Abdias

(Heb.: ------; Gr.: ------.) Sinónimos: ------, ------. Definición / Significado: Siervo de Jehová. 1. Abdías, Cabeza de familia de la tribu de Isacar. 2. Abdías, Zabulonita cuyo hijo fue un príncipe de la tribu. 3. Abdías, Poderoso guerrero gadita. 4. Abdías, Mayordomo de la casa del rey Acab. 5. Abdías, Príncipe enviado por Jehosafat. 6. Abdías, Descendiente distante de Saúl y Jonatán. 7. Abdías, Levita merarita. 8. Abdías, Cuarto de los doce profetas “menores”. 9. Abdías, Levita que volvió de Babilonia. 10. Abdías, Descendiente postexílico de David. 11. Abdías, Cabeza de la casa paterna de Joab. 12. Abdías, Sacerdotes (o su descendiente) de los días Nehemías 13. Abdías, Portero levita de los días de Nehemías y Esdras. 1. Abdías, Cabeza de familia de la tribu de Isacar; hijo de Izrahías y descendiente de Tolá. (1Cr 7:1-3.) 2. Abdías, Zabulonita cuyo hijo fue un príncipe de aquella tribu durante el reinado de David. (1Cr 27:19, 22.) 3. Abdías, Poderoso guerrero gadita que cruzó el Jordán cuando estaba desbordándose y apoyó a David durante el tiempo en que este vivió como fugitivo debido a la ira de Saúl. (1Cr 12:8, 9, 14, 15.) 4. Abdías, Mayordomo de la casa del rey Acab. Aunque tanto Acab como Jezabel practicaban la iniquidad, Abdías temió en gran manera a Jehová, y escondió a cien de Sus profetas “por cincuentenas en una cueva” cuando Jezabel ordenó que todos fuesen degollados. Durante la sequía que Elías predijo que Dios traería, Acab, el amo de Abdías, dividió cierto territorio con su mayordomo, y mientras ambos buscaban hierba para alimentar al ganado, Elías se encontró con Abdías. Acab no había visto a Elías durante los más o menos tres años que duraba la sequía, por lo que cuando el profeta le dijo a Abdías que fuese a informar a Acab de su regreso, este, con gran temor, titubeó, pues sabía que el rey lo mataría si el informe resultaba ser falso. Ante esa reacción, Elías le aseguró que no se marcharía. (1Re 18:1-16.) 5. Abdías, Príncipe enviado por Jehosafat para enseñar la ley de Jehová en las ciudades de Judá. (2Cr 17:7, 9.) 6. Abdías, Descendiente distante de Saúl y Jonatán de la tribu de Benjamín. (1Cr 8:33-38; 9:44.) 7. Abdías, Levita merarita, uno de los superintendentes de la reparación del templo que ordenó hacer el rey Josías. (2Cr 34:8, 12.) 8. Abdías, Cuarto de los doce profetas “menores” junto con Oseas, Joel, Amós, Jonás, Miqueas, Nahúm, Habacuc, Sofonías, Ageo, Zacarías, Malaquías. No se conoce ningún dato biográfico de este profeta del siglo VII a. E.C. Escritor del libro profético más corto de las Escrituras Hebreas. Contiene una proclamación del juicio de Jehová contra Edom, al tiempo que expone las razones para ese juicio y señala hacia la restauración de la “casa de Jacob”. La extinción del pueblo edomita y la restauración de los israelitas a su tierra confirman el cumplimiento exacto de la profecía de Abdías. (Abd 17, 18) Escritos: Escritor del libro que lleva su nombre Abdías. 9. Abdías, Levita que volvió de Babilonia y vivió en Jerusalén. (1Cr 9:2, 3, 14, 16.) Se le llama Abdá en Nehemías 11:17. Posiblemente sea el mismo que el núm. 13. 10. Abdías, Descendiente postexílico de David. (1Cr 3:5, 9, 10, 21.) 11. Abdías, Cabeza de la casa paterna de Joab que condujo a 218 varones de su familia de regreso a Jerusalén con Esdras en 468 a. E.C.; hijo de Jehiel. (Esd 8:1, 9.) 12. Abdías, Uno de los sacerdotes (o su descendiente) que, bajo la gobernación de Nehemías, suscribieron el pacto de fidelidad hecho por los exiliados que habían regresado. (Ne 9:38; 10:1, 5, 8.) 13. Abdías, Portero levita de los días de Nehemías y Esdras. (Ne 12:25, 26.) Posiblemente sea el mismo que el núm. 9.

 Ageo

Ageo - Hageo (Heb.: ------; Gr.: ------.) Sinónimos: ------, ------. Definición / Significado: [Nacido en una] Fiesta. Decimo de los doce profetas “menores” junto con Oseas, Joel, Amós, Abdías, Jonás, Miqueas, Nahúm, Habacuc, Sofonías, Zacarías, Malaquías. Profeta hebreo en Judá y Jerusalén durante la gobernación de Zorobabel y el reinado del rey persa Darío Histaspes. (Ag 1:1; Ag 2:1, 10, 20; Esd 5:1, 2.) La tradición judía sostiene que Ageo perteneció a la Gran Sinagoga. Basándose en Ageo 2:10-19, hay quien ha pensado que pudo haber sido sacerdote. Su nombre aparece junto al del profeta Zacarías en los encabezamientos de los siguientes Salmos: 111 (112) en la Vulgata latina; 125 y 126 en la Versión Peshitta siriaca; 145 en la Versión de los Setenta, la Versión Peshitta siriaca y la Vulgata latina, y 146, 147 y 148 en la Versión de los Setenta y la Versión Peshitta siriaca. Es probable que Ageo naciese en Babilonia y regresase a Jerusalén con Zorobabel y el resto judío en el año 537 a. E.C., pero en realidad se conoce poco acerca de este profeta, ya que las Escrituras no revelan ni su tribu ni otros datos personales. Ageo, el primer profeta posterior al exilio, a quien se unió unos dos meses más tarde Zacarías (Ag 1:1; Zac 1:1), avivó el celo de los exiliados judíos repatriados para que reemprendieran la reconstrucción del templo después de una interrupción de algunos años debida a la oposición enemiga, pero prolongada por la apatía de los judíos y su búsqueda egoísta de intereses personales. (Esd 3:10-13; Esd 4:1-24; Ag 1:4.) Los cuatro mensajes procedentes de Dios que pronunció durante un período de unos cuatro meses en el transcurso del segundo año de Darío Histaspes (520 a. E.C.), y que registró en el libro bíblico que lleva su nombre, fueron especialmente efectivos en impulsar inicialmente a los judíos a reanudar el trabajo de construcción del templo. (Ag 1:1; Ag 2:1, 10, 20.) Ageo y Zacarías continuaron instando al pueblo a seguir con el trabajo emprendido, hasta que se terminaron las obras del templo hacia el final del sexto año de Darío, es decir, en 515 a. E.C. (Esd 5:1, 2; Esd 6:14, 15.) Escritos: Escritor del libro que lleva su nombre Ageo.

 Agur

(Heb.: ------; Gr.: ------.) Sinónimos: ------, ------. Definición / Significado: ------. Hijo de Jaqué. No se dice nada más que permita identificar a este personaje. Es probable que viviera entre los reinados de Salomón (1037-998 a E.C.) y Ezequías (745-717 a. E.C.). Según algunos eruditos rabínicos, el nombre Agur es alegórico y aplica a Salomón. Así, en la nota al pie de la página sobre Proverbios 30:1 de la obra Soncino Books of the Bible, se incluye la siguiente cita del Midras: “Se le llamó Agur porque almacenó (agar) conocimiento de la Torá, y el hijo de Jaqué, porque lo vomitó (hikki) al pasar por alto la advertencia de no multiplicarse esposas” (edición de A. Cohen, Londres, 1952). No obstante, tampoco existe unanimidad entre los comentaristas judíos sobre este punto de vista. Muchos son los que creen que el cambio de estilo, lenguaje y contenido indica que hay un escritor diferente. Escritos: Escritor del capítulo 30 del libro de (Proverbios.)

 Amos

(Heb.: ------; Gr.: ------.) Sinónimos: ------, ------. Definición / Significado: Ser una Carga; Llevar una Carga. 1. Amós, Tercero de los doce profetas “menores”. 2. Amós, Antepasado de Jesús por María. 1. Amós, Tercero de los doce profetas “menores” junto con Oseas, Joel, Abdías, Jonás, Miqueas, Nahúm, Habacuc, Sofonías, Ageo, Zacarías, Malaquías. Amós vivió en el siglo IX a. E.C. No obstante, su padre no fue profeta ni pertenecía a “los hijos de los profetas”. (1Re 20:35; 2Re 2:3; 2Re 4:1; Am 7:14.) Vivió en la ciudad de Teqoa, situada a unos 16 Km. al S. de Jerusalén y a una altitud de unos 820 m. Al E., el desolado desierto de Judea desciende unos 1.200 m. hasta llegar al mar Muerto. Durante sus años jóvenes Amós trabajó en este desierto como un humilde ganadero de ovejas. (Am 1:1.) La palabra hebrea no·qedhím, traducida aquí “ganaderos de ovejas”, solo aparece en otro lugar de la Biblia (2Re 3:4) y hace referencia a una raza especial de ovejas, llamada naqqad por los árabes, poco atractiva, pero considerada muy valiosa por su vellón. En ese territorio desolado Amós también se ocupó de un trabajo servil y de temporada: punzar higos de sicómoro, una clase de higos considerados alimento de pobres. La práctica de punzar los higos tenía por objeto acelerar su maduración y aumentar el tamaño y la dulzura de la fruta. (Am 7:14) Al igual que el pastor David, a quien Dios llamó para efectuar un servicio público, ‘Jehová procedió a tomar a Amós de seguir tras el rebaño’ y lo convirtió en profeta. (Am 7:15.) De la soledad del desierto meridional, a Amós se le envió al N. al reino idólatra de diez tribus con su capital en Samaria. Amós comenzó su carrera como profeta de Dios dos años antes del gran terremoto que ocurrió durante el reinado de Uzías, rey de Judá. Al mismo tiempo, Jeroboán II, hijo de Joás, era rey de Israel. (Am 1:1.) Por lo tanto, la profecía de Amós queda emplazada dentro del período de veintiséis años que transcurrió entre 829 y 804 a. E.C., cuando el reinado del rey de Judá se traslapó con el del rey de Israel. El gran terremoto que ocurrió dos años después de que se comisionara a Amós como profeta fue de tal magnitud que Zacarías hizo mención de él unos trescientos años más tarde. (Zac 14:5.) No se sabe con certeza por cuánto tiempo sirvió como profeta en el reino norteño. Amasías, el inicuo adorador de becerros que actuaba como sacerdote de la religión estatal centrada en Betel, intentó expulsarlo del territorio, alegando que había conspirado contra el rey (Am 7:10-13), y no se sabe si lo logró. En cualquier caso, cuando terminó su misión profética en Israel, probablemente regresó a su región natal de Judá. Jerónimo y Eusebio informan que en su día el sepulcro del profeta estaba en Teqoa. También parece que después de regresar a Judá, Amós puso por escrito la profecía que en un principio había pronunciado oralmente. Se le considera uno de los doce profetas “menores” (su libro se cataloga en tercer lugar entre los doce); no obstante, el mensaje que Amós presentó de ninguna manera es “menor” en importancia. Escritos: Escritor del libro que lleva su nombre Amós. 2. Amós, Antepasado de Jesús de la octava generación anterior a la de María. (Lu 3:25.)

 Asaf

(Heb.: ------; Gr.: ------.) Sinónimos: ------, ------. Definición / Significado: Él [Dios] Ha Recogido. 1. Asaf, Descendiente de Leví por medio de Guersom. 2. Asaf, Descendiente de Qohat, un hijo de Leví. 3. Asaf, Funcionario del rey Ezequías, el registrador. 4. Asaf, “El guarda del parque” que pertenecía al rey Artajerjes. 1. Asaf, descendiente de Leví por medio de Guersom. (1Cr 6:39, 43.) Durante el reinado de David (1077-1038 a. E.C.), los levitas nombraron a Asaf cantante principal y cimbalista; Asaf acompañó el Arca cuando esta se trasladó desde la casa de Obed-edom a la “Ciudad de David”. (1Cr 15:17, 19, 25-29.) Desde entonces, Asaf sirvió junto con Hemán y Etán delante del tabernáculo dirigiendo la música y el canto. (1Cr 6:31-44.) Se dice de Asaf que era un “hombre de visiones” que “profetizaba con el arpa”, al igual que de Hemán y Jedutún (quizás el mismo que Etán). (1Cr 25:1-6; 2Cr 29:30; 2Cr 35:15.) Los hijos de Asaf continuaron formando un grupo especial en el marco orquestal y coral, y tuvieron un papel destacado en la inauguración del templo y al llevar allí el Arca desde Sión. (2Cr 5:125.) De igual manera, su presencia fue notoria al tiempo de las reformas del rey Ezequías (2Cr 29:13-15), así como cuando se celebró la gran Pascua durante el reinado de Josías. (2Cr 35:15, 16.) Algunos de sus descendientes estuvieron en el primer grupo que regresó a Jerusalén del exilio babilonio. (Esd 2:1, 41; Ne 7:44.) Escritos: Los encabezamientos de los Salmos 50 y 73 a 83 atribuyen esas canciones a Asaf. No obstante, parece probable que el nombre se use allí con referencia a la casa de la que era cabeza paterna, puesto que no hay duda de que algunos de los salmos (Salmos 79, 80) narran sucesos posteriores al día de Asaf. 2. Asaf, descendiente de Qohat, un hijo de Leví. En la época de David sus descendientes fueron porteros del tabernáculo. (1Cr 26:1; Nú 16:1.) 3. Asaf, entre los funcionarios del rey Ezequías (745-717 a. E.C.), se hace mención de “Joah hijo de Asaf el registrador”. (2Re 18:18, 37; Isa 36:3, 22.) Si bien en la Cyclopædia of Biblical Literature (1880, vol. 1, pág. 233) John Kitto atribuye a Asaf el término “registrador”, la mayoría de los escriturarios considera que debe ser a Joah (es decir: Joah ben Asaf, el registrador). Por otra parte, como el término “hijo” se usa a menudo con el sentido de “descendiente”, hay quienes opinan que este Asaf es el mismo que el núm. 1. 4. Asaf, “El guarda del parque” que pertenecía al rey Artajerjes al tiempo del regreso de Nehemías a Jerusalén (455 a. E.C.) (Ne 2:8.) Este parque era una región boscosa, tal vez ubicada en el Líbano, que también se hallaba bajo el control del gobierno persa. Puede ser que con la referencia al nombre hebreo del guarda se quisiera indicar que, así como Nehemías había ocupado un puesto de relativa importancia como copero del rey, había otro judío en la corte a cargo de un puesto oficial. (Ne 1:11.)
Core
(Heb.: ------; Gr.: ------.) Sinónimos: ------, ------. Definición / Significado: posiblemente: Calvo; Calvicie. 1. Coré, Uno de los hijos de Esaú. 2. Coré, Uno de los hijos de Hebrón, de la tribu de Judá. 3. Coré - (Los hijos de Coré), Levita qohatita de la familia de Izhar. 1. Coré, uno de los tres hijos que le dio a Esaú su esposa hevea Oholibamá; nació en Canaán antes de que Esaú se retirara a la región montañosa de Seír. (Gé 36:2, 5-8, 14; 1Cr 1:35.) Coré fue un jeque de la tierra de Edom. (Gé 36:18.) En Génesis 36:16 se menciona a un “jeque Coré” que era hijo de Elifaz y nieto de Esaú. Sin embargo, el nombre no figura entre los descendientes de Elifaz ni en Génesis 36:11, 12 ni en 1 Crónicas 1:36. El Pentateuco samaritano omite el nombre en Génesis 36:16, y algunos eruditos creen que aparece en el texto masorético debido a un error del copista. 2. Coré, uno de los hijos de Hebrón, de la tribu de Judá. (1 Crónicas 2:43.) 3. Coré - (Coreíta, Los hijos de Coré), Levita qohatita de la familia de Izhar y primo de Moisés y Aarón. Este hombre, al parecer, fue leal a Jehová por décadas. (Éx 6:16, 18, 21; 1Cr 6:1, 2, 22 [Aminadab tal vez fuese otro nombre de Izhar].) Mientras Israel vagaba por el desierto, Coré se coaligó con los rubenitas Datán, Abiram y On, así como con 250 “principales de la asamblea”, “hombres de fama”, en una rebelión contra la autoridad de Moisés y Aarón. (Nú 16:1, 2.) Estos rebeldes afirmaban que ‘la entera asamblea eran todos santos y que Jehová estaba en medio de ellos’, y plantearon la pregunta: “¿Por qué, pues, deben ustedes alzarse por encima de la congregación de Jehová?”. (Nú 16:3-11.) Más tarde Moisés llamó a Datán y Abiram, pero rehusaron presentarse, pues opinaban que Moisés no tenía ningún derecho de reclamarlos. (Nú 16:12-15.) Ante esto, se ordenó a Coré y a su asamblea, así como al sumo sacerdote Aarón, que se presentaran delante de Jehová, todos con braserillos e incienso encendido. (Nú 16:16, 17.) Al día siguiente, Coré y los 250 hombres que estaban con él tomaron los braserillos con incienso encendido y se pusieron de pie a la entrada de la tienda de reunión junto con Moisés y Aarón. A continuación la gloria de Jehová se apareció a toda la asamblea. Entonces Dios se dirigió a Moisés y Aarón y les dijo que se separaran de en medio de la asamblea, “para que extermine a estos en un instante”. Ante esto, Moisés y Aarón intercedieron por el pueblo. Dios entonces indicó a Moisés que hiciera que la asamblea se apartase de los tabernáculos de Coré, Datán y Abiram, y así lo hicieron. (Nú 16:18-27.) Poco después, “la tierra procedió a abrir su boca y a tragárselos a ellos y a sus casas y a todo el género humano que pertenecía a Coré, y todos los bienes”. Por lo tanto, “ellos, y todos los que les pertenecían, [bajaron] vivos al Seol, y la tierra fue cubriéndolos”. (Nú 16:28-34.) Los que estaban delante de la tienda de reunión con los braserillos llenos de incienso no escaparon, pues “un fuego salió de Jehová y procedió a consumir a los doscientos cincuenta hombres que ofrecían el incienso”. (Nú 16:35.) Coré mismo, que estaba entre ellos en aquel momento, pereció en el fuego enviado por Dios. (Nú 26:10.) Los braserillos de los que conspiraron con Coré se convirtieron en láminas delgadas con las que se revistió el altar, “porque los presentaron delante de Jehová, de modo que quedaron santificados; y deben servir de señal a los hijos de Israel”. (Nú 16:36-40.) A pesar de esta manifestación poderosa del juicio divino, al día siguiente toda la asamblea de Israel murmuró contra Moisés y Aarón: “Ustedes han dado muerte al pueblo de Jehová”. Esta actitud provocó la indignación de Dios, de modo que a pesar de las súplicas de Moisés y Aarón, 14.700 murieron como resultado de una plaga enviada por Jehová, plaga que solo se detuvo cuando Aarón hizo expiación a favor del pueblo. (Nú 16:41-50.) Después de este suceso, se confirmó el puesto sacerdotal de Aarón cuando su vara echó brotes. (Nú 17.) El registro bíblico indica que los hijos de Coré no se unieron a la rebelión de su padre, pues leemos: “Sin embargo, los hijos de Coré no murieron”. (Nú 26:9-11.) Más tarde, los descendientes de Coré cobraron cierta importancia en el servicio de los levitas. En la carta de Judas se relaciona a Caín, Balaam y Coré cuando se advierte a los cristianos que se cuiden de los hombres animales que “han perecido en el habla rebelde de Coré”. Es obvio que Coré buscaba gloria para sí mismo. Desafió a aquellos a quienes Jehová había nombrado y se convirtió en un rebelde; murió con justicia como consecuencia de su mal proceder. (Jud 10, 11.) Antes de que la nación de Israel entrara en la Tierra Prometida, Coré, un levita eminente, encabezó una rebelión contra Moisés y Aarón. Sin embargo, la revuelta fue aplastada rápidamente cuando se ejecutó a Coré y sus seguidores mediante un terremoto y fuego procedente del cielo. No obstante, llama la atención el hecho de que los hijos de Coré sobrevivieran. (Números 26:9-11.) Parece ser que no se pusieron de parte de su padre en esa rebelión. No hay duda de que estos hijos de Coré se sintieron avergonzados por el derrotero inicuo de su padre. Sin embargo, Jehová bendijo a los descendientes de Coré debido a que se apegaron a su Ley. Algunas de las expresiones más bellas que se encuentran en la Biblia son las palabras escritas por los hijos de Coré. (1Cr 6:31-38.) Escritos de los hijos de Coré: Once salmos se atribuyen directamente a los hijos de Coré. (Véanse los Salmos 44, 45, 46, 46, 48, 49, 84, 85, 87 y 88). Parece que el Salmo 43 es una continuación del Salmo 42, y por eso también se puede atribuir a los hijos de Coré. Además de mencionar a “los hijos de Coré”, el Salmo 88 menciona a Hemán en su encabezamiento. Coreítas (De [Perteneciente a] Coré). Descendiente de Coré, el rebelde contemporáneo de Moisés. Los coreítas eran una casa paterna de los levitas qohatitas, y descendieron de Coré a través de sus tres hijos Asir, Elqaná y Abiasaf. (Éx 6:18, 21, 24; Nú 16:1-3.) “Los hijos de Coré no murieron” con su padre (Nú 26:10, 11), probablemente porque no le siguieron en la rebelión. En el censo que se hizo de Israel en las llanuras de Moab, “la familia de los qohatitas” se registró junto con las familias levitas. (Nú 26:57, 58.) Cuando David estaba aún bajo las restricciones impuestas por el rey Saúl, algunos coreítas poderosos se unieron a él en Ziqlag. (1Cr 12:1, 6.) El cantor levita Hemán y el profeta Samuel eran coreítas (1Cr 6:33-38), y el rey David organizó a algunos miembros de la familia de Hemán como cantores. (1Cr 15:16, 17; 16:37, 41, 42; 25:1, 4-6.) Parte de los porteros de la casa de Jehová eran coreítas (1Cr 26:1-9, 19), y cuando reinaba Jehosafat, algunos “levitas de los hijos de los qohatitas y de los hijos de los coreítas se levantaron para alabar a Jehová el Dios de Israel con una voz extraordinariamente fuerte”, debido a la prometida liberación de las fuerzas combinadas de Moab, Ammón y Seír. (2Cr 20:14-19.) Los encabezamientos de los Salmos 42, 44-49, 84, 85, 87 y 88 hacen mención específica de los hijos de Coré. Aunque su antepasado Coré había sido rebelde, Jehová no consideró a sus hijos responsables de su error, sino que debido a su fidelidad, se les bendijo y honró con el servicio del templo.

 Daniel

(Heb.: Da·ni·yé’l; Gr.: ------; Aram.: Da·ni·yé’l.) Sinónimos: ------, ------. Definición / Significado: Mi Juez Es Dios. 1. Daniel - Kileab, Segundo hijo de David nacido en Hebrón. 2. Daniel - (Beltsasar), Cuarto de los cuatro profetas “mayores”. 3. Daniel, Sacerdote levita de la casa de Itamar. 1. Daniel - Kileab, segundo hijo de David nacido en Hebrón; su madre fue Abigail. (1Cr 3:1.) En 2 Samuel 3:3 se le llama Kileab. Después del asesinato de Amnón, el primogénito, Daniel pudo haber esperado que le correspondiese la sucesión al trono, pero no se hace referencia alguna de que intentara usurparlo, lo que parece indicar que respetaba el nombramiento divino de Salomón o que había muerto antes que David. 2. Daniel - (Beltsasar), cuarto de los cuatro profetas “mayores” además de Isaías, Jeremías y Ezequiel. Pertenecía a la tribu de Judá. Se sabe muy poco de su juventud, si bien se dice que se le llevó a Babilonia, probablemente cuando era un príncipe adolescente, junto con otros miembros de la realeza y de la nobleza. (Da 1:3-6.) Esto ocurrió en el tercer año (como rey tributario a Babilonia) del reinado de Jehoiaquim, año que dio comienzo en la primavera del 618 a. E.C. (Da 1:1.) Después de la ignominiosa muerte de Jehoiaquim, su hijo Joaquín gobernó durante unos meses antes de rendirse. A principios del año 617 a. E.C. Nabucodorosor se llevó al cautiverio a Joaquín y otros “hombres de nota”, así como al joven Daniel. (2Re 24:15.) Bajo el dominio babilonio. Aunque muchos de los exiliados vivían cerca del río Kebar, fuera de la ciudad de Babilonia, se escogió a Daniel y sus tres compañeros para un aprendizaje especial de la escritura y lengua caldeas durante tres años, a fin de equiparlos para funciones de gobierno. Como era costumbre, les pusieron nombres babilonios: a Daniel le llamaron Beltsasar conforme al nombre del dios de Nabucodorosor. (Da 1:7; Da 4:8) Como Daniel no quería contaminarse con los alimentos que le habían preparado —entre los que podía haber algunos prohibidos por la ley mosaica o tal vez profanados con rituales paganos—, pidió que su dieta y la de sus compañeros se limitara a verduras y agua. Jehová Dios les dio “conocimiento y perspicacia en toda escritura y sabiduría; y Daniel mismo tenía entendimiento en toda suerte de visiones y sueños”. (Da 1:17.) Cuando el rey los examinó una vez concluidos los tres años, los halló “diez veces mejores que todos los sacerdotes practicantes de magia y los sortílegos que había en toda su región real”. (Da 1:20.) Daniel continuó al servicio de la corte real hasta la caída de Babilonia. Daniel 1:19 dice que sus tres compañeros también “continuaron estando de pie delante del rey” de Babilonia, pero no se especifica si todavía vivían cuando cayó el imperio y permanecían en el cargo como Daniel, que después estuvo en la corte persa hasta, por lo menos, el tercer año de Ciro. (Daniel 10:1.) Los sueños de Nabucodonosor. En el segundo año de su reinado (probablemente contando desde la caída de Jerusalén en 607 a. E.C.), Nabucodorosor tuvo un sueño que ‘agitó su espíritu’. Como todos los sabios fueron incapaces de revelarlo, Daniel se presentó ante el rey y, no solo le contó el sueño por revelación divina, sino que lo interpretó, gracias a lo cual salvó su vida y la de los otros sabios. Este suceso hizo que Nabucodorosor nombrara a Daniel “gobernante sobre todo el distrito jurisdiccional de Babilonia y el prefecto principal sobre todos los sabios de Babilonia”. (Daniel 2:48.) Sus tres compañeros recibieron puestos encumbrados fuera de la corte, mientras que Daniel sirvió en la misma corte del rey. No se sabe con certeza por qué Daniel no se vio implicado en la cuestión de integridad a la que se enfrentaron sus compañeros Sadrac, Mesac y Abednego cuando se les mandó que adorasen la imagen de oro colocada en la llanura de Dura (Daniel 3); la Biblia no dice nada al respecto. El proceder previo de Daniel, así como su lealtad posterior a Dios —incluso en peligro de muerte, como se narra en el capítulo 6—, nos da completa seguridad de que si hubiera estado presente, y sin importar las circunstancias, no habría transigido arrodillándose ante la imagen. Además, la Biblia presenta a Daniel como un siervo aprobado de Dios y se menciona su nombre junto a los de Noé y Job. (Eze 14:14, 20; Mt 24:15; Heb 11:32, 33.) Tiempo después, Daniel interpretó el sueño de Nabucodorosor sobre un inmenso árbol que fue cortado y al que después se le permitió brotar de nuevo. Este árbol representaba al gran monarca babilonio (en la aplicación más inmediata de la profecía). (Daniel 4:20-22.) Nabucodorosor permanecería en un estado de locura por siete años y luego recobraría el juicio y también su reino. Fue el propio Nabucodorosor quien dio testimonio de que esto en realidad le sucedió por mano de Dios al parecerle bien proclamar por todo el reino la experiencia. (Daniel 4:1, 2.) Visiones. Daniel recibió dos visiones (Daniel 7, Daniel 8) durante el primer y el tercer año de Belsasar. Diferentes animales representaron en estas visiones a las potencias mundiales que se irían sucediendo hasta el tiempo en que serían destruidas y se daría la gobernación celestial a “alguien como un hijo del hombre”.± (Daniel 7:11-14.) No se sabe con certeza si al recibir la visión del capítulo 8, Daniel estaba de hecho en Susa o se vio a sí mismo allí como parte de la visión. Parece ser que, tras la muerte de Nabucodorosor, por largo tiempo se usó poco a Daniel como consejero, si es que en alguna ocasión se volvió a acudir a él, de manera que la reina (probablemente la reina madre) tuvo que hablar de él a Belsasar cuando ninguno de sus sabios fue capaz de interpretar la portentosa escritura que apareció sobre la pared del palacio en la ocasión en que este monarca ofrecía un festín desenfrenado y blasfemo. Como se le había prometido, “por heraldo anunciaron, acerca de él, que había de llegar a ser el tercer gobernante en el reino”; Nabonido era el primero y su hijo Belsasar, el segundo. Aquella misma noche la ciudad cayó ante los medos y los persas y Belsasar fue asesinado. (Daniel 5:1, 10-31.) Bajo el dominio medopersa. Durante el reinado de Darío el medo, Daniel fue uno de los tres altos oficiales nombrados sobre los 120 sátrapas que tenían que gobernar el reino. Gracias al favor divino, se distinguió notablemente por su servicio en el gobierno, hasta el grado de estar a punto de ser elevado sobre todo el reino cuando la envidia y los celos hicieron que otros oficiales tramaran su muerte. La ley que indujeron al rey a promulgar tenía que ver con la adoración de Daniel a Dios, ya que no podían encontrar en él ninguna otra falta. El rey aplicó la ley de mala gana (la costumbre no permitía cambiar una ley) y envió a Daniel al foso de los leones. Debido a la firme integridad y fe de Daniel, Jehová envió a su ángel para librarle de los leones. Luego Darío ajustició a los conspiradores haciendo que fuesen devorados por los mismos leones. (Da 6.) En el primer año de Darío, Daniel discernió por los escritos de Jeremías que se aproximaba el fin de los setenta años de desolación de Jerusalén. (Jer 25:11, 12.) Reconoció con humildad los pecados de su pueblo y oró para que Jehová hiciese brillar su rostro sobre el santuario desolado de Jerusalén. (Da 9:1, 2, 17.) Se le favoreció con una revelación transmitida por medio de Gabriel, quien le dio la profecía de las setenta semanas, una profecía que fijaba con exactitud el año de la llegada del Mesías. Felizmente, Daniel vivió para ver el regreso de los judíos con Zorobabel en 537 a. E.C., pero no se dice que los acompañase. En el transcurso del tercer año de Ciro (536 a. E.C.), Daniel recibió una visión de un ángel que, cuando iba a revelársela, había tenido que contender con el príncipe de Persia. El ángel reveló lo que le sucedería al pueblo de Daniel “en la parte final de los días, porque es una visión todavía para los días venideros”. (Da 10:14.) Empezando con los reyes de Persia, se escribió historia por adelantado. La profecía señaló que la escena mundial llegaría a estar dominada por dos potencias políticas opuestas: “el rey del norte” y “el rey del sur”, y que esta situación se mantendría así hasta que Miguel se pusiese de pie, a lo que seguiría un tiempo de gran aflicción. (Da 11, 12.) Puede que Daniel no haya vivido mucho después del tercer año de Ciro, pues, si era un adolescente cuando se le llevó a Babilonia en 617 a. E.C., debió ser casi centenario cuando escribió la visión de los capítulos 10 al 12 de su libro. Las palabras del ángel a Daniel: “En cuanto a ti mismo, ve hacia el fin; y descansarás, pero te pondrás de pie para tu porción al fin de los días”, parecen dar a entender que su vida estaba próxima a terminar, pero que con seguridad resucitaría. (Da 12:13.) Daniel el escritor. En Mateo 24:15 Jesús menciona a Daniel por nombre, mientras que en Hebreos 11:33 se halla una clara alusión a su persona. La crítica moderna no puede demostrar que el libro canónico de Daniel haya sido redactado por uno o más escritores del tiempo de los macabeos. Sin embargo, hay tres inserciones apócrifas que corresponden a otra pluma, a saber: el “Cántico de los tres jóvenes”, la “Historia de Susana” y la “Historia de Bel y el dragón”. Estos y otros escritos en los que se recogen hazañas y enseñanzas atribuidas a Daniel cuadran mejor con las fábulas que giran en torno a su gran fama, y su contenido no es nada fiable. (Véase APÓCRIFOS, LIBROS; también DANIEL, LIBRO DE.) Escritos: Escritor del libro que lleva su nombre Daniel. 3. Daniel, sacerdote levita de la casa de Itamar que en el año 468 a. E.C. acompañó a Esdras a Jerusalén. (Esd 8:2.) Es posible que él mismo o uno de sus descendientes participase en la firma de la confesión que se redactó durante el gobierno de Nehemías (Ne 10:6); no es el profeta Daniel, que era de la tribu de Judá. (Da 1:6.)

David

(Heb.: ------; Gr.: ------.) Sinónimos: ------, ------. Definición / Significado: probablemente: Amado. Es interesante notar que en el bautismo de Jesús y en su transfiguración, Jehová habló desde el cielo y lo llamó: “Mi hijo, el amado” (Mt. 3:17; 17:5) En la Traducción del Nuevo Mundo aparece este nombre 1.079 veces en las Escrituras Hebreas —entre ellas 75 referencias en los encabezamientos de 73 salmos— y 59 veces en las Escrituras Griegas Cristianas. De todos los personajes de las Escrituras Hebreas, solo Moisés y Abrahán son mencionados más veces por los escritores cristianos de la Biblia. Las 1.138 veces que se utiliza el nombre en el texto bíblico hacen referencia al segundo rey de Israel o a aquel a quien él, David, representó en varias ocasiones: “Jesucristo, hijo de David”. (Mt 1:1.) Escritos: Todo indica que los Salmos 2, 72 y 95 también fueron escritos por David. (Véanse Hechos 4:25, Salmo 72:20 y Hebreos 4:7.) Además, parece que los Salmos 10 y 71 son la continuación de los Salmos 9 y 70 respectivamente, y por eso se pueden atribuir a David. Además de los 73 Salmos que empiezan con el encabezamiento de David.

