Introducion
Introducción En la sociedad moderna, la Biblia ha sido estigmatizada por la crítica como un libro centrado en el sexismo masculino, lo cual no es cierto. Tal concepto es la consecuencia de la errada interpretación y también en muchos casos de la falta de exactitud en la traducción. En este tratado, el autor – varón heterosexual – intenta presentar a mujeres mencionadas en las Escrituras tal como ellas eran y reivindicarlas a través de una exégesis imparcial y precisa del texto bíblico, descartando las características pecaminosas con las cuales las instituciones religiosas las han marcado en base a sus propios prejuicios. Es un hecho indiscutible que el plan original del Creador fué la igualdad entre el hombre y la mujer y no la subordinación de la integrante femenina; sin embargo, las circunstancias del mundo antiguo generaron una desigualdad basada principalmente en la fuerza física: la más antigua e infeliz actividad humana que es hacer la guerra al vecino requería que los miembros masculinos de la comunidad humana tomaran el control de la situación, porque eran los únicos capaces de llevar a cabo tal empresa. Ésta necesidad de supervivencia y de defensa del grupo elevó a los más valientes guerreros a la altura de comandantes, dejando a las mujeres fuera de toda participación en la vida comunitaria. La guerra causaba también la escasez de hombres, y la necesidad de reproducción resultó por consiguiente en una institución basada en los recursos naturales masculinos: dado el hecho que una mujer puede difícilmente dar a luz a más de un hijo en un año (a no ser que tenga mellizos) mientras que un hombre puede engendrar a muchos, la poligamia fué la solución para el grupo y para la mujer; el grupo sería más fuerte siendo más numeroso; las mujeres, que superaban en número a los hombres, no quedarían solas y sin protección. Fué en éste contexto social que la Biblia ha sido escrita. Por eso debemos distinguir entre la narración de los hechos, que no pueden ignorar esta realidad dominada por los hombres, y el plan original, que establecía armonía e igualdad con el fin de construir una sociedad que gozara de justicia y felicidad, lo cual es el objetivo final de la restauración mesiánica de la Creación. Ésta situación de desigualdad resultó en el abuso sexual y la humillación porque se perdió el propósito original de la relación sexual, así como la fertilidad pasó a ser un asunto religioso que reemplazó al conocimiento del Creador. Por consiguiente, la mayoría de los pueblos antiguos adoraba a muchas deidades, y muchos rituales involucraban la prostitución sacra, práctica contra la cual las Escrituras son absolutamente claras, que era común también en Canaán, Egipto y Babilonia, tierras donde los libros de la Biblia Hebrea fueron escritos. Siglos más tarde, en la posición opuesta al antiguo paganismo, el cristianismo reaccionó contra el sexo considerándolo una cosa mala y lo relacionó con la doctrina del pecado original, que no es bíblica, y creó un sentimiento de culpa por algo que el Creador designó como la relación más natural entre varón y mujer. Sin embargo, la condición de desventaja de la mujer se mantuvo, y el juicio contra ella se reforzó aún más. El plan original es expresado en el relato de la Creación presentado en Génesis – no es de fundamental importancia si éste relato es considerado como la verdad de los hechos o como el “Mito de la Creación”, ni si Adam y Havah (Eva) son reputados como los reales progenitores de la humanidad o sólo como personajes mitológicos que representan a los primeros seres humanos; sino que es importante la esencia del mensaje, que no debe ser malinterpretado y que aún el no creyente puede reconocer que el autor de la narración comunica una idea revolucionaria acerca de la igualdad original entre hombre y mujer. Las mujeres consideradas en este estudio son mencionadas en orden cronológico: La Primera Mujer: Adam, es decir, Havah Rivkah Tamar Rahav Akhsah Devorah Yael Ruth La Hija de Yiphtah Avigail Batsheva Tamar, la Hija de David La Mujer Noble de Shunem La Mujer en la Era Mesiánica La Primera Mujer: Adam, es decir, Havah Este título puede parecer blasfemo para las personas religiosas conservadoras y legalistas, sin embargo, es bíblico. No obstante, tampoco las adeptas al movimiento feminista tienen algún motivo para exultar. No estoy diciendo que Adán era una mujer. Consideremos lo que las Escrituras dicen acerca del primer ser humano: Entonces Elohim dijo, «Hagamos a Adam a Nuestra imagen, conforme a Nuestra semejanza: y tengan dominio sobre los peces del mar, y sobre las aves de los cielos, y sobre los animales, y sobre toda la tierra, y sobre todos los seres que se mueven en la tierra». Elohim creó a Adam a Su imagen. A la imagen de Elohim lo creó; varón y hembra Él los creó. En el día que Elohim creó a Adam, Él lo creó a imagen de Elohim. Los creó varón y hembra, y los bendijo, y llamó el nombre de ellos Adam, en el día en que fueron creados. (Génesis 1:26,27; 5:1,2) Ésta es una traducción literal del texto original hebreo. Lamentablemente, en castellano no hay una expresión apropiada para la palabra hebrea “adam”, y en las versiones de la Biblia ésta es traducida como “hombre”, la misma palabra que se usa para indicar una persona de género masculino. En realidad, el término equivalente a adam es “ser humano”, “persona”, más bien que hombre. La palabra hebrea para hombre – persona de sexo masculino – es “ish” (Génesis 2:23). Entonces, notemos la aparente incongruencia gramatical: primero el texto se refiere a Adán en plural (tengan dominio), luego en singular (lo creó), y luego de nuevo en plural (los creó) – También Elohim es plural, y es Uno, y de hecho el pronombre para Elohim es Él, que es singular. Ahora bien, reemplazando los pronombres con los nombres, es explícito que “Elohim creó a Adam; varón y hembra Elohim creó a Adam”. Entonces, el pronombre para Adam es plural: “Elohim los creó varón y hembra, y los bendijo, y llamó el nombre de ellos Adam”. Es suficientemente claro: Elohim llamó el nombre de ambos, el varón y la mujer, Adam. Fué el hombre que después llamó a su mujer Havah, pero el nombre de ella, que le fué dado por el Creador en el día en que fué creada, era Adam. Ahora hemos reconocido que bíblicamente la primera mujer se llamó Adam, y que luego le fué dado el nombre Havah. Así, la primera creatura humana, que fué hecha según la imagen y semejanza del Creador, no era sólo el hombre, sino varón y mujer en un cuerpo solo. Sí, el Adán original era andrógino. Ésto es claramente comprensible en las Escrituras, y es también la explicación judaica de acuerdo con el texto hebreo, que no deja lugar a dudas o a interpretaciones alternativas. Hay un segundo relato de la formación (no creación) de la mujer, del cual surgen los conceptos sexistas, más que todo debido a una traducción inexacta por la cual la condición de inferioridad de la mujer ha sido promovida como una verdad bíblica. Consideremos el relato paralelo sobre la formación específica de la mujer, según las Escrituras Hebraicas: “Entonces HaShem Elohim hizo caer sueño profundo sobre Adam, y mientra éste dormía; Él tomó uno de sus costados, y cerró la carne en su lugar. Y del costado que HaShem Elohim tomó de Adam, hizo una mujer, y la trajo al hombre”. (Génesis 2:21-22) Notar que Elohim no creó a la mujer, ella ya había sido creada. Elohim simplemente separó el Adam original en dos seres, uno de cada género. Sin embargo, las traducciones más comunes hablan de una “costilla”, término que no es usado en el texto original hebreo. La palabra en cuestión es “tzela”, que no lleva el significado de costilla en el lenguaje bíblico. La traducción correcta es costado, o pared lateral, todo el costado de Adam, no sólo un hueso. El término tzela implica una igualdad con el todo, una pared portante. A una tzela corresponde otra tzela igual, de la misma manera que en un edificio a cada pared lateral corresponde otra pared lateral igualmente importante, en el lado opuesto. Ciertamente un hombre puede vivir sin una o dos costillas, pero no sin la mitad de su cuerpo… El Creador no tenía intención de hacer que el hombre fuese independiente de su “costilla”, sino que fuese incompleto sin ella, y ella sin él, como una mitad le falta a la otra. Éste segundo relato es una explicación detallada de cómo el Creador separó al andrógino Adam en entidades masculina y femenina. Era Su plan. No obstante, el primer ser humano fué uno y único por un breve periodo de tiempo: Y dijo HaShem Elohim: «No es bueno que Adam esté solo; le haré ayuda idónea para él». (Génesis 2:18) Los términos aquí traducidos como “ayuda” e “idónea” en el texto hebreo son las palabras “ezer k’negdo”, que llevan el significado de igualdad y no subordinación. El término “ezer”, generalmente traducido como “ayuda”, se aplica a Elohim más de una vez, por ejemplo: “Oye, oh Adonay, y ten misericordia de mí. Adonay, sé Tú mi ayudador”. (Salmo 30:10) “He aquí, Elohim es mi ayudador. Adonay es Quien sostiene mi vida”. (Salmo 54:4) “HaShem está por mí como mi ayudador”. (Salmo 118:7) Hay varios otros versos en los cuales éste término se aplica al Creador, por lo tanto, éste no puede indicar ninguna posición subordinada como “ayudante” de alguno que es el protagonista. El segundo término, “k’negdo”, es también profundamente significativo: está compuesto por el adverbio abreviado “k’”, que significa “como”, “similar”, y el término “negdo”, que significa “correspondiente”, “igual”, “idóneo”, pero implica el significado de “opuesto”. Por lo tanto, un “ezer k’negdo” es literalmente una ayuda como él, igual a él, y opuesta a él, y podemos dar una traducción del verso en un modo más explícito y sin alterar el significado original, como sigue: Y dijo HaShem Elohim: «No es bueno que Adam esté solo; le haré una ayuda como él, igual a él, idónea para él, y opuesta a él». ¿Qué significa ésto? Que el hombre Adam tenía de frente a él un perfecto complemento, alguien que era lo que él no era, que era diferente en todo, no sólo en sexo sino también en pensamientos, sentimientos y conducta. De ésta manera, ellos podían amarse, darse, desearse recíprocamente. El Creador hizo esto al propósito, para que ambos fuesen interdependientes entre sí, uno tiene lo que el otro necesita, y los dos son incompletos por sí mismos y pueden ser completos sólo cuando son de nuevo uno . Volviendo a Génesis 2.22, acerca de la formación de la mujer, dice: “Y del costado que HaShem Elohim tomó de Adam, hizo una mujer, y la trajo al hombre”. El texto original hebreo comienza con la palabra “v’yiven”, que literalmente significa “construyó”, y el entero verso sería traducido correctamente como sigue: “Y del costado que HaShem Elohim tomó de Adam, construyó una mujer, y la trajo al hombre”. Éste verbo no es usado en ninguna otra parte del relato de la Creación. ¿Por qué es usado justamente para la formación de la mujer? Porque está relacionado por la raíz con el término “binah”, que significa “conocimiento interior”, “entendimiento secreto”, que específicamente se refiere a la sabiduría femenina, lo que comúnmente se define como el sexto sentido femenino – aunque es mucho más que eso. Binah es la que gobierna la columna izquierda del Árbol de la Vida. Dijo entonces Adam: «Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; será llamada Mujer, porque fué tomada del Hombre». (Génesis 2:23) Cuando el hombre Adam la vió, reconoció que ella era parte de su propio cuerpo, compuesta con sus huesos y carne. Esto es lo que la expresión significa en hebreo. Entonces él la llamó “ishah”, porque era tomada de sí mismo, que desde aquél momento pasó a ser “ish”. Ambos eran la misma persona, ahora distinguida en varón y mujer. El hecho que haya dos relatos paralelos de la formación de la mujer también ha generado una interpretación especulativa, que es el Mito de Lilith, considerada como la primera mujer que fué creada en Génesis 1:27 y la primera esposa de Adán, de la cual él divorció, y entonces Elohim formó una segunda, la de Génesis 2:22, que es Havah. Tal teoría carece de fundamento y es indigna de ser tomada en consideración. Génesis 5:1-3 identifica a la primera mujer que fué llamada Adam en el día en que fueron creados como la madre de Seth, por lo tanto, ella no era otra que Havah, y no una supuesta primera consorte. De hecho, el Mito de Lilith fué inventado para justificar la sumisión de la mujer, alegando que la primera, habiendo sido creada con Adam, era igual a él y por eso la rechazó, entonces, el Creador hizo otra que fuese sujeta al hombre. Es una estúpida leyenda que no merece ningún crédito. «Por lo tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne» (Génesis 2:24) Es evidente que la sociedad patriarcal no había sido considerada en el plan original de Elohim: el hombre, que ya tenía una noción de “padre y madre” aún cuando no los tenía, reconoció cuál era la regla natural: que la nueva pareja viviera por su cuenta. Ninguno de ellos pertenecería a la familia del otro, sino que serían una nueva unidad. De hecho, lo que realmente sucedió a lo largo de la historia es lo contrario de lo que el hombre dijo, como usualmente es la mujer quien deja a su familia y se une no sólo a su marido, sino también a la familia de él. Cuando leemos en la Biblia acerca de los patriarcas, que no siguieron esta regla sino que incluyeron a sus nueras en la propia familia, debemos tener en mente que se trata de un informe de los hechos, pero no está escrito que ese sistema fuese correcto según el plan original. El primer mandamiento que Adam recibió de Elohim fué el siguiente: Y Elohim los bendijo; y les dijo Elohim: «Fructificad, y multiplicaos, y llenad la tierra». (Génesis 1:28) Mientras Adam era uno, él/ella se habrá sentido completamente incapaz de cumplir con este precepto, hasta que la mujer fué formada. Tan pronto como la vió, él entendió que “serían una sola carne”. Este concepto es auto-explicativo, extremadamente claro: “una carne” significa relaciones sexuales, cópula. Ellos eran ya uno en espíritu, pues ambos habían recibido el mismo soplo de vida, “nishmat hayyim”, y fueron un alma viviente, “nefesh hayah” (Génesis 2:7), el día en que fueron creados. Ahora tenían cuerpos separados, y ésta era la carne que debía volver a ser una. Ésta declaración conlleva una enseñanza profunda: la pareja debe ser primero una en espíritu y alma, luego puede ser una en la carne. Por supuesto, resulta evidente que no existe ninguna cosa como el pecado original en relación con el sexo. Al contrario, el sexo fué creado por Elohim como una sublime expresión de amor. Mientras el cristianismo ha estigmatizado este aspecto de la vida, el judaísmo en cambio considera que el sexo es una mitzvah, un mandamiento, según las Escrituras. En el ser una sola carne él y ella se completan, y no es un pecado sino una bendición; es la expresión física de su unidad en el espíritu, la real manifestación de su amor. Y la mujer respondió a la serpiente: «Del fruto de los árboles del jardín podemos comer; pero del fruto del árbol que está en medio del jardín, Elohim ha dicho: “No comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis”». (Génesis 3:2,3) Este pasaje es bien conocido, y no es nuestro propósito en este estudio analizar su contenido. Lo que queremos subrayar aquí es que la mujer conocía el mandamiento de Elohim acerca del árbol del conocimiento. ¿Quién le habló sobre este reglamento? No podemos aseverar con certeza si el relato del capítulo 2 de Génesis está ordenado cronológicamente, pero si es así, leemos como sigue: HaShem Elohim mandó a Adam, diciendo: «De todo árbol del jardín podrás comer; pero del árbol del conocimiento del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás». Y dijo HaShem Elohim: «No es bueno que Adam esté solo; le haré ayuda idónea para él». (Génesis 2:16-18) La Biblia dice que Elohim dió este mandamiento a Adam, antes que la mujer fuese formada. Pero la mujer lo oyó de la voz de Elohim, porque ella era Adam. Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella. (Génesis 3:6) Éste es el gran pecado del cual la mujer es acusada. Ella causó la Caída. Ella es quien trajo la desgracia en el reino del hombre. Por esto la mujer debe ser condenada a la sumisión. Lamentablemente, ésto es lo que la mayoría de los predicadores afirman, y piensan tener fundamento bíblico! La Caída es vista desde una óptica negativa, pero también trajo consecuencias positivas que son generalmente ignoradas: estaba en los planes de Elohim que aconteciera la Caída. Notemos que el árbol no se llama “el árbol del conocimiento del mal”, sino “el árbol del conocimiento del bien y del mal” (el bien primero). Antes de la Caída, el mal no era conocido, y aparentemente todo era bueno. Pero no había un real, completo conocimiento del bien, no en todas sus manifestaciones. ¿Cómo podía el ser humano conocer lo que es el perdón, la misericordia, la gracia, la redención, y otras sublimes expresiones del espíritu y atributos del Creador? Éstos se pueden conocer sólo después de haber hecho el mal. Sin la Caída, el ser humano habría quedado como los espíritus angélicos, que no pueden experimentar tales manifestaciones, o como los animales. Fué la Caída que permitió al ser humano conocer que el Creador es Misericordioso, Perdonador, Redentor, Salvador, Justo. Fué la Caída que permitió al ser humano conocer la completa dimensión del amor, que incluye todas estas cualidades, que no pueden manifestarse sin que antes se haya hecho mal. La Caída fué el único modo por el cual al ser humano fué dada la posibilidad de conocer plenamente al Creador. Por lo tanto, así como la primera mujer es acusada de haber introducido el mal en el mundo, se le debería agradecer por habernos permitido el acceso al verdadero conocimiento del bien y de la completa dimensión del amor. Entonces se abrieron los ojos de ambos, y conocieron que estaban desnudos. (Génesis 3:7) ¿Qué significa ésto? ¿Que la desnudez es mala? No; era la conciencia culpable del ser humano que hizo que lo bueno fuese visto como malo. Hasta ese momento, ellos estaban en la presencia de Elohim en un estado de pureza, y estaban desnudos. Cuando su relación con el Creador se rompió por su desobediencia, también la relación entre hombre y mujer se rompió, y los órganos físicos que consolidaban su unidad como una sola carne debieron ser cubiertos. Ya no eran más uno con su Creador ni entre ellos. Ellos reconocieron este hecho, y se sintieron indignos de seguir gozando de la bendición del Creador. Es claro que no era el sexo, sino la relación rota, el verdadero resultado del pecado. Como consideraremos más adelante en este estudio, la mujer realiza su acto de consagración a su Creador y su renovación espiritual a través del ritual de mikveh, que consiste en una total inmersión en agua, estando ella completamente desnuda en la presencia de Elohim. Por lo tanto, no era la desnudez en sí misma que fué considerada indigna por la primera pareja a la vista de su Creador, sino la rotura de su unidad. Y el hombre respondió: «La mujer que Tú me diste por compañera, ella me dió del árbol, y yo comí». (Génesis 3:12) Notemos la diferencia: primero, el hombre reconoció a la mujer como “hueso de mis huesos, y carne de mi carne”, ella era la otra parte de sí mismo; y ahora, el hombre acusa al Creador por haberle dado “la mujer por compañera”, como si ella le hubiese sido traída de alguna otra parte, y luego acusó también a la mujer, “ella me dió del árbol”. Es evidente que su unidad fué rota, como la primera consecuencia de su desobediencia: Elohim pasó a ser un extraño, Uno que impuso al hombre convivir con otro ser extraño que no tiene nada que ver con él! – El hombre olvidó que antes de que la mujer fuese formada, él no había hallado ninguna ayuda que fuese idónea para él. Y a la mujer dijo: «Multiplicaré en gran manera tus dolores y tus partos; con dolor parirás los hijos; y tu deseo será para tu marido, y él se enseñoreará de ti». (Génesis 3:16) Éste es otro verso de la Biblia que es malinterpretado y usado para justificar la sumisión de la mujer. Generalmente es considerado como una maldición sobre la mujer, pero en realidad, Elohim está anunciándole las consecuencias de la Caída, no maldiciéndola. El dolor en el parto es inevitable. Es la segunda sentencia que debe ser entendida: tu deseo será para tu marido, y él se enseñoreará de ti. Ésta es una declaración de difícil interpretación si no se tiene en mente el cuadro completo. No es independiente de la primera acerca del parto, sino que está relacionada con ésta: tiene que ver con la sexualidad de la mujer. Hemos visto que ambas partes realizan un recíproco acto de dar y recibir, y así se completan entre sí: primero, ella es quien recibe la simiente del hombre, luego ella es quien dá una nueva vida. Ambas actividades tienen que ver con su deseo: disfrutar del placer y ser madre. Sucedió que después de la rotura de la relación, el hombre no tuvo más en cuenta el placer de su mujer, sino sólo el suyo propio. Como la realización sexual depende de la habilidad del hombre, entonces, su deseo será para su marido (que pueda complacerla), y él se enseñoreará de ella (porque él lo hace si quiere). Ésta ha sido la situación durante milenios: la mujer pasó a ser un objeto sexual del hombre, para darle placer dejándola insatisfecha. Sin embargo, esto no es lo que el Creador quería. Al contrario de la inmensa mayoría de las culturas mundiales, el judaísmo ha propuesto una solución a este problema según las Escrituras, estableciendo que el sexo no es un derecho del hombre sino un deber, y es un derecho básico de la mujer, llamado mitzvat onah, por lo cual al hombre se requiere que realice el placer de su mujer antes que el suyo propio, y debe también entender cuando ella lo está deseando y complacerla sin esperar que ella lo pida. El sexo es santo más allá del propósito de la procreación, como expresión de completa unidad, espiritual y física, de la pareja. Y llamó Adam el nombre de su mujer Havah, por cuanto ella era madre de todos los vivientes. (Génesis 3:20) Es sólo en este momento que el hombre dá un nombre a la mujer (la misma cosa que hizo antes con los animales), y mantuvo el nombre original Adam para sí mismo – o quizás permaneció sin nombre, o tuvo otro nombre propio que no es mencionado? Notar que Adam está siempre precedido por el artículo en el texto hebreo, ha-Adam. El tiempo en que esto ocurrió es indefinido, pero aparentemente fué después que Elohim anunció las consecuencias de la Caída y antes que Él haya hecho los vestidos para ellos. Como su nombre le fué dado porque era la madre de todos los vivientes, es muy probable que la mujer estuviera ya encinta cuando aconteció la Caída (pero no podemos decirlo con certeza). Y conoció [el] Adam a su mujer Havah. (Génesis 4:1) La relación entre hombre y mujer es restaurada. El verbo “conocer” aquí es yada’, que significa no sólo un conocimiento físico, sino una unión espiritual. Este verbo está relacionado con el término da’at, que es el tipo de entendimiento más desarrollado por el hombre – como binah es el de la mujer – y en el Árbol de la Vida es el conocimiento emanado desde lo alto, que trae unidad y conecta al entero reino en perfecta armonía. Adam-Havah, la primera mujer, todavía lleva la carga del juicio del mundo entero por causa del pecado del que es acusada. Ella ha sido desposeída de su posición de mitad igual y toda su descendencia femenina ha sido sometida por las nuevas reglas, que Elohim no estableció, y que la Biblia no aprueba. Sin embargo, ella debe ser reconocida por haber dado acceso a un nivel más alto de conocimiento y entendimiento, y a un significado más profundo del amor y de los caracteres que emanan del amor, como el perdón, la misericordia, la gracia, la redención. Próxima
La primera Mujer
La Primera Mujer: Adam, es decir, Havah Este título puede parecer blasfemo para las personas religiosas conservadoras y legalistas, sin embargo, es bíblico. No obstante, tampoco las adeptas al movimiento feminista tienen algún motivo para exultar. No estoy diciendo que Adán era una mujer. Consideremos lo que las Escrituras dicen acerca del primer ser humano: Entonces Elohim dijo, «Hagamos a Adam a Nuestra imagen, conforme a Nuestra semejanza: y tengan dominio sobre los peces del mar, y sobre las aves de los cielos, y sobre los animales, y sobre toda la tierra, y sobre todos los seres que se mueven en la tierra». Elohim creó a Adam a Su imagen. A la imagen de Elohim lo creó; varón y hembra Él los creó. En el día que Elohim creó a Adam, Él lo creó a imagen de Elohim. Los creó varón y hembra, y los bendijo, y llamó el nombre de ellos Adam, en el día en que fueron creados. (Génesis 1:26,27; 5:1,2) Ésta es una traducción literal del texto original hebreo. Lamentablemente, en castellano no hay una expresión apropiada para la palabra hebrea “adam”, y en las versiones de la Biblia ésta es traducida como “hombre”, la misma palabra que se usa para indicar una persona de género masculino. En realidad, el término equivalente a adam es “ser humano”, “persona”, más bien que hombre. La palabra hebrea para hombre – persona de sexo masculino – es “ish” (Génesis 2:23). Entonces, notemos la aparente incongruencia gramatical: primero el texto se refiere a Adán en plural (tengan dominio), luego en singular (lo creó), y luego de nuevo en plural (los creó) – También Elohim es plural, y es Uno, y de hecho el pronombre para Elohim es Él, que es singular. Ahora bien, reemplazando los pronombres con los nombres, es explícito que “Elohim creó a Adam; varón y hembra Elohim creó a Adam”. Entonces, el pronombre para Adam es plural: “Elohim los creó varón y hembra, y los bendijo, y llamó el nombre de ellos Adam”. Es suficientemente claro: Elohim llamó el nombre de ambos, el varón y la mujer, Adam. Fué el hombre que después llamó a su mujer Havah, pero el nombre de ella, que le fué dado por el Creador en el día en que fué creada, era Adam. Ahora hemos reconocido que bíblicamente la primera mujer se llamó Adam, y que luego le fué dado el nombre Havah. Así, la primera creatura humana, que fué hecha según la imagen y semejanza del Creador, no era sólo el hombre, sino varón y mujer en un cuerpo solo. Sí, el Adán original era andrógino. Ésto es claramente comprensible en las Escrituras, y es también la explicación judaica de acuerdo con el texto hebreo, que no deja lugar a dudas o a interpretaciones alternativas. Hay un segundo relato de la formación (no creación) de la mujer, del cual surgen los conceptos sexistas, más que todo debido a una traducción inexacta por la cual la condición de inferioridad de la mujer ha sido promovida como una verdad bíblica. Consideremos el relato paralelo sobre la formación específica de la mujer, según las Escrituras Hebraicas: “Entonces HaShem Elohim hizo caer sueño profundo sobre Adam, y mientra éste dormía; Él tomó uno de sus costados, y cerró la carne en su lugar. Y del costado que HaShem Elohim tomó de Adam, hizo una mujer, y la trajo al hombre”. (Génesis 2:21-22) Notar que Elohim no creó a la mujer, ella ya había sido creada. Elohim simplemente separó el Adam original en dos seres, uno de cada género. Sin embargo, las traducciones más comunes hablan de una “costilla”, término que no es usado en el texto original hebreo. La palabra en cuestión es “tzela”, que no lleva el significado de costilla en el lenguaje bíblico. La traducción correcta es costado, o pared lateral, todo el costado de Adam, no sólo un hueso. El término tzela implica una igualdad con el todo, una pared portante. A una tzela corresponde otra tzela igual, de la misma manera que en un edificio a cada pared lateral corresponde otra pared lateral igualmente importante, en el lado opuesto. Ciertamente un hombre puede vivir sin una o dos costillas, pero no sin la mitad de su cuerpo… El Creador no tenía intención de hacer que el hombre fuese independiente de su “costilla”, sino que fuese incompleto sin ella, y ella sin él, como una mitad le falta a la otra. Éste segundo relato es una explicación detallada de cómo el Creador separó al andrógino Adam en entidades masculina y femenina. Era Su plan. No obstante, el primer ser humano fué uno y único por un breve periodo de tiempo: Y dijo HaShem Elohim: «No es bueno que Adam esté solo; le haré ayuda idónea para él». (Génesis 2:18) Los términos aquí traducidos como “ayuda” e “idónea” en el texto hebreo son las palabras “ezer k’negdo”, que llevan el significado de igualdad y no subordinación. El término “ezer”, generalmente traducido como “ayuda”, se aplica a Elohim más de una vez, por ejemplo: “Oye, oh Adonay, y ten misericordia de mí. Adonay, sé Tú mi ayudador”. (Salmo 30:10) “He aquí, Elohim es mi ayudador. Adonay es Quien sostiene mi vida”. (Salmo 54:4) “HaShem está por mí como mi ayudador”. (Salmo 118:7) Hay varios otros versos en los cuales éste término se aplica al Creador, por lo tanto, éste no puede indicar ninguna posición subordinada como “ayudante” de alguno que es el protagonista. El segundo término, “k’negdo”, es también profundamente significativo: está compuesto por el adverbio abreviado “k’”, que significa “como”, “similar”, y el término “negdo”, que significa “correspondiente”, “igual”, “idóneo”, pero implica el significado de “opuesto”. Por lo tanto, un “ezer k’negdo” es literalmente una ayuda como él, igual a él, y opuesta a él, y podemos dar una traducción del verso en un modo más explícito y sin alterar el significado original, como sigue: Y dijo HaShem Elohim: «No es bueno que Adam esté solo; le haré una ayuda como él, igual a él, idónea para él, y opuesta a él». ¿Qué significa ésto? Que el hombre Adam tenía de frente a él un perfecto complemento, alguien que era lo que él no era, que era diferente en todo, no sólo en sexo sino también en pensamientos, sentimientos y conducta. De ésta manera, ellos podían amarse, darse, desearse recíprocamente. El Creador hizo esto al propósito, para que ambos fuesen interdependientes entre sí, uno tiene lo que el otro necesita, y los dos son incompletos por sí mismos y pueden ser completos sólo cuando son de nuevo uno . Volviendo a Génesis 2.22, acerca de la formación de la mujer, dice: “Y del costado que HaShem Elohim tomó de Adam, hizo una mujer, y la trajo al hombre”. El texto original hebreo comienza con la palabra “v’yiven”, que literalmente significa “construyó”, y el entero verso sería traducido correctamente como sigue: “Y del costado que HaShem Elohim tomó de Adam, construyó una mujer, y la trajo al hombre”. Éste verbo no es usado en ninguna otra parte del relato de la Creación. ¿Por qué es usado justamente para la formación de la mujer? Porque está relacionado por la raíz con el término “binah”, que significa “conocimiento interior”, “entendimiento secreto”, que específicamente se refiere a la sabiduría femenina, lo que comúnmente se define como el sexto sentido femenino – aunque es mucho más que eso. Binah es la que gobierna la columna izquierda del Árbol de la Vida. Dijo entonces Adam: «Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; será llamada Mujer, porque fué tomada del Hombre». (Génesis 2:23) Cuando el hombre Adam la vió, reconoció que ella era parte de su propio cuerpo, compuesta con sus huesos y carne. Esto es lo que la expresión significa en hebreo. Entonces él la llamó “ishah”, porque era tomada de sí mismo, que desde aquél momento pasó a ser “ish”. Ambos eran la misma persona, ahora distinguida en varón y mujer. El hecho que haya dos relatos paralelos de la formación de la mujer también ha generado una interpretación especulativa, que es el Mito de Lilith, considerada como la primera mujer que fué creada en Génesis 1:27 y la primera esposa de Adán, de la cual él divorció, y entonces Elohim formó una segunda, la de Génesis 2:22, que es Havah. Tal teoría carece de fundamento y es indigna de ser tomada en consideración. Génesis 5:1-3 identifica a la primera mujer que fué llamada Adam en el día en que fueron creados como la madre de Seth, por lo tanto, ella no era otra que Havah, y no una supuesta primera consorte. De hecho, el Mito de Lilith fué inventado para justificar la sumisión de la mujer, alegando que la primera, habiendo sido creada con Adam, era igual a él y por eso la rechazó, entonces, el Creador hizo otra que fuese sujeta al hombre. Es una estúpida leyenda que no merece ningún crédito. «Por lo tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne» (Génesis 2:24) Es evidente que la sociedad patriarcal no había sido considerada en el plan original de Elohim: el hombre, que ya tenía una noción de “padre y madre” aún cuando no los tenía, reconoció cuál era la regla natural: que la nueva pareja viviera por su cuenta. Ninguno de ellos pertenecería a la familia del otro, sino que serían una nueva unidad. De hecho, lo que realmente sucedió a lo largo de la historia es lo contrario de lo que el hombre dijo, como usualmente es la mujer quien deja a su familia y se une no sólo a su marido, sino también a la familia de él. Cuando leemos en la Biblia acerca de los patriarcas, que no siguieron esta regla sino que incluyeron a sus nueras en la propia familia, debemos tener en mente que se trata de un informe de los hechos, pero no está escrito que ese sistema fuese correcto según el plan original. El primer mandamiento que Adam recibió de Elohim fué el siguiente: Y Elohim los bendijo; y les dijo Elohim: «Fructificad, y multiplicaos, y llenad la tierra». (Génesis 1:28) Mientras Adam era uno, él/ella se habrá sentido completamente incapaz de cumplir con este precepto, hasta que la mujer fué formada. Tan pronto como la vió, él entendió que “serían una sola carne”. Este concepto es auto-explicativo, extremadamente claro: “una carne” significa relaciones sexuales, cópula. Ellos eran ya uno en espíritu, pues ambos habían recibido el mismo soplo de vida, “nishmat hayyim”, y fueron un alma viviente, “nefesh hayah” (Génesis 2:7), el día en que fueron creados. Ahora tenían cuerpos separados, y ésta era la carne que debía volver a ser una. Ésta declaración conlleva una enseñanza profunda: la pareja debe ser primero una en espíritu y alma, luego puede ser una en la carne. Por supuesto, resulta evidente que no existe ninguna cosa como el pecado original en relación con el sexo. Al contrario, el sexo fué creado por Elohim como una sublime expresión de amor. Mientras el cristianismo ha estigmatizado este aspecto de la vida, el judaísmo en cambio considera que el sexo es una mitzvah, un mandamiento, según las Escrituras. En el ser una sola carne él y ella se completan, y no es un pecado sino una bendición; es la expresión física de su unidad en el espíritu, la real manifestación de su amor. Y la mujer respondió a la serpiente: «Del fruto de los árboles del jardín podemos comer; pero del fruto del árbol que está en medio del jardín, Elohim ha dicho: “No comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis”». (Génesis 3:2,3) Este pasaje es bien conocido, y no es nuestro propósito en este estudio analizar su contenido. Lo que queremos subrayar aquí es que la mujer conocía el mandamiento de Elohim acerca del árbol del conocimiento. ¿Quién le habló sobre este reglamento? No podemos aseverar con certeza si el relato del capítulo 2 de Génesis está ordenado cronológicamente, pero si es así, leemos como sigue: HaShem Elohim mandó a Adam, diciendo: «De todo árbol del jardín podrás comer; pero del árbol del conocimiento del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás». Y dijo HaShem Elohim: «No es bueno que Adam esté solo; le haré ayuda idónea para él». (Génesis 2:16-18) La Biblia dice que Elohim dió este mandamiento a Adam, antes que la mujer fuese formada. Pero la mujer lo oyó de la voz de Elohim, porque ella era Adam. Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella. (Génesis 3:6) Éste es el gran pecado del cual la mujer es acusada. Ella causó la Caída. Ella es quien trajo la desgracia en el reino del hombre. Por esto la mujer debe ser condenada a la sumisión. Lamentablemente, ésto es lo que la mayoría de los predicadores afirman, y piensan tener fundamento bíblico! La Caída es vista desde una óptica negativa, pero también trajo consecuencias positivas que son generalmente ignoradas: estaba en los planes de Elohim que aconteciera la Caída. Notemos que el árbol no se llama “el árbol del conocimiento del mal”, sino “el árbol del conocimiento del bien y del mal” (el bien primero). Antes de la Caída, el mal no era conocido, y aparentemente todo era bueno. Pero no había un real, completo conocimiento del bien, no en todas sus manifestaciones. ¿Cómo podía el ser humano conocer lo que es el perdón, la misericordia, la gracia, la redención, y otras sublimes expresiones del espíritu y atributos del Creador? Éstos se pueden conocer sólo después de haber hecho el mal. Sin la Caída, el ser humano habría quedado como los espíritus angélicos, que no pueden experimentar tales manifestaciones, o como los animales. Fué la Caída que permitió al ser humano conocer que el Creador es Misericordioso, Perdonador, Redentor, Salvador, Justo. Fué la Caída que permitió al ser humano conocer la completa dimensión del amor, que incluye todas estas cualidades, que no pueden manifestarse sin que antes se haya hecho mal. La Caída fué el único modo por el cual al ser humano fué dada la posibilidad de conocer plenamente al Creador. Por lo tanto, así como la primera mujer es acusada de haber introducido el mal en el mundo, se le debería agradecer por habernos permitido el acceso al verdadero conocimiento del bien y de la completa dimensión del amor. Entonces se abrieron los ojos de ambos, y conocieron que estaban desnudos. (Génesis 3:7) ¿Qué significa ésto? ¿Que la desnudez es mala? No; era la conciencia culpable del ser humano que hizo que lo bueno fuese visto como malo. Hasta ese momento, ellos estaban en la presencia de Elohim en un estado de pureza, y estaban desnudos. Cuando su relación con el Creador se rompió por su desobediencia, también la relación entre hombre y mujer se rompió, y los órganos físicos que consolidaban su unidad como una sola carne debieron ser cubiertos. Ya no eran más uno con su Creador ni entre ellos. Ellos reconocieron este hecho, y se sintieron indignos de seguir gozando de la bendición del Creador. Es claro que no era el sexo, sino la relación rota, el verdadero resultado del pecado. Como consideraremos más adelante en este estudio, la mujer realiza su acto de consagración a su Creador y su renovación espiritual a través del ritual de mikveh, que consiste en una total inmersión en agua, estando ella completamente desnuda en la presencia de Elohim. Por lo tanto, no era la desnudez en sí misma que fué considerada indigna por la primera pareja a la vista de su Creador, sino la rotura de su unidad. Y el hombre respondió: «La mujer que Tú me diste por compañera, ella me dió del árbol, y yo comí». (Génesis 3:12) Notemos la diferencia: primero, el hombre reconoció a la mujer como “hueso de mis huesos, y carne de mi carne”, ella era la otra parte de sí mismo; y ahora, el hombre acusa al Creador por haberle dado “la mujer por compañera”, como si ella le hubiese sido traída de alguna otra parte, y luego acusó también a la mujer, “ella me dió del árbol”. Es evidente que su unidad fué rota, como la primera consecuencia de su desobediencia: Elohim pasó a ser un extraño, Uno que impuso al hombre convivir con otro ser extraño que no tiene nada que ver con él! – El hombre olvidó que antes de que la mujer fuese formada, él no había hallado ninguna ayuda que fuese idónea para él. Y a la mujer dijo: «Multiplicaré en gran manera tus dolores y tus partos; con dolor parirás los hijos; y tu deseo será para tu marido, y él se enseñoreará de ti». (Génesis 3:16) Éste es otro verso de la Biblia que es malinterpretado y usado para justificar la sumisión de la mujer. Generalmente es considerado como una maldición sobre la mujer, pero en realidad, Elohim está anunciándole las consecuencias de la Caída, no maldiciéndola. El dolor en el parto es inevitable. Es la segunda sentencia que debe ser entendida: tu deseo será para tu marido, y él se enseñoreará de ti. Ésta es una declaración de difícil interpretación si no se tiene en mente el cuadro completo. No es independiente de la primera acerca del parto, sino que está relacionada con ésta: tiene que ver con la sexualidad de la mujer. Hemos visto que ambas partes realizan un recíproco acto de dar y recibir, y así se completan entre sí: primero, ella es quien recibe la simiente del hombre, luego ella es quien dá una nueva vida. Ambas actividades tienen que ver con su deseo: disfrutar del placer y ser madre. Sucedió que después de la rotura de la relación, el hombre no tuvo más en cuenta el placer de su mujer, sino sólo el suyo propio. Como la realización sexual depende de la habilidad del hombre, entonces, su deseo será para su marido (que pueda complacerla), y él se enseñoreará de ella (porque él lo hace si quiere). Ésta ha sido la situación durante milenios: la mujer pasó a ser un objeto sexual del hombre, para darle placer dejándola insatisfecha. Sin embargo, esto no es lo que el Creador quería. Al contrario de la inmensa mayoría de las culturas mundiales, el judaísmo ha propuesto una solución a este problema según las Escrituras, estableciendo que el sexo no es un derecho del hombre sino un deber, y es un derecho básico de la mujer, llamado mitzvat onah, por lo cual al hombre se requiere que realice el placer de su mujer antes que el suyo propio, y debe también entender cuando ella lo está deseando y complacerla sin esperar que ella lo pida. El sexo es santo más allá del propósito de la procreación, como expresión de completa unidad, espiritual y física, de la pareja. Y llamó Adam el nombre de su mujer Havah, por cuanto ella era madre de todos los vivientes. (Génesis 3:20) Es sólo en este momento que el hombre dá un nombre a la mujer (la misma cosa que hizo antes con los animales), y mantuvo el nombre original Adam para sí mismo – o quizás permaneció sin nombre, o tuvo otro nombre propio que no es mencionado? Notar que Adam está siempre precedido por el artículo en el texto hebreo, ha-Adam. El tiempo en que esto ocurrió es indefinido, pero aparentemente fué después que Elohim anunció las consecuencias de la Caída y antes que Él haya hecho los vestidos para ellos. Como su nombre le fué dado porque era la madre de todos los vivientes, es muy probable que la mujer estuviera ya encinta cuando aconteció la Caída (pero no podemos decirlo con certeza). Y conoció [el] Adam a su mujer Havah. (Génesis 4:1) La relación entre hombre y mujer es restaurada. El verbo “conocer” aquí es yada’, que significa no sólo un conocimiento físico, sino una unión espiritual. Este verbo está relacionado con el término da’at, que es el tipo de entendimiento más desarrollado por el hombre – como binah es el de la mujer – y en el Árbol de la Vida es el conocimiento emanado desde lo alto, que trae unidad y conecta al entero reino en perfecta armonía. Adam-Havah, la primera mujer, todavía lleva la carga del juicio del mundo entero por causa del pecado del que es acusada. Ella ha sido desposeída de su posición de mitad igual y toda su descendencia femenina ha sido sometida por las nuevas reglas, que Elohim no estableció, y que la Biblia no aprueba. Sin embargo, ella debe ser reconocida por haber dado acceso a un nivel más alto de conocimiento y entendimiento, y a un significado más profundo del amor y de los caracteres que emanan del amor, como el perdón, la misericordia, la gracia, la redención. Próxima
Rebeca
Rivkah (Rebeca) Y dijo Avraham a un siervo suyo, el más viejo de su casa, que era el que gobernaba sobre todo lo que tenía: «Pon ahora tu mano debajo de mi muslo. Y te juramentaré por HaShem, Elohim del cielo y Elohim de la tierra, que no tomarás mujer para mi hijo de las hijas de los Kenaanim, entre los cuales yo habito. Sino que irás a mi tierra y a mi parentela, y tomarás mujer para mi hijo Yitzchak». (Génesis 24:2-4) Ahora nos encontramos inmersos en plena era patriarcal. Había reglas que debían ser observadas por diferentes pueblos, y éstos Habiri eran celosos de su sistema endogámico. El patrón manda a su siervo a buscar una mujer para su hijo – aparentemente, el hijo no fué ni siquiera consultado, y deberíamos esperarnos que a la joven no se le preguntaría tampoco si ella desea casarse con un primo desconocido o no. No obstante, ésta familia patriarcal tenía conocimiento del plan de Elohim: Y el siervo le respondió: «Quizá la mujer no querrá venir en pos de mí a esta tierra»; Avraham le dijo: «Si la mujer no quiere venir en pos de tí, serás libre de este juramento». (Génesis 24:5,8) Ahora bien, si hay alguno que insiste en que la Biblia es un libro centrado en la supremacía masculina, tal persona debe ponderar el comportamiento de este patriarca, que aparentemente no tuvo cuidado de la voluntad de su propio hijo, pero respetó la de la joven mujer a la cual pidió que fuese su nuera! Considerando el periodo en que estos eventos ocurrieron, debíamos esperarnos del siervo que respondiese “Quizá el padre de la mujer no querrá dártela para tu hijo”; pero el siervo, conociendo a su patrón, preguntó directamente por la opinión de la moza. El sistema patriarcal es un prototipo de sociedad sexista, sin embargo, los patriarcas bíblicos trataron de seguir lo que habían recibido como el plan original de Elohim, e hicieron que el sistema social en el cual nacieron fuese más comprensivo y amable. Y el siervo tomó diez camellos de los camellos de su señor, y se fué, tomando toda clase de regalos escogidos de su señor; y se puso en camino… Y aconteció que antes que él acabase de hablar, he aquí Rivkah, que había nacido a Bethuel, hijo de Milkah, mujer de Nachôr hermano de Avraham, la cual salía con su cántaro sobre su hombro. Y la moza era de muy hermoso aspecto, virgen, a la que varón no había conocido… le presentó el hombre un pendiente de oro que pesaba medio shekel, y dos brazaletes que pesaban diez… Rivkah tenía un hermano que se llamaba Laván, el cual corrió afuera al hombre, a la fuente. Y fué que como vió el pendiente y los brazaletes en las manos de su hermana, que decía: «Así me habló aquel hombre», vino a él, y le dijo: «Ven, bendito de Adonay; ¿por qué estás fuera? yo he limpiado la casa, y el lugar para los camellos»… Ellos respondieron entonces: «Llamemos la moza y preguntémosle». Y llamaron a Rivkah, y ledijeron: «¿Irás tú con este varón?» Y ella respondió: «Sí, iré». (Génesis 24:10,15,16,22,29-31,57,58) Aquí he citado sólo algunos versos importantes, ya que la historia es bien conocida y es narrada a lo largo de todo el capítulo 24 de Génesis. Evidentemente, la sociedad patriarcal de la Biblia no era tan centrada en la supremacía masculina como a menudo es considerada, al menos, no aquella de los antiguos Hebreos como la familia de Avraham. Algunos críticos arguyen que el factor convincente fué la cantidad de regalos que llevó el siervo de Avraham, conociendo el carácter del hermano de Rivkah. Pero en última instancia, no sólo Avraham liberó a su siervo del juramento en el caso que la mujer no hubiese aceptado de venir con él, sino también la familia de ella la consultó si estaba dispuesta a casarse con el primo desconocido. Ellos no la vendieron. Yitzchak la introdujo en la tienda de su madre Sarah, y Rivkah fué su mujer, y él la amó. (Génesis 24:67) A diferencia de su padre y de sus hijos, Yitzhak tuvo una sola mujer y ninguna concubina, lo que era muy inusual para un patriarca. Rivkah fué sabia en su elección. Y aconteció que cuando hubo Yitzchak envejecido, y sus ojos se ofuscaron quedando sin vista, llamó a Esav, su hijo el mayor, y le dijo: «Mi hijo… toma, pues, ahora tus armas, tu aljaba y tu arco, y sal al campo, y tráeme caza. Y hazme un guisado, como yo gusto, y tráeme lo, y comeré; para que te bendiga mi alma antes que muera». Y Rivkah estaba oyendo, cuando hablaba Yitzchak a Esav su hijo. Y Esav fué al campo para buscar la caza que había de traer. Entonces Rivkah habló aYaakov su hijo, diciendo: «He aquí yo he oído a tu padre que hablaba con Esav tu hermano… ahora pues, hijo mío, obedece a mi voz en lo que te mando. Vé ahora al ganado, y tráeme de allí dos buenos cabritos de las cabras, y haré de ellos viandas para tu padre, como él gusta. Y tú las llevarás a tu padre, y comerá, para que te bendiga antes de su muerte»… Y tomó Rivkah los vestidos de Esav su hijo mayor, los preciosos, que ella tenía en casa, y vistió a Yaakov, su hijo menor. Y le hozo vestir sobre sus manos y sobre la cerviz donde no tenía vello, las pieles de los cabritos. Y entregó los guisados y el pan que había aderezado, en mano de Yaakov su hijo. Y él fué a su padre… Él [Yitzchak] no le reconoció… y le bendijo… «Elohim te dé del rocío del cielo, y de las grosuras de la tierra, y abundancia de trigo y de mosto. Sírvante pueblos, y naciones se inclinen a ti; sé señor de tus hermanos, e inclínense a ti los hijos de tu madre. Malditos los que te maldijeren, y benditos los que te bendijeren». (Génesis 27:1,3-6,8-10,15-18,23,28-29) Rivkah puede aparecer como una mujer astuta que se aprovechó de la ceguera de su marido para hacer que su hijo favorito fuese bendecido en lugar del primogénito, como estaba establecido por la ley patriarcal. Sin embargo, ella sabía que el marido estaba afligido por la manera en que Esav conducía su vida, no respetando la ley de sus padres. Rivkah se comportó según el plan del Señor, porque Yitzhak no habría infringido la ley y habría de todos modos bendecido a Esav – él habría hecho lo que era justo según la ley. Entonces, el Único que está por encima de la ley tuvo que actuar a través de Rivkah (de nuevo, una mujer que cambió el entero curso de la historia!), y de ésta manera, Yitzhak fué inocente de haber quebrantado la ley porque lo hizo involuntariamente, y bendijo a Yakov, el progenitor del pueblo de Israel. Rivkah actuó con sabiduría, liberando a su marido de la ley y haciendo que la bendición fuese dada al hijo elegido. Tamar Tamar es un ejemplo de cómo muchas veces las mujeres han sido denegadas de sus derechos y han tenido que proyectar un plan para poder obtener justicia, aún arriesgando la propia vida. Tamar tuvo que soportar el desprecio y la humillación en el ambiente dominado por la supremacía masculina en el cual ella vivía, y es incluso acusada de inmoralidad sexual y de comportamiento engañoso por el legalismo religioso del presente, sin tener en cuenta que la Biblia en cambio reivindica su justicia y sabiduría. Y vió allí Yehudah la hija de un hombre Cananeo, el cual se llamaba Shúa; y tomóla, y entró á ella. (Génesis 38:2) Sabemos que la familia de Yakov estaba bajo el requisito de brit milah (circuncisión), por lo cual no les estaba permitido tomar mujeres de pueblos que no seguían esta observancia. Excepto Yosef, que se casó con Asenat la Egipcia, y Yehudah, no se nos dice dónde los hijos de Yakov encontaron a sus esposas, pero podemos entender por las Escrituras que ellos buscaron mujeres de la descendencia de Avraham, quizás incluso Ismaelitas y Madianitas. Yehudah era uno de los doce hijos de Yakov, y llegó a ser el principal. No obstante, a diferencia de su padre y sus hermanos, él no observó las reglas de su familia y se casó con una mujer Cananea, de la cual tuvo tres hijos. Los otros hijos de Yakov no tomaron mujeres de las Cananeas, como nos resulta claro del incidente con Shekhem (Génesis 34:13-17), y también porque uno de los hijos de Shim’on es específicamente llamado “el hijo de la Cananea” (Génesis 46:10), lo que indica que éste era el único Cananeo de los nietos de Yakov (aparte de los tres hijos de Yehudah). Yehudah tomó mujer para su primogénito Er, la cual se llamaba Tamar. (Génesis 38:6) Aunque las Escrituras no dicen nada sobre el origen de la familia de Tamar, no hay ninguna objeción acerca de su elegibilidad – si no, como en el caso de la mujer de Yehudah o de las de Esav, habría sido especificado que ella también era Cananea, o Hitita, o de algún pueblo con el cual los Israelitas no debían casarse. También es razonable pensar que Yehudah no tenía intención de ir más lejos fuera de la ley de su propio pueblo, y habría elegido para sus propios hijos mujeres de la descendencia de Avraham. Sin embargo, sus hijos, siendo por mitad Cananeos no fueron designados para perpetuar el nombre de Yehudah en las Tribus de Israel. Er, el primogénito de Yehudah, fué malo á los ojos de HaShem y HaShem le quitó la vida. Entonces Yehudah dijo a Onán, «Entra a la mujer de tu hermano, y cásate con ella, y levanta simiente a tu hermano». Y sabiendo Onán que la simiente no había de ser suya, sucedía que cuando entraba a la mujer de su hermano vertía en tierra, por no dar simiente a su hermano. Y desagradó en ojos de HaShem lo que hacía, y también le quitó la vida. (Génesis 38:7-10) Había una antigua ley que establecía que cuando moría un hombre sin haber dejado descendencia, su hermano debía casarse con la viuda, y a ella no se le permitía casarse fuera de la familia del marido fallecido. Su hijo primogénito habría pertenecido al hermano muerto, para que su nombre fuese perpetuado. Ésta ley implicaba que el hijo heredaría todos los derechos de su tío fallecido, prevaleciendo sobre los derechos de su padre biológico. Es inútil perder tiempo en discusiones sin fin acerca de la naturaleza del pecado de Onán; había razones espirituales más allá de aquellas legales por las cuales debía ser excluido de Israel y de Judá. Por lo tanto, señalaremos sólo algunos aspectos importantes del caso. Después de la muerte de Er, Onán habría recibido la doble porción de herencia asignada al primogénito, pero si él hubiera hecho su deber, éste derecho habría pasado directamente a su hijo, que no habría sido reconocido como suyo sino de su hermano. Por consiguiente, su disgusto en deber cumplir la ley del levirato puede ser atribuido a su egoísmo y su codicia. Sin embargo, hay otro aspecto de su conducta que era aún peor: su desdén hacia Tamar, que él trató como un objeto sexual y le negó la posibilidad de la maternidad. Él no tenía necesidad de ella para tener una descendencia propia, porque podía tomar otras mujeres. Onán fué verdaderamente indigno de ser contado entre los hijos de Israel. Y Yehudah dijo a Tamar, su nuera: «Quédate viuda en casa de tu padre, hasta que crezca Shelach mi hijo»; porque dijo: «Que quizá no muera él también como sus hermanos». Y Tamar se fué y estuvo en la casa de su padre. Y pasaron muchos días, y murió la hija de Shúa, mujer de Yehudah. Y fué dado aviso a Tamar, diciendo: «He aquí tu suegro sube a Timnath a trasquilar sus ovejas». Entonces se quitó ella los vestidos de su viudez, y se cubrió con un velo, y se arrebozó, y se puso a la entrada de Enayim junto al camino de Timnath; porque veía que