabo de la ciudad, dijo Samuel � Sa�l: Di al mozo que vaya delante, (y adelant�se el mozo); mas espera t� un poco para que te declare palabra de Dios. 1 Samuel 10TOMANDO entonces Samuel una ampolla de aceite, derram�la sobre su cabeza, y bes�lo, y d�jole: �No te ha ungido Jehov� por capit�n sobre su heredad? Hoy, despu�s que te hayas apartado de m�, hallar�s dos hombres junto al sepulcro de Rach�l, en el t�rmino de Benjam�n, en Selsah, los cuales te dir�n: Las asnas que hab�as ido � buscar, se han hallado; tu padre pues ha dejado ya el negocio de las asnas, si bien est� angustioso por vosotros, diciendo: �Qu� har� acerca de mi hijo? Y como de all� te fueres m�s adelante, y llegares � la campi�a de Tabor, te saldr�n al encuentro tres hombres que suben � Dios en Beth-el, llevando el uno tres cabritos, y el otro tres tortas de pan, y el tercero una vasija de vino: Los cuales, luego que te hayan saludado, te dar�n dos panes, los que tomar�s de manos de ellos. De all� vendr�s al collado de Dios donde est� la guarnici�n de los Filisteos; y cuando entrares all� en la ciudad encontrar�s una compa��a de profetas que descienden del alto, y delante de ellos salterio, y adufe, y flauta, y arpa, y ellos profetizando: Y el esp�ritu de Jehov� te arrebatar�, y profetizar�s con ellos, y ser�s mudado en otro hombre. Y cuando te hubieren sobrevenido estas se�ales, haz lo que te viniere � la mano, porque Dios es contigo. Y bajar�s delante de m� � Gilgal; y luego descender� yo � ti para sacrificar holocaustos, � inmolar v�ctimas pac�ficas. Espera siete d�as, hasta que yo venga � ti, y te ense�e lo que has de hacer. Y fu� que as� como torn� �l su hombro para partirse de Samuel, mud�le Dios su coraz�n; y todas estas se�ales acaecieron en aquel d�a. Y cuando llegaron all� al collado, he aqu� la compa��a de los profetas que ven�a � encontrarse con �l, y el esp�ritu de Dios lo arrebat�, y profetiz� entre ellos. Y aconteci� que, cuando todos los que le conoc�an de ayer y de antes, vieron como profetizaba con los profetas, el pueblo dec�a el uno al otro: �Qu� ha sucedido al hijo de Cis? �Sa�l tambi�n entre los profetas? Y alguno de all� respondi�, y dijo: �Y qui�n es el padre de ellos? Por esta causa se torn� en proverbio: �Tambi�n Sa�l entre los profetas? Y ces� de profetizar, y lleg� al alto. Y un t�o de Sa�l dijo � �l y � su criado: �D�nde fuisteis? Y �l respondi�: A buscar las asnas; y como vimos que no parec�an, fuimos � Samuel. Y dijo el t�o de Sa�l: Yo te ruego me declares qu� os dijo Samuel. Y Sa�l respondi� � su t�o: Declar�nos expresamente que las asnas hab�an parecido. Mas del negocio del reino, de que Samuel le hab�a hablado, no le descubri� nada. Y Samuel convoc� el pueblo � Jehov� en Mizpa; Y dijo � los hijos de Israel: As� ha dicho Jehov� el Dios de Israel: Yo saqu� � Israel de Egipto, y os libr� de mano de los Egipcios, y de mano de todos los reinos que os afligieron: Mas vosotros hab�is desechado hoy � vuestro Dios, que os guarda de todas vuestras aflicciones y angustias, y dijisteis: No, sino pon rey sobre nosotros. Ahora pues, poneos delante de Jehov� por vuestras tribus y por vuestros millares. Y haciendo allegar Samuel todas las tribus de Israel, fu� tomada la tribu de Benjam�n. E hizo llegar la tribu de Benjam�n por sus linajes, y fu� tomada la familia de Matri; y de ella fu� tomado Sa�l hijo de Cis. Y le buscaron, mas no fu� hallado. Preguntaron pues otra vez � Jehov�, si hab�a a�n de venir all� aquel var�n. Y respondi� Jehov�: He aqu� que �l est� escondido entre el bagaje. Entonces corrieron, y tom�ronlo de all�, y puesto en medio del pueblo, desde el hombro arriba era m�s alto que todo el pueblo. Y Samuel dijo � todo el pueblo: �Hab�is visto al que ha elegido Jehov�, que no hay semejante � �l en todo el pueblo? Entonces el pueblo clam� con alegr�a, diciendo: Viva el rey. Samuel recit� luego al pueblo el derecho del reino, y escribi�lo en un libro, el cual guard� delante de Jehov�. Y envi� Samuel � todo el pueblo cada uno � su casa. Y Sa�l tambi�n se fu� � su casa en Gabaa, y fueron con �l el ej�rcito, el coraz�n de los cuales Dios hab�a tocado. Pero los imp�os dijeron: �C�mo nos ha de salvar �ste? Y tuvi�ronle en poco, y no le trajeron presente: mas �l disimul�. 1 Samuel 11Y SUBIO Naas Ammonita, y asent� campo contra Jabes de Galaad. Y todos los de Jabes dijeron � Naas: Haz alianza con nosotros, y te serviremos. Y Naas Ammonita les respondi�: Con esta condici�n har� alianza con vosotros, que � cada uno de todos vosotros saque el ojo derecho, y ponga esta afrenta sobre todo Israel. Entonces los ancianos de Jabes le dijeron: Danos siete d�as, para que enviemos mensajeros � todos los t�rminos de Israel; y si nadie hubiere que nos defienda, saldremos � ti. Y llegando los mensajeros � Gabaa de Sa�l, dijeron estas palabras en o�dos del pueblo; y todo el pueblo llor� � voz en grito. Y he aqu� Sa�l que ven�a del campo, tras los bueyes; y dijo Sa�l: �Qu� tiene el pueblo, que lloran? Y cont�ronle las palabras de los hombres de Jabes. Y el esp�ritu de Dios arrebat� � Sa�l en oyendo estas palabras, y encendi�se en ira en gran manera. Y tomando un par de bueyes, cort�los en piezas, y envi�las por todos los t�rminos de Israel por mano de mensajeros, diciendo: Cualquiera que no saliere en pos de Sa�l y en pos de Samuel, as� ser� hecho � sus bueyes. Y cay� temor de Jehov� sobre el pueblo, y salieron como un solo hombre. Y cont�les en Bezec; y fueron los hijos de Israel trescientos mil, y treinta mil los hombres de Jud�. Y respondieron � los mensajeros que hab�an venido: As� dir�is � los de Jabes de Galaad: Ma�ana en calentando el sol, tendr�is salvamento. Y vinieron los mensajeros, y declar�ronlo � los de Jabes, los cuales se holgaron. Y los de Jabes dijeron: Ma�ana saldremos � vosotros, para que hag�is con nosotros todo lo que bien os pareciere. Y el d�a siguiente dispuso Sa�l el pueblo en tres escuadrones, y entraron en medio del real � la vela de la ma�ana, � hirieron � los Ammonitas hasta que el d�a calentaba: y los que quedaron fueron dispersos, tal que no quedaron dos de ellos juntos. El pueblo entonces dijo � Samuel: �Qui�nes son lo que dec�an: Reinar� Sa�l sobre nosotros? Dad nos esos hombres, y los mataremos. Y Sa�l dijo: No morir� hoy ninguno, porque hoy ha obrado Jehov� salud en Israel. Mas Samuel dijo al pueblo: Venid, vamos � Gilgal para que renovemos all� el reino. Y fu� todo el pueblo � Gilgal, � invistieron all� � Sa�l por rey delante de Jehov� en Gilgal. Y sacrificaron all� v�ctimas pac�ficas delante de Jehov�; y alegr�ronse mucho all� Sa�l y todos los de Israel. 1 Samuel 12Y DIJO Samuel � todo Israel: He aqu�, yo he o�do vuestra voz en todas las cosas que me hab�is dicho, y os he puesto rey. Ahora pues, he aqu� vuestro rey va delante de vosotros. Yo soy ya viejo y cano: mas mis hijos est�n con vosotros, y yo he andado delante de vosotros desde mi mocedad hasta este d�a. Aqu� estoy; atestiguad contra m� delante de Jehov� y delante de su ungido, si he tomado el buey de alguno, � si he tomado el asno de alguno, � si he calumniado � alguien, � si he agraviado � alguno, � si de alguien he tomado cohecho por el cual haya cubierto mis ojos: y os satisfar�. Entonces dijeron: Nunca nos has calumniado, ni agraviado, ni has tomado algo de mano de ning�n hombre. Y �l les dijo: Jehov� es testigo contra vosotros, y su ungido tambi�n es testigo en este d�a, que no hab�is hallado en mi mano cosa ninguna. Y ellos respondieron: As� es. Entonces Samuel dijo al pueblo: Jehov� es quien hizo � Mois�s y � Aar�n, y que sac� � vuestros padres de la tierra de Egipto. Ahora pues, aguardad, y yo os har� cargo delante de Jehov� de todas las justicias de Jehov�, que ha hecho con vosotros y con vuestros padres. Despu�s que Jacob hubo entrado en Egipto y vuestros padres clamaron � Jehov�, Jehov� envi� � Mois�s y � Aar�n, los cuales sacaron � vuestros padres de Egipto, y los hicieron habitar en este lugar. Y olvidaron � Jehov� su Dios, y �l los vendi� en la mano de S�sara capit�n del ej�rcito de Asor, y en la mano de los Filisteos, y en la mano del rey de Moab, los cuales les hicieron guerra. Y ellos clamaron � Jehov�, y dijeron: Pecamos, que hemos dejado � Jehov�, y hemos servido � los Baales y � Astaroth: l�branos pues ahora de la mano de nuestros enemigos, y te serviremos. Entonces Jehov� envi� � Jero-baal, y � Bed�n, y � Jepht�, y � Samuel, y os libr� de mano de vuestros enemigos alrededor, y habitasteis seguros. Y habiendo visto que Naas rey de lo hijos de Amm�n ven�a contra vosotros, me dijisteis: No, sino rey reinar� sobre nosotros; siendo vuestro rey Jehov� vuestro Dios. Ahora pues, ved aqu� vuestro rey que hab�is elegido, el cual pedisteis; ya veis que Jehov� ha puesto sobre vosotros rey. Si temiereis � Jehov� y le sirviereis, y oyereis su voz, y no fuereis rebeldes � la palabra de Jehov�, as� vosotros como el rey que reina sobre vosotros, ser�is en pos de Jehov� vuestro Dios. Mas si no oyereis la voz de Jehov�, y si fuereis rebeldes � las palabras de Jehov�, la mano de Jehov� ser� contra vosotros como contra vuestros padres. Esperad a�n ahora, y mirad esta gran cosa que Jehov� har� delante de vuestros ojos. �No es ahora la siega de los trigos? Yo clamar� � Jehov�, y �l dar� truenos y aguas; para que conozc�is y ve�is que es grande vuestra maldad que hab�is hecho en los ojos de Jehov�, pidi�ndoos rey. Y Samuel clam� � Jehov�; y Jehov� di� truenos y aguas en aquel d�a; y todo el pueblo temi� en gran manera � Jehov� y � Samuel. Entonces dijo todo el pueblo � Samuel: Ruega por tus siervos � Jehov� tu Dios, que no muramos: porque � todos nuestros pecados hemos a�adido este mal de pedir rey para nosotros. Y Samuel respondi� al pueblo: No tem�is: vosotros hab�is cometido todo este mal; mas con todo eso no os apart�is de en pos de Jehov�, sino servid � Jehov� con todo vuestro coraz�n: No os apart�is en pos de las vanidades, que no aprovechan ni libran, porque son vanidades. Pues Jehov� no desamparar� � su pueblo por su grande nombre: porque Jehov� ha querido haceros pueblo suyo. As� que, lejos sea de m� que peque yo contra Jehov� cesando de rogar por vosotros; antes yo os ense�ar� por el camino bueno y derecho. Solamente temed � Jehov�, y servidle de verdad con todo vuestro coraz�n, porque considerad cu�n grandes cosas ha hecho con vosotros. Mas si perseverareis en hacer mal, vosotros y vuestro rey perecer�is. 1 Samuel 13HABIA ya Sa�l reinado un a�o; y reinado que hubo dos a�os sobre Israel, Escogi�se luego tres mil de Israel: los dos mil estuvieron con Sa�l en Michmas y en el monte de Beth-el, y los mil estuvieron con Jonath�n en Gabaa de Benjam�n; y envi� � todo el otro pueblo cada uno � sus tiendas. Y Jonath�n hiri� la guarnici�n de los Filisteos que hab�a en el collado, y oy�ronlo los Filisteos. E hizo Sa�l tocar trompetas por toda la tierra, diciendo: Oigan los Hebreos. Y todo Israel oy� lo que se dec�a: Sa�l ha herido la guarnici�n de los Filisteos; y tambi�n que Israel ol�a mal � los Filisteos. Y junt�se el pueblo en pos de Sa�l en Gilgal. Entonces los Filisteos se juntaron para pelear con Israel, treinta mil carros, y seis mil caballos, y pueblo como la arena que est� � la orilla de la mar en multitud; y subieron, y asentaron campo en Michmas, al oriente de Beth-aven. Mas los hombres de Israel, vi�ndose puestos en estrecho, (porque el pueblo estaba en aprieto), escondi�se el pueblo en cuevas, en fosos, en pe�ascos, en rocas y en cisternas. Y algunos de los Hebreos pasaron el Jord�n � la tierra de Gad y de Galaad: y Sa�l se estaba a�n en Gilgal, y todo el pueblo iba tras �l temblando. Y �l esper� siete d�as, conforme al plazo que Samuel hab�a dicho; pero Samuel no ven�a � Gilgal, y el pueblo se le desertaba. Entonces dijo Sa�l: Traedme holocausto y sacrificios pac�ficos. Y ofreci� el holocausto. Y como �l acababa de hacer el holocausto, he aqu� Samuel que ven�a; y Sa�l le sali� � recibir para saludarle. Entonces Samuel dijo: �Qu� has hecho? Y Sa�l respondi�: Porque vi que el pueblo se me iba, y que t� no ven�as al plazo de los d�as, y que los Filisteos estaban juntos en Michmas, Me dije: Los Filisteos descender�n ahora contra m� � Gilgal, y yo no he implorado el favor de Jehov�. Esforc�me pues, y ofrec� holocausto. Entonces Samuel dijo � Sa�l: Locamente has hecho; no guardaste el mandamiento de Jehov� tu Dios, que �l te hab�a intimado; porque ahora Jehov� hubiera confirmado tu reino sobre Israel para siempre. Mas ahora tu reino no ser� durable: Jehov� se ha buscado var�n seg�n su coraz�n, al cual Jehov� ha mandado que sea capit�n sobre su pueblo, por cuanto t� no has guardado lo que Jehov� te mand�. Y levant�ndose Samuel, subi� de Gilgal � Gabaa de Benjam�n. Y Sa�l cont� la gente que se hallaba con �l, como seiscientos hombres. Sa�l pues y Jonath�n su hijo, y el pueblo que con ellos se hallaba, qued�ronse en Gabaa de Benjam�n: mas los Filisteos hab�an puesto su campo en Michmas. Y salieron del campo de los Filisteos en correr�a tres escuadrones. El un escuadr�n tir� por el camino de Ophra hacia la tierra de Sual. El otro escuadr�n march� hacia Beth-oron, y el tercer escuadr�n march� hacia la regi�n que mira al valle de Seboim hacia el desierto. Y en toda la tierra de Israel no se hallaba herrero; porque los Filisteos hab�an dicho: Para que los Hebreos no hagan espada � lanza. Y todos los de Israel descend�an � los Filisteos cada cual � amolar su reja, su azad�n, su hacha, � su sacho, Y cuando se hac�an bocas en las rejas, � en los azadones, � en las horquillas, � en las hachas; hasta para una ahijada que se hubiera de componer. As� aconteci� que el d�a de la batalla no se hall� espada ni lanza en mano de alguno de todo el pueblo que estaba con Sa�l y con Jonath�n, excepto Sa�l y Jonath�n su hijo, que las ten�an. Y la guarnici�n de los Filisteos sali� al paso de Michmas. 1 Samuel 14Y UN d�a aconteci�, que Jonath�n hijo de Sa�l dijo � su criado que le tra�a las armas: Ven, y pasemos � la guarnici�n de los Filisteos, que est� � aquel lado. Y no lo hizo saber � su padre. Y Sa�l estaba en el t�rmino de Gabaa, debajo de un granado que hay en Migr�n, y el pueblo que estaba con �l era como seiscientos hombres. Y Ach�as hijo de Ach�tob, hermano de Ich�bod, hijo de Phinees, hijo de Eli, sacerdote de Jehov� en Silo, llevaba el ephod; y no sab�a el pueblo que Jonath�n se hubiese ido. Y entre los pasos por donde Jonath�n procuraba pasar � la guarnici�n de los Filisteos, hab�a un pe�asco agudo de la una parte, y otro de la otra parte; el uno se llamaba Boses y el otro Sene: El un pe�asco situado al norte hacia Michmas, y el otro al mediod�a hacia Gabaa. Dijo pues Jonath�n � su criado que le tra�a las armas: Ven, pasemos � la guarnici�n de estos incircuncisos: quiz� har� Jehov� por nosotros; que no es dif�cil � Jehov� salvar con multitud � con poco n�mero. Y su paje de armas le respondi�: Haz todo lo que tienes en tu coraz�n: ve, que aqu� estoy contigo � tu voluntad. Y Jonath�n dijo: He aqu�, nosotros pasaremos � los hombres, y nos mostraremos � ellos. Si nos dijeren as�: Esperad hasta que lleguemos � vosotros; entonces nos estaremos en nuestro lugar, y no subiremos � ellos. Mas si nos dijeren as�: Subid � nosotros: entonces subiremos, porque Jehov� los ha entregado en nuestras manos: y esto nos ser� por se�al. Mostr�ronse pues ambos � la guarnici�n de los Filisteos, y los Filisteos dijeron: He aqu� los Hebreos, que salen de las cavernas en que se hab�an escondido. Y los hombres de la guarnici�n respondieron � Jonath�n y � su paje de armas, y dijeron: Subid � nosotros, y os haremos saber una cosa. Entonces Jonath�n dijo � su paje de armas: Sube tras m�, que Jehov� los ha entregado en la mano de Israel. Y subi� Jonath�n trepando con sus manos y sus pies, y tras �l su paje de armas; y los que ca�an delante de Jonath�n, su paje de armas que iba tras �l, los mataba. Esta fu� la primera rota, en la cual Jonath�n con su paje de armas, mataron como unos veinte hombres en el espacio de una media yugada. Y hubo temblor en el real y por el campo, y entre toda la gente de la guarnici�n; y los que hab�an ido � hacer correr�as, tambi�n ellos temblaron, y alborot�se la tierra: hubo pues gran consternaci�n. Y las centinelas de Sa�l vieron desde Gabaa de Benjam�n c�mo la multitud estaba turbada, � iba de una parte � otra, y era deshecha. Entonces Sa�l dijo al pueblo que ten�a consigo: Reconoced luego, y mirad qui�n haya ido de los nuestros. Y reconocido que hubieron, hallaron que faltaban Jonath�n y su paje de armas. Y Sa�l dijo � Ach�as: Trae el arca de Dios. Porque el arca de Dios estaba entonces con los hijos de Israel. Y aconteci� que estando a�n hablando Sa�l con el sacerdote, el alboroto que hab�a en el campo de los Filisteos se aumentaba, � iba creciendo en gran manera. Entonces dijo Sa�l al sacerdote: Det�n tu mano. Y juntando Sa�l todo el pueblo que con �l estaba, vinieron hasta el lugar de la batalla: y he aqu� que la espada de cada uno era vuelta contra su compa�ero, y la mortandad era grande. Y los Hebreos que hab�an estado con los Filisteos de tiempo antes, y hab�an venido con ellos de los alrededores al campo, tambi�n �stos se volvieron para ser con los Israelitas que estaban con Sa�l y con Jonath�n. Asimismo todos los Israelitas que se hab�an escondido en el monte de Ephraim, oyendo que los Filisteos hu�an, ellos tambi�n los persiguieron en aquella batalla. As� salv� Jehov� � Israel aquel d�a. Y lleg� el alcance hasta Beth-aven. Pero los hombres de Israel fueron puestos en apuro aquel d�a; porque Sa�l hab�a conjurado al pueblo, diciendo: Cualquiera que comiere pan hasta la tarde, hasta que haya tomado venganza de mis enemigos, sea maldito. Y todo el pueblo no hab�a gustado pan. Y todo el pueblo del pa�s lleg� � un bosque donde hab�a miel en la superficie del campo. Entr� pues el pueblo en el bosque, y he aqu� que la miel corr�a; mas ninguno hubo que llegase la mano � su boca: porque el pueblo tem�a el juramento. Empero Jonath�n no hab�a o�do cuando su padre conjur� al pueblo, y alarg� la punta de una vara que tra�a en su mano, y moj�la en un panal de miel, y lleg� su mano � su boca; y sus ojos fueron aclarados. Entonces habl� uno del pueblo, diciendo: Tu padre ha conjurado expresamente al pueblo, diciendo: Maldito sea el hombre que comiere hoy manjar. Y el pueblo desfallec�a. Y respondi� Jonath�n: Mi padre ha turbado el pa�s. Ved ahora c�mo han sido aclarados mis ojos, por haber gustado un poco de esta miel: �Cu�nto m�s si el pueblo hubiera hoy comido del despojo de sus enemigos que hall�? �no se habr�a hecho ahora mayor estrago en los Filisteos? E hirieron aquel d�a � los Filisteos desde Michmas hasta Ajal�n: mas el pueblo se cans� mucho. Torn�se por tanto el pueblo al despojo, y tomaron ovejas y vacas y becerros, y mat�ronlos en tierra, y el pueblo comi� con sangre. Y d�ndole de ello aviso � Sa�l, dij�ronle: El pueblo peca contra Jehov� comiendo con sangre. Y �l dijo: Vosotros hab�is prevaricado; rodadme ahora ac� una grande piedra. Y Sa�l torn� � decir: Esparc�os por el pueblo, y decidles que me traigan cada uno su vaca, y cada cual su oveja, y degolladlos aqu�, y comed; y no pecar�is contra Jehov� comiendo con sangre. Y trajo todo el pueblo cada cual por su mano su vaca aquella noche, y degollaron all�. Y edific� Sa�l altar � Jehov�, el cual altar fu� el primero que edific� � Jehov�. Y dijo Sa�l: Descendamos de noche contra los Filisteos, y los saquearemos hasta la ma�ana, y no dejaremos de ellos ninguno. Y ellos dijeron: Haz lo que bien te pareciere. Dijo luego el sacerdote: Llegu�monos aqu� � Dios. Y Sa�l consult� � Dios: �Descender� tras los Filisteos? �los entregar�s en mano de Israel? Mas Jehov� no le di� respuesta aquel d�a. Entonces dijo Sa�l: Llegaos ac� todos los principales del pueblo; y sabed y mirad por qui�n ha sido hoy este pecado; Porque vive Jehov�, que salva � Israel, que si fuere en mi hijo Jonath�n, el morir� de cierto. Y no hubo en todo el pueblo quien le respondiese. Dijo luego � todo Israel: Vosotros estar�is � un lado, y yo y Jonath�n mi hijo estaremos � otro lado. Y el pueblo respondi� � Sa�l: Haz lo que bien te pareciere. Entonces dijo Sa�l � Jehov� Dios de Israel: Da perfecci�n. Y fueron tomados Jonath�n y Sa�l, y el pueblo sali� libre. Y Sa�l dijo: Echad suerte entre m� y Jonath�n mi hijo. Y fu� tomado Jonath�n. Entonces Sa�l dijo � Jonath�n: Decl�rame qu� has hecho. Y Jonath�n se lo declar�, y dijo: Cierto que gust� con la punta de la vara que tra�a en mi mano, un poco de miel: �y he aqu� he de morir? Y Sa�l respondi�: As� me haga Dios y as� me a�ada, que sin duda morir�s, Jonath�n. Mas el pueblo dijo � Sa�l: �Ha pues de morir Jonath�n, el que ha hecho esta salud grande en Israel? No ser� as�. Vive Jehov�, que no ha de caer un cabello de su cabeza en tierra, pues que ha obrado hoy con Dios. As� libr� el pueblo � Jonath�n, para que no muriese. Y Sa�l dej� de seguir � los Filisteos; y los Filisteos se fueron � su lugar. Y ocupando Sa�l el reino sobre Israel, hizo guerra � todos sus enemigos alrededor: contra Moab, contra los hijos de Amm�n, contra Edom, contra los reyes de Soba, y contra los Filisteos: y � donde quiera que se tornaba era vencedor. Y reuni� un ej�rcito, � hiri� � Amalec, y libr� � Israel de mano de los que le robaban. Y los hijos de Sa�l fueron Jonath�n, Isui, y Melchi-sua. Y los nombres de sus dos hijas eran, el nombre de la mayor, Merab, y el de la menor, Mich�l. Y el nombre de la mujer de Sa�l era Ahinoam, hija de Aimaas. Y el nombre del general de su ej�rcito era Abner, hijo de Ner t�o de Sa�l. Porque Cis padre de Sa�l, y Ner padre de Abner, fueron hijos de Abiel. Y la guerra fu� fuerte contra los Filisteos todo el tiempo de Sa�l; y � cualquiera que Sa�l ve�a hombre valiente y hombre de esfuerzo, junt�bale consigo. 1 Samuel 15Y SAMUEL dijo � Sa�l: Jehov� me envi� � que te ungiese por rey sobre su pueblo Israel: oye pues la voz de las palabras de Jehov�. As� ha dicho Jehov� de los ej�rcitos: Acu�rdome de lo que hizo Amalec � Israel; que se le opuso en el camino, cuando sub�a de Egipto. Ve pues, y hiere � Amalec, y destuir�is en �l todo lo que tuviere: y no te apiades de �l: mata hombres y mujeres, ni�os y mamantes, vacas y ovejas, camellos y asnos. Sa�l pues junt� el pueblo, y reconoci�los en Telaim, doscientos mil de � pie, y diez mil hombres de Jud�. Y viniendo Sa�l � la ciudad de Amalec, puso emboscada en el valle. Y dijo Sa�l al Cineo: Idos, apartaos, y salid de entre los de Amalec, para que no te destruya juntamente con �l: pues que t� hiciste misericordia con todos los hijos de Israel, cuando sub�an de Egipto. Apart�se pues el Cineo de entre los de Amalec. Y Sa�l hiri� � Amalec, desde Havila hasta llegar � Shur, que est� � la frontera de Egipto. Y tom� vivo � Agag rey de Amalec, mas � todo el pueblo mat� � filo de espada. Y Sa�l y el pueblo perdonaron � Agag, y � lo mejor de las ovejas, y al ganado mayor, � los gruesos y � los carneros, y � todo lo bueno: que no lo quisieron destruir: mas todo lo que era vil y flaco destruyeron. Y fu� palabra de Jehov� � Samuel, diciendo: P�same de haber puesto por rey � Sa�l, porque se ha vuelto de en pos de m�, y no ha cumplido mis palabras. Y apesadumbr�se Samuel, y clam� � Jehov� toda aquella noche. Madrug� luego Samuel para ir � encontrar � Sa�l por la ma�ana; y fue dado aviso � Samuel, diciendo: Sa�l ha venido al Carmel, y he aqu� �l se ha levantado un trofeo, y despu�s volviendo, ha pasado y descendido � Gilgal. Vino pues Samuel � Sa�l, y Sa�l le dijo: Bendito seas tu de Jehov�; yo he cumplido la palabra de Jehov�. Samuel entonces dijo: �Pues qu� balido de ganados y bramido de bueyes es este que yo oigo con mis o�dos? Y Sa�l respondi�: De Amalec los han tra�do; porque el pueblo perdon� � lo mejor de las ovejas y de las vacas, para sacrificarlas � Jehov� tu Dios; pero lo dem�s lo destruimos. Entonces dijo Samuel � Sa�l: D�jame declararte lo que Jehov� me ha dicho esta noche. Y �l le respondi�: Di. Y dijo Samuel: Siendo t� peque�o en tus ojos �no has sido hecho cabeza � las tribus de Israel, y Jehov� te ha ungido por rey sobre Israel? Y envi�te Jehov� en jornada, y dijo: Ve, y destruye los pecadores de Amalec, y hazles guerra hasta que los acabes. �Por qu� pues no has o�do la voz de Jehov�, sino que vuelto al despojo, has hecho lo malo en los ojos de Jehov�? Y Sa�l respondi� � Samuel: Antes he o�do la voz de Jehov�, y fu� � la jornada que Jehov� me envi�, y he tra�do � Agag rey de Amalec, y he destru�do � los Amalecitas: Mas el pueblo tom� del despojo ovejas y vacas, las primicias del anatema, para sacrificarlas � Jehov� tu Dios en Gilgal. Y Samuel dijo: �Tiene Jehov� tanto contentamiento con los holocaustos y v�ctimas, como en obedecer � las palabras de Jehov�? Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios; y el prestar atenci�n que el sebo de los carneros: Porque como pecado de adivinaci�n es la rebeli�n, y como �dolos � idolatr�a el infringir. Por cuanto t� desechaste la palabra de Jehov�, �l tambi�n te ha desechado para que no seas rey. Entonces Sa�l dijo � Samuel: Yo he pecado; que he quebrantado el dicho de Jehov� y tus palabras, porque tem� al pueblo, consent� � la voz de ellos. Perdona pues ahora mi pecado, Y vuelve conmigo para que adore � Jehov�. Y Samuel respondi� � Sa�l: No volver� contigo; porque desechaste la palabra de Jehov�, y Jehov� te ha desechado para que no seas rey sobre Israel. Y volvi�ndose Samuel para irse, �l ech� mano de la orla de su capa, y desgarr�se. Entonces Samuel le dijo: Jehov� ha desgarrado hoy de ti el reino de Israel, y lo ha dado � tu pr�jimo mejor que t�. Y tambi�n el Vencedor de Israel no mentir�, ni se arrepentir�: porque no es hombre para que se arrepienta. Y �l dijo: Yo he pecado: mas ru�gote que me honres delante de los ancianos de mi pueblo, y delante de Israel; y vuelve conmigo para que adore � Jehov� tu Dios. Y volvi� Samuel tras Sa�l, y ador� Sa�l � Jehov�. Despu�s dijo Samuel: Traedme � Agag rey de Amalec. Y Agag vino � �l delicadamente. Y dijo Agag: Ciertamente se pas� la amargura de la muerte. Y Samuel dijo: Como tu espada dej� las mujeres sin hijos, as� tu madre ser� sin hijo entre las mujeres. Entonces Samuel cort� en pedazos � Agag delante de Jehov� en Gilgal. Fu�se luego Samuel � Rama, y Sa�l subi� � su casa en Gabaa de Sa�l. Y nunca despu�s vi� Samuel � Sa�l en toda su vida: y Samuel lloraba � Sa�l: mas Jehov� se hab�a arrepentido de haber puesto � Sa�l por rey sobre Israel. 1 Samuel 16Y DIJO Jehov� � Samuel: �Hasta cu�ndo has t� de llorar � Sa�l, habi�ndolo yo desechado para que no reine sobre Israel? Hinche tu cuerno de aceite, y ven, te enviar� � Isa� de Beth-lehem: porque de sus hijos me he provisto de rey. Y dijo Samuel: �C�mo ir�? Si Sa�l lo entendiere, me matar�. Jehov� respondi�: Toma contigo una becerra de la vacada, y di: A sacrificar � Jehov� he venido. Y llama � Isa� al sacrificio, y yo te ense�ar� lo que has de hacer; y ungirme has al que yo te dijere. Hizo pues Samuel como le dijo Jehov�: y luego que �l lleg� � Beth-lehem, los ancianos de la ciudad le salieron � recibir con miedo, y dijeron: �Es pac�fica tu venida? Y �l respondi�: S�, vengo � sacrificar � Jehov�; santificaos, y venid conmigo al sacrificio. Y santificando �l � Isa� y � sus hijos, llam�los al sacrificio. Y aconteci� que como ellos vinieron, �l vi� � Eliab, y dijo: De cierto delante de Jehov� est� su ungido. Y Jehov� respondi� � Samuel: No mires � su parecer, ni � lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque Jehov� mira no lo que el hombre mira; pues que el hombre mira lo que est� delante de sus ojos, mas Jehov� mira el coraz�n. Entonces llam� Isa� � Abinadab, � h�zole pasar delante de Samuel, el cual dijo: Ni � �ste ha elegido Jehov�. Hizo luego pasar Isa� � Samma. Y �l dijo: Tampoco � �ste ha elegido Jehov�. E hizo pasar Isa� sus siete hijos delante de Samuel; mas Samuel dijo � Isa�: Jehov� no ha elegido � �stos. Entonces dijo Samuel � Isa�: �Hanse acabado los mozos? Y �l respondi�: Aun queda el menor, que apacienta las ovejas. Y dijo Samuel � Isa�: Env�a por �l, porque no nos asentaremos � la mesa hasta que �l venga aqu�. Envi� pues por �l, � introd�jolo; el cual era rubio, de hermoso parecer y de bello aspecto. Entonces Jehov� dijo: Lev�ntate y �ngelo, que �ste es. Y Samuel tom� el cuerno del aceite, y ungi�lo de entre sus hermanos: y desde aquel d�a en adelante el esp�ritu de Jehov� tom� � David. Levant�se luego Samuel, y volvi�se � Rama. Y el esp�ritu de Jehov� se apart� de Sa�l, y atorment�bale el esp�ritu malo de parte de Jehov�. Y los criados de Sa�l le dijeron: He aqu� ahora, que el esp�ritu malo de parte de Dios te atormenta. Diga pues nuestro se�or � tus siervos que est�n delante de ti, que busquen alguno que sepa tocar el arpa; para que cuando fuere sobre ti el esp�ritu malo de parte de Dios, �l ta�a con su mano, y tengas alivio. Y Sa�l respondi� � sus criados: Buscadme pues ahora alguno que ta�a bien, y tra�dmelo. Entonces uno de los criados respondi�, diciendo: He aqu� yo he visto � un hijo de Isa� de Beth-lehem, que sabe tocar, y es valiente y vigoroso, y hombre de guerra, prudente en sus palabras, y hermoso, y Jehov� es con �l. Y Sa�l envi� mensajeros � Isa�, diciendo: Env�ame � David tu hijo, el que est� con las ovejas. Y tom� Isa� un asno cargado de pan, y un vasija de vino y un cabrito, y envi�lo � Sa�l por mano de David su hijo. Y viniendo David � Sa�l, estuvo delante de �l: y am�lo �l mucho, y fu� hecho su escudero. Y Sa�l envi� � decir � Isa�: Yo te ruego que est� David conmigo; porque ha hallado gracia en mis ojos. Y cuando el esp�ritu malo de parte de Dios era sobre Sa�l, David tomaba el arpa, y ta��a con su mano; y Sa�l ten�a refrigerio, y estaba mejor, y el esp�ritu malo se apartaba de �l. 1 Samuel 17Y LOS Filisteos juntaron sus ej�rcitos para la guerra, y congreg�ronse en Soch�, que es de Jud�, y asentaron el campo entre Soch� y Azeca, en Ephes-dammim. Y tambi�n Sa�l y los hombres de Israel se juntaron, y asentaron el campo en el valle del Alcornoque, y ordenaron la batalla contra los Filisteos. Y los Filisteos estaban sobre el un monte de la una parte, � Israel estaba sobre el otro monte de la otra parte, y el valle entre ellos: Sali� entonces un var�n del campo de los Filisteos que se puso entre los dos campos, el cual se llamaba Goliath, de Gath, y ten�a de altura seis codos y un palmo. Y tra�a un almete de acero en su cabeza, � iba vestido con corazas de planchas: y era el peso de la coraza cinco mil siclos de metal: Y sobre sus piernas tra�a grebas de hierro, y escudo de acero � sus hombros. El asta de su lanza era como un enjullo de telar, y ten�a el hierro de su lanza seiscientos siclos de hierro: � iba su escudero delante de �l. Y par�se, y di� voces � los escuadrones de Israel, dici�ndoles: �Para qu� sal�s � dar batalla? �no soy yo el Filisteo, y vosotros los siervos de Sa�l? Escoged de entre vosotros un hombre que venga contra m�: Si �l pudiere pelear conmigo, y me venciere, nosotros seremos vuestros siervos: y si yo pudiere m�s que �l, y lo venciere, vosotros ser�is nuestros siervos y nos servir�is. Y a�adi� el Filisteo: Hoy yo he desafiado el campo de Israel; dadme un hombre que pelee conmigo. Y oyendo Sa�l y todo Israel estas palabras del Filisteo, conturb�ronse, y tuvieron gran miedo. Y David era hijo de aquel hombre Ephrateo de Beth-lehem de Jud�, cuyo nombre era Isa�, el cual ten�a ocho hijos; y era este hombre en el tiempo de Sa�l, viejo, y de grande edad entre los hombres. Y los tres hijos mayores de Isa� hab�an ido � seguir � Sa�l en la guerra. Y los nombres de sus tres hijos que hab�an ido � la guerra, eran, Eliab el primog�nito, el segundo Abinadab, y el tercero Samma. Y David era el menor. Siguieron pues los tres mayores � Sa�l. Empero David hab�a ido y vuelto de con Sa�l, para apacentar las ovejas de su padre en Beth-lehem. Ven�a pues aquel Filisteo por la ma�ana y � la tarde, y present�se por cuarenta d�as. Y dijo Isa� � David su hijo: Toma ahora para tus hermanos un epha de este grano tostado, y estos diez panes, y ll�valo presto al campamento � tus hermanos. Llevar�s asimismo estos diez quesos de leche al capit�n, y cuida de ver si tus hermanos est�n buenos, y toma prendas de ellos. Y Sa�l y ellos y todos lo de Israel, estaban en el valle del Alcornoque, peleando con los Filisteos. Levant�se pues David de ma�ana, y dejando las ovejas al cuidado de un guarda, fu�se con su carga, como Isa� le hab�a mandado; y lleg� al atrincheramiento del ej�rcito, el cual hab�a salido en ordenanza, y tocaba alarma para la pelea. Porque as� los Israelitas como los Filisteos estaban en ordenanza, escuadr�n contra escuadr�n. Y David dej� de sobre s� la carga en mano del que guardaba el bagaje, y corri� al escuadr�n; y llegado que hubo, preguntaba por sus hermanos, si estaban buenos. Y estando �l hablando con ellos, he aqu� aquel var�n que se pon�a en medio de los dos campos, que se llamaba Goliath, el Filisteo de Gath, sali� de los escuadrones de los Filisteos, y habl� las mismas palabras; las cuales oy� David. Y todos los varones de Israel que ve�an aquel hombre, hu�an de su presencia, y ten�an gran temor. Y cada uno de los de Israel dec�a: �No hab�is visto aquel hombre que ha salido? �l se adelanta para provocar � Israel. Al que le venciere, el rey le enriquecer� con grandes riquezas, y le dar� su hija, y har� franca la casa de su padre en Israel. Entonces habl� David � los que junto � �l estaban, diciendo: �Qu� har�n al hombre que venciere � este Filisteo, y quitare el oprobio de Israel? Porque �qui�n es este Filisteo incircunciso, para que provoque � los escuadrones del Dios viviente? Y el pueblo le respondi� las mismas palabras, diciendo: As� se har� al hombre que lo venciere. Y oy�ndole hablar Eliab su hermano mayor con aquellos hombres, Eliab se encendi� en ira contra David, y dijo: �Para qu� has descendido ac�? �y � qui�n has dejado aquellas pocas ovejas en el desierto? Yo conozco tu soberbia y la malicia de tu coraz�n, que para ver la batalla has venido. Y David respondi�: �Qu� he hecho yo ahora? Estas, �no son palabras? Y apart�ndose de �l hacia otros, habl� lo mismo; y respondi�ronle los del pueblo como primero. Y fueron o�das las palabras que David hab�a dicho, las cuales como refiriesen delante de Sa�l, �l lo hizo venir. Y dijo David � Sa�l: No desmaye ninguno � causa de �l; tu siervo ir� y pelear� con este Filisteo. Y dijo Sa�l � David: No podr�s t� ir contra aquel Filisteo, para pelear con �l; porque t� eres mozo, y �l un hombre de guerra desde su juventud. Y David respondi� � Sa�l: Tu siervo era pastor en las ovejas de su padre, y ven�a un le�n, � un oso, y tomaba alg�n cordero de la manada, Y sal�a yo tras �l, y her�alo, y libr�bale de su boca: y si se levantaba contra m�, yo le echaba mano de la quijada, y lo her�a y mataba. Fuese le�n, fuese oso, tu siervo lo mataba; pues este Filisteo incircunciso ser� como uno de ellos, porque ha provocado al ej�rcito del Dios viviente. Y a�adi� David: Jehov� que me ha librado de las garras del le�n y de las garras del oso, �l tambi�n me librar� de la mano de este Filisteo. Y dijo Sa�l � David: Ve, y Jehov� sea contigo. Y Sa�l visti� � David de sus ropas, y puso sobre su cabeza un almete de acero, y arm�le de coraza. Y ci�� David su espada sobre sus vestidos, y prob� � andar, porque nunca hab�a probado. Y dijo David � Sa�l: Yo no puedo andar con esto, porque nunca lo practiqu�. Y echando de s� David aquellas cosas, Tom� su cayado en su mano, y escogi�se cinco piedras lisas del arroyo, y p�solas en el saco pastoril y en el zurr�n que tra�a, y con su honda en su mano vase hacia el Filisteo. Y el Filisteo ven�a andando y acerc�ndose � David, y su escudero delante de �l. Y como el Filisteo mir� y vi� � David t�vole en poco; porque era mancebo, y rubio, y de hermoso parecer. Y dijo el Filisteo � David: �Soy yo perro para que vengas � m� con palos? Y maldijo � David por sus dioses. Dijo luego el Filisteo � David: Ven � m�, y dar� tu carne � las aves del cielo, y � las bestias del campo. Entonces dijo David al Filisteo: T� vienes � m� con espada y lanza y escudo; mas yo vengo � ti en el nombre de Jehov� de los ej�rcitos, el Dios de los escuadrones de Israel, que t� has provocado. Jehov� te entregar� hoy en mi mano, y yo te vencer�, y quitar� tu cabeza de ti: y dar� hoy los cuerpos de los Filisteos � las aves del cielo y � las bestias de la tierra: y sabr� la tierra toda que hay Dios en Israel. Y sabr� toda esta congregaci�n que Jehov� no salva con espada y lanza; porque de Jehov� es la guerra, y �l os entregar� en nuestras manos. Y aconteci� que, como el Filisteo se levant� para ir y llegarse contra David, David se di� priesa, y corri� al combate contra el Filisteo. Y metiendo David su mano en el saco, tom� de all� una piedra, y tir�sela con la honda, � hiri� al Filisteo en la frente: y la piedra qued� hincada en la frente, y cay� en tierra sobre su rostro. As� venci� David al Filisteo con honda y piedra; � hiri� al Filisteo y mat�lo, sin tener David espada en su mano. Mas corri� David y p�sose sobre el Filisteo, y tomando la espada de �l, sac�ndola de su vaina, mat�lo, y cort�le con ella la cabeza. Y como los Filisteos vieron su gigante muerto, huyeron. Y levant�ndose los de Israel y de Jud�, dieron grita, y siguieron � los Filisteos hasta llegar al valle, y hasta las puertas de Ecr�n. Y cayeron heridos de los Filisteos por el camino de Saraim, hasta Gath y Ecr�n. Tornando luego los hijos de Israel de seguir los Filisteos, despojaron su campamento. Y David tom� la cabeza del Filisteo, y tr�jola � Jerusalem, mas puso sus armas en su tienda. Y cuando Sa�l vi� � David que sal�a � encontrarse con el Filisteo, dijo � Abner general del ej�rcito: Abner, �de qui�n es hijo aquel mancebo? Y Abner respondi�: Vive tu alma, oh rey, que no lo s�. Y el rey dijo: Pregunta pues de qui�n es hijo aquel mancebo. Y cuando David volv�a de matar al Filisteo, Abner lo tom�, y llev�lo delante de Sa�l, teniendo la cabeza del Filisteo en su mano. Y d�jole Sa�l: Mancebo, �de qui�n eres hijo? Y David respondi�: Yo soy hijo de tu siervo Isa� de Beth-lehem. 1 Samuel 18Y ASI que �l hubo acabado de hablar con Sa�l, el alma de Jonath�n fu� ligada con la de David, y am�lo Jonath�n como � su alma. Y Sa�l le tom� aquel d�a, y no le dej� volver � casa de su padre. E hicieron alianza Jonath�n y David, porque �l le amaba como � su alma. Y Jonath�n se desnud� la ropa que ten�a sobre s�, y di�la � David, y otras ropas suyas, hasta su espada, y su arco, y su talabarte. Y sal�a David � donde quiera que Sa�l le enviaba, y port�base prudentemente. H�zolo por tanto Sa�l capit�n de gente de guerra, y era acepto en los ojos de todo el pueblo, y en los ojos de los criados de Sa�l. Y aconteci� que como volv�an ellos, cuando David torn� de matar al Filisteo, salieron las mujeres de todas las ciudades de Israel cantando, y con danzas, con tamboriles, y con alegr�as y sonajas, � recibir al rey Sa�l. Y cantaban las mujeres que danzaba, y dec�an: Sa�l hiri� sus miles, Y David sus diez miles. Y enoj�se Sa�l en gran manera, y desagrad� esta palabra en sus ojos, y dijo: A David dieron diez miles, y � m� miles; no le falta m�s que el reino. Y desde aquel d�a Sa�l mir� de trav�s � David. Otro d�a aconteci� que el esp�ritu malo de parte de Dios tom� � Sa�l, y mostr�base en su casa con trasportes de profeta: y David ta��a con su mano como los otros d�as; y estaba una lanza � mano de Sa�l. Y arroj� Sa�l la lanza, diciendo: Enclavar� � David en la pared. Y dos veces se apart� de �l David. Mas Sa�l se tem�a de David por cuanto Jehov� era con �l, y se hab�a apartado de Sa�l. Apart�lo pues Sa�l de s�, � h�zole capit�n de mil; y sal�a y entraba delante del pueblo. Y David se conduc�a prudentemente en todos sus negocios, y Jehov� era con �l. Y viendo Sa�l que se portaba tan prudentemente, tem�ase de �l. Mas todo Israel y Jud� amaba � David, porque �l sal�a y entraba delante de ellos. Y dijo Sa�l � David: He aqu� yo te dar� � Merab mi hija mayor por mujer: solamente que me seas hombre valiente, y hagas las guerras de Jehov�. Mas Sa�l dec�a: No ser� mi mano contra �l, mas la mano de los Filisteos ser� contra �l. Y David respondi� � Sa�l: �Qui�n soy yo, � qu� es mi vida, � la familia de mi padre en Israel, para ser yerno del rey? Y venido el tiempo en que Merab, hija de Sa�l, se hab�a de dar � David, fu� dada por mujer � Adriel Meholatita. Mas Mich�l la otra hija de Sa�l amaba � David; y fu� dicho � Sa�l, lo cual plugo en sus ojos. Y Sa�l dijo: Yo se la dar�, para que le sea por lazo, y para que la mano de los Filisteos sea contra �l. Dijo pues Sa�l � David: Con la otra ser�s mi yerno hoy. Y mand� Sa�l � sus criados: Hablad en secreto � David, dici�ndole: He aqu�, el rey te ama, y todos sus criados te quieren bien; s� pues yerno del rey. Y los criados de Sa�l hablaron estas palabras � los o�dos de David. Y David dijo: �Par�ceos � vosotros que es poco ser yerno del rey, siendo yo un hombre pobre y de ninguna estima? Y los criados de Sa�l le dieron la respuesta diciendo: Tales palabras ha dicho David. Y Sa�l dijo: Decid as� � David: No est� el contentamiento del rey en el dote, sino en cien prepucios de Filisteos, para que sea tomada venganza de los enemigos del rey. Mas Sa�l pensaba echar � David en manos de los Filisteos. Y como sus criados declararon � David estas palabras, plugo la cosa en los ojos de David, para ser yerno del rey. Y como el plazo no era a�n cumplido, Levant�se David, y parti�se con su gente, � hiri� doscientos hombres de los Filisteos; y trajo David los prepucios de ellos, y entreg�ronlos todos al rey, para que �l fuese hecho yerno del rey. Y Sa�l le di� � su hija Mich�l por mujer. Pero Sa�l, viendo y considerando que Jehov� era con David, y que su hija Mich�l lo amaba, Temi�se m�s de David; y fu� Sa�l enemigo de David todos los d�as. Y sal�an los pr�ncipes de los Filisteos; y como ellos sal�an, port�base David m�s prudentemente que todos los siervos de Sa�l: y era su nombre muy ilustre. 1 Samuel 19Y HABLO Sa�l � Jonath�n su hijo, y � todos sus criados, para que matasen � David; mas Jonath�n hijo de Sa�l amaba � David en gran manera. Y di� aviso � David, diciendo: Sa�l mi padre procura matarte; por tanto mira ahora por ti hasta la ma�ana, y est�te en paraje oculto, y esc�ndete: Y yo saldr� y estar� junto � mi padre en el campo donde estuvieres: y hablar� de ti � mi padre, y te har� saber lo que notare. Y Jonath�n habl� bien de David � Sa�l su padre, y d�jole: No peque el rey contra su siervo David, pues que ninguna cosa ha cometido contra ti: antes sus obras te han sido muy buenas; Porque �l puso su alma en su palma, � hiri� al Filisteo, y Jehov� hizo una gran salud � todo Israel. T� lo viste, y te holgaste: �por qu� pues pecar�s contra la sangre inocente, matando � David sin causa? Y oyendo Sa�l la voz de Jonath�n, jur�: Vive Jehov�, que no morir�. Llamando entonces Jonath�n � David, declar�le todas estas palabras; y �l mismo present� � David � Sa�l, y estuvo delante de �l como antes. Y torn� � hacerse guerra: y sali� David y pele� contra los Filisteos, � hiri�los con grande estrago, y huyeron delante de �l. Y el esp�ritu malo de parte de Jehov� fu� sobre Sa�l: y estando sentado en su casa ten�a una lanza � mano, mientras David estaba ta�endo con su mano. Y Sa�l procur� enclavar � David con la lanza en la pared; mas �l se apart� de delante de Sa�l, el cual hiri� con la lanza en la pared; y David huy�, y escap�se aquella noche. Sa�l envi� luego mensajeros � casa de David para que lo guardasen, y lo matasen � la ma�ana. Mas Mich�l su mujer lo descubri� � David, diciendo: Si no salvares tu vida esta noche, ma�ana ser�s muerto. Y descolg� Mich�l � David por una ventana; y �l se fu�, y huy�, y escap�se. Tom� luego Mich�l una estatua, y p�sola sobre la cama, y acomod�le por cabecera una almohada de pelos de cabra, y cubri�la con una ropa. Y cuando Sa�l envi� mensajeros que tomasen � David, ella respondi�: Est� enfermo. Y torn� Sa�l � enviar mensajeros para que viesen � David, diciendo: Tra�dmelo en la cama para que lo mate. Y como los mensajeros entraron, he aqu� la estatua estaba en la cama, y una almohada de pelos de cabra por cabecera. Entonces Sa�l dijo � Mich�l: �Por qu� me has as� enga�ado, y has dejado escapar � mi enemigo? Y Mich�l respondi� � Sa�l: Porque �l me dijo: D�jame ir; si no, yo te matar�. Huy� pues David, y escap�se, y vino � Samuel en Rama, y d�jole todo lo que Sa�l hab�a hecho con �l. Y fu�ronse �l y Samuel, y moraron en Najoth. Y fu� dado aviso � Sa�l, diciendo: He aqu� que David est� en Najoth en Rama. Y envi� Sa�l mensajeros que trajesen � David, los cuales vieron una compa��a de profetas que profetizaban, y � Samuel que estaba all�, y los presid�a. Y fu� el esp�ritu de Dios sobre los mensajeros de Sa�l, y ellos tambi�n profetizaron. Y hecho que fu� saber � Sa�l, �l envi� otros mensajeros, los cuales tambi�n profetizaron. Y Sa�l volvi� � enviar por tercera vez mensajeros, y ellos tambi�n profetizaron. Entonces �l mismo vino � Rama; y llegando al pozo grande que est� en Soch�, pregunt� diciendo: �D�nde est�n Samuel y David? Y fu�le respondido: He aqu� est�n en Najoth en Rama. Y fu� all� � Najoth en Rama; y tambi�n vino sobre �l el esp�ritu de Dios, � iba profetizando, hasta que lleg� � Najoth en Rama. Y �l tambi�n se desnud� sus vestidos, y profetiz� igualmente delante de Samuel, y cay� desnudo todo aquel d�a y toda aquella noche. De aqu� se dijo: �Tambi�n Sa�l entre los profetas? 1 Samuel 20Y DAVID huy� de Najoth que es en Rama, y v�nose delante de Jonath�n, y dijo: �Qu� he hecho yo? �cu�l es mi maldad, � cu�l mi pecado contra tu padre, que �l busca mi vida? Y �l le dijo: En ninguna manera; no morir�s. He aqu� que mi padre ninguna cosa har�, grande ni peque�a, que no me la descubra; �por qu� pues me encubrir� mi padre este negocio? No ser� as�. Y David volvi� � jurar, diciendo: Tu padre sabe claramente que yo he hallado gracia delante de tus ojos, y dir�: No sepa esto Jonath�n, porque no tenga pesar: y ciertamente, vive Jehov� y vive tu alma, que apenas hay un paso entre m� y la muerte. Y Jonath�n dijo � David: �Qu� discurre tu alma, y har�lo por ti? Y David respondi� � Jonath�n: He aqu� que ma�ana ser� nueva luna, y yo acostumbro sentarme con el rey � comer: mas t� dejar�s que me esconda en el campo hasta la tarde del tercer d�a. Si tu padre hiciere menci�n de m�, dir�s: Rog�me mucho que lo dejase ir presto � Beth-lehem su ciudad, porque todos los de su linaje tienen all� sacrificio aniversario. Si �l dijere, Bien est�, paz tendr� tu siervo; mas si se enojare, sabe que la malicia es en �l cosumada. Har�s pues misericordia con tu siervo, ya que has tra�do tu siervo � alianza de Jehov� contigo: y si maldad hay en m� m�tame t�, que no hay necesidad de llevarme hasta tu padre. Y Jonath�n le dijo: Nunca tal te suceda; antes bien, si yo entendiera ser consumada la malicia de mi padre, para venir sobre ti, �no hab�a yo de descubr�rtelo? Dijo entonces David � Jonath�n: �Qui�n me dar� aviso? � �qu� si tu padre te respondiere �speramente? Y Jonath�n dijo � David: Ven, salgamos al campo. Y salieron ambos al campo. Entonces dijo Jonath�n � David: Oh Jehov� Dios de Israel, cuando habr� yo preguntado � mi padre ma�ana � esta hora, � despu�s de ma�ana, y �l apareciere bien para con David, si entonces no enviare � ti, y te lo descubriere, Jehov� haga as� � Jonath�n, y esto a�ada. Mas si � mi padre pareciere bien hacerte mal, tambi�n te lo descubrir�, y te enviar�, y te ir�s en paz: y sea Jehov� contigo, como fu� con mi padre. Y si yo viviere, har�s conmigo misericordia de Jehov�; mas si fuere muerto, No quitar�s perpetuamente tu misericordia de mi casa. Cuando desarraigare Jehov� uno por uno los enemigos de David de la tierra, aun � Jonath�n quite de su casa, si te faltare. As� hizo Jonath�n alianza con la casa de David, diciendo: Requi�ralo Jehov� de la mano de los enemigos de David. Y torn� Jonath�n � jurar � David, porque le amaba, porque le amaba como � su alma. D�jole luego Jonath�n: Ma�ana es nueva luna, y t� ser�s echado de menos, porque tu asiento estar� vac�o. Estar�s pues tres d�as, y luego descender�s, y vendr�s al lugar donde estabas escondido el d�a de trabajo, y esperar�s junto � la piedra de Ezel; Y yo tirar� tres saetas hacia aquel lado, como ejercit�ndome al blanco. Y luego enviar� el criado dici�ndole: Ve, busca las saetas. Y si dijere al mozo: He all� las saetas m�s ac� de ti, t�malas: t� vendr�s, porque paz tienes, y nada hay de mal, vive Jehov�. Mas si yo dijere al mozo as�: He all� las saetas m�s all� de ti: vete, porque Jehov� te ha enviado. Y cuanto � las palabras que yo y t� hemos hablado, sea Jehov� entre m� y ti para siempre. David pues se escondi� en el campo, y venida que fu� la nueva luna, sent�se el rey � comer pan. Y el rey se sent� en su silla, como sol�a, en el asiento junto � la pared, y Jonath�n se levant�, y sent�se Abner al lado de Sa�l, y el lugar de David estaba vac�o. Mas aquel d�a Sa�l no dijo nada, porque se dec�a: Habr�le acontecido algo, y no est� limpio; no estar� purificado. El d�a siguiente, el segundo d�a de la nueva luna, aconteci� tambi�n que el asiento de David estaba vac�o. Y Sa�l dijo � Jonath�n su hijo: �Por qu� no ha venido � comer el hijo de Isa� hoy ni ayer? Y Jonath�n respondi� � Sa�l: David me pidi� encarecidamente le dejase ir hasta Beth-lehem. Y dijo: Ru�gote que me dejes ir, porque tenemos sacrificio los de nuestro linaje en la ciudad, y mi hermano mismo me lo ha mandado; por tanto, si he hallado gracia en tus ojos, har� una escapada ahora, y visitar� � mis hermanos. Por esto pues no ha venido � la mesa del rey. Entonces Sa�l se enardeci� contra Jonath�n, y d�jole: Hijo de la perversa y rebelde, �no s� yo que t� has elegido al hijo de Isa� para confusi�n tuya, y para confusi�n de la verg�enza de tu madre? Porque todo el tiempo que el hijo de Isa� viviere sobre la tierra, ni t� ser�s firme, ni tu reino. Env�a pues ahora, y tra�melo, porque ha de morir. Y Jonath�n respondi� � su padre Sa�l, y d�jole: �Por qu� morir�? �qu� ha hecho? Entonces Sa�l le arroj� una lanza por herirlo: de donde entendi� Jonath�n que su padre estaba determinado � matar � David. Y levant�se Jonath�n de la mesa con exaltada ira, y no comi� pan el segundo d�a de la nueva luna: porque ten�a dolor � causa de David, porque su padre le hab�a afrentado. Al otro d�a de ma�ana, sali� Jonath�n al campo, al tiempo aplazado con David, y un mozo peque�o con �l. Y dijo � su mozo: Corre y busca las saetas que yo tirare. Y como el muchacho iba corriendo, �l tiraba la saeta que pasara m�s all� de �l. Y llegando el muchacho adonde estaba la saeta que Jonath�n hab�a tirado, Jonath�n di� voces tras el muchacho, diciendo: �No est� la saeta m�s all� de ti? Y torn� � gritar Jonath�n tras el muchacho: Date priesa, aligera, no te pares. Y el muchacho de Jonath�n cogi� las saetas, y v�nose � su se�or. Empero ninguna cosa entendi� el muchacho: solamente Jonath�n y David entend�an el negocio. Luego di� Jonath�n sus armas � su muchacho, y d�jole: Vete y ll�valas � la ciudad. Y luego que el muchacho se hubo ido, se levant� David de la parte del mediod�a, � inclin�se tres veces postr�ndose hasta la tierra: y bes�ndose el uno al otro, lloraron el uno con el otro, aunque David llor� m�s. Y Jonath�n dijo � David: Vete en paz, que ambos hemos jurado por el nombre de Jehov�, diciendo: Jehov� sea entre m� y ti, entre mi simiente y la simiente tuya, para siempre. 1 Samuel 21Y VINO David � Nob, � Ahimelech sacerdote: y sorprendi�se Ahimelech de su encuentro, y d�jole: �C�mo t� solo, y nadie contigo? Y respondi� David al sacerdote Ahimelech: El rey me encomend� un negocio, y me dijo: Nadie sepa cosa alguna de este negocio � que yo te env�o, y que yo te he mandado; y yo se�al� � los criados un cierto lugar. Ahora pues, �qu� tienes � mano? dame cinco panes, � lo que se hallare. Y el sacerdote respondi� � David, y dijo: No tengo pan com�n � la mano; solamente tengo pan sagrado: mas lo dar� si los criados se han guardado mayormente de mujeres. Y David respondi� al sacerdote, y d�jole: Cierto las mujeres nos han sido reservadas desde anteayer cuando sal�, y los vasos de los mozos fueron santos, aunque el camino es profano: cuanto m�s que hoy habr� otro pan santificado en los vasos. As� el sacerdote le di� el pan sagrado, porque all� no hab�a otro pan que los panes de la proposici�n, los cuales hab�an sido quitados de delante de Jehov�, para que se pusiesen panes calientes el d�a que los otros fueron quitados. Aquel d�a estaba all� uno de los siervos de Sa�l detenido delante de Jehov�, el nombre del cual era Doeg, Idumeo, principal de los pastores de Sa�l. Y David dijo � Ahimelech: �No tienes aqu� � mano lanza � espada? porque no tom� en mi mano mi espada ni mis armas, por cuanto el mandamiento del rey era apremiante. Y el sacerdote respondi�: La espada de Goliath el Filisteo, que t� venciste en el valle del Alcornoque, est� aqu� envuelta en un velo detr�s del ephod: si t� quieres tomarla, t�mala: porque aqu� no hay otra sino esa. Y dijo David: Ninguna como ella: d�mela. Y levant�ndose David aquel d�a, huy� de la presencia de Sa�l, y v�nose � Ach�s rey de Gath. Y los siervos de Ach�s le dijeron: �No es �ste David, el rey de la tierra? �no es �ste � quien cantaban en corros, diciendo: Hiri� Sa�l sus miles, Y David sus diez miles? Y David puso en su coraz�n estas palabras, y tuvo gran temor de Ach�s rey de Gath. Y mud� su habla delante de ellos, y fingi�se loco entre sus manos, y escrib�a en las portadas de las puertas, dejando correr su saliva por su barba. Y dijo Ach�s � sus siervos: He aqu� est�is viendo un hombre demente; �por qu� lo hab�is tra�do � m�? �F�ltanme � m� locos, para que hay�is tra�do �ste que hiciese del loco delante de m�? �hab�a de venir �ste � mi casa? 1 Samuel 22Y Y�NDOSE David de all� escap�se � la cueva de Adullam; lo cual como oyeron sus hermanos y toda la casa de su padre, vinieron all� � �l. Y junt�ronse con �l todos los afligidos, y todo el que estaba adeudado, y todos los que se hallaban en amargura de esp�ritu, y fu� hecho capit�n de ellos: y tuvo consigo como cuatrocientos hombres. Y fu�se David de all� � Mizpa de Moab, y dijo al rey de Moab: Yo te ruego que mi padre y mi madre est�n con vosotros, hasta que sepa lo que Dios har� de m�. Tr�jolos pues � la presencia del rey de Moab, y habitaron con �l todo el tiempo que David estuvo en la fortaleza. Y Gad profeta dijo � David: No te est�s en esta fortaleza, p�rtete, y vete � tierra de Jud�. Y David se parti�, y vino al bosque de Hareth. Y oy� Sa�l como hab�a parecido David, y los que estaban con �l. Estaba entonces Sa�l en Gabaa debajo de un �rbol en Rama, y ten�a su lanza en su mano, y todos sus criados estaban en derredor de �l. Y dijo Sa�l � sus criados que estaban en derredor de �l: Oid ahora, hijos de Benjam�n: �Os dar� tambi�n � todos vosotros el hijo de Isa� tierras y vi�as, y os har� � todos tribunos y centuriones; Que todos vosotros hab�is conspirado contra m�, y no hay quien me descubra al o�do como mi hijo ha hecho alianza con el hijo de Isa�, ni alguno de vosotros que se duela de m�, y me descubra como mi hijo ha levantado � mi siervo contra m�, para que me aceche, seg�n hace hoy d�a? Entonces Doeg Idumeo, que era superior entre los siervos de Sa�l, respondi� y dijo: Yo vi al hijo de Isa� que vino � Nob, � Ahimelech hijo de Ahitob; El cual consult� por �l � Jehov�, y di�le provisi�n, y tambi�n le di� la espada de Goliath el Filisteo. Y el rey envi� por el sacerdote Ahimelech hijo de Ahitob, y por toda la casa de su padre, los sacerdotes que estaban en Nob: y todos vinieron al rey. Y Sa�l le dijo: Oye ahora, hijo de Ahitob. Y �l dijo: Heme aqu�, se�or m�o. Y d�jole Sa�l: �Por qu� hab�is conspirado contra m�, t� y el hijo de Isa�, cuando t� le diste pan y espada, y consultaste por �l � Dios, para que se levantase contra m� y me acechase, como lo hace hoy d�a? Entonces Ahimelech respondi� al rey, y dijo: �Y qui�n entre todos tus siervos es tan fiel como David, yerno adem�s del rey, y que va por tu mandado, y es ilustre en tu casa? �He comenzado yo desde hoy � consultar por �l � Dios? lejos sea de m�: no impute el rey cosa alguna � su siervo, ni � toda la casa de mi padre; porque tu siervo ninguna cosa sabe de este negocio, grande ni chica. Y el rey dijo: Sin duda morir�s, Ahimelech, t� y toda la casa de tu padre. Entonces dijo el rey � la gente de su guardia que estaba alrededor de �l: Cercad y matad � los sacerdotes de Jehov�; porque tambi�n la mano de ellos es con David, pues sabiendo ellos que hu�a, no me lo descubrieron. Mas los siervos del rey no quisieron extender sus manos para matar � los sacerdotes de Jehov�. Entonces dijo el rey � Doeg: Vuelve t�, y arremete contra los sacerdotes. Y revolvi�ndose Doeg Idumeo, arremeti� contra los sacerdotes, y mat� en aquel d�a ochenta y cinco varones que vest�an ephod de lino. Y � Nob, ciudad de los sacerdotes, puso � cuchillo: as� � hombres como � mujeres, ni�os y mamantes, bueyes y asnos y ovejas, todo � cuchillo. Mas uno de los hijos de Ahimelech hijo de Ahitob, que se llamaba Abiathar, escap�, y huy�se � David. Y Abiathar notici� � David como Sa�l hab�a muerto los sacerdotes de Jehov�. Y dijo David � Abiathar: Yo sab�a que estando all� aquel d�a Doeg el Idumeo, �l lo hab�a de hacer saber � Sa�l. Yo he dado ocasi�n contra todas las personas de la casa de tu padre. Qu�date conmigo, no temas: quien buscare mi vida, buscar� tambi�n la tuya: bien que t� estar�s conmigo guardado. 1 Samuel 23Y DIERON aviso � David, dicendo: He aqu� que los Filisteos combaten � Keila, y roban las eras. Y David consult� � Jehov�, diciendo: �Ir� � herir � estos Filisteos? Y Jehov� respondi� � David: Ve, hiere � los Filisteos, y libra � Keila. Mas los que estaban con David le dijeron: He aqu� que nosotros aqu� en Jud� estamos con miedo; �cu�nto m�s si fu�remos � Keila contra el ej�rcito de los Filisteos? Entonces David volvi� � consultar � Jehov�. Y Jehov� le respondi�, y dijo: Lev�ntate, desciende � Keila, que yo entregar� en tus manos � los Filisteos. Parti�se pues David con sus hombres � Keila, y pele� contra los Filisteos, y trajo antecogidos sus ganados, � hiri�los con grande estrago: y libr� David � los de Keila. Y aconteci� que, huyendo Abiathar hijo de Ahimelech � David � Keila, vino tambi�n con �l el ephod. Y fu� dicho � Sa�l que David hab�a venido � Keila. Entonces dijo Sa�l: Dios lo ha tra�do � mis manos; porque �l est� encerrado, habi�ndose metido en ciudad con puertas y cerraduras. Y convoc� Sa�l todo el pueblo � la batalla, para descender � Keila, y poner cerco � David y � los suyos. Mas entendiendo David que Sa�l ideaba el mal contra �l, dijo � Abiathar sacerdote: Trae el ephod. Y dijo David: Jehov� Dios de Israel, tu siervo tiene entendido que Sa�l trata de venir contra Keila, � destruir la ciudad por causa m�a. �Me entregar�n los vecinos de Keila en sus manos? �descender� Sa�l, como tu siervo tiene o�do? Jehov� Dios de Israel, ru�gote que lo declares � tu siervo. Y Jehov� dijo: S�, descender�. Dijo luego David: �Me entregar�n los vecinos de Keila � m� y � mis hombres en manos de Sa�l? Y Jehov� respondi�: Te entregar�n. David entonces se levant� con sus hombres, que eran como seiscientos, y sali�ronse de Keila, y fu�ronse de una parte � otra. Y vino la nueva � Sa�l de como David se hab�a escapado de Keila; y dej� de salir. Y David se estaba en el desierto en pe�as, y habitaba en un monte en el desieto de Ziph; y busc�balo Sa�l todos los d�as, mas Dios no lo entreg� en sus manos. Viendo pues David que Sa�l hab�a salido en busca de su alma, est�base �l en el bosque en el desierto de Ziph. Entonces se levant� Jonath�n hijo de Sa�l, y vino � David en el bosque, y confort� su mano en Dios. Y d�jole: No temas, que no te hallar� la mano de Sa�l mi padre, y t� reinar�s sobre Israel, y yo ser� segundo despu�s de ti; y aun Sa�l mi padre as� lo sabe. Y entrambos hicieron alianza delante de Jehov�: y David se qued� en el bosque, y Jonath�n se volvi� � su casa. Y subieron los de Ziph � decir � Sa�l en Gabaa: �No est� David escondido en nuestra tierra en las pe�as del bosque, en el collado de Hach�la que est� � la mano derecha del desierto? Por tanto, rey, desciende ahora presto, seg�n todo el deseo de tu alma, y nosotros lo entregaremos en la mano del rey. Y Sa�l dijo: Benditos se�is vosotros de Jehov�, que hab�is tenido compasi�n de m�: Id pues ahora, apercibid a�n, considerad y ved su lugar donde tiene el pie, y qui�n lo haya visto all�; porque se me ha dicho que �l es en gran manera astuto. Considerad pues, y ved todos los escondrijos donde se oculta, y volved � m� con la certidumbre, y yo ir� con vosotros: que si �l estuviere en la tierra, yo le buscar� entre todos los millares de Jud�. Y ellos se levantaron, y se fueron � Ziph delante de Sa�l. Mas David y su gente estaban en el desierto de Ma�n, en la llanura que est� � la diestra del desierto. Y parti�se Sa�l con su gente � buscarlo; pero fu� dado aviso � David, y descendi� � la pe�a, y qued�se en el desierto de Ma�n. Lo cual como Sa�l oy�, sigui� � David al desierto de Ma�n. Y Sa�l iba por el un lado del monte, y David con los suyos por el otro lado del monte: y d�base priesa David para ir delante de Sa�l; mas Sa�l y los suyos hab�an encerrado � David y � su gente para tomarlos. Entonces vino un mensajero � Sa�l, diciendo: Ven luego, porque los Filisteos han hecho una irrupci�n en el pa�s. Volvi�se por tanto Sa�l de perseguir � David, y parti� contra los Filisteos. Por esta causa pusieron � aquel lugar por nombre Sela-hammah-lecoth. ENTONCES David subi� de all�, y habit� en los parajes fuertes en Engaddi. 1 Samuel 24Y como Sa�l volvi� de los Filisteos, di�ronle aviso diciendo: He aqu� que David est� en el desierto de Engaddi. Y tomando Sa�l tres mil hombres escogidos de todo Israel, fu� en busca de David y de los suyos, por las cumbres de los pe�ascos de las cabras monteses. Y como lleg� � una majada de ovejas en el camino, donde hab�a una cueva, entr� Sa�l en ella � cubrir sus pies: y David y los suyos estaban � los lados de la cueva. Entonces los de David le dijeron: He aqu� el d�a que te ha dicho Jehov�: He aqu� que entreg� tu enemigo en tus manos, y har�s con �l como te pareciere. Y levant�se David, y calladamente cort� la orilla del manto de Sa�l. Despu�s de lo cual el coraz�n de David le golpeaba, porque hab�a cortado la orilla del manto de Sa�l. Y dijo � los suyos: Jehov� me guarde de hacer tal cosa contra mi se�or, el ungido de Jehov�, que yo extienda mi mano contra �l; porque es el ungido de Jehov�. As� quebrant� David � los suyos con palabras, y no les permiti� que se levantasen contra Sa�l. Y Sa�l, saliendo de la cueva, fu�se su camino. Tambi�n David se levant� despu�s, y saliendo de la cueva di� voces � las espaldas de Sa�l, diciendo: �Mi se�or el rey! Y como Sa�l mir� atr�s, David inclin� su rotro � tierra, � hizo reverencia. Y dijo David � Sa�l: �Por qu� oyes las palabras de los que dicen: Mira que David procura tu mal? He aqu� han visto hoy tus ojos como Jehov� te ha puesto hoy en mis manos en la cueva: y dijeron que te matase, mas te perdon�, porque dije: No extender� mi mano contra mi se�or, porque ungido es de Jehov�. Y mira, padre m�o, mira a�n la orilla de tu manto en mi mano: porque yo cort� la orilla de tu manto, y no te mat�. Conoce pues y ve que no hay mal ni traici�n en mi mano, ni he pecado contra ti; con todo, t� andas � caza de mi vida para quit�rmela. Juzgue Jehov� entre m� y ti, y v�ngueme de ti Jehov�: empero mi mano no ser� contra ti. Como dice el proverbio de los antiguos: De los imp�os saldr� la impiedad: as� que mi mano no ser� contra ti. �Tras qui�n ha salido el rey de Israel? �� qui�n persigues? �� un perro muerto? �� una pulga? Jehov� pues ser� juez, y �l juzgar� entre m� y ti. El vea, y sustente mi causa, y me defienda de tu mano. Y aconteci� que, como David acab� de decir estas palabras � Sa�l, Sa�l dijo: �No es esta la voz tuya, hijo m�o David? Y alzando Sa�l su voz llor�. Y dijo � David: M�s justo eres t� que yo, que me has pagado con bien, habi�ndote yo pagado con mal. T� has mostrado hoy que has hecho conmigo bien; pues no me has muerto, habi�ndome Jehov� puesto en tus manos. Porque �qui�n hallar� � su enemigo, y lo dejar� ir sano y salvo? Jehov� te pague con bien por lo que en este d�a has hecho conmigo. Y ahora, como yo entiendo que t� has de reinar, y que el reino de Israel ha de ser en tu mano firme y estable, J�rame pues ahora por Jehov�, que no cortar�s mi simiente despu�s de m�, ni raer�s mi nombre de la casa de mi padre. Entonces David jur� � Sa�l. Y fu�se Sa�l � su casa, y David y los suyos se subieron al sitio fuerte. 1 Samuel 25Y MURIO Samuel, y junt�se todo Israel, y lo lloraron, y lo sepultaron en su casa en Rama. Y levant�se David, y se fu� al desierto de Par�n. Y en Ma�n hab�a un hombre que ten�a su hacienda en el Carmelo, el cual era muy rico, que ten�a tres mil ovejas y mil cabras. Y aconteci� hallarse esquilando sus ovejas en el Carmelo. El nombre de aquel var�n era Nabal, y el nombre de su mujer, Abigail. Y era aquella mujer de buen entendimiento y de buena gracia; mas el hombre era duro y de malos hechos; y era del linaje de Caleb. Y oy� David en el desierto que Nabal esquilaba sus ovejas. Entonces envi� David diez criados, y d�joles: Subid al Carmelo, � id � Nabal, y saludadle en mi nombre. Y decidle as�: Que vivas y sea paz � ti, y paz � tu familia, y paz � todo cuanto tienes. Ha poco supe que tienes esquiladores. Ahora, � los pastores tuyos que han estado con nosotros, nunca les hicimos fuerza, ni les falt� algo en todo el tiempo que han estado en el Carmelo. Pregunta � tus criados, que ellos te lo dir�n. Hallen por tanto estos criados gracia en tus ojos, pues que venimos en buen d�a: ru�gote que des lo que tuvieres � mano � tus siervos, y � tu hijo David. Y como llegaron los criados de David, dijeron � Nabal todas estas palabras en nombre de David, y callaron. Y Nabal respondi� � los criados de David, y dijo: �Qui�n es David? �y qui�n es el hijo de Isa�? Muchos siervos hay hoy que se huyen de sus se�ores. �He de tomar yo ahora mi pan, mi agua, y mi v�ctima que he preparado para mis esquiladores, y la dar� � hombres que no s� de d�nde son? Y torn�ndose los criados de David, volvi�ronse por su camino, y vinieron y dijeron � David todas estas palabras. Entonces David dijo � sus hombres: C��ase cada uno su espada. Y ci��se cada uno su espada: tambi�n David ci�� su espada; y subieron tras David como cuatrocientos hombres, y dejaron doscientos con el bagaje. Y uno de los criados di� aviso � Abigail mujer de Nabal, diciendo: He aqu� David envi� mensajeros del desierto que saludasen � nuestro amo, y �l los ha zaherido. Mas aquellos hombres nos han sido muy buenos, y nunca nos han hecho fuerza, ni ninguna cosa nos ha faltado en todo el tiempo que hemos conversado con ellos, mientras hemos estado en el campo. Hannos sido por muro de d�a y de noche, todos los d�as que hemos estado con ellos apacentando las ovejas. Ahora pues, entiende y mira lo que has de hacer, porque el mal est� del todo resuelto contra nuestro amo y contra toda su casa: pues �l es un hombre tan malo, que no hay quien pueda hablarle. Entonces Abigail tom� luego doscientos panes, y dos cueros de vino, y cinco ovejas guisadas, y cinco medidas de grano tostado, y cien hilos de uvas pasas, y doscientos panes de higos secos, y carg�lo en asnos; Y dijo � sus criados: Id delante de m�, que yo os seguir� luego. Y nada declar� � su marido Nabal. Y sent�ndose sobre un asno descendi� por una parte secreta del monte, y he aqu� David y los suyos que ven�an frente � ella, y ella les fu� al encuentro. Y David hab�a dicho: Ciertamente en vano he guardado todo lo que �ste tiene en el desierto, sin que nada le haya faltado de todo cuanto es suyo; y �l me ha vuelto mal por bien. As� haga Dios, y as� a�ada � los enemigos de David, que de aqu� � ma�ana no tengo de dejar de todo lo que fuere suyo ni aun meante � la pared. Y como Abigail vi� � David, ape�se prestamente del asno, y postr�ndose delante de David sobre su rostro, inclin�se � tierra; Y ech�se � sus pies, y dijo: Se�or m�o, sobre m� sea el pecado; mas ru�gote hable tu sierva en tus o�dos, y oye las palabras de tu sierva. No ponga ahora mi se�or su coraz�n � aquel hombre brusco, � Nabal; porque conforme � su nombre, as� es. El se llama Nabal, y la locura est� con �l: mas yo tu sierva no vi los criados de mi se�or, los cuales t� enviaste. Ahora pues, se�or m�o, vive Jehov� y vive tu alma, que Jehov� te ha estorbado que vinieses � derramar sangre, y vengarte por tu propia mano. Sean pues como Nabal tus enemigos, y todos los que procuran mal contra mi se�or. Y ahora esta bendici�n que tu sierva ha tra�do � mi se�or, d�se � los criados que siguen � mi se�or. Y yo te ruego que perdones � tu sierva esta ofensa; pues Jehov� de cierto har� casa firme � mi se�or, por cuanto mi se�or hace las guerras de Jehov�, y mal no se ha hallado en ti en tus d�as. Bien que alguien se haya levantado � perseguirte y atentar � tu vida, con todo, el alma de mi se�or ser� ligada en el haz de los que viven con Jehov� Dios tuyo, y �l arrojar� el alma de tus enemigos como de en medio de la palma de una honda. Y acontecer� que cuando Jehov� hiciere con mi se�or conforme � todo el bien que ha hablado de ti, y te mandare que seas caudillo sobre Israel, Entonces, se�or m�o, no te ser� esto en tropiezo y turbaci�n de coraz�n, el que hayas derramado sangre sin causa, � que mi se�or se haya vengado por s� mismo. Gu�rdese pues mi se�or, y cuando Jehov� hiciere bien � mi se�or, acu�rdate de tu sierva. Y dijo David � Abigail: Bendito sea Jehov� Dios de Israel, que te envi� para que hoy me encontrases; Y bendito sea tu razonamiento, y bendita t�, que me has estorbado hoy el ir � derramar sangre, y � vengarme por mi propia mano: Porque, vive Jehov� Dios de Israel que me ha defendido de hacerte mal, que si no te hubieras dado priesa en venirme al encuentro, de aqu� � ma�ana no le quedara � Nabal meante � la pared. Y recibi� David de su mano lo que le hab�a tra�do, y d�jole: Sube en paz � tu casa, y mira que he o�do tu voz, y ten�dote respeto. Y Abigail se vino � Nabal, y he aqu� que �l ten�a banquete en su casa como banquete de rey: y el coraz�n de Nabal estaba alegre en �l, y estaba muy borracho; por lo que ella no le declar� poco ni mucho, hasta que vino el d�a siguiente. Pero � la ma�ana, cuando el vino hab�a salido de Nabal, refiri�le su mujer aquestas cosas; y se le amorteci� el coraz�n, y qued�se como piedra. Y pasados diez d�as Jehov� hiri� � Nabal, y muri�. Y luego que David oy� que Nabal era muerto, dijo: Bendito sea Jehov� que juzg� la causa de mi afrenta recibida de la mano de Nabal, y ha preservado del mal � su siervo; y Jehov� ha tornado la malicia de Nabal sobre su propia cabeza. Despu�s envi� David � hablar � Abigail, para tomarla por su mujer. Y los criados de David vinieron � Abigail en el Carmelo, y hablaron con ella, diciendo: David nos ha enviado � ti, para tomarte por su mujer. Y ella se levant�, � inclin� su rostro � tierra, diciendo: He aqu� tu sierva, para que sea sierva que lave los pies de los siervos de mi se�or. Y levant�ndose luego Abigail con cinco mozas que la segu�an, mont�se en un asno, y sigui� los mensajeros de David, y fu� su mujer. Tambi�n tom� David � Ahinoam de Jezreel, y ambas � dos fueron sus mujeres. Porque Sa�l hab�a dado su hija Mich�l mujer de David, � Palti hijo de Lais, que era de Gallim. 1 Samuel 26Y VINIERON los Zipheos � Sa�l en Gabaa, diciendo: �No est� David escondido en el collado de Hach�la delante del desierto? Sa�l entonces se levant�, y descendi� al desierto de Ziph, llevando consigo tres mil hombres escogidos de Israel, para buscar � David en el desierto de Ziph. Y asent� Sa�l el campo en el collado de Hach�la, que est� delante del desierto junto al camino. Y estaba David en el desierto, y entendi� que Sa�l le segu�a en el desierto. David por tanto envi� esp�as, y entendi� por cierto que Sa�l hab�a venido. Y levant�se David, y vino al sitio donde Sa�l hab�a asentado el campo; y mir� David el lugar donde dorm�a Sa�l, y Abner hijo de Ner, general de su ej�rcito. Y estaba Sa�l durmiendo en la trinchera, y el pueblo por el campo en derredor de �l. Entonces habl� David, y requiri� � Ahimelech Hetheo, y � Abisai hijo de Sarvia, hermano de Joab, diciendo: �Qui�n descender� conmigo � Sa�l al campo: Y dijo Abisai: Yo descender� contigo. David pues y Abisai vinieron al pueblo de noche: y he aqu� Sa�l que estaba tendido durmiendo en la trinchera, y su lanza hincada en tierra � su cabecera; y Abner y el pueblo estaban alrededor de �l tendidos. Entonces dijo Abisai � David: Hoy ha Dios entregado � tu enemigo en tus manos: ahora pues, herir�lo luego con la lanza, cosi�ndole con la tierra de un golpe, y no segundar�. Y David respondi� � Abisai: No le mates: porque �qui�n extender� su mano contra el ungido de Jehov�, y ser� inocente? Dijo adem�s David: Vive Jehov�, que si Jehov� no lo hiriere, � que su d�a llegue para que muera, � que descendiendo en batalla perezca, Guardeme Jehov� de extender mi mano contra el ungido de Jehov�; empero toma ahora la lanza que est� � su cabecera, y la botija del agua, y v�monos. Llev�se pues David la lanza y la botija de agua de la cabecera de Sa�l, y fu�ronse; que no hubo nadie que viese, ni entendiese, ni velase, pues todos dorm�an: porque un profundo sue�o enviado de Jehov� hab�a ca�do sobre ellos. Y pasando David de la otra parte, p�sose desviado en la cumbre del monte, habiendo grande distancia entre ellos; Y di� voces David al pueblo, y � Abner hijo de Ner, diciendo: �No respondes, Abner? Entonces Abner respondi� y dijo: �Qui�n eres t� que das voces al rey? Y dijo David � Abner: �No eres var�n t�? �y qui�n hay como t� en Israel? �por qu� pues no has guardado al rey tu se�or? que ha entrado uno del pueblo � matar � tu se�or el rey. Esto que has hecho, no est� bien. Vive Jehov�, que sois dignos de muerte, que no hab�is guardado � vuestro se�or, al ungido de Jehov�. Mira pues ahora d�nde est� la lanza del rey, y la botija del agua que estaba � su cabecera. Y conociendo Sa�l la voz de David, dijo: �No es esta tu voz, hijo m�o David? Y David respondi�: Mi voz es, rey se�or m�o. Y dijo: �Por qu� persigue as� mi se�or � su siervo? �qu� he hecho? �qu� mal hay en mi mano? Ruego pues, que el rey mi se�or oiga ahora las palabras de su siervo. Si Jehov� te incita contra m�, acepte un sacrificio: mas si fueren hijos de hombres, malditos ellos en presencia de Jehov�, que me han echado hoy para que no me junte en la heredad de Jehov�, diciendo: Ve y sirve � dioses ajenos. No caiga pues ahora mi sangre en tierra delante de Jehov�: porque ha salido el rey de Israel � buscar una pulga, as� como quien persigue una perdiz por los montes. Entonces dijo Sa�l: He pecado: vu�lvete, hijo m�o David, que ning�n mal te har� m�s, pues que mi vida ha sido estimada hoy en tus ojos. He aqu�, yo he hecho neciamente, y he errado en gran manera. Y David respondi�, y dijo: He aqu� la lanza del rey; pase ac� uno de los criados, y t�mela. Y Jehov� pague � cada uno su justicia y su lealtad: que Jehov� te hab�a entregado hoy en mi mano, mas yo no quise extender mi mano sobre el ungido de Jehov�. Y he aqu�, como tu vida ha sido estimada hoy en mis ojos, as� sea mi vida estimada en los ojos de Jehov�, y me libre de toda aflicci�n. Y Sa�l dijo � David: Bendito eres t�, hijo m�o David; sin duda ejecutar�s t� grandes empresas, y prevalecer�s. Entonces David se fu� su camino, y Sa�l se volvi� � su lugar. 1 Samuel 27Y DIJO David en su coraz�n: Al fin ser� muerto alg�n d�a por la mano de Sa�l: nada por tanto me ser� mejor que fugarme � la tierra de los Filisteos, para que Sa�l se deje de m�, y no me ande buscando m�s por todos los t�rminos de Israel, y as� me escapar� de sus manos. Levant�se pues David, y con los seiscientos hombres que ten�a consigo pas�se � Ach�s hijo de Maoch, rey de Gath. Y mor� David con Ach�s en Gath, �l y los suyos, cada uno con su familia: David con sus dos mujeres, Ahinoam Jezreelita, y Abigail, la que fu� mujer de Nabal el del Carmelo. Y vino la nueva � Sa�l que David se hab�a hu�do � Gath, y no lo busc� m�s. Y David dijo � Ach�s: Si he hallado ahora gracia en tus ojos, s�ame dado lugar en algunas de las ciudades de la tierra, donde habite: porque �ha de morar tu siervo contigo en la ciudad real? Y Ach�s le di� aquel d�a � Siclag. De aqu� fu� Siclag de los reyes de Jud� hasta hoy. Y fu� el n�mero de los d�as que David habit� en la tierra de los Filisteos, cuatro meses y algunos d�as. Y sub�a David con los suyos, y hac�an entradas en los Gesureos, y en los Gerzeos, y en los Amalecitas: porque estos habitaban de largo tiempo la tierra, desde como se va � Shur hasta la tierra de Egipto. Y her�a David el pa�s, y no dejaba � vida hombre ni mujer: y llev�base las ovejas y las vacas y los asnos y los camellos y las ropas; y volv�a, y ven�ase � Ach�s. Y dec�a Ach�s: �D�nde hab�is corrido hoy? Y David dec�a: Al mediod�a de Jud�, y al mediod�a de Jerameel, � contra el mediod�a de Ceni. Ni hombre ni mujer dejaba � vida David, que viniese � Gath; diciendo: Porque no den aviso de nosotros, diciendo: Esto hizo David. Y esta era su costumbre todo el tiempo que mor� en tierra de los Filisteos. Y Ach�s cre�a � David, diciendo as�: El se hace abominable en su pueblo de Israel, y ser� siempre mi siervo. 1 Samuel 28Y ACONTECIO que en aquellos d�as los Filisteos juntaron sus campos para pelear contra Israel. Y dijo Ach�s � David: Sabe de cierto que has de salir conmigo � campa�a, t� y los tuyos. Y David respondi� � Ach�s: Sabr�s pues lo que har� tu siervo. Y Ach�s dijo � David: Por tanto te har� guarda de mi cabeza todos los d�as. Ya Samuel era muerto, y todo Israel lo hab�a lamentado, y hab�anle sepultado en Rama, en su ciudad. Y Sa�l hab�a echado de la tierra los encantadores y adivinos. Pues como los Filisteos se juntaron, vinieron y asentaron campo en Sunam: y Sa�l junt� � todo Israel, y asentaron campo en Gilboa. Y cuando vi� Sa�l el campo de los Filisteos, temi�, y turb�se su coraz�n en gran manera. Y consult� Sa�l � Jehov�; pero Jehov� no le respondi�, ni por sue�os, ni por Urim, ni por profetas. Entonces Sa�l dijo � sus criados: Buscadme una mujer que tenga esp�ritu de pyth�n, para que yo vaya � ella, y por medio de ella pregunte. Y sus criados le respondieron: He aqu� hay una mujer en Endor que tiene esp�ritu de pyth�n. Y disfraz�se Sa�l, y p�sose otros vestidos, y fu�se con dos hombres, y vinieron � aquella mujer de noche; y �l dijo: Yo te ruego que me adivines por el esp�ritu de pyth�n, y me hagas subir � quien yo te dijere. Y la mujer le dijo: He aqu� t� sabes lo que Sa�l ha hecho, c�mo ha separado de la tierra los pythones y los adivinos: �por qu� pues pones tropiezo � mi vida, para hacerme matar? Entoces Sa�l le jur� por Jehov�, diciendo: Vive Jehov�, que ning�n mal te vendr� por esto. La mujer entonces dijo: �A qui�n te har� venir? Y �l respondi�: Hazme venir � Samuel. Y viendo la mujer � Samuel, clam� en alta voz, y habl� aquella mujer � Sa�l, diciendo: �Por qu� me has enga�ado? que t� eres Sa�l. Y el rey le dijo: No temas: �qu� has visto? Y la mujer respondi� � Sa�l: He visto dioses que suben de la tierra. Y �l le dijo: �Cu�l es su forma? Y ella respondi�: Un hombre anciano viene, cubierto de un manto. Sa�l entonces entendi� que era Samuel, y humillando el rostro � tierra, hizo gran reverencia. Y Samuel dijo � Sa�l: �Por qu� me has inquietado haci�ndome venir? Y Sa�l respondi�: Estoy muy congojado; pues los Filisteos pelean contra m�, y Dios se ha apartado de m�, y no me responde m�s, ni por mano de profetas, ni por sue�os: por esto te he llamado, para que me declares qu� tengo de hacer. Entonces Samuel dijo: �Y para qu� me preguntas � m�, habi�ndose apartado de ti Jehov�, y es tu enemigo? Jehov� pues ha hecho como habl� por medio de m�; pues ha cortado Jehov� el reino de tu mano, y lo ha dado � tu compa�ero David. Como t� no obedeciste � la voz de Jehov�, ni cumpliste el furor de su ira sobre Amalec, por eso Jehov� te ha hecho esto hoy. Y Jehov� entregar� � Israel tambi�n contigo en manos de los Filisteos: y ma�ana ser�is conmigo, t� y tus hijos: y aun el campo de Israel entregar� Jehov� en manos de los Filisteos. En aquel punto cay� Sa�l en tierra cuan grande era, y tuvo gran temor por las palabras de Samuel; que no qued� en �l esfuerzo ninguno, porque en todo aquel d�a y aquella noche no hab�a comido pan. Entonces la mujer vino � Sa�l, y vi�ndole en grande manera turbado, d�jole: He aqu� que tu criada ha obedecido � tu voz, y he puesto mi vida en mi mano, y he o�do las palabras que t� me has dicho. Ru�gote pues, que t� tambi�n oigas la voz de tu sierva: pondr� yo delante de ti un bocado de pan que comas, para que te corrobores, y vayas tu camino. Y �l lo rehus�, diciendo: No comer�. Mas sus criados juntamente con la mujer le constri�eron, y �l los obedeci�. Levant�se pues del suelo, y sent�se sobre una cama. Y aquella mujer ten�a en su casa un ternero grueso, el cual mat� luego; y tom� harina y amas�la, y coci� de ella panes sin levadura. Y lo trajo delante de Sa�l y de sus criados; y luego que hubieron comido, se levantaron, y partieron aquella noche. 1 Samuel 29Y LOS Filisteos juntaron todos sus campos en Aphec; � Israel puso su campo junto � la fuente que est� en Jezreel. Y reconociendo los pr�ncipes de los Filisteos sus compa��as de � ciento y de � mil hombres, David y los suyos iban en los postreros con Ach�s. Y dijeron los pr�ncipes de los Filisteos: �Qu� hacen aqu� estos Hebreos? Y Ach�s respondi� � los pr�ncipes de los Filisteos: �No es �ste David, el siervo de Sa�l rey de Israel, que ha estado conmigo algunos d�as � algunos a�os, y no he hallado cosa en �l desde el d�a que se pas� � m� hasta hoy? Entonces los pr�ncipes de los Filisteos se enojaron contra �l, y dij�ronle: Env�a � este hombre, que se vuelva al lugar que le se�alaste, y no venga con nosotros � la batalla, no sea que en la batalla se nos vuelva enemigo: porque �con qu� cosa volver�a mejor � la gracia de su se�or que con las cabezas de estos hombres? �No es este David de quien cantaba en los corros, diciendo: Sa�l hiri� sus miles, Y David sus diez miles? Y Ach�s llam� � David, y d�jole: Vive Jehov�, que t� has sido recto, y que me ha parecido bien tu salida y entrada en el campo conmigo, y que ninguna cosa mala he hallado en ti desde el d�a que viniste � m� hasta hoy: mas en los ojos de los pr�ncipes no agradas. Vu�lvete pues, y vete en paz; y no hagas lo malo en los ojos de los pr�ncipes de los Filisteos. Y David respondi� � Ach�s: �Qu� he hecho? �qu� has hallado en tu siervo desde el d�a que estoy contigo hasta hoy, para que yo no vaya y pelee contra los enemigos de mi se�or el rey? Y Ach�s respondi� � David, y dijo: Yo s� que t� eres bueno en mis ojos, como un �ngel de Dios; mas los pr�ncipes de los Filisteos han dicho: No venga con nosotros � la batalla. Lev�ntate pues de ma�ana, t� y los siervos de tu se�or que han venido contigo; y levant�ndoos de ma�ana, luego al amanecer part�os. Y levant�se David de ma�ana, �l y los suyos, para irse y volverse � la tierra de los Filisteos; y los Filisteos fueron � Jezreel. 1 Samuel 30Y CUANDO David y los suyos vinieron � Siclag el tercer d�a, los de Amalec hab�an invadido el mediod�a y � Siclag, y hab�an desolado � Siclag, y pu�stola � fuego. Y hab�anse llevado cautivas � las mujeres que estaban en ella, desde el menor hasta el mayor; mas � nadie hab�an muerto, sino llevado, � �dose su camino. Vino pues David con los suyos � la ciudad, y he aqu� que estaba quemada � fuego, y sus mujeres y sus hijos � hijas llevadas cautivas. Entonces David y la gente que con �l estaba, alzaron su voz y lloraron, hasta que les faltaron las fuerzas para llorar. Las dos mujeres de David, Ahinoam Jezreelita y Abigail la que fu� mujer de Nabal del Carmelo, tambi�n eran cautivas. Y David fu� muy angustiado, porque el pueblo hablaba de apedrearlo; porque todo el pueblo estaba con �nimo amargo, cada uno por sus hijos y por sus hijas: mas David se esforz� en Jehov� su Dios. Y dijo David al sacerdote Abiathar hijo de Ahimelech: Yo te ruego que me acerques el ephod. Y Abiathar acerc� el ephod � David. Y David consult� � Jehov�, diciendo: �Seguir� esta tropa? �podr�la alcanzar? Y �l le dijo: S�guela que de cierto la alcanzar�s, y sin falta librar�s la presa. Parti�se pues David, �l y los seiscientos hombres que con �l estaban, y vinieron hasta el torrente de Besor, donde se quedaron algunos. Y David sigui� el alcance con cuatrocientos hombres; porque se quedaron atr�s doscientos, que cansados no pudieron pasar el torrente de Besor. Y hallaron en el campo un hombre Egipcio, el cual trajeron � David, y di�ronle pan que comiese, y � beber agua; Di�ronle tambi�n un pedazo de masa de higos secos, y dos hilos de pasas. Y luego que comi�, volvi� en �l su esp�ritu; porque no hab�a comido pan ni bebido agua en tres d�as y tres noches. Y d�jole David: �De qui�n eres t�? �y de d�nde eres? Y respondi� el mozo Egipcio: Yo soy siervo de un Amalecita, y dej�me mi amo hoy ha tres d�as, porque estaba enfermo; Pues hicimos una incursi�n � la parte del mediod�a de Cerethi, y � Jud�, y al mediod�a de Caleb; y pusimos fuego � Siclag. Y d�jole David: �Me llevar�s t� � esa tropa? Y �l dijo: Hazme juramento por Dios que no me matar�s, ni me entregar�s en las manos de mi amo, y yo te llevar� � esa gente. Llev�lo pues: y he aqu� que estaban derramados sobre la haz de toda aquella tierra, comiendo y bebiendo y haciendo fiesta, por toda aquella gran presa que hab�an tomado de la tierra de los Filisteos, y de la tierra de Jud�. E hiri�los David desde aquella ma�ana hasta la tarde del d�a siguiente: y no escap� de ellos ninguno, sino cuatrocientos mancebos, que hab�an subido en camellos y huyeron. Y libr� David todo lo que los Amalecitas hab�an tomado: y asimismo libert� David � sus dos mujeres. Y no les falt� cosa chica ni grande, as� de hijos como de hijas, del robo, y de todas las cosas que les hab�an tomado: todo lo recobr� David. Tom� tambi�n David todas las ovejas y ganados mayores; y tray�ndolo todo delante, dec�an: Esta es la presa de David. Y vino David � los doscientos hombres que hab�an quedado cansados y no hab�an podido seguir � David, � los cuales hab�an hecho quedar en el torrente de Besor; y ellos salieron � recibir � David, y al pueblo que con �l estaba. Y como David lleg� � la gente, salud�les con paz. Entonces todos los malos y perversos de entre los que hab�an ido con David, respondieron y dijeron: Pues que no fueron con nosotros, no les daremos de la presa que hemos quitado, sino � cada uno su mujer y sus hijos; los cuales tomen y se vayan. Y David dijo: No hag�is eso, hermanos m�os, de lo que nos ha dado Jehov�; el cual nos ha guardado, y ha entregado en nuestras manos la caterva que vino sobre nosotros. �Y qui�n os escuchar� en este caso? porque igual parte ha de ser la de los que vienen � la batalla, y la de los que quedan con el bagaje: que partan juntamente. Y desde aquel d�a en adelante fu� esto puesto por ley y ordenanza en Israel, hasta hoy. Y como David lleg� � Siclag, envi� de la presa � los ancianos de Jud�, sus amigos, diciendo: He aqu� una bendici�n para vosotros, de la presa de los enemigos de Jehov�. A los que estaban en Beth-el, y en Ramoth al mediod�a, y � los que estaban en Jattir; Y � los que estaban en Aroer, y en Siphmoth, y � los que estaban en Esthemoa; Y � los que estaban en Rach�l, y � los que estaban en las ciudades de Jerameel, y � los que estaban en las ciudades del Cineo; Y � los que estaban en Horma, y � los que estaban en Ch�ras�n, y � los que estaban en Athach; Y � los que estaban en Hebr�n, y en todos los lugares donde David hab�a estado con los suyos. 1 Samuel 31LOS Filisteos pues pelearon con Israel, y los de Israel huyeron delante de los Filisteos, y cayeron muertos en el monte de Gilboa. Y siguiendo los Filisteos � Sa�l y � sus hijos, mataron � Jonath�n, y � Abinadab, y � Melch�sua, hijos de Sa�l. Y agrav�se la batalla sobre Sa�l, y le alcanzaron los flecheros; y tuvo gran temor de los flecheros. Entonces dijo Sa�l � su escudero: Saca tu espada, y p�same con ella, porque no vengan estos incircuncisos, y me pasen, y me escarnezcan. Mas su escudero no quer�a, porque ten�a gran temor. Entonces tom� Sa�l la espada, y ech�se sobre ella. Y viendo su escudero � Sa�l muerto, �l tambi�n se ech� sobre su espada, y muri� con �l. As� muri� Sa�l en aquel d�a, juntamente con sus tres hijos, y su escudero, y todos sus varones. Y los de Israel que eran de la otra parte del valle, y de la otra parte del Jord�n, viendo que Israel hab�a hu�do, y que Sa�l y sus hijos eran muertos, dejaron las ciudades y huyeron; y los Filisteos vinieron y habitaron en ellas. Y aconteci� el siguiente d�a, que viniendo los Filisteos � despojar los muertos, hallaron � Sa�l y � sus tres hijos tendidos en el monte de Gilboa; Y cort�ronle la cabeza, y desnud�ronle las armas; y enviaron � tierra de los Filisteos al contorno, para que lo noticiaran en el templo de sus �dolos, y por el pueblo. Y pusieron sus armas en el templo de Astaroth, y colgaron su cuerpo en el muro de Beth-san. Mas oyendo los de Jabes de Galaad esto que los Filisteos hicieron � Sa�l, Todos los hombres valientes se levantaron, y anduvieron toda aquella noche, y quitaron el cuerpo de Sa�l y los cuerpos de sus hijos del muro de Beth-san; y viniendo � Jabes, quem�ronlos all�. Y tomando sus huesos, sepult�ronlos debajo de un �rbol en Jabes, y ayunaron siete d�as.
2 Samuel LA BIBLIA Versión Reina-Valera de 1909 �NDICE [ 1 | 2 | 3 | 4 | 5 | 6 | 7 | 8 | 9 | 10 | 11 | 12 | 13 | 14 | 15 | 16 | 17 | 18 | 19 | 20 | 21 | 22 | 23 | 24 ]2 Samuel 1Y ACONTECIO despu�s de la muerte de Sa�l, que vuelto David de la derrota de los Amalecitas, estuvo dos d�as en Siclag: Y al tercer d�a acaeci�, que vino uno del campo de Sa�l, rotos sus vestidos, y tierra sobre su cabeza: y llegando � David, postr�se en tierra, � hizo reverencia. Y pregunt�le David: �De d�nde vienes? Y �l respondi�: Heme escapado del campo de Israel. Y David le dijo: �Qu� ha acontecido? ru�gote que me lo digas. Y �l respondi�: El pueblo huy� de la batalla, y tambi�n muchos del pueblo cayeron y son muertos: tambi�n Sa�l y Jonath�n su hijo murieron. Y dijo David � aquel mancebo que le daba las nuevas: �C�mo sabes que Sa�l es muerto, y Jonath�n su hijo? Y el mancebo que le daba las nuevas respondi�: Casualmente vine al monte de Gilboa, y hall� � Sa�l que estaba recostado sobre su lanza, y ven�an tras �l carros y gente de � caballo. Y como �l mir� atr�s, vi�me y llam�me; y yo dije: Heme aqu�. Y �l me dijo: �Qui�n eres t�? Y yo le respond�: Soy Amalecita. Y �l me volvi� � decir: Yo te ruego que te pongas sobre m�, y me mates, porque me toman angustias, y toda mi alma est� a�n en m�. Yo entonces p�seme sobre �l, y mat�lo, porque sab�a que no pod�a vivir despu�s de su ca�da: y tom� la corona que ten�a en su cabeza, y la ajorca que tra�a en su brazo, y helas tra�do ac� � mi se�or. Entonces David trabando de sus vestidos, rompi�los; y lo mismo hicieron los hombres que estaban con �l. Y lloraron y lamentaron, y ayunaron hasta la tarde, por Sa�l y por Jonath�n su hijo, y por el pueblo de Jehov�, y por la casa de Israel: porque hab�an ca�do � cuchillo. Y David dijo � aquel mancebo que le hab�a tra�do las nuevas: �De d�nde eres t�? Y �l respondi�: Yo soy hijo de un extranjero, Amalecita. Y d�jole David: �C�mo no tuviste temor de extender tu mano para matar al ungido de Jehov�? Entonces llam� David uno de los mancebos, y d�jole: Llega, y m�talo. Y �l lo hiri�, y muri�. Y David le dijo: Tu sangre sea sobre tu cabeza, pues que tu boca atestigu� contra ti, diciendo: Yo mat� al ungido de Jehov�. Y endech� David � Sa�l y � Jonath�n su hijo con esta endecha. (Dijo tambi�n que ense�asen al arco � los hijos de Jud�. He aqu� que est� escrito en el libro del derecho:) �Perecido ha la gloria de Israel sobre tus monta�as! �C�mo han ca�do los valientes! No lo denunci�is en Gath, No deis las nuevas en las plazas de Ascal�n; Porque no se alegren las hijas de los Filisteos, Porque no salten de gozo las hijas de los incircuncisos. Montes de Gilboa, Ni roc�o ni lluvia caiga sobre vosotros, ni se�is tierras de ofrendas; Porque all� fu� desechado el escudo de los valientes, El escudo de Sa�l, como si no hubiera sido ungido con aceite. Sin sangre de muertos, sin grosura de valientes, El arco de Jonath�n nunca volvi�, Ni la espada de Sa�l se torn� vac�a. Sa�l y Jonath�n, amados y queridos en su vida, En su muerte tampoco fueron apartados: M�s ligeros que �guilas, M�s fuertes que leones. Hijas de Israel, llorad sobre Sa�l, Que os vest�a de escarlata en regocijos, Que adornaba vuestras ropas con ornamentos de oro. �C�mo han ca�do los valientes en medio de la batalla! �Jonath�n, muerto en tus alturas! Angustia tengo por ti, hermano m�o Jonath�n, Que me fuiste muy dulce: M�s maravilloso me fu� tu amor, Que el amor de las mujeres. �C�mo han ca�do los valientes, Y perecieron las armas de guerra! 2 Samuel 2DESPU�S de esto aconteci� que David consult� � Jehov�, diciendo: �Subir� � alguna de las ciudades de Jud�? Y Jehov� le respondi�: Sube. Y David torn� � decir: �A d�nde subir�? Y �l le dijo: A Hebr�n. Y David subi� all�, y con �l sus dos mujeres, Ahinoam Jezreelita y Abigail, la que fu� mujer de Nabal del Carmelo. Y llev� tambi�n David consigo los hombres que con �l hab�an estado, cada uno con su familia; los cuales moraron en las ciudades de Hebr�n. Y vinieron los varones de Jud�, y ungieron all� � David por rey sobre la casa de Jud�. Y dieron aviso � David, diciendo: Los de Jabes de Galaad son los que sepultaron � Sa�l. Y envi� David mensajeros � los de Jabes de Galaad, dici�ndoles: Benditos se�is vosotros de Jehov�, que hab�is hecho esta misericordia con vuestro se�or Sa�l en haberle dado sepultura. Ahora pues, Jehov� haga con vosotros misericordia y verdad; y yo tambi�n os har� bien por esto que hab�is hecho. Esfu�rcense pues ahora vuestras manos, y sed valientes; pues que muerto Sa�l vuestro se�or, los de la casa de Jud� me han ungido por rey sobre ellos. Mas Abner hijo de Ner, general de ej�rcito de Sa�l, tom� � Is-boseth hijo de Sa�l, � h�zolo pasar al real: Y alz�lo por rey sobre Galaad, y sobre Gessuri, y sobre Jezreel, y sobre Ephraim, y sobre Benjam�n, y sobre todo Israel. De cuarenta a�os era Is-boseth hijo de Sa�l, cuando comenz� � reinar sobre Israel; y rein� dos a�os. Sola la casa de Jud� segu�a � David. Y fu� el n�mero de los d�as que David rein� en Hebr�n sobre la casa de Jud�, siete a�os y seis meses. Y Abner hijo de Ner sali� de Mahanaim � Gaba�n con los siervos de Is-boseth hijo de Sa�l. Y Joab hijo de Sarvia, y los siervos de David, salieron y encontr�ronlos junto al estanque de Gaba�n: y como se juntaron, par�ronse los unos de la una parte del estanque, y los otros de la otra. Y dijo Abner � Joab: Lev�ntense ahora los mancebos, y maniobren delante de nosotros. Y Joab respondi�: Lev�ntense. Entonces se levantaron, y en n�mero de doce, pasaron de Benjam�n de la parte de Is-boseth hijo de Sa�l; y doce de los siervos de David. Y cada uno ech� mano de la cabeza de su compa�ero, y meti�le su espada por el costado, cayendo as� � una; por lo que fu� llamado aquel lugar, Helcath-assurim, el cual est� en Gaba�n. Y hubo aquel d�a una batalla muy recia, y Abner y los hombres de Israel fueron vencidos de los siervos de David. Y estaban all� los tres hijos de Sarvia: Joab, y Abisai, y Asael. Este Asael era suelto de pies como un corzo del campo. El cual Asael sigui� � Abner, yendo tras de �l sin apartarse � diestra ni � siniestra. Y Abner mir� atr�s, y dijo: �No eres t� Asael? Y �l respondi�: S�. Entonces Abner le dijo: Ap�rtate � la derecha � � la izquierda, y ag�rrate alguno de los mancebos, y toma para ti sus despojos. Pero Asael no quiso apartarse de en pos de �l. Y Abner torn� � decir � Asael: Ap�rtate de en pos de m�, porque te herir� derrib�ndote en tierra, y despu�s �c�mo levantar� mi rostro � tu hermano Joab? Y no queriendo �l irse, hiri�lo Abner con el regat�n de la lanza por la quinta costilla, y sali�le la lanza por las espaldas, y cay� all�, y muri� en aquel mismo sitio. Y todos los que ven�an por aquel lugar donde Asael hab�a ca�do y estaba muerto, se paraban. Mas Joab y Abisai siguieron � Abner; y p�soseles el sol cuando llegaron al collado de Amma, que est� delante de G�a, junto al camino del desierto de Gaba�n. Y junt�ronse los hijos de Benjam�n en un escuadr�n con Abner, y par�ronse en la cumbre del collado. Y Abner di� voces � Joab, diciendo: �Consumir� la espada perpetuamente? �no sabes t� que al cabo se sigue amargura? �hasta cu�ndo no has de decir al pueblo que se vuelvan de seguir � sus hermanos? Y Joab respondi�: Vive Dios que si no hubieras hablado, ya desde esta ma�ana el pueblo hubiera dejado de seguir � sus hermanos. Entonces Joab toc� el cuerno, y todo el pueblo se detuvo, y no sigui� m�s � los de Israel, ni pele� m�s. Y Abner y los suyos caminaron por la campi�a toda aquella noche, y pasando el Jord�n cruzaron por todo Bitr�n, y llegaron � Mahanaim. Joab tambi�n volvi� de seguir � Abner, y juntando todo el pueblo, faltaron de los siervos de David diecinueve hombres, y Asael. Mas los siervos de David hirieron de los de Benjam�n y de los de Abner, trescientos y sesenta hombres, que murieron. Tomaron luego � Asael, y sepult�ronlo en el sepulcro de su padre en Beth-lehem. Y caminaron toda aquella noche Joab y los suyos, y amaneci�les en Hebr�n. 2 Samuel 3Y HUBO larga guerra entre la casa de Sa�l y la casa de David; mas David se iba fortificando, y la casa de Sa�l iba en disminuci�n. Y nacieron hijos � David en Hebr�n: su primog�nito fu� Amm�n, de Ahinoam Jezreelita; Su segundo Chileab, de Abigail la mujer de Nabal, el del Carmelo; el tercero, Absal�m, hijo de Maach�, hija de Talmai rey de Gessur: El cuarto, Adon�as hijo de Haggith; el quinto, Saphat�as hijo de Abital; El sexto, Jetream, de Egla mujer de David. Estos nacieron � David en Hebr�n. Y como hab�a guerra entre la casa de Sa�l y la de David, aconteci� que Abner se esforzaba por la casa de Sa�l. Y hab�a Sa�l tenido una concubina que se llamaba Rispa, hija de Aja. Y dijo Is-boseth � Abner: �Por qu� has entrado � la concubina de mi padre? Y enoj�se Abner en gran manera por las palabras de Is-boseth, y dijo: �Soy yo cabeza de perros respecto de Jud�? Yo he hecho hoy misericordia con la casa de Sa�l tu padre, con sus hermanos, y con sus amigos, y no te he entregado en las manos de David: �y t� me haces hoy cargo del pecado de esta mujer? As� haga Dios � Abner y as� le a�ada, si como ha jurado Jehov� � David no hiciere yo as� con �l, Trasladando el reino de la casa de Sa�l, y confirmando el trono de David sobre Israel y sobre Jud�, desde Dan hasta Beer-sebah. Y �l no pudo responder palabra � Abner, porque le tem�a. Y envi� Abner mensajeros � David de su parte, diciendo: �C�ya es la tierra? Y que le dijesen: Haz alianza conmigo, y he aqu� que mi mano ser� contigo para volver � ti � todo Israel. Y David dijo: Bien; yo har� contigo alianza: mas una cosa te pido, y es, que no me vengas � ver sin que primero traigas � Mich�l la hija de Sa�l, cuando vinieres � verme. Despu�s de esto envi� David mensajeros � Is-boseth hijo de Sa�l, diciendo: Restit�yeme � mi mujer Mich�l, la cual yo despos� conmigo por cien prepucios de Filisteos. Entonces Is-boseth envi�, y quit�la � su marido Paltiel, hijo de Lais. Y su marido fu� con ella, sigui�ndola y llorando hasta Bahurim. Y d�jole Abner: Anda, vu�lvete. Entonces �l se volvi�. Y habl� Abner con los ancianos de Israel, diciendo: Ayer y antes procurabais que David fuese rey sobre vosotros; Ahora, pues, hacedlo; porque Jehov� ha hablado � David, diciendo: Por la mano de mi siervo David librar� � mi pueblo Israel de mano de los Filisteos, y de mano de todos sus enemigos. Y habl� tambi�n Abner � los de Benjam�n: y fu� tambi�n Abner � Hebr�n � decir � David todo el parecer de los de Israel y de toda la casa de Benjam�n. Vino pues Abner � David en Hebr�n, y con �l veinte hombres: y David hizo banquete � Abner y � los que con �l hab�an venido. Y dijo Abner � David: Yo me levantar� � ir�, y juntar� � mi se�or el rey � todo Israel, para que hagan contigo alianza, y t� reines como deseas. David despidi� luego � Abner, y �l se fu� en paz. Y he aqu� los siervos de David y Joab, que ven�an del campo, y tra�an consigo gran presa. Mas Abner no estaba con David en Hebr�n, que ya lo hab�a �l despedido, y �l se hab�a ido en paz. Y luego que lleg� Joab y todo el ej�rcito que con �l estaba, fu� dado aviso � Joab, diciendo: Abner hijo de Ner ha venido al rey, y �l le ha despedido, y se fu� en paz. Entonces Joab vino al rey, y d�jole: �Qu� has hecho? He aqu� hab�ase venido Abner � ti; �por qu� pues lo dejaste que se fu�se? �Sabes t� que Abner hijo de Ner ha venido para enga�arte, y � saber tu salida y tu entrada, y por entender todo lo que t� haces? Y sali�ndose Joab de con David, envi� mensajeros tras Abner, los cuales le volvieron desde el pozo de Sira, sin saberlo David. Y como Abner volvi� � Hebr�n, apart�lo Joab al medio de la puerta, hablando con �l blandamente, y all� le hiri� por la quinta costilla, � causa de la muerte de Asael su hermano, y muri�. Cuando David supo despu�s esto, dijo: Limpio estoy yo y mi reino, por Jehov�, para siempre, de la sangre de Abner hijo de Ner. Caiga sobre la cabeza de Joab, y sobre toda la casa de su padre; que nunca falte de la casa de Joab quien padezca flujo, ni leproso, ni quien ande con b�culo, ni quien muera � cuchillo, ni quien tenga falta de pan. Joab pues y Abisai su hermano mataron � Abner, porque �l hab�a muerto � Asael, hermano de ellos en la batalla de Gaba�n. Entonces dijo David � Joab, y � todo el pueblo que con �l estaba: Romped vuestros vestidos, y ce��os de sacos, y haced duelo delante de Abner. Y el rey iba detr�s del f�retro. Y sepultaron � Abner en Hebr�n: y alzando el rey su voz, llor� junto al sepulcro de Abner; y llor� tambi�n todo el pueblo. Y endechando el rey al mismo Abner, dec�a: �Mur�o Abner como muere un villano? Tus manos no estaban atadas, ni tus pies ligados con grillos: Ca�ste como los que caen delante de malos hombres. Y todo el pueblo volvi� � llorar sobre �l. Y como todo el pueblo viniese � dar de comer pan � David siendo a�n de d�a, David jur�, diciendo: As� me haga Dios y as� me a�ada, si antes que se ponga el sol gustare yo pan, � otra cualquier cosa. S�polo as� todo el pueblo, y plugo en sus ojos; porque todo lo que el rey hac�a parec�a bien en ojos de todo el pueblo. Y todo el pueblo y todo Israel entendieron aquel d�a, que no hab�a venido del rey que Abner hijo de Ner muriese. Y el rey dijo � sus siervos: �No sab�is que ha ca�do hoy en Israel un pr�ncipe, y grande? Que yo ahora a�n soy tierno rey ungido; y estos hombres, los hijos de Sarvia, muy duros me son: Jehov� d� el pago al que mal hace, conforme � su malicia. 2 Samuel 4LUEGO que oy� el hijo de Sa�l que Abner hab�a sido muerto en Hebr�n, las manos se le descoyuntaron, y fu� atemorizado todo Israel. Y ten�a el hijo de Sa�l dos varones, los cuales eran capitanes de compa��a, el nombre de uno era Baana, y el del otro Rech�b, hijos de Rimm�n Beerothita, de los hijos de Benjam�n: (porque Beeroth era contada con Benjam�n; Estos Beerothitas se hab�an hu�do � Gittaim, y hab�an sido peregrinos all� hasta entonces.) Y Jonath�n, hijo de Sa�l, ten�a un hijo lisiado de los pies de edad de cinco a�os: que cuando la noticia de la muerte de Sa�l y de Jonath�n vino de Jezreel, tom�le su ama y huy�; y como iba huyendo con celeridad, cay� el ni�o y qued� cojo. Su nombre era Mephi-boseth. Los hijos pues de Rimm�n Beerothita, Rech�b y Baana, fueron y entraron en el mayor calor del d�a en casa de Is-boseth, el cual estaba durmiendo en su c�mara la siesta. Entonces entraron ellos en medio de la casa en h�bito de mercaderes de grano, y le hirieron en la quinta costilla. Escap�ronse luego Rech�b y Baana su hermano; Pues como entraron en la casa, estando �l en su cama en su c�mara de dormir, lo hirieron y mataron, y cort�ronle la cabeza, y habi�ndola tomado, caminaron toda la noche por el camino de la campi�a. Y trajeron la cabeza de Is-boseth � David en Hebr�n, y dijeron al rey: He aqu� la cabeza de Is-boseth hijo de Sa�l tu enemigo, que procuraba matarte; y Jehov� ha vengado hoy � mi se�or el rey, de Sa�l y de su simiente. Y David respondi� � Rech�b y � su hermano Baana, hijos de Rimm�n Beerothita, y d�joles: Vive Jehov� que ha redimido mi alma de toda angustia, Que cuando uno me di� nuevas, diciendo: He aqu� Sa�l es muerto imagin�ndose que tra�a buenas nuevas, yo lo prend�, y le mat� en Siclag en pago de la nueva. �Cu�nto m�s � los malos hombres que mataron � un hombre justo en su casa, y sobre su cama? Ahora pues, �no tengo yo de demandar su sangre de vuestras manos, y quitaros de la tierra? Entonces David mand� � los mancebos, y ellos los mataron, y cort�ronles las manos y los pies, y colg�ronlos sobre el estanque, en Hebr�n. Luego tomaron la cabeza de Is-boseth, y enterr�ronla en el sepulcro de Abner en Hebr�n. 2 Samuel 5Y VINIERON todas las tribus de Israel � David en Hebr�n, y hablaron, diciendo: He aqu� nosotros somos tus huesos y t� carne. Y aun ayer y antes, cuando Sa�l reinaba sobre nosotros, t� sacabas y volv�as � Israel. Adem�s Jehov� te ha dicho: T� apacentar�s � mi pueblo Israel, y t� ser�s sobre Israel pr�ncipe. Vinieron pues todos los ancianos de Israel al rey en Hebr�n, y el rey David hizo con ellos alianza en Hebr�n delante de Jehov�; y ungieron � David por rey sobre Israel. Era David de treinta a�os cuando comenz� � reinar, y rein� cuarenta a�os. En Hebr�n rein� sobre Jud� siete a�os y seis meses: y en Jerusalem rein� treinta y tres a�os sobre todo Israel y Jud�. Entonces el rey y los suyos fueron � Jerusalem al Jebuseo que habitaba en la tierra; el cual habl� � David, diciendo: T� no entrar�s ac�, si no echares los ciegos y los cojos; diciendo: No entrar� ac� David. Empero David tom� la fortaleza de Si�n, la cual es la ciudad de David. Y dijo David aquel d�a: �Qui�n llegar� hasta las canales, y herir� al Jebuseo, y � los cojos y ciegos, � los cuales el alma de David aborrece? Por esto se dijo: Ciego ni cojo no entrar� en casa. Y David mor� en la fortaleza y p�sole por nombre la Ciudad de David: y edific� alrededor, desde Millo para adentro. Y David iba creciendo y aument�ndose, y Jehov� Dios de los ej�rcitos era con �l. E Hiram rey de Tiro envi� tambi�n embajadores � David, y madera de cedro, y carpinteros, y canteros para los muros, los cuales edificaron la casa de David. Y entendi� David que Jehov� le hab�a confirmado por rey sobre Israel, y que hab�a ensalzado su reino por amor de su pueblo Israel. Y tom� David m�s concubinas y mujeres de Jerusalem despu�s que vino de Hebr�n, y naci�ronle m�s hijos � hijas. Estos son los nombres de los que le nacieron en Jerusalem: Sammua, y Sobab, y Nath�n, y Salom�n, E Ibhar, y Elisua, y Nepheg, Y Japhia, y Elisama, y Eliada, y Eliphelet. Y oyendo los Filisteos que hab�an ungido � David por rey sobre Israel, todos los Filisteos subieron � buscar � David: lo cual como David oy�, vino � la fortaleza. Y vinieron los Filisteos, y extendi�ronse por el valle de Raphaim. Entonces consult� David � Jehov�, diciendo: �Ir� contra los Filisteos? �los entregar�s en mis manos? Y Jehov� respondi� � David: Ve, porque ciertamente entregar� los Filisteos en tus manos. Y vino David � Baal-perasim, y all� los venci� David, y dijo: Rompi� Jehov� mis enemigos delante de m�, como quien rompe aguas. Y por esto llam� el nombre de aquel lugar Baal-perasim. Y dejaron all� sus �dolos, los cuales quem� David y los suyos. Y los Filisteos tornaron � venir, y extendi�ronse en el valle de Raphaim. Y consultando David � Jehov�, �l le respondi�: No subas; mas rod�alos, y vendr�s � ellos por delante de los morales: Y cuando oyeres un estruendo que ir� por las copas de los morales, entonces te mover�s; porque Jehov� saldr� delante de ti � herir el campo de los Filisteos. Y David lo hizo as�, como Jehov� se lo hab�a mandado; � hiri� � los Filisteos desde Gabaa hasta llegar � Gaza. 2 Samuel 6Y DAVID torn� � juntar todos los escogidos de Israel, treinta mil. Y levant�se David, y fu� con todo el pueblo que ten�a consigo, de Baal de Jud�, para hacer pasar de all� el arca de Dios, sobre la cual era invocado el nombre de Jehov� de los ej�rcitos, que mora en ella entre los querubines. Y pusieron el arca de Dios sobre un carro nuevo, y llev�ronla de la casa de Abinadab, que estaba en Gabaa: y Uzza y Ahio, hijos de Abinadab, guiaban el carro nuevo. Y cuando lo llevaban de la casa de Abinadab que estaba en Gabaa, con el arca de Dios, Ahio iba delante del arca. Y David y toda la casa de Israel danzaban delante de Jehov� con toda suerte de instrumentos de madera de haya; con arpas, salterios, adufes, flautas y c�mbalos. Y cuando llegaron � la era de Nach�n, Uzza extendi� la mano al arca de Dios, y t�vola; porque los bueyes daban sacudidas. Y el furor de Jehov� se encendi� contra Uzza, � hiri�lo all� Dios por aquella temeridad, y cay� all� muerto junto al arca de Dios. Y entristeci�se David por haber herido Jehov� � Uzza: y fu� llamado aquel lugar P�rez-uzza, hasta hoy. Y temiendo David � Jehov� aquel d�a, dijo: �C�mo ha de venir � m� el arca de Jehov�? No quiso pues David traer � s� el arca de Jehov� � la ciudad de David; mas llev�la David � casa de Obed-edom Getheo. Y estuvo el arca de Jehov� en casa de Obed-edom Getheo tres meses: y bendijo Jehov� � Obed-edom y � toda su casa. Y fu� dado aviso al rey David, diciendo: Jehov� ha bendecido la casa de Obed-edom, y todo lo que tiene, � causa del arca de Dios. Entonces David fu�, y trajo el arca de Dios de casa de Obed-edom � la ciudad de David con alegr�a. Y como los que llevaban el arca de Dios hab�an andado seis pasos, sacrificaban un buey y un carnero grueso. Y David saltaba con toda su fuerza delante de Jehov�; y ten�a vestido David un ephod de lino. As� David y toda la casa de Israel llevaban el arca de Jehov� con j�bilo y sonido de trompeta. Y como el arca de Jehov� lleg� � la ciudad de David, aconteci� que Mich�l hija de Sa�l mir� desde una ventana, y vi� al rey David que saltaba con toda su fuerza delante de Jehov�: y menospreci�le en su coraz�n. Metieron pues el arca de Jehov�, y pusi�ronla en su lugar en medio de una tienda que David le hab�a tendido: y sacrific� David holocaustos y pac�ficos delante de Jehov�. Y como David hubo acabado de ofrecer los holocaustos y pac�ficos, bendijo al pueblo en el nombre de Jehov� de los ej�rcitos. Y reparti� � todo el pueblo, y � toda la multitud de Israel, as� � hombres como � mujeres, � cada uno una torta de pan, y un pedazo de carne, y un frasco de vino. Y fu�se todo el pueblo, cada uno � su casa. Volvi� luego David para bendecir su casa: y saliendo Mich�l � recibir � David, dijo: �Cu�n honrado ha sido hoy el rey de Israel, desnud�ndose hoy delante de las criadas de sus siervos, como se desnudara un juglar! Entonces David respondi� � Mich�l: Delante de Jehov�, que me eligi� m�s bien que � tu padre y � toda su casa, mand�ndome que fuese pr�ncipe sobre el pueblo de Jehov�, sobre Israel, danzar� delante de Jehov�. Y aun me har� m�s vil que esta vez, y ser� bajo � mis propios ojos; y delante de las criadas que dijiste, delante de ellas ser� honrado. Y Mich�l hija de Sa�l nunca tuvo hijos hasta el d�a de su muerte. 2 Samuel 7Y ACONTECIO que, estando ya el rey asentado en su casa, despu�s que Jehov� le hab�a dado reposo de todos sus enemigos en derredor, Dijo el rey al profeta Nath�n: Mira ahora, yo moro en edificios de cedro, y el arca de Dios est� entre cortinas. Y Nath�n dijo al rey: Anda, y haz todo lo que est� en tu coraz�n, que Jehov� es contigo. Y aconteci� aquella noche, que fu� palabra de Jehov� � Nath�n, diciendo: Ve y di � mi siervo David: As� ha dicho Jehov�: �T� me has de edificar casa en que yo more? Ciertamente no he habitado en casas desde el d�a que saqu� � los hijos de Israel de Egipto hasta hoy, sino que anduve en tienda y en tabern�culo. Y en todo cuanto he andado con todos los hijos de Israel, �he hablado palabra en alguna de las tribus de Israel, � quien haya mandado que apaciente mi pueblo de Israel, para decir: �Por qu� no me hab�is edificado casa de cedros? Ahora pues, dir�s as� � mi siervo David: As� ha dicho Jehov� de los ej�rcitos: Yo te tom� de la majada, de detr�s de las ovejas, para que fueses pr�ncipe sobre mi pueblo, sobre Israel; Y he sido contigo en todo cuanto has andado, y delante de ti he talado todos tus enemigos, y te he hecho nombre grande, como el nombre de los grandes que son en la tierra. Adem�s yo fijar� lugar � mi pueblo Israel; yo lo plantar�, para que habite en su lugar, y nunca m�s sea removido, ni los inicuos le aflijan m�s, como antes, Desde el d�a que puse jueces sobre mi pueblo Israel; y yo te dar� descanso de todos tus enemigos. Asimimso Jehov� te hace saber, que �l te quiere hacer casa. Y cuando tus d�as fueren cumplidos, y durmieres con tus padres, yo establecer� tu simiente despu�s de ti, la cual proceder� de tus entra�as, y asegurar� su reino. El edificar� casa � mi nombre, y yo afirmar� para siempre el trono de su reino. Yo le ser� � �l padre, y �l me ser� � m� hijo. Y si �l hiciere mal, yo le castigar� con vara de hombres, y con azotes de hijos de hombres; Empero mi misericordia no se apartar� de �l, como la apart� de Sa�l, al cual quit� de delante de ti. Y ser� afirmada tu casa y tu reino para siempre delante de tu rostro; y tu trono ser� estable eternalmente. Conforme � todas estas palabras, y conforme � toda esta visi�n, as� habl� Nath�n � David. Y entr� el rey David, y p�sose delante de Jehov�, y dijo: Se�or Jehov�, �Qui�n soy yo, y qu� es mi casa, para que t� me traigas hasta aqu�? Y aun te ha parecido poco esto, Se�or Jehov�, pues que tambi�n has hablado de la casa de tu siervo en lo por venir. �Es �se el modo de obrar del hombre, Se�or Jehov�? �Y qu� m�s puede a�adir David hablando contigo? T� pues conoces tu siervo, Se�or Jehov�. Todas estas grandezas has obrado por tu palabra y conforme � tu coraz�n, haci�ndolas saber � tu siervo. Por tanto t� te has engrandecido, Jehov� Dios: por cuanto no hay como t�, ni hay Dios fuera de ti, conforme � todo lo que hemos o�do con nuestros o�dos. �Y qui�n como tu pueblo, como Israel, en la tierra? una gente por amor de la cual Dios fuese � redim�rsela por pueblo, y le pusiese nombre, � hiciese por vosotros, oh Israel, grandes y espantosas obras en tu tierra, por amor de tu pueblo, oh Dios, que t� redimiste de Egipto, de las gentes y de sus dioses? Porque t� te has confirmado � tu pueblo Israel por pueblo tuyo para siempre: y t�, oh Jehov�, fuiste � ellos por Dios. Ahora pues, Jehov� Dios, la palabra que has hablado sobre tu siervo y sobre su casa, despi�rtala para siempre, y haz conforme � lo que has dicho. Que sea engrandecido tu nombre para siempre, y d�gase: Jehov� de los ej�rcitos es Dios sobre Israel; y que la casa de tu siervo David sea firme delante de ti. Porque t�, Jehov� de los ej�rcitos, Dios de Israel, revelaste al o�do de tu siervo, diciendo: Yo te edificar� casa. Por esto tu siervo ha hallado en su coraz�n para hacer delante de ti esta s�plica. Ahora pues, Jehov� Dios, t� eres Dios, y tus palabras ser�n firmes, ya que has dicho � tu siervo este bien. Tenlo pues ahora � bien, y bendice la casa de tu siervo, para que perpetuamente permanezca delante de ti: pues que t�, Jehov� Dios, lo has dicho, y con tu bendici�n ser� bendita la casa de tu siervo para siempre. 2 Samuel 8DESPU�S de esto aconteci�, que David hiri� � los Filisteos, y los humill�: y tom� David � Methegamma de mano de los Filisteos. Hiri� tambi�n � los de Moab, y midi�los con cordel, haci�ndolos echar por tierra; y midi� con dos cordeles para muerte, y un cordel entero para vida; y fueron los Moabitas siervos debajo de tributo. Asimismo hiri� David � Hadad-ezer hijo de Rehob, rey de Soba, yendo �l � extender su t�rmino hasta el r�o de Eufrates. Y tom� David de ellos mil y setecientos de � caballo, y veinte mil hombres de � pie; y desjarret� David los caballos de todos los carros, excepto cien carros de ellos que dej�. Y vinieron los Siros de Damasco � dar ayuda � Hadad-ezer rey de Soba; y David hiri� de los Siros veinte y dos mil hombres. Puso luego David guarnici�n en Siria la de Damasco, y fueron los Siros siervos de David sujetos � tributo. Y Jehov� guard� � David donde quiere que fu�. Y tom� David los escudos de oro que tra�an los siervos de Hadad-ezer, y llev�los � Jerusalem. Asimismo de Beta y de Beeroth, ciudades de Hadad-ezer, tom� el rey David gran copia de metal. Entonces oyendo Toi, rey de Hamath, que David hab�a herido todo el ej�rcito de Hadad-ezer, Envi� Toi � Joram su hijo al rey David, � saludarle pac�ficamente y � bendecirle, porque hab�a peleado con Hadad-ezer y lo hab�a vencido: porque Toi era enemigo de Hadad-ezer. Y Joram llevaba en su mano vasos de plata, y vasos de oro, y de metal; Los cuales el rey David dedic� � Jehov�, con la plata y el oro que ten�a dedicado de todas las naciones que hab�a sometido: De los Siros, de los Moabitas, de los Ammonitas, de los Filisteos, de los Amalecitas, y del despojo de Hadad-ezer hijo de Rehob, rey de Soba. Y gan� David fama cuando, volviendo de la rota de los Siros, hiri� diez y ocho mil hombres en el valle de la sal. Y puso guarnici�n en Edom, por toda Edom puso guarnici�n; y todos los Idumeos fueron siervos de David. Y Jehov� guard� � David por donde quiera que fu�. Y rein� David sobre todo Israel; y hac�a David derecho y justicia � todo su pueblo. Y Joab hijo de Sarvia era general de su ej�rcito; y Josaphat hijo de Ahilud, canciller; Y Sadoc hijo de Ahitud, y Ahimelech hijo de Abiathar, eran sacerdotes; y Sera�a era escriba; Y Benah�a hijo de Joiada, era sobre los Ceretheos y Peletheos; y los hijos de David eran los pr�ncipes. 2 Samuel 9Y DIJO David: �Ha quedado alguno de la casa de Sa�l, � quien haga yo misericordia por amor de Jonath�n? Y hab�a un siervo de la casa de Sa�l, que se llamaba Siba, al cual como llamaron que viniese � David, el rey le dijo: �Eres t� Siba? Y �l respondi�: Tu siervo. Y el rey dijo: �No ha quedado nadie de la casa de Sa�l, � quien haga yo misericordia de Dios? Y Siba respondi� al rey: Aun ha quedado un hijo de Jonath�n, lisiado de los pies. Entonces el rey le dijo: �Y �se d�nde est�? Y Siba respondi� al rey: He aqu�, est� en casa de Mach�r hijo de Amiel, en Lodebar. Y envi� el rey David, y tom�lo de casa de Mach�r hijo de Amiel, de Lodebar. Y venido Mephi-boseth, hijo de Jonath�n hijo de Sa�l, � David, postr�se sobre su rostro, � hizo reverencia. Y dijo David: Mephi-boseth. Y �l respondi�: He aqu� tu siervo. Y d�jole David: No tengas temor, porque yo � la verdad har� contigo misericordia por amor de Jonath�n tu padre, y te har� volver todas las tierras de Sa�l tu padre; y t� comer�s siempre pan � mi mesa. Y �l inclin�ndose, dijo: �Qui�n es tu siervo, para que mires � un perro muerto como yo? Entonces el rey llam� � Siba, siervo de Sa�l, y d�jole: Todo lo que fu� de Sa�l y de toda su casa, yo lo he dado al hijo de tu se�or. T� pues le labrar�s las tierras, t� con tus hijos, y tus siervos, y encerrar�s los frutos, para que el hijo de tu Se�or tenga con qu� mantenerse; y Mephi-boseth el hijo de tu se�or tenga con qu� mantenerse; y Mephi-boseth el hijo de tu se�or comer� siempre pan � mi mesa. Y ten�a Siba quince hijos y veinte siervos. Y respondi� Siba al rey: Conforme � todo lo que ha mandado mi Se�or el rey � su siervo, as� lo har� tu siervo. Mephi-boseth, dijo el rey, comer� � mi mesa, como uno de los hijos del rey. Y ten�a Mephi-boseth un hijo peque�o, que se llamaba Mich�. Y toda la familia de la casa de Siba eran siervos de Mephi-boseth. Y moraba Mephi-boseth en Jerusalem, porque com�a siempre � la mesa del rey; y era cojo de ambos pies. 2 Samuel 10DESPU�S de esto aconteci�, que muri� el rey de los hijos de Amm�n: y rein� en lugar suyo Han�n su hijo. Y dijo David: Yo har� misericordia con Han�n hijo de Naas, como su padre la hizo conmigo. Y envi� David sus siervos � consolarlo por su padre. Mas llegados los siervos de David � la tierra de los hijos de Amm�n, Los pr�ncipes de los hijos de Amm�n dijeron � Han�n su se�or: �Te parece que por honrar David � tu padre te ha enviado consoladores? �no ha enviado David sus siervos � ti por reconocer � inspeccionar la ciudad, para destruirla? Entonces Han�n tom� los siervos de David, y rap�les la mitad de la barba, y cort�les los vestidos por la mitad hasta las nalgas, y despach�los. Lo cual como fu� hecho saber � David, envi� � encontrarles, porque ellos estaban en extremo avergonzados; y el rey hizo decir les: Estaos en Jeric� hasta que os vuelva � nacer la barba, y entonces regresar�is. Y viendo los hijos de Amm�n que se hab�an hecho odiosos � David, enviaron los hijos de Amm�n y tomaron � sueldo � los Siros de la casa de Rehob, y � los Siros de Soba, veinte mil hombres de � pie: y del rey de Maaca mil hombres, y de Is-tob doce mil hombres. Lo cual como oy� David, envi� � Joab con todo el ej�rcito de los valientes. Y saliendo los hijos de Amm�n, ordenaron sus escuadrones � la entrada de la puerta: mas los Siros de Soba, y de Rehob, y de Is-tob, y de Maaca, estaban de por s� en le campo. Viendo pues Joab que hab�a escuadrones delante y detr�s de �l, entresac� de todos los escogidos de Israel, y p�sose en orden contra los Siros. Entreg� luego lo que qued� del pueblo en mano de Abisai su hermano, y p�solo en orden para encontrar � los Ammonitas. Y dijo: Si los Siros me fueren superiores, t� me ayudar�s; y si los hijos de Amm�n pudieren m�s que t�, yo te dar� ayuda. Esfu�rzate, y esforc�monos por nuestro pueblo, y por las ciudades de nuestro Dios: y haga Jehov� lo que bien le pareciere. Y acerc�se Joab, y el pueblo que con �l estaba, para pelear con los Siros; mas ellos huyeron delante de �l. Entonces los hijos de Amm�n, viendo que los Siros hab�an hu�do, huyeron tambi�n ellos delante de Abisai, y entr�ronse en la ciudad. Y volvi� Joab de los hijos de Amm�n, y v�nose � Jerusalem. Mas viendo los Siros que hab�an ca�do delante de Israel, torn�ronse � juntar. Y envi� Hadad-ezer, y sac� los Siros que estaban de la otra parte del r�o, los cuales vinieron � Helam, llevando por jefe � Sobach general del ej�rcito de Hadad-ezer. Y como fu� dado aviso � David, junt� � todo Israel, y pasando el Jord�n vino � Helam: y los Siros se pusieron en orden contra David, y pelearon con �l. Mas los Siros huyeron delante de Israel: � hiri� David de los Siros la gente de setecientos carros, y cuarenta mil hombres de � caballo: hiri� tambi�n � Sobach general del ej�rcito, y muri� all�. Viendo pues todos los reyes que asist�an � Hadad-ezer, como hab�an ellos sido derrotados delante de Israel, hicieron paz con Israel, y sirvi�ronle; y de all� adelante temieron los Siros de socorrer � los hijos de Amm�n. 2 Samuel 11Y ACONTECIO � la vuelta de un a�o, en el tiempo que salen los reyes � la guerra, que David envi� � Joab, y � sus siervos con �l, y � todo Israel; y destruyeron � los Ammonitas, y pusieron cerco � Rabba: mas David se qued� en Jerusalem. Y acaeci� que levant�ndose David de su cama � la hora de la tarde, pase�base por el terrado de la casa real, cuando vi� desde el terrado una mujer que se estaba lavando, la cual era muy hermosa. Y envi� David � preguntar por aquella mujer, y dij�ronle: Aquella es Bath-sheba hija de Eliam, mujer de Ur�a Hetheo. Y envi� David mensajeros, y tom�la: y as� que hubo entrado � �l, �l durmi� con ella. Purific�se luego ella de su inmundicia, y se volvi� � su casa. Y concibi� la mujer, y envi�lo � hacer saber � David, diciendo: Yo estoy embarazada. Entonces David envi� � decir � Joab: Env�ame � Ur�a Hetheo. Y envi�lo Joab � David. Y como Ur�a vino � �l, pregunt�le David por la salud de Joab, y por la salud del pueblo, y asimismo de la guerra. Despu�s dijo David � Ur�a: Desciende � tu casa, y lava tus pies. Y saliendo Ur�a de casa del rey, vino tras de �l comida real. Mas Ur�a durmi� � la puerta de la casa del rey con todos los siervos de su se�or, y no descendi� � su casa. E hicieron saber esto � David, diciendo: Ur�a no ha descendido � su casa. Y dijo David � Ur�a: �No has venido de camino? �por qu� pues no descendiste � tu casa? Y Ur�a respondi� � David: El arca, � Israel y Jud�, est�n debajo de tiendas; y mi se�or Joab, y los siervos de mi se�or sobre la haz del campo: �y hab�a yo de entrar en mi casa para comer y beber, y � dormir con mi mujer? Por vida tuya, y por vida de tu alma, que yo no har� tal cosa. Y David dijo � Ur�a: Est�te aqu� a�n hoy, y ma�ana te despachar�. Y qued�se Ur�a en Jerusalem aquel d�a y el siguiente. Y David lo convid�, � h�zole comer y beber delante de s�, hasta embriagarlo. Y �l sali� � la tarde � dormir en su cama con los siervos de su se�or; mas no descendi� � su casa. Venida la ma�ana, escribi� David � Joab una carta, la cual envi� por mano de Ur�a. Y escribi� en la carta, diciendo: Poned � Ur�a delante de la fuerza de la batalla, y desamparadle, para que sea herido y muera. As� fu� que cuando Joab cerc� la ciudad, puso � Ur�a en el lugar donde sab�a que estaban los hombres m�s valientes. Y saliendo luego los de la ciudad, pelearon con Joab, y cayeron algunos del pueblo de los siervos de David; y muri� tambi�n Ur�a Hetheo. Entonces envi� Joab, � hizo saber � David todos los negocios de la guerra. Y mand� al mensajero, diciendo: Cuando acabares de contar al rey todos los negocios de la guerra, Si el rey comenzare � enojarse, y te dijere: �Por qu� os acercasteis � la ciudad peleando? �no sab�ais lo que suelen arrojar del muro? �Qui�n hiri� � Abimelech hjo de Jerobaal? �no ech� una mujer del muro un pedazo de una rueda de molino, y muri� en Thebes? �por qu� os llegasteis al muro?: entonces t� le dir�s: Tambi�n tu siervo Ur�a Hetheo es muerto. Y fu� el mensajero, y llegando, cont� � David todas las cosas � que Joab le hab�a enviado. Y dijo el mensajero � David: Prevalecieron contra nosotros los hombres, que salieron � nosotros al campo, bien que nosotros les hicimos retroceder hasta la entrada de la puerta; Pero los flecheros tiraron contra tus siervos desde el muro, y murieron algunos de los siervos del rey; y muri� tambi�n tu siervo Ur�a Hetheo. Y David dijo al mensajero: Dir�s as� � Joab: No tengas pesar de esto, que de igual y semejante manera suele consumir la espada: esfuerza la batalla contra la ciudad, hasta que la rindas. Y t� ali�ntale. Y oyendo la mujer de Ur�a que su marido Ur�a era muerto, hizo duelo por su marido. Y pasado el luto, envi� David y recogi�la � su casa: y fu� ella su mujer, y pari�le un hijo. Mas esto que David hab�a hecho, fu� desagradable � los ojos de Jehov�. 2 Samuel 12Y ENVIO Jehov� � Nath�n � David, el cual viniendo � �l, d�jole: Hab�a dos hombres en una ciudad, el uno rico, y el otro pobre. El rico ten�a numerosas ovejas y vacas: Mas el pobre no ten�a m�s que una sola cordera, que �l hab�a comprado y criado, y que hab�a crecido con �l y con sus hijos juntamente, comiendo de su bocado, y bebiendo de su vaso, y durmiendo en su seno: y ten�ala como � una hija. Y vino uno de camino al hombre rico; y �l no quiso tomar de sus ovejas y de sus vacas, para guisar al caminante que le hab�a venido, sino que tom� la oveja de aquel hombre pobre, y aderez�la para aqu�l que le hab�a venido. Entonces se encendi� el furor de David en gran manera contra aquel hombre, y dijo � Nath�n: Vive Jehov�, que el que tal hizo es digno de muerte. Y que �l debe pagar la cordera con cuatro tantos, porque hizo esta tal cosa, y no tuvo misericordia. Entonces dijo Nath�n � David: T� eres aquel hombre. As� ha dicho Jehov�, Dios de Israel: Yo te ung� por rey sobre Israel, y te libr� de la mano de Sa�l; Yo te d� la casa de tu se�or, y las mujeres de tu se�or en tu seno: dem�s de esto te d� la casa de Israel y de Jud�; y si esto es poco, yo te a�adir� tales y tales cosas. �Por qu� pues tuviste en poco la palabra de Jehov�, haciendo lo malo delante de sus ojos? A Ur�a Hetheo heriste � cuchillo, y tomaste por tu mujer � su mujer, y � �l mataste con el cuchillo de los hijos de Amm�n. Por lo cual ahora no se apartar� jam�s de tu casa la espada; por cuanto me menospreciaste, y tomaste la mujer de Ur�a Hetheo para que fuese tu mujer. As� ha dicho Jehov�: He aqu� yo levantar� sobre ti el mal de tu misma casa, y tomar� tus mujeres delante de tus ojos, y las dar� � tu pr�jimo, el cual yacer� con tus mujeres � la vista de este sol. Porque t� lo hiciste en secreto; mas yo har� esto delante de todo Israel, y delante del sol. Entonces dijo David � Nath�n: Pequ� contra Jehov�. Y Nath�n dijo � David: Tambi�n Jehov� ha remitido tu pecado: no morir�s. Mas por cuanto con este negocio hiciste blasfemar � los enemigos de Jehov�, el hijo que te ha nacido morir� ciertamente. Y Nath�n se volvi� � su casa. Y Jehov� hiri� al ni�o que la mujer de Ur�a hab�a parido � David, y enferm� gravemente. Entonces rog� David � Dios por el ni�o; y ayun� David, recogi�se, y pas� la noche acostado en tierra. Y levant�ndose los ancianos de su casa fueron � �l para hacerlo levantar de tierra; mas �l no quiso, ni comi� con ellos pan. Y al s�ptimo d�a muri� el ni�o; pero sus siervos no osaban hacerle saber que el ni�o era muerto, diciendo entre s�: Cuando el ni�o aun viv�a, le habl�bamos, y no quer�a oir nuestra voz: �pues cu�nto m�s mal le har�, si le dij�remos que el ni�o es muerto? Mas David viendo � sus siervos hablar entre s�, entendi� que el ni�o era muerto; por lo que dijo David � sus siervos: �Es muerto el ni�o? Y ellos respondieron: Muerto es. Entonces David se levant� de tierra, y lav�se y ungi�se, y mud� sus ropas, y entr� � la casa de Jehov�, y ador�. Y despu�s vino � su casa, y demand�, y pusi�ronle pan, y comi�. Y dij�ronle sus siervos: �Qu� es esto que has hecho? Por el ni�o, viviendo a�n, ayunabas y llorabas; y �l muerto, levant�stete y comiste pan. Y �l respondi�: Viviendo a�n el ni�o, yo ayunaba y lloraba, diciendo: �Qui�n sabe si Dios tendr� compasi�n de m�, por manera que viva el ni�o? Mas ahora que ya es muerto, �para qu� tengo de ayunar? �podr� yo hacerle volver? Yo voy � �l, mas �l no volver� � m�. Y consol� David � Bath-sheba su mujer, y entrando � ella, durmi� con ella; y pari� un hijo, y llam� su nombre Salom�n, al cual am� Jehov�: Que envi� por mano de Nath�n profeta, y llam� su nombre Jedidiah, � causa de Jehov�. Y Joab peleaba contra Rabba de los hijos de Amm�n, y tom� la ciudad real. Entonces envi� Joab mensajeros � David, diciendo: Yo he peleado contra Rabba, y he tomado la ciudad de las aguas. Junta pues ahora el pueblo que queda, y asienta campo contra la ciudad, y t�mala; porque tomando yo la ciudad, no se llame de mi nombre. Y juntando David todo el pueblo fu� contra Rabba, y combati�la, y tom�la. Y tom� la corona de su rey de su cabeza, la cual pesaba un talento de oro, y ten�a piedras preciosas; y fu� puesta sobre la cabeza de David. Y trajo muy grande despojo de la ciudad. Sac� adem�s el pueblo que estaba en ella, y p�solo debajo de sierras, y de trillos de hierro, y de hachas de hierro; � h�zolos pasar por hornos de ladrillos: y lo mismo hizo � todas las ciudades de los hijos de Amm�n. Volvi�se luego David con todo el pueblo � Jerusalem. 2 Samuel 13ACONTECIO despu�s de esto, que teniendo Absalom hijo de David una hermana hermosa que se llamaba Thamar, enamor�se de ella Amn�n hijo de David. Y estaba Amn�n angustiado hasta enfermar, por Thamar su hermana: porque por ser ella virgen, parec�a � Amn�n que ser�a cosa dificultosa hacerle algo. Y Amn�n ten�a un amigo que se llamaba Jonadab, hijo de Simea, hermano de David: y era Jonadab hombre muy astuto. Y �ste le dijo: Hijo del rey, �por qu� de d�a en d�a vas as� enflaqueciendo? �no me lo descubrir�s � m�? Y Amn�n le respondi�: Yo amo � Thamar la hermana de Absalom mi hermano. Y Jonadab le dijo: Acu�state en tu cama, y finge que est�s enfermo; y cuando tu padre viniere � visitarte, dile: Ru�gote que venga mi hermana Thamar, para que me conforte con alguna comida, y aderece delante de m� alguna vianda, para que viendo yo, la coma de su mano. Acost�se pues Amn�n, y fingi� que estaba enfermo, y vino el rey: � visitarle: y dijo Amn�n al rey: Yo te ruego que venga mi hermana Thamar, y haga delante de m� dos hojuelas, que coma yo de su mano. Y David envi� � Thamar � su casa, diciendo: Ve ahora � casa de Amn�n tu hermano, y hazle de comer. Y fu� Thamar � casa de su hermano Amn�n, el cual estaba acostado; y tom� harina, y amas� � hizo hojuelas delante de �l, y aderez�las. Tom� luego la sart�n, y sac�las delante de �l: mas �l no quiso comer. Y dijo Amn�n: Echad fuera de aqu� � todos. Y todos se salieron de all�. Entonces Amn�n dijo � Thamar: Trae la comida � la alcoba, para que yo coma de tu mano. Y tomando Thamar las hojuelas que hab�a aderezado, llev�las � su hermano Amn�n � la alcoba. Y como ella se las puso delante para que comiese, �l trab� de ella, dici�ndole: Ven, hermana m�a acu�state conmigo. Ella entonces le respondi�: No, hermano m�o, no me hagas fuerza; porque no se ha de hacer as� con Israel. No hagas tal desacierto. Porque, �d�nde ir�a yo con mi deshonra? Y aun t� ser�as estimado como uno de los perversos en Israel. Ru�gote pues ahora que hables al rey, que no me negar� � ti. Mas �l no la quiso oir; antes pudiendo m�s que ella la forz�, y ech�se con ella. Aborreci�la luego Amn�n de tan grande aborrecimiento, que el odio con que la aborreci� fu� mayor que el amor con que la hab�a amado. Y d�jole Amn�n: Lev�ntate y vete. Y ella le respondi�: No es raz�n; mayor mal es �ste de echarme, que el que me has hecho. Mas �l no la quiso oir: Antes llamando su criado que le serv�a dijo: Echame �sta all� fuera, y tras ella cierra la puerta. Y ten�a ella sobre s� una ropa de colores, traje que las hijas v�rgenes de los reyes vest�an. Ech�la pues fuera su criado, y cerr� la puerta tras ella. Entonces Thamar tom� ceniza, y esparci�la sobre su cabeza, y rasg� su ropa de colores de que estaba vestida, y puestas sus manos sobre su cabeza, fu�se gritando. Y d�jole su hermano Absalom: �Ha estado contigo tu hermano Amn�n? Pues calla ahora, hermana m�a: tu hermano es; no pongas tu coraz�n en este negocio. Y qued�se Thamar desconsolada en casa de Absalom su hermano. Y luego que el rey David oy� todo esto, fu� muy enojado. Mas Absalom no habl� con Amn�n ni malo ni bueno, bien que Absalom aborrec�a � Amn�n, porque hab�a forzado � Thamar su hermana. Y aconteci� pasados dos a�os, que Absalom ten�a esquiladores en Bala-hasor, que est� junto � Ephraim; y convid� Absalom � todos los hijos del rey. Y vino Absalom al rey, y d�jole: He aqu�, tu siervo tiene ahora esquiladores: yo ruego que venga el rey y sus siervos con tu siervo. Y respondi� el rey � Absalom: No, hijo m�o, no vamos todos, porque no te hagamos costa. Y aunque porfi� con �l, no quiso ir, mas bend�jolo. Entonces dijo Absalom: Si no, ru�gote que venga con nosotros Amn�n mi hermano. Y el rey le respondi�: �Para qu� ha de ir contigo? Y como Absalom lo importunase, dej� ir con �l � Amn�n y � todos los hijos del rey. Y hab�a Absalom dado orden � sus criados, diciendo: Ahora bien, mirad cuando el coraz�n de Amn�n estar� alegre del vino, y en dici�ndoos yo: Herid � Amn�n, entonces matadle, y no tem�is; que yo os lo he mandado. Esforzaos pues, y sed valientes. Y los criados de Absalom hicieron con Amn�n como Absalom lo hab�a mandado. Levant�ronse luego todos los hijos del rey, y subieron todos en sus mulos, y huyeron. Y estando a�n ellos en el camino, lleg� � David el rumor que dec�a: Absalom ha muerto � todos los hijos del rey, que ninguno de ellos ha quedado. Entonces levant�ndose David, rasg� sus vestidos, y ech�se en tierra, y todos sus criados, rasgados sus vestidos, estaban delante. Y Jonadab, hijo de Simea hermano de David, habl� y dijo: No diga mi se�or que han muerto � todos los j�venes hijos del rey, que s�lo Amn�n es muerto: porque en boca de Absalom estaba puesto desde el d�a que Amn�n forz� � Thamar su hermana. Por tanto, ahora no ponga mi se�or el rey en su coraz�n esa voz que dice: Todos los hijos del rey son muertos: porque s�lo Amn�n es muerto. Absalom huy� luego. Entre tanto, alzando sus ojos el mozo que estaba en atalaya, mir�, y he aqu� mucho pueblo que ven�a � sus espaldas por el camino de hacia el monte. Y dijo Jonadab al rey: He all� los hijos del rey que vienen: es as� como tu siervo ha dicho. Y como �l acab� de hablar, he aqu� los hijos del rey que vinieron, y alzando su voz lloraron. Y tambi�n el mismo rey y todos sus siervos lloraron con muy grandes lamentos. Mas Absalom huy�, y fu�se � Talmai hijo de Amiud, rey de Gessur. Y David lloraba por su hijo todos los d�as. Y despu�s que Absalom huy� y se fu� � Gessur, estuvo all� tres a�os. Y el rey David dese� ver � Absalom: porque ya estaba consolado acerca de Amn�n que era muerto. 2 Samuel 14Y CONOCIENDO Joab hijo de Sarvia, que el coraz�n del rey estaba por Absalom, Envi� Joab � Tecoa, y tom� de all� una mujer astuta, y d�jole: Yo te ruego que te enlutes, y te vistas de ropas de luto, y no te unjas con �leo, antes s� como mujer que ha mucho tiempo que trae luto por alg�n muerto; Y entrando al rey, habla con �l de esta manera. Y puso Joab las palabras en su boca. Entr� pues aquella mujer de Tecoa al rey, y postr�ndose en tierra sobre su rostro hizo reverencia, y dijo: Oh rey, salva. Y el rey dijo: �Qu� tienes? Y ella respondi�: Yo � la verdad soy una mujer viuda y mi marido es muerto. Y tu sierva ten�a dos hijos y los dos ri�eron en el campo; y no habiendo quien los despartiese, hiri� el uno al otro, y mat�lo. Y he aqu� toda la parentela se ha levantado contra tu sierva, diciendo: Entrega al que mat� � su hermano, para que le hagamos morir por la vida de su hermano � quien �l mat�, y quitemos tambi�n el heredero. As� apagar�n el ascua que me ha quedado, no dejando � mi marido nombre ni reliquia sobre la tierra. Entonces el rey dijo � la mujer: Vete � tu casa, que yo mandar� acerca de ti. Y la mujer de Tecoa dijo al rey: Rey se�or m�o, la maldad sea sobre m� y sobre la casa de mi padre; mas el rey y su trono sin culpa. Y el rey dijo: Al que hablare contra t�, tr�elo � m�, que no te tocar� m�s. Dijo ella entonces: Ru�gote, oh rey, que te acuerdes de Jehov� tu Dios, que no dejes � los cercanos de la sangre aumentar el da�o con destruir � mi hijo. Y �l respondi�: Vive Jehov�, que no caer� ni un cabello de la cabeza de tu hijo en tierra. Y la mujer dijo: Ru�gote que hable tu criada una palabra � mi se�or el rey. Y �l dijo: Habla. Entonces la mujer dijo: �Por qu� pues piensas t� otro tanto contra el pueblo de Dios? que hablando el rey esta palabra, es como culpado, por cuanto el rey no hace volver � su fugitivo. Porque de cierto morimos, y somos como aguas derramadas por tierra, que no pueden volver � recogerse: ni Dios quita la vida, sino que arbitra medio para que su desviado no sea de �l excluido. Y que yo he venido ahora para decir esto al rey mi se�or, es porque el pueblo me ha puesto miedo. Mas tu sierva dijo: Hablar� ahora al rey: quiz� �l har� lo que su sierva diga. Pues el rey oir�, para librar � su sierva de mano del hombre que me quiere raer � m�, y � mi hijo juntamente, de la heredad de Dios. Tu sierva pues dice: Que sea ahora la respuesta de mi se�or el rey para descanso; pues que mi se�or el rey es como un �ngel de Dios para escuchar lo bueno y lo malo. As� Jehov� tu Dios sea contigo. Entonces �l respondi�, y dijo � la mujer: Yo te ruego que no me encubras nada de lo que yo te preguntare. Y la mujer dijo: Hable mi se�or el rey. Y el rey dijo: �No ha sido la mano de Joab contigo en todas estas cosas? Y la mujer respondi� y dijo: Vive tu alma, rey se�or m�o, que no hay que apartarse � derecha ni � izquierda de todo lo que mi se�or el rey ha hablado: porque tu siervo Joab, �l me mand�, y �l puso en boca de tu sierva todas estas palabras; Y que trocara la forma de las palabras, Joab tu siervo lo ha hecho: mas mi se�or es sabio, conforme � la sabidur�a de un �ngel de Dios, para conocer lo que hay en la tierra. Entonces el rey dijo � Joab: He aqu� yo hago esto: ve, y haz volver al mozo Absalom. Y Joab se postr� en tierra sobre su rostro, � hizo reverencia, y despu�s que bendijo al rey, dijo: Hoy ha entendido tu siervo que he hallado gracia en tus ojos, rey se�or m�o; pues que ha hecho el rey lo que su siervo ha dicho. Levant�se luego Joab, y fu� � Gessur, y volvi� � Absalom � Jerusalem. Mas el rey dijo: V�yase � su casa, y no vea mi rostro. Y volvi�se Absalom � su casa, y no vi� el rostro del rey. Y no hab�a en todo Israel hombre tan hermoso como Absalom, de alabar en gran manera: desde la planta de su pie hasta la mollera no hab�a en �l defecto. Y cuando se cortaba el cabello, (lo cual hac�a al fin de cada a�o, pues le causaba molestia, y por eso se lo cortaba,) pesaba el cabello de su cabeza doscientos siclos de peso real. Y Naci�ronle � Absalom tres hijos, y una hija que se llam� Thamar, la cual era hermosa de ver. Y estuvo Absalom por espacio de dos a�os en Jerusalem, y no vi� la cara del rey. Y mand� Absalom por Joab, para enviarlo al rey; mas no quiso venir � �l; ni aunque envi� por segunda vez, quiso �l venir. Entonces dijo � sus siervos: Bien sab�is las tierras de Joab junto � mi lugar, donde tiene sus cebadas; id, y pegadles fuego; y los siervos de Absalom pegaron fuego � las tierras. Levant�se por tanto Joab, y vino � Absalom � su casa, y d�jole: �Por qu� han puesto fuego tus siervos � mis tierras? Y Absalom respondi� � Joab: He aqu�, yo he enviado por ti, diciendo que vinieses ac�, � fin de enviarte yo al rey � que le dijeses: �Para qu� vine de Gessur? mejor me fuera estar a�n all�. Vea yo ahora la cara del rey; y si hay en m� pecado, m�teme. Vino pues Joab al rey, � h�zoselo saber. Entonces llam� � Absalom, el cual vino al rey, � inclin� su rostro � tierra delante del rey: y el rey bes� � Absalom. 2 Samuel 15ACONTECIO despu�s de esto, que Absalom se hizo de carros y caballos, y cincuenta que corriesen delante de �l. Y levant�base Absalom de ma�ana, y pon�ase � un lado del camino de la puerta; y � cualquiera que ten�a pleito y ven�a al rey � juicio, Absalom le llamaba � s�, y dec�ale: �De qu� ciudad eres? Y �l respond�a: Tu siervo es de una de las tribus de Israel. Entonces Absalom le dec�a: Mira, tus palabras son buenas y justas: mas no tienes quien te oiga por el rey. Y dec�a Absalom: �Qui�n me pusiera por juez en la tierra, para que viniesen � m� todos los que tienen pleito � negocio, que yo les har�a justicia! Y acontec�a que, cuando alguno se llegaba para inclinarse � �l, �l extend�a su mano, y lo tomaba, y lo besaba. Y de esta manera hac�a con todo Israel que ven�a al rey � juicio: y as� robaba Absalom el coraz�n de los de Israel. Y al cabo de cuarenta a�os aconteci� que Absalom dijo al rey: Yo te ruego me permitas que vaya � Hebr�n, � pagar mi voto que he prometido � Jehov�: Porque tu siervo hizo voto cuando estaba en Gessur en Siria, diciendo: Si Jehov� me volviere � Jerusalem, yo servir� � Jehov�. Y el rey dijo: Ve en paz. Y �l se levant�, y se fu� � Hebr�n. Empero envi� Absalom esp�as por todas las tribus de Israel, diciendo: Cuando oyereis el sonido de la trompeta, dir�is: Absalom reina en Hebr�n. Y fueron con Absalom doscientos hombres de Jerusalem por �l convidados, los cuales iban en su sencillez, sin saber nada. Tambi�n envi� Absalom por Achitophel Gilonita, del consejo de David, � Gilo su ciudad, mientras hac�a sus sacrificios. Y la conjuraci�n vino � ser grande, pues se iba aumentando el pueblo con Absalom. Y vino el aviso � David, diciendo: El coraz�n de todo Israel va tras Absalom. Entonces David dijo � todos sus siervos que estaban con �l en Jerusalem: Levantaos, y huyamos, porque no podremos escapar delante de Absalom; daos priesa � partir, no sea que apresur�ndose �l nos alcance, y arroje el mal sobre nosotros, y hiera la ciudad � filo de espada. Y los siervos del rey dijeron al rey: He aqu�, tus siervos est�n prestos � todo lo que nuestro se�or el rey eligiere. El rey entonces sali�, con toda su familia en pos de �l. Y dej� el rey diez mujeres concubinas para que guardasen la casa. Sali� pues el rey con todo el pueblo que le segu�a, y par�ronse en un lugar distante. Y todos sus siervos pasaban � su lado, con todos los Ceretheos y Peletheos; y todos los Getheos, seiscientos hombres que hab�an venido � pie desde Gath, iban delante del rey. Y dijo el rey � Ittai Getheo: �Para qu� vienes t� tambi�n con nosotros? vu�lvete y qu�date con el rey; porque t� eres extranjero, y desterrado tambi�n de tu lugar. �Ayer viniste, y t�ngote de hacer hoy que mudes lugar para ir con nosotros? Yo voy como voy: t� vu�lvete, y haz volver � tus hermanos: en ti haya misericordia y verdad. Y respondi� Ittai al rey, diciendo: Vive Dios, y vive mi se�or el rey, que, � para muerte � para vida, donde mi se�or el rey estuviere, all� estar� tambi�n tu siervo. Entonces David dijo � Ittai: Ven pues, y pasa. Y pas� Ittai Getheo, y todos sus hombres, y toda su familia. Y todo el pa�s llor� en alta voz; pas� luego toda la gente el torrente de Cedr�n; asimismo pas� el rey, y todo el pueblo pas�, al camino que va al desierto. Y he aqu�, tambi�n iba Sadoc, y con �l todos los Levitas que llevaban el arca del pacto de Dios; y asentaron el arca del pacto de Dios. Y subi� Abiathar despu�s que hubo acabado de salir de la ciudad todo el pueblo. Pero dijo el rey � Sadoc: Vuelve el arca de Dios � la ciudad; que si yo hallare gracia en los ojos de Jehov�, �l me volver�, y me har� ver � ella y � su tabern�culo: Y si dijere: No me agradas: aqu� estoy, haga de m� lo que bien le pareciere. Dijo a�n el rey � Sadoc sacerdote: �No eres t� el vidente? Vu�lvete en paz � la ciudad; y con vosotros vuestros dos hijos, tu hijo Ahimaas, y Jonath�n hijo de Abiathar. Mirad, yo me detendr� en los campos del desierto, hasta que venga respuesta de vosotros que me d� aviso. Entonces Sadoc y Abiathar volvieron el arca de Dios � Jerusalem; y estuvi�ronse all�. Y David subi� la cuesta de las olivas; y subi� la llorando, llevando la cabeza cubierta, y los pies descalzos. Tambi�n todo el pueblo que ten�a consigo cubri� cada uno su cabeza, y subieron llorando as� como sub�an. Y dieron aviso � David, diciendo: Achitophel est� entre los que conspiraron con Absalom. Entonces dijo David: Entontece ahora, oh Jehov�, el consejo de Achitophel. Y como David lleg� � la cumbre del monte para adorar all� � Dios, he aqu� Husai Arach�ta que le sali� al encuentro, trayendo rota su ropa, y tierra sobre su cabeza. Y d�jole David: Si pasares conmigo, serme has de carga; Mas si volvieres � la ciudad, y dijeres � Absalom: Rey, yo ser� tu siervo; como hasta aqu� he sido siervo de tu padre, as� ser� ahora siervo tuyo, entonces t� me disipar�s el consejo de Achitophel. �No estar�n all� contigo Sadoc y Abiathar sacerdotes? Por tanto, todo lo que oyeres en la casa del rey, dar�s aviso de ello � Sadoc y � Abiathar sacerdotes. Y he aqu� que est�n con ellos sus dos hijos, Ahimaas el de Sadoc, y Jonath�n el de Abiathar: por mano de ellos me enviar�is aviso de todo lo que oyereis. As� se vino Husai amigo de David � la ciudad; y Absalom entr� en Jerusalem. 2 Samuel 16Y como David pas� un poco de la cumbre del monte, he aqu� Siba, el criado de Mephi-boseth, que lo sal�a � recibir con un par de asnos enalbardados, y sobre ellos doscientos panes, y cien hilos de pasas, y cien panes de higos secos, y un cuero de vino. Y dijo el rey � Siba: �Qu� es esto? Y Siba respondi�: Los asnos son para la familia del rey, en que suban; los panes y la pasa para los criados, que coman; y el vino, para que beban los que se cansaren en el desierto. Y dijo el rey: �D�nde est� el hijo de tu se�or? Y Siba respondi� al rey: He aqu� �l se ha quedado en Jerusalem, porque ha dicho: Hoy me devolver� la casa de Israel el reino de mi padre. Entonces el rey dijo � Siba: He aqu�, sea tuyo todo lo que tiene Mephi-boseth. Y respondi� Siba inclin�ndose: Rey se�or m�o, halle yo gracia delante de ti. Y vino el rey David hasta Bahurim: y he aqu�, sal�a uno de la familia de la casa de Sa�l, el cual se llamaba Semei, hijo de Gera; y sal�a maldiciendo, Y echando piedras contra David, y contra todos los siervos del rey David: y todo el pueblo, y todos los hombres valientes estaban � su diestra y � su siniestra. Y dec�a Semei, maldici�ndole: Sal, sal, var�n de sangres, y hombre de Belial; Jehov� te ha dado el pago de toda la sangre de la casa de Sa�l, en lugar del cual t� has reinado: mas Jehov� ha entregado el reino en mano de tu hijo Absalom; y hete aqu� sorprendido en tu maldad, porque eres var�n de sangres. Entonces Abisai hijo de Sarvia, dijo al rey: �Por qu� maldice este perro muerto � mi se�or el rey? Yo te ruego que me dejes pasar, y quitar�le la cabeza. Y el rey respondi�: �Qu� tengo yo con vosotros, hijos de Sarvia? El maldice as�, porque Jehov� le ha dicho que maldiga � David; �qui�n pues le dir�: Por qu� lo haces as�? Y dijo David � Abisai y � todos sus siervos: He aqu�, mi hijo que ha salido de mis entra�as, acecha � mi vida: �cu�nto m�s ahora un hijo de Benjam�n? Dejadle que maldiga, que Jehov� se lo ha dicho. Quiz� mirar� Jehov� � mi aflicci�n, y me dar� Jehov� bien por sus maldiciones de hoy. Y como David y los suyos iban por el camino, Semei iba por el lado del monte delante de �l, andando y maldiciendo, y arrojando piedras delante de �l, y esparciendo polvo. Y el rey y todo el pueblo que con �l estaba, llegaron fatigados, y descansaron all�. Y Absalom y todo el pueblo, los varones de Israel, entraron en Jerusalem, y con �l Achitophel. Y acaeci� luego, que como Husai Arach�ta amigo de David hubo llegado � Absalom, d�jole Husai: Viva el rey, viva el rey. Y Absalom dijo � Husai: �Este es tu agradecimiento para con tu amigo? �por qu� no fuiste con tu amigo? Y Husai respondi� � Absalom: No: antes al que eligiere Jehov� y este pueblo y todos los varones de Israel, de aqu�l ser� yo, y con aqu�l quedar�. �Y � qui�n hab�a yo de servir? �no es � su hijo? Como he servido delante de tu padre, as� ser� delante de ti. Entonces dijo Absalom � Achitophel: Consultad qu� haremos. Y Achitophel dijo � Absalom: Entra � las concubinas de tu padre, que �l dej� para guardar la casa; y todo el pueblo de Israel oir� que te has hecho aborrecible � tu padre, y as� se esforzar�n las manos de todos los que est�n contigo. Entonces pusieron una tienda � Absalom sobre el terrado, y entr� Absalom � las concubinas de su padre, en ojos de todo Israel. Y el consejo que daba Achitophel en aquellos d�as, era como si consultaran la palabra de Dios. Tal era el consejo de Achitophel, as� con David como con Absalom. 2 Samuel 17ENTONCES Achitophel dijo � Absalom: Yo escoger� ahora doce mil hombres, y me levantar�, y seguir� � David esta noche; Y dar� sobre �l cuando �l estar� cansado y flaco de manos: lo atemorizar�, y todo el pueblo que est� con �l huir�, y herir� al rey solo. As� tornar� � todo el pueblo � ti: y cuando ellos hubieren vuelto, (pues aquel hombre es el que t� quieres) todo el pueblo estar� en paz. Esta raz�n pareci� bien � Absalom y � todos los ancianos de Israel. Y dijo Absalom: Llama tambi�n ahora � Husai Arach�ta, para que asimismo oigamos lo que �l dir�. Y como Husai vino � Absalom, habl�le Absalom, diciendo: As� ha dicho Achitophel; �seguiremos su consejo, � no? Di t�. Entonces Husai dijo � Absalom: El consejo que ha dado esta vez Achitophel no es bueno. Y a�adi� Husai: T� sabes que tu padre y los suyos son hombres valientes, y que est�n con amargura de �nimo, como la osa en el campo cuando le han quitado los hijos. Adem�s, tu padre es hombre de guerra, y no tendr� la noche con el pueblo. He aqu� �l estar� ahora escondido en alguna cueva, � en otro lugar: y si al principio cayeren algunos de los tuyos, oir�lo quien lo oyere, y dir�: El pueblo que sigue � Absalom ha sido derrotado. As� aun el hombre valiente, cuyo coraz�n sea como coraz�n de le�n, sin duda desmayar�: porque todo Israel sabe que tu padre es hombre valiente, y que los que est�n con �l son esforzados. Aconsejo pues que todo Israel se junte � ti, desde Dan hasta Beerseba, en multitud como la arena que est� � la orilla de la mar, y que t� en persona vayas � la batalla. Entonces le acometeremos en cualquier lugar que pudiere hallarse, y daremos sobre �l como cuando el roc�o cae sobre la tierra, y ni uno dejaremos de �l, y de todos los que con �l est�n. Y si se recogiere en alguna ciudad, todos los de Israel traer�n sogas � aquella ciudad, y la arrastraremos hasta el arroyo, que nunca m�s parezca piedra de ella. Entonces Absalom y todos los de Israel dijeron: El consejo de Husai Arach�ta es mejor que el consejo de Achitophel. Porque hab�a Jehov� ordenado que el acertado consejo de Achitophel se frustara, para que Jehov� hiciese venir el mal sobre Absalom. Dijo luego Husai � Sadoc y � Abiathar sacerdotes: As� y as� aconsej� Achitophel � Absalom y � los ancianos de Israel: y de esta manera aconsej� yo. Por tanto enviad inmediatemente, y dad aviso � David, diciendo: No quedes esta noche en los campos del desierto, sino pasa luego el Jord�n, porque el rey no sea consumido, y todo el pueblo que con �l est�. Y Jonath�n y Ahimaas estaban junto � la fuente de Rogel, porque no pod�an ellos mostrarse viniendo � la ciudad; fu� por tanto una criada, y di�les el aviso: y ellos fueron, y notici�ronlo al rey David. Empero fueron vistos por un mozo, el cual di� cuenta � Absalom: sin embargo los dos se dieron priesa � caminar, y llegaron � casa de un hombre en Bahurim, que ten�a un pozo en su patio, dentro del cual se metieron. Y tomando la mujer de la casa una manta, extendi�la sobre la boca del pozo, y tendi� sobre ella el grano trillado; y no se penetr� el negocio. Llegando luego los criados de Absalom � la casa � la mujer, dij�ronle: �D�nde est�n Ahimaas y Jonath�n? Y la mujer les respondi�: Ya han pasado el vado de las aguas. Y como ellos los buscaron y no los hallaron volvi�ronse � Jerusalem. Y despu�s que ellos se hubieron ido, estotros salieron del pozo, y fu�ronse, y dieron aviso al rey David; y dij�ronle: Levantaos y daos priesa � pasar las aguas, porque Achitophel ha dado tal consejo contra vosotros. Entonces David se levant�, y todo el pueblo que con �l estaba, y pasaron el Jord�n antes que amaneciese; ni siquiera falt� uno que no pasase el Jord�n. Y Achitophel, viendo que no se hab�a puesto por obra su consejo, enalbard� su asno, y levant�se, y fu�se � su casa en su ciudad; y despu�s de disponer acerca de su casa, ahorc�se y muri�, y fu� sepultado en el sepulcro de su padre. Y David lleg� � Mahanaim, y Absalom pas� el Jord�n con toda la gente de Israel. Y Absalom constituy� � Amasa, sobre el ej�rcito en lugar de Joab, el cual Amasa fu� hijo de un var�n de Israel llamado Itra, el cual hab�a entrado � Abigail hija de Naas, hermana de Sarvia, madre de Joab. Y asent� campo Israel con Absalom en tierra de Galaad. Y luego que David lleg� � Mahanaim, Sobi hijo de Naas de Rabba de los hijos de Ammon, y Mach�r hijo de Ammiel de Lodebar, y Barzillai Galaadita de Rogelim, Trajeron � David y al pueblo que estaba con �l, camas, y tazas, y vasijas de barro, y trigo, y cebada, y harina, y grano tostado, habas, lentejas, y garbanzos tostados, Miel, manteca, ovejas, y quesos de vacas, para que comiesen; porque dijeron: Aquel pueblo est� hambriento, y cansado, y tendr� sed en el desierto. 2 Samuel 18DAVID pues revist� el pueblo que ten�a consigo, y puso sobre ellos tribunos y centuriones. Y consign� la tercera parte del pueblo al mando de Joab, y otra tercera al mando de Abisai, hijo de Sarvia, hermano de Joab, y la otra tercera parte al mando de Ittai Getheo. Y dijo el rey al pueblo: Yo tambi�n saldr� con vosotros. Mas el pueblo dijo: No saldr�s; porque si nosotros huy�remos, no har�n caso de nosotros; y aunque la mitad de nosotros muera, no har�n caso de nosotros: mas t� ahora vales tanto como diez mil de nosotros. Ser� pues mejor que t� nos des ayuda desde la ciudad. Entonces el rey les dijo: Yo har� lo que bien os pareciere. Y p�sose el rey � la entrada de la puerta, mientras sal�a todo el pueblo de ciento en ciento y de mil en mil. Y el rey mand� � Joab y � Abisai y � Ittai, diciendo: Tratad benignamente por amor de m� al mozo Absalom. Y todo el pueblo oy� cuando di� el rey orden acerca de Absalom � todos los capitanes. Sali� pues el pueblo al campo contra Israel, y di�se la batalla en el bosque de Ephraim; Y all� cay� el pueblo de Israel delante de los siervos de David, � h�zose una gran matanza de veinte mil hombres. Y derram�ndose all� el ej�rcito por la haz de toda la tierra, fueron m�s los que consumi� el bosque de los del pueblo, que los que consumi� el cuchillo aquel d�a. Y encontr�se Absalom con los siervos de David: � iba Absalom sobre un mulo, y el mulo se entr� debajo de un espeso y grande alcornoque, y asi�sele la cabeza al alcornoque, y qued� entre el cielo y la tierra; pues el mulo en que iba pas� delante. Y vi�ndolo uno, avis� � Joab, diciendo: He aqu� que he visto � Absalom colgado de un alcornoque. Y Joab respondi� al hombre que le daba la nueva: Y vi�ndolo t�, �por qu� no le heriste luego all� ech�ndole � tierra? y sobre m�, que te hubiera dado diez siclos de plata, y un talabarte. Y el hombre dijo � Joab: Aunque me importara en mis manos mil siclos de plata, no extendiera yo mi mano contra el hijo del rey; porque nosotros lo o�mos cuando el rey te mand� � ti y � Abisai y � Ittai, diciendo: Mirad que ninguno toque en el joven Absalom. Por otra parte, habr�a yo hecho traici�n contra mi vida (pues que al rey nada se le esconde), y t� mismo estar�as en contra. Y respondi� Joab: No es raz�n que yo te ruegue. Y tomando tres dardos en sus manos, hinc�los en el coraz�n de Absalom, que aun estaba vivo en medio del alcornoque. Cerc�ndolo luego diez mancebos escuderos de Joab, hirieron � Absalom, y acab�ronle. Entonces Joab toc� la corneta, y el pueblo se volvi� de seguir � Israel, porque Joab detuvo al pueblo. Tomando despu�s � Absalom, ech�ronle en un gran hoyo en el bosque, y levantaron sobre �l un muy grande mont�n de piedras; y todo Israel huy�, cada uno � sus estancias. Y hab�a Absalom en su vida tomado y levant�dose una columna, la cual est� en el valle del rey; porque hab�a dicho: Yo no tengo hijo que conserve la memoria de mi nombre. Y llam� aquella columna de su nombre: y as� se llam� el Lugar de Absalom, hasta hoy. Entonces Ahimaas hijo de Sadoc dijo: �Correr� ahora, y dar� las nuevas al rey de c�mo Jehov� ha defendido su causa de la mano de sus enemigos? Y respondi� Joab: Hoy no llevar�s las nuevas: las llevar�s otro d�a: no dar�s hoy la nueva, porque el hijo del rey es muerto. Y Joab dijo � Cusi: Ve t�, y di al rey lo que has visto. Y Cusi hizo reverencia � Joab, y corri�. Entonces Ahimaas hijo de Sadoc torn� � decir � Joab: Sea lo que fuere, yo correr� ahora tras Cusi. Y Joab dijo: Hijo m�o, �para qu� has t� de correr, pues que no hallar�s premio por las nuevas? Mas �l respondi�: Sea lo que fuere, yo correr�. Entonces le dijo: Corre. Corri� pues Ahimaas por el camino de la llanura, y pas� delante de Cusi. Estaba David � la saz�n sentado entre las dos puertas; y el atalaya hab�a ido al terrado de sobre la puerta en el muro, y alzando sus ojos, mir�, y vi� � uno que corr�a solo. El atalaya di� luego voces, � h�zolo saber al rey. Y el rey dijo: Si es solo, buenas nuevas trae. En tanto que �l ven�a acerc�ndose, Vi� el atalaya otro que corr�a; y di� voces el atalaya al portero, diciendo: He aqu� otro hombre que corre solo. Y el rey dijo: Este tambi�n es mensajero. Y el atalaya volvi� � decir: Par�ceme el correr del primero como el correr de Ahimaas hijo de Sadoc. Y respondi� el rey: Ese es hombre de bien, y viene con buena nueva. Entonces Ahimaas dijo en alta voz al rey: Paz. E inclin�se � tierra delante del rey, y dijo: Bendito sea Jehov� Dios tuyo, que ha entregado � los hombres que hab�an levantado sus manos contra mi se�or el rey. Y el rey dijo: �El mozo Absalom tiene paz? Y Ahimaas respondi�: Vi yo un grande alboroto cuando envi� Joab al siervo del rey y � m� tu siervo; mas no s� qu� era. Y el rey dijo: Pasa, y ponte all�. Y �l pas�, y par�se. Y luego vino Cusi, y dijo: Reciba nueva mi se�or el rey, que hoy Jehov� ha defendido tu causa de la mano de todos los que se hab�an levantado contra ti. El rey entonces dijo � Cusi: �El mozo Absalom tiene paz? Y Cusi respondi�: Como aquel mozo sean los enemigos de mi se�or el rey, y todos los que se levantan contra ti para mal. Entonces el rey se turb�, y subi�se � la sala de la puerta, y llor�; y yendo, dec�a as�: �Hijo m�o Absalom, hijo m�o, hijo m�o Absalom! �Qui�n me diera que muriera yo en lugar de ti, Absalom, hijo m�o, hijo m�o! 2 Samuel 19Y DIERON aviso � Joab: He aqu� el rey llora, y hace duelo por Absalom. Y volvi�se aquel d�a la victoria en luto para todo el pueblo; porque oy� decir el pueblo aquel d�a que el rey ten�a dolor por su hijo. Entr�se el pueblo aquel d�a en la ciudad escondidamente, como suele entrar � escondidas el pueblo avergonzado que ha hu�do de la batalla. Mas el rey, cubierto el rostro, clamaba en alta voz: �Hijo m�o Absalom, Absalom, hijo m�o, hijo m�o! Y entrando Joab en casa al rey, d�jole: Hoy has avergonzado el rostro de todos tus siervos, que han hoy librado tu vida, y la vida de tus hijos y de tus hijas, y la vida de tus mujeres, y la vida de tus concubinas, Amando � los que te aborrecen, y aborreciendo � los que te aman: porque hoy has declarado que nada te importan tus pr�ncipes y siervos; pues hoy echo de ver que si Absalom viviera, bien que nosotros todos estuvi�ramos hoy muertos, entonces te contentaras. Lev�ntate pues ahora, y sal fuera, y halaga � tus siervos: porque juro por Jehov�, que si no sales, ni aun uno quede contigo esta noche; y de esto te pesar� m�s que de todos los males que te han sobrevenido desde tu mocedad hasta ahora. Entonces se levant� el rey, y sent�se � la puerta; y fu� declarado � todo el pueblo, diciendo: He aqu� el rey est� sentado � la puerta. Y vino todo el pueblo delante del rey; mas Israel hab�a hu�do, cada uno � sus estancias. Y todo el pueblo porfiaba en todas las tribus de Israel, diciendo: El rey nos ha librado de mano de nuestros enemigos, y �l nos ha salvado de mano de los Filisteos; y ahora hab�a hu�do, de la tierra por miedo de Abaslom. Y Absalom, � quien hab�amos ungido sobre nosotros, es muerto en la batalla. �Por qu� pues os est�is ahora quedos en orden � hacer volver al rey? Y el rey David envi� � Sadoc y � Abiathar sacerdotes, diciendo: Hablad � los ancianos de Jud� y decidles: �Por qu� ser�is vosotros los postreros en volver el rey � su casa, ya que la palabra de todo Israel ha venido al rey de volverle � su casa? Vosotros sois mis hermanos; mis huesos y mi carne sois: �por qu� pues ser�is vosotros los postreros en volver al rey? Asimismo dir�is � Amasa: �No eres t� tambi�n hueso m�o y carne m�a? As� me haga Dios, y as� me a�ada, si no fueres general del ej�rcito delante de m� para siempre, en lugar de Joab. As� inclin� el coraz�n de todos los varones de Jud�, como el de un solo hombre, para que enviasen � decir al rey: Vuelve t�, y todos tus siervos. Volvi� pues el rey, y vino hasta el Jord�n. Y Jud� vino � Gilgal, � recibir al rey y pasarlo el Jord�n. Y Semei hijo de Gera, hijo de Benjam�n, que era de Bahurim, di�se priesa � venir con los hombres de Jud� � recibir al rey David; Y con �l ven�an mil hombres de Benjam�n; asimismo Siba criado de la casa de Sa�l, con sus quince hijos y sus veinte siervos, los cuales pasaron el Jord�n delante del rey. Atraves� despu�s la barca para pasar la familia del rey, y para hacer lo que le pluguiera. Entonces Semei hijo de Gera se postr� delante del rey cuando �l hab�a pasado el Jord�n. Y dijo al rey: No me impute mi se�or iniquidad, ni tengas memoria de los males que tu siervo hizo el d�a que mi se�or el rey sali� de Jerusalem, para guardarlos el rey en su coraz�n; Porque yo tu siervo conozco haber pecado, y he venido hoy el primero de toda la casa de Jos�, para descender � recibir � mi se�or el rey. Y Abisai hijo de Sarvia responidi� y dijo: �No ha de morir por esto Semei, que maldijo al ungido de Jehov�? David entonces dijo: �Qu� ten�is vosotros conmigo, hijos de Sarvia, que me hab�is de ser hoy adversarios? �ha de morir hoy alguno en Israel? �no conozco yo que hoy soy rey sobre Israel? Y dijo el rey � Semei: No morir�s. Y el rey se lo jur�. Tambi�n Mephi-boseth hijo de Sa�l descendi� � recibir al rey: no hab�a lavado sus pies, ni hab�a cortado su barba, ni tampoco hab�a lavado sus vestidos, desde el d�a que el rey sali� hasta el d�a que vino en paz. Y luego que vino �l � Jerusalem � recibir al rey, el rey le dijo: Mephi-boseth, �Por qu� no fuiste conmigo? Y �l dijo: Rey se�or m�o, mi siervo me ha enga�ado; pues hab�a tu siervo dicho: Enalbardar� un asno, y subir� en �l, � ir� al rey; porque tu siervo es cojo. Empero �l revolvi� � tu siervo delante de mi se�or el rey; mas mi se�or el rey es como un �ngel de Dios: haz pues lo que bien te pareciere. Porque toda la casa de mi padre era digna de muerte delante de mi se�or el rey, y t� pusiste � tu siervo entre los convidados de tu mesa. �Qu� derecho pues tengo a�n para quejarme m�s contra el rey? Y el rey le dijo: �Para qu� hablas m�s palabras? Yo he determinado que t� y Siba part�is las tierras. Y Mephi-boseth dijo al rey: Y aun t�melas �l todas, pues que mi se�or el rey ha vuelto en paz � su casa. Tambi�n Barzillai Galaadita descendi� de Rogelim, y pas� el Jord�n con el rey, para acompa�arle de la otra parte del Jord�n. Y era Barzillai muy viejo, de ochenta a�os, el cual hab�a dado provisi�n al rey cuando estaba en Mahanaim, porque era hombre muy rico. Y el rey dijo � Barzillai: Pasa conmigo, y yo te dar� de comer conmigo en Jerusalem. Mas Barzillai dijo al rey: �Cu�ntos son los d�as del tiempo de mi vida, para que yo suba con el rey � Jerusalem? Yo soy hoy d�a de edad de ochenta a�os, que ya no har� diferencia entre lo bueno y lo malo: �tomar� gusto ahora tu siervo en lo que comiere � bebiere? �oir� m�s la voz de los cantores y de las cantoras? �para qu�, pues, ser�a a�n tu siervo molesto � mi se�or el rey? Pasar� tu siervo un poco el Jord�n con el rey: �por qu� me ha de dar el rey tan grande recompensa? Yo te ruego que dejes volver � tu siervo, y que muera en mi ciudad, junto al sepulcro de mi padre y de mi madre. He aqu� tu siervo Chimham; que pase �l con mi se�or el rey, y hazle lo que bien te pareciere. Y el rey dijo: Pues pase conmigo Chimham, y yo har� con �l como bien te parezca: y todo lo que t� pidieres de m�, yo lo har�. Y todo el pueblo pas� el Jord�n: y luego que el rey hubo tambi�n pasado, el rey bes� � Barzillai, y bend�jolo; y �l se volvi� � su casa. El rey entonces pas� � Gilgal, y con �l pas� Chimham; y todo el pueblo de Jud�, con la mitad del pueblo de Israel, pasaron al rey. Y he aqu� todos los varones de Israel vinieron al rey, y le dijeron: �Por qu� los hombres de Jud�, nuestros hermanos, te han llevado, y han hecho pasar el Jord�n al rey y � su familia, y � todos los varones de David con �l? Y todos los varones de Jud� respondieron � todos los de Israel: Porque el rey es nuestro pariente. Mas �por qu� os enoj�is vosotros de eso? �hemos nosotros comido algo del rey? �hemos recibido de �l alg�n don? Entonces respondieron los varones de Israel, y dijeron � los de Jud�: Nosotros tenemos en el rey diez partes, y en el mismo David m�s que vosotros: �por qu� pues nos hab�is tenido en poco? �no hablamos nosotros primero en volver � nuestro rey? Y el razonamiento de los varones de Jud� fu� m�s fuerte que el de los varones de Israel. 2 Samuel 20Y ACAECIO estar all� un hombre perverso que se llamaba Seba, hijo de Bichri, hombre de Benjam�n, el cual toc� la corneta, y dijo: No tenemos nosotros parte en David, ni heredad en el hijo de Isa�: Israel, �cada uno � sus estancias! As� se fueron de en pos de David todos los hombres de Israel, y segu�an � Seba hijo de Bichri: mas los de Jud� fueron adheridos � su rey, desde el Jord�n hasta Jerusalem. Y luego que lleg� David � su casa en Jerusalem, tom� el rey las diez mujeres concubinas que hab�a dejado para guardar la casa, y p�solas en una casa en guarda, y di�les de comer: pero nunca m�s entr� � ellas, sino que quedaron encerradas hasta que murieron en viudez de por vida. Despu�s dijo el rey � Amasa: J�ntame los varones de Jud� para dentro de tres d�as, y h�llate t� aqu� presente. Fu� pues Amasa � juntar � Jud�; pero det�vose m�s del tiempo que le hab�a sido se�alado. Y dijo David � Abisai: Seba hijo de Bichri nos har� ahora m�s mal que Absalom: toma pues t� los siervos de tu se�or, y ve tras �l, no sea que halle las ciudades fortificadas, y se nos vaya de delante. Entonces salieron en pos de �l los hombres de Joab, y los Ceretheos y Peletheos, y todos los valientes: salieron de Jerusalem para ir tras Seba hijo de Bichri. Y estando ellos cerca de la grande pe�a que est� en Gaba�n, sali�les Amasa al encuentro. Ahora bien, la vestidura que Joab ten�a sobrepuesta est�bale ce�ida, y sobre ella el cinto de una daga pegada � sus lomos en su vaina, de la que as� como �l avanz�, cay�se aqu�lla. Entonces Joab dijo � Amasa: �Tienes paz, hermano m�o? Y tom� Joab con la diestra la barba de Amasa, para besarlo. Y como Amasa no se cuid� de la daga que Joab en la mano ten�a, hiri�le �ste con ella en la quinta costilla, y derram� sus entra�as por tierra, y cay� muerto sin darle segundo golpe. Despu�s Joab y su hermano Abisai fueron en seguimiento de Seba hijo de Bichri. Y uno de los criados de Joab se par� junto � �l, diciendo: Cualquiera que amare � Joab y � David vaya en pos de Joab. Y Amasa se hab�a revolcado en la sangre en mitad del camino: y viendo aquel hombre que todo el pueblo se paraba, apart� � Amasa del camino al campo, y ech� sobre �l una vestidura, porque ve�a que todos los que ven�an se paraban junto � �l. Luego, pues, que fu� apartado del camino, pasaron todos los que segu�an � Joab, para ir tras Seba hijo de Bichri. Y �l pas� por todas las tribus de Israel hasta Abel y Beth-maach� y todo Barim: y junt�ronse, y sigui�ronlo tambi�n. Y vinieron y cerc�ronlo en Abel de Beth-maach�, y pusieron baluarte contra la ciudad; y puesto que fu� al muro, todo el pueblo que estaba con Joab trabajaba por derribar la muralla. Entonces una mujer sabia di� voces en la ciudad, diciendo: Oid, oid; ru�goos que dig�is � Joab se llegue � ac�, para que yo hable con �l. Y como �l se acerc� � ella, dijo la mujer: �Eres t� Joab? Y �l respondi�: Yo soy. Y ella le dijo: Oye las palabras de tu sierva. Y �l respondi�: Oigo. Entonces torn� ella � hablar, diciendo: Antiguamente sol�an hablar, diciendo: Quien preguntare, pregunte en Abel: y as� conclu�an. Yo soy de las pac�ficas y fieles de Israel: y t� procuras destruir una ciudad que es madre de Israel: �por qu� destruyes la heredad de Jehov�? Y Joab respondi�, diciendo: Nunca tal, nunca tal me acontezca, que yo destruya ni deshaga. La cosa no es as�: mas un hombre del monte de Ephraim, que se llama Seba hijo de Bichri, ha levantado su mano contra el rey David: entregad � �se solamente, y me ir� de la ciudad. Y la mujer dijo � Joab: He aqu� su cabeza te ser� echada desde el muro. La mujer fu� luego � todo el pueblo con su sabidur�a; y ellos cortaron la cabeza � Seba hijo de Bichri, y ech�ronla � Joab. Y �l toc� la corneta, y esparci�ronse de la ciudad, cada uno � su estancia. Y Joab se volvi� al rey � Jerusalem. As� qued� Joab sobre todo el ej�rcito de Israel; y Bena�a hijo de Joiada sobre los Ceretheos y Peletheos; Y Adoram sobre los tributos; y Josaphat hijo de Ahillud, el canciller; Y Seba, escriba; y Sadoc y Abiathar, sacerdotes; (20-25) � Ira Jaireo fu� un jefe principal cerca de David. 2 Samuel 21Y EN los d�as de David hubo hambre por tres a�os consecutivos. Y David consult� � Jehov�, y Jehov� le dijo: Es por Sa�l, y por aquella casa de sangre; porque mat� � los Gabaonitas. Entonces el rey llam� � los Gabaonitas, y habl�les. (Los Gabaonitas no eran de los hijos de Israel, sino del residuo de los Amorrheos, � los cuales los hijos de Israel hab�an hecho juramento: mas Sa�l hab�a procurado matarlos con motivo de celo por los hijos de Israel y de Jud�.) Dijo pues David � los Gabaonitas: �Qu� os har�, y con qu� expiar� para que bendig�is � la heredad de Jehov�? Y los Gabaonitas le respondieron: No tenemos nosotros querella sobre plata ni sobre oro con Sa�l, y con su casa: ni queremos que muera hombre de Israel. Y �l les dijo: Lo que vosotros dijereis os har�. Y ellos respondieron al rey: De aquel hombre que nos destruy�, y que maquin� contra nosotros, para extirparnos sin dejar nada de nosotros en todo el t�rmino de Israel; D�nsenos siete varones de sus hijos, para que los ahorquemos � Jehov� en Gabaa de Sa�l, el escogido de Jehov�. Y el rey dijo: Yo los dar�. Y perdon� el rey � Mephi-boseth, hijo de Jonath�n, hijo de Sa�l, por el juramento de Jehov� que hubo entre ellos, entre David y Jonath�n hijo de Sa�l. Mas tom� el rey dos hijos de Rispa hija de Aja, los cuales ella hab�a parido � Sa�l, � saber, � Armoni y � Mephi-boseth; y cinco hijos de Mich�l hija de Sa�l, los cuales ella hab�a parido � Adriel, hijo de Barzillai Molathita; Y entreg�los en manos de los Gabaonitas, y ellos los ahorcaron en el monte delante de Jehov�: y murieron juntos aquellos siete, lo cuales fueron muertos en el tiempo de la siega, en los primeros d�as, en el principio de la siega de las cebadas. Tomando luego Rispa hija de Aja un saco, tendi�selo sobre un pe�asco, desde el principio de la siega hasta que llovi� sobre ellos agua del cielo; y no dej� � ninguna ave del cielo asentarse sobre ellos de d�a, ni bestias del campo de noche. Y fu� dicho � David lo que hac�a Rispa hija de Aja, concubina de Sa�l. Entonces David fu�, y tom� los huesos de Sa�l y los huesos de Jonath�n su hijo, de los hombres de Jabes de Galaad, que los hab�an hurtado de la plaza de Beth-san, donde los hab�an colgado los Filisteos, cuando deshicieron los Filisteos � Sa�l en Gilboa: E hizo llevar de all� los huesos de Sa�l y los huesos de Jonath�n su hijo; y juntaron tambi�n los huesos de los ahorcados. Y sepultaron los huesos de Sa�l y los de su hijo Jonath�n en tierra de Benjam�n, en Sela, en el sepulcro de Cis su padre; � hicieron todo lo que el rey hab�a mandado. Despu�s se aplac� Dios con la tierra. Y como los Filisteos tornaron � hacer guerra � Israel, descendi� David y sus siervos con �l, y pelearon con los Filisteos: y David se cans�. En esto Isbi-benob, el cual era de los hijos del gigante, y el peso de cuya lanza era de trescientos siclos de metal, y ten�a �l ce�ida una nueva espada, trat� de herir � David: Mas Abisai hijo de Sarvia le socorri�, � hiri� al Filisteo, y mat�lo. Entonces los hombres de David le juraron, diciendo: Nunca m�s de aqu� adelante saldr�s con nosotros � batalla, porque no apagues la l�mpara de Israel. Otra segunda guerra hubo despu�s en Gob contra los Filisteos: entonces Sibech�i Husathita hiri� � Saph, que era de los hijos del gigante. Otra guerra hubo en Gob contra los Filisteos, en la cual Elhanan, hijo de Jaare-oregim de Beth-lehem, hiri� � Goliath Getheo, el asta de cuya lanza era como un enjullo de telar. Despu�s hubo otra guerra en Gath, donde hubo un hombre de grande altura, el cual ten�a doce dedos en las manos, y otros doce en los pies, veinticuatro en todos: y tambi�n era de lo hijos del gigante. Este desafi� � Israel, y mat�lo Jonath�n, hijo de Sima hermano de David. Estos cuatro le hab�an nacido al gigante en Gath, los cuales cayeron por la mano de David, y por la mano de sus siervos. 2 Samuel 22Y HABLO David � Jehov� las palabras de este c�ntico, el d�a que Jehov� le hab�a librado de la mano de todos sus enemigos, y de la mano de Sa�l. Y dijo: Jehov� es mi roca, y mi fortaleza, y mi libertador; Dios de mi roca, en �l confiar�: Mi escudo, y el cuerno de mi salud, mi fortaleza, y mi refugio; Mi salvador, que me librar�s de violencia. Invocar� � Jehov�, digno de ser loado. Y ser� salvo de mis enemigos. Cuando me cercaron ondas de muerte, Y arroyos de iniquidad me asombraron, Me rodearon los dolores del infierno, Y me tomaron descuidado lazos de muerte. Tuve angustia, invoqu� � Jehov�, Y clam� � mi Dios: Y �l oy� mi voz desde su templo; Lleg� mi clamor � sus o�dos. La tierra se removi�, y tembl�; Los fundamentos de los cielos fueron movidos, Y se estremecieron, porque �l se air�. Subi� humo de sus narices, Y de su boca fuego consumidor, Por el cual se encendieron carbones. Y abajo los cielos, y descendi�: Una oscuridad debajo de sus pies. Subi� sobre el querub�n, y vol�: Apareci�se sobre las alas del viento. Puso tinieblas alrededor de s� � modo de pabellones; Aguas negras y espesas nubes. Del resplandor de su presencia Se encendieron ascuas ardientes. Jehov� tron� desde los cielos, Y el Alt�simo di� su voz; Arroj� saetas, y desbarat�los; Relampague�, y consumi�los. Entonces aparecieron los manantiales de la mar, Y los fundamentos del mundo fueron descubiertos, A la reprensi�n de Jehov�, Al resoplido del aliento de su nariz. Extendi� su mano de lo alto, y arrebat�me, Y sac�me de copiosas aguas. Libr�me de fuertes enemigos, De aquellos que me aborrec�an, los cuales eran m�s fuertes que yo. Asalt�ronme en el d�a de mi calamidad; Mas Jehov� fu� mi sost�n. Sac�me � anchura; Libr�me, porque puso su voluntad en m�. Remuner�me Jehov� conforme � mi justicia: Y conforme � la limpieza de mis manos, me di� la paga. Porque yo guard� los caminos de Jehov�; Y no me apart� imp�amente de mi Dios. Porque delante de m� tengo todas sus ordenanzas; Y atento � sus fueros, no me retirar� de ellos. Y fu� �ntegro para con �l, Y guard�me de mi iniquidad. Remuner�me por tanto Jehov� conforme � mi justicia, Y conforme � mi limpieza delante de sus ojos. Con el bueno eres benigno, Y con el �ntegro te muestras �ntegro; Limpio eres para con el limpio, Mas con el perverso eres r�gido. Y t� salvas al pueblo humilde; Mas tus ojos sobre los altivos, para abatirlos. Porque t� eres mi l�mpara, oh Jehov�: Jehov� da luz � mis tinieblas. Porque en ti romper� ej�rcitos, Y con mi Dios saltar� las murallas. Dios, perfecto su camino: La palabra de Jehov� purificada, Escudo es de todos los que en �l esperan. Porque �qu� Dios hay sino Jehov�? �O qui�n es fuerte sino nuestro Dios? Dios es el que con virtud me corrobora, y el que despeja mi camino; El que hace mis pies como de ciervas, Y el que me asienta en mis alturas; El que ense�a mis manos para la pelea, y da que con mis brazos quiebre el arco de acero. T� me diste asimismo el escudo de tu salud, Y tu benignidad me ha acrecentado. T� ensanchaste mis pasos debajo de m�, Para que no titubeasen mis rodillas. Perseguir� � mis enemigos, y quebrantar�los; Y no me volver� hasta que los acabe. Los consumir�, y los herir�, y no se levantar�n; Y caer�n debajo de mis pies. Ce��steme de fortaleza para la batalla, Y postraste debajo de m� los que contra m� se levantaron. T� me diste la cerviz de mis enemigos, De mis aborrecedores, y que yo los destruyese. Miraron, y no hubo quien los librase; A Jehov�, mas no les respondi�. Yo los desmenuzar� como polvo de la tierra; Hollar�los como � lodo de las plazas, y los disipar�. T� me libraste de contiendas de pueblos: T� me guardaste para que fuese cabeza de gentes: Pueblos que no conoc�a, me sirvieron. Los extra�os titubeaban � m�: En oyendo, me obedec�an. Los extra�os desfallec�an, Y temblaban en sus escondrijos. Viva Jehov�, y sea bendita mi roca; Sea ensalzado el Dios, la roca de mi salvamento: El Dios que me ha vengado, Y sujeta los pueblos debajo de m�: Y que me saca de entre mis enemigos: Tu me sacaste en alto de entre los que se levantaron contra mi: Libr�steme del var�n de iniquidades. Por tanto yo te confesar� entre las gentes, oh Jehov�, Y cantar� � tu nombre. El que engrandece las saludes de su rey, Y hace misericordia � su ungido, A David, y � su simiente, para siempre. 2 Samuel 23ESTAS son las postreras palabras de David. Dijo David hijo de Isa�, Dijo aquel var�n que fu� levantado alto, El ungido del Dios de Jacob, El suave en c�nticos de Israel: El esp�ritu de Jehov� ha hablado por m�, Y su palabra ha sido en mi lengua. El Dios de Israel ha dicho, Habl�me el Fuerte de Israel: El se�oreador de los hombres ser� justo. Se�oreador en temor de Dios. Ser� como la luz de la ma�ana cuando sale el sol, De la ma�ana sin nubes; Cuando la hierba de la tierra brota Por medio del resplandor despu�s de la lluvia. No as� mi casa para con Dios: Sin embargo �l ha hecho conmigo pacto perpetuo, Ordenado en todas las cosas, y ser� guardado; Bien que toda esta mi salud, y todo mi deseo No lo haga �l florecer todav�a. Mas los de Belial ser�n todos ellos como espinas arrancadas, Las cuales nadie toma con la mano; Sino que el que quiere tocar en ellas, Armase de hierro y de asta de lanza, Y son quemadas en su lugar. Estos son los nombres de los valientes que tuvo David: El Tachmonita, que se sentaba en c�tedra, principal de los capitanes: era �ste Adino el Eznita, que mat� en una ocasi�n sobre ochocientos hombres. Despu�s de �ste, Eleazar, hijo de Dodo de Ahohi, fu� de los tres valientes que estaban con David, cuando desafiaron � los Filisteos que se hab�an juntado all� � la batalla, y subieron los de Israel. Este, levant�ndose, hiri� � los Filisteos, hasta que su mano se cans�, y qued�sele contra�da � la espada. Aquel d�a Jehov� hizo gran salud: y volvi�se el pueblo en pos de �l solamente � tomar el despojo. Despu�s de �ste fu� Samma, hijo de Age Araita: que habi�ndose juntado los Filisteos en una aldea, hab�a all� una suerte de tierra llena de lentejas, y el pueblo hab�a hu�do delante de los Filisteos: El entonces se par� en medio de la suerte de tierra, y defendi�la, � hiri� � los Filisteos; y Jehov� hizo una gran salud. Y tres de los treinta principales descendieron y vinieron en tiempo de la siega � David � la cueva de Adullam: y el campo de los Filisteos estaba en el valle de Raphaim. David entonces estaba en la fortaleza, y la guarnici�n de los Filisteos estaba en Beth-lehem. Y David tuvo deseo, y dijo: �Qui�n me diera � beber del agua de la cisterna de Beth-lehem, que est� � la puerta! Entonces los tres valientes rompieron por el campo de los Filisteos, y sacaron agua de la cisterna de Beth-lehem, que estaba � la puerta; y tomaron, y traj�ronla � David: mas �l no la quiso beber, sino derram�la � Jehov�, diciendo: Lejos sea de m�, oh Jehov�, que yo haga esto. �He de beber yo la sangre de los varones que fueron con peligro de su vida? Y no quiso beberla. Los tres valientes hicieron esto. Y Abisai hermano de Joab, hijo de Sarvia, fu� el principal de los tres; el cual alz� su lanza contra trescientos, que mat�; y tuvo nombre entre los tres. El era el m�s aventajado de los tres, y el primero de ellos; mas no lleg� � los tres primeros. Despues, Bena�a hijo de Joiada, hijo de un var�n esforzado, grande en hechos, de Cabseel. Este hiri� dos leones de Moab: y �l mismo descendi�, � hiri� un le�n en medio de un foso en el tiempo de la nieve: Tambi�n hiri� �l � un Egipcio, hombre de grande estatura: y ten�a el Egipcio una lanza en su mano; mas descendi� � �l con un palo, y arrebat� al Egipcio la lanza de la mano, y mat�lo con su propia lanza. Esto hizo Bena�a hijo de Joiada, y tuvo nombre entre los tres valientes. De los treinta fu� el m�s aventajado; pero no lleg� � los tres primeros. Y p�solo David en su consejo. Asael hermano de Joab fu� de los treinta; Elhaanan hijo de Dodo de Beth-lehem; Samma de Harodi, Elica de Harodi; Heles de Palti, Hira, hijo de Jecces, de Tecoa; Abiezer de Anathoth, Mebunnai de Husa; Selmo de Hahoh, Maharai de Netophath; Helec hijo de Baana de Netophath, Ittai hijo de Ribai de Gabaa de los hijos de Benjam�n; Bena�a Pirathonita, Hiddai del arroyo de Gaas; Abi-albon de Arbath, Asmaveth de Barhum; Elihaba de Saalb�n, Jonath�n de los hijo de Jass�n; Samma de Arar, Ahiam hijo de Sarar de Arar. Elipheleth hijo de Asbai hijo de Maach�ti; Eliam hijo de Ach�tophel de Gel�n; Hesrai del Carmelo, Pharai de Arbi; Igheal hijo de Nath�n de Soba, Bani de Gadi; Selec de Amm�n, Naharai de Beeroth, escudero de Joab hijo de Sarvia; Ira de Ithri, Gareb de Ithri; Ur�a Hetheo. Entre todos treinta y siete. 2 Samuel 24Y VOLVIO el furor de Jehov� � encenderse contra Israel, � incit� � David contra ellos � que dijese: Ve, cuenta � Israel y � Jud�. Y dijo el rey � Joab, general del ej�rcito que ten�a consigo: Rodea todas las tribus de Israel, desde Dan hasta Beer-seba, y contad el pueblo, para que yo sepa el n�mero de la gente. Y Joab respondi� al rey: A�ada Jehov� tu Dios al pueblo cien veces tanto como son, y que lo vea mi se�or al rey; mas �para qu� quiere esto mi se�or el rey? Empero la palabra del rey pudo m�s que Joab, y que los capitanes del ej�rcito. Sali� pues Joab, con los capitanes del ej�rcito, de delante del rey, para contar el pueblo de Israel. Y pasando el Jord�n asentaron en Aroer, � la mano derecha de la ciudad que est� en medio de la arroyada de Gad y junto � Jazer. Despu�s vinieron � Galaad, y � la tierra baja de Absi: y de all� vinieron � Dan-ja�n y alrededor de Sid�n. Y vinieron luego � la fortaleza de Tiro, y � todas las ciudades de los Heveos y de los Cananeos; y salieron al mediod�a de Jud�, � Beer-seba. Y despu�s que hubieron andado toda la tierra, volvieron � Jerusalem al cabo de nueve meses y veinte d�as. Y Joab di� la cuenta del n�mero del pueblo al rey; y fueron los de Israel ochocientos mil hombres fuertes que sacaban espada; y de los de Jud� quinientos mil hombres. Y despu�s que David hubo contado el pueblo, punz�le su coraz�n; y dijo David � Jehov�: Yo he pecado gravemente por haber hecho esto; mas ahora, oh Jehov�, ru�gote que quites el pecado de tu siervo, porque yo he obrado muy neciamente. Y por la ma�ana, cuando David se hubo levantado, fu� palabra de Jehov� � Gad profeta, vidente de David, diciendo: Ve, y di � David: As� ha dicho Jehov�: Tres cosas te ofrezco: t� te escoger�s una de ellas, la cual yo haga. Vino pues Gad � David, � intim�le, y d�jole: �Quieres que te vengan siete a�os de hambre en tu tierra? �� que huyas tres meses delante de tus enemigos, y que ellos te persigan? �o que tres d�as haya pestilencia en tu tierra? Piensa ahora, y mira qu� responder� al que me ha enviado. Entonces David dijo � Gad: En grande angustia estoy: ruego que caiga en la mano de Jehov�, porque sus miseraciones son muchas, y que no caiga yo en manos de hombres. Y envi� Jehov� pestilencia � Israel desde la ma�ana hasta el tiempo se�alado: y murieron del pueblo, desde Dan hasta Beer-seba, setenta mil hombres. Y como el �ngel extendi� su mano sobre Jerusalem para destruirla, Jehov� se arrepinti� de aquel mal, y dijo al �ngel que destru�a el pueblo: Basta ahora; det�n tu mano. Entonces el �ngel de Jehov� estaba junto � la era de Arauna Jebuseo. Y David dijo � Jehov�, cuando vi� al �ngel que her�a al pueblo: Yo pequ�, yo hice la maldad: �qu� hicieron estas ovejas? Ru�gote que tu mano se torne contra m�, y contra la casa de mi padre. Y Gad vino � David aquel d�a, y d�jole: Sube, y haz un altar � Jehov� en la era de Arauna Jebuseo. Y subi� David, conforme al dicho de Gad, que Jehov� le hab�a mandado. Y mirando Arauna, vi� al rey y � sus siervos que pasaban � �l. Saliendo entonces Arauna, inclin�se delante del rey hacia tierra. Y Arauna dijo: �Por qu� viene mi se�or el rey � su siervo? Y David respondi�: Para comprar de ti la era, para edificar altar � Jehov�, � fin de que la mortandad cese del pueblo. Y Arauna dijo � David: Tome y sacrifique mi se�or el rey lo que bien le pareciere; he aqu� bueyes para el holocausto; y trillos y otros pertrechos de bueyes para le�a: Todo lo da como un rey Arauna al rey. Luego dijo Arauna al rey: Jehov� tu Dios te sea propicio. Y el rey dijo � Arauna: No, sino por precio te lo comprar�; porque no ofrecer� � Jehov� mi Dios holocaustos por nada. Entonces David compr� la era y los bueyes por cincuenta siclos de plata. Y edific� all� David un altar � Jehov�, y sacrific� holocaustos y pac�ficos; y Jehov� se aplac� con la tierra, y ces� la plaga de Israel.