 David , Mas Informacion

Sinónimos: ------, ------. Definición / Significado: probablemente: Amado. Este pastor, músico, poeta, soldado, hombre de estado, profeta y rey, sobresale entre los personajes de las Escrituras Hebreas. Fue un valiente luchador en el campo de batalla y supo aguantar dificultades. Este caudillo y comandante audaz, que nunca se dejó intimidar, tuvo la suficiente humildad para reconocer sus errores y arrepentirse de sus graves pecados. Además, fue compasivo y misericordioso, amó la verdad y la justicia y, sobre todo, tuvo fe y confianza absolutas en su Dios Jehová. El linaje de David, descendiente de Boaz y de Rut, provenía de Judá a través de Pérez. (Rut 4:18-22; Mt 1:3-6.) Este hijo de Jesé, el más joven de los ocho hijos varones, también tenía dos hermanas o medio hermanas. (1Sa 16:10, 11; 1Sa 17:12; 1Cr 2:16.) Uno de los hermanos de David murió sin dejar hijos y por eso no aparece en los registros genealógicos posteriores. (1Cr 2:13-16.) No se da el nombre de la madre de David. Algunos han creído que su madre fue Nahás, pero es más probable que Nahás fuese el padre de las medio hermanas de David. (2Sa 17:25); Nahás fue Padre de Abigail, la hermana o medio hermana de David, y posiblemente padre de Zeruyá. Abisai, Joab, Asahel y Amasá fueron nietos suyos. (1Cr 2:16, 17.) Belén, a unos 9 Km. al SSO. de Jerusalén, era el pueblo natal de David y el lugar donde habían vivido sus antepasados Jesé, Obed y Boaz. En algunas ocasiones Belén recibe el nombre de la “ciudad de David” (Lu 2:4, 11; Jn 7:42), pero no debe confundirse con Sión, en Jerusalén, la “Ciudad de David”. (2Sa 5:7.) Su juventud. La primera vez que aparece David en el registro bíblico estaba vigilando las ovejas de su padre en un campo próximo a Belén, lo que hace pensar en que fue también en un campo cercano a Belén donde más de un milenio después unos pastores escucharon impresionados el anuncio del ángel de Jehová sobre el nacimiento de Jesús. (Lu 2:8-14.) Samuel, enviado por Dios a la casa de Jesé para ungir a uno de sus hijos como futuro rey, había rechazado a los siete hermanos mayores de David, diciendo: “Jehová no ha escogido a estos”. Por último, se envió a buscar a David, que se hallaba en el campo. Cuando entró —“rubicundo, un joven de hermosos ojos y gallarda apariencia”—, hubo en el ambiente cierta expectativa, porque hasta entonces nadie sabía a qué había ido Samuel. Fue entonces cuando Samuel recibió el siguiente mandato de Jehová: “¡Levántate, úngelo, porque este es!”. De él, precisamente, Jehová dijo: “He hallado a David hijo de Jesé, varón agradable a mi corazón, que hará todas las cosas que yo deseo”. (1Sa 16:1-13; 13:14; Hch 13:22.) Los años que David pasó como pastorcillo tuvieron una profunda influencia en el resto de su vida. La vida al aire libre le preparó para vivir como fugitivo cuando, más tarde, tuvo que huir de la furia de Saúl. También adquirió destreza en lanzar piedras con la honda, desarrolló aguante y valor, así como una buena disposición para buscar y rescatar a las ovejas que se separaban del rebaño, no dudando en matar a un oso o a un león cuando fue necesario. (1Sa 17:34-36.) Sin embargo, a pesar de su valor como guerrero, también alcanzó renombre por tocar el arpa y escribir poesía, talentos que quizás cultivó durante las largas horas que pasó cuidando las ovejas. Asimismo, David llegó a ser conocido como diseñador de nuevos instrumentos musicales. (2Cr 7:6; 29:26, 27; Am 6:5.) El amor que David sintió por Jehová elevó sus composiciones muy por encima de un mero entretenimiento, y las convirtió en obras maestras clásicas dedicadas a la adoración y alabanza de Jehová. Los encabezamientos de al menos 73 salmos indican que David fue su compositor; sin embargo, también se le atribuyen otros salmos. (Compárese Sl 2:1 con Hch 4:25; Sl 95:7, 8 con Heb 4:7.) Es muy probable que algunos salmos —por ejemplo, el 8, 19, 23 y 29— reflejen las experiencias de David como pastor. Toda la formación que obtuvo mientras cuidaba de las ovejas le preparó para una función más importante: pastorear al pueblo de Jehová, tal como está escrito: “[Jehová] escogió a David su siervo, y lo tomó de los apriscos del rebaño. De seguir las hembras que amamantaban lo trajo para ser pastor sobre Jacob, su pueblo, y sobre Israel, su herencia”. (Sl 78:70, 71; 2Sa 7:8.) No obstante, cuando David dejó por primera vez las ovejas de su padre, no fue para desempeñar el poder del reino. Primero fue músico de la corte por recomendación de un consejero de Saúl, quien describió a David no solo como “diestro en tocar”, sino también como “valiente y poderoso y hombre de guerra y persona que habla con inteligencia y hombre bien formado, y Jehová está con él”. (1Sa 16:18.) Así, David se convirtió en el arpista del atribulado Saúl y en su escudero. (1Sa 16:19-23.) Más tarde, por razones que no se registran, David volvió a la casa de su padre por un período indeterminado. En una ocasión fue a llevar provisiones a sus hermanos que estaban en el ejército de Saúl. En aquel momento el ejército israelita y el filisteo estaban estacionados frente a frente, y David se indignó cuando vio y oyó a Goliat escarnecer a Jehová. Así que preguntó: “¿Quién es este filisteo incircunciso para que tenga que desafiar con escarnio a las líneas de batalla del Dios vivo?” (1Sa 17:26), y después añadió: “Jehová, que me libró de la garra del león y de la garra del oso, él es quien me librará de la mano de este filisteo”. (1Sa 17:37.) Una vez que se le concedió permiso, David, que había matado a un oso y a un león, se encaminó hacia Goliat con las siguientes palabras: “Yo voy a ti con el nombre de Jehová de los ejércitos, el Dios de las líneas de batalla de Israel, a quien tú has desafiado”. Al instante, lanzó una piedra con su honda y derribó al paladín enemigo. Entonces, con la propia espada de Goliat, lo decapitó y volvió al campamento con la cabeza y la espada del gigante como trofeos de guerra. (1Sa 17:45-54.) Debe mencionarse que la Septuaginta (según el manuscrito griego del siglo IV Vaticano 1209) omite desde 1 Samuel 17:55 hasta la palabra “filisteo” de 1 Samuel 18:6a. A este respecto, la Biblia de Jerusalén dice: “La antigua versión griega omitía 17:55–18:5”. El traductor de la Biblia James Moffat va más allá al afirmar que estos versículos son “añadiduras redaccionales o interpolaciones posteriores”. Sin embargo, hay pruebas que respaldan la lectura de este pasaje que se recoge en el texto masorético. (Véase SAMUEL, LIBROS DE - [Secciones que faltan en la Septuaginta].) Fugitivo. Estos acontecimientos en seguida lanzaron a David del anonimato de pastor al protagonismo ante los ojos de todo Israel. Colocado delante de los hombres de guerra, se recibió a David con danzas y regocijo cuando volvió de una expedición victoriosa contra los filisteos. Un canto popular fue: “Saúl ha derribado sus miles, y David sus decenas de miles”. (1Sa 18:5-7.) “Todo Israel y Judá amaban a David”, y Jonatán, el propio hijo de Saúl, celebró con él un pacto de amor y amistad mutuos de por vida, cuyos beneficios se extendieron a Mefibóset y Micá, el hijo y el nieto de Jonatán respectivamente. (1Sa 18:1-4, 16; 20:1-42; 23:18; 2Sa 9:1-13.) Esta popularidad despertó la envidia de Saúl, quien continuó “mirando a David [...] con sospecha desde aquel día en adelante”. Por dos veces arrojó una lanza con la intención de clavar a David en la pared mientras este tocaba el arpa como en ocasiones anteriores, pero en ambas ocasiones Jehová lo libró. Saúl había prometido que daría su hija a aquel que matase a Goliat, pero entonces se mostraba reacio a dársela a David. Por fin consintió en que David se casase con su segunda hija, con tal de que le llevase “cien prepucios de los filisteos”, una petición irrazonable que creyó que significaría la muerte de David. Sin embargo, el valeroso David dobló la dote: se presentó a Saúl con doscientos prepucios, y se casó con Mical. Por lo tanto, dos de los hijos de Saúl, movidos por amor, habían celebrado pactos con David, y esto hizo que se acrecentase aún más el odio de Saúl. (1Sa 18:9-29.) Cuando David estaba de nuevo tocando ante Saúl, el rey procuró clavarle en la pared por tercera vez. Por esta razón, David huyó al amparo de la noche, y solo volvería a ver a Saúl en circunstancias muy diferentes y, en cierto modo, extrañas. (1Sa 19:10.) Después de estos incidentes, David vivió en continua huida de un lugar a otro durante varios años, sufriendo la persecución implacable de un rey terco y malvado que estaba resuelto a matarle. Primero David se refugió con el profeta Samuel en Ramá (1Sa 19:18-24), pero cuando este dejó de ser un escondite seguro, se dirigió a la ciudad filistea de Gat, deteniéndose en el camino para ver al sumo sacerdote Ahimélec en Nob, donde obtuvo la espada de Goliat. (1Sa 21:1-9; 22:9-23; Mt 12:3, 4.) Sin embargo, para salir con vida de Gat, tuvo que pasar por loco, haciendo con torpeza signos de cruz en la puerta y dejando correr la saliva por la barba. (1Sa 21:10-15.) Los Salmos 34 y 56 de David se basan en esta experiencia. Luego huyó a la cueva de Adulam, donde su familia y unos cuatrocientos hombres desafortunados y angustiados se unieron a él. Puede que tanto el Salmo 57 como el 142 aludan a su estancia en esta cueva. David continuó en constante movimiento, desde allí hasta Mizpé, en Moab, y después volvió al bosque de Héret, en Judá. (1Sa 22:1-5.) Mientras vivía en Queilá, se enteró de que Saúl estaba preparándose para atacar, después de lo cual él y sus hombres, que en ese momento ascendían a unos seiscientos, salieron hacia el desierto de Zif. Saúl continuó la persecución de un lugar a otro, desde el desierto de Zif, en Hores, hasta el desierto de Maón. Cuando estaba a punto de capturar a su presa, llegó el informe de una incursión filistea. Como resultado, abandonó por un tiempo la persecución, lo que permitió al fugitivo escapar a En-guedí. (1Sa 23:1-29.) Los hermosos salmos de alabanza a Jehová por proveer liberación milagrosa se basan en este tipo de experiencias. (Sl 18, 59, 63, 70.) Fue en En-guedí donde Saúl entró en una cueva para hacer del cuerpo. David, escondido al fondo de la cueva, se acercó silenciosamente y cortó la falda de la prenda de Saúl, pero le perdonó la vida. Dijo que era inconcebible de su parte hacerle daño al rey, porque “es el ungido de Jehová”. (1Sa 24:1-22.) Compra del lugar para el templo. Cuando la peste que resultó de este último error del rey se detuvo, David compró la era de Ornán y dio el ganado vacuno y el trillo como sacrificio a Jehová. Fue en este lugar donde más tarde Salomón construyó el magnífico templo. (2Sa 24:18-25; 1Cr 21:18-30; 2Cr 3:1.) David siempre tuvo en su corazón la intención de construir el templo, y aunque no se le permitió hacerlo, sí se le concedió organizar a muchos trabajadores para labrar piedras y recoger materiales: 100.000 talentos de oro (38.535.000.000 de dólares [E.U.A.]) y 1.000.000 de talentos de plata (6.606.000.000 de dólares [E.U.A.]), así como cobre y hierro sin medida. (1Cr 22:2-16.) De su fortuna personal David contribuyó oro de Ofir y plata refinada, cuyo valor hoy se calcula en 1.202.000.000 de dólares (E.U.A.). También hizo los planos —por inspiración divina— y organizó a las decenas de miles de levitas en sus muchas divisiones de servicio, así como un gran coro de cantores y músicos. (1Cr 23:1–29:19; 2Cr 8:14; 23:18; 29:25; Esd 3:10.) Fin del reinado. En los últimos días de su vida, el rey David, ya con setenta años y confinado en su cama, continuó segando calamidad dentro de su familia. Sin que David lo supiera o diera su consentimiento y, lo que es más importante, sin la aprobación de Jehová, su cuarto hijo, Adonías, intentó coronarse rey. Cuando estas noticias llegaron a David, obró con rapidez para que su hijo Salomón, escogido por Jehová, fuese instalado oficialmente como rey y se sentase en el trono. (1Re 1:5-48; 1Cr 28:5; 29:20-25; 2Cr 1:8.) David entonces aconsejó a Salomón que anduviera en los caminos de Jehová, guardase sus estatutos y mandamientos y que actuase con prudencia en todo. Si obraba así, prosperaría. (1Re 2:1-9.) Después de reinar cuarenta años, David falleció y fue sepultado en la Ciudad de David. Fue merecedor de aparecer en la notable lista que Pablo realizó de los testigos que sobresalieron por su fe. (1Re 2:10, 11; 1Cr 29:26-30; Hch 13:36; Heb 11:32.) Citando del Salmo 110, Jesús dijo que David lo había escrito “por inspiración”. (Mt 22:43, 44; Mr 12:36.) Los apóstoles y otros escritores de la Biblia reconocieron con frecuencia a David como profeta inspirado por Dios. (Compárese Sl 16:8 con Hch 2:25; Sl 32:1, 2 con Ro 4:6-8; Sl 41:9 con Jn 13:18; Sl 69:22, 23 con Ro 11:9, 10; Sl 69:25 y 109:8 con Hch 1:20.) Personaje representativo. Los profetas hablaron a menudo de David y de su casa real, algunas veces en relación con los últimos reyes de Israel que se sentaron en “el trono de David” (Jer 13:13; 22:2, 30; 29:16; 36:30), y otras, en un sentido profético. (Jer 17:25; 22:4; Am 9:11; Zac 12:7-12.) En ciertas profecías mesiánicas se destaca el pacto real de Jehová con David. Por ejemplo, Isaías dice que aquel que se llama “Maravilloso Consejero, Dios Poderoso, Padre Eterno, Príncipe de Paz” será establecido firmemente en el trono de David “hasta tiempo indefinido”. (Isa 9:6, 7; compárese también con Isa 16:5.) Jeremías asemeja al Mesías a “un brote justo” que Jehová le “[levantará] a David”. (Jer 23:5, 6; 33:15-17.) Por medio de Ezequiel, Jehová llama al pastor mesiánico “mi siervo David”. (Eze 34:23, 24; 37:24, 25.) Cuando el ángel le dijo a María que tendría un hijo llamado Jesús, declaró que “Jehová Dios le [daría] el trono de David su padre”. (Lu 1:32.) “Jesucristo, hijo de David”, era a la vez heredero legal y natural del trono de David. (Mt 1:1, 17; Lu 3:23-31.) Pablo dijo que Jesús era la prole de David según la carne. (Ro 1:3; 2Ti 2:8.) La gente común también identificó a Jesús como el “Hijo de David” (Mt 9:27; 12:23; 15:22; 21:9, 15; Mr 10:47, 48; Lu 18:38, 39), algo muy importante, pues, como reconocían los fariseos, el Mesías tenía que ser hijo de David. (Mt 22:42.) El propio Jesús, ya resucitado, también dio testimonio, diciendo: “Yo, Jesús, [...] soy la raíz y la prole de David”. (Rev 22:16; también Rev 3:7; 5:5.)
Esdras
(Heb.: ------; Gr.: ------.) Sinónimos: ------, ------. Definición / Significado: Ayuda. 1. Esdras, Sacerdote aarónico descendiente de Eleazar y Finehás.. 2. Esdras, Sacerdote que regresó con Zorobabel de Babilonia a Jerusalén. 1. Esdras, sacerdote aarónico descendiente de Eleazar y Finehás. Fue un hábil copista de gran erudición, además de maestro de la Ley y experto tanto en hebreo como en arameo. Tuvo celo genuino por la adoración pura, y preparó “su corazón para consultar la ley de Jehová y para ponerla por obra y para enseñar en Israel disposiciones reglamentarias y justicia”. (Esd 7:1-6, 10.) Aparte del libro que lleva su nombre, es muy probable que haya escrito los dos libros de Crónicas, y, según la tradición judía, comenzó a compilar y catalogar los libros de las Escrituras Hebreas. Esdras también fue un investigador sobresaliente, pues en los dos libros de Crónicas citó unas veinte fuentes de información. Como en su día muchos judíos estaban esparcidos por diversos lugares, fue preciso que se hicieran numerosas copias de las Escrituras Hebreas, y es probable que Esdras fuese uno de los que iniciasen esta labor. La Biblia no da detalles sobre los primeros años de la vida de Esdras. Solo informa que vivió en Babilonia y que procedía de una familia de sumos sacerdotes, aunque no de la línea particular que ostentaba el sumo sacerdocio cuando el pueblo regresó del exilio en 537 a. E.C. El último antepasado de Esdras que ocupó el cargo de sumo sacerdote fue Seraya, en los días del rey Sedequías de Judá. Nabucodorosor dio muerte a Seraya cuando tomó Jerusalén, en el año 607 a. E.C. (Esd 7:1, 6; 2Re 25:18, 21.) Debido a que los judíos siguieron respetando el sacerdocio en el exilio babilonio, las familias sacerdotales conservaron su identidad. Además, la comunidad judía mantuvo su organización interna: los hombres mayores continuaron ejerciendo de cabezas representantes del pueblo. (Eze 20:1.) Seguramente, la familia de Esdras se interesó en que él tuviera una buena preparación en la ley de Dios, un interés que sería compartido por él mismo. Si, como algunos eruditos creen, no se podía ser escriba antes de los treinta años, Esdras debía superar esa edad en el año 468 a. E.C., cuando fue a Jerusalén. Debió de vivir durante el reinado de Asuero, en el tiempo de Mardoqueo y Ester, cuando se emitió el decreto de exterminar a los judíos en todo el Imperio persa. Había muchos judíos en Babilonia, de modo que esta crisis nacional debió dejar una honda huella en Esdras, fortaleciendo su fe en que Jehová era el protector y libertador de su pueblo, y preparándole con la madurez de juicio y competencia necesarias para acometer la tremenda tarea que más adelante se pondría ante él. (Est 1:1; 3:7, 12, 13; 8:9; 9:1.) Escritos: Los libros bíblicos de 1 Crónicas y 2 Crónicas, así como el libro que lleva su nombre, Esdras muestran que fue un investigador infatigable, capaz de decidir entre las varias lecturas de las copias de la Ley que existían en aquel entonces. Se afanó en buscar los documentos oficiales de su nación, de modo que hoy tenemos el registro exacto de los libros de Crónicas probablemente gracias a su investigación. No obstante, debemos recordar que fue inspirado por Dios y que Él lo dirigió para que pusiera por escrito una gran parte de la historia de Israel para nuestro beneficio. El celo de Esdras por la justicia, la confianza con la que oraba a Jehová, su fidelidad al enseñar la ley de Dios a Israel y su entrega en favor de la adoración verdadera, hacen de él, como parte de la “tan grande nube de testigos”, un ejemplo excelente digno de imitar. (Heb 12:1.) Seguir Leyendo . . . 2. Esdras, sacerdote que regresó con Zorobabel de Babilonia a Jerusalén en 537 a. E.C. (Ne 12:1, 13.)
Esdras mas informacion
(Heb.: ------; Gr.: ------.) Sinónimos: ------, ------. Definición / Significado: Ayuda. A Jerusalén. En 468 a. E.C., sesenta y nueve años después del regreso del resto judío fiel desde Babilonia bajo el acaudillamiento de Zorobabel, el rey persa Artajerjes Longimano le concedió a Esdras “toda su solicitud” para ir a Jerusalén a promover la adoración verdadera. Según la carta oficial del rey, aquellos israelitas que por su propia voluntad desearan ir con Esdras a Jerusalén podrían hacerlo. (Esd 7:1, 6, 12, 13.) ¿Por qué necesitaban una fe fuerte, incluso en el tiempo de Esdras, los judíos que salieron de Babilonia? Muchos judíos habían prosperado en Babilonia, de modo que, desde un punto de vista material, no les atraían las perspectivas de volver a Jerusalén. Para aquel entonces la ciudad estaba escasamente poblada, y el buen comienzo que habían tenido los judíos bajo Zorobabel parecía haber terminado. El comentarista Dean Stanley dice: “Jerusalén misma estaba poco poblada, y parecía haberse quedado a medio camino en el logro de los objetivos que los primeros pobladores habían tenido ante sí [...]. Es cierto que, ya fuera por la debilidad de aquellos primeros pobladores o por las incursiones de las tribus vecinas, de las que no tenemos ninguna noticia, el muro de Jerusalén estaba sin terminar, tenía grandes brechas donde las puertas quemadas aún estaban sin reparar, las laderas de sus colinas rocosas estaban cubiertas con los escombros de sus ruinas y aunque el Templo estaba terminado, aún no tenía todo el mobiliario y la ornamentación era inadecuada”. (Ezra and Nehemiah: Their Lives and Times, de George Rawlinson, Londres, 1890, págs. 21, 22.) Regresar a Jerusalén en esas circunstancias suponía una pérdida de posición, romper lazos afectivos y renunciar a una forma de vida más o menos cómoda para iniciar una nueva vida en una tierra distante, en condiciones penosas, difíciles y tal vez peligrosas. Todo esto sin hacer mención del viaje, largo y lleno de dificultades, entre numerosas tribus árabes hostiles y otros enemigos. Emprender ese viaje requería celo por la adoración verdadera, fe en Jehová y valor. Tan solo unos 1.500 hombres y sus familias, un total de unas 6.000 personas, estuvieron dispuestas y en condiciones de hacer el viaje. Ir al frente de esta expedición suponía una tarea difícil para Esdras, pero su experiencia en la vida le había preparado y fortalecido, y la mano de Jehová estaba sobre él. (Esd 7:10, 28; 8:1-14.) Jehová Dios les ayudó en sentido material, pues las condiciones económicas no eran buenas en Jerusalén y los bienes de los que viajaban con Esdras eran limitados. Movió al rey Artajerjes y a sus siete consejeros a dar una contribución voluntaria para la compra de animales y grano destinados al sacrificio, las ofrendas y las libaciones. Además, se autorizó a Esdras a recibir contribuciones para este fin en el distrito jurisdiccional de Babilonia. Si sobraban fondos, Esdras y los que estaban con él debían determinar cómo utilizarlos. Tenían que enviarse a Jerusalén todos los vasos para el servicio del templo. Si era necesario, se podían obtener más fondos de la tesorería del rey. Se informó a los tesoreros del otro lado del Río que Esdras podía pedirles plata, trigo, vino y aceite hasta cierta cantidad, y sal sin límites, y que tenían que satisfacer su petición con prontitud. Además, se eximió de impuestos a los sacerdotes y a los trabajadores del templo. Se facultó a Esdras para nombrar magistrados y jueces, que debían ejecutar juicio sobre cualquiera que no obedeciera la ley de Dios y la ley del rey, “ya sea para muerte o para exilio, o para multa de dinero o para prisión”. (Esd 7:11-26.) Consciente de que tenía la dirección de Jehová, Esdras emprendió su cometido sin dilación. Reunió a los israelitas a orillas del río Ahavá e inspeccionó al pueblo durante tres días. Se dio cuenta de que aunque había algunos sacerdotes, no se habían ofrecido ninguno de los levitas que no ejercían el sacerdocio, y se precisaba su ayuda para el servicio en el templo. En ese momento Esdras demostró sus dotes de mando. Sin arredrarse por la situación, envió en seguida una delegación a los judíos de Casifía. Estos respondieron bien, y suministraron 38 levitas y 220 netineos. Con sus familias, el séquito de Esdras ascendería a más de 7.000 personas. (Esd 7:27, 28; 8:15-20.) Luego Esdras proclamó un ayuno para inquirir de Jehová el camino correcto. Aunque su caravana iba a llevar muchas riquezas, no quiso ensombrecer el nombre de Jehová en lo más mínimo pidiendo una escolta después de haber expresado al rey su fe en la protección de Jehová sobre sus siervos. Después de orar a Jehová, llamó a doce de los jefes de los sacerdotes, les pesó con cuidado la contribución (que ascendería a más de 43.000.000 de dólares [E.U.A.]), y se la confió a ellos. (Esd 8:21-30.) Jehová demostró que su mano estaba con Esdras y sus acompañantes protegiéndolos del “enemigo en el camino”, de modo que llegaron a salvo a Jerusalén. (Esd 8:22.) Esdras no tuvo ninguna dificultad en que lo reconociesen los sacerdotes y los levitas que servían en el templo, a quienes entregó la valiosa aportación que había llevado. (Esd 8:31-34.) Insta a Israel a despedir a las esposas extranjeras. Después de ofrecer sacrificios en el templo, Esdras se enteró por los príncipes que muchos del pueblo, incluso sacerdotes y levitas, habían tomado esposas extranjeras. Cuando lo oyó, rasgó sus ropas y su vestidura sin mangas, se arrancó pelos de la cabeza y de la barba, y permaneció sentado, aturdido de asombro, hasta la ofrenda de grano del atardecer. Entonces cayó sobre las rodillas y alzó las manos a Jehová e hizo confesión pública de los pecados del pueblo ante la presencia de los israelitas congregados, empezando con las transgresiones de sus antepasados. (Esd 8:35–10:1.) Tiempo después, Secanías, hablando en favor del pueblo, recomendó que celebraran un pacto con Jehová para despedir a las esposas extranjeras y los hijos que estas les habían dado, y luego le dijo a Esdras: “Levántate, porque el asunto recae sobre ti, y nosotros estamos contigo. Sé fuerte y actúa”. Esdras tomó juramento al pueblo y emitió una orden de que todos los repatriados fueran a Jerusalén en el plazo de tres días para enmendar este error. Cuando se reunieron, les exhortó que hicieran confesión a Jehová y se separaran de sus esposas extranjeras. Sin embargo, debido a que eran muchos los que estaban implicados en esta transgresión, no fue posible arreglarlo todo allí y entonces, sino que se necesitaron unos tres meses para corregir la situación. (Esd 10:2-17.) Con Nehemías. No se sabe con certeza si Esdras permaneció en Jerusalén o regresó a Babilonia, pero las malas condiciones a las que llegó la ciudad y la corrupción en la que se había sumido el sacerdocio parecen indicar que estaba ausente. Tal vez Nehemías lo llamase para que regresara después de la reconstrucción de los muros de Jerusalén. Sea como fuere, aparece de nuevo en la escena, esta vez leyendo la Ley al pueblo congregado e instruyéndolo. En el segundo día de esa asamblea, los cabezas del pueblo tienen una reunión especial con Esdras para escudriñar la Ley. Se celebra con regocijo la fiesta de las cabañas. Después de la observancia de ocho días, se decide hacer del 24 de Tisri un día de ayuno, oración y confesión de pecados. Bajo la firme dirección de Esdras y Nehemías, se hace un “arreglo fidedigno”, en esta ocasión no verbal, sino escrito y refrendado por el sello de los príncipes, levitas y sacerdotes. (Ne 8:1-9, 13-18; cap. 9.)
Etan
(Heb.: ------; Gr.: ------.) Sinónimos: ------, ------. Definición / Significado: Que Perdura; Que Fluye Siempre. 1. Etán, Uno de los cuatro hombres sabios. 2. Etán, Levita de la familia de Guersom. 3. Etán - (Jedutún 1), Levita de la familia de Merarí. 1. Etán, uno de los cuatro hombres cuya sabiduría, aunque considerable, fue superada por la del rey Salomón. (1Re 4:31). En 1 Crónicas 2:6 se dice que Etán, Hemán, Calcol y Dará eran hijos de Zérah, de la tribu de Judá, y es probable que se trate de los mismos que se nombran en 1 Reyes 4:31. Etán fue padre de Azarías.(1Cr 2:8) Escritos: Quizás fue él quien compuso el Salmo 89, porque el encabezamiento llama al escritor “Etán el ezrahíta”. 2. Etán, levita de la familia de Guersom que fue padre de Adaya e hijo de Zimá. (1Cr 6:41-43.) 3. Etán - (Jedutún 1), levita de la familia de Merarí que fue hijo de Quisí (1Cr 6:44) o Qusayá. (1Cr 15:17.) Etán era cantor y cimbalista. (1Cr 15:19.) Debido a que suele mencionársele junto con Hemán, se ha apuntado la posibilidad de que sea el Jedutún que David designó para servir ante el tabernáculo en Gabaón, y que su nombre se cambiara de Etán a Jedutún tras su nombramiento. (Compárese 1Cr 15:17, 19 con 1Cr 16:39-41 y 1Cr 25:1)
Ezequiaz
(Heb.: Yejiz·qi·yá·hu; Gr.: ------.) Sinónimos: ------, ------. Definición / Significado: Jehová Fortalece. 1. Ezequías, Rey de Judá. 2. Ezequías, Antepasado del profeta Sofonías, quizás el rey Ezequías. 3. Ezequías, Un hombre de Israel cuyos descendientes regresaron del exilio babilonio. 1. Ezequías, rey de Judá hijo de Abías que gobernó de 745 a 717 a. E.C. Llegó a ser rey a la edad de 25 años cuando murió su padre Acaz, en el “tercer año de Hosea”, rey de Israel (tercer año tal vez desde que Hosea llegó a ser rey tributario de Tiglat-piléser III), aunque su reinado empezó a contar oficialmente desde el mes de Nisán del año siguiente, es decir, 745 a. E.C. (2Re 18:1.) Los profetas Isaías, Oseas y Miqueas fueron contemporáneos del reinado de Ezequías. (Isa 1:1; Os 1:1; Miq 1:1.) Ezequías se destacó por ser un rey que “siguió adhiriéndose a Jehová”, haciendo lo que era recto a Sus ojos y siguiendo Sus mandamientos. Desde el principio de su reinado demostró su celo en promover la adoración verdadera, no solo en Judá, sino en todo el territorio de Israel. Debido a que siguió los caminos de Jehová tal como su antepasado David, se pudo decir que “después de él resultó que no hubo nadie como él entre todos los reyes de Judá, aún los que habían sido antes de él”. Por ello, “Jehová resultó estar con él”. (2Re 18:3-7.) Escritos: A Ezequías también se le conoce por su interés en compilar algunos de los Proverbios de Salomón, tal como dice la introducción a la sección de los capítulos 25 al 29 de Proverbios: “También estos son los proverbios de Salomón que transcribieron los hombres de Ezequías, rey de Judá”. (Pr 25:1.) Escribió la canción de acción de gracias registrada en Isaías 38:10-20 después que Jehová lo curó de su enfermedad mortal. En ella menciona sus “piezas selectas para las cuerdas” (vs. 20), y se ha dicho que Ezequías también escribió el Salmo 119. De ser así, quizás lo escribiera cuando todavía no era rey, sino solo un príncipe. Seguir Leyendo . . . 2. Ezequías, antepasado del profeta Sofonías, quizás el rey Ezequías. (Sof 1:1.) 3. Ezequías, un hombre de Israel cuyos descendientes regresaron con Zorobabel del exilio babilonio. Probablemente no era el rey Ezequías. (Esd 2:1, 2, 16; Ne 7:6, 7, 21.) Puede que uno de los cabezas del pueblo que autenticaron por sello el “arreglo fidedigno” en tiempo de Nehemías fuera descendiente de este Ezequías. (Ne 9:38; Ne 10:1, 14, 17.)

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Definición / Significado: Jehová Fortalece. Contribuciones literarias. A Ezequías también se le conoce por su interés en compilar algunos de los Proverbios de Salomón, tal como dice la introducción a la sección de los capítulos 25 al 29 de Proverbios: “También estos son los proverbios de Salomón que transcribieron los hombres de Ezequías, rey de Judá”. (Pr 25:1.) Escribió la canción de acción de gracias registrada en Isaías 38:10-20 después que Jehová lo curó de su enfermedad mortal. En ella menciona sus “piezas selectas para las cuerdas” (vs. 20), y se ha dicho que Ezequías también escribió el Salmo 119. De ser así, quizás lo escribiera cuando todavía no era rey, sino solo un príncipe. La situación existente al subir al trono Ezequías. Cuando Ezequías ascendió al trono, el reino de Judá no tenía el favor de Dios, puesto que Acaz, su padre, había cometido muchos actos detestables a los ojos de Jehová y había dejado que Judá se entregase a un culto desenfrenado de deidades falsas. Por esa razón Jehová había permitido que el país sufriese a manos de sus enemigos, en particular de Asiria, la segunda potencia mundial. Acaz había despojado el templo y el palacio de su plata y oro para enviarle un soborno al rey de Asiria. Y peor aún, hizo pedazos los utensilios del templo, cerró sus puertas e hizo altares para sí mismo “en todo rincón de Jerusalén”, ofreciendo sacrificios a otros dioses. Durante su reinado, se alió con el rey de Asiria, y así se convirtió en su protegido. (2Re 16:7-9; 2Cr 28:24, 25.) Pero Ezequías “procedió a rebelarse contra el rey de Asiria” poco después de empezar a reinar. (2Re 18:7.) Cuando Ezequías ascendió al trono de Judá, el reino norteño de diez tribus de Israel estaba todavía en peor situación. Debido a sus graves pecados, Jehová había permitido que se viesen en grandes aprietos y llegasen a ser tributarios de Asiria. Al poco tiempo, Asiria conquistó Israel y se llevó al pueblo al exilio. (2Re 17:5-23.) Su celo por la adoración verdadera. Ezequías demostró su celo por la adoración de Jehová tan pronto como ascendió al trono, a la edad de veinticinco años. Su primera acción fue abrir de nuevo el templo y repararlo. Luego reunió a los sacerdotes y a los levitas, y les dijo: “Está junto a mi corazón el celebrar un pacto con Jehová el Dios de Israel”. Este fue un pacto de fidelidad, como si se inaugurase de nuevo en Judá el pacto de la Ley, que se había pasado por alto aunque todavía estaba en vigor. Con gran tesón, procedió a organizar a los levitas en sus servicios, y restableció las disposiciones para los instrumentos musicales y el canto de alabanzas. Era el mes de Nisán, cuando se celebraba la Pascua, pero tanto el templo como los sacerdotes y los levitas estaban en una condición inmunda. Sin embargo, para el día 16 de Nisán se había limpiado el templo y restaurado sus utensilios. Entonces tenía que hacerse una expiación especial por todo Israel. En primer lugar, los príncipes llevaron sacrificios, ofrendas por el pecado a favor del reino, el santuario y el pueblo. Después, el pueblo presentó miles de ofrendas quemadas. (2Cr 29:1-36.) Puesto que la inmundicia del pueblo impidió que se observase la Pascua en la fecha habitual, Ezequías se valió de la ley que permitía que los que estaban inmundos la celebrasen un mes más tarde. De manera que no solo convocó a Judá, sino también a Israel, enviando cartas mediante correos a todo el país, desde Beer-seba hasta Dan. Muchos se mofaron de los correos, pero algunas personas, en especial de Aser, Manasés, Zabulón, Efraín e Isacar, se humillaron y asistieron. Además, también estuvieron presentes muchos otros adoradores de Jehová que no eran israelitas. Es probable que los residentes del reino norteño que estuviesen a favor de la adoración verdadera tuvieran dificultades para asistir, pues, al igual que los mensajeros, se enfrentarían a la oposición y burla del reino de diez tribus, ya decadente, sumido en la adoración falsa y hostigado por la amenaza asiria. (2Cr 30:1-20; Nú 9:10-13.) Después de la Pascua se observó la fiesta de las tortas no fermentadas durante siete días, y el gozo fue tan grande que la entera congregación decidió prolongarla siete días más. Jehová bendijo al pueblo aun en esos tiempos de amenaza, de manera que “llegó a haber gran regocijo en Jerusalén, porque desde los días de Salomón hijo de David el rey de Israel no hubo ninguna como esta en Jerusalén”. (2Cr 30:21-27.) Lo que aconteció después prueba que hubo una verdadera restauración y revivificación de la adoración verdadera y no una mera reunión emocional de efectos transitorios. Antes de regresar a sus casas, los que habían participado en la celebración salieron y destruyeron las columnas sagradas, derribaron los lugares altos y los altares, y cortaron los postes sagrados que había en todo Judá y Benjamín, así como en Efraín y Manasés. (2Cr 31:1.) Ezequías puso el ejemplo machacando y reduciendo a pedazos la serpiente de cobre que había hecho Moisés, ya que el pueblo la había convertido en un ídolo y le hacía humo de sacrificio. (2Re 18:4.) Después de aquella gran fiesta, Ezequías aseguró la continuación de la adoración verdadera al organizar las divisiones de los sacerdotes y apoyar los servicios del templo poniendo en vigor la ley referente a las décimas partes y las contribuciones de las primicias destinadas a los levitas y los sacerdotes. A todo esto el pueblo respondió de buena gana. (2Cr 31:2-12.) Aumenta la presión asiria. En esos tiempos difíciles, cuando Asiria barría todo lo que encontraba a su paso, Ezequías depositó su confianza en Jehová el Dios de Israel. Se rebeló en contra del rey de Asiria y derribó las ciudades filisteas, probablemente aliadas de Asiria. (2Re 18:7, 8.) En el año cuarto de Ezequías (742 a. E.C.), Salmanasar, el rey de Asiria, puso sitio a Samaria, y en el sexto año de Ezequías (740 a. E.C.), fue tomada. Se deportó a los habitantes del reino de diez tribus y los asirios repoblaron aquella tierra con otros grupos. (2Re 18:9-12.) Esto dejó al reino de Judá, representante del gobierno teocrático de Dios y de la adoración verdadera, aislado y rodeado de enemigos hostiles. Senaquerib, hijo de Sargón II, ambicionaba añadir la conquista de Jerusalén a sus trofeos de guerra, sobre todo en vista de que Ezequías había roto la alianza que su padre, el rey Acaz, había hecho con Asiria. En el año decimocuarto del reinado de Ezequías (732 a. E.C.), Senaquerib “subió contra todas las ciudades fortificadas de Judá y procedió a apoderarse de ellas”. Ezequías le ofreció pagarle lo que le impusiera con tal de salvar la ciudad de Jerusalén, ante lo cual Senaquerib pidió la enorme suma de 300 talentos de plata (c. 1.982.000 dólares [E.U.A.]) y 30 talentos de oro (c. 11.560.000 dólares [E.U.A.]). Para poder pagar esta cantidad, Ezequías se vio obligado a darle toda la plata que se hallaba en el templo y en el tesoro real, además de los metales preciosos con los que él mismo había hecho revestir las puertas del templo y las columnas, lo que satisfizo al rey de Asiria, aunque solo por un tiempo. (2Re 18:13-16.) Obras de construcción e ingeniería. Frente al inminente ataque del codicioso Senaquerib, Ezequías mostró sabiduría y estrategia militar. Cegó todos los manantiales y fuentes que había fuera de la ciudad de Jerusalén, de manera que, en caso de sitio, los asirios dispondrían de un escaso suministro de agua. Reforzó las fortificaciones de la ciudad e “hizo proyectiles en abundancia, y escudos”. No obstante, su confianza no descansaba en este equipo militar, pues cuando reunió a los jefes militares y el pueblo, los animó con estas palabras: “Sean animosos y fuertes. No tengan miedo ni se aterroricen a causa del rey de Asiria ni debido a toda la muchedumbre que está con él; porque con nosotros hay más que los que hay con él. Con él está un brazo de carne, pero con nosotros está Jehová nuestro Dios para ayudarnos y para pelear nuestras batallas”. (2Cr 32:1-8.) Una de las sobresalientes hazañas de ingeniería de tiempos antiguos fue el acueducto de Ezequías. Iba desde el pozo de Guihón, al E. de la parte septentrional de la Ciudad de David, y seguía un curso en zigzag de 533 m. hasta el estanque de Siloam, en el valle de Tiropeón, al O. de la parte meridional de la Ciudad de David, pero dentro de un nuevo muro que se había añadido. (2Re 20:20; 2Cr 32:30.) Los arqueólogos encontraron una inscripción en caracteres hebreos antiguos en la pared del estrecho túnel, cuya altura media era de 1,8 m. La inscripción lee en parte: “Y éste fue el modo como se ejecutó: —Mientras [...] (estaban) aún [...] hacha(s), cada hombre hacia su prójimo, y mientras había todavía tres codos que horadar, [se oyó] la voz de un hombre llamando a su prójimo, porque había un mampuesto en la roca a la derecha [y a la izquierda]. Y cuando el túnel fue perforado, los pedreros tajaron (la roca), cada hombre hacia su prójimo, hacha contra hacha; y el agua manaba de la fuente hacia la alberca durante 1200 codos, y la altura de la roca sobre las cabeza(s) de los pedreros era 100 codos”. (La Sabiduría del Antiguo Oriente, edición de J. B. Pritchard, 1966, pág. 251.) De modo que el túnel se cavó en la roca desde ambos extremos, hasta encontrarse en el medio: una verdadera hazaña de ingeniería. Fracaso de Senaquerib en Jerusalén. Tal como Ezequías había previsto, Senaquerib decidió atacar Jerusalén. Durante el sitio de Lakís, ciudad bien fortificada, Senaquerib envió parte de su ejército con una delegación de jefes militares para pedir la capitulación de Jerusalén. El vocero del grupo era Rabsaqué (título militar, no nombre propio), que hablaba hebreo con soltura. A voz en cuello, ridiculizó a Ezequías y desafió a Jehová, jactándose de que Él no podría librar a Jerusalén, tal como los dioses de otras naciones no habían podido salvar la tierra de sus adoradores del rey de Asiria. (2Re 18:13-35; 2Cr 32:9-15; Isa 36:2-20.) Ezequías estaba muy angustiado, pero mantuvo su confianza en Jehová y le hizo ruegos en el templo, enviando además a algunos de los cabezas del pueblo al profeta Isaías. La respuesta que dio Isaías de parte de Jehová fue que Senaquerib oiría un informe y regresaría a su propia tierra, donde sufriría una muerte violenta. (2Re 19:1-7; Isa 37:1-7.) Para entonces Senaquerib había partido de Lakís en dirección a Libná, donde oyó que Tirhaqá, el rey de Etiopía, había salido para luchar contra él. No obstante, Senaquerib envió cartas a Ezequías por medio de un mensajero en las que repetía sus amenazas y escarnecía a Jehová el Dios de Israel. Cuando Ezequías recibió estas cartas con tantas injurias, “extendió aquello delante de Jehová”, quien de nuevo contestó por medio de Isaías desafiando a Senaquerib y asegurándole que los asirios no entrarían en Jerusalén. Jehová dijo: “Ciertamente defenderé esta ciudad para salvarla por causa de mí mismo y por causa de David mi siervo”. (2Re 19:8-34; Isa 37:8-35.) Durante la noche, Jehová envió a su ángel, quien dio muerte a 185.000 de los mejores hombres de las tropas de Senaquerib, “a todo hombre valiente, poderoso, y a caudillo y jefe en el campamento del rey de Asiria, de manera que este se volvió con rostro avergonzado a su propio país”. Así quedó eliminada para siempre la amenaza de Senaquerib contra Jerusalén. Más adelante, “aconteció que, mientras se inclinaba en la casa de Nisroc su dios, Adramélec y Sarézer, sus propios hijos, lo derribaron a espada”. (2Cr 32:21; Isa 37:36-38.) Se han encontrado inscripciones relativas a la derrota que Senaquerib infligió a las fuerzas etíopes. En estas también se dice: “En cuanto a Ezequías el Judío, no se sometió a mi yugo. Puse sitio a 46 de sus ciudades fuertes [...] y (las) conquisté [...]. A él mismo hice prisionero en Jerusalén, su residencia real, como a un pájaro en una jaula”. (La Sabiduría del Antiguo Oriente, págs. 236, 237.) No dice que tomó la ciudad. Esta inscripción apoya el relato de la Biblia sobre la sublevación de Ezequías y el fracaso de Senaquerib en el sitio de Jerusalén. Según la costumbre de los reyes paganos de vanagloriarse en sus inscripciones, Senaquerib exagera la cantidad de talentos de plata que Ezequías pagó, 800, en vez de los 300 que dice la Biblia. Prolongación milagrosa de la vida de Ezequías. Cuando Senaquerib amenazaba a Jerusalén, Ezequías se vio aquejado de un divieso maligno. El profeta Isaías le dijo que dispusiese sus asuntos en preparación para su muerte. Pero Ezequías todavía no había tenido ningún hijo que le sucediera en el trono, de modo que parecía que la línea real davídica iba a interrumpirse. Ezequías oró fervientemente a Jehová con lágrimas, ante lo cual Jehová envió a Isaías para informarle que le añadiría quince años a su vida. Iba a recibir una señal milagrosa: la sombra del sol sobre “la escalera de Acaz” retrocedería diez gradas. (Véase SOL.) Tres años después de esto, Ezequías tuvo un hijo llamado Manasés, que con el tiempo le sucedió en el trono. (2Re 20:1-11, 21; 21:1; Isa 38:1-8, 21.) Error de Ezequías y su arrepentimiento. El registro de las Escrituras dice que “Ezequías no correspondió según el beneficio que se le había hecho, porque su corazón se hizo altivo, y vino a haber indignación contra él y contra Judá y Jerusalén”. (2Cr 32:25.) La Biblia no especifica si esta altivez tuvo relación con la imprudencia que cometió al mostrar todo el tesoro de su casa y todos sus dominios a los mensajeros que el rey babilonio Berodac-baladán (Merodac-baladán) había enviado a Ezequías cuando se recuperó de su enfermedad. Tal vez Ezequías exhibiera toda aquella riqueza para impresionar al rey de Babilonia como posible aliado contra el rey de Asiria. Por supuesto, esta acción pudo haber despertado la codicia de los babilonios. El profeta Isaías estaba en contra de toda alianza o dependencia de Babilonia, que por tanto tiempo había sido enemiga de Dios, por eso, cuando oyó cómo Ezequías había tratado a los mensajeros babilonios, pronunció la profecía inspirada por Jehová de que con el tiempo los babilonios se llevarían todo, incluso a algunos de los descendientes de Ezequías, a su tierra. Ezequías, sin embargo, se humilló, y Dios fue bondadoso al permitir que dicha calamidad no aconteciese en sus días. (2Re 20:12-19; 2Cr 32:26, 31; Isa 39:1-8.) En los días del profeta Jeremías, algunos de los cabezas del pueblo que estaban en Jerusalén hablaron favorablemente de Ezequías por haber sido humilde al prestar atención a Miqueas de Moréset, profeta de Jehová. (Jer 26:17-19.)
Ezequiel
(Heb.: ------; Gr.: ------.) Sinónimos: ------, ------. Definición / Significado: Dios Fortalece. Tercero de los cuatro profetas “mayores” además de Isaías, Jeremías y Daniel. Hijo del sacerdote Buzí. Fue uno de aquellos a quienes Nabucodorosor llevó cautivos a Babilonia con el rey Joaquín en el año 617 a. E.C. Recibió las primeras visiones de parte de Dios “en el año treinta, en el mes cuarto, en el día cinco del mes”, en “el año quinto del destierro del rey Joaquín”. Profetizó a los judíos que vivían junto al río Kebar, que, según algunas autoridades modernas, sería uno de los grandes canales babilonios. La expresión “el año treinta” debe referirse a la edad de Ezequiel, quien para esa época comenzó a cumplir con sus obligaciones de profeta. (Eze 1:1-3.) Como pertenecía a una familia sacerdotal, no cabe duda de que conocería muy bien todo lo relacionado con el templo, así como las diversas actividades que en él se llevaban a cabo, y de que estaría bien versado en la Ley. Ezequiel también debía conocer muy bien a Jeremías y sus profecías, ya que este último había sido profeta en Jerusalén durante la juventud de Ezequiel. Asimismo, Ezequiel había disfrutado de la ventaja de vivir en Judá en el transcurso del reinado del justo rey Josías, quien destruyó los altares de Baal y las imágenes esculpidas, se dispuso a reparar el templo e intensificó su reforma en favor de la adoración pura en Judá cuando se encontró en el templo el libro de la Ley (al parecer el original escrito por Moisés). (2Cr 34.) ¿En qué lugares estratégicos ubicó Jehová a sus profetas antes de que Jerusalén cayese ante Babilonia? El ministerio profético de Ezequiel fue contemporáneo de los de Jeremías y Daniel. Jeremías fue el profeta de Dios para los judíos de Jerusalén y Judá, y pudo ver por sí mismo la corrupción de los reyes de Judá. Daniel, que sirvió en la corte de Babilonia y más tarde en la de Medo-Persia, recibió profecías relacionadas con la sucesión de potencias mundiales y su destrucción a manos del reino de Dios. Ezequiel sirvió en medio del pueblo judío y de sus principales en Babilonia, y allí continuó la obra de los profetas. De esta forma, mientras que los judíos de Jerusalén se beneficiaban de tener allí el templo, a su sumo sacerdote y a Jeremías, profeta y sacerdote, Jehová no olvidó a los que estaban en Babilonia. Ezequiel fue el profeta de Dios para ellos, y si bien no ofrecía sacrificios, estaba allí como consejero e instructor de la ley de Dios. Existió asimismo un paralelismo entre la obra profética de Jeremías y la de Ezequiel, ya que ambos combatieron la idea que tenían los judíos, tanto en Jerusalén como en Babilonia, de que Dios pondría fin a la dominación babilonia pronto y Jerusalén no caería. De hecho, Jeremías envió una carta a los cautivos en la tierra de Babilonia, en la que les decía que se asentaran y estuvieran en paz en Babilonia, ya que había de transcurrir un período de setenta años antes de que fuesen liberados. Ezequiel tuvo que llegar a oír las palabras de esta carta, y tal vez también oyese la lectura del libro que Jeremías envió más tarde y en el que se predecía la caída de Babilonia. (Jer 29; 51:59-64.) Profetizó a un pueblo ‘terco’. Los cautivos que estaban en Babilonia se encontraban en mejor condición ante Jehová que los que permanecían en Judá, tal como se ilustró por las cestas de higos buenos y malos que Jeremías vio. (Jer 24.) Pero aun así, Ezequiel no tenía una tarea sencilla delante, puesto que los israelitas cautivos también eran parte de la casa rebelde, y, como se le advirtió, moraba entre ‘gente obstinada y cosas que punzan y entre escorpiones’. (Eze 2:6.) Por mandato de Jehová, Ezequiel se estableció entre los exiliados que estaban en Tel-abib, junto al río Kebar. (Eze 3:4, 15.) A pesar de que los judíos estaban desterrados, vivían en sus propias casas. (Jer 29:5.) En lo concerniente a la religión, les fue posible seguir organizados hasta cierto grado. Los ancianos de Judá pudieron visitar a Ezequiel varias veces. (Eze 8:1; 14:1; 20:1.) Después, una vez que se cumplieron los setenta años y llegó el tiempo para la restauración, muchos de estos judíos no quisieron dejar Babilonia. Una de las razones por las que al menos algunos judíos que se hallaban en Babilonia eran renuentes a regresar a su tierra puede haber sido el materialismo. Una expedición arqueológica norteamericana que hizo excavaciones junto a un canal del Éufrates cercano a Nippur, que algunos investigadores sitúan a poca distancia de Kebar, desenterró los registros de un enorme establecimiento comercial llamado “Murashi e hijos”. Las inscripciones descubiertas allí contienen una considerable cantidad de nombres judíos, lo que indica que los israelitas estaban bien establecidos y que muchos de ellos participaban de lleno en la vida económica del país. La muerte de su esposa. Ezequiel dice que recibió su comisión junto al río Kebar en el quinto año del exilio del rey Joaquín (o en 613 a. E.C.). Profetizó por lo menos durante veintidós años, hasta 591 a. E.C., y en el año vigésimo séptimo del cautiverio pronunció su última profecía fechada. (Eze 29:17.) Al parecer, Ezequiel disfrutaba de un matrimonio feliz cuando Jehová le dijo: “Hijo del hombre,± mira, voy a quitarte la cosa deseable a tus ojos por un golpe”. (Eze 24:16.) Quizás su esposa le haya sido infiel a él o a Jehová; no obstante, cualquiera que haya sido la razón de su muerte, a Ezequiel se le ordenó que no llorara, sino que suspirara sin palabras. También se le dijo que se pusiera su prenda para la cabeza y que no diera ningún indicio o prueba de estar de duelo. Todo esto conformaba una señal para los israelitas que estaban en el cautiverio babilonio de que Jehová profanaría su santuario, del que estaban tan orgullosos, y que, contrario a sus esperanzas, Jerusalén sería destruida. (Eze 24:17-27.) Un “atalaya”. Ezequiel recibió su comisión de profetizar de manera similar a Isaías. Se le dio una visión impresionante de Jehová sentado en su trono, asistido por criaturas vivientes que tenían cuatro caras y alas, acompañadas por ruedas que se encontraban dentro de otras ruedas, las cuales se movían conforme lo hacían las criaturas vivientes. Entonces Jehová habló, llamando a Ezequiel “hijo del hombre”,± para recordarle que no era más que un hombre terrestre. (Eze 1, 2; compárese con Isa 6.) Se le envió como atalaya a la casa de Israel para advertirles de sus caminos inicuos. A pesar de que los israelitas eran de corazón muy duro, había que darles la advertencia para que supieran que Jehová había tenido un profeta en medio de ellos. Y aunque rehusarían escuchar, si él no les advertía comunicándoles las palabras que Jehová le había dado, se le consideraría responsable de sus vidas: tendría culpa por la sangre derramada. (Eze 3:7, 17, 18; 2:4, 5; 33:2-9.) Representaciones e ilustraciones. Ezequiel profetizó con frecuencia por medio de representaciones o acciones simbólicas, así como mediante visiones, alegorías y parábolas. Una representación sobresaliente fue la del sitio de Jerusalén, que duró trescientos noventa días seguidos de otros cuarenta, y que contiene una profecía importante de naturaleza cronológica. Llevar a cabo esta representación admonitoria a un pueblo incrédulo y burlón requirió obediencia, paciencia y mucha fe. Durante el sitio de Jerusalén, Ezequiel empezó a profetizar contra las naciones paganas que odiaban a Israel y que habrían de participar y regocijarse en su caída, mencionando el castigo que Jehová les impondría. Después de la caída de Jerusalén, el tono del profetizar de Ezequiel cambió. Tras condenar con severidad a los pastores codiciosos de Israel y a Seír, Ezequiel dirigió su actividad profética a edificar la fe de los israelitas en la promesa de Jehová de revivificar, recoger, unir y bendecir con un pacto de paz hasta tiempo indefinido a su pueblo Israel por medio del glorioso pastoreo de su “siervo David”. (Eze 37.) A continuación Ezequiel pasó a describir con detalle el templo reconstruido, de acuerdo con el modelo dado por Jehová. El templo que aparece en esta visión fue profético de algo que estaba en el futuro lejano, porque jamás se construyó un templo semejante. (Eze 40-48.) Similitudes con la obra de Jesucristo. Existen varios paralelismos entre la obra de Ezequiel y la de Jesús. Ambos se presentaron ante un pueblo indiferente, de corazón duro, con un mensaje de condenación, que además era un mensaje de esperanza para los que se arrepintieran de su mal proceder. A Ezequiel se le dijo que el pueblo iría a oír sus palabras, pero que su corazón no respondería. (Eze 33:30-32.) Del mismo modo, cuando Jesús hablaba, se reunían muchedumbres para escucharle, pero pocos respondieron con aprecio a su enseñanza. Ezequiel predicó a los cautivos en Babilonia. Jesús declaró que era su comisión predicar liberación a los cautivos (Lu 4:18); explicó con claridad a los judíos que se hallaban en cautiverio espiritual, que necesitaban liberación y que él había sido enviado para conseguirla. (Jn 8:31-36.) Al igual que Ezequiel, nunca reprendió a los judíos según su propia opinión, sino que hablaba lo que Jehová le mandaba decir. (Jn 5:19, 30.) La esperanza de Ezequiel. A pesar de la difícil tarea que se le encomendó, Ezequiel se mostró fiel a Dios y cumplió todo cuanto se le mandó. Figura entre los profetas que aguantaron por fe y que “[procuraron] alcanzar un lugar mejor, es decir, uno que pertenece al cielo”. (Heb 11:16.) Aunque no era parte de la clase que compone el Reino de los cielos (Mt 11:11), anhelaba el momento en que se establezca el Reino del Mesías, y a su debido tiempo recibirá, gracias a la resurrección, el cumplimiento de la promesa de Dios y la bendición del gobierno mesiánico. (Heb 11:39, 40.) Ezequiel se distinguió por su energía, valor, obediencia y celo por la adoración a Dios. Puesto que Jeremías y Ezequiel eran contemporáneos, sus profecías tienen muchos aspectos en común. (Compárese Eze 18:2 con Jer 31:29; Eze 24:3 con Jer 1:13; Eze 34:2 con Jer 23:1.) Escritos: Escritor del libro que lleva su nombre Ezequiel.
Gad
(Heb.: ------; Gr.: ------.) Sinónimos: ------, ------. Definición / Significado: Buena Fortuna. 1. Gad, Hijo de Jacob y Zilpá, la sierva de Lea. 2. Gad - (Gaditas), La tribu que se formó de los siete hijos de Gad. 3. Gad, Profeta y hombre de visiones. 1. Gad, hijo de Jacob y Zilpá, la sierva de Lea. Zilpá también dio a luz a Aser, el hermano menor de Gad. Cuando Gad nació (en Padán-aram, aproximadamente en el año 1770 a. E.C.), Lea exclamó: “¡Con buena fortuna!”. De aquí el nombre Gad. (Gé 30:9-13; Gé 35:26.) Gad acompañó a sus hermanos en dos viajes a Egipto para conseguir grano de José. (Gé 42:3; Gé 43:15.) Gad tenía unos cuarenta y dos años de edad cuando en 1728 a. E.C. él y su familia se trasladaron a Egipto junto con Jacob, su padre. (Gé 46:6, 7, 16.) Diecisiete años más tarde, cuando Jacob estaba a punto de morir, bendijo a sus doce hijos, y dijo de Gad: “En cuanto a Gad, una partida merodeadora hará incursión contra él, pero él hará incursión contra la extrema retaguardia”. (Gé 49:1, 2, 19.) 2. Gad - (Gaditas), la tribu que se formó de los siete hijos de Gad. En el segundo año del éxodo de Egipto, los guerreros de la tribu ascendían a 45.650. (Gé 46:16; Nú 1:1-3, 24, 25.) Gad estaba en la división de tres tribus, junto con Rubén y Simeón. Acampaban al S. del tabernáculo. (Nú 2:10-16.) Cuando estaban en marcha, la división de Judá era la primera, seguida por los levitas de las familias de Guersón y Merarí, que llevaban el tabernáculo, y después de ellos iba la división de la que Gad formaba parte. Eliasaf, hijo de Deuel, era un principal de su ejército. (Nú 10:14-20.)Al final de su deambular por el desierto, el número de combatientes de la tribu de Gad era de 40.500, de modo que había disminuido en 5.150 hombres. (Nú 26:15-18.) 3. Gad, profeta y hombre de visiones. Cuando David estaba morando como fugitivo de Saúl en el “lugar inaccesible”, en la cueva de Adulam, le aconsejó que volviese a Judá. (1Sa 22:1-5.) Hacia la parte final del reinado de David, cuando este presuntuosamente hizo el censo, Gad le dio tres alternativas de castigo divino. Posteriormente, le recomendó que construyese un altar para Jehová en la era de Arauna (Ornán). (2Sa 24:10-19; 1Cr 21:9-19.) Sobre Gad recaía en parte la responsabilidad de organizar a los músicos para el santuario. (2Cr 29:25.) Escritos: Por lo general, se les atribuye a Natán y a Gad la última parte de Primero de Samuel y todo el libro de Segundo de Samuel. (1Cr 29:29.)