había crecido Shelach, y ella no era dada a él por mujer. Y la vió Yehudah y la tuvo por ramera, porque había ella cubierto su rostro. Y apartóse del camino hacia ella, y le dijo: «Déjame ahora entrar en tí», porque no sabía que era su nuera; y ella dijo: «¿Qué me has de dar, si entrares a mí?» Él respondió: «Yo te enviaré del ganado un cabrito de las cabras». Y ella dijo: «Me has de dar prenda hasta que lo envíes». Entonces él dijo: «¿Qué prenda te daré?» Ella respondió: «Tu anillo, y tu manto, y tu bordón que tienes en tu mano». Y él se los dió, y entró a ella, la cual concibió de él. Y sucedió que al cabo de unos tres meses fué dado aviso a Yehudah, diciendo: «Tamar, tu nuera ha fornicado, y ciertamente está encinta a causa de las fornicaciones». Yehudah dijo: «Sacadla, y sea quemada». Y ella cuando la sacaban, envió a decir a su suegro: «Del varón cuyas son estas cosas, estoy encinta». Y dijo más: «Mira ahora de quién son estas cosas, el anillo, y el manto, y el bordón». Entonces Yehudah los reconoció, y dijo: «Más justa es ella que yo, por cuanto no la he dado a Shelach mi hijo». (Génesis 38:11-18,24-26) Yehudah cometió un error en casarse con una Cananea, y ninguno de los hijos de ésta habría sido elegible para perpetuar el nombre de la Tribu en Israel. La muerte de la mujer de Yehudah no es un detalle marginal, sino que allanó el camino a Tamar para cumplir con el propósito para el cual fué llamada: perpetuar la heredad de Yehudah según un linaje aprobado. Ésta es la principal razón espiritual detrás de todo lo ocurrido. Desde el punto de vista legal, Yehudah falló al no cumplir con su deber, porque Tamar fué impedida de poder casarse fuera de su familia. En aquellos tiempos, una viuda sin hijos tenía una vida muy difícil en su vejez sin el apoyo de hijos e hijas, y ella tuvo que actuar sabiamente para obtener sus derechos. Ella es muchas veces acusada de haber cometido un acto impuro, el cual era necesario no sólo para su propia supervivencia, sino también para la entera Tribu de Judá! Me pregunto, ¿por qué no se recalca tanto el hecho que Yehudah no dudó en pagar a una prostituta para satisfacerse a sí mismo? Más allá de este hecho, Tamar fué intachable. En efecto, Yehudah reconoció: Más justa es ella que yo. Tamar mostró a su suegro que era justa, aún a través de un acto injusto. Ésto fué hecho con sabiduría, más allá de todo juicio que los hombres puedan pronunciar sobre ella, y Elohim la recompensó con una descendencia noble como el linaje del Rey David. Ella fué humillada dos veces, por Onán que la despreció y por su suegro que le negó sus derechos, pero Elohim le dió una doble bendición: Y aconteció que al tiempo del dar a luz, he aquí había gemelos en su vientre. (Génesis 38:27) De éstos mellizos descendieron casi todos los miembros de la más importante de las Tribus de Israel. La mujer Cananea de Yehudah no era la elegida para perpetuar el nombre de la Tribu, sino Tamar, y Elohim la designó para mantener la estirpe de Yehudah según el Pacto. Rahav La historia de Rahav es otro ejemplo de una mujer que fué bendecida por el Omnipotente por haber contribuido al cumplimiento de Su designio, y en las Escrituras ningún juicio negativo es pronunciado sobre ella. Yehoshua hijo de Nun envió desde Shittim dos espías secretamente, diciéndoles: «Andad, reconoced la tierra, y Yerico». Los cuales fueron, y entraron en casa de una mujer ramera que se llamaba Rahab, y posaron allí. Y fué dado aviso al rey de Yerico, diciendo: «He aquí que hombres de los hijos de Israel han venido aquí esta noche a espiar la tierra». Entonces el rey de Yerico envió a decir a Rahab: «Saca fuera los hombres que han venido a ti, y han entrado en tu casa; porque han venido a espiar toda la tierra». Mas la mujer había tomado los dos hombres, y los había escondido; y dijo: «Verdad que hombres vinieron a mí, mas no supe de dónde eran: y al cerrarse la puerta, siendo ya oscuro, esos hombres se salieron, y no sé a dónde se han ido: seguidlos de prisa, que los alcanzaréis». Mas ella los había hecho subir al terrado, y los había escondido entre tascos de lino que en aquel terrado tenía puestos. Mas antes que ellos durmiesen, ella subió a ellos al terrado, y les dijo: «Sé que Adonay os ha dado esta tierra; porque el temor de vosotros ha caído sobre nosotros, y todos los moradores del país están desmayados por causa de vosotros. Porque hemos oído que Adonay hizo secar las aguas del Mar Rojo delante de vosotros, cuando salisteis de Egipto, y lo que habéis hecho a los dos reyes de los Amorrheos que estaban de la parte allá del Jordán, a Sehón y a Og, a los cuales habéis destruído. Oyendo esto, ha desmayado nuestro corazón; ni ha quedado más espíritu en alguno por causa de vosotros: porque Adonay vuestro Elohim, Él es Elohim arriba en los cielos y abajo en la tierra. Ahora os ruego que me juréis por Adonay, que como he hecho misericordia con vosotros, así la haréis vosotros con la casa de mi padre, de lo cual me daréis una señal cierta; y que salvaréis la vida a mi padre y a mi madre, y a mis hermanos y hermanas, y a todo lo que es suyo; y que libraréis nuestras vidas de la muerte». Y ellos le respondieron: «Nuestra alma por vosotros hasta la muerte, si no denunciareis este nuestro negocio: y cuando Adonay nos hubiere dado la tierra, nosotros haremos contigo misericordia y verdad». (Josué 2:1-6,8-14) De lo narrado en este pasaje, según los cánones del oficialismo religioso Rahav sería calificada no sólo como una prostituta, sino también como mentirosa y traidora, desleal hacia su propio pueblo, y una colaboracionista con el enemigo – y también es evidente que los espías Israelitas no fueron buenos ejemplos para el Mossad, ya que fueron descubiertos muy pronto! Tampoco sabemos por qué fueron justamente a la casa de una prostituta… Por el contrario, Rahav era una mujer inteligente que tenía el conocimiento del verdadero Dios, y se comportó de acuerdo a Sus propósitos. Ella era vista como una meretriz por los Israelitas; ¿pero qué clase de meretriz era? Leemos que tenía un padre, una madre, hermanos y hermanas, una casa propia, y probablemente era rica; ella no tenía necesidad de ejercer tal profesión para vivir. Ella no era la señora de un burdel, sino que vivía en su casa con su familia. En base a éstos elementos, podemos afirmar que ella era una prostituta ritual, una sacerdotisa de la religión cananea, y por lo tanto, una mujer respetable que gozaba de privilegios y era incluso conocida del rey de la ciudad, pues ella probablemente servía en el templo en las celebraciones principales. Su posición social podría compararse con la de las estrellas del cine de nuestros días, cuya reputación va más allá de sus actos y de su vida sexual. Esta clase de mujeres era muy común en Canaán, a tal punto que el término hebreo “qedeshah”, que significa “santa”, se usaba como un eufemismo de meretriz. No obstante, ella no estaba contenta con su posición de prestigio, ni con la religión de su pueblo, en la cual ella ya no creía… ella sabía Quien es el verdadero Dios, y eligió estar de la parte de Su pueblo. Ella no debía sentir ninguna atracción o amor por los hombres con quienes ella había estado, sino tristeza y soledad en su espíritu. Su carne debía estar constantemente luchando contra la espiritualidad que residía en su interior. Ella deseaba algo de cortesía, de amabilidad y en lo más profundo, de pureza. Su traición no fué tal, y la falsa información que ella dió a las guardias del rey no se puede considerar una mentira; debemos tener en mente que ella estaba en medio de una guerra entre dos naciones, y mientras los habitantes de Yerico veían a los Israelitas como invasores, ella los vió como libertadores. Es legal en una guerra apoyar a uno u otro ejército, y recurrir a la estrategia. ¿Acaso no hizo lo mismo el Rey David cuando luchaba contra Avshalom, y mandó a Hushai a dar un consejo falso? ¿Y la mujer de Bahurim, que escondió a los espías de David en el pozo, y dió una falsa información a los siervos de Avshalom, desviándolos en la misma manera que lo hizo Rahav? (2Samuel 17:17-21) ¿Pueden David y aquella mujer ser acusados de embuste? Rahav era una estratega. Ella sabía Quien era el Dios de aquellos dos espías, y entendió que su acción de arriesgar su vida para protegerlos era su única posibilidad de obtener el favor del Dios de ellos y así también su salvación. Ella estaba segura como de su propia existencia que los Israelitas habrían conquistado la fortaleza de Yerico, porque sabía que Elohim estaba con ellos. Yehoshua dijo á los dos hombres que habían reconocido la tierra: «Entrad en casa de la mujer ramera, y haced salir de allá a la mujer, y a todo lo que fuere suyo, como lo jurasteis». Y los jóvenes espías entraron, y sacaron a Rahab, y a su padre, y a su madre, y a sus hermanos, y todo lo que era suyo; y también sacaron a toda su parentela, y los llevaron fuera del campo de Israel. Y consumieron con fuego la ciudad, y todo lo que en ella había: solamente pusieron en el tesoro de la casa de Adonay la plata, y el oro, y los vasos de metal y de hierro. Mas Yehoshua salvó la vida a Rahab la ramera, y a la casa de su padre, y a todo lo que ella tenía; y habitó ella entre los Israelitas hasta hoy; por cuanto escondió los mensajeros que Yehoshua envió a reconocer a Yerico. (Josué 6:22-25) Su acción le permitió de superar el anatema que Elohim había determinado para su pueblo, el cual no era admitido para contraer matrimonio con el pueblo de Israel (Éxodo 34:15-16), y ella fué aceptadapara habitar en Israel todos los días de su vida. ¡Qué contraste con la mujer de Yehudah, cuya descendencia no fué aprobada y debió ser Tamar quien perpetuó el linaje de la entera Tribu! Las Escrituras Hebreas no dicen nada más sobre su vida, sólo que ella y su familia se unieron a Israel, y debemos pensar que también sus hermanos y hermanas se casaron dentro de su nueva nación. Es también obvio que ella dejó de ser una prostituta sacra, sino que fué una mujer devota al Elohim de Avraham, Yitzhak y Yakov, y que se construyó una familia según la Ley Mosaica. Su antigua vida fué quemada con la ciudad donde ella vivió, y fué llamada a una nueva vida sirviendo al Dios que no requiere profanar el propio cuerpo para adorarle. Hay algunos problemas cronológicos acerca de las genealogías durante el periodo de los Jueces, pero según la tradición, ella se habría casado con Salmon, cuyo padre Nachshon era un jefe de la Tribu de Yehudah (Números 1:7; 7:12; 10:14), y por lo tanto es considerada como la madre de Boaz – ésta tradición es dada por cierta en el Evangelio (Mateo 1:5), aunque es difícil contar sólo cinco generaciones entre Salmon y el Rey David, y Boaz en el medio, siendo muy probablemente contemporáneo de Gedeón (ver explicación en Ruth). Es muy probable que falten algunos nombres, pero en todo caso, la suya fué una matriz que no fué juzgada ni condenada en los ojos del Señor, sino suficientemente digna de dar a luz un hijo que fué ancestro del Rey David. Akhsah Akhsah es una joven mujer que generalmente no es notada, aún siendo mencionada en dos pasajes paralelos de dos libros de la Biblia: Y dijo Kalev: «Al que atacare a Chîriath-Sepher, y la tomare, yo le daré a mi hija Akhsah por mujer». Y la tomó Otniel hijo de Kenaz, el hermano de Kalev; y él le dió por mujer a su hija Akhsah. Y cuando ella vino [a él], lo persuadió de que pidiera a su padre un campo fértil. Y ella descendió del asno; y Kalev le dijo: «¿Qué tienes?» Ella entonces le respondió: «Dame una bendición: que pues me has dado tierra de secadal, me des también fuentes de aguas». Entonces Kalev le dió las fuentes de arriba y las fuentes de abajo. (Josué 15:16-19 y Jueces 1:12-15) En la sociedad patriarcal no era inusual que una hija fuese ofrecida como trofeo para el guerrero más valiente, y ésto es lo que sucedió con Akhsah. Su padre Kalev fué el único hombre aparte de Yehoshua que había nacido en Egipto y sobrevivido a toda la travesía del desierto (Números 14:30-31), y era él mismo un guerrero de valor. Akhsah puede aparecer como la propiedad de un hombre que es cedida por un precio a otro hombre, no obstante, ella demostró de saber sacar ventaja de la situación con sabiduría y decisión: ella no estaba tratando con hombres delicados, sino con guerreros y conquistadores, y reclamó para sí una dote mayor que la que le había sido dada. Notar que fué ella que persuadió a su nuevo “propietario”, su marido, a pedir a su padre tierras, y luego, ella misma agregó a la demanda también fuentes de agua, y las obtuvo. Akhsah es un ejemplo de una joven mujer que, a pesar de su condición de inferioridad social, logra alzar su voz y ser escuchada. No sabemos más nada de su vida, pero podemos imaginar que ella tenía un don especial, por el cual los combatientes la escuchaban y le concedían sus pedidos. Anterior Próxima
Debora
Devorah (Débora) El periodo de los Jueces fué quizás el más duro para la mujer en el antiguo Israel, tiempo en que su condición social fué la más baja. Era una etapa de transición en la que las Tribus estaban más que todo por cuenta propia, con una débil unidad entre ellas, cada una combatiendo separadamente al grupo cananeo que habitaba en los territorios asignados a cada Tribu. Estaban en anarquía y guerra, y en tales condiciones, las mujeres prácticamente no tienen ninguna posibilidad de surgir. Todo estaba en manos de los hombres. Las mujeres eran mucho menos respetadas que bajo el sistema patriarcal, como es evidente en varios hechos narrados en el Libro de los Jueces. Su situación mejoró sólo cuando la monarquía fué establecida, ya que al menos las mujeres relacionadas con la casa real y con los personajes notables ganaron alguna influencia en la sociedad. Era impensable para una mujer asumir el liderazgo en el periodo de los Jueces, sin embargo, fué justamente en ésta edad obscura de Israel que Devorah surgió para gobernar. HaShem los vendió [a los Israelitas] en mano de Yabín rey de Canaán, el cual reinó en Hatzor: y el capitán de su ejército se llamaba Sísara, y él habitaba en Charoshet-Goyim. Y los hijos de Israel clamaron a HaShem, porque aquél tenía nuevecientos carros herrados, y había afligido en gran manera a los hijos de Israel por veinte años. Y gobernaba en aquel tiempo a Israel una mujer, Déborah, profetisa, mujer de Lapidoth. Ella habitaba debajo de la palma de Déborah entre Ramah y Beth-el, en el monte de Efrayim; y los hijos de Israel subían a ella a juicio. (Jueces 4:2-5) Hacía veinte años que los Cananeos, con un potente ejército, estaban oprimiendo a las Tribus de Israel – excepto la Tribu de Yehudah, la cual aparentemente logró conquistar todas sus tierras y era de hecho una entidad separada del resto de Israel durante todo el periodo de los Jueces. Es increíble que no hubiese un hombre capaz de emprender una revuelta; no era por falta de buenos guerreros, sino porque ninguno de ellos era según el plan del Señor, porque “en aquellos días no había rey en Israel, y cada uno hacía como mejor le parecía” (Jueces 17:6). Entonces, una Profetisa surgió como Juez: Déborah. Excluyendo al Profeta Shmuel, quien es considerado como el último de los Jueces y que gobernó sobre todas las Tribus, Déborah tuvo al menos tres características exclusivas que hacen de ella la única entre todos los Jueces: ·Ella fué la única Juez mujer; ·Ella fué la única de los Jueces que fué también Profeta; ·Ella fué la única que juzgó sobre todo Israel, mientras que todos los demás Jueces gobernaron sólo sobre la propia Tribu. Déborah es llamada “mujer de Lapidot”, que muchos interpretan como “esposa”, porque en hebreo no hay una palabra específica para esposa sino que es la misma que indica mujer. En realidad, es muy probable que “mujer” no quiera decir esposa en este caso. Lapidot es un plural femenino que significa “llamas”, y puede no ser un nombre propio, sino un título o una cualidad. De hecho, eshet lapidot, que literalmente significa “mujer de llamas”, puede ser una descripción de su carácter. Por lo tanto, toda la frase “Devorah, profetisa, mujer de Lapidot” puede entenderse como una unidad que define qué tipo de Profetisa ella era, una con celo ardiente como llamas. De otra manera, si mujer significase en efecto esposa, una interpretación rabínica identifica a Lapidot con Barak, cuyo nombre significa “rayos”, y puede ser considerado un sinónimo de Lapidot y de este modo, la frase contendría un juego de palabras que define sea su carácter que de quien era esposa. Sin embargo, Barak pertenecía a otra Tribu (y la Ley Mosaica establecía el matrimonio dentro de la propia Tribu), y aparentemente él vivía en otro lugar, en el norte de Israel, pues ella lo mandó a llamar (v. 6) desde su ciudad. Éste hecho hace que la definición “mujer de llamas” sea aún más significativo, porque ella es colocada en una posición equivalente a la del comandante en jefe del ejército – en realidad, él tomaba órdenes de ella, como veremos. Déborah estableció su corte bajo una palmera en su tierra, en el sur de Efrayim, y los Israelitas iban a ella a juicio, una afirmación que denota la alta estima de que ella gozaba en medio de su pueblo. Y ella envió a llamar a Barak hijo de Avinoam, de Kedesh-Naftali, y le dijo: «¿No te ha mandado HaShem, Eohim de Israel, diciendo, “Ve, y reúne pueblo en el monte Tabor, y toma contigo diez mil hombres de los hijos de Neftalí, y de los hijos de Zabulón”; Y yo atraeré a ti al arroyo de Kishón a Sísara, capitán del ejército de Yabín, con sus carros y su ejército, y lo entregaré en tus manos?». Barak le respondió: «Si tú fueres conmigo, yo iré; pero si no fueres conmigo, no iré». (Jueces 4:6-8) Suena extraño en la boca de un guerrero valeroso, comandante de un ejército, pedirle a una mujer de acompañarlo a la guerra, porque si no, él no iría! Este hecho nos muestra qué tipo de carácter era el de Déborah, que era capaz de inspirar aliento y cuya autoridad profética era esencial para el desarrollo de la batalla. Y ella le dijo: «Iré contigo; mas no será tu honra en el camino que vas; porque en mano de mujer venderá HaShem a Sísara». Y levantándose Déborah fué con Barac a Kedesh. (Jueces 4:9) Déborah no dudó en aceptar el pedido de Barak, pero le dejó en claro que porque él no confió en su voz desde el principio, sino que agregó una