1 ReyesLA BIBLIA Versión Reina-Valera de 1909 �NDICE [ 1 | 2 | 3 | 4 | 5 | 6 | 7 | 8 | 9 | 10 | 11 | 12 | 13 | 14 | 15 | 16 | 17 | 18 | 19 | 20 | 21 | 22]1 Reyes 1COMO el rey David era viejo, y entrado en d�as, cubr�anle de vestidos, mas no se calentaba. Dij�ronle por tanto sus siervos: Busquen � mi se�or el rey una moza virgen, para que est� delante del rey, y lo abrigue, y duerma � su lado, y calentar� � mi se�or el rey. Y buscaron una moza hermosa por todo el t�rmino de Israel, y hallaron � Abisag Sunamita, y traj�ronla al rey. Y la moza era hermosa, la cual calentaba al rey, y le serv�a: mas el rey nunca la conoci�. Entonces Adon�a hijo de Haggith se levant�, diciendo: Yo reinar�. E h�zose de carros y gente de � caballo, y cincuenta hombres que corriesen delante de �l. Y su padre nunca lo entristeci� en todos sus d�as con decirle: �Por qu� haces as�? Y tambi�n �ste era de hermoso parecer; y hab�alo engendrado despu�s de Absalom. Y ten�a tratos con Joab hijo de Sarvia, y con Abiathar sacerdote, los cuales ayudaban � Adon�a. Mas Sadoc sacerdote, y Bena�a hijo de Joiada, y Nath�n profeta, y Semei, y Reihi, y todos los grandes de David, no segu�an � Adon�a. Y matando Adon�a ovejas y vacas y animales engordados junto � la pe�a de Zoheleth, que est� cerca de la fuente de Rogel, convid� � todos sus hermanos los hijos del rey, y � todos los varones de Jud�, siervos del rey: Mas no convid� � Nath�n profeta, ni � Bena�a, ni � los grandes, ni � Salom�n su hermano. Y habl� Nath�n � Bath-sheba madre de Salom�n, diciendo: �No has o�do que reina Adon�a hijo de Haggith, sin saberlo David nuestro se�or? Ven pues ahora, y toma mi consejo, para que guardes tu vida, y la vida de tu hijo Salom�n. Ve, y entra al rey David, y dile: Rey se�or m�o, �no has t� jurado � tu sierva, diciendo: Salom�n tu hijo reinar� despu�s de m�, y �l se sentar� en mi trono? �por qu� pues reina Adon�a? Y estando t� a�n hablando con el rey, yo entrar� tras ti, y acabar� tus razones. Entonces Bath-sheba entr� al rey � la c�mara: y el rey era muy viejo; y Abisag Sunamita serv�a al rey. Y Bath-sheba se inclin�, � hizo reverencia al rey. Y el rey dijo: �Qu� tienes? Y ella le respondi�: Se�or m�o, t� juraste � tu sierva por Jehov� tu Dios, diciendo: Salom�n tu hijo reinar� despu�s de m�, y �l se sentar� en mi trono; Y he aqu� ahora Adon�a reina: y t�, mi se�or rey, ahora no lo supiste. Ha matado bueyes, y animales engordados, y muchas ovejas, y ha convidado � todos los hijos del rey, y � Abiathar sacerdote, y � Joab general del ej�rcito; mas � Salom�n tu siervo no ha convidado. Entre tanto, rey se�or m�o, los ojos de todo Israel est�n sobre ti, para que les declares qui�n se ha de sentar en el trono de mi se�or el rey despu�s de �l. De otra suerte acontecer�, cuando mi se�or el rey durmiere con sus padres, que yo y mi hijo Salom�n seremos tenidos por culpables. Y estando a�n hablando ella con el rey, he aqu� Nath�n profeta, que vino. Y dieron aviso al rey, diciendo: He aqu� Nath�n profeta: el cual como entr� al rey, postr�se delante del rey inclinando su rostro � tierra. Y dijo Nath�n: Rey se�or m�o, �has t� dicho: Adon�a reinar� despu�s de m�, y �l se sentar� en mi trono? Porque hoy ha descendido, y ha matado bueyes, y animales engordados, y muchas ovejas, y ha convidado � todos los hijos del rey, y � los capitanes del ej�rcito, y tambi�n � Abiathar sacerdote; y he aqu�, est�n comiendo y bebiendo delante de �l, y han dicho: �Viva el rey Adon�a! Mas ni � m� tu siervo, ni � Sadoc sacerdote, ni � Bena�a hijo de Joiada, ni � Salom�n tu siervo, ha convidado. �Es este negocio ordenado por mi se�or el rey, sin haber declarado � tu siervo qui�n se hab�a de sentar en el trono de mi se�or el rey despu�s de �l? Entonces el rey David respondi�, y dijo: Llamadme � Bath-sheba. Y ella entr� � la presencia del rey, y p�sose delante del rey. Y el rey jur�, diciendo: Vive Jehov�, que ha redimido mi alma de toda angustia, Que como yo te he jurado por Jehov� Dios de Israel, diciendo: Tu hijo Salom�n reinar� despu�s de m�, y �l se sentar� en mi trono en lugar m�o; que as� lo har� hoy. Entonces Bath-sheba se inclin� al rey, su rostro � tierra, y haciendo reverencia al rey, dijo: Viva mi se�or el rey David para siempre. Y el rey David dijo: Llamadme � Sadoc sacerdote, y � Nath�n profeta, y � Bena�a hijo de Joiada. Y ellos entraron � la presencia del rey. Y el rey les dijo: Tomad con vosotros los siervos de vuestro se�or, y haced subir � Salom�n mi hijo en mi mula, y llevadlo � Gih�n: Y all� lo ungir�n Sadoc sacerdote y Nath�n profeta por rey sobre Israel; y tocar�is trompeta, diciendo: �Viva el rey Salom�n! Despu�s ir�is vosotros detr�s de �l, y vendr� y se sentar� en mi trono, y �l reinar� por m�; porque � �l he ordenado para que sea pr�ncipe sobre Israel y sobre Jud�. Entonces Bena�a hijo de Joiada respondi� al rey, y dijo: Am�n. As� lo diga Jehov�, Dios de mi se�or el rey. De la manera que Jehov� ha sido con mi se�or el rey, as� sea con Salom�n; y �l haga mayor su trono que el trono de mi se�or el rey David. Y descendi� Sadoc sacerdote, y Nath�n profeta, y Bena�a hijo de Joiada, y los Ceretheos y los Peletheos, � hicieron subir � Salom�n en la mula del rey David, y llev�ronlo � Gih�n. Y tomando Sadoc sacerdote el cuerno del aceite del tabern�culo, ungi� � Salom�n: y tocaron trompeta, y dijo todo el pueblo: �Viva el rey Salom�n! Despu�s subi� todo el pueblo en pos de �l, y cantaba la gente con flautas, y hac�an grandes alegr�as, que parec�a que la tierra se hund�a con el clamor de ellos. Y oy�lo Adon�a, y todos los convidados que con �l estaban, cuando ya hab�an acabado de comer. Y oyendo Joab el sonido de la trompeta, dijo: �Por qu� se alborota la ciudad con estruendo? Estando a�n �l hablando, he aqu� Jonath�n hijo de Abiathar sacerdote vino, al cual dijo Adon�a: Entra, porque t� eres hombre de esfuerzo, y traer�s buenas nuevas. Y Jonath�n respondi�, y dijo � Adon�a: Ciertamente nuestro se�or el rey David ha hecho rey � Salom�n: Y el rey ha enviado con �l � Sadoc sacerdote y � Nath�n profeta, y � Bena�a hijo de Joiada, y tambi�n � los Ceretheos y � los Peletheos, los cuales le hicieron subir en la mula del rey; Y Sadoc sacerdote y Nath�n profeta lo han ungido en Gih�n por rey: y de all� han subido con alegr�as, y la ciudad est� llena de estruendo. Este es el alboroto que hab�is o�do. Y tambi�n Salom�n se ha sentado en el trono del reino. Y aun los siervos del rey han venido � bendecir � nuestro se�or el rey David, diciendo: Dios haga bueno el nombre de Salom�n m�s que tu nombre, y haga mayor su trono que el tuyo. Y el rey ador� en la cama. Y tambi�n el rey habl� as�: Bendito sea Jehov� Dios de Israel, que ha dado hoy quien se siente en mi trono, vi�ndolo mis ojos. Ellos entonces se estremecieron, y levant�ronse todos los convidados que estaban con Adon�a, y fu�se cada uno por su camino. Mas Adon�a, temiendo de la presencia de Salom�n, levant�se y fu�se, y cogi� los cornijales del altar. Y fu� hecho saber � Salom�n, diciendo: He aqu� que Adon�a tiene miedo del rey Salom�n: pues ha cogido los cornijales del altar, diciendo: J�reme hoy el rey Salom�n que no matar� � cuchillo � su siervo. Y Salom�n dijo: Si �l fuere virtuoso, ni uno de sus cabellos caer� en tierra: mas si se hallare mal en �l, morir�. Y envi� el rey Salom�n, y traj�ronlo del altar; y �l vino, � inclin�se al rey Salom�n. Y Salom�n le dijo: Vete � tu casa. 1 Reyes 2Y LLEGARONSE los d�as de David para morir, y mand� � Salom�n su hijo, diciendo: Yo voy el camino de toda la tierra: esfu�rzate, y s� var�n. Guarda la ordenanza de Jehov� tu Dios, andando en sus caminos, y observando sus estatutos y mandamientos, y sus derechos y sus testimonios, de la manera que est� escrito en la ley de Mois�s, para que seas dichoso en todo lo que hicieres, y en todo aquello � que te tornares; Para que confirme Jehov� la palabra que me habl�, diciendo: Si tus hijos guardaren su camino, andando delante de m� con verdad, de todo su coraz�n, y de toda su alma, jam�s, dice, faltar� � ti var�n del trono de Israel. Y ya sabes t� lo que me ha hecho Joab hijo de Sarvia, lo que hizo � dos generales del ej�rcito de Israel, � Abner hijo de Ner, y � Amasa hijo de Jether, los cuales �l mat�, derramando en paz la sangre de guerra, y poniendo la sangre de guerra en su talabarte que ten�a sobre sus lomos, y en sus zapatos que ten�a en sus pies. T� pues har�s conforme � tu sabidur�a; no dejar�s descender sus canas � la huesa en paz. Mas � los hijos de Barzillai Galaadita har�s misericordia, que sean de los convidados � tu mesa; porque ellos vinieron as� � m�, cuando iba huyendo de Absalom tu hermano. Tambi�n tienes contigo � Semei hijo de Gera, hijo de Benjam�n, de Bahurim, el cual me maldijo con una maldici�n fuerte el d�a que yo iba � Mahanaim. Mas �l mismo descendi� � recibirme al Jord�n, y yo le jur� por Jehov�, diciendo: Yo no te matar� � cuchillo. Empero ahora no lo absolver�s: que hombre sabio eres, y sabes c�mo te has de haber con �l: y har�s descender sus canas con sangre � la sepultura. Y David durmi� con sus padres, y fu� sepultado en la ciudad de David. Los d�as que rein� David sobre Israel fueron cuarenta a�os: siete a�os rein� en Hebr�n, y treinta y tres a�os rein� en Jerusalem. Y se sent� Salom�n en el trono de David su padre, y fu� su reino firme en gran manera. Entonces Adon�a hijo de Haggith vino � Bath-sheba madre de Salom�n; y ella dijo: �Es tu venida de paz? Y �l respondi�: S�, de paz. En seguida dijo: Una palabra tengo que decirte. Y ella dijo: Di. Y �l dijo: T� sabes que el reino era m�o, y que todo Israel hab�a puesto en m� su rostro, para que yo reinara: mas el reino fu� traspasado, y vino � mi hermano; porque por Jehov� era suyo. Y ahora yo te hago una petici�n: no me hagas volver mi rostro. Y ella le dijo: Habla. El entonces dijo: Yo te ruego que hables al rey Salom�n, (porque �l no te har� volver tu rostro,) para que me d� � Abisag Sunamita por mujer. Y Bath-sheba dijo: Bien; yo hablar� por ti al rey. Y vino Bath-sheba al rey Salom�n para hablarle por Adon�a. Y el rey se levant� � recibirla, � inclin�se � ella, y volvi� � sentarse en su trono, � hizo poner una silla � la madre del rey, la cual se sent� � su diestra. Y ella dijo: Una peque�a petici�n pretendo de ti; no me hagas volver mi rostro. Y el rey le dijo: Pide, madre m�a, que yo no te har� volver el rostro. Y ella dijo: D�se Abisag Sunamita por mujer � tu hermano Adon�a. Y el rey Salom�n respondi�, y dijo � su madre: �Por qu� pides � Abisag Sunamita para Adon�a? Demanda tambi�n para �l el reino, porque �l es mi hermano mayor; y tiene tambi�n � Abiathar sacerdote, y � Joab hijo de Sarvia. Y el rey Salom�n jur� por Jehov�, diciendo: As� me haga Dios y as� me a�ada, que contra su vida ha hablado Adon�a esta palabra. Ahora pues, vive Jehov�, que me ha confirmado y me ha puesto sobre el trono de David mi padre, y que me ha hecho casa, como me hab�a dicho, que Adon�a morir� hoy. Entonces el rey Salom�n envi� por mano de Bena�a hijo de Joiada, el cual di� sobre �l, y muri�. Y � Abiathar sacerdote dijo el rey: Vete � Anathoth � tus heredades, que t� eres digno de muerte; mas no te matar� hoy, por cuanto has llevado el arca del Se�or Jehov� delante de David mi padre, y adem�s has sido trabajado en todas las cosas en que fu� trabajado mi padre. As� ech� Salom�n � Abiathar del sacerdocio de Jehov�, para que se cumpliese la palabra de Jehov� que hab�a dicho sobre la casa de Eli en Silo. Y vino la noticia hasta Joab: porque tambi�n Joab se hab�a adherido � Adon�a, si bien no se hab�a adherido � Absalom. Y huy� Joab al tabern�culo de Jehov�, y asi�se � los cornijales del altar. Y fu� hecho saber � Salom�n que Joab hab�a hu�do al tabern�culo de Jehov�, y que estaba junto al altar. Entonces envi� Salom�n � Bena�a hijo de Joiada, diciendo: Ve, y da sobre �l. Y entr� Bena�a al tabern�culo de Jehov�, y d�jole: El rey ha dicho que salgas. Y �l dijo: No, sino aqu� morir�. Y Bena�a volvi� con esta respuesta al rey, diciendo: As� habl� Joab, y as� me respondi�. Y el rey le dijo: Haz como �l ha dicho; m�tale y enti�rralo, y quita de m� y de la casa de mi padre la sangre que Joab ha derramado injustamente. Y Jehov� har� tornar su sangre sobre su cabeza: que �l ha muerto dos varones m�s justos y mejores que �l, � los cuales mat� � cuchillo sin que mi padre David supiese nada: � Abner hijo de Ner, general del ej�rcito de Israel, y � Amasa hijo de Jether, general de ej�rcito de Jud�. La sangre pues de ellos recaer� sobre la cabeza de Joab, y sobre la cabeza de su simiente para siempre: mas sobre David y sobre su simiente, y sobre su casa y sobre su trono, habr� perpetuamente paz de parte de Jehov�. Entonces Bena�a hijo de Joiada subi�, y di� sobre �l, y mat�lo; y fu� sepultado en su casa en el desierto. Y el rey puso en su lugar � Bena�a hijo de Joiada sobre el ej�rcito: y � Sadoc puso el rey por sacerdote en lugar de Abiathar. Despu�s envi� el rey, � hizo venir � Semei, y d�jole: Edif�cate una casa en Jerusalem, y mora ah�, y no salgas de all� � una parte ni � otra; Porque sabe de cierto que el d�a que salieres, y pasares el torrente de Cedr�n, sin duda morir�s, y tu sangre ser� sobre tu cabeza. Y Semei dijo al rey: La palabra es buena; como el rey mi se�or ha dicho, as� lo har� tu siervo. Y habit� Semei en Jerusalem muchos d�as. Pero pasados tres a�os, aconteci� que se le huyeron � Semei dos siervos � Ach�s, hijo de Maach�, rey de Gath. Y dieron aviso � Semei, diciendo: He aqu� que tus siervos est�n en Gath. Levant�se entonces Semei, y enalbard� su asno, y fu� � Gath, � Ach�s, � procurar sus siervos. Fu� pues Semei, y volvi� sus siervos de Gath. D�jose luego � Salom�n como Semei hab�a ido de Jerusalem hasta Gath, y que hab�a vuelto. Entonces el rey envi�, � hizo venir � Semei, y d�jole: �No te conjur� yo por Jehov�, y te protest�, diciendo: El d�a que salieres, y fueres ac� � acull�, sabe de cierto que has de morir? Y t� me dijiste: La palabra es buena, yo la obedezco. �Por qu� pues no guardaste el juramento de Jehov�, y el mandamiento que yo te impuse? Dijo adem�s el rey � Semei: T� sabes todo el mal, el cual tu coraz�n bien sabe, que cometiste contra mi padre David; Jehov� pues, ha tornado el mal sobre tu cabeza. Y el rey Salom�n ser� bendito, y el trono de David ser� firme perpetuamente delante de Jehov�. Entonces el rey mand� � Bena�a hijo de Joiada, el cual sali� � hiri�le; y muri�. Y el reino fu� confirmado en la mano de Salom�n. 1 Reyes 3Y SALOMON hizo parentesco con Fara�n rey de Egipto, porque tom� la hija de Fara�n, y tr�jola � la ciudad de David, entre tanto que acababa de edificar su casa, y la casa de Jehov�, y los muros de Jerusalem alrededor. Hasta entonces el pueblo sacrificaba en los altos; porque no hab�a casa edificada al nombre de Jehov� hasta aquellos tiempos. Mas Salom�n am� � Jehov�, andando en los estatutos de su padre David: solamente sacrificaba y quemaba perfumes en los altos. E iba el rey � Gaba�n, porque aqu�l era el alto principal, y sacrificaba all�, mil holocaustos sacrificaba Salom�n sobre aquel altar. Y apareci�se Jehov� � Salom�n en Gaba�n una noche en sue�os, y d�jo le Dios: Pide lo que quisieres que yo te d�. Y Salom�n dijo: T� hiciste gran misericordia � tu siervo David mi padre, seg�n que �l anduvo delante de ti en verdad, en justicia, y con rectitud de coraz�n para contigo: y t� le has guardado esta tu grande misericordia, que le diste hijo que se sentase en su trono, como sucede en este d�a. Ahora pues, Jehov� Dios m�o, t� has puesto � m� tu siervo por rey en lugar de David mi padre: y yo soy mozo peque�o, que no s� c�mo entrar ni salir. Y tu siervo est� en medio de tu pueblo al cual t� escogiste; un pueblo grande, que no se puede contar ni numerar por su multitud. Da pues � tu siervo coraz�n d�cil para juzgar � tu pueblo, para discernir entre lo bueno y lo malo: porque �qui�n podr� gobernar este tu pueblo tan grande? Y agrad� delante de Adonai que Salom�n pidiese esto. Y d�jole Dios: Porque has demandado esto, y no pediste para ti muchos d�as, ni pediste para ti riquezas, ni pediste la vida de tus enemigos, mas demandaste para ti inteligencia para oir juicio; He aqu� lo he hecho conforme � tus palabras: he aqu� que te he dado coraz�n sabio y entendido, tanto que no haya habido antes de ti otro como t�, ni despu�s de ti se levantar� otro como t�. Y aun tambi�n te he dado las cosas que no pediste, riquezas y gloria: tal, que entre los reyes ninguno haya como t� en todos tus d�as. Y si anduvieres en mis caminos, guardando mis estatutos y mis mandamientos, como anduvo David tu padre, yo alargar� tus d�as. Y como Salom�n despert�, vi� que era sue�o: y vino � Jerusalem, y present�se delante del arca del pacto de Jehov�, y sacrific� holocaustos, � hizo pac�ficos; hizo tambi�n banquete � todos sus siervos. En aquella saz�n vinieron dos mujeres rameras al rey, y present�ronse delante de �l. Y dijo la una mujer: �Ah, se�or m�o! yo y esta mujer mor�bamos en una misma casa, y yo par� estando con ella en la casa. Y aconteci� al tercer d�a despu�s que yo par�, que �sta pari� tambi�n, y mor�bamos nosotras juntas; ninguno de fuera estaba en casa, sino nosotras dos en la casa. Y una noche el hijo de esta mujer muri�, porque ella se acost� sobre �l. Y levant�se � media noche, y tom� � mi hijo de junto � m�, estando yo tu sierva durmiendo, y p�solo � su lado, y p�some � mi lado su hijo muerto. Y como yo me levant� por la ma�ana para dar el pecho � mi hijo, he aqu� que estaba muerto: mas observ�le por la ma�ana, y vi que no era mi hijo, que yo hab�a parido. Entonces la otra mujer dijo: No; mi hijo es el que vive, y tu hijo es el muerto. Y la otra volvi� � decir: No; tu hijo es el muerto, y mi hijo es el que vive. As� hablaban delante del rey. El rey entonces dijo: Esta dice: Mi hijo es el que vive, y tu hijo es el muerto: y la otra dice: No, mas el tuyo es el muerto, y mi hijo es el que vive. Y dijo el rey: Traedme un cuchillo. Y trajeron al rey un cuchillo. En seguida el rey dijo: Partid por medio el ni�o vivo, y dad la mitad � la una, y la otra mitad � la otra. Entonces la mujer cuyo era el hijo vivo, habl� al rey (porque sus entra�as se le conmovieron por su hijo), y dijo: �Ah, se�or m�o! dad � �sta el ni�o vivo, y no lo mat�is. Mas la otra dijo: Ni � m� ni � ti; partidlo. Entonces el rey respondi�, y dijo: Dad � aqu�lla el hijo vivo, y no lo mat�is: ella es su madre. Y todo Israel oy� aquel juicio que hab�a dado el rey: y temieron al rey, porque vieron que hab�a en �l sabidur�a de Dios para juzgar. 1 Reyes 4FU� pues el rey Salom�n rey sobre todo Israel. Y estos fueron los pr�ncipes que tuvo: Azar�as hijo de Sadoc, sacerdote; Elioreph y Ah�a, hijos de Sisa, escribas; Josaphat hijo de Ahilud, canciller; Bena�a hijo de Joiada era sobre el ej�rcito; y Sadoc y Abiathar eran los sacerdotes; Azar�a hijo de Nath�n era sobre los gobernadores; Zabud hijo de Nath�n era principal oficial, amigo del rey; Y Ahisar era mayordomo; y Adoniram hijo de Abda era sobre el tributo. Y ten�a Salom�n doce gobernadores sobre todo Israel, los cuales manten�an al rey y � su casa. Cada uno de ellos estaba obligado � abastecer por un mes en el a�o. Y estos son los nombres de ellos: el hijo de Hur en el monte de Ephraim; El hijo de Decar, en Maccas, y en Saalbim, y en Beth-semes, y en El�n, y en Beth-hanan; El hijo de Hesed, en Aruboth; �ste ten�a tambi�n � Soch� y toda la tierra de Ephet. El hijo de Abinadab, en todos los t�rminos de Dor: �ste ten�a por mujer � Thaphat hija de Salom�n; Baana hijo de Ahilud, en Taanach y Megiddo, y en toda Beth-san, que es cerca de Zaret�n, por bajo de Jezreel, desde Beth-san hasta Abel-mehola, y hasta la otra parte de Jocmeam; El hijo de Geber, en Ramoth de Galaad; �ste ten�a tambi�n las ciudades de Jair hijo de Manas�s, las cuales estaban en Galaad; ten�a tambi�n la provincia de Argob, que era en Bas�n, sesenta grandes ciudades con muro y cerraduras de bronce; Ahinadab hijo de Iddo, en Mahanaim; Ahimaas en Nephtal�; �ste tom� tambi�n por mujer � Basemath hija de Salom�n. Baana hijo de Husai, en Aser y en Aloth; Josaphat hijo de Pharua, en Issach�r; Semei hijo de Ela, en Benjam�n; Geber hijo de Uri, en la tierra de Galaad, la tierra de Seh�n rey de los Amorrheos, y de Og rey de Bas�n; �ste era el �nico gobernador en aquella tierra. Jud� � Israel eran muchos, como la arena que est� junto � la mar en multitud, comiendo y bebiendo y alegr�ndose. Y Salom�n se�oreaba sobre todos los reinos, desde el r�o de la tierra de los Filisteos hasta el t�rmino de Egipto: y tra�an presentes, y sirvieron � Salom�n todos los d�as que vivi�. Y la despensa de Salom�n era cada d�a treinta coros de flor de harina, y sesenta coros de harina. Diez bueyes engordados, y veinte bueyes de pasto, y cien ovejas; sin los ciervos, cabras, b�falos, y aves engordadas. Porque �l se�oreaba en toda la regi�n que estaba de la otra parte del r�o, desde Tiphsa hasta Gaza, sobre todos los reyes de la otra parte del r�o; y tuvo paz por todos lados en derredor suyo. Y Jud� � Israel viv�an seguros, cada uno debajo de su parra y debajo de su higuera, desde Dan hasta Beer-seba, todos los d�as de Salom�n. Ten�a adem�s de esto Salom�n cuarenta mil caballos en sus caballerizas para sus carros, y doce mil jinetes. Y estos gobernadores manten�an al rey Salom�n, y � todos los que � la mesa del rey Salom�n ven�an, cada uno un mes; y hac�an que nada faltase. Hac�an tambi�n traer cebada y paja para los caballos y para las bestias de carga, al lugar donde �l estaba, cada uno conforme al cargo que ten�a. Y di� Dios � Salom�n sabidur�a, y prudencia muy grande, y anchura de coraz�n como la arena que est� � la orilla del mar. Que fu� mayor la sabidur�a de Salom�n que la de todos los orientales, y que toda la sabidur�a de los Egipcios. Y aun fu� m�s sabio que todos los hombres; m�s que Eth�n Ezrahita, y que Em�n y Calch�l y Darda, hijos de Mahol: y fu� nombrado entre todas las naciones de alrededor. Y propuso tres mil par�bolas; y sus versos fueron mil y cinco. Tambi�n disert� de los �rboles, desde el cedro del L�bano hasta el hisopo que nace en la pared. Asimismo disert� de los animales, de las aves, de los reptiles, y de los peces. Y ven�an de todos los pueblos � oir la sabidur�a de Salom�n, y de todos los reyes de la tierra, donde hab�a llegado la fama de su sabidur�a. 1 Reyes 5HIRAM rey de Tiro envi� tambi�n sus siervos � Salom�n, luego que oy� que lo hab�an ungido por rey en lugar de su padre: porque Hiram hab�a siempre amado � David. Entonces Salom�n envi� � decir � Hiram: T� sabes como mi padre David no pudo edificar casa al nombre de Jehov� su Dios, por las guerras que le cercaron, hasta que Jehov� puso sus enemigos bajo las plantas de sus pies. Ahora Jehov� mi Dios me ha dado reposo por todas partes; que ni hay adversarios, ni mal encuentro. Yo por tanto he determinado ahora edificar casa al nombre de Jehov� mi Dios, como Jehov� lo habl� � David mi padre, diciendo: Tu hijo, que yo pondr� en lugar tuyo en tu trono, �l edificar� casa � mi nombre. Manda pues ahora que me corten cedros del L�bano; y mis siervos estar�n con los tuyos, y yo te dar� por tus siervos el salario que t� dijeres: porque t� sabes bien que ninguno hay entre nosotros que sepa labrar la madera como los Sidonios. Y como Hiram oy� las palabras de Salom�n, holg�se en gran manera, y dijo: Bendito sea hoy Jehov�, que di� hijo sabio � David sobre este pueblo tan grande. Y envi� Hiram � decir � Salom�n: He o�do lo que me mandaste � decir: yo har� todo lo que te pluguiere acerca de la madera de cedro, y la madera de haya. Mis siervos la llevar�n desde el L�bano � la mar; y yo la pondr� en balsas por la mar hasta el lugar que t� me se�alares, y all� se desatar�, y t� la tomar�s: y t� har�s mi voluntad en dar de comer � mi familia. Di� pues Hiram � Salom�n madera de cedro y madera de haya todo lo que quiso. Y Salom�n daba � Hiram veinte mil coros de trigo para el sustento de su familia, y veinte coros de aceite limpio: esto daba Salom�n � Hiram cada un a�o. Di� pues Jehov� � Salom�n sabidur�a como le hab�a dicho: y hubo paz entre Hiram y Salom�n, � hicieron alianza entre ambos. Y el rey Salom�n impuso tributo � todo Israel, y el tributo fu� de treinta mil hombres: Los cuales enviaba al L�bano de diez mil en diez mil, cada mes por su turno, viniendo as� � estar un mes en el L�bano, y dos meses en sus casas: y Adoniram estaba sobre aquel tributo. Ten�a tambi�n Salom�n setenta mil que llevaban las cargas, y ochenta mil cortadores en el monte; Sin los principales oficiales de Salom�n que estaban sobre la obra, tres mil y trescientos, los cuales ten�an cargo del pueblo que hac�a la obra. Y mand� el rey que trajesen grandes piedras, piedras de precio, para los cimientos de la casa, y piedras labradas. Y los alba�iles de Salom�n y los de Hiram, y los aparejadores, cortaron y aparejaron la madera y la canter�a para labrar la casa. 1 Reyes 6Y FU� en el a�o cuatrocientos ochenta despu�s que los hijos de Israel salieron de Egipto, en el cuarto a�o del principio del reino de Salom�n sobre Israel, en el mes de Ziph, que es el mes segundo, que �l comenz� � edificar la casa de Jehov�. La casa que el rey Salom�n edific� � Jehov�, tuvo sesenta codos de largo y veinte de ancho, y treinta codos de alto. Y el p�rtico delante del templo de la casa, de veinte codos de largo, seg�n la anchura de la casa, y su ancho era de diez codos delante de la casa. E hizo � la casa ventanas anchas por de dentro, y estrechas por de fuera. Edific� tambi�n junto al muro de la casa aposentos alrededor, contra las paredes de la casa en derredor del templo y del or�culo: � hizo c�maras alrededor. El aposento de abajo era de cinco codos de ancho, y el de en medio de seis codos de ancho, y el tercero de siete codos de ancho: porque por de fuera hab�a hecho disminuciones � la casa en derredor, para no trabar las vigas de las paredes de la casa. Y la casa cuando se edific�, fabric�ronla de piedras que tra�an ya acabadas; de tal manera que cuando la edificaban, ni martillos ni hachas se oyeron en la casa, ni ning�n otro instrumento de hierro. La puerta del aposento de en medio estaba al lado derecho de la casa: y sub�ase por un caracol al de en medio, y del aposento de en medio al tercero. Labr� pues la casa, y acab�la; y cubri� la casa con artesonados de cedro. Y edific� asimismo el aposento en derredor de toda la casa, de altura de cinco codos, el cual se apoyaba en la casa con maderas de cedro. Y fu� palabra de Jehov� � Salom�n, diciendo: Esta casa que t� edificas, si anduvieres en mis estatutos, � hicieres mis derechos, y guardares todos mis mandamientos andando en ellos, yo tendr� firme contigo mi palabra que habl� � David tu padre; Y habitar� en medio de los hijos de Israel, y no dejar� � mi pueblo Israel. As� que, Salom�n labr� la casa, y acab�la. Y aparej� las paredes de la casa por de dentro con tablas de cedro, visti�ndola de madera por dentro, desde el solado de la casa hasta las paredes de la techumbre: cubri� tambi�n el pavimento con madera de haya. Asimismo hizo al cabo de la casa un edificio de veinte codos de tablas de cedro, desde el solado hasta lo m�s alto; y fabric�se en la casa un or�culo, que es el lugar sant�simo. Y la casa, � saber, el templo de dentro, ten�a cuarenta codos. Y la casa estaba cubierta de cedro por de dentro, y ten�a entalladuras de calabazas silvestres y de botones de flores. Todo era cedro; ninguna piedra se ve�a. Y adorn� el or�culo por de dentro en medio de la casa, para poner all� el arca del pacto de Jehov�. Y el or�culo estaba en la parte de adentro, el cual ten�a veinte codos de largo, y otros veinte de ancho, y otros veinte de altura; y visti�lo de oro pur�simo: asimismo cubri� el altar de cedro. De suerte que visti� Salom�n de oro puro la casa por de dentro, y cerr� la entrada del or�culo con cadenas de oro, y visti�lo de oro. Cubri� pues de oro toda la casa hasta el cabo; y asimismo visti� de oro todo el altar que estaba delante del or�culo. Hizo tambi�n en el or�culo dos querubines de madera de oliva, cada uno de altura de diez codos. La una ala del querub�n ten�a cinco codos, y la otra ala del querub�n otros cinco codos: as� que hab�a diez codos desde la punta de la una ala hasta la punta de la otra. Asimismo el otro querub�n ten�a diez codos; porque ambos querubines eran de un tama�o y de una hechura. La altura del uno era de diez codos, y asimismo el otro. Y puso estos querubines dentro de la casa de adentro: los cuales querubines extend�an sus alas, de modo que el ala del uno tocaba � la pared, y el ala del otro querub�n tocaba � la otra pared, y las otras dos alas se tocaban la una � la otra en la mitad de la casa. Y visti� de oro los querubines. Y esculpi� todas las paredes de la casa alrededor de diversas figuras, de querubines, de palmas, y de botones de flores, por de dentro y por de fuera. Y cubri� de oro el piso de la casa, de dentro y de fuera. Y � la entrada del or�culo hizo puertas de madera de oliva; y el umbral y los postes eran de cinco esquinas. Las dos puertas eran de madera de oliva; y entall� en ellas figuras de querubines y de palmas y de botones de flores, y cubri�las de oro: cubri� tambi�n de oro los querubines y las palmas. Igualmente hizo � la puerta del templo postes de madera de oliva cuadrados. Pero las dos puertas eran de madera de haya; y los dos lados de la una puerta eran redondos, y los otros dos lados de la otra puerta tambi�n redondos. Y entall� en ellas querubines y palmas y botones de flores, y cubri�las de oro ajustado � las entalladuras. Y edific� el atrio interior de tres �rdenes de piedras labradas, y de un orden de vigas de cedro. En el cuarto a�o, en el mes de Ziph, se echaron los cimientos de la casa de Jehov�: Y en el und�cimo a�o, en el mes de Bul, que es el mes octavo, fu� acabada la casa con todas sus pertenencias, y con todo lo necesario. Edific�la pues, en siete a�os. 1 Reyes 7DESPU�S edific� Salom�n su propia casa en trece a�os, y acab�la toda. Asimismo edific� la casa del bosque del L�bano, la cual ten�a cinco codos de longitud, y cincuenta codos de anchura, y treinta codos de altura, sobre cuatro �rdenes de columnas de cedro, con vigas de cedro sobre las columnas. Y estaba cubierta de tablas de cedro arriba sobre las vigas, que se apoyaban en cuarenta y cinco columnas: cada hilera ten�a quince columnas. Y hab�a tres �rdenes de ventanas, una ventana contra la otra en tres �rdenes. Y todas la puertas y postes eran cuadrados: y las unas ventanas estaban frente � las otras en tres �rdenes. Tambi�n hizo un p�rtico de columnas, que ten�a de largo cincuenta codos, y treinta codos de ancho; y aqueste p�rtico estaba delante de aquellas otras, con sus columnas y maderos correspondientes. Hizo asimismo el p�rtico del trono en que hab�a de juzgar, el p�rtico del juicio, y visti�lo de cedro de suelo � suelo. Y en la casa en que �l moraba, hab�a otro atrio dentro del p�rtico, de obra semejante � esta. Edific� tambi�n Salom�n una casa para la hija de Fara�n, que hab�a tomado por mujer, de la misma obra de aquel p�rtico. Todas aquellas obras fueron de piedras de precio, cortadas y aserradas con sierras seg�n las medidas, as� por de dentro como por de fuera, desde el cimiento hasta los remates, y asimismo por de fuera hasta el gran atrio. El cimiento era de piedras de precio, de piedras grandes, de piedras de diez codos, y de piedras de ocho codos. De all� arriba eran tambi�n piedras de precio, labradas conforme � sus medidas, y obra de cedro. Y en el gran atrio alrededor hab�a tres �rdenes de piedras labradas, y un orden de vigas de cedro: y as� el atrio interior de la casa de Jehov�, y el atrio de la casa. Y envi� el rey Salom�n, � hizo venir de Tiro � Hiram, Hijo de una viuda de la tribu de Nephtal�, y su padre hab�a sido de Tiro: trabajaba �l en bronce, lleno de sabidur�a y de inteligencia y saber en toda obra de metal. Este pues vino al rey Salom�n, � hizo toda su obra. Y vaci� dos columnas de bronce, la altura de cada cual era de diez y ocho codos: y rodeaba � una y � otra columna un hilo de doce codos. Hizo tambi�n dos capiteles de fundici�n de bronce, para que fuesen puestos sobre las cabezas de las columnas: la altura de un capitel era de cinco codos, y la del otro capitel de cinco codos. Hab�a trenzas � manera de red, y unas cintas � manera de cadenas, para los capiteles que se hab�an de poner sobre las cabezas de las columnas: siete para cada capitel. Y cuando hubo hecho las columnas, hizo tambi�n dos �rdenes de granadas alrededor en el un enredado, para cubrir los capiteles que estaban en las cabezas de las columnas con las granadas: y de la misma forma hizo en el otro capitel. Los capiteles que estaban sobre las columnas en el p�rtico, ten�an labor de flores por cuatro codos. Ten�an tambi�n los capiteles de sobre las dos columnas, doscientas granadas en dos �rdenes alrededor en cada capitel, encima del vientre del capitel, el cual vientre estaba delante del enredado. Estas columnas erigi� en el p�rtico del templo: y cuando hubo alzado la columna de la mano derecha, p�sole por nombre Jach�n: y alzando la columna de la mano izquierda, llam� su nombre Boaz. Y puso en las cabezas de las columnas labor en forma de azucenas; y as� se acab� la obra de las columnas. Hizo asimismo un mar de fundici�n, de diez codos del un lado al otro, perfectamente redondo: su altura era de cinco codos, y ce��alo alrededor un cord�n de treinta codos. Y cercaban aquel mar por debajo de su labio en derredor unas bolas como calabazas, diez en cada codo, que ce��an el mar alrededor en dos �rdenes, las cuales hab�an sido fundidas cuando �l fu� fundido. Y estaba asentado sobre doce bueyes: tres miraban al norte, y tres miraban al poniente, y tres miraban al mediod�a, y tres miraban al oriente; sobre �stos se apoyaba el mar, y las traseras de ellos estaban hacia la parte de adentro. El grueso del mar era de un palmo, y su labio era labrado como el labio de un c�liz, � de flor de lis: y cab�an en �l dos mil batos. Hizo tambi�n diez basas de bronce, siendo la longitud de cada basa de cuatro codos, y la anchura de cuatro codos, y de tres codos la altura. La obra de las basas era esta: ten�an unas cintas, las cuales estaban entre molduras: Y sobre aquellas cintas que estaban entre las molduras, figuras de leones, y de bueyes, y de querubines; y sobre las molduras de la basa, as� encima como debajo de los leones y de los bueyes, hab�a unas a�adiduras de bajo relieve. Cada basa ten�a cuatro ruedas de bronce con mesas de bronce; y en sus cuatro esquinas hab�a unos hombrillos, los cuales nac�an de fundici�n � cada un lado de aquellas a�adiduras, para estar debajo de la fuente. Y la boca del pie de la fuente entraba un codo en el remate que sal�a para arriba de la basa; y era su boca redonda, de la hechura del mismo remate, y �ste de codo y medio. Hab�a tambi�n sobre la boca entalladuras con sus cintas, las cuales eran cuadradas, no redondas. Las cuatro ruedas estaban debajo de las cintas, y los ejes de las ruedas nac�an en la misma basa. La altura de cada rueda era de un codo y medio. Y la hechura de las ruedas era como la hechura de las ruedas de un carro: sus ejes, sus rayos, y sus cubos, y sus cinchos, todo era de fundici�n. Asimismo los cuatro hombrillos � las cuatro esquinas de cada basa: y los hombrillos eran de la misma basa. Y en lo alto de la basa hab�a medio codo de altura redondo por todas partes: y encima de la basa sus molduras y cintas, las cuales eran de ella misma. E hizo en las tablas de las molduras, y en las cintas, entalladuras de querubines, y de leones, y de palmas, con proporci�n en el espacio de cada una, y alrededor otros adornos. De esta forma hizo diez basas fundidas de una misma manera, de una misma medida, y de una misma entalladura. Hizo tambi�n diez fuentes de bronce: cada fuente conten�a cuarenta batos, y cada una era de cuatro codos; y asent� una fuente sobre cada una de las diez basas. Y puso las cinco basas � la mano derecha de la casa, y las otras cinco � la mano izquierda: y asent� el mar al lado derecho de la casa, al oriente, hacia el mediod�a. Asimismo hizo Hiram fuentes, y tenazas, y cuencos. As� acab� toda la obra que hizo � Salom�n para la casa de Jehov�: Es � saber, dos columnas, y los vasos redondos de los capiteles que estaban en lo alto de las dos columnas; y dos redes que cubr�an los dos vasos redondos de los capiteles que estaban sobre la cabeza de las columnas; Y cuatrocientas granadas para las dos redes, dos �rdenes de granadas en cada red, para cubrir los dos vasos redondos que estaban sobre las cabezas de las columnas; Y las diez basas, y las diez fuentes sobre las basas; Y un mar, y doce bueyes debajo del mar; Y calderos, y paletas, y cuencos; y todos los vasos que Hiram hizo al rey Salom�n, para la casa de Jehov� de metal acicalado. Todo lo hizo fundir el rey en la llanura del Jord�n, en tierra arcillosa, entre Succoth y Sarth�n. Y dej� Salom�n sin inquirir el peso del metal de todos los vasos, por la grande multitud de ellos. Entonces hizo Salom�n todos los vasos que pertenec�an � la casa de Jehov�: un altar de oro, y una mesa sobre la cual estaban los panes de la proposici�n, tambi�n de oro; Y cinco candeleros de oro pur�simo � la mano derecha, y otros cinco � la izquierda, delante del or�culo; con las flores, y las l�mparas, y despabiladeras de oro; Asimismo los c�ntaros, vasos, tazas, cucharillas, � incensarios, de oro pur�simo; tambi�n de oro los quiciales de las puertas de la casa de adentro, del lugar sant�simo, y los de las puertas del templo. As� se acab� toda la obra que dispuso hacer el rey Salom�n para la casa de Jehov�. Y meti� Salom�n lo que David su padre hab�a dedicado, es � saber, plata, y oro, y vasos, y p�solo todo en guarda en las tesorer�as de la casa de Jehov�. 1 Reyes 8ENTONCES junt� Salom�n los ancianos de Israel, y � todas las cabezas de las tribus, y � los pr�ncipes de las familias de los hijos de Israel, al rey Salom�n en Jerusalem para traer el arca del pacto de Jehov� de la ciudad de David, que es Si�n. Y se juntaron al rey Salom�n todos los varones de Israel en el mes de Ethanim, que es el mes s�ptimo, en el d�a solemne. Y vinieron todos los ancianos de Israel, y los sacerdotes tomaron el arca. Y llevaron el arca de Jehov�, y el tabern�culo del testimonio, y todos los vasos sagrados que estaban en el tabern�culo; los cuales llevaban los sacerdotes y Levitas. Y el rey Salom�n, y toda la congregaci�n de Israel que � �l se hab�a juntado, estaban con �l delante del arca, sacrificando ovejas y bueyes, que por la multitud no se pod�an contar ni numerar. Y los sacerdotes metieron el arca del pacto de Jehov� en su lugar, en el or�culo de la casa, en el lugar sant�simo, debajo de las alas de los querubines. Porque los querubines ten�an extendidas las alas sobre el lugar del arca, y as� cubr�an los querubines el arca y sus varas por encima. E hicieron salir las varas; que las cabezas de las varas se dejaban ver desde el santuario delante del or�culo, mas no se ve�an desde afuera: y as� se quedaron hasta hoy. En el arca ninguna cosa hab�a m�s de las dos tablas de piedra que hab�a all� puesto Mois�s en Horeb, donde Jehov� hizo la alianza con los hijos de Israel, cuando salieron de la tierra de Egipto. Y como los sacerdotes salieron del santuario, la nube hinchi� la casa de Jehov�. Y los sacerdotes no pudieron estar para ministrar por causa de la nube; porque la gloria de Jehov� hab�a henchido la casa de Jehov�. Entonces dijo Salom�n: Jehov� ha dicho que �l habitar�a en la oscuridad. Yo he edificado casa por morada para ti, asiento en que t� habites para siempre. Y volviendo el rey su rostro, bendijo � toda la congregaci�n de Israel; y toda la congregaci�n de Israel estaba en pie. Y dijo: Bendito sea Jehov� Dios de Israel, que habl� de su boca � David mi padre, y con su mano lo ha cumplido, diciendo: Desde el d�a que saqu� mi pueblo Israel de Egipto, no he escogido ciudad de todas las tribus de Israel para edificar casa en la cual estuviese mi nombre, aunque escog� � David para que presidiese en mi pueblo Israel. Y David mi padre tuvo en el coraz�n edificar casa al nombre de Jehov� Dios de Israel. Mas Jehov� dijo � David mi padre: Cuanto � haber t� tenido en el coraz�n edificar casa � mi nombre, bien has hecho en tener tal voluntad; Empero t� no edificar�s la casa, sino tu hijo que saldr� de tus lomos, �l edificar� casa � mi nombre. Y Jehov� ha verificado su palabra que hab�a dicho; que me he levantado yo en lugar de David mi padre, y heme sentado en el trono de Israel, como Jehov� hab�a dicho, y he edificado la casa al nombre de Jehov� Dios de Israel. Y he puesto en ella lugar para el arca, en la cual est� el pacto de Jehov�, que �l hizo con nuestros padres cuando los sac� de la tierra de Egipto. P�sose luego Salom�n delante del altar de Jehov�, en presencia de toda la congregaci�n de Israel, y extendiendo sus manos al cielo, Dijo: Jehov� Dios de Israel, no hay Dios como t�, ni arriba en los cielos ni abajo en la tierra, que guardas el pacto y la misericordia � tus siervos, los que andan delante de ti de todo su coraz�n; Que has guardado � tu siervo David mi padre lo que le dijiste: dij�stelo con tu boca, y con tu mano lo has cumplido, como aparece este d�a. Ahora pues, Jehov� Dios de Israel, cumple � tu siervo David mi padre lo que le prometiste, diciendo: No faltar� var�n de ti delante de m�, que se siente en el trono de Israel, con tal que tus hijos guarden su camino, que anden delante de m� como t� has delante de m� andado. Ahora pues, oh Dios de Israel, verif�quese tu palabra que dijiste � tu siervo David mi padre. Empero �es verdad que Dios haya de morar sobre la tierra? He aqu� que los cielos, los cielos de los cielos, no te pueden contener: �cu�nto menos esta casa que yo he edificado? Con todo, t� atender�s � la oraci�n de tu siervo, y � su plegaria, oh Jehov� Dios m�o, oyendo propicio el clamor y oraci�n que tu siervo hace hoy delante de ti: Que est�n tus ojos abiertos de noche y de d�a sobre esta casa, sobre este lugar del cual has dicho: Mi nombre estar� all�; y que oigas la oraci�n que tu siervo har� en este lugar. Oye pues la oraci�n de tu siervo, y de tu pueblo Israel; cuando oraren en este lugar, tambi�n t� lo oir�s en el lugar de tu habitaci�n, desde los cielos: que oigas y perdones. Cuando alguno hubiere pecado contra su pr�jimo, y le tomaren juramento haci�ndole jurar, y viniere el juramento delante de tu altar en esta casa; T� oir�s desde el cielo, y obrar�s, y juzgar�s � tus siervos, condenando al imp�o, tornando su proceder sobre su cabeza, y justificando al justo para darle conforme � su justicia. Cuando tu pueblo Israel hubiere ca�do delante de sus enemigos, por haber pecado contra ti, y � ti se volvieren, y confesaren tu nombre, y oraren, y te rogaren y suplicaren en esta casa; Oyelos t� en los cielos, y perdona el pecado de tu pueblo Israel, y vu�lvelos � la tierra que diste � sus padres. Cuando el cielo se cerrare, y no lloviere, por haber ellos pecado contra ti, y te rogaren en este lugar, y confesaren tu nombre, y se volvieren del pecado, cuando los hubieres afligido; T� oir�s en los cielos, y perdonar�s el pecado de tus siervos y de tu pueblo Israel, ense��ndoles el buen camino en que anden; y dar�s lluvias sobre tu tierra, la cual diste � tu pueblo por heredad. Cuando en la tierra hubiere hambre, � pestilencia, � tizoncillo, � niebla, � langosta, � pulg�n: si sus enemigos los tuvieren cercados en la tierra de su domicilio; cualquiera plaga � enfermedad que sea; Toda oraci�n y toda s�plica que hiciere cualquier hombre, � todo tu pueblo Israel, cuando cualquiera sintiere la plaga de su coraz�n, y extendiere sus manos � esta casa; T� oir�s en los cielos, en la habitaci�n de tu morada, y perdonar�s, y obrar�s, y dar�s � cada uno conforme � sus caminos, cuyo coraz�n t� conoces; (porque s�lo t� conoces el coraz�n de todos los hijos de los hombres;) Para que te teman todos los d�as que vivieren sobre la haz de la tierra que t� diste � nuestros padres. Asimismo el extranjero, que no es de tu pueblo Israel, que hubiere venido de lejanas tierras � causa de tu nombre, (Porque oir�n de tu grande nombre, y de tu mano fuerte, y de tu brazo extendido,) y viniere � orar � esta casa; T� oir�s en los cielos, en la habitaci�n de tu morada, y har�s conforme � todo aquello por lo cual el extranjero hubiere � ti clamado: para que todos los pueblos de la tierra conozcan tu nombre, y te teman, como tu pueblo Israel, y entiendan que tu nombre es invocado sobre esta casa que yo edifiqu�. Si tu pueblo saliere en batalla contra sus enemigos por el camino que t� los enviares, y oraren � Jehov� hacia la ciudad que t� elegiste, y hacia la casa que yo edifiqu� � tu nombre, T� oir�s en los cielos su oraci�n y su s�plica, y les har�s derecho. Si hubieren pecado contra ti, (porque no hay hombre que no peque) y t� estuvieres airado contra ellos, y los entregares delante del enemigo, para que los cautiven y lleven � tierra enemiga, sea lejos � cerca, Y ellos volvieren en s� en la tierra donde fueren cautivos; si se convirtieren, y oraren � ti en la tierra de los que los cautivaron, y dijeren: Pecamos, hemos hecho lo malo, hemos cometido impiedad; Y si se convirtieren � ti de todo su coraz�n y de toda su alma, en la tierra de sus enemigos que los hubieren llevado cautivos, y oraren � ti hacia su tierra, que t� diste � sus padres, hacia la ciudad que t� elegiste y la casa que yo he edificado � tu nombre; T� oir�s en los cielos, en la habitaci�n de tu morada, su oraci�n y su s�plica, y les har�s derecho; Y perdonar�s � tu pueblo que hab�a pecado contra ti, y todas sus infracciones con que se habr�n contra ti rebelado; y har�s que hayan de ellos misericordia los que los hubieren llevado cautivos: Porque ellos son tu pueblo y tu heredad, que t� sacaste de Egipto, de en medio del horno de hierro. Que tus ojos est�n abiertos � la oraci�n de tu siervo, y � la plegaria de tu pueblo Israel, para oirlos en todo aquello por lo que te invocaren: Pues que t� los apartaste para ti por tu heredad de todos los pueblos de la tierra, como lo dijiste por mano de Mois�s tu siervo, cuando sacaste � nuestros padres de Egipto, oh Se�or Jehov�. Y fu�, que como acab� Salom�n de hacer � Jehov� toda esta oraci�n y s�plica, levant�se de estar de rodillas delante del altar de Jehov� con sus manos extendidas al cielo; Y puesto en pie, bendijo � toda la congregaci�n de Israel, diciendo en voz alta: Bendito sea Jehov�, que ha dado reposo � su pueblo Israel, conforme � todo lo que �l hab�a dicho; ninguna palabra de todas sus promesas que expres� por Mois�s su siervo, ha faltado. Sea con nosotros Jehov� nuestro Dios, como fu� con nuestros padres; y no nos desampare, ni nos deje; Incline nuestro coraz�n hacia s�, para que andemos en todos sus caminos, y guardemos sus mandamientos y sus estatutos y sus derechos, los cuales mand� � nuestros padres. Y que estas mis palabras con que he orado delante de Jehov� est�n cerca de Jehov� nuestro Dios de d�a y de noche, para que �l proteja la causa de su siervo, y de su pueblo Israel, cada cosa en su tiempo; A fin de que todos los pueblos de la tierra sepan que Jehov� es Dios, y que no hay otro. Sea pues perfecto vuestro coraz�n para con Jehov� nuestro Dios, andando en sus estatutos, y guardando sus mandamientos, como el d�a de hoy. Entonces el rey, y todo Israel con �l, sacrificaron v�ctimas delante de Jehov�. Y sacrific� Salom�n por sacrificios pac�ficos, los cuales ofreci� � Jehov� veinte y dos mil bueyes, y ciento veinte mil ovejas. As� dedicaron el rey y todos los hijos de Israel la casa de Jehov�. Aquel mismo d�a santific� el rey el medio del atrio que estaba delante de la casa de Jehov�: porque ofreci� all� los holocaustos, y los presentes, y los sebos de los pac�ficos; por cuanto el altar de bronce que estaba delante de Jehov� era peque�o, y no cupieran en �l los holocaustos, y los presentes, y los sebos de los pac�ficos. En aquel tiempo Salom�n hizo fiesta, y con �l todo Israel, una grande congregaci�n, desde como entran en Hamath hasta el r�o de Egipto, delante de Jehov� nuestro Dios, por siete d�as y otros siete d�as, esto es, por catorce d�as. Y el octavo d�a despidi� al pueblo: y ellos bendiciendo al rey, se fueron � sus estancias alegres y gozosos de coraz�n por todos los beneficios que Jehov� hab�a hecho � David su siervo, y � su pueblo Israel. 1 Reyes 9Y COMO Salom�n hubo acabado la obra de la casa de Jehov�, y la casa real, y todo lo que Salom�n quiso hacer, Jehov� apareci� � Salom�n la segunda vez, como le hab�a aparecido en Gaba�n. Y d�jole Jehov�: Yo he o�do tu oraci�n y tu ruego, que has hecho en mi presencia. Yo he santificado esta casa que t� has edificado, para poner mi nombre en ella para siempre; y en ella estar�n mis ojos y mi coraz�n todos los d�as. Y si t� anduvieres delante de m�, como anduvo David tu padre, en integridad de coraz�n y en equidad, haciendo todas las cosas que yo te he mandado, y guardando mis estatutos y mis derechos, Yo afirmar� el trono de tu reino sobre Israel para siempre, como habl� � David tu padre, diciendo: No faltar� de ti var�n en el trono de Israel. Mas si obstinadamente os apartareis de m� vosotros y vuestros hijos, y no guardareis mis mandamientos y mis estatutos que yo he puesto delante de vosotros, sino que fuereis y sirviereis � dioses ajenos, y los adorareis; Yo cortar� � Israel de sobre la haz de la tierra que les he entregado; y esta casa que he santificado � mi nombre, yo la echar� de delante de m�, � Israel ser� por proverbio y f�bula � todos los pueblos; Y esta casa que estaba en estima, cualquiera que pasare por ella se pasmar�, y silbar�, y dir�: �Por qu� ha hecho as� Jehov� � esta tierra, y � esta casa? Y dir�n: Por cuanto dejaron � Jehov� su Dios, que hab�a sacado � sus padres de tierra de Egipto, y echaron mano � dioses ajenos, y los adoraron, y los sirvieron: por eso ha tra�do Jehov� sobre ellos todo aqueste mal. Y aconteci� al cabo de veinte a�os, en que Salom�n hab�a edificado las dos casas, la casa de Jehov� y la casa real, (Para las cuales Hiram rey de Tiro, hab�a tra�do � Salom�n madera de cedro y de haya, y cuanto oro �l quiso), que el rey Salom�n di� � Hiram veinte ciudades en tierra de Galilea. Y sali� Hiram de Tiro para ver las ciudades que Salom�n le hab�a dado, y no le contentaron. Y dijo: �Qu� ciudades son estas que me has dado, hermano? Y p�soles por nombre, la tierra de Cabul, hasta hoy. Y hab�a Hiram enviado al rey ciento y veinte talentos de oro. Y esta es la raz�n del tributo que el rey Salom�n impuso para edificar la casa de Jehov�, y su casa, y � Millo, y el muro de Jerusalem, y � Hasor, y Megiddo, y Gezer. Fara�n el rey de Egipto hab�a subido y tomado � Gezer, y quem�dola, y hab�a muerto los Cananeos que habitaban la ciudad, y d�dola en don � su hija la mujer de Salom�n. Restaur� pues Salom�n � Gezer, y � la baja Beth-oron, Y � Baalath, y � Tadmor en tierra del desierto; Asimismo todas las ciudades donde Salom�n ten�a municiones, y las ciudades de los carros, y las ciudades de la gente de � caballo, y todo lo que Salom�n dese� edificar en Jerusalem, en el L�bano, y en toda la tierra de su se�or�o. A todos los pueblos que quedaron de los Amorrheos, Hetheos, Pherezeos, Heveos, Jebuseos, que no fueron de los hijos de Israel; A sus hijos que quedaron en la tierra despu�s de ellos, que los hijos de Israel no pudieron acabar, hizo Salom�n que sirviesen con tributo hasta hoy. Mas � ninguno de los hijos de Israel impuso Salom�n servicio, sino que eran hombres de guerra, � sus criados, � sus pr�ncipes, � sus capitanes, � comandantes de sus carros, � su gente de � caballo. Y los que Salom�n hab�a hecho jefes y prep�sitos sobre las obras, eran quinientos y cincuenta, los cuales estaban sobre el pueblo que trabajaba en aquella obra. Y subi� la hija de Fara�n de la ciudad de David � su casa que Salom�n le hab�a edificado: entonces edific� �l � Millo. Y ofrec�a Salom�n tres veces cada un a�o holocaustos y pac�ficos sobre el altar que �l edific� � Jehov�, y quemaba perfumes sobre el que estaba delante de Jehov�, despu�s que la casa fu� acabada. Hizo tambi�n el rey Salom�n nav�os en Ezi�n-geber, que es junto � Elath en la ribera del mar Bermejo, en la tierra de Edom. Y envi� Hiram en ellos � sus siervos, marineros y diestros en la mar, con los siervos de Salom�n: Los cuales fueron � Ophir, y tomaron de all� oro, cuatrocientos y veinte talentos, y traj�ronlo al rey Salom�n. 1 Reyes 10Y OYENDO la reina de Seba la fama de Salom�n en el nombre de Jehov�, vino � probarle con preguntas. Y vino � Jerusalem con muy grande comitiva, con camellos cargados de especias, y oro en grande abundancia, y piedras preciosas: y como vino � Salom�n, prop�sole todo lo que en su coraz�n ten�a. Y Salom�n le declar� todas sus palabras: ninguna cosa se le escondi� al rey, que no le declarase. Y cuando la reina de Seba vi� toda la sabidur�a de Salom�n, y la casa que hab�a edificado, Asimismo la comida de su mesa, el asiento de sus siervos, el estado y vestidos de los que le serv�an, sus maestresalas, y sus holocaustos que sacrificaba en la casa de Jehov�, qued�se enajenada. Y dijo al rey: Verdad es lo que o� en mi tierra de tus cosas y de tu sabidur�a; Mas yo no lo cre�a, hasta que he venido, y mis ojos han visto, que ni aun la mitad fu� lo que se me dijo: es mayor tu sabidur�a y bien que la fama que yo hab�a o�do. Bienaventurados tus varones, dichosos estos tus siervos, que est�n continuamente delante de ti, y oyen tu sabidur�a. Jehov� tu Dios sea bendito, que se agrad� de ti para ponerte en el trono de Israel; porque Jehov� ha amado siempre � Israel, y te ha puesto por rey, para que hagas derecho y justicia. Y di� ella al rey ciento y veinte talentos de oro, y muy mucha especier�a, y piedras preciosas: nunca vino tan grande copia de especias, como la reina de Seba di� al rey Salom�n. La flota de Hiram que hab�a tra�do el oro de Ophir, tra�a tambi�n de Ophir muy mucha madera de brasil, y piedras preciosas. Y de la madera de brasil hizo el rey balaustres para la casa de Jehov�, y para las casas reales, arpas tambi�n y salterios para los cantores: nunca vino tanta madera de brasil, ni se ha visto hasta hoy. Y el rey Salom�n di� � la reina de Seba todo lo que quiso, y todo lo que pidi�, adem�s de lo que Salom�n le di� como de mano del rey Salom�n. Y ella se volvi�, y se fu� � su tierra con sus criados. El peso del oro que Salom�n ten�a de renta cada un a�o, era seiscientos sesenta y seis talentos de oro; Sin lo de los mercaderes, y de la contrataci�n de especias, y de todos los reyes de Arabia, y de los principales de la tierra. Hizo tambi�n el rey Salom�n doscientos paveses de oro extendido: seiscientos siclos de oro gast� en cada pav�s. Asimismo trescientos escudos de oro extendido, en cada uno de los cuales gast� tres libras de oro: y p�solos el rey en la casa del bosque del L�bano. Hizo tambi�n el rey un gran trono de marfil, el cual cubri� de oro pur�simo. Seis gradas ten�a el trono, y lo alto de �l era redondo por el respaldo: y de la una parte y de la otra ten�a apoyos cerca del asiento, junto � los cuales estaban colocados dos leones. Estaban tambi�n doce leones puestos all� sobre las seis gradas, de la una parte y de la otra: en ning�n otro reino se hab�a hecho trono semejante. Y todos los vasos de beber del rey Salom�n eran de oro, y asimismo toda la vajilla de la casa del bosque del L�bano era de oro fino: no hab�a plata; en tiempo de Salom�n no era de estima. Porque el rey ten�a la flota que sal�a � la mar, � Tharsis, con la flota de Hiram: una vez en cada tres a�os ven�a la flota de Tharsis, y tra�a oro, plata, marfil, simios y pavos. As� exced�a el rey Salom�n � todos los reyes de la tierra en riquezas y en sabidur�a. Toda la tierra procuraba ver la cara de Salom�n, para oir su sabidur�a, la cual Dios hab�a puesto en su coraz�n. Y todos le llevaban cada a�o sus presentes: vasos de oro, vasos de plata, vestidos, armas, aromas, caballos y ac�milas. Y junt� Salom�n carros y gente de � caballo; y ten�a mil cuatrocientos carros, y doce mil jinetes, los cuales puso en las ciudades de los carros, y con el rey en Jerusalem. Y puso el rey en Jerusalem plata como piedras, y cedros como los cabrahigos que est�n por los campos en abundancia. Y sacaban caballos y lienzos � Salom�n de Egipto: porque la compa��a de los mercaderes del rey compraban caballos y lienzos. Y ven�a y sal�a de Egipto, el carro por seiscientas piezas de plata, y el caballo por ciento y cincuenta; y as� los sacaban por mano de ellos, todos los reyes de los Hetheos, y de Siria. 1 Reyes 11EMPERO el rey Salom�n am�, � m�s de la hija de Fara�n, muchas mujeres extranjeras: � las de Moab, � las de Amm�n, � las de Idumea, � las de Sid�n, y � las Hetheas; Gentes de las cuales Jehov� hab�a dicho � los hijos de Israel: No entrar�is � ellas, ni ellas entrar�n � vosotros; porque ciertamente har�n inclinar vuestros corazones tras sus dioses. A �stas pues se junt� Salom�n con amor. Y tuvo setecientas mujeres reinas, y trescientas concubinas; y sus mujeres torcieron su coraz�n. Y ya que Salom�n era viejo, sus mujeres inclinaron su coraz�n tras dioses ajenos; y su coraz�n no era perfecto con Jehov� su Dios, como el coraz�n de su padre David. Porque Salom�n sigui� � Astaroth, diosa de los Sidonios, y � Milcom, abominaci�n de los Ammonitas. E hizo Salom�n lo malo en los ojos de Jehov�, y no fu� cumplidamente tras Jehov� como David su padre. Entonces edific� Salom�n un alto � Ch�mos, abominaci�n de Moab, en el monte que est� enfrente de Jerusalem; y � Moloch, abominaci�n de los hijos de Amm�n. Y as� hizo para todas sus mujeres extranjeras, las cuales quemaban perfumes, y sacrificaban � sus dioses. Y enoj�se Jehov� contra Salom�n, por cuanto estaba su coraz�n desviado de Jehov� Dios de Israel, que le hab�a aparecido dos veces, Y le hab�a mandado acerca de esto, que no siguiese dioses ajenos: mas �l no guard� lo que le mand� Jehov�. Y dijo Jehov� � Salom�n: Por cuanto ha habido esto en ti, y no has guardado mi pacto y mis estatutos que yo te mand�, romper� el reino de ti, y lo entregar� � tu siervo. Empero no lo har� en tus d�as, por amor de David tu padre: romper�lo de la mano de tu hijo. Sin embargo no romper� todo el reino, sino que dar� una tribu � tu hijo, por amor de David mi siervo, y por amor de Jerusalem que yo he elegido. Y Jehov� suscit� un adversario � Salom�n, � Adad, Idumeo, de la sangre real, el cual estaba en Edom. Porque cuando David estaba en Edom, y subi� Joab el general del ej�rcito � enterrar los muertos, y mat� � todos los varones de Edom, (Porque seis meses habit� all� Joab, y todo Israel, hasta que hubo acabado � todo el sexo masculino en Edom;) Entonces huy� Adad, y con �l algunos varones Idumeos de los siervos de su padre, y fu�se � Egipto; era entonces Adad muchacho peque�o. Y levant�ronse de Madi�n, y vinieron � Par�n; y tomando consigo hombres de Par�n, vini�ronse � Egipto, � Fara�n rey de Egipto, el cual le di� casa, y le se�al� alimentos, y aun le di� tierra. Y hall� Adad grande gracia delante de Fara�n, el cual le di� por mujer � la hermana de su esposa, � la hermana de la reina Thaphnes. Y la hermana de Thaphnes le pari� � su hijo Genubath, al cual destet� Thaphnes dentro de la casa de Fara�n; y estaba Genubath en casa de Fara�n entre los hijos de Fara�n. Y oyendo Adad en Egipto que David hab�a dormido con sus padres, y que era muerto Joab general del ej�rcito, Adad dijo � Fara�n: D�jame ir � mi tierra. Y respondi�le Fara�n: �Por qu�? �qu� te falta conmigo, que procuras irte � tu tierra? Y �l respondi�: Nada; con todo, ru�gote que me dejes ir. Despert�le tambi�n Dios por adversario � Rez�n, hijo de Eliada, el cual hab�a hu�do de su amo Adad-ezer, rey de Soba. Y hab�a juntado gente contra �l, y hab�ase hecho capit�n de una compa��a, cuando David deshizo � los de Soba. Despu�s se fueron � Damasco, y habitaron all� � hici�ronle rey en Damasco. Y fu� adversario � Israel todos los d�as de Salom�n; y fu� otro mal con el de Adad, porque aborreci� � Israel, y rein� sobre la Siria. Asimismo Jeroboam hijo de Nabat, Ephrateo de Sereda, siervo de Salom�n, (su madre se llamaba Serva, mujer viuda) alz� su mano contra el rey. Y la causa por qu� �ste alz� mano contra el rey, fu� esta: Salom�n edificando � Millo, cerr� el portillo de la ciudad de David su padre. Y el var�n Jeroboam era valiente y esforzado; y viendo Salom�n al mancebo que era hombre activo, encomend�le todo el cargo de la casa de Jos�. Aconteci� pues en aquel tiempo, que saliendo Jeroboam de Jerusalem, top�le en el camino el profeta Ah�as Silonita; y �l estaba cubierto con una capa nueva; y estaban ellos dos solos en el campo. Y trabando Ah�as de la capa nueva que ten�a sobre s�, rompi�la en doce pedazos, Y dijo � Jeroboam: Toma para ti los diez pedazos; porque as� dijo Jehov� Dios de Israel: He aqu� que yo rompo el reino de la mano de Salom�n, y � ti dar� diez tribus; (Y �l tendr� una tribu, por amor de David mi siervo, y por amor de Jerusalem, ciudad que yo he elegido de todas las tribus de Israel:) Por cuanto me han dejado, y han adorado � Astharoth diosa de los Sidonios, y � Ch�mos dios de Moab, y � Moloch dios de los hijos de Amm�n; y no han andado en mis caminos, para hacer lo recto delante de mis ojos, y mis estatutos, y mis derechos, como hizo David su padre. Empero no quitar� nada de su reino de sus manos, sino que lo retendr� por caudillo todos los d�as de su vida, por amor de David mi siervo, al cual yo eleg�, y �l guard� mis mandamientos y mis estatutos: Mas yo quitar� el reino de la mano de su hijo, y dar�lo � ti, las diez tribus. Y � su hijo dar� una tribu, para que mi siervo David tenga l�mpara todos los d�as delante de m� en Jerusalem, ciudad que yo me eleg� para poner en ella mi nombre. Yo pues te tomar� � ti, y t� reinar�s en todas las cosas que deseare tu alma, y ser�s rey sobre Israel. Y ser� que, si prestares o�do � todas las cosas que te mandare, y anduvieres en mis caminos, � hicieres lo recto delante de mis ojos, guardando mis estatutos y mis mandamientos, como hizo David mi siervo, yo ser� contigo, y te edificar� casa firme, como la edifiqu� � David, y yo te entregar� � Israel. Y yo afligir� la simiente de David � causa de esto, mas no para siempre. Procur� por tanto Salom�n de matar � Jeroboam, pero levant�ndose Jeroboam, huy� � Egipto, � Sisac rey de Egipto, y estuvo en Egipto hasta la muerte de Salom�m. Lo dem�s de los hechos de Salom�n, y todas las cosas que hizo, y su sabidur�a, �no est�n escritas en el libro de los hechos de Salom�n? Y los d�as que Salom�n rein� en Jerusalem sobre todo Israel, fueron cuarenta a�os. Y durmi� Salom�n con sus padres, y fu� sepultado en la ciudad de su padre David: y rein� en su lugar Roboam su hijo. 1 Reyes 12Y FU� Roboam � Sich�m; porque todo Israel hab�a venido � Sich�m para hacerlo rey. Y aconteci�, que como lo oy� Jeroboam hijo de Nabat, que estaba en Egipto, porque hab�a hu�do de delante del rey Salom�n, y habitaba en Egipto; Enviaron y llam�ronle. Vino pues Jeroboam y toda la congregaci�n de Israel, y hablaron � Roboam, diciendo: Tu padre agrav� nuestro yugo, mas ahora t� disminuye algo de la dura servidumbre de tu padre, y del yugo pesado que puso sobre nosotros, y te serviremos. Y �l les dijo: Idos, y de aqu� � tres d�as volved � m�. Y el pueblo se fu�. Entonces el rey Roboam tom� consejo con los ancianos que hab�an estado delante de Salom�n su padre cuando viv�a, y dijo: �C�mo aconsej�is vosotros que responda � este pueblo? Y ellos le hablaron, diciendo: Si t� fueres hoy siervo de este pueblo, y lo sirvieres, y respondi�ndole buenas palabras les hablares, ellos te servir�n para siempre. Mas �l, dejado el consejo de los viejos que ellos le hab�an dado, tom� consejo con los mancebos que se hab�an criado con �l, y estaban delante de �l. Y d�joles: �C�mo aconsej�is vosotros que respondamos � este pueblo, que me ha hablado, diciendo: Disminuye algo del yugo que tu padre puso sobre nosotros? Entonces los mancebos que se hab�an criado con �l, le respondieron, diciendo: As� hablar�s � este pueblo que te ha dicho estas palabras: Tu padre agrav� nuestro yugo; mas t� dismin�yenos algo: as� les hablar�s: El menor dedo de los m�os es m�s grueso que los lomos de mi padre. Ahora pues, mi padre os carg� de pesado yugo, mas yo a�adir� � vuestro yugo; mi padre os hiri� con azotes, mas yo os herir� con escorpiones. Y al tercer d�a vino Jeroboam con todo el pueblo � Roboam; seg�n el rey lo hab�a mandado, diciendo: Volved � m� al tercer d�a. Y el rey respondi� al pueblo duramente, dejado el consejo de los ancianos que ellos le hab�an dado; Y habl�les conforme al consejo de los mancebos, diciendo: Mi padre agrav� vuestro yugo, pero yo a�adir� � vuestro yugo; mi padre os hiri� con azotes, mas yo os herir� con escorpiones. Y no oy� el rey al pueblo; porque era ordenaci�n de Jehov�, para confirmar su palabra, que Jehov� hab�a hablado por medio de Ah�as Silonita � Jeroboam hijo de Nabat. Y cuando todo el pueblo vi� que el rey no les hab�a o�do, respondi�le estas palabras, diciendo: �Qu� parte tenemos nosotros con David? No tenemos heredad en el hijo de Isa�. �Israel, � tus estancias! �Provee ahora en tu casa, David! Entonces Israel se fu� � sus estancias. Mas rein� Roboam sobre los hijos de Israel que moraban en las ciudades de Jud�. Y el rey Roboam envi� � Adoram, que estaba sobre los tributos; pero apedre�le todo Israel, y muri�. Entonces el rey Roboam se esforz� � subir en un carro, y huir � Jerusalem. As� se apart� Israel de la casa de David hasta hoy. Y aconteci�, que oyendo todo Israel que Jeroboam hab�a vuelto, enviaron y llam�ronle � la congregaci�n, � hici�ronle rey sobre todo Israel, sin quedar tribu alguna que siguiese la casa de David, sino s�lo la tribu de Jud�. Y como Roboam vino � Jerusalem, junt� toda la casa de Jud� y la tribu de Benjam�n, ciento y ochenta mil hombres escogidos de guerra, para hacer guerra � la casa de Israel, y reducir el reino � Roboam hijo de Salom�n. Mas fu� palabra de Jehov� � Seme�as var�n de Dios, diciendo: Habla � Roboam hijo de Salom�n, rey de Jud�, y � toda la casa de Jud� y de Benjam�n, y � los dem�s del pueblo, diciendo: As� ha dicho Jehov�: No vay�is, ni pele�is contra vuestros hermanos los hijos de Israel; volveos cada uno � su casa; porque este negocio yo lo he hecho. Y ellos oyeron la palabra de Dios, y volvi�ronse, y fu�ronse, conforme � la palabra de Jehov�. Y reedific� Jeroboam � Sich�m en el monte de Ephraim, y habit� en ella; y saliendo de all�, reedific� � Penuel. Y dijo Jeroboam en su coraz�n: Ahora se volver� el reino � la casa de David, Si este pueblo subiere � sacrificar � la casa de Jehov� en Jerusalem: porque el coraz�n de este pueblo se convertir� � su se�or Roboam rey de Jud�, y me matar�n � m�, y se tornar�n � Roboam rey de Jud�. Y habido consejo, hizo el rey dos becerros de oro, y dijo al pueblo: Harto hab�is subido � Jerusalem: he aqu� tus dioses, oh Israel, que te hicieron subir de la tierra de Egipto. Y puso el uno en Beth-el, y el otro puso en Dan. Y esto fu� ocasi�n de pecado; porque el pueblo iba � adorar delante del uno, hasta Dan. Hizo tambi�n casa de altos, � hizo sacerdotes de la clase del pueblo, que no eran de los hijos de Lev�. Entonces instituy� Jeroboam solemnidad en el mes octavo, � los quince del mes, conforme � la solemnidad que se celebraba en Jud�; y sacrific� sobre altar. As� hizo en Beth-el, sacrificando � los becerros que hab�a hecho. Orden� tambi�n en Beth-el sacerdotes de los altos que �l hab�a fabricado. Sacrific� pues sobre el altar que �l hab�a hecho en Beth-el, � los quince del mes octavo, el mes que �l hab�a inventado de su coraz�n; � hizo fiesta � los hijos de Israel, y subi� al altar para quemar perfumes. 1 Reyes 13Y HE aqu� que un var�n de Dios por palabra de Jehov� vino de Jud� � Beth-el; y estando Jeroboam al altar para quemar perfumes, El clam� contra el altar por palabra de Jehov�, y dijo: Altar, altar, as� ha dicho Jehov�: He aqu� que � la casa de David nacer� un hijo, llamado Jos�as, el cual sacrificar� sobre ti � los sacerdotes de los altos que queman sobre ti perfumes; y sobre ti quemar�n huesos de hombres. Y aquel mismo d�a di� una se�al, diciendo: Esta es la se�al de que Jehov� ha hablado: he aqu� que el altar se quebrar�, y la ceniza que sobre �l est� se derramar�. Y como el rey Jeroboam oy� la palabra del var�n de Dios, que hab�a clamado contra el altar de Beth-el, extendiendo su mano desde el altar, dijo: �Prendedle! Mas la mano que hab�a extendido contra �l, se le sec�, que no la pudo tornar � s�. Y el altar se rompi�, y derram�se la ceniza del altar, conforme � la se�al que el var�n de Dios hab�a dado por palabra de Jehov�. Entonces respondiendo el rey, dijo al var�n de Dios: Te pido que ruegues � la faz de Jehov� tu Dios, y ora por m�, que mi mano me sea restitu�da. Y el var�n de Dios or� � la faz de Jehov�, y la mano del rey se le recuper� y torn�se como antes. Y el rey dijo al var�n de Dios: Ven conmigo � casa, y comer�s, y yo te dar� un presente. Mas el var�n de Dios dijo al rey: Si me dieses la mitad de tu casa, no ir�a contigo, ni comer�a pan ni beber�a agua en este lugar; Porque as� me est� mandado por palabra de Jehov�, diciendo: No comas pan, ni bebas agua, ni vuelvas por el camino que fueres. Fu�se pues por otro camino, y no volvi� por el camino por donde hab�a venido � Beth-el. Moraba � la saz�n en Beth-el un viejo profeta, al cual vino su hijo, y cont�le todo lo que el var�n de Dios hab�a hecho aquel d�a en Beth-el: cont�ronle tambi�n � su padre las palabras que hab�a hablado al rey. Y su padre les dijo: �Por qu� camino fu�? Y sus hijos le mostraron el camino por donde se hab�a tornado el var�n de Dios, que hab�a venido de Jud�. Y �l dijo � sus hijos: Enalbardadme el asno. Y ellos le enalbardaron el asno, y subi� en �l. Y yendo tras el var�n de Dios, hall�le que estaba sentado debajo de un alcornoque: y d�jole: �Eres t� el var�n de Dios que viniste de Jud�? Y �l dijo: Yo soy. D�jole entonces: Ven conmigo � casa, y come del pan. Mas �l respondi�: No podr� volver contigo, ni ir� contigo; ni tampoco comer� pan ni beber� agua contigo en este lugar; Porque por palabra de Dios me ha sido dicho: No comas pan ni bebas agua all�, ni vuelvas por el camino que fueres. Y el otro le dijo: Yo tambi�n soy profeta como t�, y un �ngel me ha hablado por palabra de Jehov�, diciendo: Vu�lvele contigo � tu casa, para que coma pan y beba agua. Empero minti�le. Entonces volvi� con �l, y comi� del pan en su casa, y bebi� del agua. Y aconteci� que, estando ellos � la mesa, fu� palabra de Jehov� al profeta que le hab�a hecho volver; Y clam� al var�n de Dios que hab�a venido de Jud�, diciendo: As� dijo Jehov�: Por cuanto has sido rebelde al dicho de Jehov�, y no guardaste el mandamiento que Jehov� tu Dios te hab�a prescrito, Sino que volviste, y comiste del pan y bebiste del agua en el lugar donde Jehov� te hab�a dicho no comieses pan ni bebieses agua, no entrar� tu cuerpo en el sepulcro de tus padres. Y como hubo comido del pan y bebido, el profeta que le hab�a hecho volver le enalbard� un asno; Y y�ndose, top�le un le�n en el camino, y mat�le; y su cuerpo estaba echado en el camino, y el asno estaba junto � �l, y el le�n tambi�n estaba junto al cuerpo. Y he aqu� unos que pasaban, y vieron el cuerpo que estaba echado en el camino, y el le�n que estaba junto al cuerpo: y vinieron, y dij�ronlo en la ciudad donde el viejo profeta habitaba. Y oy�ndolo el profeta que le hab�a vuelto del camino, dijo: El var�n de Dios es, que fu� rebelde al dicho de Jehov�: por tanto Jehov� le ha entregado al le�n, que le ha quebrantado y muerto, conforme � la palabra de Jehov� que �l le dijo. Y habl� � sus hijos, y d�joles: Enalbardadme un asno. Y ellos se lo enalbardaron. Y �l fu�, y hall� su cuerpo tendido en el camino, y el asno y el le�n estaban junto al cuerpo: el le�n no hab�a comido el cuerpo, ni da�ado al asno. Y tomando el profeta el cuerpo del var�n de Dios, p�solo sobre el asno, y llev�selo. Y el profeta viejo vino � la ciudad, para endecharle y enterrarle. Y puso su cuerpo en su sepulcro; y endech�ronle, diciendo: �Ay, hermano m�o! Y despu�s que le hubieron enterrado, habl� � sus hijos, diciendo: Cuando yo muriere, enterradme en el sepulcro en que est� sepultado el var�n de Dios; poned mis huesos junto � los suyos. Porque sin duda vendr� lo que �l dijo � voces por palabra de Jehov� contra el altar que est� en Beth-el, y contra todas las casas de los altos que est�n en las ciudades de Samaria. Despu�s de esto no se torn� Jeroboam de su mal camino: antes volvi� � hacer sacerdotes de los altos de la clase del pueblo, y quien quer�a se consagraba, y era de los sacerdotes de los altos. Y esto fu� causa de pecado � la casa de Jeroboam; por lo cual fu� cortada y ra�da de sobre la haz de la tierra. 1 Reyes 14EN aquel tiempo Ab�as hijo de Jeroboam cay� enfermo, Y dijo Jeroboam � su mujer: Lev�ntate ahora, disfr�zate, porque no te conozcan que eres la mujer de Jeroboam, y ve � Silo; que all� est� Ah�as profeta, el que me dijo que yo hab�a de ser rey sobre este pueblo. Y toma en tu mano diez panes, y turrones, y una botija de miel, y ve � �l; que te declare lo que ha de ser de este mozo. Y la mujer de Jeroboam h�zolo as�; y levant�se, y fu� � Silo, y vino � casa de Ah�as. Y no pod�a ya ver Ah�as, que sus ojos se hab�an oscurecido � causa de su vejez. Mas Jehov� hab�a dicho � Ah�as: He aqu� que la mujer de Jeroboam vendr� � consultarte por su hijo, que est� enfermo: as� y as� le has de responder; pues ser� que cuando ella viniere, vendr� disimulada. Y como Ah�as oy� el sonido de sus pies cuando entraba por la puerta, dijo: Entra, mujer de Jeroboam; �por qu� te finges otra? empero yo soy enviado � ti con revelaci�n dura. Ve, y di � Jeroboam: As� dijo Jehov� Dios de Israel: Por cuanto yo te levant� de en medio del pueblo, y te hice pr�ncipe sobre mi pueblo Israel, Y romp� el reino de la casa de David, y te lo entregu� � ti; y t� no has sido como David mi siervo, que guard� mis mandamientos y anduvo en pos de m� con todo su coraz�n, haciendo solamente lo derecho delante de mis ojos; Antes hiciste lo malo sobre todos los que han sido antes de ti: que fuiste y te hiciste dioses ajenos y de fundici�n para enojarme, y � m� me echaste tras tus espaldas: Por tanto, he aqu� que yo traigo mal sobre la casa de Jeroboam, y yo talar� de Jeroboam todo meante � la pared, as� el guardado como el desamparado en Israel; y barrer� la posteridad de la casa de Jeroboam, como es barrido el esti�rcol, hasta que sea acabada. El que muriere de los de Jeroboam en la ciudad, le comer�n los perros; y el que muriere en el campo, comerlo han las aves del cielo; porque Jehov� lo ha dicho. Y t� lev�ntate, y vete � tu casa; que en entrando tu pie en la ciudad, morir� el mozo. Y todo Israel lo endechar�, y le enterrar�n; porque s�lo �l de los de Jeroboam entrar� en sepultura; por cuanto se ha hallado en �l alguna cosa buena de Jehov� Dios de Israel, en la casa de Jeroboam. Y Jehov� se levantar� un rey sobre Israel, el cual talar� la casa de Jeroboam en este d�a; �y qu�, si ahora? Y Jehov� sacudir� � Israel, al modo que la ca�a se agita en las aguas: y �l arrancar� � Israel de esta buena tierra que hab�a dado � sus padres, y esparcir�los de la otra parte del r�o, por cuanto han hecho sus bosques, enojando � Jehov�. Y �l entregar� � Israel por los pecados de Jeroboam, el cual pec�, y ha hecho pecar � Israel. Entonces la mujer de Jeroboam se levant�, y se fu�, y vino � Thirsa: y entrando ella por el umbral de la casa, el mozo muri�. Y enterr�ronlo, y endech�lo todo Israel, conforme � la palabra de Jehov�, que �l hab�a hablado por mano de su siervo Ah�as profeta. Los otros hechos de Jeroboam, qu� guerras hizo, y c�mo rein�, todo est� escrito en el libro de las historias de los reyes de Israel. El tiempo que rein� Jeroboam fueron veintid�s a�os; y habiendo dormido con sus padres, rein� en su lugar Nadab su hijo. Y Roboam hijo de Salom�n rein� en Jud�. De cuarenta y un a�os era Roboam cuando comenz� � reinar, y diecisiete a�os rein� en Jerusalem, ciudad que Jehov� eligi� de todas las tribus de Israel para poner all� su nombre. El nombre de su madre fu� Naama, Ammonita. Y Jud� hizo lo malo en los ojos de Jehov�, y enoj�ronle m�s que todo lo que sus padres hab�an hecho en sus pecados que cometieron. Porque ellos tambi�n se edificaron altos, estatuas, y bosques, en todo collado alto, y debajo de todo �rbol frondoso: Y hubo tambi�n sodomitas en la tierra, � hicieron conforme � todas las abominaciones de las gentes que Jehov� hab�a echado delante de los hijos de Israel. Al quinto a�o del rey Roboam subi� Sisac rey de Egipto contra Jerusalem. Y tom� los tesoros de la casa de Jehov�, y los tesoros de la casa real, y saque�lo todo: llev�se tambi�n todos los escudos de oro que Salom�n hab�a hecho. Y en lugar de ellos hizo el rey Roboam escudos de metal, y di�los en manos de los capitanes de los de la guardia, quienes custodiaban la puerta de la casa real. Y cuando el rey entraba en la casa de Jehov�, los de la guardia los llevaban; y pon�anlos despu�s en la c�mara de los de la guardia. Lo dem�s de los hechos de Roboam, y todas las cosas que hizo, �no est�n escritas en las cr�nicas de los reyes de Jud�? Y hubo guerra entre Roboam y Jeroboam todos los d�as. Y durmi� Roboam con sus padres, y fu� sepultado con sus padres en la ciudad de David. El nombre de su madre fu� Naama, Ammonita. Y rein� en su lugar Abiam su hijo. 1 Reyes 15EN el a�o dieciocho del rey Jeroboam hijo de Nabat, Abiam comenz� � reinar sobre Jud�. Rein� tres a�os en Jerusalem. El nombre de su madre fu� Maach�, hija de Abisalom. Y anduvo en todos los pecados de su padre, que hab�a �ste hecho antes de �l; y no fu� su coraz�n perfecto con Jehov� su Dios, como el coraz�n de David su padre. Mas por amor de David, di�le Jehov� su Dios l�mpara en Jerusalem, levant�ndole � su hijo despu�s de �l, y sosteniendo � Jerusalem: Por cuanto David hab�a hecho lo recto ante los ojos de Jehov�, y de ninguna cosa que le mandase se hab�a apartado en todos los d�as de su vida, excepto el negocio de Ur�a Hetheo. Y hubo guerra entre Roboam y Jeroboam todos los d�as de su vida. Lo dem�s de los hechos de Abiam, y todas las cosas que hizo, �no est�n escritas en el libro de las cr�nicas de los reyes de Jud�? Y hubo guerra entre Abiam y Jeroboam. Y durmi� Abiam con sus padres, y sepult�ronlo en la ciudad de David: y rein� Asa su hijo en su lugar. En el a�o veinte de Jeroboam rey de Israel, Asa comenz� � reinar sobre Jud�. Y rein� cuarenta y un a�os en Jerusalem; el nombre de su madre fu� Maach�, hija de Abisalom. Y Asa hizo lo recto ante los ojos de Jehov�, como David su padre. Porque quit� los sodomitas de la tierra, y quit� todas las suciedades que sus padres hab�an hecho. Y tambi�n priv� � su madre Maach� de ser princesa, porque hab�a hecho un �dolo en un bosque. Adem�s deshizo Asa el �dolo de su madre, y quem�lo junto al torrente de Cedr�n. Empero los altos no se quitaron: con todo, el coraz�n de Asa fu� perfecto para con Jehov� toda su vida. Tambi�n meti� en la casa de Jehov� lo que su padre hab�a dedicado, y lo que �l dedic�: oro, y plata, y vasos. Y hubo guerra entre Asa y Baasa rey de Israel, todo el tiempo de ambos. Y subi� Baasa rey de Israel contra Jud�, y edific� � Rama, para no dejar salir ni entrar � ninguno de Asa, rey de Jud�. Entonces tomando Asa toda la plata y oro que hab�a quedado en los tesoros de la casa de Jehov�, y los tesoros de la casa real, entreg�los en las manos de sus siervos, y envi�los el rey Asa � Ben-adad, hijo de Tabrim�n, hijo de Hezi�n, rey de Siria, el cual resid�a en Damasco, diciendo: Alianza hay entre m� y ti, y entre mi padre y el tuyo: he aqu� yo te env�o un presente de plata y oro: ve, y rompe tu alianza con Baasa rey de Israel, para que me deje. Y Ben-adad consinti� con el rey Asa, y envi� los pr�ncipes de los ej�rcitos que ten�a contra las ciudades de Israel, � hiri� � Ahi�n, y � Dan, y � Abel-beth-maach�, y � toda Cinneroth, con toda la tierra de Nephtal�. Y oyendo esto Baasa, dej� de edificar � Rama, y est�vose en Thirsa. Entonces el rey Asa convoc� � todo Jud�, sin exceptuar ninguno; y quitaron de Rama la piedra y la madera con que Baasa edificaba, y edific� el rey Asa con ello � Gabaa de Benjam�n, y � Mizpa. Lo dem�s de todos los hechos de Asa, y toda su fortaleza, y todas las cosas que hizo, y las ciudades que edific�, �no est� todo escrito en el libro de las cr�nicas de los reyes de Jud�? Mas en el tiempo de su vejez enferm� de sus pies. Y durmi� Asa con sus padres, y fu� sepultado con sus padres en la ciudad de David su padre: y rein� en su lugar Josaphat su hijo. Y Nadab, hijo de Jeroboam, comenz� � reinar sobre Israel en el segundo a�o de Asa rey de Jud�; y rein� sobre Israel dos a�os. E hizo lo malo ante los ojos de Jehov�, andando en el camino de su padre, y en sus pecados con que hizo pecar � Israel. Y Baasa hijo de Ah�a, el cual era de la casa de Issach�r, hizo conspiraci�n contra �l: � hiri�lo Baasa en Gibbeth�n, que era de los Filisteos: porque Nadab y todo Israel ten�an cercado � Gibbeth�n. Mat�lo pues Baasa en el tercer a�o de Asa rey de Jud�, y rein� en lugar suyo. Y como �l vino al reino, hiri� toda la casa de Jeroboam, sin dejar alma viviente de los de Jeroboam, hasta raerlo, conforme � la palabra de Jehov� que �l habl� por su siervo Ah�as Silonita; Por los pecados de Jeroboam que �l hab�a cometido, y con los cuales hizo pecar � Israel; y por su provocaci�n con que provoc� � enojo � Jehov� Dios de Israel. Lo dem�s de los hechos de Nadab, y todas las cosas que hizo, �no est� todo escrito en el libro de las cr�nicas de los reyes de Israel? Y hubo guerra entre Asa y Baasa rey de Israel, todo el tiempo de ambos. En el tercer a�o de Asa rey de Jud�, comenz� � reinar Baasa hijo de Ah�a sobre todo Israel en Thirsa; y rein� veinticuatro a�os. E hizo lo malo � los ojos de Jehov�, y anduvo en el camino de Jeroboam, y en su pecado con que hizo pecar � Israel. 1 Reyes 16Y FU� palabra de Jehov� � Jeh� hijo de Hanani contra Baasa, diciendo: Pues que yo te levant� del polvo, y te puse por pr�ncipe sobre mi pueblo Israel, y t� has andado en el camino de Jeroboam, y has hecho pecar � mi pueblo Israel, provoc�ndome � ira con sus pecados; He aqu� yo barrer� la posteridad de Baasa, y la posteridad de su casa: y pondr� tu casa como la casa de Jeroboam hijo de Nabat. El que de Baasa fuere muerto en la ciudad, le comer�n los perros; y el que de �l fuere muerto en el campo, comerlo han las aves del cielo. Lo dem�s de los hechos de Baasa, y las cosas que hizo, y su fortaleza, �no est� todo escrito en el libro de las cr�nicas de los reyes de Israel? Y durmi� Baasa con sus padres, y fu� sepultado en Thirsa; y rein� en su lugar Ela su hijo. Empero la palabra de Jehov� por mano de Jeh� profeta, hijo de Hanani, hab�a sido contra Baasa y tambi�n contra su casa, con motivo de todo lo malo que hizo � los ojos de Jehov�, provoc�ndole � ira con las obras de sus manos, para que fuese hecha como la casa de Jeroboam; y porque lo hab�a herido. En el a�o veintis�is de Asa rey de Jud�, comenz� � reinar Ela hijo de Baasa sobre Israel en Thirsa; y rein� dos a�os. E hizo conjuraci�n contra �l su siervo Zimri, comandante de la mitad de los carros. Y estando �l en Thirsa, bebiendo y embriagado en casa de Arsa su mayordomo en Thirsa, Vino Zimri, y lo hiri� y mat�, en el a�o veintisiete de Asa rey de Jud�; y rein� en lugar suyo. Y luego que lleg� � reinar y estuvo sentado en su trono, hiri� toda la casa de Baasa, sin dejar en ella meante � la pared, ni sus parientes ni amigos. As� ray� Zimri toda la casa de Baasa, conforme � la palabra de Jehov�, que hab�a proferido contra Baasa por medio del profeta Jeh�; Por todos los pecados de Baasa, y los pecados de Ela su hijo, con que ellos pecaron � hicieron pecar � Israel, provocando � enojo � Jehov� Dios de Israel con sus vanidades. Los dem�s hechos de Ela, y todas las cosas que hizo, �no est� todo escrito en el libro de las cr�nicas de los reyes de Israel? En el a�o veintisiete de Asa rey de Jud�, comenz� � reinar Zimri, y rein� siete d�as en Thirsa; y el pueblo hab�a asentado campo sobre Gibbeth�n, ciudad de los Filisteos. Y el pueblo que estaba en el campo oy� decir: Zimri ha hecho conjuraci�n, y ha muerto al rey. Entonces todo Israel levant� el mismo d�a por rey sobre Israel � Omri, general del ej�rcito, en el campo. Y subi� Omri de Gibbeth�n, y con �l todo Israel, y cercaron � Thirsa. Mas viendo Zimri tomada la ciudad, meti�se en el palacio de la casa real, y peg� fuego � la casa consigo: as� muri�. Por sus pecados que �l hab�a cometido, haciendo lo malo � los ojos de Jehov�, y andando en los caminos de Jeroboam, y en su pecado que cometi�, haciendo pecar � Israel. Los dem�s hechos de Zimri, y su conspiraci�n que form�, �no est� todo escrito en el libro de las cr�nicas de los reyes de Israel? Entonces el pueblo de Israel fu� dividido en dos partes: la mitad del pueblo segu�a � Thibni hijo de Gineth, para hacerlo rey: y la otra mitad segu�a � Omri. Mas el pueblo que segu�a � Omri, pudo m�s que el que segu�a � Thibni hijo de Gineth; y Thibni muri�, y Omri fu� rey. En el a�o treinta y uno de Asa rey de Jud�, comenz� � reinar Omri sobre Israel, y rein� doce a�os: en Thirsa rein� seis a�os. Y compr� �l de Semer el monte de Samaria por dos talentos de plata, y edific� en el monte: y llam� el nombre de la ciudad que edific�, Samaria, del nombre de Semer, se�or que fu� de aquel monte. Y Omri hizo lo malo � los ojos de Jehov�, � hizo peor que todos los que hab�an sido antes de �l: Pues anduvo en todos los caminos de Jeroboam hijo de Nabat, y en su pecado con que hizo pecar � Israel, provocando � ira � Jehov� Dios de Israel con sus �dolos. Lo dem�s de los hechos de Omri, y todas las cosas que hizo, y sus valent�as que ejecut�, �no est� todo escrito en el libro de las cr�nicas de los reyes de Israel? Y Omri durmi� con sus padres, y fu� sepultado en Samaria; y rein� en lugar suyo Ach�b, su hijo. Y comenz� � reinar Ach�b hijo de Omri sobre Israel el a�o treinta y ocho de Asa rey de Jud�. Y rein� Ach�b hijo de Omri sobre Israel en Samaria veintid�s a�os. Y Ach�b hijo de Omri hizo lo malo � los ojos de Jehov� sobre todos los que fueron antes de �l; Porque le fu� ligera cosa andar en los pecados de Jeroboam hijo de Nabat, y tom� por mujer � Jezabel hija de Ethbaal rey de los Sidonios, y fu� y sirvi� � Baal, y lo ador�. E hizo altar � Baal, en el templo de Baal que �l edific� en Samaria. Hizo tambi�n Ach�b un bosque; y a�adi� Ach�b haciendo provocar � ira � Jehov� Dios de Israel, m�s que todos los reyes de Israel que antes de �l hab�an sido. En su tiempo Hiel de Beth-el reedific� � Jeric�. En Abiram su primog�nito ech� el cimiento, y en Segub su hijo postrero puso sus puertas; conforme � la palabra de Jehov� que hab�a hablado por Josu� hijo de Nun. 1 Reyes 17ENTONCES El�as Thisbita, que era de los moradores de Galaad, dijo � Ach�b: Vive Jehov� Dios de Israel, delante del cual estoy, que no habr� lluvia ni roc�o en estos a�os, sino por mi palabra. Y fu� � �l palabra de Jehov�, diciendo: Ap�rtate de aqu�, y vu�lvete al oriente, y esc�ndete en el arroyo de Cherith, que est� delante del Jord�n; Y beber�s del arroyo; y yo he mandado � los cuervos que te den all� de comer. Y �l fu�, � hizo conforme � la palabra de Jehov�; pues se fu� y asent� junto al arroyo de Cherith, que est� antes del Jord�n. Y los cuervos le tra�an pan y carne por la ma�ana, y pan y carne � la tarde; y beb�a del arroyo. Pasados algunos d�as, sec�se el arroyo; porque no hab�a llovido sobre la tierra. Y fu� � �l palabra de Jehov�, diciendo: Lev�ntate, vete � Sarepta de Sid�n, y all� morar�s: he aqu� yo he mandado all� � una mujer viuda que te sustente. Entonces �l se levant�, y se fu� � Sarepta. Y como lleg� � la puerta de la ciudad, he aqu� una mujer viuda que estaba all� cogiendo serojas; y �l la llam�, y d�jole: Ru�gote que me traigas una poca de agua en un vaso, para que beba. Y yendo ella para tra�rsela, �l la volvi� � llamar, y d�jole: Ru�gote que me traigas tambi�n un bocado de pan en tu mano. Y ella respondi�: Vive Jehov� Dios tuyo, que no tengo pan cocido; que solamente un pu�ado de harina tengo en la tinaja, y un poco de aceite en una botija: y ahora cog�a dos serojas, para entrarme y aderezarlo para m� y para mi hijo, y que lo comamos, y nos muramos. Y El�as le dijo: No hayas temor; ve, haz como has dicho: empero hazme � m� primero de ello una peque�a torta cocida debajo de la ceniza, y tr�emela; y despu�s har�s para ti y para tu hijo. Porque Jehov� Dios de Israel ha dicho as�: La tinaja de la harina no escasear�, ni se disminuir� la botija del aceite, hasta aquel d�a que Jehov� dar� lluvia sobre la haz de la tierra. Entonces ella fu�, � hizo como le dijo El�as; y comi� �l, y ella y su casa, muchos d�as. Y la tinaja de la harina no escase�, ni mengu� la botija del aceite, conforme � la palabra de Jehov� que hab�a dicho por El�as. Despu�s de estas cosas aconteci� que cay� enfermo el hijo del ama de la casa, y la enfermedad fu� tan grave, que no qued� en �l resuello. Y ella dijo � El�as: �Qu� tengo yo contigo, var�n de Dios? �has venido � m� para traer en memoria mis iniquidades, y para hacerme morir mi hijo? Y �l le dijo: Dame ac� tu hijo. Entonces �l lo tom� de su regazo, y llev�lo � la c�mara donde �l estaba, y p�sole sobre su cama; Y clamando � Jehov�, dijo: Jehov� Dios m�o, �aun � la viuda en cuya casa yo estoy hospedado has afligido, mat�ndole su hijo? Y midi�se sobre el ni�o tres veces, y clam� � Jehov�, y dijo: Jehov� Dios m�o, ru�gote que vuelva el alma de este ni�o � sus entra�as. Y Jehov� oy� la voz de El�as, y el alma del ni�o volvi� � sus entra�as, y revivi�. Tomando luego El�as al ni�o, tr�jolo de la c�mara � la casa, y di�lo � su madre, y d�jole El�as: Mira, tu hijo vive. Entonces la mujer dijo � El�as: Ahora conozco que t� eres var�n de Dios, y que la palabra de Jehov� es verdad en tu boca. 1 Reyes 18PASADOS muchos d�as, fu� palabra de Jehov� � El�as en el tercer a�o, diciendo: Ve, mu�strate � Ach�b, y yo dar� lluvia sobre la haz de la tierra. Fu� pues El�as � mostrarse � Ach�b. Hab�a � la saz�n grande hambre en Samaria. Y Ach�b llam� � Abd�as su mayordomo, el cual Abd�as era en grande manera temeroso de Jehov�; Porque cuando Jezabel destru�a � los profetas de Jehov�, Abd�as tom� cien profetas, los cuales escondi� de cincuenta en cincuenta por cuevas, y sustent�los � pan y agua. Y dijo Ach�b � Abd�as: Ve por el pa�s � todas las fuentes de aguas, y � todos los arroyos; que acaso hallaremos grama con que conservemos la vida � los caballos y � las ac�milas, para que no nos quedemos sin bestias. Y partieron entre s� el pa�s para recorrerlo: Ach�b fu� de por s� por un camino, y Abd�as fu� separadamente por otro. Y yendo Abd�as por el camino, top�se con El�as; y como le conoci�, postr�se sobre su rostro, y dijo: �No eres t� mi se�or El�as? Y �l respondi�: Yo soy; ve, di � tu amo: He aqu� El�as. Pero �l dijo: �En qu� he pecado, para que t� entregues tu siervo en mano de Ach�b para que me mate? Vive Jehov� tu Dios, que no ha habido naci�n ni reino donde mi se�or no haya enviado � buscarte; y respondiendo ellos: No est� aqu�, �l ha conjurado � reinos y naciones si no te han hallado. �Y ahora t� dices: Ve, di � tu amo: Aqu� est� El�as? Y acontecer� que, luego que yo me haya partido de ti, el esp�ritu de Jehov� te llevar� donde yo no sepa; y viniendo yo, y dando las nuevas � Ach�b, y no hall�ndote �l, me matar�; y tu siervo teme � Jehov� desde su mocedad. �No ha sido dicho � mi se�or lo que hice, cuando Jezabel mataba � los profetas de Jehov� que escond� cien: varones de los profetas de Jehov�: que escond� cien varones de los profetas de Jehov� de cincuenta en cincuenta en cuevas, y los mantuve � pan y agua? �Y ahora dices t�: Ve, di � tu amo: Aqu� est� El�as: para que �l me mate? Y d�jole El�as: Vive Jehov� de los ej�rcitos, delante del cual estoy, que hoy me mostrar� � �l. Entonces Abd�as fu� � encontrarse con Ach�b, y di�le el aviso; y Ach�b vino � encontrarse con El�as. Y como Ach�b vi� � El�as, d�jole Ach�b: �Eres t� el que alborotas � Israel? Y �l respondi�: Yo no he alborotado � Israel, sino t� y la casa de tu padre, dejando los mandamientos de Jehov�, y siguiendo � los Baales. Env�a pues ahora y j�ntame � todo Israel en el monte de Carmelo, y los cuatrocientos y cincuenta profetas de Baal, y los cuatrocientos profetas de los bosques, que comen de la mesa de Jezabel. Entonces Ach�b envi� � todos los hijos de Israel, y junt� los profetas en el monte de Carmelo. Y acerc�ndose El�as � todo el pueblo, dijo: �Hasta cu�ndo claudicar�is vosotros entre dos pensamientos? Si Jehov� es Dios, seguidle; y si Baal, id en pos de �l. Y el pueblo no respondi� palabra. Y El�as torn� � decir al pueblo: S�lo yo he quedado profeta de Jehov�; mas de los profetas de Baal hay cuatrocientos y cincuenta hombres. D�nsenos pues dos bueyes, y esc�janse ellos el uno, y c�rtenlo en pedazos, y p�nganlo sobre le�a, mas no pongan fuego debajo; y yo aprestar� el otro buey, y pondr�lo sobre le�a, y ning�n fuego pondr� debajo. Invocad luego vosotros en el nombre de vuestros dioses, y yo invocar� en el nombre de Jehov�: y el Dios que respondiere por fuego, �se sea Dios. Y todo el pueblo respondi�, diciendo: Bien dicho. Entonces El�as dijo � los profetas de Baal: Escogeos el un buey, y haced primero, pues que vosotros sois los m�s: � invocad en el nombre de vuestros dioses, mas no pong�is fuego debajo. Y ellos tomaron el buey que les fu� dado, y aprest�ronlo, � invocaron en el nombre de Baal desde la ma�ana hasta el medio d�a, diciendo: �Baal, resp�ndenos! Mas no hab�a voz, ni quien respondiese; entre tanto, ellos andaban saltando cerca del altar que hab�an hecho. Y aconteci� al medio d�a, que El�as se burlaba de ellos, diciendo: Gritad en alta voz, que dios es: quiz� est� conversando, � tiene alg�n empe�o, � va de camino; acaso duerme, y despertar�. Y ellos clamaban � grandes voces, y saj�banse con cuchillos y con lancetas conforme � su costumbre, hasta chorrear la sangre sobre ellos. Y como pas� el medio d�a, y ellos profetizaran hasta el tiempo del sacrificio del presente, y no hab�a voz, ni quien respondiese ni escuchase; El�as dijo entonces � todo el pueblo: Acercaos � m�. Y todo el pueblo se lleg� � �l: y �l repar� el altar de Jehov� que estaba arruinado. Y tomando El�as doce piedras, conforme al n�mero de las tribus de los hijos de Jacob, al cual hab�a sido palabra de Jehov�, diciendo: Israel ser� tu nombre; Edific� con las piedras un altar en el nombre de Jehov�: despu�s hizo una reguera alrededor del altar, cuanto cupieran dos satos de simiente. Compuso luego la le�a, y cort� el buey en pedazos, y p�solo sobre la le�a. Y dijo: Henchid cuatro c�ntaros de agua, y derramadla sobre el holocausto y sobre la le�a. Y dijo: Hacedlo otra vez; y otra vez lo hicieron. Dijo a�n: Hacedlo la tercera vez; � hici�ronlo la tercera vez. De manera que las aguas corr�an alrededor del altar; y hab�a tambi�n henchido de agua la reguera. Y como lleg� la hora de ofrecerse el holocausto, lleg�se el profeta El�as, y dijo: Jehov� Dios de Abraham, de Isaac, y de Israel, sea hoy manifiesto que t� eres Dios en Israel, y que yo soy tu siervo, y que por mandato tuyo he hecho todas estas cosas. Resp�ndeme, Jehov�, resp�ndeme; para que conozca este pueblo que t�, oh Jehov�, eres el Dios, y que t� volviste atr�s el coraz�n de ellos. Entonces cay� fuego de Jehov�, el cual consumi� el holocausto, y la le�a, y las piedras, y el polvo, y aun lami� las aguas que estaban en la reguera. Y vi�ndolo todo el pueblo, cayeron sobre sus rostros, y dijeron: �Jehov� es el Dios! �Jehov� es el Dios! Y d�joles El�as: Prended � los profetas de Baal, que no escape ninguno. Y ellos los prendieron; y llev�los El�as al arroyo de Cis�n, y all� los degoll�. Y entonces El�as dijo � Ach�b: Sube, come y bebe; porque una grande lluvia suena. Y Ach�b subi� � comer y � beber. Y El�as subi� � la cumbre del Carmelo; y postr�ndose en tierra, puso su rostro entre las rodillas. Y dijo � su criado: Sube ahora, y mira hacia la mar. Y �l subi�, y mir�, y dijo: No hay nada. Y �l le volvi� � decir: Vuelve siete veces. Y � la s�ptima vez dijo: Yo veo una peque�a nube como la palma de la mano de un hombre, que sube de la mar. Y �l dijo: Ve, y di � Ach�b: Unce y desciende, porque la lluvia no te ataje. Y aconteci�, estando en esto, que los cielos se oscurecieron con nubes y viento; y hubo una gran lluvia. Y subiendo Ach�b, vino � Jezreel. Y la mano de Jehov� fu� sobre El�as, el cual ci�� sus lomos, y vino corriendo delante de Ach�b hasta llegar � Jezreel. 1 Reyes 19Y Ach�b di� la nueva � Jezabel de todo lo que El�as hab�a hecho, de como hab�a muerto � cuchillo � todos los profetas. Entonces envi� Jezabel � El�as un mensajero, diciendo: As� me hagan los dioses, y as� me a�adan, si ma�ana � estas horas yo no haya puesto tu persona como la de uno de ellos. Viendo pues el peligro, levant�se y fu�se por salvar su vida, y vino � Beer-seba, que es en Jud�, y dej� all� su criado. Y �l se fu� por el desierto un d�a de camino, y vino y sent�se debajo de un enebro; y deseando morirse, dijo: Baste ya, oh Jehov�, quita mi alma; que no soy yo mejor que mis padres. Y ech�ndose debajo del enebro, qued�se dormido: y he aqu� luego un �ngel que le toc�, y le dijo: Lev�ntate, come. Entonces �l mir�, y he aqu� � su cabecera una torta cocida sobre las ascuas, y un vaso de agua: y comi� y bebi� y volvi�se � dormir. Y volviendo el �ngel de Jehov� la segunda vez, toc�le, diciendo: Lev�ntate, come: porque gran camino te resta. Levant�se pues, y comi� y bebi�; y camin� con la fortaleza de aquella comida cuarenta d�as y cuarenta noches, hasta el monte de Dios, Horeb. Y all� se meti� en una cueva, donde tuvo la noche. Y fu� � �l palabra de Jehov�, el cual le dijo: �Qu� haces aqu�, El�as? Y �l respondi�: Sentido he un vivo celo por Jehov� Dios de los ej�rcitos; porque los hijos de Israel han dejado tu alianza, han derribado tus altares, y han muerto � cuchillo tus profetas: y yo solo he quedado, y me buscan para quitarme la vida. Y �l le dijo: Sal fuera, y ponte en el monte delante de Jehov�. Y he aqu� Jehov� que pasaba, y un grande y poderoso viento que romp�a los montes, y quebraba las pe�as delante de Jehov�: mas Jehov� no estaba en el viento. Y tras el viento un terremoto: mas Jehov� no estaba en el terremoto. Y tras el terremoto un fuego: mas Jehov� no estaba en el fuego. Y tras el fuego un silvo apacible y delicado. Y cuando lo oy� El�as, cubri� su rostro con su manto, y sali�, y par�se � la puerta de la cueva. Y he aqu� lleg� una voz � �l, diciendo: �Qu� haces aqu�, El�as? Y �l respondi�: Sentido he un vivo celo por Jehov� Dios de los ej�rcitos; porque los hijos de Israel han dejado tu alianza, han derribado tus altares, y han muerto � cuchillo tus profetas: y yo solo he quedado, y me buscan para quitarme la vida. Y d�jole Jehov�: Ve, vu�lvete por tu camino, por el desierto de Damasco: y llegar�s, y ungir�s � Hazael por rey de Siria; Y � Jeh� hijo de Nimsi, ungir�s por rey sobre Israel; y � Eliseo hijo de Saphat, de Abel-mehula, ungir�s para que sea profeta en lugar de ti. Y ser�, que el que escapare del cuchillo, de Hazael, Jeh� lo matar�; y el que escapare del cuchillo de Jeh�, Eliseo lo matar�. Y yo har� que queden en Israel siete mil; todas rodillas que no se encorvaron � Baal, y bocas todas que no lo besaron. Y parti�ndose �l de all�, hall� � Eliseo hijo de Saphat, que araba con doce yuntas delante de s�; y �l era uno de los doce ga�anes. Y pasando El�as por delante de �l, ech� sobre �l su manto. Entonces dejando �l los bueyes, vino corriendo en pos de El�as, y dijo: Ru�gote que me dejes besar mi padre y mi madre, y luego te seguir�. Y �l le dijo: Ve, vuelve: �qu� te he hecho yo? Y volvi�se de en pos de �l, y tom� un par de bueyes, y mat�los, y con el arado de los bueyes coci� la carne de ellos, y di�la al pueblo que comiesen. Despu�s se levant�, y fu� tras El�as, y serv�ale. 1 Reyes 20ENTONCES Ben-adad rey de Siria junt� � todo su ej�rcito, y con �l treinta y dos reyes, con caballos y carros: y subi�, y puso cerco � Samaria, y combati�la. Y envi� mensajeros � la ciudad � Ach�b rey de Israel, diciendo: As� ha dicho Ben-adad: Tu plata y tu oro es m�o, y tus mujeres y tus hijos hermosos son m�os. Y el rey de Israel respondi�, y dijo: Como t� dices, rey se�or m�o, yo soy tuyo, y todo lo que tengo. Y volviendo los mensajeros otra vez, dijeron: As� dijo Ben-adad: Yo te envi� � decir: Tu plata y tu oro, y tus mujeres y tus hijos me dar�s. Adem�s ma�ana � estas horas enviar� yo � ti mis siervos, los cuales escudri�ar�n tu casa, y las casas de tus siervos; y tomar�n con sus manos, y llevar�n todo lo precioso que tuvieres. Entonces el rey de Israel llam� � todos los ancianos de la tierra, y d�joles: Entended, y ved ahora c�mo �ste no busca sino mal: pues que ha enviado � m� por mis mujeres y mis hijos, y por mi plata y por mi oro; y yo no se lo he negado. Y todos los ancianos y todo el pueblo le respondieron: No le obedezcas, ni hagas lo que te pide. Entonces �l respondi� � los embajadores de Ben-adad: Decid al rey mi se�or: Har� todo lo que mandaste � tu siervo al principio; mas esto no lo puedo hacer. Y los embajadores fueron, y di�ronle la respuesta. Y Ben-adad torn� � enviarle � decir: As� me hagan los dioses, y as� me a�adan, que el polvo de Samaria no bastar� � los pu�os de todo el pueblo que me sigue. Y el rey de Israel respondi�, y dijo: Decidle, que no se alabe el que se ci�e, como el que ya se desci�e. Y como �l oy� esta palabra, estando bebiendo con los reyes en las tiendas, dijo � sus siervos: Poned. Y ellos pusieron contra la ciudad. Y he aqu� un profeta se lleg� � Ach�b rey de Israel; y le dijo: As� ha dicho Jehov�: �Has visto esta grande multitud? he aqu� yo te la entregar� hoy en tu mano, para que conozcas que yo soy Jehov�. Y respondi� Ach�b: �Por mano de qui�n? Y �l dijo: As� ha dicho Jehov�: Por mano de los criados de los pr�ncipes de las provincias. Y dijo Ach�b: �Qui�n comenzar� la batalla? Y �l respondi�: T�. Entonces �l reconoci� los criados de los pr�ncipes de las provincias, los cuales fueron doscientos treinta y dos. Luego reconoci� todo el pueblo, todos los hijos de Israel, que fueron siete mil. Y salieron � medio d�a. Y estaba Ben-adad bebiendo, borracho en las tiendas, �l y los reyes, los treinta y dos reyes que hab�an venido en su ayuda. Y los criados de los pr�ncipes de las provincias salieron los primeros. Y hab�a Ben-adad enviado quien le di� aviso, diciendo: Han salido hombres de Samaria. El entonces dijo: Si han salido por paz, tomadlos vivos; y si han salido para pelear, tomadlos vivos. Salieron pues de la ciudad los criados de los pr�ncipes de las provincias, y en pos de ellos el ej�rcito. E hiri� cada uno al que ven�a contra s�: y huyeron los Siros, sigui�ndolos los de Israel. Y el rey de Siria, Ben-adad, se escap� en un caballo con alguna gente de caballer�a. Y sali� el rey de Israel, � hiri� la gente de � caballo, y los carros; y deshizo los Siros con grande estrago. Lleg�ndose luego el profeta al rey de Israel, le dijo: Ve, fortal�cete, y considera y mira lo que has de hacer; porque pasado el a�o, el rey de Siria ha de venir contra ti. Y los siervos del rey de Siria le dijeron: Sus dioses son dioses de los montes, por eso nos han vencido; mas si pele�remos con ellos en la llanura, se ver� si no los vencemos. Haz pues as�: Saca � los reyes cada uno de su puesto, y pon capitanes en lugar de ellos. Y t�, f�rmate otro ej�rcito como el ej�rcito que perdiste, caballos por caballos, y carros por carros; luego pelearemos con ellos en campo raso, y veremos si no los vencemos. Y �l les di� o�do, � h�zolo as�. Pasado el a�o, Ben-adad reconoci� los Siros, y vino � Aphec � pelear contra Israel. Y los hijos de Israel fueron tambi�n inspeccionados, y tomando provisiones fu�ronles al encuentro; y asentaron campo lo hijos de Israel delante de ellos, como dos reba�uelos de cabras; y los Siros hench�an la tierra. Lleg�ndose entonces el var�n de Dios al rey de Israel, habl�le diciendo: As� dijo Jehov�: Por cuanto los Siros han dicho, Jehov� es Dios de los montes, no Dios de los valles, yo entregar� toda esta grande multitud en tu mano, para que conozc�is que yo soy Jehov�. Siete d�as tuvieron asentado campo los unos delante de los otros, y al s�ptimo d�a se di� la batalla: y mataron los hijos de Israel de los Siros en un d�a cien mil hombres de � pie. Los dem�s huyeron � Aphec, � la ciudad: y el muro cay� sobre veinte y siete mil hombres que hab�an quedado. Tambi�n Ben-adad vino huyendo � la ciudad, y escond�ase de c�mara en c�mara. Entonces sus siervos le dijeron: He aqu�, hemos o�do de los reyes de la casa de Israel que son reyes clementes: pongamos pues ahora sacos en nuestros lomos, y sogas en nuestras cabezas, y salgamos al rey de Israel: por ventura te salvar� la vida. Ci�eron pues sus lomos de sacos, y sogas � sus cabezas, y vinieron al rey de Israel, y dij�ronle: Tu siervo Ben-adad dice: Ru�gote que viva mi alma. Y �l respondi�: Si �l vive a�n, mi hermano es. Esto tomaron aquellos hombres por buen ag�ero, y presto tomaron esta palabra de su boca, y dijeron: �Tu hermano Ben-adad! Y �l dijo: Id, y traedle. Ben-adad entonces se present� � Ach�b, y �l le hizo subir en un carro. Y d�jole Ben-adad: Las ciudades que mi padre tom� al tuyo, yo las restituir�; y haz plazas en Damasco para ti, como mi padre las hizo en Samaria. Y yo, dijo Ach�b, te dejar� partir con esta alianza. Hizo pues con �l alianza, y dej�le ir. Entonces un var�n de los hijos de los profetas dijo � su compa�ero por palabra de Dios: Hi�reme ahora. Mas el otro var�n no quiso herirle. Y �l le dijo: Por cuanto no has obedecido � la palabra de Jehov�, he aqu� en apart�ndote de m�, te herir� un le�n. Y como se apart� de �l, top�le un le�n, � hiri�le. Encontr�se luego con otro hombre, y d�jole: Hi�reme ahora. Y el hombre le di� un golpe, � h�zole una herida. Y el profeta se fu�, y p�sose delante del rey en el camino, y disfraz�se con un velo sobre los ojos. Y como el rey pasaba, �l di� voces al rey, y dijo: Tu siervo sali� entre la tropa: y he aqu� apart�ndose uno, tr�jome un hombre, diciendo: Guarda � este hombre, y si llegare � faltar, tu vida ser� por la suya, � pagar�s un talento de plata. Y como tu siervo estaba ocupado � una parte y � otra, �l desapareci�. Entonces el rey de Israel le dijo: Esa ser� tu sentencia: t� la has pronunciado. Pero �l se quit� presto el velo de sobre sus ojos, y el rey de Israel conoci� que era de los profetas. Y �l le dijo: As� ha dicho Jehov�: Por cuanto soltaste de la mano el hombre de mi anatema, tu vida ser� por la suya, y tu pueblo por el suyo. Y el rey de Israel se fu� � su casa triste y enojado, y lleg� � Samaria. 1 Reyes 21PASADOS estos negocios, aconteci� que Naboth de Jezreel ten�a en Jezreel una vi�a junto al palacio de Ach�b rey de Samaria. Y Ach�b habl� � Naboth, diciendo: Dame tu vi�a para un huerto de legumbres, porque est� cercana, junto � mi casa, y yo te dar� por ella otra vi�a mejor que esta; � si mejor te pareciere, te pagar� su valor en dinero. Y Naboth respondi� � Ach�b: Gu�rdeme Jehov� de que yo te d� � ti la heredad de mis padres. Y v�nose Ach�b � su casa triste y enojado, por la palabra que Naboth de Jezreel le hab�a respondido, diciendo: No te dar� la heredad de mis padres. Y acost�se en su cama, y volvi� su rostro, y no comi� pan. Y vino � �l su mujer Jezabel, y d�jole: �Por qu� est� tan triste tu esp�ritu, y no comes pan? Y �l respondi�: Porque habl� con Naboth de Jezreel, y d�jele que me diera su vi�a por dinero, � que, si m�s quer�a, le dar�a otra vi�a por ella; y �l respondi�: Yo no te dar� mi vi�a. Y su mujer Jezabel le dijo: �Eres t� ahora rey sobre Israel? Lev�ntate, y come pan, y al�grate: yo te dar� la vi�a de Naboth de Jezreel. Entonces ella escribi� cartas en nombre de Ach�b, y sell�las con su anillo y envi�las � los ancianos y � los principales que moraban en su ciudad con Naboth. Y las cartas que escribi� dec�an as�: Proclamad ayuno, y poned � Naboth � la cabecera del pueblo; Y poned dos hombres perversos delante de �l, que atestig�en contra �l, y digan: T� has blasfemado � Dios y al rey. Y entonces sacadlo, y apedreadlo, y muera. Y los de su ciudad, los ancianos y los principales que moraban en su ciudad, lo hicieron como Jezabel les mand�, conforme � lo escrito en las cartas que ella les hab�a enviado. Y promulgaron ayuno, y asentaron � Naboth � la cabecera del pueblo. Vinieron entonces dos hombres perversos, y sent�ronse delante de �l: y aquellos hombres de Belial atestiguaron contra Naboth delante del pueblo, diciendo: Naboth ha blasfemado � Dios y al rey. Y sac�ronlo fuera de la ciudad, y apedre�ronlo con piedras, y muri�. Despu�s enviaron � decir � Jezabel: Naboth ha sido apedreado y muerto. Y como Jezabel oy� que Naboth hab�a sido apedreado y muerto, dijo � Ach�b: Lev�ntate y posee la vi�a de Naboth de Jezreel, que no te la quiso dar por dinero; porque Naboth no vive, sino que es muerto. Y oyendo Ach�b que Naboth era muerto, levant�se para descender � la vi�a de Naboth de Jezreel, para tomar posesi�n de ella. Entonces fu� palabra de Jehov� � El�as Thisbita, diciendo: Lev�ntate, desciende � encontrarte con Ach�b rey de Israel, que est� en Samaria: he aqu� �l est� en la vi�a de Naboth, � la cual ha descendido para tomar posesi�n de ella. Y hablarle has, diciendo: As� ha dicho Jehov�: �No mataste y tambi�n has pose�do? Y tornar�s � hablarle, diciendo: As� ha dicho Jehov�: En el mismo lugar donde lamieron los perros la sangre de Naboth, los perros lamer�n tambi�n tu sangre, la tuya misma. Y Ach�b dijo � El�as: �Me has hallado, enemigo m�o? Y �l respondi�: Hete encontrado, porque te has vendido � mal hacer delante de Jehov�. He aqu� yo traigo mal sobre ti, y barrer� tu posteridad, y talar� de Ach�b todo meante � la pared, al guardado y al desamparado en Israel: Y yo pondr� tu casa como la casa de Jeroboam hijo de Nabat, y como la casa de Baasa hijo de Ah�a; por la provocaci�n con que me provocaste � ira, y con que has hecho pecar � Israel. De Jezabel tambi�n ha hablado Jehov�, diciendo: Los perros comer�n � Jezabel en la barbacana de Jezreel. El que de Ach�b fuere muerto en la ciudad, perros le comer�n: y el que fuere muerto en el campo, comerlo han las aves del cielo. (A la verdad ninguno fu� como Ach�b, que se vendiese � hacer lo malo � los ojos de Jehov�; porque Jezabel su mujer lo incitaba. El fu� en grande manera abominable, caminando en pos de los �dolos, conforme � todo lo que hicieron los Amorrheos, � los cuales lanz� Jehov� delante de los hijos de Israel.) Y acaeci� cuando Ach�b oy� estas palabras, que rasg� sus vestidos, y puso saco sobre su carne, y ayun�, y durmi� en saco, y anduvo humillado. Entonces fu� palabra de Jehov� � El�as Thisbita, diciendo: �No has visto como Ach�b se ha humillado delante de m�? Pues por cuanto se ha humillado delante de m�, no traer� el mal en sus d�as: en los d�as de su hijo traer� el mal sobre su casa. 1 Reyes 22TRES a�os pasaron sin guerra entre los Siros � Israel. Y aconteci� al tercer a�o, que Josaphat rey de Jud� descendi� al rey de Israel. Y el rey de Israel dijo � sus siervos: �No sab�is que es nuestra Ramoth de Galaad? y nosotros callamos en orden � tomarla de mano del rey de Siria. Y dijo � Josaphat: �Quieres venir conmigo � pelear contra Ramoth de Galaad? Y Josaphat respondi� al rey de Israel: Como yo, as� t�; y como mi pueblo, as� tu pueblo; y como mis caballos, tus caballos. Y dijo luego Josaphat al rey de Israel: Yo te ruego que consultes hoy la palabra de Jehov�. Entonces el rey de Israel junt� los profetas, como cuatrocientos hombres, � los cuales dijo: �Ir� � la guerra contra Ramoth de Galaad, � la dejar�? Y ellos dijeron: Sube; porque el Se�or la entregar� en mano del rey. Y dijo Josaphat: �Hay a�n aqu� alg�n profeta de Jehov�, por el cual consultemos? Y el rey de Israel respondi� � Josaphat: Aun hay un var�n por el cual podr�amos consultar � Jehov�, Mich�as, hijo de Imla: mas yo le aborrezco porque nunca me profetiza bien, sino solamente mal. Y Josaphat dijo: No hable el rey as�. Entonces el rey de Israel llam� � un eunuco, y d�jole: trae presto � Mich�as hijo de Imla. Y el rey de Israel y Josaphat rey de Jud� estaban sentados cada uno en su silla, vestidos de sus ropas reales, en la plaza junto � la entrada de la puerta de Samaria; y todos los profetas profetizaban delante de ellos. Y Sedech�as hijo de Ch�naana se hab�a hecho unos cuernos de hierro, y dijo: As� ha dicho Jehov�: Con �stos acornear�s � los Siros hasta acabarlos. Y todos los profetas profetizaban de la misma manera, diciendo: Sube � Ramoth de Galaad, y ser�s prosperado; que Jehov� la dar� en mano del rey. Y el mensajero que hab�a ido � llamar � Mich�as, habl�le, diciendo: He aqu� las palabras de los profetas � una boca anuncian al rey bien: sea ahora tu palabra conforme � la palabra de alguno de ellos, y anuncia bien. Y Mich�as respondi�: Vive Jehov�, que lo que Jehov� me hablare, eso dir�. Vino pues al rey, y el rey le dijo: Mich�as, �iremos � pelear contra Ramoth de Galaad, � la dejaremos? Y �l respondi�: Sube, que ser�s prosperado, y Jehov� la entregar� en mano del rey. Y el rey le dijo: �Hasta cu�ntas veces he de conjurarte que no me digas sino la verdad en el nombre de Jehov�? Entonces �l dijo: Yo v� � todo Israel esparcido por los montes, como ovejas que no tienen pastor: y Jehov� dijo: Estos no tienen se�or: vu�lvase cada uno � su casa en paz. Y el rey de Israel dijo � Josaphat: �No te lo hab�a yo dicho? Ninguna cosa buena profetizar� �l acerca de m�, sino solamente mal. Entonces �l dijo: Oye pues palabra de Jehov�: Yo vi � Jehov� sentado en su trono, y todo el ej�rcito de los cielos estaba junto � �l, � su diestra y � su siniestra. Y Jehov� dijo: �Qui�n inducir� � Ach�b, para que suba y caiga en Ramoth de Galaad? Y uno dec�a de una manera; y otro dec�a de otra. Y sali� un esp�ritu, y p�sose delante de Jehov�, y dijo: Yo le inducir�. Y Jehov� le dijo: �De qu� manera? Y �l dijo: Yo saldr�, y ser� esp�ritu de mentira en boca de todos sus profetas. Y �l dijo: inducirlo has, y aun saldr�s con ello; sal pues, y hazlo as�. Y ahora, he aqu� Jehov� ha puesto esp�ritu de mentira en la boca de todos estos tus profetas, y Jehov� ha decretado el mal acerca de ti. Lleg�ndose entonces Sedech�as hijo de Ch�naana, hiri� � Mich�as en la mejilla, diciendo: �Por d�nde se fu� de m� el esp�ritu de Jehov� para hablarte � ti? Y Mich�as respondi�: He aqu� t� lo ver�s en aquel d�a, cuando te ir�s metiendo de c�mara en c�mara por esconderte. Entonces el rey de Israel dijo: Toma � Mich�as, y vu�lvelo � Am�n gobernador de la ciudad, y � Joas hijo del rey; Y dir�s: As� ha dicho el rey: Echad � �ste en la c�rcel, y mantenedle con pan de angustia y con agua de aflicci�n, hasta que yo vuelva en paz. Y dijo Mich�as: Si llegares � volver en paz, Jehov� no ha hablado por m�. En seguida dijo: Oid, pueblos todos. Subi� pues el rey de Israel con Josaphat rey de Jud� � Ramoth de Galaad. Y el rey de Israel dijo � Josaphat: Yo me disfrazar�, y entrar� en la batalla: y t� v�stete tus vestidos. Y el rey de Israel se disfraz�, y entr� en la batalla. Mas el rey de Siria hab�a mandado � sus treinta y dos capitanes de los carros, diciendo: No pele�is vosotros ni con grande ni con chico, sino s�lo contra el rey de Israel. Y como los capitanes de los carros vieron � Josaphat, dijeron: Ciertamente �ste es el rey de Israel; y vini�ronse � �l para pelear con �l; mas el rey Josaphat di� voces. Viendo entonces los capitanes de los carros que no era el rey de Israel, apart�ronse de �l. Y un hombre disparando su arco � la ventura, hiri� al rey de Israel por entre las junturas de la armadura; por lo que dijo �l � su carretero: Toma la vuelta, y s�came del campo, que estoy herido. Mas la batalla hab�a arreciado aquel d�a, y el rey estuvo en su carro delante de los Siros, y � la tarde muri�: y la sangre de la herida corr�a por el seno del carro. Y � puesta del sol sali� un preg�n por el campo, diciendo: �Cada uno � su ciudad, y cada cual � su tierra! Y muri� pues el rey, y fu� tra�do � Samaria; y sepultaron al rey en Samaria. Y lavaron el carro en el estanque de Samaria; lavaron tambi�n sus armas; y los perros lamieron su sangre, conforme � la palabra de Jehov� que hab�a hablado. Lo dem�s de los hechos de Ach�b, y todas las cosas que ejecut�, y la casa de marfil que hizo, y todas las ciudades que edific�, �no est� escrito en el libro de las cr�nicas de los reyes de Israel? Y durmi� Ach�b con sus padres, y rein� en su lugar Och�z�as su hijo. Y Josaphat hijo de Asa comenz� � reinar sobre Jud� en el cuarto a�o de Ach�b rey de Israel. Y era Josaphat de treinta y cinco a�os cuando comenz� � reinar, y rein� veinticinco a�os en Jerusalem. El nombre de su madre fu� Azuba hija de Silai. Y anduvo en todo el camino de Asa su padre, sin declinar de �l, haciendo lo recto en los ojos de Jehov�. Y Josaphat hizo paz con el rey de Israel. Lo dem�s de los hechos de Josaphat, y sus haza�as, y las guerras que hizo, �no est� escrito en el libro de las cr�nicas de los reyes de Jud�? Barri� tambi�n de la tierra el resto de los sodomitas que hab�an quedado en el tiempo de su padre Asa. No hab�a entonces rey en Edom; presidente hab�a en lugar de rey. Hab�a Josaphat hecho nav�os en Tharsis, los cuales hab�an de ir � Ophir por oro; mas no fueron, porque se rompieron en Ezion-geber. Entonces Och�z�as hijo de Ach�b dijo � Josaphat: Vayan mis siervos con los tuyos en los nav�os. Mas Josaphat no quiso. Y durmi� Josaphat con sus padres, y fu� sepultado con sus padres en la ciudad de David su padre; y en su lugar rein� Joram su hijo. Y Och�z�as hijo de Ach�b comenz� � reinar sobre Israel en Samaria, el a�o diecisiete de Josaphat rey de Jud�; y rein� dos a�os sobre Israel. E hizo lo malo en los ojos de Jehov�, y anduvo en el camino de su padre, y en el camino de su madre, y en el camino de Jeroboam hijo de Nabat, que hizo pecar � Israel: Porque sirvi� � Baal, y lo ador�, y provoc� � ira � Jehov� Dios de Israel, conforme � todas las cosas que su padre hab�a hecho.
2 ReyesLA BIBLIA Versión Reina-Valera de 1909 �NDICE [ 1 | 2 | 3 | 4 | 5 | 6 | 7 | 8 | 9 | 10 | 11 | 12 | 13 | 14 | 15 | 16 | 17 | 18 | 19 | 20 | 21 | 22 | 23 | 24 | 25 ]2 Reyes 1DESPU�S de la muerte de Ach�b rebel�se Moab contra Israel. Y Och�z�as cay� por las celos�as de una sala de la casa que ten�a en Samaria; y estando enfermo envi� mensajeros, y d�joles: Id, y consultad � Baal-zebub dios de Ecr�n, si tengo de sanar de esta mi enfermedad. Entonces el �ngel de Jehov� habl� � El�as Thisbita, diciendo: Lev�ntate, y sube � encontrarte con los mensajeros del rey de Samaria, y les dir�s: �No hay Dios en Israel, que vosotros vais � consultar � Baal-zebub dios de Ecr�n? Por tanto as� ha dicho Jehov�: Del lecho en que subiste no descender�s, antes morir�s ciertamente. Y El�as se fu�. Y como los mensajeros se volvieron al rey, �l les dijo: �Por qu� pues os hab�is vuelto? Y ellos le respondieron: Encontramos un var�n que nos dijo: Id, y volveos al rey que os envi�, y decidle: As� ha dicho Jehov�: �No hay Dios en Israel, que t� env�as � consultar � Baal-zebub dios de Ecr�n? Por tanto, del lecho en que subiste no descender�s, antes morir�s de cierto. Entonces �l les dijo: �Qu� h�bito era el de aquel var�n que encontrasteis, y os dijo tales palabras? Y ellos le respondieron: Un var�n velloso, y ce��a sus lomos con un cinto de cuero. Entonces �l dijo: El�as Thisbita es. Y envi� luego � �l un capit�n de cincuenta con sus cincuenta, el cual subi� � �l; y he aqu� que �l estaba sentado en la cumbre del monte. Y �l le dijo: Var�n de Dios, el rey ha dicho que desciendas. Y El�as respondi�, y dijo al capit�n de cincuenta: Si yo soy var�n de Dios, descienda fuego del cielo, y cons�mate con tus cincuenta. Y descendi� fuego del cielo, que lo consumi� � �l y � sus cincuenta. Volvi� el rey � enviar � �l otro capit�n de cincuenta con sus cincuenta; y habl�le, y dijo: Varon de Dios, el rey ha dicho as�: Desciende presto. Y respondi�le El�as, y dijo: Si yo soy var�n de Dios, descienda fuego del cielo, y cons�mate con tus cincuenta. Y descendi� fuego del cielo, que lo consumi� � �l y � sus cincuenta. Y volvi� � enviar el tercer capit�n de cincuenta con sus cincuenta: y subiendo aquel tercer capit�n de cincuenta, hinc�se de rodillas delante de El�as, y rog�le, diciendo: Var�n de Dios, ru�gote que sea de valor delante de tus ojos mi vida y la vida de estos tus cincuenta siervos. He aqu� ha descendido fuego del cielo, y ha consumido los dos primeros capitanes de cincuenta, con sus cincuenta; sea ahora mi vida de valor delante de tus ojos. Entonces el �ngel de Jehov� dijo � El�as: Desciende con �l; no hayas de �l miedo. Y �l se levant�, y descendi� con �l al rey. Y d�jole: As� ha dicho Jehov�: Pues que enviaste mensajeros � consultar � Baal-zebub dios de Ecr�n, �no hay Dios en Israel para consultar en su palabra? No descender�s, por tanto, del lecho en que subiste, antes morir�s de cierto. Y muri� conforme � la palabra de Jehov� que hab�a hablado El�as; y rein� en su lugar Joram, en el segundo a�o de Joram, hijo de Josaphat rey de Jud�; porque Och�z�as no ten�a hijo. Y lo dem�s de los hechos de Och�z�as, �no est� escrito en el libro de las cr�nicas de los reyes de Israel? 2 Reyes 2Y ACONTECIO que, cuando quiso Jehov� alzar � El�as en un torbellino al cielo, El�as ven�a con Eliseo de Gilgal. Y dijo El�as � Eliseo: Qu�date ahora aqu�, porque Jehov� me ha enviado � Beth-el. Y Eliseo dijo: Vive Jehov�, y vive tu alma, que no te dejar�. Descendieron pues � Beth-el. Y saliendo � Eliseo los hijos de los profetas que estaban en Beth-el, dij�ronle: �Sabes c�mo Jehov� quitar� hoy � tu se�or de tu cabeza? Y �l dijo: S�, yo lo s�; callad. Y El�as le volvi� � decir: Eliseo, qu�date aqu� ahora, porque Jehov� me ha enviado � Jeric�. Y �l dijo: Vive Jehov�, y vive tu alma, que no te dejar�. Vinieron pues � Jeric�. Y lleg�ronse � Eliseo los hijos de los profetas que estaban en Jeric�, y dij�ronle: �Sabes c�mo Jehov� quitar� hoy � tu se�or de tu cabeza? Y �l respondi�: S�, yo lo s�; callad. Y El�as le dijo: Ru�gote que te quedes aqu�, porque Jehov� me ha enviado al Jord�n. Y �l dijo: Vive Jehov�, y vive tu alma, que no te dejar�. Fueron pues ambos � dos. Y vinieron cincuenta varones de los hijos de los profetas, y par�ronse enfrente � lo lejos: y ellos dos se pararon junto al Jord�n. Tomando entonces El�as su manto, dobl�lo, � hiri� las aguas, las cuales se apartaron � uno y � otro lado, y pasaron ambos en seco. Y como hubieron pasado, El�as dijo � Eliseo: Pide lo que quieres que haga por ti, antes que sea quitado de contigo. Y dijo Eliseo: Ru�gote que las dos partes de tu esp�ritu sean sobre m�. Y �l le dijo: Cosa dif�cil has pedido. Si me vieres cuando fuere quitado de ti, te ser� as� hecho; mas si no, no. Y aconteci� que, yendo ellos hablando, he aqu�, un carro de fuego con caballos de fuego apart� � los dos: y El�as subi� al cielo en un torbellino. Y vi�ndolo Eliseo, clamaba: �Padre m�o, padre m�o, carro de Israel y su gente de � caballo! Y nunca m�s le vi�, y trabando de sus vestidos, rompi�los en dos partes. Alz� luego el manto de El�as que se le hab�a ca�do, y volvi�, y par�se � la orilla del Jord�n. Y tomando el manto de El�as que se le hab�a ca�do, hiri� las aguas, y dijo: �D�nde est� Jehov�, el Dios de El�as? Y as� que hubo del mismo modo herido las aguas, apart�ronse � uno y � otro lado, y pas� Eliseo. Y vi�ndole los hijos de los profetas que estaban en Jeric� de la otra parte, dijeron: El esp�ritu de El�as repos� sobre Eliseo. Y vini�ronle � recibir, � inclin�ronse � �l hasta la tierra. Y dij�ronle: He aqu� hay con tus siervos cincuenta varones fuertes: vayan ahora y busquen � tu se�or; quiz� lo ha levantado el esp�ritu de Jehov�, y lo ha echado en alg�n monte � en alg�n valle. Y �l les dijo: No envi�is. Mas ellos le importunaron, hasta que avergonz�ndose, dijo: Enviad. Entonces ellos enviaron cincuenta hombres, los cuales lo buscaron tres d�as, mas no lo hallaron. Y cuando volvieron � �l, que se hab�a quedado en Jeric�, �l les dijo: �No os dije yo que no fueseis? Y los hombres de la ciudad dijeron � Eliseo: He aqu� el asiento de esta ciudad es bueno, como mi se�or ve; mas las aguas son malas, y la tierra enferma. Entonces �l dijo: Traedme una botija nueva, y poned en ella sal. Y traj�ronsela. Y saliendo �l � los manaderos de las aguas, ech� dentro la sal, y dijo: As� ha dicho Jehov�: Yo san� estas aguas, y no habr� m�s en ellas muerte ni enfermedad. Y fueron sanas las aguas hasta hoy, conforme � la palabra que habl� Eliseo. Despu�s subi� de all� � Beth-el; y subiendo por el camino, salieron los muchachos de la ciudad, y se burlaban de �l, diciendo: �Calvo, sube! �calvo, sube! Y mirando �l atr�s, vi�los, y mald�jolos en el nombre de Jehov�. Y salieron dos osos del monte, y despedazaron de ellos cuarenta y dos muchachos. De all� fu� al monte de Carmelo, y de all� volvi� � Samaria. 2 Reyes 3Y JORAM hijo de Ach�b comenz� � reinar en Samaria sobre Israel el a�o dieciocho de Josaphat rey de Jud�; y rein� doce a�os. E hizo lo malo en ojos de Jehov�, aunque no como su padre y su madre; porque quit� las estatuas de Baal que su padre hab�a hecho. Mas alleg�se � los pecados de Jeroboam, hijo de Nabat, que hizo pecar � Israel; y no se apart� de ellos. Entonces Mesa rey de Moab era propietario de ganados, y pagaba al rey de Israel cien mil corderos y cien mil carneros con sus vellones. Mas muerto Ach�b, el rey de Moab se rebel� contra el rey de Israel. Y sali� entonces de Samaria el rey Joram, � inspeccion� � todo Israel. Y fu� y envi� � decir � Josaphat rey de Jud�: El rey de Moab se ha rebelado contra m�: �ir�s t� conmigo � la guerra contra Moab? Y �l respondi�: Ir�, porque como yo, as� t�; como mi pueblo, as� tu pueblo; como mis caballos, as� tambi�n tus caballos. Y dijo: �Por qu� camino iremos? Y �l respondi�: Por el camino del desierto de Idumea. Partieron pues el rey de Israel, y el rey de Jud�, y el rey de Idumea; y como anduvieron rodeando por el desierto siete d�as de camino, falt�les el agua para el ej�rcito, y para las bestias que los segu�an. Entonces el rey de Israel dijo: �Ah! que ha llamado Jehov� estos tres reyes para entregarlos en manos de los Moabitas. Mas Josaphat dijo: �No hay aqu� profeta de Jehov�, para que consultemos � Jehov� por �l? Y uno de los siervos del rey de Israel respondi� y dijo: Aqu� est� Eliseo hijo de Saphat, que daba agua � manos � El�as. Y Josaphat dijo: Este tendr� palabra de Jehov�. Y descendieron � �l el rey de Israel, y Josaphat, y el rey de Idumea. Entonces Eliseo dijo al rey de Israel: �Qu� tengo yo contigo? Ve � los profetas de tu padre, y � los profetas de tu madre. Y el rey de Israel le respondi�: No; porque ha juntado Jehov� estos tres reyes para entregarlos en manos de los Moabitas. Y Eliseo dijo: Vive Jehov� de los ej�rcitos, en cuya presencia estoy, que si no tuviese respeto al rostro de Josaphat rey de Jud�, no mirara � ti, ni te viera. Mas ahora traedme un ta�edor. Y mientras el ta�edor tocaba, la mano de Jehov� fu� sobre Eliseo. Y dijo: As� ha dicho Jehov�: Haced en este valle muchas acequias. Porque Jehov� ha dicho as�: No ver�is viento, ni ver�is lluvia, y este valle ser� lleno de agua, y beber�is vosotros, y vuestras bestias, y vuestros ganados. Y esto es cosa ligera en los ojos de Jehov�; dar� tambi�n � los Moabitas en vuestras manos. Y vosotros herir�is � toda ciudad fortalecida y � toda villa hermosa, y talar�is todo buen �rbol, y cegar�is todas las fuentes de aguas, y destruir�is con piedras toda tierra f�rtil. Y aconteci� que por la ma�ana, cuando se ofrece el sacrificio, he aqu� vinieron aguas por el camino de Idumea, y la tierra fu� llena de aguas. Y todos los de Moab, como oyeron que los reyes sub�an � pelear contra ellos, junt�ronse desde todos los que ce��an talabarte arriba, y pusi�ronse en la frontera. Y como se levantaron por la ma�ana, y luci� el sol sobre las aguas, vieron los de Moab desde lejos las aguas rojas como sangre; Y dijeron: �Sangre es esta de espada! Los reyes se han revuelto, y cada uno ha muerto � su compa�ero. Ahora pues, �Moab, � la presa! Mas cuando llegaron al campo de Israel, levant�ronse los Israelitas � hirieron � los de Moab, los cuales huyeron delante de ellos: siguieron empero hiriendo todav�a � los de Moab. Y asolaron las ciudades, y en todas las heredades f�rtiles ech� cada uno su piedra, y las llenaron; cegaron tambi�n todas las fuentes de las aguas, y derribaron todos los buenos �rboles; hasta que en Kir-hareseth solamente dejaron sus piedras; porque los honderos la cercaron, y la hirieron. Y cuando el rey de Moab vi� que la batalla lo venc�a, tom� consigo setecientos hombres que sacaban espada, para romper contra el rey de Idumea: mas no pudieron. Entonces arrebat� � su primog�nito que hab�a de reinar en su lugar, y sacrific�le en holocausto sobre el muro. Y hubo grande enojo en Israel; y retir�ronse de �l, y volvi�ronse � su tierra. 2 Reyes 4UNA mujer, de las mujeres de los hijos de los profetas, clam� � Eliseo, diciendo: Tu siervo mi marido es muerto; y t� sabes que tu siervo era temeroso de Jehov�: y ha venido el acreedor para tomarse dos hijos m�os por siervos. Y Eliseo le dijo: �Qu� te har� yo? Decl�rame qu� tienes en casa. Y ella dijo: Tu sierva ninguna cosa tiene en casa, sino una botija de aceite. Y �l le dijo: Ve, y pide para ti vasos prestados de todos tus vecinos, vasos vac�os, no pocos. Entra luego, y cierra la puerta tras ti y tras tus hijos; y echa en todos los vasos, y en estando uno lleno, ponlo aparte. Y parti�se la mujer de �l, y cerr� la puerta tras s� y tras sus hijos; y ellos le llegaban los vasos, y ella echaba del aceite. Y como los vasos fueron llenos, dijo � un hijo suyo: Tr�eme a�n otro vaso. Y �l dijo: No hay m�s vasos. Entonces ces� el aceite. Vino ella luego, y cont�lo al var�n de Dios, el cual dijo: Ve, y vende el aceite, y paga � tus acreedores; y t� y tus hijos vivid de lo que quedare. Y aconteci� tambi�n que un d�a pasaba Eliseo por Sunem; y hab�a all� una mujer principal, la cual le constri�� � que comiese del pan: y cuando por all� pasaba, ven�ase � su casa � comer del pan. Y ella dijo � su marido: He aqu� ahora, yo entiendo que �ste que siempre pasa por nuestra casa, es var�n de Dios santo. Yo te ruego que hagas una peque�a c�mara de paredes, y pongamos en ella cama, y mesa, y silla, y candelero, para que cuando viniere � nosotros, se recoja en ella. Y aconteci� que un d�a vino �l por all�, y recogi�se en aquella c�mara, y durmi� en ella. Entonces dijo � Giezi su criado: Llama � esta Sunamita. Y como �l la llam�, pareci� ella delante de �l. Y dijo �l � Giezi: Dile: He aqu� t� has estado sol�cita por nosotros con todo este esmero: �qu� quieres que haga por ti? �has menester que hable por ti al rey, � al general del ej�rcito? Y ella respondi�: Yo habito en medio de mi pueblo. Y �l dijo: �Qu� pues haremos por ella? Y Giezi respondi�: He aqu� ella no tiene hijo, y su marido es viejo. Dijo entonces: Ll�mala. Y �l la llam�, y ella se par� � la puerta. Y �l le dijo: A este tiempo seg�n el tiempo de la vida, abrazar�s un hijo. Y ella dijo: No, se�or m�o, var�n de Dios, no hagas burla de tu sierva. Mas la mujer concibi�, y pari� un hijo � aquel tiempo que Eliseo le hab�a dicho, seg�n el tiempo de la vida. Y como el ni�o fu� grande, aconteci� que un d�a sali� � su padre, � los segadores. Y dijo � su padre: �Mi cabeza, mi cabeza! Y �l dijo � un criado: Ll�valo � su madre. Y habi�ndole �l tomado, y tra�dolo � su madre, estuvo sentado sobre sus rodillas hasta medio d�a, y muri�se. Ella entonces subi�, y p�solo sobre la cama del var�n de Dios, y cerr�ndole la puerta, sali�se. Llamando luego � su marido, d�jole: Ru�gote que env�es conmigo � alguno de los criados y una de las asnas, para que yo vaya corriendo al var�n de Dios, y vuelva. Y �l dijo: �Para qu� has de ir � �l hoy? No es nueva luna, ni s�bado. Y ella respondi�: Paz. Despu�s hizo enalbardar una borrica, y dijo al mozo: Gu�a y anda; y no me hagas detener para que suba, sino cuando yo te lo dijere. Parti�se pues, y vino al var�n de Dios al monte del Carmelo. Y cuando el var�n de Dios la vi� de lejos, dijo � su criado Giezi: He aqu� la Sunamita: Ru�gote que vayas ahora corriendo � recibirla, y dile: �Tienes paz? �y tu marido, y tu hijo? Y ella dijo: Paz. Y luego que lleg� al var�n de Dios en el monte, asi� de sus pies. Y lleg�se Giezi para quitarla; mas el var�n de Dios le dijo: D�jala, porque su alma est� en amargura, y Jehov� me ha encubierto el motivo, y no me lo ha revelado. Y ella dijo: �Ped� yo hijo � mi se�or? �No dije yo, que no me burlases? Entonces dijo �l � Giezi: Ci�e tus lomos, y toma mi bord�n en tu mano, y ve; y si alguno te encontrare, no lo saludes; y si alguno te saludare, no le respondas: y pondr�s mi bord�n sobre el rostro del ni�o. Y dijo la madre del ni�o: Vive Jehov�, y vive tu alma, que no te dejar�. El entonces se levant�, y sigui�la. Y Giezi hab�a ido delante de ellos, y hab�a puesto el bord�n sobre el rostro del ni�o, mas ni ten�a voz ni sentido; y as� se hab�a vuelto para encontrar � Eliseo; y declar�selo, diciendo: El mozo no despierta. Y venido Eliseo � la casa, he aqu� el ni�o que estaba tendido muerto sobre su cama. Entrando �l entonces, cerr� la puerta sobre ambos, y or� � Jehov�. Despu�s subi�, y ech�se sobre el ni�o, poniendo su boca sobre la boca de �l, y sus ojos sobre sus ojos, y sus manos sobre las manos suyas; as� se tendi� sobre �l, y calent�se la carne del joven. Volvi�ndose luego, pas�ose por la casa � una parte y � otra, y despu�s subi�, y tendi�se sobre �l; y el joven estornud� siete veces, y abri� sus ojos. Entonces llam� �l � Giezi, y d�jole: Llama � esta Sunamita. Y �l la llam�. Y entrando ella, �l le dijo: Toma tu hijo. Y as� que ella entr�, ech�se � sus pies, � inclin�se � tierra: despu�s tom� su hijo, y sali�se. Y Eliseo se volvi� � Gilgal. Hab�a entonces grande hambre en la tierra. Y los hijos de los profetas estaban con �l, por lo que dijo � su criado: Pon una grande olla, y haz potaje para los hijos de los profetas. Y sali� uno al campo � coger hierbas, y hall� una como parra mont�s, y cogi� de ella una faldada de calabazas silvestres: y volvi�, y cort�las en la olla del potaje: porque no sab�a lo que era. Ech�se despu�s para que comieran los hombres; pero sucedi� que comiendo ellos de aquel guisado, dieron voces, diciendo: �Var�n de Dios, la muerte en la olla! Y no lo pudieron comer. El entonces dijo: Traed harina. Y esparci�la en la olla, y dijo: Echa de comer � la gente. Y no hubo m�s mal en la olla. Vino entonces un hombre de Baal-salisa, el cual trajo al var�n de Dios panes de primicias, veinte panes de cebada, y trigo nuevo en su espiga. Y �l dijo: Da � la gente para que coman. Y respondi� su sirviente: �C�mo he de poner esto delante de cien hombres? Mas �l torn� � decir: Da � la gente para que coman, porque as� ha dicho Jehov�: Comer�n, y sobrar�. Entonces �l lo puso delante de ellos, y comieron, y sobr�les, conforme � la palabra de Jehov�. 2 Reyes 5NAAMAN, general del ej�rcito del rey de Siria, era gran var�n delante de su se�or, y en alta estima, porque por medio de �l hab�a dado Jehov� salvamento � la Siria. Era este hombre valeroso en extremo, pero leproso. Y de Siria hab�an salido cuadrillas, y hab�an llevado cautiva de la tierra de Israel una muchacha; la cual sirviendo � la mujer de Naam�n, Dijo � su se�ora: Si rogase mi se�or al profeta que est� en Samaria, �l lo sanar�a de su lepra. Y entrando Naam�n � su se�or, declar�selo, diciendo: As� y as� ha dicho una muchacha que es de la tierra de Israel. Y d�jole el rey de Siria: Anda, ve, y yo enviar� letras al rey de Israel. Parti� pues �l, llevando consigo diez talentos de plata, y seis mil piezas de oro, y diez mudas de vestidos. Tom� tambi�n letras para el rey de Israel, que dec�an as�: Luego en llegando � ti estas letras, sabe por ellas que yo env�o � ti mi siervo Naam�n, para que lo sanes de su lepra. Y luego que el rey de Israel ley� las cartas, rasg� sus vestidos, y dijo: �Soy yo Dios, que mate y d� vida, para que �ste env�e � m� � que sane un hombre de su lepra? Considerad ahora, y ved c�mo busca ocasi�n contra m�. Y como Eliseo, var�n de Dios oy� que el rey de Israel hab�a rasgado sus vestidos, envi� � decir al rey: �Por qu� has rasgado tus vestidos? Venga ahora � m�, y sabr� que hay profeta en Israel. Y vino Naam�n con sus caballos y con su carro, y par�se � las puertas de la casa de Eliseo. Entonces Eliseo le envi� un mensajero, diciendo: Ve, y l�vate siete veces en el Jord�n, y tu carne se te restaurar�, y ser�s limpio. Y Naam�n se fu� enojado, diciendo: He aqu� yo dec�a para m�: Saldr� �l luego, y estando en pie invocar� el nombre de Jehov� su Dios, y alzar� su mano, y tocar� el lugar, y sanar� la lepra. Abana y Pharphar, r�os de Damasco, �no son mejores que todas las aguas de Israel? Si me lavare en ellos, �no ser� tambi�n limpio? Y volvi�se, y fu�se enojado. Mas sus criados se llegaron � �l, y habl�ronle, diciendo: Padre m�o, si el profeta te mandara alguna gran cosa, �no la hicieras? �cu�nto m�s, dici�ndote: L�vate, y ser�s limpio? El entonces descendi�, y zambull�se siete veces en el Jord�n, conforme � la palabra del var�n de Dios: y su carne se volvi� como la carne de un ni�o, y fu� limpio. Y volvi� al var�n de Dios, �l y toda su compa��a, y p�sose delante de �l, y dijo: He aqu� ahora conozco que no hay Dios en toda la tierra, sino en Israel. Ru�gote que recibas alg�n presente de tu siervo. Mas �l dijo: Vive Jehov�, delante del cual estoy, que no lo tomar�. E importun�ndole que tomase, �l nunca quiso. Entonces Naam�n dijo: Ru�gote pues, �no se dar� � tu siervo una carga de un par de ac�milas de aquesta tierra? porque de aqu� adelante tu siervo no sacrificar� holocausto ni sacrificio � otros dioses, sino � Jehov�. En esto perdone Jehov� � tu siervo: que cuando mi se�or entrare en el templo de Rimm�n, y para adorar en �l se apoyare sobre mi mano, si yo tambi�n me inclinare en el templo de Rimm�n, si en el templo de Rimm�n me inclino, Jehov� perdone en esto � tu siervo. Y �l le dijo: Vete en paz. Parti�se pues de �l, y camin� como el espacio de una milla. Entonces Giezi, criado de Eliseo el var�n de Dios, dijo entre s�: He aqu� mi se�or estorb� � este Siro Naam�n, no tomando de su mano las cosas que hab�a tra�do. Vive Jehov�, que correr� yo tras �l, y tomar� de �l alguna cosa. Y sigui� Giezi � Naam�n: y como le vi� Naam�n que ven�a corriendo tras �l, ape�se del carro para recibirle, y dijo: �Va bien? Y �l dijo: Bien. Mi se�or me env�a � decir: He aqu� vinieron � m� en esta hora del monte de Ephraim dos mancebos de los hijos de los profetas: ru�gote que les des un talento de plata, y sendas mudas de vestidos. Y Naam�n dijo: Ru�gote que tomes dos talentos. Y �l le constri��, y at� dos talentos de plata en dos sacos, y dos mudas de vestidos, y p�solo � cuestas � dos de sus criados, que lo llevasen delante de �l. Y llegado que hubo � un lugar secreto, �l lo tom� de mano de ellos, y guard�lo en casa: luego mand� � los hombres que se fuesen. Y �l entr�, y p�sose delante de su se�or. Y Eliseo le dijo: �De d�nde vienes, Giezi? Y �l dijo: Tu siervo no ha ido � ninguna parte. El entonces le dijo: �No fu� tambi�n mi coraz�n, cuando el hombre volvi� de su carro � recibirte? �es tiempo de tomar plata, y de tomar vestidos, olivares, vi�as, ovejas, bueyes, siervos y siervas? La lepra de Naam�n se te pegar� � ti, y � tu simiente para siempre. Y sali� de delante de �l leproso, blanco como la nieve. 2 Reyes 6LOS hijos de los profetas dijeron � Eliseo: He aqu�, el lugar en que moramos contigo nos es estrecho. Vamos ahora al Jord�n, y tomemos de all� cada uno una viga, y hag�monos all� lugar en que habitemos. Y �l dijo: Andad. Y dijo uno: Rog�moste que quieras venir con tus siervos. Y �l respondi�: Yo ir�. Fu�se pues con ellos; y como llegaron al Jord�n, cortaron la madera. Y aconteci� que derribando uno un �rbol, cay�sele el hacha en el agua; y di� voces, diciendo: �Ah, se�or m�o, que era emprestada! Y el var�n de Dios dijo: �D�nde cay�? Y �l le mostr� el lugar. Entonces cort� �l un palo, y ech�lo all�; � hizo nadar el hierro. Y dijo: T�malo. Y �l tendi� la mano, y tom�lo. Ten�a el rey de Siria guerra contra Israel, y consultando con sus siervos, dijo: En tal y tal lugar estar� mi campamento. Y el var�n de Dios envi� � decir al rey de Israel: Mira que no pases por tal lugar, porque los Siros van all�. Entonces el rey de Israel envi� � aquel lugar que el var�n de Dios hab�a dicho y amonest�dole; y guard�se de all�, no una vez ni dos. Y el coraz�n del rey de Siria fu� turbado de esto; y llamando � sus siervos, d�joles: �No me declarar�is vosotros qui�n de los nuestros es del rey de Israel? Entonces uno de los siervos dijo: No, rey, se�or m�o; sino que el profeta Eliseo est� en Israel, el cual declara al rey de Israel las palabras que t� hablas en tu m�s secreta c�mara. Y �l dijo: Id, y mirad d�nde est�, para que yo env�e � tomarlo. Y fu�le dicho: He aqu� �l est� en Doth�n. Entonces envi� el rey all� gente de � caballo, y carros, y un grande ej�rcito, los cuales vinieron de noche, y cercaron la ciudad. Y levant�ndose de ma�ana el que serv�a al var�n de Dios, para salir, he aqu� el ej�rcito que ten�a cercada la ciudad, con gente de � caballo y carros. Entonces su criado le dijo: �Ah, se�or m�o! �qu� haremos? Y �l le dijo: No hayas miedo: porque m�s son los que est�n con nosotros que los que est�n con ellos. Y or� Eliseo, y dijo: Ru�gote, oh Jehov�, que abras sus ojos para que vea. Entonces Jehov� abri� los ojos del mozo, y mir�: y he aqu� que el monte estaba lleno de gente de � caballo, y de carros de fuego alrededor de Eliseo. Y luego que los Siros descendieron � �l, or� Eliseo � Jehov�, y dijo: Ru�gote que hieras � esta gente con ceguedad. E hiri�los con ceguedad, conforme al dicho de Eliseo. Despu�s les dijo Eliseo: No es este el camino, ni es esta la ciudad; seguidme, que yo os guiar� al hombre que busc�is. Y gui�los � Samaria. Y as� que llegaron � Samaria, dijo Eliseo: Jehov�, abre los ojos de �stos, para que vean. Y Jehov� abri� sus ojos, y miraron, y hall�ronse en medio de Samaria. Y cuando el rey de Israel los hubo visto, dijo � Eliseo: �Herir�los, padre m�o? Y �l le respondi�: No los hieras; �herir�as t� � los que tomaste cautivos con tu espada y con tu arco? Pon delante de ellos pan y agua, para que coman y beban, y se vuelvan � sus se�ores. Entonces les fu� aparejada grande comida: y como hubieron comido y bebido, envi�los, y ellos se volvieron � su se�or. Y nunca m�s vinieron cuadrillas de Siria � la tierra de Israel. Despu�s de esto aconteci�, que Ben-adad rey de Siria junt� todo su ej�rcito, y subi�, y puso cerco � Samaria. Y hubo grande hambre en Samaria, teniendo ellos cerco sobre ella; tanto, que la cabeza de un asno era vendida por ochenta piezas de plata, y la cuarta de un cabo de esti�rcol de palomas por cinco piezas de plata. Y pasando el rey de Israel por el muro, una mujer le di� voces, y dijo: Salva, rey se�or m�o. Y �l dijo: Si no te salva Jehov�, �de d�nde te tengo de salvar yo? �del alfol�, � del lagar? Y d�jole el rey: �Qu� tienes? Y ella respondi�: Esta mujer me dijo: Da ac� tu hijo, y com�moslo hoy, y ma�ana comeremos el m�o. Cocimos pues mi hijo, y le comimos. El d�a siguiente yo le dije: Da ac� tu hijo, y com�moslo. Mas ella ha escondido su hijo. Y como el rey oy� las palabras de aquella mujer, rasg� sus vestidos, y pas� as� por el muro: y lleg� � ver el pueblo el saco que tra�a interiormente sobre su carne. Y �l dijo: As� me haga Dios, y as� me a�ada, si la cabeza de Eliseo hijo de Saphat quedare sobre �l hoy. Estaba � la saz�n Eliseo sentado en su casa, y con �l estaban sentados los ancianos: y el rey envi� � �l un hombre. Mas antes que el mensajero viniese � �l, dijo �l � los ancianos: �No hab�is visto como este hijo del homicida me env�a � quitar la cabeza? Mirad pues, y cuando viniere el mensajero, cerrad la puerta, � impedidle la entrada: �no viene tras �l el ruido de los pies de su amo? Aun estaba �l hablando con ellos, y he aqu� el mensajero que descend�a � �l; y dijo: Ciertamente este mal de Jehov� viene. �Para qu� tengo de esperar m�s � Jehov�? 2 Reyes 7DIJO entonces Eliseo: Oid palabra de Jehov�: As� dijo Jehov�: Ma�ana � estas horas valdr� el seah de flor de harina un siclo, y dos seah de cebada un siclo, � la puerta de Samaria. Y un pr�ncipe sobre cuya mano el rey se apoyaba, respondi� al var�n de Dios, y dijo: Si Jehov� hiciese ahora ventanas en el cielo, �ser�a esto as�? Y �l dijo: He aqu� t� lo ver�s con tus ojos, mas no comer�s de ello. Y hab�a cuatro hombres leprosos � la entrada de la puerta, los cuales dijeron el uno al otro: �Para qu� nos estamos aqu� hasta que muramos? Si trat�remos de entrar en la ciudad, por el hambre que hay en la ciudad moriremos en ella; y si nos quedamos aqu�, tambi�n moriremos. Vamos pues ahora, y pas�monos al ej�rcito de los Siros: si ellos nos dieren la vida, viviremos; y si nos dieren la muerte, moriremos. Levant�ronse pues en el principio de la noche, para irse al campo de los Siros; y llegando � las primeras estancias de los Siros, no hab�a all� hombre. Porque el Se�or hab�a hecho que en el campo de los Siros se oyese estruendo de carros, ruido de caballos, y estr�pito de grande ej�rcito; y dij�ronse los unos � los otros: He aqu� el rey de Israel ha pagado contra nosotros � los reyes de los Heteos, y � los reyes de los Egipcios, para que vengan contra nosotros. Y as� se hab�an levantado y hu�do al principio de la noche, dejando sus tiendas, sus caballos, sus asnos, y el campo como se estaba; y hab�an hu�do por salvar las vidas. Y como los leprosos llegaron � las primeras estancias, entr�ronse en una tienda, y comieron y bebieron, y tomaron de all� plata, y oro, y vestido, y fueron, y escondi�ronlo: y vueltos, entraron en otra tienda, y de all� tambi�n tomaron, y fueron, y escondieron. Y dij�ronse el uno al otro: No hacemos bien: hoy es d�a de buena nueva, y nosotros callamos: y si esperamos hasta la luz de la ma�ana, nos alcanzar� la maldad. Vamos pues ahora, entremos, y demos la nueva en casa del rey. Y vinieron, y dieron voces � los guardas de la puerta de la ciudad, y declar�ronles, diciendo: Nosotros fuimos al campo de los Siros, y he aqu� que no hab�a all� hombre, ni voz de hombre, sino caballos atados, asnos tambi�n atados, y el campo como se estaba. Y los porteros dieron voces, y declar�ronlo dentro, en el palacio del rey. Y levant�se el rey de noche, y dijo � sus siervos: Yo os declarar� lo que nos han hecho los Siros. Ellos saben que tenemos hambre, y hanse salido de las tiendas y escond�dose en el campo, diciendo: Cuando hubieren salido de la ciudad, los tomaremos vivos, y entraremos en la ciudad. Entonces respondi� uno de sus siervos, y dijo: Tomen ahora cinco de los caballos que han quedado en la ciudad, (porque ellos tambi�n son como toda la multitud de Israel que ha quedado en ella; tambi�n ellos son como toda la multitud de Israel que ha perecido;) y enviemos, y veamos qu� hay. Tomaron pues dos caballos de un carro, y envi� el rey tras el campo de los Siros, diciendo: Id, y ved. Y ellos fueron, y sigui�ronlos hasta el Jord�n: y he aqu�, todo el camino estaba lleno de vestidos y enseres que los Siros hab�an arrojado con la premura. Y volvieron los mensajeros, � hici�ronlo saber al rey. Entonces el pueblo sali�, y saquearon el campo de los Siros. Y fu� vendido un seah de flor de harina por un siclo, y dos seah de cebada por un siclo, conforme � la palabra de Jehov�. Y el rey puso � la puerta a aquel pr�ncipe sobre cuya mano �l se apoyaba: y atropell�le el pueblo � la entrada, y muri�, conforme � lo que hab�a dicho el var�n de Dios, lo que habl� cuando el rey descendi� � �l. Aconteci� pues de la manera que el var�n de Dios hab�a hablado al rey, diciendo: Dos seah de cebada por un siclo, y el seah de flor de harina ser� vendido por un siclo ma�ana � estas horas, � la puerta de Samaria. A lo cual aquel pr�ncipe hab�a respondido al var�n de Dios, diciendo: Aunque Jehov� hiciese ventanas en el cielo, �pudiera ser eso? Y �l dijo: He aqu� t� lo ver�s con tus ojos, mas no comer�s de ello. Y v�nole as�; porque el pueblo le atropell� � la entrada, y muri�. 2 Reyes 8Y HABLO Eliseo � aquella mujer � cuyo hijo hab�a hecho vivir, diciendo: Lev�ntate, vete t� y toda tu casa � vivir donde pudieres; porque Jehov� ha llamado el hambre, la cual vendr� tambi�n sobre la tierra siete a�os. Entonces la mujer se levant�, � hizo como el var�n de Dios le dijo: y parti�se ella con su familia, y vivi� en tierra de los Filisteos siete a�os. Y como fueron pasados los siete a�os, la mujer volvi� de la tierra de los Filisteos: despu�s sali� para clamar al rey por su casa, y por sus tierras. Y hab�a el rey hablado con Giezi, criado del var�n de Dios, dici�ndole: Ru�gote que me cuentes todas las maravillas que ha hecho Eliseo. Y contando �l al rey c�mo hab�a hecho vivir � un muerto, he aqu� la mujer, � cuyo hijo hab�a hecho vivir, que clamaba al rey por su casa y por sus tierras. Entonces dijo Giezi: Rey se�or m�o, esta es la mujer, y este es su hijo, al cual Eliseo hizo vivir. Y preguntando el rey � la mujer, ella se lo cont�. Entonces el rey le di� un eunuco, dici�ndole: Hazle volver todas las cosas que eran suyas, y todos los frutos de la tierras desde el d�a que dej� el pa�s hasta ahora. Eliseo se fu� luego � Damasco, y Ben-adad rey de Siria estaba enfermo, al cual dieron aviso, diciendo: El var�n de Dios ha venido aqu�. Y el rey dijo � Hazael: Toma en tu mano un presente, y ve � recibir al var�n de Dios, y consulta por �l � Jehov�, diciendo: �Tengo de sanar de esta enfermedad? Tom� pues Hazael en su mano un presente de todos los bienes de Damasco, cuarenta camellos cargados, y sali�lo � recibir: y lleg�, y p�sose delante de �l, y dijo: Tu hijo Ben-adad, rey de Siria, me ha enviado � ti, diciendo: �Tengo de sanar de esta enfermedad? Y Eliseo le dijo: Ve, dile: Seguramente vivir�s. Empero Jehov� me ha mostrado que �l ha de morir ciertamente. Y el var�n de Dios le volvi� el rostro afirmadamente, y est�vose as� una gran pieza; y llor� el var�n de Dios. Entonces d�jole Hazael: �Por qu� llora mi se�or? Y �l respondi�: Porque s� el mal que has de hacer � los hijos de Israel: � sus fortalezas pegar�s fuego, y � sus mancebos matar�s � cuchillo, y estrellar�s � sus ni�os, y abrir�s � sus pre�adas. Y Hazael dijo: �Por qu�? �es tu siervo perro, que har� esta gran cosa? Y respondi� Eliseo: Jehov� me ha mostrado que t� has de ser rey de Siria. Y �l se parti� de Eliseo, y vino � su se�or, el cual le dijo: �Qu� te ha dicho Eliseo? Y �l respondi�: D�jome que seguramente vivir�s. El d�a siguiente tom� un pa�o basto, y meti�lo en agua, y tendi�lo sobre el rostro de Ben-adad, y muri�: y rein� Hazael en su lugar. En el quinto a�o de Joram hijo de Ach�b rey de Israel, y siendo Josaphat rey de Jud�, comenz� � reinar Joram hijo de Josaphat rey de Jud�. De treinta y dos a�os era cuando comenz� � reinar, y ocho a�os rein� en Jerusalem. Y anduvo en el camino de los reyes de Israel, como hizo la casa de Ach�b, porque una hija de Ach�b fu� su mujer; � hizo lo malo en ojos de Jehov�. Con todo eso, Jehov� no quiso cortar � Jud�, por amor de David su siervo, como le hab�a prometido darle l�mpara de sus hijos perpetuamente. En su tiempo se rebel� Edom de debajo de la mano de Jud�, y pusieron rey sobre s�. Joram por tanto pas� � Seir, y todos sus carros con �l: y levant�ndose de noche hiri� � los Idumeos, los cuales le hab�an cercado, y � los capitanes de los carros: y el pueblo huy� � sus estancias. Sustr�jose no obstante Edom de bajo la mano de Jud�, hasta hoy. Rebel�se adem�s Libna en el mismo tiempo. Lo dem�s de los hechos de Joram, y todas las cosas que hizo, �no est� escrito en el libro de las cr�nicas de los reyes de Jud�? Y durmi� Joram con sus padres, y fu� sepultado con sus padres en la ciudad de David: y rein� en lugar suyo Och�z�as, su hijo. En el a�o doce de Joram hijo de Ach�b rey de Israel, comenz� � reinar Och�z�as hijo de Joram rey de Jud�. De veintid�s a�os era Och�z�as cuando comenz� � reinar, y rein� un a�o en Jerusalem. El nombre de su madre fu� Athal�a hija de Omri rey de Israel. Y anduvo en el camino de la casa de Ach�b, � hizo lo malo en ojos de Jehov�, como la casa de Ach�b: porque era yerno de la casa de Ach�b. Y fu� � la guerra con Joram hijo de Ach�b � Ramoth de Galaad, contra Hazael rey de Siria; y los Siros hirieron � Joram. Y el rey Joram se volvi� � Jezreel, para curarse de las heridas que los Siros le hicieron delante de Ramoth, cuando pele� contra Hazael rey de Siria. Y descendi� Och�z�as hijo de Joram rey de Jud�, � visitar � Joram hijo de Ach�b en Jezreel, porque estaba enfermo. 2 Reyes 9ENTONCES el profeta Eliseo llam� � uno de los hijos de los profetas, y d�jole: Ci�e tus lomos, y toma esta alcuza de aceite en tu mano, y ve � Ramoth de Galaad. Y cuando llegares all�, ver�s all� � Jeh� hijo de Josaphat hijo de Nimsi; y entrando, haz que se levante de entre sus hermanos, y m�telo en la rec�mara. Toma luego la alcuza de aceite, y derr�mala sobre su cabeza, y di: As� dijo Jehov�: Yo te he ungido por rey sobre Israel. Y abriendo la puerta, echa � huir, y no esperes. Fu� pues el mozo, el mozo del profeta, � Ramoth de Galaad. Y como �l entr�, he aqu� los pr�ncipes del ej�rcito que estaban sentados. Y �l dijo: Pr�ncipe, una palabra tengo que decirte. Y Jeh� dijo: �A cu�l de todos nosotros? Y �l dijo: A ti, pr�ncipe. Y �l se levant�, y entr�se en casa; y el otro derram� el aceite sobre su cabeza, y d�jole: As� dijo Jehov� Dios de Israel: Yo te he ungido por rey sobre el pueblo de Jehov�, sobre Israel. Y herir�s la casa de Ach�b tu se�or, para que yo vengue la sangre de mis siervos los profetas, y la sangre de todos los siervos de Jehov�, de la mano de Jezabel. Y perecer� toda la casa de Ach�b, y talar� de Ach�b todo meante � la pared, as� al guardado como al desamparado en Israel. Y yo pondr� la casa de Ach�b como la casa de Jeroboam hijo de Nabat, y como la casa de Baasa hijo de Ah�a. Y � Jezabel comer�n perros en el campo de Jezreel, y no habr� quien la sepulte. En seguida abri� la puerta, y ech� � huir. Despu�s sali� Jeh� � los siervos de su se�or, y dij�ronle: �Hay paz? �para qu� entr� � ti aquel loco? Y �l les dijo: Vosotros conoc�is al hombre y sus palabras. Y ellos dijeron: Mentira; decl�ranoslo ahora. Y �l dijo: As� y as� me habl�, diciendo: As� ha dicho Jehov�: Yo te he ungido por rey sobre Israel. Entonces tomaron prestamente su ropa, y p�sola cada uno debajo de �l en un trono alto, y tocaron corneta, y dijeron: Jeh� es rey. As� conjur� Jeh� hijo de Josaphat hijo de Nimsi, contra Joram. (Estaba Joram guardando � Ramoth de Galaad con todo Israel, por causa de Hazael rey de Siria. Hab�ase empero vuelto el rey Joram � Jezreel, para curarse de las heridas que los Siros le hab�an hecho, peleando contra Hazael rey de Siria.) Y Jeh� dijo: Si es vuestra voluntad, ninguno escape de la ciudad, para ir � dar las nuevas en Jezreel. Entonces Jeh� cabalg�, y fu�se � Jezreel, porque Joram estaba all� enfermo. Tambi�n Och�z�as rey de Jud� hab�a descendido � visitar � Joram. Y el atalaya que estaba en la torre de Jezreel, vi� la cuadrilla de Jeh�, que ven�a, y dijo: Yo veo una cuadrilla. Y Joram dijo: Toma uno de � caballo, y env�a � reconocerlos, y que les diga: �Hay paz? Fu� pues el de � caballo � reconocerlos, y dijo: El rey dice as�: �Hay paz? Y Jeh� le dijo: �Qu� tienes t� que ver con la paz? vu�lvete tras m�. El atalaya di� luego aviso, diciendo: El mensajero lleg� hasta ellos, y no vuelve. Entonces envi� otro de � caballo, el cual llegando � ellos, dijo: El rey dice as�: �Hay paz? Y Jeh� respondi�: �Qu� tienes t� que ver con la paz? vu�lvete tras m�. El atalaya volvi� � decir: Tambi�n �ste lleg� � ellos y no vuelve: mas el marchar del que viene es como el marchar de Jeh� hijo de Nimsi, porque viene impetuosamente. Entonces Joram dijo: Unce. Y uncido que fu� su carro, sali� Joram rey de Israel, y Och�z�as rey de Jud�, cada uno en su carro, y salieron � encontrar � Jeh�, al cual hallaron en la heredad de Naboth de Jezreel. Y en viendo Joram � Jeh�, dijo: �Hay paz, Jeh�? Y �l respondi�: �Qu� paz, con las fornicaciones de Jezabel tu madre, y sus muchas hechicer�as? Entonces Joram volviendo la mano huy�, y dijo � Och�z�as: �Traici�n, Och�z�as! Mas Jeh� flech� su arco, � hiri� � Joram entre las espaldas, y la saeta sali� por su coraz�n, y cay� en su carro. Dijo luego Jeh� � Bidkar su capit�n: T�malo y �chalo � un cabo de la heredad de Naboth de Jezreel. Acu�rdate que cuando t� y yo �bamos juntos con la gente de Ach�b su padre, Jehov� pronunci� esta sentencia sobre �l, diciendo: Que yo he visto ayer las sangres de Naboth, y las sangres de sus hijos, dijo Jehov�; y tengo de darte la paga en esta heredad, dijo Jehov�. T�male pues ahora, y �chalo en la heredad, conforme � la palabra de Jehov�. Y viendo esto Och�z�as rey de Jud�, huy� por el camino de la casa del huerto. Y sigui�lo Jeh�, diciendo: Herid tambi�n � �ste en el carro. Y le hirieron � la subida de Gur, junto � Ibleam. Y �l huy� � Megiddo, y muri� all�. Y sus siervos le llevaron en un carro � Jerusalem, y all� le sepultaron con sus padres, en su sepulcro en la ciudad de David. En el und�cimo a�o de Joram hijo de Ach�b, comenz� � reinar Och�z�as sobre Jud�. Vino despu�s Jeh� � Jezreel: y como Jezabel lo oy�, adorn� sus ojos con alcohol, y atavi� su cabeza, y asom�se � una ventana. Y como entraba Jeh� por la puerta, ella dijo: �Sucedi� bien � Zimri, que mat� � su se�or? Alzando �l entonces su rostro hacia la ventana, dijo: �Qui�n es conmigo? �qui�n? Y miraron hacia �l dos � tres eunucos. Y �l les dijo: Echadla abajo. Y ellos la echaron: y parte de su sangre fu� salpicada en la pared, y en los caballos; y �l la atropell�. Entr� luego, y despu�s que comi� y bebi�, dijo: Id ahora � ver aquella maldita, y sepultadla; que es hija de rey. Empero cuando fueron para sepultarla, no hallaron de ella m�s que la calavera, y los pies, y las palmas de las manos. Y volvieron, y dij�ronselo. Y �l dijo: La palabra de Dios es �sta, la cual �l habl� por mano de su siervo El�as Thisbita, diciendo: En la heredad de Jezreel comer�n los perros las carnes de Jezabel. Y el cuerpo de Jezabel fu� cual esti�rcol sobre la faz de la tierra en la heredad de Jezreel; de manera que nadie pueda decir: Esta es Jezabel. 2 Reyes 10Y TENIA Ach�b en Samaria setenta hijos; y escribi� letras Jeh�, y envi�las � Samaria � los principales de Jezreel, � los ancianos y � los ayos de Ach�b, diciendo: Luego en llegando estas letras � vosotros lo que ten�is los hijos de vuestro se�or, y los que ten�is carros y gente de � caballo, la ciudad pertrechada, y las armas, Mirad cu�l es el mejor y �l m�s recto de los hijos de vuestro se�or, y ponedlo en el trono de su padre, y pelead por la casa de vuestro se�or. Mas ellos tuvieron gran temor, y dijeron: He aqu� dos reyes no pudieron resistirle, �c�mo le resistiremos nosotros? Y el mayordomo, y el presidente de la ciudad, y los ancianos, y los ayos, enviaron � decir � Jeh�: Siervos tuyos somos, y haremos todo lo que nos mandares: no elegiremos por rey � ninguno; t� har�s lo que bien te pareciere. El entonces les escribi� la segunda vez diciendo: Si sois m�os, y quer�is obedecerme, tomad las cabezas de los varones hijos de vuestro se�or, y venid ma�ana � estas horas � m� � Jezreel. Y los hijos del rey, setenta varones, estaban con los principales de la ciudad, que los criaban. Y como las letras llegaron � ellos, tomaron � los hijos del rey, y degollaron setenta varones, y pusieron sus cabezas en canastillos, y envi�ronselas � Jezreel. Y vino un mensajero que le di� las nuevas, diciendo: Tra�do han las cabezas de los hijos del rey. Y �l le dijo: Ponedlas en dos montones � la entrada de la puerta hasta la ma�ana. Venida la ma�ana, sali� �l, y estando en pie dijo � todo el pueblo: Vosotros sois justos: he aqu� yo he conspirado contra mi se�or, y lo he muerto: �mas qui�n ha muerto � todos estos? Sabed ahora que de la palabra de Jehov� que habl� sobre la casa de Ach�b, nada caer� en tierra: y que Jehov� ha hecho lo que dijo por su siervo El�as. Mat� entonces Jeh� � todos los que hab�an quedado de la casa de Ach�b en Jezreel, y � todos sus pr�ncipes, y � todos sus familiares, y � sus sacerdotes, que no le qued� ninguno. Y levant�se de all�, y vino � Samaria; y llegando �l en el camino � una casa de esquileo de pastores, Hall� all� � los hermanos de Och�z�as rey de Jud�, y d�joles: �Qui�n sois vosotros? Y ellos dijeron: Somos hermanos de Och�z�as, y hemos venido � saludar � los hijos del rey, y � los hijos de la reina. Entonces �l dijo: Prendedlos vivos. Y despu�s que los tomaron vivos, degoll�ronlos junto al pozo de la casa de esquileo, cuarenta y dos varones, sin dejar ninguno de ellos. Parti�ndose luego de all� encontr�se con Jonadab hijo de Rech�b; y despu�s que lo hubo saludado, d�jole: �Es recto tu coraz�n, como el m�o es recto con el tuyo? Y Jonadab dijo: Lo es. Pues que lo es, dame la mano. Y �l le di� su mano. H�zolo luego subir consigo en el carro. Y d�jole: Ven conmigo, y ver�s mi celo por Jehov�. Pusi�ronlo pues en su carro. Y luego que hubo Jeh� llegado � Samaria, mat� � todos los que hab�an quedado de Ach�b en Samaria, hasta extirparlos, conforme � la palabra de Jehov�, que hab�a hablado por El�as. Y junt� Jeh� todo el pueblo, y d�joles: Ach�b sirvi� poco � Baal; mas Jeh� lo servir� mucho. Llamadme pues luego � todos los profetas de Baal, � todos sus siervos, y � todos sus sacerdotes; que no falte uno, porque tengo un gran sacrifico para Baal; cualquiera que faltare, no vivir�. Esto hac�a Jeh� con astucia, para destruir � los que honraban � Baal. Y dijo Jeh�: Santificad un d�a solemne � Baal. Y ellos convocaron. Y envi� Jeh� por todo Israel, y vinieron todos los siervos de Baal, que no falt� ninguno que no viniese. Y entraron en el templo de Baal, y el templo de Baal se llen� de cabo � cabo. Entonces dijo al que ten�a el cargo de las vestiduras: Saca vestiduras para todos lo siervos de Baal. Y �l les sac� vestimentas. Y entr� Jeh� con Jonadab hijo de Rech�b en el templo de Baal, y dijo � los siervos de Baal: Mirad y ved que por dicha no haya aqu� entre vosotros alguno de los siervos de Jehov�, sino solos los siervos de Baal. Y como ellos entraron para hacer sacrificios y holocaustos, Jeh� puso fuera ochenta hombres, y d�joles: Cualquiera que dejare vivo alguno de aquellos hombres que yo he puesto en vuestras manos, su vida ser� por la del otro. Y despu�s que acabaron ellos de hacer el holocausto, Jeh� dijo � los de su guardia y � los capitanes: Entrad, y matadlos; que no escape ninguno. Y los hirieron � cuchillo: y dej�ronlos tendidos los de la guardia y los capitanes, y fueron hasta la ciudad del templo de Baal. Y sacaron las estatuas de la casa de Baal, y quem�ronlas. Y quebraron la estatua de Baal, y derribaron la casa de Baal, � hici�ronla necesaria, hasta hoy. As� extingui� Jeh� � Baal de Israel. Con todo eso Jeh� no se apart� de los pecados de Jeroboam hijo de Nabat, que hizo pecar � Israel; � saber, de en pos de los becerros de oro que estaban en Beth-el y en Dan. Y Jehov� dijo � Jeh�: Por cuanto has hecho bien ejecutando lo recto delante de mis ojos, � hiciste � la casa de Ach�b conforme � todo lo que estaba en mi coraz�n, tus hijos se sentar�n en el trono de Israel hasta la cuarta generaci�n. Mas Jeh� no cuid� de andar en la ley de Jehov� Dios de Israel con todo su coraz�n, ni se apart� de los pecados de Jeroboam, el que hab�a hecho pecar � Israel. En aquellos d�as comenz� Jehov� � talar en Israel: � hiri�los Hazael en todos los t�rminos de Israel, Desde el Jord�n al nacimiento del sol, toda la tierra de Galaad, de Gad, de Rub�n, y de Manas�s, desde Aroer que est� junto al arroyo de Arn�n, � Galaad y � Bas�n. Lo dem�s de los hechos de Jeh�, y todas las cosas que hizo, y toda su valent�a, �no est� escrito en el libro de las cr�nicas de los reyes de Israel? Y durmi� Jeh� con sus padres, y sepult�ronlo en Samaria: y rein� en su lugar Joach�z su hijo. El tiempo que rein� Jeh� sobre Israel en Samaria, fu� veintiocho a�os. 2 Reyes 11Y ATHALIA madre de Och�z�as, viendo que su hijo era muerto, levant�se, y destruy� toda la simiente real. Pero tomando Josaba hija del rey Joram, hermana de Och�z�as, � Joas hijo de Och�z�as, sac�lo furtivamente de entre los hijos del rey, que se mataban, y ocult�lo de delante de Athal�a, � �l y � su ama, en la c�mara de las camas, y as� no lo mataron. Y estuvo con ella escondido en la casa de Jehov� seis a�os: y Athal�a fu� reina sobre el pa�s. Mas al s�ptimo a�o envi� Joiada, y tom� centuriones, capitanes, y gente de la guardia, y meti�los consigo en la casa de Jehov�: � hizo con ellos liga, jurament�ndolos en la casa de Jehov�; y mostr�les al hijo del rey. Y mand�les, diciendo: Esto es lo que hab�is de hacer: la tercera parte de vosotros, los que entrar�n el s�bado, tendr�n la guardia de la casa del rey; Y la otra tercera parte estar� � la puerta del sur, y la otra tercera parte � la puerta del postigo de los de la guardia: as� guardar�is la casa, para que no sea allanada. Y las dos partes de vosotros, es � saber, todos los que salen el s�bado, tendr�is la guarda de la casa de Jehov� junto al rey. Y estar�is alrededor del rey de todas partes, teniendo cada uno sus armas en las manos, y cualquiera que entrare dentro de estos �rdenes, sea muerto. Y hab�is de estar con el rey cuando saliere, y cuando entrare. Los centuriones pues, hicieron todo como el sacerdote Joiada les mand�: y tomando cada uno los suyos, es � saber, los que hab�an de entrar el s�bado, y los que hab�an salido el s�bado, vini�ronse � Joiada el sacerdote. Y el sacerdote di� � los centuriones las picas y los escudos que hab�an sido del rey David, que estaban en la casa de Jehov�. Y los de la guardia se pusieron en orden, teniendo cada uno sus armas en sus manos, desde el lado derecho de la casa hasta el lado izquierdo, junto al altar y el templo, en derredor del rey. Sacando luego Joiada al hijo del rey, p�sole la corona y el testimonio, � hici�ronle rey ungi�ndole; y batiendo las manos dijeron: �Viva el rey! Y oyendo Athal�a el estruendo del pueblo que corr�a, entr� al pueblo en el templo de Jehov�; Y como mir�, he aqu� el rey que estaba junto � la columna, conforme � la costumbre, y los pr�ncipes y los trompetas junto al rey; y que todo el pueblo del pa�s hac�a alegr�as, y que tocaban las trompetas. Entonces Athal�a, rasgando sus vestidos, clam� � voz en grito: �Traici�n, traici�n! Mas el sacerdote Joiada mand� � los centuriones que gobernaban el ej�rcito, y d�joles: Sacadla fuera del recinto del templo, y al que la siguiere, matadlo � cuchillo. (Porque el sacerdote dijo que no la matasen en el templo de Jehov�.) Di�ronle pues lugar, y como iba el camino por donde entran los de � caballo � la casa del rey, all� la mataron. Entonces Joiada hizo alianza entre Jehov� y el rey y el pueblo, que ser�an pueblo de Jehov�: y asimismo entre el rey y el pueblo. Y todo el pueblo de la tierra entr� en el templo de Baal, y derrib�ronlo: asimismo despedazaron enteramente sus altares y sus im�genes, y mataron � Math�n sacerdote de Baal delante de los altares. Y el sacerdote puso guarnici�n sobre la casa de Jehov�. Despu�s tom� los centuriones, y capitanes, y los de la guardia, y � todo el pueblo de la tierra, y llevaron al rey desde la casa de Jehov�, y vinieron por el camino de la puerta de los de la guardia � la casa del rey; y sent�se el rey sobre el trono de los reyes. Y todo el pueblo de la tierra hizo alegr�as, y la ciudad estuvo en reposo, habiendo sido Athal�a muerta � cuchillo junto � la casa del rey. Era Joas de siete a�os cuando comenz� � reinar. 2 Reyes 12EN el s�ptimo a�o de Jeh� comenz� � reinar Joas, y rein� cuarenta a�os en Jerusalem. El nombre de su madre fu� Sibia, de Beer-seba. Y Joas hizo lo recto en ojos de Jehov� todo el tiempo que le dirigi� el sacerdote Joiada. Con todo eso los altos no se quitaron; que a�n sacrificaba y quemaba el pueblo perfumes en los altos. Y Joas dijo � los sacerdotes: Todo el dinero de las santificaciones que se suele traer � la casa de Jehov�, el dinero de los que pasan en cuenta, el dinero por las personas, cada cual seg�n su tasa, y todo el dinero que cada uno de su propia voluntad mete en la casa de Jehov�, Rec�banlo los sacerdotes, cada uno de sus familiares, y reparen los portillos del templo donde quiera que se hallare abertura. Pero el a�o veintitr�s del rey Joas, no hab�an a�n reparado los sacerdotes las aberturas del templo. Llamando entonces el rey Joas al pont�fice Joiada y � los sacerdotes, d�joles: �Por qu� no repar�is las aberturas del templo? Ahora pues, no tom�is m�s el dinero de vuestros familiares, sino dadlo para reparar las roturas del templo. Y los sacerdotes consintieron en no tomar m�s dinero del pueblo, ni tener cargo de reparar las aberturas del templo. Mas el pont�fice Joiada tom� un arca, � h�zole en la tapa un agujero, y p�sola junto al altar, � la mano derecha como se entra en le templo de Jehov�; y los sacerdotes que guardaban la puerta, pon�an all� todo el dinero que se met�a en la casa de Jehov�. Y cuando ve�an que hab�a mucho dinero en el arca, ven�a el notario del rey y el gran sacerdote, y contaban el dinero que hallaban en el templo de Jehov�, y guard�banlo. Y daban el dinero suficiente en mano de los que hac�an la obra, y de los que ten�an el cargo de la casa de Jehov�; y ellos lo expend�an en pagar los carpinteros y maestros que reparaban la casa de Jehov�, Y los alba�iles y canteros; y en comprar la madera y piedra de canter�a para reparar las aberturas de la casa de Jehov�; y en todo lo que se gastaba en la casa para repararla. Mas de aquel dinero que se tra�a � la casa de Jehov�, no se hac�an tazas de plata, ni salterios, ni jofainas, ni trompetas; ni ning�n otro vaso de oro ni de plata se hac�a para el templo de Jehov�: Porque lo daban � los que hac�an la obra, y con �l reparaban la casa de Jehov�. Y no se tomaba en cuenta � los hombres en cuyas manos el dinero era entregado, para que ellos lo diesen � los que hac�an la obra: porque lo hac�an ellos fielmente. El dinero por el delito, y el dinero por los pecados, no se met�a en la casa de Jehov�; porque era de los sacerdotes. Entonces subi� Hazael rey de Siria, y pele� contra Gath, y tom�la: y puso Hazael su rostro para subir contra Jerusalem; Por lo que tom� Joas rey de Jud� todas las ofrendas que hab�a dedicado Josaphat, y Joram y Och�z�as sus padres, reyes de Jud�, y las que �l hab�a dedicado, y todo el oro que se hall� en los tesoros de la casa de Jehov�, y en la casa del rey, y envi�lo � Hazael rey de Siria: y �l se parti� de Jerusalem. Lo dem�s de los hechos de Joas, y todas las cosas que hizo, �no est� escrito en el libro de las cr�nicas de los reyes de Jud�? Y levant�ronse sus siervos, y conspiraron en conjuraci�n, y mataron � Joas en la casa de Millo, descendiendo �l � Silla; Pues Josach�r hijo de Simaath, y Jozabad hijo de Somer, sus siervos, hiri�ronle, y muri�. Y sepult�ronle con sus padres en la ciudad de David, y rein� en su lugar Amas�as su hijo. 2 Reyes 13EN el a�o veintitr�s de Joas hijo de Och�z�as, rey de Jud�, comenz� � reinar Joach�z hijo de Jeh� sobre Israel en Samaria; y rein� diecisiete a�os. E hizo lo malo en ojos de Jehov�, y sigui� los pecados de Jeroboam hijo de Nabat, el que hizo pecar � Israel; y no se apart� de ellos. Y encendi�se el furor de Jehov� contra Israel, y entreg�los en mano de Hazael rey de Siria, y en mano de Ben-adad hijo de Hazael, por largo tiempo. Mas Joach�z or� � la faz de Jehov�, y Jehov� lo oy�: porque mir� la aflicci�n de Israel, pues el rey de Siria los aflig�a. (Y di� Jehov� salvador � Israel, y salieron de bajo la mano de los Siros; y habitaron los hijos de Israel en sus estancias, como antes. Con todo eso no se apartaron de los pecados de la casa de Jeroboam, el que hizo pecar � Israel: en ellos anduvieron; y tambi�n el bosque permaneci� en Samaria.) Porque no le hab�a quedado gente � Joach�z, sino cincuenta hombres de � caballo, y diez carros, y diez mil hombres de � pi�; pues el rey de Siria los hab�a destru�do, y los hab�a puesto como polvo para hollar. Lo dem�s de los hechos de Joach�z, y todo lo que hizo, y sus valent�as, �no est� escrito en el libro de las cr�nicas de los reyes de Israel? Y durmi� Joach�z con sus padres, y sepult�ronlo en Samaria: y rein� en su lugar Joas su hijo. El a�o treinta y siete de Joas rey de Jud�, comenz� � reinar Joas hijo de Joach�z sobre Israel en Samaria; y rein� diecis�is a�os. E hizo lo malo en ojos de Jehov�: no se apart� de todos los pecados de Jeroboam hijo de Nabat, el que hizo pecar � Israel; en ellos anduvo. Lo dem�s de los hechos de Joas, y todas las cosas que hizo, y su esfuerzo con que guerre� contra Amas�as rey de Jud�, �no est� escrito en el libro de las cr�nicas de los reyes de Israel? Y durmi� Joas con sus padres, y sent�se Jeroboam sobre su trono: y Joas fu� sepultado en Samaria con los reyes de Israel. Estaba Eliseo enfermo de aquella su enfermedad de que muri�. Y descendi� � �l Joas rey de Israel, y llorando delante de �l, dijo: �Padre m�o, padre m�o, carro de Israel y su gente de � caballo! Y d�jole Eliseo: Toma un arco y unas saetas. Tom�se �l entonces un arco y unas saetas. Y dijo Eliseo al rey de Israel: Pon tu mano sobre el arco. Y puso �l su mano sobre el arco. Entonces puso Eliseo sus manos sobre las manos del rey, Y dijo: Abre la ventana de hacia el oriente. Y como �l la abri� dijo Eliseo: Tira. Y tirando �l, dijo Eliseo: Saeta de salud de Jehov�, y saeta de salud contra Siria: porque herir�s � los Siros en Aphec, hasta consumirlos. Y torn�le � decir: Toma las saetas. Y luego que el rey de Israel las hubo tomado, d�jole: Hiere la tierra. Y �l hiri� tres veces, y ces�. Entonces el var�n de Dios, enojado con �l, le dijo: A herir cinco � seis veces, herir�as � Siria, hasta no quedar ninguno: empero ahora tres veces herir�s � Siria. Y muri� Eliseo, y sepult�ronlo. Entrado el a�o vinieron partidas de Moabitas � la tierra. Y aconteci� que al sepultar unos un hombre, s�bitamente vieron una partida, y arrojaron al hombre en el sepulcro de Eliseo: y cuando lleg� � tocar el muerto los huesos de Eliseo, revivi�, y levant�se sobre sus pies. Hazael pues, rey de Siria, afligi� � Israel todo el tiempo de Joach�z. Mas Jehov� tuvo misericordia de ellos, y compadeci�se de ellos, y mir�los, por amor de su pacto con Abraham, Isaac y Jacob; y no quiso destruirlos ni echarlos de delante de s� hasta ahora. Y muri� Hazael rey de Siria, y rein� en su lugar Ben-adad su hijo. Y volvi� Joas hijo de Joach�z, y tom� de mano de Ben-adad hijo de Hazael, las ciudades que �l hab�a tomado de mano de Joach�z su padre en guerra. Tres veces lo bati� Joas, y restituy� las ciudades � Israel. 2 Reyes 14EN el a�o segundo de Joas hijo de Joach�z rey de Israel, comenz� � reinar Amas�as hijo de Joas rey de Jud�. Cuando comenz� � reinar era de veinticinco a�os, y veintinueve a�os rein� en Jerusalem: el nombre de su madre fu� Joaddan, de Jerusalem. Y �l hizo lo recto en ojos de Jehov�, aunque no como David su padre: hizo conforme � todas las cosas que hab�a hecho Joas su padre. Con todo eso los altos no fueron quitados; que el pueblo aun sacrificaba y quemaba perfumes en los altos. Y luego que el reino fu� confirmado en su mano, hiri� � sus siervos, los que hab�an muerto al rey su padre. Mas no mat� � los hijos de los que le mataron, conforme � lo que est� escrito en el libro de la ley de Mois�s, donde Jehov� mand�, diciendo: No matar�n � los padres por los hijos, ni � los hijos por los padres: mas cada uno morir� por su pecado. Este hiri� asimismo diez mil Idumeos en el valle de las Salinas, y tom� � Sela por guerra, y llam�la Jocteel, hasta hoy. Entonces Amas�as envi� embajadores � Joas, hijo de Joach�z hijo de Jeh�, rey de Israel, diciendo: Ven, y ve�monos de rostro. Y Joas rey de Israel envi� � Amas�as rey de Jud� esta respuesta: El cardillo que est� en el L�bano envi� � decir al cedro que est� en el L�bano: Da tu hija por mujer � mi hijo. Y pasaron las bestias fieras que est�n en el L�bano, y hollaron el cardillo. Ciertamente has herido � Edom, y tu coraz�n te ha envanecido: glor�ate pues, mas est�te en tu casa. �Y por qu� te entrometer�s en un mal, para que caigas t�, y Jud� contigo? Mas Amas�as no di� o�dos; por lo que subi� Joas rey de Israel, y vi�ronse de rostro �l y Amas�as rey de Jud�, en Beth-semes, que es de Jud�. Y Jud� cay� delante de Israel, y huyeron cada uno � sus estancias. Adem�s Joas rey de Israel tom� � Amas�as rey de Jud�, hijo de Joas hijo de Och�z�as, en Beth-semes: y vino � Jerusalem, y rompi� el muro de Jerusalem desde la puerta de Ephraim hasta la puerta de la esquina, cuatrocientos codos. Y tom� todo el oro y la plata, y todos los vasos que fueron hallados en la casa de Jehov�, y en los tesoros de la casa del rey, y los hijos en rehenes, y volvi�se � Samaria. Lo dem�s de los hechos de Joas que ejecut�, y sus haza�as, y c�mo pele� contra Amas�as rey de Jud�, �no est� escrito en el libro de las cr�nicas de los reyes de Israel? Y durmi� Joas con sus padres, y fu� sepultado en Samaria con los reyes de Israel; y rein� en su lugar Jeroboam su hijo. Y Amas�as hijo de Joas rey de Jud�, vivi� despu�s de la muerte de Joas hijo de Joach�z rey de Israel, quince a�os. Lo dem�s de los hechos de Amas�as, �no est� escrito en el libro de las cr�nicas de los reyes de Jud�? E hicieron conspiraci�n contra �l en Jerusalem, y �l huy� � Lach�s; mas enviaron tras �l � Lach�s, y all� lo mataron. Traj�ronlo luego sobre caballos, y sepult�ronlo en Jerusalem con sus padres, en la ciudad de David. Entonces todo el pueblo de Jud� tom� � Azar�as, que era de diez y seis a�os, � hici�ronlo rey en lugar de Amas�as su padre. Edific� �l � Elath, y la restituy� � Jud�, despu�s que el rey durmi� con sus padres. El a�o quince de Amas�as hijo de Joas rey de Jud�, comenz� � reinar Jeroboam hijo de Joas sobre Israel en Samaria; y rein� cuarenta y un a�os. E hizo lo malo en ojos de Jehov�, y no se apart� de todos los pecados de Jeroboam hijo de Nabat, el que hizo pecar � Israel. El restituy� los t�rminos de Israel desde la entrada de Amath hasta la mar de la llanura, conforme � la palabra de Jehov� Dios de Israel, la cual hab�a �l hablado por su siervo Jon�s hijo de Amittai, profeta que fu� de Gath-hepher. Por cuanto Jehov� mir� la muy amarga aflicci�n de Israel; que no hab�a guardado ni desamparado, ni quien diese ayuda � Israel; Y Jehov� no hab�a determinado raer el nombre de Israel de debajo del cielo: por tanto, los salv� por mano de Jeroboam hijo de Joas. Y lo dem�s de los hechos de Jeroboam, y todas las cosas que hizo, y su valent�a, y todas las guerras que hizo, y c�mo restituy� � Jud� en Israel � Damasco y � Hamath, �no est� escrito en el libro de las cr�nicas de los reyes de Israel? Y durmi� Jeroboam con sus padres, los reyes de Israel, y rein� en su lugar Zach�r�as su hijo. 2 Reyes 15EN el a�o veintisiete de Jeroboam, rey de Israel, comenz� � reinar Azar�as hijo de Amas�as rey de Jud�. Cuando comenz� � reinar era de diecis�is a�os, y cincuenta y dos a�os rein� en Jerusalem; el nombre de su madre fu� Jecol�a, de Jerusalem. E hizo lo recto en ojos de Jehov�, conforme � todas las cosas que su padre Amas�as hab�a hecho. Con todo eso los altos no se quitaron; que el pueblo sacrificaba a�n y quemaba perfumes en los altos. Mas Jehov� hiri� al rey con lepra, y fu� leproso hasta el d�a de su muerte, y habit� en casa separada, y Jotham hijo del rey ten�a el cargo del palacio, gobernando al pueblo de la tierra. Lo dem�s de los hechos de Azar�as, y todas las cosas que hizo, �no est� escrito en el libro de las cr�nicas de los reyes de Jud�? Y durmi� Azar�as con sus padres, y sepult�ronlo con sus padres en la ciudad de David: y rein� en su lugar Jotham su hijo. En el a�o treinta y ocho de Azar�as rey de Jud�, rein� Zach�r�as hijo de Jeroboam sobre Israel seis meses. E hizo lo malo en ojos de Jehov�, como hab�an hecho sus padres: no se apart� de los pecados de Jeroboam hijo de Nabat, el que hizo pecar � Israel. Contra �l se conjur� Sallum hijo de Jabes, y lo hiri� en presencia de su pueblo, y mat�lo, y rein� en su lugar. Lo dem�s de los hechos de Zach�r�as, he aqu� est� escrito en el libro de las cr�nicas de los reyes de Israel. Y esta fu� la palabra de Jehov� que hab�a hablado � Jeh�, diciendo: Tus hijos hasta la cuarta generaci�n se sentar�n en el trono de Israel. Y fu� as�. Sallum hijo de Jabes comenz� � reinar en el a�o treinta y nueve de Uzz�a rey de Jud�, y rein� el tiempo de un mes en Samaria; Pues subi� Manahem hijo de Gadi, de Thirsa, y vino � Samaria, � hiri� � Sallum hijo de Jabes en Samaria, y mat�lo, y rein� en su lugar. Lo dem�s de los hechos de Sallum, y su conjuraci�n con que conspir�, he aqu� est� escrito en el libro de las cr�nicas de los reyes de Israel. Entonces hiri� Manahem � Tiphsa, y � todos los que estaban en ella, y tambi�n sus t�rminos desde Thirsa; � hiri�la porque no le hab�an abierto; y abri� � todas sus pre�adas. En el a�o treinta y nueve de Azar�as rey de Jud�, rein� Manahem hijo de Gadi sobre Israel diez a�os, en Samaria. E hizo lo malo en ojos de Jehov�: no se apart� en todo su tiempo de los pecados de Jeroboam hijo de Nabat, el que hizo pecar � Israel. Y vino Phul rey de Asiria � la tierra; y di� Manahem � Phul mil talentos de plata porque le ayudara � confirmarse en el reino. E impuso Manahem este dinero sobre Israel, sobre todos los poderosos y opulentos: de cada uno cincuenta siclos de plata, para dar al rey de Asiria, y el rey de Asiria se volvi�, y no se detuvo all� en la tierra. Lo dem�s de los hechos de Manahem, y todas las cosas que hizo, �no est� escrito en el libro de las cr�nicas de los reyes de Israel? Y durmi� Manahem con sus padres, y rein� en su lugar Peka�a su hijo. En el a�o cincuenta de Azar�as rey de Jud�, rein� Peka�a hijo de Manahem sobre Israel en Samaria, dos a�os. E hizo lo malo en ojos de Jehov�: no se apart� de los pecados de Jeroboam hijo de Nabat, el que hizo pecar � Israel. Y conspir� contra �l Peka hijo de Remal�as, capit�n suyo, � hiri�lo en Samaria, en el palacio de la casa real, en compa��a de Argob y de Ariph, y con cincuenta hombres de los hijos de los Galaaditas; y mat�lo, y rein� en su lugar. Lo dem�s de los hechos de Peka�a, y todas las cosas que hizo, he aqu� est� escrito en el libro de las cr�nicas de los reyes de Israel. En el a�o cincuenta y dos de Azar�as rey de Jud�, rein� Peka hijo de Remal�as sobre Israel en Samaria; y rein� veinte a�os. E hizo lo malo en ojos de Jehov�; no se apart� de los pecados de Jeroboam hijo de Nabat, el que hizo pecar � Israel. En los d�as de Peka rey de Israel, vino Tiglath-pileser rey de los Asirios, y tom� � Ahi�n, Abel-beth-maach�, y Janoa, y Cedes, y Asor, y Galaad, y Galilea, y toda la tierra de Nephtal�; y trasport�los � Asiria. Y Oseas hijo de Ela hizo conjuraci�n contra Peka hijo de Remal�as, � hiri�lo, y mat�lo, y rein� en su lugar, � los veinte a�os de Jotham hijo de Uzz�a. Lo dem�s de los hechos de Peka, y todo lo que hizo, he aqu� est� escrito en el libro de las cr�nicas de los reyes de Israel. En el segundo a�o de Peka hijo de Remal�as rey de Israel, comenz� � reinar Jotham hijo de Uzz�a rey de Jud�. Cuando comenz� � reinar era de veinticinco a�os, y rein� diecis�is a�os en Jerusalem. El nombre de su madre fu� Jerusa hija de Sadoc. Y �l hizo lo recto en ojos de Jehov�; hizo conforme � todas las cosas que hab�a hecho su padre Uzz�a. Con todo eso los altos no fueron quitados; que el pueblo sacrificaba a�n, y quemaba perfumes en los altos. Edific� �l la puerta m�s alta de la casa de Jehov�. Lo dem�s de los hechos de Jotham, y todas las cosas que hizo, �no est� escrito en el libro de las cr�nicas de los reyes de Jud�? En aquel tiempo comenz� Jehov� � enviar contra Jud� � Res�n rey de Siria, y � Peka hijo de Remal�as. Y durmi� Jotham con sus padres, y fu� sepultado con sus padres en la ciudad de David su padre: y rein� en su lugar Ach�z su hijo. 2 Reyes 16EN el a�o diecisiete de Peka hijo de Remal�as, comenz� � reinar Ach�z hijo de Jotham rey de Jud�. Cuando comenz� � reinar Ach�z, era de veinte a�os, y rein� en Jerusalem diecis�is a�os: y no hizo lo recto en ojos de Jehov� su Dios, como David su padre; Antes anduvo en el camino de los reyes de Israel, y aun hizo pasar por el fuego � su hijo, seg�n las abominaciones de las gentes que Jehov� ech� de delante de los hijos de Israel. Asimismo sacrific�, y quem� perfumes en los altos, y sobre los collados, y debajo de todo �rbol umbroso. Entonces Res�n rey de Siria, y Peka hijo de Remal�as rey de Israel, subieron � Jerusalem para hacer guerra, y cercar � Ach�z; mas no pudieron tomarla. En aquel tiempo Res�n rey de Siria restituy� Elath � Siria, y ech� � los Jud�os de Elath; y los Siros vinieron � Elath, y habitaron all� hasta hoy. Entonces Ach�z envi� embajadores � Tiglath-pileser rey de Asiria, diciendo: Yo soy tu siervo y tu hijo: sube, y defi�ndeme de mano del rey de Siria, y de mano del rey de Israel, que se han levantado contra m�. Y tomando Ach�z la plata y el oro que se hall� en la casa de Jehov�, y en los tesoros de la casa real, envi� al rey de Asiria un presente. Y atendi�le el rey de Asiria; pues subi� el rey de Asiria contra Damasco, y tom�la, y trasport� los moradores � Kir, y mat� � Res�n. Y fu� el rey Ach�z � encontrar � Tiglath-pileser rey de Asiria en Damasco; y visto que hubo el rey Ach�z el altar que estaba en Damasco, envi� � Ur�as sacerdote el dise�o y la descripci�n del altar, conforme � toda su hechura. Y Ur�as el sacerdote edific� el altar; conforme � todo lo que el rey Ach�z hab�a enviado de Damasco, as� lo hizo el sacerdote Ur�as, entre tanto que el rey Ach�z ven�a de Damasco. Y luego que vino el rey de Damasco, y hubo visto el altar, acerc�se el rey � �l, y sacrific� en �l; Y encendi� su holocausto, y su presente, y derram� sus libaciones, y esparci� la sangre de sus pac�ficos junto al altar. Y el altar de bronce que estaba delante de Jehov�, h�zolo acercar delante de la frontera de la casa, entre el altar y el templo de Jehov�, y p�solo al lado del altar hacia el aquil�n. Y mand� el rey Ach�z al sacerdote Ur�as, diciendo: En el gran altar encender�s el holocausto de la ma�ana y el presente de la tarde, y el holocausto del rey y su presente, y asimismo el holocausto de todo el pueblo de la tierra y su presente y sus libaciones: y esparcir�s sobre �l toda la sangre de holocausto, y toda la sangre de sacrificio: y el altar de bronce ser� m�o para preguntar en �l. E hizo el sacerdote Ur�as conforme � todas las cosas que el rey Ach�z le mand�. Y cort� el rey Ach�z las cintas de las basas, y quit�les las fuentes; quit� tambi�n el mar de sobre los bueyes de bronce que estaban debajo de �l, y p�solo sobre el solado de piedra. Asimismo la tienda del s�bado que hab�an edificado en la casa, y el pasadizo de afuera del rey, mud�los del templo de Jehov�, por causa del rey de Asiria. Lo dem�s de los hechos de Ach�z que puso por obra, �no est� todo escrito en el libro de las cr�nicas de los reyes de Jud�? Y durmi� el rey Ach�z con sus padres y fu� sepultado con sus padres en la ciudad de David: y rein� en su lugar Ezech�as su hijo. 2 Reyes 17EN el a�o duod�cimo de Ach�z rey de Jud�, comenz� � reinar Oseas hijo de Ela en Samaria sobre Israel; y rein� nueve a�os. E hizo lo malo en ojos de Jehov�, aunque no como los reyes de Israel que antes de �l hab�an sido. Contra �ste subi� Salmanasar rey de los Asirios; y Oseas fu� hecho su siervo, y pag�bale tributo. Mas el rey de Asiria hall� que Oseas hac�a conjuraci�n: porque hab�a enviado embajadores � So, rey de Egipto, y no pagaba tributo al rey de Asiria, como cada a�o: por lo que el rey de Asiria le detuvo, y le aprision� en la casa de la c�rcel. Y el rey de Asiria parti� contra todo el pa�s, y subi� contra Samaria, y estuvo sobre ella tres a�os. En el a�o nueve de Oseas tom� el rey de Asiria � Samaria, y trasport� � Israel � Asiria, y p�solos en Hala, y en Habor, junto al r�o de Goz�n, y en las ciudades de los Medos. Porque como los hijos de Israel pecasen contra Jehov� su Dios, que los sac� de tierra de Egipto de bajo la mano de Fara�n rey de Egipto, y temiesen � dioses ajenos, Y anduviesen en los estatutos de las gentes que Jehov� hab�a lanzado delante de los hijos de Israel, y en los de los reyes de Israel, que hicieron; Y como los hijos de Israel paliasen cosas no rectas contra Jehov� su Dios, edific�ndose altos en todas sus ciudades, desde las torres de las atalayas hasta las ciudades fuertes, Y se levantasen estatuas y bosques en todo collado alto, y debajo de todo �rbol umbroso, Y quemasen all� perfumes en todos los altos, � la manera de las gentes que hab�a Jehov� traspuesto delante de ellos, � hiciesen cosas muy malas para provocar � ira � Jehov�, Pues serv�an � los �dolos, de los cuales Jehov� les hab�a dicho: Vosotros no hab�is de hacer esto; Jehov� protestaba entonces contra Israel y contra Jud�, por mano de todos los profetas, y de todos los videntes, diciendo: Volveos de vuestros malos caminos, y guardad mis mandamientos y mis ordenanzas, conforme � todas las leyes que yo prescrib� � vuestros padres, y que os he enviado por mano de mis siervos los profetas. Mas ellos no obedecieron, antes endurecieron su cerviz, como la cerviz de sus padres, los cuales no creyeron en Jehov� su Dios. Y desecharon sus estatutos, y su pacto que �l hab�a concertado con sus padres, y sus testimonios que �l hab�a protestado contra ellos; y siguieron la vanidad, y se hicieron vanos, y fueron en pos de las gentes que estaban alrededor de ellos, de las cuales les hab�a Jehov� mandado que no hiciesen � la manera de ellas: Y dejaron todos los mandamientos de Jehov� su Dios, � hici�ronse vaciadizos dos becerros, y tambi�n bosques, y adoraron � todo el ej�rcito del cielo, y sirvieron � Baal: E hicieron pasar � sus hijos y � sus hijas por fuego; y di�ronse � adivinaciones y ag�eros, y entreg�ronse � hacer lo malo en ojos de Jehov�, provoc�ndole � ira. Jehov� por tanto se air� en gran manera contra Israel, y quit�los de delante de su rostro; que no qued� sino s�lo la tribu de Jud�. Mas ni aun Jud� guard� los mandamientos de Jehov� su Dios; antes anduvieron en los estatutos de Israel, los cuales hab�an ellos hecho. Y desech� Jehov� toda la simiente de Israel, y afligi�los, y entreg�los en manos de saqueadores, hasta echarlos de su presencia. Porque cort� � Israel de la casa de David, y ellos se hicieron rey � Jeroboam hijo de Nabat; y Jeroboam rempuj� � Israel de en pos de Jehov�, � h�zoles cometer gran pecado. Y los hijos de Israel anduvieron en todos los pecados de Jeroboam que �l hizo, sin apartarse de ellos; Hasta tanto que Jehov� quit� � Israel de delante de su rostro, como lo hab�a �l dicho por mano de todos los profetas sus siervos: � Israel fu� trasportado de su tierra � Asiria, hasta hoy. Y trajo el rey de Asiria gente de Babilonia, y de Cutha, y de Ava, y de Hamath, y de Sepharvaim, y p�solos en las ciudades de Samaria, en lugar de los hijos de Israel; y poseyeron � Samaria, y habitaron en sus ciudades. Y aconteci� al principio, cuando comenzaron � habitar all�, que no temiendo ellos � Jehov�, envi� Jehov� contra ellos leones que los mataban. Entonces dijeron ellos al rey de Asiria: Las gentes que t� traspasaste y pusiste en las ciudades de Samaria, no saben la costumbre del Dios de aquella tierra, y �l ha echado leones en ellos, y he aqu� los matan, porque no saben la costumbre del Dios de la tierra. Y el rey de Asiria mand�, diciendo: Llevad all� � alguno de los sacerdote que trajisteis de all�, y vayan y habiten all�, y ens��enles la costumbre del Dios del pa�s. Y vino uno de los sacerdotes que hab�an trasportado de Samaria, y habit� en Beth-el, y ense��les c�mo hab�an de temer � Jehov�. Mas cada naci�n se hizo sus dioses, y pusi�ronlos en los templos de los altos que hab�an hecho los de Samaria; cada naci�n en su ciudad donde habitaba. Los de Babilonia hicieron � Succoth-benoth, y los de Cutha hicieron � Nergal, y los de Hamath hicieron � Asima; Los Heveos hicieron � Nibhaz y � Tharthac; y los de Sepharvaim quemaban sus hijos al fuego � Adra-melech y � Anamelech, dioses de Sepharvaim. Y tem�an � Jehov�; � hicieron del pueblo bajo sacerdotes de los altos, quienes sacrificaban para ellos en los templos de los altos. Tem�an � Jehov�, y honraban � sus dioses, seg�n la costumbre de las gentes de donde hab�an sido trasladados. Hasta hoy hacen como primero; que ni temen � Jehov�, ni guardan sus estatutos, ni sus ordenanzas, ni hacen seg�n la ley y los mandamientos que prescribi� Jehov� � los hijos de Jacob, al cual puso el nombre de Israel; Con los cuales hab�a Jehov� hecho pacto, y les mand�, diciendo: No temer�is � otros dioses, ni los adorar�is, ni les servir�is, ni les sacrificar�is: Mas � Jehov�, que os sac� de tierra de Egipto con grande poder y brazo extendido, � �ste temer�is, y � �ste adorar�is, y � �ste har�is sacrificio. Los estatutos y derechos y ley y mandamientos que os di� por escrito, cuidar�is siempre de ponerlos por obra, y no temer�is dioses ajenos. Y no olvidar�is el pacto que hice con vosotros; ni temer�is dioses ajenos: Mas temed � Jehov� vuestro Dios, y �l os librar� de mano de todos vuestros enemigos. Empero ellos no escucharon; antes hicieron seg�n su costumbre antigua. As� temieron � Jehov� aquellas gentes, y juntamente sirvieron � sus �dolos: y tambi�n sus hijos y sus nietos, seg�n que hicieron sus padres, as� hacen hasta hoy. 2 Reyes 18EN el tercer a�o de Oseas hijo de Ela rey de Israel, comenz� � reinar Ezech�as hijo de Ach�z rey de Jud�. Cuando comenz� � reinar era de venticinco a�os, y rein� en Jerusalem veintinueve a�os. El nombre de su madre fu� Abi hija de Zach�r�as. Hizo lo recto en ojos de Jehov�, conforme � todas las cosas que hab�a hecho David su padre. El quit� los altos, y quebr� las im�genes, y tal� los bosques, � hizo pedazos la serpiente de bronce que hab�a hecho Mois�s, porque hasta entonces le quemaban perfumes los hijos de Israel; y llam�le por nombre Nehust�n. En Jehov� Dios de Israel puso su esperanza: despu�s ni antes de �l no hubo otro como �l en todos los reyes de Jud�. Porque se lleg� � Jehov�, y no se apart� de �l, sino que guard� los mandamientos que Jehov� prescribi� � Mois�s. Y Jehov� fu� con �l; y en todas las cosas � que sal�a prosperaba. El se rebel� contra el rey de Asiria, y no le sirvi�. Hiri� tambi�n � los Filisteos hasta Gaza y sus t�rminos, desde las torres de las atalayas hasta la ciudad fortalecida. En el cuarto a�o del rey Ezech�as, que era el a�o s�ptimo de Oseas hijo de Ela rey de Israel, subi� Salmanasar rey de los Asirios contra Samaria, y cerc�la. Y tom�ronla al cabo de tres a�os: esto es, en el sexto a�o de Ezech�as, el cual era el a�o nono de Oseas rey de Israel, fu� Samaria tomada. Y el rey de Asiria traspuso � Israel � Asiria, y p�solos en Hala, y en Habor, junto al r�o de Goz�n, y en las ciudades de los Medos: Por cuanto no hab�an atendido la voz de Jehov� su Dios, antes hab�an quebrantado su pacto; y todas las cosas que Mois�s siervo de Jehov� hab�a mandado, ni las hab�an escuchado, ni puesto por obra. Y � los catorce a�os del rey Ezech�as, subi� Sennach�rib rey de Asiria contra todas las ciudades fuertes de Jud�, y tom�las. Entonces Ezech�as rey de Jud� envi� � decir al rey de Asiria en Lach�s: Yo he pecado: vu�lvete de m�, y llevar� todo lo que me impusieres. Y el rey de Asiria impuso � Ezech�as rey de Jud� trescientos talentos de plata, y treinta talentos de oro. Di� por tanto Ezech�as toda la plata que fu� hallada en la casa de Jehov�, y en los tesoros de la casa real. Entonces descompuso Ezech�as las puertas del templo de Jehov�, y los quiciales que el mismo rey Ezech�as hab�a cubierto de oro, y di�lo al rey de Asiria. Despu�s el rey de Asiria envi� al rey Ezech�as, desde Lach�s contra Jerusalem, � Thart�n y � Rabsaris y � Rabsaces, con un grande ej�rcito: y subieron, y vinieron � Jerusalem. Y habiendo subido, vinieron y pararon junto al conducto del estanque de arriba, que es en el camino de la heredad del batanero. Llamaron luego al rey, y sali� � ellos Eliacim hijo de Hilc�as, que era mayordomo, y Sebna escriba, y Joah hijo de Asaph, canciller. Y d�joles Rabsaces: Decid ahora � Ezech�as: As� dice el gran rey de Asiria: �Qu� confianza es esta en que t� est�s? Dices, (por cierto palabras de labios): Consejo tengo y esfuerzo para la guerra. Mas �en qu� conf�as, que te has rebelado contra m�? He aqu� t� conf�as ahora en este bord�n de ca�a cascada, en Egipto, en el que si alguno se apoyare, entrar�le por la mano, y se le pasar�. Tal es Fara�n rey de Egipto, para todos los que en �l conf�an. Y si me dec�s: Nosotros confiamos en Jehov� nuestro Dios: �no es aqu�l cuyos altos y altares ha quitado Ezech�as, y ha dicho � Jud� y � Jerusalem: Delante de este altar adorar�is en Jerusalem? Por tanto, ahora yo te ruego que des rehenes � mi se�or, el rey de Asiria, y yo te dar� dos mil caballos, si t� pudieres dar jinetes para ellos. �C�mo pues har�s volver el rostro de un capit�n el menor de los siervos de mi se�or, aunque est�s confiado en Egipto por sus carros y su gente de � caballo? Adem�s, �he venido yo ahora sin Jehov� � este lugar, para destruirlo? Jehov� me ha dicho: Sube � esta tierra, y destr�yela. Entonces dijo Eliacim hijo de Hilc�as, y Sebna y Joah, � Rabsaces: Ru�gote que hables � tus siervos siriaco, porque nosotros lo entendemos, y no hables con nosotros judaico � o�dos del pueblo que est� sobre el muro. Y Rabsaces les dijo: �Hame enviado mi se�or � ti y � tu se�or para decir estas palabras, y no antes � los hombres que est�n sobre el muro, para comer su esti�rcol, y beber el agua de sus pies con vosotros? Par�se luego Rabsaces, y clam� � gran voz en judaico, y habl�, diciendo: Oid la palabra del gran rey, el rey de Asiria. As� ha dicho el rey: No os enga�e Ezech�as, porque no os podr� librar de mi mano. Y no os haga Ezech�as confiar en Jehov�, diciendo: De cierto nos librar� Jehov�, y esta ciudad no ser� entregada en mano del rey de Asiria. No oig�is � Ezech�as, porque as� dice el rey de Asiria: Haced conmigo paz, y salid � m�, y cada uno comer� de su vid, y de su higuera, y cada uno beber� las aguas de su pozo; Hasta que yo venga, y os lleve � una tierra como la vuestra, tierra de grano y de vino, tierra de pan y de vi�as, tierra de olivas, de aceite, y de miel; y vivir�is, y no morir�is. No oig�is � Ezech�as, porque os enga�a cuando dice: Jehov� nos librar�. �Acaso alguno de los dioses de las gentes ha librado su tierra de la mano del rey de Asiria? �D�nde est� el dios de Hamath, y de Arphad? �d�nde el dios de Sepharvaim, de Hena, y de Hiva? �pudieron �stos librar � Samaria de mi mano? �Qu� dios de todos los dioses de las provincias ha librado � su provincia de mi mano, para que libre Jehov� de mi mano � Jerusalem? Y el pueblo call�, que no le respondieron palabra: porque hab�a mandamiento del rey, el cual hab�a dicho: No le respond�is. Entonces Eliacim hijo de Hilc�as, que era mayordomo, y Sebna el escriba, y Joah hijo de Asaph, canciller, vinieron � Ezech�as, rotos sus vestidos, y recit�ronle las palabras de Rabsaces. 2 Reyes 19Y COMO el rey Ezech�as lo oy�, rasg� sus vestidos, y cubri�se de saco, y entr�se en la casa de Jehov�. Y envi� � Eliacim el mayordomo, y � Sebna escriba, y � los ancianos de los sacerdotes, vestidos de sacos � Isa�as profeta hijo de Am�s, Que le dijesen: As� ha dicho Ezech�as: Este d�a es d�a de angustia, y de reprensi�n, y de blasfemia; porque los hijos han venido hasta la rotura, y la que pare no tiene fuerzas. Quiz� oir� Jehov� tu Dios todas las palabras de Rabsaces, al cual el rey de los Asirios su se�or ha enviado para injuriar al Dios vivo, y � vituperar con palabras, las cuales Jehov� tu Dios ha o�do: por tanto, eleva oraci�n por las reliquias que aun se hallan. Vinieron pues los siervos del rey Ezech�as � Isa�as. E Isa�as les respondi�: As� dir�is � vuestro se�or: As� ha dicho Jehov�; No temas por las palabras que has o�do, con las cuales me han blasfemado los siervos del rey de Asiria. He aqu� pondr� yo en �l un esp�ritu, y oir� rumor, y volver�se � su tierra: y yo har� que en su tierra caiga � cuchillo. Y regresando Rabsaces, hall� al rey de Asiria combatiendo � Libna; porque hab�a o�do que se hab�a partido de Lach�s. Y oy� decir de Thiraca rey de Ethiop�a: He aqu� es salido para hacerte guerra. Entonces volvi� �l, y envi� embajadores � Ezech�as, diciendo: As� dir�is � Ezech�as rey de Jud�: No te enga�e tu Dios en quien t� conf�as, para decir: Jerusalem no ser� entregada en mano del rey de Asiria. He aqu� t� has o�do lo que han hecho los reyes de Asiria � todas las tierras, destruy�ndolas; �y has t� de escapar? �Libr�ronlas los dioses de las gentes, que mis padres destruyeron, es � saber, Goz�n, y Har�n, y Reseph, y los hijos de Ed�n que estaban en Thalasar? �D�nde est� el rey de Hamath, el rey de Arphad, el rey de la ciudad de Sepharvaim, de Hena, y de Hiva? Y tom� Ezech�as las letras de mano de los embajadores; y despu�s que las hubo le�do, subi� � la casa de Jehov�, y extendi�las Ezech�as delante de Jehov�. Y or� Ezech�as delante de Jehov�, diciendo: Jehov� Dios de Israel, que habitas entre los querubines, t� solo eres Dios de todos los reinos de la tierra; t� hiciste el cielo y la tierra. Inclina, oh Jehov�, tu o�do, y oye; abre, oh Jehov�, tus ojos, y mira: y oye las palabras de Sennach�rib, que ha enviado � blasfemar al Dios viviente. Es verdad, oh Jehov�, que los reyes de Asiria han destru�do las gentes y sus tierras; Y que pusieron en el fuego � sus dioses, por cuanto ellos no eran dioses, sino obra de manos de hombres, madera � piedra, y as� los destruyeron. Ahora pues, oh Jehov� Dios nuestro, s�lvanos, te suplico, de su mano, para que sepan todos los reinos de la tierra que t� solo, Jehov�, eres Dios. Entonces Isa�as hijo de Am�s envi� � decir � Ezech�as: As� ha dicho Jehov�, Dios de Israel: Lo que me rogaste acerca de Sennach�rib rey de Asiria, he o�do. Esta es la palabra que Jehov� ha hablado contra �l: Hate menospreciado, hate escarnecido la virgen hija de Si�n; ha movido su cabeza detr�s de ti la hija de Jerusalem. �A qui�n has injuriado y � qui�n has blasfemado? �y contra qui�n has hablado alto, y has alzado en alto tus ojos? Contra el Santo de Israel. Por mano de tus mensajeros has proferido injuria contra el Se�or, y has dicho: Con la multitud de mis carros he subido � las cumbres de los montes, � las cuestas del L�bano; y cortar� sus altos cedros, sus hayas escogidas; y entrar� � la morada de su t�rmino, al monte de su Carmel. Yo he cavado y bebido las aguas ajenas, y he secado con las plantas de mis pies todos los r�os de lugares bloqueados. �Nunca has o�do que mucho tiempo ha yo lo hice, y de d�as antiguos lo he formado? Y ahora lo he hecho venir, y fu� para desolaci�n de ciudades fuertes en montones de ruinas. Y sus moradores, cortos de manos, quebrantados y confusos, fueron cual hierba del campo, como legumbre verde, y heno de los tejados, que antes que venga � madurez es seco. Yo he sabido tu asentarte, tu salir y tu entrar, y tu furor contra m�. Por cuanto te has airado contra m�, y tu estruendo ha subido � mis o�dos, yo por tanto pondr� mi anzuelo en tus narices, y mi bocado en tus labios, y te har� volver por el camino por donde viniste. Y esto te ser� por se�al Ezech�as: Este a�o comer�s lo que nacer� de suyo, y el segundo a�o lo que nacer� de suyo; y el tercer a�o har�is sementera, y segar�is, y plantar�is vi�as, y comer�is el fruto de ellas. Y lo que hubiere escapado, lo que habr� quedado de la casa de Jud�, tornar� � echar ra�z abajo, y har� fruto arriba. Porque saldr�n de Jerusalem reliquias, y los que escapar�n, del monte de Si�n: el celo de Jehov� de los ej�rcitos har� esto. Por tanto, Jehov� dice as� del rey de Asiria: No entrar� en esta ciudad, ni echar� saeta en ella; ni vendr� delante de ella escudo, ni ser� echado contra ella baluarte. Por el camino que vino se volver�, y no entrar� en esta ciudad, dice Jehov�. Porque yo amparar� � esta ciudad para salvarla, por amor de m�, y por amor de David mi siervo. Y aconteci� que la misma noche sali� el �ngel de Jehov�, � hiri� en el campo de los Asirios ciento ochenta y cinco mil; y como se levantaron por la ma�ana, he aqu� los cuerpos de los muertos. Entonces Sennach�rib, rey de Asiria se parti�, y se fu� y torn� � N�nive, donde se estuvo. Y aconteci� que, estando �l adorando en el templo de Nisroch su dios, Adramelech y Saresar sus hijos lo hirieron � cuchillo; y huy�ronse � tierra de Ararat. Y rein� en su lugar Esar-had�n su hijo. 2 Reyes 20EN aquellos d�as cay� Ezech�as enfermo de muerte, y vino � �l Isa�as profeta hijo de Am�s, y d�jole: Jehov� dice as�: Disp�n de tu casa, porque has de morir, y no vivir�s. Entonces volvi� �l su rostro � la pared, y or� � Jehov�, y dijo: Ru�gote, oh Jehov�, ru�gote hagas memoria de que he andado delante de ti en verdad � �ntegro coraz�n, y que he hecho las cosas que te agradan. Y llor� Ezech�as con gran lloro. Y antes que Isa�as saliese hasta la mitad del patio, fu� palabra de Jehov� � Isa�as, diciendo: Vuelve, y di � Ezech�as, pr�ncipe de mi pueblo: As� dice Jehov�, el Dios de David tu padre: Yo he o�do tu oraci�n, y he visto tus l�grimas: he aqu� yo te sano; al tercer d�a subir�s � la casa de Jehov�. Y a�adir� � tus d�as quince a�os, y te librar� � ti y � esta ciudad de mano del rey de Asiria; y amparar� esta ciudad por amor de m�, y por amor de David mi siervo. Y dijo Isa�as: Tomad masa de higos. Y tom�ndola, pusieron sobre la llaga, y san�. Y Ezech�as hab�a dicho � Isa�as: �Qu� se�al tendr� de que Jehov� me sanar�, y que subir� � la casa de Jehov� al tercer d�a? Y respondi� Isa�as: Esta se�al tendr�s de Jehov�, de que har� Jehov� esto que ha dicho: �Avanzar� la sombra diez grados, � retroceder� diez grados? Y Ezech�as respondi�: F�cil cosa es que la sombra decline diez grados: pero, que la sombra vuelva atr�s diez grados. Entonces el profeta Isa�as clam� � Jehov�; � hizo volver la sombra por los grados que hab�a descendido en el reloj de Ach�z, diez grados atr�s. En aquel tiempo Berodach-balad�n hijo de Balad�n, rey de Babilonia, envi� letras y presentes � Ezech�as, porque hab�a o�do que Ezech�as hab�a ca�do enfermo. Y Ezech�as los oy�, y mostr�les toda la casa de las cosas preciosas, plata, oro, y especier�a, y preciosos ung�entos; y la casa de sus armas, y todo lo que hab�a en sus tesoros: ninguna cosa qued� que Ezech�as no les mostrase, as� en su casa como en todo su se�or�o. Entonces el profeta Isa�as vino al rey Ezech�as, y d�jole: �Qu� dijeron aquellos varones, y de d�nde vinieron � ti? Y Ezech�as le respondi�: De lejanas tierras han venido, de Babilonia. Y �l le volvi� � decir: �Qu� vieron en tu casa? Y Ezech�as respondi�: Vieron todo lo que hab�a en mi casa; nada qued� en mis tesoros que no les mostrase. Entonces Isa�as dijo � Ezech�as: Oye palabra de Jehov�: He aqu� vienen d�as, en que todo lo que est� en tu casa, y todo lo que tus padres han atesorado hasta hoy, ser� llevado � Babilonia, sin quedar nada, dijo Jehov�. Y de tus hijos que saldr�n de ti, que habr�s engendrado, tomar�n; y ser�n eunucos en el palacio del rey de Babilonia. Entonces Ezech�as dijo � Isa�as: La palabra de Jehov� que has hablado, es buena. Despu�s dijo: �Mas no habr� paz y verdad en mis d�as? Lo dem�s de los hechos de Ezech�as, y todo su vigor, y c�mo hizo el estanque, y el conducto, y meti� las aguas en la ciudad, �no est� escrito en el libro de las cr�nicas de los reyes de Jud�? Y durmi� Ezech�as con sus padres, y rein� en su lugar Manas�s su hijo. 2 Reyes 21DE doce a�os era Manas�s cuando comenz� � reinar, y rein� en Jerusalem cincuenta y cinco a�os: el nombre de su madre fu� Hepsiba. E hizo lo malo en ojos de Jehov�, seg�n las abominaciones de las gentes que Jehov� hab�a echado delante de los hijos de Israel. Porque �l volvi� � edificar los altos que Ezech�as su padre hab�a derribado, y levant� altares � Baal, � hizo bosque, como hab�a hecho Ach�b rey de Israel: y ador� � todo el ej�rcito del cielo, y sirvi� � aquellas cosas. Asimismo edific� altares en la casa de Jehov�, de la cual Jehov� hab�a dicho: Yo pondr� mi nombre en Jerusalem. Y edific� altares para todo el ej�rcito del cielo en los dos atrios de la casa de Jehov�. Y pas� � su hijo por fuego, y mir� en tiempos, y fu� agorero, � instituy� pythones y adivinos, multiplicando as� el hacer lo malo en ojos de Jehov�, para provocarlo � ira. Y puso una entalladura del bosque que �l hab�a hecho, en la casa de la cual hab�a Jehov� dicho � David y � Salom�n su hijo: Yo pondr� mi nombre para siempre en esta casa, y en Jerusalem, � la cual escog� de todas las tribus de Israel: Y no volver� � hacer que el pie de Israel sea movido de la tierra que d� � sus padres, con tal que guarden y hagan conforme � todas las cosas que yo les he mandado, y conforme � toda la ley que mi siervo Mois�s les mand�. Mas ellos no escucharon; y Manas�s los indujo � que hiciesen m�s mal que las gentes que Jehov� destruy� delante de los hijos de Israel. Y habl� Jehov� por mano de sus siervos los profetas, diciendo: Por cuanto Manas�s rey de Jud� ha hecho estas abominaciones, y ha hecho m�s mal que todo lo que hicieron los Amorrheos que fueron antes de �l, y tambi�n ha hecho pecar � Jud� en sus �dolos; Por tanto, as� ha dicho Jehov� el Dios de Israel: He aqu� yo traigo tal mal sobre Jerusalem y sobre Jud�, que el que lo oyere, le reti�ir�n ambos o�dos. Y extender� sobre Jerusalem el cordel de Samaria, y el plomo de la casa de Ach�b: y yo limpiar� � Jerusalem como se limpia una escudilla, que despu�s que la han limpiado, la vuelven sobre su haz. Y desamparar� las reliquias de mi heredad, y entregarlas he en manos de sus enemigos; y ser�n para saco y para robo � todos sus adversarios; Por cuanto han hecho lo malo en mis ojos, y me han provocado � ira, desde el d�a que sus padres salieron de Egipto hasta hoy. Fuera de esto, derram� Manas�s mucha sangre inocente en gran manera, hasta henchir � Jerusalem de cabo � cabo: adem�s de su pecado con que hizo pecar � Jud�, para que hiciese lo malo en ojos de Jehov�. Lo dem�s de los hechos de Manas�s, y todas las cosas que hizo, y su pecado que cometi�, �no est� todo escrito en el libro de las cr�nicas de los reyes de Jud�? Y durmi� Manas�s con sus padres, y fu� sepultado en el huerto de su casa, en el huerto de Uzza; y rein� en su lugar Am�n su hijo. De veinte y dos a�os era Am�n cuando comenz� � reinar, y rein� dos a�os en Jerusalem. El nombre de su madre fu� Mesalemeth hija de Harus de Jotba. E hizo lo malo en ojos de Jehov�, como hab�a hecho Manas�s su padre. Y anduvo en todos los caminos en que su padre anduvo, y sirvi� � las inmundicias � las cuales hab�a servido su padre, y � ellas ador�; Y dej� � Jehov� el Dios de sus padres, y no anduvo en el camino de Jehov�. Y los siervos de Am�n conspiraron contra �l, y mataron al rey en su casa. Entonces el pueblo de la tierra hiri� � todos los que hab�an conspirado contra el rey Am�n; y puso el pueblo de la tierra por rey en su lugar � Jos�as su hijo. Lo dem�s de los hechos de Am�n, que efectuara, �no est� todo escrito en el libro de las cr�nicas de los reyes de Jud�? Y fu� sepultado en su sepulcro en el huerto de Uzza, y rein� en su lugar Jos�as su hijo. 2 Reyes 22CUANDO Jos�as comenz� � reinar era de ocho a�os, y rein� en Jerusalem treinta y un a�os. El nombre de su madre fu� Idida hija de Ada�a de Boscath. E hizo lo recto en ojos de Jehov�, y anduvo en todo el camino de David su padre, sin apartarse � diestra ni � siniestra. Y � los dieciocho a�os del rey Jos�as, fu� que envi� el rey � Saph�n hijo de Azal�a, hijo de Mesullam, escriba, � la casa de Jehov�, diciendo: Ve � Hilc�as, sumo sacerdote: dile que recoja el dinero que se ha metido en la casa de Jehov�, que han juntado del pueblo los guardianes de la puerta, Y que lo pongan en manos de los que hacen la obra, que tienen cargo de la casa de Jehov�, y que lo entreguen � los que hacen la obra de la casa de Jehov�, para reparar las aberturas de la casa: A los carpinteros, � los maestros y alba�iles, para comprar madera y piedra de canter�a para reparar la casa; Y que no se les cuente el dinero cuyo manejo se les confiare, porque ellos proceden con fidelidad. Entonces dijo el sumo sacerdote Hilc�as � Saph�n escriba: El libro de la ley he hallado en la casa de Jehov�. E Hilc�as di� el libro � Saph�n, y ley�lo. Viniendo luego Saph�n escriba al rey, di� al rey la respuesta, y dijo: Tus siervos han juntado el dinero que se hall� en el templo, y lo han entregado en poder de los que hacen la obra, que tienen cargo de la casa de Jehov�. Asimismo Saph�n escriba declar� al rey, diciendo: Hilc�as el sacerdote me ha dado un libro. Y ley�lo Saph�n delante del rey. Y cuando el rey hubo o�do las palabras del libro de la ley, rasg� sus vestidos. Luego mand� el rey � Hilc�as el sacerdote, y � Ahicam hijo de Saph�n, y � Achbor hijo de Mich��a, y � Saph�n escriba, y � Asa�a siervo del rey, diciendo: Id, y preguntad � Jehov� por m�, y por el pueblo, y por todo Jud�, acerca de las palabras de este libro que se ha hallado: porque grande ira de Jehov� es la que ha sido encendida contra nosotros, por cuanto nuestros padres no escucharon las palabras de este libro, para hacer conforme � todo lo que nos fu� escrito. Entonces fu� Hilc�as el sacerdote, y Ahicam y Achbor y Saph�n y Asa�a, � Hulda profetisa, mujer de Sallum hijo de Ticva hijo de Araas, guarda de las vestiduras, la cual moraba en Jerusalem en la segunda parte de la ciudad, y hablaron con ella. Y ella les dijo: As� ha dicho Jehov� el Dios de Israel: Decid al var�n que os envi� � m�: As� dijo Jehov�: He aqu� yo traigo mal sobre este lugar, y sobre los que en �l moran, � saber, todas las palabras del libro que ha le�do el rey de Jud�: Por cuanto me dejaron � m�, y quemaron perfumes � dioses ajenos, provoc�ndome � ira en toda obra de sus manos; y mi furor se ha encendido contra este lugar, y no se apagar�. Mas al rey de Jud� que os ha enviado para que preguntaseis � Jehov�, dir�is as�: As� ha dicho Jehov� el Dios de Israel: Por cuanto o�ste las palabras del libro, Y tu coraz�n se enterneci�, y te humillaste delante de Jehov�, cuando o�ste lo que yo he pronunciado contra este lugar y contra sus moradores, que vendr�an � ser asolados y malditos, y rasgaste tus vestidos, y lloraste en mi presencia, tambi�n yo te he o�do, dice Jehov�. Por tanto, he aqu� yo te recoger� con tus padres, y t� ser�s recogido � tu sepulcro en paz, y no ver�n tus ojos todo el mal que yo traigo sobre este lugar. Y ellos dieron al rey la respuesta. 2 Reyes 23ENTONCES el rey envi�, y juntaron � �l todos los ancianos de Jud� y de Jerusalem. Y subi� el rey � la casa de Jehov� con todos los varones de Jud�, y con todos los moradores de Jerusalem, con los sacerdotes y profetas y con todo el pueblo, desde el m�s chico hasta el m�s grande; y ley�, oy�ndolo ellos, todas las palabras del libro del pacto que hab�a sido hallado en la casa de Jehov�. Y poni�ndose el rey en pie junto � la columna, hizo alianza delante de Jehov�, de que ir�an en pos de Jehov�, y guardar�an sus mandamientos, y sus testimonios, y sus estatutos, con todo el coraz�n y con toda el alma, y que cumplir�an las palabras de la alianza que estaban escritas en aquel libro. Y todo el pueblo confirm� el pacto. Entonces mand� el rey al sumo sacerdote Hilc�as, y � los sacerdotes de segundo orden, y � los guardianes de la puerta, que sacasen del templo de Jehov� todos los vasos que hab�an sido hechos para Baal, y para el bosque, y para toda la milicia del cielo; y quem�los fuera de Jerusalem en el campo de Cedr�n, � hizo llevar las cenizas de ellos � Beth-el. Y quit� � los Camoreos, que hab�an puesto los reyes de Jud� para que quemasen perfumes en los altos en las ciudades de Jud�, y en los alrededores de Jerusalem; y asimismo � los que quemaban perfumes � Baal, al sol y � la luna, y � los signos, y � todo el ej�rcito del cielo. Hizo tambi�n sacar el bosque fuera de la casa de Jehov�, fuera de Jerusalem, al torrente de Cedr�n, y quem�lo en el torrente de Cedr�n, y torn�lo en polvo, y ech� el polvo de �l sobre los sepulcros de los hijos del pueblo. Adem�s derrib� las casas de los sodomitas que estaban en la casa de Jehov�, en las cuales tej�an las mujeres pabellones para el bosque. E hizo venir todos los sacerdotes de las ciudades de Jud�, y profan� los altos donde los sacerdotes quemaban perfumes, desde Gabaa hasta Beer-seba; y derrib� los altares de las puertas que estaban � la entrada de la puerta de Josu�, gobernador de la ciudad, que estaban � la mano izquierda, � la puerta de la ciudad. Empero los sacerdotes de los altos no sub�an al altar de Jehov� en Jerusalem, mas com�an panes sin levadura entre sus hermanos. Asimismo profan� � Topheth, que est� en el valle del hijo de Hinnom, porque ninguno pasase su hijo � su hija por fuego � Moloch. Quit� tambi�n los caballos que los reyes de Jud� hab�an dedicado al sol � la entrada del templo de Jehov�, junto � la c�mara de Nathan-melech eunuco, el cual ten�a cargo de los ejidos; y quem� al fuego los carros del sol. Derrib� adem�s el rey los altares que estaban sobre la techumbre de la sala de Ach�z, que los reyes de Jud� hab�an hecho, y los altares que hab�a hecho Manas�s en los dos atrios de la casa de Jehov�; y de all� corri� y arroj� el polvo en el torrente de Cedr�n. Asimismo profan� el rey los altos que estaban delante de Jerusalem, � la mano derecha del monte de la destrucci�n, los cuales Salom�n rey de Israel hab�a edificado � Astharoth, abominaci�n de los Sidonios, y � Ch�mos abominaci�n de Moab, y � Milcom abominaci�n de los hijos de Amm�n. Y quebr� las estatuas, y tal� los bosques, � hinchi� el lugar de ellos de huesos de hombres. Igualmente el altar que estaba en Beth-el, y el alto que hab�a hecho Jeroboam hijo de Nabat, el que hizo pecar � Israel, aquel altar y el alto destruy�; y quem� el alto, y lo torn� en polvo, y puso fuego al bosque. Y volvi�se Jos�as, y viendo los sepulcros que estaban all� en el monte, envi� y sac� los huesos de los sepulcros, y quem�los sobre el altar para contaminarlo, conforme � la palabra de Jehov� que hab�a profetizado el var�n de Dios, el cual hab�a anunciado estos negocios. Y despu�s dijo: �Qu� t�tulo es este que veo? Y los de la ciudad le respondieron: Este es el sepulcro del var�n de Dios que vino de Jud�, y profetiz� estas cosas que t� has hecho sobre el altar de Beth-el. Y �l dijo: Dedjadlo; ninguno mueva sus huesos: y as� fueron preservados sus huesos, y los huesos del profeta que hab�a venido de Samaria. Y todas las casas de los altos que estaban en las ciudades de Samaria, las cuales hab�an hecho los reyes de Israel para provocar � ira, quit�las tambi�n Jos�as, � hizo de ellas como hab�a hecho en Beth-el. Mat� adem�s sobre los altares � todos los sacerdotes de los altos que all� estaban, y quem� sobre ellos huesos de hombres, y volvi�se � Jerusalem. Entonces mand� el rey � todo el pueblo, diciendo: Haced la pascua � Jehov� vuestro Dios, conforme � lo que est� escrito en el libro de esta alianza. No fu� hecha tal pascua desde los tiempos de los jueces que gobernaron � Israel, ni en todos los tiempos de los reyes de Israel, y de los reyes de Jud�. A los diez y ocho a�os del rey Jos�as fu� hecha aquella pascua � Jehov� en Jerusalem. Asimismo barri� Jos�as los pythones, adivinos, y terapheos, y todas las abominaciones que se ve�an en la tierra de Jud� y en Jerusalem, para cumplir las palabras de la ley que estaban escritas en el libro que el sacerdote Hilc�as hab�a hallado en la casa de Jehov�. No hubo tal rey antes de �l que se convirtiese � Jehov� de todo su coraz�n, y de toda su alma, y de todas su fuerzas, conforme � toda la ley de Mois�s; ni despu�s de �l naci� otro tal. Con todo eso, no se volvi� Jehov� del ardor de su grande ira, con que se hab�a encendido su enojo contra Jud�, por todas las provocaciones con que Manas�s le hab�a irritado. Y dijo Jehov�: Tambi�n he de quitar de mi presencia � Jud�, como quit� � Israel, y abominar� � esta ciudad que hab�a escogido, � Jerusalem, y � la casa de la cual hab�a yo dicho: Mi nombre ser� all�. Lo dem�s de los hechos de Jos�as, y todas las cosas que hizo, �no est� todo escrito en el libro de las cr�nicas de los reyes de Jud�? En aquellos d�as Fara�n Nech�o rey de Egipto subi� contra el rey de Asiria al r�o Eufrates, y sali� contra �l el rey Jos�as; pero aqu�l as� que le vi�, mat�lo en Megiddo. Y sus siervos lo pusieron en un carro, y traj�ronlo muerto de Megiddo � Jerusalem, y sepult�ronlo en su sepulcro. Entonces el pueblo de la tierra tom� � Joach�z hijo de Jos�as, y ungi�ronle y pusi�ronlo por rey en lugar de su padre. De veintitr�s a�os era Joach�z cuando comenz� � reinar, y rein� tres meses en Jerusalem. El nombre de su madre fu� Amutal, hija de Jerem�as de Libna. Y �l hizo lo malo en ojos de Jehov�, conforme � todas las cosas que sus padres hab�an hecho. Y ech�lo preso Fara�n Nech�o en Ribla en la provincia de Hamath, reinando �l en Jerusalem; � impuso sobre la tierra una multa de cien talentos de plata, y uno de oro. Entonces Fara�n Nech�o puso por rey � Eliacim hijo de Jos�as, en lugar de Jos�as su padre, y mud�le el nombre en el de Joacim; y tom� � Joach�z, y llev�lo � Egipto, y muri� all�. Y Joacim pag� � Fara�n la plata y el oro; mas hizo apreciar la tierra para dar el dinero conforme al mandamiento de Fara�n, sacando la plata y oro del pueblo de la tierra, de cada uno seg�n la estimaci�n de su hacienda, para dar � Fara�n Nech�o. De veinticinco a�os era Joacim cuando comenz� � Reinar, y once a�os rein� en Jerusalem. El nombre de su madre fu� Zebuda hija de Pedaia, de Ruma. E hizo lo malo en ojos de Jehov�, conforme � todas las cosas que sus padres hab�an hecho. 2 Reyes 24EN su tiempo subi� Nabucodonosor rey de Babilonia, al cual sirvi� Joacim tres a�os; volvi�se luego, y se rebel� contra �l. Jehov� empero envi� contra �l tropas de Caldeos, y tropas de Siros, y tropas de Moabitas, y tropas de Ammonitas; los cuales envi� contra Jud� para que la destruyesen, conforme � la palabra de Jehov� que hab�a hablado por sus siervos los profetas. Ciertamente vino esto contra Jud� por dicho de Jehov�, para quitarla de su presencia, por los pecados de Manas�s, conforme � todo lo que hizo; Asimismo por la sangre inocente que derram�, pues hinchi� � Jerusalem de sangre inocente: Jehov� por tanto, no quiso perdonar. Lo dem�s de los hechos de Joacim, y todas las cosas que hizo, �no est� escrito en el libro de las cr�nicas de los reyes de Jud�? Y durmi� Joacim con sus padres, y rein� en su lugar Joach�n su hijo. Y nunca m�s el rey de Egipto sali� de su tierra: porque el rey de Babilonia le tom� todo lo que era suyo, desde el r�o de Egipto hasta el r�o de Eufrates. De dieciocho a�os era Joach�n cuando comenz� � reinar, y rein� en Jerusalem tres meses. El nombre de su madre fu� Neusta hija de Elnath�n, de Jerusalem. E hizo lo malo en ojos de Jehov�, conforme � todas las cosas que hab�a hecho su padre. En aquel tiempo subieron los siervos de Nabucodonosor rey de Babilonia contra Jerusalem y la ciudad fu� cercada. Vino tambi�n Nabucodonosor rey de Babilonia contra la ciudad, cuando sus siervos la ten�an cercada. Entonces sali� Joach�n rey de Jud� al rey de Babilonia, �l, y su madre, y sus siervos, y sus pr�ncipes, y sus eunucos: y prendi�lo el rey de Babilonia en el octavo a�o de su reinado. Y sac� de all� todos los tesoros de la casa de Jehov�, y los tesoros de la casa real, y quebr� en piezas todos los vasos de oro que hab�a hecho Salom�n rey de Israel en la casa de Jehov�, como Jehov� hab�a dicho. Y llev� en cautiverio � toda Jerusalem, � todos los pr�ncipes, y � todos los hombres valientes, hasta diez mil cautivos, y � todos los oficiales y herreros; que no qued� nadie, excepto los pobres del pueblo de la tierra. Asimismo trasport� � Joach�n � Babilonia, y � la madre del rey, y � las mujeres del rey, y � sus eunucos, y � los poderosos de la tierra; cautivos los llev� de Jerusalem � Babilonia. A todos los hombre de guerra, que fueron siete mil, y � los oficiales y herrreros, que fueron mil, y � todos los valientes para hacer la guerra, llev� cautivos el rey de Babilonia. Y el rey de Babilonia puso por rey en lugar de Joach�n � Mathan�as su t�o, y mud�le el nombre en el de Sedec�as. De veinti�n a�os era Sedec�as cuando comenz� � reinar, y rein� en Jerusalem once a�os. El nombre de su madre fu� Amutal hija de Jerem�as, de Libna. E hizo lo malo en ojos de Jehov�, conforme � todo lo que hab�a hecho Joacim. Fu� pues la ira de Jehov� contra Jerusalem y Jud�, hasta que los ech� de su presencia. Y Sedec�as se rebel� contra el rey de Babilonia. 2 Reyes 25Y ACONTECIO � los nueve a�os de su reinado, en el mes d�cimo, � los diez del mes, que Nabucodonosor rey de Babilonia vino con todo su ej�rcito contra Jerusalem, y cerc�la; y levantaron contra ella ingenios alrededor. Y estuvo la ciudad cercada hasta el und�cimo a�o del rey Sedec�as. A los nueve del mes prevaleci� el hambre en la ciudad, que no hubo pan para el pueblo de la tierra. Abierta ya la ciudad, huyeron de noche todos los hombres de guerra por el camino de la puerta que estaba entre los dos muros, junto � los huertos del rey, estando los Caldeos alrededor de la ciudad; y el rey se fu� camino de la campi�a. Y el ej�rcito de los Caldeos sigui� al rey, y tom�lo en las llanuras de Jeric�, habi�ndose esparcido de �l todo su ej�rcito. Tomado pues el rey, traj�ronle al rey de Babilonia � Ribla, y profirieron contra �l sentencia. Y degollaron � los hijos de Sedec�as en presencia suya; y � Sedec�as sacaron los ojos, y atado con cadenas llev�ronlo � Babilonia. En el mes quinto, � los siete del mes, siendo el a�o diecinueve de Nabucodonosor rey de Babilonia, vino � Jerusalem Nabuzarad�n, capit�n de los de la guardia, siervo del rey de Babilonia. Y quem� la casa de Jehov�, y la casa del rey, y todas las casas de Jerusalem; y todas las casas de los pr�ncipes quem� � fuego. Y todo el ej�rcito de los Caldeos que estaba con el capit�n de la guardia, derrib� los muros de Jerusalem alrededor. Y � los del pueblo que hab�an quedado en la ciudad, y � los que se hab�an juntado al rey de Babilonia, y � los que hab�an quedado del vulgo, trasport�lo Nabuzarad�n, capit�n de los de la guardia. Mas de los pobres de la tierra dej� Nabuzarad�n, capit�n de los de la guardia, para que labrasen las vi�as y las tierras. Y quebraron los Caldeos las columnas de bronce que estaban en la casa de Jehov�, y las basas, y el mar de bronce que estaba en la casa de Jehov�, y llevaron el metal de ello � Babilonia. Llev�ronse tambi�n los calderos, y las paletas, y las tenazas, y los cucharones, y todos los vasos de metal con que ministraban. Incensarios, cuencos, los que de oro, en oro, y los que de plata, en plata, todo lo llev� el capit�n de los de la guardia; Las dos columnas, un mar, y las basas que Salom�n hab�a hecho para la casa de Jehov�: no hab�a peso de todos estos vasos. La altura de la una columna era diez y ocho codos y ten�a encima un capitel de bronce, y la altura del capitel era de tres codos; y sobre el capitel hab�a un enredado y granadas alrededor, todo de bronce: y semejante obra hab�a en la otra columna con el enredado. Tom� entonces el capit�n de los de la guardia � Sara�as primer sacerdote, y � Sophon�as segundo sacerdote, y tres guardas de la vajilla; Y de la ciudad tom� un eunuco, el cual era maestre de campo, y cinco varones de los continuos del rey, que se hallaron en la ciudad; y al principal escriba del ej�rcito, que hac�a la rese�a de la gente del pa�s; y sesenta varones del pueblo de la tierra, que se hallaron en la ciudad. Estos tom� Nabuzarad�n, capit�n de los de la guardia, y llev�los � Ribla al rey de Babilonia. Y el rey de Babilonia los hiri� y mat� en Ribla, en tierra de Hamath. As� fu� trasportado Jud� de sobre su tierra. Y al pueblo que Nabucodonosor rey de Babilonia dej� en tierra de Jud�, puso por gobernador � Gedal�as, hijo de Ahicam hijo de Saph�n. Y oyendo todos los pr�ncipes del ej�rcito, ellos y su gente, que el rey de Babilonia hab�a puesto por gobernador � Gedal�as, vini�ronse � �l en Mizpa, es � saber, Ismael hijo de Nathan�as, y Johan�n hijo de Carea, y Sara�a hijo de Tanhumet Netofatita, y Jaazan�as hijo de Maach�ti, ellos con los suyos. Entonces Gedal�as les hizo juramento, � ellos y � los suyos, y d�joles: No tem�is de ser siervos de los Caldeos; habitad en la tierra, y servid al rey de Babilonia, y os ir� bien. Mas en el mes s�ptimo vino Ismael hijo de Nathan�as, hijo de Elisama, de la estirpe real, y con �l diez varones, � hirieron � Gedal�as, y muri�: y tambi�n � los Jud�os y Caldeos que estaban con �l en Mizpa. Y levant�ndose todo el pueblo, desde el menor hasta el mayor, con los capitanes del ej�rcito, fu�ronse � Egipto por temor de los Caldeos. Y aconteci� � los treinta y siete a�os de la trasportaci�n de Joach�n rey de Jud�, en el mes duod�cimo, � los veinte y siete del mes, que Evil-merodach rey de Babilonia, en el primer a�o de su reinado, levant� la cabeza de Joach�n rey de Jud�, sac�ndolo de la casa de la c�rcel; Y habl�le bien, y puso su asiento sobre el asiento de los reyes que con �l estaban en Babilonia. Y mud�le los vestidos de su prisi�n, y comi� siempre delante de �l todos los d�as de su vida. Y fu�le diariamente dada su comida de parte del rey de continuo, todos los d�as de su vida.
1 Cr�nicasLA BIBLIA Versión Reina-Valera de 1909 �NDICE [1 | 2 | 3 | 4 | 5 | 6 | 7 | 8 | 9 | 10 | 11 | 12 | 13 | 14 | 15 | 16 | 17 | 18 | 19 | 20 | 21 | 22 | 23 | 24 | 25 | 26 | 27 | 28 | 29]1 Cr�nicas 1ADAM, Seth, Enos, Cain�n, Mahalaleel, Jared, Enoch, Mathusalem, Lamech, No�, Sem, Ch�m, y Japhet. Los hijos de Japhet: Gomer, Magog, Dadai, Jav�n, Tubal, Mesec, y Thiras. Los hijos de Gomer: Askenaz, Riphath, y Thogorma. Los hijos de Jav�n: Elisa, Tharsis, Ch�thim, y Dodanim. Los hijos de Ch�m: Ch�s, Misraim, Phuth, y Cana�n. Los hijos de Ch�s: Seba, Havila, Sabtha, Raema, y Sabtech�. Y los hijos de Raema: Seba y Ded�n. Ch�s engendr� � Nimrod: �ste comenz� � ser poderoso en la tierra. Misram engendr� � Ludim, Ananim, Laabim, Nephtuim, Phetrusim y Casluim: de �stos salieron los Filisteos, y los Caphtoreos. Cana�n engendr� � Sid�n, su primog�nito; Y al Hetheo, y al Jebuseo, y al Amorrheo, y al Gergeseo; Y al Heveo, y al Araceo, y al Sineo; Al Aradeo, y al Samareo, y al Hamatheo. Los hijos de Sem: Elam, Assur, Arphaxad, Lud, Aram, Hus, Hul, Gether, y Mesec. Arphaxad engendr� � Sela, y Sela engendr� � Heber. Y � Heber nacieron dos hijos: el nombre del uno fu� Peleg, por cuanto en sus d�as fu� dividida la tierra; y el nombre de su hermano fu� Joct�n. Y Joct�n engendr� � Elmodad, Seleph, Asarmaveth, y Jera, A Adoram tambi�n, � Uzal, Dicla, Hebal, Abimael, Seba, Ophir, Havila, y Jobab: todos hijos de Joct�n. Sem, Arphaxad, Sela, Heber, Peleg, Reu, Serug, Nach�r, Thare, Y Abram, el cual es Abraham. Los hijos de Abraham: Isaac � Ismael. Y estas son sus descendencias: el primog�nito de Ismael, Nabajoth; despu�s Cedar, Adbeel, Misam, Misma, Duma, Maasa, Hadad, Thema, Jetur, Naphis, y Cedma. Estos son los hijos de Ismael. Y Cethura, concubina de Abraham, pari� � Zimram, Jocs�n, Med�n, Madi�n, Isbac, y � S�a. Los hijos de Jobs�n: Seba y Ded�n. Los hijos de Madi�n: Epha, Epher, Henoch, Abida, y Eldaa; todos estos fueron hijos de Cethura. Y Abraham engendr� � Isaac: y los hijos de Isaac fueron Esa� � Israel. Los hijos de Esa�: Eliphas, Rehuel, Jeus, Jalam, y Cora. Los hijos de Eliphas: Them�n, Omar, Sephi, Hatham, Ch�nas, Timna, y Amalec. Los hijos de Rehuel: Nahath, Zera, Samma, y Mizza. Los hijos de Seir: Lot�n, Sobal, Sibe�n, Ana, Dis�n, Eser, y Dis�n. Los hijos de Lot�n: Hori, y Homam: y Timna fu� hermana de Lot�n. Los hijos de Sobal: Alian, Manahach, Ebal, Sephi y Oman. Los hijos de Sibehom: Aia, y Ana. Dis�n fu� hijo de Ana: y los hijos de Dis�n; Hamr�n, Hesb�n, Ithran y Ch�r�n. Los hijos de Eser: Bilham, Zaav�n, y Jaac�n. Los hijos de Dis�n: Hus y Ar�n. Y estos son los reyes que reinaron en la tierra de Edom, antes que reinase rey sobre los hijos de Israel Belah, hijo de Beor; y el nombre de su ciudad fu� Dinaba. Y muerto Belah, rein� en su lugar Jobab, hijo de Zera, de Bosra. Y muerto Jobab rein� en su lugar Husam, de la tierra de los Themanos. Muerto Husam, rein� en su lugar Adad, hijo de Bedad, el cual hiri� � Madi�n en la campa�a de Moab: y el nombre de su ciudad fu� Avith. Muerto Adad, rein� en su lugar Samla, de Masreca. Muerto tambi�n Samla, rein� en su lugar Sa�l de Rehoboth, que est� junto al r�o. Y muerto Sa�l, rein� en su lugar Baal-han�n, hijo de Achbor. Y muerto Baal-han�n, rein� en su lugar Adad, el nombre de cuya ciudad fu� Pai; y el nombre de su mujer Meetabel, hija de Matred, y �sta de Mezaab. Muerto Adad, sucedieron los duques en Edom: el duque Timna, el duque Alia, el duque Jetheth, El duque Oholibama, el duque Ela, el duque Phin�n, El duque Ch�naz, el duque Them�n, el duque Mibzar, El duque Magdiel, el duque Iram. Estos fueron los duques de Edom. 1 Cr�nicas 2ESTOS son los hijos de Israel: Rub�n, Sime�n, Lev�, Jud�, Issach�r, Zabul�n, Dan, Jos�, Benjam�n, Nephtal�, Gad, y Aser. Los hijos de Jud�: Er, On�n, y Sela. Estos tres le nacieron de la hija de Sua, Cananea. Y Er, primog�nito de Jud�, fu� malo delante de Jehov�; y mat�lo. Y Thamar su nuera le pari� � Phares y � Zara. Todos los hijos de Jud� fueron cinco. Los hijos de Phares: Hesr�n y Hamul. Y los hijos de Zara: Zimri, Eth�n, Hem�n, y Calcol, y Darda; en todos cinco. Hijo de Ch�rmi fu� Ach�r, el que alborot� � Israel, porque prevaric� en el anatema. Azar�a fu� hijo de Eth�n. Los hijos que nacieron � Hesr�n: Jerameel, Ram, y Ch�lubai. Y Ram engendr� � Aminadab; y Aminadab engendr� � Nahas�n, pr�ncipe de los hijos de Jud�; Y Nahas�n engendr� � Salma, y Salma engendr� � Booz; Y Booz engendr� � Obed, y Obed engendr� � Isa�; E Isa� engendr� � Eliab, su primog�nito, y el segundo Abinadab, y Sima el tercero; El cuarto Nathanael, el quinto Radai; El sexto Osem, el s�ptimo David: De los cuales Sarvia y Abigail fueron hermanas. Los hijos de Sarvia fueron tres: Abisai, Joab, y Asael. Abigail engendr� � Amasa, cuyo padre fu� Jether Ismaelita. Caleb hijo de Hesr�n engendr� � Jerioth de su mujer Azuba. Y los hijos de ella fueron Jeser, Sobad, y Ard�n. Y muerta Azuba, tom� Caleb por mujer � Ephrata, la cual le pari� � Hur. Y Hur engendr� � Uri, y Uri engendr� � Bezaleel. Despu�s entr� Hesr�n � la hija de Mach�r padre de Galaad, la cual tom� siendo �l de sesenta a�os, y ella le pari� � Segub. Y Segub engendr� � Jair, el cual tuvo veintitr�s ciudades en la tierra de Galaad. Y Gesur y Aram tomaron las ciudades de Jair de ellos, y � Cenath con sus aldeas, sesenta lugares. Todos estos fueron de los hijos de Mach�r padre de Galaad. Y muerto Hesr�n en Caleb de Ephrata, Abia mujer de Hesr�n le pari� � Ashur padre de Tecoa. Y los hijos de Jerameel primog�nito de Hesr�n fueron Ram su primog�nito, Buna, Orem, Osem, y Ach�a. Y tuvo Jerameel otra mujer llamada Atara, que fu� madre de Onam. Y los hijos de Ram primog�nito de Jerameel fueron Maas, Jam�n, y Acar. Y los hijos de Onam fueron Sammai, y Jada. Los hijos de Sammai: Nadab, y Abisur. Y el nombre de la mujer de Abisur fu� Abihail, la cual le pari� � Ab�n, y � Molib. Y los hijos de Nadab: Seled y Aphaim. Y Seled muri� sin hijos. E Isi fu� hijo fu� hijo de Aphaim; y Sesam, hijo de Isi; � hijo de Sesam, Alai. Los hijos de Jada hermano de Simmai: Jether y Jonath�n. Y muri� Jether sin hijos. Y los hijos de Jonath�n: Peleth, y Zaza. Estos fueron los hijos de Jerameel. Y Ses�n no tuvo hijos, sino hijas. Y tuvo Ses�n un siervo Egipcio, llamado Jarha, al cual di� Ses�n por mujer � su hija; y ella le pari� � Athai. Y Athai engendr� � Nath�n, y Nath�n engendr� � Zabad: Y Zabad engendr� � Ephlal, y Ephlal engendr� � Obed; Y Obed engendr� � Jeh�, y Jeh� engendr� � Azar�as; Y Azar�as engendr� � Heles, Heles engedr� � Elasa; Elasa engendr� � Sismai, y Sismai engendr� � Sallum; Y Sallum engendr� � Jecam�a, y Jecam�a engendr� � Elisama. Los hijos de Caleb hermano de Jerameel fueron Mesa su primog�nito, que fu� el padre de Ziph; y los hijos de Maresa padre de Hebr�n. Y los hijos de Hebr�n: Core, y Thaphua, y Recem, y Sema. Y Sema engendr� � Raham, padre de Jorcaam; y Recem engendr� � Sammai. Ma�n fu� hijo de Sammai, y Ma�n padre de Beth-zur. Y Epha, concubina de Caleb, le pari� � Har�n, y � Mosa, y � Gazez. Y Har�n engendr� � Gazez. Y los hijos de Joddai: Regem, Jotham, Ges�n, Pelet, Epho, y Saaph. Maach�, concubina de Caleb, le pari� � Sebet, y � Thirana. Y tambi�n le pari� � Saaph padre de Madmannah, y � Seva padre de Macbena, y padre de Ghiba. Y Achsa fu� hija de Caleb. Estos fueron los hijos de Caleb, hijo de Hur, primog�nito de Ephrata: Sobal, padre de Ch�riath-jearim; Salma, padre de Beth-lehem; Hareph, padre de Beth-gader. Y los hijos de Sobal padre de Ch�riath-jearim fueron Haroeh, la mitad de los Manahethitas. Y las familias de Ch�riath-jearim fueron los Ithreos, y los Phuteos, y los Samatheos, y los Misraiteos; de los cuales salieron los Soratitas, y los Estaolitas. Los hijos de Salma: Beth-lehem, y los Nethophatitas, los cuales son las coronas de la casa de Joab, y de la mitad de los Manahethitas, los Soraitas. Y las familias de los escribas, que moraban en Jabes, fueron los Thiratheos, Simatheos, Sucatheos; los cuales son los Cineos que vinieron de Hamath, padre de la casa de Rech�b. 1 Cr�nicas 3ESTOS son los hijos de David, que le nacieron en Hebr�n: Amn�n el primog�nito, de Ach�noam Jezreelita; el segundo Daniel, de Abigail de Carmelo; El tercero, Absalom, hijo de Maach� hija de Talmai rey de Gesur; el cuarto, Adon�as hijo de Aggith; El quinto, Sephat�as, de Abithal; el sexto, Itream, de Egla su mujer. Estos seis le nacieron en Hebr�n, donde rein� siete a�os y seis meses: y en Jerusalem rein� treinta y tres a�os. Estos cuatro le nacieron en Jerusalem: Simma, Sobab, Nath�n, y Salom�n, de Beth-sua hija de Ammiel. Y otros nueve: Ibaar, Elisama, y Eliphelet, Noga, Nepheg, y Japhia. Elisama, Eliada, y Eliphelet. Todos estos fueron los hijos de David, sin los hijos de las concubinas. Y Thamar fu� hermana de ellos. Hijo de Salom�n fu� Roboam, cuyo hijo fu� Ab�a, del cual fu� hijo Asa, cuyo hijo fu� Josaphat; De quien fu� hijo Joram, cuyo hijo fu� Och�zias, hijo del cual fu� Joas; Del cual fu� hijo Amas�as, cuyo hijo fu� Azar�as, � hijo de �ste Jotham; E hijo del cual fu� Ach�z, del que fu� hijo Ezech�as, cuyo hijo fu� Manas�s; Del cual fu� hijo Am�n, cuyo hijo fu� Jos�as. Y los hijos de Jos�as: Johan�n su primog�nito, el segundo Joacim, el tercero Sedec�as, el cuarto Sallum. Los hijos de Joacim: Jech�n�as su hijo, hijo del cual fu� Sedec�as. Y los hijos de Jech�n�as: Asir, Salathiel, Mechiram, Peda�a, Seneaser, y Jecam�a, Hosama, y Nedab�a. Y los hijos de Peda�a: Zorobabel, y Simi. Y los hijos de Zorobabel: Mesullam, Hanan�as, y Selomith su hermana. Y de Mesullam: Hasuba, Ohel, y Berech�as, Hasad�a, y Jusabhesed; cinco en todos. Los hijos de Hanan�as: Pelat�as, y Jesa�as, hijo de Repha�as, hijo de Arn�n, hijo de Obd�as, hijo de Sech�n�as. Hijo de Sech�n�as: Hattus, Igheal, Barias, Near�as, y Saphat; seis. Los hijos de Near�as fueron estos tres: Elioenai, Ezech�as, y Azricam. Los hijos de Elioenai fueron estos siete: Odavias, Eliasib, Pela�as, Accub, Johan�n, Dala�as, y Anani. 1 Cr�nicas 4LOS hijos de Jud�: Phares, Hesr�n, Carmi, Hur, y Sobal. Y Rea�as hijo de Sobal, engendr� � Jahath; y Jahath engendr� � Ahumai y � Laad. Estas son las familias de los Sorathitas. Y estas son las del padre de Etham: Jezreel, Isma, � Ibdas. Y el nombre de su hermana fu� Haslelponi. Y Penuel fu� padre de Gedor, y Ezer padre de Husa. Estos fueron los hijos de Hur, primog�nito de Ephrata, padre de Beth-lehem. Y Asur padre de Tecoa tuvo dos mujeres, � saber, Helea, y Naara. Y Naara le pari� � Auzam, y � Hepher, � Themeni, y � Ahastari. Estos fueron los hijos de Naara. Y los hijos de Helea: Sereth, Jesohar, Ethn�n. Y Cos engendr� � Anob, y � Sobeba, y la familia de Aharhel hijo de Arum. Y Jabes fu� m�s ilustre que sus hermanos, al cual su madre llam� Jabes, diciendo: Por cuanto le par� en dolor. E invoc� Jabes al Dios de Israel, diciendo: �Oh si me dieras bendici�n, y ensancharas mi t�rmino, y si tu mano fuera conmigo, y me libraras de mal, que no me da�e! E hizo Dios que le viniese lo que pidi�. Y Caleb hermano de Sua engendr� � Mach�r, el cual fu� padre de Esth�n. Y Esth�n engendr� � Beth-rapha, � Phasea, y � Tehinna, padre de la ciudad de Naas: estos son los varones de Rech�. Los hijos de Cenes: Othniel, y Seraiah. Los hijos de Othniel: Hathath, Y Maonathi, el cual engendr� �, Ophra: y Seraiah engendr� � Joab, padre de los habitantes en el valle llamado de Carisim, porque fueron art�fices. Los hijos de Caleb hijo de Jephone: Iru, Ela, y Naham; � hijo de Ela, fu� Cenez. Los hijos de Jaleleel: Zip, Ziphas, Tirias, y Asareel. Y los hijos de Ezra: Jeter, Mered, Epher, y Jal�n: tambi�n engendr� � Mariam, y Sammai, y � Isba, padre de Esthemoa. Y su mujer Juda�a le pari� � Jered padre de Gedor, y � Heber padre de Soch�, y � Icuthiel padre de Zanoa. Estos fueron los hijos de Bethia hija de Fara�n, con la cual cas� Mered. Y los hijos de la mujer de Od�as, hermana de Naham, fueron el padre de Keila de Garmi, y Esthemoa de Maach�ti. Y los hijos de Sim�n: Amn�n, y Rinna, hijo de Han�n, y Til�n. Y los hijos de Isi: Zoheth, y Benzoheth. Los hijos de Sela, hijo de Jud�: Er, padre de Lech�, y Laada, padre de Maresa, y de la familia de la casa del oficio del lino en la casa de Asbea; Y Joacim, y los varones de Ch�zeba, y Joas, y Saraph, los cuales moraron en Moab, y Jasubi-lehem, que son palabras antiguas. Estos fueron alfareros y se hallaban en medio de plant�os y cercados, los cuales moraron all� con el rey en su obra. Los hijos de Sime�n: Nemuel, Jam�n, Jarib, Zera, Sa�l; Tambi�n Sallum su hijo, Mibsam su hijo, y Misma su hijo. Los hijos de Misma: Hamuel su hijo, Zach�r su hijo, y Simi su hijo. Los hijos de Simi fueron diez y seis, y seis hijas: mas sus hermanos no tuvieron muchos hijos, ni multiplicaron toda su familia como los hijos de Jud�. Y habitaron en Beer-seba, y en Molada, y en Hasar-sual, Y en Bala, y en Esem, y en Tholad, Y en Bethuel, y en Horma, y en Siclag. Y en Beth-march�both, y en Hasasusim, y en Beth-birai, y en Saaraim. Estas fueron sus ciudades hasta el reino de David. Y sus aldeas fueron Etam, Ain, Rimm�n, y Toch�n, y As�n, cinco pueblos; Y todos su villajes que estaban en contorno de estas ciudades hasta Baal. Esta fu� su habitaci�n, y esta su descendencia. Y Mesobab, y Jamlech, y Jos�as hijo de Amas�as; Joel, y Jeh� hijo de Josibias, hijo de Sera�ah, hijo de Aziel; Y Elioenai, Jacoba, Jesoha�a, Asa�as, Adiel, Jesimiel, Bena�as; Y Ziza hijo de Siphi, hijo de All�n, hijo de Jeda�a, hijo de Simri, hijo de Sema�as. Estos por sus nombres son los principales que vinieron en sus familias, y que fueron multiplicados muy mucho en las casas de sus padres. Y llegaron hasta la entrada de Gador hasta el oriente del valle, buscando pastos para sus ganados. Y hallaron gruesos y buenos pastos, y tierra ancha y espaciosa, y quieta y reposada, porque los de Ch�m la habitaban de antes. Y estos que han sido escritos por sus nombres, vinieron en d�as de Ezech�as rey de Jud�, y desbarataron sus tiendas y estancias que all� hallaron, y destruy�ronlos, hasta hoy, y habitaron all� en lugar de ellos; por cuanto hab�a all� pastos para sus ganados. Y asimismo quinientos hombres de ellos, de los hijos de Sime�n, se fueron al monte de seir, llevando por capitanes � Pelat�a, y � Near�as, y � Repha�as, y � Uzziel, hijos de Isi; E hirieron � las reliquias que hab�an quedado de Amalec, y habitaon all� hasta hoy. 1 Cr�nicas 5Y LOS hijos de Rub�n, primog�nito de Israel, (porque �l era el primog�nito, mas como viol� el lecho de su padre, sus derechos de primogenitura fueron dados � los hijos de Jos�, hijo de Israel; y no fu� contado por primog�nito. Porque Jud� fu� el mayorazgo sobre sus hermanos, y el pr�ncipe de ellos: mas el derecho de primogenitura fu� de Jos�.) Fueron pues los hijos de Rub�n, primog�nito de Israel: Enoch, Phallu, Esr�n y Charmi. Los hijos de Joel: Sema�as su hijo, Gog su hijo, Simi su hijo; Mich� su hijo, Reca�a su hijo, Baal su hijo; Beera su hijo, el cual fu� trasportado por Thiglath-pilneser rey de los Asirios. Este era principal de los Rubenitas. Y sus hermanos por sus familias, cuando eran contados en sus descendencias, ten�an por pr�ncipes � Jeiel y � Zach�r�as. Y Bela hijo de Azaz, hijo de Sema, hijo de Joel, habit� en Aroer hasta Nebo y Baal-me�n. Habit� tambi�n desde el oriente hasta la entrada del desierto desde el r�o Eufrates: porque ten�a muchos ganados en la tierra de Galaad. Y en los d�as de Sa�l trajeron guerra contra los Agarenos, los cuales cayeron en su mano; y ellos habitaron en sus tiendas sobre toda la haz oriental de Galaad. Y los hijos de Gad habitaron enfrente de ellos en la tierra de Bas�n hasta Salca. Y Joel fu� el principal en Bas�n, el segundo Seph�n, luego Janai, despu�s Saphat. Y sus hermanos, seg�n las familias de sus padres, fueron Mich�el, Mesullam, Seba, Jorai, Jach�n, Zia, y Heber; en todos siete. Estos fueron los hijos de Abihail hijo de Huri, hijo de Jaroa, hijo de Galaad, hijo de Mich�el, hijo de Jesia�, hijo de Jaddo, hijo de Buz. Tambi�n Ah�, hijo de Abdiel, hijo de Guni, fu� principal en la casa de sus padres. Los cuales habitaron en Galaad, en Bas�n, y en sus aldeas, y en todos los ejidos de Sar�n hasta salir de ellos. Todos estos fueron contados por sus generaciones en d�as de Joth�n rey de Jud�, y en d�as de Jeroboam rey de Israel. Los hijos de Rub�n, y de Gad, y la media tribu de Manas�s, hombres valientes, hombres que tra�an escudo y espada, que entesaban arco, y diestros en guerra, en cuarenta y cuatro mil setecientos y sesenta que sal�an � batalla. Y tuvieron guerra los Agarenos, y Jethur, y Naphis, y Nodab. Y fueron ayudados contra ellos, y los Agarenos se dieron en sus manos, y todos los que con ellos estaban; porque clamaron � Dios en la guerra, y fu�les favorable, porque esperaron en �l. Y tomaron sus ganados, cincuenta mil camellos, y doscientas cincuenta mil ovejas, dos mil asnos, y cien mil personas. Y cayeron muchos heridos, porque la guerra era de Dios; y habitaron en sus lugares hasta la transmigraci�n. Y los hijos de la media tribu de Manas�s habitaron en la tierra, desde Bas�n hasta Baal-Herm�n, y Senir y el monte de Herm�n, multiplicados en gran manera. Y estas fueron las cabezas de las casas de sus padres: Epher, Isi, y Eliel, Azriel, y Jerem�as, y Odavia, y Jadiel, hombres valientes y de esfuerzo, varones de nombre y cabeceras de las casas de sus padres. Mas se rebelaron contra el Dios de sus padres, y fornicaron siguiendo los dioses de los pueblos de la tierra, � los cuales hab�a Jehov� quitado de delante de ellos. Por lo cual el Dios de Israel excit� el esp�ritu de Phul rey de los Asirios, y el esp�ritu de Thiglath-pilneser rey de los Asirios, el cual trasport� � los Rubenitas y Gaditas y � la media tribu de Manas�s, y llev�los � Halad, y � Habor y � Ara, y al r�o de Goz�n, hasta hoy. 1 Cr�nicas 6LOS hijos de Lev�: Gers�n, Coath, y Merari. Los hijos de Coath: Amram, Ishar, Hebr�n y Uzziel. Los hijos de Amram: Aar�n, Mois�s, y Mariam. Los hijos de Aar�n: Nadab, Abi�, Eleazar, � Ithamar. Eleazar engendr� � Phinees, y Phinees engendr� � Abisua: Y Abisua engendr� � Bucci, y Bucci engendr� � Uzzi; Y Uzzi engendr� � Zera�as, y Zera�as engendr� � Meraioth; Y Meraioth engendr� � Amar�as, y Amar�as engendr� � Ach�tob; Y Ach�tob engendr� � Sadoc, y Sadoc engendr� � Ach�maas; Y Ach�maas engendr� � Azar�as, y Azar�as engendr� � Johan�n; Y Johanan engendr� � Azar�as, el que tuvo el sacerdocio en la casa que Salom�n edific� en Jerusalem; Y Azar�as engendr� � Amar�as, y Amar�as engendr� � Ach�tob; Y Ach�tob engendr� � Sadoc, y Sadoc engendr� � Sallum; Y Sallum engendr� � Hilc�as, � Hilc�as engendr� � Azar�as; Y Azar�as engendr� � Sera�ah, y Sera�ah, engendr� � Josadec. Y Josadec fu� cautivo cuando Jehov� trasport� � Jud� y � Jerusalem, por mano de Nabucodonosor. Los hijos de Lev�: Gers�n, Coath, y Merari. Y estos son los nombres de los hijos de Gers�n: Libni, y Simi. Los hijos de Coath: Amram, Ishar, Hebr�n, y Uzziel. Los hijos de Merari: Mahali, y Musi. Estas son las familias de Lev�, seg�n sus descendencias. Gers�n: Libni su hijo, Joath su hijo, Zimma su hijo. Joab su hijo, Iddo su hijo, Zera su hijo, Jeothrai su hijo. Los hijos de Coath: Aminadab su hijo, Cor� su hijo, Asir su hijo, Elcana su hijo, Abiasaph su hijo, Asir su hijo, Thahath su hijo, Uriel su hijo, Uzzia su hijo, y Sa�l su hijo. Los hijos de Elcana: Amasai, Ach�moth, y Elcana. Los hijos de Elcana: Sophai su hijo, Nahath su hijo, Eliab su hijo, Jeroham su hijo, Elcana su hijo. Los hijos de Samuel: el primog�nito Vasni, y Ab�as. Los hijos de Merari: Mahali, Libni su hijo, Simi su hijo, Uzza su hijo, Sima su hijo, Hagg�a su hijo, Ass�a su hijo. Estos son � los que David di� cargo de las cosas de la m�sica de la casa de Jehov�, despu�s que el arca tuvo reposo: Los cuales serv�an delante de la tienda del tabern�culo del testimonio en cantares, hasta que Salom�n edific� la casa de Jehov� en Jerusalem: despu�s estuvieron en su ministerio seg�n su costumbre. Estos pues con sus hijos asist�an: de los hijos de Coath, Hem�n cantor, hijo de Joel, hijo de Samuel; Hijo de Elcana, hijo de Jeroham, hijo de Eliel, hijo de Thoa; Hijo de Suph, hijo de Elcana, hijo Mahath, hijo de Amasai; Hijo de Elcana, hijo de Joel, hijo de Azar�as, hijo de Sophon�as; Hijo de Thahat, hijo de Asir, hijo de Abiasaph, hijo de Core; Hijo de Ishar, hijo de Coath, hijo de Lev�, hijo de Israel. Y su hermano Asaph, el cual estaba � su mano derecha: Asaph, hijo de Berach�as, hijo de Sima; Hijo de Mich�el, hijo de Baas�as, hijo de Malch�as; Hijo de Athanai, hijo de Zera, hijo de Adaia; Hijo de Eth�n, hijo de Zimm, hijo de Simi; Hijo de Jahat, hijo de Gers�n, hijo de Lev�. Mas los hijos de Merari sus hermanos estaban � la mano siniestra, es � saber, Eth�n hijo de Ch�si, hijo de Abdi, hijo de Maluch; Hijo de Hasab�as, hijo de Amas�as, hijo de Hilc�as; Hijo de Amasai, hijo de Bani, hijo de Semer; Hijo de Mahali, hijo de Musi, hijo de Merari, hijo de Lev�. Y sus hermanos los Levitas fueron puestos sobre todo el ministerio del tabern�culo de la casa de Dios. Mas Aar�n y sus hijos ofrec�an perfume sobre el altar del holocausto, y sobre el altar del perfume, en toda la obra del lugar sant�simo, y para hacer las expiaciones sobre Israel, conforme � todo lo que Mois�s siervo de Dios hab�a mandado. Y los hijos de Aar�n son estos: Eleazar su hijo, Phinees su hijo, Abisua su hijo; Bucci su hijo, Uzzi su hijo, Zera�as su hijo; Meraioth su hijo, Amar�as su hijo, Ach�tob su hijo; Sadoc su hijo, Ach�maas su hijo. Y estas son sus habitaciones, conforme � sus domicilios y sus t�rminos, las de los hijos de Aar�n por las familias de los Coathitas, porque de ellos fu� la suerte: Les dieron pues � Hebr�n en tierra de Jud�, y sus ejidos alrededor de ella. Mas el territorio de la ciudad y sus aldeas se dieron � Caleb, hijo de Jephone. Y � los hijos de Aar�n dieron las ciudades de Jud� de acogimiento, es � saber, � Hebr�n, y � Libna con sus ejidos; A Jathir, y Esthemoa con sus ejidos, y � Hilem con sus ejidos, y � Debir con sus ejidos: A As�n con sus ejidos, y � Beth-semes con sus ejidos: Y de la tribu de Benjam�n, � Geba, con sus ejidos, y � Alemeth con sus ejidos, y � Anathoth con sus ejidos. Todas sus ciudades fueron trece ciudades, repartidas por sus linajes. A los hijos de Coath, que quedaron de su parentela, dieron diez ciudades de la media tribu de Manas�s por suerte. Y � los hijos de Gers�n, por sus linajes, dieron de la tribu de Aser, y de la tribu de Nephtal�, y de la tribu de Manas�s en Bas�n, trece ciudades. Y � los hijos de Merari, por sus linajes, de la tribu de Rub�n, y de la tribu de Gad, y de la tribu de Zabul�n, se dieron por suerte doce ciudades. Y dieron los hijos de Israel � los Levitas ciudades con sus ejidos. Y dieron por suerte de la tribu de los hijos de Jud�, y de la tribu de los hijos de Sime�n, y de la tribu de los hijos de Benjam�n, las ciudades que nombraron por sus nombres. Y � los linajes de los hijos de Coath dieron ciudades con sus t�rminos de la tribu de Ephraim. Y di�ronles las ciudades de acogimiento, � Sich�m con sus ejidos en el monte de Ephraim, y � Gezer con sus ejidos, Y � Jocmeam con sus ejidos, y � Beth-oron con sus ejidos, Y � Ajal�n con sus ejidos, y � Gath-rimm�n con sus ejidos. De la media tribu de Manas�s, � Aner con sus ejidos, y � Bilam con sus ejidos, para los del linaje de los hijos de Coath que hab�an quedado. Y � los hijos de Gers�n dieron de la familia de la media tribu de Manas�s, � Golan en Bas�n con sus ejidos y � Astaroth con sus ejidos; Y de la tribu de Issach�r, � Cedes con sus ejidos, � Dobrath con sus ejidos, Y � Ramoth con sus ejidos, y � Anem con sus ejidos; Y de la tribu de Aser � Masal con sus ejidos, y � Abd�n con sus ejidos, Y � Ucoc con sus ejidos, y � Rehob con sus ejidos. Y de la tribu de Nephtal�, � Cedes en Galilea con sus ejidos, y � Amm�n con sus ejidos, � Ch�riath-jearim con sus ejidos. Y � los hijos de Merari que hab�an quedado, dieron de la tribu de Zabul�n � Rimmono con sus ejidos, y � Thabor con sus ejidos; Y de la otra parte del Jord�n de Jeric�, al oriente del Jord�n, dieron, de la tribu de Rub�n, � Beser en el desierto con sus ejidos; y � Jasa con sus ejidos. Y � Ch�demoth con sus ejidos, y � Mephaath con sus ejidos; Y de la tribu de Gad, � Ramot en Galaad con sus ejidos, y � Mahanaim con sus ejidos, Y � Hesb�n con sus ejidos, y � Jacer con sus ejidos. 1 Cr�nicas 7LOS hijos de Issach�r, cuatro: Thola, Ph�a, Jabsub, y Simr�n. Los hijos de Thola: Uzzi, Repha�as, Jeriel, Jamai, Jibsam y Samuel, cabezas en las familias de sus padres. De Thola fueron contados por sus linajes en el tiempo de David, veintid�s mil seiscientos hombres muy valerosos. Hijo de Uzzi fu� Izrah�as; y los hijos de Izrah�as: Mich�el, Obad�as, Joel, � Is�as: todos, cinco pr�ncipes. Y hab�a con ellos en sus linajes, por las familias de sus padres, treinta y seis mil hombres de guerra: por que tuvieron muchas mujeres � hijos. Y sus hermanos por todas las familias de Issach�r, contados todos por sus genealog�as, eran ochenta y siete mil hombres valientes en extremo. Los hijos de Benjam�n fueron tres: Bela, Bech�r, y Jediael. Los hijos de Bela: Esbon, Uzzi, Uzziel, Jerimoth, � Iri; cinco cabezas de casas de linajes, hombres de gran valor, y de cuya descendencia fueron contados veintid�s mil treinta y cuatro. Los hijos de Bech�r: Zemira, Joas, Eliezer, Elioenai, Omri, Jerimoth, Ab�as, Anathoth y Alemeth; todos estos fueron hijos de Bech�r. Y contados por sus descendencias, por sus linajes, los que eran cabezas de sus familias, resultaron veinte mil y doscientos hombres de grande esfuerzo. Hijo de Jediael fu� Bilh�n; y los hijos de Bilh�n: Jeb�s, Benjam�n, Aod, Ch�naana, Zeth�n, Tharsis, y Ahisahar. Todos estos fueron hijos de Jediael, cabezas de familias, hombres muy valerosos, diecisiete mil y doscientos que sal�an � combatir en la guerra. Y Suppim y Huppim fueron hijos de Hir: y Husim, hijo de Aher. Los hijos de Nephtal�: Jaoel, Guni, Jezer, y Sallum, hijos de Bilha. Los hijos de Manas�s: Asriel, el cual le pari� su concubina la Sira: (la cual tambi�n le pari� � Mach�r, padre de Galaad: Y Mach�r tom� por mujer la hermana de Huppim y Suppim, cuya hermana tuvo por nombre Maach�:) y el nombre del segundo fu� Salphaad. Y Salphaad tuvo hijas. Y Maach� mujer de Mach�r le pari� un hijo, y llam�le Peres; y el nombre de su hermano fu� Seres, cuyos hijos fueron Ulam y Recem. Hijo de Ulam fu� Bed�n. Estos fueron los hijos de Galaad, hijo de Mach�r, hijo de Manas�s. Y su hermana Molech�t pari� � Isch�d, y � Abiezer, y Mahala. Y los hijos de Semida fueron Ahi�n, Sech�m, Licci, y Aniam. Los hijos de Ephraim: Suthela, Bered su hijo, Thahath, Elada su hijo, Thahat su hijo, Zabad su hijo, y Suthela su hijo, Ezer, y Ela0d. Mas los hijos de gath, naturales de aquella tierra, los mataron, porque vinieron � tomarles sus ganados. Y Ephraim su padre hizo duelo por muchos d�as, y vinieron sus hermanos � consolarlo. Entrando �l despu�s � su mujer ella concibi�, y pari� un hijo, al cual puso por nombre Ber�a; por cuanto hab�a estado en aflicci�n en su casa Y su hija fu� Seera, la cual edific� � Beth-oron la baja y la alta, y � Uzzen-seera. Hijo de este Ber�a fu� Repha y Reseph, y Thela su hijo, y Ta�n su hijo, Laad�n su hijo, Ammiud su hijo, Elisama su hijo, Nun su hijo, Josu� su hijo. Y la heredad y habitaci�n de ellos fu� Beth-el con sus aldeas: y hacia el oriente Naar�n, y � la parte del occidente Gezer y sus aldeas: asimismo Sich�m con sus aldeas, hasta Asa y sus aldeas; Y � la parte de los hijos de Manas�s, Beth-se�n con sus aldeas, Thanach con sus aldeas, Megiddo con sus aldeas, Dor con sus aldeas. En estos lugares habitaron los hijos de Jos�, hijo de Israel. Los hijos de Aser: Imna, Isua, Isui, Ber�a, y su hermana Sera. Los hijos de Ber�a: Heber, y Mach�el, el cual fu� padre de Birzabith. Y Heber engendr� � Japhlet, Semer, Hotham, y Sua hermana de ellos. Los hijos de Japhlet: Pasac, Bimhal, y Asvath. Aquestos los hijos de Japhlet. Y los hijos de Semer: Ahi, Roega, Jehubba, y Aram. Los hijos de Helem su hermano: Sopha, Imna, Selles, y Amal. Los hijos de Sopha: Sua, Harnapher, Sual, Beri, Imra, Beser, Hod, Samma, Silsa, Ithr�n y Beera. Los hijos de Jether: Jephone, Pispa, y Ara. Y los hijos de Ulla; Ara, y Haniel, y Resia. Y todos estos fueron hijos de Aser, cabezas de familias paternas, escogidos, esforzados, cabezas de pr�ncipes: y contados que fueron por sus linajes entre los de armas tomar, el n�mero de ellos fu� veintis�is mil hombres. 1 Cr�nicas 8BENJAMIN engendr� � Bela su primog�nito, Asbel el segundo, Ara el tercero, Noha el cuarto, y Rapha el quinto. Y los hijos de Bela fueron Addar, Gera, Abiud, Abisua, Naam�n, Ahoa, Y Gera, Sephuphim, y Huram. Y estos son los hijos de Ehud, estos las cabezas de padres que habitaron en Gabaa, y fueron trasportados � Manahath: Es � saber: Naam�n, Ach�as, y Gera: �ste los trasport�, y engendr� � Uzza, y � Ahihud. Y Saharaim engendr� hijos en la provincia de Moab, despu�s que dej� � Husim y � Baara que eran sus mujeres. Engendr� pues de Ch�des su mujer, � Jobab, Sibias, Mesa, Malch�m, Jeus, Soch�as, y Mirma. Estos son sus hijos, cabezas de familias. Mas de Husim engendr� � Abitob, y � Elphaal. Y los hijos de Elphaal: Heber, Misam, y Semeb, (el cual edific� � Ono, y � Loth con sus aldeas,) Ber�as tambi�n, y Sema, que fueron las cabezas de las familias de los moradores de Ajal�n, los cuales echaron � los moradores de Gath; Y Ah�o, Sasac, Jeremoth; Zebad�as, Arad, Heder; Mich�el, Ispha, y Joa, hijos de Ber�as; Y Zebad�as, Mesullam, Hizch�, Heber; Ismari, Izlia, y Jobab, hijos de Elphaal. Y Jacim, Zichri, Zabdi; Elioenai, Silithai, Eliel; Ada�as, Bara�as, y Simrath, hijos de Simi; E Isph�n, Heber, Eliel; Ad�n, Zichri, Han�n; Hanan�a, Belam, Anathoth�as; Iphda�as, y Peniel, hijos de Sasac; Y Samseri, Sehar�as, Atal�a; Jaars�as, El�as, Zichri, hijos de Jeroham. Estos fueron jefes principales de familias por sus linajes, y habitaron en Jerusalem. Y en Gaba�n habitaron Abiga-ba�n, la mujer del cual se llam� Maach�: Y su hijo primog�nito, Abd�n, luego Sur, Ch�s, Baal, Nadab, Gedor, Ah�e, y Zech�r. Y Micloth engendr� � Simea. Estos tambi�n habitaron con sus hermanos en Jerusalem, enfrente de ellos. Y Ner engendr� � Cis, y Cis engendr� � Sa�l, y Sa�l engendr� � Jonath�n, Malch�-s�a, Abinadab, y Esbaal. Hijo de Jonath�n fu� Merib-baal, y Merib-baal engendr� � Mich�. Los hijos de Mich�: Phit�n, Melech, Thaarea y Ahaz. Y Ahaz engendr� � Joadda; y Joadda engendr� � Elemeth, y � Azmaveth, y � Zimri; y Zimri engendr� � Mosa; Y Mosa engendr� � Bina, hijo del cual fu� Rapha, hijo del cual fu� Elasa, cuyo hijo fu� Asel. Y los hijos de Asel fueron seis, cuyos nombres son Azricam, Bochru, Ismael, Sear�as, Obad�as, y Han�n: todos estos fueron hijos de Asel. Y los hijos de Esec su hermano: Ulam su primog�nito, Jehus el segundo, Elipheleth el tercero. Y fueron los hijos de Ulam hombres valientes y vigorosos, flecheros diestros, los cuales tuvieron muchos hijos y nietos, ciento y cincuenta. Todos estos fueron de los hijos de Benjam�n. 1 Cr�nicas 9Y CONTADO todo Israel por el orden de los linajes, fueron escritos en el libro de los reyes de Israel y de Jud�, que fueron trasportados � Babilonia por su rebeli�n. Los primeros moradores que entraron en sus posesiones en sus ciudades, fueron as� de Israel, como de los sacerdotes, Levitas, y Nethineos. Y habitaron en Jerusalem de los hijos de Jud�, de los hijos de Benjam�n, de los hijos de Ephraim y Manas�s: Urai hijo de Amiud, hijo de Omri, hijo de Imrai, hijo de Bani, de los hijos de Phares hijo de Jud�. Y de Siloni, Asa�as el primog�nito, y sus hijos. Y de los hijos de Zara, Jehuel y sus hermanos, seiscientos noventa. Y de los hijos de Benjam�n: Sallu hijo de Mesullam, hijo de Odav�a, hijo de Asenua; E Ibn�as hijo de Jeroham, y Ela hijo de Uzzi, hijo de Michri; y Mesullam hijo de Sephat�as, hijo de Rehuel, hijo de Ibn�as. Y sus hermanos por sus linajes fueron nuevecientos cincuenta y seis. Todos estos hombres fueron cabezas de familia en las casas de sus padres. Y de los sacerdotes: Jeda�a, Joiarib, Joach�m; Y Azar�as hijo de Hilc�as, hijo de Mesullam, hijo de Sadoc, hijo de Meraioth, hijo de Ach�tob, pr�ncipe de la casa de Dios; Y Ada�as hijo de Jeroham, hijo de Phasur, hijo de Mach�as; y Masai hijo de Adiel, hijo de Jazera, hijo de Mesullam, hijo de Mesillemith, hijo de Immer; Y sus hermanos, cabezas de las casas de sus padres, en n�mero de mil setecientos sesenta, hombres de grande eficacia en la obra del ministerio en la casa de Dios. Y de los Levitas: Seme�as, hijo de Hassub, hijo de Azricam, hijo de Hasab�as, de los hijos de Merari; Y Bacbaccar, Heres, y Galal, y Mattan�a hijo de Mich�s, hijo de Zichri, hijo de Asaph; Y Obad�as hijo de Seme�as, hijo de Galal, hijo de Iduthum: y Berach�as hijo de Asa, hijo de Elcana, el cual habit� en las aldeas de Nethophati. Y los porteros: Sallum, Accub, Talmon, Ahiman, y sus hermanos. Sallum era el jefe. Y hasta ahora entre las cuadrillas de los hijos de Lev� han sido estos los porteros en la puerta del rey que est� al oriente. Y Sallum hijo de Core, hijo de Abiasath, hijo de Corah, y sus hermanos los Coraitas por la casa de su padre, tuvieron cargo de la obra del ministerio, guardando las puertas del tabern�culo; y sus padres fueron sobre la cuadrilla de Jehov� guardas de la entrada. Y Phinees hijo de Eleazar fu� antes capit�n sobre ellos, siendo Jehov� con �l. Y Zacar�as hijo de Meselemia era portero de la puerta del tabern�culo del testimonio. Todos estos, escogidos para guardas en las puertas, eran doscientos doce cuando fueron contados por el orden de sus linajes en sus villas, � los cuales constituy� en su oficio David y Samuel el vidente. As� ellos y sus hijos eran porteros por sus turnos � las puertas de la casa de Jehov�, y de la casa del tabern�culo. Y estaban los porteros � los cuatro vientos, al oriente, al occidente, al septentri�n, y al mediod�a. Y sus hermanos que estaban en sus aldeas, ven�an cada siete d�as por sus tiempos con ellos. Porque cuatro principales de los porteros Levitas estaban en el oficio, y ten�an cargo de las c�maras, y de los tesoros de la casa de Dios. Estos moraban alrededor de la casa de Dios, porque ten�an cargo de la guardia, y el de abrir aqu�lla todas las ma�anas. Algunos de estos ten�an cargo de los vasos del ministerio, los cuales se met�an por cuenta, y por cuenta se sacaban. Y otros de ellos ten�an cargo de la vajilla, y de todos los vasos del santuario, y de la harina, y del vino, y del aceite, y del incienso, y de los aromas. Y algunos de los hijos de los sacerdotes hac�an los ung�entos arom�ticos. Y Mathath�as, uno de los Levitas, primog�nito de Sallum Coraita, ten�a cargo de las cosas que se hac�an en sart�n. Y algunos de los hijos de Coath, y de sus hermanos, ten�an el cargo de los panes de la proposici�n, los cuales pon�an por orden cada s�bado. Y de estos hab�a cantores, principales de familias de los Levitas, los cuales estaban en sus c�maras exentos; porque de d�a y de noche estaban en aquella obra. Estos eran jefes de familias de los Levitas por sus linajes, jefes que habitaban en Jerusalem. Y en Gaba�n habitaban Jehiel padre de Gaba�n, el nombre de cuya mujer era Maach�; Y su hijo primog�nito Abd�n, luego Sur, Ch�s, Baal, Ner, Nadab; Gedor, Ahio, Zach�rias, y Micloth. Y Micloth engendr� � Sama�n. Y estos habitaban tambi�n en Jerusalem con sus hermanos enfrente de ellos. Y Ner engendr� � Cis, y Cis engendr� � Sa�l, y Sa�l engendr� � Jonath�n, Malch�sua, Abinadab, y Esbaal. E hijo de Jonath�n fu� Merib-baal, y Merib-baal engendr� � Mich�. Y los hijos de Mich�: Phit�n, Melech, Tharea, y Ahaz. Ahaz engendr� � Jara, y Jara engendr� � Alemeth, Azmaveth, y Zimri: y Zimri engendr� � Mosa; Y Mosa engendr� � Bina, cuyo hijo fu� Repha�a, del que fu� hijo Elasa, cuyo hijo fu� Asel. Y Asel tuvo seis hijos, los nombres de los cuales son: Azricam, Bochru, Ismael, Sera�a, Obad�as, y Han�n: estos fueron los hijos de Asel. 1 Cr�nicas 10LOS Filisteos pelearon con Israel; y huyeron delante de ellos los Israelitas, y cayeron heridos en el monte de Gilboa. Y los Filisteos siguieron � Sa�l y � sus hijos; y mataron los Filisteos � Jonath�n, y � Abinadab, y � Malch�sua, hijos de Sa�l. Y agrav�se la batalla sobre Sa�l, y le alcanzaron los flecheros, y fu� de los flecheros herido. Entonces dijo Sa�l � su escudero: Saca tu espada, y p�same con ella, porque no vengan estos incircuncisos, y hagan escarnio de m�; mas su escudero no quiso, porque ten�a gran miedo. Entonces Sa�l tom� la espada, y ech�se sobre ella. Y como su escudero vi� � Sa�l muerto, �l tambi�n se ech� sobre su espada, y mat�se. As� muri� Sa�l, y sus tres hijos; y toda su casa muri� juntamente con �l. Y viendo todos los de Israel que habitaban en el valle, que hab�an hu�do, y que Sa�l y sus hijos eran muertos, dejaron sus ciudades, y huyeron: y vinieron los Filisteos, y habitaron en ellas. Y fu� que viniendo el d�a siguiente los Filisteos � despojar los muertos, hallaron � Sa�l y � sus hijos tendidos en el monte de Gilboa. Y luego que le hubieron desnudado, tomaron su cabeza y sus armas, y envi�ronlo todo � la tierra de los Filisteos por todas partes, para que fuese denunciado � sus �dolos y al pueblo. Y pusieron sus armas en el templo de su dios, y colgaron la cabeza en el templo de Dag�n. Y oyendo todos los de Jabes de Galaad lo que los Filisteos hab�an hecho de Sa�l, Levant�ronse todos los hombres valientes, y tomaron el cuerpo de Sa�l, y los cuerpos de sus hijos, y traj�ronlos � Jabes; y enterraron sus huesos debajo del alcornoque en Jabes, y ayunaron siete d�as. As� muri� Sa�l por su rebeli�n con que prevaric� contra Jehov�, contra la palabra de Jehov�, la cual no guard�; y porque consult� al pyth�n, pregunt�ndo le, Y no consult� � Jehov�: por esta causa lo mat�, y traspas� el reino � David, hijo de Isa�. 1 Cr�nicas 11ENTONCES todo Israel se junt� � David en Hebr�n, diciendo: He aqu� nosotros somos tu hueso y tu carne. Y adem�s antes de ahora, aun mientras Sa�l reinaba, t� sacabas y met�as � Israel. Tambi�n Jehov� tu Dios te ha dicho: T� apacentar�s mi pueblo Israel, y t� ser�s pr�ncipe sobre Israel mi pueblo. Y vinieron todos los ancianos de Israel al rey en Hebr�n, y David hizo con ellos alianza delante de Jehov�; y ungieron � David por rey sobre Israel, conforme � la palabra de Jehov� por mano de Samuel. Entonces se fu� David con todo Israel � Jerusalem, la cual es Jebus; y all� era el Jebuseo habitador de aquella tierra. Y los moradores de Jebus dijeron � David: No entrar�s ac�. Mas David tom� la fortaleza de Si�n, que es la ciudad de David. Y David hab�a dicho: El que primero hiriere al Jebuseo, ser� cabeza y jefe. Entonces Joab hijo de Sarvia subi� el primero, y fu� hecho jefe. Y David habit� en la fortaleza, y por esto le llamaron la ciudad de David. Y edific� la ciudad alrededor, desde Millo hasta la cerca: y Joab repar� el resto de la ciudad. Y David iba adelantando y creciendo, y Jehov� de los ej�rcitos era con �l. Estos son los principales de los valientes que David tuvo, y los que le ayudaron en su reino, con todo Israel, para hacerle rey sobre Israel, conforme � la palabra de Jehov�. Y este es le n�mero de los valientes que David tuvo: Jasobam hijo de Hachmoni, caudillo de los treinta, el cual blandi� su lanza una vez contra trescientos, � los cuales mat�. Tras de �ste fu� Eleazar hijo de Dodo, Ahohita, el cual era de los tres valientes. Este estuvo con David en Pasdammin, estando all� juntos en batalla los Filisteos: y hab�a all� una suerte de tierra llena de cebada, y huyendo el pueblo delante de los Filisteos, Pusi�ronse ellos en medio de la haza, y la defendieron, y vencieron � los Filisteos; y favoreci�los Jehov� con grande salvamento. Y tres de los treinta principales descendieron � la pe�a � David, � la cueva de Adullam, estando el campo de los Filisteos en el valle de Raphaim. Y David estaba entonces en la fortaleza, y hab�a � la saz�n guarnici�n de Filisteos en Beth-lehem. David dese� entonces, y dijo: �Qui�n me diera � beber de las aguas del pozo de Beth-lehem, que est� � la puerta! Y aquellos tres rompieron por el campo de los Filisteos, y sacaron agua del pozo de Beth-lehem, que est� � la puerta, y tomaron y traj�ronla � David: mas �l no la quiso beber, sino que la derram� � Jehov�, y dijo: Gu�rdeme mi Dios de hacer esto: �hab�a yo de beber la sangre de estos varones con sus vidas, que con peligro de sus vidas la han tra�do? Y no la quiso beber. Esto hicieron aquellos tres valientes. Y Abisai, hermano de Joab, era cabeza de los tres, el cual blandi� su lanza sobre trescientos, � los cuales hiri�; y fu� entre los tres nombrado. De los tres fu� m�s ilustre que los otros dos, y fu� el principal de ellos: mas no lleg� � los tres primeros. Bena�as hijo de Joiada, hijo de var�n de esfuerzo, de grandes hechos, de Cabseel: �l venci� los dos leones de Moab: tambi�n descendi�, � hiri� un le�n en mitad de un foso en tiempo de nieve. El mismo venci� � un Egipcio, hombre de cinco codos de estatura: y el Egipcio tra�a una lanza como un enjullo de tejedor; mas �l descendi� � �l con un bast�n, y arrebat� al Egipcio la lanza de la mano, y mat�lo con su misma lanza. Esto hizo Bena�a hijo de Joiada, y fu� nombrado entre los tres valientes. Y fu� el m�s honrado de los treinta, mas no lleg� � los tres primeros. A este puso David en su consejos. Y los valientes de los ej�rcitos: Asael hermano de Joab, y Elch�nan hijo de Dodo de Beth-lehem; Samoth de Arori, Helles Pelonita; Ira hijo de Acces Tecoita, Abiezer Anathothita; Sibbecai Husatita, Ilai Ahohita; Maharai Nethophathita, Heled hijo de Baana Nehtophathita; Ithai hijo de Ribai de Gabaath de los hijos de Benjam�n, Bena�as Phirathita; Hurai del r�o Gaas, Abiel Arbathonita; Azmaveth Baharumita, Eliaba Saalbonita; Los hijos de Asem Gizonita, Jonath�n hijo de Saj� Hararita; Ahiam hijo de Sach�r Ararita, Eliphal hijo de Ur; Hepher Mech�rathita, Ah�a Phelonita; Hesro Carmelita, Nahari hijo de Ezbai; Joel hermano de Nath�n, Mibhar hijo de Agrai; Selec Ammonita, Naarai Berothita, escudero de Joab hijo de Sarvia; Ira Ithreo, Yared Ithreo; Ur�a Hetheo, Zabad hijo de Ahli; Adina hijo de Siza Rubenita, pr�ncipe de los Rubenitas, y con �l treinta; Han�n hijo de Maach�, y Josaphat Mithnita; Uzz�as Astarothita, Samma y Jehiel hijos de Hotham Arorita; Jedaiel hijo de Simri, y Joha su hermano, Thisaita; Eliel de Mahavi, Jeribai y Josab�a hijos de Elnaam, e Ithma Moabita; Eliel, y Obed, y Jaasiel de Mesobia. 1 Cr�nicas 12ESTOS son los que vinieron � David � Siclag, estando �l a�n encerrado por causa de Sa�l hijo de Cis, y eran de los valientes ayudadores de la guerra. Estaban armados de arcos, y usaban de ambas manos en tirar piedras con honda, y saetas con arco. De los hermanos de Sa�l de Benjam�n: El principal Ahiezer, despu�s Joas, hijos de Semaa Gabaathita; y Jeziel, y Pheleth, hijos de Azmaveth, y Beracah, y Jeh� Anathothita; E Isma�as Gabaonita, valiente entre los treinta, y m�s que los treinta; y Jerem�as, Jahaziel, Joan�n, Jozabad Gederathita, Eluzai, y Jeremoth, Beal�as, Semar�as, y Sephat�as Haruphita; Elcana, � Is�as, y Azareel, y Joezer, y Jasobam, de Cor�; Y Joela, y Zebad�as, hijos de Jeroham de Gedor. Tambi�n de los de Gad se huyeron � David, estando en la fortaleza en el desierto, muy valientes hombres de guerra para pelear, dispuestos � hacerlo con escudo y pav�s: sus rostros como rostros de leones, y ligeros como las cabras monteses. Eser el primero, Obad�as el segundo, Eliab el tercero, Mismana el cuarto, Jerem�as el quinto, Attai el sexto, Eliel el s�ptimo, Johan�n el octavo, Elzabad el nono, Jerem�as el d�cimo, Machbani el und�cimo. Estos fueron capitanes del ej�rcito de los hijos de Gad. El menor ten�a cargo de cien hombres, y el mayor de mil. Estos pasaron el Jord�n en el mes primero, cuando hab�a salido sobre todas sus riberas; � hicieron huir � todos los de los valles al oriente y al poniente. Asimismo algunos de los hijos de Benjam�n y de Jud� vinieron � David � la fortaleza. Y David sali� � ellos, y habl�les diciendo: Si hab�is venido � m� para paz y para ayudarme, mi coraz�n ser� unido con vosotros; mas si para enga�arme en pro de mis enemigos, siendo mis manos sin iniquidad, v�alo el Dios de nuestros padres, y dem�ndelo. Entonces se envisti� el esp�ritu en Amasai, pr�ncipe de treinta, y dijo: Por ti, oh David, y contigo, oh hijo de Isa�. Paz, paz contigo, y paz con tus ayudadores; pues que tambi�n tu Dios te ayuda. Y David los recibi�, y p�solos entre los capitanes de la cuadrilla. Tambi�n se pasaron � David algunos de Manas�s, cuando vino con los Filisteos � la batalla contra Sa�l, aunque no les ayudaron; porque los s�trapas de los Filisteos, habido consejo, lo despidieron, diciendo: Con nuestras cabezas se pasar� � su se�or Sa�l. As� que viniendo �l � Siclag, se pasaron � �l de los de Manas�s, Adnas, Jozabad, Mich�el, Jozabad, Jediaiel, Eli�, y Sillethai, pr�ncipes de millares de los de Manas�s. Estos ayudaron � David contra aquella compa��a; porque todos ellos eran hombres valientes, y fueron capitanes en el ej�rcito. Porque entonces todos los d�as ven�a ayuda � David, hasta hacerse un grande ej�rcito, como ej�rcito de Dios. Y este es el n�mero de los principales que estaban � punto de guerra, y vinieron � David en Hebr�n, para traspasarle el reino de Sa�l, conforme � la palabra de Jehov�: De los hijos de Jud� que tra�an escudo y lanza, seis mil y ochocientos, � punto de guerra. De los hijos de Sime�n, valientes y esforzados hombres para la guerra, siete mil y ciento. De los hijos de Lev�, cuatro mil y seiscientos; Asimismo Joiada, pr�ncipe de los del linaje de Aar�n, y con �l tres mil y setecientos; Y Sadoc, mancebo valiente y esforzado, con veinte y dos de los principales de la casa de su padre. De los hijos de Benjam�n hermanos de Sa�l, tres mil; porque aun en aquel tiempo muchos de ellos ten�an la parte de la casa de Sa�l. Y de los hijos de Ephraim, veinte mil y ochocientos, muy valientes, varones ilustres en las casas de sus padres. De la media tribu de Manas�s, diez y ocho mil, los cuales fueron tomados por lista para venir � poner � David por rey. Y de los hijos de Issach�r, doscientos principales, entendidos en los tiempos, y que sab�an lo que Israel deb�a hacer, cuyo dicho segu�an todos sus hermanos. Y de Zabul�n cincuenta mil, que sal�an � campa�a � punto de guerra, con todas armas de guerra, dispuestos � pelear sin doblez de coraz�n. Y de Nephtal� mil capitanes, y con ellos treinta y siete mil con escudo y lanza. De los de Dan, dispuestos � pelear, veinte y ocho mil y seiscientos. Y de Aser, � punto de guerra y aparejados � pelear, cuarenta mil. Y de la otra parte del Jord�n, de los Rubenitas y de los de Gad y de la media tribu de Manas�s, ciento y veinte mil con toda suerte de armas de guerra. Todos estos hombres de guerra, dispuestos para guerrear, vinieron con coraz�n perfecto � Hebr�n, para poner � David por rey sobre todo Israel; asimismo todos los dem�s de Israel estaban de un mismo �nimo para poner � David por rey. Y estuvieron all� con David tres d�as comiendo y bebiendo, porque sus hermanos hab�an prevenido para ellos. Y tambi�n los que les eran vecinos, hasta Issach�r y Zabul�n y Nephtal�, trajeron pan en asnos, y camellos, y mulos, y bueyes; y provisi�n de harina, masas de higos, y pasas, vino y aceite, bueyes y ovejas en abundancia, porque en Israel hab�a alegr�a. 1 Cr�nicas 13ENTONCES David tom� consejo con los capitanes de millares y de cientos, y con todos los jefes. Y dijo David � todo el congreso de Israel: Si os parece bien y de Jehov� nuestro Dios, enviaremos � todas partes � llamar nuestros hermanos que han quedado en todas las tierras de Israel, y � los sacerdotes y Levitas que est�n con ellos en sus ciudades y ejidos que se junten con nosotros; Y traigamos el arca de nuestro Dios � nosotros, porque desde el tiempo de Sa�l no hemos hecho caso de ella. Y dijo todo el congreso que se hiciese as�, porque la cosa parec�a bien � todo el pueblo. Entonces junt� David � todo Israel, desde Sihor de Egipto hasta entrar en Hamath, para que trajesen el arca de Dios de Ch�riath-jearim. Y subi� David con todo Israel � Baala de Ch�riath-jearim, que es en Jud�, para pasar de all� el arca de Jehov� Dios que habita entre los querubines, sobre la cual su nombre es invocado. Y llev�ronse el arca de Dios de la casa de Abinadab en un carro nuevo; y Uzza y su hermano guiaban el carro. Y David y todo Israel hac�an alegr�as delante de Dios con todas sus fuerzas, con canciones, arpas, salterios, tamboriles, c�mbalos y trompetas. Y como llegaron � la era de Chid�n, Uzza extendi� su mano al arca para tenerla, porque los bueyes se desmandaban. Y el furor de Jehov� se encendi� contra Uzza, � hiri�lo, porque hab�a extendido su mano al arca: y muri� all� delante de Dios. Y David tuvo pesar, porque Jehov� hab�a hecho rotura en Uzza; por lo que llam� aquel lugar P�rez-uzza, hasta hoy. Y David temi� � Dios aquel d�a, y dijo: �C�mo he de traer � mi casa el arca de Dios? Y no trajo David el arca � su casa en la ciudad de David, sino llev�la � casa de Obed-edom Getheo. Y el arca de Dios estuvo en casa de Obed-edom, en su casa, tres meses: y bendijo Jehov� la casa de Obed-edom, y todas las cosas que ten�a. 1 Cr�nicas 14E Hiram rey de Tiro envi� embajadores � David, y madera de cedro, y alba�iles y carpinteros, que le edificasen una casa. Y entendi� David que Jehov� lo hab�a confirmado por rey sobre Israel, y que hab�a ensalzado su reino sobre su pueblo Israel. Entonces David tom� tambi�n mujeres en Jerusalem y aun engendr� David hijos � hijas. Y estos son los nombres de los que le nacieron en Jerusalem: Samua, Sobab, Nath�n, Salom�n, Ibhar, Elisua, Eliphelet, Noga, Nepheg, Japh�as, Elisama, Beel-iada y Eliphelet. Y oyendo los Filisteos que David hab�a sido ungido por rey sobre todo Israel, subieron todos los Filisteos en busca de David. Y como David lo oy�, sali� contra ellos. Y vinieron los Filisteos y extendi�ronse por el valle de Raphaim. Entonces David consult� � Dios, diciendo: �Subir� contra los Filisteos? �los entregar�s en mi mano? Y Jehov� le dijo: Sube, que yo los entregar� en tus manos. Subieron pues � Baal-perasim, y all� los hiri� David. Dijo luego David: Dios rompi� mis enemigos por mi mano, como se rompen las aguas. Por esto llamaron el nombre de aquel lugar Baal-perasim. Y dejaron all� sus dioses, y David dijo que los quemasen al fuego. Y volviendo los Filisteos � extenderse por el valle, David volvi� � consultar � Dios, y Dios le dijo: No subas tras ellos, sino rod�alos, para venir � ellos por delante de los morales; Y as� que oyeres venir un estruendo por las copas de los morales, sal luego � la batalla: porque Dios saldr� delante de ti, y herir� el campo de los Filisteos. Hizo pues David como Dios le mand�, � hirieron el campo de los Filisteos desde Gaba�n hasta Gezer. Y la fama de David fu� divulgada por todas aquellas tierras: y puso Jehov� temor de David sobre todas las gentes. 1 Cr�nicas 15HIZO tambi�n casas para s� en la ciudad de David, y labr� un lugar para el arca de Dios, y tendi�le una tienda. Entonces dijo David: El arca de Dios no debe ser tra�da sino por los Levitas; porque � ellos ha elegido Jehov� para que lleven el arca de Jehov�, y le sirvan perpetuamente. Y junt� David � todo Israel en Jerusalem, para que pasasen el arca de Jehov� � su lugar, el cual le hab�a �l preparado. Junt� tambi�n David � los hijos de Aar�n y � los Levitas: De los hijos de Coath, Uriel el principal, y sus hermanos, ciento y veinte; De los hijos de Merari, Asa�as el principal, y sus hermanos, doscientos y viente; De los hijos de Gers�n, Joel el principal, y sus hermanos, ciento y treinta; De los hijos de Elisaph�n, Seme�as el principal, y sus hermanos, docientos; De los hijos de Hebr�n, Eliel el principal, y sus hermanos, ochenta; De los hijos de Uzziel, Amidadab el principal, y sus hermanos, ciento y doce. Y llam� David � Sadoc y � Abiathar, sacerdotes, y � los Levitas, Uriel, Asa�as, Joel, Seme�as, Eliel, y Aminadab; Y d�joles: Vosotros que sois los principales de padres entre los Levitas, santificaos, vosotros y vuestros hermanos, y pasad el arca de Jehov� Dios de Israel al lugar que le he preparado; Pues por no haberlo hecho as� vosotros la primera vez, Jehov� nuestro Dios hizo en nosotros rotura, por cuanto no le buscamos seg�n la ordenanza. As� los sacerdotes y los Levitas se santificaron para traer el arca de Jehov� Dios de Israel. Y los hijos de los Levitos trajeron el arca de Dios puesta sobre sus hombros en las barras, como lo hab�a mandado Mois�s conforme � la palabra de Jehov�. Asimismo dijo David � los principales de los Levitas, que constituyesen de sus hermanos cantores, con instrumentos de m�sica, con salterios, y arpas, y c�mbalos, que resonasen, y alzasen la voz con alegr�a. Y los Levitas constituyeron � Hem�n hijo de Joel; y de sus hermanos, � Asaph hijo de Berech�as; y de los hijos de Merari y de sus hermanos, � Eth�n hijo de Cusa�as; Y con ellos � sus hermanos del segundo orden, � Zach�r�as, Ben y Jaaziel, Semiramoth, Jehiel, Unni, Eliab, Bena�as, Maas�as, y Mathith�as, Eliphelehu, Micn�as, Obed-edom, y Jehiel, los porteros. As� Hem�n, Asaph, y Eth�n, que eran cantores, sonaban con c�mbalos de metal. Y Zach�r�as, Jaaziel, Semiramoth, Jehiel, Unni, Eliab, Maas�as, y Bena�as, con salterios sobre Alamoth. Y Mathith�as, Eliphelehu, Micn�as, Obed-edom, Jehiel, y Azaz�as, cantaban con arpas en la octava sobresaliendo. Y Ch�nan�as, principal de los Levitas, estaba para la entonaci�n; pues �l presid�a en el canto, porque era entendido. Y Berech�as y Elcana eran porteros del arca. Y Seban�as, Josaphat, Nathanael, Amasai, Zach�r�as, Bena�as, y Eliezer, sacerdotes, tocaban las trompetas delante del arca de Dios: Obed-edom y Jeh�as eran tambi�n porteros del arca. David pues y los ancianos de Israel, y los capitanes de millares, fueron � traer el arca del pacto de Jehov�, de casa de Obed-edom, con alegr�a. Y ayudando Dios � los Levitas que llevaban el arca del pacto de Jehov�, sacrificaban siete novillos y siete carneros. Y David iba vestido de lino fino y tambi�n todos los Levitas que llevaban el arca, y asimismo los cantores; y Ch�nan�as era maestro de canto entre los cantores. Llevaba tambi�n David sobre s� un ephod de lino. De esta manera llevaba todo Israel el arca del pacto de Jehov�, con j�bilo y sonido de bocinas, y trompetas, y c�mbalos, y al son de salterios y arpas. Y como el arca del pacto de Jehov� lleg� � la ciudad de David, Mich�l, hija de Sa�l, mirando por una ventana, vi� al rey David que saltaba y bailaba; y menospreci�lo en su coraz�n. 1 Cr�nicas 16ASI trajeron el arca de Dios, y asent�ronla en medio de la tienda que David hab�a tendido para ella: y ofrecieron holocaustos y pac�ficos delante de Dios. Y como David hubo acabado de ofrecer el holocausto y los pac�ficos, bendijo al pueblo en el nombre de Jehov�. Y reparti� � todo Israel, as� � hombres como � mujeres, � cada uno una torta de pan, y una pieza de carne, y un frasco de vino. Y puso delante del arca de Jehov� ministros de los Levitas, para que recordasen, y confesasen, y loasen � Jehov� Dios de Israel: Asaph el primero, el segundo despu�s de �l Zach�r�as, Jeiel, Semiramoth, Jehiel, Mathith�as, Eliab, Bena�as, Obed-edom, y Jehiel, con sus instrumentos de Salterios y arpas; mas Asaph hac�a sonido con c�mbalos: Bena�as tambi�n y Jahaziel, sacerdotes, continuamente con trompetas delante del arca del pacto de Dios. Entonces, en aquel d�a, di� David principio � celebrar � Jehov� por mano de Asaph y de sus hermanos: Confesad � Jehov�, invocad su nombre, Haced notorias en los pueblos sus obras. Cantad � �l, cantadle salmos; Hablad de todas sus maravillas. Gloriaos en su santo nombre; Al�grese el coraz�n de los que buscan � Jehov�. Buscad � Jehov� y su fortaleza; Buscad su rostro continuamente. Haced memoria de sus maravillas que ha obrado, De sus prodigios, y de los juicios de su boca, Oh vosotros, simiente de Israel sus siervo, Hijos de Jacob, sus escogidos. Jehov�, �l es nuestro Dios; Sus juicios en toda la tierra. Haced memoria de su alianza perpetuamente, Y de la palabra que �l mand� en mil generaciones; Del pacto que concert� con Abraham, Y de su juramento � Isaac; El cual confirm� � Jacob por estatuto, Y � Israel por pacto sempiterno, Diciendo: A ti dar� la tierra de Cana�n, Suerte de vuestra herencia; Cuando erais pocos en n�mero, Pocos y peregrinos en ella; Y andaban de naci�n en naci�n, Y de un reino � otro pueblo. No permiti� que nadie los oprimiese: Antes por amor de ellos castig� � los reyes. No toqu�is, dijo, � mis ungidos, Ni hag�is mal � mis profetas. Cantad � Jehov�, toda la tierra, Anunciad de d�a en d�a su salud. Cantad entre las gentes su gloria, Y en todos los pueblos sus maravillas. Porque grande es Jehov�, y digno de ser grandemente loado, Y de ser temido sobre todos los dioses. Porque todos los dioses de los pueblos son nada: Mas Jehov� hizo los cielos. Poder�o y hermosura delante de �l; Fortaleza y alegr�a en su morada. Atribuid � Jehov�, oh familias de los pueblos, Atribuid � Jehov� gloria y potencia. Tributad � Jehov� la gloria debida � su nombre: Traed ofrenda, y venid delante de �l; Postraos delante de Jehov� en la hermosura de su santidad. Temed en su presencia, toda la tierra: El mundo ser� a�n establecido, para que no se conmueva. Al�grense los cielos, y g�cese la tierra, Y digan en las naciones: Reina Jehov�. Resuene la mar, y la plenitud de ella: Al�grese el campo, y todo lo que contiene. Entonces cantar�n los �rboles de los bosques delante de Jehov�, Porque viene � juzgar la tierra. Celebrad � Jehov�, porque es bueno; Porque su misericordia es eterna. Y decid: S�lvanos, oh Dios, salud nuestra: J�ntanos, y l�branos de las gentes, Para que confesemos tu santo nombre, Y nos gloriemos en tus alabanzas. Bendito sea Jehov� Dios de Israel, De eternidad � eternidad. Y dej� all�, delante del arca del pacto de Jehov�, � Asaph y � sus hermanos, para que ministrasen de continuo delante del arca, cada cosa en su d�a: Y � Obed-edom y � sus hermanos, sesenta y ocho; y � Obed-edom hijo de Jeduth�n, y � Asa, por porteros: Asimismo � Sadoc el sacerdote, y � sus hermanos los sacerdotes, delante del tabern�culo de Jehov� en el alto que estaba en Gaba�n, Para que sacrificasen continuamente, � ma�ana y tarde, holocaustos � Jehov� en el altar del holocausto, conforme � todo lo que est� escrito en la ley de Jehov�, que �l prescribi� � Israel; Y con ellos � Hem�n y � Jeduth�n, y los otros escogidos declarados por sus nombres, para glorificar � Jehov�, porque es eterna su misericordia; Con ellos � Hem�n y � Jeduth�n con trompetas y c�mbalos para ta�er, y con otros instrumentos de m�sica de Dios; y � los hijos de Jeduth�n, por porteros. Y todo el pueblo se fu� cada uno � su casa; y David se volvi� para bendecir su casa. 1 Cr�nicas 17Y ACONTECIO que morando David en su casa, dijo David al profeta Nath�n: He aqu� yo habito en casa de cedro, y el arca del pacto de Jehov� debajo de cortinas. Y Nath�n dijo � David: Haz todo lo que est� en tu coraz�n, porque Dios es contigo. En aquella misma noche fu� palabra de Dios � Nath�n, diciendo: Ve y di � David mi siervo: As� ha dicho Jehov�: T� no me edificar�s casa en que habite: Porque no he habitado en casa alguna desde el d�a que saqu� � los hijos de Israel hasta hoy; antes estuve de tienda en tienda, y de tabern�culo en tabern�culo. En todo cuanto anduve con todo Israel �habl� una palabra � alguno de los jueces de Israel, � los cuales mand� que apacentasen mi pueblo, para decirles: Por qu� no me edific�is una casa de cedro? Por tanto, ahora dir�s � mi siervo David: As� dijo Jehov� de los ej�rcitos: Yo te tom� de la majada, de detr�s del ganado, para que fueses pr�ncipe sobre mi pueblo Israel; Y he sido contigo en todo cuanto has andado, y he talado � todos tus enemigos de delante de ti, y hete hecho grande nombre, como el nombre de los grandes que son en la tiera. Asimismo he dispuesto lugar � mi pueblo Israel, y lo he plantado para que habite por s�, y que no sea m�s conmovido: ni los hijos de iniquidad lo consumir�n m�s, como antes, Y desde el tiempo que puse los jueces sobre mi pueblo Israel; mas humilllar� � todos tus enemigos. H�gote adem�s saber que Jehov� te ha de edificar casa. Y ser� que, cuando tus d�as fueren cumplidos para irte con tus padres, levantar� tu simiente despu�s de ti, la cual ser� de tus hijos, y afirmar� su reino. El me edificar� casa, y yo confirmar� su trono eternalmente. Yo le ser� por padre, y �l me ser� por hijo: y no quitar� de �l mi misericordia, como la quit� de aquel que fu� antes de ti; Mas yo lo confirmar� en mi casa y en mi reino eternalmente; y su trono ser� firme para siempre. Conforme � todas estas palabras, y conforme � toda esta visi�n, as� habl� Nath�n � David. Y entr� el rey David, y estuvo delante de Jehov�, y dijo: Jehov� Dios, �qui�n soy yo, y cu�l es mi casa, que me has tra�do hasta este lugar? Y aun esto, oh Dios, te ha parecido poco, pues que has hablado de la casa de tu siervo para m�s lejos, y me has mirado como � un hombre excelente, oh Jehov� Dios. �Qu� m�s puede a�adir David pidiendo de ti para glorificar � tu siervo? mas t� conoces � tu siervo. Oh Jehov�, por amor de tu siervo y seg�n tu coraz�n, has hecho toda esta grandeza, para hacer notorias todas tus grandezas. Jehov�, no hay semejante � ti, ni hay Dios sino t�, seg�n todas las cosas que hemos o�do con nuestros o�dos. �Y qu� gente hay en la tierra como tu pueblo Israel, cuyo Dios fuese y se redimiera un pueblo, para hacerte nombre con grandezas y maravillas, echando las gentes de delante de tu pueblo, que t� rescataste de Egipto? T� has constitu�do � tu pueblo Israel por pueblo tuyo para siempre; y t�, Jehov�, has venido � ser su Dios. Ahora pues, Jehov�, la palabra que has hablado acerca de tu siervo y de su casa, sea firme para siempre, y haz como has dicho. Permanezca pues, y sea engrandecido tu nombre para siempre, � fin de que se diga: Jehov� de los ej�rcitos, Dios de Israel, es Dios para Israel. Y sea la casa de tu siervo David firme delante de ti. Porque t�, Dios m�o, revelaste al o�do � tu siervo que le has de edificar casa; por eso ha hallado tu siervo motivo de orar delante de ti. Ahora pues, Jehov�, t� eres el Dios que has hablado de tu siervo este bien; Y ahora has querido bendecir la casa de tu siervo, para que permanezca perpetuamente delante de ti: porque t�, Jehov�, la has bendecido, y ser� bendita para siempre. 1 Cr�nicas 18DESPU�S de estas cosas aconteci� que David hiri� � los Filisteos, y los humill�; y tom� � Gath y sus villas de mano de los Filisteos. Tambi�n hiri� � Moab; y los Moabitas fueron siervos de David tray�ndole presentes. Asimismo hiri� David � Adarezer rey de Soba, en Hamath, yendo �l � asegurar su dominio al r�o de Eufrates. Y tom�les David mil carros, y siete mil de � caballo, y veinte mil hombres de � pie: y desjarret� David los caballos de todos los carros, excepto los de cien carros que dej�. Y viniendo los Siros de Damasco en ayuda de Adarezer rey de Soba, David hiri� de los Siros veintid�s mil hombres. Y puso David guarnici�n en Siria la de Damasco, y los Siros fueron hechos siervos de David, tray�ndole presentes: porque Jehov� salvaba � David donde quiera que iba. Tom� tambi�n David los escudos de oro que llevaban los siervos de Adarezer, y tr�jolos � Jerusalem. Asimismo de Thibath y de Ch�n ciudades de Adarezer, tom� David muy mucho metal, de que Salom�n hizo el mar de bronce, las columnas, y vasos de bronce. Y oyendo Tou rey de Hamath, que David hab�a deshecho todo el ej�rcito de Adarezer, rey de Soba, Envi� � Adoram su hijo al rey David, � saludarle y � bendecirle por haber peleado con Adarezer, y haberle vencido; porque Tou ten�a guerra con Adarezer. Envi�le tambi�n toda suerte de vasos de oro, de plata y de metal; Los cuales el rey David dedic� � Jehov�, con la plata y oro que hab�a tomado de todas las naciones, de Edom, de Moab, de los hijos de Amm�n, de los Filisteos, y de Amalec. A m�s de esto Abisai hijo de Sarvia hiri� en el valle de la Sal dieciocho mil Idumeos. Y puso guarnici�n en Edom, y todos los Idumeos fueron siervos de David: porque Jehov� guardaba � David donde quiera que iba. Y rein� David sobre todo Israel, y hac�a juicio y justicia � todo su pueblo. Y Joab hijo de Sarvia era general del ej�rcito; y Josaphat hijo de Ahilud, canciller; Y Sadoc hijo de Ach�tob, y Abimelec hijo de Abiathar, eran sacerdotes; y Sausa, secretario; Y Bena�as hijo de Joiada era sobre los Ceretheos y Peletheos; y los hijos de David eran los pr�ncipes cerca del rey. 1 Cr�nicas 19DESPU�S de estas cosas aconteci� que muri� Naas rey de los hijos de Amm�n, y rein� en su lugar su hijo. Y dijo David: Har� misericordia con Han�n hijo de Naas, porque tambi�n su padre hizo conmigo misericordia. As� David envi� embajadores que lo consolasen de la muerte de su padre. Mas venidos los siervos de David en la tierra de los hijos de Amm�n � Han�n, para consolarle, Los pr�ncipes de los hijos de Amm�n dijeron � Han�n: �A tu parecer honra David � tu padre, que te ha enviado consoladores? �no vienen antes sus siervos � ti para escudri�ar, � inquirir, y reconocer la tierra? Entonces Han�n tom� los siervos de David, y rap�los, y cort�les los vestidos por medio, hasta las nalgas, y despach�los. Fu�ronse pues, y dada que fu� la nueva � David de aquellos varones, �l envi� � recibirlos, porque estaban muy afrentados. E h�zoles decir el rey: Estaos en Jeric� hasta que os crezca la barba, y entonces volver�is. Y viendo los hijos de Amm�n que se hab�an hecho odiosos � David, Han�n y los hijos de Amm�n enviaron mil talentos de plata, para tomar � sueldo carros y gente de � caballo de Siria de los r�os, y de la Siria de Maach�, y de Soba. Y tomaron � sueldo treinta y dos mil carros, y al rey de Maach� y � su pueblo, los cuales vinieron y asentaron su campo delante de Medeba. Y junt�ronse tambi�n los hijos de Amm�n de sus ciudades, y vinieron � la guerra. Oy�ndolo David, envi� � Joab con todo el ej�rcito de los hombres valientes. Y los hijos de Amm�n salieron, y ordenaron su tropa � la entrada de la ciudad; y los reyes que hab�an venido, estaban por s� en el campo. Y viendo Joab que la haz de la batalla estaba contra �l delante y � las espaldas, escogi� de todos los m�s aventajados que hab�a en Israel, y orden� su escuadr�n contra los Sirios. Puso luego el resto de la gente en mano de Abisai su hermano, orden�ndolos en batalla contra los Ammonitas. Y dijo: Si los Siros fueren m�s fuertes que yo, t� me salvar�s; y si los Ammonitas fueren m�s fuertes que t�, yo te salvar�. Esfu�rzate, y esforc�monos por nuestro pueblo, y por las ciudades de nuestro Dios; y haga Jehov� lo que bien le pareciere. Acerc�se luego Joab y el pueblo que ten�a consigo, para pelear contra los Siros; mas ellos huyeron delante de �l. Y los hijos de Amm�n, viendo que los Siros hab�an hu�do, huyeron tambi�n ellos delante de Abisai su hermano, y entr�ronse en la ciudad. Entonces Joab se volvi� � Jerusalem. Y viendo los Siros que hab�an ca�do delante de Israel, enviaron embajadores, y trajeron � los Siros que estaban de la otra parte del r�o, cuyo capit�n era Sophach, general del ej�rcito de Adarezer. Luego que fu� dado aviso � David, junt� � todo Israel, y pasando el Jord�n vino � ellos, y orden� contra ellos su ej�rcito. Y como David hubo ordenado su tropa contra ellos, pelearon con �l los Siros. Mas el Siro huy� delante de Israel; y mat� David de los Siros siete mil hombres de los carros, y cuarenta mil hombres de � pie: asimismo mat� � Sophach, general del ej�rcito. Y viendo los Siros de Adarezer que hab�an ca�do delante de Israel, concertaron paz con David, y fueron sus siervos; y nunca m�s quiso el Siro ayudar � los hijos de Amm�n. 1 Cr�nicas 20Y ACONTECIO � la vuelta del a�o, en el tiempo que suelen los reyes salir � la guerra, que Joab sac� las fuerzas del ej�rcito, y destruy� la tierra de los hijos de Amm�n, y vino y cerc� � Rabba. Mas David estaba en Jerusalem: y Joab bati� � Rabba, y destruy�la. Y tom� David la corona de su rey de encima de su cabeza, y hall�la de peso de un talento de oro, y hab�a en ella piedras preciosas; y fu� puesta sobre la cabeza de David. Y Adem�s de esto sac� de la ciudad un muy gran despojo. Sac� tambi�n al pueblo que estaba en ella, y cort�los con sierras, y con trillos de hierro, y segures. Lo mismo hizo David � todas las ciudades de los hijos de Amm�n. Y volvi�se David con todo el pueblo � Jerusalem. Despu�s de esto aconteci� que se levant� guerra en Gezer con los Filisteos; � hiri� Sibbecai Husathita � Sippai, del linaje de los gigantes; y fueron humillados. Y volvi�se � levantar guerra con los Filisteos; � hiri� Elhan�n hijo de Jair � Lahmi, hermano de Goliath Getheo, el asta de cuya lanza era como un enjullo de tejedores. Y volvi� � haber guerra en Gath, donde hubo un hombre de grande estatura, el cual ten�a seis dedos en pies y manos, en todos veinticuatro: y tambi�n era hijo de Rapha. Denost� �l � Israel, mas hiri�lo Jonath�n, hijo de Sima hermano de David. Estos fueron hijos de Rapha en Gath, los cuales cayeron por mano de David y de sus siervos. 1 Cr�nicas 21MAS Satan�s se levant� contra Israel, � incit� � David � que contase � Israel. Y dijo David � Joab y � los pr�ncipes del pueblo: Id, contad � Israel desde Beer-seba hasta Dan, y traedme el n�mero de ellos para que yo lo sepa. Y dijo Joab: A�ada Jehov� � su pueblo cien veces otros tantos. Rey se�or m�o, �no son todos estos siervos de mi se�or? �para qu� procura mi se�or esto, que ser� pernicioso � Israel? Mas el mandamiento del rey pudo m�s que Joab. Sali� por tanto Joab, y fu� por todo Israel; y volvi� � Jerusalem, y di� la cuenta del n�mero del pueblo � David. Y hall�se en todo Israel que sacaban espada, once veces cien mil; y de Jud� cuatrocientos y setenta mil hombres que sacaban espada. Entre estos no fueron contados los Levitas, ni los hijos de Benjam�n, porque Joab abominaba el mandamiento del rey. Asimismo desagrad� este negocio � los ojos de Dios, � hiri� � Israel. Y dijo David � Dios: He pecado gravemente en hacer esto: ru�gote que hagas pasar la iniquidad de tu siervo, porque yo he hecho muy locamente. Y habl� Jehov� � Gad, vidente de David, diciendo: Ve, y habla � David, y dile: As� ha dicho Jehov�: Tres cosas te propongo; escoge de ellas una que yo haga contigo. Y viniendo Gad � David, d�jole: As� ha dicho Jehov�: Esc�gete, � tres a�os de hambre; � ser por tres meses deshecho delante de tus enemigos, y que la espada de tus adversarios te alcance; � por tres d�as la espada de Jehov� y pestilencia en la tierra, y que el �ngel de Jehov� destruya en todo el t�rmino de Israel: mira pues qu� he de responder al que me ha enviado. Entonces David dijo � Gad: Estoy en grande angustia: ruego que yo caiga en la mano de Jehov�; porque sus misericordias son muchas en extremo, y que no caiga yo en manos de hombres. As� Jehov� di� pestilencia en Israel, y cayeron de Israel setenta mil hombres. Y envi� Jehov� el �ngel � Jerusalem para destruirla: pero estando �l destruyendo, mir� Jehov�, y arrepinti�se de aquel mal, Y alzando David sus ojos, vi� al �ngel de Jehov�, que estaba entre el cielo y la tierra, teniendo un espada desnuda en su mano, extendida contra Jerusalem. Entonces David y los ancianos se postraron sobre sus rostros, cubiertos de sacos. Y dijo David � Dios: �No soy yo el que hizo contar el pueblo? Yo mismo soy el que pequ�, y ciertamente he hecho mal; mas estas ovejas, �qu� han hecho? Jehov� Dios m�o, sea ahora tu mano contra m�, y contra la casa de mi padre, y no haya plaga en tu pueblo. Y el �ngel de Jehov� orden� � Gad que dijese � David, que subiese y construyese un altar � Jehov� en la era de Orn�n Jebuseo. Entonces David subi�, conforme � la palabra de Gad que le hab�a dicho en nombre de Jehov�. Y volvi�ndose Orn�n vi� el �ngel; por lo que se escondieron cuatro hijos suyos que con �l estaban. Y Orn�n trillaba el trigo. Y viniendo David � Orn�n, mir� �ste, y vi� � David: y saliendo de la era, postr�se en tierra � David. Entonces dijo David � Orn�n: Dame este lugar de la era, en que edifique un altar � Jehov�, y d�melo por su cabal precio, para que cese la plaga del pueblo. Y Orn�n respondi� � David: T�malo para ti, y haga mi se�or el rey lo que bien le pareciere: y aun los bueyes dar� para el holocausto, y los trillos para le�a, y trigo para el presente: yo lo doy todo. Entonces el rey David dijo � Orn�n: No, sino que efectivamente la comprar� por su justo precio: porque no tomar� para Jehov� lo que es tuyo, ni sacrificar� holocausto que nada me cueste. Y di� David � Orn�n por el lugar seiscientos siclos de oro por peso. Y edific� all� David un altar � Jehov�, en el que ofreci� holocaustos y sacrificios pac�ficos, � invoc� � Jehov�, el cual le respondi� por fuego de los cielos en el altar del holocausto. Y como Jehov� habl� al �ngel, �l volvi� su espada � la vaina. Entonces viendo David que Jehov� le hab�a o�do en la era de Orn�n Jebuseo, sacrific� all�. Y el tabern�culo de Jehov� que Mois�s hab�a hecho en el desierto, y el altar del holocausto, estaban entonces en el alto de Gaba�n: Mas David no pudo ir all� � consultar � Dios, porque estaba espantado � causa de la espada del �ngel de Jehov�. 1 Cr�nicas 22Y DIJO David: Esta es la casa de Jehov� Dios, y este es el altar del holocausto para Israel. Despu�s mand� David que se juntasen los extranjeros que estaban en la tierra de Israel, y se�al� de ellos canteros que labrasen piedras para edificar la casa de Dios. Asimismo aparej� David mucho hierro para la clavaz�n de las puertas, y para las junturas; y mucho metal sin peso, y madera de cedro sin cuenta. Porque los Sidonios y Tirios hab�an tra�do � David madera de cedro innumerable. Y dijo David: Salom�n mi hijo es muchacho y tierno, y la casa que se ha de edificar � Jehov� ha de ser magn�fica por excelencia, para nombre y honra en todas las tierras; ahora pues yo le aparejar� lo necesario. Y prepar� David antes de su muerte en grande abundancia. Llam� entonces David � Salom�n su hijo, y mand�le que edificase casa � Jehov� Dios de Israel. Y dijo David � Salom�n: Hijo m�o, en mi coraz�n tuve el edificar templo al nombre de Jehov� mi Dios. Mas vino � m� palabra de Jehov�, diciendo: T� has derramado mucha sangre, y has tra�do grandes guerras: no edificar�s casa � mi nombre, porque has derramado mucha sangre en la tierra delante de m�: He aqu�, un hijo te nacer�, el cual ser� var�n de reposo, porque yo le dar� quietud de todos sus enemigos en derredor; por tanto su nombre ser� Salom�n; y yo dar� paz y reposo sobre Israel en sus d�as: El edificar� casa � mi nombre, y �l me ser� � m� por hijo, y yo le ser� por padre; y afirmar� el trono de su reino sobre Israel para siempre. Ahora pues, hijo m�o, sea contigo Jehov�, y seas prosperado, y edifiques casa � Jehov� tu Dios, como �l ha dicho de ti. Y Jehov� te d� entendimiento y prudencia, y �l te d� mandamientos para Israel; y que t� guardes la ley de Jehov� tu Dios. Entonces ser�s prosperado, si cuidares de poner por obra los estatutos y derechos que Jehov� mand� � Mois�s para Israel. Esfu�rzate pues, y cobra �nimo; no temas, ni desmayes. He aqu�, yo en mi estrechez he prevenido para la casa de Jehov� cien mil talentos de oro, y un millar de millares de talentos de plata: no tiene peso el metal ni el hierro, porque es mucho. Asimismo he aprestado madera y piedra, � lo cual t� a�adir�s. T� tienes contigo muchos oficiales, canteros, alba�iles, y carpinteros, y todo hombre experto en toda obra. Del oro, de la plata, del metal, y del hierro, no hay n�mero. Lev�ntate pues, y � la obra; que Jehov� ser� contigo. Asimismo mand� David � todos los principales de Israel que diesen ayuda � Salom�n su hijo, diciendo: �No es con vosotros Jehov� vuestro Dios, el cual os ha dado quietud de todas partes? porque �l ha entregado en mi mano los moradores de la tierra, y la tierra ha sido sujetada delante de Jehov�, y delante de su pueblo. Poned, pues, ahora vuestros corazones y vuestros �nimos en buscar � Jehov� vuestro Dios; y levantaos, y edificad el santuario del Dios Jehov�, para traer el arca del pacto de Jehov�, y lo santos vasos de Dios, � la casa edificada al nombre de Jehov�. 1 Cr�nicas 23SIENDO pues David ya viejo y harto de d�as, hizo � Salom�n su hijo rey sobre Israel. Y juntando � todos los principales de Israel, y � los sacerdotes y Levitas, Fueron contados los Levitas de treinta a�os arriba; y fu� el n�mero de ellos por sus cabezas, contados uno � uno, treinta y ocho mil. De �stos, veinticuatro mil para dar prisa � la obra de la casa de Jehov�; y gobernadores y jueces, seis mil; Adem�s cuatro mil porteros; y cuatro mil para alabar � Jehov�, dijo David, con los instrumentos que he hecho para rendir alabanzas. Y reparti�los David en �rdenes conforme � los hijos de Lev�, Gers�n y Coath y Merari. Los hijos de Gers�n: Lad�n, y Simi. Los hijos de Lad�n, tres: Jehiel el primero, despu�s Zetham y Joel. Los hijos de Simi, tres: Selomith, Haziel, y Ar�n. Estos fueron los pr�ncipes de las familias de Lad�n. Y los hijos de Simi: Jahath, Zinat, Jeus, y Ber�as. Estos cuatro fueron los hijos de Simi. Jahat era el primero, Zinat el segundo; mas Jeus y Ber�as no multiplicaron en hijos, por lo cual fueron contados por una familia. Los hijos de Coath: Amram, Ishar, Hebr�n, y Uzziel, ellos cuatro. Los hijos de Amram: Aar�n y Mois�s. Y Aar�n fu� apartado para ser dedicado � las m�s santas cosas, �l y sus hijos para siempre, para que quemasen perfumes delante de Jehov�, y le ministrasen, y bendijesen en su nombre, para siempre. Y los hijos de Mois�s, var�n de Dios, fueron contados en la tribu de Lev�. Los hijos de Mois�s fueron Gers�n y Eliezer. Hijo de Gers�n fu� Sebuel el primero. E hijo de Eliezer fu� Rehab�a el primero. Y Eliezer no tuvo otros hijos; mas los hijos de Rehab�a fueron muchos. Hijo de Ishar fu� Selomith el primero. Los hijos de Hebr�n: Jer�a el primero, Amar�as el segundo, Jahaziel el tercero, y Jecam�n el cuarto. Los hijos de Uzziel: Mich� el primero, � Is�a el segundo. Los hijos de Merari: Mahali y Musi. Los hijos de Mahali: Eleazar y Cis. Y muri� Eleazar sin hijos, mas tuvo hijas; y los hijos de Cis, sus hermanos, las tomaron por mujeres. Los hijos de Musi: Mahali, Eder y Jerimoth, ellos tres. Estos son los hijos de Lev� en las familias de sus padres, cabeceras de familias en sus delineaciones, contados por sus nombres, por sus cabezas, los cuales hac�an obra en el ministerio de la casa de Jehov�, de veinte a�os arriba. Porque David dijo: Jehov� Dios de Israel ha dado reposo � su pueblo Israel, y el habitar en Jerusalem para siempre. Y tambi�n los Levitas no llevar�n m�s el tabern�culo, y todos sus vasos para su ministerio. As� que, conforme � las postreras palabras de David, fu� la cuenta de los hijos de Lev� de veinte a�os arriba. Y estaban bajo la mano de los hijos de Aar�n, para ministrar en la casa de Jehov�, en los atrios y en las c�maras, y en la purificaci�n de toda cosa santificada, y en la dem�s obra del ministerio de la casa de Dios; Asimismo para los panes de la proposici�n, y para la flor de la harina para el sacrificio, y para las hojuelas sin levadura, y para la fruta de sart�n, y para lo tostado, y para toda medida y cuenta; Y para que asistiesen cada ma�ana todos los d�as � confesar y alabar � Jehov�, y asimismo � la tarde; Y para ofrecer todos los holocaustos � Jehov� los s�bados, nuevas lunas, y solemnidades, por la cuenta y forma que ten�an, continuamente delante de Jehov�. Y para que tuviesen la guarda del tabern�culo del testimonio, y la guarda del santuario, y las �rdenes de los hijos de Aar�n sus hermanos, en el ministerio de la casa de Jehov�. 1 Cr�nicas 24TAMBI�N los hijos de Aar�n tuvieron sus repartimientos. Los hijos de Aar�n: Nadab, Abi�, Eleazar � Ithamar. Mas Nadab, y Abi� murieron antes que su padre, y no tuvieron hijos: Eleazar � Ithamar tuvieron el sacerdocio. Y David los reparti�, siendo Sadoc de los hijos de Eleazar, y Ahimelech de los hijos de Ithamar, por sus turnos en su ministerio. Y los hijos de Eleazar fueron hallados, cuanto � sus principales varones, muchos m�s que los hijos de Ithamar; y reparti�ronlos as�: De los hijos de Eleazar hab�a diecis�is cabezas de familias paternas; y de los hijos de Ithamar por las familias de sus padres, ocho. Reparti�ronlos pues por suerte los unos con los otros: porque de los hijos de Eleazar y de los hijos de Ithamar hubo pr�ncipes del santuario, y pr�ncipes de la casa de Dios. Y Seme�as escriba, hijo de Nathanael, de los Levitas, escribi�los delante del rey y de los pr�ncipes, y delante de Sadoc el sacerdote, y de Ahimelech hijo de Abiathar, y de los pr�ncipes de las familias de los sacerdotes y Levitas: y adscrib�an una familia � Eleazar, y � Ithamar otra. Y la primera suerte sali� por Joiarib, la segunda por Jeda�a; La tercera por Harim, la cuarta por Seorim; La quinta por Malch�as, la sexta por Miamim; La s�ptima por Cos, la octava por Ab�as; La nona por Jesua, la d�cima por Sech�n�a; La und�cima por Eliasib, la duod�cima por Jacim; La d�cimatercia por Uppa, la d�cimacuarta por Isebeab; La d�cimaquinta por Bilga, la d�cimasexta por Immer; La d�cimas�ptima por Hezir, la d�cimaoctava por Aphses; La d�cimanona por Petha�a, la vig�sima por Hezeciel; La vig�simaprima por Jachim, la vig�simasegunda por Hamul; La vig�simatercia por Dela�a, la vig�simacuarta por Maaz�a. Estos fueron contados en su ministerio, para que entrasen en la casa de Jehov�, conforme � su ordenanza, bajo el mando de Aar�n su padre, de la manera que le hab�a mandado Jehov� el Dios de Israel. Y de los hijos de Lev� que quedaron: Subael, de los hijos de Amram; y de los hijos de Subael, Jehed�as. Y de los hijos de Rehab�a, Isias el principal. De los Ishareos, Selemoth; � hijo de Selemoth, Jath. Y de los hijos de Hebr�n; Jeria el primero, el segundo Amar�as, el tercero Jahaziel, el cuarto Jecam�n. Hijo de Uzziel, Mich�; � hijo de Mich�, Samir. Hermano de Mich�, Is�a; � hijo de Is�a, Zach�r�as. Los hijos de Merari: Mahali y Musi; hijo de Jaazia, Benno. Los hijos de Merari por Jaazia: Benno, y Soam, Zach�r � Ibri. Y de Mahali, Eleazar, el cual no tuvo hijos. Hijo de Cis, Jerameel. Los hijos de Musi: Maheli, Eder y Jerimoth. Estos fueron los hijos de los Levitas conforme � las casas de sus familias. Estos tambi�n echaron suertes, como sus hermanos los hijos de Aar�n, delante del rey David, y de Sadoc y de Ahimelech, y de los pr�ncipes de las familias de los sacerdotes y Levitas: el principal de los padres igualmente que el menor de sus hermanos. 1 Cr�nicas 25ASIMISMO David y los pr�ncipes del ej�rcito apartaron para el ministerio � los hijos de Asaph, y de Hem�n, y de Jeduth�n, los cuales profetizasen con arpas, salterios, y c�mbalos: y el n�mero de ellos fu�, de hombres id�neos para la obra de su ministerio respectivo: De los hijos de Asaph: Zach�r, Jos�, Methan�as, y Asareela, hijos de Asaph, bajo la direcci�n de Asaph, el cual profetizaba � la orden del rey. De Jeduth�n: los hijos de Jeduth�n, Gedal�as, Sesi, Jesa�as, Hasab�as, y Mathith�as, y Simi: seis, bajo la mano de su padre Jeduth�n, el cual profetizaba con arpa, para celebrar y alabar � Jehov�. De Hem�n: los hijos de Hem�n, Buccia, Mathan�a, Uzziel, Sebuel, Jerimoth, Hanan�as, Hanani, Eliatha, Gidalthi, Romamti-ezer, Josbecasa, Mallothi, Othir, y Mahazioth. Todos estos fueron hijos de Hem�n, vidente del rey en palabras de Dios, para ensalzar el poder suyo: y di� Dios � Hem�n catorce hijos y tres hijas. Y todos estos estaban bajo la direcci�n de su padre en la m�sica, en la casa de Jehov�, con c�mbalos, salterios y arpas, para el ministerio del templo de Dios, por disposici�n del rey acerca de Asaph, de Jeduth�n, y de Hem�n. Y el n�mero de ellos con sus hermanos instru�dos en m�sica de Jehov�, todos los aptos, fu� doscientos ochenta y ocho. Y echaron suertes para los turnos del servicio, entrando el peque�o con el grande, lo mismo el maestro que el disc�pulo. Y la primera suerte sali� por Asaph, � Jos�: la segunda � Gedal�as, quien con sus hermanos � hijos fueron doce; La tercera � Zach�r, con sus hijos y sus hermanos, doce; La cuarta � Isri, con sus hijos y sus hermanos, doce; La quinta � Nethan�as, con sus hijos y sus hermanos, doce; La sexta � Buccia, con sus hijos y sus hermanos, doce; La s�ptima � Jesarela, con sus hijos y sus hermanos, doce; La octava � Jesah�as, con sus hijos y sus hermanos, doce; La nona � Mathan�as, con sus hijos y sus hermanos, doce; La d�cima � Simi, con sus hijos y sus hermanos, doce; La und�cima � Azareel, con sus hijos y sus hermanos, doce; La duod�cima � Hasab�as, con sus hijos y sus hermanos, doce; La d�cimatercia � Subael, con sus hijos y sus hermanos, doce; La d�cimacuarta � Mathith�as, con sus hijos y sus hermanos, doce; La d�cimaquinta � Jerimoth, con sus hijos y sus hermanos, doce; La d�cimasexta � Hanan�as, con sus hijos y sus hermanos, doce; La d�cimas�ptima � Josbecasa, con sus hijos y sus hermanos, doce; La d�cimaoctava � Hanani, con sus hijos y sus hermanos, doce; La d�cimanona � Mallothi, con sus hijos y sus hermanos, doce; La vig�sima � Eliatha, con sus hijos y sus hermanos, doce; La vig�simaprima � Othir, con sus hijos y sus hermanos, doce; La vig�simasegunda � Giddalthi, con sus hijos y sus hermanos, doce; La vig�simatercia � Mahazioth, con sus hijos y sus hermanos, doce; La vig�simacuarta � Romamti-ezer, con sus hijos y sus hermanos, doce. 1 Cr�nicas 26CUANTO � los repartimientos de los porteros: De los Coraitas: Meselemia hijo de Cor�, de los hijos de Asaph. Los hijos de Meselemia: Zach�r�as el primog�nito, Jediael el segundo, Zebad�as el tercero, Jatnael el cuarto; Elam el quinto, Johanam el sexto, Elioenai el s�ptimo. Los hijos de Obed-edom: Seme�as el primog�nito, Jozabad el segundo, Joab el tercero, el cuarto Sach�r, el quinto Nathanael; El sexto Anmiel, el s�ptimo Issach�r, el octavo Peullethai: porque Dios hab�a bendecido � Obed-edom. Tambi�n de Seme�as su hijo nacieron hijos que fueron se�ores sobre la casa de sus padres; porque eran varones muy valerosos. Los hijos de Seme�as: Othni, Raphael, Obed, Elzabad, y sus hermanos, hombres esforzados; asimismo Eli�, y Samach�as. Todos estos de los hijos de Obed-edom: ellos con sus hijos y sus hermanos, hombres robustos y fuertes para el ministerio; sesenta y dos, de Obed-edom. Y los hijos de Meselemia y sus hermanos, dieciocho hombres valientes. De Hosa, de los hijos de Merari: Simri el principal, (aunque no era el primog�nito, mas su padre lo puso para que fuese cabeza;) El segundo Hilc�as, el tercero Tebel�as, el cuarto Zach�r�as: todos los hijos de Hosa y sus hermanos fueron trece. Entre estos se hizo la distribuci�n de los porteros, alternando los principales de los varones en la guardia con sus hermanos, para servir en la casa de Jehov�. Y echaron suertes, el peque�o con el grande, por las casas de sus padres, para cada puerta. Y cay� la suerte al oriente � Selem�a. Y � Zach�r�as su hijo, consejero entendido, metieron en las suertes: y sali� la suerte suya al norte. Y por Obed-edom, al mediod�a; y por sus hijos, la casa de la consulta. Por Suppim y Hosa al occidente, con la puerta de Sallech�t al camino de la subida, guardia contra guardia. Al oriente seis Levitas, al norte cuatro de d�a; al mediod�a cuatro de d�a; y � la casa de la consulta, de dos en dos. En la c�mara de los vasos al occidente, cuatro al camino, y dos en la c�mara. Estos son los repartimientos de los porteros, hijos de los Coraitas, y de los hijos de Merari. Y de los Levitas, Ach�as ten�a cargo de los tesoros de la casa de Dios, y de los tesoros de las cosas santificadas. Cuanto � los hijos de Lad�n, hijos de Gers�n: de Lad�n, los pr�ncipes de las familias de Lad�n fueron Gers�n, y Jehieli. Los hijos de Jehieli, Zeth�n y Joel su hermano, tuvieron cargo de los tesoros de la casa de Jehov�. Acerca de los Amramitas, de los Isharitas, de los Hebronitas, y de los Uzzielitas, Sebuel hijo de Gers�n, hijo de Mois�s, era principal sobre los tesoros. En orden � su hermano Eliezer, hijo de �ste era Rehab�a, hijo de �ste Isa�as, hijo de �ste Joram, hijo de �ste Zichri, del que fu� hijo Selomith. Este Selomith y sus hermanos ten�an cargo de todos los tesoros de todas las cosas santificadas, que hab�a consagrado el rey David, y los pr�ncipes de las familias, y los capitanes de millares y de cientos, y los jefes del ej�rcito; De lo que hab�an consagrado de las guerras y de los despojos, para reparar la casa de Jehov�. Asimismo todas las cosas que hab�a consagrado Samuel vidente, y Sa�l hijo de Cis, y Abner hijo de Ner, y Joab hijo de Sarvia: y todo lo que cualquiera consagraba, estaba bajo la mano de Selomith y de sus hermanos. De los Isharitas, Chenan�a y sus hijos eran gobernadores y jueces sobre Israel en las obras de fuera. De los Hebronitas, Hasab�as y sus hermanos, hombres de vigor, mil y setecientos, gobernaban � Israel de la otra parte del Jord�n, al occidente, en toda la obra de Jehov�, y en el servicio del rey. De los Hebronitas, Jer�as era el principal entre los Hebronitas repartidos en sus linajes por sus familias. En el a�o cuarenta del reinado de David se registraron, y hall�ronse entre ellos fuertes y vigorosos en Jazer de Galaad. Y sus hermanos, hombres valientes, eran dos mil y setecientos, cabezas de familias, los cuales el rey David constituy� sobre los Rubenitas, Gaditas, y sobre la media tribu de Manas�s, para todas las cosas de Dios, y los negocios del rey. 1 Cr�nicas 27Y LOS hijos de Israel seg�n su n�mero, � saber, pr�ncipes de familias, tribunos, centuriones y oficiales de los que serv�an al rey en todos los negocios de las divisiones que entraban y sal�an cada mes en todos los meses del a�o, eran en cada divisi�n veinte y cuatro mil. Sobre la primera divisi�n del primer mes estaba Jasobam hijo de Zabdiel; y hab�a en su divisi�n veinte y cuatro mil. De los hijos de Phares fu� �l jefe de todos los capitanes de las compa��as del primer mes. Sobre la divisi�n del segundo mes estaba Dodai Ahohita: y Micloth era mayor general en su divisi�n, en la que tambi�n hab�a veinte y cuatro mil. El jefe de la tercera divisi�n para el tercer mes era Bena�as, hijo de Joiada sumo sacerdote; y en su divisi�n hab�a veinte y cuatro mil. Este Bena�as era valiente entre los treinta y sobre los treinta; y en su divisi�n estaba Amisabad su hijo. El cuarto jefe para el cuarto mes era Asael hermano de Joab, y despu�s de �l Zebad�as su hijo; y en su divisi�n hab�a veinte y cuatro mil. El quinto jefe para el quinto mes era Sambuth Izrita: y en su divisi�n hab�a veinte y cuatro mil. El sexto para el sexto mes era Hira hijo de Icces, de Tecoa; y en su divisi�n veinte y cuatro mil. El s�ptimo para el s�ptimo mes era Helles Pelonita, de los hijos de Ephraim; y en su divisi�n viente y cuatro mil. El octavo para el octavo mes era Sibbecai Husatita, de Zarahi; y en su divisi�n veinte y cuatro mil. El noveno para el noveno mes era Abiezer Anathothita, de los Benjamitas; y en su divisi�n veinte y cuatro mil. El d�cimo para el d�cimo mes era Maharai Nethophathita, de Zarahi; y en su divisi�n veinte y cuatro mil. El und�cimo para el und�cimo mes era Bena�as Piratonita, de los hijos de Ephraim; y en su divisi�n veinte y cuatro mil. El duod�cimo para el duod�cimo mes era Heldai Nethophathita, de Othniel; y en su divisi�n veinte y cuatro mil. Asimismo sobre las tribus de Israel: el jefe de los Rubenitas era Eliezer hijo de Zichri; de los Simeonitas, Sephat�as, hijo de Maach�: De los Levitas, Hasab�as hijo de Camuel; de los Aaronitas, Sadoc; De Jud�, Eli�, uno de los hermanos de David; de los de Issach�r, Omri hijo de Mich�el. De los de Zabul�n, Isma�as hijo de Abd�as; de los de Nephtal�, Jerimoth hijo de Azriel; De los hijos de Ephraim, Oseas hijo de Azaz�a; de la media tribu de Manas�s, Joel hijo de Peda�a; De la otra media tribu de Manas�s en Galaad, Iddo hijo de Zach�r�as; de los de Benjam�n, Jaaciel hijo de Abner; Y de Dan, Azarael hijo de Jeroam. Estos fueron los jefes de las tribus de Israel. Y no tom� David el n�mero de los que eran de veinte a�os abajo, por cuanto Jehov� hab�a dicho que �l hab�a de multiplicar � Israel como las estrellas del cielo. Joab hijo de Sarvia hab�a comenzado � contar, mas no acab�, pues por esto vino la ira sobre Israel: y as� el n�mero no fu� puesto en el registro de las cr�nicas del rey David. Y Azmaveth hijo de Adiel ten�a cargo de los tesoros del rey; y de los tesoros de los campos, y de las ciudades, y de las aldeas y castillos, Jonath�n hijo de Uzz�as; Y de los que trabajaban en la labranza de las tierras, Ezri hijo de Ch�lud; Y de las vi�as Simi Ramathita; y del fruto de las vi�as para las bodegas, Zabd�as Siphmita; Y de los olivares � higuerales que hab�a en las campi�as, Baal-hanan Gederita; y de los almacenes del aceite, Joas; De las vacas que pastaban en Sar�n, Sitrai Saronita; y de las vacas que estaban en los valles, Saphat hijo de Adlai; Y de los camellos, Obil Ismaelita; y de las asnas, Jed�as Meronothita; Y de las ovejas, Jaziz Agareno. Todos estos eran superintendentes de la hacienda del rey David. Y Jonath�n, t�o de David, era consejero, var�n prudente y escriba; y Jehiel hijo de Hacmoni estaba con los hijos del rey. Y tambi�n Achitophel era consejero del rey; y Husai Arachita amigo del rey. Despu�s de Achitophel era Joiada hijo de Bena�as, y Abiathar. Y Joab era el general del ej�rcito del rey. 1 Cr�nicas 28Y JUNTO David en Jerusalem � todos los principales de Israel, los pr�ncipes de las tribus, y los jefes de las divisiones que serv�an al rey, los tribunos y centuriones, con los superintendentes de toda la hacienda y posesi�n del rey, y sus hijos, con los eunucos, los poderosos, y todos sus hombres valientes. Y levant�ndose el rey David, puesto en pie dijo: Oidme, hermanos m�os, y pueblo m�o. Yo ten�a en prop�sito edificar una casa, para que en ella reposara el arca del pacto de Jehov�, y para el estrado de los pies de nuestro Dios; y hab�a ya aprestado todo para edificar. Mas Dios me dijo: T� no edificar�s casa � mi nombre: porque eres hombre de guerra, y has derramado mucha sangre. Empero Jehov� el Dios de Israel me eligi� de toda la casa de mi padre, para que perpetuamente fuese rey sobre Israel: porque � Jud� escogi� por caudillo, y de la casa de Jud� la familia de mi padre; y de entre los hijos de mi padre agrad�se de m� para ponerme por rey sobre todo Israel; Y de todos mis hijos (porque Jehov� me ha dado muchos hijos,) eligi� � mi hijo Salom�n para que se siente en el trono del reino de Jehov� sobre Israel. Y me ha dicho: Salom�n tu hijo, �l edificar� mi casa y mis atrios: porque � �ste me he escogido por hijo, y yo le ser� � �l por padre. Asimismo yo confirmar� su reino para siempre, si �l se esforzare � poner por obra mis mandamientos y mis juicios, como aqueste d�a. Ahora pues, delante de lo ojos de todo Israel, congregaci�n de Jehov�, y en o�dos de nuestro Dios, guardad � inquirid todos los preceptos de Jehov� vuestro Dios, para que pose�is la buena tierra, y la dej�is por heredad � vuestros hijos despu�s de vosotros perpetuamente. Y t�, Salom�n, hijo m�o, conoce al Dios de tu padre, y s�rvele con coraz�n perfecto, y con �nimo voluntario; porque Jehov� escudri�a los corazones de todos, y entiende toda imaginaci�n de los pensamientos. Si t� le buscares, lo hallar�s; mas si lo dejares, �l te desechar� para siempre. Mira, pues, ahora que Jehov� te ha elegido para que edifiques casa para santuario: esfu�rzate, y haz la. Y David di� � Salom�n su hijo la traza del p�rtico, y de sus casas, y de sus oficinas, y de sus salas, y de sus rec�maras, y de la casa del propiciatorio. Asimismo la traza de todas las cosas que ten�a en su voluntad, para los atrios de la casa de Jehov�, y para todas las c�maras en derredor, para los tesoros de la casa de Dios, y para los tesoros de las cosas santificadas: Tambi�n para los �rdenes de los sacerdotes y de los Levitas, y para toda la obra del ministerio de la casa de Jehov�, y para todos los vasos del ministerio de la casa de Jehov�. Y di� oro por peso para lo de oro, para todos los vasos de cada servicio: y plata por peso para todos los vasos, para todos los vasos de cada servicio. Oro por peso para los candeleros de oro, y para sus candilejas; por peso el oro para cada candelero y sus candilejas: y para los candeleros de plata, plata por peso para el candelero y sus candilejas, conforme al servicio de cada candelero. Asimismo di� oro por peso para las mesas de la proposici�n, para cada mesa: del mismo modo plata para las mesas de plata: Tambi�n oro puro para los garfios y para las palanganas, y para los incensarios, y para los tazones de oro, para cada taz�n por peso; y para los tazones de plata, por peso para cada taz�n: Adem�s, oro puro por peso para el altar del perfume, y para el � manera de carro de los querubines de oro, que con las alas extendidas cubr�an el arca del pacto de Jehov�. Todas estas cosas, dijo David, se me han representado por la mano de Jehov� que me hizo entender todas las obras del dise�o. Dijo m�s David � Salom�n su hijo: An�mate y esfu�rzate, y ponlo por obra; no temas, ni desmayes, porque el Dios Jehov�, mi Dios, ser� contigo: �l no te dejar�, ni te desamparar�, hasta que acabes toda la obra para el servicio de la casa de Jehov�. He aqu� los �rdenes de los sacerdotes y de los Levitas, para todo el ministerio de la casa de Dios, ser�n contigo en toda la obra: asimismo todos los voluntarios � inteligentes para cualquiera especie de industria; y los pr�ncipes, y todo el pueblo para ejecutar todas tus �rdenes. 1 Cr�nicas 29DESPU�S dijo el rey David � toda la asamblea: A solo Salom�n mi hijo ha elegido Dios; �l es joven y tierno, y la obra grande; porque la casa no es para hombre, sino para Jehov� Dios. Yo empero con todas mis fuerzas he preparado para la casa de mi Dios, oro para las cosas de oro, y plata para las cosas de plata, y metal para las de metal, y hierro para las de hierro, y madera para las de madera, y piedras oniquinas, y piedras preciosas, y piedras negras, y piedras de diversos colores, y toda suerte de piedras preciosas, y piedras de m�rmol en abundancia. A m�s de esto, por cuanto tengo mi gusto en la casa de mi Dios, yo guardo en mi tesoro particular oro y plata que, adem�s de todas las cosas que he aprestado para la casa del santuario, he dado para la casa de mi Dios; A saber, tres mil talentos de oro, de oro de Ophir, y siete mil talentos de plata afinada para cubrir las paredes de las casas: Oro pues para las cosas de oro, y plata para las cosas de plata, y para toda la obra de manos de los oficiales. �Y qui�n quiere hacer hoy ofrenda � Jehov�? Entonces los pr�ncipes de las familias, y los pr�ncipes de las tribus de Israel, tribunos y centuriones, con los superintendentes de la hacienda del rey, ofrecieron de su voluntad; Y dieron para el servicio de la casa de Dios cinco mil talentos de oro y diez mil sueldos, y diez mil talentos de plata, y dieciocho mil talentos de metal, y cinco mil talentos de hierro. Y todo el que se hall� con piedras preciosas, di�las para el tesoro de la casa de Jehov�, en mano de Jehiel Gersonita. Y holg�se el pueblo de haber contribu�do de su voluntad; porque con entero coraz�n ofrecieron � Jehov� voluntariamente. Asimismo holg�se mucho el rey David, y bendijo � Jehov� delante de toda la congregaci�n; y dijo David: Bendito seas t�, oh Jehov�, Dios de Israel nuestro padre, de uno � otro siglo. Tuya es, oh Jehov�, la magnificencia, y el poder, y la gloria, la victoria, y el honor; porque todas las cosas que est�n en los cielos y en la tierra son tuyas. Tuyo, oh Jehov�, es el reino, y la altura sobre todos los que est�n por cabeza. Las riquezas y la gloria est�n delante de ti, y t� se�oreas � todos: y en tu mano est� la potencia y la fortaleza, y en tu mano la grandeza y fuerza de todas las cosas. Ahora pues, Dios nuestro, nosotros te confesamos, y loamos tu glorioso nombre. Porque �qui�n soy yo, y qui�n es mi pueblo, para que pudi�semos ofrecer de nuestra voluntad cosas semejantes? porque todo es tuyo, y lo recibido de tu mano te damos. Porque nosotros, extranjeros y advenedizos somos delante de ti, como todos nuestros padres; y nuestros d�as cual sombra sobre la tierra, y no dan espera. Oh Jehov� Dios nuestro, toda esta abundancia que hemos aprestado para edificar casa � tu santo nombre, de tu mano es, y todo es tuyo. Yo s�, Dios m�o, que t� escudri�as los corazones, y que la rectitud te agrada: por eso yo con rectitud de mi coraz�n voluntariamente te he ofrecido todo esto, y ahora he visto con alegr�a que tu pueblo, que aqu� se ha hallado ahora, ha dado para ti espont�neamente. Jehov�, Dios de Abraham, de Isaac, y de Israel, nuestros padres, conserva perpetuamente esta voluntad del coraz�n de tu pueblo, y encamina su coraz�n � ti. Asimismo da � mi hijo Salom�n coraz�n perfecto, para que guarde tus mandamientos, y tus testimonios y tus estatutos, y para que haga todas las cosas, y te edifique la casa para la cual yo he hecho el apresto. Despu�s dijo David � toda al congregaci�n: Bendecid ahora � Jehov� vuestro Dios. Entonces toda la congregaci�n bendijo � Jehov� Dios de sus padres, � inclin�ndose adoraron delante de Jehov�, y del rey. Y sacrificaron v�ctimas � Jehov�, y ofrecieron � Jehov� holocaustos el d�a siguiente, mil becerros, mil carneros, mil corderos con sus libaciones, y muchos sacrificios por todo Israel. Y comieron y bebieron delante de Jehov� aquel d�a con gran gozo; y dieron la segunda vez la investidura del reino � Salom�n hijo de David, y ungi�ronlo � Jehov� por pr�ncipe, y � Sadoc por sacerdote. Y sent�se Salom�n por rey en el trono de Jehov� en lugar de David su padre, y fu� prosperado; y obedeci�le todo Israel. Y todos los pr�ncipes y poderosos, y todos los hijos del rey David, prestaron homenaje al rey Salom�n. Y Jehov� engrandeci� en extremo � Salom�n � los ojos de todo Israel, y di�le gloria del reino, cual ning�n rey la tuvo antes de �l en Israel. As� rein� David hijo de Isa� sobre todo Israel. Y el tiempo que rein� sobre Israel fu� cuarenta a�os. Siete a�os rein� en Hebr�n, y treinta y tres rein� en Jerusalem. Y muri� en buena vejez, lleno de d�as, de riquezas, y de gloria: y rein� en su lugar Salom�n su hijo. Y los hechos del rey David, primeros y postreros, est�n escritos en el libro de las cr�nicas de Samuel vidente, y en las cr�nicas del profeta Nath�n, y en las cr�nicas de Gad vidente, Con todo lo relativo � su reinado, y su poder, y los tiempos que pasaron sobre �l, y sobre Israel, y sobre todos los reinos de aquellas tierras.