 Habacuc

(Heb.: ------; Gr.: ------.) Sinónimos: ------, ------. Definición / Significado: “Abrazo (de amor),” o, “Abrazo ardiente.”. Octavo de los doce profetas “menores” junto con Oseas, Joel, Amós, Abdías, Jonás, Miqueas, Sofonías, Ageo, Zacarías, Malaquías. Profeta hebreo de Judá y escritor del libro bíblico que lleva su nombre. (Hab 1:1; Hab 3:1.) De la nota que se encuentra en la conclusión del libro (“Al director sobre mis instrumentos de cuerda”) y de la endecha del capítulo 3, se ha inferido que Habacuc era un músico levita del templo. Sin embargo, las palabras que siguen a Habacuc 3:19 no lo dicen específicamente, y las endechas también eran interpretadas por otras personas además de los levitas. (2Sa 1:17, 18.) Aunque hay varias tradiciones acerca de Habacuc, son poco confiables, y las Escrituras no proveen ninguna información concerniente al linaje del profeta, su tribu o las circunstancias de su vida o de su muerte. El contenido del libro de Habacuc parece indicar que profetizó a principios del reinado de Jehoiaquim, probablemente antes de que Nabucodorosor derrotase al ejército egipcio en Carquemis en el año 625 a. E.C. Escritos: Escritor del libro que lleva su nombre Habacuc.
Heman
(Heb.: ------; Gr.: ------.) Sinónimos: ------, ------. Definición / Significado: ------. 1. Hemán, Uno de los cuatro sabios. 2. Hemán, Hijo de Joel y nieto del profeta Samuel. 1. Hemán, uno de los cuatro sabios cuya sabiduría, aunque considerable, fue superada por la del rey Salomón. Hemán, Calcol y Dardá reciben el sobrenombre de “hijos de Mahol”, expresión que, en opinión de algunos, se refiere a una asociación de bailarines o músicos. (1Re 4:31.) En 1 Crónicas 2:3-6 se dice que Hemán era descendiente de Judá a través de Zérah. Escritos: El encabezamiento del Salmo 88 lo llama “ezrahíta”, que al parecer es sinónimo de “zerahíta”. 2. Hemán, hijo de Joel y nieto del profeta Samuel, de la familia de los qohatitas; fue cantor y cimbalista durante los reinados de David y Salomón. (1 Crónicas 6:33; 15:17-19; 2Cr 5:11, 12.) Tuvo catorce hijos y tres hijas, y su asignación era cantar con su familia en la casa de Jehová. Por otro lado, tanto él como Asaf y Jedutún estaban bajo el control directo del rey. (1Cr 25:1, 4-6.)
Isaias
(Heb.: Yescha·`eyá·hu; Gr.: He·sa·í·as; Lat.: I·sa·í·ae (de I·sa·í·as).) Sinónimos: ------, ------. Definición / Significado: Salvación de Jehová - (Profeta de Jehová desde el año 778 hasta poco después del año 732 a. E.C.) Primero de los cuatro profetas “mayores” además de Jeremías, Ezequiel y Daniel. Hijo de Amoz (a quien no se debe confundir con Amós, otro profeta de Judá) (Isaías 1:1). Sirvió en Judá y Jerusalén con su esposa, que era profetisa, y por lo menos dos hijos que recibieron nombres proféticos. (Isaías 7:3; 8:1, 3.) en los días de los reyes Uzías, Jotán, Acaz y Ezequías de Judá. (Isaías 1:1.). Los reyes Péqah y Hosea gobernaban en el reino norteño de Israel, conquistado en 740 a. E.C., durante el tiempo de Isaías. Otros profetas contemporáneos fueron en Judá, Miqueas; y al norte, Oseas y Oded. Al parecer, Isaías empezó a profetizar después de haber empezado Oseas y antes de que lo hiciese Miqueas. (2Cr 28:9; Os 1:1; Miq 1:1.) Cuando Isaías profetizaba, Judá se encontraba en un estado moral deplorable, en especial en los días del rey Acaz. Tanto los príncipes como el pueblo se habían sublevado, y a los ojos de Jehová la nación tenía la mente y el corazón enfermos. A los gobernantes se les llamó “dictadores de Sodoma” y a la gente se la comparó al “pueblo de Gomorra”. (Isa 1:2-10.) A Isaías se le anticipó que harían insensibles sus oídos. Jehová le dijo que esta situación continuaría hasta que la nación llegase a estar en ruinas, y que solo se dejaría un “décimo”, una “descendencia santa”, a modo de tocón de un árbol macizo. La obra profética de Isaías debe haber consolado y fortalecido la fe de ese pequeño número, aunque el resto de la nación rehusó prestar atención. (Isa 6:1-13.) Aunque Isaías se concentró en Judá, también pronunció profecías relativas a Israel y a las naciones vecinas, debido a su influencia en la situación e historia de Judá. Fue profeta durante muchos años, desde aproximadamente 778 a. E.C. hasta la muerte del rey Uzías, o quizás antes, hasta poco después del decimocuarto año del reinado de Ezequías (732 a. E.C.). (Isa 36:1, 2; Isa 37:37, 38.)
Isaias mas informacion
(Heb.: Yescha·`eyá·hu; Gr.: He·sa·í·as; Lat.: I·sa·í·ae (de I·sa·í·as).) Sinónimos: ------, ------. Definición / Significado: Salvación de Jehová - (Profeta de Jehová desde el año 778 hasta poco después del año 732 a. E.C.) La familia de Isaías. Isaías estaba casado. A su esposa se le llama “la profetisa” (Isa 8:3), lo que parece dar a entender algo más que solo la esposa de un profeta. Jehová debió usarla para profetizar, como el caso de Débora en el tiempo de los jueces y de Huldá durante el reinado de Josías. (Jue 4:4; 2Re 22:14.) La Biblia menciona a dos hijos que se le dieron a Isaías como “señales y como milagros en Israel”. (Isa 8:18.) Sear-jasub tenía la suficiente edad en los días de Acaz como para acompañar a su padre, Isaías, cuando este entregó un mensaje a ese rey. El nombre Sear-jasub significa: “Un Simple Resto (Los Que Queden) Volverá(n)”. Este nombre era de naturaleza profética en el sentido de que era tan seguro que a un hijo de Isaías se le había dado ese nombre como que el reino de Judá sería destruido y solo un resto regresaría después de un tiempo en el exilio. (Isa 7:3; 10:20-23.) Este regreso de un pequeño resto tuvo lugar en 537 a. E.C., cuando el rey Ciro de Persia emitió un decreto por el que se liberaba a los israelitas de Babilonia después de un exilio de setenta años. (2Cr 36:22, 23; Esd 1:1; 2:1, 2.) A otro hijo de Isaías se le puso nombre antes de su concepción, y este nombre se escribió en una tablilla y varios testigos confiables lo atestiguaron. Al parecer, este hecho se mantuvo en secreto hasta después del nacimiento, momento en que los testigos podían presentarse y dar testimonio de la predicción que había hecho Isaías sobre este nacimiento, lo que demostraba su carácter profético. El nombre que por mandato de Dios se le dio al muchacho fue Maher-salal-has-baz, que significa “¡Apresúrate, oh [o: Apresurándose al] Despojo! Él Se Ha Apresurado al Saqueo”. Se dijo que antes de que el hijo supiese clamar “¡Padre mío!” y “¡Madre mía!”, desaparecería la amenaza que existía contra Judá por la conspiración de Siria y del reino de diez tribus de Israel. (Isa 8:1-4.) La profecía indicaba que pronto le llegaría alivio a Judá; eso ocurrió cuando Asiria desbarató la campaña del rey Rezín de Siria y del rey Péqah de Israel contra Judá. Los asirios capturaron Damasco y posteriormente, en el año 740 a. E.C., despojaron y destruyeron el reino de Israel, cumpliendo plenamente el significado profético del nombre del niño. (2Re 16:5-9; 17:1-6.) Sin embargo, en vez de confiar en Jehová, el rey Acaz había intentado detener la amenaza de Siria e Israel comprando la protección del rey de Asiria. Por este motivo, Jehová permitió que Asiria llegase a ser una gran amenaza para Judá e invadiera la tierra hasta la misma Jerusalén, como Isaías había advertido. (Isa 7:17-20.) Isaías habló muchas veces de “señales” que Jehová daría, entre las que figuraban sus dos hijos y, en una ocasión, el propio Isaías. Jehová le ordenó que anduviese “desnudo y descalzo” durante tres años como señal y portento presagioso contra Egipto y contra Etiopía, dando a entender que el rey de Asiria los llevaría cautivos. (Isa 20:1-6; compárese con Isa 7:11, 14; 19:20; 37:30; 38:7, 22; 55:13; 66:19.) Profecías de exilio y restauración. Isaías también predijo que Asiria no sería la nación que destronaría a los reyes de Judá y destruiría Jerusalén, sino Babilonia. (Isa 39:6, 7.) Cuando Asiria inundó a Judá “hasta el cuello”, Isaías entregó el consolador mensaje al rey Ezequías de que las fuerzas asirias no podrían entrar en la ciudad. (Isa 8:7, 8.) Jehová respaldó Su palabra enviando a un ángel para aniquilar a 185.000 hombres poderosos y jefes del ejército asirio, y así liberar a Jerusalén. (2Cr 32:21.) Lo que sin duda le produjo a Isaías mayor gozo fue el privilegio que Jehová le concedió de hablar y escribir muchas profecías sobre la restauración de su amada Jerusalén. Aunque Jehová iba a permitir que el pueblo fuese al exilio a Babilonia debido a haberse rebelado y sublevado contra Él, con el tiempo juzgaría a esa nación por haber actuado con malicia y querer retener indefinidamente a Su pueblo. Muchas de las profecías de Isaías están dedicadas al juicio de Dios contra Babilonia y su desolación eterna. (Isa 45:1, 2; 13, 14, 46–48.) Las profecías de restauración que se hallan en el libro de Isaías glorifican la bondad inmerecida de Jehová y su misericordia para con su pueblo y para con toda la humanidad. Predicen el tiempo en que Dios elevaría de nuevo a Jerusalén y le daría una gloria que podrían ver todas las naciones; luego llegaría a ser una bendición para todos los pueblos. Efectivamente, Jerusalén fue restaurada, reedificada y bendecida con la presencia del Mesías, quien “[arrojó] luz sobre la vida y la incorrupción mediante las buenas nuevas”. (2Ti 1:10.) La restauración de Jerusalén también tendría un cumplimiento mayor y más grandioso en el futuro. (Ro 15:4; 1Co 10:11; Gál 4:25, 26.) Consecuencias de la obra de Isaías. Isaías no solo escribió el libro bíblico que lleva su nombre, sino muy probablemente por lo menos un libro histórico: los asuntos del rey Uzías, que debía formar parte de los registros oficiales de la nación. (2Cr 26:22.) El que desempeñara fielmente la obra de profetizar que Jehová le asignó ejerció una fuerte influencia en la historia de la nación, en particular el consejo y la guía que dio al justo rey Ezequías. Muchas de las profecías de Isaías también tienen un cumplimiento mayor en el Mesías y su Reino. En las Escrituras Griegas Cristianas muchas veces se cita o se hace referencia al libro de Isaías. En muchos casos los escritores cristianos aplicaron las profecías de Isaías a Jesucristo, o indicaron que tales profecías se cumplieron en su día. Las Escrituras no dicen nada de su nacimiento ni de su muerte, aunque según la tradición judía fue aserrado en dos por el inicuo rey Manasés. (Compárese con Hebreos 11:37.)
Jeremias
(Heb.: ------; Gr.: ------.) Sinónimos: ------, ------. Definición / Significado: posiblemente: Jehová Ensalza, o: Jehová Afloja [probablemente la matriz. 1. Jeremías, Benjamita que se unió a David mientras este se hallaba en Ziqlag. 2. Jeremías, Gadita que se unió a David. 3. Jeremías, Décimo de los cabezas gaditas del ejército de David. 4. Jeremías, Cabeza de una casa paterna en tiempos de los reyes. 5. Jeremías, Hombre originario de Libná. 6. Jeremías, Segundo de los cuatro profetas “mayores”. 7. Jeremías, Hijo de Habazinías y padre de Jaazanías. 8. Jeremías, Sacerdote que regresó del exilio babilonio. 9. Jeremías, Sacerdote (o representante de la familia que llevaba ese nombre). 10. Jeremías, Sacerdote asignado a formar parte de uno de los coros. 1. Jeremías, benjamita que se unió a David mientras este se hallaba en Ziqlag. Llegó a ser uno de los hombres poderosos de David. (1Cr 12:1-4.) 2. Jeremías, gadita que se unió a David “en el lugar de difícil acceso en el desierto” mientras huía de Saúl. Era el quinto de esos “hombres valientes, poderosos, [...] cuyos rostros eran rostros de leones, y [que] eran como las gacelas sobre las montañas en cuanto a velocidad”. De estos cabezas gaditas del ejército de David se dice que “el menor era igual a cien, y el mayor a mil”. Estos “cruzaron el Jordán en el mes primero cuando estaba desbordándose por todas sus riberas, y entonces hicieron huir a todos los de las llanuras bajas, al oriente y al oeste”. (1Cr 12:8-15.) 3. Jeremías, décimo de los cabezas gaditas del ejército de David, a quien aplica lo mismo que se dice del núm. 2. (1Cr 12:13, 14.) 4. Jeremías, cabeza de una casa paterna en tiempos de los reyes, que pertenecía a la media tribu de Manasés ubicada al E. del Jordán. Los rubenitas, los gaditas y la media tribu de Manasés (entre quienes se hallaban los descendientes de este Jeremías) “empezaron a actuar infielmente para con el Dios de sus antepasados y se pusieron a tener ayuntamiento inmoral con los dioses de los pueblos de la tierra, a quienes Dios había aniquilado de delante de ellos. En consecuencia, el Dios de Israel excitó el espíritu de Pul el rey de Asiria, aun el espíritu de Tilgat-pilnéser el rey de Asiria, de manera que [en los días de Péqah, el rey de Israel] él se llevó al destierro a los de los rubenitas y de los gaditas y de la media tribu de Manasés, y los llevó a Halah y a Habor y a Hará y al río Gozán”. (1Cr 5:23-26; 2Re 15:29.) 5. Jeremías, hombre originario de Libná, una ciudad sacerdotal. Fue el padre de Hamutal, la esposa del rey Josías y madre de los reyes Jehoacaz y Sedequías (Matanías). (2Re 23:30, 31; 2Re 24:18; Jer 52:1; Jos 21:13; 1Cr 6:57.) 6. Jeremías, segundo de los cuatro profetas “mayores” además de Isaías, Ezequiel y Daniel. Hijo de Hilquías, sacerdote de Anatot, ciudad sacerdotal ubicada en el territorio de Benjamín, a poco menos de 5 Km. al NNE. del monte del templo de Jerusalén. (Jer 1:1; Jos 21:13, 17, 18.) Hilquías, padre de Jeremías, no era el sumo sacerdote en aquel tiempo. El sumo sacerdote era de la línea de Eleazar, mientras que el padre de Jeremías muy probablemente era de la línea de Itamar y posiblemente descendiente de Abiatar, el sacerdote a quien el rey Salomón despidió del servicio sacerdotal. (1Re 2:26, 27.) Escritos: Además de profeta, Jeremías fue investigador e historiador, Se atribuyen a Jeremías los libros de 1 Reyes, 2 Reyes, el libro que lleva su nombre, Jeremías y después de la caída de Jerusalén, escribió también el libro de Lamentaciones. Seguir Leyendo . . . 7. Jeremías, hijo de Habazinías y padre de Jaazanías; debió ser un cabeza de familia de los recabitas a quienes el profeta Jeremías sometió a prueba por mandato de Jehová cuando los introdujo en uno de los comedores del templo y les ofreció vino. Ellos rehusaron beberlo en obediencia al mandato que su antepasado Jonadab (Jehonadab), hijo de Recab, les había impuesto más de dos siglos antes. Por esta razón, Jehová prometió: “No será cortado de Jonadab hijo de Recab un hombre que siempre esté de pie delante de mí”. (Jer 35:1-10, 19.) 8. Jeremías, sacerdote (o representante de la casa sacerdotal de ese nombre) que regresó del exilio babilonio en el año 537 a. E.C. junto con el gobernador Zorobabel y el sumo sacerdote Jesúa. (Ne 12:1.) 9. Jeremías, sacerdote (o representante de la familia que llevaba ese nombre) que estuvo entre los que autenticaron con su sello el “arreglo fidedigno” según el cual Nehemías, los príncipes, los sacerdotes y los levitas se comprometían ante Jehová a andar en Su ley. Si el nombre aplica a una casa y no a una persona, puede que sea el mismo que el núm. 8. (Ne 9:38; 10:1, 2, 29.) 10. Jeremías, sacerdote (o casa sacerdotal) asignado a formar parte de uno de los coros de acción de gracias que marchaban en procesión sobre el muro de Jerusalén desde la Puerta de los Montones de Ceniza hacia el N., en dirección a la Puerta del Agua, para encontrarse con el otro coro en el templo. (Ne 12:31-37.) En los días de Joiaquim, Hananías era cabeza sobre la casa paterna de Jeremías. (Ne 12:12.) Si el nombre Jeremías se refiere a una casa y no a una persona, quizás sea el mismo que el núm. 8.
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(Heb.: ------; Gr.: ------.) Sinónimos: ------, ------. Definición / Significado: posiblemente: Jehová Ensalza, o: Jehová Afloja [probablemente la matriz. Su comisión de profeta Es probable que Jeremías rondara los 25 años cuando recibió su comisión de vigía espiritual, en 647 a. E.C., en el año decimotercero del reinado del rey Josías de Judá (659-629 a. E.C.). Jehová le dijo: “Antes de estar formándote en el vientre, te conocí; y antes que procedieras a salir de la matriz, te santifiqué. Profeta a las naciones te hice”. (Jer 1:2-5.) Fue, por lo tanto, uno de los pocos hombres de cuyo nacimiento Jehová se responsabilizó —bien porque intervino por medio de un milagro o lo dirigió de algún otro modo— para que fuera su siervo especial. Entre estos hombres estuvieron Isaac, Sansón, Samuel, Juan el Bautista y Jesús. (Véase PRESCIENCIA, PREDETERMINACIÓN.) Cuando Jehová habló a Jeremías, este demostró falta de confianza en sí mismo. Le contestó a Dios: “¡Ay, oh Señor Soberano Jehová! Mira que realmente no sé hablar, pues solo soy un muchacho”. (Jer 1:6.) Al comparar esta observación con el denuedo y la firmeza que Jeremías demostró a lo largo de su ministerio profético, se puede deducir que esas cualidades excepcionales no eran inherentes, sino el resultado de su plena confianza en Jehová. Verdaderamente Jehová estuvo con él “como un terrible poderoso” y fue Él quien hizo de Jeremías “una ciudad fortificada y una columna de hierro y muros de cobre contra todo el país”. (Jer 20:11; Jer 1:18, 19.) El valor y el denuedo de Jeremías alcanzaron tal fama, que durante el ministerio terrestre de Jesús hubo quien le tomó por Jeremías resucitado. (Mt 16:13, 14.) Puesto que Jeremías y Ezequiel eran contemporáneos, sus profecías tienen muchos aspectos en común. (Compárese Eze 18:2 con Jer 31:29; Eze 24:3 con Jer 1:13; Eze 34:2 con Jer 23:1.) Fuerte mensaje de denunciación. Jeremías no estaba quejándose constantemente; al contrario, fue amoroso, considerado y compasivo. También tuvo buen dominio de sí mismo, gran aguante y le entristeció en gran manera la conducta de su pueblo y los juicios que este sufrió. (Jer 8:21.) En realidad, la más que justificada queja contra Judá provino de Jehová. Por consiguiente, Jeremías estaba bajo la obligación de declararla incansablemente, y así lo hizo. También hay que tener presente que Israel era la nación de Dios, estaba en relación de pacto con Él y bajo su Ley, una Ley que habían violado de manera notoria. Como base y fundamento sólido para las denunciaciones de Jeremías, Jehová hizo referencia a la Ley repetidas veces, llamando la atención a la responsabilidad que recaía sobre los príncipes y el pueblo, y detallando cómo la habían quebrantado. Una y otra vez Jehová les recordaba las cosas que a través de su profeta Moisés les había advertido que les sobrevendrían si rehusaban escuchar sus palabras y quebrantaban su pacto. (Le 26; Dt 28.) Valor, aguante, amor. El amor de Jeremías a su pueblo igualó su valor y aguante. Tenía denunciaciones severas y juicios pavorosos que proclamar, sobre todo a los sacerdotes, los profetas, los gobernantes y a los que habían seguido el “proceder popular” y habían desarrollado una “infidelidad duradera”. (Jer 8:5, 6.) Sin embargo, era consciente de que su comisión también incluía ‘edificar y plantar’. (Jer 1:10.) Lloró por la calamidad que iba a sobrevenirle a Jerusalén. (Jer 8:21, 22; 9:1.) El libro de Lamentaciones es una prueba de su amor y preocupación por el nombre y el pueblo de Jehová. A pesar de la actitud traicionera que el cobarde e irresoluto rey Sedequías tuvo hacia Jeremías, este le rogó que obedeciera la voz de Jehová para que no muriese. (Jer 38:4, 5, 19-23.) Por otra parte, Jeremías no se consideraba más justo que los demás, puesto que se incluyó a sí mismo cuando reconoció la iniquidad de la nación. (Jer 14:20, 21.) Después que Nebuzaradán lo liberó, se resistió a abandonar a los exiliados a Babilonia, probablemente porque creía que debía compartir con ellos su suerte o porque deseaba seguir ofreciéndoles ayuda espiritual. (Jer 40:5.) Durante su larga carrera, a veces se sintió desanimado y necesitó el apoyo de Jehová, pero aun en la adversidad no dejó de acudir a Jehová por ayuda. (20.) Asociaciones. Jeremías no se vio abandonado durante los más de cuarenta años de servicio profético. Jehová estuvo con él para librarlo de sus enemigos. (Jer 1:19.) Jeremías se deleitó en la palabra de Jehová. (Jer 15:16.) Evitó relacionarse con aquellos que no le tenían ningún respeto a Dios. (Jer 15:17.) Encontró compañeros idóneos entre quienes pudo hacer una obra de ‘edificar’ (Jer 1:10), a saber, los recabitas, Ébed-mélec y Baruc, por medio de quienes recibió ayuda y fue librado de la muerte. Más de una vez la protección que recibió puso de manifiesto el poder de Jehová. (Jer 26:7-24; 35:1-19; 36:19-26; 38:7-13; 39:11-14; 40:1-5.) Representaciones proféticas. Jeremías representó varios cuadros proféticos ante Jerusalén como símbolos de la condición de esa ciudad y de la calamidad que le sobrevendría. Entre ellos pueden mencionarse la visita a la casa del alfarero (Jer 18:1-11) y el incidente con el cinto que se echó a perder. (Jer 13:1-11.) A Jeremías se le mandó que no se casara, lo que sirvió de advertencia de las “muertes por dolencias” de los hijos que nacerían durante aquellos últimos días de Jerusalén. (Jer 16:1-4.) Rompió un frasco ante los hombres de mayor edad de Jerusalén como símbolo de la inminente destrucción de la ciudad. (Jer 19:1, 2, 10, 11.) Compró un campo al hijo de su tío paterno Hanamel, para indicar que habría una repatriación después de los setenta años de exilio, cuando de nuevo se comprasen campos en Judá. (Jer 32:8-15, 44.) En Tahpanhés (Egipto) escondió piedras grandes en la terraza de ladrillo de la casa de Faraón y profetizó que Nabucodonosor colocaría su trono en aquel mismo lugar. (Jer 43:8-10.) Profeta verdadero. Daniel reconoció a Jeremías como un profeta verdadero de Dios. Por medio de un estudio de las palabras de Jeremías concernientes a los setenta años de exilio, Daniel pudo fortalecer y animar a los judíos en relación con la proximidad de su liberación. (Da 9:1, 2; Jer 29:10.) Esdras llamó la atención al cumplimiento de sus palabras. (Esd 1:1; véase también 2Cr 36:20, 21.) El apóstol Mateo hizo notar el cumplimiento de una de las profecías de Jeremías en los días de la niñez de Jesús. (Mt 2:17, 18; Jer 31:15.) El apóstol Pablo habló de los profetas, entre los que se contaba Jeremías, y en Hebreos 8:8-12 citó de sus escritos. (Jer 31:31-34.) Refiriéndose a estos hombres, el mismo escritor dijo que “el mundo no era digno de ellos”, y que “recibieron testimonio por su fe”. (Heb 11:32, 38, 39.)

 Joel

(Heb.: ------; Gr.: ------.) Sinónimos: ------, ------. Definición / Significado: Jehová Es Dios. 1. Joel, Descendiente de Isacar y cabeza de familia en su tribu. 2. Joel, Levita descendiente de Qohat; era “hijo de Azarías”. 3. Joel, Rubenita. 4. Joel, Cabeza de los gaditas que moraban en Basán. 5. Joel, Hijo primogénito del profeta Samuel. 6. Joel, Uno de los hombres poderosos de David. 7. Joel, Levita guersonita de la casa de Ladán. 8. Joel, Hijo de Pedaya que durante el reinado de David fue príncipe. 9. Joel, Segundo de los doce profetas “menores”, hijo de Petuel. 10. Joel, Levita qohatita; hijo de Azarías. 11. Joel, Uno de los principales simeonitas del tiempo de Ezequías. 12. Joel, Uno de los hijos de Nebo. 13. Joel, Superintendente de los benjamitas. 1. Joel, descendiente de Isacar y cabeza de familia en su tribu. (1Cr 7:1-4.) 2. Joel, levita descendiente de Qohat; era “hijo de Azarías” y antepasado del núm. 5. (1Cr 6:36-38.) 3. Joel, rubenita a cuyo descendiente, Beerah, llevó al destierro el rey asirio Tilgat-pilnéser (Tiglat-piléser III). (1Cr 5:3-10.) 4. Joel, cabeza de los gaditas que moraban en Basán. (1Cr 5:11, 12.) 5. Joel, hijo primogénito del profeta Samuel; descendiente del núm. 2 y padre de Hemán, el cantor levita. (1Cr 6:28, 33, 36; 1Cr 15:17.) Joel y su hermano menor, Abías, habían sido nombrados jueces por su padre, pero su falta de honradez en el desempeño de sus funciones sirvió al pueblo de excusa para pedir un rey humano. (1Sa 8:1-5.) En 1 Crónicas 6:28 el texto masorético, así como ciertas traducciones, dice que “Vasni” era el primogénito de Samuel. Sin embargo, los eruditos suelen concordar en que en el hebreo original constaba “Joel”, y este es el nombre que se ha conservado en la Peshitta siriaca y en la edición de Lagarde de la Versión de los Setenta griega. (Compárese con 1Sa 8:2.) La similitud entre “Joel” y el final de una palabra precedente en el texto (“Samuel”) posiblemente hizo que un escriba omitiese el nombre “Joel” sin darse cuenta. Parece ser que luego confundió la palabra hebrea wehasch·sche·ní, que significa “y el segundo [hijo]”, con el nombre propio “Vasni”, e insertó la letra waw (y) antes del nombre Abías. 6. Joel, uno de los hombres poderosos de David; era hermano de Natán. (1Cr 11:26, 38.) 7. Joel, levita guersonita de la casa de Ladán; era hijo de Jehiel(í). (1 Crónicas 23:7, 8.) Joel, el jefe, y 130 de sus hermanos, se santificaron y ayudaron a llevar el arca del pacto a Jerusalén. (1 Crónicas 15:4, 7, 11-14.) Con el tiempo se designó a Joel y a su hermano Zetam para que se hicieran cargo de la tesorería del santuario. (1Cr 26:21, 22.) 8. Joel, hijo de Pedaya que durante el reinado de David fue príncipe de la sección de Manasés que habitaba al O. del Jordán. (1Cr 27:20-22.) 9. Joel, segundo de los doce profetas “menores” junto con Oseas, Amós, Abdías, Jonás, Miqueas, Nahúm, Habacuc, Sofonías, Ageo, Zacarías, Malaquías. Era hijo de Petuel. (Joe 1:1.). No se sabe casi nada de la vida de este profeta. Sus referencias a Judá, Jerusalén y la casa de Jehová permiten deducir que profetizó en Judá y quizás residió en Jerusalén (Joe 1:9, 14; Joe 2:17, 32; Joe 3:1, 2, 16-20). El hecho de que haga mención de la “llanura baja de Jehosafat” (Joe 3:2, 12) da a entender que escribió su libro después de la gran victoria de Jehová a favor de Jehosafat, pero el período exacto de su escritura es incierto. Escritos: Escritor del libro que lleva su nombre Joel. 10. Joel, levita qohatita; hijo de Azarías. En el primer año de Ezequías, Joel ayudó a llevar al valle de Cedrón los objetos inmundos que los sacerdotes habían sacado del templo. (2Cr 29:1, 3, 12, 15, 16.) 11. Joel, uno de los principales simeonitas que en el tiempo de Ezequías se apoderaron de la tierra de ciertos camitas y los meunim para aumentar sus pastos. (1Cr 4:24, 35, 38-41.) 12. Joel, uno de los hijos de Nebo que despidieron a sus esposas e hijos extranjeros en el tiempo de Esdras. (Esd 10:43, 44.) 13. Joel, superintendente de los benjamitas que residían en Jerusalén durante el mandato de Nehemías; era hijo de Zicrí. (Ne 11:4, 7-9.)

 Jonas

(Heb.: ------; Gr.: ------.) Sinónimos: ------, ------. Definición / Significado: Paloma. 1. Jonás, Quinto de los doce profetas “menores”. 2. Jonás - (Juan 2), Padre de los apóstoles Pedro y Andrés. 1. Jonás, Quinto de los doce profetas “menores” junto con Oseas, Joel, Amós, Abdías, Miqueas, Nahúm, Habacuc, Sofonías, Ageo, Zacarías, Malaquías. “Hijo de Amitai”; profeta de Jehová de Gat-héfer (2Re 14:25), ciudad limítrofe del territorio de Zabulón. (Jos 19:10, 13.) En cumplimiento de la palabra de Jehová hablada por medio de Jonás, el rey Jeroboán II de Israel tuvo éxito en restablecer “el límite de Israel, desde el punto de entrada de Hamat hasta el mismo mar del Arabá [el mar Salado]”. (2Re 14:23-25; compárese con Dt 3:17.) De modo que al parecer Jonás fue profeta en el reino de diez tribus durante el reinado de Jeroboán II. Es la misma persona a quien Jehová comisionó para proclamar juicio contra Nínive (Jon 1:1, 2), así que también es el escritor del libro que lleva su nombre. En lugar de cumplir con su asignación de predicar a los ninivitas, Jonás decidió huir de ella. En el puerto de Jope consiguió un pasaje en una nave que se dirigía a Tarsis (que por lo general se relaciona con España), a más de 3.500 Km. al O. de Nínive. (Jon 1:1-3; Jon 4:2.) Después de embarcar, Jonás se durmió profundamente en las “partes más recónditas” del barco. Mientras tanto, los marineros se enfrentaron a un viento tempestuoso enviado por Dios que amenazaba con destrozar la nave. Clamaron a sus dioses por ayuda y arrojaron objetos por la borda para aligerar la nave. El capitán de la nave despertó a Jonás, instándole a que también invocase a su “dios”. Finalmente los marineros echaron suertes para determinar por culpa de quién se había originado la tormenta. Jehová hizo que la suerte identificase a Jonás. Cuando se le preguntó, confesó que había sido infiel a su comisión y, como no deseaba que otros perecieran por su culpa, pidió que le arrojasen al mar. Una vez que fracasaron todos los esfuerzos por volver a tierra, los marineros le hicieron a Jonás según su palabra y el mar detuvo su furia. (Jon 1:4-15.) Cuando se hundió en el agua, se le envolvieron algas marinas alrededor de la cabeza. Por fin cesó su sensación de ahogo, y se halló dentro de un gran pez. Jonás oró a Jehová glorificándole como salvador y prometiéndole pagar lo que había prometido en voto. Al tercer día el pez vomitó al profeta en tierra seca. (Jon 1:17–2:10.) Escritos: Escritor del libro que lleva su nombre Jonás. 2. Jonás - (Juan 2), Padre de los apóstoles Pedro y Andrés (Mt 16:17; Jn 1:40-42); también llamado Juan en algunos manuscritos en Juan 1:42; Juan 21:15-17.

 Josias

(Heb.: ------; Gr.: ------.) Sinónimos: ------, ------. Definición / Significado: si guarda relación con una raíz árabe, Que Jehová Sane; Jehová Ha Sanado. 1. Josías, Hijo de Amón, rey de Judá. 2. Josías - (Hen), Hijo de Sofonías. 1. Josías, Hijo de Amón [y nieto del inicuo rey Manasés], rey de Judá, y de Jedidá, hija de Adaya. (2Re 22:1.) Tuvo al menos dos esposas: Hamutal y Zebidá. (2Re 23:31, 34, 36.) De sus cuatro hijos mencionados en la Biblia, únicamente el primogénito, Johanán, no reinó en Judá. (1Cr 3:14, 15.) Después del asesinato de su padre y la ejecución de los conspiradores, Josías ocupó el trono de Judá a la edad de ocho años. (2Re 21:23, 24, 26; 2Cr 33:25.) Unos seis años después, Zebidá dio a luz a Jehoiaquim, el segundo hijo de Josías. (2Re 22:1; 2Re 23:36.) En el octavo año de su reinado [Josías tenía como unos 15 años], Josías se interesó en conocer la voluntad de Jehová y llevarla a cabo. (2Cr 34:3.) Fue por ese tiempo cuando nació Jehoacaz (Salum), el hijo de Josías y de Hamutal. (2Re 22:1; 2Re 23:31; Jer 22:11.) En el duodécimo año de su reinado, Josías empezó una campaña contra la idolatría, que debió extenderse hasta el año decimoctavo de su gobernación. Se derribaron los altares de la adoración falsa y se quemaron huesos humanos sobre ellos a fin de profanarlos. También se destruyeron los postes sagrados, las imágenes esculpidas y las estatuas fundidas. Josías llevó esta campaña hasta la parte septentrional de lo que en un tiempo había sido el territorio del reino de diez tribus, pero que más tarde había quedado desolado debido a la conquista asiria y al consiguiente exilio. (2Cr 34:3-8.) Es evidente que las denunciaciones de la idolatría que hicieron Sofonías y Jeremías tuvieron buen efecto. (Jer 1:1, 2; Jer 3:6-10; Sof 1:1-6.) Una vez que el rey Josías limpió la tierra de Judá y en el transcurso de la reparación del templo de Jehová, el sumo sacerdote Hilquías halló el “libro de la ley de Jehová por la mano de Moisés”, que debió ser el original escrito por Moisés. Safán, el secretario al que Hilquías había confiado este sensacional hallazgo, informó a Josías del progreso de la obra de reparación del templo y después le leyó el libro. Después que este fiel rey escuchó la palabra de Dios, rasgó sus vestiduras e inmediatamente comisionó a una delegación de cinco hombres para inquirir de Jehová a su favor y a favor del pueblo. La delegación acudió a la profetisa Huldá, que entonces moraba en Jerusalén, y volvió con el siguiente informe: ‘Vendrá calamidad como consecuencia de la desobediencia a la ley de Jehová. Pero debido a que tú, rey Josías, te humillaste, serás recogido a tu cementerio en paz y no verás calamidad’. (2Re 22:3-20; 2Cr 34:8-28) Posteriormente, Josías reunió a todo el pueblo de Judá y Jerusalén, a los ancianos, los sacerdotes y los profetas, y les leyó la ley de Dios, después de lo cual celebraron un pacto de fidelidad ante Jehová. Más tarde, se llevó a cabo una segunda campaña en contra de la idolatría, que debió ser aún más intensa que la primera. Los sacerdotes de dioses extranjeros que estaban en Judá y Jerusalén se quedaron sin ocupación, y a los sacerdotes levitas que habían participado en la adoración falsa en los lugares altos, se les privó del privilegio de servir en el altar de Jehová. Los lugares altos que se habían edificado siglos antes, durante el reinado de Salomón, quedaron completamente inservibles para la adoración. Josías además demolió el altar que había edificado en Betel Jeroboán, el rey de Israel, con lo que se cumplió una profecía pronunciada unos trescientos años antes por un hombre de Dios cuyo nombre no se menciona. No solo se eliminaron los lugares altos de Betel, sino también de otras ciudades de Samaria, y se sacrificó a los sacerdotes idolátricos sobre los altares donde ellos habían oficiado. (1Re 13:1, 2; 2Re 23:4-20; 2Cr 34:33.) En el transcurso del año decimoctavo de su reinado, Josías hizo los preparativos para celebrar la Pascua el 14 de Nisán. No se había celebrado una Pascua como esa desde los días del profeta Samuel. Josías mismo contribuyó 30.000 víctimas pascuales y 3.000 reses vacunas. (2Re 23:21-23; 2Cr 35:1-19.) Unos cuatro años después, Josías y su esposa Hamutal llegaron a ser padres de Matanías, también conocido por Sedequías. (2Re 22:1; 2Re 23:31, 34, 36; 2Re 24:8, 17, 18.) Hacia el fin del reinado de treinta y un años de Josías (659-629 a. E.C.), el faraón Nekó planea pasar por Judá para interceptar a los ejércitos de Babilonia y ayudar al rey de Asiria en Carquemis, junto al río Éufrates, Josías sale para guerrear con el egipcio. Nekó envía mensajeros que le dicen: “Guárdate de hacerlo por tu propio bien a causa de Dios, que está conmigo, y no dejes que él te arruine”. Por una razón que no se revela en la Biblia, el rey Josías “no escuchó las palabras de Nekó procedentes de la boca de Dios”, Josías se disfraza y trata de hacer retroceder a los egipcios en Meguidó (2 Crónicas 35:20-22), pero fue herido mortalmente en el intento. Se le llevó a Jerusalén en un carro de guerra y murió en camino o al llegar a la ciudad. Su muerte causó mucho pesar entre sus súbditos. “Todo Judá y Jerusalén estuvieron de duelo por Josías. Y Jeremías se puso a salmodiar por Josías; y todos los cantores y las cantoras siguen hablando de Josías en sus endechas hasta hoy.” (2Cr 35:20-25; 2Re 23:29, 30.) Sí, Josías cometió un lamentable error al pelear contra los egipcios (Salmo 130:3). No obstante, su humildad y su firmeza a favor de la adoración verdadera le granjearon la aprobación de Dios. Qué bien ilustra la vida de Josías el hecho de que Jehová muestra favor a sus siervos devotos de corazón humilde (Proverbios 3:34; Santiago 4:6). Aunque tres de los hijos de Josías y uno de sus nietos reinaron sobre Judá, ninguno de ellos imitó su buen ejemplo volviéndose a Jehová con todo su corazón, alma y fuerza vital. (2Re 23:24, 25, 31, 32, 36, 37; 2Re 24:8, 9, 18, 19.) Este hecho viene a demostrar que, si bien Josías había quitado los accesorios externos de idolatría, la gente, en general, no se había vuelto a Jehová con un corazón completo. Por consiguiente, la calamidad futura era inevitable. (Compárese con 2Re 23:26, 27; Jer 35:1, Jer 35:13-17; Jer 44:15-18.) 2. Josías - (Hen), “Hijo de Sofonías” (no el profeta) que residía en Jerusalén después del exilio babilonio; Se le menciona con relación a la “magnífica corona” que había de colocarse sobre la cabeza de Josué, el sumo sacerdote, y que más tarde pasaría a ser posesión de Hen y otros tres hombres como memoria en el templo de Jehová. (Zac 6:11, 14). Probablemente era la misma persona que Hen (Favor; Benevolencia) (Zac 6:10, 14.) Entre las diversas opiniones sobre el nombre Hen figuran: 1) que es un nombre propio, 2) que es una abreviatura o deformación del nombre Josías y 3) que se trata de un nombre común. La versión siriaca contiene el nombre Josías tanto en Zacarías 6:10 como en 6:14, y lo mismo hacen varias versiones modernas (FS, NBE, VP). Aunque la Biblia de Jerusalén presenta en Zacarías 6:14 la lectura “el hijo de Sefanías”, una nota al pie ofrece como lecturas alternativas: “para la gracia del hijo (o: para Jen, hijo) de Sefanías”. La forma “Hen”, que aparece en la Traducción del Nuevo Mundo y otras, se basa en el texto masorético.