condición para cumplir con lo que HaShem había mandado, la gloria de la victoria sería acreditada a una mujer. La profecía que Sísara habría caído ante una mujer tuvo doble cumplimiento: su ejército dué derrotado por los Israelitas bajo la guía espiritual de Déborah, y él mismo fué ejecutado por otra mujer, Yael. Entonces Déborah dijo a Barak: «Levántate; porque este es el día en que HaShem ha entregado a Sísara en tus manos; ¿No ha salido HaShem delante de tí?» Y Barak descendió del monte Tabor, y diez mil hombres en pos de él. HaShem desbarató a Sísara, y a todos sus carros y a todo su ejército, y cayeron a filo de espada delante de Barak; y Sísara descendió del carro, y huyó a pie… Y Sísara escapó a pie. (Jueces 4:14-15,17) Déborah muestra a Barak que el resultado de la batalla estaba determinado como ella había dicho, que el Señor habría entregado al enemigo en manos de Barak, pero como él puso la condición que Déborah fuese con él, él no logró completar la victoria capturando al jefe del ejército derrotado, que escapó y, como veremos, fué entregado en manos de una mujer (ver la próxima: Yael). Así abatió Elohim aquel día a Yabín, rey de Canaán, delante de los hijos de Israel. Y la mano de los hijos de Israel comenzó a crecer y a fortificarse contra Yabín rey de Canaán, hasta que lo destruyeron. (Jueces 4:23-24) Aquella batalla fué crucial, pues desde entonces los Israelitas ganaron su independencia y los Cananeos no se levantaron más. Y aquél día cantó Déborah, con Barac, hijo de Avinoam. (Jueces 5:1) Literalmente: “Cantó Devorah y Barak hijo de Avinoam en aquél día”, con el verbo en singular femenino. Aunque el cántico es atribuído a ambos, Déborah y Barak, ella es mencionada primero, y por el texto se entiende que fué su cántico, no de ambos. Este es quizás el único capítulo de la Biblia escrito por una mujer, y una de las piezas más antiguas de la literatura hebrea. Entonces Déborah explica cuál era la situación espiritual en Israel cuando ella fué llamada: «Los gobernantess habían cesado en Israel, habían decaído; hasta que yo Déborah me levanté, me levanté como madre en Israel. En escogiendo nuevos dioses, la guerra estaba a las puertas: ¿Se veía escudo o lanza Entre cuarenta mil en Israel?» (Jueces 5:7-8) La situación en aquellos días es la que hemos descrito antes, que la opresión del pueblo no era consecuencia de que no hubiera hombres de valor en Israel, sino porque ninguno de ellos era según la voluntad del Señor. Los Israelitas habían seguido otras deidades, y habían perdido el favor del Omnipotente. Entonces, Déborah fué designada Juez y Profeta en lugar de los hombres, porque habían dejado de ser gobernantes idóneos. Ella fué como una madre para su pueblo. El cántico continúa elogiando a los jefes de las Tribus que la siguieron en la batalla, y reprochando a aquellos que prefirieron quedarse en sus tiendas. Una alabanza especial es pronunciada sobre Yael (la cual consideramos a continuación), y como mujer y “madre de Israel”, Déborah piensa en los sentimientos de otra mujer y madre: La madre de Sísara se asoma a la ventana, y por entre las celosías a voces dice: «¿Por qué se detiene su carro, que no viene? ¿Por qué las ruedas de sus carros se tardan? ¿No han hallado despojos, y los están repartiendo? A cada uno una moza, o dos». (Jueces 5:28,30) Ésta frase ilustra cuál era el concepto de la mujer entre los Cananeos: despojos de guerra, una o dos para cada hombre. Ésto es lo que la madre de Sísara esperaba de la batalla, pero su hijo no retornó a casa. «Así perezcan todos tus enemigos, oh HaShem, mas los que le aman, sean como el sol cuando nace en su fuerza. Y la tierra reposó cuarenta años. (Jueces 5:31) En todo su cántico, Déborah acredita sus victorias al Señor. Ella gobernó el país en paz por cuarenta años, por lo cual deducimos que era muy joven cuando fué designada Juez y condujo su primera batalla. Era ciertamente una elegida, la persona más sabia en Israel en aquellos tiempos. Yael (Jael) La batalla de liberación conducida por Déborah fué completada con la intervención de otra mujer, Yael. Mientras Déborah es intachable y vista como una heroína porque en ella no se halla ningún comportamiento cuestionable, Yael en cambio puede ser considerada una traidora como Rahav, una engañadora como Tamar y Rivkah (según los parámetros conformistas). Pero ella sabía de qué parte debía estar, y con quién estaba el Señor. Y Hever el Kenita de los hijos de Hovav cuñado de Mosheh, se había apartado de los Kenim, y puesto su tienda hasta el valle de Tzaanannim, que está junto a Kedesh… Sísara escapó a pie a la tienda de Yael mujer de Hever el Kenita; porque había paz entre Yabín rey de Hatzor y la casa de Hever el Kenita. Y saliendo Yael a recibir a Sísara, le dijo: «Ven, señor mío, ven a mí, no tengas temor». Y él vino a ella a la tienda, y ella le cubrió con una manta. Y él le dijo: «Ruégote me des a beber un poco de agua, que tengo sed». Y ella abrió un odre de leche y dióle de beber, y lo cubrió de nuevo. Y él le dijo: «Estáte á la puerta de la tienda, y si alguien viniere, y te preguntare, diciendo: ¿Hay aquí alguno? tú responderás que no». Y Yael, mujer de Hever, tomó una estaca de la tienda, y poniendo un mazo en su mano, vino a él calladamente, y metióle la estaca por las sienes, y enclavólo en la tierra, pues él estaba cargado de sueño y cansado; y así murió. Y siguiendo Barak a Sísara, Yael salió a recibirlo, y le dijo: «Ven, y te mostraré al varón que tú buscas». Y él entró donde ella estaba, y he aquí Sísara yacía muerto con la estaca por la sien. (Jueces 4:11,18-22) Los Kenitas eran del linaje de Yethro, el suegro de Moshe, y eran habitantes de tiendas y herreros, los “Gitanos” del antiguo Israel. Ellos de hecho no tenían patria y vivían en paz con todos los pueblos entre los cuales habitaban. La mayoría de ellos vivían en Judá y Edom, pero Hever eligió irse hacia el norte y habitaba en las tierras gobernadas por Yavin. Yael rompió todas las reglas: Primero, ella no tenía el consentimiento del marido para matar al comandante del rey con el cual él y su casa estaban en paz; luego, ella no debía invitar a un hombre a entrar en su tienda cuando su marido no estaba presente; y por último, ella violó la regla más sagrada de la hospitalidad, matando a su huésped. La acción de Yael fué de gran coraje y fé. Ella arriesgó su vida y la de su familia, porque Sísara estaba huyendo de una batalla perdida, pero la guerra continuaba… Sin embargo, ella sabía que esta vez el Señor habría vuelto Su favor hacia Israel, porque Déborah estaba gobernando y conduciendo su pueblo a retornar a HaShem, e Israel habría alcanzado una completa victoria sobre Yavin. Muchos pueden objetar que ella no podía negar a Sísara de entrar en su tienda, siendo indefensa, pero del texto aprendemos que fué ella quien lo invitó a entrar, no él que lo solicitó. Ella no tenía armas para enfrentar a un experto guerrero como Sísara, aunque él estaba exhausto, ni la fuerza física para oponerse a él. Ella sólo tenía su encanto, y sabiduría femenina. Su acción no fué traición, sino que en el mismo modo que Rahav, ella se puso de la parte de uno de los ejércitos en guerra, y pensó una estrategia para permitir a Barak la completa victoria en la batalla. Déborah la alabó en su cántico, con palabras que no se han dicho de ninguna otra mujer en las Escrituras Hebraicas: Bendita sea entre las mujeres Yael, mujer de Heber Kenita; sobre las mujeres bendita sea en la tienda. El pidió agua, y dióle ella leche; en tazón de nobles le presentó manteca. She put her hand to the tent peg, and her right hand to the workmen's hammer. Su mano tendió a la estaca, y su diestra al mazo de trabajadores; y majó a Sísara, hirió su cabeza, llagó y atravesó sus sienes. Cayó encorvado a sus pies, quedó tendido. A sus pies cayó encorvado; donde se encorvó, allí cayó muerto. (Jueces 5:24-27) “Bendita sobre las mujeres” por su acción y su carácter. La descripción que Déborah hace de Yael es prodigiosa: Primero ella es presentada como una mujer encantadora con modales refinados, sirviendo a su huésped como a un noble, y dándole más de lo que él le pidió. Ella le ofreció toda la comodidad que tenía en su humilde tienda, y lo hizo sentir al seguro. Ella le dió un alimento que le habría relajado tanto como para dejarlo dormido. Entonces, con la decisión de un guerrero, ella le concedió una indolora y dulce muerte. Y así los Cananeos cayeron por las manos de dos mujeres. Ruth Esta mujer es presentada como el máximo ejemplo de lealtad, y no hay nada en su comportamiento que pueda ser hallado fuera de la Ley. Su historia ha sido considerada digna de ser escrita y pasó a ser uno de los libros de las Escrituras Hebraicas. Ruth vivó en el periodo de los Jueces (Ruth 1:1), y aunque el tiempo exacto no es relevante para nosotros porque nos interesa su persona y carácter, es importante discernir algunos detalles porque el linaje en el cual ella entró es el del Rey David. Según la Biblia, hay seis generaciones entre Nachshon, príncipe de Judá y contemporáneo de Yehoshua, y el Rey David (1Crónicas 2:10-15). Boaz era el nieto de Nachshon, y se lo supone hijo de Rahav, lo que colocaría la historia cerca de los primeros Jueces, pero habiendo sido Boaz el abuelo de Yishai, debe haber vivido cerca del final del periodo de los Jueces y no puede ser el hijo de Rahav, y al menos dos generaciones deben faltar en el medio. Otro problema es que Rahav vivó durante la conquista de Canaán bajo Yehosua, mientras Naomi y su marido emigraron de Judá cuando la conquista había terminado y ya estaban establecidos en la tierra; luego vivieron al menos diez años en Moav antes de que Naomi retornara y se encontrara con Boaz. Además, la carestía en el país sugiere que eran contemporáneos de Gedeón (Jueces 6:4-5). No obstante, considerando que excepto Déborah, que gobernó sobre todo Israel, podían haber diferentes Jueces contemporáneamente sobre sus respectivas Tribus, y entonces la sucesión puede reducirse a los cuatro de Efrayim, más los periodos de anarquía: en este caso, podríamos considerar que Otniel en Efrayim, Ehud en Benjamín y Shamgar (probablemente en Judá, habiendo combatido contra los Filisteos) podrían ser parcialmente contemporáneos; luego Gedeón y Avdón en Efrayim pueden coincidir por la mayor parte de años con Tola y Elón en Galilea, Ibtzan en Yehudah, Yair y Yiphtah en Galaad y Shimshon en Dan. Ésta hipótesis hace posible contar las cuatro generaciones entre Ruth y el Rey David, aún dejando irresuelto el vacío entre Nachshon y Boaz, y es muy factible que un par de nombres en el medio hayan sido idénticos en generaciones alternas y no han sido transcriptos por ser considerados repeticiones. Sin embargo, aún cuando Rahav probablemente no fué la madre de Boaz sino su abuela o una generación anterior, su carácter fué transmitido a su descendiente, como se verá. Y aconteció en los días que gobernaban los jueces, que hubo hambre en la tierra. Y un varón de Beth-lehem de Judá, fué a peregrinar en los campos de Moab, él y su mujer, y dos hijos suyos… Y murió Elimelekh, marido de Naomi, y quedó ella con sus dos hijos; los cuales tomaron para sí mujeres de Moab, el nombre de la una Orpah, y el nombre de la otra Ruth; y habitaron allí unos diez años. Y murieron también los dos, Machlon y Kilyon, quedando así la mujer desamparada de sus dos hijos y de su marido. (Ruth 1:1,3-5) Elimelekh y su familia han sido los primeros Judíos emigrantes mencionados en las Escrituras. Él no debía haber dejado su pueblo en búsqueda de una vida mejor en un país pagano, haciendo así que sus hijos se casaran con mujeres de un pueblo al cual el Señor había explícitamente declarado anatema para Israel (Deuteronomio 23:3,6). Por este motivo, él y sus hijos murieron en pocos años en el país donde se establecieron. Éste es uno de los signos que muestran cómo la Ley era ignorada durante ese periodo, en en el cual “cada uno hacía como mejor le parecía” (Jueces 17:6). Muy probablemente, Naomi no estaba de acuerdo con su marido en dejar la tierra que el Señor había dado a Su pueblo, pero ya hemos hablado de la escasa consideración de la mujer en aquél tiempo, la edad oscura del antiguo Israel. Entonces se levantó con sus nueras, y regresó de los campos de Moab; porque oyó en el campo de Moab que HaShem había visitado a su pueblo para darles pan. Salió pues del lugar donde había estado, y con ella sus dos nueras, y comenzaron a caminar para retornar a la tierra de Yehudah. Y Naomi dijo a sus dos nueras: «Andad, volveos cada una a la casa de su madre: HaShem haga con vosotras misericordia, como la habéis hecho con los muertos y conmigo. Os dé HaShem que halléis descanso, cada una en casa de su marido». Las besó, y ellas lloraron a voz en grito. Y le dijeron: «Ciertamente nosotras volveremos contigo a tu pueblo». (Ruth 1:6-10) Naomi fué seguramente una mujer excepcional, tanto que sus dos nueras habían decidido dejar las propias familias y el propio país para seguirla hacia una tierra desconocida, y habitar con un pueblo desconocido. Su carácter era realmente como su nombre, pues Naomi significa “placentera”. Sabemos que ella insistió a ambas nueras para que retornasen de nuevo a sus hogares, y así convenció a Orpah, pero no a Ruth, que dijo: «No me ruegues que te deje, y que me aparte de ti; porque donde quiera que tú fueres, iré yo; y donde quiera que vivieres, viviré. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios; donde tú murieres, moriré yo, y allí seré sepultada: así me haga HaShem, y así me dé, que sólo la muerte hará separación entre mí y ti». (Ruth 1:16-17) Estas son las palabras más célebres dichas por Ruth, como un emblema de devoción y lealtad. De la misma manera que Rahav, ella decidió dejar a su pueblo y todo lo que tenía en su tierra para seguir al Dios de Israel. Ésta fué una acción de gran coraje, pues ella probablemente sabía que según la Ley ella no habría sido aceptada en Israel, pero su decisión fué tomada sin dudar. Seguramente, ella no dijo que el Dios de Naomi habría sido su Dios quienquiera que fuese, sino porque ya sabía quién Él es. Ella sabía por fé que el Dios de Israel la habría recibido en Su pueblo, porque es el Altísimo y el dador de la Ley. Y tenía Naomi un pariente de su marido, varón poderoso y de hecho, de la familia de Elimelekh, el cual se llamaba Boaz… Y Boaz subió á la puerta y sentóse allí. (Ruth 2:1; 4:1) Boaz, siendo pariente del marido de Naomi, tenía el derecho (y el deber) de redimir la propiedad de Elimelekh, si hubiera sido el más cercano. Era un príncipe de Yehudah, siendo del linaje de Nachshon, y podemos suponer que fuera también el Juez de su Tribu, porque Judá estaba separada del resto de Israel mucho antes de la institución de la monarquía (notar que los reyes Shaul y David contaban a Yehudah como una entidad distinta de Israel – 1Samuel 11:8, 17:52; 18:6; 2Samuel 2.10-11; 3:10; 5:3-5). Y eran los ancianos y gobernantes de la ciudad que acostumbraban a sentarse en las puertas de la misma para tratar asuntos legales. Una curiosidad, también el ancestro de Ruth, que era Lot, era un anciano de Sodoma y se sentaba en las puertas de la ciudad (Génesis 19:1). Ruth la Moabita dijo a Naomi, «Ruégote que me dejes ir al campo, y cogeré espigas en pos de aquel a cuyos ojos hallare gracia». Y ella le respondió: «Ve, hija mía». (Ruth 2:2) ¿Sabía Ruth en el campo de quién habría ido a trabajar? Quizás ella imaginó que el Señor la habría guiado al lugar apropiado, porque actuó con la misma fé con la cual dejó la seguridad de su hogar para vivir como extranjera en medio de otro pueblo. En todo caso, ella no quiso ser una carga para su suegra, sino un apoyo. Y respondiendo Boaz le dijo: «Por cierto se me ha declarado todo lo que has hecho con tu suegra después de la muerte de tu marido, y que dejando a tu padre y a tu madre y la tierra donde naciste, has venido a pueblo que no conociste antes. HaShem galardone tu obra, y tu remuneración sea llena por Adony Dios de Israel, que has venido para cubrirte debajo de sus alas». (Ruth 2:11,12) Boaz tenía conocimiento del espíritu de Ruth. Si él era el hijo de Rahav o sólo un descendiente suyo, seguramente Ruth le habrá hecho recordar de Rahav, que se atrevió a desafiar al anatema que había sido pronunciado sobre su pueblo e hizo la elección personal de unirse a Israel, porque ella reconocía al Dios de Israel como el Único y Verdadero. Si Él redimió a una Cananea, ¿por qué no habría de redimir también a una Moabita? Y le dijo Naomi, su suegra: «Hija mía, ¿no te tengo de buscar descanso, que te sea bueno? ¿No es Boaz nuestro pariente, con cuyas mozas tú has estado? He aquí que él avienta esta noche la parva de las cebadas. Te lavarás pues, y te ungirás, y vistiéndote tus vestidos, pasarás a la era; mas no te darás a conocer al varón hasta que él haya acabado de comer y de beber. Y cuando él se acostare, repara tú el lugar donde él se acostará, e irás, y descubrirás los pies, y te acostarás allí; y él te dirá lo que hayas de hacer». Y le respondió: «Haré todo lo que tú me mandares». Descendió pues a la era, e hizo todo lo que su suegra le había mandado. Y como Boaz hubo comido y bebido, y su corazón estuvo contento, retiróse a dormir a un lado del montón. Entonces ella vino calladamente, y descubrió los pies, y acostóse. Y aconteció, que a la media noche se estremeció aquel hombre, y palpó: y he aquí, la mujer que estaba acostada a sus pies. Entonces él dijo: «¿Quién eres?» Y ella respondió: «Yo soy Ruth tu sierva: extiende el borde de tu capa sobre tu sierva, por cuanto eres pariente cercano». (Ruth 3:1-9) Hay mucha controversia acerca del significado de las expresiones usadas en este pasaje, y lo que realmente sucedió depende de la correcta interpretación de los términos. El consejo de Naomi era claro; ella sabía que Ruth era una mujer determinada, y le pidió que diese un paso adelante para reclamar sus derechos. Ella sabía cuál era el momento propicio y lo que se debía hacer, y Ruth siguió la recomendación de su suegra. Lo importante aquí es que el propósito fué conseguido y fué hecho según las reglas culturales y espirituales de aquel tiempo. De hecho, el texto contiene palabras con sentido figurado y probables eufemismos que no son evidentes en la traducción, y algunas expresiones