2 Cr�nicas LA BIBLIA Versión Reina-Valera de 1909 �NDICE [1 | 2 | 3 | 4 | 5 | 6 | 7 | 8 | 9 | 10 | 11 | 12 | 13 | 14 | 15 | 16 | 17 | 18 | 19 | 20 | 21 | 22 | 23 | 24 | 25 | 26 | 27 | 28 | 29 | 30 | 31 | 32 | 33 | 34 | 35 | 36] 2 Cr�nicas 1Y SALOMON hijo de David fu� afirmado en su reino; y Jehov� su Dios fu� con �l, y le engrandeci� sobremanera. Y llam� Salom�n � todo Israel, tribunos, centuriones, y jueces, y � todos los pr�ncipes de todo Israel, cabezas de familias. Y fu� Salom�n, y con �l toda esta junta, al alto que hab�a en Gaba�n; porque all� estaba el tabern�culo del testimonio de Dios, que Mois�s siervo de Jehov� hab�a hecho en el desierto. Mas David hab�a tra�do el arca de Dios de Ch�riath-jearim al lugar que �l le hab�a preparado; porque �l le hab�a tendido una tienda en Jerusalem. Asimismo el altar de bronce que hab�a hecho Bezaleel hijo de Uri hijo de Hur, estaba all� delante del tabern�culo de Jehov�, al cual fu� � consultar Salom�n con aquella junta. Subi� pues Salom�n all� delante de Jehov�, al altar de bronce que estaba en el tabern�culo del testimonio, y ofreci� sobre �l mil holocaustos. Y aquella noche apareci� Dios � Salom�n, y d�jole: Demanda lo que quisieres que yo te d�. Y Salom�n dijo � Dios: T� has hecho con David mi padre grande misericordia, y � m� me has puesto por rey en lugar suyo. Conf�rmese pues ahora, oh Jehov� Dios, tu palabra dada � David mi padre; porque t� me has puesto por rey sobre un pueblo en muchedumbre como el polvo de la tierra. Dame ahora sabidur�a y ciencia, para salir y entrar delante de este pueblo: porque �qui�n podr� juzgar este tu pueblo tan grande? Y dijo Dios � Salom�n: Por cuanto esto fu� en tu coraz�n, que no pediste riquezas, hacienda, � gloria, ni el alma de los que te quieren mal, ni pediste muchos d�as, sino que has pedido para ti sabidur�a y ciencia para juzgar mi pueblo, sobre el cual te he puesto por rey, Sabidur�a y ciencia te es dada; y tambi�n te dar� riquezas, hacienda, y gloria, cual nunca hubo en los reyes que han sido antes de ti, ni despu�s de ti habr� tal. Y volvi� Salom�n � Jerusalem del alto que estaba en Gaba�n, de ante el tabern�culo del testimonio; y rein� sobre Israel. Y junt� Salom�n carros y gente de � caballo; y tuvo mil y cuatrocientos carros, y doce mil jinetes, los cuales puso en las ciudades de los carros, y con el rey en Jerusalem. Y puso el rey plata y oro en Jerusalem como piedras, y cedro como cabrahigos que nacen en los campos en abundancia. Y sacaban caballos y lienzos finos de Egipto para Salom�n; pues por contrato tomaban all� los mercaderes del rey caballos y lienzos. Y sub�an, y sacaban de Egipto, un carro por seiscientas piezas de plata, y un caballo por ciento y cincuenta: y as� se sacaban por medio de ellos para todos los reyes de los Hetheos, y para los reyes de Siria. 2 Cr�nicas 2DETERMINO pues Salom�n edificar casa al nombre de Jehov�, y otra casa para su reino. Y cont� Salom�n setenta mil hombres que llevasen cargas, y ochenta mil hombres que cortasen en el monte, y tres mil y seiscientos que los gobernasen. Y envi� � decir Salom�n � Hiram rey de Tiro: Haz conmigo como hiciste con David mi padre, envi�ndole cedros para que edificara para s� casa en que morase. He aqu� yo tengo que edificar casa al nombre de Jehov� mi Dios, para consagr�rsela, para quemar perfumes arom�ticos delante de �l, y para la colocaci�n continua de los panes de la proposici�n, y para holocaustos � ma�ana y tarde, y los s�bados, y nuevas lunas, y festividades de Jehov� nuestro Dios; lo cual ha de ser perpetuo en Israel. Y la casa que tengo que edificar, ha de ser grande: porque el Dios nuestro es grande sobre todos los dioses. Mas �qui�n ser� tan poderoso que le edifique casa? Los cielos y los cielos de los cielos no le pueden comprender; �qui�n pues soy yo, que le edifique casa, sino para quemar perfumes delante de �l? Env�ame pues ahora un hombre h�bil, que sepa trabajar en oro, y en plata, y en metal, y en hierro, en p�rpura, y en grana, y en c�rdeno, y que sepa esculpir con los maestros que est�n conmigo en Jud� y en Jerusalem, los cuales previno mi padre. Env�ame tambi�n madera de cedro, de haya, de pino, del L�bano: porque yo s� que tus siervos entienden de cortar madera en el L�bano; y he aqu�, mis siervos ir�n con los tuyos, Para que me apresten mucha madera, porque la casa que tengo de edificar ha de ser grande y portentosa. Y he aqu� para los operarios tus siervos, cortadores de la madera, he dado veinte mil coros de trigo en grano, y veinte mil coros de cebada, y veinte mil batos de vino, y veinte mil batos de aceite. Entonces Hiram rey de Tiro respondi� por letras, las que envi� � Salom�n: Porque Jehov� am� � su pueblo, te ha puesto por rey sobre ellos. Y adem�s dec�a Hiram: Bendito sea Jehov� el Dios de Israel, que hizo los cielos y la tierra, y que di� al rey David hijo sabio, entendido, cuerdo y prudente, que edifique casa � Jehov�, y casa para su reino. Yo pues te he enviado un hombre h�bil y entendido, que fu� de Hiram mi padre, Hijo de una mujer de las hijas de Dan, mas su padre fu� de Tiro; el cual sabe trabajar en oro, y plata, y metal, y hierro, en piedra y en madera, en p�rpura, y en c�rdeno, en lino y en carmes�; asimismo para esculpir todas figuras, y sacar toda suerte de dise�o que se le propusiere, y estar con tus hombres peritos, y con los de mi se�or David tu padre. Ahora pues, enviar� mi se�or � sus siervos el trigo y cebada, y aceite y vino, que ha dicho; Y nosotros cortaremos en el L�bano la madera que hubieres menester, y te la traeremos en balsas por la mar hasta Joppe, y t� la har�s llevar hasta Jerusalem. Y cont� Salom�n todos los hombres extranjeros que estaban en la tierra de Israel, despu�s de haberlos ya contado David su padre, y fueron hallados ciento cincuenta y tres mil seiscientos. Y se�al� de ellos setenta mil para llevar cargas, y ochenta mil que cortasen en el monte, y tres mil y seiscientos por sobrestantes para hacer trabajar al pueblo. 2 Cr�nicas 3Y COMENZO Salom�n � edificar la casa en Jerusalem, en el monte Moria que hab�a sido mostrado � David su padre, en el lugar que David hab�a preparado en la era de Orn�n Jebuseo. Y comenz� � edificar en el mes segundo, � dos del mes, en el cuarto a�o de su reinado. Estas son las medidas de que Salom�n fund� el edificio de la casa de Dios. La primera medida fu�, la longitud de sesenta codos; y la anchura de veinte codos. El p�rtico que estaba en la delantera de la longitud, era de veinte codos al frente del ancho de la casa, y su altura de ciento y veinte: y cubri�lo por dentro de oro puro. Y tech� la casa mayor con madera de haya, la cual cubri� de buen oro, � hizo resaltar sobre ella palmas y cadenas. Cubri� tambi�n la casa de piedras preciosas por excelencia: y el oro era oro de Parvaim. As� cubri� la casa, sus vigas, sus umbrales, sus paredes, y sus puertas, con oro; y esculpi� querubines por las paredes. Hizo asimismo la casa del lugar sant�simo, cuya longitud era de veinte codos seg�n el ancho del frente de la casa, y su anchura de veinte codos: y cubri�la de buen oro que ascend�a � seiscientos talentos. Y el peso de los clavos tuvo cincuenta siclos de oro. Cubri� tambi�n de oro las salas. Y dentro del lugar sant�simo hizo dos querubines de forma de ni�os, los cuales cubrieron de oro. El largo de las alas de los querubines era de veinte codos: porque la una ala era de cinco codos: la cual llegaba hasta la pared de la casa; y la otra ala de cinco codos, la cual llegaba al ala del otro querub�n. De la misma manera la una ala del otro querub�n era de cinco codos: la cual llegaba hasta la pared de la casa; y la otra ala era de cinco codos, que tocaba al ala del otro querub�n. As� las alas de estos querubines estaban extendidas por veinte codos: y ellos estaban en pie con los rostros hacia la casa. Hizo tambi�n el velo de c�rdeno, p�rpura, carmes� y lino, � hizo resaltar en �l querubines. Delante de la casa hizo dos columnas de treinta y cinco codos de longitud, con sus capiteles encima, de cinco codos. Hizo asimismo cadenas en el oratorio, y p�solas sobre los capiteles de las columnas: � hizo cien granadas, las cuales puso en las cadenas. Y asent� las columnas delante del templo, la una � la mano derecha, y la otra � la izquierda; y � la de la mano derecha llam� Jach�n, y � la de la izquierda, Boaz. 2 Cr�nicas 4HIZO adem�s un altar de bronce de veinte codos de longitud, y veinte codos de anchura, y diez codos de altura. Tambi�n hizo un mar de fundici�n, el cual ten�a diez codos del un borde al otro, enteramente redondo: su altura era de cinco codos, y una l�nea de treinta codos lo ce��a alrededor. Y debajo de �l hab�a figuras de bueyes que lo circundaban, diez en cada codo todo alrededor: eran dos �rdenes de bueyes fundidos juntamente con el mar. Y estaba asentado sobre doce bueyes, tres de los cuales miraban al septentri�n, y tres al occidente, y tres al mediod�a, y tres al oriente: y el mar asentaba sobre ellos, y todas sus traseras estaban � la parte de adentro. Y ten�a de grueso un palmo, y el borde era de la hechura del borde de un c�liz, � flor de lis. Y hac�a tres mil batos. Hizo tambi�n diez fuentes, y puso cinco � la derecha y cinco � la izquierda, para lavar y limpiar en ellas la obra del holocausto; mas el mar era para lavarse los sacerdotes en �l. Hizo asimismo diez candeleros de oro seg�n su forma, los cuales puso en el templo, cinco � la derecha, y cinco � la izquierda. Adem�s hizo diez mesas y p�solas en el templo, cinco � la derecha, y cinco � la izquierda: igualmente hizo cien tazones de oro. A m�s de esto hizo el atrio de los sacerdotes, y el gran atrio, y las portadas del atrio, y cubri� las puertas de ellas de bronce. Y asent� el mar al lado derecho hacia el oriente, enfrente del mediod�a. Hizo tambi�n Hiram calderos, y palas, y tazones; y acab� Hiram la obra que hac�a al rey Salom�n para la casa de Dios; Dos columnas, y los cordones, los capiteles sobre las cabezas de las dos columnas, y dos redes para cubrir las dos bolas de los capiteles que estaban encima de las columnas; Cuatrocientas granadas en las dos redecillas, dos �rdenes de granadas en cada redecilla, para que cubriesen las dos bolas de los capiteles que estaban encima de las columnas. Hizo tambi�n las basas, sobre las cuales asent� las fuentes; Un mar, y doce bueyes debajo de �l: Y calderos, y palas, y garfios; y todos sus enseres hizo Hiram su padre al rey Salom�n para la casa de Jehov�, de metal pur�simo. Y fundi�los el rey en los llanos del Jord�n, en tierra arcillosa, entre Such�t y Seredat. Y Salom�n hizo todos estos vasos en grande abundancia, porque no pudo ser hallado el peso del metal. As� hizo Salom�n todos los vasos para la casa de Dios, y el altar de oro, y las mesas sobre las cuales se pon�an los panes de la proposici�n; Asimismo los candeleros y sus candilejas, de oro puro, para que las encendiesen delante del oratorio conforme � la costumbre. Y las flores, y las lamparillas, y las despabiladeras se hicieron de oro, de oro perfecto; Tambi�n los platillos, y las jofainas, y las cucharas, y los incensarios, de oro puro. Cuanto � la entrada de la casa, sus puertas interiores para el lugar sant�simo, y las puertas de la casa del templo, de oro. 2 Cr�nicas 5Y ACABADA que fu� toda la obra que hizo Salom�n para la casa de Jehov�, meti� Salom�n en ella las cosas que David su padre hab�a dedicado; y puso la plata, y el oro, y todos los vasos, en los tesoros de la casa de Dios. Entonces Salom�n junt� en Jerusalem los ancianos de Israel, y todos los pr�ncipes de las tribus, los cabezas de las familias de los hijos de Israel, para que trajesen el arca del pacto de Jehov� de la ciudad de David, que es Si�n. Y junt�ronse al rey todos los varones de Israel, � la solemnidad del mes s�ptimo. Y vinieron todos los ancianos de Israel, y tomaron los Levitas el arca: Y llevaron el arca, y el tabern�culo del testimonio, y todos los vasos del santuario que estaban en el tabern�culo: los sacerdotes y los Levitas los llevaron. Y el rey Salom�n, y toda la congregaci�n de Israel que se hab�a � �l reunido delante del arca, sacrificaron ovejas y bueyes, que por la multitud no se pudieron contar ni numerar. Y los sacerdotes metieron el arca del pacto de Jehov� en su lugar, en el oratorio de la casa, en el lugar sant�simo, bajo las alas de los querubines: Pues los querubines extend�an las alas sobre el asiento del arca, y cubr�an los querubines por encima as� el arca como sus barras. E hicieron salir fuera las barras, de modo que se viesen las cabezas de las barras del arca delante del oratorio, mas no se ve�an desde fuera: y all� estuvieron hasta hoy. En el arca no hab�a sino las dos tablas que Mois�s hab�a puesto en Horeb, con las cuales Jehov� hab�a hecho alianza con los hijos de Israel, despu�s que salieron de Egipto. Y como los sacerdotes salieron del santuario, (porque todos los sacerdotes que se hallaron hab�an sido santificados, y no guardaban sus veces; Y los Levitas cantores, todos los de Asaph, los de Hem�n, y los de Jeduth�n, juntamente con sus hijos y sus hermanos, vestidos de lino fino, estaban con c�mbalos y salterios y arpas al oriente del altar; y con ellos ciento veinte sacerdotes que tocaban trompetas:) Sonaban pues las trompetas, y cantaban con la voz todos � una, para alabar y confesar � Jehov�: y cuando alzaban la voz con trompetas y c�mbalos � instrumentos de m�sica, cuando alababan � Jehov�, diciendo: Porque es bueno, porque su misericordia es para siempre: la casa se llen� entonces de una nube, la casa de Jehov�. Y no pod�an los sacerdotes estar para ministrar, por causa de la nube; porque la gloria de Jehov� hab�a henchido la casa de Dios. 2 Cr�nicas 6ENTONCES dijo Salom�n: Jehov� ha dicho que �l habitar�a en la oscuridad. Yo pues he edificado una casa de morada para ti, y una habitaci�n en que mores para siempre. Y volviendo el rey su rostro, bendijo � toda la congregaci�n de Israel: y toda la congregaci�n de Israel estaba en pie. Y �l dijo: Bendito sea Jehov� Dios de Israel, el cual con su mano ha cumplido lo que habl� por su boca � David mi padre, diciendo: Desde el d�a que saqu� mi pueblo de la tierra de Egipto, ninguna ciudad he elegido de todas las tribus de Israel para edificar casa donde estuviese mi nombre, ni he escogido var�n que fuese pr�ncipe sobre mi pueblo Israel. Mas � Jerusalem he elegido para que en ella est� mi nombre, y � David he elegido para que fuese sobre mi pueblo Israel. Y David mi padre tuvo en el coraz�n edificar casa al nombre de Jehov� Dios de Israel. Mas Jehov� dijo � David mi padre: Respecto � haber tenido en tu coraz�n edificar casa � mi nombre, bien has hecho en haber tenido esto en tu coraz�n. Empero t� no edificar�s la casa, sino tu hijo que saldr� de tus lomos, �l edificar� casa � mi nombre. Y Jehov� ha cumplido su palabra que hab�a dicho, pues levant�me yo en lugar de David mi padre, y heme sentado en el trono de Israel, como Jehov� hab�a dicho, y he edificado casa al nombre de Jehov� Dios de Israel. Y en ella he puesto el arca, en la cual est� el pacto de Jehov� que concert� con los hijos de Israel. P�sose luego Salom�n delante del altar de Jehov�, en presencia de toda la congregaci�n de Israel, y extendi� sus manos. Porque Salom�n hab�a hecho un p�lpito de metal, de cinco codos de largo, y de cinco codos de ancho, y de altura de tres codos, y lo hab�a puesto en medio del atrio: y p�sose sobre �l, � hinc�se de rodillas delante de toda la congregaci�n de Israel, y extendiendo sus manos al cielo, dijo: Jehov� Dios de Israel, no hay Dios semejante � ti en el cielo ni en la tierra, que guardas el pacto y la misericordia � tus siervos que caminan delante de ti de todo su coraz�n; Que has guardado � tu siervo David mi padre lo que le dijiste: t� lo dijiste de tu boca, mas con tu mano lo has cumplido, como parece este d�a. Ahora pues, Jehov� Dios de Israel, guarda � tu siervo David mi padre lo que le has prometido, diciendo: No faltar� de ti var�n delante de m�, que se siente en el trono de Israel, � condici�n que tus hijos guarden su camino, andando en mi ley, como t� delante de m� has andado. Ahora pues, oh Jehov� Dios de Israel, verif�quese tu palabra que dijiste � tu siervo David. Mas �es verdad que Dios ha de habitar con el hombre en la tierra? He aqu�, los cielos y los cielos de los cielos no pueden contenerte: �cu�nto menos esta casa que he edificado? Mas t� mirar�s � la oraci�n de tu siervo, y � su ruego, oh Jehov� Dios m�o, para oir el clamor y la oraci�n con que tu siervo ora delante de ti. Que tus ojos est�n abiertos sobre esta casa de d�a y de noche, sobre el lugar del cual dijiste, Mi nombre estar� all�; que oigas la oraci�n con que tu siervo ora en este lugar. Asimismo que oigas el ruego de tu siervo, y de tu pueblo Israel, cuando en este lugar hicieren oraci�n, que t� oir�s desde los cielos, desde el lugar de tu morada: que oigas y perdones. Si alguno pecare contra su pr�jimo, y �l le pidiere juramento haci�ndole jurar, y el juramento viniere delante de tu altar en esta casa, T� oir�s desde los cielos, y obrar�s, y juzgar�s � tus siervos, dando la paga al imp�o, torn�ndole su proceder sobre su cabeza, y justificando al justo en darle conforme � su justicia. Si tu pueblo Israel cayere delante de los enemigos, por haber prevaricado contra ti, y se convirtieren, y confesaren tu nombre, y rogaren delante de ti en esta casa, T� oir�s desde los cielos, y perdonar�s el pecado de tu pueblo Israel, y los volver�s � la tierra que diste � ellos y � sus padres. Si los cielos se cerraren, que no haya lluvias por haber pecado contra ti, si oraren � ti en este lugar, y confesaren tu nombre, y se convirtieren de sus pecados, cuando los afligieres, T� los oir�s en los cielos, y perdonar�s el pecado de tus siervos y de tu pueblo Israel, y les ense�ar�s el buen camino para que anden en �l, y dar�s lluvia sobre tu tierra, la cual diste por heredad � tu pueblo. Y si hubiere hambre en la tierra, � si hubiere pestilencia, si hubiere tizoncillo � a�ublo, langosta � pulg�n; � si los cercaren sus enemigos en la tierra de su domicilio; cualquiera plaga � enfermedad que sea; Toda oraci�n y todo ruego que hiciere cualquier hombre, � todo tu pueblo Israel, cualquiera que conociere su llaga y su dolor en su coraz�n, si extendiere sus manos � esta casa, T� oir�s desde los cielos, desde el lugar de tu habitaci�n, y perdonar�s, y dar�s � cada uno conforme � sus caminos, habiendo conocido su coraz�n; (porque solo t� conoces el coraz�n de los hijos de los hombres;) Para que te teman y anden en tus caminos, todos los d�as que vivieren sobre la haz de la tierra que t� diste � nuestros padres. Y tambi�n al extranjero que no fuere de tu pueblo Israel, que hubiere venido de lejanas tierras � causa de tu grande nombre, y de tu mano fuerte, y de tu brazo extendido, si vinieren, y oraren en esta casa, T� oir�s desde los cielos, desde el lugar de tu morada, y har�s conforme � todas las cosas por las cuales hubiere clamado � ti el extranjero; para que todos los pueblos de la tierra conozcan tu nombre, y te teman como tu pueblo Israel, y sepan que tu nombre es invocado sobre esta casa que he edificado yo. Si tu pueblo saliere � la guerra contra sus enemigos por el camino que t� los enviares, y oraren � ti hacia esta ciudad que t� elegiste, hacia la casa que he edificado � tu nombre, T� oir�s desde los cielos su oraci�n y su ruego, y amparar�s su derecho. Si pecaren contra ti, (pues no hay hombre que no peque,) y te airares contra ellos, y los entregares delante de sus enemigos, para que los que los tomaren los lleven cautivos � tierra de enemigos, lejos � cerca, Y ellos volvieren en s� en la tierra donde fueren llevados cautivos; si se convirtieren, y oraren � ti en la tierra de su cautividad, y dijeren: Pecamos, hemos hecho inicuamente, imp�amente hemos obrado; Si se convirtieren � ti de todo su coraz�n y de toda su alma en la tierra de su cautividad, donde los hubieren llevado cautivos, y oraren hacia su tierra que t� diste � sus padres, hacia la ciudad que tu elegiste, y hacia la casa que he edificado � tu nombre; T� oir�s desde los cielos, desde el lugar de tu morada, su oraci�n y su ruego, y amparar�s su causa, y perdonar�s � tu pueblo que pec� contra ti. Ahora pues, oh Dios m�o, ru�gote est�n abiertos tus ojos, y atentos tus o�dos � la oraci�n en este lugar. Oh Jehov� Dios, lev�ntate ahora para habitar en tu reposo, t� y el arca de tu fortaleza; sean, oh Jehov� Dios, vestidos de salud tus sacerdotes, y gocen de bien tus santos. Jehov� Dios, no hagas volver el rostro de tu ungido: acu�rdate de las misericordias de David tu siervo. 2 Cr�nicas 7Y COMO Salom�n acab� de orar, el fuego descendi� de los cielos, y consumi� el holocausto y las v�ctimas; y la gloria de Jehov� hinchi� la casa. Y no pod�an entrar los sacerdotes en la casa de Jehov�, porque la gloria de Jehov� hab�a henchido la casa de Jehov�. Y como vieron todos los hijos de Israel descender el fuego y la gloria de Jehov� sobre la casa, cayeron en tierra sobre sus rostros en el pavimento, y adoraron, confesando � Jehov� y diciendo: Que es bueno, que su misericordia es para siempre. Entonces el rey y todo el pueblo sacrificaron v�ctimas delante de Jehov�. Y ofreci� el rey Salom�n en sacrificio veinte y dos mil bueyes, y ciento y veinte mil ovejas; y as� dedicaron la casa de Dios el rey y todo el pueblo. Y los sacerdotes asist�an en su ministerio; y los Levitas con los instrumentos de m�sica de Jehov�, los cuales hab�a hecho el rey David para confesar � Jehov�, que su misericordia es para siempre; cuando David alababa por mano de ellos. Asimismo los sacerdotes ta��an trompetas delante de ellos, y todo Israel estaba en pie. Tambi�n santific� Salom�n el medio del atrio que estaba delante de la casa de Jehov�, por cuanto hab�a ofrecido all� los holocaustos, y los sebos de los pac�ficos; porque en el altar de bronce que Salom�n hab�a hecho, no pod�an caber los holocaustos, y el presente, y los sebos. Entonces hizo Salom�n fiesta siete d�as, y con �l todo Israel, una grande congregaci�n, desde la entrada de Hamath hasta el arroyo de Egipto. Al octavo d�a hicieron convocaci�n, porque hab�an hecho la dedicaci�n del altar en siete d�as, y hab�an celebrado la solemnidad por siete d�as. Y � los veintitr�s del mes s�ptimo envi� al pueblo � sus estancias, alegres y gozosos de coraz�n por los beneficios que Jehov� hab�a hecho � David, y � Salom�n, y � su pueblo Israel. Acab� pues Salom�n la casa de Jehov�, y la casa del rey: y todo lo que Salom�n tuvo en voluntad de hacer en la casa de Jehov� y en su casa, fu� prosperado. Y apareci� Jehov� � Salom�n de noche, y d�jole: Yo he o�do tu oraci�n, y he elegido para m� este lugar por casa de sacrificio. Si yo cerrare los cielos, que no haya lluvia, y si mandare � la langosta que consuma la tierra, � si enviare pestilencia � mi pueblo; Si se humillare mi pueblo, sobre los cuales ni nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oir� desde los cielos, y perdonar� sus pecados, y sanar� su tierra. Ahora estar�n abiertos mis ojos, y atentos mis o�dos, � la oraci�n en este lugar: Pues que ahora he elegido y santificado esta casa, para que est� en ella mi nombre para siempre; y mis ojos y mi coraz�n estar�n ah� para siempre. Y t�, si anduvieres delante de m�, como anduvo David tu padre, � hicieres todas las cosas que yo te he mandado, y guardares mis estatutos y mis derechos, Yo confirmar� el trono de tu reino, como concert� con David tu padre, diciendo: No faltar� var�n de ti que domine en Israel. Mas si vosotros os volviereis, y dejareis mis estatutos y mis preceptos que os he propuesto, y fuereis y sirviereis � dioses ajenos, y los adorareis, Yo los arrancar� de mi tierra que les he dado; y esta casa que he santificado � mi nombre, yo la echar� de delante de m�, y pondr�la por proverbio y f�bula en todos los pueblos. Y esta casa que habr� sido ilustre, ser� espanto � todo el que pasare, y dir�: �Por qu� ha hecho as� Jehov� � esta tierra y � esta casa? Y se responder�: Por cuanto dejaron � Jehov� Dios de sus padres, el cual los sac� de la tierra de Egipto, y han abrazado dioses ajenos, y los adoraron y sirvieron: por eso �l ha tra�do todo este mal sobre ellos. 2 Cr�nicas 8Y ACONTECIO que al cabo de veinte a�os que Salom�n hab�a edificado la casa de Jehov� y su casa, Reedific� Salom�n las ciudades que Hiram le hab�a dado, y estableci� en ellas � los hijos de Israel. Despu�s vino Salom�n � Amath de Soba, y la tom�. Y edific� � Tadmor en el desierto, y todas las ciudades de municiones que edific� en Hamath. Asimismo reedific� � Beth-oron la de arriba, y � Beth-oron la de abajo, ciudades fortificadas, de muros, puertas, y barras; Y � Baalath, y � todas las villas de munici�n que Salom�n ten�a; tambi�n todas las ciudades de los carros y las de la gente de � caballo; y todo lo que Salom�n quiso edificar en Jerusalem, y en el L�bano, y en toda la tierra de su se�or�o. Y � todo el pueblo que hab�a quedado de los Hetheos, Amorrheos, Pherezeos, Heveos, y Jebuseos, que no eran de Israel, Los hijos de los que hab�an quedado en la tierra despu�s de ellos, � los cuales los hijos de Israel no destruyeron del todo, hizo Salom�n tributarios hasta hoy. Y de los hijos de Israel no puso Salom�n siervos en su obra; porque eran hombres de guerra, y sus pr�ncipes y sus capitanes, y comandantes de sus carros, y su gente de � caballo. Y ten�a Salom�n doscientos y cincuenta principales de los gobernadores, los cuales mandaban en aquella gente. Y pas� Salom�n � la hija de Fara�n, de la ciudad de David � la casa que �l le hab�a edificado; porque dijo: Mi mujer no morar� en la casa de David rey de Israel, porque aquellas habitaciones donde ha entrado el arca de Jehov�, son sagradas. Entonces ofreci� Salom�n holocaustos � Jehov� sobre el altar de Jehov�, que hab�a �l edificado delante del p�rtico, Para que ofreciesen cada cosa en su d�a, conforme al mandamiento de Mois�s, en los s�bados, en las nuevas lunas, y en las solemnidades, tres veces en el a�o, � saber, en la fiesta de los panes �zimos, en la fiesta de las semanas, y en la fiesta de las caba�as. Y constituy� los repartimientos de los sacerdotes en sus oficios, conforme � la ordenaci�n de David su padre; y los Levitas por sus �rdenes, para que alabasen y ministrasen delante de los sacerdotes, casa cosa en su d�a; asimismo los porteros por su orden � cada puerta: porque as� lo hab�a mandado David, var�n de Dios. Y no salieron del mandamiento del rey, cuanto � los sacerdotes y Levitas, y los tesoros, y todo negocio: Porque toda la obra de Salom�n estaba preparada desde el d�a en que la casa de Jehov� fu� fundada hasta que se acab�, hasta que la casa de Jehov� fu� acabada del todo. Entonces Salom�n fu� � Esion-geber, y � Eloth, � la costa de la mar en la tierra de Edom. Porque Hiram le hab�a enviado nav�os por mano de sus siervos, y marineros diestros en la mar, los cuales fueron con los siervos de Salom�n � Ophir, y tomaron de all� cuatrocientos y cincuenta talentos de oro, y los trajeron al rey Salom�n. 2 Cr�nicas 9Y OYENDO la reina de Seba la fama de Salom�n, vino � Jerusalem con un muy grande s�quito, con camellos cargados de aroma, y oro en abundancia, y piedras preciosas, para tentar � Salom�n con preguntas dif�ciles. Y luego que vino � Salom�n, habl� con �l todo lo que en su coraz�n ten�a. Pero Salom�n le declar� todas sus palabras: ninguna cosa qued� que Salom�n no le declarase. Y viendo la reina de Seba la sabidur�a de Salom�n, y la casa que hab�a edificado, Y las viandas de su mesa, y el asiento de sus siervos, y el estado de sus criados, y los vestidos de ellos, sus maestresalas y sus vestidos, y su subida por donde sub�a � la casa de Jehov�, no qued� m�s esp�ritu en ella. Y dijo al rey: Verdad es lo que hab�a o�do en mi tierra de tus cosas y de tu sabidur�a; Mas yo no cre�a las palabras de ellos, hasta que he venido, y mis ojos han visto: y he aqu� que ni aun la mitad de la grandeza de tu sabidur�a me hab�a sido dicha; porque t� sobrepujas la fama que yo hab�a o�do. Bienaventurados tus hombres, y dichosos estos tus siervos, que est�n siempre delante de ti, y oyen tu sabidur�a. Jehov� tu Dios sea bendito, el cual se ha agradado en ti para ponerte sobre su trono por rey de Jehov� tu Dios: por cuanto tu Dios am� � Israel para afirmarlo perpetuamente, por eso te ha puesto por rey sobre ellos, para que hagas juicio y justicia. Y di� al rey ciento y veinte talentos de oro, y gran copia de aromas, y piedras preciosas: nunca hubo tales aromas como los que di� la reina de Seba al rey Salom�n. Tambi�n los siervos de Hiram y los siervos de Salom�n, que hab�an tra�do el oro de Ophir, trajeron madera de Algummim, y piedras preciosas. E hizo el rey de la madera de Algummim gradas en la casa de Jehov�, y en las casas reales, y arpas y salterios para los cantores: nunca en tierra de Jud� se hab�a visto madera semejante. Y el rey Salom�n di� � la reina de Seba todo lo que ella quiso y le pidi�, m�s de lo que hab�a tra�do al rey. Despu�s se volvi� y fu�se � su tierra con sus siervos. Y el peso de oro que ven�a � Salom�n cada un a�o, era seiscientos sesenta y seis talentos de oro, Sin lo que tra�an los mercaderes y negociantes; y tambi�n todos los reyes de Arabia y los pr�ncipes de la tierra tra�an oro y plata � Salom�n. Hizo tambi�n el rey Salom�n doscientos paveses de oro de martillo, cada uno de los cuales ten�a seiscientos siclos de oro labrado: Asimismo trescientos escudos de oro batido, teniendo cada escudo trescientos siclos de oro: y p�solos el rey en la casa del bosque del L�bano. Hizo adem�s el rey un gran trono de marfil, y cubri�lo de oro puro. Y hab�a seis gradas al trono, con un estrado de oro al mismo, y brazos de la una parte y de la otra al lugar del asiento, y dos leones que estaban junto � los brazos. Hab�a tambi�n all� doce leones sobre las seis gradas de la una parte y de la otra. Jam�s fu� hecho otro semejante en reino alguno. Toda la vajilla del rey Salom�n era de oro, y toda la vajilla de la casa del bosque del L�bano, de oro puro. En los d�as de Salom�n la plata no era de estima. Porque la flota del rey iba � Tharsis con los siervos de Hiram, y cada tres a�os sol�an venir las naves de Tharsis, y tra�an oro, plata, marfil, simios, y pavos. Y excedi� el rey Salom�n � todos los reyes de la tierra en riqueza y en sabidur�a. Y todos los reyes de la tierra procuraban ver el rostro de Salom�n, por oir su sabidur�a, que Dios hab�a puesto en su coraz�n: Y de �stos, cada uno tra�a su presente, vasos de plata, vasos de oro, vestidos, armas, aromas, caballos y ac�milas, todos los a�os. Tuvo tambi�n Salom�n cuatro mil caballerizas para los caballos y carros, y doce mil jinetes, los cuales puso en las ciudades de los carros, y con el rey en Jerusalem. Y tuvo se�or�o sobre todos los reyes desde el r�o hasta la tierra de los Filisteos, y hasta el t�rmino de Egipto. Y puso el rey plata en Jerusalem como piedras, y cedros como los cabrahigos que nacen por las campi�as en abundancia. Sacaban tambi�n caballos para Salom�n, de Egipto y de todas las provincias. Lo dem�s de los hechos de Salom�n, primeros y postreros, �no est� todo escrito en los libros de Nath�n profeta, y en la profec�a de Ah�as Silonita, y en las profec�as del vidente Iddo contra Jeroboam hijo de Nabat? Y rein� Salom�n en Jerusalem sobre todo Israel cuarenta a�os. Y durmi� Salom�n con sus padres, y sepult�ronlo en la ciudad de David su padre: y rein� en su lugar Roboam su hijo. 2 Cr�nicas 10Y ROBOAM fu� � Sich�m porque en Sich�m se hab�a juntado todo Israel para hacerlo rey. Y como lo oy� Jeroboam hijo de Nabat, el cual estaba en Egipto, donde hab�a hu�do � causa del rey Salom�n, volvi� de Egipto. Y enviaron y llam�ronle. Vino pues Jeroboam, y todo Israel, y hablaron � Roboam, diciendo: Tu padre agrav� nuestro yugo: afloja t�, pues, ahora algo de la dura servidumbre, y del grave yugo con que tu padre nos apremi�, y te serviremos. Y �l les dijo: Volved � m� de aqu� � tres d�as. Y el pueblo se fu�. Entonces el rey Roboam tom� consejo con los viejos, que hab�an estado delante de Salom�n su padre cuando viv�a, y d�joles: �C�mo aconsej�is vosotros que responda � este pueblo? Y ellos le hablaron, diciendo: Si te condujeres humanamente con este pueblo, y los agradares, y les hablares buenas palabras, ellos te servir�n perpetuamente. Mas �l, dejando el consejo que le dieron los viejos, tom� consejo con los mancebos que se hab�an criado con �l, y que delante de �l asist�an; Y d�joles: �Qu� aconsej�is vosotros que respondamos � este pueblo, que me ha hablado, diciendo: Alivia algo del yugo que tu padre puso sobre nosotros? Entonces los mancebos que se hab�an criado con �l, le hablaron, diciendo: As� dir�s al pueblo que te ha hablado diciendo, Tu padre agrav� nuestro yugo, mas t� desc�rganos: as� les dir�s: Lo m�s menudo m�o es m�s grueso que los lomos de mi padre. As� que, mi padre os carg� de grave yugo, y yo a�adir� � vuestro yugo: mi padre os castig� con azotes, y yo con escorpiones. Vino pues Jeroboam con todo el pueblo � Roboam al tercer d�a: seg�n el rey les hab�a mandado deciendo: Volved � m� de aqu� � tres d�as. Y respondi�les el rey �speramente; pues dej� el rey Roboam el consejo de los viejos, Y habl�les conforme al consejo de los mancebos, diciendo: Mi padre agrav� vuestro yugo, y yo a�adir� � vuestro yugo: mi padre os castig� con azotes, y yo con escorpiones. Y no escuch� el rey al pueblo; porque la causa era de Dios, para cumplir Jehov� su palabra que hab�a hablado, por Ah�as Silonita, � Jeroboam hijo de Nabat. Y viendo todo Israel que el rey no les hab�a o�do, respondi� el pueblo al rey, diciendo: �Qu� parte tenemos nosotros con David, ni herencia en el hijo de Isa�? �Israel, cada uno � sus estancias! �David, mira ahora por tu casa! As� se fu� todo Israel � sus estancias. Mas rein� Roboam sobre los hijos de Israel que habitaban en las ciudades de Jud�. Envi� luego el rey Roboam � Adoram, que ten�a cargo de los tributos; pero le apedrearon los hijos de Israel, y muri�. Entonces se esforz� el rey Roboam, y subiendo en un carro huy� � Jerusalem. As� se apart� Israel de la casa de David hasta hoy. 2 Cr�nicas 11Y COMO vino Roboam � Jerusalem, junt� la casa de Jud� y de Benjam�n, ciento y ochenta mil hombres escogidos de guerra, para pelear contra Israel y volver el reino � Roboam. Mas fu� palabra de Jehov� � Seme�as var�n de Dios, diciendo: Habla � Roboam hijo de Salom�n, rey de Jud�, y � todos los Israelitas en Jud� y Benjam�n, dici�ndoles: As� ha dicho Jehov�: No sub�is ni pele�is contra vuestros hermanos; vu�lvase casa uno � su casa, porque yo he hecho este negocio. Y ellos oyeron la palabra de Jehov�, y torn�ronse, y no fueron contra Jeroboam. Y habit� Roboam en Jerusalem, y edific� ciudades para fortificar � Jud�. Y edific� � Beth-lehem, y � Etham, y � Tecoa, Y � Beth-sur, y � Soch�, y � Adullam, Y � Gath, y � Maresa, y � Ziph, Y � Adoraim, y � Lach�s, y � Acech�, Y � Sora, y � Ajal�n, y � Hebr�n, que eran en Jud� y en Benjam�n, ciudades fuertes. Fortific� tambi�n las fortalezas, y puso en ellas capitanes, y vituallas, y vino, y aceite; Y en todas las ciudades, escudos y lanzas. Fortific�las pues en gran manera, y Jud� y Benjam�n le estaban sujetos. Y los sacerdotes y Levitas que estaban en todo Israel, se juntaron � �l de todos sus t�rminos. Porque los Levitas dejaban sus ejidos y sus posesiones, y se ven�an � Jud� y � Jerusalem: pues Jeroboam y sus hijos los echaban del ministerio de Jehov�. Y �l se hizo sacerdotes para los altos, y para los demonios, y para los becerros que �l hab�a hecho. Tras aqu�llos acudieron tambi�n de todas las tribus de Israel los que hab�an puesto su coraz�n en buscar � Jehov� Dios de Israel; y vini�ronse � Jerusalem para sacrificar � Jehov�, el Dios de sus padres. As� fortificaron el reino de Jud�, y confirmaron � Roboam hijo de Salom�n, por tres a�os; porque tres a�os anduvieron en el camino de David y de Salom�n. Y tom�se Roboam por mujer � Mahalath, hija de Jerimoth hijo de David, y � Abihail, hija de Eliab hijo de Esa�. La cual le pari� hijos: � Jeus, y � Samaria, y � Zaham. Despu�s de ella tom� � Maach� hija de Absalom, la cual le pari� � Ab�as, � Athai, Ziza, y Selomith. Mas Roboam am� � Maach� hija de Absalom sobre todas sus mujeres y concubinas; porque tom� diez y ocho mujeres y sesenta concubinas, y engendr� veintiocho hijos y sesenta hijas. Y puso Roboam � Ab�as hijo de Maach� por cabeza y pr�ncipe de sus hermanos, porque quer�a hacerle rey. E h�zole instruir, y esparci� todos sus hijos por todas las tierras de Jud� y de Benjam�n, y por todas las ciudades fuertes, y di�les vituallas en abundancia, y pidi� muchas mujeres. 2 Cr�nicas 12Y COMO Roboam hubo confirmado el reino, dej� la ley de Jehov�, y con �l todo Israel. Y en el quinto a�o del rey Roboam subi� Sisac rey de Egipto contra Jerusalem, (por cuanto se hab�an rebelado contra Jehov�,) Con mil y doscientos carros, y con sesenta mil hombres de � caballo: mas el pueblo que ven�a con �l de Egipto, no ten�a n�mero; � saber, de Libios, Sukienos, y Etiopes. Y tom� las ciudades fuertes de Jud�, y lleg� hasta Jerusalem. Entonces vino Seme�as profeta � Roboam y � los pr�ncipes de Jud�, que estaban reunidos en Jerusalem por causa de Sisac, y d�joles: As� ha dicho Jehov�: Vosotros me hab�is dejado, y yo tambi�n os he dejado en manos de Sisac. Y los pr�ncipes de Israel y el rey se humillaron, y dijeron: Justo es Jehov�. Y como vi� Jehov� que se hab�an humillado, fu� palabra de Jehov� � Seme�as, diciendo: Hanse humillado; no los destruir�; antes los salvare en breve, y no se derramar� mi ira contra Jerusalem por mano de Sisac. Empero ser�n sus siervos; para que sepan qu� es servirme � m�, y servir � los reinos de las naciones. Subi� pues Sisac rey de Egipto � Jerusalem, y tom� los tesoros de la casa de Jehov�, y los tesoros de la casa del rey; todo lo llev�: y tom� los paveses de oro que Salom�n hab�a hecho. Y en lugar de ellos hizo el rey Roboam paveses de metal, y entreg�los en manos de los jefes de la guardia, los cuales custodiaban la entrada de la casa del rey. Y cuando el rey iba � la casa de Jehov�, ven�an los de la guardia, y tra�anlos, y despu�s los volv�an � la c�mara de la guardia. Y como �l se humill�, la ira de Jehov� se apart� de �l, para no destruirlo del todo: y tambi�n en Jud� las cosas fueron bien. Fortificado pues Roboam, rein� en Jerusalem: y era Roboam de cuarenta y un a�os cuando comenz� � reinar, y diecisiete a�os rein� en Jerusalem, ciudad que escogi� Jehov� de todas las tribus de Israel, para poner en ella su nombre. Y el nombre de su madre fu� Naama Ammonita. E hizo lo malo, porque no apercibi� su coraz�n para buscar � Jehov�. Y las cosas de Roboam, primeras y postreras, �no est�n escritas en los libros de Seme�as profeta y de Iddo vidente, en la cuenta de los linajes? Y entre Roboam y Jeroboam hubo perpetua guerra. Y durmi� Roboam con sus padres, y fu� sepultado en la ciudad de David: y rein� en su lugar Ab�as su hijo. 2 Cr�nicas 13A LOS dieciocho a�os del rey Jeroboam, rein� Ab�as sobre Jud�. Y rein� tres a�os en Jerusalem. El nombre de su madre fu� Mich��a hija de Uriel de Gabaa. Y hubo guerra entre Ab�as y Jeroboam. Entonces orden� Ab�as batalla con un ej�rcito de cuatrocientos mil hombres de guerra valerosos y escogidos: y Jeroboam orden� batalla contra �l con ochocientos mil hombres escogidos, fuertes y valerosos. Y levant�se Ab�as sobre el monte de Semaraim, que es en los montes de Ephraim, y dijo: Oidme, Jeroboam y todo Israel. �No sab�is vosotros, que Jehov� Dios de Israel di� el reino � David sobre Israel para siempre, � �l y � sus hijos en alianza de sal? Pero Jeroboam hijo de Nabat, siervo de Salom�n hijo de David, se levant� y rebel� contra su se�or. Y se allegaron � el hombres vanos, hijos de iniquidad, y pudieron m�s que Roboam hijo de Salom�n, porque Roboam era mozo y tierno de coraz�n, y no se defendi� de ellos. Y ahora vosotros trat�is de fortificaros contra el reino de Jehov� en mano de los hijos de David, porque sois muchos, y ten�is con vosotros los becerros de oro que Jeroboam os hizo por dioses. �No echasteis vosotros � los sacerdotes de Jehov�, � los hijos de Aar�n, y � los Levitas, y os hab�is hecho sacerdotes � la manera de los pueblos de otras tierras, para que cualquiera venga � consagrarse con un becerro y siete carneros, y as� sea sacerdote de los que no son dioses? Mas en cuanto � nosotros, Jehov� es nuestro Dios, y no le hemos dejado: y los sacerdotes que ministran � Jehov� son los hijos de Aar�n, y los Levitas en la obra; Los cuales queman � Jehov� los holocaustos cada ma�ana y cada tarde, y los perfumes arom�ticos; y ponen los panes sobre la mesa limpia, y el candelero de oro con sus candilejas para que ardan cada tarde: porque nosotros guardamos la ordenanza de Jehov� nuestro Dios; mas vosotros le hab�is dejado. Y he aqu� Dios est� con nosotros por cabeza, y sus sacerdotes con las trompetas del j�bilo para que suenen contra vosotros. Oh hijos de Israel, no pele�is contra Jehov� el Dios de vuestros padres, porque no os suceder� bien. Pero Jeroboam hizo girar una emboscada para venir � ellos por la espalda: y estando as� delante de ellos, la emboscada estaba � espaldas de Jud�. Y como mir� Jud�, he aqu� que ten�a batalla delante y � las espaldas; por lo que clamaron � Jehov�, y los sacerdotes tocaron las trompetas. Entonces los de Jud� alzaron grita; y as� que ellos alzaron grita, Dios desbarat� � Jeroboam y � todo Israel delante de Ab�as y de Jud�: Y huyeron los hijos de Israel delante de Jud�, y Dios los entreg� en sus manos. Y Ab�as y su gente hac�an en ellos gran mortandad; y cayeron heridos de Israel quinientos mil hombres escogidos. As� fueron humillados los hijos de Israel en aquel tiempo: mas los hijos de Jud� se fortificaron, porque se apoyaban en Jehov� el Dios de sus padres. Y sigui� Ab�as � Jeroboam, y tom�le algunas ciudades, � Beth-el con sus aldeas, � Jesana con sus aldeas, y � Ephraim con sus aldeas. Y nunca m�s tuvo Jeroboam poder�o en los d�as de Ab�as: � hiri�le Jehov�, y muri�. Empero se fortific� Ab�as; y tom� catorce mujeres, y engendr� veintid�s hijos, y diecis�is hijas. Lo dem�s de los hechos de Ab�as, sus caminos y sus negocios, est� escrito en la historia de Iddo profeta. 2 Cr�nicas 14Y DURMIO Ab�as con sus padres, y fu� sepultado en la ciudad de David. Y rein� en su lugar su hijo Asa, en cuyos d�as tuvo sosiego el pa�s por diez a�os. E hizo Asa lo bueno y lo recto en los ojos de Jehov� su Dios. Porque quit� los altares del culto ajeno, y los altos; quebr� las im�genes, y tal� los bosques; Y mand� � Jud� que buscasen � Jehov� el Dios de sus padres, y pusiesen por obra la ley y sus mandamientos. Quit� asimismo de todas las ciudades de Jud� los altos y las im�genes, y estuvo el reino quieto delante de �l. Y edific� ciudades fuertes en Jud�, por cuanto hab�a paz en la tierra, y no hab�a guerra contra �l en aquellos tiempos; porque Jehov� le hab�a dado reposo. Dijo por tanto � Jud�: Edifiquemos estas ciudades, y cerqu�moslas de muros con torres, puertas, y barras, ya que la tierra es nuestra: porque hemos buscado � Jehov� nuestro Dios, h�mosle buscado, y �l nos ha dado reposo de todas partes. Edificaron pues, y fueron prosperados. Tuvo tambi�n Asa ej�rcito que tra�a escudos y lanzas: de Jud� trescientos mil, y de Benjam�n doscientos y ochenta mil que tra�an escudos y flechaban arcos; todos hombres diestros. Y sali� contra ellos Zera Etiope con un ej�rcito de mil millares, y trescientos carros; y vino hasta Maresa. Entonces sali� Asa contra �l, y ordenaron la batalla en el valle de Sephata junto � Maresa. Y clam� Asa � Jehov� su Dios, y dijo: Jehov�, no tienes t� m�s con el grande que con el que ninguna fuerza tiene, para dar ayuda. Ay�danos, oh Jehov� Dios nuestro, porque en ti nos apoyamos, y en tu nombre venimos contra este ej�rcito. Oh Jehov�, t� eres nuestro Dios: no prevalezca contra ti el hombre. Y Jehov� deshizo los Etiopes delante de Asa y delante de Jud�; y huyeron los Etiopes. Y Asa, y el pueblo que con �l estaba, lo sigui� hasta Gerar: y cayeron los Etiopes hasta no quedar en ellos aliento; porque fueron deshechos delante de Jehov� y de su ej�rcito. Y les tomaron muy grande despojo. Batieron tambi�n todas las ciudades alrededor de Gerar, porque el terror de Jehov� fu� sobre ellos: y saquearon todas las ciudades, porque hab�a en ellas gran despojo. Asimismo dieron sobre las caba�as de los ganados, y trajeron muchas ovejas y camellos, y volvi�ronse � Jerusalem. 2 Cr�nicas 15Y FU� el esp�ritu de Dios sobre Azar�as hijo de Obed; Y sali� al encuentro � Asa, y d�jole: Oidme, Asa, y todo Jud� y Benjam�n: Jehov� es con vosotros, si vosotros fueres con �l: y si le buscareis, ser� hallado de vosotros; mas si le dejareis, �l tambi�n os dejar�. Muchos d�as ha estado Israel sin verdadero Dios y sin sacerdote, y sin ense�ador y sin ley: Mas cuando en su tribulaci�n se convirtieron � Jehov� Dios de Israel, y le buscaron, �l fu� hallado de ellos. En aquellos tiempos no hubo paz, ni para el que entraba, ni para el que sal�a, sino muchas aflicciones sobre todos los habitadores de las tierras. Y la una gente destru�a � la otra, y una ciudad � otra ciudad: porque Dios los conturb� con todas calamidades. Esforzaos empero vosotros, y no desfallezcan vuestras manos; que salario hay para vuestra obra. Y como oy� Asa las palabras y profec�a de Obed profeta, fu� confortado, y quit� las abominaciones de toda la tierra de Jud� y de Benjam�n, y de las ciudades que �l hab�a tomado en el monte de Ephraim; y repar� el altar de Jehov� que estaba delante del p�rtico de Jehov�. Despu�s hizo juntar � todo Jud� y Benjam�n, y con ellos los extranjeros de Ephraim, y de Manas�s, y de Sime�n: porque muchos de Israel se hab�an pasado � �l, viendo que Jehov� su Dios era con �l. Junt�ronse pues en Jerusalem en el mes tercero del a�o d�cimoquinto del reinado de Asa. Y en aquel mismo d�a sacrificaron � Jehov�, de los despojos que hab�an tra�do, setecientos bueyes y siete mil ovejas. Y entraron en concierto de que buscar�an � Jehov� el Dios de sus padres, de todo su coraz�n y de toda su alma; Y que cualquiera que no buscase � Jehov� el Dios de Israel, muriese, grande � peque�o, hombre � mujer. Y juraron � Jehov� con gran voz y j�bilo, � son de trompetas y de bocinas: Del cual juramento todos los de Jud� se alegraron; porque de todo su coraz�n lo juraban, y de toda su voluntad lo buscaban: y fu� hallado de ellos; y di�les Jehov� reposo de todas partes. Y aun � Maach� madre del rey Asa, �l mismo la depuso de su dignidad, porque hab�a hecho un �dolo en el bosque: y Asa deshizo su �dolo, y lo desmenuz�, y quem� en el torrente de Cedr�n. Mas con todo eso los altos no eran quitados de Israel, aunque el coraz�n de Asa fu� perfecto mientras vivi�. Y meti� en la casa de Dios lo que su padre hab�a dedicado, y lo que �l hab�a consagrado, plata y oro y vasos. Y no hubo guerra hasta los treinta y cinco a�os del reinado de Asa. 2 Cr�nicas 16EN el a�o treinta y seis del reinado de Asa, subi� Baasa rey de Israel contra Jud�, y edific� � Rama, para no dejar salir ni entrar � ninguno al rey Asa, rey de Jud�. Entonces sac� Asa la plata y el oro de los tesoros de la casa de Jehov� y de la casa real, y envi� � Ben-adad rey de Siria, que estaba en Damasco, diciendo: Haya alianza entre m� y ti, como la hubo entre mi padre y tu padre; he aqu� yo te he enviado plata y oro, para que vengas y deshagas la alianza que tienes con Baasa rey de Israel, � fin de que se retire de m�. Y consinti� Ben-adad con el rey Asa, y envi� los capitanes de sus ej�rcitos � la ciudades de Israel: y batieron � Ion, Dan, y Abel-maim, y las ciudades fuertes de Nephtal�. Y oyendo esto Baasa, ces� de edificar � Rama, y dej� su obra. Entonces el rey Asa tom� � todo Jud�, y llev�ronse de Rama la piedra y madera con que Baasa edificaba, y con ella edific� � Gibaa y Mizpa. En aquel tiempo vino Hanani vidente � Asa rey de Jud�, y d�jole: Por cuanto te has apoyado en el rey de Siria, y no te apoyaste en Jehov� tu Dios, por eso el ej�rcito del rey de Siria ha escapado de tus manos. Los Etiopes y los Libios, �no eran un ej�rcito numeros�simo, con carros y muy mucha gente de � caballo? con todo, porque te apoyaste en Jehov�, �l los entreg� en tus manos. Porque los ojos de Jehov� contemplan toda la tierra, para corroborar � los que tienen coraz�n perfecto para con �l. Locamente has hecho en esto; porque de aqu� adelante habr� guerra contra ti. Y enojado Asa contra el vidente, ech�lo en la casa de la c�rcel, porque fu� en extremo conmovido � causa de esto. Y oprimi� Asa en aquel tiempo algunos del pueblo. Mas he aqu�, los hechos de Asa, primeros y postreros, est�n escritos en el libro de los reyes de Jud� y de Israel. Y el a�o treinta y nueve de su reinado enferm� Asa de los pies para arriba, y en su enfermedad no busc� � Jehov�, sino � los m�dicos. Y durmi� Asa con sus padres, y muri� en el a�o cuarenta y uno de su reinado. Y sepult�ronlo en sus sepulcros que �l hab�a hecho para s� en la ciudad de David; 2 Cr�nicas 17Y REINO en su lugar Josaphat su hijo, el cual prevaleci� contra Israel. Y puso ej�rcito en todas las ciudades fuertes de Jud�, y coloc� gente de guarnici�n, en tierra de Jud�, y asimismo en las ciudades de Ephraim que su padre Asa hab�a tomado. Y fu� Jehov� con Josaphat, porque anduvo en los primeros caminos de David su padre, y no busc� � los Baales; Sino que busc� al Dios de su padre, y anduvo en sus mandamientos, y no seg�n las obras de Israel. Jehov� por tanto confirm� el reino en su mano, y todo Jud� di� � Josaphat presentes; y tuvo riquezas y gloria en abundancia. Y anim�se su coraz�n en los caminos de Jehov�, y quit� los altos y los bosques de Jud�. Al tercer a�o de su reinado envi� sus pr�ncipes Ben-hail, Obd�as, Zach�r�as, Nathaniel y Mich�as, para que ense�asen en las ciudades de Jud�; Y con ellos � los Levitas, Seme�as, Nethan�as, Zebad�as, y Asael, y Semiramoth, y Jonath�n, y Adon�as, y Tob�as, y Tobadon�as, Levitas; y con ellos � Elisama y � Joram, sacerdotes. Y ense�aron en Jud�, teniendo consigo el libro de la ley de Jehov�, y rodearon por todas las ciudades de Jud� ense�ando al pueblo. Y cay� el pavor de Jehov� sobre todos los reinos de las tierras que estaban alrededor de Jud�; que no osaron hacer guerra contra Josaphat. Y tra�an de los Filisteos presentes � Josaphat, y tributos de plata. Los Arabes tambi�n le trajeron ganados, siete mil y setecientos carneros y siete mil y setecientos machos de cabr�o. Iba pues Josaphat creciendo altamente: y edific� en Jud� fortalezas y ciudades de dep�sitos. Tuvo adem�s muchas obras en las ciudades de Jud�, y hombres de guerra muy valientes en Jerusalem. Y este es el n�mero de ellos seg�n las casas de sus padres: en Jud�, jefes de los millares: el general Adna, y con �l trescientos mil hombres muy esforzados; Despu�s de �l, el jefe Johan�n, y con �l doscientos y ochenta mil; Tras �ste, Amas�as hijo de Zichri, el cual se hab�a ofrecido voluntariamente � Jehov�, y con �l doscientos mil hombres valientes; De Benjam�n, Eliada, hombre muy valeroso, y con �l doscientos mil armados de arco y escudo; Tras �ste, Jozabad, y con �l ciento y ochenta mil apercibidos para la guerra. Estos eran siervos del rey, sin los que hab�a el rey puesto en las ciudades de guarnici�n por toda Judea. 2 Cr�nicas 18TENIA pues Josaphat riquezas y gloria en abundancia, y trab� parentesco con Ach�b. Y despu�s de algunos a�os descendi� � Ach�b � Samaria; por lo que mat� Ach�b muchas ovejas y bueyes para �l, y para la gente que con �l ven�a: y persuadi�le que fuese con �l � Ramoth de Galaad. Y dijo Ach�b rey de Israel � Josaphat rey de Jud�: �Quieres venir conmigo � Ramoth de Galaad? Y �l respondi�: Como yo, as� tambi�n t�; y como tu pueblo, as� tambi�n mi pueblo: iremos contigo � la guerra. Adem�s dijo Josaphat al rey de Israel: Ru�gote que consultes hoy la palabra de Jehov�. Entonces el rey de Israel junt� cuatrocientos profetas, y d�joles: �Iremos � la guerra contra Ramoth de Galaad, � estar�me yo quieto? Y ellos dijeron: Sube, que Dios los entregar� en mano del rey. Mas Josaphat dijo: �Hay a�n aqu� alg�n profeta de Jehov�, para que por �l preguntemos? Y el rey de Israel respondi� � Josaphat: Aun hay aqu� un hombre por el cual podemos preguntar � Jehov�: mas yo le aborrezco, porque nunca me profetiza cosa buena, sino siempre mal. Este es Mich�as, hijo de Imla. Y respondi� Josaphat: No hable as� el rey. Entonces el rey de Israel llam� un eunuco, y d�jole: Haz venir luego � Mich�as hijo de Imla. Y el rey de Israel y Josaphat rey de Jud�, estaban sentados cada uno en su trono, vestidos de sus ropas; y estaban sentados en la era � la entrada de la puerta de Samaria, y todos los profetas profetizaban delante de ellos. Y Sedech�as hijo de Ch�naana se hab�a hecho cuernos de hierro, y dec�a: As� ha dicho Jehov�: Con estos acornear�s � los Siros hasta destruirlos del todo. De esta manera profetizaban tambi�n todos los profetas, diciendo: Sube � Ramoth de Galaad, y s� prosperado; porque Jehov� la entregar� en mano del rey. Y el mensajero que hab�a ido � llamar � Mich�as, le habl�, diciendo: He aqu� las palabras de los profetas � una boca anuncian al rey bienes; yo pues te ruego que tu palabra sea como la de uno de ellos, que hables bien. Y dijo Mich�as: Vive Jehov�, que lo que mi Dios me dijere, eso hablar�. Y vino al rey. Y el rey le dijo: Mich�as, �iremos � pelear contra Ramoth de Galaad, � estar�me yo quieto? Y �l respondi�: Subid, que ser�is prosperados, que ser�n entregados en vuestras manos. Y el rey le dijo: �Hasta cu�ntas veces te conjurar� por el nombre de Jehov� que no me hables sino la verdad? Entonces �l dijo: He visto � todo Israel derramado por los montes como ovejas sin pastor: y dijo Jehov�: Estos no tienen se�or; vu�lvase cada uno en paz en su casa. Y el rey de Israel dijo � Josaphat: �No te hab�a yo dicho que no me profetizar�a bien, sino mal? Entonces �l dijo: Oid pues palabra de Jehov�: Yo he visto � Jehov� sentado en su trono, y todo el ej�rcito de los cielos estaba � su mano derecha y � su izquierda. Y Jehov� dijo: �Qui�n inducir� � Ach�b rey de Israel, para que suba y caiga en Ramoth de Galaad? Y uno dec�a as�, y otro dec�a de otra manera. Mas sali� un esp�ritu, que se puso delante de Jehov�, y dijo: Yo le inducir�. Y Jehov� le dijo: �De qu� modo? Y �l dijo: Saldr� y ser� esp�ritu de mentira en la boca de todos los profetas. Y Jehov� dijo: Incita, y tambi�n prevalece: sal, y hazlo as�. Y he aqu� ahora ha puesto Jehov� esp�ritu de mentira en la boca de estos tus profetas; mas Jehov� ha decretado el mal acerca de ti. Entonces Sedech�as hijo de Ch�naana se lleg� � �l, � hiri� � Mich�as en la mejilla, y dijo: �Por qu� camino se apart� de m� el esp�ritu de Jehov� para hablarte � ti? Y Mich�as respondi�: He aqu� t� lo ver�s aquel d�a, cuando te entrar�s de c�mara en c�mara para esconderte. Entonces el rey de Israel dijo: Tomad � Mich�as, y volvedlo � Am�n gobernador de la ciudad, y � Joas hijo del rey. Y dir�is: El rey ha dicho as�: Poned � �ste en la c�rcel, y sustentadle con pan de aflicci�n y agua de angustia, hasta que yo vuelva en paz. Y Mich�as dijo: Si t� volvieres en paz, Jehov� no ha hablado por m�. Dijo adem�s: Oid lo, pueblos todos. Subi� pues el rey de Israel, y Josaphat rey de Jud�, � Ramoth de Galaad. Y dijo el rey de Israel � Josaphat: Yo me disfrazar� para entrar en la batalla: mas t� v�stete tus vestidos. Y disfraz�se el rey de Israel, y entr� en la batalla. Hab�a el rey de Siria mandado � los capitanes de los carros que ten�a consigo, diciendo: No pele�is con chico ni con grande, sino s�lo con el rey de Israel. Y como los capitanes de los carros vieron � Josaphat, dijeron: Este es el rey de Israel. Y cerc�ronlo para pelear; mas Josaphat clam�, y ayud�lo Jehov�, y apart�los Dios de �l: Pues viendo los capitanes de los carros que no era el rey de Israel, desistieron de acosarle. Mas disparando uno el arco � la ventura, hiri� al rey de Israel entre las junturas y el coselete. El entonces dijo al carretero: Vuelve tu mano, y s�came del campo, porque estoy mal herido. Y arreci� la batalla aquel d�a, por lo que estuvo el rey de Israel en pie en el carro enfrente de los Siros hasta la tarde; mas muri� � puestas del sol. 2 Cr�nicas 19Y JOSAPHAT rey de Jud� se volvi� en paz � su casa en Jerusalem. Y sali�le al encuentro Jeh� el vidente, hijo de Hanani, y dijo al rey Josaphat: �Al imp�o das ayuda, y amas � los que aborrecen � Jehov�? Pues la ira de la presencia de Jehov� ser� sobre ti por ello. Empero se han hallado en ti buenas cosas, porque cortaste de la tierra los bosques, y has apercibido tu coraz�n � buscar � Dios. Habit� pues Josaphat en Jerusalem; mas daba vuelta y sal�a al pueblo, desde Beer-seba hasta el monte de Ephraim, y reduc�alos � Jehov� el Dios de sus padres. Y puso en la tierra jueces en todas las ciudades fuertes de Jud�, por todos los lugares. Y dijo � los jueces: Mirad lo que hac�is: porque no juzgu�is en lugar de hombre, sino en lugar de Jehov�, el cual est� con vosotros en el negocio del juicio. Sea pues con vosotros el temor de Jehov�; guardad y haced: porque en Jehov� nuestro Dios no hay iniquidad, ni acepci�n de personas, ni recibir cohecho. Y puso tambi�n Josaphat en Jerusalem algunos de los Levitas y sacerdotes, y de los padres de familias de Israel, para el juicio de Jehov� y para las causas. Y volvi�ronse � Jerusalem. Y mand�les, diciendo: Proceder�is asimismo con temor de Jehov�, con verdad, y con coraz�n �ntegro. En cualquier causa que viniere � vosotros de vuestros hermanos que habitan en las ciudades, entre sangre y sangre, entre ley y precepto, estatutos y derechos, hab�is de amonestarles que no pequen contra Jehov�, porque no venga ira sobre vosotros y sobre vuestros hermanos. Obrando as� no pecar�is. Y he aqu� Amar�as sacerdote ser� el que os presida en todo negocio de Jehov�; y Zebad�as hijo de Ismael, pr�ncipe de la casa de Jud�, en todos los negocios del rey; tambi�n los Levitas ser�n oficiales en presencia de vosotros. Esforzaos pues, y obrad; que Jehov� ser� con el bueno. 2 Cr�nicas 20PASADAS estas cosas, aconteci� que los hijos de Moab y de Amm�n, y con ellos otros de los Ammonitas, vinieron contra Josaphat � la guerra. Y acudieron, y dieron aviso � Josaphat, diciendo: Contra ti viene una grande multitud de la otra parte de la mar, y de la Siria; y he aqu� ellos est�n en Hasas�n-tamar, que es Engedi. Entonces �l tuvo temor; y puso Josaphat su rostro para consultar � Jehov�, � hizo pregonar ayuno � todo Jud�. Y junt�ronse los de Jud� para pedir socorro � Jehov�: y tambi�n de todas las ciudades de Jud� vinieron � pedir � Jehov�. P�sose entonces Josaphat en pie en la reuni�n de Jud� y de Jerusalem, en la casa de Jehov�, delante del atrio nuevo; Y dijo: Jehov� Dios de nuestros padres, �no eres t� Dios en los cielos, y te ense�oreas en todos los reinos de las Gentes? �no est� en tu mano tal fuerza y potencia, que no hay quien te resista? Dios nuestro, �no echaste t� los moradores de aquesta tierra delante de tu pueblo Israel, y la diste � la simiente de Abraham tu amigo para siempre? Y ellos han habitado en ella, y te han edificado en ella santuario � tu nombre, diciendo: Si mal viniere sobre nosotros, � espada de castigo, � pestilencia, � hambre, presentarnos hemos delante de esta casa, y delante de ti, (porque tu nombre est� en esta casa,) y de nuestras tribulaciones clamaremos � ti, y t� nos oir�s y salvar�s. Ahora pues, he aqu� los hijos de Amm�n y de Moab, y los del monte de Seir, � la tierra de los cuales ni quisiste que pasase Israel cuando ven�an de la tierra de Egipto, sino que se apartasen de ellos, y no los destruyesen; He aqu� ellos nos dan el pago, viniendo � echarnos de tu heredad, que t� nos diste � poseer. �Oh Dios nuestro! �no los juzgar�s t�? porque en nosotros no hay fuerza contra tan grande multitud que viene contra nosotros: no sabemos lo que hemos de hacer, mas � ti volvemos nuestros ojos. Y todo Jud� estaba en pie delante de Jehov�, con sus ni�os, y sus mujeres, y sus hijos. Y estaba all� Jahaziel hijo de Zach�r�as, hijo de Bena�as, hijo de Jeiel, hijo de Mathan�as, Levita de los hijos de Asaph, sobre el cual vino el esp�ritu de Jehov� en medio de la reuni�n; Y dijo: Oid, Jud� todo, y vosotros moradores de Jerusalem, y t�, rey Josaphat. Jehov� os dice as�: No tem�is ni os amedrent�is delante de esta tan grande multitud; porque no es vuestra la guerra, sino de Dios. Ma�ana descender�is contra ellos: he aqu� que ellos subir�n por la cuesta de Sis, y los hallar�is junto al arroyo, antes del desierto de Jeruel. No habr� para qu� vosotros pele�is en este caso: paraos, estad quedos, y ved la salud de Jehov� con vosotros. Oh Jud� y Jerusalem, no tem�is ni desmay�is; salid ma�ana contra ellos, que Jehov� ser� con vosotros. Entonces Josaphat se inclin� rostro por tierra, y asimismo todo Jud� y los moradores de Jerusalem se postraron delante de Jehov�, y adoraron � Jehov�. Y levant�ronse los Levitas de los hijos de Coath y de los hijos de Cor�, para alabar � Jehov� el Dios de Israel � grande y alta voz. Y como se levantaron por la ma�ana, salieron por el desierto de Tecoa. Y mientras ellos sal�an, Josaphat estando en pie, dijo: Oidme, Jud� y moradores de Jerusalem. Creed � Jehov� vuestro Dios, y ser�is seguros; creed � sus profetas, y ser�is prosperados. Y habido consejo con el pueblo, puso � algunos que cantasen � Jehov�, y alabasen en la hermosura de la santidad, mientras que sal�a la gente armada, y dijesen: Glorificad � Jehov�, porque su misericordia es para siempre. Y como comenzaron con clamor y con alabanza, puso Jehov� contra los hijos de Amm�n, de Moab, y del monte de Seir, las emboscadas de ellos mismos que ven�an contra Jud�, y mat�ronse los unos � los otros: Pues los hijos de Amm�n y Moab se levantaron contra los del monte de Seir, para matarlos y destruirlos; y como hubieron acabado � los del monte de Seir, cada cual ayud� � la destrucci�n de su compa�ero. Y luego que vino Jud� � la atalaya del desierto, miraron hacia la multitud; mas he aqu� yac�an ellos en tierra muertos, que ninguno hab�a escapado. Viniendo entonces Josaphat y su pueblo � despojarlos, hallaron en ellos muchas riquezas entre los cad�veres, as� vestidos como preciosos enseres, los cuales tomaron para s�, tantos, que no los pod�an llevar: tres d�as dur� el despojo, porque era mucho. Y al cuarto d�a se juntaron en el valle de Beracah; porque all� bendijeron � Jehov�, y por esto llamaron el nombre de aquel paraje el valle de Beracah, hasta hoy. Y todo Jud� y los de Jerusalem, y Josaphat � la cabeza de ellos, volvieron para tornarse � Jerusalem con gozo, porque Jehov� les hab�a dado gozo de sus enemigos. Y vinieron � Jerusalem con salterios, arpas, y bocinas, � la casa de Jehov�. Y fu� el pavor de Dios sobre todos los reinos de aquella tierra, cuando oyeron que Jehov� hab�a peleado contra los enemigos de Israel. Y el reino de Josaphat tuvo reposo; porque su Dios le di� reposo de todas partes. As� rein� Josaphat sobre Jud�: de treinta y cinco a�os era cuando comenz� � reinar, y rein� veinte y cinco a�os en Jerusalem. El nombre de su madre fu� Azuba, hija de Silhi. Y anduvo en el camino de Asa su padre, sin apartarse de �l, haciendo lo recto en los ojos de Jehov�. Con todo eso los altos no eran quitados; que el pueblo aun no hab�a enderezado su coraz�n al Dios de sus padres. Lo dem�s de los hechos de Josaphat, primeros y postreros, he aqu� est�n escritos en las palabras de Jeh� hijo de Hanani, del cual es hecha menci�n en el libro de los reyes de Israel. Pasadas estas cosas, Josaphat rey de Jud� trab� amistad con Och�z�as rey de Israel, el cual fu� dado � la impiedad: E hizo con �l compa��a para aparejar nav�os que fuesen � Tharsis; y construyeron los nav�os en Esion-geber. Entonces Eliezer hijo de Dodava de Mareosah, profetiz� contra Josaphat, diciendo: Por cuanto has hecho compa��a con Och�z�as, Jehov� destruir� tus obras. Y los nav�os se rompieron, y no pudieron ir � Tharsis. 2 Cr�nicas 21Y DURMIO Josaphat con sus padres, y sepult�ronlo con sus padres en la ciudad de David. Y rein� en su lugar Joram su hijo. Este tuvo hermanos, hijos de Josaphat, � Azar�as, Jehiel, Zach�r�as, Azar�as, Mich�el, y Sephat�as. Todos estos fueron hijos de Josaphat rey de Israel. Y su padre les hab�a dado muchos dones de oro y de plata, y cosas preciosas, y ciudades fuertes en Jud�; mas hab�a dado el reino � Joram, porque �l era el primog�nito. Fu� pues elevado Joram al reino de su padre; y luego que se hizo fuerte, mat� � cuchillo � todos sus hermanos, y asimismo algunos de los pr�ncipes de Israel. Cuando comenz� � reinar era de treinta y dos a�os, y rein� ocho a�os en Jerusalem. Y anduvo en el camino de los reyes de Israel, como hizo la casa de Ach�b; porque ten�a por mujer la hija de Ach�b, � hizo lo malo en ojos de Jehov�. Mas Jehov� no quiso destruir la casa de David, � causa de la alianza que con David hab�a hecho, y porque le hab�a dicho que le dar�a l�mpara � �l y � sus hijos perpetuamente. En los d�as de �ste se rebel� la Idumea, para no estar bajo el poder de Jud�, y pusieron rey sobre s�. Entonces pas� Joram con sus pr�ncipes, y consigo todos sus carros; y levant�se de noche, � hiri� � los Idumeos que le hab�an cercado, y � todos los comandantes de sus carros. Con todo eso Edom qued� rebelado, sin estar bajo la mano de Jud� hasta hoy. Tambi�n se rebel� en el mismo tiempo Libna para no estar bajo su mano; por cuanto �l hab�a dejado � Jehov� el Dios de sus padres. Dem�s de esto hizo altos en los montes de Jud�, � hizo que los moradores de Jerusalem fornicasen, y � ello impeli� � Jud�. Y vini�ronle letras del profeta El�as, que dec�an: Jehov�, el Dios de David tu padre, ha dicho as�: Por cuanto no has andado en los caminos de Josaphat tu padre, ni en los caminos de Asa, rey de Jud�, Antes has andado en el camino de los reyes de Israel, y has hecho que fornicase Jud�, y los moradores de Jerusalem, como fornic� la casa de Ach�b; y adem�s has muerto � tus hermanos, � la familia de tu padre, los cuales eran mejores que t�: He aqu� Jehov� herir� tu pueblo de una grande plaga, y � tus hijos y � tus mujeres, y � toda tu hacienda; Y � ti con muchas enfermedades, con enfermedad de tus entra�as, hasta que las entra�as se te salgan � causa de la enfermedad de cada d�a. Entonces despert� Jehov� contra Joram el esp�ritu de los Filisteos, y de los Arabes que estaban junto � los Etiopes; Y subieron contra Jud�, � invadieron la tierra, y tomaron toda la hacienda que hallaron en la casa del rey, y � sus hijos, y � sus mujeres; que no le qued� hijo, sino Joach�z el menor de sus hijos. Despu�s de todo esto Jehov� lo hiri� en las entra�as de una enfermedad incurable. Y aconteci� que, pasando un d�a tras otro, al fin, al cabo de dos a�os, las entra�as se le salieron con la enfermedad, muriendo as� de enfermedad muy penosa. Y no le hizo quema su pueblo, como las hab�a hecho � sus padres. Cuando comenz� � reinar era de treinta y dos a�os, y rein� en Jerusalem ocho a�os; y fu�se sin ser deseado. Y sepult�ronlo en la ciudad de David, mas no en los sepulcros de los reyes. 2 Cr�nicas 22Y LOS moradores de Jerusalem hicieron rey en lugar suyo � Och�z�as su hijo menor: porque la tropa hab�a venido con los Arabes al campo, hab�a muerto � todos los mayores; por lo cual rein� Och�z�as, hijo de Joram rey de Jud�. Cuando Och�z�as comenz� � reinar era de cuarenta y dos a�os, y rein� un a�o en Jerusalem. El nombre de su madre fu� Athal�a, hija de Omri. Tambi�n �l anduvo en los caminos de la casa de Ach�b: porque su madre le aconsejaba � obrar imp�amente. Hizo pues lo malo en ojos de Jehov�, como la casa de Ach�b; porque despu�s de la muerte de su padre, ellos le aconsejaron para su perdici�n. Y �l anduvo en los consejos de ellos, y fu� � la guerra con Joram hijo de Ach�b, rey de Israel, contra Hazael rey de Siria, � Ramoth de Galaad, donde los Siros hirieron � Joram. Y se volvi� para curarse en Jezreel de las heridas que le hab�an hecho en Rama, peleando con Hazael rey de Siria. Y descendi� Azar�as hijo de Joram, rey de Jud�, � visitar � Joram hijo de Ach�b, en Jezreel, porque all� estaba enfermo. Esto empero ven�a de Dios, para que Och�z�as fuese hollado viniendo � Joram: porque siendo venido, sali� con Joram contra Jeh� hijo de Nimsi, al cual Jehov� hab�a ungido para que talase la casa de Ach�b. Y fu� que, haciendo juicio Jeh� con la casa de Ach�b, hall� � los pr�ncipes de Jud�, y � los hijos de los hermanos de Och�z�as, que serv�an � Och�z�as, y mat�los. Y buscando � Och�z�as, el cual se hab�a escondido en Samaria, tom�ronlo, y traj�ronlo � Jeh�, y le mataron; y di�ronle sepultura, porque dijeron: Es hijo de Josaphat, el cual busc� � Jehov� de todo su coraz�n. Y la casa de Och�z�as no ten�a fuerzas para poder retener el reino. Entonces Athal�a madre de Och�z�as, viendo que su hijo era muerto, levant�se y destruy� toda la simiente real de la casa de Jud�. Empero Josabeth, hija del rey, tom� � Joas hijo de Och�z�as, y arrebat�lo de entre los hijos del rey, que mataban, y guard�le � �l y � su ama en la c�mara de los lechos. As� pues lo escondi� Josabeth, hija del rey Joram, mujer de Joiada el sacerdote, (porque ella era hermana de Och�z�as), de delante de Athal�a, y no lo mataron. Y estuvo con ellos escondido en la casa de Dios seis a�os. Entre tanto Athal�a reinaba en el pa�s. 2 Cr�nicas 23MAS el s�ptimo a�o se anim� Joiada, y tom� consigo en alianza � los centuriones, Azar�as hijo de Jeroam, y � Ismael hijo de Johan�n, y � Azar�as hijo de Obed, y � Maas�as hijo de Ada�as, y � Elisaphat hijo de Zichri; Los cuales rodeando por Jud�, juntaron los Levitas de todas las ciudades de Jud�, y � los pr�ncipes de las familias de Israel, y vinieron � Jerusalem. Y toda la multitud hizo alianza con el rey en la casa de Dios. Y �l les dijo: He aqu� el hijo del rey, el cual reinar�, como Jehov� lo tiene dicho de los hijos de David. Lo que hab�is de hacer es: la tercera parte de vosotros, los que entran de semana, estar�n de porteros con los sacerdotes y los Levitas; Y la tercera parte, � la casa del rey; y la tercera parte, � la puerta del fundamento: y todo el pueblo estar� en los patios de la casa de Jehov�. Y ninguno entre en la casa de Jehov�, sino los sacerdotes y Levitas que sirven: �stos entrar�n, porque est�n consagrados; y todo el pueblo har� la guardia de Jehov�. Y los Levitas rodear�n al rey por todas partes, y cada uno tendr� sus armas en la mano; y cualquiera que entrare en la casa, muera: y estar�is con el rey cuando entrare, y cuando saliere. Y los Levitas y todo Jud� lo hicieron todo como lo hab�a mandado el sacerdote Joiada: y tom� cada uno los suyos, los que entraban de semana, y los que sal�an el s�bado: porque el sacerdote Joiada no di� licencia � las compa��as. Di� tambi�n el sacerdote Joiada � los centuriones las lanzas, paveses y escudos que hab�an sido del rey David, que estaban en la casa de Dios; Y puso en orden � todo el pueblo, teniendo cada uno su espada en la mano, desde el rinc�n derecho del templo hasta el izquierdo, hacia el altar y la casa, en derredor del rey por todas partes. Entonces sacaron al hijo del rey, y pusi�ronle la corona y el testimonio, � hici�ronle rey; y Joiada y sus hijos le ungieron, diciendo luego: �Viva el rey! Y como Athal�a oy� el estruendo de la gente que corr�a, y de los que bendec�an al rey, vino al pueblo � la casa de Jehov�; Y mirando, vi� al rey que estaba junto � su columna � la entrada, y los pr�ncipes y los trompetas junto al rey, y que todo el pueblo de la tierra hac�a alegr�as, y sonaban bocinas, y cantaban con instrumentos de m�sica los que sab�an alabar. Entonces Athal�a rasg� sus vestidos, y dijo: �Conjuraci�n, conjuraci�n! Y sacando el pont�fice Joiada los centuriones y capitanes del ej�rcito, d�joles: Sacadla fuera del recinto; y el que la siguiere, muera � cuchillo: porque el sacerdote hab�a mandado que no la matasen en la casa de Jehov�. Ellos pues le echaron mano, y luego que hubo ella pasado la entrada de la puerta de los caballos de la casa del rey, all� la mataron. Y Joiada hizo pacto entre s� y todo el pueblo y el rey, que ser�an pueblo de Jehov�. Despu�s de esto entr� todo el pueblo en el templo de Baal, y derrib�ronlo, y tambi�n sus altares; � hicieron pedazos sus im�genes, y mataron delante de los altares � Math�n, sacerdote de Baal. Luego orden� Joiada los oficios en la casa de Jehov� bajo la mano de los sacerdotes y Levitas, seg�n David los hab�a distribu�do en la casa de Jehov�, para ofrecer � Jehov� los holocaustos, como est� escrito en la ley de Mois�s, con gozo y cantares, conforme � la ordenaci�n de David. Puso tambi�n porteros � las puertas de la casa de Jehov�, para que por ninguna v�a entrase ning�n inmundo. Tom� despu�s los centuriones, y los principales, y los que gobernaban el pueblo; y � todo el pueblo de la tierra, y llev� al rey de la casa de Jehov�; y viniendo hasta el medio de la puerta mayor de la casa del rey, sentaron al rey sobre el trono del reino. Y todo el pueblo del pa�s hizo alegr�as: y la ciudad estuvo quieta, muerto que hubieron � Athal�a � cuchillo. 2 Cr�nicas 24DE SIETE a�os era Joas cuando comenz� � reinar, y cuarenta a�os rein� en Jerusalem. El nombre de su madre fu� Sibia, de Beer-seba. E hizo Joas lo recto en ojos de Jehov� todos los d�as de Joiada el sacerdote. Y tom� para �l Joiada dos mujeres; y engendr� hijos � hijas. Despu�s de esto aconteci� que Joas tuvo voluntad de reparar la casa de Jehov�. Y junt� los sacerdotes y los Levitas, y d�joles: Salid por las ciudades de Jud�, y juntad dinero de todo Israel, para que cada a�o sea reparada la casa de vuestro Dios; y vosotros poned diligencia en el negocio. Mas los Levitas no pusieron diligencia. Por lo cual el rey llam� � Joiada el principal, y d�jole: �Por qu� no has procurado que los Levitas traigan de Jud� y de Jerusalem al tabern�culo del testimonio, la ofrenda que impuso Mois�s siervo de Jehov�, y de la congregaci�n de Israel? Porque la imp�a Athal�a y sus hijos hab�an destru�do la casa de Dios, y adem�s hab�an gastado en los �dolos todas las cosas consagradas � la casa de Jehov�. Mand� pues el rey que hiciesen un arca, la cual pusieron fuera � la puerta de la casa de Jehov�; E hicieron pregonar en Jud� y en Jerusalem, que trajesen � Jehov� la ofrenda que Mois�s siervo de Dios hab�a impuesto � Israel en el desierto. Y todos los pr�ncipes y todo el pueblo se holgaron: y tra�an, y echaban en el arca hasta henchirla. Y como ven�a el tiempo para llevar el arca al magistrado del rey por mano de los Levitas, cuando ve�an que hab�a mucho dinero, ven�a el escriba del rey, y el que estaba puesto por el sumo sacerdote, y llevaban el arca, y vaci�banla, y volv�anla � su lugar: y as� lo hac�an de d�a en d�a, y recog�an mucho dinero; El cual daba el rey y Joiada � los que hac�an la obra del servicio de la casa de Jehov�, y tomaban canteros y oficiales que reparasen la casa de Jehov�, y herreros y metalarios para componer la casa de Jehov�. Hac�an pues los oficiales la obra, y por sus manos fu� la obra restaurada, y restituyeron la casa de Dios � su condici�n, y la consolidaron. Y cuando hubieron acabado, trajeron lo que quedaba del dinero al rey y � Joiada, � hicieron de �l vasos para la casa de Jehov�, vasos para el servicio, morteros, cucharas, vasos de oro y de plata. Y sacrificaban holocaustos continuamente en la casa de Jehov� todos los d�as de Joiada. Mas Joiada envejeci�, y muri� harto de d�as: de ciento y treinta a�os era cuando muri�. Y sepult�ronlo en la ciudad de David con los reyes, por cuanto hab�a hecho bien con Israel, y para con Dios, y con su casa. Muerto Joiada, vinieron los pr�ncipes de Jud�, � hicieron acatamiento al rey; y el rey los oy�. Y desampararon la casa de Jehov� el Dios de sus padres, y sirvieron � los bosques y � las im�genes esculpidas; y la ira vino sobre Jud� y Jerusalem por este su pecado. Y envi�les profetas, para que los redujesen � Jehov�, los cuales les protestaron: mas ellos no los escucharon. Y el esp�ritu de Dios envisti� � Zach�r�as, hijo de Joiada el sacerdote, el cual estando sobre el pueblo, les dijo: As� ha dicho Dios: �Por qu� quebrant�is los mandamientos de Jehov�? No os vendr� bien de ello; porque por haber dejado � Jehov�, el tambi�n os dejar�. Mas ellos hicieron conspiraci�n contra �l, y cubri�ronle de piedras por mandato del rey, en el patio de la casa de Jehov�. No tuvo pues memoria el rey Joas de la misericordia que su padre Joiada hab�a hecho con �l, antes mat�le su hijo; el cual dijo al morir: Jehov� lo vea, y lo requiera. A la vuelta del a�o subi� contra �l el ej�rcito de Siria; y vinieron � Jud� y � Jerusalem, y destruyeron en el pueblo � todos los principales de �l, y enviaron todos sus despojos al rey � Damasco. Porque aunque el ej�rcito de Siria hab�a venido con poca gente, Jehov� les entreg� en sus manos un ej�rcito muy numeroso; por cuanto hab�an dejado � Jehov� el Dios de sus padres. Y con Joas hicieron juicios. Y y�ndose de �l los Siros, dej�ronlo en muchas enfermedades; y conspiraron contra �l sus siervos � causa de las sangres de los hijos de Joiada el sacerdote, � hiri�ronle en su cama, y muri�: y sepult�ronle en la ciudad de David, mas no lo sepultaron en los sepulcros de los reyes. Los que conspiraron contra �l fueron Zabad, hijo de Simath Ammonita, y Jozabad, hijo de Simrith Moabita. De sus hijos, y de la multiplicaci�n que hizo de las rentas, y de la instauraci�n de la casa de Jehov�, he aqu� est� escrito en la historia del libro de los reyes. Y rein� en su lugar Amas�as su hijo. 2 Cr�nicas 25DE VEINTICINCO a�os era Amas�as cuando comenz� � reinar, y veintinueve a�os rein� en Jerusalem: el nombre de su madre fu� Joaddan, de Jerusalem. Hizo �l lo recto en los ojos de Jehov� aunque no de perfecto coraz�n. Y luego que fu� confirmado en el reino, mat� � sus siervos que hab�an muerto al rey su padre; Mas no mat� � los hijos de ellos, seg�n lo que est� escrito en la ley en el libro de Mois�s, donde Jehov� mand�, diciendo: No morir�n los padres por los hijos, ni los hijos por los padres; mas cada uno morir� por su pecado. Junt� luego Amas�as � Jud�, y con arreglo � las familias p�soles tribunos y centuriones por todo Jud� y Benjam�n; y tom�los por lista de veinte a�os arriba, y fueron hallados en ellos trescientos mil escogidos para salir � la guerra, que ten�an lanza y escudo. Y de Israel tom� � sueldo cien mil hombres valientes, por cien talentos de plata. Mas un var�n de Dios vino � �l, dici�ndole: Rey, no vaya contigo el ej�rcito de Israel; porque Jehov� no es con Israel, ni con todos los hijos de Ephraim. Pero si t� vas, si lo haces, y te esfuerzas para pelear, Dios te har� caer delante de los enemigos; porque en Dios est� la fortaleza, � para ayudar, � para derribar. Y Amas�as dijo al var�n de Dios: �Qu� pues se har� de cien talentos que he dado al ej�rcito de Israel? Y el var�n de Dios respondi�: De Jehov� es darte mucho m�s que esto. Entonces Amas�as apart� el escuadr�n de la gente que hab�a venido � �l de Ephraim, para que se fuesen � sus casas: y ellos se enojaron grandemente contra Jud�, y volvi�ronse � sus casas encolerizados. Esforz�ndose entonces Amas�as, sac� su pueblo, y vino al valle de la Sal: � hiri� de los hijos de Seir diez mil. Y los hijos de Jud� tomaron vivos otros diez mil, los cuales llevaron � la cumbre de un pe�asco, y de all� los despe�aron, y todos se hicieron pedazos. Empero los del escuadr�n que Amas�as hab�a despedido, porque no fuesen con �l � la guerra, derram�ronse sobre las ciudades de Jud�, desde Samaria hasta Beth-oron, � hirieron de ellos tres mil, y tomaron un grande despojo. Regresando luego Amas�as de la matanza de los Idumeos, trajo tambi�n consigo los dioses de los hijos de Seir, y p�soselos para s� por dioses, y encorv�se delante de ellos, y quem�les perfumes. Encendi�se por tanto el furor de Jehov� contra Amas�as, y envi� � �l un profeta, que le dijo: �Por qu� has buscado los dioses de gente, que no libraron � su pueblo de tus manos? Y habl�ndole el profeta estas cosas, �l le respondi�: �Hante puesto � ti por consejero del rey? D�jate de eso: �por qu� quieres que te maten? Y al cesar, el profeta dijo luego: Yo s� que Dios ha acordado destruirte, porque has hecho esto, y no obedeciste � mi consejo. Y Amas�as rey de Jud�, habido su consejo, envi� � decir � Joas, hijo de Joach�z hijo de Jeh�, rey de Israel: Ven, y ve�monos cara � cara. Entonces Joas rey de Israel envi� � decir � Amas�as rey de Jud�: El cardo que estaba en el L�bano, envi� al cedro que estaba en el L�bano, diciendo: Da tu hija � mi hijo por mujer. Y he aqu� que las bestias fieras que estaban en el L�bano, pasaron, y hollaron el cardo. T� dices: He aqu� he herido � Edom; y tu coraz�n se enaltece para gloriarte: ahora est�te en tu casa; �para qu� te entrometes en mal, para caer t� y Jud� contigo? Mas Amas�as no quiso oir; porque estaba de Dios, que los quer�a entregar en manos de sus enemigos, por cuanto hab�an buscado los dioses de Edom. Subi� pues Joas rey de Israel, y vi�ronse cara � cara �l y Amas�as rey de Jud�, en Beth-semes, la cual es de Jud�. Pero cay� Jud� delante de Israel, y huy� cada uno � su estancia. Y Joas rey de Israel prendi� en Beth-semes � Amas�as rey de Jud�, hijo de Joas hijo de Joach�z, y llev�lo � Jerusalem: y derrib� el muro de Jerusalem desde la puerta de Ephraim hasta la puerta del �ngulo, cuatrocientos codos. Asimismo tom� todo el oro y plata, y todos los vasos que se hallaron en la casa de Dios en casa de Obed-edom, y los tesoros de la casa del rey, y los hijos de los pr�ncipes, y volvi�se � Samaria. Y vivi� Amas�as hijo de Joas, rey de Jud�, quince a�os despu�s de la muerte de Joas hijo de Joach�z rey de Israel. Lo dem�s de los hechos de Amas�as, primeros y postreros, �no est� escrito en el libro de los reyes de Jud� y de Israel? Desde aquel tiempo que Amas�as se apart� de Jehov�, maquinaron contra �l conjuraci�n en Jerusalem; y habiendo �l hu�do � Lach�s, enviaron tras �l � Lach�s, y all� lo mataron; Y traj�ronlo en caballos, y sepult�ronlo con sus padres en la ciudad de Jud�. 2 Cr�nicas 26ENTONCES todo el pueblo de Jud� tom� � Uzz�as, el cual era de diez y seis a�os, y pusi�ronlo por rey en lugar de Amas�as su padre. Edific� �l � Eloth, y la restituy� � Jud� despu�s que el rey durmi� con sus padres. De diez y seis a�os era Uzz�as cuando comenz� � reinar, y cincuenta y dos a�os rein� en Jerusalem. El nombre de su madre fu� Jech�l�a, de Jerusalem. E hizo lo recto en los ojos de Jehov�, conforme � todas las cosas que hab�a hecho Amas�as su padre. Y persisti� en buscar � Dios en los d�as de Zach�r�as, entendido en visiones de Dios; y en estos d�as que �l busc� � Jehov�, �l le prosper�. Y sali�, y pele� contra los Filisteos, y rompi� el muro de Gath, y el muro de Jabnia, y el muro de Asdod; y edific� ciudades en Asdod, y en la tierra de los Filisteos. Y di�le Dios ayuda contra los Filisteos, y contra los Arabes que habitaban en Gur-baal, y contra los Ammonitas. Y dieron los Ammonitas presentes � Uzz�as, y divulg�se su nombre hasta la entrada de Egipto; porque se hab�a hecho altamente poderoso. Edific� tambi�n Uzz�as torres en Jerusalem, junto � la puerta del �ngulo, y junto � la puerta del valle, y junto � las esquinas; y fortific�las. Asimismo edific� torres en el desierto, y abri� muchas cisternas: porque tuvo muchos ganados, as� en los valles como en las vegas; y vi�as, y labranzas, as� en los montes como en los llanos f�rtiles; porque era amigo de la agricultura. Tuvo tambi�n Uzz�as escuadrones de guerreros, los cuales sal�an � la guerra en ej�rcito, seg�n que estaban por lista hecha por mano de Jehiel escriba y de Maas�as gobernador, y por mano de Hanan�as, uno de los pr�ncipes del rey. Todo el n�mero de los jefes de familias, valientes y esforzados, era dos mil y seiscientos. Y bajo la mano de �stos estaba el ej�rcito de guerra, de trescientos siete mil y quinientos guerreros poderosos y fuertes para ayudar al rey contra los enemigos. Y aprest�les Uzz�as para todo el ej�rcito, escudos, lanzas, almetes, coseletes, arcos, y hondas de tirar piedras. E hizo en Jerusalem m�quinas por industria de ingenieros, para que estuviesen en las torres y en los baluartes, para arrojar saetas y grandes piedras, y su fama se extendi� lejos, porque se ayud� maravillosamente, hasta hacerse fuerte. Mas cuando fu� fortificado, su coraz�n se enalteci� hasta corromperse; porque se rebel� contra Jehov� su Dios, entrando en el templo de Jehov� para quemar sahumerios en el altar del perfume. Y entr� tras �l el sacerdote Azar�as, y con �l ochenta sacerdotes de Jehov�, de los valientes. Y pusi�ronse contra el rey Uzz�as, y dij�ronle: No � ti, oh Uzz�as, el quemar perfume � Jehov�, sino � los sacerdotes hijos de Aar�n, que son consagrados para quemarlo: sal del santuario, por que has prevaricado, y no te ser� para gloria delante del Dios Jehov�. Y air�se Uzz�as, que ten�a el perfume en la mano para quemarlo; y en esta su ira contra los sacerdotes, la lepra le sali� en la frente delante de los sacerdotes en la casa de Jehov�, junto al altar del perfume. Y mir�le Azar�as el sumo sacerdote, y todos los sacerdotes, y he aqu� la lepra estaba en su frente; � hici�ronle salir apriesa de aquel lugar; y �l tambi�n se di� priesa � salir, porque Jehov� lo hab�a herido. As� el rey Uzz�as fu� leproso hasta el d�a de su muerte, y habit� en una casa apartada, leproso, por lo que hab�a sido separado de la casa de Jehov�; y Joatham su hijo tuvo cargo de la casa real, gobernando al pueblo de la tierra. Lo dem�s de los hechos de Uzz�as, primeros y postreros, escribi�lo Isa�as profeta, hijo de Am�s. Y durmi� Uzz�as con sus padres, y sepult�ronlo con sus padres en el campo de los sepulcros reales; porque dijeron: Leproso es. Y rein� Joatham su hijo en lugar suyo. 2 Cr�nicas 27DE VEINTICINCO a�os era Joatham cuando comenz� � reinar, y diecis�is a�os rein� en Jerusalem. El nombre de su madre fu� Jerusa, hija de Sadoc. E hizo lo recto en ojos de Jehov�, conforme � todas las cosas que hab�a hecho Uzz�as su padre, salvo que no entr� en el templo de Jehov�. Y el pueblo falseaba a�n. Edific� �l la puerta mayor de la casa de Jehov�, y en el muro de la fortaleza edific� mucho. Adem�s edific� ciudades en las monta�as de Jud�, y labr� palacios y torres en los bosques. Tambi�n tuvo �l guerra con el rey de los hijos de Amm�n, � los cuales venci�; y di�ronle los hijos de Amm�n en aquel a�o cien talentos de plata, y diez mil coros de trigo, y diez mil de cebada. Esto le dieron los hijos de Amm�n, y lo mismo en el segundo a�o, y en el tercero. As� que Joatham fu� fortificado, porque prepar� sus caminos delante de Jehov� su Dios. Lo dem�s de los hechos de Joatham, y todas sus guerras, y sus caminos, he aqu� est� escrito en el libro de los reyes de Israel y de Jud�. Cuando comenz� � reinar era de veinticinco a�os, y diecis�is rein� en Jerusalem. Y durmi� Joatham con sus padres, y sepult�ronlo en la ciudad de David; y rein� en su lugar Ach�z su hijo. 2 Cr�nicas 28DE VEINTE a�os era Ach�z cuando comenz� � reinar, y diecis�is a�os rein� en Jerusalem: mas no hizo lo recto en ojos de Jehov�, como David su padre. Antes anduvo en los caminos de los reyes de Israel, y adem�s hizo im�genes de fundici�n � los Baales. Quem� tambi�n perfume en el valle de los hijos de Hinnom, y quem� sus hijos por fuego, conforme � las abominaciones de las gentes que Jehov� hab�a echado delante de los hijos de Israel. Asimismo sacrific� y quem� perfumes en los altos, y en los collados, y debajo de todo �rbol espeso. Por lo cual Jehov� su Dios lo entreg� en manos del rey de los Siros, los cuales le derrotaron, y cogieron de �l una grande presa, que llevaron � Damasco. Fu� tambi�n entregado en manos del rey de Israel, el cual lo bati� con gran mortandad. Porque Peca, hijo de Remal�as mat� en Jud� en un d�a ciento y veinte mil, todos hombres valientes; por cuanto hab�an dejado � Jehov� el Dios de sus padres. Asimismo Zichri, hombre poderoso de Ephraim, mat� � Maas�as hijo del rey, y � Azricam su mayordomo, y � Elcana, segundo despu�s del rey. Tomaron tambi�n cautivos los hijos de Israel de sus hermanos doscientos mil, mujeres, muchachos, y muchachas, � m�s de haber saqueado de ellos un gran despojo, el cual trajeron � Samaria. Hab�a entonces all� un profeta de Jehov�, que se llamaba Obed, el cual sali� delante del ej�rcito cuando entraba en Samaria, y d�joles: He aqu� Jehov� el Dios de vuestros padres, por el enojo contra Jud�, los ha entregado en vuestras manos; y vosotros los hab�is muerto con ira, que hasta el cielo ha llegado. Y ahora hab�is determinado sujetar � vosotros � Jud� y � Jerusalem por siervos y siervas: mas �no hab�is vosotros pecado contra Jehov� vuestro Dios? Oidme pues ahora, y volved � enviar los cautivos que hab�is tomado de vuestros hermanos: porque Jehov� est� airado contra vosotros. Levant�ronse entonces algunos varones de los principales de los hijos de Ephraim, Azar�as hijo de Johan�n, y Berech�as hijo de Mesillemoth, y Ezech�as hijo de Sallum, y Amasa hijo de Hadlai, contra los que ven�an de la guerra. Y dij�ronles: No met�is ac� la cautividad; porque el pecado contra Jehov� ser� sobre nosotros. Vosotros trat�is de a�adir sobre nuestros pecados y sobre nuestras culpas, siendo asaz grande nuestro delito, y la ira del furor sobre Israel. Entonces el ej�rcito dej� los cautivos y la presa delante de los pr�ncipes y de toda la multitud. Y levant�ronse los varones nombrados, y tomaron los cautivos, y vistieron del despojo � los que de ellos estaban desnudos; visti�ronlos y calz�ronlos, y di�ronles de comer y de beber, y ungi�ronlos, y condujeron en asnos � todos los flacos, y llev�ronlos hasta Jeric�, ciudad de las palmas, cerca de sus hermanos; y ellos se volvieron � Samaria. En aquel tiempo envi� � pedir el rey Ach�z � los reyes de Asiria que le ayudasen: Porque � m�s de esto, los Idumeos hab�an venido y herido � los de Jud�, y hab�an llevado cautivos. Asimismo los Filisteos se hab�an derramado por las ciudades de la llanura, y al mediod�a de Jud�, y hab�an tomado � Beth-semes, � Ajal�n, Gederoth, y Soch� con sus aldeas, Timna tambi�n con sus aldeas, y Gimzo con sus aldeas; y habitaban en ellas. Porque Jehov� hab�a humillado � Jud� por causa de Ach�z rey de Israel: por cuanto �l hab�a desnudado � Jud�, y rebel�dose gravemente contra Jehov�. Y vino contra �l Tilgath-pilneser, rey de los Asirios: pues lo redujo � estrechez, y no lo fortific�. Aunque despoj� Ach�z la casa de Jehov�, y la casa real, y las de los pr�ncipes, para dar al rey de los Asirios, con todo eso �l no le ayud�. Adem�s el rey Ach�z en el tiempo que aqu�l le apuraba, a�adi� prevaricaci�n contra Jehov�; Porque sacrific� � los dioses de Damasco que le hab�an herido, y dijo: Pues que los dioses de los reyes de Siria les ayudan, yo tambi�n sacrificar� � ellos para que me ayuden; bien que fueron �stos su ruina, y la de todo Israel. A m�s de eso recogi� Ach�z los vasos de la casa de Dios, y quebr�los, y cerr� las puertas de la casa de Jehov�, � h�zose altares en Jerusalem en todos los rincones. Hizo tambi�n altos en todas las ciudades de Jud�, para quemar perfumes � los dioses ajenos, provocando as� � ira � Jehov� el Dios de sus padres. Lo dem�s de sus hechos, y todos sus caminos, primeros y postreros, he aqu� ello est� escrito en el libro de los reyes de Jud� y de Israel. Y durmi� Ach�z con sus padres, y sepult�ronlo en la ciudad de Jerusalem: mas no le metieron en los sepulcros de los reyes de Israel; y rein� en su lugar Ezech�as su hijo. 2 Cr�nicas 29Y Ezech�as comenz� � reinar siendo de veinticinco a�os, y rein� veintinueve a�os en Jerusalem. El nombre de su madre fu� Ab�a, hija de Zach�r�as. E hizo lo recto en ojos de Jehov�, conforme � todas las cosas que hab�a hecho David su padre. En el primer a�o de su reinado, en el mes primero, abri� las puertas de la casa de Jehov�, y las repar�. E hizo venir los sacerdotes y Levitas, y junt�los en la plaza oriental. Y d�joles: Oidme, Levitas, y santificaos ahora, y santificar�is la casa de Jehov� el Dios de vuestros padres, y sacar�is del santuario la inmundicia. Porque nuestros padres se han rebelado, y han hecho lo malo en ojos de Jehov� nuestro Dios; que le dejaron, y apartaron sus ojos del tabern�culo de Jehov�, y le volvieron las espaldas. Y aun cerraron las puertas del p�rtico, y apagaron las l�mparas; no quemaron perfume, ni sacrificaron holocausto en el santuario al Dios de Israel. Por tanto la ira de Jehov� ha venido sobre Jud� y Jerusalem, y los ha entregado � turbaci�n, y � execraci�n y escarnio, como veis vosotros con vuestros ojos. Y he aqu� nuestros padres han ca�do � cuchillo, nuestros hijos y nuestras hijas y nuestras mujeres son cautivas por esto. Ahora pues, yo he determinado hacer alianza con Jehov� el Dios de Israel, para que aparte de nosotros la ira de su furor. Hijos m�os, no os enga��is ahora, porque Jehov� os ha escogido � vosotros para que est�is delante de �l, y le sirv�is, y se�is sus ministros, y le quem�is perfume. Entonces los Levitas se levantaron, Mahath hijo de Amasai, y Joel hijo de Azar�as, de los hijos de Coath; y de los hijos de Merari, Cis hijo de Abdi, y Azar�as hijo de Jehaleleel; y de los hijos de Gers�n, Joah hijo de Zimma, y Ed�n hijo de Joah; Y de los hijos de Elisaph�n, Simri y Jehiel; y de los hijos de Asaph, Zach�r�as y Mathan�as; Y de los hijos de Hem�n, Jehiel y Simi; y de los hijos de Jeduth�n, Seme�as y Uzziel. Estos juntaron � sus hermanos, y santific�ronse, y entraron, conforme al mandamiento del rey y las palabras de Jehov�, para limpiar la casa de Jehov�. Y entrando los sacerdotes dentro de la casa de Jehov� para limpiarla, sacaron toda la inmundicia que hallaron en el templo de Jehov�, al atrio de la casa de Jehov�; la cual tomaron los Levitas, para sacarla fuera al torrente de Cedr�n. Y comenzaron � santificar el primero del mes primero, y � los ocho del mismo mes vinieron al p�rtico de Jehov�: y santificaron la casa de Jehov� en ocho d�as, y en el diecis�is del mes primero acabaron. Luego pasaron al rey Ezech�as y dij�ronle: Ya hemos limpiado toda la casa de Jehov�, el altar del holocausto, y todos sus instrumentos, y la mesa de la proposici�n con todos sus utensilios. Asimismo hemos preparado y santificado todos los vasos que en su prevaricaci�n hab�a maltratado el rey Ach�z, cuando reinaba: y he aqu� est�n delante del altar de Jehov�. Y levant�ndose de ma�ana el rey Ezech�as reuni� los principales de la ciudad, y subi� � la casa de Jehov�. Y presentaron siete novillos, siete carneros, siete corderos, y siete machos de cabr�o, para expiaci�n por el reino, por el santuario y por Jud�. Y dijo � los sacerdotes hijos de Aar�n, que los ofreciesen sobre el altar de Jehov�. Mataron pues los bueyes, y los sacerdotes tomaron la sangre, y esparci�ronla sobre el altar; mataron luego los carneros, y esparcieron la sangre sobre el altar; asimismo mataron los corderos, y esparcieron la sangre sobre el altar. Hicieron despu�s llegar los machos cabr�os de la expiaci�n delante del rey y de la multitud, y pusieron sobre ellos sus manos: Y los sacerdotes los mataron, y expiando esparcieron la sangre de ellos sobre el altar, para reconciliar � todo Israel: porque por todo Israel mand� el rey hacer el holocausto y la expiaci�n. Puso tambi�n Levitas en la casa de Jehov� con c�mbalos, y salterios, y arpas, conforme al mandamiento de David, y de Gad vidente del rey, y de Nath�n profeta: porque aquel mandamiento fu� por mano de Jehov�, por mano de sus profetas. Y los Levitas estaban con los instrumentos de David, y los sacerdotes con trompetas. Entonces mand� Ezech�as sacrificar el holocausto en el altar; y al tiempo que comenz� el holocausto, comenz� tambi�n el c�ntico de Jehov�, con las trompetas y los instrumentos de David rey de Israel. Y toda la multitud adoraba, y los cantores cantaban, y los trompetas sonaban las trompetas; todo hasta acabarse el holocausto. Y como acabaron de ofrecer, inclin�se el rey, y todos los que con �l estaban, y adoraron. Entonces el rey Ezech�as y los pr�ncipes dijeron � los Levitas que alabasen � Jehov� por las palabras de David y de Asaph vidente: y ellos alabaron con grande alegr�a, � inclin�ndose adoraron. Y respondiendo Ezech�as dijo: Vosotros os hab�is consagrado ahora � Jehov�; llegaos pues, y presentad sacrificios y alabanzas en la casa de Jehov�. Y la multitud present� sacrificios y alabanzas; y todo liberal de coraz�n, holocaustos. Y fu� el n�mero de los holocaustos que trajo la congregaci�n, setenta bueyes, cien carneros, doscientos corderos; todo para el holocausto de Jehov�. Y las ofrendas fueron seiscientos bueyes, y tres mil ovejas. Mas los sacerdotes eran pocos, y no pod�an bastar � desollar los holocaustos; y as� sus hermanos los Levitas les ayudaron hasta que acabaron la obra, y hasta que los sacerdotes se santificaron: porque los Levitas tuvieron mayor prontitud de coraz�n para santificarse, que los sacerdotes. As� pues hubo gran multitud de holocaustos, con sebos de pac�ficos, y libaciones de cada holocausto. Y qued� ordenado el servicio de la casa de Jehov�. Y alegr�se Ezech�as, y todo el pueblo, de que Dios hubiese preparado el pueblo; porque la cosa fu� prestamente hecha. 2 Cr�nicas 30ENVIO tambi�n Ezech�as por todo Israel y Jud�, y escribi� letras � Ephraim y Manas�s, que viniesen � Jerusalem � la casa de Jehov�, para celebrar la pascua � Jehov� Dios de Israel. Y hab�a el rey tomado consejo con sus pr�ncipes, y con toda la congregaci�n en Jerusalem, para celebrar la pascua en el mes segundo: Porque entonces no la pod�an celebrar, por cuanto no hab�a suficientes sacerdotes santificados, ni el pueblo estaba junto en Jerusalem. Esto agrad� al rey y � toda la multitud. Y determinaron hacer pasar preg�n por todo Israel, desde Beer-seba hasta Dan, para que viniesen � celebrar la pascua � Jehov� Dios de Israel, en Jerusalem: porque en mucho tiempo no la hab�an celebrado al modo que est� escrito. Fueron pues correos con letras de mano del rey y de sus pr�ncipes por todo Israel y Jud�, como el rey lo hab�a mandado, y dec�an: Hijos de Israel, volveos � Jehov� el Dios de Abraham, de Isaac, y de Israel, y �l se volver� � las reliquias que os han quedado de la mano de los reyes de Asiria. No se�is como vuestros padres y como vuestros hermanos, que se rebelaron contra Jehov� el Dios de sus padres, y �l los entreg� � desolaci�n, como vosotros veis. No endurezc�is pues ahora vuestra cerviz como vuestros padres: dad la mano � Jehov�, y venid � su santuario, el cual �l ha santificado para siempre; y servid � Jehov� vuestro Dios, y la ira de su furor se apartar� de vosotros. Porque si os volviereis � Jehov�, vuestros hermanos y vuestros hijos hallar�n misericordia delante de los que los tienen cautivos, y volver�n � esta tierra: porque Jehov� vuestro Dios es clemente y misericordioso, y no volver� de vosotros su rostro, si vosotros os volviereis � �l. Pasaron pues los correos de ciudad en ciudad por la tierra de Ephraim y Manas�s, hasta Zabul�n: mas se re�an y burlaban de ellos. Con todo eso, algunos hombres de Aser, de Manas�s, y de Zabul�n, se humillaron, y vinieron � Jerusalem. En Jud� tambi�n fu� la mano de Dios para darles un coraz�n para cumplir el mensaje del rey y de los pr�ncipes, conforme � la palabra de Jehov�. Y junt�se en Jerusalem mucha gente para celebrar la solemnidad de los �zimos en el mes segundo; una vasta reuni�n. Y levant�ndose, quitaron los altares que hab�a en Jerusalem; quitaron tambi�n todos los altares de perfumes, y ech�ronlos en el torrente de Cedr�n. Entonces sacrificaron la pascua, � los catorce del mes segundo; y los sacerdotes y los Levitas se santificaron con verg�enza, y trajeron los holocaustos � la casa de Jehov�. Y pusi�ronse en su orden conforme � su costumbre, conforme � la ley de Mois�s var�n de Dios; los sacerdotes esparc�an la sangre que recib�an de manos de los Levitas: Porque hab�a muchos en la congregaci�n que no estaban santificados, y por eso los Levitas sacrificaban la pascua por todos los que no se hab�an limpiado, para santificarlos � Jehov�. Porque una gran multitud del pueblo de Ephraim y Manas�s, y de Issach�r y Zabul�n, no se hab�an purificado, y comieron la pascua no conforme � lo que est� escrito. Mas Ezech�as or� por ellos, diciendo: Jehov�, que es bueno, sea propicio � todo aquel que ha apercibido su coraz�n para buscar � Dios, A Jehov� el Dios de sus padres, aunque no est� purificado seg�n la purificaci�n del santuario. Y oy� Jehov� � Ezech�as, y san� al pueblo. As� celebraron los hijos de Israel que se hallaron en Jerusalem, la solemnidad de los panes sin levadura por siete d�as con grande gozo: y alababan � Jehov� todos los d�as los Levitas y los sacerdotes, cantando con instrumentos de fortaleza � Jehov�. Y habl� Ezech�as al coraz�n de todos los Levitas que ten�an buena inteligencia en el servicio de Jehov�. Y comieron de lo sacrificado en la solemnidad por siete d�as, ofreciendo sacrificios pac�ficos, y dando gracias � Jehov� el Dios de sus padres. Y toda aquella multitud determin� que celebrasen otros siete d�as; y celebraron otros siete d�as con alegr�a. Porque Ezech�as rey de Jud� hab�a dado � la multitud mil novillos y siete mil ovejas; y tambi�n los pr�ncipes dieron al pueblo mil novillos y diez mil ovejas: y muchos sacerdotes se santificaron. Alegr�se pues toda la congregaci�n de Jud�, como tambi�n los sacerdotes y Levitas, y toda la multitud que hab�a venido de Israel; asimismo los extranjeros que hab�an venido de la tierra de Israel, y los que habitaban en Jud�. E hici�ronse grandes alegr�as en Jerusalem: porque desde los d�as de Salom�n hijo de David rey de Israel, no hab�a habido cosa tal en Jerusalem. Levant�ndose despu�s los sacerdotes y Levitas, bendijeron al pueblo: y la voz de ellos fu� o�da, y su oraci�n lleg� � la habitaci�n de su santuario, al cielo. 2 Cr�nicas 31HECHAS todas estas cosas, todos los de Israel que se hab�an hallado all�, salieron por las ciudades de Jud�, y quebraron las estatuas y destruyeron los bosques, y derribaron los altos y los altares por todo Jud� y Benjam�n, y tambi�n en Ephraim y Manas�s, hasta acabarlo todo. Despu�s volvi�ronse todos los hijos de Israel, cada uno � su posesi�n y � sus ciudades. Y arregl� Ezech�as los repartimientos de los sacerdotes y de los Levitas conforme � sus �rdenes, cada uno seg�n su oficio, los sacerdotes y los Levitas para el holocausto y pac�ficos, para que ministrasen, para que confesasen y alabasen � las puertas de los reales de Jehov�. La contribuci�n del rey de su hacienda, era holocaustos � ma�ana y tarde, y holocaustos para los s�bados, nuevas lunas, y solemnidades, como est� escrito en la ley de Jehov�. Mand� tambi�n al pueblo que habitaba en Jerusalem, que diesen la porci�n � los sacerdotes y Levitas, para que se esforzasen en la ley de Jehov�. Y como este edicto fu� divulgado, los hijos de Israel dieron muchas primicias de grano, vino, aceite, miel, y de todos los frutos de la tierra: trajeron asimismo los diezmos de todas las cosas en abundancia. Tambi�n los hijos de Israel y de Jud�, que habitaban en las ciudades de Jud�, dieron del mismo modo los diezmos de las vacas y de las ovejas: y trajeron los diezmos de lo santificado, de las cosas que hab�an prometido � Jehov� su Dios, y pusi�ronlos por montones. En el mes tercero comenzaron � fundar aquellos montones, y en el mes s�ptimo acabaron. Y Ezech�as y los pr�ncipes vinieron � ver los montones, y bendijeron � Jehov�, y � su pueblo Israel. Y pregunt� Ezech�as � los sacerdotes y � los Levitas acerca de los montones. Y respondi�le Azar�as, sumo sacerdote, de la casa de Sadoc, y dijo: Desde que comenzaron � traer la ofrenda � la casa de Jehov�, hemos comido y saci�donos, y nos ha sobrado mucho: porque Jehov� ha bendecido su pueblo, y ha quedado esta muchedumbre. Entonces mand� Ezech�as que preparasen c�maras en la casa de Jehov�; y prepar�ronlas. Y metieron las primicias y diezmos y las cosas consagradas, fielmente; y dieron cargo de ello � Ch�nan�as Levita, el principal, y Simi su hermano fu� el segundo. Y Jehiel, Azaz�as, Nahath, Asael, Jerimoth, Josabad, Eliel, Ismach�as, Mahaath, y Bena�as, fueron sobrestantes bajo la mano de Ch�nan�as y de Simi su hermano, por mandamiento del rey Ezech�as y de Azar�as, pr�ncipe de la casa de Dios. Y Cor� hijo de Imna Levita, portero al oriente, ten�a cargo de las limosnas de Dios, y de las ofrendas de Jehov� que se daban, y de todo lo que se santificaba. Y � su mano estaba Ed�n, Benjam�n, Jeshua, Sema�as, Amar�as, y Sech�n�as, en las ciudades de los sacerdotes, para dar con fidelidad � sus hermanos sus partes conforme � sus �rdenes, as� al mayor como al menor: A m�s de los varones anotados por sus linajes, de tres a�os arriba, � todos los que entraban en la casa de Jehov�, su porci�n diaria por su ministerio, seg�n sus oficios y clases; Tambi�n � los que eran contados entre los sacerdotes por las familias de sus padres, y � los Levitas de edad de veinte a�os arriba, conforme � sus oficios y �rdenes; Asimismo � los de su generaci�n con todos sus ni�os, y sus mujeres, y sus hijos � hijas, � toda la familia; porque con fidelidad se consagraban � las cosas santas. Del mismo modo en orden � los hijos de Aar�n, sacerdotes, que estaban en los ejidos de sus ciudades, por todas las ciudades, los varones nombrados ten�an cargo de dar sus porciones � todos los varones de los sacerdotes, y � todo el linaje de los Levitas. De esta manera hizo Ezech�as en todo Jud�: y ejecut� lo bueno, recto, y verdadero, delante de Jehov� su Dios. En todo cuanto comenz� en el servicio de la casa de Dios, y en la ley y mandamientos, busc� � su Dios, � h�zolo de todo coraz�n, y fu� prosperado. 2 Cr�nicas 32DESPU�S de estas cosas y de esta fidelidad, vino Sennach�rib rey de los Asirios, entr� en Jud�, y asent� campo contra las ciudades fuertes, y determin� de entrar en ellas. Viendo pues Ezech�as la venida de Sennach�rib, y su aspecto de combatir � Jerusalem, Tuvo su consejo con sus pr�ncipes y con sus valerosos, sobre cegar las fuentes de las aguas que estaban fuera de la ciudad; y ellos le apoyaron. Junt�se pues mucho pueblo, y cegaron todas las fuentes, y el arroyo que derrama por en medio del territorio, diciendo: �Por qu� han de hallar los reyes de Asiria muchas aguas cuando vinieren? Alent�se as� Ezech�as, y edific� todos los muros ca�dos, � hizo alzar las torres, y otro muro por de fuera: fortific� adem�s � Millo en la ciudad de David, � hizo muchas espadas y paveses. Y puso capitanes de guerra sobre el pueblo, � h�zolos reunir as� en la plaza de la puerta de la ciudad, y habl�les al coraz�n de ellos, diciendo: Esforzaos y confortaos; no tem�is, ni hay�is miedo del rey de Asiria, ni de toda su multitud que con �l viene; porque m�s son con nosotros que con �l. Con �l es el brazo de carne, mas con nosotros Jehov� nuestro Dios para ayudarnos, y pelear nuestras batallas. Y afirm�se el pueblo sobre las palabras de Ezech�as rey de Jud�. Despu�s de esto Sennach�rib rey de los Asirios, estando �l sobre Lach�s y con �l toda su potencia, envi� sus siervos � Jerusalem, para decir � Ezech�as rey de Jud�, y � todos los de Jud� que estaban en Jerusalem: As� ha dicho Sennach�rib rey de los Asirios: �En qui�n confi�is vosotros para estar cercados en Jerusalem? �No os enga�a Ezech�as para entregaros � muerte, � hambre, y � sed, diciendo: Jehov� nuestro Dios nos librar� de la mano del rey de Asiria? �No es Ezech�as el que ha quitado sus altos y sus altares, y dijo � Jud� y � Jerusalem: Delante de este solo altar adorar�is, y sobre �l quemar�is perfume? �No hab�is sabido lo que yo y mis padres hemos hecho � todos los pueblos de la tierra? �Pudieron los dioses de las gentes de las tierras librar su tierra de mi mano? �Qu� dios hubo de todos los dioses de aquellas gentes que destruyeron mis padres, que pudiese salvar su pueblo de mis manos? �Por qu� podr� vuestro Dios libraros de mi mano? Ahora pues, no os enga�e Ezech�as, ni os persuada tal cosa, ni le cre�is; que si ning�n dios de todas aquellas naciones y reinos pudo librar su pueblo de mis manos, y de las manos de mis padres, �cu�nto menos vuestro Dios os podr� librar de mi mano? Y otras cosas hablaron sus siervos contra el Dios Jehov�, y contra su siervo Ezech�as. Adem�s de todo esto escribi� letras en que blasfemaba � Jehov� el Dios de Israel, y hablaba contra �l, diciendo: Como los dioses de las gentes de los pa�ses no pudieron librar su pueblo de mis manos, tampoco el Dios de Ezech�as librar� al suyo de mis manos. Y clamaron � gran voz en judaico al pueblo de Jerusalem que estaba en los muros, para espantarlos y ponerles temor, para tomar la ciudad. Y hablaron contra el Dios de Jerusalem, como contra los dioses de los pueblos de la tierra, obra de manos de hombres. Mas el rey Ezech�as, y el profeta Isa�as hijo de Am�s, oraron por esto, y clamaron al cielo. Y Jehov� envi� un �ngel, el cual hiri� � todo valiente y esforzado, y � los jefes y capitanes en el campo del rey de Asiria. Volvi�se por tanto con verg�enza de rostro � su tierra; y entrando en el templo de su dios, all� lo mataron � cuchillo los que hab�an salido de sus entra�as. As� salv� Jehov� � Ezech�as y � los moradores de Jerusalem de las manos de Sennach�rib rey de Asiria, y de las manos de todos: y preserv�los de todas partes. Y muchos trajeron ofrenda � Jehov� � Jerusalem, y � Ezech�as rey de Jud�, ricos dones; y fu� muy grande delante de todas las gentes despu�s de esto. En aquel tiempo Ezech�as enferm� de muerte: y or� � Jehov�, el cual le respondi�, y di�le una se�al. Mas Ezech�as no pag� conforme al bien que le hab�a sido hecho: antes se enalteci� su coraz�n, y fu� la ira contra �l, y contra Jud� y Jerusalem. Empero Ezech�as, despu�s de haberse engre�do su coraz�n, se humill�, �l y los moradores de Jerusalem; y no vino sobre ellos la ira de Jehov� en los d�as de Ezech�as. Y tuvo Ezech�as riquezas y gloria mucha en gran manera; � h�zose de tesoros de plata y oro, de piedras preciosas, de aromas, de escudos, y de todas alhajas de desear; Asimismo dep�sitos para las rentas del grano, del vino, y aceite; establos para toda suerte de bestias, y majadas para los ganados. H�zose tambi�n ciudades, y hatos de ovejas y de vacas en gran copia; porque Dios le hab�a dado mucha hacienda. Este Ezech�as tap� los manaderos de las aguas de Gih�n la de arriba, y encamin�las abajo al occidente de la ciudad de David. Y fu� prosperado Ezech�as en todo lo que hizo. Empero en lo de los embajadores de los pr�ncipes de Babilonia, que enviaron � �l para saber del prodigio que hab�a acaecido en aquella tierra, Dios lo dej�, para probarle, para hacer conocer todo lo que estaba en su coraz�n. Lo dem�s de los hechos de Ezech�as, y de sus misericordias, he aqu� todo est� escrito en la profec�a de Isa�as profeta, hijo de Am�s, en el libro de los reyes de Jud� y de Israel. Y durmi� Ezech�as con sus padres, y sepult�ronlo en los m�s insignes sepulcros de los hijos de David, honr�ndole en su muerte todo Jud� y los de Jerusalem: y rein� en su lugar Manas�s su hijo. 2 Cr�nicas 33DE DOCE a�os era Manas�s cuando comenz� � reinar, y cincuenta y cinco a�os rein� en Jerusalem. Mas hizo lo malo en ojos de Jehov�, conforme � las abominaciones de las gentes que hab�a echado Jehov� delante de los hijos de Israel: Porque �l reedific� los altos que Ezech�as su padre hab�a derribado, y levant� altares � los Baales, � hizo bosques, y ador� � todo el ej�rcito de los cielos, y � �l sirvi�. Edific� tambi�n altares en la casa de Jehov�, de la cual hab�a dicho Jehov�: En Jerusalem ser� mi nombre perpetuamente. Edific� asimismo altares � todo el ej�rcito de los cielos en los dos atrios de la casa de Jehov�. Y pas� sus hijos por fuego en el valle de los hijos de Hinnom; y miraba en los tiempos, miraba en ag�eros, era dado � adivinaciones, y consultaba pythones y encantadores: subi� de punto en hacer lo malo en ojos de Jehov�, para irritarle. A m�s de esto puso una imagen de fundici�n, que hizo, en la casa de Dios, de la cual hab�a dicho Dios � David y � Salom�n su hijo: En esta casa y en Jerusalem, la cual yo eleg� sobre todas las tribus de Israel, pondr� mi nombre para siempre: Y nunca m�s quitar� el pie de Israel de la tierra que yo entregu� � vuestros padres, � condici�n que guarden y hagan todas las cosas que yo les he mandado, toda la ley, estatutos, y ordenanzas, por mano de Mois�s. Hizo pues Manas�s desviarse � Jud� y � los moradores de Jerusalem, para hacer m�s mal que las gentes que Jehov� destruy� delante de los hijos de Israel. Y habl� Jehov� � Manas�s y � su pueblo, mas ellos no escucharon: por lo cual Jehov� trajo contra ellos los generales del ej�rcito del rey de los Asirios, los cuales aprisionaron con grillos � Manas�s, y atado con cadenas llev�ronlo � Babilonia. Mas luego que fu� puesto en angustias, or� ante Jehov� su Dios, humillado grandemente en la presencia del Dios de sus padres. Y habiendo � �l orado, fu� atendido; pues que oy� su oraci�n, y volvi�lo � Jerusalem, � su reino. Entonces conoci� Manas�s que Jehov� era Dios. Despu�s de esto edific� el muro de afuera de la ciudad de David, al occidente de Gih�n, en el valle, � la entrada de la puerta del pescado, y cerc� � Ophel, y alz�lo muy alto; y puso capitanes de ej�rcito en todas las ciudades fuertes por Jud�. Asimismo quit� los dioses ajenos, y el �dolo de la casa de Jehov�, y todos los altares que hab�a edificado en el monte de la casa de Jehov� y en Jerusalem, y ech�los fuera de la ciudad. Repar� luego el altar de Jehov�, y sacrific� sobre �l sacrificios pac�ficos y de alabanza; y mand� � Jud� que sirviesen � Jehov� Dios de Israel. Empero el pueblo aun sacrificaba en los altos, bien que � Jehov� su Dios. Lo dem�s de los hechos de Manas�s, y su oraci�n � su Dios, y las palabras de los videntes que le hablaron en nombre de Jehov� el Dios de Israel, he aqu� todo est� escrito en los hechos de los reyes de Israel. Su oraci�n tambi�n, y c�mo fu� o�do, todos sus pecados, y su prevaricaci�n, los lugares donde edific� altos y hab�a puesto bosques � �dolos antes que se humillase, he aqu� estas cosas est�n escritas en las palabras de los videntes. Y durmi� Manas�s con sus padres, y sepult�ronlo en su casa: y rein� en su lugar Am�n su hijo. De veinte y dos a�os era Am�n cuando comenzo � reinar, y dos a�os rein� en Jerusalem. E hizo lo malo en ojos de Jehov�, como hab�a hecho Manas�s su padre: porque � todos los �dolos que su padre Manas�s hab�a hecho, sacrific� y sirvi� Am�n. Mas nunca se humill� delante de Jehov�, como se humill� Manas�s su padre: antes aument� el pecado. Y conspiraron contra �l sus siervos, y mat�ronlo en su casa. Mas el pueblo de la tierra hiri� � todos los que hab�an conspirado contra el rey Am�n; y el pueblo de la tierra puso por rey en su lugar � Jos�as su hijo. 2 Cr�nicas 34DE OCHO a�os era Jos�as cuando comenz� � reinar, y treinta y un a�os rein� en Jerusalem. Este hizo lo recto en ojos de Jehov�, y anduvo en los caminos de David su padre, sin apartarse � la diestra ni � la siniestra. A los ocho a�os de su reinado, siendo a�n muchacho, comenz� � buscar al Dios de David su padre; y � los doce a�os comenz� � limpiar � Jud� y � Jerusalem de los altos, bosques, esculturas, � im�genes de fundici�n. Y derribaron delante de �l los altares de los Baales, � hizo pedazos las im�genes del sol, que estaban puestas encima; despedaz� tambi�n los bosques, y las esculturas y estatuas de fundici�n, y desmenuz�las, y esparci� el polvo sobre los sepulcros de los que las hab�an sacrificado. Quem� adem�s los huesos de los sacerdotes sobre sus altares, y limpi� � Jud� y � Jerusalem. Lo mismo hizo en las ciudades de Manas�s, Ephraim, y Sime�n, hasta en Nephtal�, con sus lugares asolados alrededor. Y como hubo derribado los altares y los bosques, y quebrado y desmenuzado las esculturas, y destru�do todos los �dolos por toda la tierra de Israel, volvi�se � Jerusalem. A los dieciocho a�os de su reinado, despu�s de haber limpiado la tierra, y la casa, envi� � Saph�n hijo de Asal�as, y � Maas�as gobernador de la ciudad, y � Joah hijo de Joach�z, canciller, para que reparasen la casa de Jehov� su Dios. Los cuales vinieron � Hilc�as, gran sacerdote, y dieron el dinero que hab�a sido metido en la casa de Jehov�, que los Levitas que guardaban la puerta hab�an recogido de mano de Manas�s y de Ephraim y de todas las reliquias de Israel, y de todo Jud� y Benjam�n, habi�ndose despu�s vuelto � Jerusalem. Y entreg�ronlo en mano de los que hac�an la obra, que eran sobrestantes en la casa de Jehov�; los cuales lo daban � los que hac�an la obra y trabajaban en la casa de Jehov�, para reparar y restaurar el templo. Daban asimismo � los oficiales y alba�iles para que comprasen piedra de canter�a, y madera para las trabazones, y para entabladura de las casas, las cuales hab�an destru�do los reyes de Jud�. Y estos hombres proced�an con fidelidad en la obra: y eran sus gobernadores Jahath y Abd�as, Levitas de los hijos de Merari; y Zach�r�as y Mesullam de los hijos de Coath, para que activasen la obra; y de los Levitas, todos los entendidos en instrumentos de m�sica. Tambi�n velaban sobre los ganapanes, y eran sobrestantes de los que se ocupaban en cualquier clase de obra; y de los Levitas hab�a esribas, gobernadores, y porteros. Y al sacar el dinero que hab�a sido metido en la casa de Jehov�, Hilc�as el sacerdote hall� el libro de la ley de Jehov� dada por mano de Mois�s. Y dando cuenta Hilc�as, dijo � Saph�n escriba: Yo he hallado el libro de la ley en la casa de Jehov�. Y di� Hilc�as el libro � Saph�n. Y Saph�n lo llev� al rey, y cont�le el negocio, diciendo: Tus siervos han cumplido todo lo que les fu� dado � cargo. Han reunido el dinero que se hall� en la casa de Jehov�, y lo han entregado en mano de los comisionados, y en mano de los que hacen la obra. A m�s de esto, declar� Saph�n escriba al rey, diciendo: El sacerdote Hilc�as me di� un libro. Y ley� Saph�n en �l delante del rey. Y luego que el rey oy� las palabras de la ley, rasg� sus vestidos; Y mand� � Hilc�as y � Ahicam hijo de Saph�n, y � Abd�n hijo de Mich�, y � Saph�n escriba, y � Asa�a siervo del rey, diciendo: Andad, y consultad � Jehov� de m�, y de las reliquias de Israel y de Jud�, acerca de las palabras del libro que se ha hallado; porque grande es el furor de Jehov� que ha ca�do sobre nosotros, por cuanto nuestros padres no guardaron la palabra de Jehov�, para hacer conforme � todo lo que est� escrito en este libro. Entonces Hilc�as y los del rey fueron � Hulda profetisa, mujer de Sallum, hijo de Tikvath, hijo de Hasra, guarda de las vestimentas, la cual moraba en Jerusalem en la casa de la doctrina; y dij�ronle las palabras dichas. Y ella respondi�: Jehov� el Dios de Israel ha dicho as�: Decid al var�n que os ha enviado � m�, que as� ha dicho Jehov�: He aqu� yo traigo mal sobre este lugar, y sobre los moradores de �l, y todas las maldiciones que est�n escritas en el libro que leyeron delante del rey de Jud�: Por cuanto me han dejado, y han sacrificado � dioses ajenos, provoc�ndome � ira en todas las obras de sus manos; por tanto mi furor destilar� sobre este lugar, y no se apagar�. Mas al rey de Jud�, que os ha enviado � consultar � Jehov�, as� le dir�is: Jehov� el Dios de Israel ha dicho as�: Por cuanto oiste las palabras del libro, Y tu coraz�n se enterneci�, y te humillaste delante de Dios al oir sus palabras sobre este lugar, y sobre sus moradores, y te humillaste delante de m�, y rasgaste tus vestidos, y lloraste en mi presencia, yo tambi�n te he o�do, dice Jehov�. He aqu� que yo te recoger� con tus padres, y ser�s recogido en tus sepulcros en paz, y tus ojos no ver�n todo el mal que yo traigo sobre este lugar, y sobre los moradores de �l. Y ellos refirieron al rey la respuesta. Entonces el rey envi� y junt� todos los ancianos de Jud� y de Jerusalem. Y subi� el rey � la casa de Jehov�, y con �l todos los varones de Jud�, y los moradores de Jerusalem, y los sacerdotes, y los Levitas, y todo el pueblo desde el mayor hasta el m�s peque�o; y ley� � o�dos de ellos todas las palabras del libro del pacto que hab�a sido hallado en la casa de Jehov�. Y estando el rey en pie en su sitio, hizo alianza delante de Jehov� de caminar en pos de Jehov�, y de guardar sus mandamientos, sus testimonios, y sus estatutos, de todo su coraz�n y de toda su alma, poniendo por obra las palabras del pacto que estaban escritas en aquel libro. E hizo que se obligaran � ello todos los que estaban en Jerusalem y en Benjam�n: y los moradores de Jerusalem hicieron conforme al pacto de Dios, del Dios de sus padres. Y quit� Jos�as todas las abominaciones de todas las tierras de los hijos de Israel, � hizo � todos los que se hallaron en Israel que sirviesen � Jehov� su Dios. No se apartaron de en pos de Jehov� el Dios de sus padres, todo el tiempo que �l vivi�. 2 Cr�nicas 35Y JOSIAS hizo pascua � Jehov� en Jerusalem, y sacrificaron la pascua � los catorce del mes primero. Y puso � los sacerdotes en sus empleos, y confirm�los en el ministerio de la casa de Jehov�. Y dijo � los Levitas que ense�aban � todo Israel, y que estaban dedicados � Jehov�: Poned el arca del santuario en la casa que edific� Salom�n hijo de David, rey de Israel, para que no la cargu�is m�s sobre los hombros. Ahora servir�is � Jehov� vuestro Dios, y � su pueblo Israel. Apercib�o seg�n las familias de vuestros padres, por vuestros �rdenes, conforme � la prescripci�n de David rey de Israel, y de Salom�n su hijo. Estad en el santuario seg�n la distribuci�n de las familias de vuestros hermanos los hijos del pueblo, y seg�n la divisi�n de la familia de los Levitas. Sacrificad luego la pascua: y despu�s de santificaros, apercibid � vuestros hermanos, para que hagan conforme � la palabra de Jehov� dada por mano de Mois�s. Y ofreci� el rey Jos�as � los del pueblo ovejas, corderos, y cabritos de los reba�os, en n�mero de treinta mil, y tres mil bueyes, todo para la pascua, para todos los que se hallaron presentes: esto de la hacienda del rey. Tambi�n sus pr�ncipes ofrecieron con liberalidad al pueblo, y � los sacerdotes y Levitas. Hilc�as, Zach�r�as y Jehiel, pr�ncipes de la casa de Dios, dieron � los sacerdotes para hacer la pascua dos mil seiscientas ovejas, y trescientos bueyes. Asimismo Ch�nan�as, y Seme�as y Nathanael sus hermanos, y Hasab�as, Jehiel, y Josabad, pr�ncipes de los Levitas, dieron � los Levitas para los sacrificios de la pascua cinco mil ovejas, y quinientos bueyes. Aprestado as� el servicio, los sacerdotes se colocaron en sus puestos, y asimismo los Levitas en sus �rdenes, conforme al mandamiento del rey. Y sacrificaron la pascua; y esparc�an los sacerdotes la sangre tomada de mano de los Levitas, y los Levitas desollaban. Tomaron luego del holocausto, para dar conforme � los repartimientos por las familias de los del pueblo, � fin de que ofreciesen � Jehov�, seg�n est� escrito en el libro de Mois�s: y asimismo tomaron de los bueyes. Y asaron la pascua al fuego seg�n la costumbre: mas lo que hab�a sido santificado lo cocieron en ollas, en calderos, y calderas, y reparti�ron lo prestamente � todo el pueblo. Y despu�s aderezaron para s� y para los sacerdotes; porque los sacerdotes, hijos de Aar�n, estuvieron ocupados hasta la noche en el sacrificio de los holocaustos y de los sebos; por tanto, los Levitas aderezaron para s�, y para los sacerdotes hijos de Aar�n. Asimismo los cantores hijos de Asaph estaban en su puesto, conforme al mandamiento de David, de Asaph y de Hem�n, y de Jeduth�n vidente del rey; tambi�n los porteros estaban � cada puerta; y no era menester que se apartasen de su ministerio, porque sus hermanos los Levitas aparejaban para ellos. As� fu� aprestado todo el servicio de Jehov� en aquel d�a, para hacer la pascua, y sacrificar los holocaustos sobre el altar de Jehov�, conforme al mandamiento del rey Jos�as. Y los hijos de Israel que se hallaron all�, hicieron la pascua en aquel tiempo, y la solemnidad de los panes sin levadura, por siete d�as. Nunca tal pascua fu� hecha en Israel desde los d�as de Samuel el profeta; ni ning�n rey de Israel hizo pascua tal como la que hizo el rey Jos�as, y los sacerdotes y Levitas, y todo Jud� � Israel, los que se hallaron all�, juntamente con los moradores de Jerusalem. Esta pascua fu� celebrada en el a�o dieciocho del rey Jos�as. Despu�s de todas estas cosas, luego de haber Jos�as preparado la casa, Nech�o rey de Egipto subi� � hacer guerra en Carch�mis junto � Eufrates; y sali� Jos�as contra �l. Y �l le envi� embajadores, diciendo: �Qu� tenemos yo y t�, rey de Jud�? Yo no vengo contra ti hoy, sino contra la casa que me hace guerra: y Dios dijo que me apresurase. D�jate de meterte con Dios, que es conmigo, no te destruya. Mas Jos�as no volvi� su rostro de �l, antes disfraz�se para darle batalla, y no atendi� � las palabras de Nech�o, que eran de boca de Dios; y vino � darle la batalla en el campo de Megiddo. Y los archeros tiraron al rey Jos�as flechas; y dijo el rey � sus siervos: Quitadme de aqu�, porque estoy herido gravemente. Entonces sus siervos lo quitaron de aquel carro, y pusi�ronle en otro segundo carro que ten�a, y llev�ronle � Jerusalem, y muri�; y sepult�ronle en los sepulcros de sus padres. Y todo Jud� y Jerusalem hizo duelo por Jos�as. Y endech� Jerem�as por Jos�as, y todos los cantores y cantoras recitan sus lamentaciones sobre Jos�as hasta hoy; y las dieron por norma para endechar en Israel, las cuales est�n escritas en las Lamentaciones. Lo dem�s de los hechos de Jos�as, y sus piadosas obras, conforme � lo que est� escrito en la ley de Jehov�, Y sus hechos, primeros y postreros, he aqu� est� escrito en el libro de los reyes de Israel y de Jud�. 2 Cr�nicas 36ENTONCES el pueblo de la tierra tom� � Joach�z hijo de Jos�as, � hici�ronle rey en lugar de su padre en Jerusalem. De veinte y tres a�os era Joach�z cuando comenz� � reinar, y tres meses rein� en Jerusalem. Y el rey de Egipto lo quit� de Jerusalem, y conden� la tierra en cien talentos de plata y uno de oro. Y constituy� el rey de Egipto � su hermano Eliacim por rey sobre Jud� y Jerusalem, y mud�le el nombre en Joacim; y � Joach�z su hermano tom� Nech�o, y llev�lo � Egipto. Cuando comenz� � reinar Joacim era de veinte y cinco a�os, y rein� once a�os en Jerusalem: � hizo lo malo en ojos de Jehov� su Dios. Y subi� contra �l Nabucodonosor rey de Babilonia, y atado con cadenas lo llev� � Babilonia. Tambi�n llev� Nabucodonosor � Babilonia de los vasos de la casa de Jehov�, y p�solos en su templo en Babilonia. Lo dem�s de los hechos de Joacim, y las abominaciones que hizo, y lo que en �l se hall�, he aqu� est� escrito en el libro de los reyes de Israel y de Jud�: y rein� en su lugar Joach�n su hijo. De ocho a�os era Joach�n cuando comenz� � reinar, y rein� tres meses y diez d�as en Jerusalem: � hizo lo malo en ojos de Jehov�. A la vuelta del a�o el rey Nabucodonosor envi�, � h�zolo llevar � Babilonia juntamente con los vasos preciosos de la casa de Jehov�; y constituy� � Sedec�as su hermano por rey sobre Jud� y Jerusalem. De veinte y un a�os era Sedec�as cuando comenz� � reinar, y once a�os rein� en Jerusalem. E hizo lo malo en ojos de Jehov� su Dios, y no se humill� delante de Jerem�as profeta, que le hablaba de parte de Jehov�. Rebel�se asimismo contra Nabucodonosor, al cual hab�a jurado por Dios; y endureci� su cerviz, y obstin� su coraz�n, para no volverse � Jehov� el Dios de Israel. Y tambi�n todos los pr�ncipes de los sacerdotes, y el pueblo, aumentaron la prevaricaci�n, siguiendo todas las abominaciones de las gentes, y contaminando la casa de Jehov�, la cual �l hab�a santificado en Jerusalem. Y Jehov� el Dios de sus padres envi� � ellos por mano de sus mensajeros, levant�ndose de ma�ana y enviando: porque �l ten�a misericordia de su pueblo, y de su habitaci�n. Mas ellos hac�an escarnio de los mensajeros de Dios, y menospreciaban sus palabras, burl�ndose de sus profetas, hasta que subi� el furor de Jehov� contra su pueblo, y que no hubo remedio. Por lo cual trajo contra ellos al rey de los Caldeos, que mat� � cuchillo sus mancebos en la casa de su santuario, sin perdonar joven, ni doncella, ni viejo, ni decr�pito; todos los entreg� en sus manos. Asimismo todos los vasos de la casa de Dios, grandes y chicos, los tesoros de la casa de Jehov�, y los tesoros del rey y de sus pr�ncipes, todo lo llev� � Babilonia. Y quemaron la casa de Dios, y rompieron el muro de Jerusalem, y consumieron al fuego todos sus palacios, y destruyeron todos sus vasos deseables. Los que quedaron del cuchillo, pas�ronlos � Babilonia; y fueron siervos de �l y de sus hijos, hasta que vino el reino de los Persas; Para que se cumpliese la palabra de Jehov� por la boca de Jerem�as, hasta que la tierra hubo gozado sus s�bados: porque todo el tiempo de su asolamiento repos�, hasta que los setenta a�os fueron cumplidos. Mas al primer a�o de Ciro rey de los Persas, para que se cumpliese la palabra de Jehov� por boca de Jerem�as, Jehov� excit� el esp�ritu de Ciro rey de los Persas, el cual hizo pasar preg�n por todo su reino, y tambi�n por escrito, diciendo: As� dice Ciro rey de los Persas: Jehov�, el Dios de los cielos, me ha dado todos los reinos de la tierra; y �l me ha encargado que le edifique casa en Jerusalem, que es en Jud�. �Qui�n de vosotros hay de todo su pueblo? Jehov� su Dios sea con �l, y suba.
Esdras LA BIBLIA Versión Reina-Valera de 1909 �NDICE [1 | 2 | 3 | 4 | 5 | 6 | 7 | 8 | 9 | 10]Esdras 1Y EN el primer a�o de Ciro rey de Persia, para que se cumpliese la palabra de Jehov� por boca de Jerem�as, excit� Jehov� el esp�ritu de Ciro rey de Persia, el cual hizo pasar preg�n por todo su reino, y tambi�n por escrito, diciendo: As� ha dicho Ciro rey de Persia: Jehov� Dios de los cielos me ha dado todos los reinos de la tierra, y me ha mandado que le edifique casa en Jerusalem, que est� en Jud�. �Qui�n hay entre vosotros de todo su pueblo? Sea Dios con �l, y suba � Jerusalem que est� en Jud�, y edifique la casa � Jehov� Dios de Israel, (�l es el Dios,) la cual est� en Jerusalem. Y � cualquiera que hubiere quedado de todos los lugares donde peregrinare, los hombres de su lugar le ayuden con plata, y oro, y hacienda, y con bestias; con dones voluntarios para la casa de Dios, la cu�l est� en Jerusalem. Entonces se levantaron los cabezas de las familias de Jud� y de Benjam�n, y los sacerdotes y Levitas, todos aquellos cuyo esp�ritu despert� Dios para subir � edificar la casa de Jehov�, la cual est� en Jerusalem. Y todos los que estaban en sus alrededores confortaron las manos de ellos con vasos de plata y de oro, con hacienda y bestias, y con cosas preciosas, � m�s de lo que se ofreci� voluntariamente. Y el rey Ciro sac� los vasos de la casa de Jehov�, que Nabucodonosor hab�a traspasado de Jerusalem, y puesto en la casa de sus dioses. Sac�los pues Ciro rey de Persia, por mano de Mitr�dates tesorero, el cual los di� por cuenta � Sesbassar pr�ncipe de Jud�. Y esta es la cuenta de ellos: treinta tazones de oro, mil tazones de plata, veinte y nueve cuchillos, Treinta tazas de oro, cuatrocientas y diez otras tazas de plata, y mil otros vasos. Todos los vasos de oro y de plata, cinco mil y cuatrocientos. Todos los hizo llevar Sesbassar con los que subieron del cautiverio de Babilonia � Jerusalem. Esdras 2Y ESTOS son los hijos de la provincia que subieron de la cautividad, de la transmigraci�n que Nabucodonosor rey de Babilonia hizo traspasar � Babilonia, y que volvieron � Jerusalem y � Jud�, cada uno � su ciudad: Los cuales vinieron con Zorobabel, Jesu�, Nehem�as, Sera�as, Reela�as, Mardoch�o, Bils�n, Mispar, Bigvai, Rehum y Baana. La cuenta de los varones del pueblo de Israel: Los hijos de Paros, dos mil ciento setenta y dos; Los hijos de Sephat�as, trescientos setenta y dos; Los hijos de Ara, setecientos setenta y cinco; Los hijos de Pahath-moab, de los hijos de Josu� y de Joab, dos mil ochocientos y doce; Los hijos de Elam, mil doscientos cincuenta y cuatro; Los hijos de Zattu, novecientos cuarenta y cinco; Los hijos de Zach�i, setecientos y sesenta; Los hijos de Bani, seiscientos cuarenta y dos; Los hijos de Bebai, seiscientos veinte y tres; Los hijos de Azgad, mil doscientos veinte y dos; Los hijos de Adonicam, seiscientos sesenta y seis; Los hijos de Bigvai, dos mil cincuenta y seis; Los hijos de Adin, cuatrocientos cincuenta y cuatro; Los hijos de Ater, de Ezech�as, noventa y ocho; Los hijos de Besai, trescientos veinte y tres; Los hijos de Jora, ciento y doce; Los hijos de Hasum, doscientos veinte y tres; Los hijos de Gibbar, noventa y cinco; Los hijos de Beth-lehem, ciento veinte y tres; Los varones de Nethopha, cincuenta y seis; Los varones de Anathoth, ciento veinte y ocho; Los hijos de Asmeveth, cuarenta y dos; Los hijos de Ch�riath-jearim, Cephira, y Beeroth, setecientos cuarenta y tres; Los hijos de Rama y Gabaa, seiscientos veinte y uno; Los varones de Michmas, ciento veinte y dos; Los varones de Beth-el y Hai, doscientos veinte y tres; Los hijos de Nebo, cincuenta y dos; Los hijos de Magbis, ciento cincuenta y seis; Los hijos del otro Elam, mil doscientos cincuenta y cuatro; Los hijos de Harim, trescientos y veinte; Los hijos de Lod, Hadid, y Ono, setecientos veinte y cinco; Los hijos de de Jeric�, trescientos cuarenta y cinco; Los hijos de Senaa, tres mil seiscientos y treinta; Los sacerdotes: los hijos de Jeda�a, de la casa de Jesu�, novecientos setenta y tres; Los hijos de Immer, mil cincuenta y dos; Los hijos de Pashur, mil doscientos cuarenta y siete; Los hijos de Harim, mil diez y siete. Los Levitas: los hijos de Jesu� y de Cadmiel, de los hijos de Odov�as, setenta y cuatro. Los cantores: los hijos de Asaph, ciento veinte y ocho. Los hijos de los porteros: los hijos de Sallum, los hijos de Ater, los hijos de Talm�n, los hijos de Accub, los hijos de Hatita, los hijos de Sobai; en todos, ciento treinta y nueve. Los Nethineos: los hijos de Siha, los hijos de Hasupha, los hijos de Thabaoth, Los hijos de Ch�ros, los hijos de Siaa, los hijos de Phad�n; Los hijos de Lebana, los hijos de Hagaba, los hijos de Accub; Los hijos de Hagab, los hijos de Samlai, los hijos de Han�n; los hijos de Giddel, los hijos de Gaher, los hijos de Rea�a; Los hijos de Resin, los hijos de Necoda, los hijos de Gazam; Los hijos de Uzza, los hijos de Phasea, los hijos de Besai; Los hijos de Asena, los hijos de Meunim, los hijos de Nephusim; Los hijos de Bacbuc, los hijos de Hacusa, los hijos de Harhur; Los hijos de Basluth, los hijos de Mehida, los hijos de Harsa; Los hijos de Barcos, los hijos de Sisera, los hijos de Thema; Los hijos de Nes�a, los hijos de Hatipha. Los hijos de los siervos de Salom�n: los hijos de Sotai, los hijos de Sophereth, los hijos de Peruda; Los hijos de Jaala, lo hijos de Darc�n, los hijos de Giddel; Los hijos de Sephat�as, los hijos de Hatil, los hijos de Phoch�reth-hassebaim, los hijos de Ami. Todos los Nethineos, � hijos de los siervos de Salom�n, trescientos noventa y dos. Y estos fueron los que subieron de Tel-mela, Tel-harsa, Ch�rub, Addan, � Immer, los cuales no pudieron mostrar la casa de sus padres, ni su linaje, si eran de Israel. Los hijos de Dela�a, los hijos de Tob�as, los hijos de Necoda, seiscientos cincuenta y dos. Y de los hijos de los sacerdotes: los hijos de Aba�a, los hijos de Cos, los hijos de Barzillai, el cual tom� mujer de las hijas de Barzillai Galaadita, y fu� llamado del nombre de ellas. Estos buscaron su registro de genealog�as, y no fu� hallado; y fueron echados del sacerdocio. Y el Tirsatha les dijo que no comiesen de las cosas m�s santas, hasta que hubiese sacerdote con Urim y Thummim. Toda la congregaci�n, unida como un solo hombre, era de cuarenta y dos mil trescientos y sesenta, Sin sus siervos y siervas, los cuales eran siete mil trescientos treinta y siete: y ten�an doscientos cantores y cantoras. Sus caballos eran setecientos treinta y seis; sus mulos, doscientos cuarenta y cinco; Sus camellos, cuatrocientos treinta y cinco; asnos, seis mil setecientos y veinte. Y algunos de los cabezas de los padres, cuando vinieron � la casa de Jehov� la cual estaba en Jerusalem, ofrecieron voluntariamente para la casa de Dios, para levantarla en su asiento. Seg�n sus fuerzas dieron al tesorero de la obra sesenta y un mil dracmas de oro, y cinco mil libras de plata, y cien t�nicas sacerdotales. Y habitaron los sacerdotes, y los Levitas, y los del pueblo, y los cantores, y los porteros y los Nethineos, en sus ciudades; y todo Israel en sus ciudades. Esdras 3Y LLEGADO el mes s�ptimo, y ya los hijos de Israel en las ciudades, junt�se el pueblo como un solo hombre en Jerusalem. Entonces se levant� Jesu� hijo de Josadec, y sus hermanos los sacerdotes, y Zorobabel hijo de Sealthiel, y sus hermanos, y edificaron el altar del Dios de Israel, para ofrecer sobre �l holocaustos como est� escrito en la ley de Mois�s var�n de Dios. Y asentaron el altar sobre sus basas, bien que ten�an miedo de los pueblos de las tierras, y ofrecieron sobre �l holocaustos � Jehov�, holocaustos � la ma�ana y � la tarde. Hicieron asimismo la solemnidad de las caba�as, como est� escrito, y holocaustos cada d�a por cuenta, conforme al rito, cada cosa en su d�a; Y � m�s de esto, el holocausto continuo, y las nuevas lunas, y todas las fiestas santificadas de Jehov�, y todo sacrificio espont�neo, toda ofrenda voluntaria � Jehova. Desde el primer d�a del mes s�ptimo comenzaron � ofrecer holocaustos � Jehov�; mas el templo de Jehov� no estaba a�n fundado. Y dieron dinero � los carpinteros y oficiales; asimismo comida y bebida y aceite � los Sidonios y Tirios, para que trajesen madera de cedro del L�bano � la mar de Joppe, conforme � la voluntad de Ciro rey de Persia acerca de esto. Y en el a�o segundo de su venida � la casa de Dios en Jerusalem, en el mes segundo, comenzaron Zorobabel hijo de Sealthiel, y Jesu� hijo de Josadec, y los otros sus hermanos, los sacerdotes y los Levitas, y todos los que hab�an venido de la cautividad � Jerusalem; y pusieron � los Levitas de veinte a�os arriba para que tuviesen cargo de la obra de la casa de Jehov�. Jesu� tambi�n, sus hijos y sus hermanos, Cadmiel y sus hijos, hijos de Jud�, como un solo hombre asist�an para dar priesa � los que hac�an la obra en la casa de Dios: los hijos de Henadad, sus hijos y sus hermanos, Levitas. Y cuando los alba�iles del templo de Jehov� echaban los cimientos, pusieron � los sacerdotes vestidos de sus ropas, con trompetas, y � Levitas hijos de Asaph con c�mbalos, para que alabasen � Jehov�, seg�n ordenanza de David rey de Israel. Y cantaban, alabando y confesando � Jehov�, y dec�an: Porque es bueno, porque para siempre es su misericordia sobre Israel. Y todo el pueblo aclamaba con grande j�bilo, alabando � Jehov�, porque � la casa de Jehov� se echaba el cimiento. Y muchos de los sacerdotes y de los Levitas y de los cabezas de los padres, ancianos que hab�an visto la casa primera, viendo fundar esta casa, lloraban en alta voz, mientras muchos otros daban grandes gritos de alegr�a. Y no pod�a discernir el pueblo el clamor de los gritos de alegr�a, de la voz del lloro del pueblo: porque clamaba el pueblo con grande j�bilo, y o�ase el ruido hasta de lejos. Esdras 4Y OYENDO los enemigos de Jud� y de Benjam�n, que los venidos de la cautividad edificaban el templo de Jehov� Dios de Israel, Lleg�ronse � Zorobabel, y � los cabezas de los padres, y dij�ronles: Edificaremos con vosotros, porque como vosotros buscaremos � vuestro Dios, y � �l sacrificamos desde los d�as de Esar-hadd�n rey de Asiria, que nos hizo subir aqu�. Y dij�les Zorobabel, y Jesu�, y los dem�s cabezas de los padres de Israel: No nos conviene edificar con vosotros casa � nuestro Dios, sino que nosotros solos la edificaremos � Jehov� Dios de Israel, como nos mand� el rey Ciro, rey de Persia. Mas el pueblo de la tierra debilitaba las manos del pueblo de Jud�, y los arredraban de edificar. Cohecharon adem�s contra ellos consejeros para disipar su consejo, todo el tiempo de Ciro rey de Persia, y hasta el reinado de Dar�o rey de Persia. Y en el reinado de Assuero, en el principio de su reinado, escribieron acusaciones contra los moradores de Jud� y de Jerusalem. Y en d�as de Artajerjes, Bislam, Mitr�dates, Tabeel, y los dem�s sus compa�eros, escribieron � Artajerjes rey de Persia; y la escritura de la carta estaba hecha en siriaco, y declarada en siriaco. Rehum canciller, y Simsai secretario, escribieron una carta contra Jerusalem al rey Artajerjes, como se sigue. Entonces Rehum canciller, y Simsai secretario, y los dem�s sus compa�eros, los Dineos, y los Apharsathach�os, Thepharleos, Apharseos, los Erch�eos, los Babilonios, Susasch�os, Dieveos, y Elamitas; Y los dem�s pueblos que el grande y glorioso Asnappar trasport�, � hizo habitar en las ciudades de Samaria, y los dem�s de la otra parte del r�o, etc�tera, escribieron. Este es el traslado de la carta que enviaron: Al rey Artajerjes: Tus siervos de otra la parte del r�o, etc�tera. Sea notorio al rey, que los Jud�os que subieron de t� � nosotros, vinieron � Jerusalem; y edifican la ciudad rebelde y mala, y han erigido los muros; y compuesto los fundamentos. Ahora, notorio sea al rey, que si aquella ciudad fuere reedificada, y los muros fueren establecidos, el tributo, pecho, y rentas no dar�n, y el catastro de lo reyes ser� menoscabado. Ya pues que estamos mantenidos de palacio, no nos es justo ver el menosprecio del rey: hemos enviado por tanto, y h�cho lo saber al rey, Para que busque en el libro de las historias de nuestros padres; y hallar�s en el libro de las historias, y sabr�s que esta ciudad es ciudad rebelde, y perjudicial � los reyes y � las provincias, y que de tiempo antiguo forman en medio de ella rebeliones; por lo que esta ciudad fu� destru�da. Hacemos saber al rey, que si esta ciudad fuere edificada, y erigidos sus muros, la parte all� del r�o no ser� tuya. El rey envi� esta respuesta � Rehum canciller, y � Simsai secretario, y � los dem�s sus compa�eros que habitan en Samaria, y � los dem�s de la parte all� del r�o: Paz, etc. La carta que nos enviasteis claramente fu� le�da delante de m�. Y por m� fu� dado mandamiento, y buscaron; y hallaron que aquella ciudad de tiempo antiguo se levanta contra los reyes, y se rebela, y se forma en ella sedici�n: Y que reyes fuertes hubo en Jerusalem, quienes se�orearon en todo lo que est� � la parte all� del r�o; y que tributo, y pecho, y rentas se les daba. Ahora pues dad orden que cesen aquellos hombres, y no sea esa ciudad edificada, hasta que por m� sea dado mandamiento. Y mirad bien que no hag�is error en esto: �por qu� habr� de crecer el da�o para perjuicio de los reyes? Entonces, cuando el traslado de la carta del rey Artajerjes fu� le�do delante de Rehum, y de Simsai secretario, y sus compa�eros, fueron prestamente � Jerusalem � los Jud�os, � hici�ronles cesar con poder y fuerza. Ces� entonces la obra de la casa de Dios, la cual estaba en Jerusalem: y ces� hasta el a�o segundo del reinado de Dar�o rey de Persia. Esdras 5Y PROFETIZARON Haggeo profeta, y Zacar�as hijo de Iddo, profetas, � los Jud�os que estaba en Jud� y en Jerusalem yendo en nombre del Dios de Israel � ellos. Entonces se levantaron Zorobabel hijo de Sealthiel, y Jesu� hijo de Josadec; y comenzaron � edificar la casa de Dios que estaba en Jerusalem; y con ellos los profetas de Dios que les ayudaban. En aquel tiempo vino � ellos Tatnai, capit�n de la parte all� del r�o, y Setharboznai y sus compa�eros, y dij�ronles as�: �Qui�n os di� mandamiento para edificar esta casa, y restablecer estos muros? Entonces les dijimos en orden � esto cu�les eran los nombres de los varones que edificaban este edificio. Mas los ojos de su Dios fueron sobre los ancianos de los Jud�os, y no les hicieron cesar hasta que el negocio viniese � Dar�o: y entonces respondieron por carta sobre esto. Traslado de la carta que Tatnai, capit�n de la parte all� del r�o, y Sethar-boznai, y sus compa�eros los Apharsach�os, que estaban � la parte all� del r�o, enviaron al rey Dar�o. Envi�ronle carta, y de esta manera estaba escrito en ella. Al rey Dar�o toda paz. Sea notorio al rey, que fuimos � la provincia de Judea, � la casa del gran Dios, la cual se edifica de piedra de m�rmol; y los maderos son puestos en las paredes, y la obra se hace apriesa, y prospera en sus manos. Entonces preguntamos � los ancianos, dici�ndoles as�: �Qui�n os di� mandameinto para edificar esta casa, y para restablecer estos muros? Y tambi�n les preguntamos sus nombres para hac�rtelo saber, para escribir te los nombres de los varones que estaban por cabezas de ellos. Y respondi�ronnos, diciendo as�: Nosotros somos siervos de Dios del cielo y de la tierra, y reedificamos la casa que ya muchos a�os antes hab�a sido edificada, la cual edific� y fund� el gran rey de Israel. Mas despu�s que nuestros padres ensa�aron al Dios de los cielos, �l los entreg� en mano de Nabucodonosor rey de Babilonia, Caldeo, el cual destruy� esta casa, � hizo trasportar el pueblo � Babilonia. Empero el primer a�o de Ciro rey de Babilonia, el mismo rey Ciro di� mandamiento para que esta casa de Dios fuese edificada. Y tambi�n los vasos de oro y de plata de la casa de Dios, que Nabucodonosor hab�a sacado del templo que estaba en Jerusalem, y los hab�a metido en el templo de Babilonia, el rey Ciro los sac� del templo de Babilonia, y fueron entregados � Sesbassar, al cual hab�a puesto por gobernador; Y le dijo: Toma estos vasos, ve y ponlos en el templo que est� en Jerusalem; y la casa de Dios sea edificada en su lugar. Entonces este Sesbassar vino, y puso los fundamentos de la casa de Dios que estaba en Jerusalem, y desde entonces hasta ahora se edifica, y aun no est� acabada. Y ahora, si al rey parece bien, b�squese en la casa de los tesoros del rey que est� all� en Babilonia, si es as� que por el rey Ciro hab�a sido dado mandamiento para edificar esta casa de Dios en Jerusalem, y env�enos � decir la voluntad del rey sobre esto. Esdras 6ENTONCES el rey Dar�o di� mandamiento, y buscaron en la casa de los libros, donde guardaban los tesoros all� en Babilonia. Y fu� hallado en Achmetta, en el palacio que est� en la provincia de Media, un libro, dentro del cual estaba escrito as�: Memoria: En el a�o primero del rey Ciro, el mismo rey Ciro di� mandamiento acerca de la casa de Dios que estaba en Jerusalem, que fuese la casa edificada para lugar en que sacrifiquen sacrificios, y que sus paredes fuesen cubiertas; su altura de sesenta codos, y de sesenta codos su anchura; Los �rdenes, tres de piedra de m�rmol, y un orden de madera nueva y que el gasto sea dado de la casa del rey. Y tambi�n los vasos de oro y de plata de la casa de Dios, que Nabucodonosor sac� del templo que estaba en Jerusalem y los pas� � Babilonia, sean devueltos y vayan al templo que est� en Jerusalem, � su lugar, y sean puestos en la casa de Dios. Ahora pues, Tatnai, jefe del lado all� del r�o, Sethar-boznai, y sus compa�eros los Apharsach�os que est�is � la otra parte del r�o, apartaos de ah�. Dejad la obra de la casa de este Dios al principal de los Jud�os, y � sus ancianos, para que edifiquen la casa de este Dios en su lugar. Y por m� es dado mandamiento de lo que hab�is de hacer con los ancianos de estos Jud�os, para edificar la casa de este Dios: que de la hacienda del rey, que tiene del tributo de la parte all� del r�o, los gastos sean dados luego � aquellos varones, para que no cesen. Y lo que fuere necesario, becerros y carneros y corderos, para holucaustos al Dios del cielo, trigo, sal, vino y aceite, conforme � lo que dijeren los sacerdotes que est�n en Jerusalem, d�seles cada un d�a sin obst�culo alguno; Para que ofrezcan olores de holganza al Dios del cielo, y oren por la vida del rey y por sus hijos. Tambi�n es dado por m� mandamiento, que cualquiera que mudare este decreto, sea derribado un madero de su casa, y enhiesto, sea colgado en �l: y su casa sea hecha muladar por esto. Y el Dios que hizo habitar all� su nombre, destruya todo rey y pueblo que pusiere su mano para mudar � destruir esta casa de Dios, la cual est� en Jerusalem. Yo Dar�o puse el decreto: sea hecho prestamente. Entonces Tatnai, gobernador del otro lado del r�o, y Sethar-boznai, y sus compa�eros, hicieron prestamente seg�n el rey Dar�o hab�a enviado. Y los ancianos de los Jud�os edificaban y prosperaban, conforme � la profec�a de Haggeo profeta, y de Zacar�as hijo de Iddo. Edificaron pues, y acabaron, por el mandamiento del Dios de Israel, y por el mandamiento de Ciro, y de Dar�o, y de Artajerjes rey de Persia. Y esta casa fu� acabada al tercer d�a del mes de Adar, que era el sexto a�o del reinado del rey Dar�o. Y los hijos de Israel, los sacerdotes y los Levitas, y los dem�s que hab�an venido de la trasportaci�n, hicieron la dedicaci�n de esta casa de Dios con gozo. Y ofrecieron en la dedicaci�n de esta casa de Dios cien becerros, doscientos carneros, cuatrocientos corderos; y machos de cabr�o en expiaci�n por todo Israel, doce, conforme al n�mero de las tribus de Israel. Y pusieron � los sacerdotes en sus clases, y � los Levitas en sus divisiones, sobre la obra de Dios que est� en Jerusalem, conforme � lo escrito en el libro de Mois�s. Y los de la transmigraci�n hicieron la pascua � los catorce del mes primero. Porque los sacerdotes y los Levitas se hab�an purificado � una; todos fueron limpios: y sacrificaron la pascua por todos los de la transmigraci�n, y por sus hermanos los sacerdotes, y por s� mismos. Y comieron los hijos de Israel que hab�an vuelto de la transmigraci�n, y todos los que se hab�an apartado � ellos de la inmundicia de las gentes de la tierra, para buscar � Jehov� Dios de Israel. Y celebraron la solemnidad de los panes �zimos siete d�as con regocijo, por cuanto Jehov� los hab�a alegrado, y convertido el coraz�n del rey de Asiria � ellos, para esforzar sus manos en la obra de la casa de Dios, del Dios de Israel. Esdras 7PASADAS estas cosas, en el reinado de Artajerjes rey de Persia, Esdras, hijo de Sera�as, hijo de Azar�as, hijo de Hilc�as, Hijo de Sallum, hijo de Sadoc, hijo de Ach�tob, Hijo de Amar�as, hijo de Azar�as, hijo de Meraioth, Hijo de Zera�as, hijo de Uzzi, hijo de Bucci, Hijo de Abisue, hijo de Phinees, hijo de Eleazar, hijo de Aar�n, primer sacerdote: Este Esdras subi� de Banilonia, el cual era escriba diligente en la ley de Mois�s, que Jehov� Dios de Israel hab�a dado; y concedi�le el rey, seg�n la mano de Jehov� su Dios sobre �l, todo lo que pidi�. Y subieron con �l � Jerusalem de los hijos de Israel, y de los sacerdotes, y Levitas, y cantores, y porteros, y Nethineos, en el s�ptimo a�o del rey Artajerjes. Y lleg� � Jerusalem en el mes quinto, el a�o s�ptimo del rey. Porque el d�a primero del primer mes fu� el principio de la partida de Babilonia, y al primero del mes quinto lleg� � Jerusalem, seg�n la buena mano de su Dios sobre �l Porque Esdras hab�a preparado su coraz�n para inquirir la ley de Jehov�, y para hacer y ense�ar � Israel mandamientos y juicios. Y este es el traslado de la carta que di� el rey Artajerjes � Esdras, sacerdote escriba, escriba de las palabras mandadas de Jehov�, y de sus estatutos � Israel: Artajerjes, rey de los reyes, � Esdras sacerdote, escriba perfecto de la ley del Dios del cielo: Salud, etc. Por m� es dado mandamiento, que cualquiera que quisiere en mi reino, del pueblo de Israel y de sus sacerdotes y Levitas, ir contigo � Jerusalem, vaya. Porque de parte del rey y de sus siete consultores eres enviado � visitar � Judea y � Jerusalem, conforme � la ley de tu Dios que est� en tu mano; Y � llevar la plata y el oro que el rey y sus consultores voluntariamente ofrecen al Dios de Israel, cuya morada est� en Jerusalem; Y toda la plata y el oro que hallares en toda la provincia de Babilonia, con las ofrendas voluntarias del pueblo y de los sacerdotes, que de su voluntad ofrecieren para la casa de su Dios que est� en Jerusalem. Comprar�s pues prestamente con esta plata becerros, carneros, corderos, con sus presentes y sus libaciones, y los ofrecer�s sobre el altar de la casa de vuestro Dios que est� en Jerusalem. Y lo que � ti y � tus hermanos pluguiere hacer de la otra plata y oro, hacedlo conforme � la voluntad de vuestro Dios. Y los vasos que te son entregados para el servicio de la casa de tu Dios, los restituir�s delante de Dios en Jerusalem. Y lo dem�s necesario para la casa de tu Dios que te fuere menester dar, dar�slo de la casa de los tesoros del rey. Y por m� el rey Artajerjes es dado mandamiento � todos los tesoreros que est�n al otro lado del r�o, que todo lo que os demandare Esdras sacerdote, escriba de la ley del Dios del cielo, conc�dase le luego, Hasta cien talentos de plata, y hasta cien coros de trigo, y hasta cien batos de vino, y hasta cien batos de aceite; y sal sin tasa. Todo lo que es mandado por el Dios del cielo, sea hecho prestamente para la casa del Dios del cielo: pues, �por qu� habr�a de ser su ira contra el reino del rey y de sus hijos? Y � vosotros os hacemos saber, que � todos los sacerdotes y Levitas, cantores, porteros, Nethineos y ministros de la casa de Dios, ninguno pueda imponerles tributo, � pecho, � renta. Y t�, Esdras, conforme � la sabidur�a de tu Dios que tienes, pon jueces y gobernadores, que gobiernen � todo el pueblo que est� del otro lado del r�o, � todos los que tienen noticia de las leyes de tu Dios; y al que no la tuviere le ense�ar�is. Y cualquiera que no hiciere la ley de tu Dios, y la ley del rey, prestamente sea juzgado, � � muerte, � � dasarraigo, � � pena de la hacienda, � � prisi�n. Bendito Jehov�, Dios de nuestros padres, que puso tal cosa en el coraz�n del rey, para honrar la casa de Jehov� que est� en Jerusalem. E inclin� hacia m� su misericordia delante del rey y de sus consultores, y de todos los pr�ncipes poderosos del rey. Y yo, confortado seg�n la mano de mi Dios sobre m�, junt� los principales de Israel para que subiesen conmigo. Esdras 8Y ESTOS son los cabezas de sus familias, y genealog�a de aquellos que subieron conmigo de Babilonia, reinando el rey Artajerjes: De los hijos de Phinees, Gers�n; de los hijos de Ithamar, Daniel; de los hijos de David, Hattus; De los hijos de Sech�n�as y de los hijos de Pharos, Zacar�as, y con �l, en la l�nea de varones, ciento y cincuenta; De los hijos de Pahath-moab, Elioenai, hijo de Zarahi, y con �l doscientos varones; De los hijos de Sech�n�as, el hijo de Jahaziel, y con �l trescientos varones; De los hijos de Ad�n, Ebed, hijo de Jonath�n, y con �l cincuenta varones; De los hijos de Elam, Isa�a, hijo de Athal�as, y con �l setenta varones; Y de los hijos de Sephat�as, Zebad�as, hijo de Mich�el, y con �l ochenta varones; De los hijos de Joab, Obad�as, hijo de Jehiel, y con �l doscientos diez y ocho varones; Y de los hijos de Solomith, el hijo de Josiph�as, y con �l ciento y sesenta varones; Y de los hijos de Bebai, Zacar�as, hijo de Bebai, y con �l veintiocho varones; Y de los hijos de Azgad, Johan�n, hijo de Cat�n, y con �l ciento y diez varones; Y de los hijos de Adonicam, los postreros, cuyos nombres son estos, Eliphelet, Jeiel, y Sema�as, y con ellos sesenta varones; Y de los hijos de Bigvai, Utai y Zabud, y con ellos sesenta varones. Y junt�los junto al r�o que viene � Ahava, y reposamos all� tres d�as: y habiendo buscado entre el pueblo y entre los sacerdotes, no hall� all� de los hijos de Lev�. Entonces despach� � Eliezer, y � Ariel, y � Sema�as, y � Elnath�n, y � Jarib, y � Elnath�n, y � Nath�n, y � Zacar�as, y � Mesullam, principales; asimismo � Joiarib y � Elnath�n, hombres doctos; Y envi�los � Iddo, jefe en el lugar de Casipia, y puse en boca de ellos las palabras que hab�an de hablar � Iddo, y � sus hermanos los Nethineos en el lugar de Casipia, para que nos trajesen ministros para la casa de nuestro Dios. Y traj�ronnos, seg�n la buena mano de nuestro Dios sobre nosotros, un var�n entendido de los hijos de Mahal�, hijo de Lev�, hijo de Israel; y � Serab�as con sus hijos y sus hermanos, dieciocho; Y � Hasab�as, y con �l � Isa�a de los hijos de Merari, � sus hermanos y � sus hijos, veinte; Y de los Nethineos, � quienes David con los pr�ncipes puso para el ministerio de los Levitas, doscientos y veinte Nethineos: todos los cuales fueron declarados por sus nombres. Y publiqu� ayuno all� junto al r�o de Ahava, para afligirnos delante de nuestro Dios, para solicitar de �l camino derecho para nosotros, y para nuestros ni�os, y para toda nuestra hacienda. Porque tuve verg�enza de pedir al rey tropa y gente de � caballo que nos defendiesen del enemigo en el camino: porque hab�amos hablado al rey, diciendo: La mano de nuestro Dios es para bien sobre todos los que le buscan; mas su fortaleza y su furor sobre todos los que le dejan. Ayunamos pues, y pedimos � nuestro Dios sobre esto, y �l nos fu� propicio. Apart� luego doce de los principales de los sacerdotes, � Sereb�as y � Hasab�as, y con ellos diez de sus hermanos; Y pes�les la plata, y el oro, y los vasos, la ofrenda que para la casa de nuestro Dios hab�an ofrecido el rey, y sus consultores, y sus pr�ncipes, todos los que se hallaron en Israel. Pes� pues en manos de ellos seiscientos y cincuenta talentos de plata, y vasos de plata por cien talentos, y cien talentos de oro; Adem�s veinte tazones de oro, de mil dracmas; y dos vasos de metal limpio muy bueno, preciados como el oro. Y d�jeles: Vosotros sois consagrados � Jehov�, y santos los vasos; y la plata y el oro ofrenda voluntaria � Jehov�, Dios de nuestros padres. Velad, y guardadlos, hasta que los pes�is delante de los pr�ncipes de los sacerdotes y Levitas, y de los jefes de los padres de Israel en Jerusalem, en las c�maras de la casa de Jehov�. Los sacerdotes pues y Levitas recibieron el peso de la plata y del oro y de los vasos, para traerlo � Jerusalem � la casa de nuestro Dios. Y partimos del r�o de Ahava el doce del mes primero, para ir � Jerusalem: y la mano de nuestro Dios fu� sobre nosotros, el cual nos libr� de mano de enemigo y de asechador en el camino. Y llegamos � Jerusalem, y reposamos all� tres d�as. Al cuarto d�a fu� luego pesada la plata, y el oro, y los vasos, en la casa de nuestro Dios, por mano de Meremoth hijo de Ur�as sacerdote, y con �l Eleazar hijo de Phinees; y con ellos Jozabad hijo de Jesu�, y Noad�as hijo de Binnui, Levitas; Por cuenta y por peso todo: y se apunt� todo aquel peso en aquel tiempo. Los que hab�an venido de la cautividad, los hijos de la transmigraci�n, ofrecieron holocaustos al Dios de Israel, doce becerros por todo Israel, noventa y seis carneros, setenta y siete corderos, doce machos cabr�os por expiaci�n: todo el holocausto � Jehov�. Y dieron los despachos del rey � sus gobernadores y capitanes del otro lado del r�o, los cuales favorecieron al pueblo y � la casa de Dios. Esdras 9Y ACABADAS estas cosas, los pr�ncipes se llegaron � m�, diciendo: El pueblo de Israel, y los sacerdotes y levitas, no se han apartado de los pueblos de las tierras, de los Cananeos, Hetheos, Pherezeos, Jebuseos, Ammonitas, y Moabitas, Egipcios, y Amorrheos, haciendo conforme � sus abominaciones. Porque han tomado de sus hijas para s� y para sus hijos, y la simiente santa ha sido mezclada con los pueblos de las tierras; y la mano de los pr�ncipes y de los gobernadores ha sido la primera en esta prevaricaci�n. Lo cual oyendo yo, rasgu� mi vestido y mi manto, y arranqu� de los cabellos de mi cabeza y de mi barba, y sent�me at�nito. Y junt�ronse � m� todos los temerosos de las palabras del Dios de Israel, � causa de la prevaricaci�n de los de la transmigraci�n; mas yo estuve sentado at�nito hasta el sacrificio de la tarde. Y al sacrificio de la tarde levant�me de mi aflicci�n; y habiendo rasgado mi vestido y mi manto, postr�me de rodillas, y extend� mis palmas � Jehov� mi Dios, Y dije: Dios m�o, confuso y avergonzado estoy para levantar, oh Dios m�o, mi rostro � ti: porque nuestras iniquidades se han multiplicado sobre nuestra cabeza, y nuestros delitos han crecido hasta el cielo. Desde los d�as de nuestros padres hasta este d�a estamos en grande culpa; y por nuestras iniquidades nosotros, nuestros reyes, y nuestros sacerdotes, hemos sido entregados en manos de los reyes de las tierras, � cuchillo, � cautiverio, y � robo, y � confusi�n de rostro, como hoy d�a. Y ahora como por un breve momento fu� la misericordia de Jehov� nuestro Dios, para hacer que nos quedase un resto libre, y para darnos estaca en el lugar de su santuario, � fin de alumbrar nuestros ojos nuestro Dios, y darnos una poca de vida en nuestra servidumbre. Porque siervos �ramos: mas en nuestra servidumbre no nos desampar� nuestro Dios, antes inclin� sobre nosotros misericordia delante de los reyes de Persia, para que se nos diese vida para alzar la casa de nuestro Dios, y para hacer restaurar sus asolamientos, y para darnos vallado en Jud� y en Jerusalem. Mas ahora, �qu� diremos, oh Dios nuestro, despu�s de esto? porque nosotros hemos dejado tus mandamientos, Los cuales prescribiste por mano de tus siervos los profetas, diciendo: La tierra � la cual entr�is para poseerla, tierra inmunda es � causa de la inmundicia de los pueblos de aquellas regiones, por las abominaciones de que la han henchido de uno � otro extremo con su inmundicia. Ahora pues, no dar�is vuestras hijas � los hijos de ellos, ni sus hijas tomar�is para vuestros hijos, ni procurar�is su paz ni su bien para siempre; para que se�is corroborados, y com�is el bien de la tierra, y la dej�is por heredad � vuestros hijos para siempre. Mas despu�s de todo lo que nos ha sobrevenido � causa de nuestras malas obras, y � causa de nuestro grande delito, ya que t�, Dios nuestro, estorbaste que fu�semos oprimidos bajo de nuestras iniquidades, y nos diste este tal efugio; �Hemos de volver � infringir tus mandamientos, y � emparentar con los pueblos de estas abominaciones? �No te ensa�ar�as contra nosotros hasta consumirnos, sin que quedara resto ni escapatoria? Jehov�, Dios de Israel, t� eres justo: pues que hemos quedado algunossalvos, como este d�a, henos aqu� delante de ti en nuestros delitos; porque no es posible subsistir en tu presencia � causa de esto. Esdras 10Y ORANDO Esdras y confesando, llorando y postr�ndose delante de la casa de Dios, junt�se � �l una muy grande multitud de Israel, hombres y mujeres y ni�os; y lloraba el pueblo con gran llanto. Entonces respondi� Sech�n�as hijo de Jehiel, de los hijos Elam, y dijo � Esdras: Nosotros hemos prevaricado contra nuestro Dios, pues tomamos mujeres extranjeras de los pueblos de la tierra: mas hay a�n esperanza para Israel sobre esto. Ahora pues hagamos pacto con nuestro Dios, que echaremos todas las mujeres y los nacidos de ellas, seg�n el consejo del Se�or, y de los que temen el mandamiento de nuestro Dios: y h�gase conforme � la ley. Lev�ntate, porque � ti toca el negocio, y nosotros seremos contigo; esfu�rzate, y ponlo por obra. Entonces se levant� Esdras, y jurament� � los pr�ncipes de los sacerdotes y de los Levitas, y � todo Israel, que har�an conforme � esto; y ellos juraron. Levant�se luego Esdras de delante la casa de Dios, y fu�se � la c�mara de Johan�n hijo de Eliasib: � ido all�, no comi� pan ni bebi� agua, porque se entristeci� sobre la prevaricaci�n de los de la transmigraci�n. � hicieron pasar preg�n por Jud� y por Jerusalem � todos los hijos de la transmigraci�n, que se juntasen en Jerusalem: Y que el que no viniera dentro de tres d�as, conforme al acuerdo de los pr�ncipes y de los ancianos, perdiese toda su hacienda, y �l fuese apartado de la compa��a de los de la transmigraci�n. As� todos los hombres de Jud� y de Benjam�n se reunieron en Jerusalem dentro de tres d�as, � los veinte del mes, el cual era el mes noveno; y sent�se todo el pueblo en la plaza de la casa de Dios, temblando con motivo de aquel negocio, y � causa de las lluvias. Y levant�se Esdras el sacerdote, y d�joles: Vosotros hab�is prevaricado, por cuanto tomasteis mujeres extra�as, a�adiendo as� sobre el pecado de Israel. Ahora pues, dad gloria � Jehov� Dios de vuestros padres, y haced su voluntad, y apartaos de los pueblos de las tierras, y de las mujeres extranjeras. Y respondi� todo aquel concurso, y dijeron en alta voz: As� se haga conforme � tu palabra. Mas el pueblo es mucho, y el tiempo lluvioso, y no hay fuerza para estar en la calle: ni la obra es de un d�a ni de dos, porque somos muchos los que hemos prevaricado en este negocio. Est�n ahora nuestro pr�ncipes, los de toda la congregaci�n; y todos aquellos que en nuestras ciudades hubieren tomado mujeres extranjeras, vengan � tiempos aplazados, y con ellos los ancianos de cada ciudad, y los jueces de ellas, hasta que apartemos de nosotros el furor de la ira de nuestro Dios sobre esto. Fueron pues puestos sobre este negocio Jonath�n hijo de Asael, y Jaaz�as hijo de Tikvah; y Mesullam y Sabethai, Levitas, les ayudaron. � hicieron as� los hijos de la transmigraci�n. Y apartados que fueron luego Esdras sacerdote, y los varones cabezas de familias en la casa de sus padres, todos ellos por sus nombres, sent�ronse el primer d�a del mes d�cimo para inquirir el negocio. Y concluyeron, con todos aquellos que hab�an tomado mujeres extranjeras, al primer d�a del mes primero. Y de los hijos de los sacerdotes que hab�an tomado mujeres extranjeras, fueron hallados estos: De los hijos de Jesu� hijo de Josadec, y de sus hermanos: Maas�as, y Eliezer, y Jarib, y Gedal�as; Y dieron su mano en promesa de echar sus mujeres, y ofrecieron como culpados un carnero de los reba�os por su delito. Y de los hijos de Immer: Hanani y Zebad�as. Y de lo hijos de Har�m, Maasi�s, y El�as, y Seme�as, y Jehiel, y Uzz�as. Y de los hijos de Phasur: Elioenai, Maas�as, Ismael, Nathanael, Jozabad, y Elasa. Y de los hijos de los Levitas: Jozabad, y Simi, Kela�a (este es Kelita), Petha�a, Jud� y Eliezer. Y de los cantores, Eliasib; y de los porteros: Sellum, y Telem, y Uri. Asimismo de Israel: De los hijos de Pharos: Ram�a � Izz�as, y Malch�as, y Miamim, y Eleazar, y Malch�as, y Bena�as. Y de los hijos de Elam: Mathan�as, Zach�r�as, y Jehiel, y Abdi, y Jeremoth, y El�a. Y de los hijos de Zattu: Elioenai, Eliasib, Mathan�as, y Jeremoth, y Zabad, y Aziza. Y de los hijos de Bebai: Johan�n, Hanan�as, Zabbai, Atlai. Y de los hijos de Bani: Mesullam, Malluch, y Ada�as, Jasub, Y Seal, y Ramoth. Y de los hijos de Pahath-moab: Adna, y Ch�leal, Bena�as, Maas�as, Mathan�as, Besaleel, Binnui y Manas�s. Y de los hijos de Harim: Eliezer, Issia, Malch�as, Seme�a, Sime�n, Benjam�n, Malluch, Semar�as. De los hijos de Hasum: Mathenai, Mathatha, Zabad, Eliphelet, Jeremai, Manas�s, Sami. De los hijos de Bani: Maadi, Amram y Uel, Bena�as, Bed�as, Ch�luhi, Van�as, Meremoth, Eliasib, Mathan�as, Mathenai, y Jaasai, Y Bani, y Binnui, Simi, Y Selem�as y Nath�n y Ada�as, Machnadbai, Sasai, Sarai, Azareel, y Selam�as, Semar�as, Sallum, Amar�as, Joseph. Y de los hijos de Nebo: Jehiel, Matith�as, Zabad, Zebina, Jadau, y Joel, Bena�as. Todos estos hab�an tomado mujeres extranjeras; y hab�a mujeres de ellos que hab�an parido hijos.
EsterLA BIBLIA Versión Reina-Valera de 1909 �NDICE [1 | 2 | 3 | 4 | 5 | 6 | 7 | 8 | 9 | 10 ]Ester 1Y ACONTECIO en los d�as de Assuero, (el Assuero que rein� desde la India hasta la Etiop�a sobre ciento veinte y siete provincias,) Que en aquellos d�as, asentado que fu� el rey Assuero en la silla de su reino, la cual estaba en Sus�n capital del reino, En el tercer a�o de su reinado hizo banquete � todos sus pr�ncipes y siervos, teniendo delante de �l la fuerza de Persia y de Media, gobernadores y pr�ncipes de provincias, Para mostrar �l las riquezas de la gloria de su reino, y el lustre de la magnificencia de su poder, por muchos d�as, ciento y ochenta d�as. Y cumplidos estos d�as, hizo el rey banquete por siete d�as en el patio del huerto del palacio real � todo el pueblo, desde el mayor hasta el menor que se hall� en Sus�n capital del reino. El pabell�n era de blanco, verde, y c�rdeno, tendido sobre cuerdas de lino y p�rpura en sortijas de plata y columnas de m�rmol: los reclinatorios de oro y de plata, sobre losado de p�rfido y de m�rmol, y de alabastro y de jacinto. Y daban � beber en vasos de oro, y vasos diferentes unos de otros, y mucho vino real, conforme � la facultad del rey. Y la bebida fu� seg�n esta ley: Que nadie constri�ese; porque as� lo hab�a mandado el rey � todos los mayordomos de su casa; que se hiciese seg�n la voluntad de cada uno. Asimismo la reina Vasthi hizo banquete de mujeres, en la casa real del rey Assuero. El s�ptimo d�a, estando el coraz�n del rey alegre del vino, mand� � Mehum�n, y � Biztha, y � Harbona, y � Bighta, y � Abagtha, y � Zetar, y � Carcas, siete eunucos que serv�an delante del rey Assuero, Que trajesen � la reina Vasthi delante del rey con la corona regia, para mostrar � los pueblos y � los pr�ncipes su hermosura; porque era linda de aspecto. Mas la reina Vasthi no quiso comparecer � la orden del rey, enviada por mano de los eunucos; y enoj�se el rey muy mucho, y encendi�se en �l su ira. Pregunt� entonces el rey � los sabios que sab�an los tiempos, (porque as� era la costubre del rey para con todos los que sab�an la ley y el derecho; Y estaban junto � �l, Carsena, y Sethar, y Admatha, y Tharsis, y Meres, y Marsena, y Memuc�n, siete pr�ncipes de Persia y de Media que ve�an la cara del rey, y se sentaban los primeros del reino:) Qu� se hab�a de hacer seg�n la ley con la reina Vasthi, por cuanto no hab�a cumplido la orden del rey Assuero, enviada por mano de los eunucos. Y dijo Memuc�n delante del rey y de los pr�ncipes: No solamente contra el rey ha pecado la reina Vasthi, sino contra todos los pr�ncipes, y contra todos los pueblos que hay en todas las provincias del rey Assuero. Porque este hecho de la reina pasar� � noticia de todas las mujeres, para hacerles tener en poca estima � sus maridos, diciendo: El rey Assuero mand� traer delante de s� � la reina Vasthi, y ella no vino. Y entonces dir�n esto las se�oras de Persia y de Media que oyeren el hecho de la reina, � todos los pr�ncipes del rey: y habr� mucho menosprecio y enojo. Si parece bien al rey, salga mandamiento real delante de �l, y escr�base entre las leyes de Persia y de Media, y no sea traspasado: Que no venga m�s Vasthi delante del rey Assuero: y d� el rey su reino � su compa�era que sea mejor que ella. Y el mandamiento que har� el rey ser� o�do en todo su reino, aunque es grande, y todas las mujeres dar�n honra � sus maridos, desde el mayor hasta el menor. Y plugo esta palabra en ojos del rey y de los pr�ncipes, � hizo el rey conforme al dicho de Memuc�n; Pues envi� letras � todas la provincias del rey, � cada provincia conforme � su escribir, y � cada pueblo conforme � su lenguaje, diciendo que todo hombre fuese se�or en su casa; y h�blese esto seg�n la lengua de su pueblo. Ester 2PASADAS estas cosas, sosegada ya la ira del rey Assuero, acord�se de Vasthi, y de lo que hizo, y de lo que fu� sentenciado contra ella. Y dijeron los criados del rey, sus oficiales: Busquen al rey mozas v�rgenes de buen parecer; Y ponga el rey personas en todas las provincias de su reino, que junte todas las mozas v�rgenes de buen parecer en Sus�n residencia regia, en la casa de las mujeres, al cuidado de Hegai, eunuco del rey, guarda de las mujeres, d�ndoles sus atav�os; Y la moza que agradare � los ojos del rey, reine en lugar de Vasthi. Y la cosa plugo en ojos del rey, � h�zolo as�. Hab�a un var�n Jud�o en Sus�n residencia regia, cuyo nombre era Mardoch�o, hijo de Jair, hijo de Simi, hijo de Cis, del linaje de Benjam�n; El cual hab�a sido trasportado de Jerusalem con los cautivos que fueron llevados con Jech�n�as rey de Jud�, � quien hizo trasportar Nabucodonosor rey de Babilonia. Y hab�a criado � Hadassa, que es Esther, hija de su t�o, porque no ten�a padre ni madre; y era moza de hermosa forma y de buen parecer; y como su padre y su madre murieron, Mardoch�o la hab�a tomado por hija suya. Sucedi� pues, que como se divulg� el mandamiento del rey y su acuerdo, y siendo reunidas muchas mozas en Sus�n residencia regia, � cargo de Hegai, fu� tomada tambi�n Esther para casa del rey, al cuidado de Hegai, guarda de las mujeres. Y la moza agrad� en sus ojos, y hall� gracia delante de �l; por lo que hizo darle prestamente sus atav�os y sus raciones, d�ndole tambi�n siete convenientes doncellas de la casa del rey; y pas�la con sus doncellas � lo mejor de la casa de las mujeres. Esther no declar� su pueblo ni su nacimiento; porque Mardoch�o le hab�a mandado que no lo declarase. Y cada d�a Mardoch�o se paseaba delante del patio de la casa de las mujeres, por saber c�mo iba � Esther, y qu� se hac�a de ella. Y como llegaba el tiempo de cada una de las mozas para venir al rey Assuero, al cabo de haber estado ya doce meses conforme � la ley acerca de las mujeres (porque as� se cumpl�a el tiempo de sus atav�os, esto es, seis meses con �leo de mirra, y seis meses con cosas arom�ticas y afeites de mujeres), Entonces la moza ven�a as� al rey: todo lo que ella dec�a se le daba, para venir con ello de la casa de las mujeres hasta la casa del rey. Ella ven�a � la tarde, y � la ma�ana se volv�a � la casa segunda de las mujeres, al cargo de Saasgaz eunuco del rey, guarda de las concubinas: no ven�a m�s al rey, salvo si el rey la quer�a, y era llamada por nombre. Y llegado que fu� el tiempo de Esther, hija de Abihail t�o de Mardoch�o, que �l se hab�a tomado por hija, para venir al rey, ninguna cosa procur� sino lo que dijo Hegai eunuco del rey, guarda de las mujeres: y ganaba Esther la gracia de todos los que la ve�an. Fu� pues Esther llevada al rey Assuero � su casa real en el mes d�cimo, que es el mes de Tebeth, en el a�o s�ptimo de su reinado. Y el rey am� � Esther sobre todas las mujeres, y hall� gracia y benevolencia delante de �l m�s que todas las v�rgenes; y puso la corona real en su cabeza, � h�zola reina en lugar de Vasthi. Hizo luego el rey gran banquete � todos sus pr�ncipes y siervos, el banquete de Esther; y alivi� � las provincias, � hizo y di� mercedes conforme � la facultad real. Y cuando se juntaban las v�rgenes la segunda vez, Mardoch�o estaba puesto a la puerta el rey. Y Esther, seg�n le ten�a mandado Mardoch�o, no hab�a declarado su naci�n ni su pueblo; porque Esther hac�a lo que dec�a Mardoch�o, como cuando con �l se educaba. En aquellos d�as, estando Mardoch�o sentado � la puerta del rey, enoj�ronse Bigth�n y Teres, dos eunucos del rey, de la guardia de la puerta, y procuraban poner mano en el rey Assuero. Mas entendido que fu� esto por Mardoch�o, �l lo denunci� � la reina Esther, y Esther lo dijo al rey en nombre de Mardoch�o. H�zose entonces indagaci�n de la cosa, y fu� hallada cierta; por tanto, entrambos fueron colgados en una horca. Y escribi�se el caso en el libro de las cosas de los tiempos delante del rey. Ester 3DESPU�S de estas cosas, el rey Assuero engrandeci� � Am�n hijo de Amadatha Agageo, y ensalz�lo, y puso su silla sobre todos los pr�ncipes que estaban con �l. Y todos los siervos del rey que estaban � la puerta del rey, se arrodillaban � inclinaban � Am�n, porque as� se lo hab�a mandado el rey; pero Mardoch�o, ni se orrodillaba ni se humillaba. Y los siervos del rey que estaban � la puerta, dijeron � Mardoch�o: �Por qu� traspasas el mandamiento del rey? Y aconteci� que, habl�ndole cada d�a de esta manera, y no escuch�ndolos �l, denunci�ronlo � Am�n, por ver si las palabras de Mardoch�o se mantendr�an; porque ya �l les hab�a declarado que era Jud�o. Y vi� Am�n que Mardoch�o ni se arrodillaba ni se humillaba delante de �l; y llen�se de ira. Mas tuvo en poco meter mano en solo Mardoch�o; que ya le hab�a declarado el pueblo de Mardoch�o: y procur� Am�n destruir � todos los Jud�os que hab�a en el reino de Assuero, al pueblo de Mardoch�o. En el mes primero, que es el mes de Nis�n, en el a�o duod�cimo del rey Assuero, fu� echada Pur, esto es, la suerte, delante de Am�n, de d�a en d�a y de mes en mes; y sali� el mes duod�cimo, que es el mes de Adar. Y dijo Am�n al rey Assuero: Hay un pueblo esparcido y dividido entre los pueblos en todas las provincias de tu reino, y sus leyes son diferentes de las de todo pueblo, y no observan las leyes del rey; y al rey no viene provecho de dejarlos. Si place al rey, escr�base que sean destru�dos; y yo pesar� diez mil talentos de plata en manos de los que manejan la hacienda, para que sean tra�dos � los tesoros del rey. Entonces el rey quit� su anillo de su mano, y di�lo � Am�n hijo de Amadatha Agageo, enemigo de los Jud�os, Y d�jole: La plata propuesta sea para ti, y asimismo el pueblo, para que hagas de �l lo que bien te pareciere. Entonces fueron llamados los escribanos del rey en el mes primero, � trece del mismo, y fu� escrito conforme � todo lo que mand� Am�n, � los pr�ncipes del rey, y � los capitanes que estaban sobre cada provincia, y � los pr�ncipes de cada pueblo, � cada provincia seg�n su escritura, y � cada pueblo seg�n su lengua: en nombre del rey Assuero fu� escrito, y signado con el anillo del rey. Y fueron enviadas letras por mano de los correos � todas las provincias del rey, para destruir, y matar, y exterminar � todos los Jud�os, desde el ni�o hasta el viejo, ni�os y mujeres en un d�a, en el trece del mes duod�cimo, que es el mes de Adar, y para apoderarse de su despojo. La copia del escrito que se diese por mandamiento en cada provincia, fu� publicada � todos los pueblos, � fin de que estuviesen apercibidos para aquel d�a. Y salieron los correos de priesa por mandato del rey, y el edicto fu� dado en Sus�n capital del reino. Y el rey y Am�n estaban sentados � beber, y la ciudad de Sus�n estaba conmovida. Ester 4LUEGO que supo Mardoch�o todo lo que se hab�a hecho, rasg� sus vestidos, y visti�se de saco y de ceniza, y fu�se por medio de la ciudad clamando con grande y amargo clamor. Y vino hasta delante de la puerta del rey: porque no era l�cito pasar adentro de la puerta del rey con vestido de saco. Y en cada provincia y lugar donde el mandamiento del rey y su decreto llegaba, ten�an los Jud�os grande luto, y ayuno, y lloro, y lamentaci�n: saco y ceniza era la cama de muchos. Y vinieron las doncellas de Esther y sus eunucos, y dij�ronselo: y la reina tuvo gran dolor, y envi� vestidos para hacer vestir � Mardoch�o, y hacerle quitar el saco de sobre �l; mas �l no los recibi�. Entonces Esther llam� � Atach, uno de los eunucos del rey, que �l hab�a hecho estar delante de ella, y mand�lo � Mardoch�o, con orden de saber qu� era aquello, y por qu�. Sali� pues Atach � Mardoch�o, � la plaza de la ciudad que estaba delante de la puerta del rey. Y Mardoch�o le declar� todo lo que le hab�a acontecido, y di�le noticia de la plata que Am�n hab�a dicho que pesar�a para los tesoros del rey por raz�n de los Jud�os, para destruirlos. Di�le tambi�n la copia de la escritura del decreto que hab�a sido dado en Sus�n para que fuesen destru�dos, � fin de que la mostrara � Esther y se lo declarase, y le encargara que fuese al rey � suplicarle, y � pedir delante de �l por su pueblo. Y vino Atach, y cont� � Esther las palabra de Mardoch�o. Entonces Esther dijo � Atach, y mand�le decir � Mardoch�o: Todos los siervos del rey, y el pueblo de las provincias del rey saben, que cualquier hombre � mujer que entra al rey al patio de adentro sin ser llamado, por una sola ley ha de morir: salvo aquel � quien el rey extendiere el cetro de oro, el cual vivir�: y yo no he sido llamada para entrar al rey estos treinta d�as. Y dijeron � Mardoch�o las palabras de Esther. Entonces dijo Mardoch�o que respondiesen � Esther: No pienses en tu alma, que escapar�s en la casa del rey m�s que todos los Jud�os: Porque si absolutamente callares en este tiempo, respiro y libertaci�n tendr�n los Jud�os de otra parte; mas t� y la casa de tu padre perecer�is. �Y qui�n sabe si para esta hora te han hecho llegar al reino? Y Esther dijo que respondiesen � Mardoch�o: Ve, y junta � todos los Jud�os que se hallan en Sus�n, y ayunad por m�, y no com�is ni beb�is en tres d�as, noche ni d�a: yo tambi�n con mis doncellas ayunar� igualmente, y as� entrar� al rey, aunque no sea conforme � la ley; y si perezco, que perezca. Entonces se fu� Mardoch�o, � hizo conforme � todo lo que le mand� Esther. Ester 5Y ACONTECIO que al tercer d�a se visti� Esther su vestido real, y p�sose en el patio de adentro de la casa del rey, enfrente del aposento del rey: y estaba el rey sentado en su solio regio en el aposento real, enfrente de la puerta del aposento. Y fu� que, como vi� � la reina Esther que estaba en el patio, ella obtuvo gracia en sus ojos; y el rey extendi� � Esther el cetro de oro que ten�a en la mano. Entonces se lleg� Esther, y toc� la punta del cetro. Y dijo el rey: �Qu� tienes, reina Esther? �y cu�l es tu petici�n? Hasta la mitad del reino, se te dar�. Y Esther dijo: Si al rey place, venga hoy el rey con Am�n al banquete que le he hecho. Y respondi� el rey: Daos priesa, llamad � Am�n, para hacer lo que Esther ha dicho. Vino pues el rey con Am�n al banquete que Esther dispuso. Y dijo el rey � Esther en el banquete del vino: �Cu�l es tu petici�n, y te ser� otorgada? �Cu�l es tu demanda? Aunque sea la mitad del reino, te ser� concedida. Entonces respondi� Esther, y dijo: Mi petici�n y mi demanda es: Si he hallado gracia en los ojos del rey, y si place al rey otorgar mi petici�n y hacer mi demanda, que venga el rey con Am�n al banquete que les dispondr�; y ma�ana har� conforme � lo que el rey ha mandado. Y sali� Am�n aquel d�a contento y alegre de coraz�n; pero como vi� � Mardoch�o � la puerta del rey, que no se levantaba ni se mov�a de su lugar, llen�se contra Mardoch�o de ira. Mas refren�se Am�n, y vino � su casa, y envi�, � hizo venir sus amigos, y � Zeres su mujer. Y refiri�les Am�n la gloria de sus riquezas, y la multitud de sus hijos, y todas las cosas con que el rey le hab�a engrandecido y con que le hab�a ensalzado sobre los pr�ncipes y siervos del rey. Y a�adi� Am�n: Tambi�n la reina Esther � ninguno hizo venir con el rey al banquete que ella dispuso, sino � m�: y aun para ma�ana soy convidado de ella con el rey. Mas todo esto nada me sirve cada vez que veo al jud�o Mardoch�o sentado � la puerta del rey. Y d�jole Zeres su mujer, y todos sus amigos: Hagan una horca alta de cincuenta codos, y ma�ana di al rey que cuelguen � Mardoch�o en ella; y entra con el rey al banquete alegre. Y plugo la cosa en los ojos de Am�n, � hizo preparar la horca. Ester 6AQUELLA noche se le fu� el sue�o al rey, y dijo que le trajesen el libro de las memorias de las cosas de los tiempos: y ley�ronlas delante del rey. Y hall�se escrito que Mardoch�o hab�a denunciado de Bigthan y de Teres, dos eunucos del rey, de la guarda de la puerta, que hab�an procurado meter mano en el rey Assuero. Y dijo el rey: �Qu� honra � que distinci�n se hizo � Mardoch�o por esto? Y respondieron los servidores del rey, sus oficiales: Nada se ha hecho con �l. Entonces dijo el rey: �Qui�n est� en el patio? Y Am�n hab�a venido al patio de afuera de la casa del rey, para decir al rey que hiciese colgar � Mardoch�o en la horca que �l le ten�a preparada. Y los servidores del rey le respondieron: He aqu� Am�n est� en el patio. Y el rey dijo: Entre. Entr� pues Am�n, y el rey le dijo: �Qu� se har� al hombre cuya honra desea el rey? Y dijo Am�n en su coraz�n: �A qui�n desear� el rey hacer honra m�s que � m�? Y respondi� Am�n al rey: Al var�n cuya honra desea el rey, Traigan el vestido real de que el rey se viste, y el caballo en que el rey cabalga, y la corona real que est� puesta en su cabeza; Y den el vestido y el caballo en mano de alguno de los pr�ncipes m�s nobles del rey, y vistan � aquel var�n cuya honra desea el rey, y ll�venlo en el caballo por la plaza de la ciudad, y pregonen delante de �l: As� se har� al var�n cuya honra desea el rey. Entonces el rey dijo � Am�n: Date priesa, toma el vestido y el caballo, como t� has dicho, y hazlo as� con el jud�o Mardoch�o, que se sienta � la puerta del rey; no omitas nada de todo lo que has dicho. Y Am�n tom� el vestido y el caballo, y visti� � Mardoch�o, y llev�lo � caballo por la plaza de la ciudad, � hizo pregonar delante de �l: As� se har� al var�n cuya honra desea el rey. Despu�s de esto Mardoch�o se volvi� � la puerta del rey, y Am�n se fu� corriendo � su casa, apesadumbrado y cubierta su cabeza. Cont� luego Am�n � Zeres su mujer, y � todos sus amigos, todo lo que le hab�a acontecido: y dij�ronle sus sabios, y Zeres su mujer: Si de la simiente de los Jud�os es el Mardoch�o, delante de quien has comenzado � caer, no lo vencer�s; antes caer�s por cierto delante de �l. Aun estaban ellos hablando con �l, cuando los eunucos del rey llegaron apresurados, para hacer venir � Am�n al banquete que Esther hab�a dispuesto. Ester 7VINO pues el rey con Am�n � beber con la reina Esther. Y tambi�n el segundo d�a dijo el rey � Esther en el convite del vino: �Cu�l es tu petici�n, reina Esther, y se te conceder�? �Cu�l es pues tu demanda? Aunque sea la mitad del reino, pondr�se por obra. Entonces la reina Esther respondi� y dijo: Oh rey, si he hallado gracia en tus ojos, y si al rey place, s�ame dada mi vida por mi petici�n, y mi pueblo por mi demanda. Porque vendidos estamos yo y mi pueblo, para ser destru�dos, para ser muertos y exterminados. Y si para siervos y siervas fu�ramos vendidos, call�rame, bien que el enemigo no compensara el da�o del rey. Y respondi� el rey Assuero, y dijo � la reina Esther: �Qui�n es, y d�nde est�, aqu�l � quien ha henchido su coraz�n para obrar as�? Y Esther dijo: El enemigo y adversario es este malvado Am�n. Entonces se turb� Am�n delante del rey y de la reina. Levant�se luego el rey del banquete del vino en su furor, y se fu� al huerto del palacio: y qued�se Am�n para procurar de la reina Esther por su vida; porque vi� que estaba resuelto para �l el mal de parte del rey. Volvi� despu�s el rey del huerto del palacio al aposento del banquete del vino, y Am�n hab�a ca�do sobre el lecho en que estaba Esther. Entonces dijo el rey: �Tambi�n para forzar la reina, estando conmigo en casa? Como esta palabra sali� de la boca del rey, el rostro de Am�n fu� cubierto. Y dijo Harbona, uno de los eunucos de delante del rey: He aqu� tambi�n la horca de cincuenta codos de altura que hizo Am�n para Mardoch�o, el cual hab�a hablado bien por el rey, est� en casa de Am�n. Entonces el rey dijo: Colgadlo en ella. As� colgaron � Am�n en la horca que �l hab�a hecho aparejar para Mardoch�o; y apacigu�se la ira del rey. Ester 8EL MISMO d�a di� el rey Assuero � la reina Esther la casa de Am�n enemigo de los Jud�os; y Mardoch�o vino delante del rey, porque Esther le declar� lo que era respecto de ella. Y quit�se el rey su anillo que hab�a vuelto � tomar de Aman, y di�lo � Mardoch�o. Y Esther puso � Mardoch�o sobre la casa de Am�n. Volvi� luego Esther � hablar delante del rey, y ech�se � sus pies, llorando y rog�ndole que hiciese nula la maldad de Am�n Agageo, y su designio que hab�a formado contra los Jud�os. Entonces extendi� el rey � Esther el cetro de oro, y Esther se levant�, y p�sose en pie delante del rey. Y dijo: Si place al rey, y si he hallado gracia delante de el, y si la cosa es recta delante del rey, y agradable yo en sus ojos, sea escrito para revocar las letras del designio de Am�n hijo de Amadatha Agageo, que escribi� para destruir � los Jud�os que est�n en todas las provincias del rey. Porque �c�mo podr� yo ver el mal que alcanzar� � mi pueblo? �c�mo podr� yo ver la destrucci�n de mi naci�n? Y respondi� el rey Assuero � la reina Esther, y � Mardoch�o Jud�o: He aqu� yo he dado � Esther la casa de Am�n, y � �l han colgado en la horca, por cuanto extendi� su mano contra los Jud�os. Escribid pues vosotros � los Jud�os como bien os pareciere en el nombre del rey, y sellad lo con el anillo del rey; porque la escritura que se sella con el anillo del rey, no es para revocarla. Entonces fueron llamados los escribanos del rey en el mes tercero, que es Siv�n, � veintitr�s del mismo; y escribi�se conforme � todo lo que mand� Mardoch�o, � los Jud�os, y � los s�trapas, y � los capitanes, y � los pr�ncipes de las provincias que hab�a desde la India hasta la Ethiop�a, ciento veintisiete provincias; � cada provincia seg�n su escribir, y � cada pueblo conforme � su lengua, � los Jud�os tambi�n conforme � su escritura y lengua. Y escribi� en nombre del rey Assuero, y sell� con el anillo del rey, y envi� letras por correos de � caballo, montados en dromedarios, y en mulos hijos de yeguas; Con intimaci�n de que el rey conced�a � los Jud�os que estaban en todas la ciudades, que se juntasen y estuviesen � la defensa de su vida, prontos � destruir, y matar, y acabar con todo ej�rcito de pueblo o provincia que viniese contra ellos, aun ni�os y mujeres, y su despojo para presa, En un mismo d�a en todas las provincias del rey Assuero, en el trece del mes duod�cimo, que es el mes de Adar. La copia de la escritura que hab�a de darse por ordenanza en cada provincia, para que fuese manifiesta � todos los pueblos, dec�a que los Jud�os estuviesen apercibidos para aquel d�a, para vengarse de sus enemigos. Los correos pues, cabalgando en dromedarios y en mulos, salieron apresurados y constre�idos por el mandamiento del rey: y la ley fu� dada en Sus�n capital del reino. Y sali� Mardoch�o de delante del rey con vestido real de c�rdeno y blanco, y una gran corona de oro, y un manto de lino y p�rpura: y la ciudad de Sus�n se alegr� y regocij�. Los Jud�os tuvieron luz y alegr�a, y gozo y honra. Y en cada provincia y en cada ciudad donde lleg� el mandamiento del rey, los Jud�os tuvieron alegr�a y gozo, banquete y d�a de placer. Y muchos de los pueblos de la tierra se hac�an Jud�os, porque el temor de los Jud�os hab�a ca�do sobre ellos. Ester 9Y EN el mes duod�cimo y que es el mes de Adar, � trece del mismo, en el que tocaba se ejecutase el mandamiento del rey y su ley, el mismo d�a en que esperaban los enemigos de los Jud�os ense�orearse de ellos, fu� lo contrario; porque los Jud�os se ense�orearon de los que los aborrec�an. Los Jud�os se juntaron en sus ciudades en todas las provincias del rey Assuero, para meter mano sobre los que hab�an procurado su mal: y nadie se puso delante de ellos, porque el temor de ellos hab�a ca�do sobre todos los pueblos. Y todos los pr�ncipes de las provincias, y los virreyes, y capitanes, y oficiales del rey, ensalzaban � los Jud�os; porque el temor de Mardoch�o hab�a ca�do sobre ellos. Porque Mardoch�o era grande en la casa del rey, y su fama iba por todas las provincias; pues el var�n Mardoch�o iba engrandeci�ndose. E hirieron los Jud�os � todos sus enemigos con plaga de espada, y de mortandad, y de perdici�n; � hicieron en sus enemigos � su voluntad. Y en Sus�n capital del reino, mataron y destruyeron los Jud�os � quinientos hombres. Mataron entonces � Phorsandatha, y � Dalph�n, y � Asphatha, Y � Phoratha y � Ahal�a, y � Aridatha, Y � Pharmastha, y � Arisai, y � Aridai, y � Vaizatha, Diez hijos de Am�n hijo de Amadatha, enemigo de los Jud�os: mas en la presa no metieron su mano. El mismo d�a vino la cuenta de los muertos en Sus�n residencia regia, delante del rey. Y dijo el rey � la reina Esther: En Sus�n, capital del reino, han muerto los Jud�os y destru�do quinientos hombres, y � diez hijos de Am�n; �qu� habr�n hecho en las otras provincias del rey? �Cu�l pues es tu petici�n, y te ser� concedida? �� qu� m�s es tu demanda, y ser� hecho? Y respondi� Esther: Si place al rey, concedase tambi�n ma�ana � los Jud�os en Sus�n, que hagan conforme � la ley de hoy; y que cuelguen en la horca � los diez hijos de Am�n. Y mand� el rey que se hiciese as�: y di�se la orden en Sus�n, y colgaron � los diez hijos de Am�n. Y los Jud�os que estaban en Sus�n, se juntaron tambi�n el catorce del mes de Adar, y mataron en Sus�n trescientos hombres: mas en la presa no metieron su mano. En cuanto � los otros Jud�os que estaban en las provincias del rey, tambi�n se juntaron y pusi�ronse en defensa de su vida, y tuvieron reposo de sus enemigos, y mataron de sus contrarios setenta y cinco mil; mas en la presa no metieron su mano. En el d�a trece del mes de Adar fu� esto; y reposaron en el d�a catorce del mismo, � hici�ronlo d�a de banquete y de alegr�a. Mas los Jud�os que estaban en Sus�n se juntaron en el trece y en el catorce del mismo mes; y al quince del mismo reposaron, � hicieron aquel d�a d�a de banquete y de regocijo. Por tanto los Jud�os aldeanos que habitan en las villas sin muro, hacen � los catorce del mes de Adar el d�a de alegr�a y de banquete, y buen d�a, y de enviar porciones cada uno � su vecino. Y escribi� Mardoch�o estas cosas, y envi� letras � todos los Jud�os que estaban en todas las provincias del rey Assuero, cercanos y distantes, Orden�ndoles que celebrasen el d�a d�cimocuarto del mes de Adar, y el d�cimoquinto del mismo, cada un a�o. Como d�as en que los Jud�os tuvieron reposo de sus enemigos, y el mes que se les torn� de tristeza en alegr�a, y de luto en d�a bueno; que los hiciesen d�as de banquete y de gozo, y de enviar porciones cada uno � su vecino, y d�divas � los pobres. Y los Jud�os aceptaron hacer, seg�n hab�an comenzado, lo que les escribi� Mardoch�o. Porque Am�n hijo de Amadatha, Agageo, enemigo de todos los Jud�os, hab�a ideado contra los Jud�os para destruirlos, y ech� Pur, que quiere decir suerte, para consumirlos y acabar con ellos. Mas como Esther vino � la presencia del rey, �l intim� por carta: El perverso designio que aqu�l traz� contra los Jud�os, recaiga sobre su cabeza; y cu�lguenlo � �l y � sus hijos en la horca. Por esto llamaron � estos d�as Purim, del nombre Pur. Por todas las palabras pues de esta carta, y por lo que ellos vieron sobre esto, y lo que lleg� � su noticia, Establecieron y tomaron los Jud�os sobre s�, y sobre su simiente, y sobre todos los allegados � ellos, y no ser� traspasado, el celebrar estos dos d�as seg�n est� escrito en orden � ellos, y conforme � su tiempo cada un a�o; Y que estos dos d�as ser�an en memoria, y celebrados en todas las naciones, y familias, y provincias, y ciudades. Estos d�as de Purim no pasar�n de entre los Jud�os, y la memoria de ellos no cesar� de su simiente. Y la reina Esther hija de Abihail, y Mardoch�o Jud�o, escribieron con toda eficacia, para confirmar esta segunda carta de Purim. Y envi� Mardoch�o letras � todos los Jud�os, � las ciento veintisiete provincias del rey Assuero, con palabras de paz y de verdad, Para confirmar estos d�as de Purim en sus tiempos se�alados, seg�n les hab�a constitu�do Mardoch�o Jud�o y la reina Esther, y como hab�an ellos tomado sobre s� y sobre su simiente, para conmemorar el fin de los ayunos y de su clamor. Y el mandamiento de Esther confirm� estas palabras dadas acerca de Purim, y escribi�se en el libro. Ester 10Y EL rey Assuero impuso tributo sobre la tierra y las islas de la mar. Y toda la obra de su fortaleza, y de su valor, y la declaraci�n de la grandeza de Mardoch�o, con que el rey le engrandeci�, �no est� escrito en el libro de los anales de los reyes de Media y de Persia? Porque Mardoch�o Jud�o fu� segundo despu�s del rey Assuero, y grande entre los Jud�os, y acepto � la multitud de sus hermanos, procurando el bien de su pueblo, y hablando paz para toda su simiente.