 Josue

(Heb.: Jehoshúa; Gr.: I·e·sóu, “Jesús”.) Sinónimos: Hosea, forma abreviada de Jehosúa. Definición / Significado: “Jehová Es Salvación”. 1. Josué - (Hosea 1 - Jehosúa), Hijo de Nun; efraimita que sirvió a Moisés. 2. Josué, Propietario de un campo en Bet-semes. 3. Josué, Jefe de Jerusalén del tiempo del rey Josías. 4. Josué - (Jesúa), Hijo de Jehozadaq. 1. Josué - (Hosea - Jehosúa), Hijo de Nun; efraimita que sirvió a Moisés y más tarde fue nombrado su sucesor. (Éx 33:11; Dt 34:9; Jos 1:1, 2.) Las Escrituras describen a Josué como un caudillo denodado e impávido, convencido de la veracidad de las promesas de Jehová, obediente a la dirección divina y resuelto a servir fielmente a Jehová. Originalmente su nombre era Hosea, pero Moisés le llamó Josué o Jehosúa. (Nú 13:8, 16.) Sin embargo, el registro bíblico no revela exactamente cuándo se le cambió el nombre a Josué. Escritos: Escritor del libro que lleva su nombre Josué. Seguir Leyendo . . . 2. Josué, Propietario de un campo en Bet-semes donde se depositó y expuso el Arca sagrada después que los filisteos la devolvieron. (1Sa 6:14, 18.) 3. Josué, Jefe de Jerusalén del tiempo del rey Josías. Parece que los lugares altos de adoración falsa estaban ubicados cerca de la residencia de Josué, pero Josías los demolió. (2Re 23:8.) 4. Josué - (Jesúa), Hijo de Jehozadaq y nieto de Seraya. El primer sumo sacerdote que sirvió a los israelitas repatriados después de su regreso del exilio en Babilonia. (Ag 1:1, 12, 14; Ag 2:2-4; Zac 3:1-9; Zac 6:11.) En los libros bíblicos de Esdras y Nehemías se le llama Jesúa (Esd 3:8; Ne 12:26; 1Cr 6:14) y pertenecía a la casa de Eleazar.
Josue mas informacion
(Heb.: Jehoshúa; Gr.: I·e·sóu, “Jesús”.) Sinónimos: Hosea, forma abreviada de Jehosúa. Definición / Significado: “Jehová Es Salvación”. Lidera la lucha contra los amalequitas. En 1513 a. E.C., cuando los israelitas estaban acampados en Refidim, poco después de ser liberados milagrosamente de la fuerza militar egipcia en el mar Rojo, los amalequitas los atacaron sin que hubiese mediado provocación alguna. Moisés nombró a Josué comandante en la lucha contra ese pueblo. Con la buena dirección de Josué y el apoyo divino, los israelitas vencieron al enemigo. Después Jehová decretó que a su debido tiempo los amalequitas deberían ser completamente aniquilados y dio orden a Moisés de que lo pusiera por escrito y se lo informara a Josué. (Éx 17:8-16.) Servidor de Moisés. Después, en el monte Sinaí, es probable que Josué, como servidor de Moisés, fuese uno de los setenta hombres de mayor edad que tuvieron el privilegio de presenciar una visión magnífica de la gloria de Jehová. Más tarde, acompañó a Moisés parte del camino hacia el monte Sinaí, pero no parece que entrara en la nube, ya que solo se le mandó a Moisés que lo hiciese. (Éx 24:9-18.) Tanto él como Moisés permanecieron en el monte Sinaí cuarenta días y cuarenta noches. Al final de este período, mientras descendía del monte Sinaí con Moisés, Josué tomó por un “ruido de batalla” el canto de Israel relacionado con su adoración idolátrica del becerro. Sin duda compartió la indignación de Moisés cuando vio el becerro de oro y quizás hasta le ayudó a destruirlo. (Éx 32:15-20.) Al participar en el culto de becerros, los israelitas quebrantaron el pacto solemne que habían hecho con Jehová Dios. Este pudo ser el motivo por el que Moisés sacó su tienda (la “tienda de reunión”) de la zona donde acampaba el pueblo, ya que Jehová todavía no les había perdonado su pecado y por lo tanto ya no estaba en medio de Israel. Quizás para evitar que los israelitas entraran en la tienda de reunión en condición inmunda, Josué permanecía allí cada vez que Moisés iba al campamento israelita. (Éx 33:7-11; Éx 34:9.) Posteriormente, cuando debido a las murmuraciones del pueblo Moisés sintió que su carga era demasiado pesada, Jehová le mandó que escogiese 70 ancianos para ayudarle. Estos ancianos tenían que ir a la tienda de reunión, pero dos de ellos, Eldad y Medad, debieron tener alguna razón para quedarse en el campamento. Cuando el espíritu de Dios vino sobre las 68 personas congregadas en la tienda de reunión, Eldad y Medad también empezaron a comportarse como profetas en el campamento. Rápidamente se lo informaron a Moisés. Josué, sintiendo celos por su señor, instó a Moisés a que los detuviera. Ya que Eldad y Medad al parecer habían recibido el espíritu sin la mediación de Moisés, Josué debió pensar que esto restaba autoridad a su señor. Pero Moisés corrigió a Josué diciéndole: “¡Quisiera yo que todo el pueblo de Jehová fueran profetas, porque Jehová pondría su espíritu sobre ellos!”. (Nú 11:10-29; compárese con Mr 9:38, 39.) Espía la Tierra Prometida. Cierto tiempo después, los israelitas acamparon en el desierto de Parán. Desde allí Moisés envió a doce hombres a espiar la Tierra Prometida, entre los que se hallaba Josué (Hosea o Jehosúa). Cuarenta días más tarde, únicamente Josué y Caleb presentaron un buen informe. Los otros diez espías descorazonaron al pueblo, aduciendo que Israel nunca podría derrotar a los poderosos habitantes de Canaán, lo que dio lugar a toda clase de murmuraciones en el campamento. Josué y Caleb rasgaron sus vestiduras e intentaron aquietar los temores del pueblo, advirtiéndole que no se rebelase. Pero sus valerosas palabras, que reflejaban completa confianza en el poder de Jehová para cumplir su palabra, fueron en vano. De hecho, “toda la asamblea habló de lapidarlos”. (Nú 13:2, 3, 8, 16, 25–14:10.) Debido a su rebelión, Jehová sentenció a los israelitas a vagar por el desierto cuarenta años, hasta que murieran todos los varones registrados de veinte años de edad para arriba (sin incluir a los levitas, que no fueron registrados para deberes militares como los otros israelitas; Nú 1:2, 3, 47). Los únicos varones registrados que entrarían en la Tierra Prometida serían Josué y Caleb, mientras que los diez espías infieles morirían por un azote de parte de Jehová. (Nú 14:27-38; compárese con Nú 26:65; 32:11, 12.) Nombrado sucesor de Moisés. Hacia el fin del período durante el que Israel anduvo errante por el desierto, Moisés y Aarón también perdieron el privilegio de entrar en la Tierra Prometida por no santificar a Jehová cuando proveyó agua milagrosamente en Qadés. (Nú 20:1-13.) Por lo tanto, Jehová mandó a Moisés que nombrara a Josué como su sucesor. Delante del nuevo sumo sacerdote, Eleazar, el hijo de Aarón, y ante la asamblea de Israel, Moisés colocó sus manos sobre Josué. Aunque se le nombró sucesor de Moisés, Josué no sería semejante a él en el aspecto de conocer a Jehová “cara a cara”. No se pasó a Josué toda la dignidad de Moisés, sino solo la que necesitaría para tener el respeto de la nación. En lugar de la comunicación tan directa de la que Moisés había podido disfrutar con Jehová, como si fuera “cara a cara”, Josué tenía que consultar al sumo sacerdote, a quien se le había confiado el Urim y el Tumim, mediante los cuales se podía averiguar la voluntad divina. (Nú 27:18-23; Dt 1:37, 38; 31:3; 34:9, 10.) Por mandato divino, Moisés le dio ciertas instrucciones y estímulo a Josué para que desempeñase su comisión con toda fidelidad. (Dt 3:21, 22, 28; 31:7, 8.) Cuando estuviese cerca el tiempo de su muerte, Moisés tendría que colocarse junto con Josué en la tienda de reunión. Allí Jehová comisionaría a Josué y confirmaría el nombramiento que con anterioridad había hecho Moisés cuando le había impuesto las manos. (Dt 31:14, 15, 23.) Más tarde, Josué participó de algún modo en escribir y enseñar a los israelitas la canción que Moisés había recibido por inspiración. (Dt 31:19; 32:44.) Las actividades del sucesor de Moisés. Después de la muerte de Moisés, Josué se preparó para entrar en la Tierra Prometida. Mandó oficiales con el fin de que dieran instrucciones a los israelitas de que se prepararan para cruzar el Jordán al cabo de tres días; a los gaditas, los rubenitas y la media tribu de Manasés les recordó su obligación de ayudar en la conquista de la tierra, y envió dos hombres a explorar Jericó y las cercanías. (Jos 1:1–2:1.) Cuando los dos espías regresaron, los israelitas partieron de Sitim y acamparon cerca del Jordán. Al día siguiente, Jehová detuvo milagrosamente el Jordán, lo que permitió que la nación cruzase en terreno seco. Para conmemorar este suceso, Josué colocó doce piedras en medio del lecho del río y doce en Guilgal, el primer campamento de Israel al O. del Jordán. También hizo cuchillos de pedernal para circuncidar a todos los varones israelitas que nacieron en el desierto. De ese modo, unos cuatro días después ya estaban en condición apta para observar la Pascua. (Jos 2:23–5:11.) Después, mientras estaban cerca de Jericó, Josué se encontró con un príncipe angélico, de quien recibió instrucciones en cuanto al procedimiento que debían seguir para tomar aquella ciudad. Josué actuó en consecuencia, y después de dar a Jericó por entero a la destrucción, pronunció una maldición profética sobre su futuro reedificador, predicción que se cumplió más de quinientos años después. (Jos 5:13–6:26; 1Re 16:34.) Luego subió contra Hai. Al principio las fuerzas israelitas, compuestas por unos 3.000 hombres, fueron derrotadas, pues Jehová había retirado su ayuda debido a la desobediencia de Acán al apropiarse de parte del despojo de Jericó. Después que el pueblo lapidó a Acán y su casa por su pecado, Josué tendió una emboscada a las fuerzas de Hai y redujo la ciudad a un montículo desolado. (Jos 7:1–8:29.) Hecho esto, toda la congregación de Israel, sus mujeres, niños y residentes forasteros, fueron a las cercanías del monte Ebal. Josué edificó allí un altar según las especificaciones de la Ley. La mitad de la congregación se puso de pie enfrente del monte Guerizim y la otra mitad enfrente del monte Ebal, y Josué les leyó la “ley, la bendición y la invocación de mal”. “Resultó que no hubo ni una sola palabra de todo lo que Moisés había mandado que Josué no leyera en voz alta.” (Jos 8:30-35.) Cuando volvieron a su campamento en Guilgal, Josué y los principales de Israel recibieron la visita de unos mensajeros gabaonitas. Como reconocieron que Jehová luchaba por los israelitas, los gabaonitas se valieron de un ardid para conseguir celebrar un pacto de paz con Josué. Sin embargo, una vez que se descubrió el engaño, Josué los hizo esclavos. La noticia de lo que habían hecho los gabaonitas llegó hasta Adoni-zédeq, el rey de Jerusalén, quien, junto con otros cuatro reyes cananeos, emprendió una expedición punitiva contra ellos. En respuesta al llamamiento por ayuda de los gabaonitas, Josué partió de Guilgal y anduvo toda la noche. Jehová luchó a favor de Israel en defensa de los gabaonitas, y así demostró que no desaprobaba el pacto que se había hecho anteriormente con ellos. Una granizada milagrosa ocasionó más bajas enemigas que la propia guerra. Jehová incluso escuchó la voz de Josué y prolongó las horas de luz de ese día para completar la victoria. (Jos 9:3–10:14.) Después de esta victoria concedida por Dios, Josué prosiguió con la captura de Maquedá, Libná, Lakís, Eglón, Hebrón y Debir, y así quebrantó el poder de los cananeos en las regiones meridionales. Luego, los reyes cananeos del N., acaudillados por Jabín, el rey de Hazor, reunieron sus fuerzas en las aguas de Merom para luchar contra Israel. Aunque Josué se enfrentaba con caballos y carros, Dios le animó para que no cediera al temor. Jehová volvió a conceder la victoria a los israelitas. Josué, siguiendo instrucciones, desjarretó los caballos, quemó los carros del enemigo e incendió la ciudad de Hazor. (Jos 10:16–11:23.) De este modo, en un período de unos seis años (compárese con Nú 10:11; 13:2, 6; 14:34-38; Jos 14:6-10), derrotó a treinta y un reyes y subyugó grandes secciones de la Tierra Prometida. (Jos 12:7-24.) Había llegado el tiempo para distribuir a cada tribu una parte de la tierra. La distribución empezó en Guilgal bajo la supervisión de Josué, del sumo sacerdote Eleazar y de otros diez representantes nombrados por Dios. (Jos 13:7; 14:1, 2, 6; Nú 34:17-29.) Cuando se situó el tabernáculo en Siló, se continuó repartiendo la tierra por suertes desde allí. (Jos 18:1, 8-10.) Josué recibió la ciudad de Timnat-sérah, en la región montañosa de Efraín. (Jos 19:49, 50.) Advertencia final a los israelitas y muerte. Hacia el final de su vida, Josué reunió a los ancianos de Israel, cabezas, jueces y oficiales, para aconsejarles que sirvieran a Jehová fielmente y prevenirles de las consecuencias de la desobediencia. (Jos 23:1-16.) También reunió a toda la congregación de Israel, repasó la relación que Jehová había mantenido con sus antepasados y con la nación, y les instó a que sirvieran a Jehová. Josué dijo: “Ahora, si es malo a sus ojos servir a Jehová, escójanse hoy a quién quieren servir, si a los dioses a quienes sirvieron sus antepasados que estaban al otro lado del Río, o a los dioses de los amorreos en cuya tierra están morando. Pero en cuanto a mí y a mi casa, nosotros serviremos a Jehová”. (Jos 24:1-15.) A continuación los israelitas reafirmaron su pacto de obediencia a Jehová. (Jos 24:16-28.) Josué murió a la edad de ciento diez años, y fue enterrado en Timnat-sérah. Su lealtad inquebrantable a Jehová tuvo un buen efecto, pues “Israel continuó sirviendo a Jehová todos los días de Josué y todos los días de los ancianos que extendieron sus días después de Josué”. (Jos 24:29-31; Jue 2:7-9.)
Juan
(Heb.: ------; Gr.: ------.) Sinónimos: equivalente en español del nombre Jehohanán. Definición / Significado: significa: Jehová Ha Mostrado Favor; Jehová Ha Sido Benévolo. 1. Juan, el Bautista. 2. Juan - (Jonás), Padre del apóstol Simón Pedro. 3. Juan, El apóstol, hijo de Zebedeo y hermano del apóstol Santiago. 4. Juan Marcos, el evangelista. Uno de los discípulos de Jesús. 5. Juan, Gobernante judío. 1. Juan el Bautista, hijo de Zacarías y Elisabet; fue el precursor de Jesús. Tanto el padre como la madre de Juan pertenecían a la casa sacerdotal de Aarón. Zacarías era un sacerdote de la división de Abías. (Lu 1:5, 6.) Nacimiento milagroso. En el año 3 a. E.C., durante el tiempo de servicio asignado a la división de Abías, le llegó el turno a Zacarías de disfrutar del excepcional privilegio de ofrecer incienso en el santuario. Mientras estaba de pie ante el altar de incienso, se le apareció el ángel Gabriel con el anuncio de que tendría un hijo que se habría de llamar Juan. Este hijo sería nazareo toda su vida, como Sansón. Llegaría a ser grande a los ojos de Jehová e iría delante de Él “para alistar para Jehová un pueblo preparado”. El nacimiento de Juan se debería a un milagro de Dios, ya que Zacarías y Elisabet eran de edad avanzada. (Lu 1:7-17.) Mientras Elisabet estaba en su sexto mes de embarazo, recibió la visita de su parientaAF, BR, Esc, FF, PNT, TNV, UN, Vi) leen en Lucas 1:36 que Elisabet (Isabel) era prima (syg·gue·nís) de María. No obstante, se entiende que esta palabra griega es una forma peculiar del término syg·gue·nes, que muchas versiones traducen por “pariente”.')" onmouseout="writetxt(0)">* María, que para entonces se hallaba encinta por obra del espíritu santo. Tan pronto como Elisabet oyó el saludo de su parienta, el niño que estaba en su matriz saltó, y ella, llena de espíritu santo, reconoció al niño que nacería de María como su “Señor”. (Lu 1:26, 36, 39-45.) Cuando nació el hijo de Elisabet, los vecinos y parientes querían llamarlo por el nombre de su padre, pero ella dijo: “¡No, por cierto!, sino que será llamado Juan”. Luego le preguntaron a su padre cómo quería que se llamase el niño. Como había dicho el ángel, Zacarías no había podido hablar desde que Gabriel le hizo el anuncio, de modo que escribió en una tablilla: “Juan es su nombre”. A continuación la boca de Zacarías se abrió y empezó a hablar. Al ver esto, todos reconocieron que la mano de Jehová estaba con el niño. (Lu 1:18-20, 57-66.) Principio de su ministerio. Juan pasó los primeros años de su vida en la serranía de Judea, donde vivían sus padres. “Siguió creciendo y haciéndose fuerte en espíritu, y continuó en los desiertos áridos hasta el día de mostrarse abiertamente a Israel.” (Lu 1:39, 80.) Según Lucas, Juan inició su ministerio en el año decimoquinto del reinado de Tiberio César. Para entonces, tendría unos treinta años de edad. Aunque no hay registro de que participase en el servicio sacerdotal en el templo, esa era la edad en la que los sacerdotes emprendían de lleno sus deberes. (Nú 4:2, 3.) Augusto murió el 17 de agosto del año 14 E.C., y el senado romano nombró emperador a Tiberio el 15 de septiembre del mismo año. Por lo tanto, su decimoquinto año abarcaría desde finales del año 28 E.C. hasta agosto o septiembre del año 29 E.C. Dado que Jesús se presentó para bautizarse en el otoño (también hacia los treinta años de edad), Juan, que era seis meses mayor, debió comenzar su ministerio en la primavera de 29 E.C. (Lu 3:1-3, 23.) Juan dio comienzo a su predicación en el desierto de Judea diciendo: “Arrepiéntanse, porque el reino de los cielos se ha acercado”. (Mt 3:1, 2.) Llevaba ropa de pelo de camello y un cinturón de cuero alrededor de sus lomos, una vestidura semejante a la del profeta Elías. El alimento de Juan consistía en langostas (saltamontes) y miel silvestre. (2Re 1:8; Mt 3:4; Mr 1:6.) Era un maestro, de modo que sus discípulos le llamaban “Rabí”. (Jn 3:26.) Propósito de su obra. Juan predicó el bautismo para perdón de pecados para aquellos que se arrepintiesen, y limitó su bautismo a los judíos y prosélitos de la religión judía. (Mr 1:1-5; Hch 13:24.) El que se enviase a Juan fue muestra de la bondad de Dios para con los judíos. Ellos estaban en una relación de pacto con Jehová, pero eran culpables de pecados cometidos contra el pacto de la Ley. Juan les mostró que habían roto el pacto, e instó a los de corazón honrado a que se arrepintieran. Su bautismo en agua simbolizaba este arrepentimiento y fue el primer paso para que reconocieran al Mesías. (Hch 19:4.) A Juan acudieron toda clase de personas para ser bautizadas, entre ellas prostitutas y recaudadores de impuestos (Mt 21:32), así como fariseos y saduceos, contra quienes Juan dirigió un mensaje severísimo del juicio que se avecinaba. No los perdonó, sino que les llamó “prole de víboras” y les mostró que su confianza en que eran descendientes de Abrahán no tenía ningún valor. (Mt 3:7-12.) Juan enseñaba a los que acudían a él a que compartieran sus bienes, a no cometer extorsión, a estar satisfechos con lo que tenían y a no hostigar a nadie. (Lu 3:10-14.) También enseñó a sus seguidores bautizados a orar a Dios. (Lu 11:1.) En aquel tiempo “el pueblo [estaba] en expectación, y todos [razonaban] en sus corazones acerca de Juan: ‘¿Acaso será él el Cristo?’”. Juan negó serlo, y declaró que el que llegaría después de él sería mucho mayor. (Lu 3:15-17.) Cuando los sacerdotes y los levitas hablaron con él en Betania, al otro lado del Jordán, y le preguntaron si era Elías o “El Profeta”, él confesó que no lo era. (Jn 1:19-28.) Aunque Juan no hizo milagros como Elías (Jn 10:40-42), vino con el espíritu y poder de aquel profeta. Llevó a cabo una obra poderosa al “volver los corazones de padres a hijos, y los desobedientes a la sabiduría práctica de los justos”. Cumplió el propósito para el que se le había enviado: “Alistar para Jehová un pueblo preparado”. En efecto, a ‘muchos de los hijos de Israel los volvió a Jehová su Dios’. (Lu 1:16, 17.) Fue el precursor del representante de Jehová: Jesucristo. Juan presenta al “Cordero de Dios”. En el otoño de 29 E.C., Jesús fue a Juan para ser bautizado. Al principio, Juan objetó, consciente de que era pecador y de la justicia de Jesús, pero este insistió. Dios le había prometido a Juan una señal que le permitiese identificar al Hijo de Dios. (Mt 3:13; Mr 1:9; Lu 3:21; Jn 1:33.) Cuando Jesús fue bautizado, se cumplió la señal: Juan vio el espíritu de Dios descender sobre Jesús y oyó la propia voz de Dios reconocerle como su Hijo. Por lo visto, nadie más estuvo presente en aquel acto. (Mt 3:16, 17; Mr 1:9-11; Jn 1:32-34; Jn 5:31, 37.) Jesús estuvo en el desierto durante unos cuarenta días después de su bautismo. A su regreso, Juan señaló a Jesús ante sus discípulos como “el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo”. (Jn 1:29.) Al día siguiente, Andrés y otro discípulo, probablemente Juan el hijo de Zebedeo, fueron presentados al Hijo de Dios. (Jn 1:35-40.) De ese modo, Juan el Bautista, como “portero” fiel del “aprisco” israelita, empezó a ceder sus discípulos al “pastor excelente”. (Jn 10:1-3, 11.) Mientras los discípulos de Jesús bautizaban en el país de Judea, Juan bautizaba en Enón, cerca de Salim. (Jn 3:22-24.) Por entonces le informaron que Jesús estaba haciendo muchos discípulos, pero Juan no tuvo celos, sino que respondió: “Este gozo mío se ha hecho pleno. Aquel tiene que seguir aumentando, pero yo tengo que seguir menguando”. (Jn 3:26-30.) Últimos días de su ministerio. Esta declaración de Juan quedaría confirmada. Después de un año o más de ministerio activo, fue apartado a la fuerza de su campo de actividad. Herodes Antipas lo encarceló porque Juan había censurado su matrimonio adúltero con Herodías, la mujer que había arrebatado a su hermano Filipo. Antipas, que era un judío prosélito nominal y estaba obligado a cumplir la Ley, temía a Juan, pues sabía que era un varón justo. (Mr 6:17-20; Lu 3:19, 20.) Mientras se hallaba en prisión, Juan oyó de las obras poderosas de Jesús y que hasta había resucitado al hijo de una viuda en Naín. Deseando que Jesús mismo se lo confirmase, envió a dos de sus discípulos para que le preguntaran: “¿Eres tú Aquel Que Viene, o hemos de esperar a uno diferente?”. Jesús no contestó directamente, sino que, ante los discípulos de Juan, sanó a muchas personas, e incluso expulsó demonios. Luego les dijo que le informasen que los ciegos, los sordos y los cojos eran sanados, y que las buenas nuevas se estaban predicando. Así que el testimonio de las obras de Jesús, no simples palabras, confortó a Juan y le dio la seguridad de que Jesús era verdaderamente el Mesías (Cristo). (Mt 11:2-6; Lu 7:18-23.) Después de que se marcharon los mensajeros de Juan, Jesús reveló a las muchedumbres que Juan era más que un profeta; de hecho, era aquel de quien había escrito Malaquías, el profeta de Jehová. También aplicó a Juan la profecía de Isaías 40:3, como previamente había hecho Zacarías, el padre de Juan. (Mal 3:1; Mt 11:7-10; Lu 1:67, 76; Lu 7:24-27.) Jesucristo también explicó a sus discípulos que la venida de Juan cumplía la profecía de Malaquías 4:5, 6 en la que se anunciaba que Dios enviaría a Elías el profeta antes de la venida del día de Jehová, grande e inspirador de temor. Sin embargo, a pesar de la importancia que tuvo Juan (“Entre los nacidos de mujer no ha sido levantado uno mayor que Juan el Bautista”), no llegaría a formar parte de la clase de la “novia” que participaría con Cristo en su Reino celestial (Rev 21:9-11; Rev 22:3-5), pues Jesús dijo: “El que sea de los menores en el reino de los cielos es mayor que él”. (Mt 11:11-15; Mt 17:10-13; Lu 7:28-30.) Jesús también implícitamente defendió a Juan contra la acusación de que tenía demonio. (Mt 11:16-19; Lu 7:31-35.) Algún tiempo después, Herodías desató su furia contra Juan. Durante la celebración del cumpleaños de Herodes, la hija de Herodías deleitó a Herodes con su danza, de tal modo que juró darle cualquier cosa que pidiese. Influida por su madre, pidió la cabeza de Juan. Herodes, obligado por su juramento y debido a los que estaban presentes, accedió a su petición. Juan fue decapitado en prisión y su cabeza le fue entregada a la muchacha en una bandeja, que llevó a su madre. Más tarde, los discípulos de Juan se llevaron su cuerpo y lo enterraron, e informaron del asunto a Jesús. (Mt 14:1-12; Mr 6:21-29.) Tras la muerte de Juan, Herodes oyó del ministerio de Jesús: su predicación, curaciones y expulsión de demonios. Estaba asustado, pues temía que Jesús fuese realmente Juan resucitado. Por eso estaba muy interesado en verle, no para oír su predicación, sino para asegurarse de quién era. (Mt 14:1, 2; Mr 6:14-16; Lu 9:7-9.) Termina el bautismo de Juan. El bautismo de Juan continuó hasta el día del Pentecostés de 33 E.C., cuando se derramó el espíritu santo. A partir de entonces se predicó el bautismo “en el nombre del Padre y del Hijo y del espíritu santo”. (Mt 28:19; Hch 2:21, 38.) Por tanto, los que después se bautizaron en el bautismo de Juan tenían que volverse a bautizar en el nombre del Señor Jesús con el fin de recibir el espíritu santo. (Hch 19:1-7.) 2. Juan - (Jonás), Padre del apóstol Simón Pedro y Andrés. En Juan 1:42 y Juan 21:15-17 se le llama Juan según el Manuscrito Sinaítico y las versiones antiguas en latín, mientras que otros manuscritos y versiones le dan el nombre de “Joná”. Jesús le llamó Jonás en Mateo 16:17. 3. Juan, Cuarto de los cuatro evangelistas junto con Mateo, Marcos y Lucas. El apóstol Juan, hijo de Zebedeo y Salomé (compárese con Mt 27:55, 56; Mr 15:40), Jesús dio a Juan y a su hermano el apóstol Santiago el sobrenombre de Boanerges, término semítico que significa “Hijos del Trueno” (Mr 3:17; Lu 9:54). Es probable que Juan fuese más joven que Santiago, ya que a este se le suele nombrar en primer lugar cuando se les menciona a los dos. (Mt 10:2; Mr 3:14, 16, 17; Lu 6:14; Lu 8:51; Lu 9:28; Hch 1:13.) Zebedeo se casó con Salomé, de la casa de David, que posiblemente era hermana carnal de María, la madre de Jesús. Escritos: Escritor del evangelio que lleva su nombre Juan además de tres cartas: 1 Juan, 2 Juan, 3 Juan y el libro de Revelación (Apocalipsis) Seguir Leyendo . . . 4. Juan Marcos, Uno de los discípulos de Jesús y escritor de “Las buenas nuevas según Marcos”. A menudo se le llama Marcos el evangelista, pero este era su sobrenombre. La casa que su madre, María, tenía en Jerusalén fue un lugar de reunión para los discípulos. (Hch 12:12.) Marcos acompañó a Pablo y Bernabé en la primera gira misional de Pablo (Hch 12:25; Hch 13:5), pero los dejó en Perga de Panfilia y regresó a Jerusalén. (Hch 13:13.) Por esta razón Pablo rehusó más tarde llevarlo en su siguiente viaje, de modo que Bernabé fue en otra dirección, llevándose a Marcos. (Hch 15:36-41.) No obstante, es obvio que con el tiempo Marcos demostró que era un trabajador confiable y diligente, porque cuando Pablo escribió a Timoteo desde Roma, donde estaba encarcelado, le dijo: “Toma a Marcos y tráelo contigo, porque me es útil para ministrar”. (2Ti 4:11.) Escritos: Escritor del evangelio que lleva su nombre Marcos. 5. Juan, Gobernante judío (posiblemente emparentado con el sacerdote principal Anás) que junto con Anás y Caifás hizo detener a los apóstoles y que se les llevara a su presencia. Aunque tenían la prueba de que Pedro había efectuado un milagro al sanar a un cojo, ordenaron a Pedro y a Juan que dejaran de predicar y los amenazaron. Pero como no tenían base para tomar acción contra los apóstoles y además temían al pueblo, los pusieron en libertad. (Hch 3:1-8; Hch 4:5-22.)
Judas
(Heb.: ------; Gr.: ------.) Sinónimos: ------, ------. Definición / Significado: del heb., una variante del nombre Judá. 1. Judas, Padre de un apóstol llamado Judas (no Judas Iscariote) 2. Judas, el galileo, al que se refirió Gamaliel. 3. Judas, Uno de los doce apóstoles, llamado también Tadeo e hijo de Santiago”. 4. Judas, Iscariote. 5. Judas, hermano de Santiago y medio hermano de Jesucristo. 6. Judas, Hombre de Damasco domiciliado en la calle Recta. 7. Judas - (Barsabás, Justo 1, José 11), discípulo enviado por el cuerpo gobernante. 1. Judas, Antepasado de Jesús por el linaje de María que pertenecía a la línea de Natán; fue hijo de José y padre de Simeón. Constituía la séptima generación desde Natán, el hijo de David, así que vivió antes del exilio en Babilonia. (Lu 3:30, 31.) 2. Judas el galileo, al que se refirió Gamaliel cuando se dirigió al Sanedrín. (Hch 5:37.) En el tiempo de la inscripción que llevó a cabo Quirinio, el gobernador de Siria, en el año 6 E.C., Judas encabezó una sublevación judía. Josefo lo menciona varias veces, e informa que “incitó a la rebelión a los nativos, enrostrándoles la vergüenza de consentir en el pago de un tributo a los romanos y de someterse a otros amos mortales, aparte de Dios. Este sofista fundó una secta particular, que no tenía nada de común con las demás”. (La Guerra de los Judíos, libro II, cap. VIII, sec. 1.) En cierto pasaje de sus escritos, Josefo dijo que Judas era gaulanita, término que algunos relacionan con una zona situada al E. del mar de Galilea. Sin embargo, en otros lugares el mismo historiador dice que Judas era galileo, coincidiendo así con Gamaliel. (Antigüedades Judías, libro XVIII, cap. I, secs. 1, 6.) Estos rebeldes ansiaban la libertad, pero no pudieron conseguirla. Judas “pereció, y todos los que le obedecían fueron esparcidos por todas partes”. (Hch 5:37.) Algunos de sus descendientes también participaron en otras sublevaciones. (La Guerra de los Judíos, libro II, cap. XVII, sec. 8; libro VII, cap. VIII, sec. 1.) 3. Judas, Uno de los doce apóstoles, llamado también Tadeo y “Judas hijo de Santiago”. En las listas de los apóstoles registradas en Mateo 10:3 y Marcos 3:18, se menciona juntos a Santiago, el hijo de Alfeo, y a Tadeo; mientras que en Lucas 6:16 y Hechos 1:13 Tadeo no está incluido y en su lugar aparece “Judas hijo de Santiago”, lo que lleva a la conclusión de que Tadeo era otro nombre con el que se conocía al apóstol Judas. Es posible que a veces se emplease el nombre Tadeo para no confundir a los dos apóstoles llamados Judas. Algunos traductores vierten Lucas 6:16 y Hechos 1:13 de la siguiente forma: “Judas hermano de Santiago”, ya que en griego no se indica el grado de parentesco. No obstante, en la Peshitta siriaca se incluye la palabra “hijo”. Como consecuencia, varias versiones optan por la lectura: “Judas, hijo de Santiago [o, Jacobo]” (BAS; BI; FF; HAR; LT; NM; Val, 1989). La única referencia bíblica en la que aparece el nombre de Judas solo es Juan 14:22. Este versículo se refiere a él como “Judas, no el Iscariote”, lo que permite distinguir al Judas del que se habla. En Mateo 10:3, algunas versiones (Besson; ENP; PNT; TNV; Val; VP, edición de España) incluyen antes de “Tadeo” la expresión “Lebeo, por sobrenombre”, o algo similar. Esta lectura, que concuerda con el “texto recibido”, se omite en el texto más reciente de Westcott y Hort, pues no aparece en algunos manuscritos, como, por ejemplo, el Sinaítico. 4. Judas Iscariote, hijo de Simón y apóstol infame que traicionó a Jesús. La Biblia suministra poca información directa sobre su familia y sus antecedentes. Tanto él como su padre se llamaban Iscariote. (Lu 6:16; Jn 6:71.) Por lo general se ha entendido que este término indicaba que eran de Queriyot-hezrón, un pueblo de Judea. De ser así, entonces Judas era el único de los doce apóstoles que procedía de Judea, ya que los demás eran galileos. La primera vez que se menciona a Judas en los relatos evangélicos es en la lista de los apóstoles, algún tiempo después de la Pascua de 31 E.C. y alrededor de un año y medio después que Jesús empezó su ministerio. (Mr 3:19; Lu 6:16.) Es lógico pensar que Judas había sido discípulo por cierto tiempo antes de que Jesús le hiciese apóstol. Aunque muchos escritores presentan una imagen totalmente negativa de Judas, es obvio que durante un tiempo fue un discípulo favorecido por Dios y por Jesús, como lo prueba su elección para apóstol. Además, se le confió el cuidado del dinero que tenían en común Jesús y los doce, lo que habla favorablemente de su confiabilidad en aquel tiempo y de sus aptitudes y cultura, pues aunque Mateo tenía experiencia en la administración de dinero y en matemáticas, no recayó en él esta responsabilidad. (Jn 12:6; Mt 10:3.) Sin embargo, Judas se corrompió por completo y sin remisión alguna. Esta debe ser la razón por la que se le coloca el último en la lista de los apóstoles, y se le llama Judas “que más tarde lo traicionó” o “que se volvió traidor”. (Mt 10:4; Lu 6:16.) Se corrompe. Cuando se acercaba la Pascua de 32 E.C., a Judas y al resto de los apóstoles se les envió a predicar. (Mt 10:1, 4, 5.) Poco después de que Judas regresó y cuando aún no había transcurrido un año desde que se le hizo apóstol, Cristo lo denunció públicamente, aunque no dijo su nombre. Algunos discípulos dejaron a Jesús, escandalizados por sus enseñanzas, pero Pedro dijo que los doce se adherirían a él. En respuesta, Jesús reconoció que él había escogido a los doce, pero dijo: “Uno de ustedes es calumniador [gr. di·á·bo·los, que significa “Diablo” o “calumniador”]”. El relato explica que Judas ya era un calumniador y que “iba a traicionarlo, aunque era uno de los doce”. (Jn 6:66-71.) Juan dice en relación con este incidente: “Jesús supo desde el principio [...] quién era el que lo traicionaría”. (Jn 6:64.) Gracias a las profecías de las Escrituras Hebreas, Cristo sabía que lo traicionaría un asociado íntimo. (Sl 41:9; Sl 109:8; Jn 13:18, 19.) Debido a su presciencia, Dios había visto que tal persona se volvería traidora; pero no concuerda con las cualidades de Dios y con sus tratos en el pasado pensar que Judas tenía que fallar, como si estuviese predestinado. Antes bien, como ya se ha mencionado, al principio de su apostolado Judas era fiel a Dios y a Jesús. Por consiguiente, cuando Juan dijo que Jesús lo reconoció “desde el principio”, se refería al tiempo en el que Judas comenzó a comportarse mal y a ceder a la imperfección y a las inclinaciones pecaminosas. (Jn 2:24, 25; Rev 1:1; Rev 2:23.) Judas debió saber que él era el “calumniador” al que Jesús había hecho alusión, pero continuó viajando con Jesús y con los apóstoles fieles sin hacer ningún cambio. La Biblia no entra en detalles en cuanto a los motivos de su proceder corrupto, pero un incidente ocurrido el 9 de Nisán de 33 E.C., cinco días antes de la muerte de Jesús, aclara este aspecto. En Betania, en la casa de Simón el leproso, María, la hermana de Lázaro, ungió a Jesús con un aceite perfumado valorado en 300 (denario, aproximadamente el salario de un año para un trabajador. (Mt 20:2.) Judas protestó con vehemencia, aduciendo que el aceite podía haberse vendido y el dinero “dado a los pobres”. Por lo visto, otros apóstoles simplemente asintieron a lo que parecía ser una razón válida, pero Jesús los reprendió. La verdadera razón de Judas para presentar su objeción era que tenía a su cargo la caja del dinero y “era ladrón [...] y se llevaba el dinero” que se ponía en ella. De manera que para aquel entonces el codicioso Judas ya había hecho del robo una práctica. (Jn 12:2-7; Mt 26:6-12; Mr 14:3-8.) El precio de la traición. Es muy posible que Judas se sintiera herido por la reprensión de Jesús en cuanto al uso del dinero. En ese momento “Satanás entró en Judas”, probablemente en el sentido de que este apóstol traidor cedió a la voluntad del Diablo y permitió que le utilizase para llevar a cabo sus designios y truncar así el cometido de Cristo. Unos días después, el 12 de Nisán, Judas fue a los principales sacerdotes y a los capitanes del templo para ver cuánto le pagarían por traicionar a Jesús, con lo que volvió a poner en evidencia su avaricia. (Mt 26:14-16; Mr 14:10, 11; Lu 22:3-6; Jn 13:2.) Los principales sacerdotes se habían reunido aquel día con los “ancianos del pueblo”, los hombres influyentes del Sanedrín. (Mt 26:3.) Es posible que se llamase a los capitanes del templo debido a su influencia y con el fin de dar una apariencia legal a la detención que se planeara contra Jesús. ¿Por qué ofrecieron los líderes religiosos judíos solamente 30 piezas de plata por la traición de Jesús? El precio ofrecido fue 30 piezas de plata (66 dólares [E.U.A.], si eran siclos). (Mt 26:14, 15.) Parece ser que los líderes religiosos fijaron esta cantidad con el propósito de mostrar su desprecio por Jesús y que lo consideraban de poco valor. Según Éxodo 21:32, el precio de un esclavo era de 30 siclos. Esa fue la cantidad que le pagaron a Zacarías, “treinta piezas de plata”, por su labor como pastor del pueblo. Jehová despreció esta cantidad por lo escasa que era, y consideró el salario que se le dio a Zacarías como un exponente del aprecio que el pueblo infiel sentía por Dios mismo. (Zac 11:12, 13.) Por consiguiente, al ofrecer solo 30 piezas de plata por Jesús, los líderes religiosos dieron a entender que no valía mucho. Al mismo tiempo cumplieron Zacarías 11:12, donde se predijo que tratarían a Jehová como de poco valor al tratar así al representante que Él había enviado para pastorear a Israel. El corrupto Judas “consintió [en el precio], y se puso a buscar una buena oportunidad para traicionarlo [a Jesús] a ellos sin que estuviera presente una muchedumbre”. (Lu 22:6.) La última noche con Jesús. A pesar de haberse vuelto contra Cristo, Judas continuó con él. El 14 de Nisán del año 33 E.C. se reunió con Jesús y los apóstoles para celebrar la Pascua. En el transcurso de la cena de la Pascua, Jesús ministró a sus apóstoles lavándoles humildemente los pies. Hipócritamente, Judas también permitió que Jesús se los lavase a él. Pero Jesús dijo: “No todos ustedes están limpios”. (Jn 13:2-5, 11.) También mencionó que uno de los apóstoles que en aquellos momentos estaba allí, en la mesa, lo traicionaría. Tal vez para evitar dar la impresión de que era el culpable, Judas preguntó si era él. Para identificarle, Jesús mojó un bocado y se lo dio a Judas, diciéndole: “Lo que haces, hazlo más pronto”. (Mt 26:21-25; Mr 14:18-21; Lu 22:21-23; Jn 13:21-30.) Judas dejó el grupo inmediatamente. Al comparar Mateo 26:20-29 con Juan 13:21-30 se ve que partió antes de que Jesús instituyera la celebración de la Cena del Señor. Es evidente que Lucas no presenta este incidente en estricto orden cronológico, pues Judas sin duda ya había partido para cuando Cristo encomió al grupo por haber continuado con constancia a su lado, un encomio que Judas no merecía, como tampoco merecía el que se le hubiese introducido en el “pacto [...] para un reino”. (Lu 22:19-30.) Más tarde, Judas halló a Jesús y a sus fieles apóstoles en el jardín de Getsemaní, un lugar que el traidor conocía bien, pues se habían reunido allí en otras ocasiones. Llevaba consigo una gran multitud, entre la que se hallaban soldados romanos y un comandante militar. La chusma portaba garrotes y espadas, así como antorchas y lámparas, que necesitarían en caso de que las nubes cubriesen la luna llena o Jesús se hallara en un lugar oscuro. Los romanos no reconocerían a Jesús, por lo que, según una señal acordada de antemano, Judas saludó a Cristo y, en un acto de hipocresía, “lo besó muy tiernamente”, lo que sirvió para identificarlo. (Mt 26:47-49; Jn 18:2-12.) Algún tiempo después, Judas se sintió abrumado por su culpabilidad. Por la mañana, intentó devolver las 30 piezas de plata, pero los principales sacerdotes rehusaron aceptarlas. Finalmente, arrojó el dinero en el templo. (Mt 27:1-5.) Su muerte. Según Mateo 27:5, Judas se ahorcó. Sin embargo, Hechos 1:18 dice: “Cayendo de cabeza, reventó ruidosamente por en medio, y todos sus intestinos quedaron derramados”. Mateo dice cómo intentó suicidarse, mientras que en Hechos se registra el resultado. Combinando ambos relatos, parece que Judas intentó ahorcarse sobre algún peñasco, pero la cuerda o la rama se rompió, de modo que cayó y se reventó en las rocas que había debajo. La topografía de los alrededores de Jerusalén permite esta explicación. En lo que respecta a su muerte, también surge la pregunta en cuanto a quién compró con las 30 piezas de plata el campo donde lo sepultaron. Según Mateo 27:6, 7, los principales sacerdotes decidieron que no podían colocar el dinero en la tesorería sagrada, así que ellos lo usaron para comprar el campo. El relato de Hechos 1:18, 19, dice sobre Judas: “Este mismo hombre, por tanto, compró un campo con el salario de la injusticia”. La respuesta parece ser que los sacerdotes compraron el campo, pero, como Judas aportó el dinero, se le podía atribuir el hecho a él. El doctor A. Edersheim señaló: “No era lícito introducir en la tesorería del templo, para la adquisición de cosas sagradas, dinero obtenido de manera ilegal. En estos casos, la ley judía disponía que se devolviese el dinero al donante, y si este insistía en darlo, había que inducirle a que lo dedicara a algo de beneficio público [...]. Por una ficción legal se entendía que el dinero era de Judas, y que él lo había destinado a la compra del conocido ‘campo del alfarero’”. (The Life and Times of Jesus the Messiah, 1906, vol. 2, pág. 575.) Esta compra sirvió para que se cumpliese la profecía de Zacarías 11:13. Judas actuó deliberadamente, con maldad, codicia, orgullo, hipocresía e intriga. Después sintió remordimiento bajo el peso de la culpa, como le podría suceder a un asesino ante el resultado de su crimen. Sin embargo, por propia iniciativa, negoció con aquellos de quienes Jesús dijo que hacían prosélitos que estaban sujetos al Gehena dos veces más que ellos mismos y que también estaban expuestos al “juicio del Gehena”. (Mt 23:15, 33.) En la última noche de su vida terrestre, Jesús dijo con relación a Judas: “Le hubiera sido mejor a aquel hombre no haber nacido”. Más tarde, le llamó “el hijo de destrucción”. (Mr 14:21; Jn 17:12; Heb 10:26-29.) Su sustitución. Entre la ascensión de Jesús y el día del Pentecostés de 33 E.C. Pedro, aplicando la profecía del Salmo 109:8, explicó a un grupo de unos 120 discípulos que se habían reunido, que parecía apropiado seleccionar un sustituto para Judas. Se propusieron dos candidatos y se echaron suertes; resultó escogido Matías, ‘para que tomara el lugar de este ministerio y apostolado, del cual Judas se había desviado para ir a su propio lugar’. (Hch 1:15, 16, 20-26.) 5. Judas, “Esclavo de Jesucristo, pero hermano de Santiago.” (medio hermano de Jesucristo) De esta manera se introduce a sí mismo el escritor de la carta inspirada que lleva su nombre. Al parecer, no era la misma persona que “Judas hijo de Santiago”, uno de los once apóstoles fieles de Jesucristo. (Lu 6:16.) Se llama a sí mismo un “esclavo” de Jesucristo, no un apóstol; también se refiere a los apóstoles en tercera persona como “ellos”. (Jud 1, 17, 18.) Aunque las Escrituras Griegas Cristianas mencionan a otros Judas, este escritor bíblico se distingue de los demás porque menciona el nombre de su hermano. De ahí se puede deducir que su hermano Santiago era muy conocido entre los cristianos. Únicamente una persona con ese nombre parece haber sido notablemente prominente. El apóstol Pablo se refirió a este Santiago como una de las “columnas” de la congregación de Jerusalén y como “el hermano del Señor”. (Gál 1:19; Gál 2:9; véase también Hch 12:17; Hch 15:13-21.) Por lo tanto, Judas debió ser uno de los cuatro medio hermanos de Cristo Jesús. (Mt 13:55; Mr 6:3.) Sin embargo, no intenta aprovecharse de su relación familiar con el Hijo de Dios, sino que humildemente se llama a sí mismo un “esclavo de Jesucristo”. Casi no se sabe nada en cuanto a la vida de Judas. Al principio del ministerio de Cristo Jesús puede que estuviera entre los que decían: “Ha perdido el juicio”. (Mr 3:21.) Al parecer se encontraba con su madre, María, y sus tres hermanos, cuando Jesús realizó un milagro en Caná al comienzo de su ministerio; más tarde, viajó con Jesús y sus discípulos a Capernaum, donde permaneció poco tiempo. (Jn 2:1-12.) Parece ser que más de un año después acompañó a María y a sus hermanos en busca de Jesús. (Mt 12:46.) En cualquier caso, en 32 E.C. los hermanos de Jesús, entre ellos Judas, “no ejercían fe en él”. (Jn 7:5.) Momentos antes de su muerte, Jesús encomendó a su madre creyente al cuidado del apóstol Juan, un claro indicio de que para ese tiempo, ni Judas ni sus hermanos eran discípulos. (Jn 19:26, 27.) Sin embargo, Jesús se apareció a su medio hermano Santiago después de resucitar. (1Co 15:7.) Sin duda este acontecimiento tuvo mucho que ver en que no solo Santiago, sino también Judas y sus otros hermanos, se convencieran de que Jesús era en realidad el Mesías. Por consiguiente, ya antes del Pentecostés de 33 E.C. persistían en la oración con los once apóstoles fieles y otros discípulos en un cuarto superior en Jerusalén. Parece ser que también se hallaban entre las 120 personas reunidas en la ocasión en que Matías fue escogido por medio de echar suertes para reemplazar al infiel Judas Iscariote. (Hch 1:13-26.) De ser así, esto indicaría que recibieron el espíritu santo el día del Pentecostés. (Hch 2:1-4.) Escritos: Escritor del libro que lleva su nombre Judas. 6. Judas, Hombre de Damasco domiciliado en la calle Recta. Mientras Saulo (Pablo) estaba ciego, inmediatamente después de su conversión, se alojó en la casa de Judas, y allí lo visitó Ananías para imponerle las manos. (Hch 9:11, 17.) El relato no dice si Judas era un discípulo en aquel entonces, pero no parece probable, pues tanto Ananías como otros discípulos dudaron en acercarse a Pablo a causa de su reputación de perseguidor, mientras que Judas lo aceptó en su casa. (Hch 9:13, 14, 26.) 7. Judas, (Barsabás, Justo 1, José 11), fue uno de los dos discípulos enviados por el cuerpo gobernante, que estaba en Jerusalén, para acompañar a Pablo y Bernabé cuando llevaron la carta relacionada con el asunto de la circuncisión (c. 49 E.C.). Tanto a Judas como a su compañero Silas se les tenía por “varones prominentes entre los hermanos”. (Hch 15:22.) La carta se dirigió a “los hermanos de Antioquía y Siria y Cilicia”. Solo se dice que Judas y Silas llegaron a Antioquía, y no hay registro de que fueran más allá. Tenían que confirmar de palabra el mensaje expresado en la carta. Judas era ‘profeta’, y, como orador que visitaba a la congregación, dio muchos discursos a los hermanos en Antioquía, animándolos y fortaleciéndolos. (Hch 15:22, 23, 27, 30-32.) Hechos 15:33 indica que Judas y Silas volvieron a Jerusalén después de haber “pasado algún tiempo” con los cristianos de Antioquía. Ciertos manuscritos (como el Códice Ephraemi y el de Beza) contienen el versículo 34, que dice: “Pero a Silas le pareció bien permanecer allí más tiempo; sin embargo, Judas partió solo para Jerusalén”. No obstante, los manuscritos antiguos más confiables (Sinaítico, Alejandrino, Vaticano núm. 1209) omiten este versículo. Es probable que se tratase de una nota marginal que intentaba explicar el versículo 40 y que con el tiempo se introdujo en el texto principal. Algunos comentaristas sugieren la idea de que Judas, a quien también se llamaba Barsabás, era hermano de “José llamado Barsabás”, un discípulo al que se propuso para reemplazar a Judas Iscariote. (Hch 1:23.) Pero aparte de la similitud del nombre, no hay nada que apoye esta idea. Tras su regreso a Jerusalén, la Biblia no vuelve a mencionar a Judas.
Lemuel
(Heb.: ------; Gr.: ------.) Sinónimos: ------, ------. Definición / Significado: Perteneciente a Dios. Rey de tiempos antiguos no identificado, cuyas palabras se registran en el capítulo 31 de Proverbios. Se ha discutido bastante sobre su identidad. Algunos comentaristas opinan que Lemuel era otro nombre de Salomón, mientras que otros lo identifican con Ezequías. Las palabras del rey Lemuel constituyen “el mensaje de peso que su madre le dio al corregirlo”. (Pr 31:1.) Sin embargo, no se sabe cuándo ni en qué circunstancias recibió el rey tal información de su madre. Ese “mensaje de peso” previene de las malas mujeres y del licor embriagante que puede pervertir el juicio. También destaca la necesidad de juzgar con justicia, y luego describe a una buena esposa. Escritos: Escritor del capítulo 31 del libro de (Proverbios.)