no fácilmente comprensibles, por lo tanto, podemos sugerir cómo se desarrollaron los eventos sin establecer ningún parámetro dogmático. Ruth tenía que hacerse agradable y deseable y esperar a que Boaz hubiese terminado su trabajo y su cena, y luego cautamente llegar al lugar en la era donde él iría a dormir, y poner en marcha su plan. Ella debía “descubrirle los pies y acostarse”, lo que generalmente se interpreta que ella gentilmente quitó la cubierta de sus pies y se acostó junto ellos como señal de sumisión, hasta que el hombre despertó y la notó. Aunque ésto podría haber sido posible si hubiera habido alguna especie de código cultural por el cual un tal comportamiento pudiera haber sido comprensible, el hecho de descubrir los pies de alguien mas bien carece de sentido. Sin embargo, ésta expresión puede tener un significado muy diferente: la palabra “pies” a menudo era usada para definir las piernas e incluso la parte inferior del cuerpo, y en manera eufemística también las partes íntimas. Otra interpretación que ha sido propuesta es que ella se descubrió a sí misma y se acostó al lado de él, pero esto no está sólidamente fundado en el texto. El paso sucesivo era esperar hasta que él le dijera lo que hacer, pero en cambio fué ella que le dijo a él de extender su manto sobre ella, haciendo entender que debía ser redimida por él y que era su deber tomarla por mujer. Tal comportamiento habría sido correcto y coherente con su carácter. Ella estaba en la misma situación de Tamar y tuvo que reclamar sus derechos, aunque no tuvo que recurrir a algún estratagema y actuó con completa franqueza. Y él dijo: «Bendita seas tú de Adonay, hija mía; que has hecho mejor tu postrera gracia que la primera, no yendo tras los jóvenes, sean pobres o ricos. Ahora pues, no temas, hija mía: yo haré contigo lo que tú dijeres, pues que toda la puerta de mi pueblo sabe que eres mujer virtuosa. Y ahora, aunque es cierto que yo soy pariente cercano, con todo eso hay pariente más cercano que yo. Reposa esta noche, y cuando sea de día, si él te redimiere, bien, redímate; mas si él no te quisiere redimir, yo te redimiré, vive HaShem. Descansa pues hasta la mañana». Y después que reposó a sus pies hasta la mañana, levantóse, antes que nadie pudiese conocer a otro. Porque él dijo: «No se sepa que haya venido mujer a la era». (Ruth 3:10-14) Boaz la reconoció como una mujer digna, y aunque su acercamiento a él fué una declarada propuesta de matrimonio (que podría haber sido consumado esa misma noche, si él no se hubiese recordado del pariente que tenía prioridad sobre él), él la alabó por su virtud y lealtad hacia la Ley de Israel, según la cual ella no debía casarse fuera de la familia de su marido muerto. Parece que Boaz era ya un hombre mayor, y es muy improbable que fuese soltero, más aún siendo una personalidad importante en su Tribu, y rico; por lo tanto, es factible que él también fuese viudo. Sin embargo, ella podría haber elegido otros hombres antes que él, más jóvenes y ricos, pero ella prefirió sujetarse a la Ley de Israel. Boaz la recibió a pesar de su origen, como Rahav de la cual él descendía fué admitida en Israel por causa de su fé. Y Boaz dijo a los ancianos y a todo el pueblo: «Vosotros sois hoy testigos de que tomo todas las cosas que fueron de Elimelekh, y todo lo que fué de Kilyon y de Machlon, de mano de Naomi. Y que también tomo por mi mujer a Ruth Moabita, mujer de Machlon, para suscitar el nombre del difunto sobre su heredad, para que el nombre del muerto no se borre de entre sus hermanos y de la puerta de su lugar. Vosotros sois hoy testigos»… Boaz pues tomó a Ruth, y ella fué su mujer; y luego que entró a ella, Adonay le dió que concibiese y diese a luz un hijo… y lo llamaron Oved: él es el padre de Yishai, padre de David. (Ruth 4:9-10,13,17) Esta mujer Moabita, cuyo carácter era a la vez amable y determinado, que era como Rahav nacida pagana pero reconocía al Dios de Israel como su Dios, y que era como Tamar, viuda sin hijos que reclamó sus derechos de tener descendencia, fué recompensada por el Señor, que añadió su nombre al linaje del Rey David. La Hija de Yiphtah No sabemos ni siquiera su nombre, pero ella es un emblema de total obediencia y sumisión, según sus pocas palabras que nos han sido transmitidas en el texto. Ella fué realmente una víctima de su tiempo, en en el cual el conocimiento del Señor se había perdido en Israel en un periodo de decadencia espiritual. Y estaba Yiphtah, Galaadita, hombre valiente, hijo de una prostituta… Huyendo pues Yiphtah a causa de sus hermanos, habitó en tierra de Tov; y juntáronse con él hombres ociosos, los cuales con él salían. Y aconteció que después de días los hijos de Ammón hicieron guerra contra Israel… Yiphtah hizo voto a HaShem, diciendo: Si entregares a los Ammonitas en mis manos, cualquiera que me saliere a recibir de las puertas de mi casa, cuando volviere de los Ammonitas en paz, será de HaShem, y le ofreceré en holocausto. Pasó pues Yiphtah a los hijos de Ammón para pelear contra ellos; y HaShem los entregó en su mano. (Jueces 11:1,3-4,30-32) Yiphtah era un marginal entre los Israelitas que vivían al este del Yarden, en la frontera con Ammón. En aquél tiempo, el pueblo había olvidado la Ley de su Dios y seguía los rituales paganos de sus vecinos, entre los cuales las deidades de Ammón y Moav (Jueces 10:6), adoptando sus prácticas de culto. Los Ammonitas y Moabitas acostumbraban sacrificara sus hijos a su ídolo, llamado Kemosh en Moav y Molekh en Ammón (Levítico 18:21; Números 21:29; 1Reyes 11:7,33; 2Reyes 23:10; Jeremías 32:35). En éste capítulo, ambos ídolos se identifican como el mismo, siendo llamado Kemosh (que era el nombre moabita) la deidad de Ammón (Jueces 11:24). Está claro en los versos mencionados que HaShem ha prohibido terminantemente imitar sus rituales y contaminarse con tales prácticas. Aunque Yiphtah demuestra tener conocimiento de la historia de su pueblo, parece no estar al corriente de la Ley de su Dios – él incluso reconoce a Kemosh como el dios que dió a los Ammonitas su tierra; aunque ésta puede ser sólo una declaración diplomática basada en lo que los Ammonitas creían. Como muchas personas sinceras que sirven a Dios aún cuando lo hacen en una manera errada, él puede haber adorado al Dios de Israel en buena fé pero no según Sus reglamentos. ¿Qué quiso decir, cuando dijo “cualquiera que me saliere a recibir de las puertas de mi casa, le ofreceré en holocausto”? ¿Pensaba quizás que algún animal habría salido de su casa, como generalmente hacen los perros cuando su patrón llega de un viaje? ¿O quizás un siervo? ¡Pero si los sacrificios humanos estaban prohibidos por el Señor! ¡Yiphtah tenía sólo una hija, y habría sido la persona más probable que lo saliera a recibir! Y volviendo Yiphtah a Mitzpah a su casa, he aquí que su hija le salió á recibir con adufes y danzas, y era la sola, la única suya; no tenía fuera de ella otro hijo ni hija. Y como él la vió, rompió sus vestidos diciendo: «¡Ay, hija mía! de verdad me has abatido, y tú eres de los que me afligen: porque yo he abierto mi boca a Adonay, y no podré retractarme». Ella entonces le respondió: «Padre mío, si has abierto tu boca a Adonay, haz de mí como salió de tu boca, pues que Adonay ha hecho venganza en tus enemigos los hijos de Ammón». Y tornó a decir a su padre: «Concérdeme esto: déjame por dos meses que vaya y descienda por los montes, y llore mi virginidad, yo y mis compañeras». El entonces dijo: «Ve». Y la dejó por dos meses. Y ella fué con sus compañeras, y lloró su virginidad por los montes. Pasados los dos meses volvió a su padre, e hizo de ella conforme a su voto que había hecho. Y ella nunca conoció varón. De aquí fué la costumbre en Israel que de año en año iban las doncellas de Israel a endechar a la hija de Yiphtah Galaadita, cuatro días en el año. (Jueces 11: 34-40) La virtud y ternura de ésta joven son únicas. Ella no discutió con su padre, sino que consideró que él debía ser fiel a su voto como algo más importante que su propia vida. Como Yitzhak que no resistió a Avraham cuando fué puesto sobre el altar para ser sacrificado – pero Avraham no había hecho un voto de propia iniciativa; sino que había sido mandado por el Señor, que no le permitió cumplir el sacrificio. La hija de Yiphtah se comportó como el siervo del Señor en Isaías 53:7, “como cordero fué llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca”. Ella sólo pidió de poder llorar su virginidad, porque no habría tenido el honor de la mujer, de dejar descendencia. Y fué sacrificada. Hay muchos que tratan de dar una interpretación revisionista, alegando que Yiphtah no la mató sino que la sacrificó a virginidad perpetua; pero si fuera así, ¿por qué motivo irían las hijas de Israel a lamentar cada año a una joven que permaneció virgen?... Estimada es en los ojos de HaShem la muerte de sus elegidos. ~ Salmo 116:15. Anterior Próxima
Abigail
Avigail Avigail es apreciada por su belleza y sabiduría, cualidades que ella mostró al salmista ungido rey de Israel. Y en Maón había un hombre que tenía su hacienda en el Carmelo, el cual era muy rico, que tenía tres mil ovejas y mil cabras. Y aconteció hallarse esquilando sus ovejas en el Carmelo. El nombre de aquel varón era Nabal, y el nombre de su mujer, Abigail. Y era aquella mujer de buen entendimiento y de buena gracia; mas el hombre era duro y de malos hechos; y era del linaje de Kalev. (1Samuel 25:2-3) Por qué una mujer bella e inteligente habría de casarse con un hombre indigno y necio, es un misterio que quizás sólo una mujer pueda explicar, y yo no lo soy… El contraste entre ella y su marido es destacado por el escritor en la introducción de la historia que la llevó a encontrar a David. Y oyó David en el desierto que Nabal esquilaba sus ovejas. Entonces envió David diez siervos, y les dijo: «Subid al Carmelo, e id a Nabal, y saludadle en mi nombre. Y decidle así: Que vivas y sea paz a ti, y paz áa tu familia, y paz a todo cuanto tienes. También supe que tienes esquiladores. Ahora, a los pastores tuyos que han estado con nosotros, nunca les hicimos fuerza, ni les faltó algo en todo el tiempo que han estado en el Carmelo. Pregunta a tus siervos, que ellos te lo dirán. Hallen por tanto estos siervos gracia en tus ojos, pues que venimos en buen día: ruégote que des lo que tuvieres a mano a tus siervos, y a tu hijo David». Y como llegaron los siervos de David, dijeron a Nabal todas estas palabras en nombre de David, y callaron. Y Nabal respondió a los siervos de David, y dijo: «¿Quién es David? ¿y quién es el hijo de Yishai? Muchos siervos hay hoy que se huyen de sus señores. ¿He de tomar yo ahora mi pan, mi agua, y mi víctima que he preparado para mis esquiladores, y la daré a hombres que no sé de dónde son?» Y tornándose los siervos de David, se volvieron por su camino, y vinieron y dijeron a David todas estas palabras. Entonces David dijo a sus hombres: «Cíñase cada uno su espada». Y ciñóse cada uno su espada; también David ciñó su espada; y subieron tras David como cuatrocientos hombres, y dejaron doscientos con el bagaje. (1Samuel 25:4-13) Este evento tuvo lugar en el periodo en el cual David era un fugitivo con su propio ejército, aún siendo el rey ungido por el Profeta Samuel, porque Shaul todavía reinaba. En sus andanzas a través del desierto de Yehudah, David pide hospitalidad a Nabal, porque sus soldados habían protegido a los hombres de Nabal en una ocasión anterior. Nabal hace muestra de su estupidez, no sólo negando lo que había pedido David, sino recalcando que David era un forajido que se apartó de su rey. Un campesino con algunos siervos osa desafiar a un comandante de seiscientos guerreros! Nabal firmó su propia sentencia de muerte. Y uno de los siervos dió aviso a Abigail mujer de Nabal, diciendo: «He aquí David envió mensajeros del desierto que saludasen a nuestro amo, y él los ha zaherido. Mas aquellos hombres nos han sido muy buenos, y nunca nos han hecho fuerza, ni ninguna cosa nos ha faltado en todo el tiempo que hemos conversado con ellos, mientras hemos estado en el campo: nos han sido por muro de día y de noche, todos los días que hemos estado con ellos apacentando las ovejas. Ahora pues, entiende y mira lo que has de hacer, porque el mal está del todo resuelto contra nuestro amo y contra toda su casa: pues él es un hombre tan malo, que no hay quien pueda hablarle». (1Samuel 25:14-17) La sabiduría de Avigail era reconocida por los siervos de Nabal. Éste joven, según los conceptos de la época, no debería haber ignorado la autoridad de su amo y contarle a su mujer lo que había sucedido, pero él sabía que ella era la única persona capaz de encontrar una solución al grave incidente causado por la idiotez de su amo. Aún cuando David había determinado la destrucción de toda la casa de Nabal y de sus propiedades, el siervo confiaba en que Avigail habría calmado la ira de David. Entonces Abigail tomó doscientos panes, y dos cueros de vino, y cinco ovejas guisadas, y cinco medidas de grano tostado, y cien hilos de uvas pasas, y doscientos panes de higos secos, y cargó todo en asnos; y dijo a sus siervos: «Id delante de mí, que yo os seguiré luego». Y no declaró nada a su marido Nabal. Y montándose sobre un asno descendió por una parte secreta del monte, y he aquí David y los suyos que venían frente a ella, y ella les fué al encuentro. Y David había dicho: «Ciertamente en vano he guardado todo lo que éste tiene en el desierto, sin que nada le haya faltado de todo cuanto es suyo; y él me ha vuelto mal por bien. Así haga Adonay, y así añada a los enemigos de David, que de aquí á mañana no tengo de dejar de todo lo que fuere suyo ni a un varón». Y como Abigail vió a David, descendió prestamente del asno, y postrándose delante de David sobre su rostro, se inclinó a tierra; y echándose a sus pies, dijo: «Señor mío, sobre mí sea el pecado; mas ruégote hable tu sierva en tus oídos, y oye las palabras de tu sierva. No ponga ahora mi señor su corazón en aquel hombre brusco, en Nabal; porque conforme a su nombre, así es. Él se llama Nabal, y la locura está con él; mas yo tu sierva no ví los siervos de mi señor, los cuales tú enviaste. Ahora pues, señor mío, vive HaShem y vive tu alma, que Adonay te ha impedido que vinieses a derramar sangre, y vengarte por tu propia mano. Sean pues como Nabal tus enemigos, y todos los que procuran mal contra mi señor. Y ahora esta bendición que tu sierva ha traído a mi señor, dése a los siervos que siguen a mi señor. Y yo te ruego que perdones a tu sierva esta ofensa; pues HaShem de cierto hará casa firme a mi señor, por cuanto mi señor hace las guerras de Adonay, y mal no se ha hallado en ti en tus días. Bien que alguien se haya levantado a perseguirte y atentar contra tu vida, con todo, el alma de mi señor será ligada en el haz de los que viven con HaShem, tu Elohim, y Él arrojará el alma de tus enemigos como de en medio de la palma de una honda. Y acontecerá que cuando HaShem hiciere con mi señor conforme a todo el bien que ha hablado de ti, y te mandare que seas príncipe sobre Israel, entonces, señor mío, no te será esto en tropiezo y turbación de corazón, el que hayas derramado sangre sin causa, o que mi señor se haya vengado por sí mismo. Guárdese pues mi señor, y cuando HaShem hiciere bien a mi señor, acuérdate de tu sierva». (1Samuel 25:18-31) Aquí encontramos una mujer que rompe todas las reglas conformistas que enseña la oficialidad religiosa: ella actúa de propia iniciativa, sin el permiso de su marido, y lleva a cabo una acción que es exactamente lo contrario de la voluntad de su marido. Ella usurpó su autoridad! Entonces, se presentó ante David con humildad, y tomó sobre sí la responsabilidad por “no haber visto a los mensajeros de David”… ¿Qué podría haber hecho contra la voluntad de su marido? ¿Habría dado una contraorden? Ésto no es todo, sino que se atrevió a calificar a su marido de necio! Su sabiduría espiritual se manifiesta en sus palabras, cortésmente diciendo a David que no era digno de él derramar sangre por venganza por su propia mano, porque era el combatiente por la causa de Dios, y es Dios que lo debe vengar. Ella incluso desea que sus enemigos sean necios como Nabal. Avigail recordó a David que había sido profetizado para él ser el Rey de Israel, y que debía reinar con limpia conciencia, no habiendo matado sin causa. Al final, ella le pide de recordarse de ella cuando él habrá recibido la bendición del Señor. Y dijo David a Abigail: «Bendito sea HaShem, el Dios de Israel, que te envió para que hoy me encontrases; y bendito sea tu razonamiento, y bendita tú, que me has estorbado hoy el ir a derramar sangre, y a vengarme por mi propia mano. Porque, vive HaShem, el Dios de Israel, que me ha defendido de hacerte mal, que si no te hubieras dado prisa en venirme al encuentro, de aquí a mañana no le quedara a Nabal un varón». Y recibió David de su mano lo que le había traído, y le dijo: «Sube en paz a tu casa, y mira que he oído tu voz, y he tenido respeto de tu persona». (1Samuel 25:32-35) La ira del valeroso guerrero fué calmada por el entendimiento de una mujer. El príncipe de Judá y de Israel hizo caso del consejo de esta mujer, y la alabó por su inteligencia. Le hizo saber que ella había apenas salvado la vida de todos los varones de la casa de Nabal – y a ella misma de ser tomada como parte del botín (aunque sabemos quién se la habría quedado para él…). Y Abigail vino a Nabal, y he aquí que él tenía banquete en su casa como banquete de rey; y el corazón de Nabal estaba alegre en él, y estaba muy borracho; por lo que ella no le declaró poco ni mucho, hasta que vino el día siguiente. Pero a la mañana, cuando el vino había salido de Nabal, le refirió su mujer estas cosas; y se le amorteció el corazón, y se quedó como piedra. Y pasados diez días Adonay hirió a Nabal, y murió. Y cuando David oyó que Nabal era muerto, dijo: «Bendito sea HaShem, que juzgó la causa de mi afrenta recibida de la mano de Nabal, y ha preservado del mal a Su siervo; y HaShem ha tornado la maldad de Nabal sobre su propia cabeza». Después envió David a hablar a Abigail, para tomarla por su mujer. Y los siervos de David vinieron a Abigail en el Carmelo, y hablaron con ella, diciendo: «David nos ha enviado a ti, para tomarte por su mujer». Y ella se levantó, e inclinó