JobLA BIBLIA Versión Reina-Valera de 1909 �NDICE [1 | 2 | 3 | 4 | 5 | 6 | 7 | 8 | 9 | 10 | 11 | 12 | 13 | 14 | 15 | 16 | 17 | 18 | 19 | 20 | 21 | 22 | 23 | 24 | 25 | 26 | 27 | 28 | 29 | 30 | 31 | 32 | 33 | 34 | 35 | 36 | 37 | 38 | 39 | 40 | 41 | 42 ]Job 1HUBO un var�n en tierra de Hus, llamado Job; y era este hombre perfecto y recto, y temeroso de Dios, y apartado del mal. Y naci�ronle siete hijos y tres hijas. Y su hacienda era siete mil ovejas, y tres mil camellos, y quinientas yuntas de bueyes, y quinientas asnas, y much�simos criados: y era aquel var�n grande m�s que todos los Orientales. E iban sus hijos y hac�an banquetes en sus casas, cada uno en su d�a; y enviaban � llamar sus tres hermanas, para que comiesen y bebiesen con ellos. Y acontec�a que, habiendo pasado en turno los d�as del convite, Job enviaba y santific�balos, y levant�base de ma�ana y ofrec�a holocaustos conforme al n�mero de todos ellos. Porque dec�a Job: Quiz� habr�n pecado mis hijos, y habr�n blasfemado � Dios en sus corazones. De esta manera hac�a todos los d�as. Y un d�a vinieron los hijos de Dios � presentarse delante de Jehov�, entre los cuales vino tambi�n Sat�n. Y dijo Jehov� � Sat�n: �De d�nde vienes? Y respondiendo Sat�n � Jehov�, dijo: De rodear la tierra, y de andar por ella. Y Jehov� dijo � Sat�n: �No has considerado � mi siervo Job, que no hay otro como �l en la tierra, var�n perfecto y recto, temeroso de Dios, y apartado de mal? Y respondiendo Sat�n � Jehov�, dijo: �Teme Job � Dios de balde? �No le has t� cercado � �l, y � su casa, y � todo lo que tiene en derredor? Al trabajo de sus manos has dado bendici�n; por tanto su hacienda ha crecido sobre la tierra. Mas extiende ahora tu mano, y toca � todo lo que tiene, y ver�s si no te blasfema en tu rostro. Y dijo Jehov� � Sat�n: He aqu�, todo lo que tiene est� en tu mano: solamente no pongas tu mano sobre �l. Y sali�se Sat�n de delante de Jehov�. Y un d�a aconteci� que sus hijos � hijas com�an y beb�an vino en casa de su hermano el primog�nito, Y vino un mensajero � Job, que le dijo: Estando arando los bueyes, y las asnas paciendo cerca de ellos, Acometieron los Sabeos, y tom�ronlos, � hirieron � los mozos � filo de espada: solamente escap� yo para traerte las nuevas. Aun estaba �ste hablando, y vino otro que dijo: Fuego de Dios cay� del cielo, que quem� las ovejas y los mozos, y los consumi�: solamente escap� yo solo para traerte las nuevas. Todav�a estaba �ste hablando, y vino otro que dijo: Los Caldeos hicieron tres escuadrones, y dieron sobre los camellos, y tom�ronlos, � hirieron � los mozos � filo de espada; y solamente escap� yo solo para traerte las nuevas. Entre tanto que �ste hablaba, vino otro que dijo: Tus hijos y tus hijas estaban comiendo y bebiendo vino en casa de su hermano el primog�nito; Y he aqu� un gran viento que vino del lado del desierto, � hiri� las cuatro esquinas de la casa, y cay� sobre los mozos, y murieron; y solamente escap� yo solo para traerte las nuevas. Entonces Job se levant�, y rasg� su manto, y trasquil� su cabeza, y cayendo en tierra ador�; Y dijo: Desnudo sal� del vientre de mi madre, y desnudo tornar� all�. Jehov� di�, y Jehov� quit�: sea el nombre de Jehov� bendito. En todo esto no pec� Job, ni atribuy� � Dios desprop�sito alguno. Job 2Y OTRO d�a aconteci� que vinieron los hijos de Dios para presentarse delante de Jehov�, y Sat�n vino tambi�n entre ellos pareciendo delante de Jehov�. Y dijo Jehov� � Sat�n: �De d�nde vienes? Respondi� Sat�n � Jehov�, y dijo: De rodear la tierra, y de andar por ella. Y Jehov� dijo � Sat�n: �No has considerado � mi siervo Job, que no hay otro como �l en la tierra, var�n perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado de mal, y que aun retiene su perfecci�n, habi�ndome t� incitado contra �l, para que lo arruinara sin causa? Y respondiendo Sat�n dijo � Jehov�: Piel por piel, todo lo que el hombre tiene dar� por su vida. Mas extiende ahora tu mano, y toca � su hueso y � su carne, y ver�s si no te blasfema en tu rostro. Y Jehov� dijo � Sat�n: He aqu�, �l est� en tu mano; mas guarda su vida. Y sali� Sat�n de delante de Jehov�, � hiri� � Job de una maligna sarna desde la planta de su pie hasta la mollera de su cabeza. Y tomaba una teja para rascarse con ella, y estaba sentado en medio de ceniza. D�jole entonces su mujer: �Aun retienes t� tu simplicidad? Bendice � Dios, y mu�rete. Y �l le dijo: Como suele hablar cualquiera de las mujeres fatuas, has hablado. Tambi�n recibimos el bien de Dios, �y el mal no recibiremos? En todo esto no pec� Job con sus labios. Y tres amigos de Job, Eliphaz Temanita, y Bildad Suhita, y Sophar Naamathita, luego que oyeron todo este mal que le hab�a sobrevenido, vinieron cada uno de su lugar; porque hab�an concertado de venir juntos � condolecerse de �l, y � consolarle. Los cuales alzando los ojos desde lejos, no lo conocieron, y lloraron � voz en grito; y cada uno de ellos rasg� su manto, y esparcieron polvo sobre sus cabezas hacia el cielo. As� se sentaron con �l en tierra por siete d�as y siete noches, y ninguno le hablaba palabra, porque ve�an que el dolor era muy grande. Job 3DESPU�S de esto abri� Job su boca, y maldijo su d�a. Y exclam� Job, y dijo: Perezca el d�a en que yo nac�, Y la noche que se dijo: Var�n es concebido. Sea aquel d�a sombr�o, Y Dios no cuide de �l desde arriba, Ni claridad sobre �l resplandezca. Af�enlo tinieblas y sombra de muerte; Repose sobre �l nublado, Que lo haga horrible como caliginoso d�a. Ocupe la oscuridad aquella noche; No sea contada entre los d�as del a�o, Ni venga en �l n�mero de los meses. �Oh si fuere aquella noche solitaria, Que no viniera canci�n alguna en ella! Mald�ganla los que maldicen al d�a, Los que se aprestan para levantar su llanto. Oscur�zcanse las estrellas de su alba; Espere la luz, y no venga, Ni vea los p�rpados de la ma�ana: Por cuanto no cerr� las puertas del vientre donde yo estaba, Ni escondi� de mis ojos la miseria. �Por qu� no mor� yo desde la matriz, O fu� traspasado en saliendo del vientre? �Por qu� me previnieron las rodillas? �Y para qu� las tetas que mamase? Pues que ahora yaciera yo, y reposara; Durmiera, y entonces tuviera reposo, Con los reyes y con los consejeros de la tierra, Que edifican para s� los desiertos; O con los pr�ncipes que pose�an el oro, Que hench�an sus casas de plata. O �por qu� no fu� escondido como aborto, Como los peque�itos que nunca vieron luz? All� los imp�os dejan el perturbar, Y all� descansan los de cansadas fuerzas. All� asimismo reposan los cautivos; No oyen la voz del exactor. All� est�n el chico y el grande; Y el siervo libre de su se�or. �Por qu� se da luz al trabajado, Y vida � los de �nimo en amargura, Que esperan la muerte, y ella no llega, Aunque la buscan m�s que tesoros; Que se alegran sobremanera, Y se gozan, cuando hallan el sepulcro? �Por qu� al hombre que no sabe por donde vaya, Y al cual Dios ha encerrado? Pues antes que mi pan viene mi suspiro; Y mis gemidos corren como aguas. Porque el temor que me espantaba me ha venido, Y hame acontecido lo que tem�a. No he tenido paz, no me asegur�, ni me estuve reposado; V�nome no obstante turbaci�n. Job 4Y RESPONDIO Eliphaz el Temanita, y dijo: Si prob�remos � hablarte, serte ha molesto; Mas �qui�n podr� detener las palabras? He aqu�, t� ense�abas � muchos, Y las manos flacas corroborabas; Al que vacilaba, enderezaban tus palabras, Y esforzabas las rodillas que deca�an. Mas ahora que el mal sobre ti ha venido, te es duro; Y cuando ha llegado hasta ti, te turbas. �Es este tu temor, tu confianza, Tu esperanza, y la perfecci�n de tus caminos? Recapacita ahora, �qui�n que fuera inocente se perdiera? Y �en d�nde los rectos fueron cortados? Como yo he visto, los que aran iniquidad Y siembran injuria, la siegan. Perecen por el aliento de Dios, Y por el esp�ritu de su furor son consumidos. El bramido del le�n, y la voz del le�n, Y los dientes de los leoncillos son quebrantados. El le�n viejo perece por falta de presa, Y los hijos del le�n son esparcidos. El negocio tambi�n me era � m� oculto; Mas mi o�do ha percibido algo de ello. En imaginaciones de visiones nocturnas, Cuando el sue�o cae sobre los hombres, Sobrev�nome un espanto y un temblor, Que estremeci� todos mis huesos: Y un esp�ritu pas� por delante de m�, Que hizo se erizara el pelo de mi carne. Par�se un fantasma delante de mis ojos, Cuyo rostro yo no conoc�, Y quedo, o� que dec�a: �Si ser� el hombre m�s justo que Dios? �Si ser� el var�n m�s limpio que el que lo hizo? He aqu� que en sus siervos no conf�a, Y not� necedad en sus �ngeles �Cu�nto m�s en los que habitan en casas de lodo, Cuyo fundamento est� en el polvo, Y que ser�n quebrantados de la polilla! De la ma�ana � la tarde son quebrantados, Y se pierden para siempre, sin haber quien lo considere. �Su hermosura, no se pierde con ellos mismos? Mueren, y sin sabidur�a. Job 5AHORA pues da voces, si habr� quien te responda; �Y � cu�l de los santos te volver�s? Es cierto que al necio la ira lo mata, Y al codicioso consume la envidia. Yo he visto al necio que echaba ra�ces, Y en la misma hora maldije su habitaci�n. Sus hijos estar�n lejos de la salud, Y en la puerta ser�n quebrantados, Y no habr� quien los libre. Su mies comer�n los hambrientos, Y sacar�nla de entre las espinas, Y los sedientos beber�n su hacienda. Porque la iniquidad no sale del polvo, Ni la molestia brota de la tierra. Empero como las centellas se levantan para volar por el aire, As� el hombre nace para la aflicci�n. Ciertamente yo buscar�a � Dios, Y depositar�a en �l mis negocios: El cual hace cosas grandes � inescrutables, Y maravillas que no tienen cuento: Que da la lluvia sobre la haz de la tierra, Y env�a las aguas por los campos: Que pone los humildes en altura, Y los enlutados son levantados � salud: Que frustra los pensamientos de los astutos, Para que sus manos no hagan nada: Que prende � los sabios en la astucia de ellos, Y el consejo de los perversos es entontecido; De d�a se topan con tinieblas, Y en mitad del d�a andan � tientas como de noche: Y libra de la espada al pobre, de la boca de los imp�os, Y de la mano violenta; Pues es esperanza al menesteroso, Y la iniquidad cerrar� su boca. He aqu�, bienaventurado es el hombre � quien Dios castiga: Por tanto no menosprecies la correcci�n del Todopoderoso. Porque �l es el que hace la llaga, y �l la vendar�: El hiere, y sus manos curan. En seis tribulaciones te librar�, Y en la s�ptima no te tocar� el mal. En el hambre te redimir� de la muerte, Y en la guerra de las manos de la espada. Del azote de la lengua ser�s encubierto; Ni temer�s de la destrucci�n cuando viniere. De la destrucci�n y del hambre te reir�s, Y no temer�s de las bestias del campo: Pues aun con las piedras del campo tendr�s tu concierto, Y las bestias del campo te ser�n pac�ficas. Y sabr�s que hay paz en tu tienda; Y visitar�s tu morada, y no pecar�s. Asimismo echar�s de ver que tu simiente es mucha, Y tu prole como la hierba de la tierra. Y vendr�s en la vejez � la sepultura, Como el mont�n de trigo que se coge � su tiempo. He aqu� lo que hemos inquirido, lo cual es as�: Oyelo, y juzga t� para contigo. Job 6Y RESPONDIO Job y dijo: �Oh si pesasen al justo mi queja y mi tormento, Y se alzasen igualmente en balanza! Porque pesar�a aqu�l m�s que la arena del mar: Y por tanto mis palabras son cortadas. Porque las saetas del Todopoderoso est�n en m�, Cuyo veneno bebe mi esp�ritu; Y terrores de Dios me combaten. �Acaso gime el asno mont�s junto � la hierba? �Muge el buey junto � su pasto? �Comer�se lo desabrido sin sal? �O habr� gusto en la clara del huevo? Las cosas que mi alma no quer�a tocar, Por los dolores son mi comida. �Qui�n me diera que viniese mi petici�n, Y que Dios me otorgase lo que espero; Y que pluguiera � Dios quebrantarme; Que soltara su mano, y me deshiciera! Y ser�a a�n mi consuelo, Si me asaltase con dolor sin dar m�s tregua, Que yo no he escondido las palabras del Santo. �Cu�l es mi fortaleza para esperar a�n? �Y cu�l mi fin para dilatar mi vida? �Es mi fortaleza la de las piedras? �O mi carne, es de acero? �No me ayudo cuanto puedo, Y el poder me falta del todo? El atribulado es consolado de su compa�ero: Mas hase abandonado el temor del Omnipotente. Mis hermanos han mentido cual arroyo: Pas�ronse como corrientes impetuosas, Que est�n escondidas por la helada, Y encubiertas con nieve; Que al tiempo del calor son deshechas, Y en calent�ndose, desaparecen de su lugar; Ap�rtanse de la senda de su rumbo, Van menguando y pi�rdense. Miraron los caminantes de Tem�n, Los caminantes de Saba esperaron en ellas: Mas fueron avergonzados por su esperanza; Porque vinieron hasta ellas, y hall�ronse confusos. Ahora ciertamente como ellas sois vosotros: Que hab�is visto el tormento, y tem�is. �Os he dicho yo: Traedme, Y pagad por m� de vuestra hacienda; Y libradme de la mano del opresor, Y redimidme del poder de los violentos? Ense�adme, y yo callar�: Y hacedme entender en qu� he errado. �Cu�n fuertes son las palabras de rectitud! Mas �qu� reprende el que reprende de vosotros? �Pens�is censurar palabras, Y los discursos de un desesperado, que son como el viento? Tambi�n os arroj�is sobre el hu�rfano, Y hac�is hoyo delante de vuestro amigo. Ahora pues, si quer�is, mirad en m�, Y ved si miento delante de vosotros. Tornad ahora, y no haya iniquidad; Volved a�n � considerar mi justicia en esto. �Hay iniquidad en mi lengua? �No puede mi paladar discernir las cosas depravadas? Job 7CIERTAMENTE tiempo limitado tiene el hombre sobre la tierra, Y sus d�as son como los d�as del jornalero. Como el siervo anhela la sombra, Y como el jornalero espera el reposo de su trabajo: As� poseo yo meses de vanidad, Y noches de trabajo me dieron por cuenta. Cuando estoy acostado, digo: �Cu�ndo me levantar�? Y mide mi coraz�n la noche, Y estoy harto de devaneos hasta el alba. Mi carne est� vestida de gusanos, y de costras de polvo; Mi piel hendida y abominable. Y mis d�as fueron m�s ligeros que la lanzadera del tejedor, Y fenecieron sin esperanza. Acu�rdate que mi vida es viento, Y que mis ojos no volver�n � ver el bien. Los ojos de los que me ven, no me ver�n m�s: Tus ojos sobre m�, y dejar� de ser. La nube se consume, y se va: As� el que desciende al sepulcro no subir�; No tornar� m�s � su casa, Ni su lugar le conocer� m�s. Por tanto yo no reprimir� mi boca; Hablar� en la angustia de mi esp�ritu, Y quejar�me con la amargura de mi alma. �Soy yo la mar, � ballena, Que me pongas guarda? Cuando digo: Mi cama me consolar�, Mi cama atenuar� mis quejas; Entonces me quebrantar�s con sue�os, Y me turbar�s con visiones. Y as� mi alma tuvo por mejor el ahogamiento, Y quiso la muerte m�s que mis huesos. Aburr�me: no he de vivir yo para siempre; D�j�me, pues que mis d�as son vanidad. �Qu� es el hombre, para que lo engrandezcas, Y que pongas sobre �l tu coraz�n, Y lo visites todas las ma�anas, Y todos los momentos lo pruebes? �Hasta cu�ndo no me dejar�s, Ni me soltar�s hasta que trague mi saliva? Pequ�, �qu� te har�, oh Guarda de los hombres? �Por qu� me has puesto contrario � ti, Y que � m� mismo sea pesado? �Y por qu� no quitas mi rebeli�n, y perdonas mi iniquidad? Porque ahora dormir� en el polvo, Y si me buscares de ma�ana, ya no ser�. Job 8Y RESPONDIO Bildad Suhita, y dijo: �Hasta cu�ndo hablar�s tales cosas, Y las palabras de tu boca ser�n como un viento fuerte? �Acaso pervertir� Dios el derecho, O el Todopoderoso pervertir� la justicia? Si tus hijos pecaron contra �l, El los ech� en el lugar de su pecado. Si t� de ma�ana buscares � Dios, Y rogares al Todopoderoso; Si fueres limpio y derecho, Cierto luego se despertar� sobre ti, Y har� pr�spera la morada de tu justicia. Y tu principio habr� sido peque�o, Y tu postrimer�a acrecer� en gran manera. Porque pregunta ahora � la edad pasada, Y disponte para inquirir de sus padres de ellos; Pues nosotros somos de ayer, y no sabemos, Siendo nuestros d�as sobre la tierra como sombra. �No te ense�ar�n ellos, te dir�n, Y de su coraz�n sacar�n palabras? �Crece el junco sin lodo? �Crece el prado sin agua? Aun �l en su verdor no ser� cortado, Y antes de toda hierba se secar�. Tales son los caminos de todos los que olvidan � Dios: Y la esperanza del imp�o perecer�: Porque su esperanza ser� cortada, Y su confianza es casa de ara�a. Apoyar�se �l sobre su casa, mas no permanecer� en pie; Atendr�se � ella, mas no se afirmar�. A manera de un �rbol, est� verde delante del sol, Y sus renuevos salen sobre su huerto; Vanse entretejiendo sus ra�ces junto � una fuente, Y enlaz�ndose hasta un lugar pedregoso. Si le arrancaren de su lugar, Este negar�le entonces, diciendo: Nunca te vi. Ciertamente �ste ser� el gozo de su camino; Y de la tierra de donde se traspusiere, nacer�n otros. He aqu�, Dios no aborrece al perfecto, Ni toma la mano de los malignos. Aun henchir� tu boca de risa, Y tus labios de j�bilo. Los que te aborrecen, ser�n vestidos de confusi�n; Y la habitaci�n de los imp�os perecer�. Job 9Y RESPONDIO Job, y dijo: Ciertamente yo conozco que es as�: �Y c�mo se justificar� el hombre con Dios? Si quisiere contender con �l, No le podr� responder � una cosa de mil. El es sabio de coraz�n, y poderoso en fortaleza, �Qui�n se endureci� contra �l, y qued� en paz? Que arranca los montes con su furor, Y no conocen qui�n los trastorn�: Que remueve la tierra de su lugar, Y hace temblar sus columnas: Que manda al sol, y no sale; Y sella las estrellas: El que extiende solo los cielos, Y anda sobre las alturas de la mar: El que hizo el Arcturo, y el Ori�n, y las Pl�yadas, Y los lugares secretos del mediod�a: El que hace cosas grandes � incomprensibles, Y maravillosas, sin n�mero. He aqu� que �l pasar� delante de m�, y yo no lo ver�; Y pasar�, y no lo entender�. He aqu�, arrebatar�; �qui�n le har� restituir? �Qui�n le dir�, Qu� haces? Dios no tornar� atr�s su ira, Y debajo de �l se encorvan los que ayudan � los soberbios. �Cu�nto menos le responder� yo, Y hablar� con �l palabras estudiadas? Que aunque fuese yo justo, no responder�; Antes habr� de rogar � mi juez. Que si yo le invocase, y �l me respondiese, Aun no creer� que haya escuchado mi voz. Porque me ha quebrado con tempestad, Y ha aumentado mis heridas sin causa. No me ha concedido que tome mi aliento; Mas hame hartado de amarguras. Si habl�remos de su potencia, fuerte por cierto es; Si de juicio, �qui�n me emplazar�? Si yo me justificare, me condenar� mi boca; Si me dijere perfecto, esto me har� inicuo. Bien que yo fuese �ntegro, no conozco mi alma: Reprochar� mi vida. Una cosa resta que yo diga: Al perfecto y al imp�o �l los consume. Si azote mata de presto, R�ese de la prueba de los inocentes. La tierra es entregada en manos de los imp�os, Y �l cubre el rostro de sus jueces. Si no es �l, �qui�n es? �d�nde est�? Mis d�as han sido m�s ligeros que un correo; Huyeron, y no vieron el bien. Pasaron cual nav�os veloces: Como el �guila que se arroja � la comida. Si digo: Olvidar� mi queja, Dejar� mi aburrimiento, y esforzar�me: Cont�rbanme todos mis trabajos; S� que no me dar�s por libre. Yo soy imp�o, �Para qu� trabajar� en vano? Aunque me lave con aguas de nieve, Y limpie mis manos con la misma limpieza, Aun me hundir�s en el hoyo, Y mis propios vestidos me abominar�n. Porque no es hombre como yo, para que yo le responda, Y vengamos juntamente � juicio. No hay entre nosotros �rbitro Que ponga su mano sobre nosotros ambos. Quite de sobre m� su vara, Y su terror no me espante. Entonces hablar�, y no le temer�: Porque as� no estoy en m� mismo. Job 10ESTA mi alma aburrida de mi vida: Dar� yo suelta � mi queja sobre m�, Hablar� con amargura de mi alma. Dir� � Dios: no me condenes; Hazme entender por qu� pleiteas conmigo. �Par�cete bien que oprimas, Que deseches la obra de tus manos, Y que resplandezcas sobre el consejo de los imp�os? �Tienes t� ojos de carne? �Ves t� como ve el hombre? �Son tus d�as como los d�as del hombre, O tus a�os como los tiempos humanos, Para que inquieras mi iniquidad, Y busques mi pecado, Sobre saber t� que no soy imp�o, Y que no hay quien de tu mano libre? Tus manos me formaron y me compusieron Todo en contorno: �y as� me deshaces? Acu�rdate ahora que como � lodo me diste forma: �Y en polvo me has de tornar? �No me fundiste como leche, Y como un queso me cuajaste? Vest�steme de piel y carne, Y cubr�steme de huesos y nervios. Vida y misericordia me concediste, Y tu visitaci�n guard� mi esp�ritu. Y estas cosas tienes guardadas en tu coraz�n; Yo s� que esto est� cerca de ti. Si pequ�, t� me has observado, Y no me limpias de mi iniquidad. Si fuere malo, �ay de m�! Y si fuere justo, no levantar� mi cabeza, Estando harto de deshonra, Y de verme afligido. Y subir� de punto, pues me cazas como � le�n, Y tornas � hacer en m� maravillas. Renuevas contra m� tus plagas, Y aumentas conmigo tu furor, Remud�ndose sobre m� ej�rcitos. �Por qu� me sacaste de la matriz? Habr�a yo espirado, y no me vieran ojos. Fuera, como si nunca hubiera sido, Llevado desde el vientre � la sepultura. �No son mis d�as poca cosa? Cesa pues, y d�jame, para que me conforte un poco. Antes que vaya para no volver, A la tierra de tinieblas y de sombra de muerte; Tierra de oscuridad, l�brega Como sombra de muerte, sin orden, Y que aparece como la oscuridad misma. Job 11Y RESPONDIO Sophar Naamathita, y dijo: �Las muchas palabras no han de tener respuesta? �Y el hombre parlero ser� justificado? �Har�n tus falacias callar � los hombres? �Y har�s escarnio, y no habr� quien te averg�ence? T� dices: Mi conversar es puro, Y yo soy limpio delante de tus ojos. Mas �oh qui�n diera que Dios hablara, Y abriera sus labios contigo, Y que te declarara los arcanos de la sabidur�a, Que son de doble valor que la hacienda! Conocer�as entonces que Dios te ha castigado menos que tu iniquidad merece. �Alcanzar�s t� el rastro de Dios? �Llegar�s t� � la perfecci�n del Todopoderoso? Es m�s alto que los cielos: �qu� har�s? Es m�s profundo que el infierno: �c�mo lo conocer�s? Su dimensi�n es m�s larga que la tierra, Y m�s ancha que la mar. Si cortare, � encerrare, O juntare, �qui�n podr� contrarrestarle? Porque �l conoce � los hombres vanos: Ve asimismo la iniquidad, �y no har� caso? El hombre vano se har� entendido, Aunque nazca como el pollino del asno mont�s. Si t� apercibieres tu coraz�n, Y extendieres � �l tus manos; Si alguna iniquidad hubiere en tu mano, y la echares de ti, Y no consintieres que more maldad en tus habitaciones; Entonces levantar�s tu rostro limpio de mancha, Y ser�s fuerte y no temer�s: Y olvidar�s tu trabajo, O te acordar�s de �l como de aguas que pasaron: Y en mitad de la siesta se levantar� bonanza; Resplandecer�s, y ser�s como la ma�ana: Y confiar�s, que habr� esperanza; Y cavar�s, y dormir�s seguro: Y te acostar�s, y no habr� quien te espante: Y muchos te rogar�n. Mas los ojos de los malos se consumir�n, Y no tendr�n refugio; Y su esperanza ser� agon�a del alma. Job 12Y RESPONDIO Job, y dijo: Ciertamente que vosotros sois el pueblo; Y con vosotros morir� la sabidur�a. Tambi�n tengo yo seso como vosotros; No soy yo menos que vosotros: �Y qui�n habr� que no pueda decir otro tanto? Yo soy uno de quien su amigo se mofa, Que invoca � Dios, y �l le responde: Con todo, el justo y perfecto es escarnecido. Aquel cuyos pies van � resbalar, Es como una l�mpara despreciada de aquel que est� � sus anchuras. Prosperan las tiendas de los ladrones, Y los que provocan � Dios viven seguros; En cuyas manos �l ha puesto cuanto tienen. Y en efecto, pregunta ahora � las bestias, que ellas te ense�ar�n; Y � las aves de los cielos, que ellas te lo mostrar�n; O habla � la tierra, que ella te ense�ar�; Los peces de la mar te lo declarar�n tambi�n. �Qu� cosa de todas estas no entiende Que la mano de Jehov� la hizo? En su mano est� el alma de todo viviente, Y el esp�ritu de toda carne humana. Ciertamente el o�do distingue las palabras, Y el paladar gusta las viandas. En los viejos est� la ciencia, Y en la larga edad la inteligencia. Con Dios est� la sabidur�a y la fortaleza; Suyo es el consejo y la inteligencia. He aqu�, �l derribar�, y no ser� edificado: Encerrar� al hombre, y no habr� quien le abra. He aqu�, el detendr� las aguas, y se secar�n; El las enviar�, y destruir�n la tierra. Con �l est� la fortaleza y la existencia; Suyo es el que yerra, y el que hace errar. El hace andar � los consejeros desnudos de consejo, Y hace enloquecer � los jueces. El suelta la atadura de los tiranos, Y ata el cinto � sus lomos. El lleva despojados � los pr�ncipes, Y trastorna � los poderosos. El impide el labio � los que dicen verdad, Y quita � los ancianos el consejo. El derrama menosprecio sobre los pr�ncipes, Y enflaquece la fuerza de los esforzados. El descubre las profundidades de las tinieblas, Y saca � luz la sombra de muerte. El multiplica las gentes, y �l las destruye: El esparce las gentes, y las torna � recoger. El quita el seso de las cabezas del pueblo de la tierra, Y h�celes que se pierdan vagueando sin camino: Van � tientas como en tinieblas y sin luz, Y los hace errar como borrachos. Job 13HE AQUI que todas estas cosas han visto mis ojos, Y o�do y entendido de por s� mis o�dos. Como vosotros lo sab�is, lo s� yo; No soy menos que vosotros. Mas yo hablar�a con el Todopoderoso, Y querr�a razonar con Dios. Que ciertamente vosotros sois fraguadores de mentira; Sois todos vosotros m�dicos nulos. Ojal� callarais del todo, Porque os fuera sabidur�a. Oid ahora mi razonamiento, Y estad atentos � los argumentos de mis labios. �Hab�is de hablar iniquidad por Dios? �Hab�is de hablar por �l enga�o? �Hab�is de hacer acepci�n de su persona? �Hab�is de pleitear vosotros por Dios? �Ser�a bueno que �l os escudri�ase? �Os burlar�is de �l como quien se burla de alg�n hombre? El os reprochar� de seguro, Si solapadamente hac�is acepci�n de personas. De cierto su alteza os hab�a de espantar, Y su pavor hab�a de caer sobre vosotros. Vuestras memorias ser�n comparadas � la ceniza, Y vuestros cuerpos como cuerpos de lodo. Escuchadme, y hablar� yo, Y v�ngame despu�s lo que viniere. �Por qu� quitar� yo mi carne con mis dientes, Y pondr� mi alma en mi mano? He aqu�, aunque me matare, en �l esperar�; Empero defender� delante de �l mis caminos. Y �l mismo me ser� salud, Porque no entrar� en su presencia el hip�crita. Oid con atenci�n mi razonamiento, Y mi denunciaci�n con vuestros o�dos. He aqu� ahora, si yo me apercibiere � juicio, S� que ser� justificado. �Qui�n es el que pleitear� conmigo? Porque si ahora yo callara, fenecer�a. A lo menos dos cosas no hagas conmigo; Entonces no me esconder� de tu rostro: Aparta de m� tu mano, Y no me asombre tu terror. Llama luego, y yo responder�; O yo hablar�, y resp�ndeme t�. �Cu�ntas iniquidades y pecados tengo yo? Hazme entender mi prevaricaci�n y mi pecado. �Por qu� escondes tu rostro, Y me cuentas por tu enemigo? �A la hoja arrebatada has de quebrantar? �Y � una arista seca has de perseguir? �Por qu� escribes contra m� amarguras, Y me haces cargo de los pecados de mi mocedad? Pones adem�s mis pies en el cepo, y guardas todos mis caminos, Imprimi�ndolo � las ra�ces de mis pies. Y el cuerpo m�o se va gastando como de carcoma, Como vestido que se come de polilla. Job 14EL HOMBRE nacido de mujer, Corto de d�as, y harto de sinsabores: Que sale como una flor y es cortado; Y huye como la sombra, y no permanece. �Y sobre �ste abres tus ojos, Y me traes � juicio contigo? �Qui�n har� limpio de inmundo? Nadie. Ciertamente sus d�as est�n determinados, y el n�mero de sus meses est� cerca de ti: T� le pusiste t�rminos, de los cuales no pasar�. Si t� lo dejares, �l dejar� de ser: Entre tanto desear�, como el jornalero, su d�a. Porque si el �rbol fuere cortado, a�n queda de �l esperanza; reto�ecer� a�n, Y sus renuevos no faltar�n. Si se envejeciere en la tierra su ra�z, Y su tronco fuere muerto en el polvo, Al percibir el agua reverdecer�, Y har� copa como planta. Mas el hombre morir�, y ser� cortado; Y perecer� el hombre, �y d�nde estar� �l? Las aguas de la mar se fueron, Y agot�se el r�o, sec�se. As� el hombre yace, y no se tornar� � levantar: Hasta que no haya cielo no despertar�n, Ni se levantar�n de su sue�o. �Oh qui�n me diera que me escondieses en el sepulcro, Que me encubrieras hasta apaciguarse tu ira, Que me pusieses plazo, y de m� te acordaras! Si el hombre muriere, �volver� � vivir? Todos los d�as de mi edad esperar�, Hasta que venga mi mutaci�n. Aficionado � la obra de tus manos, Llamar�s, y yo te responder�. Pues ahora me cuentas los pasos, Y no das tregua � mi pecado. Tienes sellada en saco mi prevaricaci�n, Y coacervas mi iniquidad. Y ciertamente el monte que cae se deshace, Y las pe�as son traspasadas de su lugar; Las piedras son desgastadas con el agua impetuosa, Que se lleva el polvo de la tierra: de tal manera haces t� perecer la esperanza del hombre. Para siempre ser�s m�s fuerte que �l, y �l se va; Demudar�s su rostro, y enviar�slo. Sus hijos ser�n honrados, y �l no lo sabr�; O ser�n humillados, y no entender� de ellos. Mas su carne sobre �l se doler�, Y entristecerse ha en �l su alma. Job 15Y RESPONDIO Eliphaz Temanita, y dijo: �Si proferir� el sabio vana sabidur�a, Y henchir� su vientre de viento solano? �Disputar� con palabras in�tiles, Y con razones sin provecho? T� tambi�n disipas el temor, Y menoscabas la oraci�n delante de Dios. Porque tu boca declar� tu iniquidad, Pues has escogido el hablar de los astutos. Tu boca te condenar�, y no yo; Y tus labios testificar�n contra ti. �Naciste t� primero que Adam? �O fuiste formado antes que los collados? �O�ste t� el secreto de Dios, Que detienes en ti solo la sabidur�a? �Qu� sabes t� que no sepamos? �Qu� entiendes que no se halle en nosotros? Entre nosotros tambi�n hay cano, tambi�n hay viejo Mucho mayor en d�as que tu padre. �En tan poco tienes las consolaciones de Dios? �Tienes acaso alguna cosa oculta cerca de ti? �Por qu� te enajena tu coraz�n, Y por qu� gui�an tus ojos, Pues haces frente � Dios con tu esp�ritu, Y sacas tales palabras de tu boca? �Qu� cosa es el hombre para que sea limpio, Y que se justifique el nacido de mujer? He aqu� que en sus santos no conf�a, Y ni los cielos son limpios delante de sus ojos: �Cu�nto menos el hombre abominable y vil, Que bebe la iniquidad como agua? Esc�chame; yo te mostrar� Y te contar� lo que he visto: (Lo que los sabios nos contaron De sus padres, y no lo encubrieron; A los cuales solos fu� dada la tierra, Y no pas� extra�o por medio de ellos:) Todos los d�as del imp�o, �l es atormentado de dolor, Y el n�mero de a�os es escondido al violento. Estruendos espantosos hay en sus o�dos; En la paz le vendr� quien lo asuele. El no creer� que ha de volver de las tinieblas, Y est� mirando al cuchillo. Desasosegado � comer siempre, Sabe que le est� aparejado d�a de tinieblas. Tribulaci�n y angustia le asombrar�n, Y esforzar�nse contra �l como un rey apercibido para la batalla. Por cuanto �l extendi� su mano contra Dios, Y se esforz� contra el Todopoderoso, El le acometer� en la cerviz, En lo grueso de las hombreras de sus escudos: Porque cubri� su rostro con su gordura, E hizo pliegues sobre los ijares; Y habit� las ciudades asoladas, Las casas inhabitadas, Que estaban puestas en montones. No enriquecer�, ni ser� firme su potencia, Ni extender� por la tierra su hermosura. No se escapar� de las tinieblas: La llama secar� sus ramos, Y con el aliento de su boca perecer�. No conf�e el iluso en la vanidad; Porque ella ser� su recompensa. El ser� cortado antes de su tiempo, Y sus renuevos no reverdecer�n. El perder� su agraz como la vid, Y derramar� su flor como la oliva. Porque la sociedad de los hip�critas ser� asolada, Y fuego consumir� las tiendas de soborno. Concibieron dolor, y parieron iniquidad; Y las entradas de ellos meditan enga�o. Job 16Y RESPONDIO Job, y dijo: Muchas veces he o�do cosas como estas: Consoladores molestos sois todos vosotros. �Tendr�n fin las palabras ventosas? O �qu� te animar� � responder? Tambi�n yo hablar�a como vosotros. Ojal� vuestra alma estuviera en lugar de la m�a, Que yo os tendr�a compa��a en las palabras, Y sobre vosotros mover�a mi cabeza. Mas yo os alentar�a con mis palabras, Y la consolaci�n de mis labios apaciguar�a el dolor vuestro. Si hablo, mi dolor no cesa; Y si dejo de hablar, no se aparta de m�. Empero ahora me ha fatigado: Has t� asolado toda mi compa��a. T� me has arrugado; testigo es mi flacura, Que se levanta contra m� para testificar en mi rostro. Su furor me destriz�, y me ha sido contrario: Cruji� sus dientes contra m�; Contra m� aguz� sus ojos mi enemigo. Abrieron contra m� su boca; Hirieron mis mejillas con afrenta; Contra m� se juntaron todos. Hame entregado Dios al mentiroso, Y en las manos de los imp�os me hizo estremecer. Pr�spero estaba, y desmenuz�me: Y arrebat�me por la cerviz, y despedaz�me, Y p�some por blanco suyo. Cerc�ronme sus flecheros, Parti� mis ri�ones, y no perdon�: Mi hiel derram� por tierra. Quebrant�me de quebranto sobre quebranto; Corri� contra m� como un gigante. Yo cos� saco sobre mi piel, Y cargu� mi cabeza de polvo. Mi rostro est� enlodado con lloro, Y mis p�rpados entenebrecidos: A pesar de no haber iniquidad en mis manos, Y de haber sido mi oraci�n pura. �Oh tierra! no cubras mi sangre, Y no haya lugar � mi clamor. Mas he aqu� que en los cielos est� mi testigo, Y mi testimonio en las alturas. Disputadores son mis amigos: Mas � Dios destilar�n mis ojos. �Ojal� pudiese disputar el hombre con Dios, Como con su pr�jimo! Mas los a�os contados vendr�n, Y yo ir� el camino por donde no volver�. Job 17MI ALIENTO est� corrompido, ac�rtanse mis d�as, Y me est� aparejado el sepulcro. No hay conmigo sino escarnecedores, En cuya acrimonia se detienen mis ojos. Pon ahora, dame fianza para litigar contigo: �Qui�n tocar� ahora mi mano? Porque � �stos has t� escondido su coraz�n de inteligencia: Por tanto, no los ensalzar�s. El que denuncia lisonjas � sus pr�jimos, Los ojos de sus hijos desfallezcan. El me ha puesto por par�bola de pueblos, Y delante de ellos he sido como tamboril. Y mis ojos se oscurecieron de desabrimiento, Y mis pensamientos todos son como sombra. Los rectos se maravillar�n de esto, Y el inocente se levantar� contra el hip�crita. No obstante, proseguir� el justo su camino, Y el limpio de manos aumentar� la fuerza. Mas volved todos vosotros, y venid ahora, Que no hallar� entre vosotros sabio. Pas�ronse mis d�as, fueron arrancados mis pensamientos, Los designios de mi coraz�n. Pusieron la noche por d�a, Y la luz se acorta delante de las tinieblas. Si yo espero, el sepulcro es mi casa: Har� mi cama en las tinieblas. A la huesa tengo dicho: Mi padre eres t�; A los gusanos: Mi madre y mi hermana. �D�nde pues estar� ahora mi esperanza? Y mi esperanza �qui�n la ver�? A los rincones de la huesa descender�n, Y juntamente descansar�n en el polvo. Job 18Y RESPONDIO Bildad Suhita, y dijo: �Cu�ndo pondr�is fin � las palabras? Entended, y despu�s hablemos. �Por qu� somos tenidos por bestias, Y en vuestros ojos somos viles? Oh t�, que despedazas tu alma con tu furor, �Ser� dejada la tierra por tu causa, Y ser�n traspasadas de su lugar las pe�as? Ciertamente la luz de los imp�os ser� apagada, Y no resplandecer� la centella de su fuego. La luz se oscurecer� en su tienda, Y apagar�se sobre �l su l�mpara. Los pasos de su pujanza ser�n acortados, Y precipitar�lo su mismo consejo. Porque red ser� echada en sus pies, Y sobre red andar�. Lazo prender� su calca�ar: Afirmar�se la trampa contra �l. Su cuerda est� escondida en la tierra, Y su torzuelo sobre la senda. De todas partes lo asombrar�n temores, Y har�nle huir desconcertado. Su fuerza ser� hambrienta, Y � su lado estar� aparejado quebrantamiento. El primog�nito de la muerte comer� los ramos de su piel, Y devorar� sus miembros. Su confianza ser� arrancada de su tienda, Y har�le esto llevar al rey de los espantos. En su tienda morar� como si no fuese suya: Piedra azufre ser� esparcida sobre su morada. Abajo se secar�n sus ra�ces, Y arriba ser�n cortadas sus ramas. Su memoria perecer� de la tierra, Y no tendr� nombre por las calles. De la luz ser� lanzado � las tinieblas, Y echado fuera del mundo. No tendr� hijo ni nieto en su pueblo, Ni quien le suceda en sus moradas. Sobre su d�a se espantar�n los por venir, Como ocup� el pavor � los que fueron antes. Ciertamente tales son las moradas del imp�o, Y este ser� el lugar del que no conoci� � Dios. Job 19Y RESPONDIO Job, y dijo: �Hasta cu�ndo angustiar�is mi alma, Y me moler�is con palabras? Ya me hab�is vituperado diez veces: �No os avergonz�is de descomediros delante de m�? Sea as� que realmente haya yo errado, Conmigo se quedar� mi yerro. Mas si vosotros os engrandeciereis contra m�, Y adujereis contra m� mi oprobio, Sabed ahora que Dios me ha trastornado, Y tra�do en derredor su red sobre m�. He aqu� yo clamar� agravio, y no ser� o�do: Dar� voces, y no habr� juicio. Cerc� de vallado mi camino, y no pasar�; Y sobre mis veredas puso tinieblas. Hame despojado de mi gloria, Y quitado la corona de mi cabeza. Arruin�me por todos lados, y perezco; Y ha hecho pasar mi esperanza como �rbol arrancado. E hizo inflamar contra m� su furor, Y cont�me para s� entre sus enemigos. Vinieron sus ej�rcitos � una, y trillaron sobre m� su camino, Y asentaron campo en derredor de mi tienda. Hizo alejar de m� mis hermanos, Y positivamente se extra�aron de m� mis conocidos. Mis parientes se detuvieron, Y mis conocidos se olvidaron de m�. Los moradores de mi casa y mis criadas me tuvieron por extra�o; Forastero fu� yo en sus ojos. Llam� � mi siervo, y no respondi�; De mi propia boca le suplicaba. Mi aliento vino � ser extra�o � mi mujer, Aunque por los hijos de mis entra�as le rogaba. Aun los muchachos me menospreciaron: En levant�ndome, hablaban contra m�. Todos mis confidentes me aborrecieron; Y los que yo amaba, se tornaron contra m�. Mi cuero y mi carne se pegaron � mis huesos; Y he escapado con la piel de mis dientes. Oh vosotros mis amigos, tened compasi�n de m�, tened compasi�n de m�; Porque la mano de Dios me ha tocado. �Por qu� me persegu�s como Dios, Y no os hart�is de mis carnes? �Qui�n diese ahora que mis palabras fuesen escritas! �Qui�n diese que se escribieran en un libro! �Que con cincel de hierro y con plomo Fuesen en piedra esculpidas para siempre! Yo s� que mi Redentor vive, Y al fin se levantar� sobre el polvo: Y despu�s de deshecha esta mi piel, Aun he de ver en mi carne � Dios; Al cual yo tengo de ver por m�, Y mis ojos lo ver�n, y no otro, Aunque mis ri�ones se consuman dentro de m�. Mas debierais decir: �Por qu� lo perseguimos? Ya que la ra�z del negocio en m� se halla. Temed vosotros delante de la espada; Porque sobreviene el furor de la espada � causa de las injusticias, Para que sep�is que hay un juicio. Job 20Y RESPONDIO Sophar Naamathita, y dijo: Por cierto mis pensamientos me hacen responder, Y por tanto me apresuro. La reprensi�n de mi censura he o�do, Y h�ceme responder el esp�ritu de mi inteligencia. �No sabes esto que fu� siempre, Desde el tiempo que fu� puesto el hombre sobre la tierra, Que la alegr�a de los imp�os es breve, Y el gozo del hip�crita por un momento? Si subiere su altivez hasta el cielo, Y su cabeza tocare en las nubes, Con su esti�rcol perecer� para siempre: Los que le hubieren visto, dir�n: �Qu� es de �l? Como sue�o volar�, y no ser� hallado: Y disipar�se como visi�n nocturna. El ojo que le habr� visto, nunca m�s le ver�; Ni su lugar le echar� m�s de ver. Sus hijos pobres andar�n rogando; Y sus manos tornar�n lo que �l rob�. Sus huesos est�n llenos de sus mocedades, Y con �l ser�n sepultados en el polvo. Si el mal se endulz� en su boca, Si lo ocultaba debajo de su lengua; Si le parec�a bien, y no lo dejaba, Mas antes lo deten�a entre su paladar; Su comida se mudar� en sus entra�as, Hiel de �spides ser� dentro de �l. Devor� riquezas, mas vomitar�las; De su vientre las sacar� Dios. Veneno de �spides chupar�; Matar�lo lengua de v�bora. No ver� los arroyos, los r�os, Los torrentes de miel y de manteca. Restituir� el trabajo conforme � la hacienda que tom�; Y no tragar�, ni gozar�. Por cuanto quebrant� y desampar� � los pobres, Rob� casas, y no las edific�; Por tanto, no sentir� �l sosiego en su vientre, Ni salvar� nada de lo que codiciaba. No qued� nada que no comiese: Por tanto su bien no ser� durable. Cuando fuere lleno su bastimento, tendr� angustia: Las manos todas de los malvados vendr�n sobre �l. Cuando se pusiere � henchir su vientre, Dios enviar� sobre �l el furor de su ira, Y har�la llover sobre �l y sobre su comida. Huir� de las armas de hierro, Y el arco de acero le atravesar�. Desenvainar� y sacar� saeta de su aljaba, Y relumbrante pasar� por su hiel: Sobre �l vendr�n terrores. Todas tinieblas est�n guardadas para sus secretos: Fuego no soplado lo devorar�; Su sucesor ser� quebrantado en su tienda. Los cielos descubrir�n su iniquidad, Y la tierra se levantar� contra �l. Los renuevos de su casa ser�n trasportados; Ser�n derramados en el d�a de su furor. Esta es la parte que Dios apareja al hombre imp�o, Y la heredad que Dios le se�ala por su palabra. Job 21Y RESPONDIO Job, y dijo: Oid atentamente mi palabra, Y sea esto vuestros consuelos. Soportadme, y yo hablar�; Y despu�s que hubiere hablado, escarneced. �Hablo yo � alg�n hombre? Y �por qu� no se ha de angustiar mi esp�ritu? Miradme, y espantaos, Y poned la mano sobre la boca. Aun yo mismo, cuando me acuerdo, me asombro, Y toma temblor mi carne. �Por qu� viven los imp�os, Y se envejecen, y aun crecen en riquezas? Su simiente con ellos, compuesta delante de ellos; Y sus renuevos delante de sus ojos. Sus casas seguras de temor, Ni hay azote de Dios sobre ellos. Sus vacas conciben, no abortan; Paren sus vacas, y no malogran su cr�a. Salen sus chiquitos como manada, Y sus hijos andan saltando. Al son de tamboril y c�tara saltan, Y se huelgan al son del �rgano. Gastan sus d�as en bien, Y en un momento descienden � la sepultura. Dicen pues � Dios: Ap�rtate de nosotros, Que no queremos el conocimiento de tus caminos. �Qui�n es el Todopoderoso, para que le sirvamos? �Y de qu� nos aprovechar� que oremos � �l? He aqu� que su bien no est� en manos de ellos: El consejo de los imp�os lejos est� de m�. �Oh cu�ntas veces la l�mpara de los imp�os es apagada, Y viene sobre ellos su quebranto, Y Dios en su ira les reparte dolores! Ser�n como la paja delante del viento, Y como el tamo que arrebata el torbellino. Dios guardar� para sus hijos su violencia; Y le dar� su pago, para que conozca. Ver�n sus ojos su quebranto, Y beber� de la ira del Todopoderoso. Porque �qu� deleite tendr� �l de su casa despu�s de s�, Siendo cortado el n�mero de sus meses? �Ense�ar� alguien � Dios sabidur�a, Juzgando �l � los que est�n elevados? Este morir� en el vigor de su hermosura, todo quieto y pac�fico. Sus colodras est�n llenas de leche, Y sus huesos ser�n regados de tu�tano. Y estotro morir� en amargura de �nimo, Y no habiendo comido jam�s con gusto. Igualmente yacer�n ellos en el polvo, Y gusanos los cubrir�n. He aqu�, yo conozco vuestros pensamientos, Y las imaginaciones que contra m� forj�is. Porque dec�s: �Qu� es de la casa del pr�ncipe, Y qu� de la tienda de las moradas de los imp�os? �No hab�is preguntado � los que pasan por los caminos, Por cuyas se�as no negar�is, Que el malo es reservado para el d�a de la destrucci�n? Presentados ser�n en el d�a de las iras. �Qui�n le denunciar� en su cara su camino? Y de lo que �l hizo, �qui�n le dar� el pago? Porque llevado ser� �l � los sepulcros, Y en el mont�n permanecer�. Los terrones del valle le ser�n dulces; Y tras de �l ser� llevado todo hombre, Y antes de �l han ido innumerables. �C�mo pues me consol�is en vano, Viniendo � parar vuestras respuestas en falacia? Job 22Y RESPONDIO Eliphaz Temanita, y dijo: �Traer� el hombre provecho � Dios, Porque el sabio sea provechoso � s� mismo? �Tiene su contentamiento el Omnipotente en que t� seas justificado, O provecho de que t� hagas perfectos tus caminos? �Castigar�te acaso, O vendr� contigo � juicio porque te teme? Por cierto tu malicia es grande, Y tus maldades no tienen fin. Porque sacaste prenda � tus hermanos sin causa, E hiciste desnudar las ropas de los desnudos. No diste de beber agua al cansado, Y detuviste el pan al hambriento. Empero el hombre pudiente tuvo la tierra; Y habit� en ella el distinguido. Las viudas enviaste vac�as, Y los brazos de los hu�rfanos fueron quebrados. Por tanto hay lazos alrededor de ti, Y te turba espanto repentino; O tinieblas, porque no veas; Y abundancia de agua te cubre. �No est� Dios en la altura de los cielos? Mira lo encumbrado de las estrellas, cu�n elevadas est�n. �Y dir�s t�: Qu� sabe Dios? �C�mo juzgar� por medio de la oscuridad? Las nubes son su escondedero, y no ve; Y por el circuito del cielo se pasea. �Quieres t� guardar la senda antigua, Que pisaron los hombres perversos? Los cuales fueron cortados antes de tiempo, Cuyo fundamento fu� como un r�o derramado: Que dec�an � Dios: Ap�rtate de nosotros. �Y qu� les hab�a hecho el Omnipotente? Hab�ales �l henchido sus casas de bienes. Sea empero el consejo de ellos lejos de m�. Ver�n los justos y se gozar�n; Y el inocente los escarnecer�, diciendo: Fu� cortada nuestra sustancia, Habiendo consumido el fuego el resto de ellos. Am�state ahora con �l, y tendr�s paz; Y por ello te vendr� bien. Toma ahora la ley de su boca, Y pon sus palabras en tu coraz�n. Si te tornares al Omnipotente, ser�s edificado; Alejar�s de tu tienda la aflicci�n; Y tendr�s m�s oro que tierra, Y como piedras de arroyos oro de Ophir; Y el Todopoderoso ser� tu defensa, Y tendr�s plata � montones. Porque entonces te deleitar�s en el Omnipotente, Y alzar�s � Dios tu rostro. Orar�s � �l, y �l te oir�; Y t� pagar�s tus votos. Determinar�s asimismo una cosa, y serte ha firme; Y sobre tus caminos resplandecer� luz. Cuando fueren abatidos, dir�s t�: Ensalzamiento habr�: Y Dios salvar� al humilde de ojos. El libertar� la isla del inocente; Y por la limpieza de tus manos ser� librada. Job 23Y RESPONDIO Job, y dijo: Hoy tambi�n hablar� con amargura; Que es m�s grave mi llaga que mi gemido. �Qui�n me diera el saber d�nde hallar � Dios! Yo ir�a hasta su silla. Ordenar�a juicio delante de �l, Y henchir�a mi boca de argumentos. Yo sabr�a lo que �l me responder�a, Y entender�a lo que me dijese. �Pleitear�a conmigo con grandeza de fuerza? No: antes �l la pondr�a en m�. All� el justo razonar�a con �l: Y escapar�a para siempre de mi juez. He aqu� yo ir� al oriente, y no lo hallar�; Y al occidente, y no lo percibir�: Si al norte �l obrare, yo no lo ver�; Al mediod�a se esconder�, y no lo ver�. Mas �l conoci� mi camino: Probar�me, y saldr� como oro. Mis pies tomaron su rastro; Guard� su camino, y no me apart�. Del mandamiento de sus labios nunca me separ�; Guard� las palabras de su boca m�s que mi comida. Empero si �l se determina en una cosa, �qui�n lo apartar�? Su alma dese�, � hizo. El pues acabar� lo que ha determinado de m�: Y muchas cosas como estas hay en �l. Por lo cual yo me espanto en su presencia: Considerar�, y temer�lo. Dios ha enervado mi coraz�n, Y hame turbado el Omnipotente. �Por qu� no fu� yo cortado delante de las tinieblas, Y cubri� con oscuridad mi rostro? Job 24PUESTO que no son ocultos los tiempos al Todopoderoso, �Por qu� los que le conocen no ven sus d�as? Traspasan los t�rminos, Roban los ganados, y apaci�ntanlos. Ll�vanse el asno de los hu�rfanos; Prenden el buey de la viuda. Hacen apartar del camino � los menesterosos: Y todos los pobres de la tierra se esconden. He aqu�, como asnos monteses en el desierto, Salen � su obra madrugando para robar; El desierto es mantenimiento de sus hijos. En el campo siegan su pasto, Y los imp�os vendimian la vi�a ajena. Al desnudo hacen dormir sin ropa, Y que en el fr�o no tenga cobertura. Con las avenidas de los montes se mojan, Y abrazan las pe�as sin tener abrigo. Quitan el pecho � los hu�rfanos, Y de sobre el pobre toman la prenda. Al desnudo hacen andar sin vestido, Y � los hambrientos quitan los hacecillos. De dentro de sus paredes exprimen el aceite, Pisan los lagares, y mueren de sed. De la ciudad gimen los hombres, Y claman las almas de los heridos de muerte: Mas Dios no puso estorbo. Ellos son los que, rebeldes � la luz, Nunca conocieron sus caminos, Ni estuvieron en sus veredas. A la luz se levanta el matador, mata al pobre y al necesitado, Y de noche es como ladr�n. El ojo del ad�ltero est� aguardando la noche, Diciendo: No me ver� nadie: Y esconde su rostro. En las tinieblas minan las casas, Que de d�a para s� se�alaron; No conocen la luz. Porque la ma�ana es � todos ellos como sombra de muerte; Si son conocidos, terrores de sombra de muerte los toman. Son instables m�s que la superficie de las aguas; Su porci�n es maldita en la tierra; No andar�n por el camino de las vi�as. La sequ�a y el calor arrebatan las aguas de la nieve; Y el sepulcro � los pecadores. Olvidar�se de ellos el seno materno; de ellos sentir�n los gusanos dulzura; Nunca m�s habr� de ellos memoria, Y como un �rbol ser�n los imp�os quebrantados. A la mujer est�ril que no par�a, afligi�; Y � la viuda nunca hizo bien. Mas � los fuertes adelant� con su poder: Levant�se, y no se da por segura la vida. Le dieron � cr�dito, y se afirm�: Sus ojos est�n sobre los caminos de ellos. Fueron ensalzados por un poco, mas desaparecen, Y son abatidos como cada cual: ser�n encerrados, Y cortados como cabezas de espigas. Y si no, �qui�n me desmentir� ahora, O reducir� � nada mis palabras? Job 25Y RESPONDIO Bildad Suhita, y dijo: El se�or�o y el temor est�n con �l: El hace paz en sus alturas. �Tienen sus ej�rcitos n�mero? �Y sobre qui�n no est� su luz? �C�mo pues se justificar� el hombre con Dios? �Y c�mo ser� limpio el que nace de mujer? He aqu� que ni aun la misma luna ser� resplandeciente, Ni las estrellas son limpias delante de sus ojos. �Cu�nto menos el hombre que es un gusano, Y el hijo de hombre, tambi�n gusano? Job 26Y RESPONDIO Job, y dijo: �En qu� ayudaste al que no tiene fuerza? �Has amparado al brazo sin fortaleza? �En qu� aconsejaste al que no tiene ciencia, Y mostraste bien sabidur�a? �A qui�n has anunciado palabras, Y cuyo es el esp�ritu que de ti sale? Cosas inanimadas son formadas Debajo de las aguas, y los habitantes de ellas. El sepulcro es descubierto delante de �l, Y el infierno no tiene cobertura. Extiende el alquil�n sobre vac�o, Cuelga la tierra sobre nada. Ata las aguas en sus nubes, Y las nubes no se rompen debajo de ellas. El restri�e la faz de su trono, Y sobre �l extiende su nube. El cerc� con t�rmino la superficie de las aguas, Hasta el fin de la luz y las tinieblas. Las columnas del cielo tiemblan, Y se espantan de su reprensi�n. El rompe la mar con su poder, Y con su entendimiento hiere la hinchaz�n suya. Su esp�ritu adorn� los cielos; Su mano cri� la serpiente tortuosa. He aqu�, estas son partes de sus caminos: �Mas cu�n poco hemos o�do de �l! Porque el estruendo de sus fortalezas, �qui�n lo detendr�? Job 27Y REASUMIO Job su discurso, y dijo: Vive Dios, el cual ha apartado mi causa, Y el Omnipotente, que amarg� el alma m�a, Que todo el tiempo que mi alma estuviere en m�, Y hubiere h�lito de Dios en mis narices, Mis labios no hablar�n iniquidad, Ni mi lengua pronunciar� enga�o. Nunca tal acontezca que yo os justifique: Hasta morir no quitar� de m� mi integridad. Mi justicia tengo asida, y no la ceder�: No me reprochar� mi coraz�n en el tiempo de mi vida. Sea como el imp�o mi enemigo, Y como el inicuo mi adversario. Porque �cu�l es la esperanza del hip�crita, por mucho que hubiere robado, Cuando Dios arrebatare su alma? �Oir� Dios su clamor Cuando la tribulaci�n sobre �l viniere? �Deleitar�se en el Omnipotente? �Invocar� � Dios en todo tiempo? Yo os ense�ar� en orden � la mano de Dios: No esconder� lo que hay para con el Omnipotente. He aqu� que todos vosotros lo hab�is visto: �Por qu� pues os desvanec�is con fantas�a? Esta es para con Dios la suerte del hombre imp�o, Y la herencia que los violentos han de recibir del Omnipotente. Si sus hijos fueren multiplicados, ser�n para el cuchillo; Y sus peque�os no se hartar�n de pan; Los que le quedaren, en muerte ser�n sepultados; Y no llorar�n sus viudas. Si amontonare plata como polvo, Y si preparare ropa como lodo; Habr�la �l preparado, mas el justo se vestir�, Y el inocente repartir� la plata. Edific� su casa como la polilla, Y cual caba�a que el guarda hizo. El rico dormir�, mas no ser� recogido: Abrir� sus ojos, mas �l no ser�. Asir�n de �l terrores como aguas: Torbellino lo arrebatar� de noche. Lo antecoger� el solano, y partir�; Y tempestad lo arrebatar� del lugar suyo. Dios pues descargar� sobre �l, y no perdonar�: Har� �l por huir de su mano. Batir�n sus manos sobre �l, Y desde su lugar le silbar�n. Job 28CIERTAMENTE la plata tiene sus veneros, Y el oro lugar donde se forma. El hierro se saca del polvo, Y de la piedra es fundido el metal. A las tinieblas puso t�rmino, Y examina todo � la perfecci�n, Las piedras que hay en la oscuridad y en la sombra de muerte. Brota el torrente de junto al morador, Aguas que el pie hab�a olvidado: S�canse luego, vanse del hombre. De la tierra nace el pan, Y debajo de ella estar� como convertida en fuego. Lugar hay cuyas piedras son zafiro, Y sus polvos de oro. Senda que nunca la conoci� ave, Ni ojo de buitre la vi�: Nunca la pisaron animales fieros, Ni le�n pas� por ella. En el pedernal puso su mano, Y trastorn� los montes de ra�z. De los pe�ascos cort� r�os, Y sus ojos vieron todo lo preciado. Detuvo los r�os en su nacimiento, E hizo salir � luz lo escondido. Empero �d�nde se hallar� la sabidur�a? �Y d�nde est� el lugar de la prudencia? No conoce su valor el hombre, Ni se halla en la tierra de los vivientes. El abismo dice: No est� en m�: Y la mar dijo: Ni conmigo. No se dar� por oro, Ni su precio ser� � peso de plata. No puede ser apreciada con oro de Ophir, Ni con onique precioso, ni con zafiro. El oro no se le igualar�, ni el diamante; Ni se trocar� por vaso de oro fino. De coral ni de perlas no se har� menci�n: La sabidur�a es mejor que piedras preciosas. No se igualar� con ella esmeralda de Ethiop�a; No se podr� apreciar con oro fino. �De d�nde pues vendr� la sabidur�a? �Y d�nde est� el lugar de la inteligencia? Porque encubierta est� � los ojos de todo viviente, y � toda ave del cielo es oculta. El infierno y la muerte dijeron: Su fama hemos o�do con nuestros o�dos. Dios entiende el camino de ella, Y �l conoce su lugar. Porque �l mira hasta los fines de la tierra, Y ve debajo de todo el cielo. Al dar peso al viento, Y poner las aguas por medida; Cuando �l hizo ley � la lluvia, Y camino al rel�mpago de los truenos: Entonces la ve�a �l, y la manifestaba: Prepar�la y descubri�la tambi�n. Y dijo al hombre: He aqu� que el temor del Se�or es la sabidur�a, Y el apartarse del mal la inteligencia. Job 29Y VOLVIO Job � tomar su prop�sito, y dijo: �Qui�n me tornase como en los meses pasados, Como en los d�as que Dios me guardaba, Cuando hac�a resplandecer su candela sobre mi cabeza, A la luz de la cual yo caminaba en la oscuridad; Como fu� en los d�as de mi mocedad, Cuando el secreto de Dios estaba en mi tienda; Cuando a�n el Omnipotente estaba conmigo, Y mis hijos alrededor de mi; Cuando lavaba yo mis caminos con manteca, Y la piedra me derramaba r�os de aceite! Cuando sal�a � la puerta � juicio, Y en la plaza hac�a preparar mi asiento, Los mozos me ve�an, y se escond�an; Y los viejos se levantaban, y estaban en pie; Los pr�ncipes deten�an sus palabras, Pon�an la mano sobre su boca; La voz de los principales se ocultaba, Y su lengua se pegaba � su paladar: Cuando los o�dos que me o�an, me llamaban bienaventurado, Y los ojos que me ve�an, me daban testimonio: Porque libraba al pobre que gritaba, Y al hu�rfano que carec�a de ayudador. La bendici�n del que se iba � perder ven�a sobre m�; Y al coraz�n de la viuda daba alegr�a. Vest�ame de justicia, y ella me vest�a como un manto; Y mi toca era juicio. Yo era ojos al ciego, Y pies al cojo. A los menesterosos era padre; Y de la causa que no entend�a, me informaba con diligencia: Y quebraba los colmillos del inicuo, Y de sus dientes hac�a soltar la presa. Y dec�a yo: En mi nido morir�, Y como arena multiplicar� d�as. Mi ra�z estaba abierta junto � las aguas, Y en mis ramas permanec�a el roc�o. Mi honra se renovaba en m�, Y mi arco se corroboraba en mi mano. O�anme, y esperaban; Y callaban � mi consejo. Tras mi palabra no replicaban, Y mi raz�n destilaba sobre ellos. Y esper�banme como � la lluvia, Y abr�an su boca como � la lluvia tard�a. Si me re�a con ellos, no lo cre�an: Y no abat�an la luz de mi rostro. Calificaba yo el camino de ellos, y sent�bame en cabecera; Y moraba como rey en el ej�rcito, Como el que consuela llorosos. Job 30MAS ahora los m�s mozos de d�as que yo, se r�en de m�; Cuyos padres yo desde�ara ponerlos con los perros de mi ganado. Porque �para qu� yo habr�a menester la fuerza de sus manos, En los cuales hab�a perecido con el tiempo? Por causa de la pobreza y del hambre andaban solos; Hu�an � la soledad, � lugar tenebroso, asolado y desierto. Que cog�an malvas entre los arbustos, Y ra�ces de enebro para calentarse. Eran echados de entre las gentes, Y todos les daban grita como al ladr�n. Habitaban en las barrancas de los arroyos, En las cavernas de la tierra, y en las rocas. Bramaban entre las matas, Y se reun�an debajo de las espinas. Hijos de viles, y hombres sin nombre, M�s bajos que la misma tierra. Y ahora yo soy su canci�n, Y he sido hecho su refr�n. Abom�nanme, al�janse de m�, Y aun de mi rostro no detuvieron su saliva. Porque Dios desat� mi cuerda, y me afligi�, Por eso se desenfrenaron delante de mi rostro. A la mano derecha se levantaron los j�venes; Empujaron mis pies, Y sentaron contra m� las v�as de su ruina. Mi senda desbarataron, Aprovech�ronse de mi quebrantamiento, Contra los cuales no hubo ayudador. Vinieron como por portillo ancho, Revolvi�ronse � mi calamidad. Hanse revuelto turbaciones sobre m�; Combatieron como viento mi alma, Y mi salud pas� como nube Y ahora mi alma est� derramada en m�; D�as de aflicci�n me han aprehendido. De noche taladra sobre m� mis huesos, Y mis pulsos no reposan. Con la grande copia de materia mi vestidura est� demudada; C��eme como el cuello de mi t�nica. Derrib�me en el lodo, Y soy semejante al polvo y � la ceniza. Clamo � ti, y no me oyes; Pres�ntome, y no me atiendes. Haste tornado cruel para m�: Con la fortaleza de tu mano me amenazas. Levant�steme, � hic�steme cabalgar sobre el viento, Y disolviste mi sustancia. Porque yo conozco que me reduces � la muerte; Y � la casa determinada � todo viviente. Mas �l no extender� la mano contra el sepulcro; �Clamar�n los sepultados cuando �l los quebrantare? �No llor� yo al afligido? Y mi alma �no se entristeci� sobre el menesteroso? Cuando esperaba yo el bien, entonces vino el mal; Y cuando esperaba luz, la oscuridad vino. Mis entra�as hierven, y no reposan; D�as de aflicci�n me han sobrecogido. Denegrido ando, y no por el sol: Levant�dome he en la congregaci�n, y clamado. He venido � ser hermano de los dragones, Y compa�ero de los buhos. Mi piel est� denegrida sobre m�, Y mis huesos se secaron con ardent�a. Y hase tornado mi arpa en luto, Y mi �rgano en voz de lamentadores. Job 31HICE pacto con mis ojos: �C�mo pues hab�a yo de pensar en virgen? Porque �qu� galard�n me dar�a de arriba Dios, Y qu� heredad el Omnipotente de las alturas? �No hay quebrantamiento para el imp�o, Y extra�amiento para los que obran iniquidad? �No ve �l mis caminos, Y cuenta todos mis pasos? Si anduve con mentira, Y si mi pie se apresur� � enga�o, P�seme Dios en balanzas de justicia, Y conocer� mi integridad. Si mis pasos se apartaron del camino, Y si mi coraz�n se fu� tras mis ojos, Y si algo se apeg� � mis manos, Siembre yo, y otro coma, Y mis verduras sean arrancadas. Si fu� mi coraz�n enga�ado acerca de mujer, Y si estuve acechando � la puerta de mi pr�jimo: Muela para otro mi mujer, Y sobre ella otros se encorven. Porque es maldad � iniquidad, Que han de castigar los jueces. Porque es fuego que devorar�a hasta el sepulcro, Y desarraigar�a toda mi hacienda. Si hubiera tenido en poco el derecho de mi siervo y de mi sierva, Cuando ellos pleitearan conmigo, �Qu� har�a yo cuando Dios se levantase? Y cuando �l visitara, �qu� le responder�a yo? El que en el vientre me hizo � m�, �no lo hizo � �l? �Y no nos dispuso uno mismo en la matriz? Si estorb� el contento de los pobres, E hice desfallecer los ojos de la viuda; Y si com� mi bocado solo, Y no comi� de �l el huerfano; (Porque desde mi mocedad creci� conmigo como con padre, Y desde el vientre de mi madre fu� gu�a de la viuda;) Si he visto que pereciera alguno sin vestido, Y al menesteroso sin cobertura; Si no me bendijeron sus lomos, Y del vell�n de mis ovejas se calentaron; Si alc� contra el hu�rfano mi mano, Aunque viese que me ayudar�an en la puerta; Mi espalda se caiga de mi hombro, Y mi brazo sea quebrado de mi canilla. Porque tem� el castigo de Dios, Contra cuya alteza yo no tendr�a poder. Si puse en oro mi esperanza, Y dije al oro: Mi confianza eres t�; Si me alegr� de que mi hacienda se multiplicase, Y de que mi mano hallase mucho; Si he mirado al sol cuando resplandec�a, Y � la luna cuando iba hermosa, Y mi coraz�n se enga�� en secreto, Y mi boca bes� mi mano: Esto tambi�n fuera maldad juzgada; Porque habr�a negado al Dios soberano. Si me alegr� en el quebrantamiento del que me aborrec�a, Y me regocij� cuando le hall� el mal; (Que ni aun entregu� al pecado mi paladar, Pidiendo maldici�n para su alma;) Cuando mis dom�sticos dec�an: �Qui�n nos diese de su carne! nunca nos hartar�amos. El extranjero no ten�a fuera la noche; Mis puertas abr�a al caminante. Si encubr�, como los hombres mis prevaricaciones, Escondiendo en mi seno mi iniquidad; Porque quebrantaba � la gran multitud, Y el menosprecio de las familias me atemoriz�, Y call�, y no sal� de mi puerta: �Qui�n me diera quien me oyese! He aqu� mi impresi�n es que el Omnipotente testificar�a por m�, Aunque mi adversario me hiciera el proceso. Ciertamente yo lo llevar�a sobre mi hombro, Y me lo atar�a en lugar de corona. Yo le contar�a el n�mero de mis pasos, Y como pr�ncipe me llegar�a � �l. Si mi tierra clama contra m�, Y lloran todos sus surcos; Si com� su sustancia sin dinero, O aflig� el alma de sus due�os; En lugar de trigo me nazcan abrojos, Y espinas en lugar de cebada. Job 32Y CESARON estos tres varones de responder � Job, por cuanto �l era justo en sus ojos. Entonces Eli� hijo de Barach�l, Bucita, de la familia de Ram, se enoj� con furor contra Job: enoj�se con furor, por cuanto justificaba su vida m�s que � Dios. Enoj�se asimismo con furor contra sus tres amigos, porque no hallaban qu� responder, aunque hab�an condenado � Job. Y Eli� hab�a esperado � Job en la disputa, porque eran m�s viejos de d�as que �l. Empero viendo Eli� que no hab�a respuesta en la boca de aquelllos tres varones, su furor se encendi�. Y respondi� Eli� hijo de Barach�l, Buzita, y dijo: Yo soy menor de d�as y vosotros viejos; He tenido por tanto miedo, y temido declararos mi opini�n. Yo dec�a: Los d�as hablar�n, Y la muchedumbre de a�os declarar� sabidur�a. Ciertamente esp�ritu hay en el hombre, E inspiraci�n del Omnipotente los hace que entiendan. No los grandes son los sabios, Ni los viejos entienden el derecho. Por tanto yo dije: Escuchadme; Declarar� yo tambi�n mi sabidur�a. He aqu� yo he esperado � vuestras razones, He escuchado vuestros argumentos, En tanto que buscabais palabras. Os he pues prestado atenci�n, Y he aqu� que no hay de vosotros quien redarguya � Job, Y responda � sus razones. Porque no dig�is: Nosotros hemos hallado sabidur�a: Lanz�lo Dios, no el hombre. Ahora bien, Job no enderez� � m� sus palabras, Ni yo le responder� con vuestras razones. Espant�ronse, no respondieron m�s; Fu�ronseles los razonamientos. Yo pues he esperado, porque no hablaban, Antes pararon, y no respondieron m�s. Por eso yo tambi�n responder� mi parte, Tambi�n yo declarar� mi juicio. Porque lleno estoy de palabras, Y el esp�ritu de mi vientre me constri�e. De cierto mi vientre est� como el vino que no tiene respiradero, Y se rompe como odres nuevos. Hablar� pues y respirar�; Abrir� mis labios, y responder�. No har� ahora acepci�n de personas, Ni usar� con hombre de lisonjeros t�tulos. Porque no s� hablar lisonjas: De otra manera en breve mi Hacedor me consuma. Job 33POR tanto, Job, oye ahora mis razones, Y escucha todas mis palabras. He aqu� yo abrir� ahora mi boca, Y mi lengua hablar� en mi garganta. Mis razones declarar�n la rectitud de mi coraz�n, Y mis labios proferir�n pura sabidur�a. El esp�ritu de Dios me hizo, Y la inspiraci�n del Omnipotente me di� vida. Si pudieres, resp�ndeme: Disp�n tus palabras, est� delante de m�. Heme aqu� � m� en lugar de Dios, conforme � tu dicho: De lodo soy yo tambi�n formado. He aqu� que mi terror no te espantar�, Ni mi mano se agravar� sobre ti. De cierto t� dijiste � o�dos m�os, Y yo o� la voz de tus palabras que dec�an: Yo soy limpio y sin defecto; Y soy inocente, y no hay maldad en m�. He aqu� que �l busc� achaques contra m�, Y me tiene por su enemigo; Puso mis pies en el cepo, Y guard� todas mis sendas. He aqu� en esto no has hablado justamente: Yo te responder� que mayor es Dios que el hombre. �Por qu� tomaste pleito contra �l? Porque �l no da cuenta de ninguna de sus razones. Sin embargo, en una � en dos maneras habla Dios; Mas el hombre no entiende. Por sue�o de visi�n nocturna, Cuando el sue�o cae sobre los hombres, Cuando se adormecen sobre el lecho; Entonces revela al o�do de los hombres, Y les se�ala su consejo; Para quitar al hombre de su obra, Y apartar del var�n la soberbia. Detendr� su alma de corrupci�n, Y su vida de que pase � cuchillo. Tambi�n sobre su cama es castigado Con dolor fuerte en todos sus huesos, Que le hace que su vida aborrezca el pan, Y su alma la comida suave. Su carne desfallece sin verse, Y sus huesos, que antes no se ve�an, aparecen. Y su alma se acerca al sepulcro, Y su vida � los que causan la muerte. Si tuviera cerca de �l Alg�n elocuente anunciador muy escogido, Que anuncie al hombre su deber; Que le diga que Dios tuvo de �l misericordia, Que lo libr� de descender al sepulcro, Que hall� redenci�n: Enternecer�se su carne m�s que de ni�o, Volver� � los d�as de su mocedad. Orar� � Dios, y le amar�, Y ver� su faz con j�bilo: Y �l restituir� al hombre su justicia. El mira sobre los hombres; y el que dijere: Pequ�, y pervert� lo recto, Y no me ha aprovechado; Dios redimir� su alma, que no pase al sepulcro, Y su vida se ver� en luz. He aqu�, todas estas cosas hace Dios Dos y tres veces con el hombre; Para apartar su alma del sepulcro, Y para iluminarlo con la luz de los vivientes. Escucha, Job, y �yeme; Calla, y yo hablar�. Que si tuvieres razones, resp�ndeme; Habla, porque yo te quiero justificar. Y si no, �yeme t� � m�; Calla, y ense�arte he sabidur�a. Job 34ADEMAS respondi� Eli�, y dijo: Oid, sabios, mis palabras; Y vosotros, doctos, estadme atentos. Porque el o�do prueba las palabras, Como el paladar gusta para comer. Escojamos para nosotros el juicio, Conozcamos entre nosotros cu�l sea lo bueno; Porque Job ha dicho: Yo soy justo, Y Dios me ha quitado mi derecho. �He de mentir yo contra mi raz�n? Mi saeta es gravosa sin haber yo prevaricado. �Qu� hombre hay como Job, Que bebe el escarnio como agua? Y va en compa��a con los que obran iniquidad, Y anda con los hombres maliciosos. Porque ha dicho: De nada servir� al hombre El conformar su voluntad con Dios. Por tanto, varones de seso, oidme; Lejos est� de Dios la impiedad, Y del Omnipotente la iniquidad. Porque �l pagar� al hombre seg�n su obra, Y �l le har� hallar conforme � su camino. S�, por cierto, Dios no har� injusticia, Y el Omnipotente no pervertir� el derecho. �Qui�n visit� por �l la tierra? �Y qui�n puso en orden todo el mundo? Si �l pusiese sobre el hombre su coraz�n, Y recogiese as� su esp�ritu y su aliento, Toda carne perecer�a juntamente, Y el hombre se tornar�a en polvo. Si pues hay en ti entendimiento, oye esto: Escucha la voz de mis palabras. �Ense�orear�se el que aborrece juicio? �Y condenar�s t� al que es tan justo? �Hase de decir al rey: Perverso; Y � los pr�ncipes: Imp�os? �Cu�nto menos � aquel que no hace acepci�n de personas de pr�ncipes, Ni el rico es de �l m�s respetado que el pobre? Porque todos son obras de sus manos. En un momento morir�n, y � media noche Se alborotar�n los pueblos, y pasar�n, Y sin mano ser� quitado el poderoso. Porque sus ojos est�n sobre los caminos del hombre, Y ve todos sus pasos. No hay tinieblas ni sombra de muerte Donde se encubran los que obran maldad. No carga pues �l al hombre m�s de lo justo, Para que vaya con Dios � juicio. El quebrantar� � los fuertes sin pesquisa, Y har� estar otros en su lugar. Por tanto �l har� notorias las obras de ellos, Cuando los trastornar� en la noche, y ser�n quebrantados. Como � malos los herir� En lugar donde sean vistos: Por cuanto as� se apartaron de �l, Y no consideraron todos sus caminos; Haciendo venir delante de �l el clamor del pobre, Y que oiga el clamor de los necesitados. Y si �l diere reposo, �qui�n inquietar�? Si escondiere el rostro, �qui�n lo mirar�? Esto sobre una naci�n, y lo mismo sobre un hombre; Haciendo que no reine el hombre hip�crita Para vejaciones del pueblo. De seguro conviene se diga � Dios: Llevado he ya castigo, no m�s ofender�: Ens��ame t� lo que yo no veo: Que si hice mal, no lo har� m�s. �Ha de ser eso seg�n tu mente? El te retribuir�, ora rehuses, Ora aceptes, y no yo: Di si no, lo que t� sabes. Los hombres de seso dir�n conmigo, Y el hombre sabio me oir�: Que Job no habla con sabidur�a, Y que sus palabras no son con entendimiento. Deseo yo que Job sea probado ampliamente, A causa de sus respuestas por los hombres inicuos. Porque � su pecado a�adi� impiedad: Bate las manos entre nosotros, Y contra Dios multiplica sus palabras. Job 35Y PROCEDIENDO Eli� en su razonamiento, dijo: �Piensas ser conforme � derecho Esto que dijiste: M�s justo soy yo que Dios? Porque dijiste: �Qu� ventaja sacar�s t� de ello? �O qu� provecho tendr� de mi pecado? Yo te responder� razones, Y � tus compa�eros contigo. Mira � los cielos, y ve, Y considera que las nubes son m�s altas que t�. Si pecares, �qu� habr�s hecho contra �l? Y si tus rebeliones se multiplicaren, �qu� le har�s t�? Si fueres justo, �qu� le dar�s � el? �O qu� recibir� de tu mano? Al hombre como t� da�ar� tu impiedad, Y al hijo del hombre aprovechar� tu justicia. A causa de la multitud de las violencias clamar�n, Y se lamentar�n por el poder�o de los grandes. Y ninguno dice: �D�nde est� Dios mi Hacedor, Que da canciones en la noche, Que nos ense�a m�s que � las bestias de la tierra, Y nos hace sabios m�s que las aves del cielo? All� clamar�n, y �l no oir�, Por la soberbia de los malos. Ciertamente Dios no oir� la vanidad, Ni la mirar� el Omnipotente. Aunque m�s digas, No lo mirar�; Haz juicio delante de �l, y en �l espera. Mas ahora, porque en su ira no visita, Ni conoce con rigor, (35-15) Por eso Job abri� su boca vanamente, Y multiplica palabras sin sabidur�a. Job 36Y A�ADIO Eli�, y dijo: Esp�rame un poco, y ense�arte he; Porque todav�a tengo razones en orden � Dios. Tomar� mi noticia de lejos, Y atribuir� justicia � mi Hacedor. Porque de cierto no son mentira mis palabras; Contigo est� el que es �ntegro en sus conceptos. He aqu� que Dios es grande, mas no desestima � nadie; Es poderoso en fuerza de sabidur�a. No otorgar� vida al imp�o, Y � los afligidos dar� su derecho. No quitar� sus ojos del justo; Antes bien con los reyes los pondr� en solio para siempre, Y ser�n ensalzados. Y si estuvieren prendidos en grillos, Y aprisionados en las cuerdas de aflicci�n, El les dar� � conocer la obra de ellos, Y que prevalecieron sus rebeliones. Despierta adem�s el o�do de ellos para la correcci�n, Y d�ce les que se conviertan de la iniquidad. Si oyeren, y le sirvieren, Acabar�n sus d�as en bien, y sus a�os en deleites. Mas si no oyeren, ser�n pasados � cuchillo, Y perecer�n sin sabidur�a. Empero los hip�critas de coraz�n lo irritar�n m�s, Y no clamar�n cuando �l los atare. Fallecer� el alma de ellos en su mocedad, Y su vida entre los sodomitas. Al pobre librar� de su pobreza, Y en la aflicci�n despertar� su o�do. Asimismo te apartar�a de la boca de la angustia A lugar espacioso, libre de todo apuro; Y te asentar� mesa llena de grosura. Mas t� has llenado el juicio del imp�o, En vez de sustentar el juicio y la justicia. Por lo cual teme que en su ira no te quite con golpe, El cual no puedas apartar de ti con gran rescate. �Har� �l estima de tus riquezas, ni del oro, Ni de todas las fuerzas del poder? No anheles la noche, En que desaparecen los pueblos de su lugar. Gu�rdate, no tornes � la iniquidad; Pues �sta escogiste m�s bien que la aflicci�n. He aqu� que Dios es excelso con su potencia; �Qu� ense�ador semejante � �l? �Qui�n le ha prescrito su camino? �Y qui�n le dir�: Iniquidad has hecho? Acu�rdate de engrandecer su obra, La cual contemplan los hombres. Los hombres todos la ven; M�rala el hombre de lejos. He aqu�, Dios es grande, y nosotros no le conocemos; Ni se puede rastrear el n�mero de sus a�os. El reduce las gotas de las aguas, Al derramarse la lluvia seg�n el vapor; Las cuales destilan las nubes, Goteando en abundancia sobre los hombres. �Qui�n podr� tampoco comprender la extensi�n de las nubes, Y el sonido estrepitoso de su pabell�n? He aqu� que sobre �l extiende su luz, Y cobija con ella las ra�ces de la mar. Bien que por esos medios castiga � los pueblos, A la multitud da comida. Con las nubes encubre la luz, Y m�ndale no brillar, interponiendo aqu�llas. Tocante � ella anunciar� el trueno, su compa�ero, Que hay acumulaci�n de ira sobre el que se eleva. Job 37A ESTO tambi�n se espanta mi coraz�n, Y salta de su lugar. Oid atentamente su voz terrible, y el sonido que sale de su boca. Debajo de todos los cielos lo dirige, Y su luz hasta los fines de la tierra. Despu�s de ella bramar� el sonido, Tronar� �l con la voz de su magnificencia; Y aunque sea o�da su voz, no los detiene. Tronar� Dios maravillosamente con su voz; El hace grandes cosas, que nosotros no entendemos. Porque � la nieve dice: Desciende � la tierra; Tambi�n � la llovizna, Y � los aguaceros de su fortaleza. As� hace retirarse � todo hombre, Para que los hombres todos reconozcan su obra. La bestia se entrar� en su escondrijo, Y estar�se en sus moradas. Del mediod�a viene el torbellino, Y el fr�o de los vientos del norte. Por el soplo de Dios se da el hielo, Y las anchas aguas son constre�idas. Regando tambi�n llega � disipar la densa nube, Y con su luz esparce la niebla. Asimismo por sus designios se revuelven las nubes en derredor, Para hacer sobre la haz del mundo, En la tierra, lo que �l les mandara. Unas veces por azote, otras pos causa de su tierra, Otras por misericordia las har� parecer. Escucha esto, Job; Rep�sate, y considera las maravillas de Dios. �Supiste t� cu�ndo Dios las pon�a en concierto, Y hac�a levantar la luz de su nube? �Has t� conocido las diferencias de las nubes, Las maravillas del Perfecto en sabidur�a? �Por qu� est�n calientes tus vestidos Cuando se fija el viento del mediod�a sobre la tierra? �Extendiste t� con �l los cielos, Firmes como un espejo s�lido? Mu�stranos qu� le hemos de decir; Porque nosotros no podemos componer las ideas � causa de las tinieblas. �Ser� preciso contarle cuando yo hablar�? Por m�s que el hombre razone, quedar� como abismado. He aqu� a�n: no se puede mirar la luz esplendente en los cielos, Luego que pasa el viento y los limpia, Viniendo de la parte del norte la dorada claridad. En Dios hay una majestad terrible. El es Todopoderoso, al cual no alcanzamos, grande en potencia; Y en juicio y en multitud de justicia no afligir�. Temerlo han por tanto los hombres: El no mira � los sabios de coraz�n. Job 38Y RESPONDIO Jehov� � Job desde un torbellino, y dijo: �Qui�n es �se que oscurece el consejo Con palabras sin sabidur�a? Ahora ci�e como var�n tus lomos; Yo te preguntar�, y hazme saber t�. �D�nde estabas cuando yo fundaba la tierra? H�zme lo saber, si tienes inteligencia. �Qui�n orden� sus medidas, si lo sabes? �O qui�n extendi� sobre ella cordel? �Sobre qu� est�n fundadas sus basas? �O qui�n puso su piedra angular, Cuando las estrellas todas del alba alababan, Y se regocijaban todos los hijos de Dios? �Qui�n encerr� con puertas la mar, Cuando se derramaba por fuera como saliendo de madre; Cuando puse yo nubes por vestidura suya, Y por su faja oscuridad. Y establec� sobre ella mi decreto, Y le puse puertas y cerrojo, Y dije: Hasta aqu� vendr�s, y no pasar�s adelante, Y ah� parar� la hinchaz�n de tus ondas? �Has tu mandado � la ma�ana en tus d�as? �Has mostrado al alba su lugar, Para que ocupe los fines de la tierra, Y que sean sacudidos de ella los imp�os? Trasm�dase como lodo bajo de sello, Y viene � estar como con vestidura: Mas la luz de los imp�os es quitada de ellos, Y el brazo enaltecido es quebrantado. �Has entrado t� hasta los profundos de la mar, Y has andado escudri�ando el abismo? �Hante sido descubiertas las puertas de la muerte, Y has visto las puertas de la sombra de muerte? �Has t� considerado hasta las anchuras de la tierra? Declara si sabes todo esto. �Por d�nde va el camino � la habitaci�n de la luz, Y d�nde est� el lugar de las tinieblas? �Si llevar�s t� ambas cosas � sus t�rminos, Y entender�s las sendas de su casa? �Sab�aslo t� porque hubieses ya nacido, O porque es grande el n�mero de tus d�as? �Has t� entrado en los tesoros de la nieve, O has visto los tesoros del granizo, Lo cual tengo yo reservado para el tiempo de angustia, Para el d�a de la guerra y de la batalla? �Por qu� camino se reparte la luz, Y se esparce el viento solano sobre la tierra? �Qui�n reparti� conducto al turbi�n, Y camino � los rel�mpagos y truenos, Haciendo llover sobre la tierra deshabitada, Sobre el desierto, donde no hay hombre, Para hartar la tierra desierta � inculta, Y para hacer brotar la tierna hierba? �Tiene la lluvia padre? �O qui�n engendr� las gotas del roc�o? �De qu� vientre sali� el hielo? Y la escarcha del cielo, �qui�n la engendr�? Las aguas se endurecen � manera de piedra, Y cong�lase la haz del abismo. �Podr�s t� impedir las delicias de las Pl�yades, O desatar�s las ligaduras del Ori�n? �Sacar�s t� � su tiempo los signos de los cielos, O guiar�s el Arcturo con sus hijos? �Supiste t� las ordenanzas de los cielos? �Dispondr�s t� de su potestad en la tierra? �Alzar�s t� � las nubes tu voz, Para que te cubra muchedumbre de aguas? �Enviar�s t� los rel�mpagos, para que ellos vayan? �Y dir�nte ellos: Henos aqu�? �Qui�n puso la sabidur�a en el interior? �O qui�n di� al entendimiento la inteligencia? �Qui�n puso por cuenta los cielos con sabidur�a? Y los odres de los cielos, �qui�n los hace parar, Cuando el polvo se ha convertido en dureza, Y los terrones se han pegado unos con otros? �CAZARAS t� la presa para el le�n? �Y saciar�s el hambre de los leoncillos, Cuando est�n echados en las cuevas, O se est�n en sus guaridas para acechar? �Qui�n prepar� al cuervo su alimento, Cuando sus pollos claman � Dios, Bullendo de un lado � otro por carecer de comida? Job 39�Sabes t� el tiempo en que paren las cabras monteses? �O miraste t� las ciervas cuando est�n pariendo? �Contaste t� los meses de su pre�ez, Y sabes el tiempo cuando han de parir? Enc�rvanse, hacen salir sus hijos, Pasan sus dolores. Sus hijos est�n sanos, crecen con el pasto: Salen y no vuelven � ellas. �Qui�n ech� libre al asno mont�s, y qui�n solt� sus ataduras? Al cual yo puse casa en la soledad, Y sus moradas en lugares est�riles. B�rlase de la multitud de la ciudad: No oye las voces del arriero. Lo oculto de los montes es su pasto, Y anda buscando todo lo que est� verde. �Querr� el unicornio servirte � ti, Ni quedar � tu pesebre? �Atar�s t� al unicornio con su coyunda para el surco? �Labrar� los valles en pos de ti? �Confiar�s t� en �l, por ser grande su fortaleza, Y le fiar�s tu labor? �Fiar�s de �l que te tornar� tu simiente, Y que la allegar� en tu era? �Diste t� hermosas alas al pavo real, O alas y plumas al avestruz? El cual desampara en la tierra sus huevos, Y sobre el polvo los calienta, Y olv�dase de que los pisar� el pie, Y que los quebrar� bestia del campo. Endur�cese para con sus hijos, como si no fuesen suyos, No temiendo que su trabajo haya sido en vano: Porque le priv� Dios de sabidur�a, Y no le di� inteligencia. Luego que se levanta en alto, B�rlase del caballo y de su jinete. �Diste t� al caballo la fortaleza? �Vestiste t� su cerviz de relincho? �Le intimidar�s t� como � alguna langosta? El resoplido de su nariz es formidable: Escarba la tierra, al�grase en su fuerza, Sale al encuentro de las armas: Hace burla del espanto, y no teme, Ni vuelve el rostro delante de la espada. Contra �l suena la aljaba, El hierro de la lanza y de la pica: Y �l con �mpetu y furor escarba la tierra, Sin importarle el sonido de la bocina; Antes como que dice entre los clarines: �Ea! Y desde lejos huele la batalla, el grito de los capitanes, y la vocer�a. �Vuela el gavil�n por tu industria, Y extiende hacia el mediod�a sus alas? �Se remonta el �guila por tu mandamiento, Y pone en alto su nido? Ella habita y est� en la piedra, En la cumbre del pe�asco y de la roca. Desde all� acecha la comida: Sus ojos observan de muy lejos. Sus pollos chupan la sangre: Y donde hubiere cad�veres, all� est�. Job 40A m�s de eso respondi� Jehov� � Job y dijo: �Es sabidur�a contender con el Omnipotente? El que disputa con Dios, responda � esto. Y respondi� Job � Jehov�, y dijo: He aqu� que yo soy vil, �qu� te responder�? Mi mano pongo sobre mi boca. Una vez habl�, y no responder�: Aun dos veces, mas no tornar� � hablar. ENTONCES respondi� Jehov� � Job desde la oscuridad, y dijo: C��ete ahora como var�n tus lomos; Yo te preguntar�, y expl�came. �Invalidar�s t� tambi�n mi juicio? �Me condenar�s � m�, para justificarte � ti? �Tienes t� brazo como Dios? �Y tronar�s t� con voz como �l? Atav�ate ahora de majestad y de alteza: Y v�stete de honra y de hermosura. Esparce furores de tu ira: Y mira � todo soberbio, y ab�telo. Mira � todo soberbio, y hum�llalo, Y quebranta � los imp�os en su asiento. Enc�brelos � todos en el polvo, Venda sus rostros en la oscuridad; Y yo tambi�n te confesar� Que podr� salvarte tu diestra. He aqu� ahora behemoth, al cual yo hice contigo; Hierba come como buey. He aqu� ahora que su fuerza est� en sus lomos, Y su fortaleza en el ombligo de su vientre. Su cola mueve como un cedro, Y los nervios de sus genitales son entretejidos. Sus huesos son fuertes como bronce, Y sus miembros como barras de hierro. El es la cabeza de los caminos de Dios: El que lo hizo, puede hacer que su cuchillo � �l se acerque. Ciertamente los montes producen hierba para �l: Y toda bestia del campo retoza all�. Echar�se debajo de las sombras, En lo oculto de las ca�as, y de los lugares h�medos. Los �rboles sombr�os lo cubren con su sombra; Los sauces del arroyo lo cercan. He aqu� que �l tomar� el r�o sin inmutarse: Y conf�ase que el Jord�n pasar� por su boca. �Tomar�lo alguno por sus ojos en armadijos, Y horadar� su nariz? Job 41�SACARAS t� al leviath�n con el anzuelo, O con la cuerda que le echares en su lengua? �Pondr�s t� garfio en sus narices, Y horadar�s con espinas su quijada? �Multiplicar� �l ruegos para contigo? �Hablar�te �l lisonjas? �Har� concierto contigo Para que lo tomes por siervo perpetuo? �Jugar�s t� con �l como con p�jaro, O lo atar�s para tus ni�as? �Har�n de �l banquete los compa�eros? �Partir�nlo entre los mercaderes? �Cortar�s t� con cuchillo su cuero, O con asta de pescadores su cabeza? Pon tu mano sobre �l; Te acordar�s de la batalla, y nunca m�s tornar�s. He aqu� que la esperanza acerca de �l ser� burlada; Porque aun � su sola vista se desmayar�n. Nadie hay tan osado que lo despierte: �Qui�n pues podr� estar delante de m�? �Qui�n me ha anticipado, para que yo restituya? Todo lo que hay debajo del cielo es m�o. Yo no callar� sus miembros, Ni lo de sus fuerzas y la gracia de su disposici�n. �Qui�n descubrir� la delantera de su vestidura? �Qui�n se llegar� � �l con freno doble? �Qui�n abrir� las puertas de su rostro? Los �rdenes de sus dientes espantan. La gloria de su vestido son escudos fuertes, Cerrados entre s� estrechamente. El uno se junta con el otro, Que viento no entra entre ellos. Pegado est� el uno con el otro, Est�n trabados entre s�, que no se pueden apartar. Con sus estornudos encienden lumbre, Y sus ojos son como los p�rpados del alba. De su boca salen hachas de fuego, Centellas de fuego proceden. De sus narices sale humo, Como de una olla � caldero que hierve. Su aliento enciende los carbones, Y de su boca sale llama. En su cerviz mora la fortaleza, Y esp�rcese el desaliento delante de �l. Las partes momias de su carne est�n apretadas: Est�n en �l firmes, y no se mueven. Su coraz�n es firme como una piedra, Y fuerte como la muela de abajo. De su grandeza tienen temor los fuertes, Y � causa de su desfallecimiento hacen por purificarse. Cuando alguno lo alcanzare, ni espada, Ni lanza, ni dardo, ni coselete durar�. El hierro estima por pajas, Y el acero por le�o podrido. Saeta no le hace huir; Las piedras de honda se le tornan aristas. Tiene toda arma por hojarascas, Y del blandir de la pica se burla. Por debajo tiene agudas conchas; Imprime su agudez en el suelo. Hace hervir como una olla la profunda mar, Y t�rnala como una olla de ung�ento. En pos de s� hace resplandecer la senda, Que parece que la mar es cana. No hay sobre la tierra su semejante, Hecho para nada temer. Menosprecia toda cosa alta: Es rey sobre todos los soberbios. Job 42Y RESPONDIO Job � Jehov�, y dijo: Yo conozco que todo lo puedes, Y que no hay pensamiento que se esconda de ti. �Qui�n es el que oscurece el consejo sin ciencia? Por tanto yo denunciaba lo que no entend�a; Cosas que me eran ocultas, y que no las sab�a. Oye te ruego, y hablar�; Te preguntar�, y t� me ense�ar�s. De o�das te hab�a o�do; Mas ahora mis ojos te ven. Por tanto me aborrezco, y me arrepiento En el polvo y en la ceniza. Y aconteci� que despu�s que habl� Jehov� estas palabras � Job, Jehov� dijo � Eliphaz Temanita: Mi ira se encendi� contra ti y tus dos compa�eros: porque no hab�is hablado por m� lo recto, como mi siervo Job. Ahora pues, tomaos siete becerros y siete carneros, y andad � mi siervo Job, y ofreced holocausto por vosotros, y mi siervo Job orar� por vosotros; porque de cierto � �l atender� para no trataros afrentosamente, por cuanto no hab�is hablado por m� con rectitud, como mi siervo Job. Fueron pues Eliphaz Temanita, y Bildad Suhita, y Sophar Naamatita, � hicieron como Jehov� les dijo: y Jehov� atendi� � Job. Y mud� Jehov� la aflicci�n de Job, orando �l por sus amigos: y aument� al doble todas las cosas que hab�an sido de Job. Y vinieron � �l todos sus hermanos, y todas sus hermanas, y todos los que antes le hab�an conocido, y comieron con �l pan en su casa, y condoli�ronse de �l, y consol�ronle de todo aquel mal que sobre �l hab�a Jehov� tra�do; y cada uno de ellos le di� una pieza de moneda, y un zarcillo de oro. Y bendijo Jehov� la postrimer�a de Job m�s que su principio; porque tuvo catorce mil ovejas, y seis mil camellos, y mil yuntas de bueyes, y mil asnas. Y tuvo siete hijos y tres hijas. Y llam� el nombre de la una, Jemimah, y el nombre de la segunda, Cesiah, y el nombre de la tercera, Keren-happuch. Y no se hallaron mujeres tan hermosas como las hijas de Job en toda la tierra: y di�les su padre herencia entre sus hermanos. Y despu�s de esto vivi� Job ciento y cuarenta a�os, y vi� � sus hijos, y � los hijos de sus hijos, hasta la cuarta generaci�n. Muri� pues Job viejo, y lleno de d�as.
SalmosLA BIBLIA Versión Reina-Valera de 1909 �NDICE [1 | 2 | 3 | 4 | 5 | 6 | 7 | 8 | 9 | 10 | 11 | 12 | 13 | 14 | 15 | 16 | 17 | 18 | 19 | 20 | 21 | 22 | 23 | 24 | 25 | 26 | 27 | 28 | 29 | 30 | 31 | 32 | 33 | 34 | 35 | 36 | 37 | 38 | 39 | 40 | 41 | 42 | 43 | 44 | 45 | 46 | 47 | 48 | 49 | 50 | 51 | 52 | 53 | 54 | 55 | 56 | 57 | 58 | 59 | 60 | 61 | 62 | 63 | 64 | 65 | 66 | 67 | 68 | 69 | 70 | 71 | 72 | 73 | 74 | 75 | 76 | 77 | 78 | 79 | 80 | 81 | 82 | 83 | 84 | 85 | 86 | 87 | 88 | 89 | 90 | 91 | 92 | 93 | 94 | 95 | 96 | 97 | 98 | 99 | 100 | 101 | 102 | 103 | 104 | 105 | 106 | 107 | 108 | 109 | 110 | 111 | 112 | 113 | 114 | 115 | 116 | 117 | 118 | 119 | 120 | 121 | 122 | 123 | 124 | 125 | 126 | 127 | 128 | 129 | 130 | 131 | 132 | 133 | 134 | 135 | 136 | 137 | 138 | 139 | 140 | 141 | 142 | 143 | 144 | 145 | 146 | 147 | 148 | 149 | 150 ]Salmos 1BIENAVENTURADO el var�n que no anduvo en consejo de malos, Ni estuvo en camino de pecadores, Ni en silla de escarnecedores se ha sentado; Antes en la ley de Jehov� est� su delicia, Y en su ley medita de d�a y de noche. Y ser� como el �rbol plantado junto � arroyos de aguas, Que da su fruto en su tiempo, Y su hoja no cae; Y todo lo que hace, prosperar�. No as� los malos: Sino como el tamo que arrebata el viento. Por tanto no se levantar�n los malos en el juicio, Ni los pecadores en la congregaci�n de los justos. Porque Jehov� conoce el camino de los justos; Mas la senda de los malos perecer�. Salmos 2�POR qu� se amotinan las gentes, Y los pueblos piensan vanidad? Estar�n los reyes de la tierra, Y pr�ncipes consultar�n unidos Contra Jehov�, y contra su ungido, diciendo: Rompamos sus coyundas, Y echemos de nosotros sus cuerdas. El que mora en los cielos se reir�; El Se�or se burlar� de ellos. Entonces hablar� � ellos en su furor, Y turbar�los con su ira. Yo empero he puesto mi rey Sobre Si�n, monte de mi santidad. Yo publicar� el decreto: Jehov� me ha dicho: Mi hijo eres t�; Yo te engendr� hoy. P�deme, y te dar� por heredad las gentes, Y por posesi�n tuya los t�rminos de la tierra. Quebrantarlos has con vara de hierro: Como vaso de alfarero los desmenuzar�s. Y ahora, reyes, entended: Admitid correcci�n, jueces de la tierra. Servid � Jehov� con temor, Y alegraos con temblor. Besad al Hijo, porque no se enoje, y perezc�is en el camino, Cuando se encendiere un poco su furor. Bienaventurados todos los que en �l conf�an. Salmos 3�OH Jehov�, cu�nto se han multiplicado mis enemigos! Muchos se levantan contra m�. Muchos dicen de mi vida: No hay para �l salud en Dios. (Selah.) Mas t�, Jehov�, eres escudo alrededor de m�: Mi gloria, y el que ensalza mi cabeza. Con mi voz clam� � Jehov�, Y �l me respondi� desde el monte de su santidad. (Selah.) Yo me acost�, y dorm�, Y despert�; porque Jehov� me sostuvo. No temer� de diez millares de pueblos, Que pusieren cerco contra m�. Lev�ntate, Jehov�; s�lvame, Dios m�o: Porque t� heriste � todos mis enemigos en la quijada; Los dientes de los malos quebrantaste. De Jehov� es la salud: Sobre tu pueblo ser� tu bendici�n. (Selah.) Salmos 4RESPONDEME cuando clamo, oh Dios de mi justicia: Estando en angustia, t� me hiciste ensanchar: Ten misericordia de m�, y oye mi oraci�n. Hijos de los hombres, �hasta cu�ndo volver�is mi honra en infamia, Amar�is la vanidad, y buscar�is la mentira? (Selah.) Sabed pues, que Jehov� hizo apartar al p�o para s�: Jehov� oir� cuando yo � �l clamare. Temblad, y no pequ�is: Conversad en vuestro coraz�n sobre vuestra cama, y desistid. (Selah.) Ofreced sacrificios de justicia, Y confiad en Jehov�. Muchos dicen: �Qui�n nos mostrar� el bien? Alza sobre nosotros, oh Jehov�, la luz de tu rostro. T� diste alegr�a en mi coraz�n, M�s que tienen ellos en el tiempo que se multiplic� su grano y su mosto. En paz me acostar�, y asimismo dormir�; Porque solo t�, Jehov�, me har�s estar confiado. Salmos 5ESCUCHA, oh Jehov�, mis palabras; Considera la meditaci�n m�a. Est� atento � la voz de mi clamor, Rey m�o y Dios m�o, Porque � ti orar�. Oh Jehov�, de ma�ana oir�s mi voz; De ma�ana me presentar� � ti, y esperar�. Porque t� no eres un Dios que ame la maldad: El malo no habitar� junto � ti. No estar�n los insensatos delante de tus ojos: Aborreces � todos los que obran iniquidad. Destruir�s � los que hablan mentira: Al hombre de sangres y de enga�o abominar� Jehov�. Y yo en la multitud de tu misericordia entrar� en tu casa: Adorar� hacia el templo de tu santidad en tu temor. Gu�ame, Jehov�, en tu justicia � causa de mis enemigos; Endereza delante de m� tu camino. Porque no hay en su boca rectitud: Sus entra�as son pravedades; Sepulcro abierto su garganta: Con su lengua lisonjear�n. Desbar�talos, oh Dios; Caigan de sus consejos: Por la multitud de sus rebeliones �chalos, Porque se rebelaron contra ti. Y alegrarse han todos los que en ti conf�an; Para siempre dar�n voces de j�bilo, porque t� los defiendes: Y en ti se regocijar�n los que aman tu nombre. Porque t�, oh Jehov�, bendecir�s al justo; Lo cercar�s de benevolencia como con un escudo. Salmos 6JEHOVA, no me reprendas en tu furor, Ni me castigues con tu ira. Ten misericordia de m�, oh Jehov�, porque yo estoy debilitado: S�name, oh Jehov�, porque mis huesos est�n conmovidos. Mi alma asimismo est� muy conturbada: Y t�, Jehov�, �hasta cu�ndo? Vuelve, oh Jehov�, libra mi alma; S�lvame por tu misericordia. Porque en la muerte no hay memoria de ti: �Qui�n te loar� en el sepulcro? Heme consumido � fuerza de gemir: Todas las noches inundo mi lecho, Riego mi estrado con mis l�grimas. Mis ojos est�n carcomidos de descontento; Hanse envejecido � causa de todos mis angustiadores. Apartaos de m�, todos los obradores de iniquidad; Porque Jehov� ha o�do la voz de mi lloro. Jehov� ha o�do mi ruego; Ha recibido Jehov� mi oraci�n. Se avergonzar�n, y turbar�nse mucho todos mis enemigos; Volver�nse y ser�n avergonzados subit�neamente. Salmos 7JEHOVA Dios m�o, en ti he confiado: S�lvame de todos los que me persiguen, y l�brame; No sea que arrebate mi alma, cual le�n Que despedaza, sin que haya quien libre. Jehov� Dios m�o, si yo he hecho esto, Si hay en mis manos iniquidad; Si d� mal pago al pac�fico conmigo, (Hasta he libertado al que sin causa era mi enemigo;) Persiga el enemigo mi alma, y alc�nce la; Y pise en tierra mi vida, Y mi honra ponga en el polvo. (Selah.) Lev�ntate; oh Jehov�, con tu furor; Alzate � causa de las iras de mis angustiadores, Y despierta en favor m�o el juicio que mandaste. Y te rodear� concurso de pueblo; Por cuyo amor vu�lvete luego � levantar en alto. Jehov� juzgar� los pueblos: J�zgame, oh Jehov�, conforme � mi justicia y conforme � mi integridad. Cons�mase ahora la malicia de los inicuos, y establece al justo; Pues el Dios justo prueba los corazones y los ri�ones. Mi escudo est� en Dios, Que salva � los rectos de coraz�n. Dios es el que juzga al justo: Y Dios est� airado todos los d�as contra el imp�o. Si no se convirtiere, �l afilar� su espada: Armado tiene ya su arco, y lo ha preparado. Asimismo ha aparejado para �l armas de muerte; Ha labrado sus saetas para los que persiguen. He aqu� ha tenido parto de iniquidad: Concibi� trabajo, y pari� mentira. Pozo ha cavado, y ahond�dolo; Y en la fosa que hizo caer�. Su trabajo se tornar� sobre su cabeza, Y su agravio descender� sobre su mollera. Alabar� yo � Jehov� conforme � su justicia, Y cantar� al nombre de Jehov� el Alt�simo. Salmos 8OH Jehov�, Se�or nuestro, �Cu�n grande es tu nombre en toda la tierra, Que has puesto tu gloria sobre los cielos! De la boca de los chiquitos y de los que maman, fundaste la fortaleza, A causa de tus enemigos, Para hacer cesar al enemigo, y al que se venga. Cuando veo tus cielos, obra de tus dedos, La luna y las estrellas que t� formaste: Digo: �Qu� es el hombre, para que tengas de �l memoria, Y el hijo del hombre, que lo visites? Pues le has hecho poco menor que los �ngeles, Y coron�stelo de gloria y de lustre. Hic�stelo ense�orear de las obras de tus manos; Todo lo pusiste debajo de sus pies: Ovejas, y bueyes, todo ello; Y asimismo las bestias del campo, Las aves de los cielos, y los peces de la mar; Todo cuanto pasa por los senderos de la mar. Oh Jehov�, Se�or nuestro, �Cu�n grande es tu nombre en toda la tierra! Salmos 9TE alabar�, oh Jehov�, con todo mi coraz�n; Contar� todas tus maravillas. Alegrar�me y regocijar�me en ti: Cantar� � tu nombre, oh Alt�simo; Por haber sido mis enemigos vueltos atr�s: Caer�n y perecer�n delante de ti. Porque has hecho mi juicio y mi causa: Sent�stete en silla juzgando justicia. Reprendiste gentes, destruiste al malo, Ra�ste el nombre de ellos para siempre jam�s. Oh enemigo, acabados son para siempre los asolamientos; Y las ciudades que derribaste, Su memoria pereci� con ellas. Mas Jehov� permanecer� para siempre: Dispuesto ha su trono para juicio. Y �l juzgar� el mundo con justicia; Y juzgar� los pueblos con rectitud. Y ser� Jehov� refugio al pobre, Refugio para el tiempo de angustia. Y en ti confiar�n los que conocen tu nombre; Por cuanto t�, oh Jehov�, no desamparaste � los que te buscaron. Cantad � Jehov�, que habita en Si�n: Noticiad en los pueblos sus obras. Porque demandando la sangre se acord� de ellos: No se olvid� del clamor de los pobres. Ten misericordia de m�, Jehov�: Mira mi aflicci�n que padezco de los que me aborrecen, T� que me levantas de las puertas de la muerte; Porque cuente yo todas tus alabanzas En las puertas de la hija de Si�n, Y me goce en tu salud. Hundi�ronse las gentes en la fosa que hicieron; En la red que escondieron fu� tomado su pie. Jehov� fu� conocido en el juicio que hizo; En la obra de sus manos fu� enlazado el malo. (Higaion. Selah.) Los malos ser�n trasladados al infierno, Todas las gentes que se olvidan de Dios. Porque no para siempre ser� olvidado el pobre; Ni la esperanza de los pobres perecer� perpetuamente. Lev�ntate, oh Jehov�; no se fortalezca el hombre; Sean juzgadas las gentes delante de ti. Pon, oh Jehov�, temor en ellos: Conozcan las gentes que son no m�s que hombres. (Selah.) Salmos 10�POR qu� est�s lejos, oh Jehov�, Y te escondes en el tiempo de la tribulaci�n? Con arrogancia el malo persigue al pobre: Ser�n cogidos en los artificios que han ideado. Por cuanto se alaba el malo del deseo de su alma, Y bendice al codicioso � quien Jehov� aborrece. El malo, por la altivez de su rostro, no busca � Dios: No hay Dios en todos sus pensamientos. Sus caminos son viciosos en todo tiempo: Tus juicios los tiene muy lejos de su vista: Echa bocanadas en orden � todos sus enemigos. Dice en su coraz�n: No ser� movido en ning�n tiempo, Ni jam�s me alcanzar� el infortunio. Llena est� su boca de maldici�n, y de enga�os y fraude: Debajo de su lengua, vejaci�n y maldad. Est� en las guaridas de las aldeas: En los escondrijos mata al inocente: Sus ojos est�n acechando al pobre. Acecha en oculto, como el le�n desde su cama: Acecha para arrebatar al pobre: Arrebata al pobre tray�ndolo � su red. Enc�gese, ag�chase, Y caen en sus fuerzas muchos desdichados. Dice en su coraz�n: Dios est� olvidado, Ha encubierto su rostro; nunca lo ver�. Lev�ntate, oh Jehov� Dios, alza tu mano, No te olvides de los pobres. �Por qu� irrita el malo � Dios? En su coraz�n ha dicho que no lo inquirir�s. T� lo tienes visto: porque t� miras el trabajo, y la vejaci�n, para vengar le por tu mano: A ti se acoge el pobre, T� eres el amparo del hu�rfano. Quebranta el brazo del malo: Del maligno buscar�s su maldad, hasta que ninguna halles. Jehov�, Rey eterno y perpetuo: De su tierra fueron destru�das las gentes. El deseo de los humildes o�ste, oh Jehov�: T� dispones su coraz�n, y haces atento tu o�do; Para juzgar al hu�rfano y al pobre, A fin de que no vuelva m�s � hacer violencia el hombre de la tierra. Salmos 11EN Jehov� he confiado; �C�mo dec�s � mi alma: Escapa al monte cual ave? Porque he aqu�, los malos flecharon el arco, Apercibieron sus saetas sobre la cuerda, Para asaetear en oculto � los rectos de coraz�n. Si fueren destru�dos los fundamentos, �Qu� ha de hacer el justo? Jehov� en el templo de su santidad: La silla de Jehov� est� en el cielo: Sus ojos ven, sus p�rpados examinan � los hijos de los hombres. Jehov� prueba al justo; Empero al malo y al que ama la violencia, su alma aborrece. Sobre los malos llover� lazos; Fuego y azufre, con vientos de torbellinos, ser� la porci�n del c�liz de ellos. Porque el justo Jehov� ama la justicia: Al recto mirar� su rostro. Salmos 12SALVA, oh Jehov�, porque se acabaron los misericordiosos: Porque se han acabado los fieles de entre los hijos de los hombres. Mentira habla cada uno con su pr�jimo; Con labios lisonjeros, con coraz�n doble hablan. Destruir� Jehov� todos los labios lisonjeros, La lengua que habla grandezas, Que dijeron: Por nuestra lengua prevaleceremos; Nuestros labios est�n con nosotros: �qui�n nos es se�or? Por la opresi�n de los pobres, por el gemido de los menesterosos, Ahora me levantar�, dice Jehov�: Pondr�los en salvo del que contra ellos se engr�e. Las palabras de Jehov�, palabras limpias; Plata refinada en horno de tierra, Purificada siete veces. T�, Jehov�, los guardar�s; Gu�rdalos para siempre de aquesta generaci�n. Cercando andan los malos, Mientras son exaltados los m�s viles de los hijos de los hombres. Salmos 13�HASTA cu�ndo, Jehov�? �me olvidar�s para siempre? �Hasta cu�ndo esconder�s tu rostro de m�? �Hasta cu�ndo pondr� consejos en mi alma, Con ansiedad en mi coraz�n cada d�a? �Hasta cu�ndo ser� enaltecido mi enemigo sobre m�? Mira, �yeme, Jehov� Dios m�o: Alumbra mis ojos, porque no duerma en muerte; Porque no diga mi enemigo, Venc�lo: Mis enemigos se alegrar�n, si yo resbalare. Mas yo en tu misericordia he confiado: Alegrar�se mi coraz�n en tu salud. Cantar� � Jehov�, Porque me ha hecho bien. Salmos 14DIJO el necio en su coraz�n: No hay Dios. Corrompi�ronse, hicieron obras abominables; No hay quien haga bien. Jehov� mir� desde los cielos sobre los hijos de los hombres, Por ver si hab�a alg�n entendido, Que buscara � Dios. Todos declinaron, juntamente se han corrompido: No hay quien haga bien, no hay ni siquiera uno. �No tendr�n conocimiento todos los que obran iniquidad, Que devoran � mi pueblo como si pan comiesen, Y � Jehov� no invocaron? All� temblaron de espanto; Porque Dios est� con la naci�n de los justos. El consejo del pobre hab�is escarnecido, Por cuanto Jehov� es su esperanza. �Qui�n diese de Si�n la salud de Israel! En tornando Jehov� la cautividad de su pueblo, Se gozar� Jacob, y alegrar�se Israel. Salmos 15JEHOVA, �qui�n habitar� en tu tabern�culo? �Qui�n residir� en el monte de tu santidad? El que anda en integridad, y obra justicia, Y habla verdad en su coraz�n. El que no detrae con su lengua, Ni hace mal � su pr�jimo, Ni contra su pr�jimo acoge oprobio alguno. Aquel � cuyos ojos es menospreciado el vil; Mas honra � los que temen � Jehov�: Y habiendo jurado en da�o suyo, no por eso muda. Quien su dinero no di� � usura, Ni contra el inocente tom� cohecho. El que hace estas cosas, no resbalar� para siempre. Salmos 16GUARDAME, oh Dios, porque en ti he confiado. Dijiste, oh alma m�a, � Jehov�: T� eres el Se�or: Mi bien � ti no aprovecha; Sino � los santos que est�n en la tierra, Y � los �ntegros: toda mi afici�n en ellos. Multiplicar�nse los dolores de aquellos que sirven diligentes � otro dios: No ofrecer� yo sus libaciones de sangre, Ni en mis labios tomar� sus nombres. Jehov� es la porci�n de mi parte y de mi copa; T� sustentar�s mi suerte. Las cuerdas me cayeron en lugares deleitosos, Y es hermosa la heredad que me ha tocado. Bendecir� � Jehov� que me aconseja: Aun en las noches me ense�an mis ri�ones. A Jehov� he puesto siempre delante de m�: Porque est� � mi diestra no ser� conmovido. Alegr�se por tanto mi coraz�n, y se goz� mi gloria: Tambi�n mi carne reposar� segura. Porque no dejar�s mi alma en el sepulcro; Ni permitir�s que tu santo vea corrupci�n. Me mostrar�s la senda de la vida: Hartura de alegr�as hay con tu rostro; Deleites en tu diestra para siempre. Salmos 17OYE, oh Jehov�, justicia; est� atento � mi clamor; Escucha mi oraci�n hecha sin labios de enga�o. De delante de tu rostro salga mi juicio; Vean tus ojos la rectitud. T� has probado mi coraz�n, hasme visitado de noche; Me has apurado, y nada inicuo hallaste: Heme propuesto que mi boca no ha de propasarse. Para las obras humanas, por la palabra de tus labios Yo me he guardado de las v�as del destructor. Sustenta mis pasos en tus caminos, Porque mis pies no resbalen. Yo te he invocado, por cuanto t� me oir�s, oh Dios: Inclina � m� tu o�do, escucha mi palabra. Muestra tus estupendas misericordias, t� que salvas � los que en ti conf�an. De los que se levantan contra tu diestra. Gu�rdame como lo negro de la ni�eta del ojo, Esc�ndeme con la sombra de tus alas, De delante de los malos que me oprimen, De mis enemigos que me cercan por la vida. Cerrados est�n con su grosura; Con su boca hablan soberbiamente. Nuestros pasos nos han cercado ahora: Puestos tienen sus ojos para echar nos por tierra. Parecen al le�n que desea hacer presa, Y al leoncillo que est� escondido. Lev�ntate, oh Jehov�; Prev�n su encuentro, p�strale: Libra mi alma del malo con tu espada; De los hombres con tu mano, oh Jehov�, De los hombres de mundo, cuya parte es en esta vida, Y cuyo vientre hinches de tu tesoro: Hartan sus hijos, Y dejan el resto � sus chiquitos. Yo en justicia ver� tu rostro: Ser� saciado cuando despertare � tu semejanza. Salmos 18AMARTE he, oh Jehov�, fortaleza m�a. Jehov�, roca m�a y castillo m�o, y mi libertador; Dios m�o, fuerte m�o, en �l confiar�; Escudo m�o, y el cuerno de mi salud, mi refugio. Invocar� � Jehov�, digno de ser alabado, Y ser� salvo de mis enemigos. Cerc�ronme dolores de muerte, Y torrentes de perversidad me atemorizaron. Dolores del sepulcro me rodearon, Previni�ronme lazos de muerte. En mi angustia invoqu� � Jehov�, Y clam� � mi Dios: El oy� mi voz desde su templo, Y mi clamor lleg� delante de �l, � sus o�dos. Y la tierra fu� conmovida y tembl�; Y movi�ronse los fundamentos de los montes, Y se estremecieron, porque se indign� �l. Humo subi� de su nariz, Y de su boca consumidor fuego; Carbones fueron por �l encendidos. Y baj� los cielos, y descendi�; Y oscuridad debajo de sus pies. Y cabalg� sobre un querub�n, y vol�: Vol� sobre las alas del viento. Puso tinieblas por escondedero suyo, su pabell�n en derredor de s�; Oscuridad de aguas, nubes de los cielos. Por el resplandor delante de �l, sus nubes pasaron; Granizo y carbones ardientes. Y tron� en los cielos Jehov�, Y el Alt�simo di� su voz; Granizo y carbones de fuego. Y envi� sus saetas, y desbarat�los; Y ech� rel�mpagos, y los destruy�. Y aparecieron las honduras de las aguas, Y descubri�ronse los cimientos del mundo, A tu reprensi�n, oh Jehov�, Por el soplo del viento de tu nariz. Envi� desde lo alto; tom�me, S�come de las muchas aguas. Libr�me de mi poderoso enemigo, Y de los que me aborrec�an, aunque eran ellos m�s fuertes que yo. Asalt�ronme en el d�a de mi quebranto: Mas Jehov� fu� mi apoyo. Y sac�me � anchura: Libr�me, porque se agrad� de m�. Hame pagado Jehov� conforme � mi justicia: Conforme � la limpieza de mis manos me ha vuelto. Porque yo he guardado los caminos de Jehov�, Y no me apart� imp�amente de mi Dios. Pues todos sus juicios estuvieron delante de m�, Y no ech� de m� sus estatutos. Y fu� integro para con �l, y cautel�me de mi maldad. Pag�me pues Jehov� conforme � mi justicia; Conforme � la limpieza de mis manos delante de sus ojos. Con el misericordioso te mostrar�s misericordioso, Y recto para con el hombre �ntegro. Limpio te mostrar�s para con el limpio, Y severo ser�s para con el perverso. Y t� salvar�s al pueblo humilde, Y humillar�s los ojos altivos. T� pues alumbrar�s mi l�mpara: Jehov� mi Dios alumbrar� mis tinieblas. Porque contigo deshar� ej�rcitos; Y con mi Dios asaltar� muros. Dios, perfecto su camino: Es acendrada la palabra de Jehov�: Escudo es � todos los que en �l esperan. Porque �qu� Dios hay fuera de Jehov�? �Y qu� fuerte fuera de nuestro Dios? Dios es el que me ci�e de fuerza, E hizo perfecto mi camino; Quien pone mis pies como pies de ciervas, E h�zome estar sobre mis alturas; Quien ense�a mis manos para la batalla, Y ser� quebrado con mis brazos el arco de acero. D�steme asimismo el escudo de tu salud: Y tu diestra me sustent�, Y tu benignidad me ha acrecentado. Ensanchaste mis pasos debajo de m�, Y no titubearon mis rodillas. Perseguido he mis enemigos, y alcanc�los, Y no volv� hasta acabarlos. Helos herido, y no podr�n levantarse: Cayeron debajo de mis pies. Pues me ce�iste de fortaleza para la pelea; Has agobiado mis enemigos debajo de m�. Y d�steme la cerviz de mis enemigos, Y destru� � los que me aborrec�an. Clamaron, y no hubo quien salvase: Aun � Jehov�, mas no los oy�. Y mol�los como polvo delante del viento; Esparc�los como lodo de las calles. Libr�steme de contiendas de pueblo: Pus�steme por cabecera de gentes: Pueblo que yo no conoc�a, me sirvi�. As� que hubo o�do, me obedeci�; Los hijos de extra�os me mintieron; Los extra�os flaquearon, Y tuvieron miedo desde sus encerramientos. Viva Jehov�, y sea bendita mi roca; Y ensalzado sea el Dios de mi salud: El Dios que me da las venganzas, Y sujet� pueblos � m�. Mi libertador de mis enemigos: Hic�steme tambi�n superior de mis adversarios; Libr�steme de var�n violento. Por tanto yo te confesar� entre las gentes, oh Jehov�, Y cantar� � tu nombre. El cual engrandece las saludes de su rey, Y hace misericordia � su ungido, A David y � su simiente, para siempre. Salmos 19LOS cielos cuentan la gloria de Dios, Y la expansi�n denuncia la obra de sus manos. El un d�a emite palabra al otro d�a, Y la una noche � la otra noche declara sabidur�a. No hay dicho, ni palabras, Ni es o�da su voz. Por toda la tierra sali� su hilo, Y al cabo del mundo sus palabras. En ellos puso tabern�culo para el sol. Y �l, como un novio que sale de su t�lamo, Al�grase cual gigante para correr el camino. Del un cabo de los cielos es su salida, Y su giro hasta la extremidad de ellos: Y no hay quien se esconda de su calor. La ley de Jehov� es perfecta, que vuelve el alma: El testimonio de Jehov�, fiel, que hace sabio al peque�o. Los mandamientos de Jehov� son rectos, que alegran el coraz�n: El precepto de Jehov�, puro, que alumbra los ojos. El temor de Jehov�, limpio, que permanece para siempre; Los juicios de Jehov� son verdad, todos justos. Deseables son m�s que el oro, y m�s que mucho oro afinado; Y dulces m�s que miel, y que la que destila del panal. Tu siervo es adem�s amonestado con ellos: En guardarlos hay grande galard�n. Los errores, �qui�n los entender�? L�brame de los que me son ocultos. Det�n asimismo � tu siervo de las soberbias; Que no se ense�oreen de m�: Entonces ser� �ntegro, y estar� limpio de gran rebeli�n. Sean gratos los dichos de mi boca y la meditaci�n de mi coraz�n delante de ti, Oh Jehov�, roca m�a, y redentor m�o Salmos 20OIGATE Jehov� en el d�a de conflicto; Defi�ndate el nombre del Dios de Jacob. Env�ete ayuda desde el santuario, Y desde Si�n te sostenga. Haga memoria de todos tus presentes, Y reduzca � ceniza tu holocausto. (Selah.) D�te conforme � tu coraz�n, Y cumpla todo tu consejo. Nosotros nos alegraremos por tu salud, Y alzaremos pend�n en el nombre de nuestro Dios: Cumpla Jehov� todas tus peticiones. Ahora echo de ver que Jehov� guarda � su ungido: Oir�lo desde los cielos de su santidad, Con la fuerza de la salvaci�n de su diestra. Estos conf�an en carros, y aqu�llos en caballos: Mas nosotros del nombre de Jehov� nuestro Dios tendremos memoria. Ellos arrodillaron, y cayeron; Mas nosotros nos levantamos, y nos enhestamos. Salva, Jehov�: Que el Rey nos oiga el d�a que lo invoc�remos. Salmos 21ALEGRARASE el rey en tu fortaleza, oh Jehov�; Y en tu salud se gozar� mucho. El deseo de su coraz�n le diste, Y no le negaste lo que sus labios pronunciaron. (Selah.) Pues le has salido al encuentro con bendiciones de bien: Corona de oro fino has puesto sobre su cabeza. Vida te demand�, y d�stele Largura de d�as por siglos y siglos. Grande es su gloria en tu salud: Honra y majestad has puesto sobre �l. Porque lo has bendecido para siempre; Llen�stelo de alegr�a con tu rostro. Por cuanto el rey conf�a en Jehov�, Y en la misericordia del Alt�simo, no ser� conmovido. Alcanzar� tu mano � todos tus enemigos; Tu diestra alcanzar� � los que te aborrecen. Ponerlos has como horno de fuego en el tiempo de tu ira: Jehov� los deshar� en su furor, Y fuego los consumir�. Su fruto destruir�s de la tierra, Y su simiente de entre los hijos de los hombres. Porque trazaron el mal contra ti: Fraguaron maquinaciones, mas no prevalecer�n. Pues t� los pondr�s en fuga, Cuando aparejares en tus cuerdas las saetas contra sus rostros. Ens�lzate, oh Jehov�, con tu fortaleza: Cantaremos y alabaremos tu poder�o. Salmos 22DIOS m�o, Dios m�o, �por qu� me has dejado? �Por qu� est�s lejos de mi salud, y de las palabras de mi clamor? Dios m�o, clamo de d�a, y no oyes; Y de noche, y no hay para m� silencio. T� empero eres santo, T� que habitas entre las alabanzas de Israel. En ti esperaron nuestros padres: Esperaron, y t� los libraste. Clamaron � ti, y fueron librados: Esperaron en ti, y no se avergonzaron. Mas yo soy gusano, y no hombre; Oprobio de los hombres, y desecho del pueblo. Todos los que me ven, escarnecen de m�; Estiran los labios, menean la cabeza, diciendo: Rem�tese � Jehov�, l�brelo; S�lvele, puesto que en �l se complac�a. Empero t� eres el que me sac� del vientre, El que me haces esperar desde que estaba � los pechos de mi madre. Sobre ti fu� echado desde la matriz: Desde el vientre de mi madre, t� eres mi Dios. No te alejes de m�, porque la angustia est� cerca; Porque no hay quien ayude. Hanme rodeado muchos toros; Fuertes toros de Bas�n me han cercado. Abrieron sobre m� su boca, Como le�n rapante y rugiente. Heme escurrido como aguas, Y todos mis huesos se descoyuntaron: Mi coraz�n fu� como cera, Desli�ndose en medio de mis entra�as. Sec�se como un tiesto mi vigor, Y mi lengua se peg� � mi paladar; Y me has puesto en el polvo de la muerte. Porque perros me han rodeado, Hame cercado cuadrilla de malignos: Horadaron mis manos y mis pies. Contar puedo todos mis huesos; Ellos miran, consid�ranme. Partieron entre s� mis vestidos, Y sobre mi ropa echaron suertes. Mas t�, Jehov�, no te alejes; Fortaleza m�a, apres�rate para mi ayuda. Libra de la espada mi alma; Del poder del perro mi �nica. S�lvame de la boca del le�n, Y �yeme libr�ndome de los cuernos de los unicornios. Anunciar� tu nombre � mis hermanos: En medio de la congregaci�n te alabar�. Los que tem�is � Jehov�, alabadle; Glorificadle, simiente toda de Jacob; Y temed de �l, vosotros, simiente toda de Israel. Porque no menospreci� ni abomin� la aflicci�n del pobre, Ni de �l escondi� su rostro; Sino que cuando clam� � �l, oy�le. De ti ser� mi alabanza en la grande congregaci�n; Mis votos pagar� delante de los que le temen. Comer�n los pobres, y ser�n saciados: Alabar�n � Jehov� los que le buscan: Vivir� vuestro coraz�n para siempre. Acordarse han, y volver�nse � Jehov� todos los t�rminos de la tierra; Y se humillar�n delante de ti todas las familias de las gentes. Porque de Jehov� es el reino; Y �l se ense�orear� de las gentes. Comer�n y adorar�n todos los poderosos de la tierra: Postrar�nse delante de �l todos los que descienden al polvo, Si bien ninguno puede conservar la vida � su propia alma. La posteridad le servir�; Ser� ella contada por una generaci�n de Jehov�. Vendr�n, y anunciar�n al pueblo que naciere, Su justicia que �l hizo. Salmos 23JEHOVA es mi pastor; nada me faltar�. En lugares de delicados pastos me har� yacer: Junto � aguas de reposo me pastorear�. Confortar� mi alma; Gui�rame por sendas de justicia por amor de su nombre. Aunque ande en valle de sombra de muerte, No temer� mal alguno; porque t� estar�s conmigo: Tu vara y tu cayado me infundir�n aliento. Aderezar�s mesa delante de m�, en presencia de mis angustiadores: Ungiste mi cabeza con aceite: mi copa est� rebosando. Ciertamente el bien y la misericordia me seguir�n todos los d�as de mi vida: Y en la casa de Jehov� morar� por largos d�as. Salmos 24DE Jehov� es la tierra y su plenitud; El mundo, y los que en �l habitan. Porque �l la fund� sobre los mares, Y afirm�la sobre los r�os. �Qui�n subir� al monte de Jehov�? �Y qui�n estar� en el lugar de su santidad? El limpio de manos, y puro de coraz�n: El que no ha elevado su alma � la vanidad, Ni jurado con enga�o. El recibir� bendici�n de Jehov�, Y justicia del Dios de salud. Tal es la generaci�n de los que le buscan, De los que buscan tu rostro, oh Dios de Jacob. (Selah.) Alzad, oh puertas, vuestras cabezas, Y alzaos vosotras, puertas eternas, Y entrar� el Rey de gloria. �Qui�n es este Rey de gloria? Jehov� el fuerte y valiente, Jehov� el poderoso en batalla. Alzad, oh puertas, vuestras cabezas, Y alzaos vosotras, puertas eternas, Y entrar� el Rey de gloria. �Qui�n es este Rey de gloria? Jehov� de los ej�rcitos, El es el Rey de la gloria. (Selah.) Salmos 25A TI, oh Jehov�, levantar� mi alma. Dios m�o, en ti conf�o; No sea yo avergonzado, No se alegren de m� mis enemigos. Ciertamente ninguno de cuantos en ti esperan ser� confundido: Ser�n avergonzados los que se rebelan sin causa. Mu�strame, oh Jehov�, tus caminos; Ens��ame tus sendas. Encam�name en tu verdad, y ens��ame; Porque t� eres el Dios de mi salud: En ti he esperado todo el d�a. Acu�rdate, oh Jehov�, de tus conmiseraciones y de tus misericordias, Que son perpetuas. De los pecados de mi mocedad, y de mis rebeliones, no te acuerdes; Conforme � tu misericordia acu�rdate de m�, Por tu bondad, oh Jehov�. Bueno y recto es Jehov�: Por tanto �l ense�ar� � los pecadores el camino. Encaminar� � los humildes por el juicio, Y ense�ar� � los mansos su carrera. Todas las sendas de Jehov� son misericordia y verdad, Para los que guardan su pacto y sus testimonios. Por amor de tu nombre, oh Jehov�, Perdonar�s tambi�n mi pecado; porque es grande. �Qui�n es el hombre que teme � Jehov�? El le ense�ar� el camino que ha de escoger. Su alma reposar� en el bien, Y su simiente heredar� la tierra. El secreto de Jehov� es para los que le temen; Y � ellos har� conocer su alianza. Mis ojos est�n siempre hacia Jehov�; Porque �l sacar� mis pies de la red. M�rame, y ten misericordia de m�; Porque estoy solo y afligido. Las angustias de mi coraz�n se han aumentado: S�came de mis congojas. Mira mi aflicci�n y mi trabajo: Y perdona todos mis pecados. Mira mis enemigos, que se han multiplicado, Y con odio violento me aborrecen. Guarda mi alma, y l�brame: No sea yo avergonzado, porque en ti confi�. Integridad y rectitud me guarden; Porque en ti he esperado. Redime, oh Dios, � Israel De todas sus angustias. Salmos 26JUZGAME, oh Jehov�, porque yo en mi integridad he andado: Confiado he asimismo en Jehov�, no vacilar�. Pru�bame, oh Jehov�, y sond�ame: Examina mis ri�ones y mi coraz�n. Porque tu misericordia est� delante de mis ojos, Y en tu verdad ando. No me he sentado con hombres de falsedad; Ni entr� con los que andan encubiertamente. Aborrec� la reuni�n de los malignos, Y con los imp�os nunca me sent�. Lavar� en inocencia mis manos, Y andar� alrededor de tu altar, oh Jehov�: Para exclamar con voz de acci�n de gracias, Y para contar todas tus maravillas. Jehov�, la habitaci�n de tu casa he amado, Y el lugar del tabern�culo de tu gloria. No juntes con los pecadores mi alma, Ni con los hombres de sangres mi vida: En cuyas manos est� el mal, Y su diestra est� llena de sobornos. Yo empero andar� en mi integridad: Red�meme, y ten misericordia de m�. Mi pie ha estado en rectitud: En las congregaciones bendecir� � Jehov�. Salmos 27JEHOVA es mi luz y mi salvaci�n: �de qui�n temer�? Jehov� es la fortaleza de mi vida: �de qui�n he de atemorizarme? Cuando se allegaron contra m� los malignos, mis angustiadores y mis enemigos, Para comer mis carnes, ellos tropezaron y cayeron. Aunque se asiente campo contra m�, No temer� mi coraz�n: Aunque contra m� se levante guerra, Yo en esto conf�o. Una cosa he demandado � Jehov�, �sta buscar�: Que est� yo en la casa de Jehov� todos los d�as de mi vida, Para contemplar la hermosura de Jehov�, y para inquirir en su templo. Porque �l me esconder� en su tabern�culo en el d�a del mal; Ocultar�me en lo reservado de su pabell�n; Pondr�me en alto sobre una roca. Y luego ensalzar� mi cabeza sobre mis enemigos en derredor de m�: Y yo sacrificar� en su tabern�culo sacrificios de j�bilo: Cantar� y salmear� � Jehov�. Oye, oh Jehov�, mi voz con que � ti clamo; Y ten misericordia de m�, resp�ndeme. Mi coraz�n ha dicho de ti: Buscad mi rostro. Tu rostro buscar�, oh Jehov�. No escondas tu rostro de m�, No apartes con ira � tu siervo: Mi ayuda has sido; No me dejes y no me desampares, Dios de mi salud. Aunque mi padre y mi madre me dejaran, Jehov� con todo me recoger�. Ens��ame, oh Jehov�, tu camino, Y gu�ame por senda de rectitud, A causa de mis enemigos. No me entregues � la voluntad de mis enemigos; Porque se han levantado contra m� testigos falsos, y los que respiran crueldad. Hubiera yo desmayado, si no creyese que tengo de ver la bondad de Jehov� En la tierra de los vivientes. Aguarda � Jehov�; Esfu�rzate, y ali�ntese tu coraz�n: S�, espera � Jehov�. Salmos 28A TI clamar�, oh Jehov�, Fortaleza m�a: no te desentiendas de m�; Porque no sea yo, dej�ndome t�, Semejante � los que descienden al sepulcro. Oye la voz de mis ruegos cuando clamo � ti, Cuando alzo mis manos hacia el templo de tu santidad. No me arrebates � una con los malos, Y con los que hacen iniquidad: Los cuales hablan paz con sus pr�jimos, Y la maldad est� en su coraz�n. Dales conforme � su obra, y conforme � la malicia de sus hechos: Dales conforme � la obra de sus manos, Dales su paga. Porque no atendieron � las obras de Jehov�, Ni al hecho de sus manos, Derribar�los, y no los edificar�. Bendito Jehov�, Que oy� la voz de mis ruegos. Jehov� es mi fortaleza y mi escudo: En �l esper� mi coraz�n, y fu� ayudado; Por lo que se goz� mi coraz�n, Y con mi canci�n le alabar�. Jehov� es su fuerza, Y la fortaleza de las saludes de su ungido. Salva � tu pueblo, y bendice � tu heredad; Y pastor�alos y ens�lzalos para siempre. Salmos 29DAD � Jehov�, oh hijos de fuertes, Dad � Jehov� la gloria y la fortaleza. Dad � Jehov� la gloria debida � su nombre: Humillaos � Jehov� en el glorioso santuario. Voz de Jehov� sobre las aguas: Hizo tronar el Dios de gloria: Jehov� sobre las muchas aguas. Voz de Jehov� con potencia; Voz de Jehov� con gloria. Voz de Jehov� que quebranta los cedros; Y quebrant� Jehov� los cedros del L�bano. E h�zolos saltar como becerros; Al L�bano y al Siri�n como hijos de unicornios. Voz de Jehov� que derrama llamas de fuego. Voz de Jehov� que har� temblar el desierto; Har� temblar Jehov� el desierto de Cades. Voz de Jehov� que har� estar de parto � las ciervas, Y desnudar� la bre�as: Y en su templo todos los suyos le dicen gloria. Jehov� preside en el diluvio, Y asent�se Jehov� por rey para siempre. Jehov� dar� fortaleza � su pueblo: Jehov� bendecir� � su pueblo en paz. Salmo de David. Salmos 30GLORIFICARTE he, oh Jehov�; porque me has ensalzado, Y no hiciste � mis enemigos alegrarse de m�. Jehov� Dios m�o, A ti clam�, y me sanaste. Oh Jehov�, hiciste subir mi alma del sepulcro; D�steme vida, para que no descendiese � la sepultura. Cantad � Jehov�, vosotros sus santos, Y celebrad la memoria de su santidad. Porque un momento ser� su furor; Mas en su voluntad est� la vida: Por la tarde durar� el llor�, Y � la ma�ana vendr� la alegr�a. Y dije yo en mi prosperidad: No ser� jam�s conmovido; Porque t�, Jehov�, por tu benevolencia has asentado mi monte con fortaleza. Escondiste tu rostro, fu� conturbado. A ti, oh Jehov�, clamar�; Y al Se�or suplicar�. �Qu� provecho hay en mi muerte, cuando yo descienda al hoyo? �Te alabar� el polvo? �anunciar� tu verdad? Oye, oh Jehov�, y ten misericordia de m�: Jehov�, s� t� mi ayudador. Has tornado mi endecha en baile; Desataste mi saco, y ce��steme de alegr�a. Por tanto � ti cantar�, gloria m�a, y no estar� callado. Jehov� Dios m�o, te alabar� para siempre. Salmos 31EN ti, oh Jehov�, he esperado; no sea yo confundido para siempre: L�brame en tu justicia. Inclina � m� tu o�do, l�brame presto; S�me por roca de fortaleza, por casa fuerte para salvarme. Porque t� eres mi roca y mi castillo; Y por tu nombre me guiar�s, y me encaminar�s. Me sacar�s de la red que han escondido para m�; Porque t� eres mi fortaleza. En tu mano encomiendo mi esp�ritu: T� me has redimido, oh Jehov�, Dios de verdad. Aborrec� � los que esperan en vanidades ilusorias; Mas yo en Jehov� he esperado. Me gozar� y alegrar� en tu misericordia; Porque has visto mi aflicci�n; Has conocido mi alma en las angustias: Y no me encerraste en mano del enemigo; Hiciste estar mis pies en anchura. Ten misericordia de m�, oh Jehov�, que estoy en angustia: Hanse consumido de pesar mis ojos, mi alma, y mis entra�as. Porque mi vida se va gastando de dolor, y mis a�os de suspirar: Hase enflaquecido mi fuerza � causa de mi iniquidad, y mis huesos se han consumido. De todos mis enemigos he sido oprobio, Y de mis vecinos en gran manera, y horror � mis conocidos: Los que me ve�an fuera, hu�an de m�. He sido olvidado de su coraz�n como un muerto: He venido � ser como un vaso perdido. Porque he o�do afrenta de muchos; Miedo por todas partes, Cuando consultaban juntos contra m�, E ideaban quitarme la vida. Mas yo en ti confi�, oh Jehov�: Yo dije: Dios m�o eres t�. En tu mano est�n mis tiempos: L�brame de la mano de mis enemigos, y de mis perseguidores. Haz resplandecer tu rostro sobre tu siervo: S�lvame por tu misericordia. No sea yo confundido, oh Jehov�, ya que te he invocado; Sean corridos los imp�os, est�n mudos en el profundo. Enmudezcan los labios mentirosos, Que hablan contra el justo cosas duras, Con soberbia y menosprecio. �Cu�n grande es tu bien, que has guardado para los que te temen, Que has obrado para los que esperan en ti, delante de los hijos de los hombres! Los esconder�s en el secreto de tu rostro de las arrogancias del hombre: Los pondr�s en un tabern�culo � cubierto de contenci�n de lenguas. Bendito Jehov�, Porque ha hecho maravillosa su misericordia para conmigo en ciudad fuerte. Y dec�a yo en mi premura: Cortado soy de delante de tus ojos: T� empero o�ste la voz de mis ruegos, cuando � ti clamaba. Amad � Jehov� todos vosotros sus santos: A los fieles guarda Jehov�, Y paga abundantemente al que obra con soberbia. Esforzaos todos vosotros los que esper�is en Jehov�, Y tome vuestro coraz�n aliento. Salmos 32BIENAVENTURADO aquel cuyas iniquidades son perdonadas, y borrados sus pecados. Bienaventurado el hombre � quien no imputa Jehov� la iniquidad, Y en cuyo esp�ritu no hay supercher�a. Mientras call�, envejeci�ronse mis huesos En mi gemir todo el d�a. Porque de d�a y de noche se agrav� sobre m� tu mano; Volvi�se mi verdor en sequedades de est�o. (Selah.) Mi pecado te declar�, y no encubr� mi iniquidad. Confesar�, dije, contra m� mis rebeliones � Jehov�; Y t� perdonaste la maldad de mi pecado. (Selah.) Por esto orar� � ti todo santo en el tiempo de poder hallarte: Ciertamente en la inundaci�n de muchas aguas no llegar�n �stas � �l. T� eres mi refugio; me guardar�s de angustia; Con c�nticos de liberaci�n me rodear�s. (Selah.) Te har� entender, y te ense�ar� el camino en que debes andar: Sobre ti fijar� mis ojos. No se�is como el caballo, � como el mulo, sin entendimiento: Con cabestro y con freno su boca ha de ser reprimida, Para que no lleguen � ti. Muchos dolores para el imp�o; Mas el que espera en Jehov�, lo cercar� misericordia. Alegraos en Jehov�, y gozaos, justos: Y cantad todos vosotros los rectos de coraz�n. Salmos 33ALEGRAOS, justos, en Jehov�: A los rectos es hermosa la alabanza. Celebrad � Jehov� con arpa: Cantadle con salterio y decacordio. Cantadle canci�n nueva: Hacedlo bien ta�endo con j�bilo. Porque recta es la palabra de Jehov�, Y toda su obra con verdad hecha. El ama justicia y juicio: De la misericordia de Jehov� est� llena la tierra. Por la palabra de Jehov� fueron hechos los cielos, Y todo el ej�rcito de ellos por el esp�ritu de su boca. El junta como en un mont�n las aguas de la mar: El pone en dep�sitos los abismos. Tema � Jehov� toda la tierra: Teman de �l todos los habitadores del mundo. Porque �l dijo, y fu� hecho; El mand�, y existi�. Jehov� hace nulo el consejo de las gentes, Y frustra las maquinaciones de los pueblos. El consejo de Jehov� permanecer� para siempre; Los pensamientos de su coraz�n por todas las generaciones. Bienaventurada la gente de que Jehov� es su Dios; El pueblo � quien escogi� por heredad para s�. Desde los cielos mir� Jehov�; Vi� � todos los hijos de los hombres: Desde la morada de su asiento mir� Sobre todos los moradores de la tierra. El form� el coraz�n de todos ellos; El considera todas sus obras. El rey no es salvo con la multitud del ej�rcito: No escapa el valiente por la mucha fuerza. Vanidad es el caballo para salvarse: Por la grandeza de su fuerza no librar�. He aqu�, el ojo de Jehov� sobre los que le temen, Sobre los que esperan en su misericordia; Para librar sus almas de la muerte, Y para darles vida en el hambre. Nuestra alma esper� � Jehov�; Nuestra ayuda y nuestro escudo es �l. Por tanto en �l se alegrar� nuestro coraz�n, Porque en su santo nombre hemos confiado. Sea tu misericordia, oh Jehov�, sobre nosotros, Como esperamos en ti. Salmos 34BENDECIR� � Jehov� en todo tiempo; Su alabanza ser� siempre en mi boca. En Jehov� se gloriar� mi alma: Oir�nlo los mansos, y se alegrar�n. Engrandeced � Jehov� conmigo, Y ensalcemos su nombre � una. Busqu� � Jehov�, y �l me oy�, Y libr�me de todos mis temores. A �l miraron y fueron alumbrados: Y sus rostros no se avergonzaron. Este pobre clam�, y oy�le Jehov�, Y libr�lo de todas sus angustias. El �ngel de Jehov� acampa en derredor de los que le temen, Y los defiende. Gustad, y ved que es bueno Jehov�: Dichoso el hombre que confiar� en �l. Temed � Jehov�, vosotros sus santos; Porque no hay falta para los que le temen. Los leoncillos necesitaron, y tuvieron hambre; Pero los que buscan � Jehov�, no tendr�n falta de ning�n bien. Venid, hijos, oidme; El temor de Jehov� os ense�ar�. �Qui�n es el hombre que desea vida, Que codicia d�as para ver bien? Guarda tu lengua de mal, Y tus labios de hablar enga�o. Ap�rtate del mal, y haz el bien; Busca la paz, y s�guela. Los ojos de Jehov� est�n sobre los justos, Y atentos sus o�dos al clamor de ellos. La ira de Jehov� contra los que mal hacen, Para cortar de la tierra la memoria de ellos. Clamaron los justos, y Jehov� oy�, Y libr�los de todas sus angustias. Cercano est� Jehov� � los quebrantados de coraz�n; Y salvar� � los contritos de esp�ritu. Muchos son los males del justo; Mas de todos ellos lo librar� Jehov�. El guarda todos sus huesos; Ni uno de ellos ser� quebrantado. Matar� al malo la maldad; Y los que aborrecen al justo ser�n asolados. Jehov� redime el alma de sus siervos; Y no ser�n asolados cuantos en �l conf�an. Salmos 35DISPUTA, oh Jehov�, con los que contra m� contienden; Pelea con los que me combaten. Echa mano al escudo y al pav�s, Y lev�ntate en mi ayuda. Y saca la lanza, cierra contra mis perseguidores; Di � mi alma: Yo soy tu salud. Averg��ncense y conf�ndanse los que buscan mi alma: Vuelvan atr�s, y sean avergonzados los que mi mal intentan. Sean como el tamo delante del viento; Y el �ngel de Jehov� los acose. Sea su camino oscuridad y resbaladeros; Y el �ngel de Jehov� los persiga. Porque sin causa escondieron para m� su red en un hoyo; Sin causa hicieron hoyo para mi alma. V�ngale el quebrantamiento que no sepa, Y su red que escondi� lo prenda: Con quebrantamiento en ella caiga. Y g�cese mi alma en Jehov�; Y al�grese en su salud. Todos mis huesos dir�n: Jehov�, �qui�n como t�, Que libras al afligido del m�s fuerte que �l, Y al pobre y menesteroso del que le despoja? Levant�ronse testigos falsos; Demand�ronme lo que no sab�a; Volvi�ronme mal por bien, Para abatir � mi alma. Mas yo, cuando ellos enfermaron, me vest� de saco; Aflig� con ayuno mi alma, Y mi oraci�n se revolv�a en mi seno. Como por mi compa�ero, como por mi hermano andaba; Como el que trae luto por madre, enlutado me humillaba. Pero ellos se alegraron en mi adversidad, y se juntaron; Junt�ronse contra m� gentes despreciables, y yo no lo entend�a: Despedaz�banme, y no cesaban; Con los lisonjeros escarnecedores truhanes, Crujiendo sobre m� sus dientes. Se�or, �hasta cu�ndo ver�s esto? Recobra mi alma de sus quebrantamientos, mi �nica de los leones. Te confesar� en grande congregaci�n; Te alabar� entre numeroso pueblo. No se alegren de m� mis enemigos injustos: Ni los que me aborrecen sin causa hagan del ojo. Porque no hablan paz; Y contra los mansos de la tierra piensan palabras enga�osas. Y ensancharon sobre m� su boca; Dijeron: �Ea, ea, nuestros ojos lo han visto! T� lo has visto, oh Jehov�; no calles: Se�or, de m� no te alejes. Mu�vete y despierta para mi juicio, Para mi causa, Dios m�o y Se�or m�o. J�zgame conforme � tu justicia, Jehov� Dios m�o; Y no se alegren de m�. No digan en su coraz�n: �Ea, alma nuestra! No digan: �H�moslo devorado! Averg�encense, y sean confundidos � una los que de mi mal se alegran: V�stanse de verg�enza y de confusi�n los que se engrandecen contra m�. Canten y al�grense los que est�n � favor de mi justa causa, Y digan siempre: Sea ensalzado Jehov�, Que ama la paz de su siervo. Y mi lengua hablar� de tu justicia, Y de tu loor todo el d�a. Salmos 36LA iniquidad del imp�o me dice al coraz�n: No hay temor de Dios delante de sus ojos. Lisonj�ase, por tanto, en sus propios ojos, Hasta que su iniquidad sea hallada aborrecible. Las palabras de su boca son iniquidad y fraude; No quiso entender para bien hacer. Iniquidad piensa sobre su cama; Est� en camino no bueno, El mal no aborrece. Jehov�, hasta los cielos es tu misericordia; Tu verdad hasta las nubes. Tu justicia como los montes de Dios, Tus juicios abismo grande: Oh Jehov�, al hombre y al animal conservas. �Cu�n ilustre, oh Dios, es tu misericordia! Por eso los hijos de los hombres se amparan bajo la sombra de tus alas. Embriagarse han de la grosura de tu casa; Y t� los abrevar�s del torrente de tus delicias. Porque contigo est� el manantial de la vida: En tu luz veremos la luz. Extiende tu misericordia � los que te conocen, Y tu justicia � los rectos de coraz�n. No venga contra m� pie de soberbia; Y mano de imp�os no me mueva. All� cayeron los obradores de iniquidad; Fueron rempujados, y no pudieron levantarse. Salmos 37NO te impacientes � causa de los malignos, Ni tengas envidia de los que hacen iniquidad. Porque como hierba ser�n presto cortados, Y decaer�n como verdor de renuevo. Espera en Jehov�, y haz bien; Vivir�s en la tierra, y en verdad ser�s alimentado. Pon asimismo tu delicia en Jehov�, Y �l te dar� las peticiones de tu coraz�n. Encomienda � Jehov� tu camino, Y espera en �l; y �l har�. Y exhibir� tu justicia como la luz, Y tus derechos como el medio d�a. Calla � Jehov�, y espera en �l: No te alteres con motivo del que prospera en su camino, Por el hombre que hace maldades. D�jate de la ira, y dep�n el enojo: No te excites en manera alguna � hacer lo malo. Porque los malignos ser�n talados, Mas los que esperan en Jehov�, ellos heredar�n la tierra. Pues de aqu� � poco no ser� el malo: Y contemplar�s sobre su lugar, y no parecer�. Pero los mansos heredar�n la tierra, Y se recrear�n con abundancia de paz. Maquina el imp�o contra el justo, Y cruje sobre �l sus dientes. El Se�or se reir� de �l; Porque ve que viene su d�a. Los imp�os desenvainaron espada, y entesaron su arco, Para derribar al pobre y al menesteroso, Para matar � los de recto proceder. La espada de ellos entrar� en su mismo coraz�n, Y su arco ser� quebrado. Mejor es lo poco del justo, Que las riquezas de muchos pecadores. Porque los brazos de los imp�os ser�n quebrados: Mas el que sostiene � los justos es Jehov�. Conoce Jehov� los d�as de los perfectos: Y la heredad de ellos ser� para siempre. No ser�n avergonzados en el mal tiempo; Y en los d�as de hambre ser�n hartos. Mas los imp�os perecer�n, Y los enemigos de Jehov� como la grasa de los carneros Ser�n consumidos: se disipar�n como humo. El imp�o toma prestado, y no paga; Mas el justo tiene misericordia, y da. Porque los benditos de �l heredar�n la tierra; Y los malditos de �l ser�n talados. Por Jehov� son ordenados los pasos del hombre, Y aprueba su camino. Cuando cayere, no quedar� postrado; Porque Jehov� sostiene su mano. Mozo fu�, y he envejecido, Y no he visto justo desamparado, Ni su simiente que mendigue pan. En todo tiempo tiene misericordia, y presta; Y su simiente es para bendici�n. Ap�rtate del mal, y haz el bien, Y vivir�s para siempre. Porque Jehov� ama la rectitud, Y no desampara sus santos: Mas la simiente de los imp�os ser� extirpada. Los justos heredar�n la tierra, Y vivir�n para siempre sobre ella. La boca del justo hablara sabidur�a; Y su lengua proferir� juicio. La ley de su Dios est� en su coraz�n; Por tanto sus pasos no vacilar�n. Acecha el imp�o al justo, Y procura matarlo. Jehov� no lo dejar� en sus manos, Ni lo condenar� cuando le juzgaren. Espera en Jehov�, y guarda su camino, Y �l te ensalzar� para heredar la tierra: Cuando ser�n talados los pecadores, lo ver�s. Vi yo al imp�o sumamente ensalzado, Y que se extend�a como un laurel verde. Empero pas�se, y he aqu� no parece; Y busqu�lo, y no fu� hallado. Considera al �ntegro, y mira al justo: Que la postrimer�a de cada uno de ellos es paz. Mas los transgresores fueron todos � una destru�dos: La postrimer�a de los imp�os fu� talada. Pero la salvaci�n de los justos es de Jehov�, Y �l es su fortaleza en el tiempo de angustia. Y Jehov� los ayudar�, Y los librar�: y libertar�los de los imp�os, y los salvar�, Por cuanto en �l esperaron. Salmos 38JEHOVA, no me reprendas en tu furor, Ni me castigues en tu ira. Porque tus saetas descendieron � m�, Y sobre m� ha ca�do tu mano. No hay sanidad en mi carne � causa de tu ira; Ni hay paz en mis huesos � causa de mi pecado. Porque mis iniquidades han pasado mi cabeza: Como carga pesada se han agravado sobre m�. Pudri�ronse, corrompi�ronse mis llagas, A causa de mi locura. Estoy encorvado, estoy humillado en gran manera, Ando enlutado todo el d�a. Porque mis lomos est�n llenos de irritaci�n, Y no hay sanidad en mi carne. Estoy debilitado y molido en gran manera; Bramo � causa de la conmoci�n de mi coraz�n. Se�or, delante de ti est�n todos mis deseos; Y mi suspiro no te es oculto. Mi coraz�n est� acongojado, hame dejado mi vigor; Y aun la misma luz de mis ojos no est� conmigo. Mis amigos y mis compa�eros se quitaron de delante de mi plaga; Y mis cercanos se pusieron lejos. Y los que buscaban mi alma armaron lazos; Y los que procuraban mi mal hablaban iniquidades, Y meditaban fraudes todo el d�a. Mas yo, como si fuera sordo no o�a; Y estaba como un mudo, que no abre su boca. Fu� pues como un hombre que no oye, Y que en su boca no tiene reprensiones. Porque � ti, oh Jehov�, esper� yo: T� responder�s, Jehov� Dios m�o. Porque dije: Que no se alegren de m�: Cuando mi pie resbalaba, sobre m� se engrandec�an. Empero yo estoy � pique de claudicar, Y mi dolor est� delante de m� continuamente. Por tanto denunciar� mi maldad; Congojar�me por mi pecado. Porque mis enemigos est�n vivos y fuertes: Y hanse aumentado los que me aborrecen sin causa: Y pagando mal por bien Me son contrarios, por seguir yo lo bueno. No me desampares, oh Jehov�: Dios m�o, no te alejes de m�. Apres�rate � ayudarme, Oh Se�or, mi salud. Salmos 39YO DIJE: Atender� � mis caminos, Para no pecar con mi lengua: Guardar� mi boca con freno, En tanto que el imp�o fuere contra m�. Enmudec� con silencio, call�me aun respecto de lo bueno: Y excit�se mi dolor. Enardeci�se mi coraz�n dentro de m�; Encendi�se fuego en mi meditaci�n, Y as� profer� con mi lengua: Hazme saber, Jehov�, mi fin, Y cu�nta sea la medida de mis d�as; Sepa yo cu�nto tengo de ser del mundo. He aqu� diste � mis d�as t�rmino corto, Y mi edad es como nada delante de ti: Ciertamente es completa vanidad todo hombre que vive. (Selah.) Ciertamente en tinieblas anda el hombre; Ciertamente en vano se inquieta: Junta, y no sabe qui�n lo allegar�. Y ahora, Se�or, �qu� esperar�? Mi esperanza en ti est�. L�brame de todas mis rebeliones; No me pongas por escarnio del insensato. Enmudec�, no abr� mi boca; Porque t� lo hiciste. Quita de sobre m� tu plaga; De la guerra de tu mano soy consumido. Con castigos sobre el pecado corriges al hombre, Y haces consumirse como de polilla su grandeza: Ciertamente vanidad es todo hombre. (Selah.) Oye mi oraci�n, oh Jehov�, y escucha mi clamor: No calles � mis l�grimas; Porque peregrino soy para contigo, Y advenedizo, como todos mis padres. D�jame, y tomar� fuerzas, Antes que vaya y perezca. Salmos 40RESIGNADAMENTE esper� � Jehov�, E inclin�se � m�, y oy� mi clamor. E h�zome sacar de un lago de miseria, del lodo cenagoso; Y puso mis pies sobre pe�a, y enderez� mis pasos. Puso luego en mi boca canci�n nueva, alabanza � nuestro Dios. Ver�n esto muchos, y temer�n, Y esperar�n en Jehov�. Bienaventurado el hombre que puso � Jehov� por su confianza, Y no mira � los soberbios, ni � los que declinan � la mentira. Aumentado has t�, oh Jehov� Dios m�o, tus maravillas; Y tus pensamientos para con nosotros, No te los podremos contar: Si yo anunciare y hablare de ellos, No pueden ser enarrados. Sacrificio y presente no te agrada; Has abierto mis o�dos; Holocausto y expiaci�n no has demandado. Entonces dije: He aqu�, vengo; En el envoltorio del libro est� escrito de m�: El hacer tu voluntad, Dios m�o, hame agradado; Y tu ley est� en medio de mis entra�as. Anunciado he justicia en grande congregaci�n: He aqu� no detuve mis labios, Jehov�, t� lo sabes. No encubr� tu justicia dentro de mi coraz�n: Tu verdad y tu salvaci�n he dicho: No ocult� tu misericordia y tu verdad en grande concurso. T�, Jehov�, no apartes de m� tus misericordias: Tu misericordia y tu verdad me guarden siempre. Porque me han cercado males hasta no haber cuento: Hanme comprendido mis maldades, y no puedo levantar la vista: Hanse aumentado m�s que los cabellos de mi cabeza, y mi coraz�n me falta. Quieras, oh Jehov�, librarme; Jehov�, apres�rate � socorrerme. Sean avergonzados y confusos � una Los que buscan mi vida para cortarla: Vuelvan atr�s y averg��ncense Los que mi mal desean. Sean asolados en pago de su afrenta Los que me dicen: �Ea, ea! G�cense y al�grense en ti todos los que te buscan; Y digan siempre los que aman tu salud: Jehov� sea ensalzado. Aunque afligido yo y necesitado, Jehov� pensar� de m�: Mi ayuda y mi libertador eres t�; Dios m�o, no te tardes. Salmos 41BIENAVENTURADO el que piensa en el pobre: En el d�a malo lo librar� Jehov�. Jehov� lo guard�, y le d� vida: sea bienaventurado en la tierra, Y no lo entregues � la voluntad de sus enemigos. Jehov� lo sustentar� sobre el lecho del dolor: Mullir�s toda su cama en su enfermedad. Yo dije: Jehov�, ten misericordia de m�; Sana mi alma, porque contra ti he pecado. Mis enemigos dicen mal de m� preguntando: �Cu�ndo morir�, y perecer� su nombre? Y si ven�a � ver me, hablaba mentira: Su coraz�n se amontonaba iniquidad; Y salido fuera, habl�ba la. Reunidos murmuraban contra m� todos los que me aborrec�an: Contra m� pensaban mal, diciendo de m�: Cosa pestilencial de �l se ha apoderado; Y el que cay� en cama, no volver� � levantarse. Aun el hombre de mi paz, en quien yo confiaba, el que de mi pan com�a, Alz� contra m� el calca�ar. Mas t�, Jehov�, ten misericordia de m�, y hazme levantar, Y dar�les el pago. En esto habr� conocido que te he agradado, Que mi enemigo no se holgar� de m�. En cuanto � m�, en mi integridad me has sustentado, Y me has hecho estar delante de ti para siempre. Bendito sea Jehov�, el Dios de Israel, Por siglos de siglos. Am�n y Am�n. Salmos 42COMO el ciervo brama por las corrientes de las aguas, As� clama por ti, oh Dios, el alma m�a. Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo: �Cu�ndo vendr�, y parecer� delante de Dios! Fueron mis l�grimas mi pan de d�a y de noche, Mientras me dicen todos los d�as: �D�nde est� tu Dios? Acordar�me de estas cosas, y derramar� sobre m� mi alma: Cuando pasar� en el n�mero, ir� con ellos hasta la casa de Dios, Con voz de alegr�a y de alabanza, haciendo fiesta la multitud. �Por qu� te abates, oh alma m�a, Y te conturbas en m�? Espera � Dios; porque aun le tengo de alabar Por las saludes de su presencia. Dios m�o, mi alma est� en m� abatida: Acordar�me por tanto de ti desde tierra del Jord�n, Y de los Hermonitas, desde el monte de Mizhar. Un abismo llama � otro � la voz de tus canales: Todas tus ondas y tus olas han pasado sobre m�. De d�a mandar� Jehov� su misericordia, Y de noche su canci�n ser� conmigo, Y oraci�n al Dios de mi vida. Dir� � Dios: Roca m�a, �por qu� te has olvidado de m�? �Por qu� andar� yo enlutado por la opresi�n del enemigo? Mientras se est�n quebrantando mis huesos, mis enemigos me afrentan, Dici�ndome cada d�a: �D�nde est� tu Dios? �Por qu� te abates, oh alma m�a, Y por qu� te conturbas en m�? Espera � Dios; porque aun le tengo de alabar; Es �l salvamento delante de m�, y el Dios m�o. Salmos 43JUZGAME, oh Dios, y aboga mi causa: L�brame de gente imp�a, del hombre de enga�o � iniquidad. Pues que t� eres el Dios de mi fortaleza, �por qu� me has desechado? �Por qu� andar� enlutado por la opresi�n del enemigo? Env�a tu luz y tu verdad: �stas me guiar�n, Me conducir�n al monte de tu santidad, Y � tus tabern�culos. Y entrar� al altar de Dios, Al Dios alegr�a de mi gozo; Y alabar�te con arpa, oh Dios, Dios m�o. �Por qu� te abates, oh alma m�a, Y por qu� te conturbes en m�? Espera � Dios; porque aun le tengo de alabar; Es �l salvamento delante de m�, y el Dios m�o. Salmos 44OH Dios, con nuestros o�dos hemos o�do, nuestros padres nos han contado, La obra que hiciste en sus d�as, en los tiempos antiguos. T� con tu mano echaste las gentes, y los plantaste � ellos; Afligiste los pueblos, y los arrojaste. Porque no se apoderaron de la tierra por su espada, Ni su brazo los libr�; Sino tu diestra, y tu brazo, y la luz de tu rostro, Porque te complaciste en ellos. T�, oh Dios, eres mi rey: Manda saludes � Jacob. Por medio de ti sacudiremos � nuestros enemigos: En tu nombre atropellaremos � nuestros adversarios. Porque no confiar� en mi arco, Ni mi espada me salvar�. Pues t� nos has guardado de nuestros enemigos, Y has avergonzado � los que nos aborrec�an. En Dios nos gloriaremos todo tiempo, Y para siempre loaremos tu nombre. (Selah.) Empero nos has desechado, y nos has hecho avergonzar; Y no sales en nuestros ej�rcitos. Nos hiciste retroceder del enemigo, Y saque�ron nos para s� los que nos aborrec�an. Pus�stenos como � ovejas para comida, Y esparc�stenos entre las gentes. Has vendido tu pueblo de balde, Y no pujaste en sus precios. Pus�stenos por verg�enza � nuestros vecinos, Por escarnio y por burla � los que nos rodean. Pus�stenos por proverbio entre las gentes, Por movimiento de cabeza en los pueblos. Cada d�a mi verg�enza est� delante de m�, Y c�breme la confusi�n de mi rostro, Por la voz del que me vitupera y deshonra, Por raz�n del enemigo y del que se venga. Todo esto nos ha venido, y no nos hemos olvidado de ti; Y no hemos faltado � tu pacto. No se ha vuelto atr�s nuestro coraz�n, Ni tampoco se han apartado nuestros pasos de tus caminos. Cuando nos quebrantaste en el lugar de los dragones, Y nos cubriste con sombra de muerte, Si nos hubi�semos olvidado del nombre de nuestro Dios, O alzado nuestras manos � dios ajeno, �No demandar�a Dios esto? Porque �l conoce los secretos del coraz�n. Empero por tu causa nos matan cada d�a; Somos tenidos como ovejas para el matadero. Despierta; �por qu� duermes, Se�or? Despierta, no te alejes para siempre. �Por qu� escondes tu rostro, Y te olvidas de nuestra aflicci�n, y de la opresi�n nuestra? Porque nuestra alma est� agobiada hasta el polvo: Nuestro vientre est� pegado con la tierra. Lev�ntate para ayudarnos, Y red�menos por tu misericordia. Salmos 45REBOSA mi coraz�n palabra buena: Refiero yo al Rey mis obras: Mi lengua es pluma de escribiente muy ligero. Haste hermoseado m�s que los hijos de los hombres; La gracia se derram� en tus labios: Por tanto Dios te ha bendecido para siempre. C��ete tu espada sobre el muslo, oh valiente, Con tu gloria y con tu majestad. Y en tu gloria s� prosperado: Cabalga sobre palabra de verdad, y de humildad, y de justicia; Y tu diestra te ense�ar� cosas terribles. Tus saetas agudas Con que caer�n pueblos debajo de ti, Penetrar�n en el coraz�n de los enemigos del Rey. Tu trono, oh Dios, eterno y para siempre: Vara de justicia la vara de tu reino. Amaste la justicia y aborreciste la maldad: Por tanto te ungi� Dios, el Dios tuyo, Con �leo de gozo sobre tus compa�eros. Mirra, �loe, y casia exhalan todos tus vestidos: En estancias de marfil te han recreado. Hijas de reyes entre tus ilustres: Est� la reina � tu diestra con oro de Ophir. Oye, hija, y mira, � inclina tu o�do; Y olvida tu pueblo, y la casa de tu padre; Y desear� el rey tu hermosura: E incl�nate � �l, porque �l es tu Se�or. Y las hijas de Tiro vendr�n con presente; Implorar�n tu favor los ricos del pueblo. Toda ilustre es de dentro la hija del rey: De brocado de oro es su vestido. Con vestidos bordados ser� llevada al rey; V�rgenes en pos de ella: Sus compa�eras ser�n tra�das � ti. Ser�n tra�das con alegr�a y gozo: Entrar�n en el palacio del rey. En lugar de tus padres ser�n tus hijos, A quienes har�s pr�ncipes en toda la tierra. Har� perpetua la memoria de tu nombre en todas las generaciones: Por lo cual te alabar�n los pueblos eternamente y para siempre. Salmos 46DIOS es nuestro amparo y fortaleza, Nuestro pronto auxilio en las tribulaciones. Por tanto no temeremos aunque la tierra sea removida; Aunque se traspasen los montes al coraz�n de la mar. Bramar�n, turbar�nse sus aguas; Temblar�n los montes � causa de su braveza. (Selah.) Del r�o sus conductos alegrar�n la ciudad de Dios, El santuario de las tiendas del Alt�simo. Dios est� en medio de ella; no ser� conmovida: Dios la ayudar� al clarear la ma�ana. Bramaron las gentes, titubearon los reinos; Di� �l su voz, derriti�se la tierra. Jehov� de los ej�rcitos es con nosotros; Nuestro refugio es el Dios de Jacob. (Selah.) Venid, ved las obras de Jehov�, Que ha puesto asolamientos en la tierra. Que hace cesar las guerras hasta los fines de la tierra: Que quiebra el arco, corta la lanza, Y quema los carros en el fuego. Estad quietos, y conoced que yo soy Dios: Ensalzado he de ser entre las gentes, ensalzado ser� en la tierra. Jehov� de los ej�rcitos es con nosotros; Nuestro refugio es el Dios de Jacob. (Selah.) Salmos 47PUEBLOS todos, batid las manos; Aclamad � Dios con voz de j�bilo. Porque Jehov� el Alt�simo es terrible; Rey grande sobre toda la tierra. El sujetar� � los pueblos debajo de nosotros, Y � las gentes debajo de nuestros pies. El nos elegir� nuestras heredades; La hermosura de Jacob, al cual am�. (Selah.) Subi� Dios con j�bilo, Jehov� con sonido de trompeta. Cantad � Dios, cantad: Cantad � nuestro Rey, cantad. Porque Dios es el Rey de toda la tierra: Cantad con inteligencia. Rein� Dios sobre las gentes: Asent�se Dios sobre su santo trono. Los pr�ncipes de los pueblos se juntaron Al pueblo del Dios de Abraham: Porque de Dios son los escudos de la tierra; El es muy ensalzado. Salmos 48GRANDE es Jehov� y digno de ser en gran manera alabado, En la ciudad de nuestro Dios, en el monte de su santuario. Hermosa provincia, el gozo de toda la tierra Es el monte de Si�n, � los lados del aquil�n, La ciudad del gran Rey. Dios en sus palacios es conocido por refugio. Porque he aqu� los reyes de la tierra se reunieron; Pasaron todos. Y vi�ndola ellos as�, maravill�ronse, Se turbaron, di�ronse priesa � huir. Tom�los all� temblor; Dolor, como � mujer que pare. Con viento solano Quiebras t� las naves de Tharsis. Como lo o�mos, as� hemos visto En la ciudad de Jehov� de los ej�rcitos, en la ciudad de nuestro Dios: Afirmar�la Dios para siempre. (Selah.) Esperamos tu misericordia, oh Dios, En medio de tu templo. Conforme � tu nombre, oh Dios, As� es tu loor hasta los fines de la tierra: De justicia est� llena tu diestra. Alegrar�se el monte de Si�n; Se gozar�n las hijas de Jud� Por tus juicios. Andad alrededor de Si�n, y rodeadla: Contad sus torres. Poned vuestro coraz�n � su antemuro, Mirad sus palacios; Para que lo cont�is � la generaci�n venidera. Porque este Dios es Dios nuestro eternalmente y para siempre: El nos capitanear� hasta la muerte. Salmos 49OID esto, pueblos todos; Escuchad, habitadores todos del mundo: As� los plebeyos como los nobles, El rico y el pobre juntamente. Mi boca hablar� sabidur�a; Y el pensamiento de mi coraz�n inteligencia. Acomodar� � ejemplos mi o�do: Declarar� con el arpa mi enigma. �Por qu� he de temer en los d�as de adversidad, Cuando la iniquidad de mis insidiadores me cercare? Los que conf�an en sus haciendas, Y en la muchedumbre de sus riquezas se jactan, Ninguno de ellos podr� en manera alguna redimir al hermano, Ni dar � Dios su rescate. (Porque la redenci�n de su vida es de gran precio, Y no se har� jam�s;) Que viva adelante para siempre, Y nunca vea la sepultura. Pues se ve que mueren los sabios, As� como el insensato y el necio perecen, Y dejan � otros sus riquezas. En su interior tienen que sus casas ser�n eternas, Y sus habitaciones para generaci�n y generaci�n: Llamaron sus tierras de sus nombres. Mas el hombre no permanecer� en honra: Es semejante � las bestias que perecen. Este su camino es su locura: Con todo, corren sus descendientes por el dicho de ellos. (Selah.) Como reba�os ser�n puestos en la sepultura; La muerte se cebar� en ellos; Y los rectos se ense�orear�n de ellos por la ma�ana: Y se consumir� su bien parecer en el sepulcro de su morada. Empero Dios redimir� mi vida del poder de la sepultura, Cuando me tomar�. (Selah.) No temas cuando se enriquece alguno, Cuando aumenta la gloria de su casa; Porque en muriendo no llevar� nada, Ni descender� tras �l su gloria. Si bien mientras viviere, dir� dichosa � su alma: Y t� ser�s loado cuando bien te tratares. Entrar� � la generaci�n de sus padres: No ver�n luz para siempre. El hombre en honra que no entiende, Semejante es � las bestias que perecen. Salmos 50EL Dios de dioses, Jehov�, ha hablado, Y convocado la tierra desde el nacimiento del sol hasta donde se pone. De Si�n, perfecci�n de hermosura, Ha Dios resplandecido. Vendr� nuestro Dios, y no callar�: Fuego consumir� delante de �l, Y en derredor suyo habr� tempestad grande. Convocar� � los cielos de arriba, Y � la tierra, para juzgar � su pueblo. Juntadme mis santos; Los que hicieron conmigo pacto con sacrificio. Y denunciar�n los cielos su justicia; Porque Dios es el juez. (Selah.) Oye, pueblo m�o, y hablar�: Escucha, Israel, y testificar� contra ti: Yo soy Dios, el Dios tuyo. No te reprender� sobre tus sacrificios, Ni por tus holocaustos, que delante de m� est�n siempre. No tomar� de tu casa becerros, Ni machos cabr�os de tus apriscos. Porque m�a es toda bestia del bosque, Y los millares de animales en los collados. Conozco todas las aves de los montes, Y en mi poder est�n las fieras del campo. Si yo tuviese hambre, no te lo dir�a � ti: Porque m�o es el mundo y su plenitud. �Tengo de comer yo carne de toros, O de beber sangre de machos cabr�os? Sacrifica � Dios alabanza, Y paga tus votos al Alt�simo. E inv�came en el d�a de la angustia: Te librar�, y t� me honrar�s. Pero al malo dijo Dios: �Qu� tienes t� que enarrar mis leyes, Y que tomar mi pacto en tu boca, Pues que t� aborreces el castigo, Y echas � tu espalda mis palabras? Si ve�as al ladr�n, t� corr�as con �l; Y con los ad�lteros era tu parte. Tu boca met�as en mal, Y tu lengua compon�a enga�o. Tomabas asiento, y hablabas contra tu hermano: Contra el hijo de tu madre pon�as infamia. Estas cosas hiciste, y yo he callado: Pensabas que de cierto ser�a yo como t�: Yo te arg�ir�, y pondr� las delante de tus ojos. Entended ahora esto, los que os olvid�is de Dios; No sea que arrebate, sin que nadie libre. El que sacrifica alabanza me honrar�: Y al que ordenare su camino, Le mostrar� la salud de Dios. Salmos 51TEN piedad de m�, oh Dios, conforme � tu misericordia: Conforme � la multitud de tus piedades borra mis rebeliones. L�vame m�s y m�s de mi maldad, Y l�mpiame de mi pecado. Porque yo reconozco mis rebeliones; Y mi pecado est� siempre delante de m�. A ti, � ti solo he pecado, Y he hecho lo malo delante de tus ojos: Porque seas reconocido justo en tu palabra, Y tenido por puro en tu juicio. He aqu�, en maldad he sido formado, Y en pecado me concibi� mi madre. He aqu�, t� amas la verdad en lo �ntimo: Y en lo secreto me has hecho comprender sabidur�a. Purif�came con hisopo, y ser� limpio: L�vame, y ser� emblanquecido m�s que la nieve. Hazme oir gozo y alegr�a; Y se recrear�n los huesos que has abatido. Esconde tu rostro de mis pecados, Y borra todas mis maldades. Crea en m�, oh Dios, un coraz�n limpio; Y renueva un esp�ritu recto dentro de m�. No me eches de delante de ti; Y no quites de m� tu santo esp�ritu. Vu�lveme el gozo de tu salud; Y el esp�ritu libre me sustente. Ense�ar� � los prevaricadores tus caminos; Y los pecadores se convertir�n � ti. L�brame de homicidios, oh Dios, Dios de mi salud: Cantar� mi lengua tu justicia. Se�or, abre mis labios; Y publicar� mi boca tu alabanza. Porque no quieres t� sacrificio, que yo dar�a; No quieres holocausto. Los sacrificios de Dios son el esp�ritu quebrantado: Al coraz�n contrito y humillado no despreciar�s t�, oh Dios. Haz bien con tu benevolencia � Si�n: Edifica los muros de Jerusalem. Entonces te agradar�n los sacrificios de justicia, el holocausto � ofrenda del todo quemada: Entonces ofrecer�n sobre tu altar becerros. Salmos 52�POR qu� te glor�as de maldad, oh poderoso? La misericordia de Dios es continua. Agravios maquina tu lengua: Como navaja amolada hace enga�o. Amaste el mal m�s que el bien; La mentira m�s que hablar justicia. (Selah.) Has amado toda suerte de palabras perniciosas, Enga�osa lengua. Por tanto Dios te derribar� para siempre: Te asolar� y te arrancar� de tu morada, Y te desarraigar� de la tierra de los vivientes. (Selah.) Y ver�n los justos, y temer�n; Y reir�nse de �l, diciendo: He aqu� el hombre que no puso � Dios por su fortaleza, Sino que confi� en la multitud de sus riquezas. Y se mantuvo en su maldad. Mas yo estoy como oliva verde en la casa de Dios: En la misericordia de Dios conf�o perpetua y eternalmente. Te alabar� para siempre por lo que has hecho: Y esperar� en tu nombre, porque es bueno, delante de tus santos. Salmos 53DIJO el necio en su coraz�n: No hay Dios. Corrompi�ronse � hicieron abominable maldad: No hay quien haga bien. Dios desde los cielos mir� sobre los hijos de los hombres, Por ver si hay alg�n entendido Que busque � Dios. Cada uno se hab�a vuelto atr�s; todos se hab�an corrompido: No hay quien haga bien, no hay ni aun uno. �No tienen conocimiento todos esos que obran iniquidad? Que comen � mi pueblo como si comiesen pan: A Dios no han invocado. All� se sobresaltaron de pavor donde no hab�a miedo: Porque Dios ha esparcido los huesos del que asent� campo contra ti: Los avergonzaste, porque Dios los desech�. �Oh qui�n diese de Si�n saludes � Israel! En volviendo Dios la cautividad de su pueblo, Gozarse ha Jacob, y alegrar�se Israel. Salmos 54OH Dios, s�lvame por tu nombre, Y con tu poder defi�ndeme. Oh Dios, oye mi oraci�n; Escucha las razones de mi boca. Porque extra�os se han levantado contra m�, Y fuertes buscan mi alma: No han puesto � Dios delante de s�. (Selah.) He aqu�, Dios es el que me ayuda; El Se�or es con los que sostienen mi vida. El volver� el mal � mis enemigos: C�rtalos por tu verdad. Voluntariamente sacrificar� � ti; Alabar� tu nombre, oh Jehov�, porque es bueno. Porque me ha librado de toda angustia, Y en mis enemigos vieron mis ojos mi deseo. Salmos 55ESCUCHA, oh Dios, mi oraci�n, Y no te escondas de mi s�plica. Est�me atento, y resp�ndeme: Clamo en mi oraci�n, y levanto el grito, A causa de la voz del enemigo, Por la opresi�n del imp�o; Porque echaron sobre m� iniquidad, Y con furor me han amenazado. Mi coraz�n est� doloroso dentro de m�, Y terrores de muerte sobre m� han ca�do. Temor y temblor vinieron sobre m�, Y terror me ha cubierto. Y dije: �Qui�n me diese alas como de paloma! Volar�a yo, y descansar�a. Ciertamente huir�a lejos: Morar�a en el desierto. (Selah.) Apresurar�ame � escapar Del viento tempestuoso, de la tempestad. Deshace, oh Se�or, divide la lengua de ellos; Porque he visto violencia y rencilla en la ciudad. D�a y noche la rodean sobre sus muros; E iniquidad y trabajo hay en medio de ella. Agravios hay en medio de ella, Y el fraude y enga�o no se apartan de sus plazas. Porque no me afrent� un enemigo, Lo cual habr�a soportado; Ni se alz� contra m� el que me aborrec�a, Porque me hubiera ocultado de �l: Mas t�, hombre, al parecer �ntimo m�o, Mi gu�a, y mi familiar: Que juntos comunic�bamos dulcemente los secretos, A la casa de Dios and�bamos en compa��a. Condenados sean � muerte, Desciendan vivos al infierno: Porque maldades hay en su compa��a, entre ellos. Yo � Dios clamar�; Y Jehov� me salvar�. Tarde y ma�ana y � medio d�a orar� y clamar�; Y �l oir� mi voz. El ha redimido en paz mi alma de la guerra contra m�; Pues fueron contra m� muchos. Dios oir�, y los quebrantar� luego, El que desde la antig�edad permanece (Selah); Por cuanto no se mudan, Ni temen � Dios. Extendi� sus manos contra sus pac�ficos: Vi�lo su pacto. Ablandan m�s que manteca su boca, Pero guerra hay en su coraz�n: Suavizan sus palabras m�s que el aceite, Mas ellas son cuchillos. Echa sobre Jehov� tu carga, y �l te sustentar�; No dejar� para siempre ca�do al justo. Mas t�, oh Dios, har�s descender aqu�llos al pozo de la sepultura: Los hombres sanguinarios y enga�adores no demediar�n sus d�as: Empero yo confiar� en ti. Salmos 56TEN misericordia de m�, oh Dios, porque me devorar�a el hombre: Me oprime combati�ndome cada d�a. Ap�ranme mis enemigos cada d�a; Porque muchos son los que pelean contra m�, oh Alt�simo. En el d�a que temo, Yo en ti conf�o. En Dios alabar� su palabra: En Dios he confiado, no temer� Lo que la carne me hiciere. Todos los d�as me contristan mis negocios; Contra m� son todos sus pensamientos para mal. Re�nense, esc�ndense, Miran ellos atentamente mis pasos, Esperando mi vida. �Escapar�n ellos por la iniquidad? Oh Dios, derriba en tu furor los pueblos. Mis hu�das has t� contado: Pon mis l�grimas en tu redoma: �No est�n ellas en tu libro? Ser�n luego vueltos atr�s mis enemigos el d�a que yo clamare: En esto conozco que Dios es por m�. En Dios alabar� su palabra; En Jehov� alabar� su palabra. En Dios he confiado: no temer� Lo que me har� el hombre. Sobre m�, oh Dios, est�n tus votos: Te tributar� alabanzas. Porque has librado mi vida de la muerte, Y mis pies de ca�da, Para que ande delante de Dios En la luz de los que viven. Salmos 57TEN misericordia de m�, oh Dios, ten misericordia de m�; Porque en ti ha confiado mi alma, Y en la sombra de tus alas me amparar�, Hasta que pasen los quebrantos. Clamar� al Dios Alt�simo, Al Dios que me favorece. El enviar� desde los cielos, y me salvar� De la infamia del que me apura; (Selah) Dios enviar� su misericordia y su verdad. Mi vida est� entre leones; Estoy echado entre hijos de hombres encendidos: Sus dientes son lanzas y saetas, Y su lengua cuchillo agudo. Ens�lzate sobre los cielos, oh Dios; Sobre toda la tierra tu gloria. Red han armado � mis pasos; Hase abatido mi alma: Hoyo han cavado delante de m�; En medio de �l han ca�do. (Selah.) Pronto est� mi coraz�n, oh Dios, mi coraz�n est� dispuesto: Cantar�, y trovar� salmos. Despierta, oh gloria m�a; despierta, salterio y arpa: Levantar�me de ma�ana. Alabarte he en los pueblos, oh Se�or; Cantar� de ti en las naciones. Porque grande es hasta los cielos tu misericordia, Y hasta las nubes tu verdad. Ens�lzate sobre los cielos, oh Dios; Sobre toda la tierra tu gloria. Salmos 58OH congregaci�n, �pronunci�is en verdad justicia? �Juzg�is rectamente, hijos de los hombres? Antes con el coraz�n obr�is iniquidades: Hac�is pesar la violencia de vuestras manos en la tierra. Enajen�ronse los imp�os desde la matriz; Descarri�ronse desde el vientre, hablando mentira. Veneno tienen semejante al veneno de la serpiente: Son como �spide sordo que cierra su o�do; Que no oye la voz de los que encantan, Por m�s h�bil que el encantador sea. Oh Dios, quiebra sus dientes en sus bocas: Quiebra, oh Jehov�, las muelas de los leoncillos. Corr�nse como aguas que se van de suyo: En entesando sus saetas, luego sean hechas pedazos. Pasen ellos como el caracol que se desl�e: Como el abortivo de mujer, no vean el sol. Antes que vuestras ollas sientan las espinas, As� vivos, as� airados, los arrebatar� �l con tempestad. Alegrar�se el justo cuando viere la venganza: Sus pies lavar� en la sangre del imp�o. Entonces dir� el hombre: Ciertamente hay fruto para el justo; Ciertamente hay Dios que juzga en la tierra. Salmos 59LIBRAME de mis enemigos, oh Dios m�o: Ponme en salvo de los que contra m� se levantan. L�brame de los que obran iniquidad, Y s�lvame de hombres sanguinarios. Porque he aqu� est�n acechando mi vida: Hanse juntado contra m� fuertes, No por falta m�a, ni pecado m�o, oh Jehov�. Sin delito m�o corren y se aperciben: Despierta para venir � mi encuentro, y mira. Y t�, Jehov� Dios de los ej�rcitos, Dios de Israel, Despierta para visitar todas las gentes: No hayas misericordia de todos los que se rebelan con iniquidad. (Selah.) Volver�nse � la tarde, ladrar�n como perros, Y rodear�n la ciudad. He aqu� proferir�n con su boca; Cuchillos est�n en sus labios, Porque dicen: �Qui�n oye? Mas t�, Jehov�, te reir�s de ellos, Te burlar�s de todas las gentes. De su fuerza esperar� yo en ti: Porque Dios es mi defensa. El Dios de mi misericordia me prevendr�: Dios me har� ver en mis enemigos mi deseo. No los matar�s, porque mi pueblo no se olvide: Hazlos vagar con tu fortaleza, y ab�telos. Oh Jehov�, escudo nuestro, Por el pecado de su boca, por la palabra de sus labios; Y sean presos por su soberbia, Y por la maldici�n y mentira que profieren. Ac�balos con furor, ac�balos, y no sean: Y sepan que Dios domina en Jacob Hasta los fines de la tierra. (Selah). Vuelvan pues � la tarde, y ladren como perros, Y rodeen la ciudad. Anden ellos errantes para hallar qu� comer: Y si no se saciaren, murmuren. Yo empero cantar� tu fortaleza, Y loar� de ma�ana tu misericordia: Porque has sido mi amparo Y refugio en el d�a de mi angustia. Fortaleza m�a, � ti cantar�; Porque eres Dios de mi amparo, Dios de mi misericordia. Salmos 60OH Dios, t� nos has desechado, nos disipaste; Te has airado: vu�lvete � nosotros. Hiciste temblar la tierra, abr�stela: Sana sus quiebras, porque titubea. Has hecho ver � tu pueblo duras cosas: Hic�stenos beber el vino de agitaci�n. Has dado � los que te temen bandera Que alcen por la verdad. (Selah.) Para que se libren tus amados, Salva con tu diestra, y �yeme. Dios pronunci� por su santuario; yo me alegrar�; Partir� � Sich�m, y medir� el valle de Succoth. M�o es Galaad, y m�o es Manas�s; Y Ephraim es la fortaleza de mi cabeza; Jud�, mi legislador; Moab, la vasija de mi lavatorio; Sobre Edom echar� mi zapato: Haz j�bilo sobre m�, oh Palestina. �Qui�n me llevar� � la ciudad fortalecida? �Qui�n me llevar� hasta Idumea? Ciertamente, t�, oh Dios, que nos hab�as desechado; Y no sal�as, oh Dios, con nuestros ej�rcitos. Danos socorro contra el enemigo, Que vana es la salud de los hombres. En Dios haremos proezas; Y �l hollar� nuestros enemigos. Salmos 61OYE, oh Dios, mi clamor; A mi oraci�n atiende. Desde el cabo de la tierra clamar� � ti, cuando mi coraz�n desmayare: A la pe�a m�s alta que yo me conduzcas. Porque t� has sido mi refugio, Y torre de fortaleza delante del enemigo. Yo habitar� en tu tabern�culo para siempre: Estar� seguro bajo la cubierta de tus alas. Porque t�, oh Dios, has o�do mis votos, Has dado heredad � los que temen tu nombre. D�as sobre d�as a�adir�s al rey: Sus a�os ser�n como generaci�n y generaci�n. Estar� para siempre delante de Dios: Misericordia y verdad prepara que lo conserven. As� cantar� tu nombre para siempre, Pagando mis votos cada d�a. Salmos 62EN Dios solamente est� callada mi alma: De �l viene mi salud. El solamente es mi fuerte, y mi salud; Es mi refugio, no resbalar� mucho. �Hasta cu�ndo maquinar�is contra un hombre? Perecer�is todos vosotros, Caer�is como pared acostada, como cerca ruinosa. Solamente consultan de arrojarle de su grandeza; Aman la mentira, Con su boca bendicen, pero maldicen en sus entra�as. (Selah.) Alma m�a, en Dios solamente reposa; Porque de �l es mi esperanza. El solamente es mi fuerte y mi salud: Es mi refugio, no resbalar�. En Dios est� mi salvaci�n y mi gloria: En Dios est� la roca de mi fortaleza, y mi refugio. Esperad en �l en todo tiempo, oh pueblos; Derramad delante de �l vuestro coraz�n: Dios es nuestro amparo. (Selah.) Por cierto, vanidad son los hijos de los hombres, mentira los hijos de var�n: Pes�ndolos � todos igualmente en la balanza, Ser�n menos que la vanidad. No confi�is en la violencia, Ni en la rapi�a; no os envanezc�is: Si se aumentare la hacienda, no pong�is el coraz�n en ella. Una vez habl� Dios; Dos veces he o�do esto: Que de Dios es la fortaleza. Y de ti, oh Se�or, es la misericordia: Porque t� pagas � cada uno conforme � su obra. Salmos 63DIOS, Dios m�o eres t�: levantar�me � ti de ma�ana: Mi alma tiene sed de ti, mi carne te desea, En tierra de sequedad y transida sin aguas; Para ver tu fortaleza y tu gloria, As� como te he mirado en el santuario. Porque mejor es tu misericordia que la vida: Mis labios te alabar�n. As� te bendecir� en mi vida: En tu nombre alzar� mis manos. Como de meollo y de grosura ser� saciada mi alma; Y con labios de j�bilo te alabar� mi boca, Cuando me acordar� de ti en mi lecho, Cuando meditar� de ti en las velas de la noche. Porque has sido mi socorro; Y as� en la sombra de tus alas me regocijar�. Est� mi alma apegada � ti: Tu diestra me ha sostenido. Mas los que para destrucci�n buscaron mi alma, Caer�n en los sitios bajos de la tierra. Destruir�nlos � filo de espada; Ser�n porci�n de las zorras. Empero el rey se alegrar� en Dios; Ser� alabado cualquiera que por �l jura: Porque la boca de los que hablan mentira, ser� cerrada. Salmos 64ESCUCHA, oh Dios, mi voz en mi oraci�n: Guarda mi vida del miedo del enemigo. Esc�ndeme del secreto consejo de los malignos; De la conspiraci�n de los que obran iniquidad: Que amolaron su lengua como cuchillo, Y armaron por su saeta palabra amarga; Para asaetear � escondidas al �ntegro: De improviso lo asaetean, y no temen. Obstinados en su inicuo designio, Tratan de esconder los lazos, Y dicen: �Qui�n los ha de ver? Inquieren iniquidades, hacen una investigaci�n exacta; Y el �ntimo pensamiento de cada uno de ellos, as� como el coraz�n, es profundo. Mas Dios los herir� con saeta; De repente ser�n sus plagas. Y har�n caer sobre s� sus mismas lenguas: Se espantar�n todos los que los vieren. Y temer�n todos los hombres, Y anunciar�n la obra de Dios, Y entender�n su hecho. Alegrar�se el justo en Jehov�, y confiar�se en �l; Y se gloriar�n todos los rectos de coraz�n. Salmos 65A TI es pl�cida la alabanza en Si�n, oh Dios: Y � ti se pagar�n los votos. T� oyes la oraci�n: A ti vendr� toda carne. Palabras de iniquidades me sobrepujaron: Mas nuestras rebeliones t� las perdonar�s. Dichoso el que t� escogieres, � hicieres llegar � ti, Para que habite en tus atrios: Seremos saciados del bien de tu casa, De tu santo templo. Con tremendas cosas, en justicia, nos responder�s t�, Oh Dios de nuestra salud, Esperanza de todos los t�rminos de la tierra, Y de los m�s remotos confines de la mar. T�, el que afirma los montes con su potencia, Ce�ido de valent�a: El que amansa el estruendo de los mares, el estruendo de sus ondas, Y el alboroto de las gentes. Por tanto los habitadores de los fines de la tierra temen de tus maravillas. T� haces alegrar las salidas de la ma�ana y de la tarde. Visitas la tierra, y la riegas: En gran manera la enriqueces Con el r�o de Dios, lleno de aguas: Preparas el grano de ellos, cuando as� la dispones. Haces se empapen sus surcos, Haces descender sus canales: Abl�ndasla con lluvias, Bendices sus renuevos. T� coronas el a�o de tus bienes; Y tus nubes destilan grosura. Destilan sobre las estancias del desierto; Y los collados se ci�en de alegr�a. V�stense los llanos de manadas, Y los valles se cubren de grano: Dan voces de j�bilo, y aun cantan. Salmos 66ACLAMAD � Dios con alegr�a, toda la tierra: Cantad la gloria de su nombre: Poned gloria en su alabanza. Decid � Dios: �Cu�n terribles tus obras! Por lo grande de tu fortaleza te mentir�n tus enemigos. Toda la tierra te adorar�, Y cantar� � ti; Cantar�n � tu nombre. (Selah.) Venid, y ved las obras de Dios, Terrible en hechos sobre los hijos de los hombres. Volvi� la mar en seco; Por el r�o pasaron � pie; All� en �l nos alegramos. El se ense�orea con su fortaleza para siempre: Sus ojos atalayan sobre las gentes: Los rebeldes no ser�n ensalzados. (Selah.) Bendecid, pueblos, � nuestro Dios, Y haced oir la voz de su alabanza. El es el que puso nuestra alma en vida, Y no permiti� que nuestros pies resbalasen. Porque t� nos probaste, oh Dios: Ensay�stenos como se afina la plata. Nos metiste en la red; Pusiste apretura en nuestros lomos. Hombres hiciste subir sobre nuestra cabeza; Entramos en fuego y en aguas, Y sac�stenos � hartura. Entrar� en tu casa con holocaustos: Te pagar� mis votos, Que pronunciaron mis labios, Y habl� mi boca, cuando angustiado estaba. Holocaustos de cebados te ofrecer�, Con perfume de carneros: Sacrificar� bueyes y machos cabr�os. (Selah.) Venid, oid todos los que tem�is � Dios, Y contar� lo que ha hecho � mi alma. A �l clam� con mi boca, Y ensalzado fu� con mi lengua. Si en mi coraz�n hubiese yo mirado � la iniquidad, El Se�or no me oyera. Mas ciertamente me oy� Dios; Antendi� � la voz de mi s�plica. Bendito Dios, Que no ech� de s� mi oraci�n, ni de m� su misericordia. Salmos 67DIOS tenga misericordia de nosotros, y nos bendiga; Haga resplandecer su rostro sobre nosotros (Selah); Para que sea conocido en la tierra tu camino, En todas las gentes tu salud. Al�bente los pueblos, oh Dios; Al�bente los pueblos todos. Al�grense y goc�nse las gentes; Porque juzgar�s los pueblos con equidad, Y pastorear�s las naciones en la tierra. (Selah.) Al�bente los pueblos, oh Dios: Todos los pueblos te alaben. La tierra dar� su fruto: Nos bendecir� Dios, el Dios nuestro. Bend�ganos Dios, Y t�manlo todos los fines de la tierra. Salmos 68LEVANTESE Dios, sean esparcidos sus enemigos, Y huyan de su presencia los que le aborrecen. Como es lanzado el humo, los lanzar�s: Como se derrite la cera delante del fuego, As� perecer�n los imp�os delante de Dios. Mas los justos se alegrar�n: gozarse han delante de Dios, Y saltar�n de alegr�a. Cantad � Dios, cantad salmos � su nombre: Ensalzad al que sube sobre los cielos En JAH su nombre, y alegraos delante de �l. Padre de hu�rfanos y defensor de viudas, Es Dios en la morada de su santuario: El Dios que hace habitar en familia los solos; Que saca � los aprisionados con grillos: Mas los rebeldes habitan en sequedad. Oh Dios, cuando t� saliste delante de tu pueblo, Cuando anduviste por el desierto, (Selah,) La tierra tembl�; Tambi�n destilaron los cielos � la presencia de Dios: Aquel Sina� tembl� delante de Dios, del Dios de Israel. Abundante lluvia esparciste, oh Dios, � tu heredad; Y cuando se cans�, t� la recreaste. Los que son de tu grey han morado en ella: Por tu bondad, oh Dios, has provisto al pobre. El Se�or daba palabra: De las evangelizantes hab�a grande ej�rcito. Huyeron, huyeron reyes de ej�rcitos; Y las que se quedaban en casa part�an los despojos. Bien que fuiesteis echados entre los tiestos, Ser�is como las alas de la paloma cubierta de plata, Y sus plumas con amarillez de oro. Cuando esparci� el Omnipotente los reyes en ella, Emblanqueci�se �sta como la nieve en Salm�n. Monte de Dios es el monte de Bas�n; Monte alto el de Bas�n. �Por qu� os levant�is, oh montes altos? Este monte am� Dios para su asiento; Ciertamente Jehov� habitar� en �l para siempre. Los carros de Dios son veinte mil, y m�s millares de �ngeles. El Se�or entre ellos, como en Sina�, as� en el santuario. Subiste � lo alto, cautivaste la cautividad, Tomaste dones para los hombres, Y tambi�n para los rebeldes, para que habite entre ellos JAH Dios. Bendito el Se�or; cada d�a nos colma de beneficios El Dios de nuestra salud. (Selah.) Dios, nuestro Dios ha de salvarnos; Y de Dios Jehov� es el librar de la muerte. Ciertamente Dios herir� la cabeza de sus enemigos, La cabelluda mollera del que camina en sus pecados. El Se�or dijo: De Bas�n har� volver, Te har� volver de los profundos de la mar: Porque tu pie se enrojecer� de sangre de tus enemigos, Y de ella la lengua de tus perros. Vieron tus caminos, oh Dios; Los caminos de mi Dios, de mi Rey, en el santuario. Los cantores iban delante, los ta�edores detr�s; En medio, las doncellas, con adufes. Bendecid � Dios en congregaciones: Al Se�or, vosotros de la estirpe de Israel. All� estaba el joven Benjam�n se�oreador de ellos, Los pr�ncipes de Jud� en su congregaci�n, Los pr�ncipes de Zabul�n, los pr�ncipes de Nephtal�. Tu Dios ha ordenado tu fuerza; Confirma, oh Dios, lo que has obrado en nosotros. Por raz�n de tu templo en Jerusalem Los reyes te ofrecer�n dones. Reprime la reuni�n de gentes armadas, La multitud de toros con los becerros de los pueblos, Hasta que todos se sometan con sus piezas de plata: Disipa los pueblos que se complacen en la guerra. Vendr�n pr�ncipes de Egipto; Etiop�a apresurar� sus manos � Dios. Reinos de la tierra, cantad � Dios, Cantad al Se�or (Selah); Al que cabalga sobre los cielos de los cielos que son de antiguo: He aqu� � su voz dar� voz de fortaleza. Atribuid fortaleza � Dios: Sobre Israel es su magnificencia, Y su poder est� en los cielos. Terrible eres, oh Dios, desde tus santuarios: El Dios de Israel, �l da fortaleza y vigor � su pueblo. Bendito Dios. Salmos 69SALVAME, oh Dios, Porque las aguas han entrado hasta el alma. Estoy hundido en cieno profundo, donde no hay pie: He venido � abismos de aguas, y la corriente me ha anegado. Cansado estoy de llamar; mi garganta se ha enronquecido; Han desfallecido mis ojos esperando � mi Dios. Hanse aumentado m�s que los cabellos de mi cabeza los que me aborrecen sin causa; Hanse fortalecido mis enemigos, los que me destruyen sin por qu�: He venido pues � pagar lo que no he tomado. Dios, t� sabes mi locura; Y mis delitos no te son ocultos. No sean avergonzados por mi causa los que te esperan, oh Se�or Jehov� de los ej�rcitos; No sean confusos por m� los que te buscan, oh Dios de Israel. Porque por amor de ti he sufrido afrenta; Confusi�n ha cubierto mi rostro. He sido extra�ado de mis hermanos, Y extra�o � los hijos de mi madre. Porque me consumi� el celo de tu casa; Y los denuestos de los que te vituperaban, cayeron sobre m�. Y llor� afligiendo con ayuno mi alma; Y esto me ha sido por afrenta. Puse adem�s saco por mi vestido; Y vine � serles por proverbio. Hablaban contra m� los que se sentaban � la puerta, Y me zaher�an en las canciones de los bebederos de sidra. Empero yo enderezaba mi oraci�n � ti, oh Jehov�, al tiempo de tu buena voluntad: Oh Dios, por la multitud de tu misericordia, Por la verdad de tu salud, �yeme. S�came del lodo, y no sea yo sumergido: Sea yo libertado de los que me aborrecen, y del profundo de las aguas. No me anegue el �mpetu de las aguas, Ni me suerba la hondura, Ni el pozo cierre sobre m� su boca. Oyeme, Jehov�, porque apacible es tu misericordia; M�rame conforme � la multitud de tus miseraciones. Y no escondas tu rostro de tu siervo; Porque estoy angustiado; apres�rate, �yeme. Ac�rcate � mi alma, red�mela: L�brame � causa de mis enemigos. T� sabes mi afrenta, y mi confusi�n, y mi oprobio: Delante de ti est�n todos mis enemigos. La afrenta ha quebrantado mi coraz�n, y estoy acongojado: Y esper� quien se compadeciese de m�, y no lo hubo: Y consoladores, y ninguno hall�. Pusi�ronme adem�s hiel por comida, Y en mi sed me dieron � beber vinagre. Sea su mesa delante de ellos por lazo, Y lo que es para bien por tropiezo. Sean oscurecidos sus ojos para ver, Y haz siempre titubear sus lomos. Derrama sobre ellos tu ira, Y el furor de tu enojo los alcance. Sea su palacio asolado: En sus tiendas no haya morador. Porque persiguieron al que t� heriste; Y cuentan del dolor de los que t� llagaste. Pon maldad sobre su maldad, Y no entren en tu justicia. Sean ra�dos del libro de los vivientes, Y no sean escritos con los justos. Y yo afligido y dolorido, Tu salud, oh Dios, me defender�. Alabar� yo el nombre de Dios con c�ntico, Ensalzar�lo con alabanza. Y agradar� � Jehov� m�s que sacrificio de buey, O becerro que echa cuernos y u�as. Ver�nlo los humildes, y se gozar�n; Buscad � Dios, y vivir� vuestro coraz�n. Porque Jehov� oye � los menesterosos, Y no menosprecia � sus prisioneros. Al�benlo los cielos y la tierra, Los mares, y todo lo que se mueve en ellos. Porque Dios guardar� � Si�n, y reedificar� las ciudades de Jud�; Y habitar�n all�, y la poseer�n. Y la simiente de sus siervos la heredar�, Y los que aman su nombre habitar�n en ella. Salmos 70OH Dios, acude � librarme; Apres�rate, oh Dios, � socorrerme. Sean avergonzados y confusos Los que buscan mi vida; Sean vueltos atr�s y avergonzados Los que mi mal desean. Sean vueltos, en pago de su afrenta hecha, Los que dicen: �Ah! �ah! G�cense y al�grense en ti todos los que te buscan; Y digan siempre los que aman tu salud: Engrandecido sea Dios. Yo estoy afligido y menesteroso; Apres�rate � m�, oh Dios: Ayuda m�a y mi libertador eres t�; Oh Jehov�, no te detengas. Salmos 71EN ti, oh Jehov�, he esperado; No sea yo confuso para siempre. Hazme escapar, y l�brame en tu justicia: Inclina tu o�do y s�lvame. S�me por pe�a de estancia, adonde recurra yo continuamente: Mandado has que yo sea salvo; Porque t� eres mi roca, y mi fortaleza. Dios m�o, l�brame de la mano del imp�o, De la mano del perverso y violento. Porque t�, oh Se�or Jehov�, eres mi esperanza: Seguridad m�a desde mi juventud. Por ti he sido sustentado desde el vientre: De las entra�as de mi madre t� fuiste el que me sacaste: De ti ser� siempre mi alabanza. Como prodigio he sido � muchos; Y t� mi refugio fuerte. Sea llena mi boca de tu alabanza, De tu gloria todo el d�a. No me deseches en el tiempo de la vejez; Cuando mi fuerza se acabare, no me desampares. Porque mis enemigos han tratado de m�; Y los que acechan mi alma, consultaron juntamente. Diciendo: Dios lo ha dejado: Perseguid y tomadle, porque no hay quien le libre. Oh Dios, no te alejes de m�: Dios m�o, acude presto � mi socorro. Sean avergonzados, fallezcan los adversarios de mi alma; Sean cubiertos de verg�enza y de confusi�n los que mi mal buscan. Mas yo siempre esperar�, Y a�adir� sobre toda tu alabanza. Mi boca publicar� tu justicia Y tu salud todo el d�a, Aunque no s� el n�mero de ellas. Vendr� � las valent�as del Se�or Jehov�: Har� memoria de sola tu justicia. Oh Dios, ense��steme desde mi mocedad; Y hasta ahora he manifestado tus maravillas. Y aun hasta la vejez y las canas; oh Dios, no me desampares, Hasta que denuncie tu brazo � la posteridad, Tus valent�as � todos los que han de venir. Y tu justicia, oh Dios, hasta lo excelso; Porque has hecho grandes cosas: Oh Dios, �qui�n como t�? T�, que me has hecho ver muchas angustias y males, Volver�s � darme vida, Y de nuevo me levantar�s de los abismos de la tierra. Aumentar�s mi grandeza, Y volver�s � consolarme. Asimismo yo te alabar� con instrumento de salterio, Oh Dios m�o: tu verdad cantar� yo � ti en el arpa, Oh Santo de Israel. Mis labios cantar�n cuando � ti salmeare, Y mi alma, � la cual redimiste. Mi lengua hablar� tambi�n de tu justicia todo el d�a: Por cuanto fueron avergonzados, porque fueron confusos los que mi mal procuraban. Salmos 72OH Dios, da tus juicios al rey, Y tu justicia al hijo del rey. El juzgar� tu pueblo con justicia, Y tus afligidos con juicio. Los montes llevar�n paz al pueblo, Y los collados justicia. Juzgar� los afligidos del pueblo, Salvar� los hijos del menesteroso, Y quebrantar� al violento. Temerte han mientras duren el sol Y la luna, por generaci�n de generaciones. Descender� como la lluvia sobre la hierba cortada; Como el roc�o que destila sobre la tierra. Florecer� en sus d�a justicia, Y muchedumbre de paz, hasta que no haya luna. Y dominar� de mar � mar, Y desde el r�o hasta los cabos de la tierra. Delante de �l se postrar�n los Etiopes; Y sus enemigos lamer�n la tierra. Los reyes de Tharsis y de las islas traer�n presentes: Los reyes de Sheba y de Seba ofrecer�n dones. Y arrodillarse han � �l todos los reyes; Le servir�n todas las gentes. Porque �l librar� al menesteroso que clamare, Y al afligido que no tuviere quien le socorra. Tendr� misericordia del pobre y del menesteroso, Y salvar� las almas de los pobres. De enga�o y de violencia redimir� sus almas: Y la sangre de ellos ser� preciosa en sus ojos. Y vivir�, y dar�sele del oro de Seba; Y orar�se por �l continuamente; Todo el d�a se le bendecir�. Ser� echado un pu�o de grano en tierra, en las cumbres de los montes; Su fruto har� ruido como el L�bano, Y los de la ciudad florecer�n como la hierba de la tierra. Ser� su nombre para siempre, Perpetuar�se su nombre mientras el sol dure: Y benditas ser�n en �l todas las gentes: Llamarlo han bienaventurado. Bendito Jehov� Dios, el Dios de Israel, Que solo hace maravillas. Y bendito su nombre glorioso para siempre: Y toda la tierra sea llena de su gloria. Am�n y Am�n. Ac�banse las oraciones de David, hijo de Isa�. Salmos 73CIERTAMENTE bueno es Dios � Israel, A los limpios de coraz�n. Mas yo, casi se deslizaron mis pies; Por poco resbalaron mis pasos. Porque tuve envidia de los insensatos, Viendo la prosperidad de los imp�os. Porque no hay ataduras para su muerte; Antes su fortaleza est� entera. No est�n ellos en el trabajo humano; Ni son azotados con los otros hombres. Por tanto soberbia los corona: C�brense de vestido de violencia. Sus ojos est�n salidos de gruesos: Logran con creces los antojos del coraz�n. Solt�ronse, y hablan con maldad de hacer violencia; Hablan con altaner�a. Ponen en el cielo su boca, Y su lengua pasea la tierra. Por eso su pueblo vuelve aqu�, Y aguas de lleno le son exprimidas. Y dicen: �C�mo sabe Dios? �Y hay conocimiento en lo alto? He aqu� estos imp�os, Sin ser turbados del mundo, alcanzaron riquezas. Verdaderamente en vano he limpiado mi coraz�n, Y lavado mis manos en inocencia; Pues he sido azotado todo el d�a, Y empezaba mi castigo por las ma�anas. Si dijera yo, Discurrir� de esa suerte; He aqu� habr�a negado la naci�n de tus hijos: Pensar� pues para saber esto: Es � mis ojos duro trabajo, Hasta que venido al santuario de Dios, Entender� la postrimer�a de ellos. Ciertamente los has puesto en deslizaderos; En asolamientos los har�s caer. �C�mo han sido asolados! �cu�n en un punto! Acab�ronse, fenecieron con turbaciones. Como sue�o del que despierta, As�, Se�or, cuando despertares, menospreciar�s sus apariencias. Desazon�se � la verdad mi coraz�n, Y en mis ri�ones sent�a punzadas. Mas yo era ignorante, y no entend�a: Era como una bestia acerca de ti. Con todo, yo siempre estuve contigo: Trabaste de mi mano derecha. Hasme guiado seg�n tu consejo, Y despu�s me recibir�s en gloria. �A qui�n tengo yo en los cielos? Y fuera de ti nada deseo en la tierra. Mi carne y mi coraz�n desfallecen: Mas la roca de mi coraz�n y mi porci�n es Dios para siempre. Porque he aqu�, los que se alejan de ti perecer�n: T� cortar�s � todo aquel que fornicando, de ti se aparta. Y en cuanto � m�, el acercarme � Dios es el bien: He puesto en el Se�or Jehov� mi esperanza, Para contar todas tus obras. Salmos 74�POR qu�, oh Dios, nos has desechado para siempre? �Por qu� ha humeado tu furor contra las ovejas de tu dehesa? Acu�rdate de tu congregaci�n, que adquiriste de antiguo, Cuando redimiste la vara de tu heredad; Este monte de Si�n, donde has habitado. Levanta tus pies � los asolamientos eternos: A todo enemigo que ha hecho mal en el santuario. Tus enemigos han bramado en medio de tus sinagogas: Han puesto sus divisas por se�as. Cualquiera se hac�a famoso seg�n que hab�a levantado El hacha sobre los gruesos maderos. Y ahora con hachas y martillos Han quebrado todas sus entalladuras. Han puesto � fuego tus santuarios, Han profanado el tabern�culo de tu nombre ech�ndolo � tierra. Dijeron en su coraz�n: Destruy�moslos de una vez; Han quemado todas las sinagogas de Dios en el tierra. No vemos ya nuestras se�ales: No hay m�s profeta; Ni con nosotros hay quien sepa hasta cu�ndo. �Hasta cu�ndo, oh Dios, el angustiador nos afrentar�? �Ha de blasfemar el enemigo perpetuamente tu nombre? �Por qu� retraes tu mano, y tu diestra? �Por qu� la escondes dentro de tu seno? Empero Dios es mi rey ya de antiguo; El que obra saludes en medio de la tierra. T� hendiste la mar con tu fortaleza: Quebrantaste cabezas de ballenas en las aguas. T� magullaste las cabezas del leviath�n; D�stelo por comida al pueblo de los desiertos. T� abriste fuente y r�o; T� secaste r�os impetuosos. Tuyo es el d�a, tuya tambi�n es la noche: T� aparejaste la luna y el sol. T� estableciste todos los t�rminos de la tierra: El verano y el invierno t� los formaste. Acuerd�te de esto: que el enemigo ha dicho afrentas � Jehov�, Y que el pueblo insensato ha blasfemado tu nombre. No entregues � las bestias el alma de tu t�rtola: Y no olvides para siempre la congregaci�n de tus afligidos. Mira al pacto: Porque las tenebrosidades de la tierra llenas est�n de habitaciones de violencia. No vuelva avergonzado el abatido: El afligido y el menesteroso alabar�n tu nombre. Lev�ntate, oh Dios, aboga tu causa: Acu�rdate de c�mo el insensato te injuria cada d�a. No olvides las voces de tus enemigos: El alboroto de los que se levantan contra ti sube continuamente. Salmos 75ALABAR�MOSTE, oh Dios, alabaremos; Que cercano est� tu nombre: Cuenten tus maravillas. Cuando yo tuviere tiempo, Yo juzgar� rectamente. Arruin�base la tierra y sus moradores: Yo sostengo sus columnas. (Selah.) Dije � los insensatos: No os infatu�is; Y � los imp�os: No levant�is el cuerno: No levant�is en alto vuestro cuerno; No habl�is con cerviz erguida. Porque ni de oriente, ni de occidente, Ni del desierto viene el ensalzamiento. Mas Dios es el juez: A �ste abate, y � aquel ensalza. Porque el c�liz est� en la mano de Jehov�, y el vino es tinto, Lleno de mistura; y �l derrama del mismo: Ciertamente sus heces chupar�n y beber�n todos los imp�os de la tierra. Mas yo anunciar� siempre, Cantar� alabanzas al Dios de Jacob. Y quebrar� todos los cuernos de los pecadores: Los cuernos del justo ser�n ensalzados. Salmos 76DIOS es conocido en Jud�: En Israel es grande su nombre. Y en Salem est� su tabern�culo, Y su habitaci�n en Si�n. All� quebr� las saetas del arco, El escudo, y la espada, y tren de guerra. (Selah.) Ilustre eres t�; fuerte, m�s que los montes de caza. Los fuertes de coraz�n fueron despojados, durmieron su sue�o; Y nada hallaron en sus manos todos los varones fuertes. A tu reprensi�n, oh Dios de Jacob, El carro y el caballo fueron entorpecidos. T�, terrible eres t�: �Y qui�n parar� delante de ti, en comenzando tu ira? Desde los cielos hiciste oir juicio; La tierra tuvo temor y qued� suspensa, Cuando te levantaste, oh Dios, al juicio, Para salvar � todos los mansos de la tierra. (Selah.) Ciertamente la ira del hombre te acarrear� alabanza: T� reprimir�s el resto de las iras. Prometed, y pagad � Jehov� vuestro Dios: Todos los que est�n alrededor de �l, traigan presentes al Terrible. Cortar� �l el esp�ritu de los pr�ncipes: Terrible es � los reyes de la tierra. Salmos 77CON mi voz clam� � Dios, A Dios clam�, y �l me escuchar�. Al Se�or busqu� en el d�a de mi angustia: Mi mal corr�a de noche y no cesaba: Mi alma rehusaba consuelo. Acord�bame de Dios, y gritaba: Quej�bame, y desmayaba mi esp�ritu. (Selah.) Ten�as los p�rpados de mis ojos: Estaba yo quebrantado, y no hablaba. Consideraba los d�as desde el principio, Los a�os de los siglos. Acord�bame de mis canciones de noche; Meditaba con mi coraz�n, Y mi esp�ritu inquir�a. �Desechar� el Se�or para siempre, Y no volver� m�s � amar? �Hase acabado para siempre su misericordia? �Hase acabado la palabra suya para generaci�n y generaci�n? �Ha olvidado Dios el tener misericordia? �Ha encerrado con ira sus piedades? (Selah.) Y dije: Enfermedad m�a es esta; Traer� pues � la memoria los a�os de la diestra del Alt�simo. Acordar�me de las obras de JAH: S�, har� yo memoria de tus maravillas antiguas. Y meditar� en todas tus obras, Y hablar� de tus hechos. Oh Dios, en santidad es tu camino: �Qu� Dios grande como el Dios nuestro? T� eres el Dios que hace maravillas: T� hiciste notoria en los pueblos tu fortaleza. Con tu brazo redimiste � tu pueblo, A los hijos de Jacob y de Jos�. (Selah.) Vi�ronte las aguas, oh Dios; Vi�ronte las aguas, temieron; Y temblaron los abismos. Las nubes echaron inundaciones de aguas; Tronaron los cielos, Y discurrieron tus rayos. Anduvo en derredor el sonido de tus truenos; Los rel�mpagos alumbraron el mundo; Estremeci�se y tembl� la tierra. En la mar fu� tu camino, Y tus sendas en las muchas aguas; Y tus pisadas no fueron conocidas. Condujiste � tu pueblo como ovejas, Por mano de Mois�s y de Aar�n. Salmos 78ESCUCHA, pueblo m�o, mi ley: Inclinad vuestro o�do � las palabras de mi boca. Abrir� mi boca en par�bola; Hablar� cosas reservadas de antiguo: Las cuales hemos o�do y entendido; Que nuestros padres nos las contaron. No las encubriremos � sus hijos, Contando � la generaci�n venidera las alabanzas de Jehov�, Y su fortaleza, y sus maravillas que hizo. El estableci� testimonio en Jacob, Y pus� ley en Israel; La cual mand� � nuestros padres Que la notificasen � sus hijos; Para que lo sepa la generaci�n venidera, y los hijos que nacer�n; Y los que se levantar�n, lo cuenten � sus hijos; A fin de que pongan en Dios su confianza, Y no se olviden de las obras de Dios, Y guarden sus mandamientos: Y no sean como sus padres, Generaci�n contumaz y rebelde; Generaci�n que no apercibi� su coraz�n, Ni fu� fiel para con Dios su esp�ritu. Los hijos de Ephraim armados, flecheros, Volvieron las espaldas el d�a de la batalla. No guardaron el pacto de Dios, Ni quisieron andar en su ley: Antes se olvidaron de sus obras, Y de sus maravillas que les hab�a mostrado. Delante de sus padres hizo maravillas En la tierra de Egipto, en el campo de Zo�n. Rompi� la mar, � h�zolos pasar; E hizo estar las aguas como en un mont�n. Y llev�los de d�a con nube, Y toda la noche con resplandor de fuego. Hendi� las pe�as en el desierto: Y di�les � beber como de grandes abismos; Pues sac� de la pe�a corrientes, E hizo descender aguas como r�os. Empero aun tornaron � pecar contra �l, Enojando en la soledad al Alt�simo. Pues tentaron � Dios en su coraz�n, Pidiendo comida � su gusto. Y hablaron contra Dios, Diciendo: �Podr� poner mesa en el desierto? He aqu� ha herido la pe�a, y corrieron aguas, Y arroyos salieron ondeando: �Podr� tambi�n dar pan? �Aparejar� carne � su pueblo? Por tanto oy� Jehov�, � indign�se: Y encendi�se el fuego contra Jacob, Y el furor subi� tambi�n contra Israel; Por cuanto no hab�an cre�do � Dios, Ni hab�an confiado en su salud: A pesar de que mand� � las nubes de arriba, Y abri� las puertas de los cielos, E hizo llover sobre ellos man� para comer, Y di�les trigo de los cielos. Pan de nobles comi� el hombre: Envi�les comida � hartura. Movi� el solano en el cielo, Y trajo con su fortaleza el austro. E hizo llover sobre ellos carne como polvo, Y aves de alas como arena de la mar. E h�zolas caer en medio de su campo, Alrededor de sus tiendas. Y comieron, y hart�ronse mucho: Cumpli�les pues su deseo. No hab�an quitado de s� su deseo, Aun estaba su vianda en su boca, Cuando vino sobre ellos el furor de Dios, Y mat� los m�s robustos de ellos, Y derribo los escogidos de Israel. Con todo esto pecaron a�n, Y no dieron cr�dito � sus maravillas. Consumi� por tanto en nada sus d�as, Y sus a�os en la tribulaci�n. Si los mataba, entonces buscaban � Dios; Entonces se volv�an sol�citos en busca suya. Y acord�banse que Dios era su refugio. Y el Dios Alto su redentor. Mas le lisonjeaban con su boca, Y con su lengua le ment�an: Pues sus corazones no eran rectos con �l, Ni estuvieron firmes en su pacto. Empero �l misericordioso, perdonaba la maldad, y no los destru�a: Y abund� para apartar su ira, Y no despert� todo su enojo. Y acord�se que eran carne; Soplo que va y no vuelve. �Cu�ntas veces lo ensa�aron en el desierto, Lo enojaron en la soledad! Y volv�an, y tentaban � Dios, Y pon�an l�mite al Santo de Israel. No se acordaron de su mano, Del d�a que los redimi� de angustia; Cuando puso en Egipto sus se�ales, Y sus maravillas en el campo de Zo�n; Y volvi� sus r�os en sangre, Y sus corrientes, porque no bebiesen. Envi� entre ellos una mistura de moscas que los com�an, Y ranas que los destruyeron. Di� tambi�n al pulg�n sus frutos, Y sus trabajos � la langosta. Sus vi�as destruy� con granizo, Y sus higuerales con piedra; Y entreg� al pedrisco sus bestias, Y al fuego sus ganados. Envi� sobre ellos el furor de su sa�a, Ira y enojo y angustia, Con misi�n de malos �ngeles. Dispuso el camino � su furor; No eximi� la vida de ellos de la muerte, Sino que entreg� su vida � la mortandad. E hiri� � todo primog�nito en Egipto, Las primicias de las fuerzas en las tiendas de Ch�m. Empero hizo salir � su pueblo como ovejas, Y llev�los por el desierto, como un reba�o. Y gui�los con seguridad, que no tuvieron miedo; Y la mar cubri� � sus enemigos. Meti�los despu�s en los t�rminos de su santuario, En este monte que gan� su mano derecha. Y ech� las gentes de delante de ellos, Y reparti�les una herencia con cuerdas; E hizo habitar en sus moradas � las tribus de Israel. Mas tentaron y enojaron al Dios Alt�simo, Y no guardaron sus testimonios; Sino que se volvieron, y se rebelaron como sus padres: Volvi�ronse como arco enga�oso. Y enoj�ronlo con sus altos, Y provoc�ronlo � celo con sus esculturas. Oy�lo Dios, y enoj�se, Y en gran manera aborreci� � Israel. Dej� por tanto el tabern�culo de Silo, La tienda en que habit� entre los hombres; Y di� en cautividad su fortaleza, Y su gloria en mano del enemigo. Entreg� tambi�n su pueblo � cuchillo, Y air�se contra su heredad. El fuego devor� sus mancebos, Y sus v�rgenes no fueron loadas en cantos nupciales. Sus sacerdotes cayeron � cuchillo, Y sus viudas no lamentaron. Entonces despert� el Se�or � la manera del que ha dormido, Como un valiente que grita excitado del vino: E hiri� � sus enemigos en las partes posteriores: Di�les perpetua afrenta. Y desech� el tabern�culo de Jos�, Y no escogi� la tribu de Ephraim. Sino que escogi� la tribu de Jud�, El monte de Si�n, al cual am�. Y edific� su santuario � manera de eminencia, Como la tierra que ciment� para siempre. Y eligi� � David su siervo, Y tom�lo de las majadas de las ovejas: De tras las paridas lo trajo, Para que apacentase � Jacob su pueblo, y � Israel su heredad. Y apacent�los con entereza de su coraz�n; Y pastore�los con la pericia de sus manos. Salmos 79OH Dios, vinieron las gentes � tu heredad; El templo de tu santidad han contaminado; Pusieron � Jerusalem en montones. Dieron los cuerpos de tus siervos por comida � las aves de los cielos; La carne de tus santos � las bestias de la tierra. Derramaron su sangre como agua en los alrededores de Jerusalem; Y no hubo quien los enterrase. Somos afrentados de nuestros vecinos, Escarnecidos y burlados de los que est�n en nuestros alrededores. �Hasta cu�ndo, oh Jehov�? �has de estar airado para siempre? �Arder� como fuego tu celo? Derrama tu ira sobre las gentes que no te conocen, Y sobre los reinos que no invocan tu nombre. Porque han consumido � Jacob, Y su morada han asolado. No recuerdes contra nosotros las iniquidades antiguas: Antic�pennos presto tus misericordias, Porque estamos muy abatidos. Ay�danos, oh Dios, salud nuestra, por la gloria de tu nombre: Y l�branos, y apl�cate sobre nuestros pecados por amor de tu nombre. Porque dir�n las gentes: �D�nde est� su Dios? Sea notoria en las gentes, delante de nuestros ojos, La venganza de la sangre de tus siervos, que fu� derramada. Entre ante tu acatamiento el gemido de los presos: Conforme � la grandeza de tu brazo preserva � los sentenciados � muerte. Y torna � nuestros vecinos en su seno siete tantos De su infamia, con que te han deshonrado, oh Jehov�. Y nosotros, pueblo tuyo, y ovejas de tu dehesa, Te alabaremos para siempre: Por generaci�n y generaci�n cantaremos tus alabanzas. Salmos 80OH Pastor de Israel, escucha: T� que pastoreas como � ovejas � Jos�, Que est�s entre querubines, resplandece. Despierta tu valent�a delante de Ephraim, y de Benjam�n, y de Manas�s, Y ven � salvarnos. Oh Dios, haznos tornar; Y haz resplandecer tu rostro, y seremos salvos. Jehov�, Dios de los ej�rcitos, �Hasta cu�ndo humear�s t� contra la oraci�n de tu pueblo? D�steles � comer pan de l�grimas, Y d�steles � beber l�grimas en gran abundancia. Pus�stenos por contienda � nuestros vecinos: Y nuestros enemigos se burlan entre s�. Oh Dios de los ej�rcitos, haznos tornar; Y haz resplandecer tu rostro, y seremos salvos. Hiciste venir una vid de Egipto: Echaste las gentes, y plant�stela. Limpiaste sitio delante de ella, E hiciste arraigar sus ra�ces, y llen� la tierra. Los montes fueron cubiertos de su sombra; Y sus sarmientos como cedros de Dios. Extendi� sus v�stagos hasta la mar, Y hasta el r�o sus mugrones. �Por qu� aportillaste sus vallados, Y la vendimian todos los que pasan por el camino? Estrope�la el puerco mont�s, Y paci�la la bestia del campo. Oh Dios de los ej�rcitos, vuelve ahora: Mira desde el cielo, y considera, y visita esta vi�a, Y la planta que plant� tu diestra, Y el renuevo que para ti corroboraste. Quemada � fuego est�, asolada: Perezcan por la reprensi�n de tu rostro. Sea tu mano sobre el var�n de tu diestra, Sobre el hijo del hombre que para ti corroboraste. As� no nos volveremos de ti: Vida nos dar�s, � invocaremos tu nombre. Oh Jehov�, Dios de los ej�rcitos, haznos tornar; Haz resplandecer tu rostro, y seremos salvos. Salmos 81CANTAD � Dios, fortaleza nuestra: Al Dios de Jacob celebrad con j�bilo. Tomad la canci�n, y ta�ed el adufe, El arpa deliciosa con el salterio. Tocad la trompeta en la nueva luna, En el d�a se�alado, en el d�a de nuestra solemnidad. Porque estatuto es de Israel, Ordenanza del Dios de Jacob. Por testimonio en Jos� lo ha constitu�do, Cuando sali� por la tierra de Egipto; Donde o� lenguaje que no entend�a. Apart� su hombro de debajo de la carga; Sus manos se quitaron de vasijas de barro. En la calamidad clamaste, y yo te libr�: Te respond� en el secreto del trueno; Te prob� sobre las aguas de Meriba. (Selah.) Oye, pueblo m�o y te protestar�. Israel, si me oyeres, No habr� en ti dios ajeno, Ni te encorvar�s � dios extra�o. Yo soy Jehov� tu Dios, Que te hice subir de la tierra de Egipto: Ensancha tu boca, y henchirla he. Mas mi pueblo no oy� mi voz, E Israel no me quiso � m�. Dej�los por tanto � la dureza de su coraz�n: Caminaron en sus consejos. �Oh, si me hubiera o�do mi pueblo, Si en mis caminos hubiera Israel andado! En una nada habr�a yo derribado sus enemigos, Y vuelto mi mano sobre sus adversarios. Los aborrecedores de Jehov� se le hubieran sometido; Y el tiempo de ellos fuera para siempre. Y Dios lo hubiera mantenido de grosura de trigo: Y de miel de la piedra te hubiera saciado. Salmos 82DIOS est� en la reuni�n de los dioses; En medio de los dioses juzga. �Hasta cu�ndo juzgar�is injustamente, Y aceptar�is las personas de los imp�os? (Selah.) Defended al pobre y al hu�rfano: Haced justicia al afligido y al menesteroso. Librad al afligido y al necesitado: Libradlo de mano de los imp�os. No saben, no entienden, Andan en tinieblas: Vacilan todos los cimientos de la tierra. Yo dije: Vosotros sois dioses. E hijos todos vosotros del Alt�simo. Empero como hombres morir�is. Y caer�is como cualquiera de los tiranos. Lev�ntate, oh Dios, juzga la tierra: Porque t� heredar�s en todas las gentes. Salmos 83OH Dios no tengas silencio: No calles, oh Dios, ni te est�s quieto. Porque he aqu� que braman tus enemigos; Y tus aborrecedores han alzado cabeza. Sobre tu pueblo han consultado astuta y secretamente, Y han entrado en consejo contra tus escondidos. Han dicho: Venid, y cort�moslos de ser pueblo, Y no haya m�s memoria del nombre de Israel. Por esto han conspirado de coraz�n � una, Contra ti han hecho liga; Los pabellones de los Idumeos y de los Ismaelitas, Moab y los Agarenos; Gebal, y Amm�n, y Amalec; Los Filisteos con los habitadores de Tiro. Tambi�n el Assur se ha juntado con ellos: Son por brazo � los hijos de Lot. (Selah.) Hazles como � Madi�n; Como � S�sara, como � Jab�n en el arroyo de Cis�n; Que perecieron en Endor, Fueron hechos muladar de la tierra. Pon � ellos y � sus capitanes como � Oreb y como � Zeeb; Y como � Zeba y como � Zalmunna, � todos sus pr�ncipes; Que han dicho: Heredemos para nosotros Las moradas de Dios. Dios m�o, ponlos como � torbellinos; Como � hojarascas delante del viento. Como fuego que quema el monte, Como llama que abrasa las bre�as. Pers�guelos as� con tu tempestad, Y as�mbralos con tu torbellino. Llena sus rostros de verg�enza; Y busquen tu nombre, oh Jehov�. Sean afrentados y turbados para siempre; Y sean deshonrados, y perezcan. Y conozcan que tu nombre es JEHOVA; T� solo Alt�simo sobre toda la tierra. Salmos 84�CUAN amables son tus moradas, oh Jehov� de los ej�rcitos! Codicia y aun ardientemente desea mi alma los atrios de Jehov�: Mi coraz�n y mi carne cantan al Dios vivo. Aun el gorri�n halla casa, Y la golondrina nido para s�, donde ponga sus pollos En tus altares, oh Jehov� de los ej�rcitos, Rey m�o, y Dios m�o. Bienaventurados los que habitan en tu casa: Perpetuamente te alabar�n (Selah.) Bienaventurado el hombre que tiene su fortaleza en ti; En cuyo coraz�n est�n tus caminos. Atravesando el valle de Baca p�nenle por fuente, Cuando la lluvia llena los estanques. Ir�n de fortaleza en fortaleza, Ver�n � Dios en Si�n. Jehov� Dios de los ej�rcitos, oye mi oraci�n: Escucha, oh Dios de Jacob (Selah.) Mira, oh Dios, escudo nuestro, Y pon los ojos en el rostro de tu ungido. Porque mejor es un d�a en tus atrios que mil fuera de ellos: Escoger�a antes estar � la puerta de la casa de mi Dios, Que habitar en las moradas de maldad. Porque sol y escudo es Jehov� Dios: Gracia y gloria dar� Jehov�: No quitar� el bien � los que en integridad andan. Jehov� de los ej�rcitos, Dichoso el hombre que en ti conf�a. Salmos 85FUISTE propicio � tu tierra, oh Jehov�: Volviste la cautividad de Jacob. Perdonaste la iniquidad de tu pueblo; Todos los pecados de ellos cubriste. (Selah.) Dejaste toda tu sa�a: Te volviste de la ira de tu furor. Vu�lvenos, oh Dios, salud nuestra, Y haz cesar tu ira de sobre nosotros. �Estar�s enojado contra nosotros para siempre? �Extender�s tu ira de generaci�n en generaci�n? �No volver�s t� � darnos vida, Y tu pueblo se alegrar� en ti? Mu�stranos, oh Jehov�, tu misericordia, Y danos tu salud. Escuchar� lo que hablar� el Dios Jehov�: Porque hablar� paz � su pueblo y � sus santos, Para que no se conviertan � la locura. Ciertamente cercana est� su salud � los que le temen; Para que habite la gloria en nuestra tierra. La misericordia y la verdad se encontraron: La justicia y la paz se besaron. La verdad brotar� de la tierra; Y la justicia mirar� desde los cielos. Jehov� dar� tambi�n el bien; Y nuestra tierra dar� su fruto. La justicia ir� delante de �l; Y sus pasos pondr� en camino. Salmos 86INCLINA, oh Jehov�, tu o�do, y �yeme; Porque estoy afligido y menesteroso. Guarda mi alma, porque soy p�o: Salva t�, oh Dios m�o, � tu siervo que en ti conf�a. Ten misericordia de m�, oh Jehov�: Porque � ti clamo todo el d�a. Alegra el alma de tu siervo: Porque � ti, oh Se�or, levanto mi alma. Porque t�, Se�or, eres bueno y perdonador, Y grande en misericordia para con todos los que te invocan. Escucha, oh Jehov�, mi oraci�n, Y est� atento � la voz de mis ruegos. En el d�a de mi angustia te llamar�: Porque t� me respondes. Oh Se�or, ninguno hay como t� entre los dioses, Ni obras que igualen tus obras. Todas las gentes que hiciste vendr�n y se humillar�n delante de ti, Se�or; Y glorificar�n tu nombre. Porque t� eres grande, y hacedor de maravillas: T� solo eres Dios. Ens��ame, oh Jehov�, tu camino; caminar� yo en tu verdad: Consolida mi coraz�n para que tema tu nombre. Te alabar�, oh Jehov� Dios m�o, con todo mi coraz�n; Y glorificar� tu nombre para siempre. Porque tu misericordia es grande para conmigo; Y has librado mi alma del hoyo profundo. Oh Dios, soberbios se levantaron contra m�, Y conspiraci�n de fuertes ha buscado mi alma, Y no te pusieron delante de s�. Mas t�, Se�or, Dios misericordioso y clemente, Lento para la ira, y grande en misericordia y verdad; M�rame, y ten misericordia de m�: Da tu fortaleza � tu siervo, Y guarda al hijo de tu sierva. Haz conmigo se�al para bien, Y ve�nla los que me aborrecen, y sean avergonzados; Porque t�, Jehov�, me ayudaste, y me consolaste. Salmos 87SU cimiento es en montes de santidad. Ama Jehov� las puertas de Si�n M�s que todas las moradas de Jacob. Cosas ilustres son dichas de ti, Ciudad de Dios. (Selah.) Yo me acordar� de Rahab y de Babilonia entre los que me conocen: He aqu� Palestina, y Tiro, con Etiop�a: Este naci� all�. Y de Si�n se dir�: Este y aqu�l han nacido en ella; Y fortificar�la el mismo Alt�simo. Jehov� contar� cuando se escribieren los pueblos: Este naci� all�. (Selah.) Y cantores y ta�edores en ella dir�n: Todas mis fuentes estar�n en ti. Salmos 88OH Jehov�, Dios de mi salud, D�a y noche clamo delante de ti. Entre mi oraci�n en tu presencia: Inclina tu o�do � mi clamor. Porque mi alma est� harta de males, Y mi vida cercana al sepulcro. Soy contado con los que descienden al hoyo, Soy como hombre sin fuerza: Libre entre los muertos, Como los matados que yacen en el sepulcro, Que no te acuerdas m�s de ellos, Y que son cortados de tu mano. Hasme puesto en el hoyo profundo, En tinieblas, en honduras. Sobre m� se ha acostado tu ira, Y me has afligido con todas tus ondas. (Selah.) Has alejado de m� mis conocidos: Hasme puesto por abominaci�n � ellos: Encerrado estoy, y no puedo salir. Mis ojos enfermaron � causa de mi aflicci�n: Hete llamado, oh Jehov�, cada d�a; He extendido � ti mis manos. �Har�s t� milagro � los muertos? �Levantar�nse los muertos para alabarte? (Selah.) �Ser� contada en el sepulcro tu misericordia, O tu verdad en la perdici�n? �Ser� conocida en las tinieblas tu maravilla, Ni tu justicia en la tierra del olvido? Mas yo � ti he clamado, oh Jehov�; Y de ma�ana mi oraci�n te previno. �Por qu�, oh Jehov�, desechas mi alma? �Por qu� escondes de m� tu rostro? Yo soy afligido y menesteroso: Desde la mocedad he llevado tus terrores, he estado medroso. Sobre m� han pasado tus iras; Tus espantos me han cortado. Hanme rodeado como aguas de continuo; Hanme cercado � una. Has alejado de m� el enemigo y el compa�ero; Y mis conocidos se esconden en la tiniebla. Salmos 89LAS misericordias de Jehov� cantar� perpetuamente; En generaci�n y generaci�n har� notoria tu verdad con mi boca. Porque dije: Para siempre ser� edificada misericordia; En los mismos cielos apoyar�s tu verdad. Hice alianza con mi escogido; Jur� � David mi siervo: diciendo. Para siempre confirmar� tu simiente, Y edificar� tu trono por todas las generaciones. (Selah.) Y celebrar�n los cielos tu maravilla, oh Jehov�; Tu verdad tambi�n en la congregaci�n de los santos. Porque �qui�n en los cielos se igualar� con Jehov�? �Qui�n ser� semejante � Jehov� entre los hijos de los potentados? Dios terrible en la grande congregaci�n de los santos, Y formidable sobre todos cuantos est�n alrededor suyo. Oh Jehov�, Dios de los ej�rcitos, �Qui�n como t�? Poderoso eres, Jehov�, Y tu verdad est� en torno de ti. T� tienes dominio sobre la bravura de la mar: Cuando se levantan sus ondas, t� las sosiegas. T� quebrantaste � Rahab como � un muerto: Con el brazo de tu fortaleza esparciste � tus enemigos. Tuyos los cielos, tuya tambi�n la tierra: El mundo y su plenitud, t� lo fundaste. Al aquil�n y al austro t� los criaste: Tabor y Herm�n cantar�n en tu nombre. Tuyo el brazo con valent�a; Fuerte es tu mano, ensalzada tu diestra. Justicia y juicio son el asiento de tu trono: Misericordia y verdad van delante de tu rostro. Bienaventurado el pueblo que sabe aclamarte: Andar�n, oh Jehov�, � la luz de tu rostro. En tu nombre se alegrar�n todo el d�a; Y en tu justicia ser�n ensalzados. Porque t� eres la gloria de su fortaleza; Y por tu buena voluntad ensalzar�s nuestro cuerno. Porque Jehov� es nuestro escudo; Y nuestro rey es el Santo de Israel. Entonces hablaste en visi�n � tu santo, Y dijiste: Yo he puesto el socorro sobre valiente; He ensalzado un escogido de mi pueblo. Hall� � David mi siervo; Ung�lo con el aceite de mi santidad. Mi mano ser� firme con �l, Mi brazo tambi�n lo fortificar�. No lo avasallar� enemigo, Ni hijo de iniquidad lo quebrantar�. Mas yo quebrantar� delante de �l � sus enemigos, Y herir� � sus aborrecedores. Y mi verdad y mi misericordia ser�n con �l; Y en mi nombre ser� ensalzado su cuerno. Asimismo pondr� su mano en la mar, Y en los r�os su diestra. El me llamar�: Mi padre eres t�, Mi Dios, y la roca de mi salud. Yo tambi�n le pondr� por primog�nito, Alto sobre los reyes de la tierra. Para siempre le conservar� mi misericordia; Y mi alianza ser� firme con �l. Y pondr� su simiente para siempre, Y su trono como los d�as de los cielos. Si dejaren sus hijos mi ley, Y no anduvieren en mis juicios; Si profanaren mis estatutos, Y no guardaren mis mandamientos; Entonces visitar� con vara su rebeli�n, Y con azotes sus iniquidades. Mas no quitar� de �l mi misericordia, Ni falsear� mi verdad. No olvidar� mi pacto, Ni mudar� lo que ha salido de mis labios. Una vez he jurado por mi santidad, Que no mentir� � David. Su simiente ser� para siempre, Y su trono como el sol delante de m�. Como la luna ser� firme para siempre, Y como un testigo fiel en el cielo. (Selah.) Mas t� desechaste y menospreciaste � tu ungido; Y te has airado con �l. Rompiste el pacto de tu siervo; Has profanado su corona hasta la tierra. Aportillaste todos sus vallados; Has quebrantado sus fortalezas. Menoscab�ronle todos los que pasaron por el camino: Es oprobio � sus vecinos. Has ensalzado la diestra de sus enemigos; Has alegrado � todos sus adversarios. Embotaste asimismo el filo de su espada, Y no lo levantaste en la batalla. Hiciste cesar su brillo, Y echaste su trono por tierra. Has acortado los d�as de su juventud; Hasle cubierto de afrenta. (Selah.) �Hasta cu�ndo, oh Jehov�? �te esconder�s para siempre? �Arder� tu ira como el fuego? Acu�rdate de cu�n corto sea mi tiempo: �Por qu� habr�s criado en vano � todos los hijos del hombre? �Qu� hombre vivir� y no ver� muerte? �Librar�s su vida del poder del sepulcro? (Selah.) Se�or, �d�nde est�n tus antiguas misericordias, Que juraste � David por tu verdad? Se�or, acu�rdate del oprobio de tus siervos; Oprobio que llevo yo en mi seno de muchos pueblos. Porque tus enemigos, oh Jehov�, han deshonrado, Porque tus enemigos han deshonrado los pasos de tu ungido. Bendito Jehov� para siempre. Am�n, y Am�n. Salmos 90SE�OR, t� nos has sido refugio En generaci�n y en generaci�n. Antes que naciesen los montes Y formases la tierra y el mundo, Y desde el siglo y hasta el siglo, t� eres Dios. Vuelves al hombre hasta ser quebrantado, Y dices: Convert�os, hijos de los hombres. Porque mil a�os delante de tus ojos, Son como el d�a de ayer, que pas�, Y como una de las vigilias de la noche. H�ceslos pasar como avenida de aguas; son como sue�o; Como la hierba que crece en la ma�ana: En la ma�ana florece y crece; A la tarde es cortada, y se seca. Porque con tu furor somos consumidos, Y con tu ira somos conturbados. Pusiste nuestras maldades delante de ti, Nuestros yerros � la luz de tu rostro. Porque todos nuestros d�as declinan � causa de tu ira; Acabamos nuestros a�os como un pensamiento. Los d�as de nuestra edad son setenta a�os; Que si en los m�s robustos son ochenta a�os, Con todo su fortaleza es molestia y trabajo; Porque es cortado presto, y volamos. �Qui�n conoce la fortaleza de tu ira, Y tu indignaci�n seg�n que debes ser temido? Ens��anos de tal modo � contar nuestros d�as, Que traigamos al coraz�n sabidur�a. Vu�lvete, oh Jehov�: �hasta cu�ndo? Y apl�cate para con tus siervos. S�cianos presto de tu misericordia: Y cantaremos y nos alegraremos todos nuestros d�as. Al�granos conforme � los d�as que nos afligiste, Y los a�os que vimos mal. Aparezca en tus siervos tu obra, Y tu gloria sobre sus hijos. Y sea la luz de Jehov� nuestro Dios sobre nosotros: Y ordena en nosotros la obra de nuestras manos, La obra de nuestras manos confirma. Salmos 91EL que habita al abrigo del Alt�simo, Morar� bajo la sombra del Omnipotente. Dir� yo � Jehov�: Esperanza m�a, y castillo m�o; Mi Dios, en �l confiar�. Y �l te librar� del lazo del cazador: De la peste destruidora. Con sus plumas te cubrir�, Y debajo de sus alas estar�s seguro: Escudo y adarga es su verdad. No tendr�s temor de espanto nocturno, Ni de saeta que vuele de d�a; Ni de pestilencia que ande en oscuridad, Ni de mortandad que en medio del d�a destruya. Caer�n � tu lado mil, Y diez mil � tu diestra: Mas � ti no llegar�. Ciertamente con tus ojos mirar�s, Y ver�s la recompensa de los imp�os. Porque t� has puesto � Jehov�, que es mi esperanza. Al Alt�simo por tu habitaci�n, No te sobrevendr� mal, Ni plaga tocar� tu morada. Pues que � sus �ngeles mandar� acerca de ti, Que te guarden en todos tus caminos. En las manos te llevar�n, Porque tu pie no tropiece en piedra. Sobre el le�n y el basilisco pisar�s; Hollar�s al cachorro del le�n y al drag�n. Por cuanto en m� ha puesto su voluntad, yo tambi�n lo librar�: Pondr�lo en alto, por cuanto ha conocido mi nombre. Me invocar�, y yo le responder�: Con �l estare yo en la angustia: Lo librar�, y le glorificar�. Saciar�lo de larga vida, Y mostrar�le mi salud. Salmos 92BUENO es alabar � Jehov�, Y cantar salmos � tu nombre, oh Alt�simo; Anunciar por la ma�ana tu misericordia, Y tu verdad en las noches, En el decacordio y en el salterio, En tono suave con el arpa. Por cuanto me has alegrado, oh Jehov�, con tus obras; En las obras de tus manos me gozo. �Cu�n grandes son tus obras, oh Jehov�! Muy profundos son tus pensamientos. El hombre necio no sabe, Y el insensato no entiende esto: Que brotan los imp�os como la hierba, Y florecen todos los que obran iniquidad, Para ser destru�dos para siempre. Mas t�, Jehov�, para siempre eres Alt�simo. Porque he aqu� tus enemigos, oh Jehov�, Porque he aqu�, perecer�n tus enemigos; Ser�n disipados todos los que obran maldad. Empero t� ensalzar�s mi cuerno como el de unicornio: Ser� ungido con aceite fresco. Y mirar�n mis ojos sobre mis enemigos: Oir�n mis o�dos de los que se levantaron contra m�, de los malignos. El justo florecer� como la palma: Crecer� como cedro en el L�bano. Plantados en la casa de Jehov�, En los atrios de nuestro Dios florecer�n. Aun en la vejez fructificar�n; Estar�n vigorosos y verdes; Para anunciar que Jehov� mi fortaleza es recto. Y que en �l no hay injusticia. Salmos 93JEHOVA reina, visti�se de magnificencia, Visti�se Jehov�, ci�ose de fortaleza; Afirm� tambi�n el mundo, que no se mover�. Firme es tu trono desde entonces: T� eres eternalmente. Alzaron los r�os, oh Jehov�, Alzaron los r�os su sonido; Alzaron los r�os sus ondas. Jehov� en las alturas es m�s poderoso Que el estruendo de las muchas aguas, M�s que las recias ondas de la mar. Tus testimonios son muy firmes: La santidad conviene � tu casa, Oh Jehov�, por los siglos y para siempre. Salmos 94JEHOVA, Dios de las venganzas, Dios de las venganzas, mu�strate. Ens�lzate, oh Juez de la tierra: Da el pago � los soberbios. �Hasta cu�ndo los imp�os, Hasta cu�ndo, oh Jehov�, se gozar�n los imp�os? �Hasta cu�ndo pronunciar�n, hablar�n cosas duras, Y se vanagloriar�n todos los que obran iniquidad? A tu pueblo, oh Jehov�, quebrantan, Y � tu heredad afligen. A la viuda y al extanjero matan, Y � los hu�rfanos quitan la vida. Y dijeron: No ver� JAH, Ni entender� el Dios de Jacob. Entended, necios del pueblo; Y vosotros fatuos, �cu�ndo ser�is sabios? El que plant� el o�do, �no oir�? El que form� el ojo, �no ver�? El que castiga las gentes, �no reprender�? �No sabr� el que ense�a al hombre la ciencia? Jehov� conoce los pensamientos de los hombres, Que son vanidad. Bienaventurado el hombre � quien t�, JAH, castigares, Y en tu ley lo instruyeres; Para tranquilizarle en los d�as de aflicci�n, En tanto que para el imp�o se cava el hoyo. Porque no dejar� Jehov� su pueblo, Ni desamparar� su heredad; Sino que el juicio ser� vuelto � justicia, Y en pos de ella ir�n todos los rectos de coraz�n. �Qui�n se levantar� por m� contra los malignos? �Qui�n estar� por m� contra los que obran iniquidad? Si no me ayudara Jehov�, Presto morara mi alma en el silencio. Cuando yo dec�a: Mi pie resbala: Tu misericordia, oh Jehov�, me sustentaba. En la multitud de mis pensamientos dentro de m�, Tus consolaciones alegraban mi alma. �Juntar�se contigo el trono de iniquidades, Que forma agravio en el mandamiento? P�nense en corros contra la vida del justo, Y condenan la sangre inocente. Mas Jehov� me ha sido por refugio; Y mi Dios por roca de mi confianza. Y �l har� tornar sobre ellos su iniquidad, Y los destruir� por su propia maldad; Los talar� Jehov� nuestro Dios. Salmos 95VENID, celebremos alegremente � Jehov�: Cantemos con j�bilo � la roca de nuestra salud. Lleguemos ante su acatamiento con alabanza; Aclam�mosle con c�nticos. Porque Jehov� es Dios grande; Y Rey grande sobre todos los dioses. Porque en su mano est�n las profundidades de la tierra, Y las alturas de los montes son suyas. Suya tambi�n la mar, pues �l la hizo; Y sus manos formaron la seca. Venid, adoremos y postr�monos; Arrodill�monos delante de Jehov� nuestro hacedor. Porque �l es nuestro Dios; Nosotros el pueblo de su dehesa, y ovejas de su mano. Si hoy oyereis su voz, No endurezc�is vuestro coraz�n como en Meriba, Como el d�a de Masa en el desierto; Donde me tentaron vuestros padres, Prob�ronme, y vieron mi obra. Cuarenta a�os estuve disgustado con la naci�n, Y dije: Pueblo es que divaga de coraz�n, Y no han conocido mis caminos. Por tanto jur� en mi furor Que no entrar�an en mi reposo. Salmos 96CANTAD � Jehov� canci�n nueva; Cantad � Jehov�, toda la tierra. Cantad � Jehov�, bendecid su nombre: Anunciad de d�a en d�a su salud. Contad entre las gentes su gloria, En todos los pueblos sus maravillas. Porque grande es Jehov�, y digno de suprema alabanza; Terrible sobre todos los dioses. Porque todos los dioses de los pueblos son �dolos: Mas Jehov� hizo los cielos. Alabanza y magnificencia delante de �l: Fortaleza y gloria en su santuario. Dad � Jehov�, oh familias de los pueblos, Dad � Jehov� la gloria y la fortaleza. Dad � Jehov� la honra debida � su nombre: Tomad presentes, y venid � sus atrios. Encorvaos � Jehov� en la hermosura de su santuario: Temed delante de �l, toda la tierra. Decid en las gentes: Jehov� rein�, Tambi�n afirm� el mundo, no ser� conmovido: Juzgar� � los pueblos en justicia. Al�grense los cielos, y g�cese la tierra: Brame la mar y su plenitud. Regoc�jese el campo, y todo lo que en �l est�: Entonces todos los �rboles del bosque rebosar�n de contento. Delante de Jehov� que vino: Porque vino � juzgar la tierra. Juzgar� al mundo con justicia, Y � los pueblos con su verdad. Salmos 97JEHOVA rein�: regoc�jese la tierra: Al�grense las muchas islas. Nube y oscuridad alrededor de �l: Justicia y juicio son el asiento de su trono. Fuego ir� delante de �l, Y abrasar� en derredor sus enemigos. Sus rel�mpagos alumbraron el mundo: La tierra vi�, y estremeci�se. Los montes se derritieron como cera delante de Jehov�, Delante del Se�or de toda la tierra. Los cielos denunciaron su justicia, Y todos los pueblos vieron su gloria. Averg��ncense todos los que sirven � las im�genes de talla, Los que se alaban de los �dolos: Los dioses todos � �l se encorven. Oy� Si�n, y alegr�se; Y las hijas de Jud�, Oh Jehov�, se gozaron por tus juicios. Porque t�, Jehov�, eres alto sobre toda la tierra: Eres muy ensalzado sobre todos los dioses. Los que � Jehov� am�is, aborreced el mal: Guarda �l las almas de sus santos; De mano de los imp�os los libra. Luz est� sembrada para el justo, Y alegr�a para los rectos de coraz�n. Alegraos, justos, en Jehov�: Y alabad la memoria de su santidad. Salmos 98CANTAD � Jehov� canci�n nueva; Porque ha hecho maravillas: Su diestra lo ha salvado, y su santo brazo. Jehov� ha hecho notoria su salud: En ojos de las gentes ha descubierto su justicia. Hase acordado de su misericordia y de su verdad para con la casa de Israel: Todos los t�rminos de la tierra han visto la salud de nuestro Dios. Cantad alegres � Jehov�, toda la tierra; Levantad la voz, y aplaudid, y salmead. Salmead � Jehov� con arpa; Con arpa y voz de c�ntico. Aclamad con trompetas y sonidos De bocina delante del rey Jehov�. Brame la mar y su plenitud; El mundo y los que en �l habitan; Los r�os batan las manos; Los montes todos hagan regocijo, Delante de Jehov�; porque vino � juzgar la tierra: Juzgar� al mundo con justicia, Y � los pueblos con rectitud. Salmos 99JEHOVA rein�, temblar�n los pueblos: El est� sentado sobre los querubines, conmover�se la tierra. Jehov� en Si�n es grande, Y ensalzado sobre todos los pueblos. Alaben tu nombre grande y tremendo: El es santo. Y la gloria del rey ama el juicio: T� confirmas la rectitud; T� has hecho en Jacob juicio y justicia. Ensalzad � Jehov� nuestro Dios, Y encorvaos al estrado de sus pies: El es santo. Mois�s y Aar�n entre sus sacerdotes, Y Samuel entre los que invocaron su nombre; Invocaban � Jehov�, y �l les respond�a. En columna de nube hablaba con ellos: Guardaban sus testimonios, y el estatuto que les hab�a dado. Jehov� Dios nuestro, t� les respond�as: T� les fuiste un Dios perdonador, Y vengador de sus obras. Ensalzad � Jehov� nuestro Dios, Y encorvaos al monte de su santidad; Porque Jehov� nuestro Dios es santo. Salmos 100CANTAD alegres � Dios, habitantes de toda la tierra. Servid � Jehov� con alegr�a: Venid ante su acatamiento con regocijo. Reconoced que Jehov� �l es Dios: El nos hizo, y no nosotros � nosotros mismos. Pueblo suyo somos, y ovejas de su prado. Entrad por sus puertas con reconocimiento, Por sus atrios con alabanza: Alabadle, bendecid su nombre. Porque Jehov� es bueno: para siempre es su misericordia, Y su verdad por todas las generaciones. Salmos 101MISERICORDIA y juicio cantar�: A ti cantar� yo, oh Jehov�. Entender� en el camino de la perfecci�n Cuando vinieres � m�: En integridad de mi coraz�n andar� en medio de mi casa. No pondr� delante de mis ojos cosa injusta: Aborrezco la obra de los que se desv�an: Ninguno de ellos se allegar� � m�. Coraz�n perverso se apartar� de m�; No conocer� al malvado. Al que solapadamente infama � su pr�jimo, yo le cortar�; No sufrir� al de ojos altaneros, y de coraz�n vanidoso. Mis ojos pondr� en los fieles de la tierra, para que est�n conmigo: El que anduviere en el camino de la perfecci�n, �ste me sevir�. No habitar� dentro de mi casa el que hace fraude: El que habla mentiras no se afirmar� delante de mis ojos. Por las ma�anas cortar� � todos los imp�os de la tierra; Para extirpar de la ciudad de Jehov� � todos los que obraren iniquidad. Salmos 102JEHOVA, oye mi oraci�n, Y venga mi clamor � ti. No escondas de m� tu rostro: en el d�a de mi angustia Inclina � m� tu o�do; El d�a que te invocare, apres�rate � responderme. Porque mis d�as se han consumido como humo; Y mis huesos cual tiz�n est�n quemados. Mi coraz�n fu� herido, y sec�se como la hierba; Por lo cual me olvid� de comer mi pan. Por la voz de mi gemido Mis huesos se han pegado � mi carne. Soy semejante al pel�cano del desierto; Soy como el buho de las soledades. Velo, y soy Como el p�jaro solitario sobre el tejado. Cada d�a me afrentan mis enemigos; Los que se enfurecen contra m�, hanse contra m� conjurado. Por lo que como la ceniza � manera de pan, Y mi bebida mezclo con lloro, A causa de tu enojo y de tu ira; Pues me alzaste, y me has arrojado. Mis d�as son como la sombra que se va; Y heme secado como la hierba. Mas t�, Jehov�, permanecer�s para siempre, Y tu memoria para generaci�n y generaci�n. T� levant�ndote, tendr�s misericordia de Si�n; Porque el tiempo de tener misericordia de ella, porque el plazo es llegado. Porque tus siervos aman sus piedras, Y del polvo de ella tienen compasi�n. Entonces temer�n las gentes el nombre de Jehov�, Y todos los reyes de la tierra tu gloria; Por cuanto Jehov� habr� edificado � Si�n, Y en su gloria ser� visto; Habr� mirado � la oraci�n de los solitarios, Y no habr� desechado el ruego de ellos. Escribirse ha esto para la generaci�n venidera: Y el pueblo que se criar�, alabar� � JAH. Porque mir� de lo alto de su santuario; Jehov� mir� de los cielos � la tierra, Para oir el gemido de los presos, Para soltar � los sentenciados � muerte; Porque cuenten en Si�n el nombre de Jehov�, Y su alabanza en Jerusalem, Cuando los pueblos se congregaren en uno, Y los reinos, para servir � Jehov�. El afligi� mi fuerza en el camino; Acort� mis d�as. Dije: Dios m�o, no me cortes en el medio de mis d�as: Por generaci�n de generaciones son tus a�os. T� fundaste la tierra antiguamente, Y los cielos son obra de tus manos. Ellos perecer�n, y t� permanecer�s; Y todos ellos como un vestido se envejecer�n; Como una ropa de vestir los mudar�s, y ser�n mudados: Mas t� eres el mismo, Y tus a�os no se acabar�n. Los hijos de tus siervos habitar�n, Y su simiente ser� afirmada delante de ti. Salmos 103BENDICE, alma m�a � Jehov�; Y bendigan todas mis entra�as su santo nombre. Bendice, alma m�a, � Jehov�, Y no olvides ninguno de sus beneficios. El es quien perdona todas tus iniquidades, El que sana todas tus dolencias; El que rescata del hoyo tu vida, El que te corona de favores y misericordias; El que sacia de bien tu boca De modo que te rejuvenezcas como el �guila. Jehov� el que hace justicia Y derecho � todos los que padecen violencia. Sus caminos notific� � Mois�s, Y � los hijos de Israel sus obras. Misericordioso y clemente es Jehov�; Lento para la ira, y grande en misericordia. No contender� para siempre, Ni para siempre guardar� el enojo. No ha hecho con nosotros conforme � nuestras iniquidades; Ni nos ha pagado conforme � nuestros pecados. Porque como la altura de los cielos sobre la tierra, Engrandeci� su misericordia sobre los que le temen. Cuanto est� lejos el oriente del occidente, Hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones. Como el padre se compadece de los hijos, Se compadece Jehov� de los que le temen. Porque �l conoce nuestra condici�n; Acu�rdase que somos polvo. El hombre, como la hierba son sus d�as, Florece como la flor del campo. Que pas� el viento por ella, y pereci�: Y su lugar no la conoce m�s. Mas la misericordia de Jehov� desde el siglo y hasta el siglo sobre los que le temen, Y su justicia sobre los hijos de los hijos; Sobre los que guardan su pacto, Y los que se acuerdan de sus mandamientos para ponerlos por obra. Jehov� afirm� en los cielos su trono; Y su reino domina sobre todos. Bendecid � Jehov�, vosotros sus �ngeles, Poderosos en fortaleza, que ejecut�is su palabra, Obedeciendo � la voz de su precepto. Bendecid � Jehov�, vosotros todos sus ej�rcitos, Ministros suyos, que hac�is su voluntad. Bendecid � Jehov�, vosotras todas sus obras, En todos los lugares de su se�or�o. Bendice, alma m�a � Jehov�. Salmos 104BENDICE, alma m�a, � Jehov�. Jehov�, Dios m�o, mucho te has engrandecido; Haste vestido de gloria y de magnificencia. El que se cubre de luz como de vestidura, Que extiende los cielos como una cortina; Que establece sus aposentos entre las aguas; El que pone las nubes por su carroza, El que anda sobre las alas del viento; El que hace � sus �ngeles esp�ritus, Sus ministros al fuego flameante. El fund� la tierra sobre sus basas; No ser� jam�s removida. Con el abismo, como con vestido, la cubriste; Sobre los montes estaban las aguas. A tu reprensi�n huyeron; Al sonido de tu trueno se apresuraron; Subieron los montes, descendieron los valles, Al lugar que t� les fundaste. Pus�steles t�rmino, el cual no traspasar�n; Ni volver�n � cubrir la tierra. T� eres el que env�as las fuentes por los arroyos; Van entre los montes. Abrevan � todas las bestias del campo: Quebrantan su sed los asnos montaraces. Junto � aquellos habitar�n las aves de los cielos; Entre las ramas dan voces. El que riega los montes desde sus aposentos: Del fruto de sus obras se sacia la tierra. El que hace producir el heno para las bestias, Y la hierba para el servicio del hombre; Sacando el pan de la tierra. Y el vino que alegra el coraz�n del hombre, Y el aceite que hace lucir el rostro, Y el pan que sustenta el coraz�n del hombre. Ll�nanse de jugo los �rboles de Jehov�, Los cedros del L�bano que �l plant�. All� anidan las aves; En las hayas hace su casa la cig�e�a. Los montes altos para las cabras monteses; Las pe�as, madrigueras para los conejos. Hizo la luna para los tiempos: El sol conoce su ocaso. Pone las tinieblas, y es la noche: En ella corretean todas las bestias de la selva. Los leoncillos braman � la presa, Y para buscar de Dios su comida. Sale el sol, rec�gense, Y �chanse en sus cuevas. Sale el hombre � su hacienda, Y � su labranza hasta la tarde. �Cu�n muchas son tus obras, oh Jehov�! Hiciste todas ellas con sabidur�a: La tierra est� llena de tus beneficios. Asimismo esta gran mar y ancha de t�rminos: En ella pescados sin n�mero, Animales peque�os y grandes. All� andan nav�os; All� este leviath�n que hiciste para que jugase en ella. Todos ellos esperan en ti, Para que les des su comida � su tiempo. Les das, recogen; Abres tu mano, h�rtanse de bien. Escondes tu rostro, t�rbanse: Les quitas el esp�ritu, dejan de ser, Y t�rnanse en su polvo. Env�as tu esp�ritu, cr�anse: Y renuevas la haz de la tierra. Sea la gloria de Jehov� para siempre; Al�grese Jehov� en sus obras; El cual mira � la tierra, y ella tiembla; Toca los montes, y humean. A Jehov� cantar� en mi vida: A mi Dios salmear� mientras viviere. Serme ha suave hablar de �l: Yo me alegrar� en Jehov�. Sean consumidos de la tierra los pecadores, Y los imp�os dejen de ser. Bendice, alma m�a, � Jehov�. Aleluya. Salmos 105ALABAD � Jehov�, invocad su nombre. Haced notorias sus obras en los pueblos. Cantadle, cantadle salmos: Hablad de todas sus maravillas. Gloriaos en su santo nombre: Al�grese el coraz�n de los que buscan � Jehov�. Buscad � Jehov�, y su fortaleza: Buscad siempre su rostro. Acordaos de sus maravillas que hizo, De sus prodigios y de los juicios de su boca, Oh vosotros, simiente de Abraham su siervo, Hijos de Jacob, sus escogidos. El es Jehov� nuestro Dios; En toda la tierra son sus juicios. Acord�se para siempre de su alianza; De la palabra que mand� para mil generaciones, La cual concert� con Abraham; Y de su juramento � Isaac. Y estableci�la � Jacob por decreto, A Israel por pacto sempiterno, Diciendo: A ti dar� la tierra de Cana�n Por cordel de vuestra heredad. Esto siendo ellos pocos hombres en n�mero, Y extranjeros en ella. Y anduvieron de gente en gente, De un reino � otro pueblo. No consinti� que hombre los agraviase; Y por causa de ellos castig� los reyes. No toqu�is, dijo, � mis ungidos, Ni hag�is mal � mis profetas. Y llam� al hambre sobre la tierra, Y quebrant� todo mantenimiento de pan. Envi� un var�n delante de ellos, A Jos�, que fu� vendido por siervo. Afligieron sus pies con grillos; En hierro fu� puesta su persona. Hasta la hora que lleg� su palabra, El dicho de Jehov� le prob�. Envi� el rey, y solt�le; El se�or de los pueblos, y desat�le. P�solo por se�or de su casa, Y por ense�oreador en toda su posesi�n; Para que reprimiera � sus grandes como �l quisiese, Y � sus ancianos ense�ara sabidur�a. Despu�s entr� Israel en Egipto, Y Jacob fu� extranjero en la tierra de Ch�m. Y multiplic� su pueblo en gran manera, E h�zolo fuerte m�s que sus enemigos. Volvi� el coraz�n de ellos para que aborreciesen � su pueblo, Para que contra sus siervos pensasen mal. Envi� � su siervo Mois�s, Y � Aar�n al cual escogi�. Pusieron en ellos las palabras de sus se�ales, Y sus prodigios en la tierra de Ch�m. Ech� tinieblas, � hizo oscuridad; Y no fueron rebeldes � su palabra. Volvi� sus aguas en sangre, Y mat� sus pescados. Produjo su tierra ranas, Aun en las c�maras de sus reyes. Dijo, y vinieron enjambres de moscas, Y piojos en todo su t�rmino. Volvi� en su tierra sus lluvias en granizo, Y en fuego de llamaradas. E hiri� sus vi�as y sus higueras, Y quebr� los �rboles de su t�rmino. Dijo, y vinieron langostas, Y pulg�n sin n�mero; Y comieron toda la hierba de su pa�s, Y devoraron el fruto de su tierra. Hiri� adem�s � todos los primog�nitos en su tierra, El principio de toda su fuerza. Y sac�los con plata y oro; Y no hubo en sus tribus enfermo. Egipto se alegr� de que salieran; Porque su terror hab�a ca�do sobre ellos. Extendi� una nube por cubierta, Y fuego para alumbrar la noche. Pidieron, � hizo venir codornices; Y saci�los de pan del cielo. Abri� la pe�a, y fluyeron aguas; Corrieron por los secadales como un r�o. Porque se acord� de su santa palabra, Dada � Abraham su siervo. Y sac� � su pueblo con gozo; Con j�bilo � sus escogidos. Y di�les las tierras de las gentes; Y las labores de las naciones heredaron: Para que guardasen sus estatutos, Y observasen sus leyes. Aleluya. Salmos 106ALELUYA. Alabad � Jehov�, porque es bueno; Porque para siempre es su misericordia. �Qui�n expresar� las valent�as de Jehov�? �Qui�n contar� sus alabanzas? Dichosos los que guardan juicio, Los que hacen justicia en todo tiempo. Acu�rdate de m�, oh Jehov�, seg�n tu benevolencia para con tu pueblo: Vis�tame con tu salud; Para que yo vea el bien de tus escogidos, Para que me goce en la alegr�a de tu gente, Y me glor�e con tu heredad. Pecamos con nuestros padres, Hicimos iniquidad, hicimos impiedad. Nuestros padres en Egipto no entendieron tus maravillas; No se acordaron de la muchedumbre de tus misericordias; Sino que se rebelaron junto � la mar, en el mar Bermejo. Salv�los empero por amor de su nombre, Para hacer notoria su fortaleza. Y reprendi� al mar Bermejo, y sec�lo; E h�zoles ir por el abismo, como por un desierto. Y salv�los de mano del enemigo, Y rescat�los de mano del adversario. Y cubrieron las aguas � sus enemigos: No qued� uno de ellos. Entonces creyeron � sus palabras, Y cantaron su alabanza. Apresur�ronse, olvid�ronse de sus obras; No esperaron en su consejo. Y desearon con ansia en el desierto; Y tentaron � Dios en la soledad. Y �l les di� lo que pidieron; Mas envi� flaqueza en sus almas. Tomaron despu�s celo contra Mois�s en el campo, Y contra Aar�n el santo de Jehov�. Abri�se la tierra, y trag� � Dath�n, Y cubri� la compa��a de Abiram. Y encendi�se el fuego en su junta; La llama quem� los imp�os. Hicieron becerro en Horeb, Y encorv�ronse � un vaciadizo. As� trocaron su gloria Por la imagen de un buey que come hierba. Olvidaron al Dios de su salud, Que hab�a hecho grandezas en Egipto; Maravillas en la tierra de Ch�m, Cosas formidables sobre el mar Bermejo. Y trat� de destruirlos, A no haberse puesto Mois�s su escogido al portillo delante de �l, A fin de apartar su ira, para que no los destruyese. Empero aborrecieron la tierra deseable: No creyeron � su palabra; Antes murmuraron en sus tiendas, Y no oyeron la voz de Jehov�. Por lo que alz� su mano � ellos, En orden � postrarlos en el desierto, Y humillar su simiente entre las gentes, Y esparcirlos por las tierras. Alleg�ronse asimismo � Baalpeor, Y comieron los sacrificios de los muertos. Y ensa�aron � Dios con sus obras, Y desarroll�se la mortandad en ellos. Entonces se levant� Phinees, � hizo juicio; Y se detuvo la plaga. Y fu�le contado � justicia De generaci�n en generaci�n para siempre. Tambi�n le irritaron en las aguas de Meriba: E hizo mal � Mois�s por causa de ellos; Porque hicieron se rebelase su esp�ritu, Como lo expres� con sus labios. No destruyeron los pueblos Que Jehov� les dijo; Antes se mezclaron con las gentes, Y aprendieron sus obras. Y sirvieron � sus �dolos; Los cuales les fueron por ruina. Y sacrificaron sus hijos y sus hijas � los demonios; Y derramaron la sangre inocente, la sangre de sus hijos y de sus hijas, Que sacrificaron � los �dolos de Cana�n: Y la tierra fu� contaminada con sangre. Contamin�ronse as� con sus obras, Y fornicaron con sus hechos. Encendi�se por tanto el furor de Jehov� sobre su pueblo, Y abomin� su heredad: Y entreg�los en poder de las gentes, Y ense�ore�ronse de ellos los que los aborrec�an. Y sus enemigos los oprimieron, Y fueron quebrantados debajo de su mano. Muchas veces los libr�; Mas ellos se rebelaron � su consejo, Y fueron humillados por su maldad. El con todo, miraba cuando estaban en angustia, Y o�a su clamor: Y acord�base de su pacto con ellos, Y arrepent�ase conforme � la muchedumbre de sus miseraciones. Hizo asimismo tuviesen de ellos misericordia todos los que los ten�an cautivos. S�lvanos, Jehov� Dios nuestro, Y j�ntanos de entre las gentes, Para que loemos tu santo nombre, Para que nos gloriemos en tus alabanzas. Bendito Jehov� Dios de Israel, Desde el siglo y hasta el siglo: Y diga todo el pueblo, Am�n. Aleluya. Salmos 107ALABAD � Jehov�, porque es bueno; Porque para siempre es su misericordia. Digan lo los redimidos de Jehov�, Los que ha redimido del poder del enemigo, Y los ha congregado de las tierras, Del oriente y del occidente, Del aquil�n y de la mar. Anduvieron perdidos por el desierto, por la soledad sin camino, No hallando ciudad de poblaci�n. Hambrientos y sedientos, Su alma desfallec�a en ellos. Habiendo empero clamado � Jehov� en su angustia, Libr�los de sus aflicciones: Y dirigi�los por camino derecho, Para que viniesen � ciudad de poblaci�n. Alaben la misericordia de Jehov�, Y sus maravillas para con los hijos de los hombres. Porque saci� al alma menesterosa, Y llen� de bien al alma hambrienta. Los que moraban en tinieblas y sombra de muerte, Aprisionados en aflicci�n y en hierros; Por cuanto fueron rebeldes � las palabras de Jehov�, Y aborrecieron el consejo del Alt�simo. Por lo que quebrant� �l con trabajo sus corazones, Cayeron y no hubo quien los ayudase; Luego que clamaron � Jehov� en su angustia, Libr�los de sus aflicciones. Sac�los de las tinieblas y de la sombra de muerte, Y rompi� sus prisiones. Alaben la misericordia de Jehov�, Y sus maravillas para con los hijos de los hombres. Porque quebrant� las puertas de bronce, Y desmenuz� los cerrojos de hierro. Los insensatos, � causa del camino de su rebeli�n Y � causa de sus maldades, fueron afligidos. Su alma abomin� toda vianda, Y llegaron hasta las puertas de la muerte. Mas clamaron � Jehov� en su angustia, Y salv�los de sus aflicciones. Envi� su palabra, y cur�los, Y libr�los de su ruina. Alaben la misericordia de Jehov�, Y sus maravillas para con los hijos de los hombres: Y sacrifiquen sacrificios de alabanza, Y publiquen sus obras con j�bilo. Los que descienden � la mar en nav�os, Y hacen negocio en las muchas aguas, Ellos han visto las obras de Jehov�, Y sus maravillas en el profundo. El dijo, � hizo saltar el viento de la tempestad, Que levanta sus ondas. Suben � los cielos, descienden � los abismos: Sus almas se derriten con el mal. Tiemblan, y titubean como borrachos, Y toda su ciencia es perdida. Claman empero � Jehov� en su angustia, Y l�bralos de sus aflicciones. Hace parar la tempestad en sosiego, Y se apaciguan sus ondas. Al�granse luego porque se reposaron; Y �l los gu�a al puerto que deseaban. Alaben la misericordia de Jehov�, Y sus maravillas para con los hijos de los hombres. Y ens�lcenlo en la congregaci�n del pueblo; Y en consistorio de ancianos lo alaben. El vuelve los r�os en desierto, Y los manantiales de las aguas en secadales; La tierra fruct�fera en salados, Por la maldad de los que la habitan. Vuelve el desierto en estanques de aguas, Y la tierra seca en manantiales. Y all� aposenta � los hambrientos, Y disponen ciudad para habitaci�n; Y siembran campos, y plantan vi�as, Y rinden crecido fruto. Y los bendice, y se multiplican en gran manera; Y no disminuye sus bestias. Y luego son menoscabados y abatidos A causa de tiran�a, de males y congojas. El derrama menosprecio sobre los pr�ncipes, Y les hace andar errados, vagabundos, sin camino: Y levanta al pobre de la miseria, Y hace multiplicar las familias como reba�os de ovejas. Vean los rectos, y al�grense; Y toda maldad cierre su boca. �Qui�n es sabio y guardar� estas cosas, Y entender� las misericordias de Jehov�? Salmos 108MI coraz�n est� dispuesto, oh Dios; Cantar� y salmear� todav�a en mi gloria. Despi�rtate, salterio y arpa: Despertar� al alba. Te alabar�, oh Jehov�, entre los pueblos; A ti cantar� salmos entre las naciones. Porque grande m�s que los cielos es tu misericordia, Y hasta los cielos tu verdad. Ens�lzate, oh Dios, sobre los cielos; Y sobre toda la tierra tu gloria. Para que sean librados tus amados, Salva con tu diestra y resp�ndeme. Dios habl� por su santuario: alegrar�me, Repartir� � Sich�m, y medir� el valle de Succoth. M�o es Galaad, m�o es Manas�s; Y Eprhaim es la fortaleza de mi cabeza; Jud� es mi legislador; Moab, la vasija de mi lavatorio: Sobre Edom echar� mi calzado; Regocijar�me sobre Palestina. �Qui�n me guiar� � la ciudad fortalecida? �Qui�n me guiar� hasta Idumea? Ciertamente t�, oh Dios, que nos hab�as desechado; Y no sal�as, oh Dios, con nuestros ej�rcitos. Danos socorro en la angustia: Porque mentirosa es la salud del hombre. En Dios haremos proezas; Y �l hollar� nuestros enemigos. Salmos 109OH Dios de mi alabanza, no calles; Porque boca de imp�o y boca de enga�ador se han abierto sobre m�: Han hablado de m� con lengua mentirosa, Y con palabras de odio me rodearon; Y pelearon contra m� sin causa. En pago de mi amor me han sido adversarios: Mas yo oraba. Y pusieron contra m� mal por bien, Y odio por amor. Pon sobre �l al imp�o: Y Sat�n est� � su diestra. Cuando fuere juzgado, salga imp�o; Y su oraci�n sea para pecado. Sean sus d�as pocos: Tome otro su oficio. Sean sus hijos hu�rfanos, Y su mujer viuda. Y anden sus hijos vagabundos, y mendiguen; Y procuren su pan lejos de sus desolados hogares. Enrede el acreedor todo lo que tiene, Y extra�os saqueen su trabajo. No tenga quien le haga misericordia; Ni haya quien tenga compasi�n de sus hu�rfanos. Su posteridad sea talada; En segunda generaci�n sea ra�do su nombre. Venga en memoria cerca de Jehov� la maldad de sus padres, Y el pecado de su madre no sea borrado. Est�n siempre delante de Jehov�, Y �l corte de la tierra su memoria. Por cuanto no se acordo de hacer misericordia, Y persigui� al hombre afligido y menesteroso Y quebrantado de coraz�n, para matar lo. Y am� la maldici�n, y v�nole; Y no quiso la bendici�n, y ella se alej� de �l. Y visti�se de maldici�n como de su vestido, Y entr� como agua en sus entra�as, Y como aceite en sus huesos. S�ale como vestido con que se cubra, Y en lugar de cinto con que se ci�a siempre. Este sea el pago de parte de Jehov� de los que me calumnian, Y de los que hablan mal contra mi alma. Y t�, Jehov� Se�or, haz conmigo por amor de tu nombre: L�brame, porque tu misericordia es buena. Porque yo estoy afligido y necesitado; Y mi coraz�n est� herido dentro de m�. Voime como la sombra cuando declina; Soy sacudido como langosta. Mis rodillas est�n debilitadas � causa del ayuno, Y mi carne desfallecida por falta de gordura. Yo he sido para ellos objeto de oprobio; Mir�banme, y meneaban su cabeza. Ay�dame, Jehov� Dios m�o: S�lvame conforme � tu misericordia. Y entiendan que �sta es tu mano; Que t�, Jehov�, has hecho esto. Maldigan ellos, y bendice t�: Lev�ntense, mas sean avergonzados, y regoc�jese tu siervo. Sean vestidos de ignominia los que me calumnian; Y sean cubiertos de su confusi�n como con manto. Yo alabar� � Jehov� en gran manera con mi boca, Y le loar� en medio de muchos. Porque �l se pondr� � la diestra del pobre, Para librar su alma de los que le juzgan. Salmos 110JEHOVA dijo � mi Se�or: Si�ntate � mi diestra, En tanto que pongo tus enemigos por estrado de tus pies. La vara de tu fortaleza enviar� Jehov� desde Si�n: Domina en medio de tus enemigos. Tu pueblo ser�lo de buena voluntad en el d�a de tu poder, En la hermosura de la santidad: desde el seno de la aurora, Tienes t� el roc�o de tu juventud. Jur� Jehov�, y no se arrepentir�: T� eres sacerdote para siempre Seg�n el orden de Melch�sedech. El Se�or � tu diestra Herir� � los reyes en el d�a de su furor: Juzgar� en las gentes, Llenar� las de cad�veres: Herir� las cabezas en muchas tierras. Del arroyo beber� en el camino: Por lo cual levantar� cabeza. Salmos 111ALABAR� � Jehov� con todo el coraz�n, En la compa��a y congregaci�n de los rectos. Grandes son las obras de Jehov�; Buscadas de todos los que las quieren. Gloria y hermosura es su obra; Y su justicia permanece para siempre. Hizo memorables sus maravillas: Clemente y misericordioso es Jehov�. Di� mantenimiento � los que le temen; Para siempre se acordar� de su pacto. El poder de sus obras anunci� � su pueblo, D�ndole la heredad de las gentes. Las obras de sus manos son verdad y juicio: Fieles son todos sus mandamientos; Afirmados por siglo de siglo, Hechos en verdad y en rectitud. Redenci�n ha enviado � su pueblo; Para siempre ha ordenado su pacto: Santo y terrible es su nombre. El principio de la sabidur�a es el temor de Jehov�: Buen entendimiento tienen cuantos ponen aqu�llos por obra: Su loor permanece para siempre. Salmos 112BIENAVENTURADO el hombre que teme � Jehov�, Y en sus mandamientos se deleita en gran manera. Su simiente ser� poderosa en la tierra: La generaci�n de los rectos ser� bendita. Hacienda y riquezas hay en su casa; Y su justicia permanece para siempre. Resplandeci� en las tinieblas luz � los rectos: Es clemente, y misericordioso, y justo. El hombre de bien tiene misericordia y presta; Gobierna sus cosas con juicio. Por lo cual no resbalar� para siempre: En memoria eterna ser� el justo. De mala fama no tendr� temor: Su coraz�n est� apercibido, confiado en Jehov�. Asentado est� su coraz�n, no temer�, Hasta que vea en sus enemigos su deseo. Esparce, da � los pobres: Su justicia permanece para siempre; Su cuerno ser� ensalzado en gloria. Ver�lo el imp�o, y se despechar�; Crujir� los dientes, y se repudrir�: Perecer� el deseo de los imp�os. Salmos 113ALABAD, siervos de Jehov�, Alabad el nombre de Jehov�. Sea el nombre de Jehov� bendito, Desde ahora y para siempre. Desde el nacimiento del sol hasta donde se pone, Sea alabado el nombre de Jehov�. Alto sobre todas las naciones es Jehov�; Sobre los cielos su gloria. �Qui�n como Jehov� nuestro Dios, Que ha enaltecido su habitaci�n, Que se humilla � mirar En el cielo y en la tierra? El levanta del polvo al pobre, Y al menesteroso alza del esti�rcol, Para hacerlos sentar con los pr�ncipes, Con los pr�ncipes de su pueblo. El hace habitar en familia � la est�ril, Gozosa en ser madre de hijos. Aleluya. Salmos 114CUANDO sali� Israel de Egipto, La casa de Jacob del pueblo b�rbaro, Jud� fu� su consagrada heredad, Israel su se�or�o. La mar vi�, y huy�; El Jord�n se volvi� atr�s. Los montes saltaron como carneros: Los collados como corderitos. �Qu� tuviste, oh mar, que huiste? �Y t�, oh Jord�n, que te volviste atr�s? Oh montes, �por qu� saltasteis como carneros, Y vosotros, collados, como corderitos? A la presencia del Se�or tiembla la tierra, A la presencia del Dios de Jacob; El cual torn� la pe�a en estanque de aguas, Y en fuente de aguas la roca. Salmos 115NO � nosotros, oh Jehov�, no � nosotros, Sino � tu nombre da gloria; Por tu misericordia, por tu verdad. Por qu� dir�n las gentes: �D�nde est� ahora su Dios? Y nuestro Dios est� en los cielos: Todo lo que quiso ha hecho. Sus �dolos son plata y oro, Obra de manos de hombres. Tienen boca, mas no hablar�n; Tienen ojos, mas no ver�n; Orejas tienen, mas no oir�n; Tienen narices, mas no oler�n; Manos tienen, mas no palpar�n; Tienen pies, mas no andar�n; No hablar�n con su garganta. Como ellos son los que los hacen; Cualquiera que en ellos conf�a. Oh Israel, conf�a en Jehov�: El es su ayuda y su escudo. Casa de Aar�n, confiad en Jehov�: El es su ayuda y su escudo. Los que tem�is � Jehov�, confiad en Jehov�: El es su ayuda y su escudo. Jehov� se acord� de nosotros: nos bendecir�: Bendecir� � la casa de Israel; Bendecir� � la casa de Aar�n. Bendecir� � los que temen � Jehov�; A chicos y � grandes. Acrecentar� Jehov� bendici�n sobre vosotros; Sobre vosotros y sobre vuestros hijos. Benditos vosotros de Jehov�, Que hizo los cielos y la tierra. Los cielos son los cielos de Jehov�: Y ha dado la tierra � los hijos de los hombres. No alabar�n los muertos � JAH, Ni cuantos descienden al silencio; Mas nosotros bendeciremos � JAH, Desde ahora para siempre. Aleluya. Salmos 116AMO � Jehov�, pues ha o�do Mi voz y mis s�plicas. Porque ha inclinado � m� su o�do, Invocar� le por tanto en todos mis d�as. Rode�ronme los dolores de la muerte, Me encontraron las angustias del sepulcro: Angustia y dolor hab�a yo hallado. Entonces invoqu� el nombre de Jehov�, diciendo: Libra ahora, oh Jehov�, mi alma. Clemente es Jehov� y justo; S�, misericordioso es nuestro Dios. Jehov� guarda � los sinceros: Estaba yo postrado, y salv�me. Vuelve, oh alma m�a, � tu reposo; Porque Jehov� te ha hecho bien. Pues t� has librado mi alma de la muerte, Mis ojos de l�grimas, Y mis pies de desbarrar. Andar� delante de Jehov� En la tierra de los vivientes. Cre�; por tanto habl�, Estando afligido en gran manera. Y dije en mi apresuramiento: Todo hombre es mentiroso. �Qu� pagar� � Jehov� Por todos sus beneficios para conmigo? Tomar� la copa de la salud, E invocar� el nombre de Jehov�. Ahora pagar� mis votos � Jehov� Delante de todo su pueblo. Estimada es en los ojos de Jehov� La muerte de sus santos. Oh Jehov�, que yo soy tu siervo, Yo tu siervo, hijo de tu sierva: Rompiste mis prisiones. Te ofrecer� sacrificio de alabanza, E invocar� el nombre de Jehov�. A Jehov� pagar� ahora mis votos Delante de todo su pueblo; En los atrios de la casa de Jehov�, En medio de ti, oh Jerusalem. Aleluya. Salmos 117ALABAD � Jehov�, naciones todas; Pueblos todos, alabadle. Porque ha engrandecido sobre nosotros su misericordia; Y la verdad de Jehov� es para siempre. Aleluya. Salmos 118ALABAD � Jehov�, porque es bueno; Porque para siempre es su misericordia. Diga ahora Israel: Que para siempre es su misericordia. Diga ahora la casa de Aar�n: Que para siempre es su misericordia. Digan ahora los que temen � Jehov�: Que para siempre es su misericordia. Desde la angustia invoqu� � JAH; Y respondi�me JAH, poni�ndome en anchura. Jehov� est� por m�: no temer� Lo que me pueda hacer el hombre. Jehov� est� por m� entre los que me ayudan: Por tanto yo ver� mi deseo en los que me aborrecen. Mejor es esperar en Jehov� Que esperar en hombre. Mejor es esperar en Jehov� Que esperar en pr�ncipes. Todas las gentes me cercaron: En nombre de Jehov�, que yo los romper�. Cerc�ronme y asedi�ronme: En nombre de Jehov�, que yo los romper�. Cerc�ronme como abejas; fueron apagados como fuegos de espinos: En nombre de Jehov�, que yo los romper�. Empuj�steme con violencia para que cayese: Empero ayud�me Jehov�. Mi fortaleza y mi canci�n es JAH; Y �l me ha sido por salud. Voz de j�bilo y de salvaci�n hay en las tiendas de los justos: La diestra de Jehov� hace proezas. La diestra de Jehov� sublime: La diestra de Jehov� hace valent�as. No morir�, sino que vivir�, Y contar� las obras de JAH. Castig�me gravemente JAH: Mas no me entreg� � la muerte. Abridme las puertas de la justicia: Entrar� por ellas, alabar� � JAH. Esta puerta de Jehov�, Por ella entrar�n los justos. Te alabar� porque me has o�do, Y me fuiste por salud. La piedra que desecharon los edificadores, Ha venido � ser cabeza del �ngulo. De parte de Jehov� es esto: Es maravilla en nuestros ojos. Este es el d�a que hizo Jehov� Nos gozaremos y alegraremos en �l. Oh Jehov�, salva ahora, te ruego: Oh Jehov�, ru�gote hagas prosperar ahora. Bendito el que viene en nombre de Jehov�: Desde la casa de Jehov� os bendecimos. Dios es Jehov� que nos ha resplandecido: Atad v�ctimas con cuerdas � los cuernos del altar. Mi Dios eres t�, y � ti alabar�: Dios m�o, � ti ensalzar�. Alabad � Jehov� porque es bueno; Porque para siempre es su misericordia. Salmos 119ALEPH. BIENAVENTURADOS los perfectos de camino; Los que andan en la ley de Jehov�. Bienaventurados los que guardan sus testimonios, Y con todo el coraz�n le buscan: Pues no hacen iniquidad Los que andan en sus caminos. T� encargaste Que sean muy guardados tus mandamientos. �Ojal� fuesen ordenados mis caminos A observar tus estatutos! Entonces no ser�a yo avergonzado, Cuando atendiese � todos tus mandamientos. Te alabar� con rectitud de coraz�n, Cuando aprendiere los juicios de tu justicia. Tus estatutos guardar�: No me dejes enteramente. BETH. �Con qu� limpiar� el joven su camino? Con guardar tu palabra. Con todo mi coraz�n te he buscado: No me dejes divagar de tus mandamientos. En mi coraz�n he guardado tus dichos, Para no pecar contra ti. Bendito t�, oh Jehov�: Ens��ame tus estatutos. Con mis labios he contado Todos los juicios de tu boca. Heme gozado en el camino de tus testimonios, Como sobre toda riqueza. En tus mandamientos meditar�, Considerar� tus caminos. Recrear�me en tus estatutos: No me olvidar� de tus palabras. GIMEL. Haz bien � tu siervo; que viva Y guarde tu palabra. Abre mis ojos, y mirar� Las maravillas de tu ley. Advenedizo soy yo en la tierra: No encubras de m� tus mandamientos. Quebrantada est� mi alma de desear Tus juicios en todo tiempo. Destruiste � los soberbios malditos, Que se desv�an de tus mandamientos. Aparta de m� oprobio y menosprecio; Porque tus testimonios he guardado. Pr�ncipes tambi�n se sentaron y hablaron contra m�: Mas tu siervo meditaba en tus estatutos. Pues tus testimonios son mis deleites, Y mis consejeros. DALETH. Peg�se al polvo mi alma: Vivif�came seg�n tu palabra. Mis caminos te cont�, y me has respondido: Ens��ame tus estatutos. Hazme entender el camino de tus mandamientos, Y hablar� de tus maravillas. Desh�cese mi alma de ansiedad: Corrob�rame seg�n tu palabra. Aparta de m� camino de mentira; Y hazme la gracia de tu ley. Escog� el camino de la verdad; He puesto tus juicios delante de m�. Alleg�dome he � tus testimonios; Oh Jehov�, no me averg�ences. Por el camino de tus mandamientos correr�, Cuando ensanchares mi coraz�n. HE. Ens��ame, oh Jehov�, el camino de tus estatutos, Y guardar�lo hasta el fin. Dame entendimiento, y guardar� tu ley; Y la observar� de todo coraz�n. Gu�ame por la senda de tus mandamientos; Porque en ella tengo mi voluntad. Inclina mi coraz�n � tus testimonios, Y no � la avaricia. Aparta mis ojos, que no vean la vanidad; Av�vame en tu camino. Confirma tu palabra � tu siervo, Que te teme. Quita de m� el oprobio que he temido: Porque buenos son tus juicios. He aqu� yo he codiciado tus mandamientos: Vivif�came en tu justicia. VAV. Y venga � m� tu misericordia, oh Jehov�; Tu salud, conforme � tu dicho. Y dar� por respuesta � mi avergonzador, Que en tu palabra he confiado. Y no quites de mi boca en nig�n tiempo la palabra de verdad; Porque � tu juicio espero. Y guardar� tu ley siempre, Por siglo de siglo. Y andar� en anchura, Porque busqu� tus mandamientos. Y hablar� de tus testimonios delante de los reyes, Y no me avergonzar�. Y deleitar�me en tus mandamientos, Que he amado. Alzar� asimismo mis manos � tus mandamientos que am�; Y meditar� en tus estatutos. ZAYIN. Acu�rdate de la palabra dada � tu siervo, En la cual me has hecho esperar. Esta es mi consuelo en mi aflicci�n: Porque tu dicho me ha vivificado. Los soberbios se burlaron mucho de m�: Mas no me he apartado de tu ley. Acord�me, oh Jehov�, de tus juicios antiguos, Y consol�me. Horror se apoder� de m�, � causa De los imp�os que dejan tu ley. C�nticos me fueron tus estatutos En la mansi�n de mis peregrinaciones. Acord�me en la noche de tu nombre, oh Jehov�, Y guard� tu ley. Esto tuve, Porque guardaba tus mandamientos. JET. Mi porci�n, oh Jehov�, Dije, ser� guardar tus palabras. Tu presencia supliqu� de todo coraz�n: Ten misericordia de m� seg�n tu palabra. Consider� mis caminos, Y torn� mis pies � tus testimonios. Apresur�me, y no me retard� En guardar tus mandamientos. Compa��a de imp�os me han robado: Mas no me he olvidado de tu ley. A media noche me levantaba � alabarte Sobre los juicios de tu justicia. Compa�ero soy yo de todos los que te temieren Y guardaren tus mandamientos. De tu misericordia, oh Jehov�, est� llena la tierra: Ens��ame tus estatutos. TETH. Bien has hecho con tu siervo, Oh Jehov�, conforme � tu palabra. Ens��ame bondad de sentido y sabidur�a; Porque tus mandamientos he cre�do. Antes que fuera yo humillado, descarriado andaba; Mas ahora guardo tu palabra. Bueno eres t�, y bienhechor: Ens��ame tus estatutos. Contra m� forjaron mentira los soberbios: Mas yo guardar� de todo coraz�n tus mandamientos. Engras�se el coraz�n de ellos como sebo; Mas yo en tu ley me he deleitado. Bueno me es haber sido humillado, Para que aprenda tus estatutos. Mejor me es la ley de tu boca, Que millares de oro y plata. YOD. Tus manos me hicieron y me formaron: Hazme entender, y aprender� tus mandamientos. Los que te temen, me ver�n, y se alegrar�n; Porque en tu palabra he esperado. Conozco, oh Jehov�, que tus juicios son justicia, Y que conforme � tu fidelidad me afligiste. Sea ahora tu misericordia para consolarme, Conforme � lo que has dicho � tu siervo. Vengan � m� tus misericordias, y viva; Porque tu ley es mi deleite. Sean avergonzados los soberbios, porque sin causa me han calumniado: Yo empero, meditar� en tus mandamientos. T�rnense � m� los que te temen Y conocen tus testimonios. Sea mi coraz�n �ntegro en tus estatutos; Porque no sea yo avergonzado. KAF. Desfallece mi alma por tu salud, Esperando en tu palabra. Desfallecieron mis ojos por tu palabra, Diciendo: �Cu�ndo me consolar�s? Porque estoy como el odre al humo; Mas no he olvidado tus estatutos. �Cu�ntos son los d�as de tu siervo? �Cu�ndo har�s juicio contra los que me persiguen? Los soberbios me han cavado hoyos; Mas no obran seg�n tu ley. Todos tus mandamientos son verdad: Sin causa me persiguen; ay�dame. Casi me han echado por tierra: Mas yo no he dejado tus mandamientos. Vivif�came conforme � tu misericordia; Y guardar� los testimonios de tu boca. LAMED. Para siempre, oh Jehov�, Permenece tu palabra en los cielos. Por generaci�n y generaci�n es tu verdad: T� afirmaste la tierra, y persevera. Por tu ordenaci�n perseveran hasta hoy las cosas criadas; Porque todas ellas te sirven. Si tu ley no hubiese sido mis delicias, Ya en mi aflicci�n hubiera perecido. Nunca jam�s me olvidar� de tus mandamientos; Porque con ellos me has vivificado. Tuyo soy yo, gu�rdame; Porque he buscado tus mandamientos. Los imp�os me han aguardado para destruirme: Mas yo entender� en tus testimonios. A toda perfecci�n he visto fin: Ancho sobremanera es tu mandamiento. MEM. �Cu�nto amo yo tu ley! Todo el d�a es ella mi meditaci�n. Me has hecho m�s sabio que mis enemigos con tus mandamientos; Porque me son eternos. M�s que todos mis ense�adores he entendido: Porque tus testimonios son mi meditaci�n. M�s que los viejos he entendido, Porque he guardado tus mandamientos. De todo mal camino contuve mis pies, Para guardar tu palabra. No me apart� de tus juicios; Porque t� me ense�aste. �Cu�n dulces son � mi paladar tus palabras! M�s que la miel � mi boca. De tus mandamientos he adquirido inteligencia: Por tanto he aborrecido todo camino de mentira. NUN. L�mpara es � mis pies tu palabra, Y lumbrera � mi camino. Jur� y ratifiqu� El guardar los juicios de tu justicia. Afligido estoy en gran manera: oh Jehov�, Vivif�came conforme � tu palabra. Ru�gote, oh Jehov�, te sean agradables los sacrificios voluntarios de mi boca; Y ens��ame tus juicios. De continuo est� mi alma en mi mano: Mas no me he olvidado de tu ley. 1Pusi�ronme lazo los imp�os: Empero yo no me desvi� de tus mandamientos. Por heredad he tomado tus testimonios para siempre; Porque son el gozo de mi coraz�n. Mi coraz�n inclin� � poner por obra tus estatutos De continuo, hasta el fin. SAMECH. Los pensamientos vanos aborrezco; Mas amo tu ley. Mi escondedero y mi escudo eres t�: En tu palabra he esperado. Apartaos de m�, malignos; Pues yo guardar� los mandamientos de mi Dios. Sust�ntame conforme � tu palabra, y vivir�: Y no me averg�ences de mi esperanza. Sost�nme, y ser� salvo; Y deleitar�me siempre en tus estatutos. Hollaste � todos los que se desv�an de tus estatutos: Porque mentira es su enga�o. Como escorias hiciste consumir � todos los imp�os de la tierra: Por tanto yo he amado tus testimonios. Mi carne se ha extremecido por temor de ti; Y de tus juicios tengo miedo. AIN. Juicio y justicia he hecho; No me dejes � mis opresores. Responde por tu siervo para bien: No me hagan violencia los soberbios. Mis ojos desfallecieron por tu salud, Y por el dicho de tu justicia. Haz con tu siervo seg�n tu misericordia, Y ens��ame tus estatutos. Tu siervo soy yo, dame entendimiento; Para que sepa tus testimonios. Tiempo es de hacer, oh Jehov�; Disipado han tu ley. Por eso he amado tus mandamientos M�s que el oro, y m�s que oro muy puro. Por eso todos los mandamientos de todas las cosas estim� rectos: Aborrec� todo camino de mentira. PE. Maravillosos son tus testimonios: Por tanto los ha guardado mi alma. El principio de tus palabras alumbra; Hace entender � los simples. Mi boca abr� y suspir�; Porque deseaba tus mandamientos. M�rame, y ten misericordia de m�, Como acostumbras con los que aman tu nombre. Ordena mis pasos con tu palabra; Y ninguna iniquidad se ense�oree de m�. Red�meme de la violencia de los hombres; Y guardar� tus mandamientos. Haz que tu rostro resplandezca sobre tu siervo; Y ens��ame tus estatutos. R�os de agua descendieron de mis ojos, Porque no guardaban tu ley. TZADDI. Justo eres t�, oh Jehov�, Y rectos tus juicios. Tus testimonios, que has recomendado, Son rectos y muy fieles. Mi celo me ha consumido; Porque mis enemigos se olvidaron de tus palabras. Sumamente acendrada es tu palabra; Y la ama tu siervo. Peque�o soy yo y desechado; Mas no me he olvidado de tus mandamientos. Tu justicia es justicia eterna, Y tu ley la verdad. Aflicci�n y angustia me hallaron: Mas tus mandamientos fueron mis deleites. Justicia eterna son tus testimonios; Dame entendimiento, y vivir�. COPH. Clam� con todo mi coraz�n; resp�ndeme, Jehov�, Y guardar� tus estatutos. A ti clam�; s�lvame, Y guardar� tus testimonios. Anticip�me al alba, y clam�: Esper� en tu palabra. Previnieron mis ojos las vigilias de la noche, Para meditar en tus dichos. Oye mi voz conforme � tu misericordia; Oh Jehov�, vivif�came conforme � tu juicio. Acerc�ronse � la maldad los que me persiguen; Alej�ronse de tu ley. Cercano est�s t�, oh Jehov�; Y todos tus mandamientos son verdad. Ya ha mucho que he entendido de tus mandamientos, Que para siempre los fundaste. RESH. Mira mi aflicci�n, y l�brame; Porque de tu ley no me he olvidado. Aboga mi causa, y red�meme: Vivif�came con tu dicho. Lejos est� de los imp�os la salud; Porque no buscan tus estatutos. Muchas son tus misericordias, oh Jehov�: Vivif�came conforme � tus juicios. Muchos son mis perseguidores y mis enemigos; Mas de tus testimonios no me he apartado. Ve�a � los prevaricadores, y carcom�ame; Porque no guardaban tus palabras. Mira, oh Jehov�, que amo tus mandamientos: Vivif�came conforme � tu misericordia. El principio de tu palabra es verdad; Y eterno es todo juicio de tu justicia. SIN. Pr�ncipes me han perseguido sin causa; Mas mi coraz�n tuvo temor de tus palabras. G�zome yo en tu palabra, Como el que halla muchos despojos. La mentira aborrezco y abomino: Tu ley amo. Siete veces al d�a te alabo Sobre los juicios de tu justicia. Mucha paz tienen los que aman tu ley; Y no hay para ellos tropiezo. Tu salud he esperado, oh Jehov�; Y tus mandamientos he puesto por obra. Mi alma ha guardado tus testimonios, Y helos amado en gran manera. Guardado he tus mandamientos y tus testimonios; Porque todos mis caminos est�n delante de ti. TAU. Ac�rquese mi clamor delante de ti, oh Jehov�: Dame entendimiento conforme � tu palabra. Venga mi oraci�n delante de ti: L�brame conforme � tu dicho. Mis labios rebosar�n alabanza, Cuando me ense�ares tus estatutos. Hablar� mi lengua tus dichos; Porque todos tus mandamientos son justicia. Sea tu mano en mi socorro; Porque tus mandamientos he escogido. Deseado he tu salud, oh Jehov�; Y tu ley es mi delicia. Viva mi alma y al�bete; Y tus juicios me ayuden. Yo anduve errante como oveja extraviada; busca � tu siervo; Porque no me he olvidado de tus mandamientos. Salmos 120A JEHOVA llam� estando en angustia, Y �l me respondi�. Libra mi alma, oh Jehov�, de labio mentiroso, De la lengua fraudulenta. �Qu� te dar�, � qu� te aprovechar�, Oh lengua enga�osa? Agudas saetas de valiente, Con brasas de enebro. �Ay de m�, que peregrino en Mesech, Y habito entre las tiendas de Kedar! Mucho se detiene mi alma Con los que aborrecen la paz. Yo soy pac�fico: Mas ellos, as� que hablo, me hacen guerra. Salmos 121ALZAR� mis ojos � los montes, De donde vendr� mi socorro. Mi socorro viene de Jehov�, Que hizo los cielos y la tierra. No dar� tu pie al resbaladero; Ni se dormir� el que te guarda. He aqu�, no se adormecer� ni dormir� El que guarda � Israel. Jehov� es tu guardador: Jehov� es tu sombra � tu mano derecha. El sol no te fatigar� de d�a, Ni la luna de noche. Jehov� te guardar� de todo mal: El guardar� tu alma. Jehov� guardar� tu salida y tu entrada, Desde ahora y para siempre. Salmos 122YO me alegr� con los que me dec�an: A la casa de Jehov� iremos. Nuestros pies estuvieron En tus puertas, oh Jerusalem; Jerusalem, que se ha edificado Como una ciudad que est� bien unida entre s�. Y all� subieron las tribus, las tribus de JAH, Conforme al testimonio dado � Israel, Para alabar el nombre de Jehov�. Porque all� est�n las sillas del juicio, Las sillas de la casa de David. Pedid la paz de Jerusalem: Sean prosperados los que te aman. Haya paz en tu antemuro, Y descanso en tus palacios. Por amor de mis hermanos y mis compa�eros Hablar� ahora paz de ti. A causa de la casa de Jehov� nuestro Dios, Buscar� bien para ti. Salmos 123A TI que habitas en los cielos, Alc� mis ojos. He aqu� como los ojos de los siervos miran � la mano de sus se�ores, Y como los ojos de la sierva � la mano de su se�ora; As� nuestros ojos miran � Jehov� nuestro Dios, Hasta que haya misericordia de nosotros. Ten misericordia de nosotros, oh Jehov�, ten misericordia de nosotros; Porque estamos muy hartos de menosprecio. Muy harta est� nuestra alma Del escarnio de los holgados, Y del menosprecio de los soberbios. Salmos 124A NO haber estado Jehov� por nosotros, Diga ahora Israel; A no haber estado Jehov� por nosotros, Cuando se levantaron contra nosotros los hombres, Vivos nos habr�an entonces tragado, Cuando se encendi� su furor en nosotros. Entonces nos habr�an inundado las aguas; Sobre nuestra alma hubiera pasado el torrente: Hubieran entonces pasado sobre nuestra alma las aguas soberbias. Bendito Jehov�, Que no nos di� por presa � sus dientes. Nuestra alma escap� cual ave del lazo de los cazadores: Quebr�se el lazo, y escapamos nosotros. Nuestro socorro es en el nombre de Jehov�, Que hizo el cielo y la tierra. Salmos 125LOS que conf�an en Jehov� Son como el monte de Si�n que no deslizar�: estar� para siempre. Como Jerusalem tiene montes alrededor de ella, As� Jehov� alrededor de su pueblo Desde ahora y para siempre. Porque no reposar� la vara de la impiedad sobre la suerte de los justos; Porque no extiendan los justos sus manos � la iniquidad. Haz bien, oh Jehov�, � los buenos, Y � los que son rectos en sus corazones. Mas � los que se apartan tras sus perversidades, Jehov� los llevar� con los que obran iniquidad: Y paz sea sobre Israel. Salmos 126CUANDO Jehov� hiciere tornar la cautividad de Si�n, Seremos como los que sue�an. Entonces nuestra boca se henchir� de risa, Y nuestra lengua de alabanza; Entonces dir�n entre las gentes: Grandes cosas ha hecho Jehov� con �stos. Grandes cosas ha hecho Jehov� con nosotros; Estaremos alegres. Haz volver nuestra cautividad oh Jehov�, Como los arroyos en el austro. Los que sembraron con l�grimas, con regocijo segar�n. Ir� andando y llorando el que lleva la preciosa simiente; Mas volver� � venir con regocijo, trayendo sus gavillas. Salmos 127SI Jehov� no edificare la casa, En vano trabajan los que la edifican: Si Jehov� no guardare la ciudad, En vano vela la guarda. Por dem�s os es el madrugar � levantaros, el veniros tarde � reposar, El comer pan de dolores: Pues que � su amado dar� Dios el sue�o. He aqu�, heredad de Jehov� son los hijos: Cosa de estima el fruto del vientre. Como saetas en mano del valiente, As� son los hijos habidos en la juventud. Bienaventurado el hombre que hinchi� su aljaba de ellos: No ser� avergonzado Cuando hablare con los enemigos en la puerta. Salmos 128BIENAVENTURADO todo aquel que teme � Jehov�, Que anda en sus caminos. Cuando comieres el trabajo de tus manos, Bienaventurado t�, y tendr�s bien. Tu mujer ser� como parra que lleva fruto � los lados de tu casa; Tus hijos como plantas de olivas alrededor de tu mesa. He aqu� que as� ser� bendito el hombre Que teme � Jehov�. Bend�gate Jehov� desde Si�n, Y veas el bien de Jerusalem todos los d�as de tu vida. Y veas los hijos de tus hijos, Y la paz sobre Israel. Salmos 129MUCHO me han angustiado desde mi juventud, Puede decir ahora Israel; Mucho me han angustiado desde mi juventud; Mas no prevalecieron contra m�. Sobre mis espaldas araron los aradores: Hicieron largos surcos. Jehov� es justo; Cort� las coyundas de los imp�os. Ser�n avergonzados y vueltos atr�s Todos los que aborrecen � Si�n. Ser�n como la hierba de los tejados, Que se seca antes que crezca: De la cual no hinchi� segador su mano, Ni sus brazos el que hace gavillas. Ni dijeron los que pasaban: Bendici�n de Jehov� sea sobre vosotros; Os bendecimos en el nombre de Jehov�. Salmos 130DE los profundos, oh Jehov�, � ti clamo. Se�or, oye mi voz; Est�n atentos tus o�dos A la voz de mi s�plica. JAH, si mirares � los pecados, �Qui�n, oh Se�or, podr� mantenerse? Empero hay perd�n cerca de ti, Para que seas temido. Esper� yo � Jehov�, esper� mi alma; En su palabra he esperado. Mi alma espera � Jehov� M�s que los centinelas � la ma�ana. M�s que los vigilantes � la ma�ana. Espere Israel � Jehov�; Porque en Jehov� hay misericordia. Y abundante redenci�n con �l. Y �l redimir� � Israel De todos sus pecados. Salmos 131JEHOVA, no se ha envanecido mi coraz�n, ni mis ojos se enaltecieron; Ni anduve en grandezas, Ni en cosas para m� demasiado sublimes. En verdad que me he comportado y he acallado mi alma, Como un ni�o destetado de su madre: Como un ni�o destetado est� mi alma. Espera, oh Israel, en Jehov� Desde ahora y para siempre. Salmos 132ACU�RDATE, oh Jehov�, de David, Y de toda su aflicci�n; Que jur� �l � Jehov�, Prometi� al Fuerte de Jacob: No entrar� en la morada de mi casa, Ni subir� sobre el lecho de mi estrado; No dar� sue�o � mis ojos, Ni � mis p�rpados adormecimiento. Hasta que halle lugar para Jehov�, Moradas para el Fuerte de Jacob. He aqu�, en Ephrata o�mos de ella: Hallam�sla en los campos del bosque. Entraremos en sus tiendas; Encorvarnos hemos al estrado de sus pies. Lev�ntate, oh Jehov�, � tu reposo; T� y el arca de tu fortaleza. Tus sacerdotes se vistan de justicia, Y regoc�jense tus santos. Por amor de David tu siervo No vuelvas de tu ungido el rostro. En verdad jur� Jehov� � David, No se apartar� de ellos: Del fruto de tu vientre pondr� sobre tu trono. Si tus hijos guardaren mi alianza, Y mi testimonio que yo les ense�ar�, Sus hijos tambi�n se sentar�n sobre tu trono para siempre. Porque Jehov� ha elegido � Si�n; Dese�la por habitaci�n para s�. Este es mi reposo para siempre: Aqu� habitar�, porque la he deseado. A su mantenimiento dar� bendici�n: Sus pobres saciar� de pan. Asimismo vestir� � sus sacerdotes de salud, Y sus santos dar�n voces de j�bilo. All� har� reverdecer el cuerno de David: He prevenido l�mpara � mi ungido. A sus enemigos vestir� de confusi�n: Mas sobre �l florecer� su corona. Salmos 133�MIRAD cu�n bueno y cu�n delicioso es Habitar los hermanos igualmente en uno! Es como el buen �leo sobre la cabeza, El cual desciende sobre la barba, La barba de Aar�n, Y que baja hasta el borde de sus vestiduras; Como el roc�o de Herm�n, Que desciende sobre los montes de Si�n: Porque all� env�a Jehov� bendici�n, Y vida eterna. Salmos 134MIRAD, bendecid � Jehov�, Vosotros todos los siervos de Jehov�, Los que en la casa de Jehov� est�is por las noches. Alzad vuestras manos al santuario, Y bendecid � Jehov�. Bend�gate Jehov� desde Si�n, El cual ha hecho los cielos y la tierra. Salmos 135ALABAD el nombre de Jehov�; Alabad le, siervos de Jehov�; Los que est�is en la casa de Jehov�, En los atrios de la casa de nuestro Dios. Alabad � JAH, porque es bueno Jehov�: Cantad salmos � su nombre, porque es suave. Porque JAH ha escogido � Jacob para s�, A Israel por posesi�n suya. Porque yo se que Jehov� es grande, Y el Se�or nuestro, mayor que todos los dioses. Todo lo que quiso Jehov�, ha hecho En los cielos y en la tierra, en las mares y en todos los abismos. El hace subir las nubes del cabo de la tierra; El hizo los rel�mpagos para la lluvia; El saca los vientos de sus tesoros. El es el que hiri� los primog�nitos de Egipto, Desde el hombre hasta la bestia. Envi� se�ales y prodigios en medio de ti, oh Egipto, Sobre Fara�n, y sobre todos sus siervos. El que hiri� muchas gentes, Y mat� reyes poderosos: A Seh�n rey Amorrheo, Y � Og rey de Bas�n, Y � todos los reinos de Cana�n. Y di� la tierra de ellos en heredad, En heredad � Israel su pueblo. Oh Jehov�, eterno es tu nombre; Tu memoria, oh Jehov� para generaci�n y generaci�n. Porque juzgar� Jehov� su pueblo, Y arrepentir�se sobre sus siervos. Los �dolos de las gentes son plata y oro, Obra de manos de hombres. Tienen boca, y no hablan; Tienen ojos, y no ven; Tienen orejas, y no oyen; Tampoco hay esp�ritu en sus bocas. Como ellos son los que los hacen; Todos los que en ellos conf�an. Casa de Israel, bendecid � Jehov�: Casa de Aar�n, bendecid � Jehov�: Casa de Lev�, bendecid � Jehov�: Los que tem�is � Jehov�, bendecid � Jehov�: Bendito de Si�n Jehov�, Que mora en Jerusalem. Aleluya. Salmos 136ALABAD � Jehov�, porque es bueno; Porque para siempre es su misericordia. Alabad al Dios de los dioses, Porque para siempre es su misericordia. Alabad al Se�or de los se�ores, Porque para siempre es su misericordia. Al solo que hace grandes maravillas, Porque para siempre es su misericordia. Al que hizo los cielos con entendimiento, Porque para siempre es su misericordia. Al que tendi� la tierra sobre las aguas, Porque para siempre es su misericordia; Al que hizo las grandes luminarias, Porque para siempre es su misericordia; El sol para que dominase en el d�a, Porque para siempre es su misericordia; La luna y las estrellas para que dominasen en la noche, Porque para siempre es su misericordia. Al que hiri� � Egipto en sus primog�nitos, Porque para siempre es su misericordia. Al que sac� � Israel de en medio de ellos, Porque para siempre es su misericordia; Con mano fuerte, y brazo extendido, Porque para siempre es su misericordia. Al que dividi� el mar Bermejo en partes, Porque para siempre es su misericordia; E hizo pasar � Israel por medio de �l, Porque para siempre es su misericordia; Y arroj� � Fara�n y � su ej�rcito en el mar Bermejo, Porque para siempre es su misericordia. Al que pastore� � su pueblo por el desierto, Porque para siempre es su misericordia. Al que hiri� grandes reyes, Porque para siempre es su misericordia; Y mat� reyes poderosos, Porque para siempre es su misericordia; A Seh�n rey Amorrheo, Porque para siempre es su misericordia, Y � Og rey de Bas�n, Porque para siempre es su misericordia; Y di� la tierra de ellos en heredad, Porque para siempre es su misericordia; En heredad � Israel su siervo, Porque para siempre es su misericordia. El es el que en nuestro abatimiento se acord� de nosotros, Porque para siempre es su misericordia; Y nos rescat� de nuestros enemigos, Porque para siempre es su misericordia. El da mantenimiento � toda carne, Porque para siempre es su misericordia. Alabad al Dios de los cielos: Porque para siempre es su misericordia. Salmos 137JUNTO � los r�os de Babilonia, All� nos sent�bamos, y aun llor�bamos, Acord�ndonos de Si�n. Sobre los sauces en medio de ella Colgamos nuestras arpas. Y los que all� nos hab�an llevado cautivos nos ped�an que cant�semos, Y los que nos hab�an desolado nos ped�an alegr�a, diciendo: Cantadnos algunos de los himnos de Si�n. �C�mo cantaremos canci�n de Jehov� En tierra de extra�os? Si me olvidare de ti, oh Jerusalem, Mi diestra sea olvidada. Mi lengua se pegue � mi paladar, Si de ti no me acordare; Si no ensalzare � Jerusalem Como preferente asunto de mi alegr�a. Acu�rdate, oh Jehov�, de los hijos de Edom En el d�a de Jerusalem; Quienes dec�an: Arrasadla, arrasadla Hasta los cimientos. Hija de Babilonia destru�da, Bienaventurado el que te diere el pago De lo que t� nos hiciste. Bienaventurado el que tomar� y estrellar� tus ni�os Contra las piedras. Salmos 138ALABARTE he con todo mi coraz�n: Delante de los dioses te cantar� salmos. Encorvar�me al templo de tu santuario, Y alabar� tu nombre por tu misericordia y tu verdad: Porque has hecho magn�fico tu nombre, y tu dicho sobre todas las cosas. En el d�a que clam�, me respondiste; Esforz�steme con fortaleza en mi alma. Confesarte han, oh Jehov�, todos los reyes de la tierra, Cuando habr�n o�do los dichos de tu boca. Y cantar�n de los caminos de Jehov�: Que la gloria de Jehov� es grande. Porque el alto Jehov� atiende al humilde; Mas al altivo mira de lejos. Si anduviere yo en medio de la angustia, t� me vivificar�s: Contra la ira de mis enemigos extender�s tu mano, Y salvar�me tu diestra. Jehov� cumplir� por m�: Tu misericordia, oh Jehov�, es para siempre; No dejar�s la obra de tus manos. Salmos 139OH Jehov�, t� me has examinado y conocido. T� has conocido mi sentarme y mi levantarme, Has entendido desde lejos mis pensamientos. Mi senda y mi acostarme has rodeado, Y est�s impuesto en todos mis caminos. Pues aun no est� la palabra en mi lengua, Y he aqu�, oh Jehov�, t� la sabes toda. Detr�s y delante me guarneciste, Y sobre m� pusiste tu mano. M�s maravillosa es la ciencia que mi capacidad; Alta es, no puedo comprenderla. �Ad�nde me ir� de tu esp�ritu? �Y ad�nde huir� de tu presencia? Si subiere � los cielos, all� est�s t�: Y si en abismo hiciere mi estrado, he aqu� all� t� est�s. Si tomare las alas del alba, Y habitare en el extremo de la mar, Aun all� me guiar� tu mano, Y me asir� tu diestra. Si dijere: Ciertamente las tinieblas me encubrir�n; Aun la noche resplandecer� tocante � m�. Aun las tinieblas no encubren de ti, Y la noche resplandece como el d�a: Lo mismo te son las tinieblas que la luz. Porque t� poseiste mis ri�ones; Cubr�steme en el vientre de mi madre. Te alabar�; porque formidables, maravillosas son tus obras: Estoy maravillado, Y mi alma lo conoce mucho. No fu� encubierto de ti mi cuerpo, Bien que en oculto fu� formado, Y compaginado en lo m�s bajo de la tierra. Mi embri�n vieron tus ojos, Y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas Que fueron luego formadas, Sin faltar una de ellas. As� que �cu�n preciosos me son, oh Dios, tus pensamientos! �Cu�n multiplicadas son sus cuentas! Si los cuento, multipl�canse m�s que la arena: Despierto, y aun estoy contigo. De cierto, oh Dios, matar�s al imp�o; Apartaos pues de m�, hombres sanguinarios. Porque blasfemias dicen ellos contra ti: Tus enemigos toman en vano tu nombre �No tengo en odio, oh Jehov�, � los que te aborrecen, Y me conmuevo contra tus enemigos? Aborr�zcolos con perfecto odio; T�ngolos por enemigos. Exam�name, oh Dios, y conoce mi coraz�n: Pru�bame y reconoce mis pensamientos: Y ve si hay en m� camino de perversidad, Y gu�ame en el camino eterno. Salmos 140LIBRAME, oh Jehov�, de hombre malo: Gu�rdame de hombre violento; Los cuales maquinan males en el coraz�n, Cada d�a urden contiendas. Aguzaron su lengua como la serpiente; Veneno de �spid hay debajo de sus labios. (Selah.) Gu�rdame, oh Jehov�, de manos del imp�o, Pres�rvame del hombre injurioso; Que han pensado de trastornar mis pasos. Hanme escondido lazo y cuerdas los soberbios; Han tendido red junto � la senda; Me han puesto lazos. (Selah.) He dicho � Jehov�: Dios m�o eres t�; Escucha, oh Jehov�, la voz de mis ruegos. Jehov� Se�or, fortaleza de mi salud, T� pusiste � cubierto mi cabeza el d�a de las armas. No des, oh Jehov�, al imp�o sus deseos; No saques adelante su pensamiento, que no se ensoberbezca. (Selah.) En cuanto � los que por todas partes me rodean, La maldad de sus propios labios cubrir� su cabeza. Caer�n sobre ellos brasas; Dios los har� caer en el fuego, En profundos hoyos de donde no salgan. El hombre deslenguado no ser� firme en la tierra: El mal cazar� al hombre injusto para derribarle. Yo s� que har� Jehov� el juicio del afligido, El juicio de los menesterosos. Ciertamente los justos alabar�n tu nombre; Los rectos morar�n en tu presencia. Salmos 141JEHOVA, � ti he clamado; apres�rate � m�; Escucha mi voz, cuando te invocare. Sea enderezada mi oraci�n delante de ti como un perfume, El don de mis manos como la ofrenda de la tarde. Pon, oh Jehov�, guarda � mi boca: Guarda la puerta de mis labios. No dejes se incline mi coraz�n � cosa mala, A hacer obras imp�as Con los que obran iniquidad, Y no coma yo de sus deleites. Que el justo me castigue, ser� un favor, Y que me reprenda ser� un excelente b�lsamo. Que no me herir� la cabeza: As� que aun mi oraci�n tendr�n en sus calamidades. Ser�n derribados en lugares pe�ascosos sus jueces, Y oir�n mis palabras, que son suaves. Como quien hiende y rompe la tierra, Son esparcidos nuestros huesos � la boca de la sepultura. Por tanto � ti, oh Jehov� Se�or, miran mis ojos: En ti he confiado, no desampares mi alma. Gu�rdame de los lazos que me han tendido, Y de los armadijos de los que obran iniquidad. Caigan los imp�os � una en sus redes, Mientras yo pasar� adelante. Salmos 142CON mi voz clamar� � Jehov�, Con mi voz pedir� � Jehov� misericordia. Delante de �l derramar� mi querella; Delante de �l denunciar� mi angustia. Cuando mi esp�ritu se angustiaba dentro de m�, t� conociste mi senda. En el camino en que andaba, me escondieron lazo. Miraba � la mano derecha, y observaba; mas no hab�a quien me conociese; No tuve refugio, no hab�a quien volviese por mi vida. Clam� � ti, oh Jehov�, Dije: T� eres mi esperanza, Y mi porci�n en la tierra de los vivientes. Escucha mi clamor, que estoy muy afligido; L�brame de los que me persiguen, porque son m�s fuertes que yo. Saca mi alma de la c�rcel para que alabe tu nombre: Me rodear�n los justos, Porque t� me ser�s propicio. Salmos 143OH Jehov�, oye mi oraci�n, escucha mis ruegos: Resp�ndeme por tu verdad, por tu justicia. Y no entres en juicio con tu siervo; Porque no se justificar� delante de ti ning�n viviente. Porque ha perseguido el enemigo mi alma; Ha postrado en tierra mi vida; Hame hecho habitar en tinieblas como los ya muertos. Y mi esp�ritu se angusti� dentro de m�; Pasm�se mi coraz�n. Acord�me de los d�as antiguos; Meditaba en todas tus obras, Reflexionaba en las obras de tus manos. Extend� mis manos � ti; Mi alma � ti como la tierra sedienta. (Selah.) Resp�ndeme presto, oh Jehov� que desmaya mi esp�ritu: No escondas de m� tu rostro, Y venga yo � ser semejante � los que descienden � la sepultura. Hazme oir por la ma�ana tu misericordia, Porque en ti he confiado: Hazme saber el camino por donde ande, Porque � ti he alzado mi alma L�brame de mis enemigos, oh Jehov�: A ti me acojo. Ens��ame � hacer tu voluntad, porque t� eres mi Dios: Tu buen esp�ritu me gu�e � tierra de rectitud. Por tu nombre, oh Jehov� me vivificar�s: Por tu justicia, sacar�s mi alma de angustia. Y por tu misericordia disipar�s mis enemigos, Y destruir�s todos los adversarios de mi alma: Porque yo soy tu siervo. Salmos 144BENDITO sea Jehov�, mi roca, Que ense�a mis manos � la batalla, Y mis dedos � la guerra: Misericordia m�a y mi castillo, Altura m�a y mi libertador, Escudo m�o, en quien he confiado; El que allana mi pueblo delante de m�. Oh Jehov�, �qu� es el hombre, para que de �l conozcas? �O el hijo del hombre, para que lo estimes? El hombre es semejante � la vanidad: Sus d�as son como la sombra que pasa. Oh Jehov�, inclina tus cielos y desciende: Toca los montes, y humeen. Despide rel�mpagos, y dis�palos, Env�a tus saetas, y cont�rbalos. Env�a tu mano desde lo alto; Red�meme, y s�came de las muchas aguas, De la mano de los hijos de extra�os; Cuya boca habla vanidad, Y su diestra es diestra de mentira. Oh Dios, � ti cantar� canci�n nueva: Con salterio, con decacordio cantar� � ti. T�, el que da salud � los reyes, El que redime � David su siervo de maligna espada. Red�meme, y s�lvame de mano de los hijos extra�os, Cuya boca habla vanidad, Y su diestra es diestra de mentira. Que nuestros hijos sean como plantas crecidas en su juventud; Nuestras hijas como las esquinas labradas � manera de las de un palacio; Nuestros graneros llenos, provistos de toda suerte de grano; Nuestros ganados, que paran � millares y diez millares en nuestras plazas: Que nuestros bueyes est�n fuertes para el trabajo; Que no tengamos asalto, ni que hacer salida, Ni grito de alarma en nuestras plazas. Bienaventurado el pueblo que tiene esto: Bienaventurado el pueblo cuyo Dios es Jehov�. Salmos 145ENSALZARTE he, mi Dios, mi Rey; Y bendecir� tu nombre por siglo y para siempre. Cada d�a te bendecir�, Y alabar� tu nombre por siglo y para siempre. Grande es Jehov� y digno de suprema alabanza: Y su grandeza es inescrutable. Generaci�n � generaci�n narrar� tus obras, Y anunciar�n tus valent�as. La hermosura de la gloria de tu magnificencia, Y tus hechos maravillosos, hablar�. Y la terribilidad de tus valent�as dir�n los hombres; Y yo recontar� tu grandeza. Reproducir�n la memoria de la muchedumbre de tu bondad, Y cantar�n tu justicia. Clemente y misericordioso es Jehov�, Lento para la ira, y grande en misericordia. Bueno es Jehov� para con todos; Y sus misericordia sobre todas sus obras. Al�bente, oh Jehov�, todas tus obras; Y tus santos te bendigan. La gloria de tu reino digan, Y hablen de tu fortaleza; Para notificar � los hijos de los hombre sus valent�as, Y la gloria de la magnificencia de su reino. Tu reino es reino de todos los siglos, Y tu se�or�o en toda generaci�n y generaci�n. Sostiene Jehov� � todos los que caen, Y levanta � todos los oprimidos. Los ojos de todos esperan en ti, Y t� les das su comida en su tiempo. Abres tu mano, Y colmas de bendici�n � todo viviente. Justo es Jehov� en todos sus caminos, Y misericordioso en todas sus obras. Cercano est� Jehov� � todos los que le invocan, A todos los que le invocan de veras. Cumplir� el deseo de los que le temen; Oir� asimismo el clamor de ellos, y los salvar�. Jehov� guarda � todos los que le aman; Empero destruir� � todos los imp�os. La alabanza de Jehov� hablar� mi boca; Y bendiga toda carne su santo nombre por siglo y para siempre. Salmos 146ALABA, oh alma m�a, � Jehov�. Alabar� � Jehov� en mi vida: Cantar� salmos � mi Dios mientras viviere. No confi�is en los pr�ncipes, Ni en hijo de hombre, porque no hay en �l salud. Saldr� su esp�ritu, tornar�se en su tierra: En aquel d�a perecer�n sus pensamientos. Bienaventurado aquel en cuya ayuda es el Dios de Jacob, Cuya esperanza es en Jehov� su Dios: El cual hizo los cielos y la tierra, La mar, y todo lo que en ellos hay; Que guarda verdad para siempre; Que hace derecho � los agraviados; Que da pan � los hambrientos: Jehov� suelta � los aprisionados; Jehov� abre los ojos � los ciegos; Jehov� levanta � los ca�dos; Jehov� ama � los justos. Jehov� guarda � los extranjeros; Al hu�rfano y � la viuda levanta; Y el camino de los imp�os trastorna. Reinar� Jehov� para siempre; Tu Dios, oh Si�n, por generaci�n y generaci�n. Aleluya. Salmos 147ALABAD � JAH, Porque es bueno cantar salmos � nuestro Dios; Porque suave y hermosa es la alabanza. Jehov� edifica � Jerusalem; A los echados de Israel recoger�. El sana � los quebrantados de coraz�n, Y liga sus heridas. El cuenta el n�mero de las estrellas; A todas ellas llama por sus nombres. Grande es el Se�or nuestro, y de mucha potencia; Y de su entendimiento no hay n�mero. Jehov� ensalza � los humildes; Humilla los imp�os hasta la tierra. Cantad � Jehov� con alabanza, Cantad con arpa � nuestro Dios. El es el que cubre los cielos de nubes, El que prepara la lluvia para la tierra, El que hace � los montes producir hierba. El da � la bestia su mantenimiento, Y � los hijos de los cuervos que claman. No toma contentamiento en la fortaleza del caballo, Ni se complace en las piernas del hombre. Compl�cese Jehov� en los que le temen, Y en los que esperan en su misericordia. Alaba � Jehov�, Jerusalem; Alaba � tu Dios, Si�n. Porque fortific� los cerrojos de tus puertas; Bendijo � tus hijos dentro de ti. El pone en tu t�rmino la paz; Te har� saciar de grosura de trigo. El env�a su palabra � la tierra; Muy presto corre su palabra. El da la nieve como lana, Derrama la escarcha como ceniza. El echa su hielo como pedazos: Delante de su fr�o �qui�n estar�? Enviar� su palabra, y los derretir�: Soplar� su viento, y fluir�n las aguas. El denuncia sus palabras � Jacob, Sus estatutos y sus juicios � Israel. No ha hecho esto con toda gente; Y no conocieron sus juicios. Aleluya. Salmos 148ALABAD � Jehov� desde los cielos: Alabadle en las alturas. Alabadle, vosotros todos sus �ngeles: Alabadle, vosotros todos sus ej�rcitos. Alabadle, sol y luna: Alabadle, vosotras todas, lucientes estrellas. Alabadle, cielos de los cielos, Y las aguas que est�n sobre los cielos. Alaben el nombre de Jehov�; Porque �l mand�, y fueron criadas. Y las hizo ser para siempre por los siglos; P�so les ley que no ser� quebrantada. Alabad � Jehov�, de la tierra Los dragones y todos los abismos; El fuego y el granizo, la nieve y el vapor, El viento de tempestad que ejecuta su palabra; Los montes y todos los collados; El �rbol de fruto, y todos los cedros; La bestia y todo animal; Reptiles y vol�tiles; Los reyes de la tierra y todos los pueblos; Los pr�ncipes y todos los jueces de la tierra; Los mancebos y tambi�n las doncellas; Los viejos y los ni�os, Alaben el nombre de Jehov�, Porque s�lo su nombre es elevado; Su gloria es sobre tierra y cielos. El ensalz� el cuerno de su pueblo; Al�ben le todos sus santos, los hijos de Israel, El pueblo � �l cercano. Aleluya. Salmos 149CANTAD � Jehov� canci�n nueva: Su alabanza sea en la congregaci�n de los santos. Al�grese Israel en su Hacedor: Los hijos de Si�n se gocen en su Rey. Alaben su nombre con corro: Con adufe y arpa � �l canten. Porque Jehov� toma contentamiento con su pueblo: Hermosear� � los humildes con salud. Gozarse han los p�os con gloria: Cantar�n sobre sus camas. Ensalzamientos de Dios modular�n en sus gargantas. Y espadas de dos filos habr� en sus manos; Para hacer venganza de las gentes, Y castigo en los pueblos; Para aprisionar sus reyes en grillos, Y sus nobles con cadenas de hierro; Para ejecutar en ellos el juicio escrito: Gloria ser� esta para todos sus santos. Aleluya. Salmos 150ALABAD � Dios en su santuario: Alabadle en la extensi�n de su fortaleza. Alabadle por sus proezas: Alabadle conforme � la muchedumbre de su grandeza. Alabadle � son de bocina: Alabadle con salterio y arpa. Alabadle con adufe y flauta: Alabadle con cuerdas y �rgano. Alabadle con c�mbalos resonantes: Alabadle con c�mbalos de j�bilo. Todo lo que respira alabe � JAH. Aleluya.