 Lucas

(Heb.: ------; Gr.: ------.) Sinónimos: ------, ------. Definición / Significado: ------. Tercero de los cuatro evangelistas junto con Mateo, Marcos y Juan. Médico que fue fiel compañero del apóstol Pablo. Sus escritos dejan manifiesto que tenía una buena educación, y el que empleara términos médicos da prueba de sus antecedentes en esta profesión. (Lu 4:38; Hch 28:8.) Lucas no se identifica como testigo ocular de los acontecimientos de la vida de Cristo que se registran en su relato del evangelio (Lu 1:2), por lo que parece que se hizo creyente cierto tiempo después del Pentecostés de 33 E.C. En el libro de Hechos se alude a Lucas de una manera indirecta al usar los pronombres “nosotros” y “nos”. (Hch 16:10-17; Hch 20:5–21:18; Hch 27:1–28:16.) Estuvo con Pablo en Troas durante la segunda gira misional del apóstol, y desde allí le acompañó a Filipos, donde posiblemente se quedó hasta que Pablo regresó en el transcurso de su tercer viaje misional. Al final de aquella gira misional, acompañó a Pablo a Judea (Hch 21:7, 8, 15), y mientras el apóstol estuvo en prisión por unos dos años en Cesarea, alrededor de 56-58 E.C., probablemente escribió allí su evangelio. Acompañó a Pablo en su viaje a Roma para ser juzgado (Hch 27:1; Hch 28:16), y es probable que terminase de escribir el libro de Hechos en Roma alrededor de 61 E.C., ya que en dicho libro se recogen acontecimientos que sucedieron desde 33 E.C. hasta los dos años de encarcelamiento de Pablo en Roma, pero no se registra el resultado de la apelación de Pablo a César. Lucas envió sus saludos cuando Pablo escribió a los cristianos de Colosas desde Roma (c. 60-61 E.C.), y el apóstol le identificó como “el médico amado”. (Col 4:14.) Cuando Pablo escribió a Filemón desde Roma (c. 60-61 E.C.), incluyó saludos de Lucas, y se refirió a él como uno de sus “colaboradores”. (Flm 24.) De la observación de Pablo: “Solo Lucas está conmigo”, se desprende que Lucas siguió con Pablo y que estaba con él poco antes del martirio del apóstol. (2Ti 4:11.) Basándose principalmente en Colosenses 4:11, 14, hay quien afirma que Lucas era gentil. Como Pablo mencionó primero a “los circuncisos” (Colosenses 4:11) y después se refirió a Lucas (Colosenses 4:14), deducen que este no era de los circuncisos, de modo que no era judío. Pero esta no es una razón concluyente. Además, en Romanos 3:1, 2 se afirma que Dios confió sus declaraciones inspiradas a los judíos, y Lucas fue uno de los que recibió tales declaraciones inspiradas. Del mismo modo, en las Escrituras no hay base para identificar a Lucas con el Lucio que se menciona en Hechos 13:1, o con el ‘pariente’ de Pablo del mismo nombre que aparece en Romanos 16:21. Escritos: Escritor del evangelio que lleva su nombre Lucas y Hechos de Apóstoles

 Malaquias

(Heb.: Mal·’a·kjí; Gr.: ------.) Sinónimos: ------, ------. Definición / Significado: posiblemente significa “Mi Mensajero”. Decimo Primero de los doce llamados profetas “Menores” (compuesto de Oseas, Joel, Amós, Abdías, Jonás, Miqueas, Nahúm, Habacuc, Sofonías, Ageo, Zacarías y Malaquías). En la Biblia no se nos dice nada de su ascendencia ni de su historia personal. Con todo, del tenor de su profecía se desprende claramente que era intensamente devoto a Jehová Dios, lo cual demostró al sostener Su nombre y la adoración pura, y que sentía profunda indignación hacia los que afirman que sirven a Dios pero solo se sirven a sí mismos. En los cuatro capítulos de su profecía se menciona el nombre de Jehová 48 veces. Tanto por lo que indican las Escrituras Hebreas y la Septuaginta como por el orden cronológico de los libros se coloca a Malaquías en último lugar entre los llamados 12 profetas menores. Según la tradición de la Gran Sinagoga, Malaquías vivió después de los profetas Ageo y Zacarías y fue contemporáneo de Nehemías. Escritos: Escritor del libro que lleva su nombre Malaquías

 Marcos

(Heb.: ------; Gr.: ------.) Sinónimos: ------, ------. Definición / Significado: Primo de Bernabé. Juan significa “Jehová Ha Mostrado Favor; Jehová Ha Sido Benévolo”. Segundo de los cuatro evangelistas junto con Mateo, Lucas y Juan. Sobrenombre romano del hijo de María de Jerusalén. Su nombre hebreo era Juan, que significa “Jehová Ha Mostrado Favor; Jehová Ha Sido Benévolo”. (Hch 12:12, 25.) Marcos era primo de Bernabé, fue su compañero de viajes, así como de otros misioneros cristianos primitivos. (Col 4:10.) Es el Juan Marcos mencionado en el libro de Hechos y el Juan de Hechos 13:5, 13. Debió ser uno de los primeros creyentes en Cristo que tuvo por lo menos cierto contacto con Él. Cuando Pedro fue liberado milagrosamente de la cárcel donde lo había encerrado el perseguidor Herodes Agripa. Apenas salió, se dirigió a la casa de María, la madre de Marcos, en la que “muchos [miembros de la congregación de Jerusalén] estaban reunidos y orando” pues la congregación cristiana primitiva usaba la casa de su madre como lugar de adoración, lo que puede significar que tanto ella como Marcos se hicieron seguidores de Jesús antes de que muriera. (Hch 12:12.) Como Marcos es el único que menciona al joven que huyó escasamente vestido la noche de la traición de Jesús, hay razón para creer que aquel joven era Marcos. (Mr 14:51, 52.) Por lo tanto, parece probable que estuviese presente cuando el espíritu santo se derramó sobre los aproximadamente 120 discípulos de Cristo en el Pentecostés de 33 E.C. (Hechos 1:13-15; 2:1-4.) Llegó a servir codo a codo con varios superintendentes de las congregaciones primitivas. Su primer trabajo especial mencionado en la Biblia fue una expedición a Antioquía de Siria, en la que acompañó a su primo Bernabé y a Pablo. Después de haber llevado a cabo la ministración de socorro en Jerusalén, Bernabé y Saulo (Pablo) “volvieron y tomaron consigo a Juan, el que tenía por sobrenombre Marcos”. Parece que Marcos fue su servidor, quizás cuidando de sus necesidades físicas mientras viajaban. (Hechos 12:25; 13:5.) De hecho, se embarcó con ellos en su primer viaje misionero, yendo a Chipre y luego a Asia Menor. Pero, por alguna razón desconocida, al llegar a Perga de Panfilia, “Juan [Marcos] se retiró de ellos y se volvió a Jerusalén”. (Hechos 13:13.) Cuando tiempo después Pablo se puso en camino con ocasión de su segundo viaje misional, a pesar de que Bernabé estaba resuelto a tomar consigo a Marcos, al apóstol “no le pareció propio tomar consigo a este, puesto que se había apartado de ellos desde Panfilia y no había ido con ellos a la obra”. De modo que tuvo lugar entre ambos “un agudo estallido de cólera” y se separaron. Bernabé tomó consigo a Marcos y se dirigió al servicio misional en Chipre, y Pablo tomó consigo a Silas y fue a Siria y Cilicia. (Hechos 15:36-41.) Sin embargo, se ve que cualquier distanciamiento que hubiese existido entre Pablo, Bernabé y Marcos, había sido superado a más tardar para el año 60 ó 61, pues Marcos estaba con Pablo en Roma y envió con él saludos a los cristianos colosenses (c. 60-61 E.C.). Pablo habló favorablemente de él, diciendo: “Aristarco, mi compañero de cautiverio, les envía sus saludos, y también Marcos el primo de Bernabé (respecto de quien ustedes recibieron mandatos de recibirlo con gusto si alguna vez fuera a ustedes)”. (Col 4:10.) Como vemos, había pensando enviarlo a Colosas como representante suyo. Marcos también está entre los que Pablo dice que envían saludos a Filemón, cuando el apóstol le escribió desde Roma (también c. 60-61 E.C.). (Flm 23, 24.) Más tarde (c. 65 E.C.), cuando Pablo estaba de nuevo prisionero en Roma, le pidió específicamente a Timoteo: “Toma a Marcos y tráelo contigo, porque me es útil para ministrar”. (2Ti 4:11.) Seguramente, Marcos partió con presteza de Éfeso, donde estaba con Timoteo, y viajó a Roma, donde se encontraba de nuevo preso el apóstol. No es de extrañar que este, al igual que Bernabé y Pedro, lo tuviera en alta estima. Juan Marcos también estuvo con Pedro en Babilonia, pues envía saludos en la primera carta del apóstol (escrita c. 62-64 E.C.). Pedro le llama “Marcos mi hijo”, lo que deja entrever el fuerte lazo de afecto cristiano que existía entre ellos. (1Pe 5:13; compárese con 1Jn 2:1, 7.) Pero el mayor honor que tuvo Marcos fue escribir por inspiración un Evangelio del ministerio de Jesús. Según la tradición, recibió mucha información de Pedro. Y la realidad encaja bien con ese dato, pues el relato contiene detalles directos que son propios de un testigo ocular como ese apóstol. No obstante, se cree que no lo redactó mientras estuvo con él en Babilonia, sino cuando estaba en la ciudad de Roma. Parece que lo compuso teniendo presentes en primer lugar a los lectores gentiles, puesto que empleó muchas expresiones latinas y tradujo términos de la cultura judía que podían resultarles difíciles. Por consiguiente, aunque Marcos en un tiempo fue el causante de aquellas dificultades, se ganó el encomio y la confianza de siervos prominentes de Dios. Escritos: Escritor del evangelio que lleva su nombre Marcos.
Mardoqueo
(Heb.: ------; Gr.: ------.) Sinónimos: ------, ------. Definición / Significado: ------. 1. Mardoqueo, Exiliado que regresó a Jerusalén y a Judá. 2. Mardoqueo, El “hijo de Jaír hijo de Simeí hijo de Quis un benjaminita”. 1. Mardoqueo, Exiliado que regresó a Jerusalén y a Judá en 537 a. E.C. después de los setenta años de exilio en Babilonia. (Esd 2:1, 2.) Era un caudillo israelita que colaboró con Zorobabel y que figura en el primer registro genealógico de la comunidad repatriada en Judá. (Ne 7:5-7.) 2. Mardoqueo, El “hijo de Jaír hijo de Simeí hijo de Quis un benjaminita”. (Est 2:5.) Primo de Ester, bastante mayor que ella, que fue su “cuidador”. (Est 2:7.) Solo se habla de Mardoqueo en el libro bíblico de Ester, donde se relata el importante papel que desempeñó en el Imperio persa a principios del siglo V a. E.C. Todo indica que fue el escritor del libro de Ester. Escritos: Escritor del libro de Ester. Seguir Leyendo . . .

 Mardoqueo mas informacion

(Heb.: ------; Gr.: ------.) Sinónimos: ------, ------. Definición / Significado: ------. Hay quien duda de la autenticidad del libro o de que Mardoqueo fuese una persona real. Su objeción es que había de tener por lo menos ciento veinte años de edad y su hermosa prima ser cien años más joven. Esta objeción se basa en la suposición errónea de que Ester 2:5, 6 indica que Nabucodorosor llevó al cautiverio a Mardoqueo junto con el rey Jeconías. Sin embargo, en este texto la Biblia no trata de relatar la historia de Mardoqueo, sino de dar su linaje. Es posible que Quis fuese el bisabuelo de Mardoqueo, o incluso un antepasado anterior que fue “llevado al destierro”. Otra explicación que se atiene a la expresión bíblica es que si bien Mardoqueo nació en el exilio, podía decirse que fue llevado al exilio en 617 a. E.C. en el sentido de que iba “en los lomos” de sus antepasados. (Compárese con Heb 7:9, 10.) Tanto él como Ester eran de la tribu de Benjamín, sobre quien el patriarca Jacob había profetizado: “Benjamín seguirá desgarrando como lobo. Por la mañana se comerá el animal prendido, y al atardecer dividirá el despojo”. (Gé 49:27.) Estos benjamitas actuaron al atardecer de la nación de Israel, cuando ya no había reyes sobre el trono y la nación había llegado a estar bajo dominio gentil. Es posible que Mardoqueo y Ester tuviesen el privilegio de dar muerte al último de los odiados amalequitas. El interés de Mardoqueo en el bienestar de sus compatriotas indica que tenía fe en que de entre los hijos de Israel vendría la descendencia de Abrahán para bendecir a todas las familias de la Tierra. (Gé 12:2; Gé 22:18.) Leal servidor del rey. En el relato se indica que aunque Mardoqueo era un exiliado judío, estaba al servicio del rey. Se enteró de que el rey Asuero de Persia había depuesto a la reina Vasti y de que se estaba reuniendo a todas las vírgenes jóvenes y hermosas de todo el imperio para escoger de entre ellas a la nueva reina. Entre estas se contaba Ester, la prima de Mardoqueo, una muchacha “de bonita figura y hermosa apariencia”, que no reveló sus antecedentes judíos. (Est 2:7, 8.) Ella fue la escogida. Mardoqueo continuó atendiendo sus responsabilidades, “sentado en la puerta del rey”, cuando le informaron que dos de los oficiales de la corte, Bigtán y Teres, estaban conspirando contra el rey Asuero. Advirtió al rey por medio de Ester, y este acto de lealtad se registró en “el libro de los asuntos de los días”. (Est 2:21-23.) Se niega a inclinarse ante Hamán. Después Asuero nombró primer ministro a Hamán el agaguita y ordenó que todos los que estaban en la puerta del rey se postrasen ante él en reconocimiento del elevado puesto que acababa de recibir. Mardoqueo rehusó firmemente hacerlo y adujo como razón que era judío. (Est 3:1-4.) Esto prueba que su negativa obedecía a la relación que como judío dedicado tenía con su Dios Jehová. Reconoció que postrarse ante Hamán significaba más que solo inclinarse con el rostro a tierra ante un personaje eminente, como habían hecho los israelitas en el pasado, simplemente en reconocimiento de la posición superior de esa persona como gobernante. (2Sa 14:4; 18:28; 1Re 1:16.) En este caso Mardoqueo tenía buena razón para no inclinarse. Hamán probablemente era amalequita, y Jehová había indicado que estaba en guerra con Amaleq “de generación en generación”. (Éx 17:16.) Era una cuestión de integridad a Dios por parte de Mardoqueo. Hamán se enfureció, sobre todo cuando se enteró de que Mardoqueo era judío. Su odio era tan grande que no podía disfrutar de su poder y sus privilegios mientras Mardoqueo siguiese sentado a la puerta y se negara a inclinarse ante él. Hamán no limitó su espíritu de venganza a Mardoqueo, sino que consiguió hacer que el rey proclamase un decreto para aniquilar a todo el pueblo de Mardoqueo en el reino de Persia. (Est 3:5-12.) Se le usó para librar a Israel. Ante el edicto de aniquilar a todos los judíos del imperio, Mardoqueo manifestó su fe en que Ester había ascendido a su puesto de dignidad real precisamente en ese tiempo para librar a los judíos. Hizo que Ester tomara conciencia de su seria responsabilidad y le dijo que implorase el favor y la ayuda del rey. Aunque esto ponía en peligro su propia vida, Ester concordó en asumir su responsabilidad. (Est 4:7–5:2.) En el momento más oportuno para Mardoqueo y los judíos (pues lo que se descubrió mostró la lealtad de Mardoqueo al rey), durante una noche en la que el rey Asuero no podía conciliar el sueño, su atención se dirigió providencialmente al registro oficial del Estado. En el transcurso de la lectura se le recordó que no se había recompensado a Mardoqueo por el servicio que había prestado en el pasado, cuando descubrió el plan sedicioso de Bigtán y Teres. Ante esto el rey deseó honrar a Mardoqueo espléndidamente, para humillación de Hamán, quien además recibió la orden de hacer los preparativos y anunciar públicamente este honor. (Est 6:1-12.) Ester consiguió acusar a Hamán de haber calumniado y presentado una falsa imagen de los judíos, y, además, de tramar contra los propios intereses del rey. Asuero, enfurecido, decretó la sentencia de muerte para Hamán, quien fue colgado en el madero de unos 22 m. de altura que había hecho levantar para Mardoqueo. (Est 7:1-10.) Mardoqueo reemplazó a Hamán como primer ministro y recibió el anillo de sellar del rey para sellar los documentos de Estado. Ester colocó a Mardoqueo sobre la casa de Hamán, que el rey le había dado a ella. Luego Mardoqueo usó la autorización del rey para promulgar un decreto que diera a los judíos el derecho de defenderse, y así contrarrestó el anterior. Aquello supuso para los judíos una señal de liberación y gozo. Muchos del Imperio persa se aliaron con los judíos, y cuando llegó el 13 de Adar, el día en que las leyes entraban en vigor, los judíos estaban preparados. Las autoridades se pusieron de parte de ellos debido al puesto elevado de Mardoqueo. En Susa la lucha se prolongó un día más. Por todo el Imperio persa se dio muerte a más de 75.000 enemigos de los judíos, entre los que estuvieron los diez hijos de Hamán. (Est 8:1–9:18.) Con la aprobación de Ester, Mardoqueo mandó que se celebrara anualmente la fiesta de los días 14 y 15 de Adar, los “días de Purim”, para regocijarse, banquetear y darse regalos unos a otros y también a los pobres. Los judíos aceptaron esa fiesta y la impusieron a su prole y a todos los que se unían a ellos. En calidad de segundo gobernante del imperio, Mardoqueo tuvo el respeto del pueblo dedicado de Dios, los judíos, y continuó trabajando por el bien de ellos. (Est 9:19-22, 27-32; 10:2, 3.) Hombre de fe. Mardoqueo era un hombre de fe como aquellos de los que el apóstol Pablo habló en el capítulo 11 de Hebreos, aunque no se le menciona por nombre en esos textos. Mostró valor, resolución, integridad y lealtad a Dios y su pueblo, y siguió el principio que más tarde expresó Jesús: “Por lo tanto, paguen a César las cosas de César, pero a Dios las cosas de Dios”. (Mt 22:21.) Tanto él como Ester eran de la tribu de Benjamín, sobre quien el patriarca Jacob había profetizado: “Benjamín seguirá desgarrando como lobo. Por la mañana se comerá el animal prendido, y al atardecer dividirá el despojo”. (Gé 49:27.) Estos benjamitas actuaron al atardecer de la nación de Israel, cuando ya no había reyes sobre el trono y la nación había llegado a estar bajo dominio gentil. Es posible que Mardoqueo y Ester tuviesen el privilegio de dar muerte al último de los odiados amalequitas. El interés de Mardoqueo en el bienestar de sus compatriotas indica que tenía fe en que de entre los hijos de Israel vendría la descendencia de Abrahán para bendecir a todas las familias de la Tierra. (Gé 12:2; 22:18.)
Mateo
Mateo (Heb.: ------; Gr.: ------.) Sinónimos: ------, ------. Definición / Significado: probablemente, una forma abreviada del heb. Matitías, que significa: “Dádiva de Jehová”. Primero de los cuatro evangelistas junto con Marcos, Lucas y Juan. Un judío, también llamado Leví, que llegó a ser apóstol de Jesucristo y escritor del evangelio que lleva su nombre. Era hijo de un tal Alfeo, y fue recaudador de impuestos antes de llegar a ser uno de los discípulos de Jesús. (Mt 10:3; Mr 2:14; véase RECAUDADOR DE IMPUESTOS .) Las Escrituras no revelan si Leví tenía también el nombre de Mateo antes de hacerse discípulo de Jesús, si lo recibió en aquel tiempo o si Jesús se lo dio cuando lo nombró apóstol. Poco después de comenzar Jesús su ministerio en Galilea (30 o principios de 31 E.C.), llamó a Mateo, que estaba en “la oficina de los impuestos” de Capernaum o de sus inmediaciones. (Mt 9:1, 9; Mr 2:1, 13, 14.) ‘Dejándolo todo atrás, Mateo se levantó y se fue siguiendo a Jesús.’ (Lu 5:27, 28.) Quizás para celebrar que le habían llamado para seguir a Cristo, “hizo un gran banquete de recepción”, al que asistieron Jesús y sus discípulos, así como muchos recaudadores de impuestos y pecadores. Este hecho molestó a los fariseos y los escribas, quienes murmuraron debido a que Cristo comía y bebía con los recaudadores de impuestos y los pecadores. (Lu 5:29, 30; Mt 9:10, 11; Mr 2:15, 16.) Más tarde, después de la Pascua de 31 E.C., Jesús seleccionó a los doce apóstoles, y Mateo fue uno de ellos. (Mr 3:13-19; Lu 6:12-16.) Aunque la Biblia hace varias referencias a los apóstoles como grupo, no vuelve a mencionar por nombre a Mateo hasta después de la ascensión de Cristo al cielo. Mateo vio al resucitado Jesucristo (1Co 15:3-6), recibió sus instrucciones de despedida y presenció cómo ascendía al cielo. Luego, él y los otros apóstoles volvieron a Jerusalén. Allí, en un aposento alto, estaban alojados los apóstoles, y se dice específicamente que Mateo se encontraba entre ellos. De manera que debió ser uno de los aproximadamente ciento veinte discípulos que recibieron el espíritu santo en el día del Pentecostés del año 33 E.C. (Hch 1:4-15; 2:1-4.) Escritos: Escritor del evangelio que lleva su nombre Mateo.

 Miqueas

(Heb.: ------; Gr.: ------.) Sinónimos: ------, ------. Definición / Significado: “¿Quién Es Como Jehová?” .-. forma abreviada de Miguel o Micaya. 1. Miqueas, Hombre de Efraín. 2. Miqueas, Levita de la familia qohatita de Uziel. 3. Miqueas, Descendiente del rey Saúl. 4. Miqueas, Rubenita que fue hijo de Simeí y padre de Reayá. 5. Miqueas, Padre de Abdón (Acbor). 6. Miqueas, Levita descendiente de Asaf. 7. Miqueas, Sesto de los doce profetas “menores”. 1. Miqueas, Hombre de Efraín En violación del octavo de los Diez Mandamientos (Éx 20:15), Miqueas le quitó a su madre 1.100 piezas de plata. Cuando lo confesó y las devolvió, ella dijo: “Sin falta tengo que santificar la plata a Jehová de mi mano por mi hijo, para hacer una imagen tallada y una estatua fundida; y ahora te la devolveré”. Luego llevó 200 piezas de plata a un platero, quien hizo una “imagen tallada y una estatua fundida” que después estuvo en la casa de Miqueas. Este tenía una “casa de dioses”, hizo un efod y un terafim, y autorizó a uno de sus hijos para que actuara como sacerdote a su favor. Aunque todo esto se hizo con la intención de honrar a Jehová, fue un grave error, pues violó el mandamiento que prohibía la idolatría (Éx 20:4-6) y pasó por alto el tabernáculo y el sacerdocio de Jehová. (Jue 17:1-6; Dt 12:1-14.) Tiempo después Miqueas llevó a su casa a Jonatán, un descendiente de Guersom, el hijo de Moisés, y contrató a este joven levita como su sacerdote. (Jue 18:4, 30.) Sintiéndose satisfecho por ello, aunque equivocadamente, Miqueas entonces dijo: “Ahora sí sé que Jehová me hará bien”. (Jue 17:7-13.) Pero Jonatán no era del linaje de Aarón, así que ni siquiera satisfacía los requisitos para ser sacerdote, lo que solo aumentó el error de Miqueas. (Nú 3:10.) En aquellos días, los danitas, que buscaban un territorio en el que morar, enviaron cinco espías a Efraín “hasta la casa de Miqueas, y consiguieron pasar la noche allí”. Mientras estaban cerca de la casa de Miqueas, reconocieron la voz de Jonatán, averiguaron qué hacía en aquel lugar y le pidieron que inquiriese de Dios para saber si tendrían éxito. El sacerdote les dijo: “Vayan en paz. Delante de Jehová está su camino en que van”. (Jue 18:1-6.) Después espiaron Lais y volvieron para comunicar a sus hermanos lo que vieron. Luego, los cinco espías y seiscientos hombres de Dan, ceñidos con armas de guerra, se dirigieron hacia aquella ciudad. En el camino, según pasaban por la casa de Miqueas, los espías hablaron a sus hermanos de los objetos religiosos que aquel hombre tenía y propusieron tomarlos. No solo los tomaron, sino que también convencieron al levita de que sería mejor para él ser sacerdote de una tribu y familia de Israel que serlo solo de un hombre. De modo que se lo llevaron a él, el efod, el terafim y la imagen tallada, y prosiguieron su camino. (Jue 18:7-21.) Poco después, Miqueas persiguió a los danitas acompañado de una partida de hombres. Una vez los hubo alcanzado, los hombres de Dan le preguntaron qué pasaba, a lo que Miqueas respondió: “Mis dioses que yo hice, ustedes los han tomado, al sacerdote también, y ustedes se van, ¿y qué me queda ya?”. Ante eso, los hijos de Dan le advirtieron que podían volverse contra él si continuaba siguiéndoles y dando voces. Como Miqueas vio que los danitas eran mucho más fuertes que su grupo, regresó a su casa. (Jue 18:22-26.) Posteriormente los danitas derribaron y quemaron Lais, y sobre su ubicación edificaron la ciudad de Dan. Jonatán y sus hijos fueron sacerdotes de los danitas, que “mantuvieron erigida para sí la imagen tallada de Miqueas, que él había hecho, todos los días que la casa del Dios verdadero [el tabernáculo] continuó en Siló”. (Jue 18:27-31.) 2. Miqueas, Levita de la familia qohatita de Uziel, de la que él era cabeza y su hermano Isías el segundo cuando David distribuyó las asignaciones de servicio levitas. (1Cr 23:6, 12, 20; 24:24, 25.) 3. Miqueas, Descendiente del rey Saúl. Era hijo de Merib-baal (Mefibóset), el hijo de Jonatán. También se le llama Micá. (1Cr 8:33-35; 9:39-41; 2Sa 9:12.) 4. Miqueas, Rubenita que fue hijo de Simeí y padre de Reayá. Su descendiente Beerah fue un principal de la tribu de Rubén, y fue llevado al destierro por el rey de Asiria Tilgat-pilnéser (Tiglat-piléser III). (1Cr 5:1, 3-6; 2Re 15:29.) 5. Miqueas, Padre de Abdón (Acbor). También se le llama Micaya, que es su nombre sin abreviar. (2Cr 34:20; 2Re 22:12.) 6. Miqueas, Levita descendiente de Asaf. (Ne 11:15, 17.) También se le llama Micá y Micaya. (1Cr 9:15; Ne 11:22; 12:35.) 7. Miqueas, Sesto de los doce profetas “menores” junto con Oseas, Joel, Amós, Abdías, Jonás, Nahúm, Habacuc, Sofonías, Ageo, Zacarías, Malaquías. Profeta de Jehová durante los reinados de Jotán, Acaz y Ezequías de Judá (777-717 a. E.C.). Fue hijo de Imlá y contemporáneo de los profetas Oseas e Isaías, pero no se sabe con certeza cuánto tiempo profetizó. Parece ser que terminó de profetizar a finales del reinado de Ezequías, cuando se terminó la escritura del libro que lleva el nombre del profeta. (Miq 1:1; Os 1:1; Isa 1:1.) Miqueas era natural de la aldea de Moréset, al SO. de Jerusalén. (Jer 26:18.) Por residir en la fértil Sefelá, conocía bien la vida rural, en la que se inspiró para sus elocuentes ilustraciones. (Miq 2:12; 4:12, 13; 7:1, 4, 14.) Profetizó durante tiempos turbulentos en que la adoración falsa y la corrupción moral florecían en Israel y Judá, y también cuando el rey Ezequías empezó reformas religiosas. (2Re 15:32–20:21; 2Cr 27–32.) Con buena razón, “la palabra de Jehová que le ocurrió a Miqueas” advirtió que Dios haría de Samaria “un montón de ruinas del campo” y se profetizó que ‘Sión sería arada como un simple campo, y Jerusalén misma llegaría a ser simples montones de ruinas’. (Miq 1:1, 6; 3:12.) Aunque la devastación de Judá y Jerusalén en 607 a. E.C. aconteció muchos años después de los días de Miqueas, probablemente vivió para ver la predicha destrucción de Samaria, en 740 a. E.C. (2Re 25:1-21; 2Re 17:5, 6.) Escritos: Escritor del libro que lleva su nombre Miqueas.

 Moises

(Heb.: ------; Gr.: ------.) Sinónimos: ------, ------. Definición / Significado: Sacado [es decir, salvado del agua]. “Hombre del Dios verdadero” que fue caudillo de la nación de Israel, mediador del pacto de la Ley, profeta, juez, comandante, historiador y escritor. (Esd 3:2.) Nació en Egipto en el año 1593 a. E.C. Fue hijo de Amram, nieto de Qohat y bisnieto de Leví. Su madre Jokébed era hermana de Qohat. Moisés tenía tres años menos que su hermano Aarón, mientras que su hermana Míriam era unos cuantos años mayor que ellos. (Éx 6:16, 18, 20; Éx 2:7.) Escritos: Génesis, Èxodo, Levítico, Números, Deuteronomio y Job asi como el Salmo 90 se atribuye a Moisés, y puede que el Salmo 91 también sea suyo.

 Moises mas informacion

(Heb.: ------; Gr.: ------.) Sinónimos: ------, ------. Definición / Significado: Sacado [es decir, salvado del agua]. Primera etapa de su vida en Egipto. Moisés era un niño “divinamente hermoso” que se salvó del genocidio que decretó Faraón cuando ordenó la muerte de todo varón hebreo recién nacido. Su madre lo tuvo escondido durante tres meses y luego lo colocó en un arca de papiro y lo dejó en el río Nilo, donde lo encontró la hija de Faraón. Gracias al ingenio de la madre y la hermana de Moisés, su propia madre consiguió criarlo y educarlo debido a que la tomó a su servicio la hija de Faraón, quien adoptó al niño como si fuese suyo. Como miembro de la casa de Faraón, se le ‘instruyó en toda la sabiduría de los egipcios’ y se hizo “poderoso en sus palabras y hechos”, expresión que probablemente se refiriese tanto a sus facultades mentales como físicas. (Éx 2:1-10; Hch 7:20-22.) A pesar de esa posición favorecida y de las oportunidades que se le ofrecían en Egipto, Moisés se sentía ligado al pueblo de Dios, que entonces estaba en esclavitud. De hecho, esperaba que Dios se valiese de él para liberarlo. A los cuarenta años, mientras observaba las cargas que llevaban sus hermanos hebreos, vio a un egipcio golpear a un hebreo. En un intento por defender al israelita, mató al egipcio, y luego lo escondió en la arena. En ese preciso momento tomó la decisión más importante de su vida: “Por fe Moisés, ya crecido, rehusó ser llamado hijo de la hija de Faraón, escogiendo ser maltratado con el pueblo de Dios más bien que disfrutar temporalmente del pecado”. De este modo rechazó el honor y los bienes materiales de que pudiera haber disfrutado como miembro de la casa del poderoso Faraón. (Heb 11:24, 25.) En realidad, Moisés creía que había llegado el momento en que iba a poder salvar a los hebreos. Pero ellos no apreciaron su esfuerzo. Cuando Faraón se enteró de la muerte del egipcio, Moisés se vio obligado a abandonar a Egipto en 1553 a. E.C. se estableció en Madián, cerca de la tierra de Uz. (Éxodo 2:15-25; Hechos 7:23-30.) Para ese tiempo, Job todavía estaría viviendo los 140 años de vida adicionales con los que Dios le había bendecido. (Job 42:16.) Posteriormente, Moisés pudo haberse enterado de los últimos años de la vida de Job y de su muerte cuando, casi al final de los 40 años de vagar por el desierto, pasó por la tierra de Uz. Cuarenta años en Madián. Moisés hizo un largo viaje a través del desierto hasta Madián, donde buscó refugio. Allí, al lado de un pozo, volvió a ponerse de manifiesto el valor y la solicitud que tenía para actuar con firmeza a favor de los que padecen injusticias. Cuando los pastores echaron a las siete hijas de Jetró y a su rebaño, Moisés libró a las mujeres y abrevó el rebaño. Como resultado, se le invitó a la casa de Jetró, donde trabajó para este como pastor de sus rebaños, y finalmente se casó con una de sus hijas, Ziporá, quien le dio dos hijos, Guersón y Eliezer. (Éx 2:16-22; 18:2-4.) Preparación para servicio futuro. Aunque el propósito de Dios era liberar a los hebreos mediante Moisés, no había llegado Su debido tiempo; además Moisés tampoco estaba preparado para encargarse del pueblo de Dios. Tenía que pasar por otros cuarenta años de preparación. A fin de reunir los requisitos para dirigir al pueblo de Dios, debía desarrollar cualidades como la mansedumbre, la humildad, la gran paciencia, la apacibilidad de genio y el autodominio, y debía aprender a confiar en Jehová a un grado mayor. Tenía que prepararse para evitar el desánimo y la desilusión y resistir dificultades, así como para tratar con bondad, calma y determinación la multitud de problemas que se presentarían en una gran nación. Tendría ya la dignidad, confianza y aplomo propios de un miembro de la casa de Faraón, así como dotes de organización y mando, pero la humilde ocupación de pastor en Madián le permitió desarrollar otras cualidades que aún serían más importantes para su futura comisión. También a David se le sometió a una rigurosa preparación, aun después de que Samuel lo ungió, y Jesucristo fue probado para perfeccionarlo como Rey y Sumo Sacerdote para siempre. “[Cristo] aprendió la obediencia por las cosas que sufrió; y después de haber sido perfeccionado vino a ser responsable de la salvación eterna para todos los que le obedecen.” (Heb 5:8, 9.) Su nombramiento como libertador. Hacia el fin de su estancia de cuarenta años en Madián, Moisés estaba pastoreando el rebaño de Jetró cerca del monte Horeb, cuando se sorprendió al ver una zarza que ardía sin consumirse. Al acercarse para inspeccionar aquel extraño fenómeno, el ángel de Jehová le habló desde las llamas y le reveló que había llegado el momento para que Dios liberara a Israel de la esclavitud, por lo que le comisionó para que fuera en su nombre memorial: Jehová. (Éx 3:1-15.) De modo que Dios nombró a Moisés profeta y representante suyo, y entonces se le podía llamar correctamente “ungido”, “Mesías” o el “Cristo”, como en Hebreos 11:26. Por medio del ángel, Jehová proveyó las credenciales que Moisés podía presentar a los hombres de mayor edad de Israel. Estas consistían en tres milagros que servirían de señales. Esta es la primera vez que leemos en las Escrituras sobre un humano que haya recibido poder para hacer milagros. (Éx 4:1-9.) La falta de confianza en sí mismo no descalificó a Moisés. Sin embargo, Moisés demostró falta de confianza en sí mismo, y arguyó que no podía hablar con fluidez. Este era un Moisés cambiado, bastante diferente del que por propia voluntad se había ofrecido como libertador de Israel cuarenta años antes. Persistió en señalar inconvenientes en lo que Jehová le decía, y finalmente le pidió que le excusara de aquella misión. Aunque Jehová se molestó por esta actitud, no lo rechazó, sino que designó a su hermano Aarón para que fuese su portavoz. Como Moisés era el representante de Dios, sería para Aarón como “Dios”, y Aarón hablaría en representación suya. Parece ser que con ocasión del encuentro que tuvieron con los hombres de mayor edad de Israel y los enfrentamientos con Faraón, Dios dio instrucciones y mandatos a Moisés, quien a su vez se los comunicó a Aarón para que hablara ante Faraón (un sucesor del Faraón del que había huido Moisés cuarenta años antes). (Éx 2:23; 4:10-17.) Posteriormente, Jehová llamó a Aarón “profeta” de Moisés, queriendo decir que así como Moisés era el profeta de Dios, dirigido por Él, de manera similar Aarón sería dirigido por Moisés. También le dijo a Moisés que sería hecho “Dios para Faraón”, es decir, que recibiría poder divino y autoridad sobre Faraón, de modo que no tenía por qué temer al rey de Egipto. (Éx 7:1, 2.) Debido a que Moisés no estuvo dispuesto a aceptar la inmensa tarea de ser el libertador de Israel, Dios lo censuró, pero no canceló su asignación. Moisés no había vacilado debido a su edad avanzada, aunque ya tenía ochenta años de edad. Cuarenta años más tarde, a la edad de ciento veinte años, aún conservaba todo su vigor y agudeza mental. (Dt 34:7.) Durante los cuarenta años que pasó en Madián, tuvo mucho tiempo para meditar, y se dio cuenta del error que había cometido al intentar liberar a los hebreos por su propia cuenta. Entonces comprendía su insuficiencia, de modo que debió ser para él una gran sorpresa el que de súbito se le ofreciera este cometido después de tanto tiempo desligado de toda actividad pública. Más adelante la Biblia nos dice: “El hombre Moisés era con mucho el más manso de todos los hombres que había sobre la superficie del suelo”. (Nú 12:3.) Como persona mansa, reconoció que solo era un ser humano, con sus imperfecciones y debilidades. No se presentó como el caudillo indiscutido de los israelitas. No tuvo temor de Faraón, sino una clara conciencia de sus limitaciones. Ante Faraón en Egipto. Moisés y Aarón eran entonces figuras clave de una ‘batalla de dioses’. Por mediación de los sacerdotes magos, cuyos jefes eran al parecer Janes y Jambres (2Ti 3:8), Faraón invocó los poderes de todos los dioses de Egipto contra el poder de Jehová. El primer milagro que realizó Aarón ante Faraón por instrucción de Moisés demostró la supremacía de Jehová sobre los dioses de Egipto, aunque Faraón se hizo más obstinado. (Éx 7:8-13.) Más tarde, cuando llegó la tercera plaga, incluso los sacerdotes tuvieron que admitir: “¡Es el dedo de Dios!”. Y la plaga de diviesos los afectó tanto, que ni siquiera pudieron comparecer ante Faraón para oponerse a Moisés durante esa plaga. (Éx 8:16-19; 9:10-12.) Subtema -

 Nahum

(Heb.: Na·júm; Gr.: ------; Lat.: Ná·hum.) Sinónimos: ------, ------. Definición / Significado: “Consolación; Consolador” [es decir, alentador]. 1. Nahúm, Setimo de los doce profetas “menores”. 2. Nahúm, Antepasado postexílico de Jesucristo. 1. Nahúm, Setimo de los doce profetas “menores” del siglo VII a. E.C. junto con Oseas, Joel, Amós, Abdías, Jonás, Miqueas, Habacuc, Sofonías, Ageo, Zacarías, Malaquías. Nahúm el elqosita. (Na 1:1.), natural de Elqós. El gentilicio “elqosita” (De [Perteneciente a] Elqós) solo se aplica al profeta Nahúm. (Na 1:1.) Si bien algunos eruditos sitúan Elqós en Galilea, parece ser que Nahúm estaba en Judá cuando escribió el libro que lleva su nombre. (Na 1:15.) Si ese fue el caso, Beit Jibrin (Bet Guvrin), situada a unos 6 Km. al NE. de Lakís, sería el emplazamiento más probable de la antigua ciudad de Elqós. De todas formas, sigue sin saberse su ubicación exacta. Este libro bíblico constituye una “declaración [profética] formal contra Nínive”, la capital del Imperio asirio. El cumplimiento histórico de aquella declaración profética corrobora la autenticidad del libro. Se escribió después que la ciudad egipcia de No-amón (Tebas) sufrió una humillante derrota en el siglo VII a. E.C. (Na 3:8-10), y se completó antes de la predicha destrucción de Nínive en 632 a.E.C. Escritos: Escritor del libro que lleva su nombre Nahúm. 2. Nahúm, Antepasado postexílico de Jesucristo, perteneciente a la línea genealógica de María, la madre de Jesús en la Tierra. (Lu 3:25.)

 Natan

(Heb.: ------; Gr.: ------.) Sinónimos: ------, ------. Definición / Significado: [Dios] Ha Dado. 1. Natán, Descendiente de Judá. Hijo de Atai y padre de Zabad. 2. Natán, Profeta de Jehová durante el reinado de David. 3. Natán, Padre de Igal y hermano de Joel. 4. Natán, Hijo de David y Bat-seba, nacido en Jerusalén.. 5. Natán, Uno de los nueve cabezas de los exiliados. 6. Natán, Uno de los trece hijos de Binuí. 1. Natán, Descendiente de Judá. Hijo de Atai y padre de Zabad. Su abuelo fue un siervo egipcio llamado Jarhá. (1Cr 2:3, 2:34-36.) 2. Natán, Profeta de Jehová durante el reinado de David; posiblemente, de la tribu de Leví. Cuando el rey le reveló a Natán su deseo de edificar un templo para la adoración de Jehová, el profeta contestó: “Todo lo que esté en tu corazón... anda, hazlo”. (2Sa 7:1-3; 1Cr 17:1, 2.) Sin embargo, aquella noche Jehová le informó a Natán que en vez de ser David quien le construyera un templo, Él le edificaría a David una casa estable hasta tiempo indefinido, y que más tarde sería el descendiente de David quien edificaría la casa de Jehová. De modo que por medio de Natán Jehová le anunció a David un pacto para un reino “hasta tiempo indefinido” que no se apartaría de su línea. (2Sa 7:4-17; 1Cr 17:3-15.) Más tarde, Jehová envió a Natán para que señalara a David la magnitud del pecado que había cometido contra Urías el hitita con respecto a Bat-seba y la pena divina que se le imponía por ello. Natán lo hizo con tacto, pero de manera decidida. Se valió de una ilustración que hizo que David sin darse cuenta expresase sin prejuicios personales su propio juicio sobre esa acción. Natán le dijo a continuación: “¡Tú mismo eres el hombre!”, y dictó el juicio de Jehová sobre David y su casa. (2Sa 12:1-18; véase también Salmos 51:Enc.) Con el tiempo, Bat-seba le dio a David un segundo hijo, llamado Salomón. Jehová amó a ese hijo, por lo que envió a su profeta Natán, quien “por causa de Jehová” llamó al niño Jedidías, que significa “Amado de Jah”. (2Sa 12:24, 25.) Cuando Adonías intentó apoderarse del trono, al final de la vida de David, Natán tomó las medidas necesarias para que este lo supiera. Luego tomó parte en ungir y entronizar a Salomón. (1Re 1:5-40.) Parece ser que Natán y Gad aconsejaron a David sobre el uso de los instrumentos musicales que se empleaban en el santuario (2Cr 29:25), y debieron ser quienes registraron la información de los capítulos de conclusión de Primero de Samuel y todo Segundo de Samuel. (1Cr 29:29.) “Entre las palabras de Natán el profeta” también se incluyeron “los asuntos de Salomón”. (2Cr 9:29.) Puede que este Natán haya sido el padre de Azarías y Zabud, quienes ocuparon puestos importantes durante el reinado de Salomón. Azarías fue un príncipe que supervisaba el trabajo de los diputados, mientras que Zabud, amigo y consejero del rey, era sacerdote. (1Re 4:1, 5.) Escritos: Por lo general, se les atribuye a Natán y a Gad la última parte de Primero de Samuel y todo el libro de Segundo de Samuel. (1Cr 29:29.) 3. Natán, Padre de Igal y hermano de Joel, dos de los hombres poderosos del ejército de David. (2Sa 23:8, 36; 1Cr 11:26, 38.) 4. Natán, Hijo de David y Bat-seba, nacido en Jerusalén. (2Sa 5:13, 14; 1Cr 3:5.) El linaje natural del Mesías pasa por este hijo de David, Natán, y sus descendientes, hasta llegar a Jesús, mediante, por lo visto, su madre María. (Lu 3:23, 31.) Con respecto al tiempo en que ‘mirarían al que traspasaron’, la profecía de Zacarías dice que habría amarga lamentación por toda la tierra en todas las familias, en particular en las de David, Leví, los simeítas y la de “la casa de Natán”. (Zac 12:10-14.) Si la familia de la casa de Natán es la de aquel hijo de David, esta sería una de las familias de David. En ese caso la lamentación afectaría a familias dentro de familias. 5. Natán, Uno de los nueve cabezas de los exiliados que habían acampado en el río Ahavá, y a quienes Esdras envió para conseguir ministros para los servicios en la casa de Dios en Jerusalén. (Esd 8:15-17.) 6. Natán, Uno de los trece hijos de Binuí que habían estado en el exilio en Babilonia y que despidieron a sus esposas extranjeras de acuerdo con las instrucciones de Esdras. (Esd 10:10, 11, 10:38-42, 44.)
Nehemias
(Heb.: ------; Gr.: ------.) Sinónimos: ------, ------. Definición / Significado: Jah Consuela. 1. Nehemías, Posiblemente un principal regresado de babilonia. 2. Nehemías, Hijo de Azbuq y príncipe de la mitad del distrito de Bet-zur. 3. Nehemías, Hijo de Hacalías y hermano de Hananí. 1. Nehemías, Posiblemente un principal de los que regresaron con Zorobabel del exilio babilonio. (Esd 2:1, 2; Ne 7:7.) 2. Nehemías, Hijo de Azbuq y príncipe de la mitad del distrito de Bet-zur. Puesto que la ciudad de Bet-zur estaba situada en la región montañosa de Judá (Jos 15:21, 48, 58), Nehemías debe haber sido judaíta. Colaboró en la reparación del muro de Jerusalén en el año 455 a. E.C. (Ne 3:16.) 3. Nehemías, Hijo de Hacalías y hermano de Hananí. Fue copero del rey persa Artajerjes Longimano y, más tarde, gobernador de los judíos, reedificador del muro de Jerusalén y escritor del libro de la Biblia que lleva su nombre. (Ne 1:1, 2, 11; Ne 2:1; Ne 5:14, 16.) Escritos: Escritor del libro que lleva su nombre Nehemías.

 Nehemias mas informacion

(Heb.: ------; Gr.: ------.) Sinónimos: ------, ------. Definición / Significado: Jah Consuela. Durante el vigésimo año del rey Artajerjes, en el mes de Kislev (noviembre-diciembre), recibió la visita de su hermano Hananí y otros hombres de Judá mientras estaba en el castillo de Susa. Nehemías se interesó por los judíos, así como por Jerusalén, y aquellos le refirieron la difícil situación del pueblo y que tanto el muro como las puertas de Jerusalén todavía estaban en ruinas. Este informe le hizo llorar. Durante varios días se lamentó y se dedicó al ayuno y la oración. Más tarde confesó el pecado de Israel y, sobre la base de las palabras de Dios a Moisés (Dt 30:1-4), rogó a Jehová que ‘lo hiciese objeto de piedad’ delante del rey Artajerjes a fin de que su plan de reedificar el muro de Jerusalén tuviese éxito. (Ne 1.) Más adelante, en el mes de Nisán (marzo-abril), las oraciones de Nehemías fueron contestadas. El rey se dio cuenta de que Nehemías estaba cariacontecido, por lo que le preguntó qué le sucedía. Nehemías le reveló el motivo de su preocupación: el lamentable estado de Jerusalén. Cuando se le preguntó qué intentaba conseguir, inmediatamente oró a Dios y solicitó permiso al rey para regresar y reedificar Jerusalén. Se le concedió esta petición y además el rey le dio cartas que le garantizaban la libre circulación a través de las zonas bajo la jurisdicción de los gobernadores del O. del río Éufrates y también para conseguir madera para el proyecto. De modo que partió para Jerusalén con jefes de la fuerza militar y jinetes. (Ne 2:1-9.) Se reedifica el muro de Jerusalén. Después de estar en Jerusalén durante tres días, Nehemías hizo una inspección nocturna de la ciudad sin que nadie lo supiese, excepto unos pocos hombres que estaban con él. Mientras que el resto iba a pie, Nehemías montó en un animal, probablemente un caballo o un asno, y cuando las ruinas le impidieron el paso, desmontó y continuó a pie. (Ne 2:11-16.) Después de haber realizado la inspección, Nehemías reveló su plan a los judíos y les hizo notar que la mano de Jehová intervenía en el asunto. Animados por esto respondieron: “Levantémonos, y tenemos que edificar”. A pesar de las palabras de mofa de Sanbalat el horonita, Tobías el ammonita y Guésem el árabe, la obra de reconstrucción empezó aproximadamente el 4 de Ab (julio-agosto). (Ne 2:17-20; compárese con Ne 6:15.) Durante la obra Sanbalat y Tobías siguieron burlándose y mofándose de los esfuerzos de los judíos por reparar el muro de Jerusalén. Nehemías presentó esta situación a Dios en oración, “y el pueblo continuó teniendo corazón para trabajar”. Cuando el muro alcanzó la mitad de su altura, Sanbalat, Tobías y los pueblos vecinos intensificaron su oposición hasta el punto de que tramaron luchar contra Jerusalén. En ese sentido, Nehemías repetidas veces recibió informes de los judíos que vivían cerca de la ciudad, y nuevamente manifestó su confianza orando a Jehová. Para enfrentarse a esa tensa situación, armó a los trabajadores, dispuso que otros hiciesen guardia y planeó un sistema de alarma. Nehemías ni siquiera se quitó la ropa durante la noche, seguramente a fin de estar preparado para luchar en caso de que el vigía diera una señal de alarma. (Ne 4.) Aunque la situación era muy apremiante, Nehemías no estaba demasiado ocupado como para no dar debida consideración a las protestas de los judíos. Cuando oyó sus quejas sobre la opresión que para ellos suponía tener que pagar interés, censuró a los nobles y a los gobernantes diputados, convocó una gran asamblea y, una vez expuesto el mal, dio instrucciones para remediar la situación. (Ne 5:1-13.) Después de esto, los enemigos trataron de detener los trabajos de reconstrucción. En cuatro ocasiones intentaron apartar a Nehemías de su proyecto, pero él les informó que no podía restar tiempo de la gran obra que estaba efectuando. Posteriormente, Sanbalat le envió una carta abierta que contenía acusaciones falsas y en la que pedía una reunión, a lo que Nehemías contestó: “Cosas tales como las que tú estás diciendo no se han efectuado, sino que de tu propio corazón las estás inventando”. Tobías y Sanbalat aún tramaron otra artimaña: contrataron a un judío para atemorizar a Nehemías, a fin de que se escondiese de manera ilegal en el templo; sin embargo, Nehemías no cedió al temor, y el trabajo de reparación terminó con éxito en el día 25 de Elul (agosto-septiembre), exactamente cincuenta y dos días después de haber empezado. A pesar de todo, Tobías continuó enviando cartas amenazadoras a Nehemías. (Ne 6.) Una vez terminado el muro, Nehemías dirigió su atención a la tarea de organizar a los servidores del templo. A continuación, colocó a dos hombres al mando de la ciudad, uno de los cuales era su hermano Hananí. También dio instrucciones sobre cuándo abrir y cerrar las puertas de la ciudad, así como en cuanto a su protección. (Ne 7:1-3.) Inscripción genealógica. La cantidad de personas que residía entonces en Jerusalén era muy pequeña. Al parecer, esa fue la razón por la que Dios puso en el corazón de Nehemías el reunir a los nobles, gobernantes diputados y al pueblo para que se registraran genealógicamente, ya que esa información podría servir para tomar medidas a fin de aumentar la población de Jerusalén. Parece ser que Nehemías encontró el registro de los que habían regresado con Zorobabel del exilio en Babilonia mientras daba la debida atención a esta inscripción genealógica. (Ne 7:4-7.) Se vuelve a observar la Ley. Probablemente fue Nehemías quien convocó la asamblea en la plaza pública, cerca de la Puerta del Agua. Aunque Esdras, el sacerdote, tenía que llevar la delantera en dar instrucción sobre la Ley, Nehemías también participó. (Ne 8:1-12.) A continuación se celebró la fiesta de las cabañas, de ocho días de duración. Dos días más tarde los israelitas se volvieron a reunir. Durante esta asamblea se hizo una confesión general del pecado de Israel. Luego se extendió un contrato de confesión escrito, o “arreglo fidedigno”, que autenticaron los príncipes, los levitas y los sacerdotes. Nehemías, el “Tirsatá [gobernador]”, fue el primero en autenticarlo con su sello. (Ne 8:13–10:1.) Todo el pueblo concordó en abstenerse de celebrar matrimonios mixtos con extranjeros, en observar el sábado y apoyar el servicio del templo. A continuación, se seleccionó por suertes a una persona de cada diez para que morara permanentemente en Jerusalén. (Ne 10:28–11:1.) Después de estos hechos se inauguró el muro de Jerusalén. Para esta ocasión, Nehemías nombró dos grandes coros y procesiones de acción de gracias para efectuar un recorrido del muro en direcciones opuestas. Al terminar, todos se reunieron en el templo para ofrecer sacrificios. Además, se nombró a algunos hombres para que estuviesen al cargo de las contribuciones para los sacerdotes y levitas. (Ne 12:27-47.) Unos doce años más tarde, en el trigésimo segundo año de Artajerjes, Nehemías se marchó de Jerusalén. Cuando regresó, halló condiciones lamentables entre los judíos. Eliasib, el sumo sacerdote, había hecho un comedor en el patio del templo para el uso de Tobías, el mismo hombre que antes se había opuesto furiosamente al trabajo de Nehemías. Este tomó medidas de inmediato. Arrojó todos los muebles de Tobías fuera del comedor y dio instrucciones para que lo limpiaran. Asimismo, tomó medidas para garantizar las contribuciones para los levitas e hizo que se observara estrictamente el sábado. También administró disciplina contra aquellos que habían tomado esposas extranjeras, los hijos de cuyas mujeres ni siquiera sabían hablar el idioma judío: “Y empecé a señalarles sus faltas y a invocar el mal contra ellos y a golpear a algunos hombres de ellos y a arrancarles el cabello y a hacerles jurar por Dios: ‘No deben dar sus hijas a los hijos de ellos, y no deben aceptar a ninguna de las hijas de ellos para los hijos de ustedes ni para ustedes mismos’”. El que Nehemías ‘señalara las faltas’ de aquellos hombres probablemente implicó censura y reprensión mediante la ley de Dios, y poner al descubierto su acción impropia. Esos hombres estaban llevando a la nación restaurada al disfavor de Dios, después de que se les había repatriado bondadosamente de Babilonia con el fin de restablecer la adoración verdadera en Jerusalén. Nehemías ‘invocó el mal contra ellos’ en el sentido de enumerar los juicios de la ley de Dios sobre los transgresores. Los ‘golpeó’: parece probable que no lo hiciese personalmente, sino que ordenase flagelarlos como medida judicial. Les ‘arrancó [una porción] de cabello’, un símbolo de indignación moral e ignominia delante del pueblo. (Compárese con Esd 9:3.) Luego Nehemías ahuyentó al nieto del sumo sacerdote Eliasib, quien había llegado a ser yerno de Sanbalat el horonita. (Ne 13:1-28.) Nehemías, un ejemplo sobresaliente. Nehemías se destaca como un ejemplo excelente de fidelidad y devoción. Fue desinteresado, pues dejó atrás una posición importante como copero de la corte de Artajerjes para emprender la reconstrucción de los muros de Jerusalén. Puesto que había muchos enemigos, se expuso voluntariamente al peligro en favor de su pueblo y de la adoración verdadera. No solo dirigió el trabajo de reparación del muro de Jerusalén, sino que tuvo también una participación personal activa en la tarea. No perdió el tiempo, fue valeroso y no tuvo temor. Confió completamente en Jehová y mostró discreción en todo lo que hacía. Nehemías tenía celo por la adoración verdadera, conocía la ley de Dios y la aplicaba. Estaba interesado en edificar la fe de sus compañeros israelitas y demostró tener el debido temor a Jehová. Aunque insistió celosamente en el cumplimiento de la ley de Dios, no ejerció dominio sobre otros para provecho propio, sino que más bien se interesó en los oprimidos. Nunca solicitó el pan que le correspondía al gobernador; al contrario, proporcionó alimento a su costa a un buen número de personas. (Ne 5:14-19.) Nehemías pudo orar apropiadamente: “Acuérdate de mí, sí, oh Dios mío, para bien”. (Ne 13:31.)