su rostro a tierra, diciendo: «He aquí tu sierva, para que sea sierva que lave los pies de los siervos de mi señor». Y levantándose luego Abigail con cinco mozas que la seguían, montóse en un asno, y siguió los mensajeros de David, y fué su mujer. (1Samuel 25:36-42) Avigail, la mujer desobediente, fué liberada de su marido, que fué castigado por su mal comportamiento hacia David. Habiendo oído la noticia, David se recuerda del consejo que ella le dió, bendiciendo a Dios por haberle impedido de tomar venganza. La mujer le dejó tal impresión, que la quiso como esposa – él de hecho “se recordó” de ella como ella le había pedido, aún antes de que el Señor le hubiese dado el reino! Avigail era una mujer determinada que sabía lo que tenía que hacer, a pesar de las reglas sociales que requerían sumisión al marido, y fué valiente como para presentarse ella misma ante el jefe de seiscientos guerreros para persuadirlo a renunciar a su contraofensiva, hablándole con sabiduría y dulzura. Ella no fué culpada por haber transgredido las reglas, sino recompensada, pasando a ser la mujer (una de ellas) del Rey. Batsheva Batsheva es generalmente considerada juntamente con David culpable por su falta. No obstante, las Escrituras no le atribuyen ningún pecado, sino sólo a David. Batsheva no era sólo una hermosa mujer, sino también fiel y entendida. Y aconteció a la vuelta de un año, en el tiempo que salen los reyes a la guerra, que David envió a Yoav, y a sus siervos con él, y a todo Israel; y destruyeron a los Ammonitas, y pusieron cerco a Rabba; mas David se quedó en Yerushalayim. (2Samuel 11:1) ¿Qué estaba haciendo David en su palacio, cuando todo su pueblo estaba en la guerra, y era su deber estar en el campo de batalla? Este no era el comportamiento típico del valeroso guerrero que él era! El gran combatiente que era alabado por su valor, siempre a la cabeza de ejércitos invencibles… Éste fué su primer error, que lo llevó a los siguientes. Él se quedó en casa, no porque se estuviera poniendo viejo y no fuera más hábil para la batalla, porque él aún combatió después de este evento y tuvo aún muchos hijos – por lo menos cinco con Batsheva (incluyendo el primogénito que murió, pues 1Crónicas 3:5 menciona cuatro) más aquellos de sus concubinas y de otras mujeres. Su fuerza no había disminuído. Él simplemente se concedió un poco de relax; ya había conquistado todo lo que había por conquistar, y Rabbah era una ciudad fácil de tomar y su presencia no era indispensable. Este evento debe haber ocurrido no más tarde de la mitad de su reinado, porque Shlomo era ya suficientemente adulto para ser rey cuando David murió. Así podemos suponer que David no debía tener más de cincuenta años. Y sucedió que levantándose David de su cama a la hora de la tarde, paseábase por el terrado de la casa real, cuando vió desde el terrado una mujer que se estaba lavando, la cual era muy hermosa. (2Samuel 11:2) Entonces, no teniendo nada que hacer, él subió a la terraza de su casa para contemplar la belleza del área circunstante... No sabemos cuánto estaba lejos Batsheva de la casa del rey, pero los hombres, y más uno como David, podemos reconocer que una mujer es hermosa desde un punto distante – aún cuando ya está oscureciendo. Generalmente se cree que ella se estuviese bañando en el patio de su casa: ésto es muy improbable – ¿No habría David notado una tan encantadora vecina ya antes? ¿No habría sabido que era la mujer de su leal soldado? Él ciertamente lo habría sabido si ella hubiese vivido cerca de su palacio. Por lo tanto, ella debía estar bañándose en una fuente natural lo suficientemente profunda como para una inmersión, y debía ir hasta allí desde su casa con tal propósito. Ella probablemente debía ir hasta esa fuente no justamente para “lavarse”, lo que podía hacer en su casa sin el riesgo de ser vista, sino para limpiarse de impureza ritual (v. 4). Éste es un precepto de la Torah llamado mikveh, que requiere que la mujer se sumerja completamente desnuda en mayim hayim, o sea, agua corriente, para ser purificada. Si ella no tenía una piscina adecuada en su casa (que debía ser llenada con agua corriente), debía encontrar otro lugar. Ella no estaba haciéndose ver, ni lo estaba tentando, sino que estaba cumpliendo con un acto debido y obedeciendo a la Ley de Dios! También lo estaba haciendo al anochecer, quizás después de la puesta del sol, para reducir la posibilidad de ser vista. No se nos dice que estuviera sola, probablemente llevaba a una amiga que vigilase. Por otra parte, David tenía derecho a mirarla mientras él creyese que ella era libre – no es un pecado admirar la belleza de una mujer, es algo natural, lo que es pecaminoso es maquinar pensamientos lujuriosos. Y envió David a preguntar por aquella mujer, y dijéronle: Aquella es Bath-sheba, hija de Eliam, mujer de Uriyah Hetheo. Y envió David mensajeros, y la tomó; y ella vino a él, él se acostó con ella. Purificóse luego ella de su impureza, y se volvió a su casa. (2Samuel 11:3-4) Una vez que él fué informado sobre su identidad, que ella era la mujer de su leal soldado, no impidió a su mente de ir más allá... Ella no lo había provocado! Era él que no debía codiciar a una mujer casada, sino olvidarla. En cambio, él ordenó que se la trajeran. Tampoco en éste caso podemos culpar a Batsheva: él no le mandó una invitación a venir, si ella habría tenido el placer de pasar la noche con él, sino que mandó a sus mensajeros a traerla a su presencia. ¿Habría ella desobedecido a la orden del rey? Una vez que ella entendió sus intenciones, ¿podía ella hablar sin el permiso del rey, y objetar sobre lo que él pensaba hacer? Quizás ella no tenía el carácter audaz de Avigail, pero también se encontró en una situación difícil de controlar, y su comportamiento fué correcto – ella no podía oponer resistencia. David era el hombre según el corazón de Dios, pero era un hombre, de todos modos. Él tenía poder, y también debilidad en sus deseos. En este momento, él no era capaz de ser fiel a la Ley de Dios como acostumbraba, y fué superado por sus pasiones. Su falta no fué sólo que cometió adulterio, sino que tampoco tuvo en cuenta que ella se estaba purificando porque estaba en su periodo, y no era permitido a un hombre tener relaciones sexuales con una mujer durante su ciclo (Levítico 20:18). Y concibió la mujer, y envió a hacerlo saber a David, diciendo: «Yo estoy encinta». Entonces David envió a decir a Yoav: «Envíame a Uriyah Hetheo». Y Yoav mandó Uriyah a David. Y como Uriyah vino a él, preguntóle David por la salud de Yoav, y por la salud del pueblo, y asimismo de la guerra. Después dijo David a Uriyah: «Desciende a tu casa, y lava tus pies». Y saliendo Uriyah de casa del rey, vino tras de él comida real. Mas Uriyah durmió a la puerta de la casa del rey con todos los siervos de su señor, y no descendió a su casa. E hicieron saber esto a David, diciendo: «Uriyah no ha descendido a su casa». Y dijo David a Uriyah: «¿No has venido de camino? ¿por qué pues no descendiste a tu casa?» Y Uriyah respondió a David, «El arca, e Israel y Judá, están debajo de tiendas; y mi señor Yoav, y los siervos de mi señor sobre el campo: ¿y había yo de entrar en mi casa para comer y beber, y a dormir con mi mujer? Por vida tuya, y por vida de tu alma, que yo no haré tal cosa». (2Samuel 11:5-11) Cuando David vino a saber que su aventura con Batsheva habría sido descubierta, él tramó un plan para mantenerla secreta. Era por su honor, mas bien que por el de ella, pues él era el rey y Uriyah uno de sus mejores guerreros. Él no podía perder la dignidad; cuando era su deber estar en el campo de batalla, en cambio se estaba divirtiendo con la mujer de su soldado. Entonces llamó a Uriyah y expresamente le mandó a “ir a su casa a lavar sus pies” – no le estaba diciendo de ir a refrescarse y descansar, sino que ya hemos visto que el término pies es usado como un eufemismo: David manda a Uriyah a tener relaciones sexuales con su mujer. Sin embargo, Uriyah, el Hitita, uno como Rahav y Ruth que se unió a Israel siendo nacido entre los paganos, probó su lealtad hacia su rey y hacia Dios, y permaneció con los siervos en el palacio del rey. El plan de David falló. Ya sabemos cómo terminó ésta historia. Y oyendo la mujer de Uriyah que su marido Uriyah era muerto, hizo duelo por su marido. Y pasado el luto, envió David y recogióla en su casa; y fué ella su mujer, y le dió a luz un hijo. Mas esto que David había hecho, fué desagradable a los ojos de HaShem. (2Samuel 11:26-27) No era la intención de Batsheva llegar a ser reina. Fué la falta de David, que llegó a desearla tanto como para olvidar la Ley de Adonay, su unción, sus victorias y todas las cosas con las que había sido bendecido por haber sido un hombre según el corazón de Dios. David se arrepintió amargamente por el mal que había hecho, y se reconoció culpable delante del Señor, y encontramos la expresión poética de su arrepentimiento en las palabras del Salmo 51, del cual leemos algunos pasajes: Ten misericordia de mí, oh Elohim, conforme a tu benignidad: Conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones. Lávame más y más de mi maldad, y límpiame de mi pecado. Porque yo reconozco mis rebeliones; y mi pecado está siempre delante de mí. Contra ti, contra ti solo he pecado, y he hecho lo malo delante de tus ojos; Porque seas reconocido justo en tu palabra, y tenido por puro en tu juicio. Crea en mí, oh Elohim, un corazón limpio; y renueva un espíritu recto dentro de mí. No me eches de delante de ti; y no quites de mí tu santo Espíritu. Porque no quieres tú sacrificio, que yo daría; No quieres holocausto. Los sacrificios de Elohim son el espíritu quebrantado. Al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Elohim. A pesar de la injusticia por la cual Batsheva llegó a ser la mujer del rey, ella fué recompensada en su vida: tuvo un marido fiel que perdió, pero después fué la reina de Israel, y madre del Rey Shlomoh, el heredero del trono de David. Tamar, la Hija de David El Rey David tenía una hermosa hija, cuyo nombre era Tamar. Ella también fué víctima de abuso como lo había sido su antecesora Tamar, y también en su caso se trató de incesto – aunque en una manera muy diferente. La humillación de Tamar no fué un incidente aislado, sino una consecuencia directa del mal comportamiento de David con Batsheva y el marido de ella. Y sucedió después de esto, que teniendo Avshalom hijo de David una hermana hermosa que se llamaba Thamar, enamoróse de ella Amnón hijo de David. Y estaba Amnón angustiado hasta enfermar, por Thamar su hermana; porque por ser ella virgen, parecía a Amnón que sería cosa dificultosa hacerle algo. (2Samuel 13:1-2) Como ya sabemos, el Rey David tenía muchas mujeres. Amnón era su primogénito, de Achinoam Yizreelita (2Samuel 3:2; 1Crónicas 3:1), y legalmente era el heredero al trono. Avshalom y Tamar eran sus hijos y de una princesa Aramea, muy probablemente dada a David como “garantía” de lealtad por parte de su padre, a cambio de poder mantener su reino – como usaban hacer los reyes para sellar una alianza, el rey más fuerte tomaba una hija de su vasallo para asegurarse su perpetua lealtad. Deducimos que ellos eran aún muy jóvenes, pues no parece que Amnón fuese casado – ésta es otra prueba de que la aventura de David con Batsheva sucedió durante la primera mitad de su reinado. El casamiento entre Amnón y su media-hermana estaba prohibido por la Ley Mosaica, por lo tanto él sabía que habría sido difícil para él obtenerla como mujer incluso a través de un pedido formal. Que él “la amaba” es un eufemismo; en realidad, Amnón sólo la deseaba sexualmente, como es claramente visible en su comportaamiento hacia ella. Él se enfermó de amor, es decir, tenía un metejón con ella. Y Amnón tenía un amigo que se llamaba Yehonadav, hijo de Sima, hermano de David; y era Yehonadav hombre muy astuto. Y éste le dijo: «Hijo del rey, ¿por qué de día en día vas así enflaqueciendo? ¿no me lo descubrirás á mí?» Y Amnón le respondió: «Yo amo a Thamar la hermana de Avshalom mi hermano». (2Samuel 13:3-4) Amnón parece un niño mimado, que actúa como un adolescente, y que piensa como un adolescente. Su definición de amor es la de una persona inmadura. Hay una gran diferencia entre amar con un amor genuino, que viene del espíritu, y enamorarse, que proviene de la pasión y el deseo. Él no puede admitir que Tamar es su hermana, sino sólo la “hermana de Avshalom” – aunque Avshalom es su hermano. En la mente de Amnón, Avshalom es el hijo de su padre, pero Tamar es la hija de la madre de Avshalom. Acostóse pues Amnón, y fingió que estaba enfermo, y vino el rey a visitarle, y dijo Amnón al rey: «Yo te ruego que venga mi hermana Thamar, y haga delante de mí dos hojuelas, que coma yo de su mano». Y David envió a Thamar a su casa, diciendo: «Ve ahora a casa de Amnón tu hermano, y hazle de comer». Y fué Thamar a casa de su hermano Amnón, el cual estaba acostado; y tomó harina, y amasó e hizo hojuelas delante de él, y aderezólas. Tomó luego la sartén, y sacólas delante de él, mas él no quiso comer. Y dijo Amnón: «Echad fuera de aquí a todos». Y todos se salieron de allí. Entonces Amnón dijo a Thamar: «Trae la comida á la alcoba, para que yo coma de tu mano». Y tomando Thamar las hojuelas que había aderezado, las llevó a su hermano Amnón a la alcoba. Y como ella se las puso delante para que comiese, él trabó de ella, diciéndole: «Ven, hermana mía, acuéstate conmigo». Ella entonces le respondió: «No, hermano mío, no me hagas fuerza; porque no se ha de hacer así en Israel. No hagas tal locura. Porque, ¿dónde iría yo con mi deshonra? Y aun tú serías estimado como uno de los necios en Israel. Ruégote pues ahora que hables al rey, que no me negará a ti». (2Samuel 13:6-13) Amnón llevó a cabo su plan, como le había sugerido su astuto primo (la misma persona que después anunciaría la muerte de Amnón al Rey – v. 32-33). No obstante, Amnón logró involucrar a David, al menos en obtener su permiso para que Tamar viniese a su casa. Se podría suponer que David debía haber entendido las intenciones de Amnón, o por lo menos sus sentimientos hacia su hermana, en base a las palabras usadas en el texto para la expresión “haga delante de mí dos hojuelas”: los términos hebreos usados aquí para “hacer” y “hojuelas” están ambos relacionados con la palabra “corazón” (lev), significando lo siguiente: el verbo lavav propiamente quiere decir “estar dentro”, por implicación “abrir el corazón”, o sea, “transportado por el amor”, y también significa “hacer hojuelas”; luego el término lavyivot, plural de lavyivah, en su sentido original es grosura, luego “torta frita”. Por lo tanto, aparece implícito que Amnón pidió específicamente un tipo de “tortas de amor” como medicina para su enfermedad. David no parece muy interesado en los sentimientos de sus hijos, de otra manera habría notado que el deseo de Amnón por Tamar era algo más que amor fraternal. Estaba muy ocupado con los asuntos del Reino y con sus muchas mujeres para ocuparse también de sus numerosos hijos. Y David mandó a su hija a la casa de Amnón, para que le cocinase como él había pedido. Después que ella hizo las tortas para su hermano, sus intenciones se manifestaron – ¿No había ella entendido, siendo mujer, qué es lo que él quería de ella cuando mandó a salir a todos para quedarse solo con ella, y pretendió comer de su mano en la alcoba? Quizás consideró esto como natural entre un hermano y una hermana, sin implicaciones lascivas… Quizás ella era muy ingenua. Probablemente Amnón era tan malcriado que ni su padre, dando por hecho que un hombre puede entender los sentimientos de otro hombre, ni su hermana, que siendo mujer puede intuír las intenciones de un hombre, sospecharon nada. Seguramente Amnón ya era tratado como el sucesor a la corona, y todo deseo suyo era cumplido sin preguntarle nada. Cuando Tamar se dió cuenta cuál era la “enfermedad” de Amnón, ella cortésmente se negó. Le habló con ternura, pero haciendo notar que era algo infame delante del Señor, con consecuencias negativas para ambos, ella y Amnón mismo. Tamar apeló a la Ley, “no se ha de hacer así en Israel” y definió un hecho tal una “locura” (n’valah); apeló al orgullo de Amnón que habría sido considerado “como uno de los necios” (naval), términos que en hebreo implican maldad, villanía, además de necedad; y también a su misericordia, porque ella habría sido deshonrada, avergonzada. Ella también le ofreció una posibilidad, diciéndole que se habría casado con él si él hacía las cosas bien, pidiéndola a David como esposa. Podemos deducir que ella dijo ésto en su desesperación, sabiendo que no era permitido por la Ley – una vez que las intenciones de Amnón hubieran sido conocidas, él habría perdido toda posibilidad. Mas él no la quiso oir; antes pudiendo más que ella la forzó, y echóse con ella. Aborrecióla luego Amnón de tan grande aborrecimiento, que el odio con que la odió fué mayor que el amor con que la había amado. Y le dijo Amnón: «Levántate y vete». Y ella le respondió: «No es razón; mayor mal es éste de echarme, que el que me has hecho». Mas él no la quiso oir. Antes llamando su criado que le servía dijo: «Echame ésta allá fuera, y tras ella cierra la puerta». (2Samuel 13:14-17) Amnón estaba obsesionado, y la violó. Es evidente qué tipo de “amor” él sentía por ella, que la odió después de haberla humillado sexualmente. Eso no era amor, sino pura lascivia. Aquí no estamos interesados en los aspectos psicológicos del comportamiento de Amnón, por qué la odió más de cuanto la había deseado, porque nos interesa Tamar; por lo tanto no trataremos las posibles razones de esta reacción. Ella fué ofendida en su honor y herida en sus más profundos sentimientos – porque no pudo resistirlo por no tener la fuerza física. Por lo menos, él podría haber cumplido con su deber como hombre (aunque es indigno de ser llamado hombre) y debía tomarla como esposa; pero en cambio la echó. Ella era una princesa, y era destinada a ser dada como esposa a un príncipe, o a un hombre honorable; pero en la antigua sociedad israelita era muy difícil para una mujer poder casarse si no era virgen – a menos que fuese viuda. Por este motivo ella le dijo que esta segunda maldad era peor que la primera. Quisiéramos pensar que, siendo inocente, ella haya encontrado un buen marido que la haya aceptado, pero no sabemos más nada de su vida. Según las Escrituras, ella quedó desconsolada, lo que nos dá a entender que éste fué su estado definitivo. La palabra hebrea usada aquí es shamem, la misma que encontramos en Isaías 54:1, y conlleva el sentido de devastada, desolada, desierta. Y tenía ella sobre sí una ropa de colores, traje que las hijas vírgenes de los reyes vestían. La echó pues fuera el criado de Amnón, y cerró la puerta tras ella. Entonces Thamar tomó ceniza, y se la esparció sobre su cabeza, y rasgó su ropa de colores de que estaba vestida, y puestas sus manos sobre su cabeza,se fué gritando. Y su hermano Avshalom le dijo: «¿Ha estado contigo tu hermano Amnón? Pues calla ahora, hermana mía; tu hermano es; no pongas tu corazón en este asunto». Y se quedó Thamar desconsolada en casa de Avshalom su hermano. Y cuando el rey David oyó todo esto, fué muy enojado. (2Samuel 13:18-21) Tamar tuvo un correspondiente masculino en la historia, que fué también una víctima inocente como ella: Yosef. ·Ambos tenían una ropa de varios colores como signo de privilegios especiales: “Y tenía ella sobre sí una ropa de colores, traje que las hijas vírgenes de los reyes vestían”; “ Y amaba Israel a Yosef más que a todos sus hijos, porque le había tenido en su vejez; y le hizo una ropa de diversos colores” (Génesis 37:3); ·Ambos fueron traicionados por sus hermanos – Tamar por uno, Yosef por todos. Después de ésto, sus trajes de colores ya no se podían usar: “[Ella] rasgó su ropa de colores de que estaba vestida”; “Ellos quitaron a Yosef su ropa, la ropa de colores que tenía sobre sí… Entonces tomaron ellos la ropa de Yosef, y degollaron un cabrito de las cabras, y tiñeron la ropa con la sangre” (Génesis 37:23,31); ·Ambos fueron invitados con las mismas palabras, “acuéstate conmigo”, y su rechazo les trajo malas consecuencias: “Él trabó de ella, diciéndole: «Ven, hermana mía, acuéstate conmigo»”; “Y asiólo ella por su ropa, diciendo: «Acuéstate conmigo!»” (Génesis 39:12). Parece que la única persona que realmente había entendido todo desde el principio era Avshalom, porque cuando vió a su hermana, él le preguntó “¿Ha estado contigo tu hermano Amnón?”