Proverbios LA BIBLIA Versión Reina-Valera de 1909 �NDICE [1 | 2 | 3 | 4 | 5 | 6 | 7 | 8 | 9 | 10 | 11 | 12 | 13 | 14 | 15 | 16 | 17 | 18 | 19 | 20 | 21 | 22 | 23 | 24 | 25 | 26 | 27 | 28 | 29 | 30 | 31 ] Proverbios 1LOS proverbios de Salom�n, hijo de David, rey de Israel: Para entender sabidur�a y doctrina; Para conocer las razones prudentes; Para recibir el consejo de prudencia, Justicia, y juicio y equidad; Para dar sagacidad � los simples, Y � los j�venes inteligencia y cordura. Oir� el sabio, y aumentar� el saber; Y el entendido adquirir� consejo; Para entender par�bola y declaraci�n; Palabras de sabios, y sus dichos oscuros. El principio de la sabidur�a es el temor de Jehov�: Los insensatos desprecian la sabidur�a y la ense�anza. Oye, hijo m�o, la doctrina de tu padre, Y no desprecies la direcci�n de tu madre: Porque adorno de gracia ser�n � tu cabeza, Y collares � tu cuello. Hijo m�o, si los pecadores te quisieren enga�ar, No consientas. Si dijeren: Ven con nosotros, Pongamos asechanzas � la sangre, Acechemos sin motivo al inocente; Los tragaremos vivos como el sepulcro, Y enteros, como los que caen en sima; Hallaremos riquezas de todas suertes, Henchiremos nuestras casas de despojos; Echa tu suerte entre nosotros; Tengamos todos una bolsa: Hijo m�o, no andes en camino con ellos; Aparta tu pie de sus veredas: Porque sus pies correr�n al mal, E ir�n presurosos � derramar sangre. Porque en vano se tender� la red Ante los ojos de toda ave; Mas ellos � su propia sangre ponen asechanzas, Y � sus almas tienden lazo. Tales son las sendas de todo el que es dado � la codicia, La cual prender� el alma de sus poseedores. La sabidur�a clama de fuera, Da su voz en las plazas: Clama en los principales lugares de concurso; En las entradas de las puertas de la ciudad dice sus razones: �Hasta cu�ndo, oh simples, amar�is la simpleza, Y los burladores desear�n el burlar, Y los insensatos aborrecer�n la ciencia? Volveos � mi reprensi�n: He aqu� yo os derramar� mi esp�ritu, Y os har� saber mis palabras. Por cuanto llam�, y no quisisteis: Extend� mi mano, y no hubo quien escuchase; Antes desechasteis todo consejo m�o, Y mi reprensi�n no quisisteis: Tambi�n yo me reir� en vuestra calamidad, Y me burlar� cuando os viniere lo que tem�is; Cuando viniere como una destrucci�n lo que tem�is, Y vuestra calamidad llegare como un torbellino; Cuando sobre vosotros viniere tribulaci�n y angustia. Entonces me llamar�n, y no responder�; Buscarme han de ma�ana, y no me hallar�n: Por cuanto aborrecieron la sabidur�a, Y no escogieron el temor de Jehov�, Ni quisieron mi consejo, Y menospreciaron toda reprensi�n m�a: Comer�n pues del fruto de su camino, Y se hartar�n de sus consejos. Porque el reposo de los ignorantes los matar�, Y la prosperidad de los necios los echar� � perder. Mas el que me oyere, habitar� confiadamente, Y vivir� reposado, sin temor de mal. Proverbios 2HIJO m�o, si tomares mis palabras, Y mis mandamientos guardares dentro de ti, Haciendo estar atento tu o�do � la sabidur�a; Si inclinares tu coraz�n � la prudencia; Si clamares � la inteligencia, Y � la prudencia dieres tu voz; Si como � la plata la buscares, Y la escudri�ares como � tesoros; Entonces entender�s el temor de Jehov�, Y hallar�s el conocimiento de Dios. Porque Jehov� da la sabidur�a, Y de su boca viene el conocimiento y la inteligencia. El provee de s�lida sabidur�a � los rectos: Es escudo � los que caminan rectamente. Es el que guarda las veredas del juicio, Y preserva el camino de sus santos. Entonces entender�s justicia, juicio, Y equidad, y todo buen camino. Cuando la sabidur�a entrare en tu coraz�n, Y la ciencia fuere dulce � tu alma, El consejo te guardar�, Te preservar� la inteligencia: Para librarte del mal camino, De los hombres que hablan perversidades; Que dejan las veredas derechas, Por andar en caminos tenebrosos; Que se alegran haciendo mal, Que se huelgan en las perversidades del vicio; Cuyas veredas son torcidas, Y torcidos sus caminos. Para librarte de la mujer extra�a, De la ajena que halaga con sus palabras; Que desampara el pr�ncipe de su mocedad, Y se olvida del pacto de su Dios. Por lo cual su casa est� inclinada � la muerte, Y sus veredas hacia los muertos: Todos los que � ella entraren, no volver�n, Ni tomar�n las veredas de la vida. Para que andes por el camino de los buenos, Y guardes las veredas de los justos. Porque los rectos habitar�n la tierra, Y los perfectos permanecer�n en ella; Mas los imp�os ser�n cortados de la tierra, Y los prevaricadores ser�n de ella desarraigados. Proverbios 3HIJO m�o, no te olvides de mi ley; Y tu coraz�n guarde mis mandamientos: Porque largura de d�as, y a�os de vida Y paz te aumentar�n. Misericordia y verdad no te desamparen; Atalas � tu cuello, Escr�belas en la tabla de tu coraz�n: Y hallar�s gracia y buena opini�n En los ojos de Dios y de los hombres. F�ate de Jehov� de todo tu coraz�n, Y no estribes en tu prudencia. Recon�celo en todos tus caminos, Y �l enderezar� tus veredas. No seas sabio en tu opini�n: Teme � Jehov�, y ap�rtate del mal; Porque ser� medicina � tu ombligo, Y tu�tano � tus huesos. Honra � Jehov� de tu sustancia, Y de las primicias de todos tus frutos; Y ser�n llenas tus trojes con abundancia, Y tus lagares rebosar�n de mosto. No deseches, hijo m�o, el castigo de Jehov�; Ni te fatigues de su correcci�n: Porque al que ama castiga, Como el padre al hijo � quien quiere. Bienaventurado el hombre que halla la sabidur�a, Y que obtiene la inteligencia: Porque su mercader�a es mejor que la mercader�a de la plata, Y sus frutos m�s que el oro fino. M�s preciosa es que las piedras preciosas; Y todo lo que puedes desear, no se puede comparar � ella. Largura de d�as est� en su mano derecha; En su izquierda riquezas y honra. Sus caminos son caminos deleitosos, Y todas sus veredas paz. Ella es �rbol de vida � los que de ella asen: Y bienaventurados son los que la mantienen. Jehov� con sabidur�a fund� la tierra; Afirm� los cielos con inteligencia. Con su ciencia se partieron los abismos, Y destilan el roc�o los cielos. Hijo m�o, no se aparten estas cosas de tus ojos; Guarda la ley y el consejo; Y ser�n vida � tu alma, Y gracia � tu cuello. Entonces andar�s por tu camino confiadamente, Y tu pie no tropezar�. Cuando te acostares, no tendr�s temor; Antes te acostar�s, y tu sue�o ser� suave. No tendr�s temor de pavor repentino, Ni de la ruina de los imp�os cuando viniere: Porque Jehov� ser� tu confianza, Y �l preservar� tu pie de ser preso. No detengas el bien de sus due�os, Cuando tuvieres poder para hacerlo. No digas � tu pr�jimo: Ve, y vuelve, Y ma�ana te dar�; Cuando tienes contigo qu� darle. No intentes mal contra tu pr�jimo, Estando �l confiado de ti. No pleitees con alguno sin raz�n, Si �l no te ha hecho agravio. No envidies al hombre injusto, Ni escojas alguno de sus caminos. Porque el perverso es abominado de Jehov�: Mas su secreto es con los rectos. La maldici�n de Jehov� est� en la casa del imp�o; Mas �l bendecir� la morada de los justos. Ciertamente �l escarnecer� � los escarnecedores, Y � los humildes dar� gracia. Los sabios heredar�n honra: Mas los necios sostendr�n ignominia. Proverbios 4OID, hijos, la doctrina de un padre, Y estad atentos para que conozc�is cordura. Porque os doy buena ense�anza; No desampar�is mi ley. Porque yo fu� hijo de mi padre, Delicado y �nico delante de mi madre. Y �l me ense�aba, y me dec�a: Mantenga tu coraz�n mis razones, Guarda mis mandamientos, y vivir�s: Adquiere sabidur�a, adquiere inteligencia; No te olvides ni te apartes de las razones de mi boca; No la dejes, y ella te guardar�; Amala, y te conservar�. Sabidur�a ante todo: adquiere sabidur�a: Y ante toda tu posesi�n adquiere inteligencia. Engrand�cela, y ella te engrandecer�: Ella te honrar�, cuando t� la hubieres abrazado. Adorno de gracia dar� � tu cabeza: Corona de hermosura te entregar�. Oye, hijo m�o, y recibe mis razones; Y se te multiplicar�n a�os de vida. Por el camino de la sabidur�a te he encaminado, Y por veredas derechas te he hecho andar. Cuando anduvieres no se estrechar�n tus pasos; Y si corrieres, no tropezar�s. Ten el consejo, no lo dejes; Gu�rdalo, porque eso es tu vida. No entres por la vereda de los imp�os, Ni vayas por el camino de los malos. Desamp�rala, no pases por ella; Ap�rtate de ella, pasa. Porque no duermen ellos, si no hicieren mal; Y pierden su sue�o, si no han hecho caer. Porque comen pan de maldad, y beben vino de robos. Mas la senda de los justos es como la luz de la aurora, Que va en aumento hasta que el d�a es perfecto. El camino de los imp�os es como la oscuridad: No saben en qu� tropiezan. Hijo m�o, est� atento � mis palabras; Inclina tu o�do � mis razones. No se aparten de tus ojos; Gu�rdalas en medio de tu coraz�n. Porque son vida � los que las hallan, Y medicina � toda su carne. Sobre toda cosa guardada guarda tu coraz�n; Porque de �l mana la vida. Aparta de ti la perversidad de la boca, Y aleja de ti la iniquidad de labios. Tus ojos miren lo recto, Y tus p�rpados en derechura delante de ti. Examina la senda de tus pies, Y todos tus caminos sean ordenados. No te apartes � diestra, ni � siniestra: Aparta tu pie del mal. Proverbios 5HIJO m�o, est� atento � mi sabidur�a, Y � mi inteligencia inclina tu o�do; Para que guardes consejo, Y tus labios conserven la ciencia. Porque los labios de la extra�a destilan miel, Y su paladar es m�s blando que el aceite; Mas su fin es amargo como el ajenjo, Agudo como cuchillo de dos filos. Sus pies descienden � la muerte; Sus pasos sustentan el sepulcro: Sus caminos son instables; no los conocer�s, Si no considerares el camino de vida. Ahora pues, hijos, oidme, Y no os apart�is de las razones de mi boca. Aleja de ella tu camino, Y no te acerques � la puerta de su casa; Porque no des � los extra�os tu honor, Y tus a�os � cruel; Porque no se harten los extra�os de tu fuerza, Y tus trabajos est�n en casa del extra�o; Y gimas en tus postrimer�as, Cuando se consumiere tu carne y tu cuerpo, Y digas: �C�mo aborrec� el consejo, Y mi coraz�n menospreci� la reprensi�n; Y no o� la voz de los que me adoctrinaban, Y � los que me ense�aban no inclin� mi o�do! Casi en todo mal he estado, En medio de la sociedad y de la congregaci�n. Bebe el agua de tu cisterna, Y los raudales de tu pozo. Derr�mense por de fuera tus fuentes, En las plazas los r�os de aguas. Sean para ti solo, Y no para los extra�os contigo. Sea bendito tu manantial; Y al�grate con la mujer de tu mocedad. Como cierva amada y graciosa corza, Sus pechos te satisfagan en todo tiempo; Y en su amor recr�ate siempre. �Y por qu�, hijo m�o, andar�s ciego con la ajena, Y abrazar�s el seno de la extra�a? Pues que los caminos del hombre est�n ante los ojos de Jehov�, Y �l considera todas sus veredas. Prender�n al imp�o sus propias iniquidades, Y detenido ser� con las cuerdas de su pecado. El morir� por falta de correcci�n; Y errar� por la grandeza de su locura. Proverbios 6HIJO m�o, si salieres fiador por tu amigo, Si tocaste tu mano por el extra�o, Enlazado eres con las palabras de tu boca, Y preso con las razones de tu boca. Haz esto ahora, hijo m�o, y l�brate, Ya que has ca�do en la mano de tu pr�jimo: Ve, hum�llate, y aseg�rate de tu amigo. No des sue�o � tus ojos, Ni � tus p�rpados adormecimiento. Esc�pate como el corzo de la mano del cazador, Y como el ave de la mano del parancero. Ve � la hormiga, oh perezoso Mira sus caminos, y s� sabio; La cual no teniendo capit�n, Ni gobernador, ni se�or, Prepara en el verano su comida Y allega en el tiempo de la siega su mantenimiento. Perezoso, �hasta cu�ndo has de dormir? �Cu�ndo te levantar�s de tu sue�o? Un poco de sue�o, un poco de dormitar, Y cruzar por un poco las manos para reposo: As� vendr� tu necesidad como caminante, Y tu pobreza como hombre de escudo. El hombre malo, el hombre depravado, Anda en perversidad de boca; Gui�a de sus ojos, habla con sus pies, Indica con sus dedos; Perversidades hay en su coraz�n, anda pensando mal en todo tiempo; Enciende rencillas. Por tanto su calamidad vendr� de repente; S�bitamente ser� quebrantado, y no habr� remedio. Seis cosas aborrece Jehov�, Y aun siete abomina su alma: Los ojos altivos, la lengua mentirosa, Las manos derramadoras de sangre inocente, El coraz�n que maquina pensamientos inicuos, Los pies presurosos para correr al mal, El testigo falso que habla mentiras, Y el que enciende rencillas entre los hermanos. Guarda, hijo m�o, el mandamiento de tu padre, Y no dejes la ense�anza de tu madre: Atalos siempre en tu coraz�n, Enl�zalos � tu cuello. Te guiar�n cuando anduvieres; cuando durmieres te guardar�n; Hablar�n contigo cuando despertares. Porque el mandamiento es antorcha, y la ense�anza luz; Y camino de vida las reprensiones de la ense�anza: Para que te guarden de la mala mujer, De la blandura de la lengua de la extra�a. No codicies su hermosura en tu coraz�n, Ni ella te prenda con sus ojos: Porque � causa de la mujer ramera es reducido el hombre � un bocado de pan; Y la mujer caza la preciosa alma del var�n. �Tomar� el hombre fuego en su seno, Sin que sus vestidos se quemen? �Andar� el hombre sobre las brasas, Sin que sus pies se abrasen? As� el que entrare � la mujer de su pr�jimo; No ser� sin culpa cualquiera que la tocare. No tienen en poco al ladr�n, cuando hurtare Para saciar su alma teniendo hambre: Empero tomado, paga las setenas, Da toda la sustancia de su casa. Mas el que comete adulterio con la mujer, es falto de entendimiento: Corrompe su alma el que tal hace. Plaga y verg�enza hallar�; Y su afrenta nunca ser� ra�da. Porque los celos son el furor del hombre, Y no perdonar� en el d�a de la venganza. No tendr� respeto � ninguna redenci�n; Ni querr� perdonar, aunque multipliques los dones. Proverbios 7HIJO m�o, guarda mis razones, Y encierra contigo mis mandamientos. Guarda mis mandamientos, y vivir�s; Y mi ley como las ni�as de tus ojos. L�galos � tus dedos; Escr�belos en la tabla de tu coraz�n. Di � la sabidur�a: T� eres mi hermana; Y � la inteligencia llama parienta: Para que te guarden de la mujer ajena, Y de la extra�a que ablanda sus palabras. Porque mirando yo por la ventana de mi casa, Por mi celos�a, Vi entre los simples, Consider� entre los j�venes, Un mancebo falto de entendimiento, El cual pasaba por la calle, junto � la esquina de aquella, E iba camino de su casa, A la tarde del d�a, ya que oscurec�a, En la oscuridad y tiniebla de la noche. Y he aqu�, una mujer que le sale al encuentro Con atav�o de ramera, astuta de coraz�n, Alborotadora y rencillosa, Sus pies no pueden estar en casa; Unas veces de fuera, � bien por las plazas, Acechando por todas las esquinas. Y traba de �l, y b�salo; Desvergonz� su rostro, y d�jole: Sacrificios de paz hab�a prometido, Hoy he pagado mis votos; Por tanto he salido � encontrarte, Buscando diligentemente tu rostro, y te he hallado. Con paramentos he ataviado mi cama, Recamados con cordoncillo de Egipto. He sahumado mi c�mara Con mirra, �loes, y cinamomo. Ven, embriagu�monos de amores hasta la ma�ana; Alegr�monos en amores. Porque el marido no est� en casa, Hase ido � un largo viaje: El saco de dinero llev� en su mano; El d�a se�alado volver� � su casa. Rindi�lo con la mucha suavidad de sus palabras, Oblig�le con la blandura de sus labios. Vase en pos de ella luego, Como va el buey al degolladero, Y como el loco � las prisiones para ser castigado; Como el ave que se apresura al lazo, Y no sabe que es contra su vida, Hasta que la saeta traspas� su h�gado. Ahora pues, hijos, oidme, Y estad atentos � las razones de mi boca. No se aparte � sus caminos tu coraz�n; No yerres en sus veredas. Porque � muchos ha hecho caer heridos; Y aun los m�s fuertes han sido muertos por ella. Caminos del sepulcro son su casa, Que descienden � las c�maras de la muerte. Proverbios 8�NO clama la sabidur�a, Y da su voz la inteligencia? En los altos cabezos, junto al camino, A las encrucijadas de las veredas se para; En el lugar de las puertas, � la entrada de la ciudad, A la entrada de las puertas da voces: Oh hombres, � vosotros clamo; Y mi voz es � los hijos de los hombres. Entended, simples, discreci�n; Y vosotros, locos, entrad en cordura. Oid, porque hablar� cosas excelentes; Y abrir� mis labios para cosas rectas. Porque mi boca hablar� verdad, Y la impiedad abominan mis labios. En justicia son todas las razones de mi boca; No hay en ellas cosa perversa ni torcida. Todas ellas son rectas al que entiende, Y razonables � los que han hallado sabidur�a. Recibid mi ense�anza, y no plata; Y ciencia antes que el oro escogido. Porque mejor es la sabidur�a que las piedras preciosas; Y todas las cosas que se pueden desear, no son de comparar con ella. Yo, la sabidur�a, habito con la discreci�n, Y hallo la ciencia de los consejos. El temor de Jehov� es aborrecer el mal; La soberbia y la arrogancia, y el mal camino Y la boca perversa, aborrezco. Conmigo est� el consejo y el ser; Yo soy la inteligencia; m�a es la fortaleza. Por m� reinan los reyes, Y los pr�ncipes determinan justicia. Por m� dominan los pr�ncipes, Y todos los gobernadores juzgan la tierra. Yo amo � los que me aman; Y me hallan los que madrugando me buscan. Las riquezas y la honra est�n conmigo; S�lidas riquezas, y justicia. Mejor es mi fruto que el oro, y que el oro refinado; Y mi r�dito mejor que la plata escogida. Por vereda de justicia guiar�, Por en medio de sendas de juicio; Para hacer heredar � mis amigos el ser, Y que yo hincha sus tesoros. Jehov� me pose�a en el principio de su camino, Ya de antiguo, antes de sus obras. Eternalmente tuve el principado, desde el principio, Antes de la tierra. Antes de los abismos fu� engendrada; Antes que fuesen las fuentes de las muchas aguas. Antes que los montes fuesen fundados, Antes de los collados, era yo engendrada: No hab�a a�n hecho la tierra, ni las campi�as, Ni el principio del polvo del mundo. Cuando formaba los cielos, all� estaba yo; Cuando se�alaba por comp�s la sobrefaz del abismo; Cuando afirmaba los cielos arriba, Cuando afirmaba las fuentes del abismo; Cuando pon�a � la mar su estatuto, Y � las aguas, que no pasasen su mandamiento; Cuando establec�a los fundamentos de la tierra; Con �l estaba yo orden�ndolo todo; Y fu� su delicia todos los d�as, Teniendo solaz delante de �l en todo tiempo. Hu�lgome en la parte habitable de su tierra; Y mis delicias son con los hijos de los hombres. Ahora pues, hijos, oidme: Y bienaventurados los que guardaren mis caminos. Atended el consejo, y sed sabios, Y no lo menospreci�is. Bienaventurado el hombre que me oye, Velando � mis puertas cada d�a, Guardando los umbrales de mis entradas. Porque el que me hallare, hallar� la vida, Y alcanzar� el favor de Jehov�. Mas el que peca contra m�, defrauda su alma: Todos los que me aborrecen, aman la muerte. Proverbios 9LA sabidur�a edific� su casa, Labr� sus siete columnas; Mat� sus v�ctimas, templ� su vino, Y puso su mesa. Envi� sus criadas; Sobre lo m�s alto de la ciudad clam�: Cualquiera simple, venga ac�. A los faltos de cordura dijo: Venid, comed mi pan, Y bebed del vino que yo he templado. Dejad las simplezas, y vivid; Y andad por el camino de la inteligencia. El que corrige al escarnecedor, afrenta se acarrea: El que reprende al imp�o, se atrae mancha. No reprendas al escarnecedor, porque no te aborrezca: Corrige al sabio, y te amar�. Da al sabio, y ser� m�s sabio: Ense�a al justo, y acrecer� su saber. El temor de Jehov� es el principio de la sabidur�a; Y la ciencia de los santos es inteligencia. Porque por m� se aumentar�n tus d�as, Y a�os de vida se te a�adir�n. Si fueres sabio, para ti lo ser�s: Mas si fueres escarnecedor, pagar�s t� solo. La mujer loca es alborotadora; Es simple � ignorante. Si�ntase en una silla � la puerta de su casa, En lo alto de la ciudad, Para llamar � los que pasan por el camino, Que van por sus caminos derechos. Cualquiera simple, dice, venga ac�. A los faltos de cordura dijo: Las aguas hurtadas son dulces, Y el pan comido en oculto es suave. Y no saben que all� est�n los muertos; Que sus convidados est�n en los profundos de la sepultura. Proverbios 10Las sentencias de Salom�n.>> EL hijo sabio alegra al padre; Y el hijo necio es tristeza de su madre. Los tesoros de maldad no ser�n de provecho: Mas la justicia libra de muerte. Jehov� no dejar� hambrear el alma del justo: Mas la iniquidad lanzar� � los imp�os. La mano negligente hace pobre: Mas la mano de los diligentes enriquece. El que recoge en el est�o es hombre entendido: El que duerme en el tiempo de la siega es hombre afrentoso. Bendiciones sobre la cabeza del justo: Mas violencia cubrir� la boca de los imp�os. La memoria del justo ser� bendita: Mas el nombre de los imp�os se pudrir�. El sabio de coraz�n recibir� los mandamientos: Mas el loco de labios caer�. El que camina en integridad, anda confiado: Mas el que pervierte sus caminos, ser� quebrantado. El que gui�a del ojo acarrea tristeza; Y el loco de labios ser� castigado. Vena de vida es la boca del justo: Mas violencia cubrir� la boca de los imp�os. El odio despierta rencillas: Mas la caridad cubrir� todas las faltas. En los labios del prudente se halla sabidur�a: Y vara � las espaldas del falto de cordura. Los sabios guardan la sabidur�a: Mas la boca del loco es calamidad cercana. Las riquezas del rico son su ciudad fuerte; Y el desmayo de los pobres es su pobreza. La obra del justo es para vida; Mas el fruto del imp�o es para pecado. Camino � la vida es guardar la correcci�n: Mas el que deja la reprensi�n, yerra. El que encubre el odio es de labios mentirosos; Y el que echa mala fama es necio. En las muchas palabras no falta pecado: Mas el que refrena sus labios es prudente. Plata escogida es la lengua del justo: Mas el entendimiento de los imp�os es como nada. Los labios del justo apacientan � muchos: Mas los necios por falta de entendimiento mueren. La bendici�n de Jehov� es la que enriquece, Y no a�ade tristeza con ella. Hacer abominaci�n es como risa al insensato: Mas el hombre entendido sabe. Lo que el imp�o teme, eso le vendr�: Mas � los justos les ser� dado lo que desean. Como pasa el torbellino, as� el malo no permanece: Mas el justo, fundado para siempre. Como el vinagre � los dientes, y como el humo � los ojos, As� es el perezoso � los que lo env�an. El temor de Jehov� aumentar� los d�as: Mas los a�os de los imp�os ser�n acortados. La esperanza de los justos es alegr�a; Mas la esperanza de los imp�os perecer�. Fortaleza es al perfecto el camino de Jehov�: Mas espanto es � los que obran maldad. El justo eternalmente no ser� removido: Mas los imp�os no habitar�n la tierra. La boca del justo producir� sabidur�a: Mas la lengua perversa ser� cortada. Los labios del justo conocer�n lo que agrada: Mas la boca de los imp�os habla perversidades. Proverbios 11EL peso falso abominaci�n es � Jehov�: Mas la pesa cabal le agrada. Cuando viene la soberbia, viene tambi�n la deshonra: Mas con los humildes es la sabidur�a. La integridad de los rectos los encaminar�: Mas destruir� � los pecadores la perversidad de ellos. No aprovechar�n las riquezas en el d�a de la ira: Mas la justicia librar� de muerte. La justicia del perfecto enderezar� su camino: mas el imp�o por su impiedad caer�. La justicia de los rectos los librar�: Mas los pecadores en su pecado ser�n presos. Cuando muere el hombre imp�o, perece su esperanza; Y la espectativa de los malos perecer�. El justo es librado de la tribulaci�n: Mas el imp�o viene en lugar suyo. El hip�crita con la boca da�a � su pr�jimo: Mas los justos son librados con la sabidur�a. En el bien de los justos la ciudad se alegra: Mas cuando los imp�os perecen, hay fiestas. Por la bendici�n de los rectos la ciudad ser� engrandecida: Mas por la boca de los imp�os ella ser� trastornada. El que carece de entendimiento, menosprecia � su pr�jimo: Mas el hombre prudente calla. El que anda en chismes, descubre el secreto: Mas el de esp�ritu fiel encubre la cosa. Cuando faltaren las industrias, caer� el pueblo: Mas en la multitud de consejeros hay salud. Con ansiedad ser� afligido el que fiare al extra�o: Mas el que aborreciere las fianzas vivir� confiado. La mujer graciosa tendr� honra: Y los fuertes tendr�n riquezas. A su alma hace bien el hombre misericordioso: Mas el cruel atormenta su carne. El imp�o hace obra falsa: Mas el que sembrare justicia, tendr� galard�n firme. Como la justicia es para vida, As� el que sigue el mal es para su muerte. Abominaci�n son � Jehov� los perversos de coraz�n: Mas los perfectos de camino le son agradables. Aunque llegue la mano � la mano, el malo no quedar� sin castigo: Mas la simiente de los justos escapar�. Zarcillo de oro en la nariz del puerco, Es la mujer hermosa y apartada de raz�n. El deseo de los justos es solamente bien: Mas la esperanza de los imp�os es enojo. Hay quienes reparten, y les es a�adido m�s: Y hay quienes son escasos m�s de lo que es justo, mas vienen � pobreza. El alma liberal ser� engordada: Y el que saciare, �l tambi�n ser� saciado. Al que retiene el grano, el pueblo lo maldecir�: Mas bendici�n ser� sobre la cabeza del que vende. El que madruga al bien, buscar� favor: Mas el que busca el mal, vendr�le. El que conf�a en sus riquezas, caer�: Mas los justos reverdecer�n como ramos. El que turba su casa heredar� viento; Y el necio ser� siervo del sabio de coraz�n. El fruto del justo es �rbol de vida: Y el que prende almas, es sabio. Ciertamente el justo ser� pagado en la tierra: �Cu�nto m�s el imp�o y el pecador! Proverbios 12EL que ama la correcci�n ama la sabidur�a: Mas el que aborrece la reprensi�n, es ignorante. El bueno alcanzar� favor de Jehov�: Mas �l condenar� al hombre de malos pensamientos. El hombre no se afirmar� por medio de la impiedad: Mas la ra�z de los justos no ser� movida. La mujer virtuosa corona es de su marido: Mas la mala, como carcoma en sus huesos. Los pensamientos de los justos son rectitud; Mas los consejos de los imp�os, enga�o. Las palabras de los imp�os son para acechar la sangre: Mas la boca de los rectos los librar�. Dios trastornar� � los imp�os, y no ser�n m�s: Mas la casa de los justos permanecer�. Seg�n su sabidur�a es alabado el hombre: Mas el perverso de coraz�n ser� en menosprecio. Mejor es el que es menospreciado y tiene servidores, Que el que se precia, y carece de pan. El justo atiende � la vida de su bestia: Mas las entra�as de los imp�os son crueles. El que labra su tierra, se hartar� de pan: Mas el que sigue los vagabundos es falto de entendimiento. Desea el imp�o la red de los malos: Mas la ra�z de los justos dar� fruto. El imp�o es enredado en la prevaricaci�n de sus labios: Mas el justo saldr� de la tribulaci�n. El hombre ser� harto de bien del fruto de su boca: Y la paga de las manos del hombre le ser� dada. El camino del necio es derecho en su opini�n: Mas el que obedece al consejo es sabio. El necio luego al punto da � conocer su ira: Mas el que disimula la injuria es cuerdo. El que habla verdad, declara justicia; Mas el testigo mentiroso, enga�o. Hay quienes hablan como dando estocadas de espada: Mas la lengua de los sabios es medicina. El labio de verdad permanecer� para siempre: Mas la lengua de mentira por un momento. Enga�o hay en el coraz�n de los que piensan mal: Mas alegr�a en el de los que piensan bien. Ninguna adversidad acontecer� al justo: Mas los imp�os ser�n llenos de mal. Los labios mentirosos son abominaci�n � Jehov�: Mas los obradores de verdad su contentamiento. El hombre cuerdo encubre la ciencia: Mas el coraz�n de los necios publica la necedad. La mano de los diligentes se ense�orear�: Mas la negligencia ser� tributaria. El cuidado congojoso en el coraz�n del hombre, lo abate; Mas la buena palabra lo alegra. El justo hace ventaja � su pr�jimo: Mas el camino de los imp�os les hace errar. El indolente no chamuscar� su caza: Mas el haber precioso del hombre es la diligencia. En el camino de la justicia est� la vida; Y la senda de su vereda no es muerte. Proverbios 13EL hijo sabio toma el consejo del padre: Mas el burlador no escucha las reprensiones. Del fruto de su boca el hombre comer� bien: Mas el alma de los prevaricadores hallar� mal. El que guarda su boca guarda su alma: Mas el que mucho abre sus labios tendr� calamidad. Desea, y nada alcanza el alma del perezoso: Mas el alma de los diligentes ser� engordada. El justo aborrece la palabra de mentira: Mas el imp�o se hace odioso � infame. La justicia guarda al de perfecto camino: Mas la impiedad trastornar� al pecador. Hay quienes se hacen ricos, y no tienen nada: Y hay quienes se hacen pobres, y tienen muchas riquezas. La redenci�n de la vida del hombre son sus riquezas: Pero el pobre no oye censuras. La luz de los justos se alegrar�: Mas apagar�se la l�mpara de los imp�os. Ciertamente la soberbia parir� contienda: Mas con los avisados es la sabidur�a. Disminuir�nse las riquezas de vanidad: Empero multiplicar� el que allega con su mano. La esperanza que se prolonga, es tormento del coraz�n: Mas �rbol de vida es el deseo cumplido. El que menosprecia la palabra, perecer� por ello: Mas el que teme el mandamiento, ser� recompensado. la ley del sabio es manantial de vida, Para apartarse de los lazos de la muerte. El buen entendimiento conciliar� gracia: Mas el camino de los prevaricadores es duro. Todo hombre cuerdo obra con sabidur�a: Mas el necio manifestar� necedad. El mal mensajero caer� en mal: Mas el mensajero fiel es medicina. Pobreza y verg�enza tendr� el que menosprecia el consejo: Mas el que guarda la correcci�n, ser� honrado. El deseo cumplido deleita el alma: Pero apartarse del mal es abominaci�n � los necios. El que anda con los sabios, sabio ser�; Mas el que se allega � los necios, ser� quebrantado. Mal perseguir� � los pecadores: Mas � los justos les ser� bien retribu�do. El bueno dejar� herederos � los hijos de los hijos; Y el haber del pecador, para el justo est� guardado. En el barbecho de los pobres hay mucho pan: Mas pi�rdese por falta de juicio. El que detiene el castigo, � su hijo aborrece: Mas el que lo ama, madruga � castigarlo. El justo come hasta saciar su alma: Mas el vientre de los imp�os tendr� necesidad. Proverbios 14LA mujer sabia edifica su casa: Mas la necia con sus manos la derriba. El que camina en su rectitud teme � Jehov�: Mas el pervertido en sus caminos lo menosprecia. En la boca del necio est� la vara de la soberbia: Mas los labios de los sabios los guardar�n. Sin bueyes el granero est� limpio: Mas por la fuerza del buey hay abundancia de pan. El testigo verdadero no mentir�: Mas el testigo falso hablar� mentiras. Busca el escarnecedor la sabidur�a, y no la halla: Mas la sabidur�a al hombre entendido es f�cil. Vete de delante del hombre necio, Porque en �l no advertir�s labios de ciencia. La ciencia del cuerdo es entender su camino: Mas la indiscreci�n de los necios es enga�o. Los necios se mofan del pecado: Mas entre los rectos hay favor. El coraz�n conoce la amargura de su alma; Y extra�o no se entrometer� en su alegr�a. La casa de los imp�os ser� asolada: Mas florecer� la tienda de los rectos. Hay camino que al hombre parece derecho; Empero su fin son caminos de muerte. Aun en la risa tendr� dolor el coraz�n; Y el t�rmino de la alegr�a es congoja. De sus caminos ser� harto el apartado de raz�n: Y el hombre de bien estar� contento del suyo. El simple cree � toda palabra: Mas el avisado entiende sus pasos. El sabio teme, y se aparta del mal: Mas el necio se arrebata, y conf�a. El que presto se enoja, har� locura: Y el hombre malicioso ser� aborrecido. Los simples heredar�n necedad: Mas los cuerdos se coronar�n de sabidur�a. Los malos se inclinar�n delante de los buenos, Y los imp�os � las puertas del justo. El pobre es odioso aun � su amigo: Pero muchos son los que aman al rico. Peca el que menosprecia � su pr�jimo: Mas el que tiene misericordia de los pobres, es bienaventurado. �No yerran los que piensan mal? Misericordia empero y verdad alcanzar�n los que piensan bien. En toda labor hay fruto: Mas la palabra de los labios solamente empobrece. Las riquezas de los sabios son su corona: Mas es infatuaci�n la insensatez de los necios. El testigo verdadero libra las almas: Mas el enga�oso hablar� mentiras. En el temor de Jehov� est� la fuerte confianza; Y esperanza tendr�n sus hijos. El temor de Jehov� es manantial de vida, Para apartarse de los lazos de la muerte. En la multitud de pueblo est� la gloria del rey: Y en la falta de pueblo la flaqueza del pr�ncipe. El que tarde se aira, es grande de entendimiento: Mas el corto de esp�ritu engrandece el desatino. El coraz�n apacible es vida de las carnes: Mas la envidia, pudrimiento de huesos. El que oprime al pobre, afrenta � su Hacedor: Mas el que tiene misericordia del pobre, lo honra. Por su maldad ser� lanzado el imp�o: Mas el justo en su muerte tiene esperanza. En el coraz�n del cuerdo reposa la sabidur�a; Y es conocida en medio de los necios. La justicia engrandece la naci�n: Mas el pecado es afrenta de las naciones. La benevolencia del rey es para con el ministro entendido: Mas su enojo contra el que lo averg�enza. Proverbios 15LA blanda respuesta quita la ira: Mas la palabra �spera hace subir el furor. La lengua de los sabios adornar� la sabidur�a: Mas la boca de los necios hablar� sandeces. Los ojos de Jehov� est�n en todo lugar, Mirando � los malos y � los buenos. La sana lengua es �rbol de vida: Mas la perversidad en ella es quebrantamiento de esp�ritu. El necio menosprecia el consejo de su padre: Mas el que guarda la correcci�n, vendr� � ser cuerdo. En la casa del justo hay gran provisi�n; Empero turbaci�n en las ganancias del imp�o. Los labios de los sabios esparcen sabidur�a: Mas no as� el coraz�n de los necios. El sacrificio de los imp�os es abominaci�n � Jehov�: Mas la oraci�n de los rectos es su gozo. Abominaci�n es � Jehov� el camino del imp�o: Mas �l ama al que sigue justicia. La reconvenci�n es molesta al que deja el camino: Y el que aborreciere la correcci�n, morir�. El infierno y la perdici�n est�n delante de Jehov�: �Cu�nto m�s los corazones de los hombres! El escarnecedor no ama al que le reprende; Ni se allega � los sabios. El coraz�n alegre hermosea el rostro: Mas por el dolor de coraz�n el esp�ritu se abate. El coraz�n entendido busca la sabidur�a: Mas la boca de los necios pace necedad. Todos los d�as del afligido son trabajosos: Mas el de coraz�n contento tiene un convite continuo. Mejor es lo poco con el temor de Jehov�, Que el gran tesoro donde hay turbaci�n. Mejor es la comida de legumbres donde hay amor, Que de buey engordado donde hay odio. El hombre iracundo mueve contiendas: Mas el que tarde se enoja, apaciguar� la rencilla. El camino del perezoso es como seto de espinos: Mas la vereda de los rectos como una calzada. El hijo sabio alegra al padre: Mas el hombre necio menosprecia � su madre. La necedad es alegr�a al falto de entendimiento: Mas el hombre entendido enderezar� su proceder. Los pensamientos son frustrados donde no hay consejo; Mas en la multitud de consejeros se afirman. Al�grase el hombre con la respuesta de su boca: Y la palabra � su tiempo, �cu�n buena es! El camino de la vida es hacia arriba al entendido, Para apartarse del infierno abajo. Jehov� asolar� la casa de los soberbios: Mas �l afirmar� el t�rmino de la viuda. Abominaci�n son � Jehov� los pensamientos del malo: Mas las expresiones de los limpios son limpias. Alborota su casa el codicioso: Mas el que aborrece las d�divas vivir�. El coraz�n del justo piensa para responder: Mas la boca de los imp�os derrama malas cosas. Lejos est� Jehov� de los imp�os: Mas �l oye la oraci�n de los justos. La luz de los ojos alegra el coraz�n; Y la buena fama engorda los huesos. La oreja que escucha la correcci�n de vida, Entre los sabios morar�. El que tiene en poco la disciplina, menosprecia su alma: Mas el que escucha la correcci�n, tiene entendimiento. El temor de Jehov� es ense�anza de sabidur�a: Y delante de la honra est� la humildad. Proverbios 16DEL hombre son las disposiciones del coraz�n: Mas de Jehov� la respuesta de la lengua. Todos los caminos del hombre son limpios en su opini�n: Mas Jehov� pesa los esp�ritus. Encomienda � Jehov� tus obras, Y tus pensamientos ser�n afirmados. Todas las cosas ha hecho Jehov� por s� mismo, Y aun al imp�o para el d�a malo. Abominaci�n es � Jehov� todo altivo de coraz�n: Aunque est� mano sobre mano, no ser� reputado inocente. Con misericordia y verdad se corrige el pecado: Y con el temor de Jehov� se apartan del mal los hombres. Cuando los caminos del hombre son agradables � Jehov�, Aun � sus enemigos pacificar� con �l. Mejor es lo poco con justicia, Que la muchedumbre de frutos sin derecho. El coraz�n del hombre piensa su camino: Mas Jehov� endereza sus pasos. Adivinaci�n est� en los labios del rey: En juicio no prevaricar� su boca. Peso y balanzas justas son de Jehov�: Obra suya son todas las pesas de la bolsa. Abominaci�n es � los reyes hacer impiedad: Porque con justicia ser� afirmado el trono. Los labios justos son el contentamiento de los reyes; Y aman al que habla lo recto. La ira del rey es mensajero de muerte: Mas el hombre sabio la evitar�. En la alegr�a del rostro del rey est� la vida; Y su benevolencia es como nube de lluvia tard�a. Mejor es adquirir sabidur�a que oro preciado; Y adquirir inteligencia vale m�s que la plata. El camino de los rectos es apartarse del mal: Su alma guarda el que guarda su camino. Antes del quebrantamiento es la soberbia; Y antes de la ca�da la altivez de esp�ritu. Mejor es humillar el esp�ritu con los humildes, Que partir despojos con los soberbios. El entendido en la palabra, hallar� el bien: Y el que conf�a en Jehov�, �l es bienaventurado. El sabio de coraz�n es llamado entendido: Y la dulzura de labios aumentar� la doctrina. Manantial de vida es el entendimiento al que lo posee: Mas la erudici�n de los necios es necedad. El coraz�n del sabio hace prudente su boca; Y con sus labios aumenta la doctrina. Panal de miel son los dichos suaves. Suavidad al alma y medicina � los huesos. Hay camino que parece derecho al hombre, Mas su salida son caminos de muerte. El alma del que trabaja, trabaja para s�; Porque su boca le constri�e. El hombre perverso cava el mal; Y en sus labios hay como llama de fuego. El hombre perverso levanta contienda; Y el chismoso aparta los mejores amigos. El hombre malo lisonjea � su pr�jimo, Y le hace andar por el camino no bueno: Cierra sus ojos para pensar perversidades; Mueve sus labios, efect�a el mal. Corona de honra es la vejez, Que se hallar� en el camino de justicia. Mejor es el que tarde se aira que el fuerte; Y el que se ense�orea de su esp�ritu, que el que toma una ciudad. La suerte se echa en el seno: Mas de Jehov� es el juicio de ella. Proverbios 17MEJOR es un bocado seco, y en paz, Que la casa de contienda llena de v�ctimas. El siervo prudente se ense�orear� del hijo que deshonra, Y entre los hermanos partir� la herencia. El crisol para la plata, y la hornaza para el oro: Mas Jehov� prueba los corazones. El malo est� atento al labio inicuo; Y el mentiroso escucha � la lengua detractora. El que escarnece al pobre, afrenta � su Hacedor: Y el que se alegra en la calamidad, no quedar� sin castigo. Corona de los viejos son los hijos de los hijos; Y la honra de los hijos, sus padres. No conviene al necio la altilocuencia: �Cu�nto menos al pr�ncipe el labio mentiroso! Piedra preciosa es el cohecho en ojos de sus due�os: A donde quiera que se vuelve, da prosperidad. El que cubre la prevaricaci�n, busca amistad: Mas el que reitera la palabra, aparta al amigo. Aprovecha la reprensi�n en el entendido, M�s que si cien veces hiriese en el necio. El rebelde no busca sino mal; Y mensajero cruel ser� contra �l enviado. Mejor es se encuentre un hombre con una osa � la cual han robado sus cachorros, Que con un fatuo en su necedad. El que da mal por bien, No se apartar� el mal de su casa. El que comienza la pendencia es como quien suelta las aguas: Deja pues la porf�a, antes que se enmara�e. El que justifica al imp�o, y el que condena al justo, Ambos � dos son abominaci�n � Jehov�. �De qu� sirve el precio en la mano del necio para comprar sabidur�a, No teniendo entendimiento? En todo tiempo ama el amigo; Y el hermano para la angustia es nacido. El hombre falto de entendimiento toca la mano, Fiando � otro delante de su amigo. La prevaricaci�n ama el que ama pleito; Y el que alza su portada, quebrantamiento busca. El perverso de coraz�n nunca hallar� bien: Y el que revuelve con su lengua, caer� en mal. El que engendra al necio, para su tristeza lo engendra: Y el padre del fatuo no se alegrar�. El coraz�n alegre produce buena disposici�n: Mas el esp�ritu triste seca los huesos. El imp�o toma d�diva del seno Para pervertir las sendas del derecho. En el rostro del entendido aparece la sabidur�a: Mas los ojos del necio vagan hasta el cabo de la tierra. El hijo necio es enojo � su padre, Y amargura � la que lo engendr�. Ciertamente no es bueno condenar al justo, Ni herir � los pr�ncipes que hacen lo recto. Detiene sus dichos el que tiene sabidur�a: De prudente esp�ritu es el hombre entendido. Aun el necio cuando calla, es contado por sabio: El que cierra sus labios es entendido. Proverbios 18SEGUN su antojo busca el que se desv�a, Y se entremete en todo negocio. No toma placer el necio en la inteligencia, Sino en lo que su coraz�n se descubre. Cuando viene el imp�o, viene tambi�n el menosprecio, Y con el deshonrador la afrenta. Aguas profundas son las palabras de la boca del hombre; Y arroyo revertiente, la fuente de la sabidur�a. Tener respeto � la persona del imp�o, Para hacer caer al justo de su derecho, no es bueno. Los labios del necio vienen con pleito; Y su boca � cuestiones llama. La boca del necio es quebrantamiento para s�, Y sus labios son lazos para su alma. Las palabras del chismoso parecen blandas, Y descienden hasta lo �ntimo del vientre. Tambi�n el que es negligente en su obra Es hermano del hombre disipador. Torre fuerte es el nombre de Jehov�: A �l correr� el justo, y ser� levantado. Las riquezas del rico son la ciudad de su fortaleza, Y como un muro alto en su imaginaci�n. Antes del quebrantamiento se eleva el coraz�n del hombre, Y antes de la honra es el abatimiento. El que responde palabra antes de oir, Le es fatuidad y oprobio. El �nimo del hombre soportar� su enfermedad: Mas �qui�n soportar� al �nimo angustiado? El coraz�n del entendido adquiere sabidur�a; Y el o�do de los sabios busca la ciencia. El presente del hombre le ensancha el camino, Y le lleva delante de los grandes. El primero en su propia causa parece justo; Y su adversario viene, y le sondea. La suerte pone fin � los pleitos, Y desparte los fuertes. El hermano ofendido es m�s tenaz que una ciudad fuerte: Y las contiendas de los hermanos son como cerrojos de alc�zar. Del fruto de la boca del hombre se hartar� su vientre; Hartar�se del producto de sus labios. La muerte y la vida est�n en poder de la lengua; Y el que la ama comer� de sus frutos. El que hall� esposa hall� el bien, Y alcanz� la benevolencia de Jehov�. El pobre habla con ruegos; Mas el rico responde durezas. El hombre que tiene amigos, ha de mostrarse amigo: Y amigo hay m�s conjunto que el hermano. Proverbios 19MEJOR es el pobre que camina en su sencillez, Que el de perversos labios y fatuo. El alma sin ciencia no es buena; Y el presuroso de pies peca. La insensatez del hombre tuerce su camino; Y contra Jehov� se aira su coraz�n. Las riquezas allegan muchos amigos: Mas el pobre, de su amigo es apartado. El testigo falso no quedar� sin castigo; Y el que habla mentiras no escapar�. Muchos rogar�n al pr�ncipe: Mas cada uno es amigo del hombre que da. Todos los hermanos del pobre le aborrecen: �Cu�nto m�s sus amigos se alejar�n de �l! Buscar� la palabra y no la hallar�. El que posee entendimiento, ama su alma: El que guarda la inteligencia, hallar� el bien. El testigo falso no quedar� sin castigo; Y el que habla mentiras, perecer�. No conviene al necio el deleite: �Cu�nto menos al siervo ser se�or de los pr�ncipes! La cordura del hombre detiene su furor; Y su honra es disimular la ofensa. Como el bramido del cachorro de le�n es la ira del rey; Y su favor como el roc�o sobre la hierba. Dolor es para su padre el hijo necio; Y gotera continua las contiendas de la mujer. La casa y las riquezas herencia son de los padres: Mas de Jehov� la mujer prudente. La pereza hace caer en sue�o; Y el alma negligente hambrear�. El que guarda el mandamiento, guarda su alma: Mas el que menospreciare sus caminos, morir�. A Jehov� empresta el que da al pobre, Y �l le dar� su paga. Castiga � tu hijo en tanto que hay esperanza; Mas no se excite tu alma para destruirlo. El de grande ira llevar� la pena: Y si usa de violencias, a�adir� nuevos males. Escucha el consejo, y recibe la correcci�n, Para que seas sabio en tu vejez. Muchos pensamientos hay en el coraz�n del hombre; Mas el consejo de Jehov� permanecer�. Contentamiento es � los hombres hacer misericordia: Pero mejor es el pobre que el mentiroso. El temor de Jehov� es para vida; Y con �l vivir� el hombre, lleno de reposo; No ser� visitado de mal. El perezoso esconde su mano en el seno: Aun � su boca no la llevar�. Hiere al escarnecedor, y el simple se har� avisado; Y corrigiendo al entendido, entender� ciencia. El que roba � su padre y ahuyenta � su madre, Hijo es avergonzador y deshonrador. Cesa, hijo m�o, de oir la ense�anza Que induce � divagar de las razones de sabidur�a. El testigo perverso se burlar� del juicio; Y la boca de los imp�os encubrir� la iniquidad. Aparejados est�n juicios para los escarnecedores, Y azotes para los cuerpos de los insensatos. Proverbios 20EL vino es escarnecedor, la cerveza alborotadora; Y cualquiera que por ello errare, no ser� sabio. Como bramido de cachorro de le�n es el terror del rey: El que lo hace enfurecerse, peca contra su alma. Honra es del hombre dejarse de contienda: Mas todo insensato se envolver� en ella. El perezoso no ara � causa del invierno; Pedir� pues en la siega, y no hallar�. Como aguas profundas es el consejo en el coraz�n del hombre: Mas el hombre entendido lo alcanzar�. Muchos hombres publican cada uno su liberalidad: Mas hombre de verdad, �qui�n lo hallar�? El justo que camina en su integridad, Bienaventurados ser�n sus hijos despu�s de �l. El rey que se sienta en el trono de juicio, Con su mirar disipa todo mal. �Qui�n podr� decir: Yo he limpiado mi coraz�n, Limpio estoy de mi pecado? Doble pesa y doble medida, Abominaci�n son � Jehov� ambas cosas. Aun el muchacho es conocido por sus hechos, Si su obra fuere limpia y recta. El o�do que oye, y el ojo que ve, Ambas cosas ha igualmente hecho Jehov�. No ames el sue�o, porque no te empobrezcas; Abre tus ojos, y te hartar�s de pan. El que compra dice: Malo es, malo es: Mas en apart�ndose, se alaba. Hay oro y multitud de piedras preciosas: Mas los labios sabios son vaso precioso. Qu�tale su ropa al que sali� por fiador del extra�o; Y t�male prenda al que f�a la extra�a. Sabroso es al hombre el pan de mentira; Mas despu�s su boca ser� llena de cascajo. Los pensamientos con el consejo se ordenan: Y con industria se hace la guerra. El que descubre el secreto, en chismes anda: No te entrometas, pues, con el que lisonjea con sus labios. El que maldice � su padre � � su madre, Su l�mpara ser� apagada en oscuridad tenebrosa. La herencia adquirida de priesa al principio, Aun su postrimer�a no ser� bendita. No digas, yo me vengar�; Espera � Jehov�, y �l te salvar�. Abominaci�n son � Jehov� las pesas dobles; Y el peso falso no es bueno. De Jehov� son los pasos del hombre: �C�mo pues entender� el hombre su camino? Lazo es al hombre el devorar lo santo, Y andar pesquisando despu�s de los votos. El rey sabio esparce los imp�os. Y sobre ellos hace tornar la rueda. Candela de Jehov� es el alma del hombre, Que escudri�a lo secreto del vientre. Misericordia y verdad guardan al rey; Y con clemencia sustenta su trono. La gloria de los j�venes es su fortaleza, Y la hermosura de los viejos la vejez. Las se�ales de las heridas son medicina para lo malo: Y las llagas llegan � lo m�s secreto del vientre. Proverbios 21COMO los repartimientos de las aguas, as� est� el coraz�n del rey en la mano de Jehov�: A todo lo que quiere lo inclina. Todo camino del hombre es recto en su opini�n: Mas Jehov� pesa los corazones. Hacer justicia y juicio es � Jehov� M�s agradable que sacrificio. Altivez de ojos, y orgullo de coraz�n, Y el brillo de los imp�os, son pecado. Los pensamientos del sol�cito ciertamente van � abundancia; Mas todo presuroso, indefectiblemente � pobreza. Allegar tesoros con lengua de mentira, Es vanidad desatentada de aquellos que buscan la muerte. La rapi�a de los imp�os los destruir�; Por cuanto no quisieron hacer juicio. El camino del hombre perverso es torcido y extra�o: Mas la obra del limpio es recta. Mejor es vivir en un rinc�n de zaquizam�. Que con la mujer rencillosa en espaciosa casa. El alma del imp�o desea mal: Su pr�jimo no le parece bien. Cuando el escarnecedor es castigado, el simple se hace sabio; Y cuando se amonestare al sabio, aprender� ciencia. Considera el justo la casa del imp�o: C�mo los imp�os son trastornados por el mal. El que cierra su o�do al clamor del pobre, Tambi�n �l clamar�, y no ser� o�do. El presente en secreto amansa el furor, Y el don en el seno, la fuerte ira. Alegr�a es al justo hacer juicio; Mas quebrantamiento � los que hacen iniquidad. El hombre que se extrav�a del camino de la sabidur�a, Vendr� � parar en la compa��a de los muertos. Hombre necesitado ser� el que ama el deleite: Y el que ama el vino y ung�entos no enriquecer�. El rescate del justo es el imp�o, Y por los rectos el prevaricador. Mejor es morar en tierra del desierto, Que con la mujer rencillosa � iracunda. Tesoro codiciable y ping�e hay en la casa del sabio; Mas el hombre insensato lo disipar�. El que sigue la justicia y la misericordia, Hallar� la vida, la justicia, y la honra. La ciudad de los fuertes tom� el sabio, Y derrib� la fuerza en que ella confiaba. El que guarda su boca y su lengua, Su alma guarda de angustias. Soberbio y presuntuoso escarnecedor es el nombre Del que obra con orgullosa sa�a. El deseo del perezoso le mata, Porque sus manos no quieren trabajar. Hay quien todo el d�a codicia: Mas el justo da, y no desperdicia. El sacrificio de los imp�os es abominaci�n: �Cu�nto m�s ofreci�ndolo con maldad! El testigo mentiroso perecer�: Mas el hombre que oye, permanecer� en su dicho. El hombre imp�o afirma rostro: Mas el recto ordena sus caminos. No hay sabidur�a, ni inteligencia, Ni consejo, contra Jehov�. El caballo se apareja para el d�a de la batalla: Mas de Jehov� es el salvar. Proverbios 22DE m�s estima es la buena fama que las muchas riquezas; Y la buena gracia m�s que la plata y el oro. El rico y el pobre se encontraron: A todos ellos hizo Jehov�. El avisado ve el mal, y esc�ndese: Mas los simples pasan, y reciben el da�o. Riquezas, y honra, y vida, Son la remuneraci�n de la humildad y del temor de Jehov�. Espinas y lazos hay en el camino del perverso: El que guarda su alma se alejar� de ellos. Instruye al ni�o en su carrera: Aun cuando fuere viejo no se apartar� de ella. El rico se ense�orear� de los pobres; Y el que toma prestado, siervo es del que empresta. El que sembrare iniquidad, iniquidad segar�: Y consumir�se la vara de su ira. El ojo misericordioso ser� bendito, Porque di� de su pan al indigente. Echa fuera al escarnecedor, y saldr� la contienda, Y cesar� el pleito y la afrenta. El que ama la limpieza de coraz�n, Por la gracia de sus labios su amigo ser� el rey. Los ojos de Jehov� miran por la ciencia; Mas �l trastorna las cosas de los prevaricadores. Dice el perezoso: El le�n est� fuera; En mitad de las calles ser� muerto. Sima profunda es la boca de las extra�as: Aquel contra el cual estuviere Jehov� airado, caer� en ella. La necedad est� ligada en el coraz�n del muchacho; Mas la vara de la correcci�n la har� alejar de �l. El que oprime al pobre para aumentarse �l, Y que da al rico, ciertamente ser� pobre. Inclina tu o�do, y oye las palabras de los sabios, Y pon tu coraz�n � mi sabidur�a: Porque es cosa deleitable, si las guardares en tus entra�as; Y que juntamente sean ordenadas en tus labios. Para que tu confianza sea en Jehov�, Te las he hecho saber hoy � ti tambi�n. �No te he escrito tres veces En consejos y ciencia, Para hacerte saber la certidumbre de las razones verdaderas, Para que puedas responder razones de verdad � los que � ti enviaren? No robes al pobre, porque es pobre, Ni quebrantes en la puerta al afligido: Porque Jehov� juzgar� la causa de ellos, Y despojar� el alma de aquellos que los despojaren. No te entrometas con el iracundo, Ni te acompa�es con el hombre de enojos; Porque no aprendas sus maneras, Y tomes lazo para tu alma. No est�s entre los que tocan la mano, Entre los que f�an por deudas. Si no tuvieres para pagar, �Por qu� han de quitar tu cama de debajo de ti? No traspases el t�rmino antiguo Que pusieron tus padres. �Has visto hombre sol�cito en su obra? delante de los reyes estar�; No estar� delante de los de baja suerte. Proverbios 23CUANDO te sentares � comer con alg�n se�or, Considera bien lo que estuviere delante de ti; Y pon cuchillo � tu garganta, Si tienes gran apetito. No codicies sus manjares delicados, Porque es pan enga�oso No trabajes por ser rico; Pon coto � tu prudencia. �Has de poner tus ojos en las riquezas, siendo ningunas? Porque hacerse han alas, Como alas de �guila, y volar�n al cielo. No comas pan de hombre de mal ojo, Ni codicies sus manjares: Porque cual es su pensamiento en su alma, tal es �l. Come y bebe, te dir�; Mas su coraz�n no est� contigo. Vomitar�s la parte que t� comiste, Y perder�s tus suaves palabras. No hables � o�dos del necio; Porque menospreciar� la prudencia de tus razones. No traspases el t�rmino antiguo, Ni entres en la heredad de los hu�rfanos: Porque el defensor de ellos es el Fuerte, El cual juzgar� la causa de ellos contra ti. Aplica tu coraz�n � la ense�anza, Y tus o�dos � las palabras de sabidur�a. No rehuses la correcci�n del muchacho: Porque si lo hirieres con vara, no morir�. T� lo herir�s con vara, Y librar�s su alma del infierno. Hijo m�o, si tu coraz�n fuere sabio, Tambi�n � m� se me alegrar� el coraz�n; Mis entra�as tambi�n se alegrar�n, Cuando tus labios hablaren cosas rectas. No tenga tu coraz�n envidia de los pecadores, Antes persevera en el temor de Jehov� todo tiempo: Porque ciertamente hay fin, Y tu esperanza no ser� cortada. Oye t�, hijo m�o, y s� sabio, Y endereza tu coraz�n al camino. No est�s con los bebedores de vino, Ni con los comedores de carne: Porque el bebedor y el comil�n empobrecer�n: Y el sue�o har� vestir vestidos rotos. Oye � tu padre, � aquel que te engendr�; Y cuando tu madre envejeciere, no la menosprecies. Compra la verdad, y no la vendas; La sabidur�a, la ense�anza, y la inteligencia. Mucho se alegrar� el padre del justo: Y el que engendr� sabio se gozar� con �l. Al�grense tu padre y tu madre, Y g�cese la que te engendr�. Dame, hijo m�o, tu coraz�n, Y miren tus ojos por mis caminos. Porque sima profunda es la ramera, Y pozo angosto la extra�a. Tambi�n ella, como robador, acecha, Y multiplica entre los hombres los prevaricadores. �Para qui�n ser� el ay? �para qui�n el ay? �para qui�n las rencillas? �Para qui�n las quejas? �para qui�n las heridas en balde? �Para qui�n lo amoratado de los ojos? Fkpara los que se detienen mucho en el vino, Para los que van buscando la mistura. No mires al vino cuando rojea, Cuando resplandece su color en el vaso: Entrase suavemente; Mas al fin como serpiente morder�, Y como basilisco dar� dolor: Tus ojos mirar�n las extra�as, Y tu coraz�n hablar� perversidades. Y ser�s como el que yace en medio de la mar, O como el que est� en la punta de un mastelero. Y dir�s: Hiri�ronme, mas no me doli�; Azot�ronme, mas no lo sent�; Cuando despertare, aun lo tornar� � buscar. Proverbios 24NO tengas envidia de los hombres malos, Ni desees estar con ellos: Porque su coraz�n piensa en robar, E iniquidad hablan sus labios. Con sabidur�a se edificar� la casa, Y con prudencia se afirmar�; Y con ciencia se henchir�n las c�maras De todo bien preciado y agradable. El hombre sabio es fuerte; Y de pujante vigor el hombre docto. Porque con ingenio har�s la guerra: Y la salud est� en la multitud de consejeros. Alta est� para el insensato la sabidur�a: En la puerta no abrir� �l su boca. Al que piensa mal hacer Le llamar�n hombre de malos pensamientos. El pensamiento del necio es pecado: Y abominaci�n � los hombres el escarnecedor. Si fueres flojo en el d�a de trabajo, Tu fuerza ser� reducida. Si dejares de librar los que son tomados para la muerte, Y los que son llevados al degolladero; Si dijeres: Ciertamente no lo supimos; �No lo entender� el que pesa los corazones? El que mira por tu alma, �l lo conocer�, Y dar� al hombre seg�n sus obras. Come, hijo m�o, de la miel, porque es buena, Y del panal dulce � tu paladar: Tal ser� el conocimiento de la sabidur�a � tu alma: Si la hallares tendr� recompensa, Y al fin tu esperanza no ser� cortada. Oh imp�o, no aceches la tienda del justo, No saquees su c�mara; Porque siete veces cae el justo, y se torna � levantar; Mas los imp�os caer�n en el mal. Cuando cayere tu enemigo, no te huelgues; Y cuando tropezare, no se alegre tu coraz�n: Porque Jehov� no lo mire, y le desagrade, Y aparte de sobre �l su enojo. No te entrometas con los malignos, Ni tengas envidia de los imp�os; Porque para el malo no habr� buen fin, Y la candela de los imp�os ser� apagada. Teme � Jehov�, hijo m�o, y al rey; No te entrometas con los veleidosos: Porque su quebrantamiento se levantar� de repente; Y el quebrantamiento de ambos, �qui�n lo comprende? Tambi�n estas cosas pertenecen � los sabios. Tener respeto � personas en el juicio no es bueno. El que dijere al malo, Justo eres, Los pueblos lo maldecir�n, y le detestar�n las naciones: Mas los que lo reprenden, ser�n agradables, Y sobre ellos vendr� bendici�n de bien. Besados ser�n los labios Del que responde palabras rectas. Apresta tu obra de afuera, Y disponla en tu heredad; Y despu�s edificar�s tu casa. No seas sin causa testigo contra tu pr�jimo; Y no lisonjees con tus labios. No digas: Como me hizo, as� le har�; Dar� el pago al hombre seg�n su obra. Pas� junto � la heredad del hombre perezoso, Y junto � la vi�a del hombre falto de entendimiento; Y he aqu� que por toda ella hab�an ya crecido espinas, Ortigas hab�an ya cubierto su haz, Y su cerca de piedra estaba ya destru�da. Y yo mir�, y p�se lo en mi coraz�n: Vi lo, y tom� consejo. Un poco de sue�o, cabeceando otro poco, Poniendo mano sobre mano otro poco para dormir; As� vendr� como caminante tu necesidad, Y tu pobreza como hombre de escudo. Proverbios 25TAMBI�N estos son proverbios de Salom�n, los cuales copiaron los varones de Ezech�as, rey de Jud�. Gloria de Dios es encubrir la palabra; Mas honra del rey es escudri�ar la palabra. Para la altura de los cielos, y para la profundidad de la tierra, Y para el coraz�n de los reyes, no hay investigaci�n. Quita las escorias de la plata, Y saldr� vaso al fundidor. Aparta al imp�o de la presencia del rey, Y su trono se afirmar� en justicia. No te alabes delante del rey, Ni est�s en el lugar de los grandes: Porque mejor es que se te diga, Sube ac�, Que no que seas humillado delante del pr�ncipe Que miraron tus ojos. No salgas � pleito presto, No sea que no sepas qu� hacer al fin, Despu�s que tu pr�jimo te haya dejado confuso. Trata tu causa con tu compa�ero Y no descubras el secreto � otro. No sea que te deshonre el que lo oyere, Y tu infamia no pueda repararse. Manzana de oro con figuras de plata Es la palabra dicha como conviene. Como zarcillo de oro y joyel de oro fino, Es el que reprende al sabio que tiene o�do d�cil. Como fr�o de nieve en tiempo de la siega, As� es el mensajero fiel � los que lo env�an: Pues al alma de su se�or da refrigerio. Como nubes y vientos sin lluvia, As� es el hombre que se jacta de vana liberalidad. Con larga paciencia se aplaca el pr�ncipe; Y la lengua blanda quebranta los huesos. �Hallaste la miel? come lo que te basta; No sea que te hartes de ella, y la vomites. Det�n tu pie de la casa de tu vecino, Porque harto de ti no te aborrezca. Martillo y cuchillo y saeta aguda, Es el hombre que habla contra su pr�jimo falso testimonio. Diente quebrado y pie resbalador, Es la confianza en el prevaricador en tiempo de angustia. El que canta canciones al coraz�n afligido, Es como el que quita la ropa en tiempo de fr�o, � el que sobre el jab�n echa vinagre. Si el que te aborrece tuviere hambre, dale de comer pan; Y si tuviere sed, dale de beber agua: Porque ascuas allegas sobre su cabeza, Y Jehov� te lo pagar�. El viento del norte ahuyenta la lluvia, Y el rostro airado la lengua detractora. Mejor es estar en un rinc�n de casa, Que con la mujer rencillosa en espaciosa casa. Como el agua fr�a al alma sedienta, As� son las buenas nuevas de lejanas tierras. Como fuente turbia y manantial corrompido, Es el justo que cae delante del imp�o. Comer mucha miel no es bueno: Ni el buscar la propia gloria es gloria. Como ciudad derribada y sin muro, Es el hombre cuyo esp�ritu no tiene rienda. Proverbios 26COMO la nieve en el verano, y la lluvia en la siega, As� conviene al necio la honra. Como el gorri�n en su vagar, y como la golondrina en su vuelo, As� la maldici�n sin causa nunca vendr�. El l�tigo para el caballo, y el cabestro para el asno, Y la vara para la espalda del necio. Nunca respondas al necio en conformidad � su necedad, Para que no seas t� tambi�n como �l. Responde al necio seg�n su necedad, Porque no se estime sabio en su opini�n. Como el que se corta los pies y bebe su da�o, As� es el que env�a algo por mano de un necio. Alzar las piernas del cojo. As� es el proverbio en la boca del necio. Como quien liga la piedra en la honda, As� hace el que al necio da honra. Espinas hincadas en mano del embriagado, Tal es el proverbio en la boca de los necios. El grande cr�a todas las cosas; y da la paga al insensato, Y la da � los transgresores. Como perro que vuelve � su v�mito, As� el necio que repite su necedad. �Has visto hombre sabio en su opini�n? M�s esperanza hay del necio que de �l. Dice el perezoso: El le�n est� en el camino; El le�n est� en las calles. Las puertas se revuelven en sus quicios: As� el perezoso en su cama. Esconde el perezoso su mano en el seno; C�nsase de tornarla � su boca. A su ver es el perezoso m�s sabio Que siete que le den consejo. El que pasando se deja llevar de la ira en pleito ajeno, Es como el que toma al perro por las orejas. Como el que enloquece, y echa llamas Y saetas y muerte, Tal es el hombre que da�a � su amigo, Y dice: Ciertamente me chanceaba. Sin le�a se apaga el fuego: Y donde no hay chismoso, cesa la contienda. El carb�n para brasas, y la le�a para el fuego: Y el hombre rencilloso para encender contienda. Las palabras del chismoso parecen blandas; Mas ellas entran hasta lo secreto del vientre. Como escoria de plata echada sobre el tiesto, Son los labios enardecidos y el coraz�n malo. Otro parece en los labios al que aborrece; Mas en su interior pone enga�o. Cuando hablare amigablemente, no le creas; Porque siete abominaciones hay en su coraz�n. Enc�brese el odio con disimulo; Mas su malicia ser� descubierta en la congregaci�n. El que cavare sima, caer� en ella: Y el que revuelva la piedra, � �l volver�. La falsa lengua atormenta al que aborrece: Y la boca lisonjera hace resbaladero. Proverbios 27NO te jactes del d�a de ma�ana; Porque no sabes qu� dar� de s� el d�a. Al�bete el extra�o, y no tu boca; El ajeno, y no tus labios. Pesada es la piedra, y la arena pesa; Mas la ira del necio es m�s pesada que ambas cosas. Cruel es la ira, � impetuoso el furor; Mas �qui�n parar� delante de la envidia? Mejor es reprensi�n manifiesta Que amor oculto. Fieles son las heridas del que ama; Pero importunos los besos del que aborrece. El alma harta huella el panal de miel; Mas al alma hambrienta todo lo amargo es dulce. Cual ave que se va de su nido, Tal es el hombre que se va de su lugar. El ung�ento y el perfume alegran el coraz�n: Y el amigo al hombre con el cordial consejo. No dejes � tu amigo, ni al amigo de tu padre; Ni entres en casa de tu hermano el d�a de tu aflicci�n. Mejor es el vecino cerca que el hermano lejano. S� sabio, hijo m�o, y alegra mi coraz�n, Y tendr� qu� responder al que me deshonrare. El avisado ve el mal, y esc�ndese, Mas los simples pasan, y llevan el da�o. Qu�tale su ropa al que fi� al extra�o; Y al que fi� � la extra�a, t�male prenda. El que bendice � su amigo en alta voz, madrugando de ma�ana, Por maldici�n se le contar�. Gotera continua en tiempo de lluvia, Y la mujer rencillosa, son semejantes: El que pretende contenerla, arresta el viento: O el aceite en su mano derecha. Hierro con hierro se aguza; Y el hombre aguza el rostro de su amigo. El que guarda la higuera, comer� su fruto; Y el que guarda � su se�or, ser� honrado. Como un agua se parece � otra, As� el coraz�n del hombre al otro. El sepulcro y la perdici�n nunca se hartan: As� los ojos del hombre nunca est�n satisfechos. El crisol prueba la plata, y la hornaza el oro: Y al hombre la boca del que lo alaba. Aunque majes al necio en un mortero entre granos de trigo � pis�n majados, No se quitar� de �l su necedad. Considera atentamente el aspecto de tus ovejas; Pon tu coraz�n � tus reba�os: Porque las riquezas no son para siempre; �Y ser� la corona para perpetuas generaciones? Saldr� la grama, aparecer� la hierba, Y segar�nse las hierbas de los montes. Los corderos para tus vestidos, Y los cabritos para el precio del campo: Y abundancia de leche de las cabras para tu mantenimiento, y para mantenimiento de tu casa, Y para sustento de tus criadas. Proverbios 28HUYE el imp�o sin que nadie lo persiga: Mas el justo est� confiado como un leoncillo. Por la rebeli�n de la tierra sus pr�ncipes son muchos: Mas por el hombre entendido y sabio permanecer� sin mutaci�n. El hombre pobre y robador de los pobres, Es lluvia de avenida y sin pan. Los que dejan la ley, alaban � los imp�os: Mas los que la guardan, contender�n con ellos. Los hombres malos no entienden el juicio: Mas los que buscan � Jehov�, entienden todas las cosas. Mejor es el pobre que camina en su integridad, Que el de perversos caminos, y rico. El que guarda la ley es hijo prudente: Mas el que es compa�ero de glotones, averg�enza � su padre. El que aumenta sus riquezas con usura y crecido inter�s, Para que se d� � los pobres lo allega. El que aparta su o�do para no oir la ley, Su oraci�n tambi�n es abominable. El que hace errar � los rectos por el mal camino, �l caer� en su misma sima: Mas los perfectos heredar�n el bien. El hombre rico es sabio en su opini�n: Mas el pobre entendido lo examinar�. Cuando los justos se alegran, grande es la gloria; Mas cuando los imp�os son levantados, es buscado el hombre. El que encubre sus pecados, no prosperar�: Mas el que los confiesa y se aparta, alcanzar� misericordia. Bienaventurado el hombre que siempre est� temeroso: Mas el que endurece su coraz�n, caer� en mal. Le�n rugiente y oso hambriento, Es el pr�ncipe imp�o sobre el pueblo pobre. El pr�ncipe falto de entendimiento multiplicar� los agravios: Mas el que aborrece la avaricia, prolongar� sus d�as. El hombre que hace violencia con sangre de persona, Huir� hasta el sepulcro, y nadie le detendr�. El que en integridad camina, ser� salvo; Mas el de perversos caminos caer� en alguno. El que labra su tierra, se hartar� de pan: Mas el que sigue los ociosos, se hartar� de pobreza. El hombre de verdad tendr� muchas bendiciones: Mas el que se apresura � enriquecer, no ser� sin culpa. Tener acepci�n de personas, no es bueno: Hasta por un bocado de pan prevaricar� el hombre. Apres�rase � ser rico el hombre de mal ojo; Y no conoce que le ha de venir pobreza. El que reprende al hombre, hallar� despu�s mayor gracia Que el que lisonjea con la lengua. El que roba � su padre � � su madre, y dice que no es maldad, Compa�ero es del hombre destruidor. El altivo de �nimo suscita contiendas: Mas el que en Jehov� conf�a, medrar�. El que conf�a en su coraz�n es necio; Mas el que camina en sabidur�a, ser� salvo. El que da al pobre, no tendr� pobreza: Mas el que aparta sus ojos, tendr� muchas maldiciones. Cuando los imp�os son levantados, esconder�se el hombre: Mas cuando perecen, los justos se multiplican. Proverbios 29EL hombre que reprendido endurece la cerviz, De repente ser� quebrantado; ni habr� para �l medicina. Cuando los justos dominan, el pueblo se alegra: Mas cuando domina el imp�o, el pueblo gime. El hombre que ama la sabidur�a, alegra � su padre: Mas el que mantiene rameras, perder� la hacienda. El rey con el juicio afirma la tierra: Mas el hombre de presentes la destruir�. El hombre que lisonjea � su pr�jimo, Red tiende delante de sus pasos. En la prevaricaci�n del hombre malo hay lazo: Mas el justo cantar� y se alegrar�. Conoce el justo la causa de los pobres: Mas el imp�o no entiende sabidur�a. Los hombres escarnecedores enlazan la ciudad: Mas los sabios apartan la ira. Si el hombre sabio contendiere con el necio, Que se enoje � que se r�a, no tendr� reposo. Los hombres sanguinarios aborrecen al perfecto: Mas los rectos buscan su contentamiento. El necio da suelta � todo su esp�ritu; Mas el sabio al fin le sosiega. Del se�or que escucha la palabra mentirosa, Todos sus ministros son imp�os. El pobre y el usurero se encontraron: Jehov� alumbra los ojos de ambos. El rey que juzga con verdad � los pobres, Su trono ser� firme para siempre. La vara y la correcci�n dan sabidur�a: Mas el muchacho consentido avergonzar� � su madre. Cuando los imp�os son muchos, mucha es la prevaricaci�n; Mas los justos ver�n la ruina de ellos. Corrige � tu hijo, y te dar� descanso, Y dar� deleite � tu alma. Sin profec�a el pueblo ser� disipado: Mas el que guarda la ley, bienaventurado �l. El siervo no se corregir� con palabras: Porque entiende, mas no corresponde. �Has visto hombre ligero en sus palabras? M�s esperanza hay del necio que de �l. El que regala � su siervo desde su ni�ez, A la postre ser� su hijo: El hombre iracundo levanta contiendas; Y el furioso muchas veces peca. La soberbia del hombre le abate; Pero al humilde de esp�ritu sustenta la honra. El aparcero del ladr�n aborrece su vida; Oir� maldiciones, y no lo denunciar�. El temor del hombre pondr� lazo: Mas el que conf�a en Jehov� ser� levantado. Muchos buscan el favor del pr�ncipe: Mas de Jehov� viene el juicio de cada uno. Abominaci�n es � los justos el hombre inicuo; Y abominaci�n es al imp�o el de rectos caminos. Proverbios 30PALABRAS de Agur, hijo de Jach�: La profec�a que dijo el var�n � Ithiel, � Ithiel y � Ucal. Ciertamente m�s rudo soy yo que ninguno, Ni tengo entendimiento de hombre. Yo ni aprend� sabidur�a, Ni conozco la ciencia del Santo. �Qui�n subi� al cielo, y descendi�? �Qui�n encerr� los vientos en sus pu�os? �Qui�n at� las aguas en un pa�o? �Qui�n afirm� todos los t�rminos de la tierra? �Cu�l es su nombre, y el nombre de su hijo, si sabes? Toda palabra de Dios es limpia: Es escudo � los que en �l esperan. No a�adas � sus palabras, porque no te reprenda, Y seas hallado mentiroso. Dos cosas te he demandado; No me las niegues antes que muera. Vanidad y palabra mentirosa aparta de m�. No me des pobreza ni riquezas; Mant�nme del pan que he menester; No sea que me harte, y te niegue, y diga, �Qui�n es Jehov�? O no sea que siendo pobre, hurte, Y blasfeme el nombre de mi Dios. No acuses al siervo ante su se�or, Porque no te maldiga, y peques. Hay generaci�n que maldice � su padre, Y � su madre no bendice. Hay generaci�n limpia en su opini�n, Si bien no se ha limpiado su inmundicia. Hay generaci�n cuyos ojos son altivos, Y cuyos p�rpados son alzados. Hay generaci�n cuyos dientes son espadas, y sus muelas cuchillos, Para devorar � los pobres de la tierra, y de entre los hombres � los menesterosos. La sanguijuela tiene dos hijas que se llaman, Trae, trae. Tres cosas hay que nunca se hartan; Aun la cuarta nunca dice, Basta: El sepulcro, y la matriz est�ril, La tierra no harta de aguas, Y el fuego que jam�s dice, Basta. El ojo que escarnece � su padre, Y menosprecia la ense�anza de la madre, Los cuervos lo saquen de la arroyada, Y tr�guenlo los hijos del �guila. Tres cosas me son ocultas; Aun tampoco s� la cuarta: El rastro del �guila en el aire; El rastro de la culebra sobre la pe�a; El rastro de la nave en medio de la mar; Y el rastro del hombre en la moza. Tal es el rastro de la mujer ad�ltera: Come, y limpia su boca, Y dice: No he hecho maldad. Por tres cosas se alborota la tierra, Y la cuarta no puede sufrir: Por el siervo cuando reinare; Y por el necio cuando se hartare de pan; Por la aborrecida cuando se casare; Y por la sierva cuando heredare � su se�ora. Cuatro cosas son de las m�s peque�as de la tierra, Y las mismas son m�s sabias que los sabios: Las hormigas, pueblo no fuerte, Y en el verano preparan su comida; Los conejos, pueblo nada esforzado, Y ponen su casa en la piedra; Las langostas, no tienen rey, Y salen todas acuadrilladas; La ara�a, ase con las manos, Y est� en palacios de rey. Tres cosas hay de hermoso andar, Y la cuarta pasea muy bien: El le�n, fuerte entre todos los animales, Que no torna atr�s por nadie; El lebrel ce�ido de lomos; asimismo el macho cabr�o; Y un rey contra el cual ninguno se levanta. Si caiste, fu� porque te enalteciste; Y si mal pensaste, Pon el dedo sobre la boca. Ciertamente el que exprime la leche, sacar� manteca; Y el que recio se suena las narices, sacar� sangre: Y el que provoca la ira, causar� contienda. Proverbios 31PALABRAS del rey Lemuel; la profec�a con que le ense�� su madre. �Qu�, hijo m�o? �y qu�, hijo de mi vientre? �Y qu�, hijo de mis deseos? No des � las mujeres tu fuerza, Ni tus caminos � lo que es para destruir los reyes. No es de los reyes, oh Lemuel, no es de los reyes beber vino, Ni de los pr�ncipes la cerveza. No sea que bebiendo olviden la ley, Y perviertan el derecho de todos los hijos afligidos. Dad la cerveza al desfallecido, Y el vino � los de amargo �nimo: Beban, y olv�dense de su necesidad, Y de su miseria no m�s se acuerden. Abre tu boca por el mudo, En el juicio de todos los hijos de muerte. Abre tu boca, juzga justicia, Y el derecho del pobre y del menesteroso. Mujer fuerte, �qui�n la hallar�? Porque su estima sobrepuja largamente � la de piedras preciosas. El coraz�n de su marido est� en ella confiado, Y no tendr� necesidad de despojo. Dar�le ella bien y no mal, Todos los d�as de su vida. Busc� lana y lino, Y con voluntad labr� de sus manos. Fu� como nav�o de mercader: Trae su pan de lejos. Levant�se aun de noche, Y di� comida � su familia, Y raci�n � sus criadas. Consider� la heredad, y compr�la; Y plant� vi�a del fruto de sus manos. Ci�� sus lomos de fortaleza, Y esforz� sus brazos. Gust� que era buena su granjer�a: Su candela no se apag� de noche. Aplic� sus manos al huso, Y sus manos tomaron la rueca. Alarg� su mano al pobre, Y extendi� sus manos al menesteroso. No tendr� temor de la nieve por su familia, Porque toda su familia est� vestida de ropas dobles. Ella se hizo tapices; De lino fino y p�rpura es su vestido. Conocido es su marido en las puertas, Cuando se sienta con los ancianos de la tierra. Hizo telas, y vendi�; Y di� cintas al mercader. Fortaleza y honor son su vestidura; Y en el d�a postrero reir�. Abri� su boca con sabidur�a: Y la ley de clemencia est� en su lengua. Considera los caminos de su casa, Y no come el pan de balde. Levant�ronse sus hijos, y llam�ronla bienaventurada; Y su marido tambi�n la alab�. Muchas mujeres hicieron el bien; Mas t� las sobrepujaste � todas. Enga�osa es la gracia, y vana la hermosura: La mujer que teme � Jehov�, �sa ser� alabada. Dadle el fruto de sus manos, Y al�benla en las puertas sus hechos.
Eclesiast�s LA BIBLIA Versión Reina-Valera de 1909 �NDICE [1 | 2 | 3 | 4 | 5 | 6 | 7 | 8 | 9 | 10 | 11 | 12 ]Eclesiast�s 1PALABRAS del Predicador, hijo de David, rey en Jerusalem. Vanidad de vanidades, dijo el Predicador; vanidad de vanidades, todo vanidad. �Qu� provecho tiene el hombre de todo su trabajo con que se afana debajo del sol? Generaci�n va, y generaci�n viene: mas la tierra siempre permanece. Y sale el sol, y p�nese el sol, y con deseo vuelve � su lugar donde torna � nacer. El viento tira hacia el mediod�a, y rodea al norte; va girando de continuo, y � sus giros torna el viento de nuevo. Los r�os todos van � la mar, y la mar no se hinche; al lugar de donde los r�os vinieron, all� tornan para correr de nuevo. Todas las cosas andan en trabajo mas que el hombre pueda decir: ni los ojos viendo se hartan de ver, ni los o�dos se hinchen de oir. �Qu� es lo que fu�? Lo mismo que ser�. �Qu� es lo que ha sido hecho? Lo mismo que se har�: y nada hay nuevo debajo del sol. �Hay algo de que se pueda decir: He aqu� esto es nuevo? Ya fu� en los siglos que nos han precedido. No hay memoria de lo que precedi�, ni tampoco de lo que suceder� habr� memoria en los que ser�n despu�s. Yo el Predicador fu� rey sobre Israel en Jerusalem. Y d� mi coraz�n � inquirir y buscar con sabidur�a sobre todo lo que se hace debajo del cielo: este penoso trabajo di� Dios � los hijos de los hombres, en que se ocupen. Yo mir� todas las obras que se hacen debajo del sol; y he aqu�, todo ello es vanidad y aflicci�n de esp�ritu. Lo torcido no se puede enderezar; y lo falto no puede contarse. Habl� yo con mi coraz�n, diciendo: He aqu� h�llome yo engrandecido, y he crecido en sabidur�a sobre todos los que fueron antes de m� en Jerusalem; y mi coraz�n ha percibido muchedumbre de sabidur�a y ciencia. Y d� mi coraz�n � conocer la sabidur�a, y tambi�n � entender las locuras y los desvar�os: conoc� que aun esto era aflicci�n de esp�ritu. Porque en la mucha sabidur�a hay mucha molestia; y quien a�ade ciencia, a�ade dolor. Eclesiast�s 2DIJE yo en mi coraz�n: Ven ahora, te probar� con alegr�a, y gozar�s de bienes. Mas he aqu� esto tambi�n era vanidad. A la risa dije: Enloqueces; y al placer: �De qu� sirve esto? Propuse en mi coraz�n agasajar mi carne con vino, y que anduviese mi coraz�n en sabidur�a, con retenci�n de la necedad, hasta ver cu�l fuese el bien de los hijos de los hombres, en el cual se ocuparan debajo del cielo todos los d�as de su vida. Engrandec� mis obras, edifiqu�me casas, plant�me vi�as; H�ceme huertos y jardines, y plant� en ellos �rboles de todos frutos; H�ceme estanques de aguas, para regar de ellos el bosque donde los �rboles crec�an. Pose� siervos y siervas, y tuve hijos de familia; tambi�n tuve posesi�n grande de vacas y ovejas, sobre todos los que fueron antes de m� en Jerusalem; Allegu�me tambi�n plata y oro, y tesoro preciado de reyes y de provincias; h�ceme de cantores y cantoras, y los deleites de los hijos de los hombres, instrumentos m�sicos y de todas suertes. Y fu� engrandecido, y aumentado m�s que todos los que fueron antes de m� en Jerusalem: � m�s de esto persever� conmigo mi sabidur�a. No negu� � mis ojos ninguna cosa que desearan, ni apart� mi coraz�n de placer alguno, porque mi coraz�n goz� de todo mi trabajo: y �sta fu� mi parte de toda mi faena. Mir� yo luego todas las obras que hab�an hecho mis manos, y el trabajo que tom� para hacer las: y he aqu�, todo vanidad y aflicci�n de esp�ritu, y no hay provecho debajo del sol. Despu�s torn� yo � mirar para ver la sabidur�a y los desvar�os y la necedad; (porque �qu� hombre hay que pueda seguir al rey en lo que ya hicieron?) Y he visto que la sabidur�a sobrepuja � la necedad, como la luz � las tinieblas. El sabio tiene sus ojos en su cabeza, mas el necio anda en tinieblas: empero tambi�n entend� yo que un mismo suceso acaecer� al uno que al otro. Entonces dije yo en mi coraz�n: Como suceder� al necio me suceder� tambi�n � m�: �para qu� pues he trabajado hasta ahora por hacerme m�s sabio? Y dije en mi coraz�n, que tambi�n esto era vanidad. Porque ni del sabio ni del necio habr� memoria para siempre; pues en los d�as venideros ya todo ser� olvidado, y tambi�n morir� el sabio como el necio. Aborrec� por tanto la vida, porque la obra que se hace debajo del sol me era fastidiosa; por cuanto todo es vanidad y aflicci�n de esp�ritu. Yo asimismo aborrec� todo mi trabajo que hab�a puesto por obra debajo del sol; el cual dejar� � otro que vendr� despu�s de m�. �Y qui�n sabe si ser� sabio, � necio, el que se ense�orear� de todo mi trabajo en que yo me afan�, y en que ocup� debajo del sol mi sabidur�a? Esto tambi�n es vanidad. Torn�me por tanto � desesperanzar mi coraz�n acerca de todo el trabajo en que me afan�, y en que hab�a ocupado debajo del sol mi sabidur�a. �Que el hombre trabaje con sabidur�a, y con ciencia, y con rectitud, y que haya de dar su hacienda � hombre que nunca trabaj� en ello! Tambi�n es esto vanidad y mal grande. Porque �qu� tiene el hombre de todo su trabajo, y fatiga de su coraz�n, con que debajo del sol �l se afanara? Porque todos sus d�as no son sino dolores, y sus trabajos molestias: aun de noche su coraz�n no reposa. Esto tambi�n es vanidad. No hay cosa mejor para el hombre sino que coma y beba, y que su alma vea el bien de su trabajo. Tambi�n tengo yo visto que esto es de la mano de Dios. Porque �qui�n comer�, y qui�n se cuidar�, mejor que yo? Porque al hombre que le agrada, Dios le da sabidur�a y ciencia y gozo, mas al pecador da trabajo, el que allegue y amontone, para que d� al que agrada � Dios. Tambi�n esto es vanidad y aflicci�n de esp�ritu. Eclesiast�s 3PARA todas las cosas hay saz�n, y todo lo que se quiere debajo del cielo, tiene su tiempo: Tiempo de nacer, y tiempo de morir; tiempo de plantar, y tiempo de arrancar lo plantado; Tiempo de matar, y tiempo de curar; tiempo de destruir, y tiempo de edificar; Tiempo de llorar, y tiempo de reir; tiempo de endechar, y tiempo de bailar; Tiempo de esparcir las piedras, y tiempo de allegar las piedras; tiempo de abrazar, y tiempo de alejarse de abrazar; Tiempo de agenciar, y tiempo de perder; tiempo de guardar, y tiempo de arrojar; Tiempo de romper, y tiempo de coser; tiempo de callar, y tiempo de hablar; Tiempo de amar, y tiempo de aborrecer; tiempo de guerra, y tiempo de paz. �Qu� provecho tiene el que trabaja en lo que trabaja? Yo he visto el trabajo que Dios ha dado � los hijos de los hombres para que en �l se ocupasen. Todo lo hizo hermoso en su tiempo: y aun el mundo di� en su coraz�n, de tal manera que no alcance el hombre la obra de Dios desde el principio hasta el cabo. Yo he conocido que no hay mejor para ellos, que alegrarse, y hacer bien en su vida: Y tambi�n que es don de Dios que todo hombre coma y beba, y goce el bien de toda su labor. He entendido que todo lo que Dios hace, �sto ser� perpetuo: sobre aquello no se a�adir�, ni de ello se disminuir�; y h�celo Dios, para que delante de �l teman los hombres. Aquello que fu�, ya es: y lo que ha de ser, fu� ya; y Dios restaura lo que pas�. Vi m�s debajo del sol: en lugar del juicio, all� la impiedad; y en lugar de la justicia, all� la iniquidad. Y dije yo en mi coraz�n: Al justo y al imp�o juzgar� Dios; porque all� hay tiempo � todo lo que se quiere y sobre todo lo que se hace. Dije en mi coraz�n, en orden � la condici�n de los hijos de los hombres, que Dios los probar�a, para que as� echaran de ver ellos mismos que son semejantes � las bestias. Porque el suceso de los hijos de los hombres, y el suceso del animal, el mismo suceso es: como mueren los unos, as� mueren los otros; y una misma respiraci�n tienen todos; ni tiene m�s el hombre que la bestia: porque todo es vanidad. Todo va � un lugar: todo es hecho del polvo, y todo se tornar� en el mismo polvo. �Qui�n sabe que el esp�ritu de los hijos de los hombres suba arriba, y que el esp�ritu del animal descienda debajo de la tierra? As� que he visto que no hay cosa mejor que alegrarse el hombre con lo que hiciere; porque esta es su parte: porque �qui�n lo llevar� para que vea lo que ha de ser despu�s de �l? Eclesiast�s 4Y TORN�ME yo, y vi todas las violencias que se hacen debajo del sol: y he aqu� las l�grimas de los oprimidos, y sin tener quien los consuele; y la fuerza estaba en la mano de sus opresores, y para ellos no hab�a consolador. Y alab� yo los finados que ya murieron, m�s que los vivientes que hasta ahora est�n vivos. Y tuve por mejor que unos y otros al que no ha sido a�n, que no ha visto las malas obras que debajo del sol se hacen. Visto he asimismo que todo trabajo y toda excelencia de obras mueve la envidia del hombre contra su pr�jimo. Tambi�n esto es vanidad y aflicci�n de esp�ritu. El necio dobla sus manos y come su carne. Mas vale el un pu�o lleno con descanso, que ambos pu�os llenos con trabajo y aflicci�n de esp�ritu. Yo me torn� otra vez, y vi vanidad debajo del sol. Est� un hombre solo y sin sucesor; que ni tiene hijo ni hermano; mas nunca cesa de trabajar, ni sus ojos se hartan de sus riquezas, ni se pregunta: �Para qui�n trabajo yo, y defraudo mi alma del bien? Tambi�n esto es vanidad, y duro trabajo. Mejores son dos que uno; porque tienen mejor paga de su trabajo. Porque si cayeren, el uno levantar� � su compa�ero: mas �ay del solo! que cuando cayere, no habr� segundo que lo levante. Tambi�n si dos durmieren juntos, se calentar�n; mas �c�mo se calentar� uno solo? Y si alguno prevaleciere contra el uno, dos estar�n contra �l; y cord�n de tres dobleces no presto se rompe. Mejor es el muchacho pobre y sabio, que el rey viejo y fatuo que no sabe ser aconsejado. Porque de la c�rcel sali� para reinar; mientras el nacido en su reino se hizo pobre. Vi todos los vivientes debajo del sol caminando con el muchacho, sucesor, que estar� en lugar de aqu�l. No tiene fin todo el pueblo que fu� antes de ellos: tampoco los que vendr�n despu�s estar�n con �l contentos. Y esto es tambi�n vanidad y aflicci�n de esp�ritu. Eclesiast�s 5CUANDO fueres � la casa de Dios, guarda tu pie; y ac�rcate m�s para oir que para dar el sacrificio de los necios: porque no saben que hacen mal. No te des priesa con tu boca, ni tu coraz�n se apresure � proferir palabra delante de Dios; porque Dios est� en el cielo, y t� sobre la tierra: por tanto, sean pocas tus palabras. Porque de la mucha ocupaci�n viene el sue�o, y de la multitud de las palabras la voz del necio. Cuando � Dios hicieres promesa, no tardes en pagarla; porque no se agrada de los insensatos. Paga lo que prometieres. Mejor es que no prometas, que no que prometas y no pagues. No sueltes tu boca para hacer pecar � tu carne; ni digas delante del �ngel, que fu� ignorancia. �Por qu� har�s que Dios se aire � causa de tu voz, y que destruya la obra de tus manos? Donde los sue�os son en multitud, tambi�n lo son las vanidades y muchas las palabras; mas t� teme � Dios. Si violencias de pobres, y extorsi�n de derecho y de justicia vieres en la porvincia, no te maravilles de esta licencia; porque alto est� mirando sobre alto, y uno m�s alto est� sobre ellos. Adem�s el provecho de la tierra es para todos: el rey mismo est� sujeto � los campos. El que ama el dinero, no se hartar� de dinero; y el que ama el mucho tener, no sacar� fruto. Tambi�n esto es vanidad. Cuando los bienes se aumentan, tambi�n se aumentan sus comedores. �Qu� bien, pues, tendr� su due�o, sino ver los con sus ojos? Dulce es el sue�o del trabajador, ora coma mucho � poco; mas al rico no le deja dormir la hartura. Hay una trabajosa enfermedad que he visto debajo del sol: las riquezas guardadas de sus due�os para su mal; Las cuales se pierden en malas ocupaciones, y � los hijos que engendraron nada les queda en la mano. Como sali� del vientre de su madre, desnudo, as� se vuelve, tornando como vino; y nada tuvo de su trabajo para llevar en su mano. Este tambi�n es un gran mal, que como vino, as� haya de volver. �Y de qu� le aprovech� trabajar al viento? Dem�s de esto, todos los d�as de su vida comer� en tinieblas, con mucho enojo y dolor y miseria. He aqu� pues el bien que yo he visto: Que lo bueno es comer y beber, y gozar uno del bien de todo su trabajo con que se fatiga debajo del sol, todos los d�as de su vida que Dios le ha dado; porque esta es su parte. Asimismo, � todo hombre � quien Dios di� riquezas y hacienda, y le di� tambi�n facultad para que coma de ellas, y tome su parte, y goce su trabajo; esto es don de Dios. Porque no se acordar� mucho de los d�as de su vida; pues Dios le responder� con alegr�a de su coraz�n. Eclesiast�s 6HAY un mal que he visto debajo del cielo, y muy com�n entre los hombres: Hombre � quien Dios di� riquezas, y hacienda, y honra, y nada le falta de todo lo que su alma desea; mas Dios no le di� facultad de comer de ello, sino que los extra�os se lo comen. Esto vanidad es, y enfermedad trabajosa. Si el hombre engendrare ciento, y viviere muchos a�os, y los d�as de su edad fueren numerosos; si su alma no se hart� del bien, y tambi�n careci� de sepultura, yo digo que el abortivo es mejor que �l. Porque en vano vino, y � tinieblas va, y con tinieblas ser� cubierto su nombre. Aunque no haya visto el sol, ni conocido nada, m�s reposo tiene �ste que aqu�l. Porque si viviere aquel mil a�os dos veces, si no ha gozado del bien, cierto todos van � un lugar. Todo el trabajo del hombre es para su boca, y con todo eso su alma no se harta. Porque �qu� m�s tiene el sabio que el necio? �qu� m�s tiene el pobre que supo caminar entre los vivos? M�s vale vista de ojos que deseo que pasa. Y tambi�n esto es vanidad y aflicci�n de esp�ritu. El que es, ya su nombre ha sido nombrado; y se sabe que es hombre, y que no podr� contender con el que es m�s fuerte que �l. Ciertamente las muchas palabras multiplican la vanidad. �Qu� m�s tiene el hombre? Porque �qui�n sabe cu�l es el bien del hombre en la vida, todos los d�as de la vida de su vanidad, los cuales �l pasa como sombra? Porque �qui�n ense�ar� al hombre qu� ser� despu�s de �l debajo del sol? Eclesiast�s 7MEJOR es la buena fama que el buen ung�ento; y el d�a de la muerte que el d�a del nacimiento. Mejor es ir � la casa del luto que � la casa del convite: porque aquello es el fin de todos los hombres; y el que vive parar� mientes. Mejor es el enojo que la risa: porque con la tristeza del rostro se enmendar� el coraz�n. El coraz�n de los sabios, en la casa del luto; mas el coraz�n de los insensatos, en la casa del placer. Mejor es oir la reprensi�n del sabio, que la canci�n de los necios. Porque la risa del necio es como el estr�pito de las espinas debajo de la olla. Y tambi�n esto es vanidad. Ciertamente la opresi�n hace enloquecer al sabio: y el presente corrompe el coraz�n. Mejor es el fin del negocio que su principio: mejor es el sufrido de esp�ritu que el altivo de esp�ritu. No te apresures en tu esp�ritu � enojarte: porque la ira en el seno de los necios reposa. Nunca digas: �Qu� es la causa que los tiempos pasados fueron mejores que �stos? Porque nunca de esto preguntar�s con sabidur�a. Buena es la ciencia con herencia; y m�s � los que ven el sol. Porque escudo es la ciencia, y escudo es el dinero: mas la sabidur�a excede en que da vida � sus poseedores. Mira la obra de Dios; porque �qui�n podr� enderezar lo que �l torci�? En el d�a del bien goza del bien; y en el d�a del mal considera. Dios tambi�n hizo esto delante de lo otro, porque el hombre no halle nada tras de �l. Todo esto he visto en los d�as de mi vanidad. Justo hay que perece por su justicia, y hay imp�o que por su maldad alarga sus d�as. No seas demasiado justo, ni seas sabio con exceso: �por qu� te destruir�s? No hagas mal mucho, ni seas insensato: �por qu� morir�s antes de tu tiempo? Bueno es que tomes esto, y tambi�n de estotro no apartes tu mano; porque el que � Dios teme, saldr� con todo. La sabidur�a fortifica al sabio m�s que diez poderosos la ciudad en que fueron. Ciertamente no hay hombre justo en la tierra, que haga bien y nunca peque. Tampoco apliques tu coraz�n � todas las cosas que se hablaren, porque no oigas � tu siervo que dice mal de ti: Porque tu coraz�n sabe, como t� tambi�n dijiste mal de otros muchas veces. Todas estas cosas prob� con sabidur�a, diciendo: Hacerme he sabio: mas ella se alej� de m�. Lejos est� lo que fu�; y lo muy profundo �qui�n lo hallar�? Yo he rodeado con mi coraz�n por saber, y examinar, � inquirir la sabidur�a, y la raz�n; y por conocer la maldad de la insensatez, y el desvar�o del error; Y yo he hallado m�s amarga que la muerte la mujer, la cual es redes, y lazos su coraz�n; sus manos como ligaduras. El que agrada � Dios escapar� de ella; mas el pecador ser� preso en ella. He aqu�, esto he hallado, dice el Predicador, pesando las cosas una por una para hallar la raz�n; Lo que aun busca mi alma, y no encuentro: un hombre entre mil he hallado; mas mujer de todas �stas nunca hall�. He aqu�, solamente he hallado esto: que Dios hizo al hombre recto, mas ellos buscaron muchas cuentas. Eclesiast�s 8�Qui�n como el sabio? �y qui�n como el que sabe la declaraci�n de las cosas? La sabidur�a del hombre har� relucir su rostro, y mudar�se la tosquedad de su semblante. Yo te aviso que guardes el mandamiento del rey y la palabra del juramento de Dios. No te apresures � irte de delante de �l, ni en cosa mala persistas; porque �l har� todo lo que quisiere: Pues la palabra del rey es con potestad, �y qui�n le dir�, Qu� haces? El que guarda el mandamiento no experimentar� mal; y el tiempo y el juicio conoce el coraz�n del sabio. Porque para todo lo que quisieres hay tiempo y juicio; mas el trabajo del hombre es grande sobre �l; Porque no sabe lo que ha de ser; y el cu�ndo haya de ser, �qui�n se lo ense�ar�? No hay hombre que tenga potestad sobre el esp�ritu para retener el esp�ritu, ni potestad sobre el d�a de la muerte: y no valen armas en tal guerra; ni la impiedad librar� al que la posee. Todo esto he visto, y puesto he mi coraz�n en todo lo que debajo del sol se hace: hay tiempo en que el hombre se ense�orea del hombre para mal suyo. Esto vi tambi�n: que los imp�os sepultados vinieron a�n en memoria; mas los que partieron del lugar santo, fueron luego puestos en olvido en la ciudad donde con rectitud hab�an obrado. Esto tambi�n es vanidad. Porque no se ejecuta luego sentencia sobre la mala obra, el coraz�n de los hijos de los hombres est� en ellos lleno para hacer mal. Bien que el pecador haga mal cien veces, y le sea dilatado el castigo, con todo yo tambi�n s� que los que � Dios temen tendr�n bien, los que temieren ante su presencia; Y que el imp�o no tendr� bien, ni le ser�n prolongados los d�as, que son como sombra; por cuanto no temi� delante de la presencia de Dios. Hay vanidad que se hace sobre la tierra: que hay justos � quienes sucede como si hicieran obras de imp�os; y hay imp�os � quienes acaece como si hicieran obras de justos. Digo que esto tambi�n es vanidad. Por tanto alab� yo la alegr�a; que no tiene el hombre bien debajo del sol, sino que coma y beba, y se alegre; y que esto se le quede de su trabajo los d�as de su vida que Dios le di� debajo del sol. Yo pues d� mi coraz�n � conocer sabidur�a, y � ver la faena que se hace sobre la tierra; (porque hay quien ni de noche ni de d�a ve sue�o en su ojos;) Y he visto todas las obras de Dios, que el hombre no puede alcanzar la obra que debajo del sol se hace; por mucho que trabaje el hombre busc�ndola, no la hallar�: aunque diga el sabio que la sabe, no por eso podr� alcanzarla. Eclesiast�s 9CIERTAMENTE dado he mi coraz�n � todas estas cosas, para declarar todo esto: que los justos y los sabios, y sus obras, est�n en la mano de Dios; y que no sabe el hombre ni el amor ni el odio por todo lo que pasa delante de �l. Todo acontece de la misma manera � todos: un mismo suceso ocurre al justo y al imp�o; al bueno y al limpio y al no limpio; al que sacrifica, y al que no sacrifica: como el bueno, as� el que peca; el que jura, como el que teme el juramento. Este mal hay entre todo lo que se hace debajo del sol, que todos tengan un mismo suceso, y tambi�n que el coraz�n de los hijos de los hombres est� lleno de mal, y de enloquecimiento en su coraz�n durante su vida: y despu�s, � los muertos. A�n hay esperanza para todo aqu�l que est� entre los vivos; porque mejor es perro vivo que le�n muerto. Porque los que viven saben que han de morir: mas los muertos nada saben, ni tienen m�s paga; porque su memoria es puesta en olvido. Tambi�n su amor, y su odio y su envidia, feneci� ya: ni tiene ya m�s parte en el siglo, en todo lo que se hace debajo del sol. Anda, y come tu pan con gozo, y bebe tu vino con alegre coraz�n: porque tus obras ya son agradables � Dios. En todo tiempo sean blancos tus vestidos, y nunca falte ung�ento sobre tu cabeza. Goza de la vida con la mujer que amas, todos los d�as de la vida de tu vanidad, que te son dados debajo del sol, todos los d�as de tu vanidad; porque esta es tu parte en la vida, y en tu trabajo con que te afanas debajo del sol. Todo lo que te viniere � la mano para hacer, hazlo seg�n tus fuerzas; porque en el sepulcro, adonde t� vas, no hay obra, ni industria, ni ciencia, ni sabidur�a. Torn�me, y vi debajo del sol, que ni es de los ligeros la carrera, ni la guerra de los fuertes, ni aun de los sabios el pan, ni de los prudentes las riquezas, ni de los elocuentes el favor; sino que tiempo y ocasi�n acontece � todos. Porque el hombre tampoco conoce su tiempo: como los peces que son presos en la mala red, y como las aves que se prenden en lazo, as� son enlazados los hijos de los hombres en el tiempo malo, cuando cae de repente sobre ellos. Tambi�n vi esta sabidur�a debajo del sol, la cual me parece grande: Una peque�a ciudad, y pocos hombres en ella; y viene contra ella un gran rey, y c�rcala, y edifica contra ella grandes baluartes: Y h�llase en ella un hombre pobre, sabio, el cual libra la ciudad con su sabidur�a; y nadie se acordaba de aquel pobre hombre. Entonces dije yo: Mejor es la sabidur�a que la fortaleza; aunque la ciencia del pobre sea menospreciada, y no sean escuchadas sus palabras. Las palabras del sabio con reposo son o�das, m�s que el clamor del se�or entre los necios. Mejor es la sabidur�a que las armas de guerra; mas un pecador destruye mucho bien. Eclesiast�s 10LAS moscas muertas hacen heder y dar mal olor el perfume del perfumista: as� una peque�a locura, al estimado por sabidur�a y honra. El coraz�n del sabio est� � su mano derecha; mas el coraz�n del necio � su mano izquierda. Y aun mientras va el necio por el camino, f�lta le, su cordura, y dice � todos, que es necio. Si el esp�ritu del pr�ncipe se exaltare contra ti, no dejes tu lugar; porque la lenidad har� cesar grandes ofensas. Hay un mal que debajo del sol he visto, � manera de error emanado del pr�ncipe: La necedad est� colocada en grandes alturas, y los ricos est�n sentados en lugar bajo. Vi siervos en caballos, y pr�ncipes que andaban como siervos sobre la tierra. El que hiciere el hoyo caer� en �l; y el que aportillare el vallado, morder�le la serpiente. El que mudare las piedras, trabajo tendr� en ellas: el que cortare la le�a, en ella peligrar�. Si se embotare el hierro, y su filo no fuere amolado, hay que a�adir entonces m�s fuerza: empero excede la bondad de la sabidur�a. Muerde la serpiente cuando no est� encantada, y el lenguaraz no es mejor. Las palabras de la boca del sabio son gracia; mas los labios del necio causan su propia ruina. El principio de las palabras de su boca es necedad; y el fin de su charla nocivo desvar�o. El necio multiplica palabras: no sabe hombre lo que ha de ser; �y qui�n le har� saber lo que despu�s de �l ser�? El trabajo de los necios los fatiga; porque no saben por d�nde ir � la ciudad. �Ay de ti, tierra, cuando tu rey es muchacho, y tus pr�ncipes comen de ma�ana! �Bienaventurada, t�, tierra, cuando tu rey es hijo de nobles, y tus pr�ncipes comen � su hora, por refecci�n, y no por el beber! Por la pereza se cae la techumbre, y por flojedad de manos se llueve la casa. Por el placer se hace el convite, y el vino alegra los vivos: y el dinero responde � todo. Ni aun en tu pensamiento digas mal del rey, ni en los secretos de tu c�mara digas mal del rico; porque las aves del cielo llevar�n la voz, y las que tienen alas har�n saber la palabra. Eclesiast�s 11ECHA tu pan sobre las aguas; que despu�s de muchos d�as lo hallar�s. Reparte � siete, y aun � ocho: porque no sabes el mal que vendr� sobre la tierra. Si las nubes fueren llenas de agua, sobre la tierra la derramar�n: y si el �rbol cayere al mediod�a, � al norte, al lugar que el �rbol cayere, all� quedar�. El que al viento mira, no sembrar�; y el que mira � las nubes, no segar�. Como t� no sabes cu�l es el camino del viento, � como se cr�an los huesos en el vientre de la mujer pre�ada, as� ignoras la obra de Dios, el cual hace todas las cosas. Por la ma�ana siembra tu simiente, y � la tarde no dejes reposar tu mano: porque t� no sabes cu�l es lo mejor, si esto � lo otro, � si ambas � dos cosas son buenas. Suave ciertamente es la luz, y agradable � los ojos ver el sol: Mas si el hombre viviere muchos a�os, y en todos ellos hubiere gozado alegr�a; si despu�s trajere � la memoria los d�as de las tinieblas, que ser�n muchos, todo lo que le habr� pasado, dir� haber sido vanidad. Al�grate, mancebo, en tu mocedad, y tome placer tu coraz�n en los d�as de tu juventud; y anda en los caminos de tu coraz�n, y en la vista de tus ojos: mas sabe, que sobre todas estas cosas te traer� Dios � juicio. Quita pues el enojo de tu coraz�n, y aparta el mal de tu carne: porque la mocedad y la juventud son vainidad. Eclesiast�s 12Y ACU�RDATE de tu Criador en los d�as de tu juventud, antes que vengan los malos d�as, y lleguen los a�os, de los cuales digas, No tengo en ellos contentamiento; Antes que se oscurezca el sol, y la luz, y la luna y las estrellas, y las nubes se tornen tras la lluvia: Cuando temblar�n los guardas de la casa, y se encorvar�n los hombres fuertes, y cesar�n las muelas, porque han disminu�do, y se oscurecer�n los que miran por las ventanas; Y las puertas de afuera se cerrar�n, por la bajeza de la voz de la muela; y levantar�se � la voz del ave, y todas las hijas de canci�n ser�n humilladas; Cuando tambi�n temer�n de lo alto, y los tropezones en el camino; y florecer� el almendro, y se agravar� la langosta, y perder�se el apetito: porque el hombre va � la casa de su siglo, y los endechadores andar�n en derredor por la plaza: Antes que la cadena de plata se quiebre, y se rompa el cuenco de oro, y el c�ntaro se quiebre junto � la fuente, y la rueda sea rota sobre el pozo; Y el polvo se torne � la tierra, como era, y el esp�ritu se vuelva � Dios que lo di�. Vanidad de vanidades, dijo el Predicador, todo vanidad. Y cuanto m�s sabio fu� el Predicador, tanto m�s ense�� sabidur�a al pueblo; � hizo escuchar, � hizo escudri�ar, y compuso muchos proverbios. Procur� el Predicador hallar palabras agradables, y escritura recta, palabras de verdad. Las palabras de los sabios son como aguijones; y como clavos hincados, las de los maestros de las congregaciones, dadas por un Pastor. Ahora, hijo m�o, � m�s de esto, s� avisado. No hay fin de hacer muchos libros; y el mucho estudio aflicci�n es de la carne. El fin de todo el discurso o�do es este: Teme � Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre. Porque Dios traer� toda obra � juicio, el cual se har� sobre toda cosa oculta, buena � mala.
Cantares LA BIBLIA Versión Reina-Valera de 1909 �NDICE [1 | 2 | 3 | 4 | 5 | 6 | 7 | 8 ]Cantares 1CANCION de canciones, la cual es de Salom�n. �Oh si �l me besara con �sculos de su boca! Porque mejores son tus amores que el vino. Por el olor de tus suaves ungu�entos, (Ung�ento derramado es tu nombre,) Por eso las doncellas te amaron. Ll�vame en pos de ti, correremos. Meti�me el rey en sus c�maras: Nos gozaremos y alegraremos en ti; Acordar�monos de tus amores m�s que del vino: Los rectos te aman. Morena soy, oh hijas de Jerusalem, Mas codiciable; Como las caba�as de Cedar, Como las tiendas de Salom�n. No mir�is en que soy morena, Porque el sol me mir�. Los hijos de mi madre se airaron contra m�, Hici�ronme guarda de vi�as; Y mi vi�a, que era m�a, no guard�. Hazme saber, � t� � quien ama mi alma, D�nde repastas, d�nde haces tener majada al medio d�a: Porque, �por qu� hab�a yo de estar como vagueando Tras los reba�os de tus compa�eros? Si t� no lo sabes, oh hermosa entre las mujeres, Sal, y�ndote por las huellas del reba�o, Y apacienta tus cabritas junto � las caba�as de los pastores. A yegua de los carros de Fara�n Te he comparado, amiga m�a. Hermosas son tus mejillas entre los pendientes, Tu cuello entre los collares. Zarcillos de oro te haremos, Con clavos de plata. Mientras que el rey estaba en su reclinatorio, Mi nardo di� su olor. Mi amado es para m� un manojito de mirra, Que reposa entre mis pechos. Racimo de copher en las vi�as de Engadi Es para m� mi amado. He aqu� que t� eres hermosa, amiga m�a; He aqu� que eres bella: tus ojos de paloma. He aqu� que t� eres hermoso, amado m�o, y suave: Nuestro lecho tambi�n florido. Las vigas de nuestra casa son de cedro, Y de cipr�s los artesonados. Cantares 2YO soy la rosa de Sar�n, Y el lirio de los valles. Como el lirio entre las espinas, As� es mi amiga entre las doncellas. Como el manzano entre los �rboles silvestres, As� es mi amado entre los mancebos: Bajo la sombra del deseado me sent�, Y su fruto fu� dulce en mi paladar. Llev�me � la c�mara del vino, Y su bandera sobre m� fu� amor. Sustentadme con frascos, corroboradme con manzanas; Porque estoy enferma de amor. Su izquierda est� debajo de mi cabeza, Y su derecha me abrace. Yo os conjuro, oh doncellas de Jerusalem, Por las gamas y por las ciervas del campo, Que no despert�is ni hag�is velar al amor Hasta que quiera. �La voz de mi amado! He aqu� �l viene Saltando sobre los montes, brincando sobre los collados. Mi amado es semejante al gamo, � al cabrito de los ciervos. Helo aqu�, est� tras nuestra pared, Mirando por las ventanas, Mostr�ndose por las rejas. Mi amado habl�, y me dijo: Lev�ntate, oh amiga m�a, hermosa m�a, y vente. Porque he aqu� ha pasado el invierno, Hase mudado, la lluvia se fu�; Hanse mostrado las flores en la tierra, El tiempo de la canci�n es venido, Y en nuestro pa�s se ha o�do la voz de la t�rtola; La higuera ha echado sus higos, Y las vides en cierne Dieron olor: Lev�ntate, oh amiga m�a, hermosa m�a, y vente. Paloma m�a, que est�s en los agujeros de la pe�a, en lo escondido de escarpados parajes, Mu�strame tu rostro, hazme oir tu voz; Porque dulce es la voz tuya, y hermoso tu aspecto. Cazadnos las zorra, las zorras peque�as, que echan � perder las vi�as; Pues que nuestras vi�as est�n en cierne. Mi amado es m�o, y yo suya; El apacienta entre lirios. Hasta que apunte el d�a, y huyan las sombras, T�rnate, amado m�o; s� semejante al gamo, � al cabrito de los ciervos, Sobre los montes de Bether. Cantares 3POR las noches busqu� en mi lecho al que ama mi alma: Busqu�lo, y no lo hall�. Levantar�me ahora, y rodear� por la ciudad; Por las calles y por las plazas Buscar� al que ama mi alma: Busqu�lo, y no lo hall�. Hall�ronme los guardas que rondan la ciudad, Y d�jeles: �Hab�is visto al que ama mi alma? Pasando de ellos un poco, Hall� luego al que mi alma ama: Trab� de �l, y no lo dej�, Hasta que lo met� en casa de mi madre, Y en la c�mara de la que me engendr�. Yo os conjuro, oh doncellas de Jerusalem, Por las gamas y por las ciervas del campo, Que no despert�is ni hag�is velar al amor, Hasta que quiera. �Qui�n es �sta que sube del desierto como columnita de humo, Sahumada de mirra y de incienso, Y de todos polvos arom�ticos? He aqu� es la litera de Salom�n: Sesenta valientes la rodean, De los fuertes de Israel. Todos ellos tienen espadas, diestros en la guerra; Cada uno su espada sobre su muslo, Por los temores de la noche. El rey Salom�n se hizo una carroza De madera del L�bano. Sus columnas hizo de plata, Su respaldo de oro, su cielo de grana, Su interior enlosado de amor, Por las doncellas de Jerusalem. Salid, oh doncellas de Si�n, y ved al rey Salom�n Con la corona con que le coron� su madre el d�a de su desposorio, Y el d�a del gozo de su coraz�n. Cantares 4HE aqu� que t� eres hermosa, amiga m�a, he aqu� que t� eres hermosa; Tus ojos entre tus guedejas como de paloma; Tus cabellos como manada de cabras, Que se muestran desde el monte de Galaad. Tus dientes, como manadas de trasquiladas ovejas, Que suben del lavadero, Todas con cr�as mellizas, Y ninguna entre ellas est�ril. Tus labios, como un hilo de grana, Y tu habla hermosa; Tus sienes, como cachos de granada � la parte adentro de tus guedejas. Tu cuello, como la torre de David, edificada para muestra; Mil escudos est�n colgados de ella, Todos escudos de valientes. Tus dos pechos, como dos cabritos mellizos de gama, Que son apacentados entre azucenas. Hasta que apunte el d�a y huyan las sombras, Ir�me al monte de la mirra, Y al collado del incienso. Toda t� eres hermosa, amiga m�a Y en ti no hay mancha. Conmigo del L�bano, oh esposa, Conmigo ven del L�bano: Mira desde la cumbre de Amana, Desde la cumbre de Senir y de Herm�n, Desde las guaridas de los leones, Desde los montes de los tigres. Prendiste mi coraz�n, hermana, esposa m�a; Has preso mi coraz�n con uno de tus ojos, Con una gargantilla de tu cuello. �Cu�n hermosos son tus amores, hermana, esposa m�a! �Cu�nto mejores que el vino tus amores, Y el olor de tus ung�entos que todas las especias arom�ticas! Como panal de miel destilan tus labios, oh esposa; Miel y leche hay debajo de tu lengua; Y el olor de tus vestidos como el olor del L�bano. Huerto cerrado eres, mi hermana, esposa m�a; Fuente cerrada, fuente sellada. Tus renuevos para�so de granados, con frutos suaves, De c�mphoras y nardos, Nardo y azafr�n, Ca�a arom�tica y canela, con todos los �rboles de incienso; Mirra y �loes, con todas las principales especias. Fuente de huertos, Pozo de aguas vivas, Que corren del L�bano. Lev�ntate, Aquil�n, y ven, Austro: Sopla mi huerto, despr�ndanse sus aromas. Venga mi amado � su huerto, Y coma de su dulce fruta. Cantares 5YO vine � mi huerto, oh hermana, esposa m�a: Cogido he mi mirra y mis aromas; He comido mi panal y mi miel, Mi vino y mi leche he bebido. Comed, amigos; Babed, amados, y embriagaos. Yo dorm�a, pero mi coraz�n velaba: La voz de mi amado que llamaba: Abreme, hermana m�a, amiga m�a, paloma m�a, perfecta m�a; Porque mi cabeza est� llena de roc�o, Mis cabellos de las gotas de la noche. Heme desnudado mi ropa; �c�mo la tengo de vestir? He lavado mis pies; �c�mo los tengo de ensuciar? Mi amado meti� su mano por el agujero, Y mis entra�as se conmovieron dentro de m�. Yo me levant� para abrir � mi amado, Y mis manos gotearon mirra, Y mis dedos mirra que corr�a Sobre las aldabas del candado. Abr� yo � mi amado; Mas mi amado se hab�a ido, hab�a ya pasado: Y tras su hablar sali� mi alma: Busqu�lo, y no lo hall�; Llam�lo, y no me respondi�. Hall�ronme los guardas que rondan la ciudad: Hiri�ronme, llag�ronme, Quit�ronme mi manto de encima los guardas de los muros. Yo os conjuro, oh doncellas de Jerusalem, si hallareis � mi amado, Que le hag�is saber c�mo de amor estoy enferma. �Qu� es tu amado m�s que otro amado, Oh la m�s hermosa de todas las mujeres? �Qu� es tu amado m�s que otro amado, Que as� nos conjuras? Mi amado es blanco y rubio, Se�alado entre diez mil. Su cabeza, como, oro fin�simo; Sus cabellos crespos, negros como el cuervo. Sus ojos, como palomas junto � los arroyos de las aguas, Que se lavan con leche, y a la perfecci�n colocados. Sus mejillas, como una era de especias arom�ticas, como fragantes flores: Sus labios, como lirios que destilan mirra que trasciende. Sus manos, como anillos de oro engastados de jacintos: Su vientre, como claro marfil cubierto de zafiros. Sus piernas, como columnas de m�rmol fundadas sobre basas de fino oro: Su aspecto como el L�bano, escogido como los cedros. Su paladar, dulc�simo: y todo �l codiciable. Tal es mi amado, tal es mi amigo, Oh doncellas de Jerusalem. Cantares 6�DONDE se ha ido tu amado, Oh la m�s hermosa de todas las mujeres? �Ad�nde se apart� tu amado, Y le buscaremos contigo? Mi amado descendi� � su huerto, � las eras de los aromas Para apacentar en los huertos, y para coger los lirios. Yo soy de mi amado, y mi amado es m�o: El apacienta entre los lirios. Hermosa eres t�, oh amiga m�a, como Tirsa; De desear, como Jerusalem; Imponente como ej�rcitos en orden. Aparta tus ojos de delante de m�, Porque ellos me vencieron. Tu cabello es como manada de cabras, Que se muestran en Galaad. Tus dientes, como manada de ovejas Que suben del lavadero, Todas con cr�as mellizas, Y est�ril no hay entre ellas. Como cachos de granada son tus sienes Entre tus guedejas. Sesenta son las reinas, y ochenta las concubinas, Y las doncellas sin cuento: Mas una es la paloma m�a, la perfecta m�a; Unica es � su madre, Escogida � la que la engendr�. Vi�ronla las doncellas, y llam�ronla bienaventurada; Las reinas y las concubinas, y la alabaron. �Qui�n es �sta que se muestra como el alba, Hermosa como la luna, Esclarecida como el sol, Imponente como ej�rcitos en orden? Al huerto de los nogales descend� A ver los frutos del valle, Y para ver si brotaban las vides, Si florec�an los granados. No lo supe: hame mi alma hecho Como los carros de Amminadab. T�rnate, t�rnate, oh Sulamita; T�rnate, t�rnate, y te miraremos. �Qu� ver�is en la Sulamita? Como la reuni�n de dos campamentos. Cantares 7�CUAN hermosos son tus pies en los calzados, oh hija de pr�ncipe! Los contornos de tus muslos son como joyas, Obra de mano de excelente maestro. Tu ombligo, como una taza redonda, Que no le falta bebida. Tu vientre, como mont�n de trigo, Cercado de lirios. Tus dos pechos, como dos cabritos Mellizos de gama. Tu cuello, como torre de marfil; Tus ojos, como las pesqueras de Hesb�n junto � la puerta de Bat-rabbim; Tu nariz, como la torre del L�bano, Que mira hacia Damasco. Tu cabeza encima de ti, como el Carmelo; Y el cabello de tu cabeza, como la p�rpura del rey Ligada en los corredores. �Qu� hermosa eres, y cu�n suave, Oh amor deleitoso! Y tu estatura es semejante � la palma, Y tus pechos � los racimos! Yo dije: Subir� � la palma, Asir� sus ramos: Y tus pechos ser�n ahora como racimos de vid, Y el olor de tu boca como de manzanas; Y tu paladar como el buen vino, Que se entra � mi amado suavemente, Y hace hablar los labios de los viejos. Yo soy de mi amado, Y conmigo tiene su contentamiento. Ven, oh amado m�o, salgamos al campo, Moremos en las aldeas. Levant�monos de ma�ana � las vi�as; Veamos si brotan las vides, si se abre el cierne, Si han florecido los granados; All� te dar� mis amores. Las mandr�goras han dado olor, Y � nuestras puertas hay toda suerte de dulces frutas, nuevas y a�ejas. Que para ti, oh amado m�o, he guardado. Cantares 8�OH qui�n te me diese como hermano Que mam� los pechos de mi madre; De modo que te halle yo fuera, y te bese, Y no me menosprecien! Yo te llevar�a, te metiera en casa de mi madre: T� me ense�ar�as, Y yo te hiciera beber vino Adobado del mosto de mis granadas. Su izquierda est� debajo de mi cabeza, Y su derecha me abrace. Conj�roos, oh doncellas de Jerusalem, Que no despert�is, ni hag�is velar al amor, Hasta que quiera. �Qui�n es �sta que sube del desierto, Recostada sobre su amado? Debajo de un manzano te despert�: All� tuvo tu madre dolores, All� tuvo dolores la que te pari�. Ponme como un sello sobre tu coraz�n, como una marca sobre tu brazo: Porque fuerte es como la muerte el amor; Duro como el sepulcro el celo: Sus brasas, brasas de fuego, Fuerte llama. Las muchas aguas no podr�n apagar el amor, Ni lo ahogar�n los r�os. Si diese el hombre toda la hacienda de su casa por este amor, De cierto lo menospreciaran. Tenemos una peque�a hermana, Que no tiene pechos: �Qu� haremos � nuestra hermana Cuando de ella se hablare? Si ella es muro, Edificaremos sobre �l un palacio de plata: Y si fuere puerta, La guarneceremos con tablas de cedro. Yo soy muro, y mis pechos como torres, Desde que fu� en sus ojos como la que halla paz. Salom�n tuvo una vi�a en Baal-ham�n, La cual entreg� � guardas, Cada uno de los cuales deb�a traer mil monedas de plata por su fruto. Mi vi�a, que es m�a, est� delante de m�: Las mil ser�n tuyas, oh Salom�n, Y doscientas, de los que guardan su fruto. Oh t� la que moras en los huertos, Los compa�eros escuchan tu voz: H�zmela oir. Huye, amado m�o; Y s� semejante al gamo, � al cervatillo, Sobre las monta�as de los aromas.