Oseas

(Heb.: ------; Gr.: ------.) Sinónimos: forma abreviada de Hosaya. Definición / Significado: ------. Primero de los doce profetas “menores” junto con Joel, Amós, Abdías, Jonás, Miqueas, Nahúm, Habacuc, Sofonías, Ageo, Zacarías, Malaquías. Profeta hebreo que escribió el libro bíblico que lleva su nombre; se le identifica simplemente como hijo de Beerí y esposo de Gómer (Os 1:3). Fue profeta de Jehová a finales del siglo IX y buena parte del VIII a. E.C., durante los reinados de Uzías, Jotán, Acaz y Ezequías, reyes de Judá, y de Jeroboán II (hijo de Joás), rey de Israel. (Os 1:1.) Los profetas Amós, Isaías y Miqueas también sirvieron durante ese período. (Am 1:1; Isa 1:1; Miq 1:1.) Puede decirse que Oseas era un profeta (y probablemente un súbdito) del reino septentrional de diez tribus de Israel. Este reino es el objetivo principal de las declaraciones que se hallan en su libro. Mientras que solo menciona 15 veces a Judá, y ni siquiera una a su ciudad capital, Jerusalén, el libro de Oseas contiene 44 referencias a Israel, 37 a Efraín (la tribu dominante de Israel) y 6 a Samaria, la capital del reino septentrional. La mayoría de los otros lugares que se mencionan en el libro, o bien eran parte del reino septentrional o limitaban con él. (Os 1:4, 5; Os 5:1, 8; Os 6:8, 9; Os 10:5, 8, 15; Os 12:11; Os 14:6, 7.) Sin embargo, parece que Oseas dio importancia primordial a los reyes de Judá, pues menciona a los cuatro que reinaron allí durante su ministerio, mientras que de los que gobernaron en Israel, solo menciona al que regía cuando empezó su obra. (Os 1:1.) No obstante, este hecho no indica necesariamente que el profeta llegara de Judá o hubiera nacido allí, sino que podría mostrar que, al igual que otros profetas de Dios, solo consideraba gobernantes legítimos sobre el pueblo de Dios a los reyes judaítas de la familia de David y estimaba que el reino septentrional de Israel había apostatado de Jehová tanto en sentido religioso como civil. Naturalmente, el que se mencione a los gobernantes de ambos reinos permite fechar con más rigor la obra profética de Oseas. Escritos: Escritor del libro que lleva su nombre Oseas.

 Pablo

(Heb.: ------; Gr.: Páu·los.) Sinónimos: ------, ------. Definición / Significado: Pequeño; Chico. Israelita de la tribu de Benjamín y apóstol de Jesucristo. (Ef 1:1; Flp 3:5.) Aunque quizás tenía desde su infancia tanto el nombre hebreo Saulo como el romano (latino) Pablo (Hch 9:17; 2Pe 3:15), puede que escogiera llamarse por su nombre romano en vista de su comisión de declarar las buenas nuevas a los gentiles. (Hch 9:15; Gál 2:7, 8.) Pablo nació en Tarso, importante ciudad de Cilicia (Asia Menor). (Hch 21:39; Hch 22:3.) Sus padres eran hebreos, probablemente de la rama farisaica del judaísmo. (Hch 23:6; Flp 3:5.) Era ciudadano romano de nacimiento (Hch 22:28), tal vez porque a su padre se le había concedido la ciudadanía por servicios prestados. Su padre debió enseñarle el oficio de hacer tiendas de campaña. (Hch 18:3.) Después recibió instrucción del sabio fariseo Gamaliel en Jerusalén, lo que da a entender que Pablo era de una familia importante. (Hch 22:3; Hch 5:34). Saulo (o Pablo) era abogado judío. (Hech. 8:1-3; Hech. 9:1, 2; Hech. 22:3). Estaba versado por lo menos en los idiomas griego y hebreo. (Hch 21:37-40.) Cuando hizo sus viajes misionales no estaba casado (1Co 7:8); en Jerusalén vivían una hermana y un sobrino suyos. (Hch 23:16-22.) El apóstol Pablo tuvo el privilegio de escribir la mayor parte de los libros de las Escrituras Griegas Cristianas. Recibió visiones sobrenaturales (2Co 12:1-5), y habló muchas lenguas extranjeras mediante la acción del espíritu santo. (1Co 14:18.) Escritos: Pablo escribió 14 libros (concretamente cartas) de los veintisiete que componen las Escrituras Griegas Cristianas, desde la carta a los Romanos hasta la carta a los Hebreos.