. Ya sabemos cómo terminó esta historia, que Avshalom se comportó como un verdadero hombre y vengó a su hermana, matando al vil Amnón. Cuando David supo lo que había pasado “fué muy enojado”, pero no se nos dice si hizo algo para castigar a Amnón. Probablemente dejó este asunto en manos del Señor, pues nadie mejor que él sabía que Elohim no dejaría a nadie sin su castigo. Pero Avshalom consideró la inacción de David como injusticia, de hecho, es de esto que acusó a su padre cuando se rebeló contra él: “Y levantábase Avshalom de mañana, y se ponía a un lado del camino de la puerta; y a cualquiera que tenía pleito y venía al rey a juicio, Avshalom le llamaba a sí, y le decía: ¿De qué ciudad eres? Y él respondía: Tu siervo es de una de las tribus de Israel. Entonces Avshalom le decía: Mira, tus palabras son buenas y justas: mas no tienes quien te oiga por el rey. Y decía Avshalom: ¡Quién me pusiera por juez en la tierra, para que viniesen a mí todos los que tienen pleito o negocio, que yo les haría justicia! Y acontecía que, cuando alguno se llegaba para inclinarse a él, él extendía su mano, y lo tomaba, y lo besaba. Y de esta manera hacía con todo Israel que venía al rey a juicio: y así robaba Avshalom el corazón de los de Israel” (2Samuel 15:2-6). Avshalom tuvo una hermosa hija, a la cual llamó como su hermana, Tamar (2Samuel 14:27). La Mujer Noble de Shunem Esta es otra mujer cuyo nombre no es mencionado, aunque era una persona importante en su ciudad. Ella vivió en un periodo muy duro para Israel, gobernado por monarcas inicuos que se habían apartado de la Ley – el Reino de Israel se había separado de Jerusalem y del Templo, y la autoridad de Elohim era representada por Su Profeta. Shunem era una pequeña ciudad en el territorio de la Tribu de Yissakhar, en Galilea, de donde también Avishag era nativa (1Reyes 1:3). Y aconteció también que un día pasaba Eliseo por Shunem; y había allí una mujer principal, la cual le invitó a que comiese del pan: y cuando por allí pasaba, venía a su casa a comer del pan. Y ella dijo a su marido: «He aquí ahora, yo entiendo que éste que siempre pasa por nuestra casa, es santo varón de Elohim. Yo te ruego que hagas una pequeña cámara de paredes, y pongamos en ella cama, y mesa, y silla, y candelero, para que cuando viniere a nosotros, se recoja en ella». Y aconteció que un día vino él por allí, y recogióse en aquella cámara, y durmió en ella. Entonces dijo a Gehazi su siervo: «Llama a esta Sunamita». Y como él la llamó, vino ella delante de él. Y dijo él a Gehazi: «Dile: He aquí tú has estado solícita por nosotros con todo este esmero: ¿qué quieres que haga por ti? ¿has menester que hable por ti al rey, o al general del ejército?» Y ella respondió: «Yo habito en medio de mi pueblo». (2Reyes 4:8-13) Esta mujer es llamada “importante”, significando que ella pertenecía a la nobleza de su país. Parece ser que el Profeta Elisha no se identificaba a sí mismo mientras viajaba, y no era tan notorio como el Profeta Eliyahu, que era rápidamente reconocido por su aspecto extravagante. Ésta mujer tenía conocimiento espiritual – ese tipo de conocimiento que es exclusivo de las mujeres – por el cual ella entendió que Elisha era un santo varón. Ella creía en el verdadero Dios en un Reino que ya no Lo adoraba más desde su separación de Judah, y ella consideraba que era una bendición para su casa dar hospitalidad a éste hombre de Dios itinerante y a su siervo. El Profeta quiso expresarle su agradecimiento, y la preguntó si ella habría querido algún puesto de honor entre las autoridades. Su respuesta fué la de una verdadera mujer de la nobleza: ella no quería gloria, sino vivir en medio de su pueblo – al cual ella probablemente sostenía también economicamente, siendo una persona tan generosa. Y él dijo: «¿Qué pues haremos por ella?» Y Gehazi respondió: «He aquí ella no tiene hijo, y su marido es viejo». Dijo entonces: «Llámala». Y él la llamó, y ella se paró a la puerta. Y él le dijo: «A este tiempo según el tiempo de la vida, abrazarás un hijo». Y ella dijo: «No, señor mío, varón de Elohim, no hagas burla de tu sierva». Mas la mujer concibió, y dió a luz un hijo en aquel tiempo que Eliseo le había dicho, según el tiempo de la vida. (2Reyes 4:14-17) No la podemos culpar por su incredulidad; también su antecesora Sarah se rió cuando Elohim le anunció el nacimiento de Yitzhak. No tener hijos en el antiguo Israel era un problema muy serio, y para una mujer estéril era increíble poder llegar a ser madre, aún cuando le fuese dicho por un Profeta. Ella probablemente era aún joven, pero aparentemente se casó con un hombre mucho mayor que ella, pues el siervo recalcó la edad del marido. Y como el niño fué grande, aconteció que un día salió con su padre, a los segadores. Y dijo a su padre: «Mi cabeza, mi cabeza!» Y él dijo a un siervo: «Llévalo a su madre». Y habiéndole él tomado, y traído a su madre, estuvo sentado sobre sus rodillas hasta medio día, y murió. Ella entonces subió, y lo puso sobre la cama del varón de Elohim, y cerrándole la puerta, salió. Llamando luego a su marido, le dijo: «Te ruego que envíes conmigo a alguno de los criados y una de las asnas, para que yo vaya corriendo al varón de Elohim, y vuelva». Y él dijo: «¿Para qué has de ir a él hoy? No es nueva luna, ni Shabbat». Y ella respondió: «Shalom». Después hizo ensillar un asna, y dijo al mozo: «Guía y anda; y no me hagas detener para que suba, sino cuando yo te lo dijere». Partió pues, y vino al varón de Elohim al monte del Carmelo. Y cuando el varón de Elohim la vió de lejos, dijo a su siervoo Gehazi: «He aquí la Sunamita. Ve ahora corriendo a recibirla, y dile: ¿Tienes paz? ¿y tu marido, y tu hijo?» Y ella dijo: «Shalom». Y luego que llegó al varón de Elohim en el monte, asió de sus pies. Y llegóse Gehazi para quitarla; mas el varón de Elohim le dijo: «Déjala, porque su alma está en amargura, y Adonay me ha encubierto el motivo, y no me lo ha revelado». Y ella dijo: «¿Pedí yo hijo a mi señor? ¿No dije yo, que no me burlases?» Entonces dijo él a Gehazi: «Ciñe tus lomos, y toma mi bordón en tu mano, y ve; y si alguno te encontrare, no lo saludes; y si alguno te saludare, no le respondas: y pondrás mi bordón sobre el rostro del niño». Y dijo la madre del niño: «Vive HaShem, y vive tu alma, que no te dejaré». El entonces se levantó, y la siguió. (2Reyes 4:18-30) Su hijo aparentemente murió por una insolación. El hijo que ella tanto había deseado pero que no pidió en cambio de su hospitalidad: «¿Pedí yo hijo a mi señor? ¿No dije yo, que no me burlases?». Puede parecer un reproche, pero de hecho ésta vez sí era un pedido, como si hubiese dicho: “Tú me has concedido de tener un hijo, ahora deberás proveer para que este milagro no haya sido en vano”; era una declaración de fé mas bien que un reproche. De hecho, cuando su hijo murió, ella no lo preparó para un funeral, sino para una resurrección. Ella sabía perfectamente lo que estaba haciendo: ésta mujer seguramente había oído acerca del Profeta Eliyahu, a quien sucedió Elisha, y de su milagro cuando era huésped de la viuda de Tzarefat: “Después de estas cosas aconteció que cayó enfermo el hijo del ama de la casa, y la enfermedad fué tan grave, que no quedó en él resuello. Y ella dijo a Elías: «¿Qué tengo yo contigo, varón de Elohim? ¿has venido a mí para traer en memoria mis iniquidades, y para hacerme morir mi hijo?» Y él le dijo: «Dame acá tu hijo». Entonces él lo tomó de su regazo, y lo llevó a la cámara donde él estaba, y lo puso sobre su cama. Y clamando a HaShem, dijo: «Adonay mi Elohim, ¿aun a la viuda en cuya casa yo estoy hospedado has afligido, matándole su hijo?» Y midióse sobre el niño tres veces, y clamó a HaShem, y dijo: «Adonay mi Elohim, te ruego que vuelva el alma de este niño a su cuerpo». Y Adonay oyó la voz de Elías, y el alma del niño volvió a su cuerpo, y revivió. Tomando luego Elías al niño, lo trajo de la cámara a la casa, y lo dió a su madre, y le dijo Elías: «Mira, tu hijo vive». (1Reyes 17:17-23) La mujer Sunamita quería que Elisha hiciera la misma cosa, porque ella tenía fé. Ella había puesto al hijo en la cama del Profeta, como había hecho Eliyahu cuando era huésped en casa de otra mujer. Así como Eliyahu había hecho que no faltase aceite de la vasija de la viuda (1Reyes 17:16), y Elisha había repetido ese milagro en casa de otra viuda justo antes de encontrar a la Sunamita (2Reyes 4:2-6), ella sabía que él podía devolverle asu hijo como había hecho Eliyahu. Y ella siempre decía: “shalom”. Era determinada, nadie debía saber nada excepto el Profeta, y sólo cuando estuvo en su presencia, ella habló. De la misma manera que había entendido desde el principio que Elisha era el Profeta de Elohim, ella supo que era sólo él que debía ser informado. Elisha le dió instrucciones sobre lo que debía hacer, pero ella no aceptó. Ella requería la presencia del Profeta. No era falta de fé – ella viajó hasta el monte Carmelo dejando a su hijo muerto en casa, y nadie haría eso si no tuviera fé. Ella quería que Elisha hiciese exactamente como había hecho Eliyahu. E insistió como su ancestro Yakov: “No te dejaré, si no me bendices” (Génesis 32:26). Y habló Eliseo a aquella mujer a cuyo hijo había hecho vivir, diciendo: «Levántate, vete tú y toda tu casa a vivir donde pudieres; porque Adonay ha llamado el hambre, la cual vendrá también sobre la tierra siete años». Entonces la mujer se levantó, e hizo como el varón de Elohim le dijo; y partió ella con su familia, y vivió en tierra de los Filisteos siete años. Y como fueron pasados los siete años, la mujer volvió de la tierra de los Filisteos; y después salió para reclamar al rey por su casa, y por sus tierras. Y había el rey hablado con Gehazi, siervo del varón de Elohim, diciéndole: «Te ruego que me cuentes todas las maravillas que ha hecho Eliseo». Y contando él al rey cómo había hecho vivir a un muerto, he aquí la mujer, a cuyo hijo había hecho vivir, que reclamaba al rey por su casa y por sus tierras. Entonces dijo Gehazi: «Rey señor mío, esta es la mujer, y este es su hijo, al cual Eliseo hizo vivir». Y preguntando el rey a la mujer, ella se lo contó. Entonces el rey le dió un eunuco, diciéndole: «Hazle volver todas las cosas que eran suyas, y todos los frutos de la tierras desde el día que dejó el país hasta ahora». (2Reyes 8:1-6) Esta mujer noble de Shunem adquirió una consideración privilegiada por el Profeta, que le advirtió de refugiarse en otro país por causa de la inminente carestía. Y ella creyó al Profeta e hizo com él le dijo, y no perdió nada: al contrario, incluso un mal rey como Yehoram le devolvió no sólo sus posesiones, sino también lo que éstas habían producido durante los siete años que ella estuvo en el extranjero. Anterior Próxima
La mujer en la era mesianica
La Mujer en la Era Mesiánica Porque HaShem ha creado algo nuevo en la tierra: la mujer rodeará al hombre. (Jeremías 31:22) Esta declaración es de gran importancia. Según los diferentes niveles de interpretación, en un contexto escritural entendemos que se refiere claramente a la completa restauración de todo Israel en la Era Mesiánica, pero también tiene un significado literal que concierne al restablecimiento del plan original para la humanidad. Para presentar una exégesis más exacta de este pasaje, necesitamos dar una traducción literal del texto hebreo: Porque HaShem ha creado algo nuevo en la tierra: la hembra rodeará [cercará/sitiará] al hombre fuerte. El término usado por el Profeta que es traducido en la mayoría de las versiones de la Biblia como “mujer” no es la palabra más usual “ishah”, en oposición a “ish”, hombre, sino “neqevah”, que significa simplemente “hembra”, denotando sexo femenino con las características naturales de la feminidad. De la misma manera, el término traducido “hombre” no es “ish” sino “gibor”, que es un hombre fuerte, un guerrero, un combatiente. En el principio de este estudio hemos presentado a la primera mujer en su condición original de perfecta igualdad con el hombre, según el diseño del Creador. Luego, hemos mencionado la guerra como una de las principales causas de la sumisión de la mujer a través de la historia y su necesidad de protección, la cual era responsabilidad de su marido. El contexto en el cual esta declaración “la mujer rodeará al hombre” es el de una sociedad pacífica, en la cual ya no tiene lugar la guerra: la Era Mesiánica, cuando las armas serán transformadas en herramientas de trabajo. “Juzgará entre las naciones, y hará decisiones por muchos pueblos. Forjarán sus espadas en rejas de arado, y sus lanzas en podaderas. No alzará espada nación contra nación, ni se adiestrarán más para la guerra” (Isaías 2:4) “Él juzgará entre muchos pueblos, y enjuiciará a naciones poderosas y lejanas; entonces forjarán sus espadas en rejas de arado y sus lanzas en podaderas. No alzará espada nación contra nación, ni se adiestrarán más para la guerra” (Miqueas 4:3) Entonces, habiendo sido abolida para siempre la guerra, ya no habrá necesidad de guerreros, y la mujer podrá ocupar de nuevo su lugar. La Era Mesiánica es la restauración final del orden original, en el cual se establecerán la armonía, la igualdad y la justicia. Consideremos brevemente el significado de este pasaje en su contexto apropiado, que se refiere a la restauración de Israel, que es frecuentemente personificado por una joven mujer –como la novia en el Cantar de los Cantares, o también la esposa o la hija en los Profetas–. Aquí este anuncio está precedido por un llamado al arrepentimiento: ¿Hasta cuándo andarás errante, hija infiel? Porque HaShem ha creado algo nuevo en la tierra: la mujer rodeará al hombre. (Jeremías 31:22) El Profeta está hablando del Nuevo Pacto que HaShem sellará con la Casa de Israel y con la Casa de Judá, y la hija representa a Israel que retorna del exilio, la reunión de las Tribus del Norte que se apartaron de Elohim y que no han regresado a Él, se reunirán con la Casa de Judá (actual Israel, que ha mantenido el Pacto) y serán de nuevo un solo pueblo en la Tierra de Israel y en Jerusalem su eterna capital. Su redención se realiza cuando la novia retorna a su Esposo y lo “rodea”, para no alejarse de Él nunca más. Es Israel que vuelve hacia HaShem y es Su Templo, reteniendo Su Presencia en medio del pueblo. Pero en este estudio no estamos específicamente refiriéndonos a Israel sino a la mujer en la Era Mesiánica. El anuncio “Porque HaShem ha creado algo nuevo en la tierra: la hembra rodeará/cercará/sitiará al hombre fuerte” suena como as una inversión de roles, de modo que en algunas versiones es traducido “la mujer cortejará al hombre”, o también “la mujer amará apasionadamente al hombre”. Mientras que tales traducciones podrían ser aceptables, estas implican una revolución de la situación histórica y pueden desviar la interpretación hacia la idea de que los derechos sociales que las mujeres en el Occidente están alcanzando puedan ser un cumplimiento parcial de esta profecía, que no lo es. La aseveración bíblica va más allá de estos logros, es una completa restauración de la condición original. Lo “nuevo” que HaShem ha creado es una renovación de los orígenes, de la misma manera que el Nuevo Pacto es una renovación del ya existente, una completa restauración. En esta profecía, la mujer es de nuevo ezer k’negdo, la ayuda idónea, es tzela, la pared portante, la que es igual y opuesta, la compañera perfecta. El hombre fuerte, que representa el poder, el dominio, el gobierno, es ahora “rodeado, cercado, sitiado” por su compañera, ella es incluso su protectora. Ella representa la unidad familiar en la cual el hombre vive en paz, como la mujer descripta en Proverbios 31:10-31, "Mujer fuerte, ¿quién la hallará? Porque su estima sobrepuja largamente a la de piedras preciosas. El corazón de su marido está en ella confiado, y no tendrá necesidad de despojo” (Proverbios 31:10-11). La mujer en su posición original restaurada es el refugio del hombre, su tabernáculo, su santuario físico; ella es para su esposo como el Templo para el pueblo de Israel. Anterior
 
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