Isa�asLA BIBLIA Versión Reina-Valera de 1909 �NDICE [1 | 2 | 3 | 4 | 5 | 6 | 7 | 8 | 9 | 10 | 11 | 12 | 13 | 14 | 15 | 16 | 17 | 18 | 19 | 20 | 21 | 22 | 23 | 24 | 25 | 26 | 27 | 28 | 29 | 30 | 31 | 32 | 33 | 34 | 35 | 36 | 37 | 38 | 39 | 40 | 41 | 42 | 43 | 44 | 45 | 46 | 47 | 48 | 49 | 50 | 51 | 52 | 53 | 54 | 55 | 56 | 57 | 58 | 59 | 60 | 61 | 62 | 63 | 64 | 65 | 66 ]Isa�as 1VISION de Isa�as hijo de Amoz, la cual vi� sobre Jud� y Jerusalem, en d�as de Uzz�as, Jotham, Ach�z y Ezech�as, reyes de Jud�. Oid, cielos, y escucha t�, tierra; porque habla Jehov�: Cri� hijos, y engrandec�los, y ellos se rebelaron contra m�. El buey conoce � su due�o, y el asno el pesebre de su se�or: Israel no conoce, mi pueblo no tiene entendimiento. �Oh gente pecadora, pueblo cargado de maldad, generaci�n de malignos, hijos depravados! Dejaron � Jehov�, provocaron � ira al Santo de Israel, torn�ronse atr�s. �Para qu� hab�is de ser castigados a�n? todav�a os rebelar�is. Toda cabeza est� enferma, y todo coraz�n doliente. Desde la planta del pie hasta la cabeza no hay en �l cosa ilesa, sino herida, hinchaz�n y podrida llaga: no est�n curadas, ni vendadas, ni suavizadas con aceite. Vuestra tierra est� destru�da, vuestras ciudades puestas � fuego, vuestra tierra delante de vosotros comida de extranjeros, y asolada como asolamiento de extra�os. Y queda la hija de Si�n como choza en vi�a, y como caba�a en melonar, como ciudad asolada. Si Jehov� de los ej�rcitos no hubiera hecho que nos quedasen muy cortos residuos, como Sodoma fu�ramos, y semejantes � Gomorra. Pr�ncipes de Sodoma, oid la palabra de Jehov�; escuchad la ley de nuestro Dios, pueblo de Gomorra. �Para qu� � m�, dice Jehov�, la multitud de vuestros sacrificios? Harto estoy de holocaustos de carneros, y de sebo de animales gruesos: no quiero sangre de bueyes, ni de ovejas, ni de machos cabr�os. �Qui�n demand� esto de vuestras manos, cuando vinieseis � presentaros delante de m�, para hollar mis atrios? No me traig�is m�s vano presente: el perfume me es abominaci�n: luna nueva y s�bado, el convocar asambleas, no las puedo sufrir: son iniquidad vuestras solemnidades. Vuestras lunas nuevas y vuestras solemnidades tiene aborrecidas mi alma: me son gravosas; cansado estoy de llevarlas. Cuando extendiereis vuestras manos, yo esconder� de vosotros mis ojos: asimismo cuando multiplicareis la oraci�n, yo no oir�: llenas est�n de sangre vuestras manos. Lavad, limpiaos; quitad la iniquidad de vuestras obras de ante mis ojos; dejad de hacer lo malo: Aprended � hacer bien: buscad juicio, restituid al agraviado, oid en derecho al hu�rfano, amparad � la viuda. Venid luego, dir� Jehov�, y estemos � cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve ser�n emblanquecidos: si fueren rojos como el carmes�, vendr�n � ser como blanca lana. Si quisiereis y oyereis, comier�is el bien de la tierra: Si no quisiereis y fuereis rebeldes, ser�is consumidos � espada: porque la boca de Jehov� lo ha dicho. �C�mo te has tornado ramera, oh ciudad fiel? Llena estuvo de juicio, en ella habit� equidad; mas ahora, homicidas. Tu plata se ha tornado escorias, tu vino mezclado est� con agua. Tus pr�ncipes, prevaricadores y compa�eros de ladrones: todos aman las d�divas, y van tras las recompensas: no oyen en juicio al hu�rfano, ni llega a ellos la causa de la viuda. Por tanto, dice el Se�or Jehov� de los ej�rcitos, el Fuerte de Israel: Ea, tomar� satisfacci�n de mis enemigos, vengar�me de mis adversarios: Y volver� mi mano sobre ti, y limpiar� hasta lo m�s puro tus escorias, y quitar� todo tu esta�o: Y restituir� tus jueces como al principio, y tus consejeros como de primero: entonces te llamar�n Ciudad de justicia, Ciudad fiel. Si�n con juicio ser� rescatada, y los convertidos de ella con justicia. Mas los rebeldes y pecadores � una ser�n quebrantados, y los que dejan � Jehov� ser�n consumidos. Entonces os avergonzar�n los olmos que amasteis, y os afrentar�n los bosques que escogisteis. Porque ser�is como el olmo que se le cae la hoja, y como huerto que le faltan las aguas. Y el fuerte ser� como estopa, y lo que hizo como centella; y ambos ser�n encendidos juntamente, y no habr� quien apague. Isa�as 2LO que vi� Isa�as, hijo de Amoz, tocante � Jud� y a Jerusalem. Y acontecer� en lo postrero de los tiempos, que ser� confirmado el monte de la casa de Jehov� por cabeza de los montes, y ser� ensalzado sobre los collados, y correr�n � �l todas las gentes. Y vendr�n muchos pueblos, y dir�n: Venid, y subamos al monte de Jehov�, � la casa del Dios de Jacob; y nos ense�ar� en sus caminos, y caminaremos por sus sendas. Porque de Si�n saldr� la ley, y de Jerusalem la palabra de Jehov�. Y juzgar� entre las gentes, y reprender� � muchos pueblos; y volver�n sus espadas en rejas de arado, y sus lanzas en hoces: no alzar� espada gente contra gente, ni se ensayar�n m�s para la guerra. Venid, oh casa de Jacob, y caminemos � la luz de Jehov�. Ciertamente t� has dejado tu pueblo, la casa de Jacob, porque son henchidos de oriente, y de agoreros, como los Filisteos; y en hijos ajenos descansan. Su tierra est� llena de plata y oro, sus tesoros no tienen fin. Tambi�n est� su tierra llena de caballos; ni sus carros tienen n�mero. Adem�s est� su tierra llena de �dolos, y � la obra de sus manos se han arrodillado, � lo que fabricaron sus dedos. Y hase inclinado el hombre, y el var�n se ha humillado: por tanto no los perdonar�s. M�tete en la piedra, esc�ndete en el polvo, de la presencia espantosa de Jehov� y del resplandor de su majestad. La altivez de los ojos del hombre ser� abatida, y la soberbia de los hombres ser� humillada; y Jehov� solo ser� ensalzado en aquel d�a. Porque d�a de Jehov� de los ej�rcitos vendr� sobre todo soberbio y altivo, y sobre todo ensalzado; y ser� abatido: Y sobre todos los cedros del L�bano altos y sublimes, y sobre todos los alcornoques de Bas�n; Y sobre todos los montes altos, y sobre todos los collados levantados; Y sobre toda torre alta, y sobre todo muro fuerte; Y sobre todas las naves de Tarsis, y sobre todas pinturas preciadas. Y la altivez del hombre ser� abatida, y la soberbia de los hombres ser� humillada; y solo Jehov� ser� ensalzado en aquel d�a. Y quitar� totalmente los �dolos. Y meter�nse en las cavernas de las pe�as, y en las aberturas de la tierra, por la presencia espantosa de Jehov�, y por el resplandor de su majestad, cuando se levantare �l para herir la tierra. Aquel d�a arrojar� el hombre, � los topos y murci�lagos, sus �dolos de plata y sus �dolos de oro, que le hicieron para que adorase; Y se entrar�n en las hendiduras de las rocas y en las cavernas de las pe�as, por la presencia formidable de Jehov�, y por el resplandor de su majestad, cuando se levantare para herir la tierra. Dejaos del hombre, cuyo h�lito est� en su nariz; porque �de qu� es �l estimado? Isa�as 3PORQUE he aqu� que el Se�or Jehov� de los ej�rcitos quita de Jerusalem y de Jud� el sustentador y el fuerte, todo sustento de pan y todo socorro de agua; El valiente y el hombre de guerra, el juez y el profeta, el adivino y el anciano; El capit�n de cincuenta, y el hombre de respeto, y el consejero, y el art�fice excelente, y el h�bil orador. Y pondr�les mozos por pr�ncipes, y muchachos ser�n sus se�ores. Y el pueblo har� violencia los unos � los otros, cada cual contra su vecino: el mozo se levantar� contra el viejo, y el villano contra el noble. Cuando alguno trabare de su hermano, de la familia de su padre, y le dijere, Que vestir tienes, t� ser�s nuestro pr�ncipe, y sea en tu mano esta ruina; El jurar� aquel d�a, diciendo: No tomar� ese cuidado; porque en mi casa ni hay pan, ni qu� vestir: no me hag�is pr�ncipe del pueblo. Pues arruinada est� Jerusalem, y Jud� ha ca�do; porque la lengua de ellos y sus obras han sido contra Jehov�, para irritar los ojos de su majestad. La apariencia del rostro de ellos los convence: que como Sodoma predican su pecado, no lo disimulan. �Ay del alma de ellos! porque allegaron mal para s�. Decid al justo que le ir� bien: porque comer� de los frutos de sus manos. �Ay del imp�o! mal le ir�: porque seg�n las obras de sus manos le ser� pagado. Los exactores de mi pueblo son muchachos, y mujeres se ense�orearon de �l. Pueblo m�o, los que te gu�an te enga�an, y tuercen la carrera de tus caminos. Jehov� est� en pie para litigar, y est� para juzgar los pueblos. Jehov� vendr� � juicio contra los ancianos de su pueblo y contra sus pr�ncipes; porque vosotros hab�is devorado la vi�a, y el despojo del pobre est� en vuestras casas. �Qu� pens�is vosotros que maj�is mi pueblo, y mol�is las caras de los pobres? dice el Se�or Jehov� de los ej�rcitos. Asimismo dice Jehov�: Por cuanto las hijas de Si�n se ensoberbecen, y andan cuellierguidas y los ojos descompuestos; cuando andan van danzando, y haciendo son con los pies: Por tanto, pelar� el Se�or la mollera de las hijas de Si�n, y Jehov� descubrir� sus verg�enzas. Aquel d�a quitar� el Se�or el atav�o de los calzados, y las redecillas, y las lunetas; Los collares, y los joyeles, y los brazaletes; Las escofietas, y los atav�os de las piernas, los partidores del pelo, los pomitos de olor, y los zarcillos; Los anillos, y los joyeles de las narices; Las ropas de remuda, los mantoncillos, los velos, y los alfileres; Los espejos, los pa�izuelos, las gasas, y los tocados. Y ser� que en lugar de los perfumes arom�ticos vendr� hediondez; y desgarr�n en lugar de cinta; y calvez en lugar de la compostura del cabello; y en lugar de faja ce�imiento de saco; y quemadura en vez de hermosura. Tus varones caer�n � cuchillo, y tu fuerza en la guerra. Sus puertas se entristecer�n y enlutar�n, y ella, desamparada, sentar�se en tierra. Isa�as 4Y ECHARAN mano de un hombre siete mujeres en aquel tiempo, diciendo: Nosotras comeremos de nuestro pan, y nos vestiremos de nuestras ropas; solamente sea llamado tu nombre sobre nosotras, quita nuestro oprobio. En aquel tiempo el renuevo de Jehov� ser� para hermosura y gloria, y el fruto de la tierra para grandeza y honra, � los librados de Israel. Y acontecer� que el que quedare en Si�n, y el que fuere dejado en Jerusalem, ser� llamado santo; todos los que en Jerusalem est�n escritos entre los vivientes; Cuando el Se�or lavare las inmundicias de las hijas de Si�n, y limpiare las sangres de Jerusalem de en medio de ella, con esp�ritu de juicio y con esp�ritu de ardimiento. Y criar� Jehov� sobre toda la morada del monte de Si�n, y sobre los lugares de sus convocaciones, nube y oscuridad de d�a, y de noche resplandor de fuego que eche llamas: porque sobre toda gloria habr� cobertura. Y habr� sombrajo para sombra contra el calor del d�a, para acogida y escondedero contra el turbi�n y contra el aguacero. Isa�as 5AHORA cantar� por mi amado el cantar de mi amado � su vi�a. Ten�a mi amado una vi�a en un recuesto, lugar f�rtil. Hab�ala cercado, y despedreg�dola, y plant�dola de vides escogidas: hab�a edificado en medio de ella una torre, y tambi�n asentado un lagar en ella: y esperaba que llevase uvas, y llev� uvas silvestres. Ahora pues, vecinos de Jerusalem y varones de Jud�, juzgad ahora entre m� y mi vi�a. �Qu� m�s se hab�a de hacer � mi vi�a, que yo no haya hecho en ella? �C�mo, esperando yo que llevase uvas, ha llevado uvas silvestres? Os mostrar� pues ahora lo que har� yo � mi vi�a: Quitar�le su vallado, y ser� para ser consumida; aportillar� su cerca, y ser� para ser hollada; Har� que quede desierta; no ser� podada ni cavada, y crecer� el cardo y las espinas: y aun � las nubes mandar� que no derramen lluvia sobre ella. Ciertamente la vi�a de Jehov� de los ej�rcitos es la casa de Israel, y los hombres de Jud� planta suya deleitosa. Esperaba juicio, y he aqu� vileza; justicia, y he aqu� clamor. �Ay de los que juntan casa con casa, y allegan heredad � heredad hasta acabar el t�rmino! �Habitar�is vosotros solos en medio de la tierra? Ha llegado � mis o�dos de parte de Jehov� de los ej�rcitos, que las muchas casas han de quedar asoladas, sin morador las grandes y hermosas. Y diez huebras de vi�a producir�n un zaque, y treinta modios de simiente dar�n tres modios. �Ay de los que se levantan de ma�ana para seguir la embriaguez; que se est�n hasta la noche, hasta que el vino los enciende! Y en sus banquetes hay arpas, vihuelas, tamboriles, flautas, y vino; y no miran la obra de Jehov�, ni consideran la obra de sus manos. Por tanto mi pueblo fu� llevado cautivo, porque no tuvo ciencia: y su gloria pereci� de hambre, y su multitud se sec� de sed. Por eso ensanch� su interior el sepulcro, y sin medida extendi� su boca; y all� descender� la gloria de ellos, y su multitud, y su fausto, y el que en �l se holgaba. Y el hombre ser� humillado, y el var�n ser� abatido, y bajados ser�n los ojos de los altivos. Mas Jehov� de los ej�rcitos ser� ensalzado en juicio, y el Dios Santo ser� santificado con justicia. Y los corderos ser�n apacentados seg�n su costumbre; y extra�os comer�n las gruesas desamparadas. �Ay de los que traen la iniquidad con cuerdas de vanidad, y el pecado como con coyundas de carreta, Los cuales dicen: Venga ya, apres�rese su obra, y veamos: ac�rquese, y venga el consejo del Santo de Israel, para que lo sepamos! �Ay de los que � lo malo dicen bueno, y � lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo! �Ay de los sabios en sus ojos, y de los que son prudentes delante de s� mismos! �Ay de los que son valientes para beber vino, y hombres fuertes para mezclar bebida; Los que dan por justo al imp�o por cohechos, y al justo quitan su justicia! Por tanto, como la lengua del fuego consume las aristas, y la llama devora la paja, as� ser� su ra�z como pudrimiento, y su flor se desvanecer� como polvo: porque desecharon la ley de Jehov� de los ej�rcitos, y abominaron la palabra del Santo de Israel. Por esta causa se encendi� el furor de Jehov� contra su pueblo, y extendi� contra �l su mano, � hiri�le; y se estremecieron los montes, y sus cad�veres fueron arrojados en medio de las calles. Con todo esto no ha cesado su furor, antes est� su mano todav�a extendida. Y alzar� pend�n � gentes de lejos, y silbar� al que est� en el cabo de la tierra; y he aqu� que vendr� pronto y velozmente. No habr� entre ellos cansado, ni que vacile; ninguno se dormir� ni le tomar� sue�o; � ninguno se le desatar� el cinto de los lomos, ni se le romper� la correa de sus zapatos. Sus saetas amoladas, y todos sus arcos entesados; las u�as de sus caballos parecer�n como de pedernal, y las ruedas de sus carros como torbellino. Su bramido como de le�n; rugir� � manera de leoncillos, rechinar� los dientes, y arrebatar� la presa; la apa�ara, y nadie se la quitar�. Y bramar� sobre �l en aquel d�a como bramido de la mar: entonces mirar� hacia la tierra, y he aqu� tinieblas de tribulaci�n, y en sus cielos se oscurecer� la luz. Isa�as 6EN el a�o que muri� el rey Uzz�as vi yo al Se�or sentado sobre un trono alto y sublime, y sus faldas hench�an el templo. Y encima de �l estaban serafines: cada uno ten�a seis alas; con dos cubr�an sus rostros, y con dos cubr�an sus pies, y con dos volaban. Y el uno al otro daba voces, diciendo: Santo, santo, santo, Jehov� de los ej�rcitos: toda la tierra est� llena de su gloria. Y los quiciales de las puestas se estremecieron con la voz del que clamaba, y la casa se hinchi� de humo. Entonces dije: �Ay de m�! que soy muerto; que siendo hombre inmundo de labios, y habitando en medio de pueblo que tiene labios inmundos, han visto mis ojos al Rey, Jehov� de los ej�rcitos. Y vol� hacia m� uno de los serafines, teniendo en su mano un carb�n encendido, tomado del altar con unas tenazas: Y tocando con �l sobre mi boca, dijo: He aqu� que esto toc� tus labios, y es quitada tu culpa, y limpio tu pecado. Despu�s o� la voz del Se�or, que dec�a: �A qui�n enviar�, y qui�n nos ir�? Entonces respond� yo: Heme aqu�, env�ame � m�. Y dijo: Anda, y di � este pueblo: Oid bien, y no entend�is; ved por cierto, mas no comprend�is. Engruesa el coraz�n de aqueste pueblo, y agrava sus o�dos, y ciega sus ojos; porque no vea con sus ojos, ni oiga con sus o�dos, ni su coraz�n entienda, ni se convierta, y haya para �l sanidad. Y yo dije: �Hasta cu�ndo, Se�or? Y respondi� �l: Hasta que las ciudades est�n asoladas, y sin morador, ni hombre en las casas, y la tierra sea tornada en desierto; Hasta que Jehov� hubiere echado lejos los hombres, y multiplicare en medio de la tierra la desamparada. Pues aun quedar� en ella una d�cima parte, y volver�, bien que habr� sido asolada: como el olmo y como el alcornoque, de los cuales en la tala queda el tronco, as� ser� el tronco de ella la simiente santa. Isa�as 7ACONTECIO en los d�as de Ach�z hijo de Jotham, hijo de Uzz�as, rey de Jud�, que Rez�n rey de Siria, y Peca hijo de Remal�as, rey de Israel, subieron � Jerusalem para combatirla; mas no la pudieron tomar. Y vino la nueva � la casa de David, diciendo: Siria se ha confederado con Ephraim. Y estremeci�sele el coraz�n, y el coraz�n de su pueblo, como se estremecen los �rboles del monte � causa del viento. Entonces dijo Jehov� � Isa�as: Sal ahora al encuentro de Ach�z, t�, y Sear-jasub tu hijo, al cabo del conducto de la Pesquera de arriba, en el camino de la heredad del Lavador, Y dile: Guarda, y rep�sate; no temas, ni se enternezca tu coraz�n � causa de estos dos cabos de tiz�n que humean, por el furor de la ira de Rez�n y del Siro, y del hijo de Remal�as. Por haber acordado maligno consejo contra ti el Siro, con Ephraim y con el hijo de Remal�as, diciendo: Vamos contra Jud�, y la despertaremos, y la partiremos entre nosotros, y pondremos en medio de ella por rey al hijo de Tabeel: El Se�or Jehov� dice as�: No subsistir�, ni ser�. Porque la cabeza de Siria es Damasco, y la cabeza de Damasco, Rez�n: y dentro de sesenta y cinco a�os Ephraim ser� quebrantado hasta dejar de ser pueblo. Entretanto la cabeza de Ephraim es Samaria, y la cabeza de Samaria el hijo de Remal�as. Si vosotros no creyereis, de cierto no permanecer�is. Y habl� m�s Jehov� � Ach�z, diciendo: Pide para ti se�al de Jehov� tu Dios, demand�ndola en lo profundo, � arriba en lo alto. Y respondi� Ach�z: No pedir�, y no tentar� � Jehov�. Dijo entonces Isa�as: Oid ahora casa de David. �Os es poco el ser molestos � los hombres, sino que tambi�n lo se�is � mi Dios? Por tanto el mismo Se�or os dar� se�al: He aqu� que la virgen concebir�, y parir� hijo, y llamar� su nombre Emmanuel. Comer� manteca y miel, para que sepa desechar lo malo y escoger lo bueno. Porque antes que el ni�o sepa desechar lo malo y escoger lo bueno, la tierra que t� aborreces ser� dejada de sus dos reyes. Jehov� har� venir sobre ti, y sobre tu pueblo, y sobre la casa de tu padre, d�as cuales nunca vinieron desde el d�a que Ephraim se apart� de Jud�, es � saber, al rey de Asiria. Y acontecer� que aquel d�a silbar� Jehov� � la mosca que est� en el fin de los r�os de Egipto, y � la abeja que est� en la tierra de Asiria. Y vendr�n, y se asentar�n todos en los valles desiertos, y en las cavernas de las piedras, y en todos los zarzales, y en todas las matas. En aquel d�a raer� el Se�or con navaja alquilada, con los que habitan de la otra parte del r�o, � saber, con el rey de Asiria, cabeza y pelos de los pies; y aun la barba tambi�n quitar�. Y acontecer� en aquel tiempo, que cr�e un hombre una vaca y dos ovejas; Y ser� que � causa de la abundancia de leche que dar�n, comer� manteca: cierto manteca y miel comer� el que quedare en medio de la tierra. Acontecer� tambi�n en aquel tiempo, que el lugar donde hab�a mil vides que val�an mil siclos de plata, ser� para los espinos y cardos. Con saetas y arco ir�n all�; porque toda la tierra ser� espinos y cardos. Y � todos los montes que se cavaban con azada, no llegar� all� el temor de los espinos y de los cardos: mas ser�n para pasto de bueyes, y para ser hollados de los ganados. Isa�as 8Y DIJOME Jehov�: T�mate un gran volumen, y escribe en �l en estilo de hombre tocante � Maher-salal-hash-baz. Y junt� conmigo por testigos fieles � Ur�as sacerdote, y � Zacar�as hijo de Jeberech�as. Y junt�me con la profetisa, la cual concibi�, y pari� un hijo. Y d�jome Jehov�: Ponle por nombre Maher-salal-hash-baz. Porque antes que el ni�o sepa decir, Padre m�o, y Madre m�a, ser� quitada la fuerza de Damasco y los despojos de Samaria, en la presencia del rey de Asiria. Otra vez torn� Jehov� � hablarme, diciendo: Por cuanto desech� este pueblo las aguas de Silo�, que corren mansamente, y holg�se con Rez�n y con el hijo de Remal�as, He aqu� por tanto que el Se�or hace subir sobre ellos aguas de r�os, impetuosas y muchas, � saber, al rey de Asiria con todo su poder; el cual subir� sobre todos sus r�os, y pasar� sobre todas sus riberas: Y pasando hasta Jud�, inundar�, y sobrepujar�, y llegar� hasta la garganta; y extendiendo sus alas, llenar� la anchura de tu tierra, oh Emmanuel. Juntaos, pueblos, y ser�is quebrantados; oid todos los que sois de lejanas tierras: poneos � punto, y ser�is quebrantados; apercib�os, y ser�is quebrantados. Tomad consejo, y ser� deshecho; proferid palabra, y no ser� firme: porque Dios con nosotros. Porque Jehov� me dijo de esta manera con mano fuerte, y ense��me que no caminase por el camino de este pueblo, diciendo: No dig�is, Conjuraci�n, � todas las cosas � que este pueblo dice, Conjuraci�n, ni tem�is lo que temen, ni teng�is miedo. A Jehov� de los ej�rcitos, � �l santificad: sea �l vuestro temor, y �l sea vuestro miedo. Entonces �l ser� por santuario; mas � las dos casas de Israel por piedra para tropezar, y por tropezadero para caer, y por lazo y por red al morador de Jerusalem. Y muchos tropezar�n entre ellos, y caer�n, y ser�n quebrantados: enredar�nse, y ser�n presos. Ata el testimonio, sella la ley entre mis disc�pulos. Esperar� pues � Jehov�, el cual escondi� su rostro de la casa de Jacob, y � �l aguardar�. He aqu�, yo y los hijos que me di� Jehov�, por se�ales y prodigios en Israel, de parte de Jehov� de los ej�rcitos que mora en el monte de Si�n. Y si os dijeren: Preguntad � los pythones y � los adivinos, que susurran hablando, responded: �No consultar� el pueblo � su Dios? �Apelar� por los vivos � los muertos? �A la ley y al testimonio! Si no dijeren conforme � esto, es porque no les ha amanecido. Y pasar�n por �l fatigados y hambrientos, y acontecer� que teniendo hambre, se enojar�n y maldecir�n � su rey y � su Dios, levantando el rostro en alto. Y mirar�n � la tierra, y he aqu� tribulaci�n y tiniebla, oscuridad y angustia; y ser�n sumidos en las tinieblas. Isa�as 9AUNQUE no ser� esta oscuridad tal como la aflicci�n que le vino en el tiempo que livianamente tocaron la primera vez � la tierra de Zabul�n, y � la tierra de Nephtal�; y despu�s cuando agravaron por la v�a de la mar, de esa parte del Jord�n, en Galilea de las gentes. El pueblo que andaba en tinieblas vi� gran luz: los que moraban en tierra de sombra de muerte, luz resplandeci� sobre ellos. Aumentando la gente, no aumentaste la alegr�a. Alegrar�nse delante de ti como se alegran en la siega, como se gozan cuando reparten despojos. Porque t� quebraste su pesado yugo, y la vara de su hombro, y el cetro de su exactor, como en el d�a de Madi�n. Porque toda batalla de quien pelea es con estruendo, y con revolcamiento de vestidura en sangre: mas esto ser� para quema, y p�bulo del fuego. Porque un ni�o nos es nacido, hijo nos es dado; y el principado sobre su hombro: y llamar�se su nombre Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Pr�ncipe de paz. Lo dilatado de su imperio y la paz no tendr�n t�rmino, sobre el trono de David, y sobre su reino, disponi�ndolo y confirm�ndolo en juicio y en justicia desde ahora para siempre. El celo de Jehov� de los ej�rcitos har� esto. El Se�or envi� palabra � Jacob, y cay� en Israel. Y la sabr� el pueblo, todo �l, Ephraim y los moradores de Samaria, que con soberbia y con altivez de coraz�n dicen: Los ladrillos cayeron, mas edificaremos de canter�a; cortaron los cabrahigos, mas cedros pondremos en su lugar. Empero Jehov� ensalzar� los enemigos de Rez�n contra �l, y juntar� sus enemigos; De oriente los Siros, y los Filisteos de poniente; y con toda la boca se tragar�n � Israel. Ni con todo eso ha cesado su furor, antes todav�a su mano extendida. Mas el pueblo no se convirti� al que lo her�a, ni buscaron � Jehov� de los ej�rcitos. Y Jehov� cortar� de Israel cabeza y cola, ramo y ca�a en un mismo d�a. El viejo y venerable de rostro es la cabeza: el profeta que ense�a mentira, este es cola. Porque los gobernadores de este pueblo son enga�adores; y sus gobernados, perdidos. Por tanto, el Se�or no tomar� contentamiento en sus mancebos, ni de sus hu�rfanos y viudas tendr� misericordia: porque todos son falsos y malignos, y toda boca habla desprop�sitos. Con todo esto no ha cesado su furor, antes todav�a su mano extendida. Porque la maldad se encendi� como fuego, cardos y espinas devorar�; y encender�se en lo espeso de la bre�a, y ser�n alzados como humo. Por la ira de Jehov� de los ej�rcitos se oscureci� la tierra, y ser� el pueblo como p�bulo del fuego: el hombre no tendr� piedad de su hermano. Cada uno hurtar� � la mano derecha, y tendr� hambre; y comer� � la izquierda, y no se hartar�: cada cual comer� la carne de su brazo: Manas�s � Ephraim, y Ephraim � Manas�s, y entrambos contra Jud�. Ni con todo esto ha cesado su furor, antes todav�a extendida su mano. Isa�as 10�AY de los que establecen leyes injustas, y determinando prescriben tiran�a, Por apartar del juicio � los pobres, y por quitar el derecho � los afligidos de mi pueblo; por despojar las viudas, y robar los hu�rfanos! �Y qu� har�is en el d�a de la visitaci�n? �y � qui�n os acoger�is que os ayude, cuando viniere de lejos el asolamiento? �y en d�nde dejar�is vuestra gloria? Sin m� se inclinar�n entre los presos, y entre los muertos caer�n. Ni con todo esto ha cesado su furor, antes todav�a extendida su mano. Oh Assur, vara y bast�n de mi furor: en su mano he puesto mi ira. Mandar�le contra una gente fementida, y sobre el pueblo de mi ira le enviar�, para que quite despojos, y arrebate presa, y que lo ponga � ser hollado como lodo de las calles. Aunque �l no lo pensar� as�, ni su coraz�n lo imaginar� de esta manera; sino que su pensamiento ser� desarraigar y cortar gentes no pocas. Porque �l dice: Mis pr�ncipes �no son todos reyes? �No es Calno como Carch�mis, Hamath como Arphad, y Samaria como Damasco? Como hall� mi mano los reinos de los �dolos, siendo sus im�genes m�s que Jerusalem y Samaria; Como hice � Samaria y � sus �dolos, �no har� tambi�n as� � Jerusalem y � sus �dolos? Mas acontecer� que despu�s que el Se�or hubiere acabado toda su obra en el monte de Si�n, y en Jerusalem, visitar� sobre el fruto de la soberbia del coraz�n del rey de Asiria, y sobre la gloria de la altivez de sus ojos. Porque dijo: Con la fortaleza de mi mano lo he hecho, y con mi sabidur�a; porque he sido prudente: y quit� los t�rminos de los pueblos, y saqu� sus tesoros, y derrib� como valientes los que estaban sentados: Y hall� mi mano como nido las riquezas de los pueblos; y como se cogen los huevos dejados, as� me apoder� yo de toda la tierra; y no hubo quien moviese ala, � abriese boca y graznase. �Gloriar�se el hacha contra el que con ella corta? �se ensoberbecer� la sierra contra el que la mueve? como si el bord�n se levantase contra los que lo levantan; como si se levantase la vara: �no es le�o? Por tanto el Se�or Jehov� de los ej�rcitos enviar� flaqueza sobre sus gordos; y debajo de su gloria encender� encendimiento, como ardor de fuego. Y la luz de Israel ser� por fuego, y su Santo por llama que abrase y consuma en un d�a sus cardos y sus espinas. La gloria de su bosque y de su campo f�rtil consumir�, desde el alma hasta la carne: y vendr� � ser como abanderado en derrota. Y los �rboles que quedaren en su bosque, ser�n en n�mero que un ni�o los pueda contar. Y acontecer� en aquel tiempo, que los que hubieren quedado de Israel, y los que hubieren quedado de la casa de Jacob, nunca m�s estriben sobre el que los hiri�; sino que se apoyar�n con verdad en Jehov� Santo de Israel. Las reliquias se convertir�n, las reliquias de Jacob, al Dios fuerte. Porque si tu pueblo, oh Israel, fuere como las arenas de la mar, las reliquias de �l se convertir�n: la destrucci�n acordada rebosar� justicia. Pues el Se�or Jehov� de los ej�rcitos har� consumaci�n y fenecimiento en medio de la tierra. Por tanto el Se�or Jehov� de los ej�rcitos dice as�: Pueblo m�o, morador de Si�n, no temas de Assur. Con vara te herir�, y contra ti alzar� su palo, � la manera de Egipto: Mas de aqu� � muy poco tiempo, se acabar� el furor y mi enojo, para fenecimiento de ellos. Y levantar� Jehov� de los ej�rcitos azote contra �l, cual la matanza de Madi�n en la pe�a de Oreb: y alzar� su vara sobre la mar, seg�n hizo por la v�a de Egipto. Y acaecer� en aquel tiempo, que su carga ser� quitada de tu hombro, y su yugo de tu cerviz, y el yugo se empodrecer� por causa de la unci�n. Vino hasta Ajad, pas� hasta Migr�n; en Michmas contar� su ej�rcito: Pasaron el vado; alojaron en Geba: Ram� tembl�; Gabaa de Sa�l huy�. Grita en alta voz, hija de Galim; haz que se oiga hacia Lais, pobrecilla Anathoth. Madmena se alborot�: los moradores de Gebim se juntar�n. A�n vendr� d�a cuando reposar� en Nob: alzar� su mano al monte de la hija de Si�n, al collado de Jerusalem. He aqu� el Se�or Jehov� de los ej�rcitos desgajar� el ramo con fortaleza: y los de grande altura ser�n cortados, y los altos ser�n humillados. Y cortar� con hierro la espesura del bosque, y el L�bano caer� con fortaleza. Isa�as 11Y SALDRA una vara del tronco de Isa�, y un v�stago reto�ar� de sus ra�ces. Y reposar� sobre �l el esp�ritu de Jehov�; esp�ritu de sabidur�a y de inteligencia, esp�ritu de consejo y de fortaleza, esp�ritu de conocimiento y de temor de Jehov�. Y har�le entender diligente en el temor de Jehov�. No juzgar� seg�n la vista de sus ojos, ni arg�ir� por lo que oyeren sus o�dos; Sino que juzgar� con justicia � los pobres, y arg�ir� con equidad por los mansos de la tierra: y herir� la tierra con la vara de su boca, y con el esp�ritu de sus labios matar� al imp�o. Y ser� la justicia cinto de sus lomos, y la fidelidad ce�idor de sus ri�ones. Morar� el lobo con el cordero, y el tigre con el cabrito se acostar�: el becerro y el le�n y la bestia dom�stica andar�n juntos, y un ni�o los pastorear�. La vaca y la osa pacer�n, sus cr�as se echar�n juntas; y el le�n como el buey comer� paja. Y el ni�o de teta se entretendr� sobre la cueva del �spid, y el reci�n destetado extender� su mano sobre la caverna del basilisco. No har�n mal ni da�ar�n en todo mi santo monte; porque la tierra ser� llena del conocimiento de Jehov�, como cubren la mar las aguas. Y acontecer� en aquel tiempo que la ra�z de Isa�, la cual estar� puesta por pend�n � los pueblos, ser� buscada de las gentes; y su holganza ser� gloria. Asimismo acontecer� en aquel tiempo, que Jehov� tornar� � poner otra vez su mano para poseer las reliquias de su pueblo que fueron dejadas de Assur, y de Egipto, y de Parthia, y de Etiop�a, y de Persia, y de Caldea, y de Amath, y de las Islas de la mar. Y levantar� pend�n � las gentes, y juntar� los desterrados de Israel, y reunir� los esparcidos de Jud� de los cuatro cantones de la tierra. Y se disipar� la envidia de Ephraim, y los enemigos de Jud� ser�n talados. Ephraim no tendr� envidia contra Jud�, ni Jud� afligir� � Ephraim; Mas volar�n sobre los hombros de los Filisteos al occidente, meter�n tambi�n � saco � los de oriente: Edom y Moab les servir�n, y los hijos de Amm�n les dar�n obediencia. Y secar� Jehov� la lengua de la mar de Egipto; y levantar� su mano con fortaleza de su esp�ritu sobre el r�o, y herir�lo en sus siete brazos, y har� que pasen por �l con zapatos. Y habr� camino para las reliquias de su pueblo, las que quedaron de Assur, de la manera que lo hubo para Israel el d�a que subi� de la tierra de Egipto. Isa�as 12Y DIRAS en aquel d�a: Cantar� � ti, oh Jehov�: pues aunque te enojaste contra m�, tu furor se apart�, y me has consolado. He aqu� Dios es salud m�a; asegurar�me, y no temer�; porque mi fortaleza y mi canci�n es JAH Jehov�, el cual ha sido salud para m�. Sacar�is aguas con gozo de la fuentes de la salud. Y dir�is en aquel d�a: Cantad � Jehov�, aclamad su nombre, haced c�lebres en los pueblos sus obras, recordad que su nombre es engrandecido. Cantad salmos � Jehov�; porque ha hecho cosas magn�ficas: sea sabido esto por toda la tierra. Regoc�jate y canta, oh moradora de Si�n: porque grande es en medio de ti el Santo de Israel. Isa�as 13CARGA de Babilonia, que vi� Isa�as, hijo de Amoz. Levantad bandera sobre un alto monte; alzad la voz � ellos, alzad la mano, para que entren por puertas de pr�ncipes. Yo mand� � mis santificados, asimismo llam� � mis valientes para mi ira, � los que se alegran con mi gloria. Murmullo de multitud en los montes, como de mucho pueblo; murmullo de ruido de reinos, de gentes reunidas: Jehov� de los ej�rcitos ordena las tropas de la batalla. Vienen de lejana tierra, de lo postrero de los cielos, Jehov� y los instrumentos de su furor, para destruir toda la tierra. Aullad, porque cerca est� el d�a de Jehov�; vendr� como asolamiento del Todopoderoso. Por tanto, se enervar�n todas la manos, y desleir�se todo coraz�n de hombre: Y se llenar�n de terror; angustias y dolores los comprender�n; tendr�n dolores como mujer de parto; pasmar�se cada cual al mirar � su compa�ero; sus rostros, rostros de llamas. He aqu� el d�a de Jehov� viene, crudo, y de sa�a y ardor de ira, para tornar la tierra en soledad, y raer de ella sus pecadores. Por lo cual las estrellas de los cielos y sus luceros no derramar�n su lumbre; y el sol se oscurecer� en naciendo, y la luna no echar� su resplandor. Y visitar� la maldad sobre el mundo, y sobre los imp�os su iniquidad; y har� que cese la arrogancia de los soberbios, y abatir� la altivez de los fuertes. Har� m�s precioso que el oro fino al var�n, y m�s que el oro de Ophir al hombre. Porque har� estremecer los cielos, y la tierra se mover� de su lugar, en la indignaci�n de Jehov� de los ej�rcitos, y en el d�a de la ira de su furor. Y ser� que como corza amontada, y como oveja sin pastor, cada cual mirar� hacia su pueblo, y cada uno huir� � su tierra. Cualquiera que fuere hallado, ser� alanceado; y cualquiera que � ellos se juntare, caer� � cuchillo. Sus ni�os ser�n estrellados delante de ellos; sus casas ser�n saqueadas, y forzadas sus mujeres. He aqu� que yo despierto contra ellos � los Medos, que no curar�n de la plata, ni codiciar�n oro. Y con arcos tirar�n � los ni�os, y no tendr�n misericordia de fruto de vientre, ni su ojo perdonar� � hijos. Y Babilonia, hermosura de reinos y ornamento de la grandeza de los Caldeos, ser� como Sodoma y Gomorra, � las que trastorn� Dios. Nunca m�s ser� habitada, ni se morar� en ella de generaci�n en generaci�n; ni hincar� all� tienda el Arabe, ni pastores tendr�n all� majada: Sino que dormir�n all� bestias fieras, y sus casas se llenar�n de hurones, all� habitar�n hijas del buho, y all� saltar�n peludos. Y en sus palacios gritar�n gatos cervales, y chacales en sus casas de deleite: y abocado est� � venir su tiempo, y sus d�as no se alargar�n. Isa�as 14PORQUE Jehov� tendr� piedad de Jacob, y todav�a escoger� � Israel, y les har� reposar en su tierra: y � ellos se unir�n extranjeros, y allegar�nse � la familia de Jacob. Y los tomar�n los pueblos, y traer�nlos � su lugar: y la casa de Israel los poseer� por siervos y criadas en la tierra de Jehov�: y cautivar�n � los que los cautivaron, y se�orear�n � los que los oprimieron. Y ser� en el d�a que Jehov� te diera reposo de tu trabajo, y de tu temor, y de la dura servidumbre en que te hicieron servir, Que levantar�s esta par�bola sobre el rey de Babilonia, y dir�s: �C�mo par� el exactor, c�mo ces� la ciudad codiciosa del oro! Quebrant� Jehov� el bast�n de los imp�os, el cetro de los se�ores; Al que con ira her�a los pueblos de llaga permanente, el cual se ense�oreaba de las gentes con furor, y las persegu�a con crueldad. Descans�, soseg� toda la tierra: cantaron alabanza. Aun las hayas se holgaron de ti, y los cedros del L�bano, diciendo: Desde que t� pereciste, no ha subido cortador contra nosotros. El infierno abajo se espant� de ti; te despert� muertos que en tu venida saliesen � recibirte, hizo levantar de sus sillas � todos los pr�ncipes de la tierra, � todos los reyes de las naciones. Todos ellos dar�n voces, y te dir�n: �T� tambi�n enfermaste como nosotros, y como nosotros fuiste? Descendi� al sepulcro tu soberbia, y el sonido de tus vihuelas: gusanos ser�n tu cama, y gusanos te cubrir�n. �C�mo caiste del cielo, oh Lucero, hijo de la ma�ana! Cortado fuiste por tierra, t� que debilitabas las gentes. T� que dec�as en tu coraz�n: Subir� al cielo, en lo alto junto � las estrellas de Dios ensalzar� mi solio, y en el monte del testimonio me sentar�, � los lados del aquil�n; Sobre las alturas de las nubes subir�, y ser� semejante al Alt�simo. Mas t� derribado eres en el sepulcro, � los lados de la huesa. Inclinarse han hacia ti los que te vieren, te considerar�n diciendo: �Es este aquel var�n que hac�a temblar la tierra, que trastornaba los reinos; Que puso el mundo como un desierto, que asol� sus ciudades; que � sus presos nunca abri� la c�rcel? Todos los reyes de las gentes, todos ellos yacen con honra cada uno en su casa. Mas t� echado eres de tu sepulcro como tronco abominable, como vestido de muertos pasados � cuchillo, que descendieron al fondo de la sepultura; como cuerpo muerto hollado. No ser�s contado con ellos en la sepultura: porque t� destruiste tu tierra, mataste tu pueblo. No ser� nombrada para siempre la simiente de los malignos. Aparejad sus hijos para el matadero por la maldad de sus padres: no se levanten, ni posean la tierra, � hinchan la haz del mundo de ciudades. Porque yo me levantar� sobre ellos, dice Jehov� de los ej�rcitos, y raer� de Babilonia el nombre y las reliquias, hijo y nieto, dice Jehov�. Y convertir�la en posesi�n de erizos, y en lagunas de agua; y la barrer� con escobas de destrucci�n, dice Jehov� de los ej�rcitos. Jehov� de los ej�rcitos jur�, diciendo: Ciertamente se har� de la manera que lo he pensado, y ser� confirmado como lo he determinado: Que quebrantar� al Asirio en mi tierra, y en mis montes lo hollar�; y su yugo ser� apartado de ellos, y su carga ser� quitada de su hombro. Este es el consejo que est� acordado sobre toda la tierra; y �sta, la mano extendida sobre todas las gentes. Porque Jehov� de los ej�rcitos ha determinado: �y qui�n invalidar�? Y su mano extendida, �qui�n la har� tornar? En el a�o que muri� el rey Ach�z fu� esta carga: No te alegres t�, Filistea toda, por haberse quebrado la vara del que te her�a; porque de la ra�z de la culebra saldr� basilisco, y su fruto, ceraste volador. Y los primog�nitos de los pobres ser�n apacentados, y los menesterosos se acostar�n seguramente: mas yo har� morir de hambre tu ra�z, y matar� tus reliquias. Aulla, oh puerta; clama, oh ciudad; disuelta est�s toda t�, Filistea: porque humo vendr� de aquil�n, no quedar� uno solo en sus asambleas. �Y qu� se responder� � los mensajeros de la gentilidad? Que Jehov� fund� � Si�n, y que � ella se acoger�n los afligidos de su pueblo. Isa�as 15CARGA de Moab. Subi� � Bayith y � Dib�n, lugares altos, � llorar; sobre Nebo y sobre Medeba aullar� Moab: toda cabeza de ella ser� ra�da, y toda barba se mesar�. Ce�ir�nse de sacos en sus plazas: en sus terrados y en sus calles aullar�n todos, descendiendo en llanto. Hesb�n y Eleale gritar�n, hasta Jahas se oir� su voz: por lo que aullar�n los armados de Moab, lamentar�se el alma de cada uno de por s�. Mi coraz�n dar� gritos por Moab; sus fugitivos huir�n hasta Zoar, como novilla de tres a�os. Por la cuesta de Luhith subir�n llorando, y levantar�n grito de quebrantamiento por el camino de Horonaim. Las aguas de Nimrim ser�n consumidas, y secar�se la hierba, marchitar�nse los reto�os, todo verdor perecer�. Por tanto las riquezas que habr�n adquirido, y las que habr�n reservado, llevar�nlas al torrente de los sauces. Porque el llanto rode� los t�rminos de Moab; hasta Eglaim lleg� su alarido, y hasta Beer-elim su clamor. Y las aguas de Dim�n se henchir�n de sangre: porque yo pondr� sobre Dim�n a�adiduras, leones � los que escaparen de Moab, y � las reliquias de la tierra. Isa�as 16ENVIAD cordero al ense�oreador de la tierra, desde la Piedra del desierto al monte de la hija de Si�n. Y ser� que cual ave espantada que se huye de su nido, as� ser�n las hijas de Moab en los vados de Arn�n. Reune consejo, haz juicio; pon tu sombra en medio del d�a como la noche: esconde los desterrados, no entregues � los que andan errantes. Moren contigo mis desterrados, oh Moab; s�les escondedero de la presencia del destruidor: porque el atormentador fenecer�, el destruidor tendr� fin, el hollador ser� consumido de sobre la tierra. Y dispondr�se trono en misericordia; y sobre �l se sentar� firmemente, en el tabern�culo de David, quien juzgue y busque el juicio, y apresure la justicia. O�do hemos la soberbia de Moab, por extremo soberbio; su soberbia y su arrogancia, y su altivez; mas sus mentiras no ser�n firmes. Por tanto aullar� Moab, todo �l aullar�: gemir�is por los fundamentos de Kir-hareseth, en gran manera heridos. Porque los campos de Hesb�n fueron talados, y las vides de Sibma; se�ores de gentes hollaron sus generosos sarmientos; hab�an llegado hasta Jazer, y extend�dose por el desierto; extendi�ronse sus plantas, pasaron la mar. Por lo cual lamentar� con lloro de Jazer la vi�a de Sibma; embriagarte h� de mis l�grimas, oh Hesb�n y Eleale: porque sobre tus cosechas y sobre tu siega caer� la algazara. Quitado es el gozo y la alegr�a del campo f�rtil; en las vi�as no cantar�n, ni se regocijar�n; no pisar� vino en los lagares el pisador: la canci�n he hecho cesar. Por tanto mis entra�as sonar�n como arpa acerca de Moab, y mi interior en orden � Kir-hareseth. Y acaecer�, que cuando Moab pareciere que est� cansado sobre los altos, entonces vendr� � su santuario � orar, y no le valdr�. Esta es la palabra que pronunci� Jehov� sobre Moab desde aquel tiempo. Empero ahora Jehov� ha hablado, diciendo: Dentro de tres a�os, como a�os de mozo de soldada, ser� abatida la gloria de Moab, con toda su grande multitud: y los residuos ser�n pocos, peque�os, y no fuertes. Isa�as 17CARGA de Damasco. Las ciudades de Aroer desamparadas, en majadas se tornar�n; dormir�n all�, y no habr� quien los espante. Y cesar� el socorro de Ephraim, y el reino de Damasco; y lo que quedare de Siria, ser� como la gloria de los hijos de Israel, dice Jehov� de los ej�rcitos. Y ser� que en aquel tiempo la gloria de Jacob se atenuar�, y enflaquecer�se la grosura de su carne. Y ser� como cuando el segador coge la mies, y con su brazo siega las espigas: ser� tambi�n como el que coge espigas en el valle de Rephaim. Y quedar�n en �l rebuscos, como cuando sacuden el aceituno, dos � tres granos en la punta del ramo, cuatro � cinco en sus ramas fruct�feras, dice Jehov� Dios de Israel. En aquel d�a mirar� el hombre � su Hacedor, y sus ojos contemplar�n al Santo de Israel. Y no mirar� � los altares que hicieron sus manos, ni mirar� � lo que hicieron sus dedos, ni � los bosques, ni � las im�genes del sol. En aquel d�a las ciudades de su fortaleza ser�n como los frutos que quedan en los pimpollos y en las ramas, las cuales fueron dejadas � causa de los hijos de Israel; y habr� asolamiento. Porque te olvidaste del Dios de tu salud, y no te acordaste de la roca de tu fortaleza; por tanto plantar�s plantas hermosas, y sembrar�s sarmiento extra�o. El d�a que las plantares, las har�s crecer, y har�s que tu simiente brote de ma�ana; mas la cosecha ser� arrebatada en el d�a del coger, y del dolor desesperado. �Ay! multitud de muchos pueblos que har�n ruido como estruendo de la mar: y murmullo de naciones har� alboroto como murmurio de muchas aguas. Los pueblos har�n estr�pito � manera de ruido de grandes aguas: mas Dios le reprender�, y huir� lejos; ser� ahuyentado como el tamo de los montes delante del viento, y como el polvo delante del torbellino. Al tiempo de la tarde he aqu� turbaci�n; y antes de la ma�ana ya no es. Esta es la parte de los que nos huellan, y la suerte de los que nos saquean. Isa�as 18�AY de la tierra que hace sombra con las alas, que est� tras los r�os de Etiop�a; Que env�a mensajeros por la mar, y en nav�os de junco sobre las aguas! Andad, ligeros mensajeros, � la gente tirada y repelada, al pueblo asombroso desde su principio y despu�s; gente harta de esperar y hollada, cuya tierra destruyeron los r�os. Vosotros, todos los moradores del mundo y habitantes de la tierra, cuando levantar� bandera en los montes, la ver�is; y oir�is cuando tocar� trompeta. Porque Jehov� me dijo as�: Reposar�me, y mirar� desde mi morada, como sol claro despu�s de la lluvia, como nube de roc�o en el calor de la tierra. Porque antes de la siega, cuando el fruto fuere perfecto, y pasada la flor fueren madurando los frutos, entonces podar� con podaderas los ramitos, y cortar� y quitar� las ramas. Y ser�n dejados todos � las aves de los montes, y � las bestias de la tierra; sobre ellos tendr�n el verano las aves, � invernar�n todas las bestias de la tierra. En aquel tiempo ser� tra�do presente Jehov� de los ej�rcitos, el pueblo tirado y repelado, pueblo asombroso desde su principio y despu�s; gente harta de esperar y hollada, cuya tierra destruyeron los r�os; al lugar del nombre de Jehov� de los ej�rcitos, al monte de Si�n. Isa�as 19CARGA de Egipto. Y revolver� Egipcios contra Egipcios, y cada uno pelear� contra su hermano, cada uno contra su pr�jimo: ciudad contra ciudad, y reino contra reino. Y el esp�ritu de Egipto se desvanecer� en medio de �l, y destruir� su consejo; y preguntar�n � sus im�genes, � sus m�gicos, � sus pythones y � sus adivinos. Y entregar� � Egipto en manos de se�or duro; y rey violento se ense�orear� de ellos, dice el Se�or Jehov� de los ej�rcitos. Y las aguas de la mar faltar�n, y el r�o se agotar� y secar�. Y alejar�nse los r�os, se agotar�n y secar�n las corrientes de los fosos la ca�a y el carrizo ser�n cortados. Las verduras de junto al r�o, de junto � la ribera del r�o, y toda sementera del r�o, se secar�n, se perder�n, y no ser�n. Los pescadores tambi�n se entristecer�n; y har�n duelo todos los que echan anzuelo en el r�o, y desfallecer�n los que extienden red sobre las aguas. Los que labran lino fino, y los que tejen redes, ser�n confundidos; Porque todas sus redes ser�n rotas: y se entristecer�n todos los que hacen viveros para peces. Ciertamente son necios los pr�ncipes de Zo�n; el consejo de los prudentes consejeros de Fara�n, se ha desvanecido. �C�mo dir�is � Fara�n: Yo soy hijo de los sabios, � hijo de los reyes antiguos? �D�nde est�n ahora aquellos tus prudentes? D�gante ahora, � h�gante saber qu� es lo que Jehov� de los ej�rcitos ha determinado sobre Egipto. Hanse desvanecido los pr�ncipes de Zo�n, se han enga�ado los pr�ncipes de Noph: enga�aron � Egipto las esquinas de sus familias. Jehov� mezcl� esp�ritu de vahido en medio de �l; � hicieron errar � Egipto en toda su obra, como desatina el borracho en su v�mito. Y no aprovechar� � Egipto cosa que haga la cabeza � la cola, el ramo � el junco. En aquel d�a ser�n los Egipcios como mujeres; porque se asombrar�n y temer�n, en la presencia de la mano alta de Jehov� de los ej�rcitos, que �l ha de levantar sobre ellos. Y la tierra de Jud� ser� de espanto � Egipto; todo hombre que de ella se acordare se asombrar�, por causa del consejo que Jehov� de los ej�rcitos acord� sobre aqu�l. En aquel tiempo habr� cinco ciudades en la tierra de Egipto que hablen la lengua de Cana�n, y que juren por Jehov� de los ej�rcitos: una ser� llamada la ciudad Herez. En aquel tiempo habr� altar para Jehov� en medio de la tierra de Egipto, y el trofeo de Jehov� junto � su t�rmino. Y ser� por se�al y por testimonio � Jehov� de los ej�rcitos en la tierra de Egipto: porque � Jehov� clamar�n � causa de sus opresores, y �l les enviar� salvador y pr�ncipe que los libre. Y Jehov� ser� conocido de Egipto, y los de Egipto conocer�n � Jehov� en aquel d�a; y har�n sacrificio y oblaci�n; y har�n votos � Jehov�, y los cumplir�n. Y herir� � Egipto, herir� y sanar�; y se convertir�n � Jehov�, y les ser� clemente, y los sanar�. En aquel tiempo habr� una calzada de Egipto � Asiria, y Asirios entrar�n en Egipto, y Egipcios en Asiria; y los Egipcios servir�n con los Asirios � Jehov�. En aquel tiempo, Israel ser� tercero con Egipto y con Asiria; ser� bendici�n en medio de la tierra; Porque Jehov� de los ej�rcitos los bendecir�, diciendo: Bendito el pueblo m�o Egipto, y el Asirio obra de mis manos, � Israel mi heredad. Isa�as 20EN el a�o que vino Thart�n � Asdod, cuando le envi� Sarg�n rey de Asiria, y pele� contra Asdod y la tom�; En aquel tiempo habl� Jehov� por Isa�as hijo de Amoz, diciendo: Ve, y quita el saco de tus lomos, y descalza los zapatos de tus pies. E h�zolo as�, andando desnudo y descalzo. Y dijo Jehov�: De la manera que anduvo mi siervo Isa�as desnudo y descalzo tres a�os, se�al y pron�stico sobre Egipto y sobre Etiop�a; As� llevar� el rey de Asiria la cautividad de Egipto y la transmigraci�n de Etiop�a, de mozos y de viejos, desnuda y descalza, y descubiertas las nalgas para verg�enza de Egipto. Y se turbar�n y avergonzar�n de Etiop�a su esperanza, y de Egipto su gloria. Y dir� en aquel d�a el morador de esta isla: Mirad qu� tal fu� nuestra esperanza, donde nos acogimos por socorro para ser libres de la presencia del rey de Asiria: �y c�mo escaparemos? Isa�as 21CARGA del desierto de la mar. as� vienen de la tierra horrenda. Visi�n dura me ha sido mostrada. El prevaricador prevarica, y el destructor destruye. Sube, Persa; cerca, Medo. Todo su gemido hice cesar. Por tanto mis lomos se han llenado de dolor; angustias se apoderaron de m�, como angustias de mujer de parto: agobi�me oyendo, y al ver heme espantado. Pasm�se mi coraz�n, el horror me ha intimidado; la noche de mi deseo se me torn� en espanto. Pon la mesa, mira del atalaya, come, bebe: levantaos, pr�ncipes, ungid el escudo. Porque el Se�or me dijo as�: Ve, pon centinela que haga saber lo que viere. Y vi� un carro de un par de caballeros, un carro de asno, y un carro de camello. Luego mir� muy m�s atentamente. Y grit� como un le�n: Se�or, sobre la atalaya estoy yo continuamente de d�a, y las noches enteras sobre mi guarda: Y he aqu� este carro de hombres viene, un par de caballeros. Despu�s habl�, y dijo: Cay�, cay� Babilonia; y todos los �dolos de sus dioses quebrant� en tierra. Trilla m�a, y paja de mi era: os he dicho lo que o� de Jehov� de los ej�rcitos, Dios de Israel. Carga de Duma. El guarda respondi�: La ma�ana viene, y despu�s la noche: si preguntareis, preguntad; volved, venid. Carga sobre Arabia. Salid � encontrar al sediento; llevadle aguas, moradores de tierra de Tema, socorred con su pan al que huye. Porque de la presencia de las espadas huyen, de la presencia de la espada desnuda, de la presencia del arco entesado, de la presencia del peso de la batalla. Porque as� me ha dicho Jehov�: De aqu� � un a�o, semejante � a�os de mozo de soldada, toda la gloria de Cedar ser� desecha; Y las reliquias del n�mero de los valientes flecheros, hijos de Cedar, ser�n apocadas: porque Jehov� Dios de Israel lo ha dicho. Isa�as 22CARGA del valle de la visi�n. �Qu� tienes ahora, que toda t� te has subido sobre los terrados? T�, llena de alborotos, ciudad turbulenta, ciudad alegre; tus muertos no son muertos � cuchillo, ni muertos en guerra. Todos tus pr�ncipes juntos huyeron del arco, fueron atados: todos los que en ti se hallaron, fueron atados juntamente, aunque lejos se hab�an hu�do. Por esto dije: Dejadme, llorar� amargamente; no os afan�is por consolarme de la destrucci�n de la hija de mi pueblo. Porque d�a es de alboroto, y de huella, y de fatiga por el Se�or Jehov� de los ej�rcitos en el valle de la visi�n, para derribar el muro, y dar grita al monte. Y Elam tom� aljaba en carro de hombres y de caballeros; y Ch�r descubri� escudo. Y acaeci� que tus hermosos valles fueron llenos de carros, y los de � caballo acamparon � la puerta. Y desnud� la cobertura de Jud�; y miraste en aquel d�a hacia la casa de armas del bosque. Y visteis las roturas de la ciudad de David, que se multiplicaron; y recogisteis las aguas de la pesquera de abajo. Y contasteis las casas de Jerusalem, y derribasteis casas para fortificar el muro. E hicisteis foso entre los dos muros con las aguas de la pesquera vieja: y no tuvisteis respeto al que la hizo, ni mirasteis de lejos al que la labr�. Por tanto el Se�or Jehov� de los ej�rcitos llam� en este d�a � llanto y � endechas, � mesar y � vestir saco. Y he aqu� gozo y alegr�a, matando vacas y degollando ovejas, comer carne y beber vino, diciendo: Comamos y bebamos, que ma�ana moriremos. Esto fu� revelado � mis o�dos de parte de Jehov� de los ej�rcitos: Que este pecado no os ser� perdonado hasta que mur�is, dice el Se�or Jehov� de los ej�rcitos. Jehov� de los ej�rcitos dice as�: Ve, entra � este tesorero, � Sebna el mayordomo, y dile: �Qu� tienes t� aqu�, � � quien tienes t� aqu�, que labraste aqu� sepulcro para ti, como el que en lugar alto labra su sepultura, � el que esculpe para s� morada en una pe�a? He aqu� que Jehov� te trasportar� en duro cautiverio, y de cierto te cubrir� el rostro. Te echar� � rodar con �mpetu, como � bola por tierra larga de t�rminos: all� morir�s, y all� estar�n los carros de tu gloria, oh verg�enza de la casa de tu se�or. Y arrojarte he de tu lugar, y de tu puesto te empujar�. Y ser� que, en aquel d�a, llamar� � mi siervo Eliacim, hijo de Hilc�as; Y vestir�lo de tus vestiduras, y le fortalecer� con tu talabarte, y entregar� en sus manos tu potestad; y ser� padre al morador de Jerusalem, y � la casa de Jud�. Y pondr� la llave de la casa de David sobre su hombro; y abrir�, y nadie cerrar�; cerrar�, y nadie abrir�. E hincar�lo como clavo en lugar firme; y ser� por asiento de honra � la casa de su padre. Y colgar�n de �l toda la honra de la casa de su padre, los hijos y los nietos, todos los vasos menores, desde los vasos de beber hasta todos los instrumentos de m�sica. En aquel d�a, dice Jehov� de los ej�rcitos, el clavo hincado en lugar firme ser� quitado, y ser� quebrado y caer�; y la carga que sobre �l se puso, se echar� � perder; porque Jehov� habl�. Isa�as 23CARGA de Tiro. Callad, moradores de la isla, mercader de Sid�n, que pasando la mar te hench�an. Su provisi�n era de las sementeras que crecen con las muchas aguas del Nilo, de la mies del r�o. Fu� tambi�n feria de gentes. Averg��nzate, Sid�n, porque la mar, la fortaleza de la mar habl�, diciendo: Nunca estuve de parto, ni par�, ni cri� mancebos, ni levant� v�rgenes. En llegando la fama � Egipto, tendr�n dolor de las nuevas de Tiro. Pasaos � Tarsis; aullad, moradores de la isla. �No era �sta vuestra ciudad alegre, su antig�edad de muchos d�as? Sus pies la llevar�n � peregrinar lejos. �Qui�n decret� esto sobre Tiro la coronada, cuyos negociantes eran pr�ncipes, cuyos mercaderes eran los nobles de la tierra? Jehov� de los ej�rcitos lo decret�, para envilecer la soberbia de toda gloria; y para abatir todos los ilustres de la tierra. Pasa cual r�o de tu tierra, oh hija de Tarsis; porque no tendr�s ya m�s fortaleza. Extendi� su mano sobre la mar, hizo temblar los reinos: Jehov� mand� sobre Cana�n que sus fuerzas sean debilitadas. Y dijo: No te alegrar�s m�s, oh t�, oprimida virgen hija de Sid�n. Lev�ntate para pasar � Ch�ttim; y aun all� no tendr�s reposo. Mira la tierra de los Caldeos; este pueblo no era; Assur la fund� para los que habitaban en el desierto: levantaron sus fortalezas, edificaron sus palacios; �l la convirti� en ruinas. Aullad, naves de Tarsis; porque destru�da es vuestra fortaleza. Y acontecer� en aquel d�a, que Tiro ser� puesta en olvido por setenta a�os, como d�as de un rey. Despu�s de los setenta a�os, cantar� Tiro canci�n como de ramera. Toma arpa, y rodea la ciudad, oh ramera olvidada: haz buena melod�a, reitera la canci�n, porque tornes en memoria. Y acontecer�, que al fin de los setenta a�os visitar� Jehov� � Tiro: y tornar�se � su ganancia, y otra vez fornicar� con todos los reinos de la tierra sobre la haz de la tierra. Mas su negociaci�n y su ganancia ser� consagrada � Jehov�: no se guardar� ni se atesorar�, porque su negociaci�n ser� para los que estuvieren delante de Jehov�, para que coman hasta hartarse, y vistan honradamente. Isa�as 24HE aqu� que Jehov� vac�a la tierra, y la desnuda, y trastorna su haz, y hace esparcir sus moradores. Y ser� como el pueblo, tal el sacerdote; como el siervo, tal su se�or; como la criada, tal su se�ora; tal el que compra, como el que vende; tal el que da emprestado, como el que toma prestado; tal el que da � logro, como el que lo recibe. Del todo ser� vaciada la tierra, y enteramente saqueada; porque Jehov� ha pronunciado esta palabra. Destruy�se, cay� la tierra; enferm�, cay� el mundo; enfermaron los altos pueblos de la tierra. Y la tierra se inficion� bajo sus moradores; porque traspasaron las leyes, falsearon el derecho, rompieron el pacto sempiterno. Por esta causa la maldici�n consumi� la tierra, y sus moradores fueron asolados; por esta causa fueron consumidos los habitantes de la tierra, y se disminuyeron los hombres. Perdi�se el vino, enferm� la vid, gimieron todos los que eran alegres de coraz�n. Ces� el regocijo de los panderos, acab�se el estruendo de los que se huelgan, par� la alegr�a del arpa. No beber�n vino con cantar: la bebida ser� amarga � los que la bebieren. Quebrantada est� la ciudad de la vanidad; toda casa se ha cerrado, porque no entre nadie. Voces sobre el vino en las plazas; todo gozo su oscureci�, desterr�se la alegr�a de la tierra. En la ciudad qued� soledad, y con asolamiento fu� herida la puerta. Porque as� ser� en medio de la tierra, en medio de los pueblos, como aceituno sacudido, como rebuscos acabada la vendimia. Estos alzar�n su voz, cantar�n gozosos en la grandeza de Jehov�, desde la mar dar�n voces. Glorificad por esto � Jehov� en los valles: en islas de la mar sea nombrado Jehov� Dios de Israel. De lo postrero de la tierra o�mos salmos: Gloria al justo. Y yo dije: �Mi flaqueza, mi flaqueza, ay de m�! Prevaricadores han prevaricado; y han prevaricado con prevaricaci�n de desleales. Terror y sima y lazo sobre ti, oh morador de la tierra. Y acontecer� que el que huir� de la voz del terror, caer� en la sima; y el que saliere de en medio de la sima, ser� preso del lazo: porque de lo alto se abrieron ventanas, y temblar�n los fundamentos de la tierra. Quebrantar�se del todo la tierra, enteramente desmenuzada ser� la tierra, en gran manera ser� la tierra conmovida. Temblar� la tierra vacilando como un borracho, y ser� removida como una choza; y agravar�se sobre ella su pecado, y caer�, y nunca m�s se levantar�. Y acontecer� en aquel d�a, que Jehov� visitar� sobre el ej�rcito sublime en lo alto, y sobre los reyes de la tierra que hay sobre la tierra. Y ser�n amontonados como se amontonan encarcelados en mazmorra, y en prisi�n quedar�n encerrados, y ser�n visitados despu�s de muchos d�as. La luna se avergonzar�, y el sol se confundir�, cuando Jehov� de los ej�rcitos reinare en el monte de Si�n, y en Jerusalem, y delante de sus ancianos fuere glorioso. Isa�as 25JEHOVA, t� eres mi Dios: te ensalzar�, alabar� tu nombre; porque has hecho maravillas, los consejos antiguos, la verdad firme. Que tornaste la ciudad en mont�n, la ciudad fuerte en ruina: el alc�zar de los extra�os que no sea ciudad, ni nunca jam�s sea reedeficada. Por esto te dar� gloria el pueblo fuerte, te temer� la ciudad de gentes robustas. Porque fuiste fortaleza al pobre, fortaleza al menesteroso en su aflicci�n, amparo contra el turbi�n, sombra contra el calor: porque el �mpetu de los violentos es como turbi�n contra frontispicio. Como el calor en lugar seco, as� humillar�s el orgullo de los extra�os; y como calor debajo de nube, har�s marchitar el pimpollo de los robustos. Y Jehov� de los ej�rcitos har� en este monte � todos los pueblos convite de engordados, convite de purificados, de gruesos tu�tanos, de purificados l�quidos. Y deshar� en este monte la m�scara de la cobertura con que est�n cubiertos todos los pueblos, y la cubierta que est� extendida sobre todas las gentes. Destruir� � la muerte para siempre; y enjugar� el Se�or toda l�grima de todos los rostros: y quitar� la afrenta de su pueblo de toda la tierra: porque Jehov� lo ha dicho. Y se dir� en aquel d�a: He aqu� este es nuestro Dios, le hemos esperado, y nos salvar�; �ste es Jehov� � quien hemos esperado, nos gozaremos y nos alegraremos en su salud. Porque la mano de Jehov� reposar� en este monte, y Moab ser� trillado debajo de �l, como es trillada la paja en el muladar. Y extender� su mano por en medio de �l, como la extiende el nadador para nadar: y abatir� su soberbia con los miembros de sus manos: Y allanar� la fortaleza de tus altos muros: la humillar� y echar� � tierra, hasta el polvo. Isa�as 26EN aquel d�a cantar�n este cantar en tierra de Jud�: Fuerte ciudad tenemos: salud puso Dios por muros y antemuro. Abrid las puertas, y entrar� la gente justa, guardadora de verdades. T� le guardar�s en completa paz, cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti se ha confiado. Confiad en Jehov� perpetuamente: porque en el Se�or Jehov� est� la fortaleza de los siglos. Porque derrib� los que moraban en lugar sublime: humill� la ciudad ensalzada, humill�la hasta la tierra, derrib�la hasta el polvo. Hollar�la pie, los pies del afligido, los pasos de los menesterosos. El camino del justo es rectitud: T�, Recto, pesas el camino del justo. Tambi�n en el camino de tus juicios, oh Jehov�, te hemos esperado: � tu nombre y � tu memoria es el deseo del alma. Con mi alma te he deseado en la noche; y en tanto que me durare el esp�ritu en medio de m�, madrugar� � buscarte: porque luego que hay juicios tuyos en la tierra, los moradores del mundo aprenden justicia. Alcanzar� piedad el imp�o, y no aprender� justicia; en tierra de rectitud har� iniquidad, y no mirar� � la majestad de Jehov�. Jehov�, bien que se levante tu mano, no ven: ver�n al cabo, y se avergonzar�n los que envidian � tu pueblo; y � tus enemigos fuego los consumir�. Jehov�, t� nos deparar�s paz; porque tambi�n obraste en nosotros todas nuestras obras. Jehov� Dios nuestro, se�ores se han ense�oreado de nosotros fuera de ti; mas en ti solamente nos acordaremos de tu nombre. Muertos son, no vivir�n: han fallecido, no resucitar�n: porque los visitaste, y destruiste, y deshiciste toda su memoria. A�adiste al pueblo, oh Jehov�, a�adiste al pueblo: hic�stete glorioso: extend�ste lo hasta todos los t�rminos de la tierra. Jehov�, en la tribulaci�n te buscaron: derramaron oraci�n cuando los castigaste. Como la pre�ada cuando se acerca el parto gime, y da gritos con sus dolores, as� hemos sido delante de ti, oh Jehov�. Concebimos, tuvimos dolores de parto, parimos como viento: salud ninguna hicimos en la tierra, ni cayeron los moradores del mundo. Tus muertos vivir�n; junto con mi cuerpo muerto resucitar�n. �Despertad y cantad, moradores del polvo! porque tu roc�o, cual roc�o de hortalizas; y la tierra echar� los muertos. Anda, pueblo m�o, �ntrate en tus aposentos, cierra tras ti tus puertas; esc�ndete un poquito, por un momento, en tanto que pasa la ira. Porque he aqu� que Jehov� sale de su lugar, para visitar la maldad del morador de la tierra contra �l; y la tierra descubrir� sus sangres, y no m�s encubrir� sus muertos. Isa�as 27EN aquel d�a Jehov� visitar� con su espada dura, grande y fuerte, sobre leviath�n, serpiente rolliza, y sobre leviath�n serpiente retuerta; y matar� al drag�n que est� en la mar. En aquel d�a cantad de la vi�a del vino rojo. Yo Jehov� la guardo, cada momento la regar�; guardar�la de noche y de d�a, porque nadie la visite. No hay en m� enojo. �Qui�n pondr� contra m� en batalla espinas y cardos? Yo los hollar�, quemar�los juntamente. �O forzar� alguien mi fortaleza? Haga conmigo paz, s�, haga paz conmigo. D�as vendr�n cuando Jacob echar� ra�ces, florecer� y echar� renuevos Israel, y la haz del mundo se henchir� de fruto. �Acaso ha sido herido como quien lo hiri�? �� ha sido muerto como los que lo mataron? Con medida la castigar�s en sus v�stagos. El reprime su recio viento en el d�a del aire solano. De esta manera pues ser� purgada la iniquidad de Jacob; y �ste ser� todo el fruto, la remoci�n de su pecado, cuando tornare todas las piedras del altar como piedras de cal desmenuzadas, y no se levantar�n los bosques, ni las im�genes del sol. Porque la ciudad fortalecida ser� asolada, la morada ser� desamparada y dejada como un desierto: all� se apacentar� el becerro, all� tendr� su majada, y acabar� sus ramas. Cuando sus ramas se secaren, ser�n quebradas; mujeres vendr�n � encenderlas: porque aqu�l no es pueblo de entendimiento; por tanto su Hacedor no tendr� de �l misericordia, ni se compadecer� de �l el que lo form�. Y acontecer� en aquel d�a, que herir� Jehov� desde el �lveo del r�o hasta el torrente de Egipto, y vosotros, hijos de Israel, ser�is reunidos uno � uno. Acontecer� tambi�n en aquel d�a, que se ta�er� con gran trompeta, y vendr�n los que hab�an sido esparcidos en la tierra de Asiria, y los que hab�an sido echados en tierra de Egipto, y adorar�n � Jehov� en el monte santo, en Jerusalem. Isa�as 28�AY de la corona de soberbia, de los ebrios de Ephraim, y de la flor caduca de la hermosura de su gloria, que est� sobre la cabeza del valle f�rtil de los aturdidos del vino! He aqu� Jehov� tiene un fuerte y poderoso: como turbi�n de granizo y como torbellino trastornador; como �mpetu de recias aguas que inundan, con fuerza derriba � tierra. Con los pies ser� hollada la corona de soberbia de los borrachos de Ephraim; Y ser� la flor caduca de la hermosura de su gloria que est� sobre la cabeza del valle f�rtil, como la fruta temprana, la primera del verano, la cual, en vi�ndola el que la mira, se la traga tan luego como la tiene � mano. En aquel d�a Jehov� de los ej�rcitos ser� por corona de gloria y diadema de hermosura � las reliquias de su pueblo; Y por esp�ritu de juicio al que se sentare en juicio, y por fortaleza � los que har�n tornar la batalla hasta la puerta. Mas tambi�n �stos erraron con el vino; y con la sidra se entontecieron; el sacerdote y el profeta erraron con la sidra, fueron trastornados del vino, aturdi�ronse con la sidra, erraron en la visi�n, tropezaron en el juicio. Porque todas las mesas est�n llenas de v�mito y suciedad, hasta no haber lugar limpio. �A qui�n se ense�ar� ciencia, � � qui�n se har� entender doctrina? �A los quitados de la leche? �� los arrancados de los pechos? Porque mandamiento tras mandamiento, mandato sobre mandato, rengl�n tras rengl�n, l�nea sobre l�nea, un poquito all�, otro poquito all�: Porque en lengua de tartamudos, y en extra�a lengua hablar� � este pueblo, A los cuales �l dijo: Este es el reposo: dad reposo al cansado; y �ste es el refrigerio: mas no quisieron oir. La palabra pues de Jehov� les ser� mandamiento tras mandamiento, mandato sobre mandato, rengl�n tras rengl�n, l�nea sobre l�nea, un poquito all�, otro poquito all�; que vayan y caigan de espaldas, y sean quebrantados, y enlazados, y presos. Por tanto, varones burladores, que est�is ense�oreados sobre este pueblo que est� en Jerusalem, oid la palabra de Jehov�. Porque hab�is dicho: Concierto tenemos hecho con la muerte, � hicimos acuerdo con la sepultura; cuando pasare el turbi�n del azote, no llegar� � nosotros, pues que hemos puesto nuestra acogida en la mentira, y en la falsedad nos esconderemos: Por tanto, el Se�or Jehov� dice as�: He aqu� que yo fundo en Si�n una piedra, piedra de fortaleza, de esquina, de precio, de cimiento estable: el que creyere, no se apresure. Y ajustar� el juicio � cordel, y � nivel la justicia; y granizo barrer� la acogida de la mentira, y aguas arrollar�n el escondrijo. Y ser� anulado vuestro concierto con la muerte, y vuestro acuerdo con el sepulcro no ser� firme: cuando pasare el turbi�n del azote, ser�is de �l hollados. Luego que comenzare � pasar, �l os arrebatar�; porque de ma�ana de ma�ana pasar�, de d�a y de noche; y ser� que el espanto solamente haga entender lo o�do. Porque la cama es tan angosta que no basta, y la cubierta estrecha para recoger. Porque Jehov� se levantar� como en el monte Perasim, como en el valle de Gaba�n se enojar�; para hacer su obra, su extra�a obra, y para hacer su operaci�n, su extra�a operaci�n. Ahora pues, no os burl�is, porque no se aprieten m�s vuestras ataduras: porque consumaci�n y acabamiento sobre toda la tierra he o�do del Se�or Jehov� de los ej�rcitos. Estad atentos, y oid mi voz; estad atentos, y oid mi dicho. El que ara para sembrar, �arar� todo el d�a; romper� y quebrar� los terrones de la tierra? Despu�s que hubiere igualado su superficie, �no derramar� la neguilla, sembrar� el comino, pondr� el trigo por su orden, y la cebada en su se�al, y la avena en su t�rmino? Porque su Dios le instruye, y le ense�a � juicio. Que la neguilla no se trillar� con trillo, ni sobre el comino rodar� rueda de carreta; sino que con un palo se sacude la neguilla, y el comino con una vara. El pan se trilla; mas no siempre lo trillar�, ni lo comprimir� con la rueda de su carreta, ni lo quebrantar� con los dientes de su trillo. Tambi�n esto sali� de Jehov� de los ej�rcitos, para hacer maravilloso el consejo y engrandecer la sabidur�a. Isa�as 29�AY de Ariel, ciudad donde habit� David! A�adid un a�o � otro, m�tense v�ctimas. Mas yo pondr� � Ariel en apretura, y ser� desconsolada y triste; y ser� � m� como Ariel. Porque asentar� campo contra ti en derredor, y te combatir� con ingenios, y levantar� contra ti baluartes. Entonces ser�s humillada, hablar�s desde la tierra, y tu habla saldr� del polvo; y ser� tu voz de la tierra como de pyth�n, y tu habla susurrar� desde el polvo. Y la muchedumbre de tus extranjeros ser� como polvo menudo, y la multitud de los fuertes como tamo que pasa; y ser� repentinamente, en un momento. De Jehov� de los ej�rcitos ser�s visitada con truenos y con terremotos y con gran ruido, con torbellino y tempestad, y llama de fuego consumidor. Y ser� como sue�o de visi�n nocturna la multitud de todas las gentes que pelear�n contra Ariel, y todos los que pelear�n contra ella y sus ingenios, y los que la pondr�n en apretura. Y ser� como el que tiene hambre y sue�a, y parece que come; mas cuando despierta, su alma est� vac�a; � como el que tiene sed y sue�a, y parece que bebe; mas cuando se despierta, h�llase cansado, y su alma sedienta: as� ser� la multitud de todas las gentes que pelear�n contra el monte de Si�n. Deteneos y maravillaos; ofuscaos y cegad; embriagaos, y no de vino; titubead, y no de sidra. Porque Jehov� extendi� sobre vosotros esp�ritu de sue�o, y cerr� vuestros ojos: cubri� vuestros profetas, y vuestros principales videntes. Y os ser� toda visi�n como palabras de libro sellado, el cual si dieren al que sabe leer, y le dijeren: Lee ahora esto; �l dir�: No puedo, porque est� sellado. Y si se diere el libro al que no sabe leer, dici�ndole: Lee ahora esto; �l dira: No s� leer. Dice pues el Se�or: Porque este pueblo se me acerca con su boca, y con sus labios me honra, mas su coraz�n alej� de m�, y su temor para conmigo fu� ense�ado por mandamiento de hombres: Por tanto, he aqu� que nuevamente excitar� yo la admiraci�n de este pueblo con un prodigio grande y espantoso; porque perecer� la sabidur�a de sus sabios, y se desvanecer� la prudencia de sus prudentes. �Ay de los que se esconden de Jehov�, encubriendo el consejo, y sus obras son en tinieblas, y dicen: �Qui�n nos ve, y qui�n nos conoce? Vuestra subversi�n ciertamente ser� reputada como el barro del alfarero. �La obra dir� de su hacedor, No me hizo; y dir� el vaso de aquel que lo ha formado, No entendi�? �No ser� tornado de aqu� � muy poco tiempo el L�bano en Carmelo, y el Carmelo ser� estimado por bosque? Y en aquel tiempo los sordos oir�n las palabras del libro, y los ojos de los ciegos ver�n en medio de la oscuridad y de las tinieblas. Entonces los humildes crecer�n en alegr�a en Jehov�, y los pobres de los hombres se gozar�n en el Santo de Israel. Porque el violento ser� acabado, y el escarnecedor ser� consumido: ser�n talados todos los que madrugaban � la iniquidad. Los que hac�an pecar al hombre en palabra; los que armaban lazo al que reprend�a en la puerta, y torcieron lo justo en vanidad. Por tanto, Jehov� que redimi� � Abraham, dice as� � la casa de Jacob: No ser� ahora confundido Jacob, ni su rostro se pondr� p�lido; Porque ver� � sus hijos, obra de mis manos en medio de s�, que santificar�n mi nombre; y santificar�n al Santo de Jacob, y temer�n al Dios de Israel. Y los errados de esp�ritu aprender�n inteligencia, y los murmuradores aprender�n doctrina. Isa�as 30�AY de los hijos que se apartan, dice Jehov�, para tomar consejo, y no de m�; para cobijarse con cubierta, y no de mi esp�ritu, a�adiendo pecado � pecado! P�rtense para descender � Egipto, y no han preguntado mi boca; para fortificarse con la fuerza de Fara�n, y poner su esperanza en la sombra de Egipto. Mas la fortaleza de Fara�n se os tornar� en verg�enza, y el amparo en la sombra de Egipto en confusi�n. Cuando estar�n sus pr�ncipes en Zo�n, y sus embajadores habr�n llegado � Hanes, Se avergonzar�n todos del pueblo que no les aprovechar�, ni los socorrer�, ni les traer� provecho; antes les ser� para verg�enza, y aun para oprobio. Carga de las bestias del mediod�a: les ser� de provecho. Ciertamente Egipto en vano � in�tilmente dar� ayuda; por tanto yo le d� voces, que su fortaleza ser�a estarse quietos. Ve pues ahora, y escribe esta visi�n en una tabla delante de ellos, y asi�ntala en un libro, para que quede hasta el postrero d�a, para siempre por todos los siglos. Que este pueblo es rebelde, hijos mentirosos, hijos que no quisieron oir la ley de Jehov�; Que dicen � los videntes: No ve�is; y � los profetas: No nos profetic�is lo recto, decidnos cosas halag�e�as, profetizad mentiras; Dejad el camino, apartaos de la senda, haced cesar de nuestra presencia al Santo de Israel. Por tanto el Santo de Israel dice as�: Porque desechasteis esta palabra, y confiasteis en violencia y en iniquidad, y en ello os hab�is apoyado; Por tanto os ser� este pecado como pared abierta que se va � caer, y como corcova en alto muro, cuya ca�da viene s�bita y repentinamente. Y quebrar�lo como se quiebra un vaso de alfarero, que sin misericordia lo hacen menuzos; tanto, que entre los pedazos no se halla tiesto para traer fuego del hogar, � para coger agua de la poza. Porque as� dijo el Se�or Jehov�, el Santo de Israel: En descanso y en reposo ser�is salvos; en quietud y en confianza ser� vuestra fortaleza. Y no quisisteis, Sino que dijisteis: No, antes huiremos en caballos: por tanto vosotros huir�is. Sobre ligeros cabalgaremos: por tanto ser�n ligeros vuestros perseguidores. Un millar huir� � la amenaza de uno; � la amenaza de cinco huir�is vosotros todos; hasta que qued�is como m�stil en la cumbre de un monte, y como bandera sobre cabezo. Empero Jehov� esperar� para tener piedad de vosotros, y por tanto ser� ensalzado teniendo de vosotros misericordia: porque Jehov� es Dios de juicio: bienaventurados todos los que le esperan. Ciertamente el pueblo morar� en Si�n, en Jerusalem: nunca m�s llorar�s; el que tiene misericordia se apiadar� de ti; en oyendo la voz de tu clamor te responder�. Bien que os dar� el Se�or pan de congoja y agua de angustia, con todo, tus ense�adores nunca m�s te ser�n quitados, sino que tus ojos ver�n tus ense�adores. Entonces tus o�dos oir�n � tus espaldas palabra que diga: Este es el camino, andad por �l; y no ech�is � la mano derecha, ni tampoco torz�is � la mano izquierda. Entonces profanar�s la cobertura de tus esculturas de plata, y la vestidura de tu vaciadizo de oro: las apartar�s como trapo de menstruo: �Sal fuera! les dir�s. Entonces dar� el Se�or lluvia � tu sementera, cuando la tierra sembrares; y pan del fruto de la tierra; y ser� abundante y ping�e; tus ganados en aquel tiempo ser�n apacentados en anchas dehesas. Tus bueyes y tus asnos que labran la tierra, comer�n grano limpio, el cual ser� aventado con pala y criba. Y sobre todo monte alto, y sobre todo collado subido, habr� r�os y corrientes de aguas el d�a de la gran matanza, cuando caer�n las torres. Y la luz de la luna ser� como la luz del sol, y la luz del sol siete veces mayor, como la luz de siete d�as, el d�a que soldar� Jehov� la quebradura de su pueblo, y curar� la llaga de su herida. He aqu� que el nombre de Jehov� viene de lejos: su rostro encendido, y grave de sufrir; sus labios llenos de ira, y su lengua como fuego que consume; Y su aliento, cual torrente que inunda: llegar� hasta el cuello, para zarandear las gentes con criba de destrucci�n; y el freno estar� en las quijadas de los pueblos, haci�ndo les errar. Vosotros tendr�is canci�n, como en noche en que se celebra pascua; y alegr�a de coraz�n, como el que va con flauta para venir al monte de Jehov�, al Fuerte de Israel. Y Jehov� har� oir su voz potente, y har� ver el descender de su brazo, con furor de rostro, y llama de fuego consumidor; con dispersi�n, con avenida, y piedra de granizo. Porque Assur que hiri� con palo, con la voz de Jehov� ser� quebrantado. Y en todo paso habr� madero fundado, que Jehov� har� hincar sobre �l con tamboriles y vihuelas, cuando con batallas de altura pelear� contra ellos. Porque Topheth ya de tiempo est� diputada y aparejada para el rey, profunda y ancha; cuyo foco es de fuego, y mucha le�a; el soplo de Jehov�, como torrente de azufre, la enciende. Isa�as 31�AY de los que descienden � Egipto por ayuda, y conf�an en caballos; y su esperanza ponen en carros, porque son muchos, y en caballeros, porque son valientes; y no miraron al Santo de Israel, ni buscaron � Jehov�! Mas �l tambi�n es sabio, y traer� el mal, y no retirar� sus palabras. Levantar�se pues contra la casa de los malignos, y contra el auxilio de los obradores de iniquidad. Y los Egipcios hombres son, y no Dios; y sus caballos carne, y no esp�ritu: de manera que en extendiendo Jehov� su mano, caer� el ayudador, y caer� el ayudado, y todos ellos desfallecer�n � una. Porque Jehov� me dijo � m� de esta manera: Como el le�n y el cachorro del le�n brama sobre su presa, y si se llega contra �l cuadrilla de pastores, no temer� por sus voces, ni se acobardar� por el tropel de ellos: as� Jehov� de los ej�rcitos descender� � pelear por el monte de Si�n, y por su collado. Como las aves que vuelan, as� amparar� Jehov� de los ej�rcitos � Jerusalem, amparando, librando, pasando, y salvando. Convert�os � aquel contra quien los hijos de Israel profundamente se rebelaron. Porque en aquel d�a arrojar� el hombre sus �dolos de plata, y sus �dolos de oro, que para vosotros han hecho vuestras manos pecadoras. Entonces caer� el Assur por cuhillo, no de var�n; y consumir�lo espada, no de hombre; y huir� de la presencia de la espada, y sus mancebos ser�n tributarios. Y de miedo pasar� su fortaleza y sus pr�ncipes tendr�n pavor de la bandera, dice Jehov�, cuyo fuego est� en Si�n, y su horno en Jerusalem. Isa�as 32HE aqu� que en justicia reinar� un rey, y pr�ncipes presidir�n en juicio. Y ser� aquel var�n como escondedero contra el viento, y como acogida contra el turbi�n; como arroyos de aguas en tierra de sequedad, como sombra de gran pe�asco en tierra calurosa. No se ofuscar�n entonces los ojos de los que ven, y los o�dos de los oyentes oir�n atentos. Y el coraz�n de los necios entender� para saber, y la lengua de los tartamudos ser� desenvuelta para hablar claramente. El mezquino nunca m�s ser� llamado liberal, ni ser� dicho generoso el avariento. Porque el mezquino hablar� mezquindades, y su coraz�n fabricar� iniquidad, para hacer la impiedad y para hablar escarnio contra Jehov�, dejando vac�a el alma hambrienta, y quitando la bebida al sediento. Cierto los avaros malas medidas tienen: �l maquina pensamientos para enredar � los simples con palabras cautelosas, y para hablar en juicio contra el pobre. Mas el liberal pensar� liberalidades, y por liberalidades subir�. Mujeres reposadas, levantaos, oid mi voz; confiadas, escuchad mi raz�n. D�as y a�os tendr�is espanto, oh confiadas; porque la vendimia faltar�, y la cosecha no acudir�. Temblad, oh reposadas; turbaos, oh confiadas: despojaos, desnudaos, ce�id los lomos con saco. Sobre los pechos lamentar�n por los campos deleitosos, por la vid f�rtil. Sobre la tierra de mi pueblo subir�n espinas y cardos; y aun sobre todas las casas de placer en la ciudad de alegr�a. Porque los palacios ser�n desiertos, la multitud de la ciudad cesar�: las torres y fortalezas se tornar�n cuevas para siempre, donde huelguen asnos monteses, y ganados hagan majada: Hasta que sobre nosotros sea derramado esp�ritu de lo alto, y el desierto se torne en campo labrado, y el campo labrado sea estimado por bosque. Y habitar� el juicio en el desierto, y en el campo labrado asentar� la justicia. Y el efecto de la justicia ser� paz; y la labor de justicia, reposo y seguridad para siempre. Y mi pueblo habitar� en morada de paz, y en habitaciones seguras, y en recreos de reposo. Y el granizo, cuando descendiere ser� en los montes; y la ciudad ser� del todo abatida. Dichosos vosotros los que sembr�is sobre todas aguas, y met�is en ellas el pie de buey y de asno. Isa�as 33�AY de ti, el que saqueas, y nunca fuiste saqueado; el que haces deslealtad, bien que nadie contra ti la hizo! Cuando acabares de saquear, ser�s t� saqueado; y cuando acabares de hacer deslealtad, har�se contra ti. Oh Jehov�, ten misericordia de nosotros, � ti hemos esperado: t�, brazo de ellos en la ma�ana, s� tambi�n nuestra salud en tiempo de la tribulaci�n. Los pueblos huyeron � la voz del estruendo; las gentes fueron esparcidas por tus levantamientos. Mas vuestra presa ser� cogida como cuando cogen las orugas: correr� sobre ellos como de una � otra parte corren las langostas. Ser� ensalzado Jehov�, el cual mora en las alturas: llen� � Si�n de juicio y de justicia. Y reinar�n en tus tiempos la sabidur�a y la ciencia, y la fuerza de la salvaci�n: el temor de Jehov� ser� su tesoro. He aqu� que sus embajadores dar�n voces afuera; los mensajeros de paz llorar�n amargamente. Las calzadas est�n desechas, cesaron los caminantes: anulado ha la alianza, aborreci� las ciudades, tuvo en nada los hombres. Enlut�se, enferm� la tierra: el L�bano se avergonz�, y fu� cortado: hase tornado Sar�n como desierto; y Bas�n y Carmel fueron sacudidos. Ahora me levantar�, dice Jehov�; ahora ser� ensalzado, ahora ser� engrandecido. Concebisteis hojarascas, aristas parir�is: el soplo de vuestro fuego os consumir�. Y los pueblos ser�n como cal quemada: como espinas cortadas ser�n quemados con fuego. Oid, los que est�is lejos, lo que he hecho; y vosotros los cercanos, conoced mi potencia. Los pecadores se asombraron en Si�n, espanto sobrecogi� � los hip�critas. �Qui�n de nosotros morar� con el fuego consumidor? �qui�n de nosotros habitar� con las llamas eternas? El que camina en justicia, y habla lo recto; el que aborrece la ganancia de violencias, el que sacude sus manos por no recibir cohecho, el que tapa su oreja por no oir sangres, el que cierra sus ojos por no ver cosa mala: Este habitar� en las alturas: fortalezas de rocas ser�n su lugar de acogimiento; se le dar� su pan, y sus aguas ser�n ciertas. Tus ojos ver�n al Rey en su hermosura; ver�n la tierra que est� lejos. Tu coraz�n imaginar� el espanto, y dir�: �Qu� es del escriba? �qu� del pesador? �qu� del que pone en lista las casas m�s insignes? No ver�s � aquel pueblo espantable, pueblo de lengua oscura de entender, de lengua tartamuda que no comprendas. Mira � Si�n, ciudad de nuestras solemnidades: tus ojos ver�n � Jerusalem, morada de quietud, tienda que no ser� desarmada, ni ser�n arrancadas sus estacas, ni ninguna de sus cuerdas ser� rota. Porque ciertamente all� ser� Jehov� para con nosotros fuerte, lugar de r�os, de arroyos muy anchos, por el cual no andar� galera, ni por �l pasar� grande nav�o. Porque Jehov� es nuestro juez, Jehov� es nuestro legislador, Jehov� es nuestro Rey, �l mismo nos salvar�. Tus cuerdas se aflojaron; no afirmaron su m�stil, ni entesaron la vela: repartir�se entonces presa de muchos despojos: los cojos arrebatar�n presa. No dir� el morador: Estoy enfermo: el pueblo que morare en ella ser� absuelto de pecado. Isa�as 34GENTES, allegaos � oir; y escuchad, pueblos. Oiga la tierra y lo que la hinche, el mundo y todo lo que �l produce. Porque Jehov� est� airado sobre todas las gentes, � irritado sobre todo el ej�rcito de ellas: destruir�las y entregar�las al matadero por la sangre de ellos. Y los muertos de ellas ser�n arrojados, y de sus cad�veres se levantar� hedor; y los montes se desleir�n por la sangre de ellos. Y todo el ej�rcito de los cielos se corromper�, y plegarse han los cielos como un libro: y caer� todo su ej�rcito, como se cae la hoja de la parra, y como se cae la de la higuera. Porque en los cielos se embriagar� mi espada: he aqu� que descender� sobre Edom en juicio, y sobre el pueblo de mi anatema. Llena est� de sangre la espada de Jehov�, engrasada est� de grosura, de sangre de corderos y de cabritos, de grosura de ri�ones de carneros: porque Jehov� tiene sacrificios en Bosra, y grande matanza en tierra de Edom. Y con ellos vendr�n abajo unicornios, y toros con becerros; y su tierra se embriagar� de sangre, y su polvo se engrasar� de grosura. Porque es d�a de venganza de Jehov�, a�o de retribuciones en el pleito de Si�n. Y sus arroyos se tornar�n en pez, y su polvo en azufre, y su tierra en pez ardiente. No se apagar� de noche ni de d�a, perpetuamente subir� su humo: de generaci�n en generaci�n ser� asolada, nunca jam�s pasar� nadie por ella. Y la poseer�n el pel�cano y el mochuelo, la lechuza y el cuervo morar�n en ella: y extender�se sobre ella cordel de destrucci�n, y niveles de asolamiento. Llamar�n � sus pr�ncipes, pr�ncipes sin reino: y todos sus grandes ser�n nada. En sus alc�zares crecer�n espinas, y ortigas y cardos en sus fortalezas; y ser�n morada de chacales, patio para los pollos de los avestruces. Y las bestias monteses se encontrar�n con los gatos cervales, y el peludo gritar� � su compa�ero: la lamia tambi�n tendr� all� asiento, y hallar� para s� reposo. All� anidar� el cuclillo, conservara sus huevos, y sacar� sus pollos, y juntar�los debajos de sus alas: tambi�n se ayuntar�n all� buitres, cada uno con su compa�era. Inquirid en el libro de Jehov�, y leed si falt� alguno de ellos: ninguno falt� con su compa�era; porque su boca mand� y reuni�los su mismo esp�ritu. Y �l les ech� las suertes, y su mano les reparti� con cordel: para siempre la tendr�n por heredad, de generaci�n en generaci�n morar�n all�. Isa�as 35ALEGRARSE han el desierto y la soledad: el yermo se gozar�, y florecer� como la rosa. Florecer� profusamente, y tambi�n se alegrar� y cantar� con j�bilo: la gloria del L�bano le ser� dada, la hermosura de Carmel y de Sar�n. Ellos ver�n la gloria de Jehov�, la hermosura del Dios nuestro. Confortad � las manos cansadas, roborad las vacilantes rodillas. Decid � los de coraz�n apocado: Confortaos, no tem�is: he aqu� que vuestro Dios viene con venganza, con pago: el mismo Dios vendr�, y os salvar�. Entonces los ojos de los ciegos ser�n abiertos, y los o�dos de los sordos se abrir�n. Entonces el cojo saltar� como un ciervo, y cantar� la lengua del mudo; porque aguas ser�n cavadas en el desierto, y torrentes en la soledad. El lugar seco ser� tornado en estanque, y el secadal en manaderos de aguas; en la habitaci�n de chacales, en su cama, ser� lugar de ca�as y de juncos. Y habr� all� calzada y camino, y ser� llamado Camino de Santidad; no pasar� por �l inmundo; y habr� para ellos en �l quien los acompa�e, de tal manera que los insensatos no yerren. No habr� all� le�n, ni bestia fiera subir� por �l, ni all� se hallar�, para que caminen los redimidos. Y los redimidos de Jehov� volver�n, y vendr�n � Si�n con alegr�a; y gozo perpetuo ser� sobre sus cabezas: y retendr�n el gozo y alegr�a, y huir� la tristeza y el gemido. Isa�as 36ACONTECIO en el a�o catorce del rey Ezech�as, que Sennach�rib rey de Asiria subi� contra todas las ciudades fuertes de Jud�, y tom�las. Y el rey de Asiria envi� � Rabsaces con grande ej�rcito desde Lach�s � Jerusalem al rey Ezech�as: y asent� el campo � los ca�os de la pesquera de arriba, en el camino de la heredad del Lavador. Y sali� � �l Eliacim hijo de Hilc�as mayordomo, y Sebna, escriba, y Joah hijo de Asaph, canciller. A los cuales dijo Rabsaces: Ahora pues, dir�is � Ezech�as: El gran rey, el rey de Asiria, dice as�: �Qu� confianza es �sta en que conf�as? Digo, alegas t�, (empero palabras vanas) que tengo consejo y fortaleza para la guerra. Ahora bien, �en qui�n conf�as que te rebelas contra m�? He aqu� que conf�as en este bord�n de ca�a fr�gil, en Egipto, sobre el cual si alguien se apoyare, entrar�sele por la mano, y se la atravesar�. Tal es Fara�n rey de Egipto para con todos los que en �l conf�an. Y si me dijeres, En Jehov� nuestro Dios confiamos; �no es �ste aquel cuyos altos y cuyos altares hizo quitar Ezech�as, y dijo � Jud� y � Jerusalem: Delante de este altar adorar�is? Ahora pues yo te ruego que des rehenes al rey de Asiria mi se�or, y yo te dar� dos mil caballos, si pudieres t� dar caballeros que cabalguen sobre ellos. �C�mo pues har�s volver el rostro de un capit�n de los m�s peque�os siervos de mi se�or, aunque est�s confiado en Egipto por sus carros y hombres de � caballo? �Y por ventura vine yo ahora � esta tierra para destruirla sin Jehov� Jehov� me dijo: Sube � esta tierra para destruirla? Entonces dijo Eliacim, y Sebna y Joah � Rabsaces: Rog�moste que hables � tus siervos en lengua siriaca, porque nosotros la entendemos: y no hables con nosotros en lengua jud�ica, oy�ndolo el pueblo que est� sobre el muro. Y dijo Rabsaces: �Envi�me mi se�or � ti y � tu se�or, � que dijese estas palabras, y no � los hombres que est�n sobre el muro, para comer su esti�rcol y beber su orina con vosotros? P�sose luego en pie Rabsaces, y grit� � grande voz en lengua jud�ica, diciendo: Oid las palabras del gran rey, el rey de Asiria. El rey dice as�: No os enga�e Ezech�as, porque no os podr� librar. Ni os haga Ezech�as confiar en Jehov�, diciendo: Ciertamente Jehov� nos librar�: no ser� entregada esta ciudad en manos del rey de Asiria. No escuch�is � Ezech�as: porque el rey de Asiria dice as�: Haced conmigo paz, y salid � m�; y coma cada uno de su vi�a, y cada uno de su higuera, y beba cada cual las aguas de su pozo; Hasta que yo venga y os lleve � una tierra como la vuestra, tierra de grano y de vino, tierra de pan y de vi�as. Mirad no os enga�e Ezech�as diciendo: Jehov� nos librar�. �Libraron los dioses de las gentes cada uno � su tierra de la mano del rey de Asiria? �D�nde est� el dios de Hamath y de Arphad? �d�nde est� el dios de Sepharvaim? �libraron � Samaria de mi mano? �Qu� dios hay entre los dioses de estas tierras, que haya librado su tierra de mi mano, para que Jehov� libre de mi mano � Jerusalem? Mas callaron, y no le respondieron palabra; porque el rey as� lo hab�a mandado, diciendo: No le respond�is. Entonces Eliacim hijo de Hilc�as mayordormo, y Sebna escriba, y Joah hijo de Asaph canciller, vinieron � Ezech�as rotos sus vestidos, y cont�ronle las palabras de Rabsaces. Isa�as 37ACONTECIO pues, que el rey Ezech�as, o�do esto, rasg� sus vestidos, y cubierto de saco vino � la casa de Jehov�. Y envi� � Eliacim mayordomo, y � Sebna escriba, y � los ancianos de los sacerdotes, cubiertos de sacos, � Isa�as profeta, hijo de Amoz. Los cuales le dijeron: Ezech�as dice as�: D�a de angustia, de reprensi�n y de blasfemia, es este d�a: porque los hijos han llegado hasta la rotura, y no hay fuerza en la que pare. Quiz� oir� Jehov� tu Dios las palabras de Rabsaces, al cual envi� el rey de Asiria su se�or � blasfemar al Dios vivo, y � reprender con las palabras que oy� Jehov� tu Dios: alza pues oraci�n t� por las reliquias que aun han quedado. Vinieron pues los siervos de Ezech�as � Isa�as. Y d�joles Isa�as: Dir�is as� � vuestro se�or: As� dice Jehov�: No temas por las palabras que has o�do, con las cuales me han blasfemado los siervos del rey de Asiria. He aqu� que yo doy en �l un esp�ritu, y oir� un rumor, y volver�se � su tierra: y yo har� que en su tierra caiga � cuchillo. Vuelto pues Rabsaces, hall� al rey de Asiria que bat�a � Libna; porque ya hab�a o�do que se hab�a apartado de Lach�s. Mas oyendo decir de Tirhakah rey de Etiop�a: He aqu� que ha salido para hacerte guerra: en oy�ndolo, envi� mensajeros � Ezech�as, diciendo: Dir�is as� � Ezech�as rey de Jud�: No te enga�e tu Dios en quien t� conf�as, diciendo: Jerusalem no ser� entregada en mano del rey de Asiria. He aqu� que t� oiste lo que hicieron los reyes de Asiria � todas las tierras, que las destruyeron; �y escapar�s t�? �Libraron los dioses de las gentes � los que destruyeron mis antepasados, � Goz�n, y Har�n, Rezeph, y � los hijos de Ed�n que moraban en Thelasar? �D�nde est� el rey de Amath, y el rey de Arphad, el rey de la ciudad de Sepharvaim, de Henah, y de Hivah? Y tom� Ezech�as las cartas de mano de los mensajeros, y ley�las; y subi� � la casa de Jehov�, y las extendi� delante de Jehov�. Entonces Ezech�as or� � Jehov�, diciendo: Jehov� de los ej�rcitos, Dios de Israel, que moras entre los querubines, s�lo t� eres Dios sobre todos los reinos de la tierra; t� hiciste los cielos y la tierra. Inclina, oh Jehov�, tu o�do, y oye; abre, oh Jehov�, tus ojos, y mira: y oye todas las palabras de Sennach�rib, el cual ha enviado � blasfemar al Dios viviente. Ciertamente, oh Jehov�, los reyes de Asiria destruyeron todas las tierras y sus comarcas, Y entregaron los dioses de ellos al fuego: porque no eran dioses, sino obra de manos de hombre, le�o y piedra: por eso los deshicieron. Ahora pues, Jehov� Dios nuestro, l�branos de su mano, para que todos los reinos de la tierra conozcan que s�lo t� eres Jehov�. Entonces Isa�as hijo de Amoz, envi� � decir � Ezech�as: Jehov� Dios de Israel dice as�: Acerca de lo que me rogaste sobre Sennach�rib rey de Asiria, Esto es lo que Jehov� habl� de �l: Hate menospreciado, y ha hecho escarnio de ti la virgen hija de Si�n: mene� su cabeza � tus espaldas la hija de Jerusalem. �A qui�n injuriaste y � qui�n blasfemaste? �contra qui�n has alzado tu voz, y levantado tus ojos en alto? Contra el Santo de Israel. Por mano de tus siervos denostaste al Se�or, y dijiste: Yo con la multitud de mis carros subir� � las alturas de los montes, � las laderas del L�bano; cortar� sus altos cedros, sus hayas escogidas; vendr� despu�s � lo alto de su l�mite, al monte de su Carmel. Yo cav�, y beb� las aguas; y con las pisadas de mis pies secar� todos los r�os de lugares atrincherados. �No has o�do decir que de mucho tiempo ha yo lo hice, que de d�as antiguos lo he formado? Helo hecho venir ahora, y ser� para destrucci�n de ciudades fuertes en montones de ruinas. Y sus moradores, cortos de manos, quebrantados y confusos, ser�n como grama del campo y hortaliza verde, como hierba de los tejados, que antes de saz�n se seca. Conocido he tu estado, tu salida y tu entrada, y tu furor contra m�. Porque contra m� te airaste, y tu estruendo ha subido � mis o�dos: pondr� pues mi anzuelo en tu nariz, y mi freno en tus labios, y har�te tornar por el camino por donde viniste. Y esto te ser� por se�al: Comer�s este a�o lo que nace de suyo, y el a�o segundo lo que nace de suyo: y el a�o tercero sembrar�is y segar�is, y plantar�is vi�as, y comer�is su fruto. Y el residuo de la casa de Jud� que hubiere escapado, tornar� � echar ra�z abajo, y har� fruto arriba. Porque de Jerusalem saldr�n reliquias, y del monte de Si�n salvamento: el celo de Jehov� de los ej�rcitos har� esto. Por tanto, as� dice Jehov� acerca del rey de Asiria: No entrar� en esta ciudad, ni echar� saeta en ella: no vendr� delante de ella escudo, ni ser� echado contra ella baluarte. Por el camino que vino se tornar�, y no entrar� en esta ciudad, dice Jehov�: Pues yo amparar� � esta ciudad para salvarla por amor de m�, y por amor de David mi siervo. Y sali� el �ngel de Jehov�, � hiri� ciento ochenta y cinco mil en el campo de los Asirios: y cuando se levantaron por la ma�ana, he aqu� que todo era cuerpos de muertos. Entonces Sennach�rib rey de Asiria parti�ndose se fu�, y volvi�se, � hizo su morada en N�nive. Y acaeci�, que estando orando en el templo de Nisroch su dios, Adremelech y Sarezer, sus hijos, le hirieron � cuchillo, y huyeron � la tierra de Ararat; y rein� en su lugar Esar-had�n su hijo. Isa�as 38EN aquellos d�as cay� Ezech�as enfermo para morir. Y vino � �l Isa�as profeta, hijo de Amoz, y d�jole: Jehov� dice as�: Ordena tu casa, porque t� morir�s, y no vivir�s. Entonces volvi� Ezech�as su rostro � la pared, � hizo oraci�n � Jehov�. Y dijo: Oh Jehov�, ru�gote te acuerdes ahora que he andado delante de ti en verdad y con �ntegro coraz�n, y que he hecho lo que ha sido agradable delante de tus ojos. Y llor� Ezech�as con gran lloro. Entonces fu� palabra de Jehov� � Isa�as, diciendo: Ve, y di � Ezech�as: Jehov� Dios de David tu padre dice as�: Tu oraci�n he o�do, y visto tus l�grimas: he aqu� que yo a�ado � tus d�as quince a�os. Y te librar�, y � esta ciudad, de mano del rey de Asiria; y � esta ciudad amparar�. Y esto te ser� se�al de parte de Jehov�, que Jehov� har� esto que ha dicho: He aqu� que yo vuelvo atr�s la sombra de los grados, que ha descendido en el reloj de Ach�z por el sol, diez grados. Y el sol fu� tornado diez grados atr�s, por los cuales hab�a ya descendido. Escritura de Ezech�as rey de Jud�, de cuando enferm� y san� de su enfermedad. Yo dije: En el medio de mis d�as ir� � las puertas del sepulcro: Privado soy del resto de mis a�os. Dije: No ver� � JAH, � JAH en la tierra de los que viven: Ya no ver� m�s hombre con los moradores del mundo. Mi morada ha sido movida y traspasada de m�, como tienda de pastor. Como el tejedor cort� mi vida; cortar�me con la enfermedad; Me consumir�s entre el d�a y la noche. Contaba yo hasta la ma�ana. Como un le�n moli� todos mis huesos: De la ma�ana � la noche me acabar�s. Como la grulla y como la golondrina me quejaba; Gem�a como la paloma: alzaba en lo alto mis ojos: Jehov�, violencia padezco; conf�rtame. �Qu� dir�? El que me lo dijo, �l mismo lo ha hecho. Andar� recapacitando en la amargura de mi alma todos los a�os de mi vida. Oh Se�or, sobre ellos vivir�n tus piedades, Y � todos dir� consistir en ellas la vida de mi esp�ritu; Pues t� me restablecer�s, y me har�s que viva. He aqu� amargura grande me sobrevino en la paz: Mas � ti plugo librar mi vida del hoyo de corrupci�n. Porque echaste tras tus espaldas todos mis pecados. Porque el sepulcro no te celebrar�, ni te alabar� la muerte; Ni los que descienden al hoyo esperar�n tu verdad. El que vive, el que vive, �ste te confesar�, como yo hoy: El padre har� notoria tu verdad � los hijos. Jehov� para salvarme; Por tanto cantaremos nuestros salmos En la casa de Jehov� todos los d�as de nuestra vida. Y hab�a dicho Isa�as: Tomen masa de higos, y p�nganla en la llaga, y sanar�. Hab�a asimismo dicho Ezech�as: �Qu� se�al tendr� de que he de subir � la casa de Jehov�? Isa�as 39EN aquel tiempo Merodachbalad�n, hijo de Balad�n, rey de Babilonia, envi� cartas y presentes � Ezech�as; porque hab�a o�do que hab�a estado enfermo, y que hab�a convalecido. Y holg�se con ellos Ezech�as, y ense�oles la casa de su tesoro, plata y oro, y especier�as, y ung�entos preciosos, y toda su casa de armas, y todo lo que se pudo hallar en sus tesoros: no hubo cosa en su casa y en todo su se�or�o, que Ezech�as no les mostrase. Entonces Isa�as profeta vino al rey Ezech�as, y d�jole: �Qu� dicen estos hombres, y de d�nde han venido � ti? Y Ezech�as respondi�: De tierra muy lejos han venido � m�, de Babilonia. Dijo entonces: �Qu� han visto en tu casa? Y dijo Ezech�as: Todo lo que hay en mi casa han visto, y ninguna cosa hay en mis tesoros que no les haya mostrado. Entonces dijo Isa�as � Ezech�as: Oye palabra de Jehov� de los ej�rcitos: He aqu�, vienen d�as en que ser� llevado � Babilonia todo lo que hay en tu casa, y lo que tus padres han atesorado hasta hoy: ninguna cosa quedar�, dice Jehov�. De tus hijos que hubieren salido de ti, y que engendraste, tomar�n, y ser�n eunucos en el palacio del rey de Babilonia. Y dijo Ezech�as � Isa�as: La palabra de Jehov� que has hablado, es buena. Y a�adi�: A lo menos, haya paz y verdad en mis d�as. Isa�as 40CONSOLAOS, consolaos, pueblo m�o, dice vuestro Dios. Hablad al coraz�n de Jerusalem: decidle � voces que su tiempo es ya cumplido, que su pecado es perdonado; que doble ha recibido de la mano de Jehov� por todos sus pecados. Voz que clama en el desierto: Barred camino � Jehov�: enderezad calzada en la soledad � nuestro Dios. Todo valle sea alzado, y b�jese todo monte y collado; y lo torcido se enderece, y lo �spero se allane. Y manifestar�se la gloria de Jehov�, y toda carne juntamente la ver�; que la boca de Jehov� habl�. Voz que dec�a: Da voces. Y yo respond�: �Qu� tengo de decir � voces? Toda carne es hierba, y toda su gloria como flor del campo: La hierba se seca, y la flor se cae; porque el viento de Jehov� sopl� en ella: ciertamente hierba es el pueblo. S�case la hierba, c�ese la flor: mas la palabra del Dios nuestro permanece para siempre. S�bete sobre un monte alto, anunciadora de Si�n; levanta fuertemente tu voz, anunciadora de Jerusalem; lev�ntala, no temas; di � las ciudades de Jud�: �Veis aqu� el Dios vuestro! He aqu� que el Se�or Jehov� vendr� con fortaleza, y su brazo se ense�orear�: he aqu� que su salario viene con �l, y su obra delante de su rostro. Como pastor apacentar� su reba�o; en su brazo coger� los corderos, y en su seno los llevar�; pastorear� suavemente las paridas. �Qui�n midi� las aguas con su pu�o, y aderez� los cielos con su palmo, y con tres dedos alleg� el polvo de la tierra, y pes� los montes con balanza, y con peso los collados? �Qui�n ense�� al esp�ritu de Jehov�, � le aconsejo ense��ndole? �A qui�n demand� consejo para ser avisado? �Qui�n le ense�� el camino del juicio, � le ense�� ciencia, � le mostr� la senda de la prudencia? He aqu� que las naciones son reputadas como la gota de un acetre, y como el or�n del peso: he aqu� que hace desaparecer las islas como polvo. Ni el L�bano bastar� para el fuego, ni todos sus animales para el sacrificio. Como nada son todas las gentes delante de �l; y en su comparaci�n ser�n estimadas en menos que nada, y que lo que no es. �A qu� pues har�is semejante � Dios, � qu� imagen le compondr�is? El art�fice apareja la imagen de talla, el platero le extiende el oro, y le funde cadenas de plata. El pobre escoge, para ofrecerle, madera que no se corrompa; b�scase un maestro sabio, que le haga una imagen de talla que no se mueva. �No sab�is? �no hab�is o�do? �nunca os lo han dicho desde el principio? �no hab�is sido ense�ados desde que la tierra se fund�? El est� asentado sobre el globo de la tierra, cuyos moradores son como langostas: �l extiende los cielos como una cortina, ti�ndelos como una tienda para morar: El torna en nada los poderosos, y � los que gobiernan la tierra hace como cosa vana. Como si nunca fueran plantados, como si nunca fueran sembrados, como si nunca su tronco hubiera tenido ra�z en la tierra; as� que sopla en ellos se secan, y el torbellino los lleva como hojarascas. �A qu� pues me har�is semejante, � ser� asimilado? dice el Santo. Levantad en alto vuestros ojos, y mirad qui�n cri� estas cosas: �l saca por cuenta su ej�rcito: � todas llama por sus nombres; ninguna faltar�: tal es la grandeza de su fuerza, y su poder y virtud. �Por qu� dices, oh Jacob, y hablas t�, Israel: Mi camino es escondido de Jehov�, y de mi Dios pas� mi juicio? �No has sabido, no has o�do que el Dios del siglo es Jehov�, el cual cri� los t�rminos de la tierra? No se trabaja, ni se fatiga con cansancio, y su entendimiento no hay quien lo alcance. El da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas. Los mancebos se fatigan y se cansan, los mozos flaquean y caen: Mas los que esperan � Jehov� tendr�n nuevas fuerzas; levantar�n las alas como �guilas, correr�n, y no se cansar�n, caminar�n, y no se fatigar�n. Isa�as 41ESCUCHADME, islas, y esfu�rcense los pueblos; all�guense, y entonces hablen: estemos juntamente � juicio. �Qui�n despert� del oriente al justo, lo llam� para que le siguiese, entreg� delante de �l naciones, � h�zolo ense�orear de reyes; entreg�los � su espada como polvo, y � su arco como hojarascas arrebatadas? Sigui�los, pas� en paz por camino por donde sus pies nunca hab�an entrado. �Qui�n obr� � hizo esto? �Qui�n llama las generaciones desde el principio? Yo Jehov�, el primero, y yo mismo con los postreros. Las islas vieron, y tuvieron temor, los t�rminos de la tierra se espantaron: congreg�ronse, y vinieron. Cada cual ayud� � su cercano, y � su hermano dijo: Esfu�rzate. El carpintero anim� al platero, y el que alisa con martillo al que bat�a en el yunque, diciendo: Buena est� la soldadura, y afirm�lo con clavos, porque no se moviese. Mas t�, Israel, siervo m�o eres, t�, Jacob, � quien yo escog�, simiente de Abraham mi amigo. Porque te tom� de los extremos de la tierra, y de sus principales te llam�, y te dije: Mi siervo eres t�, te escog�, y no te desech�. No temas, que yo soy contigo; no desmayes, que yo soy tu Dios que te esfuerzo: siempre te ayudar�, siempre te sustentar� con la diestra de mi justicia. He aqu� que todos los que se airan contra ti, ser�n avergonzados y confundidos: ser�n como nada y perecer�n, los que contienden contigo. Los buscar�s, y no los hallar�s, los que tienen contienda contigo, ser�n como nada, y como cosa que no es, aquellos que te hacen guerra. Porque yo Jehov� soy tu Dios, que te ase de tu mano derecha, y te dice: No temas, yo te ayud�. No temas, gusano de Jacob, oh vosotros los pocos de Israel; yo te socorr�, dice Jehov�, y tu Redentor el Santo de Israel. He aqu� que yo te he puesto por trillo, trillo nuevo, lleno de dientes: trillar�s montes y los moler�s, y collados tornar�s en tamo. Los aventar�s, y los llevar� el viento, y esparcir�los el torbellino. T� empero te regocijar�s en Jehov�, te gloriar�s en el Santo de Israel. Los afligidos y menesterosos buscan las aguas, que no hay; sec�se de sed su lengua; yo Jehov� los oir�, yo el Dios de Israel no los desamparar�. En los altos abrir� r�os, y fuentes en mitad de los llanos: tornar� el desierto en estanques de aguas, y en manaderos de aguas la tierra seca. Dar� en el desierto cedros, espinos, arrayanes, y olivas; pondr� en la soledad hayas, olmos, y �lamos juntamente; Porque vean y conozcan, y adviertan y entiendan todos, que la mano de Jehov� hace esto, y que el Santo de Israel lo cri�. Alegad por vuestra causa, dice Jehov�: exhibid vuestros fundamentos, dice el Rey de Jacob. Traigan, y an�nciennos lo que ha de venir: d�gannos lo que ha pasado desde el principio, y pondremos nuestro coraz�n en ello; sepamos tambi�n su postrimer�a, y hacednos entender lo que ha de venir. Dadnos nuevas de lo que ha de ser despu�s, para que sepamos que vosotros sois dioses; � � lo menos haced bien, � mal, para que tengamos qu� contar, y juntamente nos maravillemos. He aqu� que vosotros sois de nada, y vuestras obras de vanidad; abominaci�n el que os escogi�. Del norte despert� uno, y vendr�; del nacimiento del sol llamar� en mi nombre: y hollar� pr�ncipes como lodo, y como pisa el barro el alfarero. �Qui�n lo anunci� desde el principio, para que sepamos; � de tiempo atr�s, y diremos: Es justo? Cierto, no hay quien anuncie, s�, no hay quien ense�e, ciertamente no hay quien oiga vuestras palabras. Yo soy el primero que he ense�ado estas cosas � Si�n, y � Jerusalem dar� un portador de alegres nuevas. Mir�, y no hab�a ninguno; y pregunt� de estas cosas, y ning�n consejero hubo: pregunt�les, y no respondieron palabra. He aqu�, todos iniquidad, y las obras de ellos nada: viento y vanidad son sus vaciadizos. Isa�as 42HE aqu� mi siervo, yo lo sostendr�; mi escogido en quien mi alma toma contentamiento: he puesto sobre �l mi esp�ritu, dar� juicio � las gentes. No clamar�, ni alzar�, ni har� oir su voz en las plazas. No quebrar� la ca�a cascada, ni apagar� el p�bilo que humeare: sacar� el juicio � verdad. No se cansar�, ni desmayar�, hasta que ponga en la tierra juicio; y las islas esperar�n su ley. As� dice el Dios Jehov�, el Criador de los cielos, y el que los extiende; el que extiende la tierra y sus verduras; el que da respiraci�n al pueblo que mora sobre ella, y esp�ritu � los que por ella andan: Yo Jehov� te he llamado en justicia, y te tendr� por la mano; te guardar� y te pondr� por alianza del pueblo, por luz de las gentes; Para que abras ojos de ciegos, para que saques de la c�rcel � los presos, y de casas de prisi�n � los que est�n de asiento en tinieblas. Yo Jehov�: este es mi nombre; y � otro no dar� mi gloria, ni mi alabanza � esculturas. Las cosas primeras he aqu� vinieron, y yo anuncio nuevas cosas: antes que salgan � luz, yo os las har� notorias. Cantad � Jehov� un nuevo c�ntico, su alabanza desde el fin de la tierra; los que descend�is � la mar, y lo que la hinche, las islas y los moradores de ellas. Alcen la voz el desierto y sus ciudades, las aldeas donde habita Cedar: canten los moradores de la Piedra, y desde la cumbre de los montes den voces de j�bilo. Den gloria � Jehov�, y prediquen sus loores en las islas. Jehov� saldr� como gigante, y como hombre de guerra despertar� celo: gritar�, vocear�, esforzar�se sobre sus enemigos. Desde el siglo he callado, tenido he silencio, y heme detenido: dar� voces como la que est� de parto; asolar� y devorar� juntamente. Tornar� en soledad montes y collados, har� secar toda su hierba; los r�os tornar� en islas, y secar� los estanques. Y guiar� los ciegos por camino que no sab�an, har�les pisar por las sendas que no hab�an conocido; delante de ellos tornar� las tinieblas en luz, y los rodeos en llanura. Estas cosas les har�, y no los desamparar�. Ser�n vueltos atr�s, y en extremo confundidos, los que conf�an en las esculturas, y dicen � las estatuas de fundici�n: Vosotros sois nuestros dioses. Sordos, oid; y vosotros ciegos, mirad para ver. �Qui�n ciego, sino mi siervo? �qui�n sordo, como mi mensajero que envi�? �qui�n ciego como el perfecto, y ciego como el siervo de Jehov�, Que ve muchas cosas y no advierte, que abre los o�dos y no oye? Jehov� se complaci� por amor de su justicia en magnificar la ley y engrandecerla. Mas este es pueblo saqueado y hollado, todos ellos enlazados en cavernas y escondidos en c�rceles: son puestos � saco, y no hay quien libre; hollados, y no hay quien diga, Restituid. �Qui�n de vosotros oir� esto? �qui�n atender� y escuchar� en orden al porvernir? �Qui�n di� � Jacob en presa, y entreg� � Israel � saqueadores? �No fu� Jehov�, contra quien pecamos? y no quisieron andar en sus caminos, ni oyeron su ley. Por tanto derram� sobre �l el furor de su ira, y fuerza de guerra; p�sole fuego de todas partes, empero no entendi�; y encendi�le, mas no ha parado mientes. Isa�as 43Y AHORA, as� dice Jehov� Criador tuyo, oh Jacob, y Formador tuyo, oh Israel: No temas, Formador tuyo, oh Israel: No temas, fakporque yo te redim�; te puse nombre, m�o eres t�. Cuando pasares por las aguas, yo ser� contigo; y por los r�os, no te anegar�n. Cuando pasares por el fuego, no te quemar�s, ni la llama arder� en ti. Porque yo Jehov� Dios tuyo, el Santo de Israel, soy t� Salvador: � Egipto he dado por tu rescate, � Etiop�a y � Seba por ti. Porque en mis ojos fuiste de grande estima, fuiste honorable, y yo te am�: dar� pues hombres por ti, y naciones por tu alma. No temas, porque yo soy contigo; del oriente traer� tu generaci�n, y del occidente te recoger�. Dir� al aquil�n: Da ac�, y al mediod�a: No detengas: trae de lejos mis hijos, y mis hijas de los t�rminos de la tierra, Todos los llamados de mi nombre; para gloria m�a los cr�e, los form� y los hice. Sacad al pueblo ciego que tiene ojos, y � los sordos que tienen o�dos. Congr�guense � una todas las gentes, y j�ntense todos los pueblos: �qui�n de ellos hay que nos d� nuevas de esto, y que nos haga oir las cosas primeras? Presenten sus testigos, y justif�quense; oigan, y digan: Verdad. Vosotros sois mis testigos, dice Jehov�, y mi siervo que yo escog�; para que me conozc�is y cre�is, y entend�is que yo mismo soy; antes de m� no fu� formado Dios, ni lo ser� despu�s de m�. Yo, yo Jehov�, y fuera de m� no hay quien salve. Yo anunci�, y salv�, � hice oir, y no hubo entre vosotros extra�o. Vosotros pues sois mis testigos, dice Jehov�, que yo soy Dios. Aun antes que hubiera d�a, yo era; y no hay quien de mi mano libre: si yo hiciere, �qui�n lo estorbar�? As� dice Jehov�, Redentor vuestro, el Santo de Israel: Por vosotros envi� � Babilonia, � hice descender fugitivos todos ellos, y clamor de Caldeos en las naves. Yo Jehov�, Santo vuestro, Criador de Israel, vuestro Rey. As� dice Jehov�, el que da camino en la mar, y senda en las aguas impetuosas; El que saca carro y caballo, ej�rcito y fuerza; caen juntamente para no levantarse; quedan extinguidos, como p�bilo quedan apagados. No os acord�is de las cosas pasadas, ni traig�is � memoria las cosas antiguas. He aqu� que yo hago cosa nueva: presto saldr� � luz: �no la sabr�is? Otra vez pondr� camino en el desierto, y r�os en la soledad. La bestia del campo me honrar�, los chacales, y los pollos del avestruz: porque dar� aguas en el desierto, r�os en la soledad, para que beba mi pueblo, mi escogido. Este pueblo cri� para m�, mis alabanzas publicar�. Y no me invocaste � m�, oh Jacob; antes, de m� te cansaste, oh Israel. No me trajiste � m� los animales de tus holocaustos, ni � m� me honraste con tus sacrificios: no te hice servir con presente, ni te hice fatigar con perfume. No compraste para m� ca�a arom�tica por dinero, ni me saciaste con la grosura de tus sacrificios; antes me hiciste servir en tus pecados, me has fatigado con tus maldades. Yo, yo soy el que borro tus rebeliones por amor de m�; y no me acordar� de tus pecados. Hazme acordar, entremos en juicio juntamente; relata t� para abonarte. Tu primer padre pec�, y tus ense�adores prevaricaron contra m�. Por tanto, yo profan� los pr�ncipes del santuario, y puse por anatema � Jacob, y por oprobio � Israel. Isa�as 44AHORA pues oye, Jacob, siervo m�o, y t�, Israel, � quien yo escog�. As� dice Jehov�, Hacedor tuyo, y el que te form� desde el vientre, el cual te ayudar�: No temas, siervo m�o Jacob, y t�, Jeshurun, � quien yo escog�. Porque yo derramar� aguas sobre el secadal, y r�os sobre la tierra �rida: mi esp�ritu derramar� sobre tu generaci�n, y mi bendici�n sobre tus renuevos: Y brotar�n entre hierba, como sauces junto � las riberas de las aguas. Este dir�: Yo soy de Jehov�; el otro se llamar� del nombre de Jacob; y otro escribir� con su mano, A Jehov�, y se apellidar� con el nombre de Israel. As� dice Jehov�, Rey de Israel, y su Redentor, Jehov� de los ej�rcitos: Yo el primero, y yo el postrero, y fuera de m� no hay Dios. �Y qui�n llamar� como yo, y denunciar� esto, y lo ordenar� por m�, desde que hice el pueblo antiguo? An�ncienles lo que viene, y lo que est� por venir. No tem�is, ni os amedrent�is: �no te lo hice oir desde antiguo, y te lo dije? Luego vosotros sois mis testigos. No hay Dios sino yo. No hay Fuerte: no conozco ninguno. Los formadores de im�genes de talla, todos ellos son vanidad, y lo m�s precioso de ellos para nada es �til; y ellos mismos para su confusi�n son testigos, que ellos ni ven ni entienden. �Qui�n form� un dios, � qui�n fund� una estatua que para nada es de provecho? He aqu� que todos sus compa�eros ser�n avergonzados, porque los mismos art�fices son de los hombres. Todos ellos se juntar�n, estar�n, se asombrar�n, y ser�n avergonzados � una. El herrero tomar� la tenaza, obrar� en las ascuas, dar�le forma con los martillos, y trabajar� en ella con la fuerza de su brazo: tiene luego hambre, y le faltan las fuerzas; no beber� agua, y se desmaya. El carpintero tiende la regla, se�ala aqu�lla con almagre, l�brala con los cepillos, dale figura con el comp�s, h�cela en forma de var�n, � semejanza de hombre hermoso, para estar en casa. Cortar�se cedros, y tomar� encina y alcornoque, y entre los �rboles del bosque se esforzar�; plantar� pino, que se cr�e con la lluvia. De �l se servir� luego el hombre para quemar, y tomar� de ellos para calentarse; encender� tambi�n el horno, y cocer� panes: har� adem�s un dios, y lo adorar�; fabricar� un �dolo, y arrodillar�se delante de �l. Parte del le�o quemar� en el fuego; con parte de �l comer� carne, aderezar� asado, y se saciar�; despu�s se calentar�, y dir�: �Oh! heme calentado, he visto el fuego; Y torna su sobrante en un dios, en su escultura; hum�llase delante de ella, ad�rala, y ru�gale diciendo: L�brame, que mi dios eres t�. No supieron ni entendieron: porque encostrados est�n sus ojos para no ver, y su coraz�n para no entender. No discurre para consigo, no tiene sentido ni entendimiento para decir: Parte de esto quem� en el fuego, y sobre sus brasas coc� pan, as� carne, y com�la; �he de tornar en una abominaci�n lo restante de ello? �delante de un tronco de �rbol tengo de humillarme? De ceniza se apacienta; su coraz�n enga�ado le desv�a, para que no libre su alma, ni diga: �No hay una mentira � mi mano derecha? Acu�rdate de estas cosas, oh Jacob, � Israel, pues que t� mi siervo eres: Yo te form�; siervo m�o eres t�: Israel, no me olvides. Yo deshice como � nube tus rebeliones, y como � niebla tus pecados: t�rnate � m�, porque yo te redim�. Cantad loores, oh cielos, porque Jehov� lo hizo; gritad con j�bilo, lugares bajos de la tierra; prorrumpid, montes, en alabanza; bosque, y todo �rbol que en �l est�: porque Jehov� redimi� � Jacob, y en Israel ser� glorificado. As� dice Jehov�, tu Redentor, y formador tuyo desde el vientre: Yo Jehov�, que lo hago todo, que extiendo solo los cielos, que extiendo la tierra por m� mismo; Que deshago las se�ales de los adivinos, y enloquezco � los agoreros; que hago tornar atr�s los sabios, y desvanezco su sabidur�a; Que despierta la palabra de su siervo, y cumple el consejo de sus mensajeros; que dice � Jerusalem: Ser�s habitada; y � las ciudades de Jud�: Reedificadas ser�n, y sus ruinas levantar�; Que dice al profundo: S�cate, y tus r�os har� secar; Que dice de Ciro: Es mi pastor, y cumplir� todo lo que yo quiero, en diciendo � Jerusalem, Ser�s edificada; y al templo: Ser�s fundado. Isa�as 45ASI dice Jehov� � su ungido, � Ciro, al cual tom� yo por su mano derecha, para sujetar gentes delante de �l y desatar lomos de reyes; para abrir delante de �l puertas, y las puertas no se cerrar�n: Yo ir� delante de ti, y enderezar� las tortuosidades; quebrantar� puertas de bronce, y cerrojos de hierro har� pedazos; Y te dar� los tesoros escondidos, y los secretos muy guardados; para que sepas que yo soy Jehov�, el Dios de Israel, que te pongo nombre. Por amor de mi siervo Jacob, y de Israel mi escogido, te llam� por tu nombre; p�sete sobrenombre, aunque no me conociste. Yo Jehov�, y ninguno m�s hay: no hay Dios fuera de m�. Yo te ce�ir�, aunque t� no me conociste; Para que se sepa desde el nacimiento del sol, y desde donde se pone, que no hay m�s que yo; yo Jehov�, y ninguno m�s que yo: Que formo la luz y cr�o las tinieblas, que hago la paz y cr�o el mal. Yo Jehov� que hago todo esto. Rociad, cielos, de arriba, y las nubes destilen la justicia; �brase la tierra, y prod�zcanse la salud y la justicia; h�ganse brotar juntamente. Yo Jehov� lo cri�. �Ay del que pleitea con su Hacedor! �el tiesto con los tiestos de la tierra! �Dir� el barro al que lo labra: Qu� haces; � tu obra: No tiene manos? �Ay del que dice al padre: �Por qu� engendraste? y � la mujer: �Por qu� pariste? As� dice Jehov�, el Santo de Israel, y su Formador: Preguntadme de las cosas por venir; mandadme acerca de mis hijos, y acerca de la obra de mis manos. Yo hice la tierra, y cri� sobre ella al hombre. Yo, mis manos, extendieron los cielos, y � todo su ej�rcito mand�. Yo lo despert� en justicia, y enderezar� todos sus caminos; �l edificar� mi ciudad, y soltar� mis cautivos, no por precio ni por dones, dice Jehov� de los ej�rcitos. As� dice Jehov�: El trabajo de Egipto, las mercader�as de Etiop�a, y los Sabeos hombres agigantados, se pasar�n � ti, y ser�n tuyos; ir�n en pos de ti, pasar�n con grillos: � ti har�n reverencia, y � ti suplicar�n, diciendo: Cierto, en ti est� Dios, y no hay otro fuera de Dios. Verdaderamente t� eres Dios que te encubres, Dios de Israel, que salvas. Confusos y avergonzados ser�n todos ellos; ir�n con afrenta todos los fabricadores de im�genes. Israel es salvo en Jehov� con salud eterna; no os avergonzar�is, ni os afrentar�is, por todos los siglos. Porque as� dijo Jehov�, que cri� los cielos, �l es Dios, el que form� la tierra, el que la hizo y la compuso; no la cri� en vano, para que fuese habitada la cri�: Yo Jehov�, y ninguno m�s que yo. No habl� en escondido, en lugar de tierra de tinieblas; no dije � la generaci�n de Jacob: En vano me busc�is. Yo soy Jehov� que hablo justicia, que anuncio rectitud. Reun�os, y venid; allegaos, todos los escapados de las gentes: no saben aquellos que erigen el madero de su escultura, y los que ruegan al dios que no salva. Publicad, y haced llegar, y entren todos en consulta: �qui�n hizo oir esto desde el principio, y lo tiene dicho desde entonces, sino yo Jehov�? Y no hay m�s Dios que yo; Dios justo y Salvador: ning�n otro fuera de m�. Mirad � m�, y sed salvos, todos los t�rminos de la tierra: porque yo soy Dios, y no hay m�s. Por m� hice juramento, de mi boca sali� palabra en justicia, y no ser� revocada. Que � m� se doblar� toda rodilla, jurar� toda lengua. Y dir�se de m�: Ciertamente en Jehov� est� la justicia y la fuerza: � �l vendr�n, y todos los que contra �l se enardecen, ser�n avergonzados. En Jehov� ser� justificada y se gloriar� toda la generaci�n de Israel. Isa�as 46POSTROSE Bel, abati�se Nebo; sus simulacros fueron puestos sobre bestias, y sobre animales de carga: os llevar�n cargados de vosotros, carga penosa. Fueron humillados, fueron abatidos juntamente; no pudieron escaparse de la carga, sino que tuvieron ellos mismos que ir en cautiverio. Oidme, oh casa de Jacob, y todo el resto de la casa de Israel, los que sois tra�dos por m� desde el vientre, los que sois llevados desde la matriz. Y hasta la vejez yo mismo, y hasta las canas os soportar� yo: yo hice, yo llevar�, yo soportar� y guardar�. �A qui�n me asemej�is, y me igual�is, y me compar�is, para que sea semejante? Sacan oro del talego, y pesan plata con balanzas, alquilan un platero para hacer un dios de ello; hum�llanse y adoran. Echanselo sobre los hombros, ll�vanlo, y asi�ntanlo en su lugar; all� se est�, y no se mueve de su sitio. Danle voces, y tampoco responde, ni libra de la tribulaci�n. Acordaos de esto, y tened verg�enza, tornad en vosotros, prevaricadores. Acordaos de las cosas pasadas desde el siglo; porque yo soy Dios, y no hay m�s Dios, y nada hay � m� semejante; Que anuncio lo por venir desde el principio, y desde antiguo lo que aun no era hecho; que digo: Mi consejo permanecer�, y har� todo lo que quisiere; Que llamo desde el oriente al ave, y de tierra lejana al var�n de mi consejo. Yo habl�, y lo har� venir: he lo pensado, y tambi�n lo har�. Oidme, duros de coraz�n, que est�is lejos de la justicia. Har� que se acerque mi justicia, no se alejar�: y mi salud no se detendr�. Y pondr� salud en Si�n, y mi gloria en Israel. Isa�as 47DESCIENDE, y si�ntate en el polvo, virgen hija de Babilonia, si�ntate en la tierra sin trono, hija de los Caldeos: que nunca m�s te llamar�n tierna y delicada. Toma el molino, y muele harina: descubre tus guedejas, descalza los pies, descubre las piernas, pasa los r�os. Descubierta ser� tu verg�enza, y tu deshonor ser� visto: tomar� venganza, y no encontrar� hombre. Nuestro Redentor, Jehov� de los ej�rcitos es su nombre, el Santo de Israel. Si�ntate, calla, y entra en tinieblas, hija de los Caldeos: porque nunca m�s te llamar�n se�ora de reinos. Enoj�me contra mi pueblo, profan� mi heredad, y entregu�los en tu mano: no les hiciste misericordias; sobre el viejo agravaste mucho tu yugo. Y dijiste: Para siempre ser� se�ora: y no has pensado en esto, ni te acordaste de tu postrimer�a. Oye pues ahora esto, delicada, la que est� sentada confiadamente, la que dice en su coraz�n: Yo soy, y fuera de m� no hay m�s; no quedar� viuda, ni conocer� orfandad. Estas dos cosas te vendr�n de repente en un mismo d�a, orfandad y viudez: en toda su perfecci�n vendr�n sobre ti, por la multitud de tus adivinanzas, y por la copia de tus muchos ag�eros. Porque te confiaste en tu maldad, diciendo: Nadie me ve. Tu sabidur�a y tu misma ciencia te enga�aron, y dijiste en tu coraz�n: Yo, y no m�s. Vendr� pues sobre ti mal, cuyo nacimiento no sabr�s: caer� sobre ti quebrantamiento, el cual no podr�s remediar: y destrucci�n que no sabr�s, vendr� de repente sobre ti. Est�te ahora en tus encantamentos, y con la multitud de tus ag�eros, en los cuales te fatigaste desde tu ni�ez; quiz� podr�s mejorarte, quiz� te fortificar�s. Haste fatigado en la multitud de tus consejos. Parezcan ahora y defi�ndante los contempladores de los cielos, los especuladores de las estrellas, los que contaban los meses, para pronosticar lo que vendr� sobre ti. He aqu� que ser�n como tamo; fuego los quemar�, no salvar�n sus vidas del poder de la llama; no quedar� brasa para calentarse, ni lumbre � la cual se sienten. As� te ser�n aquellos con quienes te fatigaste, tus negociantes desde tu ni�ez: cada uno echar� por su camino, no habr� quien te salve. t Isa�as 48OID esto, casa de Jacob, que os llam�is del nombre de Israel, los que salieron de las aguas de Jud�, los que juran en el nombre de Jehov�, y hacen memoria del Dios de Israel, mas no en verdad ni en justicia: Porque de la santa ciudad se nombran, y en el Dios de Israel conf�an: su nombre, Jehov� de los ej�rcitos. Lo que pas�, ya antes lo dije; y de mi boca sali�; publiqu�lo, h�celo presto, y vino � ser. Porque conozco que eres duro, y nervio de hierro tu cerviz, y tu frente de metal, D�jetelo ya d�as h�; antes que viniese te lo ense��, porque no dijeses: Mi �dolo lo hizo, mis estatuas de escultura y de fundici�n mandaron estas cosas. O�stelo, v�stelo todo; �y no lo anunciar�is vosotros? Ahora pues te he hecho oir nuevas y ocultas cosas que t� no sab�as. Ahora han sido criadas, no en d�as pasados; ni antes de este d�a las hab�as o�do, porque no digas: He aqu� que yo lo sab�a. S�, nunca lo hab�as o�do, ni nunca lo hab�as conocido; ciertamente no se abri� antes tu oreja; porque sab�a que desleal hab�as de desobedecer, por tanto te llam� rebelde desde el vientre. Por amor de mi nombre dilatar� mi furor, y para alabanza m�a te dar� largas, para no talarte. He aqu� te he purificado, y no como � plata; hete escogido en horno de aflicci�n. Por m�, por amor de m� lo har�, para que no sea amancillado mi nombre, y mi honra no la dar� � otro. Oyeme, Jacob, y t�, Israel, llamado de m�: Yo mismo, yo el primero, yo tambi�n el postrero. Mi mano fund� tambi�n la tierra, y mi mano derecha midi� los cielo con el palmo; en llam�ndolos yo, parecieron juntamente. Juntaos todos vosotros, y oid. �Qui�n hay entre ellos que anuncie estas cosas? Jehov� lo am�, el cual ejecutar� su voluntad en Babilonia, y su brazo en los Caldeos. Yo, yo habl�, y le llam�, y le traje; por tanto ser� prosperado su camino. Allegaos � m�, oid esto; desde el principio no habl� en escondido; desde que la cosa se hizo, estuve all�: y ahora el Se�or Jehov� me envi�, y su esp�ritu. As� ha dicho Jehov�, Redentor tuyo, el Santo de Israel: Yo Jehov� Dios tuyo, que te ense�a provechosamente, que te encamina por el camino que andas. �Ojal� miraras t� � mis mandamientos! fuera entonces tu paz como un r�o, y tu justicia como las ondas de la mar. Fuera como la arena tu simiente, y los renuevos de tus entra�as como las pedrezuelas de ella; nunca su nombre fuera cortado, ni ra�do de mi presencia. Salid de Babilonia, huid de entre los Caldeos; dad nuevas de esto con voz de alegr�a, publicadlo, llevadlo hasta lo postrero de la tierra: decid: Redimi� Jehov� � Jacob su siervo. Y no tuvieron sed cuando los llev� por los desiertos; h�zoles correr agua de la piedra: cort� la pe�a, y corrieron aguas. No hay paz para los malos, dijo Jehov�. Isa�as 49OIDME, islas, y escuchad, pueblos lejanos: Jehov� me llam� desde el vientre; desde las entra�as de mi madre tuvo mi nombre en memoria. Y puso mi boca como espada aguda, cubri�me con la sombra de su mano; y p�some por saeta limpia, guard�me en su aljaba. Y d�jome: Mi siervo eres, oh Israel, que en ti me gloriar�. Yo empero dije: Por dem�s he trabajado, en vano y sin provecho he consumido mi fortaleza; mas mi juicio est� delante de Jehov�, y mi recompensa con mi Dios. Ahora pues, dice Jehov�, el que me form� desde el vientre por su siervo, para que convierta � �l � Jacob. Bien que Israel no se juntar�, con todo, estimado ser� en los ojos de Jehov�, y el Dios m�o ser� mi fortaleza. Y dijo: Poco es que t� me seas siervo para levantar las tribus de Jacob, y para que restaures los asolamientos de Israel: tambi�n te d� por luz de las gentes, para que seas mi salud hasta lo postrero de la tierra. As� ha dicho Jehov�, Redentor de Israel, el Santo suyo, al menospreciado de alma, al abominado de las gentes, al siervo de los tiranos. Ver�n reyes, y levantar�nse pr�ncipes, y adorar�n por Jehov�; porque fiel es el Santo de Israel, el cual te escogi�. As� dijo Jehov�: En hora de contentamiento te o�, y en el d�a de salud te ayud�: y guardarte he, y te dar� por alianza del pueblo, para que levantes la tierra, para que heredes asoladas heredades; Para que digas � los presos: Salid; y � los que est�n en tinieblas: Manifestaos. En los caminos ser�n apacentados, y en todas las cumbres ser�n sus pastos. No tendr�n hambre ni sed, ni el calor ni el sol los afligir�; porque el que tiene de ellos misericordia los guiar�, y los conducir� � manaderos de aguas. Y tornar� camino todos mis montes, y mis calzadas ser�n levantadas. He aqu� estos vendr�n de lejos; y he aqu� estotros del norte y del occidente, y estotros de la tierra de los Sineos. Cantad alabanzas, oh cielos, y al�grate, tierra; y prorrumpid en alabanzas, oh montes: porque Jehov� ha consolado su pueblo, y de sus pobres tendr� misericordia. Mas Si�n dijo: Dej�me Jehov�, y el Se�or se olvid� de m�. �Olvidar�se la mujer de lo que pari�, para dejar de compadecerse del hijo de su vientre? Aunque se olviden ellas, yo no me olvidar� de ti. He aqu� que en las palmas te tengo esculpida: delante de m� est�n siempre tus muros. Tus edificadores vendr�n aprisa; tus destruidores y tus asoladores saldr�n de ti. Alza tus ojos alrededor, y mira: todos estos se han reunido, han venido � ti. Vivo yo, dice Jehov�, que de todos, como de vestidura de honra, ser�s vestida; y de ellos ser�s ce�ida como novia. Porque tus asolamientos, y tus ruinas, y tu tierra desierta, ahora ser� angosta por la multitud de los moradores; y tus destruidores ser�n apartados lejos. Aun los hijos de tu orfandad dir�n � tus o�dos: Angosto es para m� este lugar; ap�rtate por amor de m�, para que yo more. Y dir�s en tu coraz�n: �Qui�n me engendr� estos? porque yo deshijada estaba y sola, peregrina y desterrada: �qui�n pues cri� �stos? He aqu� yo estaba dejada sola: �stos �d�nde estaban? As� dijo el Se�or Jehov�: He aqu�, yo alzar� mi mano � las gentes, y � los pueblos levantar� mi bandera; y traer�n en brazos tus hijos, y tus hijas ser�n tra�das en hombros. Y reyes ser�n tus ayos, y sus reinas tus amas de leche; el rostro inclinado � tierra te adorar�n, y lamer�n el polvo de tus pies: y conocer�s que yo soy Jehov�, que no se avergonzar�n los que me esperan. �Ser� quitada la presa al valiente? � �libertar�se la cautividad leg�tima? As� empero dice Jehov�: Cierto, la cautividad ser� quitada al valiente, y la presa del robusto ser� librada; y tu pleito yo lo pleitear�, y yo salvar� � tus hijos. Y � los que te despojaron har� comer sus carnes, y con su sangre ser�n embriagados como mosto; y conocer� toda carne que yo Jehov� soy Salvador tuyo, y Redentor tuyo, el Fuerte de Jacob. Isa�as 50ASI dijo Jehov�: �Qu� es de la carta de repudio de vuestra madre, con la cual yo la repudi�? �� qui�nes son mis acreedores, � quienes os he yo vendido? He aqu� que por vuestras maldades sois vendidos, y por vuestras rebeliones fu� repudiada vuestra madre: Porque vine, y nadie pareci�; llam�, y nadie respondi�. �Ha llegado � acortarse mi mano, para no redimir? �no hay en m� poder para librar? He aqu� que con mi reprensi�n hago secar la mar; torno los r�os en desierto, hasta pudrirse sus peces, y morirse de sed por falta de agua. Visto de oscuridad los cielos, y torno como saco su cobertura. El Se�or Jehov� me di� lengua de sabios, para saber hablar en saz�n palabra al cansado; despertar� de ma�ana, despertar�me de ma�ana o�do, para que oiga como los sabios. El Se�or Jehov� me abri� el o�do, y yo no fu� rebelde, ni me torn� atr�s. D� mi cuerpo � los heridores, y mis mejillas � los que me mesaban el cabello: no escond� mi rostro de las injurias y esputos. Porque el Se�or Jehov� me ayudar�; por tanto no me avergonc�: por eso puse mi rostro como un pedernal, y s� que no ser� avergonzado. Cercano est� de m� el que me justifica; �qui�n contender� conmigo? junt�monos. �Qui�n es el adversario de mi causa? ac�rquese � m�. He aqu� que el Se�or Jehov� me ayudar�; �qui�n hay que me condene? He aqu� que todos ellos como ropa de vestir se envejecer�n, los comer� polilla. �Qui�n hay entre vosotros que teme � Jehov�, y oye la voz de su siervo? el que anda en tinieblas y carece de luz, conf�e en el nombre de Jehov�, y ap�yese en su Dios. He aqu� que todos vosotros encend�is fuego, y est�is cercados de centellas: andad � la luz de vuestro fuego, y � las centellas que encendisteis. De mi mano os vendr� esto; en dolor ser�is sepultados. Isa�as 51OIDME, los que segu�s justicia, los que busc�is � Jehov�: mirad � la piedra de donde fuisteis cortados, y � la caverna de la fosa de donde fuisteis arrancados. Mirad � Abraham vuestro padre, y � Sara que os pari�; porque solo lo llam�, y bend�jelo, y multipliqu�lo. Ciertamente consolar� Jehov� � Si�n: consolar� todas sus soledades, y tornar� su desierto como para�so, y su soledad como huerto de Jehov�; hallarse ha en ella alegr�a y gozo, alabanza y voz de cantar. Estad atentos � m�, pueblo m�o, y oidme, naci�n m�a; porque de m� saldr� la ley, y mi juicio descubrir� para luz de pueblos. Cercana est� mi justicia, salido ha mi salud, y mis brazos juzgar�n � los pueblos: � m� esperar�n las islas, y en mi brazo pondr�n su esperanza. Alzad � los cielos vuestros ojos, y mirad abajo � la tierra: porque los cielos ser�n deshechos como humo, y la tierra se envejecer� como ropa de vestir, y de la misma manera perecer�n sus moradores: mas mi salud ser� para siempre, mi justicia no perecer�. Oidme, los que conoc�is justicia, pueblo en cuyo coraz�n est� mi ley. No tem�is afrenta de hombre, ni desmay�is por sus denuestos. Porque como � vestidura los comer� polilla, como � lana los comer� gusano; mas mi justicia permanecer� perpetuamente, y mi salud por siglos de siglos. Despi�rtate, despi�rtate, v�stete de fortaleza, oh brazo de Jehov�; despi�rtate como en el tiempo antiguo, en los siglos pasados. �No eres t� el que cort� � Rahab, y el que hiri� al drag�n? �No eres t� el que sec� la mar, las aguas del grande abismo; el que al profundo de la mar torn� en camino, para que pasasen los redimidos? Cierto, tornar�n los redimidos de Jehov�, volver�n � Si�n cantando, y gozo perpetuo ser� sobre sus cabezas: poseer�n gozo y alegr�a, y el dolor y el gemido huir�n. Yo, yo soy vuestro consolador. �Qui�n eres t� para que tengas temor del hombre, que es mortal, del hijo del hombre, que por heno ser� contado? Y haste ya olvidado de Jehov� tu Hacedor, que extendi� los cielos y fund� la tierra; y todo el d�a temiste continuamente del furor del que aflige, cuando se dispon�a para destruir: mas �en d�nde est� el furor del que aflige? El preso se da prisa para ser suelto, por no morir en la mazmorra, ni que le falte su pan. Empero yo Jehov�, que parto la mar, y suenan sus ondas, soy tu Dios, cuyo nombre es Jehov� de los ej�rcitos. Y en tu boca he puesto mis palabras, y con la sombra de mi mano te cubr�, para que plantase los cielos y fundase la tierra, y que dijese � Si�n: Pueblo m�o eres t�. Despierta, despierta, lev�ntate, oh Jerusalem, que bebiste de la mano de Jehov� el c�liz de su furor; las heces del c�liz de aturdimiento bebiste, y chupaste. De todos los hijos que pari�, no hay quien la gobierne; ni quien la tome por su mano de todos los hijos que cri�. Estas dos cosas te han acaecido; �qui�n se doler� de ti? asolamiento y quebrantamiento, hambre y espada. �Qui�n te consolar�? Tus hijos desmayaron, estuvieron tendidos en las encrucijadas de todos los caminos, como buey montaraz en la red, llenos del furor de Jehov�, de la ira del Dios tuyo. Oye pues ahora esto, miserable, ebria, y no de vino: As� dijo tu Se�or Jehov�, y tu Dios, el cual pleitea por su pueblo: He aqu� he quitado de tu mano el c�liz de aturdimiento, la hez del c�liz de mi furor; nunca m�s lo beber�s: Y ponerlo he en mano de tus angustiadores que dijeron � tu alma: Enc�rvate, y pasaremos. Y t� pusiste tu cuerpo como tierra, y como camino, � los que pasan. Isa�as 52DESPIERTA, despierta, v�stete tu fortaleza, oh Si�n; v�stete tu ropa de hermosura, oh Jerusalem, ciudad santa: porque nunca m�s acontecer� que venga � ti incircunciso ni inmundo. Sac�dete del polvo; lev�ntate y si�ntate, Jerusalem; su�ltate de las ataduras de tu cuello, cautiva hija de Si�n. Porque as� dice Jehov�: De balde fuisteis vendidos; por tanto, sin dinero ser�is rescatados. Porque as� dijo el Se�or Jehov�: Mi pueblo descendi� � Egipto en tiempo pasado, para peregrinar all�; y el Assur lo cautiv� sin raz�n. Y ahora �qu� � m� aqu�, dice Jehov�, ya que mi pueblo sea llevado sin por qu�? Y los que en �l se ense�orean, lo hacen aullar, dice Jehov�, y continuamente es blasfemado mi nombre todo el d�a. Por tanto, mi pueblo sabr� mi nombre por esta causa en aquel d�a: porque yo mismo que hablo, he aqu� estar� presente. �Cu�n hermosos son sobre los montes los pies del que trae alegres nuevas, del que publica la paz, del que trae nuevas del bien, del que publica salud, del que dice � Si�n: Tu Dios reina! �Voz de tus atalayas! alzar�n la voz, juntamente dar�n voces de j�bilo; porque ojo � ojo ver�n que Jehov� vuelve � traer � Si�n. Cantad alabanzas, alegraos juntamente, soledades de Jerusalem: porque Jehov� ha consolado su pueblo, � Jerusalem ha redimido. Jehov� desnud� el brazo de su santidad ante los ojos de todas las gentes; y todos los t�rminos de la tierra ver�n la salud del Dios nuestro. Apartaos, apartaos, salid de ah�, no toqu�is cosa inmunda; salid de en medio de ella; limpiaos los que llev�is los vasos de Jehov�. Porque no saldr�is apresurados, ni ir�is huyendo; porque Jehov� ir� delante de vosotros, y os congregar� el Dios de Israel. He aqu� que mi siervo ser� prosperado, ser� engrandecido y ensalzado, y ser� muy sublimado. Como se pasmaron de ti muchos, en tanta manera fu� desfigurado de los hombres su parecer; y su hermosura m�s que la de los hijos de los hombres. Empero �l rociar� muchas gentes: los reyes cerrar�n sobre �l sus bocas; porque ver�n lo que nunca les fu� contado, y entender�n lo que jam�s hab�an o�do. Isa�as 53�QUI�N ha cre�do � nuestro anuncio? �y sobre qui�n se ha manifestado el brazo de Jehov�? Y subir� cual renuevo delante de �l, y como ra�z de tierra seca: no hay parecer en �l, ni hermosura: verlo hemos, mas sin atractivo para que le deseemos. Despreciado y desechado entre los hombres, var�n de dolores, experimentado en quebranto: y como que escondimos de �l el rostro, fu� menospreciado, y no lo estimamos. Ciertamente llev� �l nuestras enfermedades, y sufri� nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas �l herido fu� por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados: el castigo de nuestra paz sobre �l; y por su llaga fuimos nosotros curados. Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apart� por su camino: mas Jehov� carg� en �l el pecado de todos nosotros. Angustiado �l, y afligido, no abri� su boca: como cordero fu� llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeci�, y no abri� su boca. De la c�rcel y del juicio fu� quitado; y su generaci�n �qui�n la contar�? Porque cortado fu� de la tierra de los vivientes; por la rebeli�n de mi pueblo fu� herido. Y dip�sose con los imp�os su sepultura, mas con los ricos fu� en su muerte; porque nunca hizo �l maldad, ni hubo enga�o en su boca. Con todo eso Jehov� quiso quebrantarlo, sujet�ndole � padecimiento. Cuando hubiere puesto su vida en expiaci�n por el pecado, ver� linaje, vivir� por largos d�as, y la voluntad de Jehov� ser� en su mano prosperada. Del trabajo de su alma ver� y ser� saciado; con su conocimiento justificar� mi siervo justo � muchos, y �l llevar� las iniquidades de ellos. Por tanto yo le dar� parte con los grandes, y con los fuertes repartir� despojos; por cuanto derram� su vida hasta la muerte, y fu� contado con los perversos, habiendo �l llevado el pecado de muchos y orado por los transgresores. Isa�as 54AL�GRATE, oh est�ril, la que no par�a; levanta canci�n, y da voces de j�bilo, la que nunca estuvo de parto: porque m�s son los hijos de la dejada que los de la casada, ha dicho Jehov�. Ensancha el sitio de tu caba�a, y las cortinas de tus tiendas sean extendidas; no seas escasa; alarga tus cuerdas, y fortifica tus estacas. Porque � la mano derecha y � la mano izquierda has de crecer; y tu simiente heredar� gentes, y habitar�n las ciudades asoladas. No temas, que no ser�s avergonzada; y no te averg�ences, que no ser�s afrentada: antes, te olvidar�s de la verg�enza de tu mocedad, y de la afrenta de tu viudez no tendr�s m�s memoria. Porque tu marido es tu Hacedor; Jehov� de los ej�rcitos es su nombre: y tu redentor, el Santo de Israel; Dios de toda la tierra ser� llamado. Porque como � mujer dejada y triste de esp�ritu te llam� Jehov�, y como � mujer moza que es repudiada, dijo el Dios tuyo. Por un peque�o momento te dej�; mas te recoger� con grandes misericordias. Con un poco de ira escond� mi rostro de ti por un momento; mas con misericordia eterna tendr� compasi�n de ti, dijo tu Redentor Jehov�. Porque esto me ser� como las aguas de No�; que jur� que nunca m�s las aguas de No� pasar�an sobre la tierra; as� he jurado que no me enojar� contra ti, ni te re�ir�. Porque los montes se mover�n, y los collados temblar�n; mas no se apartar� de ti mi misericordia, ni el pacto de mi paz vacilar�, dijo Jehov�, el que tiene misericordia de ti. Pobrecita, fatigada con tempestad, sin consuelo; he aqu� que yo cimentar� tus piedras sobre carbunclo, y sobre zafiros te fundar�. Tus ventanas pondr� de piedras preciosas, tus puertas de piedras de carbunclo, y todo tu t�rmino de piedras de buen gusto. Y todos tus hijos ser�n ense�ados de Jehov�; y multiplicar� la paz de tus hijos. Con justicia ser�s adornada; estar�s lejos de opresi�n, porque no temer�s; y de temor, porque no se acercar� � ti. Si alguno conspirare contra ti, ser� sin m�: el que contra ti conspirare, delante de ti caer�. He aqu� que yo cri� al herrero que sopla las ascuas en el fuego, y que saca la herramienta para su obra; y yo he criado al destruidor para destruir. Toda herramienta que fuere fabricada contra ti, no prosperar�; y t� condenar�s toda lengua que se levantare contra ti en juicio. Esta es la heredad de los siervos de Jehov�, y su justicia de por m�, dijo Jehov�. Isa�as 55A TODOS los sedientos: Venid � las aguas; y los que no tienen dinero, venid, comprad, y comed. Venid, comprad, sin dinero y sin precio, vino y leche. �Por qu� gast�is el dinero no en pan, y vuestro trabajo no en hartura? Oidme atentamente, y comed del bien, y deleitar�se vuestra alma con grosura. Inclinad vuestros o�dos, y venid � m�; oid, y vivir� vuestra alma; y har� con vosotros pacto eterno, las misericordias firmes � David. He aqu�, que yo lo d� por testigo � los pueblos, por jefe y por maestro � las naciones. He aqu�, llamar�s � gente que no conociste, y gentes que no te conocieron correr�n � ti; por causa de Jehov� tu Dios, y del Santo de Israel que te ha honrado. Buscad � Jehov� mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que est� cercano. Deje el imp�o su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos; y vu�lvase � Jehov�, el cual tendr� de �l misericordia, y al Dios nuestro, el cual ser� amplio en perdonar. Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehov�. Como son m�s altos los cielos que la tierra, as� son mis caminos m�s altos que vuestros caminos, y mis pensamientos m�s que vuestros pensamientos. Porque como desciende de los cielos la lluvia, y la nieve, y no vuelve all�, sino que harta la tierra, y la hace germinar y producir, y da simiente al que siembra, y pan al que come, As� ser� mi palabra que sale de mi boca: no volver� � m� vac�a, antes har� lo que yo quiero, y ser� prosperada en aquello para que la envi�. Porque con alegr�a saldr�is, y con paz ser�is vueltos; los montes y los collados levantar�n canci�n delante de vosotros, y todos los �rboles del campo dar�n palmadas de aplauso. En lugar de la zarza crecer� haya, y en lugar de la ortiga crecer� array�n: y ser� � Jehov� por nombre, por se�al eterna que nunca ser� ra�da. Isa�as 56ASI dijo Jehov�: Guardad derecho, y haced justicia: porque cercana est� mi salud para venir, y mi justicia para manifestarse. Bienaventurado el hombre que esto hiciere, y el hijo del hombre que esto abrazare: que guarda el s�bado de profanarlo, y que guarda su mano de hacer todo mal. Y el hijo del extranjero, allegado � Jehov�, no hable diciendo: Apartar�me totalmente Jehov� de su pueblo. Ni diga el eunuco: He aqu� yo soy �rbol seco. Porque as� dijo Jehov� � los eunucos que guardaren mis s�bados, y escogieren lo que yo quiero, y abrazaren mi pacto: Yo les dar� lugar en mi casa y dentro de mis muros, y nombre mejor que el de hijos � hijas; nombre perpetuo les dar� que nunca perecer�. Y � los hijos de los extranjeros que se allegaren � Jehov� para ministrarle, y que amaren el nombre de Jehov� para ser sus siervos: � todos los que guardaren el s�bado de profanarlo, y abrazaren mi pacto, Yo los llevar� al monte de mi santidad, y los recrear� en mi casa de oraci�n; sus holocaustos y sus sacrificios ser�n aceptos sobre mi altar; porque mi casa, casa de oraci�n ser� llamada de todos los pueblos. Dice el Se�or Jehov�, el que junta los echados de Israel: Aun juntar� sobre �l sus congregados. Todas las bestias del campo, todas las bestias del monte, venid � devorar. Sus atalayas ciegos son, todos ellos ignorantes; todos ellos perros mudos, no pueden ladrar; so�olientos, echados, aman el dormir. Y esos perros ansiosos no conocen hartura; y los mismos pastores no supieron entender: todos ellos miran � sus caminos, cada uno � su provecho, cada uno por su cabo. Venid, dicen, tomar� vino, embriagu�monos de sidra; y ser� el d�a de ma�ana como este, � mucho m�s excelente. Isa�as 57PERECE el justo, y no hay quien pare mientes; y los p�os son recogidos, y no hay quien entienda que delante de la aflicci�n es recogido el justo. Entrar� en la paz; descansar�n en sus lechos todos los que andan delante de Dios. Mas vosotros llegaos ac�, hijos de la agorera, generaci�n de ad�ltero y de fornicaria. �De qui�n os hab�is mofado? �contra qui�n ensanchasteis la boca, y alargasteis la lengua? �No sois vosotros hijos rebeldes, simiente mentirosa, Que os enfervoriz�is con los �dolos debajo de todo �rbol umbroso, que sacrific�is los hijos en los valles, debajo de los pe�ascos? En las pulimentadas piedras del valle est� tu parte; ellas, ellas son tu suerte; y � ellas derramaste libaci�n, y ofreciste presente. �No me tengo de vengar de estas cosas? Sobre el monte alto y empinado pusiste tu cama: all� tambi�n subiste � hacer sacrificio. Y tras la puerta y el umbral pusiste tu recuerdo: porque � otro que � m� te descubriste, y subiste, y ensanchaste tu cama, � hiciste con ellos alianza: amaste su cama donde quiera que la ve�as. Y fuiste al rey con ung�ento, y multiplicaste tus perfumes, y enviaste tus embajadores lejos, y te abatiste hasta el profundo. En la multitud de tus caminos te cansaste, mas no dijiste: No hay remedio; hallaste la vida de tu mano, por tanto no te arrepentiste. �Y de qui�n te asustaste y temiste, que has faltado � la fe, y no te has acordado de m�, ni te vino al pensamiento? �No he yo disimulado desde tiempos antiguos, y nunca me has temido? Yo publicar� tu justicia y tus obras, que no te aprovechar�n. Cuando clamares, l�brente tus allegados; empero � todos ellos llevar� el viento, un soplo los arrebatar�; mas el que en m� espera, tendr� la tierra por heredad, y poseer� el monte de mi santidad. Y dir�: Allanad, allanad; barred el camino, quitad los tropiezos del camino de mi pueblo. Porque as� dijo el Alto y Sublime, el que habita la eternidad, y cuyo nombre es el Santo: Yo habito en la altura y la santidad, y con el quebrantado y humilde de esp�ritu, para hacer vivir el esp�ritu de los humildes, y para vivificar el coraz�n de los quebrantados. Porque no tengo de contender para siempre, ni para siempre me he de enojar: pues decaer�a ante m� el esp�ritu, y las almas que yo he criado. Por la iniquidad de su codicia me enoj� y her�le, escond� mi rostro y ensa��me; y fu� �l rebelde por el camino de su coraz�n. Visto he sus caminos, y le sanar�, y le pastorear�, y dar�le consolaciones, � �l y � sus enlutados. Cr�o fruto de labios: Paz, paz al lejano y al cercano, dijo Jehov�; y sanar�lo. Mas los imp�os son como la mar en tempestad, que no puede estarse quieta, y sus aguas arrojan cieno y lodo. No hay paz, dijo mi Dios, para los imp�os. Isa�as 58CLAMA � voz en cuello, no te detengas; alza tu voz como trompeta, y anuncia � mi pueblo su rebeli�n, y � la casa de Jacob su pecado. Que me buscan cada d�a, y quieren saber mis caminos, como gente que hubiese obrado justicia, y que no hubiese dejado el derecho de su Dios: preg�ntanme derechos de justicia, y quieren acercarse � Dios. �Por qu�, dicen, ayunamos, y no hiciste caso; humillamos nuestras almas, y no te diste por entendido? He aqu� que en el d�a de vuestro ayuno hall�is lo que quer�is, y todos demand�is vuestras haciendas. He aqu� que para contiendas y debates ayun�is, y para herir con el pu�o inicuamente; no ayun�is como hoy, para que vuestra voz sea o�da en lo alto. �Es tal el ayuno que yo escog�, que de d�a aflija el hombre su alma, que encorve su cabeza como junco, y haga cama de saco y de ceniza? �Llamar�is esto ayuno, y d�a agradable � Jehov�? �No es antes el ayuno que yo escog�, desatar las ligaduras de impiedad, deshacer los haces de opresi�n, y dejar ir libres � los quebrantados, y que romp�is todo yugo? �No es que partas tu pan con el hambriento, y � los pobres errantes metas en casa; que cuando vieres al desnudo, lo cubras, y no te escondas de tu carne? Entonces nacer� tu luz como el alba, y tu salud se dejar� ver presto; � ir� tu justicia delante de ti, y la gloria de Jehov� ser� tu retaguardia. Entonces invocar�s, y oirte ha Jehov�; clamar�s, y dir� �l: Heme aqu�. Si quitares de en medio de ti el yugo, el extender el dedo, y hablar vanidad; Y si derramares tu alma al hambriento, y saciares el alma afligida, en las tinieblas nacer� tu luz, y tu oscuridad ser� como el medio d�a; Y Jehov� te pastorear� siempre, y en las sequ�as hartar� tu alma, y engordar� tus huesos; y ser�n como huerta de riego, y como manadero de aguas, cuyas aguas nunca faltan. Y edificar�n los de ti los desiertos antiguos; los cimientos de generaci�n y generaci�n levantar�s: y ser�s llamado reparador de portillos, restaurador de calzadas para habitar. Si retrajeres del s�bado tu pie, de hacer tu voluntad en mi d�a santo, y al s�bado llamares delicias, santo, glorioso de Jehov�; y lo venerares, no hacinedo tus caminos, ni buscando tu voluntad, ni hablando tus palabras: Entonces te delelitar�s en Jehov�; y yo te har� subir sobre las alturas de la tierra, y te dar� � comer la heredad de Jacob tu padre: porque la boca de Jehov� lo ha hablado. Isa�as 59HE aqu� que no se ha acortado la mano de Jehov� para salvar, ni hase agravado su o�do para oir: Mas vuestras iniquidades han hecho divisi�n entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar su rostro de vosotros, para no oir. Porque vuestras manos est�n contaminadas de sangre, y vuestros dedos de iniquidad; vuestros labios pronuncian mentira, habla maldad vuestra lengua. No hay quien clame por la justicia, ni quien juzgue por la verdad: conf�an en vanidad, y hablan vanidades; conciben trabajo, y paren iniquidad. Ponen huevos de �spides, y tejen telas de ara�as: el que comiere de sus huevos, morir�; y si lo apretaren, saldr� un basilisco. Sus telas no servir�n para vestir, ni de sus obras ser�n cubiertos: sus obras son obras de iniquidad, y obra de rapi�a est� en sus manos. Sus pies corren al mal, y se apresuran para derramar la sangre inocente; sus pensamientos, pensamientos de iniquidad, destrucci�n y quebrantamiento en sus caminos. No conocieron camino de paz, ni hay derecho en sus caminos: sus veredas son torcidas; cualquiera que por ellas fuere, no conocer� paz. Por esto se alej� de nosotros el juicio, y no nos alcanz� justicia: esperamos luz, y he aqu� tinieblas; resplandores, y andamos en oscuridad. Palpamos la pared como ciegos, y andamos � tiento como sin ojos; tropezamos al medio d�a como de noche; estamos en oscuros lugares como muertos. Aullamos como osos todos nosotros, y gemimos lastimeramente como palomas: esperamos juicio, y no lo hay; salud, y alej�se de nosotros. Porque nuestras rebeliones se han multiplicado delante de ti, y nuestros pecados han atestiguado contra nosotros; porque con nosotros est�n nuestras iniquidades, y conocemos nuestros pecados: El prevaricar y mentir contra Jehov�, y tornar de en pos de nuestro Dios; el hablar calumnia y rebeli�n, concebir y proferir de coraz�n palabras de mentira. Y el derecho se retir�, y la justicia se puso lejos: porque la verdad tropez� en la plaza, y la equidad no pudo venir. Y la verdad fu� detenida; y el que se apart� del mal, fu� puesto en presa: y vi�lo Jehov�, y desagrad� en sus ojos, porque pereci� el derecho. Y vi� que no hab�a hombre, y maravill�se que no hubiera quien se interpusiese; y salv�lo su brazo, y afirm�le su misma justicia. Pues de justicia se visti� como de loriga, con capacete de salud en su cabeza: y visti�se de vestido de venganza por vestidura, y cubri�se de celo como de manto, Como para retribuir, como para retornar ira � sus enemigos, y dar el pago � sus adversarios: el pago dar� � las islas. Y temer�n desde el occidente el nombre de Jehov�, y desde el nacimiento del sol su gloria: porque vendr� el enemigo como r�o, mas el esp�ritu de Jehov� levantar� bandera contra �l. Y vendr� el Redentor � Si�n, y � los que se volvieren de la iniquidad en Jacob, dice Jehov�. Y este ser� mi pacto con ellos, dijo Jehov�: El esp�ritu m�o que est� sobre ti, y mis palabras que puse en tu boca, no faltar�n de tu boca, ni de la boca de tu simiente, dijo Jehov�, ni de la boca de la simiente de tu simiente, desde ahora y para siempre. Isa�as 60LEVANTATE, resplandece; que ha venido tu lumbre, y la gloria de Jehov� ha nacido sobre ti. Porque he aqu� que tinieblas cubrir�n la tierra, y oscuridad los pueblos: mas sobre ti nacer� Jehov�, y sobre ti ser� vista su gloria. Y andar�n las gentes � tu luz, y los reyes al resplandor de tu nacimiento. Alza tus ojos en derredor, y mira: todos estos se han juntado, vinieron � ti: tus hijos vendr�n de lejos, y tus hijas sobre el lado ser�n criadas. Entonces ver�s y resplandecer�s; y se maravillar� y ensanchar� tu coraz�n, que se haya vuelto � ti la multitud de la mar, y la fortaleza de las gentes haya venido � ti. Multitud de camellos te cubrir�, dromedarios de Madi�n y de Epha; vendr�n todos los de Seba; traer�n oro � incienso, y publicar�n alabanzas de Jehov�. Todo el ganado de Cedar ser� juntado para ti: carneros de Nebayoth te ser�n servidos: ser�n ofrecidos con agrado sobre mi altar, y glorificar� la casa de mi gloria. �Qui�nes son estos que vuelan como nubes, y como palomas � sus ventanas? Ciertamente � m� esperar�n las islas, y las naves de Tarsis desde el principio, para traer tus hijos de lejos, su plata y su oro con ellos, al nombre de Jehov� tu Dios, y al Santo de Israel, que te ha glorificado. Y los hijos de los extranjeros edificar�n tus muros, y sus reyes te servir�n; porque en mi ira te her�, mas en mi buena voluntad tendr� de ti misericordia. Tus puertas estar�n de continuo abiertas, no se cerrar�n de d�a ni de noche, para que sea tra�da � ti fortaleza de gentes, y sus reyes conducidos. Porque la gente � el reino que no te sirviere, perecer�; y del todo ser�n asoladas. La gloria del L�bano vendr� � ti, hayas, pinos, y bojes juntamente, para decorar el lugar de mi santuario; y yo honrar� el lugar de mis pies. Y vendr�n � ti humillados los hijos de los que te afligieron, y � las pisadas de tus pies se encorvar�n todos los que te escarnec�an, y llamarte han Ciudad de Jehov�, Si�n del Santo de Israel. En lugar de que has sido desechada y aborrecida, y que no hab�a quien por ti pasase, ponerte he en gloria perpetua, gozo de generaci�n y generaci�n. Y mamar�s la leche de las gentes, el pecho de los reyes mamar�s; y conocer�s que yo Jehov� soy el Salvador tuyo, y Redentor tuyo, el Fuerte de Jacob. En vez de cobre traer� oro, y por hierro plata, y por madera metal, y en lugar de piedras hierro; y pondr� paz por tu tributo, y justicia por tus exactores. Nunca m�s se oir� en tu tierra violencia, destrucci�n ni quebrantamiento en tus t�rminos; mas � tus muros llamar�s Salud, y � tus puertas Alabanza. El sol nunca m�s te servir� de luz para el d�a, ni el resplandor de la luna te alumbrar�; sino que Jehov� te ser� por luz perpetua, y el Dios tuyo por tu gloria. No se pondr� jam�s tu sol, ni menguar� tu luna: porque te ser� Jehov� por luz perpetua, y los d�as de tu luto ser�n acabados. Y tu pueblo, todos ellos ser�n justos, para siempre heredar�n la tierra; renuevos de mi plant�o, obra de mis manos, para glorificarme. El peque�o ser� por mil, el menor, por gente fuerte. Yo Jehov� � su tiempo har� que esto sea presto. Isa�as 61EL esp�ritu del Se�or Jehov� es sobre m�, porque me ungi� Jehov�; hame enviado � predicar buenas nuevas � los abatidos, � vendar � los quebrantados de coraz�n, � publicar libertad � los cautivos, y � los presos abertura de la c�rcel; A promulgar a�o de la buena voluntad de Jehov�, y d�a de venganza del Dios nuestro; � consolar � todos los enlutados; A ordenar � Si�n � los enlutados, para darles gloria en lugar de ceniza, �leo de gozo en lugar del luto, manto de alegr�a en lugar del esp�ritu angustiado; y ser�n llamados �rboles de justicia, plant�o de Jehov�, para gloria suya. Y edificar�n los desiertos antiguos, y levantar�n los asolamientos primeros, y restaurar�n las ciudades asoladas, los asolamientos de muchas generaciones. Y estar�n extranjeros, y apacentar�n vuestras ovejas, y los extra�os ser�n vuestros labradores y vuestros vi�adores. Y vosotros ser�is llamados sacerdotes de Jehov�, ministros del Dios nuestro ser�is dichos: comer�is las riquezas de las gentes, y con su gloria ser�is sublimes. En lugar de vuestra doble confusi�n, y de vuestra deshonra, os alabar�n en sus heredades; por lo cual en sus tierras poseer�n doblado, y tendr�n perpetuo gozo. Porque yo Jehov� soy amador del derecho, aborrecedor del latrocinio para holocausto; por tanto afirmar� en verdad su obra, y har� con ellos pacto perpetuo. Y la simiente de ellos ser� conocida entre las gentes, y sus renuevos en medio de los pueblos; todos los que los vieren, los conocer�n, que son simiente bendita de Jehov�. En gran manera me gozar� en Jehov�, mi alma se alegrar� en mi Dios; porque me visti� de vestidos de salud, rode�me de manto de justicia, como � novio me atavi�, y como � novia compuesta de sus joyas. Porque como la tierra produce su renuevo, y como el huerto hace brotar su simiente, as� el Se�or Jehov� har� brotar justicia y alabanza delante de todas las gentes. Isa�as 62POR amor de Si�n no callar�, y por amor de Jerusalem no he de parar, hasta que salga como resplandor su justicia, y su salud se encienda como una antorcha. Entonces ver�n las gentes tu justicia, y todos los reyes tu gloria; y te ser� puesto un nombre nuevo, que la boca de Jehov� nombrar�. Y ser�s corona de gloria en la mano de Jehov�, y diadema de reino en la mano del Dios tuyo. Nunca m�s te llamar�n Desamparada, ni tu tierra se dir� m�s Asolamiento; sino que ser�s llamada Hephzibah, y tu tierra, Beulah; porque el amor de Jehov� ser� en ti, y tu tierra ser� casada. Pues como el mancebo se casa con la virgen, se casar�n contigo tus hijos; y como el gozo del esposo con la esposa, as� se gozar� contigo el Dios tuyo. Sobre tus muros, oh Jerusalem, he puesto guardas; todo el d�a y toda la noche no callar�n jam�s. Los que os acord�is de Jehov�, no ces�is, Ni le deis tregua, hasta que confirme, y hasta que ponga � Jerusalem en alabanza en la tierra. Jur� Jehov� por su mano derecha, y por el brazo de su fortaleza: Que jam�s dar� tu trigo por comida � tus enemigos, ni beber�n los extra�os el vino que t� trabajaste: Mas los que lo allegaron lo comer�n, y alabar�n � Jehov�; y los que lo cogieron, lo beber�n en los atrios de mi santuario. Pasad, pasad por las puertas; barred el camino al pueblo; allanad, allanad la calzada, quitad las piedras, alzad pend�n � los pueblos. He aqu� que Jehov� hizo oir hasta lo �ltimo de la tierra: Decid � la hija de Si�n: He aqu� viene tu Salvador; he aqu� su recompensa con �l, y delante de �l su obra. Y llamarles han Pueblo Santo, Redimidos de Jehov�; y � ti te llamar�n Ciudad Buscada, no desamparada. Isa�as 63�QUI�N es �ste que viene de Edom, de Bosra con vestidos bermejos? ��ste hermoso en su vestido, que marcha en la grandeza de su poder? Yo, el que hablo en justicia, grande para salvar. �Por qu� es bermejo tu vestido, y tus ropas como del que ha pisado en lagar? Pisado he yo solo el lagar, y de los pueblos nadie fu� conmigo: pis�los con mi ira, y holl�los con mi furor; y su sangre salpic� mis vestidos, y ensuci� todas mis ropas. Porque el d�a de la venganza est� en mi coraz�n, y el a�o de mis redimidos es venido. Y mir� y no hab�a quien ayudar�, y maravill�me que no hubiera quien sustentase: y salv�me mi brazo, y sost�vome mi ira. Y con mi ira holl� los pueblos, y embriagu�los de mi furor, y derrib� � tierra su fortaleza. De las misericordias de Jehov� har� memoria, de las alabanzas de Jehov�, conforme � todo lo que Jehov� nos ha dado, y de la grandeza de su beneficencia hacia la casa de Israel, que les ha hecho seg�n sus misericordias, y seg�n la multitud de sus miseraciones. Porque dijo: Ciertamente mi pueblo son, hijos que no mienten; y fu� su Salvador. En toda angustia de ellos �l fu� angustiado, y el �ngel de su faz los salv�: en su amor y en su clemencia los redimi�, y los trajo, y los levant� todos los d�as del siglo. Mas ellos fueron rebeldes, � hicieron enojar su esp�ritu santo; por lo cual se les volvi� enemigo, y �l mismo pele� contra ellos. Empero acord�se de los d�as antiguos, de Mois�s y de su pueblo, diciendo: �D�nde est� el que les hizo subir de la mar con el pastor de su reba�o? �d�nde el que puso en medio de �l su esp�ritu santo? �El que los gui� por la diestra de Mois�s con el brazo de su gloria; el que rompi� las aguas delante de ellos, haci�ndose as� nombre perpetuo? �El que los condujo por los abismos, como un caballo por el desierto, sin que tropezaran? El esp�ritu de Jehov� los pastore�, como � una bestia que desciende al valle; as� pastoreaste tu pueblo, para hacerte nombre glorioso. Mira desde el cielo, y contempla desde la morada de tu santidad y de tu gloria: �d�nde est� tu celo, y tu fortaleza, la conmoci�n de tus entra�as y de tus miseraciones para conmigo? �hanse estrechado? T� empero eres nuestro padre, si bien Abraham nos ignora, � Israel no nos conoce: t�, oh Jehov�, eres nuestro padre; nuestro Redentor perpetuo es tu nombre. �Por qu�, oh Jehov�, nos has hecho errar de tus caminos, y endureciste nuestro coraz�n � tu temor? Vu�lvete por amor de tus siervos, por las tribus de tu heredad. Por poco tiempo lo posey� el pueblo de tu santidad: nuestros enemigos han hollado tu santuario. Hemos venido � ser como aquellos de quienes nunca te ense�oreaste, sobre los cuales nunca fu� llamado tu nombre. Isa�as 64�OH si rompiese los cielos, y descendieras, y � tu presencia se escurriesen los montes, Como fuego abrasador de fundiciones, fuego que hace hervir las aguas, para que hicieras notorio tu nombre � tus enemigos, y las gentes temblasen � tu presencia! Cuando, haciendo terriblezas cuales nunca esper�bamos, descendiste, fluyeron los montes delante de ti. Ni nunca oyeron, ni o�dos percibieron, ni ojo ha visto Dios fuera de ti, que hiciese por el que en �l espera. Saliste al encuentro al que con alegr�a obraba justicia, � los que se acordaban de ti en tus caminos: he aqu�, t� te enojaste porque pecamos; en esos hay perpetuidad, y seremos salvos. Si bien todos nosotros somos como suciedad, y todas nuestras justicias como trapo de inmundicia; y ca�mos todos nosotros como la hoja, y nuestras maldades nos llevaron como viento. Y nadie hay que invoque tu nombre, que se despierte para tenerte; por lo cual escondiste de nosotros tu rostro, y nos dejaste marchitar en poder de nuestras maldades. Ahora pues, Jehov�, t� eres nuestro padre; nosotros lodo, y t� el que nos formaste; as� que obra de tus manos, todos nosotros. No te aires, oh Jehov�, sobremanera, ni tengas perpetua memoria de la iniquidad: he aqu� mira ahora, pueblo tuyo somos todos nosotros. Tus santas ciudades est�n desiertas, Si�n es un desierto, Jerusalem una soledad. La casa de nuestro santuario y de nuestra gloria, en la cual te alabaron nuestros padres, fu� consumida al fuego; y todas nuestras cosas preciosas han sido destru�das. �Te estar�s quieto, oh Jehov�, sobre estas cosas? �callar�s, y nos afligir�s sobremanera? Isa�as 65FUI buscado de los que no preguntaban por m�; fu� hallado de los que no me buscaban. Dije � gente que no invocaba mi nombre: Heme aqu�, heme aqu�. Extend� mis manos todo el d�a � pueblo rebelde, el cual anda por camino no bueno, en pos de sus pensamientos; Pueblo que en mi cara me provoca de continuo � ira, sacrificando en huertos, y ofreciendo perfume sobre ladrillos; Que se quedan en los sepulcros, y en los desiertos tienen la noche; que comen carne de puerco, y en sus ollas hay caldo de cosas inmundas; Que dicen: Est�te en tu lugar, no te llegues � m�, que soy m�s santo que t�: �stos son humo en mi furor, fuego que arde todo el d�a. He aqu� que escrito est� delante de m�; no callar�, antes retornar�, y dar� el pago en su seno, Por vuestras iniquidades, y las iniquidades de vuestros padres juntamente, dice Jehov�, los cuales hicieron perfume sobre los montes, y sobre los collados me afrentaron: por tanto yo les medir� su obra antigua en su seno. As� ha dicho Jehov�: Como si alguno hallase mosto en un racimo, y dijese: No lo desperdicies, que bendici�n hay en �l; as� har� yo por mis siervos, que no lo destruir� todo. Mas sacar� simiente de Jacob, y de Jud� heredero de mis montes; y mis escogidos poseer�n por heredad la tierra, y mis siervos habitar�n all�. Y ser� Sar�n para habitaci�n de ovejas, y el valle de Ach�r para majada de vacas, � mi pueblo que me busc�. Empero vosotros los que dej�is � Jehov�, que olvid�is el monte de mi santidad, que pon�is mesa para la Fortuna, y suministr�is libaciones para el Destino; Yo tambi�n os destinar� al cuchillo, y todos vosotros os arrodillar�is al degolladero: por cuanto llam�, y no respondisteis; habl�, y no oisteis; sino que hicisteis lo malo delante de mis ojos, y escogisteis lo que � m� desagrada. Por tanto as� dijo el Se�or Jehov�: He aqu� que mis siervos comer�n, y vosotros tendr�is hambre; he aqu� que mis siervos beber�n, y vosotros tendr�is sed; he aqu� que mis siervos se alegrar�n, y vosotros ser�is avergonzados; He aqu� que mis siervos cantar�n por j�bilo del coraz�n, y vosotros clamar�is por el dolor del coraz�n, y por el quebrantamiento de esp�ritu aullar�is. Y dejar�is vuestro nombre por maldici�n � mis escogidos, y el Se�or Jehov� te matar�; y � sus siervos llamar� por otro nombre. El que se bendijere en la tierra, en el Dios de verdad se bendecir�; y el que jurare en la tierra, por el Dios de verdad jurar�; porque las angustias primeras ser�n olvidadas, y ser�n cubiertas de mis ojos. Porque he aqu� que yo cr�o nuevos cielos y nueva tierra: y de lo primero no habr� memoria, ni m�s vendr� al pensamiento. Mas os gozar�is y os alegrar�is por siglo de siglo en las cosas que yo cr�o: porque he aqu� que yo las cosas que yo cr�o: porque he aqu� que yo fzacr�o � Jerusalem alegr�a, y � su pueblo gozo. Y alegrar�me con Jerusalem, y gozar�me con mi pueblo; y nunca m�s se oir�n en ella voz de lloro, ni voz de clamor. No habr� m�s all� ni�o de d�as, ni viejo que sus d�as no cumpla: porque el ni�o morir� de cien a�os, y el pecador de cien a�os, ser� maldito. Y edificar�n casas, y morar�n en ellas; plantar�n vi�as, y comer�n el fruto de ellas. No edificar�n, y otro morar�; no plantar�n, y otro comer�: porque seg�n los d�as de los �rboles ser�n los d�as de mi pueblo, y mis escogidos perpetuar�n las obras de sus manos. No trabajar�n en vano, ni parir�n para maldici�n; porque son simiente de los benditos de Jehov�, y sus descendientes con ellos. Y ser� que antes que clamen, responder� yo; aun estando ellos hablando, yo habr� o�do. El lobo y el cordero ser�n apacentados juntos, y el le�n comer� paja como el buey; y � la serpiente el polvo ser� su comida. No afligir�n, ni har�n mal en todo mi santo monte, dijo Jehov�. Isa�as 66JEHOVA dijo as�: El cielo es mi solio, y la tierra estrado de mis pies: �d�nde est� la casa que me habr�is de edificar, y d�nde este lugar de mi reposo? Mi mano hizo todas estas cosas, y as� todas estas cosas fueron, dice Jehov�: mas � aqu�l mirar� que es pobre y humilde de esp�ritu, y que tiembla � mi palabra. El que sacrifica buey, como si matase un hombre; el que sacrifica oveja, como si degollase un perro; el que ofrece presente, como si ofreciese sangre de puerco; el que ofrece perfume, como si bendijese � un �dolo. Y pues escogieron sus caminos, y su alma am� sus abominaciones. Tambi�n yo escoger� sus escarnios, y traer� sobre ellos lo que temieron; porque llam�, y nadie respondi�; habl�, y no oyeron; antes hicieron lo malo delante de mis ojos, y escogieron lo que � m� desagrada. Oid palabra de Jehov�, vosotros los que tembl�is � su palabra: Vuestros hermanos los que os aborrecen, y os niegan por causa de mi nombre, dijeron: Glorif�quese Jehov�. Mas �l se mostrar� con alegr�a vuestra, y ellos ser�n confundidos. Voz de alboroto de la ciudad, voz del templo, voz de Jehov� que da el pago � sus enemigos. Antes que estuviese de parto, pari�; antes que le viniesen dolores pari� hijo. �Qui�n oy� cosa semejante? �qui�n vi� cosa tal? �parir� la tierra en un d�a? �nacer� una naci�n de una vez? Pues en cuanto Si�n estuvo de parto, pari� sus hijos. �Yo que hago parir, no parir�? dijo Jehov�. �Yo que hago engendrar, ser� detenido? dice el Dios tuyo. Alegraos con Jerusalem, y gozaos con ella, todos los que la am�is: llenaos con ella de gozo, todos los que os enlut�is por ella: Para que mam�is y os saci�is de los pechos de sus consolaciones; para que orde��is, y os deleit�is con el resplandor de su gloria. Porque as� dice Jehov�: He aqu� que yo extiendo sobre ella paz como un r�o, y la gloria de las gentes como un arroyo que sale de madre; y mamar�is, y sobre el lado ser�is tra�dos, y sobre las rodillas ser�is regalados. Como aquel � quien consuela su madre, as� os consolar� yo � vosotros, y en Jerusalem tomar�is consuelo. Y ver�is, y alegrar�se vuestro coraz�n, y vuestros huesos reverdecer�n como la hierba: y la mano de Jehov� para con sus siervos ser� conocida, y se airar� contra sus enemigos. Porque he aqu� que Jehov� vendr� con fuego, y sus carros como torbellino, para tornar su ira en furor, y su reprensi�n en llama de fuego. Porque Jehov� juzgar� con fuego y con su espada � toda carne: y los muertos de Jehov� ser�n multiplicados. Los que se santifican y los que se purifican en los huertos, unos tras otros, los que comen carne de puerco, y abominaci�n, y rat�n; juntamente ser�n talados, dice Jehov�. Porque yo entiendo sus obras y sus pensamientos: tiempo vendr� para juntar todas las gentes y lenguas; y vendr�n, y ver�n mi gloria. Y pondr� entre ellos se�al, y enviar� de los escapados de ellos � las gentes, � Tarsis, � Pul y Lud, que disparan arco, � Tubal y � Jav�n, � las islas apartadas que no oyeron de m�, ni vieron mi gloria; y publicar�n mi gloria entre las gentes. Y traer�n � todos vuestros hermanos de entre todas las naciones, por presente � Jehov�, en caballos, en carros, en literas, y en mulos, y en camellos, � mi santo monte de Jerusalem, dice Jehov�, al modo que los hijos de Israel traen el presente en vasos limpios � la casa de Jehov�. Y tomar� tambi�n de ellos para sacerdotes y Levitas, dice Jehov�. Porque como los cielos nuevos y la nueva tierra, que yo hago, permanecen delante de m�, dice Jehov�, as� permanecer� vuestra simiente y vuestro nombre. Y ser� que de mes en mes, y de s�bado en s�bado, vendr� toda carne � adorar delante de m�, dijo Jehov�. Y saldr�n, y ver�n los cad�veres de los hombres que se rebelaron contra m�: porque su gusano nunca morir�, ni su fuego se apagar�; y ser�n abominables � toda carne.
Jerem�as LA BIBLIA Versión Reina-Valera de 1909 �NDICE [1 | 2 | 3 | 4 | 5 | 6 | 7 | 8 | 9 | 10 | 11 | 12 | 13 | 14 | 15 | 16 | 17 | 18 | 19 | 20 | 21 | 22 | 23 | 24 | 25 | 26 | 27 | 28 | 29 | 30 | 31 | 32 | 33 | 34 | 35 | 36 | 37 | 38 | 39 | 40 | 41 | 42 | 43 | 44 | 45 | 46 | 47 | 48 | 49 | 50 | 51 | 52 ]Jerem�as 1LAS palabras de Jerem�as hijo de Hilc�as, de los sacerdotes que estuvieron en Anathoth, en tierra de Benjam�n. La palabra de Jehov� que fu� � �l en los d�as de Jos�as hijo de Am�n, rey de Jud�, en el a�o d�cimotercio de su reinado. Fu� asimismo en d�as de Joacim hijo de Jos�as, rey de Jud�, hasta el fin del a�o und�cimo de Sedech�as hijo de Jos�as, rey de Jud�, hasta la cautividad de Jerusalem en el mes quinto. Fu� pues palabra de Jehov� � m�, diciendo: Antes que te formase en el vientre te conoc�, y antes que salieses de la matriz te santifiqu�, te d� por profeta � las gentes. Y yo dije: �Ah! �ah! �Se�or Jehov�! He aqu�, no s� hablar, porque soy ni�o. Y d�jome Jehov�: No digas, soy ni�o; porque � todo lo que te enviar� ir�s t�, y dir�s todo lo que te mandar�. No temas delante de ellos, porque contigo soy para librarte, dice Jehov�. Y extendi� Jehov� su mano, y toc� sobre mi boca; y d�jome Jehov�: He aqu� he puesto mis palabras en tu boca. Mira que te he puesto en este d�a sobre gentes y sobre reinos, para arrancar y para destruir, y para arruinar y para derribar, y para edificar y para plantar. Y la palabra de Jehov� fu� � m�, diciendo: �Qu� ves t�, Jerem�as? Y dije: Yo veo una vara de almendro. Y d�jome Jehov�: Bien has visto; porque yo apresuro mi palabra para ponerla por obra. Y fu� � m� palabra de Jehov� segunda vez, diciendo: �Qu� ves t�? Y dije: Yo veo una olla que hierve; y su haz est� de la parte del aquil�n. Y d�jome Jehov�: Del aquil�n se soltar� el mal sobre todos los moradores de la tierra. Porque he aqu� que yo convoco todas las familias de los reinos del aquil�n, dice Jehov�; y vendr�n, y pondr� cada uno su asiento � la entrada de las puertas de Jerusalem, y junto � todos sus muros en derredor, y en todas las ciudades de Jud�. Y � causa de toda su malicia, proferir� mis juicios contra los que me dejaron, � incensaron � dioses extra�os, y � hechuras de sus manos se encorvaron. T� pues, ci�e tus lomos, y te levantar�s, y les hablar�s todo lo que te mandar�: no temas delante de ellos, porque no te haga yo quebrantar delante de ellos. Porque he aqu� que yo te he puesto en este d�a como ciudad fortalecida, y como columna de hierro, y como muro de bronce sobre toda la tierra, � los reyes de Jud�, � sus pr�ncipes, � sus sacerdotes, y al pueblo de la tierra. Y pelear�n contra ti, mas no te vencer�n; porque yo soy contigo, dice Jehov�, para librarte. Jerem�as 2Y FU� � m� palabra de Jehov�, diciendo: Anda, y clama � los o�dos de Jerusalem, diciendo: As� dice Jehov�: Heme acordado de ti, de la misericordia de tu mocedad, del amor de tu desposorio, cuando andabas en pos de m� en el desierto, en tierra no sembrada. Santidad era Israel � Jehov�, primicias de sus nuevos frutos. Todos los que le devoran pecar�n; mal vendr� sobre ellos, dice Jehov�. Oid la palabra de Jehov�, casa de Jacob, y todas las familias de la casa de Israel. As� dijo Jehov�: �Qu� maldad hallaron en m� vuestros padres, que se alejaron de m�, y se fueron tras la vanidad, y torn�ronse vanos? Y no dijeron: �D�nde est� Jehov�, que nos hizo subir de tierra de Egipto, que nos hizo andar por el desierto, por una tierra desierta y despoblada, por tierra seca y de sombra de muerte, por una tierra por la cual no pas� var�n, ni all� habit� hombre? Y os met� en tierra de Carmelo, para que comieseis su fruto y su bien: mas entrasteis, y contaminasteis mi tierra, � hicisteis mi heredad abominable. Los sacerdotes no dijeron: �D�nde est� Jehov�? y los que ten�an la ley no me conocieron; y los pastores se rebelaron contra m�, y los profetas profetizaron en Baal, y anduvieron tras lo que no aprovecha. Por tanto entrar� a�n en juicio con vosotros, dijo Jehov�, y con los hijos de vuestros hijos pleitear�. Porque pasad � las islas de Ch�ttim y mirad; y enviad � Cedar, y considerad cuidadosamente, y ved si se ha hecho cosa semejante � �sta: Si alguna gente ha mudado sus dioses, bien que ellos no son dioses. Pero mi pueblo ha trocado su gloria por lo que no aprovecha. Espantaos, cielos, sobre esto, y horrorizaos; desolaos en gran manera, dijo Jehov�. Porque dos males ha hecho mi pueblo: dej�ronme � m�, fuente de agua viva, por cavar para s� cisternas, cisternas rotas que no detienen aguas. �Es Israel siervo? �es esclavo? �por qu� ha sido dado en presa? Los cachorros de los leones bramaron sobre �l, dieron su voz; y pusieron su tierra en soledad; quemadas est�n sus ciudades, sin morador. Aun los hijos de Noph y de Taphnes te quebrantaron la mollera. �No te acarre� esto tu dejar � Jehov� tu Dios, cuando te hac�a andar por camino? Ahora pues, �qu� tienes t� en el camino de Egipto, para que bebas agua del Nilo? �y qu� tienes t� en el camino de Asiria, para que bebas agua del r�o? Tu maldad te castigar�, y tu apartamiento te condenar�: sabe pues y ve cu�n malo y amargo es tu dejar � Jehov� tu Dios, y faltar mi temor en t�, dice el Se�or Jehov� de los ej�rcitos. Porque desde muy atr�s he quebrado tu yugo, y roto tus ataduras; y dijiste: No servir�. Con todo eso, sobre todo collado alto y debajo de todo �rbol umbroso, corrias t�, oh ramera. Y yo te plant� de buen vidue�o, simiente verdadera toda ella: �c�mo pues te me has tornado sarmientos de vid extra�a? Aunque te laves con lej�a, y amontones jab�n sobre t�, tu pecado est� sellado delante de m�, dijo el Se�or Jehov�. �Como dices: No soy inmunda, nunca anduve tras los Baales? Mira tu proceder en el valle, conoce lo que has hecho, dromedaria ligera que frecuentas sus carreras; Asna mont�s acostumbrada al desierto, que respira como quiere; �de su ocasi�n qui�n la detendr�? Todos los que la buscaren no se cansar�n; hallar�nla en su mes. Defiende tus pies de andar descalzos, y tu garganta de la sed. Mas dijiste: Hase perdido la esperanza; en ninguna manera: porque extra�os he amado y tras ellos tengo de ir. Como se averg�enza el ladr�n cuando es tomado, as� se avergonzar�n la casa de Israel, ellos, sus reyes, sus pr�ncipes, sus sacerdotes, y sus profetas; Que dicen al le�o: Mi padre eres t�; y � la piedra: T� me has engendrado: pues me volvieron la cerviz, y no el rostro; y en el tiempo de su trabajo dicen: Lev�ntate, y l�branos. �Y d�nde est�n tus dioses que hiciste para t�? Lev�ntense, � ver si te podr�n librar en el tiempo de tu aflicci�n: porque seg�n el n�mero de tus ciudades, oh Jud�, fueron tus dioses. �Por qu� porf�as conmigo? Todos vosotros prevaricasteis contra m�, dice Jehov�. Por dem�s he azotado vuestros hijos; no han recibido correcci�n. Cuchillo devor� vuestros profetas como le�n destrozador. �Oh generaci�n! ved vosotros la palabra de Jehov�. �He sido yo � Israel soledad, � tierra de tinieblas? �Por qu� ha dicho mi pueblo: Se�ores somos; nunca m�s vendremos � t�? �Olv�dase la virgen de su atav�o, � la desposada de sus sartales? mas mi pueblo se ha olvidado de m� por d�as que no tienen n�mero. �Por qu� abonas tu camino para hallar amor, pues aun � las malvadas ense�aste tus caminos? Aun en tus faldas se hall� la sangre de las almas de los pobres, de los inocentes: no la hall� en excavaci�n, sino en todas estas cosas. Y dices: Porque soy inocente, de cierto su ira se apart� de m�. He aqu� yo entrar� en juicio contigo, porque dijiste: No he pecado. �Para qu� discurres tanto, mudando tus caminos? Tambi�n ser�s avergonzada de Egipto, como fuiste avergonzada de Asiria. Tambi�n saldr�s de �l con tus manos sobre tu cabeza: porque Jehov� deshech� tus confianzas, y en ellas no tendr�s buen suceso. Jerem�as 3DICEN: Si alguno dejare su mujer, y y�ndose �sta de �l se juntare � otro hombre, �volver� � ella m�s? �no ser� tal tierra del todo amancillada? T� pues has fornicado con muchos amigos; mas vu�lvete � m�, dijo Jehov�. Alza tus ojos � los altos, y ve en qu� lugar no te hayas publicado: para ellos te sentabas en los caminos, como Arabe en el desierto; y con tus fornicaciones y con tu malicia has contaminado la tierra. Por esta causa las aguas han sido detenidas, y falt� la lluvia de la tarde; y has tenido frente de mala mujer, ni quisiste tener verg�enza. A lo menos desde ahora, �no clamar�s � m�, Padre m�o, guiador de mi juventud? �Guardar� su enojo para siempre? �eternalmente lo guardar�? He aqu� que has hablado y hecho cuantas maldades pudiste. Y d�jome Jehov� en d�as del rey Jos�as: �Has visto lo que ha hecho la rebelde Israel? Vase ella sobre todo monte alto y debajo de todo �rbol umbroso, y all� fornica. Y dije despu�s que hizo todo esto: Vu�lvete � m�; mas no se volvi�. Y vi� la rebelde su hermana Jud�. Que yo lo hab�a visto; que por todas estas causas en las cuales fornic� la rebelde Israel, yo la hab�a despedido, y d�dole la carta de su repudio; y no tuvo temor la rebelde Jud� su hermana, sino que tambi�n fu� ella y fornic�. Y sucedi� que por la liviandad de su fornicaci�n la tierra fu� contaminada, y adulter� con la piedra y con el le�o. Y con todo esto, la rebelde su hermana Jud� no se torn� � m� de todo su coraz�n, sino mentirosamente, dice Jehov�. Y d�jome Jehov�: Justificado ha su alma la rebelde Israel en comparaci�n de la desleal Jud�. Ve, y clama estas palabras hacia el aquil�n, y di: Vu�lvete, oh rebelde Israel, dice Jehov�; no har� caer mi ira sobre vosotros: porque misericordioso soy yo, dice Jehov�, no guardar� para siempre el enojo. Conoce empero tu maldad, porque contra Jehov� tu Dios has prevaricado, y tus caminos has derramado � los extra�os debajo de todo �rbol umbroso, y no oiste mi voz, dice Jehov�. Convert�os, hijos rebeldes, dice Jehov�, porque yo soy vuestro esposo: y os tomar� uno de una ciudad, y dos de una familia, y os introducir� en Si�n; Y os dar� pastores seg�n mi coraz�n, que os apacienten de ciencia y de inteligencia. Y acontecer�, que cuando os multiplicareis y creciereis en la tierra, en aquellos d�as, dice Jehov�, no se dir� m�s: Arca del pacto de Jehov�; ni vendr� al pensamiento, ni se acordar�n de ella, ni la visitar�n, ni se har� m�s. En aquel tiempo llamar�n � Jerusalem Trono de Jehov�, y todas las gentes se congregar�n � ella en el nombre de Jehov� en Jerusalem: ni andar�n m�s tras la dureza de su coraz�n malvado. En aquellos tiempos ir�n de la casa de Jud� � la casa de Israel, y vendr�n juntamente de tierra del aquil�n � la tierra que hice heredar � vuestros padres. Yo empero dije: �C�mo te pondr� por hijos, y te dar� la tierra deseable, la rica heredad de los ej�rcitos de las gentes? Y dije: Padre m�o me llamar�s, y no te apartar�s de en pos de m�. Mas como la esposa quiebra la fe de su compa�ero, as� prevaricasteis contra m�, oh casa de Israel, dice Jehov�. Voz sobre las alturas fu� o�da, llanto de los ruegos de los hijos de Israel; porque han torcido su camino, de Jehov� su Dios se han olvidado. Convert�os, hijos rebeldes, sanar� vuestras rebeliones. He aqu� nosotros venimos � t�; porque t� eres Jehov� nuestro Dios. Ciertamente vanidad son los collados, la multitud de los montes: ciertamente en Jehov� nuestro Dios est� la salud de Israel. Confusi�n consumi� el trabajo de nuestros padres desde nuestra mocedad; sus ovejas, sus vacas, sus hijos y sus hijas. Yacemos en nuestra confusi�n, y nuestra afrenta nos cubre: porque pecamos contra Jehov� nuestro Dios, nosotros y nuestros padres, desde nuestra juventud y hasta este d�a; y no hemos escuchado la voz de Jehov� nuestro Dios. Jerem�as 4SI te has de convertir, oh Israel, dice Jehov�, convi�rtete � m�; y si quitares de delante de m� tus abominaciones, no andar�s de ac� para all�. Y jurar�s, diciendo, Vive Jehov�, con verdad, con juicio, y con justicia: y bendecirse han en �l las gentes, y en �l se gloriar�n. Porque as� dice Jehov� � todo var�n de Jud� y de Jerusalem: Haced barbecho para vosotros, y no sembr�is sobre espinas. Circuncidaos � Jehov�, y quitad los prepucios de vuestro coraz�n, varones de Jud� y moradores de Jerusalem; no sea que mi ira salga como fuego, y se encienda y no haya quien apague, por la malicia de vuestras obras. Denunciad en Jud�, y haced oid en Jerusalem, y decid: Sonad trompeta en la tierra. Pregonad, juntad, y decid: Reun�os, y entr�monos en las ciudades fuertes. Alzad bandera en Si�n, juntaos, no os deteng�is; porque yo hago venir mal del aquil�n, y quebrantamiento grande. El le�n sube de su guarida, y el destruidor de gentes ha partido; salido ha de su asiento para poner tu tierra en soledad; tus ciudades ser�n asoladas, y sin morador. Por esto vest�os de saco, endechad y aullad; porque la ira de Jehov� no se ha apartado de nosotros. Y ser� en aquel d�a, dice Jehov�, que desfallecer� el coraz�n del rey, y el coraz�n de los pr�ncipes, y los sacerdotes estar�n at�nitos, y se maravillar�n los profetas. Y dije: �Ay, ay, Jehov� Dios! verdaderamente en gran manera has enga�ado � este pueblo y � Jerusalem, diciendo, Paz tendr�is; pues que el cuchillo ha venido hasta el alma. En aquel tiempo se dir� de este pueblo y de Jerusalem: Viento seco de las alturas del desierto vino � la hija de m� pueblo, no para aventar, ni para limpiar. Viento m�s vehemente que estos vendr� � m�: y ahora yo hablar� juicios con ellos. He aqu� que subir� como nube, y su carro como torbellino; m�s ligeros con sus caballos que las �guilas. �Ay de nosotros, porque dados somos � saco! Lava de la malicia tu coraz�n, oh Jerusalem, para que seas salva. �Hasta cu�ndo dejar�s estar en medio de ti los pensamientos de iniquidad? Porque la voz se oye del que trae las nuevas desde Dan, y del que hace oir la calamidad desde el monte de Ephraim. Decid � las gentes; he aqu�, haced oir sobre Jerusalem: Guardas vienen de tierra lejana, y dar�n su voz sobre las ciudades de Jud�. Como las guardas de las heredades, estuvieron sobre ella en derredor, porque se rebel� contra m�, dice Jehov�. Tu camino y tus obras te hicieron esto, �sta tu maldad: por lo cual amargura penetrar� hasta tu coraz�n. �Mis entra�as, mis entra�as! Me duelen las telas de mi coraz�n: mi coraz�n ruge dentro de m�; no callar�; porque voz de trompeta has o�do, oh alma m�a, preg�n de guerra. Quebrantamiento sobre quebrantamiento es llamado; porque toda la tierra es destru�da: en un punto son destru�das mis tiendas, en un momento mis cortinas. �Hasta cu�ndo tengo de ver bandera, tengo de oir voz de trompeta? Porque mi pueblo es necio; no me conocieron los hijos ignorantes y los no entendidos; sabios para mal hacer, y para bien hacer no supieron. Mir� la tierra, y he aqu� que estaba asolada y vac�a; y los cielos, y no hab�a en ellos luz. Mir� los montes, y he aqu� que temblaban, y todos los collados fueron destru�dos. Mir�, y no parec�a hombre, y todas las aves del cielo se hab�an ido. Mir�, y he aqu� el Carmelo desierto, y todas sus ciudades eran asoladas � la presencia de Jehov�, � la presencia del furor de su ira. Porque as� dijo Jehov�: Toda la tierra ser� asolada; mas no har� consumaci�n. Por esto se enlutar� la tierra, y los cielos arriba se oscurecer�n, porque habl�, pens�, y no me arrepent�, ni me tornar� de ello. Del estruendo de la gente de � caballo y de los flecheros huy� toda la ciudad; entr�ronse en las espesuras de los bosques, y subi�ronse en pe�ascos; todas las ciudades fueron desamparadas, y no qued� en ellas morador alguno. Y t�, destru�da, �qu� har�s? Bien que te vistas de grana, aunque te adornes con atav�os de oro, aunque pintes con antimonio tus ojos, en vano te engalanas; menospreci�ronte los amadores, buscar�n tu alma. Porque voz o� como de mujer que est� de parto, angustia como de primeriza; voz de la hija de Si�n que lamenta y extiende sus manos, diciendo: �Ay ahora de m�! que mi alma desmaya � causa de los matadores. Jerem�as 5DISCURRID por las plazas de Jerusalem, y mirad ahora, y sabed, y buscad en sus plazas si hall�is hombre, si hay alguno que haga juicio, que busque verdad; y yo la perdonar�. Y si dijeren: Vive Jehov�; por tanto jurar�n mentira. Oh Jehov�, �no miran tus ojos � la verdad? Azot�stelos, y no les doli�; consum�stelos, y no quisieron recibir correcci�n; endurecieron sus rostros m�s que la piedra, no quisieron tornarse. Yo empero dije: Por cierto ellos son pobres, enloquecido han, pues no conocen el camino de Jehov�, el juicio de su Dios. Irme he � los grandes, y hablar�les; porque ellos conocen el camino de Jehov�, el juicio de su Dios. Ciertamente ellos tambi�n quebraron el yugo, rompieron las coyundas. Por tanto, le�n del monte los herir�, destruir�los lobo del desierto, tigre acechar� sobre sus ciudades; cualquiera que de ellas saliere, ser� arrebatado: porque sus rebeliones se han multiplicado, hanse aumentado sus deslealtades. �C�mo te he de perdonar por esto? Sus hijos me dejaron, y juraron por lo que no es Dios. Saci�los, y adulteraron, y en casa de ramera se juntaron en compa��as. Como caballos bien hartos fueron � la ma�ana, cada cual relinchaba � la mujer de su pr�jimo. �No hab�a de hacer visitaci�n sobre esto? dijo Jehov�. De una gente como �sta �no se hab�a de vengar mi alma? Escalad sus muros, y destruid; mas no hag�is consumaci�n: quitad las almenas de sus muros, porque no son de Jehov�. Porque resueltamente se rebelaron contra m� la casa de Israel y la casa de Jud�, dice Jehov�. Negaron � Jehov�, y dijeron: El no es, y no vendr� mal sobre nosotros, ni veremos cuchillo ni hambre; Antes los profetas ser�n como viento, y no hay en ellos palabra; as� se har� � ellos. Por tanto, as� ha dicho Jehov� Dios de los ej�rcitos: Porque hablasteis esta palabra, he aqu� yo pongo en tu boca mis palabras por fuego, y � este pueblo por le�os, y los consumir�. He aqu� yo traigo sobre vosotros gente de lejos, oh casa de Israel, dice Jehov�; gente robusta, gente antigua, gente cuya lengua ignorar�s, y no entender�s lo que hablare. Su aljaba como sepulcro abierto, todos valientes. Y comer� tu mies y tu pan, que hab�an de comer tus hijos y tus hijas; comer� tus ovejas y tus vacas, comer� tus vi�as y tus higueras; y tus ciudades fuertes en que t� conf�as, tornar� en nada � cuchillo. Empero en aquellos d�as, dice Jehov�, no os acabar� del todo. Y ser� que cuando dijereis: �Por qu� hizo Jehov� el Dios nuestro con nosotros todas estas cosas? entonces les dir�s: De la manera que me dejasteis � m�, y servisteis � dioses ajenos en vuestra tierra as� servir�is � extra�os en tierra ajena. Denunciad esto en la casa de Jacob, y haced que esto se oiga en Jud�, diciendo: Oid ahora esto, pueblo necio y sin coraz�n, que tienen ojos y no ven, que tienen o�dos y no oyen: �A m� no temer�is? dice Jehov�; �no os amedrentar�is � mi presencia, que al mar por ordenaci�n eterna, la cual no quebrantar�, puse arena por t�rmino? Se levantar�n tempestades, mas no prevalecer�n; bramar�n sus ondas, mas no lo pasar�n. Empero este pueblo tiene coraz�n falso y rebelde; torn�ronse y fu�ronse. Y no dijeron en su coraz�n: Temamos ahora � Jehov� Dios nuestro, que da lluvia temprana y tard�a en su tiempo; los tiempos establecidos de la siega nos guarda. Vuestras iniquidades han estorbado estas cosas; y vuestros pecados apartaron de vosotros el bien. Porque fueron hallados en mi pueblo imp�os; acechaban como quien pone lazos; pusieron trampa para tomar hombres. Como jaula llena de p�jaros, as� est�n sus casas llenas de enga�o: as� se hicieron grandes y ricos. Engordaron y pusi�ronse lustrosos, y sobrepujaron los hechos del malo: no juzgaron la causa, la causa del hu�rfano; con todo hici�ronse pr�speros, y la causa de los pobres no juzgaron. �No tengo de visitar sobre esto? dice Jehov�; �y de tal gente no se vengar� mi alma? Cosa espantosa y fea es hecha en la tierra: Los profetas profetizaron mentira, y los sacerdotes dirig�an por manos de ellos; y mi pueblo as� lo quiso. �Qu� pues har�is � su fin? Jerem�as 6HUID, hijos de Benjam�n, de en medio de Jerusalem, y tocad bocina en Tecoa, y alzad por se�al humo sobre Beth-hacch�rem: porque del aquil�n se ha visto mal, y quebrantamiento grande. A mujer hermosa y delicada compar� � la hija de Si�n. A ella vendr�n pastores y sus reba�os; junto � ella en derredor pondr�n sus tiendas; cada uno apacentar� � su parte. Denunciad guerra contra ella: levantaos y subamos hacia el mediod�a. �Ay de nosotros! que va cayendo ya el d�a, que las sombras de la tarde se han extendido. Levantaos, y subamos de noche, y destruyamos sus palacios. Porque as� dijo Jehov� de los ej�rcitos: Cortad �rboles, y extended baluarte junto � Jerusalem: esta es la ciudad que toda ella ha de ser visitada; violencia hay en medio de ella. Como la fuente nunca cesa de manar sus aguas, as� nunca cesa de manar su malicia; injusticia y robo se oye en ella; continuamente en mi presencia, enfermedad y herida. Corr�gete, Jerusalem, porque no se aparte mi alma de ti, porque no te torne desierta, tierra no habitada. As� dijo Jehov� de los ej�rcitos: Del todo rebuscar�n como � vid el resto de Israel: torna tu mano como vendimiador � los cestos. �A qui�n tengo de hablar y amonestar, para que oigan? He aqu� que sus orejas son incircuncisas, y no pueden escuchar; he aqu� que la palabra de Jehov� les es cosa vergonzosa, no la aman. Por tanto estoy lleno de sa�a de Jehov�, trabajado he por contenerme; derramar�la sobre los ni�os en la calle, y sobre la reuni�n de los j�venes juntamente; porque el marido tambi�n ser� preso con la mujer, el viejo con el lleno de d�as. Y sus casas ser�n traspasadas � otros, sus heredades y tambi�n sus mujeres; porque extender� mi mano sobre los moradores de la tierra, dice Jehov�. Porque desde el m�s chico de ellos hasta el m�s grande de ellos, cada uno sigue la avaricia; y desde el profeta hasta el sacerdote, todos son enga�adores. Y curan el quebrantamiento de la hija de mi pueblo con liviandad, diciendo, Paz, paz; y no hay paz. �Hanse avergonzado de haber hecho abominaci�n? No por cierto, no se han avergonzado, ni aun saben tener verg�enza: por tanto caer�n entre los que caer�n; caer�n cuando los visitar�, dice Jehov�. As� dijo Jehov�: Paraos en los caminos, y mirad, y preguntad por las sendas antiguas, cu�l sea el buen camino, y andad por �l, y hallar�is descanso para vuestra alma. Mas dijeron: No andaremos. Despert� tambi�n sobre vosotros atalayas, que dijesen: Escuchad � la voz de la trompeta. Y dijeron ellos: No escucharemos. Por tanto oid, gentes, y conoce, oh conjunto de ellas. Oye, tierra. He aqu� yo traigo mal sobre este pueblo, el fruto de sus pensamientos; porque no escucharon � mis palabras, y aborrecieron mi ley. �A qu� viene para m� este incienso de Seba, y la buena ca�a olorosa de tierra lejana? Vuestros holocaustos no son � mi voluntad, ni vuestros sacrificios me dan gusto. Por tanto Jehov� dice esto: He aqu� yo pongo � este pueblo tropiezos, y caer�n en ellos los padres y los hijos juntamente, el vecino y su cercano perecer�n. As� ha dicho Jehov�: He aqu� que viene pueblo de tierra del aquil�n, y gente grande se levantar� de los cantones de la tierra. Arco y escudo arrebatar�n; crueles son, que no tendr�n misericordia; sonar� la voz de ellos como la mar, y montar�n � caballo como hombres dispuestos para la guerra, contra ti, oh hija de Si�n. Su fama oimos, y nuestras manos se descoyuntaron; apoder�se de nosotros angustia, dolor como de mujer que pare. No salgas al campo, ni andes por camino; porque espada de enemigo y temor hay por todas partes. Hija de mi pueblo, c��ete de saco, y revu�lcate en ceniza; hazte luto como por hijo �nico, llanto de amarguras: porque presto vendr� sobre nosotros el destruidor. Por fortaleza te he puesto en mi pueblo, por torre: conocer�s pues, y examinar�s el camino de ellos. Todos ellos pr�ncipes rebeldes, andan con enga�o; son cobre y hierro: todos ellos son corruptores. Quem�se el fuelle, del fuego se ha consumido el plomo: por dem�s fundi� el fundidor, pues los malos no son arrancados. Plata desechada los llamar�n, porque Jehov� los desech�. Jerem�as 7PALABRA que fu� de Jehov� � Jerem�as, diciendo: Ponte � la puerta de la casa de Jehov�, y predica all� esta palabra, y di: Oid palabra de Jehov�, todo Jud�, los que entr�is por estas puertas para adorar � Jehov�. As� ha dicho Jehov� de los ej�rcitos, Dios de Israel: Mejorad vuestros caminos y vuestras obras, y os har� morar en este lugar. No fi�is en palabras de mentira, diciendo: Templo de Jehov�, templo de Jehov�, templo de Jehov� es �ste. Mas si mejorareis cumplidamente vuestros caminos y vuestras obras; si con exactitud hiciereis derecho entre el hombre y su pr�jimo, Ni oprimiereis al peregrino, al hu�rfano, y � la viuda, ni en este lugar derramareis la sangre inocente, ni anduviereis en pos de dioses ajenos para mal vuestro; Os har� morar en este lugar, en la tierra que d� � vuestros padres para siempre. He aqu� vosotros os confi�is en palabras de mentira, que no aprovechan. �Hurtando, matando, y adulterando, y jurando falso, � incensando � Baal, y andando tras dioses extra�os que no conocisteis, Vendr�is y os pondr�is delante de m� en esta casa sobre la cual es invocado mi nombre, y dir�is: Librados somos: para hacer todas estas abominaciones? �Es cueva de ladrones delante de vuestros ojos esta casa, sobre la cual es invocado mi nombre? He aqu� que tambi�n yo veo, dice Jehov�. Andad empero ahora � mi lugar que fu� en Silo, donde hice que morase mi nombre al principio, y ved lo que le hice por la maldad de mi pueblo Israel. Ahora pues, por cuanto hab�is vosotros hecho todas estas obras, dice Jehov�, y bien que os habl�, madrugando para hablar, no o�steis, y os llam�, y no respondisteis; Har� tambi�n � esta casa sobre la cual es invocado mi nombre, en la que vosotros confi�is, y � este lugar que d� � vosotros y � vuestros padres, como hice � Silo: Que os echar� de mi presencia como ech� � todos vuestros hermanos, � toda la generaci�n de Ephraim. T� pues, no ores por este pueblo, ni levantes por ellos clamor ni oraci�n, ni me ruegues; porque no te oir�. �No ves lo que estos hacen en las ciudades de Jud� y en las calles de Jerusalem? Los hijos cogen la le�a, y los padres encienden el fuego, y las mujeres amasan la masa, para hacer tortas � la reina del cielo y para hacer ofrendas � dioses ajenos, por provocarme � ira. �Provocar�nme ellos � ira, dice Jehov�, y no m�s bien obran ellos mismos para confusi�n de sus rostros? Por tanto, as� ha dicho el Se�or Jehov�: He aqu� que mi furor y mi ira se derrama sobre este lugar, sobre los hombres, sobre los animales, sobre los �rboles del campo, y sobre los frutos de la tierra; y encender�se, y no se apagar�. As� ha dicho Jehov� de los ej�rcitos, Dios de Israel: A�adid vuestros holocaustos sobre vuestros sacrificios, y comed carne. Porque no habl� yo con vuestros padres, ni les mand� el d�a que los saqu� de la tierra de Egipto, acerca de holocaustos y de v�ctimas: Mas esto les mand�, diciendo: Escuchad mi voz, y ser� � vosotros por Dios, y vosotros me ser�is por pueblo; y andad en todo camino que os mandare, para que os vaya bien. Y no oyeron ni inclinaron su o�do; antes caminaron en sus consejos, en la dureza de su coraz�n malvado, y fueron hacia atr�s y no hacia adelante, Desde el d�a que vuestros padres salieron de la tierra de Egipto hasta hoy. Y os envi� � todos los profetas mis siervos, cada d�a madrugando y envi�ndolos: Mas no me oyeron ni inclinaron su o�do; antes endurecieron su cerviz, � hicieron peor que sus padres. T� pues les dir�s todas estas palabras, mas no te oir�n; aun los llamar�s, y no te responder�n. Les dir�s por tanto: Esta es la gente que no escuch� la voz de Jehov� su Dios, ni tom� correcci�n; perdi�se la fe, y de la boca de ellos fu� cortada. Trasquila tu cabello, y arr�jalo, y levanta llanto sobre las alturas; porque Jehov� ha aborrecido y dejado la naci�n de su ira. Porque los hijos de Jud� han hecho lo malo ante mis ojos, dice Jehov�; pusieron sus abominaciones en la casa sobre la cual mi nombre fu� invocado, amancill�ndola. Y han edificado los altos de Topheth, que es en el valle del hijo de Hinnom, para quemar al fuego sus hijos y sus hijas, cosa que yo no les mand�, ni subi� en mi coraz�n. Por tanto, he aqu� vendr�n d�as, ha dicho Jehov�, que no se diga m�s, Topheth, ni valle del hijo de Hinnom, sino Valle de la Matanza; y ser�n enterrados en Topheth, por no haber lugar. Y ser�n los cuerpos muertos de este pueblo para comida de las aves del cielo y de las bestias de la tierra; y no habr� quien las espante. Y har� cesar de las ciudades de Jud�, y de la calles de Jerusalem, voz de gozo y voz de alegr�a, voz de esposo y voz de esposa; porque la tierra ser� en desolaci�n. Jerem�as 8EN aquel tiempo, dice Jehov�, sacar�n los huesos de los reyes de Jud�, y los huesos de sus pr�ncipes, y los huesos de los sacerdotes, y los huesos de los profetas, y los huesos de los moradores de Jerusalem, fuera de sus sepulcros; Y los esparcir�n al sol, y � la luna, y � todo el ej�rcito del cielo, � quien amaron, y � quienes sirvieron, y en pos de quienes anduvieron, y � quienes preguntaron, y � quienes se encorvaron. No ser�n recogidos, ni enterrados: ser�n por muladar sobre la haz de la tierra. Y escoger�se la muerte antes que la vida por todo el resto que quedare de esta mala generaci�n, en todos los lugares � donde los arrojar� yo � los que quedaren, dice Jehov� de los ej�rcitos. Les dir�s asimismo: As� ha dicho Jehov�: �El que cae, no se levanta? �el que se desv�a, no torna � camino? �Por qu� es este pueblo de Jerusalem rebelde con rebeld�a perpetua? Abrazaron el enga�o, no han querido volverse. Escuch� y o�; no hablan derecho, no hay hombre que se arrepienta de su mal, diciendo: �Qu� he hecho? Cada cual se volvi� � su carrera, como caballo que arremete con �mpetu � la batalla. Aun la cig�e�a en el cielo conoce su tiempo, y la t�rtola y la grulla y la golondrina guardan el tiempo de su venida; mas mi pueblo no conoce el juicio de Jehov�. �C�mo dec�s: Nosotros somos sabios, y la ley de Jehov� es con nosotros? Ciertamente, he aqu� que en vano se cort� la pluma, por dem�s fueron los escribas. Los sabios se avergonzaron, espant�ronse y fueron presos: he aqu� que aborrecieron la palabra de Jehov�; �y qu� sabidur�a tienen? Por tanto dar� � otros sus mujeres, y sus heredades � quien las posea: porque desde el chico hasta el grande cada uno sigue la avaricia, desde el profeta hasta el sacerdote todos hacen enga�o. Y curaron el quebrantamiento de la hija de mi pueblo con liviandad, diciendo: Paz, paz; y no hay paz. �Hanse avergonzado de haber hecho abominaci�n? Por cierto no se han corrido de verg�enza, ni supieron avergonzarse; caer�n por tanto entre los que cayeren, cuando los visitar�: caer�n, dice Jehov�. Cortar�los de por junto, dice Jehov�. No habr� uvas en la vid, ni higos en la higuera, y caer�se la hoja; y lo que les he dado pasar� de ellos. �Sobre qu� nos aseguramos? Juntaos, y entr�monos en las ciudades fuertes, y all� reposaremos: porque Jehov� nuestro Dios nos ha hecho callar, y d�donos � beber bebida de hiel, porque pecamos contra Jehov�. Esperamos paz, y no hubo bien; d�a de cura, y he aqu� turbaci�n. Desde Dan se oy� el bufido de sus caballos: del sonido de los relinchos de sus fuertes tembl� toda la tierra; y vinieron y devoraron la tierra y su abundancia, ciudad y moradores de ella. Porque he aqu� que yo env�o sobre vosotros serpientes, basiliscos, contra los cuales no hay encantamiento; y os morder�n, dice Jehov�. A causa de mi fuerte dolor mi coraz�n desfallece en m�. He aqu� voz del clamor de la hija de mi pueblo, que viene de la tierra lejana: �No est� Jehov� en Si�n? �no est� en ella su Rey? �Por qu� me hicieron airar con sus im�genes de talla, con vanidades ajenas? Pas�se la siega, acab�se el verano, y nosotros no hemos sido salvos. Quebrantado estoy por el quebrantamiento de la hija de mi pueblo; entenebrecido estoy, espanto me ha arrebatado. �No hay b�lsamo en Galaad? �no hay all� m�dico? �Por qu� pues no hubo medicina para la hija de mi pueblo? Jerem�as 9�OH si mi cabeza se tornase aguas, y mis ojos fuentes de aguas, para que llore d�a y noche los muertos de la hija de mi pueblo! �Oh qui�n me diese en el desierto un mes�n de caminantes, para que dejase mi pueblo, y de ellos me apartase! Porque todos ellos son ad�lteros, congregaci�n de prevaricadores. E hicieron que su lengua, como su arco, tirase mentira; y no se fortalecieron por verdad en la tierra: porque de mal en mal procedieron, y me han desconocido, dice Jehov�. Gu�rdese cada uno de su compa�ero, ni en ning�n hermano tenga confianza: porque todo hermano enga�a con falacia, y todo compa�ero anda con falsedades. Y cada uno enga�a � su compa�ero, y no hablan verdad: ense�aron su lengua � hablar mentira, se ocupan de hacer perversamente. Tu morada es en medio de enga�o; de muy enga�adores no quisieron conocerme, dice Jehov�. Por tanto, as� ha dicho Jehov� de los ej�rcitos: He aqu� que yo los fundir�, y los ensayar�; porque �c�mo he de hacer por la hija de mi pueblo? Saeta afilada es la lengua de ellos; enga�o habla; con su boca habla paz con su amigo, y dentro de s� pone sus asechanzas. �No los tengo de visitar sobre estas cosas? dice Jehov�. �De tal gente no se vengar� mi alma? Sobre los montes levantar� lloro y lamentaci�n, y llanto sobre las moradas del desierto; porque desolados fueron hasta no quedar quien pase, ni oyeron bramido de ganado: desde las aves del cielo y hasta las bestias de la tierra se trasportaron, y se fueron. Y pondr� � Jerusalem en montones, por moradas de culebras; y pondr� las ciudades de Jud� en asolamiento, que no quede morador. �Qui�n es var�n sabio que entienda esto? �y � qui�n habl� la boca de Jehov�, para que pueda declararlo? �Por qu� causa la tierra ha perecido, ha sido asolada como desierto, que no hay quien pase? Y dijo Jehov�: Porque dejaron mi ley, la cual d� delante de ellos, y no obedecieron � mi voz, ni caminaron conforme � ella; Antes se fueron tras la imaginaci�n de su coraz�n, y en pos de los Baales que les ense�aron sus padres: Por tanto as� ha dicho Jehov� de los ej�rcitos, Dios de Israel: He aqu� que � este pueblo yo les dar� � comer ajenjos, y les dar� � beber aguas de hiel. Y los esparcir� entre gentes que no conocieron ellos ni sus padres; y enviar� espada en pos de ellos, hasta que yo los acabe. As� dice Jehov� de los ej�rcitos: Considerad, y llamad pla�ideras que vengan; y enviad por las sabias que vengan: Y dense prisa, y levanten llanto sobre nosotros, y c�rranse nuestros ojos en l�grimas, y nuestros p�rpados en aguas se destilen. Porque voz de endecha fu� o�da de Si�n: �C�mo hemos sido destru�dos! en gran manera hemos sido confundidos. �Por qu� dejamos la tierra? �por qu� nos han echado de s� nuestras moradas? O�d pues, oh mujeres, palabra de Jehov�, y vuestro o�do reciba la palabra de su boca; y ense�ad endechas � vuestras hijas, y cada una � su amiga, lamentaci�n. Porque la muerte ha subido por nuestras ventanas, ha entrado en nuestros palacios; para talar los ni�os de las calles, los mancebos de las plazas. Habla: As� ha dicho Jehov�: Los cuerpos de los hombres muertos caer�n como esti�rcol sobre la haz del campo, y como manojo tras el segador, que no hay quien lo recoja. As� dijo Jehov�: No se alabe el sabio en su sabidur�a, ni en su valent�a se alabe el valiente, ni el rico se alabe en sus riquezas. Mas al�bese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme, que yo soy Jehov�, que hago misericordia, juicio, y justicia en la tierra: porque estas cosas quiero, dice Jehov�. He aqu� que vienen d�as, dice Jehov�, y visitar� sobre todo circuncidado, y sobre todo incircunciso: A Egipto, y � Jud�, y � Edom, y � los hijos de Amm�n y de Moab, y � todos los arrinconados en el postrer rinc�n, que moran en el desierto; porque todas las gentes tienen prepucio, y toda la casa de Israel tiene prepucio en el coraz�n. Jerem�as 10OID la palabra que Jehov� ha hablado sobre vosotros, oh casa de Israel. As� dijo Jehov�: No aprend�is el camino de las gentes, ni de las se�ales del cielo teng�is temor, aunque las gentes las teman. Porque las ordenanzas de los pueblos son vanidad: porque le�o del monte cortaron, obra de manos de art�fice con azuela. Con plata y oro lo engalanan; con clavos y martillo lo afirman, para que no se salga. Como palma lo igualan, y no hablan; son llevados, porque no pueden andar. No teng�is temor de ellos; porque ni pueden hacer mal, ni para hacer bien tienen poder. No hay semejante � t�, oh Jehov�; grande t�, y grande tu nombre en fortaleza. �Qui�n no te temer�, oh Rey de las gentes? porque � t� compete ello; porque entre todos los sabios de las gentes, y en todos sus reinos, no hay semejante � ti. Y todos se infatuar�n, y entontecer�n. Ense�anza de vanidades es el mismo le�o. Traer�n plata extendida de Tarsis, y oro de Uphaz; obrar� el art�fice, y las manos del fundidor; vestir�nlos de c�rdeno y de p�rpura: obra de peritos es todo. Mas Jehov� Dios es la verdad; �l es Dios vivo y Rey eterno: � su ira tiembla la tierra, y las gentes no pueden sufrir su sa�a. Les dir�is as�: Los dioses que no hicieron los cielos ni la tierra, perezcan de la tierra y de debajo de estos cielos. El que hizo la tierra con su potencia, el que puso en orden el mundo con su saber, y extendi� los cielos con su prudencia; A su voz se da muchedumbre de aguas en el cielo, y hace subir las nubes de lo postrero de la tierra; hace los rel�mpagos con la lluvia, y saca el viento de sus dep�sitos. Todo hombre se embrutece y le falta ciencia; averg��ncese de su vaciadizo todo fundidor: porque mentira es su obra de fundici�n, y no hay esp�ritu en ellos; Vanidad son, obra de escarnios: en el tiempo de su visitaci�n perecer�n. No es como ellos la suerte de Jacob: porque �l es el Hacedor de todo, � Israel es la vara de su herencia: Jehov� de los ej�rcitos es su nombre. Recoge de las tierras tus mercader�as, la que moras en lugar fuerte. Porque as� ha dicho Jehov�: He aqu� que esta vez arrojar� con honda los moradores de la tierra, y he de afligirlos, para que lo hallen. �Ay de m�, por mi quebrantamiento! mi llaga es muy dolorosa. Yo empero dije: Ciertamente enfermedad m�a es esta, y debo sufrirla. Mi tienda es destru�da, y todas mis cuerdas est�n rotas: mis hijos fueron sacados de m�, y perecieron: no hay ya m�s quien extienda mi tienda, ni quien levante mis cortinas. Porque los pastores se infatuaron, y no buscaron � Jehov�: por tanto no prosperaron, y todo su ganado se esparci�. He aqu� que voz de fama viene, y alboroto grande de la tierra del aquil�n, para tornar en soledad todas las ciudades de Jud�, en morada de culebras. Conozco, oh Jehov�, que el hombre no es se�or de su camino, ni del hombre que camina es ordenar sus pasos. Cast�game, oh Jehov�, mas con juicio; no con tu furor, porque no me aniquiles. Derrama tu enojo sobre las gentes que no te conocen, y sobre las naciones que no invocan tu nombre: porque se comieron � Jacob, y lo devoraron, y le han consumido, y asolado su morada. Jerem�as 11PALABRA que fu� de Jehov�, � Jerem�as, diciendo: Oid las palabras de este pacto, y hablad � todo var�n de Jud�, y � todo morador de Jerusalem. Y les dir�s t�: As� dijo Jehov� Dios de Israel: Maldito el var�n que no obedeciere las palabras de este pacto, El cual mand� � vuestros padres el d�a que los saqu� de la tierra de Egipto, del horno de hierro, dici�ndoles: Oid mi voz, y ejecutad aqu�llas, conforme � todo lo que os mando, y me ser�is por pueblo, y yo ser� � vosotros por Dios; Para que confirme el juramento que hice � vuestros padres, que les dar�a la tierra que corre leche y miel, como este d�a. Y respond�, y dije: Am�n, oh Jehov�. Y Jehov� me dijo: Pregona todas estas palabras en las ciudades de Jud� y en las calles de Jerusalem, diciendo: Oid las palabras de este pacto, y ponedlas por obra. Porque con eficacia protest� a vuestros padres el d�a que los hice subir de la tierra de Egipto hasta el d�a de hoy, madrugando y protestando, diciendo: Oid mi voz. Mas no oyeron, ni inclinaron su o�do, antes se fueron cada uno tras la imaginaci�n de su coraz�n malvado: por tanto, traer� sobre ellos todas las palabras de este pacto, el cual mand� que cumpliesen, y no lo cumplieron. Y d�jome Jehov�: Conjuraci�n se ha hallado en los varones de Jud�, y en los moradores de Jerusalem. Hanse vuelto � las maldades de sus primeros padres, los cuales no quisieron escuchar mis palabras, antes se fueron tras dioses ajenos para servirles; la casa de Israel y la casa de Jud� invalidaron mi pacto, el cual hab�a yo concertado con sus padres. Por tanto, as� ha dicho Jehov�: He aqu� yo traigo sobre ellos mal del que no podr�n salir; y clamar�n � mi, y no los oir�. E ir�n las ciudades de Jud� y los moradores de Jerusalem, y clamar�n � los dioses � quienes queman ellos inciensos, los cuales no los podr�n salvar en el tiempo de su mal. Porque seg�n el n�mero de tus ciudades fueron tus dioses, oh Jud�; y seg�n el n�mero de tus calles, oh Jerusalem, pusisteis los altares de ignominia, altares para ofrecer sahumerios � Baal. T� pues, no ores por este pueblo, ni levantes por ellos clamor ni oraci�n; porque yo no oir� el d�a que en su aflicci�n � m� clamaren. �Qu� tiene mi amado en mi casa, habiendo hecho abominaciones muchas? Y las carnes santas pasar�n de sobre t�, porque en tu maldad te gloriaste. Oliva verde, hermosa en fruto y en parecer, llam� Jehov� tu nombre. A la voz de gran palabra hizo encender fuego sobre ella, y quebraron sus ramas. Pues Jehov� de los ej�rcitos, que te plant�, ha pronunciado mal contra ti, � causa de la maldad de la casa de Israel y de la casa de Jud�, que hicieron � s� mismos, provoc�ndome � ira con incensar � Baal. Y Jehov� me lo hizo saber, y conoc�lo: entonces me hiciste ver sus obras. Y yo como cordero inocente que llevan � degollar, pues no entend�a que maquinaban contra m� designios, diciendo: Destruyamos el �rbol con su fruto, y cort�moslo de la tierra de los vivientes, y no haya m�s memoria de su nombre. Mas, oh Jehov� de los ej�rcitos, que juzgas justicia, que sondas los ri�ones y el coraz�n, vea yo tu venganza de ellos: porque � ti he descubierto mi causa. Por tanto, as� ha dicho Jehov� de los varones de Anathoth, que buscan tu alma, diciendo: No profetices en nombre de Jehov�, y no morir�s � nuestras manos: As� pues ha dicho Jehov� de los ej�rcitos: He aqu� que yo los visito; los mancebos morir�n � cuchillo; sus hijos y sus hijas morir�n de hambre; Y no quedar� resto de ellos: porque yo traer� mal sobre los varones de Anathoth, a�o de su visitaci�n. Jerem�as 12JUSTO eres t�, oh Jehov�, aunque yo contigo dispute: hablar� empero juicios contigo. �Por qu� es prosperado el camino de los imp�os, y tienen bien todos los que se portan deslealmente? Plant�stelos, y echaron ra�ces; progresaron, � hicieron fruto; cercano est�s t� en sus bocas, mas lejos de sus ri�ones. Tu empero, oh Jehov�, me conoces; v�steme, y probaste mi coraz�n para contigo: arr�ncalos como � ovejas para el degolladero, y se��lalos para el d�a de la matanza. �Hasta cu�ndo estar� desierta la tierra, y marchita la hierba de todo el campo? Por la maldad de los que en ella moran, faltaron los ganados, y las aves; porque dijeron: No ver� �l nuestras postrimer�as. Si corriste con los de � pi�, y te cansaron, �c�mo contender�s con los caballos? Y si en la tierra de paz estabas quieto, �c�mo har�s en la hinchaz�n del Jord�n? Porque aun tus hermanos y la casa de tu padre, aun ellos se levantaron contra ti, aun ellos dieron voces en pos de ti. No los creas, cuando bien te hablaren. He dejado mi casa, desampar� mi heredad, entregado he lo que amaba mi alma en manos de sus enemigos. Fu� para m� mi heredad como le�n en bre�a: contra m� di� su voz; por tanto la aborrec�. �Esme mi heredad ave de muchos colores? �no est�n contra ella aves en derredor? Venid, reun�os, vosotras todas las bestias del campo, venid � devorarla. Muchos pastores han destru�do mi vi�a, hollaron mi heredad, tornaron en desierto y soledad mi heredad preciosa. Fu� puesta en asolamiento, y llor� sobre m�, asolada: fu� asolada toda la tierra, porque no hubo hombre que mirase. Sobre todos los lugares altos del desierto vinieron disipadores: porque la espada de Jehov� devorar� desde el un extremo de la tierra hasta el otro extremo: no habr� paz para ninguna carne. Sembraron trigo, y segar�n espinas; tuvieron la heredad, mas no aprovecharon nada: se avergonzar�n de vuestros frutos, � causa de la ardiente ira de Jehov�. As� dijo Jehov� contra todos mis malos vecinos, que tocan la heredad que hice poseer � mi pueblo Israel: He aqu� que yo los arrancar� de su tierra, y arrancar� de en medio de ellos la casa de Jud�. Y ser� que, despu�s que los hubiere arrancado, tornar� y tendr� misericordia de ellos, y har�los volver cada uno � su heredad, y cada cual � su tierra. Y ser� que, si cuidadosamente aprendieren los caminos de mi pueblo, para jurar en mi nombre, diciendo, Vive Jehov�, as� como ense�aron � mi pueblo � jurar por Baal; ellos ser�n prosperados en medio de mi pueblo. Mas si no oyeren, arrancar� � la tal gente, sac�ndola de ra�z, y destruyendo, dice Jehov�. Jerem�as 13ASI me dijo Jehov�: Ve, y c�mprate un cinto de lino, y c��elo sobre tus lomos, y no lo meter�s en agua. Y compr� el cinto conforme � la palabra de Jehov�, y p�selo sobre mis lomos. Y fu� � m� segunda vez palabra de Jehov�, diciendo: Toma el cinto que compraste, que est� sobre tus lomos, y lev�ntate, y ve al Eufrates, y esc�ndelo all� en la concavidad de una pe�a. Fu� pues, y escond�lo junto al Eufrates, como Jehov� me mand�. Y sucedi� que al cabo de muchos d�as me dijo Jehov�: Lev�ntate, y ve al Eufrates, y toma de all� el cinto que te mand� escondieses all�. Entonces fu� al Eufrates, y cav�, y tom� el cinto del lugar donde lo hab�a escondido; y he aqu� que el cinto se hab�a podrido; para ninguna cosa era bueno. Y fu� � m� palabra de Jehov�, diciendo: As� ha dicho Jehov�: As� har� podrir la soberbia de Jud�, y la mucha soberbia de Jerusalem, A este pueblo malo, que no quieren oir mis palabras, que andan en las imaginaciones de su coraz�n, y se fueron en pos de dioses ajenos para servirles, y para encorvarse � ellos; y vendr� � ser como este cinto, que para ninguna cosa es bueno. Porque como el cinto se junta � los lomos del hombre, as� hice juntar � m� toda la casa de Israel y toda la casa de Jud�, dice Jehov�, para que me fuesen por pueblo y por fama, y por alabanza y por honra: empero no escucharon. Les dir�s pues esta palabra: As� ha dicho Jehov�, Dios de Israel: Henchir�se de vino todo odre. Y ellos te dir�n: �No sabemos que todo odre se henchir� de vino? Entonces les has de decir: As� ha dicho Jehov�: He aqu� que yo lleno de embriaguez todos los moradores de esta tierra, y � los reyes de la estirpe de David que se sientan sobre su trono, y � los sacerdotes y profetas, y � todos los moradores de Jerusalem; Y quebrantar�los el uno con el otro, los padres con los hijos juntamente, dice Jehov�: no perdonar�, ni tendr� piedad ni misericordia, para no destruirlos. Escuchad y oid; no os elev�is: pues Jehov� ha hablado. Dad gloria � Jehov� Dios vuestro, antes que haga venir tinieblas, y antes que vuestros pies tropiecen en montes de oscuridad, y esper�is luz, y os la torne sombra de muerte y tinieblas. Mas si no oyereis esto, en secreto llorar� mi alma � causa de vuestra soberbia; y llorando amargamente, se deshar�n mis ojos en l�grimas, porque el reba�o de Jehov� fu� cautivo. Di al rey y � la reina: Humillaos, sentaos en tierra; porque la corona de vuestra gloria baj� de vuestras cabezas. Las ciudades del mediod�a fueron cerradas, y no hubo quien las abriese: toda Jud� fu� trasportada, trasportada fu� toda ella. Alzad vuestros ojos, y ved los que vienen del aquil�n: �d�nde est� el reba�o que te fu� dado, la grey de tu gloria? �Qu� dir�s cuando te visitar�? porque tu los ense�aste � ser pr�ncipes y cabeza sobre ti. �No te tomar�n dolores como � mujer que pare? Cuando dijeres en tu coraz�n: �Por qu� me ha sobrevenido esto? Por la enormidad de tu maldad fueron descubiertas tus faldas, fueron desnudos tus calca�ares. �Mudar� el negro su pellejo, y el leopardo sus manchas? As� tambi�n podr�is vosotros hacer bien, estando habituados � hacer mal. Por tanto yo los esparcir�, como tamo que pasa, al viento del desierto. Esta es tu suerte, la porci�n de tus medidas de parte m�a, dice Jehov�; porque te olvidaste de m�, y confiaste en la mentira. Yo pues descubrir� tambi�n tus faldas delante de tu cara, y se manifestar� tu ignominia. Tus adulterios, tus relinchos, la maldad de tu fornicaci�n sobre los collados: en el mismo campo vi tus abominaciones. �Ay de ti, Jerusalem! �No ser�s al cabo limpia? �hasta cu�ndo todav�a? Jerem�as 14PALABRA de Jehov� que fu� dada � Jerem�as, con motivo de la sequ�a. Enlut�se Jud�, y sus puertas se despoblaron: oscureci�ronse en tierra, y subi� el clamor de Jerusalem. Y los principales de ellos enviaron sus criados al agua: vinieron � las lagunas, y no hallaron agua: volvi�ronse con sus vasos vac�os; se avergonzaron, confundi�ronse, y cubrieron sus cabezas. Porque se resquebraj� la tierra � causa de no llover en el pa�s; confusos los labradores, cubrieron sus cabezas. Y aun las ciervas en los campos par�an, y dejaban la cr�a, porque no hab�a hierba. Y los asnos monteses se pon�an en los altos, aspiraban el viento como los chacales; sus ojos se ofuscaron, porque no hab�a hierba. Si nuestras iniquidades testifican contra nosotros, oh Jehov�, haz por amor de tu nombre; porque nuestras rebeliones se han multiplicado, contra ti pecamos. Oh esperanza de Israel, Guardador suyo en el tiempo de la aflicci�n, �por qu� has de ser como peregrino en la tierra, y como caminante que se aparta para tener la noche? �Por qu� has de ser como hombre at�nito, y como valiente que no puede librar? t� empero est�s entre nosotros, oh Jehov�, y sobre nosotros es invocado tu nombre; no nos desampares. As� ha dicho Jehov� � este pueblo: As� amaron moverse, ni detuvieron sus pies: por tanto, Jehov� no los tiene en voluntad; acordar�se ahora de la maldad de ellos, y visitar� sus pecados. Y d�jome Jehov�: No ruegues por este pueblo para bien. Cuando ayunaren, yo no oir� su clamor, y cuando ofrecieren holocausto y ofrenda, no lo aceptar�; antes los consumir� con cuchillo, y con hambre, y con pestilencia. Y yo dije: �Ah! ah! Se�or Jehov�! he aqu� que los profetas les dicen: No ver�is cuchillo, ni habr� hambre en vosotros, sino que en este lugar os dar� paz verdadera. D�jome entonces Jehov�: Falso profetizan los profetas en mi nombre: no los envi�, ni les mand�, ni les habl�: visi�n mentirosa, y adivinaci�n, y vanidad, y enga�o de su coraz�n os profetizan. Por tanto as� ha dicho Jehov� sobre los profetas que profetizan en mi nombre, los cuales yo no envi�, y que dicen, Cuchillo ni hambre no habr� en esta tierra: Con cuchillo y con hambre ser�n consumidos esos profetas. Y el pueblo � quien profetizan, echado ser� en las calles de Jerusalem por hambre y por espada; y no habr� quien los entierre, ellos, y sus mujeres, y sus hijos, y sus hijas; y sobre ellos derramar� su maldad. Decirles has, pues, esta palabra: C�rranse mis ojos en l�grimas noche y d�a, y no cesen; porque de gran quebrantamiento es quebrantada la virgen hija de mi pueblo, de plaga muy recia. Si salgo al campo, he aqu� muertos � cuchillo; y si me entro en la ciudad, he aqu� enfermos de hambre: porque tambi�n el profeta como el sacerdote anduvieron rodeando en la tierra, y no conocieron. �Has desechado enteramente � Jud�? �ha aborrecido tu alma � Si�n? �Por qu� nos hiciste herir sin que nos quede cura? Esperamos paz, y no hubo bien; tiempo de cura, y he aqu� turbaci�n. Reconocemos, oh Jehov�, nuestra impiedad, la iniquidad de nuestros padres: porque contra ti hemos pecado. Por amor de tu nombre no nos deseches, ni trastornes el trono de tu gloria: acu�rdate, no invalides tu pacto con nosotros. �Hay entre las vanidades de las gentes quien haga llover? �y dar�n los cielos lluvias? �No eres t�, Jehov�, nuestro Dios? en ti pues esperamos; pues t� hiciste todas estas cosas. Jerem�as 15Y DIJOME Jehov�: Si Mois�s y Samuel se pusieran delante de m�, mi voluntad no ser� con este pueblo: �chalos de delante de m�, y salgan. Y ser� que si te preguntaren: �A d�nde saldremos? les dir�s: As� ha dicho Jehov�: El que � muerte, � muerte; y el que � cuchillo, � cuchillo; y el que � hambre, � hambre; y el que � cautividad, � cautividad. Y enviar� sobre ellos cuatro g�neros, dice Jehov�: cuchillo para matar, y perros para despedazar, y aves del cielo y bestias de la tierra, para devorar y para disipar. Y entregar�los � ser agitados por todos los reinos de la tierra, � causa de Manas�s hijo de Ezech�as rey de Jud�, por lo que hizo en Jerusalem. Porque �qui�n tendr� compasi�n de ti, oh Jerusalem? �� qui�n se entristecer� por tu causa? �� qui�n ha de venir � preguntar por tu paz? T� me dejaste, dice Jehov�, atr�s te volviste: por tanto yo extender� sobre ti mi mano, y te destruir�; estoy cansado de arrepentirme. Y avent�los con aventador hasta las puertas de la tierra; desahij�, desbarat� mi pueblo; no se tornaron de sus caminos. Sus viudas se multiplicaron m�s que la arena de la mar; traje contra ellos destruidor � medio d�a sobre la madre y los hijos; sobre la ciudad hice que de repente cayesen terrores. Enflaqueci�se la que pari� siete; llen�se de dolor su alma; su sol se le puso siendo a�n de d�a; fu� avergonzada y llena de confusi�n: y lo que de ella quedare, entregar�lo � cuchillo delante de sus enemigos, dice Jehov�. �Ay de m�, madre m�a, que me has engendrado hombre de contienda y hombre de discordia � toda la tierra! Nunca les d� � logro, ni lo tom� de ellos; y todos me maldicen. Dijo Jehov�: De cierto tus reliquias ser�n en bien; de cierto har� que el enemigo te salga � recibir en el tiempo trabajoso, y en el tiempo de angustia. �Quebrar� el hierro al hierro de la parte de aquil�n, y al bronce? Tus riquezas y tus tesoros dar� � saco sin ning�n precio, por todos tus pecados, y en todos tus t�rminos; Y te har� pasar � tus enemigos en tierra que no conoces: porque fuego se ha encendido en mi furor, y arder� sobre vosotros. T� lo sabes, oh Jehov�; acu�rdate de m�, y vis�tame, y v�ngame de mis enemigos. No me tomes en la prolongaci�n de tu enojo: sabes que por amor de ti sufro afrenta. Hall�ronse tus palabras, y yo las com�; y tu palabra me fu� por gozo y por alegr�a de mi coraz�n: porque tu nombre se invoc� sobre m�, oh Jehov� Dios de los ej�rcitos. No me sent� en compa�ia de burladores, ni me engre� � causa de tu profec�a; sent�me solo, porque me llenaste de desabrimiento. �Por qu� fu� perpetuo mi dolor, y mi herida desahuciada no admiti� cura? �Ser�s para m� como cosa ilusoria, como aguas que no son estables? Por tanto as� dijo Jehov�: Si te convirtieres, yo te repondr�, y delante de m� estar�s; y si sacares lo precioso de lo vil, ser�s como mi boca. Convi�rtanse ellos � ti, y t� no te conviertas � ellos. Y te dar� para este pueblo por fuerte muro de bronce, y pelear�n contra ti, y no te vencer�n: porque yo estoy contigo para guardarte y para defenderte, dice Jehov�. Y librarte he de la mano de los malos, y te redimir� de la mano de los fuertes. Jerem�as 16Y FU� � m� palabra de Jehov�, diciendo: No tomar�s para ti mujer, ni tendr�s hijos ni hijas en este lugar. Porque as� ha dicho Jehov� acerca de los hijos y de las hijas que nacieren en este lugar, y de sus madres que los parieren, y de los padres que los engendraren en esta tierra. De dolorosas enfermedades morir�n; no ser�n pla�idos ni enterrados: ser�n por muladar sobre la haz de la tierra: y con cuchillo y con hambre ser�n consumidos, y sus cuerpos ser�n para comida de las aves del cielo y de las bestias de la tierra. Porque as� ha dicho Jehov�: No entres en casa de luto, ni vayas � lamentar, ni los consueles: porque yo he quitado mi paz de este pueblo, dice Jehov�, mi misericordia y piedades. Y morir�n en esta tierra grandes y chicos: no se enterrar�n, ni los pla�ir�n, ni se ara�ar�n, ni se mesar�n por ellos; Ni por ellos partir�n pan por luto, para consolarlos de sus muertos; ni les dar�n � beber vaso de consolaciones por su padre � por su madre. Asimismo no entres en casa de convite, para sentarte con ellos � comer � � beber. Porque as� ha dicho Jehov� de los ej�rcitos, Dios de Israel: He aqu� que yo har� cesar en este lugar, delante de vuestros ojos y en vuestros d�as, toda voz de gozo y toda voz de alegr�a, toda voz de esposo y toda voz de esposa. Y acontecer� que cuando anunciares � este pueblo todas estas cosas, te dir�n ellos: �Por qu� habl� Jehov� sobre nosotros este mal tan grande? �y qu� maldad es la nuestra, � qu� pecado es el nuestro, que cometi�ramos contra Jehov� nuestro Dios? Entonces les dir�s: Porque vuestros padres me dejaron, dice Jehov�, y anduvieron en pos de dioses ajenos, y los sirvieron, y � ellos se encorvaron, y me dejaron � m�, y no guardaron mi ley; Y vosotros hab�is hecho peor que vuestros padres; porque he aqu� que vosotros camin�is cada uno tras la imaginaci�n de su malvado coraz�n, no oy�ndome � m�. Por tanto, yo os har� echar de esta tierra � tierra que ni vosotros ni vuestros padres hab�is conocido, y all� servir�is � dioses ajenos de d�a y de noche; porque no os mostrar� clemencia. Empero he aqu�, vienen d�as, dice Jehov�, que no se dir� m�s: Vive Jehov�, que hizo subir � los hijos de Israel de tierra de Egipto; Sino: Vive Jehov�, que hizo subir � los hijos de Israel de la tierra del aquil�n, y de todas las tierras � donde los hab�a arrojado: y volver�los � su tierra, la cual d� � sus padres. He aqu� que yo env�o muchos pescadores, dice Jehov�, y los pescar�n; y despu�s enviar� muchos cazadores, y los cazar�n de todo monte, y de todo collado, y de las cavernas de los pe�ascos. Porque mis ojos est�n sobre todos sus caminos, los cuales no se me ocultaron, ni su maldad se esconde de la presencia de mis ojos. Mas primero pagar� al doble su iniquidad y su pecado; porque contaminaron mi tierra con los cuerpos muertos de sus abominaciones, y de sus abominaciones llenaron mi heredad. Oh Jehov�, fortaleza m�a, y fuerza m�a, y refugio m�o en el tiempo de la aflicci�n; � ti vendr�n gentes desde los extremos de la tierra, y dir�n: Ciertamente mentira poseyeron nuestros padres, vanidad, y no hay en ellos provecho. �Ha de hacer el hombre dioses para s�? mas ellos no son dioses. Por tanto, he aqu�, les ense�ar� de esta vez, ense�arles he mi mano y mi fortaleza, y sabr�n que mi nombre es Jehov�. Jerem�as 17EL pecado de Jud� escrito est� con cincel de hierro, y con punta de diamante: esculpido est� en la tabla de su coraz�n, y en los lados de vuestros altares; Cuando sus hijos se acuerdan de sus altares y de sus bosques, junto � los �rboles verdes y en los collados altos. �Oh mi monta�a! tu hacienda en el campo y todos tus tesoros dar� � saco, por el pecado de tus altos en todos tus t�rminos. Y habr� en ti cesaci�n de tu heredad, la cual yo te d�, y te har� servir � tus enemigos en tierra que no conociste; porque fuego hab�is encendido en mi furor, para siempre arder�. As� ha dicho Jehov�: Maldito el var�n que conf�a en el hombre, y pone carne por su brazo, y su coraz�n se aparta de Jehov�. Pues ser� como la retama en el desierto, y no ver� cuando viniere el bien; sino que morar� en las securas en el desierto, en tierra despoblada y deshabitada. Bendito el var�n que se f�a en Jehov�, y cuya confianza es Jehov�. Porque �l ser� como el �rbol plantado junto � las aguas, que junto � la corriente echar� sus raices, y no ver� cuando viniere el calor, sino que su hoja estar� verde; y en el a�o de sequ�a no se fatigar�, ni dejar� de hacer fruto. Enga�oso es el coraz�n m�s que todas las cosas, y perverso; �qui�n lo conocer�? Yo Jehov�, que escudri�o el coraz�n, que pruebo los ri�ones, para dar � cada uno seg�n su camino, seg�n el fruto de sus obras. Como la perdiz que cubre lo que no puso, es el que allega riquezas, y no con justicia; en medio de sus d�as las dejar�, y en su postrimer�a ser� insipiente. Trono de gloria, excelso desde el principio, es el lugar de nuestro santuario. �Oh Jehov�, esperanza de Israel! todos los que te dejan, ser�n avergonzados; y los que de m� se apartan, ser�n escritos en el polvo; porque dejaron la vena de aguas vivas, � Jehov�. S�name, oh Jehov�, y ser� sano; s�lvame, y ser� salvo: porque t� eres mi alabanza. He aqu� que ellos me dicen: �D�nde est� la palabra de Jehov�? venga ahora. Mas yo no me entromet� � ser pastor en pos de ti, ni dese� d�a de calamidad, t� lo sabes. Lo que de mi boca ha salido, fu� en tu presencia. No me seas t� por espanto: esperanza m�a eres t� en el d�a malo. Averg��ncense los que me persiguen, y no me averg�ence yo; as�mbrense ellos, y yo no me asombre: trae sobre ellos d�a malo, y quebr�ntalos con doble quebrantamiento. As� me ha dicho Jehov�: Ve, y ponte � la puerta de los hijos del pueblo, por la cual entran y salen los reyes de Jud�, y � todas las puertas de Jerusalem, Y diles: Oid la palabra de Jehov�, reyes de Jud�, y todo Jud�, y todos los moradores de Jerusalem que entr�is por esta puertas. As� ha dicho Jehov�: Guardaos por vuestras vidas, y no traig�is carga en el d�a del s�bado, para meter por las puertas de Jerusalem; Ni saqu�is carga de vuestras casas en el d�a del s�bado, ni hag�is obra alguna: mas santificad el d�a del s�bado, como mand� � vuestros padres; Mas ellos no oyeron, ni inclinaron su o�do, antes endurecieron su cerviz, por no oir, ni recibir correcci�n. Ser� empero, si vosotros me obedeciereis, dice Jehov�, no metiendo carga por las puertas de esta ciudad en el d�a del s�bado, sino que santificar�is el d�a del s�bado, no haciendo en �l ninguna obra; Que entrar�n por las puertas de esta ciudad, en carros y en caballos, los reyes y los pr�ncipes que se sientan sobre el trono de David, ellos y sus pr�ncipes, los varones de Jud�, y los moradores de Jerusalem: y esta ciudad ser� habitada para siempre. Y vendr�n de las ciudades de Jud�, y de los alrededores de Jerusalem, y de tierra de Benjam�n, y de los campos, y del monte, y del austro, trayendo holocausto y sacrificio, y ofrenda � incienso, y trayendo sacrificio de alabanza � la casa de Jehov�. Mas si no me oyereis para santificar el d�a del s�bado, y para no traer carga ni meterla por las puertas de Jerusalem en d�a de s�bado, yo har� encender fuego en sus puertas, y consumir� los palacios de Jerusalem, y no se apagar�. Jerem�as 18LA palabra que fu� � Jerem�as de Jehov�, diciendo: Lev�ntate, y vete � casa del alfarero, y all� te har� oir mis palabras. Y descend� � casa del alfarero, y he aqu� que �l hac�a obra sobre la rueda. Y el vaso que �l hac�a de barro se quebr� en la mano del alfarero; y torn� � h�zolo otro vaso, seg�n que al alfarero pareci� mejor hacerlo. Entonces fu� � m� palabra de Jehov�, diciendo: �No podr� yo hacer de vosotros como este alfarero, oh casa de Israel, dice Jehov�? He aqu� que como el barro en la mano del alfarero, as� sois vosotros en mi mano, oh casa de Israel. En un instante hablar� contra gentes y contra reinos, para arrancar, y disipar, y destruir. Empero si esas gentes se convirtieren de su maldad, de que habr� hablado, yo me arrepentir� del mal que hab�a pensado hacerles. Y en un instante hablar� de la gente y del reino, para edificar y para plantar; Pero si hiciere lo malo delante de mis ojos, no oyendo mi voz, arrepentir�me del bien que hab�a determinado hacerle. Ahora pues habla luego � todo hombre de Jud�, y � los moradores de Jerusalem, diciendo: As� ha dicho Jehov�: He aqu� que yo dispongo mal contra vosotros, y trazo contra vosotros designios: convi�rtase ahora cada uno de su mal camino, y mejorad vuestros caminos y vuestras obras. Y dijeron: Es por dem�s: porque en pos de nuestras imaginaciones hemos de ir, y hemos de hacer cada uno el pensamiento de su malvado coraz�n. Por tanto, as� dijo Jehov�: Preguntad ahora � las gentes, qui�n tal haya o�do. Gran fealdad ha hecho la virgen de Israel. �Faltar� la nieve del L�bano de la piedra del campo? �faltar�n las aguas fr�as que corren de lejanas tierras? Porque mi pueblo me ha olvidado, incensando � la vanidad, y h�cenles tropezar en sus caminos, en las sendas antiguas, para que caminen por sendas, por camino no hollado; Para poner su tierra en desolaci�n, y en silbos perpetuos; todo aquel que pasare por ella se maravillar�, y menear� su cabeza. Como viento solano los esparcir� delante del enemigo; mostrar�les las espaldas, y no el rostro, en el d�a de su perdici�n. Y dijeron: Venid, y tracemos maquinaciones contra Jerem�as; porque la ley no faltar� del sacerdote, ni consejo del sabio, ni palabra del profeta. Venid � hir�moslo de lengua, y no miremos � todas sus palabras. Oh Jehov�, mira por m�, y oye la voz de los que contienden conmigo. �Dase mal por bien para que hayan cavado hoyo � mi alma? Acu�rdate que me puse delante de ti para hablar bien por ellos, para apartar de ellos tu ira. Por tanto, entrega sus hijos � hambre, y hazlos derramar por medio de la espada; y queden sus mujeres sin hijos, y viudas; y sus maridos sean puestos � muerte, y sus j�venes heridos � cuchillo en la guerra. Oigase clamor de sus casas, cuando trajeres sobre ellos ej�rcito de repente: porque cavaron hoyo para prenderme, y � mis pies han escondido lazos. Mas t�, oh Jehov�, conoces todo su consejo contra m� para muerte; no perdones su maldad, ni borres su pecado de delante de tu rostro: y tropiecen delante de ti; haz as� con ellos en el tiempo de tu furor. Jerem�as 19ASI dijo Jehov�: Ve, y compra una vasija de barro de alfarero, y lleva contigo de los ancianos del pueblo, y de los ancianos de los sacerdotes; Y saldr�s al valle del hijo de Hinnom, que est� � la entrada de la puerta oriental, y publicar�s all� las palabras que yo te hablar�. Dir�s pues: Oid palabra de Jehov�, oh reyes de Jud�, y moradores de Jerusalem. As� dice Jehov� de los ej�rcitos, Dios de Israel: He aqu� que yo traigo mal sobre este lugar, tal que quien lo oyere, le reti�an los o�dos. Porque me dejaron, y enajenaron este lugar, y ofrecieron en �l perfumes � dioses ajenos, los cuales no hab�an ellos conocido, ni sus padres, ni los reyes de Jud�; y llenaron este lugar de sangre de inocentes; Y edificaron alto � Baal, para quemar con fuego sus hijos en holocaustos al mismo Baal; cosa que no les mand�, ni habl�, ni me vino al pensamiento. Por tanto, he aqu� vienen d�as, dice Jehov�, que este lugar no se llamar� m�s Topheth, ni Valle del hijo de Hinnom, sino Valle de la Matanza. Y desvanecer� el consejo de Jud� y de Jerusalem en este lugar; y har�les caer � cuchillo delante de sus enemigos, y en las manos de los que buscan sus almas; y dar� sus cuerpos para comida de las aves del cielo y de las bestias de la tierra: Y pondr� � esta ciudad por espanto y silbo: todo aquel que pasare por ella se maravillar�, y silbar� sobre todas sus plagas. Y har�les comer la carne de sus hijos y la carne de sus hijas; y cada uno comer� la carne de su amigo, en el cerco y en el apuro con que los estrechar�n sus enemigos y los que buscan sus almas. Y quebrar�s la vasija ante los ojos de los varones que van contigo, Y les dir�s: As� ha dicho Jehov� de los ej�rcitos: As� quebrantar� � este pueblo y � esta ciudad, como quien quiebra un vaso de barro, que no puede m�s restaurarse; y en Topheth se enterrar�n, porque no habr� otro lugar para enterrar. As� har� � este lugar, dice Jehov�, y � sus moradores, poniendo esta ciudad como Topheth. Y las casas de Jerusalem, y las casas de los reyes de Jud�, ser�n como el lugar de Topheth inmundas, por todas las casas sobre cuyos tejados ofrecieron perfumes � todo el ej�rcito del cielo, y vertieron libaciones � dioses ajenos. Y volvi� Jerem�as de Topheth, � donde le envi� Jehov� � profetizar, y par�se en el atrio de la casa de Jehov�, y dijo � todo el pueblo. As� ha dicho Jehov� de los ej�rcitos, Dios de Israel: He aqu� yo traigo sobre esta ciudad y sobre todas sus villas todo el mal que habl� contra ella: porque han endurecido su cerviz, para no oir mis palabras. Jerem�as 20Y PASHUR sacerdote, hijo de Immer, que presid�a por pr�ncipe en la casa de Jehov�, oy� � Jerem�as que profetizaba estas palabras. E hiri� Pashur � Jerem�as profeta, y p�sole en el cepo que estaba � la puerta de Benjam�n en lo alto, la cual conduc�a � la casa de Jehov�. Y el d�a siguiente Pashur sac� � Jerem�as del cepo. D�jole entonces Jerem�as: Jehov� no ha llamado tu nombre Pashur, sino Magormissabib. Porque as� ha dicho Jehov�: He aqu� yo te pondr� en espanto � ti, y � todos los que bien te quieren, y caer�n por el cuchillo de sus enemigos, y tus ojos lo ver�n: y � todo Jud� entregar� en mano del rey de Babilonia, y los trasportar� � Babilonia, y herir�los � cuchillo. Entregar� asimismo toda la sustancia de esta ciudad, y todo su trabajo, y todas sus cosas preciosas; y dar� todos los tesoros de los reyes de Jud� en manos de sus enemigos, y los saquear�n, y los tomar�n, y llevar�nlos � Babilonia. Y t�, Pashur, y todos los moradores de tu casa ir�is cautivos, y entrar�s en Babilonia, y all� morir�s, y ser�s all� enterrado, tu, y todos los que bien te quieren, � los cuales has profetizado con mentira. Alucin�steme, oh Jehov�, y h�llome frustrado: m�s fuerte fuiste que yo, y venc�steme: cada d�a he sido escarnecido; cada cual se burla de m�. Porque desde que hablo, doy voces, grito, Violencia y destrucci�n: porque la palabra de Jehov� me ha sido para afrenta y escarnio cada d�a. Y dije: No me acordar� m�s de �l, ni hablar� m�s en su nombre: empero fu� en mi coraz�n como un fuego ardiente metido en mis huesos, trabaj� por sufrirlo, y no pude. Porque o� la murmuraci�n de muchos, temor de todas partes: Denunciad, y denunciaremos. Todos mis amigos miraban si claudicar�a. Quiz� se enga�ar�, dec�an, y prevaleceremos contra �l, y tomaremos de �l nuestra venganza. Mas Jehov� est� conmigo como poderoso gigante; por tanto los que me persiguen tropezar�n, y no prevalecer�n; ser�n avergonzados en gran manera, porque no prosperar�n; tendr�n perpetua confusi�n que jam�s ser� olvidada. Oh Jehov� de los ej�rcitos, que sondas los justos, que ves los ri�ones y el coraz�n, vea yo tu venganza de ellos; porque � ti he descubierto mi causa. Cantad � Jehov�, load � Jehov�: porque librado ha el alma del pobre de mano de los malignos. Maldito el d�a en que nac�: el d�a en que mi madre me pari� no sea bendito. Maldito el hombre que di� nuevas � mi padre, diciendo, Hijo var�n te ha nacido, haci�ndole alegrarse as� mucho. Y sea el tal hombre como las ciudades que asol� Jehov�, y no se arrepinti�: y oiga gritos de ma�ana, y voces al medio d�a; Porque no me mat� en el vientre, y mi madre me hubiera sido mi sepulcro, y su vientre concebimiento perpetuo. �Para qu� sal� del vientre? �para ver trabajo y dolor, y que mis d�as se gastasen en afrenta? Jerem�as 21PALABRA que fu� � Jerem�as de Jehov�, cuando el rey Sedech�as envi� � �l � Pashur hijo de Malch�as, y � Sephan�as sacerdote, hijo de Maas�as, que le dijesen: Pregunta ahora por nosotros � Jehov�; porque Nabucodonosor rey de Babilonia hace guerra contra nosotros: quiz� Jehov� har� con nosotros seg�n todas sus maravillas, y aqu�l se ir� de sobre nosotros. Y Jerem�as les dijo: Dir�is as� � Sedech�as: As� ha dicho Jehov� Dios de Israel: He aqu� yo vuelvo las armas de guerra que est�n en vuestras manos, y con que vosotros pele�is con el rey de Babilonia; y los Caldeos que os tienen cercados fuera de la muralla, yo los juntar� en medio de esta ciudad. Y pelear� contra vosotros con mano alzada y con brazo fuerte, y con furor, y enojo, � ira grande: Y herir� los moradores de esta ciudad; y los hombres y las bestias morir�n de pestilencia grande. Y despu�s, as� dice Jehov�, entregar� � Sedech�as rey de Jud�, y � sus criados, y al pueblo, y � los que quedaren en la ciudad de la pestilencia, y del cuchillo, y del hambre, en mano de Nabucodonosor rey de Babilonia, y en mano de sus enemigos, y en mano de los que buscan sus almas; y �l los herir� � filo de espada; no los perdonar�, ni los recibir� � merced, ni tendr� de ellos misericordia. Y � este pueblo dir�s: As� ha dicho Jehov�: He aqu� pongo delante de vosotros camino de vida y camino de muerte. El que se quedare en esta ciudad, morir� � cuchillo, � de hambre, � pestilencia: mas el que saliere, y se pasare � los Caldeos que os tienen cercados, vivir�, y su vida le ser� por despojo. Porque mi rostro he puesto contra esta ciudad para mal, y no para bien, dice Jehov�: en mano del rey de Babilonia ser� entregada, y quemar�la � fuego. Y � la casa del rey de Jud� dir�s: Oid palabra de Jehov�. Casa de David, as� dijo Jehov�: Juzgad de ma�ana juicio, y librad al oprimido de mano del opresor; porque mi ira no salga como fuego, y se encienda, y no haya quien apague, por la maldad de vuestras obras. He aqu� yo contra ti, moradora del valle de la piedra de la llanura, dice Jehov�: los que dec�s: �Qui�n subir� contra nosotros? �y qui�n entrar� en nuestras moradas? Yo os visitar� conforme al fruto de vuestras obras, dice Jehov�, y har� encender fuego en su bre�a, y consumir� todo lo que est� alrededor de ella. Jerem�as 22ASI dijo Jehov�: Desciende � la casa del rey de Jud�, y habla all� esta palabra, Y di: Oye palabra de Jehov�, oh rey de Jud� que est�s sentado sobre el trono de David, t�, y tus criados, y tu pueblo que entran por estas puertas. As� ha dicho Jehov�: Haced juicio y justicia, y librad al oprimido de mano del opresor, y no enga��is, ni rob�is al extranjero, ni al hu�rfano, ni � la viuda, ni derram�is sangre inocente en este lugar. Porque si efectivamente hiciereis esta palabra, los reyes que en lugar de David se sientan sobre su trono, entrar�n montados en carros y en caballos por las puertas de esta casa, ellos, y sus criados, y su pueblo. Mas si no oyereis estas palabras, por m� he jurado, dice Jehov�, que esta casa ser� desierta. Porque as� ha dicho Jehov� sobre la casa del rey de Jud�: Galaad eres t� para m�, y cabeza del L�bano: empero de cierto te pondr� en soledad, y ciudades deshabitadas. Y se�alar� contra ti disipadores, cada uno con sus armas; y cortar�n tus cedros escogidos, y los echar�n en el fuego. Y muchas gentes pasar�n junto � esta ciudad, y dir�n cada uno � su compa�ero: �Por qu� lo hizo as� Jehov� con esta grande ciudad? Y dir�n: Porque dejaron el pacto de Jehov� su Dios, y adoraron dioses ajenos, y les sirvieron. No llor�is al muerto, ni de �l os condolezc�is: llorad amargamente por el que va; porque no volver� jam�s, ni ver� la tierra donde naci�. Porque as� ha dicho Jehov�, de Sallum hijo de Jos�as, rey de Jud�, que reina por Jos�as su padre, que sali� de este lugar: No volver� ac� m�s; Antes morir� en el lugar adonde lo trasportaren, y no ver� m�s esta tierra. �Ay del que edifica su casa y no en justicia, y sus salas y no en juicio, sirvi�ndose de su pr�jimo de balde, y no d�ndole el salario de su trabajo! Que dice: Edificar� para m� casa espaciosa, y airosas salas; y le abre ventanas, y la cubre de cedro, y la pinta de bermell�n. �Reinar�s porque te cercas de cedro? �no comi� y beb�o tu padre, � hizo juicio y justicia, y entonces le fu� bien? El juzg� la causa del afligido y del menesteroso, y entonces estuvo bien. �No es esto conocerme � m�? dice Jehov�. Mas tus ojos y tu coraz�n no son sino � tu avaricia, y � derramar la sangre inocente, y � opresi�n, y � hacer agravio. Por tanto as� ha dicho Jehov�, de Joacim hijo de Jos�as, rey de Jud�: No lo llorar�n, diciendo: �Ay hermano m�o! y �ay hermana! ni lo lamentar�n, diciendo: �Ay se�or! �ay su grandeza! En sepultura de asno ser� enterrado, arrastr�ndole y ech�ndole fuera de las puertas de Jerusalem. Sube al L�bano, y clama, y en Bas�n da tu voz, y grita hacia todas partes; porque todos tus enamorados son quebrantados. Hete hablado en tus prosperidades; mas dijiste: No oir�. Este fu� tu camino desde tu juventud, que nunca oiste mi voz. A todos tus pastores pacer� el viento, y tus enamorados ir�n en cautiverio: entonces te avergonzar�s y te confundir�s � causa de toda tu malicia. Habitaste en el L�bano, hiciste tu nido en los cedros: �c�mo gemir�s cuando te vinieren dolores, dolor como de mujer que est� de parto! Vivo yo, dice Jehov�, que si Con�as hijo de Joac�m rey de Jud� fuese anillo en mi mano diestra, aun de all� te arrancar�; Y te entregar� en mano de los que buscan tu alma, y en mano de aquellos cuya vista temes; s�, en mano de Nabucodonosor rey de Babilonia, y en mano de los Caldeos. Y hacerte he trasportar, � ti, y � tu madre que te pari�, � tierra ajena en que no nacisteis; y all� morir�is. Y � la tierra � la cual levantan ellos su alma para tornar, all� no volver�n. �Es este hombre Con�as un �dolo vil quebrado? �es vaso con quien nadie se deleita? �Por qu� fueron arrojados, �l y su generaci�n, y echados � tierra que no hab�an conocido? �Tierra, tierra, tierra! oye palabra de Jehov�. As� ha dicho Jehov�: Escribid que ser� este hombre privado de generaci�n, hombre � quien nada suceder� pr�speramente en todos los d�as de su vida: porque ning�n hombre de su simiente que se sentare sobre el trono de David, y que se ense�oreare sobre Jud�, ser� jam�s dichoso. Jerem�as 23�AY de los pastores que desperdician y derraman las ovejas de mi majada! dice Jehov�. Por tanto, as� ha dicho Jehov� Dios de Israel � los pastores que apacientan mi pueblo: Vosotros derramasteis mis ovejas, y las espantasteis, y no las hab�is visitado: he aqu� yo visito sobre vosotros la maldad de vuestras obras, dice Jehov�. Y yo recoger� el resto de mis ovejas de todas las tierras adonde las ech�, y har�las volver � sus moradas; y crecer�n, y se multiplicar�n. Y pondr� sobre ellas pastores que las apacienten; y no temer�n m�s, ni se asombrar�n, ni ser�n menoscabadas, dice Jehov�. He aqu� que vienen los d�as, dice Jehov�, y despertar� � David renuevo justo, y reinar� Rey, el cual ser� dichoso, y har� juicio y justicia en la tierra. En sus d�as ser� salvo Jud�, � Israel habitar� confiado: y este ser� su nombre que le llamar�n: JEHOVA, JUSTICIA NUESTRA. Por tanto, he aqu� que vienen d�as, dice Jehov�, y no dir�n m�s: Vive Jehov� que hizo subir los hijos de Israel de la tierra de Egipto; Sino: Vive Jehov� que hizo subir y trajo la simiente de la casa de Israel de tierra del aquil�n, y de todas las tierras adonde los hab�a yo echado; y habitar�n en su tierra. A causa de los profetas mi coraz�n est� quebrantado en medio de m�, todos mis huesos tiemblan; estuve como hombre borracho, y como hombre � quien domin� el vino, delante de Jehov� y delante de las palabras de su santidad. Porque la tierra est� llena de ad�lteros: porque � causa del juramento la tierra est� desierta; las caba�as del desierto se secaron; la carrera de ellos fu� mala, y su fortaleza no derecha. Porque as� el profeta como el sacerdote son fingidos: aun en mi casa hall� su maldad, dice Jehov�. Por tanto, como resbaladeros en oscuridad les ser� su camino: ser�n empujados, y caer�n en �l: porque yo traer� mal sobre ellos, a�o de su visitaci�n, dice Jehov�. Y en los profetas de Samaria he visto desatinos: profetizaban en Baal, � hicieron errar � mi pueblo Israel. Y en los profetas de Jerusalem he visto torpezas: comet�an adulterios, y andaban en mentiras, y esforzaban las manos de los malos, para que ninguno se convirtiese de su malicia: fu�ronme todos ellos como Sodoma, y sus moradores como Gomorra. Por tanto, as� ha dicho Jehov� de los ej�rcitos contra aquellos profetas: He aqu� que yo les hago comer ajenjos, y les har� beber aguas de hiel; porque de los profetas de Jerusalem sali� la hipocres�a sobre toda la tierra. As� ha dicho Jehov� de los ej�rcitos: No escuch�is las palabras de los profetas que os profetizan: os hacen desvanecer; hablan visi�n de su coraz�n, no de la boca de Jehov�. Dicen atrevidamente � los que me irritan: Jehov� dijo: Paz tendr�is; y � cualquiera que anda tras la imaginaci�n de su coraz�n, dijeron: No vendr� mal sobre vosotros. Porque �qui�n estuvo en el secreto de Jehov�, y vi�, y oy� su palabra? �qui�n estuvo atento � su palabra, y oy�? He aqu� que la tempestad de Jehov� saldr� con furor; y la tempestad que est� aparejada, caer� sobre la cabeza de los malos. No se apartar� el furor de Jehov�, hasta tanto que haya hecho, y hasta tanto que haya cumplido los pensamientos de su coraz�n: en lo postrero de los d�as lo entender�is cumplidamente. No envi� yo aquellos profetas, y ellos corr�an: yo no les habl�, y ellos profetizaban. Y si ellos hubieran estado en mi secreto, tambi�n hubieran hecho oir mis palabras � mi pueblo; y les hubieran hecho volver de su mal camino, y de la maldad de sus obras. �Soy yo Dios de poco ac�, dice Jehov�, y no Dios de mucho ha? �Ocultar�se alguno, dice Jehov�, en escondrijos que yo no lo vea? �No hincho yo, dice Jehov�, el cielo y la tierra? Yo he o�do lo que aquellos profetas dijeron, profetizando mentira en mi nombre, diciendo: So��, so��. �Hasta cu�ndo ser� esto en el coraz�n de los profetas que profetizan mentira, y que profetizan el enga�o de su coraz�n? �No piensan como hacen � mi pueblo olvidarse de mi nombre con sus sue�os que cada uno cuenta � su compa�ero, al modo que sus padres se olvidaron de mi nombre por Baal? El profeta con quien fuere sue�o, cuente sue�o; y el con quien fuere mi palabra, cuente mi palabra verdadera. �Qu� tiene que ver la paja con el trigo? dice Jehov�. �No es mi palabra como el fuego, dice Jehov�, y como martillo que quebranta la piedra? Por tanto, he aqu� yo contra los profetas, dice Jehov�, que hurtan mis palabras cada uno de su m�s cercano. He aqu� yo contra los profetas, dice Jehov�, que endulzan sus lenguas, y dicen: El ha dicho. He aqu� yo contra los que profetizan sue�os mentirosos, dice Jehov� y cont�ronlos, � hicieron errar � mi pueblo con sus mentiras y con sus lisonjas, y yo no los envi�, ni les mand�; y ning�n provecho hicieron � este pueblo, dice Jehov�. Y cuando te preguntare este pueblo, � el profeta, � el sacerdote, diciendo: �Qu� es la carga de Jehov�? les dir�s: �Qu� carga? Os dejar�, ha dicho Jehov�. Y el profeta, y el sacerdote, � el pueblo, que dijere: Carga de Jehov�; yo enviar� castigo sobre tal hombre y sobre su casa. As� dir�is cada cual � su compa�ero, y cada cual � su hermano: �Qu� ha respondido Jehov�, y qu� habl� Jehov�? Y nunca m�s os vendr� � la memoria decir: Carga de Jehov�: porque la palabra de cada uno le ser� por carga; pues pervertisteis las palabras del Dios viviente, de Jehov� de los ej�rcitos, Dios nuestro. As� dir�s al profeta: �Qu� te respondi� Jehov�, y qu� habl� Jehov�? Mas si dijereis: Carga de Jehov�: por eso Jehov� dice as�: Porque dijisteis esta palabra, Carga de Jehov�, habiendo enviado � deciros: No dig�is, Carga de Jehov�: Por tanto, he aqu� que yo os echar� en olvido, y os arrancar� de mi presencia, y � la ciudad que os d� � vosotros y � vuestros padres; Y pondr� sobre vosotros afrenta perpetua, y eterna confusi�n que nunca borrar� el olvido. Jerem�as 24MOSTROME Jehov�, y he aqu� dos cestas de higos puestas delante del templo de Jehov�, despu�s de haber trasportado Nabucodonosor rey de Babilonia � Jech�n�as hijo de Joacim, rey de Jud�, y � los pr�ncipes de Jud�, y � los oficiales y herreros de Jerusalem, y haberlos llevado � Babilonia. La una cesta ten�a higos muy buenos, como brevas; y la otra cesta ten�a higos muy malos, que no se pod�an comer de malos. Y d�jome Jehov�: �Qu� ves t�, Jerem�as? Y dije: Higos, higos buenos, muy buenos; y malos, muy malos, que de malos no se pueden comer. Y fu� � m� palabra de Jehov�, diciendo: As� ha dicho Jehov� Dios de Israel: Como � estos buenos higos, as� conocer� la trasportaci�n de Jud� al cual ech� de este lugar � tierra de Caldeos, para bien. Porque pondr� mis ojos sobre ellos para bien, y volver�los � esta tierra; y los edificar�, y no los destruir�: plantar�los, y no los arrancar�. Y les dar� coraz�n para que me conozcan, que yo soy Jehov�: y me ser�n por pueblo, y yo les ser� � ellos por Dios; porque se volver�n � m� de todo su coraz�n. Y como los malos higos, que de malos no se pueden comer, as�, ha dicho Jehov�, dar� � Sedech�as rey de Jud�, y � sus pr�ncipes, y al resto de Jerusalem que quedaron en esta tierra, y que moran en la tierra de Egipto. Y dar�los por escarnio, por mal � todos los reinos de la tierra: por infamia, y por ejemplo, y por refr�n, y por maldici�n � todos los lugares adonde yo los arrojar�. Y enviar� sobre ellos espada, hambre, y pestilencia, hasta que sean acabados de sobre la tierra que les d� � ellos y � sus padres. Jerem�as 25PALABRA que fu� � Jerem�as acerca de todo el pueblo de Jud� en el a�o cuarto de Joacim hijo de Jos�as, rey de Jud�, el cual es el a�o primero de Nabucodonosor rey de Babilonia; La cual habl� Jerem�as profeta � todo el pueblo de Jud�, y � todos los moradores de Jerusalem, diciendo: Desde el a�o trece de Jos�as hijo de Am�n, rey de Jud�, hasta este d�a, que son veintitr�s a�os, fu� � m� palabra de Jehov�, y os he hablado, madrugando y dando aviso; mas no oisteis. Y envi� Jehov� � vosotros todos sus siervos los profetas, madrugando y envi�ndolos; mas no oisteis, ni inclinasteis vuestro o�do para escuchar, Cuando dec�an: Volveos ahora de vuestro mal camino y de la maldad de vuestras obras, y morad en la tierra que os di� Jehov�, � vosotros y � vuestros padres para siempre; Y no vay�is en pos de dioses ajenos, sirvi�ndoles y encorv�ndoos � ellos, ni me provoqu�is � ira con la obra de vuestras manos; y no os har� mal. Empero no me hab�is o�do, dice Jehov�, para provocarme � ira con la obra de vuestras manos para mal vuestro. Por tanto, as� ha dicho Jehov� de los ej�rcitos: Por cuanto no hab�is o�do mis palabras, He aqu� enviar� yo, y tomar� todos los linajes del aquil�n, dice Jehov�, y � Nabucodonosor rey de Babilonia, mi siervo, y traer�los contra esta tierra, y contra sus moradores, y contra todas estas naciones en derredor; y los destruir�, y pondr�los por escarnio, y por silbo, y en soledades perpetuas. Y har� que perezca de entre ellos voz de gozo y voz de alegr�a, voz de desposado y voz de desposada, ruido de muelas, y luz de l�mpara. Y toda esta tierra ser� puesta en soledad, en espanto; y servir�n estas gentes al rey de Babilonia setenta a�os. Y ser� que, cuando fueren cumplidos los setenta a�os, visitar� sobre el rey de Babilonia y sobre aquella gente su maldad, ha dicho Jehov�, y sobre la tierra de los Caldeos; y pondr�la en desiertos para siempre. Y traer� sobre aquella tierra todas mis palabras que he hablado contra ella, con todo lo que est� escrito en este libro, profetizado por Jerem�as contra todas gentes. Porque se servir�n tambi�n de ellos muchas gentes, y reyes grandes; y yo les pagar� conforme � sus hechos, y conforme � la obra de sus manos. Porque as� me dijo Jehov� Dios de Israel: Toma de mi mano el vaso del vino de este furor, y da � beber de �l � todas las gentes � las cuales yo te env�o. Y beber�n, y temblar�n, y enloquecer�n delante del cuchillo que yo env�o entre ellos. Y tom� el vaso de la mano de Jehov�, y d� de beber � todas las gentes � las cuales me envi� Jehov�: A Jerusalem, � las ciudades de Jud�, y � sus reyes, y � sus pr�ncipes, para ponerlos en soledad, en escarnio, y en silbo, y en maldici�n, como este d�a; A Fara�n rey de Egipto, y � sus siervos, � sus pr�ncipes, y � todo su pueblo; Y � toda la mezcla de gente, y � todos los reyes de tierra de Hus, y � todos los reyes de tierra de Palestina, y � Ascal�n, y Gaza, y Ecr�n, y al residuo de Asdod; A Edom, y Moab, y � los hijos de Amm�n; Y � todos los reyes de Tiro, y � todos los reyes de Sid�n, y � los reyes de las islas que est�n de ese lado de la mar; Y � Ded�n, y Tema, y Buz, y � todos los que est�n al cabo del mundo; Y � todos los reyes de Arabia, y � todos los reyes de pueblos mezclados que habitan en el desierto; Y � todos los reyes de Zimri, y � todos los reyes de Elam, y � todos los reyes de Media; Y � todos los reyes del aquil�n, los de cerca y los de lejos, los unos con los otros; y � todos los reinos de la tierra que est�n sobre la haz de la tierra: y el rey de Sesach beber� despu�s de ellos. Les dir�s, pues: As� ha dicho Jehov� de los ej�rcitos, Dios de Israel: Bebed, y embriagaos, y vomitad, y caed, y no os levant�is delante del cuchillo que yo env�o entre vosotros. Y ser� que, si no quieren tomar el vaso de tu mano para beber, les dir�s t�: As� ha dicho Jehov� de los ej�rcitos: Hab�is de beber. Porque he aqu�, que � la ciudad sobre la cual es invocado mi nombre yo comienzo � hacer mal; �y vosotros ser�is absueltos? No ser�is absueltos: porque espada traigo sobre todos los moradores de la tierra, dice Jehov� de los ej�rcitos. T� pues, profetizar�s � ellos todas estas palabras, y les dir�s: Jehov� bramar� desde lo alto, y desde la morada de su santidad dar� su voz: enfurecido bramar� sobre su morada; canci�n de lagareros cantar� contra todos los moradores de la tierra. Lleg� el estruendo hasta el cabo de la tierra; porque juicio de Jehov� con las gentes: �l es el Juez de toda carne; entregar� los imp�os � cuchillo, dice Jehov�. As� ha dicho Jehov� de los ej�rcitos: He aqu� que el mal sale de gente en gente, y grande tempestad se levantar� de los fines de la tierra. Y ser�n muertos de Jehov� en aquel d�a desde el un cabo de la tierra hasta el otro cabo; no se endechar�n, ni se recoger�n, ni ser�n enterrados; como esti�rcol ser�n sobre la haz de la tierra. Aullad, pastores, y clamad; y revolcaos en el polvo, mayorales del reba�o; porque cumplidos son vuestros d�as para ser vosotros degollados y esparcidos, y caer�is como vaso de codicia. Y acabar�se la hu�da de los pastores, y el escape de los mayorales del reba�o. �Voz de la grita de los pastores, y aullido de los mayorales del reba�o! porque Jehov� asol� sus majadas. Y las majadas quietas ser�n taladas por el furor de la ira de Jehov�. Dej� cual leoncillo su guarida; pues asolada fu� la tierra de ellos por la ira del opresor, y por el furor de su sa�a. Jerem�as 26EN el principio del reinado de Joacim hijo de Jos�as, rey de Jud�, fu� esta palabra de Jehov�, diciendo: As� ha dicho Jehov�: Ponte en el atrio de la casa de Jehov�, y habla � todas las ciudades de Jud�, que vienen para adorar en la casa de Jehov�, todas las palabras que yo te mand� les hablases; no retengas palabra. Quiz� oir�n, y se tornar�n cada uno de su mal camino; y arrepentir�me yo del mal que pienso hacerles por la maldad de sus obras. Les dir�s pues: As� ha dicho Jehov�: Si no me oyereis para andar en mi ley, la cual d� delante de vosotros, Para atender � las palabras de mis siervos los profetas que yo os env�o, madrugando en enviarlos, � los cuales no hab�is o�do; Yo pondr� esta casa como Silo, y dar� esta ciudad en maldici�n � todas las gentes de la tierra. Y los sacerdotes, los profetas, y todo el pueblo, oyeron � Jerem�as hablar estas palabras en la casa de Jehov�. Y fu� que, acabando de hablar Jerem�as todo lo que Jehov� le hab�a mandado que hablase � todo el pueblo, los sacerdotes y los profetas y todo el pueblo le echaron mano, diciendo: De cierto morir�s. �Por qu� has profetizado en nombre de Jehov�, diciendo: Esta casa ser� como Silo, y esta ciudad ser� asolada hasta no quedar morador? Y junt�se todo el pueblo contra Jerem�as en la casa de Jehov�. Y los pr�ncipes de Jud� oyeron estas cosas, y subieron de casa del rey � la casa de Jehov�; y sent�ronse en la entrada de la puerta nueva de Jehov�. Entonces hablaron los sacerdotes y los profetas � los pr�ncipes y � todo el pueblo, diciendo: En pena de muerte ha incurrido este hombre; porque profetiz� contra esta ciudad, como vosotros hab�is o�do con vuestros o�dos. Y habl� Jerem�as � todos los pr�ncipes y � todo el pueblo, diciendo: Jehov� me envi� � que profetizase contra esta casa y contra esta ciudad, todas las palabras que hab�is o�do. Y ahora, mejorad vuestros caminos y vuestras obras, y oid la voz de Jehov� vuestro Dios, y arrepentir�se Jehov� del mal que ha hablado contra vosotros. En lo que � m� toca, he aqu� estoy en vuestras manos: haced de m� como mejor y m�s recto os pareciere. Mas sabed de cierto que, si me matareis, sangre inocente echar�is sobre vosotros, y sobre esta ciudad, y sobre sus moradores: porque en verdad Jehov� me envi� � vosotros para que dijese todas estas palabras en vuestros o�dos. Y dijeron los pr�ncipes y todo el pueblo � los sacerdotes y profetas. No ha incurrido este hombre en pena de muerte, porque en nombre de Jehov� nuestro Dios nos ha hablado. Entonces se levantaron ciertos de los ancianos de la tierra, y hablaron � toda la junta del pueblo, diciendo: Miqueas de Morasti profetiz� en tiempo de Ezech�as rey de Jud�, diciendo: As� ha dicho Jehov� de los ej�rcitos: Si�n ser� arada como campo, y Jerusalem vendr� � ser montones, y el monte del templo en cumbres de bosque. �Mat�ronlo luego Ezech�as rey de Jud� y todo Jud�? �no temi� � Jehov�, y or� en presencia de Jehov�, y Jehov� se arrepinti� del mal que hab�a hablado contra ellos? �Haremos pues nosotros tan grande mal contra nuestras almas? Hubo tambi�n un hombre que profetizaba en nombre de Jehov�, Ur�as, hijo de Sema�as de Ch�riath-jearim, el cual profetiz� contra esta ciudad y contra esta tierra, conforme � todas las palabras de Jerem�as: Y oy� sus palabras el rey Joacim, y todos sus grandes, y todos sus pr�ncipes, y el rey procur� de matarle; lo cual entendiendo Ur�as, tuvo temor, y huy�, y meti�se en Egipto: Y el rey Joacim envi� hombres � Egipto, � Elnath�n hijo de Acbor, y otros hombres con �l, � Egipto; Los cuales sacaron � Ur�as de Egipto, y lo trajeron al rey Joacim, � hiri�lo � cuchillo, y ech� su cuerpo en los sepulcros del vulgo. La mano empero de Ahicam hijo de Saph�n era con Jerem�as, porque no lo entregasen en las manos del pueblo para matarlo. Jerem�as 27EN el principio del reinado de Joacim hijo de Jos�as, rey de Jud�, fu� de Jehov� esta palabra � Jerem�as, diciendo: Jehov� me ha dicho as�: Hazte coyundas y yugos, y ponlos sobre tu cuello; Y los enviar�s al rey de Edom, y al rey de Moab, y al rey de los hijos de Amm�n, y al rey de Tiro, y al rey de Sid�n, por mano de los embajadores que vienen � Jerusalem � Sedech�as, rey de Jud�. Y les mandar�s que digan � sus se�ores: As� ha dicho Jehov� de los ej�rcitos, Dios de Israel: As� hab�is de decir � vuestros se�ores: Yo hice la tierra, el hombre y las bestias que est�n sobre la haz de la tierra, con mi grande potencia y con mi brazo extendido, y d�la � quien me plugo. Y ahora yo he dado todas estas tierras en mano de Nabucodonosor rey de Babilonia, mi siervo, y aun las bestias del campo le he dado para que le sirvan. Y todas las gentes le servir�n � �l, y � su hijo, y al hijo de su hijo, hasta que venga tambi�n el tiempo de su misma tierra; y le servir�n muchas gentes y reyes grandes. Y ser�, que la gente y el reino que no sirviere � Nabucodonosor rey de Babilonia, y que no pusiere su cuello debajo del yugo del rey de Babilonia, con espada y con hambre y con pestilencia visitar� � la tal gente, dice Jehov�, hasta que los acabe yo por su mano. Y vosotros no prest�is o�do � vuestros profetas, ni � vuestros adivinos, ni � vuestros sue�os, ni � vuestros agoreros, ni � vuestros encantadores, que os hablan diciendo: No servir�is al rey de Babilonia. Porque ellos os profetizan mentira, para haceros alejar de vuestra tierra, y para que yo os arroje y perezc�is. Mas la gente que sometiere su cuello al yugo del rey de Babilonia, y le sirviere, har�la dejar en su tierra, dice Jehov�, y labrar�la, y morar� en ella. Y habl� tambi�n � Sedech�as rey de Jud� conforme � todas estas palabras, diciendo: Someted vuestros cuellos al yugo del rey de Babilonia, y servid � �l y � su pueblo, y vivid. �Por qu� morir�is, t� y tu pueblo, � cuchillo, de hambre, y pestilencia, seg�n ha dicho Jehov� � la gente que no sirviere al rey de Babilonia? No oig�is las palabras de los profetas que os hablan, diciendo: No servir�is al rey de Babilonia; porque os profetizan mentira. Porque yo no los envi�, dice Jehov�, y ellos profetizan falsamente en mi nombre, para que yo os arroje, y perezc�is, vosotros y los profetas que os profetizan. Tambi�n � los sacerdotes y � todo este pueblo habl�, diciendo: As� ha dicho Jehov�: No oig�is las palabras de vuestros profetas que os profetizan diciendo: He aqu� que los vasos de la casa de Jehov� volver�n de Babilonia ahora presto. Porque os profetizan mentira. No los oig�is; servid al rey de Babilonia, y vivid: �por qu� ha de ser desierta esta ciudad? Y si ellos son profetas, y si es con ellos palabra de Jehov�, oren ahora � Jehov� de los ej�rcitos, que los vasos que han quedado en la casa de Jehov� y en la casa del rey de Jud� y en Jerusalem, no vayan � Babilonia. Porque as� ha dicho Jehov� de los ej�rcitos de aquellas columnas, y del mar, y de las basas, y del resto de los vasos que quedan en esta ciudad, Que no quit� Nabucodonosor rey de Babilonia, cuando trasport� de Jerusalem � Babilonia � Jech�n�as hijo de Joacim, rey de Jud�, y � todos los nobles de Jud� y de Jerusalem: As� pues ha dicho Jehov� de los ej�rcitos, Dios de Israel, acerca de los vasos que quedaron en la casa de Jehov�, y en la casa del rey de Jud�, y en Jerusalem; A Babilonia ser�n trasportados, y all� estar�n hasta el d�a en que yo los visitar�, dice Jehov�; y despu�s los har� subir, y restituir�los � este lugar. Jerem�as 28Y ACONTECIO en el mismo a�o, en el principio del reinado de Sedech�as rey de Jud�, en el a�o cuarto, en el quinto mes, que Hanan�as, hijo de Azur, profeta que era de Gaba�n, me habl� en la casa de Jehov� delante de los sacerdotes y de todo el pueblo, diciendo: As� habl� Jehov� de los ej�rcitos, Dios de Israel, diciendo: Quebrant� el yugo del rey de Babilonia. Dentro de dos a�os de d�as tornar� � este lugar todos los vasos de la casa de Jehov�, que Nabucodonosor, rey de Babilonia, llev� de este lugar para meterlos en Babilonia; Y yo tornar� � este lugar � Jech�n�as hijo de Joacim, rey de Jud�, y � todos los trasportados de Jud� que entraron en Babilonia, dice Jehov�; porque yo quebrantar� el yugo del rey de Babilonia. Entonces respondi� Jerem�as profeta � Hanan�as profeta, delante de los sacerdotes y delante de todo el pueblo que estaba en la casa de Jehov�. Y dijo Jerem�as profeta: Am�n, as� lo haga Jehov�. Confirme Jehov� tus palabras, con las cuales profetizaste que los vasos de la casa de Jehov�, y todos los trasportados, han de ser tornados de Babilonia � este lugar. Con todo eso, oye ahora esta palabra que yo hablo en tus o�dos y en los o�dos de todo el pueblo: Los profetas que fueron antes de m� y antes de ti en tiempos pasados, profetizaron sobre muchas tierras y grandes reinos, de guerra, y de aflicci�n, y de pestilencia. El profeta que profetiz� de paz, cuando sobreviniere la palabra del profeta, ser� conocido el profeta que Jehov� en verdad lo envi�. Entonces Hanan�as profeta quit� el yugo del cuello de Jerem�as profeta, y quebr�lo, Y habl� Hanan�as en presencia de todo el pueblo, diciendo: As� ha dicho Jehov�: De esta manera quebrar� el yugo de Nabucodonosor, rey de Babilonia, del cuello de todas las gentes dentro de dos a�os de d�as. Y fu�se Jerem�as su camino. Y despu�s que Hanan�as profeta quebr� el yugo del cuello de Jerem�as profeta, fu� palabra de Jehov� � Jerem�as, diciendo: Ve, y habla � Hanan�as, diciendo: As� ha dicho Jehov�: Yugos de madera quebraste, mas en vez de ellos har�s yugos de hierro. Porque as� ha dicho Jehov� de los ej�rcitos, Dios de Israel: Yugo de hierro puso sobre el cuello de todas estas gentes, para que sirvan � Nabucodonosor rey de Babilonia, y han de servirle; y aun tambi�n le he dado las bestias del campo. Entonces dijo el profeta Jerem�as � Hanan�as profeta: Ahora oye, Hanan�as; Jehov� no te envi�, y t� has hecho confiar � este pueblo en mentira. Por tanto, as� ha dicho Jehov�: He aqu� que yo te env�o de sobre la haz de la tierra: morir�s en este a�o, porque hablaste rebeli�n contra Jehov�. Y en el mismo a�o muri� Hanan�as en el mes s�ptimo. Jerem�as 29Y ESTAS son las palabras de la carta que Jerem�as profeta envi� de Jerusalem � los ancianos que hab�an quedado de los trasportados, y � los sacerdotes y profetas, y � todo el pueblo que Nabucodonosor llev� cautivo de Jerusalem � Babilonia: (Despu�s que sali� el rey Jech�n�as y la reina, y los de palacio, y los pr�ncipes de Jud� y de Jerusalem, y los art�fices, y los ingenieros de Jerusalem;) Por mano de Elasa hijo de Saph�n, y de Jemar�as hijo de Hilc�as, (los cuales envi� Sedech�as rey de Jud� � Babilonia, � Nabucodonosor rey de Babilonia,) diciendo: As� ha dicho Jehov� de los ej�rcitos, Dios de Israel, � todos los de la cautividad que hice trasportar de Jerusalem � Babilonia: Edificad casas, y morad; y plantad huertos, y comed del fruto de ellos; Casaos, y engendrad hijos � hijas; dad mujeres � vuestros hijos, y dad maridos � vuestras hijas, para que paran hijos � hijas; y multiplicaos ah�, y no os hag�is pocos. Y procurad la paz de la ciudad � la cual os hice traspasar, y rogad por ella � Jehov�; porque en su paz tendr�is vosotros paz. Porque as� ha dicho Jehov� de los ej�rcitos, Dios de Israel: No os enga�en vuestros profetas que est�n entre vosotros, ni vuestros adivinos; ni mir�is � vuestros sue�os que so��is. Porque falsamente os profetizan ellos en mi nombre: no los envi�, ha dicho Jehov�. Porque as� dijo Jehov�: Cuando en Babilonia se cumplieren los setenta a�os, yo os visitar�, y despertar� sobre vosotros mi buena palabra, para tornaros � este lugar. Porque yo s� los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehov�, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esper�is. Entonces me invocar�is, � ir�is y orar�is � m�, y yo os oir�: Y me buscar�is y hallar�is, porque me buscar�is de todo vuestro coraz�n. Y ser� hallado de vosotros, dice Jehov�, y tornar� vuestra cautividad, y os juntar� de todas las gentes, y de todos los lugares adonde os arroj�, dice Jehov�; y os har� volver al lugar de donde os hice ser llevados. Mas hab�is dicho: Jehov� nos ha suscitado profetas en Babilonia. As� empero ha dicho Jehov�, del rey que est� sentado sobre el trono de David, y de todo el pueblo que mora en esta ciudad, de vuestros hermanos que no salieron con vosotros en cautiverio; As� ha dicho Jehov� de los ej�rcitos: He aqu� env�o yo contra ellos cuchillo, hambre, y pestilencia, y pondr�los como los malos higos, que de malos no se pueden comer. Y perseguir�los con espada, con hambre y con pestilencia; y dar�los por escarnio � todos los reinos de la tierra, por maldici�n y por espanto, y por silbo y por afrenta � todas la gentes � las cuales los habr� arrojado; Porque no oyeron mis palabras, dice Jehov�, que les envi� por mis siervos los profetas, madrugando en enviarlos; y no hab�is escuchado, dice Jehov�. Oid pues palabra de Jehov�, vosotros todos los trasportados que ech� de Jerusalem � Babilonia. As� ha dicho Jehov� de los ej�rcitos, Dios de Israel, acerca de Ach�b hijo de Col�as, y acerca de Sedech�as hijo de Maas�as, quienes os profetizan en mi nombre falsamente: He aqu� los entrego yo en mano de Nabucodonosor rey de Babilonia, y �l los herir� delante de vuestro ojos; Y todos los trasportados de Jud� que est�n en Babilonia, tomar�n de ellos maldici�n, diciendo: P�ngate Jehov� como � Sedech�as y como � Ach�b, los cuales as� al fuego el rey de Babilonia. Porque hicieron maldad en Israel, y cometieron adulterio con las mujeres de sus pr�jimos, y falsamente hablaron en mi nombre palabra que no les mand�; lo cual yo s�, y soy testigo, dice Jehov�. Y � Sema�as de Nehelam hablar�s, diciendo: As� habl� Jehov� de los ej�rcitos, Dios de Israel, diciendo: Por cuanto enviaste letras en tu nombre � todo el pueblo que est� en Jerusalem, y � Sophon�as sacerdote hijo de Maas�as, y � todos los sacerdotes, diciendo: Jehov� te ha puesto por sacerdote en lugar de Joiada sacerdote, para que presid�is en la casa de Jehov� sobre todo hombre furioso y profetizante, poni�ndolo en el calabozo y en el cepo. �Por qu� pues no has ahora reprendido � Jerem�as de Anathoth, que os profetiza falsamente? Porque por eso nos envi� � decir en Babilonia: Largo va el cautiverio: edificad casas, y morad; plantad huertos, y comed el fruto de ellos. Y Sophon�as sacerdote hab�a le�do esta carta � o�dos de Jerem�as profeta. Y fu� palabra de Jehov� � Jerem�as, diciendo: Env�a � decir � toda la transmigraci�n: As� ha dicho Jehov� de Sema�as de Nehelam: Porque os profetiz� Sema�as, y yo no lo envi�, y os hizo confiar en mentira: Por tanto, as� ha dicho Jehov�: He aqu� que yo visito sobre Sema�as de Nehelam, y sobre su generaci�n: no tendr� var�n que more entre este pueblo, ni ver� aquel bien que har� yo � mi pueblo, dice Jehov�: porque contra Jehov� ha hablado rebeli�n. Jerem�as 30PALABRA que fu� � Jerem�as de Jehov�, diciendo: As� habl� Jehov� Dios de Israel, diciendo: Escr�bete en un libro todas las palabras que te he hablado. Porque he aqu� que vienen d�as, dice Jehov�, en que tornar� la cautividad de mi pueblo Israel y Jud�, ha dicho Jehov�, y har�los volver � la tierra que d� � sus padres, y la poseer�n. Estas pues son las palabras que habl� Jehov� acerca de Israel y de Jud�. Porque as� ha dicho Jehov�: Hemos o�do voz de temblor: espanto, y no paz. Preguntad ahora, y mirad si pare el var�n: porque he visto que todo hombre ten�a las manos sobre sus lomos, como mujer de parto, y hanse tornado p�lidos todos los rostros. �Ah, cu�n grande es aquel d�a! tanto, que no hay otro semejante � �l: tiempo de angustia para Jacob; mas de ella ser� librado. Y ser� en aquel d�a, dice Jehov� de los ej�rcitos, que yo quebrar� su yugo de tu cuello, y romper� tus coyundas, y extra�os no lo volver�n m�s � poner en servidumbre, Sino que servir�n � Jehov� su Dios, y � David su rey, el cual les levantar�. T� pues, siervo m�o Jacob, no temas, dice Jehov�, ni te atemorices, Israel: porque he aqu� que yo soy el que te salvo de lejos, y � tu simiente de la tierra de su cautividad; y Jacob tornar�, y descansar� y sosegar�, y no habr� quien le espante. Porque yo soy contigo, dice Jehov�, para salvarte: y har� consumaci�n en todas las gentes entre la cuales te esparc�; en ti empero no har� consumaci�n, sino que te castigar� con juicio, y no te talar� del todo. Porque as� ha dicho Jehov�: Desahuciado es tu quebrantamiento, y dificultosa tu llaga. No hay quien juzgue tu causa para salud: no hay para ti eficaces medicamentos. Todos tus enamorados te olvidaron; no te buscan; porque de herida de enemigo te her�, con azote de cruel, � causa de la muchedumbre de tu maldad, y de la multitud de tus pecados. �Por qu� gritas � causa de tu quebrantamiento? Desahuciado es tu dolor: porque por la grandeza de tu iniquidad, y por tus muchos pecados te he hecho esto. Empero ser�n consumidos todos los que te consumen; y todos tus afligidores, todos ir�n en cautiverio; y hollados ser�n los que te hollaron, y � todos los que hicieron presa de ti dar� en presa. Mas yo har� venir sanidad para ti, y te sanar� de tus heridas, dice Jehov�; porque Arrojada te llamaron, diciendo: Esta es Si�n, � la que nadie busca. As� ha dicho Jehov�: He aqu� yo hago tornar la cautividad de las tiendas de Jacob, y de sus tiendas tendr� misericordia; y la ciudad ser� edificada sobre su collado, y el templo ser� asentado seg�n su forma. Y saldr� de ellos alabanza, y voz de gente que est� en regocijo: y los multiplicar�, y no ser�n disminu�dos; multiplicar�los, y no ser�n menoscabados. Y ser�n sus hijos como de primero y su congregaci�n delante de m� ser� confirmada; y visitar� � todos sus opresores. Y de �l ser� su fuerte, y de en medio de �l saldr� su ense�oreador; y har�le llegar cerca, y acercar�se � m�: porque �qui�n es aquel que abland� su coraz�n para llegarse � m�? dice Jehov�. Y me ser�is por pueblo, y yo ser� vuestro Dios. He aqu�, la tempestad de Jehov� sale con furor, la tempestad que se apareja; sobre la cabeza de los imp�os reposar�. No se volver� la ira del enojo de Jehov�, hasta que haya hecho y cumplido los pensamientos de su coraz�n: en el fin de los d�as entender�is esto. Jerem�as 31EN aquel tiempo, dice Jehov�, yo ser� por Dios � todos los linajes de Israel, y ellos me ser�n � m� por pueblo. As� ha dicho Jehov�: Hall� gracia en el desierto el pueblo, los que escaparon del cuchillo, yendo yo para hacer hallar reposo � Israel. Jehov� se manifest� � m� ya mucho tiempo h�, diciendo: Con amor eterno te he amado; por tanto te soport� con misericordia. Aun te edificar�, y ser�s edificada, oh virgen de Israel: todav�a ser�s adornada con tus panderos, y saldr�s en corro de danzantes. Aun plantar�s vi�as en los montes de Samaria: plantar�n los plantadores, y har�n com�n uso de ellas. Porque habr� d�a en que clamar�n los guardas en el monte de Ephraim: Levantaos, y subamos � Si�n, � Jehov� nuestro Dios. Porque as� ha dicho Jehov�: Regocijaos en Jacob con alegr�a, y dad voces de j�bilo � la cabeza de gentes; haced oir, alabad, y decid: Oh Jehov�, salva tu pueblo, el resto de Israel. He aqu� yo los vuelvo de tierra del aquil�n, y los juntar� de los fines de la tierra, y entre ellos ciegos y cojos, la mujer pre�ada y la parida juntamente; en grande compa��a tornar�n ac�. Ir�n con lloro, mas con misericordias los har� volver, y har�los andar junto � arroyos de aguas, por camino derecho en el cual no tropezar�n: porque soy � Israel por padre, y Ephraim es mi primog�nito. Oid palabra de Jehov�, oh gentes, y hacedlo saber en las islas que est�n lejos, y decid: El que esparci� � Israel lo juntar� y guardar�, como pastor � su ganado. Porque Jehov� redimi� � Jacob, redimi�lo de mano del m�s fuerte que �l. Y vendr�n, y har�n alabanzas en lo alto de Si�n, y correr�n al bien de Jehov�, al pan, y al vino, y al aceite, y al ganado de las ovejas y de las vacas; y su alma ser� como huerto de riego, ni nunca m�s tendr�n dolor. Entonces la virgen se holgar� en la danza, los mozos y los viejos juntamente; y su lloro tornar� en gozo, y los consolar�, y los alegrar� de su dolor. Y el alma del sacerdote embriagar� de grosura, y ser� mi pueblo saciado de mi bien, dice Jehov�. As� ha dicho Jehov�: Voz fu� o�da en Ram�, llanto y lloro amargo: Rach�l que lamenta por sus hijos, no quiso ser consolada acerca de sus hijos, porque perecieron. As� ha dicho Jehov�: Reprime tu voz del llanto, y tus ojos de las l�grimas; porque salario hay para tu obra, dice Jehov�, y volver�n de la tierra del enemigo. Esperanza tambi�n hay para tu fin, dice Jehov�, y los hijos volver�n � su t�rmino. Escuchando, he o�do � Ephraim que se lamentaba: Azot�steme, y fu� castigado como novillo ind�mito: convi�rteme y ser� convertido; porque t� eres Jehov� mi Dios. Porque despu�s que me convert�, tuve arrepentimiento, y despu�s que me conoc�, her� el muslo: avergonc�me, y confund�me, porque llev� la afrenta de mis mocedades. �No es Ephraim hijo precioso para m�? �no es ni�o delicioso? pues desde que habl� de �l, heme acordado de �l constantemente. Por eso mis entra�as se conmovieron por �l: apiadado, tendr� de �l misericordia, dice Jehov�. Establ�cete se�ales, ponte majanos altos; nota atentamente la calzada, el camino por donde viniste: vu�lvete, virgen de Israel, vu�lvete � estas tus ciudades. �Hasta cu�ndo andar�s errante, oh hija contumaz? porque Jehov� criar� una cosa nueva sobre la tierra: una hembra rodear� al var�n. As� ha dicho Jehov� de los ej�rcitos, Dios de Israel: Aun dir�n esta palabra en la tierra de Jud� y en sus ciudades, cuando yo convertir� su cautiverio: Jehov� te bendiga, oh morada de justicia, oh monte santo. Y morar�n all� Jud�, y tambi�n en todas sus ciudades labradores, y los que van con reba�o. Porque habr� embriagado el alma cansada, y henchido toda alma entristecida. En esto me despert�, y vi, y mi sue�o me fu� sabroso. He aqu� vienen d�as, dice Jehov�, en que sembrar� la casa de Israel y la casa de Jud� de simiente de hombre y de simiente de animal. Y ser� que, como tuve ciudado de ellos para arrancar y derribar, y trastornar y perder, y afligir, as� tendr� cuidado de ellos para edificar y plantar, dice Jehov�. En aquellos d�as no dir�n m�s: Los padres comieron las uvas agraces, y los dientes de los hijos tienen la dentera. Sino que cada cual morir� por su maldad; los dientes de todo hombre que comiere las uvas agraces, tendr�n la dentera. He aqu� que vienen d�as, dice Jehov�, en los cuales har� nuevo pacto con la casa de Jacob y la casa de Jud�: No como el pacto que hice con sus padres el d�a que tom� su mano para sacarlos de tierra de Egipto; porque ellos invalidaron mi pacto, bien que fu� yo un marido para ellos, dice Jehov�: Mas �ste es el pacto que har� con la casa de Israel despu�s de aquellos d�as, dice Jehov�: Dar� mi ley en sus entra�as, y escribir�la en sus corazones; y ser� yo � ellos por Dios, y ellos me ser�n por pueblo. Y no ense�ar� m�s ninguno � su pr�jimo, ni ninguno � su hermano, diciendo: Conoce � Jehov�: porque todos me conocer�n, desde el m�s peque�o de ellos hasta el m�s grande, dice Jehov�: porque perdonar� la maldad de ellos, y no me acordar� m�s de su pecado. As� ha dicho Jehov�, que da el sol para luz del d�a, las leyes de la luna y de las estrellas para luz de la noche; que parte la mar y braman sus ondas; Jehov� de los ej�rcitos es su nombre: Si estas leyes faltaren delante de m�, dice Jehov�, tambi�n la simiente de Israel faltar� para no ser naci�n delante de m� todos los d�as. As� ha dicho Jehov�: Si los cielos arriba se pueden medir, y buscarse abajo los fundamentos de la tierra, tambi�n yo desechar� toda la simiente de Israel por todo lo que hicieron, dice Jehov�. He aqu� que vienen d�as, dice Jehov�, y la ciudad ser� edificada � Jehov�, desde la torre de Hananeel hasta la puerta del rinc�n. Y saldr� m�s adelante el cordel de la medida delante de �l sobre el collado de Hareb, y rodear� � Goa. Y todo el valle de los cuerpos muertos y de la ceniza, y todas las llanuras hasta el arroyo de Cedr�n, hasta la esquina de la puerta de los caballos al oriente, ser� santo � Jehov�: no ser� arrancada, ni destru�da m�s para siempre. Jerem�as 32PALABRA que fu� � Jerem�as, de Jehov� el a�o d�cimo de Sedech�as rey de Jud�, que fu� el a�o d�cimo octavo de Nabucodonosor. Y entonces el ej�rcito del rey de Babilonia ten�a cercada � Jerusalem; y el profeta Jerem�as estaba preso en el patio de la c�rcel que estaba en la casa del rey de Jud�. Pues Sedech�as rey de Jud� lo hab�a preso, diciendo: �Por qu� profetizas t� diciendo: As� ha dicho Jehov�: He aqu� yo entrego esta ciudad en mano del rey de Babilonia, y tomar�la, Y Sedech�as rey de Jud� no escapar� de la mano de los Caldeos, sino que de cierto ser� entregado en mano del rey de Babilonia, y hablar� con �l boca � boca, y sus ojos ver�n sus ojos, Y har� llevar � Sedech�as � Babilonia, y all� estar� hasta que yo le visite, dice Jehov�: si peleareis con los Caldeos, no os suceder� bien? Y dijo Jerem�as: Palabra de Jehov� fu� � m�, diciendo: He aqu� que Hanameel, hijo de Sallum tu t�o, viene � ti, diciendo: C�mprame mi heredad que est� en Anathoth; porque t� tienes derecho � ella para comprarla. Y vino � m� Hanameel, hijo de mi t�o, conforme � la palabra de Jehov�, al patio de la c�rcel, y d�jome: Compra ahora mi heredad que est� en Anathoth, en tierra de Benjam�n, porque tuyo es el derecho de la herencia, y � ti compete la redenci�n: c�mprala para ti. Entonces conoc� que era palabra de Jehov�. Y compr� la heredad de Hanameel, hijo de mi t�o, la cual estaba en Anathoth, y pes�le el dinero: diecisiete siclos de plata. Y escrib� la carta, y sell�la, � hice atestiguar � testigos, y pes� el dinero con balanza. Tom� luego la carta de venta, sellada seg�n el derecho y costumbre, y el traslado abierto. Y d� la carta de venta � Baruch hijo de Ner�as, hijo de Maas�as, delante de Hanameel el hijo de mi t�o, y delante de los testigos que hab�an suscrito en la carta de venta, delante de todos los Jud�os que estaban en el patio de la c�rcel. Y d� orden � Baruch delante de ellos, diciendo: As� ha dicho Jehov� de los ej�rcitos, Dios de Israel: Toma estas cartas, esta carta de venta, la sellada, y �sta la carta abierta, y ponlas en un vaso de barro, para que se guarden muchos d�as. Porque as� ha dicho Jehov� de los ej�rcitos, Dios de Israel: Aun se comprar�n casas, y heredades, y vi�as en esta tierra. Y despu�s que d� la carta de venta � Baruch hijo de Ner�as, or� � Jehov�, diciendo: �Oh Se�or Jehov�! he aqu� que t� hiciste el cielo y la tierra con tu gran poder, y con tu brazo extendido, ni hay nada que sea dif�cil para ti: Que haces misericordia en millares, y vuelves la maldad de los padres en el seno de sus hijos despu�s de ellos: Dios grande, poderoso, Jehov� de los ej�rcitos es su nombre: Grande en consejo, y magn�fico en hechos: porque tus ojos est�n abiertos sobre todos los caminos de los hijos de los hombres, para dar � cada uno seg�n sus caminos, y seg�n el fruto de sus obras: Que pusiste se�ales y portentos en tierra de Egipto hasta este d�a, y en Israel, y entre los hombres; y te has hecho nombre cual es este d�a; Y sacaste tu pueblo Israel de tierra de Egipto con se�ales y portentos, y con mano fuerte y brazo extendido, con terror grande; Y d�steles esta tierra, de la cual juraste � sus padres que se la dar�as, tierra que mana leche y miel: Y entraron, y posey�ronla: mas no oyeron tu voz, ni anduvieron en tu ley; nada hicieron de lo que les mandaste hacer; por tanto has hecho venir sobre ellos todo este mal. He aqu� que con arietes han acometido la ciudad para tomarla; y la ciudad va � ser entregada en mano de los Caldeos que pelean contra ella, � causa de la espada, y del hambre y de la pestilencia: ha pues venido � ser lo que t� dijiste, y he aqu� t� lo est�s viendo. �Oh Se�or Jehov�! �y me has t� dicho: C�mprate la heredad por dinero, y pon testigos; bien que la ciudad sea entregada en manos de los Caldeos? Y fu� palabra de Jehov� � Jerem�as, diciendo: He aqu� que yo soy Jehov�, Dios de toda carne; �encubrir�seme � m� alguna cosa? Por tanto as� ha dicho Jehov�: He aqu� voy � entregar esta ciudad en mano de los Caldeos, y en mano de Nabucodonosor rey de Babilonia, y la tomar�: Y vendr�n los Caldeos que combaten esta ciudad, y la pondr�n � fuego, y la abrasar�n, asimismo las casas sobre cuyas azoteas ofrecieron perfumes � Baal y derramaron libaciones � dioses ajenos, para provocarme � ira. Porque los hijos de Israel y los hijos de Jud� no han hecho sino lo malo delante de mis ojos desde su juventud: porque los hijos de Israel no han hecho m�s que provocarme � ira con la obra de sus manos, dice Jehov�. Por manera que para enojo m�o y para ira m�a me ha sido esta ciudad, desde el d�a que la edificaron hasta hoy, para que la haga quitar de mi presencia; Por toda la maldad de los hijos de Israel y de los hijos de Jud�, que han hecho para enojarme, ellos, sus reyes, sus pr�ncipes, sus sacerdotes, y sus profetas, y los varones de Jud�, y los moradores de Jerusalem. Y volvi�ronme la cerviz, y no el rostro: y cuando los ense�aba, ense�aba, fbamadrugando y ense�ando, no escucharon para recibir correcci�n: Antes asentaron sus abominaciones en la casa sobre la cual es invocado mi nombre, contamin�ndola. Y edificaron altares � Baal, los cuales est�n en el valle del hijo de Hinnom, para hacer pasar por el fuego sus hijos y sus hijas � Moloch, lo cual no les mand�, ni me vino al pensamiento que hiciesen esta abominaci�n, para hacer pecar � Jud�. Y con todo, ahora as� dice Jehov� Dios de Israel, � esta ciudad, de la cual dec�s vosotros, Entregada ser� en mano del rey de Babilonia � cuchillo, � hambre, y � pestilencia: He aqu� que yo los juntar� de todas las tierras � las cuales los ech� con mi furor, y con mi enojo y sa�a grande; y los har� tornar � este lugar, y har�los habitar seguramente, Y me ser�n por pueblo, y yo ser� � ellos por Dios. Y dar�les un coraz�n, y un camino, para que me teman perpetuamente, para que hayan bien ellos, y sus hijos despu�s de ellos. Y har� con ellos pacto eterno, que no tornar� atr�s de hacerles bien, y pondr� mi temor en el coraz�n de ellos, para que no se aparten de m�. Y alegrar�me con ellos haci�ndoles bien, y los plantar� en esta tierra en verdad, de todo mi coraz�n y de toda mi alma. Porque as� ha dicho Jehov�: Como traje sobre este pueblo todo este grande mal, as� traer� sobre ellos todo el bien que acerca de ellos hablo. Y poseer�n heredad en esta tierra de la cual vosotros dec�s: Est� desierta, sin hombres y sin animales; es entregada en manos de los Caldeos. Heredades comprar�n por dinero, y har�n carta, y la sellar�n, y pondr�n testigos, en tierra de Benjam�n y en los contornos de Jerusalem, y en las ciudades de Jud�: y en las ciudades de las monta�as, y en las ciudades de las campi�as, y en las ciudades del mediod�a: porque yo har� tornar su cautividad, dice Jehov�. Jerem�as 33Y FU� palabra de Jehov� � Jerem�as la segunda vez, estando �l a�n preso en el patio de la c�rcel, diciendo: As� ha dicho Jehov� que la hizo, Jehov� que la form� para afirmarla; Jehov� es su nombre: Clama � m�, y te responder�, y te ense�ar� cosas grandes y dificultosas que t� no sabes. Porque as� ha dicho Jehov�, Dios de Israel, acerca de las casas de esta ciudad, y de las casas de los reyes de Jud�, derribadas con arietes y con hachas: (Porque vinieron para pelear con los Caldeos, para henchirlas de cuerpos de hombres muertos, � los cuales her� yo con mi furor y con mi ira, pues que escond� mi rostro de esta ciudad, a causa de toda su malicia:) He aqu� que yo le hago subir sanidad y medicina; y los curar�, y les revelar� abundancia de paz y de verdad. Y har� volver la cautividad de Jud�, y la cautividad de Israel, y edificar�los como al principio. Y los limpiar� de toda su maldad con que pecaron contra m�; y perdonar� todos sus pecados con que contra m� pecaron, y con que contra m� se rebelaron. Y ser�me � m� por nombre de gozo, de alabanza y de gloria, entre todas las gentes de la tierra, que habr�n o�do todo el bien que yo les hago; y temer�n y temblar�n de todo el bien y de toda la paz que yo les har�. As� ha dicho Jehov�: En este lugar, del cual dec�s que est� desierto sin hombres y sin animales, en las ciudades de Jud� y en las calles de Jerusalem, que est�n asoladas sin hombre y sin morador y sin animal, tiene de oirse a�n, Voz de gozo y voz de alegr�a, voz de desposado y voz de desposada, voz de los que digan: Alabad � Jehov� de los ej�rcitos, porque Jehov� es bueno, porque para siempre es su misericordia; voz de los que traigan alabanza � la casa de Jehov�. Porque tornar� � traer la cautividad de la tierra como al principio, ha dicho Jehov�. As� dice Jehov� de los ej�rcitos: En este lugar desierto, sin hombre y sin animal, y en todas sus ciudades, aun habr� caba�as de pastores que hagan tener majada � ganados. En las ciudades de las monta�as, en las ciudades de los campos, y en las ciudades del mediod�a, y en tierra de Benjam�n, y alrededor de Jerusalem y en las ciudades de Jud�, aun pasar�n ganados por las manos de los contadores, ha dicho Jehov�. He aqu� vienen d�as, dice Jehov�, en que yo confirmar� la palabra buena que he hablado � la casa de Israel y � la casa de Jud�. En aquellos d�as y en aquel tiempo har� producir � David Pimpollo de justicia, y har� juicio y justicia en la tierra. En aquellos d�as Jud� ser� salvo, y Jerusalem habitar� seguramente, y esto es lo que la llamar�n: Jehov�, justicia nuestra. Porque as� ha dicho Jehov�: No faltar� � David var�n que se siente sobre el trono de la casa de Israel; Y de los sacerdotes y Levitas no faltar� var�n de mi presencia que ofrezca holocausto, y encienda presente, y que haga sacrificio todos los d�as. Y fu� palabra de Jehov� � Jerem�as, diciendo: As� ha dicho Jehov�: Si pudieres invalidar mi concierto con el d�a y mi concierto con la noche, por manera que no haya d�a ni noche � su tiempo, Podr�se tambi�n invalidar mi pacto con mi siervo David, para que deje de tener hijo que reine sobre su trono, y con los Levitas y sacerdotes, mis ministros. Como no puede ser contado el ej�rcito del cielo, ni la arena de la mar se puede medir, as� multiplicar� la simiente de David mi siervo, y los Levitas que � m� ministran. Y fu� palabra de Jehov� � Jerem�as, diciendo: �No has echado de ver lo que habla este pueblo diciendo: Dos familias que Jehov� escogiera ha desechado? y han tenido en poco mi pueblo, hasta no tenerlos m�s por naci�n. As� ha dicho Jehov�: Si no permaneciere mi concierto con el d�a y la noche, si yo no he puesto las leyes del cielo y la tierra, Tambi�n desechar� la simiente de Jacob, y de David mi siervo, para no tomar de su simiente quien sea se�or sobre la simiente de Abraham, de Isaac, y de Jacob. Porque har� volver su cautividad, y tendr� de ellos misericordia. Jerem�as 34PALABRA que fu� � Jerem�as de Jehov�, (cuando Nabucodonosor rey de Babilonia, y todo su ej�rcito, y todos los reinos de la tierra del se�or�o de su mano, y todos los pueblos, peleaban contra Jerusalem, y contra todas sus ciudades,) diciendo: As� ha dicho Jehov� Dios de Israel: Ve, y habla � Sedech�as rey de Jud�, y dile: As� ha dicho Jehov�: He aqu� entregar� yo esta ciudad en mano del rey de Babilonia, y la abrasar� con fuego: Y no escapar�s t� de su mano, sino que de cierto ser�s preso, y en su mano ser�s entregado; y tus ojos ver�n los ojos del rey de Babilonia, y te hablar� boca � boca, y en Babilonia entrar�s. Con todo eso, oye palabra de Jehov�, Sedech�as rey de Jud�: As� ha dicho Jehov� de ti: No morir�s � cuchillo; En paz morir�s, y conforme � las quemas de tus padres, los reyes primeros que fueron antes de ti, as� quemar�n por ti, y te endechar�n diciendo, �Ay, se�or!; porque yo he hablado la palabra, dice Jehov�. Y habl� Jerem�as profeta � Sedech�as rey de Jud� todas estas palabras en Jerusalem. Y el ej�rcito del rey de Babilonia peleaba contra Jerusalem, y contra todas las ciudades de Jud� que hab�an quedado, contra Lach�s, y contra Azeca; porque de las ciudades fuertes de Jud� �stas hab�an quedado. Palabra que fu� � Jerem�as de Jehov�, despu�s que Sedech�as hizo concierto con todo el pueblo en Jerusalem, para promulgarles libertad: Que cada uno dejase su siervo, y cada uno su sierva, hebreo y hebrea, libres; que ninguno usase de los Jud�os su hermanos como de siervos. Y como oyeron todos los pr�ncipes, y todo el pueblo que hab�an venido en el concierto de dejar cada uno su siervo y cada uno su sierva libres, que ninguno usase m�s de ellos como de siervos, obedecieron, y dej�ronlos. Mas despu�s se arrepintieron, � hicieron tornar los siervos y las siervas que hab�an dejado libres, y sujet�ronlos por siervos y por siervas. Y fu� palabra de Jehov� � Jerem�as, de parte de Jehov�, diciendo: As� dice Jehov� Dios de Israel: Yo hice pacto con vuestros padres el d�a que los saqu� de tierra de Egipto, de casa de siervos, diciendo: Al cabo de siete a�os dejar�is cada uno � su hermano hebreo que te fuere vendido; te servir� pues seis a�os, y lo enviar�s libre de ti: mas vuestros padres no me oyeron, ni inclinaron su o�do. Y vosotros os hab�ais hoy convertido, y hecho lo recto delante de mis ojos, anunciando cada uno libertad � su pr�jimo; y hab�ais hecho concierto en mi presencia, en la casa sobre la cual es invocado mi nombre: Pero os hab�is vuelto y profanado mi nombre, y hab�is tornado � tomar cada uno su siervo y cada uno su sierva, que hab�ais dejado libres � su voluntad; y los hab�is sujetado � seros siervos y siervas. Por tanto, as� ha dicho Jehov�: Vosotros no me hab�is o�do en promulgar cada uno libertad � su hermano, y cada uno � su compa�ero: he aqu� que yo os promulgo libertad, dice Jehov�, � cuchillo y � pestilencia, y � hambre; y os pondr� en remoci�n � todos los reinos de la tierra. Y entregar� � los hombres que traspasaron mi pacto, que no han llevado � efecto las palabras del pacto que celebraron en mi presencia dividiendo en dos partes el becerro y pasando por medio de ellas: A los pr�ncipes de Jud� y � los pr�ncipes de Jerusalem, � los eunucos y � los sacerdotes, y � todo el pueblo de la tierra, que pasaron entre las partes del becerro, Entregar�los en mano de sus enemigos y en mano de los que buscan su alma; y sus cuerpos muertos ser�n para comida de las aves del cielo, y de las bestias de la tierra. Y � Sedech�as rey de Jud�, y � sus pr�ncipes, entregar� en mano de sus enemigos, y en mano de los que buscan su alma, y en mano del ej�rcito del rey de Babilonia, que se fueron de vosotros. He aqu�, mandar� yo, dice Jehov�, y har�los volver � esta ciudad, y pelear�n contra ella, y la tomar�n, y la abrasar�n � fuego; y reducir� � soledad las ciudades de Jud�, hasta no quedar morador. Jerem�as 35PALABRA que fu� � Jerem�as de Jehov� en d�as de Joacim hijo de Jos�as, rey de Jud�, diciendo: Ve � casa de los Rech�bitas, y habla con ellos, � introd�celos en la casa de Jehov�, en una de las c�maras, y dales � beber vino. Tom� entonces � Jaazan�as hijo de Jerem�as, hijo de Habassin�as, y � sus hermanos, y � todos sus hijos, y � toda la familia de los Rech�bitas; Y met�los en la casa de Jehov�, en la c�mara de los hijos de Han�n, hijo de Igdal�as, var�n de Dios, la cual estaba junto � la c�mara de los pr�ncipes, que estaba sobre la c�mara de Maas�as hijo de Sallum, guarda de los vasos. Y puse delante de los hijos de la familia de los Rech�bitas tazas y copas llenas de vino, y d�jeles: Bebed vino. Mas ellos dijeron: No beberemos vino; porque Jonadab hijo de Rech�b nuestro padre nos mand�, diciendo: No beber�is jam�s vino vosotros ni vuestros hijos: Ni edificar�is casa, ni sembrar�is sementera, ni plantar�is vi�a, ni la tendr�is: mas morar�is en tiendas todos vuestros d�as, para que viv�is muchos d�as sobre la haz de la tierra donde vosotros peregrin�is. Y nosotros hemos obedecido � la voz de Jonadab nuestro padre, hijo de Rech�b, en todas las cosas que nos mand�, de no beber vino en todos nuestros d�as, nosotros, ni nuestras mujeres, ni nuestros hijos, ni nuestras hijas; Y de no edificar casas para nuestra morada, y de no tener vi�a, ni heredad, ni sementera. Moramos pues en tiendas, y hemos obedecido y hecho conforme � todas las cosas que nos mand� Jonadab nuestro padre. Sucedi�, empero, que cuando Nabucodonosor rey de Babilonia subi� � la tierra, dijimos: Venid, y entr�monos en Jerusalem, de delante del ej�rcito de los Caldeos y de delante del ej�rcito de los de Siria: y en Jerusalem nos quedamos. Y fu� palabra de Jehov� � Jerem�as, diciendo: As� ha dicho Jehov� de los ej�rcitos, Dios de Israel: Ve, y di � los varones de Jud�, y � los moradores de Jerusalem: �No recibir�is instrucci�n para obedecer � mis palabras? dice Jehov�. Fu� firme la palabra de Jonadab hijo de Rech�b, el cual mand� � sus hijos que no bebiesen vino, y no lo han bebido hasta hoy, por obedecer al mandamiento de su padre; y yo os he hablado � vosotros, madrugando, y hablando, y no me hab�is o�do. Y envi� � vosotros � todos mis siervos los profetas, madrugando y envi�ndolos � decir: Tornaos ahora cada uno de su mal camino, y enmendad vuestras obras, y no vay�is tras dioses ajenos para servirles, y vivir�is en la tierra que d� � vosotros y � vuestros padres: mas no inclinasteis vuestro o�do, ni me o�steis. Ciertamente los hijos de Jonadab, hijo de Rech�b, tuvieron por firme el mandamiento que les di� su padre; mas este pueblo no me ha obedecido. Por tanto, as� ha dicho Jehov� Dios de los ej�rcitos, Dios de Israel: He aqu� traer� yo sobre Jud� y sobre todos los moradores de Jerusalem todo el mal que contra ellos he hablado: porque les habl�, y no oyeron; llam�los, y no han respondido. Y dijo Jerem�as � la familia de los Rech�bitas: As� ha dicho Jehov� de los ej�rcitos, Dios de Israel: Porque obedecisteis al mandamiento de Jonadab vuestro padre, y guardasteis todos sus mandamientos, � hicisteis conforme � todas las cosas que os mand�; Por tanto, as� ha dicho Jehov� de los ej�rcitos, Dios de Israel: No faltar� var�n de Jonadab, hijo de Rech�b, que est� en mi presencia todos los d�as. Jerem�as 36Y ACONTECIO en el cuarto a�o de Joacim hijo de Jos�as, rey de Jud�, que fu� esta palabra � Jerem�as, de Jehov�, diciendo: T�mate un rollo de libro, y escribe en �l todas las palabras que te he hablado contra Israel y contra Jud�, y contra todas las gentes, desde el d�a que comenc� � hablarte, desde los d�as de Jos�as hasta hoy. Quiz� oir� la casa de Jud� todo el mal que yo pienso hacerles, para avolverse cada uno de su mal camino, y yo perdonar� su maldad y su pecado. Y llam� Jerem�as � Baruch hijo de Ner�as, y escribi� Baruch de boca de Jerem�as, en un rollo de libro, todas las palabras que Jehov� le hab�a hablado. Despu�s mand� Jerem�as � Baruch, diciendo: Yo estoy preso, no puedo entrar en la casa de Jehova: Entra t� pues, y lee de este rollo que escribiste de mi boca, las palabras de Jehov� en o�dos del pueblo, en la casa de Jehov�, el d�a del ayuno; y las leer�s tambi�n en o�dos de todo Jud� que vienen de sus ciudades. Quiz� caer� oraci�n de ellos en la presencia de Jehov�, y tornar�se cada uno de su mal camino; porque grande es el furor y la ira que ha expresado Jehov� contra este pueblo. Y Baruch hijo de Ner�as hizo conforme � todas las cosas que le mand� Jerem�as profeta, leyendo en el libro las palabras de Jehov� en la casa de Jehov�. Y aconteci� en el a�o quinto de Joacim hijo de Jos�as, rey de Jud�, en el mes noveno, que promulgaron ayuno en la presencia de Jehov�, � todo el pueblo de Jerusalem, y � todo el pueblo que ven�a de las ciudades de Jud� � Jerusalem. Y Baruch ley� en el libro las palabras de Jerem�as en la casa de Jehov�, en la c�mara de Gemar�as hijo de Saph�n escriba, en el atrio de arriba, � la entrada de la puerta nueva de la casa de Jehov�, en o�dos del pueblo. Y Mich�as hijo de Gemar�as, hijo de Saph�n, habiendo o�do del libro todas las palabras de Jehov�, Descendi� � la casa del rey, � la c�mara del secretario, y he aqu� que todos los pr�ncipes estaban all� sentados, � saber: Elisama secretario, y Dela�as hijo de Seme�as, y Elnath�n hijo de Achbor, y Gemar�as hijo de Saph�n, y Sedech�as hijo de Anan�as, y todos los pr�ncipes. Y cont�les Mich�as todas las palabras que hab�a o�do leyendo Baruch en el libro en o�dos del pueblo. Entonces enviaron todos los pr�ncipes � Jehud� hijo de Nethan�as, hijo de Selem�as, hijo de Chusi, para que dijese � Baruch: Toma el rollo en que le�ste � o�dos del pueblo, y ven. Y Baruch, hijo de Ner�as, tom� el rollo en su mano, y vino � ellos. Y dij�ronle: Si�ntate ahora, y l�elo en nuestros o�dos. Y ley� Baruch en sus o�dos. Y fu� que, como oyeron todas aquellas palabras, cada uno se volvi� espantado � su compa�ero, y dijeron � Baruch: Sin duda contaremos al rey todas estas palabras. Preguntaron luego � Baruch, diciendo: Cu�ntanos ahora c�mo escribiste de boca de Jerem�as todas estas palabras. Y Baruch les dijo: El me dictaba de su boca todas estas palabras, y yo escrib�a con tinta en el libro. Entonces dijeron los pr�ncipes � Baruch: Ve, y esc�ndete t� y Jerem�as, y nadie sepa d�nde est�is. Y entraron al rey al atrio, habiendo depositado el rollo en la c�mara de Elisama secretario; y contaron en los o�dos del rey todas estas palabras. Y envi� el rey � Jehud� � que tomase el rollo, el cual lo tom� de la c�mara de Elisama secretario, y ley� en �l Jehud� en o�dos del rey, y en o�dos de todos los pr�ncipes que junto al rey estaban. Y el rey estaba en la casa de invierno en el mes noveno, y hab�a un brasero ardiendo delante de �l; Y fu� que, como Jehud� hubo le�do tres � cuatro planas, rasg�lo con un cuchillo de escriban�a, y ech�lo en el fuego que hab�a en el brasero, hasta que todo el rollo se consumi� sobre el fuego que en el brasero hab�a. Y no tuvieron temor, ni rasgaron sus vestidos, el rey y todos sus siervos que oyeron todas estas palabras. Y aunque Elnath�n y Dela�as y Gemar�as rogaron al rey que no quemase aquel rollo, no los quiso oir: Antes mand� el rey � Jerameel hijo de Amelech, y � Sera�as hijo de Azriel, y � Selem�as hijo de Abdeel, que prendiesen � Baruch el escribiente y � Jerem�as profeta; mas Jehov� los escondi�. Y fu� palabra de Jehov� � Jerem�as, despu�s que el rey quem� el rollo, las palabras que Baruch hab�a escrito de boca de Jerem�as, diciendo: Vuelve � tomar otro rollo, y escribe en �l todas las palabras primeras, que estaban en el primer rollo que quem� Joacim, el rey de Jud�. Y dir�s � Joacim rey de Jud�: As� ha dicho Jehov�: T� quemaste este rollo, diciendo: �Por qu� escribiste en �l, diciendo: De cierto, vendr� el rey de Babilonia, y destruir� esta tierra, y har� que no queden en ella hombres ni animales? Por tanto, as� ha dicho Jehov�, en orden � Joacim rey de Jud�: No tendr� quien se siente sobre el trono de David; y su cuerpo ser� echado al calor del d�a y al hielo de la noche. Y visitar� sobre �l, y sobre su simiente, y sobre sus siervos, su maldad; y traer� sobre ellos, y sobre los moradores de Jerusalem, y sobre los varones de Jud�, todo el mal que les he dicho y no escucharon. Y tom� Jerem�as otro rollo, y di�lo � Baruch hijo de Ner�as escriba; y escribi� en �l de boca de Jerem�as todas las palabras del libro que quem� en el fuego Joacim rey de Jud�; y aun fueron a�adidas sobre ellas muchas otras palabras semejantes. Jerem�as 37Y REINO el rey Sedech�as hijo de Jos�as, en lugar de Con�as hijo de Joacim, al cual Nabucodonosor rey de Babilonia hab�a constitu�do por rey en la tierra de Jud�. Mas no obedeci� �l, ni sus siervos, ni el pueblo de la tierra � las palabras de Jehov�, que dijo por el profeta Jerem�as. Y envi� el rey Sedech�as � Jucal hijo de Selem�as, y � Sephan�as hijo de Maas�as sacerdote, para que dijesen al profeta Jerem�as: Ruega ahora por nosotros � Jehov� nuestro Dios. Y Jerem�as entraba y sal�a en medio del pueblo; porque no lo hab�an puesto en la casa de la c�rcel. Y como el ej�rcito de Fara�n hubo salido de Egipto, y vino la fama de ellos � o�dos de los Caldeos que ten�an cercada � Jerusalem, parti�ronse de Jerusalem. Entonces fu� palabra de Jehov� � Jerem�as profeta, diciendo: As� ha dicho Jehov� Dios de Israel: Dir�is as� al rey de Jud�, que os envi� � m� para que me preguntaseis: He aqu� que el ej�rcito de Fara�n que hab�a salido en vuestro socorro, se volvi� � su tierra en Egipto. Y tornar�n los Caldeos, y combatir�n esta ciudad, y la tomar�n, y la pondr�n � fuego. As� ha dicho Jehov�: No enga��is vuestras almas, diciendo: Sin duda los Caldeos se han ido de nosotros: porque no se ir�n. Porque aun cuando hirieseis todo el ej�rcito de los Caldeos que pelean con vosotros, y quedasen de ellos hombres alanceados, cada uno se levantar� de su tienda, y pondr�n esta ciudad � fuego. Y aconteci� que, como el ej�rcito de los Caldeos se fu� de Jerusalem � causa del ej�rcito de Fara�n, Sal�ase de Jerusalem Jerem�as para irse � tierra de Benjam�n, para apartarse de all� en medio del pueblo. Y cuando fu� � la puerta de Benjam�n, estaba all� un prep�sito que se llamaba Ir�as, hijo de Selem�as hijo de Hanan�as, el cual prendi� � Jerem�as profeta, diciendo: Fnat� te retiras � los Caldeos. Y Jerem�as dijo: Falso: no me retiro � los Caldeos. Mas �l no lo escuch�, antes prendi� Ir�as � Jerem�as, y llev�lo delante de los pr�ncipes. Y los pr�ncipes se airaron contra Jerem�as, y azot�ronle, y pusi�ronle en prisi�n en la casa de Jonath�n escriba, porque aqu�lla hab�an hecho casa de c�rcel. Entr� pues Jerem�as en la casa de la mazmorra, y en las camarillas. Y habiendo estado all� Jerem�as por muchos d�as, El rey Sedech�as envi�, y sac�le; y pregunt�le el rey escondidamente en su casa, y dijo: �Hay palabra de Jehov�? Y Jerem�as dijo: Hay. Y dijo m�s: En mano del rey de Babilonia ser�s entregado. Dijo tambi�n Jerem�as al rey Sedech�as: �En qu� pequ� contra ti, y contra tus siervos, y contra este pueblo, para que me pusieseis en la casa de la c�rcel? �Y d�nde est�n vuestros profetas que os profetizaban, diciendo: No vendr� el rey de Babilonia contra vosotros, ni contra esta tierra? Ahora pues, oye, te ruego, oh rey mi se�or: caiga ahora mi s�plica delante de ti, y no me hagas volver � casa de Jonath�n escriba, porque no me muera all�. Entonces di� orden el rey Sedech�as, y depositaron � Jerem�as en el patio de la c�rcel, haci�ndole dar una torta de pan al d�a, de la plaza de los Panaderos, hasta que todo el pan de la ciudad se gastase. Y qued� Jerem�as en el patio de la c�rcel. Jerem�as 38Y OYO Sephat�as hijo de Math�n, y Gedal�as hijo de Pashur, y Jucal hijo de Selem�as, y Pashur hijo de Melch�as, las palabras que Jerem�as hablaba � todo el pueblo, diciendo: As� ha dicho Jehov�: El que se quedare en esta ciudad morir� � cuchillo, � de hambre, � de pestilencia; mas el que saliere � los Caldeos vivir�, pues su vida le ser� por despojo, y vivir�. As� ha dicho Jehov�: De cierto ser� entregada esta ciudad en mano del ej�rcito del rey de Babilonia, y tomar�la. Y dijeron los pr�ncipes al rey: Muera ahora este hombre; porque de esta manera hace desmayar las manos de los hombres de guerra que han quedado en esta ciudad, y las manos de todo el pueblo, habl�ndoles tales palabras; porque este hombre no busca la paz de este pueblo, sino el mal. Y dijo el rey Sedech�as: Helo ah�, en vuestras manos est�; que el rey no podr� contra vosotros nada. Entonces tomaron ellos � Jerem�as, � hici�ronlo echar en la mazmorra de Malch�as hijo de Amelech, que estaba en el patio de la c�rcel; y metieron � Jerem�as con sogas. Y en la mazmorra no hab�a agua, sino cieno; y hundi�se Jerem�as en el cieno. Y oyendo Ebed-melec, hombre etiope, eunuco que estaba en casa del rey, que hab�an puesto � Jerem�as en la mazmorra, y estando sentado el rey � la puerta de Benjam�n, Ebed-melec sali� de la casa del rey, y habl� al rey, diciendo: Mi se�or el rey, mal hicieron estos varones en todo lo que han hecho con Jerem�as profeta, al cual hicieron echar en la mazmorra; porque all� se morir� de hambre, pues no hay m�s pan en la ciudad. Entonces mand� el rey al mismo Ebed-melec Etiope, diciendo: Toma en tu poder treinta hombres de aqu�, y haz sacar � Jerem�as profeta de la mazmorra, antes que muera. Y tom� Ebed-melec en su poder hombres, y entr� � la casa del rey al lugar debajo de la tesorer�a, y tom� de all� trapos viejos, tra�dos, viejos, y andrajosos, y ech�los � Jerem�as con sogas en la mazmorra. Y dijo Ebed-melec Etiope � Jerem�as: Pon ahora esos trapos viejos, tra�dos, y rotos, bajo los sobacos de tus brazos, debajo de las sogas. Y lo hizo as� Jerem�as. De este modo sacaron � Jerem�as con sogas, y subi�ronlo de la mazmorra; y qued� Jerem�as en el patio de la c�rcel. Despu�s envi� el rey Sedech�as, � hizo traer � s� � Jerem�as profeta � la tercera entrada que estaba en la casa de Jehov�. Y dijo el rey � Jerem�as: Preg�ntote una palabra, no me encubras ninguna cosa. Y Jerem�as dijo � Sedech�as: Si te lo denunciare, �no es verdad que me matar�s? y si te diere consejo, no has de escucharme. Y jur� el rey Sedech�as en secreto � Jerem�as, diciendo: Vive Jehov� que nos hizo esta alma, que no te matar�, ni te entregar� en mano de estos varones que buscan tu alma. Entonces dijo Jerem�as � Sedech�as: As� ha dicho Jehov� Dios de los ej�rcitos, Dios de Israel: Si salieres luego � los pr�ncipes del rey de Babilonia, tu alma vivir�, y esta ciudad no ser� puesta � fuego; y vivir�s t� y tu casa: Mas si no salieres � los pr�ncipes del rey de Babilonia, esta ciudad ser� entregada en mano de los Caldeos, y la pondr�n � fuego, y t� no escapar�s de sus manos. Y dijo el rey Sedech�as � Jerem�as: T�mome � causa de los Jud�os que se han adherido � los Caldeos, que no me entreguen en sus manos y me escarnezcan. Y dijo Jerem�as: No te entregar�n. Oye ahora la voz de Jehov� que yo te hablo, y tendr�s bien, y vivir� tu alma. Mas si no quisieres salir, esta es la palabra que me ha mostrado Jehov�: Y he aqu� que todas las mujeres que han quedado en casa del rey de Jud�, ser�n sacadas � los pr�ncipes del rey de Babilonia; y ellas mismas dir�n: Te han enga�ado, y prevalecido contra ti tus amigos; atollaron en el cieno tus pies, se volvieron atr�s. Sacar�n pues, todas tus mujeres y tus hijos � los Caldeos, y t� no escapar�s de sus manos, sino que por mano del rey de Babilonia ser�s preso, y � esta ciudad quemar� � fuego. Y dijo Sedech�as � Jerem�as: Nadie sepa estas palabras, y no morir�s. Y si los pr�ncipes oyeren que yo he hablado contigo, y vinieren � ti y te dijeren: Decl�ranos ahora qu� hablaste con el rey, no nos lo encubras, y no te mataremos; asimismo qu� te dijo el rey; Les dir�s: Supliqu� al rey que no me hiciese tornar � casa de Jonath�n porque no me muriese all�. Y vinieron luego todos los pr�ncipes � Jerem�as, y pregunt�ronle: y �l les respondi� conforme � todo lo que el rey le hab�a mandado. Con esto se dejaron de �l, porque el negocio no se hab�a o�do. Y qued� Jerem�as en el patio de la c�rcel hasta el d�a que fu� tomada Jerusalem; y all� estaba cuando Jerusalem fu� tomada. Jerem�as 39EN el noveno a�o de Sedech�as rey de Jud�, en el mes d�cimo, vino Nabucodonosor rey de Babilonia con todo su ej�rcito contra Jerusalem, y cerc�ronla. Y en el und�cimo a�o de Sedech�as, en el mes cuarto, � los nueve del mes, fu� rota la ciudad; Y entraron todos los pr�ncipes del rey de Babilonia, y asentaron � la puerta del medio: Nergal-sarezer, Samgar-nebo, Sarsechim, y Rabsaris, Nergal-sarezer, Rabmag, y todos los dem�s pr�ncipes del rey de Babilonia. Y fu� que vi�ndolos Sedech�as, rey de Jud�, y todos los hombres de guerra, huyeron, y sali�ronse de noche de la ciudad por el camino de la huerta del rey, por la puerta entre los dos muros: y sali� el rey por el camino del desierto. Mas el ej�rcito de los Caldeos los sigui�, y alcanzaron � Sedech�as en los llanos de Jeric�; y tom�ronle, � hici�ronle subir � Nabucodonosor rey de Babilonia, � Ribla, en tierra de Hamath, y sentenci�le. Y degoll� el rey de Babilonia los hijos de Sedech�as � su presencia en Ribla, haciendo asimismo degollar el rey de Babilonia � todos los nobles de Jud�. Y sac� los ojos al rey Sedech�as, y aprision�le con grillos para llevarle � Babilonia. Y los Caldeos pusieron � fuego la casa del rey y las casas del pueblo, y derribaron los muros de Jerusalem. Y el resto del pueblo que hab�a quedado en la ciudad, y los que se hab�an � �l adherido, con todo el resto del pueblo que hab�a quedado, trasport�los � Babilonia Nabuzarad�n, capit�n de la guardia. Empero Nabuzarad�n, capit�n de la guardia, hizo quedar en tierra de Jud� del vulgo de los pobres que no ten�an nada, y di�les entonces vi�as y heredades. Y Nabucodonosor hab�a ordenado � Nabuzarad�n capit�n de la guardia, acerca de Jerem�as, diciendo: T�male, y mira por �l, y no le hagas mal ninguno; antes har�s con �l como �l te dijere. Envi� por tanto Nabuzarad�n capit�n de la guardia, y Nabusazb�n, Rabsaris, y Nergal-sarezer, y Rabmag, y todos los pr�ncipes del rey de Babilonia; Enviaron entonces, y tomaron � Jerem�as del patio de la c�rcel, y entreg�ronlo � Gedal�as hijo de Ahicam, hijo de Saph�n, para que lo sacase � casa: y vivi� entre el pueblo. Y hab�a sido palabra de Jehov� � Jerem�as, estando preso en el patio de la c�rcel, diciendo: Ve, y habla � Ebed-melec Etiope, diciendo: As� ha dicho Jehov� de los ej�rcitos, Dios de Israel: He aqu� traigo yo mis palabras sobre esta ciudad para mal, y no para bien; y vendr�n � ser en aquel d�a � presencia tuya. Mas en aquel d�a yo te librar�, dice Jehov�, y no ser�s entregado en mano de aquellos de quienes t� temes. Porque ciertamente te librar�, y no caer�s � cuchillo, sino que tu vida te ser� por despojo, porque tuviste confianza en m�, dice Jehov�. Jerem�as 40PALABRA que fu� � Jerem�as de Jehov�, despu�s que Nabuzarad�n capit�n de la guardia le envi� desde Ram�, cuando le tom� estando atado con esposas entre toda la transmigraci�n de Jerusalem y de Jud� que iban cautivos � Babilonia. Tom� pues el capit�n de la guardia � Jerem�as, y d�jole: Jehov� tu Dios habl� este mal contra este lugar; Y halo tra�do y hecho Jehov� seg�n que hab�a dicho: porque pecasteis contra Jehov�, y no o�steis su voz, por eso os ha venido esto. Y ahora yo te he soltado hoy de las esposas que ten�as en tus manos. Si te est� bien venir conmigo � Babilonia, ven, y yo mirar� por ti; mas si no te est� bien venir conmigo � Babilonia, d�jalo: mira, toda la tierra est� delante de ti; ve � donde mejor y m�s c�modo te pareciere ir. Y aun no se hab�a �l vuelto, cuando le dijo: Vu�lvete � Gedal�as hijo de Ahicam, hijo de Saph�n, al cual el rey de Babilonia ha puesto sobre todas las ciudades de Jud�, y vive con �l en medio del pueblo: � ve � donde te pareciere m�s c�modo de ir. Y di�le el capit�n de la guardia presentes y dones, y despidi�le. Fu�se entonces Jerem�as � Gedal�as hijo de Ahicam, � Mizpa, y mor� con �l en medio del pueblo que hab�a quedado en la tierra. Y como oyeron todos los pr�ncipes del ej�rcito que estaba por el campo, ellos y sus hombres, que el rey de Babilonia hab�a puesto � Gedal�as hijo de Ahicam sobre la tierra, y que le hab�a encomendado los hombres, y las mujeres, y los ni�os, y los pobres de la tierra, que no fueron trasportados � Babilonia; Vinieron luego � Gedal�as en Mizpa, es � saber, Ismael hijo de Nethan�as, y Johan�n y Jonath�n hijos de Carea, y Sera�as hijo de Tanhumeth, y los hijos de Ephi Netophatita, y Jezan�as hijo de Maach�ti, ellos y su hombres. Y jur�les Gedal�as hijo de Ahicam, hijo de Saph�n, � ellos y � sus hombres, diciendo: No teng�is temor de servir � los Caldeos: habitad en la tierra, y servid al rey de Babilonia, y tendr�is bien. Y he aqu� que yo habito en Mizpa, para estar delante de los Caldeos que vendr�n � nosotros; mas vosotros, coged el vino, y el pan, y el aceite, y ponedlo en vuestros almacenes, y quedaos en vuestras ciudades que hab�is tomado. Asimismo todos los Jud�os que estaban en Moab, y entre los hijos de Amm�n, y en Edom, y los que estaban en todas las tierras, cuando oyeron decir como el rey de Babilonia hab�a dejado algunos en la Judea, y que hab�a puesto sobre ellos � Gedal�as hijo de Ahicam, hijo de Saph�n, Todos estos Jud�os tornaron entonces de todas las partes adonde hab�an sido echados, y vinieron � tierra de Jud�, � Gedal�as en Mizpa; y cogieron vino y muy muchos frutos. Y Johan�n, hijo de Carea, y todos los pr�ncipes de la gente de guerra que estaban en el campo, vinieron � Gedal�as en Mizpa, Y dij�ronle: �No sabes de cierto como Baalis, rey de los hijos de Amm�n, ha enviado � Ismael hijo de Nethan�as, para matarte? Mas Gedal�as hijo de Ahicam no los crey�. Entonces Johan�n hijo de Carea habl� � Gedal�as en secreto, en Mizpa, diciendo: Yo ir� ahora, y herir� � Ismael hijo de Nethan�as, y hombre no lo sabr�: �por qu� te ha de matar, y todos los Jud�os que se han recogido � ti se derramar�n, y perecer� el resto de Jud�? Pero Gedal�as hijo de Ahicam dijo � Johan�n hijo de Carea: No hagas esto, porque falso es lo que t� dices de Ismael. Jerem�as 41Y ACONTECIO en el mes s�ptimo, que vino Ismael hijo de Nethan�as, hijo de Elisama, de la simiente real, y algunos pr�ncipes del rey, y diez hombres con �l, � Gedal�as hijo de Ahicam en Mizpa; y comieron pan juntos all� en Mizpa. Y levant�se Ismael hijo de Nethan�as, y los diez hombres que con �l estaban, � hirieron � cuchillo � Gedal�as hijo de Ahicam, hijo de Saph�n, matando as� � aquel � quien el rey de Babilonia hab�a puesto sobre la tierra. Asimismo hiri� Ismael � todos los Jud�os que estaban con �l, con Gedal�as en Mizpa, y � los soldados Caldeos que all� se hallaron. Sucedi� adem�s, un d�a despu�s que mat� � Gedal�as, cuando nadie lo sab�a a�n, Que ven�an unos hombres de Sich�m y de Silo y de Samaria, ochenta hombres, ra�da la barba, y rotas las ropas, y ara�ados y tra�an en sus manos ofrenda y perfume para llevar � la casa de Jehov�. Y de Mizpa sali�les al encuentro, llorando, Ismael hijo de Nethan�as: y aconteci� que como los encontr�, d�joles: Venid � Gedal�as, hijo de Ahicam. Y fue que cuando llegaron al medio de la ciudad, Ismael hijo de Nethan�as los degoll�, y ech�los en medio de un aljibe, �l y los hombres que con �l estaban. Mas entre aquellos fueron hallados diez hombres que dijeron � Ismael: No nos mates; porque tenemos en el campo tesoros de trigos, y cebadas, y aceite, y miel. Y dej�los, y no los mat� entre sus hermanos. Y el aljibe en que ech� Ismael todos los cuerpos de los hombres que hiri� por causa de Gedal�as, era el mismo que hab�a hecho el rey Asa por causa de Baasa, rey de Israel: llen�lo de muertos Ismael, hijo de Nethan�as. Despu�s llev� Ismael cautivo � todo el resto del pueblo que estaba en Mizpa; � las hijas del rey, y � todo el pueblo que en Mizpa hab�a quedado, el cual hab�a Nabuzarad�n capit�n de la guardia encargado � Gedal�as hijo de Ahicam. Llev�los pues cautivos Ismael hijo de Nethan�as, y se fu� para pasarse � los hijos de Amm�n. Y oy� Johan�n hijo de Carea, y todos los pr�ncipes de la gente de guerra que estaban con �l, todo el mal que hab�a hecho Ismael, hijo de Nethan�as. Entonces tomaron todos los hombres, y fueron � pelear con Ismael hijo de Nethan�as, y hall�ronlo junto � Aguas-muchas, que es en Gaba�n. Y aconteci� que como todo el pueblo que estaba con Ismael vi� � Johan�n hijo de Carea, y � todos los pr�ncipes de la gente de guerra que estaban con �l, se alegraron. Y todo el pueblo que Ismael hab�a tra�do cautivo de Mizpa, torn�ronse, y volvieron, y fu�ronse � Johan�n hijo de Carea. Mas Ismael hijo de Nethan�as se escap� delante de Johan�n con ocho hombres, y se fu� � los hijos de Amm�n. Y Johan�n hijo de Carea, y todos los pr�ncipes de la gente de guerra que con �l estaban, tomaron todo el resto del pueblo que hab�an recobrado de Ismael hijo de Nethan�as, de Mizpa, despu�s que hiri� � Gedal�as hijo de Ahicam: hombres de guerra, y mujeres, y ni�os, y los eunucos que Johan�n hab�a hecho tornar de Gaba�n; Y fueron y habitaron en Geruth-chimham, que es cerca de Bethlehem, � fin de partir y meterse en Egipto, Por causa de los Caldeos: porque tem�an de ellos, por haber herido Ismael hijo de Nethan�as � Gedal�as hijo de Ahicam, al cual el rey de Babilonia hab�a puesto sobre la tierra. Jerem�as 42Y LLEGARONSE todos los oficiales de la gente de guerra, y Johan�n hijo de Carea, y Jezan�as hijo de Osa�a, y todo el pueblo desde el menor hasta el mayor, Y dijeron � Jerem�as profeta: Caiga ahora nuestro ruego delante de ti, y ruega por nosotros � Jehov� tu Dios, por todo este resto, (pues hemos quedado unos pocos de muchos, como nos ven tus ojos,) Para que Jehov� tu Dios nos ense�e camino por donde vayamos, y lo que hemos de hacer. Y Jerem�as profeta les dijo: Ya he o�do. He aqu� que voy � orar � Jehov� vuestro Dios, como hab�is dicho; y ser� que todo lo que Jehov� os respondiere, os ense�ar�: no os reservar� palabra. Y ellos dijeron � Jerem�as: Jehov� sea entre nosotros testigo de la verdad y de la lealtad, si no hici�remos conforme � todo aquello para lo cual Jehov� tu Dios te enviare � nosotros. Ora sea bueno, ora malo, � la voz de Jehov� nuestro Dios, al cual te enviamos, obedeceremos; para que, obedeciendo � la voz de Jehov� nuestro Dios, tengamos bien. Y aconteci� que al cabo de diez d�as fu� palabra de Jehov� � Jerem�as. Y llam� � Johan�n hijo de Carea, y � todos los oficiales de la gente de guerra que con �l estaban, y � todo el pueblo desde el menor hasta el mayor; Y d�joles: As� ha dicho Jehov� Dios de Israel, al cual me enviasteis para que hiciese caer vuestros ruegos en su presencia: Si os quedareis quietos en esta tierra, os edificar�, y no os destruir�; os plantar�, y no os arrancar�: porque arrepentido estoy del mal que os he hecho. No tem�is de la presencia del rey de Babilonia, del cual ten�is temor; no tem�is de su presencia, ha dicho Jehov�, porque con vosotros estoy yo para salvaros y libraros de su mano: Y os dar� misericordias, y tendr� misericordia de vosotros, y os har� tornar � vuestra tierra. Mas si dijereis: No moraremos en esta tierra, no obedeciendo as� � la voz de Jehov� vuestro Dios, Y diciendo: No, antes nos entraremos en tierra de Egipto, en la cual no veremos guerra, ni oiremos sonido de trompeta, ni tendremos hambre de pan, y all� moraremos: Ahora por eso, oid la palabra de Jehov�, reliquias de Jud�: As� ha dicho Jehov� de los ej�rcitos, Dios de Israel: Si vosotros volviereis vuestros rostros para entrar en Egipto, y entrareis para peregrinar all�, Ser� que el cuchillo que tem�is, os alcanzar� all� en tierra de Egipto, y el hambre de que ten�is temor, all� en Egipto se os pegar�; y all� morir�is. Ser� pues, que todos los hombres que tornaren sus rostros para entrarse en Egipto, para peregrinar all�, morir�n � cuchillo, de hambre, y de pestilencia: no habr� de ellos quien quede vivo, ni quien escape delante del mal que traer� yo sobre ellos. Porque as� ha dicho Jehov� de los ej�rcitos, Dios de Israel: Como se derram� mi enojo y mi ira sobre los moradores de Jerusalem, as� se derramar� mi ira sobre vosotros, cuando entrareis en Egipto; y ser�is por juramento y por espanto, y por maldici�n y por afrenta; y no ver�is m�s este lugar. Jehov� habl� sobre vosotros, oh reliquias de Jud�: No entr�is en Egipto: sabed por cierto que os aviso hoy. �Por qu� hicisteis errar vuestras almas? porque vosotros me enviasteis � Jehov� vuestro Dios, diciendo: Ora por nosotros � Jehov� nuestro Dios; y conforme � todas las cosas que Jehov� nuestro Dios dijere, h�znoslo saber as�, y lo pondremos por obra. Y os lo he denunciado hoy, y no hab�is obedecido � la voz de Jehov� vuestro Dios, ni � todas las cosas por las cuales me envi� � vosotros. Ahora pues sabed de cierto que � cuchillo, y de hambre y pestilencia, morir�is en el lugar donde deseasteis entrar para peregrinar all�. Jerem�as 43Y ACONTECIO que como Jerem�as acab� de hablar � todo el pueblo todas las palabras de Jehov� Dios de ellos, todas estas palabras por las cuales Jehov� Dios de ellos le hab�a enviado � ellos mismos, Dijo Azar�as hijo de Osa�as, y Johan�n hijo de Carea, y todos los varones soberbios dijeron � Jerem�as: Mentira dices; no te ha enviado Jehov� nuestro Dios para decir: No entr�is en Egipto � peregrinar all�. Sino que Baruch hijo de Ner�as te incita contra nosotros, para entregarnos en mano de los Caldeos, para matarnos y para hacernos trasportar � Babilonia. No obedeci� pues Johan�n hijo de Carea, y todos los oficiales de la gente de guerra, y todo el pueblo, � la voz de Jehov� para quedarse en tierra de Jud�; Antes tom� Johan�n hijo de Carea, y todos los oficiales de la gente de guerra, � todo el resto de Jud�, que de todas las gentes adonde hab�an sido echados hab�an vuelto para morar en tierra de Jud�: A hombres, y mujeres, y ni�os, y � las hijas del rey, y � toda alma que hab�a dejado Nabuzarad�n capit�n de la guardia con Gedal�as hijo de Ahicam hijo de Saph�n, y � Jerem�as profeta, y � Baruch hijo de Ner�as; Y entraron en tierra de Egipto; porque no obedecieron � la voz de Jehov�: y llegaron hasta Taphnes. Y fu� palabra de Jehov� � Jerem�as en Taphnes, diciendo: Toma con tu mano piedras grandes, y c�brelas de barro en un horno de ladrillos que est� � la puerta de la casa de Fara�n en Taphnes, � vista de hombres Jud�os; Y diles: As� ha dicho Jehov� de los ej�rcitos, Dios de Israel: He aqu� que yo env�o, y tomar� � Nabucodonosor rey de Babilonia, mi siervo, y pondr� su trono sobre estas piedras que he escondido, y tender� su dosel sobre ellas. Y vendr�, y herir� la tierra de Egipto: los que � muerte, � muerte, y los que � cautiverio, � cautiverio, y los que � cuchillo, � cuchillo. Y pondr� fuego � las casas de los dioses de Egipto; y las quemar�, y � ellos llevar� cautivos; y �l se vestir� la tierra de Egipto, como el pastor se viste su capa, y saldr� de all� en paz. Adem�s, quebrar� las estatuas de Beth-semes, que es en tierra de Egipto, y las casas de los dioses de Egipto quemar� � fuego. Jerem�as 44PALABRA que fu� � Jerem�as acerca de todos los Jud�os que moraban en la tierra de Egipto, que moraban en Migdol, y en Taphnes, y en Noph, y en tierra de Pathros, diciendo: As� ha dicho Jehov� de los ej�rcitos, Dios de Israel: Vosotros hab�is visto todo el mal que traje sobre Jerusalem y sobre todas las ciudades de Jud�: y he aqu� que ellas est�n el d�a de hoy asoladas, y ni hay en ellas morador; A causa de la maldad de ellos que cometieron para hacerme enojar, yendo � ofrecer sahumerios, honrando dioses ajenos que ellos no hab�an conocido, vosotros, ni vuestros padres. Y envi� � vosotros � todos mis siervos los profetas, madrugando y envi�ndolos, diciendo: No hag�is ahora esta cosa abominable que yo aborrezco. Mas no oyeron ni inclinaron su o�do para convertirse de su maldad, para no ofrecer sahumerios � dioses ajenos. Derram�se por tanto mi sa�a y mi furor, y encendi�se en las ciudades de Jud� y en las calles de Jerusalem, y torn�ronse en soledad y en destrucci�n, como hoy. Ahora pues, as� ha dicho Jehov� de los ej�rcitos, Dios de Israel: �Por qu� hac�is tan grande mal contra vuestras almas, para ser talados var�n y mujer, ni�o y mamante, de en medio de Jud�, sin que os quede residuo alguno; Haci�ndome enojar con las obras de vuestras manos, ofreciendo sahumerios � dioses ajenos en la tierra de Egipto, adonde hab�is entrado para morar, de suerte que os acab�is, y se�is por maldici�n y por oprobio � todas las gentes de la tierra? �Os hab�is olvidado de las maldades de vuestros padres, y de las maldades de los reyes de Jud�, y de las maldades de sus mujeres, y de vuestras maldades, y de las maldades de vuestras mujeres, que hicieron en tierra de Jud� y en las calles de Jerusalem? No se han morigerado hasta el d�a de hoy, ni han tenido temor, ni han caminado en mi ley, ni en mis estatutos que puse delante de vosotros y delante de vuestros padres. Por tanto, as� ha dicho Jehov� de los ej�rcitos, Dios de Israel: He aqu� que yo pongo mi rostro en vosotros para mal, y para destruir � todo Jud�. Y tomar� el resto de Jud� que pusieron sus rostros para entrar en tierra de Egipto para morar all�, y en tierra de Egipto ser�n todos consumidos, caer�n � cuchillo, ser�n consumidos de hambre, � cuchillo y hambre morir�n desde el m�s peque�o hasta el mayor; y ser�n por juramento, y por espanto, y por maldici�n, y por oprobio. Pues visitar� � los que moran en tierra de Egipto, como visit� � Jerusalem, con cuchillo, y con hambre, y con pestilencia. Y del resto de Jud� que entraron en tierra de Egipto para morar all�, no habr� quien escape, ni quien quede vivo, para volver � la tierra de Jud�, por la cual suspiran ellos por volver para habitar all�: porque no volver�n sino los que escaparen. Entonces todos los que sab�an que sus mujeres hab�an ofrecido sahumerios � dioses ajenos, y todas las mujeres que estaban presentes, una gran concurrencia, y todo el pueblo que habitaba en tierra de Egipto, en Pathros, respondieron � Jerem�as, diciendo: La palabra que nos has hablado en nombre de Jehov�, no o�mos de ti: Antes pondremos ciertamente por obra toda palabra que ha salido de nuestra boca, para ofrecer sahumerios � la reina del cielo, y derram�ndole libaciones, como hemos hecho nosotros y nuestros padres, nuestros reyes y nuestros pr�ncipes, en las ciudades de Jud� y en las plazas de Jerusalem, y fuimos hartos de pan, y estuvimos alegres, y no vimos mal alguno. Mas desde que cesamos de ofrecer sahumerios � la reina del cielo, y de derramarle libaciones, nos falta todo, y � cuchillo y � hambre somos consumidos. Y cuando ofrecimos sahumerios � la reina del cielo, y le derramamos libaciones, �hic�mosle nosotras tortas para tributarle culto, y le derramamos libaciones, sin nuestros maridos? Y habl� Jerem�as � todo el pueblo, � los hombres y � las mujeres, y � todo el vulgo que le hab�a respondido esto, diciendo: �No se ha acordado Jehov�, y no ha venido � su memoria el sahumerio que ofrecisteis en las ciudades de Jud�, y en las plazas de Jerusalem, vosotros y vuestros padres, vuestros reyes y vuestros pr�ncipes, y el pueblo de la tierra? Y no pudo sufrir m�s Jehov� � causa de la maldad de vuestras obras, � causa de las abominaciones que hab�ais hecho: por tanto vuestra tierra fu� en asolamiento, y en espanto, y en maldici�n, hasta no quedar morador, como hoy. Porque ofrecisteis sahumerios, y pecasteis contra Jehov�, y no obedecisteis � la voz de Jehov�, ni anduvisteis en su ley, ni en sus estatutos, ni en sus testimonios: por tanto ha venido sobre vosotros este mal, como hoy. Y dijo Jerem�as � todo el pueblo, y � todas las mujeres: Oid palabra de Jehov�, todos los de Jud� que est�is en tierra de Egipto: As� ha hablado Jehov� de los ej�rcitos, Dios de Israel, diciendo: Vosotros y vuestras mujeres proferisteis con vuestras bocas, y con vuestras manos lo ejecutasteis, diciendo: Cumpliremos efectivamente nuestros votos que hicimos, de ofrecer sahumerios � la reina del cielo y de derramarle libaciones: confirm�is � la verdad vuestros votos, y pon�is vuestros votos por obra. Por tanto, oid palabra de Jehov�, todo Jud� que habit�is en tierra de Egipto: He aqu� he jurado por mi grande nombre, dice Jehov�, que mi nombre no ser� m�s invocado en toda la tierra de Egipto por boca de ning�n hombre Jud�o, diciendo: Vive el Se�or Jehov�. He aqu� que yo velo sobre ellos para mal, y no para bien; y todos los hombres de Jud� que est�n en tierra de Egipto, ser�n consumidos � cuchillo y de hambre, hasta que perezcan del todo. Y los que escaparen del cuchillo, volver�n de tierra de Egipto � tierra de Jud�, pocos hombres; sabr�n pues todas las reliquias de Jud�, que han entrado en Egipto � morar all� la palabra de qui�n ha de permanecer, si la m�a, � la suya. Y esto tendr�is por se�al, dice Jehov�, de que en este lugar os visito, para que sep�is que de cierto permanecer�n mis palabras para mal sobre vosotros. As� ha dicho Jehov�: He aqu� que yo entrego � Far�n Hophra rey de Egipto en mano de sus enemigos, y en mano de los que buscan su alma, como entregu� � Sedech�as rey de Jud� en mano de Nabucodonosor rey de Babilonia, su enemigo, y que buscaba su alma. Jerem�as 45PALABRA que habl� Jerem�as profeta � Baruch hijo de Ner�as, cuando escrib�a en el libro estas palabras de boca de Jerem�as, el a�o cuarto de Joacim hijo de Jos�as, rey de Jud�, diciendo: As� ha dicho Jehov� Dios de Israel, � ti, oh Baruch: T� dijiste: �Ay de m� ahora! porque me ha a�adido Jehov� tristeza sobre mi dolor; trabaj� en mi gemido, y no he hallado descanso. As� le has de decir: As� ha dicho Jehov�: He aqu� que yo destruyo los que edifiqu�, y arranco los que plant�, y toda esta tierra. �Y t� buscas para ti grandezas? No busques; porque he aqu� que yo traigo mal sobre toda carne, ha dicho Jehov�, y � ti te dar� tu vida por despojo en todos los lugares adonde fueres. Jerem�as 46PALABRA de Jehov� que fu� � Jerem�as profeta, contra las gentes. En orden � Egipto: contra el ej�rcito de Fara�n Nech�o rey de Egipto, que estaba cerca del r�o Eufrates en Carch�mis, al cual hiri� Nabucodonosor rey de Babilonia el a�o cuarto de Joacim hijo de Jos�as, rey de Jud�. Aparejad escudo y pav�s, y venid � la guerra. Uncid caballos, y subid, vosotros los caballeros, y poneos con capacetes; limpiad las lanzas, vest�os de lorigas. �Por qu� los vi medrosos, tornando atr�s? y sus valientes fueron deshechos, y huyeron � m�s huir sin volver � mirar atr�s: miedo de todas partes, dice Jehov�. No huya el ligero, ni el valiente escape; al aquil�n junto � la ribera del Eufrates tropezaron y cayeron. �Qui�n es �ste que como r�o sube, y cuyas aguas se mueven como r�os? Egipto como r�o se hincha, y las aguas se mueven como r�os, y dijo: Subir�, cubrir� la tierra, destruir� la ciudad y los que en ella moran. Subid, caballos, y alborotaos, carros; y salgan los valientes: los de Cus y los de Phut que toman escudo, y los de Lut que toman y entesan arco. Mas ese d�a ser� � Jehov� Dios de los ej�rcitos d�a de venganza, para vengarse de sus enemigos: y la espada devorar� y se hartar�, y se embriagar� de la sangre de ellos: porque matanza ser� � Jehov�, Dios de los ej�rcitos, en tierra del aquil�n junto al r�o Eufrates. Sube � Galaad, y toma b�lsamo, virgen hija de Egipto: por dem�s multiplicar�s medicinas; no hay cura para ti. Las gentes oyeron tu afrenta, y tu clamor hinchi� la tierra: porque fuerte se encontr� con fuerte, y cayeron ambos juntos. Palabra que habl� Jehov� � Jerem�as profeta acerca de la venida de Nabucodonosor, rey de Babilonia, para herir la tierra de Egipto: Denunciad en Egipto, y haced saber en Migdol: haced saber tambi�n en Noph y en Taphnes; decid: Para, y aperc�bete; porque espada ha de devorar tu comarca. �Por qu� ha sido derribado tu fuerte? no se pudo tener, porque Jehov� lo rempuj�. Multiplic� los ca�dos, y cada uno cay� sobre su compa�ero, y dijeron: Lev�ntate y volv�monos � nuestro pueblo, y � la tierra de nuestro nacimiento, de delante de la espada vencedora. All� gritaron: Fara�n rey de Egipto, rey de revuelta: dej� pasar el tiempo se�alado. Vivo yo, dice el Rey, cuyo nombre es Jehov� de los ej�rcitos, que como Tabor entre los montes, y como Carmelo en la mar, as� vendr�. Hazte vasos de transmigraci�n, moradora hija de Egipto; porque Noph ser� por yermo, y ser� asolada hasta no quedar morador. Becerra hermosa Egipto; mas viene destrucci�n, del aquil�n viene. Sus soldados tambi�n en medio de ella como engordados becerros: que tambi�n ellos se volvieron huyeron todos sin pararse: porque vino sobre ellos el d�a de su quebrantamiento, el tiempo de su visitaci�n. Su voz saldr� como de serpiente; porque con ej�rcito vendr�n, y con hachas vienen � ella como cortadores de le�a. Cortaron su bosque, dice Jehov�, porque no podr�n ser contados; porque ser�n m�s que langostas, ni tendr�n n�mero. Avergonz�se la hija de Egipto; entregada ser� en mano del pueblo del aquil�n. Jehov� de los ej�rcitos, Dios de Israel, ha dicho: He aqu� que yo visito el pueblo de Am�n de No, y � Fara�n y � Egipto, y � sus dioses y � sus reyes; as� � Fara�n como � los que en �l conf�an. Y entregar�los en mano de los que buscan su alma, y en mano de Nabucodonosor rey de Babilonia, y en mano de sus siervos: mas despu�s ser� habitada como en los d�as pasados, dice Jehov�. Y t� no temas, siervo m�o Jacob, y no desmayes, Israel; porque he aqu� que yo te salvo de lejos, y � tu simiente de la tierra de su cautividad. Y volver� Jacob, y descansar� y ser� prosperado, y no habr� quien lo espante. T�, siervo m�o Jacob, no temas, dice Jehov�; porque yo soy contigo: porque har� consumaci�n en todas las gentes � las cuales te habr� echado; mas en ti no har� consumaci�n, sino que te castigar� con juicio, y no te talar� del todo. Jerem�as 47PALABRA de Jehov� que fu� � Jerem�as profeta acerca de los Palestinos, antes que Fara�n hiriese � Gaza. As� ha dicho Jehov�: He aqu� que suben aguas del aquil�n, y tornaranse en torrente, � inundar�n la tierra y su plenitud, ciudades y moradores de ellas; y los hombres clamar�n, y aullar� todo morador de la tierra. Por el sonido de las u�as de sus fuertes, por el alboroto de sus carros, por el estruendo de sus ruedas, los padres no miraron � los hijos por la flaqueza de las manos; A causa del d�a que viene para destrucci�n de todos los Palestinos, para talar � Tiro, y � Sid�n, � todo ayudador que qued� vivo: porque Jehov� destruir� � los Palestinos, al resto de la isla de Caphtor. Sobre Gaza vino mesadura, Ascal�n fu� cortada, y el resto de su valle: �hasta cu�ndo te ara�ar�s? Oh espada de Jehov�, �hasta cu�ndo no reposar�s? M�tete en tu vaina, reposa y sosiega. �C�mo reposar�s? pues que Jehov� lo ha enviado contra Ascal�n, y � la ribera de la mar, all� lo puso. Jerem�as 48ACERCA de Moab. As� ha dicho Jehov� de los ej�rcitos, Dios de Israel: �Ay de Nebo! que fu� destru�da, fu� avergonzada; Ch�riathaim fu� tomada; fu� confusa Misgab, y desmay�. No se alabar� ya m�s Moab; contra Hesb�n maquinaron mal, diciendo: Venid, y quit�mosla de entre las gentes. Tambi�n t�, Madm�n, ser�s cortada, espada ir� tras ti. �Voz de clamor de Horonaim, destrucci�n y gran quebrantamiento! Moab fu� quebrantada; hicieron que se oyese el clamor de sus peque�os. Porque � la subida de Luhith con lloro subir� el que llora; porque � la bajada de Horonaim los enemigos oyeron clamor de quebranto. Huid, salvad vuestra vida, y sed como retama en el desierto. Pues por cuanto confiaste en tus haciendas, en tus tesoros, t� tambi�n ser�s tomada: y Ch�mos saldr� en cautiverio, los sacerdotes y sus pr�ncipes juntamente. Y vendr� destruidor � cada una de las ciudades, y ninguna ciudad escapar�: arruinar�se tambi�n el valle, y ser� destru�da la campi�a, como ha dicho Jehov�. Dad alas � Moab, para que volando se vaya; pues ser�n desiertas sus ciudades hasta no quedar en ellas morador. Maldito el que hiciere enga�osamente la obra de Jehov�, y maldito el que detuviere su cuchillo de la sangre. Quieto estuvo Moab desde su mocedad, y sobre sus heces ha estado �l reposado, y no fu� trasegado de vaso en vaso, ni nunca fu� en cautiverio: por tanto qued� su sabor en �l, y su olor no se ha trocado. Por eso, he aqu� que vienen d�as, ha dicho Jehov�, en que yo le enviar� trasportadores que lo har�n trasportar; y vaciar�n sus vasos, y romper�n sus odres. Y avergonzar�se Moab de Ch�mos, � la manera que la casa de Israel se avergonz� de Beth-el, su confianza. �C�mo dir�is: Somos valientes, y robustos hombres para la guerra? Destru�do fu� Moab, y sus ciudades asol�, y sus escogidos mancebos descendieron al degolladero, ha dicho el Rey, cuyo nombre es Jehov� de los ej�rcitos. Cercano est� el quebrantamiento de Moab para venir, y su mal se apresura mucho. Compadeceos de �l todos los que est�is alrededor suyo; y todos los que sab�is su nombre, decid: �C�mo se quebr� la vara de fortaleza, el b�culo de hermosura? Desciende de la gloria, si�ntate en seco, moradora hija de Dib�n; porque el destruidor de Moab subi� contra ti, disip� tus fortalezas. P�rate en el camino, y mira, oh moradora de Aroer: pregunta � la que va huyendo, y � la que escap�; dile: �Qu� ha acontecido? Avergonz�se Moab, porque fu� quebrantado: aullad y clamad: denunciad en Arn�n que Moab es destru�do. Y que vino juicio sobre la tierra de la campi�a; sobre Hol�n, y sobre Jahzah, y sobre Mephaath, Y sobre Dib�n, y sobre Nebo, y sobre Beth-diblathaim, Y sobre Ch�riathaim, y sobre Beth-gamul, y sobre Beth-meon, Y sobre Ch�rioth, y sobre Bosra, y sobre todas las ciudades de tierra de Moab, las de lejos y las de cerca. Cortado es el cuerno de Moab, y su brazo quebrantado, dice Jehov�. Embriagadlo, porque contra Jehov� se engrandeci�; y revu�lquese Moab sobre su v�mito, y sea tambi�n �l por escarnio. �Y no te fu� � ti Israel por escarnio, como si lo tomaran entre ladrones? porque desde que de �l hablaste, t� te has movido. Desamparad las ciudades, y habitad en pe�ascos, oh moradores de Moab; y sed como la paloma que hace nido detr�s de la boca de la caverna. O�do hemos la soberbia de Moab, que es muy soberbio: su hinchaz�n y su orgullo, y su altivez y la altaner�a de su coraz�n. Yo conozco, dice Jehov�, su c�lera; mas no tendr� efecto: sus mentiras no han de aprovechar le. Por tanto yo aullar� sobre Moab, y sobre todo Moab har� clamor, y sobre los hombres de Kir-heres gemir�. Con lloro de Jazer llorar� por ti, oh vid de Sibma: tus sarmientos pasaron la mar, llegaron hasta la mar de Jazer: sobre tu agosto y sobre tu vendimia vino destruidor. Y ser� cortada la alegr�a y el regocijo de los campos labrados, y de la tierra de Moab: y har� cesar el vino de los lagares: no pisar�n con canci�n; la canci�n no ser� canci�n. El clamor, desde Hesb�n hasta Eleale; hasta Jaaz dieron su voz: desde Zoar hasta Horonaim, becerra de tres a�os: porque tambi�n las aguas de Nimrin ser�n destru�das. Y har� cesar de Moab, dice Jehov�, quien sacrifique en altar, y quien ofrezca sahumerio � sus dioses. Por tanto, mi coraz�n resonar� como flautas por causa de Moab, asimismo resonar� mi coraz�n � modo de flautas por los hombres de Kir-heres: porque perecieron las riquezas que hab�a hecho. Porque en toda cabeza habr� calva, y toda barba ser� ra�da; sobre todas manos rasgu�os, y sacos sobre todos los lomos. Sobre todas las techumbres de Moab y en sus calles, todo �l ser� llanto; porque yo quebrant� � Moab como � vaso que no agrada, dice Jehov�. Aullad: �C�mo ha sido quebrantado! �c�mo volvi� la cerviz Moab, y fu� avergonzado! Y fu� Moab en escarnio y en espanto � todos los que est�n en sus alrededores. Porque as� ha dicho Jehov�: He aqu� que como �guila volar�, y extender� sus alas � Moab. Tomadas son las ciudades, y tomadas son las fortalezas; y ser� aquel d�a el coraz�n de los valientes de Moab como el coraz�n de mujer en angustias. Y Moab ser� destru�do para dejar de ser pueblo: porque se engrandeci� contra Jehov�. Miedo y hoyo y lazo sobre ti, oh morador de Moab, dice Jehov�. El que huyere del miedo, caer� en el hoyo; y el que saliere del hoyo, ser� preso del lazo: porque yo traer� sobre �l, sobre Moab, a�o de su visitaci�n, dice Jehov�. A la sombra de Hesb�n se pararon los que hu�an de la fuerza; mas sali� fuego de Hesb�n, y llama de en medio de Sih�n, y quem� el rinc�n de Moab, y la mollera de los hijos revoltosos. �Ay de ti, Moab! pereci� el pueblo de Ch�mos: porque tus hijos fueron presos para cautividad, y tus hijas para cautiverio. Empero har� tornar el cautiverio de Moab en lo postrero de los tiempos, dice Jehov�. Hasta aqu� es el juicio de Moab. Jerem�as 49DE los hijos de Amm�n. As� ha dicho Jehov�: �No tiene hijos Israel? �No tiene heredero? �Por qu� tom� como por heredad el rey de ellos � Gad, y su pueblo habit� en sus ciudades? Por tanto, he aqu� vienen d�as, ha dicho Jehov�, en que har� oir en Rabba de los hijos de Amm�n clamor de guerra; y ser� puesta en mont�n de asolamiento, y sus ciudades ser�n puestas � fuego, � Israel tomar� por heredad � los que los tomaron � ellos, ha dicho Jehov�. Aulla, oh Hesb�n, porque destru�da es Hai; clamad, hijas de Rabba, vest�os de sacos, endechad, y rodead por los vallados, porque el rey de ellos fu� en cautiverio, sus sacerdotes y sus pr�ncipes juntamente. �Por qu� te glor�as de los valles? Tu valle se deshizo, oh hija contumaz, la que conf�a en sus tesoros, la que dice: �Qui�n vendr� contra m�? He aqu� yo traigo sobre ti espanto, dice el Se�or Jehov� de los ej�rcitos, de todos tus alrededores; y ser�is lanzados cada uno en derechura de su rostro, y no habr� quien recoja al errante. Y despu�s de esto har� tornar la cautividad de los hijos de Amm�n, dice Jehov�. De Edom. As� ha dicho Jehov� de los ej�rcitos: �No hay m�s sabidur�a en Tem�n? �ha perecido el consejo en los sabios? �corrompi�se su sabidur�a? Huid, volveos, escondeos en simas para estar, oh moradores de Ded�n; porque el quebrantamiento de Esa� traer� sobre �l, al tiempo que lo tengo de visitar. Si vendimiadores vinieran contra ti, �no dejar�n rebuscos? Si ladrones de noche, tomar�n lo que hubieren menester. Mas yo desnudar� � Esa�, descubrir� sus escondrijos, y no podr� esconderse: ser� destru�da su simiente, y sus hermanos, y sus vecinos; y no ser�. Deja tus hu�rfanos, yo los criar�; y en m� se confiar�n tus viudas. Porque as� ha dicho Jehov�: He aqu� que los que no estaban condenados � beber del c�liz, beber�n ciertamente; �y ser�s t� absuelto del todo? No ser�s absuelto, sino que de cierto beber�s. Porque por m� he jurado, dice Jehov�, que en asolamiento, en oprobio, en soledad, y en maldici�n, ser� Bosra; y todas su ciudades ser�n en asolamientos perpetuos. La fama o�, que de Jehov� hab�a sido enviado mensajero � las gentes, diciendo: Juntaos, y venid contra ella, y levantaos � la batalla. Porque he aqu� que peque�o te he puesto entre las gentes, menospreciado entre los hombres. Tu arrogancia te enga��, y la soberbia de tu coraz�n, t� que habitas en cavernas de pe�as, que tienes la altura del monte: aunque alces como �guila tu nido, de all� te har� descender, dice Jehov�. Y ser� Edom en asolamiento: todo aquel que pasare por ella se espantar�, y silbar� sobre todas sus plagas. Como el trastornamiento de Sodoma y de Gomorra, y de sus ciudades vecinas, dice Jehov�, no morar� all� nadie, ni la habitar� hijo de hombre. He aqu� que como le�n subir� de la hinchaz�n del Jord�n contra la bella y robusta; porque muy pronto har�lo correr de sobre ella, y al que fuere escogido la encargar�; porque �qui�n es semejante � m�? �y qui�n me emplazar�? �y qui�n ser� aquel pastor que me podr� resistir? Por tanto, o�d el consejo de Jehov�, que ha acordado sobre Edom; y sus pensamientos, que ha resuelto sobre los moradores de Tem�n. Ciertamente los m�s peque�os del hato los arrastrar�n, y destruir�n sus moradas con ellos. Del estruendo de la ca�da de ellos la tierra tembl�, y el grito de su voz se oy� en el mar Bermejo. He aqu� que como �guila subir� y volar�, y extender� sus alas sobre Bosra: y el coraz�n de los valientes de Edom ser� en aquel d�a como el coraz�n de mujer en angustias. Acerca de Damasco. Confundi�se Hamath, y Arphad, porque oyeron malas nuevas: derriti�ronse en aguas de desmayo, no pueden sosegarse. Desmay�se Damasco, volvi�se para huir, y tom�le temblor: angustia y dolores le tomaron, como de mujer que est� de parto. �C�mo dejaron � la ciudad de alabanza, ciudad de mi gozo! Por tanto, sus mancebos caer�n en sus plazas, y todos los hombres de guerra morir�n en aquel d�a, ha dicho Jehov� de los ej�rcitos. Y har� encender fuego en el muro de Damasco, y consumir� las casas de Ben-hadad. De Cedar y de los reinos de Hasor, los cuales hiri� Nabucodonosor rey de Babilonia. As� ha dicho Jehov�: Levantaos, subid contra Cedar, y destruid los hijos de oriente. Sus tiendas y su ganados tomar�n: sus cortinas, y todos sus vasos, y sus camellos, tomar�n para s�; y llamar�n contra ellos miedo alrededor. Huid, trasponeos muy lejos, meteos en simas para estar, oh moradores de Hasor, dice Jehov�; porque tom� consejo contra vosotros Nabucodonosor rey de Babilonia, y contra vosotros ha formado designio. Levantaos, subid � gente pac�fica, que vive confiadamente, dice Jehov�, que ni tienen puertas ni cerrojos, que viven solitarios. Y ser�n sus camellos por presa, y la multitud de sus ganados por despojo; y esparcir�los por todos vientos, echados hasta el postrer rinc�n; y de todos sus lados les traer� su ruina, dice Jehov�. Y Hasor ser� morada de chacales, soledad para siempre: ninguno morar� all�, ni la habitar� hijo de hombre. Palabra de Jehov� que fu� � Jerem�as profeta acerca de Elam, en el principio del reinado de Sedech�as rey de Jud�, diciendo: As� ha dicho Jehov� de los ej�rcitos: He aqu� que yo quiebro el arco de Elam, principio de su fortaleza. Y traer� sobre Elam los cuatro vientos de los cuatro puntos del cielo, y aventar�los � todos estos vientos; ni habr� gente adonde no vengan extranjeros de Elam. Y har� que Elam se intimide delante de sus enemigos, y delante de los que buscan su alma; y traer� sobre ellos mal, y el furor de mi enojo, dice Jehov�; y enviar� en pos de ellos espada hasta que los acabe. Y pondr� mi silla en Elam, y destruir� de all� rey y pr�ncipe, dice Jehov�. Mas acontecer� en lo postrero de los d�as, que har� tornar la cautividad de Elam, dice Jehov�. Jerem�as 50PALABRA que habl� Jehov� contra Babilonia, contra la tierra de los Caldeos, por mano de Jerem�as profeta. Denunciad en las gentes, y haced saber; levantad tambi�n bandera: publicad, y no encubr�is: decid: Tomada es Babilonia, Bel es confundido, deshecho es Merodach; confundidas son sus esculturas, quebrados son sus �dolos. Porque subi� contra ella gente del aquil�n, la cual pondr� su tierra en asolamiento, y no habr� ni hombre ni animal que en ella more: movi�ronse, se fueron. En aquellos d�as y en aquel tiempo, dice Jehov�, vendr�n los hijos de Israel, ellos y los hijos de Jud� juntamente; � ir�n andando y llorando, y buscar�n � Jehov� su Dios. Preguntar�n por el camino de Si�n, hacia donde volver�n sus rostros, diciendo: Venid, y juntaos � Jehov� con pacto eterno, que jam�s se ponga en olvido. Ovejas perdidas fueron mi pueblo: sus pastores las hicieron errar, por los montes las descarriaron: anduvieron de monte en collado, olvid�ronse de sus majadas. Todos los que los hallaban, los com�an; y dec�an sus enemigos: No pecaremos, porque ellos pecaron � Jehov� morada de justicia, � Jehov�, esperanza de sus padres. Huid de en medio de Babilonia, y salid de la tierra de los Caldeos, y sed como los mansos delante del ganado. Porque he aqu� que yo suscito y hago subir contra Babilonia reuni�n de grandes pueblos de la tierra del aquil�n; y desde all� se aparejar�n contra ella, y ser� tomada: sus flechas como de valiente diestro, que no se tornar� en vano. Y la Caldea ser� para presa: todos los que la saquearen, saldr�n hartos, dice Jehov�. Porque os alegrasteis, porque os gozasteis destruyendo mi heredad, porque os henchisteis como becerra de renuevos, y relinchasteis como caballos; Vuestra madre se avergonz� mucho, afrent�se la que os engendr�; he aqu� ser� la postrera de las gentes: desierto, sequedad, y p�ramo. Por la ira de Jehov� no ser� habitada, sino que asolada ser� toda ella; todo hombre que pasare por Babilonia se asombrar�, y silbar� sobre todas sus plagas. Apercib�os contra Babilonia alrededor, todos los que entes�is arco; tirad contra ella, no escatim�is las saetas: porque pec� contra Jehov�. Gritad contra ella en derredor; di� su mano; ca�do han sus fundamentos, derribados son sus muros; porque venganza es de Jehov�. Tomad venganza de ella; haced con ella como ella hizo. Talad de Babilonia sembrador, y el que tiene hoz en tiempo de la siega: delante de la espada opresora cada uno volver� el rostro hacia su pueblo, cada uno huir� hacia su tierra. Ganado descarriado es Israel; leones lo amontonaron: el rey de Asiria lo devor� el primero; este Nabucodonosor rey de Babilonia lo deshues� el postrero. Por tanto, as� ha dicho Jehov� de los ej�rcitos, Dios de Israel: He aqu� que yo visito al rey de Babilonia y � su tierra como visit� al rey de Asiria. Y volver� � traer � Israel � su morada, y pacer� en el Carmelo y en Bas�n; y en el monte de Ephraim y de Galaad se hartar� su alma. En aquellos d�as y en aquel tiempo, dice Jehov�, la maldad de Israel ser� buscada, y no parecer�; y los pecados de Jud�, y no se hallar�n: porque perdonar� � los que yo hubiere dejado. Sube contra la tierra de Merathaim, contra ella, y contra los moradores de Pekod: destruye y mata en pos de ellos, dice Jehov�, y haz conforme � todo lo que yo te he mandado. Estruendo de guerra en la tierra, y quebrantamiento grande. �C�mo fu� cortado y quebrado el martillo de toda la tierra! �c�mo se torn� Babilonia en desierto entre las gentes! P�sete lazos, y aun fuiste tomada, oh Babilonia, y t� no lo supiste: fuiste hallada, y aun presa, porque provocaste � Jehov�. Abri� Jehov� tu tesoro, y sac� los vasos de su furor: porque esta es obra de Jehov�, Dios de los ej�rcitos, en la tierra de los Caldeos. Venid contra ella desde el cabo de la tierra: abrid sus almacenes: hacedla montones, y destruidla: no le queden reliquias. Matad todos sus novillos; vayan al matadero: �ay de ellos! que venido es su d�a, el tiempo de su visitaci�n. Voz de los que huyen y escapan de la tierra de Babilonia, para dar las nuevas en Si�n de la venganza de Jehov� nuestro Dios, de la venganza de su templo. Haced juntar sobre Babilonia flecheros, � todos los que entesan arco; asentad campo sobre ella alrededor; no escape de ella ninguno: pagadle seg�n su obra; conforme � todo lo que ella hizo, haced con ella: porque contra Jehov� se ensoberbeci�, contra el Santo de Israel. Por tanto sus mancebos caer�n es sus plazas, y todos su hombres de guerra ser�n talados en aquel d�a, dice Jehov�. He aqu� yo contra ti, oh soberbio, dice el Se�or Jehov� de los ej�rcitos: porque tu d�a es venido, el tiempo en que te visitar�. Y el soberbio tropezar� y caer�, y no tendr� quien lo levante: y encender� fuego en sus ciudades, y quemar� todos sus alrededores. As� ha dicho Jehov� de los ej�rcitos: Oprimidos fueron los hijos de Israel y los hijos de Jud� juntamente: y todos los que los tomaron cautivos, se los retuvieron; no los quisieron soltar. El redentor de ellos es el Fuerte; Jehov� de los ej�rcitos es su nombre: de cierto abogar� la causa de ellos, para hacer quietar la tierra, y turbar los moradores de Babilonia. Cuchillo sobre los Caldeos, dice Jehov�, y sobre los moradores de Babilonia, y sobre sus pr�ncipes, y sobre sus sabios. Cuchillo sobre los adivinos, y se atontar�n; cuchillo sobre sus valientes, y ser�n quebrantados. Cuchillo sobre sus caballos, y sobre sus carros, y sobre todo el vulgo que est� en medio de ella, y ser�n como mujeres: cuchillo sobre sus tesoros, y ser�n saqueados. Sequedad sobre sus aguas, y secar�nse: porque tierra es de esculturas, y en �dolos enloquecen. Por tanto, all� morar�n bestias monteses con lobos, morar�n tambi�n en ella pollos de avestruz: y no m�s ser� poblada para siempre, ni se habitar� de generaci�n en generaci�n. Como en el trastornamiento de Dios � Sodoma y � Gomorra y � sus ciudades vecinas, dice Jehov�, no morar� all� hombre, ni hijo de hombre la habitar�. He aqu� viene un pueblo del aquil�n; y una naci�n grande, y muchos reyes se levantar�n de los lados de la tierra. Arco y lanza manejar�n; ser�n crueles, y no tendr�n compasi�n; su voz sonar� como la mar, y montar�n sobre caballos: apercibirse han como hombre � la pelea, contra ti, oh hija de Babilonia. Oy� su fama el rey de Babilonia, y sus manos se descoyuntaron: angustia le tom�, dolor como de mujer de parto. He aqu� que como le�n subir� de la hinchaz�n del Jord�n � la morada fuerte: porque muy pronto le har� correr de sobre ella, y al que fuere escogido la encargar�: porque �qui�n es semejante � m�? �y qui�n me emplazar�? �� qui�n ser� aquel pastor que me podr� resistir? Por tanto, oid el consejo de Jehov�, que ha acordado sobre Babilonia, y sus pensamientos que ha formado sobre la tierra de los Caldeos: Ciertamente los m�s peque�os del hato los arrastrar�n, y destruir�n sus moradas con ellos. Del grito de la toma de Babilonia la tierra tembl�, y el clamor se oy� entre las gentes. Jerem�as 51ASI ha dicho Jehov�: He aqu� que yo levanto sobre Babilonia, y sobre sus moradores que se levantan contra m�, un viento destruidor. Y enviar� � Babilonia aventadores que la avienten, y vaciar�n su tierra; porque ser�n contra ella de todas partes en el d�a del mal. Dir� al flechero que entesa su arco, y al que se pone orgulloso con su loriga: No perdon�is � sus mancebos, destruid todo su ej�rcito. Y caer�n muertos en la tierra de los Caldeos, y alanceados en sus calles. Porque Israel y Jud� no han enviudado de su Dios, Jehov� de los ej�rcitos, aunque su tierra fu� llena de pecado contra el Santo de Israel. Huid de en medio de Babilonia, y librad cada uno su alma, porque no perezc�is � causa de su maldad: porque el tiempo es de venganza de Jehov�; dar�le su pago. Vaso de oro fu� Babilonia en la mano de Jehov�, que embriaga toda la tierra: de su vino bebieron las gentes; aturdi�ronse por tanto las naciones. En un momento cay� Babilonia, y despedaz�se: aullad sobre ella; tomad b�lsamo para su dolor, quiz� sanar�. Curamos � Babilonia, y no ha sanado: dejadla, y v�monos cada uno � su tierra; porque llegado ha hasta el cielo su juicio, y alz�dose hasta las nubes. Jehov� sac� � luz nuestras justicias: venid, y contemos en Si�n la obra de Jehov� nuestro Dios. Limpiad las saetas, embrazad los escudos: despertado ha Jehov� el esp�ritu de los reyes de Media; porque contra Babilonia es su pensamiento para destruirla; porque venganza es de Jehov�, venganza de su templo. Levantad bandera sobre los muros de Babilonia, reforzad la guardia, poned centinelas, disponed celadas; porque deliber� Jehov�, y aun pondr� en efecto lo que ha dicho sobre los moradores de Babilonia. La que moras entre muchas aguas, rica en tesoros, venido ha tu fin, la medida de tu codicia. Jehov� de los ej�rcitos jur� por su vida, diciendo: Yo te llenar� de hombres como de langostas, y levantar�n contra ti griter�a. El es el que hizo la tierra con su fortaleza, el que afirm� el mundo con su sabidur�a, y extendi� los cielos con inteligencia; El que da con su voz muchedumbre de aguas del cielo, y hace subir las nubes de lo postrero de la tierra; �l hace rel�mpagos con la lluvia, y saca el viento de sus tesoros. Todo hombre se ha infatuado y es sin ciencia: averg��nzase todo art�fice de la escultura, porque mentira es su vaciadizo, que no tiene esp�ritu. Vanidad son, obra de irrisiones; en el tiempo de su visitaci�n perecer�n. No es como ellos la parte de Jacob: porque �l es el Formador de todo; � Israel es la vara de su heredad: Jehov� de los ej�rcitos es su nombre. Martillo me sois, y armas de guerra; y por medio de ti quebrantar� gentes, y por medio de ti deshar� reinos; Y por tu medio quebrantar� caballos y sus cabalgadores, y por medio de ti quebrantar� carros y los que en ellos suben; Asimismo por tu medio quebrantar� hombres y mujeres, y por medio de ti quebrantar� viejos y mozos, y por tu medio quebrantar� mancebos y v�rgenes: Tambi�n quebrantar� por medio de ti al pastor y � su manada: quebrantar� por tu medio � labradores y sus yuntas; y duques y pr�ncipes quebrantar� por medio de ti. Y pagar� � Babilonia y � todos los moradores de Caldea, todo el mal de ellos que hicieron en Si�n delante de vuestros ojos, dice Jehov�. He aqu� yo contra ti, oh monte destruidor, dice Jehov�, que destruiste toda la tierra; y extender� mi mano sobre ti, y te har� rodar de las pe�as, y te tornar� monte quemado. Y nadie tomar� de ti piedra para esquina, ni piedra para cimiento; porque perpetuos asolamientos ser�s, ha dicho Jehov�. Alzad bandera en la tierra, tocad trompeta en las naciones, apercibid gentes contra ella; juntad contra ella los reinos de Ararat, de Minni, y de Asch�naz; se�alad contra ella capit�n, haced subir caballos como langostas erizadas. Apercibid contra ella gentes; � reyes de Media, � sus capitanes, y � todos sus pr�ncipes, y � toda la tierra de su se�or�o. Y temblar� la tierra, y afligir�se; porque confirmado es contra Babilonia todo el pensamiento de Jehov�, para poner la tierra de Babilonia en soledad, y que no haya morador. Los valientes de Babilonia dejaron de pelear, estuvi�ronse en sus fuertes: falt�les su fortaleza, torn�ronse como mujeres: encendi�ronse sus casas, quebr�ronse sus cerrojos. Correo se encontrar� con correo, mensajero se encontrar� con mensajero, para noticiar al rey de Babilonia que su ciudad es tomada por todas partes: Y los vados fueron tomados, y los carrizos fueron quemados � fuego, y constern�ronse los hombres de guerra. Porque as� ha dicho Jehov� de los ej�rcitos, Dios de Israel: La hija de Babilonia es como parva; tiempo es ya de trillarla: de aqu� � poco le vendr� el tiempo de la siega. Comi�me, desmenuz�me Nabucodonosor rey de Babilonia; par�me como vaso vac�o, trag�me como drag�n, hinchi� su vientre de mis delicadezas, y ech�me. Sobre Babilonia la violencia contra m� y mi carne, dir� la moradora de Si�n; y mi sangre sobre los moradores de Caldea, dir� Jerusalem. Por tanto, as� ha dicho Jehov�: He aqu� que yo juzgo tu causa y har� tu venganza; y secar� su mar, y har� que quede seca su corriente. Y ser� Babilonia para montones, morada de chacales, espanto y silbo, sin morador. A una rugir�n como leones; como cachorros de leones bramar�n. En su calor les pondr� sus banquetes; y har�les que se embriaguen, para que se alegren, y duerman eterno sue�o, y no despierten, dice Jehov�. Hacerlos he traer como corderos al matadero, como carneros con cabritos. �C�mo fu� presa Sesach, y fu� tomada la que era alabada por toda la tierra! �C�mo fu� Babilonia por espanto entre las gentes! Subi� la mar sobre Babilonia; de la multitud de sus ondas fu� cubierta. Sus ciudades fueron asoladas, la tierra seca y desierta, tierra que no morar� en ella nadie, ni pasar� por ella hijo de hombre. Y visitar� � Bel en Babilonia, y sacar� de su boca lo que ha tragado: y no vendr�n m�s � �l gentes; y el muro de Babilonia caer�. Salid de en medio de ella, pueblo m�o, y salvad cada uno su vida de la ira del furor de Jehov�. Y porque no desmaye vuestro coraz�n, y tem�is � causa de la fama que se oir� por la tierra, en un a�o vendr� la fama, y despu�s en otro a�o el rumor, y la violencia en la tierra, y el ense�oreador sobre el que ense�orea. Por tanto, he aqu� vienen d�as que yo visitar� las esculturas de Babilonia, y toda su tierra ser� avergonzada, y todos sus muertos caer�n en medio de ella. Y los cielos y la tierra, y todo lo que est� en ellos, dar�n alabanzas sobre Babilonia: porque del aquil�n vendr�n sobre ella destruidores, dice Jehov�. Pues que Babilonia fu� causa que cayesen muertos de Israel, tambi�n de Babilonia caer�n muertos de toda la tierra. Los que escapasteis del cuchillo, andad, no os detengais; acordaos por muchos d�as de Jehov�, y acordaos de Jerusalem. Estamos avergonzados, porque o�mos la afrenta: confusi�n cubri� nuestros rostros, porque vinieron extranjeros contra los santuarios de la casa de Jehov�. Por tanto, he aqu� vienen d�as, dice Jehov�, que yo visitar� sus esculturas, y en toda su tierra gemir�n los heridos. Si subiese Babilonia al cielo, y si fortaleciere en lo alto su fuerza, de m� vendr�n � ella destruidores, dice Jehov�. �Sonido de grito de Babilonia, y quebrantamiento grande de la tierra de los Caldeos! Porque Jehov� destruye � Babilonia, y quitar� de ella el mucho estruendo; y bramar�n sus ondas, como muchas aguas ser� el sonido de la voz de ellos: Porque vino destruidor contra ella, contra Babilonia, y sus valientes fueron presos, el arco de ellos fu� quebrado: porque Jehov�, Dios de retribuciones, dar� la paga. Y embriagar� sus pr�ncipes y sus sabios, sus capitanes y sus nobles y sus fuertes; y dormir�n sue�o eterno y no despertar�n, dice el Rey, cuyo nombre es Jehov� de los ej�rcitos. As� ha dicho Jehov� de los ej�rcitos: El muro ancho de Babilonia ser� derribado enteramente, y sus altas puertas ser�n quemadas � fuego; y en vano trabajar�n pueblos y gentes en el fuego, y se cansar�n. Palabra que envi� Jerem�as profeta � Sera�as hijo de Ner�as, hijo de Maas�as, cuando iba con Sedech�as rey de Jud� � Babilonia, el cuarto a�o de su reinado. Y era Sera�as el principal camarero. Escribi� pues Jerem�as en un libro todo el mal que hab�a de venir sobre Babilonia, todas las palabras que est�n escritas contra Babilonia. Y dijo Jerem�as � Sera�as: Cuando llegares � Babilonia, y vieres y leyeres todas estas cosas, Dir�s: Oh Jehov�, t� has dicho contra este lugar que lo hab�as de talar, hasta no quedar en �l morador, ni hombre ni animal, sino que para siempre ha de ser asolado. Y ser� que cuando acabares de leer este libro, le atar�s una piedra, y lo echar�s en medio del Eufrates: Y dir�s: As� ser� anegada Babilonia, y no se levantar� del mal que yo traigo sobre ella; y ser�n rendidos. Hasta aqu� son las palabras de Jerem�as. Jerem�as 52ERA Sedech�as de edad de veinti�n a�os cuando comenz� � reinar, y rein� once a�os en Jerusalem. Su madre se llamaba Hamutal, hija de Jerem�as, de Libna. E hizo lo malo en los ojos de Jehov�, conforme � todo lo que hizo Joacim. Y � causa de la ira de Jehov� contra Jerusalem y Jud�, fu� el llegar � echarlos de su presencia: y rebel�se Sedech�as contra el rey de Babilonia. Aconteci� por tanto � los nueve a�os de su reinado, en el mes d�cimo, � los diez d�as del mes, que vino Nabucodonosor rey de Babilonia, �l y todo su ej�rcito, contra Jerusalem, y contra ella asentaron campo, y de todas partes edificaron contra ella baluartes. Y estuvo cercada la ciudad hasta el und�cimo a�o del rey Sedech�as. En el mes cuarto, � los nueve del mes, prevaleci� el hambre en la ciudad, hasta no haber pan para el pueblo de la tierra. Y fu� entrada la ciudad, y todos los hombres de guerra huyeron, y sali�ronse de la ciudad de noche por el camino de postigo de entre los dos muros, que hab�a cerca del jard�n del rey, y fu�ronse por el camino del desierto, estando a�n los Caldeos junto � la ciudad alrededor. Y el ej�rcito de los Caldeos sigui� al rey, y alcanzaron � Sedech�as en los llanos de Jeric�; y esparci�se de �l todo su ej�rcito. Entonces prendieron al rey, e hici�ronle venir al rey de Babilonia, � Ribla en tierra de Hamath, donde pronunci� contra �l sentencia. Y degoll� el rey de Babilonia � los hijos de Sedech�as delante de sus ojos, y tambi�n degoll� � todos los pr�ncipes de Jud� en Ribla. A Sedech�as empero sac� los ojos, y le aprision� con grillos, � h�zolo el rey de Babilonia llevar � Babilonia; y p�solo en la casa de la c�rcel hasta el d�a en que muri�. Y en el mes quinto, � los diez del mes, que era el a�o diecinueve del reinado de Nabucodonosor, rey de Babilonia, vino � Jerusalem Nabuzarad�n, capit�n de la guardia, que sol�a estar delante del rey de Babilonia. Y quem� la casa de Jehov�, y la casa del rey, y todas las casas de Jerusalem; y abras� con fuego todo grande edificio. Y todo el ej�rcito de los Caldeos, que ven�a con el capit�n de la guardia, destruy� todos los muros de Jerusalem en derredor. E hizo trasportar Nabuzarad�n, capit�n de la guardia, los pobres del pueblo, y toda la otra gente vulgar que en la ciudad hab�an quedado, y los fugitivos que se hab�an hu�do al rey de Babilonia, y todo el resto de la multitud vulgar. Mas de los pobres del pa�s dej� Nabuzarad�n, capit�n de la guardia, para vi�adores y labradores. Y los Caldeos quebraron las columnas de bronce que estaban en la casa de Jehov�, y las basas, y el mar de bronce que estaba en la casa de Jehov�, y llevaron todo el metal � Babilonia. Llev�ronse tambi�n los calderos, y los badiles, y los salterios, y las bac�as, y los cazos, y todos los vasos de metal con que se serv�an. Y las copas, � incensarios, y tazones, y ollas, y candeleros, y escudillas, y tazas: lo que de oro de oro, y lo que de plata de plata, se llev� el capit�n de la guardia. Las dos columnas, un mar, y doce bueyes de bronce que estaban debajo de las basas, que hab�a hecho el rey Salom�n en la casa de Jehov�: no se pod�a pesar el metal de todos estos vasos. Cuanto � las columnas, la altura de la columna era de dieciocho codos, y un hilo de doce codos la rodeaba: y su grueso era de cuatro dedos, y hueca. Y el capitel de bronce que hab�a sobre ella, era de altura de cinco codos, con una red y granadas en el capitel alrededor, todo de bronce; y lo mismo era lo de la segunda columna con sus granadas. Hab�a noventa y seis granadas en cada orden: todas ellas eran ciento sobre la red alrededor. Tom� tambi�n el capit�n de la guardia � Sera�as principal sacerdote, y � Sophon�as segundo sacerdote, y tres guardas del atrio. Y de la ciudad tom� un eunuco que era capit�n sobre los hombres de guerra, y siete hombres de los continuos del rey, que se hallaron en al ciudad; y al principal secretario de la milicia, que revistaba el pueblo de la tierra para la guerra; y sesenta hombres del vulgo del pa�s, que se hallaron dentro de la ciudad. Tom�los pues Nabuzarad�n, capit�n de la guardia, y llev�los al rey de Babilonia � Ribla. Y el rey de Babilonia los hiri�, y los mat� en Ribla en tierra de Hamath. As� fu� Jud� trasportado de su tierra. Este es el pueblo que Nabucodonosor hizo trasportar: En el a�o s�ptimo, tres mil veintitr�s Jud�os: En el a�o dieciocho hizo Nabudonosor, trasportar de Jerusalem ochocientas treinta y dos personas: El a�o veintitr�s de Nabucodonosor, trasport� Nabuzarad�n capit�n de la guardia, setecientas cuarenta y cinco personas de los Jud�os: todas las personas fueron cuatro mil seiscientas. Y acaeci� que en el a�o treinta y siete de la cautividad de Joach�n rey de Jud�, en el mes duod�cimo, � los veinticinco del mes, Evil-merodach, rey de Babilonia, en el a�o primero de su reinado, alz� la cabeza de Joach�n rey de Jud� y sac�lo de la casa de la c�rcel; Y habl� con �l amigablemente, � hizo poner su silla sobre las sillas de los reyes que estaban con �l en Babilonia. H�zole mudar tambi�n los vestidos de su prisi�n, y com�a pan delante de �l siempre todos los d�as de su vida. Y continuamente se le daba raci�n por el rey de Babilonia, cada cosa en su d�a por todos los de su vida, hasta el d�a de su muerte.