 Pablo mas informacion

(Heb.: ------; Gr.: Páu·los.) Sinónimos: ------, ------. Definición / Significado: Pequeño; Chico. Persecución, conversión y comienzo de su ministerio. La primera vez que el registro bíblico menciona a Saulo o Pablo hace referencia a él como el “joven” a cuyos pies dejaron sus prendas exteriores de vestir los falsos testigos que apedrearon al discípulo cristiano Esteban. (Hch 6:13; Hch 7:58.) Pablo aprobó el asesinato de Esteban, y debido a su celo, mal dirigido por la tradición, inició una campaña de persecución violenta contra los seguidores de Cristo. Cuando se les iba a ejecutar, votaba en su contra; cuando se les juzgaba en las sinagogas, trataba de obligarlos a retractarse. Extendió su persecución a otras ciudades además de Jerusalén, y hasta consiguió autorización escrita del sumo sacerdote para buscar a los discípulos de Cristo incluso en Damasco (Siria), muy al N. y llevarlos atados a Jerusalén, probablemente para que el Sanedrín los juzgase. (Hch 8:1, 3; Hch 9:1, 2; Hch 26:10, 11; Gál 1:13, 14.) Cuando se acercaba a Damasco, Cristo se le reveló en una luz brillante y lo comisionó para que le sirviera y fuera testigo de las cosas que había visto y aún estaba por ver. Aunque los acompañantes de Pablo también cayeron al suelo debido a esta manifestación y oyeron el sonido de alguien que hablaba, solo Pablo entendió las palabras y fue cegado, por lo que se hizo necesario llevarlo de la mano hasta Damasco. (Hch 9:3-8; Hch 22:6-11; Hch 26:12-18.) Durante tres días no comió ni bebió. Ya en Damasco, mientras oraba en la casa de cierto Judas, contempló en una visión al discípulo cristiano Ananías que iba y le devolvía la vista. Cuando la visión se hizo realidad, Pablo fue bautizado, recibió espíritu santo, comió y cobró fuerzas. (Hch 9:9-19.) En Hechos 9:20-25 se explica que Pablo pasó tiempo con los discípulos de Damasco e “inmediatamente” empezó a predicar en las sinagogas de esa ciudad. Luego narra su actividad de predicar hasta que se vio obligado a dejar Damasco debido a un complot contra su vida. Por otro lado, la carta de Pablo a los Gálatas dice que después de su conversión fue a Arabia, para más tarde regresar a Damasco. (Gál 1:15-17.) No se sabe exactamente cuándo hizo este viaje a Arabia. Puede que Pablo fuese a Arabia justo después de su conversión a fin de meditar sobre lo que Dios esperaba de él. En tal caso, el que Hechos diga que Pablo empezó su predicación “inmediatamente” podría significar que lo hizo tan pronto como regresó a Damasco y comenzó a asociarse con los discípulos. Por otro lado, Pablo se limita a decir en Gálatas 1:17 que no subió inmediatamente a Jerusalén y que el único lugar aparte de Damasco donde estuvo durante aquel período inicial fue Arabia. Por ello, el viaje a Arabia no tuvo por qué producirse inmediatamente después de su conversión. Quizás Pablo primero pasó algunos días en Damasco y en seguida renunció públicamente a su anterior oposición a la congregación cristiana y expresó su fe en Cristo en las sinagogas. Tal vez hizo su viaje a Arabia (cuyo verdadero propósito no se revela) después de esos primeros días, y cuando regresó, continuó su predicación en Damasco con tal fuerza que sus opositores quisieron darle muerte. En lugar de contradecirse, los dos relatos se complementan; la única duda es el orden exacto de los acontecimientos. Cuando llegó a Jerusalén (quizás en 36 E.C.; es posible que los tres años mencionados en Gálatas 1:18 signifiquen parte de tres años), Pablo se encontró con que los hermanos no creían que fuese un discípulo de Jesús. Sin embargo, “Bernabé vino en socorro de él y lo condujo a los apóstoles”, al parecer Pedro y “Santiago el hermano del Señor”. (A Santiago se le podía llamar apóstol aunque no era de los doce, porque lo era de la congregación de Jerusalén.) Pablo se quedó con Cefas (Pedro) por quince días. Mientras estuvo en Jerusalén, habló intrépidamente en el nombre de Jesús. Cuando los hermanos se enteraron de que por esta causa los judíos de habla griega intentaban matarlo, “lo llevaron a Cesarea y lo enviaron a Tarso”. (Hch 9:26-30; Gál 1:18-21.) Posiblemente alrededor del año 41 E.C., Pablo tuvo una visión sobrenatural tan real que no supo si había sido arrebatado al “tercer cielo” en el cuerpo o fuera del cuerpo. Al parecer, el “tercer cielo” se refiere al grado superlativo de arrobamiento en el que tuvo la visión. (2Co 12:1-4.) Más tarde, Bernabé llevó a Saulo de Tarso a Antioquía para que ayudara en la obra entre las personas de habla griega. Alrededor del año 46 E.C., después de un año de trabajo en Antioquía, la congregación envió a Pablo y a Bernabé a Jerusalén con una ministración de socorro para los hermanos de aquel lugar. (Hch 11:22-30.) Acompañados por Juan Marcos, regresaron a Antioquía. (Hch 12:25.) Después, el espíritu santo indicó que se apartara a Pablo y a Bernabé para una misión especial. (Hch 13:1, 2.) Primer viaje misional. Siguiendo la dirección del espíritu, Pablo empezó su primer viaje misional junto con Bernabé, y con Juan Marcos como servidor (c. 47-48 E.C.). Embarcaron en Seleucia, el puerto de Antioquía, y navegaron hacia Chipre. Comenzaron “a publicar la palabra de Dios” en las sinagogas de Salamina, en la costa oriental de Chipre. Después de atravesar la isla, llegaron a Pafos, en la costa occidental. En este lugar, el hechicero Elimas procuró oponerse al testimonio que estaban dando al procónsul Sergio Paulo. Pablo hizo que se hiriese temporalmente con ceguera a Elimas. Atónito por lo que había sucedido, Sergio Paulo se hizo creyente. (Hch 13:4-12.) En Pafos, Pablo y sus compañeros zarparon hacia Asia Menor. Cuando llegaron a Perga, en la provincia romana de Panfilia, Juan Marcos regresó a Jerusalén. Pero Pablo y Bernabé se dirigieron hacia el N., a Antioquía de Pisidia. Aunque en esa ciudad hallaron gran interés, finalmente los echaron de ella por instigación de los judíos. (Hch 13:13-50.) Sin desanimarse, viajaron hacia el SE., a Iconio, donde los judíos también incitaron a las muchedumbres contra ellos. Enterados de que intentaban apedrearlos, Pablo y Bernabé huyeron a Listra, en la región de Licaonia. Después que Pablo sanó a un hombre cojo de nacimiento, el pueblo de Listra creyó que Pablo y Bernabé eran dioses que se habían encarnado. Pero, más tarde, unos judíos de Iconio y de Antioquía de Pisidia volvieron a las muchedumbres en contra de Pablo y lograron que lo apedrearan, y, creyéndole muerto, arrastraran su cuerpo fuera de la ciudad. Sin embargo, cuando sus compañeros cristianos lo rodearon, Pablo se levantó y entró en Listra. Al día siguiente, él y Bernabé partieron hacia Derbe. Después de hacer un buen número de discípulos en Derbe, regresaron a Listra, Iconio y Antioquía (de Pisidia), fortaleciendo y estimulando a los hermanos, al tiempo que hacían nombramientos de ancianos para servir en las congregaciones formadas en estos lugares. Más tarde predicaron en Perga, y luego se embarcaron en el puerto de Atalia hacia Antioquía de Siria. (Hch 13:51–14:28.) La cuestión de la circuncisión. Ciertos hombres de Judea fueron a Antioquía (alrededor del año 49 E.C.), y allí afirmaron que los que no eran judíos tenían que circuncidarse en conformidad con la ley mosaica para poder alcanzar la salvación. Pablo y Bernabé no estuvieron de acuerdo con esta proposición. No obstante, Pablo, aunque era un apóstol, no asumió la responsabilidad de zanjar el asunto por su propia autoridad. Acompañado de Bernabé, Tito y otros, fue a Jerusalén para plantear la cuestión ante los apóstoles y los ancianos de la congregación. Se decidió que no se requería la circuncisión de los creyentes gentiles, aunque sí deberían mantenerse libres de idolatría, comer y beber sangre e inmoralidad sexual. Además de preparar una carta en la que exponían esta decisión, los hermanos de la congregación de Jerusalén enviaron a Judas y Silas como sus representantes para aclarar el asunto en Antioquía. Además, en una consideración con Pedro (Cefas), Juan y el discípulo Santiago, se concordó en que Pablo y Bernabé continuaran predicando a los gentiles incircuncisos. (Hch 15:1-29; Gál 2:1-10.) Algún tiempo después, Pedro fue personalmente a Antioquía de Siria y se asoció con los cristianos gentiles. Pero cuando llegaron ciertos judíos de Jerusalén, Pedro, probablemente llevado por el temor a los hombres, se separó de los gentiles, obrando de este modo contra la dirección del espíritu, dirección que indicaba que las distinciones carnales no contaban para Dios. Incluso Bernabé se desvió. Una vez que se dio cuenta de esta situación, Pablo valerosamente censuró a Pedro delante de todos, ya que su comportamiento era perjudicial para el progreso del cristianismo. (Gál 2:11-14.) Segundo viaje misional. Posteriormente, Pablo y Bernabé planearon visitar a los hermanos en las ciudades donde habían predicado durante su primer viaje misional. En esta segunda gira misionera viajaría de una congregación a otra con dos objetivos. En primer lugar, seguir entregando el decreto de los apóstoles y ancianos de Jerusalén (Hech. 16:4). Y en segundo lugar, consolidar a las congregaciones y ayudarlas a crecer en la fe (Rom. 1:11, 12). Debido a que surgió una disputa entre ellos en cuanto a si deberían llevar consigo a Juan Marcos, en vista de que los había abandonado durante su primer viaje, se separaron. Por lo tanto, Pablo escogió a Silas (Silvano), y pasando por Siria, entró en Asia Menor (c. 49-52 E.C.). En Listra invitó al joven Timoteo a que le acompañara, y lo circuncidó. (Hch 15:36–16:3.) Aunque la circuncisión no era un requisito cristiano, si Timoteo —en parte judío— hubiese permanecido incircunciso, es muy posible que los judíos se hubiesen predispuesto en contra de la predicación de Pablo. Por lo tanto, al quitar este posible obstáculo, Pablo actuó en armonía con lo que más tarde escribió a los corintios: “A los judíos me hice como judío”. (1Co 9:20.) Una noche, en Troas, junto al mar Egeo, Pablo tuvo una visión de un macedonio que le suplicaba: “Pasa a Macedonia y ayúdanos”. Llegó a la conclusión de que era la voluntad de Dios, por lo que él y sus compañeros misioneros, acompañados por el médico Lucas, zarparon hacia Macedonia, a Europa. En Filipos, la principal ciudad de Macedonia, Lidia y su casa se hicieron creyentes. El que Pablo hiciese que una muchacha perdiera sus poderes de predicción al expulsarle un demonio resultó en que se le encarcelara junto con Silas. No obstante, un terremoto los libertó, y el carcelero y su casa se hicieron cristianos. Pablo apeló a su ciudadanía romana y exigió que los magistrados civiles fueran personalmente para sacarlo a él y a Silas de la prisión. Después de animar a los hermanos, Pablo y sus compañeros viajaron a través de Anfípolis y Apolonia hacia Tesalónica. Allí se formó una congregación de creyentes. Sin embargo, unos judíos celosos levantaron una chusma contra Pablo. Por esta razón los hermanos lo enviaron con Silas a Berea. Muchos se hicieron creyentes en este lugar, pero las dificultades que provocaron los judíos de Tesalónica obligaron a Pablo a partir. (Hch 16:8–17:14.) Los hermanos llevaron al apóstol a Atenas. Su predicación en la plaza del mercado resultó en que se le condujera al Areópago. Impresionados por su defensa, Dionisio, uno de los jueces del tribunal del Areópago, y otros, abrazaron el cristianismo. (Hch 17:15-34.) Luego Pablo fue a Corinto, donde se alojó con un matrimonio judío, Áquila y Priscila, y trabajó con ellos haciendo tiendas de campaña. Al parecer desde allí escribió sus dos cartas a los Tesalonicenses. Después de enseñar en Corinto por año y medio y formar una congregación, los judíos lo acusaron ante Galión, que desestimó el caso. (Hch 18:1-17.) Más tarde, Pablo se embarcó hacia Cesarea e hizo escala en Éfeso, donde predicó. Desde Cesarea “subió y saludó a la congregación”, refiriéndose sin duda a la de Jerusalén, y luego fue a Antioquía de Siria. (Hch 18:18-22.) Es posible que Pablo hubiese escrito su carta a los Gálatas antes desde Corinto o tal vez en ese tiempo desde Antioquía de Siria. Tercer viaje misional. Durante su tercer viaje misional (c. 52-56 E.C.), Pablo visitó de nuevo Éfeso, donde trabajó por unos tres años. Desde allí escribió su primera carta a los Corintios, y al parecer envió a Tito para ayudar a estos cristianos. Después de que el platero Demetrio instigó un alboroto contra él, Pablo partió de Éfeso y se dirigió a Macedonia. Allí escribió su segunda carta a los Corintios después de recibir noticias de Corinto por medio de Tito. Pablo recibió una contribución de los hermanos de Macedonia y Acaya para los cristianos necesitados de Jerusalén, y antes de abandonar Europa, escribió su carta a los Romanos. (Hch 19:1-20:4; Ro 15:25, 26; 2Co 2:12, 13; 7:5-7.) De camino a Jerusalén, Pablo discursó en Troas y resucitó a Eutico, que había sufrido un accidente mortal. También paró en Mileto, donde se encontró con los superintendentes de la congregación de Éfeso, repasó el ministerio que había efectuado en el distrito de Asia y los animó a imitar su ejemplo. (Hch 20:6-38.) Detención. Según Pablo iba viajando, unos profetas cristianos predijeron que le esperaban cadenas en Jerusalén. (Hch 21:4-14; compárese con 20:22, 23.) Sus profecías se cumplieron. Mientras estaba en el templo para limpiarse ceremonialmente, algunos judíos de Asia agitaron una chusma violenta contra él, pero los soldados romanos lo rescataron. (Hch 21:26-33.) Cuando subía las escaleras hacia el cuartel de los soldados, se le dio permiso para dirigir la palabra a los judíos. Tan pronto como mencionó su comisión de predicar a los gentiles, volvió a estallar la violencia. (Hch 21:34–22:22.) Dentro del cuartel, en un esfuerzo por averiguar la naturaleza de su culpa, se preparó a Pablo para la flagelación. El apóstol evitó la flagelación alegando que era ciudadano romano. Al día siguiente se sometió su caso al Sanedrín. Al parecer Pablo se dio cuenta de que no iba a recibir una audiencia imparcial, por lo que trató de enfrentar a fariseos y saduceos basando su juicio en la cuestión de la resurrección. Como creía en la resurrección y era “hijo de fariseos”, se identificó a sí mismo como fariseo, con lo que consiguió enfrentar a los saduceos —que no creían en la resurrección— con los fariseos. (Hch 22:23–23:10.) Una conspiración contra Pablo hizo necesario que lo trasladaran de Jerusalén a Cesarea. Unos días después, el sumo sacerdote Ananías, algunos de los ancianos judíos y el orador Tértulo fueron a Cesarea para presentar su caso contra Pablo ante el gobernador Félix, y lo acusaron de promover sedición e intentar profanar el templo. El apóstol mostró que las acusaciones de que era objeto no tenían fundamento. Pero Félix buscaba un soborno, así que mantuvo a Pablo bajo custodia por dos años. Cuando Festo reemplazó a Félix, los judíos volvieron a acusar a Pablo. La causa se vio de nuevo en Cesarea, y el apóstol apeló a César para evitar que el juicio pasara a Jerusalén. Más tarde, después de exponer los hechos ante el rey Herodes Agripa II, Pablo fue enviado a Roma (alrededor del 58 E.C.) junto con otros prisioneros. (Hch 23:12–27:1.) Primer y segundo encierro en prisión en Roma. En el camino, Pablo y los que estaban con él naufragaron en la isla de Malta. Después de pasar allí el invierno, finalmente llegaron a Roma, donde a Pablo se le permitió alquilar una casa para alojarse, aunque custodiado por un soldado. Poco después de su llegada, organizó una reunión con los hombres prominentes de los judíos, algunos de los cuales se hicieron creyentes. Durante dos años, aproximadamente entre 59 y 61 E.C., el apóstol continuó predicando a todos los que iban a él. (Hch 27:2–28:31.) En ese tiempo también escribió sus cartas a los Efesios (4:1; 6:20), a los Filipenses (1:7, 12-14), a los Colosenses (4:18), a Filemón (vs. 9) y probablemente también a los Hebreos. Parece que César Nerón declaró a Pablo inocente y lo dejó en libertad. Es probable que Pablo reanudara su labor misional en asociación con Timoteo y Tito. Después de haber dejado a Timoteo en Éfeso y a Tito en Creta, Pablo les escribió cartas relacionadas con sus responsabilidades, al parecer desde Macedonia. (1Ti 1:3; Tit 1:5.) No se sabe si antes de su última estancia en prisión en Roma el apóstol llegó hasta España. (Ro 15:24.) Durante esa reclusión (c. 65 E.C.) escribió su segunda carta a Timoteo, en la que dio a entender que su muerte era inminente. (2Ti 4:6-8.) Es probable que poco después Pablo sufriera una muerte de mártir durante el mandato de Nerón. Un ejemplo digno de imitar. En vista de que siguió fielmente el ejemplo de Cristo, el apóstol Pablo pudo decir: “Háganse imitadores de mí”. (1Co 4:16; 11:1; Flp 3:17.) Él estaba presto a seguir la dirección del espíritu de Dios. (Hch 13:2-5; 16:9, 10.) No era un vendedor ambulante de la Palabra de Dios, sino que hablaba movido por sinceridad. (2Co 2:17.) Aunque era una persona instruida, no intentó impresionar a otros con su habla (1Co 2:1-5) ni procuró agradar a los hombres. (Gál 1:10.) No insistió en sus derechos, sino que se adaptó a las personas a quienes predicó y tuvo cuidado de no hacer tropezar a otros. (1Co 9:19-26; 2Co 6:3.) En el transcurso de su ministerio, Pablo se esforzó celosamente: viajó miles de kilómetros por mar y tierra y formó muchas congregaciones en Europa y Asia Menor. Por lo tanto, no necesitó cartas de recomendación escritas con tinta, sino que podía señalar a cartas vivas, personas que se habían hecho creyentes debido a su labor. (2Co 3:1-3.) No obstante, tuvo la humildad de reconocer que era un esclavo (Flp 1:1) que tenía la obligación de declarar las buenas nuevas. (1Co 9:16.) No se atribuyó el mérito, sino que dio toda la honra a Dios como Aquel que había sido responsable del crecimiento (1Co 3:5-9) y que le había capacitado adecuadamente para el ministerio. (2Co 3:5, 6.) El apóstol tuvo en gran estima su ministerio, lo glorificó y reconoció que era una expresión de la misericordia de Dios y de su Hijo. (Ro 11:13; 2Co 4:1; 1Ti 1:12, 13.) Le escribió a Timoteo: “La razón por la cual se me mostró misericordia fue para que, por medio de mí como el caso más notable, Cristo Jesús demostrara toda su gran paciencia como muestra de los que van a cifrar su fe en él para vida eterna”. (1Ti 1:16.) Debido a que había perseguido a los cristianos, Pablo no se consideró digno de ser llamado apóstol y reconoció que lo era solo por la bondad inmerecida de Dios. Deseoso de que esta bondad inmerecida no se le hubiera extendido en vano, trabajó más que los otros apóstoles. No obstante, reconoció que pudo efectuar su ministerio solo por la bondad inmerecida de Dios. (1Co 15:9, 10.) Dijo: “Para todas las cosas tengo la fuerza en virtud de aquel que me imparte poder”. (Flp 4:13.) Aguantó mucho y no se quejó. Cuando comparó sus propias experiencias con las de otros, pudo decir (c. 55 E.C.): “En labores, más abundantemente; en prisiones, más abundantemente; en golpes, con exceso; a punto de morir, frecuentemente. De los judíos cinco veces recibí cuarenta golpes menos uno, tres veces fui golpeado con varas, una vez fui apedreado, tres veces experimenté naufragio, una noche y un día los he pasado en lo profundo; en viajes a menudo, en peligros de ríos, en peligros por parte de salteadores, en peligros por parte de mi propia raza, en peligros por parte de las naciones, en peligros en la ciudad, en peligros en el desierto, en peligros en el mar, en peligros entre falsos hermanos, en labor y afán, en noches sin dormir a menudo, en hambre y sed, en abstinencia de alimento muchas veces, en frío y desnudez. Además de esas cosas de carácter externo, hay lo que se me viene encima de día en día, la inquietud por todas las congregaciones”. (2Co 11:23-28; 6:4-10; 7:5.) Aparte de estas penalidades, y sobre todo con el paso de los años, tuvo que soportar la “espina en la carne” (2Co 12:7), tal vez una afección en la vista o de algún otro tipo. (Véanse Hch 23:1-5; Gál 4:15; 6:11.) Como humano imperfecto, Pablo experimentó un conflicto continuo entre la mente y la inclinación pecaminosa de la carne. (Ro 7:21-24.) Pero no cedió. Dijo: “Aporreo mi cuerpo y lo conduzco como a esclavo, para que, después de haber predicado a otros, yo mismo no llegue a ser desaprobado de algún modo”. (1Co 9:27.) Siempre tuvo presente el glorioso premio de la vida inmortal en los cielos. Consideró que todo sufrimiento carecía de importancia en comparación con la gloria que recibiría en recompensa por su fidelidad. (Ro 8:18; Flp 3:6-14.) Por consiguiente, pudo escribir poco antes de morir: “He peleado la excelente pelea, he corrido la carrera hasta terminarla, he observado la fe. De este tiempo en adelante me está reservada la corona de la justicia”. (2Ti 4:7, 8.) Como era un apóstol inspirado, Pablo ejerció su autoridad para dar disposiciones y órdenes (1Co 14:37; 16:1; Col 4:10; 1Te 4:2, 11; compárese con 1Ti 4:11), pero prefirió apelar a los hermanos sobre la base del amor y suplicarles por “las compasiones de Dios” y por “la apacibilidad y bondad del Cristo”. (Ro 12:1; 2Co 6:11-13; 8:8; 10:1; Flm 8, 9.) Fue amable con ellos, les tuvo tierno cariño y los exhortó y consoló como un padre. (1Te 2:7, 8, 11, 12.) Aunque tenía el derecho de recibir apoyo material de los hermanos, prefirió trabajar con sus manos para no ser una carga costosa. (Hch 20:33-35; 1Co 9:18; 1Te 2:6, 9.) Como resultado, se forjó una estrecha relación de cariño fraternal entre Pablo y aquellos a quienes ministraba. Los superintendentes de la congregación de Éfeso sintieron gran pesar y prorrumpieron en lágrimas al saber que posiblemente no contemplarían más su rostro. (Hch 20:37, 38.) Pablo estaba muy interesado en el bienestar espiritual de los compañeros cristianos y deseaba hacer cuanto pudiera para ayudarlos a conseguir su herencia celestial. (Ro 1:11; 15:15, 16; Col 2:1, 2.) Los recordaba continuamente en sus oraciones (Ro 1:8, 9; 2Co 13:7; Ef 3:14-19; Flp 1:3-5, 9-11; Col 1:3, 9-12; 1Te 1:2, 3; 2Te 1:3) y solicitaba que ellos también orasen por él. (Ro 15:30-32; 2Co 1:11.) La fe de sus compañeros cristianos fue una fuente de estímulo para él. (Ro 1:12.) Por otra parte, siempre defendió las normas justas y no dudó en corregir ni siquiera a otro apóstol cuyo proceder afectaba a las buenas nuevas. (1Co 5:1-13; Gál 2:11-14.) ¿Fue Pablo uno de los doce apóstoles? Aunque Pablo estaba convencido de su condición de apóstol, y tenía pruebas de ello, nunca se incluyó entre “los doce”. Antes del Pentecostés, la asamblea cristiana había buscado un sustituto para el infiel Judas Iscariote, a instancias de la exhortación bíblica de Pedro. Posiblemente por el voto de los miembros varones de la asamblea (Pedro se había dirigido a los “varones, hermanos”; Hch 1:16), se escogió a dos discípulos como candidatos. Luego oraron a Jehová Dios (compárese Hch 1:24 con 1Sa 16:7; Hch 15:7, 8) para que Él eligiera al que debía reemplazar al apóstol infiel. Después de su oración echaron suertes, y “la suerte cayó sobre Matías”. (Hch 1:15-26; compárese con Pr 16:33.) No hay razón para dudar de la elección divina de Matías. Pero también es cierto que una vez que Pablo se convirtió, gozó de gran relevancia y su trabajo excedió al de los demás apóstoles. (1Co 15:9, 10.) No obstante, no hay indicio alguno de que estuviese predestinado a un apostolado, de modo que Dios desoyera la oración de la congregación cristiana y mantuviese la vacante de Judas abierta hasta la conversión de Pablo, dejando así que la elección de Matías se convirtiese en un simple y arbitrario trámite del cuerpo apostólico. Por el contrario, hay pruebas bien fundadas de que la elección de Matías tuvo apoyo divino. El derramamiento del espíritu santo en el Pentecostés confirió a los apóstoles poderes extraordinarios; únicamente se les ve a ellos imponiendo las manos sobre los recién bautizados e impartiendo los dones milagrosos del espíritu. (Véase APÓSTOL - [Dones milagrosos].) Si la elección de Matías no hubiese tenido el beneplácito de Dios, su incapacidad para hacer lo mismo que los demás apóstoles hubiese sido evidente, pero el registro bíblico muestra lo contrario. Lucas, el escritor del libro de Hechos, fue compañero de viaje de Pablo y participó con él en algunas misiones, por lo que el libro debe reflejar y coincidir con los puntos de vista de Pablo. En él se narra la ocasión en la que “los doce” designaron a los siete hombres acreditados que se encargarían de la distribución de los alimentos. Esto ocurrió después del Pentecostés de 33 E.C., pero antes de la conversión de Pablo. Por consiguiente, en este caso en concreto se incluye a Matías entre “los doce”, y debió tomar parte en la imposición de las manos sobre los siete hombres a los que se designó. (Hch 6:1-6.) Entonces, ¿cuál de los dos nombres —Matías o Pablo— figura entre las “doce piedras de fundamento” de la Nueva Jerusalén que Juan vio en la Revelación? (Rev 21:2, 14.) Según una línea de razonamiento, podría concluirse que es más probable que figure el de Pablo. Él hizo una importante aportación a la congregación cristiana con su ministerio y en particular por haber escrito una gran parte de las Escrituras Griegas Cristianas (se le atribuyen catorce cartas). En este sentido, puede decirse que eclipsó a Matías, cuyo nombre no se vuelve a mencionar después del primer capítulo de Hechos. No obstante, un análisis imparcial demostraría que Pablo también eclipsó a muchos otros de los doce apóstoles, a algunos de los cuales rara vez se menciona, salvo en las listas apostólicas. Además, cuando Pablo se convirtió, la congregación cristiana, el Israel espiritual, ya había sido establecida o fundada y llevaba aproximadamente un año o más de crecimiento. Por otra parte, Pablo escribió su primera carta canónica hacia el año 50 E.C. (véase TESALONICENSES, CARTAS A LOS), unos diecisiete años después de la colocación del fundamento de la nueva nación, el Israel espiritual, en 33 E.C. Estos hechos, junto con otros argumentos presentados con anterioridad en este artículo, aclaran esta cuestión. Parece razonable, por tanto, que la elección original que Dios hizo de Matías como aquel que había de ocupar la vacante de Judas entre “los doce apóstoles del Cordero”, permaneció firme e inalterada por el nombramiento posterior de Pablo a un apostolado. Entonces, ¿qué propósito tuvo el apostolado de Pablo? Jesús mismo había indicado que tendría una finalidad especial: Pablo sería un ‘apóstol [enviado] a las naciones’, no un sustituto de Judas (Hch 9:4-6, 15), y así lo entendió el propio Pablo. (Gál 1:15, 16; 2:7, 8; Ro 1:5; 1Ti 2:7.) En consecuencia, no fue necesario contar con su apostolado para poner el fundamento del Israel espiritual en el Pentecostés de 33 E.C. Los “años desconocidos” de Saulo LA ÚLTIMA vez que se menciona a Saulo en el libro de Hechos antes de que se mudara a Antioquía, alrededor del año 45 E.C., fue cuando se frustró una conspiración para matarlo en Jerusalén y sus hermanos cristianos lo enviaron a Tarso (Hechos 9:28-30; 11:25). Pero eso había ocurrido nueve años antes, hacia el 36 E.C. ¿Qué había hecho durante esos años, que se han llamado los “años desconocidos” de Saulo? Desde Jerusalén, Saulo partió para las regiones de Siria y Cilicia, y las congregaciones de Judea oyeron: “El hombre que en otro tiempo nos perseguía, ahora está declarando las buenas nuevas acerca de la fe que en otro tiempo devastaba” (Gálatas 1:21-23). Puede ser que ese informe se refiriera a su labor en Antioquía con Bernabé, pero no cabe duda de que aun antes de ese tiempo Saulo no estaba desocupado. Para el año 49 E.C. ya existían varias congregaciones en Siria y Cilicia. Una estaba en Antioquía, pero hay quienes creen que otras congregaciones se habían establecido como resultado de la obra de Saulo durante sus llamados “años desconocidos” (Hechos 11:26; 15:23, 41). Algunos estudiosos creen que la datación de algunos sucesos impactantes de la vida de Saulo debe corresponder al mismo período. De no ser así, es difícil ubicar muchas de las penurias que sufrió como ‘ministro de Cristo’ durante su carrera misional (2 Corintios 11:23-27). ¿Cuándo recibió Saulo cinco veces treinta y nueve golpes de los judíos? ¿Dónde fue azotado con varas en tres ocasiones? ¿Dónde pasó por ‘abundantes’ encarcelamientos? Su detención en Roma ocurrió posteriormente. Tenemos un relato que nos indica una de las ocasiones en que fue golpeado y puesto en prisión, a saber, en Filipos. Pero ¿qué puede decirse de las demás? (Hechos 16:22, 23.) Un escritor indica que durante este período Saulo “dio tal testimonio acerca de Cristo en las sinagogas de la Diáspora que se acarreó persecución por parte de las autoridades religiosas y civiles”. Saulo sufrió cuatro naufragios, pero las Escrituras solo dan detalles acerca de uno de ellos, que ocurrió después que mencionó en su carta a los Corintios las dificultades que había afrontado (Hechos 27:27-44). De modo que los naufragios restantes probablemente tuvieron lugar durante otros viajes sobre los que no tenemos ningún conocimiento. Estos sucesos, o algunos de ellos, pudieron haber ocurrido durante los “años desconocidos” de Saulo. Otro incidente que parece corresponder con este período se menciona en 2 Corintios 12:2-5. Saulo dijo: ‘Conozco a un hombre en unión con Cristo que hace catorce años fue arrebatado hasta el tercer cielo, al paraíso, y oyó palabras inexpresables que no le es lícito al hombre hablar’. Parece ser que Pablo se refería a sí mismo. Dado que escribió esto hacia el año 55 E.C., catorce años antes nos llevarían al 41, es decir, a mediados de los “años desconocidos”. No cabe duda de que esa visión dio a Saulo una percepción singular. ¿Sirvió para prepararlo como “apóstol a las naciones”? (Romanos 11:13.) ¿Influyó en su manera de pensar, en lo que escribió y habló posteriormente? ¿Contribuyeron los años que pasaron desde su conversión hasta su llamamiento a Antioquía a que estuviera preparado y maduro para encargarse de responsabilidades futuras? Prescindiendo de las respuestas a esas preguntas, podemos estar seguros de que cuando Bernabé lo invitó a ayudarle a encabezar la predicación en Antioquía, el fervoroso Saulo estaba bien capacitado para cumplir la asignación (Hechos 11:19-26). ¿Cuándo llegó Saulo a ser conocido como Pablo? El apóstol Pablo era de padres hebreos, pero ciudadano romano de nacimiento (Hechos 22:27, 28; Filipenses 3:5). Por eso, es muy probable que desde niño tuviera los dos nombres: el hebreo Saulo —derivado del hebreo Saúl— y el romano Pablo. Algunos de sus parientes también tenían nombres romanos o griegos (Romanos 16:7, 21). Por lo visto, no era raro que los judíos de aquella época tuvieran dos nombres, particularmente si vivían fuera de Israel (Hechos 12:12; 13:1). Hay quienes afirman que el apóstol adoptó el nombre Pablo (o Paulo) en honor al procónsul Sergio Paulo, varón inteligente que llego ha hacerse cristiano en Pafos (Hechos 13:6-12). Pero el hecho de que siguiera utilizándolo fuera de la isla apunta a otra explicación más probable: optó por emplear su nombre romano en vista de que era el “apóstol a las naciones”. Parece que durante más de diez años después de su conversión, al apóstol se le conoció más por su nombre hebreo, Saulo (Hechos 13:1, 2). Sin embargo, es posible que para su primer viaje misionero —hacia el año 47 ó 48 de nuestra era— optara por usar su nombre romano, Pablo. Tal vez pensó que, en vista de su comisión de declarar las buenas nuevas a las personas no judías, su nombre romano sería más aceptado (Hechos 9:15; 13:9; Gálatas 2:7, 8). También es posible que haya preferido llamarse Pablo porque la pronunciación griega de su nombre hebreo, Saulo, sonaba muy parecida a la de una palabra griega de mala connotación igual que un término insultante (Rom. 11:13). Sea cual fuere la razón para el cambio, Pablo demostró que estaba dispuesto a hacerse “toda cosa a gente de toda clase, para que de todos modos [pudiera] salv[ar] a algunos” (1 Corintios 9:22). SAULO, EL FARISEO El “joven [...] Saulo” que se menciona en el relato de la lapidación de Esteban procedía de Tarso, capital de la provincia romana de Cilicia (en el sur de la actual Turquía), en la cual había una marcada presencia judía (Hech. 7:58). De acuerdo con sus propias explicaciones, había sido “circuncidado al octavo día” y era “de la estirpe de Israel, de la tribu de Benjamín, hebreo nacido de hebreos; respecto a ley, fariseo”. Sin duda, su linaje se consideraba impecable (Fili. 3:5). Habiéndose criado en Tarso —próspera urbe mercantil y centro de cultura helénica—, dominaba el griego, aunque seguramente recibió la instrucción primaria en una escuela hebrea. Además, conocía el oficio de fabricante de tiendas de campaña, que era común en la zona. Es probable que, siendo muy joven, lo aprendiera de su padre (Hech. 18:2, 3). Las Escrituras también indican que nació con la ciudadanía romana (Hech. 22:25-28). Aunque es evidente que alguno de sus ancestros obtuvo este privilegio, no tenemos más detalles sobre el particular. Sea como fuere, Saulo pertenecía por ello a la élite social de la provincia. Y su formación le permitía entender bien tres culturas distintas: la judía, la griega y la romana. Al alcanzar la adolescencia —probablemente no tendría más de 13 años—, viajó 840 kilómetros (520 millas) hasta Jerusalén a fin de continuar su educación, llegando a estudiar a los pies de Gamaliel, afamado maestro de la escuela farisea (Hech. 22:3). La preparación académica que recibió, que hoy llamaríamos universitaria, consistía en la enseñanza y memorización de pasajes bíblicos y leyes de la tradición oral judía. Ser un buen estudiante de Gamaliel garantizaba un brillante porvenir, y Saulo, por lo visto, lo era, ya que más tarde escribió: “Estaba alcanzando mayor progreso en el judaísmo que muchos de mi propia edad de mi raza, puesto que era mucho más celoso por las tradiciones de mis padres” (Gál. 1:14). Fue precisamente este celo por la tradición judía lo que lo convirtió en notorio perseguidor de la joven congregación cristiana. LA EXPEDICIÓN DE SAULO A DAMASCO ¿Cómo es que tenía Saulo la potestad para detener a los cristianos de una ciudad extranjera? Gracias a las cartas del sumo sacerdote, las cuales facilitarían la cooperación de los ancianos de las sinagogas de Damasco, pues él era una figura que, junto con el Sanedrín, ejercía una gran autoridad moral sobre los judíos de todo el mundo (Hech. 9:1, 2). Además, se cree que los poderes del sumo sacerdote incluían la extradición de delincuentes. Los romanos habían autorizado a los judíos a encargarse de la administración de justicia en sus comunidades. Por ejemplo, en diversos momentos de la vida del apóstol Pablo pudieron castigarlo dándole “cuarenta golpes menos uno” (2 Cor. 11:24). Asimismo, el libro apócrifo de 1 Macabeos señala que, en el año 138 a. E.C., el cónsul de los romanos envió una carta al rey de Egipto Tolomeo VIII donde le planteaba esta exigencia: “Si hombres perversos de aquel país [de Judea] se refugian en el de ustedes, entréguenlos al sumo sacerdote Simón para que los castigue según su ley” (1 Macabeos 15:21, Biblia de América). En el año 47 a. E.C., Julio César confirmó los privilegios de los que ya disfrutaba el sumo sacerdote, incluido su derecho a zanjar disputas en materia de costumbres judías.
Pedro
(Heb.: ------; Gr.: ------.) Sinónimos: ------, ------. Definición / Significado: Trozo de Roca. A este apóstol de Jesucristo se le llama de cinco maneras diferentes en las Escrituras: por el nombre hebreo “Symeón”, el griego “Simón” (de una raíz hebrea que significa “oír; escuchar”), “Pedro” (nombre griego que solo se le aplicó a él en las Escrituras), su equivalente semítico (en arameo) “Cefas” (quizás relacionado con el hebreo ke·fím [rocas], que se emplea en Job 30:6 y Jer 4:29) y la expresión “Simón Pedro”. (Hch 15:14; Mt 10:2; Mt 16:16; Jn 1:42.) Pedro era hijo de Juan, o Jonás. (Mt 16:17; Jn 1:42.) En un principio se dice que residía en Betsaida (Jn 1:44), y, más adelante, en Capernaum (Lu 4:31, 38), ambas ciudades situadas en la orilla septentrional del mar de Galilea. Pedro y su hermano Andrés se dedicaban al negocio de la pesca, junto con Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo, “que eran partícipes con Simón”. (Lu 5:7, 10; Mt 4:18-22; Mr 1:16-21.) Por consiguiente, Pedro no era un pescador independiente, sino parte de una empresa de cierta envergadura. Aunque los líderes judíos consideraban a Pedro y a Juan “hombres iletrados y del vulgo”, esto no significa que fuesen analfabetos o ignorantes. El Nuevo Testamento Interlineal (de Francisco Lacueva, 1984, pág. 477) comenta en una nota a este texto que el término que se les aplicó, el plural de a·grám·ma·tos, en este contexto significa “que no habían estudiado en ninguna escuela rabínica”. (Compárese con Jn 7:14, 15; Hch 4:13.) Como indica el registro bíblico, Pedro estaba casado, (Lu 4:38, 39) y parece que, al menos en los últimos años, su esposa le acompañó en algunos viajes misionales, si no en todos, como hicieron las esposas de otros apóstoles. (Mt 8:14; 1Co 9:5.) Su suegra vivía en la casa que él y su hermano Andrés compartían. (Mr 1:29-31.) Escritos: Escritor de las cartas que llevan su nombre 1 Pedro; 2 Pedro. Seguir Leyendo . . .
Pedro mas informacion
(Heb.: ------; Gr.: ------.) Sinónimos: ------, ------. Definición / Significado: Trozo de Roca. Ministerio con Jesús. Su hermano Andrés —discípulo de Juan el Bautista— fue quien lo dirigió a Jesús, y Pedro fue uno de sus primeros discípulos. (Jn 1:35-42.) Precisamente en esta ocasión Jesús le dio el nombre Cefas (Pedro) (Jn 1:42; Mr 3:16), y es probable que este nombre fuera profético. Jesús, que pudo percibir que Natanael era un hombre ‘en quien no había engaño’, también pudo discernir el carácter de Pedro. Este, en efecto, manifestó cualidades comparables a las de una roca, en especial después de la muerte y resurrección de Jesús, al convertirse en una influencia fortalecedora para sus compañeros cristianos. (Jn 1:47, 48; Jn 2:25; Lu 22:32.) Más tarde, en Galilea, Pedro, su hermano Andrés y sus socios Santiago y Juan, recibieron la llamada de Jesús para ser “pescadores de hombres”. (Jn 1:35-42; Mt 4:18-22; Mr 1:16-18.) Jesús había escogido la barca de Pedro para hablar desde ella a la multitud que se encontraba en la orilla, y después hizo que se produjera una pesca milagrosa que impulsó a Pedro, quien al principio se había mostrado escéptico, a caer ante Jesús con temor. Tras este suceso, él y sus tres compañeros no vacilaron en abandonar su negocio para seguir a Jesús. (Lu 5:1-11.) Cuando Jesús escogió a sus doce “apóstoles”, o ‘enviados’, entre los que se hallaba Pedro, este ya llevaba aproximadamente un año de discipulado. (Mr 3:13-19.) Jesús eligió de entre los apóstoles a Pedro, a Santiago y a Juan para que le acompañaran en varias ocasiones especiales, como la transfiguración (Mt 17:1, 2; Mr 9:2; Lu 9:28, 29), la resurrección de la hija de Jairo (Mr 5:22-24, 35-42) y durante su propia prueba en el jardín de Getsemaní (Mt 26:36-46; Mr 14:32-42). Estos apóstoles, junto con Andrés, fueron los que de modo personal le preguntaron a Jesús en cuanto a la destrucción de Jerusalén, su futura presencia y la conclusión del sistema de cosas. (Mr 13:1-3; Mt 24:3.) A pesar de que Pedro aparece junto a su hermano Andrés cuando se hace una relación de los apóstoles, en el registro de los acontecimientos anteriores y posteriores a la muerte y resurrección de Jesús, se le menciona con más frecuencia junto al apóstol Juan. (Lu 22:8; Jn 13:24; Jn 20:2; Jn 21:7; Hch 3:1; Hch 8:14; compárese con Hch 1:13; Gál 2:9.) No se conoce la razón, si fue por afinidad natural entre ellos o porque Jesús los comisionó a trabajar juntos. (Compárese con Mr 6:7.) Los evangelios recogen más declaraciones de Pedro que de cualquiera de los otros once apóstoles. Se ve con claridad que no era tímido ni indeciso, sino de carácter extravertido. Este hecho hizo que hablara antes que los demás y que expresara su parecer cuando otros permanecían en silencio. Asimismo, planteó preguntas que hicieron que Jesús aclarase y ampliase sus ilustraciones. (Mt 15:15; Mt 18:21; Mt 19:27-29; Lu 12:41; Jn 13:36-38; compárese con Mr 11:21-25.) A veces fue impulsivo e impetuoso al hablar. Por ejemplo, fue él quien sintió la necesidad de decir algo al presenciar la transfiguración. (Mr 9:1-6; Lu 9:33.) Su comentario, un tanto irreflexivo, sobre lo provechoso de estar allí y su proposición de edificar tres tiendas, parecen indicar que no quería que terminara la visión (en la que Moisés y Elías ya se estaban separando de Jesús), sino que continuara. La noche de la última Pascua en un principio se negó enérgicamente a que Jesús le lavase los pies, pero al ser reprendido quiso también que le lavase la cabeza y las manos. (Jn 13:5-10.) Sin embargo, se puede ver que en el fondo las expresiones de Pedro nacían de sus buenos deseos e intenciones, así como de sus fuertes sentimientos. El hecho de que se hayan incluido en el registro bíblico pone de manifiesto su valor, aunque a veces revelan ciertas flaquezas humanas de quien las pronunció. Por ejemplo, cuando muchos discípulos tropezaron por la enseñanza de Jesús y lo abandonaron, Pedro, en nombre de todos los apóstoles, manifestó su determinación de permanecer con su Señor, quien tenía “dichos de vida eterna [...], el Santo de Dios”. (Jn 6:66-69.) Después que los apóstoles respondieron a la pregunta de Jesús acerca de lo que opinaba la gente sobre su identidad, de nuevo fue Pedro quien expresó la firme convicción: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios vivo”, por lo que Jesús lo pronunció bienaventurado o “feliz”. (Mt 16:13-17.) Pedro fue quien más veces habló, pero también fue a quien con más frecuencia se corrigió, reprendió o censuró. En una ocasión, movido por la compasión, cometió el error de atreverse a llevar a Jesús aparte y reprenderlo por haber predicho sus propios sufrimientos y su muerte como Mesías. Jesús le dio la espalda y le dijo que era un opositor, o Satanás, que ponía los razonamientos humanos por delante del propósito de Dios registrado en la profecía. (Mt 16:21-23.) Sin embargo, debe notarse que Jesús ‘miró a los otros discípulos’, lo que parece dar a entender que sabía que Pedro expresaba sentimientos que los demás compartían. (Mr 8:32, 33.) Cuando Pedro se tomó la libertad de hablar en nombre de Jesús respecto al pago de cierto impuesto, Jesús, de manera muy bondadosa, le ayudó a reconocer la necesidad de ser más reflexivo antes de hablar. (Mt 17:24-27.) Pedro manifestó exceso de confianza y cierto sentimiento de superioridad sobre los otros once cuando afirmó que aunque ellos tropezaran con relación a Jesús, él nunca lo haría, y estaría dispuesto a ir a prisión e incluso morir con Jesús. Es cierto que todos los demás respaldaron esta afirmación, pero Pedro fue el primero en decirlo y reafirmarlo “con insistencia”. Fue entonces cuando Jesús predijo que Pedro negaría a su Señor tres veces. (Mt 26:31-35; Mr 14:30, 31; Lu 22:33, 34.) Pedro no solo era un hombre de palabras, sino de acción: demostró iniciativa, valor y un fuerte apego a su Señor. Cuando Jesús se retiró a un lugar solitario antes del amanecer, para orar, Simón no tardó mucho en ‘ir en su busca’ con un grupo de acompañantes. (Mr 1:35-37.) También fue Pedro quien pidió a Jesús que le ordenase andar sobre las aguas azotadas por la tormenta para llegar hasta donde él se hallaba, y anduvo cierta distancia antes de ceder a la duda y empezar a hundirse. (Mt 14:25-32.) Durante la última noche de la vida terrestre de Jesús, Pedro, Santiago y Juan tuvieron el privilegio de acompañarlo al jardín de Getsemaní, donde Jesús se ocupó en orar con fervor. Al igual que los demás apóstoles, Pedro se durmió debido al cansancio y la tensión producida por la tristeza. Quizás debido a que Pedro había expresado reiteradamente su determinación de seguir a Jesús, fue a él en particular a quien se dirigió cuando dijo: “¿No pudieron siquiera mantenerse alerta una hora conmigo?”. (Mt 26:36-45; Lu 22:39-46.) Pedro no se ‘ocupó en orar’, y sufrió las consecuencias. Cuando los discípulos vieron que la chusma estaba a punto de prender a Jesús, preguntaron si deberían luchar, pero Pedro, sin esperar respuesta, intervino cortando con la espada la oreja de un hombre (acción con la que posiblemente pretendía causar un daño mayor), para luego ser censurado por Jesús. (Mt 26:51, 52; Lu 22:49-51; Jn 18:10, 11.) Aunque Pedro abandonó a Jesús, al igual que los otros discípulos, luego siguió “de lejos” a la chusma que fue a detenerle, tal vez debatiéndose entre el temor por su propia vida y su profunda preocupación respecto a lo que le sucedería a Jesús. (Mt 26:57, 58.) Una vez que Pedro llegó a la casa del sumo sacerdote, otro discípulo que debía haberle seguido o acompañado le ayudó para que pudiese entrar hasta el mismo patio. (Jn 18:15, 16.) Una vez allí, no permaneció discretamente callado en algún rincón oscuro, sino que fue y se calentó en el fuego. El resplandor hizo posible que se le reconociese como compañero de Jesús, y su acento galileo dio pábulo a las sospechas. Al ser acusado, Pedro negó por tres veces que conociese a Jesús, y, finalmente, llevado por la vehemencia de su negación, llegó a echar maldiciones. Desde alguna parte de la ciudad se oyó a un gallo cantar por segunda vez, y Jesús “se volvió y miró a Pedro”. Este, abatido, salió fuera y lloró amargamente. (Mt 26:69-75; Mr 14:66-72; Lu 22:54-62; Jn 18:17, 18; véanse CANTO DEL GALLO; JURAMENTO.) Sin embargo, la súplica que Jesús había hecho a favor de Pedro con anterioridad recibió respuesta, y su fe no desfalleció por completo. (Lu 22:31, 32.) Después de la muerte y resurrección de Jesús, el ángel les dijo a las mujeres que fueron a la tumba que llevaran un mensaje a “sus discípulos y a Pedro”. (Mr 16:1-7; Mt 28:1-10.) Cuando María Magdalena comunicó el mensaje a Pedro y a Juan, los dos salieron corriendo hacia la tumba y Juan llegó primero. Mientras que este se detuvo frente a la tumba y tan solo miró al interior, Pedro entró hasta dentro, seguido luego por Juan. (Jn 20:1-8.) El que Jesús se le apareciera antes que al grupo de discípulos y el que el ángel le hubiese nombrado específicamente a él, debió confirmar al arrepentido Pedro que su triple negación no había cortado para siempre su relación con el Señor. (Lu 24:34; 1Co 15:5.) Antes que Jesús se manifestara a los discípulos en el mar de Galilea (Tiberíades), Pedro, con su característico dinamismo, dijo a los demás que se iba a pescar, y ellos decidieron acompañarlo. Más tarde, cuando Juan reconoció a Jesús en la playa, Pedro se echó al agua impulsivamente y nadó a tierra, dejando que los demás llevaran la barca. No obstante, fue Pedro quien luego, al pedir Jesús unos peces, se fue y llevó la red a la orilla. (Jn 21:1-13.) En esta ocasión Jesús le preguntó tres veces a Pedro (quien había negado tres veces a su Señor) si le amaba, dándole la comisión de ‘pastorear sus ovejas’. Jesús también predijo cómo moriría Pedro, quien al ver al apóstol Juan, preguntó: “Señor, ¿qué hará este?”. Una vez más, Jesús corrigió su punto de vista y le señaló la necesidad de que ‘fuera su seguidor’, sin preocuparse por lo que los demás pudieran hacer. (Jn 21:15-22.) Pedro era directo, dinámico y un tanto impulsivo. Por lo que se ve, acostumbraba expresar su opinión antes que los demás apóstoles. (De hecho, los Evangelios recogen más palabras de él que de los otros once juntos.) Y no era raro que hiciera preguntas mientras los demás callaban (Mt 15:15; 18:21; 19:27-29; Luc. 12:41; Juan 13:36-38). Así, fue él quien se negó a que Jesús le lavara los pies, aunque, al reprenderlo el Maestro, se atrevió a pedirle que le lavara también las manos y la cabeza (Juan 13:5-10). Dejándose llevar por los sentimientos, intentó convencer a Cristo de que no tenía por qué sufrir ni ser ejecutado, pero este lo corrigió con firmeza por su error de juicio (Mt 16:21-23). Por otro lado, durante la última noche de Jesús como ser humano, le prometió que aunque los demás apóstoles lo abandonaran, él nunca lo haría. Y, de hecho, cuando se llevaron preso al Maestro, tuvo la valentía de defenderlo con la espada y, más tarde, seguirlo e introducirse en el patio del sumo sacerdote. Lamentablemente, poco después lo negó tres veces, si bien lloró con amargura al comprender lo que acababa de hacer (Mat. 26:31-35, 51, 52, 69-75). Tras la resurrección de Cristo y justo antes de su primera aparición en Galilea, Pedro les dijo a los demás apóstoles con quien estaba que iba a salir a pescar, y algunos de ellos se montaron con él en la barca. Más tarde, al divisar a Jesús en la playa, el impetuoso discípulo se lanzó al agua y llegó nadando a la orilla. Poco después, Jesús le preguntó durante el desayuno (que él mismo les había preparado) si lo amaba más que “a estos”, es decir, que a los peces que tenía ante sí, animándolo de este modo a que lo siguiera todo el tiempo, en vez de dedicar sus energías a la pesca o cualquier otro oficio (Juan 21:1-22). Dado que Jesús llegó a darle los “poderes necesarios para un apostolado a los circuncisos”, en torno a los años 62 al 64 estuvo anunciando las buenas nuevas entre la gran población judía que había en la ciudad de Babilonia (en el actual Irak), y allí compuso la primera carta que lleva su nombre y quizás también la segunda (Gál. 2:8, 9; 1 Ped. 5:13). Pedro siempre realizó su ministerio con celo y compasión. Su ministerio posterior. Habiéndose “vuelto” de su caída en el lazo del temor —causado en gran parte por su excesiva confianza (compárese con Pr 29:25)— Pedro tenía que ‘fortalecer a sus hermanos’ en cumplimiento de la exhortación de Cristo (Lu 22:32) y hacer una labor de pastoreo entre Sus ovejas. (Jn 21:15-17.) De modo que Pedro desempeñó un importante papel en la actividad de los discípulos después de la ascensión de Jesús al cielo. Antes del Pentecostés de 33 E.C., planteó la cuestión de buscar un sustituto para el infiel Judas, y apoyó con las Escrituras esta medida. La asamblea siguió su recomendación. (Hch 1:15-26.) De nuevo, bajo la guía del espíritu santo, en el Pentecostés actuó como portavoz de los apóstoles e hizo uso de la primera de las “llaves” que recibió de Jesús, lo que abrió el camino para que los judíos pasaran a formar parte del Reino. (1 Ped. 5:13Hch 2:1-41; véase LLAVE.) Su prominencia en la congregación cristiana primitiva no terminó en el Pentecostés. Él y Juan son los únicos apóstoles originales a los que se menciona más tarde en el libro de Hechos, a excepción de una breve referencia a la ejecución de “Santiago hermano de Juan”, otro de los tres apóstoles que había disfrutado de un compañerismo más estrecho con Jesús. (Hch 12:2.) Pedro se destacó también de un modo especial por los milagros que realizó. (Hch 3:1-26; 5:12-16; compárese con Gál 2:8.) Con la ayuda del espíritu santo, se dirigió con valentía a los gobernantes judíos que les habían detenido a él y a Juan (Hch 4:1-21), y en otra ocasión actuó como portavoz de todos los apóstoles ante el Sanedrín, donde declaró con firmeza su determinación de “obedecer a Dios como gobernante” más bien que a los hombres que se oponían a la voluntad de Dios. (Hch 5:17-31.) Después de aquella noche en la que negó a Jesús, Pedro debió sentirse muy satisfecho de demostrar su cambio de actitud y también de aguantar los azotes que los gobernantes le impusieron. (Hch 5:40-42.) Con anterioridad a su segunda detención, Pedro había sido inspirado para descubrir la hipocresía de Ananías y Safira y pronunciar el juicio de Dios sobre ellos. (Hch 5:1-11.) Poco después del martirio de Esteban y de que Felipe (el evangelizador) hubiese ayudado y bautizado a algunas personas que se hicieron creyentes en Samaria, Pedro y Juan viajaron a este lugar para que estos creyentes recibieran el espíritu santo, de modo que Pedro usó la segunda ‘llave del reino’. Luego, de regreso a Jerusalén, los dos apóstoles “iban declarando las buenas nuevas” a muchas aldeas samaritanas. (Hch 8:5-25.) Durante un nuevo viaje misional, Pedro sanó en Lida a Eneas, quien llevaba ocho años paralizado, y en Jope resucitó a Dorcas. (Hch 9:32-43.) Desde esta última ciudad, se le dirigió para que usase la tercera ‘llave del reino’ cuando viajó a Cesarea para predicar allí a Cornelio y a sus parientes y amigos. Esto resultó en que ellos fuesen los primeros creyentes gentiles incircuncisos que recibieron el espíritu santo como herederos del Reino. A su regreso a Jerusalén, tuvo que encararse a los que se opusieron a esta acción, pero asintieron cuando demostró que había actuado por dirección celestial. (Hch 10:1–11:18; compárese con Mt 16:19.) Pudo haber sido alrededor de este mismo año (36 E.C.) cuando Pablo hizo su primera visita a Jerusalén como cristiano converso y apóstol. Fue a “visitar a Cefas [Pedro]” y pasó quince días con él. También vio a Santiago, (el medio hermano de Jesús), pero no vio a ningún otro de los primeros apóstoles. (Gál 1:18, 19; véase APÓSTOL [Apostolado en las congregaciones].) De acuerdo con los datos disponibles, Herodes Agripa I ejecutó al apóstol Santiago en el año 44 E.C., y al ver que esto agradaba a los líderes judíos, seguidamente detuvo a Pedro. (Hch 12:1-4.) La congregación ‘oró intensamente’ por él, y el ángel de Jehová lo libertó de la prisión (y probablemente de la muerte). Después de relatar su liberación milagrosa a los que estaban en la casa de Juan Marcos, Pedro pidió que se hiciese un informe a “Santiago y a los hermanos”, y luego “caminó a otro lugar”. (Hch 12:5-17; compárese con Jn 7:1; 11:53, 54.) La siguiente vez que se le menciona en el relato de Hechos es con motivo de la reunión que tuvieron los “apóstoles y ancianos” en Jerusalén hacia el año 49 E.C., para estudiar la cuestión de la circuncisión de los conversos gentiles. Después de una extensa discusión, Pedro se levantó y dio testimonio de la relación de Dios con los creyentes gentiles. El que ‘toda la multitud callara’ demuestra la fuerza de su argumento y probablemente también el respeto que se le tenía. Pedro, como Pablo y Bernabé, quienes testificaron después de él, actuó en realidad en calidad de testigo ante aquella asamblea, no de juez. (Hch 15:1-29.) No obstante, refiriéndose a ese tiempo, Pablo llama a Pedro, Santiago y Juan “hombres sobresalientes”, “los que parecían ser columnas” en la congregación. (Gál 2:1, 2, 6-9.) Del registro bíblico se desprende que aunque Pedro era muy prominente y respetado, no ejerció la primacía sobre los apóstoles en virtud de un nombramiento. Por eso, cuando la obra de Felipe en Samaria fructificó, el relato dice que los apóstoles —al parecer actuando como colegio o cuerpo— “despacharon a Pedro y a Juan” a Samaria con una comisión. (Hch 8:14.) Pedro no se quedó permanentemente en Jerusalén, como si su presencia fuese indispensable para la buena administración de la congregación cristiana. (Hch 8:25; 9:32; 12:17; véanse también ANCIANO; SUPERINTENDENTE.) Trabajó en Antioquía de Siria al mismo tiempo que Pablo estuvo allí, y en aquella ocasión Pablo vio necesario reprender a Pedro (Cefas) “cara a cara [...] delante de todos ellos”, porque se había avergonzado de comer y asociarse con los cristianos gentiles debido a la presencia de ciertos cristianos judíos que habían llegado de Jerusalén de parte de Santiago. (Gál 2:11-14.) En el artículo MASA ROCOSA se provee más información respecto a Pedro y su posición en la congregación cristiana. El punto de vista de que Pedro estuvo en Roma y desde allí dirigió la congregación se apoya únicamente en tradiciones dudosas y no concuerda con las indicaciones bíblicas. Sobre lo anterior y la estancia de Pedro en Babilonia, desde donde escribió sus dos cartas, véase PEDRO, CARTAS DE.
Salomon
(Heb.: ------; Gr.: ------.) Sinónimos: ------, ------. Definición / Significado: Salomón, de una raíz que sig.: “paz, pacífico” - Jedidías, sig.: “Amado de Jah” 2Sa 12:24, 25. Hijo del rey David, del linaje de Judá. Rey de Israel desde 1037 hasta 998 a. E.C. Después de referir la muerte del hijo que le había nacido a David como fruto de sus relaciones ilícitas con Bat-seba, el registro bíblico añade: “Y David empezó a consolar a Bat-seba su esposa. Además, fue a ella y se acostó con ella. Andando el tiempo ella dio a luz un hijo, y llegó a llamársele por nombre Salomón. Y Jehová mismo sí lo amó. De modo que él envió por medio de Natán el profeta y lo llamó por nombre Jedidías, por causa de Jehová”. (2Sa 12:24, 25.) Salomón tuvo después tres hermanos carnales, hijos de David y Bat-seba: Simeá, Sobab y Natán. (1Cr 3:5.) Escritos: El Salmo 127, Proverbios, Eclesiastes y El cantar de los Cantares.
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(Heb.: ------; Gr.: ------.) Sinónimos: ------, ------. Definición / Significado: Salomón, de una raíz que sig.: “paz, pacífico” - Jedidías, sig.: “Amado de Jah” 2Sa 12:24, 25. La promesa de Jehová a David. Antes del nacimiento de Salomón, Jehová le había asegurado a David que le nacería un hijo, llamado Salomón, que edificaría una casa para Su nombre. Al parecer, el nombre Jedidías (que significa “Amado de Jah”) le indicaría a David que entonces Jehová había bendecido su matrimonio con Bat-seba, y que por ello aprobaba el fruto de ese matrimonio. No obstante, al niño no se le conoció comúnmente por este nombre. El nombre Salomón (de una raíz que significa “paz”) sin duda guardaba relación con el pacto que Jehová había hecho con David, según el cual, este no realizaría el deseo de su corazón de edificar la casa para Jehová, ya que era un hombre que había derramado mucha sangre en la guerra. (1Cr 22:6-10.) Eso no significaba que las guerras de David fuesen incorrectas. Lo que sucedía era que tanto la naturaleza como el objetivo del reino típico de Jehová eran esencialmente pacíficos; sus guerras cumplían el propósito de eliminar la iniquidad y a los que se oponían a la soberanía de Jehová, extender el dominio de Israel hasta los límites que Dios había trazado y establecer la justicia y la paz. Las guerras de David lograron estos objetivos para Israel. El reinado de Salomón fue esencialmente pacífico. Adonías intenta usurpar el trono. Salomón vuelve a aparecer en el registro bíblico después de su nacimiento cuando David ya era anciano. En armonía con la promesa de Jehová, David había jurado a Bat-seba que Salomón le sucedería en el trono, hecho que conocía el profeta Natán. (1Re 1:11-13, 17.) No se dice si Adonías, el hermano de padre de Salomón, conocía este juramento o la intención de David. Sea como fuere, intentó conseguir el trono de una manera similar a la que utilizó Absalón. Confiaba que tendría éxito, quizás debido a la debilidad del rey y porque tenía el apoyo de Joab, el jefe del ejército, y de Abiatar, el sacerdote. No obstante, fue una traición, pues trató de usurpar el trono mientras David todavía estaba vivo y sin tener la aprobación de él o de Jehová. Además, manifestó su actitud solapada al preparar un sacrificio en En-roguel, donde tenía la intención de ser proclamado rey, sacrificio al que invitó únicamente a los otros hijos del rey y a los hombres de Judá, los siervos del rey, pero no a Salomón, ni a Natán el profeta, ni a Sadoc el sacerdote, ni a los hombres poderosos que habían luchado al lado de David, ni tampoco a Benaya, bajo cuyo acaudillamiento estaban. Este hecho indica que Adonías veía a Salomón como un rival que obstaculizaba sus ambiciones. (1Re 1:5-10.) Entronización de Salomón. El profeta Natán, siempre fiel a Jehová y a David, estaba al tanto de lo que sucedía. Primero envió a Bat-seba con instrucciones para informar al rey del complot, y después entró él mismo, preguntándole a David si había autorizado que Adonías fuese proclamado rey. David actuó rápidamente y de manera decisiva, haciendo llamar al sacerdote Sadoc y a Natán para llevar a Salomón a Guihón bajo la protección de Benaya y sus hombres. Ellos tenían que poner a Salomón sobre la propia mula del rey, lo que denotaba un gran honor para el que cabalgaba, y en este caso indicaría que él era sucesor de la gobernación real. (Compárese con Est 6:8, 9.) Las instrucciones de David se siguieron y Salomón fue ungido y proclamado rey. (1Re 1:11-40.) Cuando se oyó el sonido de la música en Guihón, no muy lejos de allí, y que el pueblo gritaba: “¡Viva el rey Salomón!”, Adonías y sus cómplices en la conspiración huyeron llenos de pánico y confusión. Por su negativa a manchar su ascenso al trono ejecutando venganza, Salomón dio una vislumbre de la paz que caracterizaría a su gobernación. Si los asuntos hubieran sido a la inversa, es muy probable que Salomón hubiese perdido la vida. Pero él envió a buscar a Adonías en el santuario, donde había huido en busca de asilo, y lo hizo llevar frente a él. Salomón le informó que seguiría viviendo a menos que hallase algo malo en él, y después lo mandó a su casa. (1Re 1:41-53.) La exhortación de David a Salomón. Antes de morir, David exhortó solemnemente a Salomón con las siguientes palabras: “Tienes que guardar la obligación para con Jehová tu Dios, andando en sus caminos, guardando sus estatutos, sus mandamientos y sus decisiones judiciales y sus testimonios”. Después le dio instrucciones con respecto a Joab y Simeí, para que no les dejase ‘bajar en paz al Seol’; y también le dijo que mostrase bondad a los hijos de Barzilai el galaadita. (1Re 2:1-9.) Probablemente, antes le había dado instrucciones con respecto a edificar el templo, transmitiéndole el proyecto arquitectónico “que había llegado a estar con él por inspiración”. (1Cr 28:11, 12, 19.) David mandó a los príncipes de Israel allí presentes que ayudaran a Salomón su hijo y que participaran en edificar el santuario de Jehová. En esta ocasión el pueblo volvió a ungir a Salomón por rey y a Sadoc por sacerdote. (1Cr 22:6-19; cap. 28; 29:1-22.) La bendición de Dios sobre Salomón se observa desde los mismos comienzos de su reinado, cuando empezó a sentarse sobre “el trono de Jehová como rey en lugar de David su padre, y a hacerlo con éxito”, adquiriendo fuerza en su gobernación real. (1Cr 29:23; 2Cr 1:1.) La solicitud sediciosa de Adonías. No transcurrió mucho tiempo antes de que Salomón tuviese que actuar para cumplir las instrucciones de David con respecto a Joab. Esto se debió a la acción de Adonías, quien todavía manifestaba ambición a pesar de la misericordia que le había mostrado Salomón. Adonías abordó a la madre de Salomón con las palabras: “Tú misma bien sabes que la gobernación real había de llegar a ser mía, y era hacia mí hacia quien todo Israel había fijado su rostro para que yo llegara a ser rey; pero la gobernación real dio vuelta y llegó a ser de mi hermano, porque de parte de Jehová llegó a ser suya”. Adonías reconoció que Jehová estaba detrás de la entronización de Salomón; sin embargo, la solicitud que hizo después de estas palabras fue otra tentativa astuta de usurpar la gobernación real. Le pidió a Bat-seba: “Por favor, di a Salomón el rey [...] que me dé a Abisag la sunamita por esposa”. Debió pensar que tenía suficientes partidarios, además del apoyo de Joab y Abiatar, de manera que si tomaba a Abisag, considerada concubina de David —aunque no tuvo relaciones con ella—, podía empezar un levantamiento que podría derrotar a Salomón. La costumbre era que las esposas y concubinas de un rey pasasen a ser propiedad de su sucesor, por lo que se consideraba que tomarlas equivalía a reclamar el trono. (Compárese con 2Sa 16:21, 22.) Cuando Bat-seba, que no había discernido la doble intención de Adonías, transmitió su solicitud a Salomón, este inmediatamente lo interpretó como un intento de conseguir la gobernación real y envió en seguida a Benaya para que diese muerte a Adonías. (1Re 2:13-25.) Se depone a Abiatar y se ejecuta a Joab. A continuación Salomón dio atención a los que habían conspirado junto con Adonías. Destituyó a Abiatar de ser sacerdote en cumplimiento de la palabra de Jehová pronunciada contra la casa de Elí (1Sa 2:30-36), pero no lo mató, porque había llevado el Arca delante de David y había sufrido aflicción con él. Sadoc reemplazó a Abiatar. Mientras tanto, cuando Joab se enteró de la acción de Salomón, huyó y se asió de los cuernos del altar, pero Benaya le dio muerte allí mismo por orden de Salomón. (1Re 2:26-35.) Ejecución de Simeí. Salomón hizo jurar a Simeí que se sometería a ciertas restricciones por haber invocado el mal contra su padre David. Unos tres años después Simeí violó tales restricciones, por lo que Salomón hizo que le dieran muerte. Así se llevó a cabo completamente el mandato que David dio a Salomón. (1Re 2:36-46.) La sabia solicitud de Salomón. Al principio del reinado de Salomón, el pueblo hacía sacrificios en muchos “lugares altos”, porque no había ninguna casa de Jehová, aunque el tabernáculo estaba en Gabaón y el arca del pacto en una tienda en Sión. Jehová había dicho que su nombre estaría sobre Jerusalén, pero por lo visto toleró esta situación hasta la construcción del templo. (1Re 3:2, 3.) Salomón ofreció mil holocaustos en Gabaón, conocido como “el gran lugar alto”. Allí Jehová se le apareció en un sueño, y le dijo: “Solicita lo que debo darte”. En lugar de pedir riquezas, gloria y victoria, solicitó un corazón sabio, entendido y obediente con el fin de poder juzgar a Israel. Su humilde solicitud agradó a Jehová, por lo que no solo le dio lo que había pedido, sino también riquezas y gloria, “de modo que no resultará haber habido entre los reyes ninguno como tú, todos tus días”. Además, Jehová añadió esta admonición: “Y si andas en mis caminos, guardando mis disposiciones reglamentarias y mis mandamientos, tal como anduvo David tu padre, también ciertamente alargaré tus días”. (1Re 3:4-14.) Poco después, cuando dos prostitutas presentaron un problema difícil relacionado con quién era la madre de un niño, Salomón demostró que Dios verdaderamente le había dotado con sabiduría para juzgar. Esto fortaleció en gran manera la autoridad de Salomón a los ojos del pueblo. (1Re 3:16-28.) Programas de edificación. En el cuarto año de su reinado, el segundo mes del año (el mes Ziv [abril-mayo]) 1034 a. E.C., Salomón empezó a edificar la casa de Jehová en el monte Moria. (1Re 6:1.) La construcción del templo fue silenciosa, pues las piedras fueron cortadas a la medida antes de llevarlas al lugar, de manera que no se oyó ningún sonido de martillos ni hachas ni de cualquier otra herramienta de hierro. (1Re 6:7.) El rey Hiram de Tiro cooperó suministrando madera de cedro y de enebro a cambio de trigo y aceite. (1Re 5:10-12; 2Cr 2:11-16.) También proveyó trabajadores, entre los que estaba un experto artesano llamado Hiram, el hijo de un tirio y una hebrea. (1Re 7:13, 14.) Salomón reclutó para trabajo forzado a 30.000 hombres, y los enviaba al Líbano en turnos de 10.000 al mes. Cada grupo volvía a sus hogares por períodos de dos meses. Aparte de estos, había 70.000 cargadores y 80.000 cortadores. Los componentes de estos dos últimos grupos no eran israelitas. (1Re 5:13-18; 2Cr 2:17, 18.) Inauguración del templo. Esta tremenda obra de construcción ocupó siete años y medio, y se concluyó el octavo mes, Bul, del año 1027 a. E.C. (1Re 6:37, 38.) Parece ser que después tomó cierto tiempo llevar los utensilios y tener todo en orden, pues fue en el séptimo mes, Etanim, al tiempo de la fiesta de las cabañas, cuando Salomón llevó a cabo la santificación y la inauguración del templo. (1Re 8:2; 2Cr 7:8-10.) Por lo tanto, la inauguración tuvo que haberse celebrado en el séptimo mes del año 1026 a. E.C., once meses después de terminar la edificación, y no un mes antes (en 1027 a. E.C.), como algunos han pensado. Otro punto de vista es que el templo se inauguró en el vigesimocuarto año de Salomón (1014 a. E.C.), después de haber construido también su propia casa y algunos edificios para uso oficial, todo lo cual le habría tomado trece años más, es decir, unos veinte años en conjunto para todas las obras de edificación. Esta explicación cuenta con el respaldo de la Septuaginta griega, en la que se interpolan ciertas palabras en 1 Reyes 8:1 (3 Reyes 8:1, LXX, edición de Bagster) que no se encuentran en el texto masorético. Estas dicen: “Y sucedió que al cabo de veinte años, cuando Salomón había terminado de edificar la casa del Señor y su propia casa, el rey Salomón congregó en Sión a todos los ancianos de Israel, para traer en el mes de Etanim el arca del pacto del Señor desde la ciudad de David, es decir, Sión”. Sin embargo, una comparación del relato de Reyes con el de Crónicas muestra que esta conclusión es incorrecta. En los capítulos 6 al 8 de 1 Reyes se habla de la edificación del templo y su finalización. Seguidamente se hace referencia al programa de construcción de edificios gubernamentales que Salomón llevó a cabo durante trece años y por último, después de volver a pormenorizar la construcción del templo y la introducción en él de “las cosas santificadas por David su padre”, se pasa a narrar la inauguración. Esto parece indicar que la alusión al programa de construcción de edificios gubernamentales (1Re 7:1-8) es una inserción parentética que tuvo como propósito completar la explicación sobre todas las obras de edificación. Por otra parte, el relato de 2 Crónicas 5:1-3 parece indicar más concretamente que la inauguración tuvo lugar tan pronto como se terminó el templo y su mobiliario, pues dice: “Por fin toda la obra que Salomón tenía que hacer para la casa de Jehová quedó completa, y Salomón empezó a introducir las cosas santificadas por David su padre; y la plata y el oro y todos los utensilios los puso en los tesoros de la casa del Dios verdadero. Fue entonces cuando Salomón procedió a congregar en Jerusalén a los ancianos de Israel y a todos los cabezas de las tribus”. Después de explicar que los sacerdotes llevaron el arca del pacto de la Ciudad de David al monte del templo y la instalaron en él, el relato narra la inauguración. (2Cr 5:4-14; caps. 6, 7.) Hay quienes han cuestionado esta explicación —que el templo se inauguró el año después de acabarse su construcción— debido a que 1 Reyes 9:1-9 indica que Jehová se apareció a Salomón después que “la casa del rey” había sido edificada y le dijo que había oído su oración. (Compárese con 2Cr 7:11-22.) Esto ocurrió en su vigesimocuarto año, después de haber terminado los veinte años que duraron las edificaciones. ¿Pero acaso tardó Dios doce años en contestar la oración que Salomón hizo con motivo de la inauguración del templo? No, pues en la inauguración, una vez que Salomón terminó su oración, “el fuego mismo bajó de los cielos y procedió a consumir la ofrenda quemada y los sacrificios, y la gloria misma de Jehová llenó la casa”. Esta fue una poderosa demostración del poder de Jehová para escuchar la oración y responder a ella por medio de una acción, y así lo reconoció el pueblo. (2Cr 7:1-3.) El hecho de que Dios se manifestara a Salomón doce años después solo indica que no había olvidado su oración y que entonces la contestaba verbalmente, como una garantía de su respuesta. En esta segunda ocasión, Dios además aconsejó a Salomón que permaneciese fiel como su padre David. La oración de Salomón. En la oración que Salomón hizo con motivo de la inauguración del templo, se refirió a Jehová como el Dios que está por encima de todo cuanto existe, un Dios bondadoso y leal, que cumple lo que promete. Salomón reconoció que aunque el templo era como una casa para Jehová, ni siquiera “el cielo, sí, el cielo de los cielos” podía contener su grandeza. Él es el Oidor de las oraciones y Aquel que las contesta, Dios de justicia, que recompensa al justo y da su merecido al inicuo, pero perdona al pecador que se arrepiente y vuelve a Él. No es un dios panteísta, pero controla las fuerzas naturales, la vida animal y hasta las naciones de la Tierra. Tampoco es una simple deidad nacional hebrea, sino el Dios de todo aquel que lo busque con sinceridad. Salomón también expresó en su oración el deseo de que el nombre de Jehová se engrandeciese por toda la Tierra, y manifestó su propio amor a la rectitud y la justicia; a Israel, el pueblo de Dios, y a todo extranjero que tuviese interés en buscar a Jehová. (1Re 8:22-53; 2Cr 6:12-42.) En la inauguración del templo oficiaron todos los sacerdotes; en esa ocasión no fue necesario atenerse a las divisiones que David había organizado. (2Cr 5:11.) La necesidad de que todos interviniesen puede verse en el hecho de que, además de las numerosas ofrendas de grano, también se presentaron como ofrendas quemadas y sacrificios de comunión 22.000 cabezas de ganado y 120.000 ovejas durante los siete días que duró ese período festivo, que concluyó con una asamblea solemne al octavo día. Fue tan abundante la cantidad de sacrificios, que el gran altar de cobre resultó pequeño; Salomón tuvo que santificar una parte del patio del templo para poder atender la gran afluencia de ofrendas. (1Re 8:63, 64; 2Cr 7:5, 7.) Después Salomón asignó a las divisiones sacerdotales sus respectivos servicios y colocó a los levitas a cargo de sus puestos y deberes, tal como había dispuesto David. El nuevo templo sería el lugar donde todos los israelitas se reunirían para celebrar sus fiestas periódicas y ofrecer sus sacrificios a Jehová. Edificios gubernamentales. Durante los trece años que siguieron a la finalización del templo, Salomón edificó un nuevo palacio real en el monte Moria, justo al S. del templo, de manera que estaba cerca del patio exterior de este, pero en un nivel más bajo. Cerca de este palacio, edificó el Pórtico del Trono, el Pórtico de las Columnas y la Casa del Bosque del Líbano. Todo este conjunto de edificios estaba en un terreno que iba descendiendo entre la cima de la colina del templo y la estribación de la ciudad de David. También edificó una casa para su esposa egipcia, ya que a ella no se le permitió “morar en la casa de David el rey de Israel”, pues, como dijo Salomón, “los lugares a los que ha venido el arca de Jehová son cosa santa”. (1Re 7:1-8; 3:1; 9:24; 11:1; 2Cr 8:11.) Edificación a escala nacional. Terminados sus proyectos gubernamentales de edificación, Salomón emprendió un programa de construcción a escala nacional. Utilizó para trabajos forzados a los descendientes de los cananeos que Israel no había dado por entero a la destrucción en su conquista de Canaán, pero no redujo a ningún israelita a esta condición de esclavitud. (1Re 9:20-22; 2Cr 8:7-10.) Edificó y fortificó Guézer (que el Faraón había tomado a los cananeos y había regalado a su hija, la esposa de Salomón), Bet-horón Alta y Baja, Baalat y Tamar, además de construir ciudades de almacenamiento, ciudades para los carros y ciudades para los hombres de a caballo. Todo el reino, incluido el territorio situado al E. del Jordán, se benefició de sus obras de construcción. Después fortificó el Montículo que David había edificado. “[Cerró] la brecha de la Ciudad de David.” (1Re 11:27.) Estas palabras posiblemente quieran decir que edificó o extendió “el muro de Jerusalén todo en derredor”. (1Re 3:1.) Fortificó en gran manera Hazor y Meguidó; los arqueólogos han descubierto porciones de muros fuertes y puertas fortificadas que, según creen, son los restos de las obras de Salomón en estas ciudades hoy en ruinas. (1Re 9:15-19; 2Cr 8:1-6.) Sus riquezas y gloria. ERA poeta, arquitecto y rey. Su sabiduría le dio renombre, Salomón fomentó mucho el comercio. Su flota, en cooperación con la de Hiram, le llevó grandes cantidades de oro de Ofir, así como maderas de algum y piedras preciosas. (1Re 9:26-28; 1Re 10:11; 2Cr 8:17, 18; 2Cr 9:10, 11.) Los caballos y los carros se importaban de Egipto, y comerciantes de todo el mundo conocido en aquel tiempo llevaban sus mercancías en grandes cantidades. El ingreso anual de oro durante el reinado de Salomón alcanzó los 666 talentos (c. de 256.643.000 dólares [E.U.A.]), aparte de plata y oro y otros artículos que llevaban los mercaderes lo convirtieron en el monarca más acaudalado del planeta. (1Re 10:14, 15; 2Cr 9:13, 14.) Además, “todos los reyes de la tierra” le llevaban anualmente regalos de sus países: artículos de oro y plata, aceite balsámico, armas, caballos, mulas y otras riquezas. (1Re 10:24, 25, 28, 29; 2Cr 9:23-28.) Las naves de Tarsis importaban hasta monos y pavos reales. (1Re 10:22; 2Cr 9:21.) Salomón llegó a tener 4.000 cuadras y carros (1Re 10:26 menciona 1.400 carros) y 12.000 corceles (o, tal vez, jinetes). (2Cr 9:25.) No había ningún rey en toda la Tierra que poseyera las riquezas de Salomón. (1Re 10:23; 2Cr 9:22.) El acceso a su trono superaba en magnificencia al de cualquier otro reino. El trono mismo era de marfil revestido de oro puro. Tenía un dosel redondo detrás de él; había seis escalones que llevaban al trono, con seis leones a cada lado, y dos leones de pie al lado de los brazos del trono. (1Re 10:18-20; 2Cr 9:17-19.) Todos los vasos para beber eran de oro; se dice específicamente que “no había nada de plata; en los días de Salomón esta se consideraba como absolutamente nada”. (2Cr 9:20.) En la casa de Salomón y en el templo había arpas e instrumentos de cuerda de madera de algum como nunca se habían visto antes en Judá. (1Re 10:12; 2Cr 9:11.) Los suministros de alimento de su casa. El alimento diario para la casa real de Salomón ascendía a “treinta medidas de coro [6.600 l.] de flor de harina y sesenta medidas de coro [13.200 l.] de harina, diez reses vacunas gordas y veinte reses vacunas de pasto y cien ovejas, además de algunos ciervos y gacelas y corzos y cuclillos engordados”. (1Re 4:22, 23.) Doce comisarios suministraban un mes cada uno el abastecimiento de alimentos. Cada uno tenía la supervisión de una porción del país, pero las divisiones resultantes nada tenían que ver con los límites tribales, sino con las zonas agrícolas. Entre las provisiones de alimento estaba el forraje para los muchos caballos de Salomón. (1Re 4:1-19, 27, 28.) La reina de Seba visita a Salomón. Uno de los visitantes extranjeros más distinguidos que acudieron a contemplar la gloria y las riquezas de Salomón fue la reina de Seba. La fama de Salomón había llegado a “toda la gente de la tierra”, de manera que ella hizo el viaje desde su lejano dominio para “probarlo con preguntas de las que causan perplejidad”. Le habló “todo lo que se hallaba junto a su corazón”, y, a su vez, “no hubo asunto escondido al rey que él no le declarara”. (1Re 10:1-3, 24; 2Cr 9:1, 2.) Además, después que la reina observó el esplendor del templo y de la casa de Salomón, cómo se servía la mesa, el atavío de sus mozos y los holocaustos que se ofrecían con regularidad en el templo, “resultó que no hubo más espíritu en ella”, y exclamó: “¡Mira!, no se me había referido ni la mitad. Has superado en sabiduría y prosperidad las cosas oídas a las que escuché”. Entonces procedió a pronunciar felices a los siervos que servían a un rey así. Todo esto la indujo a dar alabanza y a bendecir a Jehová Dios, que había expresado su amor a Israel nombrando a Salomón como rey para rendir decisión judicial y justicia. (1Re 10:4-9; 2Cr 9:3-8.) Luego le entregó a Salomón el magnífico regalo de 120 talentos de oro (46.242.000 dólares [E.U.A.]), muchísimas piedras preciosas y aceite balsámico en una cantidad extraordinariamente grande. Salomón, a su vez, le dio a la reina todo lo que ella le pidió, además de un generoso regalo, que posiblemente superó lo que ella le había llevado. (1Re 10:10, 13; 2Cr 9:9, 12.) La prosperidad de su gobernación. Jehová bendijo a Salomón con sabiduría, gloria y riquezas mientras él permaneció firme a favor de la adoración verdadera, y la nación de Israel disfrutó de igual manera del favor divino. Dios se había valido de David para someter a los enemigos de Israel y establecer el reino firmemente hasta sus límites máximos. El relato informa: “En cuanto a Salomón, resultó ser gobernante sobre todos los reinos desde el Río [Éufrates] hasta la tierra de los filisteos y hasta el límite de Egipto. Estuvieron llevándole regalos y sirviendo a Salomón todos los días de su vida”. (1Re 4:21.) Durante el reinado de Salomón hubo paz, y “Judá e Israel eran muchos, como los granos de arena que están junto al mar por su multitud, y comían y bebían y se regocijaban”. “Judá e Israel continuaron morando en seguridad, cada uno debajo de su propia vid y debajo de su propia higuera, desde Dan hasta Beer-seba, todos los días de Salomón.” (1Re 4:20, 25.) La sabiduría de Salomón. “Y Dios continuó dando a Salomón sabiduría y entendimiento en medida sumamente grande, y una anchura de corazón, como la arena que está sobre la orilla del mar. Y la sabiduría de Salomón era más vasta que la sabiduría de todos los orientales y que toda la sabiduría de Egipto.” Luego se menciona a otros hombres de sabiduría extraordinaria: Etán el ezrahíta (al parecer, un cantor del tiempo de David y el escritor del Salmo 89) y otros tres hombres sabios de Israel. Salomón fue más sabio que estos; de hecho, “su fama llegó a estar en todas las naciones todo en derredor. Y podía hablar tres mil proverbios, y sus canciones llegaron a ser mil cinco”. El alcance de su conocimiento abarcaba las plantas y los animales de la Tierra, y sus proverbios, junto con sus escritos en los libros de Eclesiastés y El Cantar de los Cantares, revelan que tenía un profundo conocimiento de la naturaleza humana. (1Re 4:29-34.) En Eclesiastés se observa que meditó mucho con el fin de hallar “las palabras deleitables y la escritura de palabras correctas de verdad”. (Ec 12:10.) Experimentó muchas cosas, estuvo entre los de condición humilde y los importantes observando con mucha atención su vida, su trabajo, sus esperanzas y objetivos, así como las vicisitudes de la humanidad. Salomón ensalzó el conocimiento de Dios y Su ley, y destacó sobre todo que ‘el temor de Jehová es el principio del conocimiento y la sabiduría’, y que la obligación del hombre es ‘temer al Dios verdadero y guardar sus mandamientos’. (Pr 1:7; 9:10; Ec 12:13; véase ECLESIASTÉS, LIBRO DE.) Se aparta de la justicia. Salomón prosperó mientras permaneció fiel a la adoración de Jehová. Debió escribir sus proverbios, así como los libros de Eclesiastés y de El Cantar de los Cantares, y al menos uno de los Salmos (Sl 127), durante el período en que sirvió fielmente a Dios. Sin embargo, Salomón empezó a descuidar la ley de Dios. El registro bíblico dice a este respecto: “Y el rey Salomón mismo amó a muchas esposas extranjeras junto con la hija de Faraón, a moabitas, ammonitas, edomitas, sidonias e hititas, de las naciones de las que Jehová había dicho a los hijos de Israel: ‘Ustedes no deben meterse entre ellas, y ellas mismas no deben meterse entre ustedes; verdaderamente inclinarán el corazón de ustedes a seguir a los dioses de ellas’. A ellas se adhirió Salomón para amarlas. Y llegó a tener setecientas esposas, princesas, y trescientas concubinas; y poco a poco sus esposas le inclinaron el corazón. Y al tiempo en que envejeció Salomón aconteció que sus esposas mismas habían inclinado el corazón de él a seguir a otros dioses; y su corazón no resultó completo para con Jehová su Dios como el corazón de David su padre. Y Salomón empezó a ir tras Astoret, la diosa de los sidonios, y tras Milcom, la cosa repugnante de los ammonitas. Y Salomón empezó a hacer lo que era malo a los ojos de Jehová, y no siguió de lleno a Jehová como David su padre. Fue entonces cuando Salomón procedió a edificar un lugar alto a Kemós, la cosa repugnante de Moab, en la montaña que estaba enfrente de Jerusalén, y a Mólek, la cosa repugnante de los hijos de Ammón. Y así hizo para todas sus esposas extranjeras que hacían humo de sacrificio y ofrecían sacrificios a sus dioses”. (1Re 11:1-8.) Aunque este alejamiento ocurrió “al tiempo en que envejeció Salomón”, no hay razón para concluir que se debió a senilidad, pues Salomón era relativamente joven cuando ascendió al trono y su reinado duró cuarenta años. (1Cr 29:1; 2Cr 9:30.) El relato no dice que Salomón abandonó por completo la adoración y ofrenda de sacrificios en el templo. Al parecer, intentó practicar una especie de unión de fes con el fin de agradar a sus esposas extranjeras. Por esto “Jehová llegó a estar enojado con Salomón, porque su corazón se había inclinado a alejarse de Jehová el Dios de Israel, el que se le había aparecido dos veces”. Jehová le informó a Salomón que como consecuencia le arrancaría parte del reino, pero no en sus días, por respeto a David y por causa de Jerusalén, sino en los días de su hijo, a quien solo dejaría una tribu (aparte de la de Judá). Esa tribu resultó ser la de Benjamín. (1Re 11:9-13.) Resistidores de Salomón. Desde entonces en adelante, Jehová levantó resistidores contra Salomón, principalmente Jeroboán, de la tribu de Efraín, quien finalmente consiguió que diez tribus abandonaran su lealtad al trono en el tiempo de Rehoboam y estableció el reino septentrional, que llegó a llamarse Israel. Cuando Jeroboán era joven, había sido colocado por Salomón sobre todo el servicio obligatorio de la casa de José debido a su diligencia. También dieron problemas a Salomón Hadad el edomita y Rezón, un enemigo de David que llegó a ser rey de Siria. (1Re 11:14-40; 12:12-15.) El que el rey Salomón se alejara de Dios tuvo un mal efecto en la gobernación, que se volvió opresiva, sin duda debido a la presión económica ocasionada por el alto coste de su gobierno, que debió aumentar hasta un grado extremo. También había descontento entre los reclutados para trabajo forzado y, sin duda, también entre sus superintendentes israelitas. Como Salomón se había apartado de seguir a Dios con corazón completo, ya no recibiría más la bendición y la prosperidad de Jehová, ni la continua sabiduría para gobernar con justicia y derecho, así como para resolver los problemas que surgieran. Como él mismo había dicho, “cuando los justos llegan a ser muchos, el pueblo se regocija; pero cuando alguien inicuo gobierna, el pueblo suspira”. (Pr 29:2.) Lo que ocurrió poco después de la muerte de Salomón, cuando Rehoboam gobernó sobre Judá, hace patente que esa fue la situación que se produjo. Por medio del profeta Ahíya, Dios había enviado un mensaje a Jeroboán en el que le decía que le daría diez tribus, y que si guardaba Sus estatutos, le edificaría una casa duradera, tal como le había hecho a David. Después de esto Salomón intentó matar a Jeroboán, pero este huyó a Egipto, donde a la sazón gobernaba un sucesor del padre de la esposa egipcia de Salomón. Jeroboán permaneció allí hasta la muerte de Salomón. Luego representó al pueblo en una queja contra Rehoboam y finalmente encabezó una rebelión. (1Re 11:26-40; 12:12-20.) Aunque Salomón había ‘inclinado su corazón en dirección a alejarse de Jehová’, “yació Salomón con sus antepasados, y fue enterrado en la Ciudad de David su padre”. (1Re 11:43; 2Cr 9:31.) Jesús, el heredero legal de Salomón. Mateo traza la descendencia de Salomón hasta José, el padre adoptivo de Jesús, con lo que demostró que Jesús tenía el derecho legal al trono de David por ascendencia real. (Mt 1:7, 16.) Lucas, por otra parte, traza el linaje de Jesús hasta Helí (al parecer, padre de María) a través de la descendencia de Natán, uno de los hijos de David y Bat-seba y, por lo tanto, hermano de padre y madre de Salomón. (Lu 3:23, 31.) Ambas líneas convergen en Zorobabel y Sealtiel y después se ramifican de nuevo en dos. (Mt 1:13; Lu 3:27.) María, la madre de Jesús, era descendiente de Natán, y José, su padre adoptivo, de Salomón, por lo que concurrían en Jesús tanto el linaje legal de David como el natural, lo que le hacía heredero de pleno derecho al trono. La necesidad de guardar el corazón. Mientras Salomón mantuvo un “corazón obediente”, cosa en la que se interesó al principio, tuvo el favor de Jehová y prosperó. Pero la desastrosa parte final de su vida demuestra que el conocimiento, la gran habilidad o el poder, las riquezas y la fama no son las cosas más importantes, y que el apartarse de Jehová significa abandonar la sabiduría. El propio consejo de Salomón resultó ser cierto: “Más que todo lo demás que ha de guardarse, salvaguarda tu corazón, porque procedentes de él son las fuentes de la vida”. (1Re 3:9; Pr 4:23.) Su caso ilustra lo traicionero y desesperado que es el corazón del hombre pecaminoso; pero aún más, muestra que los mejores corazones pueden ser seducidos si no se mantienen bajo constante vigilancia. El amar lo que Jehová ama y odiar lo que odia, el buscar constantemente su guía y hacer lo que le agrada es una protección segura. (Jer 17:9; Pr 8:13; Heb 1:9; Jn 8:29.) Profecías mesiánicas . Hay muchas similitudes entre el reinado de Salomón y el del gran Rey Jesucristo, como se profetizó en las Escrituras. La gobernación de Salomón, mientras fue obediente a Jehová, es en muchos aspectos un modelo en pequeña escala del reino mesiánico. Jesucristo, “algo más que Salomón”, vino como un hombre de paz y llevó a cabo una obra de edificación espiritual, relacionada especialmente con el restablecimiento de la adoración verdadera entre sus seguidores ungidos en conexión con el gran templo espiritual de Jehová. (Mt 12:42; 2Co 6:16; Jn 14:27; Jn 16:33; Ro 14:17; Snt 3:18.) Salomón era del linaje de David, al igual que Jesús. El nombre Salomón (de una raíz que significa “paz”) evoca al glorificado Jesucristo, el “Príncipe de Paz”. (Isa 9:6.) Su nombre Jedidías (que significa “Amado de Jah”) armoniza con la propia declaración de Dios sobre su Hijo con ocasión de su bautismo: “Este es mi Hijo, el amado, a quien he aprobado”. (Mt 3:17.) El Salmo 72 es una oración expresada a favor de la gobernación de Salomón: “Lleven las montañas paz al pueblo [...]. En sus días el justo brotará, y la abundancia de paz hasta que la luna ya no sea. Y tendrá súbditos de mar a mar [al parecer el Mediterráneo y el mar Rojo; Éx 23:31] y desde el Río [Éufrates] hasta los cabos de la tierra”. (Sl 72:3-8.) F. C. Cook dice sobre el Salmo 72:7 (“hasta que la luna ya no sea”) en su Commentary: “Este pasaje es importante para mostrar que la idea de un Rey cuyo reinado duraría hasta el fin del tiempo estaba claramente presente en la mente del salmista. Determina el carácter mesiánico de toda la composición poética”. Además, hace la siguiente observación sobre el versículo 8: “El reino tenía que ser universal, extenderse hasta los cabos de la Tierra. La extensión del reino israelita bajo David y Salomón fue suficiente para alentar esta esperanza, de modo que el salmista pudo considerarla una garantía de que se realizaría; no obstante, tomada en conexión con los versículos precedentes, esta declaración es de estricto carácter mesiánico”. En una profecía que por lo general es aceptada como mesiánica, el profeta Miqueas empleó la terminología que se utilizó para describir las condiciones durante el reinado de Salomón: “Judá e Israel continuaron morando en seguridad, cada uno debajo de su propia vid y debajo de su propia higuera, [...] todos los días de Salomón”. (1Re 4:25; Miq 4:4.) La profecía de Zacarías (Zac 9:9, 10) cita del Salmo 72:8, y Mateo aplica dicha profecía a Jesucristo. (Mt 21:4, 5.) ©2002-2011 La Biblia Din@mica Última actualización 16/01/2012