LamentacionesLA BIBLIA Versión Reina-Valera de 1909 �NDICE [1 | 2 | 3 | 4 | 5 ]Lamentaciones 1�COMO est� sentada sola la ciudad populosa! La grande entre las naciones se ha vuelto como viuda, La se�ora de provincias es hecha tributaria. Amargamente llora en la noche, y sus l�grimas en sus mejillas; No tiene quien la consuele de todos sus amadores: Todos sus amigos le faltaron, volvi�ronsele enemigos. Fu�se Jud�, a causa de la aflicci�n y de la grandeza de servidumbre; Ella mor� entre las gentes, y no hall� descanso: Todos sus perseguidores la alcanzaron entre estrechuras. Las calzadas de Si�n tienen luto, porque no hay quien venga � las solemnidades; Todas sus puertas est�n asoladas, sus sacerdotes gimen, Sus v�rgenes afligidas, y ella tiene amargura. Sus enemigos han sido hechos cabeza, sus aborrecedores fueron prosperados; Porque Jehov� la afligi� por la multitud de sus rebeliones: Sus ni�os fueron en cautividad delante del enemigo. Fu�se de la hija de Si�n toda su hermosura: Sus pr�ncipes fueron como ciervos que no hallan pasto, Y anduvieron sin fortaleza delante del perseguidor. Jerusalem, cuando cay� su pueblo en mano del enemigo y no hubo quien le ayudase, Se acord� de los d�as de su aflicci�n, y de sus rebeliones, Y de todas sus cosas deseables que tuvo desde los tiempos antiguos: Mir�ronla los enemigos, y escarnecieron de sus s�bados. Pecado cometi� Jerusalem; por lo cual ella ha sido removida: Todos los que la honraban la han menospreciado, porque vieron su verg�enza; Y ella suspira, y se vuelve atr�s. Sus inmundicias en sus faldas; no se acord� de su postrimer�a: Por tanto ella ha descendido maravillosamente, no tiene consolador. Mira, oh Jehov�, mi aflicci�n, porque el enemigo se ha engrandecido. Extendi� su mano el enemigo � todas sus cosas preciosas; Y ella ha visto entrar en su santuario las gentes, De las cuales mandaste que no entrasen en tu congregaci�n. Todo su pueblo busc� su pan suspirando; Dieron por la comida todas sus cosas preciosas, para entretener la vida. Mira, oh Jehov�, y ve que estoy abatida. �No os conmueve � cuantos pas�is por el camino? Mirad, y ved si hay dolor como mi dolor que me ha venido; Porque Jehov� me ha angustiado en el d�a de la ira de su furor. Desde lo alto envi� fuego en mis huesos, el cual se ense�ore�: Ha extendido red a mis pies, torn�me atr�s, P�some asolada, y que siempre tenga dolor. El yugo de mis rebeliones est� ligado por su mano, Enlazadas han subido sobre mi cerviz: ha hecho caer mis fuerzas: Hame entregado el Se�or en sus manos, contra quienes no podr� levantarme. El Se�or ha hollado todos mis fuertes en medio de m�; Llam� contra m� compa��a para quebrantar mis mancebos: Como lagar ha pisado el Se�or � la virgen hija de Jud�. Por esta causa yo lloro; mis ojos, mis ojos fluyen aguas; Porque se alej� de m� consolador que d� reposo � mi alma: Mis hijos son destru�dos, porque el enemigo prevaleci�. Si�n extendi� sus manos, no tiene quien la consuele; Jehov� di� mandamiento contra Jacob, que sus enemigos lo cercasen: Jerusalem fu� en abominaci�n entre ellos. Jehov� es justo; que yo contra su boca me rebel�. Oid ahora, pueblos todos, y ved mi dolor: Mis v�rgenes y mis mancebos fueron en cautiverio. D� voces � mis amadores, mas ellos me han enga�ado; Mis sacerdotes y mis ancianos en la ciudad perecieron, Buscando comida para s� con que entretener su vida. Mira, oh Jehov�, que estoy atribulada: mis entra�as rugen, Mi coraz�n est� trastornado en medio de m�; porque me rebel� desaforadamente: De fuera deshij� el cuchillo, de dentro parece una muerte. Oyeron que gem�a, y no hay consolador para m�: Todos mis enemigos han o�do mi mal, se han holgado de que t� lo hiciste. Har�s venir el d�a que has anunciado, y ser�n como yo. Entre delante de ti toda su maldad, Y haz con ellos como hiciste conmigo por todas mis rebeliones: Porque muchos son mis suspiros, y mi coraz�n est� doloroso. Lamentaciones 2�COMO oscureci� el Se�or en su furor a la hija de Si�n! Derrib� del cielo � la tierra la hermosura de Israel, Y no se acord� del estrado de sus pies en el d�a de su ira. Destruy� el Se�or, y no perdon�; Destruy� en su furor todas las tiendas de Jacob: Ech� por tierra las fortalezas de la hija de Jud�, Deslustr� el reino y sus pr�ncipes. Cort� con el furor de su ira todo el cuerno de Israel; Hizo volver atr�s su diestra delante del enemigo; Y encendi�se en Jacob como llama de fuego que ha devorado en contorno. Entes� su arco como enemigo, afirm� su mano derecha como adversario, Y mat� toda cosa hermosa � la vista: En la tienda de la hija de Si�n derram� como fuego su enojo. Fu� el Se�or como enemigo, destruy� a Israel; Destruy� todos sus palacios, disip� sus fortalezas: Y multiplic� en la hija de Jud� la tristeza y lamento. Y quit� su tienda como de un huerto, Destruy� el lugar de su congregaci�n: Jehov� ha hecho olvidar en Si�n solemnidades y s�bados, Y ha desechado en el furor de su ira rey y sacerdote. Desech� el Se�or su altar, menospreci� su santuario, Ha entregado en mano del enemigo los muros de sus palacios: Dieron grita en la casa de Jehov� como en d�a de fiesta. Jehov� determin� destruir el muro de la hija de Si�n; Extendi� el cordel, no retrajo su mano de destruir: Hizo pues, se lamentara el antemuro y el muro; fueron destru�dos juntamente. Sus puertas fueron echadas por tierra, destruy� y quebrant� sus cerrojos: Su rey y sus pr�ncipes est�n entre las gentes donde no hay ley; Sus profetas tampoco hallaron visi�n de Jehov�. Sent�ronse en tierra, callaron los ancianos de la hija de Si�n; Echaron polvo sobre sus cabezas, ci��ronse de saco; Las v�rgenes de Jerusalem bajaron sus cabezas a tierra. Mis ojos desfallecieron de l�grimas, rugieron mis entra�as, Mi h�gado se derram� por tierra por el quebrantamiento de la hija de mi pueblo, Cuando desfallec�a el ni�o y el que mamaba, en las plazas de la ciudad. Dec�an a sus madres: �D�nde est� el trigo y el vino? Desfallec�an como heridos en las calles de la ciudad, Derramando sus almas en el regazo de sus madres. �Qu� testigo te traer�, � � qui�n te har� semejante, hija de Jerusalem? �A qui�n te comparar� para consolarte, oh virgen hija de Si�n? Porque grande es tu quebrantamiento como la mar: �qui�n te medicinar�? Tus profetas vieron para ti vanidad y locura; Y no descubrieron tu pecado para estorbar tu cautiverio, Sino que te predicaron vanas profec�as y extrav�os. Todos los que pasaban por el camino, batieron las manos sobre ti; Silbaron, y movieron sus cabezas sobre la hija de Jerusalem, diciendo: �Es �sta la ciudad que dec�an de perfecta hermosura, el gozo de toda la tierra? Todos tus enemigos abrieron sobre ti su boca, Silbaron, y rechinaron los dientes; dijeron: Devoremos: Cierto �ste es el d�a que esper�bamos; lo hemos hallado, v�moslo. Jehov� ha hecho lo que ten�a determinado, Ha cumplido su palabra que �l hab�a mandado desde tiempo antiguo: Destruy�, y no perdon�; Y alegr� sobre ti al enemigo, Y enalteci� el cuerno de tus adversarios. El coraz�n de ellos clamaba al Se�or: Oh muro de la hija de Si�n, echa l�grimas como un arroyo d�a y noche; No descanses, ni cesen las ni�as de tus ojos. Lev�ntate, da voces en la noche, en el principio de las velas; Derrama como agua tu coraz�n ante la presencia del Se�or; Alza tus manos � �l por la vida de tus peque�itos, Que desfallecen de hambre en las entradas de todas las calles. Mira, oh Jehov�, y considera � qui�n has hecho as�. �Han de comer las mujeres su fruto, los peque�itos de sus cr�as? �Han de ser muertos en el santuario del Se�or el sacerdote y el profeta? Ni�os y viejos yac�an por tierra en las calles; Mis v�rgenes y mis mancebos cayeron a cuchillo: Mataste en el d�a de tu furor, degollaste, no perdonaste. Has llamado, como a d�a de solemnidad, mis temores de todas partes; Y en el d�a del furor de Jehov� no hubo quien escapase ni quedase vivo: Los que cri� y mantuve, mi enemigo los acab� Lamentaciones 3YO soy el hombre que ha visto aflicci�n en la vara de su enojo. Gui�me y llev�me en tinieblas, mas no en luz. Ciertamente contra m� volvi� y revolvi� su mano todo el d�a. Hizo envejecer mi carne y mi piel; quebrant� mis huesos. Edific� contra m�, y cerc�me de t�sigo y de trabajo. Asent�me en oscuridades, como los ya muertos de mucho tiempo. Cerc�me por todos lados, y no puedo salir; agrav� mis grillos. Aun cuando clam� y d� voces, cerro los o�dos a mi oraci�n. Cerc� mis caminos con piedra tajada, torci� mis senderos. Como oso que acecha fu� para m�, como le�n en escondrijos. Torci� mis caminos, y depedaz�me; torn�me asolado. Su arco entes�, y p�some como blanco a la saeta. Hizo entrar en mis ri�ones las saetas de su aljaba. Fu� escarnio � todo mi pueblo, canci�n de ellos todos los d�as. Hart�me de amarguras, embriag�me de ajenjos. Quebr�me los dientes con cascajo, cubri�me de ceniza. Y mi alma se alej� de la paz, olvid�me del bien. Y dije: Pereci� mi fortaleza, y mi esperanza de Jehov�. Acu�rdate de mi aflicci�n y de mi abatimiento, del ajenjo y de la hiel. Tendr�lo a�n en memoria mi alma, porque en m� est� humillada. Esto reducir� � mi coraz�n, por lo cual esperar�. Es por la misericordia de Jehov� que no somos consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias. Nuevas son cada ma�ana; grande es tu fidelidad. Mi parte es Jehov�, dijo mi alma; por tanto en �l esperar�. Bueno es Jehov� � los que en �l esperan, al alma que le buscare. Bueno es esperar callando en la salud de Jehov�. Bueno es al hombre, si llevare el yugo desde su mocedad. Sentar�se solo, y callar�, porque lo llev� sobre s�. Pondr� su boca en el polvo, por si quiz� hay esperanza. Dar� la mejilla al que le hiriere; hartar�se de afrenta. Porque el Se�or no desechar� para siempre: Antes si afligiere, tambi�n se compadecer� seg�n la multitud de sus misericordias. Porque no aflige ni congoja de su coraz�n � los hijos de los hombres. Desmenuzar bajo de sus pies todos los encarcelados de la tierra, Hacer apartar el derecho del hombre ante la presencia del Alt�simo, Trastornar al hombre en su causa, el Se�or no lo sabe. �Qui�n ser� aquel que diga, que vino algo que el Se�or no mand�? �De la boca del Alt�simo no saldr� malo y bueno? �Por qu� murmura el hombre viviente, el hombre en su pecado? Escudri�emos nuestros caminos, y busquemos, y volv�monos a Jehov�. Levantemos nuestros corazones con las manos a Dios en los cielos. Nosotros nos hemos rebelado, y fuimos desleales; t� no perdonaste. Desplegaste la ira, y nos perseguiste; mataste, no perdonaste. Te cubriste de nube, porque no pasase la oraci�n nuestra. Raedura y abominaci�n nos tornaste en medio de los pueblos. Todos nuestros enemigos abrieron sobre nosotros su boca. Temor y lazo fu� para nosotros, asolamiento y quebrantamiento. R�os de aguas echan mis ojos, por el quebrantamiento de la hija de mi pueblo. Mis ojos destilan, y no cesan, porque no hay alivio, Hasta que Jehov� mire y vea desde los cielos. Mis ojos contristaron mi alma, por todas las hijas de mi ciudad. Mis enemigos me dieron caza como � ave, sin por qu�. Ataron mi vida en mazmorra, pusieron piedra sobre m�. Aguas de avenida vinieron sobre mi cabeza; yo dije: Muerto soy. Invoqu� tu nombre, oh Jehov�, desde la c�rcel profunda. Oiste mi voz; no escondas tu o�do � mi clamor, para mi respiro Acerc�stete el d�a que te invoqu�: dijiste: No temas. Abogaste, Se�or, la causa de mi alma; redimiste mi vida. T� has visto, oh Jehov�, mi agravio; defiende mi causa. T� has visto toda su venganza; todos sus pensamientos contra m�. T� has o�do el oprobio de ellos, oh Jehov�, todas sus maquinaciones contra m�; Los dichos de los que contra m� se levantaron, y su designio contra m� todo el d�a. Su sentarse, y su levantarse mira: yo soy su canci�n. Dales el pago, oh Jehov�, seg�n la obra de sus manos. Dales ansia de coraz�n, tu maldici�n � ellos. Pers�guelos en tu furor, y quebr�ntalos de debajo de los cielos, oh Jehov�. Lamentaciones 4�COMO se ha oscurecido el oro! �C�mo el buen oro se ha demudado! Las piedras del santuario est�n esparcidas por las encrucijadas de todas las calles. Los hijos de Si�n, preciados y estimados m�s que el oro puro, �C�mo son tenidos por vasos de barro, obra de manos de alfarero! Aun los monstruos marinos sacan la teta, dan de mamar a sus chiquitos: La hija de mi pueblo es cruel, como los avestruces en el desierto. La lengua del ni�o de teta, de sed se peg� � su paladar: Los chiquitos pidieron pan, y no hubo quien se lo partiese. Los que com�an delicadamente, asolados fueron en las calles; Los que se criaron en carmes�, abrazaron los estercoleros. Y aument�se la iniquidad de la hija de mi pueblo m�s que el pecado de Sodoma, Que fu� trastornada en un momento, y no asentaron sobre ella compa��as. Sus Nazareos fueron blancos m�s que la nieve, m�s lustrosos que la leche. Su compostura m�s rubicunda que los rub�es, m�s bellos que el zafiro: Oscura m�s que la negrura es la forma de ellos; no los conocen por las calles: Su piel est� pegada � sus huesos, seca como un palo. M�s dichosos fueron los muertos � cuchillo que los muertos del hambre; Porque �stos murieron poco � poco por falta de los frutos de la tierra. Las manos de las mujeres piadosas cocieron � sus hijos; Fu�ronles comida en el quebrantamiento de la hija de mi pueblo. Cumpli� Jehov� su enojo, derram� el ardor de su ira; Y encendi� fuego en Si�n, que consumi� sus fundamentos. Nunca los reyes de la tierra, ni todos los que habitan en el mundo, Creyeron que el enemigo y el adversario entrara por las puertas de Jerusalem. Es por los pecados de sus profetas, por las maldades de sus sacerdotes, Que derramaron en medio de ella la sangre de los justos. Titubearon como ciegos en las calles, fueron contaminados en sangre, De modo que no pudiesen tocar � sus vestiduras. Apartaos �inmundos!, les gritaban, Apartaos, apartaos, no toqu�is. Cuando huyeron y fueron dispersos, dijeron entre las gentes: Nunca m�s morar�n aqu� La ira de Jehov� los apart�, no los mirar� m�s: No respetaron la faz de los sacerdotes, ni tuvieron compasi�n de los viejos. Aun nos han desfallecido nuestros ojos tras nuestro vano socorro: En nuestra esperanza aguardamos gente que no puede salvar. Cazaron nuestro pasos, que no anduvi�semos por nuestras calles: Acerc�se nuestro fin, cumpli�ronse nuestros d�as; porque nuestro fin vino. Ligeros fueron nuestros perseguidores m�s que las �guilas del cielo: Sobre los montes nos persiguieron, en el desierto nos pusieron emboscada. El resuello de nuestras narices, el ungido de Jehov�, De quien hab�amos dicho: A su sombra tendremos vida entre las gentes: fu� preso en sus hoyos. G�zate y al�grate, hija de Edom, la que habitas en tierra de Hus: Aun hasta ti pasar� el c�liz; embriagarte has, y vomitar�s. Cumplido es tu castigo, oh hija de Si�n: Nunca m�s te har� trasportar. Visitar� tu iniquidad, oh hija de Edom; Descubrir� tus pecados. Lamentaciones 5ACU�RDATE, oh Jehov�, de lo que nos ha sucedido: Ve y mira nuestro oprobio. Nuestra heredad se ha vuelto � extra�os, Nuestras casas � forasteros. Hu�rfanos somos sin padre, Nuestras madres como viudas. Nuestra agua bebemos por dinero; Nuestra le�a por precio compramos. Persecuci�n padecemos sobre nuestra cerviz: Nos cansamos, y no hay para nosotros reposo. Al Egipcio y al Asirio dimos la mano, para saciarnos de pan. Nuestros padres pecaron, y son muertos; Y nosotros llevamos sus castigos. Siervos se ense�orearon de nosotros; No hubo quien de su mano nos librase. Con peligro de nuestras vidas tra�amos nuestro pan Delante del cuchillo del desierto. Nuestra piel se ennegreci� como un horno A causa del ardor del hambre. Violaron � las mujeres en Si�n, A las v�rgenes en las ciudades de Jud�. A los pr�ncipes colgaron por su mano; No respetaron el rostro de los viejos. Llevaron los mozos � moler, Y los muchachos desfallecieron en la le�a. Los ancianos cesaron de la puerta, Los mancebos de sus canciones. Ces� el gozo de nuestro coraz�n; Nuestro corro se torn� en luto. Cay� la corona de nuestra cabeza: �Ay ahora de nosotros! porque pecamos. Por esto fu� entristecido nuestro coraz�n, Por esto se entenebrecieron nuestro ojos: Por el monte de Si�n que est� asolado; Zorras andan en �l. Mas t�, Jehov�, permanecer�s para siempre: Tu trono de generaci�n en generaci�n. �Por qu� te olvidar�s para siempre de nosotros, Y nos dejar�s por largos d�as? Vu�lvenos, oh Jehov�, � ti, y nos volveremos: Renueva nuestros d�as como al principio. Porque repeliendo nos has desechado; Te has airado contra nosotros en gran manera.
Ezequiel LA BIBLIA Versión Reina-Valera de 1909 �NDICE [1 | 2 | 3 | 4 | 5 | 6 | 7 | 8 | 9 | 10 | 11 | 12 | 13 | 14 | 15 | 16 | 17 | 18 | 19 | 20 | 21 | 22 | 23 | 24 | 25 | 26 | 27 | 28 | 29 | 30 | 31 | 32 | 33 | 34 | 35 | 36 | 37 | 38 | 39 | 40 | 41 | 42 | 43 | 44 | 45 | 46 | 47 | 48]Ezequiel 1Y FU� que � los treinta a�os, en el mes cuarto, � cinco del mes, estando yo en medio de los trasportados junto al r�o de Chebar, los cielos se abrieron, y vi visiones de Dios. A los cinco del mes, que fu� en el quinto a�o de la transmigraci�n del rey Joach�n, Fu� palabra de Jehov� � Ezequiel sacerdote, hijo de Buzi, en la tierra de los Caldeos, junto al r�o de Chebar; fu� all� sobre �l la mano de Jehov�. Y mir�, y he aqu� un viento tempestuoso ven�a del aquil�n, una gran nube, con un fuego envolvente, y en derredor suyo un resplandor, y en medio del fuego una cosa que parec�a como de �mbar, Y en medio de ella, figura de cuatro animales. Y este era su parecer; hab�a en ellos semejanza de hombre. Y cada uno ten�a cuatro rostros, y cuatro alas. Y los pies de ellos eran derechos, y la planta de sus pies como la planta de pie de becerro; y centelleaban � manera de bronce muy bru�ido. Y debajo de sus alas, � sus cuatro lados, ten�an manos de hombre; y sus rostros y sus alas por los cuatro lados. Con las alas se juntaban el uno al otro. No se volv�an cuando andaban; cada uno caminaba en derecho de su rostro. Y la figura de sus rostros era rostro de hombre; y rostro de le�n � la parte derecha en los cuatro; y � la izquierda rostro de buey en los cuatro; asimismo hab�a en los cuatro rostro de �guila. Tales eran sus rostros; y ten�an sus alas extendidas por encima, cada uno dos, las cuales se juntaban; y las otras dos cubr�an sus cuerpos. Y cada uno caminaba en derecho de su rostro: hacia donde el esp�ritu era que anduviesen, andaban; cuando andaban, no se volv�an. Cuanto � la semejanza de los animales, su parecer era como de carbones de fuego encendidos, como parecer de hachones encendidos: discurr�a entre los animales; y el fuego resplandec�a, y del fuego sal�an rel�mpagos. Y los animales corr�an y tornaban � semejanza de rel�mpagos. Y estando yo mirando los animales, he aqu� una rueda en la tierra junto � los animales, � sus cuatro caras. Y el parecer de las ruedas y su obra semej�base al color del topacio. Y las cuatro ten�an una misma semejanza: su apariencia y su obra como rueda en medio de rueda. Cuando andaban, se mov�an sobre sus cuatro costados: no se volv�an cuando andaban. Y sus cercos eran altos y espantosos, y llenos de ojos alrededor en las cuatro. Y cuando los animales andaban, las ruedas andaban junto � ellos: y cuando los animales se levantaban de la tierra, las ruedas se levantaban. Hacia donde el esp�ritu era que anduviesen, andaban; hacia donde era el esp�ritu que anduviesen, las ruedas tambi�n se levantaban tras ellos; porque el esp�ritu de los animales estaba en las ruedas. Cuando ellos andaban, andaban ellas; y cuando ellos se paraban, se paraban ellas; asimismo cuando se levantaban de la tierra, las ruedas se levantaban tras ellos; porque el esp�ritu de los animales estaba en las ruedas. Y sobre las cabezas de cada animal aparec�a expansi�n � manera de cristal maravilloso, extendido encima sobre sus cabezas. Y debajo de la expansi�n estaban las alas de ellos derechas la una � la otra; � cada uno dos, y otras dos con que se cubr�an sus cuerpos. Y o� el sonido de sus alas cuando andaban, como sonido de muchas aguas, como la voz del Omnipotente, como ruido de muchedumbre, como la voz de un ej�rcito. Cuando se paraban, aflojaban sus alas. Y cuando se paraban y aflojaban sus alas, o�ase voz de arriba de la expansi�n que hab�a sobre sus cabezas. Y sobre la expansi�n que hab�a sobre sus cabezas, ve�ase la figura de un trono y que parec�a de piedra de zafiro; y sobre la figura del trono hab�a una semejanza que parec�a de hombre sentado sobre �l. Y vi apariencia como de �mbar, como apariencia de fuego dentro de ella en contorno, por el aspecto de sus lomos para arriba; y desde sus lomos para abajo, vi que parec�a como fuego, y que ten�a resplandor alrededor. Cual parece el arco del cielo que est� en las nubes el d�a que llueve, as� era el parecer del resplandor alrededor. Esta fu� la visi�n de la semejanza de la gloria de Jehov�. Y luego que yo la hube visto, ca� sobre mi rostro, y o� voz de uno que hablaba. Ezequiel 2Y DIJOME: Hijo del hombre, est� sobre tus pies, y hablar� contigo. Y entr� esp�ritu en m� luego que me habl�, y afirm�me sobre mis pies, y o�a al que me hablaba. Y d�jome: Hijo del hombre, yo te env�o � los hijos de Israel, � gentes rebeldes que se rebelaron contra m�: ellos y sus padres se han rebelado contra m� hasta este mismo d�a. Yo pues te env�o � hijos de duro rostro y de empedernido coraz�n; y les dir�s: As� ha dicho el Se�or Jehov�. Acaso ellos escuchen; y si no escucharen, (porque son una rebelde familia,) siempre conocer�n que hubo profeta entre ellos. Y t�, hijo del hombre, no temas de ellos, ni tengas miedo de sus palabras, aunque te hallas entre zarzas y espinas, y t� moras con escorpiones: no tengas miedo de sus palabras, ni temas delante de ellos, porque son casa rebelde. Les hablar�s pues mis palabras, escuchen � dejen de escuchar; porque son muy rebeldes. Mas t�, hijo del hombre, oye lo que yo te hablo; no seas t� rebelde como la casa rebelde: abre tu boca, y come lo que yo te doy. Y mir�, y he aqu� una mano me fu� enviada, y en ella hab�a un rollo de libro. Y extendi�lo delante de m�, y estaba escrito delante y detr�s: y hab�a escritas en �l endechas, y lamentaci�n, y ayes. Ezequiel 3Y DIJOME: Hijo del hombre, come lo que hallares; come este rollo, y ve y habla � la casa de Israel. Y abr� mi boca, � h�zome comer aquel rollo. Y d�jome: Hijo del hombre, haz � tu vientre que coma, � hinche tus entra�as de este rollo que yo te doy. Y com�lo, y fu� en mi boca dulce como miel. D�jome luego: Hijo del hombre, ve y entra � la casa de Israel, y habla � ellos con mis palabras. Porque no eres enviado � pueblo de habla profunda ni de lengua dif�cil, sino � la casa de Israel. No � muchos pueblos de profunda habla ni de lengua dif�cil, cuyas palabras no entiendas; y si � ellos te enviara, ellos te oyeran. Mas la casa de Israel no te querr�n oir, porque no me quieren o�r � m�: porque toda la casa de Israel son tiesos de frente, y duros de coraz�n. He aqu� he hecho yo tu rostro fuerte contra los rostros de ellos, y tu frente fuerte contra su frente. Como diamante, m�s fuerte que pedernal he hecho tu frente; no los temas, ni tengas miedo delante de ellos, porque es casa rebelde. Y d�jome: Hijo del hombre, toma en tu coraz�n todas mis palabras que yo te hablar�, y oye con tus o�dos. Y ve, y entra � los trasportados, � los hijos de tu pueblo, y les hablar�s y les dir�s: As� ha dicho el Se�or Jehov�; escuchen, � dejen de escuchar. Y levant�me el esp�ritu, y o� detr�s de m� una voz de grande estruendo, que dec�a: Bendita sea la gloria de Jehov� desde su lugar. O� tambi�n el sonido de las alas de los animales que se juntaban la una con la otra, y el sonido de las ruedas delante de ellos, y sonido de grande estruendo. Levant�me pues el esp�ritu, y me tom�; y fu� en amargura, en la indignaci�n de mi esp�ritu: mas la mano de Jehov� era fuerte sobre m�. Y vine � los trasportados en Telabib, que moraban junto al r�o de Chebar, y asent� donde ellos estaban asentados, y all� permanec� siete d�as at�nito entre ellos. Y aconteci� que al cabo de los siete d�as fu� � m� palabra de Jehov�, diciendo: Hijo del hombre, yo te he puesto por atalaya � la casa de Israel: oir�s pues t� la palabra de mi boca, y amonestarlos has de mi parte. Cuando yo dijere al imp�o: De cierto morir�s: y t� no le amonestares, ni le hablares, para que el imp�o sea apercibido de su mal camino, � fin de que viva, el imp�o morir� por su maldad, mas su sangre demandar� de tu mano. Y si t� amonestares al imp�o, y �l no se convirtiere de su impiedad, y de su mal camino, �l morir� por su maldad, y t� habr�s librado tu alma. Y cuando el justo se apartare de su justicia, � hiciere maldad, y pusiere yo tropiezo delante de �l, �l morir�, porque t� no le amonestaste; en su pecado morir�, y sus justicias que hab�a hecho no vendr�n en memoria; mas su sangre demandar� de tu mano. Y si al justo amonestares para que el justo no peque, y no pecare, de cierto vivir�, porque fu� amonestado; y t� habr�s librado tu alma. Y fu� all� la mano de Jehov� sobre m�, y d�jome: Lev�ntate, y sal al campo, y all� hablar� contigo. Y levant�me, y sal� al campo: y he aqu� que all� estaba la gloria de Jehov�, como la gloria que hab�a visto junto al r�o de Chebar: y ca� sobre mi rostro. Entonces entr� esp�ritu en m�, y afirm�me sobre mis pies, y habl�me, y d�jome: Entra, y enci�rrate dentro de tu casa. Y t�, oh hijo del hombre, he aqu� que pondr�n sobre ti cuerdas, y con ellas te ligar�n, y no saldr�s entre ellos. Y har� se pegue tu lengua � tu paladar, y estar�s mudo, y no ser�s � ellos var�n que reprende: porque son casa rebelde. Mas cuando yo te hubiere hablado, abrir� tu boca, y les dir�s: As� ha dicho el Se�or Jehov�: El que oye, oiga; y el que cesa, cese: porque casa rebelde son. Ezequiel 4Y TU, hijo del hombre, t�mate un adobe, y ponlo delante de t�, y dise�a sobre �l la ciudad de Jerusalem: Y pondr�s contra ella cerco, y edificar�s contra ella fortaleza, y sacar�s contra ella baluarte, y asentar�s delante de ella campo, y pondr�s contra ella arietes alrededor. T�mate tambi�n una plancha de hierro, y ponla en lugar de muro de hierro entre ti y la ciudad: afirmar�s luego tu rostro contra ella, y ser� en lugar de cerco, y la sitiar�s. Es se�al � la casa de Israel. Y t� dormir�s sobre tu lado izquierdo, y pondr�s sobre �l la maldad de la casa de Israel: el n�mero de los d�as que dormir�s sobre �l, llevar�s sobre ti la maldad de ellos. Yo te he dado los a�os de su maldad por el n�mero de los d�as, trescientos y noventa d�as: y llevar�s la maldad de la casa de Israel. Y cumplidos estos, dormir�s sobre tu lado derecho segunda vez, y llevar�s la maldad de la casa de Jud� cuarenta d�as: d�a por a�o, d�a por a�o te lo he dado. Y al cerco de Jerusalem afirmar�s tu rostro, y descubierto tu brazo, profetizar�s contra ella. Y he aqu� he puesto sobre ti cuerdas, y no te tornar�s del un tu lado al otro lado, hasta que hayas cumplido los d�as de tu cerco. Y t� toma para ti trigo, y cebada, y habas, y lentejas, y mijo, y avena, y ponlo en una vasija, y hazte pan de ello el n�mero de los d�as que durmieres sobre tu lado: trescientos y noventa d�as comer�s de �l. Y la comida que has de comer ser� por peso de veinte siclos al d�a: de tiempo � tiempo lo comer�s. Y beber�s el agua por medida, la sexta parte de un hin: de tiempo � tiempo beber�s. Y comer�s pan de cebada cocido debajo de la ceniza; y lo cocer�s � vista de ellos con los esti�rcoles que salen del hombre. Y dijo Jehov�: As� comer�n los hijos de Israel su pan inmundo, entre las gentes � donde los lanzar� yo. Y dije: �Ah Se�or Jehov�! he aqu� que mi alma no es inmunda, ni nunca desde mi mocedad hasta este tiempo com� cosa mortecina ni despedazada, ni nunca en mi boca entr� carne inmunda. Y respondi�me: He aqu� te doy esti�rcoles de bueyes en lugar de los esti�rcoles de hombre, y dispondr�s tu pan con ellos. D�jome luego: Hijo del hombre, he aqu� quebrantar� el sost�n del pan en Jerusalem, y comer�n el pan por peso, y con angustia; y beber�n el agua por medida, y con espanto. Porque les faltar� el pan y el agua, y se espantar�n los unos con los otros, y se consumir�n por su maldad. Ezequiel 5Y TU, hijo del hombre, t�mate un cuchillo agudo, una navaja de barbero toma, y hazla pasar sobre tu cabeza y tu barba: t�mate despu�s un peso de balanza, y reparte los pelos. Una tercera parte quemar�s con fuego en medio de la ciudad, cuando se cumplieren los d�as del cerco, y tomar�s una tercera parte, y herir�s con cuchillo alrededor de ella; y una tercera parte esparcir�s al viento, y yo desenvainar� espada en pos de ellos. Tomar�s tambi�n de all� unos pocos por cuenta, y los atar�s en el canto de tu ropa. Y tomar�s otra vez de ellos, y los echar�s en mitad del fuego, y en el fuego los quemar�s: de all� saldr� el fuego en toda la casa de Israel. As� ha dicho el Se�or Jehov�: Esta es Jerusalem: p�sela en medio de las gentes y de las tierras alrededor de ella. Y ella mud� mis juicios y mis ordenanzas en impiedad m�s que las gentes, y m�s que las tierras que est�n alrededor de ella; porque desecharon mis juicios y mis mandamientos, y no anduvieron en ellos. Por tanto, as� ha dicho Jehov�: �Por haberos multiplicado m�s que � las gentes que est�n alrededor de vosotros, no hab�is andado en mis mandamientos, ni hab�is guardado mis leyes? Ni aun seg�n las leyes de las gentes que est�n alrededor de vosotros hab�is hecho. As� pues ha dicho el Se�or Jehov�: He aqu� yo contra ti; si, yo, y har� juicios en medio de ti � los ojos de las naciones. Y har� en ti lo que nunca hice, ni jam�s har� cosa semejante, � causa de todas tus abominaciones. Por eso los padres comer�n � los hijos en medio de ti, y los hijos comer�n � sus padres; y har� en ti juicios, y esparcir� � todos vientos todo tu residuo. Por tanto, vivo yo, dice el Se�or Jehov�, ciertamente por haber violado mi santuario con todas tus abominaciones, te quebrantar� yo tambi�n: mi ojo no perdonar�, ni tampoco tendr� yo misericordia. Una tercera parte de ti morir� de pestilencia, y de hambre ser� consumida en medio de ti; y una tercera parte caer� � cuchillo alrededor de ti; y una tercera parte esparcir� � todos los vientos, y tras ellos desenvainar� espada. Y cumplir�se mi furor, y har� que repose en ellos mi enojo, y tomar� satisfacci�n: y sabr�n que yo Jehov� he hablado en mi celo, cuando habr� cumplido en ellos mi enojo. Y te tornar� en desierto y en oprobio entre las gentes que est�n alrededor de ti, � los ojos de todo transeunte. Y ser�s oprobio, y escarnio, y escarmiento, y espanto � las gentes que est�n alrededor de ti, cuando yo hiciere en ti juicios en furor � indignaci�n, y en reprensiones de ira. Yo Jehov� he hablado. Cuando arrojare yo sobre ellos las perniciosas saetas del hambre, que ser�n para destrucci�n, las cuales enviar� para destruiros, entonces aumentar� el hambre sobre vosotros, y quebrantar� entre vosotros el arrimo del pan. Enviar� pues sobre vosotros hambre, y malas bestias que te destruyan; y pestilencia y sangre pasar�n por ti; y meter� sobre ti cuchillo. Yo Jehov� he hablado. Ezequiel 6Y FU� � m� palabra de Jehov�, diciendo: Hijo del hombre, pon tu rostro hacia los montes de Israel, y profetiza contra ellos. Y dir�s: Montes de Israel, oid palabra del Se�or Jehov�: As� ha dicho el Se�or Jehov� � los montes y dicho el Se�or Jehov� � los montes y � los collados, � los arroyos y � los valles: He aqu� que yo, yo har� venir sobre vosotros cuchillo, y destruir� vuestros altos. Y vuestros altares ser�n asolados, y vuestras im�genes del sol ser�n quebradas: y har� que caigan vuestros muertos delante de vuestros �dolos. Y pondr� los cuerpos muertos de los hijos de Israel delante de sus �dolos; y vuestros huesos esparcir� en derredor de vuestros altares. En todas vuestras habitaciones las ciudades ser�n desiertas, y los altos ser�n asolados, para que sean asolados y se hagan desiertos vuestros altares; y quebrados ser�n vuestros �dolos, y cesar�n; y vuestras im�genes del sol ser�n destru�das, y vuestras obras ser�n desechas. Y los muertos caer�n en medio de vosotros; y sabr�is que soy Jehov�. Mas dejar� que haya de vosotros quien escape del cuchillo entre las gentes, cuando fuereis esparcidos por las tierras. Y los que de vosotros escaparen, se acordar�n de m� entre las gentes entre las cuales ser�n cautivos: porque yo me quebrant� � causa de su coraz�n fornicario, que se apart� de m�, y � causa de sus ojos, que fornicaron tras sus �dolos: y se avergonzar�n de s� mismos, � causa de los males que hicieron en todas sus abominaciones. Y sabr�n que yo soy Jehov�: no en vano dije que les hab�a de hacer este mal. As� ha dicho el Se�or Jehov�: Hiere con tu mano, y huella con tu pie, y di: �Ay de los males de la casa de Israel por todas las abominaciones! porque con cuchillo, y con hambre, y con pestilencia caer�n. El que estuviere lejos, morir� de pestilencia; y el que estuviere cerca caer� � cuchillo; y el que quedare, y fuere cercado, morir� de hambre: as� cumplir� en ellos mi enojo. Y sabr�is que yo soy Jehov�, cuando sus muertos estar�n en medio de sus �dolos, en derredor de sus altares, en todo collado alto, y en todas las cumbres de los montes, y debajo de todo �rbol sombr�o, y debajo de toda encina espesa, lugares donde dieron olor suave � todos sus �dolos. Y extender� mi mano sobre ellos, y tornar� la tierra asolada y desierta, m�s que el desierto hacia Diblath, en todas sus habitaciones: y conocer�n que yo soy Jehov�. Ezequiel 7Y FU� � m� palabra de Jehov�, diciendo: Y t�, hijo del hombre, as� ha dicho el Se�or Jehov� � la tierra de Israel: El fin, el fin viene sobre los cuatro cantones de la tierra. Ahora ser� el fin sobre ti, y enviar� sobre ti mi furor, y te juzgar� seg�n tus caminos; y pondr� sobre ti todas tus abominaciones. Y mi ojo no te perdonar�, ni tendr� misericordia; antes pondr� sobre ti tus caminos, y en medio de ti estar�n tus abominaciones; y sabr�is que yo soy Jehov�. As� ha dicho el Se�or Jehov�: Un mal, he aqu� que viene un mal. Viene el fin, el fin viene: hase despertado contra ti; he aqu� que viene. La ma�ana viene para ti, oh morador de la tierra; el tiempo viene, cercano est� el d�a; d�a de alboroto, y no de alegr�a sobre los montes. Ahora presto derramar� mi ira sobre ti, y cumplir� en ti mi furor, y te juzgar� seg�n tus caminos; y pondr� sobre ti tus abominaciones. Y mi ojo no perdonar�, ni tendr� misericordia: seg�n tus caminos pondr� sobre ti, y en medio de ti ser�n tus abominaciones; y sabr�is que yo Jehov� soy el que hiero. He aqu� el d�a, he aqu� que viene: ha salido la ma�ana; florecido ha la vara, ha reverdecido la soberbia. La violencia se ha levantado en vara de impiedad; ninguno quedar� de ellos, ni de su multitud, ni uno de los suyos; ni habr� quien de ellos se lamente. El tiempo es venido, acerc�se el d�a: el que compra, no se huelgue, y el que vende, no llore: porque la ira est� sobre toda su multitud. Porque el que vende no tornar� � lo vendido, aunque queden vivos: porque la visi�n sobre toda su multitud no ser� cancelada; y ninguno podr�, � causa de su iniquidad, amparar su vida. Tocar�n trompeta, y aparejar�n todas las cosas, y no habr� quien vaya � la batalla: porque mi ira est� sobre toda su multitud. De fuera cuchillo, de dentro pestilencia y hambre: el que estuviere en el campo morir� � cuchillo; y al que estuviere en la ciudad, consumir�lo hambre y pestilencia. Y los que escaparen de ellos, huir�n y estar�n sobre los montes como palomas de los valles, gimiendo todos cada uno por su iniquidad. Todas manos ser�n descoyuntadas, y declinar�n como aguas todas rodillas. Ce�irse han tambi�n de sacos, y cubrir�los temblor; y en todo rostro habr� confusi�n, y en todas sus cabezas peladura. Arrojar�n su plata por las calles, y su oro ser� desechado; su plata ni su oro, no podr� librarlos en el d�a del furor de Jehov�; no saciar�n su alma, ni henchir�n sus entra�as: porque ha sido tropiezo para su maldad. Por cuanto la gloria de su ornamento pusieron en soberbia, � hicieron en ella im�genes de sus abominaciones, de sus estatuas: por eso se la torn� � ellos en alejamiento; Y en mano de extra�os la entregu� para ser saqueada, y en despojo � los imp�os de la tierra, y la contaminar�n. Y apartar� de ellos mi rostro, y violar�n mi lugar secreto; pues entrar�n en �l destruidores, y le profanar�n. Haz una cadena: porque la tierra est� llena de juicios de sangres, y la ciudad est� llena de violencia. Traer� por tanto los m�s malos de las naciones, los cuales poseer�n sus casas; y har� cesar la soberbia de los poderosos, y sus santuarios ser�n profanados. Destrucci�n viene; y buscar�n la paz, y no la habr�. Quebrantamiento vendr� sobre quebrantamiento, y rumor ser� sobre rumor; y buscar�n respuesta del profeta, mas la ley perecer� del sacerdote, y el consejo de los ancianos. El rey se enlutar�, y el pr�ncipe se vestir� de asolamiento, y las manos del pueblo de la tierra ser�n conturbadas: seg�n su camino har� con ellos, y con los juicios de ellos los juzgar�; y sabr�n que yo soy Jehov�. Ezequiel 8Y ACONTECIO en el sexto a�o, en el mes sexto, � los cinco del mes, que estaba yo sentado en mi casa, y los ancianos de Jud� estaban sentados delante de m�, y all� cay� sobre m� la mano del Se�or Jehov�. Y mir�, y he aqu� una semejanza que parec�a de fuego: desde donde parec�an sus lomos para abajo, fuego; y desde sus lomos arriba parec�a como resplandor, como la vista de �mbar. Y aquella semejanza extendi� la mano, y tom�me por las guedejas de mi cabeza; y el esp�ritu me alz� entre el cielo y la tierra, y llev�me en visiones de Dios � Jerusalem, � la entrada de la puerta de adentro que mira hacia el aquil�n, donde estaba la habitaci�n de la imagen del celo, la que hac�a celar. Y he aqu� all� estaba la gloria del Dios de Israel, como la visi�n que yo hab�a visto en el campo. Y d�jome: Hijo del hombre, alza ahora tus ojos hacia el lado del aquil�n. Y alc� mis ojos hacia el lado del aquil�n, y he aqu� al aquil�n, junto � la puerta del altar, la imagen del celo en la entrada. D�jome entonces: Hijo del hombre, �no ves lo que �stos hacen, las grandes abominaciones que la casa de Israel hace aqu�, para alejarme de mi santuario? Mas vu�lvete a�n, y ver�s abominaciones mayores. Y llev�me � la entrada del atrio, y mir�, y he aqu� en la pared un agujero. Y d�jome: Hijo del hombre, cava ahora en la pared. Y cav� en la pared, y he aqu� una puerta. D�jome luego: Entra, y ve las malvadas abominaciones que �stos hacen all�. Entr� pues, y mir�, y he aqu� im�genes de todas serpientes, y animales de abominaci�n, y todos los �dolos de la casa de Israel, que estaban pintados en la pared alrededor. Y delante de ellos estaban setenta varones de los ancianos de la casa de Israel, y Jaazan�as hijo de Saph�n estaba en medio de ellos, cada uno con su incensario en su mano; y del sahumerio sub�a espesura de niebla. Y me dijo: Hijo del hombre, �has visto las cosas que los ancianos de la casa de Israel hacen en tinieblas, cada uno en sus c�maras pintadas? porque dicen ellos: No nos ve Jehov�; Jehov� ha dejado la tierra. D�jome despu�s: Vu�lvete a�n, ver�s abominaciones mayores que hacen �stos. Y llev�me � la entrada de la puerta de la casa de Jehov�, que est� al aquil�n; y he aqu� mujeres que estaban all� sentadas endechando � Tammuz. Luego me dijo: �No ves, hijo del hombre? Vu�lvete a�n, ver�s abominaciones mayores que �stas. Y meti�me en el atrio de adentro de la casa de Jehov�: y he aqu� junto � la entrada del templo de Jehov�, entre la entrada y el altar, como veinticinco varones, sus espaldas vueltas al templo de Jehov� y sus rostros al oriente, y encorv�banse al nacimiento del sol. Y d�jome: �No has visto, hijo del hombre? �Es cosa liviana para la casa de Jud� hacer las abominaciones que hacen aqu�? Despu�s que han llenado la tierra de maldad, y se tornaron � irritarme, he aqu� que ponen hedor � mis narices. Pues tambi�n yo har� en mi furor; no perdonar� mi ojo, ni tendr� misericordia, y gritar�n � mis o�dos con gran voz, y no los oir�. Ezequiel 9Y CLAMO en mis o�dos con gran voz, diciendo: Los visitadores de la ciudad han llegado, y cada uno trae en su mano su instrumento para destruir. Y he aqu� que seis varones ven�an del camino de la puerta de arriba que est� vuelta al aquil�n, y cada uno tra�a en su mano su instrumento para destruir. Y entre ellos hab�a un var�n vestido de lienzos, el cual tra�a � su cintura una escriban�a de escribano; y entrados, par�ronse junto al altar de bronce. Y la gloria del Dios de Israel se alz� de sobre el querub�n sobre el cual hab�a estado, al umbral de la casa: y llam� Jehov� al var�n vestido de lienzos, que ten�a � su cintura la escriban�a de escribano. Y d�jole Jehov�: Pasa por medio de la ciudad, por medio de Jerusalem, y pon una se�al en la frente � los hombres que gimen y que claman � causa de todas las abominaciones que se hacen en medio de ella. Y � los otros dijo � mis o�dos: Pasad por la ciudad en pos de �l, y herid; no perdone vuestro ojo, ni teng�is misericordia. Matad viejos, mozos y v�rgenes, ni�os y mujeres, hasta que no quede ninguno: mas � todo aquel sobre el cual hubiere se�al, no llegar�is; y hab�is de comenzar desde mi santuario. Comenzaron pues desde los varones ancianos que estaban delante del templo. Y d�joles: Contaminad la casa, y henchid los atrios de muertos: salid. Y salieron, � hirieron en la ciudad. Y aconteci� que, habi�ndolos herido, yo qued� y postr�me sobre mi rostro, y clam�, y dije: �Ah, Se�or Jehov�! �has de destruir todo el resto de Israel derramando tu furor sobre Jerusalem? Y d�jome: La maldad de la casa de Israel y de Jud� es grande sobremanera, pues la tierra est� llena de sangres, y la ciudad est� llena de perversidad: porque han dicho: Dejado ha Jehov� la tierra, y Jehov� no ve. As� pues, yo, mi ojo no perdonar�, ni tendr� misericordia: el camino de ellos tornar� sobre su cabeza. Y he aqu� que el var�n vestido de lienzos, que ten�a la escriban�a � su cintura, respondi� una palabra diciendo: Hecho he conforme � todo lo que me mandaste. Ezequiel 10Y MIR�, y he aqu� en la expansi�n que hab�a sobre la cabeza de los querubines como una piedra de zafiro, que parec�a como semejanza de un trono que se mostr� sobre ellos. Y habl� al var�n vestido de lienzos, y d�jole: Entra en medio de la ruedas debajo de los querubines, � hinche tus manos carbones encendidos de entre los querubines, y derrama sobre la ciudad. Y entr� � vista m�a. Y los querubines estaban � la mano derecha de la casa cuando este var�n entr�; y la nube hench�a el atrio de adentro. Y la gloria de Jehov� se levant� del querub�n al umbral de la puerta; y la casa fu� llena de la nube, y el atrio se llen� del resplandor de la gloria de Jehov�. Y el estruendo de las alas de los querubines se o�a hasta el atrio de afuera, como la voz del Dios Omnipotente cuando habla. Y aconteci� que, como mand� al var�n vestido de lienzos, diciendo: Toma fuego de entre las ruedas, de entre los querubines, �l entr�, y par�se entre las ruedas. Y un querub�n extendi� su mano de entre los querubines al fuego que estaba entre los querubines, y tom�, y puso en las palmas del que estaba vestido de lienzos, el cual lo tom� y sali�se. Y apareci� en los querubines la figura de una mano humana debajo de sus alas. Y mir�, y he aqu� cuatro ruedas junto � los querubines, junto � cada querub�n una rueda; y el aspecto de las ruedas era como el de piedra de Tarsis. Cuanto al parecer de ellas, las cuatro eran de una forma, como si estuviera una en medio de otra. Cuando andaban, sobre sus cuatro costados andaban: no se tornaban cuando andaban, sino que al lugar adonde se volv�a el primero, en pos de �l iban; ni se tornaban cuando andaban. Y toda su carne, y sus costillas, y sus manos, y sus alas, y las ruedas, lleno estaba de ojos alrededor en sus cuatro ruedas. A las ruedas, oy�ndolo yo, se les gritaba: �Rueda! Y cada uno ten�a cuatro rostros. El primer rostro era de querub�n; el segundo rostro, de hombre; el tercer rostro, de le�n; el cuarto rostro, de �guila. Y levant�ronse los querubines; este es el animal que vi en el r�o de Chebar. Y cuando andaban los querubines, andaban las ruedas junto con ellos; y cuando los querubines alzaban sus alas para levantarse de la tierra, las ruedas tambi�n no se volv�an de junto � ellos. Cuando se paraban ellos, par�banse ellas, y cuando ellos se alzaban, alz�banse con ellos: porque el esp�ritu de los animales estaba en ellas. Y la gloria de Jehov� se sali� de sobre el umbral de la casa, y par� sobre los querubines. Y alzando los querubines sus alas, levant�ronse de la tierra delante de mis ojos: cuando ellos salieron, tambi�n las ruedas al lado de ellos: y par�ronse � la entrada de la puerta oriental de la casa de Jehov�, y la gloria del Dios de Israel estaba arriba sobre ellos. Este era el animal que vi debajo del Dios de Israel en el r�o de Chebar; y conoc� que eran querubines. Cada uno ten�a cuatro rostros, y cada uno cuatro alas, y figuras de manos humanas debajo de sus alas. Y la figura de sus rostros era la de los rostros que vi junto al r�o de Chebar, su mismo parecer y su ser; cada uno caminaba en derecho de su rostro. Ezequiel 11Y EL esp�ritu me elev�, y meti�me por la puerta oriental de la casa de Jehov�, la cual mira hacia el oriente: y he aqu� � la entrada de la puerta veinticinco varones, entre los cuales vi � Jaazan�as hijo de Azur, y � Pelat�as hijo de Bena�as, pr�ncipes del pueblo. Y d�jome: Hijo del hombre, estos son los hombres que maquinan perversidad, y dan en esta ciudad mal consejo; Los cuales dicen: No ser� tan presto: edifiquemos casas: �sta ser� la caldera, y nosotros la carne. Por tanto profetiza contra ellos, profetiza, hijo del hombre. Y cay� sobre m� el esp�ritu de Jehov�, y d�jome: Di: As� ha dicho Jehov�: As� hab�is hablado, oh casa de Israel, y las cosas que suben � vuestro esp�ritu, yo las he entendido. Hab�is multiplicado vuestros muertos en esta ciudad, y hab�is henchido de muertos sus calles. Por tanto, as� ha dicho el Se�or Jehov�: Vuestros muertos que hab�is puesto en medio de ella, ellos son la carne, y ella es la caldera; mas yo os sacar� � vosotros de en medio de ella. Cuchillo hab�is temido, y cuchillo traer� sobre vosotros, dice el Se�or Jehov�. Y os sacar� de en medio de ella, y os entregar� en manos de extra�os, y yo har� juicios en vosotros. A cuchillo caer�is; en el t�rmino de Israel os juzgar�, y sabr�is que yo soy Jehov�. Esta no os ser� por caldera, ni vosotros ser�is en medio de ella la carne: en el t�rmino de Israel os tengo de juzgar. Y sabr�is que yo soy Jehov�: porque no hab�is andado en mis ordenanzas, ni hab�is hecho mis juicios, sino seg�n los juicios de las gentes que est�n en vuestros alrededores hab�is hecho. Y aconteci� que, estando yo profetizando, Pelat�as hijo de Bena�as muri�. Entonces ca� sobre mi rostro, y clam� con grande voz, y dije: �Ah, Se�or Jehov�! �har�s t� consumaci�n del resto de Israel? Y fu� � m� palabra de Jehov�, diciendo: Hijo del hombre, tus hermanos, tus hermanos, los hombres de tu parentesco y toda la casa de Israel, toda ella son aquellos � quienes dijeron los moradores de Jerusalem: Alejaos de Jehov�; � nosotros es dada la tierra en posesi�n. Por tanto di: As� ha dicho el Se�or Jehov�: Aunque los he echado lejos entre las gentes, y los he esparcido por las tierras, con todo eso les ser� por un peque�o santuario en las tierras � donde llegaren. Di por tanto: As� ha dicho el Se�or Jehov�: Yo os recoger� de los pueblos, y os allegar� de las tierras en las cuales est�is esparcidos, y os dar� la tierra de Israel. Y vendr�n all�, y quitar�n de ella todas su torpezas, y todas sus abominaciones. Y darles he un coraz�n, y esp�ritu nuevo dar� en sus entra�as; y quitar� el coraz�n de piedra de su carne, y dar�les coraz�n de carne; Para que anden en mis ordenanzas, y guarden mis juicios y los cumplan, y me sean por pueblo, y yo sea � ellos por Dios. Mas � aquellos cuyo coraz�n anda tras el deseo de sus torpezas y de sus abominaciones, yo tornar� su camino sobre sus cabezas, dice el Se�or Jehov�. Despu�s alzaron los querubines sus alas, y las ruedas en pos de ellos; y la gloria del Dios de Israel estaba sobre ellos encima. Y la gloria de Jehov� se fu� de en medio de la ciudad, y par� sobre el monte que est� al oriente de la ciudad. Luego me levant� el esp�ritu, y volvi�me � llevar en visi�n del esp�ritu de Dios � la tierra de los Caldeos, � los trasportados. Y parti�se de m� la visi�n que hab�a visto. Y habl� � los trasportados todas las palabras de Jehov� que �l me hab�a mostrado. Ezequiel 12Y FU� � m� palabra de Jehov�, diciendo: Hijo del hombre, t� habitas en medio de casa rebelde, los cuales tienen ojos para ver, y no ven, tienen o�dos para oir, y no oyen; porque son casa rebelde. Por tanto t�, hijo del hombre, hazte aparejos de marcha, y p�rtete de d�a delante de sus ojos; y te pasar�s de tu lugar � otro lugar � vista de ellos, por si tal vez atienden, porque son casa rebelde. Y sacar�s tus aparejos, como aparejos de partida, de d�a delante de sus ojos: mas t� saldr�s por la tarde � vista de ellos, como quien sale para partirse. Delante de sus ojos horadar�s la pared, y saldr�s por ella. Delante de sus ojos los llevar�s sobre tus hombros, de noche los sacar�s; cubrir�s tu rostro, y no mirar�s la tierra: porque en se�al te he dado � la casa de Israel. Y yo hice as� como me fu� mandado: saqu� mis aparejos de d�a, como aparejos de partida, y � la tarde horad� la pared � mano; sal� de noche, y llev�los sobre los hombros � vista de ellos. Y fu� � mi palabra de Jehov� por la ma�ana, diciendo: Hijo del hombre, �no te ha dicho la casa de Israel, aquella casa rebelde: �Qu� haces? Diles: As� ha dicho el Se�or Jehov�: Al pr�ncipe en Jerusalem es esta carga, y � toda la casa de Israel que est� en medio de ellos. Diles: Yo soy vuestra se�al: como yo hice, as� les har�n � ellos: al pasar � otro pa�s ir�n en cautiverio. Y al pr�ncipe que est� en medio de ellos llevar�n � cuestas de noche, y saldr�n; horadar�n la pared para sacarlo por ella; cubrir� su rostro para no ver con sus ojos la tierra. Mas yo extender� mi red sobre �l, y ser� preso en mi malla, y har�lo llevar � Babilonia, � tierra de Caldeos; mas no la ver�, y all� morir�. Y � todos los que estuvieren alrededor de �l para su ayuda, y � todas sus compa��as esparcir� � todo viento, y desenvainar� espada en pos de ellos. Y sabr�n que yo soy Jehov�, cuando los esparciere entre las gentes, y los derramare por la tierra. Y har� que de ellos queden pocos en n�mero, del cuchillo, y del hambre, y de la pestilencia, para que cuenten todas sus abominaciones entre las gentes adonde llegaren; y sabr�n que yo soy Jehov�. Y fu� � m� palabra de Jehov�, diciendo: Hijo del hombre, come tu pan con temblor, y bebe tu agua con estremecimiento y con anhelo; Y dir�s al pueblo de la tierra: As� ha dicho el Se�or Jehov� sobre los moradores de Jerusalem, y sobre la tierra de Israel: Su pan comer�n con temor, y con espanto beber�n su agua; porque su tierra ser� asolada de su multitud, por la maldad de todos los que en ella moran. Y las ciudades habitadas ser�n asoladas, y la tierra ser� desierta; y sabr�is que yo soy Jehov�. Y fu� � m� palabra de Jehov�, diciendo: Hijo del hombre, �qu� refr�n es este que ten�is vosotros en la tierra de Israel, diciendo: Prolongarse han los d�as, y perecer� toda visi�n? Diles por tanto: As� ha dicho el Se�or Jehov�: Har� cesar este refr�n, y no repetir�n m�s este dicho en Israel. Diles pues: Se han acercado aquellos d�as, y la palabra de toda visi�n. Porque no habr� m�s alguna visi�n vana, ni habr� adivinaci�n de lisonjeros en medio de la casa de Israel. Porque yo Jehov� hablar�; cumplir�se la palabra que yo hablar�; no se dilatar� m�s: antes en vuestros d�as, oh casa rebelde, hablar� palabra, y cumplir�la, dice el Se�or Jehov�. Y fu� � m� palabra de Jehov�, diciendo: Hijo del hombre, he aqu� que los de la casa de Israel dicen: La visi�n que �ste ve es para muchos d�as, y para lejanos tiempos profetiza �ste. Diles por tanto: As� ha dicho el Se�or Jehov�: No se dilatar�n m�s todas mis palabras: cumplir�se la palabra que yo hablar�, dice el Se�or Jehov�. Ezequiel 13Y FU� � m� palabra de Jehov�, diciendo: Hijo del hombre, profetiza contra los profetas de Israel que profetizan, y di � los que profetizan de su coraz�n: Oid palabra de Jehov�. As� ha dicho el Se�or Jehov�: �Ay de los profetas insensatos, que andan en pos de su propio esp�ritu, y nada vieron! Como zorras en los desiertos fueron tus profetas, oh Israel. No hab�is subido � los portillos, ni echasteis vallado en la casa de Israel, estando en la batalla en el d�a de Jehov�. Vieron vanidad y adivinaci�n de mentira. Dicen: Ha dicho Jehov�; y Jehov� no los envi�: y hacen esperar que se confirme la palabra. �No hab�is visto visi�n vana, y no hab�is dicho adivinaci�n de mentira, por cuanto dec�s, Dijo Jehov�; no habiendo yo hablado? Por tanto, as� ha dicho el Se�or Jehov�: por cuanto vosotros hab�is hablado vanidad, y hab�is visto mentira, por tanto, he aqu� yo contra vosotros, dice el Se�or Jehov�. Y ser� mi mano contra los profetas que ven vanidad, y adivinan mentira: no ser�n en la congregaci�n de mi pueblo, ni ser�n escritos en el libro de la casa de Israel, ni � la tierra de Israel volver�n; y sabr�is que yo soy el Se�or Jehov�. Por tanto, y por cuanto enga�aron � mi pueblo, diciendo, Paz, no habiendo paz; y el uno edificaba la pared, y he aqu� que los otros la encostraban con lodo suelto; Di � los encostradores con lodo suelto, que caer�; vendr� lluvia inundante, y dar� piedras de granizo que la hagan caer, y viento tempestuoso la romper�. Y he aqu�, cuando la pared habr� ca�do, no os dir�n: �D�nde est� la embarradura con que encostrasteis? Por tanto, as� ha dicho el Se�or Jehov�: Y har� que la rompa viento tempestuoso con mi ira, y lluvia inundante vendr� con mi furor, y piedras de granizo con enojo para consumir. As� desbaratar� la pared que vosotros encostrasteis con lodo suelto, y echar�la � tierra, y ser� descubierto su cimiento, y caer�, y ser�is consumidos en medio de ella; y sabr�is que yo soy Jehov�. Cumplir� as� mi furor en la pared y en los que la encostraron con lodo suelto; y os dir�: No existe la pared, ni aquellos que la encostraron, Los profetas de Israel que profetizan � Jerusalem, y ven para ella visi�n de paz, no habiendo paz, dice el Se�or Jehov�. Y t�, hijo del hombre, pon tu rostro � las hijas de tu pueblo que profetizan de su coraz�n, y profetiza contra ellas, Y di: As� ha dicho el Se�or Jehov�: �Ay de aquellas que cosen almohadillas � todos codos de manos, y hacen veletes sobre la cabeza de toda edad para cazar las almas! �Hab�is de cazar las almas de mi pueblo, para mantener as� vuestra propia vida? �Y hab�is de profanarme entre mi pueblo por pu�ados de cebada y por pedazos de pan, matando las almas que no mueren, y dando vida � las almas que no vivir�n, mintiendo � mi pueblo que escucha la mentira? Por tanto, as� ha dicho el Se�or Jehov�: He aqu� yo contra vuestras almohadillas, con que caz�is ah� las almas volando; yo las arrancar� de vuestros brazos, y dejar� las almas, las almas que caz�is volando. Romper� asimismo vuestro veletes, y librar� mi pueblo de vuestra mano, y no estar�n m�s en vuestra mano para caza; y sabr�is que yo soy Jehov�. Por cuanto entristecisteis con mentira el coraz�n del justo, al cual yo no entristec�, y esforzasteis las manos del imp�o, para que no se apartase de su mal camino, infundi�ndole �nimo; Por tanto no ver�is vanidad, ni m�s adivinar�is adivinaci�n; y librar� mi pueblo de vuestra mano; y sabr�is que yo soy Jehov�. Ezequiel 14Y VINIERON � m� algunos de los ancianos de Israel, y sent�ronse delante de m�. Y fu� � m� palabra de Jehov�, diciendo: Hijo del hombre, estos hombres han puesto sus �dolos en su coraz�n, y establecido el tropiezo de su maldad delante de su rostro: �acaso he de ser yo verdaderamente consultado por ellos? H�blales por tanto, y diles: As� ha dicho el Se�or Jehov�: Cualquier hombre de la casa de Israel que hubiere puesto sus �dolos en su coraz�n, y establecido el tropiezo de su maldad delante de su rostro, y viniere al profeta, yo Jehov� responder� al que viniere en la multitud de sus �dolos; Para tomar � la casa de Israel en su coraz�n, que se han apartado de m� todos ellos en sus �dolos. Por tanto di � la casa de Israel: As� dice el Se�or Jehov�: Convert�os, y volveos de vuestros �dolos, y apartad vuestro rostro de todas vuestras abominaciones. Porque cualquier hombre de la casa de Israel, y de los extranjeros que moran en Israel, que se hubiere apartado de andar en pos de m�, y hubiere puesto sus �dolos en su coraz�n, y establecido delante de su rostro el tropiezo de su maldad, y viniere al profeta para preguntarle por m�, yo Jehov� le responder� por m� mismo: Y pondr� mi rostro contra aquel hombre, y le pondr� por se�al y por f�bula, y yo lo cortar� de entre mi pueblo; y sabr�is que yo soy Jehov�. Y el profeta, cuando fuere enga�ado y hablare palabra, yo Jehov� enga�� al tal profeta; y extender� mi mano sobre �l, y raer�le de en medio de mi pueblo de Israel. Y llevar�n su maldad: como la maldad del que pregunta, as� ser� la maldad del profeta; Para que no yerren m�s la casa de Israel de en pos de m�: ni m�s se contaminen en todas sus rebeliones, y me sean por pueblo, y yo les sea por Dios, dice el Se�or Jehov�. Y fu� � m� palabra de Jehov�, diciendo: Hijo del hombre, cuando la tierra pecare contra m� rebel�ndose p�rfidamente, y extendiere yo mi mano sobre ella, y le quebrantare el arrimo del pan, y enviare en ella hambre, y talare de ella hombres y bestias; Si estuvieren en medio de ella estos tres varones, No�, Daniel, y Job, ellos por su justicia librar�n su vida, dice el Se�or Jehov�. Y si hiciere pasar malas bestias por la tierra, y la asolaren, y fuere desolada que no haya quien pase � causa de las bestias, Y estos tres varones estuvieren en medio de ella, vivo yo, dice el Se�or Jehov�, ni � sus hijos ni � sus hijas librar�n; ellos solos ser�n libres, y la tierra ser� asolada. O si yo trajere espada sobre la tierra, y dijere: Espada, pasa por la tierra; � hiciere talar de ella hombres y bestias, Y estos tres varones estuvieren en medio de ella, vivo yo, dice el Se�or Jehov�, no librar�n sus hijos ni sus hijas; ellos solos ser�n libres. O si pestilencia enviare sobre esa tierra, y derramare mi ira sobre ella en sangre, para talar de ella hombres y bestias, Y estuvieren en medio de ella No�, Daniel, y Job, vivo yo, dice el Se�or Jehov�, no librar�n hijo ni hija; ellos por su justicia librar�n su vida. Por lo cual as� ha dicho el Se�or Jehov�: �Cu�nto m�s, si mis cuatro malos juicios, espada, y hambre, y mala bestia, y pestilencia, enviare contra Jerusalem, para talar de ella hombres y bestias? Sin embargo, he aqu� quedar�n en ella algunos residuos, hijos � hijas, que ser�n llevados fuera: he aqu� que ellos entrar�n � vosotros, y ver�is su camino y sus hechos; y tomar�is consolaci�n del mal que hice venir sobre Jerusalem, de todas las cosas que traje sobre ella. Y consolaros han cuando viereis su camino y sus hechos, y conocer�is que no sin causa hice todo lo que habr� hecho en ella, dice el Se�or Jehov�. Ezequiel 15Y FU� � m� palabra de Jehov�, diciendo: Hijo del hombre, �qu� es el palo de la vid m�s que todo palo? �qu� es el sarmiento entre los maderos del bosque? �Tomar�n de �l madera para hacer alguna obra? �tomar�n de �l una estaca para colgar de ella alg�n vaso? He aqu�, que es puesto en el fuego para ser consumido; sus dos cabos consumi� el fuego, y la parte del medio se quem�; �aprovechar� para obra alguna? He aqu� que cuando estaba entero no era para obra alguna: �cu�nto menos despu�s que el fuego lo hubiere consumido, y fuere quemado? �ser� m�s para alguna obra? Por tanto, as� ha dicho el Se�or Jehov�: Como el palo de la vid entre los maderos del bosque, el cual d� al fuego para que lo consuma, as� har� � los moradores de Jerusalem. Y pondr� mi rostro contra ellos; de fuego salieron, y fuego los consumir�; y sabr�is que yo soy Jehov�, cuando pusiere mi rostro contra ellos. Y tornar� la tierra en asolamiento, por cuanto cometieron prevaricaci�n, dice el Se�or Jehov�. Ezequiel 16Y FU� � m� palabra de Jehov�, diciendo: Hijo del hombre, notifica � Jerusalem sus abominaciones, Y di: As� ha dicho el Se�or Jehov� sobre Jerusalem: Tu habitaci�n y tu raza fu� de la tierra de Cana�n; tu padre Amorrheo, y tu madre Hethea. Y cuanto � tu nacimiento, el d�a que naciste no fu� cortado tu ombligo, ni fuiste lavada con aguas para atemperarte, ni salada con sal, ni fuiste envuelta con fajas. No hubo ojo que se compadeciese de ti, para hacerte algo de esto, teniendo de ti misericordia; sino que fuiste echada sobre la haz del campo, con menosprecio de tu vida, en el d�a que naciste. Y yo pas� junto � ti, y te vi sucia en tus sangres, y d�jete: En tus sangres, vive; vive, d�jete, en tus sangres. En millares como la hierba del campo te puse, y fuiste aumentada y engrandecida, y viniste � ser adornada grandemente; los pechos te crecieron, y tu pelo brot�; mas t� estabas desnuda y descubierta. Y pas� yo junto � ti, y te mir�, y he aqu� que tu tiempo era tiempo de amores; y extend� mi manto sobre ti, y cubr� tu desnudez; y d�te juramento, y entr� en concierto contigo, dice el Se�or Jehov�, y fuiste m�a: Y te lav� con agua, y lav� tus sangres de encima de ti, y ung�te con aceite; Y te vest� de bordado, y te calc� de tej�n, y ce��te de lino, y te vest� de seda. Y te atav�e con ornamentos, y puse ajorcas en tus brazos, y collar � tu cuello; Y puse joyas sobre tus narices, y zarcillos en tus orejas, y diadema de hermosura en tu cabeza. Y fuiste adornada de oro y de plata, y tu vestido fu� lino, y seda, y bordado; comiste flor de harina de trigo, y miel, y aceite; y fuiste hermoseada en extremo, y has prosperado hasta reinar. Y sali�te nombrad�a entre las gentes � causa de tu hermosura; porque era perfecta, � causa de mi hermosura que yo puse sobre ti, dice el Se�or Jehov�. Mas confiaste en tu hermosura, y fornicaste � causa de tu nombrad�a, y derramaste tus fornicaciones � cuantos pasaron; suya eras. Y tomaste de tus vestidos, e hic�stete diversos altos lugares, y fornicaste en ellos: cosa semejante no vendr�, ni ser� as�. Tomaste asimismo los vasos de tu hermosura de mi oro y de mi plata, que yo te hab�a dado, � hic�stete im�genes de hombre, y fornicaste con ellas. Y tomaste tus vestidos de diversos colores, y cubr�stelas; y mi aceite y mi perfume pusiste delante de ellas. Mi pan tambi�n, que yo te hab�a dado, la flor de la harina, y el aceite, y la miel, con que yo te mantuve, pusiste delante de ellas para olor suave; y fu� as�, dice el Se�or Jehov�. Dem�s de esto, tomaste tus hijos y tus hijas que me hab�as engendrado, y los sacrificaste � ellas para consumaci�n. �Es poco, esto de tus fornicaciones? Y sacrificaste mis hijos, y d�stelos � ellas para que los hiciesen pasar por el fuego. Y con todas tus abominaciones y tus fornicaciones no te has acordado de los d�as de tu mocedad, cuando estabas desnuda y descubierta, cuando estabas envuelta en tu sangre. Y fu� que despu�s de toda tu maldad (�ay, ay de ti! dice el Se�or Jehov�,) Edific�stete alto, y te hiciste altar en todas las plazas: En toda cabeza de camino edificaste tu altar, y tornaste abominable tu hermosura, y abriste tus piernas � cuantos pasaban, y multiplicaste tus fornicaciones. Y fornicaste con los hijos de Egipto, tus vecinos, de grandes carnes; y aumentaste tus fornicaciones para enojarme. Por tanto, he aqu� que yo extend� sobre ti mi mano, y disminu� tu provisi�n ordinaria, y te entregu� � la voluntad de las hijas de los Filisteos que te aborrecen, las cuales se averg�enzan de tu camino deshonesto. Fornicaste tambi�n con los hijos de Assur por no haberte hartado; y fornicaste con ellos, y tampoco te hartaste. Multiplicaste asimismo tu fornicaci�n en la tierra de Cana�n y de los Caldeos: ni tampoco con esto te hartaste. �Cu�n inconstante es tu coraz�n, dice el Se�or Jehov�, habiendo hecho todas estas cosas, obras de una poderosa ramera, Edificando tus altares en cabeza de todo camino, y haciendo tus altares en todas las plazas! Y no fuiste semejante � ramera, menospreciando el salario, Sino como mujer ad�ltera, por cuanto que en lugar de su marido recibe � ajenos. A todas las rameras dan dones; mas t� diste tus dones � todos tus enamorados; y les diste presentes, porque entrasen � ti de todas partes por tus fornicaciones. Y ha sido en ti al contrario de las mujeres en tus fornicaciones, ni nunca despu�s de ti ser� as� fornicado; porque en dar t� dones, y no ser dados dones � ti, ha sido al contrario. Por tanto, ramera, oye palabra de Jehov�: As� ha dicho el Se�or Jehov�: Por cuanto han sido descubiertas tus verg�enzas, y tu confusi�n ha sido manifestada � tus enamorados en tus fornicaciones; y � los �dolos de tus abominaciones, y en la sangre de tus hijos, los cuales les diste; Por tanto, he aqu� que yo junto todos tus enamorados con los cuales tomaste placer, y todos los que amaste, con todos los que aborreciste; y reunir�los contra ti alrededor, y descubrir�les tu verg�enza, y ver�n toda tu torpeza. Y yo te juzgar� por las leyes de las ad�lteras, y de las que derraman sangre; y te dar� en sangre de ira y de celo. Y te entregar� en mano de ellos: y destruir�n tu alto, y derribar�n tus altares, y te har�n desnudar de tus ropas, y se llevar�n los vasos de tu gloria, y te dejar�n desnuda y descubierta. Y har�n subir contra ti reuni�n de gente, y te apedrear�n con piedras, y te atravesar�n con sus espadas. Y quemar�n tus casas � fuego, y har�n en ti juicios � ojos de muchas mujeres; y hacerte he cesar de ser ramera, ni tampoco dar�s m�s don. Y har� reposar mi ira sobre ti, y apartar�se de ti mi celo, y descansar� de m�s enojarme. Por cuanto no te acordaste de los d�as de tu mocedad, y me provocaste � ira en todo esto, por eso, he aqu� yo tambi�n he tornado tu camino sobre tu cabeza, dice el Se�or Jehov�; pues ni aun has pensado sobre todas tus abominaciones. He aqu� que todo proverbista har� de ti proverbio, diciendo: Como la madre, tal su hija. Hija de tu madre eres t�, que desech� � su marido y � sus hijos; y hermana de tus hermanas eres t�, que desecharon � sus maridos y � sus hijos: vuestra madre fu� Hethea, y vuestro padre Amorrheo. Y tu hermana mayor es Samaria con su hijas, la cual habita � tu mano izquierda; y tu hermana la menor que t� es Sodoma con sus hijas, la cual habita � tu mano derecha. Y aun no anduviste en sus caminos, ni hiciste seg�n sus abominaciones; antes, como si esto fuera poco y muy poco, te corrompiste m�s que ellas en todos tus caminos. Vivo yo, dice el Se�or Jehov�, Sodoma tu hermana, con sus hijas, no ha hecho como hiciste t� y tus hijas. He aqu� que esta fu� la maldad de Sodoma tu hermana: soberbia, hartura de pan, y abundancia de ociosidad tuvo ella y sus hijas; y no corrobor� la mano del afligido y del menesteroso. Y ensoberbeci�ronse, � hicieron abominaci�n delante de m�, y quit�las como vi bueno. Y Samaria no cometi� ni la mitad de tus pecados; porque t� multiplicaste tus abominaciones m�s que ellas, y has justificado � tus hermanas con todas tus abominaciones que hiciste. T� tambi�n, que juzgaste � tus hermanas, lleva tu verg�enza en tus pecados que hiciste m�s abominables que ellas: m�s justas son que t�: averg��nzate pues t� tambi�n, y lleva tu confusi�n, pues que has justificado � tus hermanas. Yo pues har� tornar sus cautivos, los cautivos de Sodoma y de sus hijas, y los cautivos de Samaria y de sus hijas, y los cautivos de tus cautiverios entre ellas, Para que t� lleves tu confusi�n, y te averg�ences de todo lo que has hecho, si�ndoles t� motivo de consuelo. Y tus hermanas, Sodoma con sus hijas y Samaria con sus hijas, volver�n � su primer estado; t� tambi�n y tus hijas volver�is � vuestro primer estado. Sodoma, tu hermana, no fu� nombrada en tu boca en el tiempo de tus soberbias, Antes que tu maldad se descubriese, como en el tiempo de la verg�enza de las hijas de Siria y de todas las hijas de los Filisteos alrededor, que te menosprecian en contorno. T� has llevado tu enormidad y tus abominaciones, dice Jehov�. Empero as� ha dicho el Se�or Jehov�: �Har� yo contigo como t� hiciste, que menospreciaste el juramento para invalidar el pacto? Antes yo tendr� memoria de mi pacto que concert� contigo en los d�as de tu mocedad, y te confirmar� un pacto sempiterno. Y acordarte has de tus caminos y te avergonzar�s, cuando recibir�s � tus hermanas, las mayores que t� con las menores que t�, las cuales yo te dar� por hijas, mas no por tu pacto. Y confirmar� mi pacto contigo, y sabr�s que yo soy Jehov�; Para que te acuerdes, y te averg�ences, y nunca m�s abras la boca � causa de tu verg�enza, cuando me aplacare para contigo de todo lo que hiciste, dice el Se�or Jehov�. Ezequiel 17Y FU� � m� palabra de Jehov�, diciendo: Hijo del hombre, prop�n una figura, y comp�n una par�bola � la casa de Israel. Y dir�s: As� ha dicho el Se�or Jehov�: Una grande �guila, de grandes alas y de largos miembros, llena de plumas de diversos colores, vino al L�bano, y tom� el cogollo del cedro: Arranc� el principal de sus renuevos, y llev�lo � la tierra de mercaderes, y p�solo en la ciudad de los negociantes. Tom� tambi�n de la simiente de la tierra, y p�sola en un campo bueno para sembrar, plant�la junto � grandes aguas, p�sola como un sauce. Y brot�, � h�zose una vid de mucha rama, baja de estatura, que sus ramas la miraban, y sus ra�ces estaban debajo de ella: as� que se hizo una vid, y arroj� sarmientos, y ech� mugrones. Y fu� otra grande �guila, de grandes alas y de muchas plumas; y he aqu� que esta vid junt� cerca de ella sus ra�ces, y extendi� hacia ella sus ramos, para ser regada por ella por los surcos de su plant�o. En un buen campo, junto � muchas aguas fu� plantada, para que hiciese ramos y llevase fruto, y para que fuese vid robusta. Di: As� ha dicho el Se�or Jehov�: �Ser� prosperada? �No arrancar� sus ra�ces, y destruir� su fruto, y secar�se? Todas las hojas de su lozan�a secar�, y no con gran brazo, ni con mucha gente, arranc�ndola de sus ra�ces. Y he aqu� que plantada est� ella, �ser� prosperada? �No se secar� del todo cuando el viento solano la tocare? En los surcos de su verdor se secar�. Y fu� � m� palabra de Jehov�, diciendo: Di ahora � la casa rebelde: �No hab�is entendido qu� significan estas cosas? Diles: He aqu� que el rey de Babilonia vino � Jerusalem, y tom� tu rey y sus pr�ncipes, y llev�los consigo � Babilonia. Tom� tambi�n de la simiente del reino, � hizo con �l alianza, y tr�jole � juramento; y tom� los fuertes de la tierra, Para que el reino fuese abatido y no se levantase, sino que guardase su alianza y estuviese en ella. Rebel�se empero contra �l enviando sus embajadores � Egipto, para que le diese caballos y mucha gente. �Ser� prosperado, escapar�, el que estas cosas hizo? �y el que rompi� la alianza, podr� huir? Vivo yo, dice el Se�or Jehov�, que morir� en medio de Babilonia, en el lugar del rey que le hizo reinar, cuyo juramento menospreci�, y cuya alianza con �l hecha rompi�. Y no con grande ej�rcito, ni con mucha compa��a har� con �l Fara�n en la batalla, cuando funden baluarte y edifiquen bastiones para cortar muchas vidas. Pues menospreci� el juramento, para invalidar el concierto cuando he aqu� que hab�a dado su mano, � hizo todas estas cosas, no escapar�. Por tanto, as� ha dicho el Se�or Jehov�: Vivo yo, que el juramento m�o que menospreci�, y mi concierto que ha invalidado, tornar� sobre su cabeza. Y extender� sobre �l mi red, y ser� preso en mi malla; y hacerlo he venir � Babilonia, y all� estar� � juicio con �l, por su prevaricaci�n con que contra m� se ha rebelado. Y todos sus fugitivos con todos sus escuadrones caer�n � cuchillo, y los que quedaren ser�n esparcidos � todo viento; y sabr�is que yo Jehov� he hablado. As� ha dicho el Se�or Jehov�: Y tomar� yo del cogollo de aquel alto cedro, y pondr�lo; del principal de sus renuevos cortar� un tallo, y plantarlo he yo sobre el monte alto y sublime; En el monte alto de Israel lo plantar�, y alzar� ramos, y llevar� fruto, y har�se magn�fico cedro; y habitar�n debajo de �l todas las aves, toda cosa que vuela habitar� � la sombra de sus ramos. Y sabr�n todos los �rboles del campo que yo Jehov� abat� el �rbol sublime, levant� el �rbol bajo, hice secar el �rbol verde, � hice reverdecer el �rbol seco. Yo Jehov� habl� � hice. Ezequiel 18Y FU� � m� palabra de Jehov�, diciendo: �Qu� pens�is vosotros, vosotros que us�is este refr�n sobre la tierra de Israel, diciendo: Los padres comieron el agraz, y los dientes de los hijos tienen la dentera? Vivo yo, dice el Se�or Jehov�, que nunca m�s tendr�is por qu� usar este refr�n en Israel. He aqu� que todas las almas son m�as; como el alma del padre, as� el alma del hijo es m�a; el alma que pecare, esa morir�. Y el hombre que fuere justo, � hiciere juicio y justicia; Que no comiere sobre los montes, ni alzare sus ojos � los �dolos de la casa de Israel, ni violare la mujer de su pr�jimo, ni llegare � la mujer menstruosa, Ni oprimiere � ninguno; al deudor tornare su prenda, no cometiere robo, diere de su pan al hambriento, y cubriere al desnudo con vestido, No diere � logro, ni recibiere aumento; de la maldad retrajere su mano, � hiciere juicio de verdad entre hombre y hombre, En mis ordenanzas caminare, y guardare mis derechos para hacer verdad, �ste es justo: �ste vivir�, dice el Se�or Jehov�. Mas si engendrare hijo ladr�n, derramador de sangre, � que haga alguna cosa de �stas, Y que no haga las otras; antes comiere sobre los montes, � violare la mujer de su pr�jimo, Al pobre y menesteroso oprimiere, cometiere robos, no tornare la prenda, � alzare sus ojos � los �dolos, � hiciere abominaci�n, Diere � usura, y recibiere aumento: �vivir� �ste? No vivir�. Todas estas abominaciones hizo; de cierto morir�; su sangre ser� sobre �l. Pero si �ste engrendrare hijo, el cual viere todos los pecados que su padre hizo, y vi�ndolos no hiciere seg�n ellos: No comiere sobre los montes, ni alzare sus ojos � los �dolos de la casa de Israel; la mujer de su pr�jimo no violare, Ni oprimiere � nadie; la prenda no empe�are, ni cometiere robos; al hambriento diere de su pan, y cubriere de vestido al desnudo; Apartare su mano del pobre, usura ni aumento no recibiere; hiciere mis derechos, y anduviere en mis ordenanzas, �ste no morir� por la maldad de su padre; de cierto vivir�. Su padre, por cuanto hizo agravio, despoj� violentamente al hermano, � hizo en medio de su pueblo lo que no es bueno, he aqu� que �l morir� por su maldad. Y si dijereis: �Por qu� el hijo no llevar� por el pecado de su padre? Porque el hijo hizo juicio y justicia, guard� todas mis ordenanzas, y las hizo, de cierto vivir�. El alma que pecare, esa morir�: el hijo no llevar� por el pecado del padre, ni el padre llevar� por el pecado del hijo: la justicia del justo ser� sobre �l, y la impiedad el imp�o ser� sobre �l. Mas el imp�o, si se apartare de todos sus pecados que hizo, y guardare todas mis ordenanzas, � hiciere juicio y justicia, de cierto vivir�; no morir�. Todas sus rebeliones que cometi�, no le ser�n recordadas: en su justicia que hizo vivir�. �Quiero yo la muerte del imp�o? dice el Se�or Jehov�. �No vivir�, si se apartare de sus caminos? Mas si el justo se apartare de su justicia, y cometiere maldad, � hiciere conforme � todas las abominaciones que el imp�o hizo; �vivir� �l? Todas las justicias que hizo no vendr�n en memoria; por su rebeli�n con que prevaric�, y por su pecado que cometi�, por ello morir�. Y si dijereis: No es derecho el camino del Se�or: oid ahora, casa de Israel: �No es derecho mi camino? �no son vuestros caminos torcidos? Apart�ndose el justo de su justicia, y haciendo iniquidad, �l morir� por ello: por su iniquidad que hizo, morir�. Y apart�ndose el imp�o de su impiedad que hizo, y haciendo juicio y justicia, har� vivir su alma. Porque mir�, y apart�se de todas sus prevaricaciones que hizo, de cierto vivir�, no morir�. Si aun dijere la casa de Israel: No es derecho el camino del Se�or: �No son derechos mis caminos, casa de Israel? Cierto, vuestros caminos no son derechos. Por tanto, yo os juzgar� � cada uno seg�n sus caminos, oh casa de Israel, dice el Se�or Jehov�. Convert�os, y volveos de todas vuestras iniquidades; y no os ser� la iniquidad causa de ruina. Echad de vosotros todas vuestras iniquidades con que hab�is prevaricado, y haceos coraz�n nuevo y esp�ritu nuevo. �Y por qu� morir�is, casa de Israel? Que no quiero la muerte del que muere, dice el Se�or Jehov�, convert�os pues, y vivir�is. Ezequiel 19Y TU levanta endecha sobre los pr�ncipes de Israel. Y dir�s: �C�mo se ech� entre los leones tu madre la leona! entre los leoncillos cri� sus cachorros. E hizo subir uno de sus cachorros: vino � ser leoncillo, y aprendi� � prender presa, y � devorar hombres. Y las gentes oyeron de �l: fu� tomado con el lazo de ellas, y llev�ronlo con grillos � la tierra de Egipto. Y viendo ella que hab�a esperado mucho tiempo, y que se perd�a su esperanza, tom� otro de sus cachorros, y p�solo por leoncillo. Y �l andaba entre los leones; h�zose leoncillo, aprendi� � hacer presa, devor� hombres. Y conoci� sus viudas, y asol� sus ciudades; y la tierra fu� asolada, y su abundancia, � la voz de su bramido. Y dieron sobre �l las gentes de las provincias de su alrededor, y extendieron sobre �l su red; fu� preso en su hoyo. Y pusi�ronlo en c�rcel con cadenas, y llev�ronlo al rey de Babilonia; meti�ronlo en fortalezas, para que su voz no se oyese m�s sobre los montes de Israel. Tu madre fu� como una vid en tu sangre, plantada junto � las aguas, haciendo fruto y echando v�stagos � causa de las muchas aguas. Y ella tuvo varas fuertes para cetros de se�ores; y levant�se su estatura por encima entre las ramas, y fu� vista en su altura, y con la multitud de sus sarmientos. Empero fu� arrancada con ira, derribada en tierra, y viento solano sec� su fruto; fueron quebradas y sec�ronse sus varas fuertes; consumi�las el fuego. Y ahora est� plantada en el desierto, en tierra de sequedad y de aridez. Y ha salido fuego de la vara de sus ramos, ha consumido su fruto, y no ha quedado en ella vara fuerte, cetro para ense�orear. Endecha es esta, y de endecha servir�. Ezequiel 20Y ACONTECIO en el a�o s�ptimo, en el mes quinto, � los diez del mes, que vinieron algunos de los ancianos de Israel � consultar � Jehov�, y sent�ronse delante de m�. Y fu� � m� palabra de Jehov�, diciendo: Hijo del hombre, habla � los ancianos de Israel, y diles: As� ha dicho el Se�or Jehov�: �A consultarme ven�s vosotros? Vivo yo, que yo no os responder�, dice el Se�or Jehov�. �Quieres t� juzgarlos? �los quieres juzgar t�, hijo del hombre? Notif�cales las abominaciones de sus padres; Y diles: As� ha dicho el Se�or Jehov�: El d�a que escog� � Israel, y que alc� mi mano por la simiente de la casa de Jacob, y que fu� conocido de ellos en la tierra de Egipto, cuando alc� mi mano � ellos, diciendo: Yo soy Jehov� vuestro Dios; Aquel d�a que les alc� mi mano, que los sacar�a de la tierra de Egipto � la tierra que les hab�a prove�do, que fluye leche y miel, la cual es la m�s hermosa de todas las tierras; Entonces les dije: Cada uno eche de s� cada uno de las abominaciones de sus ojos, y no os contamin�is en los �dolos de Egipto. Yo soy Jehov� vuestro Dios. Mas ellos se rebelaron contra m�, y no quisieron obedecerme: no ech� de s� cada uno las abominaciones de sus ojos, ni dejaron los �dolos de Egipto; y dije que derramar�a mi ira sobre ellos, para cumplir mi enojo en ellos en medio de la tierra de Egipto. Con todo, � causa de mi nombre, porque no se infamase en los ojos de las gentes en medio de las cuales estaban, en cuyos ojos fu� conocido de ellos, hice para sacarlos de tierra de Egipto. Saqu�los pues de la tierra de Egipto, y tr�jelos al desierto; Y d�les mis ordenanzas, y declar�les mis derechos, los cuales el hombre que los hiciere, vivir� en ellos. Y d�les tambi�n mis s�bados que fuesen por se�al entre m� y ellos, para que supiesen que yo soy Jehov� que los santifico. Mas rebel�ronse contra m� la casa de Israel en el desierto; no anduvieron en mis ordenanzas, y desecharon mis derechos, los cuales el hombre que los hiciere, vivir� en ellos; y mis s�bados profanaron en gran manera; dije, por tanto, que hab�a de derramar sobre ellos mi ira en el desierto para consumirlos. Pero en atenci�n � mi nombre hice porque no se infamase � la vista de la gentes, delante de cuyos ojos los saqu�. Y tambi�n yo les alc� mi mano en el desierto, que no los meter�a en la tierra que les d�, que fluye leche y miel, la cual es la m�s hermosa de todas las tierras; Porque desecharon mis derechos, y no anduvieron en mis ordenanzas, y mis s�bados profanaron: porque tras sus �dolos iba su coraz�n. Con todo los perdon� mi ojo, no mat�ndolos, ni los consum� en el desierto; Antes dije en el desierto � sus hijos: No and�is en las ordenanzas de vuestros padres, ni guard�is sus leyes, ni os contamin�is en sus �dolos. Yo soy Jehov� vuestro Dios; andad en mis ordenanzas, y guardad mis derechos, y ponedlos por obra: Y santificad mis s�bados, y sean por se�al entre m� y vosotros, para que sep�is que yo soy Jehov� vuestro Dios. Y los hijos se rebelaron contra m�: no anduvieron en mis ordenanzas, ni guardaron mis derechos para ponerlos por obra, los cuales el hombre que los cumpliere, vivir� en ellos; profanaron mis s�bados. Dije entonces que derramar�a mi ira sobre ellos, para cumplir mi enojo en ellos en el desierto. Mas retraje mi mano, y en atenci�n � mi nombre hice porque no se infamase � vista de las gentes, delante de cuyos ojos los saqu�. Y tambi�n les alc� yo mi mano en el desierto, que los esparcir�a entre las gentes, y que los aventar�a por las tierras; Porque no pusieron por obra mis derechos, y desecharon mis ordenanzas, y profanaron mis s�bados, y tras los �dolos de sus padres se les fueron sus ojos. Por eso yo tambi�n les d� ordenanzas no buenas, y derechos por los cuales no viviesen; Y contamin�los en sus ofrendas cuando hac�an pasar por el fuego todo primog�nito, para que los desolase, � fin de que supiesen que yo soy Jehov�. Por tanto, hijo del hombre, habla � la casa de Israel, y diles: As� ha dicho el Se�or Jehov�: Aun en esto me afrentaron vuestros padres cuando cometieron contra m� rebeli�n. Porque yo los met� en la tierra sobre la cual hab�a alzado mi mano que les hab�a de dar, y miraron � todo collado alto, y � todo �rbol espeso, y all� sacrificaron sus v�ctimas, y all� presentaron la irritaci�n de sus ofrendas, all� pusieron tambi�n �l olor de su suavidad, y all� derramaron sus libaciones. Y yo les dije: �Qu� es ese alto adonde vosotros vais? Y fu� llamado su nombre Bamah hasta el d�a de hoy. Di, pues, � la casa de Israel: As� ha dicho el Se�or Jehov�: �No os contamin�is vosotros � la manera de vuestros padres, y fornic�is tras sus abominaciones? Porque ofreciendo vuestras ofrendas, haciendo pasar vuestros hijos por el fuego, os hab�is contaminado con todos vuestros �dolos hasta hoy: �y he de responderos yo, casa de Israel? Vivo yo, dice el Se�or Jehov�, que no os responder�. Y no ha de ser lo que hab�is pensado. Porque vosotros dec�s: Seamos como las gentes, como las familias de las naciones, sirviendo � la madera y � la piedra. Vivo yo, dice el Se�or Jehov�, que con mano fuerte, y brazo extendido, y enojo derramado, tengo de reinar sobre vosotros: Y os sacar� de entre los pueblos, y os juntar� de las tierras en que est�is esparcidos, con mano fuerte, y brazo extendido, y enojo derramado: Y os he de traer al desierto de pueblos, y all� litigar� con vosotros cara � cara. Como litigu� con vuestros padres en el desierto de la tierra de Egipto, as� litigar� con vosotros, dice el Se�or Jehov�. Y os har� pasar bajo de vara y os traer� en v�nculo de concierto; Y apartar� de entre vosotros los rebeldes, y los que se rebelaron contra m�: de la tierra de sus destierros los sacar�, y � la tierra de Israel no vendr�n; y sabr�is que yo soy Jehov�. Y vosotros, oh casa de Israel, as� ha dicho el Se�or Jehov�: Andad cada uno tras sus �dolos, y servidles, pues que � m� no me obedec�is; y no profan�is m�s mi santo nombre con vuestras ofrendas, y con vuestros �dolos. Empero en mi santo monte, en el alto monte de Israel, dice el Se�or Jehov�, all� me servir� toda la casa de Israel, toda ella en la tierra: all� los querr�, y all� demandar� vuestras ofrendas, y las primicias de vuestros dones, con todas vuestras cosas consagradas. En olor de suavidad os aceptar�, cuando os hubiere sacado de entre los pueblos, y os hubiere juntado de las tierras en que est�is esparcidos; y ser� santificado en vosotros � los ojos de las gentes. Y sabr�is que yo soy Jehov�, cuando os hubiere metido en la tierra de Israel, en la tierra por la cual alc� mi mano que la dar�a � vuestros padres. Y all� os acordar�is de vuestros caminos, y de todos vuestros hechos en que os contaminasteis; y ser�is confusos en vuestra misma presencia por todos vuestros pecados que cometisteis. Y sabr�is que yo soy Jehov� cuando hiciere con vosotros por amor de mi nombre, no seg�n vuestros caminos malos, ni seg�n vuestras perversas obras, oh casa de Israel, dice el Se�or Jehov�. Y fu� � m� palabra de Jehov�, diciendo: Hijo del hombre, pon tu rostro hacia el mediod�a, y derrama tu palabra hacia la parte austral, y profetiza contra el bosque del campo del mediod�a. Y dir�s al bosque del mediod�a: Oye palabra de Jehov�: As� ha dicho el Se�or Jehov�: He aqu� que yo enciendo en ti fuego, el cual consumir� en ti todo �rbol verde, y todo �rbol seco: no se apagar� la llama del fuego; y ser�n quemados en ella todos rostros, desde el mediod�a hasta el norte. Y ver� toda carne que yo Jehov� lo encend�; no se apagar�. Y dije: �Ah, Se�or Jehov�! ellos dicen de m�: �No profiere �ste par�bolas? Ezequiel 21Y FU� � m� palabra de Jehov�, diciendo: Hijo del hombre, pon tu rostro contra Jerusalem, y derrama palabra sobre los santuarios, y profetiza sobre la tierra de Israel; Y dir�s � la tierra de Israel: As� ha dicho Jehov�: He aqu�, que yo contra ti, y sacar� mi espada de su vaina, y talar� de ti al justo y al imp�o. Y por cuanto he de talar de ti al justo y al imp�o, por tanto, mi espada saldr� de su vaina contra toda carne, desde el mediod�a hasta el aquil�n: Y sabr� toda carne que yo Jehov� saqu� mi espada de su vaina; no volver� m�s. Y t�, hijo del hombre, gime con quebrantamiento de lomos, y con amargura; gime delante de los ojos de ellos. Y ser�, que cuando te dijeren: �Por qu� gimes t�? dir�s: Por la fama que viene; y todo coraz�n se desleir�, y todas manos se debilitar�n, y angustiar�se todo esp�ritu, y todas rodillas se ir�n en aguas: he aqu� que viene, y hacerse ha, dice el Se�or Jehov�. Y fu� � m� palabra de Jehov�, diciendo: Hijo del hombre, profetiza, y di: As� ha dicho el Se�or Jehov�: Di: La espada, la espada est� afilada, y aun acicalada; Para degollar v�ctimas est� afilada, acicalada est� para que relumbre. �Hemos de alegrarnos? A la vara de mi hijo viene menospreciando todo �rbol. Y di�la � acicalar para tenerla � mano: la espada est� afilada, y acicalada est� ella, para entregralo en mano del matador. Clama y a�lla, oh hijo del hombre; porque �sta ser� sobre mi pueblo, ser� ella sobre todos los pr�ncipes de Israel. Temores de espada ser�n � mi pueblo: por tanto, hiere el muslo; Porque est� probado. �Y qu�, si la espada desprecia aun el cetro? El no ser� m�s, dice el Se�or Jehov�. T� pues, hijo del hombre, profetiza y bate una mano con otra, y d�blese la espada la tercera vez, la espada de muertos: �sta es espada de gran matanza que los penetrar�, Para que el coraz�n desmaye, y los estragos se multipliquen: en todas las puertas de ellos he puesto espanto de espada. �Ah! dispuesta est� para que relumbre, y aderezada para degollar. Ponte � una parte, ponte � la diestra, � ponte � la siniestra, hacia donde tu rostro se determinare. Y yo tambi�n batir� mi mano con mi mano, y har� reposar mi ira. Yo Jehov� he hablado. Y fu� � m� palabra de Jehova, diciendo: Y t�, hijo del hombre, se��late dos caminos por donde venga la espada del rey de Babilonia: de una misma tierra salgan ambos: y echa mano � la suerte: en el principio del camino de la ciudad lo har�s. El camino se�alar�s por donde venga la espada � Rabba de los hijos de Amm�n, y � Jud� contra Jerusalem la fuerte. Porque el rey de Babilonia se par� en una encrucijada, al principio de dos caminos, para tomar adivinaci�n: acical� saetas, consult� en �dolos, mir� el h�gado. La adivinaci�n fu� � su mano derecha, sobre Jerusalem, para poner capitanes, para abrir la boca � la matanza, para levantar la voz en grito, para poner ingenios contra las puertas, para fundar baluarte, y edificar fuerte. Y ser�les como adivinaci�n mentirosa en sus ojos, por estar juramentados con juramento � ellos: mas �l trae � la memoria la maldad, para prenderlos. Por tanto, as� ha dicho el Se�or Jehov�: Por cuanto hab�is hecho venir en memoria vuestras maldades, manifestando vuestras traiciones, y descubriendo vuestros pecados en todas vuestras obras; por cuanto hab�is venido en memoria, ser�is tomados � mano. Y t�, profano � imp�o pr�ncipe de Israel, cuyo d�a vino en el tiempo de la consumaci�n de la maldad; As� ha dicho el Se�or Jehov�: Dep�n la tiara, quita la corona: �sta no ser� m�s �sta: al bajo alzar�, y al alto abatir�. Del rev�s, del rev�s, del rev�s la tornar�; y no ser� �sta m�s, hasta que venga aquel cuyo es el derecho, y se la entregar�. Y t�, hijo del hombre, profetiza, y di: As� ha dicho el Se�or Jehov� sobre los hijos de Amm�n, y su oprobio. Dir�s pues: La espada, la espada est� desenvainada para degollar; acicalada para consumir con resplandor. Te profetizan vanidad, adiv�nante mentira, para entregarte con los cuellos de los malos sentenciados � muerte, cuyo d�a vino en tiempo de la consumaci�n de la maldad. �Tornar�la � su vaina? En el lugar donde te criaste, en la tierra donde has vivido, te tengo de juzgar. Y derramar� sobre ti mi ira: el fuego de mi enojo har� encender sobre ti, y te entregar� en mano de hombres temerarios, art�fices de destrucci�n. Del fuego ser�s para ser consumido; tu sangre ser� en medio de la tierra; no habr� m�s memoria de ti: porque yo Jehov� he hablado. Ezequiel 22Y FU� � m� palabra de Jehov�, diciendo: Y t�, hijo del hombre, �no juzgar�s t�, no juzgar�s t� � la ciudad derramadora de sangre, y le mostrar�s todas sus abominaciones? Dir�s, pues: As� ha dicho el Se�or Jehov�: �Ciudad derramadora de sangre en medio de s�, para que venga su hora, y que hizo �dolos contra s� misma para contaminarse! En tu sangre que derramaste has pecado, y te has contaminado en tus �dolos que hiciste; y has hecho acercar tus d�as, y has llegado � tus a�os: por tanto te he dado en oprobio � las gentes, y en escarnio � todas las tierras. Las que est�n cerca, y las que est�n lejos de ti, se reir�n de ti, amancillada de fama, y de grande turbaci�n. He aqu� que los pr�ncipes de Israel, cada uno seg�n su poder, fueron en ti para derramar sangre. Al padre y � la madre despreciaron en ti: al extranjero trataron con calumnia en medio de ti: al hu�rfano y � la viuda despojaron en ti. Mis santuarios menospreciaste, y mis s�bados has profanado. Calumniadores hubo en ti para derramar sangre; y sobre los montes comieron en ti: hicieron en medio de ti suciedades. La desnudez del padre descubrieron en ti; la inmunda de menstruo forzaron en ti. Y cada uno hizo abominaci�n con la mujer de su pr�jimo; y cada uno contamin� su nuera torpemente; y cada uno forz� en ti � su hermana, hija de su padre. Precio recibieron en ti para derramar sangre; usura y logro tomaste, y � tus pr�jimos defraudaste con violencia: olvid�stete de m�, dice el Se�or Jehov�. Y he aqu�, que her� mi mano � causa de tu avaricia que cometiste, y � causa de tus sangres que fueron en medio de ti. �Estar� firme tu coraz�n? �tus manos ser�n fuertes en los d�as que obrar� yo contra ti? Yo Jehov� he hablado, y har�lo. Y yo te esparcir� por las gentes, y te aventar� por las tierras; y har� fenecer de ti tu inmundicia. Y tomar�s heredad en ti � los ojos de las gentes; y sabr�s que yo soy Jehov�. Y fu� � m� palabra de Jehov�, diciendo: Hijo del hombre, la casa de Israel se me ha tornado en escoria: todos ellos son metal, y esta�o, y hierro, y plomo, en medio del horno; escorias de plata se tornaron. Por tanto, as� ha dicho el Se�or Jehov�: Por cuanto todos vosotros os hab�is tornado en escorias, por tanto, he aqu� que yo os junto en medio de Jerusalem. Como quien junta plata y metal y hierro y plomo y esta�o en medio del horno, para encender fuego en �l para fundir; as� os juntar� en mi furor y en mi ira, y har� reposar, y os fundir�. Yo os juntar� y soplar� sobre vosotros en el fuego de mi furor, y en medio de �l ser�is fundidos. Como se funde la plata en medio del horno, as� ser�is fundidos en medio de �l; y sabr�is que yo Jehov� habr� derramado mi enojo sobre vosotros. Y fu� � m� palabra de Jehov�, diciendo: Hijo del hombre, di � ella: T� no eres tierra limpia, ni rociada con lluvia en el d�a del furor. La conjuraci�n de sus profetas en medio de ella, como le�n bramando que arrebata presa: devoraron almas, tomaron haciendas y honra, aumentaron sus viudas en medio de ella. Sus sacerdotes violentaron mi ley, y contaminaron mis santuarios: entre lo santo y lo profano no hicieron diferencia, ni distinguieron entre inmundo y limpio; y de mis s�bados escondieron sus ojos, y yo era profanado en medio de ellos. Sus pr�ncipes en medio de ella como lobos que arrebataban presa, derramando sangre, para destruir las almas, para p�bulo de su avaricia. Y sus profetas revocaban con lodo suelto, profetiz�ndoles vanidad, y adivin�ndoles mentira, diciendo: As� ha dicho el Se�or Jehov�; y Jehov� no hab�a hablado. El pueblo de la tierra usaba de opresi�n, y comet�a robo, y al afligido y menesteroso hac�an violencia, y al extranjero oprim�an sin derecho. Y busqu� de ellos hombre que hiciese vallado y que se pusiese al portillo delante de m� por la tierra, para que yo no la destruyese; y no lo hall�. Por tanto derram� sobre ellos mi ira; con el fuego de mi ira los consum�: torn� el camino de ellos sobre su cabeza, dice el Se�or Jehov�. Ezequiel 23Y FU� � m� palabra de Jehov�, diciendo: Hijo del hombre, hubo dos mujeres, hijas de una madre, Las cuales fornicaron en Egipto; en sus mocedades fornicaron. All� fueron apretados sus pechos, y all� fueron estrujados los pechos de su virginidad. Y llam�banse, la mayor, Aholah, y su hermana, Aholibah; las cuales fueron m�as, y parieron hijos � hijas. Y llam�ronse, Samaria, Aholah; y Jerusalem, Aholibah. Y Aholah cometi� fornicaci�n en mi poder: y prend�se de sus amantes, los Asirios sus vecinos, Vestidos de c�rdeno, capitanes y pr�ncipes, mancebos todos de codiciar, caballeros que andaban � caballo. Y puso sus fornicaciones con ellos, con todos los m�s escogidos de los hijos de los Asirios, y con todos aquellos de quienes se enamor�: contamin�se con todos los �dolos de ellos. Y no dej� sus fornicaciones de Egipto: porque con ella se echaron en su mocedad, y ellos comprimieron los pechos de su virginidad, y derramaron sobre ella su fornicaci�n. Por lo cual la entregu� en mano de sus amantes, en mano de los hijos de los Asirios, de quienes se hab�a enamorado. Ellos descubrieron sus verg�enzas, tomaron sus hijos y sus hijas, y � ella mataron � cuchillo: y vino � ser de nombre entre las mujeres, pues en ella hicieron juicios. Y vi�lo su hermana Aholibah, y estrag� su amor m�s que ella; y sus fornicaciones, m�s que las fornicaciones de su hermana. Enamor�se de los hijos de los Asirios, sus vecinos, capitanes y pr�ncipes, vestidos en perfecci�n, caballeros que andaban � caballo, todos ellos mancebos de codiciar. Y vi que se hab�a contaminado: un camino era el de ambas. Y aument� sus fornicaciones: pues cuando vi� hombres pintados en la pared, im�genes de Caldeos pintadas de color, Ce�idos de talabartes por sus lomos, y tiaras pintadas en sus cabezas, teniendo todos ellos parecer de capitanes, � la manera de los hombres de Babilonia, nacidos en tierra de Caldeos, Enamor�se de ellos en vi�ndolos, y envi�les mensajeros � la tierra de los Caldeos. Y entraron � ella los hombres de Babilonia � la cama de los amores, y contamin�ronla con su fornicaci�n; y ella tambi�n se contamin� con ellos, y su deseo se hart� de ellos. As� hizo patentes sus fornicaciones, y descubri� sus verg�enzas: por lo cual mi alma se hart� de ella, como se hab�a ya hartado mi alma de su hermana. Aun multiplic� sus fornicaciones trayendo en memoria los d�as de su mocedad, en los cuales hab�a fornicado en la tierra de Egipto. Y enamor�se de sus rufianes, cuya carne es como carne de asnos, y cuyo flujo como flujo de caballos. As� tornaste � la memoria la suciedad de tu mocedad, cuando comprimieron tus pechos en Egipto por los pechos de tu mocedad. Por tanto, Aholibah, as� ha dicho el Se�or Jehov�: He aqu� que yo despierto tus amantes contra ti, de los cuales se hart� tu deseo, y yo les har� venir contra ti en derredor; Los de Babilonia, y todos los Caldeos, mayordomos, y pr�ncipes, y capitanes, todos los de Asiria con ellos: mancebos todos ellos de codiciar, capitanes y pr�ncipes, nobles y principales, que montan � caballo todos ellos. Y vendr�n sobre ti carros, carretas, y ruedas, y multitud de pueblos. Escudos, y paveses, y capacetes pondr�n contra ti en derredor; y yo dar� el juicio delante de ellos, y por sus leyes te juzgar�n. Y pondr� mi celo contra ti, y obrar�n contigo con furor; quitarte han tu nariz y tus orejas; y lo que te quedare caer� � cuchillo. Ellos tomar�n tus hijos y tus hijas, y tu residuo ser� consumido por el fuego. Y te desnudar�n de tus vestidos, y tomar�n los vasos de tu gloria. Y har� cesar de ti tu suciedad, y tu fornicaci�n de la tierra de Egipto: ni m�s levantar�s � ellos tus ojos, ni nunca m�s te acordar�s de Egipto. Porque as� ha dicho el Se�or Jehov�: He aqu�, yo te entrego en mano de aquellos que t� aborreciste, en mano de aquellos de los cuales se hart� tu deseo: Los cuales obrar�n contigo con odio, y tomar�n todo lo que t� trabajaste, y te dejar�n desnuda y descubierta: y descubrir�se la torpeza de tus fornicaciones, y tu suciedad, y tus fornicaciones. Estas cosas se har�n contigo, porque fornicaste en pos de las gentes, con las cuales te contaminaste en sus �dolos. En el camino de tu hermana anduviste: yo pues pondr� su c�liz en tu mano. As� ha dicho el Se�or Jehov�: Beber�s el hondo y ancho c�liz de tu hermana; de ti se mofar�n las gentes, y te escarnecer�n: de grande cabida es. Ser�s llena de embriaguez y de dolor por el c�liz de soledad y de asolamiento, por el c�liz de tu hermana Samaria. Lo beber�s pues, y lo agotar�s, y quebrar�s sus tiestos; y tus pechos arrancar�s; porque yo he hablado, dice el Se�or Jehov�. Por tanto, as� ha dicho el Se�or Jehov�: Por cuanto te has olvidado de m�, y me has echado tras tus espaldas, por eso, lleva t� tambi�n tu suciedad y tus fornicaciones. Y d�jome Jehov�: Hijo del hombre, �no juzgar�s t� � Aholah, y � Aholibah, y les denunciar�s sus abominaciones? Porque han adulterado, y hay sangre en sus manos, y han fornicado con sus �dolos; y aun sus hijos que me hab�an engendrado, hicieron pasar por el fuego, quem�ndolos. Aun esto m�s me hicieron: contaminaron mi santuario en aquel d�a, y profanaron mis s�bados; Pues habiendo sacrificado sus hijos � sus �dolos, entr�banse en mi santuario el mismo d�a para contaminarlo: y he aqu�, as� hicieron en medio de mi casa. Y cuanto m�s, que enviaron por hombres que vienen de lejos, � los cuales hab�a sido enviado mensajero: y he aqu� vinieron; y por amor de ellos te lavaste, y alcoholaste tus ojos, y te ataviaste con adornos: Y te sentaste sobre suntuoso estrado, y fu� adornada mesa delante de �l, y sobre ella pusiste mi perfume y mi �leo. Y oy�se en ella voz de compa��a en holganza: y con los varones fueron tra�dos de la gente com�n los Sabeos del desierto; y pusieron manillas sobre sus manos, y coronas de gloria sobre sus cabezas. Y dije � la envejecida en adulterios: Sus prostituciones cumplir�n ellos ahora, y ella con ellos: Porque han venido � ella como quien viene � mujer ramera: as� vinieron � Aholah y � Aholibah, mujeres depravadas. Por tanto, hombres justos las juzgar�n por la ley de las ad�lteras, y por la ley de las que derraman sangre: porque son ad�lteras, y sangre hay en sus manos. Por lo que as� ha dicho el Se�or Jehov�: Yo har� subir contra ellas compa��as, las entregar� � turbaci�n y � rapi�a: Y la compa��a de gentes las apedrear� con piedras, y las acuchillar� con sus espadas: matar�n � sus hijos y � sus hijas, y sus casas consumir�n con fuego. Y har� cesar la depravaci�n de la tierra, y escarmentar�n todas las mujeres, y no har�n seg�n vuestra torpeza. Y sobre vosotras pondr�n vuestra obscenidad, y llevar�is los pecados de vuestros �dolos; y sabr�is que yo soy el Se�or Jehov�. Ezequiel 24Y FU� � m� palabra de Jehov� en el noveno a�o, en el mes d�cimo, � los diez del mes, diciendo: Hijo del hombre, escr�bete el nombre de este d�a: el rey de Babilonia se puso sobre Jerusalem este mismo d�a. Y habla � la casa de rebeli�n por par�bola, y diles: As� ha dicho el Se�or Jehov�: Pon una olla, ponla, y echa tambi�n en ella agua: Junta sus piezas en ella; todas buenas piezas, pierna y espalda; h�nchela de huesos escogidos. Toma una oveja escogida; y tambi�n enciende los huesos debajo de ella; haz que hierva bien; coced tambi�n sus huesos dentro de ella. Pues as� ha dicho el Se�or Jehov�: �Ay de la ciudad de sangres, de la olla no espumada, y cuya espuma no sali� de ella! Por sus piezas, por sus piezas s�cala; no caiga sobre ella suerte. Porque su sangre fu� en medio de ella: sobre una piedra alisada la puso; no la derram� sobre la tierra para que fuese cubierta con polvo. Habiendo, pues, hecho subir la ira para hacer venganza, yo pondr� su sangre sobre la dura piedra, para que no sea cubierta. Por tanto, as� ha dicho el Se�or Jehov�: �Ay de la ciudad de sangres! Pues tambi�n har� yo gran hoguera, Multiplicando la le�a, encendiendo el fuego, para consumir la carne, y hacer la salsa; y los huesos ser�n quemados: Asentando despu�s la olla vac�a sobre sus brasas, para que se caldee, y se queme su fondo, y se funda en ella su suciedad, y se consuma su espuma. En fraude se cans�, y no sali� de ella su mucha espuma. En fuego ser� su espuma consumida. En tu suciedad perversa padecer�s: porque te limpi�, y t� no te limpiaste de tu suciedad: nunca m�s te limpiar�s, hasta que yo haga reposar mi ira sobre ti. Yo Jehov� he hablado; vendr�, y har�lo. No me tornar� atr�s, ni tendr� misericordia, ni me arrepentir�: seg�n tus caminos y tus obras te juzgar�n, dice el Se�or Jehov�. Y fu� � m� palabra de Jehov�, diciendo: Hijo del hombre, he aqu� que yo te quito de golpe el deseo de tus ojos: no endeches, ni llores, ni corran tus l�grimas. Reprime el suspirar, no hagas luto de mortuorios: ata tu bonete sobre ti, y pon tus zapatos en tus pies, y no te cubras con rebozo, ni comas pan de hombres. Y habl� al pueblo por la ma�ana, y � la tarde muri� mi mujer: y � la ma�ana hice como me fu� mandado. Y d�jome el pueblo: �No nos ense�ar�s qu� nos significan estas cosas que t� haces? Y yo les dije: Palabra de Jehov� fu� � m�, diciendo: Di � la casa de Israel: As� ha dicho el Se�or Dios: He aqu� yo profano mi santuario, la gloria de vuestra fortaleza, el deseo de vuestros ojos, y el regalo de vuestra alma: vuestros hijos y vuestras hijas que dejasteis, caer�n � cuchillo. Y har�is de la manera que yo hice: no os cubrir�is con rebozo, ni comer�is pan de hombres; Y vuestros bonetes estar�n sobre vuestras cabezas, y vuestros zapatos en vuestros pies: no endechar�is ni llorar�is, sino que os consumir�is � causa de vuestras maldades, y gemir�is unos con otros. Ezequiel pues os ser� por se�al; seg�n todas las cosas que �l hizo, har�is: en viniendo esto, entonces sabr�is que yo soy el Se�or Jehov�. Y t�, hijo del hombre, el d�a que yo quitar� de ellos su fortaleza, el gozo de su gloria, el deseo de sus ojos, y el cuidado de sus almas, sus hijos y sus hijas, Este d�a vendr� � ti un escapado para traer las nuevas. En aquel d�a se abrir� tu boca para hablar con el escapado, y hablar�s, y no estar�s m�s mudo; y les ser�s por se�al, y sabr�n que yo soy Jehov�. Ezequiel 25Y FU� � m� palabra de Jehov�, diciendo: Hijo del hombre, pon tu rostro hacia los hijos de Amm�n, y profetiza sobre ellos. Y dir�s � los hijos de Amm�n: Oid palabra del Se�or Jehov�: As� ha dicho el Se�or Jehov�: Por cuanto dijiste �Ea! acerca de mi santuario que fu� profanado, y sobre la tierra de Israel que fu� asolada, y sobre la casa de Jud�, porque fueron en cautiverio; Por tanto, he aqu�, yo te entrego � los Orientales por heredad, y pondr�n en ti sus apriscos, y colocar�n en ti sus tiendas: ellos comer�n tus sementeras, y beber�n tu leche. Y pondr� � Rabba por habitaci�n de camellos, y � los hijos de Amm�n por majada de ovejas; y sabr�is que yo soy Jehov�. Porque as� ha dicho el Se�or Jehov�: Por cuanto t� batiste tus manos, y pateaste, y te gozaste del alma en todo tu menosprecio sobre la tierra de Israel; Por tanto, he aqu� yo extender� mi mano sobre ti, y te entregar� � las gentes para ser saqueada; y yo te cortar� de entre los pueblos, y te destruir� de entre las tierras: te raer�; y sabr�s que yo soy Jehov�. As� ha dicho el Se�or Jehov�: Por cuanto dijo Moab y Seir: He aqu� la casa de Jud� es como todas las gentes; Por tanto, he aqu� yo abro el lado de Moab desde las ciudades, desde sus ciudades que est�n en su conf�n, las tierras deseables de Beth-jesi-moth, y Baal-me�n, y Ch�riathaim, A los hijos del oriente contra los hijos de Amm�n; y entregar�la por heredad para que no haya m�s memoria de los hijos de Amm�n entre las gentes. Tambi�n en Moab har� juicios; y sabr�n que yo soy Jehov�. As� ha dicho el Se�or Jehov�: Por lo que hizo Edom tomando venganza de la casa de Jud�, pues delinquieron en extremo, y se vengaron de ellos; Por tanto, as� ha dicho el Se�or Jehov�: Yo tambi�n extender� mi mano sobre Edom, y talar� de ella hombres y bestias, y la asolar�: desde Tem�n y Ded�n caer�n � cuchillo. Y pondr� mi venganza en Edom por la mano de mi pueblo Israel; y har�n en Edom seg�n mi enojo y seg�n mi ira: y conocer�n mi venganza, dice el Se�or Jehov�. As� ha dicho el Se�or Jehov�: Por lo que hicieron los Palestinos con venganza, cuando se vengaron con despecho de �nimo, destruyendo por antiguas enemistades; Por tanto, as� ha dicho Jehov�: He aqu� yo extiendo mi mano sobre los Palestinos, y talar� los Ceretheos, y destruir� el resto de la ribera de la mar. Y har� en ellos grandes venganzas con reprensiones de ira; y sabr�n que yo soy Jehov�, cuando diere mi venganza en ellos. Ezequiel 26Y ACONTECIO en el und�cimo a�o, en el primero del mes, que fu� � m� palabra de Jehov�, diciendo: Hijo del hombre, por cuanto dijo Tiro sobre Jerusalem: Ea, bien: quebrantada es la que era puerta de las naciones: � m� se volvi�: ser� llena; ella desierta: Por tanto, as� ha dicho el Se�or Jehov�: He aqu� yo contra ti, oh Tiro, y har� subir contra ti muchas gentes, como la mar hace subir sus ondas. Y demoler�n los muros de Tiro, y derribar�n sus torres: y raer� de ella su polvo, y la dejar� como una pe�a lisa. Tendedero de redes ser� en medio de la mar, porque yo he hablado, dice el Se�or Jehov�: y ser� saqueada de las gentes. Y sus hijas que est�n en el campo, ser�n muertas � cuchillo; y sabr�n que yo soy Jehov�. Porque as� ha dicho el Se�or Jehov�: He aqu� que del aquil�n traigo yo contra Tiro � Nabucodonosor, rey de Babilonia, rey de reyes, con caballos, y carros, y caballeros, y compa��as, y mucho pueblo. Tus hijas que est�n en el campo matar� � cuchillo; y pondr� contra ti ingenios, y fundar� contra ti baluarte, y afirmar� contra ti escudo. Y pondr� contra ella arietes, contra tus muros, y tus torres destruir� con sus martillos. Por la multitud de sus caballos te cubrir� el polvo de ellos: con el estruendo de los caballeros, y de las ruedas, y de los carros, temblar�n tus muros, cuando entrare por tus puertas como por portillos de ciudad destru�da. Con las u�as de sus caballos hollar� todas tus calles; � tu pueblo matar� � cuchillo, y las estatuas de tu fortaleza caer�n � tierra. Y robar�n tus riquezas, y saquear�n tus mercader�as: y arruinar�n tus muros, y tus casas preciosas destruir�n; y pondr�n tus piedras y tu madera y tu polvo en medio de las aguas. Y har� cesar el estr�pito de tus canciones, y no se oir� m�s el son de tus vihuelas. Y te pondr� como una pe�a lisa: tendedero de redes ser�s; ni nunca m�s ser�s edificada: porque yo Jehov� he hablado, dice el Se�or Jehov�. As� ha dicho el Se�or Jehov� � Tiro: �No se estremecer�n las islas al estruendo de tu ca�da, cuando gritar�n los heridos, cuando se har� la matanza en medio de ti? Entonces todos los pr�ncipes de la mar descender�n de sus sillas, y se quitar�n sus mantos, y desnudar�n sus bordadas ropas: de espanto se vestir�n, sentar�nse sobre la tierra, y temblar�n � cada momento, y estar�n sobre ti at�nitos. Y levantar�n sobre ti endechas, y te dir�n: �C�mo pereciste t�, poblada en los mares, ciudad que fu� alabada, que fu� fuerte en la mar, ella y sus habitantes, que pon�an su espanto � todos sus moradores? Ahora se estremecer�n las islas en el d�a de tu ca�da, s�, las islas que est�n en la mar se espantar�n de tu �xito. Porque as� ha dicho el Se�or Jehov�: Yo te tornar� ciudad asolada, como las ciudades que no se habitan; har� subir sobre ti el abismo, y las muchas aguas te cubrir�n. Y te har� descender con los que descienden al sepulcro, con el pueblo del siglo: y te pondr� en lo m�s bajo de la tierra, como los desiertos antiguos, con los que descienden al sepulcro, para que nunca m�s seas poblada; y yo dar� gloria en la tierra de los vivientes. Yo te tornar� en espanto, y no ser�s: y ser�s buscada, y nunca m�s ser�s hallada, dice el Se�or Jehov�. Ezequiel 27Y FU� � m� palabra de Jehov�, diciendo: Y t�, hijo del hombre, levanta endechas sobre Tiro. Y dir�s � Tiro, que est� asentada � las entradas de la mar, mercadera de los pueblos de muchas islas: As� ha dicho el Se�or Jehov�: Tiro, t� has dicho: Yo soy de perfecta hermosura. En el coraz�n de las mares est�n tus t�rminos: los que te edificaron completaron tu belleza. De hayas del monte Senir te fabricaron todas las tillas: tomaron cedros del L�bano para hacerte el m�stil. De casta�os de Bas�n hicieron tus remos: compa��a de Asirios hicieron tus bancos de marfil de las islas de Chittim. De fino lino bordado de Egipto fu� tu cortina, para que te sirviese de vela; de c�rdeno y grana de las islas de Elisah fu� tu pabell�n. Los moradores de Sid�n y de Arvad fueron tus remeros: tus sabios, oh Tiro, estaban en ti; ellos fueron tus pilotos. Los ancianos de Gebal y sus sabios repararon tus hendiduras: todas las galeras de la mar y los remeros de ellas fueron en ti para negociar tus negocios. Persas y Lidios, y los de Phut, fueron en tu ej�rcito tus hombres de guerra: escudos y capacetes colgaron en ti; ellos te dieron tu honra. Y los hijos de Arvad con tu ej�rcito estuvieron sobre tus muros alrededor, y los Gammadeos en tus torres: sus escudos colgaron sobre tus muros alrededor; ellos completaron tu hermosura. Tarsis tu mercadera � causa de la multitud de todas riquezas en plata, hierro, esta�o, y plomo, di� en tus ferias. Grecia, Tubal, y Mesec, tus mercaderes, con hombres y con vasos de metal, dieron en tus ferias. De la casa de Togarma, caballos y caballeros y mulos, dieron en tu mercado. Los hijos de Ded�n eran tus negociantes: muchas islas tomaban mercader�a de tu mano; cuernos de marfil y pavos te dieron en presente. Siria fu� tu mercadera por la multitud de tus labores: con perlas, y p�rpura, y vestidos bordados, y linos finos, y corales, y rub�es, di� en tus ferias. Jud�, y la tierra de Israel, eran tus mercaderes: con trigos de Minith, y pannah, y miel, y aceite, y resina, dieron en tu mercado. Damasco, tu mercadera por la multitud de tus labores, por la abundancia de todas riquezas, con vino de Helb�n, y lana blanca. Asimismo Dan y el errante Jav�n dieron en tus ferias, para negociar en tu mercado de hierro labrado, mirra destilada, y ca�a arom�tica. Ded�n fu� tu mercadera con pa�os preciosos para carros. Arabia y todos los pr�ncipes de Cedar, mercaderes de tu mano en corderos, y carneros, y machos cabr�os: en estas cosas fueron tus mercaderes. Los mercaderes de Seba y de Raama fueron tus mercaderes: con lo principal de toda especier�a, y toda piedra preciosa, y oro, dieron en tus ferias. Har�n, y Canneh, y Ed�n, los mercaderes de Seba, de Asiria, y Chilmad, contigo contrataban. Estos tus mercaderes negociaban contigo en varias cosas: en mantos de jacinto, y bordados, y en cajas de ropas preciosas, enlazadas con cordones, y en madera de cedro. Las naves de Tarsis, tus cuadrillas, fueron en tu negociaci�n: y fuiste llena, y fuiste multiplicada en gran manera en medio de los mares. En muchas aguas te engolfaron tus remeros: viento solano te quebrant� en medio de los mares. Tus riquezas, y tus mercader�as, y tu negociaci�n, tus remeros, y tus pilotos, los reparadores de tus hendiduras, y los agentes de tus negocios, y todos tus hombres de guerra que hay en ti, con toda tu compa��a que en medio de ti se halla, caer�n en medio de los mares el d�a de tu ca�da. Al estr�pito de las voces de tus marineros temblar�n los arrabales. Y descender�n de sus naves todos los que toman remo; remeros, y todos los pilotos de la mar se parar�n en tierra: Y har�n oir su voz sobre ti, y gritar�n amargamente, y echar�n polvo sobre sus cabezas, y se revolcar�n en la ceniza. Y har�nse por ti calva, y se ce�ir�n de sacos, y endechar�n por ti endechas amargas, con amargura de alma. Y levantar�n sobre ti endechas en sus lamentaciones, y endechar�n sobre ti diciendo: �Qui�n como Tiro, como la destru�da en medio de la mar? Cuando tus mercader�as sal�an de las naves, hartabas muchos pueblos: los reyes de la tierra enriqueciste con la multitud de tus riquezas y de tus contrataciones. En el tiempo que ser�s quebrantada de los mares en los profundos de las aguas, tu comercio y toda tu compa��a caer�n en medio de ti. Todos los moradores de las islas se maravillar�n sobre ti, y sus reyes temblar�n de espanto: inmutar�nse en sus rostros. Los mercaderes en los pueblos silbar�n sobre ti: vendr�s � ser espanto, y dejar�s de ser para siempre. Ezequiel 28Y FU� � m� palabra de Jehov�, diciendo: Hijo del hombre, di al pr�ncipe de Tiro: As� ha dicho el Se�or Jehov�: Por cuanto se enalteci� tu coraz�n y dijiste: Yo soy un dios; en la silla de Dios estoy sentado en medio de los mares (siendo t� hombre y no Dios); y has puesto tu coraz�n como coraz�n de Dios: He aqu� que t� eres m�s sabio que Daniel; no hay secreto que te sea oculto; Con tu sabidur�a y con tu prudencia te has juntado riquezas, y has adquirido oro y plata en tus tesoros; Con la grandeza de tu sabidur�a en tu contrataci�n has multiplicado tus riquezas; y � causa de tus riquezas se ha enaltecido tu coraz�n. Por tanto, as� ha dicho el Se�or Jehov�: Por cuanto pusiste tu coraz�n como coraz�n de Dios, Por tanto, he aqu� yo traigo sobre ti extra�os, los fuertes de las gentes, que desenvainar�n su espadas contra la hermosura de tu sabidur�a, y ensuciar�n tu esplendor. A la huesa te har�n descender, y morir�s de las muertes de los que mueren en medio de los mares. �Hablar�s delante de tu matador, diciendo: Yo soy Dios? T�, hombre eres, y no Dios, en la mano de tu matador. De muerte de incircuncisos morir�s por mano de extra�os: porque yo he hablado, dice el Se�or Jehov�. Y fu� � m� palabra de Jehov�, diciendo: Hijo del hombre, levanta endechas sobre el rey de Tiro, y dile: As� ha dicho el Se�or Jehov�: T� echas el sello � la proporci�n, lleno de sabidur�a, y acabado de hermosura. En Ed�n, en el huerto de Dios estuviste: toda piedra preciosa fu� tu vestidura; el sardio, topacio, diamante, cris�lito, onique, y berilo, el zafiro, carbunclo, y esmeralda, y oro, los primores de tus tamboriles y p�fanos estuvieron apercibidos para ti en el d�a de tu creaci�n. T�, querub�n grande, cubridor: y yo te puse; en el santo monte de Dios estuviste; en medio de piedras de fuego has andado. Perfecto eras en todos tus caminos desde el d�a que fuiste criado, hasta que se hall� en ti maldad. A causa de la multitud de tu contrataci�n fuiste lleno de iniquidad, y pecaste: por lo que yo te ech� del monte de Dios, y te arroj� de entre las piedras del fuego, oh querub�n cubridor. Enalteci�se tu coraz�n � causa de tu hermosura, corrompiste tu sabidur�a � causa de tu resplandor: yo te arrojar� por tierra; delante de los reyes te pondr� para que miren en ti. Con la multitud de tus maldades, y con la iniquidad de tu contrataci�n ensuciaste tu santuario: yo pues saqu� fuego de en medio de ti, el cual te consumi�, y p�sete en ceniza sobre la tierra � los ojos de todos los que te miran. Todos los que te conocieron de entre los pueblos, se maravillar�n sobre ti: en espanto ser�s, y para siempre dejar�s de ser. Y fu� � m� palabra de Jehov�, diciendo: Hijo del hombre, pon tu rostro hacia Sid�n, y profetiza contra ella; Y dir�s: As� ha dicho el Se�or Jehov�: He aqu� yo contra ti, oh Sid�n, y en medio de ti ser� glorificado: y sabr�n que yo soy Jehov�, cuando hiciere en ella juicios, y en ella me santificare. Y enviar� � ella pestilencia y sangre en sus plazas; y caer�n muertos en medio de ella; con espada contra ella alrededor; y sabr�n que yo soy Jehov�. Y nunca m�s ser� � la casa de Israel espino que le punce, ni espanto que le d� dolor, en todos los alrededores de los que los menosprecian; y sabr�n que yo soy Jehov�. As� ha dicho el Se�or Jehov�: Cuando juntar� la casa de Israel de los pueblos entre los cuales est�n esparcidos, entonces me santificar� en ellos � los ojos de las gentes, y habitar�n en su tierra, la cual d� � mi siervo Jacob. Y habitar�n en ella seguros, y edificar�n casas, y plantar�n vi�as, y habitar�n confiadamente, cuando yo har� juicios en todos los que los despojan en sus alrededores; y sabr�n que yo soy Jehov� su Dios. Ezequiel 29EN el a�o d�cimo, en el mes d�cimo, � los doce del mes, fu� � m� palabra de Jehov�, diciendo: Hijo del hombre, pon tu rostro contra Fara�n rey de Egipto, y profetiza contra �l y contra todo Egipto. Habla, y di: As� ha dicho el Se�or Jehov�: He aqu� yo contra ti, Fara�n rey de Egipto, el gran drag�n que yace en medio de sus r�os, el cual dijo: M�o es mi r�o, y yo me lo hice. Yo pues, pondr� anzuelos en tus mejillas, y pegar� los peces de tus r�os � tus escamas, y te sacar� de en medio de tus r�os, y todos los peces de tus r�os saldr�n pegados � tus escamas. Y dejar�te en el desierto, � ti y � todos los peces de tus r�os: sobre la haz del campo caer�s; no ser�s recogido, ni ser�s juntado: � las bestias de la tierra y � las aves del cielo te he dado por comida. Y sabr�n todos los moradores de Egipto que yo soy Jehov�, por cuanto fueron bord�n de ca�a � la casa de Israel. Cuando te tomaron con la mano, te quebraste, y les rompiste todo el hombro: y cuando se recostaron sobre ti, te quebraste, y los deslomaste enteramente. Por tanto, as� ha dicho el Se�or Jehov�: He aqu� que yo traigo contra ti espada, y talar� de ti hombres y bestias. Y la tierra de Egipto ser� asolada y desierta: y sabr�n que yo soy Jehov�: porque dijo: Mi r�o, y yo lo hice. Por tanto, he aqu� yo contra ti, y contra tus r�os; y pondr� la tierra de Egipto en asolamientos de la soledad del desierto, desde Migdol hasta Seveneh, hasta el t�rmino de Etiop�a. No pasar� por ella pie de hombre, ni pie de bestia pasar� por ella; ni ser� habitada por cuarenta a�os. Y pondr� � la tierra de Egipto en soledad entre las tierras asoladas, y sus ciudades entre las ciudades destruidas estar�n asoladas por cuarenta a�os: y esparcir� � Egipto entre las gentes, y aventar�los por las tierras. Porque as� ha dicho el Se�or Jehov�: Al fin de cuarenta a�os juntar� � Egipto de los pueblos entre los cuales fueren esparcidos: Y tornar� � traer los cautivos de Egipto, y los volver� � la tierra de Patros, � la tierra de su habitaci�n; y all� ser�n un reino bajo. En comparaci�n de los otros reinos ser� humilde; ni m�s se alzar� sobre las gentes: porque yo los disminuir�, para que no se ense�oreen en las gentes. Y no ser� m�s � la casa de Israel por confianza, que haga acordar el pecado, mirando en pos de ellos; y sabr�n que yo soy el Se�or Jehov�. Y aconteci� en el a�o veinte y siete, en el mes primero, al primero del mes, que fu� � m� palabra de Jehov�, diciendo: Hijo del hombre, Nabucodonosor rey de Babilonia hizo � su ej�rcito prestar grande servicio contra Tiro. Toda cabeza se encalveci�, y pel�se todo hombro; y ni para �l ni para su ej�rcito hubo paga de Tiro, por el servicio que prest� contra ella. Por tanto, as� ha dicho el Se�or Jehov�: He aqu� que yo doy � Nabucodonosor, rey de Babilonia, la tierra de Egipto; y �l tomar� su multitud, y coger� sus despojos, y arrebatar� su presa, y habr� paga para su ej�rcito. Por su trabajo con que sirvi� contra ella le he dado la tierra de Egipto: porque trabajaron por m�, dice el Se�or Jehov�. En aquel tiempo har� reverdecer el cuerno � la casa de Israel, y te dar� apertura de boca en medio de ellos; y sabr�n que yo soy Jehov�. Ezequiel 30Y FU� � m� palabra de Jehov�, diciendo: Hijo del hombre, profetiza, y di: As� ha dicho el Se�or Jehov�: Aullad: �Ay del d�a! Porque cerca est� el d�a, cerca est� el d�a del Se�or; d�a de nublado, d�a de las gentes ser�. Y vendr� espada � Egipto, y habr� miedo en Etiop�a, cuando caer�n heridos en Egipto; y tomar�n su multitud, y ser�n destru�dos sus fundamentos. Etiop�a, y Libia, y Lidia, y todo el conjunto de pueblo, y Ch�b, y los hijos de la tierra de la liga, caer�n con ellos � cuchillo. As� ha dicho Jehov�: Tambi�n caer�n los que sostienen � Egipto, y la altivez de su fortaleza caer�: desde Migdol hasta Seveneh caer�n en �l � cuchillo, dice el Se�or Jehov�. Y ser�n asolados entre las tierras asoladas, y sus ciudades ser�n entre las ciudades desiertas. Y sabr�n que yo soy Jehov�, cuando pusiere fuego � Egipto, y fueren quebrantados todos sus ayudadores. En aquel tiempo saldr�n mensajeros de delante de m� en nav�os, � espantar � Etiop�a la confiada, y tendr�n espanto como en el d�a de Egipto: porque he aqu� viene. As� ha dicho el Se�or Jehov�: Har� cesar la multitud de Egipto por mano de Nabucodonosor, rey de Babilonia. El, y con �l su pueblo, los m�s fuertes de las gentes, ser�n tra�dos � destruir la tierra: y desenvainar�n sus espadas sobre Egipto, y henchir�n la tierra de muertos. Y secar� los r�os, y entregar� la tierra en manos de malos, y destruir� la tierra y su plenitud por mano de extranjeros: yo Jehov� he hablado. As� ha dicho el Se�or Jehov�: Destruir� tambi�n las im�genes, y har� cesar los �dolos de Memphis; y no habr� m�s pr�ncipe de la tierra de Egipto, y en la tierra de Egipto pondr� temor. Y asolar� � Patros, y pondr� fuego � Zo�n, y har� juicios en No. Y derramar� mi ira sobre Sin, fortaleza de Egipto, y talar� la multitud de No. Y pondr� fuego � Egipto; Sin tendr� gran dolor, y No ser� destrozada, y Memphis tendr� continuas angustias. Los mancebos de Av�n y de Pibeseth caer�n � cuchillo; y ellas ir�n en cautiverio. Y en Tehaphnes ser� cerrado el d�a, cuando quebrantar� yo all� las barras de Egipto, y cesar� en ella la soberbia de su fortaleza: nublado la cubrir�, y los moradores de sus aldeas ir�n en cautiverio. Har� pues juicios en Egipto y sabr�n que yo soy Jehov�. Y aconteci� en el a�o und�cimo, en el mes primero, � los siete del mes, que fu� � m� palabra de Jehov�, diciendo: Hijo del hombre, quebrantado he el brazo de Fara�n rey de Egipto; y he aqu� que no ha sido vendado poni�ndo le medicinas, poni�ndole faja para ligarlo, � fin de vigorizarle para que pueda tener espada. Por tanto, as� ha dicho el Se�or Jehov�: Heme aqu� contra Fara�n rey de Egipto, y quebrar� sus brazos, el fuerte y el fracturado, y har� que la espada se le caiga de la mano. Y esparcir� los Egipcios entre las gentes, y aventar�los por las tierras. Y fortificar� los brazos del rey de Babilonia, y pondr� mi espada en su mano; mas quebrar� los brazos de Fara�n, y delante de aqu�l gemir� con gemidos de herido de muerte. Fortificar� pues los brazos del rey de Babilonia, y los brazos de Fara�n caer�n; y sabr�n que yo soy Jehov�, cuando yo pusiere mi espada en la mano del rey de Babilonia, y �l la extendiere sobre la tierra de Egipto. Y esparcir� los Egipcios entre las gentes, y los aventar� por las tierras; y sabr�n que yo soy Jehov�. Ezequiel 31Y ACONTECIO en el a�o und�cimo, en el mes tercero, al primero del mes, que fu� � m� palabra de Jehov�, diciendo: Hijo del hombre, di � Fara�n rey de Egipto, y � su pueblo: �A qui�n te comparaste en tu grandeza? He aqu� era el Asirio cedro en el L�bano, hermoso en ramas, y umbroso con sus ramos, y de grande altura, y su copa estaba entre densas ramas. Las aguas lo hicieron crecer, encumbr�lo el abismo: sus r�os iban alrededor de su pie, y � todos los �rboles del campo enviaba sus corrientes. Por tanto, se encumbr� su altura sobre todos los �rboles del campo, y multiplic�ronse sus ramos, y � causa de las muchas aguas se alargaron sus ramas que hab�a echado. En sus ramas hac�an nido todas las aves del cielo, y debajo de su ramaje par�an todas las bestias del campo, y � su sombra habitaban muchas gentes. H�zose, pues, hermoso en su grandeza con la extensi�n de sus ramas; porque su ra�z estaba junto � muchas aguas. Los cedros no lo cubrieron en el huerto de Dios: las hayas no fueron semejantes � sus ramas, ni los casta�os fueron semejantes � sus ramos: ning�n �rbol en el huerto de Dios fu� semejante � �l en su hermosura. H�celo hermoso con la multitud de sus ramas; y todos los �rboles de Ed�n, que estaban en el huerto de Dios, tuvieron de �l envidia. Por tanto, as� dijo el Se�or Jehov�: Por cuanto te encumbraste en altura, y puso su cumbre entre densas ramas, y su coraz�n se elev� con su altura, Yo lo entregar� en mano del fuerte de las gentes, que de cierto le manejar�: por su impiedad lo he arrojado. Y le cortar�n extra�os, los fuertes de las gentes, y lo abandonar�n: sus ramas caer�n sobre los montes y por todos los valles, y por todas las arroyadas de la tierra ser�n quebrados sus ramos; � ir�nse de su sombra todos los pueblos de la tierra, y lo dejar�n. Sobre su ruina habitar�n todas las aves del cielo, y sobre su ramas estar�n todas las bestias del campo: Para que no se eleven en su altura los �rboles todos de las aguas, ni levanten su cumbre entre las espesuras, ni en sus ramas se paren por su altura todos los que beben aguas: porque todos ser�n entregados � muerte, � la tierra baja, en medio de los hijos de los hombres, con los que descienden � la huesa. As� ha dicho el Se�or Jehov�: El d�a que descendi� � la sepultura, hice hacer luto, hice cubrir por �l el abismo, y detuve sus r�os, y las muchas aguas fueron detenidas: y al L�bano cubr� de tinieblas por �l, y todos los �rboles del campo se desmayaron. Del estruendo de su ca�da hice temblar las gentes, cuando les hice descender � la fosa con todos los que descienden � la sepultura; y todos los �rboles de Ed�n escogidos, y los mejores del L�bano, todos los que beben aguas, tomaron consolaci�n en la tierra baja. Tambi�n ellos descendieron con �l � la fosa, con los muertos � cuchillo, los que fueron su brazo, los que estuvieron � su sombra en medio de las gentes. �A qui�n te has comparado as� en gloria y en grandeza entre los �rboles de Ed�n? Pues derrribado ser�s con los �rboles de Ed�n en la tierra baja: entre los incircuncisos yacer�s, con los muertos � cuchillo. Este es Fara�n y todo su pueblo, dice el Se�or Jehov�. Ezequiel 32Y ACONTECIO en el a�o duod�cimo, en el mes duod�cimo, al primero del mes, que fu� � m� palabra de Jehov�, diciendo: Hijo del hombre, levanta endechas sobre Fara�n rey de Egipto, y dile: A leoncillo de gentes eres semejante, y eres como la ballena en los mares: que secabas tus r�os, y enturbiabas las aguas con tus pies, y hollabas sus riberas. As� ha dicho el Se�or Jehov�: Yo extender� sobre ti mi red con reuni�n de muchos pueblos, y te har�n subir con mi esparavel. Y te dejar� en tierra, te echar� sobre la haz del campo, y har� que se asienten sobre ti todas las aves del cielo, y hartar� de ti las bestias de toda la tierra. Y pondr� tus carnes sobre los montes, y henchir� los valles de tu altura. Y regar� de tu sangre la tierra donde nadas, hasta los montes; y los arroyos se henchir�n de ti. Y cuando te habr� muerto, cubrir� los cielos, y har� entenebrecer sus estrellas: el sol cubrir� con nublado, y la luna no har� resplandecer su luz. Todas las lumbreras de luz har� entenebrecer en el cielo por ti, y pondr� tinieblas sobre tu tierra, dice el Se�or Jehov�. Y entristecer� el coraz�n de muchos pueblos, cuando llevar� tu quebrantamiento sobre las gentes, por las tierras que no conociste. Y har� at�nitos sobre ti muchos pueblos, y sus reyes tendr�n � causa de ti horror grande, cuando har� resplandecer mi espada delante de sus rostros, y todos se sobresaltar�n en sus �nimos � cada momento en el d�a de tu ca�da. Porque as� ha dicho el Se�or Jehov�: La espada del rey de Babilonia vendr� sobre ti. Con espadas de fuertes har� caer tu pueblo; todos ellos ser�n los fuertes de las gentes: y destruir�n la soberbia de Egipto, y toda su multitud ser� deshecha. Todas sus bestias destruir� de sobre las muchas aguas: ni m�s las enturbiar� pie de hombre, ni u�a de bestias las enturbiar�n. Entonces har� asentarse sus aguas, y har� ir sus r�os como aceite, dice el Se�or Jehov�. Cuando asolar� la tierra de Egipto, y la tierra fuere asolada de su plenitud, cuando herir� � todos los que en ella moran, sabr�n que yo soy Jehov�. Esta es la endecha, y cantarla han: las hijas de las gentes la cantar�n: endechar�n sobre Egipto, y sobre toda su multitud, dice el Se�or Jehov�. Y aconteci� en el a�o duod�cimo, � los quince del mes, que fu� � m� palabra de Jehov�, diciendo: Hijo del hombre, endecha sobre la multitud de Egipto, y desp��alo � �l, y � las villas de las gentes fuertes, en la tierra de los profundos, con los que descienden � la sepultura. Porque eres tan hermoso, desciende, y yace con los incircuncisos. Entre los muertos � cuchillo caer�n: al cuchillo es entregado: traedlo � �l y � todos sus pueblos. De en medio del infierno hablar�n � �l los fuertes de los fuertes, con los que le ayudaron, que descendieron, y yacen con los incircuncisos muertos � cuchillo. All� Assur con toda su gente: en derredor de �l est�n sus sepulcros: todos ellos cayeron muertos � cuchillo. Sus sepulcros fueron puestos � los lados de la fosa, y su gente est� por los alrededores de su sepulcro: todos ellos cayeron muertos � cuchillo, los cuales pusieron miedo en la tierra de los vivientes. All� Elam, y toda su multitud por los alrededores de su sepulcro: todos ellos cayeron muertos � cuchillo, los cuales descendieron incircuncisos � los m�s profundos lugares de la tierra, porque pusieron su terror en la tierra de los vivientes, mas llevaron su confusi�n con los que descienden al sepulcro. En medio de los muertos le pusieron cama con toda su multitud: � sus alrededores est�n sus sepulcros: todos ellos incircuncisos muertos � cuchillo, porque fu� puesto su espanto en la tierra de los vivientes, mas llevaron su confusi�n con los que descienden al sepulcro: �l fu� puesto en medio de los muertos. All� Mesech, y Tubal, y toda su multitud: sus sepulcros en sus alrededores: todos ellos incircuncisos muertos � cuchillo, porque hab�an dado su terror en la tierra de los vivientes. Y no yacer�n con los fuertes que cayeron de los incircuncisos, los cuales descendieron al sepulcro con sus armas de guerra, y pusieron sus espadas debajo de sus cabezas: mas sus pecados estar�n sobre sus huesos, porque fueron terror de fuertes en la tierra de los vivientes. T� pues ser�s quebrantado entre los incircuncisos, y yacer�s con los muertos � cuchillo. All� Idumea, sus reyes y todos sus pr�ncipes, los cuales con su fortaleza fueron puestos con los muertos � cuchillo: ellos yacer�n con los incircuncisos, y con los que descienden al sepulcro. All� los pr�ncipes del aquil�n, todos ellos, y todos los de Sid�n, que con su terror descendieron con los muertos, avergonzados de su fortaleza, yacen tambi�n incircuncisos con los muertos � cuchillo, y llevaron su confusi�n con los que descienden al sepulcro. A estos ver� Fara�n, y consolar�se sobre toda su multitud; Fara�n muerto � cuchillo, y todo su ej�rcito, dice el Se�or Jehov�. Porque yo puse mi terror en la tierra de los vivientes, tambi�n yacer� entre los incircuncisos con los muertos � cuchillo, Fara�n y toda su multitud, dice el Se�or Jehov�. Ezequiel 33Y FU� � m� palabra de Jehov�, diciendo: Hijo del hombre, habla � los hijos de tu pueblo, y diles: Cuando trajere yo espada sobre la tierra, y el pueblo de la tierra tomare un hombre de sus t�rminos, y se lo pusiere por atalaya, Y �l viere venir la espada sobre la tierra, y tocare corneta, y avisare al pueblo; Cualquiera que oyere el sonido de la corneta, y no se apercibiere, y viniendo la espada lo tomare, su sangre ser� sobre su cabeza. El sonido de la corneta oy�, y no se apercibi�; su sangre ser� sobre �l: mas el que se apercibiere, librar� su vida. Pero si el atalaya viere venir la espada, y no tocare la corneta, y el pueblo no se apercibiere, y viniendo la espada, tomare de �l alguno; por causa de su pecado fu� tomado, mas demandar� su sangre de mano del atalaya. T� pues, hijo del hombre, yo te he puesto por atalaya � la casa de Israel, y oir�s la palabra de mi boca, y los apercibir�s de mi parte. Diciendo yo al imp�o: Imp�o, de cierto morir�s; si t� no hablares para que se guarde el imp�o de su camino, el imp�o morir� por su pecado, mas su sangre yo la demandar� de tu mano. Y si t� avisares al imp�o de su camino para que de �l se aparte, y �l no se apartare de su camino, por su pecado morir� �l, y t� libraste tu vida. T� pues, hijo del hombre, di � la casa de Israel: Vosotros hab�is hablado as�, diciendo: Nuestras rebeliones y nuestros pecados est�n sobre nosotros, y � causa de ellos somos consumidos: �c�mo pues viviremos? Diles: Vivo yo, dice el Se�or Jehov�, que no quiero la muerte del imp�o, sino que se torne el imp�o de su camino, y que viva. Volveos, volveos de vuestros caminos: �y por qu� morir�is, oh casa de Israel? Y t�, hijo del hombre, di � los hijos de tu pueblo: La justicia del justo no lo librar� el d�a que se rebelare; y la impiedad del imp�o no le ser� estorbo el d�a que se volviere de su impiedad; y el justo no podr� vivir por su justicia el d�a que pecare. Diciendo yo al justo: De cierto vivir�, y �l confiado en su justicia hiciere iniquidad, todas sus justicias no vendr�n en memoria, sino que morir� por su iniquidad que hizo. Y diciendo yo al imp�o: De cierto morir�s; si �l se volviere de su pecado, � hiciere juicio y justicia, Si el imp�o restituyere la prenda, devolviere lo que hubiere robado, caminare en las ordenanzas de la vida, no haciendo iniquidad, vivir� ciertamente y no morir�. No se le recordar� ninguno de sus pecados que hab�a cometido: hizo juicio y justicia; vivir� ciertamente. Luego dir�n los hijos de tu pueblo: No es recta la v�a del Se�or: la v�a de ellos es la que no es recta. Cuando el justo se apartare de su justicia, � hiciere iniquidad, morir� por ello. Y cuando el imp�o se apartare de su impiedad, � hiciere juicio y justicia, vivir� por ello. Y dijisteis: No es recta la v�a del Se�or. Yo os juzgar�, oh casa de Israel, � cada uno conforme � sus caminos. Y aconteci� en el a�o duod�cimo de nuestro cautiverio, en el mes d�cimo, � los cinco del mes, que vino � m� un escapado de Jerusalem, diciendo: La ciudad ha sido herida. Y la mano de Jehov� hab�a sido sobre m� la tarde antes que el escapado viniese, y hab�a abierto mi boca, hasta que vino � m� por la ma�ana; y abri� mi boca, y no m�s estuve callado. Y fu� � m� palabra de Jehov�, diciendo: Hijo del hombre, los que habitan aquellos desiertos en la tierra de Israel, hablando dicen: Abraham era uno, y posey� la tierra: pues nosotros somos muchos; � nosotros es dada la tierra en posesi�n. Por tanto, diles: As� dicho el Se�or Jehov�: �Con sangre comer�is, y � vuestros �dolos alzar�is vuestros ojos, y sangre derramar�is, y poseer�is vosotros la tierra? Estuvisteis sobre vuestras espadas, hicisteis abominaci�n, y contaminasteis cada cual la mujer de su pr�jimo: �y habr�is de poseer la tierra? Les dir�s as�: As� ha dicho el Se�or Jehov�: Vivo yo, que los que est�n en aquellos asolamientos caer�n � cuchillo, y al que est� sobre la haz del campo entregar� � las bestias que lo devoren; y los que est�n en las fortalezas y en las cuevas, de pestilencia morir�n. Y pondr� la tierra en desierto y en soledad, y cesar� la soberbia de su fortaleza; y los montes de Israel ser�n asolados, que no haya quien pase. Y sabr�n que yo soy Jehov�, cuando pusiere la tierra en soledad y desierto, por todas las abominaciones que han hecho. Y t�, hijo del hombre, los hijos de tu pueblo se mofan de ti junto � las paredes y � las puertas de las casas, y habla el uno con el otro, cada uno con su hermano, diciendo: Venid ahora, y oid qu� palabra sale de Jehov�. Y vendr�n � ti como viene el pueblo, y se estar�n delante de ti como mi pueblo, y oir�n tus palabras, y no las pondr�n por obra: antes hacen halagos con sus bocas, y el coraz�n de ellos anda en pos de su avaricia. Y he aqu� que t� eres � ellos como cantor de amores, gracioso de voz y que canta bien: y oir�n tus palabras, mas no las pondr�n por obra. Empero cuando ello viniere (he aqu� viene) sabr�n que hubo profeta entre ellos. Ezequiel 34Y FU� � m� palabra de Jehov�, diciendo: Hijo del hombre, profetiza contra los pastores de Israel; profetiza, y diles � los pastores: As� ha dicho el Se�or Jehov�: �Ay de los pastores de Israel, que se apacientan � s� mismos! �No apacientan los pastores los reba�os? Com�is la leche, y os vest�s de la lana: la gruesa degoll�is, no apacent�is las ovejas. No corroborasteis las flacas, ni curasteis la enferma: no ligasteis la perniquebrada, ni tornasteis la amontada, ni buscasteis la perdida; sino que os hab�is ense�oreado de ellas con dureza y con violencia; Y est�n derramadas por falta de pastor; y fueron para ser comidas de toda bestia del campo, y fueron esparcidas. Y anduvieron perdidas mis ovejas por todos los montes, y en todo collado alto: y en toda la haz de la tierra fueron derramadas mis ovejas, y no hubo quien buscase, ni quien requiriese. Por tanto, pastores, oid palabra de Jehov�: Vivo yo, ha dicho el Se�or Jehov�, que por cuanto mi reba�o fu� para ser robado, y mis ovejas fueron para ser comidas de toda bestia del campo, sin pastor; ni mis pastores buscaron mis ovejas, sino que los pastores se apacentaron � s� mismos, y no apacentaron mis ovejas; Por tanto, oh pastores, oid palabra de Jehov�: As� ha dicho el Se�or Jehov�: He aqu�, yo � los pastores; y requerir� mis ovejas de su mano, y har�les dejar de apacentar las ovejas: ni los pastores se apacentar�n m�s � s� mismos; pues yo librar� mis ovejas de sus bocas, y no les ser�n m�s por comida. Porque as� ha dicho el Se�or Jehov�: He aqu�, yo, yo requerir� mis ovejas, y las reconocer�. Como reconoce su reba�o el pastor el d�a que est� en medio de sus ovejas esparcidas, as� reconocer� mis ovejas, y las librar� de todos los lugares en que fueron esparcidas el d�a del nublado y de la oscuridad. Y yo las sacar� de los pueblos, y las juntar� de las tierras: y las meter� en su tierra, y las apacentar� en los montes de Israel por las riberas, y en todas las habitaciones del pa�s. En buenos pastos las apacentar�, y en los altos montes de Israel ser� su majada: all� dormir�n en buena majada, y en pastos gruesos ser�n apacentadas sobre los montes de Israel. Yo apacentar� mis ovejas, y yo les har� tener majada, dice el Se�or Jehov�. Yo buscar� la perdida, y tornar� la amontada, y ligar� la perniquebrada, y corroborar� la enferma: mas � la gruesa y � la fuerte destruir�. Yo las apacentar� en juicio. Mas vosotras, ovejas m�as, as� ha dicho el Se�or Jehov�: He aqu� yo juzgo entre oveja y oveja, entre carneros y machos cabr�os. �Os es poco que com�is los buenos pastos, sino que holl�is con vuestros pies lo que de vuestros pastos queda; y que bebiendo las aguas sentadas, holl�is adem�s con vuestros pies las que quedan? Y mis ovejas comen lo hollado de vuestros pies, y beben lo que con vuestros pies hab�is hollado. Por tanto, as� les dice el Se�or Jehov�: He aqu�, yo, yo juzgar� entre la oveja gruesa y la oveja flaca, Por cuanto rempujasteis con el lado y con el hombro, y acorneasteis con vuestros cuernos � todas las flacas, hasta que las esparcisteis fuera. Yo salvar� � mis ovejas, y nunca m�s ser�n en rapi�a; y juzgar� entre oveja y oveja. Y despertar� sobre ellas un pastor, y �l las apacentar�; � mi siervo David: �l las apacentar�, y �l les ser� por pastor. Yo Jehov� les ser� por Dios, y mi siervo David pr�ncipe en medio de ellos. Yo Jehov� he hablado. Y establecer� con ellos pacto de paz, y har� cesar de la tierra las malas bestias; y habitar�n en el desierto seguramente, y dormir�n en los bosques. Y dar� � ellas, y � los alrededores de mi collado, bendici�n; y har� descender la lluvia en su tiempo, lluvias de bendici�n ser�n. Y el �rbol del campo dar� su fruto, y la tierra dar� su fruto, y estar�n sobre su tierra seguramente; y sabr�n que yo soy Jehov�, cuando quebrare las coyundas de su yugo, y los librare de mano de los que se sirven de ellos. Y no ser�n m�s presa de las gentes, ni las bestias de la tierra las devorar�n; sino que habitar�n seguramente, y no habr� quien espante; Y despertar�les una planta por nombre, y no m�s ser�n consumidos de hambre en la tierra, ni ser�n m�s avergonzados de las gentes. Y sabr�n que yo su Dios Jehov� soy con ellos, y ellos son mi pueblo, la casa de Israel, dice el Se�or Jehov�. Y vosotras, ovejas m�as, ovejas de mi pasto, hombres sois, y yo vuestro Dios, dice el Se�or Jehov�. Ezequiel 35Y FU� � m� palabra de Jehov�, diciendo: Hijo del hombre, pon tu rostro hacia el monte de Seir, y profetiza contra �l, Y dile: As� ha dicho el Se�or Jehov�: He aqu� yo contra ti, oh monte de Seir, y extender� mi mano contra ti, y te pondr� en asolamiento y en soledad. A tus ciudades asolar�, y t� ser�s asolado; y sabr�s que yo soy Jehov�. Por cuanto tuviste enemistades perpetuas, y esparciste los hijos de Israel � poder de espada en el tiempo de su aflicci�n, en el tiempo extremadamente malo; Por tanto, vivo yo, dice el Se�or Jehov�, que � sangre te diputar�, y sangre te perseguir�: y pues la sangre no aborreciste, sangre te perseguir�. Y pondr� al monte de Seir en asolamiento y en soledad, y cortar� de �l pasante y volviente. Y henchir� sus montes de sus muertos: en tus collados, y en tus valles, y en todos tus arroyos, caer�n ellos muertos � cuchillo. Yo te pondr� en asolamientos perpetuos, y tus ciudades nunca m�s se restaurar�n; y sabr�is que yo soy Jehov�. Por cuanto dijiste: Las dos naciones y las dos tierras ser�n m�as, y las poseeremos, estando all� Jehov�; Por tanto, vivo yo, dice el Se�or Jehov�, yo har� conforme � tu ira, y conforme � tu celo con que procediste, � causa de tus enemistades con ellos: y ser� conocido en ellos, cuando te juzgar�. Y sabr�s que yo Jehov� he o�do todas tus injurias que proferiste contra los montes de Israel, diciendo: Destru�dos son, nos son dados � devorar. Y os engrandecisteis contra m� con vuestra boca, y multiplicasteis contra m� vuestras palabras. Yo lo o�. As� ha dicho el Se�or Jehov�: Alegr�ndose toda la tierra, yo te har� soledad. Como te alegraste sobre la heredad de la casa de Israel, porque fu� asolada, as� te har� � ti: asolado ser� el monte de Seir, y toda Idumea, toda ella; y sabr�n que yo soy Jehov�. Ezequiel 36Y TU, hijo del hombre, profetiza sobre los montes de Israel, y di: Montes de Israel, oid palabra de Jehov�: As� ha dicho el Se�or Jehov�: Por cuanto el enemigo dijo sobre vosotros: �Ea! tambi�n las alturas perpetuas nos han sido por heredad; Profetiza por tanto, y di: As� ha dicho el Se�or Jehov�: Pues por cuanto asol�ndoos y trag�ndoos de todas partes, para que fueseis heredad � las otras gentes, se os ha hecho andar en boca de lenguas, y ser el oprobio de los pueblos, Por tanto, montes de Israel, oid palabra del Se�or Jehov�: As� ha dicho el Se�or Jehov� � los montes y � los collados, � los arroyos y � los valles, � las ruinas y asolamientos, y � las ciudades desamparadas, que fueron puestas � saco y en escarnio � las otras gentes alrededor; Por eso, as� ha dicho el Se�or Jehov�: He hablado por cierto en el fuego de mi celo contra las dem�s gentes, y contra toda Idumea, que se disputaron mi tierra por heredad con alegr�a de todo coraz�n, con enconamiento de �nimo, para que sus expelidos fuesen presa. Por tanto, profetiza sobre la tierra de Israel, y di � los montes y � los collados, y � los arroyos y � los valles: As� ha dicho el Se�or Jehov�: He aqu�, en mi celo y en mi furor he hablado, por cuanto hab�is llevado el oprobio de las gentes. Por lo cual as� ha dicho el Se�or Jehov�: Yo he alzado mi mano, que las gentes que os est�n alrededor han de llevar su afrenta. Mas vosotros, oh montes de Israel, dar�is vuestros ramos, y llevar�is vuestro fruto � mi pueblo Israel; porque cerca est�n para venir. Porque heme aqu� � vosotros, y � vosotros me volver�, y ser�is labrados y sembrados. Y har� multiplicar sobre vosotros hombres, � toda la casa de Israel, toda ella; y las ciudades han de ser habitadas, y ser�n edificadas las ruinas. Y multiplicar� sobre vosotros hombres y bestias, y ser�n multiplicados y crecer�n: y os har� morar como sol�ais antiguamente, y os har� m�s bien que en vuestros principios; y sabr�is que yo soy Jehov�. Y har� andar hombres sobre vosotros, � mi pueblo Israel; y te poseer�n, y les ser�s por heredad, y nunca m�s les matar�s los hijos. As� ha dicho el Se�or Jehov�: Por cuanto dicen de vosotros: Comedora de hombres, y matadora de los hijos de tus gentes has sido: Por tanto, no devorar�s m�s hombres, y nunca m�s matar�s los hijos � tus gentes, dice el Se�or Jehov�. Y nunca m�s te har� oir injuria de gentes, ni m�s llevar�s denuestos de pueblos, ni har�s m�s morir los hijos � tus gentes, dice el Se�or Jehov�. Y fu� � m� palabra de Jehov�, diciendo: Hijo del hombre, morando en su tierra la casa de Israel, la contaminaron con sus caminos y con sus obras: como inmundicia de menstruosa fu� su camino delante de m�. Y derram� mi ira sobre ellos por las sangres que derramaron sobre la tierra; porque con sus �dolos la contaminaron. Y esparc�los por las gentes, y fueron aventados por las tierras: conforme � sus caminos y conforme � sus obras los juzgu�. Y entrados � las gentes � donde fueron, profanaron mi santo nombre, dici�ndose de ellos: Estos son pueblo de Jehov�, y de su tierra de �l han salido. Y he tenido l�stima en atenci�n � mi santo nombre, el cual profan� la casa de Israel entre las gentes � donde fueron. Por tanto, di � la casa de Israel: As� ha dicho el Se�or Jehov�: No lo hago por vosotros, oh casa de Israel, sino por causa de mi santo nombre, el cual profanasteis vosotros entre las gentes � donde hab�is llegado. Y santificar� mi grande nombre profanado entre las gentes, el cual profanasteis vosotros en medio de ellas; y sabr�n las gentes que yo soy Jehov�, dice el Se�or Jehov�, cuando fuere santificado en vosotros delante de sus ojos. Y yo os tomar� de las gentes, y os juntar� de todas las tierras, y os traer� � vuestro pa�s. Y esparcir� sobre vosotros agua limpia, y ser�is limpiados de todas vuestras inmundicias; y de todos vuestros �dolos os limpiar�. Y os dar� coraz�n nuevo, y pondr� esp�ritu nuevo dentro de vosotros; y quitar� de vuestra carne el coraz�n de piedra, y os dar� coraz�n de carne. Y pondr� dentro de vosotros mi esp�ritu, y har� que and�is en mis mandamientos, y guard�is mis derechos, y los pong�is por obra. Y habitar�is en la tierra que d� � vuestros padres; y vosotros me ser�is por pueblo, y yo ser� � vosotros por Dios. Y os guardar� de todas vuestras inmundicias; y llamar� al trigo, y lo multiplicar�, y no os dar� hambre. Multiplicar� asimismo el fruto de los �rboles, y el fruto de los campos, porque nunca m�s recib�is oprobio de hambre entre las gentes. Y os acordar�is de vuestros malos caminos, y de vuestras obras que no fueron buenas; y os avergonzar�is de vosotros mismos por vuestras iniquidades, y por vuestras abominaciones. No lo hago por vosotros, dice el Se�or Jehov�, s�aos notorio: avergonzaos y confund�os de vuestras iniquidades, casa de Israel. As� ha dicho el Se�or Jehov�: El d�a que os limpiar� de todas vuestras iniquidades, har� tambi�n habitar las ciudades, y las asoladas ser�n edificadas. Y la tierra asolada ser� labrada, en lugar de haber sido asolada en ojos de todos los que pasaron; Los cuales dijeron: Esta tierra asolada fu� como huerto de Ed�n; y estas ciudades desiertas y asoladas y arruinadas, fortalecidas estuvieron. Y las gentes que fueron dejadas en vuestros alrededores, sabr�n que yo edifiqu� las derribadas, y plant� las asoladas: yo Jehov� he hablado, y har�lo. As� ha dicho el Se�or Jehov�: Aun ser� solicitado de la casa de Israel, para hacerles esto: multiplicar�los de hombres � modo de reba�os. Como las ovejas santas, como las ovejas de Jerusalem en sus solemnidades, as� las ciudades desiertas ser�n llenas de reba�os de hombres; y sabr�n que yo soy Jehov�. Ezequiel 37Y LA mano de Jehov� fu� sobre m�, y sac�me en esp�ritu de Jehov�, y p�some en medio de un campo que estaba lleno de huesos. E h�zome pasar cerca de ellos por todo alrededor: y he aqu� que eran muy muchos sobre la haz del campo, y por cierto secos en gran manera. Y d�jome: Hijo del hombre, �vivir�n estos huesos? Y dije: Se�or Jehov�, t� lo sabes. D�jome entonces: Profetiza sobre estos huesos, y diles: Huesos secos, oid palabra de Jehov�. As� ha dicho el Se�or Jehov� � estos huesos: He aqu�, yo hago entrar esp�ritu en vosotros, y vivir�is. Y pondr� nervios sobre vosotros, y har� subir sobre vosotros carne, y os cubrir� de piel, y pondr� en vosotros esp�ritu, y vivir�is; y sabr�is que yo soy Jehov�. Profetic� pues, como me fu� mandado; y hubo un ruido mientras yo profetizaba, y he aqu� un temblor, y los huesos se llegaron cada hueso � su hueso. Y mir�, y he aqu� nervios sobre ellos, y la carne subi�, y la piel cubr�o por encima de ellos: mas no hab�a en ellos esp�ritu. Y d�jome: Profetiza al esp�ritu, profetiza, hijo del hombre, y di al esp�ritu: As� ha dicho el Se�or Jehov�: Esp�ritu, ven de los cuatro vientos, y sopla sobre estos muertos, y vivir�n. Y profetic� como me hab�a mandado, y entr� esp�ritu en ellos, y vivieron, y estuvieron sobre sus pies, un ej�rcito grande en extremo. D�jome luego: Hijo del hombre, todos estos huesos son la casa de Israel. He aqu�, ellos dicen: Nuestros huesos se secaron, y pereci� nuestra esperanza, y somos del todo talados. Por tanto profetiza, y diles: As� ha dicho el Se�or Jehov�: He aqu�, yo abro vuestros sepulcros, pueblo m�o, y os har� subir de vuestras sepulturas, y os traer� � la tierra de Israel. Y sabr�is que yo soy Jehov�, cuando abriere vuestros sepulcros, y os sacare de vuestras sepulturas, pueblo m�o. Y pondr� mi esp�ritu en vosotros, y vivir�is, y os har� reposar sobre vuestra tierra; y sabr�is que yo Jehov� habl�, y lo hice, dice Jehov�. Y fu� � m� palabra de Jehov�, diciendo: T�, hijo del hombre, t�mate ahora un palo, y escribe en �l: A Jud�, y � los hijos de Israel sus compa�eros. Toma despu�s otro palo, y escribe en �l: A Jos�, palo de Ephraim, y � toda la casa de Israel sus compa�eros. J�ntalos luego el uno con el otro, para que sean en uno, y ser�n uno en tu mano. Y cuando te hablaren los hijos de tu pueblo, diciendo: �No nos ense�ar�s qu� te propones con eso? Diles: As� ha dicho el Se�or Jehov�: He aqu�, yo tomo el palo de Jos� que est� en la mano de Ephraim, y � las tribus de Israel sus compa�eros, y pondr�los con �l, con el palo de Jud�, y har�los un palo, y ser�n uno en mi mano. Y los palos sobre que escribieres, estar�n en tu mano delante de sus ojos; Y les dir�s: As� ha dicho el Se�or Jehov�: He aqu�, yo tomo � los hijos de Israel de entre las gentes � las cuales fueron, y los juntar� de todas partes, y los traer� � su tierra: Y los har� una naci�n en la tierra, en los montes de Israel; y un rey ser� � todos ellos por rey: y nunca m�s ser�n dos naciones, ni nunca m�s ser�n divididos en dos reinos: Ni m�s se contaminar�n con sus �dolos, y con sus abominaciones, y con todas sus rebeliones: y los salvar� de todas sus habitaciones en las cuales pecaron, y los limpiar�; y me ser�n por pueblo, y yo � ellos por Dios. Y mi siervo David ser� rey sobre ellos, y � todos ellos ser� un pastor: y andar�n en mis derechos, y mis ordenanzas guardar�n, y las pondr�n por obra. Y habitar�n en la tierra que d� � mi siervo Jacob, en la cual habitaron vuestros padres, en ella habitar�n ellos, y sus hijos, y los hijos de sus hijos para siempre; y mi siervo David les ser� pr�ncipe para siempre. Y concertar� con ellos pacto de paz, perpetuo pacto ser� con ellos: y los asentar�, y los multiplicar�, y pondr� mi santuario entre ellos para siempre. Y estar� en ellos mi tabern�culo, y ser� � ellos por Dios, y ellos me ser�n por pueblo. Y sabr�n las gentes que yo Jehov� santifico � Israel, estando mi santuario entre ellos para siempre. Ezequiel 38Y FU� � m� palabra de Jehov�, diciendo: Hijo del hombre, pon tu rostro contra Gog en tierra de Magog, pr�ncipe de la cabecera de Mesech y Tubal, y profetiza sobre �l. Y di: As� ha dicho el Se�or Jehov�: He aqu�, yo � ti, oh Gog, pr�ncipe de la cabecera de Mesech y Tubal. Y yo te quebrantar�, y pondr� anzuelos en tus quijadas, y te sacar� � ti, y � todo tu ej�rcito, caballos y caballeros, vestidos de todo todos ellos, grande multitud con paveses y escudos, teniendo todos ellos espadas: Persia, y Etiop�a, y Libia con ellos; todos ellos con escudos y almetes: Gomer, y todas sus compa��as; la casa de Togarma, � los lados del norte, y todas sus compa��as; pueblos muchos contigo. Apar�jate, y aperc�bete, t�, y toda tu multitud que se ha reunido � ti, y s�les por guarda. De aqu� � muchos d�as ser�s t� visitado: al cabo de a�os vendr�s � la tierra salvada de la espada, recogida de muchos pueblos, � los montes de Israel, que siempre fueron para asolamiento: mas fu� sacada de las naciones, y todos ellos morar�n confiadamente. Y subir�s t�, vendr�s como tempestad; como nublado para cubrir la tierra ser�s t�, y todas tus compa��as, y muchos pueblos contigo. As� ha dicho el Se�or Jehov�: Y ser� en aquel d�a, que subir�n palabras en tu coraz�n, y concebir�s mal pensamiento; Y dir�s: Subir� contra tierra de aldeas, ir� � gentes reposadas, y que habitan confiadamente: todos ellos habitan sin muros, no tienen cerrojos ni puertas: Para arrebatar despojos y para tomar presa; para tornar tu mano sobre las tierras desiertas ya pobladas, y sobre el pueblo recogido de las gentes, que se hace de ganados y posesiones, que mora en el ombligo de la tierra. Seba, y Ded�n, y los mercaderes de Tarsis, y todos sus leoncillos, te dir�n: �Has venido � arrebatar despojos? �has reunido tu multitud para tomar presa, para quitar plata y oro, para tomar ganados y posesiones, para tomar grandes despojos? Por tanto profetiza, hijo del hombre, y di � Gog: As� ha dicho el Se�or Jehov�: En aquel tiempo, cuando mi pueblo Israel habitar� seguramente, �no lo sabr�s t�? Y vendr�s de tu lugar, de las partes del norte, t� y muchos pueblos contigo, todos ellos � caballo, grande reuni�n y poderoso ej�rcito: Y subir�s contra mi pueblo Israel como nublado para cubrir la tierra; ser� al cabo de los d�as: y te traer� sobre mi tierra, para que las gentes me conozcan, cuando fuere santificado en ti, oh Gog, delante de sus ojos. As� ha dicho el Se�or Jehov�: �No eres t� aqu�l de quien habl� yo en tiempos pasados por mis siervos los profetas de Israel, los cuales profetizaron en aquellos tiempos que yo te hab�a de traer sobre ellos? Y ser� en aquel tiempo, cuando vendr� Gog contra la tierra de Israel, dijo el Se�or Jehov�, que subir� mi ira en mi enojo. Porque he hablado en mi celo, y en el fuego de mi ira: Que en aquel tiempo habr� gran temblor sobre la tierra de Israel; Que los peces de la mar, y las aves del cielo, y las bestias del campo, y toda serpiente que anda arrastrando sobre la tierra, y todos los hombres que est�n sobre la haz de la tierra, temblar�n � mi presencia; y se arruinar�n los montes, y los vallados caer�n, y todo muro caer� � tierra. Y en todos mis montes llamar� contra �l espada, dice el Se�or Jehov�: la espada de cada cual ser� contra su hermano. Y yo litigar� con �l con pestilencia y con sangre; y har� llover sobre �l, y sobre sus compa��as, y sobre los muchos pueblos que est�n con �l, impetuosa lluvia, y piedras de granizo, fuego y azufre. Y ser� engrandecido y santificado, y ser� conocido en ojos de muchas gentes; y sabr�n que yo soy Jehov�. Ezequiel 39TU pues, hijo del hombre, profetiza contra Gog, y di: As� ha dicho el Se�or Jehov�: He aqu� yo contra ti, oh Gog, pr�ncipe de la cabecera de Mesech y Tubal: Y te quebrantar�, y te sextar�, y te har� subir de las partes del norte, y te traer� sobre los montes de Israel; Y sacar� tu arco de tu mano izquierda, y derribar� tus saetas de tu mano derecha. Sobre los montes de Israel caer�s t�, y todas tus compa��as, y los pueblos que fueron contigo: � toda ave y � toda cosa que vuela, y � las bestias del campo, te he dado por comida. Sobre la haz del campo caer�s: porque yo he hablado, dice el Se�or Jehov�. Y enviar� fuego sobre Magog, y sobre los que moran seguramente en las islas; y sabr�n que yo soy Jehov�. Y har� notorio mi santo nombre en medio de mi pueblo Israel, y nunca m�s dejar� amancillar mi santo nombre; y sabr�n las gentes que yo soy Jehov�, el Santo en Israel. He aqu�, vino y fu�, dice el Se�or Jehov�: este es el d�a del cual he hablado. Y los moradores de las ciudades de Israel saldr�n, y encender�n y quemar�n armas, y escudos, y paveses, arcos y saetas, y bastones de mano, y lanzas: y las quemar�n en fuego por siete a�os. Y no traer�n le�a del campo, ni cortar�n de los bosques, sino que quemar�n las armas en el fuego: y despojar�n � sus despojadores, y robar�n � los que los robaron, dice el Se�or Jehov�. Y ser� en aquel tiempo, que yo dar� � Gog lugar para sepultura all� en Israel, el valle de los que pasan al oriente de la mar, y obstruir� el paso � los transeuntes, pues all� enterrar�n � Gog y � toda su multitud: y lo llamar�n, El valle de Ham�n-gog. Y la casa de Israel los estar� enterrando por siete meses, para limpiar la tierra: Enterrarlos ha todo el pueblo de la tierra: y ser� para ellos c�lebre el d�a que yo fuere glorificado, dice el Se�or Jehov�. Y tomar�n hombres de jornal, los cuales vayan por el pa�s con los que viajaren, para enterrar � los que quedaron sobre la haz de la tierra, � fin de limpiarla: al cabo de siete meses har�n el reconocimiento. Y pasar�n los que ir�n por el pa�s, y el que viere los huesos de alg�n hombre, edificar� junto � ellos un moj�n, hasta que los entierren los sepultureros en el valle de Ham�n-gog. Y tambi�n el nombre de la ciudad ser� Hamonah: y limpiar�n la tierra. Y t�, hijo del hombre, as� ha dicho el Se�or Jehov�: Di � las aves, � todo vol�til, y � toda bestia del campo: Juntaos, y venid; reun�os de todas partes � m� v�ctima que os sacrifico, un sacrificio grande sobre los montes de Israel, y comer�is carne y beber�is sangre. Comer�is carne de fuertes, y beber�is sangre de pr�ncipes de la tierra; de carneros, de corderos, de machos de cabr�o, de bueyes, de toros, engordados todos en Bas�n. Y comer�is gordura hasta hartaros y beber�is hasta embriagaros sangre, de mi sacrificio que yo os sacrifiqu�. Y os hartar�is sobre mi mesa, de caballos, y de caballeros fuertes, y de todos hombres de guerra, dice el Se�or Jehov�. Y pondr� mi gloria entre las gentes, y todas las gentes ver�n mi juicio que habr� hecho, y mi mano que sobre ellos puse. Y de aquel d�a en adelante sabr� la casa de Israel que yo soy Jehov� su Dios. Y sabr�n las gentes que la casa de Israel fu� llevada cautiva por su pecado; por cuanto se rebelaron contra m�, y yo escond� de ellos mi rostro, y entregu�los en mano de sus enemigos, y cayeron todos � cuchillo. Conforme � su inmundicia y conforme � sus rebeliones hice con ellos: y de ellos escond� mi rostro. Por tanto, as� ha dicho el Se�or Jehov�: Ahora volver� la cautividad de Jacob, y tendr� misericordia de toda la casa de Israel, y celar� por mi santo nombre. Y ellos sentir�n su verg�enza, y toda su rebeli�n con que prevaricaron contra m�, cuando habitaren en su tierra seguramente, y no habr� quien los espante; Cuando los volver� de los pueblos, y los juntar� de las tierras de sus enemigos, y fuere santificado en ellos en ojos de muchas gentes. Y sabr�n que yo soy Jehov� su Dios, cuando despu�s de haberlos hecho pasar � las gentes, los juntar� sobre su tierra, sin dejar m�s all� ninguno de ellos. Ni esconder� m�s de ellos mi rostro; porque habr� derramado de mi esp�ritu sobre la casa de Israel, dice el Se�or Jehov�. Ezequiel 40EN el a�o veinticinco de nuestro cautiverio, al principio del a�o, � los diez del mes, � los catorce a�os despu�s que la ciudad fu� herida, en aquel mismo d�a fu� sobre m� la mano de Jehov�, y llev�me all�. En visiones de Dios me llev� � la tierra de Israel, y p�some sobre un monte muy alto, sobre el cual hab�a como edificio de una ciudad al mediod�a. Y llev�me all�, y he aqu� un var�n, cuyo aspecto era como aspecto de metal, y ten�a un cordel de lino en su mano, y una ca�a de medir: y �l estaba � la puerta. Y habl�me aquel var�n, diciendo: Hijo del hombre, mira con tus ojos, y oye con tus o�dos, y pon tu coraz�n � todas las cosas que te muestro; porque para que yo te las mostrase eres tra�do aqu�. Cuenta todo lo que ves � la casa de Israel. Y he aqu�, un muro fuera de la casa: y la ca�a de medir que aquel var�n ten�a en la mano, era de seis codos, de � codo y palmo: y midi� la anchura del edificio de una ca�a, y la altura, de otra ca�a. Despu�s vino � la puerta que daba cara hacia el oriente, y subi� por sus gradas, y midi� el un poste de la puerta, de una ca�a en anchura, y el otro poste de otra ca�a en ancho. Y cada c�mara ten�a una ca�a de largo, y una ca�a de ancho; y entre las c�maras hab�a cinco codos en ancho; y cada poste de la puerta junto � la entrada de la puerta por dentro, una ca�a. Midi� asimismo la entrada de la puerta por de dentro, una ca�a. Midi� luego la entrada del portal, de ocho codos, y sus postes de dos codos; y la puerta del portal estaba por de dentro. Y la puerta de hacia el oriente ten�a tres c�maras de cada parte, todas tres de una medida: tambi�n de una medida los portales de cada parte. Y midi� la anchura de la entrada de la puerta, de diez codos; la longitud del portal de trece codos. Y el espacio de delante de las c�maras, de un codo de la una parte, y de otro codo de la otra; y cada c�mara ten�a seis codos de una parte, y seis codos de otra. Y midi� la puerta desde el techo de la una c�mara hasta el techo de la otra, veinticinco codos de anchura, puerta contra puerta. E hizo los postes de sesenta codos, cada poste del atrio y del portal por todo alrededor. Y desde la delantera de la puerta de la entrada hasta la delantera de la entrada de la puerta de dentro, cincuenta codos. Y hab�a ventanas estrechas en las c�maras, y en sus portales por de dentro de la puerta alrededor, y asimismo en los corredores; y las ventanas estaban alrededor por de dentro; y en cada poste hab�a palmas. Llev�me luego al atrio exterior, y he aqu�, hab�a c�maras, y solado hecho al atrio en derredor: treinta c�maras hab�a alrededor en aquel atrio. Y el solado al lado de las puertas, en proporci�n � la longitud de los portales, era el solado m�s bajo. Y midi� la anchura desde la delantera de la puerta de abajo hasta la delantera del atrio interior por de fuera, de cien codos hacia el oriente y el norte. Y de la puerta que estaba hacia el norte en el atrio exterior, midi� su longitud y su anchura. Y sus c�maras eran tres de una parte, y tres de otra, y sus postes y sus arcos eran como la medida de la puerta primera: cincuenta codos su longitud, y veinticinco su anchura. Y sus ventanas, y sus arcos, y sus palmas, eran conforme � la medida de la puerta que estaba hacia el oriente; y sub�an � ella por siete gradas; y delante de ellas estaban sus arcos. Y la puerta del atrio interior estaba enfrente de la puerta al norte; y as� al oriente: y midi� de puerta � puerta cien codos. Llev�me despu�s hacia el mediod�a, y he aqu� una puerta hacia el mediod�a: y midi� sus portales y sus arcos conforme � estas medidas. Y ten�a sus ventanas y sus arcos alrededor, como las ventanas: la longitud era de cincuenta codos, y la anchura de veinticinco codos. Y sus gradas eran de siete pelda�os, con sus arcos delante de ellas; y ten�a palmas, una de una parte, y otra de la otra, en sus postes. Y hab�a puerta de hacia el mediod�a del atrio interior: y midi� de puerta � puerta hacia el mediod�a cien codos. Meti�me despu�s en el atrio de adentro � la puerta del mediod�a, y midi� la puerta del mediod�a conforme � estas medidas. Y sus c�maras, y sus postes y sus arcos, eran conforme � estas medidas; y ten�a sus ventanas y sus arcos alrededor: la longitud era de cincuenta codos, y de veinticinco codos la anchura. Y los arcos alrededor eran de veinticinco codos de largo, y cinco codos de ancho. Y sus arcos ca�an afuera al atrio, con palmas en sus postes; y sus gradas eran de ocho escalones. Y llev�me al atrio interior hacia el oriente, y midi� la puerta conforme � estas medidas. Y eran sus c�maras, y sus postes, y sus arcos, conforme � estas medidas: y ten�a sus ventanas y sus arcos alrededor: la longitud era de cincuenta codos, y la anchura de veinticinco codos. Y sus arcos ca�an afuera al atrio, con palmas en sus postes de una parte y otra: y sus gradas eran de ocho escalones. Llev�me luego � la puerta del norte, y midi� conforme � estas medidas: Sus c�maras, y sus postes, y sus arcos, y sus ventanas alrededor: la longitud era de cincuenta codos, y de veinticinco codos el ancho. Y sus postes ca�an fuera al atrio, con palmas � cada uno de sus postes de una parte y otra: y sus gradas eran de ocho pelda�os. Y hab�a all� una c�mara, y su puerta con postes de portales; all� lavar�n el holocausto. Y en la entrada de la puerta hab�a dos mesas de la una parte, y otras dos de la otra, para degollar sobre ellas el holocausto, y la expiaci�n, y el sacrificio por el pecado. Y al lado por de fuera de las gradas, � la entrada de la puerta del norte, hab�a dos mesas; y al otro lado que estaba � la entrada de la puerta, dos mesas. Cuatro mesas de la una parte, y cuatro mesas de la otra parte al lado de la puerta; ocho mesas, sobre las cuales degollar�n. Y las cuatro mesas para el holocausto eran de piedras labradas, de un codo y medio de longitud, y codo y medio de ancho, y de altura de un codo: sobre �stas pondr�n las herramientas con que degollar�n el holocausto y el sacrificio. Y dentro, ganchos de un palmo, dispuestos por todo alrededor; y sobre las mesas la carne de la ofrenda. Y fuera de la puerta interior, en el atrio de adentro que estaba al lado de la puerta del norte, estaban las c�maras de los cantores, las cuales miraban hacia el mediod�a: una estaba al lado de la puerta del oriente que miraba hacia el norte. Y d�jome: Esta c�mara que mira hacia el mediod�a es de los sacerdotes que tienen la guarda del templo. Y la c�mara que mira hacia el norte es de los sacerdotes que tienen la guarda del altar: estos son los hijos de Sadoc, los cuales son llamados de los hijos de Lev� al Se�or, para ministrarle. Y midi� el atrio, cien codos de longitud, y la anchura de cien codos cuadrados; y el altar estaba delante de la casa. Y llev�me al p�rtico del templo, y midi� cada poste del p�rtico, cinco codos de una parte, y cinco codos de otra; y la anchura de la puerta tres codos de una parte, y tres codos de otra. La longitud del p�rtico veinte codos, y la anchura once codos, al cual sub�an por gradas: y hab�a columnas junto � los postes, una de un lado, y otra de otro. Ezequiel 41METIOME luego en el templo, y midi� los postes, siendo el ancho seis codos de una parte, y seis codos de otra, que era la anchura del tabern�culo. Y la anchura de la puerta era de diez codos; y los lados de la puerta, de cinco codos de una parte, y cinco de otra. Y midi� su longitud de cuarenta codos, y la anchura de veinte codos. Y pas� al interior, y midi� cada poste de la puerta de dos codos; y la puerta de seis codos; y la anchura de la entrada de siete codos. Midi� tambi�n su longitud, de veinte codos, y la anchura de veinte codos, delante del templo: y d�jome: Este es el lugar sant�simo. Despu�s midi� el muro de la casa, de seis codos; y de cuatro codos la anchura de las c�maras, en torno de la casa alrededor. Y las c�maras eran c�mara sobre c�mara, treinta y tres por orden; y entraban modillones en la pared de la casa alrededor, sobre los que las c�maras estribasen, y no estribasen en la pared de la casa. Y hab�a mayor anchura y vuelta en las c�maras � lo m�s alto; el caracol de la casa sub�a muy alto alrededor por de dentro de la casa: por tanto la casa ten�a m�s anchura arriba; y de la c�mara baja se sub�a � la alta por la del medio. Y mir� la altura de la casa alrededor: los cimientos de las c�maras eran una ca�a entera de seis codos de grandor. Y la anchura de la pared de afuera de las c�maras era de cinco codos, y el espacio que quedaba de las c�maras de la casa por de dentro. Y entre las c�maras hab�a anchura de veinte codos por todos lados alrededor de la casa. Y la puerta de cada c�mara sal�a al espacio que quedaba; una puerta hacia el norte, y otra puerta hacia el mediod�a: y la anchura del espacio que quedaba era de cinco codos por todo alrededor. Y el edificio que estaba delante del apartamiento al lado de hacia el occidente era de setenta codos; y la pared del edificio, de cinco codos de anchura alrededor, y noventa codos de largo. Y midi� la casa, cien codos de largo: y el apartamiento, y el edificio, y sus paredes, de longitud de cien codos; Y la anchura de la delantera de la casa, y del apartamiento al oriente, de cien codos. Y midi� la longitud del edificio que estaba delante del apartamiento que hab�a detr�s de �l, y las c�maras de una parte y otra, cien codos; y el templo de dentro, y los portales del atrio. Los umbrales, y las ventanas estrechas, y las c�maras, tres en derredor � la parte delantera, todo cubierto de madera alrededor desde el suelo hasta las ventanas; y las ventanas tambi�n cubiertas. Encima de sobre la puerta, y hasta la casa de dentro, y de fuera, y por toda la pared en derredor de dentro y por de fuera, tom� medidas. Y estaba labrada con querubines y palmas: entre querub�n y querub�n una palma: y cada querub�n ten�a dos rostros: Un rostro de hombre hacia la palma de la una parte, y rostro de le�n hacia la palma de la otra parte, por toda la casa alrededor. Desde el suelo hasta encima de la puerta hab�a labrados querubines y palmas, y por toda la pared del templo. Cada poste del templo era cuadrado, y la delantera del santuario era como la otra delantera. La altura del altar de madera era de tres codos, y su longitud de dos codos; y sus esquinas, y su superficie, y sus paredes, eran de madera. Y d�jome: Esta es la mesa que est� delante de Jehov�. Y el templo y el santuario ten�an dos portadas. Y en cada portada hab�a dos puertas, dos puertas que se volv�an: dos puertas en la una portada, y otras dos en la otra. Y en las puertas del templo hab�a labrados de querubines y palmas, as� como estaban hechos en las paredes, y grueso madero sobre la delantera de la entrada por de fuera. Y hab�a ventanas estrechas, y palmas de una y otra parte por los lados de la entrada, y de la casa, y por las vigas. Ezequiel 42SACOME luego al atrio de afuera hacia el norte, y llev�me � la c�mara que estaba delante del espacio que quedaba enfrente del edificio de hacia el norte. Por delante de la puerta del norte su longitud era de cien codos, y la anchura de cincuenta codos. Frente � los veinte codos que hab�a en el atrio de adentro, y enfrente del solado que hab�a en al atrio exterior, estaban las c�maras, las unas enfrente de las otras en tres pisos. Y delante de las c�maras hab�a un corredor de diez codos de ancho � la parte de adentro, con viaje de un codo; y sus puertas hacia el norte. Y las c�maras m�s altas eran m�s estrechas; porque las galer�as quitaban de ellas m�s que de las bajas y de las de en medio del edificio: Porque estaban en tres pisos, y no ten�an columnas como las columnas de los atrios: por tanto, eran m�s estrechas que las de abajo y las del medio desde el suelo. Y el muro que estaba afuera enfrente de las c�maras, hacia el atrio exterior delante de las c�maras, ten�a cincuenta codos de largo. Porque la longitud de las c�maras del atrio de afuera era de cincuenta codos: y delante de la fachada del templo hab�a cien codos. Y debajo de las c�maras estaba la entrada al lado oriental, para entrar en �l desde el atrio de afuera. A lo largo del muro del atrio hacia el oriente, enfrente de la lonja, y delante del edificio, hab�a c�maras. Y el corredor que hab�a delante de ellas era semejante al de las c�maras que estaban hacia el norte, conforme � su longitud, asimismo su anchura, y todas sus salidas; conforme � sus puertas, y conforme � sus entradas. Y conforme � las puertas de las c�maras que estaban hacia el mediod�a, ten�a una puerta al principio del camino, del camino delante del muro hacia el oriente � los que entran. Y d�jome: Las c�maras del norte y las del mediod�a, que est�n delante de la lonja, son c�maras santas, en las cuales los sacerdotes que se acercan � Jehov� comer�n las santas ofrendas: all� pondr�n las ofrendas santas, y el presente, y la expiaci�n, y el sacrificio por el pecado: porque el lugar es santo. Cuando los sacerdotes entraren, no saldr�n del lugar santo al atrio de afuera, sino que all� dejar�n sus vestimentas con que ministrar�n, porque son santas; y vestir�nse otros vestidos, y as� se allegar�n � lo que es del pueblo. Y luego que acab� las medidas de la casa de adentro, sac�me por el camino de la puerta que miraba hacia el oriente, y midi�lo todo alrededor. Midi� el lado oriental con la ca�a de medir, quinientas ca�as de la ca�a de medir en derredor. Midi� al lado del norte, quinientas ca�as de la ca�a de medir alrededor. Midi� al lado del mediod�a, quinientas ca�as de la ca�a de medir. Rode� al lado del occidente, y midi� quinientas ca�as de la ca�a de medir. A los cuatro lados lo midi�: tuvo el muro todo alrededor quinientas ca�as de longitud, y quinientas ca�as de anchura, para hacer separaci�n entre el santuario y el lugar profano. Ezequiel 43LLEVOME luego � la puerta, � la puerta que mira hacia el oriente; Y he aqu� la gloria del Dios de Israel, que ven�a de hacia el oriente; y su sonido era como el sonido de muchas aguas, y la tierra resplandec�a � causa de su gloria. Y la visi�n que vi era como la visi�n, como aquella visi�n que vi cuando vine para destruir la ciudad: y las visiones eran como la visi�n que vi junto al r�o de Chebar; y ca� sobre mi rostro. Y la gloria de Jehov� entr� en la casa por la v�a de la puerta que daba cara al oriente. Y alz�me el esp�ritu, y meti�me en el atrio de adentro; y he aqu� que la gloria de Jehov� hinchi� la casa. Y o� uno que me hablaba desde la casa: y un var�n estaba junto � m�. Y d�jome: Hijo del hombre, este es el lugar de mi asiento, y el lugar de las plantas de mis pies, en el cual habitar� entre los hijos de Israel para siempre: y nunca m�s contaminar� la casa de Israel mi santo nombre, ni ellos ni sus reyes, con sus fornicaciones, y con los cuerpos muertos de sus reyes en sus altares: Y poniendo ellos su umbral junto � mi umbral, y su poste junto � mi poste, y no m�s que pared entre m� y ellos, contaminaron mi santo nombre con sus abominaciones que hicieron: consum�los por tanto en mi furor. Ahora echar�n lejos de m� su fornicaci�n, y los cuerpos muertos de sus reyes, y habitar� en medio de ellos para siempre. T�, hijo del hombre, muestra � la casa de Israel esta casa, y averg��ncense de sus pecados, y midan la traza de ella. Y si se avergonzaren de todo lo que han hecho, hazles entender la figura de la casa, y su traza, y sus salidas y sus entradas, y todas sus formas, y todas sus descripciones, y todas sus configuraciones, y todas sus leyes: y descr�belo delante de sus ojos, para que guarden toda su forma, y todas sus reglas, y las pongan por obra. Esta es la ley de la casa: Sobre fcfc t�rmino alrededor ser� sant�simo. He aqu� que esta es la ley de la casa. Y estas son las medidas del altar por codos (el codo de � codo y palmo). El seno, de un codo, y de un codo el ancho; y su remate por su borde alrededor, de un palmo. Este ser� el fondo alto del altar. Y desde el seno de sobre el suelo hasta el lugar de abajo, dos codos, y la anchura de un codo: y desde el lugar menor hasta el lugar mayor, cuatro codos, y la anchura de un codo. Y el altar, de cuatro codos, y encima del altar, cuatro cuernos. Y el altar ten�a doce codos de largo, y doce de ancho, cuadrado � sus cuatro lados. Y el �rea, de catorce codos de longitud y catorce de anchura en sus cuatro lados, y de medio codo el borde alrededor: y el seno de un codo por todos lados; y sus gradas estaban al oriente. Y d�jome: Hijo del hombre, as� ha dicho el Se�or Jehov�: Estas son las ordenanzas del altar el d�a en que ser� hecho, para ofrecer sobre �l holocausto, y para esparcir sobre �l sangre. Dar�s � los sacerdotes Levitas que son del linaje de Sadoc, que se allegan � m�, dice el Se�or Jehov�, para ministrarme, un becerro de la vacada para expiaci�n. Y tomar�s de su sangre, y pondr�s en los cuatro cuernos del altar, y en las cuatro esquinas del �rea, y en el borde alrededor: as� lo limpiar�s y purificar�s. Tomar�s luego el becerro de la expiaci�n, y lo quemar�s conforme � la ley de la casa, fuera del santuario. Y al segundo d�a ofrecer�s un macho de cabr�o sin defecto, para expiaci�n; y purificar�n el altar como lo purificaron con el becerro. Cuando acabares de expiar, ofrecer�s un becerro de la vacada sin defecto, y un carnero sin tacha de la manada: Y los ofrecer�s delante de Jehov�, y los sacerdotes echar�n sal sobre ellos, y los ofrecer�n en holocausto � Jehov�. Por siete d�as sacrificar�n un macho cabr�o cada d�a en expiaci�n; asimismo sacrificar�n el becerro de la vacada y un carnero sin tacha del reba�o. Por siete d�as expiar�n el altar, y lo limpiar�n, y ellos henchir�n sus manos. Y acabados estos d�as, al octavo d�a, y en adelante, sacrificar�n los sacerdotes sobre el altar vuestros holocaustos y vuestros pac�ficos; y me ser�is aceptos, dice el Se�or Jehov�. Ezequiel 44Y TORNOME hacia la puerta de afuera del santuario, la cual mira hacia el oriente; y estaba cerrada. Y d�jome Jehov�: Esta puerta ha de estar cerrada: no se abrir�, ni entrar� por ella hombre, porque Jehov� Dios de Israel entr� por ella; estar� por tanto cerrada. Para el pr�ncipe; el pr�ncipe, �l se sentar� en ella para comer pan delante de Jehov�: por el camino de la entrada de la puerta entrar�, y por el camino de ella saldr�. Y llev�me hacia la puerta del norte por delante de la casa, y mir�, y he aqu�, la gloria de Jehov� hab�a henchido la casa de Jehov�: y ca� sobre mi rostro. Y d�jome Jehov�: Hijo del hombre, pon tu coraz�n, y mira con tus ojos, y oye con tus o�dos todo lo que yo hablo contigo sobre todas las ordenanzas de la casa de Jehov�, y todas sus leyes: y pon tu coraz�n � las entradas de la casa, y � todas las salidas del santuario. Y dir�s � los rebeldes, � la casa de Israel: As� ha dicho el Se�or Jehov�: B�steos de todas vuestras abominaciones, oh casa de Israel. De haber vosotros tra�do extranjeros, incircuncisos de coraz�n � incircuncisos de carne, para estar en mi santuario, para contaminar mi casa; de haber ofrecido mi pan, la grosura y la sangre: � invalidaron mi pacto por todas vuestras abominaciones: Y no guardasteis el ordenamiento de mis santificaciones, sino que os pusisteis guardas de mi ordenanza en mi santuario. As� ha dicho el Se�or Jehov�: Ning�n hijo de extranjero, incircunciso de coraz�n � incircunciso de carne, entrar� en mi santuario, de todos los hijos de extranjeros que est�n entre los hijos de Israel. Y los Levitas que se apartaron lejos de m� cuando Israel err�, el cual se desvi� de m� en pos de sus �dolos, llevar�n su iniquidad. Y ser�n ministros en mi santuario, porteros � las puertas de la casa, y sirvientes en la casa: ellos matar�n el holocausto y la v�ctima al pueblo, y ellos estar�n delante de ellos para servirles. Por cuanto les sirvieron delante de sus �dolos, y fueron � la casa de Israel por tropezadero de maldad; por tanto, he alzado mi mano acerca de ellos, dice el Se�or Jehov�, que llevar�n su iniquidad. No ser�n allegados � m� para serme sacerdotes, ni se llegar�n � ninguna de mis santificaciones; � las santidades de santidades; sino que llevar�n su verg�enza, y sus abominaciones que hicieron. Pondr�los, pues, por guardas de la guarda de la casa en todo su servicio, y en todo lo que en ella hubiere de hacerse. Mas los sacerdotes Levitas, hijos de Sadoc, que guardaron el ordenamiento de mi santuario, cuando los hijos de Israel se desviaron de m�, ellos ser�n allegados � m� para ministrarme, y delante de m� estar�n para ofrecerme la grosura y la sangre, dice el Se�or Jehov�. Esos entrar�n en mi santuario, y ellos se allegar�n � mi mesa para ministrarme, y guardar�n mi ordenamiento. Y ser� que cuando entraren por las puertas del atrio interior, se vestir�n de vestimentas de lino: no asentar� sobre ellos lana, cuando ministraren en las puertas del atrio de adentro, y en el interior. Tiaras de lino tendr�n en sus cabezas, y pa�etes de lino en sus lomos: no se ce�ir�n para sudar. Y cuando salieren al atrio de afuera, al atrio de afuera al pueblo, se desnudar�n de sus vestimentas con que ministraron, y las dejar�n en las c�maras del santuario, y se vestir�n de otros vestidos: as� no santificar�n el pueblo con sus vestimentas. Y no rapar�n su cabeza, ni dejar�n crecer el cabello; sino que lo recortar�n trasquilando sus cabezas. Y ninguno de los sacerdotes beber� vino cuando hubieren de entrar en el atrio interior. Ni viuda, ni repudiada se tomar�n por mujeres; sino que tomar�n v�rgenes del linaje de la casa de Israel, � viuda que fuere viuda de sacerdote. Y ense�ar�n � mi pueblo � hacer diferencia entre lo santo y lo profano, y les ense�ar�n � discernir entre lo limpio y lo no limpio. Y en el pleito ellos estar�n para juzgar; conforme � mis derechos lo juzgar�n: y mis leyes y mis decretos guardar�n en todas mis solemnidades, y santificar�n mis s�bados. Y � hombre muerto no entrar� para contaminarse; mas sobre padre, � madre, � hijo, � hija, hermano, � hermana que no haya tenido marido, se contaminar�. Y ffadespu�s de su purificaci�n, le contar�n siete d�as. Y el d�a que entrare al santuario, al atrio de adentro, para ministrar en el santuario, ofrecer� su expiaci�n, dice el Se�or Jehov�. Y ser� � ellos por heredad: yo ser� su heredad; y no les dar�is posesi�n en Israel: yo soy su posesi�n. El presente, y la expiaci�n, y el sacrificio por el pecado, comer�n; y toda cosa dedicada en Israel, ser� de ellos. Y las primicias de todos los primeros de todo, y toda ofrenda de todo lo que se ofreciere de todas vuestras ofrendas, ser� de los sacerdotes: dar�is asimismo las primicias de todas vuestras masas al sacerdote, para que haga reposar la bendici�n en vuestras casas. Ninguna cosa mortecina, ni desgarrada, as� de aves como de animales, comer�n los sacerdotes. Ezequiel 45Y CUANDO partiereis por suertes la tierra en heredad, apartar�is una suerte para Jehov� que le consagr�is en la tierra, de longitud de veinticinco mil ca�as y diez mil de ancho: esto ser� santificado en todo su t�rmino alrededor. De esto ser�n para el santuario quinientas de longitud, y quinientas de ancho, en cuadro alrededor; y cincuenta codos en derredor para sus ejidos. Y de esta medida medir�s en longitud veinticinco mil ca�as, y en anchura diez mil, en lo cual estar� el santuario, el santuario de santuarios. Lo consagrado de esta tierra ser� para los sacerdotes ministros del santuario, que se llegan para ministrar � Jehov�: y ser�les lugar para casas, y lugar santo para el santuario. Asimismo veinticinco mil de longitud, y diez mil de anchura, lo cual ser� para los Levitas ministros de la casa, en posesi�n, con veinte c�maras. Y para la posesi�n de la ciudad dar�is cinco mil de anchura y veinticinco mil de longitud, delante de lo que se apart� para el santuario: ser� para toda la casa de Israel. Y la parte del pr�ncipe ser� junto al apartamiento del santuario, de la una parte y de la otra, y junto � la posesi�n de la ciudad, delante del apartamiento del santuario, y delante de la posesi�n de la ciudad, desde el rinc�n occidental hacia el occidente, hasta el rinc�n oriental hacia el oriente: y la longitud ser� de la una parte � la otra, desde el rinc�n del occidente hasta el rinc�n del oriente. Esta tierra tendr� por posesi�n en Israel, y nunca m�s mis pr�ncipes oprimir�n � mi pueblo: y dar�n la tierra � la casa de Israel por sus tribus. As� ha dicho el Se�or Jehov�: B�steos, oh pr�ncipes de Israel: dejad la violencia y la rapi�a: haced juicio y justicia; quitad vuestras imposiciones de sobre mi pueblo, dice el Se�or Jehov�. Peso de justicia, y epha de justicia, y bato de justicia, tendr�is. El epha y el bato ser�n de una misma medida: que el bato tenga la d�cima parte del homer, y la d�cima parte del homer el epha: la medida de ellos ser� seg�n el homer. Y el siclo ser� de veinte geras: veinte siclos, con veinticinco siclos, y quince siclos, os ser�n una mina. Esta ser� la ofrenda que ofrecer�is: la sexta parte de un epha de homer del trigo, y la sexta parte de un epha de homer de la cebada. Y la ordenanza del aceite ser� que ofrecer�is un bato de aceite, que es la d�cima parte de un coro: diez batos har�n un homer; porque diez batos son un homer. Y una cordera de la manada de doscientas, de las gruesas de Israel, para sacrificio, y para holocausto y para pac�ficos, para expiaci�n por ellos, dice el Se�or Jehov�. Todo el pueblo de la tierra ser� obligado � esta ofrenda para el pr�ncipe de Israel. Mas del pr�ncipe ser� el dar el holocausto, y el sacrificio, y la libaci�n, en las solemnidades, y en las lunas nuevas, y en los s�bados, y en todas las fiestas de la casa de Israel: �l dispondr� la expiaci�n, y el presente, y el holocausto, y los pac�ficos, para expiar la casa de Israel. As� ha dicho el Se�or Jehov�: El mes primero, al primero del mes, tomar�s un becerro sin defecto de la vacada, y expiar�s el santuario. Y el sacerdote tomar� de la sangre de la expiaci�n, y pondr� sobre los postes de la casa, y sobre los cuatro �ngulos del �rea del altar, y sobre los postes de las puertas del atrio de adentro. As� har�s el s�ptimo del mes por los errados y enga�ados; y expiar�s la casa. El mes primero, � los catorce d�as del mes, tendr�is la pascua, fiesta de siete d�as: comer�se pan sin levadura. Y aquel d�a el pr�ncipe sacrificar� por s�, y por todo el pueblo de la tierra, un becerro por el pecado. Y en los siete d�as de solemnidad har� holocausto � Jehov�, siete becerros y siete carneros sin defecto, cada d�a de los siete d�as; y por el pecado un macho cabr�o cada d�a. Y con cada becerro ofrecer� presente de un epha, y con cada carnero un epha; y por cada epha un hin de aceite. En el mes s�ptimo, � los quince del mes, en la fiesta, har� como en estos siete d�as, cuanto � la expiaci�n, y cuanto al holocausto, y cuanto al presente, y cuanto al aceite. Ezequiel 46ASI ha dicho el Se�or Jehov�: La puerta del atrio de adentro que mira al oriente, estar� cerrada los seis d�as de trabajo, y el d�a del s�bado se abrir�: abrir�se tambi�n el d�a de la nueva luna. Y el pr�ncipe entrar� por el camino del portal de la puerta de afuera, y estar� al umbral de la puerta, mientras los sacerdotes har�n su holocausto y sus pac�ficos, y adorar� � la entrada de la puerta: despu�s saldr�; mas no se cerrar� la puerta hasta la tarde. Asimismo adorar� el pueblo de la tierra delante de Jehov�, � la entrada de la puerta, en los s�bados y en las nuevas lunas. Y el holocausto que el pr�ncipe ofrecer� � Jehov� el d�a del s�bado, ser� seis corderos sin defecto, y un carnero sin tacha: Y por presente un epha con cada carnero; y con cada cordero un presente, don de su mano, y un hin de aceite con el epha. Mas el d�a de la nueva luna, un becerro sin tacha de la vacada, y seis corderos, y un carnero: deber�n ser sin defecto. Y har� presente de un epha con el becerro, y un epha con cada carnero: mas con los corderos, conforme � su facultad; y un hin de aceite por cada epha. Y cuando el pr�ncipe entrare, entrar� por el camino del portal de la puerta: y por el mismo camino saldr�. Mas cuando el pueblo de la tierra entrare delante de Jehov� en las fiestas, el que entrare por la puerta del norte, saldr� por la puerta del mediod�a; y el que entrare por la puerta del mediod�a, saldr� por la puerta del norte: no volver� por la puerta por donde entr�, sino que saldr� por la de enfrente de ella. Y el pr�ncipe, cuando ellos entraren, �l entrar� en medio de ellos: y cuando ellos salieren, �l saldr�. Y en las fiestas y en las solemnidades ser� el presente un epha con cada becerro, y un epha con cada carnero; y con los corderos, lo que le pareciere; y un hin de aceite con cada epha. Mas cuando el pr�ncipe libremente hiciere holocausto � pac�ficos � Jehov�, abrir�nle la puerta que mira al oriente, y har� su holocausto y sus pac�ficos, como hace en el d�a del s�bado: despu�s saldr�; y cerrar�n la puerta despu�s que saliere. Y sacrificar�s � Jehov� cada d�a en holocausto un cordero de un a�o sin defecto, cada ma�ana lo sacrificar�s. Y con �l har�s todas las ma�anas presente de la sexta parte de un epha, y la tercera parte de un hin de aceite para mezclar con la flor de harina: presente para Jehov� continuamente por estatuto perpetuo. Ofrecer�n pues el cordero, y el presente y el aceite, todas las ma�anas en holocausto continuo. As� ha dicho el Se�or Jehov�: Si el pr�ncipe diere alg�n don de su heredad � alguno de sus hijos, ser� de ellos; posesi�n de ellos ser� por herencia. Mas si de su heredad diere don � alguno de sus siervos, ser� de �l hasta el a�o de libertad, y volver� al pr�ncipe; mas su herencia ser� de sus hijos. Y el pr�ncipe no tomar� nada de la herencia del pueblo, por no defraudarlos de su posesi�n: de lo que �l posee dar� herencia � sus hijos; para que mi pueblo no sea echado cada uno de su posesi�n. Meti�me despu�s por la entrada que estaba hacia la puerta, � las c�maras santas de los sacerdotes, las cuales miraban al norte, y hab�a all� un lugar � los lados del occidente. Y d�jome: Este es el lugar donde los sacerdotes cocer�n el sacrificio por el pecado y la expiaci�n: all� cocer�n el presente, por no sacarlo al atrio de afuera para santificar al pueblo. Luego me sac� al atrio de afuera, y llev�me por los cuatro rincones del atrio; y en cada rinc�n hab�a un patio. En los cuatro rincones del atrio hab�a patios juntos de cuarenta codos de longitud, y treinta de anchura: ten�an una misma medida todos cuatro � los rincones. Y hab�a una pared alrededor de ellos, alrededor de todos cuatro, y chimeneas hechas abajo alrededor de las paredes. Y d�jome: Estos son los aposentos de los cocineros, donde los servidores de la casa cocer�n el sacrificio del pueblo. Ezequiel 47HIZOME tornar luego � la entrada de la casa; y he aqu� aguas que sal�an de debajo del umbral de la casa hacia el oriente: porque la fachada de la casa estaba al oriente: y las aguas descend�an de debajo, hacia el lado derecho de la casa, al mediod�a del altar. Y sac�me por el camino de la puerta del norte, � h�zome rodear por el camino fuera de la puerta, por de fuera al camino de la que mira al oriente: y he aqu� las aguas que sal�an al lado derecho. Y saliendo el var�n hacia el oriente, ten�a un cordel en su mano; y midi� mil codos, � h�zome pasar por las aguas hasta los tobillos. Y midi� otros mil, � h�zome pasar por las aguas hasta las rodillas. Midi� luego otros mil, � h�zome pasar por las aguas hasta los lomos. Y midi� otros mil, � iba ya el arroyo que yo no pod�a pasar: porque las aguas se hab�an alzado, y el arroyo no se pod�a pasar sino � nado. Y d�jome: �Has visto, hijo del hombre? Despu�s me llev�, � h�zome tornar por la ribera del arroyo. Y tornando yo, he aqu� en la ribera del arroyo hab�a �rboles muy muchos de la una parte y de la otra. Y d�jome: Estas aguas salen � la regi�n del oriente, y descender�n � la llanura, y entrar�n en la mar: y entradas en la mar, recibir�n sanidad las aguas. Y ser� que toda alma viviente que nadare por donde quiera que entraren estos dos arroyos, vivir�: y habr� muy muchos peces por haber entrado all� estas aguas, y recibir�n sanidad; y vivir� todo lo que entrare en este arroyo. Y ser� que junto � �l estar�n pescadores; y desde En-gadi hasta En-eglaim ser� tendedero de redes: en su clase ser� su pescado como el pescado de la gran mar, mucho en gran manera. Sus charcos y sus lagunas no se sanar�n; quedar�n para salinas. Y junto al arroyo, en su ribera de una parte y de otra, crecer� todo �rbol de comer: su hoja nunca caer�, ni faltar� su fruto: � sus meses madurar�, porque sus aguas salen del santuario: y su fruto ser� para comer, y su hoja para medicina. As� ha dicho el Se�or Jehov�: Este es el t�rmino en que partir�is la tierra en heredad entre las doce tribus de Israel: Jos� dos partes. Y la heredar�is as� los unos como los otros: por ella alc� mi mano que la hab�a de dar � vuestros padres: por tanto, esta tierra os caer� en heredad. Y este ser� el t�rmino de la tierra hacia la parte del norte; desde la gran mar, camino de Hethlon viniendo � Sedad; Hamath, Berotha, Sibrahim, que est� entre el t�rmino de Damasco y el t�rmino de Hamath; Haser-hatticon, que es el t�rmino de Hauran. Y ser� el t�rmino del norte desde la mar de Haser-enon al t�rmino de Damasco al norte, y al t�rmino de Hamath al lado del norte. Al lado del oriente, por medio de Hauran y de Damasco, y de Galaad, y de la tierra de Israel, al Jord�n: esto medir�is de t�rmino hasta la mar del oriente. Y al lado del mediod�a, hacia el mediod�a, desde Tamar hasta las aguas de las rencillas; desde Cades y el arroyo hasta la gran mar: y esto ser� el lado austral, al mediod�a. Y al lado del occidente la gran mar ser� el t�rmino hasta en derecho para venir � Hamath: este ser� el lado del occidente. Partir�is, pues, esta tierra entre vosotros por las tribus de Israel. Y ser� que echar�is sobre ella suertes por herencia para vosotros, y para los extranjeros que peregrinan entre vosotros, que entre vosotros han engendrado hijos: y los tendr�is como naturales entre los hijos de Israel; echar�n suertes con vosotros para heredarse entre las tribus de Israel. Y ser� que en la tribu en que peregrinare el extranjero, all� le dar�is su heredad, ha dicho el Se�or Jehov�. Ezequiel 48Y ESTOS son los nombres de las tribus: Desde la extremidad septentrional por la v�a de Hethlon viniendo � Hamath, Haser-enon, al t�rmino de Damasco, al norte, al t�rmino de Hamath: tendr� Dan una parte, siendo sus extremidades al oriente y al occidente. Y junto al t�rmino de Dan, desde la parte del oriente hasta la parte de la mar, Aser una parte. Y junto al t�rmino de Aser, desde el lado oriental hasta la parte de la mar, Nephtal�, otra. Y junto al t�rmino de Nephtal�, desde la parte del oriente hasta la parte de la mar, Manas�s, otra. Y junto al t�rmino de Manas�s, desde la parte del oriente hasta la parte de la mar, Ephraim, otra. Y junto al t�rmino de Ephraim, desde la parte del oriente hasta la parte de la mar, Rub�n, otra. Y junto al t�rmino de Rub�n, desde la parte del oriente hasta la parte de la mar, Jud�, otra. Y junto al t�rmino de Jud�, desde la parte del oriente hasta la parte de la mar, ser� la suerte que apartar�is de veinticinco mil ca�as de anchura, y de longitud como cualquiera de las otras partes es � saber, desde la parte del oriente hasta la parte de la mar; y el santuario estar� en medio de ella. La suerte que apartar�is para Jehov�, ser� de longitud de veinticinco mil ca�as, y de diez mil de ancho. Y all� ser� la suerte santa de los sacerdotes, de veinticinco mil ca�as al norte, y de diez mil de anchura al occidente, y de diez mil de ancho al oriente, y de veinticinco mil de longitud al mediod�a: y el santuario de Jehov� estar� en medio de ella. Los sacerdotes santificados de los hijos de Sadoc, que guardaron mi observancia, que no erraron cuando erraron los hijos de Israel, como erraron los Levitas. Ellos tendr�n por suerte, apartada en la partici�n de la tierra, la parte sant�sima, junto al t�rmino de los Levitas. Y la de los Levitas, al lado del t�rmino de los sacerdotes, ser� de veinticinco mil ca�as de longitud, y de diez mil de anchura: toda la longitud de veinticinco mil, y la anchura de diez mil. No vender�n de ello, ni permutar�n, ni traspasar�n las primicias de la tierra: porque es cosa consagrada � Jehov�. Y las cinco mil ca�as de anchura que quedan de las veinticinco mil, ser�n profanas, para la ciudad, para habitaci�n y para ejido; y la ciudad estar� en medio. Y estas ser�n sus medidas: � la parte del norte cuatro mil y quinientas ca�as, y � la parte del mediod�a cuatro mil y quinientas, y � la parte del oriente cuatro mil y quinientas, y � la parte del occidente cuatro mil y quinientas. Y el ejido de la ciudad ser� al norte de doscientas y cincuenta ca�as, y al mediod�a de doscientas y cincuenta, y al oriente de doscientas y cincuenta, y de doscientas y cincuenta al occidente. Y lo que quedare de longitud delante de la suerte santa, diez mil ca�as al oriente y diez mil al occidente, que ser� lo que quedar� de la suerte santa, ser� para sembrar para los que sirven � la ciudad. Y los que servir�n � la ciudad, ser�n de todas las tribus de Israel. Todo el apartado de veinticinco mil ca�as por veinticinco mil en cuadro, apartar�is por suerte para el santuario, y para la posesi�n de la ciudad. Y del pr�ncipe ser� lo que quedare de la una parte y de la otra de la suerte santa, y de la posesi�n de la ciudad, es � saber, delante de las veinticinco mil ca�as de la suerte hasta el t�rmino oriental, y al occidente delante de las veinticinco mil hasta el t�rmino occidental, delante de las partes dichas ser� del pr�ncipe: y suerte santa ser�; y el santuario de la casa estar� en medio de ella. Y desde la posesi�n de los Levitas, y desde la posesi�n de la ciudad, en medio estar� lo que pertenecer� al pr�ncipe. Entre el t�rmino de Jud� y el t�rmino de Benjam�n estar� la suerte del pr�ncipe. Cuanto � las dem�s tribus, desde la parte del oriente hasta la parte de la mar, tendr� Benjam�n una parte. Y junto al t�rmino de Benjam�n, desde la parte del oriente hasta la parte de la mar, Sime�n, otra. Y junto al t�rmino de Sime�n, desde la parte del oriente hasta la parte de la mar, Issach�r, otra. Y junto al t�rmino de Issach�r, desde la parte del oriente hasta la parte de la mar, Zabul�n, otra. Y junto al t�rmino de Zabul�n, desde la parte del oriente hasta la parte de la mar, Gad, otra. Y junto al t�rmino de Gad, � la parte del austro, al mediod�a, ser� el t�rmino desde Tamar hasta las aguas de las rencillas, y desde Cades y el arroyo hasta la gran mar. Esta es la tierra que partir�is por suertes en heredad � las tribus de Israel, y estas son sus porciones, ha dicho el Se�or Jehov�. Y estas son las salidas de la ciudad � la parte del norte, cuatro mil y quinientas ca�as por medida. Y las puertas de la ciudad ser�n seg�n los nombres de las tribus de Israel: tres puertas al norte: la puerta de Rub�n, una; la puerta de Jud�, otra; la puerta de Lev�, otra. Y � la parte del oriente cuatro mil y quinientas ca�as, y tres puertas: la puerta de Jos�, una; la puerta de Benjam�n, otra; la puerta de Dan, otra. Y � la parte del mediod�a, cuatro mil y quinientas ca�as por medida, y tres puertas: la puerta de Sime�n, una; la puerta de Issach�r, otra; la puerta de Zabul�n, otra. Y � la parte del occidente cuatro mil y quinientas ca�as, y sus tres puertas: la puerta de Gad, una; la puerta de Aser, otra; la puerta de Nephtal�, otra. En derredor tendr� dieciocho mil ca�as. Y el nombre de la ciudad desde aquel d�a ser� JEHOVA SHAMMA.
Daniel LA BIBLIA Versión Reina-Valera de 1909 �NDICE [1 | 2 | 3 | 4 | 5 | 6 | 7 | 8 | 9 | 10 | 11 | 12 ]Daniel 1EN el a�o tercero del reinado de Joacim rey de Jud�, vino Nabucodonosor rey de Babilonia � Jerusalem, y cerc�la. Y el Se�or entreg� en sus manos � Joacim rey de Jud�, y parte de los vasos de la casa de Dios, y tr�jolos � tierra de Sinar, � la casa de su dios: y meti� los vasos en la casa del tesoro de su dios. Y dijo el rey � Aspenaz, pr�ncipe de sus eunucos, que trajese de los hijos de Israel, del linaje real de los pr�ncipes, Muchachos en quienes no hubiese tacha alguna, y de buen parecer, y ense�ados en toda sabidur�a, y sabios en ciencia, y de buen entendimiento, � id�neos para estar en el palacio del rey; y que les ense�ase las letras y la lengua de los Caldeos. Y se�al�les el rey raci�n para cada d�a de la raci�n de la comida del rey, y del vino de su beber: que los criase tres a�os, para que al fin de ellos estuviesen delante del rey. Y fueron entre ellos, de los hijos de Jud�, Daniel, Anan�as, Misael y Azar�as: A los cuales el pr�ncipe de los eunucos puso nombres: y puso � Daniel, Beltsasar; y � Anan�as, Sadrach; y � Misael, Mesach; y � Azar�as, Abed-nego. Y Daniel propuso en su coraz�n de no contaminarse en la raci�n de la comida del rey, ni en el vino de su beber: pidi� por tanto al pr�ncipe de los eunucos de no contaminarse. (Y puso Dios � Daniel en gracia y en buena voluntad con el pr�ncipe de los eunucos.) Y dijo el pr�ncipe de los eunucos � Daniel: Tengo temor de mi se�or el rey, que se�al� vuestra comida y vuestra bebida; pues luego que �l habr� visto vuestros rostros m�s tristes que los de los muchachos que son semejantes � vosotros, condenar�is para con el rey mi cabeza. Entonces dijo Daniel � Melsar, que estaba puesto por el pr�ncipe de los eunucos sobre Daniel, Anan�as, Misael, y Azar�as: Prueba, te ruego, tus siervos diez d�as, y dennos legumbres � comer, y agua � beber. Parezcan luego delante de ti nuestros rostros, y los rostros de los muchachos que comen de la raci�n de la comida del rey; y seg�n que vieres, har�s con tus siervos. Consinti� pues con ellos en esto, y prob� con ellos diez d�as. Y al cabo de los diez d�as pareci� el rostro de ellos mejor y m�s nutrido de carne, que los otros muchachos que com�an de la raci�n de comida del rey. As� fu� que Melsar tomaba la raci�n de la comida de ellos, y el vino de su beber, y d�bales legumbres. Y � estos cuatro muchachos di�les Dios conocimiento � inteligencia en todas letras y ciencia: mas Daniel tuvo entendimiento en toda visi�n y sue�os. Pasados pues los d�as al fin de los cuales hab�a dicho el rey que los trajesen, el pr�ncipe de los eunucos los trajo delante de Nabucodonosor. Y el rey habl� con ellos, y no fu� hallado entre todos ellos otro como Daniel, Anan�as, Misael, y Azar�as: y as� estuvieron delante del rey. Y en todo negocio de sabidur�a � inteligencia que el rey les demand�, hall�los diez veces mejores que todos los magos y astr�logos que hab�a en todo su reino. Y fu� Daniel hasta el a�o primero del rey Ciro. Daniel 2Y EN el segundo a�o del reinado de Nabucodonosor, so�� Nabucodonosor sue�os, y perturb�se su esp�ritu, y su sue�o se huy� de �l. Y mand� el rey llamar magos, astr�logos, y encantadores, y Caldeos, para que mostrasen al rey sus sue�os. Vinieron pues, y se presentaron delante del rey. Y el rey les dijo: He so�ado un sue�o, y mi esp�ritu se ha perturbado por saber del sue�o. Entonces hablaron los Caldeos al rey en lengua aramea: Rey, para siempre vive: di el sue�o � tus siervos, y mostraremos la declaraci�n. Respondi� el rey y dijo � los Caldeos: El negocio se me fu�: si no me mostr�is el sue�o y su declaraci�n, ser�is hechos cuartos, y vuestras casas ser�n puestas por muladares. Y si mostrareis el sue�o y su declaraci�n, recibir�is de m� dones y mercedes y grande honra: por tanto, mostradme el sue�o y su declaraci�n. Respondieron la segunda vez, y dijeron: Diga el rey el sue�o � sus siervos, y mostraremos su declaraci�n. El rey respondi�, y dijo: Yo conozco ciertamente que vosotros pon�is dilaciones, porque veis que el negocio se me ha ido. Si no me mostr�is el sue�o, una sola sentencia ser� de vosotros. Ciertamente prepar�is respuesta mentirosa y perversa que decir delante de m�, entre tanto que se muda el tiempo: por tanto, decidme el sue�o, para que yo entienda que me pod�is mostrar su declaraci�n. Los Caldeos respondieron delante del rey, y dijeron: No hay hombre sobre la tierra que pueda declarar el negocio del rey: dem�s de esto, ning�n rey, pr�ncipe, ni se�or, pregunt� cosa semejante � ning�n mago, ni astr�logo, ni Caldeo. Finalmente, el negocio que el rey demanda, es singular, ni hay quien lo pueda declarar delante del rey, salvo los dioses cuya morada no es con la carne. Por esto el rey con ira y con grande enojo, mand� que matasen � todos los sabios de Babilonia. Y public�se el mandamiento, y los sabios eran llevados � la muerte; y buscaron � Daniel y � sus compa�eros para matarlos. Entonces Daniel habl� avisada y prudentemente � Arioch, capit�n de los de la guarda del rey, que hab�a salido para matar los sabios de Babilonia. Habl� y dijo � Arioch capit�n del rey: �Qu� es la causa que este mandamiento se publica de parte del rey tan apresuradamente? Entonces Arioch declar� el negocio � Daniel. Y Daniel entr�, y pidi� al rey que le diese tiempo, y que �l mostrar�a al rey la declaraci�n. Fu�se luego Daniel � su casa, y declar� el negocio � Anan�as, Misael, y Azar�as, sus compa�eros, Para demandar misericordias del Dios del cielo sobre este misterio, y que Daniel y sus compa�eros no pereciesen con los otros sabios de Babilonia. Entonces el arcano fu� revelado � Daniel en visi�n de noche; por lo cual bendijo Daniel al Dios del cielo. Y Daniel habl�, y dijo: Sea bendito el nombre de Dios de siglo hasta siglo: porque suya es la sabidur�a y la fortaleza: Y �l es el que muda los tiempos y las oportunidades: quita reyes, y pone reyes: da la sabidur�a � los sabios, y la ciencia � los entendidos: El revela lo profundo y lo escondido: conoce lo que est� en tinieblas, y la luz mora con �l. A ti, oh Dios de mis padres, confieso y te alabo, que me diste sabidur�a y fortaleza, y ahora me ense�aste lo que te pedimos; pues nos has ense�ado el negocio del rey. Despu�s de esto Daniel entr� � Arioch, al cual el rey hab�a puesto para matar � los sabios de Babilonia; fu�, y d�jole as�: No mates � los sabios de Babilonia: ll�vame delante del rey, que yo mostrar� al rey la declaraci�n. Entonces Arioch llev� prestamente � Daniel delante del rey, y d�jole as�: Un var�n de los trasportados de Jud� he hallado, el cual declarar� al rey la interpretaci�n. Respondi� el rey, y dijo � Daniel, al cual llamaban Beltsasar: �Podr�s t� hacerme entender el sue�o que vi, y su declaraci�n? Daniel respondi� delante del rey, y dijo: El misterio que el rey demanda, ni sabios, ni astr�logos, ni magos, ni adivinos lo pueden ense�ar al rey. Mas hay un Dios en los cielos, el cual revela los misterios, y �l ha hecho saber al rey Nabucodonosor lo que ha de acontecer � cabo de d�as. Tu sue�o, y las visiones de tu cabeza sobre tu cama, es esto: T�, oh rey, en tu cama subieron tus pensamientos por saber lo que hab�a de ser en lo por venir; y el que revela los misterios te mostr� lo que ha de ser. Y � m� ha sido revelado este misterio, no por sabidur�a que en m� haya, m�s que en todos los vivientes, sino para que yo notifique al rey la declaraci�n, y que entiendieses los pensamientos de tu coraz�n. T�, oh rey, ve�as, y he aqu� una grande imagen. Esta imagen, que era muy grande, y cuya gloria era muy sublime, estaba en pie delante de ti, y su aspecto era terrible. La cabeza de esta imagen era de fino oro; sus pechos y sus brazos, de plata; su vientre y sus muslos, de metal; Sus piernas de hierro; sus pies, en parte de hierro, y en parte de barro cocido. Estabas mirando, hasta que una piedra fu� cortada, no con mano, la cual hiri� � la imagen en sus pies de hierro y de barro cocido, y los desmenuz�. Entonces fu� tambi�n desmenuzado el hierro, el barro cocido, el metal, la plata y el oro, y se tornaron como tamo de las eras del verano: y levant�los el viento, y nunca m�s se les hall� lugar. Mas la piedra que hiri� � la imagen, fu� hecha un gran monte, que hinchi� toda la tierra. Este es el sue�o: la declaraci�n de �l diremos tambi�n en presencia del rey. T�, oh rey, eres rey de reyes; porque el Dios del cielo te ha dado reino, potencia, y fortaleza, y majestad. Y todo lo que habitan hijos de hombres, bestias del campo, y aves del cielo, �l ha entregado en tu mano, y te ha hecho ense�orear sobre todo: t� eres aquella cabeza de oro. Y despu�s de ti se levantar� otro reino menor que t�; y otro tercer reino de metal, el cual se ense�orear� de toda la tierra. Y el reino cuarto ser� fuerte como hierro; y como el hierro desmenuza y doma todas las cosas, y como el hierro que quebranta todas estas cosas, desmenuzar� y quebrantar�. Y lo que viste de los pies y los dedos, en parte de barro cocido de alfarero, y en parte de hierro, el reino ser� dividido; mas habr� en �l algo de fortaleza de hierro, seg�n que viste el hierro mezclado con el tiesto de barro. Y por ser los dedos de los pies en parte de hierro, y en parte de barro cocido, en parte ser� el reino fuerte, y en parte ser� fr�gil. Cuanto � aquello que viste, el hierro mezclado con tiesto de barro, mezclar�nse con simiente humana, mas no se pegar�n el uno con el otro, como el hierro no se mistura con el tiesto. Y en los d�as de estos reyes, levantar� el Dios del cielo un reino que nunca jam�s se corromper�: y no ser� dejado � otro pueblo este reino; el cual desmenuzar� y consumir� todos estos reinos, y �l permanecer� para siempre. De la manera que viste que del monte fu� cortada una piedra, no con manos, la cual desmenuz� al hierro, al metal, al tiesto, � la plata, y al oro; el gran Dios ha mostrado al rey lo que ha de acontecer en lo por venir: y el sue�o es verdadero, y fiel su declaraci�n. Entonces el rey Nabucodonosor cay� sobre su rostro, y humill�se � Daniel, y mand� que le sacrificasen presentes y perfumes. El rey habl� � Daniel, y dijo: Ciertamente que el Dios vuestro es Dios de dioses, y el Se�or de los reyes, y el descubridor de los misterios, pues pudiste revelar este arcano. Entonces el rey engrandeci� � Daniel, y le di� muchos y grandes dones, y p�solo por gobernador de toda la provincia de Babilonia, y por pr�ncipe de los gobernadores sobre todos los sabios de Babilonia. Y Daniel solicit� del rey, y �l puso sobre los negocios de la provincia de Babilonia � Sadrach, Mesach, y Abed-nego: y Daniel estaba � la puerta del rey. Daniel 3EL rey Nabucodonosor hizo una estatua de oro, la altura de la cual era de sesenta codos, su anchura de seis codos: levant�la en el campo de Dura, en la provincia de Babilonia. Y envi� el rey Nabucodonosor � juntar los grandes, los asistentes y capitanes, oidores, receptores, los del consejo, presidentes, y � todos los gobernadores de las provincias, para que viniesen � la dedicaci�n de la estatua que el rey Nabucodonosor hab�a levantado. Fueron pues reunidos los grandes, los asistentes y capitanes, los oidores, receptores, los del consejo, los presidentes, y todos los gobernadores de las provincias, � la dedicaci�n de la estatua que el rey Nabucodonosor hab�a levantado: y estaban en pie delante de la estatua que hab�a levantado el rey Nabucodonosor. Y el pregonero pregonaba en alta voz: M�ndase � vosotros, oh pueblos, naciones, y lenguas, En oyendo el son de la bocina, del p�fano, del tamboril, del arpa, del salterio, de la zampo�a, y de todo instrumento m�sico, os postrar�is y adorar�is la estatua de oro que el rey Nabucodonosor ha levantado: Y cualquiera que no se postrare y adorare, en la misma hora ser� echado dentro de un horno de fuego ardiendo. Por lo cual, en oyendo todos los pueblos el son de la bocina, del p�fano, del tamboril, del arpa, del salterio, de la zampo�a, y de todo instrumento m�sico, todos los pueblos, naciones, y lenguas, se postraron, y adoraron la estatua de oro que el rey Nabucodonosor hab�a levantado. Por esto en el mismo tiempo algunos varones Caldeos se llegaron, y denunciaron de los Jud�os. Hablando y diciendo al rey Nabucodonosor: Rey, para siempre vive. T�, oh rey, pusiste ley que todo hombre en oyendo el son de la bocina, del p�fano, del tamboril, del arpa, del salterio, de la zampo�a, y de todo instrumento m�sico, se postrase y adorase la estatua de oro: Y el que no se postrase y adorase, fuese echado dentro de un horno de fuego ardiendo. Hay unos varones Jud�os, los cuales pusiste t� sobre los negocios de la provincia de Babilonia; Sadrach, Mesach, y Abed-nego: estos varones, oh rey, no han hecho cuenta de ti; no adoran tus dioses, no adoran la estatua de oro que t� levantaste. Entonces Nabucodonosor dijo con ira y con enojo que trajesen � Sadrach, Mesach, y Abed-nego. Al punto fueron tra�dos estos varones delante del rey. Habl� Nabucodonosor, y d�joles: �Es verdad Sadrach, Mesach, y Abed-nego, que vosotros no honr�is � mi dios, ni ador�is la estatua de oro que he levantado? Ahora pues, �est�is prestos para que en oyendo el son de la bocina, del p�fano, del tamboril, del arpa, del salterio, de la zampo�a, y de todo instrumento m�sico, os postr�is, y ador�is la estatua que he hecho? Porque si no la adorareis, en la misma hora ser�is echados en medio de un horno de fuego ardiendo: �y qu� dios ser� aquel que os libre de mis manos? Sadrach, Mesach, y Abed-nego respondieron y dijeron al rey Nabucodonosor: no cuidamos de responderte sobre este negocio. He aqu� nuestro Dios � quien honramos, puede librarnos del horno de fuego ardiendo; y de tu mano, oh rey, nos librar�. Y si no, sepas, oh rey, que tu dios no adoraremos, ni tampoco honraremos la estatua que has levantado. Entonces Nabucodonosor fu� lleno de ira, y demud�se la figura de su rostro sobre Sadrach, Mesach, y Abed-nego: as� habl�, y orden� que el horno se encendiese siete veces tanto de lo que cada vez sol�a. Y mand� � hombres muy vigorosos que ten�a en su ej�rcito, que atasen � Sadrach, Mesach, y Abed-nego, para echarlos en el horno de fuego ardiendo. Entonces estos varones fueron atados con sus mantos, y sus calzas, y sus turbantes, y sus vestidos, y fueron echados dentro del horno de fuego ardiendo. Y porque la palabra del rey daba priesa, y hab�a procurado que se encendiese mucho, la llama del fuego mat� � aquellos que hab�an alzado � Sadrach, Mesach, y Abed-nego. Y estos tres varones, Sadrach, Mesach, y Abed-nego, cayeron atados dentro del horno de fuego ardiendo. Entonces el rey Nabucodonosor se espant�, y levant�se apriesa, y habl�, y dijo � los de su consejo: �No echaron tres varones atados dentro del fuego? Ellos respondieron y dijeron al rey: Es verdad, oh rey. Respondi� �l y dijo: He aqu� que yo veo cuatro varones sueltos, que se pasean en medio del fuego, y ning�n da�o hay en ellos: y el parecer del cuarto es semejante � hijo de los dioses. Entonces Nabucodonosor se acerc� � la puerta del horno de fuego ardiendo, y habl� y dijo: Sadrach, Mesach, y Abed-nego, siervos del alto Dios, salid y venid. Entonces Sadrach, Mesach, y Abed-nego, salieron de en medio del fuego. Y junt�ronse los grandes, los gobernadores, los capitanes, y los del consejo del rey, para mirar estos varones, como el fuego no se ense�ore� de sus cuerpos, ni cabello de sus cabezas fu� quemado, ni sus ropas se mudaron, ni olor de fuego hab�a pasado por ellos. Nabucodonosor habl� y dijo: Bendito el Dios de ellos, de Sadrach, Mesach, y Abed-nego, que envi� su �ngel, y libr� sus siervos que esperaron en �l, y el mandamiento del rey mudaron, y entregaron sus cuerpos antes que sirviesen ni adorasen otro dios que su Dios. Por m� pues se pone decreto, que todo pueblo, naci�n, � lengua, que dijere blasfemia contra el Dios de Sadrach, Mesach, y Abed-nego, sea descuartizado, y su casa sea puesta por muladar; por cuanto no hay dios que pueda librar como �ste. Entonces el rey engrandeci� � Sadrach, Mesach, y Abed-nego en la provincia de Babilonia. Daniel 4NABUCODONOSOR rey, � todos los pueblos, naciones, y lenguas, que moran en toda la tierra: Paz os sea multiplicada: Las se�ales y milagros que el alto Dios ha hecho conmigo, conviene que yo las publique. �Cu�n grandes son sus se�ales, y cu�n potentes sus maravillas! Su reino, reino sempiterno, y su se�or�o hasta generaci�n y generaci�n. Yo Nabucodonosor estaba quieto en mi casa, y floreciente en mi palacio. Vi un sue�o que me espant�, y las imaginaciones y visiones de mi cabeza me turbaron en mi cama. Por lo cual yo puse mandamiento para hacer venir delante de m� todos los sabios de Babilonia, que me mostrasen la declaraci�n del sue�o. Y vinieron magos, astr�logos, Caldeos, y adivinos: y dije el sue�o delante de ellos, mas nunca me mostraron su declaraci�n; Hasta tanto que entr� delante de m� Daniel, cuyo nombre es Beltsasar, como el nombre de mi dios, y en el cual hay esp�ritu de los dioses santos, y dije el sue�o delante de �l, diciendo: Beltsasar, pr�ncipe de los magos, ya que he entendido que hay en ti esp�ritu de los dioses santos, y que ning�n misterio se te esconde, expr�same las visiones de mi sue�o que he visto, y su declaraci�n. Aquestas las visiones de mi cabeza en mi cama: Parec�ame que ve�a un �rbol en medio de la tierra, cuya altura era grande. Crec�a este �rbol, y hac�ase fuerte, y su altura llegaba hasta el cielo, y su vista hasta el cabo de toda la tierra. Su copa era hermosa, y su fruto en abundancia, y para todos hab�a en �l mantenimiento. Debajo de �l se pon�an � la sombra las bestias del campo, y en sus ramas hac�an morada las aves del cielo, y manten�ase de �l toda carne. Ve�a en las visiones de mi cabeza en mi cama, y he aqu� que un vigilante y santo descend�a del cielo. Y clamaba fuertemente y dec�a as�: Cortad el �rbol, y desmochad sus ramas, derribad su copa, y derramad su fruto: v�yanse las bestias que est�n debajo de �l, y las aves de sus ramas. Mas la cepa de sus ra�ces dejar�is en la tierra, y con atadura de hierro y de metal entre la hierba del campo; y sea mojado con el roc�o del cielo, y su parte con las bestias en la hierba de la tierra. Su coraz�n sea mudado de coraz�n de hombre, y s�ale dado coraz�n de bestia, y pasen sobre �l siete tiempos. La sentencia es por decreto de los vigilantes, y por dicho de los santos la demanda: para que conozcan los vivientes que el Alt�simo se ense�orea del reino de los hombres, y que � quien �l quiere lo da, y constituye sobre �l al m�s bajo de los hombres. Yo el rey Nabucodonosor he visto este sue�o. T� pues, Beltsasar, dir�s la declaraci�n de �l, porque todos los sabios de mi reino nunca pudieron mostrarme su interpretaci�n: mas t� puedes, porque hay en ti esp�ritu de los dioses santos. Entonces Daniel, cuyo nombre era Beltsasar, estuvo callando casi una hora, y sus pensamientos lo espantaban: El rey habl�, y dijo: Beltsasar, el sue�o ni su declaraci�n no te espante. Respondi� Beltsasar, y dijo: Se�or m�o, el sue�o sea para tus enemigos, y su declaraci�n para los que mal te quieren. El �rbol que viste, que crec�a y se hac�a fuerte, y que su altura llegaba hasta el cielo, y su vista por toda la tierra; Y cuya copa era hermosa, y su fruto en abundancia, y que para todos hab�a mantenimiento en �l; debajo del cual moraban las bestias del campo, y en sus ramas habitaban las aves del cielo, T� mismo eres, oh rey, que creciste, y te hiciste fuerte, pues creci� tu grandeza, y ha llegado hasta el cielo, y tu se�or�o hasta el cabo de la tierra. Y cuanto � lo que vi� el rey, un vigilante y santo que descend�a del cielo, y dec�a: Cortad el �rbol y destruidlo: mas la cepa de sus ra�ces dejar�is en la tierra, y con atadura de hierro y de metal en la hierba del campo; y sea mojado con el roc�o del cielo, y su parte sea con las bestias del campo, hasta que pasen sobre �l siete tiempos: Esta es la declaraci�n, oh rey, y la sentencia del Alt�simo, que ha venido sobre el rey mi se�or: Que te echar�n de entre los hombres, y con las bestias del campo ser� tu morada, y con hierba del campo te apacentar�n como � los bueyes, y con roc�o del cielo ser�s ba�ado; y siete tiempos pasar�n sobre ti, hasta que entiendas que el Alt�simo se ense�orea en el reino de los hombres, y que � quien �l quisiere lo dar�. Y lo que dijeron, que dejasen en la tierra la cepa de las ra�ces del mismo �rbol, significa que tu reino se te quedar� firme, luego que entiendas que el se�or�o es en los cielos. Por tanto, oh rey, aprueba mi consejo, y redime tus pecados con justicia, y tus iniquidades con misericordias para con los pobres; que tal vez ser� eso una prolongaci�n de tu tranquilidad. Todo aquesto vino sobre el rey Nabucodonosor. A cabo de doce meses, and�ndose paseando sobre el palacio del reino de Babilonia, Habl� el rey, y dijo: �No es �sta la gran Babilonia, que yo edifiqu� para casa del reino, con la fuerza de mi poder, y para gloria de mi grandeza? Aun estaba la palabra en la boca del rey, cuando cae una voz del cielo: A ti dicen, rey Nabucodonosor; el reino es traspasado de ti: Y de entre los hombres te echan, y con las bestias del campo ser� tu morada, y como � los bueyes te apacentar�n: y siete tiempos pasar�n sobre ti, hasta que conozcas que el Alt�simo se ense�orea en el reino de los hombres, y � quien �l quisiere lo da. En la misma hora se cumpli� la palabra sobre Nabucodonosor, y fu� echado de entre los hombres; y com�a hierba como los bueyes, y su cuerpo se ba�aba con el roc�o del cielo, hasta que su pelo creci� como de �guila, y sus u�as como de aves. Mas al fin del tiempo yo Nabucodonosor alc� mis ojos al cielo, y mi sentido me fu� vuelto; y bendije al Alt�simo, y alab� y glorifiqu� al que vive para siempre; porque su se�or�o es sempiterno, y su reino por todas las edades. Y todos los moradores de la tierra por nada son contados: y en el ej�rcito del cielo, y en los habitantes de la tierra, hace seg�n su voluntad: ni hay quien estorbe su mano, y le diga: �Qu� haces? En el mismo tiempo mi sentido me fu� vuelto, y la majestad de mi reino, mi dignidad y mi grandeza volvieron � m�, y mis gobernadores y mis grandes me buscaron; y fu� restitu�do � mi reino, y mayor grandeza me fu� a�adida. Ahora yo Nabucodonosor alabo, engrandezco y glorifico al Rey del cielo, porque todas sus obras son verdad, y sus caminos juicio; y humillar puede � los que andan con soberbia. Daniel 5EL rey Belsasar hizo un gran banquete � mil de sus pr�ncipes, y en presencia de los mil beb�a vino. Belsasar, con el gusto del vino, mand� que trajesen los vasos de oro y de plata que Nabucodonosor su padre hab�a tra�do del templo de Jerusalem; para que bebiesen con ellos el rey y sus pr�ncipes, sus mujeres y sus concubinas. Entonces fueron tra�dos los vasos de oro que hab�an tra�do del templo de la casa de Dios que estaba en Jerusalem, y bebieron con ellos el rey y sus pr�ncipes, sus mujeres y sus concubinas. Bebieron vino, y alabaron � los dioses de oro y de plata, de metal, de hierro, de madera, y de piedra. En aquella misma hora salieron unos dedos de mano de hombre, y escrib�an delante del candelero sobre lo encalado de la pared del palacio real, y el rey ve�a la palma de la mano que escrib�a. Entonces el rey se demud� de su color, y sus pensamientos lo turbaron, y desat�ronse las ce�iduras de sus lomos, y sus rodillas se bat�an la una con la otra. El rey clam� en alta voz que hiciesen venir magos, Caldeos, y adivinos. Habl� el rey, y dijo � los sabios de Babilonia: Cualquiera que leyere esta escritura, y me mostrare su declaraci�n, ser� vestido de p�rpura, y tendr� collar de oro � su cuello; y en el reino se ense�orear� el tercero. Entonces fueron introducidos todos los sabios del rey, y no pudieron leer la escritura, ni mostrar al rey su declaraci�n. Entonces el rey Belsasar fu� muy turbado, y se le mudaron sus colores y alter�ronse sus pr�ncipes. La reina, por las palabras del rey y de sus pr�ncipes, entr� � la sala del banquete. Y habl� la reina, y dijo: Rey, para siempre vive, no te asombren tus pensamientos, ni tus colores se demuden: En tu reino hay un var�n, en el cual mora el esp�ritu de los dioses santos; y en los d�as de tu padre se hall� en �l luz � inteligencia y sabidur�a, como ciencia de los dioses: al cual el rey Nabucodonosor, tu padre, el rey tu padre constituy� pr�ncipe sobre todos los magos, astr�logos, Caldeos, y adivinos: Por cuanto fu� hallado en �l mayor esp�ritu, y ciencia, y entendimiento, interpretando sue�os, y declarando preguntas, y deshaciendo dudas, es � saber, en Daniel; al cual el rey puso por nombre Beltsasar. Ll�mese pues ahora � Daniel, y �l mostrar� la declaraci�n. Entonces Daniel fu� tra�do delante del rey. Y habl� el rey, y dijo � Daniel: �Eres t� aquel Daniel de los hijos de la cautividad de Jud�, que mi padre trajo de Judea? Yo he o�do de ti que el esp�ritu de los dioses santos est� en ti, y que en ti se hall� luz, y entendimiento y mayor sabidur�a. Y ahora fueron tra�dos delante de m�, sabios, astr�logos, que leyesen esta escritura, y me mostrasen su interpretaci�n: pero no han podido mostrar la declaraci�n del negocio. Yo pues he o�do de ti que puedes declarar las dudas, y desatar dificultades. Si ahora pudieres leer esta escritura, y mostrarme su interpretaci�n, ser�s vestido de p�rpura, y collar de oro tendr�s en tu cuello, y en el reino ser�s el tercer se�or. Entonces Daniel respondi�, y dijo delante del rey: Tus dones sean para ti, y tus presentes dalos � otro. La escritura yo la leer� al rey, y le mostrar� la declaraci�n. El alt�simo Dios, oh rey, di� � Nabucodonosor tu padre el reino, y la grandeza, y la gloria, y la honra: Y por la grandeza que le di�, todos los pueblos, naciones, y lenguas, temblaban y tem�an delante de �l. Los que �l quer�a mataba, y daba vida � los que quer�a: engrandec�a � los que quer�a, y � los que quer�a humillaba. Mas cuando su coraz�n se ensoberbeci�, y su esp�ritu se endureci� en altivez, fu� depuesto del trono de su reino, y traspasaron de �l la gloria: Y fu� echado de entre los hijos de los hombres; y su coraz�n fu� puesto con las bestias, y con los asnos monteses fu� su morada. Hierba le hicieron comer, como � buey, y su cuerpo fu� ba�ado con el roc�o del cielo, hasta que conoci� que el alt�simo Dios se ense�orea del reino de los hombres, y que pondr� sobre �l al que quisiere. Y t�, su hijo Belsasar, no has humillado tu coraz�n, sabiendo todo esto: Antes contra el Se�or del cielo te has ensoberbecido, � hiciste traer delante de ti los vasos de su casa, y t� y tus pr�ncipes, tus mujeres y tus concubinas, bebisteis vino en ellos: dem�s de esto, � dioses de plata y de oro, de metal, de hierro, de madera, y de piedra, que ni ven, ni oyen, ni saben, diste alabanza: y al Dios en cuya mano est� tu vida, y cuyos son todos tus caminos, nunca honraste. Entonces de su presencia fu� enviada la palma de la mano que esculpi� esta escritura. Y la escritura que esculpi� es: MENE, MENE, TEKEL, UPHARSIN. La declaraci�n del negocio es: MENE: Cont� Dios tu reino, y halo rematado. TEKEL: Pesado has sido en balanza, y fuiste hallado falto. PERES: Tu reino fu� rompido, y es dado � Medos y Persas. Entonces, mand�ndolo Belsasar, vistieron � Daniel de p�rpura, y en su cuello fu� puesto un collar de oro, y pregonaron de �l que fuese el tercer se�or en el reino. La misma noche fu� muerto Belsasar, rey de los Caldeos. Y Dar�o de Media tom� el reino, siendo de sesenta y dos a�os. Daniel 6PARECIO bien � Dar�o constituir sobre el reino ciento veinte gobernadores, que estuviesen en todo el reino. Y sobre ellos tres presidentes, de los cuales Daniel era el uno, � quienes estos gobernadores diesen cuenta, porque el rey no recibiese da�o. Pero el mismo Daniel era superior � estos gobernadores y presidentes, porque hab�a en �l m�s abundancia de esp�ritu: y el rey pensaba de ponerlo sobre todo el reino. Entonces los presidentes y gobernadores buscaban ocasiones contra Daniel por parte del reino; mas no pod�an hallar alguna ocasi�n � falta, porque �l era fiel, y ning�n vicio ni falta fu� en �l hallado. Entonces dijeron aquellos hombres: No hallaremos contra este Daniel ocasi�n alguna, si no la hallamos contra �l en la ley de su Dios. Entonces estos gobernadores y presidentes se juntaron delante del rey, y le dijeron as�: Rey Dar�o, para siempre vive: Todos los presidentes del reino, magistrados, gobernadores, grandes y capitanes, han acordado por consejo promulgar un real edicto, y confirmarlo, que cualquiera que demandare petici�n de cualquier dios � hombre en el espacio de treinta d�as, sino de ti, oh rey, sea echado en el foso de los leones. Ahora, oh rey, confirma el edicto, y firma la escritura, para que no se pueda mudar, conforme � la ley de Media y de Persia, la cual no se revoca. Firm� pues el rey Dar�o la escritura y el edicto. Y Daniel, cuando supo que la escritura estaba firmada, entr�se en su casa, y abiertas las ventanas de su c�mara que estaban hacia Jerusalem, hinc�base de rodillas tres veces al d�a, y oraba, y confesaba delante de su Dios, como lo sol�a hacer antes. Entonces se juntaron aquellos hombres, y hallaron � Daniel orando y rogando delante de su Dios. Lleg�ronse luego, y hablaron delante del rey acerca del edicto real: �No has confirmado edicto que cualquiera que pidiere � cualquier dios � hombre en el espacio de treinta d�as, excepto � ti, oh rey, fuese echado en el foso de los leones? Respondi� el rey y dijo: Verdad es, conforme � la ley de Media y de Persia, la cual no se abroga. Entonces respondieron y dijeron delante del rey: Daniel que es de los hijos de la cautividad de los Jud�os, no ha hecho cuenta de ti, oh rey, ni del edicto que confirmaste; antes tres veces al d�a hace su petici�n. El rey entonces, oyendo el negocio, pes�le en gran manera, y sobre Daniel puso cuidado para librarlo; y hasta puestas del sol trabaj� para librarle. Empero aquellos hombres se reunieron cerca del rey, y dijeron al rey: Sepas, oh rey, que es ley de Media y de Persia, que ning�n decreto � ordenanza que el rey confirmare pueda mudarse. Entonces el rey mand�, y trajeron � Daniel, y ech�ronle en el foso de los leones. Y hablando el rey dijo � Daniel: El Dios tuyo, � quien t� continuamente sirves, �l te libre. Y fu� tra�da una piedra, y puesta sobre la puerta del foso, la cual sell� el rey con su anillo, y con el anillo de sus pr�ncipes, porque el acuerdo acerca de Daniel no se mudase. Fu�se luego el rey � su palacio, y acost�se ayuno; ni instrumentos de m�sica fueron tra�dos delante de �l, y se le fu� el sue�o. El rey, por tanto, se levant� muy de ma�ana, y fu� apriesa al foso de los leones: Y lleg�ndose cerca del foso llam� � voces � Daniel con voz triste: y hablando el rey dijo � Daniel: Daniel, siervo del Dios viviente, el Dios tuyo, � quien t� continuamente sirves �te ha podido librar de los leones? Entonces habl� Daniel con el rey: oh rey, para siempre vive. El Dios m�o envi� su �ngel, el cual cerr� la boca de los leones, para que no me hiciesen mal: porque delante de �l se hall� en m� justicia: y aun delante de ti, oh rey, yo no he hecho lo que no debiese. Entonces se alegr� el rey en gran manera � causa de �l, y mand� sacar � Daniel del foso: y fu� Daniel sacado del foso, y ninguna lesi�n se hall� en �l, porque crey� en su Dios. Y mand�ndolo el rey fueron tra�dos aquellos hombres que hab�an acusado � Daniel, y fueron echados en el foso de los leones, ellos, sus hijos, y sus mujeres; y aun no hab�an llegado al suelo del foso, cuando los leones se apoderaron de ellos, y quebrantaron todos sus huesos. Entonces el rey Dar�o escribi� � todos los pueblos, naciones, y lenguas, que habitan en toda la tierra: Paz os sea multiplicada: De parte m�a es puesta ordenanza, que en todo el se�or�o de mi reino todos teman y tiemblen de la presencia del Dios de Daniel: porque �l es el Dios viviente y permanente por todos los siglos, y su reino tal que no ser� desecho, y su se�or�o hasta el fin. Que salva y libra, y hace se�ales y maravillas en el cielo y en la tierra; el cual libr� � Daniel del poder de los leones. Y este Daniel fu� prosperado durante el reinado de Dar�o, y durante el reinado de Ciro, Persa. Daniel 7EN el primer a�o de Belsasar rey de Babilonia, vi� Daniel un sue�o y visiones de su cabeza en su cama: luego escribi� el sue�o, y not� la suma de los negocios. Habl� Daniel y dijo: Ve�a yo en mi visi�n de noche, y he aqu� que los cuatro vientos del cielo combat�an en la gran mar. Y cuatro bestias grandes, diferentes la una de la otra, sub�an de la mar. La primera era como le�n, y ten�a alas de �guila. Yo estaba mirando hasta tanto que sus alas fueron arrancadas, y fu� quitada de la tierra; y p�sose enhiesta sobre los pies � manera de hombre, y fu�le dado coraz�n de hombre. Y he aqu� otra segunda bestia, semejante � un oso, la cual se puso al un lado, y ten�a en su boca tres costillas entre sus dientes; y fu�le dicho as�: Lev�ntate, traga carne mucha. Despu�s de esto yo miraba, y he aqu� otra, semejante � un tigre, y ten�a cuatro alas de ave en sus espaldas: ten�a tambi�n esta bestia cuatro cabezas; y fu�le dada potestad. Despu�s de esto miraba yo en las visiones de la noche, y he aqu� la cuarta bestia, espantosa y terrible, y en grande manera fuerte; la cual ten�a unos dientes grandes de hierro: devoraba y desmenuzaba, y las sobras hollaba con sus pies: y era muy diferente de todas las bestias que hab�an sido antes de ella, y ten�a diez cuernos. Estando yo contemplando los cuernos, he aqu� que otro cuerno peque�o sub�a entre ellos, y delante de �l fueron arrancados tres cuernos de los primeros; y he aqu�, en este cuerno hab�a ojos como ojos de hombre, y una boca que hablaba grandezas. Estuve mirando hasta que fueron puestas sillas: y un Anciano de grande edad se sent�, cuyo vestido era blanco como la nieve, y el pelo de su cabeza como lana limpia; su silla llama de fuego, sus ruedas fuego ardiente. Un r�o de fuego proced�a y sal�a de delante de �l: millares de millares le serv�an, y millones de millones asist�an delante de �l: el Juez se sent�, y los libros se abrieron. Yo entonces miraba � causa de la voz de las grandes palabras que hablaba el cuerno; miraba hasta tanto que mataron la bestia, y su cuerpo fu� deshecho, y entregado para ser quemado en el fuego. Hab�an tambi�n quitado � las otras bestias su se�or�o, y les hab�a sido dada prolongaci�n de vida hasta cierto tiempo. Miraba yo en la visi�n de la noche, y he aqu� en las nubes del cielo como un hijo de hombre que ven�a, y lleg� hasta el Anciano de grande edad, � hici�ronle llegar delante de �l. Y fu�le dado se�or�o, y gloria, y reino; y todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieron; su se�or�o, se�or�o eterno, que no ser� transitorio, y su reino que no se corromper�. Mi esp�ritu fu� turbado, yo Daniel, en medio de mi cuerpo, y las visiones de mi cabeza me asombraron. Llegu�me � uno de los que asist�an, y pregunt�le la verdad acerca de todo esto. Y habl�me, y declar�me la interpretaci�n de las cosas. Estas grandes bestias, las cuales son cuatro, cuatro reyes son, que se levantar�n en la tierra. Despu�s tomar�n el reino los santos del Alt�simo, y poseer�n el reino hasta el siglo, y hasta el siglo de los siglos. Entonces tuve deseo de saber la verdad acerca de la cuarta bestia, que tan diferente era de todas las otras, espantosa en gran manera, que ten�a dientes de hierro, y sus u�as de metal, que devoraba y desmenuzaba, y las sobras hollaba con sus pies: Asimismo acerca de los diez cuernos que ten�a en su cabeza, y del otro que hab�a subido, de delante del cual hab�an ca�do tres: y este mismo cuerno ten�a ojos, y boca que hablaba grandezas, y su parecer mayor que el de sus compa�eros. Y ve�a yo que este cuerno hac�a guerra contra los santos, y los venc�a, Hasta tanto que vino el Anciano de grande edad, y se di� el juicio � los santos del Alt�simo; y vino el tiempo, y los santos poseyeron el reino. Dijo as�: La cuarta bestia ser� un cuarto reino en la tierra, el cual ser� m�s grande que todos los otros reinos, y � toda la tierra devorar�, y la hollar�, y la despedazar�. Y los diez cuernos significan que de aquel reino se levantar�n diez reyes; y tras ellos se levantar� otro, el cual ser� mayor que los primeros, y � tres reyes derribar�. Y hablar� palabras contra el Alt�simo, y � los santos del Alt�simo quebrantar�, y pensar� en mudar los tiempos y la ley: y entregados ser�n en su mano hasta tiempo, y tiempos, y el medio de un tiempo. Empero se sentar� el juez, y quitar�nle su se�or�o, para que sea destru�do y arruinado hasta el extremo; Y que el reino, y el se�or�o, y la majestad de los reinos debajo de todo el cielo, sea dado al pueblo de los santos del Alt�simo; cuyo reino es reino eterno, y todos los se�or�os le servir�n y obedecer�n. Hasta aqu� fu� el fin de la pl�tica. Yo Daniel, mucho me turbaron mis pensamientos, y mi rostro se me mud�: mas guard� en mi coraz�n el negocio. Daniel 8EN el a�o tercero del reinado del rey Belsasar, me apareci� una visi�n � m�, Daniel, despu�s de aquella que me hab�a aparecido antes. Vi en visi�n, (y aconteci� cuando vi, que yo estaba en Sus�n, que es cabecera del reino en la provincia de Persia;) vi pues en visi�n, estando junto al r�o Ulai, Y alc� mis ojos, y mir�, y he aqu� un carnero que estaba delante del r�o, el cual ten�a dos cuernos: y aunque eran altos, el uno era m�s alto que el otro; y el m�s alto subi� � la postre. Vi que el carnero her�a con los cuernos al poniente, al norte, y al mediod�a, y que ninguna bestia pod�a parar delante de �l, ni hab�a quien escapase de su mano: y hac�a conforme � su voluntad, y engrandec�ase. Y estando yo considerando, he aqu� un macho de cabr�o ven�a de la parte del poniente sobre la haz de toda la tierra, el cual no tocaba la tierra: y ten�a aquel macho de cabr�o un cuerno notable entre sus ojos: Y vino hasta el carnero que ten�a los dos cuernos, al cual hab�a yo visto que estaba delante del r�o, y corri� contra �l con la ira de su fortaleza. Y vilo que lleg� junto al carnero, y levant�se contra �l, � hiri�lo, y quebr� sus dos cuernos, porque en el carnero no hab�a fuerzas para parar delante de �l: derrib�lo por tanto en tierra, y holl�lo; ni hubo quien librase al carnero de su mano. Y engrandeci�se en gran manera el macho de cabr�o; y estando en su mayor fuerza, aquel gran cuerno fu� quebrado, y en su lugar subieron otros cuatro maravillosos hacia los cuatro vientos del cielo. Y del uno de ellos sali� un cuerno peque�o, el cual creci� mucho al mediod�a, y al oriente, y hacia la tierra deseable. Y engrandeci�se hasta el ej�rcito del cielo; y parte del ej�rcito y de las estrellas ech� por tierra, y las holl�. Aun contra el pr�ncipe de la fortaleza se engrandeci�, y por �l fu� quitado el continuo sacrificio, y el lugar de su santuario fu� echado por tierra. Y el ej�rcito fu� le entregado � causa de la prevaricaci�n sobre el continuo sacrificio: y ech� por tierra la verdad, � hizo cuanto quiso, y sucedi�le pr�speramente. Y o� un santo que hablaba; y otro de los santos dijo � aqu�l que hablaba: �Hasta cu�ndo durar� la visi�n del continuo sacrificio, y la prevaricaci�n asoladora que pone el santuario y el ej�rcito para ser hollados? Y �l me dijo: Hasta dos mil y trescientos d�as de tarde y ma�ana; y el santuario ser� purificado. Y acaeci� que estando yo Daniel considerando la visi�n, y buscando su inteligencia, he aqu�, como una semejanza de hombre se puso delante de m�. Y o� una voz de hombre entre las riberas de Ulai, que grit� y dijo: Gabriel, ense�a la visi�n � �ste. Vino luego cerca de donde yo estaba; y con su venida me asombr�, y ca� sobre mi rostro. Empero �l me dijo: Entiende, hijo del hombre, porque al tiempo se cumplir� la visi�n. Y estando �l hablando conmigo, ca� dormido en tierra sobre mi rostro: y �l me toc�, � h�zome estar en pie. Y dijo: He aqu� yo te ense�ar� lo ha de venir en el fin de la ira: porque al tiempo se cumplir�: Aquel carnero que viste, que ten�a cuernos, son los reyes de Media y de Persia. Y el macho cabr�o es el rey de Jav�n: y el cuerno grande que ten�a entre sus ojos es el rey primero. Y que fu� quebrado y sucedieron cuatro en su lugar, significa que cuatro reinos suceder�n de la naci�n, mas no en la fortaleza de �l. Y al cabo del imperio de �stos, cuando se cumplir�n los prevaricadores, levantar�se un rey altivo de rostro, y entendido en dudas. Y su poder se fortalecer�, mas no con fuerza suya, y destruir� maravillosamente, y prosperar�; y har� arbitrariamente, y destruir� fuertes y al pueblo de los santos. Y con su sagacidad har� prosperar el enga�o en su mano; y en su coraz�n se engrandecer�, y con paz destruir� � muchos: y contra el pr�ncipe de los pr�ncipes se levantar�; mas sin mano ser� quebrantado. Y la visi�n de la tarde y la ma�ana que est� dicha, es verdadera: y t� guarda la visi�n, porque es para muchos d�as. Y yo Daniel fu� quebrantado, y estuve enfermo algunos d�as: y cuando convalec�, hice el negocio del rey; mas estaba espantado acerca de la visi�n, y no hab�a quien la entendiese. Daniel 9EN el a�o primero de Dar�o hijo de Assuero, de la naci�n de los Medos, el cual fu� puesto por rey sobre el reino de los Caldeos; En el a�o primero de su reinado, yo Daniel mir� atentamente en los libros el n�mero de los a�os, del cual habl� Jehov� al profeta Jerem�as, que hab�a de concluir la asolaci�n de Jerusalem en setenta a�os. Y volv� mi rostro al Se�or Dios, busc�ndole en oraci�n y ruego, en ayuno, y cilicio, y ceniza. Y or� � Jehov� mi Dios, y confes�, y dije: Ahora Se�or, Dios grande, digno de ser temido, que guardas el pacto y la misericordia con los que te aman y guardan tus mandamientos; Hemos pecado, hemos hecho iniquidad, hemos obrado imp�amente, y hemos sido rebeldes, y nos hemos apartado de tus mandamientos y de tus juicios. No hemos obedecido � tus siervos los profetas, que en tu nombre hablaron � nuestros reyes, y � nuestros pr�ncipes, � nuestros padres, y � todo el pueblo de la tierra. Tuya es, Se�or, la justicia, y nuestra la confusi�n de rostro, como en el d�a de hoy � todo hombre de Jud�, y � los moradores de Jerusalem, y � todo Israel, � los de cerca y � los de lejos, en todas las tierras � donde los has echado � causa de su rebeli�n con que contra ti se rebelaron. Oh Jehov�, nuestra es la confusi�n de rostro, de nuestros reyes, de nuestros pr�ncipes, y de nuestros padres; porque contra ti pecamos. De Jehov� nuestro Dios es el tener misericordia, y el perdonar, aunque contra �l nos hemos rebelado; Y no obedecimos � la voz de Jehov� nuestro Dios, para andar en sus leyes, las cuales puso �l delante de nosotros por mano de sus siervos los profetas. Y todo Israel traspas� tu ley apart�ndose para no oir tu voz: por lo cual ha flu�do sobre nosotros la maldici�n, y el juramento que est� escrito en la ley de Mois�s, siervo de Dios; porque contra �l pecamos. Y �l ha verificado su palabra que habl� sobre nosotros, y sobre nuestros jueces que nos gobernaron, trayendo sobre nosotros tan grande mal; que nunca fu� hecho debajo del cielo como el que fu� hecho en Jerusalem. Seg�n est� escrito en la ley de Mois�s, todo aqueste mal vino sobre nosotros: y no hemos rogado � la faz de Jehov� nuestro Dios, para convertirnos de nuestras maldades, y entender tu verdad. Vel� por tanto Jehov� sobre el mal, y tr�jolo sobre nosotros; porque justo es Jehov� nuestro Dios en todas sus obras que hizo, porque no obedecimos � su voz. Ahora pues, Se�or Dios nuestro, que sacaste tu pueblo de la tierra de Egipto con mano poderosa, y te hiciste nombre cual en este d�a; hemos pecado, imp�amente hemos hecho. Oh Se�or, seg�n todas tus justicias, ap�rtese ahora tu ira y tu furor de sobre tu ciudad Jerusalem, tu santo monte: porque � causa de nuestros pecados, y por la maldad de nuestros padres, Jerusalem y tu pueblo dados son en oprobio � todos en derredor nuestro. Ahora pues, Dios nuestro, oye la oraci�n de tu siervo, y sus ruegos, y haz que tu rostro resplandezca sobre tu santuario asolado, por amor del Se�or. Inclina, oh Dios m�o, tu o�do, y oye; abre tus ojos, y mira nuestros asolamientos, y la ciudad sobre la cual es llamado tu nombre: porque no derramamos nuestros ruegos ante tu acatamiento confiados en nuestras justicias, sino en tus muchas miseraciones. Oye, Se�or; oh Se�or, perdona; presta o�do, Se�or, y haz; no pongas dilaci�n, por amor de ti mismo, Dios m�o: porque tu nombre es llamado sobre tu ciudad y sobre tu pueblo. Aun estaba hablando, y orando, y confesando mi pecado y el pecado de mi pueblo Israel, y derramaba mi ruego delante de Jehov� mi Dios por el monte santo de mi Dios; Aun estaba hablando en oraci�n, y aquel var�n Gabriel, al cual hab�a visto en visi�n al principio, volando con presteza, me toc� como � la hora del sacrificio de la tarde. � h�zome entender, y habl� conmigo, y dijo: Daniel, ahora he salido para hacerte entender la declaraci�n. Al principio de tus ruegos sali� la palabra, y yo he venido para ense��rtela, porque t� eres var�n de deseos. Entiende pues la palabra, y entiende la visi�n. Setenta semanas est�n determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, para acabar la prevaricaci�n, y concluir el pecado, y expiar la iniquidad; y para traer la justicia de los siglos, y sellar la visi�n y la profec�a, y ungir al Santo de los santos. Sepas pues y entiendas, que desde la salida de la palabra para restaurar y edificar � Jerusalem hasta el Mes�as Pr�ncipe, habr� siete semanas, y sesenta y dos semanas; tornar�se � edificar la plaza y el muro en tiempos angustiosos. Y despu�s de las sesenta y dos semanas se quitar� la vida al Mes�as, y no por s�: y el pueblo de un pr�ncipe que ha de venir, destruir� � la ciudad y el santuario; con inundaci�n ser� el fin de ella, y hasta el fin de la guerra ser� talada con asolamientos. Y en otra semana confirmar� el pacto � muchos, y � la mitad de la semana har� cesar el sacrificio y la ofrenda: despu�s con la muchedumbre de las abominaciones ser� el desolar, y esto hasta una entera consumaci�n; y derramar�se la ya determinada sobre el pueblo asolado. Daniel 10EN el tercer a�o de Ciro rey de Persia, fu� revelada palabra � Daniel, cuyo nombre era Beltsasar; y la palabra era verdadera, mas el tiempo fijado era largo: �l empero comprendi� la palabra, y tuvo inteligencia en la visi�n. En aquellos d�as yo Daniel me contrist� por espacio de tres semanas. No com� pan delicado, ni entr� carne ni vino en mi boca, ni me unt� con ung�ento, hasta que se cumplieron tres semanas de d�as. Y � los veinte y cuatro d�as del mes primero estaba yo � la orilla del gran r�o Hiddekel; Y alzando mis ojos mir�, y he aqu� un var�n vestido de lienzos, y ce�idos sus lomos de oro de Uphaz: Y su cuerpo era como piedra de Tarsis, y su rostro parec�a un rel�mpago, y sus ojos como antorchas de fuego, y sus brazos y sus pies como de color de metal resplandeciente, y la voz de sus palabras como la voz de ej�rcito. Y s�lo yo, Daniel, vi aquella visi�n, y no la vieron los hombres que estaban conmigo; sino que cay� sobre ellos un gran temor, y huyeron, y escondi�ronse. Qued� pues yo solo, y vi esta gran visi�n, y no qued� en m� esfuerzo; antes mi fuerza se me troc� en desmayo, sin retener vigor alguno. Empero o� la voz de sus palabras: y oyendo la voz de sus palabras, estaba yo adormecido sobre mi rostro, y mi rostro en tierra. Y, he aqu�, una mano me toc�, � hizo que me moviese sobre mis rodillas, y sobre las palmas de mis manos. Y d�jome: Daniel, var�n de deseos, est� atento � las palabras que te hablar�, y lev�ntate sobre tus pies; porque � ti he sido enviado ahora. Y estando hablando conmigo esto, yo estaba temblando. Y d�jome: Daniel, no temas: porque desde el primer d�a que diste tu coraz�n � entender, y � afligirte en la presencia de tu Dios, fueron o�das tus palabras; y � causa de tus palabras yo soy venido. Mas el pr�ncipe del reino de Persia se puso contra m� veinti�n d�as: y he aqu�, Miguel, uno de los principales pr�ncipes, vino para ayudarme, y yo qued� all� con los reyes de Persia. Soy pues venido para hacerte saber lo que ha de venir � tu pueblo en los postreros d�as; porque la visi�n es a�n para d�as; Y estando hablando conmigo semejantes palabras, puse mis ojos en tierra, y enmudec�. Mas he aqu�, como una semejanza de hijo de hombre toc� mis labios. Entonces abr� mi boca, y habl�, y dije � aquel que estaba delante de m�: Se�or m�o, con la visi�n se revolvieron mis dolores sobre m�, y no me qued� fuerza. �C�mo pues podr� el siervo de mi se�or hablar con este mi se�or? porque al instante me falt� la fuerza, y no me ha quedado aliento. Y aquella como semejanza de hombre me toc� otra vez, y me confort�; Y d�jome: Var�n de deseos, no temas: paz � ti; ten buen �nimo, y ali�ntate. Y hablando �l conmigo cobr� yo vigor, y dije: Hable mi se�or, porque me has fortalecido. Y dijo: �Sabes por qu� he venido � ti? Porque luego tengo de volver para pelear con el pr�ncipe de los Persas; y en saliendo yo, luego viene el pr�ncipe de Grecia. Empero yo te declarar� lo que est� escrito en la escritura de verdad: y ninguno hay que se esfuerce conmigo en estas cosas, sino Miguel vuestro pr�ncipe. Daniel 11Y EN el a�o primero de Dar�o el de Media, yo estuve para animarlo y fortalecerlo. Y ahora yo te mostrar� la verdad. He aqu� que aun habr� tres reyes en Persia, y el cuarto se har� de grandes riquezas m�s que todos; y fortific�ndose con sus riquezas, despertar� � todos contra el reino de Jav�n. Levantar�se luego un rey valiente, el cual se ense�orear� sobre gran dominio, y har� su voluntad. Pero cuando estar� ense�oreado, ser� quebrantado su reino, y repartido por los cuatro vientos del cielo; y no � sus descendientes, ni seg�n el se�or�o con que �l se ense�ore�: porque su reino ser� arrancado, y para otros fuera de aquellos. Y har�se fuerte el rey del mediod�a: mas uno de los pr�ncipes de aqu�l le sobrepujar�, y se har� poderoso; su se�or�o ser� grande se�or�o. Y al cabo de a�os se concertar�n, y la hija del rey del mediod�a vendr� al rey del norte para hacer los conciertos. Empero ella no podr� retener la fuerza del brazo: ni permanecer� �l, ni su brazo; porque ser� entregada ella, y los que la hab�an tra�do, asimismo su hijo, y los que estaban de parte de ella en aquel tiempo. Mas del renuevo de sus ra�ces se levantar� uno sobre su silla, y vendr� con ej�rcito, y entrar� en la fortaleza del rey del norte, y har� en ellos � su arbitrio, y predominar�. Y aun los dioses de ellos, con sus pr�ncipes, con sus vasos preciosos de plata y de oro, llevar� cautivos � Egipto: y por a�os se mantendr� �l contra el rey del norte. As� entrar� en el reino el rey del mediod�a, y volver� � su tierra. Mas los hijos de aqu�l se airar�n y reunir�n multitud de grandes ej�rcitos: y vendr� � gran priesa, � inundar�, y pasar�, y tornar�, y llegar� con ira hasta su fortaleza. Por lo cual se enfurecer� el rey del mediod�a, y saldr�, y pelear� con el mismo rey del norte; y pondr� en campo gran multitud, y toda aquella multitud ser� entregada en su mano. Y la multitud se ensoberbecer�, elevar�se su coraz�n, y derribar� muchos millares; mas no prevalecer�. Y el rey del norte volver� � poner en campo mayor multitud que primero, y � cabo del tiempo de a�os vendr� � gran priesa con grande ej�rcito y con muchas riquezas. Y en aquellos tiempos se levantar�n muchos contra el rey del mediod�a; � hijos de disipadores de tu pueblo se levantar�n para confirmar la profec�a, y caer�n. Vendr� pues el rey del norte, y fundar� baluartes, y tomar� la ciudad fuerte; y los brazos del mediod�a no podr�n permanecer, ni su pueblo escogido, ni habr� fortaleza que pueda resistir. Y el que vendr� contra �l, har� � su voluntad, ni habr� quien se le pueda parar delante; y estar� en la tierra deseable, la cual ser� consumida en su poder. Pondr� luego su rostro para venir con el poder de todo su reino; y har� con aqu�l cosas rectas, y dar�le una hija de mujeres para trastornarla: mas no estar� ni ser� por �l. Volver� despu�s su rostro � las islas, y tomar� muchas; mas un pr�ncipe le har� parar su afrenta, y aun tornar� sobre �l su oprobio. Luego volver� su rostro � las fortalezas de su tierra: mas tropezar� y caer�, y no parecer� m�s. Entonces suceder� en su silla uno que har� pasar exactor por la gloria del reino; mas en pocos d�as ser� quebrantado, no en enojo, ni en batalla. Y suceder� en su lugar un vil, al cual no dar�n la honra del reino: vendr� empero con paz, y tomar� el reino con halagos. Y con los brazos de inundaci�n ser�n inundados delante de �l, y ser�n quebrantados; y aun tambi�n el pr�ncipe del pacto. Y despu�s de los conciertos con �l, �l har� enga�o, y subir�, y saldr� vencedor con poca gente. Estando la provincia en paz y en abundancia, entrar� y har� lo que no hicieron sus padres, ni los padres de sus padres; presa, y despojos, y riquezas repartir� � sus soldados; y contra las fortalezas formar� sus designios: y esto por tiempo. Y despertar� sus fuerzas y su coraz�n contra el rey del mediod�a con grande ej�rcito: y el rey del mediod�a se mover� � la guerra con grande y muy fuerte ej�rcito; mas no prevalecer�, porque le har�n traici�n. Aun los que comer�n su pan, le quebrantar�n; y su ej�rcito ser� destru�do, y caer�n muchos muertos. Y el coraz�n de estos dos reyes ser� para hacer mal, y en una misma mesa tratar�n mentira: mas no servir� de nada, porque el plazo aun no es llegado. Y volver�se � su tierra con grande riqueza, y su coraz�n ser� contra el pacto santo: har� pues, y volver�se � su tierra. Al tiempo se�alado tornar� al mediod�a; mas no ser� la postrera venida como la primera. Porque vendr�n contra �l naves de Ch�ttim, y �l se contristar�, y se volver�, y enojar�se contra el pacto santo, y har�: volver�se pues, y pensar� en los que habr�n desamparado el santo pacto. Y ser�n puestos brazos de su parte; y contaminar�n el santuario de fortaleza, y quitar�n el continuo sacrificio, y pondr�n la abominaci�n espantosa. Y con lisonjas har� pecar � los violadores del pacto: mas el pueblo que conoce � su Dios, se esforzar�, y har�. Y los sabios del pueblo dar�n sabidur�a � muchos: y caer�n � cuchillo y � fuego, en cautividad y despojo, por d�as. Y en su caer ser�n ayudados de peque�o socorro: y muchos se juntar�n � ellos con lisonjas. Y algunos de los sabios caer�n para ser purgados, y limpiados, y emblanquecidos, hasta el tiempo determinado: porque aun para esto hay plazo. Y el rey har� � su voluntad; y se ensoberbecer�, y se engrandecer� sobre todo dios: y contra el Dios de los dioses hablar� maravillas, y ser� prosperado, hasta que sea consumada la ira: porque hecha est� determinaci�n. Y del Dios de sus padres no se cuidar�, ni del amor de las mujeres: ni se cuidar� de dios alguno, porque sobre todo se engrandecer�. Mas honrar� en su lugar al dios Mauzim, dios que sus padres no conocieron: honrar�lo con oro, y plata, y piedras preciosas, y con cosas de gran precio. Y con el dios ajeno que conocer�, har� � los baluartes de Mauzim crecer en gloria: y har�los ense�orear sobre muchos, y por inter�s repartir� la tierra. Empero al cabo del tiempo el rey del mediod�a se acornear� con �l; y el rey del norte levantar� contra �l como tempestad, con carros y gente de � caballo, y muchos nav�os; y entrar� por las tierras, � inundar�, y pasar�. Y vendr� � la tierra deseable, y muchas provincias caer�n; mas �stas escapar�n de su mano: Edom, y Moab, y lo primero de los hijos de Amm�n. Asimismo extender� su mano � las otras tierras, y no escapar� el pa�s de Egipto. Y se apoderar� de los tesoros de oro y plata, y de todas las cosas preciosas de Egipto, de Libia, y Etiop�a por donde pasar�. Mas nuevas de oriente y del norte lo espantar�n; y saldr� con grande ira para destruir y matar muchos. Y plantar� la tiendas de su palacio entre los mares, en el monte deseable del santuario; y vendr� hasta su fin, y no tendr� quien le ayude. Daniel 12Y EN aquel tiempo se levantar� Miguel, el gran pr�ncipe que est� por los hijos de tu pueblo; y ser� tiempo de angustia, cual nunca fu� despu�s que hubo gente hasta entonces: mas en aquel tiempo ser� libertado tu pueblo, todos los que se hallaren escritos en el libro. Y muchos de los que duermen en el polvo de la tierra ser�n despertados, unos para vida eterna, y otros para verg�enza y confusi�n perpetua. Y los entendidos resplandecer�n como el resplandor del firmamento; y los que ense�an � justicia la multitud, como las estrellas � perpetua eternidad. T� empero Daniel, cierra las palabras y sella el libro hasta el tiempo del fin: pasar�n muchos, y multiplicar�se la ciencia. Y yo, Daniel, mir�, y he aqu� otros dos que estaban, el uno de esta parte � la orilla del r�o, y el otro de la otra parte � la orilla del r�o. Y dijo uno al var�n vestido de lienzos, que estaba sobre las aguas del r�o: �Cu�ndo ser� el fin de estas maravillas? Y o�a al var�n vestido de lienzos, que estaba sobre las aguas del r�o, el cual alz� su diestra y su siniestra al cielo, y jur� por el Viviente en los siglos, que ser� por tiempo, tiempos, y la mitad. Y cuando se acabare el esparcimiento del escuadr�n del pueblo santo, todas estas cosas ser�n cumplidas. Y yo o�, mas no entend�. Y dije: Se�or m�o, �qu� ser� el cumplimiento de estas cosas? Y dijo: Anda, Daniel, que estas palabras est�n cerradas y selladas hasta el tiempo del cumplimiento. Muchos ser�n limpios, y emblanquecidos, y purificados; mas los imp�os obrar�n imp�amente, y ninguno de los imp�os entender�, pero entender�n los entendidos. Y desde el tiempo que fuere quitado el continuo sacrificio hasta la abominaci�n espantosa, habr� mil doscientos y noventa d�as. Bienaventurado el que esperare, y llegare hasta mil trescientos treinta y cinco d�as. Y t� ir�s al fin, y reposar�s, y te levantar�s en tu suerte al fin de los d�as.
OseasLA BIBLIA Versión Reina-Valera de 1909 �NDICE [1 | 2 | 3 | 4 | 5 | 6 | 7 | 8 | 9 | 10 | 11 | 12 | 13 | 14 ]Oseas 1PALABRA de Jehov� que fu� � Oseas hijo de Beeri, en d�as de Oz�as, Joath�n, Ach�z, y Ezech�as, reyes de Jud�, y en d�as de Jeroboam hijo de Joas, rey de Israel. El principio de la palabra de Jehov� con Oseas. Y dijo Jehov� � Oseas: Ve, t�mate una mujer fornicaria, � hijos de fornicaciones: porque la tierra se dar� � fornicar apart�ndose de Jehov�. Fu� pues, y tom� � Gomer hija de Diblaim, la cual concibi� y le pari� un hijo. Y d�jole Jehov�: Ponle por nombre Jezreel; porque de aqu� � poco yo visitar� las sangres de Jezreel sobre la casa de Jeh�, y har� cesar el reino de la casa de Israel. Y acaecer� que en aquel d�a quebrar� yo el arco de Israel en el valle de Jezreel. Y concibi� a�n, y pari� una hija. Y d�jole Dios: Ponle por nombre Lo-ruhama: porque no m�s tendr� misericordia de la casa de Israel, sino que los quitar� del todo. Mas de la casa de Jud� tendr� misericordia, y salvar�los en Jehov� su Dios: y no los salvar� con arco, ni con espada, ni con batalla, ni con caballos ni caballeros. Y despu�s de haber destetado � Lo-ruhama, concibi� y pari� un hijo. Y dijo Dios: Ponle por nombre Lo-ammi: porque vosotros no sois mi pueblo, ni yo ser� vuestro Dios. Con todo ser� el n�mero de los hijos de Israel como la arena de la mar, que ni se puede medir ni contar. Y ser�, que donde se les ha dicho: Vosotros no sois mi pueblo, les ser� dicho: Sois hijos del Dios viviente. Y los hijos de Jud� y de Israel ser�n congregados en uno, y levantar�n para s� una cabeza, y subir�n de la tierra: porque el d�a de Jezreel ser� grande. Oseas 2DECID � vuestros hermanos, Ammi, y vuestras hermanas, Ruhama: Pleitead con vuestra madre, pleitead; porque ella no es mi mujer, ni yo su marido; quite pues sus fornicaciones de su rostro, y sus adulterios de entre sus pechos; No sea que yo la despoje desnuda, y la haga tornar como el d�a en que naci�, y la ponga como un desierto, y la deje como tierra seca, y la mate de sed. Ni tendr� misericordia de sus hijos: porque son hijos de fornicaciones. Porque su madre fornic�; la que los engendr� fu� avergonzada; porque dijo: Ir� tras mis amantes, que me dan mi pan y mi agua, mi lana y mi lino, mi aceite y mi bebida. Por tanto, he aqu� yo cerco tu camino con espinas, y la cercar� con seto, y no hallar� sus caminos. Y seguir� sus amantes, y no los alcanzar�; buscar�los, y no los hallar�. Entonces dira: Ir�, y volv�reme � mi primer marido; porque mejor me iba entonces que ahora. Y ella no reconoci� que yo le daba el trigo, y el vino, y el aceite, y que les multipliqu� la plata y el oro con que hicieron � Baal. Por tanto yo tornar�, y tomar� mi trigo � su tiempo, y mi vino � su saz�n, y quitar� mi lana y mi lino que hab�a dado para cubrir su desnudez. Y ahora descubrir� yo su locura delante de los ojos de sus amantes, y nadie la librar� de mi mano. Y har� cesar todo su gozo, sus fiestas, sus nuevas lunas y sus s�bados, y todas sus festividades. Y har� talar sus vides y sus higueras, de que ha dicho: Mi salario me son, que me han dado mis amantes. Y reducir�las � un matorral, y las comer�n las bestias del campo. Y visitar� sobre ella los tiempos de los Baales, � los cuales incensaba, y adorn�base de sus zarcillos y de sus joyeles, � �base tras sus amantes olvidada de m�, dice Jehov�. Empero he aqu�, yo la inducir�, y la llevar� al desierto, y hablar� � su coraz�n. Y dar�le sus vi�as desde all�, y el valle de Ach�r por puerta de esperanza; y all� cantar� como en los tiempos de su juventud, y como en el d�a de su subida de la tierra de Egipto. Y ser� que en aquel tiempo, dice Jehov�, me llamar�s Marido m�o, y nunca m�s me llamar�s Baali. Porque quitar� de su boca los nombres de los Baales, y nunca m�s ser�n mentados por sus nombres. Y har� por ellos concierto en aquel tiempo con las bestias del campo, y con las aves del cielo, y con las serpientes de la tierra: y quebrar� arco, y espada, y batalla de la tierra, y har�los dormir seguros. Y te desposar� conmigo para siempre; desposarte he conmigo en justicia, y juicio, y misericordia, y miseraciones. Y te desposar� conmigo en fe, y conocer�s � Jehov�. Y ser� que en aquel tiempo responder�, dice Jehov�, yo responder� � los cielos, y ellos responder�n � la tierra; Y la tierra responder� al trigo, y al vino, y al aceite, y ellos responder�n � Jezreel. Y sembrar�la para m� en la tierra, y tendr� misericordia de Lo-ruhama: y dir� � Lo-ammi: Pueblo m�o t�; y �l dir�: Dios m�o. Oseas 3Y DIJOME otra vez Jehov�: Ve, ama una mujer amada de su compa�ero, aunque ad�ltera, como el amor de Jehov� para con los hijos de Israel; los cuales miran � dioses ajenos, y aman frascos de vino. Compr�la entonces para m� por quince dineros de plata, y un homer y medio de cebada; Y d�jele: T� estar�s por m�a muchos d�as: no fornicar�s, ni tom�ras otro var�n; ni tampoco yo vendr� � ti. Porque muchos d�as estar�n los hijos de Israel sin rey, y sin pr�ncipe, y sin sacrificio, y sin estatua, y sin ephod, y sin teraphim. Despu�s volver�n los hijos de Israel, y buscar�n � Jehov� su Dios, y � David su rey; y temer�n � Jehov� y � su bondad en el fin de los d�as. Oseas 4OID palabra de Jehov�, hijos de Israel, porque Jehov� pleitea con los moradores de la tierra; porque no hay verdad, ni misericordia, ni conocimiento de Dios en la tierra. Perjurar, y mentir, y matar, y hurtar y adulterar prevalecieron, y sangres se tocaron con sangres. Por lo cual, se enlutar� la tierra, y extenuar�se todo morador de ella, con las bestias del campo, y las aves del cielo: y aun los peces de la mar fallecer�n. Ciertamente hombre no contienda ni reprenda � hombre, porque tu pueblo es como los que resisten al sacerdote. Caer�s por tanto en el d�a, y caer� tambi�n contigo el profeta de noche; y � tu madre talar�. Mi pueblo fu� talado, porque le falt� sabidur�a. Porque t� desechaste la sabidur�a, yo te echar� del sacerdocio: y pues que olvidaste la ley de tu Dios, tambi�n yo me olvidar� de tus hijos. Conforme � su grandeza as� pecaron contra m�: trocar� su honra en afrenta. Comen del pecado de mi pueblo, y en su maldad levantan su alma. Tal ser� el pueblo como el sacerdote: y visitar� sobre �l sus caminos, y pagar�le conforme � sus obras. Y comer�n, mas no se hartar�n; fornicar�n, mas no se aumentar�n: porque dejaron de atender � Jehov�. Fornicaci�n, y vino, y mosto quitan el coraz�n. Mi pueblo � su madero pregunta, y su palo le responde: porque esp�ritu de fornicaciones lo enga��, y fornicaron debajo de sus dioses. Sobre las cabezas de los montes sacrificaron, � incensaron sobre los collados, debajo de encinas, y �lamos, y olmos que tuviesen buena sombra: por tanto, vuestras hijas fornicar�n, y adulterar�n vuestras nueras. No visitar� sobre vuestras hijas cuando fornicaren, y sobre vuestras nueras cuando adulteraren: porque ellos ofrecen con las rameras, y con las malas mujeres sacrifican: por tanto, el pueblo sin entendimiento caer�. Si fornicar�s t�, Israel, � lo menos no peque Jud�: y no entr�is en Gilgal, ni sub�is � Beth-aven; ni jur�is, Vive Jehov�. Porque como becerra cerrera se apart� Israel: �apacentar�los ahora Jehov� como � carneros en anchura? Ephraim es dado � �dolos; d�jalo. Su bebida se corrompi�; fornicaron pertinazmente: sus pr�ncipes amaron las d�divas, afrenta de ellos. At�la el viento en sus alas, y de sus sacrificios ser�n avergonzados. Oseas 5SACERDOTES, oid esto, y estad atentos, casa de Israel; y casa del rey, escuchad: porque � vosotros es el juicio, pues hab�is sido lazo en Mizpa, y red extendida sobre Tabor. Y haciendo v�ctimas han bajado hasta el profundo: por tanto yo ser� la correcci�n de todos ellos. Yo conozco � Ephraim, � Israel no me es desconocido; porque ahora, oh Ephraim, has fornicado, y se ha contaminado Israel. No pondr�n sus pensamientos en volverse � su Dios, porque esp�ritu de fornicaci�n est� en medio de ellos, y no conocen � Jehov�. Y la soberbia de Israel le desmentir� en su cara: � Israel y Ephraim tropezar�n en su pecado: tropezar� tambi�n Jud� con ellos. Con sus ovejas y con sus vacas andar�n buscando � Jehov�, y no le hallar�n; apart�se de ellos. Contra Jehov� prevaricaron, porque hijos extra�os han engendrado: ahora los devorar� un mes con sus heredades. Tocad bocina en Gabaa, trompreta en Ram�: sonad tambor en Beth-aven: tras ti, oh Benjam�n. Ephraim ser� asolado el d�a del castigo: en las tribus de Israel hice conocer verdad. Los pr�ncipes de Jud� fueron como los que traspasan mojones: derramar� sobre ellos como agua mi ira. Ephraim es vejado, quebrantado en juicio, porque quiso andar en pos de mandamientos. Yo pues ser� como polilla � Ephraim, y como carcoma � la casa de Jud�. Y ver� Ephraim su enfermedad, y Jud� su llaga: ir� entonces Ephraim al Assur, y enviar� al rey Jareb; mas �l no os podr� sanar, ni os curar� la llaga. Porque yo ser� como le�n � Ephraim, y como cachorro de le�n � la casa de Jud�: yo, yo arrebatar�, y andar�; tomar�, y no habr� quien liberte. Andar�, y tornar� � mi lugar hasta que conozcan su pecado, y busquen mi rostro. En su angustia madrugar�n � mi. Oseas 6VENID y volv�monos � Jehov�: que �l arrebat�, y nos curar�; hiri�, y nos vendar�. Dar�nos vida despu�s de dos d�as: al tercer d�a nos resucitar� y viviremos delante de �l. Y conoceremos, y proseguiremos en conocer � Jehov�: como el alba est� aparejada su salida, y vendr� � nosotros como la lluvia, como la lluvia tard�a y temprana � la tierra. �Qu� har� � ti, Ephraim? �Qu� hare � ti, oh Jud�? La piedad vuestra es como la nube de la ma�ana, y como el roc�o que de madrugada viene. Por esta causa cort� con los profetas, con las palabras de mi boca los mat�; y tus juicios ser�n como luz que sale. Porque misericordia quise, y no sacrificio; y conocimiento de Dios m�s que holocaustos. Mas ellos, cual Adam, traspasaron el pacto: all� prevaricaron contra m�. Galaad, ciudad de obradores de iniquidad, ensuciada de sangre. Y como ladrones que esperan � alg�n hombre, as� junta de sacerdotes mancomunadamente mata en el camino: porque ponen en efecto la abominaci�n. En la casa de Israel he visto suciedad: all� fornic� Ephraim, se contamin� Israel: Tambi�n Jud� puso en ti una planta, habiendo yo vuelto la cautividad de mi pueblo. Oseas 7ESTANDO yo curando � Israel, descubri�se la iniquidad de Ephraim, y las maldades de Samaria; porque obraron enga�o: y viene el ladr�n, y el salteador despoja de fuera. Y no dicen en su coraz�n que tengo en la memoria toda su maldad: ahora los rodear�n sus obras; delante de m� est�n. Con su maldad alegran al rey, y � los pr�ncipes con sus mentiras. Todos ellos ad�lteros; son como horno encendido por el hornero, el cual cesar� de avivar despu�s que est� hecha la masa, hasta que est� leuda. El d�a de nuestro rey los pr�ncipes lo hicieron enfermar con vasos de vino: extendi� su mano con los escarnecedores. Porque aplicaron su coraz�n, semejante � un horno, � sus artificios: toda la noche duerme su hornero; � la ma�ana est� encendido como llama de fuego. Todos ellos arden como un horno, y devoraron � sus jueces: cayeron todos sus reyes: no hay entre ellos quien � m� clame. Ephraim se envolvi� con los pueblos; Ephraim fu� torta no vuelta. Comieron extra�os su sustancia, y �l no lo supo; y aun vejez se ha esparcido por �l, y �l no lo entendi�. Y la soberbia de Israel testificar� contra �l en su cara: y no se tornaron � Jehov� su Dios, ni lo buscaron con todo esto. Y fu� Ephraim como paloma incauta, sin entendimiento: llamar�n � Egipto, acudir�n al Asirio. Cuando fueren, extender� sobre ellos mi red, hacerlos he caer como aves del cielo; castigar�los conforme � lo que se ha o�do en sus congregaciones. �Ay de ellos! porque se apartaron de m�: destrucci�n sobre ellos, porque contra m� se rebelaron; yo los redim�, y ellos hablaron contra m� mentiras. Y no clamaron a m� con su coraz�n cuando aullaron sobre sus camas, para el trigo y el mosto se congregaron, rebel�ronse contra m�. Y yo los ce�i, esforc� sus brazos, y contra m� pensaron mal. Torn�ronse, mas no al Alt�simo: fueron como arco enga�oso: cayeron sus pr�ncipes � cuchillo por la soberbia de su lengua: �ste ser� su escarnio en la tierra de Egipto. Oseas 8PON � tu boca trompeta. Vendr� como �guila contra la casa de Jehov�, porque traspasaron mi pacto, y se rebelaron contra mi ley. A m� clamar� Israel: Dios m�o, te hemos conocido. Israel desampar� el bien: enemigo lo perseguir�. Ellos hicieron reyes, mas no por m�; constituyeron pr�ncipes, mas yo no lo supe: de su plata y de su oro hicieron �dolos para s�, para ser talados. Tu becerro, oh Samaria, te hizo alejar; encendi�se mi enojo contra ellos, hasta que no pudieron alcanzar inocencia. Porque de Israel es, y art�fice lo hizo; que no es Dios: por lo que en pedazos ser� deshecho el becerro de Samaria. Porque sembraron viento, y torbellino segar�n: no tendr�n mies, ni el fruto har� harina; si la hiciere, extra�os la tragar�n. Ser� tragado Israel: presto ser�n entre las gentes como vaso en que no hay contentamiento. Porque ellos subieron � Assur, asno mont�s para s� solo: Ephraim con salario alquil� amantes. Aunque alquilen � las gentes, ahora las juntar�; y ser�n un poco afligidos por la carga del rey y de los pr�ncipes. Porque multiplic� Ephraim altares para pecar, tuvo altares para pecar. Escrib�le las grandezas de mi ley, y fueron tenidas por cosas ajenas. En los sacrificios de mis dones sacrificaron carne, y comieron: no los quiso Jehov�: ahora se acordar� de su iniquidad, y visitar� su pecado; ellos se tornar�n � Egipto. Olvid� pues Israel � su Hacedor, y edific� templos, y Jud� multiplic� ciudades fuertes: mas yo meter� fuego en sus ciudades, el cual devorar� sus palacios. Oseas 9No te alegres, oh Israel, hasta saltar de gozo como los pueblos, pues has fornicado apart�ndote de tu Dios: amaste salario por todas las eras de trigo. La era y el lagar no los mantedr�n; les fallar� el mosto. No quedar�n en la tierra de Jehov�, sino que volver� Ephraim � Egipto, y � Asiria, donde comer�n vianda inmunda. No derramar�n vino � Jehov�, ni �l tomar� contento en sus sacrificios; como pan de enlutados le ser�n � ellos: todos los que comieren de �l, ser�n inmundos. Ser� pues el pan de ellos para si mismos; no entrar� en la casa de Jehov�. �Qu� har�is el d�a de la solemnidad, y el d�a de la fiesta de Jehov�? Porque, he aqu� se fueron ellos � causa de la destrucci�n: Egipto los recoger�, Memphis los enterrar�: espino poseer� por heredad lo deseable de su plata, ortiga crecer� en sus moradas. Vinieron los d�as de la visitaci�n, vinieron los d�as de la paga; conocer�lo Israel: necio el profeta. insensato el var�n de esp�ritu, � causa de la multitud de tu maldad, y grande odio. Atalaya es Ephraim para con mi Dios: el profeta es lazo de cazador en todos sus caminos, odio en la casa de su Dios. Llegaron al profundo, corrompi�ronse, como en los d�as de Gabaa: ahora se acordar� de su iniquidad; visitar� su pecado. Como uvas en el desierto hall� � Israel: como la fruta temprana de la higuera en su principio vi � vuestros padres. Ellos entraron � Baal-peor, y se apartaron para verg�enza, � hici�ronse abominables como aquello que amaron. Ephraim, cual ave volar� su gloria desde el nacimiento, aun desde el vientre y desde la concepci�n. Y si llegaren � grandes sus hijos, quitar�los de entre los hombre, porque �ay de ellos tambi�n, cuando de ellos me apartare! Ephraim, seg�n veo, es semejante � Tiro, asentada en lugar delicioso: mas Ephraim sacar� sus hijos al matador. Dales, oh Jehov�, lo que les has de dar: dales matriz expeliente, y enjutos pechos. Toda la maldad de ellos fu� en Gilgal; all�, pues, les tom� aversi�n: por la malicia de sus obras echar�los de mi casa; no los amar� m�s; todos sus pr�ncipes son desleales. Ephraim fu� herido, sec�se su cepa, no har� m�s fruto: aunque engendren, yo matar� lo deseable de su vientre. Mi Dios los desechar�, porque ellos no le oyeron; y andar�n errantes entre las gentes. Oseas 10ES Israel una frondosa vi�a, haciendo fruto para s�: conforme � la multiplicaci�n de su fruto multiplic� altares, conforme � la bondad de su tierra aumentaron sus estatuas. Dividi�se su coraz�n. Ahora ser�n hallados culpables: �l quebrantar� sus altares, asolar� sus estatuas. Porque dir�n ahora: No tenemos rey, porque no temimos � Jehov�: �y qu� har�a el rey por nosotros? Han hablado palabras jurando en vano al hacer alianza: por tanto, el juicio florecer� como ajenjo en los surcos del campo. Por las becerras de Beth-aven ser�n atemorizados los moradores de Samaria: porque su pueblo lamentar� � causa del becerro, y sus sacerdotes que en �l se regocijaban por su gloria, la cual ser� disipada. Y aun ser� �l llevado � Asiria en presente al rey Jareb: Ephraim ser� avergonzado, � Israel ser� confuso de su consejo. De Samaria fu� cortado su rey como la espuma sobre la superficie de las aguas. Y los altares de Av�n ser�n destru�dos, el pecado de Israel; crecer� sobre sus altares espino y cardo. Y dir�n � los montes: Cubridnos; y � los collados: Caed sobre nosotros. Desde los d�as de Gabaa has pecado, oh Israel: all� estuvieron: no los tom� la batalla en Gabaa contra los inicuos. Y los castigar� como deseo: y pueblos se juntar�n sobre ellos cuando ser�n atados en sus dos surcos. Ephraim es becerra domada, amadora del trillar; mas yo pasar� sobre su lozana cerviz: yo har� llevar yugo � Ephraim; arar� Jud�, quebrar� sus terrones Jacob. Sembrad para vosotros en justicia, segad para vosotros en misericordia; arad para vosotros barbecho: porque es el tiempo de buscar � Jehov�, hasta que venga y os ense�e justicia. Hab�is arado impiedad, segasteis iniquidad: comer�is fruto de mentira: porque confiaste en tu camino, en la multitud de tus fuertes. Por tanto, en tus pueblos se levantar� alboroto, y todas tus fortalezas ser�n destru�das, como destruy� Salm�n � Beth-arbel el d�a de la batalla: la madre fu� arrojada sobre los hijos. As� har� � vosotros Beth-el por la maldad de vuestra maldad: en la ma�ana ser� del todo cortado el rey de Israel. Oseas 11CUANDO Israel era muchacho, yo lo am�, y de Egipto llam� � mi hijo. Como los llamaban, as� ellos se iban de su presencia; � los Baales sacrificaban, y � las esculturas ofrec�an sahumerios. Yo con todo eso guiaba en pies al mismo Ephraim, tom�ndolos de sus brazos; y no conocieron que yo los cuidaba. Con cuerdas humanas los traje, con cuerdas de amor: y fu� para ellos como los que alzan el yugo de sobre sus mejillas, y llegu� hacia �l la comida. No tornar� � tierra de Egipto, antes el mismo Assur ser� su rey, porque no se quisieron convertir. Y caer� espada sobre sus ciudades, y consumir� sus aldeas; consumir�las � causa de sus consejos. Entre tanto, est� mi pueblo adherido � la rebeli�n contra m�: aunque lo llaman al Alt�simo, ninguno absolutamente quiere ensalzar le. �C�mo tengo de dejarte, oh Ehpraim? �he de entregarte yo, Israel? �c�mo podr� yo hacerte como Adma, ni ponerte como � Zeboim? Mi coraz�n se revuelve dentro de m�, infl�manse todas mis conmiseraciones. No ejecutar� el furor de mi ira, no volver� para destruir � Ephraim: porque Dios soy, y no hombre; el Santo en medio de ti: y no entrar� en la ciudad. En pos de Jehov� caminar�n: �l bramar� como le�n: cual le�n rugir� �l de cierto, y los hijos se mover�n azorados del occidente. Como ave se mover�n velozmente de Egipto, y de la tierra de Asiria como paloma; y pondr�los en sus casas, dice Jehov�. CERCOME Ephraim con mentira, y la casa de Israel con enga�o: mas Jud� a�n domina con Dios, y es fiel con los santos. Oseas 12Ephraim se apacienta del viento, y sigue al solano: mentira y destrucci�n aumenta continuamente; porque hicieron alianza con los Asirios, y aceite se lleva � Egipto. Pleito tiene Jehov� con Jud� para visitar � Jacob conforme � sus caminos: pagar�le conforme � sus obras. En el vientre tom� por el calca�ar � su hermano, y con su fortaleza venci� al �ngel. Venci� al �ngel, y prevaleci�; llor�, y rog�le: en Beth-el le hall�, y all� habl� con nosotros. Mas Jehov� es Dios de los ej�rcitos: Jehov� es su memorial. T� pues, convi�rtete � tu Dios: guarda misericordia y juicio, y en tu Dios espera siempre. Es mercader que tiene en su mano peso falso, amador de opresi�n. Y dijo Ephraim: Ciertamente yo he enriquecido, hallado he riquezas para m�: nadie hallar� en m� iniquidad, ni pecado en todos mis trabajos. Empero yo soy Jehov� tu Dios desde la tierra de Egipto: aun te har� morar en tiendas, como en los d�as de la fiesta. Y hablado he � los profetas, y yo aument� la profec�a, y por mano de los profetas puse semejanzas. �Es Galaad iniquidad? Ciertamente vanidad han sido; en Gilgal sacrificaron bueyes: y a�n son sus altares como montones en los surcos del campo. Mas Jacob huy� � tierra de Aram, y sirvi� Israel por mujer, y por mujer fu� pastor. Y por profeta hizo subir Jehov� � Israel de Egipto, y por profeta fu� guardado. Enojado ha Ephraim � Dios con amarguras; por tanto, sus sangres se derramar�n sobre �l, y su Se�or le pagar� su oprobio. Oseas 13CUANDO Ephraim hablaba, hubo temor; fu� ensalzado en Israel; mas pec� en Baal, y muri�. Y ahora a�adieron � su pecado, y de su plata se han hecho seg�n su entendimiento, estatuas de fundici�n, �dolos, toda obra de art�fices; acerca de los cuales dicen � los hombres que sacrifican, que besen los becerros. Por tanto ser�n como la niebla de la ma�ana, y como el roc�o de la madrugada que se pasa; como el tamo que la tempestad arroja de la era, y como el humo que de la chimenea sale. Mas yo soy Jehov� tu Dios desde la tierra de Egipto: no conocer�s pues Dios fuera de m�, ni otro Salvador sino � m�. Yo te conoc� en el desierto, en tierra seca. En sus pastos se hartaron, hart�ronse, y ensoberbeci�se su coraz�n: por esta causa se olvidaron de m�. Por tanto, yo ser� para ellos como le�n; como un leopardo en el camino los espiar�. Como oso que ha perdido los hijos los encontrar�, y romper� las telas de su coraz�n, y all� los devorar� como le�n: bestia del campo los despedazar�. Te perdiste, oh Israel, mas en m� est� tu ayuda. �D�nde est� tu rey, para que te guarde con todas tus ciudades? �y tus jueces, de los cuales dijiste: Dame rey y pr�ncipes? D�te rey en mi furor, y quit�lo en mi ira. Atada est� la maldad de Ephraim; su pecado est� guardado. Dolores de mujer de parto le vendr�n: es un hijo ignorante, que de otra manera no estuviera tanto tiempo en el rompimiento de los hijos. De la mano del sepulcro los redimir�, librar�los de la muerte. Oh muerte, yo ser� tu muerte; y ser� tu destrucci�n, oh sepulcro; arrepentimiento ser� escondido de mis ojos. Aunque �l fructificar� entre los hermanos, vendr� el solano, viento de Jehov�, subiendo de la parte del desierto, y secarse ha su vena, y secar�se su manadero: �l saquear� el tesoro de todas las preciosas alhajas. Samaria ser� asolada, porque se rebel� contra su Dios: caer�n � cuchillo: sus ni�os ser�n estrellados, y su pre�adas ser�n abiertas. Oseas 14CONVI�RTETE, oh Israel, � Jehov� tu Dios: porque por tu pecado has ca�do. Tomad con vosotros palabras, y convert�os � Jehov�, y decidle: Quita toda iniquidad, y acepta el bien, y daremos becerros de nuestros labios. No nos librar� Assur; no subiremos sobre caballos, ni nunca m�s diremos � la obra de nuestras manos: Dioses nuestros: porque en ti el hu�rfano alcanzar� misericordia. Yo medicinar� su rebeli�n, amar�los de voluntad: porque mi furor se apart� de ellos. Yo ser� � Israel como roc�o; �l florecer� como lirio, y extender� sus ra�ces como el L�bano. Extenderse han sus ramos, y ser� su gloria como la de la oliva, y oler� como el L�bano. Volver�n, y se sentar�n bajo de su sombra: ser�n vivificados como trigo, y florecer�n como la vid: su olor, como de vino del L�bano. Ephraim dir�: �Qu� m�s tendr� ya con los �dolos? Yo lo oir�, y mirar�; yo ser� � �l como la haya verde: de m� ser� hallado tu fruto. �Qui�n es sabio para que entienda esto, y prudente para que los sepa? Porque los caminos del Jehov� son derechos, y los justos andar�n por ellos: mas los rebeldes en ellos caer�n.
JoelLA BIBLIA Versión Reina-Valera de 1909 �NDICE [1 | 2 | 3]Joel 1PALABRA de Jehov� que fu� � Joel hijo de Pethuel. Oid esto, viejos, y escuchad, todos los moradores de la tierra. �Ha acontecido esto en vuestros d�as, � en los d�as de vuestros padres? De esto contar�is � vuestros hijos, y vuestros hijos � sus hijos, y su hijos � la otra generaci�n. Lo que qued� de la oruga comi� la langosta, y lo que qued� de la langosta comi� el pulg�n; y el revolt�n comi� lo que del pulg�n hab�a quedado. Despertad, borrachos, y llorad; aullad todos los que beb�is vino, � causa del mosto, porque os es quitado de vuestra boca. Porque gente subi� � mi tierra, fuerte y sin n�mero; sus dientes, dientes de le�n, y sus muelas, de le�n. Asol� mi vid, y descortez� mi higuera: del todo la desnud� y derrib�: sus ramas quedaron blancas. Llora t� como moza vestida de saco por el marido de su juventud. Pereci� el presente y la libaci�n de la casa de Jehov�: los sacerdotes ministros de Jehov� hicieron luto. El campo fu� destru�do, enlut�se la tierra; porque el trigo fu� destu�do, se sec� el mosto, perdi�se el aceite. Confund�os, labradores, aullad, vi�eros, por el trigo y la cebada; porque se perdi� la mies del campo. Sec�se la vid, y pereci� la higuera, el granado tambi�n, la palma, y el manzano; sec�ronse todos los �rboles del campo; por lo cual se sec� el gozo de los hijos de los hombres. Ce��os y lamentad, sacerdotes; aullad, ministros del altar; venid, dormid en sacos, ministros de mi Dios: porque quitado es de la casa de vuestro Dios el presente y la libaci�n. Pregonad ayuno, llamad � congregaci�n; congregad los ancianos y todos los moradores de la tierra en la casa de Jehov� vuestro Dios, y clamad � Jehov�. �Ay del d�a! porque cercano est� el d�a de Jehov�, y vendr� como destrucci�n por el Todopoderoso. �No es quitado el mantenimiento de delante de nuestros ojos, la alegr�a y el placer de la casa de nuestro Dios? El grano se pudri� debajo de sus terrones, los bastimentos fueron asolados, los alfol�es destru�dos; porque se sec� el trigo. �Cu�nto gimieron las bestias! �cu�n turbados anduvieron los hatos de los bueyes, porque no tuvieron pastos! tambi�n fueron asolados los reba�os de las ovejas. A ti, oh Jehov�, clamar�: porque fuego consumi� los pastos del desierto, y llama abras� todos los �rboles del campo. Las bestias del campo bramar�n tambi�n � ti; porque se secaron los arroyos de las aguas, y fuego consumi� las prader�as del desierto. Joel 2TOCAD trompeta en Si�n, y pregondad en mi santo monte: tiemblen todos los moradores de la tierra; porque viene el d�a de Jehov�, porque est� cercano. D�a de tinieblas y de oscuridad, d�a de nube y de sombra, que sobre los montes se derrama como el alba: un pueblo grande y fuerte: nunca desde el siglo fu� semejante, ni despu�s de �l ser� jam�s en a�os de generaci�n en generaci�n. Delante de �l consumir� fuego, tras de �l abrasar� llama; como el huerto de Ed�n ser� la tierra delante de �l, y detr�s de �l como desierto asolado; ni tampoco habr� quien de �l escape. Su parecer, como parecer de caballos; y como gente de � caballo correr�n. Como estruendo de carros saltar�n sobre las cumbres de los montes; como sonido de llama de fuego que consume hojarascas, como fuerte pueblo aparejado para la batalla. Delante de �l temer�n los pueblos, pondr�nse mustios todos los semblantes. Como valientes correr�n, como hombres de guerra subir�n la muralla; y cada cual ir� en sus caminos, y no torcer�n sus sendas. Ninguno apretar� � su compa�ero, cada uno ir� por su carrera; y aun cayendo sobre la espada no se herir�n. Ir�n por la ciudad, correr�n por el muro, subir�n por las casas, entrar�n por las ventanas � manera de ladrones. Delante de �l temblar� la tierra, se estremecer�n los cielos: el sol y la luna se oscurecer�n, y las estrellas retraer�n su resplandor. Y Jehov� dar� su voz delante de su ej�rcito: porque muchos son sus reales y fuertes, que ponen en efecto su palabra: porque grande es el d�a de Jehov�, y muy terrible; �y qui�n lo podr� sufrir? Por eso pues ahora, dice Jehov�, convert�os � m� con todo vuestro coraz�n, con ayuno y lloro y llanto. Y lacerad vuestro coraz�n, y no vuestros vestidos; y convert�os � Jehov� vuestro Dios; porque misericordioso es y clemente, tardo para la ira, y grande en misericordia, y que se arrepiente del castigo. �Qui�n sabe si volver�, y se apiadar�, y dejar� bendici�n tras de �l, presente y libaci�n para Jehov� Dios vuestro? Tocad trompeta en Si�n, pregonad ayuno, llamad � congregaci�n. Reunid el pueblo, santificad la reuni�n, juntad los viejos, congregad los ni�os y los que maman: salga de su c�mara el novio, y de su t�lamo la novia. Entre la entrada y el altar, lloren los sacerdotes, ministros de Jehov�, y digan: Perdona, oh Jehov�, � tu pueblo, y no pongas en oprobio tu heredad, para que las gentes se ense�oreen de ella. �Por qu� han de decir entre los pueblos: D�nde est� su Dios? Y Jehov� celar� su tierra, y perdonar� su pueblo. Y responder� Jehov�, y dir� � su pueblo: He aqu� yo os env�o pan, y mosto, y aceite, y ser�is saciados de ellos: y nunca m�s os pondr� en oprobio entre las gentes. Y har� alejar de vosotros al del aquil�n, y echar�lo en la tierra seca y desierta: su faz ser� hacia el mar oriental, y su fin al mar occidental, y exhalar� su hedor; y subir� su pudrici�n, porque hizo grandes cosas. Tierra, no temas; al�grate y g�zate: porque Jehov� ha de hacer grandes cosas. Animales del campo, no tem�is; porque los pastos del desierto reverdecer�n, porque los �rboles llevar�n su fruto, la higuera y la vid dar�n sus frutos. Vosotros tambi�n, hijos de Si�n, alegraos y gozaos en Jehov� vuestro Dios; porque os ha dado la primera lluvia arregladamente, y har� descender sobre vosotros lluvia temprana y tard�a como al principio. Y las eras se henchir�n de trigo, y los lagares rebosar�n de vino y aceite. Y os restituir� los a�os que comi� la oruga, la langosta, el pulg�n, y el revolt�n; mi grande ej�rcito que envi� contra vosotros. Y comer�is hasta saciaros, y alabar�is el nombre de Jehov� vuestro Dios, el cual hizo maravillas con vosotros: y nunca jam�s ser� mi pueblo avergonzado. Y conocer�is que en medio de Israel estoy yo, y que yo soy Jehov� vuestro Dios, y no hay otro: y mi pueblo nunca jam�s ser� avergonzado. Y ser� que despu�s de esto, derramar� mi Esp�ritu sobre toda carne, y profetizar�n vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros viejos so�ar�n sue�os, y vuestros mancebos ver�n visiones. Y aun tambi�n sobre los siervos y sobre las siervas derramar� mi Esp�ritu en aquellos d�as. Y dar� prodigios en el cielo y en la tierra, sangre, y fuego, y columnas de humo. El sol se tornar� en tinieblas, y la luna en sangre, antes que venga el d�a grande y espantoso de Jehov�. Y ser� que cualquiera que invocare el nombre de Jehov�, ser� salvo: porque en el monte de Si�n y en Jerusalem habr� salvaci�n, como Jehov� ha dicho, y en los que quedaren, � los cuales Jehov� habr� llamado. Joel 3PORQUE he aqu� que en aquellos d�as, y en aquel tiempo en que har� tornar la cautividad de Jud� y de Jerusalem, Juntar� todas las gentes, y har�las descender al valle de Josaphat, y all� entrar� en juicio con ellos � causa de mi pueblo, y de Israel mi heredad, � los cuales esparcieron entre las naciones, y partieron mi tierra: Y echaron suertes sobre mi pueblo, y � los ni�os dieron por una ramera, y vendieron las ni�as por vino para beber. Y tambi�n, �qu� tengo yo con vosotras, Tiro y Sid�n, y todos los t�rminos de Palestina? �Quer�is vengaros de m�? Y si de m� os veng�is, bien pronto har� yo recaer la paga sobre vuestra cabeza. Porque hab�is llevado mi plata y mi oro, y mis cosas preciosas y hermosas metisteis en vuestros templos: Y vendisteis los hijos de Jud� y los hijos de Jerusalem � los hijos de los Griegos, por alejarlos de sus t�rminos. He aqu� los levantar� yo del lugar donde los vendisteis, y volver� vuestra paga sobre vuestra cabeza. Y vender� vuestros hijos y vuestras hijas en la mano de los hijos de Jud�, y ellos los vender�n � los Sabeos, naci�n apartada; porque Jehov� ha hablado. Pregonad esto entre las gentes, proclamad guerra, despertad � los valientes, ll�guense, vengan todos los hombres de guerra. Haced espadas de vuestros azadones, lanzas de vuestras hoces; diga el flaco: Fuerte soy. Juntaos y venid, gentes todas de alrededor, y congregaos: haz venir all�, oh Jehov�, tus fuertes. Las gentes se despierten, y suban al valle de Josaphat: porque all� me sentar� para juzgar todas las gentes de alrededor. Echad la hoz, porque la mies est� ya madura. Venid, descended; porque el lagar est� lleno, rebosan las lagaretas: porque mucha es la maldad de ellos. Muchos pueblos en el valle de la decisi�n: porque cercano est� el d�a de Jehov� en el valle de la decisi�n. El sol y la luna se oscurecer�n, y las estrellas retraer�n su resplandor. Y Jehov� bramar� desde Si�n, y dar� su voz desde Jerusalem, y temblar�n los cielos y la tierra: mas Jehov� ser� la esperanza de su pueblo, y la fortaleza de los hijos de Israel. Y conocer�is que yo soy Jehov� vuestro Dios, que habito en Si�n, monte de mi santidad: y ser� Jerusalem santa, y extra�os no pasar�n m�s por ella. Y ser� en aquel tiempo, que los montes destilar�n mosto, y los collados fluir�n leche, y por todos los arroyos de Jud� correr�n aguas: y saldr� una fuente de la casa de Jehov�, y regar� el valle de Sittim. Egipto ser� destru�do, y Edom ser� vuelto en asolado desierto, por la injuria hecha � los hijos de Jud�: porque derramaron en su tierra la sangre inocente. Mas Jud� para siempre ser� habitada, y Jerusalem en generaci�n y generaci�n. Y limpiar� la sangre de los que no limpi�; y Jehov� morar� en Si�n.
Am�sLA BIBLIA Versión Reina-Valera de 1909 �NDICE [1 | 2 | 3 | 4 | 5 | 6 | 7 | 8 | 9 ]Am�s 1LAS palabras de Am�s, que fu� entre los pastores de Tecoa, las cuales vi� acerca de Israel en d�as de Uzz�a rey de Jud�, y en d�as de Jeroboam hijo de Joas rey de Israel, dos a�os antes del terremoto. Y dijo: Jehov� bramar� desde Si�n, y dar� su voz desde Jerusalem; y las estancias de los pastores se enlutar�n, y secar�se la cumbre del Carmelo. As� ha dicho Jehov�: Por tres pecados de Damasco, y por el cuarto, no desviar� su castigo; porque trillaron � Galaad con trillos de hierro. Y meter� fuego en la casa de Hazael, y consumir� los palacios de Ben-hadad. Y quebrar� la barra de Damasco, y talar� los moradores de Bicath-aven, y los gobernadores de Beth-eden: y el pueblo de Aram ser� trasportado � Ch�r, dice Jehov�. As� ha dicho Jehov�: Por tres pecados de Gaza, y por el cuarto, no desviar� su castigo; porque llev� cautiva toda la cautividad, para entregarlos � Edom. Y meter� fuego en el muro de Gaza, y quemar� sus palacios. Y talar� los moradores de Azoto, y los gobernadores de Ascal�n: y tornar� mi mano sobre Ecr�n, y las reliquias de los Palestinos perecer�n, ha dicho el Se�or Jehov�. As� ha dicho Jehov�: Por tres pecados de Tiro, y por el cuarto, no desviar� su castigo; porque entregaron la cautividad entera � Edom, y no se acordaron del concierto de hermanos. Y meter� fuego en el muro de Tiro, y consumir� sus palacios. As� ha dicho Jehov�: Por tres pecados de Edom, y por el cuarto, no desviar� su castigo; porque persigui� � cuchillo � su hermano, y rompi� sus conmiseraciones; y con su furor le ha robado siempre, y ha perpetuamente guardado el enojo. Y meter� fuego en Tem�n, y consumir� los palacios de Bosra. As� ha dicho Jehov�: Por tres pecados de los hijos de Amm�n, y por el cuarto, no desviar� su castigo; porque abrieron las pre�adas de Galaad, para ensanchar su t�rmino. Y encender� fuego en el muro de Rabba, y consumir� sus palacios con estruendo en d�a de batalla, con tempestad en d�a tempestuoso: Y su rey ir� en cautiverio, �l y sus pr�ncipes todos, dice Jehov�. Am�s 2ASI ha dicho Jehov�: Por tres pecados de Moab, y por el cuarto, no desviar� su castigo; porque quem� los huesos del rey de Idumea hasta tornarlos en cal. Y meter� fuego en Moab, y consumir� los palacios de Ch�rioth: y morir� Moab en alboroto, en estr�pito y sonido de trompeta. Y quitar� el juez de en medio de �l, y matar� con �l � todos sus pr�ncipes, dice Jehov�. As� ha dicho Jehov�: Por tres pecados de Jud�, y por el cuarto, no desviar� su castigo; porque menospreciaron la ley de Jehov�, y no guardaron sus ordenanzas; � hici�ronlos errar sus mentiras, en pos de las cuales anduvieron sus padres. Meter� por tanto fuego en Jud�, el cual consumir� los palacios de Jerusalem. As� ha dicho Jehov�: Por tres pecados de Israel, y por el cuarto, no desviar� su castigo; porque vendieron por dinero al justo, y al pobre por un par de zapatos: Que anhelan porque haya polvo de tierra sobre la cabeza de los pobres, y tuercen el camino de los humildes: y el hombre y su padre entraron � la misma moza, profanando mi santo nombre. Y sobre las ropas empe�adas se acuestan junto � cualquier altar; y el vino de los penados beben en la casa de sus dioses. Y yo destru� delante de ellos al Amorrheo, cuya altura era como la altura de los cedros, y fuerte como un alcornoque; y destru� su fruto arriba, sus ra�ces abajo. Y yo os hice � vosotros subir de la tierra de Egipto, y os traje por el desierto cuarenta a�os, para que poseyeseis la tierra del Amorrheo. Y levant� de vuestros hijos para profetas, y de vuestros mancebos para que fuesen Nazareos. �No es esto as�, dice Jehov�, hijos de Israel? Mas vosotros disteis de beber vino � los Nazareos; y � los profetas mandasteis, diciendo: No profetic�is. Pues he aqu�, yo os apretar� en vuestro lugar, como se aprieta el carro lleno de haces; Y la hu�da perecer� del ligero, y el fuerte no esforzar� su fuerza, ni el valiente librar� su vida; Y el que toma el arco no resistir�, ni escapar� el ligero de pies, ni el que cabalga en caballo salvar� su vida. El esforzado entre esforzados huir� desnudo aquel d�a, dice Jehov�. Am�s 3OID esta palabra que ha hablado Jehov� contra vosotros, hijos de Israel, contra toda la familia que hice subir de la tierra de Egipto. Dice as�: A vosotros solamente he conocido de todas las familias de la tierra; por tanto visitar� contra vosotros todas vuestras maldades. �Andar�n dos juntos, si no estuvieren de concierto? �Bramar� el le�n en el monte sin hacer presa? �dar� el leoncillo su bramido desde su morada, si no prendiere? �Caer� el ave en el lazo en la tierra, sin haber armador? �alzar�se el lazo de la tierra, si no se ha prendido algo? �Tocar�se la trompeta en la ciudad, y no se alborotar� el pueblo? �habr� alg�n mal en la ciudad, el cual Jehov� no haya hecho? Porque no har� nada el Se�or Jehov�, sin que revele su secreto � sus siervos los profetas. Bramando el le�n, �qui�n no temer�? hablando el Se�or Jehov�, �qui�n no porfetizar�? Haced pregonar sobre los palacios de Azoto, y sobre los palacios de tierra de Egipto, y decid: Reun�os sobre los montes de Samaria, y ved muchas opresiones en medio de ella, y violencias en medio de ella. Y no saben hacer lo recto, dice Jehov�, atesorando rapi�as y despojos en sus palacios. Por tanto, el Se�or Jehov� ha dicho as�: Un enemigo habr� a�n por todos lados de la tierra, y derribar� de ti tu fortaleza, y tus palacios ser�n saqueados. As� ha dicho Jehov�: De la manera que el pastor libra de la boca del le�n dos piernas, � la punta de una oreja, as� escapar�n los hijos de Israel que moran en Samaria en el rinc�n de la cama, y al canto del lecho. Oid y protestad en la casa de Jacob, ha dicho Jehov� Dios de los ej�rcitos: Que el d�a que visitar� las rebeliones de Israel sobre �l, visitar� tambi�n sobre los altares de Beth-el; y ser�n cortados los cuernos del altar, y caer�n � tierra. Y herir� la casa del invierno con la casa del verano, y las casas de marfil perecer�n; y muchas casas ser�n arruinadas, dice Jehov�. Am�s 4OID esta palabra, vacas de Bas�n, que est�is en el monte de Samaria, que oprim�s los pobres, que quebrant�is los menesterosos, que decis � sus se�ores: Traed, y beberemos. El Se�or Jehov� jur� por su santidad: He aqu�, vienen d�as sobre vosotros en que os llevar� en anzuelos, y � vuestros descendientes en barquillos de pescador. Y saldr�n por los portillos la una en pos de la otra, y ser�is echadas del palacio, dice Jehov�. Id � Beth-el, y prevaricad; en Gilgal aumentad la rebeli�n, y traed de ma�ana vuestros sacrificios, vuestros diezmos cada tres a�os; Y ofreced sacrificio de alabanza con leudo, y pregonad, publicad voluntarias ofrendas; pues que as� lo quer�is, hijos de Israel, dice el Se�or Jehov�. Yo tambi�n os d� limpieza de dientes en todas vuestras ciudades, y falta de pan en todos vuestros pueblos: mas no os tornasteis � m�, dice Jehov�. Y tambi�n yo os detuve la lluvia tres meses antes de la siega: � hice llover sobre una ciudad, y sobre otra ciudad no hice llover: sobre una parte llovi�; la parte sobre la cual no llovi�, sec�se. Y ven�an dos � tres ciudades � una ciudad para beber agua, y no se hartaban: con todo no os torn�steis � m�, dice Jehov�. Os her� con viento solano y oruga; vuestros muchos huertos y vuestras vi�as, y vuestros higuerales y vuestros olivares comi� la langosta: pero nunca os tornasteis � m�, dice Jehov�. Envi� entre vosotros mortandad al modo que en Egipto: mat� � cuchillo vuestros mancebos, con cautiverio de vuestros caballos; � hice subir el hedor de vuestros reales hasta vuestras narices: empero no os tornasteis � m�, dice Jehov�. Trastorn�os, como cuando Dios trastorn� � Sodoma y � Gomorra, y fuisteis como tiz�n escapado del fuego: mas no os tornasteis � m�, dice Jehov�. Por tanto, de esta manera har� � ti, oh Israel: y porque te he de hacer esto, apar�jate para venir al encuentro � tu Dios, oh Israel. Porque he aqu�, el que forma los montes, y cr�a el viento, y denuncia al hombre su pensamiento; el que hace � las tinieblas ma�ana, y pasa sobre las alturas de la tierra; Jehov�, Dios de los ej�rcitos, es su nombre. Am�s 5OID esta palabra, porque yo levanto endecha sobre vosotros, casa de Israel. Cay� la virgen de Israel, no m�s podr� levantarse; dejada fu� sobre su tierra, no hay quien la levante. Porque as� ha dicho el Se�or Jehov�: La ciudad que sacaba mil, quedar� con ciento; y la que sacaba ciento, quedar� con diez, en la casa de Israel. Empero as� dice Jehov� � la casa de Israel: Buscadme, y vivir�is; Y no busqu�is � Beth-el ni entreis en Gilgal, ni pas�is � Beer-seba: porque Gilgal ser� llevada en cautiverio, y Beth-el ser� deshecha. Buscad � Jehov�, y vivid; no sea que hienda, como fuego, � la casa de Jos�, y la consuma, sin haber en Beth-el quien lo apague. Los que convierten en ajenjo el juicio, y dejan en tierra la justicia, Miren al que hace el Arcturo y el Ori�n, y las tinieblas vuelve en ma�ana, y hace oscurecer el d�a en noche; el que llama � las aguas de la mar, y las derrama sobre la haz de la tierra: Jehov� es su nombre: Que da esfuerzo al despojador sobre el fuerte, y que el despojador venga contra la fortaleza. Ellos aborrecieron en la puerta al reprensor, y al que hablaba lo recto abominaron. Por tanto, pues que vej�is al pobre y recib�s de �l carga de trigo; edificasteis casas de sillares, mas no las habitar�is; plantasteis hermosas vi�as, mas no beber�is el vino de ellas. Porque sabido he vuestras muchas rebeliones, y vuestros grandes pecados: que afligen al justo, y reciben cohecho, y � los pobres en la puerta hacen perder su causa. Por tanto, el prudente en tal tiempo calla, porque el tiempo es malo. Buscad lo bueno, y no lo malo, para que viv�is; porque as� Jehov� Dios de los ej�rcitos ser� con vosotros, como dec�s. Aborreced el mal, y amad el bien, y poned juicio en la puerta: quiz� Jehov�, Dios de los ej�rcitos, tendr� piedad del remanente de Jos�. Por tanto, as� ha dicho Jehov� Dios de los ej�rcitos, el Se�or: En todas las plazas habr� llanto, y en todas las calles dir�n, �Ay! �ay! y al labrador llamar�n � lloro, y � endecha � los que endechar supieren. Y en todas las vi�as habr� llanto; porque pasar� por medio de ti, dice Jehov�. �Ay de los que desean el d�a de Jehov�! �para qu� quer�is este d�a de Jehov�? Ser� de tinieblas, y no luz: Como el que huye de delante del le�n, y se topa con el oso; � si entrare en casa y arrimare su mano � la pared, y le muerda la culebra. �No ser� el d�a de Jehov� tinieblas, y no luz; oscuridad, que no tiene resplandor? Aborrec�, abomin� vuestras solemnidades, y no me dar�n buen olor vuestras asambleas. Y si me ofreciereis holocaustos y vuestros presentes, no los recibir�; ni mirar� � los pac�ficos de vuestros engordados. Quita de m� la multitud de tus cantares, que no escuchar� las salmodias de tus instrumentos. Antes corra el juicio como las aguas, y la justicia como impetuoso arroyo. �Hab�isme ofrecido sacrificios y presentes en el desierto en cuarenta a�os, casa de Israel? Mas llevabais el tabern�culo de vuestro Moloch y Chi�n, �dolos vuestros, la estrella de vuestros dioses que os hicisteis. Hareos pues trasportar m�s all� de Damasco, ha dicho Jehov�, cuyo nombre es Dios de los ej�rcitos. Am�s 6�AY de los reposados en Si�n, y de los confiados en el monte de Samaria, nombrados principales entre las mismas naciones, las cuales vendr�n sobre ellos, oh casa de Israel! Pasad � Calne, y mirad; y de all� id � la gran Hamath; descended luego � Gath de los Palestinos: ved si son aquellos reinos mejores que estos reinos, si su t�rmino es mayor que vuestro t�rmino. Vosotros que dilat�is el d�a malo, y acerc�is la silla de iniquidad; Duermen en camas de marfil, y se extienden sobre sus lechos; y comen los corderos del reba�o, y los becerros de en medio del engordadero; Gorjean al son de la flauta, � inventan instrumentos m�sicos, como David; Beben vino en tazones, y se ungen con los ung�entos m�s preciosos; y no se afligen por el quebrantamiento de Jos�. Por tanto, ahora pasar�n en el principio de los que � cautividad pasaren, y se acercar� el clamor de los extendidos. El Se�or Jehov� jur� por su alma, Jehov� Dios de los ej�rcitos ha dicho: Tengo en abominaci�n la grandeza de Jacob, y aborrezco sus palacios: y la ciudad y su plenitud entregar� al enemigo. Y acontecer� que si diez hombres quedaren en una casa, morir�n. Y su ti� tomar� � cada uno, y quemar�le para sacar los huesos de casa; y dir� al que estar� en los rincones de la casa: �Hay a�n alguno contigo? Y dir�: No. Y dir� aqu�l: Calla que no podemos hacer menci�n del nombre de Jehov�. Porque he aqu�, Jehov� mandar�, y herir� con hendiduras la casa mayor, y la casa menor con aberturas. �Correr�n los caballos por las pe�as? �arar�n en ellas con vacas? �por qu� hab�is vosotros tornado el juicio en veneno, y el fruto de justicia en ajeno? Vosotros que os alegr�is en nada, que dec�s: �No nos hemos adquirido potencia con nuestra fortaleza? Pues he aqu�, levantar� yo sobre vosotros, oh casa de Israel, dice Jehov� Dios de los ej�rcitos, gente que os oprimir� desde la entrada de Hamath hasta el arroyo del desierto. Am�s 7ASI me ha mostrado el Se�or Jehov�: y he aqu�, �l criaba langostas al principio que comenzaba � crecer el heno tard�o; y he aqu�, era el heno tard�o despu�s de las siegas del rey. Y acaeci� que como acab� de comer la hierba de la tierra, yo dije: Se�or Jehov�, perdona ahora; �qui�n levantar� � Jacob? porque es peque�o. Arrepinti�se Jehov� de esto: No ser�, dijo Jehov�. El Se�or Jehov� me mostr� as�: y he aqu�, llamaba para juzgar por fuego el Se�or Jehov�; y consumi� un gran abismo, y consumi� una parte de la tierra. Y dije: Se�or Jehov�, cesa ahora; �qui�n levantar� � Jacob? porque es peque�o. Arrepinti�se Jehov� de esto: No ser� esto tampoco, dijo el Se�or Jehov�. Ense��me as�: he aqu�, el Se�or estaba sobre un muro hecho � plomo, y en su mano una plomada de alba�il. Jehov� entonces me dijo: �Qu� ves, Am�s? Y dije: Una plomada de alba�il. Y el Se�or dijo: He aqu�, Yo pongo plomada de alba�il en medio de mi pueblo Israel: No le pasar� m�s: Y los altares de Isaac ser�n destruidos, y los santuarios de Israel ser�n asolados; y levantar�me con espada sobre la casa de Jeroboam. Entonces Amas�as sacerdote de Beth-el envi� � decir � Jeroboam, rey de Israel: Am�s se ha conjurado contra ti en medio de la casa de Israel: la tierra no puede sufrir todas sus palabras. Porque as� ha dicho Am�s: Jeroboam morir� � cuchillo, � Israel pasar� de su tierra en cautiverio. Y Amas�as dijo � Am�s: Vidente, vete, y huye � tierra de Jud�, y come all� tu pan, y profetiza all�: Y no profetices m�s en Beth-el, porque es santuario del rey, y cabecera del reino. Entonces respondi� Am�s, y dijo � Amas�as: No soy profeta, ni soy hijo de profeta, sino que soy boyero, y cogedor de cabrahigos: Y Jehov� me tom� de tras el ganado, y d�jome Jehov�: Ve, y profetiza � mi pueblo Israel. Ahora pues, oye palabra de Jehov�. T� dices: No profetices contra Israel, ni hables contra la casa de Isaac: Por tanto, as� ha dicho Jehov�: Tu mujer fornicar� en la ciudad, y tus hijos y tus hijas caer�n � cuchillo, y tu tierra ser� partida por suertes; y t� morir�s en tierra inmunda, � Israel ser� traspasado de su tierra. Am�s 8ASI me ha mostrado Jehov�: y he aqu� un canastillo de fruta de verano. Y dijo: �Qu� ves, Am�s? Y dije: Un canastillo de fruta de verano. Y d�jome Jehov�: Venido ha el fin sobre mi pueblo Israel; no le pasar� m�s. Y los cantores del templo aullar�n en aquel d�a, dice el Se�or Jehov�; muchos ser�n los cuerpos muertos; en todo lugar echados ser�n en silencio. Oid esto, los que trag�is � los menesterosos, y arruin�is los pobres de la tierra, Diciendo: �Cu�ndo pasar� el mes, y venderemos el trigo; y la semana, y abriremos los alfol�es del pan, y achicaremos la medida, y engrandeceremos el precio, y falsearemos el peso enga�oso; Para comprar los pobres por dinero, y los necesitados por un par de zapatos, y venderemos las aechaduras del trigo? Jehov� jur� por la gloria de Jacob: No me olvidar� para siempre de todas sus obras. �No se ha de estremecer la tierra sobre esto? �Y todo habitador de ella no llorar�? y subir� toda como un r�o, y ser� arrojada, y hundir�se como el r�o de Egipto. Y acaecer� en aquel d�a, dice el Se�or Jehov�, que har� se ponga el sol al mediod�a, y la tierra cubrir� de tinieblas en el d�a claro. Y tornar� vuestras fiestas en lloro, y todos vuestros cantares en endechas; y har� poner saco sobre todos lomos, y peladura sobre toda cabeza; y tornar�la como en llanto de unig�nito, y su postrimer�a como d�a amargo. He aqu� vienen d�as, dice el Se�or Jehov�, en los cuales enviar� hambre � la tierra, no hambre de pan, ni sed de agua, sino de oir palabra de Jehov�. E ir�n errantes de mar � mar: desde el norte hasta el oriente discurrir�n buscando palabra de Jehov�, y no la hallar�n. En aquel tiempo las doncellas hermosas y los mancebos desmayar�n de sed. Los que juran por el pecado de Samaria, y dicen, Vive tu Dios de Dan: y, Vive el camino de Beer-seba: caer�n, y nunca m�s se levantar�n. Am�s 9VI al Se�or que estaba sobre el altar, y dijo: Hiere el umbral, y estrem�zcanse las puertas: y c�rtales en piezas la cabeza de todos; y el postrero de ellos matar� � cuchillo: no habr� de ellos quien se fugue, ni quien escape. Aunque cavasen hasta el infierno, de all� los tomar� mi mano; y si subieren hasta el cielo, de all� los har� descender. Y si se escondieren en la cumbre del Carmelo, all� los buscar� y los tomar�; y aunque se escondieren de delante de mis ojos en el profundo de la mar, all� mandar� � la culebra, y morder�los. Y si fueren en cautiverio, delante de sus enemigos, all� mandar� al cuchillo, y los matar�; y pondr� sobre ellos mis ojos para mal, y no para bien. El Se�or Jehov� de los ej�rcitos es el que toca la tierra, y se derretir�, y llorar�n todos los que en ella moran: y subir� toda como un r�o, y hundir�se luego como el r�o de Egipto. El edific� en el cielo sus gradas, y ha establecido su expansi�n sobre la tierra: �l llama las aguas de la mar, y sobre la haz de la tierra las derrama: Jehov� es su nombre. Hijos de Israel, �no me sois vosotros, dice Jehov�, como hijos de Etiopes? �no hice yo subir � Israel de la tierra de Egipto, y � los Palestinos de Caphtor, y de Ch�r � los Arameos? He aqu� los ojos del Se�or Jehov� est�n contra el reino pecador, y yo lo asolar� de la haz de la tierra: mas no destruir� del todo la casa de Jacob, dice Jehov�. Porque he aqu� yo mandar�, y har� que la casa de Israel sea zarandeada entre todas las gentes, como se zarandea el grano en un harnero, y no cae un granito en la tierra. A cuchillo morir�n todos los pecadores de mi pueblo, que dicen: No se acercar�, ni nos alcanzar� el mal. En aquel d�a yo levantar� el tabern�culo de David, ca�do, y cerrar� sus portillos, y levantar� sus ruinas, y edificar�lo como en el tiempo pasado; Para que aquellos sobre los cuales es llamado mi nombre, posean el resto de Idumea, y � todas las naciones, dice Jehov� que hace esto. He aqu� vienen d�as, dice Jehov� en que el que ara alcanzar� al segador, y el pisador de las uvas al que lleva la simiente; y los montes destilar�n mosto, y todos los collados se derretir�n. Y tornar� el cautiverio de mi pueblo Israel, y edificar�n ellos las ciudades asoladas, y las habitar�n; y plantar�n vi�as, y beber�n el vino de ellas; y har�n huertos, y comer�n el fruto de ellos. Pues los plantar� sobre su tierra, y nunca m�s ser�n arrancados de su tierra que yo les d�, ha dicho Jehov� Dios tuyo.
Am�sLA BIBLIA Versión Reina-Valera de 1909 �NDICE [1 | 2 | 3 | 4 | 5 | 6 | 7 | 8 | 9 ]Am�s 1LAS palabras de Am�s, que fu� entre los pastores de Tecoa, las cuales vi� acerca de Israel en d�as de Uzz�a rey de Jud�, y en d�as de Jeroboam hijo de Joas rey de Israel, dos a�os antes del terremoto. Y dijo: Jehov� bramar� desde Si�n, y dar� su voz desde Jerusalem; y las estancias de los pastores se enlutar�n, y secar�se la cumbre del Carmelo. As� ha dicho Jehov�: Por tres pecados de Damasco, y por el cuarto, no desviar� su castigo; porque trillaron � Galaad con trillos de hierro. Y meter� fuego en la casa de Hazael, y consumir� los palacios de Ben-hadad. Y quebrar� la barra de Damasco, y talar� los moradores de Bicath-aven, y los gobernadores de Beth-eden: y el pueblo de Aram ser� trasportado � Ch�r, dice Jehov�. As� ha dicho Jehov�: Por tres pecados de Gaza, y por el cuarto, no desviar� su castigo; porque llev� cautiva toda la cautividad, para entregarlos � Edom. Y meter� fuego en el muro de Gaza, y quemar� sus palacios. Y talar� los moradores de Azoto, y los gobernadores de Ascal�n: y tornar� mi mano sobre Ecr�n, y las reliquias de los Palestinos perecer�n, ha dicho el Se�or Jehov�. As� ha dicho Jehov�: Por tres pecados de Tiro, y por el cuarto, no desviar� su castigo; porque entregaron la cautividad entera � Edom, y no se acordaron del concierto de hermanos. Y meter� fuego en el muro de Tiro, y consumir� sus palacios. As� ha dicho Jehov�: Por tres pecados de Edom, y por el cuarto, no desviar� su castigo; porque persigui� � cuchillo � su hermano, y rompi� sus conmiseraciones; y con su furor le ha robado siempre, y ha perpetuamente guardado el enojo. Y meter� fuego en Tem�n, y consumir� los palacios de Bosra. As� ha dicho Jehov�: Por tres pecados de los hijos de Amm�n, y por el cuarto, no desviar� su castigo; porque abrieron las pre�adas de Galaad, para ensanchar su t�rmino. Y encender� fuego en el muro de Rabba, y consumir� sus palacios con estruendo en d�a de batalla, con tempestad en d�a tempestuoso: Y su rey ir� en cautiverio, �l y sus pr�ncipes todos, dice Jehov�. Am�s 2ASI ha dicho Jehov�: Por tres pecados de Moab, y por el cuarto, no desviar� su castigo; porque quem� los huesos del rey de Idumea hasta tornarlos en cal. Y meter� fuego en Moab, y consumir� los palacios de Ch�rioth: y morir� Moab en alboroto, en estr�pito y sonido de trompeta. Y quitar� el juez de en medio de �l, y matar� con �l � todos sus pr�ncipes, dice Jehov�. As� ha dicho Jehov�: Por tres pecados de Jud�, y por el cuarto, no desviar� su castigo; porque menospreciaron la ley de Jehov�, y no guardaron sus ordenanzas; � hici�ronlos errar sus mentiras, en pos de las cuales anduvieron sus padres. Meter� por tanto fuego en Jud�, el cual consumir� los palacios de Jerusalem. As� ha dicho Jehov�: Por tres pecados de Israel, y por el cuarto, no desviar� su castigo; porque vendieron por dinero al justo, y al pobre por un par de zapatos: Que anhelan porque haya polvo de tierra sobre la cabeza de los pobres, y tuercen el camino de los humildes: y el hombre y su padre entraron � la misma moza, profanando mi santo nombre. Y sobre las ropas empe�adas se acuestan junto � cualquier altar; y el vino de los penados beben en la casa de sus dioses. Y yo destru� delante de ellos al Amorrheo, cuya altura era como la altura de los cedros, y fuerte como un alcornoque; y destru� su fruto arriba, sus ra�ces abajo. Y yo os hice � vosotros subir de la tierra de Egipto, y os traje por el desierto cuarenta a�os, para que poseyeseis la tierra del Amorrheo. Y levant� de vuestros hijos para profetas, y de vuestros mancebos para que fuesen Nazareos. �No es esto as�, dice Jehov�, hijos de Israel? Mas vosotros disteis de beber vino � los Nazareos; y � los profetas mandasteis, diciendo: No profetic�is. Pues he aqu�, yo os apretar� en vuestro lugar, como se aprieta el carro lleno de haces; Y la hu�da perecer� del ligero, y el fuerte no esforzar� su fuerza, ni el valiente librar� su vida; Y el que toma el arco no resistir�, ni escapar� el ligero de pies, ni el que cabalga en caballo salvar� su vida. El esforzado entre esforzados huir� desnudo aquel d�a, dice Jehov�. Am�s 3OID esta palabra que ha hablado Jehov� contra vosotros, hijos de Israel, contra toda la familia que hice subir de la tierra de Egipto. Dice as�: A vosotros solamente he conocido de todas las familias de la tierra; por tanto visitar� contra vosotros todas vuestras maldades. �Andar�n dos juntos, si no estuvieren de concierto? �Bramar� el le�n en el monte sin hacer presa? �dar� el leoncillo su bramido desde su morada, si no prendiere? �Caer� el ave en el lazo en la tierra, sin haber armador? �alzar�se el lazo de la tierra, si no se ha prendido algo? �Tocar�se la trompeta en la ciudad, y no se alborotar� el pueblo? �habr� alg�n mal en la ciudad, el cual Jehov� no haya hecho? Porque no har� nada el Se�or Jehov�, sin que revele su secreto � sus siervos los profetas. Bramando el le�n, �qui�n no temer�? hablando el Se�or Jehov�, �qui�n no porfetizar�? Haced pregonar sobre los palacios de Azoto, y sobre los palacios de tierra de Egipto, y decid: Reun�os sobre los montes de Samaria, y ved muchas opresiones en medio de ella, y violencias en medio de ella. Y no saben hacer lo recto, dice Jehov�, atesorando rapi�as y despojos en sus palacios. Por tanto, el Se�or Jehov� ha dicho as�: Un enemigo habr� a�n por todos lados de la tierra, y derribar� de ti tu fortaleza, y tus palacios ser�n saqueados. As� ha dicho Jehov�: De la manera que el pastor libra de la boca del le�n dos piernas, � la punta de una oreja, as� escapar�n los hijos de Israel que moran en Samaria en el rinc�n de la cama, y al canto del lecho. Oid y protestad en la casa de Jacob, ha dicho Jehov� Dios de los ej�rcitos: Que el d�a que visitar� las rebeliones de Israel sobre �l, visitar� tambi�n sobre los altares de Beth-el; y ser�n cortados los cuernos del altar, y caer�n � tierra. Y herir� la casa del invierno con la casa del verano, y las casas de marfil perecer�n; y muchas casas ser�n arruinadas, dice Jehov�. Am�s 4OID esta palabra, vacas de Bas�n, que est�is en el monte de Samaria, que oprim�s los pobres, que quebrant�is los menesterosos, que decis � sus se�ores: Traed, y beberemos. El Se�or Jehov� jur� por su santidad: He aqu�, vienen d�as sobre vosotros en que os llevar� en anzuelos, y � vuestros descendientes en barquillos de pescador. Y saldr�n por los portillos la una en pos de la otra, y ser�is echadas del palacio, dice Jehov�. Id � Beth-el, y prevaricad; en Gilgal aumentad la rebeli�n, y traed de ma�ana vuestros sacrificios, vuestros diezmos cada tres a�os; Y ofreced sacrificio de alabanza con leudo, y pregonad, publicad voluntarias ofrendas; pues que as� lo quer�is, hijos de Israel, dice el Se�or Jehov�. Yo tambi�n os d� limpieza de dientes en todas vuestras ciudades, y falta de pan en todos vuestros pueblos: mas no os tornasteis � m�, dice Jehov�. Y tambi�n yo os detuve la lluvia tres meses antes de la siega: � hice llover sobre una ciudad, y sobre otra ciudad no hice llover: sobre una parte llovi�; la parte sobre la cual no llovi�, sec�se. Y ven�an dos � tres ciudades � una ciudad para beber agua, y no se hartaban: con todo no os torn�steis � m�, dice Jehov�. Os her� con viento solano y oruga; vuestros muchos huertos y vuestras vi�as, y vuestros higuerales y vuestros olivares comi� la langosta: pero nunca os tornasteis � m�, dice Jehov�. Envi� entre vosotros mortandad al modo que en Egipto: mat� � cuchillo vuestros mancebos, con cautiverio de vuestros caballos; � hice subir el hedor de vuestros reales hasta vuestras narices: empero no os tornasteis � m�, dice Jehov�. Trastorn�os, como cuando Dios trastorn� � Sodoma y � Gomorra, y fuisteis como tiz�n escapado del fuego: mas no os tornasteis � m�, dice Jehov�. Por tanto, de esta manera har� � ti, oh Israel: y porque te he de hacer esto, apar�jate para venir al encuentro � tu Dios, oh Israel. Porque he aqu�, el que forma los montes, y cr�a el viento, y denuncia al hombre su pensamiento; el que hace � las tinieblas ma�ana, y pasa sobre las alturas de la tierra; Jehov�, Dios de los ej�rcitos, es su nombre. Am�s 5OID esta palabra, porque yo levanto endecha sobre vosotros, casa de Israel. Cay� la virgen de Israel, no m�s podr� levantarse; dejada fu� sobre su tierra, no hay quien la levante. Porque as� ha dicho el Se�or Jehov�: La ciudad que sacaba mil, quedar� con ciento; y la que sacaba ciento, quedar� con diez, en la casa de Israel. Empero as� dice Jehov� � la casa de Israel: Buscadme, y vivir�is; Y no busqu�is � Beth-el ni entreis en Gilgal, ni pas�is � Beer-seba: porque Gilgal ser� llevada en cautiverio, y Beth-el ser� deshecha. Buscad � Jehov�, y vivid; no sea que hienda, como fuego, � la casa de Jos�, y la consuma, sin haber en Beth-el quien lo apague. Los que convierten en ajenjo el juicio, y dejan en tierra la justicia, Miren al que hace el Arcturo y el Ori�n, y las tinieblas vuelve en ma�ana, y hace oscurecer el d�a en noche; el que llama � las aguas de la mar, y las derrama sobre la haz de la tierra: Jehov� es su nombre: Que da esfuerzo al despojador sobre el fuerte, y que el despojador venga contra la fortaleza. Ellos aborrecieron en la puerta al reprensor, y al que hablaba lo recto abominaron. Por tanto, pues que vej�is al pobre y recib�s de �l carga de trigo; edificasteis casas de sillares, mas no las habitar�is; plantasteis hermosas vi�as, mas no beber�is el vino de ellas. Porque sabido he vuestras muchas rebeliones, y vuestros grandes pecados: que afligen al justo, y reciben cohecho, y � los pobres en la puerta hacen perder su causa. Por tanto, el prudente en tal tiempo calla, porque el tiempo es malo. Buscad lo bueno, y no lo malo, para que viv�is; porque as� Jehov� Dios de los ej�rcitos ser� con vosotros, como dec�s. Aborreced el mal, y amad el bien, y poned juicio en la puerta: quiz� Jehov�, Dios de los ej�rcitos, tendr� piedad del remanente de Jos�. Por tanto, as� ha dicho Jehov� Dios de los ej�rcitos, el Se�or: En todas las plazas habr� llanto, y en todas las calles dir�n, �Ay! �ay! y al labrador llamar�n � lloro, y � endecha � los que endechar supieren. Y en todas las vi�as habr� llanto; porque pasar� por medio de ti, dice Jehov�. �Ay de los que desean el d�a de Jehov�! �para qu� quer�is este d�a de Jehov�? Ser� de tinieblas, y no luz: Como el que huye de delante del le�n, y se topa con el oso; � si entrare en casa y arrimare su mano � la pared, y le muerda la culebra. �No ser� el d�a de Jehov� tinieblas, y no luz; oscuridad, que no tiene resplandor? Aborrec�, abomin� vuestras solemnidades, y no me dar�n buen olor vuestras asambleas. Y si me ofreciereis holocaustos y vuestros presentes, no los recibir�; ni mirar� � los pac�ficos de vuestros engordados. Quita de m� la multitud de tus cantares, que no escuchar� las salmodias de tus instrumentos. Antes corra el juicio como las aguas, y la justicia como impetuoso arroyo. �Hab�isme ofrecido sacrificios y presentes en el desierto en cuarenta a�os, casa de Israel? Mas llevabais el tabern�culo de vuestro Moloch y Chi�n, �dolos vuestros, la estrella de vuestros dioses que os hicisteis. Hareos pues trasportar m�s all� de Damasco, ha dicho Jehov�, cuyo nombre es Dios de los ej�rcitos. Am�s 6�AY de los reposados en Si�n, y de los confiados en el monte de Samaria, nombrados principales entre las mismas naciones, las cuales vendr�n sobre ellos, oh casa de Israel! Pasad � Calne, y mirad; y de all� id � la gran Hamath; descended luego � Gath de los Palestinos: ved si son aquellos reinos mejores que estos reinos, si su t�rmino es mayor que vuestro t�rmino. Vosotros que dilat�is el d�a malo, y acerc�is la silla de iniquidad; Duermen en camas de marfil, y se extienden sobre sus lechos; y comen los corderos del reba�o, y los becerros de en medio del engordadero; Gorjean al son de la flauta, � inventan instrumentos m�sicos, como David; Beben vino en tazones, y se ungen con los ung�entos m�s preciosos; y no se afligen por el quebrantamiento de Jos�. Por tanto, ahora pasar�n en el principio de los que � cautividad pasaren, y se acercar� el clamor de los extendidos. El Se�or Jehov� jur� por su alma, Jehov� Dios de los ej�rcitos ha dicho: Tengo en abominaci�n la grandeza de Jacob, y aborrezco sus palacios: y la ciudad y su plenitud entregar� al enemigo. Y acontecer� que si diez hombres quedaren en una casa, morir�n. Y su ti� tomar� � cada uno, y quemar�le para sacar los huesos de casa; y dir� al que estar� en los rincones de la casa: �Hay a�n alguno contigo? Y dir�: No. Y dir� aqu�l: Calla que no podemos hacer menci�n del nombre de Jehov�. Porque he aqu�, Jehov� mandar�, y herir� con hendiduras la casa mayor, y la casa menor con aberturas. �Correr�n los caballos por las pe�as? �arar�n en ellas con vacas? �por qu� hab�is vosotros tornado el juicio en veneno, y el fruto de justicia en ajeno? Vosotros que os alegr�is en nada, que dec�s: �No nos hemos adquirido potencia con nuestra fortaleza? Pues he aqu�, levantar� yo sobre vosotros, oh casa de Israel, dice Jehov� Dios de los ej�rcitos, gente que os oprimir� desde la entrada de Hamath hasta el arroyo del desierto. Am�s 7ASI me ha mostrado el Se�or Jehov�: y he aqu�, �l criaba langostas al principio que comenzaba � crecer el heno tard�o; y he aqu�, era el heno tard�o despu�s de las siegas del rey. Y acaeci� que como acab� de comer la hierba de la tierra, yo dije: Se�or Jehov�, perdona ahora; �qui�n levantar� � Jacob? porque es peque�o. Arrepinti�se Jehov� de esto: No ser�, dijo Jehov�. El Se�or Jehov� me mostr� as�: y he aqu�, llamaba para juzgar por fuego el Se�or Jehov�; y consumi� un gran abismo, y consumi� una parte de la tierra. Y dije: Se�or Jehov�, cesa ahora; �qui�n levantar� � Jacob? porque es peque�o. Arrepinti�se Jehov� de esto: No ser� esto tampoco, dijo el Se�or Jehov�. Ense��me as�: he aqu�, el Se�or estaba sobre un muro hecho � plomo, y en su mano una plomada de alba�il. Jehov� entonces me dijo: �Qu� ves, Am�s? Y dije: Una plomada de alba�il. Y el Se�or dijo: He aqu�, Yo pongo plomada de alba�il en medio de mi pueblo Israel: No le pasar� m�s: Y los altares de Isaac ser�n destruidos, y los santuarios de Israel ser�n asolados; y levantar�me con espada sobre la casa de Jeroboam. Entonces Amas�as sacerdote de Beth-el envi� � decir � Jeroboam, rey de Israel: Am�s se ha conjurado contra ti en medio de la casa de Israel: la tierra no puede sufrir todas sus palabras. Porque as� ha dicho Am�s: Jeroboam morir� � cuchillo, � Israel pasar� de su tierra en cautiverio. Y Amas�as dijo � Am�s: Vidente, vete, y huye � tierra de Jud�, y come all� tu pan, y profetiza all�: Y no profetices m�s en Beth-el, porque es santuario del rey, y cabecera del reino. Entonces respondi� Am�s, y dijo � Amas�as: No soy profeta, ni soy hijo de profeta, sino que soy boyero, y cogedor de cabrahigos: Y Jehov� me tom� de tras el ganado, y d�jome Jehov�: Ve, y profetiza � mi pueblo Israel. Ahora pues, oye palabra de Jehov�. T� dices: No profetices contra Israel, ni hables contra la casa de Isaac: Por tanto, as� ha dicho Jehov�: Tu mujer fornicar� en la ciudad, y tus hijos y tus hijas caer�n � cuchillo, y tu tierra ser� partida por suertes; y t� morir�s en tierra inmunda, � Israel ser� traspasado de su tierra. Am�s 8ASI me ha mostrado Jehov�: y he aqu� un canastillo de fruta de verano. Y dijo: �Qu� ves, Am�s? Y dije: Un canastillo de fruta de verano. Y d�jome Jehov�: Venido ha el fin sobre mi pueblo Israel; no le pasar� m�s. Y los cantores del templo aullar�n en aquel d�a, dice el Se�or Jehov�; muchos ser�n los cuerpos muertos; en todo lugar echados ser�n en silencio. Oid esto, los que trag�is � los menesterosos, y arruin�is los pobres de la tierra, Diciendo: �Cu�ndo pasar� el mes, y venderemos el trigo; y la semana, y abriremos los alfol�es del pan, y achicaremos la medida, y engrandeceremos el precio, y falsearemos el peso enga�oso; Para comprar los pobres por dinero, y los necesitados por un par de zapatos, y venderemos las aechaduras del trigo? Jehov� jur� por la gloria de Jacob: No me olvidar� para siempre de todas sus obras. �No se ha de estremecer la tierra sobre esto? �Y todo habitador de ella no llorar�? y subir� toda como un r�o, y ser� arrojada, y hundir�se como el r�o de Egipto. Y acaecer� en aquel d�a, dice el Se�or Jehov�, que har� se ponga el sol al mediod�a, y la tierra cubrir� de tinieblas en el d�a claro. Y tornar� vuestras fiestas en lloro, y todos vuestros cantares en endechas; y har� poner saco sobre todos lomos, y peladura sobre toda cabeza; y tornar�la como en llanto de unig�nito, y su postrimer�a como d�a amargo. He aqu� vienen d�as, dice el Se�or Jehov�, en los cuales enviar� hambre � la tierra, no hambre de pan, ni sed de agua, sino de oir palabra de Jehov�. E ir�n errantes de mar � mar: desde el norte hasta el oriente discurrir�n buscando palabra de Jehov�, y no la hallar�n. En aquel tiempo las doncellas hermosas y los mancebos desmayar�n de sed. Los que juran por el pecado de Samaria, y dicen, Vive tu Dios de Dan: y, Vive el camino de Beer-seba: caer�n, y nunca m�s se levantar�n. Am�s 9VI al Se�or que estaba sobre el altar, y dijo: Hiere el umbral, y estrem�zcanse las puertas: y c�rtales en piezas la cabeza de todos; y el postrero de ellos matar� � cuchillo: no habr� de ellos quien se fugue, ni quien escape. Aunque cavasen hasta el infierno, de all� los tomar� mi mano; y si subieren hasta el cielo, de all� los har� descender. Y si se escondieren en la cumbre del Carmelo, all� los buscar� y los tomar�; y aunque se escondieren de delante de mis ojos en el profundo de la mar, all� mandar� � la culebra, y morder�los. Y si fueren en cautiverio, delante de sus enemigos, all� mandar� al cuchillo, y los matar�; y pondr� sobre ellos mis ojos para mal, y no para bien. El Se�or Jehov� de los ej�rcitos es el que toca la tierra, y se derretir�, y llorar�n todos los que en ella moran: y subir� toda como un r�o, y hundir�se luego como el r�o de Egipto. El edific� en el cielo sus gradas, y ha establecido su expansi�n sobre la tierra: �l llama las aguas de la mar, y sobre la haz de la tierra las derrama: Jehov� es su nombre. Hijos de Israel, �no me sois vosotros, dice Jehov�, como hijos de Etiopes? �no hice yo subir � Israel de la tierra de Egipto, y � los Palestinos de Caphtor, y de Ch�r � los Arameos? He aqu� los ojos del Se�or Jehov� est�n contra el reino pecador, y yo lo asolar� de la haz de la tierra: mas no destruir� del todo la casa de Jacob, dice Jehov�. Porque he aqu� yo mandar�, y har� que la casa de Israel sea zarandeada entre todas las gentes, como se zarandea el grano en un harnero, y no cae un granito en la tierra. A cuchillo morir�n todos los pecadores de mi pueblo, que dicen: No se acercar�, ni nos alcanzar� el mal. En aquel d�a yo levantar� el tabern�culo de David, ca�do, y cerrar� sus portillos, y levantar� sus ruinas, y edificar�lo como en el tiempo pasado; Para que aquellos sobre los cuales es llamado mi nombre, posean el resto de Idumea, y � todas las naciones, dice Jehov� que hace esto. He aqu� vienen d�as, dice Jehov� en que el que ara alcanzar� al segador, y el pisador de las uvas al que lleva la simiente; y los montes destilar�n mosto, y todos los collados se derretir�n. Y tornar� el cautiverio de mi pueblo Israel, y edificar�n ellos las ciudades asoladas, y las habitar�n; y plantar�n vi�as, y beber�n el vino de ellas; y har�n huertos, y comer�n el fruto de ellos. Pues los plantar� sobre su tierra, y nunca m�s ser�n arrancados de su tierra que yo les d�, ha dicho Jehov� Dios tuyo.
Jon�s LA BIBLIA Versión Reina-Valera de 1909 �NDICE [1 | 2 | 3 | 4]Jon�s 1Y FU� palabra de Jehov� � Jon�s, hijo de Amittai, diciendo: Lev�ntate, y ve � N�nive, ciudad grande, y pregona contra ella; porque su maldad ha subido delante de m�. Y Jon�s se levant� para huir de la presencia de Jehov� � Tarsis, y descendi� � Joppe; y hall� un nav�o que part�a para Tarsis; y pagando su pasaje entr� en �l, para irse con ellos � Tarsis de delante de Jehov�. Mas Jehov� hizo levantar un gran viento en la mar, � h�zose una tan gran tempestad en la mar, que pens�se se romper�a la nave. Y los marineros tuvieron miedo, y cada uno llamaba � su dios: y echaron � la mar los enseres que hab�a en la nave, para descargarla de ellos. Jon�s empero se hab�a bajado � los lados del buque, y se hab�a echado � dormir. Y el maestre de la nave se lleg� � �l, y le dijo: �Qu� tienes, dormil�n? Lev�ntate, y clam� � tu Dios; quiz� �l tendr� compasi�n de nosotros, y no pereceremos. Y dijeron cada uno � su compa�ero: Venid, y echemos suertes, para saber por qui�n nos ha venido este mal. Y echaron suertes, y la suerte cay� sobre Jon�s. Entonces le dijeron ellos: Decl�ranos ahora por qu� nos ha venido este mal. �Qu� oficio tienes, y de d�nde vienes? �cu�l es tu tierra, y de qu� pueblo eres? Y �l les respondi�: Hebreo soy, y temo � Jehov�, Dios de los cielos, que hizo la mar y la tierra. Y aquellos hombres temieron sobremanera, y dij�ronle: �Por qu� has hecho esto? Porque ellos entendieron que hu�a de delante de Jehov�, porque se lo hab�a declarado. Y dij�ronle: �Qu� te haremos, para que la mar se nos quiete? porque la mar iba � m�s, y se embravec�a. El les respondi�: Tomadme, y echadme � la mar, y la mar se os quietar�: porque yo s� que por m� ha venido esta grande tempestad sobre vosotros. Y aquellos hombres trabajaron por tornar la nave � tierra; mas no pudieron, porque la mar iba � m�s, y se embravec�a sobre ellos. Entonces clamaron � Jehov�, y dijeron: Rog�moste ahora, Jehov�, que no perezcamos nosotros por la vida de aqueste hombre, ni pongas sobre nosotros la sangre inocente: porque t�, Jehov�, has hecho como has querido. Y tomaron � Jon�s, y ech�ronlo � la mar; y la mar se quiet� de su furia. Y temieron aquellos hombres � Jehov� con gran temor; y ofrecieron sacrificio � Jehov�, y prometieron votos. MAS Jehov� hab�a prevenido un gran pez que tragase � Jon�s: y estuvo Jon�s en el vientre del pez tres d�as y tres noches. Jon�s 2Y or� Jon�s desde el vientre del pez � Jehov� su Dios. Y dijo: Clam� de mi tribulaci�n � Jehov�, Y �l me oy�; Del vientre del sepulcro clam�, Y mi voz oiste. Ech�steme en el profundo, en medio de los mares, Y rode�me la corriente; Todas tus ondas y tus olas pasaron sobre m�. Y yo dije: Echado soy de delante de tus ojos: Mas aun ver� tu santo templo. Las aguas me rodearon hasta el alma, Rode�me el abismo; La ova se enred� � mi cabeza. Descend� � las ra�ces de los montes; La tierra ech� sus cerraduras sobre m� para siempre: Mas t� sacaste mi vida de la sepultura, oh Jehov� Dios m�o. Cuando mi alma desfallec�a en m�, acord�me de Jehov�; Y mi oraci�n entr� hasta ti en tu santo templo. Los que guardan las vanidades ilusorias, Su misericordia abandonan. Yo empero con voz de alabanza te sacrificar�; Pagar� lo que promet�. La salvaci�n pertenece � Jehov�. Y mand� Jehov� al pez, y vomit� � Jon�s en tierra. Jon�s 3Y FU� palabra de Jehov� segunda vez � Jon�s, diciendo: Lev�ntate, y ve � N�nive, aquella gran ciudad, y publica en ella el preg�n que yo te dir�. Y levant�se Jon�s, y fu� � N�nive, conforme � la palabra de Jehov�. Y era N�nive ciudad sobremanera grande, de tres d�as de camino. Y comenz� Jon�s � entrar por la ciudad, camino de un d�a, y pregonaba diciendo: De aqu� � cuarenta d�as N�nive ser� destruida. Y los hombres de N�nive creyeron � Dios, y pregonaron ayuno, y visti�ronse de sacos desde el mayor de ellos hasta el menor de ellos. Y lleg� el negocio hasta el rey de N�nive, y levant�se de su silla, y ech� de s� su vestido, y cubri�se de saco, y se sent� sobre ceniza. E hizo pregonar y anunciar en N�nive, por mandado del rey y de sus grandes, diciendo: Hombres y animales, bueyes y ovejas, no gusten cosa alguna, no se les d� alimento, ni beban agua: Y que se cubran de saco los hombres y los animales, y clamen � Dios fuertemente: y convi�rtase cada uno de su mal camino, de la rapi�a que est� en sus manos. �Qui�n sabe si se volver� y arrepentir� Dios, y se apartar� del furor de su ira, y no pereceremos? Y vi� Dios lo que hicieron, que se convirtieron de su mal camino: y arrepinti�se del mal que hab�a dicho les hab�a de hacer, y no lo hizo. Jon�s 4PERO Jon�s se apesadumbr� en extremo, y enoj�se. Y or� � Jehov�, y dijo: Ahora, oh Jehov�, �no es esto lo que yo dec�a estando a�n en mi tierra? Por eso me precav� huyendo � Tarsis; porque sab�a yo que t� eres Dios clemente y piadoso, tardo � enojarte, y de grande misericordia, y que te arrepientes del mal. Ahora pues, oh Jehov�, ru�gote que me mates; porque mejor me es la muerte que la vida. Y Jehov� le dijo: �Haces t� bien en enojarte tanto? Y sali�se Jon�s de la ciudad, y asent� hacia el oriente de la ciudad, � h�zose all� una choza, y se sent� debajo de ella � la sombra, hasta ver qu� ser�a de la ciudad. Y prepar� Jehov� Dios una calabacera, la cual creci� sobre Jon�s para que hiciese sombra sobre su cabeza, y le defendiese de su mal: y Jon�s se alegr� grandemente por la calabacera. Mas Dios prepar� un gusano al venir la ma�ana del d�a siguiente, el cual hiri� � la calabacera, y sec�se. Y acaeci� que al salir el sol, prepar� Dios un recio viento solano; y el sol hiri� � Jon�s en la cabeza, y desmay�base, y se deseaba la muerte, diciendo: Mejor ser�a para m� la muerte que mi vida. Entonces dijo Dios � Jon�s: �Tanto te enojas por la calabacera? Y �l respondi�: Mucho me enojo, hasta la muerte. Y dijo Jehov�: Tuviste t� l�stima de la calabacera, en la cual no trabajaste, ni t� la hiciste crecer; que en espacio de una noche naci�, y en espacio de otra noche pereci�: �Y no tendr� yo piedad de N�nive, aquella grande ciudad donde hay m�s de ciento y veinte mil personas que no conocen su mano derecha ni su mano izquierda, y muchos animales?
MiqueasLA BIBLIA Versión Reina-Valera de 1909 �NDICE [1 | 2 | 3 | 4 | 5 | 6 | 7 ]Miqueas 1PALABRA de Jehov� que fu� � Miqueas de Morasti en d�as de Jotham, Ach�z, y Ezech�as, reyes de Jud�: lo que vi� sobre Samaria y Jerusalem. Oid, pueblos todos: est� atenta, tierra, y todo lo que en ella hay: y el Se�or Jehov�, el Se�or desde su santo templo sea testigo contra vosotros. Porque he aqu�, Jehov� sale de su lugar, y descender�, y hollar� sobre las alturas de la tierra. Y debajo de �l se derretir�n los montes, y los valles se hendir�n como la cera delante del fuego, como las aguas que corren por un precipicio. Todo esto por la rebeli�n de Jacob, y por los pecados de la casa de Israel. �Cu�l es la rebeli�n de Jacob? �no es Samaria? �Y cu�les son los excelsos de Jud�? �no es Jerusalem? Pondr� pues � Samaria en majanos de heredad, en tierra de vi�as; y derramar� sus piedras por el valle, y descubrir� sus fundamentos. Y todas sus estatuas ser�n despedazadas, y todos sus dones ser�n quemados en fuego, y asolar� todos sus �dolos; porque de dones de rameras los junt�, y � dones de rameras volver�n. Por tanto lamentar� y aullar�, y andar� despojado y desnudo; har� gemido como de chacales, y lamento como de avestruces. Porque su llaga es dolorosa, que lleg� hasta Jud�; lleg� hasta la puerta de mi pueblo, hasta Jerusalem. No lo dig�is en Gath, ni llor�is mucho: revu�lcate en el polvo de Beth-le-aphrah. P�sate desnuda con verg�enza, oh moradora de Saphir: la moradora de Saan�n no sali� al llanto de Beth-esel: tomar� de vosotros su tardanza. Porque la moradora de Maroth tuvo dolor por el bien; por cuanto el mal descendi� de Jehov� hasta la puerta de Jerusalem. Unce al carro dromedarios, oh moradora de Lach�s, que fuiste principio de pecado � la hija de Si�n; porque en ti se inventaron las rebeliones de Israel. Por tanto, t� dar�s dones � Moreseth-gath: las casas de Achzib ser�n en mentira � los reyes de Israel. Aun te traer� heredero, oh moradora de Maresah: la gloria de Israel vendr� hasta Adullam. M�sate y trasqu�late por los hijos de tus delicias: ensancha tu calva como �guila; porque fueron trasportados de ti. Miqueas 2�AY de los que piensan iniquidad, y de los que fabrican el mal en sus camas! Cuando viene la ma�ana lo ponen en obra, porque tienen en su mano el poder. Y codiciaron las heredades, y rob�ronlas: y casas, y las tomaron: oprimieron al hombre y � su casa, al hombre y � su heredad. Por tanto, as� ha dicho Jehov�: He aqu�, yo pienso sobre esta familia un mal, del cual no sacar�is vuestros cuellos, ni andar�is erguidos; porque el tiempo ser� malo. En aquel tiempo se levantar� sobre vosotros refr�n, y se endechar� endecha de lametaci�n, diciendo: Del todo fuimos destru�dos; ha cambiado la parte de mi pueblo. �C�mo nos quit� nuestros campos! di�, reparti�los � otros. Por tanto, no tendr�s quien eche cordel para suerte en la congregaci�n de Jehov�. No profetic�is, dicen � los que profetizan; no les profeticen que los ha de comprender verg�enza. La que te dices casa de Jacob, �hase acortado el esp�ritu de Jehov�? �son �stas sus obras? �Mis palabras no hacen bien al que camina derechamente? El que ayer era mi pueblo, se ha levantado como enemigo: tras las vestiduras quitasteis las capas atrevidamente � los que pasaban, como los que vuelven de la guerra. A las mujeres de mi pueblo echasteis fuera de las casas de sus delicias: � sus ni�os quitasteis mi perpetua alabanza. Levantaos, y andad, que no es �sta la holganza; porque est� contaminada, corrompi�se, y de grande corrupci�n. Si hubiere alguno que ande con el viento, y finja mentiras diciendo: Yo te profetizar� de vino y de sidra; este tal ser� profeta � este pueblo. De cierto te reunir� todo, oh Jacob: recoger� ciertamente el resto de Israel: pondr�lo junto como ovejas de Bosra, como reba�o en mitad de su majada: har�n estruendo por la multitud de los hombres. Subir� rompedor delante de ellos; romper�n y pasar�n la puerta, y saldr�n por ella: y su rey pasar� delante de ellos, y � la cabeza de ellos Jehov�. Miqueas 3Y DIJE: Oid ahora, pr�ncipes de Jacob, y cabezas de la casa de Israel: �No pertenec�a � vosotros saber el derecho? Que aborrecen lo bueno y aman lo malo, que les quitan su piel y su carne de sobre los huesos; Que comen asimismo la carne de mi pueblo, y les desuellan su piel de sobre ellos, y les quebrantan sus huesos y los rompen, como para el caldero, y como carnes en olla. Entonces clamar�n � Jehov� y no les responder�; antes esconder� de ellos su rostro en aquel tiempo, por cuanto hicieron malvadas obras. As� ha dicho Jehov� acerca de los profetas que hacen errar � mi pueblo, que muerden con sus dientes, y claman, Paz, y al que no les diere que coman, aplazan contra �l batalla: Por tanto, de la profec�a se os har� noche, y oscuridad del adivinar; y sobre los profetas se pondr� el sol, y el d�a se entenebrecer� sobre ellos. Y ser�n avergonzados los profetas, y confundir�nse los adivinos; y ellos todos cubrir�n su labio, porque no hay respuesta de Dios. Yo empero estoy lleno de fuerza del esp�ritu de Jehov�, y de juicio, y de fortaleza, para denunciar � Jacob su rebeli�n, y � Israel su pecado. Oid ahora esto, cabezas de la casa de Jacob, y capitanes de la casa de Israel, que abomin�is el juicio, y pervert�s todo el derecho; Que edific�is � Si�n con sangre, y � Jerusalem con injusticia; Sus cabezas juzgan por cohecho, y sus sacerdotes ense�an por precio, y sus profetas adivinan por dinero; y ap�yanse en Jehov� diciendo: �no est� Jehov� entre nosotros? No vendr� mal sobre nosotros. Por tanto, � causa de vosotros ser� Si�n arada como campo, y Jerusalem ser� majanos, y el monte de la casa como cumbres de bre�al. Miqueas 4Y ACONTECERA en los postreros tiempos, que el monte de la casa de Jehov� ser� constitu�do por cabecera de montes, y m�s alto que los collados, y correr�n � �l pueblos. Y vendr�n muchas gentes, y dir�n: Venid, y subamos al monte de Jehov�, y � la casa del Dios de Jacob; y ense�ar�nos en sus caminos, y andaremos por sus veredas: porque de Si�n saldr� la ley, y de Jerusalem la palabra de Jehov�. Y juzgar� entre muchos pueblos, y corregir� fuertes gentes hasta muy lejos: y martillar�n sus espadas para azadones, y sus lanzas para hoces: no alzar� espada gente contra gente, ni m�s se ensayar�n para la guerra. Y cada uno se sentar� debajo de su vid y debajo de su higuera, y no habr� quien amedrente: porque la boca de Jehov� de los ej�rcitos lo ha hablado. Bien que todos los pueblos anduvieren cada uno en el nombre de sus dioses, nosotros con todo andaremos en el nombre de Jehov� nuestro Dios para siempre y eternalmente. En aquel d�a, dice Jehov�, juntar� la coja, y recoger� la amontada, y � la que aflig�: Y pondr� � la coja para sucesi�n, y � la descarriada para naci�n robusta: y Jehov� reinar� sobre ellos en el monte de Si�n desde ahora para siempre. Y t�, oh torre del reba�o, la fortaleza de la hija de Si�n vendr� hasta ti: y el se�or�o primero, el reino vendr� � la hija de Jerusalem. Ahora �por qu� gritas tanto? �No hay rey en ti? �Pereci� tu consejero, que te ha tomado dolor como de mujer de parto? Du�lete y gime, hija de Si�n como mujer de parto; porque ahora saldr�s de la ciudad, y morar�s en el campo, y llegar�s hasta Babilonia: all� ser�s librada, all� te redimir� Jehov� de la mano de tus enemigos. Ahora empero se han juntado muchas gentes contra ti, y dicen: Sea profanada, y vean nuestros ojos su deseo sobre Si�n. Mas ellos no conocieron los pensamientos de Jehov�, ni entendieron su consejo: por lo cual los junt� como gavillas en la era. Lev�ntate y trilla, hija de Si�n, porque tu cuerno tornar� de hierro, y tus u�as de metal, y desmenuzar�s muchos pueblos; y consagrar�s � Jehov� sus robos, y sus riquezas al Se�or de toda la tierra. Miqueas 5REUNETE ahora en bandas, oh hija de bandas: nos han sitiado: con vara herir�n sobre la quijada al juez de Israel. Mas t�, Beth-lehem Ephrata, peque�a para ser en los millares de Jud�, de ti me saldr� el que ser� Se�or en Israel; y sus salidas son desde el principio, desde los d�as del siglo. Empero los dejar� hasta el tiempo que para la que ha de parir; y el resto de sus hermanos se tornar� con los hijos de Israel. Y estar�, y apacentar� con fortaleza de Jehov�, con grandeza del nombre de Jehov� su Dios: y asentar�n; porque ahora ser� engrandecido hasta los fines de la tierra. Y �ste ser� nuestra paz. Cuando Assur viniere � nuestra tierra, y cuando pisare nuestros palacios, entonces levantaremos contra �l siete pastores, y ocho hombres principales; Y comer�n la tierra de Assur � cuchillo, y la tierra de Nimrod con sus espadas: y nos librar� del Asirio, cuando viniere contra nuestra tierra y hollare nuestros t�rminos. Y ser� el residuo de Jacob en medio de muchos pueblos, como el roc�o de Jehov�, como las lluvias sobre la hierba, las cuales no esperan var�n, ni aguardan � hijos de hombres. Asimismo ser� el resto de Jacob entre las gentes, en medio de muchos pueblos, como el le�n entre las bestias de la monta�a, como el cachorro del le�n entre las manadas de las ovejas, el cual si pasare, y hollare, y arrebatare, no hay quien escape. Tu mano se alzar� sobre tus enemigos, y todos tus adversarios ser�n talados. Y acontecer� en aquel d�a, dice Jehov�, que har� matar tus caballos de en medio de ti, y har� destruir tus carros. Har� tambi�n destruir las ciudades de tu tierra, y arruinar� todas tus fortalezas. Asimismo destruir� de tu mano las hechicer�as, y no se hallar�n en ti agoreros. Y har� destruir tus esculturas y tus im�genes de en medio de ti, y nunca m�s te inclinar�s � la obra de tus manos; Y arrancar� tus bosques de en medio de ti, y destruir� tus ciudades. Y con ira y con furor har� venganza en las gentes que no escucharon. Miqueas 6OID ahora lo que dice Jehov�: Lev�ntate, pleitea con los montes, y oigan los collados tu voz. Oid, montes, y fuertes fundamentos de la tierra, el pleito de Jehov�: porque tiene Jehov� pleito con su pueblo, y altercar� con Israel. Pueblo m�o, �qu� te he hecho, � en qu� te he molestado? Responde contra m�. Porque yo te hice subir de la tierra de Egipto, y de la casa de siervos te redim�; y envi� delante de ti � Mois�s, y � Aar�n, y � Mar�a. Pueblo m�o, acu�rdate ahora qu� aconsej� Balac rey de Moab, y qu� le respondi� Balaam, hijo de Beor, desde Sittim hasta Gilgal, para que conozcas las justicias de Jehov�. �Con qu� prevendr� � Jehov�, y adorar� al alto Dios? �vendr� ante �l con holocaustos, con becerros de un a�o? �Agradar�se Jehov� de millares de carneros, � de diez mil arroyos de aceite? �dar� mi primog�nito por mi rebeli�n, el fruto de mi vientre por el pecado de mi alma? Oh hombre, �l te ha declarado qu� sea lo bueno, y qu� pida de ti Jehov�: solamente hacer juicio, y amar misericordia, y humillarte para andar con tu Dios. La voz de Jehov� clama � la ciudad, y el sabio mirar� � tu nombre. Oid la vara, y � quien la establece. �Hay a�n en casa del imp�o tesoros de impiedad, y medida escasa que es detestable? �Ser� limpio con peso falso, y con bolsa de enga�osas pesas? Con lo cual sus ricos se hinchieron de rapi�a, y sus moradores hablaron mentira, y su lengua enga�osa en su boca. Por eso yo tambi�n te enflaquecer� hiri�ndote, asol�ndote por tus pecados. T� comer�s, y no te hartar�s; y tu abatimiento ser� en medio de ti: t� coger�s, mas no salvar�s; y lo que salvares, lo entregar� yo � la espada. T� sembrar�s, mas no segar�s: pisar�s aceitunas, mas no te ungir�s con el aceite; y mosto, mas no beber�s el vino. Porque los mandamientos de Omri se han guardado, y toda obra de la casa de Ach�b; y en los consejos de ellos anduvisteis, para que yo te diese en asolamiento, y tus moradores para ser silbados. Llevar�is por tanto el oprobio de mi pueblo. Miqueas 7�AY de m�! que he venido � ser como cuando han cogido los frutos del verano, como cuando han rebuscado despu�s de la vendimia, que no queda racimo para comer; mi alma dese� primeros frutos. Falt� el misericordioso de la tierra, y ninguno hay recto entre los hombres: todos acechan � la sangre; cada cual arma red � su hermano. Para completar la maldad con sus manos, el pr�ncipe demanda, y el juez juzga por recompensa; y el grande habla el antojo de su alma, y lo confirman. El mejor de ellos es como el cambr�n; el m�s recto, como zarzal: el d�a de tus atalayas, tu visitaci�n, viene; ahora ser� su confusi�n. No cre�is en amigo, ni confi�is en pr�ncipe: de la que duerme � tu lado, guarda, no abras tu boca. Porque el hijo deshonra al padre, la hija se levanta contra la madre, la nuera contra su suegra: y los enemigos del hombre son los de su casa. Yo empero � Jehov� esperar�, esperar� al Dios de mi salud: el Dios m�o me oir�. T�, enemiga m�a, no te huelgues de m�: porque aunque ca�, he de levantarme; aunque more en tinieblas, Jehov� ser� mi luz. La ira de Jehov� soportar�, porque pequ� contra �l, hasta que juzgue mi causa y haga mi juicio �l me sacar� � luz; ver� su justicia. Y mi enemiga ver�, y la cubrir� verg�enza: la que me dec�a: �D�nde est� Jehov� tu Dios? Mis ojos la ver�n; ahora ser� hollada como lodo de las calles. El d�a en que se edificar�n tus muros, aquel d�a ser� alejado el mandamiento. En ese d�a vendr�n hasta ti desde Asiria y las ciudades fuertes, y desde las ciudades fuertes hasta el R�o, y de mar � mar, y de monte � monte. Y la tierra con sus moradores ser� asolada por el fruto de sus obras. Apacienta tu pueblo con tu cayado, el reba�o de tu heredad, que mora solo en la monta�a, en medio del Carmelo: pazcan en Bas�n y Galaad, como en el tiempo pasado. Yo les mostrar� maravillas como el d�a que saliste de Egipto. Las gentes ver�n, y se avergonzar�n de todas sus valent�as; pondr�n la mano sobre su boca, ensordecer�n sus o�dos. Lamer�n el polvo como la culebra; como las serpientes de la tierra, temblar�n en sus encierros: despavorirse han de Jehov� nuestro Dios, y temer�n de ti. �Qu� Dios como t�, que perdonas la maldad, y olvidas el pecado del resto de su heredad? No retuvo para siempre su enojo, porque es amador de misericordia. El tornar�, �l tendr� misericordia de nosotros; �l sujetar� nuestras iniquidades, y echar� en los profundos de la mar todos nuestros pecados. Otorgar�s � Jacob la verdad, y � Abraham la misericordia, que t� juraste � nuestros padres desde tiempos antiguos.
Nah�m LA BIBLIA Versión Reina-Valera de 1909 �NDICE [1 | 2 | 3 ]Nah�m 1CARGA de N�nive. Libro de la visi�n de Nahum de Elkosh. Dios celoso y vengador es Jehov�; vengador es Jehov�, y Se�or de ira; Jehov�, que se venga de sus adversarios, y que guarda enojo para sus enemigos. Jehov� es tardo para la ira, y grande en poder, y no tendr� al culpado por inocente. Jehov� marcha entre la tempestad y turbi�n, y las nubes son el polvo de sus pies. El amenaza � la mar, y la hace secar, y agosta todos los r�os: Bas�n fu� destru�do, y el Carmelo, y la flor del L�bano fu� destru�da. Los montes tiemblan de �l, y los collados se desl�en; y la tierra se abrasa � su presencia, y el mundo, y todos los que en �l habitan. �Qui�n permanecer� delante de su ira? �y qui�n quedar� en pi� en el furor de su enojo? Su ira se derrama como fuego, y por �l se hienden las pe�as. Bueno es Jehov� para fortaleza en el d�a de la angustia; y conoce � los que en �l conf�an. Mas con inundaci�n impetuosa har� consumaci�n de su lugar, y tinieblas perseguir�n � sus enemigos. �Qu� pens�is contra Jehov�? El har� consumaci�n: la tribulaci�n no se levantar� dos veces. Porque como espinas entretegidas, mientras se embriagar�n los borrachos, ser�n consumidos como las estopas llenas de sequedad. De ti sali� el que pens� mal contra Jehov�, un consultor imp�o. As� ha dicho Jehov�: Aunque reposo tengan, y sean tantos, as� ser�n talados, y �l pasar�. Bien que te he afligido, no m�s te afligir�. Porque ahora quebrar� su yugo de sobre ti, y romper� tus coyundas. Mas acerca de ti mandar� Jehov�, que nunca m�s sea sembrado alguno de tu nombre: de la casa de tu dios talar� escultura y estatua de fundici�n, har�la tu sepulcro; porque fuiste vil. He aqu� sobre los montes los pies del que trae buenas nuevas, del que pregona la paz. Celebra, oh Jud�, tus fiestas, cumple tus votos: porque nunca m�s pasar� por ti el malvado; pereci� del todo. Nah�m 2SUBIO destruidor contra ti: guarda la fortaleza, mira el camino, fortifica los lomos, fortalece mucho la fuerza. Porque Jehov� restituir� la gloria de Jacob como la gloria de Israel; porque vaciadores los vaciaron, y estropearon sus mugrones. El escudo de sus valientes ser� bermejo, los varones de su ej�rcito vestidos de grana: el carro como fuego de hachas; el d�a que se aparejar�, temblar�n las hayas. Los carros se precipitar�n � las plazas, discurrir�n por las calles: su aspecto como hachas encendidas; correr�n como rel�mpagos. Acordar�se �l de sus valientes; andando tropezar�n; se apresurar�n � su muro, y la cubierta se aparejar�. Las puertas de los r�os se abrir�n, y el palacio ser� destruido. Y la reina fu� cautiva; mandarle han que suba, y sus criadas la llevar�n gimiendo como palomas, batiendo sus pechos. Y fu� N�nive de tiempo antiguo como estanque de aguas; mas ellos huyen: Parad, parad; y ninguno mira. Saquead plata, saquead oro: no hay fin de las riquezas y suntuosidad de todo ajuar de codicia. Vac�a, y agotada, y despedazada est�, y el coraz�n derretido: batimiento de rodillas, y dolor en todos ri�ones, y los rostros de todos tomar�n negrura. �Qu� es de la morada de los leones, y de la majada de los cachorros de los leones, donde se recog�a el le�n, y la leona, y los cachorros del le�n, y no hab�a quien les pusiese miedo? El le�n arrebataba en abundancia para sus cachorros, y ahogaba para sus leonas, y hench�a de presa sus cavernas, y de robo sus moradas. Heme aqu� contra ti, dice Jehov� de los ej�rcitos. Encender� y reducir� � humo tus carros, y espada devorar� tus leoncillos; y raer� de la tierra tu robo, y nunca m�s se oir� voz de tus embajadores. Nah�m 3�AY de la ciudad de sangres, toda llena de mentira y de rapi�a, sin apartarse de ella el pillaje! Sonido de l�tigo, y estruendo de movimiento de ruedas; y caballo atropellador, y carro saltador; Caballero enhiesto, y resplandor de espada, y resplandor de lanza; y multitud de muertos, y multitud de cad�veres; y de sus cad�veres no habr� fin, y en sus cad�veres tropezar�n: A causa de la multitud de las fornicaciones de la ramera de hermosa gala, maestra de brujer�as, que vende las gentes con sus fornicaciones, y los pueblos con sus hechizos. Heme aqu� contra ti, dice Jehov� de los ej�rcitos, y descubrir� tus faldas en tu cara, y mostrar� � las gentes tu desnudez, y � los reinos tu verg�enza. Y echar� sobre ti suciedades, y te afrentar�, y te pondr� como esti�rcol. Y ser� que todos los que te vieren, se apartar�n de ti, y dir�n: N�nive es asolada: �qui�n se compadecer� de ella? �d�nde te buscar� consoladores? �Eres t� mejor que No-am�n, que estaba asentada entre r�os, cercada de aguas, cuyo baluarte era la mar, y del mar su muralla? Etiop�a era su fortaleza, y Egipto sin l�mite; Put y Libia fueron en tu ayuda. Tambi�n ella fu� llevada en cautiverio: tambi�n sus chiquitos fueron estrellados en las encrucijadas de todas las calles; y sobre sus varones echaron suertes, y todos sus magnates fueron aprisionados con grillos. T� tambi�n ser�s embriagada, ser�s encerrada; t� tambi�n buscar�s fortaleza � causa del enemigo. Todas tus fortalezas cual higueras con brevas; que si las sacuden, caen en la boca del que las ha de comer. He aqu�, tu pueblo ser� como mujeres en medio de ti: las puertas de tu tierra se abrir�n de par en par � tus enemigos: fuego consumir� tus barras. Prov�ete de agua para el cerco, fortifica tus fortalezas; entra en el lodo, pisa el barro, fortifica el horno. All� te consumir� el fuego, te talar� la espada, te devorar� como pulg�n: multipl�cate como langosta, multipl�cate como langosta. Multiplicaste tus mercaderes m�s que las estrellas del cielo: el pulg�n hizo presa, y vol�. Tus pr�ncipes ser�n como langostas, y tus grandes como langostas de langostas que se sientan en vallados en d�a de fr�o: salido el sol se mudan, y no se conoce el lugar donde estuvieron. Durmieron tus pastores, oh rey de Asiria, reposaron tus valientes: tu pueblo se derram� por los montes, y no hay quien lo junte. No hay cura para tu quebradura; tu herida se encrudeci�: todos los que oyeron tu fama, batir�n las manos sobre ti, porque �sobre qui�n no pas� continuamente tu malicia?
HabacucLA BIBLIA Versión Reina-Valera de 1909 �NDICE [1 | 2 | 3 ]Habacuc 1LA carga que vi� Habacuc profeta. �Hasta cu�ndo, oh Jehov�, clamar�, y no oir�s; y dar� voces � ti � causa de la violencia, y no salvar�s? �Por qu� me haces ver iniquidad, y haces que mire molestia, y saco y violencia delante de m�, habiendo adem�s quien levante pleito y contienda? Por lo cual la ley es debilitada, y el juicio no sale verdadero: por cuanto el imp�o asedia al justo, por eso sale torcido el juicio. Mirad en las gentes, y ved, y maravillaos pasmosamente; porque obra ser� hecha en vuestros d�as, que aun cuando se os contare, no la creer�is. Porque he aqu�, yo levanto los Caldeos, gente amarga y presurosa, que camina por la anchura de la tierra para poseer las habitaciones ajenas. Espantosa es y terrible: de ella misma saldr� su derecho y su grandeza. Y ser�n sus caballos m�s ligeros que tigres, y m�s agudos que lobos de tarde; y sus jinetes se multiplicar�n: vendr�n de lejos sus caballeros, y volar�n como �guilas que se apresuran � la comida. Toda ella vendr� � la presa: delante su sus caras viento solano; y juntar� cautivos como arena. Y escarnecer� de los reyes, y de los pr�ncipes har� burla: reir�se de toda fortaleza, y amontonar� polvo, y la tomar�. Luego mudar� esp�ritu, y pasar� adelante, y ofender� atribuyendo esta su potencia � su dios. �No eres t� desde el principio, oh Jehov�, Dios m�o, Santo m�o? No moriremos. Oh Jehov�, para juicio lo pusiste; y t�, oh Roca, lo fundaste para castigar. Muy limpio eres de ojos para ver el mal, ni puedes ver el agravio: �por qu� ves los menospreciadores, y callas cuando destruye el imp�o al m�s justo que �l. Y haces que sean los hombres como los peces de la mar, como reptiles que no tienen se�or? Sacar� � todos con anzuelo, coger�los con su red, y juntar�los en su aljerife: por lo cual se holgar� y har� alegr�as. Por esto har� sacrificios � su red, y ofrecer� sahumerios � su aljerife: porque con ellos engord� su porci�n, y engras� su comida. �Vaciar� por eso su red, � tendr� piedad de matar gentes continuamente? Habacuc 2SOBRE mi guarda estar�, y sobre la fortaleza afirmar� el pie, y atalayar� para ver qu� hablar� en m�, y qu� tengo de responder � mi pregunta. Y Jehov� me respondi�, y dijo: Escribe la visi�n, y decl�rala en tablas, para que corra el que leyere en ella. Aunque la visi�n tardar� a�n por tiempo, mas al fin hablar�, y no mentir�: aunque se tardare, esp�ralo, que sin duda vendr�; no tardar�. He aqu� se enorgullece aquel cuya alma no es derecha en �l: mas el justo en su fe vivir�. Y tambi�n, por cuanto peca por el vino, es un hombre soberbio, y no permanecer�: que ensanch� como el infierno su alma, y es como la muerte, que no se hartar�: antes reuni� � s� todas las gentes, y amonton� � s� todos los pueblos. �No han de levantar todos estos sobre �l par�bola, y sarcasmos contra �l? Y dir�n: �Ay del que multiplic� lo que no era suyo! �Y hasta cu�ndo hab�a de amontonar sobre s� espeso lodo? �No se levantar�n de repente los que te han de morder, y se despertar�n los que te han de quitar de tu lugar, y ser�s � ellos por rapi�a? Porque t� has despojado muchas gentes, todos los otros pueblos te despojar�n; � causa de las sangres humanas, y robos de la tierra, de las ciudades y de todos los que moraban en ellas. �Ay del que codicia maligna codicia para su casa, por poner en alto su nido, por escaparse del poder del mal! Tomaste consejo vergonzoso para tu casa, asolaste muchos pueblos, y has pecado contra tu vida. Porque la piedra clamar� desde el muro, y la tabla del enmaderado le responder�. �Ay del que edifica la ciudad con sangres, y del que funda la villa con iniquidad! �No es esto de Jehov� de los ej�rcitos? Los pueblos pues trabajar�n para el fuego, y las gentes se fatigar�n en vano. Porque la tierra ser� llena de conocimiento de la gloria de Jehov�, como las aguas cubren la mar. �Ay del que da de beber � sus compa�eros, que les acercas tu hiel y embriagas, para mirar sus desnudeces! Haste llenado de deshonra m�s que de honra: bebe t� tambi�n, y ser�s descubierto; el c�liz de la mano derecha de Jehov� volver� sobre ti, y v�mito de afrenta sobre tu gloria. Porque la rapi�a del L�bano caer� sobre ti, y la destrucci�n de las fieras lo quebrantar�; � causa de las sangres humanas, y del robo de la tierra, de las ciudades, y de todos los que en ellas moraban. �De qu� sirve la escultura que esculpi� el que la hizo? �la estatua de fundici�n, que ense�a mentira, para que haciendo im�genes mudas conf�e el hacedor en su obra? �Ay del que dice al palo; Despi�rtate; y � la piedra muda: Lev�ntate! �Podr� �l ense�ar? He aqu� �l est� cubierto de oro y plata, y no hay dentro de �l esp�ritu. Mas Jehov� est� en su santo templo: calle delante de �l toda la tierra. Habacuc 3ORACION de Habacuc profeta, sobre Sigionoth. Oh Jehov�, o�do he tu palabra, y tem�: Oh Jehov�, aviva tu obra en medio de los tiempos, En medio de los tiempos hazla conocer; En la ira acu�rdate de la misericordia. Dios vendr� de Tem�n, Y el Santo del monte de Par�n, (Selah.) Su gloria cubri� los cielos, Y la tierra se llen� de su alabanza. Y el resplandor fu� como la luz; Rayos brillantes sal�an de su mano; Y all� estaba escondida su fortaleza. Delante de su rostro iba mortandad, Y � sus pies sal�an carbones encendidos. Par�se, y midi� la tierra: Mir�, � hizo temblar las gentes; Y los montes antiguos fueron desmenuzados, Los collados antiguos se humillaron � �l. Sus caminos son eternos. He visto las tiendas de Cush�n en aflicci�n; Las tiendas de la tierra de Madi�n temblaron. �Air�se Jehov� contra los r�os? �Contra los r�os fu� tu enojo? �Tu ira contra la mar, Cuando subiste sobre tus caballos, Y sobre tus carros de salud? Descubri�se enteramente tu arco, Los juramentos � las tribus, palabra segura. (Selah.) Hendiste la tierra con r�os. Vi�ronte, y tuvieron temor los montes: Pas� la inundaci�n de las aguas: El abismo di� su voz, La hondura alz� sus manos. El sol y la luna se pararon en su estancia: A la luz de tus saetas anduvieron, Y al resplandor de tu fulgente lanza. Con ira hollaste la tierra, Con furor trillaste las gentes. Saliste para salvar tu pueblo, Para salvar con tu ungido. Traspasaste la cabeza de la casa del imp�o, Desnudando el cimiento hasta el cuello. (Selah.) Horadaste con sus b�culos las cabezas de sus villas, Que como tempestad acometieron para derramarme: Su orgullo era como para devorar al pobre encubiertamente. Hiciste camino en la mar � tu caballos, Por mont�n de grandes aguas. O�, y tembl� mi vientre; A la voz se batieron mis labios; Pudrici�n se entr� en mis huesos, y en mi asiento me estremec�; Si bien estar� quieto en el d�a de la angustia, Cuando suba al pueblo el que lo invadir� con sus tropas. Aunque la higuera no florecer�, Ni en las vides habr� frutos; Mentir� la obra de la oliva, Y los labrados no dar�n mantenimiento. Y las ovejas ser�n quitadas de la majada, Y no habr� vacas en los corrales; Con todo yo me alegrar� en Jehov�, Y me gozar� en el Dios de mi salud. Jehov� el Se�or es mi fortaleza, El cual pondr� mis pies como de ciervas, Y me har� andar sobre mis alturas
Sofon�asLA BIBLIA Versión Reina-Valera de 1909 �NDICE [1 | 2 | 3 ]Sofon�as 1PALABRA de Jehov� que fu� � Sofon�as hijo de Cushi, hijo de Gedal�as, hijo de Amar�as, hijo de Ezech�as, en d�as de Jos�as hijo de Am�n, rey de Jud�. Destruir� del todo todas las cosas de sobre la haz de la tierra, dice Jehov�. Destruir� los hombres y las bestias; destruir� las aves del cielo, y los peces de la mar, y las piedras de tropiezo con los imp�os; y talar� los hombres de sobre la haz de la tierra, dice Jehov�. Y extender� mi mano sobre Jud�, y sobre todos los moradores de Jerusalem, y exterminar� de este lugar el remanente de Baal, y el nombre de los Chemarim con los sacerdotes; Y � los que se inclinan sobre los terrados al ej�rcito del cielo; y � los que se inclinan jurando por Jehov� y jurando por su rey; Y � los que tornan atr�s de en pos de Jehov�; y � los que no buscaron � Jehov�, ni preguntaron por �l. Calla en la presencia del Se�or Jehov�, porque el d�a de Jehov� est� cercano; porque Jehov� ha aparejado sacrificio, prevenido � sus convidados. Y ser� que en el d�a del sacrificio de Jehov�, har� visitaci�n sobre los pr�ncipes, y sobre los hijos del rey, y sobre todos los que visten vestido extranjero. Asimismo har� visitaci�n en aquel d�a sobre todos los que saltan la puerta, los que hinchen de robo y de enga�o las casas de sus se�ores. Y habr� en aquel d�a, dice Jehov�, voz de clamor desde la puerta del pescado, y aullido desde la segunda, y grande quebrantamiento desde los collados. Aullad, moradores de Mactes, porque todo el pueblo mercader es destruido; talado son todos los que tra�an dinero. Y ser� en aquel tiempo, que yo escudri�ar� � Jerusalem con candiles, y har� visitaci�n sobre los hombres que est�n sentados sobre sus heces, los cuales dicen en su coraz�n: Jehov� ni har� bien ni mal. Ser� por tanto saqueada su hacienda, y sus casas asoladas: y edificar�n casas, mas no las habitar�n; y plantar�n vi�as, mas no beber�n el vino de ellas. Cercano est� el d�a grande de Jehov�, cercano y muy presuroso; voz amarga del D�a de Jehov�; gritar� all� el valiente. D�a de ira aquel d�a, d�a de angustia y de aprieto, d�a de alboroto y de asolamiento, d�a de tiniebla y de oscuridad, d�a de nublado y de entenebrecimiento, D�a de trompeta y de algazara, sobre las ciudades fuertes, y sobre las altas torres. Y atribular� los hombres, y andar�n como ciegos, porque pecaron contra Jehov�: y la sangre de ellos ser� derramada como polvo, y su carne como esti�rcol. Ni su plata ni su oro podr� librarlos en el d�a de la ira de Jehov�; pues toda la tierra ser� consumida con el fuego de su celo: porque ciertamente consumaci�n apresurada har� con todos los moradores de la tierra. Sofon�as 2CONGREGAOS y meditad, gente no amable, Antes que p�ra el decreto, y el d�a se pase como el tamo; antes que venga sobre vosotros el furor de la ira de Jehov�, antes que el d�a de la ira de Jehov� venga sobre vosotros. Buscad � Jehov� todos los humildes de la tierra, que pusisteis en obra su juicio; buscad justicia, buscad mansedumbre: quiz�s ser�is guardados en el d�a del enojo de Jehov�. Porque Gaza ser� desamparada, y Ascal�n asolada: saquear�n � Asdod en el medio d�a, y Ecr�n ser� desarraigada. �Ay de los que moran � la parte de la mar, de la gente de Cheretim! La palabra de Jehov� es contra vosotros, oh Cana�n, tierra de Palestinos, que te har� destruir hasta no quedar morador. Y ser� la parte de la mar por moradas de caba�as de pastores, y corrales de ovejas. Y ser� aquella parte para el resto de la casa de Jud�; all� apacentar�n: en las casas de Ascal�n dormir�n � la noche; porque Jehov� su Dios los visitar�, y tornar� sus cautivos. Yo he o�do las afrentas de Moab, y los denuestos de los hijos de Amm�n con que deshonraron � mi pueblo, y se engrandecieron sobre su t�rmino. Por tanto, vivo yo, dice Jehov� de los ej�rcitos, Dios de Israel, que Moab ser� como Sodoma, y los hijos de Ammon como Gomorra; campo de ortigas, y mina de sal, y asolamiento perpetuo: el resto de mi pueblo los saquear�, y el resto de mi gente los heredar�. Esto les vendr� por su soberbia, porque afrentaron, y se engrandecieron contra el pueblo de Jehov� de los ej�rcitos. Terrible ser� Jehov� contra ellos, porque enervar� � todos los dioses de la tierra; y cada uno desde su lugar se inclinar� � �l, todas las islas de las gentes. Vosotros tambi�n los de Etiop�a ser�is muertos con mi espada. Y extender� su mano sobre el aquil�n, y destruir� al Assur, y pondr� � N�nive en asolamiento, y en secadal como un desierto. Y reba�os de ganado har�n en ella majada, todas las bestias de las gentes; el onocr�talo tambi�n y el erizo dormir�n en sus umbrales: su voz cantar� en las ventanas; asolaci�n ser� en las puertas, porque su enmaderamiento de cedro ser� descubierto. Esta es la ciudad alegre que estaba confiada, la que dec�a en su coraz�n: Yo, y no m�s. �C�mo fu� en asolamiento, en cama de bestias! Cualquiera que pasare junto � ella silbar�, menear� su mano. Sofon�as 3�AY de la ciudad ensuciada y contaminada y opresora! No escuch� la voz, ni recibi� la disciplina: no se confi� en Jehov�, no se acerc� � su Dios. Sus pr�ncipes en medio de ella son leones bramadores: sus jueces, lobos de tarde que no dejan hueso para la ma�ana: Sus profetas, livianos, hombres prevaricadores: sus sacerdotes contaminaron el santuario, falsearon la ley. Jehov� justo en medio de ella, no har� iniquidad: de ma�ana sacar� � luz su juicio, nunca falta: mas el perverso no tiene verg�enza. Hice talar gentes; sus castillos est�n asolados; hice desiertas sus calles, hasta no quedar quien pase: sus ciudades est�n asoladas hasta no quedar hombre, hasta no quedar morador. Dije: Ciertamente me temer�s, recibir�s correcci�n; y no ser� su habitaci�n derru�da por todo aquello sobre que los visit�. Mas ellos se levantaron de ma�ana y corrompieron todas sus obras. Por tanto, esperadme, dice Jehov�, al d�a que me levantar� al despojo: porque mi determinaci�n es reunir las gentes, juntar los reinos, para derramar sobre ellos mi enojo, todo el furor de mi ira; porque del fuego de mi celo ser� consumida toda la tierra. Por entonces volver� yo � los pueblos el labio limpio, para que todos invoquen el nombre de Jehov�, para que de un consentimiento le sirvan. De esa parte de los r�os de Etiop�a, mis suplicantes, la hija de mis esparcidos, me traer�n ofrenda. En aquel d�a no ser�s avergonzada por ninguna de tus obras con que te rebelaste contra m�; porque entonces quitar� de en medio de ti los que se alegran en tu soberbia, y nunca m�s te ensoberbecer�s del monte de mi santidad. Y dejar� en medio de ti un pueblo humilde y pobre, los cuales esperar�n en el nombre de Jehov�. El resto de Israel no har� iniquidad, ni dir� mentira, ni en boca de ellos se hallar� lengua enga�osa: porque ellos ser�n apacentados y dormir�n, y no habr� quien los espante. Canta, oh hija de Si�n: da voces de j�bilo, oh Israel; g�zate y regoc�jate de todo coraz�n, hija de Jerusalem. Jehov� ha apartado tus juicios, ha echado fuera tus enemigos: Jehov� es Rey de Israel en medio de ti; nunca m�s ver�s mal. En aquel tiempo se dir� � Jerusalem: No temas: Si�n, no se debiliten tus manos. Jehov� en medio de ti, poderoso, �l salvar�; gozar�se sobre ti con alegr�a, callar� de amor, se regocijar� sobre ti con cantar. Reunir� � los fastidiados por causa del largo tiempo; tuyos fueron; para quienes el oprobio de ella era una carga. He aqu�, en aquel tiempo yo apremiar� � todos tus opresores; y salvar� la coja, y recoger� la descarriada; y pondr�los por alabanza y por renombre en todo pa�s de confusi�n. En aquel tiempo yo os traer�, en aquel tiempo os reunir� yo; pues os dar� por renombre y por alabanza entre todos los pueblos de la tierra, cuando tornar� vuestros cautivos delante de vuestros ojos, dice Jehov�.
HageoLA BIBLIA Versión Reina-Valera de 1909 �NDICE [1| 2]Hageo 1EN el a�o segundo del rey Dar�o en el mes sexto, en el primer d�a del mes, fu� palabra de Jehov�, por mano del profeta Haggeo, � Zorobabel hijo de Sealtiel, gobernador de Jud�, y � Josu� hijo de Josadac, gran sacerdote, diciendo: Jehov� de los ej�rcitos habla as�, diciendo: Este pueblo dice: No es a�n venido el tiempo, el tiempo de que la casa de Jehov� sea reedificada. Fu� pues palabra de Jehov� por mano del profeta Haggeo, diciendo: �Es para vosotros tiempo, para vosotros, de morar en vuestras casas enmaderadas, y esta casa est� desierta? Pues as� ha dicho Jehov� de los ej�rcitos: Pensad bien sobre vuestros caminos. Sembr�is mucho, y encerr�is poco; com�is, y no os hart�is; beb�is, y no os saci�is; os vest�s, y no os calent�is; y el que anda � jornal recibe su jornal en trapo horadado. As� ha dicho Jehov� de los ej�rcitos: Meditad sobre vuestros caminos. Subid al monte, y traed madera, y reedificad la casa; y pondr� en ella, mi voluntad, y ser� honrado, ha dicho Jehov�. Busc�is mucho, y hall�is poco; y encerr�is en casa, y soplo en ello. �Por qu�? dice Jehov� de los ej�rcitos. Por cuanto mi casa est� desierta, y cada uno de vosotros corre � su propia casa. Por eso se detuvo de los cielos sobre vosotros la lluvia, y la tierra detuvo sus frutos. Y llam� la sequedad sobre esta tierra, y sobre los montes, y sobre el trigo, y sobre el vino, y sobre el aceite, y sobre todo lo que la tierra produce, y sobre los hombres sobre y las bestias, y sobre todo trabajo de manos. Y oy� Zorobabel hijo de Sealtiel, y Josu� hijo de Josadac, gran sacerdote, y todo el dem�s pueblo, la voz de Jehov� su Dios, y las palabras del porfeta Haggeo, como lo hab�a enviado Jehov� el Dios de ellos; y temi� el pueblo delante de Jehov�. Entonces Haggeo, enviado de Jehov�, habl� por mandado de Jehov�, al pueblo, diciendo: Yo soy con vosotros, dice Jehov�. Y despert� Jehov� el esp�ritu de Zorobabel hijo de Sealtiel, gobernador de Jud�, y el esp�ritu de Josu� hijo de Josadac, gran sacerdote, y el esp�ritu de todo el resto del pueblo; y vinieron � hicieron obra en la casa de Jehov� de los ej�rcitos, su Dios. En el d�a veinte y cuatro del mes sexto, en el segundo a�o del rey Dar�o. Hageo 2EN el mes s�ptimo, � los veinte y uno del mes, fu� palabra de Jehov� por mano del profeta Haggeo, diciendo: Habla ahora � Zorobabel hijo de Sealtiel, gobernador de Jud�, y � Josu� hijo de Josadac, gran sacerdote, y al resto del pueblo, diciendo: �Qui�n ha quedado entre vosotros que haya visto esta casa en su primera gloria, y cual ahora la veis? �No es ella como nada delante de vuestros ojos? Pues ahora, Zorobabel, esfu�rzate, dice Jehov�; esfu�rzate tambi�n Josu�, hijo de Josadac, gran sacerdote; y cobra �nimo, pueblo todo de la tierra, dice Jehov�, y obrad: porque yo soy con vosotros, dice Jehov� de los ej�rcitos. Seg�n el pacto que concert� con vosotros a vuestra salida de Egipto, as� mi esp�ritu estar� en medio de vosotros: no tem�is. Porque as� dice Jehov� de los ej�rcitos: De aqu� � poco aun har� yo temblar los cielos y la tierra, y la mar y la seca: Y har� temblar � todas las gentes, y vendr� el Deseado de todas las gentes; y henchir� esta casa de gloria, ha dicho Jehov� de los ej�rcitos. M�a es la plata, y m�o el oro, dice Jehov� de los ej�rcitos. La gloria de aquesta casa postrera ser� mayor que la de la primera, ha dicho Jehov� de los ej�rcitos; y dar� paz en este lugar, dice Jehov� de los ej�rcitos. A veinticuatro del noveno mes, en el segundo a�o de Dar�o, fu� palabra de Jehov� por mano del profeta Haggeo, diciendo: As� ha dicho Jehov� de los ej�rcitos: Pregunta ahora � los sacerdotes acerca de la ley, diciendo: Si llevare alguno las carnes sagradas en la falda de su ropa, y con el vuelo de ella tocare el pan, � la vianda, � el vino, � el aceite, � otra cualquier comida, �ser� santificado? Y respondieron los sacerdotes, y dijeron: No. Y dijo Haggeo: Si un inmundo � causa de cuerpo muerto tocare alguna cosa de �stas, �ser� inmunda? Y respondieron los sacerdotes, y dijeron: Inmunda ser�. Y respondi� Haggeo y dijo: As� es este pueblo, y esta gente, delante de m�, dice Jehov�; y asimismo toda obra de sus manos; y todo lo que aqu� ofrecen es inmundo. Ahora pues, poned vuestro coraz�n desde este d�a en adelante, antes que pusiesen piedra sobre piedra en el templo de Jehov�, Antes que fuesen estas cosas, ven�an al mont�n de veinte hanegas, y hab�a diez; ven�an al lagar para sacar cincuenta c�ntaros del lagar, y hab�a veinte. Os her� con viento solano, y con tizoncillo, y con granizo en toda obra de vuestras manos; mas no os convertisteis � m�, dice Jehov�. Pues poned ahora vuestro coraz�n desde este d�a en adelante, desde el d�a veinticuatro del noveno mes, desde el d�a que se ech� el cimiento al templo de Jehov�; poned vuestro coraz�n. �Aun no est� la simiente en el granero? ni la vid, ni la higuera, ni el granado, ni el �rbol de la oliva ha todav�a florecido: mas desde aqueste d�a dar� bendici�n. Y fu� segunda vez palabra de Jehov� � Haggeo, � los veinticuatro del mismo mes, diciendo: Habla � Zorobabel, gobernador de Jud�, diciendo: Yo har� temblar los cielos y la tierra; Y trastornar� el trono de los reinos, y destruir� la fuerza del reino de las gentes; y trastornar� el carro, y los que en �l suben; y vendr�n abajo los caballos, y los que en ellos montan, cada cual por la espada de su hermano. En aquel d�a, dice Jehov� de los ej�rcitos, te tomar�, oh Zorobabel, hijo de Sealtiel, siervo m�o, dice Jehov�, y ponerte he como anillo de sellar: porque yo te escog�, dice Jehov� de los ej�rcitos.
Zacar�asLA BIBLIA Versión Reina-Valera de 1909 �NDICE [1 | 2 | 3 | 4 | 5 | 6 | 7 | 8 | 9 | 10 | 11 | 12 | 13 | 14 ]Zacar�as 1EN el mes octavo, en el a�o segundo de Dar�o, fu� palabra de Jehov� � Zacar�as profeta, hijo de Berech�as, hijo de Iddo, diciendo: Enoj�se Jehov� con ira contra vuestros padres. Les dir�s pues: As� ha dicho Jehov� de los ej�rcitos: Volveos � m�, dice Jehov� de los ej�rcitos, y yo me volver� � vosotros, ha dicho Jehov� de los ej�rcitos. No se�is como vuestros padres, � los cuales dieron voces los primeros profetas, diciendo: As� ha dicho Jehov� de los ej�rcitos: Volveos ahora de vuestros malos caminos, y de vuestras malas obras: y no atendieron, ni me escucharon, dice Jehov�. Vuestros padres, �d�nde est�n? y los profetas �han de vivir para siempre? Empero mis palabras y mis ordenanzas que mand� � mis siervos los profetas, �no alcanzaron � vuestros padres? Por eso se volvieron ellos y dijeron: Como Jehov� de los ej�rcitos pens� tratarnos conforme � nuestros caminos, y conforme � nuestras obras, as� lo hizo con nosotros. A los veinticuatro del mes und�cimo, que es el mes de Sebath, en el a�o segundo de Dar�o, fu� palabra de Jehov� � Zacar�as profeta, hijo de Berech�as, hijo de Iddo, diciendo: Vi de noche, y he aqu� un var�n que cabalgaba sobre un caballo bermejo, el cual estaba entre los mirtos que hab�a en la hondura; y detr�s de �l hab�a caballos bermejos, overos, y blancos. Entonces dije: �Qu� son �stos, se�or m�o? Y d�jome el �ngel que hablaba conmigo: Yo te ense�ar� qu� son �stos. Y aquel var�n que estaba entre los mirtos respondi�, y dijo: Estos son los que Jehov� ha enviado � recorrer la tierra. Y ellos hablaron � aquel �ngel de Jehov� que estaba entre los mirtos, y dijeron: Hemos recorrido la tierra, y he aqu� toda la tierra est� reposada y quieta. Y respondi� el �ngel de Jehov�, y dijo: Oh Jehov� de los ej�rcitos, �hasta cu�ndo no tendr�s piedad de Jerusalem, y de las ciudades de Jud�, con las cuales has estado airado por espacio de setenta a�os? Y Jehov� respondi� buenas palabras, palabras consolatorias � aquel �ngel que hablaba conmigo. Y d�jome el �ngel que hablaba conmigo: Clama diciendo: As� ha dicho Jehov� de los ej�rcitos: Cel� � Jerusalem y � Si�n con gran celo: Y con grande enojo estoy airado contra las gentes que est�n reposadas; porque yo estaba enojado un poco, y ellos ayudaron para el mal. Por tanto, as� ha dicho Jehov�: Yo me he tornado � Jerusalem con miseraciones; en ella ser� edificada mi casa, dice Jehov� de los ej�rcitos, y la plomada ser� tendida sobre Jerusalem. Clama a�n, diciendo: As� dice Jehov� de los ej�rcitos: Aun ser�n ensanchadas mis ciudades por la abundancia del bien; y aun consolar� Jehov� � Si�n, y escoger� todav�a � Jerusalem. Despu�s alc� mis ojos, y mir�, y he aqu� cuatro cuernos. Y dije al �ngel que hablaba conmigo: �Qu� son �stos? Y respondi�me: Estos son los cuernos que aventaron � Jud�, � Israel, y � Jerusalem. Mostr�me luego Jehov� cuatro carpinteros. Y yo dije: �Qu� vienen �stos � hacer? Y respondi�me, diciendo: Estos son los cuernos que aventaron � Jud�, tanto que ninguno alz� su cabeza; mas �stos han venido para hacerlos temblar, para derribar los cuernos de las gentes, que alzaron el cuerno sobre la tierra de Jud� para aventarla. Zacar�as 2ALC� despu�s mis ojos, y mir� y he aqu� un var�n que ten�a en su mano un cordel de medir. Y d�jele: �A d�nde vas? Y �l me respondi�: A medir � Jerusalem, para ver cu�nta es su anchura, y cu�nta su longitud. Y he aqu�, sal�a aquel �ngel que hablaba conmigo, y otro �ngel le sali� al encuentro, Y d�jole: Corre, habla � este mozo, diciendo: Sin muros ser� habitada Jerusalem � causa de la multitud de los hombres, y de las bestias en medio de ella. Yo ser� para ella, dice Jehov�, muro de fuego en derredor, y ser� por gloria en medio de ella. Eh, eh, huid de la tierra del aquil�n, dice Jehov�, pues por los cuatro vientos de los cielos os esparc�, dice Jehov�. Oh Si�n, la que moras con la hija de Babilonia, esc�pate. Porque as� ha dicho Jehov� de los ej�rcitos: Despu�s de la gloria me enviar� �l � las gentes que os despojaron: porque el que os toca, toca � la ni�a de su ojo. Porque he aqu� yo alzo mi mano sobre ellos, y ser�n despojo � sus siervos, y sabr�is que Jehov� de los ej�rcitos me envi�. Canta y al�grate, hija de Si�n: porque he aqu� vengo, y morar� en medio de ti, ha dicho Jehov�. Y unir�nse muchas gentes � Jehov� en aquel d�a, y me ser�n por pueblo, y morar� en medio de ti; y entonces conocer�s que Jehov� de los ej�rcitos me ha enviado � ti. Y Jehov� poseer� � Jud� su heredad en la tierra santa, y escoger� a�n � Jerusalem. Calle toda carne delante de Jehov�, porque �l se ha despertado de su santa morada. Zacar�as 3Y MOSTROME � Josu�, el gran sacerdote, el cual estaba delante del �ngel de Jehov�; y Sat�n estaba � su mano derecha para serle adversario. Y dijo Jehov� � Sat�n: Jehov� te reprenda, oh Sat�n; Jehov�, que ha escogido � Jerusalem, te reprenda. �No es �ste tiz�n arrebatado del incendio? Y Josu� estaba vestido de vestimentas viles, y estaba delante del �ngel. Y habl� el �ngel, � intim� � los que estaban delante de s�, diciendo: Quitadle esas vestimentas viles. Y � �l dijo: Mira que he hecho pasar tu pecado de ti, y te he hecho vestir de ropas de gala. Despu�s dijo: Pongan mitra limpia sobre su cabeza. Y pusieron una mitra limpia sobre su cabeza, y visti�ronle de ropas. Y el �ngel de Jehov� estaba en pie. Y el �ngel de Jehov� protest� al mismo Josu�, diciendo: As� dice Jehov� de los ej�rcitos: Si anduvieres por mis caminos, y si guardares mi ordenanza, tambi�n t� gobernar�s mi casa, tambi�n t� guardar�s mis atrios, y entre estos que aqu� est�n te dar� plaza. Escucha pues ahora, Josu� gran sacerdote, t�, y tus amigos que se sientan delante de ti; porque son varones simb�licos: He aqu�, yo traigo � mi siervo, el Pimpollo. Porque he aqu� aquella piedra que puse delante de Josu�; sobre esta �nica piedra hay siete ojos: he aqu�, yo grabar� su escultura, dice Jehov� de los ej�rcitos, y quitar� el pecado de la tierra en un d�a. En aquel d�a, dice Jehov� de los ej�rcitos, cada uno de vosotros llamar� � su compa�ero debajo de la vid, y debajo de la higuera. Zacar�as 4Y VOLVIO el �ngel que hablaba conmigo, y despert�me como un hombre que es despertado de su sue�o. Y d�jome: �Qu� ves? Y respond�: He mirado, y he aqu� un candelero todo de oro, con su vaso sobre su cabeza, y sus siete l�mparas encima del candelero; y siete canales para las l�mparas que est�n encima de �l; Y sobre �l dos olivas, la una � la derecha del vaso, y la otra � su izquierda. Prosegu�, y habl� � aquel �ngel que hablaba conmigo, diciendo: �Qu� es esto, se�or m�o? Y el �ngel que hablaba conmigo respondi�, y d�jome: �No sabes qu� es esto? Y dije: No, se�or m�o. Entonces respondi� y habl�me, diciendo: Esta es palabra de Jehov� � Zorobabel, en que se dice: No con ej�rcito, ni con fuerza, sino con mi esp�ritu, ha dicho Jehov� de los ej�rcitos. �Qui�n eres t�, oh gran monte? Delante de Zorobabel ser�s reducido � llanura: �l sacar� la primera piedra con aclamaciones de Gracia, gracia � ella. Y fu� palabra de Jehov� � m�, diciendo: Las manos de Zorobabel echar�n el fundamento � esta casa, y sus manos la acabar�n; y conocer�s que Jehov� de los ej�rcitos me envi� � vosotros. Porque los que menospreciaron el d�a de las peque�eces se alergrar�n, y ver�n la plomada en la mano de Zorobabel. Aquellas siete son los ojos de Jehov� que recorren por toda la tierra. Habl� m�s, y d�jele: �Qu� significan estas dos olivas � la derecha del candelero, y � su izquieda? Habl� a�n de nuevo, y d�jele: �Qu� significan las dos ramas de olivas que por medio de dos tubos de oro vierten de s� aceite como oro? Y respondi�me, diciendo: �No sabes qu� es esto? Y dije: Se�or m�o, no. Y �l dijo: Estos dos hijos de aceite son los que est�n delante del Se�or de toda la tierra. Zacar�as 5Y TORN�ME, y alc� mis ojos, y mir�, y he aqu� un rollo que volaba. Y d�jome: �Qu� ves? Y respond�: Veo un rollo que vuela, de veinte codos de largo, y diez codos de ancho. D�jome entonces: Esta es la maldici�n que sale sobre la haz de toda la tierra; porque todo aquel que hurta, (como est� de la una parte del rollo) ser� destru�do; y todo aquel que jura, (como est� de la otra parte del rollo) ser� destru�do. Yo la saqu�, dice Jehov� de los ej�rcitos, y vendr� � la casa del ladr�n, y � la casa del que jura falsamente en mi nombre; y permanecer� en medio de su casa, y consumir�la, con sus enmaderamientos y sus piedras. Y sali� aquel �ngel que hablaba conmigo, y d�jome: Alza ahora tus ojos, y mira qu� es esto que sale. Y dije: �Qu� es? Y �l dijo: Este es un epha que sale. Adem�s dijo: Este es el ojo de ellos en toda la tierra. Y he aqu�, tra�an un talento de plomo, y una mujer estaba asentada en medio de aquel epha. Y �l dijo: Esta es la Maldad; y ech�la dentro del epha, y ech� la masa de plomo en su boca. Alc� luego mis ojos, y mir�, y he aqu� dos mujeres que sal�an, y tra�an viento en sus alas, y ten�an alas como de cig�e�a, y alzaron el epha entre la tierra y los cielos. Y dije al �ngel que hablaba conmigo: �A d�nde llevan el epha? Y �l me respondi�: Para que le sea edificada casa en tierra de Shinar: y ser� asentado y puesto all� sobre su asiento. Zacar�as 6Y TORN�ME, y alc� mis ojos y mir�, y he aqu� cuatro carros que sal�an de entre dos montes; y aquellos montes eran de metal. En el primer carro hab�a caballos bermejos, y el segundo carro caballos negros, Y en el tercer carro caballos blancos, y en el cuarto carro caballos overos ruciorodados. Respond� entonces, y dije al �ngel que conmigo hablaba: Se�or m�o, �qu� es esto? Y el �ngel me respondi�, y d�jome: Estos son los cuatro vientos de los cielos, que salen de donde est�n delante del Se�or de toda la tierra. En el que estaban los caballos negros, salieron hacia la tierra del aquil�n; y los blancos salieron tras ellos; y lo overos salieron hacia la tierra del mediod�a. Y los rucios salieron, y se afanaron por ir � recorrer la tierra. Y dijo: Id, recorred la tierra. Y recorrieron la tierra. Luego me llam�, y habl�me deciendo: Mira, los que salieron hacia la tierra del aquil�n hicieron reposar mi esp�ritu en la tierra del aquil�n. Y fu� � m� palabra de Jehov�, diciendo: Toma de los del cautiverio, de Heldai, y de Tob�as, y de Jeda�a, los cuales volvieron de Babilonia; y vendr�s t� en aquel d�a, y entrar�s en casa de Jos�as hijo de Sefan�as; Tomar�s pues plata y oro, y har�s coronas, y las pondr�s en la cabeza del gran sacerdote Josu�, hijo de Josadac; Y le hablar�s, diciendo: As� ha hablado Jehov� de los ej�rcitos, diciendo: He aqu� el var�n cuyo nombre es Pimpollo, el cual germinar� de su lugar, y edificar� el templo de Jehov�: El edificar� el templo de Jehov�, y �l llevar� gloria, y se sentar� y dominar� en su trono, y ser� sacerdote en su solio; y consejo de paz ser� entre ambos � dos. Y Helem, y Tob�as, y Jeda�a, y Hen, hijo de Sefan�as, tendr�n coronas por memorial en el templo de Jehov�. Y los que est�n lejos vendr�n y edificar�n en el templo de Jehov�, y conocer�is que Jehov� de los ej�rcitos me ha enviado � vosotros. Y ser� esto, si oyereis obedientes la voz de Jehov� vuestro Dios. Zacar�as 7Y ACONTECIO en el a�o cuarto del rey Dar�o, que fu� palabra de Jehov� � Zacar�as � los cuatro del mes noveno, que es Chisleu; Cuando fu� enviado � la casa de Dios, Saraser, con Regem-melech y sus hombres, � implorar el favor de Jehov�, Y � hablar � los sacerdotes que estaban en la casa de Jehov� de los ej�rcitos, y � los profetas, diciendo: �Lloraremos en el mes quinto? �haremos abstinencia como hemos hecho ya algunos a�os? Fu� pues � m� palabra de Jehov� de los ej�rcitos, diciendo: Habla � todo el pueblo del pa�s, y � los sacerdotes, diciendo: Cuando ayunasteis y llorasteis en el quinto y en el s�ptimo mes estos setenta a�os, �hab�is ayunado para m�? Y cuando com�is y beb�is, �no com�is y beb�is para vosotros? �No son estas las palabras que public� Jehov� por mano de los profetas primeros, cuando Jerusalem estaba habitada y quieta, y sus ciudades en sus alrededores, y el mediod�a y la campi�a se habitaban? Y fu� palabra de Jehov� � Zacar�as, diciendo: As� habl� Jehov� de los ej�rcitos, diciendo: Juzgad juicio verdadero, y haced misericordia y piedad cada cual con su hermano: No agravi�is � la viuda, ni al hu�rfano, ni al extranjero, ni al pobre; ni ninguno piense mal en su coraz�n contra su hermano. Empero no quisieron escuchar, antes dieron hombro rebelado, y agravaron sus o�dos para no oir: Y pusieron su coraz�n como diamante, para no oir la ley ni las palabras que Jehov� de los ej�rcitos enviaba por su esp�ritu, por mano de los profetas primeros: fu�, por tanto, hecho grande castigo por Jehov� de los ej�rcitos. Y aconteci� que como �l clam�, y no escucharon, as� ellos clamaron, y yo no escuch�, dice Jehov� de los ej�rcitos; Antes los esparc� con torbellino por todas las gentes que ellos no conoc�an, y la tierra fu� desolada tras de ellos, sin quedar quien fuese ni viniese; pues tornaron en asolamiento el pa�s deseable. Zacar�as 8Y FU� � m� palabra de Jehov� de los ej�rcitos, diciendo: As� ha dicho Jehov� de los ej�rcitos: Yo he celado � Si�n con grande celo, y con grande ira la cel�. As� dice Jehov�: Yo he restitu�do � Si�n, y morar� en medio de Jerusalem: y Jerusalem se llamar� Ciudad de Verdad, y el monte de Jehov� de los ej�rcitos, Monte de Santidad. As� ha dicho Jehov� de los ej�rcitos: Aun han de morar viejos y viejas en las plazas de Jerusalem, y cada cual con bord�n en su mano por la multitud de los d�as. Y las calles de la ciudad ser�n llenas de muchachos y muchachas, que jugar�n en las calles. As� dice Jehov� de los ej�rcitos: Si esto parecer� dificultoso � los ojos del resto de este pueblo en aquellos d�as, �tambi�n ser� dificultoso delante de mis ojos? dice Jehov� de los ej�rcitos. Asi ha dicho Jehov� de los ej�rcitos: He aqu�, yo salvo mi pueblo de la tierra del oriente, y de la tierra donde se pone el sol; Y traer�los, y habitar�n en medio de Jerusalem; y me ser�n por pueblo, y yo ser� � ellos por Dios con verdad y con justicia. Asi ha dicho Jehov� de los ej�rcitos: Esfu�rcense vuestras manos, de vosotros los que o�s en estos d�as estas palabras de la boca de los profetas, desde el d�a que se ech� el cimiento � la casa de Jehov� de los ej�rcitos, para edificar el templo. Porque antes de estos d�as no ha habido paga de hombre, ni paga de bestia, ni hubo paz alguna para entrante ni para saliente, � causa del enemigo: y yo dej� todos los hombres, cada cual contra su compa�ero. Mas ahora no lo har� con el resto de este pueblo como en aquellos d�as pasados, dice Jehov� de los ej�rcitos. Porque habr� simiente de paz; la vid dar� su fruto, y dar� su producto la tierra, y los cielos dar�n su roc�o; y har� que el resto de este pueblo posea todo esto. Y ser� que como fuisteis maldici�n entre las gentes, oh casa de Jud� y casa de Israel, as� os salvar�, y ser�is bendici�n. No tem�is, mas esfu�rcense vuestras manos. Porque as� ha dicho Jehov� de los ej�rcitos: Como pens� haceros mal cuando vuestros padres me provocaron � ira, dice Jehov� de los ej�rcitos, y no me arrepent�; As� tornando he pensado de hacer bien � Jerusalem y � la casa de Jud� en estos d�as: no tem�is. Estas son las cosas que hab�is de hacer: Hablad verdad cada cual con su pr�jimo; juzgad en vuestras puertas verdad y juicio de paz: Y ninguno de vosotros piense mal en su coraz�n contra su pr�jimo, ni am�is juramento falso: porque todas estas son cosas que aborrezco, dice Jehov� Y fu� � m� palabra de Jehov� de los ej�rcitos, diciendo: As� ha dicho Jehov� de los ej�rcitos: El ayuno del cuarto mes, y el ayuno del quinto, y el ayuno del s�ptimo, y el ayuno del d�cimo, se tornar�n � la casa de Jud� en gozo y alegr�a, y en festivas solemnidades. Amad pues verdad y paz. As� ha dicho Jehov� de los ej�rcitos: Aun vendr�n pueblos, y moradores de muchas ciudades; Y vendr�n los moradores de la una � la otra, y dir�n: Vamos � implorar el favor de Jehov�, y � buscar � Jehov� de los ej�rcitos. Yo tambi�n ir�. Y vendr�n muchos pueblos y fuertes naciones � buscar � Jehov� de los ej�rcitos en Jerusalem, y � implorar el favor de Jehov�. As� ha dicho Jehov� de los ej�rcitos: En aquellos d�as acontecer� que diez hombres de todas las lenguas de las gentes, trabar�n de la falda de un Jud�o, diciendo: Iremos con vosotros, porque hemos o�do que Dios est� con vosotros. Zacar�as 9CARGA de la palabra de Jehov� contra tierra de Hadrach, y de Damasco su reposo: porque � Jehov� est�n vueltos los ojos de los hombres, y de todas las tribus de Israel. Y tambi�n Hamath tendr� t�rmino en ella; Tiro y Sid�n, aunque muy sabia sea. Bien que Tiro se edific� fortaleza, y amonton� plata como polvo, y oro como lodo de las calles, He aqu�, el Se�or la empobrecer�, y herir� en la mar su fortaleza, y ella ser� consumida de fuego. Ascal�n ver�, y temer�; Gaza tambi�n, y se doler� en gran manera: asimismo Ecr�n, porque su esperanza ser� confundida; y de Gaza perecer� el rey, y Ascal�n no ser� habitada. Y habitar� en Asdod un extranjero, y yo talar� la soberbia de los Palestinos: Y quitar� sus sangres de su boca, y sus abominaciones de sus dientes, y quedar�n ellos tambi�n para nuestro Dios, y ser�n como capitanes en Jud�, y Ecr�n como el Jebuseo. Y ser� real de ej�rcito � mi casa, � causa del que va y del que viene: y no pasar� m�s sobre ellos angustiador; porque ahora mir� con mis ojos. Al�grate mucho, hija de Si�n; da voces de j�bilo, hija de Jerusalem: he aqu�, tu rey vendr� � ti, justo y salvador, humilde, y cabalgando sobre un asno, as� sobre un pollino hijo de asna. Y de Ephraim destruir� los carros, y los caballo de Jerusalem; y los arcos de guerra ser�n quebrados: y hablar� paz � las gentes; y su se�or�o ser� de mar � mar, y desde el r�o hasta los fines de la tierra. Y t� tambi�n por la sangre de tu pacto ser�s salva; yo he sacado tus presos del aljibe en que no hay agua. Tornaos � la fortaleza, oh presos de esperanza: hoy tambi�n os anuncio que os dar� doblado. Porque entesado he para m� � Jud� como arco, hench� � Ephraim; y despertar� tus hijos, oh Si�n, contra tus hijos, oh Grecia, y te pondr� como espada de valiente. Y Jehov� ser� visto sobre ellos, y su dardo saldr� como rel�mpago: y el Se�or Jehov� tocar� trompeta, � ir� como torbellinos del austro. Jehov� de los ej�rcitos los amparar�, y ellos devorar�n, y sujetar�n � las piedras de la honda, y beber�n y har�n estr�pido como tomados del vino; y se llenar�n como cuenco, � como los lados del altar. Y los salvar� en aquel d�a Jehov� su Dios como � reba�o de su pueblo: porque ser�n engrandecidos en su tierra como piedras de corona. Porque �cu�nta es su bondad, y cu�nta su hermosura! El trigo alegrar� � los mancebos, y el vino � las doncellas. Zacar�as 10PEDID � Jehov� lluvia en la saz�n tard�a: Jehov� har� rel�mpagos, y os dar� lluvia abundante, y hierba en el campo � cada uno. Porque las im�genes han hablado vanidad, y los adivinos han visto mentira, y han hablado sue�os vanos, en vano consuelan: por lo cual se fueron ellos como ovejas, fueron humillados porque no tuvieron pastor. Contra los pastores se ha encendido mi enojo, y castigar� los machos de cabr�o: mas Jehov� de los ej�rcitos visitar� su reba�o, la casa de Jud�, y tornar�los como su caballo de honor en la guerra. De �l saldr� el �ngulo, de �l la clavija, de �l el arco de la guerra, de �l tambi�n todo apremiador. Y ser�n como valientes, que en la batalla pisan al enemigo en el lodo de las calles; y pelear�n, porque Jehov� ser� con ellos; y los que cabalgan en caballos ser�n avergonzados. Porque yo fortificar� la casa de Jud�, y guardar� la casa de Jos�; y har�los volver, porque de ellos tendr� piedad; y ser�n como si no los hubiera desechado; porque yo soy Jehov� su Dios, que los oir�. Y ser� Ephraim como valiente, y alegrar�se su coraz�n como de vino: sus hijos tambi�n ver�n y se alegrar�n; su coraz�n se gozar� en Jehov�. Yo les silbar� y los juntar�, porque los he redimido; y ser�n multiplicados como fueron multiplicados. Bien que los sembrar� entre los pueblos, aun en lejanos pa�ses se acordar�n de m�; y vivir�n con sus hijos, y tornar�n. Porque yo los tornar� de la tierra de Egipto, y los recoger� de la Asiria; y traer�los � la tierra de Galaad y del L�bano, y no les bastar�. Y la tribulaci�n pasar� por la mar, y en la mar herir� las ondas, y se secar�n todas las honduras del r�o: y la soberbia de Assur ser� derribada, y se perder� el cetro de Egipto. Y yo los fortificar� en Jehov�, y caminar�n en su nombre, dice Jehov�. Zacar�as 11OH L�bano, abre tus puertas, y queme fuego tus cedros. Aulla, oh haya, porque el cedro cay�, porque los magn�ficos son talados. Aullad, alcornoques de Bas�n, porque el fuerte monte es derribado. Voz de aullido de pastores, porque su magnificencia es asolada; estruendo de bramidos de cachorros de leones, porque la soberbia del Jord�n es destru�da. As� ha dicho Jehov� mi Dios: Apacienta las ovejas de la matanza; A las cuales mataban sus compradores, y no se ten�an por culpables; y el que las vend�a, dec�a: Bendito sea Jehov�, que he enriquecido; ni sus pastores ten�an piedad de ellas. Por tanto, no m�s tendr� piedad de los moradores de la tierra, dice Jehov�: porque he aqu�, yo entregar� los hombres, cada cual en mano de su compa�ero, y en mano de su rey; y quebrantar�n la tierra, y yo no librar� de sus manos. Apacent� pues las ovejas de la matanza, es � saber, los pobres del reba�o. Y me tom� dos cayados; al uno puse por nombre Suavidad, y al otro Ataduras; y apacent� las ovejas. E hice matar tres pastores en un mes, y mi alma se angusti� por ellos, y tambi�n el alma de ellos me aborreci� � m�. Y dije: No os apacentar�; la que muriere, muera; y la que se perdiere, se pierda; y las que quedaren, que cada una coma la carne de su compa�era. Tom� luego mi cayado Suavidad, y quebr�lo, para deshacer mi pacto que concert� con todos los pueblos. Y fu� deshecho en ese d�a, y as� conocieron los pobres del reba�o que miran � m�, que era palabra de Jehov�. Y d�jeles: Si os parece bien, dadme mi salario; y si no, dejadlo. Y pesaron para mi salario treinta piezas de plata. Y d�jome Jehov�: Echalo al tesorero, hermoso precio con que me han apreciado. Y tom� las treinta piezas de plata, y ech�las en la casa de Jehov� al tesorero. Quebr� luego el otro mi cayado Ataduras, para romper la hermandad entre Jud� � Israel. Y d�jome Jehov�: Toma a�n el hato de un pastor insensato; porque he aqu�, yo levanto pastor en la tierra, que no visitar� las perdidas, no buscar� la peque�a, no curar� la perniquebrada, ni llevar� la cansada � cuestas; sino que se comer� la carne de la gruesa, y romper� sus u�as. Mal haya el pastor de nada, que deja el ganado. Espada sobre su brazo, y sobre su ojo derecho: del todo se secar� su brazo, y enteramente ser� su ojo derecho oscurecido. Zacar�as 12CARGA de la palabra de Jehov� acerca de Israel. Jehov�, que extiende los cielos, y funda la tierra, y forma el esp�ritu del hombre dentro de �l, ha dicho: He aqu�, yo pongo � Jerusalem por vaso de temblor � todos los pueblos de alrededor cuando est�n en el sitio contra Jud� y contra Jerusalem. Y ser� en aquel d�a, que yo pondr� � Jerusalem por piedra pesada � todos los pueblos: todos los que se la cargaren, ser�n despedazados, bien que todas las gentes de la tierra se juntar�n contra ella. En aquel d�a, dice Jehov�, herir� con aturdimiento � todo caballo, y con locura al que en �l sube; mas sobre la casa de Jud� abrir� mis ojos, y � todo caballo de los pueblos herir� con ceguera. Y los capitanes de Jud� dir�n en su coraz�n: Mi fuerza son los moradores de Jerusalem en Jehov� de los ej�rcitos su Dios. En aquel d�a pondr� los capitanes de Jud� como un brasero de fuego en le�a, y como una hacha de fuego en gavillas; y consumir�n � diestra y � siniestra todos los pueblos alrededor: y Jerusalem ser� otra vez habitada en su lugar, en Jerusalem. Y librar� Jehov� las tiendas de Jud� primero, porque la gloria de la casa de David y del morador de Jerusalem no se engrandezca sobre Jud�. En aquel d�a Jehov� defender� al morador de Jerusalem: y el que entre ellos fuere flaco, en aquel tiempo ser� como David; y la casa de David como �ngeles, como el �ngel de Jehov� delante de ellos. Y ser� que en aquel d�a yo procurar� quebrantar todas las gentes que vinieren contra Jerusalem. Y derramar� sobre la casa de David, y sobre los moradores de Jerusalem, esp�ritu de gracia y de oraci�n; y mirar�n � m�, � quien traspasaron, y har�n llanto sobre �l, como llanto sobre unig�nito, afligi�ndose sobre �l como quien se aflige sobre primog�nito. En aquel d�a habr� gran llanto en Jerusalem, como el llanto de Adadrim�n en el valle de Megiddo. Y la tierra lamentar�, cada linaje de por s�; el linaje de la casa de David por s�, y sus mujeres por s�; el linaje de la casa de Nath�n por s�, y sus mujeres por s�; El linaje de la casa de Lev� por s�, y sus mujeres por s�; el linaje de Simei por s�, y sus mujeres por s�; Todos los otros linajes, los linajes por s�, y sus mujeres por s�. Zacar�as 13EN aquel tiempo habr� manantial abierto para la casa de David y para los moradores de Jerusalem, para el pecado y la inmundicia. Y ser� en aquel d�a, dice Jehov� de los ej�rcitos, que talar� de la tierra los nombres de las im�genes, y nunca m�s vendr�n en memoria: y tambi�n har� talar de la tierra los profetas, y esp�ritu de inmundicia. Y ser� que cuando alguno m�s profetizare, dir�nle su padre y su madre que lo engendraron: No vivir�s, porque has hablado mentira en el nombre de Jehov�: y su padre y su madre que lo engendraron, le alancear�n cuando profetizare. Y ser� en aquel tiempo, que todos los profetas se avergonzar�n de su visi�n cuando profetizaren; ni nunca m�s se vestir�n de manto velloso para mentir Y dir�: No soy profeta; labrador soy de la tierra: porque esto aprend� del hombre desde mi juventud. Y le preguntar�n: �Qu� heridas son �stas en tus manos? Y �l responder�: Con ellas fu� herido en casa de mis amigos. Lev�ntate, oh espada, sobre el pastor, y sobre el hombre compa�ero m�o, dice Jehov� de los ej�rcitos. Hiere al pastor, y se derramar�n las ovejas: mas tornar� mi mano sobre los chiquitos. Y acontecer� en toda la tierra, dice Jehov�, que las dos partes ser�n taladas en ella, y se perder�n; mas la tercera quedar� en ella. Y meter� en el fuego la tercera parte, y los fundir� como se funde la plata, y probar�los como se prueba el oro. El invocar� mi nombre, y yo le oir�, y dir�: Pueblo m�o: y �l dir�: Jehov� es mi Dios. Zacar�as 14HE aqu�, el d�a de Jehov� viene, y tus despojos ser�n repartidos en medio de ti. Porque yo reunir� todas las gentes en batalla contra Jerusalem; y la ciudad ser� tomada, y saqueadas ser�n las casas, y forzadas las mujeres: y la mitad de la ciudad ir� en cautiverio, mas el resto del pueblo no ser� talado de la ciudad. Despu�s saldr� Jehov�, y pelear� con aquellas gentes, como pele� el d�a de la batalla. Y afirmar�nse sus pies en aquel d�a sobre el monte de las Olivas, que est� en frente de Jerusalem � la parte de oriente: y el monte de las Olivas, se partir� por medio de s� hacia el oriente y hacia el occidente haciendo un muy grande valle; y la mitad del monte se apartar� hacia el norte, y la otra mitad hacia el mediod�a. Y huir�is al valle de los montes; porque el valle de los montes llegar� hasta Hasal; y huir�is de la manera que huisteis por causa del terremoto en los d�as de Uzz�as, rey de Jud�: y vendr� Jehov� mi Dios, y con �l todos los santos. Y acontecer� que en ese d�a no habr� luz clara, ni oscura. Y ser� un d�a, el cual es conocido de Jehov�, que ni ser� d�a ni noche; mas acontecer� que al tiempo de la tarde habr� luz. Acontecer� tambi�n en aquel d�a, que saldr�n de Jerusalem aguas vivas; la mitad de ellas hacia la mar oriental, y la otra mitad hacia la mar occidental, en verano y en invierno. Y Jehov� ser� rey sobre toda la tierra. En aquel d�a Jehov� ser� uno, y uno su nombre. Y toda la tierra se tornar� como llanura desde Gabaa hasta Rimm�n al mediod�a de Jerusalem: y �sta ser� enaltecida, y habitarse ha en su lugar desde la puerta de Benjam�n hasta el lugar de la puerta primera, hasta la puerta de los rincones; y desde la torre de Hananeel hasta los lagares del rey. Y morar�n en ella, y nunca m�s ser� anatema: sino que ser� Jerusalem habitada confiadamente. Y esta ser� la plaga con que herir� Jehov� � todos los pueblos que pelearon contra Jerusalem: la carne de ellos se disolver� estando ellos sobre sus pies, y se consumir�n sus ojos en sus cuencas, y su lengua se les deshar� en su boca. Y acontecer� en aquel d�a que habr� en ellos gran quebrantamiento de Jehov�; porque trabar� cada uno de la mano de su compa�ero, y su mano echar� contra la mano de su compa�ero. Y Jud� tambi�n pelear� en Jerusalem. Y ser�n reunidas las riquezas de todas las gentes de alrededor: oro, y plata, y ropas de vestir, en grande abundancia. Y tal como esto ser� la plaga de los caballos, de los mulos, de los camellos, de los asnos, y de todas las bestias que estuvieren en aquellos campamentos. Y todos los que quedaren de las gentes que vinieron contra Jerusalem subir�n de a�o en a�o � adorar al Rey, Jehov� de los ej�rcitos, y � celebrar la fiesta de las Caba�as. Y acontecer�, que los de las familias de la tierra que no subieren � Jerusalem � adorar al Rey, Jehov� de los ej�rcitos, no vendr� sobre ellos lluvia. Y si la familia de Egipto no subiere, y no vinere, sobre ellos no habr� lluvia; vendr� la plaga con que Jehov� herir� las gentes que no subieren � celebrar la fiesta de las Caba�as. Esta ser� la pena del pecado de Egipto, y del pecado de todas las gentes que no subieran � celebrar la fiesta de las Caba�as. En aquel tiempo estar� sobre las campanillas de los caballos: SANTIDAD A JEHOVA; y las ollas en la casa de Jehov� ser�n como los tazones delante del altar. Y ser� toda olla en Jerusalem y en Jud� santidad � Jehov� de los ej�rcitos: y todos los que sacrificaren, vendr�n y tomar�n de ellas, y cocer�n en ellas: y no habr� m�s Cananeo alguno en la casa de Jehov� de los ej�rcitos en aquel tiempo.
Malaqu�asLA BIBLIA Versión Reina-Valera de 1909 �NDICE [1 | 2 | 3 | 4 ]Malaqu�as 1CARGA de la palabra de Jehov� contra Israel, por mano de Malaqu�as. Yo os he amado, dice Jehov�: y dijisteis: �En qu� nos amaste? �No era Esa� hermano de Jacob, dice Jehov�, y am� � Jacob, Y � Esa� aborrec�, y torn� sus montes en asolamiento, y su posesi�n para los chacales del desierto? Cuando Edom dijere: Nos hemos empobrecido, mas tornemos � edificar lo arruinado; as� ha dicho Jehov� de los ej�rcitos: Ellos edificar�n, y yo destruir�: y les llamar�n Provincia de impiedad, y, Pueblo contra quien Jehov� se air� para siempre. Y vuestros ojos lo ver�n, y dir�is: Sea Jehov� engrandecido sobre la provincia de Israel. El hijo honra al padre, y el siervo � su se�or: si pues soy yo padre, �qu� es de mi honra? y si soy se�or, �qu� es de mi temor?, dice Jehov� de los ej�rcitos � vosotros, oh sacerdotes, que menospreci�is mi nombre. Y dec�s: �En qu� hemos menospreciado tu nombre? Que ofrec�is sobre mi altar pan inmundo. Y dijisteis: �En qu� te hemos amancillado? En que dec�s: La mesa de Jehov� es despreciable. Y cuando ofrec�is el animal ciego para sacrificar, �no es malo? asimismo cuando ofrec�is el cojo � el enfermo, �no es malo? Pres�ntalo pues � tu pr�ncipe: �acaso se agradar� de ti, � le ser�s acepto? dice Jehov� de los ej�rcitos. Ahora pues, orad � la faz de Dios que tenga piedad de nosotros: esto de vuestra mano vino: �le ser�is agradables? dice Jehov� de los ej�rcitos. �Qui�n tambi�n hay de vosotros que cierre las puertas � alumbre mi altar de balde? Yo no recibo contentamiento en vosotros, dice Jehov� de los ej�rcitos, ni de vuestra mano me ser� agradable el presente. Porque desde donde el sol nace hasta donde se pone, es grande mi nombre entre las gentes; y en todo lugar se ofrece � mi nombre perfume, y presente limpio: porque grande es mi nombre entre las gentes, dice Jehov� de los ej�rcitos. Y vosotros lo hab�is profanado cuando dec�s: Inmunda es la mesa de Jehov�; y cuando hablan que su alimento es despreciable. Hab�is adem�s dicho: �Oh qu� trabajo! y lo desechasteis, dice Jehov� de los ej�rcitos; y trajisteis lo hurtado, � cojo, � enfermo, y presentasteis ofrenda. �Ser�me acepto eso de vuesta mano? dice Jehov�. Maldito el enga�oso, que tiene macho en su reba�o, y promete, y sacrifica lo da�ado � Jehov�: porque yo soy Gran Rey, dice Jehov� de los ej�rcitos, y mi nombre es formidable entre las gentes. Malaqu�as 2AHORA pues, oh sacerdotes, � vosotros es este mandamiento. Si no oyereis, y si no acordareis dar gloria � mi nombre, ha dicho Jehov� de los ej�rcitos, enviar� maldici�n sobre vosotros, y maldecir� vuestras bendiciones; y aun las he maldecido, porque no lo pon�is en vuestro coraz�n. He aqu�, yo os da�o la sementera, y esparcir� el esti�rcol sobre vuestros rostros, el esti�rcol de vuestras solemnidades, y con �l ser�is removidos. Y sabr�is que yo os envi� este mandamiento, para que fuese mi pacto con Lev�, ha dicho Jehov� de los ej�rcitos. Mi pacto fu� con �l de vida y de paz, las cuales cosas yo le d� por el temor; porque me temi�, y delante de mi nombre estuvo humillado. La Ley de verdad estuvo en su boca, � iniquidad no fu� hallada en sus labios: en paz y en justicia anduvo conmigo, y � muchos hizo apartar de la iniquidad. Porque los labios de los sacerdotes han de guardar la sabidur�a, y de su boca buscar�n la ley; porque mensajero es de Jehov� de los ej�rcitos. Mas vosotros os hab�is apartado del camino; hab�is hecho tropezar � muchos en la ley; hab�is corrompido el pacto de Lev�, dice Jehov� de los ej�rcitos. Por tanto, yo tambi�n os torn� viles y bajos � todo el pueblo, seg�n que vosotros no hab�is guardado mis caminos, y en la ley ten�is acepci�n de personas. �No tenemos todos un mismo padre? �No nos ha criado un mismo Dios? �Por qu� menospreciaremos cada uno � su hermano, quebrantando el pacto de nuestros padres? Prevaric� Jud�, y en Israel y en Jerusalem ha sido cometida abominaci�n; porque Jud� ha profanado la santidad de Jehov� que am�, y cas�dose con hija de dios extra�o. Jehov� talar� de las tiendas de Jacob al hombre que hiciere esto, al que vela, y al que responde, y al que ofrece presente � Jehov� de los ej�rcitos. Y esta otra vez har�is cubrir el altar de Jehov� de l�grimas, de llanto, y de clamor; as� que no mirar� m�s � presente, para aceptarlo con gusto de vuestra mano. Mas dir�is: �Por qu�? Porque Jehov� ha atestiguado entre ti y la mujer de tu mocedad, contra la cual t� has sido desleal, siendo ella tu compa�era, y la mujer de tu pacto. Pues qu� �no hizo �l uno solo aunque ten�a la abundancia del esp�ritu? �Y por qu� uno? Para que procurara una simiente de Dios. Guardaos pues en vuestros esp�ritus, y contra la mujer de vuestra mocedad no se�is desleales. Porque Jehov� Dios de Israel ha dicho que �l aborrece que sea repudiada; y cubra la iniquidad con su vestido, dijo Jehov� de los ej�rcitos. Guardaos pues en vuestros esp�ritus, y no se�is desleales. Hab�is hecho cansar � Jehov� con vuestras palabras. Y dir�is: �En qu� le hemos cansado? Cuando dec�s: Cualquiera que mal hace agrada � Jehov�, y en los tales toma contentamiento: de otra manera, �d�nde est� el Dios de juicio? Malaqu�as 3HE aqu�, yo env�o mi mensajero, el cual preparar� el camino delante de m�: y luego vendr� � su templo el Se�or � quien vosotros busc�is, y el �ngel del pacto, � quien dese�is vosotros. He aqu� viene, ha dicho Jehov� de los ej�rcitos. �Y qui�n podr� sufrir el tiempo de su venida? � �qui�n podr� estar cuando �l se mostrar�? Porque �l es como fuego purificador, y como jab�n de lavadores. Y sentarse ha para afinar y limpiar la plata: porque limpiar� los hijos de Lev�, los afinar� como � oro y como � plata; y ofrecer�n � Jehov� ofrenda con justicia. Y ser� suave � Jehov� la ofrenda de Jud� y de Jerusalem, como en los d�as pasados, y como en los a�os antiguos. Y llegarme he � vosotros � juicio; y ser� pronto testigo contra los hechiceros y ad�lteros; y contra los que juran mentira, y los que detienen el salario del jornalero, de la viuda, y del hu�rfano, y los que hacen agravio al extranjero, no teniendo temor de m�, dice Jehov� de los ej�rcitos. Porque yo Jehov�, no me mudo; y as� vosotros, hijos de Jacob, no hab�is sido consumidos. Desde los d�as de vuestros padres os hab�is apartado de mis leyes, y no las guardasteis. Tornaos � m�, y yo me tornar� � vosotros, ha dicho Jehov� de los ej�rcitos. Mas dijisteis: �En qu� hemos de tornar? �Robar� el hombre � Dios? Pues vosotros me hab�is robado. Y dijisteis: �En qu� te hemos robado? Los diezmos y las primicias. Malditos sois con maldici�n, porque vosotros, la naci�n toda, me hab�is robado. Traed todos los diezmos al alfol�, y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehov� de los ej�rcitos, si no os abrir� las ventanas de los cielos, y vaciar� sobre vosotros bendici�n hasta que sobreabunde. Increpar� tambi�n por vosotros al devorador, y no os corromper� el fruto de la tierra; ni vuestra vid en el campo abortar�, dice Jehov� de los ej�rcitos. Y todas las gentes os dir�n bienaventurados; porque ser�is tierra deseable, dice Jehov� de los ej�rcitos. Vuestras palabras han prevalecido contra m�, dice Jehov�. Y dijisteis: �Qu� hemos hablado contra ti? Hab�is dicho: Por dem�s es servir � Dios; �y qu� aprovecha que guardemos su ley, y que andemos tristes delante de Jehov� de los ej�rcitos? Decimos pues ahora, que bienaventurados los soberbios, y tambi�n que los que hacen impiedad son los prosperados: bien que tentaron � Dios, escaparon. Entonces los que temen � Jehov� hablaron cada uno � su compa�ero; y Jehov� escuch� y oy�, y fu� escrito libro de memoria delante de �l para los que temen � Jehov�, y para los que piensan en su nombre. Y ser�n para m� especial tesoro, ha dicho Jehov� de los ej�rcitos, en el d�a que yo tengo de hacer: y perdonar�los como el hombre que perdona � su hijo que le sirve. Entonces os tornar�is, y echar�is de ver la diferencia entre el justo y el malo, entre el que sirve � Dios y el que no le sirve. Malaqu�as 4PORQUE he aqu�, viene el d�a ardiente como un horno; y todos los soberbios, y todos los que hacen maldad, ser�n estopa; y aquel d�a que vendr�, los abrasar�, ha dicho Jehov� de los ej�rcitos, el cual no les dejar� ni ra�z ni rama. Mas � vosotros los que tem�is mi nombre, nacer� el Sol de justicia, y en sus alas traer� salud: y saldr�is, y saltar�is como becerros de la manada. Y hollar�is � los malos, los cuales ser�n ceniza bajo las plantas de vuestros pies, en el d�a que yo hago, ha dicho Jehov� de los ej�rcitos. Acordaos de la ley de Mois�s mi siervo, al cual encargu� en Horeb ordenanzas y leyes para todo Israel. He aqu�, yo os env�o � El�as el profeta, antes que venga el d�a de Jehov� grande y terrible. El convertir� el coraz�n de los padres � los hijos, y el coraz�n de los hijos � los padres: no sea que yo venga, y con destrucci�n hiera la tierra.
 
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