 Samuel

Samuel (Heb.: Schemu·’él; Gr.: ------; Lat.: Sá·mu·el.) Sinónimos: ------, ------. Definición / Significado: “Nombre de Dios”, invocar el nombre de Dios. Destacado profeta (Hch 3:24; Hch 13:20) al que tradicionalmente se atribuye la escritura de los libros bíblicos de Jueces, Rut y parte de 1 Samuel. (Compárese con 1Sa 10:25; 1Cr 29:29.) Su padre, Elqaná, era un levita de la familia no sacerdotal de Qohat. (1Cr 6:27, 28, 33-38.) Samuel tuvo tres hermanos y dos hermanas carnales. (1Sa 2:21.) Como Ana había prometido antes de concebir a su hijo que lo daría al servicio de Jehová como nazareo (1Sa 1:11), llevó a Samuel al tabernáculo de Siló una vez destetado (quizás, como mínimo, a la edad de tres años; compárese con 2Cr 31:16), donde lo dejó al cuidado del sumo sacerdote Elí. (1Sa 1:24-28.) Así pues, ceñido con un efod de lino, Samuel ‘ministraba delante de Jehová’ mientras era solo un muchacho. Todos los años su madre le llevaba una vestidura sin mangas nueva cuando lo visitaba. (1Sa 2:18, 19.) A medida que crecía, Samuel se hacía “más agradable, tanto desde el punto de vista de Jehová como del de los hombres”. (1Sa 2:26.) Llega a ser profeta a una edad temprana. Por la noche Samuel dormía en el “templo de Jehová, donde estaba el arca de Dios”, y parece ser que su primera asignación por la mañana era abrir “las puertas de la casa de Jehová”. (1Sa 3:3, 15.) Obviamente, las palabras “donde estaba el arca de Dios” aplicaban al recinto del tabernáculo, y no debe interpretarse por ello que Samuel dormía en el Santísimo. Como levita qohatita no sacerdotal, no tenía derecho a ver el Arca ni el mobiliario sagrado que había dentro del santuario. (Nú 4:17-20.) La única parte de la casa de Jehová a la que Samuel tenía acceso era el patio del tabernáculo. Por lo tanto, debieron ser las puertas que conducían al patio las que abría, y es posible que fuese allí donde dormía. Durante el período en que el tabernáculo estuvo ubicado permanentemente en Siló, es probable que se levantasen algunos anexos, uno de los cuales pudo haber servido de dormitorio para Samuel. Una noche, después de haberse retirado, Samuel oyó una voz que le llamaba por su nombre. Imaginando que le hablaba el sumo sacerdote Elí, corrió a verle. Después de ocurrir lo mismo tres veces, Elí discernió que Jehová estaba llamando a Samuel, y le dio instrucciones sobre qué hacer. Luego Jehová le hizo saber a Samuel su juicio contra la casa de Elí. Temeroso, Samuel no quería darle ninguna información concerniente a la palabra de Jehová, hasta que Elí le pidió que lo hiciese. Así empezó la obra profética de Samuel, y con el tiempo todo Israel se dio cuenta de que era en verdad el profeta de Jehová. (1Sa 3:2-21.) Conduce a Israel a la adoración verdadera. Veinte años más tarde, los israelitas abandonaron la adoración idolátrica y se pusieron a servir únicamente a Jehová, debido a la exhortación de Samuel. Posteriormente, Samuel reunió a los israelitas en Mizpá. Los filisteos se aprovecharon de la situación para invadir la tierra. Temerosos, los hijos de Israel le pidieron a Samuel que invocase a Jehová por ayuda. Samuel lo hizo, y además ofreció un corderito lechal en sacrificio. (1Sa 7:2-9.) Por supuesto, como levita qohatita no sacerdotal, Samuel no estaba autorizado para oficiar en el altar del santuario (Nú 18:2, 3, 6, 7), y no hay registro de que alguna vez lo hiciese. Sin embargo, como representante de Jehová y profeta, podía ofrecer sacrificios en otros lugares si así se lo indicaba Dios, como hicieron Gedeón (Jue 6:25-28) y Elías. (1Re 18:36-38.) La respuesta de Jehová a la oración de Samuel causó confusión entre los filisteos, lo que permitió que los israelitas obtuvieran una victoria decisiva. Para conmemorar este hecho, Samuel erigió una piedra entre Mizpá y Jesaná, a la que llamó Ebenézer (que significa “Piedra de Ayuda”). (1Sa 7:10-12.) Seguramente Samuel apartó algo del botín de esta guerra y de otras como cosas santas para el mantenimiento del tabernáculo. (1Cr 26:27, 28.) Los días de Samuel se caracterizaron, por un lado, por el hecho de que los filisteos sufrieron más reveses (1Sa 7:13, 14), y, por otro, por las sobresalientes celebraciones de la Pascua que hubo. (2Cr 35:18.) Parece ser que Samuel también organizó algún programa para los porteros levitas que quizás sirvió de base para la organización de David. (1Cr 9:22.) Desde su casa en Ramá, en la región montañosa de Efraín, Samuel hacía anualmente el circuito de Betel, Guilgal y Mizpá, juzgando a Israel en esos lugares. (1Sa 7:15-17.) Nunca abusó de su posición, y su registro fue sin tacha. (1Sa 12:2-5.) Sin embargo, sus hijos, Joel y Abías, “pervertían el juicio”. (1Sa 8:2, 3.) Unge a Saúl por rey. La infidelidad de los hijos de Samuel, unida a la amenaza de guerra con los ammonitas*, impulsó a los ancianos de Israel a solicitar a Samuel que nombrase un rey sobre ellos. (1Sa 8:4, 5; 1Sa 12:12.) La respuesta de Jehová a la oración de Samuel fue que, si bien la petición del pueblo mostraba falta de fe en la gobernación de Jehová, el profeta debía acceder a ello y advertirles de lo que implicaba el “debido derecho del rey”. Aunque Samuel les informó que la monarquía resultaría en la pérdida de ciertas libertades, insistieron en tener un rey. Después que Samuel despidió a los hombres de Israel, Jehová dirigió los asuntos para que Samuel ungiese rey al benjamita Saúl. (1Sa 8:6–10:1.) Más tarde, Samuel hizo que los israelitas se congregaran en Mizpá, y allí se designó como rey a Saúl mediante suertes. (1Sa 10:17-24.) Samuel se refirió de nuevo al derecho que le correspondía al rey, y lo hizo constar por escrito. (1Sa 10:25.) Después de la victoria de Saúl sobre los ammonitas*, Samuel hizo que los israelitas se reunieran en Guilgal para volver a confirmar la realeza. En esa ocasión, repasó su propio registro, así como la historia pasada de Israel, y les mostró que tanto el rey como el pueblo tenían que obedecer a Jehová para que pudiesen contar con la aprobación divina. A fin de grabar en ellos la seriedad de haber rechazado a Jehová como rey, Samuel oró para que hubiese una tormenta de lluvia y truenos fuera de temporada. La respuesta de Jehová a esa petición hizo que el pueblo reconociese su seria transgresión. (1Sa 11:14–12:25.) Posteriormente, Samuel tuvo que censurar en dos ocasiones a Saúl por desobedecer la dirección divina. En la primera le anunció que su reinado no duraría debido a su presuntuosa precipitación al hacer un sacrificio y no esperar como se le había ordenado. (1Sa 13:10-14.) El rechazo de Saúl como rey fue el segundo mensaje condenatorio que Samuel le entregó en nombre de Jehová, por haber desobedecido y conservado vivo al rey Agag y lo mejor del ganado lanar y vacuno de los amalequitas. En respuesta a la súplica de Saúl, Samuel compareció junto a él delante de los ancianos de Israel y del pueblo. Después ordenó que le llevaran a Agag, y a continuación “se puso a tajar[le] en pedazos [...] delante de Jehová en Guilgal”. (1Sa 15:10-33.) Unge a David. Después que los dos hombres se separaron, no volvieron a tener más relación. No obstante, Samuel se puso de duelo por Saúl. Jehová Dios interrumpió ese período de duelo cuando lo comisionó para que fuese a Belén a ungir a uno de los hijos de Jesé por futuro rey de Israel. Para evitar cualquier sospecha de Saúl que pudiese resultar en la muerte de Samuel, Jehová hizo que este llevase una vaca para sacrificarla. Tal vez por temor a que Samuel hubiese ido para reprender o castigar algún mal, los ancianos de Belén se pusieron a temblar. Samuel les aseguró que su visita significaba paz, y luego dispuso que Jesé y sus hijos participasen en la comida sacrificatoria. Impresionado por la apariencia de Eliab, el primogénito de Jesé, supuso que debía ser el escogido de Jehová para reinar. Pero Jehová no había escogido ni a Eliab ni a ninguno de los otros seis hijos de Jesé presentes. De modo que ante la insistencia de Samuel, llamaron a David, el hijo más joven, que estaba apacentando las ovejas, y Samuel lo ungió en medio de sus hermanos. (1Sa 15:34–16:13.) Más tarde, después que el rey Saúl atentó varias veces contra David, este huyó a Samuel en Ramá. Luego ambos fueron a Nayot, donde David permaneció hasta que Saúl fue personalmente a buscarlo. (1Sa 19:18–20:1.) Durante el tiempo en que David estaba todavía bajo restricción debido a Saúl, “murió Samuel; y todo Israel procedió a juntarse y a plañirlo y a enterrarlo en su casa, en Ramá”. (1Sa 25:1.) Por consiguiente, Samuel murió como un siervo aprobado de Jehová Dios después de una vida de servicio fiel. (Sl 99:6; Jer 15:1; Heb 11:32.) Había demostrado persistencia en cumplir con su comisión (1Sa 16:6, 11), devoción a la adoración verdadera (1Sa 7:3-6) y honradez en sus tratos (1Sa 12:3), así como valor y firmeza en anunciar y apoyar los juicios de Jehová y sus decisiones (1Sa 10:24; 1Sa 13:13; 1Sa 15:32, 33). La Biblia no dice qué edad tenía Samuel cuando murió, pero los sucesos que se relatan en el libro de Primero de Samuel abarcan unos ciento dos años, y Samuel fue testigo de la mayor parte de esos sucesos. En cuanto al relato sobre la petición de Saúl a la médium espiritista de En-dor para que hiciese subir a Samuel, véase SAÚL. Véase también ¿Fue profeta Samuel?. Escritos: Jueces, Rut y escritor junto con Gad y Natán, parte de Primero de Samuel.

 Santiago

Santiago - (Jacobo) (Heb.: ------; Gr.: ------.) Sinónimos: Jacobo. Definición / Significado: contracción de las palabras Santo y Jacobo, esta última la forma griega de Jacob, que significa: “Que Ase el Talón; Suplantador”. 1. Santiago, Padre de un apóstol Judas (no Judas Iscariote) 2. Santiago, Apóstol de Jesucristo, hijo de Zebedeo; hermano del apóstol Juan. 3. Santiago “el Menos”, Otro apóstol de Jesucristo; hijo de Alfeo. 4. Santiago, Hijo de José y María y medio hermano de Jesús. 1. Santiago, Padre de un apóstol llamado Judas (no Judas Iscariote). (Lu 6:16; Hch 1:13.) 2. Santiago, Hijo de Zebedeo; hermano de Juan (Los hijos del trueno Mr 3:17; Lu 9:54) y uno de los doce apóstoles de Jesucristo. (Mt 10:2.) Parece ser que su madre se llamaba Salomé, según se deduce al comparar dos relatos del mismo acontecimiento. Uno menciona a “la madre de los hijos de Zebedeo”, y el otro la llama “Salomé”. (Mt 27:55, 56; Mr 15:40, 41.) La comparación de estos relatos con el de Juan 19:25 parece indicar que Salomé era la hermana carnal de María, la madre de Jesús. En ese caso, Santiago sería primo hermano de Jesús. En el año 30 E.C., Santiago y su hermano estaban trabajando con su padre en el negocio de la pesca cuando Jesús los llamó, al igual que a sus socios Pedro y Andrés, para que fuesen sus discípulos y “pescadores de hombres”. En respuesta a la llamada de Jesús, Santiago y Juan dejaron aquel negocio de pesca, que era lo bastante importante como para tener asalariados y formar una sociedad con Pedro y Andrés. (Mt 4:18-22; Mr 1:16-19; Lu 5:7-10.) Al año siguiente, 31 E.C., cuando Jesús designó a doce de sus discípulos para que fuesen apóstoles, Santiago fue uno de los seleccionados. (Mr 3:13-19; Lu 6:12-16.) A Pedro, Santiago y Juan se les menciona varias veces juntos y en compañía estrecha con Cristo. Por ejemplo, estos tres fueron los únicos que estuvieron presentes con él en el monte de la transfiguración (Mt 17:1, 2), fueron los únicos apóstoles que recibieron la invitación de entrar en la casa para ser testigos de la resurrección de la hija de Jairo (Lu 8:51) y fueron quienes estuvieron más cerca de Jesús en Getsemaní mientras él oraba aquella última noche. (Mr 14:32-34.) Pedro, Santiago y Juan, junto con Andrés, fueron los que preguntaron a Jesús cuándo vendría la predicha destrucción del templo de Jerusalén y cuál sería la señal de su presencia y de la conclusión del sistema de cosas. (Mr 13:3, 4.) A Santiago siempre se le menciona junto con su hermano Juan, y en la mayoría de los casos su nombre es el que aparece en primer lugar, lo que quizás indique que era el mayor de los dos. (Mt 4:21; 10:2; 17:1; Mr 1:19, 29; 3:17; 5:37; 9:2; 10:35, 41; 13:3; 14:33; Lu 5:10; 6:14; 8:51; 9:28, 54; Hch 1:13.) Jesús dio a Santiago y a su hermano el sobrenombre de Boanerges, término semítico que significa “Hijos del Trueno” (Mr 3:17), quizás debido a su naturaleza enérgica, fogosa y entusiástica. En una ocasión, por ejemplo, cuando ciertos samaritanos no mostraron hospitalidad a Jesús, Santiago y Juan querían hacer bajar fuego del cielo para aniquilarlos. Aunque Jesús los reprendió por pedir tal venganza, aquella actitud indicaba su justa indignación y también su fe. (Lu 9:51-55.) También abrigaban la ambición de ocupar los puestos más importantes en el Reino, a la derecha y a la izquierda de Jesús, y al parecer hicieron que su madre (posiblemente la tía de Jesús) le solicitara tales favores. Después de explicar que esas decisiones las toma el Padre, Jesús aprovechó la oportunidad para señalar que ‘el que quisiera ser el primero entre ellos tenía que ser esclavo de ellos’. (Mt 20:20-28.) Santiago debió morir en el año 44 E.C. Herodes Agripa I hizo que lo ejecutaran con la espada. Fue el primero de los doce apóstoles que murió mártir. (Hch 12:1-3.) 3. Santiago “el Menos”, Otro apóstol de Jesucristo; hijo de Alfeo. (Mt 10:2, 3; Mr 3:16-18; Lu 6:15; Hch 1:13.) Generalmente se cree que Alfeo y Clopas eran la misma persona, lo que es bastante probable, en cuyo caso la madre de Santiago sería María, “la madre de Santiago el Menos y de Josés”. (Jn 19:25; Mr 15:40; Mt 27:56.) Puede que se le haya llamado Santiago el Menos debido a ser de menor estatura o más joven que el otro apóstol Santiago, el hijo de Zebedeo. 4. Santiago, Hijo de José y María que aparece el primero en la lista de medio hermanos de Cristo (el primogénito), lo que probablemente indica que era el segundo de los varones por orden de nacimiento (Mat. 13:54, 55; Mr 6:3; Gál 1:19.) Aunque no fue uno de los apóstoles, debió ser un superintendente de la congregación cristiana de Jerusalén (Hch 12:17) y el escritor del libro bíblico que lleva su nombre. (Snt 1:1.) Puede que haya sido el mayor después de Jesús, pues su nombre aparece en primer lugar cuando se menciona a los cuatro hijos varones que tuvieron María y José: Santiago, José, Simón y Judas. (Mt 13:55) En su carta a los Corintios, escrita alrededor del año 55 E.C., Pablo indica que Santiago estaba casado. (1Co 9:5.) Se crió con Jesús, lo vio desempeñar su ministerio y conocía sus “obras poderosas”, sea de oídas o de forma directa. Sin embargo, durante esos años, Santiago y sus hermanos “no ejercían fe en él” (Lu 8:19; Jn 2:12), pero aunque no parece que se opusiera, no era uno de los discípulos y seguidores de Cristo. (Mt 12:46-50; Jn 7:5.) Es probable que se encontrara junto con sus hermanos no creyentes cuando instaron a Jesús para que subiera abiertamente a la fiesta de las cabañas en un tiempo en que los gobernantes de los judíos lo estaban buscando para matarlo. (Jn 7:1-10.) También es posible que Santiago haya estado entre los parientes que dijeron de Jesús: “Ha perdido el juicio”. (Mr 3:21.) Sin embargo, después de la muerte de Jesús y antes del Pentecostés del año 33 E.C., Santiago estuvo reunido para orar junto con su madre, sus hermanos y los apóstoles en un aposento de arriba en Jerusalén. (Hch 1:13, 14.) Debió ser a este Santiago a quien se apareció personalmente el resucitado Jesús, como se indica en 1 Corintios 15:7, y le convenció, pues antes no era creyente, de que en verdad era el Mesías. Esto hace recordar la ocasión en que Jesús se apareció personalmente a Pablo. (Hch 9:3-5.) Desde entonces Santiago pasó a ser un miembro prominente y al parecer un “apóstol” de la congregación de Jerusalén. Por eso, en la primera visita que Pablo hizo a los hermanos de Jerusalén (alrededor de 36 E.C.), dijo que pasó quince días con Pedro, pero que “de los apóstoles no [vio] a ningún otro, sino solo a Santiago el hermano del Señor”. (Gál 1:18, 19.) Después de ser liberado milagrosamente de prisión, Pedro dio estas instrucciones a los hermanos reunidos en casa de Juan Marcos: “Informen estas cosas a Santiago y a los hermanos”, lo que indicaba la prominencia de Santiago. (Hch 12:12, 17.) Alrededor del año 49 E.C. se sometió el asunto de la circuncisión a “los apóstoles y los ancianos” de Jerusalén. Después del testimonio personal de Pedro, Bernabé y Pablo, Santiago habló y presentó una decisión que la asamblea aprobó y adoptó. (Hch 15:6-29; compárese con Hch 16:4.) Pablo dijo con referencia a esa ocasión que Santiago, Cefas y Juan “parecían ser columnas” entre los cristianos de Jerusalén. (Gál 2:1-9.) Años más tarde, cuando Pablo regresó a Jerusalén de su tercera expedición misional, fue a presentar informes “a Santiago; y estaban presentes todos los ancianos”, quienes luego le dieron cierto consejo para que lo pusiese en práctica. (Hch 21:15-26; véase también Gál 2:11-14.) Del principio de la carta de Santiago parece desprenderse que fue este ‘hermano de Jesús’ quien la escribió, y no uno de los apóstoles del mismo nombre (el hijo de Zebedeo o el hijo de Alfeo). Allí el escritor se identifica a sí mismo como un “esclavo de Dios y del Señor Jesucristo”, más bien que como un apóstol. De manera similar, su hermano Judas también se identificó a sí mismo como un “esclavo de Jesucristo, pero hermano de Santiago”. (Snt 1:1; Jud 1.) Ambos hermanos humildemente evitaron identificarse como hermanos carnales del Señor Jesucristo. En su carta también da muestras de ser, como el Gran Maestro, un buen observador del carácter humano y de la creación. Así, ilustra verdades espirituales con ejemplos tales como los mares agitados, los cielos estrellados, el sol abrasador, las frágiles flores, los incendios forestales y la domesticación de las fieras (Sant. 1:6, 11, 17; 3:5, 7). Sus consejos inspirados sobre las actitudes y conductas de la gente son excelentes para mantener buenas relaciones con el prójimo (Sant. 1:19, 20; 3:2, 8-18). Según algunas tradiciones, se le llamaba “Santiago el Justo” debido a su modo de vida. Aunque la Biblia sí da ciertos detalles de su vida —como su estado civil, dando a entender que era un hombre casado (1 Cor. 9:5)—, no dice ni cuándo ni cómo murió, si bien el historiador Josefo explica que durante el intervalo entre la muerte del gobernador Festo (cerca del año 62 E.C.) y la llegada de su sucesor, Albino, el sumo sacerdote Anán ( Ananías) “reunió el Sanedrín. Llamó a juicio al hermano de Jesús que se llamó Cristo; su nombre era Jacobo [es decir, Santiago], y con él hizo comparecer a varios otros. Los acusó de ser infractores a la ley y los condenó a ser apedreados”. (Antigüedades Judías, libro XX, cap. IX, sec. 1.) Escritos: Escritor de la carta que lleva su nombre Santiago.

 Sofonias

(Heb.: ------; Gr.: ------.) Sinónimos: ------, ------. Definición / Significado: Jehová Ha Ocultado [o: Atesorado]. 1. Sofonías, Levita de la línea genealógica que va de Qohat a Samuel. 2. Sofonías, Noveno de los doce profetas “menores”. 3. Sofonías, Sacerdote eminente hijo de Maaseya. 4. Sofonías, Padre de Josías o Hen. 1. Sofonías, Levita de la línea genealógica que va de Qohat a Samuel y Hemán. (1Cr 6:33-38.) 2. Sofonías, Noveno de los doce profetas “menores” junto con Oseas, Joel, Amós, Abdías, Jonás, Miqueas, Nahúm, Habacuc, Ageo, Zacarías, Malaquías. Profeta de Jehová en Judá a principios del reinado de Josías. Parece ser que era tataranieto del rey Ezequías. (Sof 1:1) Aunque él probablemente era descendiente del rey Ezequías, de la casa real de Judá, Sofonías criticó severamente las condiciones en que se hallaba la nación. (Sof 1:1, 4) Cuando Sofonías empezó a profetizar, en Judá abundaban la idolatría, la violencia y el engaño. Muchos decían en su corazón: “Jehová no hará bien, y no hará mal”. (Sof 1:12.) Pero las profecías de Sofonías dejaron claro que Jehová ejecutaría venganza sobre los malhechores no arrepentidos. (Sof 1:3–2:3; 3:1-5.) Sus juicios adversos se ejecutarían, no solo sobre Judá y Jerusalén, sino también sobre otros pueblos: los filisteos, los ammonitas*, los moabitas, los etíopes y los asirios. (Sof 2:4-15.) Escritos: Escritor del libro que lleva su nombre Sofonías. 3. Sofonías, Sacerdote eminente que vivió durante la última década del reino de Judá; hijo de Maaseya. Sedequías le envió dos veces para que compareciera ante Jeremías: la primera para inquirir de Jehová acerca del futuro de Judá y la segunda para solicitarle que orase a favor suyo. (Jer 21:1-3; 37:3.) Sofonías recibió una carta de un falso profeta de Babilonia, en la que le instaba a que reprendiese a Jeremías, pero, en lugar de hacerlo, Sofonías le leyó la carta a Jeremías, quien entonces escribió la respuesta de Jehová. (Jer 29:24-32.) Después de la caída de Jerusalén, Sofonías, para entonces “segundo sacerdote” bajo Seraya, fue llevado a Riblá, ante el rey Nabucodorosor, donde se le dio muerte. (Jer 52:24, 26, 27; 2Re 25:18, 20, 21.) 4. Sofonías, Padre de Josías o Hen, quien tras el exilio contribuyó metales preciosos para hacer una corona al sumo sacerdote Josué. (Zac 6:10, 11, 14.)
Zacarias
Zacarías (Heb.: ------; Gr.: ------.) Sinónimos: ------, ------. Definición / Significado: Jehová Ha Recordado. 1. Zacarías, Uno de los diez hijos del benjamita Jeiel. 2. Zacarías, Rubenita en los días de Saúl. 3. Zacarías, Portero levita en la entrada de la tienda de reunión. 4. Zacarías, Levita asignado a tocar un instrumento. 5. Zacarías, Sacerdote asignado a tocar la trompeta. 6. Zacarías, Levita de la familia de Uziel. 7. Zacarías, Levita merarita, hijo de Hosá. 8. Zacarías, Manasita cuyo hijo, Idó, fue un principal de su tribu en Galaad. 9. Zacarías, Levita cuyo hijo, Jahaziel, peleó por Jehosafat. 10. Zacarías, Uno de los príncipes del pueblo. 11. Zacarías, Hijo del rey Jehosafat. 12. Zacarías, Hijo del sumo sacerdote Jehoiadá. 13. Zacarías, Consejero del rey Uzías. 14. Zacarías, Rey de Israel. Era hijo de Jeroboán II. 15. Zacarías, Testigo de Isaías hijo de Jeberekías. 16. Zacarías, Abuelo materno del rey Ezequías. 17. Zacarías, Levita de los hijos de Asaf. 18. Zacarías, Levita qohatita. 19. Zacarías, Un sacerdote principal. 20. Zacarías, Decimo primero de los doce profetas “menores”. 21. Zacarías, Uno de los “cabezas” a quienes Esdras envió. 22. Zacarías, Cabeza de la casa paterna de Parós. 23. Zacarías, Cabeza de la casa paterna de Bebai. 24. Zacarías, Uno de los hijos de Elam. 25. Zacarías, Colaborador de Esdras. 26, 27. Zacarías, Dos hombres de Judá, hijos de Amarías y del selanita. 28. Zacarías, Sacerdote, hijo de cierto Pasjur. 29. Zacarías, Sacerdote asignado a tocar la trompeta. 30. Zacarías, Otro sacerdote, también asignado a tocar la trompeta. 31. Zacarías, Sacerdote y padre de Juan el Bautista. 1. Zacarías, Uno de los diez hijos del benjamita Jeiel. (1Cr 9:35-37.) Su nombre aparece abreviado como Zéker en la lista paralela de 1 Crónicas 8:31. 2. Zacarías, Rubenita que posiblemente luchó contra los hagritas en los días de Saúl. (1Cr 5:6, 7, 10.) 3. Zacarías, Portero levita al que se elogia por ser “un consejero con discreción”. Había sido portero en la entrada de la tienda de reunión, y cuando David reorganizó los servicios de los levitas con vistas al templo que se iba a edificar, a Zacarías le tocó la zona N. Era el primogénito de Meselemías, un coreíta de la familia levita de Qohat. (1Cr 9:21, 22; 1Cr 26:1, 2, 14.) 4. Zacarías, Levita asignado junto con varios otros a tocar un instrumento de cuerdas en la procesión que trasladaría el arca del pacto a Jerusalén. Posteriormente, tocó ante la tienda que albergó el Arca. (1Cr 15:18, 20; 16:1, 4, 5.) 5. Zacarías, Sacerdote asignado a tocar la trompeta en la procesión que acompañó el arca del pacto a Jerusalén. (1Cr 15:24.) 6. Zacarías, Levita de la familia de Uziel que se menciona con relación a la reorganización del servicio en la casa de Jehová. (1Cr 24:24, 25.) 7. Zacarías, Levita merarita, hijo de Hosá, asignado a la división de los porteros durante el reinado de David. (1Cr 26:1, 10, 11.) 8. Zacarías, Manasita cuyo hijo, Idó, fue un principal de su tribu en Galaad durante el reinado de David. (1Cr 27:16, 21.) 9. Zacarías, Levita cuyo hijo, Jahaziel, aseguró a Jehosafat y al pueblo de Judá que Jehová pelearía por ellos. (2Cr 20:13-17.) 10. Zacarías, Uno de los príncipes del pueblo a quienes Jehosafat encargó en 934 a. E.C. que enseñaran la ley de Jehová por las ciudades de Judá. (2Cr 17:7, 9.) 11. Zacarías, Hijo del rey Jehosafat. Este dio a Zacarías y a sus hermanos generosos regalos, pero el reino pasó al primogénito, Jehoram. Tras acceder al trono, asesinó a Zacarías y a sus demás hermanos, así como a algunos príncipes, a fin de consolidar su posición. (2Cr 21:1-4.) 12. Zacarías, Hijo del sumo sacerdote Jehoiadá. Tras la muerte de Jehoiadá, el rey Jehoás siguió malos consejos, en vez de hacer caso a los profetas de Jehová, y se apartó de la adoración verdadera. Zacarías, que era primo de Jehoás (2Cr 22:11), amonestó con severidad al pueblo en cuanto a este proceder, pero en vez de arrepentirse, lo apedrearon en el patio del templo. Las palabras de Zacarías al morir fueron: “Jehová lo vea y lo reclame”. Se le concedió esta solicitud profética, pues Siria causó gran daño a Judá, y además Jehoás fue asesinado por dos de sus siervos “a causa de la sangre de los hijos de Jehoiadá el sacerdote”. La Versión de los Setenta y la Vulgata dicen que Jehoás fue muerto para vengar la sangre del “hijo” de Jehoiadá. Sin embargo, tanto el texto masorético como la Versión Peshitta siriaca utilizan el plural “hijos”, posiblemente para denotar la excelencia y dignidad del profeta y sacerdote Zacarías, el hijo de Jehoiadá. (2Cr 24:17-22, 25.) Es muy probable que Jesús estuviese pensando en Zacarías, hijo de Jehoiadá, cuando profetizó que “la sangre de todos los profetas vertida desde la fundación del mundo” sería demandada “de esta generación [los judíos del tiempo del ministerio terrestre de Jesús], desde la sangre de Abel hasta la sangre de Zacarías, que fue muerto entre el altar y la casa”. (Lu 11:50, 51.) El lugar de este concuerda con dicha identificación. En el siglo I E.C., Crónicas ocupaba el último lugar en el canon de las Escrituras Hebreas. Por lo tanto, la expresión de Jesús, ‘desde Abel hasta Zacarías’, era similar a nuestra expresión “desde Génesis hasta Revelación”. En el relato paralelo de Mateo 23:35, a Zacarías se le llama hijo de Baraquías, posiblemente otro nombre de Jehoiadá, a menos que lo que se indique sea la existencia de una generación entre Jehoiadá y Zacarías, o que se trate del nombre de un antepasado anterior. 13. Zacarías, Consejero del rey Uzías, quien reinó entre los años 829 y 778 a. E.C. Se dice que “instruía en el temor del Dios verdadero”. (2Cr 26:5.) Aparte de lo que dice este relato bíblico, no se conoce mucho más sobre Zacarías, el mentor, o consejero, del rey. Pero sin duda ejercía una gran influencia positiva sobre el joven monarca, puesto que se indica que lo “instruía en el temor del Dios verdadero”. La obra The Expositor’s Bible comenta que Zacarías era obviamente “un hombre versado en las Escrituras, con amplia experiencia espiritual y capacidad para transmitir sus conocimientos”. Un comentarista bíblico lo describe así: “Consejero sabio y piadoso, quien era experto en entender el sentido y las lecciones de las antiguas profecías, y que ejercía una saludable influencia sobre [Uzías]”. 14. Zacarías, Rey de Israel. Era hijo de Jeroboán II y tataranieto de Jehú, y fue el último gobernante de la dinastía de Jehú. Su gobernación, que según el registro bíblico duró seis meses, terminó cuando lo asesinó Salum. (2Re 15:8-12.) El padre de Zacarías murió en 803 a. E.C., en el año vigésimo séptimo del reinado de Uzías (2Re 14:29), pero pasaron unos once años hasta que Zacarías comenzó su reinado de seis meses, en el año trigésimo octavo de Uzías (c. 792 a. E.C.). (2Re 15:8, 13.) Puede que esto se haya debido a que era muy joven cuando murió su padre o a la considerable oposición (característica del reino septentrional de Israel) que tuvo que vencer antes de afianzarse en el reino. 15. Zacarías, Testigo de que Isaías escribió el nombre de su hijo sobre una tablilla; era hijo de Jeberekías. (Isa 8:1, 2.) 16. Zacarías, Abuelo materno del rey Ezequías. (2Re 18:1, 2; 2Cr 29:1.) 17. Zacarías, Levita de los hijos de Asaf que ayudó a deshacerse de los objetos inmundos que se retiraron del templo al comienzo del reinado de Ezequías. (2Cr 29:13, 15-17.) 18. Zacarías, Levita qohatita asignado a ayudar en la supervisión de las obras de restauración del templo promovidas por el rey Josías. (2Cr 34:8, 12.) 19. Zacarías, Uno de los tres sacerdotes principales que hicieron una generosa contribución de animales para los sacrificios de la gran Pascua que organizó Josías. (2Cr 35:1, 8.) 20. Zacarías, Decimo primero de los doce profetas “menores” junto con Oseas, Joel, Amós, Abdías, Jonás, Miqueas, Nahúm, Habacuc, Sofonías Ageo, Zacarías. Profeta postexílico. Zacarías se llama a sí mismo “hijo de Berekías hijo de Idó” (Zac 1:1, 7), pero en otros pasajes se omite el nombre de Berekías. (Esd 5:1; Esd 6:14; Ne 12:4, 16.) Probablemente nació en algún lugar de Babilonia, puesto que su actividad profética empezó tan solo diecisiete años después del regreso del exilio, y es razonable pensar que para entonces tenía más de diecisiete años, aunque todavía se le consideraba “joven”. (Zac 2:4.) Jehová se valió de Zacarías y Ageo para animar a Zorobabel, al sumo sacerdote Jesúa y a los exiliados que habían regresado a terminar la reconstrucción del templo de Jehová, aun cuando todavía estaba en vigor una prohibición del gobierno persa. (Esd 5:1, 2; 6:14, 15.) La profecía de Zacarías contiene mensajes que pronunció con ese fin durante un período de dos años y un mes. Durante la gobernación del rey persa Darío I, unos diecinueve años después del regreso de los primeros judíos de Babilonia en 537 a. E.C. (Zac 1:1, 7; 7:1, 8.) No se registra ninguna otra actividad profética de Zacarías. Si bien el padre de este Zacarías se llamaba Berekías, lo más probable es que cuando Jesús habló de “Zacarías hijo de Baraquías” (Mt 23:35; nótese la grafía diferente), se refiriera a un sumo sacerdote que vivió antes. Escritos: Escritor del libro que lleva su nombre Zacarías. 21. Zacarías, Uno de los “cabezas” a quienes Esdras envió a reunir ministros para la casa de Dios antes de viajar a Jerusalén en 468 a. E.C. (Esd 8:15-17.) Es posible que sea la misma persona que los núms. 22 ó 23. 22. Zacarías, Cabeza de la casa paterna de Parós. Zacarías y 150 varones de dicha casa viajaron a Jerusalén con Esdras. (Esd 8:1, 3.) Posiblemente se trate de la misma persona que el núm. 21. 23. Zacarías, Cabeza de la casa paterna de Bebai que dirigió a 28 varones de su familia en el viaje de regreso con Esdras. (Esd 8:1, 11.) Posiblemente se trate de la misma persona que el núm. 21 24. Zacarías, Uno de los hijos de Elam que pusieron fin a sus matrimonios con extranjeras en conformidad con el consejo de Esdras. (Esd 10:10, 11, 26, 44.) 25. Zacarías, Colaborador de Esdras cuando leyó y explicó la Ley al pueblo. Zacarías, probablemente un sacerdote, estaba de pie a la izquierda de Esdras. (Ne 8:1, 2, 4.) 26, 27. Zacarías, Dos hombres de Judá, hijos de Amarías y del selanita, respectivamente, cuyos descendientes moraron en Jerusalén después del exilio en Babilonia. (Ne 11:4, 5.) 28. Zacarías, Sacerdote, hijo de cierto Pasjur, cuyos descendientes vivieron en Jerusalén después del destierro. (Ne 11:10, 12.) 29. Zacarías, Sacerdote asignado a tocar la trompeta en la procesión organizada para la inauguración del muro reconstruido de Jerusalén; hijo de Jonatán. (Ne 12:27, 31, 35.) 30. Zacarías, Otro sacerdote, también asignado a tocar la trompeta, que participó en la misma ceremonia de inauguración que el núm. 29. (Ne 12:40, 41.) 31. Zacarías, Sacerdote y padre de Juan el Bautista. (Lu 3:2.) Él y su esposa Elisabet, pariente de María, la madre de Jesús, vivían en las colinas de Judea. Los dos eran temerosos de Dios y obedecían sus mandatos. Aunque eran entrados en años, no tenían hijos. (Lu 1:5-7, 36.) Cuando le llegó el turno a Zacarías de ofrecer incienso durante “la división de Abías”, probablemente a finales de la primavera o principios del verano del año 3 a. E.C., entró en el santuario como de costumbre. En esa ocasión se le apareció Gabriel, el ángel de Jehová, y le informó que su ruego había sido oído favorablemente y que su esposa Elisabet le daría un hijo, a quien tendría que llamar Juan. Gabriel le dio instrucciones sobre la crianza de su hijo y le explicó lo que este lograría. (Lu 1:5-17.) Zacarías le pidió al ángel una señal para estar más seguro. Por mostrar tal desconfianza, se le dijo que perdería la facultad del habla hasta después del nacimiento de Juan. (Lu 1:18-23.) En el octavo día después del nacimiento del niño, Elisabet rechazó el nombre que los vecinos y parientes querían ponerle e insistió en que su hijo había de llamarse Juan. Cuando preguntaron al padre, Zacarías tomó una tablilla y escribió sobre ella: “Juan es su nombre”. Al instante recuperó el habla y pronunció una profecía concerniente a la obra de su hijo y a la del Mesías. (Lu 1:13; 1:57-79.)
 
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